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Pensando los grupos de hoy. De la coordinación al acompañamiento. 1 Lic. Elena Isabel Rozas [email protected] Escenarios Uno La creatividad, la potencia de trabajo y el clima de fiesta por el encuentro son constantes. Aun frente a los mayores obstáculos logran coordinarse y generar estrategias muchas veces exitosas para alcanzar sus objetivos tanto en el territorio como dentro de la organización. Sin embargo, no podría afirmar que en otros grupos de trabajo, cada uno de ellos tendrá la misma suerte: Mantener el buen clima es tan fundamental que no pueden conversar en torno a los errores o los incumplimientos. Algunos enuncian sus reflexiones si la situación es muy complicada, pero siempre me quedo con el sabor de que no logramos una elaboración colectiva que garantice el aprendizaje. Dos Han integrado pequeños grupos de estudio y trabajo con altísimo costo subjetivo por “soportar” diferencias e intentar asumir limitaciones y responsabilidades, que la mayor parte de las veces terminan ubicadas en algo o alguien por fuera de ellos. El clima negativo casi permanente y la dificultad para abordar esos obstáculos los lleva a un aprendizaje conceptual limitado y a serias dificultades para generar acciones transformadoras de las situaciones y de sus modos de interrelación. Preservarse parece ser tarea. Tres Trabajan muchísimo individual y colectivamente. Trabajan con excelentes resultados. Reflexionan, elaboran y transforman tanto los conceptos como las situaciones. ¿Qué hacen con aquello que cada uno tiene que revisar y asumir a nivel personal? Hacerse cargo es posible a condición del sostén vincular 1 Publicado en Cuadernos de Campo Nº 14, noviembre de 2013.

Elena rozas de la coordinación al acompañamiento 2013 campo grupal

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Pensando los grupos de hoy.

De la coordinación al acompañamiento.1

Lic. Elena Isabel Rozas

[email protected]

Escenarios

Uno

La creatividad, la potencia de trabajo y el clima de fiesta por el encuentro son

constantes. Aun frente a los mayores obstáculos logran coordinarse y generar

estrategias muchas veces exitosas para alcanzar sus objetivos tanto en el

territorio como dentro de la organización. Sin embargo, no podría afirmar que

en otros grupos de trabajo, cada uno de ellos tendrá la misma suerte: Mantener

el buen clima es tan fundamental que no pueden conversar en torno a los

errores o los incumplimientos. Algunos enuncian sus reflexiones si la situación

es muy complicada, pero siempre me quedo con el sabor de que no logramos

una elaboración colectiva que garantice el aprendizaje.

Dos

Han integrado pequeños grupos de estudio y trabajo con altísimo costo

subjetivo por “soportar” diferencias e intentar asumir limitaciones y

responsabilidades, que la mayor parte de las veces terminan ubicadas en algo

o alguien por fuera de ellos. El clima negativo casi permanente y la dificultad

para abordar esos obstáculos los lleva a un aprendizaje conceptual limitado y a

serias dificultades para generar acciones transformadoras de las situaciones y

de sus modos de interrelación. Preservarse parece ser tarea.

Tres

Trabajan muchísimo individual y colectivamente. Trabajan con excelentes

resultados. Reflexionan, elaboran y transforman tanto los conceptos como las

situaciones. ¿Qué hacen con aquello que cada uno tiene que revisar y asumir a

nivel personal? Hacerse cargo es posible a condición del sostén vincular

1 Publicado en Cuadernos de Campo Nº 14, noviembre de 2013.

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fuertemente afectivo y contenedor que lograron construir. Pero el nivel de

energía requerido para ese aprendizaje los pone constantemente al borde del

agotamiento.

Cuatro

Son niños; muchos de ellos con graves problemas de interrelación. Son

inteligentes. Comprenden que entre todos podrían evitar el maltrato mutuo,

frenándolo a tiempo si muestran decisión y acuerdo colectivo. Pero al menos

hasta ahora, creen que semejante salto no tendría red que los sostenga.

Temen caer en el vacío vincular…

Reflexiones

Ya sea que analicemos las últimas décadas a partir de transformaciones en el

sistema capitalista, de la crisis de las instituciones propias de la sociedad

moderna occidental, de la caída de la operatoria de la sociedad disciplinaria, de

mutaciones en el imaginario social efectivo… no debería sorprendernos la

posibilidad de encontrar que estos fenómenos globales o sociales se

acompañan de (o están vinculados dialógicamente a) transformaciones en los

modos de relación y por lo tanto, de la subjetividad y de lo grupal.

Donde aspectos de lo nacional y su soberanía se diluyen en lo global; si los

mecanismos disciplinarios dan paso a los de control; si el ciudadano

disciplinado se desconfigura por la micropolítica de lo singular; si las

instituciones estallan porque los instituidos ya no lo son; si la identidad cede

trascendencia frente a la importancia de la imagen personal… todo indica que

los modos de las relaciones humanas están mutando y se reconfiguran en una

multidimensionalidad que nos lanza de cabeza en la complejidad. Ninguna de

estas transformaciones es tal sin las interrelaciones sociales en

movimiento concreto por las que existen día a día. Los escenarios

institucionales y organizacionales, dan cuenta de ello. Los grupales, también.

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Las posibilidades de los vínculos interpersonales e intersubjetivos son sus

cómplices y sus consecuencias. 2

Complementariamente, las nuevas teorías de la complejidad no sólo responden

a refinamientos intelectuales: A un mundo social estable corresponden teorías

que conciben la normalidad de entidades estables. A un mundo social en

reconfiguración… teorías y perspectivas que conciben la transformación como

suceso propio de los fenómenos de la vida-viva. Al fin y al cabo, las

conceptualizaciones no dejan de ser objetivaciones de los modos de

relacionarnos entre nosotros y con los otros y el mundo.

Así, muchas veces acudimos a la noción de sistema en lugar de a la de

estructura (¡todo un significante!)… o pensamos en términos de redes en lugar

de organizaciones… distintas metáforas que nos permitan pensar lo que fluye y

lo que se reconfigura.

Cuando pienso en las transformaciones que constatamos en los grupos,

me pregunto si se trata de fenómenos emergentes o si ahora podemos

visualizarlos porque disponemos de sistemas intelectuales que permiten

concebir la emergencia, lo singular y lo situacional: recursividad entre la

acción y lo pensado-pensable. 3

El punto es qué modalidades de lo grupal se configuran en cada

histórico-social específico y qué perspectivas conceptuales nos permiten

analizar cuáles aspectos de ese fenómeno complejo.

A sabiendas de que aún en épocas de extrema homogeneización hay

diversidad (más o menos invisibilizada y/o reprimida) propongo la idea de que

aquello que hasta hace algunas décadas pensábamos y habitábamos cuando

formábamos parte de un grupo o cuando trabajábamos con él, en buena

medida podía serlo porque los modos de las interrelaciones humanas

respondían a normas preestablecidas bastante sólidamente. El peligro mayor

radica en creer que los grupos siguen siendo lo que eran y que es

adecuado seguir pensándolos como los pensábamos…

2 Ignacio Lewcowicz (2004) Pensar sin Estado. Paidos / Sebastián Abad - Mariana Cantarelli (2010) Habitar el Estado. Ed. Hydra / Pablo Hupert (2012) El bienestar en la cultura. Ed. Pie de los hechos. 3 Denise Najmanovich (2008) El juego de los vínculos y/o Mirar con nuevos ojos. Ed. Biblos.

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Pequeña historización sobre lo grupal

El capitalismo occidental no sólo permitió y fue permitido por la generación de

instituciones sólidas con discursos coherentes entre sí; también dio lugar y fue

sostenido por subjetividades normales (configuradas dialógicamente en esas

instituciones, según la norma y el lazo social) que respondían

disciplinadamente a los objetivos y los procedimientos establecidos en modos

de la interrelación social adecuados a aquellos tiempos… Los intentos de

cambio social aparecían como asunto de vanguardias; la mayor parte de las

personas optaban entre algunos pocos proyectos vitales bastante

prediseñados.

En aquellos escenarios los grupos se conformaban con relativa facilidad,

usualmente convocados desde consignas bastante obvias y fáciles de

aceptar homogéneamente por todos (dada la normalidad y homogeneidad

hegemónicas), enunciadas por líderes designados con anterioridad al

grupo. Los grupos en las empresas, los partidos políticos, son ejemplo.

Foucault muestra que los dispositivos sociales individualizan y las

organizaciones grupalizan. Freud explica el vínculo de los integrantes con el

líder formal y entre sí. Por su parte, en los primeros diseños de dispositivos

grupales (de análisis y/o intervención) Lewin ubica al monitor ejerciendo

funciones de liderazgo, que él identifica con la coordinación, coherente con su

época de líderes preestabledidos y que hoy debemos abandonar. Muchos de

estos aspectos permanecen en las teorías psicoanalíticas sobre grupos y en

sus dispositivos.

Para los sesentas, crisis de posguerras mediante, la transformación social

vuelve a ser concebida como posible y los grupos, a despertar sospechas en

las instituciones. Es entonces cuando Sartre analiza cómo, si lo que se requiere

es el cambio micro o macrosocial, los grupos deben luchar contra lo práctico-

inerte y que esto es posible si las personas logran desligarse de la serialidad

institucional para ligarse activa y protagónicamente como entramado

grupal. Pichon Rivière plantea que el eje necesidad-objetivo-tarea (uno de los

organizadores del proceso grupal) es el proyecto por el que el grupo planifica

su accionar en pos de transformar algún aspecto del mundo.

En esos grupos nos organizábamos con toda la pasión de la que éramos

capaces. Los grupos aparecían como la herramienta para la transformación

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personal, grupal y colectiva. Desde una mutua representación interna ligada al

protagonismo y la sinergia colectiva, nos comprometíamos con la tarea y el

proyecto grupal, que nos desalienaba; la cohesión se alcanzaba con facilidad.

Sin embargo, nuestras mentalidades seguían siendo plenamente modernas y,

si bien las consignas y objetivos no eran prediseñados por las instituciones y

los líderes formales, nuestros modos de interrelación seguían siendo en

muchas circunstancias bastante homogéneos y disciplinados. Lo colectivo

era más importante que lo personal. Terminábamos reproduciendo al interior de

los grupos la estereotipia y el autoritarismo que buscábamos transformar. A

veces, por suerte y trabajo contra lo práctico-inerte, no.

En Argentina al menos, para los noventas la globalización y el neoliberalismo

irrumpieron con fuerza transformadora en nuestros modos de interrelación

social. Los espasmos capitalistas provocaron el colapso de la solidez

institucional, abriendo lugar a la incertidumbre social y cognitiva, pero también

a la fiesta del derecho a la diversidad singular (que buena falta nos hacía).

Los procesos de desafiliación social también generaron pánico a la soledad y el

aislamiento. Se hablaba de “sálvese quien pueda”, de “estar sin red”…

llorábamos por el individualismo y la competencia que nos desgarraba.

Los grupos desplegantes de redes de intencionalidad transformadora eran casi

imposibles. Escuchábamos decir a las personas “estoy en grupo porque me

hace bien; me sirve”. Cada uno por lo propio. Se hicieron cada vez más

frecuentes los personajes que la tradición lewiniana llama disfuncionales4.

La consecuencia más cruda del neoliberalismo floreció en el consumismo que

atraviesa buena parte de nuestras sensaciones, acciones y modos de

interrelación.

Hoy, Argentina 2013, abundan los dispositivos de trabajo con grupos o en

grupo y escasean los grupos en el sentido clásico. En muchos aspectos, la

globalización parece haber llegado para quedarse. En lo grupal sobreviven los

grupos pero nos encontramos desde muchos puntos de vista, con la

supremacía de lo individual, de lo circunstancial y lo provisorio. Los integrantes

están muy dispuestos a conectarse entre ellos, pero es muy difícil que

4 Y cuya versión posmoderna Liliana Amaya describió tan bien en su Grupos desagrupados.

2007. Bs. As. Lugar editorial.

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visualicen (y aún más, que acepten) la posibilidad de vincularse (algo tan

probable y grato en otras épocas). Creo que las personas tenemos serias

dificultades para establecer compromisos y para imaginar proyectos

compartidos, azotados por la sobreexigencia cotidiana en la que desplegamos

nuestra vida. Los grupos utilizan muchísima energía en sostener las redes que

habitan en medio de la incertidumbre y la provisoriedad. Si bien las políticas

activas por la recuperación de la solidez estatal e institucional permiten

imaginar nuevas oportunidades, aun no alcanza en el palmo a palmo del día a

día individual.

Enumerando distinciones en lo grupal hoy: uno-múltiple-

dialógico 5

1. El grupo aún existe en el estilo clásico.

Incluyendo la lectura de lo grupal desde las lógicas de la complejidad, es

importante reconocer la existencia positiva del grupo como uno de los

modos posibles de organización de las interrelaciones sociales.

Podemos constatar cotidianamente que los grupos en tanto modo de

organización social se configuran cuando las personas, por y en circunstancias

concretas que les plantean alguna necesidad, reorganizan sus interacciones

permitiendo la emergencia de su capacidad sinérgica y pueden planificar un

proyecto transformador. La emergencia de lo grupal les posibilita y es

posibilitada por desligarse de la serialidad institucional para ligarse activa

y protagónicamente como entramado grupal en función de un proyecto

transformador. 6

Encontramos múltiples ejemplos tanto en las organizaciones de la sociedad

civil, como dentro de organizaciones estatales. Sin embargo, la organización

grupo ya no homogeneiza la singularidad de los integrantes.

5 Después de treinta años, Ana María Fernández en su El campo grupal nos sigue ayudando a

pensar, planteando la necesidad de superar las disciplinas de objeto discreto, producir redes transdisciplinarias y desmontar tanto la ficción del individuo como la del grupo como intencionalidad. Llama a pensar lo grupal como como uno-múltiple: un campo de múltiples problemáticas. Agrego: esas multiplicidades deberían ser consideradas también en un sentido dialógico y sistémico, además de múltiple; y partir de las emergencias-acontecimientos y las singularidades. 6 Sartre. También me gusta pensar que el grupo es una herramienta colectiva para la enacción.

(Francisco Varela, Conocer).

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2. Lo grupal y lo individual se albergan y regulan dialógicamente.

Algunos beneficios trajo la globalización. Tal vez uno de los más importantes

sea la legitimación de lo diverso y el derecho a la singularidad y la complejidad

encarnada. En los grupos de la vida cotidiana ya no hay posibilidad de

homogeneización ni autoritarismo; cuando la hay, usualmente estamos

nuevamente en el nivel de la serie. Aunque los llamemos grupo, su estructura

muestra una configuración tipo serie o un grupo a punto de disolverse. Tal vez,

los grupos objeto nunca lo fueron más allá de nuestros conceptos.

La incertidumbre casi permanente y las perturbaciones en las relaciones en los

grupos y en los entornos, instalan un escenario interno de provisoriedad que

exige el consenso permanente para generar acuerdos situacionales entre

integrantes enredados o conectados situacionalmente más que

entramados vincularmente.

Entiendo que el grupo no deja de ser tal por esto; se trata de un nuevo modo

de organización social, menos rígidamente estructurado que en otros

momentos histórico-sociales. Grupos como espacios propicios para el

acontecimiento, como zonas de emergencia de lo diverso.

En la práctica cotidiana esto implica el trabajo permanente por la integración-

cohesión, dado que la pertenencia es siempre hasta nuevo aviso. Los

integrantes de los grupos, para poder sortear las perturbaciones casi

permanentes, deben dedicar buena parte de su energía a reconsensuar

objetivos y tácticas para mantener los proyectos. Esto incluye sus propios

modos de interacción-vinculación.

3. Lo grupal no es efecto de los dispositivos profesionales

Por la micropolítica de lo diverso, hoy los grupos resisten fuertemente los

dispositivos de intervención. Conviven en paralelo a ellos cuando son

imposiciones institucionales. Desde ese punto de vista, nuestras

intervenciones tienen efecto sólo si el grupo incluye nuestra función

profesional en su logística.

Pero todavía abundan los profesionales que (por su formación disciplinaria)

consideran (y tratan como) un grupo al conjunto de personas que han

convocado o agrupado para realizar una intervención, dentro o fuera de una

organización-institución. Viven la ilusión de que nombrar un grupo es darle

existencia; o que unos breves instantes bajo un dispositivo provocará la

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emergencia de lo grupal entre las personas, como sucedía hasta hace unas

décadas. Lamentablemente, esto lleva a intervenir de modos que sólo generan

violencia y provocan la huida de los personas o, cuando no pueden evitar

permanecer en la situación, el estar como si (tal vez… generando la posibilidad

de identificar un grupo en lo que no lo es).

Hace años, a los profesionales de los grupos nos sostenía el encuadre, que era

sostenido por la normativa encarnada a partir de la socialización característica

de la sociedad disciplinaria. Pero, incluyendo a la coordinación, las

personas ya no necesitan padecer ataduras que no surjan de sus

entramados consensuados y protagónicos.

¿Coordinar lo descoordinado? Acompañar.

Sintetizando la conclusión que desprendo de lo planteado: Cae la función

coordinante porque no hay coordinación social preexistente, porque los

grupos resisten a las instituciones y a los instituidos. Donde el proyecto

grupal se acerca a lo acontecimental, el sentido más potente de nuestro

trabajo es el acompañamiento: Generar espacio-tiempo que las personas

puedan habitar para generar y realizar sus proyectos.

Es desde allí que comprendí que los grupos nos incluyen y nos permiten

ejercer nuestra función facilitadora, sólo si colectivamente se incluye

nuestra función profesional como parte de su logística.

Aquí recupero los aportes enumerados por distintos referentes del campo

grupal: la caja de herramientas, resaltar la singularidad sin invisibilizar las

producciones colectivas, tomar dialógicamente las tensiones no polares,

articular dialógicamente algunas diferencias; evitar la unidad y la totalización;

sostener una lógica del sentido junto a la apertura hacia nuevos sentidos;

invitar a la puntuación interrogante; renunciar al saber desde la certeza de la

coordinación. Como proponía Lewcowicz, invitar a detener (la velocidad),

habitar (la relación), componer (lazo social).