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VIDABETIZAR. Un enfoque educativo para aspirar al futuro. Dra. Mercedes Marrero. IDEC FAU UCV/ COMIR UCV/REDULAC RRD Venezuela [email protected] ¿Qué estamos haciendo mal? Es lo primero que salta a nuestra mente cuando nos enteramos de los disparates de propios y extraños, de los que cotidianamente somos testigos en la sociedad del siglo XXI. Un bombardeo de malas noticias producto de la acción irresponsable del hombre, nos deprime y hace sospechar que tenemos los siglos contados. Decisiones viscerales que impactan en el mejor de los casos el entorno inmediato, pero también ponen en riesgo al planeta. Al mismo tiempo, las noticias de avances científicos y tecnológicos dejan pequeñas las fantasías más ambiciosas de lo que supuestamente íbamos a estar viviendo en estas fechas. Entonces, el orgullo de especie humana nos hace sentir un poco más altos y desde allí desdeñamos las leyes de la naturaleza que sustentan nuestro pedestal, ¡ya estamos por encima de esas limitantes primitivas!. La maravilla de la ciencia nos permitirá vivir más del doble de lo que aspiraban nuestros abuelos. Las tecnologías de comunicación nos acercan cada día más, aunque también evidencian un abismo de diferencias en las realidades de las personas y los países. El fundamentalismo es confrontado con el fundamentalismo anti-fundamentalismo, la desigualdad es atacada con otra versión de lo mismo y las prioridades personales y colectivas desconocen el privilegio de pertenecer a la era de las sociedades del conocimiento. Pareciera que los contratos sociales que establecen condiciones para la convivencia entre particulares y entre naciones, tienen como destino común ser vulnerados por sus autores y como consecuencia, ser un fantasma incapaz de impactar a las consciencias, impermeables a cualquier consideración que privilegie el bien común por encima del beneficio personal o a lo sumo, grupal. Independientemente de los análisis exhaustivos que puedan realizarse, hay una tendencia generalizada a no tener voluntad de elegir aquellas conductas que nos garanticen la vida y el bienestar. Pareciera que no está claro para nada la finitud de la existencia de personas y sistemas socio económicos y se pone el sentido común al servicio de la autodestrucción. Lamentablemente la educación formal no está excluida de percibir la realidad a través de este tamiz que nos disfraza la verdadera esencia de lo que podemos esperar de nuestro efímero tránsito vital, obviando la formación necesaria para trascender a través una consciencia que impulse un mundo mejor para todos. Tarea improbable, por no decir imposible, si el currículo no se orienta explícitamente a cultivar nuestro espíritu o como cada quien quiera decirle, pero que en definitiva es lo que hace capaz al ser humano de ver más allá de sus narices y ganarse el nombre que ostenta. La educación en sus distintos niveles y versiones, cuentan con la UNESCO como órgano rector para fijar directrices y con marcos regulatorios en cada uno de los países. Los objetivos expresados en los documentos que recogen la síntesis conceptual de lo buscado como visión y expresado como producto del sistema, se estrellan al contrastarlo con el resultado del devenir de la vida. Las decisiones reales tomadas por líderes mundiales, nacionales, municipales, o de cualquier organización privada incluyendo la familiar y personal, están signadas por la autodestrucción, a pesar del conocimiento que se tiene de sus consecuencias, de la existencia de los acuerdos y marcos regulatorios, incluyendo posibles sanciones, y de la evidencia de muerte y destrucción cotidiana.

Vidabetizar un enfoque educativo para aspirar al futuro abril 2015

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VIDABETIZAR. Un enfoque educativo para aspirar al futuro. Dra. Mercedes Marrero. IDEC FAU UCV/ COMIR UCV/REDULAC RRD Venezuela

[email protected] ¿Qué estamos haciendo mal? Es lo primero que salta a nuestra mente cuando nos enteramos de los disparates de propios y extraños, de los que cotidianamente somos testigos en la sociedad del siglo XXI. Un bombardeo de malas noticias producto de la acción irresponsable del hombre, nos deprime y hace sospechar que tenemos los siglos contados. Decisiones viscerales que impactan en el mejor de los casos el entorno inmediato, pero también ponen en riesgo al planeta. Al mismo tiempo, las noticias de avances científicos y tecnológicos dejan pequeñas las fantasías más ambiciosas de lo que supuestamente íbamos a estar viviendo en estas fechas. Entonces, el orgullo de especie humana nos hace sentir un poco más altos y desde allí desdeñamos las leyes de la naturaleza que sustentan nuestro pedestal, ¡ya estamos por encima de esas limitantes primitivas!. La maravilla de la ciencia nos permitirá vivir más del doble de lo que aspiraban nuestros abuelos. Las tecnologías de comunicación nos acercan cada día más, aunque también evidencian un abismo de diferencias en las realidades de las personas y los países. El fundamentalismo es confrontado con el fundamentalismo anti-fundamentalismo, la desigualdad es atacada con otra versión de lo mismo y las prioridades personales y colectivas desconocen el privilegio de pertenecer a la era de las sociedades del conocimiento. Pareciera que los contratos sociales que establecen condiciones para la convivencia entre particulares y entre naciones, tienen como destino común ser vulnerados por sus autores y como consecuencia, ser un fantasma incapaz de impactar a las consciencias, impermeables a cualquier consideración que privilegie el bien común por encima del beneficio personal o a lo sumo, grupal. Independientemente de los análisis exhaustivos que puedan realizarse, hay una tendencia generalizada a no tener voluntad de elegir aquellas conductas que nos garanticen la vida y el bienestar. Pareciera que no está claro para nada la finitud de la existencia de personas y sistemas socio económicos y se pone el sentido común al servicio de la autodestrucción. Lamentablemente la educación formal no está excluida de percibir la realidad a través de este tamiz que nos disfraza la verdadera esencia de lo que podemos esperar de nuestro efímero tránsito vital, obviando la formación necesaria para trascender a través una consciencia que impulse un mundo mejor para todos. Tarea improbable, por no decir imposible, si el currículo no se orienta explícitamente a cultivar nuestro espíritu o como cada quien quiera decirle, pero que en definitiva es lo que hace capaz al ser humano de ver más allá de sus narices y ganarse el nombre que ostenta. La educación en sus distintos niveles y versiones, cuentan con la UNESCO como órgano rector para fijar directrices y con marcos regulatorios en cada uno de los países. Los objetivos expresados en los documentos que recogen la síntesis conceptual de lo buscado como visión y expresado como producto del sistema, se estrellan al contrastarlo con el resultado del devenir de la vida. Las decisiones reales tomadas por líderes mundiales, nacionales, municipales, o de cualquier organización privada incluyendo la familiar y personal, están signadas por la autodestrucción, a pesar del conocimiento que se tiene de sus consecuencias, de la existencia de los acuerdos y marcos regulatorios, incluyendo posibles sanciones, y de la evidencia de muerte y destrucción cotidiana.

La conclusión es que estamos en el camino equivocado y es urgente retomar la senda, escudriñar las razones por las cuales no percibimos, ni identificamos la esencia de lo importante, impulsar la formación de individuos con un sustrato ético que privilegie la responsabilidad compartida y su trascendencia, que tenga una visión global de los hechos que nos hemos empeñado en diseccionar en pedacitos para entenderlos, olvidando el camino de vuelta para comprender la realidad como un todo interconectado en cada una de sus dimensiones. Entender la incertidumbre como parte de las variables a considerar y visualizar los distintos escenarios que generan, identificar las cadenas de eventos que en forma de red producen los hechos y de esta manera, facilitar la comprensión causal y previsión de resultados que permita tener voluntad para tomar decisiones oportunas que materialicen las buenas intenciones. ¡Gestionar el futuro! Al igual que se han emprendido esfuerzos sostenidos para la alfabetización y su logro se refleja en los índices de calidad de vida de cada país, urge que las universidades en forma auténtica, autónoma y proactiva, impulsen la creación de los fundamentos conceptuales y herramientas para la “vidabetización”, mediante reformas educativas que se centren en la formación de ciudadanos con consciencia universal, que entiendan que la vida personal y colectiva es el valor más preciado que hace posible la existencia de todo lo demás, y que instale en la memoria colectiva que todo acto que atente contra el planeta y sus habitantes es inaceptable. Esto debería constituir el indicador más representativo del desarrollo. Una vez vidabetizados, estaremos listos para la siembra de conocimiento en el suelo fértil de ciudadanos formados en valores universales y así impulsar la calidad de vida que merecemos. ¿Difícil? Por supuesto. ¿Imposible? Sólo si no lo intentamos. Caracas 13 de mayo de 2015