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LOUIS LEMKOW SOCIOLOGÍA AMBIENTAL PENSAMIENTO SOCIOAMBIENTAL Y ECOLOGíA SOCIAL DEL RIESGO por: Editorial Juventud, S.A. de c.v. Tel. (55) 5203-9749 México, D.F. www.editorialjuventud.com.mx Antrazyt EcoLOGíA

06 Lemkow, Sociología Ambiental

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  • LOUIS LEMKOW

    SOCIOLOGA AMBIENTAL

    PENSAMIENTO SOCIOAMBIENTAL Y ECOLOGA SOCIAL DEL RIESGO

    .);$lFI~)UidO por: Editorial Juventud, S.A. de c.v. Tel. (55) 5203-9749 Mxico, D.F. www.editorialjuventud.com.mx

    Icaria~ Antrazyt EcoLOGA

  • HM861 f6

    Diseo de la coleccin: Josep Baga Ilustracin de la cubierta: Laia Olivares

    Louis Lemkow de esta edicin: Icaria editorial, s. a. Ausias Marc, 16, 3r. 2a. 1 08010 Barcelona

    ISBN 84-7426-569-X Depsito legal B-8.644-2002

    Composicin Grafolet, s. l. Aragn, 127, 4 1"- 08015 Barcelona

    Impreso por Romanya/Valls, s. a. Verdaguer, 1 - Capellades (Barcelona)

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    Todos los libros de esta coleccin estn impresos en papel ecolgico

    Impreso en Espaa. Prohibida la reproduccin total o parcial.

    ACarme

  • NDICE

    Introduccin: La sociologa ambiental 9

    EL PENSAMIENTO SOCIOAMBIENTAL: PERSPECTIVAS HISTRICAS

    l. El determinismo ambiental 17 11. El pensamiento socioambiental ante la

    institucionalizacin de las ciencias sociales 31 111. La crtica y superacin del determinismo

    ambiental 53 IV. La biologizacin de la teora social 67 V Modelizacin ecolgico-funcional en las

    ciencias sociales: ecologa humana y ecologa cultural 81

    VI. Del reduccionismo biolgico a la sociobiologa 95

  • PROBLEMAS ACTUALES DE LA SOCIOLOGA AMBIENTAL:

    ECOLOGA SOCIAL DEL RIESGO

    VII. Ecologa sistmica en las ciencias sociales y humanas 105

    VIII. La globalizacin y la sociedad del riesgo 131 IX. La sociedad ante los riesgos ambientales 147 X. La sociedad ante los riesgos nucleares 161 XI La sociedad ante los riesgos

    biotecnolgicos 177 XII. Riesgo y salud; la epidemiologa de las

    desigualdades 19 3 XIII. La representacin de la ciencia y el riesgo a

    travs de la ciencia-ficcin 209

    Bibliografa 225

    INTRODUCCIN: LA SOCIOLOGA AMBIENTAL

    El anlisis o estudio de la interaccin entre sociedad y medio am-biente ha representado, hasta hace poco, una asignatura pendiente para la sociologa. N o ocurre igual en los casos de la geografa humana o de la antropologa social, aunque el resultado final de los esfuerzos realizados por dichas disciplinas con vistas a pro-porcionar un marco terico para el estudio de la dialctica entre medio ambiente y sociedad sea, en el fondo, algo decepcionante. A pesar de sus ambiciones, y en contraste con los notables avan-ces que realizaron en el terreno emprico, los socilogos de la Chicago School del perodo de entre guerras, inventores de la nueva disciplina>> integral de la ecologa humana (M. Castells, 1977), cayeron a menudo en elaboraciones tericas propias de un determinismo ambiental simplista o de un sorprendente reduc-cionismo biolgico. Sin embargo, hay que sealar que existe una importante tradicin de pensamiento socioambiental, que se debe rastrear dispersa entre numerosas disciplinas, y que arranca de los tratados mdicos de Hipcrates de Cos.

    El despegue o la vuelta a unas ciencias sociales preocupadas por la incorporacin de la variable ambiental se sita en la dca-da de 1960. Su aparicin puede explicarse por razones diversas, y no es la menos importante la que relaciona dicha aparicin con una nueva construccin social de la ciencia, de la tecnologa y de los riesgos ambientales en .un mundo dominado por la inseguridad generada por la Guerra Fra y el peligro de una conflagracin

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  • nuclear. La inseguridad estara tambin relacionada con cambios objetivos en el alcance y naturaleza de la degradacin ambiental que, como han desvelado algunos estamentos cientfico-tcnicos, seran susceptibles de provocar notables impactos sobre la salud humana y sobre el equilibrio de los ecosistemas. En este contex-to, tuvo tambin gran importancia el papel que jugaron los mo-vimientos emergentes que denunciaban los peligros .de las agre-siones ambientales perpetradas por economas productivistas (tanto capitalistas como socialistas). Por otra parte, la crisis de la propia sociologa, durante la dcada de los sesenta, constituye otro factor de tipo contextua! que contribuy a la proliferacin de nuevos enfoques y paradigmas.

    La dcada de 1960 ha sido descrita, a menudo, como un perodo de crisis para la mayora de las ciencias sociales y huma-nas. La sociologa, en particular, sufri un cuestionamiento duro, tanto desde el interior como desde fuera de su rbita. Los crticos, e incluso el sector de la sociologa mainstream, reclamaban el abandono de premisas viejas y caducadas, la formulacin de nue-vas aproximaciones, la reconsideracin de posiciones tericas desechadas y una nueva evaluacin del papel poltico y social de las ciencias sociales en general. Se reclamaba la incorporacin de nuevas problemticas o de problemticas marginadas u olvi-dadas por la sociologa, tales como la del medio ambiente, que se estimaba que tena un alcance planetario y abarcaba esferas muy diversas de la sociedad.

    Los orgenes de tal crisis, se atribuyen a diversos factores. Los socilogos e investigadores mainstream, que admitieron la exis-tencia de esta situacin de crisis y de crispacin, apuntaron que sta se deba al fracaso explicativo de las grandes opciones teri-cas, a problemas metodolgicos y/o a las contradicciones inhe-rentes a la evolucin de cualquier ciencia (era notable en este debate la influencia de la obra The Structure of Scientific Revo-lutions de Thomas Kuhn). Otros investigadores, procedentes es-pecialmente del sector crtico (a veces autodenominados ra-dicales), realizaron evaluaciones negativas de su propia disciplina formulando la acusacin de que el objetivo aparente de la socio-loga acadmica era la conservacin y salvaguarda del capitalis-mo, por medio del control de los conflictos polticos y sociales,

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    y del mantenimiento del statu quo y del orden imperante. Di-cho sector radical argument tambin que, con demasiada frecuencia, las ciencias sociales eran usadas abiertamente por el sector militar de la sociedad (por ejemplo en el Proyecto Camelot). . Otra perspectiva, defendida por algunos cientficos del esta-blishment y por algunos radicales, destacaba que los nuevos mo-vimientos sociales de los aos sesenta, como el movimiento por los derechos civiles, los movimientos por la paz (contra la guerra de Vietnam), los movimientos estudiantiles y los grupos ecolo-gistas y ambientalistas representaban, para las ciencias sociales, una consciencia necesaria e inevitable durante un perodo de cambio.

    Se puede, pues, hablar de una crisis, en los aos sesenta, en la sociologa, la antropologa y la geografa, que se extendi a la psi-cologa y a la economa, por mencionar slo dos ciencias socia-les/humanas afectadas por este perodo de desazn. La agitacin en la ciencia social acadmica, junto con los conflictos pol-ticos en los campus universitarios y el cuestionamiento del pa-pel de la academia en la sociedad fueron, entre otros factores, los que llevaron a la aparicin de nuevos paradigmas, orientaciones e inquietudes en las ciencias sociales y humanas.

    Quizs una de las innovaciones ms importantes fue la intro-duccin del entorno fsico y bitico, y su relacin con la socie-dad humana, como variable digna de estudio por parte de los cientficos sociales. Sera, de hecho, ms correcto hablar de la reintroduccin o redescubrimiento del entorno puesto que, como veremos en el estudi de la relacin entre la sociedad y su entor-no tiene tras de s una larga historia. Durante nuestro siglo, con la articulacin de posiciones fuertemente antiambientales (no se usa aqu este trmino en sentido poltico) en el mbito de las ciencias sociales y humanas, el medio ambiente fue dejado de lado como variable considerada como relevante en el anlisis de la conducta y organizacin econmica, social y poltica, hasta el punto de que un rpido examen de prcticamente cualquiera de los ms importantes textos sociolgicos de los aos cincuen-ta, dara la sensacin de que algo como el entorno fsico ni tan slo exista, pareca como si la vida social se desarrollara en el vaco sin referente espacial o ambiental alguno. En el caso de

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  • la antropologa, el medio quedaba como variable o inquietud residual, y en la geografa, evidentemente, el entorno, si no ocu-paba un lugar central, segua teniendo un papel en el anlisis geo-grfico.

    El renovado inters, a partir de mediados de los sesenta, por los sistemas ecolgicos y el medio ambiente qued patente en el gran crecimiento de los cursos con contenidos medioambienta-les en todos los niveles de la ensefianza, especialmente en los Estados Unidos, Gran Bretafia y los pases nrdicos. No slo se dispensaban asignaturas de ciencias ambientales en las escuelas, en institutos tcnicos y en las universidades sino que dos nuevas subdisciplinas, la antropologa ecolgica y la sociologa ambien-tal, tambin se fueron erigiendo gradualmente en respetables reas de estudio acadmicas. Paralelamente, una nueva geografa que defina el medio ambiente como eje central de anlisis se conso-lidaba cada vez ms en el mundo universitario. La ecologizacin o greening de las ciencias sociales es uno de los hechos ms so-bresalientes de esta rea de conocimiento cientfico. Coincide con la ecologizacin del dis~urso poltico y tambin con un proceso de construccin social nueva del medio ambiente y de los riesgos ambientales y que a su vez estaba, por lo menos parcialmente, relacionado con cambios cualitativos en las condiciones ambien-tales a nivel planetario.

    En este libro, que se centra en la sociologa ambiental, es necesario salir del entorno exclusivamente sociolgico con la in-corporacin de la geografa y antropologa. Por qu se tratan slo tres ciencias sociales/humanas y no las dems, ya que tambin aportan anlisis que son sin duda relevantes para el estudio de la relacin entre sociedad y medio ambiente? Por qu razn no se concentra nicamente en una sola disciplina, la sociologa? La teora social, evidentemente, no ha sido prerrogativa de la socio-loga. Adems de la contribucin a la teora social aportada por la sociologa en cuanto al pensamiento socioambiental, cabra citar y analizar en este campo a la antropologa, la economa, la geo-grafa, la filosofa, la historia, las ciencias polticas, la psicologa, etc. Todas estas ciencias sociales y reas afines han tenido algo que decir sobre la interaccin entre medio ambiente y sociedad. Aparte de las citadas e importantes contribuciones al anlisis

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    socioambiental de la antropologa y la geografa, comentar las aportaciones de algunos filsofos, historiadores y politlogos re-presenta una obligacin en la medida en que, especialmente con anterioridad al siglo XIX, fueron quienes realizaron las ms im-portantes contribuciones al pensamiento socioambiental.

    En el siglo pasado, con la institucionalizacin y consolidacin de las ciencias sociales en el marco universitario, y con la apari-cin de fronteras cada vez ms delimitadas entre disciplinas, fue sobre todo la geografa la que se ocup del problema de la rela-cin entre sociedad, grupos humanos y su entorno fsico. La antropologa y la sociologa tambin abordaron esta temtica, pero con tendencia a ocupar un lugar menos central en el desarrollo de estas disciplinas, especialment,e en el caso de la sociologa. Los debates y polmicas, a veces muy vivos sobre el tema de la in-fluencia del medio ambiente sobre la evolucin de las sociedades en las tres disciplinas eran frecuentes, y no sera, por consiguien-te, ni posible ni correcto permanecer dentro de los lmites estric-tos de una sola disciplina acadmica a la hora de hacer un repaso del desarrollo histrico de los conceptos medioambientales y eco-lgicos en la teora social.

    No slo deberemos considerar la problemtica metodolgica que implica el estudio de la interaccin entre sociedad y medio ambiente, que abordaban los investigadores en las tres discipli-nas centrales para este libro, sino que tambin se intentar dar una interpretacin ms sociolgica de los cambios en la forma de enfocar el medio ambiente en la teora social. El cambio so-cioeconmico (por ejemplo la terciarizacin de la economa) y los acontecimientos en mundo real estarn relacionados con las percepciones cambiantes de la relacin entre la humanidad y el medio ambiente y la construccin social de los riesgos ambien-tales Q. Adams, 1995, U. Beck, 1998, D. Goldblatt, 1996, J. A. Hannigan, 1995, Lash, Szerszynski & Wynne, 1996, Macnaghten & Urry, 1998, Redclift & Benton, 1994).

    La Sociedad del riesgo y la percepcin social del medio am-biente y de las nuevas tecnologas (especialmente de la vida) es uno de los ejes centrales de la sociologa ambiental contempor-nea y, por lo tanto, tambin tendr un lugar muy destacado. Tambin subrayaremos la importancia, en este contexto, de la

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  • l. EL DETERMINISMO AMBIENTAL

    La- relacin entre las caractersticas de una sociedad -organiza-cin social, cultural, econmica- y el entorno fsico en que se inserta ha sido una de las preocupaciones analticas ms impor-tantes del pensamiento social en el pasado, y que hoy vuelve a centrar la atencin 'sobre todo de tres de las ciencias sociales: la sociologa, la antropologa y la geografa. El olvido, sobre todo por parte de la sociologa, de la variable ambiental se asent en un perodo crucial para el desarrollo de las ciencias sociales y en muchos textos sobre la historia del pensamiento social (escritos por socilogos), la orientacin socioambiental queda marginada dando la impresin, en todo caso, de que el estudio de la rela-cin entre sociedad y medio ambiente es un acontecimiento muy reciente y ligado a la llamada crisis ecolgica planetaria.

    Afortunadamente, esta visin distorsionada ha tenido recien-temente una contestacin rigurosa. En esta corriente, donde se reivindica la larga e importante trayectoria del pensamiento so-cioambiental, ha tenido un papel muy destacado Clarence Glacken, quien en su recopilacin exhaustiva de la relacin hom-bre-naturaleza tal como la vieron los filsofos, historiadores, telogos y otros pensadores, desde la epoca clsica hasta el final del siglo XVIII, nos dice que esta relacin sola tener tres dimen-siones:

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  • En la historia del pensamiento occidental, el hombre se ha es-tando preguntando en relacin con la tierra habitable. Es la tierra una creacin hecha a propsito? Tienen sus climas, sus relieves y la configuracin de sus continentes alguna influen-cia sobre las caractersticas morales y sociales de sus habitan-tes, y tambin sobre el carcter y naturaleza de la cultura hu-mana: en su larga posesin de la tierra, en que manera la ha cambiado el hombre? (C. J. Glacken, 1967, p. 14)

    Son tres cuestiones las que se plantean: 1) Creacin y concep-cin del mundo, 2) influencia del entorno fsico, 3) los seres hu-manos como factor de cambio del medio ambiente. La segunda cuestin, es decir, la influencia o impacto del medio ambiente sobre la actividad humana, es el gran tema que preocupa al pri-mer pensamiento socioambiental en su versin determinista.

    Los representantes del determinismo geogrfico (o determinis-mo ambiental, environmentalism en ingls) mantenan que las actividades de los seres humanos, su organizacin social, econ-mica y poltica, e incluso la personalidad y caractersticas cultu-rales de los distintos pueblos parecan determinados por el en-torno fsico (geogrfico y climtico) y biolgico. Es un modelo simple de causalidad unidireccional: la humanidad es moldeada por su contexto ambiental. Dicho de otra manera, la sociedad o cultura es tratada como variable dependiente y el medio ambien-te como variable independiente o determinante .. El paradigma (somos conscientes de que se ha abusado a menudo de este con-cepto para explicar la historia de la ciencia) ambientalista fue ex-traordinariamente persistente y no fue claramente superado y con-testado hasta finales del siglo XIX.

    El entorno como determinante de la naturaleza humana, su actividad y organizacin social, no es slo el primer paradigma socioambiental sino tambin uno de los primeros paradigmas o marcos tericos del pensamiento social occidental. El determinis-mo ambiental estaba muy extendido ya en la poca clsica y, se-guramente, su ms notable e influyente exponente fue Hipcra-tes de Cos (siglo V a.d.C). Aunque sea ms conocido por sus escritos de medicina, y en concreto por su juramento (en rea-lidad un juramento que no es estrictamente obra suya sino una

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    adaptacin de unas consignas de Hipcrates), podemos encon-trar en l importantes aportaciones en su De los aires, las aguas y los lugares. El inters de su obra radica en su intento de explicar la diversidad cultural y de comportamiento y las causas de las enfermedades. El medio, y especialmente el clima, eran para Hipcrates las variables que podan proporcionar un marco para explicar la gran variedad de conductas y pautas culturales que el autor observaba durante sus extensas peregrinaciones en el Mediterrneo oriental.

    A veces, Hipcrates adoptaba un determinismo vulgar y fcil de ridiculizar (reflejado en la cita que sigue), y que no hace jus-ticia a las observaciones ordenadas y sistemticas de las culturas que proliferaban en el mundo helnico.

    Cuando una raza habita en un spero pas montafioso, a una altitud considerable, con unas lluvias cuantiosas y con marca-das diferencias entre estaciones, entonces sus gentes sern de gran talla, bien acostumbrados a la audacia y la valenta y con no poca ferocidad y brutalidad en su carcter. Por otra parte, en tierras bajas, sofocantes, con prados ... son ms flemticos que colricos. La valenta y la audacia no son parte de su ca-rcter, aunque se pueden adquirir con la adecuada formacin. (Hipcrates, 1984, p. 67)

    La cita precedente es una expresin temprana y nada ambi-gua del enfoque del determinismo ambiental (con la matizacin pertinente de que tambin inciden en el comportamiento facto-res de socializacin y formacin), subrayando la importancia del clima en la configuracin de los rasgos culturales de las comuni-dades humanas. Quizs lo ms significativo, desde una perspec-tiva sociolgica o antropolgica, de los escritos de Hipcrates es que desarrolla una teora que intenta explicar el origen de la di-versidad de culturas y la pluralidad y variabilidad de la conducta y organizacin sociales. En este sentido, aunque sea una teora muy sencilla (a veces francamente banal), por lo menos se plan-tea cuestiones, con las consiguientes respuestas, que son clara-mente de tipo sociolgico/antropolgico y que estn avaladas por una tarea sistemtica de observacin de las culturas. En realidad,

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  • podra tenerse la tentacin de sugerir que el determinismo am-biental de Hipcrates fue el primer paradigma sociolgico que apareci en el pensamiento social; en todo caso fue el ms persistente.

    La salud pblica como disciplina mdica y prctica de polti-ca sociosanitaria, incluso hoy en da, es heredera del ambienta-lismo Hipocrtico. El higienismo, y movimientos salubristas posteriores, fuertemente influidos por la obra de Hipcrates y sus seguidores, tienen su base en identificar el origen y las solucio-nes de los problemas sanitarios en el medio ambiente. La calidad del agua, las condiciones atmosfricas, la alimentacin, etc. son para Hipcrates las causas del malestar o bienestar de las personas. Si el agua fuese identificada como causa de una enfermedad, el remedio sera cambiar el agua o acudir al lugar donde se puede encontrar el agua de la calidad deseada. En el caso del aire, cosa que no se puede cambiar inmediatamente, el paciente tendra que trasladarse a un lugar (la alta montaa por ejemplo) donde po--der respirar aire limpio para solucionar su problema respiratorio (los balnearios y sanatorios, tan de moda entre las clases acomo-dadas del siglo XIX y que hoy se recuperan, son testimonio de la influencia del pensamiento de Hipcrates).

    La importancia de la contribucin de Hipcrates queda, a me-nudo, descuidada puesto que se relaciona con su teora mdica de los humores que fue descartada y ridiculizada con los des-cubrimientos microbiolgicos del siglo XIX que instauraron nue-vas prcticas y paradigmas en la medicina occidental. Sin embar-go, resulta bastante extraordinario cmo la teora que relacionaba los cuatro humores (las dos bilis, la flema y la sangre) con el carcter o temperamento humano, se mantuvo durante tan largo tiempo; la nocin de los cuatro temperamentos (colrico, fle-mtico, melanclico y sanguneo) es parte destacada de la heren-cia cultural y artstica occidental, reflejndose ello en la literatu-ra, la pintura, la escultura, la msica y en el vocabulario y cultura populares. Por no citar ms de un campo de actividad artstica -la msica de tradicin clsica- diremos que dos obras intere-santes del siglo XX, La Segunda Sinfona de Carl Nielsen (1902) y el Primer Cuarteto de Cuerda de Paul Hindemith (1944) lle-vaban por subttulo Los cuatro temperamentos.

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    La consolidacin del paradigma Hipocrtico en el mundo grecorromano fue notable, y sera casi imposible detallar todas aquellas grandes figuras que asimilaron sus premisas bsicas. De manera ms general, podemos decir que con mucha frecuencia, cuando se trataba de descripciones de diversas culturas en que se intentaba dar alguna explicacin de tal diversidad, los auto-res se referan indefectiblemente a algn tipo de factor medio-ambiental, siendo el climtico el ms aludido. La mayora de estos escritos no eran ms que repeticiones (aunque a veces en forma potica) de las ideas ms simplistas y menos elaboradas de Hi-pcrates. En algunos casos (muy contados) se podan encon-trar crticas y matizaciones de lo que se puede denominar de-terminismo vulgar, como en la cita de la Geografa de Strabo (c. 64 a.d.C - 20 d.d.C). Un punto digno de mencin que sea-la Strabo es que, si bien el entorno puede tener su papel en la formacin del carcter de un pueblo, otros factores, factores so-ciales como la educacin y las organizaciones sociales, entran en JUego:

    Las artes, formas de gobierno y modos de vida de ciertas fuen-tes florecen bajo cualquier clima en que se hallan; sin embar-go, el clima tiene su influencia, y por consiguiente, si algunas peculiaridades se deben a la naturaleza del pas, otras son el resultado de las instituciones y la educacin. No es tanto por la naturaleza de su pas como por su educacin que los ate-nienses cultivan la elocuencia, mientras los macedonios no lo hacen, ni tampoco los tebanos, que estn mucho ms cerca (Strabo, en Glacken 1967, p. 198).

    Estos comentarios son ciertamente un precursor remoto de la nocin durkheimiana de que slo lo social puede explicar lo social. La postura de Strabo era, sin embargo, francamente mi-noritaria, y la tradicin hipocrtica rein durante muchos siglos antes de verse desafiada por una alternativa articulada y seria.

    La religin monotesta organizada lleg a dominar el desarro-llo del pensamiento occidental mucho antes de la cada de Roma. Si bien la visin del mundo tal como est concebido, es decir la tierra como una lugar habitable que sirvi a los hombres era

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  • central en el pensamiento judeocristiano (y posteriormente en el islmico), la idea de la influencia ambiental sobre el comporta-miento humano permaneci intacta en buena medida. Lo que quizs sea sorprendente de la contribucin de los pensadores occidentales al pensamiento ambiental es que era notablemente carente de originalidad, repetitiva y vulgar.

    Santo Toms de Aquino (1224-1274), que escribi ms de mil aos despus de Hipcrates, apenas altera o matiza el determi-nismo vulgar que queda patente en la cita siguiente:

    Un clima templado es ms propicio a la fuerza necesaria para la guerra con la que la sociedad humana vela por su seguri-dad. Como nos dice Begetius, las gentes que viven cerca del sol y estn resecados por el calor excesivo tiene un intelecto ms agudo, y es cierto, pero tienen menos sangre y por con-siguiente no tienen constancia en cuanto a la confianza en ellos mismos ... Por otro lado, las tribus nrdicas, lejos de los abrasa-dores rayos del sol, son ciertamente ms estpidas pero siempre estn a punto para la guerra. (Toms Aquino, en Glacken, 1967, p. 28)

    La nica nueva aportacin digna de mencin del determinismo posterior y hasta principios del siglo XVII, en la Europa cristia-na, fue el hecho de que se le relacionara con la floreciente"pseu-dociencia de la astrologa (las influencias de los astros sobre los destinos de los seres humanos).

    En agudo contraste con los pensadores que acabamos de mencionar, encontramos la contribucin de algunos filsofos e historiadores islmicos y en particular de Ibn Khaldoun. Aunque nacido en Tnez, Ibn Khaldoun perteneca tanto a Al-andalus como al Maghreb. Si bien recibi una clara influencia del corpus hipocrtico y de la cultura clsica en general, fue capaz de reali-zar un anlisis ms sistemtico y elaborado de la relacin entre sociedad, cultura y medio ambiente. Probablemente su obra ms importante fue referida a su nueva ciencia de la cultura.

    Se pueden resumir los objetivos de su gran estudio Muqadimah de la forma siguiente:

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    l. El estudio de la distribucin de las culturas en el munpo entonces conocido.

    2. Estudiar la base geogrfica de la cultura, incluyendo entre otros factores el clima como variable para explicar el carcter moral de los seres humanos.

    3. Analizar las repercusiones de los recursos ambientales (espe-cialmente los alimentos) sobre los hbitos sociales y las condicio-nes mdicas.

    A pesar del avance que representa su obra sobre otros inten-tos de sistematizar los conocimientos sobre la diversidad cultural y proporcionar un marco explicativo de este hecho, se puede detectar en ella la notable influencia de la obra de Hipcrates y de la cultura griega clsica en general:

    Las zonas quinta, cuarta y tercera ocupan una posicin in-termedia. Tienen ~ucha templanza, que es el justo medio. La cuarta zona, la ms cercana al centro, es todo lo templada que puede ser ... El fsico y el carcter de sus habitantes son temperados en relacin con el alto nivel requerido por la composicin del aire en que viven. (lbn Khaldoun, 1967, p. 311)

    Y a se ha comentado la asombrosa carencia de originalidad del discurso ambiental durante la Edad Media cristiana, y ello sigue siendo vlido una vez superado este perodo, de hecho hasta el Renacimiento. Incluso el tan original politlogo Machiavelo (1469-1527), en sus comentarios sobre el carcter de los pue-blos, no haca ms que repetir el viejo mensaje que ya resulta familiar:

    y por lo que concierne a la lasitud que la situacin podra en-gendrar, debe velarse para que las arduas tareas que el lugar no hace cumplir se aplican por ley; as como imitar el ejem-plo de aquellas naciones juiciosas que, viviendo en los pases ms frtiles y agradables que como tales deberan probable-mente dar lugar a razas apticas y afeminadas, ineptas para todas las actividades humanas, para contrarrestar el agravio

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  • aportado por la amenidad y a la influencia relajante del y el clima. (Maquiavelo, 1988, p. 11)

    Las importantsimas transformaciones econmicas, sociale1 polticas que ocurrieron en Europa a partir de mediados del glo XV se asociaron a un perodo de actividad comercial en tramar. La Era de los descubrimientos signific un aumento table de contacto con toda una serie de culturas nuevas. enorme diversidad que se abra ante la sociedad europea fue crita y debatida por numerosos viajeros, y estimul a mu"'n"' historiadores, filsofos, comentaristas y ensayistas en general explicar tanta variedad de culturas. Estos viajeros tambin gresaron con narraciones de entornos fsicos aparentemente traos y exticos, animales raros y condiciones climticas mas. Todo ello no pareca ms que reforzar las nociones determinismo ambiental, aunque debe decirse que el estudio los diferentes entornos en que se hallaban estas sociedades se iba a sistematizar poco a poco.

    Aunque los estudiosos estuvieron mejor informados de estol entornos recin descubiertos, en los que estaban ubicadas socie dades exticas, parecieron incapaces o carentes de voluntad avanzar significativamente en la explicacin de la diversidad tural. Y si bien se apreci, a partir de finales del siglo XVI, una cierta independencia respecto del poder sofocante de la teoloe:a oficial, resulta curioso que en ciertos aspectos (no tolerados cialmente por la Iglesia catlica) de la Edad Media cristiana tinuasen en vigor: la astrologa y la alquimia. Varios conocidoa ensayistas, de entre quienes los ms destacados fueron, q Nathaniel Carpenter (1589-1628) y Jean Bodin (1529-1596), in tentaron combinar el determinismo ambiental con la astrologa, que en s misma no es ms que otro tipo de determinismo ml ampuloso.

    Jean Bodin es, probablemente, el pensador ms importante del Renacimiento, en lo concerniente al tema general de la relacin entre historia y entorno. La obra de Bodino signific un peque o cambio de inters, en comparacin con otros autores, en la medida en que aquel intent tratar los diferentes sistemas legales y los procesos histricos en trminos de astrologa y medio

    llntbiente (un tema que posteriormente retomara Montesquieu, IIUnque sin el componente astrolgico). Es interesante observar 'JIIC', en la cita siguiente, Bodino baraja todava los conceptos de lm1 c:uatro humores de Hipcrates.

    Este salvajismo (de las gentes del sur) deriva en parte de ese despotismo que es un sistema vicioso de formacin que los ilpetitos indisciplinados han creado en el hombre, pero se debe mucho ms a una falta de proporcin en la mezcla de los humores. Y ello a su vez procede de los elementos afectados por las fuerZ\S externas. Los elementos estn perturbados por la energa de los cuerpos celestiales, y el cuerpo humano est envuelto en los elementos. 0. Bodino J. en G lacken 1967, p. 389)

    Segn Bodino, en estas zonas (el sur) influenciadas por Sa-turno, la gente es ms religiosa. Por otra parte, Jpiter parece que lfll el planeta que rige la correcta elaboracin de las leyes en las aunas templadas (y, por supuesto, civilizadas). Nathaniel Carpenter retom en su obra los temas de Bodin y se convirti In el primer ingls destacado como divulgador del paradigma determinista.

    A medida que avanzamos a travs de los siglos XVII y XVIII, crece el inters por explicar fenmenos sociales y psicolgicos muy 11pedficos. Abb Du Bos se preocup por explicar las variacio-fttl de los ndices de delincuencia y suicidios (citado y duramen-le criticado por Durkheim), pero no pudo, de ningn modo, tlc:apar del paradigma determinista ambiental, que pareca por entonces obligatorio y dominante. De esta manera, los suicidios 11 producan cuando soplaba viento del noreste. Y, por otra par-11, el calor de Roma era el factor que explicaba por qu la mayo-rla de delitos ocurran en verano.

    Si Hipcrates es el punto de partida del determinismo ambiental, entonces debe considerarse la obra de Montesquieu (1689-1755) como uno de los mayores hitos en el desarrollo del determinismo. Montesquieu es, con toda certeza, el exponente mejor conocido del determinismo ambiental en la poca moderna, )' especialmente por su explicacin del desarrollo de los sistemas

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  • jurdicos. (En las facultades de derecho se le otorga un espacio muy destacado en la asignatura de Historia del Derecho).

    stos son los rasgos esenciales de su argumentacin: el clima, y en menor medida, el tipo de suelo, configuran el carcter o per-sonalidad de un pueblo o nacin dados. Las caractersticas de esa personalidad determinan, a su vez, la estructura social y, fi-nalmente, es la estructura social la que determina el tipo de leyes y la legislacin del pas. Algunos autores han intentado hacer ver que Montesquieu fue mal entendido y que no era determinista porque reconoci otros determinantes de la diversidad cultural, como la educacin y la religin. Sin embargo, casi todos los deterministas, han acordado cierta importancia a factores socia-les y culturales (especialmente despus del Renacimiento) en la determinacin de las caractersticas de una sociedad y de su cul-tura, aunque el ncleo central de su argumento estara centrado en las variables ambientales. El hecho de que se introduzcan matizaciones no implica. el rechazo de las consignas bsicas. As, si se examinan (tan siquiera por encima) los escritos de Montes-quieu, veremos que se traza, en ellos, el paradigma hipocrtico (excluyendo los cuatro humores). En su De !'esprit des lois dice que las leyes:

    deben estar relacionadas con el entorno fsico del pas; con el clima helado, abrasador o templado; con la calidad del terre-no, su situacin y su extensin.

    pero por encima de todo:

    los climas distintos que han dado lugar a los distintos modos de vida han formado los diversos tipos de leyes. (Montesquieu, p. 248)

    Montesquieu gustaba, como muchos de sus contemporneos, de hablar del carcter de los pueblos y de su relacin con el clima. Son comentarios banales (tertulias de caf) del tipo de los que se puede escuchar, todava hoy, en la boca de turistas que acaban de regresar a su pas de origen y que diran que los suecos son fros y distantes a causa del ambiente glido y los inviernos

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    prolongados y tristes; o que los britnicos seran flemticos a causa de toda esa lluvia y por el hecho de que viven en una isla, y que los mediterrneos son, como todo el mundo sabe, apasionados y con mucho carcter, en razn del calor excesivo del verano, etc. Montesquieu intenta cegar el lector con el cientifismo de su poca, mostrando que el calor y el fro tenan un efecto sobre los rga-nos ms importantes del cuerpo, aquellos que determinan la con-ducta individual. De la supuesta psicologa de un individuo, habitante de un clima en concreto, extrapola el carcter de toda una nacin.

    Un ejemplo tpico del razonamiento de Montesquieu aparece cuando habla de un experimento que realiz con una lengua de oveja congelada y una que no lo estaba:

    Esta observacin confirma lo que he estado diciendo, es de-cir, que en los pases fros las glndulas nerviosas estn, me-nos expandidas: calan profundamente en sus vainas y estn protegidas de la accin de los objetos externos; en consecuen-cia, no tienen sensaciones tan vivas. En los pases fros hay muy poca sensibilidad por el placer; en los pases templados hay ms; en los pases clidos, la sensibilidad es exquisita. Si los climas se distinguen por los grados de latitud, tambin podramos diferenciarlos en cierta medida por grados de sensibilidad. He estado en la pera en Inglaterra y en Italia, con las mismas piezas y el mismo repar-to, y la misma msica produce efectos bien diferentes en ambas naciones; una es tan fra y flemtica y la otra tan vivaracha y embelesada, que parece casi inconcebible (Montesquieu en P. James, 1971, p. 561).

    No es maravillosa la ciencia de Montesquieu? A partir de una lengua congelada de oveja se pueden explicar las diferentes reac-ciones de audiencias de pera de dos pases distintos!

    Aunque no fuese hasta el final del siglo XIX cuando el deter-minismo ambiental result seriamente desafiado y se destacaron las anomalas que lo ponan en apuros, ya se detectaron algunas debilidades en la posicin medioambientalista a mediados del siglo XVIII. Jean-Jaques Rousseau (1712-1778), con su Emile de 1762,

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  • presenta un ensayo especialmente dedicado a la educacin en el cual sugiere que el cambio social y el entorno, hecho por los se-res humanos o modificado por ellos, estaban difuminando las has-ta entonces grandes diferencias entre naciones:

    Es por ello que las antiguas distinciones de raza, el efecto del suelo y, el clima marcaban mayores diferencias entre naciones, en el sentido de temperamento, aspecto, costumbres y carc-ter, que en nuestro tiempo, en que la inconstancia de Europa no deja tiempo para que acten los factores naturales, y en que se talan bosques y se desecan las marismas, en que la tie-rra es ms generalmente cultivada aunque menos cabalmente; de manera que las mismas diferencias entre naciones ya no pueden detectarse slo en las caractersticas fsicas. Q. J. Rous-seau, p. 451)

    A pesar del predominio del determinismo montesquiano, est claro que haba una percepcin creciente por parte de numero-sos pensadores del siglo XVIII de que la relacin entre humani-dad y medio ambiente era compleja, y que si resultaba que el en-torno ejerca influencia sobre la conducta de hombres y mujeres, tambin resultaba que los humanos eran un factor de cambio am-biental. Acabamos de sealar que haba un inters creciente en ese siglo por el impacto del hombre sobre la naturaleza. Conde Buffon es uno de los estudiosos ms representativos de entre los que se ocuparon del tema:

    Finalmente, toda la faz de la tierra lleva hoy da el sello del poder del hombre, quien, aunque subordinado al de la natu-raleza, a menudo hace ms que ella, o por lo menos la ha ayudado maravillosamente, y es con la ayuda de nuestras manos que se desarrolla en su plenitud y ha ido alcanzando el punto de perfeccin y esplendor en que la vemos hoy. (Buffon, en C. J. Glacken, p. 668)

    Se puede identificar un proceso de construccin social de un nuevo discurso ambiental que tiene que ver con la adqui-sicin de nu,evos conocimientos del mundo extraeuropeo y de

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    conocimientos y metodologas cientficas. La concienciacin cre-ciente de los cambios ambientales, inducidos por las diversas ac-tividades agrcolas y econmicas fue, quizs, la contribucin ms importante al proceso de reorientacin del discurso ambiental. En este contexto, la humanidad es menos pasiva y no exclusivamen-te moldeada por un medio que le domina, sino que las activida-des de los seres humanos configuran cada vez ms al entorno, un entorno artificial que, a su vez, aparentemente sigue ejerciendo una fuerte influencia sobre la conformacin del carcter nacio-nal.

    Probablemente sea conveniente que el ltimo pensador que mencionemos en esta seccin dedicada al pensamiento ambien-tal determinista, sea lmmanual Kant (1724-1804), muy impor-tante en el proceso de institucionalizacin de la geografa en Ale-mania, por no citar otros campos. Kant es, pues, una figura ceiural en el avance de la geografa, aunque es evidentemente ms cono-cido por su contribucin a la filosofa con su Crtica de la razn pura.

    En trminos de pensamiento geogrfico, se interes especial-mente por la geografa fsica y por la interaccin entre sociedad y medio ambiente. Kant tambin reflejaba un inters creciente, evidente a medida que transcurre el siglo XVIII, por las activi-dades humanas y por cmo afectan al medio ambiente. Sin embargo, a veces encontramos sorprendentemente a Kant com-placindose en ese hobby tan grato a los filsofos e historiadores europeos de su poca, consistente en debatir acerca del Carcter nacional. De nuevo recurre al clima para dar cuenta de las idio-sincrasias de las diferentes culturas. Los argumentos deberan ser ya tan familiares que resultara harto aburrido volverlos a citar. Lo que s debe sealarse aqu es que, incluso para una figura de la talla intelectual de Kant, el determinismo segua teniendo un peso importante e, incluso, irresistible a la hora de analizar la di-versidad cultural. Era todava un paradigma por desafiar, aunque estaba ya claro que no aportaba ninguna perspectiva original al estudio de la diversidad soc1at y de las culturas.

    Esta introduccin ofrece un rpido repaso del pensamiento ambiental primerizo. El modelo unilineal del determinismo am-biental, encontrado en los escritos mdicos de Hipcrates, fue la

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  • visin prcticamente inalterada y dominante sobre la relacin entre medio ambiente y sociedad, que estuvo vigente durante casi dos milenios. A pesar de la llegada de las religiones monotestas al Mediterrneo y a Europa, la posicin determinista continu prevaleciendo sin prcticamente desafo alguno. La Era de los descubrimientos aport nuevas informaciones sobre culturas exticas y sobre medios fsicos an ms extrafios. Ello simplemen-te contribuy (con algunas excepciones) a reforzar el determinis-mo vulgar.

    N o fue hasta el siglo XVIII en que estas nociones empezaron a ser puestas en tela de jui~io de manera significativa. Se detecta, durante dicho siglo, una consciencia creciente en relacin con el impaCto de las actividades humanas sobre el medio natural. A pesar de ello, incluso los pensadores ms innovadores parecieron incapaces de superar la posicin determinista. Pero se sentaron las bases para una reformulacin radical de la relacin entre so-ciedad y medio ambiente, una visin alternativa que otorgaba protagonismo a lo social y lo cultural.

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    11. EL PENSAMIENTO SOCIOAMBIENTAL ANTE LA INSTITUCIONALIZACIN DE LAS CIENCIAS SOCIALES

    Durante el siglo XIX se fueron institucionalizando las ciencias hu-manas y sociales en las universidades europeas, con la creacin de nuevas ctedras y departamentos. La geografa, una de las pri-meras disciplinas que se ocup del estudio sistemtico de las re-laciones entre sociedad y medio ambiente, fue la primera que recibi la aprobacin de las autoridades universitarias en los pri-meros afios del siglo. A pesar de los trabajos de Comte, Saint-Simon, Spencer, L. H. Morgan, etc., no fue hasta bastante ms tarde cuando la antropologa y la sociologa se consolidaron como disciplinas universitarias slidamente establecidas. Con la ins-titucionalizacin de los estudios geogrficos, la investigacin de las relaciones medio ambiente/sociedad se centr en esta disci-plina a principios de la segunda mitad del siglo, aunque los his-toriadores (por ejemplo Buckle) y los etngrafos (por ejemplo Bastian y Klem) tambin contribuyeron a ello. A nivel menos acadmico, el inters por los nuevos entornos y la diversidad cul-tural (especialmente por aquellas comunidades situadas lejos de Europa) qued patente en la creacin, en Gran Bretafia, en Ale-mania y en Francia, de las asociaciones para la divulgacin de la geografa, la etnologa y la antropologa. Tales sociedades apor-taron, en ocasiones, las bases para expediciones ultramarinas, colaborando as a engrosar el cuerpo creciente de informacin so-bre los entornos fsicos y las culturas.

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  • Es la razn por la cual las tribus de pescadores de Australia superan a los indios de la selva sudamericana en viveza de espritu, reflexin e independencia intelectual. (R. Lowie, 1937, p. 15)

    Existen innumerables ejemplos de determinismo geogrfi-co relacionado con el debate ideolgico sobre la llamada, por aquel entonces, cuestin de raza. De hecho, la geografa y la antropologa del siglo XIX estn repletas de tales descrip-ciones .(vase Marvin Harris, 1968) que se encuentran tam-bin, aunque en forma algo ms sofisticada, en los escritos de prestigiosos gegrafos del siglo XX como Huntington y Griffith Taylor.

    Lo que tambin queda claro, en cuanto a buena parte de la geografa acadmica y en menor medida de la antropologa del siglo XIX, es que las explicaciones medioambientales eran cada vez ms un fenmeno del mundo anglosajn. Fue la escuela posibi-lista francesa de geografa humana (ayudada y encubierta por la escuela sociolgica durkheimiana) la que formul los ataques ms duros y coherentes contra el ambientalismo. Al mismo tiempo, el organicismo (es decir, el organismo biolgico usado como metfora para explicar o describir tanto fenmenos naturales como sociales) se fue propagando incluso antes de la llegada de su ms famoso representante, Herbert Spencer.

    La geografa fue la primera de las ciencias humanas y sociales que recibi aprobacin acadmica oficial en Alemania, y fue el muy influyente Karl Ritter (1779-1859) quien ocup la primera ctedra (1820). Su Erdkunde (o Ciencia de la Tierra) es, junto con el Kosmos de Humboldt, una de las grandes obras de la geo-grafa primeriza.

    Hay que decir de entrada que la geografa de Ritter estaba fuer-temente influida por sus fervientes creencias religiosas:

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    La geografa es la seccin de la ciencia que se ocupa del globo en todas sus caractersticas, fenmenos y relaciones, como uni-dad independiente, y muestra la conexin de este conjunto unificado con el Creador de la humanidad. (K. Ritter en P. Dickinson, 1978, p. 36)

    Ritter era, al mismo tiempo, muy dependiente de las analo-~(as biolgicas, tan frecuentes en su tiempo, y vea as la Tierra como organismo (organische einheit). Este cuerpo (la Tierra), Nc:gl'm Ritter, fue creado para cumplir los designios divinos del Se flor:

    As como el cuerpo est hecho .para el alma, as es el globo fsico para la humanidad. (Ibd., p. 37)

    Aunque Ritter se dedicase al desarrollo de conceptos relacio-nados con los estudios regionales, buena parte de su obra estaba imbuida de presupuestos medioambientales. Por ejemplo, afirma-ba que el objetivo de su Erdkunde era:

    presentar las condiciones fsicas -geogrficas-, generalmente ms importante, de la faz de la tierra en su interrelacin co-herente natural, y ello (la faz de la tierra) en cuanto a sus ca-ractersticas ms esenciales y rasgos principales, especialmen-te como la tierra natal de los pueblos en su ms variopinta influencia sobre el desarrollo del cuerpo y mente de los hom-bres. (lbd., p. 43)

    Lo que podra ser una afirmacin todava ms clara del compromiso con la aproximacin excepcionalista. Podramos decir que el enfoque de Ritter tuvo su continuacin en mu-chos otros gegrafos, cuyo objetivo principal era el retrato de la tierra y su relacin con el hombre y, especialmente, la influen-cia ejercida por la tierra como determinante de la actividad cul-tural humana.

    Los conceptos teolgicos tienen robustas y profundas races en el pensamiento geogrfico del siglo XIX, aunque se debilita-ran con la llegada del evolucionismo darwinista y de la geologa de Lyell. Sin embargo, la nocin de lo que Glacken llama el mun-do tal como ha sido concebido se mostr especialmente tenaz, incluso ante el nuevo evolucionismo. Uno de los representantes de la geografa teleolgica es uno de los protegidos de Ritter, el suizo Guyot (1807-1'884), quien fue profesor en los EE UU (Princeton) y donde adquiri gran influencia, especialmente en

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  • relacin con la enseanza de la geografa en las .escuelas. Deca todava en 1873 que:

    Un estudio detallado de la geografa fsica tiende a llevar a la conclusin que los grandes constituyentes de nuestro planeta -la tierra slida, los ocanos y la atmsfera- son mutuamen-te dependientes y estn conectados por accin y reaccin in-cesante de unos sobre otros. As pues, la tierra es un mecanis-mo realmente maravilloso, cuyas partes trabajan todas en armona para cumplir el propsito que el asign el Creador todopoderoso. (A. Guyot, en James, p. 192)

    Uno de los propsitos asignados, por no decir el principal, era obviamente el de dar sostn a la vida pero, sobre todo, a la vida humana, la sociedad y la cultura.

    Un estudiante tardo de Ritter, el francs Elis Reclus (1830-1905) se convirti en una figura muy significativa para el pensa-miento geogrfico. No era propenso, sin embargo, a las premisas teolgicas y deterministas que llenaban buena parte de la obra de su maestro, sino todo lo contrario. Reclus fue muy activo en el movimiento anarquista europeo (se exili de Francia), y mani-fest con contundencia su preocupacin radical por el impacto negativo que los seres humanos pueden tener sobre el entorno:

    La accin del hombre es capaz de desecar marismas y lagu-nas, de reducir los obstculos entre pases distintos y de mo-dificar la distribucin original de especies de animales y plan-tas, hasta el punto que estos hechos son de importancia decisiva en los cambios que est atravesando la superficie del globo. La accin del hombre puede embellecer la tierra, pero tambin puede desfigurarla; segn las costumbres y condicin social de cada pas, se contribuye a la degradacin o la glori-ficacin de la naturaleza. El hombre amolda a su imagen el pas en que vive. (E. Rclus, en R. Peet, 1977, p. 59)

    Durante el siglo XIX asistimos, pues, al establecimiento e ins-titucionalizacin de la geografa en las universidades de Europa occidental. Un tema central para los gegrafos fue el estudio de

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    lil relacin entre la sociedad y el medio ambiente. Este anlisis se traliz casi siempre en el marco del determinismo ambiental (sal-vando a Rclus y sus seguidores), aunque tambin es cierto que los trabajos geogrficos eran cada vez ms sistemticamente emp-ricos, pero interesados sin embargo en la elaboracin de grandes teoras. La geografa se convirti en una disciplina acadmica con-solidada a mediados del siglo XIX en Alemania, seguida de cerca por Francia, Gran Bretaa y, posteriormente, Estados Unidos.

    Tambin se produjo en estos pases una consolidacin crecien-te de los estudios etnolgicos. Y si stos se establecieron en la uni-versidad despus de la geografa (primero bajo elnombre de et-nologa, ms tarde con el de antropologa), fueron precisamente los gegrafos quienes emprendieron la mayor parte de estudios etnolgicos y quienes contribuyeron a esta disciplina con sus tra-bajos empricos y tericos (por ejemplo, Frederick Ratzel, como se ver ms adelante). Muchos antroplogos de principios de nuestro siglo se formaron en el dominio de la geografa, siendo el caso ms conocido el de Franz Boas.

    Es cierto que buena parte de la etnologa primeriza tenda a aceptar el enfoque determinista, pero sin embargo ya haba quie-nes empezaban a desafiado, sin ms motivo que el de distinguir su rea de estudio de la de los gegrafos inclinados a la etnolo-ga. As, un precursor de la antropologa moderna fue Adolphe Bastian (1826-1905), que significativamente iba a ser el primero en ocupar la ctedra de etnologa en la universidad de Berln. Si bien reconoca an la importancia de. la geografa, Bastian vea que tambin haba que buscar las caractersticas de las diferentes culturas en la historia y las tradiciones respectivas. Fue este tipo de aproximacin, combinada con la tesis del posibilismo ambien-tal o geogrfico, lo que llev finalmente, en los ltimos aos del siglo, a desafiar seriamente el paradigma determinista ambiental hasta entonces dominante.

    El gegrafo alemn Frederic Ratzel, en su Antrogeographie, se-ala la postura del ambientalismo moderno. Este texto fue tomado como gua, y ha sido frecuentemente citado, tanto por parte de los defensores como por los detractores del ambientalismo. Se har tambin un breve repaso de la produccin de la brillante promo-tora americana de Ratzel, Ellen Semple y otros ambientalistas

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    americanos como William Holmes, Ellsworth Huntington, Franklin Thomas, etc. y de los estudios ms recientes de Griffith Taylor (angloaustraliano) y Karl Witfogel (germanoamericano).

    A medida que avanzamos en el siglo XX, una caracterstica que destaca en las contribuciones de muchos de los cientficos socia-les arriba mencionados es la defensa, radical y explcita, de las pre-misas tericas del ambientalismo, especialmente ante la creciente crtica posibilista. Se pueden hallar sntomas de ira en sus escri-tos pues la defensa del ambientalismo, en el siglo XX, es .comba-tiva.

    Es significativo que, si bien Ratzel fue profesor universitario de geografa, se form en las disciplinas de zoologa y geologa y, por ello, no debe sorprender que recibiera fuertes influencias de Darwin y Haeckel. En realidad, en sus primeros tiempos, Ratzel (1844-1904) fue discpulo de Haeckel y qued particularmente impresionado por su concepto de ecologa. Pero, a medida que Haeckel se fue identificando con la poltica conservadora-na-cionalista, racista y radical, Ratzel se fue distanciando de quien haba sido su profesor.

    Se ha dicho que buena parte de la obra de Ratzel ha sido dis-torsionada a causa de la aparente divulgacin equivocada que Semple hizo de su produccin, y ello ha llevado a la nocin de que la obra era de naturaleza plenamente determinista (una in-terpretacin injusta del rol de Semple, que tena un papel mu-cho ms importante qu el de simple transmisora de las ideas Ratzel puesto que posee una notable produccin propia y origi-nal. No sera un ejemplo de una cierta misoginia de la acade-mia?). Est claro sin embargo, que los primeros estudios de Ratzel muestran una tendencia evidente a dar la primaca a los factores geogrficos en la explicacin de la conducta cultural y de la es-tructuracin social. A pesar de todo, ciertos antroplogos del si-glo XIX valoran su obra como la superacin del determinismo vul-gar, e insisten en que slo cae en posiciones deterministas en algunas ocasiones.

    En su Antropogeographie (1891), subtitulada Una introduc-cin a la aplicacin de la geografa a la historia, Ratzel se ocupa fundamentalmente de tres problemas:

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    1, Hl ltndlisis de la distribucin de los grupos tnicos sobre la At1 dt lit TiC'rra y tambin de la distribucin de religiones y len-IUI11 '1"(' estn relacionadas con las etnias.

    a. El ~tnlisis de la relacin entre migracin humana y entor-na f'fakn.

    S, Hl entorno fsico como determinante de la conducta hu-Mina, tanto colectiva como individual. En concreto, el clima Mmo moldeador del carcter nacional.

    Una de las conclusiones ms conocidas de su obra se refiere a 11 dlmibucin de las civilizaciones. Sobre esta cuestin, Ratzel pretende que el clima es el factor principal de la localizacin de ~e~uellas, queriendo demostrar que la mayor parte de las civiliza-tlonea estn en las latitudes templadas (esta ser, como se ver "''' tarde, la perspectiva que adoptaron muchos gegrafos y ar-

    ~uelogos, como por ejemplo Huntington, en EE UU). Quizs el concepto ms conocido de los desarrollados por

    ltatzel, sea el de lebensraum (espacio vital). Elabor esta teora tn dos de sus obras Der lebensraum, eine Biogeographische Studies) (190 1) y Politische Geographie ( 1897). Para comprender este con-etpto es necesario sealar que surge de las influencias de la teo-rla darwiniana y del reduccionismo biolgico que recibi Ratzel; 11 decir, que tendi (con salvedades) a considerar el desarrollo aocial humano en trminos evolutivos y, ms concretamente, en relacin con lo que Herbert Spencer llam la supervivencia del m's fuerte (frase incorrectamente atribuida a Darwin). Ratzel ex-hort sin embargo a sus estudiantes a guardarse del reduccionis-mo extremado y del racismo del dolo de su juventud, Ernst Haeckel. Adems, Ratzel qued cautivada por la analoga apeceriana de la sociedad como organismo (este concepto no era nuevo en si, lo que era nuevo era su conexin con la teora evo-lucionista de Darwin). Vemos, as, que Ratzel se refiere al Esta-do como un organismo: Der Staat als Bodenstanger Organismus (el Estado como organismo vinculado al pas).

    La tierra es para nosotros un organismo, no slo es una unin del mundo viviente con el suelo rgido, sino tambin porque tal unin queda reforzada por el efecto recproco del primero

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    sobre el segundo, hasta el punto que ya no se pueden visuali-zar separadamente. (F. Ratzel, 1972, p. 51)

    El lebensraum combina, pues, la teora de la evolucin de Darwin y la analoga organicista de Spencer para llegar a las si-guientes conclusiones:

    As como la lucha por la existencia en el mundo animal y ve-getal siempre es una cuestin de espacio, el conflicto entre na-ciones es en buena parte slo luchas por el territorio. (lbd., p. 517)

    De ello se desprende que los estados fuertes se expandirn y sobrevivirn a expensas de los dbiles; esto podra justificar en cierto modo el derecho de los pueblos superiores (un conc~pto que Ratzel no adopt) a extender su espacio vital. Desgraciada-mente para la imagen de Ratzel, algunos gegrafos de la dcada de 1930 (el ms destacado de los cuales fue Karl Haushofer, 1869-1946), se apropiaron su concepto de lebensraum y lo utilizaron como vehculo de la pseudociencia nazi (Zeitschrift fur Geopolitik), para justificar las polticas expansionistas y ra-cistas .

    El argumento o la interpretacin de las luchas entre naciones (lo que Pitrim Sorokin llam la interpretacin sociolgica de la lucha por la existencia y la sociologa de la guerra) ha sido recuperado una vez ms en aos recientes, en trminos de teoras biolgicas. El ejemplo ms conocido es el Imperativo territorial de Ardrey. Tambin hay que citar los trabajos de Konnrd Lorenz y otros reduccionistas biolgicos especialistas en el estudio del comportamiento animal, denominado etologa.

    Aunque el propio Ratzel viera que, a veces, iba demasiado lejos con sus explicaciones deterministas de la diversidad cultural, y advirtiera contra el hecho de tomar al pie de la letra la analoga orgnica, acept las premisas bsicas del ambientalismo y se mostr muy vehemente ~n su defensa del mismo, ante las crti-cas crecientes procedentes de la escuela posibilista, tanto en el terreno de la geografa como en el de la antropologa. Ratzel fue un estudioso brillante y erudito, y sta ha sido la razn de

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    &JIIt, tn ocasiones, los historiadores de la geografa y de la antro-polo~( a hayan sugerido que, en el fondo, no era realmente lllllhicntalista sino que, a causa de la acaparadora influencia del jlllnuligma determinista en el siglo XIX, cay en algunas ocasio-IU'N en explicaciones ambientalistas. Parece, sin embargo, que el UC'Itrminismo ambiental est presente en la obra de Ratzel, si bien tn una forma ms sofisticada que la de sus contemporneos. Ha ttnido un peso importante en el debate acerca de los orgenes de lll dvilizacin, su postura materialista tiene gran fuerza, y pa-

    rco~:e postular un tipo de infraestructura medioambiental sobre l11 ~o:ual se erigen las civilizaciones:

    La suma de los logros de la civilizacin en cada estadio y en cada raza se compone de posesiones materiales ... lo material est en la base de lo intelectual. Las creaciones intelectuales vienen como un lujo, una vez satisfechas las exigencias del cuerpo. Toda cuestin, pues, sobre los orgenes de la civiliza-cin se resuelve con la pregunta: qu es lo que favorece el

    { desarrollo de las bases materiales de las civilizaciones? ... Las condiciones naturales, que permiten la acumulacin de riqueza a partir de la fertilidad de los suelos y el trabajo que a stos se dedica, son pues sin lugar a dudas de extrema importancia para el desarrollo de la civilizacin... En los primeros tiempos de la humanidad, las regiones clidas, hmedas y bendecidas con la abundancia de frutos, eran claramente las ms desea-das, y resulta fcil imaginar al primer hombre como habitan-te de los trpicos ... Y si debemos hablar de la civilizacin ... esto apunta hacia las zonas templadas, en que no con menos seguridad veremos la cuna de la civilizacin, como en los tr-picos la de la raza. (F. Ratzel, ibd, p. 267)

    Como ya se ha sealado, el determinismo ambiental o geogrfi-co se convirti, a partir del siglo XIX, en un fenmeno del mun-do anglosajn: Alemania, Gran Bretaa y los Estados Unidos. Quizs el ltimo representante significativo del determinismo geo-grfico en los pases francfonos sea Edmon Demoulins, quien en su Essai de gographie socia/e. Comment la route cre le type socia/e fue ms explcito en cuanto al papel del entorno fsico en

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    la formacin de la diversidad cultural. Demoulins fue ciertamente radical en sus afirmaciones y fue tan lejos como para decir:

    Si la historia de la humanidad volviera a empezar y la capa actual de la tierra fuese la misma, la historia se repetira en todas sus principales caractersticas. (Demoulins in Griffith Taylor, p. 140)

    Demoulins recibi una fuerte influencia del socilogo fran-cs Frdric Leply (1806-1882) cuya frmula sobre la diversi-dad de la organizacin social era:

    El entorno (lugar) condiciona el tipo de trabajo, y el trabajo configura, por lo menos en parte, la organizacin social. (Laplay, ibd., p. 138)

    Algunos trabajos de Demoulins han encontrado eco en las l-timas obras de lo que Marvin Harris ha denominado materia-lismo cultural:

    Los matriarcados se dan en los pueblos que por las circuns-tancias han tenido que confiar a las mujeres el control exclu-sivo de alguna rama de produccin. Esta explicacin equivale a una ley. Entre los !roques la caza dio resultados an ms parcos. Pero el maz cultivado por las mujeres, por el contra-rio, dio producciones abundantes y constituy la base de la alimentacin. Una mujer poda entonces alimentar a varios hombres, y lo que es ms, necesitaba a unos cuantos para su suministro de piezas de caza. Es por ello que algunas !roques practicaron la poliandra. Es as que la relacin entre maz y las piezas de caza controlaba los acuerdos matrimoniales. (Demolins, p. 141)

    En vsperas de la Primera Guerra Mundial, vemos que el am-bientalismo es apenas perceptible fuera de Alemania, Estados Unidos y Gran Bretafia. Ellen Semple (1863-1932), a pesar de los prejuicios contra el hecho de que las mujeres tomaran parte en cursos de posgrado, pudo ser alumna de Ratzel en la dcada

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    ,, 1 H90. Volvi a los Estados Unidos muy marcada por el enfo-lJIIt' de Ratzel manifestado por su Antropogeographie, pero recha-

    ,,~ NIIS teoras organicistas spencerianas. Fue una brillante escri-lllrll, investigadora y propagandista y, debido a su elocuencia y upacidad analtica y de persuasin, influy en varias generacio-

    nr~ de gegrafos americanos y britnicos. (Sus clases en las uni-Yrrsidades de Chicago y Clark atrajeron a gegrafos y antroplo-llllH de todos los Estados Unidos y del extranjero). No fue obviamente ella quien creara el ambientalismo americano -ya trnla ste profundas races en la geografa acadmica americana-, l'rro fue una portavoz especialmente dotada (probablemente la representacin ms lcida de esta corriente a nivel internacional). '1\unbin aport investigaciones importantes y originales sobre la Influencia del medio ambiente sobre el desarrollo de las socieda-des humanas.

    No hay ms clara expresin de su adhesin al determinismo ambiental que su genial libro The Injluence of the Geographic Hnvironment (1911). Tambin manik:st en sus obras su rechazo contundente a la raza como determinante de la diversidad cultu-ral. El entorno era la influencia decisiva:

    El propio mtodo de investigacin de la escritora consis-ti en comparar pueblos de todas las razas y estadios de desarrollo cultural, que viven bajo condiciones geogrficas si-milares. Si estas gentes de diferente raz tnica pero de entor-no similar mostraban un desarrollo social, econmico o his-trico similar o relacionado, sera razonable inferir que dichas semejanzas eran debidas al entorno y no a la raza. As, por comparacin extensiva, el factor raza en estos prolrtemas de dos cantidades desconocidas quedaba eliminado para ciertas clases amplias de fenmenos sociales e histricas. (E. C. Semple, 1911, p. vii)

    La siguiente y extensa cita es, con toda seguridad, una de las mejores y ms sorprendentes introducciones para cualquier libro que aborde temas geogrficos y, probablemente, la explicacin ms elocuente y clara del determinismo ambiental:

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    El hombre es un producto de la faz de la tierra. Ello no quie-re simplemente decir que sea un hijo de la tierra, polvo de su polvo; sino que la tierra lo ha arropado, alimentado, le ha im-puesto tareas, dirigido sus pensamientos, enfrentado a dificul-tades que han fortalecido su cuerpo y agudizado su astucia, l ha planteado problemas de navegacin o de irrigacin, al tiem-po que l susurraba pistas de solucin. Ha penetrado en sus huesos y sus tejidos, en su mente y en su alma. En las monta-as, l ha dado piernas de hierro para alcanzar cumbres; en las playas, se las ha dejado flcidas, pero a cambio l ha dado vigoroso desarrollo del pecho y de los brazos con que mani-pular. el remo y el timn. En los valles de los ros, lo ata al suelo frtil, circunscribe sus ideas y ambiciones con un opaco nimbo de calma, imponindole tareas, estrecha su mirada hacia el angosto horizonte de su granja. En los altiplanos barridos por el viento, en las extensas e infinitas praderas y en los se-cos espacios del desierto, por donde conduce sus rebaos de pastizal en pastizal o de.oasis en oasis, donde la vida conoce tanta dureza pero escapa al tedio de la rutina, donde la visin de un rebao que pace le da el placer de la contemplacin, y la diversidad de la vida amplitud de horizontes, all sus ideas adquieren cierta simplicidad gigantesca; la religin monotes-tica, Dios se hace uno, sin rival, como la arena del desierto y la hierba de la estepa, prolongndose sin pausa ni cambio. Rumiando su sencilla creencia, alimento de su mente ham-brienta, su fe muda en fanatismo; sus grandes ideas espacia-les, nacidas de ese incesante vagabundeo superan a la tierra que las aliment y dan su fruto legtimo con las conquistas impe-riales.- (Ibd., p. 2)

    Este texto representa una generalizacin geogrfica y antro-polgica en el ms ampuloso estilo. En ocasiones, tales dotes de expresin son un obstculo y permiten la aceptacin acrtica del lector debido a la fuerza de su prosa. En el caso de pasaje an-terior, se encuentran realmente demasiadas excepciones a la regla de Semple que relaciona el monotesmo con el nomadismo pastoril como para permitir generalizaciones tan extravagantes. El resultado de este enfoque ha llevado a muchos estudiosos a

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    idt'ntificar el ambientalismo con la capacidad del diletante>> para n11nbinar el estilo y la retrica con un sentido comn bsicamente vulgar. Semple no fue una diletante, ni tampoco sus textos eran Nt'tnpre retricos ni su ciencia vulgar, y sin embargo, esas gene-mlizaciones a veces exageradas e imprudentes facilitaban la tarea u los crticos antiambientalistas.

    A pesar del hecho de que el determinismo geogrfico ha sido, por lo general, olvidado e incluso algo desacreditado, los textos de .St'mple tienen un sorprendente aspecto moderno en este sentido:

    El hombre ha conquistado con tanto fragor a la naturale-za... Este medio natural, esta base fsica de la historia, es a todos los fines y propsitos inmutable en comparacin con el otro factor del problema: el hombre cambiante, maleable, progresivo, regresivo. (Ibd., p. 2)

    Semple tambin dijo en pocas palabras lo que Ratzel (a quien dedic su libro) expres en muchos prrafos tortuosos:

    As como los trpicos han sido la cuna de la humanidad, las zonas templadas han sido cuna y escuela de la civilizacin. Aqu la naturaleza ha dado mucho al retener mucho. Aqu el hombre ha encontrado su carta de ciudadana, el privilegio de la lucha. (lbd., p. 635)

    Desgraciadamente, como muchos deterministas geogrficos, Semple estaba obsesionada con los factores climticos, y les dio prioridad para explicar el temperamento racial (este ltimo concepto choca con su discurso que criticaba el uso de la raza como variable independiente para explicar hechos culturales). Sus textos manifiestan, a veces, el determinismo simplista de Mon-tesquieu, y algunos contienen las ms dudosas nociones raciales de su tiempo (a pesar de que ella se opuso con vehemencia al cientificismo biologsta y racista). Sin embargo, sus obras eran ledas con avidez, y obtuvieron una inmensa popularidad tanto entre el pblico ilustrado como entre los gegrafos acadmi-cos. La siguiente cita muestra cun vulnerable a la critica puede ser el determinismo de Semple.

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    La influencia del clima sobre el temperamento racial en sus efectos directos como indirectos_no puede ser puesta juicio, pese a una excepcin ocasional de los alegres y ticos esquimales, que por su naturaleza parecen un vivo doto contra el frfo y la pobreza de su medio ambiente. Por general se da una estrecha correspondencia entre clima y peramento. Los pueblos del norte de Europa son enrmrni previsores, serios, ms reflexivos que emotivos, antes que impulsivos. Los sureos de la cuenca mediterrnea tropical son gente relajada, poco previsores salvo si la dad les urge, alegres, emotivos, imaginativos, todas ellas lidades que entre los negros de la franja ecuatorial deger."' en serios defectos raciales. (Ibfd., p. 623)

    Ellsworth Huntington (1876-1947) fue, sin lugar a dudas, de los exponentes ms importantes del ambientalismo durante primera mitad de nuestro siglo. The Pulse of Asia (1907) estua,a la relacin entre nomadismo, clima y conquista. Al igual Ratzel y Semple, Huntington centra su anlisis de los determi-nantes de la ubicacin, xito y continuidad de la civilizacin en la variable climatolgica (ver Civilization and Climate, 1915). A continuacin, recogemos una cita tfpica que ilustra el muy ex-plicito ambientalismo de Huntington:

    Slo en regiones donde el estmulo climtico es importante han alcanzado las naciones el ms alto nivel de civilizacin. (E. Huntington, 1971, p. 239)

    El peso de la teorfa darwiniana y de la gentica se not clara-mente en sus reflexiones sobre las civilizaciones exitosas:

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    Mil aos de vida bajo las duras condiciones del altiplano de Judea, como fue los tiempos antiguos, Pueden haber elimina-do numerosas elementos de debilidad de la raza hebrea para darle una fuerza en consonancia con la grandeza de su contri-bucin a la historia. (E. Huntington, 1911, en Freeman, p. 111)

    11 11te aserto parece un poco exagerado, Huntington va an M41 IJnll cuando comenta la causa de la revueltas indias y el pre-~llttlnio de la violencia y del cambio revolucionario en latitudes meridionales:

    In el mundo en su conjunto, la tendencia a una falta de auto-control en materia de poltica, de relaciones sexuales y en mu-chos otros aspectos se obserVa marcadamente en pases de cli-ma clido. sta no es la nica razn de la frecuencia de las revoluciones polticas en dichas latitudes, pero debe desem-peftar su papel. (Ibd., p. 121)

    Con este tipo de afirmaciones groseras, obtusas y exageradas 4tl punto de vista ambientalista, no debe sorprender que Huntington haya encontrado resistencias en el mundo acadmi-co, especialmente en los campos de la sociologa y de la antropo-lola. Quizs lo ms sorprendente es que su obra ms adamada

    ~ leda fuera la ltima, escrita en fecha tan tarda como 1945. In The Mainsprings of Civilization (1945), Huntington estudia ti clima como factor de causacin y como factor de influencia 11encial en el comportamiento humano. Es una obra llamati-vamente poco original, que tiene mucho de Ratzel, Spencer y Reclus, y que repite la hiptesis segn la cual las civilizacio-nes se desplazan de sus clidas regiones de origen hacia zonas ms frlas, ms apropiadas para el desarrollo de las civilizaciones avan-zadas.

    El britnico Griffith Taylor (1880-1963) pas la mayor parte de su vida acadmica en Australia y en Canad. Estuvo en la expedicin antrtica de Scott (1910-1913) como gelogo prin-cipal, y se convirti posteriormente en el primer catedrtico de geologa en la Universidad de Sidney. Fue desde el principio un ambientalista impenitente y se ocup pronto de las pautas de asen-tamiento en Australia. Fue una figura polmica y se implic p-blicamente en el debate sobre el potencial futuro de asentamien-to de su pas de adopcin, insistiendo en que slo iba a poder soportar a treinta millones de habitantes (en lugar cien millones, que era la cifra defendida por la postura oficial del gobierno). A causa de su actitud sobre la poblacin, la vida se le hizo difcil y

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    acept enseguida una ctedra en la universidad de Chicago; pos-teriormente, tambin fue profesor en la Universidad de Toronto, en Canad, donde critic de nuevo la poltica gubernamental de asentamientos e inmigracin. En el ao de su regreso casi triun-fal a Australia (1951) afirm que:

    El determinismo cientfico moderno tiene una tcnica total-mente diferente (de la de los deterministas del siglo XVIII) y conoce el medio ambiente. Treinta aos atrs predije las pau-tas futuras de asentamiento en Australia. En Canberra (en 1948) qued muy gratamente recompensado en cuanto que varios miembros del grupo de investigacin de esas ciudad me aseguraron que mis deducciones (basadas puramente en el entorno) estaban del todo justificadas. Este aspecto de la geo-grafa es determinismo cientfico. (G. Taylor, p. ii)

    Una obra interesante, Geography in the XX Century, que bien podra subtitularse Manifiesto ambientalista, fue publicada en fecha tan tarda como 1952 (reimpresa en 1957) y editada por Griffith Taylor. Se trata de una compilacin de artculos escritos principalmente por gegrafos angloamericanos y, aparte de algu-na excepcin, todos ellos se ideQtifican profundamente con la escuela determinista. Contiene, por ejemplo, una reimpresin del ltimo artculo publicado en vida por Ellsworth Huntington (titulado Geography and Av_iation) en el que, por ensima vez, re-afirma machaconamente su radical posicin ambientalista.

    El compromiso total y sin concesiones de Griffith Taylor con lo que l llama determinismo cientfico se percibe a lo largo de todo el libro, si bien el prefacio y la introduccin demuestran an ms resolucin. Las posturas de Taylor revelan un compromiso inquebrantable e incluso una fe en relacin con la adhesin a un paradigma actualmente en decadencia:

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    En una larga carrera de 50 aos de investigacin geogrfica, he abogado por varios conceptos nuevos y mal aceptados. Por ejemplo mis herejas relativas a los desiertos de Australia. (lbd. p. vi.)

    Posteriormente, en la introduccin que aporta referencias aso-dttdas al captulo introductorio y con respecto a Luden Febvre, tll"stacado crtico del ambientalismo y portavoz del posibilismo ttl"ogrfico, Griffith Taylor afirma:

    4. Luden Febvre, Geographcal lntroducton to Hstory, Nue-va York, 1925. Desprovisto de mapas y no muy objetivo (ibd., p. 19)

    Si bien el ambientalismo quedaba particularmente evidencia-do en la geografa, tambin encontr seguidores en el mbito de lu antropologa. Ratzel, aunque formalmente fuera gegrafo, ejer-ci una considerable influencia sobre la antropologa de finales de siglo, sobre todo con su Antropogeographie y su History of Mankind. Fue precisamente en los aos de formacin de la an-tropologa cuando el determinismo geogrfico se dej sentir ms en el estudio de la cultura. Este fenmeno, y tal vez esto no de-biera sorprender, era nuevamente de procedencia anglosajona, con especial vigor en los Estados Unidos hasta que las obras de Boas y Kroeber marcaron una ruptura con un ambientalismo muy vulnerable a la crtica. Lewis Margan, cuyas investigaciones go-zaron de gran audiencia, no slo en los EE UU. sino tambin en Europa (Engels bas su importante estudio sobre la familia y la propiedad privada en los trabajos etnolgicos de Margan), se refera a menudo a los factores fsicos a la hora de explicar la diversidad cultural. En el terreno de la antropologa, la ms clara representacin de la aproximacin ambiental se encuentra en las obras de Hodge y Holmes. F. W. Hodge escriba, en 1907, so-bre el suroeste americano que:

    El efecto de este medio ambiente, en que encontrar fuentes de agua era la principal preocupacin y deseo en el contexto de la lucha por la existencia, iba a influir en la estructura so-cial y las funciones, en los usos y costumbres, en la esttica y los motivos, en las tradiciones y los simbolismos, y, por enci-ma de todo, los credos y los cultos, condicionados stos por la interminable ansia de agua. (F. W. Hodge, en Hardesty, p. 3)

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    Doce afios ms tarde, William Holmes insiste en que la cul-tura material viene ampliamente determinada por el entorno:

    Queda aqu manifiesto que no son tanto las capacidades o el legado cultural de un colectivo de gentes en particular lo que determina la forma de cultura material como su entorno lo-cal. (W, Holmes, ibd., p. 4)

    En general, en la sociologa, haba pocos simpatizantes de la escuela ambientalista, y la cuestin de la influencia medioambien-tal fue escasamente atendida por dicha disciplina, en la cual fue considerada como una variable irrelevante para el estudio de la sociedad. Hubo, naturalmente, algunas excepciones, de las cua-les la ms notable fue la de Pitrim Sorokin, quien en su obra ya citada Teoras sociolgicos contempordneas, consagra un captulo a Laplay y a otros representantes de la escuela geogrfica. Sorokin resume los postulados principales del ambientalismo y presenta una lista de las crticas ms importantes. Su valoracin global no es del todo negativa:

    Debemos dar crdito a la escuela (geogrfica) en muchas teo-ras, sugerentes e interesantes, y con correlaciones que son, al menos en parte, ciertas. Cualquier anlisis de los fenmenos sociales que no tome en cuenta factores geogrficos es incom-pleto. Estamos agradecidos a la escuela por estas valiosas con-tribuciones. (P. Sorokin, p. 291)

    Franklin Thomas, influyente figura en la sociologa america-na de los afi.os veinte y treinta, dedic un libro entero ( The Environmental Basis ofSociety, 1920) a la escuela geogrfica pero, en l, sefi.ala la importancia de la cultura en la explicacin de los procesos histricos:

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    Cada situacin histrica debe ser examinada a la luz de su contexto geogrfico, mientras que todas las influencias geo-grficas deben ser estudiadas a la luz de su incidencia e im-portancia cambiantes respecto del desarrollo y vicisitudes de la cultura. (F. Thomas, 1920, p. 17)

    Quizs el mejor ejemplo reciente del ambientalismo (fuera de la rbita de la ecologa humana o de la ecologa cultural) en la sociologa/antropologa se halle en la muy meritoria y monumen-tal obra de Karl A. Witfogel Oriental Despotism (publicado en 1963, pero iniciado en 1920). El libro empieza con un debate sobre la relevancia del ambientalismo:

    Contrariamente a la creencia popular de que la naturaleza siempre es la misma -una creencia que ha llevado a teoras estticas de ambientalismo y a su rechazo igualmente estti-co- la naturaleza cambia profundamente siempre que el hom-bre, por razones histricas simples o complejas, modifica sus equipamientos tcnicos, su organizacin social y su visin del mundo. El hombre nunca deja de afectar a su entorno natu-ral; lo transforma constantemente, y toma nuevas fuerzas cada vez que sus esfuerzos le lleva a un nivel de operaciones. Cada vez que se puede alcanzar o se ha alcanzado efectivamente otro nivel, el punto donde se llegue depender en primer lugar del orden institucional, y en segundo lugar, del objetivo ltimo de la actividad del hombre; el mundo fsico, qumico y biol-gico accesible. A iguales condiciones institucionales, es la di-ferencia de los entornos naturales lo que sugiere, permite y hace inevitable el desarrollo de nuevas formas de tecnologa, subsistencia y control social. (K. A. Witfogel, 1963, p. 11)

    Un resumen de las conclusiones de Oriental Despotism no es relevante aqu. Bastar con decir que, siendo al principio mar-xista (despus fue rabiosamente antimarxista), Witfogel desarro-lla el concepto de Marx del modo de produccin asitico e intenta mostrar cmo las sociedades hidrulicas, en reas ri-das y semiridas con sistemas de riego extensivo, se vuelven agrodespticas, con un Estado centralista y totalitario. Esta conjuncin de premisas marxistas con variables medioambienta-les o ecolgicas se ha establecido recientemente en los Estados Unidos, particularmente en el campo de la antropologa (vase el materialismo cultural de Marvin Harris o la obra de Richard Lee sobre los cazadores-recolectores -veremos estas aportacio-nes posteriormente-).

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    Hasta aqu hemos intentado subrayar que el determinismo ambiental tiene tras de s una larga historia y que consigui man-tenerse en medio de importantes cambios econmicos y sociales. Hemos sealado que se integr en la ciencia social acadmica en el siglo XIX (especialmente en la geografa). La tesis del determi-nismo permaneci prcticamente inalterada: todava se daba pri-maca al medio ambiente como principal determinante de la es-tructuracin y organizacin que las sociedades haban adoptado y adoptaran en el futuro. Haba pocas diferencias, en el fondo, entre lo que decan Hipcrates, Montesquieu y Huntington. Tambin es cierto que el estudio de los diferentes entornos y culturas se fue haciendo ms sistemtico a medida que se acerca-ba el siglo XX, en el que los ambientalistas iban a hablar de co-rrelaciones entre ciertos tipos de entornos y ciertos modos de organizacin social, si bien muchas de estas correlaciones re-sultaron ser falsas.

    Este modelo simple tena defectos que fueron cada vez ms fciles de sealar. Iba quedando claro, por ejemplo, que entor-nos idnticos o similares no producan necesariamente tipos pa-recidos o iguales de sociedades. Al mismo tiempo, se podan iden-tificar culturas con organizaciones similares situadas en entornos muy distintos. Empezaron a aparecer anomalas en la posicin determinista, hasta el punto de que condujeron, en el cambio de siglo, a una reconsideracin y reevaluacin profundas del papel de los factores geogrficos en las sociedades humanas.

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    III. LA CRTICA Y SUPERACIN DEL DETERMINISMO AMBIENTAL

    El creciente nmero de anomalas que iban surgiendo, adems del hecho de que el ambientalismo era metodologicamente vulnerable, lo convirtieron en blanco de las crticas de los cien-tficos sociales que postulaban estrategias alternativas de investi-gacin. Los ataques al determinismo, tanto por parte de gegra-fos como por parte de quienes no lo eran, resultaban fciles en este contexto (especialmente ayudado por algunos excesos de celo de Griffith Taylor y de Huntington), y era inevitable que se die-ran nuevas respuestas al debate sobre la relacin entre la huma-nidad y el medio ambiente. Hacia los aos treinta, el ambienta-lismo estaba en claro declive, a pesar de que Huntington y otros seguan produciendo una gran cantidad de trabajos. El posibilis-mo apareci a comienzos del siglo XX, as como diversas formas de enfoque ecolgico (ecologa cultural en la antropologa, eco-loga humana o social en la sociologa y geografa) aparecieron en los aos veinte. Uno de los ataques ms estructurado y repre-sentativo contra el determinismo geogrfico estaba contenido en el clsico de la antropologa Habitat, Economy and Society (1934) de Daryll Forde:

    Las condiciones fsicas estn presentes en todo desarrollo y toda pauta cultural, sin excluir lo ms abstracto y lo inmate-rial; sin embargo, estn presentes no como determinantes sino

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    como una categora de materia prima para la elaboracin cul-tural. El estudio de las relaciones entre las pautas culturales y las condiciones fsicas es de la mayor importancia para com-prender la sociedad humana, pero no se puede emprender en trminos de simples controles geogrficos supuestamente iden-tificables a la vista ... Se debe estudiar en primer lugar la cul-tura como entidad de desarrollo histrico. El conocimiento ms meticuloso de la geografa fsica no nos ser til si no se capta el tipo de desarrollo cultural. El gegrafo que est (as) desinstruido, en cuanto quiera examinar la fuente principal de la actividad humana, se ver buscando a tientas entre los fac-tores geogrficos, cuyo significado no alcanzar realmente a comprender. (D. Forde, 1934, p. 464)

    Se ha apuntado que el xito, la fuerza y el atractivo del deter-minismo ambiental a finales del siglo XIX se debi, por lo menos en parte, a que presentaba una alternativa materialista al mate-rialismo histrico marxista. En este caso, la alternativa no con-sista en optar por una posicin idealista, sino en proponer un tipo diferente de materialismo, en que el entorno fsico fuese una infraestructura (o base) para la cultura, en lugar de una infraes-tructura o base econmica sobre la que se levanta la superestruc-tura ideolgica, poltica y legal. Se comentar; ms adelante, que el materialismo cultural de Marvin Harris y una parte impor-tante de la antropologa ecolgica contempornea (variedad no funcionalista) representa un intento de integrar el materialismo histrico marxista y un determinismo geogrfico relativamente sofisticado. El propio Harris expone que su enfoque es una sn-tesis entre el evolucionismo darwiniano y el marxismo. Otro materialismo identificable (y que se presentar ms adelante) como interpretacin conservadora de los procesos sociales sera el reduccionismo biolgico, donde los imperativos biolgicos/gen-ticos constituyen la base para el desarrollo cultural.

    En todo caso, lo que queda muy claro es que el determinismo geogrfico, en sus versiones menos matizadas, entra en pro-funda crisis. Aparecieron demasiados defectos y a ello se aada que un nmero creciente de cientficos sociales argumentaba que las comunidade~ humanas, por medio del desarrollo tecnolgico,

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    htthl11n domesticado y controlado la naturaleza, dando as al medio lltllllntl un papel secundario en la sociedad. En este sentido, el mrdio ambiente y los recursos naturales no eran vistos como V1trl11hles que se inmiscuyeran en la actividad de las sociedades v11nzadas>>. Poco a poco se impuso el punto de vista de que el crtcimiento econmico haba de ser permanente en un mundo 111 que se pensaba, en cierto modo, que los recursos naturales eran virtualmente ilimitados de cara a la explotacin futura. El medio ambiente no deba ya determinar el modo de vida de los seres humanos, y seran nicamente los problemas relacionados con el origen social o cultural los que impondran lmites al progreso humano. Ante ello, la tarea de los cientficos sociales deba con-llatir en analizar estos problemas inducidos econmica o social-mente. La aceptacin de estas premisas llev a hacer la vista gor-da en cuanto al reconocimiento de los factores ambientales en la vld11 social. Esa ideologa de progreso ilimitado (asociado con el American dream), sin los obstculos impuestos por los impe-wivos ambientales (bsicamente recursos naturales), fue especial-mente defendida por sectores conservadores/liberales.

    En los ltimos aos del siglo XIX, la geografa francesa en concreto empez a alejarse de las entonces predominantes tesis deterministas. En su discurso inaugural en la Sorbona en 1898, como catedrtico de geografa recin nombrado, Vidal de la Blache (1845-1918) formul una crtica de lo que consideraba que era el determinismo ambiental estricto de la Antropogeogra-phi~ de Ratzel. En lugar de examinar simplemente los determi-nantes geogrficos de la actividad humana, estudi a la humani-dad como un agente activo de cambio y que vive en un contexto en que:

    La naturaleza da al hombre materiales que tienen sus propios requisitos internos, sus propiedades especiales -as como sus limitaciones- y que prestan a ciertos usos antes que a otros. Hasta este punto, la naturaleza presenta propuestas, y a veces restricciones. Pero la natura,leza no es nunca ms que un con-sejero. (P. Vidal de la Blache, 1926, p. 321)

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    tan lejos como para negar la validez de los estudios clasificato-rios de las sociedades:

    Los fenmenos culturales son de tal complejidad que me parece dudoso que puedan hallar leyes culturales vlidas. Las condiciones causales de los acontecimientos culturales se en-cuentran siempre en la interaccin entre individuos y la so-ciedad, y ningn estudio clasificatorio de las sociedades resol-ver el problema ... El material de la antropologa es tal que tiene que ser una ciencia histrica, una de las ciencias cuyo inters se centra en entender fenmenos individualizados ms que en establecer leyes generales que, vista la complejidad del material, sern necesariamente vagas y casi podramos decir tan evidentes que son de poca ayuda para una verdadera compren-sin. (F. Boas, 1982, pp. 257-258).

    La obra de Franz Boas, tan influyente no slo en la antropo-loga americana sino tambin en la antropologa Europea, es cla-ramente posibilista, y algumos historiadores de la antropologa han sefi.alado que desarroll una escuela denominada particula-rista histrica (vase nuevamente a Marvin Harris). Esta escuela se llama as porque insiste en la necesidad de estudiar a cada so-ciedad individualmente, obteniendo resultados no extrapolables a otras sociedades.

    El declive del determinismo ambiental y el avance hacia el po-sibilismo queda posteriormente reflejado en las investigaciones y textos de otro influyente antroplogo americano, Alfred Kroeber (el primer alumno de doctorado de Boas).

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    Si bien es cierto que la culturas estn arraigadas en la natura-leza, y que por consiguiente no se pueden comprender total-mente sin referencia a este pedazo de naturaleza en que se hallan, no son ms producto de esta naturaleza que lo sera una planta producida o causada por el suelo en que echa ra-ces. Las causas inmediatas de los fenmenos culturales son otros fenmenos culturales. (A. L. Kroeber, 1939, p. 1)

    Esto es, evidentemente, muy prximo al conjunto de reglas mrtodolgicas durkheimianas:

    1 ,a causa determinante de un hecho social debera buscarse entre los hechos sociales que le precedieron.

    Si Boas y Kroeber fueron los