8
Antecedentes de la NO INDUSTRIA del cine en España CEPICSA Compañía Española de Propaganda, Industria y Cinematografía, S.A. (1939)

CEPICSA – Compañía Española de Propaganda, Industria y Cinematografía (1939)

Embed Size (px)

Citation preview

Antecedentes de la NO INDUSTRIA del cine en España

CEPICSA

Compañía Española de Propaganda, Industriay Cinematografía, S.A. (1939)

2

CEPICSA – Compañía Española de Propaganda, Industria yCinematografía (1939)

El segundo pilar de la estrategia empresarial del grupo Pastor

La compañía Española de Propaganda, Industria y Cinematografía, S.A. (CEPICSA) se creó pocotiempo después de la toma de Madrid en agosto de 1939. Los principales impulsores delproyecto fueron los madrileños José María Tabeada y Ricardo Vicent Viana, empleado ytécnico industrial respectivamente. Aprovechando el nuevo marco político franquista, que lesera seguramente favorable, y con un capital de 10 mil pesetas, fundaron una sociedad quetenía como objeto social “la explotación de las patentes y concesiones oficiales de losministerios, así como también las demás concesiones que les otorgase el Estado”. En efecto,Ricardo Vicent Viana, que asumió el cargo de director general de la empresa, figuraba comotitular de dos patentes de invención relacionadas con la publicidad luminosa y musical a la vezque tenía derecho al uso y disfrute de una patente internacional de origen húngaro sobre “unprocedimiento para representar textos, figuras o marcas sobre superficies fotosensibles oproductos fotográficos”. Partiendo de esta base establecieron una compañía organizada encuatro departamentos especializados en la radio, el cine-phono, las noticias y los documentosculturales y, por último, la sección de laboratorio y talleres.

En realidad, durante los años treinta habían aparecido en España un buen número deempresas cinematográficas, como por ejemplo Filmáfono (1931) o Cifesa (1932), quecambiaron la imagen del sector tanto desde el punto de vista de la producción como por losavances introducidos en la infraestructura disponible (equipos, estudios, técnicos…). Perocuando acabó la guerra, estas sociedades se encontraron con numerosas dificultades. De unlado, los tiempos de miseria y escasez durante la guerra obligaban a las familias españolas areducir sus tiempos de ocio. De otro lado, los estudios disponían de pocos medios pararecomponer su ritmo de trabajo e incorporar nuevas tecnologías. En consecuencia, Españasolo contaba en estos años con 10 estudios de cine, 7 en Madrid y 3 en Barcelona, 8laboratorios y 6 estudios de doblaje.

De forma paralela, el Estado franquista, al igual que ocurría con la mayor parte de lasactividades productivas, aplicó una política muy intervencionista en el sector cinematográfico.El marco institucional autárquico, junto con la censura impuesta por el régimen, provocaronque durante los primeros años de posguerra las firmas españolas distribuyeran básicamentepelículas españolas. Dentro de este contexto, sólo se distribuyeron alrededor de 400 películasautóctonas, una cifra muy baja si tenemos en cuenta que durante el período había alrededorde 83 empresas operando en el mercado. Pero muchas de esas compañías, de pequeñotamaño y reducida capacidad de financiación, sólo fueron capaces de distribuir una únicapelícula que, casi siempre, era su propia producción. Por tanto, hablamos de un sector muydesequilibrado en el que la mayor parte de la actividad se concentraba en las empresas mássólidas. Desde 1944 la competencia aumentó debido a la llegada de las primeras casasdependientes de las multinacionales como Hispano Fox SAE y Universal Films, entre otras.

Los primeros tiempos de CPICSA debieron de ser difíciles pues, al año siguiente de sufundación, en 1940, José María Tabeada Lago ya se apartó de la sociedad. En este momentoRicardo Vicent Viana, quien quedaba como único socio de la compañía, decidió incorporarcinco nuevos inversores para relanzar la sociedad. La incorporación de estos socios permitióaumentar el capital social en 100 mil pesetas, a través de la emisión de 200 acciones alportador de 500 pesetas. No obstante, sólo se pusieron en circulación 60 de estas nuevasacciones, el resto permaneció en la cartera de la empresa. En esta nueva etapa el socio

3

fundador Ricardo Vicent se convirtió en el accionista mayoritario, ya que poseía cuarentaacciones nominativas “por su aportación a la compañía de patentes, concesiones, estudiosrealizados y proyectos, bases de la constitución de la sociedad” y diez títulos al portador de lanueva emisión. En conjunto, la posesión de estos dos tipos de acciones le permitía controlar el42,86% del capital social desembolsado.

Con la renovación de la compañía, su objeto social se amplió incluyendo “la fabricación,producción y distribución de películas, así como de filmes de propaganda institucional”. Paraconseguir estos objetivos los nuevos socios tenían la intención de construir unos estudioscinematográficos amplios y preparados para la producción de grandes producciones ydocumentales por cuenta propia y ajena. Compartiendo claramente las bases ideológicas delrégimen franquista, los estatutos sociales expresaban con claridad la intención de utilizarúnicamente materiales de procedencia nacional “salvo las excepciones impuestas por razonestécnicas”. De forma paralela, la práctica totalidad del personal empleado en las oficinas habíade ser de origen español.

Aunque no disponemos de balances ni cuentas de resultados para esta época, todo pareceindicar que la sociedad presentaba fuertespérdidas. De hecho, solo un año más tarde,en 1941, se vieron obligados a llevar a cabouna nueva ampliación de capital para hacerfrente a los malos resultados acumuladosen los ejercicios anteriores. Dentro de estecontexto, apareció la figura de Pedro Barriéde la Maza. Por estos años el grupo Pastorbuscaba una sociedad de cartera que almismo tiempo fuera capaz de producirganancias y autofinanciarse. Suspreferencias se orientaban hacia una

compañía en dificultades financieras y con sede en Madrid, cercana al poder económico y ala gran banca. La oportunidad surgió con la ampliación de capital de CEPICSA en 1941.

Efectivamente, la cinematográfica debía pasar por apuros financieros y sus socios decidieronaumentar el capital social a 6 millones de pesetas a la vez que reestructurar su funcionamientointerno. En paralelo, se decidió dividir la empresa en cinco departamentos independientes:Publisonora, La Ciudad del Cine, Filón Cultural (Noticiarios y Documentales), TalleresGenerales y, por último, Laboratorios, Producción y Distribución Cinematográfica. Bajo estanueva estructura, el objeto social de la empresa se diversificó. De un lado, siguió dedicándosea construir, instalar y explotar las columnas destinadas a la publicidad gráfica y sonora en lavía pública. De otro lado, continuó la explotación en España de la Red General de AltaFrecuencia, a través de los receptores tipo «CEPICSA» “que podrán ser instalados en todoslos hogares españoles”. Además se propuso construir la “Ciudad del Cine Español”, para laproducción de películas de alta calidad, de noticieros, documentales, dibujos, etc. Por

4

último, también pretendía dedicarse a las producciones culturales y pedagógicas, comodocumentales y noticiarios para los centros de enseñanza.

Aprovechando la reestructuración de esta sociedad, y a través de des de sus principalesempresas: el Banco Pastor e Industrias Gallegas, Pedro Barrié subscribió la mayor parte de laampliación de capital. De inmediato se convirtió en el presidente de la nueva compañía, dondeRicardo Vicent seguía ejerciendo de director general.

En los primeros años cuarenta la sociedad generó pérdidas globales que ascendieron a 1,59millones de pesetas. Sin embargo, a partir de 1944 comenzó a sanearse, con un beneficio dealgo más de 274 mil pesetas. Este cambio de tendencia pudo estar relacionado con laproducción y distribución de un número reducido de películas. Entre otras podemos destacarRojo y Negro (1944) dirigida por Carlos Arévalo, Correo de las Indias (1942) de Edgar Nevil,Aventura (1944) dirigida por Jerónimo Mihura, o el cortometraje el Fandanguillo (1942),premiado por el Sindicato Nacional del Espectáculo.

Ahora bien, los malos resultados obtenidos en los primeros años de funcionamiento de laempresa habían dejado como herencia un elevado grado de endeudamiento con variasentidades bancarias, llegando a alcanzar el 45,8% del pasivo. Durante el período, sus activosascendían a 27,5 millones de pesetas y su principal fuente de ingresos consistía en ladistribución de películas, seguida a mucha distancia de la producción, el doblaje y lapropaganda. Por otro lado, su actividad de cartera mantenía todavía muy poca importanciadentro de la facturación.

En la segunda mitad de los años cuarenta se produjo una mejora en todos los indicadores degestión de la sociedad, pero seguía manteniendo una gran dependencia de la financiaciónbancaria. Uno de los cambios más relevantes de esta etapa fue la creciente importancia desu cartera de valores que, en 1949, ya proporcionaba el 41,3% de los ingresos porfacturación, frente al 45,9% del cine que seguía siendo la actividad principal de la empresa.En este momento, las oficinas principales de la sociedad ya se encontraban en A Coruña, peromantuvo abiertas sucursales en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao.

Durante la década de los cincuenta se consolidaron las tendencias antes apuntadas. En efecto,en estos años la cartera de valores, que ya representaba el 82,5% de los activos totales,proporcionaba la mayor parte de los ingresos por facturación (71,1%). Mientras tanto, la

5

actividad cinematográfica fue pasando a segundo plano. Como la mayor parte de lasoperaciones de cartera se realizaban en A Coruña, la plaza se convirtió en el principal centro denegocios de la empresa. Mientras tanto, en las sucursales se facturaba mucho menos,probablemente porque en ellas sólo se realizaban negocios relacionados con la distribuciónde películas y propaganda.

En la actividad distribuidora de estos años predominaba la facturación por películasextranjeras (90,3%) frente a las españolas (9,7%), a diferencia de lo que había ocurrido en los40, cuando apenas llegaban producciones de fuera. En realidad, las películas de facturanacional apenas eran rentables. Por el contrario, la explotación de películas extranjeras eramuy lucrativa, especialmente las estadounidenses, a pesar de que muchos de los Films nollegaban a rebasar las altas exigencias de la censura franquista. Para dar publicidad a estosproductos de importación se confeccionaban programas silueteados que tendían a adaptarse ala temática o al mismo título de las películas. De esta forma, se ofrecía un indudable valorañadido a la promoción y a la comunicación que se pretendía establecer a través de losprogramas de mano.

En realidad, la inversión que en las primeras décadas de la posguerra civil se hizo en el cineespañol procedió en su mayor parte del apoyo del Estado, ya que las productoras de la épocaencontraron en las licencias de importación y en los créditos y premios sindicales el banco másasequible para sus negocios. Lejos de importarle los resultados comerciales de las películas deproducción propia, su objetivo prioritario consistió en abordar temas que resultaran atractivospara la Junta de Clasificación correspondiente. El informe de valoración emitido por laComisión Clasificadora marcaba el reparto de las licencias de importación que daban acceso ala distribución de las películas extranjeras, los productos que mayor demanda tenían en laexhibición y, por lo tanto, los que más dinero dejaban a las salas.

A principios de los años cincuenta la política del régimen franquista experimentó un giro haciauna mayor apertura exterior. Dentro de este nuevo contexto, el gobierno dictatorial mejorópaulatinamente sus relaciones con los Estados Unidos y con diferentes organizacionesinternacionales. Esta apertura diplomática permitió la entrada en España en la UNESCO (1952)o la Organización Internacional del Trabajo (1953), entre otras instituciones. Por un lado, lasnegociaciones militares con Estados Unidos derivaron en tres acuerdos sellados en el Pacto deMadrid (1953) con las firmas de Franco y Eisenhower. En el tratado, ambos gobiernos secomprometieron a la defensa mutua en el terreno militar, acordaron el establecimiento detres bases militares en España y, finalmente, aprobaron medidas de ayuda económica paraEspaña. En consecuencia, las relaciones entre España y la primera potencia mundial seestrecharon.

Como parte de este nuevo marco político, España firmó un acuerdo de cinematografía conEstados Unidos en 1952. Según la memoria de la sociedad, se trataba de un pacto que,“aunque un poco escaso para las distribuidoras españolas, permite la adquisición [de películas]a través del Instituto [Español] de Moneda [Extranjera] y en el plano de la distribución, la

6

entrada en España de películas de aquel país”. En el marco de este acuerdo CEPICSA comprólos derechos de distribución de “La chica del FBI” para la temporada 1952/53. De formaparalela, la sociedad llegó a un acuerdo con Centro Films para distribuir cinco películas: tresespañolas, tres mexicanas, una inglesa y una alemana. Igualmente, tomaron en distribución“dos películas de la casa Republic, aplicables al resto del cupo que nos corresponde del año1952 con el convenio americano”.

Obviamente, la progresiva apertura de la economía española hacia el exterior y la suavizaciónde la censura se reflejó de manera positiva en las cuentas de la sociedad, Así, en 1952, losactivos totales ascendían a 333,8 millones de pesetas, un 26% superiores a los del ejercicioanterior. La facturación (12,2 millones) seguía encabezada por el producto de la cartera devalores que ascendía a 9,2 millones, seguida muy de lejos por la explotación productiva (2,9millones).

Las expectativas de negocio dentro del nuevo contexto económico de un país que dejaba atráslos años de autarquía impulsaron un cambio organizativo en el departamento del cine. Enparticular en 1953, se reorganizó la dirección de la compañía y algunas de sus dependenciascon el fin de “intensificar la distribución de películas”. La reestructuración dio frutos positivosen la actividad cinematográfica, pero a estas alturas el negocio de cartera ya marcaba laspautas de comportamiento de la empresa.

«Entre los éxitos logrados en el campo cinematográfico destaca la explotación de la película «Elhombre tranquilo», calificada por la prensa como una de las mejores películas exhibidas en elaño. Con objeto de alcanzar el mayor índice en la explotación de esta película, hemos tenidoque disponer 20 copias de ella, y tanto en Madrid como en Barcelona, por no citar otrasciudades, el éxito económico acompañó a la exhibición de la misma, siendo de hacer notarque en la última de las citadas ciudades fue exhibida por espacio de siete semanas, lo queconstituye el mayor rendimiento obtenido por la sociedad»

Durante la década de los cincuenta ya habían desaparecido de escena Ricardo Vicent Viana ysus colaboradores. Durante estos años el Consejo de CEPICSA estaba configuradoíntegramente por una directiva fiel al Pastor, encabezada por su presidente Pedro Barrié. Dehecho, a mediados de esa década, el Banco Pastor e Industrias Gallegas se convirtieron en losúnicos accionistas de CEPICSA. A través de la sociedad, el grupo Pastor, al igual que habíahecho antes con Industrias Gallegas o Sobrinos de José Pastor, invirtió en numerosasempresas, incluyendo los buques insignia de la casa, como FENOSA y ASTANO (Cuadro XXVI).

Durante los años sesenta, el capital social deCEPICSA creció de forma espectacular,pasando de los 50 millones en 1962 hasta los750 en 1966. Estas inyecciones de capital ledaban mayor capacidad de maniobra paraaumentar su actividad de cartera. Losaumentos de capital fueron cubiertos porotras empresas del grupo Pastor (BancoPastor, Industrias Gallegas, Sobrinos de J.Pastor) que controlaban más del 95% delcapital social y el pequeño porcentaje restantefue adquirido por las cuatro ramas familiares

7

del Pastor: “los hermanos Pedro y Gertrudis Barrié de la Maza, las hermanas Rosario e InésRodríguez Pastor Ryan, los hermanos Carmen, Martín, Joaquín y Concepción Díaz de Rábago yÁlvaro Rodríguez Pastor Guitián. Por lo tanto, había un control total de la empresa por partede la familia, ya que no existían accionistas ajenos a la misma. Ahora bien, a finales de los añossesenta se permitió la entrada de cuatro nuevos accionistas procedentes de la alta direccióndel grupo Pastor y que se repiten en otras empresas del grupo.

Al despertar de los setenta la estrategia del grupoPastor cambió debido probablemente a los efectosde la ley de incompatibilidades, que obligó a PedroBarrié de la Maza a salir de algunos consejos deadministración, y el impacto de la crisis industrial de1973, que incrementó el riesgo de las inversiones decartera. Dentro de esta coyuntura, en 1974 sedecidió reunificar el marco de actuación de las dossociedades de cartera del grupo (INGASA y CEPICSA),a través de la creación de una nueva compañía

denominada Inverpastor SA. El objeto social de la nueva empresa era la “adquisición, tenencia,disfrute, administración general y enajenación de valores mobiliarios para compensar por unaadecuada composición de sus activos, los riesgos y los tipos de rendimiento, sin participaciónmayoritaria económica o política en otrassociedades”.

La nueva sociedad de inversión mobiliaria fueestablecida con un capital social de quinientosmillones de pesetas aportados por tres socios:Banco Pastor (20%), Industrias Gallegas (45%) yCEPICSA (35%). La mayor parte del capital fueotorgado en valores mobiliarios pertenecientes ala cartera de cada una de estas sociedades. Elprimer consejo de administración fue constituidopor personas ajenas a la familia Barrié, excepto eljoven Vicente Arias Mosquera, sobrino deCarmela Arias y Díaz de Rábago, que con apenas27 años ya actuaba como vocal de la firma.

En los años ochenta tanto INGASA como CEPICSAse hicieron más madrileñas, ya que la mayorparte de los miembros de sus consejos deadministración estaban compuestos pordirectivos de la capital. Durante este períodoapenas tienen actuaciones de relevancia. Ahora bien, resulta curioso observar cómo en estosaños ambas sociedades incluyeron dentro de su objeto social “la adquisición y venta deterrenos y solares, urbanizaciones y promociones inmobiliarias”. Podemos afirmar que en lasúltimas décadas del siglo XX, al margen de que cada una de las dos empresas mantuviera suobjeto social tradicional, compartieron caminos paralelos. Efectivamente, con fecha 1 de juliode 1997, las dos sociedades de cartera CEPICSA e INGASA se disolvieron sin liquidación y contransmisión en bloque y a título universal de sus patrimonios a la sociedad absorbente, elBanco Pastor.

8

Construyendo empresas. La trayectoria de los emprendedores coruñeses en perspectivahistórica, 1717-2006, A Coruña, CEC, 2 vols.

ISBN 978-84-692-5150-8 y 978-84-692-5151-5

Publicado el 24-11-09.

Alonso Álvarez, Luis; Lindoso Tato, Elvira; Vilar Rodríguez, Margarita (2008)