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92 Armando Hart DÆvalos Ministro de Cultura. Armando Hart DÆvalos Armando Hart DÆvalos Armando Hart DÆvalos Armando Hart DÆvalos Armando Hart DÆvalos no. 5: 92-95, eneromarzo, 1996. Liberales y ortodoxos L os analistas polticos y los medios de comunicacin de los pases capitalistas desarrollados comenzaron a dividir desde los aæos 80 a los militantes comunistas en liberales y ortodoxos. Esta instrumentacin mediante la cual se encasillaba en posiciones conservadoras (ortodoxas) a quienes profesaban el inmovilismo del llamado «socialismo real» y se estimulaba el camino de las reformas (liberales) emprendido por los que estaban en favor de la restauracin capitalista reflej e incit la polarizacin de las fuerzas polticas dominantes en el escenario de la Unin SoviØtica de la perestroika y en los estados de Europa del Este durante la dØcada pasada. Como todo esquema que pontifica los extremos, este pierde sustancia cuando se aplica mecÆnicamente a otra realidad, pues deja fuera del anÆlisis a los revolucionarios comprometidos con la realizacin consecuente de los ideales socialistas, que en Cuba son la fuerza decisiva de la nacin. El esquema sirve, sin embargo, para impulsar una poltica, cuyo objetivo final es fracturar a la Revolucin e introducir elementos de confusin en la perspectiva cultural cubana. ¿Dnde se halla la esencia de la cuestin? Es lo de siempre: los idelogos capitalistas invierten la imagen de la realidad en la conciencia de la gente y presentan a los revolucionarios con la marca de sus dogmas. Es oficio de los idelogos de las clases reaccionarias a lo largo de la historia hacer esta manipulacin. En la trampa cay el proceso soviØtico en las œltimas dØcadas. Desde luego, como trampa al fin, parte de realidades. Se me dirÆ que la rigidez dogmÆtica estuvo presente en parte de la experiencia soviØtica. A ello replicamos que precisamente por este mal, tan largamente sostenido, se hizo mÆs grave el daæo y acab produciØndose una catÆstrofe de alcance universal aunque este es un tema que merece una reflexin mÆs amplia, situada mÆs allÆ del marco del presente artculo. Estos dos polos el del liberalismo y el de la ortodoxia se visualizan, de una parte, en la capitulacin del socialismo en Europa del Este y la disolucin de la URSS, y de la otra, en los crmenes perpetrados desde el poder. La propaganda apoyada en estos males atribuye al socialismo una naturaleza perversa que le hara consustancial el despotismo. Se pretende ignorar que tales prÆcticas se hallan presentes en la historia de las sociedades de clases desde los tiempos mÆs remotos. Descalificar el marxismo-leninismo a tenor de tales argumentos equivale a desacreditar la prØdica de Jesucristo por culpa de la Inquisicin o a

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Armando Hart Dávalos

Ministro de Cultura.

Armando Hart DávalosArmando Hart DávalosArmando Hart DávalosArmando Hart DávalosArmando Hart Dávalos

no. 5: 92-95, enero�marzo, 1996.

Liberales y ortodoxos

Los analistas políticos y los medios de comunicaciónde los países capitalistas desarrollados comenzaron

a dividir desde los años 80 a los militantes comunistasen liberales y ortodoxos. Esta instrumentación �mediantela cual se encasillaba en posiciones conservadoras(ortodoxas) a quienes profesaban el inmovilismo delllamado «socialismo real» y se estimulaba el camino delas reformas (liberales) emprendido por los que estabanen favor de la restauración capitalista� reflejó e incitóla polarización de las fuerzas políticas dominantes en elescenario de la Unión Soviética de la perestroika y enlos estados de Europa del Este durante la década pasada.

Como todo esquema que pontifica los extremos, estepierde sustancia cuando se aplica mecánicamente a otrarealidad, pues deja fuera del análisis a los revolucionarioscomprometidos con la realización consecuente de losideales socialistas, que en Cuba son la fuerza decisivade la nación. El esquema sirve, sin embargo, paraimpulsar una política, cuyo objetivo final es fracturar ala Revolución e introducir elementos de confusión enla perspectiva cultural cubana.

¿Dónde se halla la esencia de la cuestión? Es lo desiempre: los ideólogos capitalistas invierten la imagende la realidad en la conciencia de la gente y presentan a

los revolucionarios con la marca de sus dogmas. Esoficio de los ideólogos de las clases reaccionarias a lolargo de la historia hacer esta manipulación.

En la trampa cayó el proceso soviético en las últimasdécadas. Desde luego, como trampa al fin, parte derealidades. Se me dirá que la rigidez dogmática estuvopresente en parte de la experiencia soviética. A elloreplicamos que precisamente por este mal, tanlargamente sostenido, se hizo más grave el daño y acabóproduciéndose una catástrofe de alcance universal�aunque este es un tema que merece una reflexión másamplia, situada más allá del marco del presente artículo.

Estos dos polos �el del liberalismo y el de laortodoxia� se visualizan, de una parte, en lacapitulación del socialismo en Europa del Este y ladisolución de la URSS, y de la otra, en los crímenesperpetrados desde el poder. La propaganda apoyada enestos males atribuye al socialismo una naturalezaperversa que le haría consustancial el despotismo. Sepretende ignorar que tales prácticas se hallan presentesen la historia de las sociedades de clases desde los tiemposmás remotos. Descalificar el marxismo-leninismo atenor de tales argumentos equivale a desacreditar laprédica de Jesucristo por culpa de la Inquisición o a

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Valga, a propósito de lo aquí dicho, algo que nuncaolvidaré. Cuando me hallaba prisionero en las cárcelesde la tiranía, mientras un policía me aconsejaba queabandonase la lucha, pues no era conveniente que unjoven como yo arriesgara su futuro, otro, su hermanogemelo, descargaba sobre mi cuerpo toda la fuerza desu poder animal. Era la viva imagen de la fábula delgarrote y la zanahoria.

De tiempos más recientes conservo otra vivencia.Cuando Andrés Oppenheimer �autor de un opúsculoque hace unos años decretó el final de la Revolucióncubana y que me hace recordar aquellos versos deZorrilla, «los muertos que vos matáis, gozan de buenasalud»� me hizo una entrevista y trató de ganarmediciéndome que era bueno conocer mis opinionesporque yo era un hombre «abierto» y «liberal», tuveque aclararle que todo lo que yo hacía y decía tenía elpropósito de defender el socialismo y las ideas de Marxy de Martí, y que no podía ser catalogado en la formaque él entendía el liberalismo.

Ser fiel a una aspiración ética de dimensión socialentre los cubanos equivale a serlo con el legado martianoy la enseñanza fidelista de hacer en cada momento loque en cada momento es necesario para la Revolución.Es rechazar la inescrupulosa máxima de que el finjustifica los medios, porque pensar de esta formaoportunista está en contradicción con la concepciónfilosófica del materialismo histórico y el paradigma éticode la nación cubana.

Engels decía que aun cuando él pudiera ser agnóstico,no le era posible aceptar como doctrina el agnosticismo�maravillosa sentencia que exalta al más alto plano lalibertad de conciencia. Parafraseando al ilustre pensador,rechazamos los extremismos. Ahora bien, cuando lavida nos sitúa en la necesidad de defender la Revoluciónen posiciones extremas, hay que hacerlo sin vacilar �ysin perder, al mismo tiempo, la paciencia y la cordura.Esas posiciones extremas son las que, en últimainstancia, defienden a los pobres y a la Patria �y que seexpresan en las palabras de Fidel: «No nos faltará elvalor ni nos fallará la inteligencia». Así somosconsecuentes con la memoria histórica de la nacióncubana.

En los albores de la gesta independentista, el mismopueblo que, en medio de una guerra contra un enemigoinfinitamente superior, suscribiría en Guáimaro la másdemocrática y liberal de las constituciones, redujo acenizas una ciudad para no entregarla a las huestesadversarias. La expresión liberal de aquella Carta magnatenía ya un sentido radicalmente diferente al que inspira

tildar de bárbaro a Einstein porque sus descubrimientoscientíficos sirvieron de fundamento a los que fabricaronla bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.

La materialización de todo principio y de todoavance en el conocimiento humano pasa por la mentede los hombres y por tanto por la conciencia social. Loque precisamente no se ha entendido bien ha sido quelas leyes económicas se manifiestan en contradiccionesentre los seres humanos y, por tanto, se revelan comouna lucha entre las pasiones más viles de los hombres ysus más nobles disposiciones. El fundamento de estosmales está en aquel espacio de la conciencia humana alque se refería Martí cuando dijo: «Todo hombre es unafiera dormida». Recordemos que el Maestro completósu pensamiento de la siguiente manera: «Es necesarioponer riendas a la fiera. Y el hombre es una fieraadmirable: le es dado llevar las riendas de sí mismo».Estas riendas se revelan en la cultura en su acepciónmás cabal, como única solución posible para estos males.

Por otra parte, la costumbre de exaltar ciertascontradicciones no sustanciales de un sistema social paraocultar o subestimar las esenciales, es una vieja tretaconservadora que la ideología capitalista ha encumbradoa planos altamente sofisticados. En los Estados Unidos,por ejemplo, se habla de «halcones» y «palomas»atendiendo a las diferencias �no de esencia� entre lospartidarios de una línea dura y los que favorecen lamoderación en la aplicación de la concepción políticay social del sistema. A partir de ahí articulan toda supropaganda y ofrecen una imagen de alternativaspolíticas ilusorias.

Hay que reconocerles que tienen eficacia parapresentar como paradigma de la diversidad lo que enrealidad responde a un mismo interés. Sin embargo,tanto «halcones» como «palomas» rechazan y expulsande su seno a los que no les reconozcan incondicionalidady capacidad para manejar los asuntos que les resultenclaves. Cuando alguien se escapa de los límitesaceptables, le ocurre lo que a Martin Luther King,Malcolm X o los independentistas puertorriqueños, porsolo citar tres ejemplos de una interminable lista. Novoy a mencionar a los presidentes y otras figuraspolíticas asesinados desde el poder y que han quedadoen la penumbra, como en el caso de John F. Kennedy osu hermano Robert. No pocas personas creen que detrásde esas historias hay algo así como un golpe de estadoal modo yanqui. Es una prueba más de la intoleranciade una concepción política hegemónica que no dejaespacio a la discrepancia en profundidad.

Para alcanzar lo fundamental no debemos ser fundamentalistas.La rigidez en la aplicación de los principios impide o retrasa eltriunfo de las esencias revolucionarias. De esta suerte,dogmáticos y reformistas se parecen bastante.

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extremismos de todos los signos, se afirma en la defensade principios éticos y en la búsqueda de solucionesprácticas concretas para superar obstáculos.

Aquí anda por medio la relación de la teoría con lapráctica. Hay principios irrenunciables que debemosdefender: la independencia del país; los valorespatrióticos expresados en nuestra identidad; el derechode los cubanos a decidir su política y su sistema degobierno; la idea martiana de una república con todosy para el bien de todos; el principio enunciado por elpropio Apóstol: «Injértese en nuestras repúblicas elmundo; pero el tronco ha de ser el de nuestrasrepúblicas».

Los cubanos tenemos el mismo derecho a la vida ya la conquista de la felicidad que les reconocemos a todoslos pueblos del mundo, incluyendo el norteamericano.Estos no son dogmas, sino principios éticos para loscuales exigimos el mismo respeto que para nuestrafamilia, nuestros hijos y los vínculos espirituales másentrañables. Las decisiones corresponde tomarlas alpueblo de Cuba, a las instituciones que el país se hadado y a las personas que, por autoridad otorgada porla sociedad, ejercen una determinada función pública.Por otra parte, cada ciudadano debe participar en laelaboración de las decisiones esenciales y los diversosórganos del Estado han de funcionar democráticamente.Así lo hemos hecho en todas nuestras decisiones másimportantes, entre ellas, los cambios inevitables quetuvieron que producirse en el sistema económico delpaís.

Nadie tiene derecho a violentar posicioneslibremente adoptadas por el pueblo. La Constituciónde la República, aprobada en ejemplar plebiscitopopular, formalizó el carácter socialista de nuestroEstado. Se deben fortalecer los órganos que emanan deeste y de nuestra sociedad civil, para garantizar elejercicio más amplio de una democracia que tienenecesariamente que desarrollarse en el seno de unatrinchera. Se trata verdaderamente, como se ha dicho,de «un parlamento en una trinchera», donde el enemigo,bloqueando a la nación cubana, nos obliga a ser másprofundos y refinados en el debate de ideas. Estos sonlos problemas de esencia de la democracia cubana.

¿Quién determina cómo se aplican, y en qué forma,los principios enunciados? El pueblo de Cuba y susistema jurídico, político, cultural, que �aunqueperfeccionable� es el más amplio y democrático queexiste en las Américas. La Revolución cubana es tantomás democrática, cuanto ni Fidel ni la línearevolucionaria han sido ortodoxos ni liberales. Valerecordar, por cierto, que los bolcheviques rusoslidereados por Lenin en 1917, tampoco fueron a ningunode esos extremos. Por eso conquistaron el poder ylograron mantenerlo.

Esa Revolución democrática y socialista «de loshumildes, por los humildes y para los humildes», comolo proclamó Fidel, permitió que de las masas desposeídassurgieran centenares de miles de jóvenes, ya muchos deellos maduros, que hoy integran nuestras capas

la Carta de «hermosas libertades» de las Trece coloniasen 1776. Entonces la revolución independentista de losEstados Unidos dejó por un siglo más la esclavitud. Porel contrario, Carlos Manuel de Céspedes, en el acto defundación de La Demajagua, decretó la libertad de susesclavos. En este sentido, fue otra la categoría de libertadinherente al desarrollo de nuestra nacionalidad.

Un pueblo que realizó estas hazañas no admitelecciones de los representantes de un Estado quemantuvo la esclavitud durante cien años, y ha alentadohasta el día de hoy la discriminación y la brutaldesigualdad económica que impide a millones dehombres el «derecho a la felicidad» que proclamaronsus fundadores.

Los extremos nunca han sido expresión deposiciones radicales ni de una política que se ajuste alcontenido de la filosofía de Marx, ni tampoco de JoséMartí. La radicalidad está en la síntesis que conduce alo nuevo y, por tanto, a la transformaciónrevolucionaria. Ella no es tampoco consecuencia de uneclecticismo conciliador. Nace de una selección deelementos presentes en cada lado de la contradicción,con vistas a alcanzar el objetivo práctico de marcharhacia adelante en favor de la liberación humana.

En fin, para alcanzar lo fundamental no debemosser fundamentalistas. La rigidez en la aplicación de losprincipios impide o retrasa el triunfo de las esenciasrevolucionarias. De esta suerte, dogmáticos yreformistas se parecen bastante. A comienzos de siglo,se decía en la Cuba pseudorrepublicana que no habíanada que se pareciera más a un liberal que unconservador. Podría poner muchísimos ejemplos de esteparentesco, pero es preferible �salvo en casosexcepcionales�, por razones éticas y políticas, denunciarlos males que señalar al demonio.

Ni liberales reformistas ni ortodoxos delinmovilismo

Para comprender el pensamiento de Marx y Engelshay que asumir que el mismo representa el rechazoradical a la existencia de verdades eternas en el campode la filosofía y las ciencias sociales e históricas. Siendoesto así, el dogmatismo en estos terrenos debeconsiderarse, precisamente, como lo opuesto a lasconcepciones de estos sabios. Una interpretacióndeterminista impuso un reduccionismo economicistaen la práctica "socialista" y subestimó el papel de lavoluntad humana, la conciencia social y los valores dela superestructura en el curso histórico. Por esta vía sepasó por alto el trasfondo ético que supone elsocialismo. Una vuelta a la concepción marxista de lahistoria exige situar el tema de la ética en el centro detoda la problemática del hombre.

Debemos exaltar las esencias éticas de la solidaridady de las necesidades de la cooperación indisolublementevinculadas a las exigencias y aspiraciones socialistas. Elgenuino pensamiento revolucionario, al rechazar los

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Pregunté una vez a un intelectual cubano si se producíacultura fuera del país, es decir, en la emigración, y medijo: «Sí, pero la coherencia la damos los cubanos desdenuestro territorio nacional».

La coherencia en que hemos insistido se manifiestaen los eslabones señalados y otros de similar jerarquíay sentido histórico. No son, desde luego, los hechos yhombres expuestos los únicos que conforman la esenciade la nación cubana. Hombres y hechos destacadosconstituyen la columna vertebral de la historia nacionalcubana. Podrían faltar eslabones claves por mencionar,pero todos son partes de la misma línea.

Amor y razón, ciencia y conciencia conforman,maduran y alientan en nuestro espíritu esta historia deglorias. No es solo una metáfora sino también realidad.Los que no partan de esa historia y del significado delos hechos y contradicciones que la fueron generandono podrán jamás entender a Cuba y su cultura. Ellahizo cuajar el ajiaco con que Fernando Ortizcaracterizaba a la cultura nacional. En él hay diversidady pluralidad, pero, sobre todo, una esencia distintivade la patria y el «rencor eterno a quien la ataca» y ladecisión irrevocable de ponerse del lado «de los pobresde la tierra». Por eso, quien así lo haga «merece honor».

Es esto lo que la llamada «cubanología» que alientael imperialismo intenta destruir y lo hace dividiendo lahistoria en dos partes: antes de 1959, para llegar a unainterpretación equivocada y entreguista, que Cuba debíasu independencia a los Estados Unidos; y otra despuésde 1959, la de que Cuba se convirtió en satélite de unapotencia extracontinental. Estas son falsedadesfácilmente comprobables.

Es hora de que los estudiosos de asuntos cubanosfuera del país articulen la historia anterior a 1959 con laposterior, para hallar la genuina Cuba martiana yfidelista. Estos no son dogmas, ni tampoco signos deoportunismo o debilidad. Son principios éticos que nosexplican como nación. En nombre de ellos es necesariorechazar todo extremismo y promover la exaltación deuna Cuba cuyo prestigio de hoy irá creciendo, y queno podrá ser jamás doblegada.

Ni liberales reformistas ni ortodoxos delinmovilismo; sino socialistas y martianos, fundiendoen una sola pieza lo que algunos llaman razónemancipadora. Para promover la más amplia y profundalibertad creadora, la de la cubanía y el socialismo.

© , 1996.

intelectuales. A partir de los años 80, los nacidos con laRevolución llegaron a la edad de desarrollar unpensamiento político. Y así surgieron fuerzas nuevas,dinámicas, con las cuales teníamos que trabajar los demayor edad. Por vez primera, los de la Generación delCentenario nos vimos en la necesidad de dialogar ydebatir políticamente con nuestros propios hijos. Eldebate tenía que inspirarse no solo en un estilo políticoen su sentido más amplio, sino, incluso, en estiloeducacional. Es importante que esto se entienda.

A veces se cree que los procedimientos tajantesexpresan un mayor grado de radicalismo. Como hemosseñalado, lo radical no está en los extremos; se halla enlas contradicciones, en la síntesis que se alcanza en losenfrentamientos ideológicos. El proceso histórico porel que transcurre desde la forja de la nación y hastanuestros días, ilustra esa síntesis. Negarla es purainvención.

Fueron la epopeya independentista y luego loscombates antimperialistas contra los gobiernosentreguistas y corrompidos de la república neocoloniallos que forjaron y desarrollaron a la nación cubana. Enuna jerarquización de hechos y contradiccionesinconfundibles no se puede negar esa evidencia. Veamos:

� Varela y la escuela cubana de la primera mitad delsiglo XIX;

� las guerras de independencia nacional quesimbolizamos en Céspedes, Agramonte, Gómez,Maceo y Martí (1868-1898);

� los combates antimperialistas populares y socialistascontra la Enmienda Platt y los gobiernosmediatizados (1902-1933). Enrique José Varona, JulioAntonio Mella, Rubén Martínez Villena, AntonioGuiteras, Pablo de la Torriente Brau;

� las luchas democráticas, populares y revolucionariasque se sintetizan en la Constitución de 1940, mástarde derogada por el golpe de Estado, al servicio delimperialismo, de Fulgencio Batista (1933-1952);

� el proceso de liberación lidereado por Fidel, al frentede la Generación del Centenario (1953-1959);

� la victoria del Primero de enero de 1959;� la proclamación del carácter socialista de la

Revolución y la victoria del 19 de abril de 1961;� los 35 años que desde entonces llevamos inmersos en

una Revolución socialista.

Es irracional pensar que la razón instrumental de lanación cubana tenga eslabones de más alta jerarquía.Los símbolos que ellos expresan son paradigmas de lahistoria de Cuba. No quiere decir esto que ellosignifique la totalidad del alma o de la cultura nacional.