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    ALBERT VANHOYE, S.I.

    LA SITUACIN DEL CRISTIANO EN EL MUNDOSEGN HEB 3, 7 - 4,11

    Longue marche ou accs tout procbe? Le contexte biblique de Hb 3, 7 - 4, 11, Bblica,

    49 (1969) 9-26

    Generalmente se admite que el tema de la marcha por el desierto ocupa un lugarimportante en la carta a los hebreos. Se suele comparar, por lo dems, la situacin de loscristianos a la de los israelitas en su xodo. As, C. Spicq presenta como uno de los

    puntos esenciales de la teologa de la carta el del "pueblo de Dios peregrinante" y E.Ksemann lo considera "el tema fundamental". Se basa para ello en la primera y largaexhortacin de Heb 3, 7 - 4. 13 donde se cita y comenta un pasaje del salmo 94 1: setrata de un fragmento -nos dice- "en el que se disciernen las posibilidades de laexistencia cristiana". Semejante interpretacin, sin embargo, se apoya en la versinhebrea de dicho salmo, siendo as que el autor de la carta tena presente la versin

    griega de los Setenta.

    Esta cuestin de mtodo exegtico marca una divergencia de interpretacin que, una vezdeterminada, se confrontar con el conjunto de la carta. El problema atae a laconciencia que tienen los cristianos de su situacin en la fe: el Reino de Dios se hahecho o no se ha hecho cercano a nosotros?

    LA DOBLE VERSIN DEL SALMO 94 (95)

    Para interpretar el salmo en cuestin instintivamente se recurre a su versin hebrea.Veamos, pues, lo que sta nos aporta para confrontarlo luego con lo que nos ofrece laversin griega.

    La perspectiva hebrea: un largo xodo

    "No endurezcis vuestro corazn como en Merib, como el da deMass en el desierto,donde vuestros padres me tentaron y probaron" (vv 8-9a). Merib y Mass son aqunombres de lugar y aluden al relato de x 17, 1-7 donde se nos da el motivo de talesapelaciones: "la querella (en hebreo rib) de los hijos de Israel y el haber tentado (del

    verbo nissah) a Yahv". Nm. 20, 1-13 es un relato paralelo: en l, el lugar slo lleva elnombre de Merib (ms exactamente "las aguas de Merib") y a Moiss y Aarn se lesreprocha su falta de fe (vv 10 y 12).

    Aparte de Sal 95, 8-9a (donde se alude al significado de Mass -"me tentaron"- segn laexplicacin de x 17, 7), slo en otro lugar de la biblia se encuentran juntos losnombres de Merib y Mass, pero aun en este caso (Dt 33, 8) volvemos a encontrar elgiro "las aguas de Merib" y, en vez de hablar de los hombres que tientan a Dios, esDios quien pone a prueba a Lev. Lo ordinario es hallar mencin solamente de las aguasde Merib: con relacin, por tanto, a Nm. 20 (y no a x 17), sin alusin al milagro delagua que brota de la roca (milagro citado varias veces en la biblia, pero sin aducir los

    nombres de Mass ni de Merib) e insistiendo, en cambio, en la desconfianza de Moissy Aarn (Nm. 20, 24; 27, 14; Dt 32, 51; Sal 106, 32) ; el texto de Sal 81, 8 se inspira

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    en otra tradicin diferente. Con respecto a Mass slo encontramos dos alusiones en elDt (6, 16 y 9, 22), pero son de carcter muy vago. Podemos, pues, concluir que en todoeste asunto las tradiciones no eran muy fijas y que el salmo 95 nicamente evoca conclaridad x 17 y Nm. 20.

    En dicho salmo hallamos tambin otras alusiones evidentes aunque no se refieran estavez a nombres de lugar. Se recuerda, en efecto, un juramento divino (v 11) narrado enNm. 14, 2123.28-30 y al que se aludir en Nm. 32, 10 y Dt 1, 34 s: el pueblo,desanimado por el informe pesimista del grupo de exploradores, se niega a entrar enCanan y habla de regresar a Egipto (Nm. 14, 3s) ; entonces Yahv se ofende y juraairado que esa generacin incrdula no entrar en la tierra prometida. Lascorrespondencias literarias de los textos no se limitan a las palabras "jurar" y "clera",sino que tambin la mencin de los "cuarenta aos" (v 10) proviene de Nm. 14, 33s, laobservacin "y sin embargo haban visto mi obra" (v 9) corresponde a Nm. 14, 22 y el

    principio mismo de la exhortacin(" i ah,si hoyescuchseismi voz... ! ":v 7) se inspira enla constatacin negativa de Nm. 14, 22 y de sus paralelos (Dt 9, 3 ; Sal 106, 25).

    Resumiendo, podemos decir que el pasaje del salmo que nos ocupa, en su versinhebrea, describe la vida de Israel en el desierto como un tiempo de resistencia a Dios.Por tanto, aclarada la cita del salmo segn esta interpretacin, la exhortacin de la cartaa los hebreos relaciona estrechamente la situacin de los cristianos con la larga marchade los israelitas. Ms de un exegeta ha adoptado este punto de vista, sin preocuparse dedefinir con ms rigor la perspectiva del autor de dicha carta.

    La perspectiva griega: a las puertas de Canan

    Como se ha dicho, recurrir al texto hebreo es un error de mtodo pues el autor de lacarta lee el salmo en griego. Hay que ver si esta versin permite apreciar las alusionesque eran tan claras en el texto hebreo.

    Los Setenta suelen trasponer los nombres propios. Y as, cuando buscan un equivalentegriego de Merib como nombre de lugar (x 17, 7) escogen Loidrsis (sin artculo) envirtud del motivo que se da: "las injurias ( loidorean) de los hijos de Israel". Ahora bien:en Nm. 20 "las aguas de Merib" se convierten en "el agua de contradiccin" (tambinsin artculo:Antiloga),pero el motivo es "porque los hijos de Israel profirieron injurias(loidorein -como en x 17- por el hebreo rib) ante el Seor" (v 13). La incoherencia

    verbal no preocupa, pues, al traductor. La misma expresin surge, por lo dems, enNm. 27, 14; Dt 32, 51; Sal 105, 32... En nuestro salmo, Merib es traducido por laexpresin en t parapikrasm ("en la exasperacin": con artculo) que, por cierto, novuelve a repetirse en todo el AT. Por todo ello no puede pretenderse, contra lo que algnexegeta quisiera, identificar dicha expresin con un nombre de lugar traspuesto algriego. As pues, ni para un judo de habla griega ni, menos an, para un cristiano de lamisma lengua poda aludir semejante expresin al episodio de Merib.

    En cuanto a Mass, el griego traduce por ho peirasms ("la tentacin": con artculotambin), a diferencia de x 17, 7 (en que se da el mismo nombre, pero sin artculo).Tampoco aparece, pues, como nombre propio, y menos en el contexto en que se

    encuentra "cuando el da de la tentacin en el desierto". El lector piensa ms bien en

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    una accin, y lo que sigue en el texto confirma que se trata de un da memorable en elque los israelitas tentaron a Dios.

    Cmo identificar ese da de la tentacin, que es tambin el da de la gran exasperacin?Sal 78, 40s, presenta el tentar y exasperar a Dios como una falta repetida

    constantemente por el pueblo, e incluso (v 56) sta ser tambin la actitud en la mismatierra prometida. De todas formas, podemos resaltar algunos acontecimientos peculiaresa los que se aplican estos dos verbos: el episodio del man y de las codornices (vv 17 s;cfr. Sal 106 ,14 s), el de Mass (x 17, 2.7) y la revuelta consiguiente a la misin dereconocimiento de Canan (Nm. 14, 22). Es en esta ltima donde Dios mismo hablairritado contra todos los israelitas: "me han puesto a prueba ya diez veces (por dcimavez) y no han escuchado mi voz". La forma del verbo (eperasan) es la misma que ennuestro salmo, y la expresin "por dcima vez" da un relieve singular al acontecimiento:se trata de la tentacin suprema, hasta el punto que Dios se pone a jurar, desbordante declera" (nm. 14, 21).

    La continuacin del salmo confirma hasta la certeza esta nuestra primera impresin deque el acontecimiento a que aqu se alude es el de la negativa del pueblo a entrar enCanan. Esta certeza brota de comparar nuestro salmo con Nm. 14 y Dt 1, como yahicimos en la versin hebrea. En la griega se encuentran las mismas relaciones, eincluso ms reforzadas. En efecto: el verbo que introduce el juramento de Dios en elsalmo (mosa: v 11) es el mismo de Dt 1, 34 (mose : cfr. Nm. 32, 10) y si el salmistahabla de "clera" el Dt indica que Dios est irritado (paroxinthes, trmino que tambinencontramos en Nm. 14, 11.23 donde traduce incorrectamente el verbo hebreo"despreciar"). La mencin de la clera divina, por otra parte, se encuentra en trminos

    propios en Nm. 14, 34, al apartarse en griego del hebreo. Y esta insistencia en la cleraes lo que explica la traduccin del v 8 del salmo: "en la exasperacin". En fin, tambin

    la relacin de los "cuarenta aos" y del principio de la exhortacin se encuentra en laversin griega.

    Por todo lo anterior concluimos que el texto griego del salmo da la impresin de noatender ms que al acontecimiento de la negativa a entrar en Canan. No se trata, pues,de un largo camino: los israelitas se hallan cerca de la tierra prometida y se les invita aentrar en ella. Leyendo as el salmo, la situacin de los cristianos que nos presenta elautor de la carta es la de los israelitas a las puertas de Canan. Es la condenacin de losincrdulos lo que constituye el largo peregrinar hasta la muerte (Nm. 14, 33-35). Lavida cristiana no es un largo caminar por una tierra rida.

    LA PERSPECTIVA DE LA CASTA A LOS HEBREOS

    Heb 3, 12-4, 11: comentario a la cita del salmo

    Para que lo que precede tenga plena fuerza conviene probar ahora que el autor de lacarta comprenda en el sentido dicho -esto es, sin percibir la alusin a Mass y Merib-el texto griego del salmo. ste se comenta en una larga exhortacin (3, 12 - 4, 11),cuidadosamente dividida en tres partes (siendo 4, 1-5 la segunda de ellas). Veamos,

    pues, el sentido del comentario.

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    Digamos, ante todo, que es vano buscar en l una referencia al episodio de Mass yMerib. Semejante evocacin, por lo dems, no sera coherente con la lnea temtica delautor ya que en 3, 1-6 ha comparado a Jess con Moiss, a quien califica "digno de feen toda la casa de Dios"; el episodio del agua que brota de la roca, en cambio, va unidoen la tradicin bblica al recuerdo de la desconfianza de Moiss y del reproche que Dios

    le hace. Por el contrario, la alusin a Nm. 14 es aqu obvia pues los elogios de Heb 3,2.5 estn sacados de Nm. 12, 7 y 13, 1 (ntese que esto est de acuerdo con la tnicadel autor que tiene especialmente presentes los cc 12-19 del libro de los Nmeros).

    Si miramos ahora la primera parte del comentario vemos que est perfectamentedelimitada por la inclusin del trmino apista (3, 12.19). De dnde saca el autor estetema -tan importante para l- de la "incredulidad"? l mismo nos lo indica en el v 19:"no pudieron entrar(en la tierra prometida) a causa de su incredulidad" (cfr. Nm. 14,11; Dt 1, 32; 9, 23; Sal 105, 24: "despreciaron una tierra deseable, no creyeron en su

    palabra"). De hecho, el reproche de incredulidad est ntimamente ligado con latradicin de Nm. 14. As, el aviso que se da en Heb 3, 12 emplea los mismos trminos

    que Nm. 14, 9 (cfr. tambin Dt 1, 28 y Nm. 32, g): apostnai ("apartarse de") ykarda ("corazn": la calificacin de este ltimo como "malo" -poner- remite asimismoa Nm. 14, 27.35 en donde se aplica este calificativo a la "sinagoga". sin que vuelva ausarse en todo el Pentateuco); Heb 3. 13 habla tambin de "pecado" (amarta) como sehace en Nm. 14, 19.34. A partir del v 16, las alusiones del autor a Nm. 14 se hacenan ms evidentes ya que, explicando directamente el salmo y retomando sus trminos

    para formular las cuestiones, saca la expresin de las respuestas del mismo c 14 deNm. Es interesante, en concreto, constatar que en el v 18 (cfr. Sal 94, 11) el trminoescogido por el autor -"los indciles" (tos apeithesasin)- est tambin tomado de Nm.14, 43 y paralelos. Y el sustantivo correspondiente (apetheia) ser la palabra quedelimite la ltima parte de la exhortacin (4, 6.11).

    As, pues, ante tal abundancia de contactos entre ambos textos, es evidente que elpensamiento del autor est polarizado por el nico acontecimiento ocurrido a las puertasde la tierra prometida (Nm. 14). Se trata de entrar o no entrar en ella, y lo decisivo enesto es la fe: "entramos en su reposo nosotros que hemos credo" (Heb 4, 3).

    Hacia una mejor comprensin del pasaje

    Conseguida, por tanto, esta perspectiva como propia del autor de la carta, veamos ahoracmo desde ella se clarifican varios puntos del pasaje que nos ocupa.

    Cuando en 3, 14 se subraya que los cristianos deben "mantener firme hasta el final suposicin primera", el autor est apelando a una actitud inversa a la de los israelitas que,cerca de la tierra prometida, se rebelaron: "dmonos un jefe y regresemos a Egipto"(Nm. 14, 3). abandonando su situacin inicial con relacin al Seor (Nm. 14, 9:aposttai: cfr. Heb 3, 12).

    En 3, 16 y 4. 2 respectivamente, se recuerda que los israelitas "han odo" la palabra deDios, es decir, han sido "evangelizados". Nuestro contexto sugiere una interpretacin

    precisa, y el verbo "evangelizar" la exige: la "buena nueva" de la que se trata es la que

    anuncian Josu ("Jess" en los Setenta) y Caleb: "la tierra que hemos recorrido yexplorado es muy buena tierra; si el Seor nos es favorable, nos llevar a esa tierra y nos

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    la entregar: es una tierra que mana leche y miel" (Num. 14, 7 s; cfr Dt 1, 21.25). Elautor vea en este episodio una prefiguracin de la buena nueva del Reino de Dios: "eltiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est cerca; convertios y creed en la buenanueva" (Mc 1, 15). Ahora bien, no hablara de "buena nueva" si lo que tuviera ante losojos fuera la agotadora marcha de Israel por el desierto. Aqu se trata de entrar por la fe

    (Heb 4, 3) en la tierra del reposo, y el tiempo del verbo (en presente: eiserjmetha)indica que la accin de entrar es ya actual, aunque todava no haya concluido: para esto,Dios ha sealado un da (4, 7) ; de ah que quede la posibilidad de "apartarse" (3, 12),frente a lo cual se nos exhorta: "apresurmonos a entrar en este reposo" (4, 11).

    La tradicin bblica, como hemos visto, reprocha a los israelitas su incredulidad eindocilidad que van parejas en el acto de negarse a entrar en Canan. Heb 3, 19 empleauna frmula ms fuerte: "vemos que no pudieron entrar a causa de su incredulidad". Yes que, una vez ms, el autor est refirindose a Nm. 14 (vv 39-45; cfr. Dt 1, 41-45) ala maana siguiente del da funesto, el pueblo se decide a "subir a aquel lugar" y,aunque Moiss intenta disuadirlos, ellos se obstinan y se precipitan en el desastre,

    verificacin del castigo anunciado por Dios. Idntica referencia encontraremos cuandose trata de responder a la pregunta sobre cmo se justifica la afirmacin -que el autorhace por dos veces (4, 1.6)- de que "sigue en vigor la promesa de entrar en el reposo" deDios. Es el mismo juramento divino, en efecto, lo que contiene la promesa: "a vuestros

    pequeos... los introducir en la tierra, y heredarn la tierra de la que habis sidoapartados" (Nm. 14. 31; cfr. 14, 21-23; Dt 1, 35-39). Y el salmo 95 evoca tambinimplcitamente dicha promesa ya que, al dirigirse a los fieles reunidos, el salmista losconsidera como los "descendientes" de los israelitas, "sus padres" (v 9).

    En fin, Heb 4, 8 manifiesta que para el autor la entrada en Palestina no era ms que unaprefiguracin. Una vez ms, pues, parece evidente que aqul nicamente pensaba en la

    entrada en la tierra prometida, es decir, en el "reposo" de Dios.

    Relaciones con el resto de la carta

    Queda ahora por verificar, como ltimo paso, si esta perspectiva descubierta en nuestropasaje corresponde con la que el resto de la carta nos ofrece.

    Pensando en el c 11, donde el conjunto de la historia santa se nos presenta en un frescoimpresionante, nos encontramos con que toda mencin de la travesa por el desierto est

    aqu ausente (cfr. vv 29s; el v 38 no es ms que un rasgo junto a otros muchos paradescribir la suerte de los justos perseguidos). Por lo que respecta a los patriarcas (vv 8-10.13-16), la vida nmada mencionada tiene paradjicamente por marco "la tierra

    prometida" (v 9). As, la estancia de Abraham en Canan sera una prefiguracin a lasegunda potencia: la posesin de la tierra vendr con Josu, lo cual a su vez prefigura larealidadescatolgica. Los patriarcas son conscientes de que habitan fuera de su casa (v9: par-oikein, kat-oikein): son forasteros (v 13); y si se ponen en camino no es paravolver a la patria terrestre (v 15), sino porque sus anhelos estn polarizados por la patriaceleste (v 16). Por otra parte, el autor subraya la diferencia entre su situacin y lanuestra ("Dios nos reservaba una suerte mejor": v 40) y as. apoyndose en los ejemplosque acaba de citar, anima a los fieles a la paciencia (12, 1). Pero, fiel a su perspectiva, se

    guarda de evocar una distancia considerable y escoge la imagen de una carrera rpida:"corramos con (paciente) fortaleza la prueba que se nos propone" (12, 1: cfr. 12. 22).

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    La perspectiva escatolgica de la carta nunca es la de una demora interminable (10,25.36 s), sino que ms bien supone que las realidades escatolgicas son ya desde ahoraactuales: aunque de una manera oculta, el cristiano toma posesin de ellas por la fe (4, 3y 12, 28: los verbos correspondientes -"entramos en el reposo" y "recibiendo un Reinoinconmovible"- estn en presente): la iniciacin cristiana hace gustar desde aqu abajo

    "el don celeste" y desde ahora "los prodigios del mundo futuro" (6, 4s), y gracias aCristo, que es su sumo sacerdote. los cristianos tienen ljontes, en presente) "plenaseguridad para entrar en el santuario" (10, 19). Ms que de una estimacin cronolgicade la parusa se trata de la percepcin de una realidad ya presente en la fe. No se puede,

    pues, hablar de larga dilacin para describir la situacin cristiana.

    Es cierto que su vocacin impide a los cristianos instalarse en la ciudad terrena. peroesta exigencia de desprendimiento no es una llamada a un largo caminar. El ejemploque se les presenta es el de Cristo: "tambin Jess, para santificar al pueblo con susangre, padeci fuera de la puerta (de Jerusaln): as pues, salgamos donde l, fuera delcampamento (cfr. 13, 11). cargando con su oprobio: que no tenemos aqu ciudad

    permanente, sino que andamos buscando la del futuro" (13. 12-14).

    Podemos, por tanto, concluir que, lejos de contradecir la interpretacin dada a los cc 3-4de la carta la comparacin con el conjunto de la misma confirma la perspectiva queentonces indicbamos 2.

    Notas:1 Segn el texto griego de los Setenta, o salmo 95 segn el texto hebreo (IQ. del T.).2 Sobre la importancia y el sentido que el tema presente tiene en el conjunto de la carta,cfr. la Noticia complementaria y, en particular, la nota (1) de la pgina siguiente (N. delT.).

    Tradujo y extract: DOMINGO MELERO