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Las Trayectorias Educativas: entre el ser, el estar y el pertenecer. De: María Elena Festa

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Pensar la trayectoria educativa de las personas con discapacidad implica conocer la forma en que ese tránsito educativo fue realizado pero si bien puedo hacer consideraciones en lo general describiendo variables comunes debo tomar ciertos recaudos que ayuden a pensar que estos tránsitos tienen matices singulares propios en relación a lo que a cada persona le acontece. Es la suma de variables que en la interacción toman distintos sentidos. Las trayectorias pueden encontrar momentos significativos pero en realidad su valoración es la de ir del presente al pasado en clave de movimiento. En cuanto al lazo social es una construcción en donde una persona interactúa con su medio, con otros, se expresa, desarrolla una forma de participar y todo esto crea significados para la persona y su entorno. Es una construcción dinámica y permanente pero hay momentos altamente significativos de la forma en que se define el lazo social; uno de ellos lo constituye la forma de transitar la escuela. En estas trayectorias educativas intervienen la persona con discapacidad, su familia, la escuela como institución, los docentes y sus compañeros. Todos esos actores deberán ser analizados pero solo en la interacción entre ambos toman y cambian los sentidos.

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Page 1: Las Trayectorias Educativas: entre el ser, el estar y el pertenecer. De: María Elena Festa

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Las trayectorias educativas: entre el ser, el estar y el pertenecer.

No se es sin estar

Y no se pertenece sin ser y estar.

María Elena Festa1

Deseo hacer un abordaje del tema en torno a la construcción del lazo

social desde una perspectiva educativa, tomando como eje lo escolar

desde los rasgos interpretativos de la educación especial.

La propuesta de mi trabajo es brindar algunos elementos para poder

pensar a la escuela como hábitat2 donde se desarrolla parte importante

de la vida de un niño y adolescente.

Introducción

Pensar la trayectoria educativa de las personas con discapacidad implica

conocer la forma en que ese tránsito educativo fue realizado pero si bien

puedo hacer consideraciones en lo general describiendo variables

comunes debo tomar ciertos recaudos que ayuden a pensar que estos

tránsitos tienen matices singulares propios en relación a lo que a cada

persona le acontece. Es la suma de variables que en la interacción

toman distintos sentidos.

Las trayectorias pueden encontrar momentos significativos pero en

realidad su valoración es la de ir del presente al pasado en clave de

movimiento.

1 María Elena Festa es Profesora en Pedagogía Diferenciada egresada del Instituto Sara Faisal de Santa Fe, es

Licenciada en Educación Especial egresada de la Universidad Nacional del Litoral, y Doctorando en Educación

en la Universidad Nacional de Entre Ríos. Desde el año 2008 se encuentra al frente de la Dirección Provincial

de Educación Especial de la Prov. De Santa Fe.-

2 Hábitat como territorio en donde los distintos aspectos operan para el desarrollo equitativo e integral de

las personas.

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En cuanto al lazo social es una construcción en donde una persona

interactúa con su medio, con otros, se expresa, desarrolla una forma de

participar y todo esto crea significados para la persona y su entorno. Es

una construcción dinámica y permanente pero hay momentos altamente

significativos de la forma en que se define el lazo social; uno de ellos lo

constituye la forma de transitar la escuela.

En estas trayectorias educativas intervienen la persona con

discapacidad, su familia, la escuela como institución, los docentes y sus

compañeros. Todos esos actores deberán ser analizados pero solo en la

interacción entre ambos toman y cambian los sentidos.

Un punto de partida: la persona con discapacidad, su familia y la

escuela.

“Cuando pensamos que Manu debía comenzar la escuela en la sala de 5

años nos angustió mucho la incertidumbre de no saber si lo iban a

aceptar.” (relato de la mamá)

Las familias en general viven con alegría el comienzo de la escolaridad

de su hijo, vivenciando así el crecimiento de su hijo y una apertura al

mundo social. Es un espacio inaugural que da la bienvenida a un niño

que al estar escolarizado tramitará una forma de pertenecer a la

comunidad, a lo social y a su propia forma de habitar la infancia.

Este momento para muchos padres de niños con discapacidad se vive

con una carga importante de ansiedad por la posibilidad de contar con la

aprobación de otro adulto, ya sea directivo o docente, en relación a

permitir esa participación.

La entrada o el comienzo del tránsito educativo en estas situaciones se

enmarca en la duda, el miedo, la angustia de que un niño con

discapacidad pueda pertenecer a ese grupo.

La trayectoria tiene un punto de partida con sensaciones encontradas,

pero que mantendrá en alerta a los padres en todo el tránsito educativo

porque de la evolución del niño en ese contexto dependerá muchas

veces el seguir en él. Es muy común que se le anuncie a los padres

antes del ingreso a la escuela “que haremos todo lo posible” lo que

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indica que lo posible no siempre puede ser lo esperado y si no aparece

lo esperado deberán tomarse otras alternativas.

“Según lo que dice el certificado de discapacidad mi hijo necesita

educación y además mi médico me ha certificado que además necesita

un acompañante y un docente integrador”.(testimonio de un padre)

El punto de partida del tránsito de la historia educativa de las personas

con discapacidad requiere poder pensar de qué manera la discapacidad

instala al sujeto en el medio escolar. Se lo puede pensar desde la

perspectiva del derecho que le cabe por ser un niño o se lo puede hacer

desde la óptica que ese derecho debe estar garantizado desde su

situación de discapacidad.

La construcción del beneficio tergiversa la situación de derecho. El

certificado de discapacidad va en la línea de que a través del mismo se

puede solicitar el cumplimiento de algunas mejoras en la calidad de vida

de las personas con discapacidad.

Para solicitar este certificado hay que mostrar las pruebas que implican

“ser discapacitado” o sea marcan que el sujeto tiene suficientes

elementos para ser poseedor de esa certificación.

Tal vez es necesario saber de qué forma se vinculan conceptos claves

como desigualdad y educación; y como se inscribe un derecho común

desde esas marcas particulares.

Otro aspecto que sitúa a la persona con discapacidad como alguien

dependiente de otro y que se ha sobredimensionado en estos últimos

años es la presencia de un adulto que lo acompaña y cuya figura genera

dependencia no solo en el niño sino en el docente que mediatiza su

trabajo.

En muchísimos casos he visto como el diagnóstico obtura la posibilidad

de ver al niño real y es así que si bien los docentes “somos

constructivistas”, o adherimos al modelo social de la discapacidad ese

apego no logra encarnarse en nuestra forma de pensar e interpretar a

una persona por fuera de la marca que en un papel se nos impone.

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El diagnóstico opera a veces como algo tranquilizador para justificar la

falta de logros escolares en relación a fijar que el niño tiene

constitutivamente una situación que marca la desventaja.

La patología toma el nombre propio del niño, ya no será Juan ni María

sino un niño Down, una niña con TGD, inaugurando una forma de

otorgar identidad a esa persona, pero en realidad no es solo lo que le

decimos al otro sino cómo esas formas de hablar revelan lo que se

piensa o sea los prejuicios en torno al rendimiento escolar.

Decir que uno no debería reconocer como parte de esa persona su

situación no es lo que deseo transmitir, pero creo que es necesario

revisar que muchas veces ese diagnóstico obtura la posibilidad de ver al

niño, al adolescente, a la persona con sus propias elecciones, sus

gustos, su interés, los deseos, etc. No todo tiene que ver con cierta

caracterización que iguala a todos los que están dentro de ese grupo, ya

que mucho deberemos ver en ese niño en relación con su contexto.

Dar la oportunidad en ese inicio de escolaridad implicará dar la

bienvenida a ese niño en todas sus dimensiones, dejándolo de pensar

desde la patología.

El tránsito por la escuela; entre el estar y el pertenecer

La trayectoria escolar es parte de la trayectoria educativa de un niño

porque parte de esta última se concentra a través del dispositivo

escolar.

Es así que la trayectoria educativa implica a un sujeto que aprehende

permanentemente de lo que es enseñado explícita e implícitamente, lo

que el medio, las acciones, los intercambios con otros promueven como

material formativo.

El hecho educativo tendrá en la escuela no solo la transmisión de

conocimientos sino una forma de ubicarse en el mundo de la niñez o

adolescencia desde esa mirada adulta, la del maestro, que devolverá

sentido. Ser “inteligente”, “burro”, “lento”, “el que no puede”, “el

integrado” no es solo una exclamación verbal sino un sello en la

subjetividad de esa persona.

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La mirada, los gestos y las palabras tomarán cuerpo en el niño y

marcarán su identidad. Muchas veces los adultos hablamos de los niños

con los niños delante, como si ellos no estuvieran ahí cuando en realidad

están asimilando los relatos sobre sí mismo.

“Yo tengo un total de 20 alumnos más uno integrado,

¿Cómo es eso? – Pregunta la alumna que estaba entrevistando a la

docente-

lo que pasa es que ese chico viene con la docente integradora, de la

escuela especial”.(docente de primer grado)

Lo que impacta de esta forma de contar a sus alumnos, de hablar de la

composición de la clase, es la naturalidad en la forma en que la docente

tiene organizada su clase, casi como si entre todos los habitantes

genuinos de ese grupo habría un extranjero3 visitando la misma.

El tránsito por la escuela común muchas veces nunca logra hacer propio

a ese niño o adolescente con discapacidad que se encuentra integrado.

Nunca se llega a sentirlo parte, nunca se llega a estar incluido.

¿Es la mirada sobre el déficit?, ¿sobre el dispositivo que implica

integrar?, ¿sobre una forma de predecir que por más que lo intente

nunca será uno más, porque el destino de una persona con discapacidad

es marcar una diferencia en menos?

En la escuela la homogeneidad del método constituye la diferencia como

una dificultad, cuyo responsable es el niño. En el caso de la persona con

discapacidad esto ya se anuncia cuando aparece en la clase o cuando se

muestra el diagnóstico.

“yo no estoy preparada para esto, yo no estudié para atender a chicos

con discapacidad, soy maestra común para eso están las de

especial”.(maestra de quinto grado)

3Pensar el concepto de extranjero, es la sensación de ambigüedad que genera lo desconocido: temor y curiosidad, rechazo y atracción, inseguridad ante lo nuevo y promesa de renovación. Pero más allá de lo individual, las actitudes e ideologías respecto a los extranjeros se asientan sobre estereotipos colectivos, generados tanto por la experiencia histórica como por los avatares actuales. Tomado de la publicación “Extraños, distintos, iguales o las paradojas de la alteridad: discursos de los españoles sobre los extranjeros”, en Revista de Educación Nº 307, Madrid, 1995.

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No es un tema de formación lo que dará a un docente la posibilidad de

mirar, conocer, dejar ser y hacer para permitir descubrir al niño que se

encuentra en esa clase.

Decimos aceptar la diversidad, pero actuamos dudando del potencial

de un niño y de la acción docente cuando damos por hecho que un niño

con determinado diagnóstico no podrá cumplir con las metas requeridas.

¿Cómo sentirá un niño esta forma de ser interpretado?.

El peso del diagnóstico sique marcando las posibilidades educativas y la

educabilidad4 está sospechada.

La educación tiene la posibilidad de promover el deseo de conocer y a

partir de ahí el docente acompañará ese proceso para brindar los

conocimientos, las herramientas, las formas que le permitan al otro

aprender.

No es un problema técnico, sino un problema ético que implica dar la

posibilidad a todo niño que habita nuestras escuelas, más allá de la

forma en que se haga.

La manera de formarse para trabajar con un niño es a partir de lo que

provoca una situación desafiante, que implica buscar nuevas formas de

interpretar los procesos de aprendizaje. La ficción de una receta de

formas de hacer tal o cual cosa, pensando en términos de adecuaciones

curriculares es reducir el problema solo a un planteo didáctico.

“este niño es más para especial que para la escuela común”, “voy a

pedir que lo vengan a evaluar”.(maestra de segundo grado)

Los destinos educativos marcan trayectorias de vida y no solo escolares

porque la huellas perduran en la forma de construir identidad, no solo

en ese niño que se empieza a pensar afuera de la escuela común sino

para una familia que verá alterada o cambiadas sus expectativas en

torno a sus hijos.

4 Concepto ampliamente trabajado por Ricardo Baquero, “La educabilidad bajo sospecha”, Universidad

Nacional de Quilmes.

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Lo especial se valora entonces como un lugar para lo que no aparece, no

se da, está roto y para eso se requiere otro tratamiento que se piensa

entre lo terapéutico y educativo. La evaluación centrada en el niño no

hará más que fortalecer esta mirada en que solo si cambia la persona

cambiará su destino.

Hace unos cuantos años una maestra asistió a una escuela rural en

donde comenzaba a asistir un niño ya que su familia se había trasladado

a trabajar en esa zona y estaba hasta el momento integrado en una

escuela primaria de una ciudad vecina. La sorpresa estuvo cuando en el

aula se encontró un alumno Juan, con síndrome de Down, que estaba

cursando su sexto grado. Cuando se le consultó a la docente sobre ese

niño, ella manifestó con total naturalidad que ese niño era de una

familia que vivía en un campo de la zona y que todos sus hermanos iban

a esa escuela. Nunca dudó de que a ese niño le perteneciera esa

escuela, ni de sus posibilidades. El niño no solo terminó su primaria ahí

sino que siguió una secundaria agrotécnica en una localidad cercana y

actualmente tiene un trabajo convencional.

Cuántas preguntas uno debería hacerse para pensar la trayectoria de

Juan en relación con el pensamiento docente tanto en lo que respecta a

las oportunidades como así también en relación a la docente especial

que siente que solo con ella o con el aporte de la educación especial

puede esta persona a través del dispositivo de la integración llegar a la

escuela y hacer un tránsito satisfactorio por ella.

A raíz del relato pueden pensarse varias cosas:

1. Por un lado poder ver al niño, a Juan más allá del síndrome, pero

además optar por las posibilidades que tenía de aprender y de

creer que él tenía derecho a ese espacio educativo.

2. Un fuerte cuestionamiento a la educación especial en relación a su

presencia y necesidad a partir de una patología. ¿Podemos los que

estamos en esta disciplina mirar por encima de los rótulos?

3. Lo que Juan sintió que era el síndrome de Down más allá de una

apariencia física. Juan se sintió Juan, hizo su vida naturalmente.

Transitó por lugares comunes a los que ha llegado por ser vecino,

por vivir en el pueblo, por ser parte de una comunidad.

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4. Las veces que he hablado con Juan he visto a un joven que habla

de él como todos los jóvenes lo harían, con detalles de sus gustos,

salidas, deseos, proyectos, etc. Muy autónomo. Es indudable que

su vida es similar a un chico sin discapacidad y es muy diferente a

muchos de los que tienen una discapacidad.

Meli es una joven que ha realizado su escolaridad en el nivel inicial

y estando en tercer grado de su escuela común se le diagnostica

síndrome de Williams, a partir de ese momento comienza a

intervenir una escuela especial que apoya a la niña para que

continúe su escolaridad. La niña avanza en su escolaridad y se

alfabetiza pero tiene serias dificultades de relación. Transita el

colegio secundario con el mismo grupo de compañeros y finaliza el

mismo con buenos logros académicos pero con gran esfuerzo. Ella

hoy está sin trabajo, en su casa, y con sus compañeros con los

que nunca logró tener amigos, ya no se ve.

Por lo que puede verse la escolaridad ha cumplido su cometido

que fue dado por la permanencia de la alumna en todo el trayecto

educativo, finalizando el mismo.

La trayectoria educativa tiene como fuerte la posibilidad de

alfabetización integral, de interacción social y de mayor autonomía

personal. Creo que un niño sin hacer su escuela no es lo mismo

que si no la hace pero también que en muchos casos no es

garantía de resolución única de las necesidades de las personas de

lograr mayores niveles de inclusión social.

La Educación Especial (Integradora) y las trayectorias educativas

La educación especial desde la perspectiva de la integración trata

de superar la mera integración disciplinar y organizativa del

sistema educativo sino que apunta a “incluirlos subjetivamente

desde la perspectiva relacional, social, como sujetos de

conversación”5, o sea que existe una participación activa donde

hay construcción colectiva.

5 Perez de Lara, Nuria, “La Capacidad de Ser Sujeto”, Editorial Laertes, Barcelona, 1998.

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La educación especial deberá promover trayectorias educativas y

no solo en tránsitos escolares, con todo lo que implica este

recorrido que analiza y organiza lazos que permiten ir brindando a

los sujetos la posibilidad de intercambio en todos los ámbitos que

puedan proveerle experiencias que hagan nuevos anclajes Lo que

la educación especial debe definir qué tipo de aporte sustantivo

hace para definir que su presencia mejora las trayectorias

educativas y escolares de las personas.

Mi inquietud es saber lo que suma la educación especial a la

educación general y saber si un niño ve significativamente

cambiada su tránsito por la presencia de ésta.

No estoy hablando de la educación especial y su relación con el

docente especial, ni tampoco con la escuela especial, ya que esos

son otros focos de análisis que no pretendo detallar ahora pero

que se pueden pensar.

Lo que es real que todo este tipo de implicaciones o articulaciones

entre instituciones, docentes, profesionales debe tener su justo

correlato en las buenas trayectorias vitales para las personas con

discapacidad.

Algunos aspectos a tener en cuenta para seguir trabajando en

torno al tema:

El tránsito por la escuela es parte de la trayectoria educativa

de una persona.

El impacto de las expectativas docentes en relación a las

posibilidades del alumno.

Tomar en cuenta que los fracasos educativos son

construidos simbólicamente y que este tipo de situaciones

trasciende la escuela y provoca un quiebre en lo social.

No hay un solo aspecto o factor que marca una trayectoria

educativa, sino que son varios los que de diferentes

maneras marcan la vida de esa persona.

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El tránsito por la escuela por sí sola no da garantías de

integración social y laboral.

Pensar de manera integral a la persona implica trascender el

espacio de la escuela.

Para concluir:

Los adultos deberán revisar su forma de vincularse con los niños

porque de eso depende el tipo de lazo que ellos establecerán con

lo social. No es solo el dar oportunidades a otros, sino dotar de

significado a un trayecto vital con innumerables sentidos y

sentires.

Los niños aprenderán de sus docentes en la escuela pero sus

docentes deben aprender de los niños para fortalecer ese

encuentro inter generacional que viabilice la transmisión cultural.

Somos lo que vivimos y por eso nuestra enorme responsabilidad

como personas y docentes con los niños, adolescentes y jóvenes

que nos confían su educación.

Que desde las trayectorias podamos encontrar nuevas formas de

ser, de estar y de pertenecer.

Bibliografía

Actis, W, Prada M , Pereda C. - “Extraños, distintos, iguales

o las paradojas de la alteridad: discursos de los españoles

sobre los extranjeros”, en Revista de Educación Nº 307,

Madrid, 1995.

Baquero, Ricardo- “La educabilidad bajo sospecha” –

Universidad Nacional del Quilmes.

Festa, María Elena – “La inclusión en clave de pregunta” –

Revista Novedades Educativas N* 260 – Agosto 2012.

Pérez de Lara, Nuria – “La capacidad de ser sujeto”- Lartes –

Barcelona 1998.