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Revista Cultural de Venezuela
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HUGOTe queremos tanto
PUEBLO VENEZOLANO
“Queremos tanto a Chávez”
BIELORRUSIA
“Héroe indomable,ardiente patriota,luchador por la libertad. Permanecerá para millones de
,Permanecerá para millones de
,ardiente patriota,Permanecerá para millones de
ardiente patriota,personas
como el verdadero padre de la nación venezolana, el defensor de los pobres, de los marginados y de los oprimidos”
ALEXANDER LUKASHENKO
BOLIVIA
“Chávez fue un hermano solidario,un compañero revolucionario, un latinoamericano que luchó por su patria, por la patria grande, como también hizo Simón Bolívar”
EVO MORALES
ARGENTINA
“Hombres como Hugo Chávez no mueren, se siembran”no mueren, se siembran”no mueren,
CRISTINA KIRCHNERECUADOR
“Fue líder de un proceso histórico en América. proceso histórico en América. proceso histórico
Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que
revoluciones en América nunca inspirando las revoluciones en América nunca inspirando las
Latina”RAFAEL CORREA
IRÁN
“Chávez fue un símbolo de la resistencia contra el imperialismo y un mártir por el bien de la nación venezolana”
MAHMUD AHMADINEYAD
BRASIL
“Reconocemos en Chávez un gran líder latinoamericano y sobre todo un amigo de Brasil”
DILMA ROUSSEFF
“Hombre excepcional y formidable.excepcional y formidable.excepcional
Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que
DANIEL ORTEGA
BRASIL
“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber
por la integración de América Latina y por un mundo más justo”
LUIZ INACIO LULA DA SILVA
EE.UU
“Hoy lloro a un gran héroe para la mayoría de su gentey para quienes pelean en el mundo por un lugar”
OLIVER STONE
RUSIA“Hugo Chávez fue un hombre extraordinario y de gran alcance que miraba hacia el futuro”
VLADIMIR PUTIN
Contenido4
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64A P
LE
NA
VO
Z Chávez en la historiaJOSÉ VICENTE RANGEL
Palabras del Mayor General Jacinto Rafael Pérez ArcayJefe de Estado Mayor Presidencial con motivo de las Exequias al Comandante Presidente “Hugo Chávez”
El Chávez que hizo a ChávezGREGORIO J. PÉREZ ALMEIDA
¿Qué es el Chavismo?YLDEFONSO FINOL
Chávez y el dogmatismoNÉSTOR FRANCIA
William Ospina“Chávez entrará a la mitología de los altares callejeros”CECILIA OROZCO TASCÓN
Los pobres somos ChávezGERMÁN PINTO SAAVEDRA
Chávez ha resucitadoHÉCTOR SÉIJAS
El 4 de febrero sigue más vivo que nunca Entrevista al comandante Hugo Chávez y al historiador Jorge OlavarríaJOSÉ VICENTE RANGEL
Yo soy así: Entrevista con José Vicente Rangel en la Academia Militar
Última confesión del comandanteJOSÉ SANT ROZ
IlustraciónIVÁN LIRA
Se abren ojos de deidades indígenasGERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE
Llegó mi comandante ChávezLOURDES MANRIQUE
Carta dirigida por Hugo Chávez a sus padres en julio de 1977desde cumaná
Manifiesto del soldadoCuartel San Carlos
Chávez contado por sí mismo
Carta al padreMARÍA GABRIELA CHÁVEZ
Maduro: una victoria necesaria ATILIO BORÓN
Epístola a Hugo Rafael EDMUNDO ARAY
Fracaso de Estados UnidosSTELLA CALLONI
Presidente AMIGOWILLIAM OSUNA
75
A Plena VozRevista Cultural de Venezuela
N° 75 agosto de 2013
DirectorWilliam Osuna
Coordinación de la revistaLibia Guerrero Castellón CNP 10.911
Consejo EditorialFrancisco Sesto NovásBenito IradyGustavo PereiraWilliam OsunaMiguel Márquez
Diseño y DiagramaciónGlenn Díaz www.glenndiaz.com
Portada y Dirección de arteGlenn Díaz www.glenndiaz.com
CorrecciónCarlos Aguilar
Colaboraron en este número:José Vicente Rangel, Gregorio J. Pérez Almeida, Yldefonso Finol, Néstor Francia, Germán Pinto Saavedra, Héctor Séijas, Cecilia Orozco Tascón, José Sant Roz, Gerónimo Pérez Rescaniere, Lourdes Manrique, María Gabriela Chávez, Atilio Borón, Stella Calloni, Edmundo Aray, William Osuna, Iván Lira
Depósito Legal: PP200302CS576 ISSN: 1690-6659
Ministerio del Poder Popular para la CulturaFundación Editorial El perro y la rana Centro Simón Bolívar, Torre Norte, Piso 21, Caracas, 1010Tlfs: 58 0212 5648023 / 5640106
Revista A Plena VozE-mail: [email protected] Tlf: 58 0212 3775379
Versión digital: www.elperroylarana.gob.ve
ImpresiónFundación Imprenta de la Cultura60.000 ejemplares
Hugo
5de marzo. El día vino en sus pausas, las palabras traían el rumor de la calle.
Cada pausa era un terror fragmentado, agua estancada desde el otro lado
del teléfono. Sirenas de bomberos se entremezclaban en las llamadas, ruidos
de focas marinas. La gente trataba de descifrar los códigos del ruido. La co-
municación se enredaba en los alambres. Algo sucedía o estaba por suceder.
Todos teníamos la sensación de acontecimiento, de árbol tasajeado o casa sola. En los
barrios los beta silenciaban las motos. En el garaje, las tumbadoras quedaban cabeza aba-
jo, las trompetas se arrinconaban en un silencio de oro y mala lumbre. Daba la sensación
de descenso y herida, caída al vacío.
Los invisibles habitaban en sus palabras lo que no se quería nombrar, se marchaba a
contracorriente; aquel recordó una barca de mástil roto, aguas abajo. Otro recogía algo-
dones alcanforados del suelo. Las enfermeras lloraban, los doctores se miraban. Apertura
y cierre de puertas. Golpe seco. En Santa Rosalía, se tomaba la sopa del desgano. A un
lado servían un pan melancólico, desnudo, untado de mantequilla y café. En Miraflores,
se reunían el gabinete ministerial, asambleístas y pueblo. Una densa bruma ganaba poco
a poco las primeras horas de la tarde. En el bulevar Panteón llovía entre sol y sombra
contra el asfalto. La esquina de Jesuítas era un trapo mojado.
En el reloj no importaban los minutos de más o los segundos de menos. A las 4:25 p.m.
un extraño color ocre dominaba toda la pantalla de televisión. La red nacional de Radio
y Televisión interrumpía sus labores. El vicepresidente Nicolás Maduro Moros, rodeado
de cercanos colaboradores, entre pausa y dolor, nos refería las palabras de ausencia, el
límite del nunca jamás. Tajo a tajo anunciaban la partida física de Hugo Chávez, el que no
le comió pasto a los poderes imperiales, el muchacho del liceo O’Leary, el arañero de Sa-
baneta, el hijo de Hugo de los Reyes y doña Elena, amigo de la pobresía, el que compartió
con ellos suerte, vicisitudes y caminos. El mandatario latinoamericano más relevante
de los últimos veinticinco años. Él que aún gira en las barricadas y esquinas por liberar.
El suceso nos obliga a precisar asuntos de tu pueblo. La familia venezolana te fue a rendir
tributo durante siete días con sus noches, en la casa que mencionabas de los sueños azu-
les: cantores, músicos, poetas, sonaron en verbo y melodías cantos de tu gusto y preferen-
cia. Se juró lealtad, amor constante como diría el poeta. Más allá de febreros y abriles y de
tu sueño de muchacho beisbolero, aquí continuamos con tu morral luminoso a cuesta;
el que le cediste a tu fraterno Adán y pasó a todos los hermanos que en causa común
te acompañamos por este candelorio sagrado de patria. Esto sucedió: un perro nevado,
manchado de humo, calle y orfandad, nos siguió hasta el Cuartel de La Montaña.
4 A PLENA VOZ
1No se necesita morir para en-
trar en la historia. Algunos lo
necesitan, otros no. Les basta
con haber hecho en vida una obra
con perfil propio. Que vaya más
allá de lo común. Algo que llegue,
por ejemplo, al vasto y desolado
universo de los humildes. De los
eternos relegados. De aquellos que
Víctor Hugo eternizó en Los Mi-
serables. Los que no cuentan para
nada. Los que existiendo, no exis-
ten. Los que están presentes, pero
son invisibles porque una estruc-
tura de poder que los desprecia,
y una cultura montada sobre la
exclusión de los que no son con-
siderados iguales, los arroja de la
escena. O mejor, los borra. En la
famosa oración fúnebre de Sha-
kespeare, Marco Antonio exclama
ante el cadáver de Julio César: “El
mal que los hombres hacen los
sobrevive. El bien casi siempre es
enterrado con sus huesos”. Preci-
samente, esa cultura de la segrega-
ción elimina el reconocimiento del
bien que beneficia a los humildes
y sólo lo destaca cuando favorece
a los privilegiados. Por eso en el
lenguaje del dramaturgo el mal
sobrevive.
2Chávez entró en la histo-
ria en vida y como vivió
siempre: en el olor de tem-
pestad. Desde aquél emblemático
“por ahora” que quedó grabado en
el corazón del pueblo, que nada ni
nadie pudo desalojar de este sitial
privilegiado. Ni las conjuras ni las
deslealtades ni los ataques soeces
ni la difamación ni las abyectas
descalificaciones. Porque la ver-
dad sea dicha, ningún otro gober-
nante en Venezuela fue objeto de
campañas tan brutales como las
que se orquestaron contra Chá-
vez ni colocados en las mismas
Chávez en la historia JOSÉ VICENTE RANGEL
5 A PLENA VOZ
circunstancias tuvieron el talante
democrático por él demostrado a la
hora de encararlas.
3Chávez fue un líder atípico.
Su rasgo más acusado fue
la sinceridad. Su voluntad
para asumir responsabilidades.
Algo que no es característico en di-
rigentes políticos que generalmen-
te, eluden el compromiso. Chávez
nunca usó máscaras. Cuando fra-
casó militarmente el 4-F de febrero
aceptó de inmediato su protago-
nismo en esa acción, actitud que
contrasta con la que adoptaron
planificadores y ejecutores del gol-
pe del 11-A. Dio siempre la cara en
política interna y exterior, en me-
didas económicas y sociales, en su
condición de Jefe de Estado. Nun-
ca evadió la confrontación, entre
otras razones porque disfrutaba
con el debate de las ideas. Para el
cual estaba preparado. Porque el
bagaje cultural que acumuló en su
tránsito por la Fuerza Armada, al
conocimiento que adquirió como
lector voraz, agregó el acceso que
como gobernante tuvo a una ex-
periencia viva y a la disciplina de
estudiar los más variados temas.
Siempre sostuve que Chávez ha
sido el mandatario que más cono-
cimiento acumuló en el ejercicio
del cargo.
4Para Chávez, la categoría
de pobre no era una fata-
lidad. Era una perversión
del sistema, del capitalismo, que
él, como socialista, estaba obligado
a extirpar de raíz. La razón de ser,
de su lucha, de acceder al poder,
no fue expresión de un personalis-
mo exacerbado, de una ambición
desmedida —como señalan sus
enemigos—, sino la oportunidad
de cambiar la vida de millones de
seres humanos condenados a la
humillación de no contar con ele-
mentales recursos para sobrevivir.
Fue el “redentor de los pobres”, sí;
y lo confirman los logros durante
su mandato en la lucha contra al
flagelo. Para él esa lucha no fue
banderín de enganche electorero,
puro populismo, lo cual le enros-
traron quienes siempre se carac-
terizaron por realizar semejante
práctica.
5Fue un líder coherente.
Practicaba lo que predica-
ba. Lo que dejó de realizar
no fue por culpa suya, sino por la
complejidad del entramado del go-
bierno, de la burocracia. Tenía un
claro sentido de la autocrítica y lo
que más le angustiaba —incluso
llegó a afectar su salud— era el in-
cumplimiento de promesas, la im-
potencia que lo abrumaba cada vez
que tenía conocimiento de irregu-
laridades, abusos, corruptelas.
6Fue un hombre de coraje,
de extremo valor personal.
De lo cual doy testimonio.
Pero sabía administrar esas cua-
lidades. En momentos críticos, al
borde del abismo, sabía manejarse
con excepcional capacidad. Con-
trolarse y eludir provocaciones.
Actuar con pragmatismo cuan-
do las circunstancias lo exigían.
Avanzar y retroceder. De las tantas
mentiras que sobre él se dijeron
estaba que no era partidario del
diálogo y que por ese motivo Vene-
zuela se polarizó. Nada más ajeno
a la verdad. Para empezar, cuando
arribó a Miraflores ya el país esta-
ba polarizado. Y quiero decir que
ningún otro gobernante venezo-
lano ha tendido más puentes en
situaciones extremas que Chávez.
Ejemplo: luego después del golpe
del 11-A, cuando fue derrocado,
detenido, secuestrado y estuvo a
punto de morir, llamó al diálogo a
la oposición; revocó medidas que
adoptó en el enrarecido ambien-
te de entonces ¿Y cuál fue la res-
puesta opositora? Patear la mesa
y preparar, de inmediato, el golpe
petrolero. Frente a la provocación
montada en la Plaza Altamira, por
militares llamando a la insubordi-
nación de los cuarteles y la com-
plicidad de Alcaldes y dirigentes
de opositores, dejó que el tiempo
resolviera la situación ¿Es posible
imaginar a los presidentes de la IV
República con igual ponderación
y voluntad de resolver en paz los
conflictos? Para dialogar y des-
montar la polarización es impres-
cindible contar con interlocutores
respetuosos de las reglas de juego,
y Chávez nunca los tuvo.
7 Este es el hombre —Hugo
Chávez— que entró en
vida en la historia, que
sólo la muerte pudo abatir, cuya
figura se agiganta y adquiere re-
lieve mundial. La razón del fenó-
meno es su lealtad al pueblo y su
sentido de dignidad en el ejercicio
de la política.
6 A PLENA VOZ
Hablar de Hugo Chávez, es
hablar de Bolívar, insepa-
rables desde hace mucho
tiempo; y hablar de Bolívar, es ha-
blar de Hugo Chávez. A futuro se-
rán inseparables en la mente de los
pueblos de la Tierra.
Voy a comenzar con las pa-
labras de Jesús de Nazaret que si
no fue Dios mereció serlo “Los ár-
boles se reconocen por sus frutos.
No se sacan higos de los espinos
ni de las zarzas se sacan uvas”. El
hombre bueno saca cosas buenas
del tesoro que tiene adentro como
Hugo; y el que es malo, de su fondo
malo salen cosas malas porque la
boca habla de lo que abunda en el
corazón.
La palabra de Hugo, el verbo de
Hugo –que la voz es el reactivo más
exquisito de la personalidad y par-
ticularmente, en representación
viviente, del alma de un extraordi-
nario ser humano como fue Hugo–
pudiéramos decir recordando una
frase que está en el Panteón Na-
cional, cerca de la estatua que hizo
Pietro Cavalier Tenerani, para el
Libertador:
Hugo Rafael Chávez Frías:
Cineres grata atque memor patria
hic condit et honorat, (verdadero
príncipe del espíritu, fuiste tú cade-
te que me oís): quod principi placuit
legis habet vigorem, (lo que tiene el
príncipe en su corazón tiene fuerza
de ley).
Bolívar fue el genio geopolíti-
co cuya imaginación proporcionó
alas a su talento, con tanta perspi-
cacia, que derivó en pensamiento
conductor, verbo, trabajo y ejem-
plo, que movieron al Ejército Li-
bertador desde el Orinoco hasta
el Potosí. Doscientos años después
el mismo raciocinio y los mismos
ideales reaparecen transformados
en el árbol gigantesco de sueños
azules de la Academia Militar, tu
Academia Militar, tu roble y tu sa-
mán, y tu Patio de Honor.
Pródiga imaginación la de
Bolívar que trasmigró en el alma
de Hugo Chávez como llamarada
profunda de iluminación del por-
venir ¿Qué fuiste tú Hugo? Sino lo
que has recordado tantas veces y
que movió el alma de Bolívar, un
relámpago que rasgó por instantes
las tinieblas, fulguró en el abismo
y tornó a perderse en el vacío. Te
fuiste de repente y has dejado un
vacío ¡Inmenso! en Venezuela.
Que toda Venezuela está obligada
a llenar ese vacío con las virtudes
cardinales que a ti te adornaron,
porque fuiste un soldado de la Ley,
pero no cualquier ley. Esas que se
derivan de la naturaleza de las co-
sas, describió Montesquieu, en el
espíritu de las leyes. Quiso Hugo
Chávez, consumirse al estilo de
Jesús el Redentor ¿Por qué juró
morir hasta implantar el Socialis-
mo? Porque en las Revoluciones
verdaderas se triunfa o se muere.
No te creyeron, Hugo, muchos no
te creyeron ¿Qué fue Hugo Chávez
sino una especie de trasmigración
rodoniana del alma de Bolívar?
Rodó, hablando de Bolívar que es
como hablar de tu persona Hugo,
grande en el pensamiento, grande
en la acción, grande en la gloria,
grande en el infortunio, grande
para magnificar o para sublimar lo
que cabe en el alma de los grandes
y para sobrellevar en el abandono
y en la muerte la trágica expiación
de la grandeza.
Digamos que la materialidad
del pensamiento del héroe escla-
recido, Bolívar, hizo eco sonoro en
este siglo, en el alma de Hugo Chá-
vez. Fuiste la verdadera época,
abarcas muchas generaciones,
eres más que una generación y
más que un siglo, el Comandante
Palabras del Mayor General Jacinto Rafael Pérez Arcay
Jefe de Estado Mayor Presidencialcon motivo de las Exequias al
Comandante Presidente “Hugo Chávez”VIERNES 15 DE MARZO DE 2013
7 A PLENA VOZ
llenó su vida con el cumplimien-
to de su deber como nadie nunca
antes lo hizo. Una vez dijiste con
Bolívar “seré irrevocable como
el destino y en esa disciplina me
consumiré”. Dijiste ante la Pre-
sidenta del Parlamento, doctora
Cilia Flores: “Juro delante de la
Constitución Bolivariana, juro
por Dios, juro por el Dios de mis
padres, juro por ellos, juro por mis
hijos, juro por mi honor, juro por
mi vida, juro por los mártires, juro
por los libertadores, juro por mi
pueblo y juro por mi Patria, que
no daré descanso a mi brazo ni re-
poso a mi alma, que entregaré mis
días y mis noches y mi vida entera
en la construcción del socialismo
venezolano, en la construcción
de un nuevo sistema político, de
un nuevo sistema social, de un
nuevo sistema económico, juro
por el Cristo, el más grande socia-
lista de la historia; juro por todo
ello –dijiste– juro por todos los
dolores, juro por todos los amores,
juro por todas las esperanzas, que
haré cumplir y que cumpliré con
los mandatos supremos de esta
maravillosa Constitución –que es
la tuya Hugo– con los mandatos
supremos del pueblo venezolano
aun a costa de mi propia vida, aun
a costa de mi propia tranquilidad”
¡Patria, socialismo o muerte dijis-
te! ¡Lo juro! –Dijiste–.
Muchos no te creyeron Hugo,
nadie, –excepto el Cristo Redentor
y El Libertador–, lo había hecho
antes con tanta gloria, acucioso
impenitente en el estudio de la
historia. Hugo Chávez pudo anti-
cipar orteguianamente el futuro
del país y así está consignado en su
proyecto de vida bolivariano, no se
equivocó nuestro amado líder, lo
vimos buscar su destino en la ra-
zón de ser de los sueños de Bolívar,
su vida fue futurición y lo fue desde
adentro de lo espiritual, desde el
hontanal del alma que dispara lo
trascendente para destruir o des-
bordar los obstáculos circunstan-
ciales ¿Acaso no hizo lo indecible
Hugo Chávez por alcanzar la go-
bernabilidad en este país? según
recomendaba Bolívar en Angostu-
ra. Esto dijo Bolívar en Angostura
“Para obtener un gobierno estable,
se requiere la base de un espíritu
nacional que tenga por objeto una
inclinación uniforme hacia dos
puntos capitales: moderar la vo-
luntad general y limitar la autori-
dad pública”.
La bomba de tiempo que conse-
guiste los años 1998-1999 con tú
presidencia, fue alcanzando paula-
tinamente los objetivos de la paz;
los términos que fijan teóricamen-
te estos dos puntos son de una muy
difícil asignación, no cualquier
geopolítico, no cualquier estadista,
no cualquier republicano, pudiera
alcanzar lo que tu alcanzaste; pero
se puede concebir que la regla que
debe dirigirlo, es la restricción y la
concentración recíproca, a fin de
que haya la menor frotación po-
sible entre la voluntad y el poder
legítimo. Esta ciencia se adquiere
insensiblemente por la práctica y
por el estudio, el progreso de las
luces se ensancha el progreso de
la práctica y la rectitud de espíritu
es la que ensancha el progreso de
las luces. Fuiste una rectitud de
espíritu como nadie antes, en tal
sentido Hugo Chávez comandante
supremo de la revolución dio calor
al verbo luminoso de Bolívar y por
tanto ser continuador de su glorio-
sa obra, lo digo en presente, que lo
único trascendente de un hombre
es su palabra hablada y escrita y
durante tu vida se escribieron más
de dos mil libros que mencionan tu
persona.
Hugo Chávez marcó de ma-
nera irreversible los puntos iti-
nerarios a seguir por las fuerzas
estatales del continente mestizo, a
los fines del equilibrio del univer-
so, óigase bien, del equilibro del
universo, su palabra a despecho
de muchos fariseos hipócritas que
dijo Jesús de Nazaret, es la que
alumbra hoy los difíciles caminos
de la redención espiritual, cami-
nos de salvación que ha intuido
en el difícil ajedrez esferoidal, ca-
minos difíciles de seguir pero ne-
cesarios para que el estado meollo
geopolítico del sub-continente por
ubicación geográfica y riqueza pe-
trolera, pueda salir de esa especie
de fase caótica de desintegración
en el que lo sumió el capitalismo,
empero los perseguidores del pa-
dre de la Patria han seguido con-
duciéndolo a las puertas del se-
pulcro, la prepotencia económica
dueña del todo y manipuladora de
las partes aliena y desalienta a los
hijos de Bolívar en todos los luga-
res, en todo tiempo y en todos los
idiomas, lo hizo con el más gran-
de de ellos Hugo Chávez, el más
grande de todos los bolivarianos
de todos tiempos, porque no se
quedó en la teoría.
8 A PLENA VOZ
Res Non Verba (hechos no pala-
bras) hizo hechos y murió, no obs-
tante la oligarquía trashumante
sigue arrinconando a los pobres y
con ellos a Bolívar y a Hugo Chávez
en las puertas del sepulcro. Chávez
llenó su vida con el cumplimiento
de la misión encomendada por Bo-
lívar, “Hagamos que el amor ligue
con un lazo universal a los hijos del
hemisferio de Colón y que el odio,
la venganza y la guerra se alejen de
nuestro seno”.
Voy a permitirme leer algu-
nas palabritas que dicen relación
de puño y letra del Comandante
Supremo, el daño ocasionado en
Venezuela fue profundo –dijo– la
esencia del mal se metió por to-
das partes al amparo de la igno-
rancia, la tiranía de los partidos y
el vicio; primero hizo metástasis
el cáncer moral, una corrupción
descarada y cínica que se arraigó
sin límites de ningún tipo; desde
el alto gobierno por acción u omi-
sión se abrió camino al delito co-
lectivo, al irrespeto al ser huma-
no, a la vida, a la dignidad, a las
tradiciones heroicas del pueblo.
Fue un irrespeto a la venezola-
nidad, a sus glorias pasadas que
es lo más sagrado, luego se sem-
bró la corrupción política con su
aliada inseparable la corrupción
económica, llevando la nación
al caos y a poner en peligro el
Estado, no se inscribe acaso en
esa dialéctica la cadena de cau-
sas que habría de hacer, aflorar
inexorablemente en sucesivas ex-
plosiones sociales, aisladas unas,
compactas otras como la insu-
rrección civil del 27 de febrero de
1989, el Caracazo, y su forzoso
corolario militar del 4 de febrero
de 1992 (4F–‘92).
El 4F–’92 un soldado, un cade-
te, porque como dijo el teniente co-
ronel Cervantes, el autor de El Qui-
jote, herido en Lepanto, el Manco
de Lepanto, dijo: “el ejercicio de las
armas, aunque armas y dice bien
a todos, asienta y dice mejor a los
bien nacidos en espíritu, asienta y
dice menor a los bien nacidos”, por
eso, ¡Cuántas veces, Hugo forman-
do tus cadetes, tus centauros de-
cías: “Yo sigo la gloriosa carrera de
las armas, sólo por obtener el ho-
nor que ellas dan, por libertar a mi
Patria y merecer las bendiciones de
los pueblos”, segundo Libertador.
Admitamos que la insospe-
chada insurrección civil pareció
salir de la nada y que a pesar de la
masacre a la que fue sometido el
pueblo, se mantuvo latente en las
calles a la espera de algo que en-
tonces no vino inmediatamente,
no vino, y aquí la pregunta es fin-
gida, imaginaron los centauros el
adecuado pensamiento conductor,
entrevieron el sentido de la oportu-
nidad, el papel del individuo en la
historia, que tu leíste de Plejánov,
Hugo, obligado para remontar el
proceso revolucionario, es imposi-
ble que no se hubiesen sustentado
en los principios que señala Mon-
tesquieu para observar las relacio-
nes que derivan de la naturaleza
de las cosas. Fue así como en el mi-
nuto solemne del 4F–‘92, la fuerza
contenida reventó de súbito como
un volcán en labios de un líder,
–que diecisiete años antes, de ca-
dete–, la había balbuceado en sus
sueños azules de la academia, en-
tonces dijiste: “Hallaré el camino
o me lo abriré”, “Disposicionero”
como te bautizó tu abuelita Rosa
Inés. “Hallaré el camino o me lo
abriré, nada nace de nada, nada
muere, todo cambia, inventamos
o erramos, el hombre no progresa
sino mediante el sacrificio”.
Los que mueren por la vida no
pueden llamarse muertos, toda
Venezuela te recuerda Hugo, es-
tás sembrado en las fosas avísales
del inconsciente colectivo, no so-
lamente de Venezuela sino en el
mundo entero.
¿Habría comenzado Hugo
Chávez a enamorarse de la
muerte, cuando Cadete? A con-
sumirse, como dijo San Pablo, a
consumirse en su lucha por los
desvalidos porque de eso se trata.
¿No estaba ese verbo en el princi-
pio, en Jesús de Nazaret? Que uno
está llamado a pensar, tentado a
pensar que Jesús de Nazaret hizo
lo imposible para agradar a su
padre, ser conducido al Gólgota,
para saber... para poder salvar a
la humanidad. No dice relación
tu muerte, Hugo, con que la igle-
sia ha tenido que dar pasos atrás
para volver al evangelio, como
está pasando en estos días.
Lo que sí parece incontesta-
ble es que desde cadete habría
soñado ejercer la jefatura del Es-
tado. Comprender el proceso de
forja de la persona en sociedad
implica ahondar en las causas,
desentrañar el origen y establecer
comparaciones con otras épocas,
veamos. Dos mil años después
del Redentor y doscientos años
9 A PLENA VOZ
después del Libertador, aflora una
palabra preñada de tiempo his-
tórico, hora estratégica, minuto
táctico y segundo de la victoria
que recordaste en las cárceles
de Yare. Esa palabra preñada de
tiempo histórico “Por ahora”, que
es mandato para que algo tenga
efecto fíat (hágase). Para com-
prenderle en su esencia invoca-
mos a San Pablo In ictu oculi (en
un abrir y cerrar de ojos) el sueño
de un millón de años no es mayor
que el sueño de una hora. Uno
está tentado a pensar que la pala-
bra conllevaba a la causa eficiente
para el efecto mariposa, digamos
que el “Por ahora” del 4F es el
anuncio de una filosofía, punta del
iceberg, de singularidad histórica,
en labios que alguien que lanzado
desde adentro de sí mismo había
crecido, reflexionando y observan-
do la naturaleza de las cosas.
Necesitamos días enteros
para hablar de tu grandeza, el
doctor Úslar Pietri, habló contigo
una vez después del 4 de febrero y
te dijo: “Comandante, la política
es como el teatro...” invocaba al
teatro, a la comedia, teatro come-
dia y a tragedia griega, Sófocles,
Eurípides, a cuestas. Yo lo vi a us-
ted Comandante, entrar bizarro
como el teatro griego, en la políti-
ca, con su brazalete de color y su
fusil, altivo, vencedor. Tiene que
ver cómo sale y tú dijiste: “Eso
me hizo pensar mucho y siempre
lo pienso...” y ¿Cómo saliste del
escenario Hugo? Como el Negro
Primero, llegaste de Cuba muer-
to, “vine a decirles adiós porque
estoy muerto”.
Y dijiste tu última proclama,
algo de tu última proclama “Ve-
nezuela ya no es hoy la misma de
hace veinte años, de hace cuaren-
ta años ¡No! tenemos un pueblo
y una Fuerza Armada, la unidad
nacional”. Invocaste a Maquia-
velo en El Príncipe “Buenas leyes
y buenas tropas”. Si en algo debo
insistir en este nuevo escenario,
dijiste, nadie sabía, nadie sabía lo
que estaba dentro de ti, Hugo. En
este nuevo escenario, en esta nue-
va batalla, en este nuevo trance
diría un llanero por allá, “Tú lla-
no es fortalecer la unidad nacio-
nal, la unidad de todas las fuerzas
populares, la unidad de todas las
fuerza revolucionarias, la unidad
de toda la Fuerza Armada, mis
queridos soldados. Pero yo quiero
decir algo, aunque suene duro,
quiero y debo decirlo, si como dice
la Constitución se presentara al-
guna circunstancia sobrevenida
–y tú lo sabías Hugo– que a mí me
inhabilitase para continuar en el
mando, al frente de la Presidencia
de la República Bolivariana de Ve-
nezuela; bien sea para terminar y
sobre todo para asumir el nuevo
período para el cual fui electo por
la gran mayoría de ustedes, Nico-
lás Maduro no sólo debe concluir
el período como manda la Cons-
titución si no también... En mi
opinión firme, plena como la luna
llena, irrevocable, casi como el
destino, absoluta, total en ese es-
cenario que obligaría a convocar
como manda la Constitución –tu
Constitución– de nuevo a elec-
ciones presidenciales, ser electo
como Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, yo se
los pido, –dijiste como Bolívar en
su última proclama–, desde mi co-
razón”, –y desgraciados de noso-
tros si no cumplimos con los pos-
tulados del mejor de los hombres
que hemos tenido–.
Tengo aquí un libro de mil
páginas sobre Hugo, pero voy a
terminar parafraseando unas pa-
labras de José Martí ante la tumba
de Cecilio Acosta, el más grande
de todos los filósofos que hemos
tenido: Ya está hueca y sin lum-
bre aquella cabeza que fue cuna
de tanta idea grandiosa y mudos
aquellos labios que hablaron len-
gua tan varonil y tan gallarda,
que hablaron palabras como ex-
presión de la imaginación que
proporciona alas al pensamiento,
palabras compactas y artilladas.
Palabras de un soldado sin men-
tiras, reservas ni dobles, con vio-
lencia pero en el raciocinio, aquí
en las cumbres del planeta para
buscar la verdad y yerta junto a la
pared del ataúd, aquella tu mano,
tus manos, creo que ambidiestro
eres –como Bolívar lo es– sostén
de pluma honrada y sostén de es-
pada de luz, ha muerto un justo,
Hugo Chávez: El mejor de todos
los hombres se va de su escuela
militar para otra escuela militar,
la escuela militar que hizo Cipria-
no Castro, vas ahora al Cuartel
de tu Montaña, Dios te bendiga
Hugo, Dios te bendiga hijo, Dios
bendiga a tu patria.
¡Qué viva Cristo!
¡Qué viva Bolívar!
¡Qué viva Hugo Chávez!
10 A PLENA VOZ
Quienes lo conocieron
de cerca y quienes lo
conocimos de lejos,
admiramos en Chávez
sus cualidades de observador agu-
do y meticuloso, de memorioso y
analítico, de organizado y organi-
zador, de disciplinado sin perder el
humor; y esa capacidad inmensa
de explicar sus ideas, sus planes y
proyectos oralmente o por escrito,
con dibujos y/o sobre mapas ya
hechos o que muchas veces dibu-
jaba de memoria. Chávez era como
el lobo del cuento: tenía unos ojo-
tes grandotes para vernos mejor,
tenía orejas grandotas para oírnos
mejor, una nariz aguileña para
El Chávez que hizo a Chávez
Gregorio J. Pérez Almeida
11 A PLENA VOZ
olernos mejor, una boca gigante y
llena de dientes para comernos me-
jor, pero al contrario del lobo feroz
no se comía ni a la abuelita ni a la
niña, sino que las salvaba del caza-
dor.
No hay duda de que esas cuali-
dades le llegaron a su ser por me-
diación de doña Elena y de don
Hugo, a quienes seguramente los
arropaba un cielo lleno de estrellas
y una brisa fresca, de mastranto y
llano, la noche en que lo engendra-
ron. Y algo más flotaba en el aire
ese día. Tenía que ser. Algo que no
podemos describir pero que estaba
ahí como un sereno, porque no
puede sólo el amor de dos humanos
crear tan gran prodigio, tiene que
haber el concurso de una fuerza
superior que perfeccione su obra y
le dé un sentido en la historia.
De seguro que fue así y “El Ara-
ñero de Sabaneta” ya tenía en sus
genes la inteligencia y la voluntad
para hacer, no una, sino muchas
cosas a la vez. A lo mejor vendien-
do arañas durante el recreo escolar
perfeccionó su capacidad de obser-
vación y comunicación y supo que
si eran calientes las podían comer
las viejitas que no tenían dientes.
A lo mejor jugando beisbol en un
terreno de tierra y sin linderos
aprendió que la geometría humana
tiene la forma de nuestros deseos e
intereses y que sobre la misma tie-
rra se puede jugar metras, trompo,
construir una escuela o un hospi-
tal. Que quienes no tienen nada
tienen tanto como tú compartas
con ellos. Y así, sin duda, cuando
entró a la Academia Militar era el
hombre integral que sus superio-
res y compañeros reconocieron y
respetaron y por lo que se graduó
entre los primeros.
Pero estas cualidades especiales
de Hugo Chávez se profundizaron
y perfeccionaron a partir de 1982,
cuando bajo el Samán de Güere,
que un día cobijó a Bolívar, fundó
el MBR200 y decidió ser un oficial
bolivariano, revolucionario y clan-
destino. Subversivo. Desde ese mo-
mento puso en riesgo su carrera,
porque el Bolívar que pregonaban
los altos mandos militares de en-
tonces nada tenía que ver con el
Bolívar que juró en el Monte Sacro
no dar descanso a su brazo ni repo-
so a su alma hasta ver liberado a su
pueblo de las cadenas imperiales
que lo oprimían. No lo conocían,
unos por ignorancia supina y otros
por órdenes del imperialismo yan-
qui. De manera que desde ese día
comenzó su otra carrera contra la
corriente dominante en las fuerzas
militares y en el régimen político.
Fuerzas militares y políticas que no
tenían escrúpulos para prestar sus
servicios a los intereses imperiales.
Y aquellas cualidades que le
donaron doña Elena y don Hugo y
que perfeccionó en su infancia y su
adolescencia haciendo más de una
cosa a la vez, le sirvieron para man-
tenerse dentro de la estructura mi-
litar como revolucionario clandes-
tino y subversivo sin dejar de ser el
oficial Chávez Frías –que nunca re-
trasó un ascenso– y ocupó distintos
cargos con eficiencia y brillantez.
¿Cuántos fueron los años en
que sabía lo tenían pillado por
revolucionario en unas Fuerzas
Armadas que igual expulsaban o
mataban a un soldado raso, que
a un oficial que descubrieran pen-
sando o actuando en contra del
sistema capitalista que protegían?
¿Cuántos años cumpliendo con
sus deberes de oficial brillante y
organizando, y formando clan-
destinamente a los soldados boli-
varianos? ¿Cuántas veces aban-
donando de noche su cuartel para
cambiar la cama por una reunión
a kilómetros de distancia y regre-
sar temprano a escuchar la diana?
¿Cuántos riesgos corrió al reunir-
se con civiles desconocidos para
exponerles sus ideas y proyectos?
¿Cuántas veces compartió sus es-
casos recursos económicos para fi-
nanciar un encuentro clandestino
y comprar unos cachitos y un litro
de jugo de naranja? ¿Cuántos fines
de semana sacrificados a la familia
para exponer sus ideas en algún
lugar lejos de casa?
Esa es la fábrica propia, perso-
nal, del Comandante Chávez que
conocemos a partir del 4 de febre-
ro de 1992 y que fue nuestro Pre-
sidente por catorce años. No son
sólo veinte años de triunfos sobre
el imperialismo y la derecha an-
tipatriótica venezolana, son por
lo menos treinta. Por eso, en esta
hora definitiva, haríamos justicia
al Chávez Presidente, al Chávez
de los protocolos oficiales (¿Ven
por qué los rompía a cada rato y
en cualquier lugar por muy insti-
tucional que fuera?), al Chávez de
traje y corbata en los escenarios
internacionales, si rescatamos al
Chávez clandestino y subversivo
que lo hizo posible. El Chávez que
nunca traicionó a Chávez.
12 A PLENA VOZ
El término “chavista” o
“chavismo” fue acuñado
originalmente por la opo-
sición venezolana e internacio-
nal; con ellos se pretendió des-
calificar al movimiento popular
que apoyó desde 1998 a Hugo
Chávez, en el sentido de reducir-
lo a una “manada” que sigue a
un caudillo.
Se llegó a calificar a ese mo-
vimiento popular como “hordas
chavistas”, cuando hubo que ex-
presarse en las calles para defen-
der la legitimidad democrática
que la canalla fascista trató de
burlar. Para las antiguas clases
dominantes éramos unos fanáti-
cos, masa hambrienta tras el po-
pulista que reparte arepas.
En aquellos primeros años de
la Revolución, quienes respalda-
mos al Presidente Chávez nos
llamábamos sencillamente boli-
varianos, tal como se despren-
día de la reivindicación histórica
de El Libertador, que enarboló
desde el alzamiento del 4 de Fe-
brero el Movimiento Bolivariano
Revolucionario (MBR 200), y
fue bandera del proceso consti-
tuyente iniciado en 1999, tras la
primera victoria electoral de 6
de diciembre de 1998.
Cuando nosotros, como pue-
blo consciente empezamos a
asumir la denominación “chavis-
ta”, cuando quisimos enrostrarle
a la oligarquía que sí, que éramos
fans de un líder, que seguíamos
ese liderazgo con pasión, enton-
ces trataron de recular acuñando
nomenclaturas como “oficialis-
tas”; pero ya era tarde, el “chavis-
mo” se había consolidado como
pueblo alzado políticamente.
Porque eso es el Chavismo, el
pueblo alzado contra los malos
tiempos.
La gigantesca concentración
del 10 de enero en Caracas, para
juramentar simbólicamente a
Hugo Chávez, como Presidente
reelecto, proclamado y ratificado
por el pueblo y las instituciones
del Estado, inaugura la existencia
del Chavismo como fuerza política
histórica de impacto internacional.
Las manifestaciones solidarias
de presidentes, jefes de Estado,
primeros ministros, líderes todos
del continente nuestroamericano,
evidencian lo que ha sido una rea-
lidad latente de la última década:
Chávez es el líder de un proyecto
político internacional.
La inmensa convocatoria te-
nía lugar ante la usencia física del
líder, a sabiendas que él estaba
convaleciente en la isla de Cuba,
otra protagonista de todo este
proceso sui géneris.
La oposición también se ha
empeñado torpemente en hablar
de “chavismo sin Chávez”, cosa
más absurda.
El chavismo es un fenómeno
político inaccesible a las mentes
estrechas, cuyo surgimiento está
atado eternamente a la historia
personal de Hugo Chávez, y cuya
existencia está garantizada en el
tiempo, por la profundidad revo-
lucionaria de esa vida colectiva
que es Chávez actualmente.
No debe extrañar a las oligar-
quías que la consigna de moda
es: “Yo soy Chávez” o “Todos so-
mos Chávez”, para que constaten
el grado de compromiso perso-
nal que cada ciudadano pone al
portar un cartel o una franela con
esos lemas.
El Chavismo se le perdió de
vista a los tiempos efímeros, es
un partido revolucionario interna-
cional, un movimiento cultural rei-
vindicador de valores ancestrales,
una nueva forma de humanismo
integral.
El Chavismo, es la mejor ma-
nera de ser venezolano.
¿Qué es el Chavismo? YLDEFONSO FINOL
13 A PLENA VOZ
Una de las características más notables de Hugo Chá-vez era su capacidad para
evitar que algún dogma nublara su visión de la realidad. Desde el pun-to de vista de su formación, es ori-ginariamente un iconoclasta que fue conformando paso a paso su propio pensamiento, conjugando la alimentación teórica con la reina de las escuelas: la vida, el inexorable acontecer de lo real.
Uno de los grandes problemas de la izquierda socialista, desde que Marx y Engels establecieron el mé-todo de análisis fundamentado en el materialismo histórico y el ma-terialismo dialéctico, es la tara del dogmatismo. Esto llevó a fracasos en distintos niveles y escenarios de lucha.
Por supuesto, no estamos plan-teando en modo alguno el desprecio por las herramientas teóricas. Todos
los grandes líderes revolucionarios han sido hombres y mujeres estu-diosos, no es posible dirigir países ni transformaciones trascendentes si no se abreva en el caudaloso río del conocimiento humano. Pero también es claro que esos líderes han abordado el tesoro cultural de la humanidad siempre con visión crítica, haciendo aportes y creando líneas de pensamiento propias. Y, so-bre todo, aplicando el conocimiento
Chávez y el dogmatismo
NÉSTOR FRANCIA
14 A PLENA VOZ
teórico rigiéndose por la guía de las realidades concretas en las que les tocó vivir.
En el caso de Hugo Chávez, los venezolanos hemos sido testigos de un interesantísimo proceso de cre-cimiento teórico, no en el sentido de la simple acumulación de informa-ción, método caro a la generalidad de la formación académica al estilo burgués, sino como una confronta-ción permanente con los duros esco-llos del ejercicio del poder en medio de la agresión permanente de los enemigos históricos del pueblo vene-zolano. Chávez nos hace recordar las dos acuciosas preguntas que se hace el poeta T.S. Elliot, y que nos abren camino a otros desarrollos: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?”.
Precisamente, el punto de parti-da del pensamiento de Hugo Chávez es la sabiduría popular. Como hom-bre del pueblo, Chávez conoció el do-lor de la exclusión y la explotación. Desde joven recorrió pueblos, asen-tamientos indígenas, campos donde pudo apreciar las miserias a las que el capitalismo sometió al pueblo ve-nezolano. Dotado de una sensibili-dad social fuera de lo común, es allí donde tiene origen todo lo que fue después. De manera intuitiva, silves-tre, el Comandante percibió desde entonces la raíz sistémica de esa si-tuación y rápidamente la identificó con aquellos que habían sometido a nuestra Patria a los dictámenes de los grandes poderes mundiales. Aunque no era entonces un socia-lista teórico, sí lo era desde el senti-miento de los explotados, desde la percepción de la realidad en su supe-rior inteligencia y desbordado cora-zón de hombre amoroso, generoso.
Por su formación en las escuelas militares, tuvo contacto con la His-toria patria y la abordó con su inna-to espíritu crítico, lo que le permitió comprender a profundidad las ideas de los libertadores de América y so-bre todo su acción real de carácter emancipador de las naciones y pue-blos. En ese sentido, no se conformó con la pura información, sino que la transformó en conocimiento, es decir, en comprensión crítica. De ahí sus referencias al árbol de las tres raíces: Bolívar, Zamora y Robinson. Estableció así una relación históri-ca nacional continua, con caminos que combinaron lo político, lo so-cio-económico y lo cultural.
Con toda seguridad recordamos al Chávez que accedió a la presiden-cia de la República en 1998. Todavía no se reconocía como un socialista, aunque de hecho lo era. Con su insa-ciable sed de saber, con su inagotable deseo de conocer a los pueblos y a los hombres, y su Historia, fue abrevan-do en disímiles fuentes. En aquellos primeros tiempos del poder, llegó a declararse partidario de la llamada Tercera Vía, que no era más que el intento de acomodar los males del capitalismo a las nuevas situaciones mundiales que anunciaban la crisis estructural del sistema. Desde ese punto de vista, se puede decir que para Chávez fue una etapa de inge-nuidad, pero no de candor. Más tem-prano que tarde comenzó a notar las insuficiencias e inconsecuencias de ese modelo que lo cautivó mo-mentáneamente. Pasó por Ceresole, por El Oráculo del Guerrero. Inconfor-me siempre, siguió hurgando en los recovecos de las teorías sociales, se acercó a Marx, a Mariátegui, a Fidel, al Che y fue así arribando al puerto de la propuesta humana liberadora: el socialismo, la aniquilación de la
sociedad burguesa y su sustitución por la sociedad fraterna, solidaria, altruista, justa.
En esos caminos, nunca dejó de acompañarlo el pueblo. Más allá de su reconocido carisma, su inusitada capacidad de liderazgo y su identifi-cación natural con los sentimientos y los usos profundos de sus conna-cionales más humildes, hubo un factor decisivo en esa unión cerrada entre el pueblo y su líder: la devela-ción permanente, desde el principio de su ejercicio de gobierno, y aun antes, de la existencia en Venezuela de una aguda lucha de clases, la cual expresó Chávez sin ambages, sin di-simulos, sin conciliaciones, desde aquellos tiempos en los cuales no se reconocía como socialista. Cuando la derecha comenzó con sus cacero-lazos, por allá por el año 2001, Chá-vez llamó al pueblo a hacer sonar las “ollas mondongueras” contra las “renaware” transnacionales que hacía sonar la burguesía. Era una manera sabia, directa, comprensible por parte del pueblo, de expresar las resonancias de la lucha de clases en Venezuela, que se ha manifestado de tantas maneras.
Junto a Chávez, todos hemos venido aprendiendo. Ha sido un aprendizaje vertiginoso, aluvional, fruto de la necesidad que nos impo-ne una lucha tan difícil y tan enco-nada. Sin duda es un tema en el cual hay mucha tela que cortar. Pero solo digamos por ahora, que una de las grandes lecciones que nos dio Chávez fue decirnos, expresamente, “Cero sectarismo, cero dogmatis-mo”. Decir sigamos juntos es decir sigamos creando, sigamos inventan-do, sigamos siendo robinsonianos. No dejemos que los dogmas teóricos destruyan nuestro fructífero matri-monio con la realidad.
15 A PLENA VOZ
“He creído siempre en la doctrina
elemental de una humanidad
auto-gobernada.”
G. K. Chesterton
La única noticia polí-
tica importante en lo
poco que ha corrido
de este 2013 en Ve-
nezuela, la constituye el hecho
incontrastable de que el país ha
podido continuar su marcha, sin
que por ninguna parte aparezca
el menor asomo de desgobierno o,
como se dice ahora, de “ingober-
nabilidad”. Ausente el Presidente
Chávez, la vida pública continúa
su marcha estable, sin que la ac-
ción de la oposición haya podido
alterarla en ningún sentido.
Si toda política se concreta en
acción y discurso, cualquiera podrá
entender que la oposición venezo-
lana –derrotada nítidamente dos
veces, en menos de setenta días,
como consecuencia lógica de ha-
berse presentado, una vez más, sin
programa, sin criterio, sin ideolo-
gía, sin proyecto político, sin idea-
les– aparezca ahora penosamente
LOS POBRES SOMOSCHÁVEZGermán Pinto Saavedra
16 A PLENA VOZ
postrada, desmovilizada, sin capa-
cidad siquiera para realizar míni-
mos actos de sabotaje, a pesar de
sus conocidos nexos con el hampa,
de sus bolsas bien abastecidas por el
gran capital del mundo, a pesar de
su ostentoso poderío mediático na-
cional e internacional.
Y, semejante debacle le ocurre
precisamente durante una larga
ausencia del Presidente, aqueja-
do de gravísimos problemas de
salud, y con el escenario a plena
disposición, como para que hu-
biese entrado ya a asumir de una
buena vez el rol protagónico que,
según ella, sólo el propio Chávez
era capaz de disputarles… Hélos
ahí, cual héroes de pacotilla que
no encuentran donde realizar sus
hazañas, comensales incapacita-
dos para tragar el menor bocado, a
pesar de hallarse la mesa bien ser-
vida… Oposición inepta aun para
la demagogia, pues ni siquiera ha
aprendido a disimular sus intere-
ses de fracción plutocrática, que
no alcanza ni al uno por ciento de
la población aunque, mediante el
engaño y el embrutecimiento ma-
sivo de amplios sectores de la clase
media, consiga una y otra vez figu-
rar como alternativa en todos los
procesos eleccionarios. Falsa opo-
sición, en suma, cuyas próximas
derrotas electorales ya empiezan a
predecir las encuestadoras, aún en
el eventual caso de que se llegase a
nuevas elecciones presidenciales y
tuviesen que vérselas con un can-
didato revolucionario distinto del
Presidente Chávez.
Entre tanto, el gobierno revolu-
cionario, dignamente encabezado
por Nicolás Maduro, aparece ju-
gando su papel transitorio como
gobierno real y actuante, siempre
en desarrollo del Programa de la
Patria del candidato Presidente.
Ello no obstante, la presencia
del Comandante –esperada con
ansia por amigos y enemigos– hu-
biera resultado muy oportuna,
pues, tal como él mismo supo avi-
zorarlo, la revolución necesitaba
de un nuevo impulso, de dar un
salto adelante, amerita una pro-
fundización que tiene como eje
principal el traspaso, la transferen-
cia plena del poder, esto es, de toda
la fuerza derivada del derecho al
pueblo, su único y legítimo dueño.
Mas, semejante reclamo que
hoy está en los labios de los cua-
dros de dirección, pero, también de
militantes de base, simpatizantes
y simples seguidores de la revolu-
ción bolivariana hace saltar de in-
mediato la pregunta: Si, evidente-
mente, el poder no está en manos
del pueblo, pues, a él habría que
transferirlo ¿En manos de quien se
encuentra ahora? Si no es precisa-
mente “el pueblo” ¿Quién, enton-
ces, ostenta el poder en las actua-
les circunstancias?
A mi ver, la respuesta verdadera
es que el poder inmediatamente real
se halla detentado por la pequeña
burguesía, cuyos actores ocupan
hoy las instancias decisorias a to-
dos los niveles: en el Gobierno, en el
Partido, en la Iglesia Católica, en el
aparato escolar y, por supuesto, en
los medios, de modo extrañamente
similar a como lo ejercieron, por
encargo, durante los cuarenta años
del régimen Puntofijista.
De esta manera, la única trans-
ferencia de poder posible sería la
que gradual o drásticamente lo hi-
ciese pasar al pueblo, al modo como
la pequeña burguesía intelectual
parisina del ‘68 pedía a gritos –sin
lograr conseguirlo, por cierto– que
los obreros tomaran las banderas
de la lucha de sus “frágiles manos”.
Manos frágiles, sí, pero, cuida-
dosamente arregladas; manos deli-
cadas, alérgicas a cualquier trabajo
manual, pero, vigorosamente afe-
rradas a un poder que hoy ejercen
inmediatamente –vale reconocer-
lo– con ánimo justiciero y plena
legitimidad, en representación de
la sociedad entera… Un poder que,
en todo caso, más temprano que
tarde –con arreglo a la promesa
cotidianamente renovada– algún
día tendrá que pasar a manos del
“pueblo”.
Pero ¿De qué pueblo se habla
aquí? Porque, como sabemos, des-
de el punto de vista democrático
al uso, pueblo somos todos los ciu-
dadanos, incluidos los oligarcas y
el resto de los apátridas (al menos,
mientras no se declaren abierta-
mente tales, o hasta cuando la im-
punidad deje por fin de cobijarlos).
Pero, de verdad, verdad, ¿Consi-
dera la pequeña burguesía, revolu-
cionaria o no, que los otrora llama-
dos pobres de solemnidad, los faltos
de instrucción e ignorantes hasta
de sus derechos, desorganizados
y espontáneamente anárquicos,
pero, valientes hasta el sacrificio e
incondicionalmente leales a Chá-
vez, se hallan al momento prepa-
rados para gobernarse, sin contar
por lo menos con la tutoría de sus
17 A PLENA VOZ
hermanos más decentes e instrui-
dos? La experiencia permite dudar-
lo. Pues, entre la pobrería, esa mul-
titud conformada por una minoría
de campesinos pobres y por la gran
masa de sub-proletarios urbanos,
subempleados y desempleados, por
una parte; y el resto de la población
que se reparte entre los oligarcas,
la burguesía media y la pequeña
burguesía urbanita, por la otra,
hay abismos culturales infranquea-
bles y no sólo el de la “ignorancia”,
como la entiende la pequeña bur-
guesía, es decir, como mera falta de
escolaridad…
Los pobres somos por excelencia
el sector bolivariano, culto y religio-
so de esta revolución, en contraste
absoluto con la burguesía media e
inferior, especialmente, la ilustrada,
la más escolarizada y la más joven,
cuyos valores son, en últimas, los
mismos del neo-capitalismo, los del
consumismo y su cultura de masas,
transversal e interclasista, que todo
lo impregna, a veces sin distingos
de creencia o parcialidad política.
Al punto que la propia lucha deja
ver en ocasiones el inevitable cariz
de guerra intestina, de disparatada
y veloz carrera en pos de la misma
meta cultural, del mismo hedo-
nismo del consumo, aliñado con
la promesa –en el caso del bando
revolucionario– de convertir, más
temprano que tarde, a los pobres en
pequeños burgueses a su imagen y
semejanza.
En tanto, muchos funcionarios
del Estado no han dejado de com-
portarse como mandarines frente
al pueblo llano, y resulta a veces
imposible imaginarlos dedicados a
servirle, menos aún, a aprender de
los “tierrúos” cualquier cosa, por
la sencilla razón de que no creen
que el pueblo sepa nada que a ellos
les haga falta, pues, precisamente,
para eso “estudiaron”.
No se sabe de ningún funciona-
rio de nivel medio para arriba que
se haya ido a vivir a un cerro, a pe-
sar de que allí estaría más seguro
cualesquiera fuesen las circunstan-
cias y su trabajo sería más eficaz y
más fácil se le haría… Algunos fun-
cionarios chavistas de cuyo com-
promiso revolucionario no es lícito
dudar, entre los presos y vejados
durante el golpe de estado, fueron
capturados en sus propias residen-
cias situadas en barrios burgueses
y denunciados por sus propios ve-
cinos, que se habían cansado de es-
carnecerlos en restaurantes y cen-
tros comerciales, mientras cenaban
o iban de compras.
No prolifera, que se sepa, la es-
pecie de matrimonios mixtos de pe-
queños burgueses revolucionarios
con muchachas de la barriada, y el
Presidente Chávez es hoy por hoy
uno de los pocos servidores públi-
cos venezolanos que confía su sa-
lud a manos de médicos cubanos:
Los buenos centros de sanidad de
la Misión Barrio Adentro se dejan
para los más pobres… Los funciona-
rios exigen su HCM, es decir, exigen
ser tratados a precios exorbitantes
por médicos “escuálidos” en las clí-
nicas privadas.
Sin embargo, lo peor que podría
sobrevenir, y de lo cual por desgra-
cia ya hay síntomas, lo constituiría
el definitivo predominio de la econo-
mía sobre la política, si reprochable
en el llamado neoliberalismo, más
aún en nuestro socialismo, pues
conduce casi que inevitablemente a
alejar el gobierno, de la mayoría po-
bre y ayuna de escolaridad, y con-
centrar su dirección en manos de
científicos, recurriendo –como ha
sido costumbre– a la superioridad
de los expertos para oponerla a la
tremenda autoridad de la muche-
dumbre popular.
En medio de este panorama, el
llamado a transferir el poder al pue-
blo, en realidad no puede significar
otra cosa que democratizar nuestra
revolución, democratizar nuestro
socialismo, bolivarizarlo, cristiani-
zarlo, hacerlo más chavista, más
popular, intentando siempre y en
todo momento y por todos los me-
dios obtener la opinión de mujeres
y hombres demasiado modestos
para ofrecerla, estimular a los hu-
mildes, contar en todo asunto con
la opinión de los “pata en el suelo”,
en vez de seguir la conducta obvia
de aceptar la opinión de los emi-
nentes. Vale.
18 A PLENA VOZ
Chávez ha resucitadoHÉCTOR SÉIJAS
Chávez vive en otra dimen-
sión de lo posible. Una dimen-
sión a la cual el apóstol de la revo-
lución latinoamericana, José Martí,
llamó Patria. Y dijo que él tenía dos:
Cuba y la noche.
La muerte de Chávez fue un
dardo doloroso. Clavado en el
corazón, esa tarde en que Nicolás
Maduro anunció sin poder conte-
ner el llanto la infausta noticia. Y
el llanto fue incontenible. Había
muerto el camarada, el amigo, el
buen hombre que amaba a su pa-
tria, así como un niño ama a su
bandera. Y nos enseñó a amar –era
una de sus misiones–, a respetar
los símbolos de nuestra identidad,
rescatados del abismo del olvido,
y en verdad que era como un niño
siempre lleno de alegría y voluntad,
hasta el último momento, cuando
se despidió el 8 de diciembre, nos
enseñó una canción que tararea-
mos como niños: Patria, patria, pa-
tria querida. Tú eres mi vida, tú eres
mi sol.
Venezuela vivía una época
de desencanto. En las postri-
merías de la Cuarta República.
Abatimiento: un aire de derrota
generalizada que a veces apestaba.
Se había perdido el amor a la patria.
El país estaba en venta. A punto de
ser entregado. Y esa circunstancia
nos hacía cómplices, responsables,
en un país donde la corrupción
había propiciado la irresponsabili-
dad, donde no había responsables,
y Chávez respondió la madrugada
del 4F. Y en ese momento en que
19 A PLENA VOZ
Chávez se hacía responsable, en
que asumía la responsabilidad de
la rebelión cívico militar, asumía
plenamente un destino: devolverle
a Venezuela el amor perdido.
El amor a los pobres. Aquellos
que no existían pero que estaban,
y siguen estando en las calles, en
los campos, en los barrios, en los
mercados, en los cuarteles y cuya
fisonomía plural no es agradable
al buen gusto burgués porque es el
rostro de la chusma que acompañó
a Ezequiel Zamora, pero multiplica-
da. Es “gente fea”, en contraste con
“la gente bonita”.
Chávez como Jesucristo amó
a los pobres. A los más pobres,
a los más débiles, porque ellos han
sido los más debilitados, de genera-
ción en generación, por medio del
ejercicio histórico de la violencia,
por parte de una clase social mi-
noritaria, dueña del poder político
y el poder económico, en contra
de otra clase social mayoritaria;
a la que explota, enajena y busca
destruir por completo si no fue-
ra porque vive de ella y gracias a
ella. Desde los policías que cuidan
sus residencias y sus empresas, pa-
sando por la trabajadora domésti-
ca que los atiende en sus hogares,
hasta el obrero que hace posible la
producción de mercancías de las
que se apropia el burgués capitalis-
ta. Y la resistencia, a través de las
épocas, es la contraparte de esta
guerra llevada a cabo por todos
los medios: materiales, culturales,
ideológicos, para someter a la ma-
yoría multiétnica, pluricultural,
volcánica, que hoy día tiene plena
conciencia de que la soberanía resi-
de en el pueblo y que el pueblo que
eligió a Chávez como su presidente,
defenderá su legado en cualquier
escenario, y que no está dispuesto a
permitir que la soberanía sea usur-
pada. Ya que no puede haber patria
sin soberanía y la soberanía reside
en el pueblo.
Luto por Chávez. Millones
de personas desfilaron ante el
cuerpo inerme del Comandante
para cumplir con la promesa de
un saludo postrero. Ríos de seres
compartían la misma emoción re-
ligiosa. Chávez no había muerto.
Chávez estaba vivo y su dimen-
sión adquiría una coherencia que
sólo la muerte otorgaba. Y los ve-
nezolanos, junto a quienes conti-
núan siendo sus amigos en todas
partes, lo lloramos, y fuimos tes-
tigos, como los apóstoles, después
del canto del gallo, el huerto de los
olivos y la traición de Judas, que
había ascendido, que había re-
sucitado y que su espíritu estaba
entre los vivos. Y de inmediato los
emisarios de la Iglesia Romana,
corrieron a reunirse en sus cená-
culos: Un redentor. Un hombre
que había amado a los pobres, a
los más necesitados, a los más gol-
peados, y su palabra, la palabra
de un pueblo, porque el pueblo
hablaba por él, propagada a los
cuatro vientos, su ejemplo sería
peligroso. Y ellos, los heresiarcas
del sanedrín, los hipócritas, quie-
nes se atribuyen autoridad para
certificar milagros, declararon
que no había comparación entre
Cristo y Chávez. Que Chávez había
sido un hombre. Como si Cristo
también no fue un hombre. Como
si el ejemplo de Cristo, que ellos
mismos no imitan ni emulan,
no fuese un ejemplo a seguir por
cualquier hombre en cualquier
parte del mundo. Como si el ejem-
plo de Cristo, su amor redentor,
fuera exclusividad de los jerarcas
del Vaticano.
Chávez Padre, Chávez Hijo.
La Iglesia, y toda la claque de ideó-
logos encargados de medrar la fe en
el hombre, la fe en la esperanza y
en la vida, tienen miedo, le temen a
la posibilidad de que un hombre se
erija como redentor, como hombre
que lucha por la redención, y por
ello dicen que nadie puede imitar en
este mundo la vida de Cristo. Porque
no les conviene que la gente sepa, y
tenga la plena convicción, de que la
redención del hombre por el hombre
es posible. Y que, quienes defienden
la mentira, tratan de abolir la ver-
dad y la vida. Aquello por lo cual
luchó Cristo, porque Cristo fue un
guerrero, no un santón. Ni mucho
menos un espantapájaros investi-
do. Cristo fue un hombre del pueblo,
hijo de un carpintero. Y a ese pueblo
le temen los poderosos. Y están dis-
puestos a condenar, asesinar, a cual-
quier otro Cristo, a cualquier otro
hombre, cuya pasión involucre a la
humanidad entera, irredenta, y que
luche por ella, y que convoque a los
pobres, a los desposeídos, a los enfer-
mos, a los que sufren, y les indique
el camino de la lucha, por su propia
redención, el camino de la verdad, el
camino de la vida.
20 A PLENA VOZ
Cecilia Orozco Tascón.- Sorprendió
el carácter beligerante y muy político
de su columna del domingo pasado
¿Por qué cambió radicalmente de
tema y tono?
William Ospina.- Me agrada escribir
sobre libros, sobre cine, sobre viajes,
pero también me apasiona la política.
Cada cierto tiempo, cuando los temas
me afectan, escribo columnas como la
del domingo, asumo posiciones, y me
gusta que sean claras.
C.O.T.- En la defensa que hace allí de
los gobiernos de Cuba y Venezuela,
compara sus elecciones con las de
Colombia y sugiere que las contien-
das en esas naciones pueden ser más
democráticas que las de aquí donde
se “compran y arrean” votantes. Sin
embargo, hace caso omiso de los ar-
gumentos de quienes acusan a esos
regímenes de recortar las libertades.
W.O.- Yo no afirmo que Cuba y Ve-
nezuela sean necesariamente más
democráticas que Colombia. Digo que
sus elecciones victoriosas resultan
siempre más sospechosas. Y afirmo
que Colombia no es tan democrática
como se pretende. Eso aquí lo sabemos
todos, no es un descubrimiento mío.
Sin embargo nadie descalifica a los go-
biernos de Colombia por su precaria
democracia, como sí lo hacen todos
los días con los gobiernos de Cuba y
de Venezuela. Ahora bien, ni en Cuba
ni en Venezuela hubo en los últimos
El reconocido escritor William Ospina, quien en reciente columna llamó a Hugo Chávez “un gran hom-bre que ha intentado abrir camino a un poco de justicia en un continente injusto”, habla de su polémica posición, contraria a la mayoría de los establecimientos sociales de Colombia y Venezuela, en momen-tos en que el mandatario se debate entre la vida y la muerte.
A William Ospina le “sorprendió” la noticia del Premio Rómulo Gallegos por la novela ‘El país de la canela’. “Pero ni siquiera con ocasión de ese premio conocí a Hugo Chávez”. / Archivo Cromos
william ospina“Chávez entrará a la mitología de los altares callejeros”Cecilia Orozco Tascón / Especial para El Espectador
21 A PLENA VOZ
treinta años las masacres y los holo-
caustos que ha habido en Colombia.
C.O.T.- Usted también es crítico de
buena parte de la prensa latinoameri-
cana de la que sostiene que “ha hecho
un gran esfuerzo” por hacer ver como
equivocados a Cuba y Venezuela por
ser países contradictores de los Esta-
dos Unidos ¿Cree que los medios del
continente se someten tanto a los in-
tereses norteamericanos como, según
usted, lo hacen los gobiernos de mu-
chas naciones?
W.O.- Cuando yo era niño, la radio
vertía ríos de odio contra la revolución
cubana. De mis ocho años recuerdo la
frase repetida todos los días: “Cuba, la
perla de las Antillas, convertida hoy
en el infierno rojo de América”. El
proyecto cubano era generoso. Los Es-
tados Unidos con su bloqueo impidie-
ron que ese proyecto se abriera cami-
no, y después lo acusaron de fracasar.
Miremos el comienzo del gobierno de
Chávez. Ya se opinaba sobre él lo que
siguen diciendo, mucho antes de que
se reeligiera, cuando apenas llevaba
un año, cuando llevaba cinco, cuando
llevaba siete. Y en esas descalificacio-
nes había elementos clasistas, racis-
tas. Ahora bien: no creo que la prensa
conspire sistemáticamente pero hay
inercias informativas, prejuicios que
se eternizan, y no todos los medios son
templos de la democracia.
C.O.T.- Llamar a Chávez “un gran
hombre que ha amado a su pueblo”
¿es, tal vez, una afirmación inspirada
en la susceptibilidad que produce la
batalla por la vida que él está dando
en estas horas difíciles?
W.O.- Para aceptar que Chávez es un
gran hombre no se necesita quererlo
ni admirarlo: el mundo entero está
pendiente de su vida o de su muer-
te. Y en cuanto a que ha amado a su
pueblo, se siente. Sería absurdo que yo
dijera eso porque él esté enfermo. Lo
digo porque lo veo. Y eso no significa
que todo lo que él haga sea correcto.
No lo voy a graduar de pontífice.
C.O.T.- Pero admita que su columna
es una alabanza sin ninguna crítica
para él.
W.O.- No se trata de una alaban-
za sino del reconocimiento al valor
que advierto en una política general.
Tampoco es un análisis de una obra
de gobierno. Resumo lo que dije en la
columna de esta manera: Venezuela
es el único país de América Latina en
donde los pobres están contentos y los
ricos están molestos. Eso debería sig-
nificar algo.
C.O.T.- Para justificar las reeleccio-
nes de Chávez usted asegura que “en
Colombia llevamos doscientos años
reeligiendo al mismo tipo con caras
distintas pero con exactamente la
misma política. El único un poco dis-
tinto era Álvaro Uribe, sólo porque
era un poco peor”. Uribe, a quien
usted critica, se hizo reelegir una vez
y Chávez tres ¿Cómo explica esa apa-
rente contradicción?
W.O.- Creo que por hacer una frase
he sido un poco injusto con Uribe. En
realidad, en Colombia los peores son
varios. Y Uribe hizo algunas cosas úti-
les. Aunque muchos de mis amigos de
izquierda lo odian y no le reconocen
nada, el país era más inhabitable cuan-
do Uribe llegó al poder ¿Para qué negar
que él les devolvió la tranquilidad a
unos sectores de la sociedad y a unas
regiones? Ya sabemos que no siempre
lo hizo de la manera más limpia; y a
mí me preocupa su manera de ser: re-
cibió el país con una guerra interna y
casi nos lo entrega con tres guerras ex-
ternas. Le faltó tiempo. Pero es bueno
aclarar algo: no soy por principio ene-
migo de la reelección. No estaba con
él. Sin embargo me parecía lógico que
Uribe se reeligiera, si lo hacía de una
manera legal. Chávez lleva trece en Ve-
nezuela, siempre elegido por el pueblo.
No me parece ninguna atrocidad.
C.O.T.- Usted aseguró que “tal vez nos
será dado asistir al paso de Chávez de
la historia a la mitología” ¿Exagera-
ción literaria o realidad política?
W.O.- Admitamos que toda mitología
es, de alguna manera, una exagera-
ción literaria. Yo no estoy llevando
a Chávez a la mitología, es el pueblo
venezolano quien lo está haciendo.
El mismo día en que se publicó mi
columna, el país de España tituló: “El
mito de Chávez llena su vacío”. Decla-
rar que alguien ingresa a la mitología,
a la humilde, pintoresca, conmove-
dora mitología latinoamericana, no
significa alabarlo ni censurarlo, ab-
solverlo ni condenarlo, significa re-
conocer el peso de su presencia en el
imaginario colectivo. Hablé de Eva Pe-
rón, de Pedro Páramo, de Frida Kahlo.
Chávez no pertenece a la historieta
sino a la historia latinoamericana, y
podría con su muerte entrar en esa
mitología de los altares callejeros, con
José Gregorio Hernández, con la San-
ta Muerte, con el Che Guevara, con
José Alfredo Jiménez. Una mitología a
la que no entrarán ni Uribe ni Menem
ni el gerente X.
C.O.T.- ¿Es consciente de la reacción
que puede generar su posición en
22 A PLENA VOZ
una Colombia como la de hoy, inva-
dida de venezolanos que se sintieron
obligados a salir de su patria por lo
que ellos consideran como abusos del
chavismo?
W.O.- Por usted me entero de que Co-
lombia está invadida de venezolanos.
Lo que sabía es, más bien, que Vene-
zuela está llena de colombianos desde
hace muchos años. No creo que estén
desterrando a los venezolanos. Conoz-
co gente allá, intelectuales, artistas,
empresarios, que están a favor y que
están en contra del chavismo, porque
toda política tiene partidarios y ad-
versarios. Aquí es común estar contra
Chávez, y en cambio resulta escanda-
loso sentir respeto por ese proceso po-
pular. Hay quienes me han dicho que
soy muy valiente por decir que me pa-
rece interesante y respetable. Es como
si fuera obligatorio estar en contra.
Allá hay una gran polarización, pero
no la violencia política que a menudo
se ensaña con Colombia.
C.O.T.- ¿Preferiría usted para Colom-
bia un tipo de gobierno como el de
Cuba o el de Venezuela?
W.O.- Creo que Cuba ha buscado su
camino aunque le haya sido difícil
encontrarlo. Venezuela ha hecho el
suyo y ninguno de ellos sirve para Co-
lombia que tiene que buscar el propio.
Para ello, tiene que hacer un esfuerzo
de reflexión sobre su historia y cultu-
ra para poder construir una sociedad
más reconciliada y feliz. No sé si en
Venezuela están gobernando bien o
mal. Sé que el pueblo está con Chávez,
y eso, en un continente tan cruel con
los pobres, es notable.
C.O.T.- En definitiva, usted es un doc-
trinario del chavismo…
W.O.- Yo no tengo doctrinas: creo que
es de elemental justicia estar con la
gente humilde. Los ricos tienen con
qué defenderse, saben hacerlo, y sa-
ben poner el grito en el cielo cuando
algo los afecta. Colombia en cambio es
un pozo de dolor casi sin límites para
la gente que no tiene cómo quejarse,
ni oponerse. Y se sabe mucho más lo
que les pasa a los ricos que lo que les
pasa a los pobres.
C.O.T.- Cito la frase del comentario:
“los gobiernos de Estados Unidos,
que compraron la Florida y se roba-
ron a México, que se apoderaron de
Puerto Rico y separaron a Panamá,
se habrían anexionado con gusto la
hermosa isla de Cuba...” ¿Se declara
antiyanqui?
W.O.- A mí me asombran los Estados
Unidos, aprecio enormemente su li-
teratura, sus artes, y conozco hasta
cierto punto su historia. Es un país
grandioso, pero otra cosa son sus
gobiernos. Nadie puede decir que
estoy mintiendo y ni siquiera exa-
gerando: compraron la Florida, se
robaron a México, se apoderaron de
Puerto Rico y separaron a Panamá.
La lista es harto incompleta. Decir la
verdad no equivale a odio alguno. El
odio es una operación sentimental y
lo que digo es un catálogo de hechos
que todo el mundo conoce. Si quere-
mos hablar de cosas positivas, tam-
bién se puede: le ayudaron a Europa
a acabar con el nazismo, son la pa-
tria de Poe, de Faulkner, de Franklin
y de Steve Jobs.
C.O.T.- En todo caso, su descripción
sobre ese país cuando afirma que “la
mejor manera de admirar, de respe-
tar y honrar a los Estados Unidos, es
temerles... Para ellos somos otro mun-
do: materias primas, selva elemental,
inmigrantes…” ¿No corresponde más
a la posición de un político de extre-
mas que a la de un intelectual?
W.O.- Temer no es extremismo, es un
asunto de sensibilidad. Los respeto y
los honro. He escrito sobre Whitman,
sobre Eliot, sobre Emily Dickinson.
Hace poco publiqué en este diario un
cuento, no sé si bueno pero conmovi-
do, sobre la muerte de Ray Bradbury.
Y pocos objetos me parecen tan bellos
como los Buick de los años cincuenta.
Pero una cosa es la cultura admirable
y otra, la política tortuosa.
C.O.T.- Su posición ideológica, mo-
ralmente impecable, es –por otra par-
te– discutible, por las consecuencias
políticas que puede tener una revolu-
ción como la Chavista. Los numerosos
venezolanos que evidentemente han
salido de su país, dicen que fueron
despojados ¿Cree que merecían esa
suerte por tener medios de fortuna?
W.O.- Creo en la posibilidad de cons-
truir una sociedad más equitativa
y también entiendo que debe haber
mucha gente que se siente lesionada
por los cambios estructurales que ha
vivido Venezuela.
C.O.T.- Siendo usted uno de los escri-
tores más destacados de una genera-
ción posterior a la de García Márquez
y otros del “boom” latinoamericano
que fueron castristas ¿Estaría fuera
del siglo XXI, que sería de una izquier-
da moderada y moderna?
W.O.- Admiro unas cosas de Fidel
Castro pero no me interesa ser castris-
ta. Tampoco me interesa ser chavista.
Cuando estuve en desacuerdo con lo
23 A PLENA VOZ
que hacía éste, no vacilé en escribirle
una carta pública que circula todavía
en internet. Ahora bien, ¿quién deci-
de quiénes pertenecemos al siglo XXI
y quiénes no? Eso de una izquierda
moderada y moderna suena a algo
elegante y decorativo. Prefiero perte-
necer a los radicales del siglo XIX que
a los floreros del siglo XXI.
C.O.T.- ¿Este siglo con sus símbolos ¿le
parece más superficial y menos respe-
table que los anteriores?
W.O.- No. Me parece que este siglo
tiene nuevos desafíos y que no puede
compararse con los del pasado. Por
ejemplo, veo en el viejo marxismo
muchas limitaciones. Esta es una era
en la que hay que pensar en la defensa
del planeta, de los recursos naturales
y en la conservación y cuidado del
agua, el oxígeno, las selvas, etc. Entre
sus nuevos desafíos están, por ejem-
plo, la lucha por el afecto y la solida-
ridad pero sigue siendo tan defectuosa
como las del pasado.
C.O.T.- Otros escritores y laureados
novelistas que pertenecieron a la edad
de la admiración a Fidel Castro y que
después se arrepintieron, llaman a
quienes están en su orilla “idiotas
útiles del comunismo” ¿Qué opina de
este calificativo y de los que así se opo-
nen a Chávez y Castro?
W.O.- Tengo por costumbre no insul-
tar. Respetar a los adversarios engran-
dece las propias opiniones. En cambio
el que disminuye al adversario, dis-
minuye la importancia de su propia
opinión ¿Qué gracia tendría tener la
razón contra unos necios? Lo grande
es tener la razón contra gente seria,
brillante, pero equivocada.
C.O.T.- ¿Lo han criticado, insultado o
amenazado por su columna?
W.O.- Tengo muy buenos lectores.
Cuando no están de acuerdo se bur-
lan, y a veces hasta me hacen aver-
gonzar. Pero nunca me han amena-
zado.
C.O.T.- En las redes sociales y en los
foros virtuales de los periódicos, mu-
chos participantes suelen ser agresi-
vos e insultantes cuando no están de
acuerdo con la opinión del columnis-
ta ¿cuál fue la reacción a su columna
“A las puertas de la mitología”?
W.O.- Recuerdo opiniones positivas,
algunas muy valiosas, en las que al-
gunos lectores llegaron a decir que
aunque no compartían mi opinión,
mis afirmaciones los hacían meditar
sobre el tema. En general, nunca he
tenido la sensación de que mis artícu-
los produzcan insultos. Desde luego,
no faltan los comentarios altisonan-
tes pero los mensajes, repito, suelen
ser, más bien, reflexivos.
C.O.T.- ¿Conoció personalmente a
Hugo Chávez? ¿Cuántas veces estuvo
con él y por qué?
W.O.- Lo vi una vez a la distancia dan-
do un discurso. No lo conozco perso-
nalmente y nunca he hablado con él.
Soy tímido, y la gente tan eficiente y
activa me abruma un poco. Recuerdo
que, en 2009, aquí dijeron que yo ha-
bía estado en Venezuela polemizando
con Mario Vargas Llosa en defensa de
Chávez. Nunca he discutido con Var-
gas Llosa, aunque me gustaría hacer-
lo. Creo que el rumor lo echó a andar
Teodoro Petkoff, a lo mejor por algún
malentendido. Yo andaba en Suiza,
trabajando en una obra de teatro con
Omar Porras y, después, viajé a Espa-
ña a presentar mi novela El País de la
Canela. Allí me sorprendió la noticia
del Premio Rómulo Gallegos. Pero ni
siquiera en ocasión de ese premio co-
nocí a Chávez.
C.O.T.- Precisamente, uno de sus lec-
tores, antichavista, dijo que usted es-
taba agradecido tanto con Venezuela
como con Cuba por los premios lite-
rarios que recibió en esas naciones ¿El
vínculo emocional con los gobiernos
de estos dos países lo hace ser benévo-
lo y complaciente con ellos?
W.O.- Estoy agradecido con Vene-
zuela por el premio Rómulo Gallegos
y con Cuba por el Premio de ensayo
Ezequiel Martínez Estrada pero ni
ando buscando premios ni cambio de
opinión por recibirlos. También estoy
agradecido con mi país por el Premio
nacional de Poesía del 92. Pero el me-
jor premio posible es que la gente lea
los libros, y mis libros son muy bien
recibidos. Los gobernantes por lo ge-
neral no se enteran de los premios
literarios.
C.O.T.- ¿Sería activista político en Co-
lombia?
W.O.- Prefiero la opinión política al
activismo, pero siento que está ha-
ciendo mucha falta un movimiento
democrático civilizado y culto en este
país. Entre los políticos y la cultura
hay un abismo demasiado grande, y
esos abismos condenan a los países a
la corrupción, a la miseria, a la violen-
cia y a la barbarie.
C.O.T.- En el grupo de intelectuales,
artistas y escritores colombianos ¿Hay
una revitalización de las posiciones
24 A PLENA VOZ
socialistas en contraposición de las de-
rechistas de la era Uribe o usted es un
rebelde solitario?
W.O.- Yo no me considero un rebel-
de. Tengo convicciones y me parece
que es importante expresarlas. Pienso
muy distinto de algunos de mis cole-
gas, que son muy queridos amigos,
como Héctor Abad y como Juan Ga-
briel Vásquez pero me siento capaz
de pensar distinto a ellos y, a la vez, de
quererlos mucho.
C.O.T.- Supongo que apoya el proce-
so de paz con las FARC ¿Qué opina
de esa organización, de sus actua-
ciones como guerrilla y de su posi-
ble inclusión en el sistema político
colombiano?
W.O.- Ese proceso de paz con la FARC
va tan secreto, que a veces temo que
hagan la paz y nunca nos enteremos.
Esa guerra tiene que terminar, y las
guerras terminan con acuerdos. Para
ello es importante que dialoguen los
poderes y los guerreros. Ellos pueden
acallar las armas pero la paz la tiene
que construir la sociedad con convi-
vencia, dignidad, solidaridad y con la
posibilidad de poder volver a caminar
de noche por los montes, tener una
memoria compartida: esas cosas que
casi nunca entienden los políticos.
C.O.T.- ¿Qué pasó con su “franja ama-
rilla” y qué fue de ese ensayo que us-
ted escribió hace unos 15 años?
W.O.- La franja amarilla no fue un
movimiento sino un intento de in-
terpretar la realidad del país en el
último siglo, y una propuesta para
buscar que los sectores ciudadanos,
que hasta ahora no se han manifes-
tado políticamente, participaran en la
construcción de Colombia. El nombre
“franja amarilla” era una metáfora
sobre los colores de la bandera: el rojo
y el azul han sido símbolos de los par-
tidos tradicionales. Ahora que han
perdido su vigencia, me preguntaba
dónde estaba la franja amarilla. Una
nueva generación de estudiantes y
lectores ha tenido en esa idea, un re-
ferente. Ojalá sea productiva.
Apartes del elogio
de Ospina a Chávez
“Medios del continente han hecho un
gran esfuerzo por convertir a los con-
tradictores de EE.UU. en los grandes
equivocados. Lo han intentado con
Cuba y recientemente con Venezuela,
hasta el punto de que sus elecciones
victoriosas son siempre sospechosas.
No importa que en Colombia com-
pren votos o arreen electorados bajo
promesas o amenazas: esta demo-
cracia nunca está bajo sospecha. No
importa que los paramilitares pro-
duzcan en diez años doscientos mil
muertos en masacres bajo todas las
formas de atrocidad: la democracia
colombiana sigue siendo ejemplar,
porque los poderes de la plutocracia
siguen al mando. Pero si alguien es
enemigo, no de los EE.UU sino de los
abusos del imperialismo, eso lo hace
reo de indignidad. Uno de esos gran-
des enemigos del imperialismo es
Hugo Chávez. Por ello, aunque nadie
pueda atribuirle crímenes como los
que manchan las manos de tantos
poderes en el mundo, para muchos
opinadores y medios es un dictador
y un tirano (porque) ha sido duro
con los dueños tradicionales del país
y eso no se lo perdonan. Ya se lo per-
donarán: cuando adviertan que todo
lo que se haga a favor de los pueblos
fructifica en sociedades más reconci-
liadas consigo mismas… Tal vez nos
será dado asistir al paso de Chávez de
la historia a la mitología…”.
Mezcla de poesía, prosa y política
William Ospina es uno de los escrito-
res contemporáneos más destacados.
Poeta, ensayista y novelista, ha obte-
nido reconocimiento más allá de las
fronteras por su serio trabajo literario,
pero también por sus investigaciones
históricas lo que lo ha conducido a
tomar posiciones políticas no exentas
de polémica, como la que asumió en
la columna que escribió para El Espec-
tador el domingo pasado y en la cual
hace una encendida defensa de Hugo
Chávez. Su comentario no habría lla-
mado la atención si no fuera por el va-
lor que requiere ir contra la corriente
pública en un país tan derechizado
como Colombia.
Cecilia Orozco.- Se rumora que
cuando el presidente venezolano fa-
llezca será sepultado en un mausoleo,
al lado del de Bolívar. ¿Qué opina de
ese acto que pretende instalar en la
memoria colectiva a Chávez como un
nuevo libertador?
W.O.- Era de esperarse una decisión
así, pero esos actos son simbólicos,
sin consecuencias definitivas. Sólo la
historia decide dónde reposan para
siempre los recuerdos sobre los seres
humanos.
C.O.- ¿La vida de Chávez le interesaría
para escribir una novela?
W.O.- La literatura requiere cierta
perspectiva para abarcar la compleji-
dad de los hechos y la hondura de sus
efectos. Es difícil novelar sobre actos
tan recientes.
25 A PLENA VOZ
José Vicente Rangel: Amigas y
amigos, muy buenos días. Enero de
1996 confirma una duda terrible
en el venezolano, la duda en torno
a la salida a la crisis. El presidente
Rafael Caldera sigue repitiendo su
discurso voluntarista, orientado a
hacerle ver al pueblo que todo mar-
cha bien, que la situación está sien-
do superada y que hay que tener
confianza, en abstracto, en la ca-
pacidad de la nación para salir ade-
lante. Un discurso que uno puede
compartir, en cuanto a mantener
viva la esperanza, a la que nadie
debe renunciar, pero que luce cada
día más distante de la realidad, la
cual uno siempre debe asumir a
plenitud. Lo que dice el Presidente y
lo que hace el Gobierno no guardan
relación con lo que a diario ocurre,
con el costo de la vida, el desempleo,
la quiebra de los servicios públicos,
la inseguridad total y la nueva co-
rrupción (...).
Hoy voy a entrevistar, a conversar,
con Jorge Olavarría y el coman-
dante Hugo Chávez, acerca del 4
de febrero. ¿Qué ha ocurrido en
Venezuela cuatro años después del
4 de febrero? Como les dije antes del
corte, quiero conversar sobre una
fecha de la cual se cumplen exac-
tamente cuatro años en el día de
hoy, el 4 de febrero de 1992. He in-
vitado para abordar este tema a dos
personajes muy singulares, por lo
siguiente: uno de ellos, Jorge Olava-
rría, analista, historiador, escritor,
periodista, ha venido examinando
en los últimos tiempos, a través de
los medios de comunicación, una
serie de hechos y de acontecimien-
tos históricos en el país. El otro
invitado es el comandante Hugo
Chávez Frías, líder del movimiento
del 4 de febrero de 1992. El 4 de
febrero es una fecha que divide, es
profundamente polémica. Frente a
ella hay muchas actitudes, muy di-
versas. Es la fecha que se ve en blan-
co y negro, en función de negarlo o
de aceptarla. Pero como quiera que
ya ha transcurrido cierto tiempo,
cuatro años muy convulsos de este
país, muy crispados, creo que vale
la pena analizar un poco, no tan-
to el 4 de febrero, del cual se tiene
bastante información, sino la que
ha ocurrido desde esa fecha hasta
ahora, en el lapso de cuatro años.
José Vicente Rangel: ¿Se justificó?
¿Se justifica hoy en día, cuatro años
después, el 4 de febrero.
Hugo Chávez Frías: Claro que se
justificó, se justifica y creo que el 4
de febrero sigue hoy más vivo que
nunca, más vigente que nunca. Es-
tos cuatro años están signados por
el 4 de febrero, y los acontecimien-
tos, como dice un comentarista de
televisión, están en pleno desarrollo.
Todavía ahora es cuando faltan efec-
tos, consecuencias del 4 de febrero.
Creo que es una fecha que, como tú
dices, la ven en blanco y negro, pero
objetivamente hablando marcará la
historia de Venezuela durante varios
años. Todavía es muy pronto para
evaluar lo que ha pasado.
José Vicente Rangel: Entre los
que ven en negro el 4 de febrero,
están aquellos que dicen que fue un
acto de traición de un grupo de mi-
litares a su juramento de lealtad a
la República, ¿qué opina al respecto
Jorge Olavarría?
EL 4 DE FEBREROSIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAEntrevista al comandante Hugo Chávezy al historiador Jorge Olavarría4 DE FEBRERO DE 1996
Las entrevistas que a continuación se publican: El 4 de febrero sigue más vigente que nunca y Yo soy así fueron extraídas del libro: De Yare a Miraflores el mismo subversivo, escrito por el periodis-ta José Vicente Rangel. El libro contiene dieciséis entrevistas realizadas por Rangel al presidente Hugo Chávez Frías, durante el periodo que abarca de 1992 al 2012. Ediciones Correo del Orinoco, 2012
26 A PLENA VOZ
Jorge Olavarría: Creo que el 4 de
febrero es un hecho que se justifi-
ca plenamente. La rebelión militar
del 4 de febrero está justificada en
función de lo que había en el país
en ese momento dado. Había una
situación asfixiante, sofocante,
hedionda de corrupción, de depra-
vación, de cinismo político. Eso es-
talló. El país, como lo está pidiendo
ahora la propaganda de la visita del
papa, despertó y reaccionó. Tú has
dicho que se cumplen cuatro años
del 4 de febrero, pero se cumplen
dos años de la presidencia de Ra-
fael Caladera, a la cual llevó el 4 de
febrero. La presidencia de Rafael
Caldera fue consecuencia del 4 de
febrero. De manera que nosotros,
hoy, si queremos hacer un examen
retrospectivo de lo que ha sucedido
en esos cuatro años, tenemos que
ver el 4 de febrero en función de lo
que eso desató y una de las cosas
que desató fue la defenestración
de Carlos Andrés Pérez, la cancela-
ción de la aspiración a sucederlo de
Eduardo Fernández, el encumbra-
miento a la candidatura presiden-
cial de su partido Oswaldo Álvarez
Paz, como consecuencia de una re-
acción interna dentro de su partido
que le abrió las puertas a quienes
querían venir a votar allí. Tú tuviste
mucho que ver en eso, la denuncia
que tú hiciste en relación al caso de
los dólares, o de la partida secreta,
como tantas otras denuncias que
has hecho.
En ese momento fue tomada por el
fiscal general de la República, que
promovió un juicio en contra del
Presidente, que resultó en su salida
del poder, una salida más política
que jurídica y no hay que abochor-
narse al decirlo, porque era indis-
pensable para el sistema salir de
Pérez si quería sobrevivir. Y llevó a
la presidencia de Rafael Caldera en
diciembre de 1993.
José Vicente Rangel: Tú has di-
cho una cosa, Jorge, que creo que
conviene dilucidar en este momen-
to, que es la justificación de un gol-
pe de Estado. Para ciertas concien-
cias, para ciertos sectores de la opi-
nión pública, el golpe de Estado en
una democracia no se justifica, en
el estado de derecho no se justifica.
¿Por qué justificar entonces el 4 de
febrero?
Jorge Olavarría: Lo mejor del 4 de
febrero fue que fracasó, fue que no
alcanzó su objetivo estratégico.
José Vicente Rangel: ¿Tú estás de
acuerdo con eso, Hugo?
Hugo Chávez Frías: No, no hubo
fracaso allí. Yo entiendo lo que tú
dices, el fracaso militar, y así lo asu-
mimos. Cuando yo tomo la decisión
de rendirme, a las 10 de la mañana
del 4 de febrero, cuando veo que
hay posibilidades de lograr el obje-
tivo militar y político, entonces nos
rendimos y demostramos que era
por ahora, y sigue siendo por aho-
ra. Tú hablabas de un señalamiento
de la traición. No, ahí no hubo nin-
guna traición, porque nosotros los
militares venezolanos hemos jura-
do defender la patria, sus institucio-
nes, no defender partidos corrup-
tos, esa hediondez a la que tú te
refieres. Los militares venezolanos
no podemos ser utilizados como lo
fuimos, para masacrar a un pueblo
muerto de hambre, como ocurrió el
27 de febrero de 1989. Así que ahí
no hubo ninguna traición.
José Vicente Rangel: Pero, ¿quién
decide eso? ¿Quién decide cuándo
un golpe es bueno o es malo?
Hugo Chávez Frías: lo decide un
pueblo.
José Vicente Rangel: El éxito.
Hugo Chávez Frías: No, no. Yo no
creo que sea el éxito.
Jorge Olavarría: El éxito es cínico,
pero es la realidad: Lo que legitima
una sublevación de esa naturaleza
es el éxito, pero en este caso, Chá-
vez tiene y no tiene razón: ellos no
lograron el objetivo estratégico de
derrocar al presidente de la Repú-
blica, apresarlo y enjuiciarlo como
era, entiendo, su programa; sino
que lograron crear una conmoción
de tal naturaleza, que hizo desper-
tar al país.
José Vicente Rangel: Pero déjame
decirte una cosa, Jorge: si el éxito es
lo que justifica un golpe de Estado,
¿se justifica entonces el 18 de octu-
bre, el 24 de noviembre, que fueron
golpes exitosos?
Jorge Olavarría: Se justifican a sí
mismos, en función de que cum-
plen su objetivo. En ese sentido, se
justifica. Quizás no se puedan jus-
tificar, porque hay golpes nobles
y golpes que no lo son. Desde mi
punto de vista, yo creo que la rebe-
lión militar del 4 de febrero estaba
plenamente justificada, porque las
Fuerzas Armadas del país no po-
dían seguir siendo el brazo armado
de un sistema putrefacto, corrupto
y caduco. Lo bonito del 4 de febre-
ro no es el 4 de febrero en sí, sino
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA
27 A PLENA VOZ
lo que despertó. Hubo un despertar
de las conciencias, vamos a llamar-
las analíticas, inteligentes, intelec-
tualmente honestas del país, que se
manifestaron en un fenómeno úni-
co en la historia de Venezuela, en la
profusión de una serie de libros muy
importantes que se publicaron casi
inmediatamente después del golpe,
en donde cada uno analizaba el he-
cho desde su punto de vista. Un pro-
fesor de la Universidad de Los Andes
publicó un libro llamado En defensa
de los insurrectos, Alberto Arvelo;
otro Emeterio Gómez, por ejemplo,
ve la rebelión militar del 4 de febrero
como la gran esperanza para crear
en el país una economía de mercado,
una verdadera economía de merca-
do; los defensores del sistema, los que
estaban usufructuando el sistema y
eran parte del sistema como Carlos
Raúl Hernández, como Aníbal Ro-
mero, como Carlos Blanco, esos ana-
tematizaron el golpe del 4 de febrero,
llamaron traidores a los militares,
dijeron que habían interrumpido
un magnífico proceso de apertura
económica, que es absolutamente
mentiroso; el libro de Moisés Nahim,
por ejemplo, dice que el experimento
de abrir la economía venezolana a la
modernidad de la economía de mer-
cado, a partir de 1989, fracasó por
el golpe del 4 de febrero, todo eso es
falso. Una de las consecuencias más
claras que hoy en día, cuatro años
después lo vemos con más claridad,
es que el golpe del 4 de febrero llevó
a la Presidencia a Rafael Caldera, eso
es precisamente lo que tenemos que
reflexionar.
José Vicente Rangel: De eso va-
mos hablar, pero antes quiero
preguntarle, o hacer una conside-
ración al comandante Chávez: hay
quienes dicen que los líderes el 4 de
febrero han estado muy por debajo
de las circunstancias de ese fenó-
meno que se produjo, que es uno
de los hechos más importantes ocu-
rridos en Venezuela en los últimos
tiempos? ¿Estuvieron a la altura de
la circunstancia los líderes del 4 de
febrero?, ¿no lo estuvieron?, ¿poste-
riormente han estado a la altura de
las circunstancias o han pasado por
debajo de la mesa?
Hugo Chávez Frías: Hay una ac-
titud muy variable en nosotros, a
posteriori. Lo recogen los hechos
del país. Pero digamos, un núcleo
fundamental de ese movimiento
que se formó durante una década,
también es importante decir que
éste no fue un golpe de Estado tra-
dicional, un movimiento que está
sembrado en las Fuerzas Armadas
Nacionales, un movimiento pro de-
mocrático. Ese núcleo importante
de nosotros, con la misma bandera,
con el mismo planteamiento, esta-
mos recogiendo expectativas de lo
que llamaba Miravoz “la voz de la
nación”, y eso se ha demostrado
cuando nos negamos a ir a la cam-
paña electoral pasada. Llamamos a
la abstención activa y respondió a
ese mensaje, fuimos sintonía de la
voz de la nación. Creo que hemos
mantenido, no un 100 por ciento
de altura en relación con la gran
expectativa que se desató, pero ahí
estamos, pulsando la realidad na-
cional y en sintonía con una expec-
tativa, con una aspiración nacio-
nal. Creo que sí hemos estado a la
altura de esa expectativa.
José Vicente Rangel: ¿Quién se
beneficia en definitiva del 4 de fe-
brero?
Jorge Olavarría: Caldera, que sale
elegido sin vaselina. Sin duda Cal-
dera surge como una figura presi-
denciable por su discurso en la tar-
de del 4 de febrero, que interpreta
cabalmente lo que el país quería oír
y lo secuestra para su ambición.
Hugo Rafael Chávez Frías: Déja-
me decirte una cosa, Jorge yo tengo
la impresión de que el discurso de
Caldera del 4 de febrero no fue tan
espontáneo, como se ha dicho has-
ta ahora.
José Vicente Rangel: ¿Por qué di-
ces eso? Eso es grave.
Hugo Chávez Frías: Tengo infor-
maciones.
Jorge Olavarría: ¿Es decir que Cal-
dera estaba enterado de que ustedes
iban a dar el golpe?
Hugo Chávez Frías: Sí, no estoy
seguro, todavía hoy, a cuatro años,
si Caldera sabía o no de las conver-
saciones que tuvimos en Maracay,
en un restaurante cerca de la Base
Libertador con una persona muy
amiga del hoy presidente Caldera y
quien dijo ir de parte suya. Incluso
nos ofreció unos teléfonos celula-
res programados para algo que fue
mortal en la operación militar, que
fue las comunicaciones, y este per-
sonaje me dijo delante de un grupo
de oficiales del comando del movi-
miento: el ex presidente Caldera les
da luz verde a ustedes, no los va a
atacar ni los va a apoyar, pero no se
metan con él ni con su familia, y
que recuerden que él tiene un hijo
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
28 A PLENA VOZ
que es oficial de las Fuerzas Arma-
das. Y tengo otra evidencia, de otro
personaje que me contó que el 4 de
febrero, a medianoche, cuando co-
menzó la insurrección, él se fue a
casa de Caldera porque es amigo de
la familia y presenció cuando calde-
ra dio instrucciones a la seguridad:
si viene por ahí una comisión mili-
tar, háganlos pasar y les dan café,
que yo voy a hablar con ellos. Por
eso te digo que no es tanto así aque-
llo de la espontaneidad de Caldera.
Creo que él estaba al acecho.
José Vicente Rangel: El olfato, el
sentido común, el olfato político
ayudado con otros elementos.
Jorge Olavarría: Eso es muy im-
portante, pero es anecdótico. Lo
importante, lo histórico, lo que es in-
negable es que a lo largo de toda su
vida Rafael Caldera ha demostrado
tener un muy agudo instinto para la
oportunidad. Lo tuvo el 18 de octu-
bre de 1945, pues fue el primer civil
que se presentó en Miraflores des-
pués que los militares habían derro-
cado a Medina; lo tuvo en 1948, lo
tuvo en 1950, lo tuvo en 19552, lo
tuvo en 1958 cuando inventó en su
casa el pacto de Punto Fijo, según el
cual él llegó al poder a pesar de que
perdió las elecciones; lo tuvo cuando
salió elegido Presidente de la Repú-
blica en 1969, cuando aprovechó
la división de Acción Democrática,
el pleito entre Raúl Leoni y Luis Bel-
trán Prieto, entre Gonzalo Barrios,
perdón, y Luis Beltrán Prieto logró
la Presidencia de la República con
una mínima mayoría; y lo tuvo el
4 de febrero de 1992 cuando, re-
pito, secuestró, para beneficio de
su ambición de ser Presidente de la
República por segunda vez, la emo-
ción que se desató ese día. No tengo
la menor duda de que el beneficiario
del 4 de febrero fue Rafael caldera.
Por eso es que esta fecha es impor-
tante.
José Vicente Rangel: Supongo
que los que estaban combatiendo
en ese momento, lo que estaban
rindiéndose, los que estaban presos
sintieron un alivio y una gran soli-
daridad en ese discurso de Caldera
en el Congreso.
Hugo Chávez Frías: No, no lo vi
porque ya estaba preso.
José Vicente Rangel: Pero al día
siguiente cuando lo condujeron...
Hugo Chávez Frías: Unos meses
después estuvimos aislados en la
DIM, pero en efecto, el discurso de
Caldera es importante. Estoy de
acuerdo con lo que tú dices, Ola-
varría, pero no creo que la historia
podamos centrarla en un persona-
je. Aquí hay muchos beneficiarios
del 4 de febrero.
Jorge Olavarría: Claro, claro.
Hugo Chávez Frías: Y hay cosas
que es bueno decir, la historia no
ha terminado porque Caldera, hoy
en día se ha demostrado, no tiene
capacidad para seguir gobernando
este país. Así que el beneficio sería
un beneficio temporal en todo caso.
José Vicente Rangel: eso quiere
decir que han malbaratado la he-
rencia del 4 de febrero.
Hugo Chávez Frías: Claro, el go-
bierno de Caldera es hijo del 4 de
febrero, un hijo no deseado y que
ha puesto la torta. Caldera tuvo en
sus manos el más grande poder que
Presidente alguno pudo haber teni-
do después que ganó las elecciones,
apoyo popular, apoyo de gruesos
sectores militares, hubiera podido de
verdad torcer el rumbo de este país,
pero entonces él cayó en el efecto
pigmalión, se casó con su obra, el
puntofijismo, hizo pacto con Acción
Democrática, con lo más podrido
de Acción Democrática, siendo una
muleta que permite la cierta recupe-
ración de Acción Democrática con el
Congreso, con sectores, digamos, de
la reacción del país y traiciona a un
pueblo. Tú te pones a ver el discurso
de Caldera, ese del 4 de febrero y, pa-
rodiando a Whitman en su Canto a
mí mismo, hoy pudiéramos decir que
ese es el canto de Caldera mismo, el
canto de su tragedia, cuando él dice
por ejemplo lo que resucitó. Un pue-
blo con hambre no puede defender
esta democracia, no podemos pagar
la deuda externa, citando a Juan Pa-
blo II que está por llegar, por cierto, a
costa del hambre de los pueblos. Eso
lo dijo Caldera el 4 de febrero, hoy
cuatro años después es bueno devol-
vérselo, como el canto de su propia
tragedia:
José Vicente Rangel: ¿Cuál es la
evaluación de Jorge Olavarría, cua-
tro años después, de esas dos figu-
ras, vamos a decir históricas, Pérez
por u un lado, prácticamente derro-
cado, y Rafael Caldera insurgiendo
y prácticamente logrando la victo-
ria que posteriormente consagró?
Jorge Olavarría: El Caldera de hoy
no es el Caldera de 1992.
José Vicente Rangel: Por los años
que tiene...
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA
29 A PLENA VOZ
Jorge Olavarría: No solamente
porque tiene 80 años, sino porque
no es el mismo, el país no lo perci-
be igual. En 1992 lo percibió como
interpretando, como dándole una
opción civil a lo que los militares ha-
bían logrado hacer y no lo pudieron
hacer. El Caldera de 1996 no es el
mismo Caldera de 1992. El Pérez de
1996 no es el mismo Pérez de 1992.
José Vicente Rangel: ¿Cuál es la
diferencia entonces entre Caldera
de Miraflores y el Pérez de La Ahu-
mada?
Jorge Olavarría: Hay una diferen-
cia, José Vicente, no se puede decir
que los papeles se han cambiado,
no se puede decir que el Caldera de
hoy es el mismo personaje repulsi-
vo que era Carlos Andrés Pérez en
1992, no. Eso sería injusto e incier-
to decirlo, pero va camino de serlo,
porque la situación económica, po-
lítica, social del país es peor que la
de 1992, porque lo que ha sucedido
a lo largo de los dos años del gobier-
no de Caldera, el encubrimiento
del caso Andino, el encubrimiento
y la complicidad con los casos de
los bancos de Venezuela y Consoli-
dado, toda la corrupción que se ha
desatado con esas aventuras insen-
satas de haber tratado de crear un
partido político como Convergencia
y haber intentado convertirlo en un
partido clientelar que tanto daño le
ha hecho al país, todo eso, caram-
ba, va acercando la figura de Rafael
caldera a lo que era Pérez en 1992.
José Vicente Rangel: A juicio de
Hugo, ¿qué determina ese cambio
entre ese Caldera del 4 de febrero,
del discurso en el Congreso y el
Caldera de hoy en Miraflores? ¿Qué
cambio se produce en él que lo lleve
a esa circunstancia después que no
cambió nada?
Hugo Chávez Frías: Creo que es el
mismo Caldera de siempre, tú lo de-
cías en tu reflexión histórica, caldera
aplicó un gran maquillaje del 4 de
febrero, él se montó en la cresta de la
ola, como tú dices, secuestró el sen-
timiento nacional, que es una de las
grandes ganancias de este país. Este
país despertó el 4 de febrero y esa es
otra de las ganancias que hay que
señalar. Entonces, caldera no es que
cambió, es el mismo Caldera de 1945,
el que llegó a la Junta de Gobierno:
“Aquí estoy a la orden” y lo nombra-
ron procurador, siempre al acecho, es
el mismo Caldera de siempre.
José Vicente Rangel: Entonces,
yo pudiera preguntar que si es que
el 4, los contenidos del 4, el lideraz-
go del 4 de febrero, no eran dema-
siado frágiles, que fueron incapaces
de percibir lo que iba a ocurrir con
una figura como Caldera y que, in-
cluso, la gente que se encandiló en
la calle con la candidatura de calde-
ra, ¿no incurrió en un error?
Hugo Chávez Frías: nosotros sal-
vamos nuestra responsabilidad.
José Vicente Rangel: ¿Cómo la
salvan?
Hugo Chávez Frías: porque no
apoyamos a Caldera y le dijimos
al país, nosotros, en las elecciones
de 1993 llamamos a la gente a no
votar. También con nuestra ban-
dera, que la hemos hablado varias
veces, para nosotros es la Asamblea
Constituyente una salida profunda.
Decíamos: “Caldera no ofrece solu-
ciones a este país”.
José Vicente Rangel: Pero insisto,
nosotros no estamos juzgando aquí
a Caldera, estamos juzgando el 4 de
febrero. Caldera es una consecuen-
cia del 4 de febrero. En todo caso,
¿no fue demasiado frágil lo que se
montó, lo que animó, lo que dina-
mizó, lo que le abrió las compuertas
al 4 de febrero, que no pudo impe-
dir que un hombre que, como dice
Hugo Chávez, es el mismo que lle-
gara a Miraflores?
Jorge Olavarría: Si nos retrotrae-
mos al 4 de febrero de 1992, en ese
momento era impredecible lo que
luego sucedió y esa es la reflexión
que tenemos que hacer hoy día: ¿Es
que acaso hoy no es igualmente im-
predecible y también predecible lo
que va a suceder en los próximos
cuatro años? ¿Es que un cuadro eco-
nómico como el que está pasando
Venezuela con la más alta devalua-
ción de la historia, con el más alto
índice inflacionario, con un déficit
espantoso que constituye un agobio
de una predicción impredecible...?
José Vicente Rangel: Pero, Jor-
ge, si tú dices que es impredecible,
pudiéramos llegar a la conclusión
entonces...
Jorge Olavarría: Era impredecible
en 1992.
José Vicente Rangel: Podemos lle-
gar a la conclusión entonces de que
el 4 de febrero fue un error.
Jorge Olavarría: No fue un error.
Fue un salto.
Hugo Chávez Frías: ¿Cómo va a
ser un error...?
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
30 A PLENA VOZ
José Vicente Rangel: Era impre-
decible lo que iba a ocurrir después
y no había fuerzas suficientes para
que canalizaran ese movimiento.
Hugo Chávez Frías: Tenía que ha-
ber alguna fuerza nacional que diera
un paso hacia la dignidad y eso fue lo
que despertó un país. No fue ningún
error; error hubiera sido mantener-
nos en la situación en que estába-
mos, sin que alguien o un grupo,
un sector de la vida nacional diese
un paso al frente. Ahora, yo quería
subrayar un poco lo que decía Jorge
hace unos momentos. Uno tiene la
sensación, yo la tengo al menos y la
tenemos en el Movimiento Boliva-
riano, de que nosotros, después de
cuatro años, estamos pasando como
aquellas personas que andan perdi-
das en la selva y andan caminando
y después de ocho días de caminata
se detienen un poco y dicen: “Yo pasé
por aquí hace ocho días, por este
mismo sitio”. Hemos dado un mo-
vimiento en círculo, una agresión
histórica, pero ¿por qué? Porque no
hubo fuerzas.
José Vicente Rangel: Pero sigues
perdido.
Hugo Chávez Frías: Sí, estamos
perdidos, Venezuela está en un
gran laberinto, aquí no se sabe qué
salida va a haber.
José Vicente Rangel: Pero, ¿cómo
un líder puede declarar que está
perdido?
Hugo Chávez Frías: Es un pue-
blo, es una nación, nosotros no
andamos perdidos. Tenemos una
propuesta para salir del laberinto,
así la hemos llamado, una Agenda
Alternativa Bolivariana, que debe
comenzar por un llamado a refe-
réndum. Hoy hay que preguntarle
a los venezolanos si quieren que
Caldera siga gobernando o no, un
referéndum, y si quieren Constitu-
yente o no. Esa es la salida pacífi-
ca que puede evitarnos lo que tú
decías, que venga una situación
de incertidumbre, una explosión
social otra vez. Esa es nuestra pro-
puesta.
José Vicente Rangel: Cuando
Hugo hablaba de referéndum y
otras cosas, tú decías que por ahí
iba la cosa.
Jorge Olavarría: Por ahí tiene que
ir la cosa si nosotros queremos tra-
tar de evitar que se produzca una
nueva explosión, sublevación de
cualquier naturaleza, ya sea militar
o ya sea popular, por la carestía.
José Vicente Rangel: ¿Puede pro-
ducirse?
Jorge Olavarría: Por supuesto que
se puede producir.
Hugo Chávez Frías: Se está pro-
duciendo.
Jorge Olavarría: El escenario clá-
sico de una situación prerrevolu-
cionaria. Quien no lo vea es porque
no lo quiere ver.
Hugo Chávez Frías: Por eso te de-
cía...
Jorge Olavarría: Está ciego.
José Vicente Rangel: Está bien
lo que tú dices, pero yo lo que no
veo son sujetos, factores, liderazgo,
conducción.
Jorge Olavarría: Algo importante:
cuando sugerí, en la columna que
tengo en El Nacional, la necesidad de
pedirle al presidente de la República
su renuncia, recibí muchas llama-
das, y muchas de las llamadas que
recibí eran: “Y después de Caldera
qué? Eso es precisamente lo que falta
hoy en 1996, el Caldera de 1992. El
país no tiene clara una perspectiva de
relevo a la situación actual. A pesar
de que la dirigencia del país..
Hugo Chávez Frías: Pero es que
no podemos caer en el mesianismo,
eso sería un mesianismo...
José Vicente Rangel: Precisamen-
te, hay quienes dicen, sostienen, per-
dón, que después de Caldera, el caos.
Hay quienes sostienen que estamos
viviendo en el caos.
Hugo Chávez Frías: Sí, Caldera es
el caos.
José Vicente Rangel: Tú apunta-
bas algo cuando estaba hablando
Jorge y yo preguntaba sobre el lide-
razgo, ¿realmente existe el liderazgo?
Hugo Chávez Frías: Claro que hay
un liderazgo en el país...
José Vicente Rangel: ¿Cuál es?
Hugo Chávez Frías: Un lideraz-
go emergente. Nosotros ofrecemos
una salida a los venezolanos, y es-
tamos llamando a una gran unidad
nacional para evitar esa explosión
posible, para evitar una explosión
en los cuarteles; los sectores inte-
lectuales, los sectores de trabajado-
res, y estamos haciendo esfuerzos
por lograrlo, en un plan estratégi-
co unitario, que plantea, el primer
paso, una gran unidad nacional. Y
que en vez de cien conflictos focali-
zados, violentos, hagamos un solo
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA
31 A PLENA VOZ
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
gran conflicto, para decirle a este
señor Caldera: “¡Renuncie y llame
a referendo!”. Porque este país no
aguanta más esta situación, como
tú lo planteabas. Es posible, y hay un
liderazgo en la calle.
José Vicente Rangel: Pero ya sa-
bemos que Caldera no va a hacer
eso. Caldera es un hombre casado
con el poder.
Jorge Olavarría: Entonces, habrá
que ir por la vía de un consejo de
tutela, como la que propuso Lauría
y el presidente del Congreso Na-
cional. El propio Caldera fue el que
produjo...
José Vicente Rangel: Entonces,
cuatro años después del 4 de fe-
brero, ¿se puede pensar en que
hay que repetir fatalmente otro
episodio de la misma naturaleza?
Hugo Chávez Frías: Ojalá que no,
ojalá que no.
Jorge Olavarría: Es muy impor-
tante lo que tú acabas de decir.
Una de las cosas más bonitas que
surgieron después del 4 de febrero,
que me reconcilian con el venezo-
lano, fue la irrupción de análisis
de libros, de artículos que salieron,
ninguno de los cuales justificaba
el golpe militar, todos decían: “¡No
queremos una dictadura militar!
¡No queremos el regreso a un régi-
men autoritario de índole militar!”
José Vicente Rangel: Incluso los
propios militares, ¿no?
Jorge Olavarría: Inclusive los
propios militares. Cómo no, el
comunicado del general... Todos
decían: “¡No queremos eso!”.
Hugo Chávez Frías: Jorge, noso-
tros decimos que no queremos un
gobierno militar.
Jorge Olavarría: Así es.
Hugo Chávez Frías: El plan nues-
tro no es una dictadura militar.
Jorge Olavarría: Este sistema tie-
ne que ser reformado. Este sistema
no se reformó, evidentemente, el
sistema se demostró capaz de corre-
girse a sí mismo en la medida que
enjuició y destituyó a Pérez, en la
medida que llegó a un proceso elec-
toral, pero lo que ha sucedido a par-
tir de diciembre de 1993 hasta el
día de hoy nos llena de perplejidad.
Hugo Chávez Frías: Difiero de esa
opinión tuya, Jorge, por lo siguien-
te: creo que si algo se comprobó,
que son las cosas positivas de un ba-
lance de estos cuatro años, porque
estamos en el mismo punto históri-
co, con una situación similar, pero
hay un balance de cosas positivas y
negativas que han ocurrido. Si una
cosa positiva ha ocurrido, es que se
ha demostrado que este sistema no
tiene capacidad de autorregular es-
tas perturbaciones, en este sistema
hay que acabar con algo, hay que
hacer otro sistema que sea verda-
deramente democrático. Este siste-
ma no pudo, fíjate, cuatro años, yo
pudiera dividir eso en cuatro etapas
rápidamente: el año 1992 fue el
año de la Revolución posible, ahí
se abrió una expectativa de cambio
estructural, de cambio radical de la
situación venezolana, pero no hubo
fuerza suficiente para lograrlo; vino
el año 1993, el año de la evolución
posible, sacan a Pérez, eligen a Cal-
dera, y sube la expectativa de la
evolución del cambio posible. Pero
en el año 1993 tenemos a Calde-
ra en una fase de involución, y en
1995 de regresión, que nos trajo a
esta misma situación. Por tanto, no
basta una figura providencial, no es
mesianismo lo que necesitamos; es
un pueblo que ha despertado, es un
pueblo que está en fase de organiza-
ción y con un proyecto en construc-
ción, un proyecto nacional.
Jorge Olavarría: Pero qué cosa
tan curiosa oírte decir a ti eso. Es
interesante, verdaderamente, des-
de el punto de vista del historiador,
porque tú te convertiste en un fenó-
meno mesiánico después del 4 de fe-
brero. A ti nadie te conocía antes del
4 de febrero, y bastaron unos segun-
dos en la televisión y el “por ahora”
que tú dijiste, con tu boina roja, para
que te convirtieras en un ícono, en
un ídolo; había niñitos disfrazados
de Hugo Chávez; había estatuillas de
Hugo Chávez por todas partes.
José Vicente Rangel: ¿Y eso no lo
perjudicó, Jorge?
Jorge Olavarría: Puede ser. Pero
lo que te quiero decir es que esas
sublevaciones producen ese tipo
de líderes. La del 23 de enero pudo
haber producido a Hugo Trejo, y
lo hizo durante muy breve tiempo,
pero terminó siendo Larrazábal
la figura bonachona, buenmoza,
con el uniforme blanco de Wolfang
Larrazábal, la que captó eso. Las
grandes perturbaciones revolucio-
narias, como la del 23 de enero,
como la del 4 de febrero, producen
ese tipo de mesianismo. Y me llama
la atención que tú eres en contra
del mesianismo, cuando tú fuiste
32 A PLENA VOZ
uno de los fenómenos mesiánicos,
y gran parte de la popularidad que
tú tienes...
Hugo Chávez Frías: Sin quererlo,
Jorge. Déjame decirte esto, sin que-
rerlo se produjo ese fenómeno.
Jorge Olavarría: Pero eso te da
una gran responsabilidad, tú tienes
una enorme responsabilidad.
Hugo Chávez Frías: Por supuesto.
Y fíjate que hay amigos que me di-
cen: “Hugo, vete del país —ausén-
tate de la realidad esta— para que
sigas manteniendo esa especie de
mito que se está alejando, porque
te estás desgastando en la lucha
diaria....”. Yo les digo: “¡No, no!”.
Mi lucha está en ese día a día en la
calle.
Jorge Olavarría: ¿Cómo se compa-
ra esa lucha tuya con el comandan-
te Arias Cárdenas?
Hugo Chávez Frías: Ya te voy a
responder esa pregunta.
Jorge Olavarría: A ver.
Hugo Chávez Frías: Es un esfuer-
zo, que lo he asumido, incluso en lo
personal, de desmontar esa figura
mítica y ponerme a caminar sobre
la realidad, como un hombre más
de este pueblo, como un luchador
social, eso es lo que soy, pero no
puedo ser un mito, una leyenda;
no. Eso puede hacer mucho daño
a las posibilidades de un cambio de
verdad.
José Vicente Rangel: Perdón. Jor-
ge se me adelantó en una pregun-
ta que yo también iba a hacer. Me
parece que hay dos vertientes en el
liderazgo militar del 4 de febrero:
una, la que tú encabezas; y otra
vertiente, en el marco de esta le-
galidad, que representa el coman-
dante Arias, actualmente gober-
nador del Zulia. ¿Se enfrentan,
chocan? ¿Se excluyen? ¿O es una
particularidad de ese hecho que se
forjó el 4 de febrero, naturalismo?
Hugo Chávez Frías: No sé si pu-
dieran chocar en un futuro, ojalá
que no, pero el comandante Arias
desde el año 1993 tomó una deci-
sión de separarse del movimiento
nuestro, de la líneas estratégica, él
incluso pidió la baja, preso, para
lanzarse de candidato a diputado
por la Causa R por el estado Zulia,
cosa que la mayoría de nosotros le
criticamos. Incluso, yo me alegré
cuando el ministro de la Defen-
sa le negó la baja, porque cómo lo
hubiéramos explicado al país, que
se va de baja uno de los jefes mili-
tares para ser diputado y deja a los
oficiales presos. Gracias a Dios no lo
logró. Y después siguió con la Cau-
sa R y ha tomado esa vía. Incluso,
en lo personal le he dicho a él que
se reservase para una ocasión más
idónea del proyecto bolivariano, del
proyecto auténtico. Nosotros segui-
mos las mismas líneas; él ha toma-
do otro camino.
José Vicente Rangel: Ahora, ¿no
es un error, Hugo, pretende represar
el 4 de febrero en un movimiento?
Hugo Chávez Frías: No, no esta-
mos...
Jorge Olavarría: Yo iba a hacer
esa pregunta.
Hugo Chávez Frías: No estamos
represándolo, no.
José Vicente Rangel: Canalizán-
dolo, pues.
Hugo Chávez Frías: Bueno, yo
creo que...
Jorge Olavarría: Te conviertes en
un partido más del sistema.
Hugo Chávez Frías: Tenemos que
canalizarlo. Tenemos que estar a
la altura de la expectativa. Pero
nosotros no vemos el movimiento
Bolivariano como un partido más
ni como un sector más del país. Si
algo nosotros vemos en nuestra es-
trategia, es ser un sector para aglu-
tinar, un sector de cohesión de esa
gran unidad nacional. Cuando tú
preguntabas, y decías: “Caldera no
va a aceptar el referendo”, depende.
Porque si nosotros hacemos lo que
el pueblo francés, y salimos todos a
la calle, un buen día, un paro nacio-
nal, unidos, trabajadores, campesi-
nos, indígenas, estudiantes, milita-
res retirados, medios de comunica-
ción, Caldera va a tener que llamar
a referendo y preguntarle al país,
para seguir el ejemplo digno de Em-
paran: “Ustedes quieren que yo los
mande?” Y lo que el pueblo diga tie-
ne que hacerlo, porque el pueblo es
el dueño de este proceso, tiene que
ser el dueño de este proceso.
José Vicente Rangel: Caldera no
tiene vocación de Emparan.
Hugo Chávez Frías: Pero podemos
hacer que la tenga. Si no lo quiere.
Emparan no quería irse tampoco,
pero fue una presión.
José Vicente Rangel: Para con-
cluir, rápidamente, una síntesis de
la apreciación que ustedes tienen
acerca de este proceso, en estos
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCA
33 A PLENA VOZ
EL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAEL 4 DE FEBRERO SIGUE MÁS VIVO QUE NUNCAENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
cuatro años. Y qué salida hay in-
mediata.
Jorge Olavarría: Cuatro años del 4
de febrero, dos años de la presidencia
de Caldera: colosal y catastrófico fra-
caso. Salida: no se ve. Están cerradas
las alternativas de índole, vamos a
llamar institucional y democrática.
Posibles salidas: las que se han su-
gerido, un referendo consultivo que
el Presidente de la República propu-
so y hay que tomarle la palabra. Un
consejo de tutela, como el que pro-
pusieron los presidentes de las cá-
maras del Congreso nacional. Una
solicitud masiva de todo el país, no
de Jorge Olavarría ni José Vicente, ni
de individualidades, sino masiva, de
todo el país, pidiéndole al Presidente
de la República que le haga el obse-
quio de su renuncia, el sacrificio de
su renuncia, para darle una salida al
país. La manera como el Presidente
de la República interpreta, entiende
y pone en práctica la situación eco-
nómica es gravísima...
José Vicente Rangel: ¿Y entregar-
le a quién el poder?
Jorge Olavarría: A quien sea.
José Vicente Rangel: ¿A ese Con-
greso?
Jorge Olavarría: Ese es el proble-
ma, el Congreso...
José Vicente Rangel: ¿Al lideraz-
go de los partidos?
Jorge Olavarría: Ese es el problema.
El problema son ellos, no pueden ser
la solución. Sin embargo, esa mis-
ma situación existía el 4 de febrero.
Si nosotros llegamos hoy en día a la
conclusión de que no podemos de-
cir nada, entonces vamos a seguir
durmiendo y no reaccionamos. No
hagamos lo que nos están pidiendo
hacer con la visita del Papa, sigamos
durmiendo, sigamos en este letargo
y sigamos pensando que Caldera es
el menor de todos los males y deje-
mos que el país ruede por la pen-
diente de la inflación, del desempleo,
del hambre, de la carestía, de las
explosiones sociales aisladas, una
detrás de otra. El sistema tiene que
entender que si quiere salvarse, tie-
ne que reformarse.
José Vicente Rangel: Hugo.
Hugo Chávez Frías: Creo que sí,
que lamentablemente hemos hecho
esa regresión. Ahora, salidas existen;
pienso que, como decía Jorge Ola-
varría, por ahí va la cosa, nosotros
planteamos una estrategia muy clara
ante toda Venezuela. Primero, uni-
dad nacional, dejarnos de sectaris-
mos, de partidismos, de mis intereses
personales, de mis intereses sectoria-
les, y lograr esa gran unidad. Y esta-
mos trabajando duramente las 24
horas del día, literalmente hablando,
para lograrlo, convocando a todos los
factores que están en contra del con-
tinuismo. Y aplicar, con esa unidad
en la mano, una estrategia de doble
acción. Por una parte, una acción
de resistencia civil, la resistencia civil
hay que hacerla en Venezuela, pero
no de manera irracional (quemando
cauchos, asaltando, saqueando); no,
vamos a pararnos contra...
Jorge Olavarría: Eso más bien
afianza al Gobierno.
Hugo Chávez Frías: Claro, y eso
afecta la unidad misma y la mo-
ral de la fuerza misma, porque son
manifestaciones conducidas al
fracaso inmediatamente. Una gran
unidad para la acción de resisten-
cia. ¿Contra qué? Contra la agenda
Caldera, contra la agenda que lla-
man Venezuela, pero es la agenda
Caldera, la desnacionalización del
país, la entrega del petróleo. Cin-
cuenta años atrás, Gómez no hizo
ni siquiera lo que está haciendo
Caldera: la entrega de los recursos
estratégicos del país, la ruptura de
las Fuerzas Armadas, la preten-
sión de borrar los derechos de los
trabajadores. Hay que hacer resis-
tencia cívica en la calle, unitaria,
contra esa agenda. Pero al mismo
tiempo, la otra acción de esa doble
estrategia es una acción ofensiva,
porque a Caldera hay que sacarlo
del Gobierno. Yo no estoy llaman-
do a rebelión militar ni a rebelión
popular, pero hay muchas vías;
Caldera incluso es enjuiciable. Si
a Samper en Colombia lo están
enjuiciando por recibir dinero del
narcotráfico, Caldera creo que hizo
algo mucho más grave. Caldera no
recibió, caldera le dio casi un pre-
supuesto anual de este país, lleno
de miseria y de muertos de ham-
bre, los niños de Venezuela, dos
millones en situación de miseria, a
los lavadores de dinero, a los trafi-
cantes de dinero, y se llevaron eso,
y aquí no ha pasado nada. ¿Quién
es el responsable? Rafael Caldera.
Juicio contra Caldera, recorte del
período, cualquier cosa puede ocu-
rrir; referendo. Pero hace falta la
unidad y la presión del pueblo en
la calle, de los venezolanos.
José Vicente Rangel: Muchas
gracias a Jorge Olavarría, Hugo.
34 A PLENA VOZ
(…) El Cuestionario Proust…¿Rasgo principal de tu carácter?
Respuesta rápida, respondo rápi-do, un carácter rápido.
¿Defectos que no puedes dominar?
Que no podía, ahorita tengo que dominar cualquier defecto, sobre todo la impulsividad, y estoy en un esfuerzo para dominarlo, la impulsividad.
¿Te consideras buena persona?Nietzche dice que es sospechoso el que dice que es buena persona. Prefiero que me juzguen ustedes si soy bueno, si soy bueno, si sirvo para algo.
¿Por quién te cambiarías?Por Chávez
¿Cuál es tu precio?Ni se compra ni se vende. No tengo
precio
¿De quién sientes envidia?De ti, 90 años casi y mira como estás de impecable y con esa claridad.
¿Cuál es tu ideal de felicidad?El bolivariano, la suprema felicidad para un pueblo.
¿Con qué error humano te mues-tras indulgente?Yo creo que con la humanidad del error, el carácter humano del error, por ejemplo: la inocencia, la buena fe, hay que ser indulgente con eso.
¿Ante qué eres intolerante?La flojera, la mentira, la negli-gencia.
¿Quién despierta tu ira?¿Mi ira? Hasta hace pocas semanas hasta cosas menudas, hoy nada.
¿Por qué serías capaz de matar?No mato, vivo, no mato; no soy ca-paz de matar.
¿Qué cualidad prefieres en los seres humanos?La lealtad, la lealtad, la lealtad.
¿Cuál es tu palabra favorita?¿palabra favorita? Vivir viviendo la vida.
¿Alguna obra de arte que te parece insuperable?Los Miserables.
¿Cuál es tu máxima en el tra-bajo?
YO SOY ASÍ: Entrevista con José Vicente Rangel en la Academia Militar 7 AGOSTO DE 2011
35 A PLENA VOZ
YO SOY ASÍENTREVISTA CON JOSÉ VICENTE RANGEL
Trabajo, trabajo y más trabajo, máxima de Bolívar.
¿Qué crees aportar profesionalmente?Profesionalmente, creo que la capa-cidad de invención, de inventar.
¿Qué obra de arte te ha impresionado?Te digo que muchas; pero oye, la del Salón Elíptico Carabobo. Cuando fui al Congreso, la prime-ra vez que fui, Martín Tovar y To-var, Sí es una obra monumental y cuántos años pasaría ese hombre pintando eso.
¿Conoces algo diseño perfecto?La naturaleza es perfecta: desde ese roble y este samán hasta cualquier hormiga es un diseño perfecto.
¿Dónde te gustaría vivir?En la costa Apure, porque el Apure tú sabes que divide Barinas del esta-do Apure; en la costa Apure.
¿Música favorita?¡Ahh! Un pasaje llanero (canta): “So-bre la estela del viento…”
¿Un color?El rojo, a pesar de la camisa amari-lla.
¿Un poeta?Andrés Eloy Blanco: “Unos los lla-man Maisanta y otros el americano”
¿Algo hermoso?La mujer, María. La mujer es her-mosa
¿Un héroe?Bolívar, Maisanta
¿Crees en la eternidad del alma? Yo creo que alma es algo del suje-to, y al sujeto no le corresponde la eternidad. Yo creo más bien en la infinitud de lo humano, pero no en la eternidad individual del sujeto.
¿Cómo te gustaría morir?No me gustaría morir: vivir, vivir viviendo
¿Estado actual de tu espíritu?Insuperable en pleno retorno, 40 años de retorno. El cadete volvió vestido de azul, con la muchachada azul, el teniente que estuvo aquí, el capitán, el bachaquito de Sabaneta, “el Arañero”, 40, 57 años que ha retornado ahora para relanzarme: el nuevo Chávez.
36 A PLENA VOZ
ÚLTIMA CONFESIÓN DEL COMANDANTEJOSÉ SANT ROZ
37 A PLENA VOZ
El desenlace de mi drama
será algo diferente al que
sufrió el Libertador en
1830. No hay un Páez
en armas con el poder de una gran
sección de la república, pero sin de-
jar de considerar que tenemos un
buena parte de la población em-
banderada contra nuestra tierra,
aliada con el imperio de turno, con
fuerte apoyo del sector económico
y de la prensa nacional y mundial.
Aunque mis votos nuevamente
serán por la unidad de la patria.
Moriré, no como el Libertador ante
un cuadro de desintegración con
aquellos patriotas divididos: Justo
Briceño, Urdaneta, Mariano Monti-
lla, O’Leary, todos ellos en la Nueva
Granada y con aquella Venezuela
desgarrada bajo el mando de Páez
rodeado de abogados intrigantes: el
Miguel Peña, Leocadio Guzmán...;
y al sur, un Ecuador dominado por
un ambiguo como Juan José Flo-
res. Esa no es mi situación de cara
al porvenir: la patria que dejaré
quedará en manos de un pueblo
consciente de su destino. No moriré
tampoco con una camisa “presta-
da”, aislado de mi pueblo querido
y alejado de la tierra que más he
amado. No hay un par de hienas
avanzando desde el sur para tomar
el poder luego de haber destrozado
el cuerpo del Abel de Colombia.
No moriré viendo una América
Latina desintegrada como la en-
contramos en 1998.
Pero aun así, mis dolores tam-
bién vivirán en el futuro, siempre
recordando las palabras del Padre
Bolívar de que nada puede un po-
bre hombre contra el mundo entero.
Pobres hombres todos nosotros los
poseídos por el fuego sagrado de la
libertad, todos los poseídos por la
idea fija de tener soberanía para
darle una gran destino a Venezuela.
Ya sé que el año que viene no
estaré con mi pueblo, y que segui-
rán lloviendo injurias e infamias
contra todos los que sostenemos
este proyecto. ¿Pero quién podría
ahora engañar a este pueblo, lue-
go de catorce años de lucha contra
los engañadores de todas las horas,
contra esa monstruosa farsa que
montan los medios para aniquilar
con toda frialdad a quienes se en-
frentan a sus intereses?
También Bolívar fue víctima
de aquella bandada de periódicos
y opinadores que controlaban me-
dios como El Demócrata y Aurora.
Muerto Bolívar, lo siguieron
injuriando, llamándole tirano en
jefe, déspota, violador de la Cons-
titución jurada por el Congreso en
Cúcuta, y para escarnio de toda la
Gran Colombia, hicieron de Fran-
cisco de Paula Santander el sabio
regenerador de la paz y de la uni-
dad de los granadinos. A todos los
más nobles y grandes próceres de
la Independencia se les condenó en
Bogotá al ostracismo, a la cárcel o a
ser fusilados.
Aquella historia, hoy hemos lo-
grado superarla, aunque muchos
de los engañadores de todas las ho-
ras han logrado dejar una estela de
locura y de odio casi inextinguibles.
Yo tuve que asumir el papel del
condenado.
Del maldito.
Del señalado.
Del marcado.
Mi pueblo ha sabido entender
esta lucha y que hoy podemos de-
cir: no aramos en el mar: y por eso
está allí el pueblo en la calle, con sus
banderas y sus penas, con su fervor,
nobleza y generosidad infinitas.
Sé que me quedan pocos días.
Ya veo el tronar sin embargo de
otras victorias.
Y sé que hay tantas tareas aún
por cumplir, que es lo que me estre-
mece y a veces me acongoja, luego
de cruzar tantos desiertos: los hi-
jos de la patria: sus trabajadores,
el Plan de la Patria..., mis libros,
eternos consejeros, mis diarios, mis
recuerdos, mis padres, mis herma-
nos y amigos, mis llanos de Barinas
y del Apure, las coplas, los cantos,
lo vegueros de mi pueblo. Todos los
tesoros adorados de hermandad,
soberanía y patria que logramos
en esta luminosa marcha de veinte
años y que hemos tratado de prote-
ger como un avaro. Es lo que duele,
es lo que estremece y acongoja.
Con mis libros y mis temores,
con mis pensamientos y sueños
hasta más allá de los infiernos. Por-
que no hay cielo ni paraíso, no hay
castigo ni condena capaz de consu-
mir este cuerpo, de doblegar este
ideal, de contener estas pasiones
encendidas de amor por la patria,
por el fuego sagrado de cuanto vi-
bra bajo este cielo querido.
No es la muerte particular de
ninguno de nosotros lo que pueda
detener este oleaje de pasión y de
coraje revolucionario que corre ya
por toda Venezuela.
Inconcluso, tantos proyectos
soñados que como poemas han
quedado sembrados en tantos
38 A PLENA VOZ
corazones; soplos de porfías deli-
rantes en medio de mil insomnios
con mis ríos de pueblos y de mis
amores, con el clarín definitivo del
impulso que ya está dado.
Es el “no retorno” que se ha
consolidado.
Nadie sabe de mis dolores.
Nada dejé traslucir de tantas pe-
nas, porque sólo los pobres y conde-
nados de la tierra las entienden.
Recorrer un país con el cuerpo
destrozado y venir a darse un mila-
gro: el alma de todo un pueblo que
es quien ordena y uno oyendo sus
mandos, sus razones y clamores.
Ha llegado a trascender uno por
obra y gracia del soportarse y el
echarse a rodar con el simple trá-
fago de las ansiedades y penas acu-
muladas de siglos. Abrazado a mi
pueblo amado, acabé disuelto en él.
Mis huesos, mis nervios, mi co-
razón, no eran parte de un cuerpo
sino de un destino y de una marcha
que estalló en las oscuridades de los
tiempos sin nombre: la voluntad
inoculada de generaciones tortu-
radas y perseguidas que se hicieron
mi espíritu y mi sangre. ¿Qué podía
ser uno llevado por la marea ince-
sante de un sentimiento de amor
encantado del que fui apenas un
minúsculo fragmento?
Ya no soy yo el que habla sino el
que transmite lo que se le dicta des-
de el compendio conflictivo de todos
nuestros dolores y tormentos. No
sé de dónde brotó siempre esta voz
fuerte, apasionada, desbocada. Con
estas cargas que destrozan pero nos
elevan, que oprimen y escuecen,
pero nos dan fuerza. La voluntad
de una especie soberana que se hizo
un pueblo. Que se adueñó de cuan-
to uno posee: con sus sueños de
grandezas y de temores, de peligros
y bendiciones.
Qué importa si nadie supo de
mis dolores, cuando sonría, aman-
do, aunque vibrara de pasión con
los cantos de mi pueblo.
Con tantas muertes sobrelleva-
das.
Ninguna realidad ha estado
jamás fuera de mí. Me han dicta-
do la norma de esta lucha contra
todas las tormentas. No es que me
vayan a asesinar: se trata de otro
ciclo más, y sé que me suplican que
no muera, que uno acaba siendo el
más paciente de los impacientes,
que tiene que traspasar las armas
para que otros continúen en la ba-
talla. Uno, al fin y al cabo, acaba
siendo parte de las causas del eter-
no retorno de las cosas.
Y acaba uno por no temer vivir
para siempre.
Disuelto con este espíritu agita-
do en la extensión ingrávida y pro-
funda de mi querida tierra. Alguien
que me moldeó, alguien que hizo de
mi vida una batalla interminable
para repetir una y otra vez la pala-
bra porfiada del que se ha vencido
a sí mismo, porque en verdad no he
nacido para morir, sino para cerrar
los ojos y escuchar el curso de los
siglos eternos en los que estaré una
y otra vez volviendo como anuncia-
dor de otro ciclo.
Alguien nos empujó a esta di-
mensión de vuelos venturosos para
poder construir este mundo en el
seno del universo. Una lucha con
el pensamiento en las batallas per-
fectas que nos han dictado. La vieja
canción de los juegos de fantasía
que nos iluminaban en la niñez.
Uno, que anduvo en esta lucha a
brazo partido para liberarse de lo
que se llama la persona, para al fi-
nal poder consagrarse a su pueblo.
La “persona” que es una simple
propiedad del ser del que hay que
liberarse. La persona que es una
máscara. Esa ha sido toda mi ver-
dadera encarnizada lucha. Por eso
pude levantarme contra todos los
prejuicios de todas las tiranías in-
ternas. Combatiendo con fuerzas
desiguales. Y así y todo pudimos
salir victoriosos frente al oleaje
monstruoso de los tiempos y de los
imperios.
Sin nada de que quejarnos ni
de que arrepentirnos: ¡Oh, corazón
impetuoso y de largo aliento, espí-
ritu perseverante, todo a ti te lo de-
bemos!
Ahí está el querido libro que he
cargado conmigo entre las espinas
y las derrotas. Ya no hay muerte
posible, porque si las flores se mar-
chitan por qué hemos de quejarnos
de este simple tránsito.
Amado pueblo, nunca te quejes
de nada. Síguete a ti mismo, que ya
conoces los mandatos inscritos en
tus corazones. Lloraremos juntos,
pero mira al frente todos los verdes
prados y grandiosos horizontes,
este brillante e inefable cielo, el mis-
mo de Sucre y de Bolívar.
PADRES ETERNOS.
39 A PLENA VOZ
¿Por qué ibas a saber que él
había nacido? ¿Por qué ibas
a saber de las ventas de dul-
ces abrillantados? ¿Por qué
acerca de un muchacho flaco que
estudiaba en un liceo de Barinas
donde ni siquiera era líder? Imposi-
ble fijar la atención en uno que se
ponía a contrapuntear en las fiestas
de llano. Estabas ocupado con las
películas con guión de Cabrujas o
mirando feo a los camaradas que
se acomodaban con Carlos Andrés
Pérez, o acomodándote mientras
él ponía a sus soldados a escuchar
a Alí Primera o a cantar sus letras
en las marchas: No basta rezar y
dejando de ser pendejo ya la espe-
ranza se hará verdad. Imposible
adivinarlo en un mundo donde un
uniforme significaba un escolta de
Carlos Andrés Pérez o un instructor
de los fiscales de tránsito, o un yer-
no de Rafael Caldera, si era catire
y general. Ridículo pensar que al-
guien leía libros de historia en vie-
jas bibliotecas de viejos cuarteles y
se llenaba la cabeza de cargas de ca-
ballería, de disquisiciones sobre la
Patria, de cartas a través de las cua-
les un genio tocó al mundo, de aná-
lisis sobre el verdadero sentido de la
entrevista de Guayaquil. Imposible,
Se abren ojos de deidades indígenas
Gerónimo Pérez Rescaniere
40 A PLENA VOZ
estando el pato Donald tan presente
en las pantallas de la televisión. Nor-
malmente, los jóvenes que pasan
horas en una biblioteca no saben
cantar, este cantaba, Simón Bolívar
parado en la tercera base.
Luis Herrera era un gordo sol-
tador de dichos: “Tarde piaste pa-
jarito”, “morrocoy no sube palo”.
Pero había un morrocoy subiendo
un palo, cruzando con otros te-
nientes las muñecas con cortes de
venas bajo el samán donde Bolívar
acampó con cientos de hombres
y no se le mojaron. Una vena es
como una cueva, bajo los zapatos
de lujo de los ministros y de Pedro
Tinoco se está cavando una cue-
va inmensa en cuya oscuridad de
agua se abren los ojos de deidades
indígenas, también los del Liberta-
dor. Todo es luz adentro de la cue-
va. Hacia la Sierra Nevada de Peri-
já corrían los caballos del coche de
Bolívar cuando debió detenerse en
la quinta de San Pedro Alejandri-
no, se abría una avenida nueva en
su laberinto y la tomó. En esa quin-
ta está ahora el Altar de la patria,
hecho de esculturas de mármol. En
su parte inferior está la Patria co-
lombiana, simbolizada en una her-
mosa mujer, en posición sentada,
protegiendo con su espalda una
pequeña puerta tras la cual está la
urna que guarda el corazón y las
entrañas del Libertador, dejadas
en Santa Marta cuando fueron ex-
humados sus restos para ser tras-
ladados a Caracas. Esa puerta sim-
boliza a Colombia como la entrada
del continente suramericano por
el río Magdalena, pero también es
las columnas del templo masónico,
la puerta al ámbito. El Libertador
buscaba otra cosa situada algunos
kilómetros más allá, la Sierra Ne-
vada, la montaña de los mamas.
Los mamas son gordos, caminan
en la niebla. Sus arúspices no ven
el mundo hasta que cumplen 18
años. Entonces son sacados de la
choza y observan el amanecer.
Tienen otra puerta, también abier-
ta hacia el ámbito. Puerta gorda,
sin forma. Dicen haber venido al
mundo por ella, ser superiores y
ser inferior el mundo de las má-
quinas. Dicen que su sierra es el
cuerpo, los sombreros blancos que
usan los picos con nieve, las lagu-
nas heladas son el corazón; los ríos
y las quebradas las venas, la tierra
los músculos, los árboles los pelos
del cuerpo. Él también los buscó,
el 17 de diciembre siempre fue día
de asistir a reunión secreta con
ellos. Le dijeron su muerte: “La
cueva es oscura, pura luz, por ella
entrarás”.
Pero el ministro que se lan-
zó como pájaro buchón al horno
del Banco Central lleno de billetes
desincorporados no sabe que existe
esa cueva. Creyó que era una pisci-
na, besaba las pacas viejas, clama-
ba “Son muy bellas, valen dema-
siado, no se pueden quemar”. Se
las llevó a su casa. Venezuela esta-
ba destruida y no lo sabía, lo supo
un viernes que llamaron Negro.
Regresó Carlos Andrés Pérez, el
principal endeudador, electo en li-
bérrimos comicios. Pedro Tinoco le
mandó a pedir asesoría a Domingo
Cavallo porque aquí se aplicarían
las medidas que aplicaba Menen
en Argentina. Las aplicó. Parece
que fueron tres mil los muertos del
Caracazo pero quien carajo podía
saber que moría un catire Acosta
Carles, que éste tenía un discípulo
al que llamaba carajito. La CIA de-
bió intuirlo, deducirlo, calcular su
aparición. Su anulación se preveía
en un proyecto para disolver los
ejércitos latinoamericanos elabo-
rado por un señor de apellido ita-
liano y era una previsión sensata
porque se iba a saquear los países.
Pero no lograron matar al mesías
vendedor de dulces. Después si, se
“bloqueó un presupuesto,” como
llaman ellos a un dinero destinado
a matar a un hombre. Una vena es
una cueva, o a lo mejor es el des-
emboque de una cueva de donde
brota una carretera a las cuatro
de la madrugada, por la que circu-
lan tanques en fila, camiones. Lo
demás es el entrompe del tanque
en la reja palacial, los tiros, la ma-
ñana llena de locutores, el hombre
que dice “Por ahora”.
“Nada de lo hecho hasta ahora
se asemeja a lo que habéis hecho,
y para que alguno pueda imitaros
será preciso que haya un mundo
por libertar”, fueron las palabras
con que el doctor José Domingo
Choquehuanca, descendiente de
los incas y amo en Azángaro, sa-
ludó al Libertador. Bolívar oía el
mensaje desde lo alto de su caballo,
parado escucharía él la prosa con
que los mamas lo iban a saludar.
41 A PLENA VOZ
Hasta la coronilla estamos
de oír decir que “Chávez
dividió al país”, “este país
nunca había estado tan dividi-
do”, “Chávez lo fracturó en ricos
y pobres”. Hasta algunos letrados
en historia —de izquierda o de
derecha— y en algunos ambien-
tes culturales también, parecieran
concebir esa división como fabrica-
da por la magia de un demiurgo o
la de un encantador de serpientes.
Sólo el odio obsesivo y visceral de
algunos sectores sociales, políticos,
económicos y religiosos de la so-
ciedad venezolana, los más con-
servadores, puede producir tal ol-
vido. Olvido en el caso venezolano
significa error y al respecto valdría
la pena citar a Ortega y Gasset: “...
cuando un pueblo es joven y se está
Llegó mi comandante Chávezlourdes manrique
42 A PLENA VOZ
haciendo, es cuando tiene para él
mayor influjo positivo el pasado...”.
Tal es nuestro caso, como latinoa-
mericanos y venezolanos somos
carne fresca, al menos en relación
con nuestros ex-colonizadores occi-
dentales.
Hay que recordar el fracaso de
los cuarenta años de falsa demo-
cracia, durante la cual, como se-
ñala Luis Cipriano Rodríguez: “no
falló el pueblo sino el liderazgo […]
Falló el triunfante Pacto de Punto
Fijo, retórico, leguleyo y antico-
munista. Falló el empresariado de
Fedecámaras, interesado priori-
tariamente en cobrar las deudas
de la dictadura y en fortalecer los
mecanismos de la acumulación
delictiva de capitales. Falló el cle-
ro, penetrado de tibieza y pruden-
cia conservadora. Falló el ejército,
donde el golpismo revanchista y el
temor a las movilizaciones popula-
res hicieron fracasar algunas ini-
ciativas propias. También falló la
Izquierda, demasiado frenada por
un discurso unitario, ya sin reales
perspectivas populares a mediados
de 1958. Sin perder de vista la va-
riable internacional imperialista
expresada en los bajos precios del
petróleo, en la insolente intransi-
gencia del presidente de la Creole
y en la amenaza intervencionista
norteamericana cuando sectores
del pueblo protestaron contra Ri-
chard Nixon en las calles de Ca-
racas. Cabe citar a lo interno de
Venezuela el fracaso de un camino
democrático que apenas empezá-
bamos a transitar”.
El 12 de abril del 2002, la
actuación de algunos sectores
sociales (evocamos las imágenes
de televisión de la juramentación
de Carmona, la multitud de “nota-
bles”) fue igual a la recordada en
el texto del historiador. Pero hubo
una excepción en el lado opuesto:
el líder, para el caso, la del coman-
dante Hugo Chávez Frías. Por pri-
mera vez en el período que engloba
el siglo veinte y lo que va del actual
no se registra incompetencia del
líder, por el contrario, está pre-
sente un conductor carismático, y
sobre todo humanista y solidario.
Su gran apoyo hacia el pueblo es
parte de una dialéctica de afectos,
gesta la respuesta de millones de
personas que veremos marchan-
do por el país, en reclamo de su
regreso, haciendo realidad la frase
ya dicha por este líder: “Amor con
amor se paga”, cosa repetida hoy
por el mismo pueblo clamando por
su retorno de Cuba curado, bajo la
consigna “Todos somos Chávez”.
Si hablamos de cambio, tam-
bién habría que reconocer el que
distancia la actuación de las Fuer-
zas Armadas durante el 12 y el 13
de abril últimos, de la de los años
de 1960, cuando, tras haberse
puesto a favor del pueblo que sacó
al dictador Pérez Jiménez, apoyan
a Rómulo Betancourt, a su repre-
sión, a sus políticas antinaciona-
les. Para el episodio del golpe de
abril y para el de la ausencia del
líder a causa de su enfermedad, el
sector castrense ha estado a favor
del pueblo, generando un gran
campo de fuerza que trascenderá
en la historia de Venezuela. Los
otros actores, una vez más han
fallado: la Iglesia, Fedecámaras,
el sindicalismo, los partidos en de-
clive o sus nuevas excrecencias, y
algunos sectores de la izquierda;
todos ellos postrados ante los nue-
vos imperativos del imperialismo
neoliberal internacional.
El odio pareciera olvidar que en
el origen de la actual fractura his-
tórica de clases, de este nuevo esce-
nario venezolano de caída de más-
caras, está primariamente nuestro
ser latinoamericano balcanizado
y arrojado a la muerte de nuestra
identidad, dividido en castas y en
clases. Los nuevos liderazgos que
vienen surgiendo en Latinoaméri-
ca son una respuesta a lo ocurrido
en el pasado, a fallos profundos,
geológicos, digamos metafórica-
mente, del inconsciente colectivo
latinoamericano. Liderazgos que
reconocen la labor latinoameri-
canista impulsada por Chávez y
por supuesto por el comandante
Fidel Castro, a través del Alba y en
contra del sistema depredador del
Alca.
Hay que recordar una Argenti-
na enfrentando solitaria los estra-
gos de una privatización neoliberal
y recordarla más tarde recibiendo
apoyo económico de parte de nues-
tro Presidente Hugo Chávez Frías.
El precio actual del petróleo, entre
100 y 110 dólares el barril, pinta
con detalle puntillista el retrato de
Rafael Cadera, bajo cuyo gobierno
terminó valiendo cinco dólares.
Entonces era lógico que se propa-
gará que Chávez estaba producien-
do “división” y “desestabilización”
en Latinoamérica y que un presi-
dente Toledo, que existió alguna
vez en Perú y ahora exhumo del
43 A PLENA VOZ
olvido, dijera: “No permitiremos
que Chávez siga desestabilizando
a Latinoamérica con sus petrodó-
lares”. ¡Qué cosa, mientras Toledo
permitió la integración del Perú al
Tratado de Libre Comercio, Chávez
desestabiliza el saqueo imperial de
nuestros recursos naturales!
La figura del comandante, ade-
más de ser real, habita dentro del
mito latinoamericano prometeico
de liberación del pasado histórico.
Un pasado de promesas de tierras,
promesas de libertad de esclavos e
integración social, promesas de las
cuales, a falta de pan, se nutrieron
las fuerzas sociales menos favo-
recidas desde siempre. Promesas
que empezaron a ser traicionadas
por la oligarquía criolla cuando la
guerra de Independencia llega a
su fin. Es la misma oligarquía que
exilia a Bolívar y suprime su gran
proyecto nacional de unidad lati-
noamericana, en complicidad con
el Imperio Británico. Oligarquía la
misma ayer que hoy.
Si el Libertador pudo exclamar
“La hora de la América española
no ha llegado”, si casi dos siglos
vieron a gamonales y doctores
agacharse ante el poder norteame-
ricano y a hombres ilustres como
Salvador Allende, el Che Guevara
o Augusto César Sandino morir en
el intento de construir algo mejor,
si sólo Cuba triunfó, hoy aparecen
por todos lados buenas noticias.
¿Qué cambió? Parte de la novedad
reside en que la gente ya no asiste
a la gesta de una élite revolucio-
naria que la va a reivindicar, sino
toma la lucha en sus manos, con la
Participación, en aplicación quizá
indeliberada de la frase de Mao “La
revolución la hace el que la nece-
sita”. Lo que fue cita de estudiosos
adquiere profundidad de realidad,
protagonizan los cambios agricul-
tores pobres, indígenas, habitantes
de los barrios y en otros países del
continente- por los que tuvieron
un empleo y lo perdieron, los que
quedaron al margen de la compe-
tencia mundial por el cierre de las
empresas, generándose la “neopo-
breza”, también mujeres que rom-
pen las camisas de fuerza que les
imponía la sociedad machista. Y
esto fue creado por Chávez, desde
cerca o desde lejos.
El inconsciente colectivo lati-
noamericano está siendo liberado
y, —como diría un psicoanalista en
plena terapia—, estamos trayendo
a la conciencia, el pasado. ¿Quién
no recuerda la oferta de todo polí-
tico socialdemócrata que llegaba al
poder de “atender preferentemen-
te la problemática social”? Diez
años después, veinte años después,
aparecía otro genio prometiendo
“atender preferentemente, etc.,
etc,. ¿Cómo es que existía la pro-
blemática si el primero la había
enfrentado? Todo lo descrito en
párrafos anteriores ya lo sabíamos
y sin embargo continuó. La verdad
no nos hizo libres, acaso porque la
historia no había abierto su puer-
ta, acaso porque la inteligencia
no era muy inteligente. ¿Cómo se
explica que la inmensa mayoría
de la “intelligentzia” de izquier-
da sea hoy escuálida? Conocí esa
historia: se fueron tras el caballo
regalado del eurocomunismo y
cuando a éste se le agotó la no muy
abundante butría sacaron la bande-
rita neoliberal. La instauración de
dictaduras latinoamericanas, caso
de Chile, Argentina, los encallejo-
nó, el capitalismo predador de sus
pueblos pero dador de becas hizo el
resto, las teorías de J. P Sartre, E.P
Thompson, Herbert Marcuse, Al-
thusser, aportaron la mentira que
el corazón siempre pide, según el
tango, y siendo de lógica que des-
pués de grado venga el postgrado,
en los años noventa ya vemos a los
perdonavidas revolucionarios apo-
yando los proyectos neoliberales.
No hablo de intelectuales
nuestros solamente, toda la ul-
traizquierda norteamericana hizo
el mismo camino, tras ser que-
ma-conventos profesionales for-
mularon la teoría del Nuevo siglo
americano, devinieron el elenco
íntimo de George W. Bush y ejer-
cieron el poder desde la Oficina de
Proyectos especiales del Pentágo-
no, de la manera más bestialmente
fascista. ¿Sabía usted que Donald
Rumfeld fue de esos revoluciona-
rios ultra? Sépalo. Regis Debray es
otro ejemplo: de teórico del foquis-
mo que iba a hacer la revolución
con unos pocos y escogidísimos
revolucionarios supermilitares y
despreciativos de la lucha de ma-
sas, pasó a ministro del régimen
neoliberal de Franҫoise Miterrand
y a “experto en seguridad” de ese
y otros gobiernos franceses. ¿Y qué
decir de otro “nuevo filósofo” de la
camada de Debray, Bernard Levy,
gerente oculto de la operación que
asesinó a Libia?
Pero llegó el comandante y
mandó a parar.
44 A PLENA VOZ
Hoy es 24 de julio, 194 años que nació Simón Bolívar. Al pensar que aquel hombre a mi edad, ya había comenzado la lucha por hacer realidad la Revolución, me siento algo así como si fuese incapaz. Sin embargo, me sirve esta fecha patria para retomar impulso y no desmayar en mi empeño de hacer de mi vida lo que quiero y estoy seguro que lo voy a hacer.
En la misma carta, el Comandante agrega:
El pasado viernes 22 fui un hombre muy feliz. Son los detalles que me hacen pensar que ustedes pueden tener razón cuando me dicen que la felicidad llega cuando uno menos la espera. Por la mañana, fui a dictar una conferencia acerca de la vida de Bolívar en la Escuela Normal de Cumaná, había como 500 alumnos llenando un salón múltiple, el pasillo del piso superior estaba también lleno, en forma de U, frente a mí. Cuando estaba yo parado en el escenario antes de comenzar, el Orfeón de la Escuela entonó el Himno Nacional. Entonces, queridos viejos, sentí una emoción inmensa, sentí la sangre hervir en mis venas, y mi espíritu se encendió de tal manera, que dicté una de mis mejores conferencias de las tantas que he dado, desde aquellos días en que papá Hugo me escribía las palabras y yo las leía en la Plaza Bolívar de Sabaneta. Les hablé de Bolívar, de nuestro pueblo. Al final, los muchachos no querían dejar de aplaudir y entonces me pareció que estaba en otra parte, me pareció trans-portarme a otros tiempos futuros, al ver aquella muchachada. Muchachada… falta de orientación, futuro de la Patria. Me pareció en esos momentos, que podría ser que yo alcance lo que deseo, y llegue a ser feliz.
CARTA DIRIGIDA POR HUGO CHÁVEZ A SUS PADRES
EN JULIO DE 1977, DESDE CUMANÁ
En el año de 1977 cuando Hugo Chávez tenía apenas 23 años ya poseía el rango de Subteniente. En esos tiempos le escribe a sus padres esta carta, la cual refleja de manera premonitoria lo que alcanzaría más adelante. Su enorme convicción por el bolivarianismo, así como, las expectativas que posee de la vida son elementos escla-recedores acá. La carta fue tomada del libro: Hugo Chávez Alma de la Revolución Educativa en Cristo y Bolívar, escrito por el Mayor General Jacinto Pérez Arcay.
45 A PLENA VOZ
“Cuando abracé la ca-
rrera de las armas, lo
hice con el firme con-
vencimiento que ingresaba a la
reserva moral de la Nación con la
ilusión juvenil de servir a mi patria
como en una época lo hicieron los
Libertadores cuando ella les recla-
maba su participación.
Dios y mi querida Venezuela
me dieron la oportunidad de in-
gresar a la Academia Militar, mi
vida durante cuatro años transcu-
rrió apegada a los valores militares
que en todo momento me inculca-
ron. El honor, el deber y la verdad.
El Código de honor, día a adía,
condensaba la esencia de nuestra
formación moral. El claustro iba
modelando mi espíritu de servicio
porque un día sería oficial del Ejér-
cito, forjador de libertades. Conso-
lidé valores que fueron la amplia-
ción de las enseñanzas inculcadas
en mi formación familiar y que a
lo largo de mi existencia han sido
el norte que me guía, como aquel
Código de Honor que me compro-
metió a guardar culto al valor, a
la honestidad y a la verdad, que
practicaré y mantendré aún con
riesgo de mi propia seguridad y
bienestar.
Manifiesto del soldadoCuartel San Carlos
El siguiente texto lo escribió Hugo Chávez Frías durante sus días de reclusión en el Cuartel San Carlos (Caracas), donde lo llevaron inicialmente tras la insurrección militar del 4 de febrero de 1992 bajo su liderato. Pasa posteriormente a la cárcel de San Francisco de Yare, lugar en el que estuvo dos años esperando juicio. El 27 de marzo de 1994, salió libre gracias a un sobreseimiento otorgado por el presidente de Venezuela, para ese momento, Rafael Caldera.
46 A PLENA VOZ
Sin embargo, hoy día veo con
tristeza como nos hacemos partíci-
pes del desangramiento de nuestro
país, por el cual lucharon nuestros
antecesores.
Nuestra institución cada día se
corrompe más, es un hecho que los
más idóneos para el combate, para
garantizar la seguridad nacional,
los verdaderos militares con voca-
ción de servicio, son los llamados
a dirigir nuestra organización. En
mis noches de vigilia, me pregunto.
¿Estos hombres que se venden ante
los políticos corruptos, para lograr
un ascenso, podrán liderar las vo-
luntades de una maquinaria de
combate para defender nuestra Ve-
nezuela? Honestamente no lo creo.
Es cierto; hay excepciones, pero
forman parte de esta sociedad de
cómplices que destroza al país.
La política ha deteriorado tanto
nuestra organización que algunos
comandantes dan prioridad para
complacer a los políticos estadales
en lugar de ocuparse del entrena-
miento; las horas para instrucción
de las tropas al igual que su presu-
puesto se van en hacer concursos
de sancochos, mercados populares,
limpiar haciendas, otras activida-
des con intereses particulares en
vez de prepararnos para el cumpli-
miento de nuestra misión. (Asegu-
rar la defensa nacional).
Que tristeza, desde pequeños
nuestros noveles oficiales se alejan
más de nuestra razón de ser al ver
el comportamiento de sus líderes.
Ya nadie quiere ir a los Cazadores,
Selva, Frontera, el centro del poder
es Caracas, todos quieren trabajar
en el círculo vicioso: Guardia de
Honor, Batallón Caracas, O’Leary,
etc. ¿Con este nivel de convenci-
miento y motivación aseguramos el
cumplimiento de la misión para la
cual fuimos forjados? Es difícil.
El Ejército, que es mi fuerza,
debe estar desmoralizado si siente
como nos corrompen día a día.
El deber, el honor y la verdad, ni
siquiera se enseñan ya en la Acade-
mia Militar, donde la corrupción se
personifica en la figura de su actual
director, ejemplo de los políticos
uniformados en nuestras Fuerzas
Armadas.
Con mirada impotente, veo ante
mis ojos que todos estos principios
que me formaron son pisoteados
por algunos de mis superiores y
a los cuales debo subordinación,
obediencia y lealtad. ¿Cómo puedo
ser leal a aquel que no ha sido leal
con mi patria? ¿Cómo puedo ser
obediente a aquel que no ha sido
obediente a los ideales Bolivarianos
que son el origen de nuestra patria
y nacionalidad? ¿Cómo puedo ser
ferviente defensor de aquel que ha
ultrajado con infames vicios este
ensayo democrático nacido el 23 de
enero de 1958, que tiene su origen
en las Fuerzas Armadas, el pueblo
uniformado?
No es que me encuentre fuera
de las leyes y reglamentos que con-
forman mi disciplina militar, pues
sobre ella está la Carta Magna de mi
país que me enseña y recuerda mis
deberes de ciudadanos y sobretodo
de Bolivariano y además me orde-
na, como hombre de las armas que
soy, defender a toda costa el sistema
democrático del cual es una de sus
expresiones. Pero dentro de estos
términos y al final de un profundo
análisis llego a la firme conclusión
de que soy un cómplice y un desleal
para con mis compatriotas venezo-
lanos, al permitir el rumbo que ha
tomado este ensayo democrático,
desligándose por completo de aque-
llas instrucciones que nos da la
Constitución Nacional acerca de la
conducción de nuestra patria.
Para muestra solo hace falta
leer la prensa diaria. Narcocampa-
ña, Manzopol, corrupción de las
empresas Básicas del Estado (CVG),
corrupción en la Fiscalía General
de la República. Indolencia para
ejecutar las reformas del Estado y el
problema económico del día: el En-
deudamiento producto de la mal-
versación de los dineros del Estado.
Ante esta situación: ¿Me adap-
taré y me sumaré sin conciencia al
desangramiento de mi patria? ¿Con-
tinuaré indiferente, miedoso y recor-
dándome constantemente: no es mi
problema, por qué no hago nada?
Haré cualquier cosa que no sea que-
darme con los brazos cruzados.
Mi decisión como militar ho-
nesto, patriota y por sobre todas
las cosas, venezolano bolivariano
que está en desacuerdo total con el
rumbo que ha tomado este ensayo
democrático y que se ha convertido
en el cáncer que está carcomiendo
las bases morales de la patria, es no
seguir apoyando un sistema de go-
bierno, que ha perdido legitimidad
ante el pueblo venezolano y declaro
mi decisión de luchar sin descanso
por darle al país el rumbo hacia la
verdadera democracia, para que
tú, Padre Libertador, puedas bajar
tranquilo al sepulcro.
47 A PLENA VOZ
EL ARAÑEROUstedes saben que yo vendía
arañas. Desde niño, más o menos,
tengo noción de lo que es la econo-
mía productiva y cómo vender algo,
cómo colocarlo en un mercado.
Mi abuela terminaba las arañas y
yo salía disparado. ¿Pa’dónde iba
a coger? ¿Pa’l cementerio? Estaría
loco. Allá estaba a lo mejor una
señora acomodando una tumba, a
lo mejor un entierro. Si había un
entierro entonces yo aprovecharía
¿verdad? Pero no, ¿pa’dónde? Pa’l
Bolo. Más de una vez mi papá me
regañó: “¿Qué haces tú por aquí?”
“Vendiendo arañas, papá”. Todas
las tardes, a las cinco, se veían allá
los hombres del pueblo. Mi papá
jugaba bolos porque él es zurdo y
lanzaba bien.
En el bolo yo vendía la mitad,
y después pa’l cine. La concentra-
ción, pues, en la Plaza Bolívar. A
la salida de la misa estaba yo, mire,
con mi bichito aquí: “Arañas calien-
tes”, no sé qué más. Y le agregaba
coplas: “Arañas calientes pa’ las vie-
jas que no tienen dientes”, “arañas
sabrosas, pa’las muchachas buena-
mozas”, cosas así. Arañas calien-
tes, araña dulce, pa’no sé qué. Yo
inventaba, ya casi se me olvidaron
las coplas. A las muchachas yo les
cantaba. Dígame si salía por ahí Er-
nestina Sanetti, ¡ah!, yo le cantaba.
Ernestina Sanetti, Telma González,
de las bonitas del pueblo. Entonces
vendía mis arañas ahí donde estaba
el mercado y la concentración.
¡Cómo olvidar las fiestas de Sa-
baneta! Yo era monaguillo, tocaba
las campanas, y había que tocarlas
duro los días de fiesta. Y la abuela:
“¡Huguito, hay que buscar más
lechosa!”. Porque en los días nor-
males yo vendía no más de veinte
arañas dulces; eran dos bolíva-
res con un real. En cambio, en las
fiestas se vendían hasta cien ara-
ñas diarias. Mi abuela se levanta-
ba muy temprano. Yo la ayudaba;
les comía las paticas a las arañas.
Y le regalaba una a Hilda, que me
gustaba aquella muchachita. Me
quedaban por lo menos dos lacha s
todos los días, para montarme en la
montaña rusa y la vuelta a la luna
aquella. Me gustaba ir al circo y ver
las trapecistas bonitas que se lanza-
ban. De cuando en cuando iba un
elefante, un tigre en una jaula, y
uno vivía las ilusiones del ms de oc-
tubre. Dígame en las fiestas patro-
nales. ¡No! Estábamos en emergen-
cia, había que buscar lechosa no sé,
hasta allá en el río, porque se ven-
día mucho, y además no teníamos
competencia. La única casa donde
se hacían arañas en este pueblo era
Chávez contado por sí mismo(Selección de textos del libro: Cuentos del Arañero de Hugo Chávez Frías,
compilado por Orlando Oramas León, Jorge Legañoa Alonso)
48 A PLENA VOZ
la casa de Rosa Inés Chávez. Sí, un
monopolio.
MAISANTAEl abuelo de mi madre llegó a
Sabaneta, venía de las guerras de
fin de siglo. Cargaba este escapu-
lario. Le hemos calculado como
ciento cincuenta años, porque era
del papá de Maisanta, de Pedro Pé-
rez Delgado. El papá de Pedro Pérez
Delgado se llamaba Pedro Pérez
Pérez. Esta es una cruz, solo que
una cruz de espadas, apenas se ve.
La otra es el escudo de la Virgen
del Socorro. ¿Quién fue Pedro Pé-
rez Pérez? Yo me puse años y años
a investigar esa historia, buscando
papeles, grabando cosas y además
preguntándole a los viejos por es-
tos pueblos. Después perdí docu-
mentos, pero yo tenía como cin-
cuenta casetes, de aquellos viejos.
Uno andaba con un grabadorcito,
y le hacía entrevistas a ancianos,
a viejos soldados, viejas mujeres,
viejos hombres de comienzos del
siglo pasado que todavía vivían
hace veinte, treinta años atrás.
Bueno, Pedro Pérez Pérez era
un indio guariqueño. Se fue a la
guerra detrás de Zamora.
¿Y por qué Zamora se fue a la
guerra? Bueno, como consecuen-
cia del fracaso del proyecto de Bo-
lívar. Fue una nueva revolución
de los pobres. Y con él se fue Pedro
Pérez Pérez. Mataron a Zamora en
1860 y Pedro Pérez Pérez se fue a
Ospino, allí se casó con Josefa Del-
gado. Y tuvo dos hijos: Petra Pérez
Delgado y Pedro Pérez Delgado.
Así cuenta mi tía Ana, la tía de
mamá. Allá está, noventa y cinco
años cumplió. Yo la llamo de vez
en cuando. Hace poco la mandé a
buscar para que conociera a una
hija de Emiliano Zapata, tienen
la misma edad. Porque Pedro Pé-
rez fue como un Emiliano Zapata,
como un Pancho Villa, fueron los
últimos de la caballería que salie-
ron lanza en mano, machete en
alto a decir ¡Viva la Patria! Fueron
los últimos de a caballo. Ese fue tu
abuelo. Era el padre de Rafael In-
fante, tu padre, nuestro abuelo, y
de Pedro Infante a quien yo conocí
ancianito, en Guanare, poco antes
de morir. Tu tío, mamá, era igua-
lito al padre, alto, blanco; eran
catires, pelo amarillo. Le decían
“el americano”. Por eso viene mi
madre y su estirpe criolla, pero
blanca. A mi madre le decían “la
americana” cuando era niña.
Eso me lo contaba Chucho
Navas en Sabaneta, una tarde,
ya viejito, poco antes de morir, y
tío Julián; con ellos hablé yo mu-
cho. Yo tenía esa cinta. ¡Dios mío!
Adán, ¿tú no sabes dónde está? Se
la llevó el huracán. Eso valía oro
para mí. Tío Julián me con con-
tó una tarde en Sabaneta, testigo
de esto es Miguelito González, mi
cuñado. ¿Tú sabes cómo se llama-
ban los perros de Maisanta? Pe-
rrondongo y la Chuta, dos perros
cazadores. Y su caballo se llamaba
Bala, un caballo negro, cuando vi-
vía en la Marqueseña y era coro-
nel. Él era uno de los hombres de
Cipriano castro, y ahí está la his-
toria, pues. Yo fui consiguiendo el
camino, investigando, preguntan-
do, dije: “¿Ah?, ¡ahora entiendo!”
Uno oía allá lejos que hablaban de
un tal guerrillero, un asesino, un
bicho malo, un abuelo malo. Des-
cubrí la verdad ya siendo soldado.
¿Ah?, ¿qué bicho malo era? No era
bicho malo. Maisanta fue ascendi-
do a coronel por el mismísimo Ci-
priano Castro, porque cuando en
1899 Castro se vino con Juan Vi-
cente Gómez, con 60 hombres de
a caballo, con machete, desde allá
desde el Táchira, pasaron por aquí.
Maisanta vivía en Sabaneta. Ahí se
había venido porque había matado
49 A PLENA VOZ
a un hombre. Le metió cuatro tiros
a un coronel de apellido Masías, en
Ospino, porque le preñó a la her-
mana y no reconoció la barriga.
Era un carajito de quince años, le
metió cuatro tiros. Ya había muerto
el viejo Pedro Pérez Pérez. Tuvo que
irse, porque si no lo matan, y se me-
tió a la guerra.
En 1896 se alzó un general
que era amado por los pueblos, se
llamaba José Manuel Hernández.
La primera campaña electoral
que hubo en Venezuela de pueblo
en pueblo, la dirigió José Manuel
Hernández. Perdió los dedos de un
machetazo en una batalla el “Mo-
cho” Hernández. Era la Venezuela
que buscaba caminos después de la
tragedia de haber echado de aquí
al padre Bolívar, matado a Sucre, y
la tragedia de 1830. Y el “Mocho”
Hernández ganó las elecciones, se
las robaron. Se vino pal’monte. Se
disfrazó de cura, se vino para los
llanos. Cerca de San Carlos armó
un ejército y lanzó la revolución de
Queipa. Pedro Pérez Delgado tenía
diecisiete o dieciocho años, huyen-
do con este escapulario, y se hizo
soldado.
Esa revolución fracasó, el “Mo-
cho” fue hecho preso, se lo lle-
varon para Caracas. Pedro Pérez
Delgado, el muchacho, se monta
en una carreta de mula con Nata-
lio Menoni, que comerciaba desde
Valencia por todos estos llanos.
Llegó a Sabaneta de ayudante de
carretero, tenía menos de veinte
años. Era 1897/1898. Allí comen-
zó a trabajar con Natalio Menoni,
Julia Rache. ¿Papá conoció a Julia
Rache, viejita? ¡No la conoció! Mi
abuela, a lo mejor. Yo como que
los hubiera conocido, porque me
echaron los cuentos de cómo era
Julia Rache, que tenía grandes ca-
fetales por la costa del Padre Vieja,
y por aquí por las montañas de Mi-
jagual, que era todo esto. Era una
montaña impenetrable, había ti-
gres, jaguares, leones, todo eso me
lo contaban, y me imaginaba de
muchacho que vivía aquel tiem-
po. Eso me fue llenando de pasión.
Me fui consiguiendo el fuego por
los caminos y de repente me hice
un incendio, ¡pum!, y aquí voy.
Cogí conciencia de qué llevo en
la sangre. Cuando agarré un fusil
dije:” ¿Pa’ qué es este fusil, carajo?,
¿pa’defendé’ a los traidores o pa’
defendé al pueblo?”. Y aquí estoy,
¡Es pa’ defendé: al pueblo!
Bueno, pues cuando el “Mo-
cho” se alzó en Queipa, ahí cerqui-
ta del Pao, de San Juan Bautista,
Joaquín Crespo, que era guerrero,
era jefe del ejército, no era pende-
jo. Él entregó la Presidencia pero
se quedó de jefe del ejército. Eran
hombres de batalla y él mismo se
vino comandando un ejército a
buscar al “Mocho” Hernández.
Y en la primera escaramuza, los
primeros tiros, cayó muerto el
ex presidente Joaquín Crespo. Lo
mató un francotirador. Como ya
iba a entrar en batalla, se bajó de
la mula y se estaba montando en
el caballo blanco alazano. En el
momento en que está montando
el caballo, ¡pam¡, cae muerto el
jefe del ejército, el ex presidente. El
último caudillo. Cuando cae Cres-
po, el país se anarquiza, surgen
caudillitos por todos lados. Él era
el que mantenía aquel caudillaje
controlado, y el país entra en un
caos terminal. Hubo como cuatro
guerras. Se alzó Ramón Guerra, se
alzó el otro en Guárico, se alzaron
por aquí y Venezuela se convir-
tió en un maremagnum, y en ese
maremagnum surgieron Cipriano
Castro y Juan Vicente Gómez.
Mire, sesenta hombres se vi-
nieron desde territorio colombia-
no. Castro era el líder, Gómez era
el que tenía dinero porque era un
hacendado. Por aquí pasaron, ¿y
saben quién se pegó? Pedro Pérez
Delgado, que buscó un caballo, a lo
mejor el caballo Bala, y otro gru-
po de llaneros de aquí y se fue con
ellos y peleó en Tocuyito, donde
hirieron a Castro, quien entró en
Caracas con un tiro en la pierna, y
tomó el gobierno. Era 1899. ¡Ter-
minaba el siglo diecinueve! A los
pocos meses, Pedro Pérez era co-
ronel, y Castro lo mandó como jefe
civil y militar de toda esta zona,
desde Boconoíto hasta Puerto Nu-
tria, incluyendo parte de Apure. Y
mandó un buen general a Barinas,
Juan José Briceño, pacificador de
los llanos.
Y así pasaron los años. Era
1900 y Pedro Pérez se arrejuntó
con tu abuela, la Claudina Infan-
te. En La Marqueseña vivían ellos.
Esas tierras eran del viejo Severo
Infante, el papá de Claudina. En
1903 nació el mayor de los her-
manos, que era Rafael. Por eso me
llamo Rafael, por mi abuelo Rafael,
aunque no lo conocí. Y además,
Pedro Pérez Delgado se llamaba
Pedro Rafael. Por eso que a uno le
puso Pedro, su primer nombre, y al
50 A PLENA VOZ
otro de sus hijos le puso Rafael. Y
así nacieron Pedro Infante y Rafael
Infante.
No les dio el apellido. Me conta-
ba tu tío Pedro, anciano ya, allá en
Guanare, que ellos recibían cartas
que él les mandaba de las guerras
de Apure, diciéndoles: “Firmen con
mi apellido, firmen Pérez”. Pero
nunca hubo un documento legal
que reconociera el apellido y ellos
se quedaron Infante. Pasaron los
años, 1904, 1905, 1906, 1907, la
oligarquía de Caracas contra Cipria-
no Castro, los gringos contra Castro.
Y llegó 1908, rompen relaciones
Caracas y Washington. Se enferma
Cipriano Castro. En diciembre se fue
Castro para Europa a operarse de los
riñones, y lo tumbó Gómez. Bueno,
no lo tumbó Gómez, lo nombraron
los gringos. Los yanquis se adue-
ñaron de Venezuela, el petróleo. A
los pocos meses en Sabaneta había
reuniones, uno de los líderes: Pedro
Pérez Delgado. Un italiano, “musiú”
Mauriello, de izquierda, revolucio-
nario de los Mauriello que por ahí
andan. Lo mandaron a buscar, lo
mataron, machetea’o en la costa
del caño allá del Boconó. Lo deja-
ron tirado ahí; vino alguien a avisar
a Pedro Pérez: “Mataron a musiú
Mauriello”. Esa noche Pedro Pérez
buscó cuarenta de a caballo, buscó
los machetes, buscó los fusiles, se
vino pa’ Mijagual. Por aquí por San-
ta Rosa, emboscó al coronel Colme-
nares, que era el coronel gomecista
que mandaron para sustituirlo. Lo
emboscó a machete. Fue la vez que
se disfrazó de vendedor de taparas
de miel, una batalla a machete. Por
aquí cerca fue, y más nunca volvió
a Sabaneta. Cogió camino pa’allá,
cruzó el Apure y comenzó la leyenda
de Pedro Pérez Delgado. Hasta 1922
estuvo alzado, como dice la canción
de Cristóbal Jiménez. Cayó preso
y, cuando tenía apenas cincuenta
años de edad, murió envenenado en
el Castillo Libertador, en Puerto Ca-
bello. Dicen los que estaban ahí que
salió con un dolor. No aguantaba,
se quitó el escapulario, lo lanzó a la
pared y dijo: “Maisanta, pudo más
Gómez”. Y cayó muerto.
Yo cuento esto no sólo para mis
amigos, no sólo para mí mismo y
mis compañeros, sino ustedes yan-
quis, sepan bien qué es lo que hay
aquí dentro: conciencia y fuego que
nada ni nadie podrá apagar mien-
tras viva. Y mientras yo viva, este
fuego y esta conciencia estarán al
servicio de la Revolución Bolivaria-
na, de la liberación de Venezuela,
de la independencia de Venezuela,
de la grandeza de Venezuela.
Ya basta, no sólo de traicio-
nes, ya basta de pactos con la
oligarquía, ya basta de derrotas,
compatriotas. Llegó la hora defi-
nitiva de la gran victoria que este
pueblo está esperando desde hace
doscientos años. ¡Llegó la hora!,
no podemos optar entre vencer o
morir. Nosotros estamos obligados
a triunfar y nosotros triunfaremos.
EL JURAMENTO(Samán de Güere)
Habrá que recordar a toda
Venezuela que José Martí fue un
infinito bolivariano. Recogió las
banderas de Bolívar, las alimentó,
las actualizó después de la caída de
Bolívar y del proyecto bolivariano.
Por eso recuerdo aquel 17 de di-
ciembre de 1982, allá en la querida
Maracay. Estaba el Regimiento de
Paracaidistas en formación para
conmemorar el día de la muerte
de Bolívar, y se le ocurre al coronel
Manrique Maneiro, a quien llamá-
bamos cariñosamente el “Tigre
Manrique”, decirme que pronuncie
las palabras de ese día. Éramos capi-
tanes y como no escribí discurso ni
nada, me paro frente al escuadrón,
todo el cuadro de oficiales, todas las
tropas, y me inspiré en Martí aquel
mediodía. Y repetí: “¡Pero así está
Bolívar en el cielo de América, vi-
gilante y ceñudo, sentado aun en
la roca de crear, con el inca al lado
y el haz de banderas a los pies; así
está él, calzadas aún las botas de
campaña, porque lo que él no dejó
hecho, sin hacer está hoy; porque
Bolívar tiene que hacer en América
todavía!” Eso lo escribió Martí.
Lo repetimos aquel día, y ahí
comenzó el discurso: “¿Cómo no
va a tener Bolívar que hacer en
América con tanta miseria, con
tanta pobreza, desigualdad?” Por
ahí me fui. Eso no está grabado,
lamentablemente, ni lo escribí,
sólo que tenemos en la memoria
muchas cosas. Cuando termino las
palabras había un frío expectante,
que paraba los huesos y los pelos.
Y dice un mayor: “Chávez pareces
un político”. Entonces salta Fe-
lipe Acosta Carlez y le responde:
“Mire, mi mayor, ningún político
es el capitán Chávez, lo que pasa
es que así hablamos los oficiales
bolivarianos y ustedes se mean
en los pantalones”. Se armó una
51 A PLENA VOZ
situación muy tensa. Estábamos
ahí todos, y recuerdo que el coro-
nel Manrique, buen jefe, cuando
vio que la situación se ponía tensa
con los capitanes por aquí, unos
mayores por acá, un teniente co-
ronel por allá, entonces mandó
silencio y dijo: “¡Que esto no salga
de aquí!”. Y agregó algo que no se
lo creyó ni él mismo: “Señores ofi-
ciales: todo lo que el capitán Chá-
vez ha dicho yo lo asumo, porque
como anoche le dije que hablaría
hoy, aunque no lo escribió, me lo
dijo en mi oficina”. ¡Mentira!, ¡que
iba a estar yo diciendo nada! Ahí
murió aquello, todos lo asumieron
disciplinadamente.
Pero no murió, más bien ahí
nació. Minutos más tarde viene
Acosta Carlez, nos invita a trotar.
Nos fuimos al Samán de Güere y
lanzamos el juramento aquel. Esa
misma tarde nació el Ejército Bo-
livariano Revolucionario. Éramos
cuatro: Felipe Acosta Carlez, Jesús
Urdaneta Hernández, Raúl Isaías
Baduel y este humilde servidor,
solo que era 1982. Diez años des-
pués vino la rebelión bolivariana
del 4 de febrero, parte de todo ese
proceso que brotó del fondo de la
tierra y de la historia venezola-
na; todo eso de Bolívar, de Martí.
Y bolívar, ¡setenta años antes que
Martí!, lanzó la profecía, adivinó
al imperio. No se veía todavía, pero
él lo adivinó como el campesino
cuando huele la lluvia más allá del
horizonte. “Huele a lluvia”, decía
mi abuela Rosa Inés. Bolívar olió el
imperialismo. Impresionante, sólo
vamos a recordar la frase: “Los
Estados Unidos de Norteamérica
parecen destinados por la provi-
dencia para plagar la América de
miserias a nombre de la libertad”.
Era 1826, ¡Vaya qué genio el de
Bolívar! el primer gran antiimpe-
rialista, junto con Martí y todos
aquellos hombres.
SALÍ RESUCITADONo estoy exagerando. Muchos
hombres cumplieron un papel, al-
gunos heroicos, algunos dieron la
vida, pero las mujeres venezolanas
cumplieron el papel determinante
en aquellas jornadas de los días 12
y 13 de abril de 2002 de muchas
maneras, en distintos espacios, pero
sobre todo en la calle.
Y veía anteanoche unos testi-
moniales muy buenos que el Canal
8 ha preparado. Ese cerro de El Valle
se vino abajo completo, el pueblo se
fue hacia Fuerte Tiuna, desarma-
dos, y al frente tenían unos tanques
de guerra. Una mujer cuenta cómo
un grupo de mujeres se paró frente
a un tanque y empiezan a gritar:
“Soldado, tú del pueblo”, hasta que
se bajaron los soldados del tanque y
se lo dejaron a ellas. Ahí se monta-
ron, solo que no sabían manejarlo.
Y así pasó en muchos lugares. En
lo personal, a lo largo de esas horas
que viví, aparecieron las mujeres de
distintas maneras. La primera fue
mi madre allá en Palacio. Esa ma-
drugada apareció hecha huracán y
recuerdo que me dio una lección de
coraje. Ya yo había decidido irme a
Fuerte Tiuna, no sabía que estaba
en el Palacio a esa hora, ella llegó y
se metió al despacho. Un grupo de
traidores andaban allí ofreciéndose
para el diálogo, iban y venían. Pero
todos fueron unos traidores, otros
cobardes. Estábamos conversando
y llegó mi madre con un mensaje de
coraje, de fuerza y de mucho amor,
por supuesto.
Luego ya prisionero en Fuerte
Tiuna, en la habitación donde me
tuvieron preso desde el amanecer
del 12, ahí en la Policía Militar, lle-
garon dos mujeres militares, fiscales
muy jóvenes. Estaban amenazadas,
presionadas, vigiladas, pero les per-
mitieron entrar como para llenar un
formato. Ellas hicieron un acta y yo
les dije: “Pongan ahí, por favor, que
yo no he renunciado”. Ya estaban
diciendo por todos lados que yo ha-
bía renunciado, era media mañana
de aquel 12 de abril y ellas presio-
nadas por un golpista que estaba
viéndolas allí, chequeando lo que
escribían. Ellas no escribieron lo que
yo les había pedido, así que firmé el
acta y les dije: “Bueno, está bien”.
Ellas se fueron. ¿Saben lo que hicie-
ron? En letras minúsculas, chiquiti-
cas escribieron debajo de mi firma.
Nota: “Manifiesta que no ha renun-
ciado”. Y cuando salieron del ámbi-
to de vigilancia y presión de los gol-
pistas, consiguieron y le mandaron
una copia al fiscal general, Isaías
Rodríguez. Esa es una de las cau-
sas o de los disparadores de aquella
rueda de prensa que el fiscal Isaías
valientemente da. Y él dice: “No
hemos visto la renuncia firmada
del Presidente, más bien tenemos
evidencias de que él manifiesta que
no ha renunciado. Por tanto, —dijo
Isaías aquella tarde— sigue siendo
el presidente”. Eso fue un mensaje
52 A PLENA VOZ
que le dio como con un misil a la
matriz de opinión que habían esta-
do creando, a punta de repetición,
de que yo había renunciado. Bueno,
las dos muchachas, fíjate. Después
me sacan de Fuerte Tiuna y me lle-
van en helicóptero cerca de la media
noche a Turiamo. Me querían ma-
tar en Fuerte Tiuna, pero un grupo
de oficiales lo impidió, entonces me
sacan a Turiamo. Allá también me
querían matar, otro grupo de solda-
dos lo impidió y obligaron más bien
a los sicarios a devolverse en el he-
licóptero; empezaron a protegerme.
Entonces me llevan a una enferme-
ría de la base naval y aparecen otra
vez las mujeres: una doctora y una
enfermera, militares las dos. La doc-
tora me chequea esa madrugada. Y
la enfermera, una mujer joven, mo-
rena, de Barlovento me dijo que era.
La doctora salió y ella se queda. Yo
estaba con un shorcito, una franela
y descalzo, porque no tenía nada,
ni unas chancletas; preso es preso,
pues. Yo le veo los ojos y ella me dice
de repente: “¡Ay, Presidente, ay mi
comandante!, yo que soñaba con
conocerlo desde niña, pero jamás
pensé que iba a conocerlo así”. Ella
me vio derrotado, sentado ahí, yo es-
taba como abandonado, en verdad.
Cristiano como soy, dije: “Bueno, lo
que tú quieras, si me tocó morir hoy,
aquí, estoy listo. Eso sí, si me toca
morir, no vaya pedir clemencia, ni
perdón, ni nada, sino que hay que
morir de pie como murió el Che Gue-
vara”. Entonces, aquella muchacha
me dice: “Mi mamá lo quiere tanto.
Y mi hijo, si usted lo viera cuando
usted sale por televisión, se para fir-
me y saluda”. Yo le pregunto: “¿Y tú
hijo, cuántos años tienes?”. “Tiene
tres”. “Cómo se llama”, y tal... Ella
me habla y se va llorando. Exploté...
y me metí en el baño a llorar, pero en
esas lágrimas me pasaban todos los
niños pobres del mundo, los descal-
zos... Fue definitivo aquel mensaje,
porque incluso ella me dice: “¡Ay!,
¿qué será de mi hijo ahora?”. Eso
me disparó un sentimiento especial
que tenemos nosotros los revolu-
cionarios por los niños, y entonces
dije: “¡Dios mío!, ¿qué va a ser de los
niños ahora, con este cuadro de es-
cuálidos, de perversos, y de oligarcas
controlando a Venezuela?, ¿qué va a
ser de los niños venezolanos?”. Des-
pués me lavé la cara, me senté allá,
en una sillita. Y juré una vez más:
“Yo tengo que volver”. Aquello me
dio duro en el alma. Salí de aquel
baño resucitado, retomada la fuer-
za. Era tarde en la noche y cuando
amanece ya yo estaba hablando con
los sargentos y unos oficiales jóve-
nes que me custodiaban, haciendo
el plan para irnos a Maracay. Pero
no hizo falta, ahí llegó un helicópte-
ro, nos fuimos a La Orchila y allá fue
el grupo de paracaidistas y la Fuerza
Aérea al rescate. Antes de que salie-
ra el sol por tercera vez consecutiva,
ya estaba de nuevo en Miraflores.
Fue como un milagro. Venía en el
helicóptero, y yo decía: “¡Dios mío!,
¿será verdad esto?”. Entonces me
dicen: “Vamos a Maracay”. “A Ma-
racay no, vamos a Caracas, vamos
al Palacio”. “Que todavía no hay
control sobre las adyacencias”. “No
importa, vamos al Palacio”.
Y no solo en mis aconteceres di-
rectos de aquellas horas, sino en las
calles, en los barrios, en los pueblos,
la mujer venezolana dio una demos-
tración contundente y heroica de
lo que es capaz, de su fuerza, de su
amor, de su coraje.
53 A PLENA VOZ
El pasado 5 de marzo de 2013, María Gabriela Chávez, hija del presidente Hugo Rafael Chávez
Frías, dio lectura a una carta dedicada a su padre durante el homenaje con el cual culminó la capilla
ardiente llevada a cabo por 8 días continuos en la Academia Militar
Duele tu partida, es un dolor que me quema el alma, qué difícil se me puso la vida sin ti.
Durante estos días he estado tratando de comprender por qué te has ido, por qué nos has
dejado con este inmenso vacío.
He llorado, he gritado, he rogado al cielo que te devuelva a mí, luego me calmo, respiro,
te amo, te siento, vuelvo a tí y te vuelvo a llorar.
Hoy creo haber entendido todo esto. Tu alma es tan infinitamente inmensa que ese cuer-
po te quedó pequeño y sencillamente tuviste que volar y ser libre.
Te lo dije viéndote a los ojos poco días antes de tu partida, eres un gigante. En algún
momento me exigiste ser fuerte en caso de que llegara a suceder lo peor. ‘Debes ser fuerte mi
María y debes seguir el camino pase lo que pase’.
Hoy te juro que daré lo mejor de mí, te juro que sacaré fuerzas, de no sé dónde, para po-
der seguir adelante y tú siempre serás la luz que ilumine mi camino.
Gracias por tanto amor de padre, gracias por tu constante ejemplo, gracias por tu risa,
gracias por tu llanto, gracias por tus canciones, gracias por tus bailes, gracias por tantas
alegrías, gracias por tu absoluta y eterna entrega, pero sobre todo, gracias Comandante por
devolvernos la Patria.
Tú seguirás palpitando en mi corazón, tú seguirás viviendo en mi alma, tú seguirás bri-
llando en mis ojos, y seguirás vibrando en tu pueblo para siempre.
Papito amado mío vuela, vuela libre gigante, vuela alto y sopla fuerte, fuerte como los
vientos huracanados.
Nosotros cuidaremos tu Patria y defenderemos tu legado como tú nos enseñaste a hacer-
lo, jamás te irás porque en nuestras manos está tu llamarada Hugo Chávez.
Hasta siempre mi amado amor eterno.
Carta al padreMARÍA GABRIELA CHÁVEZ
54 A PLENA VOZ
Era fundamental que ganase Nicolás Maduro, y ganó. Pero ganó a duras penas, lo cual
exige desentrañar las causas del bajón sufrido por el chavismo y el notable au-mento experimentado por la derecha. Fue una victoria que puso en eviden-cia la endeblez metodológica de las encuestas que de uno y otro lado pro-nosticaban una holgada victoria del candidato chavista. Sobre el veredicto de las urnas lo primero que hay que decir es que su desconocimiento por parte de Henrique Capriles no es en modo alguno sorprendente. Es lo que señala para casos como este el manual de procedimientos de la CIA y el De-partamento de Estado cuando se trata de deslegitimar a un proceso electoral en un país cuyo gobierno no se some-te a los dictados del imperio. Si bien la distancia entre uno y otro fue muy pe-queña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: en las elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del COPEI obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción De-mocrática. Diferencia: 3.3 por ciento,
y el segundo reconoció de inmediato el triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del COPEI, Ra-fael Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios, imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2 por ciento de los votos. Diferen-cia: 0.9 por ciento y asunto concluido. Más próximo en el tiempo, contrasta con el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces presidente Hugo Chávez que, en el refe-rendo constitucional del 2007, admi-tió sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50.6 por ciento de los votos contra el 49.3 por ciento del Si a la reforma que él favo-recía. A pesar de que la diferencia fue de poco más del 1% por ciento Chávez reconoció de inmediato el veredicto de las urnas. Toda una lección para el ofuscado perdedor.Resultados electorales muy ajustados son más frecuentes de lo que se pien-sa. En Estados Unidos, sin ir más lejos, en la elección presidencial del 7 de No-viembre del 2000 el candidato demó-crata Al Gore se impuso en la votación
popular con el 48.4 por ciento de los votos, contra el republicano George W. Bush, quien obtuvo el 47.9 de los su-fragios. Como se recordará, una frau-dulenta maniobra efectuada en el cole-gio electoral del estado de Florida -cuyo gobernador era casualmente Jeb Bush, hermano de George W.- obró el mila-gro de “corregir los errores” en que había caído un sector del electorado de la Florida posibilitando el ascenso de Bush a la Casa Blanca. En suma, el que perdió ganó, y viceversa: todo un ejemplo de soberanía popular de la de-mocracia estadounidense. En las elec-ciones presidenciales de 1960 John F. Kennedy, con el 49.7 por ciento de los sufragios, se impuso a Richard Nixon que cosechó el 49.6. La diferencia fue de apenas el 0.1 por ciento, poco más de 100.000 votos sobre un total de unos 69 millones, y el resultado fue aceptado sin chistar. Pero en Venezue-la las cosas son diferentes y la derecha grita “fraude” y exige un recuento de cada uno de los votos, cuando ya Ma-duro accedió a efectuar una auditoría. Llama la atención, no obstante, la in-tolerable injerencia del inefable Barack
Maduro: una victoria necesaria ATILIO BORÓN
55 A PLENA VOZ
Obama que no dijo ni una palabra cuando le robaron la elección de Al Gore pero encontró tiempo ayer por la tarde para decir, por boca de su vocero, que era “necesario” y “prudente” un recuento de los votos dado el resultado “extremadamente reñido” de las elec-ciones venezolanas. ¿Admitiría que un gobernante de otro país le dijera lo que tiene que hacer ante las poco transpa-rentes elecciones estadounidenses?Dicho lo anterior, ¿cómo explicar la fuga de votos experimentada por el chavismo? Por supuesto, no hay una sola causa. Venezuela transitó desde la aparición de la enfermedad de Chávez (8 de Junio de 2011) por un período en donde las energías gubernamentales estuvieron en gran medida dirigidas a enfrentar los inéditos desafíos que tal situación planteaba para un expe-rimento político signado por el desbor-dante activismo del líder bolivariano y por el hiper presidencialismo del régi-men político construido desde 1998. Esa caracterización en un primer mo-mento molestó a Chávez, pero luego hidalgamente terminó por reconocer que era correcta. Premonitoriamente Fidel le había advertido, ya en el 2001, que debía evitar convertirse “en el al-calde de cada pueblo.” En todo caso, el desconcierto que emanaba de la forza-da inactividad de Chávez impactó fuer-temente en la gestión de la cosa públi-ca, con el consecuente agravamiento de problemas ya existentes, tales como la inflación, la estampida del dólar, la paralizante burocratización y la inse-guridad ciudadana, para no mencio-nar sino algunos. Problemas, no está demás recordarlo, a los que se había referido más de una vez el propio Chá-vez y para enfrentar los cuales había planteado la necesidad del “golpe de timón” anunciado en el primer Conse-jo de Ministros del nuevo ciclo iniciado luego de la victoria del 7 de Octubre
del 2012, durante el cual el líder bo-livariano hizo un fuerte llamado a la crítica y la autocrítica, exigiendo a sus colaboradores mejorar radicalmente la eficiencia de ministerios y agencias, fortalecer el poder comunal y desarro-llar un sistema nacional de medios pú-blicos como ineludibles prerrequisitos de la construcción del socialismo. Se-ñalaba en su intervención que “a veces podemos caer en la ilusión de que por llamar a todo ‘socialista’ … uno pue-de pensar que con eso, el que lo hace cree que ya, listo, ya cumplí, ya le puse socialista, listo; le cambié el nombre, ya está listo.” De ahí su fuerte exhor-tación a fortalecer los consejos comu-nales, la socialización de la economía, la cultura y el poder. Decía, con razón, que “no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla, ro-deadas del mar del capitalismo, porque se las traga el mar.” Pero junto a estos problemas de la gestión estatal hubo otros factores que también contribuye-ron a la creación de un malestar social y un malhumor público: la derecha y el imperialismo trabajaron activamen-te, como lo hicieran en el Chile de Sal-vador Allende, para sabotear el funcio-namiento de la economía y exasperar el ánimo de la población mediante el metódico desabastecimiento de pro-ductos esenciales, los cortes de energía eléctrica, la sospechosa actividad de grupos de paramilitares sembrando el terror en los barrios populares y la persistente campaña de denuncias y agravios en contra de Maduro vehicu-lizadas y agigantadas por su enorme gravitación en el manejo de los medios de comunicación de masas, facilitando así la deserción de un numeroso con-tingente de votantes.La Revolución Bolivariana enfrenta una situación delicada pero que está lejos de ser desesperante o provocar la caída en un angustioso pesimismo.
El desfachatado entrometimiento de Washington refleja su urgencia para acabar con la pesadilla chavista “aho-ra o nunca”, consciente de que se trata de una situación pasajera. Ante esto Maduro como presidente tiene que res-ponder con serena firmeza, evitando caer en las previsibles provocaciones que le tiendan sus enemigos. Es inne-gable que tiene ante sí una sociedad partida al medio, donde la derecha por primera vez demuestra tener la capa-cidad para encuadrar y movilizar, al menos en el día de las elecciones, al 50 por ciento del electorado. Recuperar el predominio en ese terreno no es impo-sible, pero dependerá menos de la ra-dicalidad de los discursos del oficialis-mo que de la profundidad y eficiencia de las políticas concretas que adopte Miraflores; dependerá, en suma, de la calidad de la gestión gubernamental para enfrentar los principales proble-mas que agobian a la población, tema sobre el cual Maduro insistió sensa-tamente en su discurso de anteano-che. No habría que subestimar, en este cuadro, el hecho de que hasta el 2016 la Asamblea Nacional tendrá una holgada mayoría chavista (95 sobre 165) y que el nuevo presidente contará con el apoyo de 20 de los 23 gobernadores de la República Boliva-riana. La correlación de fuerzas, por lo tanto, sigue mostrando un claro predominio del chavismo, y la res-puesta de numerosos gobiernos de la región y de fuera de ella –como China y Rusia, entre otros– agrega un im-portante reaseguro para la necesaria gobernabilidad y para avanzar en el impostergable cumplimiento del testamente político de Chávez, el ya aludido “golpe de timón.” Estamos seguros que el bravo pueblo venezo-lano estará a la altura de las circuns-tancias y de los retos que plantea la actual coyuntura.
56 A PLENA VOZ
El plan golpista de la
oposición venezolana
para impedir el recono-
cimiento al triunfo del
presidente Nicolás Maduro, pro-
dujo ocho muertos, todos ellos
bolivarianos chavistas, más de 60
heridos, y ataques incendiarios a
unos 12 centros médicos que es-
tán atendidos por médicos cuba-
nos y venezolanos respetados y
amados por la población y daños
e intentos de incendios en todo el
país. Pero no puso ser.
Por una parte la responsabili-
dad y mesura del presidente Madu-
ro y la disciplina del pueblo chavis-
ta, que muchos no consideran a la
hora de los análisis, impidió el ob-
jetivo de crear un enfrentamiento
interno y una acción represiva sin
FRACASODE ESTADOS UNIDOS
Stella Calloni
57 A PLENA VOZ
salida alguna. Pero también el in-
mediato reconocimiento de los go-
biernos de la región, que obligaron
a retroceder a los primeros intentos
de la Organización de Estados Ame-
ricanos (OEA en línea con Washin-
gton que intentaba desconocer el
indudable triunfo de Maduro.
El candidato opositor Henrique
Capriles Radonski que ya anun-
ciaba fraude desde hace tiempo,
instigó junto a otros personajes
de su equipo a la violencia en Ve-
nezuela llamado a desconocer
el triunfo y exhibiendo supues-
tas pruebas, todas falsificadas.
Durante el golpe de abril del 2002,
en el que participó abiertamente,
Capriles Radonski actuó armado al
frente de los grupos que intentaron
asaltar la embajada de Cuba, a la
que dejaron sin luz ni agua.
La foto de Capriles saltando una
cerca ante la embajada cubana dio
la vuelta al mundo. Por esta razón
no es sorprendente su instigación a
la violencia en estos días, al cono-
cerse los resultados que ajustada-
mente daban el triunfo a Maduro.
El discurso particularmente
violento de Capriles, fue un recur-
so mediático para abrir el camino
a grupos de choque, que es lo que
emplearon en sus acciones terro-
ristas con amenazantes intentos
de asaltar sedes gubernamenta-
les, edificios públicos, en distintos
puntos del país, y especialmente el
Consejo Nacional Electoral, (CNE)
con las consiguientes amenazas de
muerte a sus autoridades.
El golpismo de las últimas ho-
ras no sucedió espontáneamente.
Ni fueron espontáneos los miles de
intentos para hackear e introducir
virus a las computadoras del CNE,
así como entrar a las cuentas de
diversos funcionarios, entre ellos
el propio presidente Maduro, blo-
queado por más de 48 horas en su
sitio en Twiter. Como todos deben
saber el sistema electoral electróni-
co de Venezuela es considerado el
mejor del mundo, el más seguro y
eficaz.
Probado y reconocido hasta por
los enemigos es indudablemente in-
violable para nuestros países, pero
es muy peligroso e ingenuo pensar
que ante la imposibilidad de dete-
ner la voluntad de los pueblos en
América Latina, que han derrota-
do las campañas más sucias de su
historia, Estados Unidos no haya
previsto invasiones cibernéticas y
de cualquier otro tipo.
Todos sabemos cómo puede ser
utilizado el poderío tecnológico de
Estados Unidos, el principal intere-
sado-además confeso- en impedir
un triunfo de Maduro y tratar así
de detener el huracán liberador que
significaron los 14 años de gobier-
no del ya fallecido presidente Hugo
Chávez Frías en Venezuela,
El Pentágono tiene sus propios
equipos de Hackers y desarrolla la
guerra electrónica y nos vigila a to-
dos en el mundo. Precisamente por
concentrar el mayor poderío tecno-
lógico y militar del mundo no debe
dejarse de lado, la posibilidad de un
ataque de estas características.
Es asombroso que pocos recuer-
den los miles de ataques que se die-
ron durante el día de las elecciones
venezolanas el 14 de abril pasado,
contra el CNE y otras oficinas y
cuentas personales, lo que pudo
distraer la atención sobre un ingre-
so a sistemas de conteo y producir
lo que se llama “un arrastre” de vo-
tos de un candidato a otro, en este
caso, el propio como es Capriles Ra-
donski.
Algo que se ha registrado antes
en “arrastres” de dineros de cuen-
tas bancarias y en otros procesos
recientes. Esto sólo puede ser com-
probado por muy especializados
Hackers, que puedan investigar-lo
que es muy difícil- en las mismas
computadoras sobre la hora en que
pudieron haber ingresado los inva-
sores electrónicos, amparados por
una tecnología de altísimo nivel,
que sólo cuenta el poder hegemóni-
co, Tal como se ha mencionado en
una nota en Aporrea, que no debe
ni puede ignorarse..
Por eso ha habido una serie de
apresuramientos analíticos que
consideran que todas las encuestas
estuvieron erradas, lo que nun-
ca sucedió en Venezuela con las
mismas empresas, o simplemente
estimar que casi 700 mil votos fa-
vorables a la revolución bolivaria-
na, expresados en la elección de
octubre del 2012 hayan emigrado
de un momento a otro hacia las
fuerzas opositoras. Estos análisis
tampoco tuvieron en cuenta que
la desesperada carrera de Capriles
llevó a lograr una mayor votación
en su favor, de quienes lo apoyan
pero no participaron en las últimas
elecciones.
Ya se ha determinado que en
los sectores donde viven encerrados
y fuera de la realidad en sus pro-
pios e inaccesibles barrios los ricos
58 A PLENA VOZ
venezolanos Capriles obtuvo más
votos en varias mesas que los que
lograra en octubre de 2012.
Otro análisis que se debe tener
en cuenta es que hubo abstención
en el terreno de los votantes fa-
vorables a Chávez y Maduro, pre-
cisamente porque consideraron,
de acuerdo a las encuestas, que el
candidato chavista ganaba con un
enorme margen de diferencia. Es
mucho más difícil para los sectores
más humildes llegar a un centro de
votación que para la oligarquía y
los ricos venezolanos.
Por otra parte es necesario re-
cordar lo que el presidente Chávez
advertía en los últimos tiempos,
sobre ciertos acomodamientos,
amesetamientos políticos, retornos
burocráticos, que él había sabido
sortear brillantemente con las mi-
siones, que cambiaron el perfil so-
cial de Venezuela en 180 grados,
pese a lo que aún quedaba por ha-
cer.
Chávez habló de todos los males
que ayudan a retrasar un proceso
revolucionario de este tipo, cuando
sigue vivo el viejo y corrupto poder
económico del pasado, y el oportu-
nismo y la corrupción tienen sus
propios nichos, y por lo tanto la lu-
cha debe continuar librándose por
dentro y por fuera.
El golpismo que debió retroceder
ante la sabia prudencia de Maduro,
quien sin embargo ha llamado a
hacer justicia contra los asesinos de
ocho venezolanos y que además in-
tentaron quemar viva una persona
por festejar el triunfo,y por los gra-
vísimos daños provocados a cen-
tros de salud y otros. Esto debería
alcanzar también al largo proceso
de desestabilización que se produjo
desde que se conoció la enfermedad
que padecía Chávez, indiscutible lí-
der venezolano y latinoamericano,
y que se expresó en maquinacio-
nes económicas, fuga de capitales,
desabastecimientos, pero también
una serie de sabotajes terroristas,
que afectaron distintas áreas de la
economía estatal y la vida cotidia-
na en el caso de la electricidad y los
apagones múltiples, entre otros.
Eso es golpismo y terrorismo
golpista, afectando los logros que
en estos últimos años convirtieron
a Venezuela, en otro país, donde
millones de marginados y excluidos
recuperaron su derecho a una vida
digna, educación, cultura, salud,
viviendas y tantos otros cambios
verdaderamente revolucionarios.
Por supuesto como la expre-
sión más acabada de la guerra
sicológica , dentro del esquema
de la contrainsurgente Guerra
de Baja Intensidad, es la desin-
formación, los medios masivos de
comunicación dependientes del
hegemonismo imperial, han vehi-
culizado el golpismo, mintiendo,
engañando, cayendo en la amo-
ralidad, como lo hicieron durante
la enfermedad y muerte del presi-
dente Chávez, que los derrotó una
y otra vez, hasta en sus funerales,
donde no pudieron ocultar la ver-
dad de lo que sentía y expresaba
multitudinariamente la mayoría
del pueblo venezolano.
Los crímenes y ataques han sido
presentados como “ocho muer-
tos durante las protestas en Vene-
zuela”, por los medios del poder
hegemónico. Es una manipulación
criminal, porque los muertos fue-
ron asesinados en distintos lugares,
no en enfrentamientos sino a man-
salva, incluso en las puertas de sus
casas. Todos eran militantes de la
coalición reconocida como triunfa-
dora por el tribunal electoral. Esta
manipulación escandalosa se dio
en todos los medios de la red con-
trolada por el poder imperial y que
suelen manifestarse como “perio-
dismo independiente”. Asimismo
desde el primer momento Maduro
dijo que podían revisarse los re-
sultados y en ningún momento se
negó a hacerlo Y este discurso desa-
pareció de esos medios.
Pero Capriles no se presentaba
con supuestas pruebas como corres-
pondía a los tribunales correspon-
dientes, que son los que deben auto-
rizar un recuento, siempre y cuando
sean pruebas reales, lo que no ha
sucedido en todo lo que mostró la
oposición, incluyendo fotografías de
la quema de boletas, una foto del pa-
sado, que no puede darse hoy cuan-
do el sistema electoral es electrónico
y como dice el CNE no puede imagi-
narse un conteo manual típico.
Capriles no interrumpió su
marcha anunciada dos días des-
pués del proceso electoral, ante el
“dolor” por las muertes (produ-
cidas por sus seguidores, aparen-
tes mercenarios como los que se
conducían en motocicleta cuan-
do asesinaron a una de las víc-
timas. Él se volvió a tras porque
habían llovido los reconocimien-
tos al triunfo de Maduro. Esto no
significa que no intenten otras
maniobras y trampas.
59 A PLENA VOZ
SE DEVELAN LAS TRAMAS
El terrorismo golpista quiso ser
mostrado como un enfrentamien-
to recordando aquellas primeras
imágenes del 11 de abril de 2002,
cuando se mostraba a un grupo de
seguidores de Chávez, asesinados
y heridos por las hordas golpistas,
frente al edificio de Miraflores, mos-
trados por los medios contrainsur-
gentes como “los primeros muertos
del dictador Chávez”.
En estas horas ¿alguien podría
pensar que los militantes de la re-
volución bolivariana estuvieran in-
cendiando o tratando de hacerlo, los
mercados estatales( Misión Mercal) o
las empresas estatales, recuperadas o
las viviendas que tanta felicidad es-
tán trayendo al pueblo venezolano?.
Como lo intentaron hacer con
el presidente Evo Morales, cuando
paramilitares de Pando- estado de la
Media Luna, donde reina el fascismo
de le derecha más brutal- al que in-
tentaban acusar de “violar los dere-
chos humanos” por una masacre de
campesinos indígenas que llegaban
a apoyar a su presidente en septiem-
bre de 2008.
Este crimen era parte del golpe
que fracasó en Bolivia y donde la
presencia de la Unión Sudameri-
cana de Naciones (UNASUR) fue
clave para desmentir y derrotar la
manipulación y el golpismo. Allí
quemaron edificios estatales, las
radios y la televisión popular, en
suma unos 171. Incluso destru-
yeron conductos petroleros. Pero
no pudieron, porque esta es otra
América Latina.
El plan venezolano era esto y mu-
cho más, Un trabajo de inteligencia,
tratando de golpear estructuras de
las Fuerzas Armadas y dividirlas,
proclamar también los “desencuen-
tros” cuando no “odios” entre las
principales figuras que dejó Chávez
en distintos puestos gubernamenta-
les. Aunque entendieron que hay un
pueblo empoderado que es su prin-
cipal talón de Aquiles para intentar
tomarse Venezuela.
Pero continuarán intentando
todo, y en este momentos están ac-
tuando en forma conjunta movili-
zando las derechas en todos nuestros
países, después de haber infiltrado o
“domesticado” por otras vías y re-
cursos a algunas izquierdas locales,
reales o supuestas, que caminan del
brazo por las calles del golpismo con
los derechistas más reconocidos,
generosamente financiados por el
imperio..
El análisis y todas las probabili-
dades que se investiguen en el caso
venezolano serán muy útiles para
América Latina, que necesita enor-
mes certezas de unidad y solidaridad
frente a las recientes declaraciones
del Secretario de Estado estadouni-
dense, John Kerry quien consideró
a Latinoamérica el “patio trasero”
de Estados Unidos y exhortó al presi-
dente Barack Obama a “acercarnos
de manera vigorosa” a la región.
No hay nadie que ignore de que
se tratan los “acercamientos” de
Estados Unidos a su “patio trasero”
que se les ha ido de la mano e in-
tentan recuperar agitando la vieja
Doctrina Monroe, de América para
los americanos (léase norteameri-
canos). Aquella expresión que no
decían muchos intelectuales porque
estaba “perimida “ como la Doctrina
Monroe, suenan sorprendentes en
bocas de Kerry, evidenciando la de-
crepitud del el imperio.
El proyecto de recolonización
continental está en marcha y nues-
tros espejos son Afganistán, Irak.
Libia, Sudán , Yemen, Sira ahora re-
sistiendo ante el avance mercenario
a los que utiliza y dirigen las fuerzas
especiales de Estados Unidos , Israel
y otras potencias ,y la benemérita
Organización del Atlántico Norte
que se afila las uñas para avanzar
sobre nuestro continente. Kerry ha-
bló ante el Comité de Asuntos Exte-
riores de la Cámara de Representan-
tes, Nada menos.
Por eso siguen alentado a los
Capriles, a los grupos terroristas
de Miami, para asolar a Cuba a sus
“Fundaciones democráticas” a sus
tropas itinerantes. Millones de dó-
lares circularon para golpear a Ve-
nezuela y andan en manos de las
derechas más dependientes de las
inteligencias extranjeras que hayan
existido en la región y, que urden la
trama del regreso colonial.
Nuestra América nos necesita
unidos, juntos, impidiendo los divi-
sionismos con los que tanto juegan y
una necesidad de actuar más respon-
sable e inteligentemente que nunca,
aunque nos duelan y sorprendan los
traidores que siempre comienzan su
camino como ultrarevolucionarios,
para terminar en los andenes de la
contrarevolución.
Estamos ante un nuevo tiempo,
pero no aislados sino unidos y el ene-
migo tiene mucha fuerza, pero ha
creado tantos frentes y contradiccio-
nes que ya comienza a incendiarse
por dentro.
60 A PLENA VOZ
...salieron como las estrellas del cielo en multitud,
y como la arena innumerable que está a la orilla de la mar.
Epístola de Santiago apóstol
13 de abril de 2002
Te escribo con la palabra de Martí por delante.
Serena obsesión.
Como tú, compañero, hermano, Comandante.
(Somos una multitud de palpitantes rocas
creciendo masiva en el ardor).
Por mi parte, servir es mi trama
hasta que la vida se me acabe.
Volcánico fervor bolivariano.
(Claro, no es fácil respirar la vida
con la parca en el costado).
Una república sin secretos.
Es mi tema. Así la quería Martí.
Para todos ha de ser justa
y se ha de hacer con todos.
También tú la quieres así.
Pero ¡Qué difícil la ponen
los escuálidos espinos!
¡Ni qué decir de George W. Moloch
enseñoreado sobre un misil
con aire de cowboy.
Ni de Moloch Obama, Nóbel de la guerra,
ahora pregón de armas.
Epístola a Hugo Rafael Edmundo Aray
61 A PLENA VOZ
Nada qué ver con la rosa blanca de Martí.
Menos con una rosa rossa
porque la vida sería una rosa,
una rosa, una rosa de humana ternura
si se desprendieran las pasiones
como se desprenden
al desnudarse las ropas.
(Martí, una vez más).
Tienen el cuerpo de odio, Hugo,
alma del averno enteramente entera.
¡Qué rosario de musarañas!
¡Qué letanía de improperios!
Como de azufre. Tuyo es el símil.
Odio de clase y sin tapujo.
Laberinto de fieras, Hugo.
Altamira de cieno, cierto.
Siniestro corro de celadas.
Albañares debajo de templos pintados.
Claro, inquilinos morosos del siglo XVI.
Es mucho con demasiado.
¡Qué clase de racismo, caballero!
¡Qué impudicia más impúdica!
Asoman, delirantes, como ella
alguna vez delicada frente en pila bautismal.
Para ella ni una frase que le cierre
el camino del arrepentimiento –diría Martí.
Para ella y tantos y tantas como ella
tañido de campanas
que le hagan más soportable su vergüenza.
Menos vil su miseria.
Doy por cierta tu pena, Hugo,
pena nuestra, cristiana pena.
Como cierto es el corazón amotinado
Algo más, Hugo.
¡Qué de bien suena tu nombre
en la boca del pueblo enflorecida!
Mañana es ahora.
Como ayer febrero,
Como de ayer un 19 jueves santo.
El tiempo urge. Mucho menos
de cuanto hay que hacer.
Predica sin cansancio el espíritu.
Humano, de martiana humanidad.
No te detengas. El tiempo urge.
Mucho menos, Hugo, de cuánto
por hacer en nuestra madre América.
Post data: marzo de 2013
¡Ay!
Oscura noche oscura.
¿Quién ocupará el sitio del sol?
Secaremos las lágrimas –digo.
Con nuestras manos libertadoras.
Una y otra vez.
Y una vez más saldremos
A encender la claridad.
Palabra de Simón.
Palabra tuya, Hugo.
Palabra nuestra.
Nuestra la palabra de Martí:
Es la hora de los hornos
Y no se ha de ver más que la luz.
62 A PLENA VOZ
Le abro cancha por las palabras,
las que dan confianza, las de mi
gusto. Con usted, prefiero el trato
de amigo que permiten las causas
comunes; compartir los recuer-
dos que concluyen en el patrullero,
caimán de 20 metros de colmillos
de oro y ojos de piedra pómez, o
el de la cometa que se fue a la isla
y regresó con un saco de naranjas
atado a la cola. Lo sé, son cosas de
niño veguero que cruza en paralelo
con el muchacho que fui. No vendí
dulces arañas ni tuve como calzado
las alpargatas número 3; conocí el
zapato roto reparado con cartón,
agujeros mayores que una locha
y un tanto menores que un fuerte.
Me contagié con la gripe asiática,
me la curaron con sopa de pollo,
donde el pollo se ausentaba; a la
hora del almuerzo, volaba la tapia
con los huevos de mamá piroca.
Sufrí el sarampión, la lechina, la
papera, el atropello de bicicleta sin
freno, la mordida de perro calleje-
ro; necesité de medio real para ir al
cine, acompañé a Sandokan en la
casa del tigre de la Malasia, fui el
chico más guapo de mi generación,
montado en una tabla, sentado en
una silla de barbero. Lloré contra
la almohada. Dolor de muela, tapo-
nes de guayacol. Hambre tuve, pero
en mi mesa siempre hubo pan. Le
cuento.
Tarde soleada, rostro sudoroso.
Las caimaneras me regresan como
pitcher zurdo, especie de Sandy
Koufax, un verdugo, dicen en jerga
beisbolera. Todavía me recuerdan
en Los Castaños, El Cementerio. En
Presidente AMIGO:
63 A PLENA VOZ
aquellos baldíos, no traspasé a una
tortolita ni a un azulejo, utilizaba
la china para atravesar latas de re-
fresco, aceite y romper botellas de
cerveza. Le confieso: si alguien me
hubiese puesto el sobrenombre de
Tribilín, le hubiese pedido cancha
al amigo. Estoy en mi fase de recuer-
dos, Presidente. Por eso me nombro
en demasía y me da por suponer
que usted es de una generación que
corre en paralelo con los míos. Epi-
sodios comunes, digo. Comparto.
Discoteca de los 70. No más Miriam
Makeba, adiós Maletica verde, Nino
Bravo, guateque sabatino. Dispen-
se, Comandante, el surco rayado de
mi infancia me viene para entrar
en confianza. Como las canciones y
anécdotas en su programa domini-
cal. Aquí le cambio el disco.
Le escuché una vez que en el espejo
de sus sueños se veía ponchando a
los Ruiz Tirado, con la curva invisi-
ble del látigo Chávez. Leonardo, Fe-
derico y Wladimir nunca tropeza-
ron una. La bola venía lisa, vuelta
un trapo, sin costura, como lanza-
da desde un cuarto oscuro; el teipe
se desprendía ante sus ojos, la bola
se convertía en cintas de colores,
imposible de batear. El cuento es
largo, resumo. Al instante nombró
a Tom Jones y cantó Delilah. Ha-
bló de su salud y del país que usted
metió en la cabeza de la pobrecía,
con voz propia, mañana y porvenir.
Luego condujo un yip, se metió por
polvorientos caminos, repartió tie-
rras a los desheredados y casas a los
sin casas. Al fin de la jornada, decía
usted que en algún momento del
año 21 se marcharía al bosque, le-
jos de la ciudad. No hablaba de cine
ni de carros llenos de mermeladas,
galletas de trigo que se acompañan
con queso. Mencionaba como uten-
silio necesario una caña de pescar,
una navaja turca, seguramente por
si al patrullero se le ocurría buscar-
lo fuera del río en su rancho en la
selva. Le bastaban el fuego, las sar-
dinas asadas, libros y lápices. A mí
no me gustó su vida en el bosque
ni la imagen del sable pegado en la
pared, al lado del daguerrotipo del
cuartel de la montaña; tampoco
la barajita donde aparece el látigo
Chávez y usted de guatón, pasado
de peso, recordando en la mecedora
aquel abril de puñales y traiciones.
Nadie se atrevió a contradecirlo.
Presidente, usted no es ese simbó-
lico Henry David Thoreau frente a
la laguna de Walden, en Concord,
Massachussets, camorreao con el
capitalismo en su retiro de desobe-
diente civil; ni el hippie anacrónico
que fundó comuna en California
para detener los metales de la gue-
rra. Demasiado tarde para hacer
dedos en la carretera. Usted no
puede retirarse. La multitud lo se-
ñala como el culpable de este sue-
ño, el primero de la fila contra este
mundo de chacales. Si abril lo trajo
del laberinto, no fue para que diga
las frases del infortunio; cristianos,
musulmanes, judíos, sacerdotes
de nuestras religiones ancestrales,
ateos, lo reclaman. Las lilas traerán
su perfume primaveral, la alegría
necesaria de volver a la calle.
Lo visible es que todo continúa en
Revolución. No soy un poeta áulico
ni usted un presidente para la cor-
tesanía. En sus planes se contempla
desalambrar las tierras ociosas y
otros asuntos por los que me anima
a acompañarlo. En los míos urgen
libretas, cantos, ríos, personajes y
calles de mi zona. Es mi manera de
desalambrar las palabras, el poema,
la poesía.
Hoy es 16 de julio. Desde Maiquetía,
sin aviso alguno, partió para La Ha-
bana por asunto de quimioterapia,
pasillos de hospital, tubos y máqui-
nas donde el acero entristece. Enci-
ma del Waraira, el cielo se encorva
como piel de asno. Mi casa invoca al
cristo de los milagros, al de los tem-
plos y mercaderes; alguien pide por
su salud. Los ancestrales consultan
los caracoles, piden a Elegguá, ache
pa ti.
Por la tarde, en Miraflores, can-
tó, le cantaron; el arpa sonó recia,
animosa, traía un camino de flores.
La melodía lo llevó al corneta del
batallón Farfán, muchacho de pie
virado que no servía para el trote
severo, condecoraciones y soles que
concede la armada. Describió un
pueblo selvático, megáfonos, pla-
za y retreta dominguera, propicia
para invitar al softbol. Habló de su
escalada al Chimborazo. Nos con-
movió. Lo sabemos, esta no es la ra-
zón por la que se hizo soldado.
Desde su ventana se mira el verdor
de un país digno. Amigo, el manojo
de llaves está encima de su escri-
torio, vuelva pronto para que las
entregue a los sin casa de la tierra.
Ellos lo esperan. Nosotros lo espe-
ramos. Entre usted y nosotros cre-
ce una llama de optimismo. Tierra
yerma que va del polvo al fruto.
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
W.O.
64 A PLENA VOZ
HUGOTe queremos tanto
PUEBLO VENEZOLANO
“Queremos tanto a Chávez”
BIELORRUSIA
“Héroe indomable,ardiente patriota,luchador por la libertad. Permanecerá para millones de
,Permanecerá para millones de
,ardiente patriota,Permanecerá para millones de
ardiente patriota,personas
como el verdadero padre de la nación venezolana, el defensor de los pobres, de los marginados y de los oprimidos”
ALEXANDER LUKASHENKO
BOLIVIA
“Chávez fue un hermano solidario,un compañero revolucionario, un latinoamericano que luchó por su patria, por la patria grande, como también hizo Simón Bolívar”
EVO MORALES
ARGENTINA
“Hombres como Hugo Chávez no mueren, se siembran”no mueren, se siembran”no mueren,
CRISTINA KIRCHNERECUADOR
“Fue líder de un proceso histórico en América. proceso histórico en América. proceso histórico
Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que nunca inspirando las Seguirá más vivo que
revoluciones en América nunca inspirando las revoluciones en América nunca inspirando las
Latina”RAFAEL CORREA
IRÁN
“Chávez fue un símbolo de la resistencia contra el imperialismo y un mártir por el bien de la nación venezolana”
MAHMUD AHMADINEYAD
BRASIL
“Reconocemos en Chávez un gran líder latinoamericano y sobre todo un amigo de Brasil”
DILMA ROUSSEFF
“Hombre excepcional y formidable.excepcional y formidable.excepcional
Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que nunca mueren”Es de los muertos que
DANIEL ORTEGA
BRASIL
“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber convivido y trabajado con él“Siento orgullo por haber
por la integración de América Latina y por un mundo más justo”
LUIZ INACIO LULA DA SILVA
EE.UU
“Hoy lloro a un gran héroe para la mayoría de su gentey para quienes pelean en el mundo por un lugar”
OLIVER STONE
RUSIA“Hugo Chávez fue un hombre extraordinario y de gran alcance que miraba hacia el futuro”
VLADIMIR PUTIN