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Literatura precolombina La literatura es una nave poblada de palabras, donde las mujeres y los hombres de todas las épocas han dejado un testimonio del momento en que vivieron. Mitos indígenas 1. El origen de los chibchas.

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Literatura precolombina

La literatura es una nave poblada de palabras, donde las mujeres y los hombres de todas las épocas han dejado un testimonio del momento en que vivieron.

Mitos indígenas

1. El origen de los chibchas.

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Las tierras de la actual Colombia central, donde habitaban los chibchas, estaban en tiempos inundadas. Sobre la Sabana, el agua parecía infinita. La niebla cubría los altos picos de las montañas como un sudario. La oscuridad reinaba en el espacio.

El Omnipotente, que era la Luz y aquel en quien la Luz estaba, al ver la soledad de la tierra de los chibchas, envió unos pájaros vigorosos y enormes para que con el batir de sus alas y el resoplar de sus potentes picos, ahuyentaran la niebla y llenaran el espacio de aire transparente y diáfano.

El Todopoderoso luego creó un ser radiante, inmenso, que rasgó las tinieblas, atravesó el espacio y calentó la Tierra, llenándola de luz. A este ser luminoso y bienhechor, el Omnipotente le dio el nombre de Sua.

Sin embargo, Sua tostaba con demasiado ardor la tierra de los chibchas. Entonces, el Señor ordenó que se hundiera tras las montañas y creó otra criatura dulce y melancólica para que iluminara la Tierra cuando Sua se retirara. Esta fue Chía.

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Aun así, la tierra seguía desnuda. No había peces, ni pájaros, ni bestias, ni hombres.

El Señor se apiadó. De la laguna de Iguaque, allá donde moran las nieblas eternas, salió una mujer a la que llamó Bachúe (la fecunda). Y Bachúe sacó de las aguas a un niño que apenas tendría tres años. Juntos fueron a los llanos, y allí edificaron su vivienda. El niño creció y se hizo hombre. Entonces Bachúe lo tomó por esposo y tuvo con él numerosos hijos.

Entonces el Omnipotente creó las bestias que pacen y las aves que vuelan en el firmamento.

Bachúe dictó leyes a sus hijos, les acostumbró a reverenciar a los dioses y les enseñó a creer en Chiminigagua, hijo de todo Principio.

Los padres del pueblo chibcha habían llegado ya a una edad muy avanzada, y sus espaldas se doblegaban por el peso de la vida. Bachúe tomó de la mano a su esposo y se lo llevó a la laguna de Iguaque, su punto de origen. Y una multitud de gentes les siguieron.

Entraron en el agua, y cuando ya estaban sumergidos hasta el pecho, Bachúe habló a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

- Venerad a los dioses tal como yo os he enseñado -les dijo-. Y amad la paz y la concordia.

También les exhortó a conservar y respetar las leyes. A continuación se despidió de todos en medio de abundantes lágrimas, y las ondas se cerraron dulcemente sobre sus cabezas.

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Al desaparecer bajo las aguas, aparecieron en el mismo lugar de la superficie dos serpientes.

- Eso es que el dios Chiminigagua los ha transformado- dijo el pueblo.

Y desde ese entonces, las serpientes fueron sagradas para los chibchas.

2. Muerte por fuego y acceso al cielo

Entre pocos pueblos en Colombia se halla la ceencia de que algunos privilegiados cuyos cuerpos se queman, suben con el humo al cielo, donde llevan una existencia análoga a la nuestra. La idea de que el fuego asegura POST MORTEM, un destino celeste aparece confirmada también por la creencia según la cual los fulminados por el rayo vuelven al cielo. El " fuego " cualquiera que fuera su naturaleza, transforma el hombre en " espiritu " ; por eso algunos están considerados como " amos del fuego " y se hacen insensibles al contacto de las brasas.

Contexto Histórico

Es sabido que la existencia del continenete americano era totalmente desconocida hasta fines del siglo XV de la era cristiana y su historia anterior a esa época es hoy día un enigma en cuya solución son todavía escasos, inciertos, vagos e incompletos los datos que poseemos; hay, sinembargo, motivos para pensar que quizás no esté lejano el momento de un firme adelanto en nuestros conocimientos sobre materia tan importante, dado que para conseguirlo aúnan sus esfuerzos sabios y comisiones científicas de

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diversos países, cuyos descubrimientos se van haciendo sentir en nuestros días.

El país en que nacimos , la Colombia de hoy, estaba habitado en la época referida por muchas tribus, en estado salvaje las más, pero algunas de ellas ya verdaderos pueblos en formación y de un relativo desenvolvimiento. Tales tribus pueden clasificarse de una manera general en dos grandes ramas, a saber: andinos, cuyos descendientes vinieron probablemente del sur, y caribes, antecesores llegados del norte y del este.

Dejando a la Etnogenia el estudio todavía muy obscuro de los primeros pobladores y del camino que siguieron para llegar a nuestro suelo, cosas todavía inciertas y controvertidas, nos concretaremos a las pocas tradiciones que existen de los pueblos que los españoles encontraron establecidos y a los que la arqueología nos ha revelado en el curso de nuestra vida como nación. a. Los Chibchas

Con el nombre general de chibchas designan hoy los investigadores de la prehistoria americana a todo el conglomerado de pueblos que existían a la hora del descubrimiento del nuevo mundo, desde Nicaragua y Costa Rica hasta el sur del Ecuador, dado que todos ellos hablaban dialectos cuya base era indudablemente la misma, lo que atestigua un común origen; pero lo corriente es aplicar el nombre de chibchas, o quizás más propiamente muiscas, al núcleo étnico de unos 500.000 habts, que ocupaba el altiplano formado por las mesetas andinas de los actuales departamentos de Cundinamarca y Boyacá y que había logrado darse su carácter de nación, dentro de limitados principios de justicia social.

Eran agricultores, alfareros y comerciantes; su técnica en orfebrería ha permitido al notable arqueólogo francés profesor Rivet definir la

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civilización chibcha como la civilización del oro; también trabajaban la plata y el cobre, pero desconocían el hierro; explotabn las salinas de Zipaquirá, Nemocón, Tausa y Sesquilé y las esmeraldas de Somondoco y fabricaban buenas telas de algodón, con todo lo cual ejercían un comercio muy activo entre ellos mismos y con los pueblos vecinos.

Su religión era idolátrica: tenían un culto especial por el agua, simbolizado probablemente en Ata (la rana) y adoraban como dioses: a Sué (el sol), en su templo de Suamox (Sogamoso), a Chía (la luna) en su templo del pueblo del mismo nombre; a Chiminigagua, dios crador; a Bochica, dios protector; a Bachué, madre de los hombres; a Chibchacón (apoyo de los chibchas), quien como Atlante llevaba el mundo sobre sus hombros, y a Guahaioque, dios del mal o demonio. A la llegada de los conquistadores la religión parece que se orientaba hacia una organización independiente del poder civil.

Tenían un idioma propio, del que nos han quedado muchas palabras de uso corriente en el nombre de algunas de nuestras ciudades y aldeas.

Políticamente los chibchas estaban divididos en dos dominios o gobiernos independientes, a saber: el de los zipas, con capital en Funza, o Bacatá, o Muequetá, y el de los zaques, con capital en Hunzaúa, o Hunza, o Tunja. Parece también que hasta un tiempo poco anterior a la llegada de los españoles, existía un tercer dominio: el de los Susas, con capital seguramente en Susa, que fue absorbido por los anteriores. Hace muchos siglos los ricos valles de Bogotá, de Ubaté ( significa derrame de sangre entre los chibchas) y de Sogamoso eran grandes lagos, los cuales se secaron naturalmente cuando las aguas abrieron sus respectivos boquetes en Tequendama, en Saboya y en Corrales; pero los chibchas creían que su dios Bochica había golpeado la tiera con su vara en los lugares mencionados, y ésta se había abierto dando paso a las aguas.

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A principios del cuaternario, y quizás en un periodo interglacial, esos lagos ya existían y las lomas o partes altas debieron ser la morada de enormes mastodontes y de otras especies desaparecidas, a juzgar por algunos esqueletos encontrados en los alrededores de Soacha y que pueden verse en el museo particular del colegio de La Salle, de Bogotá.

Mucho tiempo después de que Bochica secara los lagos, hará como unos dos mil años, un hombre de tez blanca, de amplias vestiduras y de barba larga --cosa extraña entre los indios, que no conocían la barba-- llamado Nemqueteba, apareció por los cerros del sur de Bogotá y fue hasta Cota, en donde vivió algún tiempo (dice la tradición que Nemqueteba vivió en una cueva de los cerros de Cota, pero como sobre estos cerros la cueva más cercana, si no es la única, es la llamada del Mohan al occidente de Chía, no lejos de Cota, bien pudo ser allí la morada del misionero.), predicando enseñanzas acerca se Suá, de moral, de la industria textil del algodón, de agricultura y de muchas cosas útiles en la vida práctica. De Cota pasó a Sogamoso, en donde permaneció otro tiempo dedicado a sus enseñanzas; fundó un gran templo a Suá, instituyendo allí un sumo sacerdocio con jurisdicción espiritual sobre todo el pueblo chibcha, y luego un día se fue al cielo desde el pueblo de Iza.

Nemqueteba, llamado también Sadigua, era considerado por los chibchas como enviado de Bochica, según algunos autores, y según otros como la personificación del mismo dios. Hay diversas opiniones sobre esta personalidad que indudablemente dio un gran impulso civilizador al pueblo chibcha; pero hay que establecer que esta tradición o leyenda, con pequeñas variantes, tiene sus grandes analogías con el Quetzalcoaltl de los aztecas, con el Huiracocha de los quechúas y hasta con un dios de los tamoyes (costas del Brasil), lo que sugiere ideas sobre un mito generalizado que arranque de los primitivos; empero, su recuerdo tan vivo a la hora de la conquista y su itinerario tan preciso, hacen pensar en que efectivamente se trate de un personaje auténtico y real.

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Se desconoce en absoluto su procedencia, pero a juzgar por su aspecto y por sus vestiduras, debió ser de raza blanca y oriental; en todo caso, los chibchas le asignan una antiguedad de veinte bxogonos, siglos chibchas de setenta años, es decir, que la venida de Nemqueteba debió ocurrir en los comienzos de la era cristiana. Talvez por esta circunstancia algunos han creído ver en él, como en su semejante azteca ya citado, nada menos que a uno de los doce apóstoles de Jesucristo.

A Nemqueteba sucedió en el sumo sacerdocio su discípulo Idacansás o Idocansos, sabio que pronosticaba el tiempo con provecho para la agricultura; le siguió su hermana Bumanguay, siendo este caso de mujer en el sacerdocio muy raro entre los chibchas; pero antes o después de Idacansás, lo que no está bien establecido, ejerció el sumo sacerdocio un gran legislador llamado Nomparem o Nompanín, quien dicto leyes y normas de vida que se aproximan mucho al decálogo de Moisés.

Se desconoce lo que sucediera después en la nación chibcha, cuya vida y desarrollo debió verificarse normalmente y sin grandes contratiempos, desde luego que ninguna tradición atestigua lo contrario. Apenas si se presume que, en el proceso de unificación política de la nación y del gobierno, el Susa debió mantener guerras con el Zipa y con el Zaque, que probablemente terminaron por la incorporación de su hermoso dominio, el valle de Ubaté y Chiquinquirá, en los territorios de sus rivales. Quizas en Ubaté se librara alguna batalla de esas guerras y de ahí tal vez provenga su nombre de derrame de sangre. Parece ser que el Susa en la época de la conquista conservaba un alto rango y un importante cargo en la corte del Zipa.

Unos veinte años antes del descubrimiento de Colón, hacia 1470, subió al trono de los zipas Saguanmachica, quien gobernó hasta 1490, época de su muerte. Durante su turbulento reinado tuvo que hacer frente a revueltas interiores, como la sublevación del

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poderoso cacique de Guatavita, a quien dominó y a la insurrección de los sutagaos (tal vez los susas), cuya esclavitud consumó; también a conflictos exteriores con los panches primero, y con el zaque Minchua después, sucediendo en esta vez que, habiéndose encontrado los respectivos ejércitos en los alrededores de Chocontá, triunfó el Zipa, pero tanto éste como su contendor perecieron en la batalla.

Sucedió Nemequene (huesos de león), gran militar y gran legislador de la talla de Nomparem, cuyos estatutos «mejoró, amplió y aplicó inteligentemente». Queriendo aprovechar la oportunidad que les presentaba una nueva invasión de los panches, las parcialidades de Susa (¿sutagaos?), de Ubaté, de Zipaquirá y de Ubaque, se pronunciaron contra el Zipa, bajo la égida del Guatavita; pero Nemequene, muy hábilmente, destacó al más importante de sus generales, a su presunto sucesor Tisquesusa, contra los insurrectos y él en persona marchó contra los panches, alcanzando una completa victoria en ambos frentes. Desde entonces el Guatvita quedó definitivamente sometido. En 1514, un nuevo conflicto con el zaque Quemuenchatocha se resolvió en la gran batalla de «Lan Vueltas», también en las cercanías de Chocontá, en la cual perdió la vida Nemequene debido a su imprudente arrojo, pero la batalla se reputó como indecisa, porque el zaque no estuvo en condiciones de cobrar la victoria.

Tisquesusa, en cuanto ascendió al trono en el citado año de 1514, reorganizó su ejército, lo revistó en Cajicá y marchó contra el zaque a la cabeza de 70.000 hombres (esta cifra es exagerada), pero en la oportuna intervención del sumo sacerdote de Suamox los llevó a pactar una tregua. Su reinado transcurrió luego más o menos tranquilo, hasta que en 1537 fue hondamente perturbado con la noticia de una invasión de gentes extrañas que avanzaba por la hoya del río Saravita en dirección a Suesca. Era la expedición española al mando de don Gonzalo Jiménez de Quesada que se acercaba; era el fin del imperio chibcha. A este zipa cupo la triste suerte de comprobarlo y murió a manos de los españoles como se verá más adelante.

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A la muerte de Tisquesusa asumió el mando del zipazgo Sagipa o Saquezazipa, usurpando éste los derechos de Chaizaque o Chiazaque, cacique de Chía, motivo por el cual no quisieron reconcerlo los familiares de Tisquesusa, Caximimpaba y Cucimenegua. Fue el último representante del gobierno indígena y murió como un valiente.

Poca cosa se sabe de los zaques de Hunza o Tunja. El fundador de la dinastía fue Garanchacha o Goranchacha, hijo de un rayo del sol y de una hija del cacique de Guachetá, según la leyenda indígena. Los zaques eran unos gobernantes terribles, a quienes nadie podía mirar de frente, sin incurrir en gravísimas penas; tenían mucho oro y con frecuencia sostenían guerras con los zipas, seguramente con la aspiración de dominar sobre el grupo étnico.

El zaque a la llegada de los españoles era Quemuenchatocha, sucesor de Minchúa. Vio sorpresivamente su dominio y su palacio invadidos, sus riquezas robadas y él mismo irrespetado y reducido a prisión por las tropas de Quesada. La pena por tales sucesos, su avanzada edad y el desconocimiento de su autoridad por sus propios súbditos, que proclamaron zaque a Aquimén, le ocasionaron la muerte al poco tiempo. No fue larga la duración de Aquimén en el zacazgo pues le hizo dar muerte Hernán Pérez de Quesada.

Del zaque dependían dos súbditos poderosos: el Tundama, señor del valle de Duitama, y el cacique de Suamox, señor del valle de Iracá, cargo que parece distinto de sumo sacerdote de Suá, pero que en algunas ocasiones se reunían en una sola persona, como en el caso de Nomparem. Algunos autores dicen que el cacique Guane, o el Guanentá, dependía también del zaque. Arriba. ^ b. Civilización de San Agustín

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Ninguno de los conquistadores, pero ni siquiera los hombres de la colonia, se dieron cuenta de una cultura que, en época seguramente muy remota, la más antigua registrada hasta hoy en Colombia, tuvo su asiento en la región del sur del departamento del Huila, en un extenso perímetro del cual es centro la población de San Agustín.

Al sabio Caldas debemos la primera noticia de su existencia; mas tarde el ingeniero Codazzi estudió, descubrió y dibujó 34 estatuas monumentales de piedra, y recientemente el profesor alemán Preuss hizo estudios sobre 74 más, resultando de uno y otros trabajos, principalmente del último, una base espléndida para las futuras conquistas de nuestra arqueología.

Esas 180 estatuas de arte monumental prehistórico, que en la actualidad llegan a unas 300, de las cuales existen dos bellos ejemplares en el Parque de la Independencia de Bogotá, unas cuantas más encontradas después de Preuss y recientes hallazgos en Teirradentro verificados por la camisión arqueológica colombiana, acusan la existencia de una cultura de mayor adelanto y desde luego más antigua que la chibcha, quizas anterior a Nemqueteba, puesto que después de ella el mismo territorio fue ocupado por los andaquíes y éstos a su vez habían desaparecido o emigrado al momento de la conquista.

No es posible fijar la edad de este pueblo ni siquiera con aproximación, debido a la carencia de inscripciones que es absoluta; ni se puede apelar a datos de orden antropológico, porque los restos humanos se han perdido por la acción del clima y de la humedad del suelo, casi en su totalidad, como que solamente molares y pequeños fragmentos de esqueleto han sido hallados en recientes excavaciones (recientemente se halló un cráneo, pero parece que no se ha comprobado aún su origen agustiniano). Tampoco se puede clasificar, como lo ha hecho recientemente un respetable autor, de que pueda corresponder a «un periodo neolítico de la piedra pulimentada», puesto que la estatuaria es algo mucho

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más adelantado de lo que dicho periodo geológico y arqueológico comprende.

" En lo que hasta ahora aparece de las excavaciones de la comisión arqueológica colombiana, esta civilización agustiniana puede considerarse como autóctona, ya que en la zona que ocupa en el alto Magdalena se hallan ejemplares claros del desarrollo de un arte y de una religión desde el simple relieve hasta el empleo de las tres dimensiones en la estatuaria y desde las señales de un difuso culto a los muertos hasta la presencia de gran variedad de ídolos de una religión en que predominan los cultos solar y acuático y el culto del doble o totem protector".

«Posteriormente, tras muchos siglos del desarrollo en las estribaciones del nudo central andino, se esparció este pueblo por varios lugares, quizó debido a la invasión de un pueblo guerrero menos culto, dejando en Tierradentro huellas hermosas en sepulcros decorados y en estatuas, como se halla en un brazo de difusión que por sobre la cordillera se extiende, con huellas en varios puntos de Nariño, y se interna más al sur, por el Ecuador, no siendo extraño quizas el nacimiento de las grandes culturas de Chavín y Cuzco en el Perú, o de Tiahuanaco, en Bolivia.

¿De dónde vino este pueblo?.... ¿Cuál fue la época de su existencia?.... ¿Qué causa determinó su desaparición? Tales interrogantes y otros más plantean a la ciencia un problema análogo al de los jeroglíficos egipcios que, por espacio de muchos siglos, desde Herodoto hasta Champollion, fue el rompecabezas de los sabios. Hay que esperar que a este problema nuestro le llegue también su día. Arriba. ^

c. Los Quimbayas

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En la región del Quindío, departamento de Caldas, con proyecciones al Valle del Cauca y con el río de La Vieja por eje, existía a la llegada de los españoles esta otra cultura, en algunos aspectos superior, aunque menos conocida que la chibcha, como puede juzgarse por importantes colecciones particulares de hallazgos hechos por los guaqueros o buscadores de tesoros, que existen en Manizales, en Pereira y en Armenia, además de los muy notables ejemplares que posee el museo arqueológico de Madrid. Este pueblo era una rama de la familia andina; su índole era más bien pacífica, como que era poco dado a empresas guerreras, ya que se mantenía por lo general a la defensiva. Políticamente estaba dividido en unas 80 capitanías independientes entre sí, circunstancia que debió favorecer su conquista por los pijaos, pueblo guerrero, aunque menos evolucionado, que ocupaba el territorio del actual departamento del Tolima.

Su culto a los muertos, a los que enterraban con su arreos, joyas y tesoros, supone un relativo adelanto en ideas religiosas, pero se tienen pocas o ningunas noticias sobre las formas como las pracitcaran. Como todas las tribus precolombinas, excepción de los chibchas y de algunas parcialidades taironas, practicaban la antropofagia, si bien restringida a sus prisioneros de guerra. Por lo general andaban desnudos y solamente sus mujeres principales usaban túnicas sin mangas, recargadas de alhajas de oro.

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Su industria era notable bajo muchos aspectos: la cerámica quimbaya, apenas fue superada por la incaica y por la azteca, y su ornamentación y decorado revela un gusto artístico muy desarrollado; en orfebrería, y principalmente en el grabado y repujado del oro, «hacían maravillas»; parece además comprobado que conocían una aleacción de cobre de dureza aproximada al acero y eran maestros en la fabricación de crisoles.

Durante la conquista apenas se tiene noticia de una reacción bajo el mando del cacique Tucarmas, que fue prontamente reprimida por Robledo. d. Los Taironas

Este grupo indígena, al cual algunos autores asignan algún parentesco con la tribus mexicanas de los toltecas, se extendía desde la bahía de Santa Marta hasta las cercanías del golfo del Darién, y estaba formado políticamente por diversas parcialidades, cuyo jefe principal residía en Pocigüeyca, sin que se pueda precisar la extensión de sus poderes y de su jurisdicción.

Como los quimbayas, los taironas eran muy industriosos; su nombre, que quiere decir fragua, así lo da a enteder. Eran también valientes guerreros, como lo demostraron en la conquista durante sus luchas con los españoles.

«De ellos quedan ruinas de piedra, de caminos y calzadas, graderías, murallas y ciudadelas, bastante estudiadas ya por el arqueólogo norteamericano Mason».

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Una rama importante de este grupo era la de los zenúes, de la region del Sinú, cuya extraordinaria riqueza se colige por los hallazgos de Heredia y de su gente en los cementerios del Finzenú, Panzenú y Zenufara, que alcanzaban hasta Antioquia, en el primero de los cuales solamente sacaron cosa de dos millones de pesos en pocos días.

De su religión se sabe que tenían ídolos de oro que representaban animales y adoraban a Buziraco o demonio. Es famoso el puerco espín tomado por Heredia en el puerto de Cipagua, que pesó cinco arrobas y media de oro fino.

Su comercio debió ser muy activo con sus vecinos, como que hasta los chibchas llegaban sus caracoles con incrustaciones de oro, para ser cambiados por mantas y por sal. Parece ser que Latora (hoy Barranca) era el mercado de intercambio de tales artículos. e. Otras Tribus

Existían muchas otras tribus en la extensión del territorio colombiano, desde luego en mayor atraso que las ya citadas, de las cuales se tienen muy pocas noticias de valor histórico, conservándose de ellas apenas el nombre con que las conocieron los españoles. De estos grupos unos se incorporaron al conjunto

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colombiano por la mezcla y la civilización, y otros, por una u otra causa, han resistido permaneciendo en un estado muy sensiblemente igual al que tenían antes de la conquista. Solamente en los últimos años se ha realizado un importante esfuerzo del gobierno nacional para llevarles la cultura de manera metódica y progresiva.

Recientemente se han fundado con tal fin: Uribia, en la Guajira; Puerto Carreño, en el Orinoco; Mitú, en el Vaupés; Florencia, Tres Esquinas, La Tagua y La Pedrera, en el Caquetá; Puerto Asis, Caucayá y Tarapacá, en el Putumayo, y, finalmente, Leticia, en el Amazonas.

Hay que esperar mucho en este sentido de los venideros gobernantes, ya que los medios de locomoción actuales nos han permitido presenciar el hecho insólito de que un jefe del Estado, haya visitado casi todos esos centros de colonización. Sería un crimen de esa humanidad el que los cuivas, yaruros, tunebos, sálivas, piapocos y guahibos, de nuestros llanos orientales; los cunas, guajiros y arhuacos, de la costa Atlantica; los motilones del Norte de Santander, y los tierradentros, matapees, tacunas, sionas, coreguajes, carijonas y macaguajes del sur, y tantos otros desgraciados colombianos a quienes sólo males ha traído la civilización llegada a América, continuaran en el estado en que España primero, y Colombia después, permitieron hasta hoy que se mantengan.

YURUPARÍ

Es una de las obras más representativas de la época.

Hace mucho tiempo, el sol se enamoró de una bella mujer. Poco después nació el hijo de esa unión, que recibió el nombre de Yuruparí. Con el paso del tiempo, el niño fue separado de su madre por los sabio, y fue así como creció entre ellos aprendiendo los ritos

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mas importantes. Cuando se hizo hombre, volvió a su tribu y se convirtió en jefe, al recibir una piedra cilíndrica, símbolo de su poder. Así, Yuruparí comenzó su labor civilizadora organizando la comunidad y asignando tareas a los hombres y mujeres.

Cuando Yuruparí se reunía con el pueblo , encabezaba todos los ritos, pero las mujeres no tenían derecho de conocer los secretos de cada ceremonia. Un día, las mujeres desobedecieron y fueron en secreto a ver el rito. Yuruparí se dio cuenta y las castigó duramente y, para evitar más intromisiones, se encerró en una casa de piedra que él mismo construyó.

Yuruparí castigó fuertemente a los hombres por la desobediencia de las mujeres. Por eso, los hombres se reunieron y decidieron matarlo, quemándolo con hojas secas de ingá, lo único que le podía hacer daño.

De los restos de Yuruparí, comenzaron a nacer espíritus malignos y animales venenosos. Entonces, los hombres decidieron hacer flautas con los huesos y aprendieron a hacer instrumentos que sólo podían tocar ellos. Pero un día, las mujeres se apoderaron de los instrumentos y aprendieron a tocarlos. Fue así, como tomaron el poder, y los hombres tuvieron que trabajar y sufrir la menstruación. Yuruparí, al darse cuenta, regresó al mundo de los vivos para castigar a las mujeres, devolviéndoles a los hombres el poder y los

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instrumentos y a ellas la menstruación. De esta manera todo regresó a la normalidad, hasta el día de hoy.

ACTIVIDAD

1. Redacte algunos mitos que haya escuchado o leído en grados anteriores.

2. Observe el inicio del siguiente mito y compleméntelo con nuevos elementos

En el principio de todas las cosas los niños eran los que poseían todo el conocimiento..................

3. Lea el relato de YURUPARÍ y responda las siguientes preguntas en su cuaderno.

-¿ Cómo se presenta a la mujer en este relato?.

- ¿Qué valor tienen los ancianos en esta sociedad?.

- Cite dos ejemplos en los cuáles se represente el bien y el mal.

4. Escriba en el trabajo las principales características de la literatura precolombina.