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Suplemento del periódico EL MIRADOR www.periodicoelmirador.com.ar
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#faustina de gennaro /// #maría josé girondo
#ShotonlineSuplemento Multimedia
Síntom@s digit@les
Opinión 2.0
Cyber shopping
Las primeras décadas del siglo XXI nos
recibieron con una innovación en las
lógicas comunicativas, potenciadas por el
uso de nuevos sitios de Internet que
permiten el envío y recepción de mensajes
(textos, videos, fotos) en forma instantánea,
construyendo así discursos entrelazados
que se comparten en un espacio público
digital .
Es preciso analizar el impacto que estos
nuevos métodos de interacción tienen
sobre el proceso de formación de la opinión
pública, de la manera en que ya lo vienen
haciendo algunos pensadores de la
materia, como Castromil (201 3), en cuanto
al posible surgimiento de nuevos líderes de
opinión y el acceso inmediato a información
que es de relevancia pública, pero a su vez
es ignorada por los ahora “tradicionales”
medios masivos; o Sanpedro Blanco y
Resina de la Fuente (201 0), con la
“prol iferación de esferas públicas
periféricas” a través de Internet y su
“influencia en la central, pudiendo generar
un proceso de apertura”. A partir de los
estudios recientes y el auge de las
l lamadas “nuevas tecnologías”, vale la
pena preguntarnos si estamos en presencia
de fuerzas capaces de revolucionar los
conceptos circundantes a la opinión pública
históricamente enfocados y desmenuzados
ya de muy diversas maneras por autores
de renombre.
Intentaremos cuestionarnos aquí si los
líderes, actores o formadores de opinión se
han multipl icado gracias a las redes
sociales; si estos continúan siendo los
mismos elegidos previamente durante el
estal l ido de los medios masivos o si en
realidad se perpetúan en el anonimato o
tras bambalinas de la l lamada esfera
pública. El ámbito virtual de las redes
sociales donde actualmente gran parte de
los espectadores y solo algunos actores
(Price, 1 992) suelen pasar sus horas de
ocio e interacción social reproduce en su
mayoría opiniones informales, no públicas y
personales como las mencionadas por
Habermas durante la segunda mitad del
siglo XX.
Dentro del espacio cibernético delimitado
por Twitter, existen diversos conceptos que
de alguna manera ordenan el
comportamiento de quienes navegan por
esa plataforma. Por ejemplo, el uso del
símbolo numeral (hashtag o etiqueta) junto
a la redacción de un texto particular permite
almacenar un tema para que luego pueda
ser buscado y “re twitteado”.
Gracias al uso de las etiquetas, Twitter
uti l iza un algoritmo que permite identificar
aquellas palabras más mencionadas en la
red, de manera on-l ine. Es por eso que
durante un mismo día se pueden encontrar
diferentes temas popularizados según el
momento en que se haga el análisis. Estos
temas de moda se han denominado
“trending topics” y proponen una sentencia
sobre “aquello de lo que se habla”. Al final
del día, se pueden consultar rankings de
trending topics por país o región, con el
detal le de la cantidad de repeticiones que
ha tenido un tweet. Incluso existen sitios de
internet tales como trendinal ia.com y
trendmap.com que reportan las tendencias
a nivel mundial, con el vértigo del “minuto a
minuto” y esgrimiendo una suerte de panel
de control que rastrea las opiniones sobre
un planisferio virtual, acompañado por
gráficos de barras e indicadores.
Todo tema puede ser trending topic: “Amo a
Justin Bieber porqueN” “Volvió Marcelo”
(29 de abri l 201 4) –haciendo alusión al
regreso del show de Marcelo Tinel l i a la
televisión argentina; “En este momento
quisiera queN” –un tema propuesto para
opinar l ibremente; “Hoy es el día rojo” (8 de
junio) –en referencia al ascenso del club
Independiente a la primera división del
fútbol argentino.
Actualmente las redes sociales son fuentes
de información que consumen algunas
personas sin mediadores. Es decir, un
tweet publicado por el jefe de Gabinete de
Ministros de la Nación es material crudo,
expresado por el protagonista sin
traducción o interpretación mediática, como
si se tratara de una agencia de noticias
personal.
En un artículo de D’Adamo (2000) sobre la
relación de los medios de comunicación de
masas y la formación de la opinión pública,
ya se estudiaba el impacto del “aluvión
permanente de noticias e imágenes de la
más variada índoleN” sobre los individuos
que se encontraban inundados de noticias
pero desinformados o mal informados. La
rapidez con que los mensajes y el objeto
noticia se multipl ican en
las redes sociales supera ampliamente la
velocidad de la televisión –diva del siglo
XX. Y si un emisor quiere distribuir una
información para que esta sea devorada en
una orgía de consumidores, no encontrará
otro límite más que el acceso a un
hardware y a internet.
Valdría la pena preguntarse entonces cuál
es el grado de relevancia política de una
opinión por sí misma, si esta no implica una
acción–medianamente significante o hasta
turbulenta-, si el tema al que hace alusión
tiene una vida efímera, o si la opinión es
expresada por un autor no legitimado como
sujeto formador de opinión. Las nuevas
redes son herramientas úti les para la
expresión, difusión y repetición de
opiniones, pero no obligatoriamente crean
líderes de opinión.
Ser un experto en el uso de planil las de
cálculo, ostentando certificados de
aprobación de un curso especial izado (por
ejemplo en Microsoft Excel) no supone el
conocimiento de un contador o de un
licenciado en administración. Conocer
todas las funciones de un procesador de
textos, con sus diferentes opciones de
diseño de página, ajuste de márgenes y
esti lo de letra no transforma
espontáneamente a un individuo en
novelista célebre.
Hasta el momento hemos recorrido algunos
de los componentes significativos para la
publicación de las opiniones en los
espacios virtuales ofrecidos por las redes
sociales (actores, espectadores y opiniones
informales). ¿Podremos arrimarnos al
tratamiento de una opinión pública que
interviene en los asuntos públicos de
importancia? En las secciones de
economía o política de diarios y revistas
más destacados se publican entrevistas a
dueños de grupos multinacionales, a
quienes consultan sobre el rumbo del país,
inversiones y otras consideraciones del
espectro político. Estas notas no salen a la
luz con mucha frecuencia; quizás porque
existe un momento indicado para opinar
sobre un tema en particular o para publicar
una opinión que puede resultar demasiado
influyente en las decisiones de los actores
sociales.
Una vez publicada en algún medio de
comunicación, las réplicas se multipl ican en
las redes, aunque rara vez llegan a ser
“trending topics” porque en ese gran
“paquete surtido de galletitas” que forman
las aplicaciones tecnológicas del siglo XXI ,
las noticas de índole económica, que no
contienen en su título la palabra “catástrofe
o alerta” o no incluyen romances
escandalosos, pasan a ser las “boca de
dama” o los “abanicos” que pocos quieren
comer. Y no solo no son elegidas con
ansias por los consumidores, sino que rara
vez son ofrecidas por los verdaderos
dueños de la fábrica de galletitas.
A fines del año 2000 en Argentina, el
capital depositado en bancos de ese país
l legaba a los 85 mil mil lones de dólares. Un
año más tarde ese número se reduciría a
67 mil mil lones. De esos 1 8 mil mil lones de
dólares que se retiraron del sistema, el
treinta por ciento (unos 5500 mil lones) fue
extraído antes de marzo de 2001 .
El setenta por ciento restantes corresponde
a diciembre de ese mismo año. A partir de
ese mes, la historia es harto conocida: la
publicación de una medida económica que
permitía extracciones máximas de hasta
250 pesos por semana; la pesificación de
plazos fi jos en dólares; los recursos de
amparo; los cacerolazos, movil izaciones y
reclamos frente a los bancos; las
manifestaciones en Plaza de Mayo; los
enfrentamientos; la crisis institucional; la
represión y otros acontecimientos que, a
diferencia de todos los mencionados
recién, sí fueron irremediables.
Síntom@s digit@les
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Algo tan fundamental como es el cuidado
del ahorro, para quienes queremos creer
somos parte de la formación de la opinión
pública, estaba siendo objeto de
conversación y discusión dentro de una
esfera de opinión no pública (en cuanto a
difusión o publicación masiva), pero sí
opinión pública en tanto pertenece a un
público dominante y reducido, a fines del
año 2000; un año antes que se diera a
conocer este primer gran robo del siglo XXI
en Argentina, al cual los medios de
comunicación masiva denominaron a
través del uso de un diminutivo – adjetivo
que tiene la cualidad de reducir o disminuir
algo a menos o que presenta un objeto con
intención apelativa o emotiva – el “corral ito”
(este término fue pronunciado por primera
vez al aire por el periodista económico
Antonio Laje durante el programa de
televisión Después de Hora, que conducía
el empresario Daniel Hadad en 2001 ).
Pero volviendo a esos 1 8 mil mil lones que
se retiraron y, más aún, a los 67 mil
mil lones de dólares que llegaron
inmovil izados al congelamiento de los
depósitos bancarios. Hubo un momento a
fines de 2000 en el que la decisión de
retirar capitales no fue públicamente
difundida o recomendada (de otra forma, la
clase media habría “puesto boca arriba” los
cajeros automáticos. Pero a fines de 2001 ,
la decisión no solo era recomendada, sino
que era aclamada a viva voz, promovida y
sustentada además por la desconfianza
que generaban las medidas restrictivas. Lo
interesante sería analizar qué sucedió entre
esas dos instancias.
Porque los números indican que hubo
ahorristas que quedaron exentos del
corral ito (no sólo las historias en charlas de
café), quizá fue porque justo invirtieron el
capital en otro proyecto, quizá porque
debieron gastar ese dinero en un suceso
inesperado o quizá porque en alguna
charla con el jefe del jefe del jefe en una
empresa grande, se enteraron que habría
una corrida bancaria en pocas semanas.
Esta última hipótesis huele a profecía que
se auto cumple (Watzlawick, 1 981 ).
Una vez que la mayor parte de los
depósitos, concentrados a su vez en pocas
manos, se encuentra resguardada y con el
valor intacto (hasta potencialmente
multipl icado a posteriori), lo único que resta
hacer es circular el rumor de la crisis para
que esta suceda y en consecuencia ese
valor en potencia se actual ice. Es decir,
provocar el efecto para obtener la causa. A
comienzos del siglo XXI , existía apenas un
muy incipiente uso de los correos
electrónicos como canales de
comunicación y conexiones de internet que
ahora podemos llamar “precarias” en
comparación. La diacronía de los hechos
en la historia nos prohíbe formular qué
habría sucedido de coexistir la crisis de
2001 con el auge de las redes sociales. Sí
podemos contar qué sucedió habiendo
tenido a disposición en esa época canales
de televisión nacionales e internacionales,
señales públicas y privadas, radios,
revistas, suplementosN
Los verdaderos actores opinaron cuando lo
necesitaron. Runrún inquebrantable de
opiniones de opiniones; simulacros de
conversaciones en las que es más
importante destacar la propia frase que el
contra argumento; complicidad de medios
masivos en la retroal imentación de los
mensajes entre las redes y los megáfonos
audiovisuales; líderes de opinión “por un
día” en un destel lar o combustión
espontánea; y entretenimiento que silencia
lo que sucede mientras admiramos la
pantal la ¿Por qué no habríamos de
suponer que la ficción de la opinión pública
sigue más viva que nunca?
El material ismo histórico expresado por
Marx a fines del siglo XIX establecía una
relación directa entre la formación de la
opinión pública y las ideas de la clase
dominante, impuestas por quienes ejercen
el poder material en toda su extensión: “Las
ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes en cada época; o, dicho en
otros términos, la clase que ejerce el poder
material dominante en la sociedad es, al
mismo tiempo, su poder espiritual
dominanteN Las ideas dominantes no son
otra cosa que la expresión ideal de las
relaciones materiales dominantesN Los
individuos que forman la clase dominante
tienen también, entre otras cosas, la
conciencia de ello y piensan a tono con
ello; por eso, en cuanto dominan como
clase y en cuanto determinan todo el
ámbito de una época histórica, se
comprende de que lo hagan en toda su
extensiónN como pensadores, como
productores de ideas, que regulan la
producción y distribución de las ideas de su
tiempo; y que sus ideas sean; por eso
mismo, las ideas dominantes de la época.”
(Marx y Engels).
El autor de El Capital y de La miseria de la
Filosofía describía la opinión pública como
“una falsa conciencia, una máscara del
interés de clase burguésN la ideología del
estado de derecho burgués”. Si en algún
momento se consiguiera convencer a los
espectadores de que Facebook, Twitter o
algún otro portal son el nuevo espacio
público; que todo discurso que se
construye en la esfera digital fortalece la
plural idad de voces, la opinión pública y la
democracia, y que esas breves frases (de
1 40 caracteres) son en realidad
genial idades, aquella falsa conciencia será
la i lusión perfecta. I lusión en la que no
estamos leyendo ni siendo leídos por el
otro; solo estamos expresando nuestra
opinión porque nos gusta leerla y, de ser
posible, leerla mientras nos miramos en un
espejo. Incluso si pudiéramos editar una
conversación para que solo quede nuestro
discurso, alcanzaríamos el clímax ficticio
comparable al orgul lo de concebir un
trending topic.
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Orlando D’ Adamo plantea para el análisis del fenómeno de la
opinión pública, la inclusión de tres de los elementos que dan forma
a una tri logía: sujeto-objeto-ámbito, o individuos que opinan, a un
objeto o tema sobre el que se opina y a un ámbito en el que se
producen los debates acerca de las diferentes cuestiones.
La entiende: pública por su origen, por su objeto y porque nace de
la interacción social. Y define entonces a la opinión pública como la
expresión de cualquier colectivo que tenga la capacidad
de manifestarse acerca de un objeto de origen público o privado
pero de exposición pública, en un ámbito visible. Destaca también
algunas particularidades de la opinión pública:
1 . Se considera pública: por su emisor; por su objeto; por su ámbito
de comunicación.
2. Política: cuando se refiere al proceso de toma de decisiones.
3. Heterogénea: porque dentro de un mismo grupo pueden existir
varias opiniones sobre un mismo tema, porque pueden existir
diferentes opiniones entre diversos grupos acerca de un mismo
tema y porque los sujetos que constituyen el colectivo que opina
pueden variar, no hay un solo público. La contracara de la
heterogeneidad constituiría la homogeneidad de la opinión, que es
difíci l de encontrar.
4. Predominante: porque incluye las opiniones de la mayoría de las
personas que componen el público.
5. Acotada o minoritaria: porque puede imponerse la opinión de
unos pocos sobre la de muchos.
6. Informada: porque las personas se informan del tema acerca del
que se va a opinar.
7. Desinformada: porque las personas no se informan sobre el tema
objeto de opinión (o lo hacen de manera superficial).
Por su parte, Vincent Price desarrol la el concepto de “Actores” de la
opinión pública. Considerando a aquellos que, tanto sean
funcionarios, como ciudadanos interesados, intentan influir
directamente en los asuntos de opinión, dan cuenta de los
problemas, proponen soluciones, e intentan persuadir a los demás a
través de su punto de vista. Y Lippman agrega además, que “los
actores de un determinado asunto son espectadores en otro, y los
hombres pasan continuamente de uno a otro lado”. Sabemos que
de acuerdo a un proceso histórico con grandes cambios
tecnológicos, sociales, económicos y políticos, se han transformado
los paradigmas comunicacionales así como también la concepción
sobre la Opinión Pública, que, habiendo sido considerada como un
todo, no reducible a sus partes de acuerdo a la tradición clásica,
comenzó a analizársela desde su aspecto medible, cuantificable,
mensurable desde las individual idades que la componen, a partir de
la tradición empírica. Estos profundos hechos históricos y cambios
comunicacionales surgidos de los efectos de la globalización, la
aparición de Internet, las plataformas virtuales y las redes sociales,
abrieron un abanico de posibi l idades en materia de Opinión Pública
y refuerzan la tri logía sujeto- objeto - ámbito planteada por D’
Adamo. El sujeto, o los individuos que opinan, lo hacen de manera
interactiva en el nuevo ámbito: Internet o “La Red”.
Resulta importante hacer la salvedad de considerar a Internet como
un ámbito, un nuevo espacio, y no como una herramienta, dado
que, como indica el propio D’ Adamo constituye el eje del concepto
de “aldea global” y de transnacionalidad; “se acortan las distancias y
las diferencias entre los distintos puntos del planeta.” Por otro lado,
un nuevo ámbito que tiene un lenguaje y códigos propios que
funcionan en ese espacio de manera distinta que en uno tradicional
y que deben ser entendidos para no “terminar derrotado ”, tal como
expresa Antón Castromil . Se ha modificado vertiginosamente la
forma de comunicación, el acceso a la información y la cantidad de
información a la que estamos expuestos. De esta forma, el sujeto,
puede opinar de forma directa en la página virtual de un Diario, y
dar su opinión sobre una noticia o puede debatir con otras personas
sobre el contenido expuesto. De la misma manera puede hacerlo a
través de las redes sociales de un medio cuando mira un programa
de televisión o escucha radio. Los medios de comunicación, que
brindaban información sin la obtención de respuesta inmediata de
su público hasta el siglo XX, tienen un nuevo desafío frente a los
sujetos interactivos de la actual idad. Como lo indican Sampedro
Blanco y Resina de la Fuente, “ El incremento de actores con
capacidad comunicativa, de su ámbito y formas de actividad
cuestiona los monopolios institucionales que antes expresaban la
opinión pública.”
El objeto sobre el cual se opina también pareciera transformarse.
Como indica el autor, el objeto corresponde a un asunto público, o
privado pero que tenga exposición pública. Y las comunicaciones a
través de Internet pueden “transformar” el objeto de opinión. Es
decir, el objeto de debate sobre el que el/ los sujetos comienzan
opinando, puede modificarse a medida que la comunicación virtual
avanza. La diversidad de opiniones puede yuxtaponerse sobre
diferentes aspectos de un mismo objeto. Esto también refuerza su
concepto de heterogeneidad, dado que además de que sobre un
objeto pueda opinar un grupo con diversidad de opiniones, a su vez,
la opinión del grupo tampoco se da en el mismo momento, no es
necesariamente simultáneo y el objeto de opinión puede haberse
modificado o desvirtuado.
Esto ocurre, porque como recuerdan Sampedro y Resina “del iberar
no es sólo dar una opinión, sino que, como afirma Park, consiste en
un doble proceso: hablar y escuchar. Y ,«mientras que hablar
desarrol la fuerza e individual idad en la opinión, escuchar a los otros
desarrol la la civi l idad».
Las opiniones de los sujetos de la tri logía desarrol lada por D’
Adamo, expresadas en Internet acentúan también las posibi l idades
de encontrar el resto de las particularidades de la Opinión Pública.
Sobre un tema puede haber opiniones predominantes o acotadas
tanto como informadas o desinformadas; así como también puede
haber solamente actitudes de agrado o desagrado sin
mayor compromiso pero que igualmente dan cuenta de una
manifestación de aprobación o desaprobación.
Por último, como indica Castromil : A fuerza de habitar este nuevo
ámbito, estos espacios, de social izarse en ellos, de uti l izarlos para
hacer amigos, trabajar, encontrar pareja, rescatar amistades y
acceder a un tipo de información más rica y procedente de los más
variopintos lugares está ya entre nosotros una nueva generación de
ciudadanos; acostumbrados a un debate más abierto, en el que no
sólo se admiten preguntas sino que siempre ha lugar a comentarios,
contrapuntos de vista, crítica, sarcasmo o añadido de información
adicional. ” Explica que “en las redes sociales la pauta de relación
emisor-receptor, precisamente por su carácter abierto, de
desempeño borroso de roles, se ha vuelto más horizontal y es por
el lo que se observa más horizontal idad e interactividad y menos
eslóganes vacíos.”
Para concluir, la Opinión Pública se ve transformada en su forma de
ser concebida así como en su ejercicio a partir de esta época
globalizada. Globalización, que, como expone D’ Adamo, se inicia
en el ámbito de la economía. Y así como facil ita las virtudes ya
expuestas de horizontal idad, transnacionalidad e interactividad,
también el mismo ciber-espacio global, conforma un mercado. La
Opinión Pública en su historia está l igada a la Política, a la
Publicidad y éstas a su vez al Marketing. Solo a los efectos de no
perder de vista el factor económico del ámbito digital en el que hoy
también se desarrol la la Opinión, tal como lo exponen los creadores
del Manifiesto Clue Train: los nuevos mercados son conversaciones.
Opinión 2.0
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#faustina de gennaro#maría josé girondo
“Quince por ciento; treinta; cuarenta más cuotas y reintegro
hasta 2000 pesos, solo canjeables con cyber puntos de la
tarjeta de créditoN comprando únicamente en las próximas
48 horas, en los locales habil itados, distinguibles por tener
una banderita naranja en el extremo superior derecho del
sitio de InternetN Aproveche esta gran y única oportunidad
solo durante el tiempo que (precisamente) dure esta
promoción.”
En unas pocas horas, una arti l lería de mensajes se disparan
hacia las casil las de correo, cuentas de Facebook o Twitter
de los consumidores, con un nivel de urgencia tan extremo
que dejaría a entender que quien pierde “esa oportunidad”
no está bien adaptado al ritmo de la sociedad actual.
Una de las tendencias que desde hace unos meses invade
al consumidor, no solo desde la web sino ahora también a
través de una viral ización de los tradicionales medios
masivos de comunicación, es la apertura de una ventana
para comprar con llamativos descuentos a través de los
sitios de Internet de marcas reconocidas.
Este ojo de gato que se abre por un tiempo limitado (dos
días y una noche) permite el acceso a las l lamadas tiendas
virtuales, que abarcan desde viajes, indumentaria, l ibros,
zapatos, electrodomésticos, ropa de cama, colchones,
cenas, espectáculos hasta maquil lajes, disfraces y pelucas.
Los potenciales compradores reciben ofertas de estos Cyber
eventos y, a su vez, consejos provenientes de diarios on-l ine
sobre qué tener en cuenta en el momento de aprovechar los
descuentos.
Entre otros, capturar las pantal las de las ofertas para tener
un respaldo en caso de existir una diferencia de cantidad o
color de los productos, y asegurarse de que el sitio ofrece
un entorno seguro para las transacciones con tarjetas de
crédito (algo un poco extraño de confirmar, si los datos de
los individuos ya están ya desperdigados por la redN)
El bombardeo de la publicidad a través de la web revela un
receptor con más cara de consumidor pasivo que de
receptor-emisor, como se pretendería en una web 2.0 con
participación ciudadana y un papel activo en la formación de
la opinión pública.
Cyber shopping:tu tiempo se agota
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