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En el proceso enseñanza-aprendizaje no sólo se manejan contenidos y conocimientos, sino que también se manejan sentimientos.
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En el proceso enseñanza-aprendizaje no sólo se manejan contenidos y conocimientos, sino que también se manejan sentimientos.
Todas las personas que participamos en ese proceso llevamos una mochila en la que guardamos todas las vivencias y conflictos no resueltos que nos hacen actuar y manifestarnos de una determinada manera.
• Cuando hay problemas en el proceso enseñanza-aprendizaje hay que mirar más allá, en esos conflictos no resueltos.
• Tenemos que mirar las dinámicas ocultas que influyen en todas las personas que participamos en el proceso educativo y no solamente en los niños.
Cuando el niño/a está emocionalmente bien aprende mejor.
Cuando la familia no tiene equilibrio emocional, el aprendizaje se resiente.
Cuando el profesorado se centra en sí mismo la enseñanza se ve comprometida.
• Cuando una persona está resolviendo algún conflicto emocional vital, se limitan sus posibilidades de pensar y lo cognitivo pasa a un segundo plano.
• Cuando en la familia o en la escuela, los adultos no están en paz consigo mismos o no hay equilibrio en el sistema es difícil dar a los niños lo que éstos necesitan.
• En el caso de la adopción, ésta implica una complejidad que hay que reconocer y trabajar, tanto en la familia como en la escuela.
• El mito cultural de que lo que no se ve no duele es una falacia.
• El vínculo con la familia biológica, la cultura y país de origen, etc. es para siempre.
• Tanto la familia como la escuela tienen que saber que las pérdidas que han sufrido los niños adoptados requieren la elaboración de los duelos correspondientes.
• Cuando un niño adoptado no está reconciliado con su pasado, se puede mostrar irritado, inquieto, malhumorado, desatento, etc.
• En estas condiciones es difícil tanto el aprendizaje escolar como un comportamiento apropiado en el aula.
• Los reproches y las quejas entre la familia y la escuela no son la solución.
• Muchas veces, la solución pasa por tener una mirada sistémica del problema, que descubra las dinámicas profundas del conflicto.
• Esta mirada tiene que ir dirigida a todos los elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Es necesario que cada cual esté en su lugar, y que todo el sistema, tanto familiar como escolar, esté en equilibrio para poder enseñar y educar de forma que los niños puedan aprender.
