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TEMA 18.- LAS ESTRUCTURAS DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA. PECULIARIDADES EN CASTILLA Y LEÓN Las estructuras demográficas hacen referencia a la composición de la población. Se suelen distinguir las estructuras biológicas, es decir, la distribución de la población según su edad y su sexo, y las estructuras socioeconómicas, según la población sea activa o no, esté parada o empleada, y según el sector económico en el que trabaje. El conocimiento de la estructura demográfica de una población (envejecimiento, población activa, categoría socio profesional de sus habitantes, etc.) es fundamental para la organización del territorio. 1- ESTRUCTURA BIOLÓGICA La edad y el sexo de la población son variables demográficas con influencia directa en la dinámica natural de la población (natalidad y mortalidad) y en el funcionamiento de los sistemas económico- sociales (oferta de mano de obra, necesidad de bienes y servicios — educación, sanidad...—). Pero a su vez, la estructura por edad y sexo es el resultado de otras variables demográficas como la fecundidad, la esperanza de vida o las migraciones. 1.1.- La intensa transformación en la estructura por sexo y edad. La estructura biológica de la población española se caracteriza por dos fenómenos: feminización y envejecimiento, que, en parte, se han visto paliados por el peso creciente de los inmigrantes (hasta fechas recientes), mayoritariamente jóvenes y de sexo masculino. La forma más habitual de representar gráficamente la estructura biológica son las pirámides de población. A- Sexo: mayor presencia femenina en la estructura demográfica española. La principal característica de la estructura por sexos es la existencia de un mayor número de mujeres. En España la relación de masculinidad es de casi 97 varones por cada 100 mujeres (2014), 98 en CyL. Este predominio de las mujeres sobre los varones tiene que ver con la mayor esperanza de vida de la mujer. Nacen más niños que niñas (106 niños por cada 100 niñas), pero debido a la sobremortalidad masculina (ya desde el momento del nacimiento) la sex ratio se va 1

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TEMA 18.- LAS ESTRUCTURAS DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA. PECULIARIDADES EN CASTILLA Y LEÓN

Las estructuras demográficas hacen referencia a la composición de la población. Se suelen distinguir las estructuras biológicas, es decir, la distribución de la población según su edad y su sexo, y las estructuras socioeconómicas, según la población sea activa o no, esté parada o empleada, y según el sector económico en el que trabaje. El conocimiento de la estructura demográfica de una población (envejecimiento, población activa, categoría socio profesional de sus habitantes, etc.) es fundamental para la organización del territorio.

1- ESTRUCTURA BIOLÓGICA

La edad y el sexo de la población son variables demográficas con influencia directa en la dinámica natural de la población (natalidad y mortalidad) y en el funcionamiento de los sistemas económico-sociales (oferta de mano de obra, necesidad de bienes y servicios —educación, sanidad...—). Pero a su vez, la estructura por edad y sexo es el resultado de otras variables demográficas como la fecundidad, la esperanza de vida o las migraciones.

1.1.- La intensa transformación en la estructura por sexo y edad.

La estructura biológica de la población española se caracteriza por dos fenómenos: feminización y envejecimiento, que, en parte, se han visto paliados por el peso creciente de los inmigrantes (hasta fechas recientes), mayoritariamente jóvenes y de sexo masculino. La forma más habitual de representar gráficamente la estructura biológica son las pirámides de población.

A- Sexo: mayor presencia femenina en la estructura demográfica española. La principal característica de la estructura por sexos es la existencia de un mayor número de mujeres. En España la relación de masculinidad es de casi 97 varones por cada 100 mujeres (2014), 98 en CyL.

Este predominio de las mujeres sobre los varones tiene que ver con la mayor esperanza de vida de la mujer. Nacen más niños que niñas (106 niños por cada 100 niñas), pero debido a la sobremortalidad masculina (ya desde el momento del nacimiento) la sex ratio se va modificando con el aumento de edad, alcanzándose el equilibrio entre sexos en torno a los 50 años. A partir de entonces aumenta la presencia femenina, hasta llegar a una proporción de más de 2 mujeres de 85 años por cada varón de la misma edad.

La excepción al predominio femenino se da en las zonas rurales, donde existe una mayor tasa de masculinidad debido a que es la mujer soltera la que más emigra a la ciudad, quedándose el varón más arraigado al campo.

Existen también diferencias notables entre las sex ratio de las distintas CCAA. Presentan una mayor presencia de varones aquellas CCAA con una mayor inmigración masculina (Murcia, Castilla la Mancha, Baleares, Canarias, Aragón, La Rioja). Por el contrario, comunidades con menor presencia de inmigrantes y un mayor envejecimiento (Asturias, Galicia, Cantabria y País Vasco) tienen un mayor predominio de mujeres.

B- Edad: el progresivo envejecimiento de la población. La estructura por edades pone de manifiesto el pronunciado y progresivo descenso de la población joven (0-14 años),

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paralelo al aumento de la población vieja (65 años y más), y la gran importancia cuantitativa de las generaciones adultas (15-64), en especial las nacidas entre 1955-75 (baby boom).

Como resultado de ello, España presenta en la actualidad una estructura por edades envejecida, con una tasa de envejecimiento cercana al 17% y un índice de envejecimiento por encima de 1,15, que evidencia el enorme y creciente peso de la población anciana con respecto a la población joven.

Este envejecimiento de la población ha sido un proceso progresivo a lo largo del siglo XX, y acentuado desde los años 80, siguiendo con retraso el modelo europeo. A lo largo de ese siglo los jóvenes redujeron su proporción a menos de la mitad (de 33,5% a 14%), mientras que la proporción de ancianos se triplicó (de 5,2% a 17%).

En cuanto a la evolución histórica, hasta finales del siglo XIX se puede afirmar que la estructura demográfica española era claramente joven: los ancianos no alcanzaban el 5% de la población total y los menores de 15 años se acercaban al 35%. Desde principios del siglo XX, y hasta finales de los 70, las estructuras demográficas muestran un proceso de envejecimiento progresivo que se manifiesta en una proporción cada vez mayor de los adultos y en menor medida en un aumento también de la población vieja; el grupo joven va disminuyendo su proporción, salvo en los años 60 –baby boom–. Como consecuencia, el índice de envejecimiento aumenta, pero sin presentar aún el porcentaje propio de una estructura envejecida (la población vieja no rebasa todavía el 10% de la población).

A partir de 1980, España posee ya una estructura demográfica claramente envejecida. Así, en el año 2000 la población anciana supera a la población joven, por lo que el índice de envejecimiento es superior a 1 –es decir, existe ya más población anciana que población joven–. Los porcentajes de población adulta (cerca del 70% de la población total) son los mayores de toda la historia de España.

Las causas demográficas de este envejecimiento de la población española radican en el bajo índice de fecundidad (1,4 hijos por mujer, que no permite el relevo generacional y hacen que la pirámide de población decrezca en los grupos de edades más jóvenes) y en el aumento de la esperanza de vida (que se sitúa hoy en torno a los 82 años).

Aún así, en la última década el aumento de la fecundidad y los aportes de la inmigración comienzan a tener consecuencias positivas en este campo, produciendo un ligero rejuvenecimiento de la población.

1.2.- Problemas relacionados con el envejecimiento de la población. El ejemplo de Castilla y León.

El progresivo envejecimiento demográfico tiene importantes repercusiones demográficas, sociales y económicas.

a) Demográficas: la potencialidad de natalidad actual irá disminuyendo, al incorporarse a la edad de procrear generaciones cada vez menos numerosas, lo que unido al aumento de la tasa de mortalidad por el envejecimiento, ocasionará un crecimiento vegetativo negativo de la población española.

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Ahora bien, el crecimiento natural no depende sólo del potencial de natalidad, sino de decisiones personales acerca del número de hijos deseados. Ello explica que a finales de los años 90 –cuando mayor era en España la proporción de población femenina en edad fértil (las generaciones del baby boom), y por tanto con una natalidad potencial enorme– se dieron sin embargo las tasas de natalidad más bajas de toda la historia de España. Por otro lado, la inmigración de población adulta joven, con una mentalidad más natalista, puede compensar el posible déficit nacional.

b) Económicas: la estructura demográfica actual supondrá un incremento de la tasa de dependencia. De mantenerse las actuales tendencias demográficas, cada año llegarán a la edad de trabajar menos personas de las que se jubilan, lo que incrementará la tasa de dependencia de los ancianos respecto de los activos y, por tanto, crecerá el gasto de las pensiones, del sistema sanitario y de los servicios sociales.

Ahora bien, ha de tenerse en cuenta que el equilibrio de este sistema no depende sólo del factor demográfico, sino también de los niveles de actividad económica –que pueden compensarse con la inmigración de mano de obra y el necesario aumento de la tasa de actividad laboral femenina–. El problema no es tanto demográfico como económico.

c) Sociales: uno de los problemas más acuciantes es la soledad y el aislamiento de los ancianos, lo que hace imprescindible hoy en día la ampliación de los programas de asistencia a domicilio, la puesta en marcha de residencias a precios asequibles, la apertura de centros de día, etc.

- El ejemplo de CyL. En muchas de las cuestiones planteadas CyL puede servir de ejemplo sobre el futuro inmediato que aguarda al conjunto de la población española, puesto que nuestra región se puede considerar como una de las más envejecidas. En efecto, de todas las CCAA, es la que presenta mayor proporción de ancianos (por encima del 23% en 2014), a la vez que está también entre las que tienen menor proporción de adultos (los que trabajan), y esta situación se agrava especialmente con la disminución del porcentaje de adultos jóvenes (15-44 años, la población fértil) y del grupo de población joven. A esta distribución por edades se añade una elevada tasa de masculinidad durante la edad fértil (107%).

El resultado es un crecimiento vegetativo negativo, en torno a -3,8% (2013), ya que su tasa de natalidad es de las más bajas (7‰) mientras su tasa de mortalidad alcanza el 11‰.

Esta estructura biológica tan envejecida tiene como consecuencia que esta comunidad tenga una de las tasas de población activa más reducidas de España y que sea una de las regiones españolas con mayor tasa de dependencia.

Estas características apenas son paliadas por la inmigración, que, con su mayor potencial natalista, compensa levemente el crecimiento vegetativo negativo. Así, el crecimiento real de la población de CyL es negativo: en 2010 disminuyó la población de la comunidad en 1052 habitantes (crecimiento real: -0,04%), y en 2014 perdió 17000 personas respecto a 2013.

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No obstante, como en el conjunto nacional, el problema no es tanto demográfico como económico. Hoy, una parte de los jóvenes, precisamente los más formados, se ven obligados a emigrar fuera de la comunidad por falta de trabajos acordes con su preparación.

1.3.- Diferencias espaciales en cuanto al grado de transformación de las estructuras.

El envejecimiento de la población no es homogéneo en todo el territorio nacional.

La población anciana es mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Pueden establecerse diferencias en el grado de envejecimiento según el tamaño de los municipios. Como promedio, los municipios de más de 100.000 habitantes presentan una tasa de envejecimiento inferior al 15%, mientras los de menos de 5000 sobrepasan el 20%. También se observan diferencias a escala regional. Las estructuras biológicas españolas, aunque son envejecidas ya en todas las CCAA, no lo son en el mismo grado en todas ellas.

El envejecimiento es más acusado en las zonas del interior de la mitad norte, y en especial del noroeste. Las zonas que presentan una estructura demográfica más envejecida son Asturias, CyL, La Rioja, Aragón y la Galicia interior. Corresponden a zonas donde a los reducidos índices de fecundidad se superpone el envejecimiento que resulta de la emigración sostenida de jóvenes trabajadores durante la etapa del “desarrollismo” hacia las áreas industriales del país, y en algunos casos el retorno como jubilados de antiguos emigrantes. Esta última causa explica el envejecimiento de zonas natalistas de la mitad sur de la península (Extremadura).

Las zonas con una estructura de población más joven corresponden a las CCAA con mayores niveles de fecundidad (Canarias, Murcia, Andalucía) o a zonas receptoras de inmigrantes que han rejuvenecido la población (Madrid, Barcelona, País Vasco, Valladolid, Zaragoza, Galicia costera).

Estos acusados contrastes tienen gran trascendencia para la demografía y la economía de las distintas CCAA. Las más envejecidas, dado que presentan una situación económica menos dinámica y que en ellas existe un gran porcentaje de población jubilada, han de hacer frente a importantes gastos sociales (sanidad, pensiones...). La situación es mucho mejor en las CCAA con población menos envejecida que además disponen de una estructura económica más sólida. En el otro lado, las comunidades que presentan un mayor porcentaje de población joven (las del sur) se encuentran con una mayor presión sobre el mercado laboral.

2- ESTRUCTURAS SOCIO-ECONÓMICAS

A la estructura demográfica por edades se yuxtapone una estructura socioeconómica, que depende en gran medida del nivel de desarrollo de la actividad económica y del ciclo económico en que se encuentre una sociedad.

2.1.- Población activa, empleo y paro en España.

Se pueden señalar 2 rasgos significativos en relación con la población activa. Uno es el crecimiento de la población activa desde los años 70, sobre todo en términos absolutos (que se detiene desde la crisis de 2008), y el otro las elevadas cifras del paro.

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a. Crecimiento de la población activa, sobre todo femenina. Se entiende por población activa aquella que está en edad y en disposición de trabajar (16 o más). La población activa se subdivide en población ocupada (tiene un empleo retribuido) y población parada (no trabaja, aunque desearía hacerlo –busca empleo activamente–). La población inactiva es la que no tiene, ni busca trabajo remunerado. Incluye a los jubilados, los estudiantes, las amas de casa, los incapacitados, rentistas, retirados... La actividad de una población se mide mediante la tasa de actividad o porcentaje de la población activa respecto a la población potencialmente activa:

La tasa de actividad en España se sitúa en el casi 60% (23 millones de activos), una cifra que se ha incrementado de forma importante en las 2 últimas décadas, aunque es todavía inferior a los países europeos (65%). Este crecimiento es debido en buena parte a la incorporación creciente de la mujer al mercado laboral y a los recientes aportes de la inmigración. Por sexos, existe un predominio de la tasa de actividad masculina (67% frente a un 53% de las mujeres).

Esta situación ha vivido un importante cambio en los últimos años. La tasa de actividad masculina, que había ido descendiendo en España a lo largo del siglo XX –con la emigración exterior, la prolongación de la escolaridad obligatoria y la generalización de la jubilación pagada y su adelantamiento a edades más tempranas–, se incrementa desde los años 90 con el cambio de ciclo económico y la llegada de importantes contingentes de inmigrantes.

Pero el rasgo más destacado es el crecimiento de la tasa de actividad femenina, por numerosos factores: la creciente terciarización de la economía (que facilita el empleo femenino), la buena marcha de la economía en los años anteriores, los cambios ideológicos de la sociedad española y los cambios en los hábitos de fecundidad. Sin embargo, la tasa de actividad femenina todavía no ha alcanzado las cifras de otros países desarrollados y aún está lejos de la masculina, ya que partía de cifras muy bajas.

Las tasas de actividad presentan diferencias regionales, que reflejan a su vez diferencias en la estructura por edades y en el grado de desarrollo económico. Las tasas de actividad más elevadas (en torno al 65%) se dan en los focos industriales –que recibieron una fuerte inmigración (Madrid, Cataluña) – y en las islas (Baleares, Canarias) por el turismo. Las más bajas (en torno al 55%) corresponden a las regiones más envejecidas (Asturias, Galicia y Castilla y León) y a las de menor dinamismo económico (Extremadura).

b. Acusado incremento de la tasa de paro, que relaciona la población en paro y la población activa:

El paro evoluciona según los ciclos económicos, ya que depende preferentemente de la marcha de la economía más que de la estructura por edades:

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1. Hasta 1975, la tasa de paro en España era muy baja (en torno al 3%), debido a la emigración a Europa y a la débil incorporación de la mujer al mercado laboral.

2. Esta tasa se dispara desde la 2ª mitad de los 70, alcanzando el 21% en 1985 (casi 3 millones) debido a la destrucción de empleo durante la crisis y posterior reconversión industrial de los 70-80 y al aumento del número de activos con la llegada a edad laboral de la generación del baby boom y el incremento de la presencia de la mujer en el mundo laboral.

3. La fase de recuperación económica posterior (1986-90) hace disminuir el paro, pero no de forma substancial, pues no desciende del 15% en 1990.

4. El paro vuelve a repuntar con la recesión económica reiniciada en 1991, elevándose de nuevo las cifras a cotas más altas en 1994 (el porcentaje se acerca al 25%).

5. A partir de 1995, la conjunción de desarrollo económico y descenso de la población que accede por primera vez al mercado laboral lleva la tasa de paro a mínimos en los últimos 30 años: 8% a comienzos de 2007.

6. Desde mediados del 2007, se produce un gran deterioro del mercado laboral, como consecuencia de la crisis económica, que lleva la tasa de paro española al 23% de la población activa, con cerca de 5,4 millones de parados (EPA, 2014). (máximo 2013 27%)

Entre las causas de la actual tasa de paro podemos destacar: paralización de la construcción, crisis financiera, rigidez del mercado laboral, formación precaria de los trabajadores, modelo productivo no basado en la innovación…

El paro en España es un problema crónico desde la segunda mitad de los 70. Ante este hecho los gobiernos siempre han apostado por los sectores intensivos en trabajadores (construcción y turismo). Gracias a la aparición de una burbuja inmobiliaria, se llegaron a niveles de paro muy bajos. Pero la burbuja crea una demanda artificial (especulación) aumentando el producto (se construyó mucho más de lo necesario), y generando un empleo no sostenible en el tiempo. Ahora volvemos a estar en la misma situación previa a la burbuja, empeorada por la inactividad de las empresas (falta de liquidez y consumo), y por la precaria formación de los trabajadores (que con la burbuja, trabajaban sin apenas formación).

Las posibles medidas podrían ser: apostar por un modelo de producción basado en la innovación, medidas para reabrir el crédito a las empresas, mejorar los sistemas de formación, y ofrecer sistemas de reciclaje para los trabajadores de la construcción, que les permita cambiar de sector productivo, reducir gastos laborales en caso de no destrucción de empleo (sustitución de un trabajador por otro) para dar oportunidades a los más capaces…

Otra de las características del mercado de trabajo en España es la inestabilidad laboral y la precariedad en el empleo –resultado de las reformas legislativas para flexibilizar el mercado de trabajo–, especialmente en los nuevos empleos. La tasa de temporalidad se sitúa hoy en España en torno al 30%, lo que facilita la rápida destrucción de empleos.

El paro experimenta variaciones importantes en función de aspectos como la edad (el paro afecta más a los jóvenes), el sexo (la tasa es ligeramente mayor entre las mujeres), el nivel de instrucción (más paro cuanto menor cualificación) o la época (paro estacional).

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España presenta, además, una distribución espacial bastante desigual, reflejo de las diferencias en la estructura por edades y en el desarrollo económico de las regiones. En los niveles más bajos de paro (en torno al 15-17%) se sitúan País Vasco, Navarra y La Rioja. Las mayores tasas de paro (por encima del 30%) aparecen en Andalucía y Canarias. El menor desarrollo económico, una estructura de población más joven y un mayor deterioro del mercado laboral en las regiones que tenían mayor dependencia del sector de la construcción y del sector servicios (principalmente el turismo) explican las mayores tasas de desempleo.

2.2.- Distribución sectorial de la población activa española: características generales y diferencias espaciales.

En estos momentos el sector primario ocupa una parte ínfima de la población activa, por debajo del 5%, en un umbral que se acerca a los países europeos más avanzados. El sector terciario emplea a dos tercios de la población activa, mientras que el sector secundario se reduce ya a la mitad del terciario. Estamos, pues, en una sociedad que no sólo ha dejado de ser agraria o rural, sino que, dentro de ella, se ha impuesto ampliamente el sector servicios frente al sector industrial. Nos encontramos, por tanto, en una sociedad urbana que ya no es industrial, sino postindustrial.

Esta situación es el resultado de una evolución de la actividad económica que se ha mostrado rezagada frente a la mayoría de los países de Europa Occidental.

Hasta los años 50 la sociedad española todavía se podía considerar como rural, pues en torno a la mitad de la población activa vivía del sector primario.

Desde finales de los 50, España culmina con rapidez un proceso de industrialización y en los 70 la sociedad española ya es mayoritariamente urbana, trabajaba principalmente en actividades secundarias y terciarias asentadas en las ciudades. La actividad industrial era la más importante, ya que en los 70 llegó a ocupar casi el 45% de la población activa.

Desde mediados de los años 70 se asiste, dentro del proceso de crisis económica que acompaña a la llamada III Revolución Industrial, a un proceso de progresión acelerada de la actividad terciaria y a un declive rápido de la actividad primaria, sobre todo agraria, manteniendo el sector industrial un peso todavía importante en términos ocupacionales, pero en descenso lento, aunque su trascendencia económica siga siendo notable, tanto en términos absolutos como relativos.

Este proceso de cambio no ha seguido el mismo ritmo espacial en su evolución. La composición sectorial de la población activa, aun siendo mayoritariamente terciaria, presenta algunas diferencias territoriales según sectores económicos. La actividad terciaria domina en toda España, y pocas regiones destacan de forma significativa por encima de la media nacional en este sector: las islas (turismo); Madrid (por su papel económico y político) y Ceuta y Melilla (por su carácter de plazas militares).

Las zonas con un porcentaje de población activa primaria superior a la media española están situadas en la mitad sur peninsular (Andalucía, Murcia, Extremadura, Castilla la Mancha) y se prolonga hacia el Norte por CyL, Galicia, y La Rioja.

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La población activa industrial tiene una presencia proporcional mayor que la media nacional en el cuadrante NE (Cataluña, País Vasco, Navarra, Aragón y La Rioja), con ramificaciones hacia la Comunidad Valenciana.

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CONCEPTOS.

POBLACIÓN ACTIVA: Conjunto de personas de 16 y más años que proporcionan mano de obra para la producción de bienes y servicios o que están disponibles y hacen gestiones para incorporarse a esa producción. Forman parte de este grupo tanto la población activa ocupada como la parada

POBLACIÓN OCUPADA: Es la parte de la población activa que efectivamente desempeña un trabajo remunerado. Se suele diferenciar la población ocupada a tiempo parcial, que es aquélla que no llega a trabajar el número de horas requerido para que se considere como población ocupada a jornada completa.TASA DE PARO: Relación entre la población en paro y la población activa total (empleados y desempleados), expresada en tantos por ciento.

ÍNDICE DE ENVEJECIMIENTO: Expresa la relación entre la cantidad de personas adultas mayores y la cantidad de niños y jóvenes. Se calcula como el cociente entre personas de 65 años y más con respecto a las personas menores de 15 años, multiplicado por 100.

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PRÁCTICAS.

-Comentario de pirámides de población (puede pedirse un análisis comparativo de dos pirámides, referidas a distintos momentos o a distintos espacios).

-Comentario de mapas temáticos que reflejen los valores alcanzados por algún indicador significativo de las estructuras demográficas en las distintas provincias o CC.AA. (Edad Media, Índice de Envejecimiento, Tasa de Actividad, Tasa de Paro).

-Textos periodísticos referidos a la situación de la dinámica interna o a la situación actual e implicaciones del envejecimiento.

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