Absceso hepático

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Absceso hepático.Dr. Bernardo Velasco Olalde.

El absceso hepático es una infección necrótica del hígado.

Se suele clasificar: Piógeno. Amebiano.

Epidemiología. A nivel mundial el absceso hepático

amebiano es más frecuente que el piógeno.

La incidencia del absceso piógeno es 8 – 15 casos por cada 100 000 habitantes.

Los abscesos hepáticos amebianos complican la colitis amebiana en casi el 10% de los casos.

La mayor parte de los abscesos se producen en el lóbulo hepático derecho.

Son más frecuentes en los varones en relación 2:1 con la mujer.

Más frecuentes entre la 4ª y 6ª décadas de la vida.

Síntomas y signos. Fiebre, escalofrío, sudoración. Anorexia, pérdida de peso. Náuseas, vómito, diarrea. Tos con dolor torácico pleurítico.

Síntomas y signos. Dolor abdominal en el cuadrante

superior derecho. Hepatomegalia. Esplenomegalia. Ictericia. Pueden aparecer derrame pleural,

estertores y roces por fricción.

Etiología. El absceso hepático piógeno, suele ser

polimicrobiano. E.Coli. K. Pneunomiane. Estreptococcus. P.aeuruginosa. Proteus. Bacteroides.

El absceso hepático amebiano se debe al parásito: Entamoeba

histolytica.

El absceso hepático piógeno se puede deber también: Enfermedad biliar con colangitis 21 – 30%. Enfermedad de la vesícula biliar con

diseminación por contigüidad al hígado. Diverticulitis o apendicitis con diseminación a

través de la circulación portal. Diseminación hematógena por la arteria

hepática. Heridas penetrantes. A través del sistema porta.

La amebiasis: Se debe a contaminación fecal – oral e

invade la mucosa intestinal accediendo al sistema porta para llegar al hígado.

Diagnóstico. El diagnóstico de absceso hepático

necesita un alto nivel de sospecha tras una anamnesis detallada y una exploración física.

Los estudios radiológicos, microbiológicos, serológicos y las técnicas percutáneas (aspiración) confirman la existencia de un absceso.

Diagnóstico diferencial. Colangitis. Colecistititis. Apendicitis. Perforación de una víscera. Isquemia mesentérica. Embolia pulmonar. Pancreatitis.

Valoración. La valoración de un absceso hepático se

centra en distinguir entre el origen amebiano y piógeno.

Los rasgos que sugieren naturaleza amebiana: Regiones endémicas. Abscesos solitarios en lugar de múltiples. Síntomas de evolución subaguda. Ausencia de trastornos predisponentes.

Los estudios de laboratorio no son específicos. Resultan útiles como

pruebas complementarias.

Las pruebas radiológicas no permiten distinguir entre los dos.

Los estudios microbiológicos pueden ser estériles en el 50% de los casos.

Pruebas de laboratorio. La citometría hemática muestra

leucocitosis. Pruebas de función hepática:

Fosfatasa alcalina a menudo está elevada (95 – 100%).

AST y ALT elevadas en el 50% de los casos.

Bilirrubina aumentada en 20 – 30%. Albúmina baja.

TP (INR) prolongado 70%. Hemocultivos positivos en el 50% de los

casos. Aspiración 50% estéril. Muestras de heces:

Para detección de trofozoitos de E. Histolytica (positivo en el 10 – 15% de los casos de Absceso hepático amebiano).

Diagnóstico por imagen.

La radiografía de tórax es anormal en el 50% de los casos. Elevación del hemidiafragma

derecho. Presencia de niveles

hidroaéreos subdiafragmáticos.

Derrames pleurales e infiltrados en forma de consolidación.

La ecografía presenta un 80 – 100% de sensibilidad para el diagnóstico de abscesos. Masa redonda u ovalada. Hipoecogénica.

La TC es más sensible para detectar los abscesos hepáticos y la extensión a órganos contiguos.

Es la prueba radiológica de elección.

La mayoría de los abscesos hepáticos son solitarios, pero cuando existe una bacteriemia sistémica pueden ser múltiples.

Tratamiento. El tratamiento de los abscesos

hepáticos piógenos se distingue del amebiano.

El tratamiento médico es la base del tratamiento de los abscesos amebianos.

La cirugía o drenaje con catéter y antibióticoterapia parenteral es el tratamiento habitual en los abscesos piógenos.

Tratamiento agudo. El drenaje percutáneo bajo

control TC o ecográfico es esencial en los abscesos piógenos.

La aspiración de un absceso amebiano no es necesaria salvo que no responda al tratamiento, o se plantee causa piógena.

El tratamiento de los abscesos hepáticos piógenos se realiza inicialmente en forma empírica: Penicilina. Aminoglucósido. Metronidazol.

En los casos muy graves antibióticos parenterales. Cefotaxima o piperacina/ tazobactam Metronidazol. Durante 2 semanas. Seguidos de 4 – 6 semanas de

antibioticoterapia oral.

Alternativa: Clindamicina. Aminoglucósido. Imipenem solo.

La cobertura antibiótica de los abscesos hepáticos amebianos incluye: Metronidazol 750 mg V.O. 3 veces al día,

durante 10 días. Altermativa:

Dehidroemetina 1 mg /kg/ día durante 5 días, seguida de cloroquina 1g/día durante 2 días, después 500 mg/día por 2 – 3 semanas.

Pronóstico. La frecuencia de curación de los

abscesos hepáticos piógenos mediante drenaje percutáneo y antibióticos oscila entre 88 – 100%.

La mortalidad de los abscesos piógenos no tratados de aproxima al 100%.

La mayor parte de los pacientes con abscesos amebianos se quedan sin fiebre a los 4-5 días del tratamiento.

La mortalidad de los abscesos hepáticos amebianos es menor a 1%.

Complicaciones. Las complicaciones de los abscesos

hepáticos amebianos y piógenos incluyen: Extensión pleuropulmonar que origina

empiema, absceso, formación de fístulas. Peritonitis. Pericarditis purulenta. Sepsis.

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