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24 Páginas Año: 12 Número 282 06 de Junio 2012 ean los rostros sonrientes de todas estas señoras de la aldea Los Olivos, de San Luis Rey de Francia. Ahora, vean los pies de cada una de estas alegres aldeanas. Están calzados con chancletas donadas por los lectores del Heraldo Hispano, de Iowa e Illinois. Al fondo, una señora se ocupa en cerrar el zipper de una de las maletas vacías. Es la esposa de don Santos Maximiliano, el dueño de la casa. Pongan también la vista en la humilde fachada de la vivienda, levantada con tablas rústicas y sin pintar. A la derecha, un tramo de leña se alza en forma de pared. Observen también, unos tanates colgados por aquí; y, otros, guindados por allá. Al final, en el cuadro, prevalece un ramillete de mujeres sonrientes luciendo las chancletas de la felicidad. Habiéndonos deleitado con la foto de esta portada, ahora, acompáñenme a viajar hasta encontrar aquella lejana región de Guatemala, donde las personas aún reciben un par de chancletas, con un corazón agradecido y las manos temblando de felicidad. La hora es avanzada. El sol pronto se ocultará. Marlon Sanchinel va al volante; atrás, hemos dejado a San Luis y ahora subimos por un camino pedregoso y solitario. En la palangana, del picop de doble cabina, van dos maletas repletas de ropa y chancletas de variado diseño y color. Al avanzar, por una vuelta empinada, vuelvo la vista. La carga aún va segura. El espectáculo de la blancura de las cúpulas y fachada de la iglesia, captura mi atención. El Palacio Municipal, con su torre y tejado marrón, parece desearme un viaje placentero y feliz. Veinte minutos después arribamos a Los Amates. Nos recibe un caserío adormecido, un puente y un río cantarín. Un grupo de muchachos se zambulle en la corriente fresca y, bajo la sombra de un árbol de Amate, unos campesinos, con machete al cinto, luciendo sombrero de palma, charlan libres de la esclavitud del tic tac del tiempo o de la cercana puesta del sol. En otros veinte minutos habremos arribado a Los Olivos, nuestro destino final. Jonás, un amable joven aldeano, sale a nuestro encuentro y ofrece ayudarnos con una maleta. La otra, la llevan seis muchachas. Todas sonríen de oreja a oreja y bajan la pendiente como si fueran gacelas pastando en una llanura primaveral. Yo desciendo por la quebrada vereda con el instinto bien afinado. Un trompicón por aquí, una reculada por allá, pero bien o mal, desciendo. En las manos llevo un maletín repleto de chancletas; en el corazón, felicidad. Hemos arribado al lugar donde entregaremos ropa, chancletas y amistad. Unas quince señoras ya nos están esperando. Otras veinte, están por arribar. Una docena de niños se ha acurrucado a esperar el sencillo obsequio. Un chiquito, con ojos de conejo, se pasea por el patio de la casa, sobre un caballito de plástico de color gris. Lleva un pie descalzo y, el otro, calzado con una chancletita azul. Todos esperan con paciencia, nadie se apretuja contra nadie. Una buena parte del educado público ya recibió: chancletas, camisa y pantalón. -¡Miren! ¡Aún queda por abrir esta segunda maleta!-. Esa frase apacigua las ansias del resto del grupo y les dibuja una sonrisa en los rostros quemados de montaña y de sol. ¡Milagro! Hubo ropa y chancletas para todos y aún sobró. Ahora viene el momento de los abrazos de despedida y de las fotos. -¡Tómenos una a nosotros!-, gritan los niños. -Quiero tomarme una, pero abrazando a las señoras-, le pido al fotógrafo. Mi clara intención es sentirme cerca de esas almas humildes y agradecidas. La mayoría rehúsa. Cuatro valientes traspasan los límites de la cultura y se acercan, no mucho… pero se acercan. El sol va ocultándose. En el camino de regreso nos caerán las cenizas de la noche. En mi corazón siento la abundante generosidad de los lectores del Heraldo Hispano. ¡Todo sea, por las chancletas de la felicidad!, sonrío feliz. Por: Oscar Argueta V

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24 PáginasAño: 12 Número 282 06 de Junio 2012ean los rostros sonrientes de todas estas señoras de la aldea Los Olivos, de San Luis Rey de Francia. Ahora,

vean los pies de cada una de estas alegres aldeanas. Están calzados con chancletas donadas por los lectores del Heraldo Hispano, de Iowa e Illinois. Al fondo, una señora se ocupa en cerrar el zipper de una de las maletas vacías. Es la esposa de don Santos Maximiliano, el dueño de la casa. Pongan también la vista en la humilde fachada de la vivienda, levantada con tablas rústicas y sin pintar. A la derecha, un tramo de leña se alza en forma de pared. Observen también, unos tanates colgados por aquí; y, otros, guindados por allá. Al final, en el cuadro, prevalece un ramillete de mujeres sonrientes luciendo las chancletas de la felicidad. Habiéndonos deleitado con la foto de esta portada, ahora, acompáñenme a viajar hasta encontrar aquella lejana región de Guatemala, donde las personas aún reciben un par de chancletas, con un corazón agradecido y las manos temblando de felicidad. La hora es avanzada. El sol pronto se ocultará. Marlon Sanchinel va al volante; atrás, hemos dejado a San Luis y ahora subimos por un camino pedregoso y solitario. En la palangana, del picop de doble cabina, van dos maletas repletas de ropa y chancletas de variado diseño y color. Al avanzar, por una vuelta empinada, vuelvo la vista. La carga aún va segura. El espectáculo de la blancura de las cúpulas y fachada de la iglesia, captura mi atención. El Palacio Municipal, con su torre y tejado marrón, parece

desearme un viaje placentero y feliz. Veinte minutos después arribamos a Los Amates. Nos recibe un caserío adormecido, un puente y un río cantarín. Un grupo de muchachos se zambulle en la corriente fresca y, bajo la sombra de un árbol de Amate, unos campesinos, con machete al cinto, luciendo sombrero de palma, charlan libres de la esclavitud del tic tac del tiempo o de la cercana puesta del sol. En otros veinte minutos habremos arribado a Los Olivos, nuestro destino final. Jonás, un amable joven aldeano, sale a nuestro encuentro y ofrece ayudarnos con una maleta. La otra, la llevan seis muchachas. Todas sonríen de oreja a oreja y bajan la pendiente como si fueran gacelas pastando en una llanura primaveral. Yo desciendo por la quebrada vereda con el instinto bien afinado. Un trompicón por

aquí, una reculada por allá, pero bien o mal, desciendo. En las manos llevo un maletín repleto de chancletas; en el corazón, felicidad. Hemos arribado al lugar donde entregaremos ropa, chancletas y amistad. Unas quince señoras ya nos están esperando. Otras veinte, están por arribar. Una docena de niños se ha acurrucado a esperar el sencillo obsequio. Un chiquito, con ojos de conejo, se pasea por el patio de la casa, sobre un caballito de plástico de color gris. Lleva un pie descalzo y, el otro, calzado con una chancletita azul. Todos esperan con paciencia, nadie se apretuja contra nadie. Una buena parte del educado público ya recibió: chancletas, camisa y pantalón. -¡Miren! ¡Aún queda por abrir esta segunda maleta!-. Esa frase apacigua las ansias del resto del grupo y les dibuja una

sonrisa en los rostros quemados de montaña y de sol. ¡Milagro! Hubo ropa y chancletas para todos y aún sobró. Ahora viene el momento de los abrazos de despedida y de las fotos.-¡Tómenos una a nosotros!-, gritan los niños.-Quiero tomarme una, pero abrazando a las señoras-, le pido al fotógrafo. Mi clara intención es sentirme cerca de esas almas humildes y agradecidas. La mayoría rehúsa. Cuatro valientes traspasan los límites de la cultura y se acercan, no mucho… pero se acercan. El sol va ocultándose. En el camino de regreso nos caerán las cenizas de la noche. En mi corazón siento la abundante generosidad de los lectores del Heraldo Hispano. ¡Todo sea, por las chancletas de la felicidad!, sonrío feliz.

Por: Oscar Argueta

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Página 2 06 de Junio de 2012 EL Heraldo Hispano

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El Heraldo Hispano Página 3 06 de Junio de 2012

n aquellos tiempos, cuando América Latina era gobernada por dictadores, Guatemala, mi tierra, vio

sentarse en la silla presidencial, al más temible de esos tiranos: el General Jorge Ubico Castañeda. El dictador en su afán, por impartir justicia, a los ladrones les cortaba las manos y les arrancaba los brazos. A los mentirosos les abría agujeros en los labios y les cerraba la boca con un candado. A los adúlteros les cortaba las partes privadas y a los hijos desobedientes les cercenaba las orejas. Clotilde Portillo prestó un caballo a su amigo Cipriano Pocasangre. Necesitaba la bestia para ir al pueblo a comprar

medicinas. A su paso, le salió un contingente militar. La bestia donde iba montado era robada y por eso lo habían perseguido para capturarlo. El pobre hombre

trató de explicar su inocencia, pero nadie quiso escucharlo. Casimira Altamirano, la esposa del supuesto ladrón, viajó al pueblo, se dirigió a la cárcel y pidió visitar a su esposo. –Tengo mi brazo desgajado-, se quejó el prisionero. Con cada lamento el quejumbroso varón se sentía morir. Casimira, en vez de ponerse

a llorar, sintió en el corazón una explosión de fe. Abrazó al esposo por la espalda, lo levantó del suelo y, cuando ya tuvo control del adolorido cuerpo, metió su mano derecha en el sobaco del brazo desgajado y auxiliándose con la otra mano empujó, manipuló los gonces sueltos y no cesó de trabajar hasta ensamblar los huesos dislocados. Con nervios, músculos y huesos en su lugar, Clotilde, el torturado por mandato de Ubico, sintió volver a la vida. En ese mismo instante Casimira se convirtió en la “sobadora oficial” de toda esa comarca oriental. El legado de ese oficio ha pasado a hijos, nietos y bisnietos. Yo mismo, en mi viaje en marzo a

San Luis de Francia, recuperé del cuidado de la nieta, de esa primera sobadora, el tesoro de mi salud. Mi dolor en el hombro izquierdo no me lo causó el General Jorge Ubico Castañeda. En realidad no puedo culpar a persona alguna de ese agudo malestar. El dolor se agudizaba por las noches. Dormir solo por el hombro sano, me cansaba. Por el hombro enfermo, era imposible. En esos desvelos parecía fijarse en mi mente esta perturbadora idea: voy a perder mi brazo para siempre. El consejo de mis paisanos sanluiseños cuando me escucharon quejar, fue: Vaya con doña Felisa Portillo. Esa señora lo puede curar. Doña Felisa me pidió sentarme recto. A sus señas, levanté los brazos. La curandera de mirada apacible se colocó a mis espaldas, metió ambas manos en mis axilas, examinó, tocó, buscó la causa de mi dolor. Una vez percibido el mal procedió a curarme. Entre uno y otro masaje, rezaba.-Padre Nuestro bendice mis manos para llevar a cabo este milagro. No lo hago para ser alabada, sino para tu eterna honra y gloria… La curación acompañada del

místico susurro iba viento en popa. Los dedos de doña Felisa apretaban, sobaban y restauraban la parte dañada. Una voz dentro de mí afirmaba: “Ten fe. Esta buena mujer te está tocando donde necesitas recibir alivio.” En minutos, sentí correr por mis huesos adoloridos un delicioso calor. Por la calle iba sonriendo, caminaba como si hubiera vuelto a nacer. Al día siguiente, partí rumbo a la capital. En el aeropuerto tomé el avión; y, en horas, estaba de regreso en Mount Pleasant. Esa noche, al poner mi cabeza en la almohada, me asaltó un pensamiento. “¡No le pagaste a doña Felisa por sus servicios!” Ese pensamiento me hizo sentir como un condenado a muerte. A mi regreso a San Luis, en mayo pasado, corrí a la casa de mi benefactora, después de saludarla y agradecerle le pedí disculpas y ofrecí pagarle.-No me debe nada. Esta obra es de Dios. Yo solo soy su sierva. El salario yo lo recibo de allá arriba, pero en satisfacciones y en felicidad-, fue su respuesta. En mi corazón solo sentí el infinito deseo de responder. Amen.

Por:OscarArgueta(Guatemala)

EDITORIAL

E

XXXVNuestra dicha no tendrá nombre

al amarnos esta noche con fervor.Desde aquí veremos las estrellas;desde aquí el rumor de la fuente,

mantendrá despierto nuestro amor.

Nos amaremos con sabor a miel;con amor joven y rojo de pasión.Y nuestros cuerpos sobre pétalos,en vez de sentir la tierra helada;arderá sobre llamas carne y piel.

Nuestra dicha no tendrá nombre;y todo cuanto tengamos para dar:nuestra carreta cargada de locura,la mirada larga de nuestros ojos,todo, pondremos todo, en el altar.

Ataremos las orillas de la noche,con el cordel de nuestros deseos;y esclava de nuestras voluntades,afrentada y vencida se dormirá,pero el amor los ojos no cerrará.

Nuestra dicha no tendrá nombre;y si nos preguntan por qué es así,o por qué nos amamos esta noche,como si el sol no regresara más:amar es divino, diremos los dos.

Esta noche nunca será suficientepara amar con la fuerza del mar.

Por: Oscar Argueta

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Página 4 06 de Junio de 2012 EL Heraldo Hispano

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El Heraldo Hispano Página 5 06 de Junio de 2012El Heraldo Hispano se encuentra en estos

establecimientos comerciales:

IOWAAMES

Hy-Vee 640 Lincoln Way / 515-232-1961West Hy-Vee 3800 Lincoln Way / 515-292-5543

BETTENDORFAzteca III 2400 Spruce Hill Dr. 563-344-2121

BURLINGTONCasa Fiesta, 2570 Mt Pleasant St.

Lindo México, 622 Jefferson St. 319-753-9952

Trailways, P.O. Box 531 1-800-992-4618Biblioteca Pública, 210 Court St. Burlington

(319) 753-1647

CEDAR RAPIDSPanadería Lupita, 3300 Johnson Av. NW

319-366-1181Tienda Don Miguel 2127 Wiley Blvd SW

319-396-2588El Mercadito, 700 1st Av. NW 319-365-9733

El Rancho Mexican Restaurant2747 16th Av. SW 319-298-8844

Tienda. Guanajuato, 3915 Center Point Rd NE 319-743-0081

Fiesta Del Sol Restaurante4801 1st Avenue Southeast, Cedar Rapids, IA

(319) 373-2477‎Salsa del Río Resturant

209 3rd Street SE Cedar Rapids, IA319-362-2627

COLUMBUS JUNCTIONDollar Store, 219 Main St. 319-728-8020

La Perla de México, 225 Main 319-728-8182 Santa Ana Bakery, 214 Main 319-728-5010

Taquería La Hacienda,120 North Main 319-728-8099

CORALVILLEEl Dorado Mexican Restaurant

102 2nd. Ave. Suite C. 319-688-5237Tienda Lupita, 108 2nd. Ave. Coralville

319-338-1282El Centenario 895 22nd Ave. 319-631-4953El Paso Taquería, 2020 8th St, Coralville, IA

319-358-8200 319-358-1741

CLIVELa Preferida - Mexican Market, 1800 NW 86th

St. (515) 278-5806Elegante Salon, 1800 NW 86th St.

(515) 727-6058Lara’s Bakery, 1800 NW 86th St, Ste 19

(515) 276-5589

DAVENPORTAzteca I Restaurant

(Walnut Center)4811 N. Brady St.563-386-6689

Azteca II, 2843 E. 53 RD St.El Rodeo Restaurant, 3566 N. Brady

563-445-1315Los Agaves Mexican Grill

328 N. Brady Stree 563-386-5949Tienda las 7 Luminarias, 903 W. 3td. St. 563-

323-5977Tienda La Finca

916 W 2nd Street, 563-322-0041

DES MOINESLa Tapatia 2, 4007 SE 13th St.

515- 256-3283Pasteleria La Michoacana 1552 E. Grand Ave.

Space B 515-265-0696La Cruz Mexican Market, 3900 E 14th St.

515-264-9441La Favorita, 1700 E. Grand Ave

515-262-5489La Tapatía Market, 1440 Des Moines St

515-262-8097Mundo Latino Insurance Agency

4601 SW 9th St 515-287-005Tienda La Mexicana

1524 E. Grand Ave 515-265-8614La Preferida Mexican Market

1800 N 86th St Clive 515-278-5806La Michoacana Mexican Groseries

433 5th St. West Des Moines 515-255-5329El Salvador del Mundo Rest. Salvadoreño, 2901

6th Ave. 515-244-5224Tienda El Palomino, 3116 E. 14th St.

515-265-4410Pasteleria Raquel, 1521E. Grand Ave.

515-263-9233 515-771-1825.Foto Fiesta 1521 E. Grand Ave

515-264-1999Distribuidora Reyes

1605 Grand Ave. 515-770-5182Paleteria La Michoacana

1552 Grand Ave. Suite B 515-265-0696

EVANSDALEEl Señor Tequila, 3466 Lafayette Rd.

319-287-5352

FAIRFIELDLa Hacienda Mexican Restaurant

2803 West Burlington

IOWA CITY4 Season, 1022 Gilbert Ct. Iowa City, IA

319-541-5228El Peine Loco, 1930 South Gilbert St.

319-358-5710Los Portales, 1402 S. Gilbert St. y Hwy 6

319-358-1308Hy-Vee 1720 Waterfront Dr. (319) 354-7601

Tienda El Paso, 609 Hollywood Blvd. 319-338-3703

El Cactus Rest., 1921 Keokuk St. Iowa City319-338-5588

Acapulco 2, 1937 Keokuk 319-338-1122319-358-8182

Potentially Yours 1705 S. 1st. Avenue, 319-512-7593

Lucky Resale 1652 Sycamore St.(Sycamore Mall) 319-512-2486

MARIONVilla’s Patio Resturante

433 7th Ave Marion, IA (319) 447-1101El Perico

835 7th Avenue, Marion, IA(319) 373-8144‎

MARSHALLTOWNLos Tucanes, 15 S. 7St. Marshalltown

641-753-0508Pan. Arcoiris, 28N 1st. Av.641-752-0714

Abarrotes Villachuato, 31 N, 1st. Ave. 641-752-2240

Carnicería y tienda La Salud, 17 N. 1st. St. 641-752-1741

Discoteca Mayra, 16 N. 7 St. Ave.641-752-6602

Angel’s Store, 20 E. Main St. 641-844-9900El Vaquero, 114 W. Main St. 641-753-0845Grocerys Tortillería Gaytán, 505 N. 3 Ave.

641-753-6150Hy-Vee 802 S. Center St. 641-752-4525

Lara’s Bakery, 707 North 3rd Ave. 641-752-0152

MOUNT PLEASANTMotel Heildelburg, HWY 34 E. 319-385-8968

Midtown Coin Laundry 420 N. Adams St.319-385-3313

Jet Stop Laundry1301 E Washington Street (319) 385-4321

MUSCATINECristian Hair Salon,102 E. 2nd St.

563-264-0247Tienda El Olmito,502 Mulberry Av.

Rest Izalco 825 Oregon Av. 563-263-0458

Dollar Store, 119 E. 2nd St. 563-264-8286Guadalajara Resturante 203 East 2nd. St.

563-264-8192Las Lomas Restaurant, 1519 Park Ave.

(563) 264-0904Hy-Vee 2400 2nd Ave. (563) 264-2420

Temp Asociation104 Cleveland Street (563) 263-6589

Central Bank301 Iowa Avenue, # 204 (563) 263-3131

OSCEOLATienda La Pequeña, 112 N. Main St

641-342-1521

OTTUMWAExcel Corporation, S Iowa Ave

López Bakery, 223 N. Sheridan Ave. 641-684-6231

Pupusería Juanita’s Restaurant537 Church St. 641-682-1530

Tda. La Jaliscience, 311 E. Main St. 641-682-9610

Tda. México Lindo, 606 W. 2nd. St. 641-683-4456

Tda. La Guadalupana, 301 Church St. 641-682-6937

Tienda Corazón Latino, 412 E. Main 641-682-8690

Taquería La Juquilita, 624 E. Main641-684-6273

OSKALOOSAChory’s Auto Sales y Abarrotes López

1505 A Av. East 641-673-0154Mi Ranchito Mex. Rest, 112 East 1st Av. 641-

672-9773

PELLAEl Charro, 514 Main 641-628-2307

PERRYH. Hernández Mex. Bakery,1114 2nd St.,

515-465-2994Tienda Latina, 1104 2nd St., 515-465-7270Casa de Oro, 1110 2nd St. 515-465-8808

TAMAMiguel’s Store, 900 E. 5th St. 641-484-4662El Gallito, 117 W. 3rd St. 641 – 484 – 3652

TOLEDOEl Campesino Mexican Rest.

401 W. Hwy 30, 641-484-2860

WASHINGTONAdriana’s Salon 216 N. Iowa Ave

319-653-4780Hy-Vee 528 South Highway 1

319-653-5406Rest. Casa Grande, 321 S Iowa Ave

319-653-3553Fareway Store Inc., 301 North Marion Avenue

(319) 653-5064

WATERLOOEl Mercadito, 520 La Porte Rd.

319-232-2635La Placita, 322 W. 4th St. 319-232-4228

La Michoacana, 1221 Frankland St. 319-236-9990

Chapala Resturant900 Laporte Road (319) 287-8005

La Guadalupana, 1010 Mitchell Ave., Suite 6319-236-1374

Rodeo, Moda y Más, 185 W 11th St.(319) 232-1909

Salsa Express, 189 W 11th St. (319) 234-3410

WEST LIBERTYPan. Acapulco, 311 N. Calhoun St.

319-627-6745West Liberty Foods 319-627-2126Dollar Store, 320 N. Calhoun St.

319-627-2340 Tortillería El Norte, 110 N. Columbus

319-627-2617La Rosa Market, 109 West Third St.

319-627-7266

ILLINOIS

EAST MOLINESupermercado El Monarca 755, 15th Av.

Tel. 309-278-0267La Primavera II

914 15th Avenue (309) 755-6315Chiquis Boutique, 655 17th Ave. 309-755-4076

La Rosa de Michoacan1821 19th Street (309) 755-4462

Claudia Salon924 16th Avenue (309) 755-3685

GALESBURGAcapulco Resturant1576 N. Henderson St.

(309)345-0066Hy-Vee 1975 National Blvd (309) 344-1100

Hy-Vee 2030 East Main Street 309-342-1615Guadalaja Mexican Store

403 East South Chambers St. (309) 853-3242 El Rancherito

1824 N Henderson St (309) 341-2233‎Hacienda Jalisco Mexican Resturant

2105 E Main St (309) 344-2957

MOLINELa Primavera Mexican Grocery & Restaurant,

Inc., 1510 6th Av. 309-762-6007Tie & Rest El Mexicano 448 Rail Road Ave.

309-764-3127Tienda La Imperial, 134 4th Av.

309-797-5984Cristina’s Boutique, 829 18th Ave.

309-797-1069El Valle

409 7th Street (309) 277-0212La Floraciente

Market 385 5th 309-797-2487

MONMOUTH, ILLINOISLa Pequeñita, 117 S. 1st 309-734-7776

La Tapatia Mexican Resturant, 220 South Main St. 309-734-7280

Jalisco Supermarket110 E Archer Avenue 309-734-4277

Los Ranchitos Resturante801 N. Main 309-734-2233

ROCK ISLANDLa Rancherita 4118 14th Avenue

(309) 794-1648

SILVISTda. San Luis,818 1st Av. 309-755-4103

Lolita Resturant422 1st Ave. 309-755-3352

Biblioteca Pública105 8th Street (309) 755-3393

ADIOS Y GRACIAS El señor vietnamita lleva tres años viniendo a mi oficina para tratar de solucionar el caso de su esposa, cada Navidad me trae un regalo. Finalmente, después de apelar la denegatoria de su caso, logramos que el consulado de Estados Unidos en la capital vietnamita acepte su derrota, y le conceda la visa a su esposa y a su hijastro, justo a tiempo, antes de mi planeada mudanza a Nueva York. Este señor, que casi no habla inglés llega apresurado a mi oficina con un sobre: “Es para Usted”, me dice, en su inglés imperfecto. Abro el sobre y veo diez billetes de $100 cada uno. Le digo “No señor, no puedo aceptar esto, usted ya terminó de pagarme mis honorarios”. No acepta mis razones, haciendo repetidamente la venia, característica señal de respeto en muchas culturas orientales, me dice: “Esto es un regalo. Por diez años estuve separado de mi esposa. Es un billete por cada año de separación. Gracias a usted estamos juntos. Acéptelo por favor”. Otro cliente se entristece tanto cuando le doy las nuevas de mi inminente partida: él y su familia tienen muy poco, pero su señora me trajo tamales cuando lo saqué de la cárcel, y ahora están felices porque ya le conseguí una autorización de empleo. Me dice: “siento que me gané la lotería, usted ha cambiado mi vida, ya no ando con miedo, ya tengo licencia”. Rápidamente saca un billete, sólo uno, pero es un billete especial. “Licenciada, este es un billete de $2.00; yo lo tengo desde hace mucho conmigo, pero ahora se lo doy para que lo tenga usted y le dé suerte en Nueva York”. Tengo que aguantar la emoción: este hombre que tiene tan poco, me da algo valioso para él, la generosidad en medio de la carencia. Así podría llenar decenas de páginas, contando sobre la generosidad y decencia de los clientes a los que he tenido el privilegio de representar en los

trece años que llevo de abogada en Iowa. Mi familia y yo nos vamos a New Paltz, Nueva York, debido al trabajo de mi esposo. Es posible que venda mi práctica a otro abogado, y que me quede con una cartera de clientes reducida, solo con aquellos casos que pueda manejar desde lejos, y lo más probable es que en unos meses tenga que empezar de cero en Nueva York, como lo hice en Iowa. Quiero, desde estas páginas, agradecer al Heraldo Hispano, que me permitió llegar a sus casas y tratar de aconsejarles

para que no los engañen y para que, como decimos en mi tierra: no se dejen “pisar el poncho”, para que sepan cuáles son sus derechos. Quiero que nunca, nunca olviden que el estar ilegalmente acá no lo hace un ser de menor valor, y quiero instarlos para que inculquen en sus hijos e hijas la idea de que la única llave del éxito es el estudio. En vez de endeudarse y buscar padrinos para la quinceañera, endéudese y busque ayuda financiera para la educación de sus hijos. No hay otra salida para salir de la pobreza. No olviden mis consejos legales: cuando busque un abogado, huya de aquel que no lo escucha, que le grita, que lo desprecia, que le increpa por haber venido ilegalmente. Pregunte a sus amigos por referencias de abogados, no

se fíe de las páginas amarillas. Nunca acuda a alguien que no es abogado para obtener ayuda legal, como “notarios” o “consultores de inmigración”. Nunca se haga pasar por ciudadano norteamericano para NADA, ni para trabajar. No lleve consigo papeles “chuecos”, si los tiene, deshágase de ellos. No lleve consigo información sobre el sitio donde trabaja, como talones de cheques o carnet de identificación. Nunca, nunca, nunca deje de hacer su declaración de impuestos. Guarde cada pedazo de papel que sea evidencia de que usted ha vivido en los Estados Unidos, en unos años le va a ser necesario tener papeles como constancias de transferencias de dinero, contratos de arrendamiento, recibos por compras de muebles, records médicos o de la escuela. No los bote. Si usted es indocumentado y tiene un encuentro con las fuerzas del orden, sea respetuoso, pero tenga bien en claro que no tiene ninguna obligación de hablar con nadie. Tiene el derecho a mantenerse en silencio, no pueden obligarlo a decir de qué país es o cómo entró a Estados Unidos. Recuerde que cuando tome no maneje y cuando maneje no tome alcohol. Finalmente quiero agradecerles por haberme permitido llegar hasta sus hogares; por sus llamadas, por sus mensajes, sus citas en mi oficina; por confiarme sus casos y los de sus seres queridos. Los admiro mucho: su determinación, el amor y lealtad a la familia, su ética de trabajo son valores con los que me identifico plenamente. He aprendido mucho de ustedes. Les deseo la mayor de las suertes y si hay algún cambio importante en el ámbito de inmigración y mis amigos del Heraldo Hispano me lo piden, pues volveremos a estar en contacto. Hasta entonces.

“No olviden mis consejos legales: cuando busque

un abogado, huya de aquel que no lo

escucha, que le grita, que lo desprecia, que le increpa por haber

venido ilegalmente...”

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Emma Reverter escribió un artículo titulado: “Nueva York, la meca de las lenguas perdidas”. Primero pensé que era un buen título para un libro y segundo volví en mi memoria a las calles de esa ciudad. En el constante hormigueo de personas caminando por Manhattan y el enjambre de taxis, bocinas, y sonidos diversos. Uno puede elegir en qué dirección caminar y dejarse llevar por la marea humana. Cuando el oído se acostumbra a la rica estimulación auditiva, comienza a reconocer diferentes idiomas. Caminar en un grupo de personas que hablan en sus teléfonos celulares o entre sí, llega ser una experiencia única. La mente intenta descifrar los diferentes idiomas en bases de algunas palabras, sonidos guturales o la forma del lenguaje corporal cuando comunican sus pensamientos. “Si un lingüista quiere estudiar y documentar lenguas en peligro de extinción puede cruzar desiertos, atravesar selvas, navegar por ríos perdidos y vivir con tribus indígenas o ir a Nueva York. Se calcula que en la ciudad se hablan más de 700 lenguas y de éstas, la mitad podrían extinguirse antes de fin de siglo”, escribe Reverter. Ese dato no es menor. ¡Una ciudad con aproximadamente 700 lenguas! En el artículo, la autora explica, que una de las que esta en peligro de extinguirse, es la garífuna. “Originaria de África y que se hablaba en la isla caribeña de San Vicente, donde los garífuna llegaron tras escapar cuando eran transportados en un barco para ser vendidos como esclavos a América Latina. En 1796 los británicos expulsaron la comunidad garífuna y obligaron

a los que se quedaron a hablar inglés. El país de San Vicente y Las Granadinas se independizó del Reino Unido en 1979. Tras dos siglos de presencia británica ya no quedaba ni rastro de ese idioma en la isla”. Un músico que creció en Belice y actualmente vive en Brooklyn, se ha propuesto resucitar la lengua. James Lovell, desde un centro cultural de Bushwick, la parte de Brooklyn con más habitantes de América Latina y del Caribe, impulsó un taller para 70 niños

y adolescentes de la isla San Vicente, para que aprendieran a cantar en garífuna. Lo ayuda el lingüista Daniel Kaufman, uno de los fundadores de Endangered Language Alliance (Alianza del Idioma en Peligro, ELA en sus siglas en inglés), con sede en Manhattan y que trabajan con las comunidades neoyorquinas que hablan idiomas en peligro de extinción. La misión de la ELA es documentar los idiomas, como el garífuna, el zaghawa (una lengua sahariana) o el mamuju (una lengua austronesia). Kaufman recorre Nueva York para grabar cintas de audio, filmar, fotografiar y documentar y de esa forma registrar esos

idiomas en vías de desaparecer. La danza y la música garífuna, fue proclamada en el 2001 e inscrita en el 2008 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Lovell afirma que, “«El garífuna fue una lengua estigmatizada en la Isla de San Vicente porque los ingleses difundieron rumores para atemorizar a la población. Los ingleses dijeron que los garífuna éramos caníbales para aterrorizar a sus esclavos y

que no se atrevieran a acercarse a los negros libres”. Y esto es lo que Lovell considera que pasó en la Isla de San Vicente. «Walamiserun (esta es nuestra mala experiencia), Yurumei Negebuga Wagierabei» (la isla de San Vicente era nuestra casa). En el mundo se hablan más de 6.000 idiomas pero presiones culturales, políticas y económicas fuerzan a muchas comunidades usar la de otras comunidades de mayor tamaño. Los expertos estiman que cada dos semanas desaparece una

lengua y que, a este ritmo, el 90% de las lenguas del mundo habrán desaparecido a finales de siglo. Una de las cosas que más disfruté de estar en Nueva York fue poder experimentar la diversidad de la cultura. Cuando volví a Iowa y sus alrededores, me di cuenta que nosotros también estamos inversos en un mundo de muchas lenguas. No serán las 700 de una sola ciudad, como Nueva York, pero nos sorprenderíamos si hiciéramos una revelación acerca de las lenguas que se hablan en las regiones donde llega El Heraldo Hispano.

IDIOMAS DE UNA CIUDAD

“‘Se calcula que en la ciudad se hablan más de 700 lenguas y de éstas, la mitad podrían extinguirse

antes de fin de siglo’, escribe Reverter.”

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El 1929, el célebre teórico de la comunicación social, el español José Ortega y Gasset, comenzó a escribir primero una serie de artículos en el diario madrileño “El Sol” y luego los compiló en el libro titulado “La rebelión de las masas (1930)”, que fue traducido a más de 20 lenguas y se usa hasta el día de hoy, como un libro texto en las facultades de periodismo de todo el mundo. En ese libro, Ortega y Gasset, aborda diversos temas sociales, como la llegada de las masas al poderío social, el “lleno” de las aglomeraciones de gente y a partir de estos hechos, analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa. De acuerdo al libro, la característica principal del “hombre-masa” consiste en que sintiéndose vulgar (o igual a los demás) proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer a instancias superiores a él. Hoy en día, otros estudiosos de los fenómenos sociales han rebatido a Ortega y Gasset, afirmando que no se puede englobar en un solo conjunto a un grupo indeterminado de personas, porque cada individuo posee características individuales y su propia percepción de su entorno. No obstante, nadie ha podido rebatir el concepto de que hay algo que une a todo el conglomerado para oponerse o apoyar un tema específico. Pasemos de la teoría a la práctica y examinemos lo que está ocurriendo, en el sur, más allá del río Bravo. En Venezuela, Bolivia y Ecuador, presidentes populistas, con alto porcentaje de aceptación popular, se han enfrentado, por primera vez a los medios de comunicación masiva de sus respectivos países, como una reacción a lo que ellos consideran como “un manejo interesado de la información pública”. El presidente Chávez se negó a renovar la concesión de una de las más tradicionales estaciones de televisión, acusándola de golpista; y el caso más sonado de Sudamérica fue el juicio entablado por el presidente del Ecuador, Rafael Correa, contra el diario El Universo, a quien acusó de calumnias e injurias. Mientras todo eso sucede en América del Sur, en México, en cambio, sucede algo diferente. El presidente Calderón mantiene una excelente relación con los medios de comunicación, en especial con las dos grandes corporaciones televisivas nacionales: Televisa y Tv Azteca. Los ataques a los medios tradicionales y principalmente a este duopolio televisivo

vienen de las masas. Sí, de las masas de estudiantes universitarios de diversas regiones del país. En días pasados, miles de jóvenes dejaron sus aulas universitarias para tomarse las calles de la capital mexicana y se dirigieron a pie hasta los exteriores de Televisa para exigir que esa empresa cambie su postura de apoyo frontal al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto. Hasta ahora conocíamos que la opinión pública era “la tendencia o preferencia real o estimulada, de una sociedad o de un individuo hacia hechos sociales que reportan interés. La opinión social casi siempre es orientada por los medios masivos de comunicación social.” Sin embargo, en México vimos a un verdadero río de jóvenes, quienes se hacen llamar el movimiento Yo soy el 132”, en abierta oposición a los medios tradicionales. Con carteles pedían menos novelas y más transparencia en la información; más ecuanimidad; que sean más objetivos. No hay duda que algo está cambiando en el la correlación de fuerzas sociales en América Latina. Los medios de comunicación, en manos de familias tradicionales, de abolengo, están perdiendo fuerza, influencia, poder. Las masas de estudiantes mexicanos han demostrado esto, en las calles de las principales ciudades de su país. En Sudamérica, las grandes masas también lo han demostrado, pero de una forma silenciosa, manteniendo y aumentando el apoyo popular de los políticos que se oponen abiertamente a los medios. América Latina clama por la democratización de los medios de comunicación, para evitar que las grandes corporaciones monopolicen la opinión pública, con la sola finalidad de proteger sus intereses o los intereses de sus grupos económicos afines. Independientemente de lo que decidan las legislaciones nacionales, en cuanto a la propiedad de los grandes dinosaurios informativos, es indiscutible que algo está cambiando en la percepción social de las noticias, en la opinión pública. Con la entrada de las redes sociales, los ciudadanos tienen fuentes alternativas de información. Todos somos periodistas ny cualquier persona puede, con un mínimo de conocimiento en Internet, poner su propio canal de televisión, estación de radio o periódico digital en la Internet.

LA REBELION DE LAS MASASY LOS 132 EN MEXICO

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Daniel y su familia vivían en una hermosa casa en American Fork. Cuatro dormitorios, garaje para dos autos y un inmenso jardín con vista a las montañas, eran algunas de las comodidades de las que solían disfrutar. Él trabajaba como técnico en sistemas de seguridad y con eso podía darle una vida cómoda a su familia. Dejaron su estadía en Utah tentados por una opción de trabajo en Canadá, que finalmente no prosperó. Ahora viven en Argentina. Él trabaja en lo mismo, colocando cámaras y alarmas, pero en este país el dinero que gana no es suficiente, por lo cual, la esposa también debe trabajar. Viven en una casa a unos 50 kilómetros de la ciudad, pero sin las comodidades de antes. El mismo trabajo, pero distintas realidades. Por negocios debimos viajar a Buenos Aires por una semana y, como argentinos, nos entristece ver el estado en el que se encuentra nuestro país. Hace muchos años atrás era uno de los mejores países de Sudamérica, hoy encontramos: corrupción, falta de inversión, desorganización, pobreza y delincuencia. Años y años de gobiernos “populistas” han alejado al país del desarrollo. Volviendo de la casa de Daniel y Adriana, donde disfrutamos de su generosidad y compañía, nos tocó vivir la experiencia que día a día deben pasar aquellos quienes, en muchos casos, tienen que viajar hasta dos horas para llegar a sus trabajos. En el momento de salir de la casa llovía un poco, por lo que, nos pareció buena idea tomar un taxi. Llamamos por teléfono a la agencia, pero ellos se negaron a enviarnos un auto, aduciendo que no despachaban autos, en días de lluvia, a las calles que aún son de tierra. No quedaba otra alternativa: tendríamos que caminar. No fueron muchas cuadras, tal vez dos o tres, pero fueron suficientes para que nuestros

zapatos se cubrieran de barro. Esta vez el trayecto lo hicimos entra risas y bromas, pero dudo que sea divertido si uno lo debe hacer a diario. Cuando llegamos a la autopista tomamos un bus urbano que venía abarrotado de gente, tanto era así, que en varias ocasiones el chofer hacia subir a los pasajeros por la puerta trasera, aun cuando eso significara que no pagarían boleto. Después de cerca de 20 minutos de un incómodo viaje, llegamos al final del recorrido. Allí nos dirigimos a tomar el tren hasta nuestra casa. La estación está

igual o peor que cuando yo era niño. Se ve que no han invertido en nada, al menos, por los últimos cuarenta años. Abordamos unos coches tan antiguos como las estaciones del tren, pero se notaba que habían sido mejorados para que pudieran seguir rodando. Después de sentarnos y comenzar nuestro viaje, empezó un desfile interminable de vendedores ambulantes y

personas que pasaban pidiendo limosna. A viva vos unos ofrecían su mercadería, unos vendían CD’s de música, para promocionarlos usaban grandes parlantes que a todo volumen haciéndonos escuchar, aunque no quisiéramos, cumbias, música brasilera y según decían, los últimos éxitos el verano. Otros, no vendían productos, pero trataban de vendernos las más tristes historias de pobreza. No sé si todas eran reales o no, pero de todas maneras ellos estaban allí, tratando de conseguir algunas monedas, para poder sobrevivir a la crisis actual del país. Finalmente nuestro viaje terminó en nuestra estación, tan vieja y descuidada, como casi todas. Estas realidades, que son comunes en muchos países de latino América, son los motores que nos han impulsado a muchos a buscar nuestro “sueño Americano”. El mismo esfuerzo, pero distintos resultados.

NO LLORES POR MÍARGENTINA

“Llamamos por teléfono a la

agencia, pero ellos se negaron a enviarnos un auto, aduciendo que no

despachaban autos, en días de lluvia, a las calles que aún

son de tierra.”

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Excelente libro, traducido al español

El Don Divino es una apasionante historia real de triunfo sobre la tragedia. El escritor iowano, Charles Allen, comparte una parte con el mundo hispano, el interesante relato de su asombrosa historia, al tener que enfrentar la muerte de cinco miembros de su familia inmediata, entre ellos su querida esposa, todos ellos afectados por enfermedades terminales, como el cáncer y la fibrosis cística. Allen hace el lanzamiento de su libro traducido completamente del inglés a un español fluido de fácil lectura, e incluye pasajes de su diario personal, para revelar los detalles del sufrimiento emocional y espiritual que le tocó vivir al enterarse que su hijo primogénito padecía de una enfermedad terminal, que no le permitiría vivir, más allá de los cinco años; sin embargo, gracias a los cuidados de él mismo y de su amada esposa el enfermo logra sobrellevar su enfermedad hasta llegar a la adolescencia. El libro revela el poder de la fe y del amor familiar para

sobrellevar la tragedia de perder a uno

o varios de sus miembros. Las noches de desvelo junto a los enfermos, sabiendo que podría morir en cualquier momento; las oraciones silenciosas, pidiéndole a Dios, que termine de una vez con el sufrimiento del ser amado, aunque sabían que eso significaba no volver a verlo; la esperanza en una existencia más allá de esta vida terrenal. Muchas veces, las familias que atraviesan por este tipo de situaciones se sienten solas y discriminadas; tienen que lidiar, al mismo tiempo, con la pena de ver sufrir a un ser querido y pagar millonarias cuentas por servicios médicos, sabiendo a ciencia

cierta que de todas formas sus esfuerzos serán en vano. Ponemos a consideración de nuestros lectores de El Heraldo Hispano, este libro y los invitamos a adquirirlo al módico precio de $17.95 por cada ejemplar. Los interesados lo pueden ordenar llamando a los siguientes números: 1-855-453-2204 (en inglés) y al 319-385-3431 (en español); o en la internet, visitando: www.allynhousepublishing.com. Buena suerte al escritor Charles Allen y muchas gracias por compartir con nuestros lectores y nuestra comunidad una obra tan valiosa y útil para las familias que afronten por similares situaciones; y también para las familias que, aunque no tengan ningún enfermo terminal, quieran aprender el valor de la fe y del amor dentro de las cuatro paredes de su hogar.

La tienda Lucky Resale se muda a Mount Pleasant

La tienda de productos

nuevos y usados, Lucky Resale, de propiedad de Arik Akers, ubicada en el Sycamore Mall, de Iowa City, se traslada a la ciudad de Mount Plesant. Iowa. Al menos el 30% de los clientes de esta tienda son inmigrantes latinoamericanos, quienes acuden regularmente a este negocio para aprovechar las continúas ofertas en ropa, mueblería, electrodomésticos, juguetes, etc. En Lucky Resale, los hispanos pueden comprar tarjetas telefónicas para llamar a sus países; pagar sus biles; banderas de todos los países de América Latina, llaveros, camisetas de las selecciones nacionales, gafas y muchas otras novedades. La tienda estará ubicada en el 123 N. Main St. de Mount Pleasant, en un amplio y cómodo local, muy cerca de la plaza principal y al lado de las salas de cine. Su propietario espera abrir las puertas al público antes de que finalice el mes de junio. Buena suerte y éxitos.

I N G E N I O

Eficiencia energética hacia ustedMidAmerican Energy está dedicado a usted y el medio ambiente. Este compromiso hizo que se desarrollaran nuestros aclamados programas EnergyAdvantage® “Energía Avanzada”, los cuales ayudan a todos a Save some green® “Ahorrar algo de dinero.” Ya sea que desee mejorar la eficiencia de la energía en su casa o apartamento, granja, fábrica u oficina, MidAmerican tiene un programa de eficiencia energética perfecto para usted.

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DOS FOTOS Jacob Filadelfia (5 años) tenía algo que preguntar al presidente Barak Obama cuando acompañó a su padre hace tres años a la Casa Blanca. La foto que capta ese momento ha permanecido donde usualmente se sitúan esas instantáneas. Ha estado más tiempo que cualquier otra. Jacob le preguntó en voz tan baja, que el presidente le pidió que repitiera lo que había dicho. “Quiero saber si mi pelo es como el tuyo”. Como respuesta Obama inclinó la cabeza y le dijo: “¿Por qué no lo tocas y lo compruebas por ti mismo?”. El niño le tocó el pelo. “¿Qué te parece?”. El niño contestó: “Sí, parece igual”. David Axelrod, asesor de Obama desde hace tiempo, tiene una copia de la fotografía en cuestión enmarcada en su oficina de Chicago. “No hace falta pensar mucho para pensar lo que el niño pueda estar pensando: ‘Tal vez algún día yo podría estar aquí”. El fotógrafo que tomó esa foto, Pete Souza, sabe que uno puede reconocer cuando estás en un momento único. En ese caso, admite, que no se percató de la dimensión que la imagen podía tener por sí sola. “Creo que a la gente le llama la atención el hecho de que el presidente de Estados Unidos estaba dispuesto a agacharse y dejar que un niño tocase su cabeza”. A veces, una imagen vale que por mil palabras; y es poderosa en transmitir múltiples mensajes. Al mirarla yo veo a un niño pequeño, que al ver a un hombre con el pelo parecido al suyo quiere salir de la duda. Veo la espontaneidad de su pregunta y la espontaneidad

de la respuesta. Me pregunto por qué la foto sigue colgada después de tres años, donde otras solo están un suspiro, en la pared de la Casa Blanca. ¿Qué es lo que transmite que sigue ahí como un símbolo? Quizás un recordatorio de que Jacob vio a otro ser humano y no su investidura presidencial y que va más allá de nuestras preferencias políticas. Estoy convencida que momentos sencillos como ese puede darnos lecciones profundas. Que nos motiven o

nos hagan ver las posibilidades que de ninguna otra forma veríamos. Si tan solo elegimos ver esas enseñanzas diarias, viviremos en una clase intensiva, donde lo que nos rodea será un poderoso maestro. Hay un país pequeño en América del Sur, que es muy cercano a mi corazón y donde pasé casi dos años, hace más de una década. Gente sencilla y trabajadora, que abrían las puertas de su casa a una extranjera y compartieron su mesa, su tiempo y sus tradiciones. El mate, una

infusión amarga que sorprende a los desprevenidos, las tortas fritas más ricas con la lluvia, los guisos cuando llegaron los fríos, el asado y el amor por el fútbol. Ese país enclavado entre dos gigantes, se llama Uruguay. Su presidente también es noticia, por donar el 90 % de su salario a fondos de ayuda social, unos 12.500 dólares (250.000 pesos uruguayos). Vive solo con 20.000 pesos (unos mil dólares) porque “con ese dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar, porque hay otros

uruguayos que viven con mucho menos”. Su patrimonio está avaluado en 1.945 dólares (un auto Volkswagen Fusca), y vive en una chacra de las afueras de Montevideo. La última semana, una foto del presidente José Mujica, recorrió varios periódicos del mundo. Se lo ve con una tapa de inodoro saliendo de la ferretería cerca de su casa. Cuando salió de hacer su compra recibió una invitación informal de ir hablar, a dar una charla motivacional a

un grupo de jóvenes de un humilde club de fútbol que esta peleando para subir a primera división. Con la tapa del inodoro recién adquirida, en la mano, brindó una sencilla charla de aliento a los futbolistas. Les prometió “comer un asadito con ellos, si el club asciende a Primera”. Estos dos fotos no tienen como figura central al presidente de Estados Unidos o al presidente de Uruguay, o quizá sí. El punto más importante es la reacción que ambos tuvieron en un momento dado.

“Su presidente también es noticia, por donar el 90 % de su salario a fondos de ayuda social, unos 12.500 dólares (250.000 pesos uruguayos). Vive solo con 20.000 pesos

(unos mil dólares) porque “con ese dinero me alcanza, y me

tiene que alcanzar, porque hay otros uruguayos que viven con

mucho menos...”

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EL SOMBRERON Vos sabés bien que yo quiero mucho a la abuelita, porque siempre cocina cosas sabrosas para que todos comamos pero, a veces me cae mal, porque creo que adivina como detective, de esos que uno lee en novelas de policías y ladrones. A la que detesto sin necesidad de nada es a la Chayo (1) mi hermana grande, (2) porque me molesta mucho. Fijate que hace poco, no era de comer y como tenía hambre, fui a la cocina y al desatapar ollas, descubrí que la abuelita había hecho envueltos de pacaya (3) para la cena y, después de ver para uno y otro lado, saqué uno y me lo comí. Estaba tan sabroso que me comí tres. Tuve cuidado de acomodar los que quedaron para que no notara que hacían falta. Cuando tapaba cuidadosamente la olla, oí ruidos como de pasos pero creí haber oído mal, y salí a la calle a jugar una “chamusca” (4) con mis amigos de la cuadra (5).¡Ay vos! cuando a eso de las 7 de la noche me llamaron para cenar, justo en la puerta de la cocina estaba la abuelita con esa cara que pone cuando va a regañarme. Me acordé de los 3 envueltos y puse cara de “yo no fui” pero, como la abuelita parece detective, no tardó en descubrir que sí, yo fui quien atacó la olla. Cuando puso sus manos en la cintura exclamó: -¡Ajá! Con que te comiste los envueltos para la cena. Le sonreí porque una vez la oí decir a una vecina que me miro bien chulo (6) cuando sonrío, pero ese día creo que estaba ciega o no quiso mirarme porque agregó: -Como te los comiste, sólo hay uno para vos, y para que no te quedés con hambre, te voy a poner un “muñeco” (7) de tortillas. Me resigné al castigo, pero en ese momento oí una risita que la abuelita no oyó porque está algo sorda. Al salir al corredor allí estaba la Delfina con el brazo izquierdo levantado, y el derecho sobre su panza, como si tocara guitarra, y muy bajito cantó la canción de “charango

mango” (8). Yo quería jalarla de las trenzas pero, con la abuelita cerca era peligroso. Esa noche de casualidad la abuelita contó una historia de “El Sombrerón” que según dijo, es un ente del mal que se presenta vestido de negro con un sombrero tan grande, que parado es de su altura, porque es chaparrito con espuelas de plata, y con su guitarrita de cajeta, canta cosas bonitas a las patojas que tienen el pelo largo y si lo oyen y le abren la ventana se enamoran de él, y se ponen como “idas” (9) y, que al morir, se gana su alma. Después de oír la historia de miedo que contó la

abuela, se me ocurrió la idea de vengarme de la tal Delfina, vos. Esa noche me desvelé, pues cuando duerme ni un terremoto la despierta, me levanté descalzo y de puntillas y fui a su cuarto. No encendí la luz porque quizás se habría despertado, pero sí una candela y como duerme con el pelo suelto, que de tan largo le llega hasta la cintura y le hice varias trencitas. Creí que se había despertado porque empezó a hablar quien sabe que cosas, se volteó al rincón y le hice más. Serían las 11 de la noche cuando como que fuera sonámbulo por el sueño, me fui a acostar y claro, apenas puse la cabeza en la almohada me dormí. Al día siguiente a las 6 de la mañana

me despertaron sus gritos y porque de un golpe abrió la puerta de mi cuarto. No fue al de la abuelita, porque había ido a la panadería. Le hubieras visto el pelambre vos, porque cuando se peinó descubrió que tenía el pelo trenzado y como seguro se acordó del cuento de la noche anterior, entró llorando con el peine en la mano lleno de pelos gritando que buscara el agua bendita que mantiene en su cuarto la abuelita, que no había encontrado. Yo sabía para qué la quería porque según pensaba, con ella se le quitaría el maleficio de “El Sombrerón”. Le respondí que si no la

encontró, sería porque no tenía, y que las 6 de la mañana no era hora para ir a casa de una vecina a pedir que le regalaran un poco de agua bendita. En ese momento la puerta de calle se cerró, señal segura de que la abuelita había regresado y como ya te dije que me ve como si tuviera cara de libro, y lee lo que pienso, dije a la Delfina que se fuera y me dejara dormir. Ella, que también había oído que la abuelita regresó de la panadería, corrió chillando como loca a la puerta con el pelo alborotado y el peine en la mano. ¡Ay vos, hubieras visto lo que pasó después!

Como ya se me cansó la mano de tanto escribir, la próxima vez termino de contarte Sólo te recuerdo que dice mi mamá, que no se te olvide mandarle el Moner Order, y no te olvidés de mis lenes porque vos, ahora no tengo nada de pisto (10).

El Carlos1) Diminutivo de Rosario.2) En realidad su hermana mayor.3) Fruto comestible de palmera de poca altura.4) Juego informal de fútbol, propia de barrios populosos.5) Una de las cuatro calles que conforman una manzana.6) En lenguaje coloquial chapín dícese de una persona de rostro bien parecido.7) Nombre que se da a las tortillas, cuando se colocan una sobre otra.8) Cancioncilla con la que se manifestaba alegría al regañar, generalmente a un hermano.9) En realidad las víctimas se veían enajenadas. 10) En lenguaje coloquial chapín: Dinero.

“Le hubieras visto el pelambre vos, porque

cuando se peinó descubrió que tenía el pelo trenzado y como seguro se acordó

del cuento de la noche anterior, entró llorando con el peine en la mano lleno

de pelos gritando que buscara el agua bendita

que mantiene en su cuarto la abuelita...”

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DIARIO DE UN INMIGRANTE

EL APAGÓN DEINTERNET

Por: David Suárez Moreno A lo lejos se escuchó un estruendo y un relámpago iluminó el horizonte gris de aquella mañana de jueves en Burlington. Después de eso, arreció la lluvia y me acompañó durante un trayecto de más de 25 millas, hasta llegar a Mount Pleasant. Ni bien abrí la puerta de la oficina, mi amigo Oscar Argueta me dio la noticia de golpe y porrazo.-¡No tenemos Internet! Tal parece que puede tratarse de un virus.-No lo creo. Varias de las luces del modem están apagadas. Quizá el problema es de Mediacom (nuestro proveedor de Internet). Habían pasado, apenas 10 minutos, desde el apagón cibernético y comencé a sentir la necesidad de ver qué novedades habían ocurrido en el Facebook, cuántos e-mails habíamos recibido; y, por supuesto, escuchar las radio internacionales, mientras trabajaba. Poco tiempo más tarde, todavía sumidos en la profunda oscuridad de no tener Internet, nos enteramos que el estruendo que escuché en la mañana, había sido un rayo; pero no solo eso, sino que había caído en una de las torres principales de Mediacom, causando que ésta se incendiara y dejara sumida en la oscuridad cibernética a más de una docena de pueblos y pequeñas ciudades del extremo sureste de Iowa.-He escuchado que el daño es tan severo, que tardarán quizá dos días en reanudar el servicio…”- Me contaba mi esposa mediante un mensaje de texto a mi celular. Para colmo de males, el servicio telefónico de El Heraldo Hispano, también depende de Mediacom, así que estamos totalmente incomunicados. Es necesario que ocurran cosas como estas para que uno se dé cuenta cuan dependiente somos de la tecnología y de sus avances. Un alto porcentaje del trabajo diario que realizo, guarda relación con el correo electrónico, las llamadas telefónicas y las redes sociales. Recuerdo cuando era todavía un niño y caían aquellas tempestades tropicales, donde parece que el cielo se está cayendo a pedazos; y el ruido generado por las láminas de zinc era tan grande que había que gritar para

mantener una conversación audible, aunque nuestro interlocutor estuviera a tan solo unos metros de distancia. En las noches, ni bien comenzaba a caer la lluvia, mi padre daba la esperada orden.-Busquen las velas y dejen los fósforos a la mano, porque en cualquier momento se va la luz.- Aunque no era advino, el conocimiento obtenido de la experiencia hacía que mi padre supiera de antemano lo que estaba a punto de suceder. Por lo regular, esa tarea se encargaban mis hermanas, a los varones en cambio nos tocaba otra tarea.-Apaguen y desconecten todos los aparatos eléctricos-, nos decía –porque al volver la electricidad, va a regresar con fuerza y puede quemarlos al instante- nos explicaba. Las velas de parafina blanca, con un hilo de lana en el centro, a manera de mecha, eran las más comunes y baratas. Incluso podían alumbrar una pequeña área por varias horas, hasta que por fin, se escuchaba un grito de júbilo, que procedía de las casas vecinas, como preámbulo del retorno de la electricidad. Durante el apagón, las mujeres de la casa se recogían en torno a mi madre, quien colocaba una de las velas en el mesón de la cocina y mientras terminaba de preparar la cena, las animaba con fases como: “No sean miedosas”, “Está oscuro, pero estamos todos juntos”, “No pasa nada, ya va a venir la luz”. Entre la penumbra veía el efecto de esas frases en los rostros de mis hermanas. Cobraban aliento, pero enseguida escuchaban algún ruido sospechoso en la casa y volvían a sentir miedo. La oficina de El Heraldo luce bien iluminada; las computadoras están encendidas; el agua potable corre libremente por las tuberías; pero… no hay Internet, ni teléfono. Trato de recordar los años 90 cuando no había Internet y, sin embargo, vivíamos bien. La idea me consuela por un rato, pero entonces me acuerdo que no he chequeado mi correo electrónico, que todavía no he felicitado a una mis cuñadas en su muro de Facebook; y que no sé nada de lo que está pasando hoy en mi país… Estoy desconectado, aislado, desinformado. ¡Internet, vuelve pronto!

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Recorro las tiendas y me apresuro a comprar las cosas que necesita mi gente. Veo precios, pero nada está en oferta. Me mido las botas de invierno y si me quedan a la medida significa que no le quedarán a mi hermana. “Si le quedarán”, me digo a mí misma, luego veo el precio y me asusto, pero es parte del regalo que quiero que llegue en España. Otro fin de semana lo uso para buscar el regalo de mis sobrinitos preciosos. Jessy quiere lucir como princesa y Arnold como vaquero, así que busco y busco y por fin encuentro un vestido de piedritas relumbrosas en el cuello. Sé que a la niña le encantará, pues le fascinan “las cosas que brillan”. Busco y busco el atuendo de vaquero pero la bolsa no me ajusta para entrar a una de esas tiendas, así que le termino comprando un buen jean a Arnold, porque sé que lo usará hasta el cansancio. Casi todo lo tengo listo, compro aquí y compro allá, compro lo que quiero regalar a mi hermana linda y a su familia en España. Me los imagino a todos luciendo sus ropas y calzado nuevo y sobre todo me imagino la sonrisa abierta de Jessy y de Arnold que han estado esperando sus regalos de cumpleaños, como niños bien portados. Meto, con la ayuda de Wayne (mi esposo), los artículos en un paquete que enviaré en primera clase. “¿No caben los chocolates ni tampoco los juegos de los niños?”, le pregunto a Wayne desconcertada. Él me mira a los ojos y me

dice “Mi amor, es imposible enviar todo lo que tiene en esta caja”. Me resigno y le digo, “bueno, al menos les llegarán los otros regalos que envío”. Pero los regalos, en forma de “paquete de primera clase”, nunca llegaron al edificio 81 donde vive mi hermana. Al contrario, equivocadamente y por un error de dedo llegaron al edificio 18. Han pasado cuatro semanas y la espera de los niños se hace angustiante. Mi hermana y yo conversamos y nos ponemos de acuerdo para hablar con los correos postales de nuestras respectivas ciudades. Las autoridades españolas no dan “señales de vida del paquete” y cuando por fin abren la boca es para “pasar la pelota de un lugar a otro”. Yo intento ayudar por aquí, pero las contestadoras automatizadas no me dejan hablar con un ser humano. Cuando finalmente lo logro, es cuando obtengo la mala noticia de que el correo español ha devuelto el paquete a mi dirección. La sonrisa de mis sobrinitos se desvanece en el instante que escuchan lo que ha pasado con sus regalos. Mi hermana llora al ver la carita triste de sus hijos y al reconocer su impotencia de convencer a los españoles para que no devuelvan el paquete. Yo también me siento frustrada y burlada por el correo postal español y estadounidense que hasta la fecha no me han devuelto el paquete que un día envié a España y que nunca llegó a las manos de quienes lo esperaban ansiosamente.

EL PAQUETE QUE NUNCA LLEGO

Doctor CorazónQuerido Doctor Corazón: Hace dos días estaba hablando con mi esposa. De la radio se escuchaba una canción. Era una melodía de Agustín Lara. La letra iba así: “Poniendo la mano sobre el corazón, quisiera decirte al compás de un son; que tú eres mi vida, que no quiero a nadie, que respiro el aire, que respiro el aire, que respiras tú…” La agradable cadencia de la música me regresó treinta años atrás. Éramos jóvenes, apenas teníamos veinte años. Estaban de moda varios tríos, pero el de Los Panchos era nuestro favorito. Y bien, al conversar y recordar aquellos años de oro le pregunté a mi esposa si se acordaba de la tarde cuando nos citamos en el parque central. Era sábado 22 de marzo, el día de su cumpleaños. -Esa tarde llovía y por eso mis padres no me dejaron salir-, fue su respuesta. “¡No! ¡No estaba lloviendo!” quise contradecirle, pero me contuve. No quise arruinar el momento. Marzo es el mes más seco del año, allá en nuestras tierras. Para confirmar, si llovía o no, corrí a leer mi diario. “Hoy hizo un día claro, tan claro como un cristal”, escribí ese día. Eso de quedarse en casa a causa de la lluvia no era verdad, concluí. En ese momento sentí celos. La imaginé, a esa hora, paseándose con otro, por alguna calle lejana y callada de mi pueblo oriental. Bueno, desde esa tarde no he dejado de pensar en ese incidente. Mi esposa amaba a otro y nunca me lo dijo, sigo pensando desde aquel día. La frase: Lo seguirá amando o aun recordándolo, me ha estado atormentando cada noche al irme a dormir. A mi esposa la veo y la vuelvo a ver y no puedo evitar verla hermosa. Era hermosa cuando la conocí, pero el tiempo en estos pasados treinta años, en vez restarle belleza le ha agregado más gracia y hermosura. Soy el más afortunado de los hombres pensaba

cuando la conocí. Para mi felicidad, aún sigo pensando igual. Ese día de marzo, día de la cita, yo llevaba una flor. La rosa la había cortado del jardín de la casa. No podía comprar nada, ni barato ni caro. Era pobre, pobre como nadie se lo puede imaginar. De seguro, yo le llevaba una humilde rosa, pero la otra persona le habría llevado alguna caja de chocolates, de esas caras, pienso ahora. Entre más pienso en este asunto, más me lleno de dudas, más me tiembla el corazón. Tenemos cinco hijos, los mejores muchachos del mundo. Dos están casados y aún no nos han dado nietos. Ellos se morirían de pena si un día de estos llegaran a enterarse de estos pensamientos míos. Por eso le escribo para pedirle su ayuda. Le hago caso a mis temores o los olvido. Valdría la pena salir de dudas. Tengo cincuenta años y nunca me sentí así cuando era joven. Dudoso.Estimado Dudoso: Yo te imagino viendo la vida a través de un vidrio. También me imagino los amagos de una tormenta golpeando tu ventana. La borrasca arrastra polvo y hojas secas y mancha el vidrio. Así, lo claro se vuelve borroso y en vez de ver árboles verdes y frondosos, se ven sombras sin forma. Los ríos cristalinos semejan corrientes de lodo. A todo ser humano le conviene mantener limpia su propia ventana, nuestro propio cristal. Nos conviene cuidarlo y esconderlo de las tormentas y guardarlo en la más alta estima. De esa manera veremos la vida tal como es, no distorsionada, ni falseada. Mi consejo es: ¡Apresúrate a limpiar tu cristal! En vez de ver sombras engañosas verás flores y paisajes de increíble belleza. Al limpiar el vidrio de tu vida, tus pensamientos de incertidumbre desaparecerán y en vez de sentir dudas, sentirás paz y seguridad.

Tu doctor corazón

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ue domingo por la noche. Lo recuerdo bien. Yo recién terminaba de equipar la cocina con leña

seca y rajas de ocote resinoso. La abuela Valentina había escogido la hora más silenciosa del día para mirarme a los ojos y decirme:-Mañana irás a la escuela-. Una vez dado el aviso, dio la vuelta y continuó cocinando el maíz. Con ese mandato, de seguro me mandó a bañar y a preparar mi ropa, pero mi pobre cabeza conmovida de emoción no registra, en ese momento, haber escuchado tal admonición. Quise aplaudir de felicidad, pero mis manos las sentía de hierro y por eso no obedecieron las órdenes dictadas por mi atolondrada materia gris. Intenté agradecer la buena noticia, pero mi boca tampoco emitió sonido. La falta de saliva había vuelto de cemento, mi siempre suelta expresión. Al poner mi cabeza para dormir, una lluvia de lágrimas mojó, primero la punta de mi cobija, y una hora después, mi barca bogaba sobre las olas de un mar de felicidad. Haber recibido permiso para ir a la escuela no era una fortuna pequeña. Por eso lloraba, por falta de espacio en mi alma para contener la tan grande y ansiada bendición. Cuando ya me empezaba a vencer el sueño, pareció brotar de mi corazón como una semilla, un tercer y gran deseo: Morir cualquier día de la semana, menos en domingo. Mi primer y gran deseo era tener alas. Le seguía: ir a la escuela para aprender. Mañana lunes, para mi dicha, amanecería investido con un nuevo deseo: Morir, pero no en domingo. Morir habiendo ya aprendido a leer para haber leído todos los libros del mundo. Esa noche, no dormí sobre un piso duro y una estera delgada, sino sobre

un acolchado del más fino algodón. Ocupado en disfrutar mi gran triunfo, no me pregunté esa noche, ni muchas noches después, la razón del cambio de opinión de mi muy invencible y férrea abuelita Valentina. Ayer, había jurado jamás mandarme a la escuela. Ahora, sin dar mayores explicaciones, había quebrantado lo inquebrantable, o su equivalente: contradecir su propio juramento. Esto todos lo sabíamos, pequeños o grandes, persona o animal, parientes o desconocidos: cuando doña Valentina hacía una promesa jamás la incumplía. Por ejemplo, cuando se proponía ser enemiga de algún vecino, lo cumplía sin faltar una jota o una tilde a lo prometido. A ese desgraciado ser, no le volvía a dirigir la palabra, ni le mandaba flores para su velorio. Cuando una de sus gallinas ponía huevos en un nido ajeno, en la casa de un vecino, el animal, no volvía por otra hazaña semejante. La pobre ave acababa hecha caldo y las yemas cocinadas en deliciosas empanadas de maíz. Así lo había establecido su majestad y nada, ni nadie la podía empujar o persuadir a retractarse o incumplir lo prometido. Fue años después, durante los preparativos para dejar La Media Luna y continuar rumbo a un nuevo lugar de residencia, a un puerto sin fama, cuando escuché. -Yo siempre he dicho y voy a decir: La letra no quita tontera. A José Gabriel le permití ir a la escuela solo después de haber soñado con señor muy alto y muy respetuoso-. De inmediato orienté mi oído y todo mi corazón hacia la tan curiosa confesión. ¡Ah! ¡Así es la cosa! La abuelita tuvo un sueño y por eso me permitió ir a la escuela. La descripción del sueño la propongo de esta manera:-En el sueño yo era una mujer muy pobre y mi vestido era remiendo sobre remiendo. En

cambio el visitante vestía de un blanco como el color de la leche antes de descremar-. El ruido producido por un ratón tratando de zafarse de los colmillos de un gato rompió en dos el hilo de la amena e interesante conversación. En el cambio de escena, la abuela va con una escoba en la mano en dirección donde gato y ratón forcejean.-¡La cocina no es el lugar para perseguir a los ratones!-, la escucho gritar. Ha este punto, no se sabe si va a asestarle un escobazo al gato desobediente o a darle el golpe de gracia al ratón. El control de la cocina lo toma la tía Casta Luz y ahora bate la olla de maíz. La tía Esperanza ha corrido a subirse sobre un banco. Yo tengo la vista puesta en una viga del techo. Estoy viendo un nido, pero no de pájaros. Unos seis ratoncitos están a punto de quedar huérfanos si matan a la mamá ratón. El momento es incierto. Solo me queda aire para para hacerme esta pregunta. ¿Quién morirá en manos de la abuelita Valentina?: el gato o la infeliz mamá de los ratoncitos. La abuela Valentina asesta un golpe. La cabeza del pobre gato suena como suena un cántaro de barro al caer contra un piso de cemento. La presa queda libre y el gato va rozándose contra la pared retorciéndose de dolor. A mí me dan deseos de aplaudir, pero me abstengo, so pena de sufrir mi propio escobazo y terminar retorcido de dolor. El revuelto ambiente se normaliza y las tres damas reanudan sus quehaceres. Yo vuelvo a mis tareas y mantengo un ojo puesto en la abuelita Valentina y el oído derecho, en la conversación. La intensidad del fogón ha empezado a disminuir. Pronto, el brasero quedará cubierto de ceniza y, la abuela dirá: “¡Mañana será otro día!” Aún no sé si permitirle a

mi corazón bailar de alegría por la buena fortuna de la madre de los recién nacidos ratones; o ponerse a lamentar la golpiza sufrida por el gato Micifuz. Una vez más, a animales y personas de la casa nos queda claro: Con la abuela Valentina no se juega. O se obedece y se entra en la gloria de la dueña de la casa, o se desobedece y se termina crucificado. Por ese juicio tan severo, al crecer con ella, mi pequeña alma descendió al infierno de métodos crueles. Al final salí sin olor a azufre, pero sintiendo el alma un tanto descantillada. Por fortuna ahora puedo decir: Bien o mal, después de todo, entré victorioso a la más alta gloria de la sin par abuelita: Valentina Castellanos. Por esas puertas fui recibido por su merced, con una sonrisa de perfecta satisfacción.-Ahora, es tiempo de cerrar ventanas y puerta de la cocina. La noche ya no es joven. Las muchas horas a oscuras la han encorvado de cansancio-. -Bueno, pero no nos ha terminado de contar el sueño-. -¡Ah, es cierto! Las tres mujeres cuelgan sus delantales de un clavo en la pared y se sueltan el cabello.-Pues, esto me dijo: “Con respecto a José Gabriel, esto os aconsejo: Debéis ponerlo unos meses a prueba. Dándole tareas antes de ir a la escuela, durante el receso y al terminar las clases. Si no se queja por madrugar tanto y cumple con buena voluntad cada uno de sus oficios, entonces puede continuar estudiando. De otra manera, será mejor retenerlo en la casa y ponerlo a trabajar todo el día, hasta convertirlo en un hombre de bien. -Mientras ese señor hablaba yo me quedaba con la boca abierta. Estaba admirada de escuchar a alguien tan agradable. No me sentía enojada, ni sentía ganas de tirarle piedras por andarse metiendo donde no lo habían

llamado. ¡No, esa no soy yo! Ustedes me conocen bien. Si alguien viene aquí y trata de endulzarme los oídos, lo mando a su casa, a cocinar niguas. Para mi mala suerte, solo el papá de José Gabriel logró eso. Por eso siempre lo voy a odiar y desearle la peor de las muertes. Eso si, el engaño, no le duró para siempre-. De la conversación, entre esas tres mujeres, comprendí poco en ese momento. Con el paso del tiempo, después de recordar y meditar mucho, no me quedó duda. Dios había salido a mi rescate, peleado y ganado la batalla por mí. Mi abuela, antes y después de este extrañísimo sueño, solo había tenido sueños con sus enemigos. Con don Justo Margarito midió fuerzas y, de todas esas batallas, ella fue siempre la ganadora. El gusto era vencerlo y, una vez tirado en el suelo, darle golpes en la boca, con una escoba o con sus pies. “Por mentiroso, lo hago”, decía. Con su esposo, don Artemio Pérez soñaba un sueño similar. En el sueño, al pobre anciano le arrancaba sus partes, abría un hoyo y las enterraba cuando aún estaban calientes y palpitaban. Al diablo lo amarraba a una cruz y lo enterraba vivo. ¡Ah, mi abuela Valentina! En sus sueños o en la vida real, tenía las agallas para castigar a sus enemigos con la más aberrante crueldad. No tenía pelos en la lengua para declararse admiradora y fiel seguidora del General Jorge Ubico. La mala gente no se va a componer de otra manera, era su queja. Ese general nos tuvo a todos en cintura, refunfuñaba.Por eso, siempre consideraré un milagro cuando mi abuelita Valentina me mandó a estudiar. Es cierto, en mi afán por avanzar en la vida pagué un precio muy alto, pero lo volvería a pagar aun cuando me tocara vivir, otra vez, bajo el hierro de aquella escuela de leño, látigo y coscorrón.

SECCION NOSTALGIA

FMORIR, PERO MENOS EN DOMINGO

por: Oscar Argueta

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