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8 Bilbao o sabría –escribía el estadounidense Henry David Thore- au (1817-1862) en el manifiesto Caminar– citar poema alguno que exprese adecuadamente es- te ansia por lo salvaje. Desde ese punto de vista la mejor poesía resulta mansa. No sé en qué lite- ratura, antigua o moderna, ha- llar un texto que me satisfaga respecto a esa Naturaleza. (...) La mitología es lo que más se le aproxima”. Borges destacó de él: “Quería bastarse a sí mismo sin comprometerse en tareas de largo plazo, fue constructor de botes y cercos y agrimensor”. Fue eso y mucho más, y, entre to- das las opciones, un libertario, hombre inclasificable, un hura- ño sublevado, que, en defensa de su ideal, intimaba con la na- turaleza por medio de una vida aislada y autosuficiente, y tam- bién un poeta. Su espíritu ascéti- co y crítico ejerció una protesta estoica y da ahora ejemplo, en- salzando la grandiosidad de la condición salvaje, que es lo que según Thoreau permite al hom- bre viajar hacia dentro de uno mismo, reconocerse y vivir sin otra ambición que la de pasear por la espesura de los bosques y observar el apacible y sagrado transcurrir de las cosas más hu- mildes, en un credo individua- lista, fuera de la celda simbólica de la civilización y de los logros y adelantos de una sociedad egó- tica, tantas veces prescindibles. En uno de los poemas de Thore- au encontramos esto: “Alegre- mente me desharía de mis libros/ porque no puedo leer,/ a cada pági- na mis pensamientos/ se pierden por el prado/ donde es más rico el ali- mento/ y alcanzan allí su deseo más apropiado./ Plutarco fue bueno/ y también lo fue Homero,/ la vida de nuestro Shakespeare/ fue digna de volver a ser vivida,/ pero lo que Plu- tarco escribió/ no fue bueno ni ver- dadero/ ni los libros de Shakespea- re,/ a menos que sus libros fuesen hombres”. Con Thoreau convive un patriotismo veraz y alternati- vo, de autarquía moral, que cre- ía en el hombre sensible al mis- terio de lo poético, intuitivo, cultivado en el orden de mirar. No le seducía el racionalismo exagerado de otros fi- lósofos y tampoco ponderaba los avan- ces tecnológicos o el servilismo amanera- do y falso del hombre moderno. Fue Thore- au un enorme poeta, no me cabe duda, lo demuestran los textos recopilados en la poe- sía completa publica- da por la editorial Ga- llo de Oro. El Thore- au poeta es convulso y panteísta y, a la vez, luchador y trascendental, jamás se aparta de su ideario naturalista y políti- co. Su poesía no suena desafina- da ni mucho menos anticuada, hasta supera las limitaciones de su prosa ensayística, porque comprende el lenguaje como medio para percibir una totali- dad de sensaciones integradas en un cuerpo y una identidad, al ahondar en la esencia humana y en el sentido de la naturaleza. Su influencia, por otra parte, es más que evi- dente en poe- tas posteriores y actuales como Jim Dodge. Estos textos son un azote inesperado y vivificador, donde Thoreau despliega su ta- lento para la observación minu- ciosa de lo nimio. En sus poe- mas es la propia Naturaleza quien impone la escritura, la obligación de nombrar lo que siempre está huyendo, de fijar a la palabra el frente oscuro de lo incierto. Thoreau está dotado para saber detenerse en lo que destella, con mirada panorámi- ca y cierta inocencia en la acti- tud. Y esa era su posesión más vá- lida, la de las palabras silencia- das y la de la percepción. Lo di- ce, por ejemplo, en Precipicio, un poema de factura impecable: El sonido más intenso que trae la brisa hasta aquí cuando ansiamos escuchar algún sonido audible es el del suspiro del bosque; y cuando no lo ansiamos es la calma profunda. Las lenguas sólo existen para irritar al oído con ideas superficiales. Cuando surgen ideas más profun- das, se silencia la estridente discor- dia de las malas palabras, y los senti- dos se hacen tan livianos como es ne- cesario para participar del éxtasis”. Otro poema, Retraso es el que mejor define y alienta la poética de Thoreau: “Ninguna acción ge- nerosa puede retrasar/ o frustrar nuestras aspiraciones más eleva- das,/ pero si son honestas y sinceras /suscitará nuestra mirada/ y apun- talará nuestra naturaleza”. Absor- to en la ensoñación, nada per- turbaba su solitaria tranquili- dad, que tenía un fin elemental, cumplir con una vocación ascé- tica y contemplativa. La sabidu- ría de prestar atención a la sim- plicidad, a la vida tranquila e in- sumisa, desde la atalaya de una rebeldía pasiva pero inteligen- te, le definió; desde lo alto cris- talizaba la firmeza de su carácter y afinaba la puntería de su pen- samiento. Thoreau fue un per- sonaje sensitivo a la indagación de su propia estela: “Dame el lu- gar más apartado/ donde realizar mi invisible carrera./ Déjame en al- gún alejado y solitario prado/ donde poder silbar entre los juncos,/ o entre los bosques de hojarasca/ susurrar a la caída de la tarde”. Thoreau su- po también poetizar el discurso, reservarle un propósito interro- gativo y sacarlo de la anotación impenetrable de buena parte de la filosofía. De alguna manera sabía que la esencia de casi todo no puede ser otra cosa que la fu- gacidad, no por filosófica me- nos cotidiana. Thoreau despier- ta ahora de nuevo a la contem- plación, a través del lector, para ser más, para rendirse la miste- rio de la serenidad poética. Aitor Francos “N spaldian, Juan Rulforen testua irakurri baino as- koz lehenago, ikuskatu nuen Arturo Ripsteinek eginda- ko Urrezko oilarraren bertsio zi- nematografikoa, El imperio de la fortuna hura, 1985ean egin ze- na. Garai hartan, oraindik ere testu originalera hurbildu ba- rik, Roberto Gavaldonen 1964ko filma gozatzeko aukera izan nuen. Banekien argumen- tua eta giroa ezagutzen nuen, baina ez Rulforen hitzak. Isto- rioa zinemara eramateko pre- misarekin jaio bazen ere, Rul- fok, gidoi bat ezean ipuintzat har daitekeen beste zerbait ida- tzi zuen, 1956 eta 1958 tartean. Rulfo bera, argazkilari trebea zen, aztertu beharrekoa. Argi- talpen elebiduna da P. Oinain- diak euskaratu duen hau, eta omenaldi bikoitza, El Gallo de Oro izeneko argitaletxean atera delako. Ez da alferrikakoa lati- noamerikar klasiko zenbaiten euskaratzea, itzulpenek herri baten izaera moldatzen baitute, eta zeregin hori ezinbestekoa suer- tatzen da beraz lite- ratur propioa sen- dotzeko, are gehia- go euskal herria be- zalako tradizio itxi- ko eta biztanle gu- txiko kulturari so egiten badiogu. Al- de batetik Rulforen obra ezezagunetari- ko bat berpizteko beharra zegoen; bestetik, testuaren euskaratzeak sugai berria dakarkio euskal lite- raturgintzari. Urrezko oilarran Comala antzeko lur erraustuak eta herri hustu hondatuak azal- tzen dira, miseria gorriena eta zoriaren daunbadak agerian ipintzeko. Dionisio Pinzon elba- rria (“auskalo nolatan beso bat kizkurtuta zuen eta benetan ho- rrek zenbait lanetan aritzea era- gozten zion, bai obretan, bai la- borantzan”) zen San Miguel de Milagroko gizon pobreenetako bat eta hartako pregoilaria, “arrabal auzoko etxola korro- koil batean bizi zen amarekin, urteek barik miseriak gaixo eta zaharkiturik utzi zuena”. Hilzo- rian dagoen oilar bat jaso ondo- ren animaliari eskainiko dio arreta osoa, bere amaren zain- ketan jartzen zuen ardura ber- tan behera utziz. Oilarraren be- rreskuratzearekin batera ama- ren heriotza dator eta jendea- ren apaldura, baina baita oilar horrek dakarkion handitasuna eta distira. Oparotasuna eta tra- gedia bide berean biziko ditu Dionisio Pinzonek. Irakurleak orrialdez orrialde asma dezala gainontzekoa. A. F. Juan Rulfo idazlea Se edita por primera vez en castellano la poesía completa de Thoreau Juan Rulforen libururik ezezagunetariko bat euskaratu dute Henry David Thoreau A Thoreau, el poeta detrás del pensador

8 Bilbao Thoreau, el poeta detrás del pensadoromenaldi bikoitza, El Gallo de Oro izeneko argitaletxean atera delako. Ez da alferrikakoa lati-noamerikar klasiko zenbaiten euskaratzea,

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    o sabría –escribía ele s t a d o u n i d e n s eHenry David Thore-

    au (1817-1862) en el manifiestoCaminar– citar poema algunoque exprese adecuadamente es-te ansia por lo salvaje. Desde esepunto de vista la mejor poesíaresulta mansa. No sé en qué lite-ratura, antigua o moderna, ha-llar un texto que me satisfagarespecto a esa Naturaleza. (...)La mitología es lo que más se leaproxima”. Borges destacó deél: “Quería bastarse a sí mismosin comprometerse en tareas delargo plazo, fue constructor debotes y cercos y agrimensor”.Fue eso y mucho más, y, entre to-das las opciones, un libertario,hombre inclasificable, un hura-ño sublevado, que, en defensade su ideal, intimaba con la na-turaleza por medio de una vidaaislada y autosuficiente, y tam-bién un poeta. Su espíritu ascéti-co y crítico ejerció una protestaestoica y da ahora ejemplo, en-salzando la grandiosidad de lacondición salvaje, que es lo quesegún Thoreau permite al hom-bre viajar hacia dentro de unomismo, reconocerse y vivir sinotra ambición que la de pasearpor la espesura de los bosques yobservar el apacible y sagradotranscurrir de las cosas más hu-mildes, en un credo individua-lista, fuera de la celda simbólicade la civilización y de los logros yadelantos de una sociedad egó-tica, tantas veces prescindibles.En uno de los poemas de Thore-au encontramos esto: “Alegre-mente me desharía de mis libros/porque no puedo leer,/ a cada pági-

    na mis pensamientos/ se pierden porel prado/ donde es más rico el ali-mento/ y alcanzan allí su deseo másapropiado./ Plutarco fue bueno/ ytambién lo fue Homero,/ la vida denuestro Shakespeare/ fue digna devolver a ser vivida,/ pero lo que Plu-tarco escribió/ no fue bueno ni ver-dadero/ ni los libros de Shakespea-re,/ a menos que sus libros fuesenhombres”. Con Thoreau conviveun patriotismo veraz y alternati-vo, de autarquía moral, que cre-ía en el hombre sensible al mis-terio de lo poético, intuitivo,cultivado en el orden de mirar.No le seducía el racionalismoexagerado de otros fi-lósofos y tampocoponderaba los avan-ces tecnológicos o elservilismo amanera-do y falso del hombremoderno. Fue Thore-au un enorme poeta,no me cabe duda, lodemuestran los textosrecopilados en la poe-sía completa publica-da por la editorial Ga-llo de Oro. El Thore-au poeta es convulso ypanteísta y, a la vez, luchador ytrascendental, jamás se apartade su ideario naturalista y políti-co. Su poesía no suena desafina-da ni mucho menos anticuada,hasta supera las limitaciones desu prosa ensayística, porquecomprende el lenguaje comomedio para percibir una totali-dad de sensaciones integradasen un cuerpo y una identidad, alahondar en la esencia humana yen el sentido de la naturaleza.Su influencia, por otra parte, es

    más que evi-dente en poe-

    tas posteriores y actuales comoJim Dodge. Estos textos son unazote inesperado y vivificador,donde Thoreau despliega su ta-lento para la observación minu-ciosa de lo nimio. En sus poe-mas es la propia Naturalezaquien impone la escritura, laobligación de nombrar lo quesiempre está huyendo, de fijar ala palabra el frente oscuro de loincierto. Thoreau está dotadopara saber detenerse en lo quedestella, con mirada panorámi-

    ca y cierta inocencia en la acti-tud. Y esa era su posesión más vá-lida, la de las palabras silencia-das y la de la percepción. Lo di-ce, por ejemplo, en Precipicio, unpoema de factura impecable:“El sonido más intenso que trae labrisa hasta aquí cuando ansiamosescuchar algún sonido audible es eldel suspiro del bosque; y cuando nolo ansiamos es la calma profunda.Las lenguas sólo existen para irritaral oído con ideas superficiales.Cuando surgen ideas más profun-das, se silencia la estridente discor-dia de las malas palabras, y los senti-

    dos se hacen tan livianos como es ne-cesario para participar del éxtasis”.Otro poema, Retraso es el quemejor define y alienta la poéticade Thoreau: “Ninguna acción ge-nerosa puede retrasar/ o frustrarnuestras aspiraciones más eleva-das,/ pero si son honestas y sinceras/suscitará nuestra mirada/ y apun-talará nuestra naturaleza”. Absor-to en la ensoñación, nada per-turbaba su solitaria tranquili-dad, que tenía un fin elemental,cumplir con una vocación ascé-tica y contemplativa. La sabidu-ría de prestar atención a la sim-plicidad, a la vida tranquila e in-sumisa, desde la atalaya de unarebeldía pasiva pero inteligen-te, le definió; desde lo alto cris-talizaba la firmeza de su caráctery afinaba la puntería de su pen-samiento. Thoreau fue un per-sonaje sensitivo a la indagaciónde su propia estela: “Dame el lu-gar más apartado/ donde realizarmi invisible carrera./ Déjame en al-gún alejado y solitario prado/ dondepoder silbar entre los juncos,/ o entrelos bosques de hojarasca/ susurrar ala caída de la tarde”. Thoreau su-po también poetizar el discurso,reservarle un propósito interro-gativo y sacarlo de la anotaciónimpenetrable de buena parte dela filosofía. De alguna manerasabía que la esencia de casi todono puede ser otra cosa que la fu-gacidad, no por filosófica me-nos cotidiana. Thoreau despier-ta ahora de nuevo a la contem-plación, a través del lector, paraser más, para rendirse la miste-rio de la serenidad poética.

    Aitor Francos

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    spaldian, Juan Rulforentestua irakurri baino as-koz lehenago, ikuskatu

    nuen Arturo Ripsteinek eginda-ko Urrezko oilarraren bertsio zi-nematografikoa, El imperio de lafortuna hura, 1985ean egin ze-na. Garai hartan, oraindik eretestu originalera hurbildu ba-rik, Roberto Gavaldonen1964ko filma gozatzeko aukeraizan nuen. Banekien argumen-tua eta giroa ezagutzen nuen,baina ez Rulforen hitzak. Isto-rioa zinemara eramateko pre-misarekin jaio bazen ere, Rul-fok, gidoi bat ezean ipuintzathar daitekeen beste zerbait ida-tzi zuen, 1956 eta 1958 tartean.Rulfo bera, argazkilari trebeazen, aztertu beharrekoa. Argi-talpen elebiduna da P. Oinain-diak euskaratu duen hau, etaomenaldi bikoitza, El Gallo deOro izeneko argitaletxean ateradelako. Ez da alferrikakoa lati-

    noamerikar klasiko zenbaiteneuskaratzea, itzulpenek herribaten izaera moldatzen baitute,eta zeregin horiezinbestekoa suer-tatzen da beraz lite-ratur propioa sen-dotzeko, are gehia-go euskal herria be-zalako tradizio itxi-ko eta biztanle gu-txiko kulturari soegiten badiogu. Al-de batetik Rulforenobra ezezagunetari-ko bat berpiztekobeharra zegoen;bestetik, testuaren euskaratzeaksugai berria dakarkio euskal lite-raturgintzari. Urrezko oilarranComala antzeko lur erraustuaketa herri hustu hondatuak azal-tzen dira, miseria gorriena etazoriaren daunbadak agerianipintzeko. Dionisio Pinzon elba-rria (“auskalo nolatan beso bat

    kizkurtuta zuen eta benetan ho-rrek zenbait lanetan aritzea era-gozten zion, bai obretan, bai la-borantzan”) zen San Miguel deMilagroko gizon pobreenetakobat eta hartako pregoilaria,“arrabal auzoko etxola korro-koil batean bizi zen amarekin,urteek barik miseriak gaixo etazaharkiturik utzi zuena”. Hilzo-rian dagoen oilar bat jaso ondo-ren animaliari eskainiko dioarreta osoa, bere amaren zain-ketan jartzen zuen ardura ber-tan behera utziz. Oilarraren be-rreskuratzearekin batera ama-ren heriotza dator eta jendea-ren apaldura, baina baita oilarhorrek dakarkion handitasunaeta distira. Oparotasuna eta tra-gedia bide berean biziko dituDionisio Pinzonek. Irakurleakorrialdez orrialde asma dezalagainontzekoa.

    A. F.Juan Rulfo idazlea

    Se edita por primera vez en castellano la poesía completa de Thoreau

    Juan Rulforen libururikezezagunetariko bat euskaratu dute

    Henry David Thoreau

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    Thoreau, el poeta detrás del pensador