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Las lenguas de España 2, los dialectos históricos

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LAS LENGUAS DE ESPAÑA II: LOS DIALECTOS HISTÓRICOS

Recopilado por Cristina Ferrís

2.2. Dialectología hispánica

2.2.1. Dialectos ‘históricos’

Según el artículo 3.3 de la Constitución, «la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de

España es un patrimonio cultural que será de especial respeto y protección».

Aquí dentro quedan comprendidas, entre otras, las variedades que no han alcanzado, por

razones histórico-políticas fundamentalmente, la consideración de lenguas: es el caso del

aragonés y del leonés, evoluciones del latín hablado en los antiguos reinos de Aragón y León,

respectivamente.

Tanto un dialecto como el otro se han visto sometidos a la presión del castellano desde la Edad

Media. Asimismo, el legado literario de ambas es prácticamente inexistente; es cierto, con

todo, que al menos en el siglo XIV fue importante el del aragonés.

Los Estatutos de Autonomía de Asturias y Aragón no hablan, como sería de esperar, de y su

oficialidad, sin embargo abogan por su protección: el Estatuto de Aragón, en su artículo 7, dice

que «... las diversas modalidades de Aragón gozarán de protección como elementos

integrantes de su patrimonio cultural e histórico»; en cuanto al de Asturias, el artículo 4 afirma

escuetamente que «El bable gozará de protección».

En la actualidad están muy fragmentadas; se localizan en zonas rurales, de difícil acceso, lo

que, precisamente, asegura su conservación. Mucho más complejo se antoja su normalización;

aun así, se han producido intentos para su revitalización, por ejemplo, la pretensión del

Gobierno de Asturias de normalizar el bable; existe, incluso, una Academia de la Llingua

Asturiana. En el caso del aragonés, los intentos por difundir la fab/a, variedad unificada

artificialmente, no han tenido demasiado éxito, pues los hablantes de los lugares en que se

conserva con cierta vitalidad prefieren hablar la variedad propia (cheso, ansotano, belsetán...).

2.2.1.1. Asturleonés

Tras el año 711 la nobleza visigótica se refugió en la Cordillera Cantábrica y, con la ayuda de los

montañeses, organizó «al estrecho abrigo» de esas montañas el más importante núcleo de

resistencia contra los musulmanes, constituyendo en la primera época de la Reconquista el

principal sostén de esta. El reino que allí se forma desde mediados del siglo VIII con Alfonso l,

yerno de don Pelayo, se sintió heredero de la tradición visigótica, como lo demuestra al aspirar

a la hegemonía sobre los demás núcleos cristianos y al autodenominarse sus reyes

«emperadores». Se regía, asimismo, por el Fuero Juzgo, la legislación de los visigodos.

Menéndez Pidal ha distinguido tres etapas en la formación del reino:

1. «Alfonso l, aprovechando la guerra civil de beréberes y árabes y el hambre del año 750 y

siguientes, limpió de musulmanes la parte alta del Ebro y toda la cuenca del Duero, desde

Alesanco, Miranda, Amaya y Osma hasta Porto y Viseo». Este primer avance no fue

acompañado de una repoblación hasta un siglo después, de manera tal que «quedó un vasto

desierto estratégico como frontera entre el reino asturiano y la España musulmana». Ciudades

como León, Astorga o Lugo estuvieron todo ese tiempo deshabitadas; cuando se repueblan, en

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tiempo de Ordoño l, se hace con aportes del mismo reino, pero también con mozárabes, lo

que hubo de influir en la nivelación del dialecto.

2. El avance de la repoblación fue mayor con el rey Alfonso III —-segunda mitad del siglo l,

quien restauró Braga, Lamego, Viseo y Coimbra y repobló los Campos Góticos (Toro, Zamora,

Dueñas y Simancas).

3. “En la primera mitad del siglo X se repuebla la ribera del Tormes (Salamanca, Ledesma, Los

Baños, Peñaranda...) por obra de Ramiro ll.

Lingüísticamente hay un aspecto que no debe dejarse de lado. Como indica el propio

Menéndez Pidal:

Por la convivencia de estos ‘linages’ tan diversos [se refiere, sobre todo, a cristianos del norte y

mozárabes] se comprende que el habla de las regiones restauradas tenía que uniformarse

mucho, perdiendo particularismos dialectales [...] la repoblación de la reconquista produjo el

efecto de uniformar en gran parte la lengua de las regiones despobladas, a diferencia de las

regiones del Norte, más ricas en variedades dialectales.

En el siglo X, la capital se traslada de Oviedo a León, que se convierte en centro cultural

destacado y en modelo lingüístico. Sin embargo, este esplendor es efímero, pues Almanzor

arrasa la ciudad poco tiempo después. Los castellanos aprovechan la debilidad para intensificar

las hostilidades contra el centralismo «opresor» de León. Con ello, comienza el declive lento

pero constante del reino. Si bien es verdad que recupera algo de su prestigio a primeros del XI

con Alfonso V, a finales de este siglo es más que ostensible la imposición del poder castellano.

Desde 1230, con Fernando III, quedan unidos Castilla y León de manera definitiva.

Desde el punto de vista lingüístico este territorio ni era ni es uniforme; hay quien lo ha venido

considerando «dialecto de compromiso» respecto de las lenguas hoy vecinas, pero antaño

incluidas en su reino: castellano y gallego. En cuando a sus límites, por la parte oriental los

rasgos del leonés llegan hasta Castro Urdiales, por la occidental hasta el río Navia, límite

antiguo entre astures y galaicos. Hacia el sur llegan hasta el Sil y, más al sur, hasta la frontera

portuguesa. Puede establecerse la siguiente subdivisión:

- Las hablas del norte, en Asturias. Se trata de una zona cuyas hablas quedaron aisladas

geográficamente.

- Zona occidental. Occidente de Asturias, León, Zamora y el mirandés (de la diócesis de

Astorga), que presenta influencia del gallego.

- Zona oriental. Condados de Saldaña y Carrión (donde destaca el monasterio de Sahagún), de

fuerte influjo castellano. En la actualidad corresponde al occidente de Santander, León,

Zamora y Salamanca en su parte no occidental y la Extremadura leonesa.

En la actualidad se conserva en:

— El Principado de Asturias. Las hablas de la zona no son uniformes ni homogéneas, sino que

varían de concejo a concejo. Dicha heterogeneidad ha sido vinculada a la diversidad de etnias

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(galaicos, ástures y cántabros) que la poblaron en época prerromana. Los especialistas

distinguen tres grupos de bables (es así como se denominan allí las hablas desde el siglo XVIII):

a) Occidental. Son los bables más conservadores. Sus rasgos se entremezclan con los del

gallego oriental.

b) Central. Es el grupo con mayor número de hablantes. Se trata de bables urbanos, con más

influencias castellanizantes. Es donde se localizan los núcleos industriales a los que han llegado

más emigrantes de otras partes de España.

c) Oriental. Muestra muchas similitudes con el castellano (de hecho, comparten el mismo

origen cántabro).

El vehículo general de la comunicación escrita y oral es el español desde hace siglos; esto es así

por su prestigio y por la uniformidad de la que carecía el asturleonés. Las hablas asturianas no

poseen un modelo que se haya impuesto sobre las demás, de ahí que se adoptara el español.

Aquellas quedan restringidas al ámbito íntimo y familiar.

— Provincias de León, Zamora y Salamanca. Los rasgos leoneses se hacen menos frecuentes

cuanto más orientales (y más castellanizadas) son las tierras. Se trata normalmente de zonas

aisladas y deprimidas, en las que la descomposición de estas variedades se explica por su nulo

prestigio.

— El leonés penetra además en Portugal (como también el gallego) y algunos de sus rasgos se

dejan sentir en Extremadura y, de manera aún más dispersa, en Andalucía occidental.

2.2.1.1.1. Rasgos lingüísticos del bable

A) Bables occidentales:

. Conservan los diptongos decrecientes ei, ou, oi (Veiga, cousa).

. Vacilación en la diptongación de las vocales o y E abiertas tónicas (ue, uo, ua, ie, ia): nuaz por

nuez, puarta, pia ‘pie, pie izquierdo’, diaz ‘diez’...

. No hay más ll- que la que aparece en las palabras tomadas del castellano, pero las autóctonas

suelen presentar la dental africada sorda o la palatal africada sorda para la evolución de L-

inicial, como ocurría en los bables del centro. Las soluciones con -ll- intervocálica la conservan

como tal, o lo que es lo mismo, en esta zona no se da yeísmo. Casi no tienen ñ.

B) Bables centrales:

. Son frecuentes los plurales femeninos en —es: vaques ‘vacas’.

. Metafonía vocálica (cierre de vocal tónica por influencia de la vocal cerrada final): pirru

‘perro’.

. La L- inicial se palataliza (palatal lateral il). En ocasiones, por yeísmo, se pronuncia como y (e,

incluso, como ch): yuna, chuna ‘luna’.

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C) Bables orientales:

. La F- inicial o se conserva (fornu) o se aspira, como en castellano.

. En algunos casos se produce la aspiración de la -s final. A

. Es normal el yeísmo.

. La N- inicial se palataliza: ñon ‘no’, ñariz ‘nariz’...

. Elevación de las vocales medias: e, o > í, u: esti, perru. Si bien sus plurales los hacen

normalmente en -as, -os (casas, perros), las formas verbales terminadas en -as pueden pasar a

-es: lleves ‘llevas’.

. Lo más característico de esta zona es el neutro de materia, que hace en –u el adjetivo que

acompaña a un nombre de materia: «la fariña blancu» por «la harina blanca».

Por su parte, el español de los asturianos presenta unas particularidades que se explican por la

convivencia histórica con los bables:

. Las vocales finales se cierran bastante más de lo que es habitual en las hablas castellanas,

incluso entre hablantes de nivel culto. La -o se aproxima a una -u algo abierta y la -e final se

pronuncia casi como una —i, también abierta: añu ‘año’, otru ‘otro’, etc.

. Los diminutivos se forman con los sufijos -ín, —ina: niñín, niñina.

. En expresiones fijas se mantiene la F- inicial que el castellano perdió (fío, fíu, fiyo ‘hijo’) y la

construcción artículo + posesivo + sustantivo (la mi casa), con la particularidad de que ese

posesivo, como en todos el dominio leonés, es tónico.

. Aparecen con frecuencia, en la expresión coloquial, las formas diptongadas del verbo ser (ye

‘es’, yes ‘eres’), así como las formas en -en (lleven ‘llevan’, pregunten ‘preguntan’) y plurales

femeninos en -es' (cases ‘casas’, vaques ‘vacas’).

. Se observa cierta tendencia a utilizar los verbos pronominales sin pronombre: caí por me caí.

Como en el resto del leonés, el indefinido cubre sus usos habituales y también los del pretérito

perfecto: «esta noche no dormí (‘he dormido’) nada».

. El pronombre personal átono se evita al principio de la frase: «Madrid quédame grande»,

«Acuérdome siempre de ti»...

. Se usa i < ILLI ‘le’ en la conversación espontánea: «Eso depende del caso que se i fizo» «...que

se le hizo».

. Es frecuente la apócope de -e tras n, i, r, z, especialmente perceptible en la tercera persona

verbal: «Val poco esa rapacina» (por vale), «Tien un coche muy guapo» (por tiene)

. Son asturianas las formas non ‘no’, aglutinaciones del tipo de na ‘en la’, y las asimilaciones en

infinitivos con pronombre enclítico, de manera que r seguida del evoluciona a l: toca/u

‘tocarlo’. Tampoco se dan en Asturias los grupos cultos que se repusieron en español en el

siglo XVIII: práticamente, repunante, director...

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. En el léxico se advierten, además de palabras específicamente asturianas, ciertos

«asturianismos semánticos»: guapo ‘bonito, hermoso’, aplicado a cosas, no a personas, prestar

‘gustar’...

2.2.1.2. Aragonés

En el siglo X se documenta la existencia de tres pequeños condados independientes ——de

oeste a este-z Aragón, Sobrarbe y Ribagorza (vienen a coincidir con el norte de la provincia de

Huesca). Estas tres entidades tienen una estrecha vinculación con Navarra, con el reino franco

y con los condados catalanes más occidentales.

Los tres núcleos citados se unieron como reino en el siglo XI, avanzando hacia el sur con la

Reconquista; durante ‘el siglo siguiente comenzará a repoblarse el Valle del Ebro con gentes

procedentes de muy diversos lugares (Cataluña, Castilla, Navarra, francos...), lo que conllevó la

nivelación del romance allí hablado. En consecuencia, el aragonés de esa zona llamado medio

o bajo es muy distinto del alto, del de los valles pirenaicos.

En 1137 se une Aragón a los condados catalanes; de esta manera, el catalán se introducirá en

su territorio lingüístico. La influencia del castellano se deja sentir también, en especial desde el

siglo XV, en que la familia castellana de los Trastámara reina en Aragón además de en Castilla.

A finales de ese mismo siglo, con el matrimonio de los Reyes Católicos, se unen políticamente.

En el siglo XVl el proceso de castellanización está cumplido salvo en las zonas altas. Los

acontecimientos históricos explican, pues, por qué no se habla aragonés desde entonces en el

valle del Ebro. Las fablas se conservan hoy, con mayor o menor vitalidad, en el norte, en los

valles centrales de los Pirineos (Jaca, Huesca, Barbastro), allí precisamente donde hubieron de

surgir. Se presentan aisladas y sin uniformar. La regresión que incluso en esa zona se observa

en el mismo siglo XX se debería a la mejora de las comunicaciones, al proceso de despoblación,

a la llegada de turismo... La lengua general, por si fuera poco, es el vehículo del sistema

educativo y de los medios de comunicación.

2.2.1.2.1. Rasgos lingüísticos del aragonés

A) Fonéticos.

. Diptongación de las vocales o y E abiertas tónicas con una notable vacilación, uo, ua, ue y ie,

ía, respectivamente: buano < BONO, viallo ‘viejo’...

. No reducción del diptongo ie de -íello: corbiella ‘cesta’, aguatiello ‘albañal’...

. Diptongación ante yod: fue/la ‘hoja’, güello ‘ojo’, pueyo ‘poyo’... y en formas verbales como

vienga, tíenga, tiengo.

. Diptongación de algunas vocales cerradas: HUMERU > güembro ‘hombro’.

. Aféresis: UMBILICO > mellco ‘ombligo’.

. Apócope de -e (vocal que no se recupera en el plural): pinars, calcetíns...

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Recopilado por Cristina Ferrís

. Mantenimiento general de los grupos iniciales PL-, KL- y FL-I clamar ‘llamar’, closa < CLAUSA...

. Mantenimiento de F- inicial: ferradura, fuso, forno...

. Mantenimiento de la palatal procedente de G-, lle. Si en época medieval el resultado era la

prepalatal fricativa sonora, desde el siglo XVII este resultado se ensordece: IUVENIS > shoven o

choven.

. L- inicial se palataliza (en lo antiguo este resultado estuvo bastante generalizado, hoy día

quedan apenas restos en Ribagorza y Sobrarbe): lloza, llagarto...

. N- inicial también se palataliza, pero no de manera general: ñiño, nido, ñíebla...

. Mantenimiento sin sonorizar de las oclusivas sordas intervocálicas: cocote, acachar, apierto,

moneta... Y, en cambio, se sonorizan tras nasal o líquida: plandar, bango por plantar o banco,

alga/de por alcalde.

. RR evoluciona por disimilación a —rd-: mardano por marrano, bardo por barro.

. u.- da varios resultados: > -ld- (gualdesta por bai/esta); > —r- (ALLAGONEN > Aragón); > ch

(PORTA + ELLA > portiacha); > -t- (MANTELLA > mandiata)...

. El grupo -MB- se simplifica: tamién por también.

. El grupo -ND- se simplifica: cuano por cuando.

. El grupo -TR- se mantiene (en castellano la -T- sonoriza): en la toponimia tenemos Petrosa,

Petrísa; existe también la posibilidad de que se vocalice la —r-: FRATRE > flaire.

. Los grupos -KT- y -ULT- > -it: NOCTE > nueyt; MULTU > muito.

. L seguida de yod evoluciona a palatal lateral: muiler.

. Las secuencias -SKe'¡-, -sxj—, stj- dan como resultado la prepalatal fricativa sorda: ASClATA >

ashada.

. El grupo -KS- también tiene varios resultados: vocalización de la -K- (coiso por cojo); > /s/

(saxus > Saso, topónimo); > ch: techir por tejer.

B) Morfosintácticos.

. Voces que mantienen el género latino (frente a su cambio en castellano): vall y fin son

femeninas; adjetivos con dos terminaciones frente al latín (y el castellano): verda / verde,

grande /granda...

. El sistema verbal del aragonés es complejo: puede destacarse sus imperfecto en -eba, -lba

(teneba ‘tenía’, dormiba ‘dormía’) y los pretéritos fuertes en –on (dijon ‘dijeron’, dión

‘dieron’).

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. El artículo puede ser para el masculino o, lo o ro; para el femenino a, la, ra: o campo ‘el

campo’, a fuel/a ‘la hoja’.

. Tiene partículas propias como encara ‘aun’, ta, enta ‘hacia’.

C) Léxicos.

. Voces prerromanas: iurte ‘desprendimiento de tierra’, sega/la ‘cabra después de cumplir el

año’, sarrio ‘cabre salvaje’, ibón ‘lago de montaña’...

. Voces de origen latino: remugar ‘rumiar’, cabirón / caplrón ‘cabrio’, viteilo / bediello / betiello

/ betiecho ‘ternero’, ‘becerro’...

. Catalanismos: minchar ‘comer’, prau ‘bastante’, pelleta ‘pellejo’, melsa ‘bazo’...

. Occitanismos: auca ‘oca’, clarión ‘tiza’, capilón ‘prenda para la cabeza’...

Por lo demás, el castellano que se habla en Aragón está matizado por los siguientes rasgos:

. La entonación es claramente ascendente y se constata la "tendencia a alargar la vocal final.

. Se evita el acento en posición esdrújula: pajaro por pájaro, medico por médico.

. Es frecuente el uso de pronombre personal en distinto régimen, o funciones, con preposición:

«Me voy con tú», «No quiero que vengas con mí»...

. El sufijo diminutivo dominante es -ico: pajarico.

. Frecuente empleo de la partícula pues.