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VIGILIA DE LA INMACULADA MARÍA, MADRE DEL SÍ 1.- INTRODUCCIÓN En su momento, María supo decir a Dios, y merced a esa respuesta nos brindó Cristo su presencia en nuestro mundo, en nuestras vidas. Hoy, al igual que a María hace dos mil años, también a nosotros nos pide Dios que le ofrezcamos nuestro generoso y esperanzado. Porque Adviento es esperar caminando al Dios que nos viene; es sentir nostalgia de su amor, y contárselo. Nadie mejor que María sabe de esperas y de esperanza. Por ello, en esta celebración de su Inmaculada Concepción, queremos acogernos a su compañía, para andar con Ella el camino del Adviento. Y, ¿qué mejor modo de acompañarla que seguir su ejemplo? Así, en esta noche de oración, reflexionaremos acerca del Adviento de María a partir de las tres grandes enseñanzas que, con su silencio, nos dejó: la fe, la esperanza, y el amor. La más grande es el amor (1Co 13, 13). 2.- LA ANUNCIACIÓN (MARÍA, MADRE DE LA FE) a) Canto: (apropiado de la Virgen) b) Lectura (Lc 1,26-38) C) SILENCIO D) SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA (S.Francisco) Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios. «Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro» (S. Francisco, Antíf O.la Pasión).

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VIGILIA DE LA

INMACULADA MARÍA,

MADRE DEL SÍ 1.- INTRODUCCIÓN En su momento, María supo decir sí a Dios, y merced a esa respuesta nos brindó Cristo su presencia en nuestro mundo, en nuestras vidas. Hoy, al igual que a María hace dos mil años, también a nosotros nos pide Dios que le ofrezcamos nuestro sí generoso y esperanzado. Porque Adviento es esperar caminando al Dios que nos viene; es sentir nostalgia de su amor, y contárselo. Nadie mejor que María sabe de esperas y de esperanza. Por ello, en esta celebración de su Inmaculada Concepción, queremos acogernos a su compañía, para andar con Ella el camino del Adviento. Y, ¿qué mejor modo de acompañarla que seguir su ejemplo? Así, en esta noche de oración, reflexionaremos acerca del Adviento de María a partir de las tres grandes enseñanzas que, con su silencio, nos dejó: la fe, la esperanza, y el amor. La más grande es el amor (1Co 13, 13).

2.- LA ANUNCIACIÓN (MARÍA, MADRE DE LA FE) a) Canto: (apropiado de la Virgen) b) Lectura (Lc 1,26-38) C) SILENCIO D) SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA (S.Francisco) Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del

Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios. «Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro» (S. Francisco, Antíf O.la Pasión).

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Salve, por ti resplandece la dicha; Salve, por ti se eclipsa la pena. Salve, levantas a Adán, el caído; Salve, rescatas el llanto de Eva. Salve, ah cima encumbrada a la mente del hombre; Salve, abismo insondable a los ojos del ángel. Salve, tú eres de veras el trono del Rey; Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene. Salve, lucero que el Sol nos anuncia; Salve, regazo del Dios que se encarna. Salve, por ti la creación se renueva; Salve, por ti el Creador nace niño. Salve, ¡Virgen y Esposa! Salve, ¡Virgen y Esposa! Salve, tú guía al eterno

consejo; Salve, tú prenda de arcano misterio. Salve, milagro primero de Cristo; Salve, compendio de todos los dogmas. Salve, celeste escalera que Dios ha bajado; Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo. Salve, de angélicos coros solemne portento: Salve, de turba infernal lastimero flagelo. Salve, inefable, la Luz alumbraste; Salve, a ninguno dijiste el secreto. Salve, del docto rebasas la ciencia; Salve, del fiel iluminas la mente. Salve, ¡Virgen y Esposa! Salve, ¡Virgen y Esposa! (KATHISTOS)

(En este momento, libremente, podemos repetir en voz alta aquella frase que más nos ha llamado la atención, o compartir alguna reflexión que esta oración nos haya suscitado.)

3.- LA VISITACIÓN (María, Madre de la esperanza) a) Canto (apropiado de la Virgen) b) Lectura: (Lc 1,39-56) c) Reflexión: Dar razón de nuestra esperanza Si somos hombres y mujeres de esperanza, tiene que notarse. La esperanza no sólo se cree, sino que se vive. Nuestra vida tiene que estar iluminada por los resplandores de esta virtud, así podremos contagiar a los demás. Y no basta ofrecer razones intelectuales, hemos de presentar razones existenciales. Si somos hombres y mujeres de esperanza: - Viviremos con alegría, porque estamos salvados. - Viviremos en confianza, porque estamos en buenas manos. - Superaremos los miedos, porque no estamos solos. - No guardaremos tesoros, porque son relativos. - No cultivaremos rencores, porque Dios es nuestra justicia. - No nos apegaremos a la vida, porque no es un absoluto. -Viviremos el presente, pero esperando. -Sembraremos cada día, aunque la cosecha se retrase. - Adelantaremos el futuro, con oración y trabajo.

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- Proclamaremos que nada ni nadie podrá quitamos esta esperanza, ni siquiera la muerte, porque Dios es lo último, porque es el más fuerte, y Él nos espera. d) Peticiones. (Estas tres preces son una sugerencia. Pueden ser sustituidas por otras, y en cualquier caso se invita a los hermanos a pedir, de forma espontánea, por aquellas necesidades que les preocupen en su vida, en la comunidad y en la Iglesia) Señor, te pedimos por la intercesión de María Inmaculada, Esperanza nuestra. 1.- Para que a ejemplo tuyo sepamos guardar en nuestro corazón las Palabras de Jesús y crecer en la Esperanza. R. María ampáranos. 2.- Por todos los que viven apartados de Cristo para que encuentren en ti la luz que necesitan y la gracia de la conversión. R. María ampáranos. 3.- Por los enfermos para que por medio de María, nuestra Esperanza, recuperen su salud. R. María ampáranos.

4.- MARÍA, TESTIGO DEL AMOR a) Canto (apropiado de la Virgen) b) Lectura: Lc 2, 1-8 . 15-19 C) SÍMBOLO: (Se colocan delante del altar UN RECIPIENTE donde se echa agua y se bendice) El agua nos recuerda nuestro bautismo, la fe de la Iglesia que recibimos de nuestros padres, y que un día, en la confirmación y en la profesión religiosa, nos comprometió con Jesucristo. Nos recuerda la esperanza de llegar a ser hombres nuevos muriendo al hombre viejo. Jesús es el Alegre Mensajero que anuncia la inauguración inminente del Reino de Dios en beneficio de los pobres. El gran testimonio de fe, esperanza y caridad lo tenemos en María. El tiempo de Adviento es la gran invitación a ponernos en la piel de María, el gran modelo: abre su corazón a la fuerza de Dios y permite que se hagan realidad las esperanzas de los profetas. Ella es modelo de confianza en Dios y modelo de caridad. Todos aquellos que queremos ir de la mano de María en este Adviento.

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(Podemos acercarnos al altar y hacer la señal de la cruz, mojando la mano en el agua bendita, y se recoge una cartulina con esta oración u otra que veáis mejor para recitarla todos juntos al final...)

d) Oración final (de pie, todos juntos) Santa María, modelo de mujer y madre, Santa María, madre nuestra, acompaña nuestro esfuerzo por construir un mundo más justo y solidario. Bajo tu amparo nos acogemos, Madre. Pon fortaleza en nuestras vidas débiles. Ven con nosotros al caminar, Santa María del Camino. Tú, la mujer servicial, atenta siempre a los demás, líbranos de nuestros egoísmos; líbranos de hacer un mundo donde unos esclavicen a otros. Dichosa tú, porque has creído. Dichosa tú, porque no perdiste la esperanza. Dichosa tú, porque escuchaste la Palabra y la hiciste carne con tu Amor. Santa María, Madre de Dios, acompáñanos a lo largo del Adviento.