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Cadalso, Noches lúgubres, edición de Nigel Glendinning, Madrid, E. Calpe, 1961, 1993 [VII] PRÓLOGO Las Noches lúgubres no es quizá la obra más conocida de Cadalso en el día de hoy. Pero ciertamente es la que mayor fama ha tenido durante los ciento setenta y tantos años que han pasado desde que murió su autor en 1782 1 . Disfrutó de una fortuna extraordinaria en el siglo pasado, sobre todo en la época romántica, y pasó por numerosas ediciones e impresiones a pesar de las intervenciones de la censura y alguna prohibición inquisitorial 2 . Ha sido traducida al francés, imitada varias veces por autores cultos cual Meléndez Valdés y Fernández [VIII] de Lizardi, y plagiada por autores anónimos y populares cual el de la Noche lúgubre publicada en el Diario de Barcelona en 1793 y el del pliego suelto El sepulcro, o lo que puede el amor editado varias veces entre 1859 y fines del siglo 3 . Incluso tuvo cierto éxito como tema de espectáculos de fantasmagoría por los años de 1844 4 . Pero a pesar de su gran difusión, o quizá a causa de ella, ha sido tan mal comprendida como muy discutida y leída. ¡Cuántas teorías ha suscitado esta pequeña obra, y de cuán distintas índoles! Para los neoclásicos era un modelo estilístico del diálogo y una interesante imitación de Young, nada más 5 . Para los román[IX]ticos, en cambio, era un trasunto autobiográfico de la vida íntima del autor, y varios editores, creyendo que era así, le pusieron el nuevo título de Historia de los amores del coronel don José Cadalso 6 . Luego fue considerada como débil imitación de Young y autobiografía inadecuada a la vez 7 . Se llegó a apreciar la vida de Cadalso más que su obra. Recientemente los críticos han dado en negar casi enteramente la influencia del autor inglés; 1 Basamos esta afirmación, en primer lugar, sobre el número de ediciones de las Noches que excede en mucho al de las demás obras de Cadalso, y, en segundo lugar, sobre el número de ediciones populares en folletines de esta obra. Sólo algunos poemas de Cadalso, publicados también en "pliegos" tuvieron tanta fortuna en España como las Noches, entre las clases media y baja. 2 Véanse el excelente prólogo de Edith F. Helman a su edición de las Noches (Santander-Madrid, 1951), y nuestra bibliografía de las ediciones publicadas en 1803 y 1804. 3 Véanse Edith F. He1man, pról. cit.; Guillermo Díaz Plaja, Introducción al estudio del Romanticismo (2.ª ed., Madrid, 1942), págs. 279-282; J. A. Tamayo y Rubio, El problema de las "Noches lúgubres", en Revista de Bibliografía Nacional, 1943, fasc. 4; Pablo Cabañas, Las "Noches tristes", de Lizardi, en Cuademos literarios, Madrid, 1947, I, páginas 425-441, y Nigel Glendinning, The Traditional Story of "La difunta pleiteada". Cadalso's "Noches lúgubres" and the Romantics, de próxima publicación en el Bulletin of Hispanic Studies, julio 1961. 4 Véase Nigel Glendinning, art. cit. 5 Véanse, por ejemplo, el prólogo del editor a las Noches (Barcelona, Imprenta de Sastres, 1798), repetido en las otras ediciones de la misma imprenta, y el prólogo casi idéntico de la mayoría de las ediciones anteriores a 1822. Manuel Silvela y Pablo Mendibil incluyeron parte de la Primera noche como modelo del diálogo, en su Biblioteca selecta de literatura española, o modelos de elocuencia y poema (Burdaos, 1819), I, págs. 345-350. 6 Véase Edith F. Helman, pról. cit., págs. 45-46. 7 En cuanto a la supuesta debilidad de la imitación de Young, fue notada ya por M. J. Quintana en su Introducción a la poesía castellana del siglo XVIII. Tesoro del Parnaso (París-Baudry, 1838, pág. 409); Alcalá Galiano siguió a Quintana con su Historia de la literatura española, francesa, inglesa e italiana en el siglo XVIII (Madrid, 1845, pág. 266), en la cual dijo: "Cadahalso creía remedar al célebre modelo inglés con introducir un sepulturero llamado Lorenzo por ser éste el nombre de la persona a quien el poeta inglés dirigía sus querellas, donde no acertó el español a expresar los afectos que vivamente sentía..."

1. Noches Lúgubres

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Page 1: 1. Noches Lúgubres

Cadalso, Noches lúgubres, edición de Nigel Glendinning, Madrid, E. Calpe, 1961, 1993

[VII]

PRÓLOGO

Las Noches lúgubres no es quizá la obra más conocida de Cadalso en el día de hoy. Pero

ciertamente es la que mayor fama ha tenido durante los ciento setenta y tantos años que han pasado

desde que murió su autor en 17821. Disfrutó de una fortuna extraordinaria en el siglo pasado, sobre

todo en la época romántica, y pasó por numerosas ediciones e impresiones a pesar de las

intervenciones de la censura y alguna prohibición inquisitorial2. Ha sido traducida al francés,

imitada varias veces por autores cultos cual Meléndez Valdés y Fernández [VIII] de Lizardi, y

plagiada por autores anónimos y populares cual el de la Noche lúgubre publicada en el Diario de

Barcelona en 1793 y el del pliego suelto El sepulcro, o lo que puede el amor editado varias veces

entre 1859 y fines del siglo3. Incluso tuvo cierto éxito como tema de espectáculos de fantasmagoría

por los años de 18444. Pero a pesar de su gran difusión, o quizá a causa de ella, ha sido tan mal

comprendida como muy discutida y leída. ¡Cuántas teorías ha suscitado esta pequeña obra, y de

cuán distintas índoles! Para los neoclásicos era un modelo estilístico del diálogo y una interesante

imitación de Young, nada más5. Para los román[IX]ticos, en cambio, era un trasunto autobiográfico

de la vida íntima del autor, y varios editores, creyendo que era así, le pusieron el nuevo título de

Historia de los amores del coronel don José Cadalso6. Luego fue considerada como débil imitación

de Young y autobiografía inadecuada a la vez7 . Se llegó a apreciar la vida de Cadalso más que su

obra. Recientemente los críticos han dado en negar casi enteramente la influencia del autor inglés;

1 Basamos esta afirmación, en primer lugar, sobre el número de ediciones de las Noches que excede en

mucho al de las demás obras de Cadalso, y, en segundo lugar, sobre el número de ediciones populares en

folletines de esta obra. Sólo algunos poemas de Cadalso, publicados también en "pliegos" tuvieron tanta

fortuna en España como las Noches, entre las clases media y baja.

2 Véanse el excelente prólogo de Edith F. Helman a su edición de las Noches (Santander-Madrid, 1951),

y nuestra bibliografía de las ediciones publicadas en 1803 y 1804.

3 Véanse Edith F. He1man, pról. cit.; Guillermo Díaz Plaja, Introducción al estudio del Romanticismo

(2.ª ed., Madrid, 1942), págs. 279-282; J. A. Tamayo y Rubio, El problema de las "Noches lúgubres", en

Revista de Bibliografía Nacional, 1943, fasc. 4; Pablo Cabañas, Las "Noches tristes", de Lizardi, en

Cuademos literarios, Madrid, 1947, I, páginas 425-441, y Nigel Glendinning, The Traditional Story of "La

difunta pleiteada". Cadalso's "Noches lúgubres" and the Romantics, de próxima publicación en el Bulletin of

Hispanic Studies, julio 1961.

4 Véase Nigel Glendinning, art. cit.

5 Véanse, por ejemplo, el prólogo del editor a las Noches (Barcelona, Imprenta de Sastres, 1798),

repetido en las otras ediciones de la misma imprenta, y el prólogo casi idéntico de la mayoría de las ediciones

anteriores a 1822. Manuel Silvela y Pablo Mendibil incluyeron parte de la Primera noche como modelo del

diálogo, en su Biblioteca selecta de literatura española, o modelos de elocuencia y poema (Burdaos, 1819), I,

págs. 345-350.

6 Véase Edith F. Helman, pról. cit., págs. 45-46.

7 En cuanto a la supuesta debilidad de la imitación de Young, fue notada ya por M. J. Quintana en su

Introducción a la poesía castellana del siglo XVIII. Tesoro del Parnaso (París-Baudry, 1838, pág. 409);

Alcalá Galiano siguió a Quintana con su Historia de la literatura española, francesa, inglesa e italiana en el

siglo XVIII (Madrid, 1845, pág. 266), en la cual dijo: "Cadahalso creía remedar al célebre modelo inglés con

introducir un sepulturero llamado Lorenzo por ser éste el nombre de la persona a quien el poeta inglés dirigía

sus querellas, donde no acertó el español a expresar los afectos que vivamente sentía..."

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y aunque algunos han propuesto nuevas fuentes literarias para las Noches, otros creen que la obra

es demasiado real para tener fuente alguna de tipo literario8.

[X]

Todas estas teorías críticas han apartado al lector de la obra misma. Las Noches lúgubres

han venido a ser poco a poco más bien un caso clínico, un fenómeno literario, un párrafo para

las historias de la literatura, que una obra que se debe leer. Al mismo tiempo, Cadalso ha ido

perdiendo terreno como escritor. Se le considera como prerromántico, romántico antes de su

tiempo, patriota y desenterrador de cadáveres, todo menos que autor de obras interesantes9: un

fósil, como le llamara Unamuno despectivamente10. Pero ¿es verdad, como [XI] se ha afirmado

recientemente, que "el poeta de las Noches lúgubres... ha perdido todo interés que no sea el

meramente histórico en la evolución literaria"?11. ¿Es posible que una obra que en su tiempo era

de admirar y aun de temer por sus "expresiones vivas", haya perdido toda vitalidad y fuerza

sugestiva?12. Nosotros creemos que urge revalorar a Cadalso y sus Noches sobre todo, y en esta

edición vamos a tratar de quitar algunas de las capas de leyenda y de mala comprensión que

quizá oculten el verdadero carácter y fuerza de esta [XII] obra. Visto que el mismo Cadalso, en

una carta a Meléndez Valdés, habla de "la parte verdadera, la de adorno y la de ficción"13,

pensamos examinarla bajo estos tres aspectos, o sea, en relación con la vida del autor y sus

8 Los que mejor han estudiado las influencias de Young en Cadalso son Emily Cotton en su artículo

Cadalso and his foreign sources, en el Bulletin of Spanish Studies, VII, 1931, páginas 5-18; Ernesto Lunardi,

en su libro La crisi del Settecento: José Cadalso (Genova, 1948), págs. 135 et seq., y Edith F. Helman en su

prólogo citado. La señora Helman añadió alguna fuente nueva en ese prólogo como también en su artículo A

note on an immediate source of Cadalso's "Noches lúgubres", en la Hispanic Review, XXV, 1957. La teoría

de que las Noches ni siquiera es literatura sino realidad pura, fue adelantada por José F. Montesinos en su

artículo Cadalso o la noche cerrada, en Cruz y Raya, abril, 1934, páginas 45-67. La repitió en su reseña de la

edición de las Noches hecha por la señora Helman en la Nueva Revista de Filologia Hispánica, año VIII,

núm. 1, 1954, págs. 87-91.

9 Ya en el siglo pasado se llamaba a Cadalso "el primer romántico en acción" (véase Menéndez y

Pelayo, Historia de las ideas estéticas, 3.ª ed. consultada, Madrid, 1923, V, página 282). Esta opinión ha sido

repetida numerosas veces en el siglo actual, quizá nunca con más fervor que por Ramón Gómez de la Serna

en su ensayo El primer romántico de España, Cadalso el desenterrador (Mi tía Carolina, ed. consultada,

Buenos Aires, 1942, págs. 33 et seq.). Para el estudio de las Noches en un contexto prerromántico, véase,

sobre todo, Paul van Tieghem, Le Préromantisme, II (París, 1930), páginas 164-165, donde repite lo ya dicho

en un ensayo publicado en las Mémoires de l'Académie Royale des Scíences de Belgique, serie II, tomo 16

(Bruselas, 1921), págs. 146-149.

10 Miguel de Unamuno, Ensayos (Madrid, 1918), VI, páginas 99-100. Debo esta referencia a un ensayo

escrito en 1905 a la amabilidad de mi buen amigo don José Luis Cano.

11 Véase Antonio Espinosa, Cadalso como ensayista, en A B C, 3 de diciembre de 1959. Ya José Yxart,

en la advertencia preliminar para su colección de Obras escogidas de Cadalso (Barcelona, 1885), decía de las

Noches que "no se soportarían ahora".

12 Esa admiración se encuentra en la nota del editor para las ediciones de las Noches hechas por Sastres

en Barcelona (1798, 1802, 1804), Y por Mateo Repullés (Madrid, 1803), donde se habla de "la sublimidad

del concepto, lo patético de sus expresiones y lo enérgico de su estilo". Aunque la obra no gustó a Joseph

Miguel de Alea, otro crítico de principios del siglo XIX, reconoció su fuerza cuando dijo que las Noches

parecían "d'une exaltation peu propre a laisser une impression favourable dans l'esprit des lecteurs, qui ne

pourraient qu'etre péniblement émus par l'exagération, la terreur et le désespoir qui y regnent constamment"

("Discours préliminaire critique et littéraire" de su Course analytique de langue espagnole, Marseille, 1831,

págs. 25-26). Y el que la fuerza de la obra fuese de temer, se deduce de los papeles de la Inquisición –sobre

todo, la carta de Casal Peláez reproducida en facsímile por la señora Helman en su edición.

13 Véase Carta I a don Juan Antonio Meléndez Valdés, de la colección de don Jesús Joaquín Mena

Mateos, publicada por Felipe Ximénez de Sandoval en su artículo Quince cartas inéditas del coronel

Cadalso, en Hispanófila, núm. 10, 1960, página 26.

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fuentes estilísticas y temáticas.

I. LAS "NOCHES" EN LA VIDA DE CADALSO

La única clave más o menos completa que existe de las supuestas relaciones entre la vida de

Cadalso y los sucesos de las Noches es la famosa carta escrita por los años de 1790 por un misterioso señor "M. A." al no menos enigmático “Ag

o D

n Ca...". Esa carta fue publicada por

primera vez en la edición que se hizo de las Noches en 1822, y un manuscrito de ella (no sabemos si autógrafo o no) estuvo en la biblioteca de Lectoral Trianés en Cádiz, donde lo copió

Gallardo en 182414. La reproducimos a continuación siguiendo el texto de esa [XIII] copia tal como apareció en el tomo LXI de la Biblioteca de Autores Españoles en 1869.

Carta de un amigo de Cadalso sobre la exhumación clandestina del cadáver de la actriz

María Ignacia Ibáñez

"Amigo mío: Su curiosidad de usted me ha puesto en la precisión de indagar vidas ajenas, pues

aunque tan amigo de nuestro Cadalso, jamás me confió semejante lance. Últimamente" con

noticias de esta parte, presunciones de la otra, memorias de aquí, palabras de allá, y a costa de

mucha impertinencia, he conseguido, atando inmensidad de cabos, poder informar a usted de

toda la historia, para que, impuesto y hecho cargo del fundamento, pueda usted leer con más

conocimiento y satisfacción ese apreciable manuscrito, inimitable aun al mismo autor, como

usted verá.

Concluidas las guerras de Portugal, benefició Cadalso una compañía de caballería en el

regimiento de Borbón, a expensas de una crecida herencia, la que desechó, como su genio

prometía. Marchó a Madrid por disposición del excelentísimo señor conde de Aranda. Entre los

encantos de la corte, no fue otro capaz de arrebatarle sino el de la señorita Ibáñez, cómica en

aquel teatro. No le fue dificultoso el logro de su pretensión, teniendo de su parte sus muchos

talentos, y sobre todo, una buena prevención de doblones, opositores a la verdad insufribles. Al

fin consiguió su deseo, y con su deseo concluir su dinero, quedando reducido a harta estrechez.

Es de advertir que en este tiempo a madama Ibáñez la solicitaron el conde de...15 y otros de

bastante suposición; circunstancias para que el desplumado Cadalso parase su [XIV] vuelo;

pero no sucedió así, pues contra el carácter voluble de su sexo, y a pesar del interés que

predomina a las de esta clase, se revistió aquella heroína de un entusiasmo impropio de su

estado, y singular en estos tiempos. Despreció los intereses y las interesantes ofertas de sus

apasionados, manteniéndole una ejemplar constancia, y diciéndole que quien había disipado

con ella todos sus bienes, no merecía una recompensa cual él se maliciaba; que se

desimpresionase de semejante error, y que se convenciese de que siempre sería suya. Tanto

enamoró esta inesperable acción al corazón de Cadalso, tanto cautivó su voluntad, tanto obcecó

sus claras luces, que determinó casarse con ella, sin reflexionar las consecuencias de semejante

absurdo. Pero ¿a qué no arrastrará una pasión, obligada de un proceder tan fino? Cuasi no

pudieran apartarlo de estas locuras las persuasiones de don Juan de Iriarte y otros amigos, a no

interponer su autoridad el señor conde de Aranda. En esta crítica estación, de resultas de un

resfriado, cayó en cama la Ibáñez, y su errada curación o complicación de enfermedades

14 Véase B. A. E., tomo 61, pág. 247. La copia manuscrita de la carta hecha por Gallardo perteneció a mi

amigo don Antonio Rodríguez-Moñino. La había prestado al señor Tamayo y Rubio y fue perdida

desgraciadamente durante la guerra.

15 "El conde de Aranda", según la versión de esta carta en la edición de las Noches, publicada en Madrid

en 1822. Véase la edición de la señora Helman, pág. 114.

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motivaron que al tercer día de cama expirase en los brazos de su amante. ¡Fuerte sentimiento

para un pecho tan apasionado! (Ya da esta noticia la Primera noche.) Le perturbó tanto este

golpe, llegándole a embriagar de tal modo la reflexión, que casi terminó en demencia. Cierto

que, en lo que cabe, admite disculpa su locura. La hermosura, gracia y buen proceder de la

Ibáñez se unían a unos superiores talentos (pues parte de los Ocios de mi juventud, que intitula

Cadalso, son escritos por ella) y a la fineza que manifestó, esmerándose en manifestarla cuanto

más abatido le veía, y aun ayudándole16 infinito. En mucho tiempo no salía Cadalso de la

iglesia, sin moverse de la losa que cubría su memoria sino las horas que le precisaban los

sacristanes a salir del templo. Su melancolía, poco alimento, miseria en que vivía a causa de

[XV] sus muchos empeños, lo condujeron a unos términos deplorables, con indicios de seguir

el mismo camino que madama, como deseaba. Últimamente paró su violento dolor en la

extravagancia de desenterrar el cadáver17, pasó al pie de la letra todo lo que describe en la

Primera noche. En la Segunda diferencian bastante las noticias, pues aunque es evidente el

lance de los asesinos y el reconocimiento de la justicia, no lo es la prisión que supone en la

cárcel. En esto están unánimes los votos, con bastante fundamento, pues su graduación no

permitía semejante tropelía. La Tercera noche de su capricho puso en ejecución el

irreflexionado intento, pero no llegó a efecto por la vigilancia de varios espías que con esta

mira puso el conde de Aranda, por los muchos indicios que tenía. Últimamente lo encontraron

en la parroquia de San Sebastián de esta corte (teatro de esta tragedia); con el mayor sigilo,

según las instrucciones que tenían, lo sacaron, como también al sepulturero, de quien sólo he

sabido que paró en un presidio, y que tanto a él como a su familia socorría Cadalso en todo lo

necesario. Después de unas sabias y bien fundadas reconvenciones, lo desterró el señor conde

de la corte, y recientes estos lances, compuso el papel que con tanto motivo usted aprecia. Un

amigo de mi regimiento le estorbó que siguiese su composición, advirtiendo que tenía su

memoria fija en aquel irremediable sentimiento, y que su salud en nada mejoraba; lo consiguió,

y disipada la melancolía, quiso concluir, a instancia de varios amigos, su obra empezada; pero

le fue imposible seguir el mismo estilo, confesando que aquella obra era sólo hija de su

sentimiento. Corren varias conclusiones de la Primera noche, pero todas diferencian del primer

sentido. Ha de advertir usted que Virtelio era su barbero; en las poesías, Dalmiro es don Juan

de Iriarte; muchos de los versos conocerá usted, por el asunto, se hicieron a la vida y muerte de

la Ibáñez.

[XVI]

Hasta aquí he conseguido indagar. Me parece haber llenado mi encargo, y así solicito la

recompensa de usted, que será proporcionándome ocasiones de servirle, y no dudando de la

verdadera amistad de su amigo y seguro servidor.-M. Ag.- Ago (sic) Dn Ca..."

Como se ve, hay una serie de afirmaciones acerca de las Noches en esta carta. Deja sentado

que la obra fue escrita después de la súbita muerte de la amada de Cadalso: María Ignacia Ibáñez.

Luego dice que Cadalso había querido casarse con ella y que el conde de Aranda tuvo que

intervenir para prohibírselo. Dice también que Cadalso trató de desenterrar el cadáver de la actriz

después de su muerte ("pasó al pie de la letra todo lo que describe en la Primera noche"), que fue

preso en la iglesia de San Sebastián y exilado después. Asegura ser verdadera también alguna otra

16 "cuidándole", según la versión de 1822. No citamos más que las variantes significativas de esa

versión.

17 La versión de 1822 añade el comenterio "(no sirven talentos donde reina el amor)" en este lugar.

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circunstancia de la obra, como el lance de los asesinos en la Segunda noche; y podríamos deducir

que la enfermedad descrita en la misma Noche lo fuese igualmente.

Pero ¿hasta qué punto es digna de fe esta carta? Ya han demostrado varios críticos que hay

evidentes errores en ella. Dalmiro, por ejemplo, era el apodo pastoril del mismo Cadalso y no tenía

nada que ver con don Juan de Iriarte; y Cadalso no fue desterrado después de la muerte de Filis18.

En realidad, no existe, que sepamos, ningún documento [XVII] que apoye en su totalidad esta

carta19 escrita, como ya se ha dicho muchas veces, unos veinte años después de la muerte de María

Ignacia y los supuestos acontecimientos que describe. Además de esto, el mismo "M. A." confiesa

abiertamente el carácter dudoso de su información al comienzo de la carta cuando dice haberla

compuesto "con noticias de esta parte, presunciones de la otra, memorias de aquí, palabras de allá,

y a costa de mucha impertinencia". Por eso debemos preguntamos si hay razón alguna para creer

los asertos de "M. A." ¿Quién fue este señor, que tanto pretendió saber sobre las circunstancias de

las Noches y de la vida de su autor?

"M. A.", la teoría del desenterramiento y otros detalles de la carta

Según las valiosas investigaciones de la señora Edith F. Helman, "M. A." sería el conde de

Noroña, cuyos nombres eran Gaspar María de Nava Álvarez, y que pudiera haberse firmado, por

tanto, "María Álvarez" (M. A.)20. Creía ella que la carta fue [XVIII] dirigida por Noroña a Manuel

Aguado Casal, uno de los editores del Correo de Madrid, después de enviarle el manuscrito de las

Noches para que lo publicara en aquel periódico, o después de su publicación en 1789 y 1790. Para

ello, se fundaba la señora Helman en la teoría de que Noroña tenía los papeles de Cadalso después

de su muerte, siendo también el "oficial de mérito"21 que mandó el manuscrito de las Cartas

marruecas y algunos poemas inéditos al mismo periódico.

No estamos completamente de acuerdo con estas teorías. El que la carta fuese destinada a

Aguado Casal poco después que éste hubiese recibido el manuscrito de las Noches en 1789 o 1790,

nos parece muy posible. Pero que la escribiera Noroña y que él tuviese los papeles de Cadalso, es

más dudoso. En primer lugar, aunque Noroña estaba en Gibraltar con Cadalso y le conocía, siendo

los dos ayudantes del general Martín Álvarez de Sotomayor durante el sitio, y aunque era

indudablemente "oficial de mérito" Noroña, no cumple con las demás condiciones necesarias para

el dueño de los papeles de Cadalso según la conocida nota del Correo de Madrid. No se había

distinguido, que sepamos, "en otro papel periódico... por sus excelentes discursos", ni se firmaba

nunca "María Álvarez" sino "Gaspar [XIX] M.ª de Nava"22. Creemos más probable que fuera cierto

don Manuel de Aguirre quien tenía los manuscritos de Cadalso después de su muerte, y quien

18 Véanse J. A. Tamayo, El problema de las "Noches lúgubres", en Revista de Bibliografía Nacional,

fasc. 4, 1943, página 335, y Nigel Glendinning. art. cit.

19 Existen documentos que prueban algunos detalles más que los ya mencionados –lo de la "crecida

herencia" de Cadalso, por ejemplo–. No los sacamos a luz aquí por no tener nada que ver con la historia de

las Noches.

20 Véase su artículo The first printing of Cadalso's "Noches lúgubres", en la Hispanic Review, XVIII,

núm. 2, 1950, pág. 127.

21 Véase el Correo de Madrid del 14 de febrero de 1789: la nota que antecede la publicación del texto de

las Cartas marruecas.

22 Véase la firma de Noroña en los documentos militares del Archivo de Simancas, Guerra Moderna,

leg. 1182 (Empleos y grados en Dragones, 1782).

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firmara lógicamente "M. A." (o "M. Ag.") la carta a Aguado Casal. Ello es que Aguirre pertenecía

al mismo regimiento que Cadalso –el de caballería de Borbón–, llegando a ser sargento mayor (con

el cargo de toda la documentación del regimiento) poco después de la muerte del autor de las

Noches23. También era Aguirre editor del Correo de Madrid, publicando en ese periódico muchos

artículos con el seudónimo de "El Militar Ingenuo", y algunos discursos en otra parte24. Además

estu[XX]vo en Algeciras, cerca del campo de Gibraltar, desde alguna fecha entre 1784 y 1786 en

adelante, y recogía por entonces "papeles de toda especie" relativos a España, admitiendo con gusto

y escudriñando todos los que indicaban "algún bien, o progresos, para hacer en vista de todos un

fundado cotejo"25. Así es que en Aguirre concurren casi todas las cualidades necesarias para ser el

dueño [XXI] de los papeles de Cadalso y el escritor de la famosa carta. Siendo del mismo

regimiento de Borbón, pudo ser "amigo de Cadalso". Y siendo él también y no Noroña el

misterioso "M. A.", es bastante más lógico el lugar de la carta donde dice que "un amigo de mi

regimiento" le estorbó a Cadalso que siguiese la composición de las Noches. Noroña pertenecía a

los Dragones de Lusitania, y no sabemos de ningún amigo de Cadalso en aquel regimiento.

Sin embargo, aun cuando fuese Aguirre y no Noroña el autor de esa carta, no hay ningún

motivo especial para creer su contenido. Aguirre no estaba en Madrid ni servía con su regimiento

entre 1768 y 1772, y no pudo tener ningún conocimiento directo de las circunstancias que dieron

lugar a las Noches lúgubres26. Por esto tenemos que aceptar las afirmaciones de la carta sólo

cuando coinciden con hechos de la vida de Cadalso que podemos probar con documentos

enteramente fidedignos.

Ya hemos dicho que no hay lugar para creer en un exilio de Cadalso después de la muerte de

Filis, y esto nos hace dudar de la verdad de la supuesta exhumación, la cual constituye el "hecho"

más importante de las Noches descrito en la carta. No sabemos cómo tantos críticos han podido

23 Aguirre había sido ayudante mayor del regimiento de Borbón desde 1776. Ricardos Carrillo le

propuso para sargento mayor el 14 de octubre de 1782. Véanse su Hoja de Servicios (Archivo de Simancas,

Guerra Moderna, leg. 2466, Capítulo XI, f. 14), y documentos de su regimiento para 1781 y 1782 (Guerra

Moderna, leg. 1185).

24 Figura Aguirre como editor del Correo en los Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños, de

Juen Eugenio Hartzenbusch (Madrid, 1894), pág. 32. Aparecieron artículos y cartas fumadas por "El Militar

Ingenuo" con mucha frecuencia en el Correo desde el número 23 (martes, 26 de diciembre de 1786) en

adelante. Remitió al periódico los siguientes discursos, la mayoría de ellos escritos por él mismo: Sobre la

virtud (1 de septiembre de 1787), El verdadero espíritu de la legislación (13 de octubre de 1787), Sobre el

lujo (19 y 22 do diciembre do 1787), Del oficio de la pobreza o mendiguez (2 de enero de 1788), De la

educación (17-24 de noviembre de 1787), Sobre literatura (5 de abril de 1788), Sobre los deberes del

monarca (19 de julio de 1788). Sabemos también que parte de su libro Indagaciones y reflexiones sobre la

geografía (Madrid, 1782) había salido entre las Juntas generales de la Real Sociedad de Amigos del País, en

1780. En 1785 en Madrid imprimió otro libro con el título Sistema de sociedad patrióticas y de seminarios, o

casas públicas de educación, así que es muy posible que publicase "discursos útiles" en otro periódico aparte

del Correo de Madrid, aunque no lo hemos podido comprobar hasta ahora. Pero hay otros indicios de que era

él quien tenía los papeles de Cadalso. Es de notar, sobre, todo, que existe un parecido entre algunos de sus

artículos y las Cartas marruecas, aun cuando éstas no se habían publicado todavía. Mandó, por ejemplo, al

Correo varios artículos para un supuesto Diccionario militar por el estilo del diccionario ideado por Nuño.

Además, no deja de ser sugestiva la relevancia para Aguirre de la Carta XLV de las Marruecas, publicada

aisladamente en el Correo, núm. 185, del 30 de julio de 1788. La carrera militar de Aguirre es bastante

parecida a la del cadete ficticio de Cadalso, lo cual le daría alguna razón personal para editar esa carta antes

de las demás.

25 Véasa Correo de Madrid, núm. 44 del 9 de marzo de 1787 (tomo I, pág. 174).

26 Aguirre estaba en Ávila y en Ocaña por estos años, según las revistas de su regimiento. Véase

Archivo de Simancas, Guerra Moderna, leg. 5395, 5404, 5411.

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aceptar historia tan novelesca sin mejores pruebas que las de la carta y no vacilamos en rechazar

terminante[XXII]mente su supuesta autenticidad. Ello es que los documentos relativos al servicio

militar de Cadalso en el Archivo de Simancas arrojan bastante luz sobre la vida del autor en la

época que urge aclarar. Sabemos, por ejemplo, que estuvo en Madrid desempeñando la comisión de

secretario de un Consejo de Guerra, ''cuyo encargo duró más de dos años", a partir del mes de

febrero de 1770, y que no salió de Madrid hasta mayo de 1773. Hay cartas oficiales escritas de

puño y letra de Cadalso y firmadas por el conde de Aranda en Madrid, fechadas el 6 de mayo de

1771 –sólo quince días después de la muerte de María Ignacia–, el 6 de agosto, el 7 y 11 de

septiembre. También sabemos que el comandante de su regimiento, don Jacinto Pazuengos, en una

carta escrita el 24 de diciembre de 1771, propuso a Cadalso en tercer lugar para el empleo de

sargento mayor, describiéndole como "sugetto de particulares talentos, y luces excedentes... que

promete utilidad a la tropa, y estado", lo cual no habría podido afirmar si Cadalso hubiese tratado

de desenterrar a su amada poco antes de esa fecha27. Además, no hace falta ninguna que la historia

del desenterramiento sea verdadera; podría derivarse perfectamente de una leyenda popular

llamada en [XXIII] España: La difunta pleiteada, como luego veremos al tratar de las fuentes

literarias de las Noches.

Todo esto nos hace creer que la situación básica de las tres Noches –la tentativa de

exhumación– es ficticia y no verdadera. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya "una parte

verdadera" de la obra que refleja la vida de su autor. Es cierto, por ejemplo, que Cadalso escribió

sus Noches con motivo de la muerte de María Ignacia Ibáñez, como afirma la carta, y que la amada

cuya muerte Tediato lamenta es, hasta cierto punto, la actriz también. Aunque Cadalso lo dice con

disimulo en sus Cartas marruecas28, lo confiesa abiertamente en un poema no publicado durante su

vida, sino recogido más tarde (no sabemos de dónde) por el marqués de Valmar29. Es cierto

también que Cadalso cayó enfermo después de la muerte de María Ignacia como cuenta Tediato en

la Segunda noche, aunque no sabemos si fue inmediatamente después como la carta asegura o no30.

Pero aparte de [XXIV] estos dos detalles, no se sabe a ciencia cierta hasta qué punto son

verdaderos los asertos de la carta relativos a las Noches, aunque algunos sí parecen verosímiles. Es

muy posible, por ejemplo, que Cadalso visitase la iglesia de San Sebastián como Tediato dice haber

visitado la tumba de su amada en la Primera noche. Es también posible que Cadalso quisiera

casarse con María Ignacia como la carta supone, y que no se lo dejasen. ¿Qué mejor razón tendría

Cadalso para emplear en sus Noches (como creemos empleó) la historia de La difunta pleiteada

que trata de una boda frustrada? Incluso es posible que los malos amigos de los cuales Tediato se

queja en la Segunda noche, correspondiesen a los "amigotes" del mismo Cadalso. Es cierto que él

se queja de los que le habían abandonado cuando cita a Ovidio en Los eruditos a la violeta, obra

que escribiera probablemente poco después de la muerte de su amada31.

27 Para las signaturas de los documentos que nos dan toda esta información, véase mi artículo The

traditional story of "La difunta pleiteada", Cadalso's "Noches lúgubres", and the Romantics, de próxima

aparición en el Bulletin of Hispanic Studies, julio 1961.

28 En el núm. LXVII de las Cartas marruecas, Nuño se refiere a "las Noches lúgubres que he compuesto

a la muerte de un amigo mío". Cito este texto por el MSS 10688 de la Biblioteca Nacional, que coincide aquí

con el de Sancha (Madrid, 1793).

29 Véase el poema Sobre las "Noches lúgubres" que he compuesto con motivo de la muerte de Filis... (B.

A. E., tomo 61, pág. 275).

30 El mismo Cadalso nos da noticia de su enfermedad en una petición al rey, escrita en Madrid el 1 de

marzo de 1773 (Archivo de Simancas, Guerra Moderna, leg. 1166) aludiendo al "quebranto de su salud".

31 Véanse la cita del principio de la Elegía séptima de Ovidio en Los eruditos a la violeta y su traducción

en el Suplemento. En los dos lugares Cadalso dice que los malos amigos siguen existiendo en sus tiempos

Page 8: 1. Noches Lúgubres

[XXV]

Estas relaciones más o menos ciertas entre la vida de Cadalso y sus Noches no nos explicarán

todos los detalles de la obra, y preferimos no adentramos más en el terreno de las remotas posibili-

dades que la carta nos ofrece. Además, creemos poder rechazar las afirmaciones de "M. A." acerca

de los "hechos" de la Segunda noche, ya que hemos encontrado alguna fuente literaria que pudiera

haber sugerido al autor el asesinato y la prisión de Tediato. Sin embargo, no queremos dar por

terminado nuestro estudio de "la parte verdadera" de las Noches sin tratar de dilucidar el estado

moral de Cadalso al escribirlas. Y aunque lo que sigue no son más que teorías más o menos

fundadas, podrían ser útiles para quienes quisieran indagar los posibles motivos personales de

nuestro autor.

[XXVI]

Los posibles móviles de Cadalso al escribir las Noches"

Toda obra literaria es producto de una serie compleja de causas, algunas evidentes, otras

ocultas para el lector. Hasta ahora no hemos tratado sino de algunas de las causas y motivos más

superficiales de las Noches, cual la muerte de María Ignacia, la enfermedad de Cadalso y su posible

proyecto de matrimonio. Ahora vamos a ver cómo el estado de ánimo del autor y otros sucesos de

su vida no relacionados tan estrechamente con las Noches pudieran haber influido también en esa

obra.

El mero hecho de que Cadalso escribió las Noches "con motivo de la muerte de Filis", o sea, de

María Ignacia Ibáñez, es de poca monta para la indagación de los móviles del autor. Lo que

necesitamos descubrir es la significación para Cadalso de su muerte y del momento de su muerte.

Y para ello hace falta saber primero lo que significaban esos amores con la actriz, que tanto dieron

que hablar a los contemporáneos del autor.

Los amores de Cadalso y María Ignacia

Cadalso llegó a conocer a María Ignacia en Madrid –probablemente en 1770–. Ella había

estado en la corte desde 1768, cuando la trajeron de Cádiz [XXVII] para ser sobresalienta en la

compañía de María Hidalgo. Él, en cambio, había estado ausente de Madrid desde el último día de

octubre de ese mismo año, desterrado por haber escrito una sátira contra las costumbres de la alta

sociedad madrileña, llena de alusiones a los bailes de máscaras y a los cortejos y amoríos de la

nobleza32. Probablemente no volvió a Madrid hasta fines del mes de febrero de 177033. Y si trababa

igual que en los de Ovidio, y que había hecho la traducción "hablando de los mis amigotes, hallándome en

una ocasión tan parecida a la de Ovidio, como una gota de agua a otra gota de agua". Esto último es una

evidente alusión al destierro de 1768, cuando Cadalso fue exilado como el poeta latino por una obra que

había escrito. Sin embargo, es siempro posible que la queja menos especifica después de la cita en latín,

aludiese también a una época más tardia. En torno a la probable fecha de composición de Los eruditos,

Cadalso dice haber dejado su obra "olvidada cerca de un año" antes de publicarIa. Visto que fue remitida al

Consejo de Castilla para la licencia a fines de agosto de 1772 (según el leg. 5533, número 41, de la sección

Consejo del Archivo Histórico Nacional de Madrid), parece probable que la habrá escrito en agosto de 1771,

quizá un poco antes o después. A pesar de esto, no se puede desechar completamente la posibilidad de que la

escribiese Cadalso bastante antes, o sea, inmediatamente después del fracaso de su tragedia Don Sancho

Garcia, en febrero de 1771 –para criticar la sociedad que no gustaba de su drama– ya que se muestra

preocupado, sobre todo, con los malos criterios literarios de los "violetos".

32 La única noticia que tenemos de la fecha del destierro se encuentra en el poema de Cadalso A las

ninfas de Manzanares, ofendidas por un libelo que se le atribuyó al autor, cuyo título dice también que había

Page 9: 1. Noches Lúgubres

amistad entonces con la [XXVIII] actriz, fue después de uno de los momentos más críticos de su

vida –su destierro–, cuando él tenía veintiocho años y ella veinticuatro.

Antes de examinar las relaciones entre Cadalso y María Ignacia, vamos a ver cómo nuestro

autor reaccionó ante este exilio. No cabe duda que sufrió mucho al encontrarse perseguido de

repente en 1768, y precisamente por una sociedad que siempre había procurado servir hasta

entonces. Como buen hijo de los jesuitas en el Colegio de Luis el Grande, en París, y en el Real

Seminario de Nobles, en Madrid, había aprendido que los nobles "nacen para bien de la República"

y deben ser útiles a la sociedad "con especialidad"34. Luego en sus viajes por Europa se había

dedicado a estudiar el Derecho internacional y la política –estudios útiles para el servicio del

Estado35–. Había solicitado el hábito de una de las Órdenes Militares en 1765, "deseando continuar

su Rl Servicio con más explendor”, y en 1767 el inspector de Caballería dijo que "prometía

utilidad" al servicio del rey por ser "aplicado a la erudicción" y ''por sus pro[XXIX]porciones y

talentos"36. Le vemos, en efecto, en la década sesenta oficial ambicioso y estudioso; también –

aunque esto no se deduce de los documentos, sino del testimonio de Jovellanos– amoroso37. Pero

desde octubre de 1768 en adelante, según podemos colegir por las muchas obras que escribió por

entonces, cambia completamente de índole. Deja los estudios serios y el servicio de una sociedad

que ahora le parece injusta; protesta su inocencia; deja el culto de los dioses injustos también,

dando de mano a sus antiguas ambiciones y los sacrificios a la fortuna; busca, en cambio, la

quietud y el retiro filosófico, receloso de la maldad de los hombres y la crueldad e indiferencia de

los cielos38. Desde entonces, aunque vuelve a servir [XXX] al Estado y la Humanidad, es menos

tenido que salir de Madrid a consecuencias de ese libelo, "la noche última de octubre de 1768". Se cree que

este libelo era el Calendario manual y guía de forasteros en Chipre para el carnaval del año de 1768, obra

atribuida a Cadalso en el manuscrito utilizado por Foulché Delbosc cuando editó el Calendario en la Revue

Hispanique, tomo I, 1894, págs. 329 et seq. Esta atribución fue añadida después de hecha la copia. Ninguna

de las otras copias manuscritas que hemos consultado arroja luz sobre esa atribución ni sobre el destierro.

Estas copias manuscritas se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid (MSS 10748; 10938, ff 65-77;

11033, ff 1-17v; 18309, páginas 464-485).

33 Por las revistas de su regimiento y por otros documentos en el Archivo de Simancas, sabemos que

Cadalso se vino a Madrid desde Aragón en febrero de 1770 para desempeñar la comisión de secretario de un

Consejo de Guerra cuyo presidente era el conde de Aranda. Véanse Guerra Moderna, legs. 5395 (1770,

Borbón) y 48 (1772, Agregaciones a plazas). Desgraciadamente, faltan las revistas para el año de 1769, así

que no podemos estar completamente seguros de sus movimientos por entonces.

34 Véase Colección de varios tratados curiosos, propios y muy útiles para la instrucción de la noble

juventud española, que publica el Real Seminario de Nobles de Madrid, para el uso de los Cavalleros

Seminaristas (Madrid, 1757), tomo I, Prólogo al lector.

35 Véase el poema Epistola dedicada a Ortelio. vv. 27-30.

36 (36) Véanse Archivo de Simancas. Guerra Moderna, legajo 1153 (años de 1768 y 1769), y

Expedientes personales: Cadalso, José.

37 Véase el poema de Jovellanos A Mireo, Historia de Jovino (B. A. E., tomo 64, pág. 6). Cadalso estuvo

en Alcalá y Jovellanos le conoció allí entre abril de 1766 y fines de noviembre de ese mismo año, no en 1767

como se suele decir (Archivo de Simancas, Guerra Moderna, leg. 5335).

38 Véanse los poemas escritos evidentemente en la época de su destierro, que son los siguientes: 1,

Epístola dedicada a Ortelio, Desde el centro de aquestas soledades; 2, Carta a Augusta, ¡Egregia Augusta

mía!¡ 3, El poeta habla con su obra, Id, versos dichosos; 4, A las ninfas de Manzanares, Ninfas de

Manzanares; 5, Invocación de Ovidio a la musa, O musa que de Ovidío condujiste; 6, Carta escrita desde una

aldea de Aragón a Ortelio, Pastor ingenioso. Hay también ragos de los pensamientos de Cadalso acerca de su

destierro en Alek –exilado en su tragedia Don Sancho García–, en Nuño, "encarcelado dentro de sí mismo y

separado del mundo", y Ben-Beley, en las Cartas marruecas. La Carta XLIII de las Marruecas, fechada en

Page 10: 1. Noches Lúgubres

optimista, menos entusiasta; se fía menos del orden de las cosas, de los hombres y de las mujeres;

se hace estoico y, como Nuño en las Cartas marruecas, llega a comprender "el ningún método que

el mundo guarda en sus cosas"39.

Por tanto, la vuelta a Madrid en 1770 no constituyó para Cadalso una sencilla vuelta al tren de

vida que había llevado en la corte y en Alcalá a fines de la década sesenta antes de su destierro.

Tampoco fueron sus amores con María Ignacia, a su parecer, iguales que los de su primera

juventud. La vida cortesana no le interesaba más, como declara en el idilio anacreóntico "Vuelve,

mi dulce lira". "No esperes en la corte / gozar días felices, / y vuélvete a la aldea, / que tu presencia

pide", dice. Y ya había anunciado su desengaño en materia de amoríos en 176840. Al nuevo

Cadalso le convenía María Ignacia "sensible y modesta", además de hermosa, como Leandro

Fernández de [XXXI] Moratín nos dice41 –más que las frívolas ninfas de Manzanares. Porque ella

parece haber cuadrado perfectamente con el ideal horaciano de la vida sencilla, sin ambiciones ni

envidias, que Cadalso se había hecho en Aragón (durante el exilio) y expresaba en sus poemas

pastoriles. Paradójicamente, es posible que las relaciones entre los dos, por irregulares que

pareciesen, tuvieran para Cadalso el mismo sentido filosófico y moral que los poemas idílicos en

que la cantaba. En esos poemas anacreónticos y quizá en sus amores también Cadalso rechazaba

los falsos valores que él veía en el mundo a su rededor42. La fidelidad de la actriz y el respeto que

se profesaban (según el testimonio de la carta de "M. A." y de las mismas Noches) le parecerían de

una ejemplaridad rarísima, que haría contraste con la inconstancia e inmoralidad al uso en la

sociedad madrileña de entonces.

Si así era, y sus amores hubiesen sido muy criticados, habría habido lugar para que Cadalso

pensase en un nuevo rechazo injusto de la sociedad, un nuevo destierro, por decirlo así, y que

reprodujese en 1771 los mismos pensamientos y las mismas actitudes filosóficas que en 1768. La

muerte de María Ignacia vendría a ser para Cadalso algo así como un segundo ejemplo de la

injusticia de [XXXII] mundo y de su fortuna contraria, que le pedía una nueva posición

filosófica43

. De todos modos, esto nos explicaría por qué en sus Noches el autor trata, sobre todo,

de la lucha de Tediato con la adversa suerte y la injusta sociedad: temas también de la poesía

escrita por Cadalso durante su destierro. Y luego veremos que hay pasajes en esa obra que

recuerdan obras que Cadalso leyó y escribió en 1768 y 1769, lo cual parece indicar que su nueva

situación le pareció igual, en efecto, que la anterior. Es de notar, sobre todo, el extraordinario

parecido entre las ideas de Tediato en las Noches y las del propio Cadalso en su poema Carta

escrita desde una aldea de Aragón a Ortelio. A Tediato, como a Cadalso, al principio todo le

parece negro; se encuentra "cargado de tedio"; y trata de justificarse protestando su inocencia.

Luego contrasta su propia intachable virtud (y la bondad excepcional de la amada) con la maldad

de los más de los hombres, y se queja de la indiferencia de los cielos. Y, por fin, acepta su destino

1768, fue escrita probablemente después de octubre de ese año, y parece reflejar también algo de la amargura

sentida al principio por Cadalso en el exilio.

39 Véase Carta XXXIX de las Marruecas.

40 Véase el Calendario manual, donde se incluye a Cadalso entre los desengañados en materia de

amores (Revue Hispanique, I, 1894, pág. 333. Exentos de la Orden).

41 Véase la Vida de Don Nicolás Fernández de Moratín,en B. A. E., tomo II, pág. X.

42 Véanse, sobre todo, los poomas Vivamos, dulce amigo y Al pintor que me ha de retratar, discípulo de

Apeles.

43 Nótese cómo Cadalso, más tarde, en una carta a Iglesias (la sexta de las publicadas por Ximénez de

Sandoval en Hispanófila, núm. 10, 1960, pág. 34), dice que no le ha dejado de enseñar a "filosofar" su

"extravagante suerte o fortuna".

Page 11: 1. Noches Lúgubres

estoicamente como parte de la dura suerte de todos los seres humanos, del mismo modo que

Cadalso al final de su poema.

Pero el hecho es que la muerte de María Ignacia no era la única desgracia acaecida a Cadalso

en [XXXIII] 1770 y 1771 que pudiera recordarle las circunstancias de su destierro en 1768. La

vida de Cadalso por aquella época, antes de la muerte de su amada, estaba lejos de ser toda celos,

amores y ocios. Y por lo que lo demás pudiera haber influido también en el autor de las Noches,

vamos a examinarlo aquí.

Otras circunstancias de la vida de Cadalso (1770-1771) y su posible relación con las "Noches"

Ya hemos descrito las circunstancias en las cuales Cadalso se vino a Madrid en febrero de

1770. Vamos a ver ahora las que precedieron a su empleo en la corte y las subsiguientes. Sabido es

que Cadalso había estado en Aragón durante su exilio, que empezó en octubre de 1768. Pero

realmente no se sabe si pasó todo el tiempo por allí, ni en qué parte de Aragón estuvo, aunque

sospechamos que fue cerca de Escatrón, visto que da el sobrenombre de "Escatro" a un amigo al

final de su Carta escrita desde una aldea de Aragón, poema compuesto evidentemente durante su

destierro. Tampoco se sabe cuánto tiempo duró ese destierro, aunque parece seguro que volvió a

servir con su regimiento en 1769, porque estaba presente cuando hicieron la revista de la caballería

de Borbón en Épila, Alagón, Magallón y Borja en el mes de enero de 177044. [XXXIV] Pero desde

el 1 de febrero de ese último año, cuando empezó a usar de una real licencia "por seis meses", es

más fácil seguirle los pasos. Ya en una carta con fecha 20 de febrero de 177045 el conde de Aranda

dijo a Muniain haber nombrado a Cadalso secretario del Consejo de Guerra que iba a juzgar al

coronel Francisco Sensi, y es probable que Cadalso se encaminase a Madrid a principios de ese

mes sabiendo la comisión que le esperaba. Según el mismo Cadalso, su empleo ''duró más de dos

años, con suma responsabilidad de papeles y documentos; mucho trabajo material, sobre el esencial

del asunto; y quebranto de su salud"46, así que no cabe duda que estaba muy ocupado con los trámi-

tes del Consejo en 1770 y 1771. Pero el que estos trabajos influyeran más que sobre el estado físico

del autor por aquellos años es un poco dudoso. Puede que la adversa fortuna del coronel Sensi

contribuyese a los sentimientos de injusticia universal [XXXV] que Cadalso expresa en las Noches,

pero no hay prueba alguna de ello. Es cierto que Cadalso habrá visto lo mucho que Sensi tuvo que

sufrir antes de que su culpa estuviese probada, y sabría que ninguno de los amigos del coronel

quiso ayudarle ni defenderle ante el tribunal. Sin embargo, no hemos encontrado huella alguna

concreta del Consejo en la obra de Cadalso.

Lo que de más cerca le tocaba a Cadalso en esos años fueron sus actividades de autor. Y éstas

sí que le proporcionaban algunos serios disgustos que no dejarían de tener su efecto en sus escritos.

Preparaba con su amigo Moratín y bajo la protección del conde de Aranda el estreno de varias

obras de teatro, y sometió la primera de ellas –una tragedia intitulada Solaya, o los circasianos– al

44 Según los documentos del regimiento de Borbón en el Archivo de Simancas (Guerra Moderna, legs.

5388 y 5395), el regimiento se había ido a Aragón (a Belchite, Escatrón, Alcañiz y Caspe) en agosto de 1768,

quedándose Cadalso en Madrid "con Rl Liza por dos meses". Desde octubre de aquel año en adelante –cuando

Cadalso fue desterrado–, las revistas notan que estaba ausente "husando de semestre", pero faltan revistas

para 1769.

45 La carta se encuentra con los documentos relativos al Consejo de Guerra en el Archivo de Simancas,

Guerra Moderna, leg. 48.

46 Véase la petición de Cadalso para grado de teniente coronel firmada en Madrid el 1 de marzo de 1773

(Simancas, Guerra Moderna, leg. 1166).

Page 12: 1. Noches Lúgubres

censor a primeros de noviembre de 177047. Cuando se le negó "con late sententiae" la licencia, se

quedó "en correjirla y presentarla de nuevo", pero nunca lo hizo. Es de suponer que el censor

eclesiástico le había pedido demasiadas correcciones que estropearían la obra, y Cadalso nunca

volvió a usar su pri[XXXVI]mer apellido al pedir la licencia para representar o publicar otra obra

alguna. Sin embargo, a pesar de este rechazo pronto se adelantó con otra tragedia que tuvo mejor

fortuna entre las manos de los censores. Remitió su Don Sancho García al Consejo probablemente

a principios de diciembre, bajo el seudónimo de "Juan del Valle". Fue aprobado por el doctor

Francisco de la Fuente (uno de los censores que habían prohibido la representación de Solaya) el 7

de diciembre, por otro censor eclesiástico el 10 del mismo y por Ignacio López de Ayala (más tarde

contertulio de Cadalso en La Fonda de San Sebastián) el 8 de enero de 177148. Mas la aprobación

de los censores no era ninguna garantía de la aprobación del público y la obra no gustó. Una

representación en el palacio del conde de Aranda fue acogida tibiamente por los amigos del autor49.

Las representaciones públicas en el coliseo de la Cruz sólo duraron cinco días a partir del 21 de

enero. María Ignacia desempeñó el papel de Doña Elvira, condesa de Castilla, y hubo dos ensayos

y música. Pero el auditorio menguaba notablemente de día en día50, y según Napoli-Signorelli, la

[XXXVII] obra llegó a ser satirizada por ciertos "copleros"51. No cabe duda que este fracaso

después del rechazo de Solaya hirió a Cadalso sensiblemente. Cita irónicamente el dictamen del

público en Los eruditos a la violeta52, y puede que la sátira que hace en aquella obra de los críticos

superficiales fuese consecuencia de su disgusto. Probablemente le parecería que el público que se

mofaba de una obra llena del sentido de deber social y moral, carecía de aquel sentido. Y creemos

que parte de la crítica que Tediato hace en las Noches de la injusticia, inmoralidad y falta de razón

de las más de las gentes, pudiera haber sido provocado por ese fracaso entre otras cosas.

Sin embargo, cualquiera que fuese la influencia sobre Cadalso de sus desgraciadas

circunstancias antes y después de la muerte de María Ignacia, el estudiarla nos ayudaría poco a

desentrañar el verdadero sentido de las mismas Noches. Porque no es una obra de carácter

personal, aunque tiene ciertos elementos personales. Hay que reconocer que Tediato se llama

Tediato y no Cadalso, y que si el autor hubiese querido escribir una obra realmente auto[XXXVIII]

biográfica pudiera haberlo hecho en forma de Vida o Memorias o poemas líricos. En las Noches se

trata de ficciones más que de realidad, de personajes y no personas; el estilo mismo, como todo el

mundo ha reconocido, no es nada personal, sino retórico y enfático. Vamos a estudiar ahora, por

47 Véase Archivo de Simancas, Gracia y Justicia, legajo 993 antiguo –un papel que se refiere a las

decisiones del doctor Francisco de la Fuente y don Juan de Arabaca relativas al Witing de Trigueros, el

Solaya de Cadalso, y dos traducciones de Voltaire, La escocesa y Zaida–. En algún documento del mismo

legajo y en su copia en el Archivo de la Secretaría de Madrid (consultado por Cotarelo y Mori), se lee Las

circasianas en vez de Los circasianos.

48 Véanse las cartas de los censores que se encuentran con el manuscrito original y dos copias en la

Biblioteca Municipal de Madrid, sigo 1-144-9.

49 Véase el epigrama latino de Gómez Ortega, en su Carminum Libri Quatuor (Madrid, 1818), pág. 12.

50 Véanse los documentos relativos a las representaciones de la tragedia, en el Archivo de la Secretaría

de Madrid, sig. 1-369-2

51 Véase Pietro Napoli-Signorelli, Storia critica de' teatri antichi e moderni, Napoli, 1777, libro 1, pág.

408.

52 Véase la segunda lección, al final de la sección de Poética: "con renegar de los compositores

modernos, diciendo que Cruz hizo demasiado ahinco en los Cortejos y Abates, Moratin un Pelayo muy

crédulo, y Valle una Princesa muy enamorada, quedaréis calificados Examinadores del Parnaso…”

Page 13: 1. Noches Lúgubres

tanto, las otras "partes" de la obra que dice Cadalso: la ficción y el estilo; para ver si nos ayudan a

comprender las Noches. Y primero las probables fuentes temáticas.

II. LAS FUENTES TEMÁTICAS DE LAS "NOCHES"

La historia de la exhumación clandestina

Ya que no creemos que la historia del desenterramiento de la amada, base de las tres Noches,

se derivase de un suceso verdadero de la vida del autor, ¿de dónde viene? Su probable fuente se en-

cuentra en una leyenda folklórica muy difundida en la literatura mundial, y usada tanto por autores

cultos como populares53. Se ha dado en llamar las versiones españolas de esa leyenda, La difunta

pleiteada, título de un drama atribuido a Lope, que está basado sobre ella. En esa historia se trata

del amor de dos jóvenes que quieren casarse, pero cuyos [XXXIX] padres (y en algunos casos las

circunstancias) no se lo permiten. El amante rechazado va al extranjero y los padres de la joven la

hacen casarse luego con una persona que no es de su agrado; ella muere del disgusto poco después

de la boda. Después de su muerte, el amante vuelve y trata de desenterrarla (con la ayuda de un

sacristán o ermitaño) con la intención de suicidarse para unirse con ella. Pero, al abrirse la tumba,

ya gracias a la intervención de la Virgen, ya gracias a las caricias del amante, la muerta vuelve en

sí. El amante la lleva a su casa y viven juntos hasta que el marido de ella se da cuenta de lo que

pasa y pone pleito al amante –se supone que por secuestro–. Afortunadamente, triunfa el amor y el

marido pierde; los dos amantes siguen viviendo juntos como si tal cosa.

Es claro que la mayor parte de esta extraña historia no tiene nada que ver con las Noches, pero

el episodio central del desenterramiento pudo haber servido a Cadalso perfectamente como trama

de su obra. Si hubiese mucha oposición a sus amores con María Ignacia, sería del todo natural que

Cadalso pensase en esa leyenda después de su muerte. El objeto de la historia es precisamente el de

justificar unos amores frustrados por las justas (o injustas) exigencias de la sociedad. De todos

modos, hemos encontrado cinco probables ecos de ella y dos posibles reminiscencias en las

Noches, los cuales subrayamos luego en las notas al texto. Los ecos son los siguientes: 1, el día que

Tediato pasa cerca de la [XL] tumba de su amada, al fin del cual un sacristán le hace salir porque

va a cerrar las puertas; 2, el soborno de Lorenzo; 3, la crítica que hace Tediato de la codicia de

Lorenzo y de los hombres en general; 4, la tentativa de levantar la losa de la tumba de la amada, y

5, la intención que tiene Tediato de suicidarse. Las dos posibles reminiscencias son: 1, la po-

sibilidad de que la muerta volviese a la vida, en la que Tediato parece creer antes de abrir la tumba

en la Primera noche, y 2, la intención de Tediato de llevar el cadáver de su amada a su casa,

mencionada al fin de la misma Noche.

Existen bastantes versiones españolas de esta historia, que Cadalso hubiese podido conocer.

Entre ellas podemos señalar las versiones novelísticas de Matías de los Reyes, Castillo Solórzano y

María de Zayas, como más difundidas quizá en el siglo XVIII que el drama atribuido a Lape y otra

versión dramática de Rojas Zorrilla54. También hay muchos romances sobre el mismo tema

53 Véase mi articulo The Traditional Story of "La difunta pleiteada", Cadalso's "Noches lúgubres" and

the Romantics, en el Bulletin of Hispanic Studies, julio 1961.

54 Trato de estas versiones en mi artículo arriba mencionado. La novela de Matías de los Reyes es la

historia de Camilo en El Menandro; la de Castillo Solórzano es El socorro en el peligro, la cuarta novela de

la Cuarta tarde de sus Tardes entretenidas; la de María de Zayas es El imposible vencido, la octava novela de

la Noche Cuarta de las Novelas amorosas y ejemplares. El drama de Rojas Zorrílla se llama Varios prodigios

de amor.

Page 14: 1. Noches Lúgubres

coleccionados en el siglo pasado y cotejados por María Goyri de Menéndez Pidal en su interesante

estudio de las fuentes [XLI] de la comedia La difunta pleiteada, atribuida a Lope. La única versión

española de la historia que conocemos donde se encuentran los siete detalles que hemos señalado,

es precisamente uno de estos romances. Y citamos a continuación la parte que pudiera haber

servido a Cadalso, empezando con la vuelta del amante después de la muerte de su amada:

Al cabo de nueve meses

viene Don Juan de las Indias,

por la calle de su esposa

hizo la primer visita.

En una alta ventana

ha visto una blanca niña:

-¿ Por quién tienes ese luto?

¿por quién toda esa enculía-

Yo se lo dijera a usted

si a usted no le pesaría:

por Doña Ángela, señor

por Doña Ángela Mesías.

-Dime tú, la niña blanca;

dime tú, la blanca niña:

¿en qué parte está enterrada?

-Cerca del agua bendita.

Con estas mismas palabras

hacia la iglesia camina,

se estuvo haciendo oración

la mayor parte del día,

hasta el ermitaño dice

y el ermitaño decía:

-Sálgase fuera, Don Juan,

que voy a trancar la ermita.

El interés mueve al hombre,

que Don Juan se lo decía

[XLII]

- El anillo de mis dedos

dos mil ducados valía;

el anillo de mis dedos

sin la piedra los valía.

Entre el ermitaño y él

levantan la losa arriba,

sacó un dorado puñal

de su dorada petrina,

para matarse con él,

para hacerla compañía.

Esto que ha oído la Virgen,

corre sus nuevas cortinas.

-Que vivan los dos amantes,

pues que tanto se querían.

Agarróla de la mano,

Page 15: 1. Noches Lúgubres

llevóla la calle arriba,

sacudiendo sus cabellos

que de polvo los tenía.

Esto que oye el comerciante,

en pleito se lo ponía.

El pleito fue a Valladolid

a ver quien ella quería.

Ella dijo que a Don Juan,

que ella que a Don Juan quería,

que el que no la olvida en muerte

tampoco la olvida en vida55.

Desgraciadamente, visto que no existe, que sepamos, versión impresa o copia de éste ni de

ninguno de los romances de La difunta pleiteada anterior al siglo pasado, no podemos decir con

seguridad que [XLIII] existía la historia en esta forma en la época de Cadalso. Sin embargo, dada

la existencia de la tradición oral, es muy posible que existiese un romance en el siglo XVIII no

muy diferente textualmente de éste que se cantaba por los años de 1880. Las versiones de Castillo

Solórzano y María de Zayas, sobre todo, no son muy distintas de los romances estudiados por

María Goyri, y es probable que éstos existían ya a principios del siglo XVII, si no bastante antes

como la señora de Menéndez Pidal supone. De todos modos, no sería inverosímil que Cadalso co-

nociese una versión en forma de romance de la historia en el caso de que existiera. Sabemos que

conocía algunos romances populares y coplas. Y si se refiere dos veces a los de Francisco Esteban

en tono despectivo, por lo menos cita una copla con evidente gozo en una carta a Tomás de Iriarte,

la cual había oído cantar una vez a "una gitana ojinegra, caripícara"56.

[XXXLIV]

Dondequiera que encontrase esta historia, parece claro que Cadalso la conocía, aunque no la

siguió servilmente en sus Noches. Es muy probable que haya aprovechado las circunstancias

principales del desenterramiento para ellas. Más hace de Lorenzo todo un personaje con motivos

propios que sufre y piensa (a pesar del soborno) a veces casi como el mismo protagonista57.

También Cadalso cambia completamente el final de la historia, esencialmente popular y además

inútil para su caso, visto que su amada estaba muerta de verdad. Al abrir la tumba, Tediato

encuentra gusanos y corrupción. El autor no permite al protagonista el fácil éxito milagroso de la

55 Véase María Goyri de Menéndez Pidal. De Lope de Vega y del romancero (Zaragoza, 1953), págs.

13-16.

56 Las alusiones a Francisco Esteban se encuentran en la Séptima Lección de Los eruditos a la violeta,

donde dice, al tratar de la crítica, que "las Obras de Feijóo os parezcan tan despreciables como los Romances

de Francisco Esteban"; y en una carta a Tomás de Iriarte (Revue Hispanique, I, 1894, pág. 317). Nótense

igualmente las traducciones a la moda de las seguidillas y malagueñas en el Suplemento de Los eruditos a la

violeta, y la referencia burlesca a una Relación y curioso Romance a la vida y milagros de los físicos, en la

Lección Tercera de la misma obra. Para la cita relativa a la "gitana", véase Revue Hispanique, I, 1894, pág.

314.

57 El que Lorenzo es más que un mero sepulturero fue notado ya en el siglo pasado por alguno de los

censores de la obra en el proceso inquisitorial (A. H. N., Papeles de la Inquisición, leg. 4448, núm. 4, f. 5;

Carta del 10 de septiembre de 1819), que tachó su lenguaje de "demasiado culto para un hombre brusco y de

ínfima extración". Es posible que Cadalso en parte le consideraba como el Lorenzo de las Noches de Young:

una persona que necesitaba de "desengaño". Ya se ha hablado de la "tediatización" de Lorenzo en la parte

que se añadió a la Tercera noche en 1815 (véase Edith F. Helman, pról. cit., pág. 48), pero nosotros creemos

que Lorenzo está ya algo "tediatizado" en lo Segunda noche y en la parte auténtica de la Tercera.

Page 16: 1. Noches Lúgubres

leyenda, sino que le hace arrostrar la realidad por miserable y desgraciada que sea. Además, añade

Cadalso todo un episodio ajeno a la historia popular en su Segunda noche: la prisión de Tediato,

que le sirve de [XXXLV] segundo desengaño, haciéndole experimentar de nuevo la contraria

suerte. Pero este nuevo episodio y los sucesos de la Segunda noche, ¿de dónde vienen si no de La

difunta pleiteada? ¿Serán verdaderos en parte, como supuso "M. A."?

Posibles fuentes del asesinato y de la prisión de Tediato en la "Segunda noche"

No estamos seguros de haber acertado con una fuente literaria para estos sucesos. Mas esto no

quiere decir que no la tengan. La historia del asesinato que inculpa a un inocente es tan vulgar en la

literatura mundial, que no hay razón alguna para creerla realidad y no ficción en Cadalso. Según

Stith Thompson, es típica de la literatura folklórica, y D. P. Rotunda cita la tercera novela del

primer libro de los Ducento Novelle, de Celio Malespini, como ejemplo italiano del tema, en la que

unos hombres matan a otro y un inocente está acusado del crimen, metido en la cárcel y luego

condenado a suplicio58. Otra historia muy parecida se encuentra en la Séptima Carta de la Relation

du voyage d'Espagne, de la famosa madame d'Aulnoy. [XXXVI] Un caballero francés socorre a un

español atacado por otros tres en una callejuela. Éstos matan al otro en el mismo momento en que

el francés saca la espada para ayudarle. El muerto cae sobre el francés, y la gente, al verle con la

espada en la mano, cree que es el asesino y por poco le prende.

No faltan casos parecidos en la literatura española. Se encuentra una historia algo semejante en

La vida de Marcos de Obregón (Relación III, Descanso XII), y otra en la Cuarta Soledad de las So-

ledades de la vida, de Cristóbal Lozano. En la historia de Espinel, dos amigos inocentes son presos,

sospechados de haber dado una gran cuchillada en el rostro a una mujer que había gritado “¡Ay,

que me han muerto!", en el mismo momento en que ellos echaban a correr para ver cuál era "el más

viejo". En la Cuarta Soledad de Lozano (y en la segunda parte del "romance" Lisardo, el estudiante

de Córdoba, que se deriva de ella), el protagonista se está ocultando de sus enemigos cuando oye

que matan a otro creyendo que es él. El herido, gritando "¡Ay, que me han muerto!", corre a

Lisardo y se ase a él, manchándole con su sangre antes de morir; y Lisardo trata de escaparse lo

más a prisa posible para evitar las sospechas de la justicia, que no logra prenderle.

Aunque no podemos probar que ninguna de estas historias sirviese necesariamente a Cadalso

para el comienzo de su Segunda noche, es cierto que cualquiera de ellas pudo haberle suministrado

detalles [XLVII] para el suceso que describe. Como los acontecimientos descritos por Cadalso, las

historias de Malespini, Espinel y Lozano suceden durante la noche; la prisión de un inocente figura

en Malespini y Espinel; y los gritos que Cadalso pone en boca de los asesinos y del asesinado

("¡Muere, muere!" y "¡Que me matan!"), se encuentran en Cristóbal Lozano, en el romance, y en

parte también en Espinel. Además, es siempre posible que exista otra historia, aún más cercana a la

Noche de Cadalso, desconocida para nosotros.

No vamos a insistir más sobre estas posibles fuentes. Nuestra intención al sacarlas a la luz ha

sido sólo subrayar el probable carácter ficticio de esta parte de la obra, al igual que la Primera

noche y el desenterramiento. Creemos haber dicho ya lo bastante para probar que hay más

literatura y menos vida en esta obra de Cadalso de lo que se ha creído hasta ahora. Y pasamos al

examen de otras fuentes de las Noches, ya señaladas por la crítica y en un caso por el mismo

58 Véanse Stith Thompson, Motiv-Index of Folk-Literature (Helsinki, 1932-1935), tomo IV (K 2155.1) y

tomo V (N 342.2), y D. P. Rotunda, Motiv-Index of the Italian Novelle in Prose (Indiana University Press,

1942), pág. 137 (K 2125.7).

Page 17: 1. Noches Lúgubres

Cadalso. Las principales son los Pensamientos nocturnos o Noches, de Edward Young, y las

Meditaciones entre los sepulcros, de Hervey. Como estas fuentes tienen más relación con el estilo

y el contenido filosófico de la obra de Cadalso, ya entramos en la tercera parte de nuestro estudio.

[XLVIII]

III. LAS FUENTES ESTILÍSTICAS DE CADALSO Y SU FILOSOFÍA

Las "Noches" de Young

Tratamos de esta fuente primero que de las otras por ser la que más ha ocupado a los críticos

de las Noches de Cadalso. En el siglo pasado, incluso se creía que Cadalso no había hecho otra cosa

que copiar a Young. Más recientemente, en cambio, se ha tendido a creer que Young ejerció una

influencia mínima sobre nuestro autor; y algunos críticos han dicho que más diferencia no cabe

entre los métodos estilísticos y el fondo de los dos autores59. Sin embargo, la mayoría de los que

han hecho tales asertos han hecho demasiado hincapié en el supuesto carácter autobiográfico de las

Noches de Cadalso, y no han podido ver por eso que pudiera existir tanta intención artística y

filosófica en ellas como [XLIX] en las de Young. Ya que vamos demostrando cuánto se han

equivocado en esto, necesitamos volver a examinar la posible influencia del inglés. No pueden

desecharse del todo las afirmaciones del mismo Cadalso, que dice y repite varias veces que había

escrito su obra "imitando el estilo y los pensamientos de tristeza de las [Noches] que compuso en

inglés el doctor Young"60. Los autores no saben siempre lo que hacen, mas hay que tener en cuenta

lo que dicen, por si acaso.

En resumidas cuentas, estamos casi enteramente de acuerdo con las conclusiones de la señora

Helman en el prólogo de su excelente edición de las Noches. Según ella, la influencia de los Night

Thoughts, de Young –leídos por Cadalso en inglés y también, quizá, en la traducción francesa de

Le Tourneur–, se reduce a lo siguiente: el nombre de Lorenzo posiblemente, algunos pasajes de la

Primera noche, "el ambiente nocturno, triste y solitario", lo que se dice sobre las miserias del

hombre, y el estilo personal61. En cuanto a este estilo, sabido [L] es que los dos autores parten del

mismo punto inicial de pérdida: Cadalso había perdido a María Ignacia; Young, a su mujer y a la

hija y yerno de ella. Por esto sería lógico que Cadalso pensase en Young al escribir una obra sobre

la muerte de su amada. Pero ¿se limita la imitación del estilo de Young al elemento personal en

Cadalso? Nosotros creemos que no. En esos pasajes de Cadalso que recuerdan a Young, y en "lo

que se dice sobre las miserias del hombre", la imitación es de ideas más bien filosóficas que

59 Véanse, por ejemplo, José F. Montesinos, Cadalso o la noche cerrada, en Cruz y Raya, abril, 1934,

págs. 45-67; Emily Cotton, Cadalso and his foreign sources, en Bulletin of Spanish Studies, VIII, 1931, págs.

5-18; el prólogo por Luis Alberto Menafra para la edición de las Noches publicada en Buenos Aires en 1943,

sobre todo, pág. 25; Angel del Río, Historia de la literatura española (New York, 1948), II, página 27, y la

reseña por Montesinos de la edición de las Noches hecha por Edith F. Helman, en la Nueva Revista de

Filologia Hispánica, año VIII, núm. 1, pág. 90.

60 Citamos por el título del poema que empieza De la muerte de Filis / tres Noches he compuesto (B. A.

E., tomo 61, página 275). Véanse también la alusión a las Noches en el número LXVII de las Cartas

marruecas y el título de la obra misma.

61 Véase la tantas veces citada edición de las Noches hecha por la señora Helman, pág. 33 y sigs. La idea

de que Cadalso leyera las Noches de Young en la traducción francesa de Le Tourneur, se encuentra ya en el

artículo de Montesinos, Cadalso o la noche cerrada, arriba citado. La imitación del Lorenzo de Young por

Cadalso fue notada ya en el siglo pasado por Alcalá Galiana en su Historia de la literatura española,

francesa, inglesa e italiana en el siglo XVIII (Madrid, 1845, pág. 266).

Page 18: 1. Noches Lúgubres

personales. ¿No habrá Cadalso imitado el estilo de Young en esto también? La misma tendencia de

Tediato de dar lecciones a Lorenzo y de filosofar, ¿no sería otro rasgo de Young, que habla a su

Lorenzo de la misma manera didáctica a lo largo de sus Pensamientos nocturnos? Pero, a pesar de

estas similaridades, no son iguales en todo los dos autores. Cadalso se sirve del diálogo y de

ficciones, y Young no; son muy distintas, sobre todo, sus creencias religiosas. Young confía en una

vida después de la muerte y para él los cielos pregonan la existencia de Dios. Cadalso, en cambio,

no tiene tanta confianza: según él, los cielos no se ocupan de los seres humanos, y la única

salvación del hombre en su lucha contra el mal y la muerte es la amistad, la ayuda mutua de los

desgraciados, [LI] la virtud, y el desprecio de la fortuna –el estoicismo clásico más o menos62–. Se

echa de ver esta diferencia fundamental de los dos en los desenterramientos que describen. El de

Young conduce a una intimación de la inmortalidad; al de Cadalso, en cambio, sigue una vista de

gusanos63.

Sin embargo, ya se ve que el parecido entre los dos autores no es tan nimio como muchas

veces se ha dicho en este siglo. Hay, por lo menos, indicios de que el mismo interés filosófico les

unía, aunque sus ideas filosóficas y su manera de expresarlas eran muchas veces muy distintas.

Huelga decir que no hay imitación sistemática de Edward Young en las Noches de Cadalso; ni

plagio alguno. Su ambiente filosófico es semejante; no idéntico. Pero ¿por qué tenía que serlo?

Young no era la única fuente estilística y filosófica de Cadalso, ni mucho menos.

[LII]

Hervey y Cadalso

Otra posible fuente de las Noches son las Meditaciones entre los sepulcros de Hervey –gran

admirador de Young, al igual que Cadalso– o como ha dicho atinadamente la señora Helman, se

encuentra en esa obra "la clásica enumeración de las tumbas... en una iglesia con reflexiones

morales sobre cada uno de los monumentos, y otras lúgubres sobre los restos de una hermosa

joven, que recuerdan en seguida las Noches de Cadalso"64. Además de esto, podríamos añadir algún

detalle más de las Meditaciones, que recuerda a Cadalso, como la descripción de la entrada del

autor en la cripta de la iglesia, por ejemplo. En Hervey, la puerta se resiste precisamente de la

misma manera que la de la iglesia en la Primera noche de Cadalso, y el temor del que entra es casi

el mismo en las dos obras. Veámoslo:

Hervey

Yonder entrance leads, I suppose to the

vault. Let me turn aside, and take one view

of the habitation, and its tenants. The sullen

door

Cadalso

TEDIATO.– Ésta es la puerta.

LORENZO.– ¡Que tiemblo yo!

TEDIATO.– Suéltame el brazo...; como me

lo tienes asido con tanta fuerza, no me

62 Nuestro punto de vista sobre las ideas religiosas de Cadalso coincide con el de la señora Helman en su

prólogo citado, y el de Bruce Wardropper en su artículo Cadalso's "Noches lúgubres" and Literary Tradition

(Studies in Philology, XLIX, octubre, 1952, pág. 624). Para la relación entre la obra de Cadalso y la tradición

estoica, véase José Montesinos, Nueva Revista de Filología Hispánica, VIII, núm. 1, página 88.

63 Este "desenterramiento" de Young se encuentra en la traducción de Le Tourneur en los siguientes

términos: "La tombe de Narcisse vient de s'ouvrir devant moi. C'est l'auguste vérité que j’en vois sortir

brillante et radieuse, comme du fond de son sanctuaire. Elle s'avance; je la sens qui s'empare de mon âme,"

(Les Nuits d’Young, París, 1769, I, pág. 51).

64 Pról. cit., pág. 34.

Page 19: 1. Noches Lúgubres

[LIII]

grates upon its hinges: not used to receive

many visitants, it admits me with reluctance

and murmurs. –What meaneth this sudden

trepidation, while I descend the steps, and

am visiting the pale mansions of the dead? –

Be composed, my spirits; there is nothing to

fear in these quiet chambers... I find here are

no phantoms, but such as fear raises...

[LIII]

dejas abrir con esta llave... Ella parece

también resistirse a mi deseo... Ya abrí:

entremos.

LORENZO.– Mas, ¡ay! ¡Nuevo espanto!

¿Qué es aquello? ...

TEDIATO.– ¡Necio! Lo que te espanta es tu

misma sombra con la mía...

Sebastien Mercier y Cadalso

Más dudosa que estas fuentes es la influencia de l'Eclipse de la Lune, de Mercier, también

estudiada por Edith F. Helman65. En este caso, la única situación análoga es la caída del

protagonista durante una tempestad dentro de una tumba, en la cual yace hasta que amanece:

situación que recuerda una anécdota de las contadas por Tediato en la Primera noche. Pero en

Mercier la situación es alegórica, y el temor del protagonista, metafísico: cuando se despierta con la

luz del día, es para darse cuenta de que la eternidad sigue a la noche de la muerte. En las Noches de

Cadalso, en cambio, Te[LIV] diato había caído realmente en una tumba y había sido terrorificado

por un ente real, pero desconocido –el perro de Lorenzo–, no por una idea abstracta como la

muerte. Tampoco tiene la madrugada, al fin de la Primera noche, la significación simbólica que

tiene la de Mercier. Aparte de esto, el único rasgo de l'Éclipse de la Lune, que la señora Helman

pudo encontrar en Cadalso, era la crítica que hace de la imaginación, la cual engaña a los hombres.

Sin embargo, esa idea es muy vulgar en el siglo XVIII, y, aunque las palabras que la expresan en

Cadalso y Mercier son semejantes, no basta por sí sola para probar que l'Éclipse fuese una fuente

indudable de las Noches.

Otras posibles fuentes estilísticas y filosóficas europeas

Algunas fuentes más, no españolas, han sido señaladas por la crítica: dos de ellas concretas –

Cesare Beccaria y Jean-Jacques Rousseau–, las cuales urge examinar aquí. La obra de Cesare Bec-

caria, titulada Dei delitti e delle pene, ha sido estudiada por la señora Helman en relación con la

Segunda noche, y según ella, "no cabe duda que Cadalso conocía esta obra." Pretende que Cadalso

coincide con Beccaria "en la opinión de que no hay nada más absurdo ni inhumano que el uso del

tormento para conocer la verdad"; mas no hay, en [LV] realidad, argumento alguno sobre este

tópico en las Noches. Como la señora Helman, al hacer este aserto66, no adujo ningún pasaje en

particular, es difícil contestarla, y sólo podemos decir que no hemos encontrado el lugar que la

apoya, ni creemos que haya ninguna huella de Beccaria en las demás obras de nuestro autor. La

posible influencia de Rousseau, en cambio, ya tratada por J. R. Spell en su libro Rousseau in the

Spanish World before 1833, es más digna de estudio, aun cuando se reduce a la crítica de las malas

madres hecha por Tediato en la Primera noche, y la posible reminiscencia del "estilo, melancolía e

65 Véase su artículo A note on an immediate source of Cadalso's "Noches lúgubres", en la Hispanic

Review, XXV, 1957, págs. 122-125.

66 Pról. cit., pág. 39.

Page 20: 1. Noches Lúgubres

individualismo" de la Nouvelle Héloïse en las tres67. Es muy probable que la crítica de las madres

que no cuidan de sus hijos se derive de Rousseau, y es cierto que el estilo exclamatorio y

melancólico de Cadalso tiene alguna semejanza con el de Rousseau en la obra mencionada. Sin

embargo, si, en efecto, la influencia de Rousseau terminase aquí, tendría muy escasa importancia

para el estudio de la obra de Cadalso, y hemos buscado más huellas del ginebrino en las Noches

que arrojasen luz sobre su lectura por Cadalso antes de la composición de esa obra.

Hasta ahora no hemos podido hallar más que dos lugares de las Noches que traen a la memoria

a Jean-Jacques; recuerdan su Émile, no su Nouvelle [LVI] Héloïse. Pero el primero de ellos que

trata de la mala educación de los hijos es demasiado vulgar para probar por sí solo que Cadalso se

acordaba de Rousseau al escribir sus Noches; y el segundo, que trata de la igualdad de los hombres

en la vida y la muerte, no es más que un tópico de la literatura mundial, que Cadalso hubiese

podido encontrar igualmente en la literatura española68. Por eso [LVII] no creemos que las obras

de Rousseau tuviesen necesariamente gran trascendencia en las Noches, y pasamos a considerar

brevemente los otros dos rasgos de ideas de la Ilustración mencionados por la señora Helman en su

67 Ob. cit. (Austin, 1938), pág. 54.

68 Véase lo que decimos más adelante en las notas al texto para posibles fuentes españolas. Los lugares

de Cadalso que parecen recordar a Rousseau son los siguientes:

1. Cadalso

TEDIATO ¿Qué es un hijo? Sus

primeros años... un retrato horrendo de la mi-

seria humana. Enfermedad, flaqueza, estupidez,

molestia y asco... Los siguientes años... un

dechado de los vicios de los brutos, poseídos

en más alto grado... Lujuria, gula,

inobediencia... Más adelante, un pozo de

horrores infernales... ambición, soberbia, en-

vidia, codicia, venganza, traición y malignidad;

pasando de ahí... ya no se mira el hombre como

hermano de los otros, sino como a un ente

supernumerario en el mundo.

[LVII]

2. Cadalso (Noche tercera)

TEDIATO. Ven, hallarás en mi un

desdichado que padece no sólo sus infortunios

propios, sino los de todos los infelices a

quienes conoce: mirándolos a todos como

hermanos. Ninguno lo es más que tú. ¿Qué

importa que tú nacieras en la mayor miseria y

yo en cuna más delicada? Hermanos nos hace

un superior destino, corrigiendo los caprichos

de la suerte, que divide en arbitrarias e inútiles

clases a los que somos de una misma especie.

Todos lloramos... todos enfermamos... todos

morimos.

Rousseau (Émile, livre I)

En naissant, un enfant crie; sa premiere

enfance se passe a pleurer... Un enfant passe

six ou sept ans de cette maniere entre les mains

des femmes, victimes de leur caprice et du sien;

et après lui avoir fait apprendre ceci et cela,

c'est-à-dire après avoir chargé sa mémoire ou

de mots qu'il ne peut entendre, ou de choses qui

ne lui sont bannes a rien; après avoir étouffé le

naturel par les passions qu'on a fait naître, on

remet cet être factice entre les mains d'un

précepteur, lequel achève de développer les

germes artificiels... et lui apprend tout, hors à

se connaître, hors à tirer parti de lui-même,

hors à savoir vivre et se rendre heureux. Enfin,

quand cet enfant, esclave et tyran, plein de

science et dépourvu de sens, [LVII] également

débile de corps et d'âme, est jeté dans le monde

en y montrant son ineptie, son orgueil et tous

ses vices, il fait déplorer la misère et la

perversité humaines. (Ed. Garnier, Paris,

¿1951?, páginas 21-22.)

Rousseau (Émile, livre IV)

Les hommes ne sont naturellement ni rois,

ni grands, ni courtisans, ni riches; tous sont nés

nus et pauvres, tous sujets aux misères de la

vie, aux chagrins, aux maux, aux besoins, aux

douleurs de toute espèce; enfin, tous sont

condamnés a la mort. (Ed. cit., pág. 260.)

Page 21: 1. Noches Lúgubres

estudio de la obra de Cadalso: el peligro del lujo y la infelicidad de América como consecuencia de

la conquista69.

Estos dos temas los trató Cadalso, desde luego, con mucho más extensión en sus Cartas

marruecas (números IX y XVI), y es bastante cierto que tenía [LVIII] presente las Cartas persas,

de Montesquieu, al escribirlas, como ha sugerido Paul Laborde en un interesante artículo70. Lo que

Cadalso dice acerca de todo esto en las Noches, en cambio, no pasa de unas cuantas palabras que

van dirigidas más bien a criticar la codicia y ambición humanas y los falsos valores de la sociedad

que tales vicios aprueba, que a estudiar los efectos económicos del lujo o de la política española en

las Indias, como sería de esperar si se acordase de Montesquieu. En fin de cuentas, en las Noches

éstos son lugares comunes de la época y no recuerdos de obras o autores específicos: los

encontramos tanto en Vattel, por ejemplo, como en el autor del Espíritu de las leyes71. Además,

contribuyen muy poco al desarrollo de las ideas de las Noches estos tópicos, aunque su presencia

en la obra es otro indicio más de las preocupaciones morales y filosóficas de su autor. Tendemos a

creer que en esta obra Cadalso debe poco a sus contemporáneos ilustrados ingleses y franceses.

Toma algo, sí, de Young, menos de Hervey, y menos todavía de los filósofos de la Ilustración.

Muchísimo más palpable nos parece su deuda para con autores españoles de los siglos XVI y XVII.

Incluso el estilo exclamatorio y melancólico de Ca[LIX]dalso, los tópicos de la mala crianza y la

igualdad de los hombres, que parecen recordar a sus contemporáneos, tienen fuentes en la literatura

española más convincentes y más del caso todavía.

Fuentes estilísticas y filosóficas españolas

La influencia de la literatura renacentista y barroca en España sobre el autor de las Noches ha

sido esbozada ya por el profesor Bruce Wardropper. En un valioso artículo demuestra que tanto las

ideas acerca de la miseria de la vida humana como el tema de la inevitabilidad de la muerte,

desarrollados por Tediato en la Primera noche, son de evidente raíz quevedesca o calderoniana72.

Podríamos deducir que el concepto de la Naturaleza, la cual refleja en las Noches la situación y los

sentimientos del protagonista, debe más a lecturas de Garcilaso y de Calderón que a cualquier lugar

de Young o de sus coetáneos. Y podríamos añadir que el mismo diálogo y las retóricas

exclamaciones de las Noches son igualmente barrocas, trayendo a la memoria El Criticón, de

Gracián, las obras de Quevedo y las de su imitador dieciochesco, Torres Villarroel. Para apoyar

estas consideraciones y seguir mejor la pista del profesor Wardropper, podemos indicar algún lugar

concreto en las Noches donde parece echarse [LX] de ver la influencia de La cuna y la sepultura

mencionado por el profesor norteamericano, y la de Las zahúrdas de Plutón. Se trata, sobre todo,

del párrafo de Tediato en la Primera noche acerca de los muertos de repente. Mediante el cotejo de

textos de Quevedo y Cadalso podemos probar hasta qué punto son afines sus ideas y sus maneras

de expresarlas:

69 Pról. cit., págs. 38-39

70 Véase Cadalso et Montesquieu, en la Revue des langues romanes, LXXI, 1952, págs. 177, 179.

71 Véase la crítica de la conducta de los españoles en América, por Vattel, en Le droit des gens (Londres,

1758), I, VII, y II, II. Vattel fue muy leído de Cadalso.

72 Véase Cadalso's "Noches lúgubres" and Litterary Tradition, en Studies in Philology, XLIX, 1952,

págs. 619-630.

Page 22: 1. Noches Lúgubres

Las zahúrdas de Plutón

...ningún hombre muere de repente; de

descuidado y divertido, sí. ¿Cómo puede morir

de repente quien desde que nace ve que va co-

rriendo por la vida y lleva consigo la muerte?

... Vuestro vestido que se gasta, la casa que se

cae, el muro que se envejece y hasta el sueño

cada día os acuerda de la muerte, retratándola

en sí73.

La cuna y la sepultura

Considera, que sin los venenos, las mismas

cosas saludables te traen muerte. Un aire, si te

coge el cuerpo destemplado; un jarro de agua,

[LX] si sudas; el baño; la comida, si es

demasiada; el vino; el movimiento, si te cansas;

el sueño prolixo. En ninguna cosa tienes segura

salud, y es necedad buscarla: pues no puede

dexar de estar enfermo, quien siempre, en su

misma vida, tiene mal de muerte. Con este mal

naces, con él vives, y dél mueres. Dexo de

contar los venenos, y cosas que la Naturaleza

crea contra tu vida. Las sierpes, víboras,

animales y peces, hierbas y piedras, o

minerales, que o mordido dellas, o tocado

mueres. Dexo los sucessos desdichados, que el

decreto del Cielo, y su providencia permite. La

ruina de las casas, los rayos, el fuego repentino,

los ladrones, la muerte violenta, los diluvios,

las guerras, los castigos, las traiciones, cosas

que no puede prevenir nuestro juizio, y que las

sabemos, y passamos en un punto. Y estas

cosas, que no están en tu mano, no las devias

sentir, ni quexarte dellas74.

Noches lúgubres

LORENZO.– ... Estas muertes repentinas

me asombran.

TEDIATO.– Debiera asombrarte el poco

número de ellas. Un cuerpo tan débil como el

nuestro; agitado por tantos humores;

compuesto de tantas partes invisibles; sujeto a

tan frecuentes movimientos; lleno de tantas

inmundicias; dañado por nuestros desórdenes,

y, lo que es más, movido por una alma

ambiciosa, envidiosa, vengativa, iracunda,

cobarde, y esclava de tantos tiranos... ¿qué

puede durar?, ¿cómo puede durar? No sé cómo

vivimos. No suena campana que no parezca

tocar a muerto... A ser yo ciego, cree [LX]ría

que el color negro era el único de que se

visten... ¡Cuántas veces muere un hombre de

un aire que no ha movido la trémula llama de

una lámpara! ¡Cuántas de un agua que no ha

mojado la superficie de la tierra! ¡Cuántas de

un sol que no ha entibiado una fuente! ¡Entre

cuántos peligros camina el hombre el corto

trecho que hay de la cuna al sepulcro! Cada vez

que siento el pie, me parece hundirse el suelo,

preparándome una sepultura... Conozco dos o

tres hierbas saludables: las venenosas no tienen

número. Sí, sí..., el perro me acompaña, el

caballo me obedece, el jumento lleva la

carga..., ¿y qué? El león, el tigre, el leopardo, el

oso, el lobo e innumerables otras fieras nos

prueban nuestra flaqueza deplorable.

[LXII]

Sin embargo, a pesar del parecido entre Cadalso y Quevedo en este pasaje, no podemos estar

seguros de que la locución de Tediato se derive precisamente de ese autor. Habrá muchos pasajes

parecidos en la literatura española de los siglos XVI y XVII. Y muy posiblemente alguno más

cercano aún al de Cadalso. En realidad, la única fuente indiscutible de este tipo de idea en las

Noches que hemos podido encontrar, no es de la pluma de ninguno de los autores mencionados

hasta ahora, sino de fray Luis de Granada. Ello es que hay una cita casi literal de fray Luis en la

73 Citamos por la edición de Los Sueños en Clásicos Castellanos (Madrid, 191 G); Quevedo, II, págs.

131-132.

74 Citamos por la edición de La cuna y sepultura, en Obras de Quevedo (Bruselas, 1670), II, pág. 197.

Ya señaló el profesor Wardropper la posible relevancia de esta obra de Quevedo en su artículo citado

(Studies in Philology, XLIX, 1952, pág. 624).

Page 23: 1. Noches Lúgubres

locución de Tediato en la Primera noche, que principia: "Sí, necio eres, y mereces compasión, si

crees que esa voz tenga el menor sentido", lo cual prueba que Cadalso se acordaba de las obras del

gran moralista al escribir sus Noches. Tediato, en ese momento, está comparando la apariencia de

la amistad con la de la belleza "fingida y engañosa" de las mujeres, la cual dice no ser más que

"nieve que cubre un muladar". Ahora bien, esta última frase, citada también en una carta de

Cadalso a Tomás de Iriarte75, está tomada precisamente del Libro de oración (I, cap. 9, VI, "De la

consideración de las miserias de la vida humana"), donde fray Luis dice lo siguiente:

[LXIII]

Dime, ruégote, ¿qué otra cosa es el cuerpo humano, sino un vaso dañado, que todos cuantos

licores echan en él luego los aceda y corrompe? ¿Qué es el cuerpo humano, sino un muladar

cubierto de nieve, que por defuera paresce blanco, y dentro está lleno de inmundicias?

Tomando esta cita como punto de partida, en seguida se notan otros lugares de las Noches que

recuerdan al Libro de oración. La misma locución de Tediato que hemos estudiado ya en relación

con las obras de Quevedo es muy parecida a la meditación de fray Luis sobre la fragilidad de

nuestra vida (I, cap. 9, "El martes en la noche", IX, X Y XII); y la descripción de la crianza del

hombre en la locución de Tediato en la Primera noche, que empieza ''¡Hijos! ¡Sucesión!", se parece

mucho a la del Libro de oración (I, cap. 9, "El martes en la noche", VI).

Volveremos a insistir sobre la conexión entre la Primera noche y la obra de fray Luis al

comentar el texto, y agregaremos diversos lugares también de Garcilaso, Quevedo, Calderón y

Gracián, que Cadalso pudiera haber tenido en cuenta. Por ahora sólo nos importa recalcar sobre

estas posibles fuentes españolas, porque establecen la relación entre la obra de Cadalso y obras de

reconocida intención filosófica: obras que pertenecen en su mayor parte a la gran tradición

moralística española, con la que creemos viene a unirse Cadalso.

[LXIV]

BOSQUEJO DE INTERPRETACIÓN DE LAS "NOCHES"

Después de lo que hemos dicho ya de las circunstancias del autor y de las fuentes temáticas y

estilísticas de las Noches, huelga decir que Cadalso estaba preocupado, sobre todo, con la lucha

entre el buen individuo, el hombre de bien y su adversa fortuna al escribir esta obra: la lucha entre

él mismo y los que le habían desterrado y criticado, y la fortuna que le había robado a su amada.

Pero el contenido filosófico –Luis de Granada, Quevedo, Young, quizá Rousseau– y el estilo

retórico están allí para algo76. El tema del individuo desgraciado y la contraria suerte, Cadalso lo

examina objetivamente siguiendo los pasos de otros quizá más que sus propias experiencias. El uso

que hace Cadalso de situaciones y de personajes ficticios indica que quiere evitar el tratar

directamente su propia vida, intentando dar un interés y relevancia más amplios que los de un caso

particular a su obra. Ya después de su destierro en 1768 había estudiado su propia desgracia a

través del examen de las de otras personas, ficticias algunas, reales otras: Ovidio, Garcilaso,

Flo[LXV]rinda77, Nuño, Alek, Belisario78 y la señorita de las Sextinas a la codicia. Vuelve a hacer

75 Véase Revue Hispanique, I, 1894, pág. 311 (Carta III).

76 Por "estilo retórico" entendemos el uso de expresiones poéticas y exclamaciones retóricas. Señalamos

en nuestras notas al texto una serie de endecasílabos que se encuentran en la obra como muestra de este

estilo. Fue mi buen amigo el profesor E. M. Wilson, de la Universidad de Cambridge, quien se dio cuenta

primero del gran número de estos versos en los Noches.

77 Véase el poema Carta de Florinda a su padre el conde Don Julián después de su desgracia.

Page 24: 1. Noches Lúgubres

lo mismo en sus Noches, estudiando casos particulares (más o menos suyos) en relación con la

condición humana, para llegar a un modo de vivir y actuar en el mundo, útil para los demás

humanos como para él. El estilo de la obra nos lo dice plenamente. Su diálogo es más apto para la

argumentación filosófica y la explicación de ideas generales que para el desarrollo de un drama

personal. La serie de tres Noches no nos cuenta la historia de los amores del autor, sino los tres

encuentros de Tediato y Lorenzo con la adversa fortuna, mediante los cuales aprenden la firmeza

estoica y la amistad, que les ayudan a hacer frente a los trances de la vida y sus desgracias. Gracias

a estas tres Noches, Tediato aprende que su contraria suerte es la de todos. Y si empieza siendo un

caso particular, acaba siendo general o universal.

[LXVI]

Ya a principios de la Primera noche, Cadalso contrasta estos dos papeles de Tediato. En la

descripción de la noche, Tediato se refiere varias veces a su aislamiento, su diferencia de los demás

hombres, su particularidad. "Todo ha mudado en el mundo; todo, menos yo", dice, creyéndose el

único ser constante, víctima excepcional de la sociedad. Y al principio piensa que es el único objeto

de la ira de los cielos, de la contraria suerte: "El cielo también se conjura contra mi quietud, si

alguna me quedara." Pero en la misma locución hay bastantes indicios de que Tediato se da cuenta

de que no es único, sino uno de tantos que sufren y padecen en la vida. La tempestad no le persigue

a él tan sólo: "El sueño, dulce intervalo en las fatigas de los hombres, se turba. El lecho conyugal...

la cuna... la descansada cama de los ancianos venerables; todo se inunda en llanto... todo tiembla.

No hay hombre que no se crea mortal en este instante."

A lo largo de la Primera noche, Cadalso desarrolla hábilmente estos dos papeles, ya

destacando el aislamiento de Tediato, ya su conformidad con los demás seres humanos. Consigue

sus efectos por la mayor parte mediante el diálogo con Lorenzo. Porque Lorenzo también tiene dos

aspectos. A los ojos de Tediato, al principio representa la sociedad en general, para él mala, injusta,

sujeta a las pasiones y, por ello, sin criterios buenos. Pero de vez en cuando el lector echa de ver

que Lorenzo no es tan falto de sensibilidad, de racionalidad, ni de virtud [LXVI] como Tediato

cree. Es verdad que al principio el interés parece el único móvil de Lorenzo; se fía, en efecto, más

en sus sentidos, en su imaginación, en las opiniones de la mayoría (el mundo de las apariencias),

que en su razón. Sin embargo, pronto comprendemos que Lorenzo no es completamente malo, ni

tampoco ignorante. No está, en realidad, motivado por el interés, sino por la necesidad; lamenta su

propia cobardía y debilidad; incluso luce inteligencia al tratar de dilucidar el misterio que había

aterrorizado a Tediato una noche en la iglesia. Y, por fin, le vemos llegar a una cumbre en la

Primera noche cuando está ayudando a Tediato a levantar la losa. Muestra simpatía y sensibilidad

al ver a Tediato llorar, y en seguida Tediato lo reconoce llamándole "amigo" en vez de "necio".

El momento de abrir la tumba es importantísimo desde cualquier punto de vista en la Primera

noche. El rapprochement entre Tediato y Lorenzo se hace evidente en ese momento. Y también

constituye el máximo desengaño para Tediato cuando ve salir los gusanos de la tumba y sabe que

"la difunta pleiteada" no va a volver a la vida, como parece haber esperado en algún lugar

previamente. A partir de entonces, Tediato cree que no tiene razón alguna para seguir viviendo, ni

esperanza de justificarse. Por eso vuelve a alejarse de los demás hombres y de Lorenzo. La

78 Hemos encontrado dos referencias a Belisario en las obras de Cadalso. En Los eruditos a la violeta (la

Tercera Lección) Cadalso alude a la novela de Marmontel, diciendo "De buena gana os hablara de otra Obra

muy seria de la misma pluma [la de Marmontel], pero como dicen que sirve sólo para Palaciegos

desgraciados, Generales tristes y Ministros caídos... me haréis el honor de permitirme, que me tome la

libertad de callarla." La otra referencia se encuentra en la LXV de las Cartas marruecas.

Page 25: 1. Noches Lúgubres

descripción del amanecer al fin de la Noche es todo lo contrario de la tempestad al comienzo.

Tediato se siente totalmente aislado:

[LXVIII]

"Sólo mi corazón aún permanece cubierto de densas y espantosas tinieblas", dice. "Para mí

nunca sale el sol. Las horas pasan en igual oscuridad para mí." Los demás hombres son felices; él

no lo es. Pero la obra no termina aquí, y, a pesar de estas afirmaciones de Tediato, sabemos que no

está en realidad aislado; estamos preparados para nuevos cambios de posición en las siguientes

Noches.

La situación al comienzo de la Segunda noche no difiere en nada del fin de la anterior. Tediato

sigue creyéndose una excepción, un extranjero en el mundo en que se encuentra. Los demás pueden

ser felices a la luz del sol, pero él no. "Soy el solo viviente a quien sus rayos no consuelan", dice; y

más tarde se llama el "más infeliz mortal", abandonado incluso por sus mejores amigos, que siguen

los criterios habituales en esto. Los mismos sucesos de la Noche al principio acentúan la diferencia

de Tediato, contrastando su inocencia y virtud con la crueldad e injusticia de los que le echan a la

cárcel sin razón. Tediato sigue afirmando una perfección moral que le aísla de los demás. Se jacta

de comprender la verdad de las cosas, mientras que la Justicia está engañada por las apariencias,

como Lorenzo lo estaba en la Primera noche. "Delito –exclama–, jamás le tuve. Si le hubiera

tenido, él mismo hubiera sido mi primer verdugo." Incluso se compara con Cristo, aislándose más

que nunca, al decir que su corazón es mejor habitación para el Ser Supremo que la cercana iglesia.

[LXIX]

Sin embargo, Tediato no está completamente aislado en esta Noche tampoco. Al encontrarse prisio-

nero, se da cuenta de los sufrimientos de otros. Escucha los gemidos de un "compañero" pared por

medio de su celda; piensa en Lorenzo, y más tarde, al salir de la cárcel, encuentra al hijo del

sepulturero y es testigo de la miseria e infelicidad de su familia. Y aunque sigue creyendo que la

única solución a la maldad de los hombres es el suicidio, hay motivos para un cambio de opinión.

En primer lugar, Cadalso demuestra que los hombres no son tan malvados como a Tediato le

parecen: la justicia descubre su error y deja a Tediato salir de la cárcel, como Lorenzo en la

Primera noche había descubierto cuán erróneas eran sus sospechas acerca de los motivos de

Tediato. También el autor, en el transcurso de la obra, nos prepara para un cambio de opinión de

parte de Tediato, achacando las miserias del hombre de vez en cuando a la naturaleza de las cosas

más que al hombre mismo. Evidentemente, si Tediato creyese que los hombres no son culpables,

no habría tanto motivo para suicidarse. Ya en la Primera noche da algunas muestras de tal creencia

cuando, al hablar de la amistad, dice: "Desdichados son los hombres desde el día que la

desterraron, o que ella les abandonó." Otro indicio de la misma creencia se encuentra en la misma

Noche, cuando Tediato insiste mucho sobre la debilidad natural del hombre, de la cual el hombre

mismo no pudiera ser [LXX] responsable. Luego, en la Segunda noche, Tediato desarrolla ideas

semejantes al encontrarse libre, cuando dice al carcelero: "Me vuelves a arrojar otra vez al mundo...

de donde se ausentó lo poco bueno que había en él." Y al final de la misma Noche achaca las

desgracias de Lorenzo a la fortuna y no a los hombres. "Te compadezco tanto como a mí mismo,

Lorenzo –dice–, pues la suerte te ha dado tanta miseria, y te la multiplica en tus deplorables

hijos."

En realidad, Tediato vacila en las dos primeras Noches entre dos distintos puntos de vista. No

de otro modo varía su posición desde el aislamiento hasta la comunidad con los demás. Cuando

cree que la sociedad es culpable de sus sufrimientos, entonces se aísla y quiere matarse. Pero

cuando cree que el orden de las cosas, la Providencia, tienen la culpa, y que los hombres, en

Page 26: 1. Noches Lúgubres

cambio, pueden aprender a mejorarse un poco, entonces se siente solidario con las demás víctimas

de la fortuna, y menos dispuesto a suicidarse.

La Tercera noche resuelve estas diversas tendencias dentro de la obra. En su primera locución Te-

diato demuestra que ya no se siente aislado. Por fin comprende que no es un caso particular, sino

uno de tantos. "Aquí me tienes, fortuna –dice–, tercera vez expuesto a tus caprichos. Pero ¿quién

no lo está? ¿Dónde, cuándo, cómo, sale el hombre de tu imperio?" Todos los hombres sufren igual-

mente: "Hermanos nos hace un superior destino, [LXXI] corrigiendo los caprichos de la suerte, que

divide en arbitrarias, e inútiles clases a los que somos de una misma especie. Todos lloramos...

Todos enfermamos... Todos morimos." Es verdad que Tediato no ha perdido del todo el sentido de

su propia importancia. Su concepto de sí mismo como mártir escogido vuelve a aparecer aún en

esta Tercera noche, cuando dice que sufre "no sólo sus infortunios propios, sino los de todos los

infelices a quienes conoce: mirándoles a todos como hermanos". Y nos parece que estos

sentimientos, menos exagerados por cierto que los de la Segunda noche, disminuyen un poco el

efecto del fin de la obra, cortando ese movimiento tan lógico de lo particular a lo universal, y

realzando, innecesariamente quizá, el deseo de Tediato (y acaso de Cadalso) de justificarse. Sin

embargo, la fuerza filosófica y moral de la obra no está completamente echada a perder por eso. El

estilo retórico y poético, los varios puntos de vista de los personajes, el desarrollo de sus ideas y

toda "la parte de adorno" ayudan al lector a comprender que se trata de una obra de pensamiento

más que de sentimiento. Toda la obra lleva inexorablemente al lector hacia la estoica percepción y

aceptación final de la inestable y penosa condición humana. Las últimas palabras de la Tercera

noche parecen reflejar el tema principal de la obra: el de continuar la vida a pesar de todo y de

ayudar a los demás humanos. "Andemos, amigo, andemos."

[LXXII]

LA PUBLICACIÓN DE LAS "NOCHES" Y SUS PROBLEMAS TEXTUALES

¿Por qué no publicó Cadalso esta obra? Según la carta de "M. A.", habrá sido porque no la

había terminado. Sin embargo, cuando la menciona en sus cartas o en las listas que hacía de sus

inéditos, nunca la pone como fragmento sin concluir79, y nos dice en las Cartas marruecas que la

habría publicado "si el cielo de Madrid no fuese tan claro y hermoso y se convirtiese en triste y

caliginoso como el de Londres"80, lo cual no parece dar lugar a la opinión de que fue inacabada.

Además, al fin del texto publicado en 1789 y 1790 en el Correo de Madrid, se lee "Fin de la

tercera noche", y sabemos, gracias a las investigaciones de la señora Helman, que lo que se añadió

después a la tercera Noche, y la cuarta Noche que se incluyó en algunas ediciones a partir de la de

1822, no son más que rifacimenti [LXXIII] de lo ya escrito en las primeras Noches, sin título

alguno para ser tomados como auténticos81. Por eso, nos parece que hay que buscar otra razón de

por qué Cadalso no publicase sus Noches. Y quizá se pueda deducir algo de la enigmática alusión

al manuscrito en las Cartas marruecas, que ya hemos citado.

79 Menciona sus Noches en la primera de las Quince Cartas publicadas por Ximénez de Sandoval

(Hispanófila, número 10, 1960, pág. 26) y las cita en la quinta carta de la misma colección (pág. 32). Las

incluye también como obra separada (y no como uno de "varios fragmentos") en la lista de "Poesías inéditas

con algunas otras obrillas de literatura. compuestas después de las que se imprimieron en Madrid por los años

de 1771 y 1772", que se encontró con varios manuscritos suyos en Gibraltar (véase Revue Hispanique, I,

1894, pág. 261).

80 Véase Carta LXVII.

81 Véase el prólogo a su edición, págs. 42-45.

Page 27: 1. Noches Lúgubres

En primer lugar, es posible que la referencia a la relativa alegría de Madrid quiera decir que

Cadalso encontraba sus Noches demasiado tristes para ser publicadas en España. No es una

posibilidad muy convincente, pero habrá que tenerla en cuenta. La otra posibilidad que se puede

deducir de esa alusión en las Cartas, es que Cadalso no creía que la censura le dejaría editar su

obra. Y esto sí que parece bastante probable. Recuérdese que Cadalso había padecido lo bastante a

manos de la censura para temerla. Se le había prohibido su Solaya, y quitado algún verso de su Don

Sancho García; no se le iba a dejar publicar sus Cartas marruecas sin correcciones82. Además,

¿por qué dice Cadalso que si los cielos de Madrid fuesen tan tristes como los de Londres se

atrevería él a dar las Noches a la im[LXXIV]prenta? ¿No sería porque sabía cuántas ideas hete-

rodoxas encerraba esa obra83, y que no la podía publicar más que en Londres, donde no había cen-

sura? En realidad, dudamos que las Noches fuesen publicadas después de su muerte tales como él

las dejó. Es cierto que la censura a principios del siglo XIX quitó algunas frases de lo que se había

publicado; y en 1819 la Inquisición prohibió la obra por completo. ¿No sería porque temía Cadalso

esto, que dijese a Meléndez Valdés que no fiase "este papel a mucha gente"?84.

Cualesquiera que fuesen las razones de Cadalso para no publicar las Noches lúgubres durante

su vida, las publicamos aquí siguiendo el texto que creemos más cerca del de su manuscrito

original, perdido desgraciadamente. Se trata del de una copia manuscrita contemporánea, hecha

posiblemente para el marqués de Astorga, que se encuentra hoy en el British Museum. Lo

reproducimos aquí con el permiso de los Trustees del Museo, modernizando la ortografía y en

algún lugar la puntuación también. No necesitamos justificar aquí las razones que nos han hecho

usar este texto por haberlo hecho ya en [LXXV] un artículo85. Citamos en notas las variantes de las

más importantes ediciones desde el punto de vista textual, que son las siguientes:

1. Correo de Madrid (1789-1790) = C.

2. Miscelánea erudita (1792) = M.

3. Barcelona, Sastres, 1798 y 1802 = S1 y S2.

4. Obras de Cadalso, Madrid, por Mateo Repullés, 1803 = R1.

5. Barcelona, Sastres, 1804 = S3

6. Madrid, Repullés, 1815 = R2.

7. Valencia, Cabrerizo, 1817 = Cab.

8. Obras, Madrid, Repullés, 1818 = R3.

9. Madrid, Imprenta de D. José María Marés, 1847 = Mar.

Hemos tratado de ilustrar el texto en cuanto nos era posible, citando las probables fuentes en los pa-

sajes de los cuales hemos hablado ya en el prólogo. Sigue una lista de las ediciones de las Noches,

conocidas hasta ahora, con algunas de las aclaraciones acerca de sus textos hechas por la señora

Helman añadidas con otras nuevas. Las ediciones e impresiones dudosas que incluimos aquí por

primera vez, las hemos visto solamente en listas al fin de otras obras publicadas en los lugares y

82 Véanse nuestros artículos New light on the circulation of Cadalso's "Cartas marruecas", before its

first printing, en Hispanic Review, XXVIII, núm. 2, abril, 1960, págs. 136-149, y The Traditional Story of

"La difunta pleiteada", Cadalso's "Noches lúgubres" and the Romantics, de próxima publicación en el

Bulletin of Hispanic Studies, julio 1961.

83 Ya señaló esta posibilidad J. R. Spell en su Rousseau in the Spanish World before 1833 (Austin,

1938), pág. 55, basándose en el mero hecho de que Cadalso no publicó las Noches durante su vida.

84 Véase la primera de las Quince Cartas del Coronel Cadalso publicadas por Ximénez de Sandoval en

Hispanófila, número 10, 1960, pág. 26.

85 Véase nuestro artículo New light on the text: and ideas of Cadalso's "Noches lúgu.bres", en la Modern

Languages Review, October, 1960.

Page 28: 1. Noches Lúgubres

años señalados. En algún caso es posible que se trate de la venta de ejemplares que quedaban de

anteriores ediciones o [LXXVI] impresiones y no de nuevas ediciones. Sin embargo, hemos visto

alguna edición sin fecha del "Despacho calle de Juanelo, núm. 19, Madrid" en el British Museum –

que creemos corresponde a la edición anunciada en 188586– y puede que haya otras ediciones

populares sin año entre 1850 y fines del siglo pasado, que nos explicarían los otros anuncios que

hemos visto.

[LXXVII]

BIBLIOGRAFIA

¿c.1775? Copia manuscrita en un tomo de Papeles varios históricos, MS, Egerton, 626, en el Museo

Británico. La copia de las Noches empieza con la portada en f 179r, y la tercera Noche termina

en f 211r, siguiendo la foliación del libro. Se encuentra una numeración antigua a la izquierda y

en lo alto de la primera página de cada pliego de papel que va desde [1] hasta 9. La copia fue

hecha por dos amanuenses. El primero de ellos termina en media de una frase al pie de f 184v.

Los mismos amanuenses copian otros papeles en el mismo tomo. La letra del primero se

encuentra ff 27-3Ov, 31-50v, 53, 68-86v, 88-95v, 96-103, 104, 110-112v y 134149. La del

segundo se encuentra ff 131-133v, 150-178v. La mayoría de los papeles están relacionados con

la expedición de Argel del año 1775.

1789- 1790 Correo de Madrid, núm. 319 (miércoles, 16 de diciembre de 1789), núm. 322 (sábado, 26

de diciembre de 1789), número 323 (miércoles, 30 de diciembre de 1789) y núm. 325

(miércoles, 6 de enero de 1790). En el sexto tomo del periódico, las págs. 2562-2568, 2590-

2592, 2597-2599, 2615-2616.

Esta primera edición de las Noches fue mencionada por Emilio Cotarelo y Mori en su

artículo "Cartas inéditas de Cadalso" (La España Moderna, año VII, núm. LXXIII, enero de

1895, pág. 96), por Emily Cotton en la bibliografía de su [LXXVIII] edición de las Noches

(Liverpool, Bulletin of Spanish Studies, 1933, pág. 62), y fue reimpresa por Edith Helman en

su edición de las Noches, con prólogo y notas (Antonio Zúñiga, Santander-Madrid, 1951).

1792 Miscelánea erudita de piezas escogidas: de eloqüencia, poesía, &, Alcalá de Henares, 1792

(tomo I), págs. 107-174.

Esta edición fue señalada por Juan Antonio Tamayo y Rubio en su articulo "El problema de

las Noches lúgubres" (Revista de Bibliografía Nacional, fasc. 4, 1943).

1798 NOCHES LÚGUBRES: / POR EL CORONEL / D. JOSEF CADALSO. / IMITANDO / EL

ESTILO DE LAS QUE ESCRIBIÓ / en Inglés el Doctor Young. / CON SUPERIOR PER-

MISO. / BARCELONA: EN LA INPRENTA DE SASTRES. / AÑO DE M.DCC.XCVIII.

86 La signatura de esa edición sin fecha en el British Museum, es 12330.1.22. Como todas las ediciones

hechas por Marés que hemos visto, tiene un largo extracto de la carta de ''M. A." como prólogo, y cuatro

Noches. Se encuentra encuadernada con otros folletines publicados alrededor de 1885 y por eso creemos que

corresponde a la edición anunciada en aquel año. El rastro de aquella edición lo hemos encontrado en unas

listas de "historias que se hallan en el mismo despacho", al final de dos folletines -La muerta fingida y El

anillo de Zajira-publicados en Madrid en 1885 por el "Despacho, calle. de Juanelo, núm. 19". En esas listas

se incluyen las Noches. Nos hemos servido de listas análogas para las fechas y lugares de las ediciones

dudosas mencionadas en nuestra bibliografía

Page 29: 1. Noches Lúgubres

El tomo incluye también la tragedia Don Sancho García y es un volumen en cuarto

compuesto de la siguiente manera: una hoja en blanco; dos de preliminares sin signatura (la

portada de las Noches y el prólogo El Editor); A1-I4; K1-M2; una hoja en blanco: son doce

pliegos. La numeración de las págs. va de 1 a 92, y el texto de las Noches, de 1 a 33.

1802 NOCHES LÚGUBRES: / POR EL CORONEL / D. JOSEF CADALSO. / IMITANDO / EL

ESTILO DE LAS QUE ESCRIBIÓ / en Inglés el Doctor Young. / CON SUPERIOR

PERMISO. / BARCELONA: EN LA IMPRENTA DE SASTRES. / AÑO M.DCCC.II.

Como la primera edición de Sastres, incluye la tragedia Don Sancho García y es un tomo

en cuarto compuesto de la siguiente manera: una hoja en blanco; dos de preliminares sin

signatura (la portada de las Noches, el mismo prólogo que el de la edición anterior, aunque

tipográficamente distinto); A1-I4; K1-L2; una hoja en blanco: son once pliegos. La numeración

de las págs. va de 1 a 84, y el texto de las Noches de 1 a 30.

1803 En Obras de Don Joseph Cadalso, coronel y comandante de escuadrón del regimiento de

Borbón, y caballero del hábito [LXXIX] de Santiago, Madrid, por Mateo Repullés, 1803.

Cuatro tomos en octavo.

Josef Orea pidió permiso para publicar esta edición en el mes de mayo de 1802. Según los

documentos de la censura (A. H. N., Consejo, leg. 51642, núm. 3), se pensaba hacer la edición

en tres tomos, con las siguientes obras: "Los eruditos a la violeta, Ocios de mi juventud, Óptica

del Cortejo, Epístola dedicada a Ortelio, o Poesías inéditas, Noches lúgubres, Don Sancho

García, Critica a la carta 78 de las que intituló Persianas el presidente Montesquieu, y las

Cartas marruecas". No apareció la Critica a la carta 78 de Montesquieu en ninguno de los

cuatro tomos que luego se publicaron, pero se incluyeron Los anales de cinco días y alguna

obrita más de las atribuidas a Cadalso. En cuanto al texto de las Noches, hay algunas

referencias a la intervención de la censura en el mencionado legajo del Consejo de Castilla.

Santos Díez González, en su carta fechada el 1 de agosto de 1802, dice que "en los Diálogos I,

II y III de las Noches lúgubres se pondrán las Notas q van al fin de cada uno", y Pedro Estala,

en la suya del 15 de agosto, añade que la reimpresión de las obras "con las correcciones que se

han hecho, será mui útil y apreciable". En efecto, se quitaron algunas frases al fin de la

Primera noche y también de la Segunda. Aunque la edición fue aprobada el 2 de octubre de

1802, parece haber tardado un año en salir. Fue anunciada en la Gaceta de Madrid del viernes

28 de octubre de 1803 y luego en el Diario de Madrid el 14 de diciembre. Los dos anuncios se

refieren a "cuatro tomos en octavo", y así son los dos ejemplares (que son idénticos) en la

Biblioteca Nacional, Madrid.

Las Noches aparecen en el cuarto tomo, págs. 133-192. El prólogo, muy poco distinto del

de Sastres, y una nota al final dan a entender por primera vez que la obra está sin terminar.

1804 NOCHES LÚGUBRES: / POR EL CORONEL / D. JOSEF CADALSO. / IMITANDO / EL

ESTILO DE LAS QUE ESCRIBIÓ / en Inglés el Doctor Young. / AÑADIDAS / CON LOS

[LXXX] ANALES DE CINCO DÍAS, Y LA GUÍA DE HIJOS / DE VECINO, CON LO QUE

SE COMPLETAN LAS OBRAS / DE DICHO AUTOR. / CON SUPERIOR PERMISO. /

BARCELONA: EN LA IMPRENTA DE SASTRES. / AÑO DE M.DCCC.IV.

Es un tomo en cuarto, compuesto de la siguiente manera: una hoja en blanco; dos de

preliminares sin signatura (la portada descrita y el prólogo a las Noches, casi igual que los de

las anteriores ediciones de Sastres, aunque tipográficamente distinto), págs. I-IV sin signatura

Page 30: 1. Noches Lúgubres

(la Guía de hijos de vecino y la Carta escrita a nombre de una señora andaluza); A1-I4; K1-O3;

una hoja en blanco; son catorce pliegos y medio. La numeración de las páginas va de 1 a 108, y

el texto de las Noches, de 1 a 30. La paginación no es la misma que la de la edición de 1802, y

se suprime a fines de la Segunda noche casi el mismo pasaje que en la edición de 1803. Sin

embargo, la nota al final de la Tercera noche no es la de 1803, como asegura la señora Helman,

aunque se deriva evidentemente de ella. Reza así: "El autor de estos Diálogos los dejó sin

concluirlos (como consta del borrador original) y sin darles la última mano, en que según su

plan, se proponía el reconocimiento de Tediato, detestando su furiosa pasión, y sirviendo de

escarmiento a los jóvenes incautos, para que se precaviesen, no dexándose arrebatar de un

amor desordenado."

1815 Madrid. Imprenta de Repullés. Fue anunciada en la Gaceta de Madrid para el martes 5 de

diciembre, como "un tomo en 16.º de marquilla... con el final de la tercera noche que no se ha

publicado hasta ahora. Se hallará en la librería de Orea." Conocemos dos ejemplares de esta

edición, uno en el Museo Romántico de Madrid y otro en la Biblioteca Colombina en Sevilla.

La impresión es la misma. No hemos podido ver la edición clandestina ni las distintas

impresiones de las cuales habla la señora Helman.

1817 Valencia, en la librería de Cabrerizo.

Valencia, Mompié.

Valencia, Estevan.

[LXXXI]

1817 París, Crepelet.

1818 Madrid, Repullés.

Madrid, Repullés, en Obras de Don José Cadahalso (tomo III, páginas 305-363). No es el

texto exactamente igual que el de 1815.

Madrid y París, Librería de Theófilo Barrois.

Barcelona, Piferrer.

Burdeos, en la imprenta de Lawalle joven (Noches lúgubres, seguidas de El delincuente

honrado, de Jovellanos).

1819 París, Robié. Hay dos impresiones de esta edición.

Parte de la primera Noche fue incluida en la Biblioteca selecta de literatura española, o

modelos de elocuencia y poesía, de Manuel Silvela y Pablo Mendívil, Burdeos, 1819, tomo 1,

páginas 345-350.

1821 Traducción al francés: Les Nuits lugubres, par le coronel don Joseph Cadalso, traduites para

Achille du Laurens et suivies de poésies fugitives imitées en vers français de plusieurs poètes

espagnols et anglais, par le méme traducteur, Paris, chez Ponthieu.

En el prefacio del traductor se incluyen detalles del supuesto desenterramiento de María

Ignacia Ibáñez.

1822 Madrid, sin nombre de impresor. Las Noches, "corregidas y aumentadas con el final de la

tercera y última noche, y una carta de un íntimo amigo del autor que da noticia del objeto que

Page 31: 1. Noches Lúgubres

dio motivo a escribirlas". Es la primera edición con la cuarta Noche y el texto de la carta de

"M. A."

1823 Burdeos, Lawalle joven y sobrino. Reimpresión de la edición de 1818.

1827 Burdeos, Beaume.

1828 Barcelona, Piferrer.

Barcelona, Josep Torner.

1831 Zaragoza, Heras.

1840 Madrid, Oficina del establecimiento central.

1843 Zaragoza, Imprenta Nacional. Dos impresiones, cuatro noches.

[LXXXII]

1844 Madrid, Oficina del establecimiento central. 1847 Barcelona, Oliveres y Matas.

Madrid, Imprenta de D. José María Marés. Nueva edición corregida y aumentada. Tiene como

segundo título "Historia de los amores del Coronel D. José de Cadalso, escritas por él mismo".

Como prólogo trae un largo extracto de la carta de "M. A."; incluye la cuarta Noche.

A pesar de llamarse edición aumentada, se suprimen en ella muchas frases y algunos párrafos

enteros en las Noches primera y segunda. La intención fue sin duda la de acortar la obra y

hacerla más amena, quitándole algunos argumentos filosóficos y otras cosas que no pertenecían

a la narración central. Parece que en las demás ediciones de Marés se hicieron los mismos

cortes. No los citamos en las notas porque no dan lugar a variantes importantes.

¿1848? Madrid, sin año y sin nombre de impresor. Hay un ejemplar en el Museo Romántico de

Madrid. Es ciertamente una edición hecha por la Oficina del Establecimiento Central, porque

trae al final una lista de "Obras que se hallan de venta" en aquella oficina, "calle de Atocha,

núm. 65, cuarto principal", y hay la misma serie de poemas y láminas que en la edición de

1844. De alguna de las obras citadas en esa lista no se conoce edición anterior a 1848. Por eso

lo fechamos por entonces.

1850 Barcelona, Oliveres y Matas. Reimpresión.

Barcelona, Agustín Marcobal.

1852 Madrid, José María Marés. Historia de los amores del Coronel D. José Cadalso, escritas por él

mismo. Igual que la de 1847.

Barcelona, Reus, Imprenta y librería de Juan Bautista Vidal, calle mayor.

¿1855? Madrid, se hallará en venta en la Plaza de Riego (antes de la Cebada), N.º 96, cto., principal.

Éstas fueron las señas de Marés en 1857. ¿Se trata de una reimpresión de su edición de 1852?

[LXXXIII]

¿1856? Madrid, ¿Marés? ¿Reimpresión de la anterior?

¿1857? Madrid, ¿reimpresión de la misma?

Page 32: 1. Noches Lúgubres

1858 Madrid, J. M. Marés, reimpresión de las anteriores.

¿1860? Barcelona, calle del Bou de la plaza nueva. ¿Folletín?

¿1862? Madrid, J. M. Marés. ¿Reimpresión de la de 1858?

¿1864? Madrid, J. M. Marés. ¿Reimpresión de la misma?

1867 Historia de los amores del coronel Don José de Cadalso, escrita por él mismo. Nueva edición

corregida y aumentada. Madrid, 1867, Imprenta de Marés y compañía, calle de la Encomienda,

núm. 19. El prólogo al lector y el texto son los mismos que en las anteriores ediciones de

Marés.

¿1870? Madrid, Despacho calle de Juanelo, núm. 19. ¿Reimpresión de Marés?

1879 Madrid, Despacho calle de Juanelo, núm. 19. Reimpresión de las ediciones de Marés.

¿1880? Madrid, Despacho calle de Juanelo, núm. 19. ¿Reimpresión de Marés?

¿1885? Madrid, sin año. Despacho calle de Juanelo, núm. 19 Reimpresión de Marés.

1918 Madrid, L. Esteso.

1919 Madrid, Biblioteca de autores célebres, Imprenta de Juan Pueyo.

1933 Liverpool, edición de Emily Cotton, Publications of the Bulletin of Spanish Studies, Plain Text

Series, N.º 2.

1943 Madrid, Colección Cisneros, vol. 45. Prólogo de Antonio Jiménez-Landi.

Buenos Aires, Emecé Editores. Prólogo de Luis Alberto Menafra.

1951 Santander-Madrid, edición con prólogo y notas de Edith F. Helman.

Del cotejo de la copia manuscrita y de las primeras ediciones, se deduce que el texto del

Correo es casi igual que el de la copia, aunque le faltan ciertas palabras y frases que

[LXXXIV] se encuentran en ella. Algunas de estas frases habrán sido omitidas o cambiadas

por descuido; otras, quizá para evitar la censura.

La naturaleza de las variantes entre el manuscrito y el Correo no parece dar lugar a la teoría

de que el texto de aquél se hizo mediante una revisión de éste. La edición de la Miscelánea

(1792), que hemos podido consultar gracias a la amabilidad de su poseedor, el profesor

Tamayo y Rubio, sigue bastante de cerca el texto del Correo, pero trata de mejorar el sentido

en algunos lugares y el estilo de otro. Las ediciones de Sastres (1798 y 1802) parecen seguir la

versión de la Miscelánea, dándole unos pocos retoques de importancia muy relativa. Repullés,

en su primera edición (1803), modifica ligeramente el texto establecido por Sastres y en

algunos casos parece volver a la versión del Correo. Ya en esta edición de Repullés y en la de

Sastres (1804) se nota la intervención de la censura; y gracias a los escrúpulos de los editores y

quizás también al proceso inquisitorial (1816-1819), se hizo algún pequeño corte en la nueva

edición de Repullés (1815) y en la de Cabrerizo (1817). En estas últimas ediciones, no del todo

iguales textualmente, se encuentra una versión alargada y nada auténtica de la noche tercera.

La mayoría de las ediciones posteriores con tres noches hechas en el siglo XIX siguen el texto

establecido por éstas. La primera edición con cuatro noches es la de Madrid (1822); y su texto

fue seguido, aunque mutilado, en la primera edición de Marés (1847) y en las otras de la misma

Page 33: 1. Noches Lúgubres

imprenta. Las ediciones del siglo actual no han solido incluir la noche cuarta, y siguen más

bien el texto de la edición de las Obras de Cadalso, hecha por Repullés en 1818, la cual sigue

la de 1803 en casi todo, excepto el final de la noche tercera. La edición más reciente (Madrid-

Santander, 1951) reproduce la versión del Correo con sus erratas (que no mencionamos en

nuestras notas sino cuando resultan verdaderas variantes), y cita muchas de las variantes de las

ediciones posteriores.

Nigel Glendinning, Vida y obra de Cadalso, Madrid, Gredos, 1962, 70-85

[70]

CAPÍTULO IV

LAS NOCHES LÚGUBRES

La sugestión de que las Noches lúgubres constituían una obra auto biográfica e histórica

apareció por vez primera, no mucho después de que muriera Cadalso, en una carta que un amigo

del autor dirigió probablemente al Editor del Correo de Madrid -el periódico en que se

publicaron por primera vez las Noches-, acompañando al manuscrito de la obra.87 A principios

del siglo XIX, según Quintana, se seguía interpretando la obra como anecdótica.88 Más tarde,

los románticos, que tanto apreciaban la literatura personal, continuaban aceptando la misma

interpretación. Y, por fin, es tan corriente el deseo de relacionar estrechamente las obras

literarias con sucesos de la vida real de los escritores, que aún en el día de hoy hay quienes

creen que las Noches de Cadalso, son autobiográficas: que el propio autor trató de desenterrar el

cadáver de su amada, como sucede en la obra misma.89

En realidad, aunque no dudamos que las Noches están en cierto modo relacionadas con la

vida de Cadalso, no hemos encontrado nada necesariamente autobiográfico en el argumento

mismo de esta obra. Sin duda alguna, la escribió Cadalso con motivo de la muerte de su amada,

María Ignacia Ibáñez. Pero poco hay en la trama de las Noches que no sea ficticio.

[71] Ya hemos expuesto en otro lugar las razones que nos han hecho concluir que esta obra

está basada más bien en una historia, que en España suele llamarse "la difunta pleiteada", que en

los hechos de la vida de Cadalso.90 Hay muchas versiones distintas de esa misma historia en la

literatura culta y popular del mundo que Cadalso hubiera podido conocer. Las encontramos

tanto en los cuentos persas como en los romances españoles, y en los lays franceses. Y entre los

escritores ilustres que han utilizado la leyenda podemos citar a Bandello y Boccaccio, a

Shakespeare y Lope de Vega. Aún en el siglo XIX la encontramos. Recientemente le ha sido

87 E. F. HELMAN: "The first printing of Cadalso's "Noches Lúgubres", en la Hispanic Review, vol.

XVIII, núm. 2, April 1950.

88 Ver Variedades de ciencias, literatura y artes, tomo 1, Madrid, 1803, pág. 315. “Dícese que estas

noches aluden a una aventura sucedida a nuestro Poeta, y en tal caso podrán tener para los que se hallen

enterados de ella el interés de una anécdota."

89 Véanse nuestro artículo "The Traditional Story of "La difunta pleiteada", Cadalso's Noches

lúgubres, and the Romantics", en el Bulletin of Hispanic Studies, July 1961, y el Prólogo a nuestra

edición de las Noches lúgubres, en la serie de los "Clásicos castellanos", Madrid, 1961.

90 Ver nuestro artículo arriba citado.

Page 34: 1. Noches Lúgubres

34 dedicado un estudio que trata del desarrollo del tema desde los tiempos más primitivos hasta

fines del siglo pasado.91 En esencia, el cuento se refiere a dos amantes cuya unión se ve

obstaculizada por la forzada ausencia de uno de ellos, o por la negativa de los padres a dar su

consentimiento al matrimonio. La muchacha, entonces, se ve obligada a casarse con otro,

muriendo en la mayoría de las versiones antes de consumarse la unión. Cuando el amante se

entera de lo ocurrido, abre su tumba, donde, algunas veces, la encuentra todavía viva, y otras,

resucita milagrosamente, gracias a la Virgen María, o al calor de los abrazos de su amante. Más

tarde, éste justifica sus amores ante la sociedad, ganando el pleito que el "legítimo" marido de la

amada le pone.

Es claro que Cadalso pudiera haber tomado la idea central de sus Noches de esta historia: la

intención de desenterrar el cadáver de la amada después de su muerte. No faltan versiones

españolas en los novelistas del siglo XVII y en romances populares, que Cadalso habría

conocido probablemente.92 De ellas, además, hubiera podido sacar varios detalles de los que se

encuentran en las Noches, aparte del argumento principal: el propósito que tiene Tediato de

llevar el cadáver de su amada muerta a su casa, por ejemplo; el soborno del sepulturero

Lorenzo; la idea del suicidio de Tediato; y el día que éste pasa en oración sobre la tumba de su

amada, antes de intentar el desenterramiento. Sin embargo, de la historia popular en [72] las

versiones que nos son conocidas, sólo el argumento principal y los pocos detalles mencionados

pudieron servir a Cadalso para sus Noches. Las ideas y el estilo de Cadalso son bastante

distintos, y, para esto es más probable que Cadalso se inspirase en las Noches del poeta inglés

Edward Young y en algunas otras obras de tipo filosófico. Ya que el mismo Cadalso pretendía

que su obra era una "imitación de las [Noches] de Young",93 vamos a ver, primero, hasta qué

punto, en realidad, éstas le sirvieron de fuente.

EL LAMENTO DE YOUNG y LAS NOCHES DE CADALSO

Los únicos críticos que han afirmado con seguridad que lo que Cadalso debía a Young era

muy considerable fueron los del siglo XIX, cuya opinión sobre las supuestas imitaciones de

obras extranjeras en España ha quedado ya explicada en la Introducción.94 Algunas de las

críticas más recientes han tendido más bien a caer en el extremo opuesto, negando la conexión

con Young casi por entero.95 Sin embargo, existe, en efecto, cierto parecido entre las obras en

91 Ver, por ejemplo: EDGAR ALLAN POE: "The premature burial", en la colección de Tales,

Poems, Essays, London, 1952, págs. 259-60. Y también HENRI HAUVETTE: La "Morte Vivante", París,

1933, passim.

92 Además de las versiones de Matías de los Reyes, Castillo Solórzano y María de Zayas,

mencionadas en nuestro artículo arriba citado, algunos elementos de la misma historia se encuentran en el

segundo relato de los Sucesos y prodigios de amor, de MONTALBÁN, y en la Soledad tercera de las

Soledad, de la vida y desngaños del mumdo, de CRISTÓBAL LOZANO.

93 Ver el título de las mismas Noches, la alusión a ellas en las Cartas marruecas (núm. LXVII), y el

poema "Sobre las Noches lúgubres que he compuesto con motivo de la muerte de Filis, imitando el estilo

y los pensamientps de tristeza de las que compuso en inglés el doctor Young" (B. A. E., t. LXI, pág. 275).

94 Ver, por ejemplo, M. J. QUINTANA: Tesoro del Parnaso Español, París, 1838, pág. 409 ("sus

Noches lúgubres, imitación también harto infeliz de las Noches de Young"); EUGENIO DE OCHOA:

Epistolario Español, en B. A. E., t. XIII, Madrid, 1850, pág. 593 ("las Noches lúgubres, imitación del

poeta inglés Eduardo Young"); MARCELINO MENÉNDEZ y PELAYO: Historia de los heterodoros

españoles, Madrid, 1881, t. III, pág. 259 ("las afectadísimas Noches que compuso siguiendo a Young").

Estas ideas fueron repetidas por muchos historiadores de la literatura española a principios de este siglo.

95 Ver José F. MONTESINOS: "Cadalso o la noche cerrada", en Cruz y Raya, abril 1934, págs. 59-

60; y su reseña de las Noches (edic. Madrid-Santander, 1951), en la Nueva Revista de Filología

Hispánica, año VIII, núm, I, 1954, págs. 87-91.

Page 35: 1. Noches Lúgubres

35 cuestión, tanto en los pensamientos que expresan como en los sentimientos personales que las

produjeron. En primer lugar, el punto de partida de los dos autores es muy semejante. Ambos

habían sufrido grandes desgracias antes de escribir sus obras. Y si Cadalso, como varias veces

se ha apuntado, conocía las Noches de Young en la traducción francesa de Le Tourner,

publicada en 1769, estaría perfectamente enterado de los detalles de la vida de Young, que el

traductor relata en el Discours préliminaire, y no dejaría de notar un gran número de

coincidencias con sus propias vicisitudes. Lo mismo que Cadalso, Young pasó un cierto número

de años siguiendo el curso de su fortuna, viviendo en sociedad y en la corte como hombre de

posibles, retenido por el favor logrado, y la ambición de obtener el puesto debido a sus méritos.

Más tarde, cansado de la corte y desengañado de las vanas promesas de la suerte, Young se

había alejado, del medio cortesano y había buscado el retiro del filósofo en el [73] campo, tal

como le había ocurrido a Cadalso mientras duró su destierro en Aragón, en 1768 y 1769. Por

último, cuando Young parecía más seguro de la felicidad que el amor le proporcionaba, perdió a

su mujer, al hijo habido en el anterior matrimonio de ella, y a su nuera, en un espacio de tiempo

que no llegó a tres meses, en 1741. Un golpe tan inesperado como ése cayó sobre Cadalso

treinta años más tarde, cuando María Ignacia Ibáñez, su amada, murió repentinamente y le dejó

igualmente solo.

Estos paralelos pueden ciertamente haber influido en el interés que Cadalso sintiera en un

principio por la obra de Young. Pero también existe la posibilidad de que el fondo filosófico de

esta obra le interesara igualmente. Se encuentran bastantes rasgos de las ideas de Young en las

Noches de Cadalso, y el espíritu de desengaño es casi igual en las dos obras, aunque más

hondamente pesimista en Cadalso.96 Así que muy bien puede ser que Cadalso tomara de Young

no sólo la idea de una serie de noches dedicadas a lamentar la muerte de su amada, sino también

la de meditar filosóficamente sobre la fortuna adversa y la triste condición humana con motivo

de esa muerte. Queriendo evitar, sin duda, el tratar directamente su propia situación (como lo

había hecho también en sus poesías), Cadalso urdiría sus Noches con toda probabilidad sobre la

ficción de la difunta pleiteada", añadiéndole rasgos filosóficos de Young y de otros muchos

autores clásicos y modernos, españoles y extranjeros -Séneca, Boecio, Fray Luis de Granada,

Quevedo, Hervey y Jean-Jacques Rousseau-97 que apoyasen sus propias opiniones y actitudes.

Vamos a verlo.

PRIMERA NOCHE

Aunque el suceso de la exhumación de la amada muerta de que trata "La difunta pleiteada"

figura en las tres "Noches" de Cadalso, tan sólo en la primera es verdaderamente significativo.

En ella aparecen la mayoría de los detalles del relato tradicional, y en ella surge también la

posibilidad de que la amada resucitara, como ocurre en [74] la leyenda.98 Lo mismo en las

96 Ver los lugares citados por EMILY COTTON en "Cadalso and his fireign sources", en el Bulletin

of Spanish Studies, vol. VIII, págs. 5-18, y también en Liverpool Studies of Spanish Literature, Ist Series

(From Cadalso to Rubén Darío), Liverpool, 1940, págs. 1-18; para algunos datos más véanse las notas

para nuestra edición de las Noches, Clásicos Castellanos, Madrid, 1961.

97 Ver el prólogo y notas de nuestra edición de las Noches, ya citada. Para algunas reminiscencias de

Séneca en las Noches, ver la parte tercera del presente estudio.

98 En dos pasajes de las Noches parece indicarse que Tediato confiaba vagamente en la posible

resurrección de su amada. El primero pertenece a la Primera noche: cuando Lorenzo pregunta quién es el

ocupante de la tumba que están comenzando a abrir, haciendo suposiciones acerca de la clase de persona

que van a encontrar, Tediato le dice: "No te canses. No busco cadáver de persona alguna de los (sic) que

puedes juzgar. Ya no es cadáver". Esta última frase puede muy bien significar que Tediato espera que su

amante esté aún viva o en estado de resucitar. Esto, por otro lado, explicaría su horrible impresión

Page 36: 1. Noches Lúgubres

36 Noches que en "La difunta pleiteada", el verdadero motivo para intentar el desenterramiento es

el de justificar el amor del protagonista. Porque Tediato, como el héroe de la leyenda popular,

hasta que ganó el pleito, se halla en desacuerdo con la sociedad, creyendo que sus propios

valores y los de la muerte son los únicos buenos en el mundo. El empleo del tema de la "plei-

teada" prepara al lector para el papel de Tediato. La obra deriva de un modo gradual, desde la

postura de heroico aislamiento de éste, hasta un sentimiento de solidaridad con el resto de los

hombres.

TEDIATO EN OPOSICIÓN A LA SOCIEDAD

La situación de aislamiento de Tediato en medio de la sociedad se hace evidente desde el

principio de la Primera noche. Se trata de un aislamiento moral. Se dispone a ejecutar un acto,

criminal a los ojos del mundo, pero su constancia es única. "Todo ha mudado en el mundo; todo

menos yo." Esta soledad se acentúa en dos sentidos, siempre a través de Lorenzo. En primer

lugar, la bondad y rectitud de Tediato contrastan con la baja moral de Lorenzo, que es también

la de la sociedad. Y, por otro lado, la apreciación por aquél de la verdadera naturaleza de las

cosas, se pone en parangón con las opiniones superficiales y erróneas de éste y los demás

hombres.

Se dan indicios de la flaqueza, tanto física como moral, de Lorenzo aun antes de que éste

aparezca en escena. Tediato piensa que la tormenta puede haberle asustado hasta el punto de

impedirle acudir a la cita. Si al fin viene, será únicamente porque será incapaz de resistirse a la

perspectiva de la recompensa monetaria que se le ha ofrecido.99 Cuando, al cabo, Lorenzo llega,

Tediato se pregunta si tendrá valor suficiente para llevar a cabo la empresa a que ha

comprometido.100 Luego toma a una sombra por un fantasma.

La crítica de estas debilidades y defectos en Lorenzo se extiende a la sociedad en general.

El afán de lucro que Tediato le reprocha está presente en el resto de la humanidad; el interés

egoísta es lo única fuerza que anima al corazón del hombre.101 El respeto que [75] Lorenzo

siente por la tumba del Duque de Fausto Timbrado, se basa en el respeto unánime de la sociedad

hacia el que fue gran cortesano y tuvo a su cargo asuntos importantes del Estado. También su

admiración por el famoso mercader de la India nace del prestigio que desde siempre gozan las

riquezas. Como la mayoría, Lorenzo toma las apariencias por realidades.

Por contraste, Tediato tiene su propia y más exacta escala de valores, que difiere, al parecer,

de la de Lorenzo y los demás seres humanos. Está desengañado y, por tanto, es capaz de ver las

cosas como son realmente. Reconoce que la sombra sobre la pared no es más que una sombra y

no está dispuesto a aceptar el veredicto superficial de la sociedad acerca de los duques o los

opulentos mercaderes. No siente admiración alguna por los ricos, y afirma que el dinero ha

desatado las pasiones, engendrado nuevos vicios, y, multiplicando los crímenes, ha invertido los

valores en la sociedad.102 Según él, las relaciones humanas sufren las consecuencias: la amistad

cuando, más tarde, ve salir los gusanos del sepulcro. El segundo pasaje está incluido en la Segunda noche,

cuando Tediato suplica a su amor que resucite y venga en persona a justificarle. "Tú, que en este templo

quedas, únete a tu espíritu inmortal que exhalaste entre mis brazos, si lo permite quien puede, y ven a

consolarme en la cárcel, o a desengañar a mis lueces. Salga yo valeroso al suplicio e inocente al mundo."

99 Noches lúgubres, ed. Clásicos Castellanos, Madrid, 1961, pág. 5 ("¿si la esperanza del premio le

trajera?.. sin duda... el dinero...")

100 Id., pág. 6. ("¿Tendrás valor para proseguir la empresa como me lo has ofrecido?")

101 Id., pág. 6 ("¡Interés! ¡Único móvil del corazón humano! Aquí tienes el dinero que te prometí.

Todo se hace fácil cuando el premio es seguro.")

102 Id., pág. 15. ("porque fomenta las pasiones, engendra nuevos vicios, y a fuerza de multiplicar

delitos, invierte todo el orden de la naturaleza.")

Page 37: 1. Noches Lúgubres

37 de su tiempo le parece un "estrecharse las manos y rasgarse los corazones"; padres, madres y

hermanos no sienten cariño por los suyos; un hombre crece a través de la ambición, el orgullo,

la envidia, la codicia, la venganza, la traición y la malicia.103 Los valores personales de Tediato

le impulsan a luchar contra todo eso. Intentando resucitar su muerto amor (no sujeto a esos

comunes fallos)104 afirma su interés excepcional por los "verdaderos" y "honrados" valores.

Esta es una postura heroica y crítica respecto a la sociedad. Pero Tediato considera que su

aislamiento no termina ahí. También los dioses, como los hombres, trabajan en su contra, lo que

hace que su virtuosa actitud sea aun más heroica. Así, cuando, al principio de la obra, estalla la

tormenta, Tediato lo interpreta como una señal de su destino adverso: "El cielo también se

conjura contra mi quietud, si alguna me quedara". Cree que Lorenzo se ve acometido de un

miedo extraño tan sólo porque se dispone a ayudarle: los cielos le han arrebatado para ello toda

fuerza moral y física.105 Hasta un [76] simple objeto material, como una puerta, parece resistirse

a su voluntad.106 Frente a un antagonismo tal de parte de los dioses y de los hombres, Tediato se

mantiene firme hasta que se convence de que su amada no puede volver a la vida para

justificarle, como lo hace en "La difunta pleiteada". Después, sólo le queda ya esperar la de

muerte. Todo es oscuridad y tristeza. "Para mí nunca sale el sol. Las horas todas se pasan en

igual oscuridad para mí."

Este estudio de los sentimientos de Tediato en la Primera noche parece conducir a

conclusiones pesimistas. Pero no es lícito deducir de ahí que estas conclusiones resuman por

completo la tendencia general de la obra. Cuando Cadalso utiliza la forma de diálogo entre dos

personajes, nos dice que la cuestión presenta más de una cara. Un examen posterior y más

detenido del carácter de Lorenzo, no, indica que no es un simple reflejo de una humanidad sin

leyes, coma cree Tediato, al menos al principio.

EL VERDADERO LORENZO

Hay más de una muestra de honradez y sinceridad en Lorenzo, lo que nos señala cómo el

autor no está completamente de acuerdo con los puntos de vista de Tediato. Cuando éste sugiere

que Lorenzo se mueve únicamente por motivos egoístas, aquél lo niega: Lorenzo se decide a

ayudar a Tediato como resultado de su miserable condición, arrastrado por las circunstancias y

no por sus inclinaciones.107 Más tarde él mismo lamenta su propia debilidad y cobardía, de las

que Tediato se había burlado.108 En un momento, incluso se muestra de acuerdo con Tediato en

su deseo de establecer la verdad, precisamente cuando descubre que es capaz de explicar la

extraña presencia vista por Tediato en la iglesia, la cual era su perro. En otros pasajes se

mantiene que él mismo no es culpable de su debilidad: el cielo le ha privado temporalmente de

su fuerza y su valor porque está ayudando a Tediato; es "inocencia" y no malicia lo que le lleva

a interpretar equivocadamente los motivos de Tediato.109 Pero quizá la nota más elocuente en

103 Id., pág. 25. ("Ambición, soberbia, envidia, codicia, venganza, traición y malignidad: pasando de

ahí... ya no se mira el hombre como hermano de los otros, sino como a un ente supernumerario en el

mundo.")

104 Id., pág. 5. ("¡Ay dinero, lo que puedes!... un pecho sólo se te ha resistido..., ya no existe...")

105 Id., pág. 7. ("Es que en ella me vas a ser útil: por eso te quita el cielo la fuerza del cuerpo y del

ánimo.")

106 Id., pág. 9. ("ella [la puerta] parece también resistirse a mi deseo.")

107 Id., pág. 7. (" ¡Cuán pobre seré cuando me atreví a prometerte lo que voy a a cumplir! ¡Cuánta

miseria me oprime!, piénsalo tú: y yo... harto haré en llorarla.")

108 Id., pág. 10. ("me avergüenzo de mi flaqueza: no la refieran a mis compañeros.")

109 Id., pág. 28. ("Tu inocencia te sirva de excusa.")

Page 38: 1. Noches Lúgubres

38 esta revisión gradual del carácter de Lo [77] renzo sea el "acercamiento" entre éste y Tediato en

el momento culminante de esa primera noche, cuando empiezan a abrir la tumba. Es entonces

cuando, por primera vez, Tediato llama a Lorenzo "amigo". Luego, según éste se va percatando

de la trágica situación de Tediato, va sintiendo también más simpatía y comprensión; no sólo ya

no necesita que le animen, sino que, por su parte, apremia a Tediato: "Vuelvo a ayudarte, pero

me vuelca ese vapor... ahora empieza... Más, más, ¿qué? Lloras... No pueden ser sino lágrimas

tuyas las gotas que me caen en las manos".

De este examen del carácter de Lorenzo podemos continuar derivando conclusiones

aplicables a la sociedad en general. Así como en Lorenzo se dan ciertas cualidades que no son

egoístas, la humanidad no es siempre culpable de la falta de generosidad que Tediato le achaca.

Del mismo modo que el destino y los dioses conspiran en contra de Tediato, otros hombres

sufren también la opresión de los cielos. La misma naturaleza del hombre es débil; no está en su

mano evitarlo. Lo admirable es que exista tan siquiera.

Conozco dos o tres hierbas saludables -dice Tediato- las venenosas no tienen número. Sí,

sí... el perro me acompaña, el caballo me obedece, el jumento lleva la carga... y ¿qué? El

león, el tigre, el leopardo, el oso, el lobo e innumerables otras fieras nos prueban nuestra

flaqueza deplorable.

y si la humanidad entera está sujeta a esta tiranía del orden de cosas, ¿podemos estar

seguros de que el hombre sea culpable de esa falta de amistad en el mundo que Tediato pensaba

no era sino el resultado de los valores subvertidos de la sociedad? Ni Tediato podía discernir

con seguridad si el hombre desterraba la amistad o era la amistad la que abandonaba al

hombre.110 Ciertamente, el bien y el mal que llegan al hombre a través de las sombras son

"inevitables" y no se derivan de las acciones humanas.111

Es evidente la lucha de intenciones diversas en la Primera noche. Por un lado, Tediato

aparece aislado en un universo indiferente, dentro de una sociedad hostil y egoísta, persiguiendo

sus propios ideales a despecho de la incomprensión general, censurado por sus conocidos y sin

verse justificado por los dioses. En otro aspecto, la soledad de Tediato no es tan completa:

Lorenzo le demuestra cierta simpatía y se admite que todos los hombres sufren de igual modo

bajo el poder de los dioses. Esta última conclusión parece indicar que los valores que Tediato

defiende no se han perdido del todo en el mundo y que hay alguna probabilidad de restaurarlos.

Esto parece desprenderse de dos declaraciones de Tediato acerca de la amistad. Cuando dice

que ésta ha desaparecido del mundo, implica con ello que existió en el pasado y que sería

posible establecerla de nuevo.112 En otra ocasión, cuando afirma que la amistad por si misma

podría hacer al hombre feliz, expresa con toda probabilidad su fe en la posible vuelta a un mejor

estado de cosas que existió en el pasado.113 También se puede recordar que, al principio de las

Noches, Tediato mencionaba unos tiempos antiguos más felices, antes de que todo cambiara;114

110 Id., pág. 27. ("Desdichados son los hombres desde el día que la desterraron o que ella los

abandonó.")

111 Id., pág. 11. ("Si el otro mundo abortase esos prodigiosos entes a quienes nadie ha visto y de

quienes todos hablan, sería el bien o mal que nos traerían siempre inevitable.")

112 Ver nota 24: "desde el día que la desterraron..."

113 Id., pág. 27. ("¡Amigos! ¡Amistad! Esa virtud sola haría feliz a todo el género humano.")

114 Id.. pág. 5. ("¡Cuán diferentes! Desde aquellos [tiempos] a éstos, todo ha mudado en el mundo;

todo, menos yo.")

Page 39: 1. Noches Lúgubres

39 y que, aludiendo a la desgracia de tener hijos, añadía también que "una vez" habían sido el

tesoro que la fortuna concedía a sus favoritos".115

Entre estos dos opuestos sentimientos -la soledad de Tediato y su identificación con el resto

de la humanidad- oscila la Primera noche. Una breve comparación de las imágenes referentes a

la naturaleza que se hallan al principio y al final de la Noche, puede quizá servimos para poner

de relieve la tendencia de esta Noche a desplazarse de lo general a lo particular más bien que

viceversa. Es en el transcurso de las dos noches siguientes cuando el camino sigue la dirección

contraria.

NOCHE Y AMANECER

Empieza con imágenes de contenido cósmico. No es Tediato tan sólo el que sufre en las

manos del hado o de los cielos, sino toda la humanidad de la que forma parte. Es cierto que, en

los primeros momentos, la persecución parece ensañarse únicamente con Tedia [79] to: "el

cielo... se conjura contra mi quietud". Pero después, mientras los estampidos del trueno son cada

vez más fuerte y "más crueles" (continuando así la idea de la persecución), toda la humanidad se

ve afectada:

El sueño, dulce intervalo en las fatigas de los hombres, se turba. El lecho conyugal, teatro

de delicias; la cuna en que se cría la esperanza de las casas; la descansada cama de los

ancianos venerables; todo se inunda en llanto... Todo tiembla.

Todo el mundo advierte en esos momentos que es un ser mortal. En cambio, al final de la

Primera noche, ya no padece Tediato en un medio lleno de sufrimientos. Ahora la nota

dominante es su propia soledad: "Sólo mi corazón aún permanece cubierto de densas y

espantosas tinieblas. Para mí nunca sale el sol". El resto de la humanidad volverá a vivir con la

luz del día. Tan sólo Tediato sigue sumergido en la noche abrigando deseos de muerte.

Gracias a estas imágenes se establece ya desde el principio la importancia de las ideas

filosóficas en la obra. Se está estudiando el problema de los sufrimientos de los hombres en

general a través de un caso particular. Hay momentos en que Tediato comprende claramente su

situación dentro del orden general de las cosas. Pero sólo al fin de la obra la llega a comprender

plenamente, merced a su sentido de desengaño y su contacto con otros seres humanos.

LA SEGUNDA NOCHE

La noche segunda empieza donde acaba la primera: estableciendo aún con más claridad la

situación de Tediato respecto a la luz del día que había servido ya para acentuar su aislamiento

en medio de la sociedad. "Soy el solo viviente a quien sus rayos no consuelan." Más tarde, es

“el más infeliz mortal", abandonado hasta por los pocos amigos que habían permanecido a su

lado, a pesar de su situación de paria: "triste, enfermo, apartado del mundo; objeto de la lástima

de algunos, del desprecio de otros, de la burla de muchos". Ahora, aún Virtelio le deja entregado

a su desesperación, y Tediato se muestra de acuerdo en que ha obrado rectamente, según las

normas de la sociedad que aprueba el egoísmo:

Hiciste bien en dejarme: también te hubiera herido la mofa de los hombres. Dejar a un

hombre infeliz, conjurarte con la suerte contra un triste, aplaudir la inconstancia del mundo,

imitar lo duro de las entrañas comunes, acompañar con tu risa la risa universal, que es eco

115 Id., pág. 24. ("¡Hijos! ¡Sucesión! Este, que antes era tesoro con que naturaleza regalaba a sus

favorecidos, es hoy un azote.")

Page 40: 1. Noches Lúgubres

40 de los llantos de un mísero... sigue, sigue... este es el camino de la fortuna, adelántate a los

otros: admirarán tu talento.

En la Segunda noche, lo mismo que en la Primera, las acciones de Tediato son criminales a

los ojos del mundo, aunque no lo son según sus propias leyes. El intento de desenterrar a su

amada es un "robo" según el juicio de la sociedad. Mas para él, no se trata de robo en modo

alguno: "Ay, no la agravio, me agravio: éramos uno". Más tarde, es encarcelado por un crimen

que no había cometido. Frente a esta nueva prueba de la hostilidad de los hombres y de los

dioses, Tediato proclama su inocencia y moralidad a voz en grito. Como le ocurrió a Lorenzo en

la Primera noche, la justicia se ha dejado engañar por las apariencias.116 La virtud heroica de

Tediato en la Primera noche, alcanza en la Segunda una altura que alcanza un grado excelso.117

Tediato aparece de nuevo completamente aislado.

Sin embargo, esta sensación de soledad no resulta dominante en la Segunda noche, como

tampoco en la Primera. El encarcelamiento de Tediato le produce una crisis. Los gemidos del

hombre encerrado en una celda contigua, sus reflexiones acerca de Lorenzo, que se encuentra

todavía en peor situación que la suya,118 todo le recuerda los padecimientos del prójimo. Una

vez más se considera a la totalidad de los hombres como víctimas del orden establecido en el

mundo. Aquellos para quienes el sol se muestra benigno al principio de [81] la Segunda noche

son "los que tienen el pecho menos oprimido que yo": sufren también, por lo tanto, aunque en

menor grado. Cuando Tediato se ve libre al fin, es para volver a un mundo "de donde se ausentó

lo poco bueno que había en él". Nuevamente, como en el caso de la amistad que desapareció del

mundo, en la Primera noche, el hombre no es del todo culpable. Los dioses no se preocupan de

la humanidad: "Tomaría por testigos de mi virtud a estos astros" -dice Tediato-, pero "Los astros

darían su giro sin cuidarse del virtuoso que padece, ni del inicuo que triunfa". Finalmente, al ter-

minar la noche, Lorenzo, como Tediato, es una víctima del destino, y así se da cuenta éste de su

afinidad con los otros a través del sufrimiento. Cuando, camino de la iglesia, tropieza con el

cuerpo de un hombre (identificado más tarde como el hijo de Lorenzo), le invita a volver con él

a su casa si es que carece de abrigo. Y dice al propio Lorenzo: "te compadezco tanto como a mí

mismo..., pues la suerte te ha dado tanta miseria".

El paso de Tediato desde su aislamiento hasta un sentido de hermandad con los otros en el

sufrimiento, puede seguirse con facilidad en la Segunda noche. Pero no hace sino marcar una

etapa en el desarrollo del sentimiento hacia la humanidad que se aprecia en la obra entera. En la

Primera noche, ese movimiento era del propio Tediato hacia Lorenzo principalmente. En la

Segunda, dicho movimiento va más allá de Lorenzo, y alcanza especialmente a los parias de la

sociedad. Corresponde a la Tercera noche extenderse hasta la totalidad de los hombres.

LA TERCERA NOCHE

116 Id., pág. 42. ("ese hombre está ensangrentado, tiene la espada en la mano y con la otra procura

deshacerse del muerto, que parece indicar no ser otro el asesino.")

117 Ver, por ejemplo, la afirmación de Tediato de no tener compañeros "ni en la maldad, porque

jamás fui malo; ni en la bondad, porque ninguno me ha igualado en lo bueno" (pág. 44), y también

cuando proclama su pureza: "un corazón más puro, sí, más puro; más digna habitación del Ser Supremo

que el mismo templo en que yo quería..." (pág. 44).

118 Id., pág. 49. ("Peor habitación ocupa ahora... ¡ay!, Lorenzo.") Este es uno de los casos en que el

manuscrito da una redacción mucho mejor que la del texto publicado. En el Correo de Madrid se lee:

"Peor ocupación ocupo ahora". Barcelona, 1802, pone: "peor ocupación me ocupa ahora".

Page 41: 1. Noches Lúgubres

41 Las primeras frases nos muestran ya cómo, al cabo, toda la humanidad aparece a los ojos

de Tediato oprimida por la tiranía del destino y el orden de las cosas, independientemente de la

categoría del individuo:

Aquí me tienes, fortuna, tercera vez expuesto a tus caprichos: Pero ¿quién no lo está?

¿Dónde, cuándo, cómo sale [82] el hombre de tu imperio? Virtud, valor, prudencia, todo lo

atropellas. No está más seguro de tu rigor el poderoso en su trono, el sabio en su estudio

que el mendigo en su muladar, que yo en esta esquina lleno de aflicciones, privado de

bienes, con mil enemigos por fuera y un tormento interior capaz, por sí solo, de llenarme de

horrores, aunque todo el orbe procurara mi infelicidad.

Desde esta actitud inicial, Tediato pasa a afirmar la igualdad de todos los hombres en sus

naturales e inevitables desventuras. Todos los que sufren son sus hermanos, y la desigualdad del

nacimiento no tiene ninguna importancia:

Hermanos nos hace un superior destino, corrigiendo los caprichos de la suerte que divide en

arbitrarias e inútiles clases a los que somos de una misma especie. Todos lloramos... Todos

enfermamos... Todos morimos.119

Al cabo, es este sentido igualitario y, más aún, el afecto fraternal y de caridad que lo

acompañan, lo que suministra a Tediato una razón para vivir. "El gusto de favorecer a un

amigo" -dice a Lorenzo- "debe hacerte la vida apreciable, si se conjuraran en hacértela odiosa

todas las calamidades que pasas. Nadie es infeliz si puede hacer al otro dichoso". Así acaba

Tediato por exorcizar su deseo de morir y su idea de suicidarse.

IMPORTANCIA DE LA OBRA

La situación que se plantea por medio de la tormenta al principio de la narración sigue

vigente a lo largo de la obra entera. En un aspecto, Tediato es un caso único; por otro lado, no es

sino uno más entre todos los humanos oprimidos. Pero, tanto en uno como en otro aspecto, el

sentido pesimista respecto a la vida y al universo permanece constante. La imagen de la noche

domina en la obra a lo largo de ella, representa el reino del mal y de la miseria, de todo lo cual

son igualmente responsables tanto el destino como la condi [83] ción humana. El hombre bueno

puede esperar algún alivio a esta situación enfrentándola y ayudando a sus prójimos. Aquí es

donde el caso particular de Tediato cobra importancia. Nos indica que las relaciones humanas

son susceptibles de cierta mejora si el hombre transforma su egoísmo en amor a sus prójimos.

La inocencia de Tediato da pie al autor para protestar contra las condiciones existentes. Pero

nunca se dice que esas condiciones no se puedan mejorar. Ya he mostrado cómo se trata este

punto en la Primera noche, cuando Tediato hace consideraciones acerca de la verdadera

amistad. En el pasado se gozaba de una felicidad relativa. En la Segunda noche, cuando Tediato

propone al sol que se aparte de la sociedad en que él vive y dé su luz “a hombres mejores que

los de estos climas", supone que la felicidad sigue existiendo en alguna otra parte. La sociedad

debe esforzarse en restablecer esa felicidad. Tediato en su nuevo acercamiento a la comunidad

subraya la intención reprobadora pero humanitaria de! autor.

El defecto principal de la obra es que el equilibrio entre lo particular y lo general no se

mantiene constante a lo largo de las tres noches. Según transcurren éstas, el aislamiento de

Tediato como único en la virtud, va aumentando, y, especialmente en la segunda, llega a

convertirse en un obstáculo para que el lector pueda apreciar el sentido más general que se da a

los sufrimientos de aquél. El considerar a Tediato como un santo inocente, casi un Cristo, es

119 Id., pág. 64. Lo de "e inútiles", aplicado a "clases", sólo aparece en el manuscrito.

Page 42: 1. Noches Lúgubres

42 convertirlo en algo demasiado excepcional para que pueda formar parte de un tema más amplio.

El lector se preguntará algunas veces si la tiranía de los cielos no es sino una amplificación

puramente retórica de la tiranía de la sociedad. Por supuesto, las opiniones de Tediato

evolucionan de una noche a otra, y la gran fuerza con que la Tercera noche se inicia reside en la

súbita exposición de un sentimiento que se hallaba latente, pero que no se había declarado tan

abiertamente en las páginas anteriores. Pero, aún en la Tercera noche, el caso particular de

Tediato domina de tal modo que disminuye la importancia relativa de Lorenzo y del resto de la

humanidad. Cadalso [84] parece haberse dado cuenta de esta tendencia cuando discute lo ade-

cuado de la cita de Virgilio que aparece al frente de la obra, diciendo que se debe aplicar a un

caso particular en vez de a uno general.120 El hallarse él mismo incluido en cierto modo en el

papel de Tediato, puede haber contribuido a que se diera cuenta de ese fallo de su obra.

LA CONTRIBUCIÓN DEL ESTILO A LA TEORÍA GENERAL DE LAS "NOCHES"

A pesar de sus defectos, si consideramos la obra en su conjunto, la idea general que la

anima se descubre claramente. La forma dialogada contribuye a ello, sin duda, poniendo de

relieve la conexión de Tediato con sus prójimos desgraciados y con la comunidad en general.

También contribuye a ello la cualidad poética del lenguaje, liberando las Noches de todo molde

realista y acentuando el simbólico significado de los personajes.121

Por esto, creemos que Quintana anduvo equivocado al quejarse de la extravagancia del

argumento de las Noches.122 No se trata de realismo, sino más bien de situaciones alegóricas.

Las escenas de la iglesia y de la prisión son adecuadas para las meditaciones centrales sobre la

muerte, la contraria fortuna, la igualdad de los hombres y la miseria de la vida humana. Las

fuentes literarias de las ideas de las Noches también realzan la preocupación filosófica del autor.

Young y Hervey meditaban así sobre la muerte. Los recuerdos de los moralistas clásicos,

medievales y españoles -Séneca, Boecio, Fray Luis de Granada y Quevedo- iluminan el sentido

de la obra.123 El conato de Tediato a través de la obra por indagar la realidad de las cosas, que

está debajo de las apariencias, y por hacer frente a la condición humana, es rasgo evidente de la

literatura española de "desengaño". Incluso es posible que se perciba en las Noches el eco del

Criticón, de Gracián, en algunas frases y en la forma dialogada.124 Por cierto, los nombres de los

personajes principales de las Noches recuerdan la técnica de éste y de otros autores españoles

del siglo XVII: Tediato es claramente simbólico del "taedium vitae "; [85] Lorenzo (gracias al

120 Cartas marruecas (LXVII): "el epígrafe, a mi ver muy oportuno, aunque se deba traer de la

catástrofe de Troya a un caso particular".

121 En conexión con el estilo poético de la obra el profesor E. M. Wilson ha llamado mi atención

hacia la presencia en la misma de un gran número de endecasílabos. Este metro no se usa de modo

particular en los momentos culminantes de la narración, y no sería prudente sacar demasiadas

consecuencias de su presencia, y más si tenemos en cuenta que uno de los ejemplos al menos, se

encuentra en la parte de la Tercera noche que no fue escrita por Cadalso: "Tu miedo y turbación es el

estorbo". De cualquier modo, la presencia de esas frases poéticas refuerza mi opinión al considerar esta

obra más retórica que realista. Citamos algunos ejemplos en las notas a nuestra edición. El que el empleo

del endecasílabo en la prosa retórica fuera recurso común en la época de Cadalso se deduce de lo que dice

Juan de Iriarte en un artículo; véanse sus Obras sueltas, Madrid, 1774, II, 462.

122 Ver Variedades de ciencias, literatura y artes, t. I, Madrid, 1803, pág. 314 ("Las Noches lúgubres

no muestran en su estilo un conjunto tan ridículo de desatinos, pero en su invención, disposición y colores

son aborto monstruoso de una imaginación lisiada'').

123 Ver el prólogo y notas de nuestra edición de las Noches.

124 Idem.

Page 43: 1. Noches Lúgubres

43 uso del nombre por Young)125 es una persona que necesita de desengaño; y el título del duque

de Fausto-Timbrado, mencionado en la Primera noche, parece típico de la literatura satírica y

moralista que seguía vigente en el Fray Gerundio, del padre Isla, en tiempos de Cadalso.

Además, las descripciones de la noche y de la tempestad no son nada realistas tampoco. Son

más bien simbólicas al modo de la Égloga primera de Garcilaso, las "Barquillas" de la Dorotea,

de Lope de Vega, y la primera escena del tercer acto del Alcalde de Zalamea, de Calderón.126

No creemos que los contemporáneos del autor desconociesen la naturaleza filosófica y moral de

la obra.127

Wardropper, en su admirable artículo, ha señalado ya la diferencia entre Cadalso y los

escritores del Barroco que tantas veces recuerda.128 Cadalso no suministra idea alguna de un

divino designio que alivie las duras condiciones de un mundo malvado. El mismo punto de vista

le diferencia también de Young y de Hervey. Es cierto que Cadalso se refiere algunas veces al

Ser Supremo o al Creador, pero la más importante fuerza exterior al hombre es la del Hado o

Destino, ciego e insensible a las zozobras de la humanidad. Por lo tanto, el motivo final de

Tediato para seguir viviendo no es la esperanza en la salvación eterna, sino el valor personal, su

estoicismo para enfrentarse contra las leyes irresponsables por que se rigen las fortunas del

mundo, y su idea de un orden social que, si no es perfectible, es al menos susceptible de alguna

mejora. Anticipado ya en los primeros poemas y en Don Sancho García, el estoicismo de

Cadalso tiene su expresión más profunda en las Noches lúgubres. En ellas vemos por primera

vez -si se exceptúa la poesía- cómo Cadalso aparece sin careta, mostrando su seria y sombría

naturaleza, despojado del tono humorístico, según él mismo, "artificio", que la disimulaba en

Los eruditos a la violeta y, de nuevo, más tarde, en las Cartas marruecas.129

125 El primer crítico que se dio cuenta de este recuerdo de Young fue, al parecer, ALCALÁ

GALlANO, en su Historia de la literatura española, Madrid, 1845, pág, 266.

126 Ver el prólogo y notas de nuestra edición de las Noches, donde seguimos la pista del interesante

artículo del profesor Bruce WARDROPPER: "Cadalso's Noches Lúgubres and Literary Tradition", en

Studies in Philology, XLIX, October 1952. No señalamos en nuestra edición la posibilidad de que

Cadalso recordase las "Barquillas", de Lope, que ahora indicamos. Fueron publicadas en el primer tomo

del Parnaso Español (Madrid, 1768), y la nota en el "Índice de las piezas" llama la atención sobre su

naturaleza elegíaca. Quintana atestigua que Cadalso las admiraba mucho (ver Variedad de ciencias, etc.,

t. I, Madrid, 1803, pág. 317), y creemos que hay alguna reminiscencia de la tercera en los "Lamentos con

motivo de la muerte de Filis ("Mi Filis ha muerto / ¡Ay triste de mí!"), donde el poeta imagina poder

abrazar a su amada muerta, del mismo modo que en el poema de Lope

127 Ya sabemos que Cadalso explicó "la parte verdadera, la de adorno y la de ficción" a Meléndez

Valdés en Salamanca (ver las "Quince cartas inéditas del coronel Cadalso", en Hispanófila, núm. 10,

1960, pág. 26). Además, no dejan de ser sugestivas las proporciones de lamento y filosofía en la “Elegía

en la muerte de Filis" de Meléndez, que Cadalso suponía escrita a la muerte de su propia amada (ver la

carta a Moratín en Revue hispanique, t. I, 1894, pág 305). Al menos es cierto que la "Filis" del poema no

era de Salamanca, ya que una carta de Fray Diego González se refiere a ella como ninfa del Manzanares"

(ver B. A. E., t. LXIII, pág. 162). Creemos que se trata efectivamente de un poema escrito por Meléndez

Valdés con motivo de la muerte de la amada de Cadalso, María Ignacia Ibáñez, lo cual explicaría su estilo

retórico y nada personal. Igualmente se trasluce la comprensión de las actitudes filosóficas de Cadalso en

las Noches tristes, de FERNÁNDEZ DE LIZARDI.

128 Artículo citado, sobre todo pág. 623.

129 En las Cartas marruecas -la "Protesta Literaria"- Cadalso dice, hablando a sí mismo, que "el

estilo jocoso en ti es artificio; tu naturaleza es tétrica y adusta". Lo cierto es que Cadalso siempre

consiguió cambiar su tristeza en risa al fin y al cabo. Incluso el tema de las Noches lúgubres vino a ser

más tarde para Cadalso tema para chistes y gracias. Véase, por ejemplo, el poema en que contrasta la

tristeza de sus Noches con la alegría de las noches pasadas con María Ignacia (B. A. E., t. LXI, pág. 275);

y las referencias que hace a la misma obra en estilo desenfadado en una carta a Iglesias (“Quince cartas

inéditas del coronel Cadalso", en Hispanófila, núm. 10, 1960, pág. 32)