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Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat BOLETÍN 46 Marzo 2020 Caracas, Venezuela Palacio de las Academias

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Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat

BOLETÍN 46

Marzo 2020 Caracas, Venezuela

Palacio de las Academias

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ACADEMIA NACIONAL DE LA INGENIERÍA Y

EL HÁBITAT DE VENEZUELA, ANIH

Palacio de las Academias, Bolsa a San Francisco, Caracas, 1010 - Venezuela.

Oficina Administrativa: Edif. Araure, Piso 1, Ofic. 104, Sabana Grande,

Caracas, 1050 - Venezuela.

Teléfonos: (+58-212) 761.03.10 / 761.20.70

Correo-e: [email protected] / url: www.acading.org.ve

Caracas - Venezuela

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INDIVIDUOS DE NÚMERO:

Sillón I Roberto Úcar Navarro. Sillón II Oscar Grauer. Sillón III Manuel

Torres Parra. Sillón IV Nagib Callaos. Sillón V. José C. Ferrer González.

Sillón VI. Asdrúbal A. Romero Mújica. Sillón VII Eduardo Roche Lander.

Sillón VIII José Grases Galofre. Sillón IX Alfredo Guinand Baldó. Sillón X

Gonzalo J. Morales Monasterios. Sillón XI Oladis Troconis de Rincón.

Sillón XII Griselda Ferrara de Giner. Sillón XIII Luís Giusti. Sillón XIV

Alfredo F. Cilento Sarli. Sillón XV Werner Corrales Leal. Sillón XVI Víctor

R. Graterol Graterol. Sillón XVII Eduardo Buroz Castillo. Sillón XVIII

Arnoldo José Gabaldón Berti. Sillón XIX César Quintini Rosales. Sillón XX

Luís Enrique Oberto González. Sillón XXI Vladimir Yackovlev. Sillón

XXII Vacante. Sillón XXIII Darío Alfredo Viloria. Sillón XXIV Simón

Lamar. Sillón XXV Marianela Lafuente S. Sillón XXVI Franco Urbani

Patat. Sillón XXVII José Ochoa Iturbe. Sillón XXVIII Vacante. Sillón

XXIX Eli Saúl Puchi Cabrera. Sillón XXX Carlos Genatios Sequera. Sillón

XXXI Mario Paparoni Micale. Sillón XXXII Roberto César Callarotti

Fracchia. Sillón XXXIII Vacante Sillón XXXIV Walter James Alcock.

Sillón XXXV Oscar Andrés López Sánchez

MIEMBROS CORRESPONDIENTES:

ESTADO ARAGUA: Jesús Arnaldo Viloria Rendón. ESTADO

ANZOÁTEGUI: Nelson Hernández y Alfredo Avella Guevara. ESTADO

BARINAS: Rafael Isidro Quevedo Camacho. ESTADO BOLÍVAR: Noel

Santiago Mariño Pardo. DISTRITO CAPITAL: José Luis López Sánchez y

Diego José González Cruz. ESTADO MÉRIDA: Julián Aguirre. ESTADO

MIRANDA: Alejandro J. Müller Sánchez, Martín Essenfeld Yahr y Joaquín

Lira–Olivares. ESTADO VARGAS: Laszlo Saho Bohus y Eduardo Páez-

Pumar Hernández. CORRESPONDIENTES EXTRANJEROS: William A.

Wulf (Estados Unidos), Jacky Lesage (Francia) y Edilberto Guevara (Perú)

MIEMBROS HONORARIOS:

Ignacio Rodríguez Iturbe, Graziano Gasparini, Salomón Cohén, Celso

Fortoul, José Ignacio Moreno León, Roberto Centeno, Miguel Bocco,

Mariana Henrriette Staia, Rodolfo Tellería, Mireya Rincón de Goldwasser,

Oscar Benedetti Pietri, Marco Negrón, Víctor Artís García, Genoveva

Sequera de Genatios, María Julia Gilabert de Brito, Juan Antonio Comerma

Gutiérrez, Joaquín Lira–Olivares, Alfonso José Linares Angulo, Carlos

Machado-Allison, Julio César Ohep Cardier, Miguel Asdrúbal Arcia

Montezuma, Román Mayorga y Germán Uscátegui Briceño.

COMITÉ DIRECTIVO: Eduardo Buroz Castillo: Presidente, Marianela Lafuente S.: Vicepresidente,

Griselda Ferrara de Giner: Secretario, José Ochoa Iturbe: Tesorero, Franco

Urbani P.: Bibliotecario

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COMISIÓN EDITORA Rafael I. Quevedo, Presidente; Carlos Landa, Vicepresidente; Juan

Fernando Marrero, Secretario; Franco Urbani, Griselda Ferrara de Giner,

José Luis López, José Grases y Manuel Torres Parra.

CONSEJO ASESOR Acad. Eduardo Buroz, Acad. Marianela Lafuente, Acad. José Ochoa, Acad.

Griselda Ferrara, Acad. Gonzálo Morales, Acad. Alfredo Cilento, Acad.

Nelson Hernández, Acad. César Quintini, Ing. Gilberto Castreje, Arq.

Vivian Floríndez, Ing. Belkis Echenique, Ing. Rafael Dávila, Ing. Patricia

Ramos, Acad. Alfredo Avella, Ing. Félix Arroyo, Acad. Miguel Bocco,

Acad. Rubén Alfredo Caro, Acad. Alfonzo Linares, Dra. Teresa Borges,

Acad. Werner Corrales, Acad. Manuel Torres, Ing. Gerardo Fernández,

Acad. Marco Negrón, Arq. Reinaldo Martínez.

Título Original: BOLETÍN 46

Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat

Editor Jefe: Acad. Franco Urbani

Diseño y Diagramación: Dilia Pestana

Compuesto por caracteres: Times New Roman, 11

Depósito Legal: pp200103CA232

ISSN: 1317-6781

Caracas – Venezuela

Marzo, 2020

LA ACADEMIA NACIONAL DE LA INGENIERÍA Y EL HÁBITAT

DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, HACE

CONSTAR QUE LAS PUBLICACIONES QUE PROPICIA ESTA

CORPORACIÓN SE REALIZAN RESPETANDO EL DERECHO

CONSTITUCIONAL A LA LIBRE EXPRESIÓN DEL

PENSAMIENTO Y MANIFIESTA EXPRESAMENTE QUE NO SE

HACE SOLIDARIA DEL CONTENIDO GENERAL DE LAS

OBRAS O TRABAJOS PUBLICADOS, NI DE LAS IDEAS Y

OPINIONES QUE EN ELLOS SE EMITAN, LAS CUALES SON DE

RESPONSABILIDAD DE LOS AUTORES, CUANTO EN

DERECHO SE REFIERE.

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ÍNDICE

BOLETÍN 46

DECLARACIONES Y PRONUNCIAMIENTOS

Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética

en Venezuela ............................................................................... 7

TRABAJO DE INCORPORACIÓN

Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela:

de Gómez a Medina (1908-1945). (Trabajo presentado ante

la Ilustre Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat,

por el Urbanista Arturo José Almandoz como requisito

parcial para optar a su incorporación como Miembro

Correspondiente por el Estado Guárico). .................................... 46

ARTÍCULO TÉCNICO

La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica

Integrada, Arnaiz Rodríguez, Mariano Simón .............................. 233

NORMAS PUBLICACIONES BOLETÍN ANIH

Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la

ANIH ............................................................................................ 389

Normas para los autores de los trabajos a publicar en el

boletín de la ANIH ....................................................................... 397

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DECLARACIONES Y PRONUNCIAMIENTOS

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PROPUESTA DE MARCO CONCEPTUAL PARA UNA

POLÍTICA ENERGÉTICA EN VENEZUELA

Comisión de Energía *

Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat

Palacio de las Academias, Bolsa a San Francisco. Caracas 1010

ÍNDICE

Resumes Ejecutivo

Definiciones Clave

Introducción

¿Qué es una Política Energética?

Premisas y Factores Críticos

Objetivos

Lineamientos Estratégicos

Instrumentación de las Estrategias. Principales Acciones

Líneas de Acción de la Política Energética para Venezuela

Instrumentos de Expresión de la Política Energética

Formulación de la Política Energética. Instituciones Responsables

Consejo Nacional de Energía

Conclusiones

* Comisión de Energía

Acad. Cesar Quintini, Presidente

Ing. Gilberto Castreje, Secretario

Acad. Nelson Hernández

Acad. Werner Corrales Leal

Acad. Dario Alfredo Viloria Vera

Acad. Eduardo Buroz

Acad. Gonzalo Morales

Acad. Laszlo Saho Bohus

Acad. Mireya Goldwasser

Acad. Diego González

Acad. Arnoldo Gabaldon

Acad. Manuel Torres Parra

Acad. Miguel Bocco

Ing. Alvaro Yaber Oltra

Lic. Andres Rojas Jimenez

Ing. Arturo Arenas

Ing. Carlos Pérez Mibelli

Ing. Gustavo Villarroel

Ing. Jesús Gómez

Ing. José L. García Martínez-Barruchi

Ing. Juan Carlos Sánchez

Ing. Juan Luis Martínez

Ing. Juvencio Molina

Ing. Osvaldo Gómez

Ing. Rafael Luna

Ing. Santamaria Larrañaga Xabier

Ing. Simón Antúnez

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RESUMEN

Venezuela ha carecido de una verdadera Política Energética Integral, lo

que ha existido es una débil Política Petrolera, dirigida más que todo a

la obtención de la renta y, más aún, ha sido una política del gobierno de

turno, pero no una política de Estado.

Una verdadera política energética integral debe comenzar por darle

importancia a la Seguridad Energética (colocar en el primer plano a la

seguridad del suministro energético al país). Esto implica que la

importancia se desplace a temas como el desarrollo de la infraestructura

para los energéticos no transables, electricidad y gas natural; al

suministro de energía primaria para la generación eléctrica; a la

producción de los derivados de los hidrocarburos que necesitamos; a

la optimización de sus redes de distribución interna; a la definición de

una política de precios, absolutos y relativos, que haga sustentable

dicho suministro, y oriente la selección de combustibles en función de

la eficiencia y el cuidado del ambiente.

La política tiene que definir, al mismo tiempo, el ámbito que

corresponde al sector público y privado, entendiendo que las

actividades monopólicas, como la distribución de gas natural y

electricidad, requieren regulación y ésta es una tarea ineludible del

Estado.

Lo anterior no debe relegar la preocupación por los niveles de

producción petrolera y sus precios, por la mejor vía para desarrollar

nuestras reservas o por la definición de cuál debe ser la participación

privada en el negocio de los hidrocarburos.

El presente documento analiza un conjunto de factores a considerar en

una política energética integral para Venezuela. Del análisis se

desprende, entre otros, lo siguiente:

• Venezuela posee suficientes recursos energéticos, de los cuales los

más desarrollados son los hidrocarburos por el enfoque rentístico

que han tenido estos.

• Es necesario el desarrollo de las energías eólicas y solar, para

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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complementar al resto de las energías e ir descarbonizando la matriz

energética nacional, en línea con la tendencia mundial

• Las energías fósiles, especialmente el carbón y el petróleo, están

cuestionadas por su impacto negativo en la emisión de gases de

efecto invernadero. Esto hace que su participación en la matriz

energética mundial se vea disminuida en el tiempo. Con una

máxima: Barril de petróleo que no se venda hoy no se venderá

jamás.

• La entrada a producción de los yacimientos lutíticos ha modificado

el mercado de los hidrocarburos. Países que eran importadores de

energía, se han convertido en países exportadores de energía (gas y

petróleo).

• La tendencia mundial es alcanzar un mundo electrificado, pero

con energías amigables al ambiente. La máxima expresión de esta

electrificación es el vehículo eléctrico. En esta visión futurística,

todos consumen electricidad y todos producen electricidad

(PROSUMER)

• Prospectivas energéticas vislumbran un pico de la demanda de

petróleo a partir del 2035, lo cual es el reflejo del objetivo mundial

de consumir más energía pero con menos emisiones de CO2.

• La OPEP ha venido perdiendo su rol de balance en el mercado

petrolero. Ese rol lo ocupa actualmente Estados Unidos mediante

su producción de hidrocarburos lutíticos. Aquí cabe la pregunta:

Venezuela debe seguir perteneciendo a la OPEP?

• Actualmente, Venezuela presenta una profunda inseguridad

energética producto de la crisis que presenta el sector

hidrocarburos y el sector eléctrico. PDVSA como CORPOELEC

son empresas estatales en situación crítica, tanto financiera como

operacional.

• El 86 % de las reservas de petróleo de Venezuela son de crudos

extrapesados (no convencionales), difíciles de producir, de alto costo

y de baja calidad.

• El 84 % de las reservas de gas son asociadas al petróleo (190.5

TPC). Esta característica limita su disponibilidad y por ende

negocios de gas a largo plazo. De estas reservas solo pueden

considerarse 59.4 TPC.

• Tomando la ventana del petróleo, de aquí al 2035, Venezuela

dejara mucho petróleo en el subsuelo.

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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• El 78 % de la capacidad de generación termoeléctrica está fuera

de servicio. Igualmente, se encuentran en condiciones críticas de

operación los sistemas de transmisión y de distribución. Todo esto

conlleva a las frecuentes fallas en el suministro de energía a que se

encuentra sometida la sociedad venezolana.

• La deuda del sector público para el año 2017 se sitúa USD 185

millardos. Para aumentar el potencial de producción de petróleo se

necesitan US D 15 millardos por cada 100 mil barriles diarios de

aumento. Es decir, un incremento de potencial de un millón de

barriles diarios es necesario una inversión de USD 150 millardos.

Por otra parte, el sector eléctrico requiere de USD 50 millardos

para recuperar su confiabilidad y calidad del servicio, en los

próximos 13 años.

• Venezuela no puede recuperar por si sola el sector energético, por

lo cual es necesario, sin dilación, abrir a la participación del sector

privado, nacional e internacional, a todas las fases y actividades del

sector de la energía.

• La solución a la crisis energética pasa por cambiar paradigmas

que han penetrado los genes del venezolano. Dentro de estos están:

Venezuela es rica, los precios de los energéticos deben ser

baratos, Venezuela es una potencia en hidrocarburos, etc.

• Mientras no tengamos claro el concepto de una Política

Energética Integral, nuestra política energética estará siempre

relegada por la renta y las divisas provenientes del petróleo, lo

cual es importante pero no suficiente. Eso es lo que ha sucedido,

lo cual hace inexistente una política.

"...lo que sí es cierto es que el petróleo no va a ser nunca más la base

sólida para un desarrollo prolongado de Venezuela; hay que buscar

otras opciones, otras alternativas de generar riqueza, pero generar

riqueza desde el punto de vista del trabajo, no desde el punto de vista

del rentismo..." (HERNÁNDEZ 2012)

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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ABSTRACT

Venezuela has lacked a true Comprehensive Energy Policy, what has

existed is a weak Oil Policy, aimed above all at obtaining income and,

even more, it has been a policy of the government in power, but not a

State policy .

A true comprehensive energy policy must begin by giving importance to

Energy Security (putting the security of energy supply to the country in

the foreground). This implies that the importance shifts to issues such as

the development of infrastructure for non-tradable energy, electricity

and natural gas; to the supply of primary energy for electricity

generation; to the production of the hydrocarbon derivatives that we

need; to the optimization of its internal distribution networks; to the

definition of a price policy, absolute and relative, that makes this supply

sustainable, and guides the selection of fuels based on efficiency and

care for the environment.

Policy must define, at the same time, the scope that corresponds to the

public and private sectors, understanding that monopolistic activities,

such as the distribution of natural gas and electricity, require regulation

and this is an inescapable task of the State.

This should not relegate concern about oil production levels and prices,

about the best way to develop our reserves or about the definition of what

should be private participation in the hydrocarbons business.

This document analyzes a set of factors to consider in a comprehensive

energy policy for Venezuela. The analysis shows, among others, the

following:

• Venezuela has sufficient energy resources, of which the most

developed are hydrocarbons due to the rent-seeking approach they

have had.

• The development of wind and solar energy is necessary to

complement the rest of the energy and to decarbonize the national

energy matrix, in line with the global trend

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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• Fossil fuels, especially coal and oil, are questioned for their negative

impact on the emission of greenhouse gases. This causes their

participation in the global energy matrix to be diminished over time.

With a maxim: Barrel of oil that is not sold today will never be sold.

• The entry into production of the shale deposits has modified the

hydrocarbon market. Countries that were energy importers have

become energy exporting countries (gas and oil).

• The world trend is to reach an electrified world, but with

environmentally friendly energies. The maximum expression of this

electrification is the electric vehicle. In this futuristic vision,

everyone consumes electricity and everyone produces electricity

(PROSUMER)

• Energy prospects see a peak in oil demand from 2035, reflecting the

global goal of consuming more energy but with fewer CO2

emissions.

• OPEC has been losing its balance sheet role in the oil market. That

role is currently occupied by the United States through its production

of shale hydrocarbons. Here is the question: Venezuela must

continue to belong to OPEC?

• Currently, Venezuela is deeply insecure due to the energy crisis in

the hydrocarbon sector and the electricity sector. PDVSA and

CORPOELEC are state companies in a critical situation, both

financial and operational.

• 86% of Venezuela's oil reserves are from extra-heavy

(unconventional) crude, difficult to produce, high-cost, and low-

quality.

• 84% of gas reserves are associated with oil (190.5 TPC). This feature

limits its availability and therefore long-term gas business. Of these

reserves, only 59.4 TPC can be considered.

• Taking the oil window, between now and 2035, Venezuela will leave

a lot of oil underground.

• 78% of the thermoelectric generation capacity is out of service.

Likewise, the transmission and distribution systems are in critical

operating conditions. All this leads to frequent failures in the energy

supply to which Venezuelan society is subjected.

• The public sector debt for the year 2017 stands at USD 185 billion.

To increase the oil production potential, USD 15 billion is needed

for every 100,000 barrels per day of increase. In other words, an

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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increase in potential of one million barrels per day requires an

investment of USD 150 billion. On the other hand, the electricity

sector requires USD 50 billion to recover its reliability and quality

of service, in the next 13 years.

• Venezuela cannot recover the energy sector by itself, for which it is

necessary, without delay, to open to the participation of the private,

national and international sector, to all the phases and activities of

the energy sector.

• The solution to the energy crisis involves changing paradigms that

have penetrated the Venezuelan genes. Among these are: Venezuela

is rich, energy prices must be cheap, Venezuela is a power in

hydrocarbons, etc.

• As long as we are not clear about the concept of a Comprehensive

Energy Policy, our energy policy will always be relegated by income

and foreign currency from oil, which is important but not sufficient.

That is what has happened, which makes a policy non-existent.

"... what is certain is that oil will never again be the solid base for a

prolonged development of Venezuela; we must look for other options,

other alternatives to generate wealth, but generate wealth from the point

of view of the work, not from the point of view of renting ... " (Hernández

2012).

DEFINICIONES CLAVE

Eficiencia Energética: Conjunto de acciones orientadas a optimizar la

relación entre la cantidad de energía consumida y los productos y

servicios finales obtenidos. Un objetivo básico de una política energética

debe ser la reducción de la intensidad energética o la

contención/reducción de la demanda total. La intensidad energética se

reduce con un uso más eficiente de la energía y con una actividad

productiva de mayor valor añadido.

Impacto Ambiental: Efectos sobre el ecosistema causados por las

actividades humanas al modificar el medio ambiente La producción de

energía, incluyendo las de origen alternativo, es una actividad agresiva al

ambiente en términos de explotación de recursos y materias primas

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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energéticas, de uso del agua, y especialmente por su generación de

residuos y emisiones de gases de efecto invernadero. Todo lo cual

requiere explotaciones y usos de los recursos de manera sustentable.

Matriz Energética: Se refiere a una representación cuantitativa de toda

la energía disponible, en un determinado territorio, región, país o

continente para ser utilizada en los diversos procesos productivos. El

análisis de la matriz energética es fundamental para orientar la

planificación del sector energético con el fin de garantizar la seguridad

energética y el uso adecuado de la energía que se dispone. Por lo tanto,

la matriz energética identifica, cuanta energía se: consume, necesita,

dispone, importa o exporta y produce.

Política Energética Integral (PEI): Es el instrumento dinámico que rige

la acción del Estado en esta materia y está conformada por objetivos,

lineamientos de política y estrategias referentes a la explotación y uso de

los recursos energéticos. Su diseño requiere de visiones y escenarios a

corto, mediano y largo plazo tanto a nivel internacional como nacional.

Seguridad Energética: Acceso adecuado, asequible y fiable a los

combustibles y los servicios de energía, que incluye la disponibilidad de

los recursos, la disminución de la dependencia de las importaciones, la

disminución de las presiones sobre el ambiente, la competencia y la

eficiencia del mercado, la mayor dependencia de los recursos

energéticos autóctonos sustentables, y que los servicios energéticos sean

asequibles y equitativamente compartidos. Una definición más sencilla

podría ser la disponibilidad de una oferta adecuada de energía en el

tiempo, de calidad y diversificada, de acceso no restringido y a precios

económicos no volátiles.

Sustentabilidad: Uso consciente y responsable de los recursos, sin

agotarlos o exceder su capacidad de renovación, y sin comprometer el

acceso a estos por parte de las generaciones futuras. La política

energética debe establecer el compromiso de lograr una mejor gestión

del uso de las fuentes disponibles, privilegiando entre ellas el criterio de

menor costo y menor daño ambiental en su explotación y uso.

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

15

INTRODUCCIÓN

El sector energético desempeña un papel esencial en la producción

económica y en el bienestar de la población, por cuanto el suministro de

energía se ha convertido hoy en día en un servicio público fundamental

(Fig. 1). Ahora bien, dada la multiplicidad de relaciones que existen

entre éste, la sociedad, sus instituciones y el entorno natural, entre otros

elementos, se hace imperativo la aplicación de un enfoque sistémico al

intentar abordar todo lo concerniente a la satisfacción de los

requerimientos de energía del país.

Este enfoque deberá comprender desde la explotación y

aprovechamiento de los recursos naturales que constituyen las fuentes

de energía primaria, hasta su utilización en los diversos usos

demandados; la institucionalidad que permita la mejor gobernanza del

servicio; el uso de las tecnologías más apropiadas y la investigación

requerida para su continuo mejoramiento; la disponibilidad de ingentes

recursos financieros; la preparación del capital humano técnicamente

competente para su operación y mantenimiento y la atención de los

múltiples aspectos relacionados con la sustentabilidad del entorno

natural. Dicho enfoque sistémico debe constituirse, por tanto, en la

esencia de la formulación de la política energética nacional, tal como se

esquematiza en la figura anterior del Enfoque Sistémico del Sector

Energético.

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

16

Figura 1. Esquema conceptual del enfoque sistémico del sector

energético (OLADE 2016).

¿QUÉ ES UNA POLÍTICA ENERGÉTICA?

Política energética es la expresión de un cuerpo de directrices y

regulaciones, orientados a la consecución de un conjunto de objetivos

relacionados con la seguridad energética y, especialmente, con la

producción, suministro, comercialización, conservación, uso eficiente y

exportación de energía, los cuales son coherentes con los Objetivos de

Desarrollo Sostenible acordados por la Organización de las Naciones

Unidas y, en particular, con la mejora permanente de la calidad de vida

de la población y la sostenida creación de capacidades en la sociedad que

ayuden a impulsar su progreso (Fig. 2).

En la figura mostrada previamente se grafican las variables que generan

un círculo virtuoso de la política energética de manera que la posicionan

como engranaje motor de las políticas de desarrollo. Así, se puede

interpretar que la disponibilidad de oferta interna de energía propicia el

desarrollo de infraestructura pública y privada, así como el consecuente

crecimiento del sector industrial. En esta misma línea de reflexión, un

auge del sector industrial genera demanda de energía favorable a la

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

17

constitución y fortalecimiento de mercados nacionales de energía

conectados con la región y el mundo.

Figura 2. Vinculación política de estado y política energética

(OLADE 2016).

PREMISAS Y FACTORES CRÍTICOS

Indican el escenario general que define el marco de acción de la

planificación del sistema energético nacional y se refieren a supuestos

institucionales, económicos y sociales, tanto de orden interno como

externo al sector energético, guardando estrecha relación con los

objetivos, políticas y estrategias que guían al Estado en la planificación

del desarrollo económico y social del país. En cuanto a los factores

críticos, estos pueden obstaculizar el logro de objetivos, por lo que

su identificación es de gran importancia en el proceso de preparación

de la política energética. Por lo tanto, la política energética debe atender

criterios de soberanía y seguridad energética, mejoramiento de la

productividad energética, diversificación de fuentes energéticas,

reducción de impactos ambientales en la producción y consumo de

energía, participación significativa de las energías renovables en el

balance energético nacional, inversión privada en todos los eslabones de

la cadena del sector energético y apoyo a la investigación y el desarrollo

tecnológico en materia energética.

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

18

En cuanto a las premisas, la política energética debe estar condicionada a:

a. Consolidación del sistema democrático como expresión política en

la conducción del Estado, garantizando la paz y expandiendo las

libertades y participación de todas las personas en las decisiones de

la sociedad.

b. Reforma administrativa en las estructuras de poder del Estado, en

especial en materia energética, para maximizar la eficiencia en la

elaboración e instrumentación de políticas públicas. Para ello se

deberá crear el Consejo Nacional de Energía, integrado por

representantes de los distintos sectores y grupos de interés, para

gestionar la administración de los recursos energéticos.

c. El Poder Legislativo debe diseñar del marco jurídico necesario

para dar cabida a la participación del sector privado en toda la cadena

de valor del negocio energético, creando el marco regulatorio que

brinde seguridad jurídica e incentive la realización de las inversiones

necesarias para diversificar las fuentes de energía y para la

producción de energéticos, así como que el suministro de energía y

la explotación de las fuentes se realicen en los niveles y condiciones

requeridas. Ese marco no debe establecer otras condiciones al uso de

la energía o al origen de las inversiones que aquellas derivadas

directamente de los objetivos nacionales de desarrollo y de sus

condicionantes ambientales y de costos, y debe dar lineamientos para

armonizar los planes y programas de los diversos actores que

conforman el sistema energético nacional.

d. Generación de riqueza por vías distintas a la renta petrolera,

apoyándose en los recursos energéticos, para impulsar al país hacia la

industrialización.

e. Planificación energética como insumo esencial del desarrollo

nacional, considerando en su matriz todas las energías, renovables y

no renovales, para lograr una distribución altamente eficiente y de

menor costo.

f. Mejoramiento del sistema educativo para satisfacer los

requerimientos de desarrollo científico y tecnológico del país. La

adquisición de conocimiento y competencias sobre energía debe

ser introducido como una necesidad educacional prioritaria.

g. Innovar y/o explorar otros usos de los hidrocarburos y los recursos

carboníferos, distintos al de combustibles, como materias primas en

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

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procesos industriales.

h. Adquisición de tecnologías en materia energética, su actualización

y aplicación, como objetivo primordial de los actores energéticos.

i. El petróleo continuará siendo la principal fuente mundial de energía

a corto y mediano plazo, pero la tendencia a estabilizar su precio y

demanda limitará la explotación de las vastas reservas que posee el

país. En consecuencia, se debe diseñar una estrategia que aproveche

esas reservas mientras dure esta ventana de oportunidades para suplir

al mercado internacional y crear capacidades tecnológicas para

diversificar la economía nacional.

j. Minimizar el uso de los hidrocarburos líquidos en el mercado interno,

especialmente los de alto valor de exportación, sustituyéndolos

por gas natural, incorporando recursos renovables y sincerando el

precio de los energéticos en el ámbito nacional.

k. Sincerar la capacidad real de generación termoeléctrica que se

requerirá para satisfacer el crecimiento de la demanda del Sistema

Eléctrico Nacional (SEN), identificando las necesidades de energía

firme y de respaldo. En cuanto a la consideración de nuevos proyectos

debe prevalecer la evaluación técnico-económica de aquellos que

utilicen fuentes energéticas renovables, tales como la hidráulica, solar

y eólica.

l. Diversificar los mercados de exportación de petróleo y sus

derivados, manteniendo nuestros clientes tradicionales de exportación

de hidrocarburos.

En cuanto a los factores críticos, la elaboración de la política energética

debe considerar:

a. El desequilibrio entre las estructuras de las reservas energéticas y de

producción de energía, sobre todo lo concerniente a la potencialidad

y aprovechamiento de los recursos hidráulicos y de otras fuentes

renovables, como la solar y la eólica. Esto se puede apreciar en la

ausencia marcada de las fuentes renovables no tradicionales en la

matriz energética.

b. Relación de las reservas de petróleos dominada por l o s

extrapesados y de gas libre lideradas por los yacimientos costa afuera,

los cuales resultan más costosos de producir y más difíciles de

mercadear.

c. Suministro de gas natural estrechamente ligado a la producción de

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petróleo.

d. Limitación de recursos humanos, tecnológicos y financieros para la

investigación y desarrollo de fuentes de energía, en especial para

la explotación de crudos pesados y extrapesados y la recuperación y

mejor aprovechamiento de los campos tradicionales de crudos

livianos, aplicando nuevas tecnologías.

e. Insuficiente disponibilidad para satisfacer el crecimiento del

consumo de gas natural, GLP, gasolinas y diésel.

f. Rigidez e incoherencia en las tarifas y precios de los combustibles y

servicios energéticos

g. Economía nacional altamente dependiente de los ingresos

provenientes de las exportaciones de hidrocarburos, los cuales se

ven afectados por el crecimiento acelerado del mercado interno de

derivados del petróleo y la caída en la producción de crudos y de

refinados.

h. Medidas para reducir el daño al ambiente causado por la

explotación y uso de los recursos energéticos, de acuerdo a la

normativa y tendencia mundiales sobre el cambio climático.

OBJETIVOS

Son el conjunto de logros que se desea alcanzar o las características que

se aspira instaurarle al país proyectado a largo plazo (año 2050).

El objetivo principal de una política energética y su óptima aplicación es

la de proporcionar seguridad energética, que le permita al país disponer

del suministro de energía necesario para su desarrollo económico y para

elevar los estándares de bienestar y calidad de vida de su sociedad

(prosperidad).

La política energética debe establecer el compromiso de lograr una

mejor gestión del uso de las fuentes disponibles, privilegiando entre ellas

el criterio de menor costo y menor daño ambiental en su explotación y

uso (sustentabilidad). Por ello esta política contempla los procesos que

se enmarcan dentro de una visión de planificación del desarrollo, que

permiten diversificar las fuentes de energía y disminuir la

dependencia de la producción energética en base a hidrocarburos,

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cumpliendo con el compromiso de la preservación del medio

ambiente, de acuerdo con la Convención Marco de las Naciones

Unidas sobre el Cambio Climático (COP–21).

La política energética mira hacia el futuro. Las características técnico

económicas sectoriales ponen en evidencia la necesidad de analizar

diferentes opciones de largo plazo para un mejor desarrollo del sector

energético (prospectiva). La gama de fuentes energéticas hoy

disponibles permite la diversificación de la matriz energética, cuya

tendencia es hacia un mayor uso de energía provenientes de fuentes

renovables, con énfasis en la hidráulica, solar y eólica, en un mundo

electrificado.

Dado que Venezuela cuenta con suficientes y diversos recursos

energéticos, el enfoque de la política energética debe contemplar

tendencias mundiales en las que la matriz energética evoluciona

(transición), reduciendo el uso de combustibles fósiles, especialmente

carbón y petróleo, y aumentando el uso de energía de fuentes renovables

o de menor impacto ambiental.

A tal efecto se considera conveniente establecer cuatro grandes

objetivos:

a. Garantizar la seguridad y calidad del suministro de energía que

requiere el país, dentro del principio de sustentabilidad y equilibrio

con el volumen necesario de exportación petrolera, cuyos ingresos

habrán de colaborar con el desarrollo económico nacional, de

conformidad con los planteamientos de los Objetivos para el

Desarrollo Sostenible.

b. Mejorar la gestión energética como motor de desarrollo del país,

incentivando la eficiencia y el suministro equilibrado de energía,

atendiendo a un uso racional, al menor costo económico y ecológico

posible. Ello permitirá mantener en estado natural la mayor cuantía

de los recursos, la máxima recuperación razonable bajo una

eficiente explotación, y alcanzar una óptima intensidad energética

y el mayor beneficio social.

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c. Contribuir al equilibrio macroeconómico mediante la generación del

máximo de ingresos posibles en divisas, a través de la exportación de

energía y recursos naturales energéticos.

d. Lograr una progresiva y oportuna transición energética, adecuando

tecnológica y económicamente el desarrollo y operación del sistema

energético nacional a las tendencias mundiales, que conduzca a

construir una economía nacional competitiva, diversificada y

sustentable basada en Ciencia, Tecnología e Innovación.

LINEAMIENTOS ESTRATÉGICOS

Son los que guían la toma de decisiones y condicionan y restringen el

campo de acción para el logro de los objetivos. A continuación, se indican

los lineamientos estratégicos que regirán para el sector energético

nacional:

Sistema Energético

Considerar el tratamiento de la energía y por ende de la industria

energética, como un todo integral.

Recursos Naturales

Diversificación de la matriz energética, de acuerdo con el rico

potencial de fuentes primarias disponibles e incorporando energías

renovables, acorde con la eficiencia económica y la transición

energética.

Conservación de los recursos naturales energéticos mediante el

incremento permanente de la eficiencia energética tanto en la

producción como en el consumo. Ejecutar estudios de inventario y

prospección de los recursos energéticos disponibles.

Gestión

Procurar el funcionamiento eficiente del mercado de energía y

facilitar la participación de todas las partes interesadas, tanto

productores como consumidores (stakeholders), en el mercado de la

energía.

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Adaptar la estructura de la oferta y la demanda de las fuentes de

energía a la estructura de las reservas de dichas fuentes

El desarrollo de las fuentes energéticas debe, como primera opción,

satisfacer los requerimientos internos de energía. De estar estos

satisfechos, los energéticos desarrollados deben ser dirigidos al

mercado internacional

Propiciar, apalancados en la abundancia relativa y competitiva de la

energía, proyectos nacionales, con visión internacional, en sectores

productivos y de servicios.

Institucionalidad y Gobernanza

Compatibilidad con el marco legal existente y de ser necesario

promover las reformas apropiadas.

Considerar la interacción de la política energética con la política

macroeconómica y fiscal, especialmente en lo referente a subsidios a

los servicios públicos. El sistema de precios internos de la energía

debe fundamentarse en la calidad, escasez, disponibilidad,

sustituibilidad y costos relativos de las fuentes energéticas

nacionales, tomando en cuenta los precios internacionales de la

energía.

Protección del interés de los consumidores. Proporcionar un servicio

de suministro de energía eléctrica acorde con los estándares y normas

internacionales y eliminar el déficit de los energéticos

hidrocarburíferos en el mercado interno.

Recursos Financieros

Asegurar la sustentabilidad económica y financiera de la industria

energética, logrando la acumulación del capital necesario para su

desarrollo y la participación creciente del sector privado en la

financiación, producción y comercialización de la energía

Maximización, a través del comercio internacional, de la exportación

de energía y recursos naturales energéticos. Incrementar, en la medida

posible, la producción de petróleo de forma competitiva que permita

el mercado. Evaluar la conveniencia de participar en los organismos

y centros de reflexión internacionales de energía (OPEP y FPEG,

p.e.).

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Velar por que los programas de desarrollo energético estén orientados

a la incorporación del mayor valor agregado posible, y su evaluación

no deberá regirse exclusivamente por criterios económicos, sino

también incorporando criterios de seguridad energética, de interés

nacional y abundancia relativa del recurso.

Participación creciente del sector privado en la financiación,

producción y comercialización de la energía.

Propiciar el desarrollo industrial aguas abajo de la cadena de valor de

la industria de los hidrocarburos y la carbonífera.

Tecnología e Investigación

Promoción de la investigación y desarrollo en el campo energético.

Propiciar el desarrollo industrial aguas abajo de las fases de la

industria de los hidrocarburos y de la industria carbonífera,

apalancándose en la abundancia relativa y competitiva de la energía,

así como de proyectos nacionales, con visión internacional, en

sectores productivos y de servicios

La transferencia de tecnología requerida por el sector energético

deberá garantizar el desarrollo de la capacidad nacional de

asimilación y adaptación, así como el desarrollo de una tecnología

propia. El desarrollo energético nacional se hará utilizando recursos

energéticos autóctonos preferentemente

Capital Humano

Formar los recursos humanos requeridos para instrumentar la política

energética.

Sustentabilidad

Mitigación de impactos ecológicos y cambio climático, así como de

los pasivos ambientales causados por la explotación y uso de los

energéticos.

Impulsar la explotación y aprovechamiento de los recursos

energéticos bajo el criterio básico de sustentabilidad

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INSTRUMENTACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS: PRINCIPALES

ACCIONES

La política energética para Venezuela debe ser implementada a partir de

las líneas de acción que dan especificidad a los lineamientos estratégicos

a fin de alcanzar los objetivos propuestos. Una de sus características

fundamentales es que sirven de guía para la asignación de recursos, sin los

cuales no pueden materializarse. La política energética deberá ser

implementada a partir de las siguientes líneas de acción:

Recursos Energéticos

Desarrollar un programa exhaustivo de evaluación de los recursos

energéticos con que cuenta el país, gerenciando con eficacia su

desarrollo armónico, con miras a conocer su disponibilidad en

tiempo, cantidad y calidad, a precios económicamente accesibles.

Orientar la explotación y utilización de los recursos energéticos hacia

su mayor eficiencia y la obtención del mayor valor agregado posible.

Sistemas Energéticos

Racionalizar los sistemas energéticos

Racionalizar el consumo interno de energías y sustituir

progresivamente, por otras fuentes, los hidrocarburos que actualmente

se emplean para la generación de energía, de acuerdo a los criterios de

costos, disponibilidad, agotamiento, renovabilidad, protección del

ambiente, eficiencia, ahorro y conservación de la energía.

Instituciones

Adaptar la organización institucional del sector energético

Economía

Impulsar el desarrollo de la capacidad nacional de bienes y servicios

para la industria energética.

Investigación y Desarrollo

Impulsar las capacidades nacionales de investigación y desarrollo

tecnológico en el sector energético.

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LÍNEAS DE ACCIÓN DE LA POLÍTICA ENERGÉTICA PARA

VENEZUELA

La política energética para Venezuela debe ser implementada a partir de

las siguientes líneas de acción:

I. Desarrollar un programa exhaustivo de evaluación de los recursos

energéticos con que cuenta el país, gerenciando con eficacia su

desarrollo armónico, con miras a conocer su disponibilidad en tiempo,

cantidad y calidad, a precios económicamente accesibles.

El desarrollo energético integral de la nación debe considerar las

ventajas competitivas de las fuentes energéticas regionales, sobre todo

las concernientes a la generación de energía eléctrica, utilizando las

potencialidades de las fuentes renovables disponibles como

hidroelectricidad, solar, eólica y otras fuentes no tradicionales.

Crudos Livianos y Medianos:

Aumentar la participación de las reservas de petróleos livianos y

medianos en la base de recursos hidrocarburíferos e incrementar su

potencial de producción de acuerdo a lo siguiente:

a. Impulso del esfuerzo exploratorio en "áreas determinadas y

adyacentes", donde las reservas pueden ser fácilmente incorporadas

a los sistemas existentes de recolección.

b. Restitución de los niveles de inyección de fluidos en los proyectos de

recuperación secundaria existentes y desarrollar a corto plazo nuevos

proyectos en los yacimientos bajo explotación

c. Proceder a la construcción de plantas de tratamiento de gas en aquellas

zonas donde la ausencia de estas instalaciones limita su utilización y

afecta la producción de petróleo.

d. Incorporar campos marginales a la corriente de producción,

mejorando las técnicas de recuperación secundaria y terciaria, para lo

cual se instrumentarán mecanismos fiscales coadyuvantes cuando sea

necesario.

e. Incrementar las actividades de perforación y reparación de pozos en

las áreas más promisorias. Tendrían prioridad los pozos de alta

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relación gas petróleo (RGP), con el objeto de aumentar la

disponibilidad de gas.

f. Establecer programas de esfuerzo exploratorio en áreas nuevas.

g. Renovar con tecnologías de punta las actividades de exploración

geofísica, perforación y de producción creando para ello los

incentivos necesarios.

Crudos Pesados y Extrapesados:

a. Sincerar las reservas de crudo extra pesado en la FPO

b. Incorporar tecnologías de punta en la explotación y mejoramiento de

crudos pesados y extrapesados.

c. La incorporación de nuevos proyectos para la explotación de la FPO

será realizada en su totalidad por el sector privado.

d. Otorgar un tratamiento fiscal distinto al establecido en las leyes

vigentes sobre la materia, cuando ello fuere necesario, para estimular

la explotación de crudos pesados y extra pesados.

Gas:

Incrementar la producción de gas libre a fin de disminuir la dependencia

de la oferta de gas natural atada a la producción de crudos, para lo cual

se deberá:

a. Concluir el desarrollo planificado de los proyectos de explotación de

gas libre en tierra y costa afuera.

b. Desarrollar campos conocidos y bajo explotación como productores

de gas, similar a lo realizado en el área de Anaco.

Productos No Tradicionales:

Evaluar la viabilidad técnico económica para la obtención de productos

vía química del carbono

En cuanto a la electricidad es el servicio que atañe a todas las

actividades conexas con la vida cotidiana y su disponibilidad es vital

para el desarrollo de un país. Por lo tanto, se debe:

a. Proporcionar un servicio eléctrico continuo y de calidad

b. Establecer pautas e incentivos para su uso eficiente

c. Expandir la capacidad de generación para cumplir con el crecimiento

de la demanda de energía eléctrica, aprovechando todas las fuentes

de energía disponibles y con factibilidad técnica y económica

apropiadas.

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d. Adecuar las redes de transmisión y distribución a la tendencia

mundial (Redes Inteligentes).

e. Auspiciar la generación distribuida regional a partir del

aprovechamiento de fuentes renovables de energía

f. Permitir al usuario final la autogeneración eléctrica para sus

necesidades y comercializar el excedente (prosumer)

Hidroelectricidad:

Dar prioridad a los programas actuales de cuantificación de los recursos

hidroeléctricos, a fin de lograr a corto plazo una primera evaluación

global de los recursos técnica y económicamente desarrollables.

Termoelectricidad:

Sincerar la capacidad de generación instalada que puede ser recuperada

económicamente, determinando su ubicación geográfica en función de

optimizar el suministro de combustibles para su operación.

a. Atender con prontitud los trabajos de reparación y mantenimiento

mayor de equipos turbogeneradores instalados actualmente en las

plantas de generación.

b. Los proyectos de nuevas plantas de generación termoeléctrica que

se propongan (gas, diésel, residual, carbón, orimulsión, coque

petrolero) deberán competir en condiciones económicas con la

generación a partir de fuentes renovables (hidroeléctrica, solar y

eólica), considerando la inclusión de ciclos combinados y la captura

de CO2.

Electricidad Renovable (Solar, Eólica)

Dentro de la planificación energética se debe dar cabida a proyectos de

generación eléctrica, bien sea solar, eólica o la combinación de ambas.

a. El desarrollo de la electricidad renovable será realizado por el sector

privado

b. Establecer la figura de autogeneración eléctrica por el usuario final.

Carbón:

Se debe intensificar los programas actuales y proceder a la exploración

en áreas potenciales, según el mapa geológico de recursos.

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Energía Nuclear:

a. Continuar con el programa de exploración de minerales radioactivos,

a fin de lograr la cuantificación de los recursos de uranio y torio.

b. Adelantar estudios para evaluar la potencial utilización de la energía

nuclear como fuente primaria de energía en Venezuela

Fuentes de Energía:

a. Desarrollar proyectos pilotos de aprovechamiento de energía

proveniente de la biomasa, desechos sólidos y orgánicos, efluentes

líquidos, corrientes oceánicas y energía mareomotriz.

b. Continuar la evaluación del potencial geotérmico para generación de

energías térmica (vapor) y eléctrica.

II. Orientar la explotación y utilización de los recursos energéticos

hacia su mayor eficiencia y la obtención del mayor valor agregado

posible.

En relación con los Hidrocarburos y Materiales Fósiles, el desarrollo

energético integral de la nación, con participación del sector privado,

debe considerar no sólo las ventajas competitivas para su producción y

extracción, sino las posibilidades para diversificar los mercados

internacionales de hidrocarburos, sus derivados y otros materiales fósiles,

tomando en cuenta:

a. La rentabilidad y seguridad de los nuevos mercados y la

conveniencia de conservar los tradicionales.

b. El incremento de las ventas a consumidores finales, directamente o

a través de agencias existentes.

c. El aumento progresivo de las ventas de crudos pesados en forma

favorable para lograr sustituir volúmenes equivalentes de crudos

livianos o medianos.

d. La creación de mercados internacionales para la venta de productos

no tradicionales provenientes de hidrocarburos, como la orimulsión y

el coque petrolero, y de materiales fósiles como el carbón, para uso

como energético o como materia prima.

Con relación al Petróleo, se debe modificar los procesos de

transformación de crudos a través de la incorporación de tecnologías

apropiadas y la instalación de equipos que permitan el procesamiento

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de una mayor proporción de crudos pesados, mejorando los ingresos de

las exportaciones y satisfaciendo la demanda interna.

Respecto al Gas Natural, por razones ambientales y económicas, s e

d e b e recolectar el gas que se arroja a la atmósfera y recuperar en

lo posible sus líquidos previamente a cualquier utilización. A tal fin se

establecerán las medidas fiscales pertinentes. Así mismo, se debe dar al

uso del gas metano las siguientes prioridades:

a. Uso doméstico y materia prima para producción de fertilizantes.

b. Otros procesos industriales de transformación.

c. Generación de calor para usos industriales donde su sustitución sea

difícil.

d. Generación de electricidad

En relación a la Petroquímica, se deben enmarcar los planes de

refinación de petróleo y de procesamiento de gas natural dentro de

una perspectiva que contemple los insumos requeridos por la industria

petroquímica, a fin de:

a. Lograr el funcionamiento eficiente de las instalaciones existentes

y evaluar económica y técnicamente la posibilidad de su expansión

b. Propiciar la consolidación de la industria petroquímica, con

participación del sector privado, otorgando especial importancia a

los requerimientos y al fomento de la industria petroquímica terciaria

y de transformación de productos petroquímicos.

Con respecto al Carbón, se debe explotar en función de las necesidades

de desarrollo de los programas siderometalúrgicos y energéticos, de

acuerdo a lo siguiente:

a. Industria del Coque

Lograr a mediano plazo que la demanda nacional de coque

metalúrgico ( para usos en procesos de reducción de hierro y

aluminio) sea satisfecha internamente importando solamente el

carbón necesario para las mezclas adecuadas.

b. Industria Carboeléctrica

Los proyectos de nuevas plantas térmicas carboeléctricas que se

propongan deben competir en condiciones económicas con la

generación a partir de fuentes renovables (hidroeléctrica, solar y

eólica) o de ciclos combinados, prestando especial atención y dándole

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prioridad al cumplimiento de la normativa y tendencia mundial sobre

el cambio climático.

c. Mercados

Crear nuevos mercados a nivel nacional e internacional para el uso del

carbón, ya bien como energético o como materia prima, en particular

el desarrollo de industrias ubicadas en el territorio nacional que, a

partir de procesos de gasificación, produzcan gas sintético para su

aprovechamiento en procesos petroquímicos, generación de energía

eléctrica y captura de CO2.

III. Racionalizar los Sistemas Energéticos.

En relación con la Electricidad, se debe dar apertura al capital privado del

servicio de comercialización, transporte, distribución y suministro

mayorista y al detal de electricidad, a través de:

a. Aprovechamiento de Recursos Hidroeléctricos

Utilizar al máximo nuestros recursos hidráulicos en la generación

de electricidad a fin de reducir el uso de los recursos energéticos no

renovables. Las necesidades locales deberán ser satisfechas

mediante proyectos hidroeléctricos de mediana y pequeña capacidad,

en donde sea posible

b. Generación Distribuida

Propiciar la generación distribuida de electricidad a partir de energías

renovables, como opción para minimizar las perdidas por transmisión

y contribuir a estabilizar el Sistema Interconectado Nacional

c. Sustitución de combustibles destilados de hidrocarburos

Propiciar la sustitución de combustibles destilados de hidrocarburos

(diésel, fuel-oil, gasolinas) en el sector termoeléctrico, por gas

natural.

d. Ahorro y Eficiencia Energética

Aumentar la eficiencia térmica en la generación de electricidad

(ciclos de carga, re-bombeo, recuperación de gases de escape).

Minimizar las pérdidas técnicas ocurridas en la transmisión y

distribución de la electricidad (compensación electrostática).

Establecer programas educativos a nivel de usuario final

dirigidos al ahorro y eficiencia energética.

Implementar programas para mejorar el cobro del servicio eléctrico,

partiendo de la instalación masiva de medidores modernos.

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En cuanto al Suministro de Energéticos en el Mercado Interno, se debe

propiciar la apertura al capital privado del servicio de comercialización,

transporte, distribución y suministro mayorista y al detal de combustibles

en el mercado interno, considerando la construcción de estaciones de

múltiples combustibles para el suministro de gasolinas, gas, etanol y

electricidad

IV. Racionalizar el Consumo Interno de Energías y Sustituir

Progresivamente por Otras Fuentes los Hidrocarburos que Actualmente

se Emplean para la Generación de Energía, de Acuerdo a los Criterios de

Costos, Disponibilidad, Agotamiento y Renovabilidad, Protección del

Ambiente y Eficiencia, Ahorro y Conservación de La Energía.

En relación con los Precios y Consumo de Energéticos, se debe diseñar

una política a fin de crear un sistema nacional de precios de la energía

como instrumento de política energética, según los siguientes criterios:

a. Que mantenga las ventajas comparativas que otorga a la economía

venezolana la disponibilidad de fuentes energéticas.

b. Que garantice la rentabilidad del sector energético y permita su

expansión autosostenida.

c. Que oriente la utilización de las fuentes energéticas.

d. Que refuerce las medidas conservacionistas y ambientales

En cuanto al Consumo en el Sector Energético, se debe mejorar los

rendimientos energéticos del sector mediante programas tendientes a

reducir el consumo de energía en sus procesos y actuales instalaciones.

En particular:

a. Optimizar el uso del petróleo y el gas natural, especialmente a los

niveles iniciales de la cadena energética.

b. Aumentar la capacidad de interconexión del sistema eléctrico

nacional.

Con respecto a la Política de Ahorro de Energéticos en el Consumo

Final, se debe:

a. Implantar sistemas masivos de transporte urbano e interurbano de

personas y cargas.

b. Mejorar el rendimiento energético de los vehículos automotores

individuales y colectivos y de los artefactos eléctricos en general

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(etiqueta de consumo)

c. Diseñar y promover programas educativos tendientes a orientar a la

colectividad hacia el ahorro de energía y, en particular, de aquellos

recursos energéticos no renovables.

d. Llevar a cabo programas de ahorro y eficiencia de la energía en el

sector industrial no energético.

e. Incorporar a la evaluación de los proyectos industriales futuros,

criterios que permitan medir la incidencia que sobre los recursos

energéticos nacionales tendrían los procesos técnicos de manufactura

y la fuente energética a utilizar.

f. Llevar a cabo programas tendientes a modificar los hábitos de

consumo de electricidad, a objeto de lograr que la curva de demanda

horaria sea distribuida más uniformemente.

g. Instituir la realización periódica de auditorías energéticas en todos los

procesos productivos y de servicios y en los inmuebles oficiales y

particulares.

h. Promover la autogeneración eléctrica con base solar o eólica, o

combinación de ambas; y en la medida de lo posible, a partir de

hidroelectricidad.

Sobre el Desarrollo de Proyectos Industriales, se deben considerar

estudios técnico-económicos que incorporen los siguientes

lineamientos:

a. Identificar el alcance de las medidas a promover para incrementar el

valor agregado nacional obtenido mediante la exportación de sus

productos en relación al que se lograría mediante la exportación de

las fuentes energéticas utilizadas en su elaboración, o su equivalente.

b. Identificar el alcance de las medidas a promover para la utilización

de fuentes energéticas alternativas y sus costos asociados, incluyendo

los relativos a la protección del ambiente.

V. Impulsar de las Capacidades Nacionales de Investigación y Desarrollo

Tecnológico en el Sector Energético.

En relación con los Centros de Investigación y Desarrollo Tecnológico,

se debe:

a. Incrementar el potencial de centros de investigación y desarrollo

tecnológico para las fuentes energéticas a fin de que éstos:

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Contribuyan a la factibilidad técnica de los nuevos desarrollos

energéticos.

Establezcan un sistema de información respecto a las tecnologías

energéticas existentes en el mercado mundial.

Conformen y desarrollen vínculos de cooperación técnico-científicos

con centros similares a nivel internacional.

Respondan a las consultas técnico-científicas que planteen el sector

energético y los usuarios de la energía.

Crear conjuntamente con las universidades, opciones educacionales

académicas en el área energética. Destaca la creación de la Ingeniería

de la Energía

b. Asegurar que los centros de investigación y desarrollo tecnológico

instrumenten mecanismos que garanticen:

Establecimiento de prioridades mediante la realización de un

inventario de las áreas críticas en el campo tecnológico para el sector

energético.

La vinculación de las unidades de investigación existentes a los

objetivos de investigación del sector energético, a fin de ser más

eficientes y efectivos.

La compatibilidad del proceso formativo teórico y práctico que

realizan los institutos de educación con los requerimientos del sector

energético.

La recuperación económica de la investigación vía patentes. El

investigador o grupo de investigación debe favorecerse de tal

recuperación (Propiedad Intelectual).

VI. Impulsar el Desarrollo de la Capacidad Nacional de Bienes y

Servicios para la Industria Energética, Promoviendo el aumento de la

participación nacional en los servicios requeridos por la industria

energética y la producción de sus insumos dentro del país, para lo cual:

a. El Estado estimulará a las empresas de servicios técnicos de

ingeniería, mantenimiento, construcción, auditoría y gerencia, en la

producción de insumos que contribuyan a desarrollar el potencial

científico y tecnológico del país.

b. El Estado velará que la utilización de los bienes y servicios

producidos en el país sea en condiciones similares a los provenientes

del exterior.

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VII. Adaptar la Organización Institucional del Sector Energético a través

de:

a. La creación de entes regulatorios en el área energética y en los

sub- sectores energéticos cuando así se amerite. Estos entes deben

ser autárquicos e independientes.

b. La eliminación de disposiciones que conllevan la duplicación

injustificada de esfuerzos.

INSTRUMENTOS DE EXPRESIÓN DE LA POLÍTICA

ENERGÉTICA

La política energética se manifiesta a través de decisiones

gubernamentales que permiten realizar intervenciones direccionadas de

la gestión por medio de instrumentos que logran la evolución del modelo

energético aplicado, tales como:

a. Declaraciones o documentos públicos.

b. Leyes/decretos.

c. Regulaciones

d. Normas

e. Ordenanzas

f. Adherencia a acuerdos internacionales.

g. Planes y programas

h. Otras políticas coadyuvantes

FORMULACIÓN DE LA POLÍTICA ENERGÉTICA:

INSTITUCIONES RESPONSABLES

El proceso de formulación de las políticas energéticas parte de la

constatación de que es necesario realizar acciones, en el ámbito del

sector o sistema energético, que lleven a una situación deseada de dicho

sistema, cuya implementación deberá estar a cargo de actores

institucionales que ostentan roles específicos dentro del sector.

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

36

En la figura 3 puede observarse el esquema general que relaciona el

grupo de actores relevantes y el campo de aplicación de políticas.

Los actores relevantes para la formulación de políticas, así como otros

actores del sector, se relacionan entre si según las atribuciones

consignadas en sus estatutos o instrumentos jurídicos constitutivos y por

una serie de vínculos que no están necesariamente formalizados y que se

originan en decisiones que pueden ser de carácter político o coyuntural

(emergencias regionales o nacionales, programas ad hoc, entre otros).

Este conjunto de relaciones reglamentadas y las de menor grado de

formalización constituye un ¨network¨ institucional que se completa con

los grupos de interés, segmentos de la sociedad afectados por las

políticas, pero que no están directamente involucrados en los procesos

de decisión. Estos grupos de interés pueden representar un elemento

importante en el momento de implementar las políticas e, inclusive, las

estrategias de comunicación social.

Como actores principales en el ámbito gubernamental, que actúa como

coordinador y superior del proceso de formulación de políticas, destacan

los siguientes:

a. Ministerio de Energía

b. Consejo Nacional de Energía.

c. Asamblea Nacional.

d. Gobernaciones de Estado.

e. Alcaldías

f. Otros despachos con responsabilidades concurrentes.

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

37

Figura 3. Esquema general de los actores relevantes para la

formulación de las políticas energéticas (OLADE 2016).

CONSEJO NACIONAL DE ENERGÍA

Es un órgano del Estado, autónomo y autárquico, independiente del

gobierno de turno, responsable de la elaboración de propuestas de

políticas públicas para el sector energético y de velar por su

cumplimiento. A fin de garantizar el balance en las grandes decisiones,

se debe incorporar al Consejo Nacional de Energía una representación

significativa de todos los sectores de la actividad nacional, tales como

entes gubernamentales, empresas, entes financieros, academias,

universidades, gremios y asociaciones civiles vinculadas al sector

(GONZÁLEZ 2016). Su misión será la de generar condiciones para un

desarrollo seguro, sostenible, diversificado y de precios eficientes de los

mercados energéticos a través de la generación de propuestas al

Ministerio de Energía que permitan alcanzar los objetivos de política

pública, monitoreo y análisis, así como asesorar a las autoridades en las

materias del sector energético.

Entre sus funciones se contempla el desarrollo de:

a. Estudios prospectivos

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

38

b. Planificación estratégica: Fijación de objetivos y metas indicativas y

de obligatorio cumplimiento.

c. Evaluación permanente de los logros de la política energética

d. Análisis de la demanda/oferta energética, nacional e internacional.

e. Generación de información en todos los rubros relacionados con la

energía.

f. Consideración de las orientaciones de la política macroeconómica.

g. Monitoreo de vanguardia tecnológica

h. Sondeos de opinión pública

CONCLUSIONES

La política energética mira hacia el futuro. Las características técnico

económicas sectoriales ponen en evidencia la necesidad de analizar

diferentes opciones de largo plazo para un mejor desarrollo del sector

energético. Actualmente se presenta una gama de opciones energéticas

que exigen a los constructores de la política un cuidadoso proceso

de toma de decisiones. Lo que no es discutible es la necesidad que

tiene Venezuela de establecer una Política Energética Integral (PEI). Por

ello como conclusiones podemos indicar que los aspectos marcos para el

diseño de una PEI son:

Reducción de la participación de los hidrocarburos en el largo plazo

en la matriz energética mundial

Incremento acelerado producción de petróleo y gas de lutitas (oil and

gas shale). Petróleo y gas no convencional

Vigencia de la OPEP?. Participación en el FPEG?

Rol de los hidrocarburos y de las energías amigables al ambiente en

la matriz energética nacional

Industrialización de los hidrocarburos

Exploración nuevos usos de los hidrocarburos

Venezuela posee importantes recursos energéticos, pero no es una

potencia energética, y ya no es referencia mundial en materia de

energía, especialmente en lo concerniente a los hidrocarburos.

Venezuela atraviesa por una crisis energética (Inseguridad

Energética), cuya superación requiere de altas inversiones, RR.HH.

idóneos y tiempo, acompañado de un cambio en la gestión política

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Propuesta de Marco Conceptual para una Política Energética en Venezuela

39

Es necesario la apertura al sector privado y la sinceración de los

precios internos de los energéticos.

La prospección de la energía en Venezuela debe considerar el

cambio de la matriz energética global, donde los combustibles

fósiles pierden posición.

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TRABAJO DE INCORPORACIÓN

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FUNDAMENTOS Y CRISTALIZACIÓN DEL

URBANISMO EN VENEZUELA:

DE GÓMEZ A MEDINA (1908-1945)

(Trabajo presentado ante la Ilustre Academia Nacional

de la Ingeniería y el Hábitat, por el Urbanista Arturo

José Almandoz como requisito parcial para optar a su

incorporación como Miembro Correspondiente por el

Estado Guárico)

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46

Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de

Gómez a Medina (1908-1945).

(Trabajo presentado ante la Ilustre Academia Nacional de la Ingeniería

y el Hábitat, por el Urbanista Arturo José Almandoz como requisito

parcial para optar a su incorporación como Miembro Correspondiente

por el Estado Guárico).

Resumen

Desde la perspectiva de la historia urbana y urbanística, este trabajo

intenta revisar los períodos gubernamentales de Juan Vicente Gómez

(1908-35), Eleazar López Contreras (1936-41) e Isaías Medina Angarita

(1941-45) como continuidad epistemológica e institucional para

explicar los fundamentos y la cristalización del urbanismo en

Venezuela, colocándolo en el umbral de su asunción como cuestión

nacional por parte del Estado. A través de la era gomecista, se intenta

ilustrar y explicar cómo, en el marco de la naciente explotación petrolera

y la penetración foránea, carreteras y saneamiento articularon

componentes infraestructurales, profesionales y epistemológicos de una

agenda urbana en formación, fundamental para la consolidación del

urbanismo a finales de la década de 1930. Al revisar ambas vertientes y

ponerlas en perspectiva continental, también se intenta cuestionar la idea

tópica, proveniente de la historiografía política, de que durante el

gomecismo no ocurrieron avances urbanos.

Con respecto al decenio democrático de López y Medina, se revisa la

institucionalización del urbanismo de base local, epitomada en la

creación de la Dirección de Urbanismo (DU) de la Gobernación del

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

47

Distrito Federal (GDF), donde fuera formulado el primer plan urbano de

Caracas en 1939, con asesoría de la misión técnica francesa coordinada

por Maurice Rotival. Allende la capital, se intenta explorar cómo ese

urbanismo de base local fue acompañado por programas nacionales y

nuevas instituciones que - del Ministerio de Obras Públicas (MOP) al

Instituto Nacional de Higiene y la División de Ingeniería Sanitaria del

Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), durante el cuatrienio

de López Contreras – proyectaron ese urbanismo a una escala nacional.

Completado en la administración Medina con piedras angulares como el

Consejo Nacional de Obras Públicas (CNOP, 1941) y el Instituto

Nacional de Obras Sanitarias (INOS, 1943), la cobertura de ese

urbanismo que se tornaba planificación sería fortalecida, a partir de

1946, con la Comisión Nacional de Urbanismo (CNU) y la Dirección de

Urbanismo del MOP.

Palabras clave: urbanismo, planificación, comunicaciones,

saneamiento, siglo XX, Venezuela

Summary

From the standpoint of urban and town planning history, this work aims

at reviewing the tenures of Juan Vicente Gómez (1908-35), Eleazar

López Contreras (1936-41) and Isaías Medina Angarita (1941-45) as an

epistemological and institutional continuity in order to explain the bases

and crystallization of Venezuela’s urbanism, placing the latter at the

threshold of its assumption as a national issue by the state. Throughout

the Gómez era, the research intends to illustrate and explain how, in the

midst of the nascent oil exploitation and foreign penetration, roads and

sanitation informed infrastructure, professional and epistemological

components of an emerging urban agenda, fundamental for the

consolidation of local planning by the late 1930s. By reviewing those

strands and setting them in continental perspective, the research also

intends to question the platitude, imported from the political

historiography, according to which no urban breakthroughs occurred

during the Gómez era.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

48

In relation to the democratic decade from López through Medina, the

research revisits the institutionalization of local-based planning,

epitomized by the creation of the GDF’s Dirección de Urbanismo. The

first urban plan for Caracas was framed here, with the advice of the

technical French mission coordinated by Maurice Rotival. Beyond the

capital, the research intends to explore how that local-based planning

was accompanied by national programs and new institutions that – from

the Ministry of Public Works (MOP) to the National Institute of Hygiene

and the Division of Sanitary Engineering belonging to the Ministry of

Sanitation and Social Assistance (MSAS), during López Contreras’s

government – spread that urbanism nationwide. Completed during

Medina’s administration with cornerstones such as the National Council

of Public Works (CNOP, 1941) and the National Institute of Sanitary

Works (INOS, 1943), the coverage of that urbanism that turned into

planificación was stepped up, from 1946, with the National Commission

of Urbanism (CNU) and the MOP’s Direction of Urbanism.

Keywords: town planning, urbanism, sanitation, roads, communication,

Venezuela, twentieth century

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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I Consideraciones historiográficas e introductorias1

1. Los fundamentos y el proceso conducente a la emergencia del

urbanismo parecen ser tan importantes, en términos epistemológicos,

como su propia cristalización, la cual ocurrió en la primera década del

siglo XX en Europa y, hacia finales de los años veinte, en varios países

latinoamericanos. En este sentido, el gran significado de disciplinas y

profesiones antecedentes y colindantes de cara a trazar los orígenes del

urbanismo moderno ―de la medicina a la arquitectura, pasando por la

ingeniería― viene dado en mucho por la ubicación periférica de aquel

entre tales profesiones decimonónicas, posición epistemológica que ha

acrisolado la interdisciplinariedad del urbanismo desde el nivel teórico

hasta el metodológico (ALMANDOZ, 1993). Y para reforzar la

importancia epistemológica de esas vísperas, la detección de los

problemas de la ciudad decimonónica hecha por médicos, ingenieros y

arquitectos, entre otros expertos, marcó la agenda del urbanismo

profesional en el siglo XX en varios contextos, tal como será discutido

más adelante en términos historiográficos.

Atravesando ese plexo disciplinar, la exploración de formas de

representación artística o política también parece necesaria cuando,

allende los orígenes del urbanismo en su sentido técnico, se intenta,

como se propone este trabajo, indagar la formación de la cultura urbana

y el despertar de la conciencia sobre la ciudad en una sociedad en

proceso de modernización. Cuando tal pesquisa intenta retrotraerse hasta

antes de los orígenes del urbanismo contemporáneo, hace falta entonces

traducir este vocablo a sus antecedentes históricos ―ciudad, progreso,

civilización, ornato urbano, higiene, embellecimiento urbano, estética

edilicia, entre otros― para poder así nutrirse de los diversos discursos

de cuyo entrevero surgió esa disciplina en contextos nacionales. Por todo

ello, puede decirse que el urbanismo siempre aparece en un espacio de

“dispersión epistemológica”, tal como señalara Michel Foucault a

propósito de otras disciplinas emergentes de la modernidad (FOUCAULT,

1992: 53), haciendo que la investigación sobre sus condiciones históricas

se apoye en fuentes disciplinares y discursivas diversas.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

50

Tal intento de investigación multidisciplinar no es nuevo en la

historiografía urbana internacional, aunque quizá más reciente y menos

frecuentado en el campo latinoamericano, como se tratará de mostrar

más adelante. Si bien es imposible, en una introducción como esta,

revisar la multiplicidad de autores y obras europeas y norteamericanas

que han abordado ese proceso epistemológico, transcurrido a lo largo del

siglo XIX y comienzos del XX, a continuación se propone revisar dos

abordajes que, por pioneros, resultaron influyentes en la literatura

internacional, además de pertinentes para esta revisión. El primero se

articula alrededor de la noción de pré-urbanisme, introducida por

Françoise Choay, la cual devino característica de la historiografía urbana

francesa; mientras que el segundo abordaje, liderado por Anthony

Sutcliffe, exploró los componentes prospectivos, institucionales y

reformistas conducentes al town planning británico. Se intenta

posteriormente dar algunas muestras de abordajes comparativos o

panorámicos de las vísperas del urbanismo en Latinoamérica, con

especial referencia a Venezuela; para finalmente enmarcar las

orientaciones de esta revisión.

Desde el “pre-urbanismo” francés

2. En la así llamada primera historiografía urbana francesa, la

preocupación por la historia del arte urbano preindustrial y la emergencia

del urbanismo como disciplina técnica asomó en obras de Marcel Pöete,

Pierre Lavedan (1926) y Gaston Bardet (1951; 1967). Siempre apoyado

sobre el análisis histórico de la forma urbana, el concepto de evolución

―en parte heredado del biologismo y los “estudios cívicos” de Patrick

Geddes (1960) ― dieron a esos autores de la primera mitad del siglo XX

una aproximación disciplinar ausente del historicismo social y

económico sobre ciudad que marcó las obras de Fustel de Coulanges,

Max Weber y Henri Pirenne (ALMANDOZ, 2008: 41-61).

Esa indagación por la “formación discursiva”, en el sentido

epistemológico conferido por Foucault (1992: 60-61), alcanzó máxima

expresión, al concentrarse en la emergencia del urbanismo moderno, en

las obras de Françoise Choay, especialmente en su clásico L'urbanisme,

utopies et réalités (1965), cuya primera edición en español apareció en

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

51

1970 (CHOAY, 1976; 1979). Allí la historiadora francesa desarrolló los

períodos ―o más bien fases― de "pre-urbanismo" y "urbanismo",

entrecruzados con los modelos "progresista" y "culturalista". La matriz

resultante se hizo conocida en la historiografía urbanística latina por

contener categorías de agrupación de análisis y propuestas de diversos

pensadores, filántropos y especialistas que habían cavilado sobre los

problemas de la ciudad industrial desde el siglo XIX.

Asumiendo que “el urbanismo quiere resolver un problema (la

ordenación de la ciudad maquinista) que se planteó mucho antes” de la

cristalización de esta disciplina en la primera década del siglo XX

(CHOAY, 1979: 12) , la obra de Choay fue reveladora al agrupar, por vez

primera, a artistas y pensadores, utopistas y especialistas, reuniendo “el

conjunto de sus reflexiones y propuestas bajo el concepto de 'pre-

urbanismo'" (CHOAY, 1979: 12). En vista de la diversidad y heterodoxia

de las concepciones decimonónicas sobre la cuestión urbana, abarcando

desde las “filosofías sociales” y utópicas de Owen, Fourier y Proudhon;

pasando por los análisis de Marx y Engels sobre los problemas

habitacionales del proletariado industrial; hasta las concepciones

estético-sociales de Morris y Ruskin, Choay propuso dos modelos

orientados “en dos direcciones fundamentales del tiempo”: el futuro y el

pasado; lo cual implicaba dos actitudes con respecto a la ciudad: una

progresista y otra nostálgica (CHOAY, 1979: 20).

Aunque cada modelo está reforzado por un conjunto de características

aquí irreproducibles, puede decirse que esa actitud ante el futuro es

determinante, para Choay, del “pre-urbanismo progresista” de Owen,

Fourier, Proudhon y Cabet, entre otros; mientras que la supuesta actitud

nostálgica con respecto al pasado, especialmente del equilibrio social y

arquitectónico de las comunidades medievales, sería el rasgo

fundamental del “pre-urbanismo culturalista” de Morris, Ruskin y Pugin.

Con la diferencia epistemológica de ser producto de especialistas en

lugar de ser “obra de generalizadores”, y resultar además de un

practicismo profesional en vez de un utopismo diletante, el naciente

urbanismo de comienzos del siglo XX fue, para la historiadora francesa,

una proyección de aquellos dos modelos decimonónicos. Así, siguiendo

esa dicotomía, al “urbanismo progresista” de Tony Garnier, Walter

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Gropius o Le Corbusier, Choay contrapone las propuestas “culturalistas”

de Camillo Sitte, Ebenezer Howard y Raymond Unwin, entre otros.

Sin desmerecer lo innovadoras, seductoras y didácticas que han

resultado como categorías historiográficas, el progresismo y el

culturalismo propuestos por Choay tienen el problema ―como muchas

otras dicotomías― de polarizar una contraposición que no es tal. Eso

ocurre especialmente en lo concerniente a la intención supuestamente

nostálgica de precursores “culturalistas”, cuyas obras, más que mirar al

pasado, resultaron renovadoras en su contexto y momento históricos. Tal

es el caso de William Morris, quien además de representar un

pensamiento progresista dentro del reformismo inglés decimonónico,

acudió a la estética medieval no solo por nostalgia ante los atropellos que

sufría el arte y la arquitectura británicas de la época, sino también por su

interés en depurar el diseño victoriano (PEVSNER, 1988: 391-392; CURL,

1999: 436). Es análoga la significación de la obra de Camillo Sitte en el

debate del Städtebau acaecido en el mundo germano durante el siglo

XIX: más que una actitud evasiva del presente, la morfología orgánica

catalogada por el urbanista austríaco en su manual, representó una

alternativa artística ante el diseño ingenieril preconizado por Reinhard

Baumeister para la renovación urbana de las ciudades industriales

(COLLINS y COLLINS, 1986: 69).

3. Además de haberse convertido en modélicas dentro de la

historiografía francesa ―tal como lo ilustraron posteriores

interpretaciones sobre el período de entre siglos, como la Histoire de

l'urbanisme (1981) de Jean-Louis Harouel (1981), o la Histoire de la

France urbaine (1983) - donde colaboró la misma Choay (1983) ― las

categorías de progresismo y culturalismo han alcanzado gran

repercusión en contextos latinos. Desde el punto de vista urbanístico,

acaso la sugerente interpretación historiográfica de Choay ha sido más

influyente que el esquema económico, social y político desarrollado en

Le origini dell'urbanistica moderna (1963) por Leonardo Benevolo

(1989), más conocido en Latinoamérica quizá por su historiografía

arquitectónica.

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Siempre desde la perspectiva urbanística, puede decirse que la

interpretación de Choay también ha sido más influyente que la visión

historiográfica de Michel Ragon en Histoire de l’architecture et de

l’urbanisme modernes (1971-78), quien por cierto revisó y redimensionó

desde esquemas más flexibles a algunos precursores del “funcionalismo”

y “modernismo”, como Morris, vistos en tanto nostálgicos

“culturalistas” por Choay. Proveniente del campo de las letras ―y quizá

precisamente por ello―, el académico francés hizo dialogar de manera

ingeniosa y verdaderamente complementaria los modernismos

arquitectónico y urbanístico desde sus orígenes decimonónicos. Pero los

siglos XIX y XX no son colocados por Ragon en tanto meras sucesiones

cronológicas, así como tampoco la arquitectura y el urbanismo son vistas

solo como disciplinas colindantes, sino entretejidas a través de los

distintos grupos de pautas y tendencias revisados por el autor. Así, por

ejemplo, al identificar algunas de las “ideas prospectivas”

decimonónicas cristalizadas en el siglo XX ―transporte subterráneo y

masivo, estética industrial, segregación funcional, densificación

residencial, funcionalismo arquitectónico―, Ragon expone una relación

teleológica entre los dos siglos ―heredada de la primera historiografía

urbana francesa y de Lewis Mumford (1961) ― la cual es clave para

entender buena parte del plan urbanístico de su obra:

Después de haber leído ese cuadro de recapitulación de las ideas y

realizaciones del siglo XIX en el dominio de la arquitectura y del

urbanismo, se podrá preguntar por qué nosotros consagramos dos

volúmenes al siglo XX. Es porque el siglo XX habrá de ser el momento

de la concreción de las grandes ideas del XIX. Veremos entonces

agrandarse las aberraciones decimonónicas: dictadura urbanística de los

agentes viales y de los administradores, idolatría de la línea recta, sumisión

a los imperativos de la circulación y despanzurramiento de las ciudades,

apoteosis del urbanismo especulativo (especulación de los terrenos,

especulación inmobiliaria), tiranía del funcionalismo y del utilitarismo

sobre todo, mito de la centralización y del gigantismo, dominación de la

ciudad por la calle en detrimento del hábitat, destrucción de los centros de

ciudad por el sector terciario, segregación de las actividades y de las

edades, ciudades dormitorio, etc.) (RAGON, 1991, II: 65).

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Si bien diferente de la sucesión de modelos observables a través del

progresismo y del culturalismo de Choay, hay algo de la lógica

prospectiva de esta para entender el urbanismo funcionalista del siglo

XX como proyección distorsionada y perniciosa de la agenda

decimonónica. Ello lleva a Ragon a concluir anticipadamente, con cierto

determinismo que añade interés historiográfico a la sentencia: “el siglo

XX será en arquitectura y urbanismo, así como en economía y en

política, la gran esperanza frustrada del XIX” (RAGON, 1991, II: 65).

En torno a la planning history británica

4. Si bien reconocida por Anthony Sutcliffe como expresión

emblemática de una tendencia “utopista” a ser comentada más adelante,

poca influencia parecen haber tenido los tradicionales modelos de la

historiografía francesa e italiana, liderados por Choay y Benevolo,

respectivamente, sobre su contraparte británica, más centrada en los

movimientos sociales y las reformas urbanas conducentes a la

instauración de la planificación en leyes y reglamentos (SUTCLIFFE,

1981: 6, 13). La historiadora francesa era conocida en el medio

angloamericano por su revisión de las realizaciones urbanísticas de la

era industrial en The Modern City: Planning in the 19th Century, cuya

primera edición en inglés apareció en 1969 (CHOAY, 1989). Por pasar

allí revista a grandes proyectos del “urbanismo de regularización”

decimonónico ―desde el plan de Joseph Paxton para el Londres

victoriano, hasta los grands travaux de Haussmann en el París del

Segundo Imperio―, esa obra temprana puede ser vista como

anticipación y complemento del clásico de Choay sobre El urbanismo,

utopías y realidades... Con respecto a Benevolo, Sutcliffe recriminó a

The Origins of Modern Town Planning ―edición inglesa aparecida en

1967― su “rechazo a la visión de que la planificación es producto de

una lenta acumulación de instrumentos administrativos”; ello convertía

la de Benevolo en “antítesis de la mayoría de las interpretaciones

británicas y estadounidenses”, señaló el pionero de la planning history

en una de sus bibliografías comentadas (SUTCLIFFE, 1981a: 21).

Además de las naturales barreras idiomáticas, el relativo diálogo de

sordos entre los medios latino y anglosajón se debía a esas distintas

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aproximaciones historiográficas, que en el medio británico han

rechazado las categorizaciones y etiquetas basadas en modelos. Por un

lado, la planning history británica se centró en el problema del “control

público de la tierra”, mientras que la arquitectura es vista como parte del

“desarrollo” privado; ese énfasis sobre la historia del planeamiento

realizado desde el Estado o municipio establece una gran diferencia con

respecto a las tradiciones francesa, italiana y española, las cuales han

aproximado el medio físico y su ordenación desde la preocupación por

la forma geográfica o arquitectónica como tal, sin importar su régimen

de tenencia. Por otro lado, menos preocupada por establecer grandes

categorías interpretativas y por la teoría en general, la tradición inglesa

de la planning history tendería a identificar los principales capítulos o

episodios que conformaron la agenda del urbanismo moderno desde

comienzos del siglo XIX; desde las reformas administrativas

concernientes a higiene pública y vivienda, pasando por cambios en

diseño urbano, hasta la articulación de un movimiento internacional de

planificación, resultante de intercambios profesionales facilitados por

exposiciones, eventos científicos y publicaciones especializadas

(SUTCLIFFE, 2003: 21, 23).

La comparación de la planning history británica con otras tradiciones

europeas y norteamericanas permite entender mejor la propia

concepción de Sutcliffe sobre el campo emergente, así como sus desafíos

teóricos e historiográficos. A propósito del primer congreso

internacional sobre History of Urban and Regional Planning, organizado

por él mismo en Londres en 1977 ―el cual buscó recrear el valor

fundacional de la Town Planning Conference organizada por el Royal

Institute of British Architects (RIBA) en 1910―, Sutcliffe distinguió

tres grandes interpretaciones del planeamiento decimonónico

representadas por los asistentes: liberal-progresista, funcionalista y

marxista. Las dos primeras predominaban entre los participantes

anglosajones y alemanes, incluyendo Gerd Albers; la vertiente marxista

destacaba entre los italianos, liderados por Donatella Calabi, según

resumiera la introducción a The Rise of Modern Urban Planning: 1800-

1914 (1980), el primero de los volúmenes colectivos resultantes del

congreso (SUTCLIFFE, 1980).

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5. En la introducción a British Town Planning: the Formative Years

(1981), Sutcliffe reconoció antecedentes y tendencias iniciales de la

“historiografía” de ese planeamiento en el medio británico tras la

Segunda Guerra Mundial, las cuales resultan de especial interés para las

aproximaciones por establecer en este capítulo. Fue entonces cuando la

New Towns Act (1946) y la Town and Country Planning Act (1947)

evidenciaron que “un largo proceso de evolución hacia la planificación

urbana efectiva había alcanzado una conclusión satisfactoria”

(SUTCLIFFE, 1981: 5). Clave para entender ese proceso fue el libro de

William Ashworth, The Genesis of Modern British Town Planning,

resultante de una tesis doctoral en la London School of Economics (LSE)

(ASHWORTH, 1954). Mientras este alimentaba una serie de estudios

“socio-administrativos” por parte de historiadores económicos y

sociales, desde entreguerras emergió otra vertiente abocada a la ya

mencionada “tradición utópica” epitomada por Ebenezer Howard. En

palabras del propio Sutcliffe, esta tendencia desplazó en parte “la historia

de esfuerzos más básicos para mejorar las ciudades existentes, si bien

arrojó mucha luz sobre los ideales inspiradores de muchos participantes

en los movimientos de reforma urbana y social” (SUTCLIFFE, 1981: 6).

Liderada por historiadores del diseño y las ideas, una tercera tendencia

de corte biográfico se concentró en pioneros del planeamiento británico,

desde Patrick Geddes y el mismo Howard, pasando por Thomas Adams

y Thomas C. Horsfall, hasta Raymond Unwin; sin ocultar su

predilección por este último, Sutcliffe criticó en esta tendencia el tono

algunas veces “hagiográfico”, así como su ocasional falta de

contextualización (SUTCLIFFE, 1981: 6-7).

Otra búsqueda resaltante de la planning history británica remite a los

contenidos epistemológicos y profesionales conducentes a la

cristalización del urbanismo, vistos desde una perspectiva internacional.

En el prefacio a Towards the Planned City: Germany, Britain, the United

States and France, 1780-1914 (1981), Sutcliffe planteó algunas de las

preguntas implícitas, así como sus desafíos y riesgos, en el proceso de

difusión de “ideas revolucionarias” a lo largo del siglo XIX, cuando

aquel es abordado comparativamente, como lo hizo él de manera pionera

para los cuatro países de la primera industrialización:

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El siglo XIX provee muchos ejemplos de la rápida propagación

de ideas revolucionarias dentro y entre regiones, Estados y

continentes. ¿Fue la planificación urbana una de esas ideas, una

revelación suficientemente convincente como para comandar una

aceptación casi simultánea en cada uno de los cuatro países aquí

estudiados? ¿Hasta qué punto fue, por otro lado, un mosaico de

desarrollos teóricos y prácticos nacionales, o incluso locales,

específicos a los problemas inmediatos encontrados en cada área,

moderados por las actitudes variables ante la cuestión de la

reforma social en general? ¿Hasta qué punto fueron sus rasgos, en

apariencia internacionales, resultado de elementos comunes del

proceso de urbanización mundial, más que de la difusión de ideas?

Al mirar a cuatro países, y las distintas manifestaciones del

movimiento de planificación urbana, se hace aquí el intento de

bosquejar una respuesta (SUTCLIFFE, 1981b: ix, traducción

propia).

Como ejemplo de la transferencia emanada desde Gran Bretaña,

Sutcliffe haría un balance, en 2003, de los aportes y las tendencias de la

planning history, identificando siete áreas donde los historiadores

británicos contribuyeron significativamente a la comprensión de la

ciudad y del planeamiento en el siglo XX. Entre ellas se cuentan la

distinción entre los conceptos de “desarrollo orgánico” y planmaking; el

estudio de la vivienda obrera y los suburbios en la temprana

industrialización; los orígenes y desarrollos del town planning a través

de los sucesivos reglamentos y leyes hasta la New Towns Act de 1946;

la conformación de “mitos” e “iconos” del planeamiento, tales como la

ciudad jardín, la nueva ciudad y el cinturón verde; la comprensión de

“desastres” del urbanismo, como el desarrollo de la vivienda de alta

densidad en Inglaterra tras la Segunda Guerra; y la conformación de una

estructura institucional dirigida a promover el estudio de la “difusión

internacional” del urbanismo (SUTCLIFFE, 2003).2

Esta última área se cuenta entre las más transitadas por la historiografía

británica, la cual ha rastreado los itinerarios de las ideas urbanas a través

de Europa occidental y Estados Unidos en tanto polos generadores del

urbanismo moderno, describiendo a la vez cómo esas ideas han sido

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exportadas a otras regiones del mundo. Y aunque no sea central, esa

difusión internacional es importante para la agenda y el período a ser

reconstruidos en este trabajo, ya que las reformas urbanas conducentes

al urbanismo, así como la cristalización misma de este, estuvieron en

varios contextos latinoamericanos marcadas por procesos de difusión e

intercambios (ALMANDOZ, 2010; ALMANDOZ, 2017; ALMANDOZ E

IBARRA, 2018), cuya historiografía es discutida en las secciones

siguientes.

Tras las ideas viajeras

6. En tanto pesquisa típicamente anglosajona, esa búsqueda por la

difusión internacional de las ideas urbanísticas resulta evidente en la

revisión histórica ofrecida por Peter Hall en las sucesivas ediciones de

Urban and Regional Planning (1974). Si bien no es una obra histórica

pero sí clásica, allí son distinguidas una "tradición angloamericana" y

otra "europea" continental, en términos de las visiones que prefiguraron

la planificación moderna (HALL, 1962: 30-62). Por cierto, a lo largo de

los vectores de esas transferencias se entrecruzan y desdibujan de nuevo

los límites de los supuestos "pre-urbanismo" y "urbanismo",

"progresismo" y "culturalismo", perdiendo así las categorías de Choay

su nitidez dicotómica.

El seguimiento de esos viajes ideológicos y geográficos a la vez, en los

que se describe la conexión de los grandes principios de diseño y

planificación urbana a lo largo del siglo XX de internacionalización y

globalización, llevaron a sir Peter a la sugerente tipología planteada en

Cities of Tomorrow, cuya primera edición apareció en 1988. En la

introducción a ese libro, significativamente titulada “ciudades de

imaginación”, planteó el geógrafo dos claves historiográficas

relacionadas con el ya mencionado “determinismo decimonónico” de

Choay o de Michel Ragon, heredado de la primera historiografía

francesa y de Mumford (RAGON, 1991, II: 65; ALMANDOZ, 2008: 129-

135). Tal relación teleológica aparece ahora más orientada a entender el

tema del intercambio y de la difusión internacional de ideas y modelos

urbanísticos:

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El libro dice, primeramente y de manera preliminar, que la

planificación de la ciudad del siglo XX, como movimiento

intelectual y profesional, esencialmente representa una reacción a

los males de la ciudad del XIX. Esta es una de esas afirmaciones

que son terriblemente poco originales, pero son desesperadamente

importantes: muchas de las ideas clave, y preceptos clave, no

pueden ser entendidos sino en ese contexto. En segundo lugar, y

de manera central, el libro dice que hay solo unas pocas ideas

clave en la planificación del siglo XX, las cuales hacen eco y se

reciclan y se reconectan. Cada una es producto a su vez de un

individuo clave, o a lo sumo de un pequeño puñado de ellos: los

verdaderos padres fundadores de la moderna planificación urbana

(HALL, 1994: 7, traducción propia).

La identificación y el seguimiento de los itinerarios y las mutaciones de

esas ideas clave implican, entre otros riesgos explicitados por Hall en su

introducción al libro, la limitante de no poder seguir secuencias

cronológicas. Por ello el mismo autor recomendó, asomando sentido del

humor inglés, no utilizar esta obra como libro de texto, lo cual no impidió

que se convirtiera en tal. Pero esa descomposición de la secuencia

cronológica en aras de los ideogramas que parecen especializarse a

través del mundo occidental ―aunque sir Peter reconoció el centrismo

angloamericano de sus recuentos― le permitieron la apertura de nuevas

perspectivas historiográficas (HALL, 1994: 5-7).

Ello se evidenció, diez años después de Cities of Tomorrow, en otra obra

capital: Cities in Civilization, de 1998, donde las edades doradas o belles

époques de las ciudades ―en términos de creatividad artística y técnica,

así como de orden urbano― sirvieron de motivo e hilo conductor para

entretejer una suerte de palimpsesto urbano y urbanístico a la vez. Obra

erudita, creativa y pluridisciplinar, Las ciudades en la civilización

confirmó el caso de Hall, dentro del mundo anglosajón, como el más

intelectualizado entre los historiadores urbanos provenientes de la

arquitectura y geografía, después de la aproximación periodística de

Mumford. En este sentido, no es casual que sir Peter aprovechara la

introducción de esa obra, producto de su visión esperanzada sobre la

inagotable creatividad de la gran ciudad, para establecer distancia teórica

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e historiográfica con respecto a la pesimista filosofía de la historia

urbana del autor neoyorquino. Se desmarcó así de la visión degenerativa

que el periodista ―mas no especialista― tuviera sobre la megalópolis

de posguerra:

En su clásico de 1938, La cultura de las ciudades, Lewis

Mumford argumentó, con toda su considerable elocuencia, que la

Megalópolis, la gigantesca ciudad de varios millones,

representaba una estación en el camino a la Necrópolis, la ciudad

de los muertos: su gigantismo amorfo, según su frase memorable,

la estrangularía finalmente en sus propias entrañas urbanas. Al

escribir este capítulo, como una vez me dijo, de manera honesta y

que desarmaba, Mumford tenía constantemente delante de sí la

imagen de su Nueva York nativa. Aunque él también se refirió a

Londres, París y otras grandes ciudades europeas, Mumford

carecía del conocimiento directo, de largo plazo y de todos los

días, sobre la calidad de vida en ellas; si él hubiera tenido ese

conocimiento, pongo en duda que habría sido tan

devastadoramente negativo sobre ellas. Pero entonces, a pesar del

evidente aliento de su lectura, Mumford fue fundamentalmente un

periodista brillante y polémico, no un especialista (HALL, 1999:

6, traducción propia).

7. El tema de los intercambios internacionales de ideas y modelos

urbanísticos entre los siglos XIX y XX ha sido trabajado desde

perspectivas que involucran más variables sociológicas, políticas y

económicas, tal como se evidencia en las tipologías elaboradas por

Anthony King y Stephen Ward. En ellas se hace énfasis en la “difusión”

por “préstamo” e “imposición” de modelos como parte de procesos de

dominación colonial y poscolonial que tuvieron lugar en los orbes de las

metrópolis europeas del siglo XIX, especialmente en el imperio

británico. Por cierto, esa matriz histórica fue tomada como base por King

para desarrollar su tipología de “ciudades globales”, en el marco del

capitalismo posindustrial y de división internacional del trabajo de

finales del siglo XX, proceso que para King tiene claros antecedentes

decimonónicos (KING, 1991: 118-124). Por su parte, Ward ha insistido

en que durante el siglo XX las mejoras de las comunicaciones

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intensificaron estos contactos entre países centrales, incrementando el

intercambio de conocimiento sobre urbanismo (WARD, 2002: 5).

Ward también ha identificado las tres mayores preocupaciones de esta

búsqueda por la difusión internacional en el marco de la historiografía

británica, a saber: a) los “mecanismos de la difusión” (personalidades

clave, medios profesionales reformistas, acciones intergubernamentales,

etc.); b) el grado en el que “las ideas y prácticas” fueron cambiadas

durante el proceso de importación; y c) la “causa fundamental”

iniciadora de la difusión (dominación económica, política, etc.). De esta

manera, al comparar las aproximaciones y variables de tres autores que

le antecedieran ―Hall, Sutcliffe y King―, Ward catalogó al mismo

tiempo los énfasis de la historiografía británica con respecto a este tema.

Mientras Hall enfatizó los pioneros y sus ideas, King se apoyó más en el

contexto capitalista que permitió la difusión; y entre ambas posiciones,

Sutcliffe puso en relieve el rol intermediario de los reformistas y los

medios locales de expertos (WARD, 2002: 2).

No se quiere con ello decir, por supuesto, que el tema de la transferencia

y difusión urbanísticas no esté presente en otras tradiciones

historiográficas. Valgan como ejemplos los trabajos de Gwendolyn

Wright (1991) y Paul Rabinow (1989) sobre la exportación del

urbanismo francés a las antiguas colonias y protectorados; el de Thomas

Hall (1997) sobre los modelos urbanísticos en las capitales europeas del

siglo XIX; así como de Jeffrey Cody (2003) sobre la

internacionalización de la arquitectura y la planificación

norteamericanas, seguido por David Gordon (2006) sobre los modelos

de capitales del siglo XX. Simplemente se quiere enfatizar que, a

diferencia de la visión por precursores del pre-urbanismo, fue el medio

británico pionero en la pesquisa de la articulación internacional del town

planning; ello no solo a través del seguimiento de ideas y modelos

viajantes, sino también de las reformas institucionales y legales,

publicaciones y eventos especializados donde pudo cementarse,

epistemológica y profesionalmente, el discurso de la nueva práctica y

disciplina urbanísticas.

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Aproximaciones latinoamericanas

8. A partir del conjunto de nociones revisadas ―pre-urbanismo y

urbanismo, progresismo y culturalismo, componentes epistemológicos y

transferencias de ideas clave de la disciplina emergente― es posible

examinar la historiografía urbana latinoamericana. Ello precisa no

olvidar, en primer lugar, que la distinción entre urban y planning history,

consolidada en Europa y Estados Unidos desde la década de 1970

(ALMANDOZ, 2008: 76-125), ha estado algo desdibujada y postergada en

América Latina, donde los medios académicos tardaron más en perfilar

tales vertientes historiográficas. En segundo lugar, conviene recordar

que, de cara a posicionar la peculiaridad del abordaje del presente

trabajo, la revisión debe hacerse mirando obras panorámicas y/o

comparativas, puesto que la consideración de casos de estudio,

innumerables para el período entre mediados del siglo XIX y comienzos

del XX, escapa de una introducción como esta.

En una perspectiva comparativa, la historiografía urbana sobre el

período previo a la cristalización del urbanismo como quehacer

profesional y técnico en Latinoamérica ha mapeado, entreveradamente

muchas veces, el crecimiento demográfico y espacial, así como el

desarrollo y las mejoras de infraestructura urbana. Tal aproximación

puede decirse heredera de la agenda de estudios latinoamericanos

barruntada desde los años sesenta por Jorge E. Hardoy, Richard Schaedel

y Richard M. Morse, entre otros pioneros del campo, en la cual

coexistían las vertientes de urbanización, ciudad y urbanismo, desde la

era precolombina hasta la republicana (HARDOY y SCHAEDEL, 1968;

HARDOY, 1975; HARDOY y SCHAEDEL, 1975; HARDOY, MORSE y

SCHAEDEL, 1978). Con un énfasis morfológico y cartográfico, propio de

las obras promovidas en vísperas del Quinto Centenario del

descubrimiento de América celebrado en 1992, de esa tradición resultó,

por ejemplo, La ciudad hispanoamericana. El sueño de un orden (1989)

(AA. VV., 1997). A esa agenda se han sumado, en otra vertiente,

elementos de historia cultural extraídos del clásico de José Luis Romero

sobre Latinoamérica, las ciudades y las ideas (1976), quien dio cuenta

de tal período a través de los epónimos episodios de la “ciudad burguesa”

y la “ciudad masificada” (ROMERO, 2008). Ambos momentos han sido

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concatenados en La aventura urbana de América Latina (MEJÍA, 2013)

y Modernización urbana en América Latina. De las grandes aldeas a las

metrópolis masificadas (ALMANDOZ, 2017), entre otros trabajos de la

historiografía regional continuadores de la incorporación del imaginario

urbano preconizada por Romero (BURUCÚA, DEVOTO y GORELIK,

2013).

La conformación de una “cuestión social” resultante de demandas

planteadas en las ciudades más populosas de América Latina, desde

finales del siglo XIX hasta la Gran Depresión, ha alimentado un

sinnúmero de casos de estudio, aunque pocas obras, como las de Pineo

y Baer, se plantearon una aproximación comparativa (PINEO y BAER,

1998). En esta se evidencia la preponderancia adquirida por salud y

vivienda, junto a transporte, dentro de esa agenda de entre siglos,

resultante de las demandas por parte de nuevos actores urbanos,

especialmente obreros, por un lado, y respuestas oficiales y privadas, por

el otro, provistas en mucho por médicos e ingenieros. Bien resume en

este sentido Mejía Pavony:

(…) En Latinoamérica, ingenieros y médicos antecedieron en algo

a los urbanistas en su tarea de resolver las limitaciones del

presente. Científicos: así fueron llamados. El debate de principios

del siglo XX se centró así en la ciudad sana y en la ciudad

monumento, a lo que científicos y arquitectos, acompañados

siempre del urbanizador-negociante, respondieron con

enjundiosos planes de ensanche; también con renovadas

arquitecturas por la introducción tanto de nuevos materiales, como

de estéticas, espacios y aparatos en el interior de las viviendas

(MEJIA, 2013: 16).

Todos esos “científicos” y profesionales, junto a arquitectos y

empresarios que lideraron los debates y las obras de transformación y

expansión urbana, especialmente durante los centenarios republicanos,

pueden ser vistos como protagonistas del “pre-urbanismo”

latinoamericano, si nos acogemos a la fase identificada por Choay.

Interesante resulta que en Latinoamérica la producción de diagnósticos

y datos científicos, los cuales daban cuenta del problema médico y social

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de fines del siglo XIX, colocó a la ciudad como objeto de estudio en

tanto escenario de cambios críticos, antes que como lugar de

intercambios disciplinares o transferencias, lo cual ocurriría más tarde.

También el inicio de obras y cirugías desde fines del siglo XIX, junto al

consiguiente avance de demoliciones, llevó a centrar la atención en la

ciudad. Tempranas voces críticas ante estos cambios ―como ocurriera

ante el derrumbe del colonial Puente Cal y Canto en Santiago, o en

Montevideo bajo el liderazgo de Francisco de Bauzá― marcaron el

inicio de una relación nostálgica con la ciudad; esta alimentó la

conservación del patrimonio en la generación posterior a las

celebraciones del Centenario republicano en la década de 1910 (IBARRA,

2005: 181-186). Sin olvidar que al calor de tales cambios, tanto sociales

como urbanos, la literatura costumbrista primero, seguida por la novela

social, canalizó la crítica y la presión en el camino al urbanismo como

actividad profesional (ALMANDOZ, 2017: 107-116).

El valor pionero que para el urbanismo tuvieron los pensadores y

profesionales diversos que miraron a la ciudad entre siglos ha sido

confirmado en casos de estudios locales o nacionales (LEME, 1999,

ARMUS, 2007, KINGMAN, 2008; IBARRA, 2016, por ejemplo), mas pocas

obras comparativas se han propuesto hacer un balance de su aporte

epistemológico (ALMANDOZ E IBARRA, 2018).

9. Conviene catalogar a continuación las aproximaciones de corte más

disciplinar y espacializado al período que se extiende entre las primeras

reformas urbanas a la ciudad poscolonial, sobre la década de 1860, y la

emergencia del urbanismo desde finales de los años veinte. Tales

abordajes se pasean por denominaciones y concepciones previas a la

cristalización de la disciplina, tales como arte urbano y estética edilicia,

entre otras. Tras las aproximaciones historiográficas a las capitales

latinoamericanas durante la centuria de lo que puede llamarse el

urbanismo academicista de proveniencia europea (ALMANDOZ, 2010;

2017), creemos que ese período de entre siglos puede ser visto como uno

de gran riqueza, aunque ha sido explorado de manera fragmentaria

(PINHEIRO y GOMES, 2005), por lo cual la referencia a algunos casos

resulta insoslayable.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

65

Antes de los respectivos capítulos dedicados en las obras panorámicas

de Ramón Gutiérrez (1984: 493-572) y Roberto Segre (1986), las bases

territoriales, demográficas y económicas del urbanismo decimonónico

fueron caracterizadas tempranamente por Richard Morse (1975) y James

Scobie (1986). Posteriormente Guillermo Geisse (1987) desarrolló cierta

visión urbanística, a partir de los períodos distinguidos por la teoría de

la Dependencia, mientras Hardoy (1997) combinó el análisis del

crecimiento urbano con las influencias foráneas modeladoras del

urbanismo de las grandes ciudades latinoamericanas durante el siglo XX.

Este último aspecto sería desarrollado por el mismo Hardoy en otro

artículo sobre la transferencia de ideas urbanísticas desde Europa entre

1850 y 1930, y la manera peculiar como fueron aplicadas en las grandes

capitales latinoamericanas (HARDOY, 1988). Posteriormente traducido

al inglés (HARDOY, 1990), ese texto puede decirse seminal no solo

porque introdujera uno de los grandes temas de la historiografía

urbanística contemporánea, como se ha visto en secciones anteriores,

sino también porque prefiguró una serie de monografías que parecieron

desarrollar sus directrices a propósito de diferentes figuras y casos de

estudio.

En esta última dirección, las propuestas urbanísticas, arquitectónicas y

paisajísticas para diferentes ciudades latinoamericanas, elaboradas por

luminarias como Jean-Claude Nicholas Forestier (LECLERC, 1994), Le

Corbusier (PÉREZ OYARZUN, 1991; TSIOMIS, 1998; LIERNUR y

PSCHEPIURCA, 2008; GUTIÉRREZ, 2009), Karl Brunner (HOFER, 2003;

AA. VV., 2009-2010; ALMANDOZ, 2016) y Maurice Rotival (AA. VV.,

1990), entre otros pioneros extranjeros, han sido revisadas en estudios

comparativos compilados en libros y revistas desde la década de 1990.

De igual manera ha ocurrido con precursores de los urbanismos locales

y nacionales, cuyas trayectorias y obras coinciden en parte con la fase

propuesta en este trabajo. Tan solo a manera de ejemplos, resaltan

Miguel de Quevedo (2012) y Carlos Contreras (SÁNCHEZ RUIZ, 2003),

en México, junto a Carlos Sampaio (KESSEL, 2001) y José de Oliveira

Reis (FARIA, 2013) en Río de Janeiro.

Distintas de las biografías profesionales predominantes en las anteriores

tendencias, también deben ser mencionadas las aproximaciones a la

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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emergencia, en los contextos nacionales, del urbanismo profesional a

partir de los cambios de finales del siglo XIX, seguidos de la labor de

los pioneros locales, tal como ha sido adelantado para Argentina

(RIGOTTI, 2005), Brasil (LEME, 1999), Cuba (HYDE, 2012), México

(GUTIÉRREZ, 2018; MARTÍNEZ y BASSOLS, 2014; VALENZUELA, 2014)

y Venezuela (MARTÍN, 1994).3 Iniciado con la cristalización del

urbanismo, el dilatado episodio del modernismo funcionalista, inclusivo

de lo arquitectónico y lo urbanístico, ha captado considerable atención a

nivel de casos de estudio nacionales y locales, pero pocas

aproximaciones se han propuesto una perspectiva comparativa,

apoyadas para ello en los emblemáticos casos de Argentina, Brasil,

México y Venezuela (FRASER, 2000; GORELIK, 2005; LIERNUR y

PSCHEPIURCA, 2008).

10. Tras la falta de espacialidad predominante en estudios urbanos

latinoamericanos hasta comienzos de los años ochenta ―debida en

mucho al aparente economicismo de la escuela de la Dependencia

(ALMANDOZ, 2008: 163-188) ―, se observó cierto florecimiento de la

historia urbana desde la década siguiente, parte de la cual ilumina el

período y clima intelectual comprendidos en este trabajo. La emergencia

de cultura urbana y urbanística ha sido estudiada con detalle para

ciudades primadas como Buenos Aires (LIERNUR y SILVESTRI, 1993;

BERJMAN, 1998; GORELIK, 1998; SCHMIDT, 2012)4 y Rosario (FEDELE,

2011) en Argentina; Río de Janeiro (NEEDELL, 1987; ABREU, 1988), São

Paulo (CAMPOS, 2002)5 y Salvador de Bahía (PINHEIRO, 2002) en Brasil;

Ciudad de México (VALENZUELA, 2014), La Habana (SCARPACI, SEGRE

y COYULA, 2002), Caracas (ALMANDOZ, 2006), Lima (RAMÓN, 1999),

San José de Costa Rica (QUESADA, 2011), Quito (KINGMAN, 2008) y

Santiago de Chile (DE RAMÓN, 2000; IBARRA, 2005), por mencionar

ejemplos que combinan fuentes primarias diversas, representativas de la

variedad epistemológica del urbanismo emergente.

Aun cuando el tema de la transferencia y difusión de modelos

urbanísticos desde polos metropolitanos a colonias o países

culturalmente dependientes ―a la manera desarrollada en la

historiografía anglosajona por King o Ward― no ha sido elaborado en

similares términos metodológicos para la importación urbanística

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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latinoamericana, los viajes de ideas clave, en el sentido advertido por

Sutcliffe y Hall, pueden decirse presentes en la historiografía regional.

Desde la perspectiva de las obras panorámicas, las ya mencionadas

aproximaciones de Almandoz y Mejía han incorporado, desde su visión

culturalista, los procesos de reforma urbana conducentes a la emergencia

disciplinar, siguiendo la pauta historiográfica de Sutcliffe, sobre todo el

primer autor (ALMANDOZ, 2017); mientras que el segundo ha buscado

insertar a Latinoamérica en el mapa internacional configurado por Hall

en Ciudades del mañana (MEJÍA, 2013).

Más específicamente para la genealogía del modernismo funcionalista,

los intercambios a través de pioneros e instituciones han sido revisados

para el Cono Sur en la ya mencionada obra de Liernur y Pschepiurca

(2008), así como en la compilación de Rigotti y Pampinella (2013);

aunque centradas en la arquitectura, ambas obras establecen conexiones

entre el episodio germinal del urbanismo y su consolidación profesional

en las décadas de posguerra. Intentos de mayor alcance disciplinar

pueden encontrarse en el volumen editado por Gomes (2009), seguido

por el de Freitas y Mendonça (2012), donde el problema de la génesis y

el desplazamiento de ideas urbanas, así como la institucionalización y

profesionalización, son discutidos para los saberes y las ciencias

coincidentes en torno al emergente urbanismo brasileño y

latinoamericano.

Antecedentes venezolanos6

11. Siguiendo con las orientaciones que venimos de revisar, puede

decirse que, al igual que en otros contextos latinoamericanos, las

investigaciones venezolanas sobre historia urbana y urbanística entre

finales del siglo XIX y primera mitad del XX, son en buena parte

derivadas de otras disciplinas y objetos de estudio. Esa condición

derivada guarda relación con la juventud epistemológica del urbanismo,

advertida al inicio de este capítulo, así como de la todavía reciente

institucionalización de los estudios urbanos en general. Con respecto a

estos últimos, Alberto Lovera (1994) señaló que se han conformado,

desde la década de 1960, “como una suerte de área común, punto de

encuentro de diferentes disciplinas que analizan el fenómeno urbano”.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

68

Si bien “contribuyendo a aumentar el conocimiento de este campo de

estudios”, la historia y otras humanidades parecen no haber mostrado el

mismo “sentido de pertenencia” (LOVERA, 1994: 61) que la arquitectura

o la sociología (BRICEÑO-LEÓN, 1987) sí han ejercido sobre esa “área

común” de los estudios urbanos. O al menos lo hicieron con cierto

rezago.

No obstante ese retraso, los estudios de historia urbana se desarrollaron

en Venezuela a partir de los mencionados años sesenta, desde diferentes

ópticas disciplinares; aparecieron como derivaciones de ámbitos o

procesos más vastos registrados por las ciencias sociales – incluyendo la

historia política o económica – o como extensión de la historia de

monumentos y formas urbanas, en los dominios colindantes con la

arquitectura. Desde la primera vertiente de aproximaciones socio-

territoriales al proceso de urbanización, valga mencionar los capítulos

históricos del Estudio de Caracas dirigido por Rodolfo Quintero (AA.

VV., 1969-1972). Énfasis más geográficos de alcance nacional tuvieron

Geografía del poblamiento venezolano en el siglo XIX (CUNILL, 1987)

y Análisis histórico de la organización del espacio en Venezuela (RÍOS

y CARVALLO, 1990). Revisiones históricas de la urbanización

demográfica despuntaron en la obra de Chi-Yi Chen y Michel Picouet

(1979), continuadas por las de Miguel Bolívar (1984; 1994; 2004), que

trascienden el análisis de períodos contemporáneos llevados a cabo por

Roberto Briceño-León (1986) y Marco Negrón (2001).

Desde el campo de la crítica de la arquitectura, el Centro de

Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE), creado en 1963 en la

Universidad Central de Venezuela, permitió iniciar en su Boletín la

historia urbana a propósito de temas arquitecturales, históricos y

morfológicos (ALMANDOZ, 2005). Representativo de esta vertiente fue

el clásico estudio de Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani (1969) para

el caso de Caracas, el cual suministró claves pioneras sobre arquitectura

monumental y diseño urbano; estas han sido recreadas de manera parcial

por innumerables estudios posteriores, y en similar perspectiva histórica

en el volumen coordinado por Rafael Arráiz y William Niño (AA. VV.,

2004). Precursores asimismo para las aproximaciones urbanas de corte

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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morfológico fueron la revisión de Irma De-Sola (1967) sobre los planos

de Caracas, así como la de Rafael Valery (1976) sobre su nomenclatura.

Los recorridos de énfasis disciplinar también fueron iniciados en la

década de 1960 con la Historia de la ingeniería en Venezuela (1961), de

Eduardo Arcila Farías. Puede decirse que este tuvo repercusiones en el

estudio sobre arquitectura y obras públicas en la Venezuela del siglo

XIX, elaborado por Leszek Zawisza (1989), quien también continuó la

línea del CIHE en su vasta producción, incluyendo obras sobre

profesionales pioneros. Mientras una suma ingenieril era llevada a cabo

por Carlos Maldonado (1997), la cual incluyó material cronístico, las

revisiones disciplinares se tornaron más epistemológicas desde

mediados de la década de 1990, como en la aproximación a la obra y el

legado de Leopoldo Martínez Olavarría (LOVERA, 1996), cuya actuación

pública permite dar cuenta de buena parte de la política habitacional y el

urbanismo del siglo XX. También destacó a inicios la centuria siguiente

la compilación de Martín y Texera (2001) sobre ciencia y tecnología en

la Venezuela de entre siglos desde la perspectiva de los viajeros, fuente

primaria muy visitada desde la década de 1990. Esas revisiones

disciplinares, con énfasis sobre aspectos territoriales e infraestructurales,

han sido continuadas en los trabajos de González Deluca (2013) sobre la

construcción del país republicano, así como la de Olivar (2014) sobre

infraestructura vial en la primera mitad del siglo XX.

12. Además de los últimos trabajos disciplinares mencionados, el aporte

de los historiadores ha sido variado, pero no siempre centrado en torno

a objetos propiamente urbanos: ciudad, urbanización, urbanismo. Esa

aproximación tangencial se observó, en el caso de Caracas, en muy

documentados estudios provenientes de la historia y las ciencias sociales

(ARELLANO, 1972; POLANCO, 1983; TROCONIS, 1993), los cuales no

siempre mantienen el grado de resolución requerido por la escala urbana,

no solo en términos morfológicos, sino también culturales. Sin embargo,

otros estudios de casos y períodos contribuyeron a enriquecer los

métodos y las fuentes de la historia urbana, tales como el de Ciro

Caraballo (1981) sobre las obras públicas del gomecismo; el de Rafael

Ramón Castellanos (1983) para la Caracas de 1883; el de Christian Páez

(1992) sobre la plaza Mayor de Mérida; el de María Elena González

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

70

Deluca (1994) sobre los comerciantes caraqueños, junto al de José Ángel

Rodríguez (1994) sobre los ferrocarriles en Trujillo. En la década

siguiente, aunque no realizadas por historiadores sino por arquitectos,

pueden incluirse en esta ampliada catalogación de fuentes los estudios

de Martín Frechilla sobre la correspondencia a Guzmán Blanco

(MARTÍN, 1999) y los pioneros de la modernización caraqueña

(MARTÍN, 2004), así como el de Pérez Rancel (2002) sobre Agustín

Codazzi.

Cercana a la historia urbana por los temas, mas no por el rigor de los

métodos, puede decirse que la “crónica” ha aportado también mucho de

su miscelánea documental para la recreación cultural de las ciudades

venezolanas entre finales del siglo XIX y comienzos del XX (PINEDO,

1976, por ejemplo). Así por ejemplo, para el caso de Caracas, el

testimonio de los cronistas de “la ciudad de los techos rojos” es

valiosísimo para saborear y recrear etapas significativas pero difusas

como la “Bella Época” y los “Años Locos” (CORTINA, 1994; GARCÍA

DE LA CONCHA, 1962; MENESES, 1995; MISLE, 1981; MUÑOZ, 1972;

NAZOA, 1987; SCHAEL, 1966). Habiendo subestimado por mucho

tiempo esa literatura, heredera del costumbrismo decimonónico,

comprendí su importancia al recrear tales etapas en mi tesis doctoral

sobre urbanismo europeo en la Caracas de entre siglos (ALMANDOZ,

2006). Y valga por lo demás recordar que, aunque muchos de sus

testimonios fueron publicados por vez primera en el segundo tercio del

siglo XX, esos cronistas fueron testigos de la temprana modernidad

urbana en Venezuela, por lo que pueden ser considerados como fuentes

secundarias y primarias a la vez.

13. Si bien otro de los rasgos destacables para el período a revisar en este

trabajo es la relativa indiferenciación entre historia urbana y urbanística

en Venezuela, puede decirse que esta situación tendió a cambiar desde

la década de 1990, cuando comenzó a configurarse y distinguirse un

panorama historiográfico centrado en torno a objetos como ciudad,

urbanismo y modernidad urbana. Tal cambio fue en parte resultado de la

ampliación de métodos y objetos al interior de pequeños pero

productivos núcleos consolidados en diferentes universidades y centros

de investigación nacionales.7 Por lo demás, aunque se careció de una

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

71

publicación especializada en el área – situación que se ha agravado en

los últimos años - algunas revistas urbanas ampliaron los espacios

dedicados a temas históricos en las décadas de 1990 y 2000.8

Para ilustrar tal diversificación en las investigaciones producidas desde

la capital, valga mencionar, en el campo de la historia urbana, los

estudios de Di Pasquo (1985), seguido por el de Morales, Valery y

Vallmitjana (1990) para la Caracas pre-metropolitana, construidos en

términos de variables propiamente urbanísticas. Los orígenes del

urbanismo moderno desde la Venezuela gomecista han sido explorados

por Martín Frechilla (1994) y Almandoz (2006), especialmente a

propósito del plan urbano para la Caracas de 1930; este fue recreado en

un volumen colectivo que lo analiza como parteaguas de la ciudad

trocada en metrópolis, al tiempo que nacimiento de la disciplina en

Venezuela (AA. VV, 1991). En términos arquitectónicos e ideológicos,

la modernidad urbana fue puesta en perspectiva para el caso caraqueño

en las tesis doctorales de González Casas (1997) y Calvo (1998), así

como por Arellano (2000) para Táchira y Febres-Cordero (2003) para

Mérida. Y esa pesquisa disciplinar continuó, de manera panorámica, en

las ya mencionadas publicaciones de González Deluca (2013) y Olivar

(2014), completadas por episodios y estudios de profesionales en

particular, los cuales serán referidos en el cuerpo del trabajo por

desarrollar a continuación.

Delimitación, orientaciones y aportes de esta revisión

14. Desde la perspectiva de la historia urbana y urbanística, este trabajo

intenta revisar los períodos gubernamentales de Juan Vicente Gómez

(1908-35), Eleazar López Contreras (1936-41) e Isaías Medina Angarita

(1941-45) como continuidad epistemológica e institucional para

explicar los fundamentos y la cristalización del urbanismo en

Venezuela, colocándolo en el umbral de su asunción como cuestión

nacional por parte del Estado.

A través de la era gomecista, se intenta ilustrar y explicar cómo, en el

marco de la naciente explotación petrolera y la penetración foránea,

carreteras y saneamiento articularon componentes infraestructurales,

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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profesionales y epistemológicos de una agenda urbana en formación,

fundamental para la cristalización del urbanismo a finales de la década

de 1930. Al revisar ambas vertientes y ponerlas en perspectiva

continental, también se intenta cuestionar la idea tópica, proveniente de

la historiografía política, de que durante el gomecismo no ocurrieron

avances urbanos.

Con respecto al decenio democrático de López y Medina, se busca

revisar la cristalización del urbanismo de base local, epitomada en la

creación de la Dirección de Urbanismo (DU) de la Gobernación del

Distrito Federal (GDF), donde fuera formulado el primer plan urbano de

Caracas en 1939, con asesoría de la misión técnica francesa coordinada

por Maurice Rotival. Allende la capital, se intenta enfatizar cómo ese

urbanismo de base local emergió en paralelo con programas nacionales

y nuevas instituciones que - del Ministerio de Obras Públicas (MOP) al

Instituto Nacional de Higiene y la División de Ingeniería Sanitaria del

Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), durante el cuatrienio

de López Contreras – proyectaron ese urbanismo a una escala nacional.

Completado en la administración Medina con piedras angulares como el

Consejo Nacional de Obras Públicas (CNOP, 1941) y el Instituto

Nacional de Obras Sanitarias (INOS, 1943), la cobertura de ese

urbanismo que se tornaba planificación sería fortalecida, a partir de

1946, con la creación de la Comisión Nacional de Urbanismo (CNU) y

la Dirección de Urbanismo del MOP.

15. La elección del tema y el período de este Trabajo de Incorporación

Académica (TIA) como Miembro Correspondiente por el estado

Guárico se entronca con la línea de investigación que comencé a

mediados de la década de 1990, durante mi tesis doctoral sobre

Urbanismo europeo en Caracas (1870-1940), desarrollada en la

Architectural Association de Londres, Open University, culminada en

1996 y publicada al año siguiente (ALMANDOZ, 2006). Si bien

episodios de la tesis servirán de base a este TIA, a diferencia de aquella

aproximación centrada en Caracas y enmarcada en la historia cultural,

se intenta ahora fortalecer las referencias al país en general, sobre todo

en términos de obras públicas y profesionales pioneros, al tiempo que

la orientación urbanística e institucional del discurso. Para ello se

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trabajará con fuentes primarias legales (decretos, leyes, ordenanzas) y

urbanísticas, sin excluir los discursos políticos y las descripciones de

viajeros; al igual que en mi trabajo doctoral, estas últimas ayudan a

poner el caso venezolano en perspectiva internacional.

El encuadre del trabajo guarda asimismo relación con mi proyecto de

investigación posdoctoral sobre historiografía urbana – desarrollado en

el Centro de Investigaciones Posdoctorales (Cipost), Universidad

Central de Venezuela (UCV), 2003-04 - el cual he mantenido como

línea de investigación y docencia; de esta línea he derivado varias

publicaciones, la principal de las cuales es Entre libros de historia

urbana. Para una historiografía de la ciudad en América Latina

(ALMANDOZ, 2008). Desde la perspectiva latinoamericana, el tema y

abordaje del TIA también dialogan con la línea de investigación y

docencia sobre “Modernización urbana en América Latina durante los

siglos XIX y XX”; esta ha sido mantenida a través de las dos últimas

décadas, derivando varias publicaciones, la principal de las cuales es

Modernización urbana en América Latina. De las grandes aldeas a las

metrópolis masificadas (ALMANDOZ, 2017).9

Sobre la base de las orientaciones epistemológicas, historiográficas y

contextuales desarrolladas en esas líneas previamente mencionadas, el

TIA buscará revisar los fundamentos urbanísticos en términos de

comunicaciones, saneamiento y vivienda – piezas clave del urbanismo

moderno en muchos contextos - desde la era gomecista hasta la

institucionalización local y nacional durante las administraciones de

López Contreras y Medina Angarita. Apoyándome sobre todo en

búsquedas de la planning history británica – liderada por Anthony

Sutcliffe (1981) y Peter Hall (1994; 1992) – también se tratará de ver

cómo algunas ideas urbanísticas clave fueron importadas y adaptadas

desde otros contextos; esta aproximación de transferencia urbanística

resulta, a mi juicio, todavía poco explorada en la historiografía urbana

venezolana.

Finalmente valga señalar que el TIA se apoyará con frecuencia en la

noción de obra pública urbana, siguiendo el proyecto de investigación

que he venido desarrollando desde mi incorporación, a comienzos de

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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2018, a la comisión de Historia de la Academia Nacional de la

Ingeniería y el Hábitat (ANIH). En este sentido han sido de gran

utilidad los debates al seno de la comisión, así como los insumos

provistos por otras comisiones, a propósito de la noción la “obra

destacada”, cuya definición fue acordada por la comisión y refrendada

por la ANIH:

Una obra destacada de Ingeniería, Arquitectura o Profesión Afín

es el producto de la actividad intelectual y material de ingenieros,

arquitectos o profesionales afines y que por su magnitud, diseño o

tecnología, haya trascendido por haber cambiado la fisonomía

urbana o rural, transformado patrones de poblamiento o

contribuido significativamente al desarrollo tecnológico y calidad

de vida. Puede ser una ley, ordenanza, plan, proyecto,

construcción, instalación, sistema, artefacto o dispositivo

(COMISIÓN DE HISTORIA, 2018).

Por todo ello, pienso que la revisión de este TIA sobre la obra pública

urbana puede ser de especial provecho para la labor de la comisión de

Historia y de las búsquedas epistemológicas de la ANIH en general.

Como resultado parcial de esa pesquisa desarrollada desde mi

incorporación a la comisión, el TIA incluye un índice de personajes

históricos y profesionales citados, muchos de ellos pioneros. Sin

pretender ser exhaustivos, tal anexo intenta ser otro aporte del trabajo a

la historia de la ingeniería, la arquitectura y el urbanismo en Venezuela.

II Fundamentos pre-urbanísticos en la era gomecista

Siguiendo su ejemplo, el General Gómez podría haber dicho a los

venezolanos, ante los que fue acusado, “Viajemos a través de la

República en automóvil, por las carreteras que he abierto, y

retornemos al Panteón Nacional para dar gracias a Dios ante la

tumba de Bolívar, porque las guerras civiles han cesado en nuestra

tierra, la cual él liberó, y porque las deudas de la nación han sido

pagadas”.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

75

Pedro Manuel Arcaya, The Gómez Regime in Venezuela and its

Background (1935)

Pax gomecista y loas doctorales10

1. La revolución liderada por Cipriano Castro en 1899 inauguró una

prolongada era de gobernantes andinos que regentarían a Venezuela

hasta 1945. Esa Revolución Libertadora suele ser vista como la irrupción

de los preteridos contingentes de “gochos” en la escena política

caraqueña; pero no hay que olvidar, desde la perspectiva económica, su

proveniencia de una región productora de café, que para finales del XIX

había desplazado al cacao como primer rubro de exportación

venezolana. Tras el gobierno de Castro (1899-1908), socavado por

endeudamientos y conflictos externos, su compadre y vicepresidente, el

general Juan Vicente Gómez protagonizó una de las más prolongadas

dictaduras en la Latinoamérica del siglo XX, entre 1908 y 1935, cuyo

alto costo represivo fue compensado, según sus defensores, por la

unificación nacional, el saneamiento de la economía y el progreso

material (PINO, 1988, por ejemplo). Tal balance la hace comparable,

mutatis mutandis, con el régimen de Porfirio Díaz en México (1876-

1910), cuya justificación por parte de los “científicos” positivistas como

Francisco Bulnes (1995) y Justo Sierra (1990), entre otros, resulta

asimismo análoga con las razones esgrimidas por los así llamados

“doctores” del gomecismo.

La maquinaria dictatorial del “pacificador de Venezuela” se apoyaba en

un ambicioso programa de obras públicas en provincia, tendente a la

unificación territorial y la supresión de revueltas, objetivos facilitados

por la bonanza petrolera iniciada al promediar la década de 1920, pero

establecidos desde antes. El régimen se atornillaba, por un lado, en

cárceles y represión que lo convirtieron en “la vergüenza de América”,

al decir de José Rafael Pocaterra, exiliado y fiero oponente (POCATERRA,

1966, III). Pero la prolongada pax gomecista se apoyó, por otro lado, en

la interpretación positivista de la turbulenta historia republicana,

elaborada por los eruditos intelectuales al servicio del sátrapa iletrado.

Una de las piedras angulares de esa ideología fue provista por Laureano

Vallenilla Lanz, cuyo Cesarismo democrático (1919), retomando viejos

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argumentos planteados por José Gil Fortoul con relación a la debilidad

de la “raza social” hispana (GIL, 1896: 29-30), desató polémicas sobre

las autocracias latinoamericanas del período, de Manuel Estrada Cabrera

en Guatemala (1898-1920), a Augusto Leguía en Perú (1908-12, 1919-

30) (VALLENILLA, 1994).

Basándose en la semblanza del jefe militar perfilada por Herbert Spencer

y Fustel de Coulanges, Vallenilla Lanz propuso la figura del “gendarme

necesario” como única vía para superar los traumas políticos de la

inestable república caribeña. Ese César Democrático era también

necesario para integrar los regionalismos caudillistas de Venezuela en

una sociedad orgánica, al menos según la versión elaborada por

Vallenilla de los estadios de solidaridad distinguidos por René Worms y

Émile Durkheim. Declarando ante los críticos su admiración por el

general Gómez y sus logros, el sociólogo finalmente reconoció,

apoyándose en Ernest Renan, la legítima necesidad “de un gobierno

fuerte, dirigido por un hombre de Estado, por un patriota consciente de

sus deberes, quien como otros grandes caudillos de América, representa

la encarnación misma del poder y mantiene la paz, el orden, la

regularidad administrativa, el crédito interior y exterior...”

(VALLENILLA, 1994: 272-273). Ya abolido el porfiriato en México,

además de Gómez en Venezuela, quizá tenía en mente Vallenilla a

Estrada Cabrera o Leguía, cuyos férreos regímenes alcanzaron logros

económicos y materiales.

2. Justificable así por la turbulenta historia venezolana, la autocracia

gomecista no difería, por lo demás, del fascismo europeo de

entreguerras, según la argumentación de Pedro Manuel Arcaya en su

obra The Gómez Regime in Venezuela and its Background. El entonces

embajador venezolano en Washington se oponía a la crítica internacional

a la dictadura andina, postura preconizada en el libro de Thomas Rourke,

Tyrant of the Andes (1935), donde los logros económicos del “sortario”

dictador, beneficiario del oro petrolero, eran ensombrecidos por sus

crímenes ominosos (ROURKE, 1937, FIG. 1).

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FIG. 1. Portada de la segunda edición de Tyrant of the Andes. The Life of

Juan Vicente Gómez, de Thomas Rourke (pseudónimo de Daniel Joseph

Clinton). Tomado de ROURKE (1935).

Como lo hiciera Bulnes con Octavio y Porfirio Díaz, el erudito

venezolano apeló a héroes de la Antigüedad romana para parangonar los

méritos y proezas del “Fundador de la Paz”. Según Arcaya, cuando

Escipión El Africano iba a ser juzgado ante la nación romana por cargos

menores, el conquistador de Cartago se limitó a conducir a los romanos

al templo, para así poder agradecer una vez más a los dioses por su gesta

en África.

Siguiendo su ejemplo, el General Gómez podría haber dicho a los

venezolanos, ante los que fue acusado, ‘Viajemos a través de la

República en automóvil, por las carreteras que he abierto, y

retornemos al Panteón Nacional para dar gracias a Dios ante la

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tumba de Bolívar, porque las guerras civiles han cesado en nuestra

tierra, la cual él liberó, y porque las deudas de la nación han sido

pagadas’ (ARCAYA, 1936: 225, traducción propia).

A diferencia de Porfirio Díaz, exiliado en París tras la revolución, Juan

Vicente Gómez falleció en 1935 en Maracay, la “ciudad jardín” que

había elegido para residir en las cercanías de Caracas. Por mucho tiempo,

una revancha histórica impidió dar cuenta con justeza de los logros del

así llamado Benemérito, aunque aproximaciones posteriores tendieron a

establecer una evaluación más balanceada de la luenga y controversial

era. Por un lado, es cierto que, aprovechándose del pasado fratricida de

Venezuela en términos de guerras civiles y conflictos, los “doctores” del

gomecismo forzaron interpretaciones del positivismo europeo, para así

justificar la dictadura implacable (LUNA, 1971: 91, 103; PINO, 1978: 57-

64). Por otro, hay que reconocer que el orden draconiano hizo posible

completar veintisiete años de “Unión, Paz y Trabajo”, divisa que probó

ser fundamental para la modernización secular de Venezuela y del resto

del continente (LOMBARDI, 1982: 207). Y si los intelectuales oficiosos

ciertamente fabricaron la “leyenda dorada” de sus logros, la “leyenda

negra” tejida por sus oponentes también ignoró por mucho tiempo la

transformación económica y material, social y cultural ocurrida bajo el

yugo del “tirano liberal” (SEGNINI, 1987; CABALLERO, 1994).

En consonancia con el positivismo autocrático orientado a la

materialización del progreso y el orden político en Latinoamérica a

comienzos del siglo XX, el régimen de Gómez propició la construcción

de carreteras en remplazo de ferrocarriles asociados al endeudamiento.

Al mismo tiempo, en lugar de la higiene de base local, proveniente de

entre siglos, promovió un saneamiento vinculado a la administración

pública de alcance nacional. El capítulo siguiente intenta entonces

ilustrar y explicar cómo, en el marco de la naciente explotación petrolera

y la penetración estadounidense, carreteras y saneamiento articularon

componentes infraestructurales, profesionales y epistemológicos de una

agenda urbana en formación, fundamental para la cristalización del

urbanismo venezolano a finales de la década de 1930. Al revisar ambas

vertientes y ponerlas en perspectiva continental, también se intenta

cuestionar la idea tópica, proveniente de la historiografía política, de que

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durante la dictadura gomecista no ocurrieron avances urbanos

(POLANCO, 1983, SCHAEL, 1966, por ejemplo).

Los Gobiernos descansaban en la creencia de que los recientes

ferrocarriles habían resuelto el problema de los transportes y se

despreocuparon de la construcción de carreteras y aún de la

conservación de las principales existentes, que llegaron a ser

consideradas como superfluas, porque servían aquellas mismas

regiones tocadas por los ferrocarriles. ¡Grave error que retrasó en

cerca de veinte años el desarrollo del país!

Alfredo Jahn, “El desarrollo de las vías de comunicación en

Venezuela” (1926)

De ferrocarriles a carreteras

3. Los ferrocarriles arribaron a Venezuela mucho más tarde que al resto

de Latinoamérica, donde sí se les había dado prioridad en los programas

progresistas de los gobiernos liberales (RIPPY, 1944; ALMANDOZ, 2017:

65-82). Sin embargo, el retraso fue en parte compensado por el impulso

con que los caminos de hierro se expandieron durante el ciclo político

dominado por Antonio Guzmán Blanco, o “guzmanato” (1870-88).

Entre 1880 y 1888 fueron suscritos 29 contratos para la construcción de

5 mil kilómetros de vías férreas, aunque solo 8 de estos acuerdos fueron

cumplidos hacia finales de siglo (RODRÍGUEZ, 1994). Guzmán inició

gran parte de la red alrededor de la capital, comenzando con la línea

Caracas-La Guaira (1883), construida por técnicos norteamericanos con

capital británico. Después siguieron otras líneas que conectaban la

capital con poblados cercanos en diferentes direcciones: hacia el sur,

Caracas-El Valle (1883); hacia el suroeste, Caracas-Antímano (1883); y

hacia el este, Caracas-Petare (1886) (GONZÁLEZ DELUCA, 2000, por

ejemplo).

Allende los problemas técnicos surgidos en el largo plazo, debidos en su

mayor parte a las diferentes anchuras de los rieles, el ambicioso

programa guzmancista sentó las bases para la expansión ferroviaria de

Venezuela durante la década de 1890, tras el impulso a la construcción

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de caminos y carreteras durante el Septenio. A través de los incipientes

pero bien esparcidos tramos que conectaban a las ciudades principales y

centros de producción con sus puertos respectivos, así como las líneas

transversales, la república agroexportadora contó, por vez primera, con

una infraestructura articulada por regiones; al mismo tiempo, el territorio

venezolano fue vislumbrado como totalidad administrativa,

prefigurándose así la idea de una planificación nacional y regional en el

sentido moderno (ARCILA, 1961, 1961, II: 178; HURTADO, 1990: 339;

JAHN, 2001: 161).

Sin embargo, con intereses anuales del 7 por ciento del capital invertido,

así como duraciones de 99 años, varias concesiones ferrocarrileras

horadaron el erario nacional, generando la contratación de nuevos

empréstitos por parte de las administraciones de entre siglos (GONZÁLEZ

DELUCA, 1991). Con todo y ello, el gobierno de Gómez no solo canceló

la totalidad de la deuda ferrocarrilera hacia 1916, sino que también hizo

mejoras a la red (JAHN, 2001: 165). Así lo prueba la ampliación, en 1910,

del ferrocarril Caracas-Santa Lucía, “Central”, de 51 kilómetros, bajo la

inspección del ingeniero Germán Jiménez del Ministerio de Obras

Públicas (MOP). También el reinicio del ferrocarril Palma Sola-San

Felipe, de 22 kilómetros, contratado en 1876 y culminado en 1913 por

el MOP y la Compañía Ferrocarril Bolívar (ARCILA, 1961, II: 236, 249).

En vísperas de ser reemplazados por carreteras y automóviles - cuyas

bondades técnicas eran reforzadas por la creciente penetración

estadounidense en Venezuela - los ferrocarriles nacionales habían

pasado de 200 km a mediados de la década de 1880 a 870 en 1914

(GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 52, FIG. 2). Y para 1926, incluyendo los

tranvías, la red totalizaba 1.193 km; si bien las más de las líneas

conectaban con puertos, también había algunas “transversales” de

comunicación interior, la principal de las cuales era el Gran Ferrocarril

de Venezuela, construido con capital alemán (JAHN, 2001: 164).

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FIG. 2. Ferrocarril de Puerto Cabello a Valencia, centro-occidente de

Venezuela, 1912. Tomado de ARCILA (1961).

3. Desde comienzos de su régimen, el énfasis de Gómez en la mejora de

infraestructura se hizo evidente en su política de obras públicas, la cual

remplazó la predominancia alcanzada por la ornamentación durante el

guzmanato. La Ley de obras públicas (1909) ya clasificaba los proyectos

de acuerdo a tres nuevos tipos: "de necesidad pública", tales como

carreteras y acueductos; "de comunidad y utilidad públicas",

comprensiva de puentes y edificios administrativos; y "de ornato

público", incluyendo monumentos, estatuas y el resto de edificios civiles

(Ley de obras públicas, 1909: art. 2). Un decreto de abril 14, 1909,

estableció nuevas disposiciones para ejecutar obras, dando “preferencia

al sistema de contrato y de administración directa mediante un sistema

de licitación”, reglamentaciones que fueron aplicadas de inmediato

(CARABALLO, 1981: 37). Esta batería legal fue completada con otro

decreto emitido por Gómez, respaldado por el progresista ministro

Román Cárdenas – fundador de la Revista Técnica del Ministerio de

Obras Públicas (1911) - el cual establecía que el 50 por ciento del

presupuesto de obras públicas sería para “atender a los gastos de estudio

de la red general de vías de comunicación del país y a los de

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construcción, conservación y mejoras de las vías principales” (Decreto

para la construcción de las vías de la República, 1910: art. 9).

En consonancia con dicho decreto, en 1910 fueron creadas comisiones

científicas exploradoras del territorio nacional: los ingenieros Manuel

León Quintero y Andrés Palacios Hernández se encargaron de la región

central; a Manuel Cipriano Pérez y Pedro B. Pérez se les comisionó la

región oriental; Alfredo Jahn hijo y L. Hedderich quedaron a cargo de la

región occidental, produciendo estos últimos su informe al año siguiente

(OLIVAR, 2014: 24). En ocasión de asistir al V Congreso Internacional

del Camino, celebrado en Milán en septiembre de 1926, el ingeniero

Jahn, resaltando el ya famoso decreto de 1910, hizo un balance histórico

de la relación entre ferrocarriles y carreteras desde finales del siglo XIX;

también encomió la “admirable clarividencia” del general Gómez al

entender la importancia de estas últimas para el “porvenir” y

“desarrollo” de Venezuela:

Inaugurados a cortos intervalos los tres principales ferrocarriles

del centro, entre 1888 y 1894, hízose sentir el efecto de su

competencia sobre las empresas de transporte por carros, los

cuales, a efecto de otras vías, excepto las rudimentarias de Cagua

a Calabozo y de Valencia a San Carlos, no encontraban donde

emplearse ya que los demás caminos y aún algunas de las

carreteras construidas en la Administración de Guzmán Blanco,

como la de Nirgua, se hallaban en tal estado de abandono, que

eran intraficables para vehículos rodantes. Los Gobiernos

descansaban en la creencia de que los recientes ferrocarriles

habían resuelto el problema de los transportes y se

despreocuparon de la construcción de carreteras y aún de la

conservación de las principales existentes, que llegaron a ser

consideradas como superfluas, porque servían aquellas mismas

regiones tocadas por los ferrocarriles. ¡Grave error que retrasó en

cerca de veinte años el desarrollo del país! (JAHN, 2001: 168-

169).11

Con tal soporte legal y técnico, se hizo en 1912 un nuevo trazo del eje

de la carretera Caracas-La Guaira, a cargo del ingeniero Eduardo

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Filomena Castro; las especificaciones técnicas del MOP para ese trazado

se convirtieron en referencia para otras vías (ARCILA, 1961 II: 40-44;

CILENTO, 2001: 110). Bajo la supervisión del MOP y las juntas de

fomento respectivas, junto a la comisión exploradora de occidente, fue

ejecutada la carretera Barquisimeto-Carora, así como proyectada en

1912 la carretera Maracaibo-Perijá, por parte de los ingenieros Pablo

Miguel González y Rafael Seijas Cook (ALLEGRET, 1997: 604; ARCILA,

1961, II: 112, 154-155).12 En el centro-oriente del país, en el mismo año

de 1912 fue decretada la construcción de las carreteras Barcelona-

Soledad y Maturín-Caño Francés, a cargo de los ingenieros Francisco

Gascue Anderson y Lorenzo González Villasmil, respectivamente

(ARCILA 1961, II: 161). Fue reparada en 1913 la carretera Villa de Cura-

San Juan de Los Morros (ARCILA, 1961, II: 135), así como puesto en

funcionamiento en 1914 el tramo Barcelona-Maturín, de la carretera

Barcelona-Soledad, a cargo del mencionado ingeniero Gascue Anderson

(ARCILA, 1961, II: 161). Y la carretera occidental de Los Llanos fue

iniciada en 1916 (ARCILA, 1961, II: 143), confirmando también el

impulso de las obras de comunicación antes de la bonanza petrolera.

4. Entre las décadas de 1910 y 1920 ocurrió un cambio significativo en

las vías terrestres gomecistas: el paso de las carreteras “centrales” a

“troncales”. Todavía en la segunda década del siglo se seguían las

disposiciones del primer artículo del decreto de 1910, el cual establecía

“la construcción en cada Estado de una o más carreteras centrales que,

pasando por las ciudades y sitios convenientes, constituyan las vías

principales de la localidad, para el movimiento de la importación y

exportación” (Decreto, 1910: art. 1). Sin embargo, también se reconocía

en el cuarto artículo la posibilidad de que la principal arteria regional

fuese fluvial; así como en el quinto, que de ser recomendado por la

Comisión de Ingenieros estadal, podía optarse por una vía férrea o un

camino de recuas (Decreto, 1910: art. 5.j). Así por ejemplo, en un

informe de 1911 de la Comisión Científica Exploradora de Occidente

sobre el estado Mérida, se reconocía el valle del río Chama como “vía

principal”, incluso existiendo la carretera central (JAHN, 2002: 118-119).

Pero para 1920 “se había producido una revisión de estos conceptos,

consolidándose la idea de que fundamentalmente debían desarrollarse

las comunicaciones terrestres, y anticipándose la supremacía de los

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vehículos automotores de carga y pasajeros” (ARCILA, 1961, II: 115). Al

calor de la explotación petrolera, desde mediados de la década, con la

consolidación de carreteras y caminos en sustitución de ferrocarriles,

junto a la penetración de automóviles y camiones, configurábase

entonces un “sistema nacional de vías troncales” centrado en Caracas

(ARCILA, 1961, II: 114; CILENTO, 2001: 125).13

Máximo exponente de ese viraje fue la carretera de Los Andes, cuyos

ramales centrales – ignorando la conexión transversal occidente-oriente

- estaban inicialmente dirigidos hacia el lago de Maracaibo,

“persiguiendo unir las capitales de los estados andinos con los terminales

de las vías férreas: la del Táchira hacia Colón, la de Mérida hacia El

Vigía y la de Trujillo hacia Motatán” (ALLEGRET, 1997: 604, FIG. 3).

Pero a partir de una resolución de diciembre 13, 1923, fueron unificadas

las carreteras occidentales como “Carretera de los Andes” o

“Trasandina”, con un recorrido de 1.272 kilómetros que incluía el

Distrito Federal y los estados Miranda, Aragua, Carabobo, Yaracuy,

Lara, Trujillo, Mérida y Táchira; la carretera fue inaugurada dos años

más tarde, el 24 julio, natalicio del Libertador y del Benemérito

(ARCILA, 1961, II: 113; JAHN, 2001: 181).

FIG. 3. Carretera central del estado Táchira, occidente de Venezuela,

1912: paso de la aplanadora para el granzón. Tomado de ARCILA (1961).

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La conexión con los Andes occidentales fue la columna vertebral de la

nueva red vial troncal (ALLEGRET, 1997: 604), que por vez primera llegó

a las remotas comarcas tachirenses de donde partieran los

revolucionarios de 1899. Iniciado en 1916 y concluido en 1935, el tramo

hasta San Cristóbal – ciudad capital de Táchira, donde naciera Gómez,

no olvidemos - salvó la “separación regional” heredada desde la Colonia,

cuando los Andes venezolanos estuvieron orientados al virreinato de

Nueva Granada (CARABALLO, 1981: 23).

5. Vías troncales como la Trasandina estaban en sintonía con las

disposiciones de la Comisión Panamericana de Carreteras, creada en

1924, así como del I Congreso Panamericano de Carreteras, celebrado

en Buenos Aires en 1925. En este marco de colaboración continental,

Estados Unidos pautaba muchos aspectos técnicos, tales como la

pavimentación; y en este sentido resumió el ingeniero Jahn en 1926:

En Venezuela hemos empleado en la construcción de nuestras

carreteras, el sistema que los Norteamericanos han llamado

sistema progresivo, el cual consiste en comenzar por establecer

caminos de tierra que responden a las primeras exigencias de una

región determinada. Cuando el tráfico de esos caminos ha

alcanzado una cierta importancia, se afirma la plataforma de tierra

con una capa de cascajo o piedra picada apisonada, y cuando el

trópico llega a desarrollarse hasta alcanzar una importancia

mucho mayor, se procede a la pavimentación de concreto y al

macadam petrolizado. En los Estados Unidos, se tiene como

norma que el tráfico de quinientos vehículos diarios implica el

afirmado de cascajo o macadam, y al aplicarse aquel movimiento,

se ejecuta la pavimentación de concreto (JAHN, 2001: 187-188).14

Mientras la tierra apisonada era sustituida por variantes del macadán y

el granzón (FIG. 4), el hormigón o el concreto, seguidos del asfalto

(CILENTO, 2001: 138-139),15 el programa de comunicación terrestre

continuó desde la región central con la inauguración, en 1925, de la

nueva carretera Caracas-La Guaira, así como la carretera Caracas-

Guatire, extendida de Miranda a Anzoátegui; en el mismo año fue puesta

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en funcionamiento la carretera Mérida-El Vigía, así como la Atures-

Maipures en el antiguo Territorio Federal Amazonas (GONZÁLEZ

DELUCA, 2013: 274). La articulación nacional durante la era gomecista

fue completada con la carretera Oriental, de 818 kilómetros, de Caracas

a Ciudad Bolívar, así como la Gran Carretera del Sur, de 940 kilómetros,

desde Caracas a San Fernando de Apure (ALLEGRET, 1997: 604).16 Para

1932, a lo largo de esa red vial circulaban, según la comisión para el

estudio del tráfico por las carreteras, 8.814 automóviles, 1.389 camiones

y 725 autobuses (OLIVAR, 2014: 51). Y ese dinamismo circulatorio era

vigorizado comercialmente desde 1917, en términos fluviales y

marítimos, por la flota de la Compañía Venezolana de Navegación,

fundada por el almirante Román Delgado Chalbaud en 1913

(MALDONADO, 1997: 117: MORALES, 2001: 97, FIG. 5).

FIG. 4. Carretera de Occidente, sección Caracas-Valencia, entrada a

Turmero, estado Aragua, 1919. Al fondo, carretas para transportar tierra,

por contraste con el automóvil del primer plano, mientras observan los

capataces y “coroneles de carretera” que disponían de mecedoras para

supervisar. Tomado de ARCILA (1961).

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FIG. 5. Cartel promocional de las carreteras realizadas por la

administración de Juan Vicente Gómez entre 1908 y 1926. Tomado de

http://juanvicentegomezpresidente.blogspot.com/2017/07/obras-

publicas-durante-el-gobierno-del.htm, recuperado en enero 2, 2019.

También recibieron impulso durante la era gomecista otros medios de

comunicación como el cable aéreo, del cual fueron suscritos contratos

en regiones inaccesibles, en consonancia con tendencias que ya venían

de entre siglos (ARCILA, 1961 II: 306; CILENTO, 2001: 145-147).17 Tras

la creación, en 1920, de la Aviación Militar de Venezuela, cuya sede fue

establecida en Maracay (MALDONADO, 1997: 117) – ciudad de

residencia del Benemérito - el primer aeródromo fue construido en San

Antonio del Táchira, en 1928 (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 279).

Evidenciando la importancia del Zulia como región petrolera, en 1929

fue inaugurado el aeropuerto Grano de Oro, en Maracaibo, incorporado

en las rutas de la Pan American Airways; fue seguido por la creación de

la Línea Aeropostal Venezolana en 1934 (MORALES, 2001: 110) y del

servicio aerofotográfico del MOP al año siguiente, fundamental para el

urbanismo por venir (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 279). Si a ello

sumamos que la proliferación de líneas telefónicas, sobre todo en

provincia, llevó a la creación, en 1930, de la Compañía Anónima

Nacional Teléfonos de Venezuela (Cantv) (MALDONADO, 1997: 121),

puede concluirse que, en vísperas de la muerte del Benemérito en

diciembre de 1935, Venezuela era un país mucho más comunicado y

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articulado que el arrebatado por Gómez a Castro más de dos décadas

atrás.

…mediante cuyo insustituible estímulo la ciudad y la aldea crecen

sana y armoniosa y conscientemente, atribuyendo a higienistas, a

ingenieros, a economistas, el cuidado de la salud común, el de las

obras de saneamiento, comunicación y ornato y el de distribuir

con suficiencia y decoro la renta indispensable a las más urgentes

necesidades del municipio.

Actas y conclusiones del primer Congreso de Municipalidades

(1913)

Entre higiene y saneamiento

6. Junto a las comunicaciones, el saneamiento de alcance nacional fue

otro gran frente del progresismo gomecista, en remplazo de la noción de

higiene pública. A lo largo de un debate liderado por los médicos desde

la década de 1890, esta última noción fue progresivamente adoptada por

administraciones previas, e instrumentada a través de ordenanzas y

medidas ancladas principalmente en el ámbito municipal (ALMANDOZ,

2006: 185-202). Pero, al igual que ocurriera en otros países

latinoamericanos con programas análogos promovidos por las

Conferencias Interamericanas (ALMANDOZ, 2017: 159-170) el

saneamiento gomecista buscaría una ampliación a escala nacional, bajo

el patrocinio estadounidense, tal como se intenta mostrar a continuación.

Casi siete meses después de llegar Gómez al poder, el 14 de agosto de

1909 el Congreso le confirió facultades para emprender los trabajos

necesarios de cara a "organizar la Higiene Pública en todo el país, de

acuerdo con los principios científicos modernos y la práctica establecida

en los países civilizados".18 Pocos días más tarde, la Ley de expropiación

por causa de utilidad pública desbrozó el camino para que el gobierno

llevara adelante "todas las obras concernientes al saneamiento de las

poblaciones o su ensanche y reforma interior" (Ley de expropiación por

causa de utilidad pública, 1909: art. 11).

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Al igual que en otros frentes, Gómez hizo que sus nuevas prioridades

progresistas fueran respaldadas por los doctores venezolanos. En

vísperas del primer centenario de la declaración de la Independencia, un

decreto presidencial convocó a todos los representantes locales a

reportar las condiciones de sus respectivas jurisdicciones en el primer

Congreso de Municipalidades, a ser celebrado el año siguiente. Otro

decreto presidencial designó al doctor Luis Razetti – estudiado en

Francia y adalid del movimiento higienista de entre siglos - para presidir

la Comisión Preparatoria, la cual distinguió seis áreas de trabajo,

incluyendo "Obras y comunicaciones" y "Sanidad y régimen

hospitalario"; esta última fue creada por el doctor Francisco Antonio

Rísquez, otro de los líderes del movimiento higienista.19 Además de

resaltar la importancia de los congresos en tanto eventos científicos, la

comisión enfatizó el significado especial del Congreso para los órganos

locales, dado que la administración municipal no podía seguir siendo

considerada como un arte, sino como ciencia:

En lo municipal esto es aún más estricto, porque el gobierno de la

Comuna no es asunto de arte, sino que es aquel ramo preciso de

la ciencia administrativa al que incumbe la doble tarea esencial de

ajustar a equidad el arbitrio e inversión de la renta y de educar el

espíritu municipal, espíritu de equidad y pulcritud, mediante cuyo

insustituible estímulo la ciudad y la aldea crecen sana y armoniosa

y conscientemente, atribuyendo a higienistas, a ingenieros, a

economistas, el cuidado de la salud común, el de las obras de

saneamiento, comunicación y ornato y el de distribuir con

suficiencia y decoro la renta indispensable a las más urgentes

necesidades del municipio. O, expresándolo de otro modo, el

gobierno comunal es la ciencia de civilizar y urbanizar una

comunidad con los propios recursos de la región, y de crear,

equitativamente, la autonomía económica de la entidad

administrativa... (Actas y conclusiones del primer Congreso de

Municipalidades, 1913: 11).

Además de concebir la administración municipal como una ciencia a

cargo de especialistas técnicos, la comisión organizadora parecía así

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fortalecer el austero pero modernizador programa de obras públicas,

cuyas nuevas prioridades se hicieron explícitas: saneamiento,

comunicación y ornamentación, secuencia corroborada en las

conclusiones del congreso, el cual sesionó desde el 19 de abril hasta el 1

de mayo de 1911 (Actas y conclusiones…, 1913: 46-47).

7. En términos de comunicaciones, el Congreso recomendó la adopción

de un modelo de Ordenanza de vías de comunicación y demás obras

municipales, en la que el caso caraqueño fue tomado como ejemplo para

el resto de las ciudades venezolanas (Actas y conclusiones…, 1913: 107-

111). En relación al saneamiento, la comisión de Sanidad y Régimen

Hospitalario propuso un borrador de "Plan de Higienización Nacional",

el cual debería ser confiado a los "verdaderos apóstoles de la Higiene";

aunque aparentemente tal plan no se llevó a cabo, el Reglamento de

sanidad recomendado sí fue aprobado el 11 de julio de 1912 (Ley de

sanidad, 1912). Si el debate higienista de entre siglos se había

concretado, para el caso de la capital, en la Ordenanza de policía urbana

y rural del Distrito Federal de 1910 (ALMANDOZ, 2006: 200-201), bien

señaló Arcila con respecto a la ampliación de estas mejoras a escala

nacional:

El saneamiento de las poblaciones es un tema que a partir de la

segunda década de este siglo preocupa a las autoridades sanitarias

del país, pues la mayoría de las ciudades se encontraba en pésimas

condiciones, desprovistas no solo de cloacas, sino también de

pozos sépticos que en muchas regiones eran desconocidos. En ese

tiempo se hizo una amplia campaña destinada a difundir el uso de

estos pozos, como un medio para suplir la falta de cloacas no sólo

en el medio rural sino en las principales ciudades que carecían de

este servicio público. (ARCILA, 1961, II: 444).

Por sobre los pozos sépticos para poblaciones menores, destacaron en la

segunda década del siglo acueductos para ciudades medianas que no

habían sido atendidas en las obras modernizadoras desde la época de

Guzmán Blanco. Así, por ejemplo, un decreto de 1910 ordenaba la

construcción de un acueducto en Táriba, estado Táchira, a cargo del

ingeniero Melchor Centeno Grau, seguido por los estudios para los

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acueductos de Barcelona y Aragua de Maturín, firmados por el mismo

Centeno Grau y Manuel Cipriano Pérez, respectivamente, aparecidos en

1911 en la Revista Técnica del Ministerio de Obras Públicas (ARCILA,

1961, II: 393-395). Se construyó en 1911 el acueducto de Cumarebo,

estado Falcón, de 6,2 kilómetros de tubo de hierro galvanizado; al año

siguiente se taponeó el dique de Caujarao, en el acueducto de Coro, a

cargo del ingeniero J. M. Ibarra Cerezo (ARCILA, 1961: II: 392, FIG. 6).

Precedidos en algunos casos por informes publicados en la Revista

Técnica del Ministerio de Obras Públicas20 (ARCILA, 1961, II: 385),

para finales de la década de 1920 estaban siendo modernizados los

acueductos de Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Macuto,

San Juan de Los Morros; estas obras requerían personal de

mantenimiento y servicio adquiridos con frecuencia a través de contratos

de “corta duración y sujetos a renovación” (CARABALLO, 1981: 28).

FIG. 6. Acueducto de Coro, estado Falcón, al occidente de Venezuela;

vertedero del dique de Caujarao, tras reparaciones de 1912. Tomado de

ARCILA (1961).

8. En consonancia con las recomendaciones del Congreso de

Municipalidades, otros cambios administrativos ayudaron a consolidar

la prioridad dada a saneamiento y comunicación, por sobre

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ornamentación, en materia de obras públicas. Ciertamente las obras

cívicas destacaron en Caracas en la celebración de los centenarios de las

fechas patrias del 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811, tal como

ilustraron los edificios del Archivo General de la Nación, la Biblioteca

Nacional, la reconstrucción del Panteón, el edificio de Correos y

Telégrafos y la avenida 19 de Diciembre (CARABALLO, 1981: 30). Pero

vistas en perspectiva, las obras ornamentales perdieron importancia por

el resto de la década. Aunque solo parezca un detalle formal, pero no

menos significativo, a partir de 1911 fue invertido el orden interno en la

presentación de los reportes oficiales del MOP: la enumeración de

"carreteras" comenzó a preceder a los trabajos ornamentales, rompiendo

así una tradición proveniente del ministerio guzmancista. Las obras

ornamentales no fueron siquiera reportadas entre 1914 y 1918,

evidenciando las austeras prioridades del gobierno durante la Primera

Guerra Mundial. Ya al abrir la década siguiente destacó, en vista del

centenario de la batalla que sellara la independencia venezolana, la

inauguración, el 24 de junio de 1921, del monumento en el Campo de

Carabobo, cuyo diseño estuvo a cargo de Alejandro Chataing y Ricardo

Razetti, mientras la ejecución correspondió a Manuel Vicente

Hernández (ARCILA, 1961, II: 478-479).

Si bien había tratado con acueductos y otros servicios desde las

administraciones de Guzmán Blanco, el MOP amplió sus

responsabilidades sanitarias mediante la inclusión de "obras de

saneamiento", las cuales pasaron a ser una sección permanente desde

1918; a partir de 1934 las "obras sanitarias" absorbieron cada vez más

los otros servicios de infraestructura, hasta que la Dirección de Obras

Hidráulicas fue finalmente creada en 1940. En paralelo con los cambios

internos del MOP, otras instituciones se incorporaron al programa

sanitario: el Consejo Superior de Higiene y Salubridad Públicas (1910),

la Oficina de Sanidad Nacional (1911), el Ministerio de Salubridad y

Agricultura y Cría (1930), incluyendo una dirección especial para el

Distrito Federal; y finalmente el Ministerio de Sanidad y Asistencia

Social (MSAS), en funcionamiento durante buena parte del siglo XX.

Aunque no tan ostensibles como los monumentos guzmancistas, el

saneamiento y la comunicación devinieron así las prioridades de las

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obras públicas gomecistas, las cuales también ayudaron a consolidar

objetivos políticos del régimen. En primer lugar, gracias al aparato

estadístico provisto por las nuevas instituciones, pudo saberse que desde

1915 se revirtió la decadencia demográfica predominante en Venezuela

desde 1840 (VANDELLÓS, 1938: 21-22). Y tal como Francisco Antonio

Rísquez proclamara en la inauguración de la Conferencia Sanitaria

Nacional de 1931, "sanear es poblar" probó ser una de las más exitosas

divisas del régimen a lo largo y ancho del país, la cual ya había sido

aplicada por Gómez a su paso por la Gobernación de Caracas en la

primera década del siglo XX (RÍSQUEZ, 1931: 57). En segundo lugar,

todos los nuevos medios de comunicación, desde telégrafos hasta

carreteras, tenían que ser bienvenidos por una dictadura muy interesada

en controlar el territorio de más de un millón de kilómetros cuadrados,

cuya incomunicación había facilitado más de una revolución en el

pasado. En este sentido, el programa de carreteras del Benemérito probó

ser más efectivo que el proyecto ferroviario iniciado por Guzmán

Blanco, el cual lastró a la Venezuela en bancarrota de entre siglos. Por

lo demás, el eclipse de la ornamentación guzmancista no significó un

abandono de monumentos públicos, sino más bien un giro de la

pomposidad urbana hacia modestos edificios provinciales (CARABALLO,

1981: 19-32; MARTÍN, 1994: 127-128, 272-278). Porque después de

todo, como advirtiera Ramón J. Velásquez en su biografía novelada del

Benemérito, este era, no obstante su rusticidad, una suerte de "burgués

del campo" (VELÁSQUEZ, 1979: 292-294).

9. Habiendo ya penetrado las inversiones norteamericanas en la

explotación petrolera,21 tanto los doctores venezolanos como los Estados

Unidos no solo avalaron el progresista programa de Gómez, sino

también promovieron iniciativas para su prosecución. Mientras

exhortaban al gobierno a asumir su responsabilidad oficial en

saneamiento, los galenos lideraron una cruzada dirigida a involucrar al

sector privado en el campo de la "higiene social”. Rísquez había sido

pionero en este sentido, al proponer un cuerpo municipal que atacara los

problemas de pobreza y prostitución, mediante la combinación de

esfuerzos por parte del sector oficial y de instituciones privadas

(RÍSQUEZ, 1909: 267-274). En los años siguientes, estas últimas

incrementaron su participación en programas públicos tales como "la

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gota de leche", mientras las primeras clínicas inspiradas por modelos

europeos eran bienvenidas en 1911 como otra contribución de la

medicina privada, liderada por Luis Razetti y Felipe Guevara Rojas.22

En 1912 fue constituida una liga contra la tuberculosis, y al año siguiente

Razetti lanzó la Liga Venezolana de Higiene Social, siguiendo el

ejemplo de asociaciones internacionales a las cuales pertenecía desde la

década de 1900. El sabio venezolano estableció entonces distinciones

claras entre la responsabilidad del sector oficial en saneamiento y la

misión privada en higiene:

Las grandes obras de saneamiento como las cloacas, los

acueductos, los pavimentos y la lucha contra las enfermedades

epidémicas corresponden a los Poderes Públicos y se hacen con el

dinero de la Nación, pero la obra de la higiene social, tal como se

entiende hoy esta rama de las ciencias sanitarias, derivan en todas

partes de la iniciativa privada y se sostiene y fomenta con el dinero

de los particulares" (RAZETTI, 1952, II: 593-594).

Razetti trasplantaba así a Venezuela la noción filantrópica y pre-

urbanística proveniente de la Europa de entre siglos, para poder luchar

contra enfermedades populares y plagas sociales como el alcoholismo,

la pobreza y la prostitución, las cuales trascendían, a su juicio, la

responsabilidad del gobierno, por originarse en disparidades, vicios y

deficiencias sociales (ARCHILA, 1952: 183).

Como parte de la nueva cruzada, entre 1914 y 1915 Razetti publicó una

serie de artículos en El Universal, encomiando a los norteamericanos

como nuevos apóstoles del mejoramiento sanitario. Tratando de

demostrar los principios básicos de la "higiene aplicada" con relación al

"aseo personal", Razetti rastreó las causas del "tradicional" desaseo de

los europeos hasta sus antecedentes medievales, dramatizando con

ejemplos de monarcas españoles como Isabel La Católica, Fernando VI

o Felipe II, quienes supuestamente conservaban la misma ropa interior o

de cama por hasta un año, como forma de cumplir votos ascéticos

ofrecidos para reconquistar Granada o superar penas profundas... A todo

ello, Razetti contrapuso la higiene personal como logro secular de los

norteamericanos:

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El aseo personal, como la limpieza de las habitaciones y de las

ciudades, son conquistas del siglo XIX. En la obra de la higiene

personal han desempeñado un papel muy importante los

americanos del Norte, que han enseñado a los europeos a bañarse

diariamente como lo hacen ellos en su país. De poco tiempo a esta

parte es que en los grandes hoteles de París hay baños suficientes.

En los Estados Unidos los baños sobran y son de primer orden

(RAZETTI, 1952, II: 607-608).

También El Cojo Ilustrado reportaba por esos años que entre 25 y 30 por

ciento de la población urbana de "la poderosa Albión" vivía en

condiciones de pobreza crítica, mientras que Chicago era la metrópoli

con la tasa de mortalidad más baja del mundo, gracias a los prodigios del

doctor Evans como jefe de la oficina local de saneamiento.23

Los gringos pasaron así a ser modelo de limpieza personal, saneamiento

y progreso en la Venezuela gomecista. La Gran Guerra forzó a los

venezolanos y al resto de los latinoamericanos a buscar en Estados

Unidos el adelanto médico recibido hasta entonces de Europa; el

resultado fue "un mejor conocimiento y un sincero cariño y admiración

por las instituciones y métodos americanos", tal como reportó a

Washington el agregado comercial de la embajada en Venezuela (BELL,

1922: 23-24, traducción propia). Al mismo tiempo, era comprensible que

Estados Unidos se preocupara por el panorama sanitario de la nación

caribeña de donde importaba cada vez más petróleo; en este contexto, el

mejor embajador norteamericano en Venezuela fue la fundación

Rockefeller, la cual patrocinó programas nacionales contra la fiebre

amarilla y la malaria entre las décadas de 1910 y 1930 (ARCHILA, 1956,

I: 180-184; WILSON, 1972: 16, 326). También fueron intercambiadas

otras innovaciones sanitarias con el resto del continente, a través de la

misma fundación y las Conferencias Interamericanas, las cuales habían

estimulado desde hacía mucho a los gobiernos nacionales y federales a

respaldar los esfuerzos municipales en este sentido (Conferencias

Internacionales Americanas, 1938, I: 244). Probablemente como

resultado de las campañas de Razetti y del patrocinio gringo, los

manuales de urbanidad usados en las escuelas gomecistas, tales como

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Rudimentos de urbanidad e higiene (1923) de Reyes Zumeta,

comenzaron a incluir secciones dedicadas a los peligros del agua

contaminada, así como a la prevención de la fiebre amarilla, la

tuberculosis y el tifus, entre otras enfermedades (REYES, 1923).

10. El problema de la calidad del agua para Caracas es buen ejemplo de

cómo se aunaron los esfuerzos de los sectores público y privado con los

norteamericanos para mejorar las condiciones sanitarias. Al año siguiente

de la subida de Gómez al poder, Razetti urgió al nuevo gobierno a asumir

las grandes obras de saneamiento urbano, de la misma manera como

tradicionalmente lo había hecho con los trabajos ornamentales: "por los

mismos motivos que el Tesoro de la Nación atiende a la construcción de

Teatros, Palacios, Paseos, etc., debe también construir las cloacas, los

acueductos y el pavimento de las calles de la Capital, asiento de los

Poderes Generales de la República" (RAZETTI, 1952, II: 171). Puede

decirse que el gobierno respondió en parte mediante la construcción, en

1912, de los colectores de cloacas capitalinos, por parte del MOP y a

instancias de la Oficina de Sanidad Nacional, bajo la supervisión del

ingeniero Pedro González E. (ARCILA, 1961, II: 437).

Sin importar las condiciones de relativa salubridad del agua en el Distrito

Federal - cuyo gobernador se apresuró a calificarlas de "inmejorables",

gracias a los esfuerzos de Gómez24 - el Congreso de Municipalidades

recordó a los caraqueños que el coeficiente de mortalidad todavía era "casi

el doble de lo permitido por la higiene", síndrome que resultaba

exacerbado por el problema del agua (Actas y conclusiones.., 1913: 45).

Dado que esta todavía no era potable en la segunda década del siglo,

Razetti publicó otra serie de artículos en El Universal: tomando los

ejemplos de Hamburgo, Viena, Zúrich y Filadelfia, el médico explicó

todos los estadios necesarios de purificación, aducción y almacenamiento,

a través de los cuales el sistema hídrico de la capital venezolana podría

pasar a ser digno de una "verdadera ciudad moderna" (RAZETTI, 1952, II:

595-606).

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FIG. 7. Acueducto de Caracas, sifón Yaguara en construcción, 1916.

Tomado de ARCILA (1961).

La campaña de Razetti no fue en vano: un proyecto para conducción y

distribución de aguas en Caracas fue publicado por el ingeniero Melchor

Centeno Grau en la Revista Técnica del MOP en 1914 (ARCILA, II: 366).

Al año siguiente el gobierno compró los terrenos donde se ubicaban los

manantiales de Macarao, cuya adquisición había sido sugerida por Razetti

como primer paso para descontaminar las fuentes del agua caraqueña (FIG.

7). Pero el problema de filtración hídrica siguió presente en los términos

descritos por el comisionado Bell a los diplomáticos americanos:

…a los extranjeros siempre se les advierte de no usarla para beber

debido al peligro de la tifoidea y otras enfermedades. Una

compañía inglesa, la Venezuelan Potable Water Co., de Caracas,

provee agua filtrada en botellas de 5 galones tales como son

usadas para filtros en los Estados Unidos, y esta agua es

mayormente utilizada como potable en los principales hoteles,

pensiones, residencies de la mejor clase, clubes, etc. (BELL, 1922:

120, traducción propia).

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En la década de 1920, diversos factores y actores hicieron contribuciones

para resolver esos problemas de ingeniería sanitaria en la capital, ya en

expansión hacia el suroeste y este del valle. La epidemia de gripe

española de 1918 hizo mejorar las condiciones de aseo urbano y llevó al

diseño de una red general de cloacas (CARTAY, 1997: 42). Un proyecto

para aguas del noroeste de Caracas fue propuesto en 1924 por el

ingeniero Horacio Soriano en la recién creada Revista del Colegio de

Ingenieros de Venezuela (ARCILA, 1961, II: 366). Por su parte, el

acueducto de Los Teques, en las afueras de Caracas, incorporó desde

1926 nuevas técnicas de análisis químico de las aguas (GONZÁLEZ

DELUCA, 2013: 171). Otro “Estudio preliminar para surtir de agua

potable a los acueductos de Caracas” fue publicado por el ingeniero Juan

Vicente Camacho en la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela

en 1927 (ARCILA, 1961, II: 370). Y ya para 1929 fue concluido el

embalse de Petaquire por parte de la Electricidad de Caracas, el cual

había sido iniciado en 1919 (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 304).

Por su parte, en 1926 la fundación Rockefeller trajo al ingeniero

Thorndike Saville, quien permaneció en Venezuela por nueve meses;

aparte de reorganizar la Ingeniería Sanitaria de la Oficina de Sanidad

Nacional, el también profesor de la Universidad de Carolina del Norte

desarrolló propuestas para mejorar la calidad del agua caraqueña.

Pensando en otras ciudades latinoamericanas con problemas similares,

Saville vislumbró grandes prospectos para la ingeniería estadounidense

en Suramérica, los cuales comentó en 1927 a sus colegas de la New

England Water Works Association:

A los ingenieros norteamericanos se ofrecerán en lo futuro

muchas oportunidades de trabajar en la elaboración de proyectos

y en la construcción de obras modernas de abastecimiento de agua

para esas ciudades. Muy pocos de los ingenieros de la América

del Sur reciben su educación en los Estados Unidos y la práctica

de la ejecución de obras hidráulicas se funda en gran parte sobre

teorías expuestas en obras de texto francés. Sin duda que

eventualmente se abrirá en esos países un medio de acción en el

campo de obras hidráulicas con provecho mutuo de los ingenieros

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sudamericanos y contratistas de los Estados Unidos (SAVILLE,

1933).

No estaba Saville equivocado, al menos al pronosticar que los

estadounidenses sucederían a los franceses en el programa hidráulico de

la Venezuela petrolera. La limpieza personal y el patrocinio sanitario

ofrecido por el Coloso del Norte trasladaron el hogar de la higiene desde

el Viejo Mundo al Nuevo; si Francia todavía era la madrina intelectual

en la época estudiantil de Razetti, tal como él mismo reconociera

(ARCHILA, 1952: 39), los Estados Unidos pasaron a ser el faro

tecnológico hacia las postrimerías gomecistas. Y para muestra un botón:

en 1931 Razetti transmitía "con toda comodidad" sus "Semanas

Sanitarias" desde los micrófonos de la YV1BC Broadcasting Caracas, la

cual había sido inaugurada en mayo de 1926 con tecnología

norteamericana (RAZETTI, 1952, II: 611-616).

At the present time British interests strongly predominate. Of the

12 oil companies holding property in Venezuela, at least 7 are

under British control, in most cases through the Royal Dutch

Shell.

Purl Lord Bell, Venezuela. A Commercial and Industrial

Handbook. With a Chapter on the Dutch West Indies (1922)

Petróleo e infraestructura en regiones

11. En consonancia con las políticas gomecistas en comunicaciones y

saneamiento - las cuales precedieron, como fue advertido en secciones

anteriores, la bonanza del oro negro desde la tercera década del siglo -

las compañías petroleras impulsaron mejoras en infraestructura,

necesarias para sus actividades extractivas y distributivas, así como para

el asentamiento de la población trabajadora. De esta manera se

produjeron cambios en la geografía económica y urbana al interior de la

Venezuela gomecista, los cuales esta sección intenta bosquejar como

contexto y complemento a la articulación territorial referida en secciones

anteriores.

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El Táchira había sido pionero desde el establecimiento de la primera

refinería en La Alquitrana en marzo de 1883, explotada por la compañía

Petrolia, con concesión otorgada por el Gran Estado de Los Andes en

octubre de 1878. Pero no fue hasta 1911 cuando comenzó la exploración

organizada del territorio occidental, la cual condujo al primer campo

gigante de Mene Grande descubierto en 1914; este incluía el pozo

Zumaque, con producción de 250 barriles diarios (CILENTO, 2001: 102;

MARTÍNEZ, 2002: 19, 27). El estado Zulia continuó siendo privilegiado

en la explotación e inversión desde el establecimiento de la refinería de

la Caribbean Petroleum Corporation en San Lorenzo, en 1917, y

especialmente tras reventar el famoso pozo Los Barrosos 2, el 14 de

diciembre de 1922, en el distrito Bolívar. Si hasta 1917 la producción

era de 332 barriles diarios, en ese año alcanzó 6.124, colocando al país

en el puesto trece de exportadores mundiales (MALDONADO, 1997: 127).

Convertida Venezuela en campo de batalla de la secular guerra del oro

negro entre capitales europeos y norteamericanos, ya para entonces

operaban en el país las grandes empresas como Royal Dutch Shell,

British Controlled Oilfields, Standard Oil y Creole Petroleum

Corporation; a la sazón, el régimen gomecista se mantenía neutral en la

Primera Guerra Mundial, a pesar de la germanofilia del Benemérito

(CABALLERO, 1994: 164-169; MCBETH, 1983; ESTABA Y ALVARADO,

1985: 124-125; VELÁSQUEZ, 1979: 47). Todavía en 1922, el

comisionado comercial estadounidense, Purl Lord Bell, reconocía la

ventaja de las compañías europeas en los siguientes términos: "Al

momento actual los intereses británicos predominan fuertemente. De las

12 compañías petroleras con propiedades en Venezuela, al menos 7 están

bajo control británico, los más de los casos a través de la Royal Dutch

Shell" (BELL, 1922: 94-95, traducción propia).25

Pero el fin de la Gran Guerra y la “danza de las concesiones”, como la

llamara Rómulo Betancourt, otorgadas muchas a testaferros criollos en

la corte del Benemérito en Maracay, terminaron por favorecer a las

compañías gringas, que para 1928 representaban 65 por ciento de las

inversiones foráneas (BETANCOURT, 1956: 25-44; ESTABA Y

ALVARADO, 1985: 129, 138, 141). Controlando la Compañía

Venezolana de Electricidad, el capital estadounidense también poseía la

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Maracaibo Electric Light, filial de la Electric Bond and Share, mientras

el capital británico cedía su predominancia en tranvías y ferrocarriles

(ESTABA Y ALVARADO, 1985: 140). En medio de ese cambio de piel, el

sostenido ascenso de la actividad petrolera como rubro de exportación –

superando al café en 1926 - llevó a promulgar la primera Ley de

hidrocarburos en 1920, con reglamento aprobado ocho años más tarde

(MARTÍNEZ, 2002: 19, 29).

12. Desde la década de 1910 las compañías petroleras asentadas en

occidente habían construido, como resume Cilento, “trochas

‘petrolizadas’ que comunicaban los diversos campamentos con las áreas

de trabajo, los campos de pozos, o que corrían paralelas a los oleoductos,

hasta sus terminales en los muelles lacustres o fluviales” (CILENTO,

2001: 138). Mientras se hacían de uso más público, esas “carreteras

negras” fueron pavimentadas con una mezcla de petróleo crudo y arena,

la cual fue conocida como black top (OLIVAR, 2014: 58-9). Eran

transitadas “por vehículos automotores de carga, acondicionados

especialmente para el transporte de personal y medios relacionados con

la extracción y refinación del petróleo”; estos vehículos llamados

“camiones”, como continúa Olivar, “fueron de gran utilidad para la

moderna industria que levantaba a su alrededor una compleja

infraestructura de vastas proporciones” (OLIVAR, 2014: 43).26

Esa red incipiente de carreteras negras se tejía en torno a campamentos

surgidos al calor de la explotación, así como de viejas aldeas trocadas en

“ciudades del petróleo”: La Rosa, Mene Grande, Bachaquero, La Paz,

Cumarebo, Cabimas, Lagunillas-Ciudad Ojeda y Punto Fijo; estas tres

últimas aparecían en el censo de 1941 con poblaciones de 18.278, 14.574

y 1.258 habitantes, respectivamente (ESTABA Y ALVARADO, 1985: 177-

178; NEGRÓN, 2001: 78). Cuando el ferrocarril La Ceiba-Motatán dejo

de funcionar hacia 1940, las empresas petroleras y el gobierno

prolongaron esas carreteras negras hasta Agua Viva y Valera, lo cual

permitió empalmar con la carretera Trasandina; a partir de entonces fue

posible viajar en automóvil de Maracaibo a Caracas (CILENTO, 2001:

126-127). Empalme similar ocurrió con la carretera entre los Puertos de

Altagracia y Mene de Mauroa, originalmente construida por compañías

británicas en la década de 1920; aunque sin pavimentar, la prolongación

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hasta Coro, Puerto Cumarebo, Tucacas y Puerto Cabello, permitió

finalmente conectar con Caracas hacia 1940 (CILENTO, 2001: 127).

Las mejoras de las compañías petroleras desde los yacimientos zulianos

fueron reforzadas por el gobierno y los particulares desde las ciudades

con obras de comunicación y saneamiento; varias de ellas acrecentaron

el rol de Maracaibo como puerto y centro administrativo, con una

población que pasó de 46.706 habitantes en 1920 a 110.010 en 1936 y

121.601 en 1941 (NEGRÓN, 2001: 76).27 Así por ejemplo, en 1912 se

dispuso el proyecto de carretera Maracaibo-Perijá, a cargo de los

ingenieros Pablo Miguel González y Rafael Seijas Cook, bajo la

supervisión del MOP, y la Junta de Fomento integrada por el general

Pablo Quintero, el coronel Pedro Alí Morales y J. J. Navarrete Molina

(ARCILA, 1961, II: 154-155). Tras un proyecto de canalización de la

barra de Maracaibo, propuesto en 1910 por C. Norman Clark, otro

estudio de canalización fue elaborado por Jesús Muñoz Tébar, aparecido

al año siguiente en el primer número de la Revista Técnica del Ministerio

de Obras Públicas (ARCILA, 1961, II: 416-428). Finalmente, en 1927 se

firmó un contrato con The Raymond Concrete Pile Company para los

muelles del puerto de Maracaibo, el cual estuvo a cargo del ingeniero

Luis Eduardo Power como representante del MOP, quedando la primera

sección lista en febrero de 1929 (ARCILA, 1961, II: 348).

13. A pesar del descubrimiento, en 1913, del campo de Guanoco, en el

estado Sucre, por parte de la New York and Bermúdez Co., todavía para

1920 estaban domiciliados en el Zulia 835 de los 1.312 contratos de

concesión; de los siete campos petroleros en explotación – aparte de La

Alquitrana – seis gravitaban en la cuenca de Maracaibo y tan solo el de

Guanoco en la de Maturín (MARTÍNEZ, 1997: 616-617). Pero las

posibilidades petroleras de otras regiones fueron potenciadas por

cambios en el marco legal, promovidos por el ministro de Fomento,

Gumersindo Torres, tales como el Decreto reglamentario de carbón,

petróleo y substancias similares (1918) y la ya mencionada Ley de

hidrocarburos de 1920 (MALDONADO, 1997: 126). También mediante la

creación, el 22 de julio de 1923, de la Compañía Venezolana del Petróleo

(CVP), dirigida por el coronel Roberto García, el doctor Rafael González

Rincones y el ingeniero Lucio Baldó Soulés como director técnico. Al

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tiempo que frenar la discrecionalidad e irregularidades en el

otorgamiento de concesiones, la CVP se encargaría de compilar

información, trazar líneas maestras y racionalizar la explotación

petrolera, incluyendo la incorporación de las regiones central y oriental

del país, rezagadas hasta entonces (MADONADO, 1997: 129).

Tras 15 años de esfuerzos exploratorios en la cuenca de Maturín, en junio

de 1928 el pozo Moneb 1, cerca de Quiriquire, asomó la vasta

acumulación petrolífera en el piedemonte de la cordillera oriental; fue

seguido en 1931 por el campo Cumarebo y el primer pozo de la cuenca

de Barinas; en enero de 1936 por La Canoa 1, al norte del río Orinoco;

y en 1938 por el yacimiento de Jusepín, en el estado Monagas

(MARTÍNEZ, 1997: 617-618; CILENTO, 2001: 134). Mientras se avanzaba

en varias regiones, la producción continuó en aumento: de 12 mil barriles

diarios en 1923, se pasó a 372 mil en 1929 y 500 mil en 1940

(MALDONADO, 1997: 127). El material compilado por la CVP permitió

representar al país en la Primera Exposición y Congreso Internacional

de Petróleo, celebrada en Tulsa, Oklahoma, en 1923, con mapas,

fotografías, cortes y muestras geológicas y de petróleo en los campos,

así como productos refinados (MALDONADO, 1997: 129). Entre estos se

contaban los materiales de pavimentación, los cuales permitieron que las

carreteras gomecistas, además de variantes del macadán y el concreto,

contaran con el asfalto y el afirmado de granzón (JAHN, 2001: 188).

Los descubrimientos en oriente reforzaron el rol de Barcelona y Maturín

como centros administrativos, con poblaciones que pasaron de 9.864 y

7.498 habitantes en 1936, respectivamente, a 12.370 y 10.705 en 1941

(NEGRÓN, 2001: 76-78). Ya en 1912 fue decretada la construcción de las

carreteras Barcelona-Soledad y Maturín-Caño Francés, a cargo de los

ingenieros Francisco Gascue Anderson y Lorenzo González Villasmil,

respectivamente; el tramo Barcelona-Maturín fue puesto en

funcionamiento en 1914 (ARCILA 1961, II: 161). Habiendo sido

decretada en 1925 la extensión de la carretera Caracas-Guarenas hasta

Anzoátegui, la articulación con el resto de la Carretera Oriental se

completó en la década de 1920 (ALLEGRET, 1997: 604). Tras la

conclusión, en 1939, del oleoducto que transportaba el crudo de

Quiriquire y Jusepín hasta Caripito, a finales de la década siguiente entró

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en funcionamiento la vía que enlazaba estas localidades con Maturín y

conectaba con la carretera Barcelona-El Tigre (CILENTO, 2001: 134).

Este último fue uno de los poblados de mayor transformación en la

región oriental, tal como registró Miguel Otero Silva en Oficina No. 1

(1961) (ALMANDOZ, 2002-19, II: 29-33); ni siquiera apareciendo en el

censo de 1936, para el 41 lo hacía con 10.140 habitantes, en parte debido

a su base agropecuaria (ESTABA Y ALVARADO, 1985: 178-179).28

No obstante la ampliación regional y las mejoras en comunicaciones ya

referidas,29 el Zulia continuó siendo el gran beneficiario del oro negó,

mientras su capital era mejorada con la inauguración, en 1929, del

aeropuerto Grano de Oro - diseñado por los arquitectos Alejandro

Chataing, Luis Eduardo Chataing, Luis Malaussena y Carlos Raúl

Villanueva - al tiempo que Venezuela figuraba en rutas internacionales

de Pan American Airways (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 279). En 1932

fue reinaugurado el teatro Baralt, según proyecto del arquitecto León

Höet, así como inaugurado el Hospital de Niños; seis años más tarde

correspondió al hospital Civil de Maracaibo (1938), construido por la

Lago Petroleum Corporation, la Standard Oil e International Petroleum

Co., todas bajo la supervisión del MOP (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 111,

192, 194).30

Y allende el Zulia y las regiones petroleras, también Caracas comenzó a

beneficiarse de la bonanza petrolera desde mediados de la década de

1920; para entonces, como veremos en la próxima sección, comenzó a

ser levantado el legendario castigo impuesto por el Benemérito tras su

mudanza a Maracay.

Agenda caraqueña del gomecismo: de las obras centenarias al Banco

Obrero

14. Con una población estimada de 92.212 habitantes para 1920, la

desairada Caracas de Gómez estaba muy por detrás de las grandes

capitales latinoamericanas que habían alcanzado los 100 mil desde

comienzos de siglo (ALMANDOZ, 2017: 217-220). En el marco de una

Venezuela agrícola con escasa primacía urbana, la capital administrativa

solo mostraba un crecimiento natural, sin sufrir todavía el impacto de la

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migración rural e internacional que atraería la economía petrolera

(CARVALLO Y HERNÁNDEZ, 1983: 29-30). Con un total de viviendas que

apenas había subido de 13.349 en 1891 a 13.476 en 1920, prueba

dramática del estancamiento físico de la ciudad era la proliferación de

corralones o casas de vecindad, escenarios de muchas de las endemias

sociales denunciadas por Razetti y otros médicos venezolanos.

Alcanzando la densidad promedio de 18 habitantes por casa, unos 410

tugurios de este tipo alojaban cerca de 7.533 habitantes, esto es, un 10

por ciento de la población estimada de la capital para 1916 (ACOSTA,

1967: 552, 775, 878; PERNA, 1981: 110-111; MORALES ET AL, 1990: 51-

52, 91). En esas casas de vecindad abundaban trabajadores e inmigrantes

que daban al centro de aquella Caracas, al decir de Guillermo José

Schael, la atmósfera de una novela de Pío Baroja (SCHAEL, 1958: 202-

203).

Esa imagen sombría fue acentuada por la leyenda urbana del castigo de

Caracas, tras mudarse Gómez a Maracay en 1909 (NEGRÓN, 1991: 147).

Convertida en corte adonde desfilaron los acólitos del régimen en busca

de favores y concesiones petroleras – la “Ciudad Jardín” exhibió obras

significativas, como la Escuela de Aviación (1920), el hotel Jardín

(1928) y la Maestranza (1930), diseño temprano de Carlos Raúl

Villanueva a su regreso a Venezuela, así como el aburguesado sector Las

Delicias, balanceado con desarrollos más populares del Banco Obrero

desde 1928 (MALDONADO, 1997: 107-108).

A pesar del supuesto castigo, así como del referido rezago de las obras

ornamentales en las memorias del MOP (1910-1936), no había sido

descuidada del todo la Caracas del Benemérito, especialmente

considerando las efemérides centenarias. En 1910 fue reformada la

Universidad Central, a cargo de los ingenieros Carlos Toro Manrique y

Luis Soriano (ARCILA, 1961, II: 506). También fue construido el

pabellón de Cirugía e Instituto Anatómico del hospital Vargas, entre

1910 y 1911, cuyo proyecto fue diseñado y ejecutado por los ingenieros

Manuel Felipe Herrera Tovar y Torcuato Ortega Martínez (ARCILA,

1961, II: 538).

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En julio de 1910 fue decretada la construcción de los edificios de

Telégrafos y Teléfonos Nacionales y Biblioteca Nacional, a cargo del

ingeniero Luis Briceño Arismendi y el arquitecto Alejandro Chataing,

respectivamente; asimismo fue decretada en 1910 la reconstrucción de

la casa natal del Libertador, confiada al ingeniero Vicente Lecuna, todas

obras supervisadas por el MOP (ARCILA, 1961 II: 543). Las

conmemoraciones del centenario republicano fueron completas en 1911

con reformas al Panteón Nacional, a cargo del mismo Alejandro

Chataing, quien también diseño, al año siguiente el Archivo General de

la Nación, primer edificio de concreto armado con más de dos pisos

(ARCILA, 1961, II: 339-341, 504).

Para la burguesía de la Bella Época, en 1908 fue inaugurado el

hipódromo de El Paraíso, completado en 1910 por el puente y la avenida

19 de Diciembre, de un kilómetro de largo por doce metros de ancho, así

como por el también mencionado monumento de la India, inaugurado el

24 de junio de 1911, obra de Eloy Palacios (VERA, 1995: 45; ARCILA,

1961, II: 476, 478). En aquella capital donde la tauromaquia era motivo

preferido del renacido gusto español, en 1919 fue inaugurado el Nuevo

Circo de Caracas: desplegando el diseño de Chataing una arquitectura

neo-mudéjar, tan en boga a la sazón, la estructura del coso, a cargo de

Luis Muñoz Tébar, experimentó por vez primera con un sistema

constructivo de malla de acero y losas de concreto en gradería fraguadas

in situ (MALDONADO, 1997: 104; MARÍN, 2006).

Ya en años petroleros, Caracas comenzó a evidenciar su recuperación

demográfica: con una población que saltó a 135.253 habitantes para

1926, el incremento relativo desde 1920 alcanzó al 39,48 por ciento,

aumento considerable en relación al crecimiento de 22,86 entre 1891 y

1920 (Quinto censo…, 1926, III: 841; MINISTERIO DE FOMENTO, 1939,

I: 19). Resultante de la segregación funcional y social de la capital, el

centro tradicional experimentó una densificación adicional del comercio

y otros servicios generados por las nuevas actividades económicas

(STANN, 1975: 47). Ya al promediar la década de 1920, el ingreso

petrolero y el pago de las deudas internacionales de Venezuela hicieron

posible que la administración gomecista levantara el así llamado "castigo

de Caracas" (NEGRÓN, 1991: 147). En términos de infraestructura, el

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servicio eléctrico de la capital fue extendido al punto de que la

distribución callejera de postes hubo de ser regulada por el gobierno

local. Con un nuevo sistema de cloacas de concreto comenzado en 1919,

con los acueductos siendo reparados y las calzadas pavimentadas

(RODRÍGUEZ ESPINOZA, 1939: 133-140, 287-295), la infraestructura

capitalina comenzó a ser satisfactoria, al menos de acuerdo al reporte

enviado a Washington por el comisionado Bell (BELL, 1922: 31, 121).31

Sin embargo, más allá de esas mejoras, tres capítulos quedaban

pendientes y conformarían la agenda urbana de la Caracas redimida en

las postrimerías del gomecismo, a saber: tráfico, expansión urbana y

vivienda, los cuales conviene distinguir, aunque se desarrollaran

entreveradamente.

"Les marques sont toutes américaines; les voitures françaises, qui

furent pourtant les premières introduites au Venezuela avec la

Dion, le Planchard, la Lorraine, ont disparu et sont remplacées

aujourd'hui par des automobiles Ford, Chevrolet, Buick, Packard

et Lincoln, etc.".

Jean-Louis Lapeyre, Au pays du Gomez, pacificateur du

Venezuela (1937)

Carros, tráfico y transporte

15. El automóvil fue bullente regalo del siglo XX a las tranquilas calles

capitalinas. Como siguiendo la estela de “la primera máquina de tres

velocidades con motor de ocho caballos,” importada por Isaac Capriles

desde Estados Unidos en 1904 (OLIVAR, 2014: 38), el "carro" pasó a ser

artefacto asociado con la égida norteamericana del progresismo

gomecista. Ya para los Años Locos el nuevo fetiche era idolatrado por

caraqueños de la así llamada "generación Ford", quienes constituyeron,

desde 1913, un Automóvil Club dirigido a promover el novedoso medio

de transporte, turismo y deporte (MORALES, 2001: 98).

Acaso viendo desfilar coches flamantes entre Maracay y Caracas,

encabezados por el Lincoln obsequiado por el presidente Herbert Hoover

al Benemérito, ya para comienzos de la década de 1920, el comisionado

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Bell consideró que "la única competencia activa" esperada por los

fabricantes estadounidenses en el mercado venezolano era de sus rivales

alemanes o italianos, estos últimos ayudados por la apertura de la

primera agencia Fiat en Caracas (BELL, 1922: 356; NAZOA, 1977: 228;

SCHAEL, 1966: 176; SCHAEL, 1968: 104). Porque los carros franceses ya

habían sido desplazados de las asfaltadas carreteras gomecistas al

promediar la década de 1930, según lo reconociera el viajero Jean-Louis

Lapeyre: "Las marcas son todas americanas; los coches franceses, que

fueron sin embargo los primeros introducidos en Venezuela con la Dion,

el Planchard, la Lorraine, han desaparecido y son reemplazados hoy en

día por los automóviles Ford, Chevrolet, Buick, Packard y Lincoln, etc."

(LAPEYRE, 1937: 76, traducción propia, FIG. 8).

Además de la renovación tecnológica, en parte como respuesta a la

prioridad conferida por el gomecismo al nuevo medio de transporte, el

número y la diversidad de vehículos a motor creció considerablemente

en Caracas y el interior. En proporción a la población del país, Georges

Lafond – otro viajero francés de mediados de la década de 1920 - estimó

que el parque vehicular rodante en las vías venezolanas superaba

"sensiblemente al de muchas de las naciones europeas" (LAFOND, 1927:

39, traducción propia, FIG. 8). Para mediados de los roaring twenties,

tan solo en Caracas estaban expedidas 1.067 licencias para los chauffeurs

de más de mil carros privados, además de los cien para alquilar; también

habían 816 licencias para coches, 158 para tranvías y 65 para autobuses

públicos circulantes desde 1912, sin excluir 1.900 licencias para carretas

(BELL, 1922: 223; SCHAEL, 1969: 199).

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FIG. 8. Portadas de las ediciones de Jean-Louis Lapeyre, Au pays de

Gomez, pacificateur du Venezuela (1937) y Georges Lafond L’Amérique

du Sud. Venezuela. Guyanes. Paraguay. Uruguay (1927). Tomado de

LAPEYRE (1937) y LAFOND (1927).

16. Antes de la revolución automovilística, las administraciones

posteriores al guzmanato se habían preocupado por el transporte público

principalmente en tanto expresión civilizada de la pequeña capital.

Todavía para finales de siglo, la Inspectoría de Coches, Carros y

Tranvías - la cual había reportado anualmente a la Gobernación del

Distrito Federal (GDF) desde mediados de la década de 1890 - urgió una

nueva ordenanza en relación al servicio de carruajes, porque este no

estaba en consonancia con el nivel de civilización de los caraqueños

(GDF, 1899: 43-44). Ya en vísperas de la partida de Castro, el gobierno

del departamento Libertador promulgó un Reglamento de tranvías,

automóviles, velocípedos y carros (CMDF, 1908). Pero la progresista

administración de Gómez tuvo que ser más rápida en pasar nuevos

instrumentos dirigidos a atacar los crecientes problemas del tráfico

caraqueño por razones de circulación misma. Un nuevo Reglamento de

coches, automóviles, tranvías, velocípedos, motocicletas, camiones y

carros fue expedido por el departamento Libertador en 1913; un año más

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tarde, otro reglamento estableció controles adicionales sobre la

circulación de carros y minibuses, en vista de la estrechez de las calles

capitalinas (CMDF, 1913; CMDF, 1914).

Durante la década de 1920, otros instrumentos municipales

intensificaron los controles: la Ordenanza sobre coches, tranvías,

automóviles, carros, biciclos, etc., etc., de 1920, fue seguida por

similares en 1922 y 1924, las cuales abarcaron el resto del Distrito

Federal (CMDF, 1920; CMDF, 1922; CMDF, 1924). La Ordenanza

sobre tráfico urbano de vehículos de 1927 restringió la circulación de

carros a una velocidad máxima de 25 km/h, y la de los autobuses y

camiones a 20, mientras que a las motocicletas se les permitió hasta 30

km/h; se establecieron nuevos sentidos y reglas de circulación, así como

el aparcamiento fue prohibido en algunas esquinas del congestionado

centro; restricciones adicionales fueron establecidas a este respecto hasta

que una nueva Ordenanza sobre circulación urbana de vehículos fue

promulgada en 1931 (CMDF, 1927: arts. 30-32; CMDF, 1931). Y los

controles de su sucesora de 1933 respondían al barullo del centro

capitalino en las postrimerías gomecistas: a los primeros fiscales de

tránsito se les impuso controlar una velocidad máxima de 20 km/h en

carros y 10 en motocicletas; estas debían frenar al aproximarse a las

esquinas, muchas de las cuales habían sido redondeadas desde 1924

(CMDF, 1933: arts. 74, 103-105).

“La importancia del lugar donde debe fundarse una ciudad, así

como aquel al cual deben extenderse las ya existentes, exige

cuidado especial…”.

Carlos F. Linares, "Consideraciones acerca del lugar hacia el cual

debe extenderse la ciudad de Caracas" (1912)

Expansión urbana

17. La expansión de su ciudad había sido cuestión que atrajo interés de

algunos caraqueños desde finales del siglo XIX, cuando las zonas

residenciales del norte, así como El Paraíso al suroeste, configuraban un

panorama de incipiente pero incontrolada extensión. Era un problema

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que ya preocupaba al Ingeniero Municipal E. Gómez Franco en su

reporte de 1896 ante la Gobernación:

Es urgente que la Municipalidad preste atención a este asunto y

que ordene la delineación de nuevas calles hacia las afueras de

la ciudad, el estudio de las obras de arte indispensables para

unirlas á las existentes, la formación, en fin, de un proyecto de

ensanchamiento que satisfaga debidamente las exigencias de una

ciudad que ha alcanzado ya la altura de Caracas, tanto por el

aumento de su población como por el desarrollo de sus industrias

(GDF, 1897: 261).

Al igual que el ingeniero, a comienzos del nuevo siglo muchos de los

habitantes vislumbraban el suroeste y el norte como las direcciones más

naturales para la extensión de la capital; sin embargo, la nueva

conciencia sanitaria cambiaría el enfoque artístico que la municipalidad

parecía dar a la cuestión. Ya en 1904, el médico Arturo Ayala había

señalado que las facilidades de provisión y disposición de aguas eran

factores insoslayables al seleccionar el terreno para la extensión de las

ciudades (AYALA, 1904: 6). Pero fue el ingeniero Carlos E. Linares

quien, en un artículo publicado en 1912 en la recién creada Revista

Técnica del MOP, formuló el problema de la extensión urbana en los

términos requeridos por el nuevo enfoque higienista:

La importancia del lugar donde debe fundarse una ciudad, así

como aquel al cual deben extenderse las ya existentes, exige

cuidado especial, pues debe atenderse para ello, en primer

término, á la salubridad del punto que se escoja; lo que implica la

facilidad de conseguir agua potable, sin gran costo, y suficiente

para abastecer la población radicada y flotante que existe en la

ciudad y sus alrededores, así como también para las industrias que

se establezcan, riego de plazas y demás arboledas necesarias para

el embellecimiento de éstas; á la facilidad del establecimiento de

acueductos, cloacas y calles amplias y de poca pendiente; á la

comodidad y economía de las construcciones; y en fin, á todo

aquello que tienda á hacer saludable, cómoda y bella la ciudad y

á facilitar el desarrollo de sus industrias (LINARES, 1912: 153).

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En vista de los factores mencionados, el autor consideraba que los

terrenos irregulares del norte no eran apropiados ni ventajosos para la

extensión de la capital, mientras que los poblados del este sí satisfacían

las condiciones "para delinear un pintoresco y uniforme ‘Nuevo

Caracas’”. Manifiesta su elección, Linares procedía entonces a

justificarla en términos de calidad del terreno, factibilidad para

construcciones, salubridad, cloacas y provisión de agua, todo ello

fundamentado con abundantes estadísticas y vocabulario técnico

(LINARES, 1912: 153-156).

18. Además de los argumentos sanitarios, entraba en juego la dinámica

expansiva de Caracas, vertebrada a lo largo de la carretera del Este. El

primer trazado de esta había sido inaugurado en mayo de 1873,

acogiéndose a los cálculos de los ingenieros Agustín Aveledo y Manuel

María Urbaneja, bajo la supervisión de Francisco de Paula Torres (La

carretera del Este, 2001: 135). Sobre ese trazado original, y siguiendo el

decreto de junio 24 de 1911, junto a los reportes de los ingenieros

Manuel León Quintero, Germán Jiménez y Manuel Cipriano Pérez, la

carretera fue macadamizada, procurando “así el tráfico rápido y fácil de

carretas ordinarias y vehículos automotores” (La carretera del Este,

2001: 136). Aunque tal labor no estaba completada en sus planes

originales hasta Caucagua, ya para 1916, Luis Eduardo Power

proclamaba con orgullo gomecista:

La importante vía de que nos venimos ocupando tiene hasta

Guatire más de 48 kilómetros; de ellos hay, hasta el presente, 36

kilómetros completamente traficables y diariamente traficados,

con gran proyecto y beneplácito del público, pues propietarios y

jornaleros no cesan de rendir sincero, espontáneo y justiciero

aplauso y homenaje al Benemérito Patriota, quien al realizar sus

grandes proyectos contribuye como primer factor al desarrollo,

prosperidad y civilización, no sólo al centro de la República sino

también de sus más apartadas regiones (La carretera del Este,

2001: 137-138).

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Por otro lado, desde la segunda década del siglo, el carro había permitido

a los caraqueños pudientes veranear en "casas de campo" en poblados

del este, mientras conservaban sus residencias urbanas en el centro, tal

como se describe con frecuencia en las excursiones y picnics de las

novelas contemporáneas, desde Peregrina (1922) de Manuel Díaz

Rodríguez, hasta Fiebre (1939) de Miguel Otero Silva (ALMANDOZ,

2002-2019, I: 127-132). Pero la extensión oriental vino a ser asumida

como opción más permanente desde comienzos de la década de 1920,

con la promulgación de un decreto que favorecía el ensanche de Caracas

en esa dirección, entre el río Guaire y la carretera del Este (GDF, 1921:

263-265; GONZÁLEZ DELUCA, 1994: 188-190).32

19. Las medidas y las obras para mejorar la carretera del Este apuraron

las iniciativas de promotores privados para urbanizar antiguas haciendas

aledañas, lo cual era una respuesta concreta a la necesidad de las clases

altas y medias de escapar del deteriorado centro. Fue entonces cuando

empresarios como Luis Roche, Santiago Alfonzo Rivas y Juan Bernardo

Arismendi iniciaron la construcción de Maripérez, La Florida (1929), El

Recreo, Country Club (1928), La Campiña, Campo Alegre (1930), Los

Palos Grandes (1933), Los Chorros y Sebucán, entre otras

urbanizaciones al este del centro (MORALES ET AL, 1990).

En las eclécticas "quintas" de las nuevas "urbanizaciones", un nuevo

grupo de arquitectos estudiados en el exterior pudo complacer el apetito

innovador de la próspera burguesía gomecista. El español Manuel

Mujica Millán y el venezolano Carlos Guinand Sandoz sedujeron a sus

clientes con las quintas "neocoloniales", "neobarrocas" y "vascas", en

tanto recreación chic del así llamado mission style de California (PÉREZ

RANCEL, 1995). También se experimentó con nuevas tipologías

urbanísticas: El Country Club fue contratado a la empresa Olmsted

Brothers – la misma responsable por el diseño del Central Park de Nueva

York – expandido en torno a la casona diseñada por Guinand Sandoz, en

una “atmósfera monacal” propia del nuevo estilo (COLMENARES, 1989:

80-88). Por su parte, Mujica concibió la urbanización Campo Alegre

como un desarrollo de “ciudad jardín”, presidida por la iglesia de estilo

neocolonial, similar a la renovación que hiciera del Panteón Nacional en

1930 (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 115; MUÑOZ, 2000:120).

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En el centro menos residencial pero más bullente, Guinand Sandoz y

Gustavo Wallis diseñaban los primeros cines de Caracas, partiendo de

su versión tropical del estilo internacional y del cubismo arquitectónico

(GASPARINI Y POSANI, 1969: 302, 313-319; PÉREZ RANCEL, 1995: 103).

Destacó el teatro Principal, diseñado por Wallis entre 1928 y 1931, el

cual estuvo entre los primeros con estructura metálica, tratamiento

acústico y 1.000 butacas de aforo (BARRIOS, 1992: 24; GAN, 1998: 192),

así como el Coliseo y el Continental, de Mujica Millán, ambos

inaugurados en 1934 (MALDONADO, 1997: 112).

El abigarrado eclecticismo de esa sociedad que cambiaba su modo de

vida se desplegaba asimismo en la decoración interior de nuevas

viviendas y clubes. Durante los Años Locos, Bell fue invitado a

residencias de gente acomodada, cuyos recibos eran "como un salón

francés, con alto techo, pesados tapices, pesadas cortinas de encaje con

tapicería sobre las colgaduras, muebles tapizados y estatuillas de

porcelana, grandes espejos de pared dorados a la francesa, y así por el

estilo..." (BELL, 1922: 25, traducción propia). Algunos años más tarde,

durante su visita al campo de golf y el "excelente bar americano" del

Country Club, lady Dorothy Mills pareció sonreír ante la rara

combinación de estilos en uno de los rendez-vous más exclusivos de la

Caracas gomecista, diseñado por Guinand Sandoz: "palos de golf y

cocteles lucían como una extraña incongruencia en un marco copiado de

un viejo monasterio español, alto y sombrío, de caoba oscura y mosaicos

delicadamente coloreados" (MILLS, 1930: 16, traducción propia).

Por algunos años más, El Paraíso siguió recibiendo familias migradas

del centro, cuyo éxodo fue favorecido por ya mencionadas obras para el

primer suburbio caraqueño, tales como la extensión de las líneas de

tranvía y de la avenida 19 de Diciembre (ARCILA, 1961, II: 476, 478).

La palaciega mansión “Las Acacias”, construida por Chataing para la

familia Boulton, todavía señoreaba el paisaje en el crepúsculo de la Bella

Época (MALDONADO, 1997: 104). Pero los presentes gubernamentales y

el glamour burgués parecían mermados al comenzar la década de 1930,

cuando Edgard Pardo Stolk se quejó de la insalubridad del río Guaire

como la gran causa del abandono de El Paraíso en tanto principal

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"ensanche lógico de Caracas", mientras urgía obras sanitarias para

mantener el estatus residencial del área (PARDO, 1934: 1204; VERA,

1935: 39-40).

Pero el otrora suburbio de caché ya no marcaba la pauta de

desplazamiento de la burguesía: tras Linares incorporar criterios

higiénicos y técnicos al análisis de la expansión urbana, la élite

caraqueña migró definitivamente hacia el este, pero esta vez con garantía

técnica y aprobación oficial. La capital venezolana rompió así una

tradición continental de crecimiento en pos del primer paso de las clases

altas, pauta que fuera respetada en la mayoría de sus congéneres

latinoamericanas hasta la década de 1930, tanto en términos

residenciales como comerciales (AMATO, 1970; ALMANDOZ, 2017: 170-

172, por ejemplo). En Caracas, la expansión residencial hacia el este fue

seguida por las actividades comerciales, las cuales redujeron su densidad

en el centro y rompieron la predominancia de la calle del Comercio, que

había permanecido como principal eje de negocios en sentido norte-sur

desde los tiempos guzmancistas (MORALES ET AL, 1990: 49-52).

Resultando en un patrón de patchwork, o "colcha de retazos",

reminiscente de la expansión urbana de Londres en el siglo XIX, las

nuevas urbanizaciones del este fueron temprana manifestación de los

intereses de la empresa privada en el desarrollo de la capital del país

petrolero (ZAWISZA, 1985: 44; ZAWISZA, 1989a: 22).

Vivienda masiva, reformas profesionales y legales

20. Desde comienzos del nuevo siglo, el médico Francisco Rísquez ya

estaba consciente de que el problema de vivienda de las clases pobres

había pasado a ser una de las principales cuestiones de la agenda urbana

en Europa y Norteamérica. Al explicar a la Sociedad de Ciencias de

Málaga cómo mejorar las condiciones higiénicas del ambiente de la clase

trabajadora, el cónsul venezolano animó a los españoles a constituir

asociaciones habitacionales como las que funcionaban en Londres, París,

Nueva York, Chicago, Filadelfia, e incluso en Buenos Aires, todas las

cuales habían logrado construir viviendas de bajo costo según los nuevos

estándares sanitarios y arquitectónicos (RÍSQUEZ, 1909: 40). Mientras

tanto, la única respuesta de la administración de Castro al problema

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parece haber sido la exoneración a constructores del impuesto de

importación de materiales, para así reducir los costos. Tras la llegada de

Gómez al poder, otras medidas fueron adoptadas para mejorar las

viviendas de la clase trabajadora en Caracas: en 1910 la GDF trató de

controlar las condiciones higiénicas de los alojamientos antes de que

fueran alquilados; en 1913 se firmó un contrato con empresarios

privados para construir "casas económicas e higiénicas para las clases

obreras de esta ciudad"; y un nuevo Reglamento de casas de vecindad,

promulgado en 1919 y actualizado en 1921 y 1926, abordó el problema

de las viviendas de alquiler en el centro de la capital, ya abarrotadas con

recién llegados (ACOSTA, 1967: 776-777).33

Los promotores privados también trataron de satisfacer las necesidades

habitacionales de la clase trabajadora. Para mediados de la década de

1920, Luis Roche y Juan Bernardo Arismendi desarrollaron

urbanizaciones populares que extendieron el patrón del centro

tradicional, tales como Los Caobos y las 400 unidades de San Agustín

del Norte (1925), que al ser promocionada como "El Ensanche", pasó a

estar asociada con la propuesta de Ildefonso Cerdá en Barcelona. Al

mismo tiempo, los sindicatos que agrupaban nuevos contingentes de

trabajadores urbanos llegaron a ser clientes importantes de proyectos

como los de Nueva Caracas o Prado de María, Los Cármenes y Los

Jardines, los cuales expandieron la capital en direcciones diferentes a las

del este burgués (DI PASQUO, 1985: 74 y sig.; GARCÍA, 1985: 44-48).

Todos estos proyectos evidenciaban la necesidad de un organismo

oficial que se ocupara de la construcción de viviendas de bajo costo para

las crecientes demandas de la clase trabajadora en la capital petrolera.

La respuesta oficial de la administración gomecista vino de la ley

presidencial expedida en junio de 1928 - el mismo año de la revuelta de los

estudiantes y de la creación del Banco Agrícola y Pecuario (BAP) –

mediante la cual fue instituido el Banco Obrero (BO); provisto con un

significativo capital para invertir en préstamos a "obreros pobres" que

fueran a comprar "casas de habitación urbanas", los fondos oficiales

también podían ser utilizados en la construcción de viviendas a ser vendidas

a crédito a esos trabajadores (Ley de Banco Obrero, 1928: art. 6).

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La idea original de José Ignacio Cárdenas – designado ministro del MOP

en 1927, tras haber estado como diplomático en Holanda y Francia entre

1920 y 1925 - era incrementar el presupuesto de su cartera para vivienda

pública, aunque el nuevo banco terminó funcionando como un

prestamista oficial. En este sentido, el BO pronto atrajo a reconocidos

promotores como Roche, Arismendi y Alfonzo Rivas para desarrollar

masivos proyectos en áreas populares de Caracas; solo entre finales de

la década de 1920 y comienzos de la siguiente, el banco financió más de

200 viviendas en San Agustín del Sur, 35 en Catia, 95 en Agua Salud y

72 en Los Jardines de El Valle (GARCÍA, 1985: 20-24, 40-41; MARTÍN,

1995: 87; PARDO STOLK, 1969; 51-52, FIG. 9). Algunos de estos

proyectos fueron vistos como adaptaciones locales de las nuevas

tendencias inglesas en desarrollo suburbano, desde las casas by-law

hasta los garden suburbs o garden cities; sin embargo, las similitudes

han sido establecidas sobre la base de la manera de promocionar los

proyectos, o sobre el hecho de que eran intentos por escapar del centro

deteriorado (LÓPEZ VILLA, 1996).

FIG. 9. Cartel promocional del desarrollo de San Agustín, Caracas, 1928.

Tomado de DE-SOLA (1967)

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Además de haber sido la primera agencia oficial creada en

Latinoamérica para enfrentar el problema de habitación pública, el BO

confirmó la parcial revocación del castigo impuesto por Gómez a la

capital; más allá de la transitoria reconciliación con los revoltosos de

1928, las viviendas del BO marcaron un paso significativo para acercar

la dictadura hacia un nuevo Estado de bienestar (MARTÍN, 1995: 84-87).

Y con ello puede decirse que terminaba el castigo de Caracas: mientras

las motocicletas y los automóviles tocaban corneta en el congestionado

centro de la ciudad, a la expansión urbana se le había dado rienda suelta

y a la vivienda pública se le había provisto de una plataforma

institucional.

21. El aparato legal y profesional del gomecismo para la ciudad fue más

allá de la creación del BO y la promulgación de nuevas ordenanzas. Las

ya mencionadas leyes de sanidad y obras públicas fueron completadas

con la Ley de ejercicio de las profesiones de Ingeniero, Arquitecto y

Agrimensor (1925), la cual trató de controlar algunas irregularidades en

la formación y competencias de los crecientes profesionales venezolanos

(Ley de ejercicio de las profesiones de Ingeniero, Arquitecto y

Agrimensor, 1925). En este sentido, valga recordar que, ante el cierre de

la universidad en 1912, se había creado, en 1916, la Escuela Superior de

Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, la cual graduó ingenieros en

1922; ello se produjo en paralelo con la revitalización del CIV, liderada

por Vicente Lecuna, incluyendo la publicación de la Revista del Colegio

de Ingenieros desde 1923 (MALDONADO, 1997: 117).

Al reabrir la UCV en 1922, tras años de supuestas reformas y conflictos

políticos, la Escuela de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales

apenas incluyó Arquitectura como un curso semanal de tres horas dentro

de los estudios de Ingeniería. Esta deficiencia curricular hizo que los

profesionales estudiados en el exterior resultaran más atractivos para los

principales clientes de proyectos arquitectónicos: el MOP y la burguesía

gomecista. La Ley de 1925 trató de corregir esta desventaja, forzando a

los recién llegados a presentar exámenes ante el CIV, aunque la situación

persistiría por algunas años (CARABALLO, 1986: 75-77). También la

nueva Constitución nacional de 1925 estableció que la provisión de

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servicios urbanos era la primera competencia de las municipalidades, las

cuales deberían "Organizar sus servicios de policía, abastos,

cementerios, ornamentación municipal, arquitectura civil, alumbrado

público, acueductos, tranvías urbanos y demás de carácter municipal";

en relación a la higiene, las competencias municipales serían

compartidas con el gobierno federal (BREWER, 1985: 117-118).34

En lo concerniente a la administración de Caracas, en 1926 fue expedida

una nueva Ordenanza sobre policía urbana y rural que puede

considerarse actualización de su predecesora de 1910: con escasas

modificaciones en relación a arquitectura civil - tales como el

incremento de la capacidad mínima de las habitaciones, o el redondeo

de las esquinas para facilitar el tráfico - la principal contribución de la

ordenanza de 1926 fue quizás en términos de la supervisión de cloacas y

la disposición de desechos (CMDF, 1984: arts. 102-103, 119-124, 274-

277; 278-280). Esta última fue preocupación constante para la GDF, la

cual había contratado compañías privadas para el aseo urbano diario

desde 1912;35 una Ordenanza sobre aseo urbano y domiciliario también

había sido promulgada en 1919 (CMDF, 1919). Para mediados de la

década siguiente, la responsabilidad administrativa del servicio fue

encargada a la Oficina de Sanidad Nacional, hasta que la prestación vino

a ser compartida, desde comienzos de la década de 1930, entre la GDF

y la Dirección de Sanidad Nacional del Ministerio de Relaciones

Interiores (MRI) (ARCHILA, 1956, I: 167).36

En buena medida inspirada en el capítulo homónimo de su predecesora

de 1926, la breve Ordenanza sobre arquitectura civil de 1930 fue, por

una parte, un intento regulador de la expansión urbana de Caracas.

Confirmando que todos los edificios públicos y privados deberían

cumplir los requerimientos de saneamiento, ornamentación pública y

tráfico, la principal innovación de la Ordenanza de 1930 fue en lo

concerniente a procedimientos para la construcción de nuevas

"urbanizaciones"; a partir de entonces los proyectos tuvieron que ser

evaluados por la GDF en términos de provisión de espacios abiertos - 20

hectáreas de parques y plazas por cada una de construcción - provisión

de agua y anchura mínima de calles de 12 metros, algunos de cuyos

estándares podían ser modificados en casos de proyectos de viviendas

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obreras (CMDF, 1930: arts. 1-2, 59-63). Por otro lado, aunque algo

tardía, la ordenanza debe ser vista como confirmación de la

preocupación gomecista por la arquitectura civil y la ornamentación; si

bien expresada en forma quizá algo simplista y superficial, fue esa

misma preocupación gubernamental por el "embellecimiento de

Caracas" la que inspiró incontables órdenes y disposiciones para pintar

las fachadas de casas privadas y edificios públicos en vísperas de las

fiestas patrias.37

22. Aunque algunos de los nuevos instrumentos legales del régimen han

sido vistos como tímidos y retrasados, habiéndosele además acusado a

la Ordenanza de 1930 de formalizar la lucrativa práctica de la expansión

urbana (DI PASQUO, 1985: 37, 54), la contribución del gomecismo al

aparato urbano caraqueño debe ser puesta en perspectiva. Primero que

todo, aunque resultara de un debate previo que escasamente ha sido

considerado en aproximaciones al período (MARTÍN, 1994: 120), debe

recordarse que la ordenanza de 1910 fue un temprano logro del breve

pasaje de Gómez por la GDF. En segundo lugar, la Constitución de 1925

fue la primera que reconoció la agenda municipal de policía urbana, lo

cual debe ser visto como una contribución de gran alcance, mucho más

allá de los intereses del dictador, a pesar de la concurrencia que tal

reconocimiento originaría en términos de transporte (BREWER, 1980:

118; BREWER, 1985: 89). En tercer lugar, el aparato conceptual del

gomecismo también logró ensamblar y al mismo tiempo distinguir los

componentes del pre-urbanismo caraqueño en formación: aunque la

higiene ya no era competencia exclusiva de las municipalidades, tráfico,

vivienda, arquitectura civil y ornamentación lograron conservarse como

ingredientes sustanciales del venidero urbanismo venezolano. Así,

después de todo, a pesar de su suspicacia primitiva por las ciudades,

venciendo además su progresismo austero, el dictador montuno terminó

por preservar y enriquecer los principales componentes de la tradición

urbanística heredada del guzmanato.

Por todo ello, hay que ser cauteloso con la leyenda negra sobre el castigo

de Gómez hacia la capital. Aunque el sombrío panorama de la "Caracas

dormida" fue extendido por cronistas e historiadores hasta la década de

1930 (ARELLANO, 1972: 144, 152; GALEY, 1973: 111; MIJARES, 1975:

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155; POLANCO, 1983: 122-123; USLAR, 1969: 165), puede decirse que

la capital desairada por el dictador, desde su mudanza a Maracay, sí llegó

a experimentar cambios significativos durante las postrimerías de la era

gomecista. En la redimida Caracas de Gómez ya despuntaban los

primeros signos del urbanismo por cristalizar con el advenimiento

democrático. Pero el plan para Caracas, llamado a catalizar ese

urbanismo, no fue emprendido por el dictador, aunque la capital

evidenciaba desde hacía mucho los problemas que lo demandaban. El

primer plan urbano hubo de esperar el arribo de la democracia.

III Urbanismo local en el decenio de López y Medina

Crear ciudades nuevas, dotadas de los elementos indispensables

para la vida social y concentrar en ellas a los pobladores de los

caseríos y los hatos enfermos, a fin de que la nueva fuerza humana

así formada pueda vencer luego la resistencia mortal de la

naturaleza y explotar sus productos en provecho de la nación.

Ramón Díaz Sánchez, Transición (política y realidad en

Venezuela) (1939)

Transición política y geografía económica38

1. En su breve pero penetrante Transición (1937) – libro rapsódico en su

alcance nacional, como otros del novelista y ensayista – Ramón Díaz

Sánchez compendió muchos de los desafíos y cambios enfrentados por

Venezuela en el despertar democrático tras la muerte de Gómez. El

primero era la necesidad de luchar contra el comunismo como un

"imperativo histórico", al mismo tiempo que la de oponerse al "peligro

fascista" en aquellos tiempos tan turbulentos (DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 94,

102). Si bien la bonanza económica de la Venezuela petrolera la

diferenciaba, por un lado, del México de 1910 o de la Rusia de 1917; así

como, por otro, de la Europa que salía de la depresión apelando al

totalitarismo, había que prevenir sobre todo que los "gérmenes" de estas

ideologías expansivas incubaran "en las clases superiores de la sociedad,

en los núcleos más cercanos al poder" (DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 102, 114).

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Contemplando cuestiones más esperanzadoras en aquel tiempo de

transición venezolana, Díaz Sánchez señaló la importancia de la

migración nacional e internacional para actualizar la consigna "gobernar

es poblar", preconizada por Juan Bautista Alberdi en la Argentina de

mediados del siglo XIX (DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 172). La divisa pareció

inspirar a los gobiernos de Eleazar López Contreras (1936-41) – ministro

de Guerra y Marina y sucesor del Benemérito - e Isaías Medina Angarita

(1941-45), los cuales configuraron el decenio democrático que, si bien

“inconcluso”, permitió cambios tendentes al Estado de bienestar,

incluyendo la emergencia del urbanismo como función pública

(CHIOSSONE, 1989), cuestión central de este capítulo. Además de hacer

explícita, con el lema alberdiano, la preocupación positivista por la

selectividad de la inmigración foránea, reconoció don Ramón que

parecía la sociedad venezolana haber descuidado la "profunda obra

educacional" que era necesario sincronizar con tales procesos de cambio

(DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 172).

La dinámica económica y poblacional desbordó las recomendaciones de

Díaz Sánchez. El despertar de la "modorra demográfica" y el aumento

de la urbanización en la Venezuela de medados del siglo XX se debió en

buena parte al abandono de la economía agrícola que, como hemos visto,

fue progresivamente remplazada por la explotación petrolera al

promediar la era gomecista (BOLÍVAR, 1994: 189, 200). La Venezuela

de la década de 1930 era ya considerada como el primer exportador y el

segundo productor mundial de oro negro, fortuna de efectos encontrados

en las estructuras de un país que hasta entonces había permanecido entre

los más rezagados de América Latina. Por un lado, Venezuela contó,

desde finales de los años veinte, con disponibilidad fiscal para pagar las

deudas internacionales e incrementar el gasto en infraestructura de

saneamiento y comunicación, por solo mencionar dos de los ya

considerados rubros vinculados a la urbanización.39 Por otro lado, arribó

una voluminosa inmigración desde el exterior y las regiones agrícolas

hacia los epicentros de la economía petrolera, apurando concentraciones

urbanas que sobrepasaron las capacidades de esos asentamientos en

términos de vivienda, servicios y empleo.

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Liderando el grupo de las emergentes metrópolis favorecidas por el gasto

público y los servicios de apoyo a la nueva industria, la población de

Caracas alcanzó más de 250.000 habitantes para 1936, y más de 350.000

para 1941 (GEIGEL, 1976: 38). Maracaibo creció como puerto y centro

administrativo del oro negro, con una población que pasó de 46.706

habitantes en 1920 a 110.010 en 1936 y 121.601 en 1941 (ESTABA Y

ALVARADO, 1985: 168-169; NEGRÓN, 2001: 76).40 Aunque con cierto

rezago demográfico, la explotación petrolífera en oriente reforzó el rol

de Barcelona y Maturín como centros administrativos, con poblaciones

que subieron de 9.864 y 7.498 habitantes en 1936, respectivamente, a

12.370 y 10.705 en 1941 (NEGRÓN, 2001: 76-78). Con niveles de

urbanización que frisaban ya 35 y 39 por ciento para los censos del 36 y

41 respectivamente, la Venezuela de López Contreras evidenciaba así

los primeros síntomas del "salto" demográfico que la llevaría a una

revolución comparable, mutatis mutandis, a la industrialización de

algunos de los países europeos en la primera parte del siglo XIX

(BOLÍVAR, 1994: 191).

2. Siguiendo con el tema de la movilidad poblacional en Venezuela y su

proceso de modernización, bosquejó don Ramón la geografía económica

y humana del nuevo país, resultante de las regiones tradicionales

combinadas con las posibilidades del modelo petrolero, mapa donde

resaltó la importancia de las ciudades. Dentro del "Panorama

económico" que constituye la cuarta parte de su libro, Díaz Sánchez no

vio disminuido el "inconfundible ambiente de prosperidad" de ciudades

andinas como Valera, Boconó, San Cristóbal y Rubio, ahora que se

habían librado de la "ruda presión dictatorial" (DÍAZ SÁNCHEZ, 1973:

143). Sin embargo, siguiendo un recorrido que no solo parece ser de

contigüidad geográfica sino también de regiones agropecuarias

desplazadas por la economía minera, el entonces Jefe de Publicaciones

del Ministerio de Agricultura y Cría (MAC) reconoció el atraso del

Llano disgregado y abatido. Para afrontar ese atávico rezago rural, ante

el cual Rómulo Gallegos defendería, en 1941, soluciones como la

inmigración y los sistemas de créditos para el desarrollo de la producción

campesina (GALLEGOS, 1977, I: 36-37),41 Díaz Sánchez se pronunció

por un cambio más estructural que permitiera la sustitución de los hatos

y caseríos "enfermos" y "de todas esas parcialidades pseudo-urbanas

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diseminadas hoy como pavesas en la llanura", por nuevas ciudades

localizadas con criterio sanitario; debían estar al mismo tiempo "dotadas

de los elementos indispensables para la vida social"; todo lo cual habría

de permitir la "nivelación" del Llano con otras regiones agrarias del

occidente venezolano (DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 147).

Mientras el Llano, la Costa y la Montaña se ofrecían como tres regiones

geográficas de la Venezuela tradicional, representativas a la vez de "tres

tonos culturales diversos dentro del gran complejo de la cultura

nacional", el Zulia sobresalía como la región que, en esta nueva fase

histórica, exhibía "con relieves más acusados la diferenciación

económica y cultural del país", añadiendo a su valor como zona agrícola

y a su "específica tradición cultural", el pujante significado de su

"industrialismo" (DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 149-152). Aunque publicadas

casi simultáneamente, contrasta aquí la visión del Zulia petrolero del

Díaz Sánchez novelista con la del ensayista: por un lado, la visión

demoníaca, según la cual "el petróleo envenena a la gente", como dijera

uno de los personajes de Mene (1936) (DÍAZ SÁNCHEZ, 1967: 89); por

la otra, la exaltación mercantil del Zulia como una "Cartago en el

Mediterráneo de su lago, dominando con su oro y su literatura los

pueblos de su contornada". Y dentro de esta esperanzada contemplación

geográfica, el antiguo juez municipal de Cabimas apuntó a Maracaibo

como "ciudad estratégica", convertida "desde un principio en alma mater

de la cultura lacustre y en el termómetro de su economía" (DÍAZ

SÁNCHEZ, 1973: 155-156).

Parecía reflejar el ensayista la esperanza ante nuevos proyectos zulianos

como la fundación de Ciudad Ojeda, en diciembre de 1938, tras el

incendio de Lagunillas el año anterior (MALDONADO, 1997: 143) - tan

vívidamente descrito por el novelista en Mene – o la conclusión de la

carretera Maracaibo-Villa del Rosario, de 90 kilómetros, en 1940

(ALLEGRET, 1997: 604). Pero también parecía entrever Díaz Sánchez las

mejoras de infraestructura en el oriente petrolero, tales como el puerto

sobre el río San Juan, estado Monagas, construido en 1939 por la

Standard Oil Company, la Lago Petroleum Corporation, la International

Petroleum Co. y la Compañía Petróleo del Lago (GONZÁLEZ DELUCA,

2013: 283). También de la “carretera negra” Puerto La Cruz-Barcelona-

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Anaco-Cantaura-El Tigre, prolongada hasta Ciudad Bolívar en 1940,

catalizada por el descubrimiento, por parte de las compañías Creole y

Pontepec, de los campos de San Joaquín y El Roble, respectivamente

(OLIVAR, 2014: 59). O asimismo la construcción, en 1941, del puerto de

Guanta, estado Anzoátegui, por parte de Standard Oil Company, la Mene

Grande Oil, la Venezuelan Gulf y Raymond Concrete Pile (GONZÁLEZ

DELUCA, 2013: 284).

Todos esos proyectos y obras consolidaban el modus vivendi establecido

desde 1933 con el gobierno de Franklin D. Roosevelt, cuya política del

"Buen Vecino" hacia Latinoamérica favorecía al oro negro venezolano

con un "trato justo y de buena vecindad", como confirmara el mismo

presidente López Contreras (LÓPEZ CONTRERAS, 1954: 39-42). Los

nuevos acuerdos comerciales hicieron que las inversiones

estadounidenses en petróleo e infraestructura sumaran 61,77 por ciento

del total de capital extranjero para 1938, lo cual desplazó definitivamente

las inversiones británicas en ese sector (SEGNINI, 1990: 19-20).

Y por contraste con el Zulia que presentaba "signos de originalidad, de

pureza etnológica" – cuestionados por el novelista, en vista del "ejército

delirante de todos los vientos del globo" que invadía las ciudades y

campamentos de Mene (DÍAZ SÁNCHEZ, 1967: 85) – arriba finalmente

esa geografía de Transición a Caracas. La capital venezolana estaba

"anegándose rápidamente bajo las marejadas de inmigración interna.

Caracas es un laboratorio donde se está fundiendo a fuego vivo un nuevo

metal venezolano", señaló Díaz Sánchez (1973: 156-157) para completar

el mapa económico y humano de la Venezuela democrática y petrolera.

…a la construcción de vías públicas que abaraten los

transportes;... a la higienización del hombre y del medio en que

vive; al abastecimiento de agua potable y de cloacas; a la

construcción de hospitales y de centros de asistencia social;... a la

edificación de casas para obreros y para la clase media....

Eleazar López Contreras, Plan trienal (1938)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

126

Del Programa de febrero al Plan trienal42

3. Desde su llegada al poder a inicios de 1936, López Contreras comenzó

a hacer uso de la radiodifusión como instrumento político, una novedad

para una nación que jamás había escuchado discurso alguno dado por el

Benemérito. Así lo notaron dos entusiastas descripciones de viajeros

estadounidenses al país pujante, las cuales nos acompañarán en esta

sección: a la exhaustiva guía Venezuela (1939), de Erna Fergusson,

pronto seguiría Venezuela. A Democracy (1940) de Henry Justin Allen,

detallado informe sobre la visita del senador de Kansas durante el tercer

año de la administración lopecista. Leídos con su voz "agradable aunque

no emocionante", como notara la escritora de viajes (FERGUSSON 1939,

62), los discursos transmitían "convicción de sinceridad", al decir del

senador (ALLEN, 1940: 24).

Desde la transmisión de su primer programa de gobierno el 21 de febrero

de 1936, López intentó hacer una reinterpretación más liberal, técnica y

social del leonino progresismo gomecista: escritores ya reconocidos en

el exilio, como Rómulo Gallegos y José Rafael Pocaterra, fueron

entonces invitados a participar en el gabinete pluralista, junto a

intelectuales emergentes como Mariano Picón Salas y Arturo Uslar

Pietri. Aún más que el Benemérito con sus doctores, el nuevo Presidente

se preocupó por la incorporación de especialistas en diferentes campos,

tales como el economista catalán José Antonio Vandellós, contratado por

el gobierno para crear departamentos de estadística en diferentes

ministerios, así como el primer plan de estudios de estadística en la

UCV. Siguiendo con la renovación tecnocrática de los primeros dos

años, en 1938 se lanzó el Plan trienal, contentivo de las políticas y metas

administrativas para el resto del período; allí López formuló su propia

visión de las principales necesidades de Venezuela en términos de

"sanear, educar, poblar", versión mejorada del "sanear es poblar"

preconizado por el gomecismo (LÓPEZ CONTRERAS, 1936: 15; LÓPEZ

CONTRERAS, 1955: 17). A fin de cumplir con el nuevo lema, debía

prestársele atención, entre otros objetivos,

…a la construcción de vías públicas que abaraten los

transportes;... a la higienización del hombre y del medio en que

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vive; al abastecimiento de agua potable y de cloacas; a la

construcción de hospitales y de centros de asistencia social;... a la

edificación de casas para obreros y para la clase media... (LÓPEZ

CONTRERAS, 1938: 7).

En términos de obras públicas, el programa sanitario lopecista se basaba

en una plataforma administrativa mejor estructurada que la del

gomecismo. Incluyó la División de Obras de Riego del Ministerio de

Obras Públicas (MOP, 1939) (MALDONADO, 1997: 138), el Instituto

Nacional de Higiene y la División de Ingeniería Sanitaria del Ministerio

de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) (LÓPEZ CONTRERAS, 1936: 19).

Desde allí lideró el doctor Arnoldo Gabaldón, en el marco de la Ley de

defensa contra el paludismo (1936), la guerra épica contra esa y otras

endemias tropicales (MALDONADO, 1997: 143).43 El programa sanitario

también se apoyó en establecimientos de medicina pública y privada

creados a lo largo de la década, tales como la Policlínica Caracas (1933),

diseñada por Carlos Guinand Sandoz, pionera en especialidades médicas

(COLMENARES, 1989: 72-79); el hospital de Niños (1935), la clínica

Razetti (1938), la maternidad municipal Concepción Palacios (1938),

diseñada por Willy Ossott; el Sanatorio Antituberculoso Simón Bolívar,

“El Algodonal” (1939-40), también de Guinand Sandoz (GAN, 1998:

156), todos en la capital. En el interior destacaron el hospital Militar de

Maracay, iniciado en 1930 con diseño de Guinand Sandoz; el hospital

de Maternidad y Ginecología (1937) de Valencia, y el hospital Civil de

Maracaibo (1938), construido con el apoyo de la Lago Petroleum

Corporation, la Standard Oil Co. e International Petroleum Co.

(GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 192-196).

Tal como Allen pudo confirmar en visitas a los nuevos centros, la

flamante infraestructura sanitaria de Caracas y otras ciudades incluía

"impresionantes hospitales", cuyos sofisticados equipos eran de

procedencia estadounidense o alemana, desde ascensores hasta

quirófanos y aparatos eléctricos, de radiología y rayos X. Además, parte

del personal especializado que laboraba en los nuevos hospitales y

clínicas se había formado en universidades norteamericanas, cumpliendo

así con una política sanitaria promovida tanto por el gobierno

venezolano como por la fundación Rockefeller. Gracias a esto, al

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conversar con jóvenes doctores en los hospitales caraqueños, el senador

se mostró complacido por el hecho de que los "nativos venezolanos

descendientes de indios" habían obtenido las mejores credenciales

académicas de Johns Hopkins o Tulane University (ALLEN, 1940: 134-

136; LÓPEZ CONTRERAS, 1966: 21, 115).

Al momento de la visita de Allen, la fundación Rockefeller patrocinaba

siete becas adicionales para venezolanos en las escuelas de higiene o

salud publica en Johns Hopkins, Harvard y Toronto; sin embargo, el

senador se apresuró a aclarar que los donativos de la fundación a

Venezuela "no tenían relación con las extensas actividades de la

Standard Oil Company" (ALLEN, 1940: 151-152). La asistencia sanitaria

se hizo más notoria en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, cuando

los estadounidenses naturalmente incrementaron su interés por la salud

de los países latinoamericanos, "interés tan vital y apremiante como el

de un hombre por su propia pierna", como señalara Charles Morrow

Wilson. En el caso de Venezuela, los Rockefeller y las compañías

petroleras eran los embajadores vestidos de blanco responsables de la

cruzada dirigida a eliminar la "herencia marcadamente europea" de

Latinoamérica, que al decir del autor de Ambassadors in White (1942),

la había convertido en "una sociedad de hombres enfermos" (WILSON,

1972: 20).

4. Por sobre la escolarización básica, “sanear, educar, poblar” fue divisa

con la que la administración de López Contreras fortaleció los niveles

medio y profesional de la enseñanza, con obras modernizadoras al

mismo tiempo de la arquitectura. Fueron decretados el Instituto

Pedagógico de Caracas y el liceo Fermín Toro, diseñados por Cipriano

Domínguez entre 1936 y 1937, con capacidad para 450 y 1.200

estudiantes, respectivamente. Expresión de una arquitectura

funcionalista, “donde una racional distribución de los espacios, la

búsqueda de la luz y la ventilación e higiene, generan una marcada

volumetría cúbica de vocación racional”, a través de esos planteles

Domínguez “rendía un temprano homenaje a los postulados

fundamentales de Le Corbusier” (GAN, 1998: 126, 128, 130). La época

dorada de edificaciones educativas continuó en la capital con el

Ministerio de Educación (1938), de Guillermo Salas (MALDONADO,

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1997: 134) y las escuelas Experimental Venezuela y Gran Colombia,

diseñadas por Hermann Blaser y Carlos Raúl Villanueva,

respectivamente.44 En Maracaibo fue inaugurado el liceo Universidad

del Zulia, con capacidad para 700 alumnos, construido por Raymond

Concrete Pile, la misma compañía encargada de la renovación del puerto

y los acueductos (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 255-256). Y del concurso

para la sede del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV) en Caracas,

resultó ganador el proyecto del arquitecto Luis Eduardo Chataing

(MALDONADO, 1997: 146).

FIG. 10. Unidad Educativa Gran Colombia, diseñada por el arquitecto

Carlos Raúl Villanueva. Tomado de GASPARINI Y POSANI (1969).

El progresista lema de López Contreras también se basaba en un enfoque

más técnico y eficiente de la ejecución de obras públicas. La nueva

administración del MOP evidenció este giro desde el propio comienzo

de las "Bases del Plan general de obras públicas para el año económico

1936-37", publicadas en la Revista Técnica por el nuevo ministro Tomás

Pacanins, ingeniero egresado de George Washington University y

antiguo representante de General Electric en Venezuela. Al agregar los

edificios escolares a las tradicionales prioridades de acueductos, cloacas

y vías de comunicación, el plan enfatizaba que el MOP pretendía llevar

a cabo "una renovación total de sus métodos de trabajo" en relación al

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"antiguo método administrativo", con especial referencia al cronograma

de proyectos y contratos (MOP, 1936: 142).

Con respecto al problema todavía sin resolver de los servicios de agua

para la provincia, la renovación aceleraba el abastecimiento de

acueductos y cloacas para numerosas ciudades y pueblos venezolanos.

Contando ahora el MOP con un nuevo laboratorio de aguas, asesorado

por el ingeniero sanitario George Bunker, caso emblemático de esta

mejora fue el acueducto de Maracaibo, contratado por el MOP con la

Martin Engineering Company y Raymond Concrete Pile Co.

(GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 176-177). El sistema caraqueño también fue

mejorado según contrato suscrito en 1936 entre el MOP y el CMDF

(RODRÍGUEZ ESPINOZA, 1939: 327-329).45 El progreso alcanzado para

el momento de la visita de Allen lo sorprendió: la red de cloacas de la

capital era ampliada, hizo notar el senador, "a una velocidad que totaliza

una milla por mes, a un costo casi 40 por ciento menor al estimado - un

ahorro conseguido por el intenso ritmo que se ha aplicado a las obras"

(ALLEN, 1940: 154-155, traducción propia).

5. Apoyado en el servicio de aerofotografía del MOP, inaugurado en

1935, el programa de obras públicas de López Contreras también

buscaba la consolidación de un "sistema nacional de ciudades", mediante

el fortalecimiento de lazos comerciales y de comunicación en el país.

Herederos de la racionalidad comunicacional gomecista, dos

importantes objetivos del programa fueron la "Planificación y ejecución

metódica de un sistema nacional de carreteras, en vista de enlazar los

centros de producción con los de consumo, y ambos con los puertos y

los centros fronterizos"; así como también la "Reglamentación nacional

del tráfico automotor”, de manera que pudiera realizarse “con la mayor

economía, seguridad y eficiencia" (LÓPEZ CONTRERAS, 1966: 21-22).

La concreción de los objetivos esbozados por el Presidente quedó a cargo

del nuevo titular del MOP, Enrique Aguerrevere, designado para ese

cargo desde julio de 1938 hasta finales del Plan trienal. Ingeniero

egresado de la UCV, Aguerrevere también había cursado estudios de

posgrado en Stanford University, recibiendo posteriormente

entrenamiento profesional en Estados Unidos y Europa a través de la

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Cities Service Company (POLANCO, 1985: 203). La nueva orientación

fue respaldada con la creación, en 1937, de la Comisión Nacional

Permanente de Vías de Comunicación; esta fue transformada en 1941 en

Consejo Nacional de Obras Públicas (CNOP), presidido por Gerardo

Sansón, quien elaboró el Plan Quinquenal de Obras Públicas (OLIVAR,

2014: 56, 63).

No solo en infraestructura, los cambios encomiados por los visitantes

norteamericanos eran apenas algunos ejemplos de la renovación social y

administrativa que estaba ocurriendo en la Venezuela lopecista en todos

los niveles, desde el nacimiento de partidos políticos y la organización

de sindicatos, hasta la adopción de métodos de planificación y la

especialización de empleados públicos. La nueva generación de

tecnócratas venezolanos - algunos de ellos regresando del exilio, otros

de su formación académica en el exterior – buscarían progresar con la

urbanización social y cultural procrastinada por el gomecismo. Al igual

que el Presidente y sus ministros, ellos soñaban con una Venezuela de

bases urbanas más amplias, cuyas principales referencias provendrían de

sus relaciones con empresas petroleras o centros académicos

norteamericanos, así como de sus propias experiencias en Nueva York o

Paris, entre otras metrópolis (LOMBARDI, 1982: 214-221, 245; MÉNDEZ,

1993: 37).

Poca cosa quedaba de la aldea tranquila y sosegada, que me vio

nacer. Antes era fácil reconocer los escasos transeúntes que se

llevaban la mano al sombrero al pasar una señora camino a la

iglesia. Los vehículos se movilizaban con soltura. Unos cuantos

ricos solamente poseían automóviles. Ahora el tráfico resultaba

un tormento, las bocinas metían un ruido horrible, casi

insoportable...

Laureano José Vallenilla Lanz, Allá en Caracas (1948)

París de ayer, de hoy, de siempre; único por su pasado, elegante,

alegre y acogedor.

Eleazar López Contreras, Temas de historia bolivariana (1954)

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En la Caracas lopecista

6. Entre 1920 y 1921, cuando fuera enviado por Gómez a inspeccionar

la compra de armamentos, el propio López Contreras probó el sabor de

las grandes ciudades durante los tres meses que viajó por Estados Unidos

y Europa, antes de ser nombrado ministro de Guerra y Marina. Entonces

el joven oficial tuvo oportunidad de visitar Nueva York, Washington,

Londres y París, viaje que ejercería enorme influencia en la educación

del futuro gobernante (POLANCO, 1985). Al repetir la gira europea a

principios de la década de 1950 - esta vez a bordo del transatlántico

United States - el expresidente recordaría las impresiones de aquel

primer periplo, al menos en relación a la supremacía de los atractivos

parisinos: "Ni Nueva York con sus colosales edificios, ni Londres por su

extensión, ni Washington con la belleza de sus modernas

urbanizaciones, pueden competir con los encantos de París" (LÓPEZ

CONTRERAS, 1954: 143-144, 173). Y acaso aquellas impresiones de su

primer viaje al extranjero, confirmadas en la segunda travesía, insuflaron

la visión del presidente sobre la capital venezolana, enfrentada en los

años de su presidencia a cambios ingentes.

Quizás para alejarse del espectro dictatorial, uno de los primeros pasos

tomados por la nueva administración fue, a pocos días de la muerte de

Gómez, volver a trasladar la residencia presidencial a Caracas. López

Contreras regresó a una capital que, a pesar de haber sido desairada por

largo tiempo, desde hacía mucho mostraba signos del auge petrolero.

Con una población de 203.342 habitantes y una extensión de 542

hectáreas urbanas para 1936, Caracas tenía la mayor densidad

poblacional de Venezuela - 146,84 habitantes por kilómetro cuadrado -

mientras su crecimiento demográfico había alcanzado 45 por ciento

desde 1926. La migración desde el campo se había convertido en

importante factor de dicho crecimiento: 87.902 habitantes eran hijos de

inmigrantes a la capital, la cual hacía gala de ocho líneas de taxis y

carros, dos empresas de tranvías, autobuses, camiones y, según lo

reconocía el mismo censo, una "activísima" vida urbana (MINISTERIO DE

FOMENTO, 1939, I: 12, 19-21, 27).

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Entre las nuevas edificaciones gubernamentales, decretadas a finales del

gomecismo, se contaban la Gobernación del Distrito Federal (1933),

diseñada por Gustavo Wallis en un “eclecticismo decantado y de nobles

proporciones”, ejemplo de una “primera racionalidad en transición”

dentro de la arquitectura venezolana (GAN, 1998: 194). También el

Ministerio de Fomento, de Carlos Guinand Sandoz, cuya fachada

reflejaba “la transición de una arquitectura neoclasicista de radical

influencia europea hacia una modernidad planteada en la sobriedad de

sus ornamentaciones” (GAN, 1998: 146). Entre las edificaciones

privadas destacaban el Banco de Venezuela y el National City Bank

(1928), de Alejandro Chataing (MALDONADO, 1997: 104), así como el

hotel Majestic (1930), de Manuel Mujica Millán. La vanguardia ya era

representada por el edificio Veroes, donde la temprana combinación de

vivienda multifamiliar con comercio y oficina en planta baja, exponía

“en su vocabulario formal una clara influencia de la arquitectura

moderna y una temprana aceptación de los postulados corbusianos”

(GAN, 1998: 198).

En contraste con la sombría imagen de la ciudad que se había llevado a

mediados de la era gomecista, los cambios en el bullente centro fueron

particularmente notorios para el joven protagonista de la novela Allá en

Caracas (1948); un poco como su autor, Laureano José Vallenilla Lanz

– hijo del doctor gomecista - el personaje regresó al país democrático

tras una década estudiando en París:

Las casas se hacían demasiado bajas y las calles demasiado

estrechas para dos automóviles a la vez. En diez años de ausencia

se encontraba a Caracas transformada. Es verdad que el aspecto

general de la ciudad era el mismo. Casas pintadas de distintos

colores, cables telefónicos cargados de extraña vegetación,

vendedores de billetes de lotería en las esquinas, pero de dónde

venía el gentío que llenaba las aceras, los tranvías, los autobuses?

Costaba abrirse paso entre la multitud apresurada y dicharachera.

Poca cosa quedaba de la aldea tranquila y sosegada, que me vio

nacer. Antes era fácil reconocer los escasos transeúntes que se

llevaban la mano al sombrero al pasar una señora camino a la

iglesia. Los vehículos se movilizaban con soltura. Unos cuantos

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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ricos solamente poseían automóviles. Ahora el tráfico resultaba

un tormento, las bocinas metían un ruido horrible, casi

insoportable... (VALLENILLA LANZ, HIJO, 1954: 292).

Más allá del centro, el recién llegado fue sorprendido por la forma como

las nuevas urbanizaciones habían barrido los cafetales de su infancia.

Desde La Florida hasta Chacao, los suburbios del este daban señales de

una creciente especulación de terrenos, urbanizados con frenesí

insospechable a comienzos de la era gomecista. Aunque el visitante

colombiano Luis Enrique Osorio encontraría que la expansión no era

comparable "con el impulso fabril de Chicago o Nueva York, ni con la

fiebre comercial de otras grandes urbes", los cambios sociales

concomitantes sí eran más evidentes que en Bogotá (OSORIO, 1943: 60).

En sus viajes por Suramérica durante esos años, Luis Roche también

pudo confirmar que los aburguesados suburbios caraqueños no solo eran

más lujosos que los bogotanos, sino que incluso eran mejores que

algunos de los existentes en Buenos Aires, aunque, en general, Caracas

todavía lucía pueblerina al compararla con la metrópoli austral (ROCHE,

1945: 22, 90).

7. El auge económico de la Caracas lopecista también era ostensible para

los viajeros norteamericanos: la ciudad era tan visitada por hombres de

negocios que el hotel Majestic tuvo que cobrarle a Allen por los días que

se retrasó al embarcarse desde Nueva York. Diseñado con la

participación de Manuel Mujica Millán en 1930, recién llegado a

Venezuela tres años antes, el Majestic fue el primer hotel en contar con

ascensor y agua corriente en habitaciones (GONZÁLEZ DELUCA, 2013:

116; MUÑOZ, 2000: 120). Quizás el senador hubiese podido reservar en

otro de los grandes hoteles de la pequeña city, como el Madrid, el Palace,

el Royal y el Domke. Y valga recordar en ese sentido que ya Venezuela

figuraba, desde 1929, en las rutas internacionales de Pan American

Airways y que el puerto de La Guaira fue objeto de una significativa

ampliación en 1938 (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 279, 283).

Aunque criticando algunos aspectos de la "ruidosa, ajetreada, sucia e

indiferente ciudad de Caracas", Fergusson quedó sorprendida por la

variedad y abundancia de la mercadería importada: las tiendas estaban

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"abarrotadas con artículos de lujo provenientes del mundo entero - botas

y galletas británicas, vinos y perfumes franceses, aceite y pastas

italianas, cámaras y cristales alemanes, y de los Estados Unidos todo tipo

de artefactos eléctricos" (FERGUSSON, 1939: 68, traducción propia). El

contraste con otras capitales latinoamericanas era más evidente en el

mercado central caraqueño: "En vez de los diminutos montoncitos de los

pobres mercados populares de México y Guatemala, en él se ofrecían

montañas de melones y naranjas, pirámides de piñas y lonjas de res o

cordero" (FERGUSSON, 1939: 68-69, traducción propia).

Alimentado por la bonanza petrolera, el consumismo de la Caracas

lopecista iba de la mano con la novelería de burgueses y políticos

regresados del extranjero. Algunos de los diplomáticos gomecistas

radicados en Europa ciertamente habían lamentado cuando hubieron de

retornar a la capital democrática para trabajar en oficinas privadas y

bancos, tal como sucediera a personajes de Allá en Caracas; pero su

protagonista encontró que, aparte de aquellos que seguían añorando los

años pasados en la capital francesa, algunos de sus anteriores amigos que

habían permanecido en Caracas desdeñaban a París y preferían

"ciudades modernas" como Nueva York, Cincinnati y Río de Janeiro

(VALLENILLA LANZ, HIJO, 1954: 279-280, 299). Los prósperos jóvenes

y sus encantadoras esposas ahora solían reunirse en el bar americano del

elegante Country Club, el mismo visitado por lady Mills años atrás. Al

igual que muchos de los residentes en los nuevos suburbios, el grupo de

amigos “realmente se sentía más a gusto en París, Londres o Nueva York

que en Caracas", observó Fergusson (1939: 71).

8. A la sazón, los espectáculos de masas confirmaban el empuje cultural

gringo en la capital democrática, en nuevos cines de dos pisos como el

teatro Boyacá (1940), diseñado por Guinand Sandoz sin columnas

intermedias, lo que permitía mayor área libre (GAN, 1998: 162). Al

aparecer Hitler, Franco o Mussolini en los segmentos noticiosos antes de

las películas, algunos miembros del público aplaudían desde las

localidades caras, mientras los ocupantes de las galerías chiflaban; pero

una vez comenzado el filme, toda la audiencia quedaba absorta por igual

en leer los subtítulos en español que traducían los parlamentos en inglés

(DÍAZ SÁNCHEZ, 1973: 98). El culto por las películas incluso llegó a

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abrumar a Fergusson, quien se sintió incómoda por el hecho de que los

venezolanos estuvieran tan bien informados sobre los estadounidenses:

"Hollywood no nos ha dejado ni siquiera un harapo para cubrir nuestra

vergüenza", dijo la visitante a modo de disculpa por la habitual

ignorancia americana sobre otros pueblos (FERGUSSON, 1939: 98).

En lugares abiertos, multitudes cada vez mayores se volcaban hacia los

deportes más populares, el béisbol y el boxeo, el cual incluso fue

regulado por un nuevo reglamento aprobado por la GDF en 1936 (GDF,

1936). Tal como sucediera a uno de los protagonistas de la novela

Campeones (1939) de Guillermo Meneses, los nuevos equipos de pelota

- tales como el "Nueva York" o los "Yankees" - ofrecían a jóvenes

inmigrantes de modesta extracción, la posibilidad de alcanzar la riqueza

repentina o el estrellato efímero, tan codiciados en la sociedad de masas

(MENESES, 1990: 48-50, 196, 115-116).

En lo tocante a entretenimientos de élite, el nuevo mecenazgo

norteamericano fue acogido con beneplácito en las galas del Municipal,

donde las presentaciones de la Opera Association de Nueva York

devinieron highlight de las temporadas caraqueñas (SALAS, 1974: 214).

Sin embargo, en un baile de disfraces en honor del presidente López y

su esposa en una espléndida quinta de La Florida, las beldades

capitalinas se decantaban por la pompa del repertorio francés,

incluyendo a madame Récamier, a la marquesa de Versalles y la

emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III (VALLENILLA

LANZ, HIJO, 1954: 318). Pareciera que las invitadas de aquella soirée

recreada en Allá en Caracas querían complacer la confesa preferencia

de López Contreras por los encantos parisinos.

De suerte que podríamos ir a bañarnos en el Mar en cinco

minutos y volver al Centro al cuarto de hora, sin ninguna

molestia: ¡un paseo en tranvía!

Ramiro Nava, Obras completas (1971)

The automobile traffic in Caracas in most hours of day is fully as

congested as in New York during rush periods.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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Henry Justin Allen, Venezuela. A Democracy (1940)

Debate capitalino: renovación, expansión y tráfico

9. Acaso evitando que la discusión alcanzara ribetes políticos, el régimen

gomecista había pospuesto formular un plan urbano para Caracas, ya

necesario, como venimos de ver, y adoptado en otras capitales

latinoamericanas desde mediados de la década de 1920 (ALMANDOZ,

2017: 275-278). Pero tan pronto falleció el Benemérito, el debate

floreció en la prensa nacional, mientras artículos relativos al tema

aparecían en publicaciones especializadas, como trataremos de revisar

en esta sección. Toda esa gama de contribuciones de diferente naturaleza

y disciplinas – desde el derecho hasta la ingeniería, pasando por la

arquitectura y el diseño - ilustran el tránsito de pre-urbanismo a

urbanismo en la sociedad venezolana, tal como ocurriera en otras

latinoamericanas más tempranamente (ALMANDOZ E IBARRA, 2018).

Los ensueños y las fantasías postergados por décadas comenzaron a

despertar en las utópicas propuestas de Ramiro Nava, visionario

abogado, teósofo y arquitecto de vocación, quien llegó a ser conocido

como el Julio Verne venezolano (FUNDACIÓN POLAR, 1997: 311,

FIG.11). Como parte de su ambicioso plan "Bloque de Oro" - publicado

en El Universal desde enero de 1936 - el otrora representante de

Maracaibo ante el Congreso de Municipalidades de 1911, ya había

propuesto la creación tanto de un Banco Nacional Hipotecario Urbano

como de un Banco Social. Estas agencias especializadas en materia de

vivienda no solo buscaban ser instrumentos económicos para resolver

los problemas habitacionales de Caracas, sino también "uno de los

mejores métodos de culturización basado en el hogar, tan reverenciado

por los ingleses" (NAVA, 1971: 668). Asomaba el abogado en esas

propuestas económicas algo del Manifiesto razonado (1939) con el que

participaría en la contienda presidencial para el período 1941-46

(FUNDACIÓN POLAR, 1997: 311).

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Fig. 11. Portada de la primera edición de las Obras completas de Ramiro

Nava. Tomado de NAVA (1971).

Muchas de las extravagantes y fantasiosas ideas de Nava afloraron en

propuestas para la restaurada capital de López, siendo incluidas en su

"Plan Ramironava", el cual buscaba ser un paso adelante en relación al

tímido y abstracto programa gubernamental, tal como lo calificara el

visionario (NAVA, 1971: 663-668, 690-694). A fin de unir la ciudad con

el litoral caribeño, el miembro de las sociedades de ingenieros de

Londres y Chicago preveía la construcción de la "Bahía de Caracas",

mediante la excavación de un canal de diez kilómetros de largo y doce

metros de profundidad, "parecido al Canal de Panamá", y atravesado por

un "subwai" (sic) que comunicaría la plaza Bolívar con el océano en un

santiamén (NAVA, 1971: 754-756). "De suerte que podríamos ir a

bañarnos en el Mar en cinco minutos y volver al Centro al cuarto de hora,

sin ninguna molestia: ¡un paseo en tranvía!", entusiasmaba Nava a los

caraqueños, pensando probablemente en los agobiados hombres de

negocio que tal vez quisieran relajarse en la playa durante la hora de

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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almuerzo. Provista de casinos, cabarets, "dancings", "Coney-islands" y

"ferriboats" (sic), entre otros atractivos turísticos, la bahía caraqueña

recrearía fácilmente "el encanto de un ancho Canal Veneciano". Las

nuevas vías de comunicación con La Guaira estarían bordeadas por

clubes campestres dedicados a diferentes nacionalidades - presididos por

el club estadounidense, por supuesto - así como por campamentos para

remolques, de modo que los caraqueños pudieran acampar durante el

"weck end" (sic) en casas rodantes como las que estaban de moda en

Norteamérica. Todas estas obras serían supervisadas por profesionales

venezolanos con asistencia de ingenieros americanos, su ejecución

igualmente dependiendo de trabajadores venezolanos y gringos blancos,

"de buenos principios" y "ajenos a las doctrinas socialistas", advertía

Nava asomando prejuicios de entreguerras (NAVA, 1971: 759; CAMPOS,

2006). La construcción de canales, "subwais" (sic), rascacielos y puentes

había hecho posible el progreso en países como Estados Unidos, al igual

que sucediera con los parques y las avenidas en ciudades como Buenos

Aires. Por consiguiente, si la bahía de Caracas se llevaba a cabo,

Venezuela "se colocaría más alto que Argentina", pudiendo incluso

albergar una exposición internacional, según explicara Nava

posteriormente a la absorta audiencia radial de "La voz de la Philco"

(NAVA, 1971: 770-772).

Al mismo tiempo, las transformaciones de la "Venecia de Caracas"

incluían cambios fluviales internos, los cuales buscaban convertir a la

capital venezolana en una de las más bellas ciudades del mundo, incluso

más que Río de Janeiro, Buenos Aires o Nápoles (RODRÍGUEZ CAMPOS,

2006). La expansión y conexión del río Guaire con otras vías acuáticas

y lacustres harían a Caracas comparable con la Venecia del Adriático; la

recreación del encanto del Viejo Mundo, "sin los inconvenientes de

aquellos lugares de Europa", sería completada con la importación de

góndolas y cantores de barcarolas (NAVA, 1971: 792). Con su nueva

bahía y sus canales, Caracas entonces pasaría a ser el primer puerto de

Suramérica (NAVA, 1971: 696); por lo demás, rescatar el Guaire era

importante porque todas las grandes capitales hacen gala de ríos señeros,

como el Hudson en Nueva York, el Sena en París, el Támesis en Londres

y el Plata en Buenos Aires (NAVA, 1971: 789-798).

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Además de esa fantasía veneciana, se requerían otros cambios para

convertir a Caracas en la ciudad más bella del mundo. Desde Catia en el

oeste, hasta Petare en el este, una Gran Avenida Bolívar recorrería todo

el axis del valle; con veinte metros de ancho y veinte kilómetros de largo,

bordeada por viviendas de dos pisos y edificios comerciales de seis, la

nueva "Quinta Avenida" sería al mismo tiempo "como un Central

Parque, con monumentos, jardines, plazoletas, cines, etc." (NAVA, 1971:

710). La renovación del centro propuesta por el visionario también

incluía alojamientos para un millón de personas en edificios de seis

niveles, redes subterráneas de servicios, monumentos consagrados a los

héroes de la Independencia, un capitolio comparable al de Washington,

islas en medio del tránsito decoradas con jardines, edificios especiales

para aparcar automóviles mientras sus usuarios estaban en la "City"...

Igualmente se contemplaban premios para las quintas más hermosas,

porque Caracas sería "la CIUDAD JARDIN por excelencia", el jardín

más bello de las Américas, superior a Buenos Aires o a Río de Janeiro,

según sostenía el también proyectista del "Barriojardín Ramironava" en

La Pastora (NAVA, 1971: 709-712, 803-810).

La concreción de ese desarrollo residencial al noroeste caraqueño; haber

anticipado Nava la construcción del puente sobre el lago de Maracaibo,

de donde era oriundo; así como haber fundado las compañías

Electricidad de Los Teques y Venezuela Potable Water Company,

prueban que el visionario, no obstante sus ideas fantasiosas, “tenía los

pies puestos sobre la tierra” (RODRÍGUEZ CAMPOS, 2006).

10. Hubo otras propuestas menos ambiciosas pero más realistas para

reacondicionar el centro caraqueño y conectarlo con los suburbios del

este. Días después de que López Contreras presentara su programa de

gobierno, apareció en El Universal un anónimo "Proyecto de ensanche

para Caracas. Cómo resolver el primer problema de congestión de

tráfico", donde afloraba la queja por el hecho de que el gobierno de

Gómez no había invertido en la capital ni la mitad de los millones

gastados en Maracay. El centro enfrentaba dificultades funcionales,

sanitarias y de tráfico; este último ya no podía resolverse con una nueva

organización del tránsito, sino solo mediante la transformación de una

de las calles tradicionales en gran avenida. Aparte de ser una solución

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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para la circulación, esta ampliación también parecía ser una exigencia de

estatus urbano: "Caracas es y seguirá siendo un pueblo grande mientras

no se proceda a un ensanche de por lo menos una de sus calles, ensanche

que permitirá entonces llamarla ciudad..." (Proyecto de ensanche para

Caracas…, 1936). Además de la propuesta para construir una avenida de

26 metros de ancho, que comenzaba al sur del centro y seguía hacia el

este de Caracas, se concluía apelando a la experiencia técnica de los

urbanistas para poder emprender los cambios necesarios.

También en 1936 se presentó el plan de Urbanismo de Caracas, por parte

de la Asociación Venezolana de Ingenieros (AVI) con el apoyo del

MOP, el cual ya contemplaba viviendas en El Silencio (GONZÁLEZ

DELUCA, 2013: 118). Esta presentación fue apresurada por gestiones que

ya comenzaban a hacerse ante la Gobernación del Distrito Federal, para

la construcción de obras públicas, por parte del embajador francés y de

Jacques Bedel, representante de la Société Française de Constructions

des Batignolles, quien había llegado a Caracas en diciembre de 1935

(MARTÍN, 1991: 78-81.

Otro de los actores participantes en el debate capitalino fue Luis Roche,

quien publicó su propuesta en El Universal, en marzo de 1936. En

"Embellecimiento de Caracas", el conocido urbanizador reconocía no

solo las dificultades circulatorias, sanitarias y funcionales de la capital,

sino también el deterioro ambiental causado por la invasión de autos y

la desenfrenada instalación de nueva infraestructura. Así por ejemplo, a

pesar de que en 1924 se había aprobado una ordenanza que regulaba la

ubicación de postes en las aceras, la maraña de cables y postes eléctricos

le daban a las calles caraqueñas la imagen de una "selva virgen" (ROCHE,

1936).46 Aparte de algunas recomendaciones para el desarrollo sanitario

y financiero de la capital, el plato fuerte de la propuesta de Roche era el

diseño de nuevas vías que parecían imitar los ejemplos de Nueva York

y París. Por una parte, se planteaba la consolidación de la carretera del

Este, el camino rústico que conectaba los suburbios burgueses ubicados

al este del centro; esta columna vertebral de la capital del mañana tendría

que ser acondicionada para desempeñar su papel de "Broadway

caraqueño" (ROCHE, 1936). Por otra parte, el centro histórico sería

atravesado en el sentido este-oeste por la nueva avenida Simón Bolívar,

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cuya sección de 36 metros estaba explícitamente inspirada en el ejemplo

de los Campos Elíseos. Después de todo, los recuerdos de sus años

parisinos parecían prevalecer en la propuesta de Roche, al menos en los

términos de simbolismo patriótico desplegado en el nuevo eje cívico:

con la incorporación de un monumento dedicado a Bolívar en el paseo

El Calvario, al oeste de la ciudad, "los transeúntes podrían contemplar

muchas tardes, como sucede con el Arco de Triunfo de la Estrella en

París, el monumento en la apoteosis fulgurante de las puestas de sol"

(ROCHE, 1936; ALMANDOZ, 2018).

En una serie de artículos divulgativos publicados en El Universal a partir

de 1938, cuando arribara al país, el español Rafael Bergamín continuó

con la campaña por renovar el centro de Caracas. Con una cita del

urbanista francés Henri Prost - "el urbanismo es la organización del

terreno en las ciudades" - el recién llegado inmigrante iniciaba su

particular visión sobre los problemas del atestado centro: además de las

restricciones estructurales debidas a su cuadrícula colonial y su

defectuoso sistema de drenaje, el autor instaba a la modificación

funcional de una trama donde "indefectiblemente se superponen y se

confunden el centro comercial, el administrativo, el representativo, etc."

(BERGAMÍN, 1959: 19). En este sentido, Bergamín proponía una

densificación de los lotes en las cuadras, con edificios de cinco pisos que

permitirían ampliar las calles históricas, al tiempo que recuperar los

espacios interiores con jardines, una de las mayores necesidades de

Caracas. La cuadrícula ampliada estaría presidida por una avenida de 35

a 40 metros de ancho que iría de oeste a este, bordeada de arcos que

albergarían actividades comerciales y peatonales, de acuerdo con la

tradición española y siguiendo el ejemplo de la rue de Rivoli parisina y

de "tantas otras bellas ciudades europeas" (BERGAMÍN, 1959: 22-23).

No obstante su desigual fundamento teórico, todas estas propuestas

tuvieron el mérito de entender los retos históricos de la Caracas

posgomecista, al proclamar el agotamiento del centro colonial, cuya

cuadrícula había soportado, sin mayores intervenciones, casi cuatro

siglos de cambios funcionales y económicos, demográficos y sociales

(MORALES ET AL, 1990: 91-106). Las propuestas también transformaron

las inquietudes aisladas sobre expansión urbana y tráfico en temas más

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estructurados, tales como renovación urbana del centro y su vinculación

con los suburbios del este, a la vez que instaron a utilizar instrumentos

urbanísticos en tal sentido (CARABALLO, 1991). Especialmente las

propuestas de Roche y Bergamín tuvieron la virtud de combinar

necesidades funcionales con mejoras estéticas en términos de

monumentalidad, ornamento y paisajismo, equilibrio que convenía

recordar a los codiciosos empresarios inmobiliarios de la pujante capital

democrática. Pero, por encima de todo, había un punto en el cual

concordaban todas estas propuestas: la crisis del crecimiento y el tráfico

de Caracas no se podía solucionar con un tratamiento parcial del centro,

sino con un plan general para la ciudad.

11. Junto a los problemas en las áreas centrales, el debate sobre la

expansión de las ciudades modernas también comenzó a despuntar en la

literatura más especializada que llegaba a los círculos profesionales de

Caracas. En un resumen del artículo "Urbanismo. La división del terreno

en las ciudades" - publicado originalmente en la revista Zig-Zag de

Santiago de Chile y reproducido por la renovada Revista Técnica del

MOP en febrero de 1938 – el autor contraponía dos tipos de ciudad: por

una parte, aquellas "construidas en formas de ciudades jardines, que

tienen por resultado la dispersión de sus habitantes y una considerable

expansión del área que ocupan"; y por la otra, "las ciudades cuyos

habitantes viven aglomerados en altos edificios, determinantes de una

modalidad social solitaria, y cuya principal consecuencia es la estructura

reducida de su planta” (Urbanismo…, 1938: 780). Confesando su fe

metropolitana al señalar que las pequeñas ciudades eran "simples

intentos de ciudades grandes", el autor también aceptó el destino

mecanicista del siglo XX, al distinguir alojamiento y trabajo como dos

de las principales funciones urbanas a ser reguladas por el sistema de

comunicación. Sobre esta base conceptual, el comentarista sostenía que

la razón fundamental del Congreso Internacional de Arquitectura

Moderna (CIAM) de Bruselas radicaba en la confrontación entre

ciudades jardín y concentración urbana, tendencias entre las que debía

favorecerse a esta última, por sus beneficios económicos y sociales:

La ciudad jardín nos lleva al individualismo. En realidad al

individualismo que significa esclavitud; a decir verdad, a un

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aislamiento estéril del individuo: entraña la destrucción del

espíritu social, de las fuerzas colectivas; conduce a la pérdida de

la voluntad colectiva; hablando en términos materiales, se opone

al desarrollo de las conquistas científicas, y, en consecuencia, al

confort; a la economía del tiempo, y a la libertad.

"Por una entre mil o entre cien personas, que sale beneficiada con

la ciudad jardín, el resto resulta directamente perjudicado.

“La concentración urbana, al contrario, permite la aplicación

integral de los beneficios modernos (Urbanismo…, 1938: 781,

cursivas en el original).

En vista de todas esas desventajas de las ciudades jardín, evidentemente

solo quedaba una opción válida para el crecimiento urbano: adoptando

los medios brindados por la tecnología moderna, cuyo epítome era el

ascensor, se debían fomentar, tanto en las áreas urbanas tradicionales

como en las nuevas, diseños de alta densidad y eficiencia, abarcando

estos desde la distribución de las calles hasta la construcción de edificios

(Urbanismo…, 1938: 782-783).

Criticando la interminable extensión de metrópolis europeas como París,

Berlín o Londres, y especialmente los casos monstruosos de Nueva York y

Buenos Aires, una posición menos progresista en relación a la expansión

urbana pareció mantener Bergamín, quien fomentaba, "en buen

Urbanismo", el desarrollo lógico y funcional de ciudades hasta dimensiones

moderadas. En términos de población, el arquitecto español admitía que las

ciudades entre 200 y 400 mil habitantes eran "casi perfectas, cómodas y,

desde luego, saludables" (BERGAMÍN, 1959: 27). Aun creyendo que Caracas

jamás superaría ese umbral, los problemas actuales debían resolverse a fin

de acondicionar la ciudad para ese escenario. En lo concerniente a

extensión, los límites debían mantenerse mediante la combinación de

diferentes densidades residenciales: citando las ideas de Walter Gropius

sobre la imposibilidad espacial de una ciudad en la cual todos sus habitantes

vivieran en casas con jardines, Bergamín optó por la combinación de "casas

altas" de entre 10 y 12 pisos con otras bajas, donde la naturaleza podía

disfrutarse diariamente y no solo los domingos, como en las metrópolis

(BERGAMÍN, 1959: 26-27, 80).

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Este esquema combinado terminó siendo adoptado por el Banco Obrero

en 1937 en el desarrollo de Bella Vista, el cual conjugó 6 bloques de dos

pisos y 159 casas unifamiliares, cada bloque conteniendo 22

apartamentos más servicios. Por ser un paraje bucólico a 5 kilómetros al

suroeste del centro caraqueño, se dio por sentado que Bella Vista estaba

inspirada en la ciudad jardín de Ebenezer Howard, como también

sucediera con los desarrollos de Guinand Sandoz en Lídice y Propatria,

proyecto de 650 unidades de vivienda que inauguró las residencias de

alta densidad en el oeste caraqueño (GARCÍA, 1985: 76-77; MARTÍN,

1995: 87-90). Sin embargo, descartando cuán discutible fueran estas

asociaciones, así como cuán simplista fue el reporte sobre el costo social

de las ciudades jardín, estas parecen haber sido presentadas a los

caraqueños como la única alternativa a la densificación de altos edificios

en las grandes metrópolis. De manera que, también en términos de

opciones para la expansión urbana, la capital democrática enfrentaba

otro dilema.

12. Las oposiciones eran manifiestas también en términos de las

tendencias arquitectónicas desplegadas en la Caracas lopecista, donde

las expresiones más recientes del modernismo se vieron retrasadas por

añoranzas del Beaux-Arts. En esta última dirección apuntaban las cautas

conclusiones acerca de la arquitectura moderna reportadas desde Buenos

Aires por el profesor Alejandro Christophersen, cuyo artículo "La

arquitectura del siglo XIX" fue publicado en la Revista Técnica del MOP

en agosto de 1936. Al revisar los componentes filosóficos, literarios,

artísticos y musicales de la Europa decimonónica, el arquitecto y pintor

obviamente buscaba resaltar la importancia de las humanidades para la

arquitectura, por lo menos de acuerdo con la concepción heredada de la

Academia de Bellas Artes parisina. Breves recuentos de las principales

tendencias arquitectónicas en la Europa del siglo anterior - desde el

neogótico de Viollet-le-Duc hasta el academicismo de Charles Garnier,

desde los "pastiches" del Art Nouveau hasta el moderno clasicismo de

Otto Wagner - eran puestos en perspectiva con sus contrapartes

artísticas. El profesor Christophersen no se oponía a los rascacielos

como soluciones al problema del valor de la tierra en ciudades como

Nueva York y Chicago, así como tampoco rechazaba las innovaciones

tecnológicas presentadas en la Exhibición de París de 1900. Sin

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embargo, al plantear el posible panorama para el resto del nuevo siglo,

el discípulo de Bellas Artes exponía sus dudas acerca del paradero

artístico de la arquitectura contemporánea, preguntándose cuál sería "el

derrotero que emprenderá la arquitectura para construir un nuevo

esplendor que haga conservar a este arte el lugar que le corresponde...

Una densa nube oscurece el magnífico panorama del arte del pasado,

dando paso libre a la arquitectura que se anuncia impuesta por las

necesidades contemporáneas” (CHRISTOPHERSEN, 1936: 197).

Desde las postrimerías gomecistas había llegado a Caracas un

fragmentario reporte de esa arquitectura de rabiosa contemporaneidad.

Las propuestas de Le Corbusier para la Exhibición de París de 1925

fueron comentadas por el crítico Rafael Seijas Cook; otros proyectos

posteriores de aquel fueron presentados en conferencia ante el Colegio

de Ingenieros de Venezuela, el 18 de junio de 1936, por el arquitecto

Cipriano Domínguez, a su regreso de la capital francesa; allí había

estudiado posgrado en la École Spéciale d’Architecture, así como

practicado como pasante en el taller de Le Corbusier (GAN, 1998: 152;

GASPARINI Y POSANI, 1969: 342). Ya por aquellos años Bergamín

elogiaba la nueva "máquina para vivir" corbusiana, admitiendo que era

una solución económica que liberaba tanto espacio doméstico como

urbano; y no era necesario pensar que la "absurda" Nueva York era el

único lugar donde esta solución estaba llamada a instrumentarse: los

tradicionales salones de las casas caraqueñas podían remplazarse con el

"living" o el "sitting room", mientras el "pantry" debería considerarse

como área importante de los nuevos apartamentos. Aunque fuera solo

como parte de su campaña por más jardines en una Caracas diezmada

por la urbanización voraz, Bergamín también se refirió a la casa

corbusiana construida alrededor de un árbol (BERGAMÍN, 1959: 20-21,

38-41). Y antes de estos reportes en torno al modernismo extranjero, en

1936 Seijas Cook planteó ciertos interrogantes acerca del panorama

nacional: en su búsqueda de las raíces vernáculas de la arquitectura

venezolana, el crítico analizó las obras de los maestros guzmancistas y

posguzmancistas, como para recordar a sus colegas la debilidad de esta

disciplina en tanto campo especializado en Venezuela (SEIJAS, 1936).

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Tal como algunas de sus quintas suburbanas mostraban desde finales de

la era gomecista, los jóvenes arquitectos venezolanos parecían ávidos

por importar recientes tendencias de la arquitectura internacional: desde

el Art Deco y el modernismo corbusiano provenientes de Europa, hasta

el pragmatismo tecnológico de la arquitectura norteamericana, cuyo

mayor exponente era el Rockefeller Center, tan comentado a la sazón

(CARABALLO, 1991: 66-68). De hecho, desde aquellos días cuando el

hotel Majestic había roto la chata silueta de la Caracas gomecista, los

llamados "edificios" fueron bien recibidos por los lugareños, cuyo gusto

arquitectónico ya pasaba a estar, como recuerda el cronista Orihuela,

"bajo el imperio fascinante de los rascacielos norteamericanos"

(ORIHUELA, 1967: 59). Sin embargo, en muchas otras quintas de los

suburbios, propietarios y arquitectos parecían añorar todavía el

eclecticismo heredado de Beaux-Arts, el Art Noveau y la Bella Época;

era un tributo demorado, que retrasaría el verdadero arribo del

modernismo arquitectónico hasta la década de 1940 (GASPARINI Y

POSANI, 1969: 367).

13. Los dilemas urbanos de la capital lopecista fueron catalizados por el

problema del tráfico, el cual siguió empeorando a pesar de la imple-

mentación de las innumerables medidas gomecistas. Los agobiados

conductores caraqueños abrigaban expectativas para el momento de la

llegada de Fergusson, cuando la novedad de los semáforos fue advertida

a la visitante por los taxistas, quienes explicaban con algo de ingenuidad

a sus pasajeros que uno debía "esperar a que la luz roja cambiara a

verde"; mientras tanto, Fergusson notó que las cornetas sonaban "con

alegría, quizás, por el nuevo juguete" (FERGUSSON, 1939: 66). Pero los

semáforos no fueron suficientes para resolver todos los problemas

causantes de las colas en el centro caraqueño, como bien pudo darse

cuenta Allen al recorrer las calles aledañas al hotel Majestic:

El tráfico automotor en Caracas durante casi todas las horas del

día está tan congestionado como en Nueva York durante las horas

pico. El manejo del tráfico es competente, considerando lo

estrecho de las calles. Es un tráfico en continuo movimiento. Hay

pocos espacios para estacionar en la calle; los carros dan vueltas

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a las cuadras mientras esperan a los pasajeros que bajaron para ir

a las tiendas (ALLEN, 1940: 268-269, traducción propia).

Aunque Allen quizás se excedió al estimar que había 20 mil carros en la

capital lopecista, las cifras divulgadas posteriormente no estaban tan

lejos de los cálculos del visitante. En un informe titulado "El tráfico

automovilístico en la ciudad de Caracas y su influencia en el futuro de

la capital" (1940) - basado en encuestas realizadas probablemente por la

Asociación Venezolana de Ingenieros (AVI) - la congestión circulatoria

era explicaba con profusión de datos. A partir de los 4.500 carros

circulantes para las postrimerías gomecistas, la prosperidad de la

Caracas democrática impulsó un crecimiento sostenido tanto en el

número absoluto de automóviles como en el incremento relativo anual:

6.013 unidades en 1936, 30 por ciento más que en 1935; 8.439 unidades

o 40 por ciento en 1937; 10.477 unidades o 19,4 por ciento en 1938;

12.381 unidades o 15 por ciento en 1939. Al mismo tiempo, los ingresos

petroleros parecieron aumentar el índice de tenencia vehicular de los

caraqueños: 50 habitantes por carro en 1930 y 1935, 47 en 1936, 34 en

1937, 28 en 1938 y 24 en 1939. Al comparar estos promedios con los de

Nueva York para finales de la segunda década del siglo - 48 habitantes

por automóvil en 1916, 34 en 1918 y 25 en 1920 - el informe resaltaba

cómo la evolución de la metrópoli nórdica anticipaba la de Caracas con

una ventaja de veinte años; se esperaba que esta brecha disminuyera en

el futuro, "pues la opinión de los expertos americanos es que en América

se bajará difícilmente de 7,5 habitantes por carro para la población

urbana y de 3,8 para la población suburbana..." (El tráfico

automovilístico…, 1940: 6).

Al igual que en el enfoque de Roche y otras propuestas, el informe

consideraba que la Inspectoría General de Vehículos estaba haciendo lo

mejor posible para manejar las dificultades del tránsito caraqueño, pero

que el verdadero problema solo podía resolverse ensanchando las calles;

de lo contrario, la capital venezolana podía convertirse en un inmenso

estacionamiento, impresión compartida por Roche al regresar de sus

viajes por otras capitales suramericanas que parecían haber manejado el

problema de mejor manera (El tráfico automovilístico…, 1940: 7-8;

ROCHE, 1945: 169). En vista de la gravedad de la situación, al tratar de

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buscar cambios estructurales, el informe finalmente evaluaba las

opciones para el aparcamiento en el distrito comercial de Caracas:

Distintas soluciones se presentan para resolver estos problemas.

Algunas hay que descartarlas, por ejemplo, la extensión del centro

comercial de la ciudad... El ideal sería un centro estrecho muy

denso donde las actividades de un hombre de negocio no requieran

de vehículo. Por ejemplo, el centro Wall Street de Nueva York,

donde trabajan más de 500.000 empleados y no circulan carros,

puesto que cada empleado llega por la mañana y no utiliza más el

vehículo durante el día.

Extender un centro comercial es obligar a los hombres de negocio a

ir de un lado para otro de la ciudad en automóvil, 4 o 5 veces por día.

En París existe este defecto que acarrea diariamente una pérdida de 2

horas (El tráfico automovilístico…, 1940: 11-12).

Una vez más, al confrontar su problema de estacionamiento, los

caraqueños debieron retornar al secular dilema metropolitano entre París

y Nueva York, aunque esta vez se tomara ya partido por esta última

ciudad. A pesar de tener 20 años de atraso con respecto a la metrópoli

nórdica, el distrito central de Caracas ya podía aspirar a convertirse en

un pequeño Wall Street, cuyos agitados hombres de negocio no tenían

tiempo que perder, como aparentemente sí ocurría a los parisinos. El

dilema metropolitano que venía de la Bella Época y los Años Locos se

complejizaba ahora con los modelos alternativos de crecimiento urbano:

entre un París ambiguamente asociado con la extensión de las

actividades centrales y una Nueva York que materializaba las ventajas

de la concentración, los expertos en materia de tráfico y los reporteros

del modernismo parecían atribuir a la metrópoli americana todas las

ventajas de la densificación. Pero los significados de estas dos urbes

resultaban diferentes en la propuesta de Roche, donde la

monumentalidad parisina todavía inspiraba la renovación del centro,

mientras que las avenidas al estilo Broadway guiaban la extensión del

tejido urbano, como también ocurría en las americanizadas fantasías de

Nava. Por otro lado, si Nueva York era laboratorio modernista para

expertos y visionarios del urbanismo, París seguía siendo ciudad

encantadora para el presidente venezolano y mucho de su aburguesado

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entorno. Aunque sin resolver todavía los dilemas acerca de las dos

metrópolis, las propuestas, artículos e informes mencionados avivaron,

en medio del tráfico, la prisa de los caraqueños por remozar su capital,

mientras los capítulos provenientes de la agenda gomecista eran

sintetizados en una gran interrogante urbana: ¿renovación o extensión?

Los lugares modernos de hoy, reservados a los habitantes, se

cubrirán de inmuebles comerciales y la ciudad actual se tornará

en una ciudad antigua e insalubre donde no podrán vivir sino

elementos infelices de la población. Cuando esto ocurra los

propietarios, al contemplar cómo se desvalorizan poco a poco

sus propiedades, nos reprocharían nuestra desidia así como hoy

en día tienden a reprocharnos nuestra previsión.

Gobernación del Distrito Federal, Memoria… (1939)

The new plans for Caracas are so sweeping that it is not strange

the commission withhold them until they are ready to go ahead.

They now approach that point.

Henry Justin Allen, Venezuela. A Democracy (1940)

La Dirección de Urbanismo

14. Algunos de los dilemas capitalinos ya habían sido resueltos por el

nuevo gobernador de Caracas, general Elbano Mibelli, designado por el

Presidente en febrero de 1936, en aquel difícil momento cuando las

turbas saqueaban las pertenencias de la élite gomecista. Otro andino

venido con la Revolución restauradora en 1899, Mibelli había sido

prefecto de una de las secciones administrativas de la capital e

importante funcionario durante la primera parte del gomecismo; sin em-

bargo, tras su participación en una abortada rebelión en 1928, fue

encarcelado hasta finales del régimen. En vista de este episodio contra

la tiranía, los rebeldes caraqueños resintieron el hecho de que Mibelli

sofocara las protestas del 36, así como su resuelta guerra en contra del

emergente comunismo venezolano, incluyendo un servicio secreto que a

tal fin funcionaba desde la GDF (FUNDACIÓN POLAR, 1997a). Por todo

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ello, el Gobernador ha sido figura controvertida durante largo tiempo:

aunque el mismo López Contreras posteriormente reconocería que

"Elbano era más gomecista” que él mismo (SANÍN, 1982: 47), para Tulio

Chiossone, Secretario de la Presidencia a la sazón, Mibelli solo era "el

verdadero Gobernador, inflexible en asuntos de disciplina e implacable

mantenedor del principio de autoridad" (CHIOSSONE, 1989: 63, 69).

Actuando en consecuencia con su estilo autoritario y sus objetivos

políticos, desde el comienzo Mibelli mejoró tanto el equipo como la

organización del servicio policial caraqueño. El Gobernador también

sobrepasó las metas sanitarias de la administración lopecista: cuando

Allen llegó a Caracas, no solo estaban las calles "completamente rotas

para la instalación de nuevos acueductos", sino que también se habían

construido siete nuevos hospitales y sanatorios en el DF durante los

últimos tres años. Con la asistencia de expertos procedentes de

Washington, el "Gobernador Mibelli - cuyo amor por los niños es bien

conocido", apuntó Allen - también había instrumentado un programa de

obras de bienestar social, incluyendo la creación en Venezuela del día

de la Madre y el día del Hijo, americanismos que conmovieron al político

de Kansas (ALLEN, 1940: 135-136, 188). Al mismo tiempo, la GDF aunó

esfuerzos con el concejo municipal a fin de crear 67 nuevas escuelas

(RODRÍGUEZ ESPINOZA, 1939: 409-412).47 De manera que, en el fondo,

el gobernador autoritario parecía tener un lado más tierno que el

percibido por los revoltosos caraqueños de izquierda...

Además de respaldar desde la Gobernación las políticas sanitarias y

educativas de la Presidencia, el general también prestó inmediata

atención a los problemas propiamente urbanos de la capital, los cuales

estaban siendo discutidos en la prensa para el momento de su

designación. En este sentido, el tráfico fue el primer objetivo atacado a

través de la Comisión Técnica creada el 21 de mayo de 1936 y

conformada por los empresarios Raúl Domínguez, Óscar Augusto

Machado, Luis Roche y el arquitecto Manuel Mujica Millán; esta

comisión debía abordar la circulación de peatones y vehículos, en

términos de "Regulación y descongestión del tránsito en el centro de la

ciudad de Caracas; estacionamiento de vehículos de pasajeros, de carga

y otros; regulación de autobuses; adopción del sistema de señales

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luminosas, y demás problemas del tránsito en general" (GDF,

Memoria…, 1937: 96). Además de pavimentar 60 mil metros cuadrados

de calles y avenidas, las recomendaciones de la comisión fueron

recogidas en la nueva Ordenanza de tránsito urbano de 1936, la cual

aumentó el límite de velocidad máxima de los automóviles a 30

kilómetros por hora, mientras a los camiones se les permitió 25 (CMDF,

1936); el problema del estacionamiento sería atacado por otra ordenanza

en 1938 (RODRÍGUEZ ESPINOZA, 1939: 451-482).48

Sin embargo, todo el mundo sabía que el tráfico caraqueño requería de

una solución allende simples ajustes en la normativa de circulación

vehicular, implicando cambios más estructurales. Tal como fue

reconocido en las propuestas publicadas en 1936 y por el mismo

gobernador Mibelli posteriormente (GDF, Memoria…, 1940: viii), la

cuestión del tráfico era concomitante con la transformación general de

Caracas, la cual no podía posponerse por mucho más tiempo.

15. Tras escribir al CIV, en abril de 1937, pidiendo asesoría para

"desarrollar científicamente" los servicios públicos de la GDF, y

siguiendo también, según Chiossone, una solicitud presidencial

(CHIOSSONE, 1989: 82), Mibelli creó, el 6 de abril de 1938, la primera

Dirección de Urbanismo (DU) de Caracas.49 Apoyándose en recursos

técnicos y económicos de la antigua Ingeniería municipal, la DU estaba

destinada a ser - más que un simple organismo para controlar el

crecimiento de la capital - una agencia de planificación que debía

elaborar un plan inmediatamente. Tal como establecía la justificación de

la resolución legal del Gobernador:

Por cuanto la ciudad de Caracas acusa un creciente aumento de

población y una sensible extensión de su área urbana,

complicándose cada vez más los problemas típicos de una gran

urbe floreciente, cuyo ensanche y ornato están al margen de un

plan armónico de desarrollo científicamente estudiado; y por

cuanto Caracas no debe aplazar más su vital necesidad de ser

urbanizada conforme a un vasto programa que solucione con

eficacia la marcha regular de los servicios públicos de la población

y prevea su futuro de una gran ciudad moderna,

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el principal objetivo de la DU era el "estudio, confección y ejecución del

amplio Plan de Urbanismo para la Ciudad de Caracas" (GDF,

Memoria…, I: 271).

Aunque se suponía que estuviera encabezada por un ingeniero, el primer

director de la DU fue de hecho el arquitecto Guillermo Pardo Soublette,

mientras su colega Enrique García Maldonado fue designado arquitecto

oficial; también se incluyeron tres topógrafos y tres dibujantes, entre

otros miembros del personal. Al mismo tiempo, se dio impulso al aparato

urbanístico con una nueva Comisión Técnica de Urbanismo (CTU) - a

la cual algunas veces se hace referencia en documentos como Comisión

Técnica Consultiva - conformada por "expertos nacionales cuyas

funciones, en razón de su profesión y vasto conocimiento de la Ciudad

los ponía en capacidad de apreciar particularmente los problemas locales

y sus convenientes soluciones", tal como explicaría Mibelli más tarde al

CMDF (GDF, Exposición..., 1939: 13). Los expertos seleccionados

fueron Carlos Guinand, Carlos Raúl Villanueva y Gustavo Wallis; el

ingeniero Edgar Pardo Stolk, de la Dirección de Edificios y Obras de

Ornato; el ingeniero Leopoldo Martínez Olavarría, de la Ingeniería

Municipal; Pardo Soublette y García Maldonado de la DU, y el propio

Mibelli, aunque no mencionara su nombre a los concejales (AZPÚRUA,

1964: 31).50

16. También fue considerada la asesoría extranjera al nuevo organismo.

En este sentido, valga mencionar que, a través del cónsul general de

Venezuela en Europa, la GDF invitó al arquitecto y urbanista español

Secundino Zuazo, establecido a la sazón en París, a formular una

propuesta para la transformación urbana de Caracas y venir a Venezuela;

la invitación fue retirada una vez concluida la Guerra Civil e instaurado

el régimen franquista (SAMBRICIO, 2013). Pero la nueva maquinaria

urbanística de la GDF fue completada desde el inicio con la asesoría de

profesionales franceses: el mismo día en que se creó la DU, también se

celebró un contrato con la oficina parisina de Henri Prost, Jacques

Lambert, Maurice Rotival y el ingeniero Wegenstein, quienes debían

suministrarle "al nuevo servicio opiniones autorizadas y aquellos

programas técnicos necesarios a la buena marcha de los estudios", así

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como también enseñar a los ingenieros que en el futuro pudieran

colaborar con el gobierno (GDF, Exposición…, 1939: 4).

El nuevo personal urbanístico de la GDF tenía fuertes vínculos

académicos y culturales con Europa, especialmente con Francia. Si bien

Wallis había estudiado en la UCV y posteriormente se especializó en

Estados Unidos, los otros dos técnicos urbanistas poseían experiencia

francesa: Guinand había estudiado en la Technische Hochschule de

Múnich y luego trabajado por dos años en París, antes de regresar en

1915 a Caracas, donde diseñara teatros Art Déco y quintas para la

burguesía gomecista, como ha sido señalado (COLMENARES, 1989;

GAN, 1998).51 Villanueva había estudiado en la École des Beaux-Arts,

donde se graduó en 1928; habiéndose distanciado de su formación

academicista desde mediados de los años treinta - cuando le fueran

comisionados el Museo de Bellas Artes, el Museo de Ciencias Naturales

y otros proyectos para el gobierno de López - Villanueva conservaba no

obstante la visión d'ensemble adquirida en la formación parisina.

Además de ellos, Machado, Roche y Martínez Olavarría también habían

estado viviendo o estudiando en la Ciudad Luz durante su juventud

(GASPARINI Y POSANI, 1969: 365; NEGRÓN, 1991: 145).

Aunque para julio de 1937 el equipo de Prost ya le había escrito al

Gobernador ofreciéndole sus servicios (MARTÍN, 1994: 347, 353), la

educación parisina de esta primera "verdadera escuela de urbanismo" de

Caracas fue posteriormente aducida por Rotival para justificar que,

supuestamente, el gobierno venezolano "se dirigiera al gobierno francés

para pedirle colaboradores" (ROTIVAL, 1950-1951: 71). Las razones

iniciales para esta vinculación apuntan en direcciones varias: si bien ha

sido argüido que Rotival y Lambert habían contactado a la GDF a través

de la Legación de Francia en Caracas (MARTÍN, 1997: 1009; MARTÍN,

2004: 35-45), Martínez Olavarría señaló que el contacto original vino

del trato entre Wegenstein y Guinand, cuando este último residía en París

(NEGRÓN, 1991: 148).

Pero este problema no debe desviar la atención del verdadero significado

de las innovaciones urbanísticas de la GDF: la creación de la DU y CTU

no solo fue el primer paso gubernamental hacia la transformación

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caraqueña, sino que además constituyó un hito en la creación de un

urbanismo nacional. Como lo reconocería el propio Rotival años

después, el primer "equipo venezolano" en urbanismo había nacido, lo

que también representaba un importante avance para una profesión

arquitectónica llamada por primera vez a asumir su función en la

planificación urbana, en un medio hasta entonces dominado por

ingenieros civiles (ROTIVAL, 1950-1951: 71; ZAWISZA, 1985: 46). Tras

todas las dudas y los dilemas en el debate urbano de la capital

democrática, el gobernador Mibelli pareció haber optado por los

encantos parisinos, mientras su equipo de profesionales criollos y

franceses procreaban el primer urbanismo técnico en Venezuela. Gracias

a su prestigio académico y cultural entre otrora estudiantes que acogiera

durante la Belle Époque, París estaba a punto de jugarse su última carta

en el debut urbanístico de Caracas.

17. Desde un comienzo, las principales actividades de la DU se

concentraron en el diseño de un plan urbano para Caracas. En su informe

anual al CMDF a finales de 1938, Mibelli resumió las tareas de la nueva

oficina en dos fases: la primera había sido el "estudio metodológico de

lo existente, proyecto y planificación, teniendo como norma el aspecto

sui géneris de la ciudad española de Caracas, y cuidando que lo original

no sea ahogado por la copia servil de las ciudades modernas que no

tienen la misma topografía"; la segunda fase había consistido en la

elaboración de los proyectos como tales (GDF, Exposición…, 1939, I:

xv). Básicamente las mismas etapas fueron confirmadas en el informe

de Pardo Soublette, donde el director de la DU mencionaba que se habían

planteado dos soluciones, de las cuales la CTU había aprobado la más

interesante (GDF, Exposición…, 1939, II: 373).

Tal como ya ha sido advertido, se manejaban propuestas para la

expansión de Caracas desde que se iniciara el debate democrático sobre

las reformas urbanas en 1936. En particular, un plan desarrollado por

Luis E. Chataing y auspiciado por el MOP y la AVI fue presentado al

CMDF en 1937, cuando al parecer obtuvo el respaldo de los concejales

integrantes de la Comisión de Obras Urbanas, Fomento y Ornato Público

(MOP, Memoria…, 1938; AZPÚRUA, 1964: 31; MARTÍN, 1991: 79-80).

Aparte de la supuesta falta de estructura que Martínez Olavarría le

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criticara a la propuesta del MOP, parecía haber, no obstante, un factor

político para que la CTU no la encontrara lo bastante interesante. De

hecho, tras el triunfo de la coalición izquierdista por primera vez en las

elecciones municipales de 1937 y 1938, se aduce que Mibelli decidió

pasar por encima de los alegatos de los concejales, incluyendo sus

preferencias por la propuesta del MOP. Esta suerte de sabotaje al

municipio parecía ser maniobra frecuente en un país donde las

administraciones locales representaban la mejor manera para las nuevas

fuerzas políticas de abrirse paso a través del ancien régime, penetración

que el "pequeño Haussmann" no iba a permitir desde su cuartel

anticomunista de la GDF (SANÍN, 1982: 135, 264; MARTÍN, 1991: 79-

82; MARTÍN, 1994: 345-353; MARTÍNEZ OLAVARRÍA ET AL, 1983: 57).

Y todas estas intrigas políticas podrían ayudar a explicar la sigilosa

actitud de los Consejeros Técnicos, percibida por el senador Allen

durante su visita a las oficinas de la DU, en vísperas de la presentación

final del nuevo plan:

La Oficina de Urbanismo en Caracas es un edificio de apariencia

competente lleno de hombres estudiosos trabajando sobre sus

mesas de dibujo. A nadie se le ocurriría pensar que es un lugar

donde se guardan algunos secretos. Pero a decir verdad, se están

preparando para darle a Caracas una sorpresa que tendrá

resonancia. Los miembros de la agencia planificadora están

dedicando todo su tiempo al esquema para rehacer la ciudad de

Caracas. Me aseguraron que no habían discutido este plan en

público, por considerar que todavía estaba en una etapa prematura,

y que yo era la primera persona, aparte de los miembros del comité

de urbanismo y los ministros, a quien le hablaban del esquema

propuesto (ALLEN, 1940: 272, traducción propia).

En aquellos meses previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial,

cuando el senador notó que la cruz gamada de los nazis ondeaba en las

calles capitalinas "en mayores cantidades que la bandera de cualquier

nación salvo Venezuela", la expectativa sobre la nueva propuesta para

Caracas alcanzaba su clímax (ALLEN, 1940: 66). Por aquel entonces

Bergamín se quejó públicamente del retraso en la nueva ley para la

expansiva capital, cuyo proceso de urbanización seguía "como el cáncer,

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avanzando, avanzando" (BERGAMÍN, 1959: 34). Pero, a pesar de las

críticas, el Gobernador solo parecía preocuparse porque la bonanza de

Caracas no disminuyera por el estallido de la guerra: la población del DF

había aumentado más de 34 por ciento desde 1936, mientras la ciudad

todavía crecía a un ritmo de 5 casas diarias (GDF, Memoria…, 1940: vi;

MINISTERIO DE FOMENTO, 1944: 4).

18. Fue a mediados de 1939 cuando se presentó a los concejales del DF

la sorpresa, oculta por tanto tiempo, de cara a la transformación de la

capital, presentación que sigue siendo el mejor manifiesto de la

concepción urbanística de Mibelli. A pesar de haber invocado

originalmente el carácter “español” de la capital, el Gobernador terminó

reconociendo que la estructura colonial de esta no podía permanecer

intacta por mucho más tiempo, debido a sus limitaciones circulatorias,

arquitectónicas e higiénicas:

Dejar la Ciudad en su actual estado equivale a abandonarla a su

propia decadencia. La intensa circulación automovilística en

calles que fueron trazadas para el tráfico de recuas o carretas,

constituye un serio inconveniente para las actividades de la

comunidad. La pérdida de tiempo que sufre la población y, en

consecuencia, la pérdida de dinero, sería por sí solo suficiente para

justificar un cambio radical.

La Ciudad actual data de la época colonial y ha conservado hasta

estos últimos años la fisonomía que tanto nos agrada. Sin

embargo, el aumento considerable de la población – alrededor de

cien mil personas desde el año 1926 – tiende a modificar su

carácter. La tendencia cada vez más patente de elevar el gabarito

de las casas nos indica que dentro de poco tiempo la Ciudad

adquirirá un nuevo aspecto. Permitir construcciones elevadas en

calles angostas, en manzanas profundas donde no se reservan

luces suficientes que la higiene aconseja, constituyen una

imprevisión desde cualquier aspecto que se le considere.

La Ciudad, en su esfuerzo natural de expansión, querrá

desplazarse rápidamente, desde sus calles estrechas hacia

superficies más amplias, aireadas y soleadas. Los lugares

modernos de hoy, reservados a los habitantes, se cubrirán de

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inmuebles comerciales y la ciudad actual se tornará en una ciudad

antigua e insalubre donde no podrán vivir sino elementos infelices

de la población. Cuando esto ocurra los propietarios, al

contemplar cómo se desvalorizan poco a poco sus propiedades,

nos reprocharían nuestra desidia así como hoy en día tienden a

reprocharnos nuestra previsión (GDF, Exposición…, 1939: I: 14-

15).

Aunque se suponía que hablaba a nombre de la comunidad toda, el

Gobernador parecía estar más preocupado por los futuros reproches de

los propietarios que por el deterioro mismo del centro capitalino.

Además del hecho de que los venezolanos éramos, entre los

latinoamericanos, “los últimos en considerar el problema del

acondicionamiento de la ciudad y esto debido a circunstancias por todos

conocidas”, se instaba a la reconstrucción de Caracas como una

necesidad económica, social y arquitectónica por el bien de los

propietarios (GDF, Exposición…, 1939, I: 15). Esta justificación

rentística y funcional de la renovación urbana fue finalmente respaldada

por la concepción del propio Mibelli del urbanismo como un equilibrio

entre las llamadas “obras de ornato” y las “obras necesarias”:

Tendemos en fin a disipar el concepto erróneo que el público tiene

a menudo sobre urbanismo. A veces se califican como ‘Obras de

Ornato’ los trabajos que en realidad constituyen ‘Obras

Necesarias’. Si en el momento de la ejecución lográramos una

mejor agrupación de los inmuebles y reglamentáramos las

fachadas de los mismos sobre ciertas plazas y avenidas, uniríamos

'el ornato con la necesidad'.

Pero es necesario recordar, ante todo, que el urbanismo es el arte

de hacer que los hombres convivan en una forma sana, agradable

y útil. Arte que brinda la posibilidad de dar a las clases laboriosas,

en las que cifran el porvenir del país, alojamientos higiénicos, y al

mismo tiempo, el llamado a prestar a la ciudad el aspecto digno

de una verdadera Capital (GDF, Exposición…, 1939, I: 15-16).

El general Mibelli estaba así por colmar su ambición de engalanar la

Caracas posgomecista como una capital digna del gobierno y sus

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visitantes, de los inversionistas y la comunidad; de esta forma, el influjo

guzmancista parecía revivir una vez más en la historia caraqueña, pero

esta vez en el contexto de una necesidad real de transformación urbana

y mayores recursos económicos y técnicos. Con su visión personal del

urbanismo requerido para llevar a cabo la renovación urbana caraqueña,

el Gobernador parecía reunir por primera vez las vertientes del pre-

urbanismo venezolano. Por una parte estaba el arte urbano guzmancista,

con sus elementos de ornato y urbanidad; por la otra estaban los

componentes “necesarios” heredados de la agenda higiénica y

progresista del gomecismo (ALMANDOZ, 2006). Aunque él insistiera en

llamarlo "arte", Mibelli inauguraba así un urbanismo de carácter técnico

en la administración venezolana.

Pero antes de adentrarnos en el contenido de los ambiciosos planes que

sorprendieron al senador Allen y requirieron de tan elaborada

presentación por parte del Gobernador, demos un vistazo a los

antecedentes de los urbanistas extranjeros invitados a coordinar la

renovación urbana caraqueña. Y al hacerlo, también bosquejaremos la

influencia del urbanismo francés y europeo en el proceso de

planificación emergente en las principales capitales latinoamericanas,

panorama que debería permitirnos ver el caso de Caracas desde una

perspectiva continental.

Él (Rotival) ejercía de verdad la dirección de la elaboración del

plan y su opinión era la definitiva: no en vano era el maestro y

nosotros unos bisoños discípulos.

Leopoldo Martínez Olavarría a Marco Negrón, “La gestación del

Plan Urbano de Caracas de 1939 y su incidencia en la formación

de la tradición urbanística venezolana. Conversación con

Leopoldo Martínez Olavarría” (1989)

La misión francesa

19. Aparte de la vertiente más progresista del urbanismo francés,

abanderada por Le Corbusier desde la década de 1920, una más

conservadora estaba constituida por urbanistas que habían trabajado con

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Eugène Hénard en el Musée Social: Donat-Alfred Agache, Jean Claude

Nicolas Forestier y Henri Prost, entre otros, estuvieron relacionados con

la creación de la Sociéte Française des Urbanistes (SFU) en 1913, y con

la enseñanza del urbanismo en la École des Beaux-Arts (RAGON, 1991,

II: 249-256). Cuando algunos de ellos fueron invitados por el mariscal

Louis-Hubert Lyautey para participar en las empresas urbanísticas

coloniales, se añadió entonces el último elemento constitutivo de la

llamada École Française d'Urbanisme (EFU), que convirtió a Francia en

uno de los grandes exportadores de la nueva disciplina, a pesar de su

relativo atraso en Europa (CHOAY, 1983: 253). Aparte de incorporar las

nuevas tendencias del diseño generadas por Hénard, Tony Garnier y

Raymond Unwin (1909), el ecléctico acervo de la EFU también incluía

la tradición artística inaugurada por Camillo Sitte y continuada por el

movimiento City Beautiful, así como la majestuosidad de los planes

beauxartianos (GAUDIN, 1985: 58-60; LEJEUNE, 1994: 179-180).

Aunque algunos de los miembros de la EFU trataron de modernizar esta

herencia heterodoxa, su respeto por el formalismo de la escuela de Bellas

Artes siempre fue una diferencia de fondo con respecto al funcionalismo

de Le Corbusier, quien rechazaba los principios academicistas,

calificándolos de "dogmas, recetas, trucos" que conducían a "una

práctica peligrosa" (LE CORBUSIER, 1923: 145, traducción propia). Pero

a pesar de las críticas, la mise à jour que la EFU hiciera del urbanismo

de regularización en algunos casos resultaría ser una alternativa más

realista y exportable que el utópico progresismo corbusiano (WRIGHT,

1991).

La genealogía del equipo francés contratado para el plan urbano de

Caracas se entroncaba con la EFU. Henri Prost había sido miembro

asiduo del Musée Social, donde trabajara con Hénard y Georges Risler.

El ganador del Prix de Rome de 1902 también había estado en contacto

con la École Nationale des Beaux-Arts hasta 1913, cuando atendiera las

solicitudes de urbanistas profesionales hechas por el general Lyautey

desde Marruecos. En esos años, Prost pensaba que la falta de dirección

administrativa explicaba por qué el urbanismo francés había llegado a

un punto muerto después de Haussmann; firme creyente en el liderazgo

enérgico y los grandes proyectos que pudieran restablecer la pretérita

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majestuosidad gala, el maestro honró la tradición academicista de

grandes ejes en Casablanca, Fez y Marrakech (RABINOW, 1989: 237-

238). De regreso en Francia al finalizar la Primera Guerra Mundial, Prost

trabajó en proyectos de planificación regional, incluyendo el plan para

París de 1934; para entonces era ya reconocido como un veterano

exponente de "lo que Pascal llamaba el espíritu de finura y el espíritu de

geometría", es decir, era preclaro embajador urbanístico de la mission

civilisatrice (ROYER, 1965, traducción propia).

En la década de 1930, la oficina parisina de Prost contrató a Maurice

Rotival para un proyecto en Argel. Antiguo alumno de la École Centrale

y miembro de la generación corbusiana, Rotival fue profesor en la

Universidad de Yale, donde pudo distanciarse tanto del formalismo

beauxartiano como del funcionalismo extremo del CIAM (HEIN 2002;

HEIN, 2002a; Maurice Rotival, 1980; RAGON, 1990, II: 255). Ya a

mediados de los años treinta, Rotival resumió su balanceada concepción

del urbanismo francés en el artículo "Les grandes ensembles" (1935),

alegato a favor de los patrones residenciales modernos que también

reconocía la contribución artística de precedentes tradiciones europeas

en diseño urbano. Por un lado, el autor elogiaba la rigidez de los

esquemas residenciales de Le Corbusier y Walter Gropius, concibiendo

"el ordenamiento de una ciudad ideal" en tanto combinación de

funciones, tales como "la autopista, la vía primaria de gran tráfico y

comercial, las vías secundarias de servicio automovilístico a las

residencias, y los caminos terciarios que permiten la distribución de cada

una de las unidades de escaleras" (ROTIVAl, 1935: 65, traducción

propia). Por otro lado, el joven socio de Prost admitía que los logros del

modernismo eran posibles gracias a la uniformidad del barroco y el

urbanismo haussmanniano; este último se ilustraba en las plazas

burguesas y los grandes ejes, tales como la rue de Rivoli, la avenue de

l'Opéra y los Champs Elysées, que en cierta forma eran predecesores de

las autopistas del siglo XX (ROTIVAl, 1935: 65-67, FIG. 12).

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FIG. 12. Esquemas de ordenamiento urbano y zonificación propuestos

por Maurice Rotival. Tomado de Rotival (1935).

Aunque el equipo de Prost también incluía a Jacques Lambert, urbanista

con experiencia en México y Chile durante la década de 1920, el legado

de la EFU llegaba a la oficina mediante la conexión entre el veterano

jefe y el joven socio. Prost se había relacionado directamente con

Hénard, el trabajo del Musée Social y los grandes logros del urbanismo

colonial; mientras que Rotival tenía una comprensión más bien teórica

de todo ese pasado, incluyendo la obra de Hénard, que sería calificado

como "urbaniste de Paris" por el mismo Rotival en el obituario que le

dedicara (ROTIVAL, 1960). En términos de diseño, el tributo de Prost a

la tradición haussmanniana en Marruecos se veía pues continuado en el

respeto de Rotival por la regularización y la monumentalidad. Así, todos

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los ingredientes teóricos del urbanismo colonial francés podían decirse

representados en el equipo técnico convocado para la misión en Caracas.

20. Alejado de las empresas coloniales del mariscal Lyautey, el proyecto

de Mibelli no logró trasladar hasta la capital venezolana al veterano

Prost, quien supervisaba a la sazón el Plan Maestro de Estambul; en su

lugar, sus socios asistentes fueron designados para responder a la

solicitud del gobernador caraqueño. Desde el comienzo, Lambert parece

haberse sentido tan ambientado en el trópico que permanecería en

Venezuela por el resto de su vida; pero fue el joven Rotival quien

rápidamente pasó a liderar la misión. Para el momento de la visita del

senador Allen a la sede de la DU, era evidente que los trabajos estaban

bajo la batuta de Rotival, quien ya tenía "muchos logros notables en su

haber, al estar relacionado con importantes labores urbanizadoras en

Toulon, París, Estambul y muchas otras ciudades", por lo menos de

acuerdo con la experiencia que él mismo reportara al senador (ALLEN,

1940: 272, traducción propia). Con tantos éxitos internacionales, no

dudó el colombiano Osorio en elogiar al gobierno de Caracas por haber

contratado a "uno de los primeros urbanistas del mundo" (OSORIO, 1943:

60).

En vista de su renombre, no era difícil para Rotival asumir su papel como

embajador de la misión gala. "¡Tú no comprendes!", solía reprender

aquel a los miembros jóvenes del equipo venezolano, según los

recuerdos que estos conservaran de sus primeros encuentros con los

enviados franceses (MARTÍNEZ OLAVARRÍA ET AL, 1983: 63). Sin

embargo, al menos Martínez Olavarría no pareció resentir los términos

desiguales de su relación con Rotival: "Él ejercía de verdad la dirección

de la elaboración del plan y su opinión era la definitiva: no en vano era

el maestro y nosotros unos bisoños discípulos" (NEGRÓN, 1991: 153). El

veterano se ganó el respeto del equipo con su nuevo marco

metodológico, que combinaba ingredientes tanto evolucionistas como

filosóficos del urbanismo francés, con el análisis funcional de la

moderna planificación urbana. Bajo la guía de Rotival, la DU

primeramente elaboró un diagnóstico de la evolución histórica de

Caracas, en términos de crecimiento y movimientos demográficos,

tráfico y transporte, clima, infraestructura, etc. En segundo lugar, a fin

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164

de formular la propuesta, el estudio social, filosófico, demográfico,

geográfico y económico del centro y los suburbios fue complementado

con la introducción de nuevos instrumentos de análisis sistémico, tales

como la zonificación y la jerarquización vial. Caracas quedó así dividida

en áreas funcionales: comercial, industrial, residencial y recreativa, las

cuales se completaron con el distrito de edificios públicos; las zonas

residenciales también se subdividieron de acuerdo a la estratificación

social (GDF, Exposición, 1939, II: 373-375).

Este nuevo marco conceptual y metodológico parece haber sido una

revelación urbanística para el equipo local. "Cuando llega Rotival a

Venezuela, aquí nadie sabe lo que significa la palabra ‘Urbanismo’”, es

la forma como varios miembros de la DU vieron en retrospectiva la

impresionante metodología francesa (MARTÍNEZ OLAVARRÍA ET AL,

1983: 57, 64). Martínez Olavarría confirmó que a pesar de su incipiente

interés en la nueva disciplina - alimentado por su conocimiento previo

del Manual de Urbanismo de Karl Brunner (1939-1940), publicado en

Bogotá - los técnicos criollos hasta entonces habían practicado un mero

urbanismo arquitectural al estilo guzmancista; fue a partir de la llegada

de Rotival que ese enfoque fragmentario sería abordado desde una nueva

visión “macrocósmica” o global de toda la ciudad, enfoque que a

menudo dependía de la intuición del urbanista galo (NEGRÓN, 1991:

147-149).

Por todo ello, si bien la existencia de otras propuestas daba fe de cierto

conocimiento urbanístico en el medio caraqueño, la interacción de los

enviados franceses con los técnicos de la DU tiende a ser considerada

como partida de nacimiento del urbanismo profesional en Venezuela

(MORALES ET AL, 1990: 91). Y aunque dicho nacimiento fuera de los más

tardíos del continente, la paternidad del urbanismo venezolano fue así

otro de los logros de la misión francesa en América Latina (ALMANDOZ,

2010: 31-39; ALMANDOZ, 2017: 279-286).

Esta ciudad fue, muy pronto, un centro de atracción universal y

las grandes Exposiciones levantadas sobre las nuevas explanadas

consagraron el genio de Haussmann, el creador.

Plan Monumental de Caracas (1939)

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165

El Plan Monumental de Caracas

21. La visión colonial del mundo portada por los enviados franceses se

manifestó desde la misma introducción del aquí llamado "Plan

Monumental de Caracas" (PMC), publicado en el primer número de la

Revista Municipal del Distrito Federal (RMDF) en 1939.52 Resaltando

la ubicación privilegiada de la capital venezolana, el documento

comenzaba con analogías geográficas y étnicas entre el mar

Mediterráneo, "punto donde se encontraron y mezclaron grandes

civilizaciones", y el mar de las Antillas, "centro de unión de las

civilizaciones provenientes del Norte y del Sur del Continente Ame-

ricano" (GFD, PMC, 1939: 17). Además de sugerente, la analogía

marítima también presuponía la idea colonialista de que América del Sur

era el África del Nuevo Mundo, cuya completa madurez solo se lograría

mediante el intercambio económico y cultural con el hemisferio norte.

La futura importancia de la capital venezolana no solo se debía a su

ubicación estratégica en el Caribe, sino también a su relativa cercanía a

los centros del mundo civilizado. Cubriendo una distancia de 3.700

kilómetros, se esperaba que el viaje entre Nueva York y Caracas duraría

menos de 10 horas en un futuro cercano, mientras que a Europa se

llegaría en menos de 24. De manera que Caracas miraba hacia el exterior,

tal como lo hacen las grandes urbes:

Es indispensable que la capital de un país mire hacia el exterior.

Es por esto que las grandes ciudades del mundo y particularmente

de los Estados Unidos de Norte América, como Nueva York,

Washington, San Francisco, etc., crecieron automáticamente en

aquellas regiones donde el intercambio era más fácil. La misma

observación podemos hacerla con respecto a la ciudad de Londres,

aparentemente descentrada si la consideramos en relación con

Inglaterra; pero en el justo sitio si se la considera en relación con

los Dominios; lo mismo ocurre con Argelia, situada en el extremo

Norte de los territorios africanos, pero sobre las márgenes del Mar

Mediterráneo que le trajo la civilización. Caracas, pues, ocupa

asimismo el centro de la Costa sobre el Caribe. Geográficamente

su situación es notable y sería ilógico, aun si dispusiésemos de

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medios para hacerlo, tratar de encontrar un sitio más ventajoso

para la Capital de los Estados Unidos de Venezuela (GDF, PMC,

1939: 21-22).

Al mismo tiempo, Caracas era la capital de un país cuyo renacimiento

democrático y auge económico le permitían beneficiarse de "todo el

utillaje moderno y de los métodos más eficaces y racionales que la

experiencia secular de otros países aconseja emplear para el

perfeccionamiento del mecanismo administrativo" (GDF, PMC, 1939:

19). Basándose en su ventajosa ubicación y su condición de capital del

país más rico de la región, Caracas debía entonces asumir su papel

geográfico como líder del intercambio cultural, industrial y comercial,

además de su función como capital de la civilización emergente en el

Caribe.

Así, pues, no sería aventurado afirmar que en lo futuro, Caracas

podrá ser la Capital del Sur de esa nueva civilización Caribe, como

San Luis, sobre el Mississippi, será la capital del Norte. México y

La Habana correrán al Oeste y al Este del círculo armonioso donde

se desarrollará, dentro de poco, con una vitalidad extraordinaria,

la nueva civilización americana (GDF, PMC, 1939: 19).

En vista de ese futuro promisorio, el objetivo final del PMC era preparar

a la capital venezolana para esa "misión envidiable que le ofrece su

destino", de acuerdo con una hipótesis que parece haber sido mérito

fundamental de Rotival, según lo reconociera Martínez Olavarría

posteriormente (NEGRÓN, 1991: 148). El escenario quedaba así

desplegado en términos de dominación y jerarquía regionales: aunque

subordinada a Nueva York y las capitales europeas, Caracas estaba

llamada a convertirse en la metrópoli secundaria de una nueva

civilización tropical. Desde su propia introducción, el urbanismo francés

estampaba así su toque geopolítico en el plan para la urbe democrática.

22. Los problemas que requerían de una nueva organización para

Caracas no quedaron del todo indicados en los capítulos principales del

PMC, aunque sí recogidos en el resumen final, supuestamente basado en

estudios anteriores realizados por la Asociación Venezolana de

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Ingenieros (AVI). La población capitalina de 1936 ascendía a 283.418

habitantes, cifra que casi triplicaba la de 1873; desde 1926, el

crecimiento demográfico en Caracas había sido similar o incluso mayor

al de otras ciudades con igual importancia, como San Luis, Baltimore,

Louisville, Bogotá y Argel; como en la mayoría de las urbes más

dinámicas del mundo, este incremento se debía principalmente a la

migración rural-urbana. El abarrotado damero necesitaba de medidas

muy urgentes: con 193 habitantes por hectárea, la densidad en los

distritos céntricos de Caracas era comparable a las de Argel y Bogotá:

196 y 192, respectivamente. En estas áreas, el uso residencial estaba

siendo sustituido por el comercial, lo cual agravaba la congestión del

tráfico debido a lo estrecho de las calles tradicionales. Más allá del

centro, y además del problema del tránsito ya mencionado, había

dificultades a causa de la expansión urbana y la escasez de viviendas

para los nuevos grupos de clase trabajadora (GDF, PMC, 1939: 21, 37-

39). Aunque la mayor parte de este diagnóstico fuera elaborado por los

informes de la AVI, sería confirmado años más tarde, por el propio

Rotival, como base técnica del PMC (ROTIVAL, 1950-1951: 71).

Al igual que sucediera en la presentación del gobernador Mibelli ante

los concejales, la definición de urbanismo contenida en el PMC

protestaba contra la equívoca concepción tradicional de un arte

ornamental superfluo; por el contrario, el urbanismo era una necesidad

económica y una inversión para el futuro de Caracas. Si bien

simplificados según un funcionalismo algo ingenuo, se suponía que los

ventajosos efectos de la nueva práctica beneficiarían a todos los

elementos de la ciudad:

Una ciudad bien concebida, con calles trazadas para la circulación

automovilística, economiza tiempo y, por lo tanto, dinero.

Economiza combustible, agentes de tráfico, accidentes, etc. Una

ciudad trazada, lógicamente ve disminuir el costo de los servicios

municipales, de sus cloacas, acueductos, aseo urbano, electricidad,

teléfono, etc., obteniéndose así, una economía de impuestos de la que

se beneficia toda la población. Finalmente, una ciudad bien

construida, es hermosa y agradable. Y allí donde se vive confortable

y plácidamente, desaparecen las dificultades sociales, los trastornos

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políticos y los odios de clase que tanto entorpecen la economía

humana (GDF, PMC, 1939: 20).

Haussmann fue entonces invocado como el mejor ejemplo de las

ventajas que, a largo plazo, ofrece un plan urbanístico. Los problemas

de salubridad del París de mediados del siglo XIX pudieron resolverse

solo gracias a la indomable energía de su prefecto, cuyo genio creativo

hubo de enfrentar, según el PMC, una malévola oposición para

transformar a la ciudad en una gran capital. El plan urbano fue tan

provechoso que, sin hacer nuevas inversiones hasta 1914, París se

convirtió en el centro de atracción universal para los turistas y las

grandes fortunas del mundo. No había duda: el plan de Haussmann "pagó

con creces todos los sacrificios e inversiones que requirió su realización"

(GDF, PMC, 1939: 20). En vista de un ejemplo tan concluyente, el

problema de la nueva organización para Caracas no tenía que partir de

cero, sino que por el contrario debía imitar la forma cómo las

legislaciones modernas combinaban las metas urbanísticas con los

medios económicos. "Por lo tanto, no nos proponemos una aventura. No

hay nada que descubrir", era la deductiva conclusión a partir de las

premisas teóricas del PMC (GDF, PMC, 1939: 20).

Aunque limitado y obsoleto en apariencia, ese marco teórico resultaba

apropiado para las metas políticas del PMC, así como la referencia al

plan de Haussmann no estaba completamente fuera de contexto, tal como

se señalara en alguna ocasión (Zawisza, 1989a: 18). Por una parte,

ensalzar el valor mostrado por el Prefecto del Sena justificaba el retraso

del urbanismo parisino al inicio del siglo XX (Poëte, 1939), retraso que

tanto los enviados franceses como el equipo local debían disimular ante

sí mismos y ante el público venezolano. Por otra parte, los logros

económicos y políticos de Haussmann impulsaban y reivindicaban,

como en una saga, los esfuerzos de Mibelli por brindarle a Caracas un

plan digno. De manera que, après tout, el PMC no requería de mayor

elaboración teórica.

23. El socorrido ejemplo de París fue utilizado en varias oportunidades

para sacar diferentes conclusiones acerca de las propuestas para Caracas.

Comenzando con la definición de la "región del urbanismo" - concepto

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innovador probablemente introducido por Rotival, quien ya seguía los

pasos de su jefe en el campo de la planificación regional (Hein, 2002;

2002a) - el estudio tomaba en cuenta la interacción del centro caraqueño

con todos los lugares ubicados a una distancia de viaje de una hora en

carro, aproximadamente. Pero en el fondo, la definición regional parecía

basarse en la parisina, la cual estaría incompleta si se le despojara de su

entorno inmediato, incluyendo Versalles, Fountainebleu, Compiègne,

Dieppe y Deauville (GDF, PMC, 1939: 21-22).

El ejemplo de la capital haussmanniana también fue utilizado para

resolver el gran dilema del PMC: ¿renovación o extensión urbana del

centro? De acuerdo a los expertos, Caracas mostraba un deformante

movimiento hacia el este, que de ser acentuado con la prolongación

suburbial, ocasionaría una devaluación del centro en el futuro. En el

París decimonónico, los riesgos de tal posibilidad habían quedado

demostrados en la decisión del prefecto de urbanizar el oeste, lo cual

aparentemente fomentó el deterioro de los barrios antiguos, cuyos costos

de despeje y saneamiento resultaron ser muy altos a largo plazo (GDF,

PMC, 1939: 22, 24). De manera que, aprendiendo de todas las lecciones

de la experiencia haussmanniana, las primeras propuestas del PMC

optaron por una especie de renovación urbana que buscaba:

1. Solucionar el problema del tráfico mediante avenidas capaces

de absorber la masa total de vehículos, creando así una amplia

circulación Este-Oeste y, abriendo, al mismo tiempo, las

diagonales necesarias.

2. Encauzar el sentido principal de la circulación por medio de una

avenida central que, por sus proporciones y las fachadas de los

edificios dé a la Ciudad un aspecto monumental imprimiéndole un

carácter especial.

3. Crear plazas monumentales en donde el tráfico se reparta

fácilmente y el movimiento del público pueda ser ordenado

durante las grandes festividades (GDF, PMC, 1939: 25).

En el área urbana de Caracas también se proponía la identificación de

terrenos para nuevos edificios oficiales, la habilitación de zonas

comerciales e industriales y la preparación de un plano definido y

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exhaustivo, el cual permitiría a los urbanizadores hacer "inversiones en

inmuebles, con la seguridad y garantía de una valorización de los barrios

de la Ciudad" (GDF, PMC, 1939: 25). Para los sitios aledaños a Caracas,

se recomendaba conectar los diversos centros por rápidas vías de

tránsito; solucionar el problema de vivienda para la clase trabajadora; y

evitar la construcción en lotes que no estuvieran disponibles o no fueran

aptos para ser urbanizados, atacando así el ya creciente problema de las

barriadas pobres (GDF, PMC, 1939: 25). En este sentido, una ordenanza

posterior emitida por la GDF asignaría los terrenos apropiados adonde

las familias de muchos miembros de la clase trabajadora podrían

construir sus casas.53

A pesar del extenso paquete de propuestas generales, la principal

preocupación del PMC parecía centrarse en las llamadas obras

indispensables, cuya ejecución representaba un gasto relativamente

pequeño, que revestía empero considerable importancia para todo el plan

urbano.

En efecto, el carácter estético de todas las ciudades lo determina

la ejecución de una porción de ella, a menudo insignificante en

relación con la superficie total. La ciudad de París, por ejemplo,

ha sido completamente delineada por la ejecución del eje de los

Campos Elíseos y las Plazas de la Estrella y de la Concordia; la

ciudad de Berlín, por Unter den Linden; la ciudad de Londres, por

su Picadilly Circus, etc. (GDF, PMC, 1939: 31).

En vista de la decisiva importancia del valor estético en estos ejemplos,

el PMC le daba prioridad a la ejecución de las obras monumentales,

presididas por la construcción de la avenida Central de 30 metros de

ancho, dividida en diagonales a ambos extremos, al oeste El Calvario y

al este Los Caobos (FIG. 13). Coronados por un sagrario dedicado al

Libertador, los nuevos edificios públicos reforzarían el carácter

monumental a lo largo de la avenida. También se instaba a la ampliación

de otras calles céntricas, así como a la construcción de mercados

municipales y viviendas para la clase trabajadora (GDF, PMC, 1939:

32). El camino para la instrumentación de algunas de estas reformas fue

allanado al prohibir e incluso revocar los permisos que no se ajustaran a

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las nuevas disposiciones del PMC (RODRÍGUEZ ESPINOZA, 1939: 651-

652).54

FIG. 13. Perspectiva de la avenida Central propuesta en el PMC, con el

Calvario al fondo. Tomado de GDF (PMC, 1939).

…ya no hay gente que crea que hacer urbanismo consiste en trazar

ejes.55

Gaston Bardet, "Vingt ans d'urbanisme appliqué" (1939)

Crítica a las propuestas

24. Tras haber resumido el contenido del PMC a partir de su versión

original, conviene presentar las principales vertientes de la crítica que ha

interpretado y evaluado, a lo largo del siglo XX, las propuestas de la

misión francesa. Sin embargo, más que juzgar la conveniencia del plan

para Caracas - tema que ha absorbido mucha de la atención de los críticos

- en este caso nos concentraremos en el legado haussmanniano del PMC,

tratando al mismo tiempo de explorar otras fuentes urbanísticas que

pudieran haberlo inspirado. Particular interés se debe prestar a la avenida

Central - que daría origen a la avenida Bolívar - ya que la mayoría de los

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reproches se han orientado hacia esta detallada propuesta del PMC, que

incluso fue respaldada en el documento original con una interpretación

gráfica realizada en París (FIG. 13). Por último, se deben hacer algunas

acotaciones con respecto a la forma como el PMC contribuyó a moldear

tanto la monumentalidad como la modernidad ulteriores de la capital

venezolana.

Incluso antes de que el PMC saliera a la luz, la conveniencia de una

renovación urbana para el centro caraqueño había sido una alternativa

considerada, que a partir de la década de 1930 suscitó varias

controversias. Cuando le fue mostrada la propuesta a Allen, el senador

parece haber recibido una justificación basada en las restricciones físicas

de la ciudad y en los principios teóricos tanto de Rotival como del equipo

local:

Anidada en un valle entre montañas, no es posible hacer una

ciudad sobre terrenos hasta entonces desocupados. Aunque lo

fuera, tal movimiento iría en contra de la filosofía tanto del

arquitecto parisino como de la comisión gubernamental, quienes

no desean arruinar los sitios antiguos sino darles un valor

agregado mediante una nueva belleza cívica. Ellos planean

establecer nuevos centros en viejos lugares, combinando utilidad

y gracia, lo cual evitaría que esta ciudad que crece tan rápidamente

se expanda demasiado hacia los cañones o ascienda por las laderas

de las montañas (ALLEN, 1940: 272, traducción propia).

Al mismo tiempo, se suponía que la cirugía urbana resolvería el problema

del tránsito y el estancamiento general de la ciudad, tal como lo admitiera

Bergamín por vez primera durante una conferencia dictada en la UCV en

diciembre de 1939 (BERGAMÍN, 1959: 36). El arquitecto español mantuvo

el mismo punto de vista cuando las reformas comenzaron a ser criticadas:

a pesar de las posibles fallas del PMC, el orden generado por la propuesta

era en cualquier caso positivo para una ciudad que había permanecido

estancada por tanto tiempo (BERGAMÍN, 1959: 46).

Tras aquella concordancia inicial, críticos posteriores han rechazado

tanto la supuesta imposibilidad de extensión de Caracas como la validez

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del razonamiento de los expertos. Sin tomar en cuenta una disponibilidad

de terrenos que era incomparable con su escasez en el París del siglo

XIX, Rotival acogió ciegamente, según Zawisza, las experiencias de

Haussmann y Napoleón III, sin siquiera mirar el plan de Cerdá para

Barcelona y otros ejemplos de ensanches decimonónicos que fueron

mucho más respetuosos de los centros históricos. En los casos de

urbanismo colonial, incluso la EFU trató con delicadeza las medinas de

Túnez y Argel, así como la ciudad histórica de Saigón, donde tejidos de

apariencia europea fueron yuxtapuestos a los centros tradicionales; por

el contrario, en el caso de Caracas, el equipo francés superpuso la nueva

ciudad al damero tradicional, que de este modo fue sacrificado a las

actividades especulativas (ZAWISZA, 1985: 47-48). Aunque Ramiro

Nava criticara en su momento al "plan extranjero" que intentaba

"hipotecar" el futuro de Caracas, las maquinaciones ocultas de los

renovadores franceses vinieron a ser develadas y atacadas con

posterioridad (NAVA, 1971: 804). Siguiendo ciegamente el ejemplo de

Haussmann, la oposición del PMC al (supuestamente) nocivo

movimiento hacia el este era en realidad justificación de una invasiva

operación urbanística condicionada por la especulación inmobiliaria

(MARTÍN, 1991: 89-90). Los beneficios prospectivos de esta práctica

para la burguesía caraqueña, todavía en "estado cataléptico" ante la

cultura francesa, ayudarían a explicar la falta de oposición del público a

la propuesta gubernamental en aquel momento (ZAWISZA, 1989a: 18-

19).

Pero existen interpretaciones más positivas sobre la elección de la

renovación urbana. Viendo el proceso a través de sus recuerdos como

testigo, Martínez Olavarría justificaría la intervención en el centro por el

bien de las metas geopolíticas del PMC, considerando que

…las opciones formales del plan estaban fundadas sobre una

proposición de reactivación y fortalecimiento del centro en vista

de las importantes funciones que se le asignaban a la ciudad. Ese

centro estaba sufriendo un proceso acelerado de deterioro que

podía inducir a una fuga de las actividades más dinámicas hacia

otros sectores del valle, conduciendo al colapso de las áreas

centrales. De modo que la esencia de la intervención se

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condensaba en un conjunto de acciones destinadas a revitalizar el

centro, revirtiendo la tendencia al deterioro (NEGRÓN, 1991: 149).

En ese caso, la concepción de Rotival sobre la importancia estratégica

del plan urbano para Caracas habría sido completamente consistente,

desde los planteamientos internacionales y regionales del PMC, hasta la

cirugía espacial en el centro; era una concepción que, "dirigida hacia el

futuro y apoyándose sobre las necesidades geopolíticas", fue aplicada

asimismo por el socio de Prost en los casos de la reconstrucción de

posguerra en ciudades francesas (Maurice Rotival, 1980; HEIN, 2002;

HEIN, 2002a). Al mismo tiempo, la propuesta de Rotival también se

correspondía con su ecléctica comprensión del urbanismo moderno, al

menos tal y como había sido resumida en su artículo de 1935 (FIG. 12).

Por lo demás, allende la renovación al estilo haussmanniano del damero

caraqueño, el equipo incorporó asimismo algunos elementos de

modernismo funcional en el PMC, tales como la introducción del

automóvil en el centro de la ciudad, la mejora de calles para tratar de

convertirlas en autopistas y la adopción de la zonificación como

instrumento (JAUA, 1991: 135-137; NEGRÓN, 1991: 154). En este

sentido, esa "modernidad haussmanniana" del plan habría combinado un

tratamiento académico del casco central con un enfoque funcional para

las zonas externas de la ciudad; la necesidad teórica de este tratamiento

diferenciado fue confirmada años más tarde por el mismo Rotival, al

distinguir entre el "urbanista del centro" y el "urbanista de la unidad

vecinal" (ROTIVAL, 1964: 43-44).

25. Por ser la propuesta más llamativa de la concepción monumental del

equipo francés, la avenida Central ha atraído la mayor parte de la crítica

arquitectónica sobre el PMC. Una primera cuestión tiene que ver con la

sorprendente similitud del nuevo axis con los Campos Elíseos, un

modelo no solo mencionado en el plan original, sino también reconocido

y justificado por el propio Rotival años más tarde. Haciendo uso de los

principios del urbanismo moderno, el maestro alegó que la nueva

avenida era requerida en tanto columna vertebral que pudiera estructurar

el sistema orgánico metropolitano (ROTIVAL, 1960a: 72; ROTIVAL,

1966: 180-181). Además, la necesidad estructural de un eje de este tipo

vino a ser respaldada incluso por los miembros de la generación de

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arquitectos venezolanos que en un principio se habían opuesto al PMC:

ya que Caracas había sido una ciudad sin siglo XIX, había que crear una

gran avenida del XX (MARTÍNEZ OLAVARRÍA ET AL, 1983: 61). En este

sentido, a pesar de las críticas iniciales al bulevar supuestamente fascista,

algunos de estos arquitectos han lamentado que el plan versallesco no se

llevara a cabo completamente, porque hubiera sido una guía preventiva

de la eventual fragmentación de la Caracas metropolitana (SCHAEL ET

AL, 1989: 41).

Pero este tardío reconocimiento no resuelve el problema de la anacrónica

implantación de un bulevar de imagen beauxartiana en una ciudad cuya

mezcla urbana la hacía muy diferente al tejido lineal parisino. En todo

caso, la expansión orgánica de las urbanizaciones en la capital de la

década de 1930 tornaba su estructura más parecida, según Zawisza, a la

urbanización de estates en el Londres decimonónico, el cual ciertamente

no requirió de ningún gran eje para articular su estructura metropolitana.

Y no se trata de oponerse a los bulevares monumentales de por sí: en

vista de la considerable escala de sus manzanas y rascacielos, la

adopción de enormes avenidas parecía estar más justificada en el plan de

Le Corbusier para Buenos Aires (ZAWISZA, 1989a: 18, 22-23).

Si bien sus principales edificios fueron propuestos y diseñados por

Lambert (MARTÍNEZ OLAVARRÍA ET AL, 1983: 58), el envoltorio

academicista de la avenida también ha originado la misma clase de

críticas hacia Rotival. Aparte de su simetría cartesiana, bifurcada

artificialmente a ambos extremos, el ecléctico despliegue de edificios

públicos reforzaba la imagen beauxartiana del conjunto; este

eclecticismo era coronado en perspectiva por el sagrario del Libertador,

que hibridaba curiosamente la tumba de Napoleón en Los Inválidos con

la pirámide de La Luna en Teotihuacán (ZAWISZA, 1985: 49; ZAWISZA,

1989a: 25). A pesar de esta referencia a un pasado precolombino que

Caracas jamás tuvo - aunque sí pudiera convalidar las pretensiones del

equipo francés para la nueva capital de la civilización caribeña - la

monumentalidad y el eclecticismo de la avenida han sido revalorados en

revisiones ulteriores. Siguiendo un urbanismo tradicional, el

eclecticismo arquitectónico de Rotival le permitió utilizar estilos

neoclásicos y académicos en los edificios oficiales, combinados con

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intentos más funcionales en otros tipos de edificaciones. Después de

todo, tal combinación reflejaba la incapacidad real de la arquitectura

vanguardista para transmitir la magnificencia requerida por el Estado,

drama formalista que por aquel entonces confrontaba el movimiento

moderno a nivel internacional (JAUA, 1991: 139-142). Por otra parte,

Martínez Olavarría confirmó que la avenida fue diseñada siguiendo

principios modernos y de acuerdo con una preocupación explícita por

los aspectos funcionales, formales y simbólicos del PMC, cuyos

objetivos políticos requerían, no obstante, de un tratamiento académico

del eje (NEGRÓN, 1991: 155).

Así, desde el comienzo, el destino de la avenida Central parece haber

sido su ambivalencia entre monumentalidad y modernidad, destino

gravado por sus efectos funcionales y segregativos. Aunque fuera

concebida inicialmente como una vía moderna para solucionar el

problema del tráfico, cuya necesidad había sido admitida en propuestas

anteriores, la avenida terminó siendo presentada y tratada en el PMC

como un eje monumental, con más resonancias estéticas que

funcionales. Es por esto que, tras aceptar la cirugía urbana como fait

accompli, Bergamín pronto advirtió que el trazado previsto no era lo

bastante ancho como para resolver los problemas de tránsito del centro,

además de que era de esperarse que los terrenos reservados para su

construcción aumentaran de valor en la pujante Caracas de los años

cuarenta (BERGAMÍN, 1959: 60-64). De hecho, al iniciarse las labores de

construcción de la avenida Bolívar en 1945, no solo se confirmaron los

pronósticos de Bergamín, sino que además los efectos sobre la estructura

urbana materializaron lo peor de la segregación moderna. De allí en

adelante Caracas quedó escindida en dos mitades: el norte captó la mayor

parte del dinamismo de la capital petrolera, mientras que el sur se estancó

económicamente y deterioró socialmente; las heridas urbanas apenas

comenzarían a sanar varias décadas después, con la renovación

superficial lograda gracias al sistema de metro (PEDEMONTE, 1991;

ALMANDOZ, 1991). Por todo ello, la avenida es todavía un tema

candente para la ciudad, y su juicio urbanístico y arquitectónico dista de

haber terminado.

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26. El balance sobre el éxito de la misión francesa en Caracas tampoco

está zanjado. Por una parte, es cierto que la llegada de los enviados a la

DU generó algunas innovaciones urbanísticas, desde la instauración del

control de la iniciativa privada en la ciudad, hasta la introducción de

nuevas herramientas de planificación, tales como la zonificación y el

registro inmobiliario. Pero, por otra parte, la metodología urbanística

francesa seguía apegada a intuiciones y soluciones prêt-à-porter, lo cual

explica su escasa efectividad para prever y controlar el crecimiento de la

urbe a largo plazo (LANDER Y RANGEL, 1970: 14). En este sentido, al

ponerlos en perspectiva con los avances de Alemania y Gran Bretaña a

la sazón, los acartonados principios de aquel urbanisme colonial

continúan siendo fuente de remordimiento y duda, en el sentido de que

pudiésemos haber tocado la puerta equivocada, al momento de instaurar

la disciplina en Caracas (MARTÍN, 1994: 355-356, 362).

Los resabios dejados por la contratación de los franceses aumentan al

considerar la ecléctica monumentalidad del PMC. En este sentido se ha

señalado que, para finales de la década de 1930, la estética formalista de

la EFU ya estaba obsoleta y gastada en el contexto internacional,

incluyendo las principales capitales latinoamericanas (ALMANDOZ,

2010). Al mismo tiempo, ha sido necesario llegar a aceptar las "buenas

maneras" de Rotival en su misión caraqueña, porque su bagaje

modernista resultó ser una peculiar combinación entre lógica funcional

y eclecticismo haussmanniano (JAUA, 1991: 133; ZAWISZA, 1985: 50).

Sin embargo, la explicación de Gwendolyn Wright sobre los estudios de

caso del urbanismo colonial francés ayuda a poner en perspectiva el caso

caraqueño. En sus intervenciones en posesiones de ultramar, los

arquitectos vanguardistas algunas veces quebraron la rigidez del

modernismo europeo, incorporando imágenes propias de Beaux-Arts,

yuxtaponiéndolas a los motivos exóticos y los principios racionales; de

este modo, los urbanistas galos prefirieron desvirtuar la pureza expresiva

en aras de de prevenir trastornos causados por la repentina introducción

del modernismo en sociedades coloniales, especialmente en el contexto

de ciudades en rápido crecimiento (WRIGHT, 1991). Análogamente, la

invocación de Haussmann en el PMC también puede explicarse como

una moderación de la modernidad de Rotival y su equipo, con lo cual se

habría buscado una fórmula cautelosa y ecléctica para una Caracas que

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despertaba de la dictadura. De manera que, aun cuando Gaston Bardet

creyese que para finales de los treinta esta tendencia ya había

desaparecido del urbanismo francés, el PMC ofreció un ejemplo tardío

de lo que aquel llamó “Haussmannisme amélioré” (BARDET, 1939).

Sin embargo, por sobre la recriminación y el empacho, la misión gala

debe ser asumida como el último e inexorable capítulo urbano del

predominio cultural de París en Caracas. Continuando con el idilio

comenzado por el arte urbano guzmancista, prolongado a lo largo de la

Bella Época, era comprensible que la capital venezolana invitase a los

franceses para que apadrinaran su naciente urbanismo, como prueba

final de devoción y clientelismo, al momento trascendental de

emprender sus tan postergadas reformas (ALMANDOZ, 2006). En este

sentido, considerándola como episodio final del culto francófilo, la

continuidad esencial del PMC con el arte urbano guzmancista fue

acertadamente captada por Martín Vegas, cuando señalara que el Ilustre

Americano habría emprendido con gusto todo el plan de Rotival

(MARTÍNEZ OLAVARRÍA ET AL, 1991: 59). Pero, más de medio siglo

después de Napoleón III, Haussmann y Guzmán Blanco, la vieja

tradición beauxartiana no podía producir sino un plan que pronto se tornó

obsoleto e irrealizable. Con todo y ello, la americanizada capital acaso

necesitaba de este desengaño final, suerte de canto del cisne, para así

aceptar el agotamiento de sus veleidades francófilas.

…porque El Silencio fue una escuela para muchos, y la industria

de la construcción comenzó allí su etapa de pujante desarrollo.

Isaías Medina Angarita, Cuatro años de democracia (1963)

Entre el Consejo Nacional de Obras Públicas y El Silencio

27. Militar de profesión que había sido ministro de Guerra y Marina en

el gobierno de López Contreras, en 1940 el general Isaías Medina

Angarita se convirtió en el candidato oficial para las primeras elecciones

presidenciales celebradas en Venezuela en más de cuarenta años. Para

ese momento, el aspirante fue enviado a los Estados Unidos de América,

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en una misión oficial que fue interpretada como intento por obtener la

aprobación de Washington. Tras ganarse el beneplácito de Franklin D.

Roosevelt, el general Medina fue elegido por mayoría de congresistas

como nuevo presidente de Venezuela para el período 1941-45, cargo que

asumió días después de haber contraído matrimonio en Nueva York

(CHIOSSONE, 1989: 191). Para finales de su primer año en la presidencia,

el bombardeo a Pearl Harbor apuró la alianza de Medina con el vecino

del norte, pronunciamiento que incluso Gómez había evitado durante la

Primera Guerra Mundial. Pero, tal como el expresidente recordaría años

después,

…el día trágico de Pearl Harbor marcó para Venezuela la hora de

resoluciones difíciles. No dudé un solo instante en seguir el

camino que, con toda claridad, señalaban al país su espíritu

democrático, sus anhelos porque en el mundo reinara la justicia, y

su espíritu combativo contra los sistemas dictatoriales, fuera de

que nuestros propios intereses económicos y nuestra situación

geográfica nos colocaban necesariamente al lado de los Estados

Unidos de América, primera nación atacada por la furia ya

desencadenada en el mundo (MEDINA, 1963: 53).

De hecho, las dos naciones habían aunado esfuerzos desde 1940, cuando

Alemania había tomado Holanda y amenazaba las posesiones

neerlandesas en el Caribe, tan cercanas a los campos petroleros

venezolanos. En ese entonces, Estados Unidos prestó a su aliado

caribeño fondos para entrenar a su ejército y sustituir sus tanqueros

hundidos por submarinos nazis, mientras el gobierno venezolano

expropiaba un ferrocarril de propiedad alemana. Aparte de romper con

el Eje y decidir así la posición de Venezuela en la Segunda Guerra

Mundial, el manifiesto de Medina confirmaba, por el resto del siglo, la

adhesión económica y técnica del país exportador de petróleo con su

principal socio y cliente (BAILEY Y NASATIR, 1960: 670).

La colaboración entre el gobierno de Medina y el New Deal de Roosevelt

incluyó, en términos de obras públicas, la ayuda financiera de este último

para proyectos urbanísticos en Venezuela, así como la creación de una

oficina del MOP en Nueva York, criticada en ese momento por los

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adversarios de Medina (MEDINA, 1963: 96). Al mismo tiempo, las

compañías petroleras continuaron su financiamiento de infraestructura

en las regiones productoras de oriente y occidente, tal como ya fue

señalado.56

En 1941 fue creado el Consejo Nacional de Obras Públicas, presidido

por Gerardo Sansón, el cual elaboró el Plan Quinquenal de Obras

Públicas, anunciado en enero del año siguiente, incluyendo la

construcción de 1.400 kilómetros de carreteras (OLIVAR, 2014: 63). Bajo

la dirección del ingeniero Lucio Baldó Soulés, el 15 de abril de 1943 fue

creado el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS), que se mantuvo

funcionamiento hasta 1990 (CARTAY, 1997: 43; MALDONADO, 1997:

128-129).57 La labor del INOS fue respaldada desde la Oficina

Corporativa Interamericana de Salud Pública (Ocisp), creada en 1943 y

adscrita al MSAS, la cual estuvo a cargo, desde 1946, del programa de

acueductos rurales, vigente hasta 1995 (CARTAY, 1997: 43). Con el

apoyo del MOP y el INOS, en 1943 fueron modernizados el acueducto

y la planta de tratamiento de Maracaibo (PÉREZ LECUNA, 2001: 206). A

lo largo de la década fueron construidas las represas de Macarao, La

Mariposa y Agua Fría (1949), en el Distrito Federal; Guataparo en

Valencia (1946-8); Suata y Taiguaipay, en el estado Aragua; El Corozo

en Guárico, así como La Asunción y San Juan Bautista en Nueva

Esparta. También fue construido el hospital de Valencia en 1943, por

Consulting Engineers, mientras eran modernizados los muelles y

almacenes del puerto de La Guaira por Raymond Concrete Pile Co., bajo

la supervisión del MOP (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 183, 195).

28. Para la boyante capital con una población de 269.030 habitantes, el

nuevo gobierno local promulgó en 1942 una Ordenanza sobre

arquitectura, urbanismo y construcciones en general, que contemplaba

la elaboración de los llamados "Planos Reguladores" para las diferentes

áreas de Caracas, lo cual puede verse como avance hacia la ulterior

adopción de la zonificación moderna. La definición de urbanismo

contenida en esa ordenanza contemplaba

…el desarrollo adecuado de una ciudad o poblado siguiendo las

normas o leyes dictadas a tal efecto como son: las relativas al

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saneamiento de la misma, al ornato, facilidad de tránsito en sus

calles y avenidas, plazas y parques públicos, a la higiene, ornato,

comodidad y estética de sus edificios y, en general, a todos los

preceptos establecidos para la comodidad y seguridad de sus

habitantes (CMDF, 1942, art. 110: 12).

Además de brindar base legal para el proceso de ordenamiento iniciado

con el PMC - "Orden en la casa, orden en los edificios, orden en las

calles, orden en la ciudad...", según elogiaba Bergamín por aquellos días

(BERGAMÍN, 1959: 46-47) - la ordenanza de 1942 parecía ensamblar así

finalmente, en términos legales, todas las piezas del pre-urbanismo

caraqueño de entre siglos.

Para el mismo año de la ordenanza, las nuevas edificaciones de la capital

bullente y cosmopolita incluían el hotel Ávila (1942), diseñado por

Wallace K. Harrison, arquitecto del Rockefeller Center, así como el

edificio Altamira, de Arthur Kahn, en la urbanización homónima,

concebida por Luis Roche (ALMANDOZ, 2018). Hacia el centro, los

edificios Manhatttan (1946) y París (1948), obras de Heriberto González

Méndez y Luis Malaussena, respectivamente, fueron los primeros en

superar la altura de la catedral (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 122, 124).

Concebida por Gustavo Wallis, la nueva sede del Banco Central de

Venezuela fue iniciada en 1942 y concluida cinco años más tarde. Para

entonces también entró en funcionamiento el Centro Médico de Caracas,

diseñado por Herman Stelling y Luigi Tani (GONZÁLEZ DELUCA, 2013:

196).

En el campo educativo fue creado, en 1943, el Instituto Ciudad

Universitaria (ICU), así como inaugurado el Grupo escolar y unidad

educativa Miguel Antonio Caro, diseñado por Luis Malaussena

(HERNÁNDEZ DE LASALA, 2005: 28); dos años más tarde entraron en

funcionamiento los liceos Andrés Bello (1945) y Fermín Toro, obras de

Luis Eduardo Chataing y Cipriano Domínguez, respectivamente. En el

área asistencial, por iniciativa privada comenzaba a funcionar en 1945 el

hospital Anti-poliomielítico Infantil, convertido en Ortopédico en 1956

(GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 196, 256-257).

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También se expandían las comunicaciones de la americanizada capital

petrolera: dos años después de la creación de Aerovías Venezolanas, S.

A. (Avensa) en 1943, el MOP inició los estudios para la autopista

Caracas-La Guaira, a cargo del ingeniero César González Gómez. Por

entonces era inaugurado el aeropuerto de Maiquetía, iniciado en 1939 en

terrenos escogidos por Charles Lindbergh; diseñado por Luis

Malaussena, el proyecto fue llevado a cabo por Jahn Constructores,

Guinand Frères y Pan American, con un subsidio de Airport

Development Program (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 280-281;

MALDONADO, 1997: 154). Parecían seguirse así los designios del plan

urbano de 1939, el cual, como ya vimos, afirmaba en su introducción

que Caracas, dada su ventajosa localización, estaba llamada a ser la

capital panamericana de la cuenca y civilización caribeñas (GDF, PMC,

1939: 19).

29. No obstante el amplio alcance de la referida ordenanza de 1942, el

gobierno de Medina se distanciaría del urbanismo monumental de la

administración precedente, la cual en cierta forma había representado la

transición del ancien régime a la república democrática. De la misma

manera que el PMC fue reducido a un "Plan director de calles y

avenidas", a cargo de la municipalidad, hacia finales del período

lopecista (GONZÁLEZ DELUCA, 2013: 119; MARTÍN, 1991: 93), el foro

monumental del oeste sería remplazado por un proyecto de vivienda de

interés social, más cónsono con los tiempos populistas. El cambio de uso

fue impulsado por el nuevo gobernador de Caracas, Diego Nucete Sardi,

quien logró conseguir un crédito del Washington Eximbank para el

proyecto (GARCÍA, 1985: 82; MARTÍN, 1994: 373). De manera informal

pero reveladora, las razones últimas que justificaban el cambio fueron

confesadas por Nucete a Osorio, mientras el antiguo director del BO

ofrecía un brandy al visitante colombiano en su casa: "Es absurdo el

querer conservar las ciudades viejas. Ellas son como los automóviles

viejos: hay que cambiarlas cuando ya no se adaptan a la época. ¿Para qué

esa acumulación de ratas, contagios inevitables y techos vencidos?"

(OSORIO, 1943: 61). Aunque algo simplista en su apreciación sobre las

ciudades viejas, el Gobernador parecía tener razón con respecto a El

Silencio, que para ese entonces era una zona roja al oeste del centro

caraqueño, infestada de prostitución desde finales de la era gomecista.

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Tras realizarse un concurso público donde también participara un

proyecto de Guinand Sandoz (GAN, 1997: 38) - otro de los asesores

originales de la DU (COLMENARES, 1989: 157-163) - Nucete le

encomendó a Carlos Raúl Villanueva, secundado por el ingeniero

austriaco Carlos Blaschitz, la renovación urbana de El Silencio

(MALDONADO, 1997: 149). Tras sus quintas al estilo colonial en El Rosal

y el Country Club, así como de la Maestranza de Maracay (1930),

Villanueva adoptó un lenguaje más moderno en proyectos educacionales

y culturales durante los años treinta, tales como la escuela Gran

Colombia y los museos de Bellas Artes y Ciencias Naturales,

inspirándose en la versión francesa preconizada por Robert Mallet-

Stevens y André Lurçat. Y en la urbanización Rafael Urdaneta (1944-

47), de Maracaibo, desarrollada con el ingeniero Francisco Carrillo

Batalla, experimentó con principios funcionalistas de cuño corbusiano

(GAN, 1997).

En el caso de El Silencio, la solución adoptada era conciliatoria tanto a

nivel urbano como arquitectónico: aunque se modificaba el uso cívico

del foro original, Villanueva explícitamente respetó la ubicación de El

Silencio como rond-point del sistema de avenidas contemplado en el

PMC. Al mismo tiempo, haciendo uso del concepto de "escalón

doméstico" de Bardet, Villanueva rescató el tradicional patio venezolano

en tanto elemento central para el diseño de los bloques. Cada edificio

independiente alojaba entre 50 y 150 familias más los servicios

comunales básicos; sin embargo, la idea de que los 7 bloques fueran

unidades vecinales autosuficientes fue rechazada por el propio

arquitecto: el conjunto debía mantener su conexión con el organismo

urbano caraqueño, especialmente a través de la avenida Bolívar,

intencionalidad que resta base a posteriores interpretaciones de un

supuesto segregacionismo en el proyecto (FIG. 14). En términos de

estilo, Villanueva buscaba un nexo con la esencia arquitectural de la

ciudad colonial, cuya restitución se ejemplifica en las arcadas alrededor

de los patios centrales; el eclecticismo proyectivo también combinaba

toques tomados de las modernas viviendas de Viena y Alemania,

patrones dispositivos del Beaux-Arts y criterios funcionales de los

Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) (GARCÍA,

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1985: 41, 85-87). En conjunto, según lo reconocería el mismo

Villanueva posteriormente, la empresa de crear un vocabulario moderno

para la arquitectura colonial venezolana resultó similar a los

procedimientos utilizados por el maestro Prost en las nuevas ciudades

coloniales del norte de África (VILLANUEVA, 1967: 24).

FIG. 14. Plaza O’Leary y fachadas de edificios El Silencio, Caracas, circa

1975. Tomado de Mendoza (1980).

30. Desde que fueran inaugurados en 1945, los once bloques de El

Silencio emblematizaron la administración de Medina en el ámbito

urbano, al tiempo que prefiguraron la nueva estructura y dinámica de la

Caracas metropolitana. Osorio no solo pensó que el proyecto evocaba

las mejores áreas de la Viena moderna, sino que también debía ser

imitado en Bogotá y otras ciudades latinoamericanas (OSORIO, 1943: 62-

63). En efecto, después de la obra de Nucete "aumentaron con prontitud

los grandes edificios, porque El Silencio fue una escuela para muchos, y

la industria de la construcción comenzó allí su etapa de pujante

desarrollo", según recordaría Medina Angarita años más tarde (MEDINA,

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1963: 134). Dada la construcción final de las avenidas del PMC

alrededor de El Silencio, el cambio de uso cívico a residencial ha sido

cuestionado en varias oportunidades desde el punto de vista urbanístico;

pero el conjunto en general ha sido reconocido como exitoso,

especialmente desde la perspectiva arquitectónica. El rechazo de

Villanueva a la exótica monumentalidad beauxartiana no solo representó

un gran paso en busca de una modernidad vernácula, sino también la

recuperación del buen gusto en la arquitectura caraqueña, tras la

prolongada era de afrancesadas copias inaugurada por Guzmán (USLAR,

1952: 526). Además de anticipar el funcionalismo de sus posteriores

intervenciones en la ciudad, Villanueva inició en El Silencio un lenguaje

de modernidad propia para la Caracas metropolitana (GASPARINI Y

POSANI, 1969: 368, 381; ZAWISZA, 1985: 50, 55).

Las reacciones del propio Rotival ante el cambio de uso en EI Silencio

prefiguraron la racionalidad funcionalista de los tiempos por venir.

Aunque supuestamente algo molesto cuando le informaron sobre la

sustitución del cenotafio (NEGRÓN, 1991: 153), el artífice del PMC se

consoló a sí mismo con la idea de que el París de Haussmann y las

ciudades coloniales de Prost eran las únicas excepciones que

confirmaban la regla de que los urbanistas jamás pueden contemplar sus

planes realizados del todo. Al mismo tiempo, viendo en retrospectiva a

la burguesía europea de la ciudad barroca, deseosa de permanecer en el

centro, Rotival se cuestionó su gesto fallido de construir avenidas

monumentales para una burguesía moderna que prefería vivir a 20

kilómetros del centro caraqueño. Así que decidió saludar el intento del

BO y de Villanueva por establecer en el embrionario esqueleto

metropolitano las viviendas baratas para aquellos grupos que sí deseaban

morar en el centro, y cuyo alojamiento era de hecho una de las metas

originales del PMC. En este sentido, dadas las usuales restricciones

financieras de los proyectos públicos de vivienda, Rotival reconoció que

la incorporación de actividades comerciales hacía de El Silencio un raro

ejemplo de "esquema habitacional" económicamente equilibrado, que

además contribuía a la diversidad urbana representativa de las áreas

centrales de las ciudades latinas (ROTIVAL, 1966: 171, 176-179). De

manera que, incluso para el maestro francés, El Silencio logró demostrar

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cómo el urbanismo monumental solo había sido un remanente del ancien

régime en la capital que salía de la dictadura.

IV Consideraciones finales

1. Aunque con rezago respecto de otros países latinoamericanos, la

Venezuela de Gómez experimentó avances comunicacionales y

sanitarios, no obstante las aseveraciones de la historiografía tradicional

sobre el régimen represivo. Alimentada por críticas imbuidas de

resentimiento político, la leyenda negra en torno a la dictadura provocó

concepciones equivocadas, tanto del proyecto urbano nacional, como del

supuesto olvido de Caracas durante los 27 años de gomecismo. Tal como

proclamaron los “doctores” positivistas al servicio de este, el Orden y

Progreso del Benemérito representó un cambio de prioridades del

Progreso y Civilización del Ilustre Americano, de la misma manera

como el hacendado andino fue diferente del Guzmán Blanco urbano. Si

la prioridad civilizadora de este último fue descartada en los comienzos

del gomecismo, el progreso siguió siendo buscado a través de la

creciente inversión en infraestructura de carreteras – por sobre

ferrocarriles – junto a salud pública. Sobre las bases del decreto de 1910

y las conclusiones del Congreso de Municipalidades de 1911 – piedras

angulares del futuro urbanismo venezolano - comunicaciones y

saneamiento fueron adoptadas como nuevas prioridades

gubernamentales en términos de obras públicas. Y a diferencia de lo que

tradicionalmente se afirmó, ello ocurrió antes que la bonanza petrolera

abultara el erario nacional, al promediar la década de 1920.

Mientras tanto, Luis Razetti y otros médicos venezolanos instaban a la

iniciativa privada a asumir su responsabilidad en materia de higiene

social. En este sentido, aunque la agenda higienista había sido importada

originalmente de Europa, la sociedad gomecista terminó por confiar la

experticia de los asuntos sanitarios a Estados Unidos, reflejando así la

penetración de Venezuela por parte de nuevos embajadores económicos

y técnicos, liderados por las compañías petroleras y la fundación

Rockefeller. Además del saneamiento – que a diferencia de la higiene

pública de entre siglos, pasó a ser una cuestión nacional más que urbana

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- un vasto programa de carreteras eclipsó el papel protagónico que había

tenido la ornamentación en las obras publicas desde la era guzmancista.

Hasta tanto, hacia mediados de la década de 1920, fueron pagadas las

deudas venezolanas, heredadas en parte de empréstitos ferrocarrileros,

el proyecto de Gómez favoreció a las provincias por sobre la capital. Sin

embargo, con la bonanza petrolera desde finales de los años veinte, la

administración gomecista pudo entonces configurar una nueva agenda

para la capital en crecimiento. Las incontables regulaciones de tránsito

fueron la primera demostración de la preocupación gubernamental local,

tras difundirse el uso del automóvil en Caracas y otras ciudades

venezolanas. La aparición de nuevas "urbanizaciones" al este también se

convirtió en capitulo central de la agenda desde la década de 1920,

después de que la expansión hacia El Paraíso, en el suroeste, fuera

desincentivada por razones sanitarias y técnicas. A fin de cumplir con

los nuevos requerimientos de la congestionada ciudad, la Ordenanza de

policía urbana y rural de 1926 actualizó los controles higiénicos y

técnicos de su predecesora de 1910; posteriormente, la Ordenanza sobre

arquitectura civil de 1930 fue el primer intento por controlar el diseño y

equipamiento de las nuevas áreas residenciales. Por último, la necesidad

de dotar de viviendas a la clase trabajadora fue reconocida por el

gobierno mediante la creación del Banco Obrero en 1928, temprana

agencia de vivienda pública en Latinoamérica y otro logro fundamental

de la administración urbana gomecista.

De manera que, aun aceptando la idea tradicional sobre el desaire a la

capital, la leyenda negra de la "castigada" Caracas de Gómez (SCHAEL,

1966, POLANCO, 1983) – debida en mucho a la mudanza de residencia

de este a Maracay - debe ser revisada desde la perspectiva urbanística.

Por una parte, es necesario reconocer que la administración del

Benemérito aumentó las competencias municipales de la policía urbana,

incluidas por vez primera en la constitución de 1925, al mismo tiempo

que emitía nuevas leyes y ordenanzas. Más aún, mediante sus últimas

normativas sobre arquitectura civil, el progresismo gomecista finalmente

logró conservar y transmitir los principios ornamentales guzmancistas a

las nuevas generaciones. Pero, por otra parte, es cierto que el dictador no

emprendió un plan urbano para Caracas, aunque la capital lo necesitaba

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a finales de su régimen, mientras que varias de sus congéneres

latinoamericanas lo tenían desde los años veinte (ALMANDOZ, 2017:

275-298). Por todo ello, la era de Gómez solo sentó los fundamentos pre-

urbanísticos de entre siglos, en el sentido distinguido por Choay (1979)

y otros autores revisados al inicio de este trabajo.

Sin embargo, aun cuando la administración de Gómez no asumió un reto

urbano que la de Guzmán habría deseado tener, debe admitirse que, en

el marco de las comunicaciones y el saneamiento de alcance nacional, la

agenda local sobre obras centenarias y tránsito, expansión urbana y

vivienda, reunió todos los ingredientes para las reformas urbanas en la

capital democrática, donde cristalizaría el moderno urbanismo

venezolano para finales de la década de 1930.

2. Esa cristalización se daría a través de un plan afrancesado para la

americanizada capital de López Contreras, paradoja cuya explicación

requiere considerar el europeizado ciclo de la Caracas de entre siglos.

Tal como lo proclamaran Allen y Fergusson en sus visitas al país

democrático, Venezuela se había convertido a la sazón en un enclave de

tecnócratas educados en Norteamérica; sin embargo, la boyante sociedad

seguía enfrentando un dilema heredado de la Bella época y los Años

Locos, tocando incluso al propio Presidente: ¿París o Nueva York? Sin

resolver tal disyuntiva, las propuestas para las reformas de la capital

democrática lograron articular los problemas de Caracas en términos de

renovación urbana o expansión del centro, y su conexión con los

suburbios del este. Al mismo tiempo, a pesar del somero reporte del

modernismo arquitectónico, acompañado de la suposición simplista de

que el crecimiento metropolitano implicaba una dicotomía entre

densificación y ciudades jardín, la literatura especializada que

comenzara a ocupar las publicaciones profesionales reforzó la disyuntiva

de las propuestas: ¿renovación urbana o expansión?

Catalizadas por el creciente tráfico, algunas de estas cuestiones se

resolverían con la creación de la Dirección de Urbanismo (DU); esta no

solo brindó el primer ejemplo venezolano de una oficina de planificación

urbana, sino que también puso fin a la prolongada indecisión sobre el

modelo de crecimiento a seguir para la capital. El hecho de que Mibelli

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contratara al equipo de urbanistas franceses se puede explicar en parte

por las predilecciones del Presidente y la formación parisina de los

miembros de la DU, además de ser también una forma de oponerse a las

preferencias por otras propuestas preferidas por supuestos concejales

comunistas. Pero, por encima de todo, la decisión del Gobernador

coronaba el viejo sueño parisino de Caracas, iniciado durante el

guzmanato y prolongado a lo largo de la Bella Época. Por eso, a pesar

del inexorable influjo norteamericano desde los Años Locos, al

momento trascendental de transformar la capital venezolana, la

administración de López Contreras honró a Francia como madrina

cultural de una era que estaba a punto de terminar.

La capital venezolana hubo de pagar alto precio por sus afrancesadas

aspiraciones. En un continente todavía seducido por el diseño

grandilocuente de la École Française d’Urbanisme (EFU), el plan para

Caracas terminó siendo uno de los últimos ejemplos de

“Haussmannisme amélioré”, el cual, pensaba Bardet, había sido

erradicado del urbanismo galo. Desde la experiencia colonial de Prost en

África hasta la apreciación teórica de Rotival sobre la monumentalidad

beauxartiana, el equipo francés convocado a la capital venezolana

conjugaba la mayoría de los ingredientes de la EFU, lo cual hizo posible

el arribo final de Haussmann a Caracas. A pesar del retraso, la

invocación del prefecto del Sena todavía era políticamente oportuna para

fortalecer la posición del gobernador Mibelli frente a sus oponentes, así

como su preocupación por los inversionistas de la ciudad. El ejemplo

haussmanniano también explica algunas de las propuestas del PMC,

desde la decisión principal referente a la renovación del centro

caraqueño, hasta el diseño de la avenida Central al estilo de los Champs

Elysées.

3. Pero la cirugía haussmanniana llegó a Caracas demasiado tarde, y el

olvido de ese retraso acaso fue la mayor equivocación de la misión

francesa, al menos en lo concerniente a la estructura física y la dinámica

de la ciudad que se trocaba en metrópoli. Ese fue el principal problema

con la avenida en sí, considerada en las propuestas anteriores a Rotival

como una necesidad, pero finalmente concebida en el PMC como una

sucesión de monumentos beauxartianos. Por esta razón, el mitigado

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modernismo de Rotival en Caracas ha generado reproches contra el

contemporáneo de la generación CIAM; sin embargo, estas críticas

parecen olvidar que, así como hicieran otros embajadores del urbanismo

colonial francés (WRIGHT, 1991), el joven socio de Prost simplemente

honró en Caracas la misión civilizadora de la cual estaba a cargo; por

ello moderó un modernismo potencialmente disruptivo, en favor de una

monumentalidad considerada más apropiada para una capital que salía

de una dictadura. Por consiguiente, aunque el PMC pueda parecer otro

ejemplo de academicismo extemporáneo, el plan debe ser visto como un

cierre del ciclo iniciado por el arte urbano guzmancista, que no pudo

abarcar el sueño haussmanniano en su momento.

Las alteraciones al PMC demostraron el agotamiento de la era

afrancesada en la capital americanizada, en medio de los cambios

institucionales del gobierno de Medina y la renovación estilística en la

arquitectura pública y privada. Al remover los vestigios beauxartianos y

monumentales del centro de una Caracas ávida de modernismo, El

Silencio se erigió en hito temprano de una metrópoli en ciernes, cuya

burguesía se apresuraba a mudarse a los suburbios, tal como Rotival

debió reconocer años después. Con la posterior creación de la Comisión

Nacional de Urbanismo (CNU), donde reaparecería Rotival en guisa de

planificador, en medio de tecnócratas criollos y asesores venidos de

Norteamérica, se iniciaría la era de la planificación venezolana, lo que

constituye un capítulo posterior a este trabajo.

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WorldCat Identities, http://worldcat.org/identities

Índice de personajes históricos y profesionales citados

Adams, Thomas (1871-1940)

Agache, Donat-Alfred (1875-1959)

Aguerrevere, Enrique Jorge (1892-1962)

Alberdi, Juan Bautista (1810-1884)

Alfonzo Rivas, Santiago (1886-1968)

Allen, Henry Justin (1868-1950)

Arcaya, Pedro Manuel (1874-1958)

Arcila Farías, Eduardo (1912-1996)

Arismendi, Juan Bernardo (1887-1982)

Aveledo, Agustín (1837-1926)

Ayala, Arturo (¿-?)

Azpúrua Quiroga, Pedro Pablo (1917-2014)

Baldó Soulés. Lucio (1897-1978)

Bardet, Gaston (1907-1989)

Baroja, Pío (1872-1956)

Baumeister, Reinhard (1833-1917)

Bedel, Jacques (¿-?)

Bell, Purl Lord (1886-1930?)

Benevolo, Leonardo (1923-2017)

Bergamín Gutiérrez, Rafael (1891-1970)

Berti, Arturo Luis (1912-1999)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

220

Betancourt, Rómulo (1908-1981)

Blaschitz, Carlos (1890-1974)

Blaser, Hermann (¿-?)

Bolívar, Simón (1783–1830)

Briceño Arismendi, Luis (1870-?)

Brunner, Karl H. (1887-1960)

Bulnes, Francisco (1847-1924)

Bunker, George (¿-?)

Cabet, Étienne (1788-1856)

Camacho, Juan Vicente (¿-?)

Cárdenas, José Ignacio (1874-1949)

Cárdenas, Román (1862-1950)

Carrillo R., José María (1925-2007)

Carrillo Batalla, Francisco (1916-1994)

Castro, Cipriano (1858-1924)

Castro, Eduardo Filomena (¿-?)

Centeno Grau, Melchor (1867-1949)

Cerdá Suñer, Ildefonso (1815-1876)

Chataing, Alejandro (1873-1928)

Chataing Pelayo, Luis Eduardo (1906-1999)

Chiossone, Tulio (1905-2001)

Chistophersen, Alejandro (1866-1946)

Choay, Françoise (1925-)

Ciliberto Pérez, Antonio (1893-?)

Clark, C. Norman (¿-?)

Codazzi, Agustín (1793-1859)

Contreras Elizondo, Carlos (1892-1970)

Cordero, Simón (¿-?)

Delgado Chalbaud, Román (1882-1929)

Díaz, Porfirio (1830–1915)

Díaz Rodríguez, Manuel (1871-1927)

Díaz Sánchez, Ramón (1903-1968)

Domínguez, Cipriano (1904-1994)

Domínguez, Raúl (¿-?)

Durkheim, Émile (1858-1917)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

221

Escipión El Africano (236 a.C.-183 a.C.)

Estrada Cabrera, Manuel (1857-1924)

Felipe II de España (1527-1598)

Fergusson, Erna (1888-1964)

Fernando VI de España (1713-1759)

Foucault, Michel (1926-1984)

Forestier, Jean-Claude Nicolas (1861-1930)

Fourier, Charles (1772-1837)

Franco, Francisco (1892-1975)

Fustel de Coulanges, Numa Denys (1830-1889)

Gabaldón, Arnoldo (1909-1990)

Gallegos, Rómulo (1884-1969)

García, Roberto (1841-1936)

García Maldonado, Enrique (1905-1990)

Garnier, Charles (1825-1898)

Garnier, Tony (1869-1948)

Gascue Anderson, Francisco (¿-?)

Geddes, Patrick (1854-1932)

Gil Fortoul, José (1861–1943)

Gómez, Juan Vicente (1857-1935)

Gómez Franco, E. (¿-?)

González, Gerardo (¿-?)

González, Pablo Miguel (¿-?)

González E., Pedro (¿-?)

González Gómez, César (¿-?)

González Méndez, Heriberto (1906-1992)

González Rincones, Rafael (1885-1958)

González Villasmil, Lorenzo (1876-?)

Gropius, Walter (1863-1969)

Guevara Rojas, Felipe (1878-1916)

Guinand Sandoz, Carlos (1889-1963)

Guzmán Blanco, Antonio (1829–1899)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

222

Hall, Peter (1932-2014)

Hardoy, Jorge Enrique (1926-1993)

Harrison, Wallace Kirkman (1895-1981)

Haussmann, Georges E., barón (1809-1891)

Hedderich, L. (¿-?)

Hénard, Eugène (1849-1923)

Hernández, Manuel Vicente (¿-?)

Herrera Tovar, Manuel Felipe (1865-1932)

Hitler, Aldolf (1889-1945)

Höet, León Achiel Jerome (1891-1944)

Hoover, Herbert Clark (1874-1964)

Horsfall, Thomas Coglan (1841-1932)

Howard, Ebenezer (1850-1928)

Ibarra Cerezo, José María (1874-1948)

Isabel I de Castilla, La Católica (1451-1504)

Itriago Gimón, Gerardo (¿-?)

Jahn, Alfredo (1867-1940)

Jiménez, Germán (1861-1929)

Kahn, Arthur (1910-¿)

Lafond, Georges (¿-?)

Lambert, Jacques H. (1890-s/f)

Lapeyre, Jean-Louis (¿-?)

Lavedan, Pierre (1885-1982)

Le Corbusier (1887-1965, Charles Édouard Jeanneret)

Lecuna Salboch, Vicente (1870-1954)

Leguía, Augusto (1863-1932)

León Quintero, Manuel (¿-?)

Linares, Carlos E. (¿-?)

Lindbergh, Charles August (1902-1974)

López Contreras, Eleazar (1883-1973)

Luongo Cabello, Francisco (c. 1890-?)

Lurçat, André (1894-1970)

Lyautey, Louis-Hubert (1854-1934)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

223

Machado Hernández, Óscar Augusto (1890-1966)

Malaussena, Antonio (1853-1919)

Malaussena Andueza, Luis Raimundo (1900-1963)

Mallet-Stevens, Robert (1886-1945)

Martínez Olavarría, Leopoldo (1919-1992)

McAdam, John Loudon (1756-1836)

Medina Angarita, Isaías (1897-1953)

Meneses, Guillermo (1911-1978)

Mibelli, Elbano (1869-1946)

Mills, Lady Dorothy Rachel Melissa Walpole (1896-1959)

Montijo, Eugenia de (1826-1920)

Morales, Pedro Alí (¿-?)

Morales Tucker, Alberto (1939-1991)

Morris, William (1834-1896)

Morse, Richard (1922–2001)

Mujica Millán, Manuel (1897-1963)

Mumford, Lewis (1895–1990)

Muñoz Tébar, Jesús (1847-1909)

Muñoz Tébar, Luis (1867-1918)

Mussolini, Benito (1883-1945)

Napoleón III (1808-1873)

Nava, Ramiro (1887-1959)

Navarrete Molina, J. J. (¿-?)

Niño Araque, William (1953-2010)

Nucete Sardi, Diego (1902-1945)

Olmsted, Frederick Law (1822-1903)

Ortega Martínez, Torcuato (¿-?)

Osorio, Luis Enrique (1896-1966)

Ossott Machado, Willy (1913-1975)

Otero Silva, Miguel (1908-1985)

Owen, Robert (1771-1858)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

224

Pacanins Acevedo, Tomás (1891-1958)

Palacios, Eloy (1847-1919)

Palacios Hernández, Andrés (¿-?)

Pardo Soublette, Guillermo (¿-?)

Pardo Stolk, Edgard (1905-1982)

Park, Robert E. (1864-1944)

Pascal, Blaise (1623-1662)

Paxton, Joseph (1803-1865)

Pérez, Manuel Cipriano (1860-1937)

Pérez, Pedro B. (¿-?)

Picón Salas, Mariano (1901-1965)

Pirenne, Henri (1862-1935)

Pocaterra, José Rafael (1889-1955)

Poëte, Marcel (1866-1950)

Power Gorrondona, Luis Eduardo (c. 1876-?)

Prost, Henri (1874-1959)

Proudhon, Pierre-Joseph (1809-1865)

Pugin, Augustus Welby (1812-1852)

Quevedo, Miguel Ángel de (1859-1946)

Quintero, Pablo (¿-?)

Razetti Martínez, Luis (1862-1932)

Razetti Martínez, Ricardo (1868-1932)

Récamier, Juliette (1777-1849)

Reis, José de Oliveira (1903-1994)

Renan, Ernest (1823-1892)

Reyes Zumeta, G. M. (¿-?)

Risler, Georges (1853-1941)

Rísquez, Francisco Antonio (1856-1941)

Roche, Luis (1888-1965)

Romero, José Luis (1905–1977)

Roosevelt, Franklin D. (1882–1945)

Rotival, Maurice (1892-1980)

Rourke, Thomas (Daniel Joseph Clinton)

Ruskin, John (1819-1900)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

225

Salazar, Manuel (¿-?)

Salas, Guillermo (¿-?)

Sampaio, Carlos (1866-1930)

Sansón Lara, Gerardo (1908-1995)

Saville, Thorndike (1892-1969)

Schaedel, Richard Paul (1920-2005)

Schael, Guillermo José (1919-1989

Scobie, James R. (1929-1981)

Segre, Roberto (1934-2013)

Seijas Cook, Rafael (1867-1969)

Sica, Paolo (1935-1988)

Sierra, Justo (1848-1912)

Sitte, Camillo (1843-1903)

Soriano, Horacio (¿-?)

Soriano, Luis (¿-?)

Spencer, Herbert (1820–1903)

Stelling Smith, Herman (1875-?)

Sutcliffe, Anthony (1942-2011)

Tani, Luigi (¿-?)

Telford, Thomas (1757-1834)

Toro Manrique, Carlos (1868-1937)

Torres, Francisco de Paula (¿-?)

Torres, Gumersindo (1873-1947)

Unwin, Raymond (1863-1940)

Urbaneja, Manuel María (1814-1897)

Uslar Pietri, Arturo (1906-2001)

Vallenilla Lanz, Laureano (1870-1936)

Vallenilla Lanz (hijo), Laureano José (1912-1973)

Vandellós, José Antonio (1899-1950)

Vegas Pacheco, Martín (1926-2012)

Velásquez, Ramón José (1916-2014)

Villanueva, Carlos Raúl (1900-1975)

Violet-le-Duc, Eugène (1814-1879)

Vollmer Rivas, Gustavo Julio (1847-1926)

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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Wagner, Otto Koloman (1841-1918)

Wallis Legórburu, Gustavo (1897-1979)

Weber, Max (1864-1920)

Wilson, Charles Morrow (1905-1977)

Worms, René (1869-1926)

Zawisza, Leszek (1920-2014)

Zuazo Ugalde, Secundino (1887-1971)

1 Las primeras cuatro secciones de este capítulo se apoyan en pasajes de

ALMANDOZ (2008) y ALMANDOZ e IBARRA (2018). 2 Esa estructura internacional estaría liderada por la International Planning

History Society (IPHS), entre cuyos fundadores estuvo el mismo Sutcliffe. 3 Para más referencias sobre Venezuela, por pioneros y episodios, ver la sección

siguiente. 4 Como antecedentes de estas aproximaciones, para el caso de Buenos Aires hay

que señalar los clásicos estudios de James Scobie (1974; 1977) y Beatriz Sarlo

(1988). 5 Los tempranos estudios elaborados por extranjeros fueron liderados por

Richard Morse (1958; 1970). 6 Esta sección se apoya en pasajes de Almandoz (2000). Referencias más

específicas sobre historia urbana y urbanística en Venezuela para el período del

trabajo serán dadas en el cuerpo del trabajo. 7 Entre los cuales se contaron, además del ya mencionado CIHE, los sectores de

teoría e historia y de estudios urbanos de la Facultad de Arquitectura y

Urbanismo (FAU), Universidad Central de Venezuela (UCV); el Centro de

Estudios de Arquitectura “Alfonso Vanegas” (Cehav) de la Facultad de

Arquitectura y Arte (FAA), Universidad de los Andes (ULA); la sección de

teoría e historia de la ciudad y el urbanismo, Departamento de Planificación

Urbana, Universidad Simón Bolívar (USB). Con respecto a la evolución y

orientaciones de esta última, ver Arturo Almandoz y Lorenzo González, "Notas

sobre historiografía urbana. La visión de la Universidad Simón Bolívar",

Urbana, No. 19, Caracas: Universidad Central de Venezuela (UCV),

Universidad del Zulia (LUZ), agosto-diciembre 1996, pp. 122-126. También en

el caso de la USB, valga asimismo mencionar los estudios históricos y de

patrimonio desarrollados en el Instituto de Estudios Regionales y Urbanos

(IERU).

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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8 Incluso antes de la paralización del Boletín del CIHE la revista Urbana –

coeditada por el Instituto de Urbanismo, FAU, UCV y el Instituto de

Investigaciones de la Facultad de Arquitectura, Universidad del Zulia (LUZ) –

ofreció creciente espacio a temas históricos. En el caso de la ULA, tras

desaparecer De Arquitectura – publicada a comienzos de la década de 1990 –

el perfil humanístico de Edificar dio cabida a temas de historia urbana. 9 Otras publicaciones en esta línea incluyen Almandoz (2010); Almandoz

(2017a); Almandoz e Ibarra (2018). 10 Esta sección se apoya en pasajes de Almandoz (2006; 2017). 11 Allí mismo continúa Jahn: “Con admirable clarividencia se apercibió el

General Gómez de que el porvenir de Venezuela estaba en una buena red de

caminos carreteros, la cual luego de despertar a nueva vida y fomentar regiones

ricas, pero abatidas por su aislamiento, echaría los fundamentos agrícolas e

industriales para la construcción de nuevos ferrocarriles. Era necesario sacudir

previamente los diferentes órganos del país, lanzarlos a nueva y más intensa

actividad, posibilitar el intercambio de intereses y de hombres y atraer nuevos

y vigorosos elementos que vinieran a colaborar con los nativos en la obra

reconstructiva”. 12 La junta estaba constituida por el general Pablo Quintero, el coronel Pedro

Alí Morales y el ingeniero J. J. Navarrete Molina. 13 Bien hace notar Cilento con respecto a las carreteras centrales contempladas

en el decreto de 1910, que este último “significó la muerte de los precarios

ferrocarriles venezolanos puesto que, en la mayoría de los casos, las rutas de los

pocos ferrocarriles existentes y las de las carreteras fueron coincidentes”

(CILENTO, 2001: 125). 14 Allí mismo continúa el autor: “La mayoría de nuestros caminos se hallan en

el primer período de su desarrollo; a su escaso tráfico hasta el piso natural que

resulta del banqueo de la plataforma. No obstante, el Gobierno Nacional ha

hecho cubrir con afirmado de macadam o de cascajo los caminos más

importantes del Interior. La carretera de Caracas a La Guaira y Macuto, es la de

mayor tráfico y, aunque éste no llega aún al límite establecido en los Estados

Unidos para pisos duros (hard surface), ha sido pavimentada de concreto en

toda su longitud de 41 kilómetros. Este mismo trabajo se está ejecutando, como

ya hemos dicho, en las carreteras de Caracas a Petare, a Valencia y a Puerto

Cabello”. 15 Tal como aclara Cilento (2001: 138-139): “Al adoptarse las técnicas de

pavimentación con concreto y con asfalto, la base del pavimento, o sub-base, se

trató con las técnicas de Telford y Mac Adam (sic), o variaciones de ellas. Antes

de ello la mayor parte de las carreteras no fueron tratadas con macadam debido

a su alto costo, sino engranzonadas, dada la facilidad de obtener granzón o

grava en los ríos aledaños. El granzón apisonado, sin embargo, no se constituye

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

228

en macadam debido a la dificultad de cohesionar las piedras y granos de grava

redondeados, por lo que, al aumentar la velocidad y densidad del tráfico

automotor, las piedras de mayor tamaño se desprendían produciendo las aquí

llamadas sartenejas, características de todas nuestras carreteras

engranzonadas”. 16 Tal como completa Allegret (1997: 604): “Las obras de vialidad realizadas

bajo la presidencia de Juan Vicente Gómez unificaron el sistema de carreteras

de varios estados (principalmente de la región andina) aprovechando los

segmentos carreteros preexistentes. Tres fueron los grandes sistemas

establecidos, tomando como origen a Caracas: a) la llamada Gran Carretera

Occidental (o Trasandina) uniendo Caracas a San Cristóbal con una longitud de

1.529 km; b) la llamada Gran Carretera del Sur, uniendo Caracas a San

Fernando de Apure, con una longitud de 940 km; y c) la Gran Carretera Oriental

de 800 km, uniendo Caracas a Ciudad Bolívar” 17 Tal como evidencia el contrato (noviembre 1928) del cable aéreo Caripe-

Cariaco, estado Sucre, otorgado a Antonio Ciliberto Pérez y Francisco Luongo

Cabello (ARCILA, 1961, II: 306). 18 Gaceta Oficial, Caracas: agosto 14, 1909, art. 2. 19 Los decretos son del 19-IV-1910 y 19-I-1911. 20 Un informe sobre el acueducto de Barquisimeto fue publicado por Luis

Eduardo Power en la Revista Técnica del MOP, No. 45, septiembre 1914, pp.

390-392. 21 Ver infra “Petróleo e infraestructura en regiones”. 22 Tal como puede verse, por ejemplo, en El Cojo Ilustrado, XX, 473, Caracas:

septiembre 1, 1911, pp. 500-501; 476, Caracas: octubre 15, 1911, p. 586. 23 El Cojo Ilustrado, XX, 476, Caracas: octubre 15, 1911, p. 593; XXIII, 532,

Caracas: febrero 15, 1914, p. 120. 24 Gaceta Municipal, Caracas: mayo 14, 1910. 25 Con respecto a esta predominancia británica, añaden Estaba y Alvarado

(1985: 138): “Durante la década del veinte operaban en el país unas ciento

cincuenta empresas bajo el dominio del capital anglo-holandés y

norteamericano: la Shell, la Gulf y la Standard Oil of New Jersey; controlaban

la producción en un 45%, 27% y 27% respectivamente”. 26 Allí continúa el autor: “Las ventajas ofrecidas por este tipo de vehículo

trascendieron su empleo industrial y comenzó a ser adoptado por varios

propietarios de haciendas a fin de tecnificar su producción agrícola”, tal como

ocurrió con Gustavo Vollmer Ribas en la hacienda Santa Teresa, en los valles

de Aragua, destinada a la producción de caña de azúcar (OLIVAR: 2014: 43). 27 Ver también infra “Transición política y geografía económica”. 28 Ver infra “Transición política y geografía económica”. 29 Ver supra “De ferrocarriles a carreteras”.

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

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30 Ver infra “Del Programa de febrero al Plan trienal”. 31 Ver también Gaceta Municipal, Caracas: diciembre 9, 1926; octubre 1, 1924;

julio 26, 1932. 32 Decreto del 19-IV-1920.

33 Gaceta Municipal, enero 4, 1910; agosto 9, 1913. 34 Constitución Nacional (1925), art. 18, ord. 1. 35 Gaceta Municipal, diciembre 12, 1912. 36 Gaceta Municipal, junio 25, 1925; enero 11, 1930. 37 Ver por ejemplo Gaceta Municipal, octubre 29, 1910; noviembre 9, 1912;

marzo 9, 1915; septiembre 15, 1925; agosto 29, 1931. 38 Esta sección se apoya en pasajes de Almandoz (2002-2019, II: 55-57). 39 Ver supra “De ferrocarriles a carreteras” y “Entre higiene pública y

saneamiento”. 40 Ver también infra “Transición política y geografía económica”. 41 Rómulo Gallegos, "Un ejemplo de todos los días para todos los días" (marzo

23, 1941). 42 Esta y las siguientes secciones se apoyan en Almandoz (2006). 43 En el programa también participaron los ingenieros Luis Carbonell, Simón

Cordero, Gerardo González, Gerardo Itriago Gimón y Manuel Salazar, quienes

realizaron un viaje a Panamá, para conocer los procedimientos allí

implementados contra la malaria, desde la construcción del canal

(MALDONADO, 1997: 143). Asimismo contribuyeron los ingenieros Arturo Luis

Berti y José María Carrillo (MORALES, 2001: 105). 44 En la escuela Experimental Venezuela también participó el arquitecto Enrique

García Maldonado, según señalan Lorenzo González el al (2011). 45 Junio 1, 1936. 46 La ordenanza sobre postes puede verse en la Gaceta Municipal, octubre 1,

1924. 47 Septiembre 17, 1937. 48 Gaceta Municipal, agosto 27, 1936, art. 37; febrero 26, 1938. 49 Gaceta Municipal, abril 15, 1937. 50 Siendo un estudiante en aquel momento, el ingeniero Pedro Pablo Azpúrua

estuvo entre los primeros topógrafos de la DU; gentilmente puso a mi

disposición su sumario del proceso (AZPÚRUA, 1964). 51 Ver supra “Agenda caraqueña del gomecismo…” y “En la Caracas lopecista”. 52 De ahora en adelante, el documento será citado como PMC, seguido de la

página. Valga aclarar que, por no tener denominación oficial en el documento

original, el PMC también ha recibido otros nombres, como "Plan Rector", "Plan

Urbano" y "Plano Regulador de Caracas"; he adoptado la denominación usual

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Fundamentos y Cristalización del Urbanismo en Venezuela: de Gómez a Medina (1908-1945)

230

de PMC, porque el término "monumental" aparece en repetidas ocasiones a lo

largo del texto, y ciertamente resume el espíritu de la propuesta. 53 Gaceta Municipal, enero 13, 1940. 54 Gaceta Municipal, julio 27, 1939. 55 « …il n’y a plus de gens qui croient que faire de l’urbanisme consiste à tracer

d’axes » (trad. propia). 56 Ver supra las secciones “Petróleo e infraestructura en regiones” y “Transición

política y geografía económica”. 57 El INOS fue creado tras la “contratación de los servicios de George C.

Bunker, un ingeniero sanitarista que había trabajado en Colombia y Panamá,

especialista en suministro de agua y tratamiento de aguas potables. Bajo su

dirección se instaló el primer laboratorio de aguas en el país. Eso estaba en

armonía con la preocupación gubernamental por mejorar la calidad de vida de

los venezolanos, que empezó a manifestarse en 1936” (CARTAY, 1997: 43)

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ARTÍCULO TÉCNICO

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LA LITÓSFERA DEL CARIBE ORIENTAL: UNA

VISIÓN GEOFÍSICA INTEGRADA

Arnaiz Rodríguez, Mariano Simón

Ingeniero Geofísico. Doctor en Ciencias de la Ingeniería.

Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ingeniería.

Departamento de Geofísica. Ciudad Universitaria. Caracas

Correo-e.: [email protected]

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LA LITÓSFERA DEL CARIBE ORIENTAL: UNA VISIÓN

GEOFÍSICA INTEGRADA

Arnaiz Rodríguez, Mariano Simón

Ingeniero Geofísico. Doctor en Ciencias de la Ingeniería.

Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ingeniería.

Departamento de Geofísica. Ciudad Universitaria. Caracas

Correo-e.: [email protected]

RESUMEN

Esta investigación ofrece una visión geofísica integrada de la litósfera

del Caribe oriental y sus zonas de subducción. Los objetivos específicos

son: (a) caracterizar el estado térmico de la litósfera a través de un

estudio de la profundidad de Curie y de los datos de flujo calórico; (b)

reconstruir la estructura de velocidades de ondas de corte de la corteza y

el manto superior bajo la placa del Caribe por medio de una tomografía

de ruido ambiental; (c) estudiar las variaciones del espesor cortical en el

arco de las Antillas Menores mediante la aplicación de la técnica de

funciones receptoras; (d) estimar las variaciones del espesor elástico en

el bloque de Maracaibo e inferir el papel que juega la subducción plana

de la placa del Caribe en su equilibrio dinámico; y (e) proponer una

hipótesis sobre el comportamiento geodinámico de la litósfera del Caribe

oriental en los contextos de subducción localizados en sus límites este y

suroeste. El estudio demuestra que la profundidad de Curie en el

Caribe oriental se caracteriza por un valor medio de 23 km y un valor

mínimo de 17 km, lo que implica que el manto superior se encuentra

magnetizado. La litósfera del Caribe presenta una velocidad de ondas de

corte menor al promedio global, lo que se encuentra relacionado con un

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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manto de composición anómala asociada a la interacción de la litósfera

con una pluma mantelar; además, posee una litósfera anormalmente

delgada (entre ~50 km y >70 km). Los valores de la profundidad de

Moho del arco de las Antillas Menores varían entre 22 y 36.8 km; los

valores altos de espesor cortical se presentan en el frente oeste de la

sección norte del arco, mientras que los valores bajos se localizan en el

frente este de su sección norte y en su sección sur, un fenómeno asociado

a la dualidad de situaciones al norte y al sur del sistema de la falla de

Tiburón. El espesor elástico en el bloque de Maracaibo varía entre 30 y

18 km; la orientación de los contornos del mapa de espesor elástico

indica que los Andes de Mérida es la carga más importante dentro de

éste; la serranía de Perijá no parece distorsionar el patrón de los

contornos del mapa de espesor elástico y carece de una raíz isostática,

por lo tanto, debe encontrarse en equilibrio dinámico; la serranía de

Santa Marta presenta los mayores valores de espesor elástico de la

zona (de 26 a 30 km), lo cual podría deberse al acoplamiento asociado

a la subducción plana del Caribe bajo Suramérica. Finalmente, el

comportamiento de la placa Caribe y su flotabilidad se relacionan con

su corteza gruesa y su litósfera anormalmente delgada y rica en hierro;

esto ocasiona que sea subducida bajo la placa Suramericana en un

proceso de bajo ángulo, y que sobrecorra la litósfera oceánica del

Atlántico en la zona de subducción de las Antillas Menores.

Palabras clave: Litósfera, Caribe Oriental, Profundidad de Curie,

Tomografía de ruido ambiental, Funciones receptoras, Flexión de placa.

ABSTRACT

This research offers an integrated geophysical view of the eastern

Caribbean lithosphere and its subduction zones. The specific objectives

are: (a) to characterize the thermal state of the lithosphere through a

study of Curie depth and heat flow data; (b) reconstruct the shear wave

velocity structure of the crust and the upper mantle under the Caribbean

plate by means of an ambient noise tomography; (c) study the variations

in cortical thickness in the arc of the Lesser Antilles by applying the

receptor functions technique; (d) estimate the variations in elastic

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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thickness in the Maracaibo block and infer the role that the flat

subduction of the Caribbean plate plays in its dynamic equilibrium; and

(e) to propose a hypothesis on the geodynamic behavior of the

lithosphere of the eastern Caribbean in the subduction contexts located

on its east and southwest limits. The study shows that the Curie depth in

the eastern Caribbean is characterized by an average value of 23 km and

a minimum value of 17 km, which implies that the upper mantle is

magnetized. The Caribbean lithosphere presents a cut wave speed lower

than the global average, which is related to a mantle with an anomalous

composition associated with the interaction of the lithosphere with a

mantle plume; in addition, it has an abnormally thin lithosphere

(between ~ 50 km and> 70 km). The Moho depth values of the Lesser

Antilles arc vary between 22 and 36.8 km; high values of cortical

thickness are presented on the west front of the northern section of the

arc, while low values are located on the eastern front of its northern

section and in its southern section, a phenomenon associated with the

duality of situations to the north and south of the Tiburon fault system.

The elastic thickness in the Maracaibo block varies between 30 and 18

km; the orientation of the contours of the elastic thickness map indicates

that the Andes of Mérida is the most important load within it; the Perijá

mountain range does not seem to distort the contour pattern of the elastic

thickness map and lacks an isostatic root, therefore it must be in dynamic

equilibrium; the mountainous area of Santa Marta presents the highest

values of elastic thickness in the area (from 26 to 30 km), which could

be due to the coupling associated with the flat subduction of the

Caribbean under South America. Finally, the behavior of the Caribbean

plate and its buoyancy are related to its thick crust and its abnormally

thin, iron-rich lithosphere; this causes it to be subducted under the South

American plate in a low-angle process, and it overflows the Atlantic

oceanic lithosphere in the subduction zone of the Lesser Antilles.

Key words: Lithosphere, Eastern Caribbean, Curie Depth, Ambient

Noise Tomography, Receptor functions, Plate bending

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CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN

1.1. Planteamiento del problema: La litósfera y el límite litósfera-

astenósfera

La litósfera, del griego λίθος [lithos], roca, y σφαîρα [sphaira], esfera, es

la sección rígida externa de la Tierra. Está constituida por los 100 km

más superficiales, e incluye la corteza y una sección del manto superior

(Sheriff, 2002). En particular, se describe como una capa relativamente

seca —por su bajo contenido de agua— y químicamente depletada —

por su escaso contenido de minerales—, superpuesta a una astenósfera

hidratada y fértil, rica en minerales (Fowler, 2005).

Un modelo termo-mecánico (Fig. 1.1) define la litósfera como la capa

que se encuentra por encima de la adiabata del manto, la cual restringe o

confina la convección del material mantelar y separa un material de

mayor viscosidad de otro de menor viscosidad (Sleep, 2005; Fischer et

al., 2010). El límite que separa la litósfera y la astenósfera es conocido

como el LAB, por sus siglas en ingles: Lithosphere- Asthenosphere

Boundary. En el caso particular de la litósfera oceánica, se presume

que este límite se encuentra definido por una frontera composicional

entre una astenósfera hidratada, fértil y rica en periodotita y una litósfera

seca y químicamente depletada en periodotita (Hirth y Kohlstedt, 1996).

A partir de ecuaciones termodinámicas, se puede derivar un modelo

sencillo para representar el desarrollo de la litósfera oceánica y sus

geotermas, considerando su enfriamiento en función del tiempo (Fig.

1.2; Turcotte y Schubert, 2007). Desde este punto de vista, la

profundidad del límite litósfera-astenósfera se encuentra asociado

aproximadamente a la isoterma de 1300 °C. Sin embargo, los resultados

de la aplicación de diferentes técnicas geofísicas discrepan con esta

interpretación debido a su compleja naturaleza (Eaton et al., 2009, Fig.

1.3). Inclusive, se ha considerado que, en algunos casos, el límite es

más una zona de transición entre las capas y no un límite abrupto

(Schemerr, 2011).

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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Fig. 1.1: Esquema de las diferencias entre la litósfera y la astenósfera.

La línea azul representa el límite litósfera-astenósfera (LAB). Las

flechas rojas, las secciones donde la transferencia de calor se da por

conducción; mientras que los círculos punteados, aquella zona donde la

transferencia de calor se da por convención (modificado de Fischer et

al., 2010).

Fig. 1.2: Geotermas para la litósfera oceánica en función del tiempo.

La sección a de la figura considera variaciones de la conductividad

térmica con la temperatura. La sección b representa el modelo

matemático clásico sin estas consideraciones. Los círculos, cuadrados y

triángulos representan los diferentes sismos en las zonas oceánicas

(tomada de McKenzie et al., 2005).

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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En particular, la profundidad del LAB ha sido definida por:

(a) La existencia de un límite mecánico que separa la litósfera rígida de

la astenósfera plástica y coincide con una zona marcada por un

incremento en la tasa de deformación (Fig. 3.a) (Bokelmann y Silver,

2002; Korenaga y Karato, 2008).

(b) La presencia de una franja de transición: en la litósfera (sección

superior) la transferencia de calor viene dada por conducción;

mientras que en la astenósfera (sección inferior) por convección (Fig.

3.b).

(c) La existencia de una zona de bajas velocidades de corte (Vs)

debajo de una zona de altas velocidades asociadas a la base de la

litósfera (Priestley y McKenzie, 2006) (Fig. 3.c).

(d) La correlación entre una zona de bajas velocidades y la desaparición

o el cambio en profundidad de la anisotropía sísmica (Gaherty y

Jordan, 1995; Debayle y Kennett, 2000; Sebai et al., 2006) (Fig. 3.d).

(e) La reducción significativa de la resistividad eléctrica asociada al

contenido de agua de los minerales en la astenósfera (Waff, 1974;

Yoshino et al., 2006) (Fig. 3.e).

En general, las características de la litósfera (espesor, estado térmico,

propiedades mecánicas, mineralogía, contenido de agua, etc.) juegan un

papel trascendental en su dinámica y comportamiento bajo distintos

regímenes de esfuerzos (Fowler, 2005). Por ejemplo, una litósfera

gruesa es más difícil de deformar que una delgada, mientras que una

litósfera densa es más fácil de ser subducida que una litósfera poco

densa. En un contexto de subducción, estas características son cruciales,

pues se encuentran directamente asociadas a su flotabilidad (Niu et at.,

2003). Ellas permiten entender el estado actual y la evolución

geodinámica de una placa tectónica.

En relación con la placa del Caribe, existe todavía incertidumbre sobre

el comportamiento de la litósfera. Muchos autores (e.g. Pindell y

Kennann 2001; James, 2002) han constatado que una de las etapas

primordiales de su desarrollo lo constituye el emplazamiento de grandes

capas basálticas o un Large Igneous Province (LIP) provenientes de la

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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interacción de la litósfera con una pluma mantelar. Si se considera que

la litósfera se comporta como una capa mecánica y térmicamente distinta

a la astenósfera, para entender el comportamiento actual de la placa

del Caribe y el papel que jugó en su desarrollo el emplazamiento del LIP,

sería preciso conocer las características actuales de su litósfera. En tal

sentido, uno de los objetivos de esta investigación es entender el

estado actual, características mecánicas, y el papel de la litósfera en

el desarrollo de la placa del Caribe mediante la aplicación de distintas

metodologías. Primero, es necesario conocer el estado térmico de la

litósfera, para lo cual se hará un análisis del flujo calórico y una

estimación de la isoterma de Curie. Luego, para conocer sus propiedades

mecánicas, se estimará la variación de la velocidad de ondas de corte

dentro de la litósfera con una tomografía de ruido ambiental. A

continuación, se dilucidará la estructura cortical del arco de las Antillas

Menores. Después, se estudiarán las variaciones del espesor elástico del

bloque de Maracaibo. Finalmente, se precisará el papel que juega la

placa del Caribe en las dos zonas de subducción que se localizan en su

sección oriental.

Fig. 1.3: Variaciones de las propiedades físicas con la profundidad

que define el LAB, según la metodología utilizada. Se puede observar

que, a pesar de que existe coherencia entre los resultados, hay

variaciones que dependen de la propiedad estudiada. Particularmente, las

zonas de LAB, relacionadas con el estudio de las variaciones de la

temperatura y las variaciones de Vs, se encuentran asociadas entre sí

(tomada de Eaton et al., 2009).

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1.2. Objetivos

1.2.1 Objetivo general

Caracterizar la litósfera del Caribe oriental utilizando distintos tipo de

datos geofísicos.

1.2.2 Objetivos específicos

• Estimar las variaciones de la profundidad de Curie en el Caribe

oriental.

• Interpretar las variaciones de la profundidad de Curie con datos de

flujo calórico para, de esta manera, definir el estado termal de la

litósfera del Caribe oriental.

• Reconstruir la estructura de velocidades de ondas de corte de la

corteza y el manto superior bajo la placa del Caribe, por medio de

una tomografía de ruido ambiental.

• Estudiar las variaciones del espesor cortical en el arco de las Antillas

Menores, mediante la aplicación de la técnica de funciones

receptoras.

• Estimar las variaciones del espesor elástico en el bloque de

Maracaibo e inferir el papel que juega la subducción plana de la placa

del Caribe en su equilibrio dinámico.

• Proponer una hipótesis sobre el comportamiento geodinámico de

la litósfera del Caribe oriental en los contextos de subducción

localizados en su límite este y suroeste.

1.3. Localización del área de estudio

El área de interés se encuentra comprendida entre las latitudes 8°N y

21°N y las longitudes 55°O y 74°O (Fig. 1.4).

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Fig. 1.4: Estructuras principales en el Caribe este. En la esquina superior

derecha, se presenta la localización de la placa del Caribe a escala

regional. Las estrellas rojas representan los volcanes con actividad

reciente en el arco de las Antillas Menores (Bouysse et al., 1990).

1.4. Justificación

La complejidad tectónica y geológica de la placa Caribe la han

convertido en un llamativo rompecabezas que muchos investigadores

han tratado de resolver. También ha resultado de interés por la variedad

de recursos naturales que posee; además de su estratégica ubicación y

compartir aguas y territorios con varios países. Durante 40 años, se han

adquirido datos geocientíficos de distinta índole. Ellos han revelado que

la naturaleza del sistema que se intenta estudiar trasciende la

interpretación que se puede hacer con una sola técnica. Nuestro trabajo,

de carácter interdisciplinario, emplea diversas metodologías para superar

esta limitante.

Los investigadores se han enfocado en determinar el origen de esta

relativamente pequeña placa tectónica. Ellos han encontrado evidencia

de complejos procesos que debieron de haber conducido a la formación

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

242

del Caribe como hoy lo conocemos. Sin embargo, uno de los aspectos

que ha sido relativamente marginado es el entendimiento de los procesos

que se encuentran actualmente en desarrollo en el Caribe y sus límites,

lo que pretendemos profundizar con nuestra investigación.

Consideramos que una visión clara del estado actual de la litósfera, y de

la situación geodinámica del área, permitiría reconstruir el proceso

histórico que ha conducido al desarrollo de este laboratorio natural

caribeño. Grosso modo, la presente investigación busca entender el

estado en el que se encuentra la litósfera del Caribe y extrapolar esta

información a los procesos tectónicos que actualmente se evidencian

en la región.

1.5. Organización de la investigación

Con el fin de alcanzar los objetivos propuestos y presentar los resultados

obtenidos de modo coherente, la presente indagación se encuentra

organizada en seis capítulos. El primero corresponde a la introducción:

plantea el problema, los objetivos, la justificación y un esquema general

del trabajo. El capítulo segundo presenta la primera estimación de las

variaciones de la profundidad de Curie en Venezuela y el Caribe oriental,

y la interpretación conjunta de estos resultados con datos de flujo

calórico en la región a fin de entender el estado térmico de la litósfera.

En el tercero, se exponen los resultados obtenidos mediante la

aplicación de una tomografía de ruido ambiental en el Caribe oriental

con particular énfasis en la estructura litosférica de esa área y sus

características mecánicas. El capítulo cuarto presenta las funciones

receptoras del arco de las Antillas Menores con la intención de esbozar

su estructura cortical. En el quinto capítulo, se presenta un modelado

mecánico de la situación geodinámica del bloque de Maracaibo con el

fin de estimar las variaciones del espesor elástico de su litósfera.

Finalmente, en el sexto se esboza una discusión general de los

resultados e interpretaciones obtenidas así como las conclusiones del

estudio orientadas a presentar una hipótesis sobre el comportamiento

geodinámico de la litósfera del Caribe oriental en los contextos de

subducción localizados en sus límites este y suroeste.

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CAPÍTULO 2

PROFUNDIDAD DE CURIE EN VENEZUELA Y EL CARIBE

OCCIDENTAL1

2.1 Introducción

El punto de Curie se define como la temperatura a la cual un material

pierde su capacidad de adquirir magnetismo permanente. La ley de

Curie-Weiss (eq 2.1) describe el comportamiento de la susceptibilidad

magnética (χ) de un material ferromagnético como una función de la

constante de Curie (C) y la diferencia entre la temperatura (T) y el punto

de Curie para el mismo material. Cuando T es igual al punto de Curie,

la aleatoriedad introducida por efectos termales en los niveles atómicos

ocasiona que el material pierda su magnetización espontánea y, por lo

tanto, su magnetismo inducido y remanente (Kittel, 1996).

(ec.2.1)

La profundidad de Curie (PdC) es aquella profundidad a la cual los

materiales de la litósfera superior (usualmente la corteza inferior y, en

algunos casos, el manto superior) alcanzan su punto de Curie. A pesar

de que el punto de Curie de diferentes minerales varía (desde 573 °C

para el cuarzo, 585 °C para la magnetita, hasta 700 °C para el hierro), se

ha establecido que, en la litósfera superior, varía entre 550 y 580 °C (e.g.

Turcotte y Schubert, 2007). La profundidad de Curie es una variable que

depende fuertemente del régimen termal de una región específica

(flujo calórico y gradiente geotérmico), así como de las propiedades

1 Este capítulo, con ligeras modificaciones, es una traducción al español del

artículo: M. S. Arnaiz- Rodríguez y N. Orihuela (2013), “Curie point depth in

Venezuela and the Eastern Caribbean”, Tectonophysics, 590, pp 38-51, doi:

10.1016/j.tecto.2013.01.004. Copyright © 2013 Elsevier B.V (Anexo 1).

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termales y la mineralogía de la roca (Wasilewski et al., 1979; Wasilewski

y Mayhew, 1992). Por lo tanto, las variaciones laterales del fondo de la

capa magnética (usualmente interpretada como la isoterma de la

profundidad de Curie) pueden ser correlacionadas con diferencias en

las propiedades físicas de la litósfera o con variaciones de gradiente

geotérmico regional (Shive et al., 1992).

Si se considera el Moho, dos escenarios de profundidad de Curie han

sido reportados en diferentes situaciones geodinámicas relacionadas con

diversos regímenes termales: uno en el que la profundidad de Curie es

más somera que el Moho, y otro en el que es similar o más profundo. En

regiones volcánicas o áreas de alto flujo calórico, la profundidad de

Curie tiende a ser más somera que en las áreas circundantes que no se

encuentran afectadas por procesos termales (e.g. Okubo et al., 1989;

Banerjee et al., 1998; Stampolidis y Tsokas, 2002), y a ser más somera

que el Moho; igualmente, en áreas donde se han reportado

adelgazamientos corticales (bien sean termales o tectónicos), la

profundidad de Curie es más somera que en los terrenos circundantes

(Dolmaz et al., 2005). Sin embargo, en áreas tectónicas o isostáticamente

estables o aquellas con bajo flujo calórico, la profundidad de Curie

tiende a ser tan profunda como el Moho (Wasilewski et al., 1979;

Wasilewski y Mayhew, 1992), o incluso más profunda (Chiozzi et al.,

2005; Eppelbaum y Pilchin, 2006; Ferré et al., 2014). Esto último ha

sido reportado en el cratón africano occidental (Toft y Haggerty, 1988)

y en el cratón de Yangtze (Chang, 2008), ambos considerados como

terrenos isostáticamente estables con bajo flujo calórico (Mooney y

Vidale, 2003). Trifonova et al. (2009) afirman que se pueden producir

variaciones de la profundidad de Curie en este tipo de regiones a causa

de las diferencias composicionales de las provincias tectónicas.

En zonas de subducción, la profundidad de Curie ha sido correlacionada

con el límite de deformación frágil-dúctil de la corteza, el cual se

encuentra asociado a la isoterma de 600 °C (Doser y Kanamori, 1986).

Este comportamiento ha sido investigado en Japón (Huang, 1996) y

en los Andes argentinos del Norte (Ruiz e Introcaso, 2004).

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

245

En dominios oceánicos, existe evidencia geofísica de que la corteza

inferior es magnética (Harrison, 1976; Kent et al., 1978; Harrison y

Carle, 1981; Dunlop y Prevot, 1982), al igual que el manto superior

(Arkani-Hamed, 1991). Algunos modelos termales de la evolución de la

litósfera oceánica han predicho que la profundidad de Curie podría ser

de 30 km, cuando la litósfera tiene una edad de 40 Ma (e.g. Arkani-

Hamed y Strangway, 1986; McKenzie et al., 2005); y han sugerido que

la corteza interior y el manto litosférico son potencialmente magnéticos,

lo que podría contribuir a las anomalías magnéticas observadas en los

océanos (Arkani- Hamed, 1991, Ferré et al., 2014).

Los estudios sobre la profundidad de Curie abarcan una gran variedad

de lugares alrededor del mundo. Sin embargo, ninguno ha sido realizado

en el norte de Suramérica o en la región del Caribe. Incluso, a pesar de

que Venezuela es uno de los grandes productores de petróleo en el

mundo, poca atención se le ha prestado a las condiciones térmicas de sus

cuencas continentales. En tal sentido, el objetivo de este capítulo es

estimar las variaciones laterales de la profundidad de Curie en

Venezuela y el Caribe oriental a través del análisis espectral de las

anomalías magnéticas, y correlacionarlas con datos de flujo calórico y

con la geología regional.

2.2. Marco tectónico y termal

La región seleccionada se extiende de 2°N a 18°N de latitud, y de 60°O

a 73°O de longitud; abarca todo el territorio venezolano, el Caribe

occidental, las Antillas Menores y las Antillas de Sotavento (Fig. 2.1).

Se trata de una zona compleja de 3,200,000 km2, donde coexisten

fallamiento transcurrente, compresión, cabalgamiento, flexión

litosférica y subducción tipo B (Pindell y Barrett, 1990; Granja, 2005).

Sobre esta área, se ha recopilado una extensa base de datos, que

incluye datos geológicos, geofísicos y geoquímicos, con el fin de

contribuir a la comprensión tanto de la dinámica del norte de América

del Sur como de la evolución de la placa del Caribe.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

246

2.2.1. Venezuela

El escudo de Guayana es la región tectónica más grande, antigua y

relativamente más estable en el norte de América del Sur (Mendoza,

1977). Se encuentra dividido en cuatro provincias tectónicas que se

formaron durante distintos períodos orogénicos (Fig. 2.1): Imataca,

Pastora, Cuchivero y Roraima. Imataca (3–2.8 Ga, Guriense) consta

fundamentalmente de rocas metasedimentarias, gneises graníticos e

intrusiones graníticas que han sido metamorfizadas a anfibolitas y

granulite facies (Dougan, 1972). Pastora (2.7–2 Ga, Pre-

Transamazónico) se encuentra principalmente compuesta por rocas

metasedimentarias y rocas volcánicas de máficas a félsicas, localmente

intruidas por gabros y diabasas (Ostos et al., 2005). Cuchivero (1.9–

1.4 Ga, Transamazonico) consiste de rocas metavolcánicas, plutónicas y

metasedimentarias (Talukdar y Colvee, 1974), intrusionadas por

magmas félsicos (Ostos et al., 2005). Roraima (1.8 Ga, Orinociense) está

compuesta por rocas clásticas y material piroclástico (Priem et al., 1973;

Santos et al., 2003). Estos terrenos precámbricos autóctonos continúan

hacia el norte debajo de las capas sedimentarias más recientes y se

transforman en el basamento de la cuenca Oriental de Venezuela (Feo-

Codecido et al., 1984; Yoris y Ostos, 1997).

Los terrenos paleozoicos localizados debajo de la cuenca Oriental de

Venezuela y la cuenca Barinas-Apure (Feo-Codecido et al., 1984)

estuvieron adosados al escudo precámbrico de Guayana en una serie de

colisiones que ocurrieron entre 0.25 y 0.57 Ga. La principal estructura

que divide estos terrenos paleozoicos de las provincias precámbricas es

la falla de Apure (Feo-Codecido et al., 1984). Durante el Jurásico, la

separación de Pangea produjo esfuerzos extensivos que derivaron en la

formación de un sistema de grábenes y de un margen pasivo tipo

Atlántico durante el Cretáceo (Yoris y Ostos, 1997). Durante el

Cretácico Superior, el arco del Caribe colisionó con Suramérica y formó

el sistema de napas del Caribe entre el Paleoceno y el Eoceno.

Finalmente, el evento orogénico reciente más importante se encuentra

relacionado con la colisión de los terrenos de Baduo-Choco con el oeste

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247

de Suramérica, lo que produjo el levantamiento de la serranía de Perijá

y de los Andes de Mérida desde el Eoceno Tardío hasta el Eoceno

Medio (Audemard y Audemard, 2002).

Fig. 2.1. Rasgos tectónicos importantes en Venezuela y en el Caribe

oriental. En la esquina inferior derecha, se presenta la localización del

área de estudio a escala regional. Las estrellas rojas representan los

volcanes con actividad reciente en el Arco de las Antillas Menores

(Bouysse et al., 1990). P–P′ representa el perfil en la Fig. 2.7. CdlC &

Sdl representan la cordillera de la Costa y la serranía del Interior.

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248

La cantidad de registros de pozo para determinar el flujo calórico en

Venezuela es considerablemente menor que la cantidad de información

geológica. Fernández (2004) y Hernández (2006) utilizaron datos de

pozo para estudiar la situación termal de la cuenca Oriental de

Venezuela, y concluyeron que las altas anomalías termales (media de

3.77 µcal cm −2

s−1

) podrían ser un indicio de adelgazamiento cortical

o de subducción océano-continente en la parte central de Venezuela.

A pesar de que no existen datos sobre el escudo de Guayana, se supone

que su flujo calórico sea menor que los estimados para una corteza

continental (1.4 µcal cm −2

s−1

estimado por Hamza y Muñoz, 1996),

puesto que el calor del manto es forzado a escapar a través de la litósfera

delgada en lugar de hacerlo a través de la litósfera más gruesa y

termalmente resistente debajo de los cratones (Nyblade y Pollack, 1993).

En la Fig. 2.2 se presenta un mapa de flujo calórico, producto de la

recopilación de datos de distintas fuentes.

2.2.2 El Caribe oriental

La placa del Caribe es una pequeña placa tectónica localizada entre

Norteamérica y Suramérica. Sus límites norte y sur se encuentran

dominados por desplazamientos transcurrentes a lo largo de grandes

sistemas de fallas (Audemard et al., 2005; Sisson et al., 2005), mientras

que sus límites este y oeste son subducciones de tipo B (Bouysse et al.,

1990). La placa del Caribe es un rompecabezas constituido por pequeños

bloques, una corteza engrosada y una serie de estructuras que son un

remanente de su compleja formación (e.g. James, 2002).

Aunque no existe una dorsal mid-oceánica dentro de ella, la placa

del Caribe puede ser caracterizada como una placa oceánica, si se

consideran sus propiedades físicas (velocidad de ondas elásticas y

densidades) y espesor cortical, (e.g. Officer et al.,1959; Edgar et al.,

1971; Houtz y Ludwig, 1977). La composición geoquímica de su

corteza incluye basaltos de dorsal mid-oceánica (Mid Ocean Ridge

Basalts, MORB), basaltos de islas oceánicas (ocean island basalts,

OIB), y rocas toleíticas de arcos de isla (island arc tholeiitic rocks,

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

249

IAT); todas estas rocas se relacionan con la compleja formación del

Caribe (Sinton et al., 1998; Révillon et al., 2000; Giunta et al., 2002,

2006; Hastie y Kerr, 2010; Wright y Wyld, 2010).

Fig. 2.2. Mapa de flujo calórico del norte de Venezuela y el Caribe

oriental, obtenido al interpolar los datos presentados en el Apéndice 1.

Contornos cada 1 µcal cm −2

s−1

. Los diamantes blancos muestran la

localización de los datos empleados; las estrellas rojas representan los

volcanes con actividad reciente en el Arco de las Antillas Menores

(Bouysse et al., 1990). P–P′ representa el perfil en la Fig. 2.7. Se

muestran algunos rasgos tectónicos. La mayoría del Caribe oriental

presenta valores alrededor de 1.3 µcal cm −2

s−1

. Altos valores de

flujo calórico se encuentran asociados a las Antillas Menores y al alto

de Aves. En el norte de Venezuela, se encuentran altos valores de flujo

calórico en la sub-cuenca de Guárico.

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250

La anomalía magnética de los MORB ⎯que contienen cronos

correspondientes al Jurásico Tardío y al Cretácico Temprano⎯

confirman el carácter oceánico de la formación del Caribe

(Christofferson, 1973; Ghosh et al., 1984; Orihuela Guevara et al.,

2012). Los basaltos de islas oceánicas reflejan tierras raras, elementos

incompatibles y relaciones isotópicas que confirman la actividad de una

pluma mantelar en la región entre 90 y 76 Ma (Sinton et al., 1998;

Révillon et al., 2000; Hastie y Kerr, 2010; Wright y Wyld, 2010).

La característica más resaltante del Caribe es la presencia de la gran

provincia ígnea del Caribe, la cual ha sido considerada responsable

de su inusual espesor cortical (15 a 20 km) (Officer et al., 1959; Edgar

et al., 1971; Houtz y Ludwig, 1977; Ladd y Watkins, 1980). La

formación de esta provincia ígnea ha sido asociada o a la actividad del

punto caliente de Las Galápagos (Pindell y Barrett, 1990) o a un evento

de superpluma mantelar (Cox, 1991; Larson, 1991). De cualquier

manera, el engrosamiento relacionado con el LIP del Caribe le confiere

a esta placa una alta flotabilidad, lo que hace difícil que sea subducida

al entrar en contacto con otras placas tectónicas (Duncan y Hargreaves,

1984; Burke, 1988; Mauffret y Leroy, 1997).

En relación con la situación termal, Epp et al. (1970) describieron el

Caribe oriental como una corteza oceánica estable, con un flujo calórico

promedio de alrededor de 1.35 µcal cm −2

s−1

, lo que es similar al

valor promedio de las cuencas oceánicas del mundo, equivalente a 1.3

µcal cm −2

s−1

(Langseth y Von Herzen, 1970) (Fig. 2.2). Clark et al.

(1978) definieron dos anomalías de alto flujo calorico: una coincidente

con el arco activo de las Antillas (4.84 µcal cm −2

s−1

) y la otra con

el Arco de Aves (5.26 µcal cm −2

s−1

) (Fig. 2.2). El frente del

sobrecorrimiento de las Antillas Menores posee un gradiente térmico

relativamente bajo, como ha sido usualmente reportado en otros

márgenes similares (Schubert y Peter, 1974; Clark et al., 1978). En

contraposición, Davis y Hussong (1983) interpretaron los altos valores

de flujo calórico cerca del frente de formación Caribe-Atlántico como la

respuesta de la migración de aguas termales, debido a la extrema presión

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251

mantenida por la compresión tectónica durante la subducción y la

formación de la trinchera acrecionaria.

2.3. Metodología

2.3.1. Los datos

Los datos magnéticos se extrajeron del Enhanced Magnetic Model 2010

— EMM2010 (Maus, 2010a, 2010b), el cual se encuentra disponible en

el servidor del National Geophysical Data Center (NGDC). Este

modelo compila diferentes bases de datos en un mallado a 5 km de

altura sobre el geoide WGS84. La componente de longitud de onda más

larga deriva de los datos del satélite CHAMP (el modelo MF6), que

posee suficiente información sobre los armónicos esféricos del campo

geomagnético para resolver las anomalías hasta 333 km de longitud de

onda. Sus mediciones se corresponden con el campo cortical y

litosférico. El modelo combina datos marinos, aeromagnéticos y

terrestres a otro mallado común (EMAG2). Para construir el EMM2010,

se unen las bases de datos previas mediante técnicas espectrales,

reemplazando las longitudes de onda más largas de 330 km del EMAG2

por aquellas del MF6 (Maus et al., 2009) y así evitar problemas al

agrupar las diferentes bases de datos magnéticos (Maus, 2010a, 2010b).

El contenido espectral, la resolución y la coherencia espacial de las

longitudes de onda mayores a 56 km se mejoran con los armónicos

esféricos de 720 grados. Estos cálculos le permiten al EMM2010 proveer

información magnética con una resolución de 15 minutos de arco en todo

el mundo. La componente de onda corta (asociada a la resolución de

estructuras someras) es proporcional a la cantidad de datos marinos,

aeromagnéticos y de tierra. Del EMM2010 obtuvimos un total de 32,200

puntos magnéticos de intensidad magnética total (IMT), las cuales

fueron reducidos a anomalía magnética (Sección 2.3.3) y se emplearon

en la construcción del mapa de anomalías magnéticas (Fig. 2.3).

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252

Fig. 2.3. Mapa de anomalías magnéticas derivadas del EMM2010. Las

anomalías se encuentran calculadas a 3 km sobre el nivel del mar para el

año 2010.00. Las anomalías más importantes se encuentran asociadas a

la Cuenca oriental de Venezuela y a la provincia de Imataca. P–P′

representa el perfil en la Fig. 2.7. Se muestran algunos rasgos tectónicos.

Las anotaciones de la A a la G aluden a anomalías magnéticas

particulares utilizadas en la interpretación de la PdC.

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253

La mayoría de los datos geotérmicos se obtuvieron del Global Heat

Flow Database perteneciente al International Heat Flow Commission

(Pollack et al., 1993). También se recopilaronn de Epp et al. (1970),

Clark et al. (1978), Hamza y Muñoz (1996), Fernández (2004) y

Hernández (2006). Los datos se transformaron a unidades de trabajo

(µcal cm −2

s−1

) como describe Smith (1975). Se obtuvo un total de

180 mediciones que se muestran en el Apéndice 1. Se generó también

un mapa de flujo calórico con esta información (Fig. 2.2).

2.3.2. ¿Es válido utilizar el modelo combinado EMM2010 para estimar

la profundidad de Curie?

Una de las incógnitas con respecto al uso de EMM2010 para estimar la

profundidad de Curie se relaciona con la naturaleza misma del dato.

EMM2010 se basa en mallados, numérica y estadísticamente validados,

que compilan diferentes bases de datos (Maus et al., 2009), donde la

resolución es proporcional a la cantidad disponible de datos marinos,

aeromagnéticos y terrestres. Esta cobertura asegura una alta resolución

de EMM2010 en Venezuela y el Caribe oriental (Apéndice 2).

Probablemente, la preocupación más importante acerca de los datos es

la confiabilidad de su contenido en frecuencia, el cual podría verse

alterado cuando la longitud de onda larga es reemplazada por el MF6

(Maus, 2010a, 2010b). Puesto que la estimación realizada de

profundidad de Curie se basa en la metodología propuesta por Spector y

Grant (1970), se comparó la profundidad de Curie estimada a partir del

EMM2010 con la estimada a partir de datos aeromagnéticos (Fig. 2.4a y

c) para una región en el este de Venezuela (Mapas de anomalías

magnéticas de Venezuela, 1989). Esta prueba mostró que, a pesar de que

el espectro de potencia radialmente promediado (EP) de las anomalías

era distinto, la estimación de la profundidad del basamento magnético y

de profundidad de Curie fue muy similar (Fig. 2.4b y d).

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254

Fig. 2.4. Comparación entre el mapa de la anomalía aeromagnética (500

m sobre el nivel del mar) y EMM2010 (4 km sobre el nivel del mar), y

entre los espectros de potencia para cada ventana. El mapa de anomalía

aeromagnética (a) muestra la respuesta magnética de diferentes

estructuras a diferentes profundidades, mientras que el EMM2010 (b)

muestra la respuesta magnética de las estructuras corticales más grandes

y profundas. Los espectros de potencia radialmente ponderados para

cada dato se muestran en (c) y (d) en puntos negros. Las rectas de ajuste

para el cálculo de la profundidad se muestran en rojo (para la PdC) y en

morado (para profundidad de Basamento). A pesar de que ambos

espectros son muy diferentes, la estimación de la profundidad de Curie

(PdC) y de la profundidad del basamento (PdB) para el dato

aeromagnético (c) es muy similar a la del EMM2010 (d). Para el

EMM2010, la profundidad de Curie estimada es de 28.81±0.85 km;

para el dato aeromagnético, es de 29.90±0.79 km. Para el basamento

magnético, la estimación del EMM2010 es de 10.35±0.68 km, mientras

que el estimado del dato aeromagnético es de 10.48±0.57 km. Estos

valores implican que, en una región con buena resolución, el EMM2010

puede ser utilizado para estimar la profundidad de Curie.

Shive et al. (1992) sugirieron que las adquisiciones de datos magnéticos

satelitales aportaban la única información global consistente sobre la

magnetización cortical. Aún más, Mayhew (1985) desarrolló una técnica

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255

para estimar la profundidad a la isoterma de temperatura de Curie a partir

de datos satelitales, y encontró coherencia con isotermas estimadas a

partir de datos aeromagnéticos en el Pacífico noroeste (Connard et al.,

1983).

Finalmente, los datos aeromagnéticos son susceptibles a errores a causa

de problemas de localización y altimetría, remoción de campos

regionales no apropiados y campos magnéticos externos. Algunos de los

errores pueden mostrarse en perfiles magnéticos como anomalías de

largas longitudes de onda y, por lo tanto, pueden tener efectos no

deseados en modelos de fuentes corticales profundas. Quizás el error

más serio puede ocurrir cuando se combinan adquisiciones de datos

aeromagnéticos regionales. Si los campos regionales no son removidos

de forma apropiada y consistente con las bases de datos individuales,

pueden generarse longitudes de onda comparables con las dimensiones

de las adquisiciones, a pesar de no encontrarse relacionadas con fuentes

corticales (Shive et al., 1992). Esto sugiere que un modelo bien

construido y estadísticamente validado como el EMM2010 sería más

apropiado para estimar las variaciones de la profundidad de Curie que

uno constituido por datos aeromagnéticos compilados de distintas

fuentes.

2.3.3. Estimando la profundidad de Curie

Puesto que las anomalías magnéticas poseen información sobre la

profundidad y características de los cuerpos magnéticos, las mismas

pueden ser utilizadas para determinar la profundidad de Curie en un área

lo suficientemente grande como para contener la componente de la

longitud de onda de la fuente magnética más profunda (Lowes, 2007).

El espectro de potencia permite una estimación adecuada de la

profundidad de la fuente representada por un gran número de

paralelepípedos independientes (Spector y Grant, 1970). Esta estimación

se basa en una de las metodologías más comunes para calcular la

profundidad de diversas fuentes magnéticas (e.g. Spector y Grant, 1970;

Selim y Aboud, 2012) y ha sido extensamente utilizada para estimar la

profundidad de Curie (e.g. Shuey et al., 1977; Connard et al., 1983;

Blakely, 1988; Onwuemesi, 1997; Nwankwo et al., 2009). La

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256

metodología tiene, además, la ventaja de ser simple de aplicar,

replicable, relativamente precisa y de proveer información

geológicamente coherente.

Para calcular la anomalía magnética (AM) y construir el mapa de

anomalía magnética (MAM) del área bajo consideración, se restó el

campo de referencia geomagnético internacional 2010 de la intensidad

magnética total tomada del EMM2010 (ec. 2.2).

AM = IMT − IGRF2010 (ec. 2.2)

Como la metodología requiere diferentes mallados magnéticos para

poder estimar las variaciones de la profundidad de Curie, el mapa de

anomalías magnéticas fue subdividido en ventanas asociadas a las

diferentes provincias magnéticas. Con el propósito de cubrir

adecuadamente el área, los mallados fueron seleccionados de tal manera

que se superpusieran unos a los otros.

Para estimar el tamaño de las ventanas, se calculó la máxima

profundidad de Curie de la región (aproximadamente 55 km). Como el

área de las ventanas debía ser por lo menos cuatro o seis veces la

profundidad de la fuente magnética (e.g. Dimitriadis et al., 1987;

Nwobgo, 1998), se utilizaron ventanas de 90,000 km2

. A continuación,

se computó el espectro de potencia para cada una de las ventanas; y la

profundidad de Curie se estimó a partir de la máxima pendiente en el

espectro (m). La relación entre la pendiente y la fuente de la anomalía

fue dada por la eq. 2.3.

(ec. 2.3)

Se calculó un total de cincuenta y nueve (59) puntos de profundidad

(Tabla 2.1) con un error que varió entre ±0.2 y ±1.5 km asociado al

ajuste de la pendiente. El error promedio de la estimación fue de

alrededor ±5% de la profundidad (Nwobgo, 1998). Los errores

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257

adicionales variaron entre más o menos ±0.88 km y ±2.73 km. El error

más grande fue de ±4.23 km para el escudo de Guayana que tiene el

punto de mayor profundidad de Curie. Todos los errores de

estimación se encuentran en la Tabla 2.1. La Tabla 2.2 compara la

profundidad de Curie, el flujo calórico y las anomalías magnéticas de las

distintas provincias tectónicas estudiadas.

2.4. Resultados

La profundidad de Curie en Venezuela y el Caribe oriental se encuentra

en un rango comprendido entre 54 y 17 km (Tablas 2.1 y 2.2). Los

errores de la estimación se encuentran dentro del intervalo comprendido

entre ±4.5 y 1.08 km. Si se consideran los valores calculados, esta

precisión parece aceptable (ver Sección 3.3 para detalles sobre los

errores). Los mayores valores de la profundidad de Curie corresponden

al escudo de Guayana y los más someros a la cuenca de Venezuela

(Fig. 2.5). El mapa de profundidad de Curie (Fig. 2.5) fue generado

a partir del método de interpolación de mínimas curvaturas (spline

bicúbico natural) con un espaciamiento del grid de 0.01 grados y sin

ningún tipo de suavizado. El mapa muestra dos secciones bien

definidas: una asociada a la corteza continental suramericana, otra a la

corteza oceánica del Caribe. En el dominio continental, los valores más

altos se localizan en la parte más oriental del mapa (62°O de longitud,

8°N de latitud), se extienden a lo largo de la región cratónica (desde la

latitud 2°N a 10°N y desde la longitud 65°O a 59°O) y cubren la sección

sur (desde la latitud 2°N a 3°N). Los valores de la profundidad de Curie

en esta región varían entre 54 y 37 km con un error promedio de

estimación de ±3.3 km. Valores altos de profundidad de Curie se

localizan entre las latitudes 6°N y 9°N, y entre las longitudes 73°O y

69°O con una orientación de N45E (paralelo a los Andes de Mérida),

donde la profundidad de Curie tiene un valor promedio de 36.5 km

con un error medio de estimación de ±3.2 km.

La transición entre los valores altos y bajos de profundidad de Curie

coincide con el norte de Venezuela, específicamente entre las

longitudes 10°N y 12°N, paralelo a la cordillera del Caribe y a la cuenca

de Falcón (Fig. 2.1 y 2.5). Los valores de profundidad de Curie en esta

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

258

región varían entre 25 y 30 km. La zona de transición tiene mayores

gradientes en el oeste (~0.025 profundidad de Curie km/km) que en el

este (0.016 profundidad de Curie km/km) con una tendencia general E–

O.

Tabla 2.1: Valores de profundidad de Curie estimados a partir del

análisis espectral y sus errores asociados.

Para el dominio oceánico (al norte de la latitud 12°N), los valores de la

profundidad de Curie se encuentran entre 17 y 25 km con una media de

23 km y un error de estimación promedio de ±3.25 km. Existen dos

regiones con profundidad de Curie someros. Una se localiza en la

sección norte del arco de las Antillas Menores (desde la latitud 14°N a

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259

18°N y desde la longitud 59°O to 62°O). La otra se localiza en el

centro de la cuenca de Venezuela (desde la latitud 12°N a 15°N y

desde la longitud 64°O a 68°O).

Tabla 2.2: Comparación entre los valores de profundidad de Curie,

flujo calórico y anomalías magnéticas para distintas regiones dentro

del área de estudio.

2.5. Discusión

2.5.1. Venezuela

La profundidad de Curie continental, con un valor medio de 38 km,

muestra los mayores valores en la región sureste del mapa, atribuidos al

escudo de Guayana (provincias de Imataca, Pastora y Roraima) (Fig.

2.5). La máxima profundidad de Curie (54 km) coincide con las

provincias de Imataca y Pastora, las cuales tienen las anomalías

magnéticas más negativas (Fig. 2.3A) y positivas (Fig. 2.3B) en

Venezuela, y son las provincias tectónicas más antiguas en el norte

de Suramérica. Las variaciones de la profundidad de Curie a lo largo del

escudo de Guayana podrían representar las variaciones de espesor

cortical en toda la región cratónica y, posiblemente, constituirían una

respuesta directa de su estado isostático (Fig. 2.5). Para Schmitz et al.

(2002, 2008), el espesor cortical es de 45 km; para Niu et al. (2007),

varía entre 40 km y 44 km. Aunque el valor promedio de la profundidad

de Curie en las regiones cratónicas es similar a la profundidad de Moho

(lo cual sugiere que el escudo de Guayana es una plataforma

termalmente estable), existen 9 km of diferencia entre el valor mayor de

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260

profundidad de Curie y el espesor cortical. Este resultado revela que el

manto superior debajo del escudo es magnético.

Fig. 2.5. Mapa de profundidad de Curie, contornos cada 5 km (se

muestran también los contornos mencionados en el texto). Los

diamantes blancos muestran el lugar donde la profundidad de Curie fue

estimada. P–P′ representa el perfil en la Fig. 2.7. Se muestran algunos

rasgos tectónicos. La profundidad de Curie varía entre 17 y 55 km: en

Venezuela continental, entre 27 y 55 km; mientras que en el Caribe

oriental, entre 17 y 25 km. La profundidad de Curie más profunda se

asocia a las regiones cratónicas más antiguas que el escudo de Guayana,

mientras que las más someras se relacionan con la región de corteza

delgada dentro del Caribe oriental.

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261

El contorno de 36 km de la profundidad de Curie (Fig. 2.5) podría marcar

la frontera entre las provincias del Precámbrico Inferior (Imataca y

Pastora) y las del Precámbrico Superior (Cuchivero) (a lo largo de la

longitud −65°O, y al sur de la Latitude 10°N), como han sugerido

Trifonova et al. (2009). Una anomalía más somera localizada entre las

longitudes −65° y −70° y latitudes 4° y 7° (con una media de 34 km) está

entrelazada a la presencia de la provincia Cuchivero y al alineamiento

magnético C–C′. El espesor cortical de esta provincia varía entre 32 y 38

km (Niu et al., 2007). Esto sugiere que tiene un comportamiento

isostático diferente al resto del escudo de Guayana. Sin embargo, puede

ser considerada como una provincia termalmente estable puesto que la

profundidad de Curie y el espesor cortical son similares.

Como se ha observado, los resultados apuntan a que el escudo de

Guayana es una plataforma termalmente estable, al igual que otros

escucdos (Mooney y Vidale, 2003; Sharma et al., 2006). Una parte de su

manto superior es magnético, lo que ha sido reportado en otras

estructuras cratónicas (Toft y Haggerty, 1988; Chang, 2008). Los niveles

de flujo calórico (1.4 µcal cm −2

s−1

estimados por Hamza y Muñoz,

1996) se encuentran dentro de los estándares para los continentes o son

incluso menores (1.55±0.04 µcal cm −2

s−1

, de acuerdo con Turcotte y

Schubert (2007).

El alineamiento parcial NE–SO de los contornos de 32 y 35 km de

profundidad de Curie y de la anomalía magnética D–D′ (Fig. 2.3) podría

limitar las provincias del Precámbrico Superior y del Paleozoico, lo cual

concuerda con la propuesta de Feo- Codecido et al. (1984) sobre la

posición de la falla de Apure. Esta evidencia colocaría la profundidad de

Curie dentro de la corteza continental inferior de Venezuela oriental y

central, lo mismo que ha sido encontrado en el subcontinente indio

(Sharma et al., 2006) y en Turquía (Maden, 2009).

En consecuencia, la interpretación conjunta de la profundidad de Curie

y de las anomalías magnéticas permite limitar: (a) las mayores

provincias magnéticas en la Venezuela continental, y (b) las provincias

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262

cratónicas más allá de los límites de la geología superficial (Fig. 2.6).

En efecto, se han tomado en consideración trabajos previos sobre la

configuración del basamento de las cuencas continentales, sus fallas más

importantes y los terrenos alóctonos (Feo-Codecido et al., 1984; Yoris

y Ostos, 1997). Con base en la anomalía magnética de larga longitud de

onda E (Fig. 2.3), se incluye el Grupo Iglesias, considerado como el

basamento del dominio Mérida por Bellizzia y Pimentel (1994), en la

distribución de las provincias precámbricas y paleozoicas. Se ha

asociado aquí la anomalía magnética F al basamento de la península de

la Guajira, caracterizado como un cinturón orogénico del Paleozoico

(Fig. 2.3F).

La profundidad de Curie en la cuenca Oriental de Venezuela (con una

media de 36 km) es más somera que la profundidad de Moho estimada

a partir de funciones receptoras (44–50 km; Niu et al., 2007) y

observaciones sísmicas profundas (40–55 km; Schmitz et al., 2008). Los

valores de profundidad de Curie para la sub-cuenca de Guárico se

encuentran alrededor de 32 km (Tabla 2.2), mientras que el espesor

cortical es aproximadamente 40 km. En la sub-cuenca de Maturín, la

profundidad de Curie se encuentra entre 35 km y 45 km (con un valor

promedio de 39.5 km; Tabla 2.2), mientras que el espesor cortical varía

entre 45 y 55 km. Las anomalías termales reportadas en la región oscilan

entre 2.5 µcal cm −2

s−1

y 4.28 µcal cm −2

s−1

(con una media de 3.77

µcal cm −2

s−1

, Fig. 2.2), y ocasionan la diferencia entre el espesor

cortical y la profundidad de Curie, ya que un flujo calórico más alto que

el normal determinaría que la profundidad de Curie se encontrara más

cerca de la superficie. Este fenómeno es expresión de un rebote

isostático en el Oligoceno producido por la reactivación de fallas

normales en la cuenca de Guárico (Pérez de Armas, 2005). A pesar de

que la profundidad de Curie se encuentra dentro de la corteza, existe una

relación cercana entre el espesor cortical y las variaciones de la

profundidad de Curie.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

263

Fig. 2.6. Mapa que muestra la distribución de los terrenos precámbricos

(provincias del escudo de Guayana) y los terrenos precámbricos y

paleozoicos alóctonos. El mapa fue derivado de la interpretación

conjunta de la profundidad de Curie y las anomalías magnéticas. Se

consideraron las interpretaciones de Feo-Codecido et al. (1984),

Bellizzia y Pimentel (1994) y Yoris y Ostos (1997).

El contorno de 30 km del mapa de profundidad de Curie en el noroeste

y en el área norte-central de (Fig. 2.5) marca un límite que aparece en el

mapa de profundidad de Moho de funciones receptoras (Niu et al.,

2007), y en la estimación por refracción sísmica (Schmitz et al., 2008).

Dentro de esta región, se ha reportado un adelgazamiento cortical

congruente con la formación de la cuenca de Falcón (Sousa et al.,

2005; Bezada et al., 2008). Los datos de flujo calórico de 3 µcal cm

−2 s−1

revelan un sistema con una fuerte componente termal que, con

seguridad, afecta la respuesta magnética de la corteza.

Desafortunadamente, el mapa de Profundidad de Curie no posee

suficiente resolución espacial para revelar las variaciones producidas por

este proceso local.

Con respecto al noroeste de Venezuela, particularmente en la cuenca de

Maracaibo, (con un valor promedio de 34.5 km; Tabla 2.2), los valores

de profundidad de Curie son cercanos a los valores de la

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264

discontinuidad de Moho (40 km; Schmitz et al., 2008) (Fig. 2.5). Los

valores de flujo calórico (con una media de 1.47 µcal cm −2

s−1

) se

encuentran alrededor de los valores estándares para continentes (Fig.

2.2). La cuenca de Maracaibo parece ser una cuenca continental

termalmente estable sin afectación derivada de la compresión sufrida por

el bloque de Maracaibo (Audemard y Audemard, 2002). En el suroeste

de Venezuela (longitud −72° a −70°, y latitud 7° a 8°), la profundidad de

Curie aumenta localmente a 37 km, lo que representa o la flexura

producida por los Andes de Mérida (Arnaiz-Rodríguez et al., 2011), o

el sistema de grábenes localizados dentro de la cuenca Barinas-Apure

(Feo- Codecido et al., 1984).

2.5.2. El Caribe oriental

La profundidad de Curie en el Caribe oriental muestra una zona estable

con un valor promedio de 23 km (Tabla 2.2). Debido a que el espesor

cortical de la placa del Caribe tiene 20 km como máximo (Officer et al.,

1959; Edgar et al., 1971; Houtz y Ludwig, 1977; Ladd y Watkins, 1980),

la isoterma de profundidad de Curie se encuentra en el manto superior

(Fig. 2.5), lo cual representa un comportamiento normal para una

litósfera oceánica relativamente vieja. Aunque la profundidad de Curie

no parece compleja, el mapa de flujo calórico revela un conjunto de

escenarios termales con valores que varían entre 1 y 5.58 µcal cm −2

s−1

. En este sentido, el flujo calórico promedio del Caribe excede los

valores para cuencas oceánicas, los cuales se encuentran entre 2.41±0.52

µcal cm −2

s−1

(Fig. 2.2) (Turcotte y Schubert, 2007).

En relación con las Antillas Menores, el mínimo de profundidad de Curie

(18.5 km) se concentra en la sección norte del arco. Este mínimo puede

relacionarse con la porción más activa de la subducción, la cual tiene su

límite sur cerca del sistema de falla de Tiburón. Los altos valores de

flujo calórico (de 2.5 a 4.03 µcal cm −2

s−1

) pueden ser atribuidos al

magmatismo en el arco activo de las Antillas Menores (Fig. 2.2). El

máximo de flujo calórico se concentra en Dominica, la cual posee 7

volcanes con actividad reciente. La extensión de la anomalía de

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

265

profundidad de Curie puede correlacionarse con la presencia de una cuña

astenosférica bien desarrollada entre la placa del Caribe y la loza de

subducción del Atlántico (e.g. Doglioni et al., 1999).

Desafortunadamente, el mapa de profundidad de Curie no tiene una

resolución suficiente como para mostrar la estructura termal de la

litósfera subducida, que ha sido descrita por Blakely et al. (2005),

Turcotte y Schubert (2007) y Saltus y Hudson (2007), entre otros.

La profundidad de Curie del alto de Aves no parece estar afectada por

procesos termales a escala regional (Fig. 2.5). A pesar de que se

considera extinto (e.g. Sykes y Ewing, 1965; Bouysse, 1988; Bouysse et

al., 1990;), el máximo valor de flujo calórico de 5.26 µcal cm −2

s−1

(Fig. 2.2) se localiza en esta estructura. Clark et al. (1978) asociaron

este valor a la presencia de rocas ricas en elementos radiogénicos

asociadas a su formación, relacionada con un proceso de subducción por

el enriquecimiento del magma ascendente derivado de la depletación del

manto (Langseth y Von Herzen, 1970).

Quizás la anomalía más importante en la sección marina del mapa se

corresponde con la zona delineada en forma de corazón dentro de la

cuenca de Venezuela (con una media de 18.8 km), que alcanza un

mínimo de 17 km de profundidad (Fig. 2.5). Esta anomalía puede ser

correlacionada con: (a) bandas magnéticas deformadas en el piso de la

cuenca (Ghosh et al., 1984), (b) un máximo local en el mapa de flujo

calórico de 2.6 µcal cm −2

s−1

, y (c) el máximo gravimétrico de la

cuenca de Venezuela (Arnaiz-Rodríguez y Garzón, 2012). Un perfil a

lo largo de 14.25°N (Fig. 2.7) muestra un conjunto de anomalías

correlacionadas con la zona de profundidad de Curie somera.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

266

Fig. 2.7. Perfil a lo largo de la latitud 14.25°N que muestra las

variaciones en batimetría, anomalía magnética, profundidad de Curie,

flujo calórico y anomalía de Bouguer. Las líneas punteadas representan

la tendencia regional de las anomalías. Las anomalías en todos los tipos

de dato se encuentran espacialmente asociadas a la región de

profundidad de Curie somera.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

267

La relación entre la profundidad de Curie y las variaciones del espesor

cortical revela que toda la corteza y la sección más superior del manto

son magnéticas (excepto por la parte más profunda de la raíz del alto de

Aves), lo cual es usual en dominios oceánicos (Arkani-Hamed, 1991).

El área de profundidad de Curie somera se asocia, en cierto sentido, con

la región de corteza delgada dentro de la cuenca de Venezuela (Mauffret

y Leroy, 1997). Tanto el área de profundidad de Curie como la región de

corteza delgada se corresponden con la extensión producida durante la

formación del LIP Caribe (Diebold et al., 1999). Las variaciones de

profundidad de Curie, la anomalía de Bouguer y el espesor cortical se

encuentran parcialmente correlacionados, puesto que las regiones de

corteza gruesa (áreas con LIP, alto de Beata y alto de Aves) tienen un

profundidad de Curie mayor que aquellas regiones con corteza delgada

(dentro de las cuales no hay LIP) (Fig. 2.7). También existe una clara

concordancia entre el dato de flujo calórico (Fig. 2.7) y el espesor

cortical, debido a que el calor del manto es forzado a escapar a

través de la corteza más delgada (Nyblade y Pollack, 1993). Por lo

tanto, en la región de corteza delgada, el flujo calórico es mayor que en

el resto de la cuenca de Venezuela. Finalmente, las anomalías

magnéticas, que pertenecen a las bandas magnéticas de corteza oceánica,

son deformadas por la componente regional debido a las variaciones de

la profundidad de Curie. Pareciera que la región de profundidad de Curie

somera tiene una dependencia con este grupo de anomalías; sin embargo,

otras interpretaciones, como la dinámica del manto, no deberían ser

descartadas con base en el dato existente (Orihuela Guevara et al., 2012).

2.6. Conclusiones del capítulo

En este estudio y por primera vez, se ha creado un mapa que muestra las

variaciones de la isoterma de profundidad de Curie en el territorio de

Venezuela y el Caribe oriental. El análisis de los resultados y el contraste

con estudios previos han permitido derivar las siguientes conclusiones:

1. El uso del análisis espectral (e.g. Shuey et al., 1977; Connard et al.,

1983; Blakely, 1988; Onwuemesi, 1997; Nwogbo, 1998; Nwankwo et

al., 2009) conjuntamente con nuevos modelos magnéticos (EMM2010)

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

268

permite calcular, con errores aceptables, las variaciones laterales de la

profundidad de Curie en concordancia con la geología y los datos de

flujo calórico.

2. En una región con buena resolución, el EMM2010 puede ser utilizado

para estimar las variaciones de la profundidad de Curie.

3. El análisis de la profundidad de Curie revela dos escenarios muy

diferentes: uno para la corteza continental de Venezuela y otro para la

corteza oceánica del Caribe oriental. El valor medio de la profundidad

de Curie para la corteza continental es de 38 km; mientras que para la

oceánica es de 23 km.

4. El valor promedio de profundidad de Curie para el escudo de

Guayana es de 40 km; este resultado es coherente con el

comportamiento de una plataforma termalmente estable con un espesor

cortical entre 40 y 45 km. Por otra parte, las variaciones laterales y los

gradientes de la profundidad de Curie parecen estar relacionados con el

estado isostático y la edad de las diferentes provincias. Debajo de la

provincia de Imataca, la profundidad de Curie alcanza un valor de 54

km. Por lo tanto, en esta región, 9 km del manto superior se encuentran

magnetizados.

5. Las cuencas continentales en Venezuela tienen diferentes

comportamientos termales. La cuenca de Maracaibo es una cuenca

termalmente estable con valores normales de flujo calórico, y valores de

profundidad de Curie similares a la profundidad de Moho. La cuenca

oriental de Venezuela es una cuenca termalmente afectada,

particularmente dentro de la sub-cuenca de Guárico con valores de alto

flujo calórico. En ella, la profundidad de Curie es de 8 a 10 km más

somera que la profundidad de Moho.

6. El Caribe oriental se caracteriza por tener una extensa área poco

perturbada con un valor medio de 23 km. Por lo tanto, la isoterma se

encuentra localizada dentro del manto superior. Esta región estable se

caracteriza por poseer bajos valores de flujo calórico relacionados con la

corteza engrosada del Caribe.

7. Una zona de profundidad de Curie somera se localiza dentro de la

cuenca de Venezuela alcanzando un valor mínimo de 17 km. Este

fenómeno se encuentra posiblemente relacionado con la región de

corteza delgada, a pesar de que cubre un área más extensa. Esta zona

somera también podría estar asociada a procesos mantelares.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

269

Finalmente, vale la pena acotar que, en el marco de la evolución de la

placa Caribe, los datos magnéticos de flujo calórico y de profundidad de

Curie deben ser considerados. Otras regiones relacionadas con procesos

mantelares del Cretácico (como los plateau Ontong-Java y Paraná)

presentan anomalías de velocidad de ondas elásticas, anomalías

magnéticas y flujo calórico anormal, que han esclarecido los orígenes de

estos rasgos geológicos.

CAPÍTULO 3

ESTRUCTURA DE VELOCIDADES DE ONDAS DE CORTE

BAJO EL CARIBE ORIENTAL REVELADA POR

TOMOGRAFÍA DE RUIDO AMBIENTAL

3.1 Introducción

Las mesetas oceánicas (oceanic plateaus) son terrenos máficos, que han

sido emplazados en la corteza oceánica de la Tierra y se han

desarrollado por la intrusión de grandes cantidades de magma derivado

del manto (Coffin y Eldholm, 1994; Mann y Taira, 2004). Se ha sugerido

que el destino de las mesetas oceánicas en zonas de subducción es un

escenario fundamental en el entendimiento no solo del proceso de

subducción, sino también de la evolución de la litósfera continental

(Mann y Taira, 2004). Tres escenarios han sido propuestos en relación

con el destino de los mesetas oceánicas en zonas de subducción: (1) Las

mesetas oceánicas son subducidas completamente en un proceso de bajo

ángulo; (2) la sección superior de las mesetas oceánicas es acrecionada

sobre la placa subductante y la raíz subduce con un bajo ángulo; (3) toda

la litósfera de las mesetas oceánicas es acrecionada a la placa

subductante (overriding plate) (Mann y Taira, 2004; Phinney et al.,

2004).

El LIP Caribe es un meseta oceánica, que se forma en el Cretácico

Tardío (entre 90 y 76 Ma) y está emplazado en la placa del Caribe (Fig

3.1). Sus bordes este y oeste se caracterizan como zonas de subducción

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

270

donde, de forma anómala, las litósferas más jóvenes de la placa

suramericana (SA) y la placa de Cocos son subducidas bajo la placa

del Caribe (Bouysse, 1984; Rogers et al., 2002). Su borde norte es

dominado por movimiento transcurrente (Sisson et al., 2005), mientras

que el sur es caracterizado por una zona activa de transpresión donde

coexisten transcurrencia y subducción de bajo ángulo (Audemard et al.,

2005). Con el fin de entender este complejo panorama es necesario

conocer la estructura listosférica de la placa del Caribe.

El Caribe se muestra como una región marginalmente anómala en los

modelos de tomografías globales. Woodhouse y Dziewonski (1984)

reportaron altas velocidades de ondas de corte dentro de los primeros 50

km de su porción occidental. Así mismo, Grand (2002) observó

velocidades negativas en el Caribe occidental, anomalías positivas en su

sección sur y anomalías negativas en la sección su nororiental. En

tomografías regionales, el centro del Caribe (del alto de Beata y a través

de la cuenca de Venezuela, Fig 3.1) posee valores de velocidades

menores que los de su sección más este (Godey et al., 2003); en él hay

evidencia del sobrecorrimiento del bloque de Maracaibo sobre la placa

del Caribe hasta una profundidad de ~120 km (Miller et al., 2009). A

causa de la carencia de datos sismológicos en toda el área estudiada,

la resolución de la estructura litosférica, es, por lo general, muy baja.

Se ha extendido el uso de la tomografía de ruido ambiental para

visualizar la estructura de ondas de corte del manto superior. A

diferencia de la tomografía balística de ondas superficiales, esta técnica

utiliza la correlación cruzada (cross- correlation) de series continuas de

tiempo para generar funciones de Green empíricas que son utilizadas

para producir mapas de dispersión de ondas superficiales, lo que

determina que sea posible estimar la estructura de ondas de corte

(e.g. Yao et al., 2006; Yang et al., 2007).

En concordancia con el supuesto metodológico anterior, el propósito de

este capítulo es representar la estructura de velocidad de ondas de corte

de la litósfera del área oriental del Caribe mediante el uso de la

tomografía de ruido ambiental. La finalidad es ilustrar la relación entre

la estructura litosférica del Caribe oriental y la polaridad de la

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

271

subducción en esta área. Los resultados obtenidos serán consistentes con

estudios previos en mesetas oceánicas y presentarán nuevos parámetros

sobre la geodinámica de la placa del Caribe.

Fig. 3.1: Mapa que muestra las estaciones de banda ancha (triángulos) y

los principales límites de placas y sistemas de falla (líneas negras) en el

Caribe oriental. Triángulos blancos y amarillos indican las estaciones

que estuvieron activas en los períodos 2003-2005 y 2011-2013,

respectivamente. La estación FDF, en verde, se encontraba activa en los

dos períodos de tiempo. La línera roja puntuada representa la zona

abarcada por el LIP Caribe (CLIP en la figura). Las estrellas rojas

representan volcanes con actividad reciente (Bouysse et al., 1990). La

caja verde (72°O-60°O, 10°N-18°N) indica el área de buena cobertura y

resolución del modelo. El minimapa en la esquina superior derecha

representa la localización del Caribe y su movimiento relativo con

respecto a Suramérica.

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272

3.2. Marco tectónico

La placa del Caribe se localiza aproximadamente entre las longitudes

~60ºO-90ºO y las latitudes ~10ºN-20ºN. Se extiende desde América

Central a las Antillas Menores y de Suramérica hasta las Antillas

Mayores (Fig 3.1). Dos modelos han sido propuestos para describir el

origen y evolución de la placa del Caribe: el modelo Pacífico (e.g.,

Pindell y Kennan, 2001) y el modelo In-situ (e.g., Meschede y Frisch,

1998; James, 2002). El modelo Pacífico propone que la placa del Caribe

es una pieza remanente de la placa de Farallón que se transformó en una

meseta oceánica al deambular sobre el punto caliente de las Galápagos.

Posteriormente, derivó a lo largo del margen occidental de Suramérica

hasta que alcanzó su posición actual entre la placa Norteamericana y

Suramérica. El modelo In-situ sugiere que la placa del Caribe se formó

entre Norteamérica y Suramérica cuando éstas derivaron una de la otra.

En un estado posterior, su corteza se engrosó o bien por el magmatismo

derivado de un punto triple donde las dorsales meso-oceánicas del

Pacífico y el Atlántico se unían, o bien por el emplazamiento de material

basáltico derivado de la actividad de la superpluma de Cretácico medio

(Meschede y Frisch, 1998; James, 2002).

Independientemente de cuál modelo sea el que mejor interprete los

procesos ocurridos, el emplazamiento del LIP Caribe alteró la corteza

original de la placa y determinó que la profundidad de Moho en las

cuencas de Yucatán, Colombia y Venezuela oscile entre 8 y 20 km (e.g.

Officer et al., 1959; Edgar et al., 1971; Houtz y Ludwing, 1977;

Mauffret y Leroy, 1997; James, 2005). La alta flotabilidad asociada con

la corteza engrosada del LIP hace que la placa del Caribe sea difícil de

subducir cuando interactúa con otras placas tectónicas, a pesar de que

una de sus secciones ha estado subduciendo bajo Suramérica en un

proceso de bajo ángulo por los últimos 5 Ma (Burke, 1988).

Una de las estructuras más enigmáticas dentro de Caribe es el alto de

Aves. Esta estructura, con una orientación NS, se localiza entre las

cuencas de Venezuela y Grenada (Fig 3.1). Ha sido descrita como un

arco volcánico del Cretácico Tardío que fue abandonado durante el

Eoceno, cuando la cuenca de Grenada se formó y el volcanismo saltó

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

273

hacia el este y se inició la formación del arco de las Antillas Menores

(e.g. Bouysse et al., 1990; Meschede y Frisch, 1998). Para Pindell et al.

(2006) el alto de Aves es una pieza de un gran arco volcánico que se

fracturó durante la evolución de la placa del Caribe. Con base en los

datos geoquímicos de Fox et al. (1971), James (2005) argumentó que

no existe evidencia que soporte que el alto de Aves sea un arco

volcánico; y propuso tanto que este solía ser un centro de expansión

como que su existencia era evidencia de extensión de retroarco en

el Caribe oriental.

El arco de las Antillas Menores se formó en el Oligoceno (~35 - 25 Ma)

por la subducción de la litósfera oceánica del Atlántico bajo la placa del

Caribe. Una observación importante sobre este arco es la existencia de

dos segmentos con comportamiento sismológico y volcánicos diferentes,

divididos por la falla transformante de Tiburón (Fig 3.1). El segmento

norte posee más actividad volcánica que el segmento sur, como se puede

apreciar por la distribución de los volcanes con actividad reciente

(Bouysse et al., 1990; Fig. 3.1). De igual forma, el número de eventos

sísmicos registrados en la sección norte es mayor que en la sección

sur, lo cual indica que la tasa de convergencia es diferente a ambos lados

de la falla de Tiburón (Wadge y Shepherd, 1984).

3.3. Datos y análisis

3.3.1 Extracción de las Funciones Empíricas de Green

Con el fin de elaborar una tomografía de ondas superficiales en el área a

partir de datos de ruido ambiental, se recolectaron datos continuos de

estaciones sismológicas de diferentes redes instaladas en el Caribe

oriental. Su distribución fue irregular tanto espacial como

temporalmente. Se utilizaron 54 (Fig 3.1) que se encontraban activas

en dos períodos de tiempo. Del primer período, se utilizaron 40

estaciones, que incluían 31 del proyecto BOLIVAR (Levander et al.,

2006) localizadas en Venezuela y las Antillas de Sotavento; 7 de la red

de Puerto Rico (Puerto Rico Seismic Network); una de GEOFON (FDF)

y una en la isla de Tobago (TOSP). Las estaciones del segundo período

incluyeron: una de GSN (SVD), 13 de la red sismológica del Caribe

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274

(Caribbean Seismic Network Stations) y la misma de GEOFON utilizada

en el período anterior. La localización e instrumentación de las

estaciones se encuentran en el Apéndice 3. No todas las ubicadas en

Venezuela fueron seleccionadas para evitar la complejidad asociada a

rayos que atraviesan la corteza continental y la corteza oceánica.

Adicionalmente, se descartaron las estaciones oceánicas que presentaban

pocos datos o que se encontraban muy cercanas a otras con mejor calidad

de dato.

Se aplicó la metodología estándar para el procesamiento de datos de

ruido ambiental a la componente vertical de las estaciones

seleccionadas (Bensen et al., 2007). Se decimaron los registros

continuos de velocidad del suelo de su intervalo de muestreo original a

un intervalo de 5 Hz y fueron cortados en segmentos de un día. Ya

que las 54 estaciones utilizadas tenían distintos sismómetros, se removió

la respuesta instrumental de éstos convirtiéndolos a registros de

desplazamiento. Este paso fue necesario para computar las correlaciones

cruzadas de forma correcta utilizando datos grabados en estaciones con

distintos censores y digitadores.

La longitud de las ventanas fue desde 409.6 s (2048 puntos) hasta 1638.4

s (8192 puntos) dependiendo de la distancia entre las estaciones. La

mitad de la longitud de la distancia fue considerada como paso de las

ventanas temporales. Si un vacío de información (gap) existía dentro de

una ventana en uno de los sismogramas, la función de correlación

cruzada no era calculada. Para cada ventana temporal, la tendencia líneal

y la media fueron removidas de los sismogramas. Posteriormente, se

transformaron los registros al dominio de la frecuencia para calcular las

funciones de correlación cruzada. Se aplicó un blanqueo espectral para

acentuar las señales del ruido ambiental. Para hacer esto, se reseteó el

espectro de amplitudes a 1 en un rango de frecuencias entre 0.01 Hz y

1.0 Hz, y 0 entre el resto del rango de frecuencias, sin modificar el

espectro fases. Después, se apilaron todas las funciones de correlación

cruzada diarias para cada par de estaciones con el fin de mejorar la

relación señal ruido de las ondas superficiales. La Fig. 3.2 muestra

varios ejemplos de las funciones de correlación cruzada apiladas con

señales de ruido ambiental en su lado causal (positivo) y acausal

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275

(negativo). Es propicio comentar que, si las fuentes de ruido ambiental

se encuentran distribuidas uniformemente alrededor de dos estaciones,

la función de correlación cruzada debe ser simétrica, lo cual es extraño

que suceda con datos reales.

Dada la distribución de las estaciones y los datos existentes, se pudieron

calcular 254 funciones de correlación cruzada, las cuales presentaron

señales prominentes en el lado causal y acausal de la serie de tiempo.

Para cada una de éstas, se calculó la relación señal-ruido. Si esta relación

era menor a 7, la función era descartada. Adicionalmente, se midieron

las diferencias en los tiempos de llegada de las señales con un método

de correlación cruzada: si la diferencia era mayor al 0.5 %, entonces, las

funciones de correlación cruzada eran excluidas del resto del

procesamiento. A continuación, se consideró la aproximación de Yao et

al. (2006) para establecer la relación entre la función de correlación

cruzada y la función de Green:

(ec. 3.1)

donde GAB(t) y CAB(t) son, respectivamente, la Función de Green

Empírica y la función de correlación cruzada de un solo lado para dos

estaciones A y B.

Para obtener la curva de dispersión de velocidad de fase, se utilizó una

implementación automática del método de frequency time analysis

(FTAN) (Bensen et al., 2006; Yang et al., 2007). En efecto, como fue

expuesto por Yang et al. (2007), la técnica tradicional del FTAN

representa la potencia de la señal como una función de tiempos de

llegada y de la frecuencia central de un conjunto de filtros gaussianos.

En tal caso, la curva de velocidad de grupo es derivada de los tiempos

de llegada de las máximas amplitudes para cada frecuencia. Si en una

banda de frecuencias existe mucho ruido, podrían existir saltos en los

tiempos de llegadas de las máximas amplitudes y, por lo tanto, las curvas

de dispersión deben de ser ajustadas manualmente o por interpolación.

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276

Levshin y Ritzwoller (2001) propusieron una técnica basada en filtros

de fase (phase-matched filtering) para colapsar la señal de las ondas

Rayleigh a una función delta utilizando curvas de dispersión ya

conocida. Al aplicar la técnica del FTAN a la ondícula filtrada, se

obtienen imágenes de tiempo- frecuencia más limpias, lo que

proporciona un mejor estimado de la curva de de fase y de grupo, este

tipo de metodología permite la estimación de ambas.

Fig. 3.2: Sección de las correlaciones cruzadas apiladas diariamente en

la estación de referencia G.FDF (estación verde en la Fig. 3.1) y las otras

estaciones. Las correlaciones están organizadas en función de la

distancia a la estación de referencia. El lado causal (tiempos positivos) y

el acuasal (tiempos negativos) presentan la señal de las ondas Rayleigh

de forma clara, a pesar de que la relación señal-ruido es variable

para cada estación. Los datos se encuentran filtrados dentro del rango de

períodos utilizados: 14 s a 45 s.

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277

Así pues, se aplicó la técnica compuesta del filtro de fase y el FTAN a

todas las funciones de Green con una relación señal ruido mayor a 7 y se

obtuvieron las curvas de velocidades de fase para todos los pares

seleccionados. Las curvas de dispersión fueron calculadas a partir del

lado positivo, el lado negativo y la suma de ambos para cada FCC entre

los períodos 7 s y 48 s. Se seleccionaron exclusivamente pares de

estaciones con curvas de velocidades de fase coherentes. La figura 3a

muestra todas las curvas de fase seleccionadas con la media y la

desviación estándar para cada período. La Fig. 3.3b presenta el número

de mediciones para cada período, que varía entre 5 y 181. Sólo se

utilizaron los datos de velocidades de fase entre 14 s y 45 s, los cuales

poseían más de 100 mediciones.

3.3.2 Prueba del tablero de ajedrez y tomografía de ondas Rayleigh

Existen distintas técnicas para reconstruir la estructura de velocidades

del subsuelo a una misma profundidad (o período para este caso en

particular), si se considera un arreglo de estaciones distribuidas en el área

de estudio. Para obtener la estructura de velocidades de fase, se

seleccionó el método propuesto por Ditmar y Yanovskaya (1987), el

cual considera la esfericidad de la Tierra para áreas mayores a 500,000

km2

. Este método se basa en minimizar la función de penalidad de

una combinación lineal de errores y un modelo de suavidad

(smoothness):

(ec. 3.2)

donde G es un kernel compuesto por los segmentos de los tiempos de

viaje en cada celda para todos los rayos; δt es el vector del dato que

contiene el tiempo de viaje residual relativo al modelo de referencia;

Rt es la matriz de covarianza del dato cuya diagonal está constituida

por las desviaciones estándar de las medidas de dispersión. El modelo

para todas las celdas de las perturbaciones de velocidades es el

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278

vector m; α es el parámetro de atenuación; y es el gradientes 2-D

del modelo.

Debido a la densidad variable de los rayos entre estaciones para

cada período (Fig. 3.4), se llevó a cabo la prueba estándar de resolución

de tomografía: la prueba del tablero de ajedrez (checkerboard test). Se

probaron dos modelos sintéticos de velocidades discretizados en celdas

de 1°x1° y 2°x2°. Para un área rectangular extendida entre 74°O y 60°O

y entre 8°N y 20°N, el número de celdas fue de 168 para el primer

caso y de 42 para el segundo. Las celdas se encontraban distribuidas de

forma alternante con ±5% de perturbación sobre una velocidad

constante Vs=3.5 km/s (Fig. 3.5a). Para cada modelo, primero se

calcularon los tiempos de viaje sintéticos a lo largo de 182, 112 y 101

caminos (raypaths) correspondientes a los períodos de 20, 14 y 45 s,

respectivamente. Éstos fueron invertidos a un mallado de velocidad

utilizando la misma técnica y parámetros a ser utilizados

posteriormente con los datos reales.

Para los rayos asociados al período 20 s en el modelo de 1°x1°, se logró

recuperar 66 de las 88 celdas dentro del área cubierta por el set de datos

(72°W-61°W y 10°N-18°N en la Fig. 3.4a). Las amplitudes recuperadas

se encontraban por encima del 3%, lo que representaba más del 60% de

la amplitud original del modelo. El número de celdas recuperadas para

el perído 14 S fue de 51 (Fig 3.4b) y 52 para el período 45 s (Fig 3.4c).

En el modelo de 2°x2°, la recuperación de las celdas fue casi perfecta

dentro de las coordenadas 72°W-60°W y 10°N-18°N para los tres

períodos (Fig. 3.4d, 3.4e y 3.4f). A pesar de que se tenía una resolución

aceptable para determinar estructuras de 1°x1°, la resolución

seleccionada fue de 2°x2° con el fin de obtener imágenes robustas y una

estimación correcta de la magnitud de las anomalías de velocidad. Estos

resultados aseguran que los datos utilizados sean capaces de reconstruir

estructuras con dimensiones de, al menos 200 km.

También se evaluaron las incertidumbres en las velocidades invertidas

usando el método estadístico de Jackknife (delete-d jackknife method;

Efron y Tibshirani, 1986). Con el fin de lograr esto, para cada período se

generó un total de 500 subconjuntos de datos; cada uno de ellos constaba

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279

de 80% de los rayos que eran seleccionados de forma aleatoria para un

período. Para cada subconjunto se realizó una inversión similar a la del

test del tablero de ajedrez y se calculó la desviación estándar del modelo

resultante. Las Fig. 3.4c, 3.4f, y 3.4i muestran las desviaciones estándar

de las perturbaciones de velocidades para los 3 períodos estudiados. La

desviación estándar es generalmente menor a 0.4% dentro del Caribe

(72°W-60°W y 10°N-18°N).

Fig. 3.3: (a) Curvas de velocidades de fase entre los períodos 7 s y 48 s

(puntos morados). Los puntos negros y las barras indican la velocidad

de fase promedio para cada período y el error asociado para cada período

entre 14 s y 45 s. (b) El histograma de frecuencias muestra las

mediciones confiables (número de rayos). Los períodos entre 14 s y 45

s poseen 100 o más rayos.

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280

Al tomar en consideración los resultados del tablero de ajedrez, primero

se parametrizó el modelo en un mallado de 2°x2°, y luego se invirtieron

las velocidades extraídas de las curvas de fase para cada período en

mallados de variación de la velocidad de fase. La inversión final para

obtener la estructura de velocidades de fase para cada período entre 14

s y 45 s se hizo de forma iterativa utilizando el método de Ditmar y

Yanovskaya (1987), descartando los datos con grandes tiempos de viaje

residuales (aquellos con tiempos residuales mayores a tres medias

cuadráticas del tiempo residual promedio). Los resultados de la

tomografía de velocidades de fase para los períodos 16, 28, 38 y 45 s

se presentan en la Fig. 3.5. Una vez que la tomografía estuvo resuelta

para cada período, se obtuvieron las curvas de dispersión (velocidad de

fase vs período) para cada punto del mallado de 2°x2°. Estas curvas de

dispersión fueron posteriormente invertidas a velocidad de ondas de

corte utilizando un esquema de inversión iterativa linear, como se

describe en la siguiente sección.

Fig. 3.4: Imágenes de los modelos recuperados para los tableros de

ajedrez de 1°x1° (a,b,c) y 2°x2° (d,e,f), así como las incertidumbres

de la estimación del modelo de 2°x2° (g,h,i).

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281

Fig. 3.5: Mapas de velocidade de fase (C) para los períodos 16 s (a), 28

s (b), 35 s (c) y 46 s (d). Las anomalías de velocidad de fase se muestran

en porcentajes relativos a la velocidad media, la cual se indica en el tope

de cada mapa.

3.3.3 Kernels de resolución vertical en profundidad e inversión a

velocidad de corte

Para realizar la inversión de la velocidad de fase a velocidad de corte

(Vs), se requiere un modelo inicial. Por lo tanto, primero, se construyó

uno para ejecutar la prueba de resolución vertical, para lo cual se

tomaron los valores medios de la corteza y sedimentos del modelo

propuesto por Mauffret y Leroy (1997), el dato batimétrico de Smith y

Sandwell (1997), y los valores del manto del modelo global AK135

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282

(Kennett et al., 1995). La sección del manto consistía en 17 capas, cada

una de 5 km de espesor.

Para realizar la prueba de resolución vertical, se computaron las

derivadas parciales de Fréchet (kernel de sensibilidad de profundidad)

de las velocidades de fase con respecto a Vs (Fig. 3.5) a distintas

profundidades para 5 períodos (14, 20, 30, 38 y 45 s). Los kernels

mostraron que las ondas Rayleigh entre 14 y 20 s eran más sensibles a la

estructura de velocidades de la corteza inferior y el manto

inmediatamente inferior, mientras que aquellas entre 30 s y 38 s eran

sensibles a la velocidad del manto superior. Estos kernels también

indicaron que los datos tenían una resolución limitada por debajo de 70

km de profundidad (Fig. 3.6).

Con el fin de realizar la inversión de las velocidades de fase a Vs, para

cada punto del mallado, se utilizó el algoritmo de inversión lineal

iterativa desarrollado por Herrmann y Ammon (2002). Para realizar la

inversión y para cada punto del mallado, se construyó un modelo inicial

que poseía la información de la profundidad del agua, del espesor de la

capa sedimentaria y del espesor de la corteza (Officer et al., 1959; Edgar

et al., 1971; Keary, 1974; Houtz y Ludwin, 1977; Boyton et al., 1979;

Mauffret y Leroy, 1997; Smith y Sandwell, 1997; Guédez, 2007; Niu et

al., 2007; Christeson et al., 2008; Clark et al., 2008; Magnani et al.,

2009, Bezada et al., 2010). El mapa de Moho de la región se muestra

en la Fig. 3.7. La sección del manto para todo el modelo es la misma

que la utilizada en el modelo medio construido para la prueba de

resolución vertical. La profundidad de las capas se mantiene constante

a lo largo de 50 pasos de inversión. En la Fig. 3.8, se presenta un ejemplo

del proceso de inversión para la curva de velocidad de fase media

utilizando el modelo inicial. (Fig 3.8).

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283

Fig. 3.6: Derivadas parciales del modo fundamental de la velocidad de

fase de las ondas Rayleigh (C) con respecto a Vs graficados en función

de la profundidad (kernels de sensibilidad a la profundidad) para los

períodos : 14 s, 20 s, 30 s, 38 s, y 45 s. El modelo de velocidad media

utilizado fue creado a partir de datos regionales de la corteza y del

AK135 (para los detalles ver el texto). Las ondas Rayleigh a 14 s son

más sensibles a la estructura de la corteza inferior y al manto litosférico

superior, mientras que a 45 son sensibles a la estructura del manto hasta

unos 70 km de profundidad.

Fig. 3.7: Profundidad de la discontinuidad de Moho en el área de estudio,

compilado de distintas fuentes (ver texto para detalles). La profundidad

de Moho en el área de estudio varía de ~10 km a 30+ km.

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284

Fig. 3.8: Ejemplo de la inversión lineal iterativa para obtener velocidad

de ondas de corte a partir de la curva de dispersión de la velocidad de

fase de las ondas en la Fig. 3.3.a. (a) Ajuste del modelo (azul) final al

dato (puntos negros). (b) Evolución de los modelos para 50 iteraciones.

La línea roja segmentada representa el modelo inicial utilizado para

computar los kernels de sensibilidad vertical (Fig. 3.6), mientras que la

línea azul representa el modelo final después de 50 iteraciones. El

modelo final posee velocidades inferiores que las encontradas en el

manto superior del modelo AK135.

3.4. Resultados

En las figuras 10 y 11 se muestran, respectivamente, 7 perfiles (4 en

dirección EO y 3 en dirección NS) y 4 mapas de profundidad (a 20 km,

30 km, 40 km y 60 km) de la estructura de velocidades de corte invertida.

En general, Vs varía entre 3.2 y 4.6 km/s, y, en la mayor parte de los

casos, las bajas velocidades (entre 3.2 y 4.0 km/s) se localizan en el tope

de los perfiles, representando la corteza. Existen zonas de velocidades

particularmente bajas (< 4.1 km/s) en el norte de los perfiles A-A’ y B-

B’ (Fig. 3.9), en la esquina este del perfíl G-G’, y en la base (> 50 km)

de los perfiles C- C’ y F-F’ (Fig. 3.9). La anomalía de bajas velocidades

en la sección más profunda (Fig. 3.11b y perfíl G-G’) podría

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285

encontrarse asociada a la astenósfera. Velocidades de corte altas (> 4.1

km/s) se presentan en todos los perfiles entre 25 y 50 km de profundidad

(Fig. 3.10). Las mayores velocidades (≥4.6 km/s) se presentan en los

perfiles C-C’, D-D’ y F-F’ (Fig 3.9), y se encuentran localizadas

alrededor de la latitud 15°N y entre 66°O y 68°O de longitud.

La parametrización seleccionada para la reconstrucción topográfica de

2°x2° es similar a la empleada por González et al. (2011) quienes

utilizaron sismos y estaciones alrededor del Caribe para hace una

tomografía de ondas superficiales balística. Ellos emplearon más de 400

rayos en un área mucho mayor (100°W-40W, 0°N-30°N) lo que

determina que la densidad de rayos sea, en el presente estudio, similar.

En general, la técnica empleada carece de los problemas intrínsecos a la

localización de los eventos y posee más resolución a niveles de manto

litosférico que cualquiera de las otras técnicas tomográficas que han sido

aplicadas en el Caribe. Por lo tanto, a pesar de que la resolución lograda

pareciera ser baja al compararla con estudios efectuados en otras

regiones del mundo, los resultados obtenidos representan un

complemento importante a los antes realizados en el Caribe oriental y

tienen la posibilidad de proveer nueva información sobre la región en

cuestión.

3.5. Discusión

3.5.1 Espesor litosférico en el Caribe oriental

Las perturbaciones de las velocidades de fase en el área de estudio (Fig.

3.5) se pueden encontrar asociadas a heterogeneidades en la estructura

de velocidades dentro de la litósfera, así como a cambios en la

profundidad en el límite litósfera-astenósfera (LAB). Por un lado, la

anomalía de bajas velocidades de aproximadamente -3%, localizada en

la sección suroeste del área de estudio, podría estar relacionada con la

naturaleza del manto y de la corteza continental de Suramérica; mientras

que la perturbación de velocidades de fase negativa localizada en el

noreste se encuentra posiblemente asociada a la cuña mantelar (mantle

wedge) de la subducción de la litósfera oceánica del Atlántico. Por otro

lado, las perturbaciones positivas podrían reflejar heterogeneidades en el

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286

manto litosférico. La discusión de los mapas de velocidad de fase no

tiende a ser muy extensa, pues éstos no se correlacionan directamente

con estructuras específicas (Yanovskaya et al., 2000). Por lo tanto, el

foco de la interpretación está constituido por los perfiles y mapas que

muestran las variaciones de la estructura tridimensional de velocidad de

corte.

Fig. 3.9: Perfiles del modelo de velocidades invertidas. Los perfiles de

A-A’ a D-D’ se encuentran en la dirección N-S, mientras que aquellos

de E-E’ a G-G’ se encuentran en la dirección E-O. La localización de

los perfiles se especifica en el mapa en la esquina inferior derecha. La

velocidad de ondas de corte varía entre 3.2 y 4.6 km/s, con un valor

promedio en el manto superior que es significativamente menor a los

promedios globales. Además, valores bajos de velocidad oscilan entre

3.2 km/s y 4.0 km/s y se encuentran confinados a las secciones someras

(velocidades de corteza inferior), mientras que los valores altos (>4.1

km/s) corresponden a velocidades del manto a profundidades entre 30

km y 60 km.

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287

El valor de Vs media para el manto superior bajo la placa del Caribe

oriental es ~4.23 km/s. Este valor se encuentra por debajo de la

velocidad promedio en los modelos globales 1D (e.g., ~4.48 km/s según

Kennett et al., 1995), y representa una anomalía de -5.6% con respecto

al modelo AK135, como se resume en la Tabla 3.2. Sin embargo, este

valor es coherente con aquellos observados en otros LIP. Por ejemplo,

Richardson et al. (2000) reportaron que la Vs era aproximadamente -

5% a -6.1% menor que el promedio global bajo la meseta oceánica de

Ontong-Java. Estos autores descartaron la posibilidad de que esta

anomalía se debiera a un comportamiento térmico anormal e

interpretaron los valores como una anomalía composicional asociada a

la pluma mantelar que originalmente produjo la meseta oceánica de

Ontong-Java. Schimmel et al. (2003) encontraron una anomalía

cilíndrica de bajas velocidades de -2.4% en el manto superior de la

provincia de Paraná (Brasil) que fue interpretada como la cabeza fósil de

la pluma Tristan da Cunha. Finalmente, Kennett y Widiyantoro (1999)

observaron una región cilíndrica con baja velocidad de ondas P (-1.5%)

que se extendía hasta una profundidad de 200 km bajo las trap de Decán

(Deccan Traps). Ellos interpretaron estas velocidades como la

presencia de una anomalía termal o química asociada a la pluma de

Decán, la cual erosionó la litósfera en el área. Por lo tanto, se considera

que los bajos valores de Vs observados bajo la litósfera de la placa del

Caribe son causados por una diferencia composicional, posiblemente

relacionada con la inclusión de grandes cantidades de rocas ígneas, como

pyroxenita, durante la formación del LIP Caribe. Un estado termal

elevado, como es discutido posteriormente, podría también contribuir a

la reducción observada de los valores de Vs.

Se hallaron dos importantes zonas de bajas velocidades en el manto: una

localizada en la esquina noreste del área (a ~17°N, entre 64°O y 62°O

de longitud, perfiles A-A’, B-B’ y G-G’, Fig. 3.9, Fig. 3.10d), y otra por

debajo de ~60 km de profundidad en el centro del área de estudio (a

~66°W, entre 13°N y 16°N de latitud, perfíl C-C’ de la Fig. 3.9). La

primera de estas anomalías se encuentra posiblemente relacionada con

la cuña mantelar hidratada de la subducción entre la placa Caribe y la

litósfera oceánica del Atlántico. Wadge y Shepherd (1984) y Bouysse et

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288

al. (1990) describieron ésta como una zona de subducción asimétrica

donde la sismicidad, tasa de convergencia y actividad volcánica es

mayor en la sección norte que en la sección sur. La diferencia en Vs

entre las secciones norte y sur en la estructura se encuentra vinculada

a esta asimetría.

Fig. 3.10: Mapas mostrando la estructura de velocidades invertida a

distintas profundidades: (a) 20 km, (b) 30 km, (c) 40, y (d) 60 km.

La litósfera es una capa mecánicamente fuerte que actúa como una placa

rígida (e.g. Fischer et al., 2010); el límite litósfera-astenósfera (LAB) es,

por lo tanto, un límite reológico que separa la litósfera rígida de la

mecánicamente débil astenósfera. Gradientes verticales de propiedades

geofísicas han sido usados como indicios para identificar el LAB, por

ejemplo, un gradiente negativo de velocidad sísmica, un gradiente

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289

negativo de impedancia, o un cambio abrupto en el gradiente de

temperatura. En conformidad con lo anterior, se puede apreciar una

segunda anomalía como un gradiente negativo de Vs a una profundidad

de 60 km, donde Vs disminuye de 4.23 km/s a 4.1 km/s. Eaton et al.

(2009) argumentaron que uno de los criterios utilizados para identificar

la base de la litósfera es encontrar un gradiente significativo de Vs bajo

una zona de velocidades relativamente altas en el manto. En

consecuencia, hemos definido el LAB como el centro del gradiente de

velocidades negativo más somero por debajo del Moho para cada perfíl

(Fig. 3.11). En tal sentido, la profundidad del LAB varía de ~50 km

en el noreste del mapa a ~60 km en su centro, y se profundiza a más

de 75 km en el oeste y el sureste de la región de estudio. La

profundización del LAB hacia el oeste es consistente con los resultados

globales obtenidos por medio de tomografía de ondas superficiales

(Burgos et al., 2011). Landes et al. (2007) reportaron una litósfera

delgada bajo la provincia volcánica británica del Terciario (British

Tertiary volcanic province) y sugirieron que la erosión producida por la

cabeza de la proto-pluma de Islandia podría haber causado el

adelgazamiento observado. Una interpretación similar podría plantearse

para la placa del Caribe.

En general, el espesor y la estructura de velocidad, así como la naturaleza

del manto litosférico bajo los LIPs no se encuentran bien definidos.

Richardson et al. (2000) reportaron que la raíz litosférica de la meseta

oceánica de Ontong-Java se extendía hasta al menos 300 km de

profundidad, mientras que Kennett y Widiyantoro (1999) observaron un

LAB somero bajo los trap de Decán, y lo relacionaron con erosión

térmica causada por la cabeza de la pluma. Además, Kerr (1994) propuso

que el adelgazamiento litosférico en la isla de Mull ocurrió por extensión

y erosión termal producida por la cabeza de una pluma mantelar. Por

lo tanto, se sugiere que un proceso de erosión similar sea responsable

por la litósfera delgada observada en el Caribe oriental. De hecho, datos

de tomografía global de ondas P de alta resolución (Obayashi et al.,

2009) muestran una zona de muy bajas velocidades que se extiende

desde la base de la litósfera hasta 200 km de profundidad bajo la zona

de la litósfera delgada. Esta anomalía también se puede apreciar en el

modelo tomográfico regional de van Benthem et al. (2013).

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290

Fig. 3.11: (a) Mapa de las variaciones del LAB en el área de estudio. El

LAB varía de una profundidad de ~50 km en la esquina noreste hasta

unos ~75 km en el oeste y en sureste. Pertubación de la estructura de

ondas P en el modelo tomográfico GAP_P2 (Obayashi et al., 2009) a tres

rangos de profundidades: (b) 110-148 km, (c) 148-190 km, y (d) 190-

238 km.

Una evidencia indirecta, que respalda la presencia de una litosfera

delgada en el área de estudio, son los datos de flujo calórico. El valor

de éstos dentro de la cuenca de Venezuela es ~2.70µcal cm-2

s-1

(Arnaiz-Rodríguez y Orihuela, 2013), lo cual es similar a los valores

de cuencas oceánicas del mundo (2.41 ± 0.52 µcal cm-2

s-1

; Turcotte

y Schubert, 2007). Debido a que la corteza de la placa del Caribe es más

gruesa que la corteza oceánica normal, una explicación posible para los

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291

valores relativamente altos de flujo calórico sería que el manto bajo

el Caribe se encuentre más caliente que el de otras cuencas oceánicas.

Es improbable que este calor esté asociado a la pluma mantelar que

formó el LIP Caribe, ya que se espera que la huella termal de un proceso

como éste desaparezca 20 Ma después de que la pluma ha cesado

su actividad (e.g. Woods y Okal, 1996). Por lo tanto, el elevado estado

termal debe estar relacionado con la poca profundidad del LAB, lo cual

determina que el calor de la astenósfera esté más cerca de la superficie

y, que la litósfera se caliente de manera más eficiente.

3.5.2 La subducción entre la placa del Caribe y la Suramérica

Se sabe que la flotabilidad neta de una litósfera es causada

principalmente por su espesor, densidad y proporción corteza/manto

(Niu et al., 2003). Adicionalmente, la densidad del manto litosférico es

controlada, en particular, por su temperatura y composición,

particularmente por la concentración de hierro y de otros elementos

pesados. Como fue descrito en el marco tectónico (sección 2 del presente

capítulo), la placa del Caribe está sobrecorrida por Suramérica

continental en un proceso de subducción plana, mientras que la litósfera

oceánica del Atlántico (que representa la sección oceánica de la SA) es

subducida bajo la placa del Caribe a pesar de que la primera es más joven

que la segunda. Se considera que la estructura sísmica obtenida con la

tomografía de ruido ambiental puede proveer algunas pistas para

entender la enigmática subducción.

La litósfera continental tiene una corteza gruesa y un manto litosférico

depletado de hierro (Niu et al., 2003), lo cual ocasiona que posea una

alta flotabilidad a pesar de su estructura termal (relativamente fría).

La placa del Caribe se muestra con una corteza relativamente gruesa

sobre un manto litosférico que, en consecuencia, debe tener una

concentración de hierro relativamente alta (por las anomalías sísmicas

que se han descrito en el análisis realizado). Esta relación podría

explicar el porqué la placa del Caribe se encuentra subduciendo bajo

Suramérica, la cual posee un espesor litosférico de ~100-150 km

(Artemieva, 2006), en un proceso de bajo ángulo (e.g., Bezada et al.,

2008). Tal configuración es consistente con las observaciones en otras

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292

zonas de subducción que involucran mesetas oceánicas (Mann y Taira,

2004).

Cuando dos litósferas oceánicas convergen, es usual que la más antigua

y, por lo tanto, la más fría y densa, sea sobrecorrida por la más joven.

Un ejemplo de ese proceso ocurre en la zona de subducción Izu-Bonin-

Mariana, donde la placa del Pacífico (más antigua) subduce bajo la

placa de las Filipinas (más joven). Pero este no es el caso en zona de

las Antillas Menores, donde la litósfera oceánica del Atlántico más joven

(~80-120 Ma, Müller et al., 2008) subduce bajo la antigua placa del

Caribe (~150–126 Ma, Orihuela et al., 2012). Con base en los modelos

de evolución de la litósfera oceánica (e.g. McKenzie et al., 2005), el

espesor litosférico de la placa del Caribe debería ser de ~100 km,

mientras que el de la litósfera oceánica del Atlántico debería ser de ~80

km. Los resultados obtenidos en la tomografía sugieren que la litósfera

de la placa del Caribe tiene un espesor entre ~50-70 km en el área

estudiada, y que el manto litosférico tiene un concentración de hierro

mayor a la esperada (en función de la estructura de velocidades). Se

especula, entonces, que estos factores ocasionen que la flotabilidad de

la placa del Caribe sea mayor que la de la litósfera oceánica del

Atlántico, lo cual conlleva a una polaridad contraria a lo que podría

esperarse en esta zona de subducción. Cabe destacar que un modelo de

densidades de la placa del Caribe sería necesario para entender mejor la

configuración de la subducción en este límite de placas.

3.6. Conclusiones

Se condujo una tomografía de ondas superficiales utilizando grabaciones

de ruido ambiental con varias estaciones sismológicas de banda ancha

localizadas alrededor de la parte oriental del Caribe. La inversión de los

datos de velocidades de fase del modo fundamental de ondas Rayleigh

reveló los siguientes rasgos en el manto litosférico de la zona bajo

estudio:

1. En el Caribe oriental, la velocidad de ondas de corte del manto

litosférico es significativamente menor (-5.6%) que el promedio

global, lo cual es consistente con los hallazgos hechos bajo otros

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293

LIPs alrededor del mundo. El origen de esta baja velocidad

podría ser tanto térmico como composicional, en particular por

la inclusión de material ígneo asociados a la formación del LIP

Caribe.

2. Una anomalía de bajas velocidades en la sección noreste del área

de estudio se encuentra posiblemente asociada a la cuña

mantelar hidratada de la subducción entre el Caribe y la litósfera

oceánica del Atlántico.

3. La placa del Caribe oriental tiene una litósfera anormalmente

delgada, la cual varía entre ~50 km en el noreste hasta más de

~70 km en el oeste y en el suroeste.

4. La corteza gruesa característica, en conjunto con una litósfera

anormalmente delgada y rica en hierro, ocasiona que la litósfera

de la placa del Caribe sea moderadamente flotante. Esto

determina que sea subducida bajo Suramérica en un proceso

de bajo ángulo, y sobrecorra la litósfera oceánica del Atlántico

en la zona de subducción de las Antillas Menores.

CAPÍTULO 4

ESTRUCTURA CORTICAL DEL ARCO DE LAS ANTILLAS

MENORES: UNA ESTIMACIÓN PRELIMINAR A PARTIR

DEL ANÁLISIS DE FUNCIONES RECEPTORAS

4.1 Introducción

Un arco de islas, o un arco volcánico de islas, es un grupo de islas

volcánicas, usualmente dispuestas en un patrón curvo formado por

actividad volcánica asociada a la subducción de una placa oceánica en

un margen convergente. Una trinchera oceánica se encuentra del lado del

arco que enfrenta la placa subducida, mientras que una cuenca

sedimentaria tiende a localizarse por detrás del arco. La geometría,

composición y espesor cortical del arco de islas dependen,

intrínsecamente, de la geometría de la subducción adyacente, de las

propiedades de la litósfera subducida, así como del acoplamiento de la

placa subducida y la subducente.

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294

El arco de las Antillas Menores (Fig. 4.1) es un arco de islas activo que

tiene alrededor de 850 km de longitud y un radio de curvatura de

450 km; se extiende desde el noroeste de Suramérica hasta el paso de

Anegada (al este de Puerto Rico), donde la falla de Anegada marca la

división entre el arco de las Antillas Menores y el arco de las Antillas

Mayores. La presencia de este arco marca el límite oriental de la placa

del Caribe, donde ésta se encuentra con la placa Norteamericana y la

Suramericana. Bouysse et. al. (1990) lo describieron como parte de un

sistema que incluye la cuenca de Grenada (una cuenca de retroarco), el

alto de Aves (un arco remanente e inactivo) y el prisma de Barbados, que

se origina por la convergencia entre la placa del Caribe y la litósfera

oceánica del Atlántico a una tasa promedio de 2.2 cm/a en dirección

ENE.

A pesar de que este arco ha sido investigado en distintas ocasiones con

datos sismológicos activos y pasivos (e.g. Christenson et al, 2008,

Sevilla et al. 2010, Weinzierl, 2010), solo se han estudiado secciones

particulares, sin haberse presentado una visión general sobre su

estructura cortical o propiedades mecánicas. En tal sentido, los objetivos

de este capítulo son: a) estimar las variaciones del espesor cortical a lo

largo del arco de las Antillas Menores utilizando la técnica de funciones

receptoras; y b) definir si existen variaciones significativas en las

propiedades mecánicas de las distintas secciones. En general, se centra

en determinar la estructura cortical a lo largo del arco.

4.2 Marco tectónico

El arco de las Antillas Menores (Fig. 4.1) ha sido descrito como un arco

dividido en dos secciones separadas geográficamente por la isla de

Martinica (-61°,14.6°N): una sección al sur y otra al norte. La sección

sur es relativamente reciente, formada en el Eoceno; mientras que la

norte se compone de un frente interno reciente y activo (al oeste) y un

frente exterior abandonado (al este). En la sección sur, que existe desde

el Eoceno, el volcanismo reciente ha ocupado la misma posición que el

arco antiguo y, por lo tanto, no existe la dualidad de arcos que se

presenta hacia el norte. La sección norte del arco, que presenta un

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295

basamento de edad Mesozoica asociado al arco de las Antillas Mayores,

posee dos frentes de volcanismo: uno exterior (al este) activo durante el

Eoceno (y posiblemente el Mioceno temprano) y uno interno (al oeste)

activo desde el Mioceno hasta el presente. Como ejemplo de esta

dualidad se puede mencionar que las secciones oeste y este de Guadalupe

(-61.6°,16.2°N) tienen diferentes orígenes volcánicos. Bouysse y

Westercamp (1988) propusieron que esta particularidad deriva de

cambios cinemáticos en el proceso de subducción que origina el arco de

islas, lo que está posiblemente asociado a la interacción del alto de

Barracuda en el proceso de subducción.

Wadge y Sheperd (1984) reportaron, a través de la localización de

hipocentros de eventos sísmicos, que existen dos segmentos distintivos

en la losa que subduce debajo del Caribe que origina el arco de las

Antillas Menores. Uno, ubicado al norte de Martinica

(aproximadamente a 14° de latitud norte) con un ángulo de subducción

de entre 50° y 60°, con una tendencia NNW. El otro, ubicado al sur

de Santa Lucía (-61°13.9°N), posee un ángulo de subducción entre 45°

y 50°, que se vuelve vertical hacia el extremo sur del arco. Estos autores

describieron que los volcanes del Pleistoceno se encuentran alineados de

manera similar a la dirección preferencial de las curvas de nivel de la

zona de Wadatti-Benioff.

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296

Fig. 4.1: Rasgos tectónicos cercanos al arco de las Antillas Menores. Las

estrellas rojas representan los volcanes con actividad relativamente

reciente. Se presentan los mecanismos focales de sismos corticales

extraídos de la base de datos CMT (Centroid Moment Tensor).

Una de las características principales de esta zona de subducción es la

presencia de varias zonas de fractura (o fallas transformantes)

provenientes de la dorsal midoceánica del Atlántico. Las más

importantes: la zona de fractura de Barracuda y la zona de fractura de

Tiburón. Cada una de ellas posee una cresta oceánica asociada (Fig. 4.1).

Adicionalmente, el alto de Santa Lucia también subduce en la actualidad,

aunque éste se encuentra cubierto por sedimentos y ha sido sólo

identificado con datos sísmicos. Varios autores han propuesto que la

compleja topografía de la placa subducida ha afectado la evolución del

arco de islas. La trinchera de la subducción contigua al arco se encuentra

principalmente rellena de sedimentos que provienen de los ríos

suramericanos (e.g. el Orinoco). La consecuencia principal de este

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

297

masivo aporte de sedimentos es la presencia de un colosal prisma

sedimentario: el prisma acrecionario de Barbados (Westbrook, 1975,

1982).

Las propiedades mecánicas del arco han sido descritas de forma

coherente en varias investigaciones. La mayor parte de los autores

coincide en que la corteza puede dividirse en una superior con

velocidades entre 2 km/s (en el tope) y entre 5.9 y 7.0 km/s (en la base),

y otra inferior con valores de velocidad no mayores a 7.3 km/s

(Christenson et al., 2008). Imágenes tomográficas de perfiles sobre el

arco han revelado la existencia de 3 capas distintas que componen la

corteza del arco de las Antillas Menores. La primera capa (de unos 3-5

km de espesor) se encuentra compuesta de rocas sedimentarias

volcanogénicas y volcanoclásticas, así como de rocas ígneas intrusivas

y extrusivas con velocidades menores a 5.0 km/s. Éstas descansan sobre

la segunda, que consiste en una corteza superior de espesor variable de

rocas de composición intermedia a félsica con valores de velocidades

entre 5.5 y 6.5 km/s. Finalmente, en la base de la sección, se ha detectado

una tercera capa o corteza inferior plutónica de composición máfica con

un espesor entre 10 y 12 km aproximadamente (Sevilla et al., 2010;

Weinzierl, 2010). Los valores de Vp reportados en la corteza inferior

reflejan la inexistencia de material ultramáfico que, por lo general,

presenta valores de Vp mayores a 7.4 km/s comúnmente hallados en

otros arcos volcánicos del mundo.

4.3 Metodología

Si una onda P ascendente llega a una estación sismológica después de

atravesar una interfaz abrupta localizada a una profundidad d, ésta

generará una fase convertida P-a-S polarizada en la vertical. Esta onda S

se conoce como la fase Ps y llega a la superficie después de la onda P,

una vez transcurrido un tiempo que es directamente proporcional a d.

Por lo tanto, en principio, se podría estimar la profundidad de la

discontinuidad (d), si se conoce el tiempo de retraso de la onda Ps con

respecto a la onda P (ΔtP-Ps):

d ∝ ΔtP − Ps = tPs − tP (ec 4.1).

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298

En la práctica, Ps es difícil de observar, pues viene acompañada de la

coda de la onda P. A pesar de esto, como la función fuente-tiempo

(source-time function) del evento (modificada por la atenuación a lo

largo del camino del rayo) es la misma, entonces el pulso Ps debe tener

la misma forma que el pulso P directo. Por lo tanto, Ps puede ser

revelada al realizar la deconvolución del pulso P del resto del

sismograma. La traza o señal, después de realizar este proceso, se

denomina Función Receptora.

Así pues, una Función Receptora (FR) consiste en una serie de tiempo

(u ondícula) que muestra la respuesta relativa de la estructura de la Tierra

bajo el receptor (Langston, 1977; Vinnik, 1977). Ésta es análoga a la

respuesta que se obtiene al hacer la correlación cruzada entre la función

de la fuente sísmica (e.g. la fuente de un vibroseis) y un registro sísmico

para recuperar la función de respuesta del subsuelo (Shearer, 2009).

Esta ondícula se compone de un conjunto de ondas convertidas que

reverberan en la estructura (particularmente en la corteza y en las capas

sedimentarias) bajo el sismómetro.

Por ejemplo, para el caso de un rayo de incidencia casi vertical

proveniente de un telesismo, la fase P poseerá más energía en la

componente vertical del sismograma (Z), mientras que la fase Ps la

poseerá en la componente radial (R). En consecuencia, el modo más

simple de calcular la función receptora consiste en extraer el puso

directo P de la componte vertical y realizar la deconvolución en la

componente radial. Una vez calculada la función receptora, se procede a

realizar el mismo proceso con varios eventos, y a apilar las funciones

receptoras de manera de mejorar la relación señal ruido.

En general, la técnica se basa en el estudio de fases sísmicas resultantes

de saltos de velocidad en las interfases bajo la estación. Queda claro de

la ecuación 4.1 que se requiere cierto conocimiento de las velocidades

del medio para traducir el tiempo de llegada de estas fases a profundidad.

Como la fase convertida Ps (P-a-S) es principalmente sensible a los

saltos de velocidad de ondas S en las interfases, mientras que las

reverberaciones de la onda P son más sensibles a los saltos de

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299

velocidades de ondas P (y a los contrastes verticales de densidades), en

principio, un análisis integrado de todo el campo de ondas posterior

a la llegada de P debería ofrecer más información que el simple análisis

de la fase Ps. A pesar de que existen variaciones de esta técnica, las

construidas a partir de ondas P convertidas a S y de ondas S convertidas

a ondas P, son las más efectivas para la detección de gradientes de

velocidades asociados a interfaces como el Moho y el límite litósfera-

astenósfera (e.g Niu y James, 2002; Levander y Niu, 2003; Levander

et al., 2003; Niu et al., 2007).

Fig. 4.2: Estaciones sismológicas en las Antillas Menores. Los distintos

colores representan las diferentes redes sismológicas que se encuentran

actualmente activas en esta región.

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300

4.3.1 Estaciones, datos, y procesamiento del dato

Con el fin aplicar la técnica de Funciones Receptoras en el arco de

las Antillas Menores, se creó una lista de las estaciones sismológicas de

banda ancha desplegadas en las distintas islas que han registrado sismos

lejanos (Fig. 4.2). Para cada una de estas estaciones, se consideraron

todos los sismos registrados durante el período de operación de la

estación que cumplieran dos condiciones: (1) la distancia epicentral

debía encontrarse entre 30 y 90 grados (para asegurar una incidencia

normal del tren de ondas sobre la interface a estudiar), y (2) la magnitud

del sismo debía ser de 5.7 o mayor (para asegurar que la energía pudiera

ser grabada apropiadamente por la estación). El número de eventos

utilizado para cada estación varía con respecto al tiempo de actividad de

las estaciones y a su estado durante el período de grabación.

Lamentablemente, de las 25 estaciones que se habían instalado en las

distintas islas, solo 9 se pudieron utilizar para calcular las Funciones

Receptoras y estimar la profundidad de la interfaz de Moho. Ruido

constante (posiblemente relacionado con vibraciones por las olas,

mareas y vientos fuertes), problemas de grabación, falta de una o dos de

las componentes de los sismogramas, e inexistencia de los datos en la

base de datos del IRIS, fueron algunos de los inconvenientes que

inhabilitaron el uso de 16 de las estaciones sismológicas. Es necesario

destacar que las estaciones de la red WI (West Indies IPGP Network)

son estaciones que tienen muy poco tiempo de actividad, lo que dificultó

su uso por la falta de grabaciones que cumplieran las condiciones

exigidas.

La metodología utilizada fue similar a la aplicada y descrita por Niu et

al. (2007). Así pues, a cada una de las estaciones que contaban con datos

aptos para la técnica, se le descargaron las 3 componentes de todos los

eventos que cumplieran las condiciones antes especificadas. Sólo se

utilizaron los eventos con buena relación señal ruido, donde la llegada

de las ondas P y de su coda no fuera enmascarada por ruidos de amplitud

considerable. Los registros se descargaron con una ventana de tiempo

que iba desde 300 segundos antes de la llegada de la onda P hasta 600

segundos después de la onda SKS, con el fin de garantizar tener la

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301

grabación completa del evento (aunque no fuera necesario poseer

toda esta información). A cada uno de los sismogramas se le removió

la media y una tendencia lineal, y se le aplicó un filtro de ventana gradual

para reducir los extremos de la señal a cero (taper cosine filter) con el

fin de evitar artefactos en la señal en las siguientes etapas del

procesamiento.

Posteriormente, las dos componentes horizontales (N y E) de los

sismogramas se rotaron, en función del azimut inverso (backazimuth),

para generar la componente radial (R), donde la energía predominante

era la de la llegada de P, y transversa (T) según la ec. 4.2.

(ec 4.2)

Las Funciones receptoras se calcularon a partir de estas ultimas series de

tiempo (Niu y Kawakatsu, 1998; Vinnik, 1977; Reading et al., 2003; Niu

et al., 2004). Las señales se trataron con un filtro pasabanda entre 0.01 y

2 Hz para eliminar algunos ruidos que pudiesen causar interferencia en

los siguientes pasos.

Para aislar la conversión P-a-S, se realizó una deconvolución de la

componente radial (R) de la componente transversal (T). Con el fin de

que el proceso de deconvolución fuera estable y evitar la introducción

de artefactos, se utilizó la deconvolución por nivel de agua (water-

level deconvolution; Clayton y Wiggins, 1976; Ammon, 1991) en el

dominio de la frecuencia. La función receptora FR(ω) producto de

esta deconvolución se define como:

(ec 4.3)

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302

donde k, es el nivel de agua (o la magnitud menor permitida de la

componente vertical), el cual se definió a 0.01. T(ω) y R(ω) fueron los

espectros tomados en una ventana de 105 s (5 s antes y 100 s después

de la llegada de P) de las componentes T y R. El ancho del filtro

gaussiano, definido por a, se fijó en 1.5. Una vez terminado este proceso,

se obtuvo una serie de tiempo para cada evento grabado en la estación.

Cada una de estas series de tiempo corresponde a una Función

Receptora. Éstas se revisaron manualmente y se seleccionaron aquellas

que poseían, en la componente vertical después de la deconvolución, un

pulso simple y bien definido en t=0 s. El número de funciones receptoras

varió entre 7 y 120, dependiendo de las condiciones de sitio, el tiempo

de registro de la estación y la calidad de éstos. La Fig. 4.3a muestra

algunas funciones receptoras de la estación NA.SABA.

4.3.2 Apilamiento y Conversión a profundidad (depth stack)

El apilamiento de la función receptora fue realizado en el dominio de la

profundidad. Para ello, se calculó el camino del rayo de la fase Pds y su

tiempo de llegada (t) relativo a la llegada de P para un modelo 1D. Luego

se sumaron los N sismogramas dentro de una ventana de 0.1 s centrada

en el tiempo de llegada de Pds utilizando la técnica de apilamiento de

la enésima raíz (nth

-root stacking; Muirhead, 1968; Kanasewich, 1973).

La técnica de apilamiento de la enésima raíz afirma que si x(t) representa

la jth

FR grabada en la estación, y t es la llegada de Pds para un Moho

con una profundidad de d, entonces, el apilamiento y(d) viene dado por:

(ec. 4.4)

donde K representa el número total de eventos utilizados.

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303

En concordancia con lo anterior, se utilizó n=2 con el fin de reducir el

ruido no- correlacionado que se puede producir con el apilamiento

lineal (n=1). Se varió el valor de d de 2 hasta 60 km con un incremento

de 1 km. Un ejemplo del apilamiento en profundidad se puede ver en la

Fig. 4.3b y todas las funciones receptoras en profundidad se muestran en

la Fig. 4.4.

Fig. 4.3: Ejemplo de funciones receptoras para la estación NA.SABA.

(a) Las varias funciones receptoras en tiempo ordenadas por la distancia

epicentral en grados de la estación al sismo. (b) Función receptora

apilada en profundidad. (c) Análisis H- k de la función receptora. El

cuadro rojo representa la profundidad seleccionada para la profundidad

de Moho.

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Fig. 4.4: Funciones receptoras apiladas en profundidad para todas las

estaciones. El cuadro rojo representa la profundidad seleccionada para

la interfaz de Moho.

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305

4.3.3 Estimación de Vp/Vs (análisis H-κ)

Como algunas estaciones presentaron reverberaciones en la FR apilada

(Fig. 4.4), éstas se aprovecharon para intentar establecer un valor

promedio para la relación Vp/Vs en la corteza. Para hacer esto, primero

utilizando un modelo 1D y una velocidad de ondas P, se calculó la

velocidad de las ondas con base en un valor promedio de Vp/Vs=1.732.

El radio se varió desde 1.5 a 2.0. con un incremento de 0.001. Para

cada valor de Vs, se realizó una conversión de tiempo a profundidad

asumiendo tres modos: (a) conversión P-a-S, (b) reverberación 1p2s, y

(c) reverberación 2p1s. La conversión tiempo a profundidad se realizó

para un rango de profundidades entre 20 y 40 km con un incremento de

1 km. Finalmente, las 3 trazas se sumaron con diferentes pesos según la

ecuación:

(ec. 4.5)

donde d y r eran la profundidad al Moho y la relación Vp/Vs; w1=0.5,

w2=0.25 y w3=0.25 representaban los pesos para 0p1s, 2p1s y 1p2s; c(r)

era el peso de la correlación cruzada. Los valores para d y r se

establecían por medio del máximo valor de la suma de las amplitudes

normalizadas.

Para obtener resultados más confiables con esta técnica, se utilizaron 3

combinaciones en el proceso para alcanzar el valor máximo: (1) los tres

modos, (2) sólo 0p1s y 1p2s, y (3) 0p1s y 2p1s. Se consideraron

aceptables las mediciones sólo cuando al menos dos de los resultados

con las pruebas mostrasen valores similares (no más de 1 km de

diferencia). El ejemplo de la aplicación de esta metodología puede

observarse en la Fig. 4.3c, mientras que todas las mediciones para las

estaciones con información se presentan en la Fig. 4.5.

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306

Fig. 4.5: Todos los análisis H-κ para las estaciones. La cruz blanca

marca la proyección del máximo valor de amplitud a los ejes de

profundidad y relación Vp/Vs.

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307

4.4 Resultados y Discusión

Hemos podido estimar la profundidad del Moho para el AAm en 9

estaciones, así como la relación Vp/Vs y el módulo de Poisson promedio

para la corteza debajo de ellas. Los resultados se encuentran desplegados

en la Tabla 4.1 junto a la información de la estación y la región del arco

a la que pertenece. Los valores de la profundidad de Moho varían entre

22 y 36.8 km con una media de 29 km, mientras que los valores de

Vp/Vs oscilan entre 1.77 (µ=0.266) y 1.87 (µ=0.300) con un

promedio de 1.78 (µ=0.280). Estos valores se encuentran representados

en la Fig. 4.6. No se interpolaron, como es usual en la presentación de

resultados de este tipo debido a la distribución de las estaciones y la

escasez de datos.

Fig. 4.6: Representación espacial de los resultados obtenidos con el

análisis de funciones receptoras: (a) profundidad de Moho estimada para

las distintas estaciones; (b) relación Vp/Vs o radio de Poisson para las

distintas estaciones.

La profundidad de Moho para cada estación (Fig. 4.6a) representa el

valor promedio obtenido a partir de la estimación hecha con el

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308

apilamiento en profundidad y el análisis h-κ. Este valor es

posteriormente corregido por la cota de la estación para así tenerlo

referenciado al nivel del mar. Los errores de la estimación final del

valor de la profundidad a Moho varían entre 0.8 y 2.1 km con un valor

medio de 1.5 km.

Los errores promedio para cada estación se estiman a partir del uso del

método de trenza-de-bota (bootstrap method, Efron y Tibshirani, 1986).

Éstos se basan en la omisión de datos y verificación del valor de la

profundidad estimada y no representan errores formales que consideren

las incertidumbres del modelo de velocidades. Por lo tanto, deben de ser

mayores. Sin embargo, tomando en cuenta los resultados obtenidos y la

calidad del dato, se consideran aceptables.

En general, los valores bajos de la profundidad de Moho se localizan en

la sección sur del arco de las Antillas Menores y en el frente exterior

de la sección norte del arco. En las islas de Grenada y Martinica (en la

sección sur), la profundidad de Moho es de 23.3 y 24.9 km,

respectivamente. Christenson et al. (2008) reportaron, a través del uso

de sísmica profunda y modelado gravimétrico, que el espesor cortical del

arco de las Antillas Menores en su sección al sur de Grenada variaba

entre 23 km en su flanco oeste hasta un máximo de 26 km en su flanco

este. Boyton et al. (1979), con base en datos similares, estimaron que el

espesor cortical cerca de St Vincent tenía un máximo de 30 km

adelgazándose hacia el oeste. Así pues, los valores obtenidos se

encuentran dentro del rango reportado por Christenson et al. (2008), pero

son menores que los observados por Boyton et al. (1979). Hay que

destacar que dos de las estaciones utilizadas se encuentran ubicadas en

el centro de Grenada y en el flanco oeste de Martinica, por lo tanto se

han apreciado los valores asociados al flanco más delgado del arco de

las Antillas Menores. Los valores bajos localizados en el frente este de

la sección norte del arco se encuentran en el noreste de Guadalupe con

24 km de espesor cortical y en Barbuda con 22 km. El espesor cortical

en los alrededores de Guadalupe ronda entre 23 y 28 km (Weinzierl,

2010; Kopp et al., 2011; Laigle et al., 2013), pero estos valores se

refieren al espesor del arco fuera de las islas, donde se esperan

variaciones de espesor asociadas a la formación del edificio volcánico.

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309

El valor de 24 km en el extremo noreste de Guadalupe refleja las

significativas variaciones de espesor cortical que se pueden encontrar

en una estructura compleja como el arco de las Antillas Menores. La

estimación del espesor cortical en Barbuda realizada en esta

investigación representa el primer valor reportado para esta isla. El valor

obtenido es similar al mapa de profundidad del Moho general presentado

por Christensen (2009) quien ubica este valor entre 22 y 24 km.

Los valores altos de espesor cortical se presentan, en su mayoría, en

el frente oeste de la sección norte del arco. De sur a norte, los espesores

corticales para cada isla son: sur de Guadalupe, 34.1 km; Monserrat,

27.8 km; San Eustaquio, 32.4 km; Saba 30.3 km; San Martín, 36.8 km.

La sección norte del arco de las Antillas Menores se encuentra menos

estudiada que la sección sur. La única estimación del espesor cortical en

la sección norte del arco proviene de varias estaciones sismológicas

localizadas en la isla de Monserrat, con valores entre 26 y 34 km

(Sevilla et al., 2010). Según Tatsumi (1989), la formación de los arcos

volcánicos viene asociada a los procesos de deshidratación que se

producen en la litósfera subducida entre 110 y 120 km de profundidad,

y la subsecuente hidratación de la cuña astenosférica (o cuña matelar)

que se localiza entre la litósfera subducida y la litósfera subducente

(Tatsumi, 1989). Consecuentemente, los valores obtenidos reflejan el

engrosamiento de la corteza por la misma génesis del arco volcánico

que se ve acelerada por la particular dinámica de este límite de

subducción (Donnelly, 1964).

Fuera de la estructura del arco de las Antillas Menores, se estimó el

espesor cortical del prisma de acreción de Barbados, contiguo a la

sección sur del arco. En la única estación ubicada sobre el prisma, se

obtuvo un valor de 35.1 km de espesor cortical, lo que es afín al valor de

35 km reportado por Westbrook (1975). La corteza gruesa debajo del

prisma de acreción se encuentra vinculada a la deformación de una

gruesa capa de sedimentos y del basamento (corteza oceánica), lo que es

consecuencia de la convergencia de la litósfera oceánica del Atlántico

y de la placa del Caribe (Westbrook, 1975). Es importante destacar que

no se ha estudiado el papel que juega la importante cantidad de

sedimentos en la subsidencia de la corteza en esta zona.

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Tabla 4.2: Valores de profundidad de Moho y relación Vp/Vs para las estaciones del arco de las Antillas Menores

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233

El radio de Poisson estimado a lo largo del arco varía entre 0.266

(Vp/Vs=1.777) y 0.3 (Vp/Vs=1.870). Los valores relativamente altos

(>0.280) son, en general, consistentes con un origen máfico del arco de

islas, mientras que los valores menores son más consistentes con valores

de corteza continental (Fig. 4.6b). Los valores resultantes son coherentes

con aquellos reportados por Niu et al. (2007) y Sevilla et al. (2010)

quienes hipotetizaron que los valores se encontraban asociados a la

presencia de rocas gabroicas en la corteza del arco. Con respecto a la

distribución espacial de los valores, se evidencia que, por un lado,

los valores bajos (0.266 a 0.277) se encuentran inscritos en la sección

del arco al sur de Guadalupe (incluyendo el lado sur de la isla). Por otro,

la sección al norte de Guadalupe presenta los valores altos (0.280 a

0.300). Al comparar estos resultados con las interpretaciones de sísmica

activa sobre el arco, se encontró que, en la sección norte, se encuentra

reportado de forma repetitiva la existencia de un límite abrupto corteza

superior-corteza inferior (de 6.5 a 7.1 km/s) e incluso la existencia de

una corteza intermedia (e.g. Christensen 2009; Sevilla et al., 2010;

Weinzierl, 2010). En la sección sur, Christenson (2008) reportó que el

arco presenta un gradiente suave de velocidades en toda la sección

ígnea de la corteza sin la presencia de una corteza intermedia, aunque

Boyton et al. (1979) si reportan esa corteza. Si esta diferencia en la

estructura de velocidades entre la sección norte y sur del arco es cierta,

se explicaría el porqué de la distribución de los valores encontrados

para el radio de Poisson.

Con la intención de corroborar los resultados obtenidos, se optó por

compararlos con datos gravimétricos del arco a través de un modelado

directo. Para esto se seleccionó un perfil de Anomalía de Bouguer

total (Arnaiz-Rodríguez y Garzón, 2012), a lo largo de todo el arco,

desde el Paso de Anegada hasta el sur oeste de la isla de Grenada. Con

el fin de modelar exclusivamente la discontinuidad de Moho (la longitud

de onda larga), se aplicó una continuación analítica hacia arriba a 19 km

(altura seleccionada al seguir la metodología especificada en el

Apéndice 4) con el fin de eliminar la respuestas de las altas frecuencias.

En general, el modelo gravimétrico de la discontinuidad de Moho

refuerza nuestra interpretación de que la sección norte del arco presenta

un espesor cortical mayor que la sección sur y que esta discontinuidad

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

312

no posee variaciones abruptas con una profundidad de Moho promedio

de 30 km en la sección la norte y de 26 km en la sección sur. La mayoría

de las observaciones son coherentes con la anomalía gravimétrica

regional estudiada, excepto la estimación de la profundidad de Moho

para la estación WI.ADB, pues se trata de una estación con un número

muy limitado de eventos grabados, lo cual deteriora la calidad de la

estimación aquí efectuada. Una observación interesante es que, para

ajustar la anomalía gravimétrica en la sección norte del arco, la densidad

de la corteza interior tuvo que ser de 2.96 g/cm3

, mientras que para la

corteza inferior de la sección sur se utilizó 2.90 g/cm3

. Esto podría

explicar las razones por las cuales: (a) se observan valores más altos

de radio de Poisson en la sección norte que en la sección sur, y (b)

es más evidente en el norte la existencia de una discontinuidad corteza

superior-corteza inferior. En consonancia con la propuesta de Donnelly

(1964), el crecimiento del arco de las Antillas Menores se produce por

el engrosamiento de la litósfera oceánica debido al material que proviene

de la litósfera que es subducida en el límite de placa contiguo al arco. En

tal sentido, la sección más activa debe presentar tanto los mayores

valores de espesor cortical, como la evidencia de mayor actividad

volcánica.

Para explicar la diferencia de composición entre la sección norte del arco

y la sur, se hizo referencia a las observaciones de Bouysee (1979). Él

argumenta que la sección norte presenta un basamento de edad

Mesozoica que se podría encontrar asociado al arco de las Antillas

Menores. Esto implicaría que esta sección se formó sobre un pedazo

de corteza distinto a aquel sobre el que se formó la sección sur, lo que

derivó en una composición diferente de la corteza, que se puede

evidenciar en los valores estimados tanto para el radio de Poisson como

para el contraste de densidades propuesto para la corteza inferior del

arco. El modelo gravimétrico también revela que existen importantes

heterogeneidades a nivel intermedio en la corteza que no han sido

caracterizadas ni reportadas anteriormente. Éstas pueden estar asociadas

al complejo proceso de formación de un arco volcánico que conlleva

el amalgamiento de distintos materiales ígneos y el desarrollo de

cámaras magmáticas dentro de la corteza.

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313

Fig. 4.7: Modelo gravimétrico directo a lo largo del eje del arco de las

Antillas Menores. Solo la componente regional es modelada para

verificar las estimaciones de la profundidad del Moho en el arco. En la

anomalía, la línea negra gruesa representa la anomalía regional

observada; la línea delgada representa la respuesta del modelo; y la roja

el error del modelo (Error total = 1,225 mGal). En el modelo, las líneas

verticales representan las estimaciones de profundidad existentes en el

arco. Los triángulos representan la localización de las estaciones

sismológicas proyectadas sobre el arco, mientras que los semicírculos

representan la posición de las líneas sísmicas perpendiculares a este. La

línea punteada representa la discontinuidad de Moho estimada con

funciones receptoras.

4.5 Conclusiones del capítulo.

La red de estaciones sismológicas, que se encuentra actualmente

instalada en el Arco de las Antillas menores, nos ha permitido evaluar

las variaciones de la profundidad del Moho debajo de las islas de arco y

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314

del prisma de acreción contiguo, así como estimar las variaciones del

radio del Poisson promedio para la corteza a través de la aplicación de

la técnica de las funciones receptoras. Las conclusiones más importantes

que pueden ser extraídas de los resultados obtenidos son las siguientes.

1. Los valores de la profundidad de Moho varían entre 22 y 32.4

km con una media de 29 km, con errores estadísticos entre 0.8 y

2.1 km con un valor medio de 1.5 km. Los valores altos de

espesor cortical se presentan, en su mayoría, en el frente oeste

de la sección norte del arco, mientras que los valores bajos se

localizan en el frente este de su sección norte y en la sección sur.

La distribución de los valores dentro del arco de las Antillas

Menores se encuentra principalmente asociada a la dualidad de

situaciones geodinámicas al norte y al sur del sistema de falla de

Tiburón donde, al norte, la litósfera oceánica subduce más

rápido que al sur.

2. El radio de Poisson estimado a lo largo del arco varía entre 0.266

(Vp/Vs=1.777) y 0.3 (Vp/Vs=1.870). Los valores bajos (0.266

a 0.277) se encuentran inscritos en la sección del arco al sur de

Guadalupe mientras que los altos (0.280 a 0.300) se localizan al

norte de esta isla. Los valores relativamente altos (>0.280) son,

en general, consistentes con un origen máfico de arco de islas y

la presencia de rocas gabroicas en la corteza, mientras que los

valores menores son más consistentes con valores de corteza

continental. Esta diferencia viene asociada a la existencia de un

basamento de edad Mesozoica que se presenta en la sección

norte del arco, lo que explica los resultados en función de una

diferencia composicional de la corteza interior, como se ha

podido corroborar a través de un modelado gravimétrico.

3. El espesor cortical de la isla de Barbuda es de 22 km.

4. El espesor cortical máximo en la zona del prisma de acrección

de Barbados es de 35.1 km, valor que es similar al reportado

por Westbrook (1975).

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

315

CAPÍTULO 5

VARIACIONES DEL ESPESOR ELÁSTICO Y FLEXURA DEL

BLOQUE DE MARACAIBO2

5.1 Introducción

Una cuenca sedimentaria es una región deprimida en la superficie de la

Tierra que se ha llenado de sedimentos (Turcotte y Schubert, 2007). Una

cuenca flexural, o cuenca antepaís, es una cuenca sedimentaria formada

por la subsidencia de la litósfera elástica bajo un esfuerzo vertical (e.g.

DeCelles y Giles, 1996; Watts, 2001). Estas cuencas se caracterizan por:

(1) un frente de corrimiento adyacente al orógeno (o carga), que es

responsable por el esfuerzo vertical que deforma la litósfera; (2) un

relleno sedimentario en forma de cuña en sección transversal; (3) un

depocentro contiguo al cinturón de corrimiento que genera la depresión

(e.g. Jordan, 1995); y (4) un nodo flexural, que marca el final de la

cuenca y la separa del cratón sin deformar (e.g. Karner y Watts, 1983).

Por lo general, las cuencas antepaís pueden subdividirse en cuatros

secciones discretas: (a) la depozona sobre la cuña (wedge-top

depozone) que entierra el frente activo de corrimiento; (b) la depozona

profunda (foredeep depozone) formada por la subsidencia; (c) el nodo

flexural (forebulge), una región de levantamiento flexural que es el

resultado de una deformación senosoidal amortiguada; y (d) la depozona

posterior al nodo (backbulge depozone), una región que presenta una

segunda depresión menos profunda (DeCelles, 2012).

En Venezuela, existen tres cuencas flexurales: la cuenca Oriental de

Venezuela, la cuenca Barinas-Apure y la cuenca de Maracaibo. Las

ultimas dos cuencas son parte de un sistema doble controlado por la

carga de los Andes de Mérida. La cuenca de Maracaibo (Fig 5.1) se

2 Este capítulo es una traducción al español del artículo: M. S. Arnaiz-

Rodríguez y F. Audemard (2014), “Variations in elastic thickness and flexure

of the Maracaibo block”, Journal of South American Earth Sciences, 56, pp

251-264, doi: 0.1016/j.jsames.2014.09.014. Copyright © 2014 Elsevier B.V.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

316

encuentra sobre un pedazo de corteza independiente conocido como el

bloque de Maracaibo, mientras que la cuenca Barinas-Apure se sitúa

sobre la placa Suramericana. Estas cuencas han sido ampliamente

investigadas por sus recursos naturales, pero aún así se tiene poca

información sobre el comportamiento de la litósfera en esta región.

Audemard y Audemard (2002) reportaron que ambas, la cuenca de

Maracaibo y la de Barinas-Apure, se comportaban de forma distinta

desde el punto de vista mecánico, puesto que el depocentro de la

primera era al menos 2 km más profundo que el de la segunda. Chacín

et al. (2005) calcularon que el espesor elástico de la cuenca Barinas-

Apure era de unos 25 km, mientras que Medina (2009) afirmó que el

espesor elástico efectivo variaba entre 30 km, cerca del Escudo de

Guayana, y 10 km cerca de los Andes de Mérida. Arnaiz-Rodríguez et

al. (2011) consideraron que el espesor elástico para la cuenca Barinas-

Apure se encontraba alrededor de 24 ± 2 km, y estimaron que el de la

cuenca de Maracaibo debía de ser de 16 ± 2 km; más aún, expusieron

que la formación del sistema flexural de la cuenca de Maracaibo no se

encontraba exclusivamente controlado por los Andes de Mérida, sino

que las serranías de Perijá y Santa Marta jugaban un papel importante.

En consecuencia, recomendaron que era necesario aplicar una

metodología tridimensional para comprender la flexión de esta

microplaca.

Un análisis de anisotropía sísmica sugirió que las direcciones de

separación de las ondas SKKS con una orientación de ~ N45°E eran

posiblemente una respuesta asociada a una deformación litosférica

paralela a la falla de Boconó (Masy et al., 2011). Asimismo, el análisis

de la profundidad de Curie en la región demostró que la cuenca de

Maracaibo es una cuenca termalmente estable, y que una anomalía de

profundidad de Curie en los Andes de Mérida podría encontrarse

asociada a la flexión de la litósfera o a los sistemas de grábenes

localizados en la cuenca Barinas-Apure (Arnaiz-Rodriguez y Orihuela,

2013). Los estudios anteriormente mencionados concuerdan en que la

litósfera del bloque de Maracaibo y la litósfera suramericana se

comportan de forma distinta.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

317

El presente capítulo es parte de un esfuerzo multidisciplinario para

comprender la dinámica de los Andes de Mérida, sus cuencas

adyacentes, estructuras y terrenos utilizando diferentes técnicas a través

del proyecto GIAME (Geociencia Integral de los Andes de Mérida;

Schmitz et al., 2013). El objetivo general es estimar las variaciones

laterales del espesor elástico del bloque de Maracaibo utilizando un

modelo numérico trimidensional.

5.2 Marco tectónico

El bloque de Maracaibo (Fig. 5.1a) es un pedazo independiente de

corteza continental localizado en el noroeste de Venezuela; se encuentra

limitado por tres sistemas de fallas: Boconó, Oca-Ancón (de movimiento

dextral) y Santa Marta- Buracamanga (con movimiento sinestral; e.g.,

Mann y Burke, 1984; Taboada et al., 2000; Audemard et al., 2005). Su

formación y expulsión (en dirección NNE relativa a Suramérica) se

encuentran relacionadas con la compresión generada por la cresta de

Carnegie y la colisión del arco de Panamá contra el noroeste de

Suramérica (e.g. Pennington, 1981; Audemard, 1993; Kellogg y Vega,

1995).

El bloque de Maracaibo y el Bloque de Bonaire sobrecorren la placa del

Caribe creando una subducción plana y amagmática en dirección ESE

(e.g., Kellogg y Bonini, 1982; Freymueller et al., 1993; Van der Hilst y

Mann, 1994; Kellogg y Vega, 1995; Kaniuth et al., 1999; Taboada et al.,

2000; Audemard y Audemard, 2002; Mann et al., 2006; Bezada et al.,

2010). Es necesario acotar que el bloque de los Andes del Norte, del cual

el bloque de Maracaibo es un pedazo, se encuentra rodeado al N y NO

por un complejo sistema de deformación, donde las placas del Caribe y

Suramérica se encuentran (Taboada et al., 2000). Dada la geometría de

la esquina noroeste de Suramérica, la placa del Caribe ha subducido en

dos etapas: una más antigua, que se encuentra en el NO y O, que empezó

en el Eoceno-Oligoceno (~50 Ma; e.g., Kellogg y Bonini, 1982;

Kellogg, 1984; Pindell y Kennan, 2009); y una más joven, al N, que

comenzó durante el Plioceno (~5 Ma) desde el cinturón de

deformación del sur de Caribe bajo los bloques de Bonaire y

Maracaibo (Audermard, 1991; Taboada et al., 2000; Audermard y

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318

Audemard 2002; Duerto et al., 2006; Bezada et al., 2010). Varios autores

han descrito cómo la etapa más antigua ha influenciado la

geodinámica del bloque de Maracaibo (e.g., Kellogg y Bonini, 1982),

pero en este capítulo nos referimos a la más joven, puesto que es la más

cercana al área de estudio.

Fig. 5.1: (a) Mapa topográfico de la zona de estudio mostrando las

estructuras tectónicas del noroccidente de Venezuela. La caja roja

representa el área modelada. Las abreviaciones representan: MA, Andes

de Mérida; PR, serranía de Perijá; SMM, serranía de Santa Marta; NCA,

Andes colombianos del Norte; MBa, cuenca de Maracaibo; BABa,

cuenca Barinas-Apure; BF, falla de Boconó; IF, falla de Icotéa; SMF,

falla de Santa Marca; O-AF, falla de Oca-Ancón. Fallas cuaternarias

tomadas de Audemard et al. (2000). (b) Mapa estructural del bloque de

Maracaibo. Las estructuras mayores son las mismas que en la Fig 5.1a;

líneas grises representan fallas menores (French y Schenk, 2004). Líneas

rojas punteadas representan la profundidad al tope del basamento (Di

Croce, 1995; Parnaud et al., 1995; Laske y Masters, 1997; Cerón et al.,

2007). Las figuras azules denotan semigrábenes y depresiones en el

basamento, mientras que las figuras anaranjadas denotan altos

estructurales (Erlich et al., 1999).

Dentro del bloque del Maracaibo descansan tres cadenas montañosas

importantes: los Andes de Mérida, la serranía de Perijá y la de Santa

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

319

Marta. Los Andes de Mérida son una cadena con más de 400 km de

longitud, 40 km de ancho y una elevación máxima de 5 km, que no tiene

una relación genética directa con el resto de la cadena andina. Colletta

et al. (1997) describieron su estructura interna como una estructura en

flor positiva, que ha sido interpretada como simétrica (e.g. González

de Juana, 1952) o asimétrica (e.g. Audemard, 1991; Audemard y

Audemard, 2002).

La estructura de los Andes de Mérida ha sido comparada con la de las

Montañas Rocosas (Laramide-Rocky Mountains): un bloque de

basamento levantado y acuñado hacia la cuenca adyacente por fallas

ciegas (Kellogg y Bonini, 1982; De Toni y Kellogg, 1993; Audermard,

1991). La serranía de Perijá se localiza entre Venezuela y Colombia con

una elevación máxima de 3.6 km. Este cinturón montañoso se ha

caracterizado como un monoclinal con buzamiento ESE, resultado de la

reactivación de fallas jurásicas durante el Cenozoico (Garrity et al.,

2004; Duerto et al., 2006). La sierra nevada de Santa Marta, o serranía

de Santa Marta, es una sistema montañoso de forma triangular que se

localiza en el norte de Colombia, cubre un área de unos 3830 km2

y

tiene una elevación máxima de 5.7 km. Usualmente se describe

como un macizo aislado de rocas de edad precámbrica a mesozoica que

fueron levantadas en tres pulsos desde el Maastrichtiense Tardío hasta

el Mioceno Tardío (Cardona et al., 2008; Ceron-Abril, 2008). Estas tres

montañas desempeñan un papel importante en la flexura de la litósfera

del bloque del Maracaibo. Arnaiz-Rodríguez et al. (2011) propusieron

que la carga de los Andes de Mérida no era la única que controlaba la

flexura de la litósfera en la región, y que las cargas de la serranía de

Perijá y la de Santa Marta, así como la subducción plana de la placa del

Caribe tenían un impacto importante en el equilibrio dinámico y en la

morfología del basamento de la cuenca de Maracaibo.

Adyacente al pie de monte norte de los Andes de Mérida yace la cuenca

de Maracaibo, una cuenca flexural, que es el resultado de la carga de este

sistema montañoso y de la serranía de Perijá (e.g., Audemard y

Audemard, 2002; Audemard, 2003). La cuenca de Maracaibo es una

cuenca pequeña con un depocentro profundo y asimétrico (Fig. 1b), que

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

320

carece aparentemente de un nodo flexural (Mann et al., 2006). La

gran profundidad de esta cuenca (unos 9 km en su depocentro), en

comparación con la de la cuenca Barinas-Apure (unos 4.5 km)

muestra o que el bloque de Maracaibo tiene un espesor elástico

diferente al del resto de la placa Suraméricana (Audemard y Audemard,

2002; Arnaiz-Rodríguez et al., 2011) o que el levantamiento y

acuñamiento del basamento de la zona fue asimétrico (De Toni y

Kellogg, 1993).

5.3 Marco gravimétrico e isostático

Desde los años 70, se han llevado a cabo estudios gravimétricos de la

cuenca de Maracaibo y de los Andes de Mérida. La mayor parte de ellos

ha llegado a resultados similares en términos de la gravedad y la isostasia

de la región (e.g., Folinsbee, 1972; Kellogg y Bonini, 1982; Escobar y

Rodríguez, 1995; Chacín et al., 2005; Arnaiz- Rodríguez et al., 2011).

En esta sección, presentamos los mapas gravimétricos del bloque de

Maracaibo con una breve discusión de las anomalías significativas para

ilustrar el estado isostático de la región. Los mapas de anomalías de Aire-

libre (Sandwell y Smith, 2009) y de anomalía de Bouguer total (Arnaiz-

Rodríguez y Garzón, 2012) del área en consideración se presentan en la

Fig 5.2.

La anomalía de Aire-libre del bloque de Maracaibo varía entre 593 mGal

y -149 mGal, con un valor medio de 16.3 mGal (Fig. 5.2a). Los valores

positivos se encuentran asociados a la topografía de las cadenas

montañosas en el área, mientras que los valores negativos se encuentran

asociados a las cuencas antepaís adyacentes. Las diferencias entre los

valores negativos de anomalía de Aire-libre en el pie de monte norte y

sur de los Andes de Mérida muestran la discrepancia entre la

profundidad de los depocentros de la cuenca de Maracaibo (9 km) y de

la cuenca Barinas-Apure (4.5 km). Esta diferencia se asocia a las

variaciones laterales de las propiedades mecánicas entre el bloque de

Maracaibo y la placa Suramericana y a la distribución asimétrica de la

masa de los Andes de Mérida (Audemard y Audemard, 2002; Arnaiz-

Rodríguez et al., 2011). Las anomalías de Aire-libre positivas revelan la

compleja distribución de cargas en el área, de manera que cuatro

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

321

montañas cargan la litósfera: los Andes de Mérida, la serranía de Perijá,

la serranía de Santa Marta y los Andes Colombianos del Norte. Los

Andes de Mérida parecen ser la carga más significativa dentro del bloque

de Maracaibo, puesto que el depocentro de las cuencas se encuentra

adyacente a éstos. La serranía de Perijá y los Andes Colombianos limitan

la cuenca en su extremo oeste. La sección más profunda de la cuenca

Barinas- Apure se encuentra vinculada a la contribución de la carga de

los Andes Colombianos y a la de los Andes de Mérida (Arnaiz-

Rodríguez et al., 2011).

Las anomalías de Bouguer varían entre 265 y -145 mGal, con un valor

medio de - 45 mGal (Fig. 2b). Los valores máximos se encuentran

asociados a las serranías de Santa Marta y Perijá, lo que indica que

carecen de compensación isostática local (e.g. Kellogg y Bonini, 1982).

Otras anomalías positivas se encuentran relacionadas con el contraste de

densidades en la corteza superior, levantamientos en el basamento (Fig.

5.1b), o zonas de basamento somero en las cuencas sedimentarias. Watts

(2001) propuso que valores positivos en las anomalías de Bouguer

indicaban la presencia de cargas escondidas (contraste de densidad en el

subsuelo), por lo tanto, aquellos que se encuentran en los Andes de

Mérida y los Andes Colombianos pueden ser considerados como

indicadores de este tipo de cargas. Con respecto a los valores bajos

de anomalías de Bouguer, éstos se encuentran vinculados a las cuencas

sedimentarias: los valores mínimos se localizan sobre el depocentro de

las cuencas de Maracaibo y Magdalena. Una de las características más

importantes del mapa de anomalías de Bouguer es que el bajo

gravimétrico, que caracteriza a las montañas isostáticamente

compensadas, se encuentra desplazado hacia el pie de monte norte de los

Andes de Mérida. Esta anomalía negativa es la causa de la suma de

efectos profundos (Moho) e intermedios (basamento) (Arnaiz-

Rodríguez et al., 2011), y no de la posición de la raíz isostática de los

Andes de Mérida.

La Fig 5.3 muestra el espectro de potencia radialmente ponderado de

la anomalía de Bouguer. A partir de las pendientes de este espectro, se

puede estimar la profundidad de las 3 fuentes más importantes para la

anomalía gravimétrica: el Moho, el límite corteza superior-corteza

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322

inferior y el basamento, utilizando un modelo de prismas horizontales

(e.g. Spector y Grant, 1970). La longitud de onda más larga se encuentra

asociada a una interfaz entre 40 y 50 km de profundidad, lo que limita la

interpretación gravimétrica a niveles corticales. Al filtrar todas menos la

longitud de onda larga con un algoritmo pasa-banda (Fig. 5.4), se

generan los mapas regionales (Fig 5.4a) y residuales (Fig. 5.4b).

Fig. 5.2: (a) Mapa de anomalía de Aire-libre del área de estudio

(Sandwell y Smith, 2009). (b) Mapa de anomalía de Bouguer total,

calculada con densidad de Bouguer 2,67 g/cm3

y a nivel del mar

(Arnaiz-Rodríguez y Garzón, 2012). Fallas cuaternarias tomadas de

Audemard et al. (2000). Ambos mapas se encuentran con la misma

escala de colores y los contornos se presentan cada 50 mGal. Las

anomalías positivas de las serranías de Perijá y Santa Marta indican la

ausencia de compensación isostática local, mientras que el

desplazamiento hacia el noroeste del bajo gravimétrico que podría

encontrarse asociado a los Andes de Mérida revela un sistema de

compensación regional complejo.

El mapa regional (Fig. 5.4a) presenta la contribución gravimétrica de las

estructuras más profundas, particularmente el Moho. La profundidad

de este en el área varía desde unos 25 km en las montañas de Santa

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323

Marta a unos 45 km en el pie de monte norte de los Andes de Mérida

(Ceron et al., 2007). Niu et al. (2007) sugirieron que el Moho en la región

tiene un valor máximo de 49 km, con un valor medio de 42 km. Valores

positivos del mapa regional se asocian principalmente a las zonas de

corteza delgada, así como a la serranía de Santa Marta, lo cual es

congruente con las observaciones de Cerón et al. (2007). Los valores

negativos menores a -50 mGals se corresponden con la extensión de la

compensación regional derivada de la distribución de las cargas. Las

zonas con valores menores a -100 mGals podrían encontrarse

relacionadas con las zonas donde tanto la corteza como la sección

sedimentaria son más gruesas.

Fig. 5.3: Espectro de potencia radialmente ponderado de la anomalía

total de Bouguer mostrando las profundidades calculadas a partir de la

pendientes de las tangentes al gráfico. La componente de longitud de

onda más larga se encuentra posiblemente asociada a la discontinuidad

de Moho; la de longitud media, a la discontinuidad corteza superior-

corteza; inferior; la más corta, a la del basamento de la cuenca.

El mapa residual (Fig 5.4b) muestra el aporte gravimétrico de todas las

estructuras someras tales como los altos del basamento, depresiones y

fallas. Algunas anomalías positivas (excepcionalmente aquellas en el

centro de los Andes de Mérida) se asocian a algunas altos en el

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324

basamento representados en la Fig 5.1b, aunque aquellos en la cuenca

Barinas-Apure no parecen tener una respuesta gravimétrica clara. Otras

anomalías positivas residuales están asociadas a las serranías de Perijá y

Santa Marta. Éstas podrían encontrarse referidas a rocas paleozoicas de

alta densidad y al basamento deformado dentro de estas cadenas

montañosas. No se puede descartar que estas anomalías representen

cargas escondidas, pero en este capítulo no se consideran. Algunos

valores negativos pueden encontrarse vinculados a depresiones en el

basamento (Fig. 5.1b), aunque no de manera tan clara como las

anomalías producidas por altos estructurales. Otras anomalías residuales

se asocian a estructuras pequeñas y a contrastes de densidades que se

encuentran fuera de los objetivos de este capítulo.

Fig. 5.4: (a) Mapa regional obtenido al filtrar la longitud de onda más

larga del mapa de anomalía de Bouguer total. Este muestra el aporte

gravimétrico debido a las variaciones del Moho y del basamento. (b)

Mapa residual obtenido al filtrar la longitud de onda más larga del mapa

de anomalía de Bouguer total. Este muestra las anomalías gravimétricas

causadas por los contrastes de densidades en la corteza superior y

algunas de las estructuras mostradas en la Fig 5.1b (semigrábenes y

altos en el Basamento). Fallas cuaternarias tomadas de Audemard et al.

(2000).

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

325

5.4 Metodología

5.4.1 Trasfondo mecánico

En estudios flexurales, la litósfera se representa como una viga elástica

en 2D que yace sobre un medio viscoso (Watts, 2001). Esta viga es

posteriormente deformada por un esfuerzo vertical que se encuentra

vinculado a la existencia de una columna vertical de masa sobre ella (que

representa los cinturones deformados, capas de hielo, capas

sedimentarias, etc). Asumiendo la ausencia de esfuerzos horizontales,

dos modelos han sido ampliamente aplicados: el de la placa infinita

(e.g. Watts et al., 1985) y el de la placa roca (e.g. Karner y Watts,

1983). El primero es aplicado en casos donde la carga se localiza

relativamente lejos de un margen de placas, mientras que el segundo se

aplica cuando la carga se encuentra cercana a dicho límite. En el primer

escenario, la deflexión de la placa se calcula resolviendo la ecuación (ec

5.1):

(ec. 5.1)

donde :

w = es la deflexión de la viga

p = término de la fundación tipo Winkler

q = término de la carga sedimentaria

ρm = densidad del manto

ρin = densidad de los sedimentos

g = aceleración de gravedad

D = rigidez flexural

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326

D, en la ec. 5.2, depende del espesor elástico efectivo de la viga (Te,

cuánto de la litósfera se comporta elásticamente), el modulo de Young

(E) y el radio de Poisson (υ) de la viga (Watts, 2001).

(ec. 5.2)

Estas ecuaciones han sido ampliamente usadas para estudiar el

comportamiento de la litósfera con un enfoque simple, asumiendo que

D y Te son constantes. Cuando las situaciones a estudiar son más

complejas, y no es posible asumir que Te es constante, se puede utilizar

un método numérico para calcular la deflexión de una viga con

propiedades mecánicas variables (e.g., Bodine, 1981). El problema se

vuelve mucho más intrincado, cuando la flexión de la litósfera no se

puede aproximar a una situación bidimensional.

En un escenario tridimensional, se puede representar la litósfera como

una placa elástica (en vez de una viga) donde la deformación se calcula

resolviendo la ecuación diferencial en derivadas parciales con

coeficientes variables ec. 5.3 (ec. 3.83 en Ventsel y Krauthammer,

2001). Ésta gobierna la flexura de una placa delgada fija en sus límites

con espesor variable.

(ec. 5.3)

En ésta, w representa la flexión de la placa con una variación de

espesor gradual (no hay cambios abruptos). P representa el sistema de

cargas transversales aplicadas a la placa, y D se describe mediante la

ecuación 5.4.

(ec. 5.4)

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327

Para realizar el modelo mecánico, es necesario resolver la ecuación 5.3.

En este momento las condiciones de borde impuestas a la ecuación para

hacer el modelado son: (1) los límites de la placa se encuentran fijos

(desplazamiento = 0 m) y lejos de las cargas (al menos 100 km; (2) el

espesor de la placa (que representa el espesor elástico de la litósfera) es

variable, pero no puede hacerlo de forma abrupta. Otras dos condiciones

son impuestas para representar la situación geológica: (3) la placa yace

sobre una fundación Winkler que representa el manto, y (4) la

depresión, que se genera después de la flexión, se llena con sedimentos.

Cardozo (2009) desarrolló un código para resolver la ec. 5.3 utilizando

diferencias finitas centradas y considerando los parámetros y

condiciones especificados. Para computar w(x,y), es necesario conocer

la distribución de cargas P(x,y) y la variación de espesor elástico de la

placa Te(x,y). Los parámetros del manto y de los sedimentos también

son requeridos.

5.4.2 El escenario del bloque de Maracaibo y el modelado

Arnaiz-Rodriguez et al. (2011) indicaron a partir de una serie de modelos

2D que: (a) el bloque de Maracaibo y la placa Suramericana no se

comportan como una placa de espesor elástico constante, (b) la flexión

del bloque de Maracaibo depende de la distribución de cargas, y (c)

deben existir variaciones de espesor elástico para explicar la

configuración y morfología del basamento. Ellos concluyeron que era

necesario hacer un modelo tridimensional para estimar las variaciones

del espesor elástico en la región. De esta manera, considerando la

distribución de los cinturones montañosos de la región (Fig 5.1a) y

dado el hecho de que es difícil establecer el límite físico entre ambas

placas, se ha decidido modelar la interacción entre el bloque de

Maracaibo y la placa Suramericana como una placa continua con

variaciones en el espesor elástico y sus bordes fijos.

Por lo tanto, se construyó un modelo inicial considerando el área de la

Fig 5.1a y las cargas principales de la región (los Andes de Mérida, la

serranía de Perijá, la serranía de Santa Marta y los Andes Colombianos).

Estas cargas fueron representadas inicialmente a partir de un mallado

topográfico extraído del modelo V15 (Sandwell y Smith, 2009). Los

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328

parámetros mecánicos necesarios (ρ, µ, E) así como los valores

iniciales de espesor elástico fueron extraídos de investigaciones

previas; éstos se presentan en la Fig 5.5 (Chacín et al., 2005; Medina,

2009; Arnaiz-Rodríguez et al., 2011). Una vez que el modelo inicial fue

construido, la flexión de la placa fue calcula con el código de Cardozo

(2009). Las cargas y el espesor elástico fueron modificados

iterativamente en pequeños pasos de manera que la flexión se ajustara a

la configuración general del basamento y la topografía regional se

ajustara a la topografía muestreada. Un flujograma de este proceso se

presenta en la Fig 5.5.

La Fig 5.6 presenta algunos pasos del proceso de modelado: el

primero es la flexión del modelo inicial; el segundo es un paso

intermedio; y el tercero es el modelo final. Finalmente, se computa

la anomalía gravimétrica para compararla con la componente regional

de la anomalía de Bouguer observada utilizando el módulo de Oasis

Montaj 3D GM-SYS (Geosoft, 2007). La topografía residual y la

anomalía gravimétrica del modelo final se presentan en la Fig. 5.7; el

mapa de variaciones de espesor elástico se presenta en la Fig. 5.8.

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Fig. 5.5: Flujograma del proceso de modelado. Primero, se genera un modelo inicial asumiendo que la

carga es igual a la topografía, parámetros mecánicos estándares y un espesor elástico constante de 25

km). Luego, el modelo es probado con el código de diferencias finitas (Cardozo, 2009). La flexura de la

placa se compara con la morfología del basamento y la topografía residual se compara con la topografía

real. El modelo se actualiza y es probado hasta que se ajusta al dato geológico. La respuesta gravimétrica

del mejor modelo se calcula y es comparada con el mapa gravimétrico regional. Si el modelo ajusta al

dato, se finaliza. De lo contrario, se modifica una vez más.

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Fig. 5.6. Algunos pasos del modelado flexural. De arriba hacia abajo,

se presentan tres ejemplos. (I) Es el modelo inicial donde las cargas son

iguales a la topografía, el espesor elástico es 25 km, la flexión no ajusta

a la configuración del basamento. (II) Es una paso intermedio donde la

carga es mayor a la topografía en las montañas y la misma dentro de las

cuencas; el espesor elástico es diferente para Suramérica (24-26 km) y

para el bloque de Maracaibo (18-22 km); la flexión tiene una forma

similar a la configuración del basamento pero las profundidades no

ajustan. (III) Es el modelo final donde la carga topográfica es mayor que

la topografía (cuadrados rojos representan los lugares donde la carga es

al menos 3 km mayor que la topografía); existen gradientes de espesor

elástico en toda el área y la flexura ajusta aproximadamente a la

configuración del basamento. Fallas cuaternarias tomadas de Audemard

et al. (2000).

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331

Fig. 5.7: (a) Topografía residual del modelo final; las mayores

diferencias son de 172 m, lo cual representa un 3.7% de la topografía

real. (b) Anomalías gravimétricas debidas a la flexión de la placa y las

masas de las cargas. La anomalía gravimétrica producida es similar al

mapa de anomalías gravimétricas regional (Fig 5.4a).

5. Resultados

El espesor elástico dentro del bloque de Maracaibo varía entre 30 km y

18 km con un valor medio de 23.73 km y una moda de 26 km (Fig. 5.8).

La orientación de los contornos tiene una dirección aproximada de

N45E, similar a la de los Andes de Mérida y el sistema de fallas de

Boconó. Los valores altos de espesor elástico (mayores a 26 km) se

encuentran asociados a la serranía de Santa Marta, y al escudo de

Guayana deformado al sureste de la cuenca Barinas-Apure. Los menores

valores (menores a 20 km) se encuentran asociados al sistema

flexural de los Andes de Mérida y a la cuenca de Maracaibo. El valor

mínimo de espesor elástico se localiza en el flanco norte de los Andes

de Mérida y cerca de la falla de Boconó, lo cual es congruente con los

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332

datos gravimétricos del área, donde el mínimo de la anomalía de

Bouguer se encuentra desplazado hacia el norte de los Andes (Fig. 5.2b).

Fig. 5.8: Mapa de contornos mostrando las variaciones laterales del

espesor elástico en el bloque de Maracaibo. Los valores mayores (>26

km) se encuentran asociados al escudo sin deformar y la Serranía de

Santa Marta. Valores bajos (>20 km) se encuentran referidos al

depocentro de la cuenca de Maracaibo. Fallas cuaternarias tomadas de

Audemard et al. (2000).

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333

La topografía residual, es decir, la altura de las cargas topográficas

después de la flexión, se ajusta a la topografía muestreada del modelo

con pocas variaciones. La mayor diferencia es de 172 m, lo cual

representa un 3.7% de la topografía real (Fig 5.7a). La Fig. 5.6 (III)

presenta la flexión del modelo mecánico en metros. La flexión del

modelo es similar a la configuración general del basamento de las

cuencas. Por lo tanto, el modelo afecta al dato morfológico; el error de

la estimación es difícil de juzgar, dado que el modelo se hace de forma

manual. El proceso de modelado demostró que los valores en el centro

de la placa cerca de los Andes de Mérida eran más sensibles a las

variaciones del espesor elástico y al tamaño de las cargas, sugiriendo que

el error en esta área era pequeño (± 1.0 km) debido al relativo buen ajuste

entre la placa modelada, la configuración del basamento y la

insignificante diferencia entre la topografía residual y la topografía real.

Se pueden esperar errores mayores (± 2.5 km) cerca de los bordes de la

región modelada.

Fig. 5.9: Histograma de frecuencia del espesor elástico en el área de

estudio. El espesor elástico varía entre 30 y 18 km, con un valor medio

de 23.7 y una moda de 26 km.

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334

5.6 Discusión

Los resultados del modelado mecánico han demostrado que la

configuración del basamento dentro de la cuenca de Maracaibo es

controlada por dos cargas importantes: los Andes de Mérida y el par

serranía Perijá-Andes Colombianos. Los Andes de Mérida representan

claramente la mayor carga del sistema puesto que la orientación

preferencial de los contornos es similar a la de la montaña. Esta

afirmación es respaldada por los datos gravimétricos, como fue discutido

con anterioridad. Después de haber comparado los gradientes del

espesor elástico en ambos lados de los Andes de Mérida, se propone

aquí que las variaciones encontradas en la cuenca Barinas Apure (de 27

a 24 km) se deben a la flexión causada por la carga de los Andes de

Mérida sobre la litósfera relativamente estable de la placa Suramericana

(Arnaiz-Rodríguez et al., 2011); mientras que las variaciones elásticas

dentro del bloque de Maracaibo (de 24 km a 18 km) se deben al

debilitamiento de la litósfera causado por diferentes procesos desde la

extensión del Jurásico (y la formación de grabenes) a la presente

compresión (levantamiento de los Andes de Mérida y convergencia entre

el bloque de Maracaibo y Suramérica; Audemard y Audemard, 2002).

Con respecto al estado isostático de los Andes de Mérida, el dato

gravimétrico revela que la isostasia local no es el mecanismo de

compensación que soporta su carga (Kellogg y Bonini, 1982; Escobar

y Rodríguez, 1995). Evidencia flexural, anomalías gravimétricas

regionales y gradientes de espesor elástico sugieren un mecanismo de

compensación regional (e.g., Chacín et al., 2005; Arnaiz-Rodríguez et

al., 2011). En un escenario de isostasia regional, se propone en este

trabajo que el bloque de Maracaibo podría soportar la mitad norte de

los Andes de Mérida, la cual es la más alta, mientras que Suramérica

soporta la mitad sur. Si se considera que un corrimiento de bajo ángulo

es más eficiente para sobrecorrer que para acortar, y puesto que el

acortamiento en el pie de monte norte de los Andes de Mérida (~40 km)

es mucho mayor que en el pie de monte sur (10-12 km; Audemard

y Audemard, 2002), entonces, se podría esperar que el

sobrecorrimiento en el Norte sea mucho menor que en el Sur. La

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

335

asimetría implicada por la relación acortamiento/sobrecorrimiento,

propuesta previamente por Colletta et al. (1997), induce más

levantamiento en el lado norte que en el lado sur. Por lo tanto, la litósfera

relativamente débil del bloque de Maracaibo sostiene una carga alta y

estrecha que produce una gran flexión (~9 km en su punto más

profundo), mientras que la litósfera Suramericana sostiene una carga

más extendida, lo que produce una flexura menor (~4.5 km en el pie

de monte sur). Esta interpretación soporta la asimetría de las masas

propuesta originalmente por De Cizancourt (1933); el modelo de

orógeno flotante de Audemard y Audemard (2002); y la desigualdad de

la distribución de la carga de los Andes de Mérida sobre el bloque de

Maracaibo y Suramérica. También es consistente con el corrimiento

ciego de bajo ángulo (20-30°) y los 10 km de levantamiento de rocas

del basamento descrito por De Toni y Kellogg (1993). La Fig 5.10

muestra la relación entre el espesor cortical (modelado a partir de la

anomalía de Bouguer regional, Fig 5.4a) y el espesor elástico). La región

de mayor corteza se encuentra relacionada con la litósfera más débil,

pero también se encuentra asociada a las secciones más altas de los

Andes de Mérida y a las zonas más profundas de la cuenca de Maracaibo,

ambos actuando como grandes cargas sobre una litósfera débil (con poco

espesor elástico).

Otras cargas importantes son la serranía de Perijá y los Andes

Colombianos, los cuales limitan la cuenca de Maracaibo en su margen

occidental. La serranía de Perijá no distorsiona el patrón de los contornos

de espesor elástico, lo cual implica que se encuentra en algún tipo de

equilibrio isostático. Ya que no existe evidencia gravimétrica (Fig. 5.2 y

Fig. 5.4) de la existencia de una raíz isostática (e.g. Kellogg y Bonini,

1982) y los valores de espesor elástico no son particularmente altos (Fig.

5.8), otro mecanismo de compensación debe existir. Generalmente,

cuando se considera la isostasia, otros esfuerzos distintos a aquellos

producidos por una carga no son considerados en el modelo. Se podría

suponer que esfuerzos horizontales derivados de la compresión e

interacción de placas, particularmente relacionados con la convergencia

entre el bloque de Maracaibo, la placa del Caribe y Suramérica, podrían

ser lo suficientemente fuertes como para soportar la carga de la serranía

de Perijá en un equilibrio dinámico. Otra posibilidad es que, dado el

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

336

hecho de que el bloque de Maracaibo es una placa pequeña, la gran

subsidencia de la litósfera causada por los Andes de Mérida, podría

forzar al bloque cortical a inclinarse hacia el sureste, levantando el lado

opuesto. Como las serranías de Perijá y Santa Marta se ubican en este

lado, su peso evita que el bloque se levante, y que, por lo tanto, se

encuentre en un equilibrio dinámico impulsado por esfuerzos verticales

(hacia arriba vs hacia abajo). Lo más probable es que exista una

combinación de ambos casos, lo cual ocasiona que la serranía de Perijá

no necesite una raíz isostática para estar compensada.

El contorno de 20 km en el mapa de espesor elástico tiene una

orientación similar al del sistema de fallas de Boconó, lo que sugiere que

el límite cortical y mecánico entre el bloque de Maracaibo y Suramérica

se encuentra de alguna forma asociado a esta estructura, a pesar de que

es improbable que la falla desplace el Moho, como se muestra en las

secciones balanceadas de los Andes de Mérida (Monod et al., 2010) y en

una montaña similar (Laramide Wind River Range; Smithson, 1978). Se

ha sugerido que la formación de los Andes de Mérida se encuentra

relacionada con la deformación litosférica paralela a la falla de Boconó

(Masy et al., 2011). Flujo en el manto superior paralelo a los Andes de

Mérida no refleja necesariamente una falla de Boconó de escala

litosférica, ni tampoco refleja la influencia del manto en la formación del

sistema montañoso. Este flujo mantelar podría ser la respuesta a la

presencia de una cuña cortical que empuja el manto litosférico hacia la

astenósfera, como sugieren los resultados de Burgos et al. (2011) que

muestran una litósfera más gruesa (de 70 km en la cuenca Barinas-

Apure) a 80 km bajo la cuenca de Maracaibo), en la región donde se

supone que el Moho se encuentra más profundo (Fig 5.10). Es

interesante el hecho de que la falla de Icotea, una falla sinestral,

distorsione el patrón de los contornos del espesor elástico en la

dirección de su desplazamiento. Por lo tanto, esta falla tiene, al menos,

una influencia cortical, como sugiere la sismicidad en sus vecindades

con eventos hasta 40 km de profundidad (Audemard y Audemard,

2002). Más aún, esta distorsión aparenta proseguir hacia el sureste, lo

que es compatible con la idea de que ésta converge con la falla de

Boconó en algún punto (e.g. Beltrán, 1994), o que al menos no termina

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

337

en la costa del lago de Maracaibo como lo proponen Castillo y Mann

(2006).

Fig. 5.10: Estructura cortical 3,D del bloque de Maracaibo mostrando,

de arriba hacia abajo: topografía, espesor elástico y profundidad del

Moho modelada a partir del mapa gravimétrico regional (Fig 5.4ª). (a)

vista desde N45E. (b) vista desde S45W.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

338

Como las cargas del bloque de Maracaibo tienen diferentes edades,

discutiremos brevemente la flexión litosférica en función del tiempo.

Con base en el modelo viscoelástico de la litósfera (Walcott, 1970), dos

características son importantes: su edad y grosor (Watts, 2001). Cargas

jóvenes se encuentran asociadas, por lo general, a altos valores de

rigidez flexural, mientras que cargas antiguas tienden a producir valores

bajos. Cargas anchas hacen que la litósfera se acerque más rápido a un

estado hidrostático (modelo de isostasia de Airy) que una carga estrecha.

Dentro del sistema flexural del bloque de Maracaibo, los Andes de

Mérida pueden considerarse como una carga relativamente joven y

estrecha que produce una flexión profunda y de corta longitud de onda

sobre la litósfera. Estas circunstancias sugerirían que la rigidez flexural

instantánea de la placa (y por lo tanto su espesor elástico) podrá

encontrarse por debajo de los valores estándares para la litósfera

continental. De hecho, no existe una relación simple entre la rigidez

flexural instantánea, el espesor elástico y la edad de una carga (Watts,

2001). Por ello, no se puede directamente determinar cuánto de la

subsidencia y la variación del espesor elástico es producido por la carga

de los Andes de Mérida o cuánto es heredado de procesos anteriores.

Fig. 5.11: Posición del nodo flexural y de las depozonas de la cuenca de

Maracaibo sobre el mapa gravimétrico residual. El nodo frexural se

localiza dentro de un conjunto de contornos de profundidad 4.5 km y se

encuentra asociado a una anomalía residual positiva dentro de la cuenca.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

339

5.6.1 Historia flexural del bloque de Maracaibo

Basados en los resultados de esta investigación y en interpretaciones

previas de la evolución geodinámica del bloque de Maracaibo, sus

orógenos y cuencas, se presenta un esquema de la historia de la región

(Fig 5.12) con particular énfasis en los diferentes estados flexurales que

han deformado esta microplaca:

a. Originalmente, el bloque de Maracaibo era parte de la placa

Suramericana. La litósfera probablemente tenía un gran espesor

elástico y constante (>30 km), como sugieren estudios regionales de

Suramérica (e.g. Watts et al., 1995; Stewart y Watts, 1997; Pérez-

Gussinye, 2007).

b. En el Jurásico tardío, la expansión entre Norteamérica y Suramérica

creó el Protocaribe (e.g. Pindell y Barrett 1990) y un margen pasivo

a lo largo del norte de Suramérica. Este proceso habría reducido el

espesor elástico de la litósfera hacia el margen divergente.

Eventualmente, la extensión sobre la litósfera creó una serie de

grábenes y semigrábenes en la corteza (Parnaud et al., 1995); su

formación debió haber debilitado la litósfera y reducido

significativamente el espesor elástico cerca de estas estructuras,

como fue sugerido por Audemard y Audemard (2002).

c. Durante el Cretácico, se depositaron sedimentos sobre la plataforma

continental causando subsidencia en la litósfera (Duerto, 1998). En

el Maastrichtiano Tardío comenzó el levantamiento de la serranía de

San Marta, lo que pudo haber afectado el espesor elástico de una

forma desconocida. Durante este período, el equilibrio térmico en la

litósfera produjo subsidencia en el bloque de Maracaibo, similar a los

procesos descritos en la cordillera Oriental en Colombia (e.g.

Sarmiento, 2002), seguramente reduciendo el espesor elástico.

d. El primer estado de deformación flexural de la cuenca de Maracaibo

estuvo asociado a la colisión del Gran Arco del Caribe con el norte

de Venezuela, desde el Paleoceno hasta el Eoceno Temprano (Lugo

y Mann, 1995). A lo largo de este período, algunos pedazos de este

arco chocaron y sobrecorrieron el margen pasivo. Acortamiento

debido a este proceso llevó al emplazamiento de las napas de Lara

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

340

(Stephan, 1985), lo que causó subsidencia en el noroccidente de

Venezuela, reduciendo el espesor elástico en Suramérica, similar a la

debilitamiento de la litósfera descrita en los Cárpatos del este (e.g.

Artyushkov et al., 1996).

e. El Oligoceno representa una etapa importante de orogénesis por el

levantamiento de los Andes Colombianos y la serranía de Perijá, así

como el segundo pulso del levantamiento de la serranía de Santa

Marta. Los dos primeros se relacionan con la subducción de la placa

de Nazca, mientras que el tercero con la subducción plana de la placa

del Caribe (Kellogg, 1984; van der Hilst y Mann, 1994; Taboada et

al., 2000). La subducción plana que empezó en el Noroeste durante

este período pudo haber ayudado a soportar las cargas de la serranía

de Santa Marta y Perijá. Es válido acotar que la estructura cortical de

la serranía de Perijá no ha sido estudiada apropiadamente y, por lo

tanto, en la reconstrucción aquí presentada se ha tomado la propuesta

por Audemard y Audermard (2002).

f. En el Mioceno Medio, esfuerzos producidos por la colisión del arco

de Panamá con el norte de Suramérica forzaron la inversión de un

graben jurásico, lo que llevó al levantamiento de los Andes de Mérida

(e.g. Audemard y Audemard, 2002; Monod et al., 2010) e inició el

proceso de subsidencia en la región, así como la creación del gran

depocentro que se encuentra en el pie de monte norte de esta

cadena montañosa (Audemard, 2003). La formación de la cuenca

antepaís está registrada por fallas normales dentro de ella con un

rumbo promedio de S37E (Castillo y Mann, 2006). La gran carga de

los Andes de Mérida pudo haber reducido el espesor elástico en las

cuencas contiguas y llevó a la formación del nodo flexural incipiente

de la cuenca de Maracaibo.

g. Finalmente, durante los últimos 5 Ma, la compresión generada por

el arco de Panamá y la subducción de la cresta de Carnegie en la

trinchera de Ecuador en el noroeste de Suramérica produjeron el

escape del bloque de Maracaibo y del bloque de Bonaire (Egbue y

Kellogg, 2010). Como ambos sobrecorren la placa del Caribe, se

creó una subducción plana en el cinturón de deformación del Caribe

sur (e.g Audermard, 2009). El levantamiento actual de los Andes

de Mérida y de la serranía de Perijá es causado por la convergencia

oblicua entre Suramérica y el bloque de Maracaibo y la transpresión

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

341

generada (Audemard y Audemard, 2002) afectando el sistema

flexural de una manera desconocida.

Fig. 5.12: Evolución geodinámica del bloque de Maracaibo, sus

orógenos y cuencas, basada en las reconstrucciones propuestas por

varios autores (ver texto para los detalles). La línea roja punteada

representa las variaciones del espesor elástico a través del tiempo

(sin escala vertical). La estructura de los Andes de Mérida se basa en

los modelos de Monod et al. (2010) y Arnaiz-Rodríguez et al. (2011). La

edad de las etapas se describe de la siguiente manera: (a) Pre-Jurásico,

(b) Jurásico Tardío, (c) Cretáceo, (d) Paleoceno, (e) Oligoceno, (f)

Mioceno Medio, (g) Plioceno. En la figura 5.12g, S representa el

acortamiento y Ot el sobrecorrimiento. Las flechas gruesas muestran la

dirección del esfuerzo principal (compresión o extensión) y la flecha

pequeña marca la posición del nodo flexural.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

342

5.7 Conclusiones

El modelado numérico del complejo sistema de cargas dentro del bloque

de Maracaibo ha permitido estimar las variaciones laterales del espesor

elástico en la región. Al considerarlas, se pueden extraer las siguientes

conclusiones:

1. El uso de una modelo numérico es válido para estimar las

variaciones del espesor elástico de la litósfera continental. Este

método es aplicable siempre y cuando las condiciones de borde

y limitaciones expresadas por las ecuaciones sean cumplidas, y

satisfagan las condiciones generales de la geología.

2. El espesor elástico en el área de estudio varía entre 30 y 18 km,

con un valor medio de 23.7 km y una moda de 26 km. La

orientación de los contornos del mapa de espesor elástico es

aproximadamente N45R, similar a la de los Andes de Mérida,

indicando que ésta es la carga más importante dentro del bloque

de Maracaibo. Valores altos de esta propiedad (>26 km) se

encuentran asociados a la serranía de Santa Marta y al escudo

de Guayana deformado. Valores bajos (<20 km) coinciden con

el sistema flexural Andes de Mérida-cuenca de Maracaibo. Los

errores estimados varían entre ± 1.0 km y ± 2.5 km.

3. La configuración del basamento dentro de la cuenca de

Maracaibo parece encontrarse controlada por los Andes de

Mérida (que representan la mayor carga), la serranía de Perijá

y los Andes Colombianos (que limitan la cuenca en su margen

oeste).

4. El mapa de espesor elástico muestra que el contorno de 20 km

tiene una orientación similar a la del sistema de fallas de

Boconó; esto podría implicar que el límite mecánico y

geodinámico entre el bloque de Maracaibo y la placa

Suramericana se encuentra, en cierta forma, asociado a esta

estructura, a pesar de que sea improbable que la falla desplace

el Moho.

5. La serranía de Perijá no parece distorsionar el patrón de los

contornos del mapa de espesor elástico y carece de una raíz

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343

isostática. Pueden existir dos explicaciones para eso: (a) que

esfuerzos horizontales derivados de la compresión e interacción

de placas sostienen la carga de la serranía de Perijá, o (b) que

la gran subsidencia de la litósfera causada por los Andes de

Mérida fuerce al bloque de Maracaibo a inclinarse hacia el SE;

esto causaría que el lado oeste del bloque se levantase, pero las

serranías de Perijá y Santa Marta prevengan su levantamiento.

Una mezcla de ambos procesos no puede ser descartada.

6. Varios contornos contiguos de 4.5 km de profundidad en el

mapa de basamento de la cuenca de Maracaibo y una anomalía

residual de Bouguer positiva dentro de la cuenca indican la

posición del nodo de flexión. Este no presenta una expresión

topográfica, lo que implica que la cuenca se encuentra en estado

sobrellenado. Más aún, la distancia entre el frente de

corrimiento y el nodo de flexión respaldan los bajos valores de

espesor elástico encontrados.

7. La serranía de Santa Marta presenta los valores de espesor

elástico de la zona (de 26 a 30 km). Esto podría deberse a la

convergencia de la placa Suramericana y la placa del Caribe, y

al acoplamiento asociado a este proceso. Los procesos expuestos

para la serranía de Perijá podrían jugar un papel importante en

el equilibrio isostático en el que se encuentra la serranía de

Santa Marta. Más aún, el hecho de que ésta se encuentre

levantada lejos de las zonas afectadas por la formación de

grábenes sugiere que los valores de espesor elástico no fueron

afectados por procesos pre-orogénicos.

8. Al comprender la evolución geodinámica del bloque de

Maracaibo, es claro que, a pesar de que los Andes de Mérida

representen la carga más importante en el sistema, su orogénesis

no es el único proceso que produjo los gradientes de espesor

elásticos observados. En consecuencia, los valores del espesor

elástico dentro de la cuenca de Maracaibo (de 24 a 18 km) son

la respuesta a diferentes etapas en la evolución geodinámica de

la región. En particular, la extensión sufrida en el Jurásico

debilitó la litósfera. Subsecuentemente, el levantamiento de los

Andes de Mérida sobre la litósfera débil del bloque de

Maracaibo produjo la profunda cuenca de Maracaibo.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

344

CAPÍTULO 6

LA LITÓSFERA DEL CARIBE ORIENTAL: CONCLUSIONES

GENERALES Y RECOMENDACIONES

En el capítulo I se ha definido la litósfera como la sección rígida superior

de la Tierra, que consta de la corteza y del manto superior. También se

ha expuesto que la litósfera es una capa con propiedades mecánicas,

termales y químicas distintas a la astenósfera, a la cual suprayace. El

espesor de la litósfera, su composición química y propiedades físicas y

mecánicas juegan un papel importante en la tectónica de placas (Niu et

al., 2003). Por lo tanto, para entender la geodinámica de la placa del

Caribe es preciso conocer su litósfera bajo estos parámetros. En general,

la información expuesta y discutida en los capítulos II y III ha permitido

inferir algunas propiedades mecánicas y el estado termal de la litósfera

del Caribe oriental; los resultados obtenidos en los capítulos IV y V han

permitido entender la labor de la placa del Caribe en la Geodinámica de

la placa Suramericana. El objetivo del presente capítulo es discutir,

conjuntamente, los resultados presentados en los capítulos antes

referidos con el propósito tanto de comprender la importancia del

espesor de la litosfera oceánica para el desarrollo de la placa del Caribe,

como de conocer el papel que juega el plateau basáltico del Caribe en

este contexto.

6.1 La evidencia

En el capítulo II se expuso la información sobre el flujo calórico y se

determinó la profundidad de Curie y el estado termal del Caribe oriental.

Al examinar los resultados relativos a la profundidad de Curie, se

concluye que el Caribe oriental presenta un área extensa poco

perturbada con un valor medio de 23 km; por lo tanto, la isoterma se

encuentra localizada dentro del manto superior, lo cual indica que esta

sección superior de la litósfera es magnética. Estos resultados son

cónsonos con la afirmación de que el Caribe es una corteza oceánica

termalmente estable con valores de flujo calórico promedio similares a

los valores promedios del mundo (Epp et al., 1970). Adicionalmente,

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

345

nuestros resultados apoyan las observaciones de Ferré et al. (2014),

quienes plantean que el manto superior pudiese ser magnético; contrario

a la creencia de que el Moho representa un límite entre el material

magnético de la corteza y el material amagnético del manto

(Wasilewski et al., 1979). Dentro de la región estable del Caribe, se

detectó una sección en la región sur-central de la cuenca de Venezuela

caracterizada por ser una zona de profundidad de Curie somera con un

valor mínimo de 17 km y un alto local de flujo calórico. Este fenómeno

se encuentra posiblemente asociado o bien a la existencia de una región

de corteza delgada o bien a procesos mantelares.

En el capítulo III se han analizado las características mecánicas (en

función de la estructura de velocidades de ondas sísmicas) de la litósfera

del Caribe. Los resultados de la tomografía de ruido ambiental del

presente estudio confirman que la velocidad de ondas de corte del manto

litosférico es significativamente menor (-5.6%) que el promedio global,

lo cual es consistente con otros LIP alrededor del mundo (e.g Richardson

et al., 2000; Schimmel et al., 2003). Esta información está acorde con

los resultados presentados en tomografías mundiales donde la región del

Caribe ha mostrado valores de velocidades de corte menores a los

valores estándares para el mundo en los 100 km más someros de la

región (e.g. Woodhouse y Dziewonski, 1984). El origen de esta baja

velocidad podría ser tanto térmico como composicional. En particular,

la presencia de esta anomalía pudiera ser explicada por la inclusión de

material ígneo asociados a la formación del LIP Caribe. Una anomalía

prominente de bajas velocidades en la sección noreste del área de estudio

se encuentra posiblemente asociada a la cuña mantelar hidratada de la

subducción de la litósfera Atlántico. Además, la presente investigación

revela la existencia de un gradiente de bajas velocidades en el manto, lo

que aquí ha sido interpretado como el límite litosfera- astenósfera, el cual

no había sido detectado en estudios previos sobre la región (e.g.

González et al., 2011), y cuyos valores de profundidad son similares con

los presentados por Burgos et al. (2011), quienes estudiaron este límite

a nivel mundial. En tal sentido, los resultados evidencian que la

litósfera del Caribe oriental tiene un espesor anormalmente delgado,

variando entre ~50 km en el noreste hasta más de ~70 km en el oeste y

en el suroeste.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

346

En el capítulo IV se procedió a investigar la sección del Caribe oriental

que no podía ser cubierta por la tomografía de ruido ambiental: el arco

de las Antillas Menores. Para ello se utilizó la técnica de funciones

receptoras que, debido a la calidad del dato, no permitió el estudio de

la sección litosférica completa, pero sí de la corteza del arco. En

general, se pone de manifiesto que el espesor cortical en el arco varía

entre 22 y 36.8 km. Los valores altos de espesor cortical se presentan, en

su mayoría, en el frente oeste de la sección norte del arco, mientras que

los valores bajos se localizan en el frente este de su sección norte y en la

sección sur. Así pues, los valores obtenidos se encuentran dentro del

rango reportado por Christenson et al. (2008), Sevilla et al. (2010),

Weinzierl (2010), pero son menores que los observados por Boyton et

al. (1979) en las proximidades de St. Vincent. La distribución de estos

valores se encuentra relacionada con el hecho de que la litósfera oceánica

del Atlántico subduce más rápido al norte de la falla de Tiburón que al

sur. En la indagación realizada, por primera vez, se estimó el espesor

cortical de Barbuda en 22 km, y el del prisma de Barbados en 35.1 km,

lo que resulta igual al estimado por Westbrook (1975; 35 km). El radio

de Poisson estimado a lo largo del arco varía entre 0.266 (Vp/Vs=1.777)

y 0.3 (Vp/Vs=1.870). Los valores bajos (0.266 a 0.277) se encuentran

inscritos en la sección del arco al sur de Guadalupe; los altos (0.280

a 0.300) se localizan al norte de esta isla. Los valores mayores (0.280)

se encuentran asociados al origen máfico del arco, siendo los valores

menores más consistentes con valores de corteza continental. Esta

diferencia viene correlacionada con la existencia de un basamento de

edad Mesozoica que se presenta en la sección norte del arco. Estos

valores e interpretaciones son consistentes con los presentados por

Sevilla et al. (2010) aunque, por primera vez, se presentan de una forma

general para varias secciones del arco.

En el capítulo V se indagó sobre la situación mecánica de la litósfera

del bloque de Maracaibo, bajo el cual subduce la placa del Caribe.

En particular, interesa su situación flexural. El resultado apunta a que

el espesor elástico dentro de este bloque varía entre 30 y 18 km, y que la

orientación preferencial de los contornos del mapa de espesor elástico

es similar a la de los Andes de Mérida. Las variaciones de este

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

347

espesor no habían sido previamente estimadas; sólo se poseían valores

considerados a partir de modelos sencillos a ambos lados de los Andes

de Mérida (Chacín et al., 2005; Arnaiz-Rodríguez et al., 2011). Los

valores de espesor elástico mayores a 26 km están asociados a zonas

ubicadas al sureste de la cuenca Barinas-Apure y a la serranía de Santa

Marta. La presencia de la serranía de Perijá no parece distorsionar el

mapa de espesor elástico calculado. Por lo tanto, se estima que ésta debe

encontrarse en equilibrio dinámico, como fue previsto por Kellogg y

Bonini (1982), lo que significa que su carga se encuentra sostenida

parcialmente por la rigidez de la litósfera, y parcialmente por el sistema

de esfuerzos compresivos al que está sometido el bloque de Maracaibo.

6.2 La interpretación

Según el modelo teórico de flujo termal en función de la edad de

una litósfera oceánica (Turcotte y Schubert, 2007), el Caribe debería

tener un flujo de unas 0.72 a 0.95 µcalcm-2

s-1

, pero su flujo promedio

es mayor (1.35 µcalcm-2

s-1

, Epp et al., 1970). Si se considera la ley de

Fourier, el flujo calórico (q) para una placa viene definido por la

ecuación 6.1:

(ec. 6.1)

donde l es el espesor litosférico y k representa un promedio de las

propiedades térmicas de las rocas basálticas típicas de la corteza

oceánica y las del manto superior. Entonces, se puede inferir que el

manto astenosférico por debajo del Caribe, o incluso el manto litosférico,

debe estar más caliente que lo esperado para un placa de su edad. Esta

hipótesis encuentra respaldo en los datos tomográficos que muestran al

Caribe como una región de anomalías de bajas velocidades, pues la

velocidad de las ondas de corte es inversamente proporcional a la

temperatura (Lliboutry, 2000; Fowler, 2005; Turcotte y Schubert,

2007). En concordancia con lo expuesto, la conclusión lógica de que el

material mantelar debajo del Caribe se encuentra relativamente más

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

348

caliente al ser comparado con el de otras placas tectónicas pudiera

interpretarse, a su vez, como un efecto remanente de la interacción de la

litósfera caribeña con una pluma mantelar hace 90 y 76 Ma. No obstante,

ésta sería una explicación poco probable, ya que las anomalías termales

derivadas de este tipo de procesos (y las anomalías térmicas, en general)

tienden a desaparecer completamente después de 20 Ma que la pluma ha

cesado su actividad (e.g. Woods y Okal, 1996). En consecuencia, los

valores de flujo calórico posiblemente se encuentran relacionados con el

poco espesor litosférico encontrado en la parte oriental del Caribe, lo que

ayuda a traer el calor de la astenósfera más cerca de la superficie y

determina, por lo tanto, que la litósfera se caliente de forma más

eficiente.

Existe una relación intrínseca entre el espesor de una litósfera oceánica

y su edad. La litósfera del Caribe, con una edad estimada entre 120

y 140 Ma (Ghosh et al., 1984), debería tener un espesor de más de 100

km, según los modelos teóricos de McKenzie et al. (2005; Fig. 1.2).

Según Burgos et al. (2011), la media aproximada del espesor es de 50

km y el máximo 80 km. Los resultados de las investigaciones realizadas

apuntan a que la litósfera del Caribe oriental es anormalmente delgada,

la cual varía entre ~50 km en el noreste hasta más de ~70 km en

el oeste y en el suroeste. Por lo tanto, el espesor de la litósfera del

Caribe es menor que el que corresponde a una litósfera de su edad.

Considerando este espesor, la edad de la placa del Caribe debería ser

aproximadamente de 40 Ma. Al igual que las anomalías termales y de

velocidades, se puede atribuir esta situación a la afectación de una

pluma mantelar, la cual habría calentado la litósfera dejándola altamente

afectada y adelgazada después del cese de su actividad. Al respecto, la

existencia de una litósfera delgada bajo las zonas afectadas por plumas

mantelares es relativamente recurrente. Por ejemplo, Landes et al. (2007)

reportaron una litósfera delgada bajo la provincia volcánica Británica

del Terciario (British Tertiary volcanic province) y sugirieron que

era evidencia de erosión producto de la interacción de la cabeza de la

proto-pluma de Islandia con la litósfera.

Otra de las características del Caribe es su espesor cortical (Fig. 3.8). Su

espesor anómalo es consecuencia del emplazamiento del LIP Caribe.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

349

En tal sentido, este podría desempeñar otro papel importante en el

equilibrio isostático de la placa del Caribe, el cual ha sido poco discutido

en la literatura. Granja et al. (2005) señalan que la corteza del Caribe se

encuentra en desequilibrio isostático, mientras que Arnaiz- Rodríguez

y Garzón (2012) aseguran que algunas estructuras se encuentran en un

equilibrio isostático parcial. El modelo de Airy de isostasia local

podría corroborar esta última hipótesis (ec. 6.2). Si la profundidad

promedio de la batimetría es de 3500 m, la densidad del agua de mar

1,03 g/cm3, la densidad del manto ρ=3,2 g/cm3 y la densidad del basalto

ρ=2.85 g/cm3, entonces, se estima que la raíz teórica del Caribe es de

aproximadamente 18 km. Este resultado se aproxima a los valores

estimados por sísmica (Officer et al., 1959; Edgar et al., 1971; Houtz y

Ludwing, 1977), y permiten comprobar que la litósfera del Caribe, o al

menos su corteza, debe encontrarse parcialmente en equilibrio isostático.

(ec. 6.2)

6.3 Las implicaciones

Recapitulando, se podría definir la Placa Caribe como una placa con una

litósfera relativamente caliente para su edad, adelgazada por su

interacción con una pluma mantelar, y con una corteza engrosada por el

emplazamiento del LIP Caribe, pero en un equilibrio isostático parcial.

En consecuencia, podemos considerarla como una litósfera caliente y

delgada, rica en hierro, con una corteza gruesa, la cual, al sustituir

material mantelar, hace que la densidad promedio sea menor.

En un contexto de subducción, estas propiedades son cruciales para

entender la dinámica entre las placas tectónicas, lo que depende

directamente de su flotabilidad (Niu et at., 2003). En su límite occidental,

la placa del Caribe entra en contacto con la placa de Cocos, la cual posee

una litósfera mucho más delgada y es forzada a subducir bajo una

litósfera más gruesa, la cual es difícil de subducir por su mayor espesor.

En su borde norte, las litosferas tienen un espesor promedio similar, lo

que podría explicar por qué se genera un límite transformante. En esta

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

350

misma zona, se localiza el sistema de expansión de la fosa de Caiman,

cuya formación podría encontrarse asociada a la extensión de la litósfera

termalmente afectada y debilitada por el sistema de esfuerzos allí

presentes (DeMets y Wiggins-Grandison, 2007).

En su límite oriental y noroccidental, la placa del Caribe se encuentra

con la litósfera relativamente fría y densa del Atlántico. Se ha

caracterizado la litósfera del Caribe como una litósfera delgada, con

velocidades de ondas de corte por debajo de los estándares mundiales y

con un estado térmico elevado (comparado con otras litósferas oceánicas

de su edad). Consecuentemente, esta litósfera, que es delgada y con una

densidad menor a la de una placa oceánica normal, tiene más flotabilidad

que una litósfera más joven. En este límite convergente se formó el arco

de las Antillas Menores, el cual podría haberse generado sobre la corteza

engrosada del Caribe (Sevilla et al., 2010).

El límite sur es el más complicado. Posee dos rasgos: una etapa de

subducción al oeste y centro de la placa, y una etapa de transcurrencia al

este. Del lado este, la zona de encuentro entre la Placa Caribe, la

Suramericana y la Placa del Atlántico ha sido descrita como una

compleja zona en la que la litósfera Suramericana es erosionada o

removida parcialmente por la subducción de la litósfera del Atlántico

dejando una litósfera delgada (Clark et al., 2008; Bezada et al., 2010).

Es posible que ambas litosferas, aunque adelgazadas por diferentes

procesos, tengan una flotabilidad similar, o que el sistema de esfuerzos

en la zona (asociado al movimiento relativo entre las placas) no posea

una componente normal al desplazamiento, que sea suficiente para

iniciar el proceso de subducción. Por el contrario, desde el centro de

Venezuela hasta el límite con Centro América, se ha descrito un sistema,

en el cual la placa del Caribe se encuentra subduciendo bajo la litósfera

Suramericana (Van der Hilst y Mann, 1994). Según van Benthem y

Govers (2010), esta zona es la que experimenta los mayores esfuerzos

entre la placa del Caribe y la placa Suramericana debido al movimiento

relativo entre éstas y el escape de los bloques del noroccidente de

Suramerica, los cuales sobrecorren la litósfera del Caribe. Es posible que

el complejo sistema de esfuerzos en esta zona haya sido suficiente para

iniciar el proceso de subducción de bajo ángulo en el cual la litósfera

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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menos densa sobrecorre a la más densa. Se considera que es este campo

de esfuerzos, derivado de la subducción de una litósfera delgada pero

poco densa, lo que ayuda a mantener en equilibrio dinámico la carga de

la serranía de Perijá. Adicionalmente, el acoplamiento entre las litósferas

al norte del bloque de Maracaibo es responsable del aumento del espesor

elástico que sostiene la carga de la serranía de Santa Marta.

Finalmente, podría extrapolarse esta interpretación del sistema

geodinámico actual para concluir que la flotabilidad de la litósfera del

Caribe, conferida por los eventos mantelares que llevaron a la formación

del CLIP, ha jugado un papel importante en su desarrollo. En efecto, si

la flotabilidad de la placa del Caribe es, en la actualidad, lo

suficientemente alta como para impedir que sea subducida, es lógico

pensar que hace 70 Ma era mayor, pues se encontraba relativamente más

caliente que como se encuentra hoy en día (según la Ley de Enfriamiento

de Newton). Por otra parte, si se considera que los sistemas de esfuerzos

no fueron de mayor magnitud que los que hoy se presentan

(independientemente del modelo de formación de la placa del Caribe),

se explicaría la razón por la cual ha llegado a su porción actual sin ser

destruida, pero sí deformada. Un ejemplo puntual de esto lo constituye

la subducción de la placa de Farayon descrita por Pindell y Kennan

(2009).

6.4. Conclusiones de la Investigación

Los resultados obtenidos en este estudio nos han permitido estudiar, de

forma conjunta, las características térmicas y mecánicas de la litósfera

del Caribe oriental. Al hacer una interpretación de los resultados

presentados se llegó a las siguientes conclusiones:

1. El valor promedio de la profundidad de Curie para el escudo

de Guayana es de 40 km. Este resultado es coherente con el

comportamiento de una plataforma termalmente estable con un

espesor cortical entre 40 y 45 km. Las variaciones laterales

reportadas de la profundidad de Curie parecen estar relacionadas

con las edades de las diferentes provincias dentro del Escudo.

Las cuencas continentales en Venezuela tienen diferentes

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

352

comportamientos termales: (a) la cuenca de Maracaibo es una

cuenca termalmente estable con valores normales de flujo

calórico, y valores de profundidad de Curie similares a la

profundidad de Moho; (b) la subcuenta de Guárico es una

cuenca termalmente afectada con valores de alto flujo calórico,

donde la profundidad de Curie es de 8 a 10 km más somera

que la profundidad de Moho.

2. La profundidad de Curie en el Caribe oriental se caracteriza por

tener una extensa área poco perturbada con un valor medio de

23 km. Por lo tanto, el manto superior se encuentra

magnetizado. Esta región estable se caracteriza por poseer

bajos valores de flujo calórico relacionados con la corteza

engrosada del Caribe. Una zona de profundidad de Curie somera

se localiza dentro de la cuenca de Venezuela alcanzando un

valor mínimo de 17 km. Este fenómeno revela que la litósfera

del Caribe tiene un estado termal diferente al esperado para una

placa de su edad posiblemente asociado a su espesor litosférico.

3. La litósfera del Caribe presenta una estructura de velocidades

S anómala con respecto a las litósferas oceánicas normales del

mundo. La velocidad de ondas de corte del manto litosférico es

significativamente menor (-5.6%) que el promedio global, lo

cual es consistente con las realizadas bajo otros LIP alrededor

del mundo. El origen de esta baja velocidad se encuentra

relacionado directamente con la composición del manto. Se

ha interpretado que la presencia de material ígneo en el manto

litosférico, asociados a la interacción de la litósfera con una

pluma mantelar, explica, de forma satisfactoria, estas anomalías

de velocidad. En general, no se puede descartar que un estado

termal ligeramente elevado contribuya a la existencia de

velocidades negativas de manera secundaria.

4. El Caribe oriental tiene una litósfera anormalmente delgada,

la cual varía entre ~50 km en el noreste hasta más de ~70 km

en el oeste y en el suroeste. La corteza gruesa que la

caracteriza, con una litósfera anormalmente delgada y rica en

hierro, ocasiona que la litósfera de la placa del Caribe sea

moderadamente flotante. Esto origina que sea subducida bajo la

placa Suramericana en un proceso de bajo ángulo, y sobrecorra

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

353

la litósfera oceánica del Atlántico en la zona de subducción de

las Antillas menores.

5. Los valores de la profundidad de Moho del arco de las

Antillas Menores varían entre 22 y 36.8 km, con una media de

29 km y errores estadísticos entre 0.8 y 2.1 km con un valor

medio de 1.5 km. Los valores altos de espesor cortical se

presentan, en su mayoría, en el frente oeste de la sección norte

del arco, mientras que los valores bajos se localizan en el frente

este de su sección norte y en su sección sur. La distribución de

los valores dentro del arco de las Antillas Menores se encuentra

principalmente asociada a la dualidad de situaciones

geodinámicas al norte y al sur del sistema de falla de Tiburón

donde, al norte, la litósfera oceánica subduce más rápido que al

sur.

6. El radio de Poisson estimado a lo largo del arco varía entre 0.266

(Vp/Vs=1.777) y 0.3 (Vp/Vs=1.870). Los valores bajos (0.266

a 0.277) se encuentran inscritos en la sección del arco al sur de

Guadalupe, mientras que los altos (0.280 a 0.300) se localizan al

norte de esta isla. Los valores relativamente altos (>0.280) son,

en general, consistentes con un origen máfico de arco de islas y

la presencia de rocas gabroicas en la corteza, mientras que los

valores menores son más consistentes con valores de corteza

continental. Esta diferencia viene asociada a la existencia de un

basamento de edad mesozoica que se presenta en la sección

norte del arco, lo que explica los resultados en función de una

diferencia composicional de la corteza interior, como se ha

podido corroborar a través de un modelado gravimétrico.

7. El espesor elástico en el área de estudio varía entre 30 y 18 km,

con un valor medio de 23.7 km y una moda de 26 km. La

orientación de los contornos del mapa de espesor elástico es

aproximadamente N45R, similar a la de los Andes de Mérida,

indicando que ésta es la carga más importante dentro del bloque

de Maracaibo que controla la configuración del basamento. La

serranía de Perijá no parece distorsionar el patrón de los

contornos del mapa de espesor elástico y carece de una raíz

isostática, por lo tanto, debe encontrarse en algún tipo de

equilibrio dinámico. La serranía de Santa Marta presenta los

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

354

mayores valores de espesor elástico de la zona (de 26 a 30 km),

lo cual podría deberse al acoplamiento asociado a la subducción

plana del Caribe bajo Suramérica.

8. La evolución geodinámica del bloque de Maracaibo revela que

la configuración del basamento y su estado actual representan la

respuesta a diferentes etapas. Particularmente, la extensión

sufrida en el Jurásico y el rápido levantamiento de los Andes de

Mérida representan las etapas más importantes de esta

evolución.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

384

APÉNDICE 1: Valores de flujo calórico para el norte de Venezuela y

el Caribe oriental en µcal cm −2 s−1, tomados de diferentes bases de

datos. Las fuentes en la tabla son: (1) Clark et al. (1978); (2) Epp et al.

(1970); (3) Fernández (2004) y Hernández (2006); (4) Pollack (1993).

FC es flujo calórico

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

385

APÉNDICE 2: Cobertura de datos magnéticos aerotransportados (zonas

verdes) y marinos (perfiles azules) incorporados en el EMM2010 para

Venezuela y el Caribe oriental

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

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APÉNDICE 3: Localización e instrumentación de las estaciones

utilizadas para la tomografía de ruido ambiental.

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La Litósfera del Caribe Oriental: Una Visión Geofísica Integrada

387

PR: Puerto Rico Seismic Network; XT: BOLIVAR broadband

deployment; VE: FUNVISIS; TR: Eastern Caribbean Seismograph

Network; CM: Red Sismologica Nacional de Colombia; CU:

CariUSGS Caribbean Network; DR: Dominican Republic Seismic

Network; IU: Global Seismograph Network; NA: Netherlands Antilles

Seismic Network; G: GEOSCOPE

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NORMAS PUBLICACIONES

BOLETÍN ANIH

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389

CONSIDERACIONES SOBRE LA POLÍTICA DE

PUBLICACIONES DE LA ANIH 2019

1. INTRODUCCIÓN

El Artículo 2º de la Ley de la Academia Nacional de la Ingeniería y El

Hábitat (ANIH) establece que “La Academia tendrá por objeto

contribuir al desarrollo de las ciencias, la tecnología y las artes

vinculadas con las disciplinas de la ingeniería y el hábitat, y a los

estudios relacionados con el aporte de dichas disciplinas al

desenvolvimiento integral del País”. El Numeral 6 de este artículo

estipula que: “A tal efecto podrá compilar, clasificar y publicar trabajos

que en el campo de la ingeniería, la arquitectura y el urbanismo así lo

ameriten”.

La ANIH mantiene un conjunto de publicaciones y realiza foros y

conferencias a fin de promover y difundir estudios y proyectos, así como

opinar sobre problemas técnicos relacionados con la ingeniería y el

hábitat. En este documento se hace una revisión de estos instrumentos

de comunicación y difusión que maneja la Academia.

2. OBJETIVOS

Formular elementos que sirvan para establecer la política de

publicaciones de la ANIH. En consecuencia, en este documento se

describen y revisan las publicaciones de la Academia, así como otros

medios de difusión y comunicación usados por la misma. Al final se

establecen conclusiones y se hacen algunas recomendaciones.

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

390

3. PUBLICACIONES DE LA ANIH Y PRINCIPALES

CARACTERÍSTICAS

3.1 BOLETÍN

- Objetivo: proyectar la imagen de la Academia como institución

presente en el acontecer nacional y destacar las actividades

relacionadas con la Ingeniería y el Hábitat, como entes

esenciales en la proyección y desarrollo del país. Enfatiza, así

mismo, el papel de la Academia como ente asesor de los

organismos públicos y privados responsables de la toma de

decisiones fundamentales.

- A quién está dirigido: a instituciones públicas y privadas de

interés, así como Academias y Universidades de Venezuela y

del mundo.

- Contenido típico: discursos de incorporación, relatorías de

foros, trabajos de incorporación, artículos técnicos.

- Arbitraje: se realiza para los artículos técnicos.

- Frecuencia o Periodicidad: mínimo semestral.

- Inicio: año 2001; se han publicado 41 boletines a septiembre del

2018, es decir un promedio de 2,3 boletines por año. El Numero

42 está en elaboración.

- Último número: Boletín 41, septiembre 2018 (se publicaron tres

números en 2017 y se espera culminar con cuatro números en el

2018), de los cuales ya se han publicado los números 42 y 43 y

está por salir el 44.

- Extensión: variable 150-300 páginas.

- Tipo de impresión: En papel hasta el Boletín 21 (período 2001-

2011). Versión digital del 2012 en adelante (Boletines 22 al 44).

- Financiamiento: fondos propios de la ANIH.

- Editor actual: Académico Franco Urbani

- El Boletín se regirá por las normas editoriales debidamente

aprobadas que se colocan al final de este documento.

3.2 Noti ACADING

- Noticiero Digital Mensual de la Academia Nacional de la

Ingeniería y el Hábitat

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

391

- Objetivo: difundir, preferentemente, noticias importantes o

significativas relacionadas con el apoyo, investigación e

impacto de las ciencias de la ingeniería y el hábitat al desarrollo

integral del país.

- A quién está dirigido: la publicación se distribuye a una lista de

personas seleccionadas o solicitantes, que incluye a los

miembros de la Academia, comisionados, ingenieros

colaboradores, periodistas y personalidades.

- Contenido típico: editorial, noticias técnicas de la ANIH,

discursos de incorporación (versión resumida), discursos de

bienvenida (versión resumida), notas científicas.

- Frecuencia: mensual

- Extensión: aproximadamente 10-12 páginas.

- Tipo de impresión: digital.

- Financiamiento: fondos propios de la ANIH.

- Equipo Editor: Académicos Manuel Torres Parra, Franco

Urbani y Marianela Lafuente; Periodista Gladys Corredor

3.3 NOTACAD

- Noticiero Académico

- Objetivo: informar sobre las actividades de la academia.

- A quién está dirigido: a los académicos y miembros de

comisiones (comisionados).

- Contenido: editorial, gestiones y labores realizadas por la ANIH,

finanzas, actividades planificadas, ejecutadas y eventos por

realizar, decisiones del comité ejecutivo, decisiones de la JIN.

- Frecuencia: mensual

- Extensión: aproximadamente 4-5 páginas.

- Editor: Director Ejecutivo

3.4 LIBROS

Publicados: 1 libro en 1999; 21 libros en el período 2007-2018 a una

tasa de 1,75 libros por año en los últimos 12 años.

Frecuencia: variable.

Editor: variable.

Financiamiento: En conjunto con otras instituciones.

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

392

Libros más recientes (listados en la Web de la academia):

- La Academia Nacional de Ingeniería y el Hábitat, ANIH, ha

publicado los siguientes libros:

- 1999: ANTE EL MOMENTO HISTORICO QUE VIVE

VENEZUELA.

- 2007: HOMENAJE AL ACADEMICO, DR. RAFAEL

ALFONZO RAVARD.

- 2007: HOMENAJE AL ACADEMICO, DR. RAFAEL DE

LEON ALVAREZ

- 2007: CUESTIONES DE TRANSPORTE No. 1, DR. CESAR

QUINTINI ROSALES

- 2007: LOS PAPELES DEL DR. RAFAEL DE LEON.

- 2009: LA INDUSTRIA DEL GAS NATURAL EN

VENEZUELA

- 2009: ENTRE SIGLO Y SIGLO

- 2011: LIBRO INTERACADEMICO. PROPUESTAS A LA

NACION. El Desarrollo Sostenible del país.

- 2012: LIBRO INTERACADEMICO. REFLEXIONES Y

PROPUESTAS PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA

EN VENEZUELA. Educación para el Desarrollo.

- 2013: UNA MIRADA A LA INDUSTRIA DEL GAS

NATURAL EN VENEZUELA (1L 998-2012)

- 2013: EL SISTEMA ENERGETICO VENEZOLANO:

FUNDAMENTOS SOBRE EL SUMINISTRO ELECTRICO.

DR. CESAR QUINTINI ROSALES ( ED. DIGITAL)

- 2013: COMPENDIO 2013

- 2014: LIBRO INTERACADEMICO. LA PERDIDA DE LA

INSTITUCIONALIDAD EN VENEZUELA. La

Institucionalidad y la Ingeniería.

- 2015: LIBRO INTERACADEMICO. SOBRE LA

CORRUPCION, ETICA Y DESARROLLO EN VENEZUELA.

Transparencia y Honestidad en las Obras de Ingeniería.

- 2016: LA HISTORIA DE LA INGENIERIA

ESTDRUCTURAL EN VENEZUELA. VOLUMEN I.

- 2016: LIBRO INTERACADEMICO. VENEZUELA

FUTURA.

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

393

- 2017: LA ORDENACION DEL TERRITORIO: Situación

Actual y Desafíos.

- 2017: EL TERREMOTO DE CARACAS DE 1967: 50 años

después

- 2018: PRIMER REPORTE ACADEMICO DE CAMBIO

CLIMATICO DE VENEZUELA (PRACC)

- 2018: LINEAMIENTOS Y ESTRATEGIAS PARA LA

POLITICA CIENTIFICA BASADOS EN EL PRACC. (Nota:

esta última publicación es la misma que el Primer Reporte

Académico de Cambio Climático (PRACC).

3.5 FOLLETOS, DESPLEGABLES, CARTELONES Y OTROS

MEDIOS DIVULGATIVOS.

Objetivo: Presentar de manera sucinta información divulgativa de fácil

acceso con contenidos específicos, relacionados con información

general o relacionada con temas específicos de foros, conferencias,

declaraciones y material informativo de interés para el público.

4. OTROS MEDIOS DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN

4.1 Declaraciones

Adicionalmente a las publicaciones listadas anteriormente, la ANIH

manifiesta frecuentemente su opinión en asuntos de interés público

mediante las denominadas Declaraciones, que consisten en documentos

cortos donde se plantean problemas específicos y se recomiendan

medidas y acciones a tomar.

Desde el año 1999 se han presentado 37 declaraciones relacionadas con

problemas claves para el desarrollo del país, tales como los Deslaves en

el Litoral Central, el Colapso del Viaducto Nº 1 de la Autopista Caracas-

La Guaira, la Ampliación de la Autopista Valle-Coche, la Situación

Petrolera Venezolana, la Situación Ambiental del País, la Situación de

las Presas y Embalses del País, la Crisis del Transporte Público, y la

Crisis del Servicio Eléctrico.

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

394

4.2 Foros y Conferencias

La Academia organiza frecuentemente foros y conferencia sobre temas

relacionados con el acontecer nacional. De acuerdo a los registros de la

ANIH, desde principios del 2003 se han dictado 250 conferencias

distribuidas en 17 áreas del conocimiento: Agricultura (6), Ambiente

(54), Ciencia y Tecnología (10), Desarrollo (9), Economía (8),

Educación (10), Energía (29), Historia de la Ingeniería (5), Industria (2),

Infraestructura (37), Ingeniería (15), Petróleo (22), Política (5),

Relaciones Internacionales (14), Transporte (8), Urbanismo (10), y

Varios (6).

Desde el año 2008 se han realizado 23 Foros, el último de ellos fue el

foro titulado “¿Es sostenible el Arco Minero del Orinoco?”, celebrado

en la Facultad de Ingeniería de la UCV el 25/10/18.

4.3 Informes Técnicos

La Academia está organizada en 14 comisiones designadas por la JIN:

Comisión de Biblioteca, Comisión Calificadora, Comisión Editora,

Comisión de Energía, Comisión de Educación Superior y Relaciones con

las Universidades, Comisión de Historia de la Ingeniería, Comisión

Electoral, Comisión Ambiente, Comisión de Infraestructura, Comisión

de Agricultura, Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación,

Comisión Venezuela +30, Comisión de Interés Público, y Comisión de

Ordenación Territorial. Las comisiones realizan reuniones periódicas y

producen informes técnicos sobre asuntos de interés nacional.

5. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

5.1 La ANIH tiene establecida una política de publicaciones que se

fundamenta en cuatro elementos: a) la elaboración de un Boletín

con periodicidad mínima semestral, donde se presentan

fundamentalmente artículos de carácter técnico y trabajos de

incorporación; b) la elaboración de Noti ACADING, un Noticiero

Digital Mensual donde se reportan noticias relevantes relacionadas

con la academia y la ingeniería a grupos de personas e instituciones

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

395

externas a la academia; c) la elaboración de NOTACAD, un

noticiero académico interno dirigido a los miembros de la

academia; y d) la edición de libros académicos relacionados con la

ingeniería y el hábitat.

5.2 Los elementos anteriores se complementan con una política de

organización de foros, conferencias y elaboración de informes

técnicos, para discutir problemas de interés nacional relacionados

con la ingeniería y el hábitat.

5.3 El nivel técnico de los trabajos que se presentan en el Boletín refleja

el nivel científico y técnico de la Academia. La frecuencia del

Boletín y el número de libros publicados ha ido en aumento en los

últimos años.

5.4 Para mantener la periodicidad del Boletín, en cuatro números por

año, tal como se ha logrado en los últimos dos años (2017 y 2018),

se recomienda incrementar la producción de artículos técnicos, para

lo cual debería comprometerse a las comisiones respectivas a la

entrega como mínimo de dos artículos por año.

5.5 Adicionalmente al contenido actual del Boletín (artículos técnicos,

trabajos de incorporación, discursos y relatorías de foros) se

considera conveniente incorporar la información que se presenta en

las conferencias que organiza la Academia, para lo cual se puede

solicitar a los expositores la elaboración de un resumen extendido

sobre el tema tratado. Se sugiere que el resumen extendido debería

tener una extensión de tres (3) a cinco (5) páginas de texto, adicional

a tablas y gráficos de la presentación. Adicionalmente, se pueden

incorporar al Boletín los textos resumidos (máximo de 50 páginas)

de tesis doctorales relacionadas con la ingeniería y el hábitat.

5.6 Es necesario revisar y ampliar la lista de distribución del Boletín

para garantizar que llegue a profesionales, investigadores,

miembros de facultades y escuelas de ingeniería en universidades,

centros e institutos de investigación, así como también a

organismos públicos relacionados con la ingeniería tales como el

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Consideraciones sobre la Política de Publicaciones de la ANIH

396

Colegio de Ingenieros (CIV) y asociaciones profesionales, MPPEA,

MPPEUCT, FII, LNH, FUNVISIS, INC, entre otros. En tal sentido

se recomienda que la ANIH elabore un directorio ampliado de

instituciones para hacerles llegar sus publicaciones a través de

correos electrónicos y otros medios digitales.

5.7 Se sugiere fortalecer los contactos con las bibliotecas especializadas

y con otras dependencias que se encargan de difundir información

técnica en estas instituciones. Por ejemplo, en los boletines técnicos

de otras instituciones debería hacerse mención al Boletín de la

ANIH, reseñando el título de los artículos publicados,

suministrando una dirección o vínculo en la Web para que puedan

ser descargados por los interesados.

5.8 Se recomienda colocar una sección en la página web de la ANIH

que contenga los contenidos y presentaciones tanto de las

conferencias como de los resultados o relatorías de los foros e

informes técnicos, a fin de divulgar estos materiales que

constituyen un aporte fundamental en la gestión del conocimiento,

clasificadas según la temática de cada Comisión.

5.9 Para que la ANIH extienda su área de influencia y cobertura debe

estar presente en las redes sociales, tal como lo hacen otras

academias del mundo. Por ejemplo, la Academia Nacional de

Ingeniería de USA está presente en Twitter, Youtube y Linkedin.

5.10 Con el propósito de agilizar los procesos de arbitraje de las

publicaciones de la ANIH, y tal como fue sugerido en las Jornadas

de Reflexión de la Academia el año 2018, se recomienda que estos

procesos de revisión se lleven a cabo en el seno de cada Comisión

Técnica.

Aprobado por la Comisión Editora en su Sesión del Jueves 3 de octubre

de 2019

Aprobado por la Junta de Individuos de Número en su Sesión del 15 de

octubre de 2019

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NORMAS PARA LOS AUTORES DE LOS TRABAJOS A

PUBLICAR EN EL BOLETÍN DE LA ANIH

Las normas para los autores constituyen un compendio de pautas de

carácter vinculante para todos aquellos que aspiren a que el producto de

sus investigaciones y de su experticia científica en el área de la ingeniería

y el hábitat, sea publicado. Las normas deben seguir criterios

convencionalmente aceptados para el tipo de publicaciones similares a

los del Boletín de la Academia.

Las normas señalan expresamente el tipo de manuscritos que se admiten

para su consideración, a saber, artículos científicos, notas técnicas,

trabajos de revisión, discursos o trabajos de incorporación de los

Individuos de Número o Miembros Correspondientes, síntesis de tesis

doctorales ( hasta de 50 páginas como máximo) y otros documentos

debidamente arbitrados.

Aparte de un editor-jefe, el boletín debe contar con un comité científico

o comité editorial. Tanto el editor como el comité editorial tienen como

función garantizar no solamente que se cumpla el Reglamento de

Publicaciones y en particular las Normas de Publicación, sino la

rigurosidad científica de los artículos que se publican.

Los derechos de autor deben quedar expresamente señalados en las

normas y dependerán de la política editorial que al respecto tenga la

ANIH.

El Boletín de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat es una

publicación de carácter científico y tecnológico dedicada a divulgar

trabajos originales e inéditos que resalten la temática de la ingeniería y

áreas afines, tanto al nivel nacional como internacional. Es editado por

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Normas para los autores de los trabajos a publicar en el boletín de la ANIH

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la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat (ANIH) y son

admitidas contribuciones de investigadores nacionales o de otros países

en idioma español, inglés, francés o portugués. Su publicación será

supervisada por la Comisión Editora.

Los artículos propuestos al Comité Editorial deben ser remitidos en

formato digital, aunque no se descarta la recepción de manuscritos en

papel, para lo cual se debe consignar un original y dos copias, siempre y

cuando se entregue el respaldo en formato digital.

Los textos se presentarán en Word, fuente Times New Román, tamaño

12, todos los márgenes de 2,5 cm, justificado a la izquierda, tamaño

carta, estilo normal e interlineado sencillo.

Todos los trabajos que sean presentados para posible publicación

deberán estar organizados de la siguiente forma: portada o página del

título, nombre del autor con su grado profesional, su afiliación

institucional con indicación de la dirección postal y correo electrónico,

resumen o abstract, que no excederá de 250 palabras, tanto en español

como en inglés y 4 a 6 palabras clave. El texto principal o cuerpo del

trabajo deberá tener la siguiente estructura y en el siguiente orden

convencional: introducción, debe redactarse en forma concisa, con una

clara indicación de la justificación de la investigación que dio origen al

trabajo y sus objetivos; materiales y métodos utilizados (cuando sea

pertinente), descripción de los procedimientos utilizados o la cita

bibliográfica que los contiene; desarrollo del tema, una descripción

analítica del trabajo realizado; resultados y discusión, pueden

presentarse por separado o integrados, evitando la repetición innecesaria

de datos numéricos que hayan sido presentados en los cuadros;

conclusiones, generadas a partir de la investigación, lo cual no debe ser

una repetición de resultados; recomendaciones, o implicaciones

prácticas en caso de ser necesario (opcional), agradecimientos

(opcional); referencias bibliográficas (literatura citada), en orden

alfabético por el apellido del primer autor; anexos, si lo amerita y

siempre adaptándose a la naturaleza propia del trabajo.

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Normas para los autores de los trabajos a publicar en el boletín de la ANIH

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Todas las ilustraciones (gráficos, mapas, fotografías, croquis) se

denominarán "Figuras" y llevarán números consecutivos. Deberán ser

nítidas, con resolución de 300 dpi o mayor tener todos sus rótulos

legibles y no exceder el tamaño final de 15,5 x 21,5 cm. Dichas

ilustraciones deberán estar citadas en el texto, e incluidas en el

documento después de su primera cita. Al pie de cada ilustración debe

aparecer una leyenda concisa con indicación de la fuente respectiva.

Las tablas y cuadros de datos numéricos, serán citados en el texto como

"Tablas" con una numeración consecutiva. En la parte superior deberá

aparecer una leyenda corta y explicativa, pero al pie de la misma puede

colocarse otra información pertinente del contenido, fuentes, etc. Las

Tablas deberán intercalarse en el documento después de su primera cita.

Las referencias bibliográficas deberán aparecer al final del artículo en

orden alfabético según el apellido del primer autor. Se indicará el

apellido e inicial del nombre del autor (en mayúscula) para el caso del

primer autor, y a partir del segundo se colocarán las iniciales del nombre

seguido del apellido, separados los autores entre sí por punto y coma,

conforme al siguiente estilo:

ROMERO A. M. 2007. El ingeniero del 2020. Bol. Acad. Nac. Ing. Háb.,

14: 68-102.

NWEIHED K. G. 1973. La vigencia del mar. Ed Equinoccio, Univ

Simón Bolívar, Caracas.

Todas las obras incluidas en las referencias bibliográficas deberán estar

citadas en el texto. Las citas bibliográficas en el texto se efectuarán con

el apellido del autor y el año de la siguiente forma: ej.: "... según

ROMERO (2007), las condiciones..." o “...se establecieron las

condiciones según cada tipo de procedimiento ROMERO (2007)”. En

caso de dos autores, separar con la conjunción "y": GUTIERREZ y

GUERRERO (1999) o (GUTIERREZ y GUERRERO, 1999), según sea

el caso. Para tres o más autores, utilice el vocablo et al.: RODRIGUEZ

et al. (1986) o (RODRIGUEZ et al., 1986). Citas de un mismo autor,

pero de diferentes años pueden escribirse juntas (ej. PEREZ, 1986, 2000,

2005). Para distinguir entre varios trabajos del mismo autor o autores

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publicados en un mismo año emplear las letras (a, b, c, etc): RAMIREZ

y GOMEZ, 1995a, 1995b. En caso de citar varios trabajos, colocarlos en

orden cronológico y utilizar punto y coma para separarlos (ej. MOLINA,

1979; SANCHEZ y LOPEZ, 1986; MARIN et al., 2000).

Los autores que deseen añadir notas, éstas deberán aparecer todas al

final, justo antes de las referencias bibliográficas y enumeradas con

números arábigos. No añadirlas al pie de cada página.

Se utilizarán las unidades según el Sistema Internacional, aunque se

podrán complementar con otras unidades de uso común.

Toda información adicional y la consideración de casos especiales

deberán ser aprobados por el comité editorial del Boletín.

Para el caso particular del Boletín, se aceptarán Discusiones sobre los

trabajos publicados, con una extensión máxima de seis páginas, las

cuales se publicarán con la réplica del autor original, si la hubiese.

En el caso de trabajos de incorporación, estos no podrán tener la

identificación y logos de la Academia, y en la portada deberá aparecer

un texto como el siguiente: "Trabajo presentado ante la Ilustre Academia

Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, por el Ing. xxx xxx como

requisito parcial para optar a su incorporación como (Individuo de

Número, Sillón xxx, Miembro Correspondiente por el estado xxx)".

Las informaciones, interpretaciones, opiniones, descripciones y

conclusiones contenidas en los trabajos publicados por la ANIH, son de

la exclusiva responsabilidad de los autores, que por otra parte pueden

diferir de las informaciones, interpretaciones, descripciones y

conclusiones de otros investigadores, y no significan necesariamente ni

revelan las propias de la ANIH, excepto cuando se indique lo contrario.

Aprobado por la Comisión Editora de la ANIH en Sesión del 3 de

octubre del 2019

Aprobado por la Junta de Individuos de Número de la ANIH en su Sesión

del 15 de octubre de 2019