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¿SOMOS LOS EUROPEOS RACISTAS? Negar que haya racismo en Europa es como negar el Holocausto.La realidad es que el racismo y la xenofobia traspasan todas y cada una de las capas de nuestra sociedad.No se puede medir el racismo con una báscula, ni con estudios o porcentajes,pero creo sinceramente que no es necesario.El racismo se propaga por los países europeos como hace dos siglos lo hacía el Cólera. El racismo está en los libros de texto que instruyen a los jóvenes de la civilización occidental,en las noticias que cada día vemos en televisión o leemos en los periódicos.El racismo está en las voces de aquellos quienes niegan su existencia.El racismo está en todas partes.Cada patera que llega por el estrecho de Gibraltar es como un “ Prestige” hundiéndose,dejando su fluido negro, contaminante, a merced de las corrientes marinas que lo extienden por doquier. Incansablemente oímos a políticos y ministros decir en sus adornados discursos cosas como “Europa no es xenófoba y no es racistas.La sociedad europea es madura,democrática y está perfectamente preparada para hacer frente a un brote de racismo y xenofobia.” Bien, pues siendo eso así, aplaudo el excelente trabajo que hace Europa por ocultar esas cualidades que, en mi opinión, brillan por su ausencia. En su libro sobre el racismo Tahar Ben Jelloun hablaba de esto: “ El racismo es un comportamiento bastante extendido, común a todas las sociedades,que desgraciadamente se ha vuelto banal en muchos países porque llega y nadie se da cuenta.Consiste en desconfiar de las personas que tienen características físicas y culturales diferentes a las nuestras,e incluso en menospreciarlas.” Eso es ciertamente lo que ocurre.Simplemente el racismo se ha convertido en algo normal,común,algo cotidiano en nuestras vidas.Los casos de violencia racista que vemos en los medios no nos impresionan más que cualquier otra noticias absurda e insustancial.Esos casos de violencia racista,como lo fue en 2007 el caso de un jóven agrediendo a una chica ecuatoriana de dieciséis años en el metro,del cual existían imágenes que pudimos ver en televisión,a mí como a muchos, (lamentablemente no a todos) me causa gran repulsión. Hablo de Europa porque se ha dado el caso, pero todos sabemos a la perfección que es una realidad mundial. Yo pienso que hoy día todos, en el fondo, tenemos un pequeño racista dentro que es muy difícil de percibir, muy sutil. La gente no se reconoce así porque no forma parte de los valores democráticos,ni de los derechos humanos.Pero la negación de la verdad no nos ayuda. Hay que atreverse a afrontar las evidencias y enfrentarse a la cruda realidad:Europa es racista. Iraia Urriz 1ºB-C

PERDIENDO EL MIEDO A OPINAR

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¿SOMOS LOS EUROPEOS RACISTAS?

Negar que haya racismo en Europa es como negar el Holocausto.La realidad es que el racismo y la xenofobia traspasan todas y cada una de las capas de nuestra sociedad.No se puede medir el racismo con una báscula, ni con estudios o porcentajes,pero creo sinceramente que no es necesario.El racismo se propaga por los países europeos como hace dos siglos lo hacía el Cólera.

El racismo está en los libros de texto que instruyen a los jóvenes de la civilización occidental,en las noticias que cada día vemos en televisión o leemos en los periódicos.El racismo está en las voces de aquellos quienes niegan su existencia.El racismo está en todas partes.Cada patera que llega por el estrecho de Gibraltar es como un “Prestige” hundiéndose,dejando su fluido negro, contaminante, a merced de las corrientes marinas que lo extienden por doquier.

Incansablemente oímos a políticos y ministros decir en sus adornados discursos cosas como “Europa no es xenófoba y no es racistas.La sociedad europea es madura,democrática y está perfectamente preparada para hacer frente a un brote de racismo y xenofobia.” Bien, pues siendo eso así, aplaudo el excelente trabajo que hace Europa por ocultar esas cualidades que, en mi opinión, brillan por su ausencia.

En su libro sobre el racismo Tahar Ben Jelloun hablaba de esto: “ El racismo es un comportamiento bastante extendido, común a todas las sociedades,que desgraciadamente se ha vuelto banal en muchos países porque llega y nadie se da cuenta.Consiste en desconfiar de las personas que tienen características físicas y culturales diferentes a las nuestras,e incluso en menospreciarlas.” Eso es ciertamente lo que ocurre.Simplemente el racismo se ha convertido en algo normal,común,algo cotidiano en nuestras vidas.Los casos de violencia racista que vemos en los medios no nos impresionan más que cualquier otra noticias absurda e insustancial.Esos casos de violencia racista,como lo fue en 2007 el caso de un jóven agrediendo a una chica ecuatoriana de dieciséis años en el metro,del cual existían imágenes que pudimos ver en televisión,a mí como a muchos, (lamentablemente no a todos) me causa gran repulsión.

Hablo de Europa porque se ha dado el caso, pero todos sabemos a la perfección que es una realidad mundial.

Yo pienso que hoy día todos, en el fondo, tenemos un pequeño racista dentro que es muy difícil de percibir, muy sutil. La gente no se reconoce así porque no forma parte de los valores democráticos,ni de los derechos humanos.Pero la negación de la verdad no nos ayuda. Hay que atreverse a afrontar las evidencias y enfrentarse a la cruda realidad:Europa es racista.

Iraia Urriz 1ºB-C

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“La felicidad humana depende de factores económicos”

Muchas veces escuchamos que para ser feliz hace falta tener dinero, o que la riqueza trae la felicidad. Muchos creen que con dinero todo está solucionado, que ya pueden cumplir el deseo de sus vidas. Otros, en cambio, defienden que la felicidad está relacionada con el amor, la familia, los amigos o la salud. No creo ser la apropiada para decir cuál de las dos es la correcta. Dudo que alguien lo sea.

Por un lado, lo que sí debo aceptar es que viviendo en una sociedad como la nuestra, el dinero es fundamental para vivir. Podemos tener más o menos, pero lo necesitamos. Muchas veces ocurren enfrentamientos por culpa de ello. Puede ser entre países o incluso entre amigos o familiares, pero los hay.

También tenemos a nuestra gran amiga “La crisis” acechándonos por todas partes. Hoy en día es un grave problema y afecta. Afecta a la felicidad de muchos, eso seguro. Los ciudadanos vivimos más pendientes de los gastos porque hemos perdido el trabajo o estamos a punto de hacerlo. Todos buscamos culpables y muchas veces nos olvidamos de buscar soluciones.

¿Depende la felicidad humana de factores económicos?Cada uno de nosotros tendrá una respuesta. Yo, por mi parte, todavía no asocio dinero con felicidad pero, ¿quién sabe? Tal vez sea porque aún soy una adolescente y mi mente la ocupan otro tipo de problemas. Pero el mundo no está lleno de adolescentes o de niñor, por desgracia. Está lleno de adultos, grandes dependientes de una

economía, hoy en día, descontrolada.

Ana Pérez B-1.B

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LA FELICIDAD HUMANA DEPENDE DE FACTORES ECONÓMICOS

¿Cuántas veces habrá llegado a nuestros oídos la célebre frase: el dinero no da la felicidad? De todos es sabido que la gran mayoría de los humanos ve transcurrir su vida mientras dedica todo su esfuerzo y tesón a buscar la felicidad, sin a veces darse cuenta de que ésta permanecía sentada en su regazo, dormitando en paz sin que le dieran pie a despertar.

Nos obcecamos en la satisfacción que recibimos por las metas logradas, y pasado un tiempo las olvidamos, volviendo a un estado de inconformismo y desdicha. La sociedad capitalista en la que vivimos nos fuerza a querer más y más; pocos son los que consiguen despojarse del estrecho abrazo consumista que nos amenaza con sus mensajes: ” si no consume, no tiene poder; si no tiene poder, no consume”.

Por lo tanto, amparándome en dicho círculo vicioso y siendo consciente de la clasificación social a la que todos nos vemos sometidos, he de admitir que una generosa cuenta bancaria, facilita en cierto modo la búsqueda de la felicidad. Mas no todo se ve reducido a una gran suma de cifras y papeles de colores con números impresos, ya que un monje budista del Tibet puede sentirse igual de satisfecho ( y a lo mejor de manera permanente) que un inversor de cartera acolchada (quien puede perder su vivienda si invierte en empresas erróneas).

Recogiendo todos los argumentos expuestos anteriormente y tratando de simplificar una respuesta subjetiva, creo que deberíamos ser: mitad monje, mitad capitalistas. Contar con temple y estabilidad en esta sociedad cambiante, apreciando lo que ya se ha logrado y aceptando nuevos retos. Así, tal vez, seríamos algo más felices.

Maite Luengo Agirre B1C

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