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16 GEOGRAFfAS DE LA VIDA COTIDIANA Acia Lindon Universidad Aut6noma Metropotana-lztapalapa, Mexico inclusi6n de un capitulo dedicado a la vida cotidiana en este T r at a Huma no poda haber sido sino en Ia secci6n sob los <<Campos emeentes>> . Efectivamente, no hay un mpo muy configudo y conocido en Ia comunidad geoca que pueda llae <<geoa- fias de Ia vida cotidiana>> .1 Pero de mane cada vez mas ecuente emergen, en veos contex- tos, gmentos, elementos y pies sueltas de ese campo en ciemes de GVC. El objetivo de fondo de este capitulo es contribuir a Ia inteaci6n de algunas de esas piezas dispeas. Planteamos el tema como geografias <<de>> Ia vida cotidiana y no como geografias <<en>> la vida cotidiana.2 La primera opci6n supone que Ia vida cotidiana no sea considerada como un ambito mas <<en>> el cual se analiza Ia espacialidad o Ia relaci6n espacio/sociedad. En otras palabras, Ia vida cotidiana no se reduce a un receptacula o un locus -un recorte al fin- para desplegar en el <<Ia mirada geografica>> (esto seria una geografia <<en» la vida cotidiana). Asumimos el desafio de construir <<una mirada geografica particular>> para comprender la vida cotidiana, el mundo de Ia vida cotidiana o benswelt. El estudio de la espacialidad (Ia mirada geografica) en el caso de Ia vida cotidiana tiene caracteristicas propias. Aun reconociendo que Ia vida cotidiana en Ia geografia es un campo a medio constir, es innegable que se esta escribiendo en plural. La vida cotidiana es urbana, pero tambien es ral; lo cultural es parte central de ella, igual que lo politico, Ia condici6n de genero, el turismo ... La pluralidad se relaciona con que Ia vida cotidiana es transversal a todos los campos que ha cultivado la geografia humana, tanto como Ia espacialidad misma. Asimismo, es necesario destacar que las GVC se reatroalimentan de los avances sobre la cotidianidad realizados en otras disciplinas, como Ia sociologia y la psicologfa social, Ia lin- gistica y la misma filosofia, pero no deben confundirse con elias ya que para las GVC no s6lo se trata de la cotidianidad, sino de esta a la luz de Ia espacialidad. A lo largo del capito se ira especificando el contenido de las GVC, pero aqui oecemos un primer planteaiento respecto a que consideramos GVC. GVC encuentn su raz6n de ser en el conocimiento de la relaci6n espacio/sociedad a pair de Ia persona, del sujeto, del I. De aquf en adelante GVC . 2. antropalogfa u rbana diferencia los estudios «de• Ia c iudad y «en• Ia ciudad. Pa l GVC, esto es פinente par las tendencias locaciona les de Ia geogffa que casi siempre se expresan a traves de Ia pposici6n «en• par p artir de concepciones del espacio « absoluto» o urelativo». Las GVC se constyen desde otras concepciones del espacio -vivido, de vida, percibido , concebid y todas el ias desbordan a Ia preposici6n «en». 356 TRATADO DE GEOGRAFiA HUMANA

Alicia lindón geografías de la vida cotidiana

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GEOGRAFfAS DE LA VIDA COTIDIANA

Alicia Lindon Universidad Aut6noma Metropolitana-lztapalapa, Mexico

La inclusi6n de un capitulo dedicado a la vida cotidiana en este Tratado de Geografia Humana no podria haber sido sino en Ia secci6n sobre los <<Campos emergentes>> . Efectivamente, no hay un campo muy configurado y reconocido en Ia comunidad geografica que pueda llarnarse <<geogra­fias de Ia vida cotidiana>> .1 Pero de manera cada vez mas frecuente emergen, en diversos contex­tos, fragmentos, elementos y piezas sueltas de ese campo en ciemes de las GVC. El objetivo de fondo de este capitulo es contribuir a Ia integraci6n de algunas de esas piezas dispersas.

Planteamos el tema como geografias <<de>> Ia vida cotidiana y no como geografias <<en>> la vida cotidiana.2 La primera opci6n supone que Ia vida cotidiana no sea considerada como un ambito mas <<en>> el cual se analiza Ia espacialidad o Ia relaci6n espacio/sociedad. En otras palabras, Ia vida cotidiana no se reduce a un receptacula o un locus -un recorte al fin- para desplegar en el <<Ia mirada geografica>> (esto seria una geografia <<en» la vida cotidiana). Asumimos el desafio de construir <<una mirada geografica particular>> para comprender la vida cotidiana, el mundo de Ia vida cotidiana o Lebenswelt. El estudio de la espacialidad (Ia mirada geografica) en el caso de Ia vida cotidiana tiene caracteristicas propias.

Aun reconociendo que Ia vida cotidiana en Ia geografia es un campo a medio construir, es innegable que se esta escribiendo en plural. La vida cotidiana es urbana, pero tam bien es rural; lo cultural es parte central de ella, igual que lo politico, Ia condici6n de genero, el turismo ... La pluralidad se relaciona con que Ia vida cotidiana es transversal a todos los campos que ha cultivado la geografia humana, tanto como Ia espacialidad misma.

Asimismo, es necesario destacar que las GVC se reatroalimentan de los avances sobre la cotidianidad realizados en otras disciplinas, como Ia sociologia y la psicologfa social, Ia lin­giiistica y la misma filosofia, pero no deben confundirse con elias ya que para las GVC no s6lo se trata de la cotidianidad, sino de esta a la luz de Ia espacialidad.

A lo largo del capitulo se ira especificando el contenido de las GVC, pero aqui ofrecemos un primer plantearniento respecto a que consideramos GVC. Las GVC encuentran su raz6n de ser en el conocimiento de la relaci6n espacio/sociedad a partir de Ia persona, del sujeto, del

I. De aqu f en adelante GVC . 2. La antropalogfa u rbana diferencia los estudios «de• Ia ciudad y «en• Ia ciudad. Para las GVC, esto es pertinente par

las tendencias locacionales de Ia geograffa que casi siempre se expresan a traves de Ia preposici6n «en• par partir de concepciones del espacio « absoluto» o urelativo». Las GVC se construyen desde otras concepciones del espacio -vivido, de vida, percibido , concebido- y todas el ias desbordan a Ia preposici6n «en».

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individuo. Si se retoman ciertos avances sobre la cotidianidad provenientes de la sociologia y la psicologia social y se traen a la geografia, es posible especificar mas lo anterior: las GVC estudian <<la relaci6n espacio/sociedad de las situaciones de interacci6n» . La interacci6n refie­re a las personas situadas espacio-temporalmente en un contexto intersubjetivo desde el cual le dan sentido al espacio y al otro, en un proceso constante de interpretacion (resignificaci6n) y de construcci6n de los espacios de vida. Por ello, para las GVC cuestiones aparentemente banales expresan dimensiones de la vida social que merecen un analisis geografico profunda.

Un ejemplo de lo anterior se encuentra en las experiencias autobiograficas relatadas por el ge6grafo sueco Torsten Hagerstrand: el haber vivido durante su nifiez en el segundo piso de una escuela result6 decisivo para que la vida cotidiana privada de la familia estuviera marcada por el ritmo repetido entre horas de clases y horas sin clases, por la entrada y salida de los alumnos en el aula, corriendo con sus zuecos. A su vez, el haber vivido en ese lugar fue clave para que el construyera en esa etapa de su vida el sentido de estar en un territorio (el aula, el patio y el jardin de la escuela) que, cuando no habia clases, vivia como <<su imperio>> (Hagerstrand, 2000: 1 10) . Este tipo de experiencias espaciales (ritmos cotidianos, sentidos del lugar. .. ) para buena parte de la geografia no son mas que relatos anecd6ticos, banales e irrelevantes. Sin embargo, para las GVC encierran un enorme contenido porque muestran, como ha expresado el mismo ge6grafo sueco, que <<Un instante repetido [en este caso, en la infancia] tiene una significaci6n mas importante que la de un simple hi to en el transcurso del tiempo [ . . . ] muestra que los territorios del ser humano son tributarios del tiempo y de fen6menos ciclicos>> (2000: 1 1 0). Desde la mirada de Yi-Fu Tuan ( 1 977), ese tipo de relato expresa una clase particular de experiencia espacial, y toda experiencia espacial es tema central para las GVC.

A pesar de la larga ausencia de la vida cotidiana como campo en la geografia, es includa­ble que hoy se presenta como un horizonte relevante para la geografia del siglo XXI. El inte­res creciente, aunque todavia disperso, por las GVC, se articula con movimientos que van mas alla de la geografia, movimientos que estan involucrando a las ciencias sociales y las humanidades en conjunto y a los que la geografia no puede eludir. El interes por la vida cotidiana en la geografia se inserta dentro del auge creciente que viene tomando el subjetivismo y el punto de vista de la persona, del actor o el sujeto, pero tambien el denominado giro cultural y el giro geografico. Un texto reciente del ge6grafo espaiiol Jose Ortega Valcarcel plantea que un horizonte fecundo de la geografia contemporanea es lo relacionado con el concepto de <<lugar>> y con las visiones subjetivistas y constructivistas del espacio. Ambas entradas conceptuales son parte de este campo aun en ciemes que denominamos GVC. Ge6-grafos como Vincent Berdoulay han insistido en la necesidad de una geografia desde el pun­to de vista del sujeto activo (Berdoulay y Entrikin, 1 998; Berdoulay, 2002) . Si el <<lugar>> es una de las entradas insoslayables para las GVC, el sujeto es la otra. No hay GVC <<sin sujeto en acci6n en lugares particulares>> .

La constituci6n de este campo se encuentra entonces en medio de tensiones opuestas. Unas que marcan el avance hacia la definicion y configuraci6n del campo, y otras que difi­cultan su consolidaci6n. Frente a estas dos lecturas opuestas, consideramos que el campo existe pero aun esta en ciemes: esta fragmentado, desarrollado parcialmente y los protago­nistas centrales son diversos ge6grafos y ge6grafas que pueden ser caracterizados como outsiders de la geografia.

Algo que dificulta esta consolidaci6n del campo es que la vida cotidiana es transversal a casi todas las otras geografias, de modo que muchos de sus fragmentos estan en las geogra­fias urbanas, de genero, culturales, del turismo, de las religiones. Esto indica grados diversos de consolidaci6n dentro de este campo en ciemes. El actual momento hist6rico tambien representa un obstaculo para la consolidaci6n del campo, porque el pensamiento contempo­raneo parece cada vez mas encauzado hacia los fragmentos siempre incompletos del rompe­cabezas que nunca se cierra.

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Por otra parte, la consolidaci6n de ese campo no puede darse sin recuperar e integrar elementos de otras disciplinas que Devan a avances sustanciales, como el caso de la sociologia. La posibilidad de integraci6n con otras disciplinas tambien esta encuadrada en tensiones opues­tas . Las condiciones favorables derivan del involucramiento de la geografia con el giro geogra­fico, que la aproxima a las demas disciplinas. Las desfavorables resultan del alejamiento ances­tral de la geografia con aquellas disciplinas que en esta coyuntura le podrian proporcionar claves para integrar ese campo de la GVC. Esto nos lleva a preguntamos -parafraseando una idea de Berdoulay (2002: 52) sobre la geografia cultural-, chasta que punto las GVC podran constituirse como un campo de la geografia humana? cO mas bien actuaran como un enfoque que penetre en todos los campos de la geografia humana?

Con estas observaciones, la primera parte del capitulo presenta las voces precursoras que llevaran, directa o indirectamente, a la conformaci6n del campo en ciemes. En la segun­da parte se abordan las voces «constructoras» de las GVC, para continuar con los aportes mas relevantes en el sentido de la demarcaci6n del campo. Se concluye con un balance final y una panoramica de los horizontes que se avizoran para las GVC.

1. Los precursores

Los precursores de las GVC son autores que, desde la geografia, mas que aportar elementos directamente a este campo contribuyeron a la construcci6n de una mirada geografica desde la persona, el sujeto, el individuo o · la experiencia espacial del mismo. En esta categoria incluimos a Eric Dardel, John K. Wright, David Lowenthal y Renee Rochefort. Esta selec­ci6n no niega que haya otros precursores.

En el caso de los precursores americanos hay que recordar que su pensamiento emerge de un Zeitgeist,3 que puede resultar remoto actualmente. En particular, Wright es parte del espiritu del tiempo americana de las primeras decadas del siglo XX, lo que incluye las filoso­fias pragmatistas de inicios del siglo XX, asi como las ideas libertarias individualistas que alli florecfan a inicios del siglo XX.4 Para un ge6grafo, aquel Zeitgeist incluia la atracci6n, el asombro, el interes y la fantasia por un territorio nacional que se habia empezado a conocer s6lo unas decadas antes, «el oeste salvaje»,5 pero tambien que parecfa aumentar al tomar conciencia de su dimensi6n aerea.

Estos cuatro autores colocaron una piedra fundamental al mostrar que la geografia podia tomar el punto de vista del sujeto y su experiencia del espacio. En otras ciencias socia­les, esto habia sido planteado con anterioridad, 6 pero la geografia -a pesar de sus origenes humanistas- no lo habia considerado.

3. Es decir, el espiritu de una epoca: •una fmma de vida, ideas, posici on espiritual de una epoca» (Gil Villegas, 1996: 94).

4. Tam bien hay que considerar el contexto familiar de Wright: su hermano, Austin Tappan Wright, fue el autor de una famosa y muy extensa •utopia literaria» (Islandia), para Ia cual John Kirtland realiz6 la cartografia. Y su madre, Mary Tappan Wright, fue novelista.

5. Recordemos que •toda via en 1860 no habia sido o rganizado ni un solo estado en las grandes llanuras mas alia de l valle del Mississippi, excepto Texas» ; •el primer ferrocarri l transcontinental se inaugura en 1869» . La Ley de Reor­ganizaci6n India (de Estados Unidos) es de 1934, y este proceso de • reorganizaci 6n india» fue paralelo a Ia ocupaci6n de l territorio del Oeste y cent ro del pais (Miller, 1961: 225-244 ).

6. Las sociologias de Ia vida coti diana tam bien se construyen en el cruce de las mi smas dos tradiciones que se ven en estos dos ge6grafos precu rsores de las GVC: el pragmatismo americana y el individualismo que trajo consigo, y ciertas filosofias alemanas de fines del siglo XIX e inicios del XX . Para las sociologfas de Ia vida cotidiana estas tradi ­ciones termina ron conformando el pensamiento • inte raccionista•• y Ia •fenomenologia schutziana» y luego, Ia •etnometodologia» .

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1.1. Eric Dardel (1899-1967)

Es un ejemplo de outsider: se mantuvo al margen de Ia geografia academica oficial, no formo parte de los circulos franceses en los cuales se escribfa Ia geografia humana de su tiempo. Posiblemente, esa debil vinculacion con los sectores academicos legitimados7 fue lo que le permitio pensar de forma diferente a lo instituido en ese momenta, y tambien retroalimentar su pensamiento geografico con voces no usuales en Ia geografia humana del momento, como Ia filosofia de Heidegger, Jaspers, Kierkergaard y Eliade.

El pensamiento de Dardel se situa en el cruce del Zeitgeist humanista vidaliano frances, al que las geografias iberoamericanas han sido muy sensibles, y Ia filosofia alemana de fina­les del siglo XIX e inicios del XX, basicamente Heidegger.

En 1 952, sobre la base de las ideas heideggerianas sobre el habitar y de su fuerte espfri­tu humanista asf como de su formacion vidaliana, plantea que el sujeto de Ia geografia debe ser el «hombre habitante» y no el Homo oeconomicus o el Homo faber. Las palabras que transcribimos son elocuentes en este sentido: <<Una misma comarca es diferente para el no­mada que para el sedentario>> ( 1 990: 47).

Asi, partiendo del hombre habitante introduce la nocion de <<geograficidad>> para referir­se al modo de existencia del ser humano y a su destino, irremediablemente ligado a Ia tierra ( 1 990: 1 -2). La geograficidad remite a Ia relacion existencial entre el ser humano y la tierra que habita, siendo Ia tierra la base y el fundamento de Ia consciencia de sf. La geograficidad es esa relacion entre el mundo material externo y el mundo interno del sujeto. En la aprehension subjetiva del mundo destaca lo sensorial, por ejemplo, el papel de los colores en la configura­cion de Ia experiencia espacial. Por ello, para Dardel la geograficidad es la <<experiencia de habitar>> o la experiencia espacial.

La centralidad que le otorga Dardel al sujeto y su experiencia espacial lo lleva a utilizar una estrategia poco usual en su epoca, aunque muy frecuente actualmente, como es la des­cripcion (hoy podriamos decir <<densa>> )8 de experiencias banales de personas concretas. Un ejemplo es el de una joven campesina finlandesa que escucha la descripcion que hace un marino de su Iugar de origen ( 1 990: 4 7 -48) . Este ejemplo resulta relevante en terminos teori­co-metodologicos porque Dardel muestra que la joven, al escuchar la descripcion espectacu­lar del lugar de origen del marino, de inmediato rememora su propio Iugar de origen y, en un ejercicio analogico entre ambos -un pareo en el sentido de Husserl- concibe al propio Iugar de origen (las rudas campiftas de Osterbotten) como triste y pobre. Sobreviene en ella un verdadero desencantamiento del Iugar que cambia su horizonte del mundo y su geograficidad. Este es un ejemplo de geograficidad en tanto experiencia espacial que articu­la la aprehension del mundo externo con el mundo interno del ser humano, y construye un tipo de vinculo con el lugar. Aunque Dardel no define con estas palabras Ia geograficidad, estaba sentando las bases para que ahora lo podamos formular de esta manera. Si se retoman sus ideas pioneras, se puede plantear que el lenguaje y la narrativa pueden resultar Ia via para Ia construccion y reconstruccion de la geograficidad.

Si Dardel no es directamente constructor del campo de las GVC, es por lo menos uno de los primeros autores que coloca Ia mirada geografica en otro angulo,9 que hoy podemos identificar como el de las GVC.

7. Su l ibro El hombre y Ia tierra se publ ica el m ismo afio ( 1952) que el famoso l ibro de Max Sorre Fundamentos de Geogra{{a Humana. M ientras el l ibro de Dardel pas6 desapercibido, basta que en los aiios setenta lo descubren los ge6grafos anglosajones, el de Max Sorre goz6 de un extenso reconocimiento desde el primer momento.

8. En el sentido orig inariamente planteado por Ryle y difundido por Geertz (1996: 19-24). 9. Phil ippe Pinchemel c ita algunos parrafos de una carta fechada el 12 de abril de 1952, que le escribe el economis­

ta Fran <;:ois Perroux a Dardel: «Gracias a Usted adquiero una noci6n de geografia a Ia cual no estaba acostumbrado ni preparado . . . » (1990: 180).

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1.2. John Kirtland Wright (1891-1969)

Este ge6grafo americana no puede ser considerado un outsider en senti do institucional, pero sf en terminos intelectuales, por atreverse a incursionar en campos muy diversos y por plan­tear, antes de 1 950,10 temas no legitimados en la geografia: en 1 946 retoma el viejo concepto cartognifico de Terrae Incognitae ( 1 94 7), y le otorga nuevo sentido: «que un lugar sea conoci­do depende de para quien es conocido y de que tipo de conocimiento se trate» . Su amilisis acerca del conocimiento de distintos territorios incursiona en un plano inusual para la geo­grafia de la epoca al introducir la imaginaci6n del ge6grafo frente al enigma de lo descono­cido. Los antecedentes de este planteamiento Wright los formula en las dos decadas previas y en el influyen Derwent Whittlesey y Ralph H. Brown (Koelsch, 1 976: 68-69). Este ultimo plante6 tempranamente que los «hombres de todos los tiempos, han sido influidos tanto por. las creencias como por los hechos» (Brown, 1 948: 3) .

El nuevo tratamiento que le otorga Wright al concepto de Terrae Incognitae le permite incluir la subjetividad, e incluso destacar que es «una creencia err6nea que la subjetividad sea la antftesis de la objetividad» . En un primer momento plantea la necesidad de incluir lo sensible para que los hallazgos geognificos puedan perdurar, evitando plantearlos como co­nacimiento racional y objetivo que casi siempre esta condenado al olvido por construirse con abstracciones lejanas al ser humano ( 1 947: 7).

Posteriormente, reconoce que no s6lo se integra al conocimiento geognifico la subjetividad del ge6grafo que hace la investigaci6n, sino tambien la subjetividad de las personas comunes vinculadas al lugar. Wright termina desarrollando una propuesta audaz, como es la de una Geosofia, es decir el estudio del conocimiento geognifico a todos los niveles.11 Esto implica analizar no s6lo el conocimiento geognifico cientffico, sino tambien el conocimiento geognifico de sentido co­ml1n. En este contexto, Wright tambien hace algunas reflexiones metodol6gicas, aunque escue­tas, muy relevantes. Por ejemplo, retoma un trabajo de los a:iios previos en el que el ge6grafo Ralph Brown ( 1 938) presenta el relata de un lugar, a traves de la voz de un habitante al que le otorga un nombre supuesto. Actualmente, en la investigaci6n cualitativa que utiliza relatos de vida, es algo usual que los entrevistados sean referidos con nombres que no son los propios (como una estrategia para asegurar el anonimato sin perder las voces). Wright observ6 y destac6 el canicter innovador de esta pnictica, realizada por un colega, a inicios de los a:iios cuarenta.

En sfntesis, el a porte de Wright a lo que hoy podemos denominar GVC fue la introduc­ci6n explfcita de la subjetividad y el conocimiento geognifico de sentido comun como mate­ria de estudio, asf como la afirmaci6n de que el estudio de la subjetividad y lo sensible no podia hacerse con las herramientas propias del metoda cientffico. La subjetividad y el cono­cimiento de sentido comun constituyen el sustrato desde el cual las personas actuan en su vida cotidiana, se relacionan con los otros y con el espacio.

1.3. David Lowenthal (1923)

En 1 96 1 este ge6grafo e historiador americana retom6 los proleg6menos de Wright, para avanzar en el mismo sentido al plantear el siguiente interrogante: c:es lo mismo el conoci-

I 0. El articulo de John Wright que consideramos como antecedente de las GVC inicialmente fue presentado como el di SCW"SO pronunciado en su caracter de presidente de Ia Asociaci on de Geografos Americ anos , en Ohio, el 30 de diciembre de 1946, en ocasion de celebrarse Ia XLlli reunion anual de Ia Asociacion, y al ano siguiente se publica en los Annals de dicha asociacion. Esto muestra que no estaba fuera de las « instituciones•, s ino dentro y en posiciones de pode r. Sin embargo, estaba fuera de los presupuestos y prejuicios que delimitaban el conocimiento geognifico cientifico.

II. Llega a hacer una propuesta concreta sobre Ia inclus ion de materias de uGeosofia» en las carreras universita· rias de geografia.

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miento del mundo (aun lejano) y la Terrae cognitae? Su respuesta es que el primero es infor­macion reunida, difundida, consensuada socialmente; en tanto que el segundo (la terrae cognitae) es mundo percibido y vivido (la experiencia). Es el territorio que se conoce por <<experiencia» , y a esto lo denomina <<geografia personal>> . Asi, diferencia lo que es el conoci­miento del territorio por la experiencia, de la simple posesion de informacion sobre un Iugar: Esta diferenciacion hoy resulta aun mas relevante que cuando la formulara Lowenthal, des­de la perspectiva de la enorme cantidad de informacion sobre lugares remotos que podemos poseer: La fenomenologia social que en Estados Unidos se desarrollaba en esa epoca, bajo el influjo de Alfred Schutz y sus discipulos, no fue ajena a Lowenthal, ya que toma el concepto de <<experiencia>> y lo posiciona con relacion al espacio.

Sin dejar de lado esa vision del ser humano que avanza y conoce territorios antes descono­cidos, Lowenthal introduce tres temas que seran relevantes a posteriori para las GVC: la percep­cion del espacio, su caracter compartido socialmente y el papel del lenguaje en las percepciones y experiencias espaciales. Las tres cuestiones siguen siendo medulares actualmente. En el caso de las dos primeras -lo perceptual y su caracter social- esa relevancia se acrecienta por los prejuicios que han tendido a asociar lo perceptual con lo individual. En el caso del lenguaje, tam bien fue relevante su temprana inclusion en la experiencia espacial, junto con lo perceptual, ya que es a traves de ese medio socialmente compartido que lo perceptual se puede pensar mas alia de lo biologico y lo individual. Por ejemplo, Lowenthal plante6 que las pautas lingiiisticas orientan nuestras percepciones y aun el pensamiento. El lenguaje <<modela y adapta el marco en el que la experiencia se vuelca>> ( 1 96 1 : 253 ) . 12 Sin embargo, no analiza la relacion entre el esque­ma perceptual/lenguaje y las pnicticas cotidianas, porque las pnicticas alln no se problematizaban desde la geografia. Asi, la geografia incorpora primero lo perceptual y subjetividades comparti­das, antes que el nivel mas concreto de lo cotidiano, las pnicticas.

1.4. Renee Rochefort (1927)

El trabajo de esta geografa francesa tambien constituye otro antecedente para las GVC. Su concepcion es cercana a la mirada dardeliana y vidaliana, pero ademas introduce las pre­ocupaciones tipicas de etnografo que se siente un extranjero en el territorio que estudia.

Esta geografa publica en 1 96 1 su investigacion doctoral titulada Le travail en Sicile: etude de Geographie Sociale, 1 3 basada en un extenso trabajo de campo realizado entre 1 954 y 1 959. En ese libro plantea un enfoque geografico -que denomina geografia social- carac­terizado por algunos rasgos relevantes para las GVC: uno de ellos es la <<elasticidad>> entre el

12. El autor o frece una mult ipl icidad de ejemplos de cada idea. Uno de ellos es que el gran desarrollo del esqu f ha generado una enorme cantidad de palabras para referirse a Ia nieve, cas i tantas como t ienen los esquimales. Esto quiere decir que Ia experiencia de ver y tomar contacto con Ia n ieve, percibirla, resulta filtrada por este esquema lingiifstico. La persona que practica esquf, cuando toma contacto con Ia nieve no lo hace s implemente reconociendo «nieve» , s ino a traves de cada una de las palabras espec ial izadas que se refieren a Ia nieve de diferentes caracterfsticas . Un ejemplo inverso que comenta el autor es el de los gauchos argentinos de Ia zona pampeana, del s iglo XIX, que tenfan solo cuatro palabras para referirse a todo lo vegetal: forraje para el ganado, h ierbas secas para acostarse en el ias, !efta y • todos los demas vegetales•. El autor observa que en Ia categorfa de «todos los demas» se incluyen especies tan distintas como rosas y ho rtalizas. Lo relevante es que, en este caso, el patron l ingiifstico -a diferenc ia de Ia nieve del esquiador- es reducido y por ello, Ia percepcion del mundo vegetal que ten fan estas personas no diferenciaba entre vegetales que hoy nos parecerfan indudablemente d istintos. Habrfa que agregar otro comentario a Ia observac ion de Lowenthal: Ia gran riqueza de palabras para d iferenciar mat ices sutiles de un fenomeno, o Ia pobreza de palabras que iguala fenomenos muy d iferentes, deriva de Ia vida practica y de las formas de vida. El esquiador necesita d.ist ingu ir t ipos de n ieve para practicar ese deporte de manera mas o menos satisfactoria, m ientras que el gaucho no neces itaba diferenciar las hortal izas de las rosas, porque en su vida no se inclu fan ni las unas ni las otras.

13. En 2005 ha sal ido una nueva edicion de esta obra, en Italia, por Ia editorial Sellerio di G iorgianni.

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micro-analisis y el macro-analisis ( 1 96 1 : 3 ) . Otro rasgo de su mirada es que Ia naturaleza es vista como un «escenario vivo» . Por ultimo, su perspectiva enfatiza Ia heterogeneidad espa­cial ( 1 96 1 : 4), rasgo igualmente significativo para las GVC.

Esta investigaci6n es otro antecedente para las GVC porque se interesa por el sujeto en su mundo cotidiano, tomando al trabajo como centro de dicha cotidianidad. Renee Rochefort se pregunta c6mo justificar que el trabajo sea objeto de estudio para Ia geografia. Actualmen­te, desde las GVC pareceria innecesaria Ia pregunta ya que los estudios de Ia vida cotidiana han mostrado que el trabajo, igual que Ia familia, son dos nucleos basicos de Ia cotidianidad. Tambien dentro de otros campos de nuestra disciplina esto ha sido asumido. Por ejemplo, las aproximaciones geograficas a Ia vida cotidiana mas recientes, con enfasis en Ia condici6n de genero, han analizado extensamente el trabajo, los desplazamientos y recorridos que engendra el trabajo. Sin embargo, en los afios cincuenta en Ia geografia francesa estos temas no estaban legitimados, aunque habian sido introducido desde los tiempos de Ia geografia vidaliana: recordemos que el genero de vida vidaliano incluia el trabajo.

Otro aspecto de Ia investigaci6n de Renee Rochefort que Ia acerca a las GVC es su reflexi6n sobre el otro (Ia alteridad). En su caso, esto se encam6 en «el siciliano» frente a su condici6n de investigadora, externa a Ia comunidad. Esto Ia condujo a analizar las dificulta­des para penetrar en los distintos contextos socio-territoriales. Asi, relata los diversos roles que asumi6 en Ia comunidad como parte del proceso de negociaci6n de Ia aceptaci6n: 14la penetraci6n en el mundo de vida Ia enfrent6 al problema de Ia alteridad, con las consiguien­tes dificultades epistemol6gicas y metodol6gicas. Pero s6lo asi podia abrir una ventana para Ia comprensi6n del trabajo y el espacio dentro de una cultura y de un mundo intersubjetivo. En suma, Renee Rochefort tambien constituye un antecedente de las GVC porque al asumir una mirada geografica plastica entre el macro y el micro-analisis se hizo cargo del problema del sujeto en su mundo de vida, e insisti6 en que Ia espacialidad resultaba de Ia vida social.15

En sintesis, estos cuatro autores introducen el punto de vista del sujeto, Ia subjetividad y el conocimiento practico con el cual las personas acruan en Ia vida cotidiana, asi como el lenguaje como condicionante de nuestro contacto con el mundo y con el espacio. Una pieza clave de Ia vida cotidiana que aun no aparece problematizada son las practicas, el ambito del hacer. Pero todo esta planteado para que cuando se incorporen las practicas explicitamente, sea en relaci6n con Ia subjetividad ya incluida.

2. Las voces constructoras del campo de las GVC

Si los precursores necesariamente son autores, Ia revision de Ia construcci6n del campo puede plantearse abordajes alternativos. Uno es ir «autor por autor» y otro, que evita Ia personalizaci6n de Ia teoria, es seguir ideas y conceptos. Optamos por un tercer camino que quiere mediar entre estos: reconstruir el campo a traves de las <<voces>> que han tenido mas peso. Las voces se anclan circunstancialmente en autores, pero no es un recorrido de autores ya que no se los revisa exhaustivamente. De los autores tomamos s6lo aquellas voces que consideramos centrales para las GVC. En unos casos esto implica recuperar los aportes de una etapa de Ia trayectoria del autor. En otros casos, retomamos s6lo un aporte puntual de

14. La ge6grafa relata que en su inmersi6n en las diversas comunidades de Ia isla tuvo que asumir distintos papeles, ya que no siempre fue Ia ge6grafa o Ia investigadora, tambien apareci6 como •experta de Ia ONU », otras veces como Ia •nueva maestra local» , como •emisario moscovita» , como una •vendedora de jabones» , como una «poetisa americana• , ademas de los mas usuales de periodista, economista y soci6loga.

IS. Es muy conocido un trabajo de Rochefort en donde planteaba que era necesario •invertir el orden de los factores, entre espacio y sociedad» (Renversement de l'ordre des facteurs) (Rochefort, 1963: 18-32).

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Geograffas de Ia vida cotidiana

toda una trayectoria, que puede haber sido tangencial en el pensamiento del au tor pero clave para las GVC. En otros casos, se retoma una mirada que acompafia toda su trayectoria.

La reconstrucci6n de voces asume que cada una de las voces lleva consigo filiaciones diversas, conexiones en mUltiples sentidos. De acuerdo con Ia fenomenologia sociol6gica, en el discurso de un sujeto estan las voces de sus contemporaneos, de sus antecesores y aun las de los sucesores. Asf, para nuestro prop6sito no solo destacamos una idea planteada por un autor, sino tambien intentamos reconstruir c6mo llega a formularse en una red de influen­cias intelectuales.

Las voces que contribuyen directamente a Ia construcci6n de este campo en parte pro­ceden de Estados Unidos, lo que no es ajeno a los mUltiples procesos migratorios bacia ese pais durante el siglo XX. Por ello son voces que suelen tener rafces en otros contextos. Pero las GVC tam bien representan Ia entrada mas fuerte al concierto del pensamiento geografico de ideas procedentes de contextos nacionales que basta ese momento no habfan tenido un liderazgo en Ia geograffa: Irlanda, Suecia, Canada, Suiza, Espana, Australia . . .

Con relaci6n a las voces ancladas en Estados Unidos, hay que tener en cuenta que no se trata de las ideas mas consolidadas en ese pais en su epoca. Son voces que resultaban colate­rales y muchas veces planteadas por verdaderos outsiders, como es el caso de Yi-Fu Tuan o Edward Relph. Ello no impidi6 que muchos de estos autores hayan logrado reconocimien­tos institucionales con el tiempo. No se trata de outsiders por estar fuera de las instituciones, sino fuera del pensamiento instituido. En el con junto de voces que contribuyen a este campo se distinguen unas apegadas a las aspiraciones objetivas de Ia ciencia y otras que se asumen como francamente comprensivas. Las dos entradas centrales bacia Ia construcci6n sistema­tica del campo de las GVC las ubicamos en Torsten Hagerstrand y en las geograffas comportamentales y cognitivas.

2. 1. La piedra fundamental: Torsten Hagerstrand (1916-2004)

Entre las voces que no renuncian a lo objetivo ni a Ia generalizaci6n, una de las mas destaca­das es Ia de Hagerstrand ( 1 9 1 6-2004) y su escuela de Lund, en Suecia. Sus aportes a las GVC se inician en los afios setenta, cuando este ge6grafo y sus discfpulos empiezan a desarrollar Ia Time Geography. El in teres de Hagerstrand por este tipo de tematicas lo acompaiiaba desde su infancia, como ya lo notamos.

Muchos trabajos de este autor ofrecen aportes sustanciales a las GVC, pero un articulo de Hagerstrand publicado en 1 970 es el pivote para el desarrollo posterior de Ia Time Geography y tambien para las GVC: el aporte estuvo en cuestionar el enfoque usual que estudia a los seres humanos como «grupos» o como «agregados de poblaci6n». 16 En 1 970 Hagerstrand plantea que estos enfoques ocultan Ia verdadera naturaleza de los patrones de Ia movilidad humana. Asf, se pregunta si es avanzada o mas bien primitiva Ia ciencia social que no toma en cuenta las identidades de las personas (Hagerstrand, 1 970). Aunque el ge6grafo sueco plante6 esto con respecto al analisis de los patrones de movilidad espacial (las migraciones), Ia advertencia vale mas alia de Ia migraci6n. El cuestionamiento se puede hacer extensivo

16. Vale Ia pena recordar -para contrastar con Hiigerstrand- que para Albert Demangeon Ia geograffa humana tom6 un rumba mas certero cuando dej6 de pensar que su objeto era estudiar Ia relac i6n de los •hombres• (seres humanos) con el media, para asum ir que el objeto estaba en el estudio de Ia relac i6n entre los •agrupam ientos bu rna­nos• y e l media geografico. Estas ideas aparecen en Ia • lntroducci6n• de Problemes de Geographie Humaine, 1942, Paris, pp. 25-34. Este texto es una publ icaci6n p6stuma (Demangeon muri6 en 1940), y habia s ido escrito como prefa­c io de un Traite de Geographie Humaine que nunca concluy6. A pesar del rechazo de Demangeon por Ia d imens i6n individual, s iempre qu iso escribir un l ibro sabre Ia relac i6n entre geografia y psicologia, aun cuando fue un clitico acerrimo de Ia obra de Geo rges Hardy t itulada La Geographie Psychologique, de 1939. Su in teres por Ia relac i6n entre

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para Ia geografia y las ciencias sociales en con junto, que creen comprender todo desde los agregados, que luego son «disecados>> en variables. Esta sera Ia puerta de entrada de Hagerstrand para asumir al individuo como el punto de partida de su mirada, o con las palabras de Allan Pred: «El llamamiento de Hagerstrand porIa lime Geography se focaliza en Ia gente, y en particular en las secuencias de eventos con los cuales se constituyen los dfas y Ia vida de cada individuo>> (Pred, 1 977: 2 1 0) . Por ello, Hagerstrand sera pionero en Ia elabo­raci6n de una propuesta teorica que enfatiza Ia importancia del comportamiento individual (individual behaviour). Pero Hagerstrand no solo destaca al individuo, construye ademas una teorfa espacio-temporal a partir del individuo y sus desplazamientos.

En los setenta empieza a elaborar Ia propuesta, pero desde los cuarenta recibe ciertas influencias academicas que lo marcaran de manera profunda: en 1 944 conoce al ge6grafo Edgar Kant17 (originario de Estonia, de Ia Universidad de Tartu), y este contacto sera clave para Ia perspectiva que decadas mas tarde terminara planteando Hagerstrand. Fue gracias a Edgar Kant que incorpora Ia idea de que Ia vida cotidiana de las personas es un dominio de investigacion geografica relevante (Hagerstrand, 2000: 1 1 8- 1 1 9) . Edgar Kant representaba Ia aproximacion fenomenologica caracterfstica de las primeras decadas del siglo XX en Ia Universidad de Tartu, aproximacion que se fundaba en Ia descripcion vfvida de Ia naturaleza y el paisaje. Asimismo, Hagerstrand ha reconocido que desde los aiios cuarenta tambien se intereso de forma particular en Ia obra de Kurt Lewin,18 uno de los iniciadores de Ia psicolo­gfa social. En particular se in teresa porIa idea de que «Ia estructura del mundo es interiorizada por los individuos». Este tipo de influencias muestran dos cuestiones: por un lado, la convic­cion de que Ia geografia debfa analizar a los individuos particulares en su vida cotidiana. Por otro, que el analisis del individuo es el camino para comprender Ia sociedad.

Sin embargo, el enfasis en las personas no conduce a Hagerstrand hacia un analisis indi­vidual. Sus preocupaciones se orientan a Ia construccion de patrones sociales de comporta­miento espacio-temporal. <<La capacidad de reunir los niveles micro y macro es fundamental en el papel del geografo>> (Hagerstrand, 2000: 1 22) . De acuerdo con Allan Pred, Ia <<lime Geography considera Ia existencia fisica de Ia sociedad dentro de cualquier area espedfica limitada, que puede ser observada y analizada como un proceso continuo ... » (Pred, 1977: 209). Los comportamientos individuales en el espacio-tiempo lo acercan al problema de Ia <<repeticion>> , y esto lo aproxima a Ia reproduccion social. De manera independiente a los desa­rrollos de Hagerstrand, las sociologfas de Ia vida cotidiana tambien se interesaron en Ia repeti­cion o rutinizacion. Pero en este campo de Ia sociologfa uno de los avances sustanciales -de los aiios ochenta- fue Ia introduccion de Ia ruptura de Ia repetici6n, o sea, Ia invenci6n. 19

A pesar del enfasis en las personas, Hagerstrand aborda el objeto de estudio de manera <<exterior>> , mas a(m, reconoce que su posicion £rente al mundo se parece mas a Ia de quien

psicologia y geografia se relacionaba con las «representaciones y las construcciones mentales colectivas• , y se aprecia en sus obras sobre el imperio britaruco y el Rhin (Claval, 1998: 212). En este sentido cabe recordar Ia cercanfa que tuvo Demangeon con Ia sociologia durkheimiana, considerando que Emile Durkheim fue el padre del concepto de «repre­sentaciones colectivas• .

17. Edgar Kant (1902-1978) llega a Suecia como refugiado y s e incorpora a I a Universidad d e Lund e n 1944, cuando se ve obligado a salir de Ia Universidad de Tartu y de Estonia. La presencia de Edgar Kant en Lund se ni decisiva en varios pianos, entre ellos Ia apertura internacional de Ia cual proced!a Kant. Pero ademas, hay que tener en cuenta que, en las primeras decadas del siglo XX, Ia geografia fue el principal campo de estud!o en Ia Universidad de Tartu, en buena medida por los esfuerzos realizados por el maestro de Edgar Kant: Johannes Gabriel Grano.

18. Hagerstrand hace referenda a una obra en particular de Lewin, Principios de Psicologia Topol6gica. Lewin, prusiano exiliado en Estados Unidos en 1933, tambien plante6 tempranamente un concepto por el que ha sido recono­cido, y posiblemente haya sido el interes inicial de Hagerstrand, el de «espacio de vida• .

19. En un trabajo previo hemos estud !ado, en un caso empirico, Ia relaci6n invenci6n /repetici6n. Alii presentamos las distintas sociologias de Ia vida cotidiana respecto al problema de Ia invenci6n y Ia repetici6n (Lind6n, 1999).

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observa desde afuera que a Ia de un participante. Incluso, asume que su perspectiva es un <<modo de pensamiento materialista>> , relacionado con sus experiencias de Ia infancia, mas

cercanas a los elementos de Ia naturaleza (nieve, hierba, arboles y materiales maleables ... ) que a las palabras y Ia gente (Hagerstrand, 2000: 1 23) .

Uno de los aportes sustanciales de Hagerstrand a Ia geografia humana, y no solo a las GVC, sera traer a Ia disciplina una forma de producir conocimiento que en otras ciencias (como Ia sociologia) estaba legitimada, pero poco difundida en Ia geografia: producir cierta informacion empirica, de un tipo pre-establecido a partir de unos interrogantes iniciales, que luego es analizada a Ia luz de una estructura teorica, para reelaborar los conceptos a partir de las respuestas obtenidas, es decir, producir nuevo conocimiento. Hagerstrand ha reconocido que Ia apertura a otras disciplinas le permitio familiarizarse con las tecnicas de investigacion, aunque no responder a los problemas teoricos de Ia geografia (2000: 1 22) .

Esta forma de proceder era novedosa para Ia geografia, que no se planteaba el problema de Ia produccion del dato empirico, ya sea porque se trabajaba en grandes descripciones sin teorizar sobre el dato empirico, o bien porque si se trabajaba con informacion empirica eran agregados que nunca identificaban al individuo y sus practicas. Hagerstrand produce una innovacion profunda en Ia geografia humana y para las GVC: representa no solo Ia legitima­cion de Ia persona, del individuo, sino tam bien el analisis sistematico de las <<practicas>> con su espacio-temporalidad. La espacialidad Ia concibe en terminos del donde se realizan las practicas, aun cuando se trate de un sendero de desplazamiento y no de un punto fijo. La temporalidad es estudiada a traves del tiempo consumido en cada practica. Se trata del tiempo y el espacio, que se miden.

Los precursores de las GVC habian incorporado Ia perspectiva del individuo como ha­bitante, Ia subjetividad, el conocimiento de los lugares. En cambio, Hagerstrand construye una particular GVC: el registro sistematico de practicas espacio-temporales de los indivi­duos y los hogares siguiendo trayectorias diarias, considerando sus movimientos, rupturas, los tiempos empleados y Ia secuencia de <<estaciones>> , incluyendo el hogar, el trabajo, Ia iglesia, las compras, Ia escuela, el ocio, las actividades comunitarias. Uno de los objetivos de Ia Iime Geography es proporcionar un lenguaje sistematico y una metodologia para describir el comportamiento espacial cotidiano, incluso para intervenir en las restricciones con las que se encuentran las personas (Thrift, 1977). Por eso va a disefiar una tecnica que le permi­ta representar tridimensionalmente las practicas: los prismas espacio-temporales. El con­cepto tradicional de cartografia -independientemente de los medios tecnicos con los que se hiciera el mapa- no le permitia Ia representacion de Ia informacion desde Ia perspectiva del individuo. Por ello, desarrolla sus propias formas de representacion grafica.

A pesar del avance de Hagerstrand, su perspectiva deja de lado un aspecto medular de Ia vida cotidiana: Ia subjetividad. El mismo Hagerstrand lo reconoce cuando expresa: <<en mi sistema de conceptos, como en toda Ia postura objetiva de Ia ciencia, hay una cara olvidada del mundo que concieme sin embargo a Ia parte mas importante de Ia existencia humana: los dominios interiores de Ia experiencia y el pensamiento. Admito que he cami­nado sobre una sola piema>> (Hagerstrand, 2000: 1 32) . En este planteamiento del geografo sueco parece asomar Ia voz (intemalizada) de Anne Buttimer, defendiendo Ia inclusion de los mundos interiores.20

Este reconocimiento lo lleva a un tema crucial, como es el vinculo entre Ia experiencia subjetiva y el conocimiento objetivo. Intenta diversas aproximaciones y termina planteando

20. Anne Buttimer estaba totalmente anclada en las filosoffas existencialistas, y por ello, desde inicios de los aiios setenta se asumen como parte de Ia naciente •geograffa humanista» . Pero una estancia en Lund le permite un acerca­miento a Hagerstrand y a los inicios de Ia Ttme Geography.

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que Ia salida esta en Ia «autobiografia», pues su eje es Ia relaci6n entre el individuo y su contexto. Encuentra que Ia «autobiografia construye enteramente Ia experiencia mental in­tema [en su relaci6n con] los acontecimientos (mas f.kilmente observables por un outsi­der)21 [ ... ]. Debemos asumir que las experiencias interiores y los fen6menos exteriores estan articulados par muchos caminos intrincados. Hay una indiscutible conexi6n que vincula en una secuencia de correspondencias lo que ocurre en los dos reinos. La mayor tarea de Ia aproximaci6n biografica debe de estar en entender la naturaleza de ese dialogo, pero asf tambien en entender como esa conexi6n se presenta en el contexto ecol6gico [ ... ]. Pero en lo que a mf me toea, me centro en la parte extema ... » (Hagerstrand, 1 978: 1 23) .

Por esa apertura, Ia perspectiva de Hagerstrand puede dialogar con «una geografia de las percepciones», como Ia planteada par Bailly y Beguin ( 1 992: 75-76) . La lime Geography puede complementarse con miradas centradas en los mundos interiores, en las motivacio­nes de los individuos y la subjetividad que los orienta a realizar esos recorridos, trayectorias, senderos y no otros. Pero Hagerstrand no penetra en ella.

No todos los ge6grafos que participan en la lime Geography aceptan que se debe fran­quear esa puerta. Por ejemplo, Allan Pred dice: «Ia lime Geography considera la existencia fisica de la sociedad dentro de cualquier area especifica limitada» ( 1 977: 209). Asumir que el objetivo es la «existencia fisica» de la sociedad implica reconocer que en los arreglos fisicos estan plasmados los mundos interiores. Esto hace suponer que no sea necesario penetrar en esos mundos interiores, porque estos se exteriorizan en lo fisico.

Esta discusi6n es compleja y sigue abierta. Posiciones como la de Pred se pueden con­frontar con otras, como las de la geografia de la percepci6n que asume como meta exacta­mente lo opuesto: «explorar la existencia mental de los lugares geograficos» (Bosque Sendra, 1 992: 8) . Parecerian posturas contrapuestas, enlazadas en las extensas dicotomfas que han acompaii.ado al pensamiento social. Sin embargo, las visiones constructivistas desarrolladas mas tarde en geografia muestran que pueden ser complementarias. 22

2.2. Las geograffas comportamentales y cognitivas

Si se acepta que los mundos interiores son materia de estudio para las GVC, entonces las geografias comportamentales y cognitivas no son ajenas a las GVC. Si se sigue el camino inverso, es decir, se niega que las GVC estudian los procesos mentales referidos al espacio, resulta que aun asf es innegable que las geografias del comportamiento, de la percepci6n, de la cognici6n y las representaciones han contribuido a las GVC. Todas estas geografias tienen un

gran parentesco con las GVC, sabre todo porque todas se interesan por el individuo como punta de referenda, mas alla de c6mo lo conciban. Pero tambien estan emparentadas porque han incluido lo sensorial, que es parte de la experiencia espacial cotidiana. Y sabre todo, estan relacionadas con las GVC porque se interesan por los movimientos cotidianos de las personas.

Por otra parte, las tematicas cognitivas han alcanzado un notorio desarrollo en las Ulti­mas decadas, lo que ha llevado a niveles importantes de especializaci6n, manifiestos desde el nombre mismo de estas perspectivas. No es el objetivo de este texto detenemos en la forma

21. Como siempre se autodefini6 frente a su s objetos de estudio. 22. Las miradas sociol6gicas de Ia vida cotidiana han ll egado a diferencias y aparentes dicotomias bastante seme­

jantes. Un ej emplo se halla en Ia etnom etodologia de Harold Garfinkel, qui en retoma el ementos de Ia fenomenologia sociol6gica de Alfred Schutz. En relaci6n a lo interior y lo ext erior, Garfinkel sefiala qu e no le interesan los procesos de conciencia, sino Ia expresi6n de estos en Ia vida cotidiana, en tanto qu e Ia fenomenologia sociol6gica incorpora estos procesos •intersubj etivos• como materia de analisis de las relaciones soci ales. El planteami ento d e Garfinkel (en Ia sociologia) pareceria emparentado con el de Pred (en Ia geografia).

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de nombrarlas (del comportamiento, de la percepci6n, de las representaciones y cognitiva), pero cada una de estas «etiquetas» lleva consigo matices de contenidos y miradas no despre­ciables. La expresi6n geografia del comportamiento enfatiza la acci6n, concebida como de naturaleza casi automatica, proxima a lo involuntario. La geografia de la percepci6n prioriza lo sensorial en el contacto con el espacio. Las geografias cognitivas y de las representaciones destacan elementos de los mundos interiores. Estas Ultimas tienden a concebir al sujeto de manera racionalista, es decir, evaluando espacialmente las circunstancias en cada momen­to, de manera consciente, a traves de un mapa cognitivo del que esta provisto (Downs, 1979; Downs y Stea, 1973).23 Las criticas a estas visiones desde la geografia humanista han sido extensas y tempranas (Tuan, 1975; Buttimer, 1976; Seamon, 1979). Por ejemplo, David Ley sefialaba: «el entomo espacial no esta en la cabeza. La conciencia no se puede desprender del contexto espacio-temporal concreto» (1978: 45).24

Estas geografias penetraron en lo psicol6gico para explicar racionalmente el comporta­miento humano. En otros casos, se abocaron a sofisticar lo tecnico para modelizar el com­portamiento humano, desarrollando complejos modelos cuantitativos. En unos casos y otros, el parentesco con las GVC se debe a que los esquemas perceptuales y cognitivos tienen rela­ci6n con el hacer cotidiano, y este es materia central de las GVC, aunque sea discutible que esa relaci6n sea mecanica, casi natural o muy directa. Los ge6grafos y psic6logos (o psicoge6grafos), sobre todo anglosajones, dedicados a estos temas son numerosos, tanto los que estudian c6mo operan los dispositivos mentales relacionados con el espacio25 --casi a modo de radares- como quienes se han centrado en lo mas instrumental, como lo relacio­nado con los «mapas mentales/mapas cognitivos>> .

La discusi6n sobre los mapas mentales y cognitivos es extensa. El nucleo de ese debate esta en aclarar si la informaci6n espacial que los individuos llevan consigo y que les permite orientarse y «navegar» en Ia ciudad, se puede Hamar mapa o, mas bien, si debe ser entendida como un dispositivo cognitivo sobre la espacialidad. Una parte de las objeciones se orientaron a Ia palabra «mapa», por la carga euclidiana que lleva consigo. Por ello se ha tendido a sustituir la palabra mapa por «dispositivo». Actualmente se acepta que esa informacion espacial no es geometrica, no tiene ninguna relaci6n con los mapas que produce la cartografia. Esta discusi6n tambien cuestion6 la palabra «mental», sustituyendola por «cognitivo». No obstante, la altema­tiva del dispositivo cognitivo, aunque pierda la connotaci6n cartografica, no ha superado el sesgo racionalista. De este debate se desprende un problema metodol6gico tambien controver­tido: c:c6mo rescatar esa informaci6n espacial que las personas llevan consigo? La primera salida fue el conocido dibujo, pero de inmediato Ia reflexi6n mostr6la dificultad para traducir aquella informaci6n espacial al plano en que se hace el dibujo, poniendo en duda la fiabilidad de los dibujos llamados mapas mentales y cognitivos. Esa discusi6n sigue abierta, y las propues­tas se diversifican: algunos proponen que el mapa mental no se puede dibujar pero sf relatar, para otros se puede dibujar pero en un contexto de interacci6n en donde el dibujo retoma el relato y lo lleva a trazos que acompafian a las palabras, otros defienden Ia estrategia de hablar sobre esa informaci6n espacial (el relato en situaci6n de interacci6n) al mismo tiempo que se recorre dicho espacio, es decir, que se recrea la experiencia espacial (De Castro, 1997).

23. Algunos de los autores que en los afios setenta se involucraron con estas miradas cognitivas racionalistas, dos decadas despues suelen aparecer abocados a los denominados SIG (sistemas de inforrnaci6n geografica), es decir, un instrurnento potente para cartografiar pero que lleva consigo todas las bases positivistas, desde Ia espacialidad (casi siempre euclidiana) hasta Ia definici6n de las •variables• de acuerdo a los principios positivistas de •aislar• aspectos de Ia realidad; en surna, presupuestos racionalistas consistentes con los que dorninaron las geograffas cognitivas.

24. En las sociologias de Ia vida cotidiana se dieron discusiones muy semejantes: para estudiar Ia vida cotidiana (en aquel caso, sociol6gicarnente), c:es necesario conocer lo que pasa por las cabezas de las personas? Tarnpoco en ese campo hubo una unica respuesta.

25. Lo cognitivo se refiere a los procesos de conocirniento, que en esencia son procesos de adquisici6n, alrnacena· mien to, utilizaci6n y tratarniento de Ia inforrnaci6n. En este caso se trata de inforrnaci6n espacial.

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Para este tema de manera amplia remitimos a un texto de gran reconocimiento como es el libro colectivo editado por Juval Portugali (1996), de la Universidad de Tel Aviv, Israel. Para este geografo el interrogante nodal es como maneja el individuo la informacion espa­cial para la resolucion de los desplazamientos (Portugali, 1996 ). Esto muestra que los mapas cognitivos no de ben ser confinados a lo tecnico ni a lo metodologico, no son independientes del estudio de los dispositivos cognitivos en si. En este ultimo tema, un aspecto de mucho interes es lo relacionado con la Hamada memoria a largo plazo (asentamiento duradero de la informacion), porque es alii donde se aloja la «memoria geografica» (De Castro, 1999). Esa memoria distingue las seiiales indeseables de los mensajes significativos, ordena y estructu­ra la informacion sobre el entomo, reagrupa las sensaciones y reduce los elementos particu­lares a esquemas mas generales. En suma, el proceso cognitivo organiza los signos en rela­cion a la experiencia (Bailly, 1979: 15-25).

En este ambito de la geografia comportamental/cognitiva tam bien se debe incluir a un destacado geografo califomiano (de origen australiano): Reginald Golledge. Aunque su tra­bajo es claramente behaviorista, este enfoque comportamental lo ha llevado a estudiar -con un sesgo experimental- la adquisicion de conocimiento geografico de sentido comun (algo semejante a lo que Lowenthal llamo las geograf£as personales), y esto le ha conducido a lo que el denomina «geografias de la vida cotidiana» (Golledge, 2001 y 2000). Su concepcion de las geografias de la vida cotidiana se orienta al conocimiento geografico de sentido comun que los individuos emplean en decisiones de diferentes localizaciones cotidianas: desde cuestio­nes tan banales como definir donde estacionar un automovil, hasta otras como decidir don­de vivir: En otras palabras, las geografias de la vida cotidiana behavioristas retoman el viejo problema geografico de la «localizacion», aunque ahora visto desde el angulo del individuo y su conocimiento de sentido comun. Muchos de los principios de la teoria de la localizacion de la geografia economica son retomados por estas perspectivas. Las practicas cotidianas se estudian como patrones de localizacion, pero no de una actividad economica, sino de un individuo. Asi, decisiones locacionales, patrones de conectividad y distancias recorridas son aspectos que se hicieron objeto de analisis cuantitativos diversos (Cox, 1972).

En America Latina estas perspectivas no han tenido un gran desarrollo, no obstante algunos autores, mas o menos dispersos en diferentes instituciones academicas, se han inte­resado en ellas. En este sentido se puede mencionar el caso chilena, con los trabajos de Espinoza Nanjari (1989, 1996).

En el caso francofono, cabe subrayar que si, en un primer examen, la geografia de las representaciones puede parecer el equivalente francofono de la geografia cognitiva anglosajona, en realidad no lo es ya que ha seguido una vision mas proxima al humanismo y las geografias existencialistas, deslindandose de las visiones racionalistas que son propias de lo cognitivo. Un ejemplo de este tipo de rumbo se puede apreciar en HeiVe Gumuchian ( 1991). Asi, los geogra­fos francofonos encontraron que la perspectiva de las representaciones era mas fecunda por incluir la idea piagetiana de la representacion, que permite evocar los objetos en su ausencia, mientras que la percepcion solo lo hace en presencia de los objetos (Di Meo, 1991a: 126). Mas que la referenda a lo <<representacional como espejo>> , la geografia de las representaciones francofona ha significado la inclusion del actor y su subjetividad. Esta perspectiva de la evoca­cion en ausencia del objeto se conecta con la discusion actual -generada fuera de la geogra­fia- sobre los imaginarios sociales (Lind6n, Hiemaux y Aguilar, 2006).

La reflexion de Bernard Debarbieux (2004), de la Universidad de Ginebra, sobre el tema es pertinente para cerrar el apartado: una buena parte de la geografia humana renuncio a las visiones comportamentales y cognitivas, que quedaron en el contexto de cierta psicologia de la percepcion y cognici6n, en tanto que una parte extensa de la geografia canalizo las pre­guntas que en un momenta parecian poder resolver estas miradas cognitivas hacia las llama­das geografias humanistas, existencialistas y fenomenologicas.

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Geografias de Ia vida cotidiana

3. Hacia Ia demarcaci6n del campo (los ochenta y noventa)

A partir de los aiios ochenta Ia expresion «vida cotidiana» aparece en el discurso geognifico con mayor frecuenda. Sin embargo, es menos frecuente Ia referenda a una <<geografia de Ia vida cotidiana» . Las voces que postulan una GVC en casi todos los casos llevan alguna de las dos herencias que acabamos de mencionar (Hagerstrand y cognitiva/comportamental). Asf, el campo de las GVC se empieza a demarcar retomando alguna de estas herencias a veces, y otras en Ia crftica a una, a otra, o a am bas. Las crfticas se van dando de Ia mano de miradas existendalistas, fenomenologicas y/o humanistas.

En Ia busqueda de las voces que asumen directamente una GVC se pueden dtar algunas: David Seamon (1979),26 Allan Pred (1981), David Ley (1983), Antoine Bailly y Jean Paul Ferrier (1986), John Eyles (1989), Susan Hanson (1993), Constando de Castro (1997), Guy di Meo (1999) y Roland Lippuner (2003). La referenda a estos autores tiene otra lectura colateral: expresan varias tradiciones del pensamiento geognifico en fundon de contextos nadonales, la anglosajona, la francofona, la espanola y Ia escandinava. Estos autores llevan consigo voces de varias de estas tradiciones. Por ejemplo, serfa reductor ubi car a Constando de Castro solo en el pensamiento espaiiol, su inmersion en estos temas se alimenta del pensamiento americana. Bailly tambien ha realizado una articuladon de voces francofonas con anglosajonas. Pred ha construido puentes entre el pensamiento anglosajon y el escandinavo. AI mismo tiempo, estos autores tambien han realizado acercamientos y cruces entre distintas disdplinas sodales. No se podia avanzar en Ia demarcadon del campo dentro de tradidones nadonales cerradas, ni dentro de los lfmites disciplinarios predsos de cierta geografia humana.

Asf, con estas voces y otras, en los aiios ochenta se van a integrar las piezas de este campo en dernes de las GVC. En este sentido, es necesario destacar los aportes humanistas y fenomenologicos, sobre todo en autores como David Seamon (1979) y David Ley (1983). Para estos autores Ia GVC integra dos grandes ambitos de estudio: uno es el de las pnicticas (a veces llamadas lo objetivo) y el otro, el de los sentidos y significados ligados a elias (lo subjetivo ). Tanto el analisis de las pnicticas como el de los sentidos, al plantearse desde Ia geografia, asume el desafio de pensarlos espacialmente. A ellos se agregan un tercer ambito, el campo de informa­cion espacial o acervo de informacion espacial y, por Ultimo, el de Ia experiencia espacial.

David Seamon (1979) y David Ley (1983) sostienen que las pnkticas y los sentidos pueden diferendarse analfticamente, pero estan totalmente relacionados entre sf. Ley (1983) ha sido muy crftico con las investigaciones previas que consideraban los comportamientos (las pnicticas) en sf mismos, es dedr, aishindolos como si fuera posible comprender una pnktica desprovista de su sentido. En las miradas subjetivistas (dentro y fuera de Ia geogra­fia), los sentidos hacen referenda a por que las personas hacen lo que hacen. Esto incluye porques muy profundos, de los que Ia persona no tiene consciencia, o bien puede tratarse de razones banales y evidentes en un contexto socio-cultural. Cuando se plantean crfticas como Ia de Ley sobre el tratamiento de las pnkticas sin los sentidos, se cuestiona que los «senti­dos» ---o mejor aun, los porques- sean imputados por el investigador a traves de diversos procedimientos, como las relaciones de causalidad. Es necesaria esta aclaracion ya que casi siempre el investigador busca por que se hace tal pnictica, y eso es una forma de acercarse a los sentidos. Pero Ia crftica de Ley apunta a que no es lo mismo buscar respuestas a esos porques a traves de Ia subjetividad de Ia persona, que imputarla desde fuera a traves de algtl.n procedimiento asumido como va.Iido (causalidad).

26. El autor no usa d irectamente Ia expresi6n •vida cot idiana» s ino •geografia del mundo de vida». Sin embargo, Ia as im ilamos porque precisamente el concepto de •mundo de vida» (Lebenswelt) es el nucleo princ ipal de las teorias fenomenol6gicas de Ia vida cotidiana.

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Para David Ley ( 1983), la interrelacion entre las practicas y la subjetividad es compleja ya que se retroalimenta constantemente: los sentidos, significados e imagenes sobre el espacio se construyen y toman forma, en el desarrollo de las practicas, y al mismo tiempo, una vez cons­truidos condicionan las practicas futuras. Estas, a su vez, pueden llevar a la reconstruccion de los sentidos. La distincion entre practicas y sentidos solo es analitica, ya que los dos ambitos son indisociables, y uno no tiene razon de ser sin el otro. A su vez, los distintos ejes tematicos que consideramos a continuacion tanto con relacion a las practicas, y mas a(m con referenda a los sentidos, no podrian pasar por la prueba de los criterios de lo <<exhaustivo y excluyente», como no la podrian pasar las GVC en ning(m nivel, plano o dimension. Esto implica que, aun cuando ofrecemos un numero considerable de temas en los cuales se ha concretado la subjeti­vidad espacial, no son todos los posibles. Habria otros, aqui no tratados. Esto en cuanto a lo no exhaustivo. Ademas, no son excluyentes entre si: esto implica que muchos de ellos estan super­puestos parcialmente, cuando no considerablemente superpuestos.

3. 1. Las practicas

Este ambito da cuenta del hacer del ser humano: actividades, acciones o practicas cotidia­nas. Este es el ambito de las GVC que hereda mas claramente el pensamiento de Hagerstrand. Aunque para las voces mas holisticas de las GVC, las practicas deben ser tratadas a la luz de la subjetividad y no aisladas.

El estudio de las practicas en las GVC reconoce cuatro vertientes analiticas: los despla­zamientos, las practicas que permanecen en un Iugar, los escenarios de comportamiento y los patrones/rutinas espaciales. Algunos autores se han focalizado solo en algunas de estas vertientes, en tanto que las perspectivas mas humanistas consideran que no deberian ser pensados como temas independientes unos de otros, sino como inclusivos entre si. Par ejem­plo, las practicas que se desarrollan en un mismo Iugar pueden ser estudiadas como un escenario fijo, pero tambien como practicas fijas.

Los desplazamientos. AI estudiar las practicas en el espacio, algunas GVC enfatizan los <<despla­zamientos», la movilidad espacial, los flujos, empezando par el propio Hagerstrand. Otros autores, que no necesariamente se adscriben a la Time Geography, tambien han priorizado esta dimension Por ejemplo, Constancio de Castro (1997), mas cercano a una geografia cognitiva y del comportamiento, se plantea la vida cotidiana a traves de ese tipo de practicas y diferencia los desplazamientos pendulares y repetitivos, de los no rutinarios. Los primeros fijan en el individuo esquemas invariables, o al menos dificiles de cambiar. Las grandes metropolis contemporaneas exacerban la movilidad espacial cotidiana, muchas veces deno­minada <<navegacion urbana»/7 pero sobre todo la pendular.

Este enfasis es esperable si recordamos que la geografia humana, al preguntarse por el espacio como nucleo basico, siempre estudio la movilidad espacial de las personas,28 en pala­bras de Constancio de Castro: <<el desplazarse es un hecho omnipresente» (1997: 17). Pero una parte de la geografia que ha estudiado los desplazamientos no tiene ni siquiera relacion con una GVC: cuando la geografia estudia los desplazamientos como migraciones de agregados de poblacion, el componente que da vida a ese proceso (la practica migratoria del individuo) no se analiza como tal, analiticamente se pierde o no existe. No obstante, el problema de los despla-

27. Esta expresi6n es muy frecuente y caracterfstica de las geografias del comportamiento. 28. Respecto a este interes inherente a Ia geografia por Ia movilidad espacial, cabe recordar que Ratzel, en el siglo

XIX, dedic6 una parte de su obra a este tema.

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Geograffas de Ia vida cotidiana

zamientos para las GVC puede incluir los desplazamientos migratorios u otros, como los pendulares trabajo/residencia. Parte de Ia geografia urbana ha estudiado los movimientos tra­bajo/residencia pero de forma muy igual, s6lo en pocas ocasiones lo ha hecho en terminos de practicas cotidianas de un individuo. La tendencia ha sido pensarlos como grandes movimien­tos que integran Ia dinamica de Ia ciudad, pero no como Ia vida cotidiana de Ia persona.

Cuando se analizan las practicas de movilidad espacial desde Ia perspectiva de Ia perso­na se esta en el terreno de Ia GVC, pero hay dos tendencias. Una son las investigaciones que abordan el desplazamiento en sf mismo, visto en un espacio medible y en un tiempo cronometrable. Son los desplazamientos que recorren diferentes distancias y consumen ciertos tiempos. Y otra tambien las GVC para las cuales estas practicas de movilidad no pueden ser estudiadas en sf mismas, sino junto a patrones/rutinas, a campos de informaci6n espacial y a subjetividades espaciales.

Las practicas cotidianas de movilidad espacial han sido y son un tema de interes para diversas investigaciones empiricas, sobre todo en funci6n del tipo de sujeto social que estudian. Por ejemplo, ciertos estudios de genero en geografia, o tambien investigaciones geograficas sobre personas de Ia tercera edad, asimismo las investigaciones sobre salud y discapacidad. Entre los primeros hay que sefialar que en muchas ocasiones han producido verdaderas GVC,29 y una parte considerable de elias han enfatizado el tema de las practicas como desplazamientos. Asf, se han reconstruido los desplazamientos cotidianos de hombres y mujeres, contrastando los radios de acci6n. Muchas de estas investigaciones han incorporado otros elementos junto al tratamiento del genero, como Ia edad, el estado civil, inserci6n laboral, etc . . . En ocasiones, las investigaciones de genero y desplazamientos han ampliado Ia propuesta de Hagerstrand. A modo de ejemplo se pueden citar algunos trabajos: Sabate et al. , 1995; Dfaz Mu:fioz, 1989; Dfaz Mu:fioz y Rodriguez Moya, 1989; Hanson y Hanson, 1980; Palm y Pred, 1974.

Un trabajo pionero sobre los desplazamientos es el de John Everitt (1974) sobre Los Angeles, en el que hall6 que los hombres-casados conocen bien una parte importante de Ia ciudad; las mujeres-casadas-amas de casa conocen un area de cinco millas en tomo a Ia casa (menos que los hombres) y las mujeres-casadas-trabajadoras conocen menos que las amas de casa. En suma, trabajar fuera del hogar no tiene las mismas consecuencias espaciales en los hombres que en las mujeres por el trasfondo de Ia doble jornada, que restringe espacialmente a las mujeres.

Las investigaciones empfricas que retoman Ia lime Geography, ademas de analizar los radios de desplazamientos, consideran el tiempo, y asf identifican otras cuestiones como, por ejemplo, que en el caso de las mujeres las distancias de sus desplazamientos estan muy relacio­nadas con los horarios de las actividades de las que se hacen cargo. Asf, Ia preferencia de puestos de trabajo cercanos al hogar se relaciona con Ia necesidad de articular los horarios de trabajo con las otras tareas domesticas (Ia «doble jomada»). Ese desplazamiento reducido espacialmente se comprende mejor a Ia luz de Ia temporalidad de otras actividades. En esta linea un trabajo pionero fue el de Allan Pred y Risa Palm ( 1978), en el cual analizan las restric­ciones espacio-temporales de una joven madre soltera -Jane- que se ve llevada a rechazar una inserci6n ocupacional bien remunerada y aceptar una peor retribuida por dichas restric­ciones. En el mismo sentido se plantean muchos de los trabajos de Susan Hanson que relacio­nan el genero con Ia estructura geognlfica de oportunidades. Todo ello le permite desarrollar el concepto de «arraigo geografico» (geographic rootedness) y «arraigo residencial» (residential rootedness), como una condici6n que afecta a Ia mujer pero que tiene repercusiones para Ia ciudad en su conjunto (Hanson y Hanson, 1980; Hanson y Pratt, 1988, 1991, 1992).

29. No todas las geografias de genero son GVC: algunas investigaciones geograficas de genero no estan planteadas desde Ia vida cotidiana, sino desde otros ambitos, por ejemplo, los mercados de trabajo.

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En relaci6n a las pnkticas cotidianas como desplazamientos, tambien hay que destacar Ia vertiente desarrollada con respecto a personas de Ia tercera edad. Muchas investigaciones de este tipo constataron en distintos grupos, en contextos variados, Ia reducci6n de los des­plazamientos cotidianos de este tipo de sujeto social. Una relevante GVC de este tipo fue Ia realizada por Graham Rowles a fines de los afios setenta. En aquella investigaci6n, la reduc­ci6n en los desplazamientos cotidianos de las personas mayores fue el punto de partida. Los hallazgos mostraron lo limitado que es considerar los desplazamientos s6lo en terminos de distancias y recorridos. Estos toman otra profundidad si se analiza el sentido que adquieren para las personas. Ademas, el autor complementa los desplazamientos cotidianos con otra dimensi6n: hay desplazamientos que no son fisicos, aunque pueden ser igualmente impor­tantes para el individuo. De hecho, alii se ubica uno de sus principales hallazgos, «Ia fantasia geognifica» (Rowles, 1978a, 1978b).

Desde las GVC, el planteamiento de Rowles es relevante porque muestra Ia insuficien­cia del tratamiento de las pnicticas de desplazamientos en si mismas como comportamien­tos de locomoci6n en un espacio/tiempo cartesiano, al menos cuando se estudia a este tipo de sujetos (personas de la tercera edad). Su anal.isis reconstruye un complejo espacio vivido en el cual es necesario comprender el sentido que toma para una persona ir a un Iugar o a otro y ademas reconocer que hay desplazamientos -a veces enormes- pero fantasiosos. Las fantasias pueden ser bacia lugares conocidos en el pasado, o bacia lugares en los cuales nunca estuvo fisicamente Ia persona, pero con los que tiene alguna conexi6n emocional.

Numerosas investigaciones de geografia de la salud tambien han penetrado en Ia vida cotidiana, incluso planteandose GVC acotadas a grupos o sujetos sociales con discapacidades o bien con ciertas enfermedades. La relaci6n entre estas investigaciones y las GVC viene por el anal.isis de las discapacidades o de ciertas enfermedades que afectan Ia capacidad de des­plazamiento de la persona, limitandola o bien condicionandola (Andrews, 2003; Wiles, 2003; Dyck, 1995; Wilton, 1996).

Las prdcticas ancladas en un Iugar. El anal.isis de las pnkticas no se reduce al desplazamiento, a pesar de su importancia. Algunas GVC se interesan por analizar espacialmente pnicticas cotidianas que la persona realiza <<relativamente fija en el espacio, sea por un tiempo muy corto o mas extenso» . David Seamon (1979) se refiere a este tema como las experiencias de permanecer o quedarse en un Iugar (Rest). Estas pnicticas pueden referirse a diferente tipo de lugares, desde quedarse o permanecer en una ciudad, en un barrio o vecindario, en una casa, en una habitaci6n, pero tambien puede ser en una esquina determinada, en un banco de una plaza, pueden ser las pnicticas domesticas que se realizan dentro del espacio del hogar. Seg(J.n sea Ia practica y su temporalidad, Ia noci6n de <<quedarse» o «permanecen> es mas o menos fija en el espacio. Por ejemplo, permanecer como residente de un barrio es una pnictica menos fija que permanecer en una esquina esperando a otra persona, aunque la primera se prolongue mas tiempo que la segunda.

Para David Ley ( 1983) las pnicticas que son de in teres para las GVC son las vinculadas al trabajo y el hogar, aunque tambien las relativas a la escuela, el tiempo libre . . . Estos ambi­tos (trabajo, hogar, escuela . . . ) pueden ser estudiados desde las pnicticas de desplazamiento que suponen para las personas (movilidad espacial para llegar al trabajo, a Ia escuela, de retorno al hogar. . . ), pero lo que enfatizamos es que ademas de ese desplazamiento (que es una pnictica), en cada uno de estos mundos las personas realizan practicas particulares fijas espacialmente (laborales, domesticas . . . ) .

El concepto de arraigo residencial desarrollado por Susan Hanson supone un con junto de pnicticas fijas en un Iugar: el hogar. En palabras de Bosque Sendra et al. (1992: 12): <<Un capitulo [de las GVC] son los lugares donde se ejerce Ia experiencia cotidiana y otro son los lugares alejados de dicha experiencia». Las conexiones entre esos lugares se pueden pensar

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como pnicticas de desplazamientos. Estos autores (Bosque Sendra et al., 1992) parten de los lugares y luego identifican las pnicticas cotidianas que en ellos se despliegan, pero tambien es posible pensarlo de manera inversa: partir de las pnicticas y observar a que lugares conducen.

Las GVC sobre pnicticas fijas pareceria que han seguido perspectivas mas culturales que las que han estudiado los desplazamientos. Estas ultimas, muchas veces han analizado los desplazamientos como flujos, incluso a traves de modelos cuantitativos. En cambio, las que se han focalizado en pnicticas ancladas es mucho menos frecuente que aislen las practi­cas, todo lo contrario, tienden a considerar esas pnicticas fijas junto a la subjetividad espa­cial o los sentidos. Estudiar las pnicticas ancladas en un lugar desprovistas de los sentidos implicaria dos fuertes riesgos: uno seria el de eliminar la espacialidad y tratarlas como accio­nes, con lo cual dejaria de ser una mirada geognifica. El otro riesgo seria incluir la espacia­lidad pero reduciendola al «d6nde» se realiza tal practica. Por lo que representan estos dos riesgos casi todas las GVC que estudian practicas ancladas las consideran con los sentidos.

Ins escenarios. El tema de las pnicticas ha llevado a que algunas GVC recuperaran el pensamien­to de Erving Goffman sobre los «escenarios cotidianos» . Aunque el soci6logo canadiense no hacia una GVC, sino una sociologia de la vida cotidiana,30 la importancia que le otorg6 a la espacialidad llev6 a que afios mas tarde constituyera una pista analitica importante para las GVC. Asi, algunos aspectos de la metafora dramattirgica de Goffman ( 1981 )31 proporcionaron una forma de abordar esas pnicticas cotidianas que se fijan, atin de manera efimera, en un lugar.

El estudio de las pnicticas cotidianas a traves del analisis de los «escenarios» se pregunta por los espacios y tiempos en los cuales las personas tienen «encuentros» con otras personas. David Seamon, en su A geography of the lifeworld de 1979, incluye los «encuentros» como uno de los capitulos de esta geografia del mundo de vida. El concepto de «encuentro» es otra de las herencias goffmanianas que han recuperado las GVC. Fue Goffman quien en su metafora dramattirgica plante6 que las interacciones (cara a cara) cotidianas entre las personas eran «encuentros». Tambien fue Goffman quien retom6 el concepto elaborado por los interaccionistas que lo precedieron32 de <<interacci6n» para replantearlo como <<Situaciones de interacci6n» , con lo cual la interacci6n ademas del encuentro cara a cara incluy6 el <<espacio-tiempo» en el cual ocurre. Asi, los encuentros ocurren en situaciones de interacci6n ubicadas en escenarios concretos. Esto ha sido retomado por las GVC, por ejemplo, por Seamon ( 1979).

Esta vision goffmaniana ha sido retomada en diversas ocasiones por las GVC. Por ejemplo, Herve Gumuchian et al. (2003: 1) inician un libro reciente planteando que <<el territorio es un escenario en donde se juegan representaciones en (varios) actos; el actor alli es omnipresente, sin embargo, la geografia lo ha puesto en Ultimo lugar. La ciencia del espacio, de su organiza­ci6n y de su funcionamiento s6lo apenas ha apreciado las entradas micro y se desconfia mucho del individuo, prefiriendo aproximaciones por grupos» . En estos autores esta presente la meta­fora dramattirgica completa (actor, representaci6n, actos), en suma, la mirada micro-espacial y micro-social. Otros ge6grafos franc6fonos tambien han retomado esta mirada destacando la

30. De aquf en adelante SVC. 31. La metafora dramarurgica es Ia expresi6n utilizada en Ia teoria sociol6gica para referirse a Ia construcci6n te6rica

con Ia que Goffman propuso comprender Ia sociedad a traves del teatro. Asi es como su teoria sociol6gica se integra con conceptos que proceden del mundo del teatro (rol. escenario, decorado, mascaras .. . ). Esta perspectiva estuvo presente en todo su pensamiento (basta en su Ultima gran obra, Frame Analysis), aunque el libro en el cual la presenta por primera vez como una propuesta integral (su libro mas conocido) es La presentaci6n de Ia persona en Ia vida cotidiana, cuya primera edici6n en ingles es de 1959 y Ia primera en castellano de 1981. El libro de 1959 resulta de su tesis doctoral, inedita, presentada en 1953 en Ia Universidad de Chicago, pero iniciada en 1949 y con un extenso trabajo de campo realizado en las islas Shetland desde Ia Universidad de Edimburgo. La •psicologfa ambiental• y Ia •geografia de las percepciones• comienzan a ver el tema de los escenarios del comportamiento en Ia segunda mitad de los aftos sesenta (Barker, 1968), aun cuando el trabajo pionero sobre behavioural environment de William Kirk es de 1951.

32. El concepto procede de Georges Mead, aunque Ia gran difusi6n se dio a traves de su discfpulo, Herbert Blumer, a partir de 1937.

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figura del «actor territorializado» o el «actor geogr.ill.co» ( Gumuchian et al. , 2003; Racine, 1985; Lajarde, 2002; Debarbieux, 1997b ) .33 Tambien han recuperado esta metafora dramatUrgica geo­grafias de otras latitudes, por ejemplo Tello Rovira (2003) y Lindon (en prensa).

Otras GVC que retoman la metafora dramatUrgica estudian «secuencias de escenarios» . Por ejemplo, David Ley (1978) rechaza la idea del dispositivo cognitivo (ese «radar>> que ubica­ria a las personas permitiendoles marcar puntos en una reticula de coordenadas) y ubica la «experiencia espacial» del sujeto en contextos espacio-temporales en los que hay otras perso­nas. Esto es un acercamiento a la mirada goffmaniana en donde mas que esquemas ya estable­cidos en la cabeza de la persona, el escenario implica negociacion con el otro y es constitutivo de la experiencia espacial. En esta perspectiva, ciertas GVC incorporan a los escenarios un matiz no despreciable espacialmente: las practicas y sus escenarios difieren sustancialmente cuando ocurren «fuera de un recintO>> (outdoor) o <<dentro de un recintO>> (indoor) . El ejemplo por excelencia de los primeros es la calle, mientras que de los segundos es la casa, pero tambien el Iugar de trabajo. Constancio de Castro plantea (1997: 15) que la relevancia de estos dos tipos de escenarios es que en ellos se pueden esperar comportamientos tipicos. Por ejemplo, una sala de cine es un escenario indoor en donde se esperan ciertos comportamientos. Sin asumir una

vision determinista -anacr6nica- se retoma la idea de Milton Santos (1990) seg(m la cual el espacio no solo es producto de la sociedad, sino tambien productor de la sociedad.

En el pensamiento goffmaniano, los escenarios sobre todo estaban fijos en el espacio (aunque fueran efimeros). La recuperacion de esta concepcion por las GVC permite considerar que tam­bien hay escenarios en movimiento. Asf, tanto las practicas mas o menos fijas en un espacio como las practicas de desplazamientos se pueden estudiar como escenarios, fijos y en movimiento.

Patrones y rutinizaci6n de las prdcticas . Si las pnicticas vistas como desplazamientos y esce­narios en movimiento permiten hacer un seguimiento a lo largo del espacio, la inclusion de la profundidad temporal completa la mirada. Cuando no solo se observan los desplazamien­tos, sino tambien c6mo se reiteran a traves del tiempo, surge la rutinizaci6n de las pnicticas cotidianas. El primer planteamiento respecto a la rutinizacion se debe a Hagerstrand ( 1970, 1978), y considera tanto el espacio como el tiempo de las practicas cotidianas. Desde esta perspectiva geografica se puede citar a Pred (1981), Thrift (1981), Carlstein (1981), Lenntorp (1978), Parkes (1978), la Escuela de Lund en conjunto.34

Estos geografos observan que no solo se deben identificar las practicas cotidianas reali­zadas en un Iugar mas o menos fijo o las pnicticas de desplazamiento, hay que incluir el tiempo de manera compleja: no solo el tiempo en el cual se prolonga una practica, sino su repeticion en un ciclo temporal mas largo, o en varios ciclos. Veamos un ejemplo simple: una persona se desplaza en cierto medio de transporte durante una hora para ir de su hogar a su trabajo siguiendo cierta «trayectoria>> (path)35 en el espacio. El analisis de este acontecimien-

33. En el •regreso del sujeto» en geograffa, estos autores y otros han elaborado algunas aproximaciones que retoman elementos de las teortas individualistas y estructuralistas, intentando hallar los puntos medios (Gumuchian et al. , 2003; Lajarde, 2002). Estas alternativas son pr6ximas a las propuestas que ha desarrollado Jeffrey Alexander en Ia sociologfa.

34. En el caso de Nigel Thrift actualmente suele ubicarse en las geograffas postestructuralistas. Sin embargo, en sus inicios fue parte de aquel circulo de pensamiento constituido en torno a Hagerstr.md. Un dato significativo sobre aquella filiaci6n es su participaci6n como coeditor de una obra clave de aquel tiempo (Carlstein, Parkes y Thrift, 1978), como es Timing Space and Spacing Time.

35. En algunas traducciones se ha empleado Ia expresi6n •senda» , como en Ia traducci6n del texto de Giddens, La constituci6n de Ia sociedml (editorial Amorrortu). Actualmente, es mas aceptado traducir el concepto de Hligerstrand con Ia palabra «trayectoria». En Ia traducci6n de ese libro de Giddens se recurre a varios terminos en espaiiol respecto a los aportes de Ia escuela de Lund, que son discutibles. Uno de ellos es traducir Time Geography como •geografia hist6rica». En Ia geograffa humana, la geografia hist6rica es algo bastante diferente del planteamiento de Hligerstrand. En cambio, en otros textos se ha traducido Time Geography como •cronogeografia» , en parte recuperando tambien

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Geografias de Ia vida cotidiana

to no es completo si limitamos el tiempo a Ia duracion de Ia practica de traslado y cual fue el camino seguido. Es necesario observar que esa practica, con su duracion, se reitera a lo largo de todos los dias de Ia semana, o a lo largo de varios meses o afios. Esto es una aproximaci6n a Ia «rutinizacion» . En esta concepcion, Ia rutinizacion fue estudiada en diversos casos em­piricos y en distintos contextos surgieron resultados que, una y otra vez, mostraban las ten­dencias rutinizadoras. Algunos estudios empiricos mostraron que no solo habia fuer,�e rutinizacion en practicas cotidianas, sino que en las activic.lades «no esperadas» tambien se daban fuertes repeticiones (Cullen y Godson, 1975).

Asi, este pensamiento geognifico sobre Ia rutinizacion cotidiana no pudo avanzar s in incluir lo «instituido socialmente» , que contribuye a que esas practicas se reiteren dia tras dia. Para estas GVC, lo instituido es Ia forma en que las personas definen sus «proyectos» . Un proyecto es una serie de tareas -simples o complejas-- necesarias para alcanzar cualquie:r intencion inspiradora o metas orientadoras del compmtamiento (Pred, 1981: 10).

El devenir de esta GVC fue al encuentro del nucleo de Ia teoria sociologica: Ia «repro · duccion social» . AI estudiar Ia espacio-temporalidad de las practicas cotidianas, aparecio d gran interrogante que se venia formulando Ia sociologfa: c:las sociedades se producen o s.e reproducen? Esta geograffa agrega otro aspecto a aquel interrogante: c:que papel juega d espacio en esos procesos? Pero ademas, encuentra que Ia espacio-temporalidad de las prac­ticas es una de las claves interpretativas. Las respuestas de esta GVC se orientan en el sentidc. de que <<es en Ia escala de las practicas humanas en donde se reproduce la sociedad, y donde se socializan los individuos que continuan Ia reproduccion social» (Thrift, 1981 ). Pred retoma los dos conceptos basicos de Hagerstrand: las «trayectorias espacio-temporales» de los indi­viduos y los «proyectos» (instituidos), y plantea que «Ia reproduccion social, la socializacion de los individuos y Ia estructuracion se producen constantemente en la interseccion de las trayectorias particulares de los individuos, que llevan consigo sus proyectos instituidos, en espacios y tiempos especificos (Pred, 1981: 10). La reproduccion social resulta de la inter·· conectividad de las biograffas en el espacio-tiempo.36

Estos planteamientos acercaron las miradas de Ia rutinizacion y Ia espacio-temporali­dad desarrolladas desde Ia lime Geography con Ia teoria sociologica de Ia estructuracion de Anthony Giddens. El planteamiento mas acabado de Ia «estructuracion» de Giddens se pu· blico por primera vez en 1984, en La constituci6n de Ia sociedad, cuando buena parte de los acercamientos de Ia lime Geography ya se habian pubhcado. Giddens hace referenda a ellos desde 1977, tanto en voz de Hagerstrand como de sus discipulos. Es complejo reconstruir las referencias mutuas porque ambas teorias se van publicando parcialmente. Por ejemplo, Giddens empieza a publicar piezas de lo que finalmente sera Ia teoria de Ia estructuracion en 1976. Y Hagerstrand habia publicado el primer articulo con el que abre el planteamiento de Ia lime Geography en 1970. Como reconoce Ira Cohen:37 «Si es cierto que Ia geograffa del tiempo le aporto a Giddens muchos conceptos novedosos e importantes ac:erca de Ia interco­nexion entre tiempo y espacio en Ia interaccion social, el pago su deuda al llevar a Ia lime Geography bacia nuevas direcciones, expandiendo asi el dominio de estudio de esa perspec­tiva» ( 1999: 104 ). Esta retroalimentacion, seg6n Cohen, se debe a que Giddens, aunque retoma Ia lime Geography, tambien le plantea criticas. Por ejemplo, observa que Ia concepcion del agente social de Hagerstrand es muy simple e ingenua, y no explica c6mo construyen los individuos sus proyectos (1995: 148-149). Con anterioridad tambien desarrolla otras criti-

versiones del frances. Por ejemplo, el texto de Antoine Bailly, l.£S concepts de Ia geographie humaine, publicado en 1991 por Masson, em plea Ia expresi6n chronogeographie.

36. En esta perspectiva las biografias son las acciones y eventos particulares, orientadas por proyectos, con atribu· tos espacio-temporales especfficos, que ocurren entre el nacimiento y Ia muerte de un individuo (Pred, 1981: 9).

37. Au tor que se ha dedicado a reconstruir el pensamiento de Giddens y en particular su teoria de Ia estructuraci6n.

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cas, que si bien no son respondidas directamente por Hagerstrand, sf lo son por otros miem­bros de la escuela de Lund (Carls tein, Thrift, Parkes . . . ). En ese proceso de crfticas y refuta­ciones mutuas se da la expansion de la Tzme Geography a que se refiere Cohen.

Mas alla de la relacion Hagerstrand-Giddens, el enfasis de la Tzme Geography en la rutinizacion de las practicas en el espacio y el tiempo ha marcado el acercamiento entre esta GVC y las SVC. Las SVC reconoce:n que no solo hay rutinizacion, sino tambien innovacion o, mejor aun, una constante tension entre ambas tendencias. Es relevante que, para las SVC, la «r•1tinizacion y la innovacion» no se plantean desde la espacialidad, sino desde las practicas mismas. Parecerfa que allf hay posibilidades de complementariedad y enriquecimiento mu­tuo entre las GVC y las SVC, ya que estos geografos llegan a la rutinizacion por la via de la •.!spacio-temporalidad de las practicas y los sociologos por los codigos que llevan consigo las practicas. En las GVC de la rutinizacion, lo que no ha sido lo suficientemente estudiado es la innovacion, sobre todo si no se quiere limitar el analisis al supuesto «destino» de las socieda­des de reproducirse, aun espacialmente.

Un ejemplo de este enfasis en la reproduccion desde lo cotidiano, aunque sin hacer un analisis micro de las practicas como los geografos de Lund, es el trabajo de la geografa brasilefia Ana Fani Alessandri Carlos (2001). La autora analiza la vida cotidiana de Sao Paulo considerando los tiempos y ritmos de diferentes barrios de la ciudad, mostrando las t•;!mporalidades cotidianas suborclinadas al proceso de reproduccion del capital. Lo cotidia­no aparece totalmente organizado por el capital. Siguiendo la perspectiva de Lefebvre, Car­los muestra que los desplazamientos por trabajo, y tambien los tiempos libres y el consumo, estan subordinados a la logica dd capital. Dentro de esa colonizacion de la vida cotidiana retoma la idea lefebvriana del automovil como el objeto central de las sociedades contempo­raneas, con la consecuente profundizacion del uso de las calles para la circulacion y los centros comerciales como los espacios que sustituyen el papel que en otro tiempo tuvieron las calles. La vision marxista se impone y la espacialidad, aun cotidiana, es la del capital. En esta concepcion no queda margen para la invencion, la vida cotidiana esta enajenada y los espacios de vida sobre todo son los espacios del capital o los que el capital controla. Esto implica que la figura del individuo habitante -aspecto basico para las GVC- no es la pers­pectiva de analisis, la mirada se define desde las estructuras que dominan al individuo.

El tema de las rutinas tambien ha sido analizado por las GVC en otra perspectiva: como mecanismos de constitucion de generos de vida, estilos de vida o modos de vida. En la geo­grafia clasica regional francesa surgen las primeras versiones de la rutinizacion cotidiana que conforma generos de vida. Las rutinas fueron analizadas a traves de los ciclos tempora­les, ritmos, usualmente dados por procesos naturales. Los ejemplos clasicos fueron los gene­ros de vida y las rutinas de los valles alpinos.

Anne Buttimer ( 1969), en su analisis de la tradicion geografica francesa, ha destacado que entre los afios cincuenta y sesenta se dio el transito del concepto de genero de vida del ambito de la geografia rural (con Max Sorre) a la an1'ropologfa urbana, con Paul Henri Chombart de Lauwe. Asf, los trabajos de Chombart de Lauwe (1959, 1960, 1963, 1976) sobre el modo de vida obrero terminaran constituyendo un aporte destacado para comprender la compleja relacion entre practicas rutinizadas, modos de vida, desplazamientos, patrones residenciales e identi­dades. En esencia, sus trabajos constituyen toda una GVC. Esta vision se ha seguido utilizando en contextos urbanos no necesariamente obreros. La rutinizacion y los generos de vida -que luego en la ciudad a veces fueron estudiados como estilos de vida y otras como modos de vida- en ocasiones analizaron la separacion de los espacios de vida, sobre todo en tomo al trabajo y el hogar, en la perspectiva de Chombart de Lauwe.

En otros casos se orientaron hacia la articulacion con las identidades, o bien incorpora­ron la condicion de genero con relacion a esas practicas rutinarias entre diferentes espacios de vida. Asf, se defini.o la geografia de genero que planteo la division de los espacios de vida entre

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Geograffas de Ia vida cotidiana

los dedicados a la produccion (masculinos) y los de la reproduccion (femeninos) (Diaz Mufioz, 1989 y 1995; Sabate et al. , 1995). Otras investigaciones empiricas retomaron esta mirada para analizar situaciones de superposicion de ambos espacios (del trabajo y la vida familiar) y su­perposicion o conjuncion de los roles de genero (Lindon, 1999). En estas investigaciones urba­nas, la rutinizacion ha requerido la inclusion de ciclos y ritmo.s temp::>rales, pero a diferencia de los primeros estudios geognificos sobre generos de vida, han sido ritmos y ciclos marcados por procesos sociales, y no naturales. Muchas investigaciones sobre la rutinizacion de las prac­ticas desde su espacialidad han destacado que estas toman fonna en funcion del espacio en el cual se despliegan reiteradamente, y al mismo tiempo, conforman al espacio.

3.2 . Campo de informacion espacial

Si todo lo referido a las practicas cotidianas y su espacialidad es uno de los grandes capitulos de las GVC, otro capitulo se refiere a la informacion espacial que el sujeto posee. Esa infor­macion tiene relacion estrecha con las pnicticas y rutinas que sigue.

Este campo de informacion espacial o «acervo de informacion espaciah, retomando la expresion schutziana, siempre es transitorio ya que cada nueva experiencia permite la incor­poracion de nueva informacion espacial. Al mismo tiempo, otra informacion que ya se tenia se puede tomar muy distante en espacio o en tiempo. No necesariamente la informacion mas antigua se pierde por el efecto del paso del tiempo. En ello interviene el nivel de relevan­cia que ha tenido para la persona esa informacion. Que incluye el campo de informacion es algo que varia con caracteristicas como los roles sociales desarrollados por la persona, la posicion en la estructura social y territorial, en suma, varia seg(in los espacios de vida.

Distintas investigaciones empiricas han puesto de maniHesto que algunos roles y posi­ciones sociales favorecen la reduccion del campo de informacion. Por ejemplo, investigacio­nes con migrantes han mostrado que casi siempre su campo de informacion espacial es mas limitado que el del no migrante. Esta misma observacion se suele constatar en los «recien llegados a un Iugar>> , como puede ser el vecino que acaba de llegar a un barrio. Esto se asocia al hecho de que la experiencia espacial del Iugar es menor que la de la persona que ha residido mas tiempo en el lugar, tanto porque menos tiempo implica menos experiencias, como tam bien porque menos tiempo habitando el lugar casi siempre supone menor conoci­miento y participacion en los distintos grupos sociales locales (Ley, 1983: 120-122).

Otras investigaciones han mostrado que entre los sectores sociales de menores ingresos, esa condicion obstaculiza la realizacion de muchas practicas y por lo mismo, el campo de informacion espacial de que dispone la persona puede reducirse adicionalmente. Esto podra ser revertido por otras circunstancias particulares, por ejemplo inserciones laborales que re­quieren de importantes desplazamientos cotidianos. Otros estudios han encontrado que en contextos territoriales habitados por varios grupos sociales con debiles interacciones entre si, esa misma heterogeneidad social contribuye a que estas personas tengan un campo de infor­macion espacial de su entomo muy limitado, ya que no tienen experiencias en lugares de ese entomo porque pueden ser territorio de otros grupos con los qut:: hay inconexion o incluso una barrera social, aunque sean proximos en terminos de distancia fisica.

Un ejemplo de investigacion empirica sobre campo de infmmacion espacial es la realiza­da por Aurora Garcia Ballesteros y Joaquin Bosque Sendra sobro� Segovia ( 1989). Los autores presentan hallazgos diferenciados por la condicion de genero: los hombres perciben mejor los limites administrativos y tienden a extender los limites de su territorio hacia las carreteras mas importantes, tambien consideran que son parte de su ciudad municipios que todavia no se han incorporado. En cambio, las mujeres conocen bien el area de mercado proxima a la casa y creen que los recorridos consumen mas tiempo que el que los hombres les atribuyen a las

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mismas distancias fisicas. Para las mujeres, sus banios vividos son mas reducidos, casi siem­pre se organizan en tomo a una calle y refieren al domicilio de manera central.

Varias investigaciones han encontrado que el grado de informaci6n espacial se relaciona con Ia «habilidad espaciah de las personas para resolver cuestiones practicas como orientarse en el espado, hacer comparac'iones y diferenciaciones entre lugares. Los estudios geograficos de genero sobre Ia habilidad espacial encuentran que las mujeres tienen menor habilidad espacial, sobre todo menos orientaci6n espacial (Gilmartin y Patton, 1984). Las interpretacio­nes actuales plantean que esa menor habilidad se debe a los procesos de socializaci6n de las nifias, que casi siempre las limitan en el radio de acci6n (Matthews, 1987). Asf, cuando son adultas es usual que no se orienten en Ia ciudad, que sobrestimen las distancias, incluso, Ia sobrestimaci6n de las distancias coadyuva para que eviten Ia exposici6n al espacio publico, permaneciendo mas tiempo t:n los espacios domesticos. Esto tiene un efecto adicional, ya que lejos de ampliar ese acervo espacial se refuerza su caracter incompleto y parcial.

3 . 3. La subjetividad espacic!l

Asf como las practicas y el acervo espacial son dos capftulos importantes de las GVC, otro nucleo se refiere a los significados otorgados al espacio, es decir, Ia subjetividad espacial. Las practicas les dan significados a los lugares y los toman de estos, y esos significados tam bien se integran en los acervos de informaci6n espacial.

El replanteamiento de los conceptos de «espacio» y «Iugar» a partir de los significados que se le ototgan (Tuan, 1977) es Ia entrada a Ia subjetividad espacial. En este terreno los aportes de YI-Fu Tuan y Anne Buttimer han sido centrales. Para el primero de estos autores, el espacio representa Ia apertura, Ia falta de lfmites, Ia extensi6n, Ia movilidad y en ultima instancia <<Ia libertad» entendida como el horizonte espacial abierto bacia lo desconocido. Esta concepci6n del espacio se articula con un atributo reiterado en Ia geografia clasica, el de <<Continuidad>> .38 El lugar da cuenta de Ia falta de libertad por el anclaje a un espacio delimitado. En este sentido, el Iugar representa certezas y seguridades otorgadas por los lfmites de io conocido. Los lfmites del Iugar expresan basta d6nde se extiende el contenido simb6lico de los elementos objetivados, o como dice Gumuchian: <<el lugar es una acumula­ci6n de significados>> (1991: 53).

Augustin Berque tambi.en ha explorado Ia diferencia entre espacio y Iugar, y para ello penetra en Ia etimologfa, que lo lleva a los conceptos griegos de topos y chora. El primero es una forma de aproximaci6n al concepto de espacio y el segundo, al de Iugar. Seg(ln este autor, topos viene de Ia tradici6n aristotelica del espacio como continente, mientras que chora viene del pensamiento plat6nico y expresa lo que ancla a los seres en un Iugar; expre­sando que <<Topos designa siempre el lugar en el cual se encuentra un cuerpo, o esta situado un cuerpo. Cuando Plat6n explica que cada realidad sensible posee por definici6n un Iugar, un Iugar propio en cuanto a que alii ejerce su funci6n y conserva su naturaleza, entonces utiliza el termino chora» (Berque, 2000: 23).

El concepto de Iugar (place en ingles, o lieu en frances) ha sido mas utilizado por las GVC anglosajonas (Tuan, 1977; Relph, 197 6; Entrikin, 1991), que por las franc6fonas. No obstante, en los Ultimos afios ha tendido a extenderse entre los ge6grafos franc6fonos. Por ejemplo, Herve

38. Seg(m el Diccionario de Ia Le'lgua Espanola (2 ! .• ed.), continuidad es Ia uni6n natural que tienen entre sf las partes de un continuo ( 1 992: 554 ). Por eso en Ia geograffa ha sido frecuente el uso de Ia expresi6n «Se extiende sin soluci6n de continuidad• con referenda al fen6meno del cual no se perciben los limites.

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Gumuchian (1991) y Bernard Debarbieux (1995) recurren al concepto de lugar. Asimismo, los ge6grafos franc6fonos lo emplean sabre todo para estudiar su construcci6n simb6lica a partir de figuras ret6ricas (Debarbieux, 1995). En esta Ultima perspectiva, la geografia franc6fona ha recurrido al concepto de lugar especificado con atributos particulares. Por ejemplo, «lugares fuertes>> -haut lieux-39 en terminos simb6licos (Bruneau, 1995) y tambien «lugares de memo­ria>> (Piveteau, 1995; Jayeau, 2000; Nora, 1997).40 Los lugares fuertes se aprecian en relaci6n con el entomo, nacen de la diferencia y se mantienen por la distinci6n. Generalmente no se encuentran en lo alto, sino en el centro ( Gentelle, 1995: 136 ). Son puntas de anclaje, son necesa­rios para transmitir una memoria territorial, una cultura (Bruneau, 1995: 124). Tanto los luga­res de memoria como los lugares fuertes pueden ser individuales o colectivos.

El sentido del lugar. Algunos autores que estudian el sentido del lugar, como Butz y Eyles, han expresado que <<no hay lugar sin sentido del lugar [ . . . ] el lugar es donde uno es conocido y conoce a los otros>> (1997: 2). Para las GVC el sentido del lugar implica el reconocimiento de que los lugares no s6lo tienen una realidad material, sino que son construidos socio­culturalmente a traves de procesos sociales que los cargan con sentidos, significados y me­moria, en la vida pnictica. Por ella los sentidos y significados espaciales, asi como la memo­ria espacial, no s6lo se refieren al individuo, sino que son colectivamente reconocidos, estim socialmente consensuados aun cuando lo sean dentro de pequefios grupos sociales. Puede ocurrir que un lugar, para unos individuos, carezca de sentido porque es ajeno a la experien­cia propia. El sentido del lugar ni remite al individuo como caso unico ni a la sociedad como totalidad. El sentido del lugar es <<singular>> ya que es compartido por diversos individuos, pero no es unico, nunca es extensivo a toda una sociedad. Se refiere a la <<diversidad e inten­sidad de nuestras experiencias del lugar>> . Por ello Relph ( 197 6: 6� 7) se plan tea una geografia que encuentre <<las formas bajo las cuales los lugares se manifiestal} en la experiencia coti­diana o bajo las cuales se toma consciencia del mundo de vida>> . ·El sentido del lugar es un nucleo profunda de la existencia humana.

Relph es uno de los ge6grafos humanistas que profundiza en la mirada fenomenol6gica y se interesa por el sentido del lugar. El primer libro con el que Edward Relph plantea este tema es de 1976 (Place and Placelessness), y deriva de su investigaci6n doctoral. Fue un trabajo muy polemico, gener6 gran discusi6n a favor a veces y critica otras. Las criticas se volcaron sobre el caracter supuestamente romantico y nostalgico de su mirada. Resulta sig­nificativo que en 1993 Relph publicara un texto que inicia advirtiendo que desde 1976 estu­dia el sentido del lugar y sigue considerando que no es un concepto obsoleto, mas aun, lo define como un <<antidoto contra el conocimiento abstracto y generalizado>> (1993: 25). Des­de 1976, Relph introduce -junto a los conceptos de lugar y sentido del lugar- el que le clara mas difusi6n a su pensamiento: placelessness, que se puede traducir como <<deslugaridad>> . Conviene evitar hacerlo sin6nimo de <<no lugar>> , para no asimilarlo al concepto de no lugar de Auge. Para esclarecer la deslugaridad, Relph plan tea la noci6n de la <<actitud irw.utentica hacia el lugar>> y lo kitsch.4 1

La actitud inautentica hacia los lugares es la ausencia de sentido del lugar, qu�; lleva consi­go la falta de conciencia de la profundidad y significaci6n simb6lica de los lugares. La experien­cia del lugar se hace asi casual, superficial y parcial (Relph, 1976: 82). Por su parte lo kitsch se

39. Traducimos como «Iugar fuerte» y no «alto» , porque uno de los sentidos de Ia palabra «haut" en frances es precisamente «fuerte» . Le Nouveau Petit Robert, 1 , 1 993, p. 1 .075. En este concepto no se hace referenda a Ia altura en sentido vertical, como seria en espaiiol si lo llamaramos Iugar «alto» .

40. Claude Javeau y Pierre Nora no son ge6grafos, ni estan asumiendo una vision geografica. No obstante, cabe citarlos ya que sus analisis de los «lugares de memoria" no distan de los realizados por ge6grafos, debido al interes explicito en Ia espacialidad.

4 1 . Su reflexi6n sobre lo kitsch esta muy influida por el trabajo previo de Abraham Moles ( 1 97 1 ) .

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refiere a lo mediocre, lo que tiene poco estilo, lo artificial, los objetos producidos par otros para el consumo: es el Ersatz. 42 Los lugares son vendidos sin raices, como estereotipados, homogeneizados. Relph relaciona lo kitsch con el turismo de masas, aunque no lo limita a ese ambito. Insiste en que lo kitsch va penetrando todas las esferas de Ia vida cotidiana de las socie­dades actuales. Los suburbios americanos serian otro ejemplo de lo mismo, en donde uno de sus rasgos mas destacados es Ia monotonia del paisaje. En suma, como seiiala Sanguin ( 1981: 571-572), «Relph denuncia Ia lenta erosion de los lugares distintivos y el deslizamiento sutil hacia Ia deslugaridad, es decii; hacia los no-lugares, hacia los paisajes estandarizados, insensi­bles, insignificantes y sin gusto. Es Ia sheratonisation, Ia hiltonisation de los lugares y paisajes contemporaneos» . Relph, sin perder sus raices existencialistas, retoma elementos clave de Ia teoria critica (par ejemplo, Ia unidimensionalidad marcusiana) y los analiza espacialmente. Tambien Tuan se intereso en ese tiempo en la denuncia de la artificializacion de las ciudades que desvincula a las sociedades urbanas de Ia naturaleza. Par ejemplo, el desdibujamiento entre el dia y Ia noche que produce Ia artificializacion urbana (Tuan, 1978: 8-11 ) .

Otro ge6grafo que ha estudiado el sentido del Iugar es John Eyles, quien desarrolla una critica a Ia mirada de la deslugaridad de Relph. Para Eyles ( 1989: 109-11 O), la gente puede vi vir en no lugares (par ejemplo suburbios o «subtopfas» ), incluso pueden veranear en entornos espaciales creados para el turista, pero eso no implica que no haya sentido del lugar. Par eso acusa a la vision de Ia deslugaridad de elitista: Ia encarnacion del significado espacial serian los lugares de Ia alta cultura. AI mismo tiempo, Eyles insiste en que la deslugaridad no asume que Ia gente tiene Ia habilidad para crear y recrear significados en lugares cotidianos, aun cuando sean suburbios monotonos o sitios turisticos producidos con estfmdares de homogeneizacion. Para esta critica, Ia debilidad de la deslugaridad radica en que se refiere solo a lo material, y deja de lado que cualquier forma material puede ser objeto de las mas diversas construcciones de sentido. Las palabras de Michel-Jean Bertrand pueden aclarar el tema (aunque este autor no esta en los debates anglosajones): «El habitante se encarifia con su barrio incluso cuando el paisaje urbana aparece especialmente abandonado, lo que no significa que desconozca sus defectos, pero ese sentimiento desprende una emocion espontfmea, un ideal subjetivo» ( 1981: 65-66 ). Resulta paradojico que una de las criticas fuertes a Relph sea par el sesgo «materialis­ta» del sentido del Iugar, cuando en principia su postura es subjetivista, fenomenologica. Sin embargo, Ia critica de Eyles es elocuente: Ia perdida de sentido de Iugar no puede anclarse en Ia homogeneidad y el cankter repetitivo de las formas materiales. Aun las formas espaciales mas monotonas pueden tamar un sentido muy profunda para su habitante.

Par todo lo anterior, para Eyles y Butz Ia identidad del lugar consiste en los sign as par los cuales el sujeto reconoce un Iugar concreto. Ese reconocimiento genera una identidad con el Iugar que se puede plantear como Ia «expresion de un sentirse como en casa>> (Eyles y Butz, 1997: 2). Esta perspectiva ha sido retomada en algunas investigaciones latinoamericanas, a veces articulando la identidad del Iugar con la memoria colectiva, par ejemplo los trabajos de Emanuela Guano sabre el barrio de La Boca, en Buenos Aires (Guano, 2003).

Los escenarios outdoor e indoor tam bien fueron abordados par Edward Relph. La ver­sion de outdoor e indoor antes comentada se centra en lo interior o exterior de los escenarios en sentido fisico. El replanteamiento de Relph sabre el tema es desde Ia subjetividad espa­cial: la interioridad o exterioridad no se ancla en construcciones materiales abiertas o cerra­das, sino en el sentido del individuo en el lugar.

En Place and Placelessness, Relph diferencia inside y outside, y deriva de ambas las nociones de insideness y outsideness (1976: 49-55): interioridad y exterioridad. En este cami-

42. Ersatz es Ia palabra alemana para referirse a sucedaneo, un producto de reemplazo, y se aplic6 particularmen­te a ciertos sustitutos de bienes de consumo escasos, como el cafe, durante Ia Segunda Guerra Mundial.

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no, Relph parte de los antecedentes desarrollados por dos urbanistas: Donlyn Lyndon ( 1962) y Christian Norberg-Schulz (1971). El primera planteo que <<lo basico del lugar es la creacion de un inside que esta separado de un outside» (1962: 34-35). El segundo escribio: <<estar dentra (inside) es la intencion primaria que esta detras del concepto de Iugar» (1971: 25) . Con estas bases, mas ideas del sociologo Peter Berger acerca de los niveles de asimilacion del etnografo en la comunidad estudiada, Relph construye una tipologfa de <<exterioridades» e <dnterioridades» , en la cual cada tipo transita hacia el siguiente como si todos se definieran sabre un continuo referido a la relacion del individuo con el lugar. En esta perspectiva, la interioridad y la exterioridad son diferentes a lo que se praponfa a traves del outdoor y el indoor, ya que no son opciones dicotomicas, sino una serie de tipos que difieren entre si en matices.43 Ademas, lo interno y externo no deriva de una estructura material cerrada a modo de recinto o abierta, sino que lo intern a y externo resulta de la experiencia que el individuo tenga con ese Iugar. Cuando los lugares carecen de sentido, habla de una <<exterioridad existenciah, que podria ser experimentada tanto en un Iugar abierto como en uno cerrado.

La geografia escandinava ha producido diversas investigaciones que son GVC, en gran medida por la influencia de Hagerstrand. Un caso es el trabajo de Jani Vuolteenaho del departamento de Geografia de Helsinki, Finlandia, quien ha realizado durante varios afios (1996-2001) una investigacion doctoral sabre GVC. Esta investigacion analiza el espacio urbana desde la perspectiva de los hombres y mujeres desempleados del norte de Finlandia. La investigacion aborda las practicas y los desplazamientos en el espacio, pera tambien el sentido del lugar. Los hallazgos mostraran la centralidad del genera en los significados otor­gados al espacio del hagar, el vecindario y los entornos de compras. Esta investigacion se realizo con metodologfas cualitativas, que articularan con la mirada --orientadora del tra­bajo-- sabre la textualidad de Bajtin. En otros trabajos, Vuolteenaho ha utilizado metodologfas cuantitativas, asf como la triangulacion entre ambas apraximaciones. En Francia, Jacqueline Coutras ( 1996) ha realizado estudios semejantes en donde analiza la relacion entre el uso y aprapiacion de diferentes espacios y la construccion de la identidad, diferenciando a los sujetos estudiados seg(In la condicion de genera.

Asimismo, hay que destacar las investigaciones de Guy di Meo en torno a la fiesta, entendida como un even to social que contribuye a otorgarle un sentido particular a los Juga­res, un valor simbolico que a veces es proximo a lo sagrado. Asf, la fiesta puede contribuir al sentido del lugar y a la identidad del lugar (Di Meo, 2001). Esta concepcion del sentido del Iugar por la fiesta se apraxima a lo que Tuan denomino la <<geopiedad» (1976).

Arraigo (rootedness). En relacion con el sentido del lugar, algunos autores desarrollaron el concepto de <<arraigo», que en esencia constituye el anverso de la deslugaridad de Relph. Tuan ha trabajado extensamente sabre el arraigo (1976, 1980). Lo concibe subjetivamente, como un estado del ser humano que se hace posible por una falta de curiosidad por el mundo y por una insensibilidad hacia el fluir del tiempo. Un criteria objetivo, en algunos contextos sociales, seria la estabilidad residencial a traves de generaciones y de centurias. Sin embargo, Tuan (1980: 5) observa que con este criteria en la sociedad americana nadie podria sentir arraigo. Entonces lo redefine como un estado psicologico seg(In el cual la persona tiene la disposicion o siente que su vida le parece agradablemente monotona y eterna, que no pasa el tiempo y no ve mas alia del mundo que conoce intimamente. Rara vez la persona tiene consciencia de su arraigo, de <<sentirse como en casa>> . Por ella, el arraigo seria un estado irreflexivo del ser en el cual la personalidad se une con el media. Es relevante sefialar que para Tuan (1980), desde finales de los afios sesenta, en las sociedades modernas occidentales, y en particular en la sociedad americana, se pueden observar algunos elementos que indican la busqueda de arrai-

43. En el sentido weberiano de tipos ideales, o modelos te6ricos que sirven para ser contrastados con !a realidad.

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go. Un ejemplo serian los procesos de renovaci6n y revalorizaci6n de los centros hist6ricos de las ciudades, es decir, lo que actualmente denominamos gentrificaci6n o elitizaci6n. Para Tuan ese in teres por estos lugares es expresi6n de una busqueda de raices. Lefebvre, bacia finales de los a:fios sesenta, tambien deposit6 expectativas en este proceso como desafio a la alienaci6n de habitar espacios homogeneos y sin valor hist6rico. Pero tam bien dej6 flotando la duda respec­to a que esos procesos de regreso a los centros hist6ricos pudiesen caer en la l6gica que Relph denominarfa de lo kitsch (Lefebvre, 1972; Lind6n, 2004).

El espacio vivido. En las GVC franc6fonas, desde los a:fios setenta, se ha desarrollado el con­cepto de «espacio vivido» con un contenido mas o menos pr6ximo al que ha tornado el de lugar y sentido del lugar en la geografia anglosajona. El concepto de espacio vivido (espace vecu) fue propuesto por Armand Fremont, quien lo planteara por primera vez en un articulo de 1974 y luego ( 1976) lo desarrolla en su conocido libro La region: espace vecu. Jacques Chevalier, del Cfrculo de Geografia del Oeste de Francia al igual que Fremont,44 en los inicios de esta geografia del espacio vivido decfa: «La propuesta del espacio vivido no se limita a reconocer lugares frecuentados, definir itinerarios, situar al hombre-habitante en su cuadro familiar de existencia [ . . . ] sino focalizar la mirada en la relaci6n con las representaciones [ . .. ] , es decir superar el espacio extensi6n (o espacio-soporte), para abordar la noci6n de represen­taci6n (imagen) del espacio, planteando una nueva pregunta: c:c6mo ven los hombres el espa­cio? [ . . . ] El espacio vivido es reivindicado como un espacio cargado de valores>> (1974). Allf estan los inicios de este concepto nodal. No obstante, estas voces no han sido aceptadas exten­samente, ni siquiera en el mundo de la geografia franc6fona. Por ejemplo, Jean-Fran�ois Staszak, un ge6grafo interesado por las GVC, respecto al espacio vivido ha seiialado que «no implica ning(ln marco metodol6gico ni epistemol6gico explfcito>> (2003: 341).

Aiios mas tarde, Guy di Meo -otro ge6grafo frances- tambien se interesa por esa reflexi6n inicial de los ge6grafos del Oeste de Francia, y terminara constituyendo el pilar de otro equipo de investigaci6n que no se autodenomina GVC, pero trabaja sobre este campo. Se trata del equipo de investigaci6n Societe-Environnement-Territoire de la Universidad de Pau. Di Meo asume la diferencia entre espacio de vida y espacio vivido, y completa la pro­puesta te6rica con el concepto de espacio social. Para Di Meo (1991a: 123), «el espacio de vida se confunde, para cada individuo, con el area de sus practicas espaciales. Es el espacio frecuentado por cada uno de nosotros, con sus lugares atractivos, sus nodos en tomo a los cuales se construye la existencia individual: la morada, la casa, los lugares de trabajo y de ocio. El espacio concreto de lo cotidiano>> . Por otra parte, Di Meo -siguiendo la tradici6n de Fremont- ha planteado que (1991a: 127): «El edificio construido sobre las bases de la ma­terialidad y sus practicas (el espacio de vida) se enriquece de la pulpa de los intercambios sociales (el espacio social), de las cargas emotivas, de las imagenes y de los conceptos indivi­duales, aunque de esencia social, que fmjan nuestra representaci6n del mundo sensible y contribuyen a conferirle sentido (espacio vivido)>> . Esta forma mas compleja e integradora es el espacio vivido. Por ello para Fremont (2005: 79), «el espacio vivido es el mas completo, el mas denso, el que integra todas las distancias y todas las complejidades>> . Tambien fue de la mano de Fremont (1976) que la geografia comienza a diferenciar distintas formas de concebir las distancias: fisicas, sociales, afectivas.

En un texto reciente de una investigaci6n empfrica sobre el Pays de l'Adour (Pirineos), Di Meo (1996: 62-70) regresa sobre el mismo planteamiento, advirtiendo que el espacio de vida son los lugares cotidianos, los itinerarios cotidianos mas o menos regulares, del hom­bre-habitante, trabajador, consumidor o agente social, los caminos que recorre entre su casa

44. Este m1cleo (Caen, Angers, Le Mans, Nantes, Rennes) reuni6 a Annand Fremont, Jacques Chevalier, Robert Herin y Jean Renard. Se trata del grupo de investigaci6n conocido como ESO: Espaces Geographiques et Societes.

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y el trabajo, o hacia los centros de servicios, los espacios del ocio que frecuenta, los lugares donde visita a un amigo o un familiar, los lugares festivos adonde va, los lugares por donde se pasea, los bosques o montafias que camina. Algunos de estos lugares estan dentro de recorri­dos realizados diariamente, otros semanalmente, a otros asiste mensual o anualmente, y tam bien otros son ocasionales. El espacio vivido incluye las pertenencias espaciales, el sen­tirse originario o no de un Iugar, el construir Ia identidad de si a partir del Iugar en el cual se reside, el in teres en Ia memoria local . . . En esa investigacion empirica contrasta estos aspec­tos en dos grupos de habitantes, los autoctonos y los «neo» . Sus hallazgos muestran que los habitantes autoctonos no siempre tienen mayor conocimiento espacial ni mayor apego al Iugar que los «neo»-habitantes, en otros aspectos encuentra que Ia diferencia de origen no los distingue. Las «metaestructuras espaciales» (las condiciones materiales) solo resultan decisivas en el nivel de los ritmos seglin los cuales se frecuentan los lugares, en tanto que en las condiciones de existencia del individuo ( el espacio vivido) influyen cuestiones como Ia historia personal y el patrimonio ideologico (simb6lico) del individuo.

La reflexi6n te6rica de Di Meo sobre el tema es profunda: en el centro de su teorizacion esta el espacio de vida, que junto con las relaciones sociales constituye el espacio social. Para este autor, este es el desafio de una mirada espacial objetiva de Ia sociedad, y tambien de un enfoque social objetivo del espacio. No obstante, Ia considera incompleta. Esa visi6n necesi­ta articularse con Ia del espacio vivido, para incorporar Ia vision subjetiva (impregnada de valores) y comprender Ia relacion que el individuo socializado tiene con los lugares. La arti­culaci6n de las dos entradas analiticas seria Ia forma de comprender el concepto mas holistico que integra a todos los anteriores: el territorio (1999: 76).

Este enfoque sobre «espacio de vida» abierto por los ge6grafos del Oeste de Francia ( Caen, Angers, Le Mans, Nantes, Rennes) y profundizado por Di Meo, es proximo al enfoque de las pr.icticas cotidianas de ciertos geografos americanos y de Ia 1ime Geography. La cercania radi­ca en que en todos estos enfoques se analizan practicas en el espacio. Sin embargo, algo distin­tivo de Ia mirada del «espacio de vida» es que el punto de partida no son las practicas sino el espacio en el que se despliega Ia vida en conjunto, o como dice Di Meo, «las condiciones globales de existencia del sujeto (1996: 68). Posiblemente, esto se pueda comprender en el horizonte mas am plio de Ia geografia humana francofona. Las palabras de Yves Barel ( 1986) resultan ilustrativas de ese car.icter holistico de Ia perspectiva en cuesti6n: «Todo elemento, sea fisico o biologico, solo entra en Ia composicion de un territorio despues de haber pasado por Ia criba de un proceso de simbolizaci6n que lo desmaterializa de alguna manera».

Espacios alienados. Armand Fremont rechaza Ia idea del espacio vivido como una entrada analitica rorruintica. Frecuentemente «las relaciones del hombre con el espacio son descritas por los ge6grafos en terminos de equilibrio, adaptacion, unidad [ . . . ]. Pero Ia realidad vivida puede ser diferente» (Fremont, 1999: 235). Desde su obra de 1976, para analizar los espacios alienados se vale de un caso de parricidio cometido en 1 835 en Normandia (el caso Pierre Riviere), retomado tambien por Foucault (200 1 ). Para Fremont, el caso es ilustrativo de un particular espacio vivido. Asf, reconstruye los movimientos espaciales de un campesino (Pierre Riviere) despues de que asesino a su familia, encontrando que una vez cometido el hecho no permanece en un mismo Iugar, se desplaza constantemente. En ese deambular lo mueven dos pulsiones espaciales. Una es Ia del territorio conocido y vivido desde Ia infancia: el Bocage normando, en donde puede ocultarse por alglin tiempo en diferentes rincones conocidos. Por otro lado, la pulsion espacial hacia las ciudades mas grandes de Ia region, cercanas al mar, que ofrecen diversos atractivos. Es en elias en donde es apresado. Fremont advierte que el caso es ilustrativo no solo en sf mismo, sino tambien porque no es muy diferente de una parte del comportamiento espacial de Ia delincuencia modema. Toma casos delictivos de Caen de los aii.os setenta y encuentra una paradoja: aunque en este momento el delincuente dispone del

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autom6vil para desplazarse mas y velozmente, casi siempre los delitos se realizan dentro de los limites de un espacio vivido y conocido por el delincuente. Concluye que el espacio vivido tam bien sirve para comprender el territorio de caza y refugio de delincuentes ( 1999: 240).

Territorialidad. Este concepto no surge en la geografia, sino en la etologia. Es un concepto que una vez retomado por las ciencias sociales, tampoco se ubica en una disciplina particu­lar, esta presente en varias. No obstante, en las GVC ha jugado un papel importante, ha abierto una veta fecunda y no seria posible omitirlo. Anne Buttimer encuentra que un punto de partida clave para el estudio de la territorialidad dentro de la geografia fenomenol6gica­existencialista (o humanista) es la reflexi6n heideggeriana: «lo esencial de la existencia hu­mana es el habitar, es decir, vi vir en un dialogo con el entomo» ( 1979: 24 7).

La territorialidad es el conjunto de relaciones tejidas por el individuo, en tanto que miembro de una sociedad, con su entomo. En otras palabras, es lo que une al sujeto con su Iugar. Algunos autores, como Torsten Malmberg (1984),45 han destacado que la territoriali­dad no s6lo se refiere al vinculo de los grupos sociales con su entomo, sino que ese vinculo incluye un componente emocional. Esto permite superar la visi6n mas cercana a la etologia, seg(ln la cual la territorialidad es s6lo una <<Conducta» (Hall, 1994). Por esto, la territoriali­dad resulta una entrada analitica relevante para las GVC ya que incluye las practicas y la subjetividad espacial. Su potencialidad esta en el caracter integrador; por eso es muy proxi­mo a la totalidad denominada experiencia espacial.

Para Guy di Meo -quien es enfatico en que no son sin6nimos territorialidad y territo­rio ( 1999: 77)- ese vinculo entre el hombre y su espacio que llamamos territorialidad es una estructura o un esquema mental, una representaci6n, particular: es multiescalar (2000: 44 ). 46 La territorialidad reune tres escalas del vinculo del hombre y su espacio: la primera es <<nues­tro ser en el mundo, en la tierra, nuestra geograficidad>> . La segunda es la red territorial integrada por los lugares <<vividos>> . La tercera dimensi6n es el con junto de referentes menta­les de multiples escalas a los cuales remiten las practicas y el imaginario (2000: 47).

En la reflexi6n te6rica franc6fona sobre la territorialidad, una de las piedras fundamen­tales esta en la obra de Claude Raffestin. Esto se ha puesto de manifiesto cuando, en 2002, el Departamento de Geografia de la Universidad de Ginebra organiz6 un coloquio en homena­je a Raffestin titulado: <<La territorialite, une theorie a construire: en hommage a Claude Raffestin pour son depart a la retraite ». Aun cuando Raffestin sea la voz rectora en ese contexto, su trabajo contribuy6 a movilizar la reflexi6n sobre el tema no s6lo en la geografia ginebrina, sino suiza en general, y tambien en la italiana (Franco Farinelli, Angelo Turco . . . ) .

Para Raffestin ( 1977) la proxemia y el significado cultural de las distancias dan una aproximaci6n a la territorialidad, pero insuficiente. Para este ge6grafo suizo las tres formas de abordar la territorialidad son: como defensa de un territorio (la visi6n mas imbuida de lo etol6gico), como apropiaci6n (el sentido de pertenencia) o como relaci6n con la alteridad. En su propuesta, la tercera versi6n constituye la concepci6n mas acabada. En esta visi6n, la relaci6n con el otro (alteridad) es todo lo extemo a un individuo, incluyendo tanto un <<to­poS>> (un Iugar), una comunidad, otro individuo o un espacio abstracto, como puede ser un sistema institucional (1977). Estas formas de territorialidad se inscriben en el espacio, se desarrollan en el tiempo y estan codificadas socio-culturalmente.

Todo esto indica que a pesar de que este tema inicialmente se identifica con autores anglosajones, en las ultimas dos decadas los ge6grafos franc6fonos se han interesado en el,

45 . Torsten Malmberg no es ge6grafo -sus trabajos se mueven entre Ia planificaci6n urbana y Ia semi6tica- ni asumi6 el objetivo de hacer una geografia, menos aun una GVC. Pero sus aportes sobre Ia tenitorialidad son pioneros y muy pertinentes para una GVC.

46. El antecedente de esta propuesta se encuentra en Bachelard (1957: 33).

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aplicandolo en investigaciones empiricas y tam bien profundizando la reflexion teorica. Solo a modo de ejemplo, se puede citar una destacada investigacion empirica francofona: el estu­dio realizado por Beatrice Collignon sobre los Inuits (1996, 2001).

En la geografia americana ha destacado Robert Sack por sus extensos analisis sobre la territorialidad, considerando dos dimensiones: el caracter historico de la territorialidad, y su relacion con el poder. En este Ultimo sentido, uno de los aportes de Sack ( 1983) es considerar a la territorialidad como una conducta que intenta influir, afectar o controlar, con ciertas acciones, un territorio particular.

En el contexto de la geografia franc6fona los planteamientos recientes de la desterritorializacion, de Michel Roux (1999) constituyen una derivacion del tema de la terri­torialidad. Para este autor, la desterritorializacion constituye <<Un movimiento general de desposesion que sustituye las relaciones inmutables del individuo con el espacio, el tiempo, lo viviente y lo divino [lo que serian relaciones verticales], por relaciones de competencia normalizadas que se desarrollan hasta el infinito en un escenario de expansion y en un tiempo historico en el cual nada puede controlar esta marcha irreversible» (1999: 198). En otras palabras, la desterritorializacion seria la multiplicacion de relaciones horizontales dentro de la trama social para la cual el espacio es un simple soporte o localizacion.

La geografia latinoamericana se ha interesado poco en el tema de la territorialidad, no obstante el tema viene adquiriendo interes creciente (Lindon, 2005b; Uribe Castro, 2002; Yori, 1998 y 1999). En la geografia brasilefta cabe destacar los trabajos de Rogerio Haesbaert por la articulacion entre la territorialidad y la construccion de las identidades (Haesbaert, 1997). En el contexto latinoamericano, el tema de la territorialidad tambien ha derivado en el analisis de la desterritorializacion y la reterritorializacion (Haesbaert, 1995, 2001a y 2001b; Hiernaux y Lindon, 2004).

Asimismo, no se puede dejar de seftalar que ha resultado reiterado en estudios urbana­regionales (mas o menos geograficos) latinoamericanos el uso de la expresion <<territoriali­dad>> como sinonimo de territorio, desconociendo toda la extensa tradicion de pensamiento que ha advertido sobre ese uso desafortunado. Estas situaciones dejan abierto el interrogan­te que posiblemente no tenga respuesta: (estos usos expresan una polisemia constructora y enriquecedora?, o (Se trata de un uso libre de los conceptos, que no es ajeno al desconoci­miento del pensamiento existente?

Por Ultimo, es necesario observar que los procesos que experimentan las sociedades en el inicio del tercer milenio no dejan de tener fuertes implicaciones en la forma en que los individuos establecen la relacion con su territorio de vida, la territorialidad. En este campo, igual que en otros, es includable que las tendencias son hacia la diversificacion, es decir, a establecer muy distintos tipos de territorialidades. Mas alia de esa diversidad que emerge en cada investigacion empirica sobre el tema, parece importante seftalar algunas pistas plan­teadas por ciertos geografos al respecto: por ejemplo, Marie-Christine Fourny (2002) consi­dera que una de las tendencias mas extendida en los ambitos metropolitanos es a que sus habitantes desarrollen vidas crecientemente individualizadas y multipolares espacialmente. Mas especificamente, esta geografa encuentra que los estilos de vida usuales articulan una alta movilidad espacial dentro del ambito metropolitano y un anclaje en el espacio residen­cial (Roux, 1999). Esto la lleva a postular <<territorialidades reticulares>> , es decir, la relacion se establece con diversos y dispersos espacios de vida, que de alguna forma estan conectados a traves de redes tejidas en torno a un estilo de vida. En este camino, Fourny (2002) encuen­tra que la territorialidad puede mantener el caracter identificatorio para la persona, pero no es una territorialidad por pertenencia, por ser parte de una memoria colectiva del lugar, por ser parte de los intercambios sociales anclados en ese espacio. La relacion se reduce a que el territorio deviene en signo, por ejemplo signo de distincion. Asimismo, suele ocurrir que la residencia en ciertos lugares tambien sea signo de exclusion, o de marginacion.

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Alicia Lindon

Este tipo de planteamientos nos permiten postular la existencia de «tenitorialidades signicas» : la relacion que establece el individuo con el tenitorio lo identifica, pero solo super­ficialmente en cuanto a un estatus o posicion social (tanto si es una posicion exclusiva como excluida). Incluso, si se recuperan las ideas de Henri Lefebvre (1972) sobre la reduccion se­mantica que ba empobrecido a las sociedades modemas, se podria esbozar una hipotesis, a explorar en diferentes casos empiricos: en las sociedades metropolitanas se transita de tenitorialidades simbolicas (en las cuales el tenitorio podria simbolizar fenomenos profundos para su babitante) a tenitorialidades signicas, en donde la relacion con el tenitorio es superfi­cial, solo una marca. En palabras de Fourny, <<el tenitorio pasa a ser un domicilio>> (2002: 35) antes que una memoria, una trama social, una historia: de acuerdo con Bernard Debarbieux y Martin Vanier (2002), esto es parte sustancial de las «nuevas tenitorialidades complejas>> .

Atopia. Otra variante de la tenitorialidad es la atopia. De acuerdo con el geografo italiano Angelo Turco, <<el babitar ya no comporta la experiencia intima de la seguridad» (Turco, 2000: 290). El babitar deja de darle seguridad al sujeto cuando toma la forma de un <<estar» en un Iugar al cual no se pertenece. El simple estar implica que el lugar es vivido como un locus o una localizacion (Lindon, 2005b )Y

La atopia ba sido estudiada como una crisis de la tenitorialidad, casi siempre asociada con la alta movilidad cotidiana bogar/trabajo. Por eso la atopia ba sido emparentada con las periferias dormitorio. <<La crisis de la tenitorialidad emerge en los afios sesenta como un becbo americana, de un pais que se bace extranjero para sus propios babitantes por efecto de lo que Packard llamo la "ultramovilidad" » (Turco, 2000: 289): se rompe el vinculo arcaico entre la bistoria bumana y el anclaje terrestre. Esa atopia ba resultado de la relocalizacion de los babitantes de la ciudad bacia las nuevas periferias. Otra forma actual de atopia por ultramovilidad se presenta en las nuevas burguesias gestionarias globalizadas, que se des pia­zan constantemente por trabajo a grandes distancias y no sobre itinerarios repetitivos (Hiemaux y Lindon, 2003).

Topofilia . Es la experiencia grata y placentera del lugar, resultante de un estado de consonancia o congruencia cognitiva con el tenitorio babitado o transitado. Para Tuan, la topofilia es el am or o el apego por el lugar, y puede tener diferentes grados ( 197 4), desde una muy efimera y superficial que casi siempre se asocia a criterios esteticos y visuales, basta otras profundas y duraderas, no definidas por lo estetico sino como una relacion organica con el lugar. Entre ambas, pueden darse mucbos matices intermedios. El ejemplo canonico de la primera es el agrado por el Iugar que experimenta un turista, y de la Ultima el ejemplo clasico es la del campesino que no siente un agrado visual por la tierra sino un vinculo profundo y organico.

La topofilia no ba sido muy estudiada empiricamente fuera de la geografia bumanistica anglosajona. No obstante, se ballan aplicaciones en diversos contextos. En Espana, un ejem­plo es la investigacion de Joan Nogue sobre el paisaje de Catalufia (1992). En America Latina ba sido retomado en distintas ocasiones, por ejemplo, Henao y Villegas, (1996 ); Uribe Castro (2002); Yori (1998, 1999 y 2001); Lindon (2005a, 2005b).

Topofobia . Es la relacion incomoda que establece un sujeto con su espacio debida a un estado de disonancia o incongruencia. Al igual que la topofilia, se diferencian grados de topofobia, desde la sensacion de incomodidad leve basta el recbazo profundo por el lugar o incluso el

4 7. El concepto de riesgo se ha hecho central en las teorias sociol6gicas de auto res como Giddens, Beck y Berger y Luckmann. La propuesta de Angelo Turco lleva esa idea del riesgo perrnanente y Ia falta de seguridades pero a traves de un componente espacial, mientras que en los otros auto res las certezas o su ausencia esUm muy relacionadas con las tradiciones y su perdida, o bien con el fortalecimiento del yo.

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miedo y panico que le impide al sujeto estar en un cierto lugar. En America Latina este tema viene adquiriendo creciente interes, particularmente replanteado en terminos de espacios del miedo. No obstante, no necesariamente se trata de rniradas geograficas (Reguillo, 2000 y 2001 ) .

Agorafobia . Este tema es una variante de la topofobia. En los Ultimos afios, se ha generado creciente interes por el tema, con relacion al genero (Bankey, 2004). Inicialmente fue visto como la sensacion de angustia y peligro ante los espacios despejados y extensos, como las plazas, calles anchas, etc. Los avances sobre el concepto han mostrado que a veces son los espacios publicos estrechos los que generan esta sensacion. Los estudios sobre la agorafobia han mostrado que frecuentemente los espacios publicos -sobre todo aquellos que son am­plios y abiertos, pero tambien los angostos y estrechos- llegan a ser vividos como espacios peligrosos, en donde el actor (usualmente, la mujer) se siente fnigil y vulnerable. Por ello, la agorafobia se refiere al panico, el sentido del peligro y vulnerabilidad que se experimenta en un cierto lugar: Los avances han permitido un refinamiento de la dicotomia <<publico/priva­do» : ya no se trata de plantear la exclusion de las mujeres de los espacios publicos siguiendo dicotomias reduccionistas. La agorafobia permite comprender que las mujeres suelen tener desventajas en los espacios publicos, sin que eso sea una «exclusion» abierta y explicita, pueden sentir miedo sin estar excluidas de dicho espacio (Brooks Gardner; 1 994 ) .

Confinamiento . Este tema esta relacionado con las GVC centradas en el genero. Es ilustrativa la propuesta de Rose al respecto: «en ciertos casos, el espacio llega a ser un medio hostih> . La experiencia del espacio frecuentemente evoca el sentido de dificultad, la corporeidad feme­nina encuentra dificultades para «presentarse» en ciertos espacios, sobre todo publicos (Rose, 2002: 3 1 6) . El confinamiento se refiere a un tipo de experiencia espacial en la cual las muje­res se sienten miradas, vigiladas, juzgadas. Esa mirada constante sobre si se asocia con que de cualquier mujer se espera una presencia «adecuada>> para los ojos de la contemplacion masculina (Rose, 2002: 3 1 7) .

Espacios domesticos. Es otro tema de in teres para las GVC, aunque su estudio es muy reciente. Seg'lln Staszak, el espacio domestico es antr6pico, diferenciado, privado, familiar, corporal y constituye un territorio fundamental para el sujeto. En este tema cabe destacar una publica­cion dirigida por Beatrice Collignon y Jean-Fran\!ois Staszak (2003), en donde se muestra que aspectos poco estudiados, como el numero y la disposicion de las habitaciones de una casa, las funciones atribuidas a las diversas partes de una vivienda, la distribucion de los espacios inter­nos de una casa entre sus habitantes, son cuestiones que forman a sus habitantes y tambien informan de la sociedad que los produce. Este espacio se toma relevante por lo que dice de las personas y de la sociedad (2003 : 4-5) . Para Collignon y Staszak el estudio de los espacios domesticos es parte del interes actual de la geografia por los micro-espacios, por los comporta­mientos individuales, por la construccion de las identidades en relacion con estos espacios. Esta obra colectiva analiza, en distintos casos empiricos, como es producido y apropiado el espacio domestico, como los habitantes se apropian de un espacio diseiiado por otros, las tensiones entre preferencias por espacios monofuncionales y plurifuncionales, o entre orden y desorden, y como se inscriben los ciclos de vida en el espacio domestico.

Homelessness . Otra entrada analitica de in teres creciente --en cierta forma, el reverso de los estudios sobre espacios domesticos- es la de los sujetos sin hogar y los espacios que ello produce: los refugios transitorios o la calle misma como refugio-hagar (Rollinson, 1 998; Sommerville, 1 992) . Esta tematica aparece en voces de geografos francofonos a traves de la experiencia del habitar de los SDF («sin domicilio fijo>> ), a veces llamadas cronicas de la calle (Zeneidi-Henry, 2003 y 2002) .

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Alicia Lind6n

Dentro de los espacios «publicos» -con todos los problemas que esta expresi6n aca­rrea- y asumiendo Ia perspectiva de Ia experiencia espacial, recientemente se ha generado interes en cuestiones como los «espacios del miedo» (Lind6n, 2006a y 200Sa), y tambien en aquellos que David Ley ( 1 983) denomin6 «regiones del estres» , <<regiones de seguridad» , <<regiones del estigma» .

3.4. La experiencia espacial

Los tres temas presentados como las piezas del rompecabezas que llamamos GVC (pnicti­cas, acervo espacial y subjetividad espacial), asf como sus respectivos subtemas, han sido revisados desde los enfoques mas parciales a los mas holisticos. Asf, tanto lo referido al espacio vivido (tradici6n franc6fona) como a las territorialidades son acercamientos a Ia <<experiencia espacial» , que en sf misma es integradora. Desde este concepto es muy dificil separar las practicas, Ia informaci6n espacial y Ia subjetividad espacial. En otras palabras, para las GVC es posible un analisis por cada una, o algunas, de las piezas del rompecabezas, o bien un analisis mas integrador de todas elias en el concepto de experiencia espacial en alguna de sus formas. Asf, estas tematicas previas abren un abanico de temas para las GVC, pero el concepto de experiencia espacial es lo que vuelve a integrarlas a todas elias.

En cuanto a Ia experiencia espacial, los principales esfuerzos por profundizar en su re­flexi6n tal vez se deban a Yi-Fu Tuan y Anne Buttimer:48 Para Tuan ( 1 977: 8-9), toda experiencia implica al mismo tiempo sensaci6n, percepci6n y concepci6n, considerando que Ia sensaci6n esta muy asociada a las emociones y Ia concepci6n al pensamiento. Asf, algunas experiencias incluyen mucha concepci6n y una minima dosis de sensaci6n, y otras suponen muy escaso pensamiento y mucha emoci6n. Esta es una forma de comprender su caracter integrador:

La experiencia espacial tambien es un concepto integrador en otra perspectiva: se refie­re al individuo, pero va mas alia del individuo. La experiencia siempre esta moldeada social­mente y esta orientada socialmente. Este es otro plano de integraci6n del individuo y lo social. Ademas, Ia experiencia integra distintas temporalidades: Ia experiencia siempre re­mite a Ia memoria, a lo vivido en el pasado y tambien se anticipa sobre lo que aun no se vive, pero en esencia toda experiencia es presente, un presente complejo.

En esta perspectiva tam bien se debe reconocer que Antoine Bailly ( 1 989) ha planteado una <<teoria de Ia experiencia espacial» centrada en el estudio del espacio representado, que se puede estudiar en tres dimensiones: Ia estructural, Ia funcional y Ia simb6lica. En esta propuesta, Ia dimensi6n estructural conduce a las practicas espaciales, Ia funcional cristali­za en las tensiones espacio-temporales vinculadas a Ia accesibilidad a los lugares, y Ia simb6-lica seria reveladora de Ia variedad de relaciones que se enlazan entre <<individuo-sociedad­lugar» . En esta propuesta el concepto de Iugar y paisaje pueden ser un camino para desple­gar en diferentes investigaciones empfricas micro-geograficas este acercamiento.

En America Latina estas GVC no se han desarrollado ni legitimado; en todo caso, hay voces aisladas. Cabe mencionar el caso de Brasil, en donde Ia vida cotidiana no ha sido uno de los principales horizontes de interes para Ia geografia, tal vez por el predominio de las miradas macrogeograficas. No obstante, en los ultimos afios emergen voces que se orientan bacia el tema. Milton Santos advirti6 sobre Ia centralidad de lo cotidiano para Ia geografia. A pesar de ello, ni en sus llamadas de atenci6n, ni en muchas de las voces actuales que lo

48. Es conocida Ia Escuela de Clark por el impulso que alii le da a finales de los setenta Anne Buttimer a esta perspectiva. En ese contexto surgen las investigaciones doctorales de David Seamon y Graham Rowles. quienes a su vez volveran a ser impulsores de esta perspectiva en otras universidades. Una influencia mas o menos de este tipo ejerci6 Yi-Fu Tuan en Ia Universidad de Minnesota.

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retoman, se detecta un campo de las GVC. Se refiere a <<lo cotidiano>> de manera mas o menos ambigua, y en buena medida quienes lo redescubren es de manera muy pr6xima a las SVC con sesgo marxista, es dedr, desde Ia alienaci6n cotidiana en el capitalismo, o Ia repro­ducd6n social, <<la acelerad6n del tiempo, Ia fragmentaci6n de los espacios y Ia profundizad6n de Ia divisi6n del trabajo>> (Carvalho de Lima, 2004). Asi, pareceria que <<lo cotidiano>> ingre­sa mas por Ia via de Ia discusi6n te6rica que a partir de Ia investigaci6n empirica que teoriza analizando practicas concretas (Fernandes da Silva Junior, 2004; Flavio, 2005; Ferraz, 1 994 ) .

No obstante, las urbanizadones cerradas y amuralladas, parecerian constituir un ambito especifico de particular interes para esta GVC latinoamericana en dernes.

Por eso, los aportes desarrollados desde esta geografia resultan difidles de ubicar den­tro de uno de los temas especfficos que hemos presentado, son aproximadones mas genera­les. Asimismo, se reitera una tendenda frecuente en otros paises de America Latina: muchas veces los ge6grafos interesados en estas perspectivas encuentran mas eco en contextos institucionales y revistas de otras dendas sodales. Por ejemplo, en Ia Universidad Federal de Rondonia, existe un Centro de Estudios de lo lmaginario, que publica Ia revista Labirinto, en donde se encuentran algunos trabajos realizados desde Ia geografia (Fernandes, 200 1 ) . No obstante, Ia geografia brasileiia es tan extensa que hacer una revisi6n minudosa de lo que en ella se ha trabajado de las GVC es una tarea que excede los objetivos de este capitulo.

4. Reflexiones finales

Para cerrar este capitulo traemos algunas reflexiones en tres pianos: las GVC en si mismas, como campo, planteando un balance de lo logrado y lo no logrado. Un segundo plano es Ia relaci6n entre Ia GVC y Ia geografia humana en general , y un tercero respecto a los acercamientos de las GVC a otros campos de Ia geografia humana.

AI revisar las GVC en si mismas, algo central es que este campo parece definirse en torno a una tensi6n entre dos tendendas. Una es a Ia consolidaci6n del campo y Ia otra, a Ia emergen­cia fragmentada de lo cotidiano en todos los otros campos ya consolidados de Ia geografia, renundando �n ese caso- a constituirse en campo particular. Esto Ultimo parece potencia­do por el momenta hist6rico actual y tambien por un rasgo propio de las GVC. El momenta hist6rico actual tiende tanto a las espedalizadones (lo que ayudaria a consolidar nuevos cam­pos) como al derrumbe de las fronteras del conodmiento (lo que acrua en sentido contrario). El rasgo propio de lo cotidiano que tam bien atenta contra su consolidaci6n como campo es su transversalidad. AI mismo tiempo, una fuerza a favor de su consolidaci6n es el interes creden­te por el sujeto, lr. desilusi6n ante los planteamientos generalistas y las apuestas por Ia investi­gaci6n micro-espadal.

El auge del culturalismo y del giro cultural en geografia ha ayudado a que Ia vida coti­diana se constituyera en una referenda casi obligada o reiterada. En diversos discursos se refiere a Ia vida cotidiana. Sin embargo, no en todos se trata de miradas planteadas desde Ia vida cotidiana. Esto ha sido analizado en Ia perspectiva de las <<modas intelectuales>> (Lin­d6n, 200 1 ), diferendando los analisis que abordan cualquier fragmento de Ia vida cotidiana (lo que puede ser cualquier tema, ya que lo cotidiano incluye todo: familia, trabajo, escuela, ocio, vida religiosa, vivienda . . . ) y lo que serian miradas construidas expresamente desde Ia vida cotidiana. Esto ultimo requiere que el analisis tome como punto de partida al individuo y su espado. Por ello, no toda referenda a lo cotidiano es una <<mirada desde Ia vida cotidia­na y su espadalidad>> .

Las palabras de Graciela Castro (2004) muestran esa situaci6n: <<La incorporad6n de Ia vida cotidiana como categoria de analisis en las dencias sodales es particularmente necesa­ria: su abordaje posibilita acceder al conodmiento de los microespados sodales y de las

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redes de relaciones que en ellos se desarrollan. Se define a la vida cotidiana como un espacio de construcci6n y entrecruzamiento donde las circunstancias politicas, culturales, hist6ri­cas, econ6micas y personales, posibilitan que el hombre construya su subjetividad y su iden­tidad social» . Estos planteamientos son frecuentes, y representan un avance en las ciencias sociales par incorporar la vida cotidiana como categorfa de amilisis . Las GVC no se limitan a incluir lo cotidiano como categorfa de analisis, se orientan a la construcci6n de una «mira­da geografica» que articule muchas categorfas de analisis.

En muchos estudios de sella culturalista se emplea Ia palabra espacio de manera <<aespacial» . En este tipo de discursos el <<espacio» puede ser sin6nimo de ambito de relacio­nes sociales. Estas ideas representan una apertura en las ciencias sociales; sin embargo, para avanzar en las GVC son insuficientes. Mas aun, cabe preguntarnos si la polisemia (de expre­siones como vida cotidiana y espacio), enriquecedora porque evita las concepciones estre­chas y demarcadas, no se aproxima a una ambigiiedad en la cual las palabras pueden perder su capacidad para hacer inteligibles los fen6menos.

En Ia segunda mitad de los noventa los ge6grafos culturales anglosajones hacen una revisi6n crftica del estado del campo y abren una serie de crfticas y autocrfticas que abren cierto acercamiento entre esa geografia cultural y las GVC. Par ejemplo, Derek Gregory, Nigel Thrift, Don Mitchell proponen abandonar el lenguaje, lo textual, lo semi6tico, que antes habfan impulsado a la luz del denominado giro cultural. En esta perspectiva insisten en la necesidad de estudiar las <<practicas» . Este llamamiento suele enfatizar los procesos materiales en el contexto capitalista, de acuerdo con las rafces marxistas de su pensamiento. Este es el caso de Mitchell (2000), que aboga par reinsertar lo socio-econ6mico y la econo­mfa politica en las pr.kticas culturales. En otros casas, como el de Nigel Thrift, la crftica al culturalismo lo acerca a la vida cotidiana, a las practicas portadoras de significaci6n, en Ultima instancia a lo existencial ( 1 997). Este acercamiento entre la geografia cultural y las GVC no es la fusi6n de ambas, ni es asumida par los distintos ge6grafos culturales ni de Ia vida cotidiana. AI mismo tiempo, Ia imposibilidad de fusi6n de ambas en parte se relaciona con la distancia que ha puesto la geografia cultural respecto al <<individuo» , al priorizar los niveles macro como el de la cultura.

No obstante, a la luz del giro cultural una parte de la geografia cultural se ha tornado «individuocentrista» . Aun asf, los acercamientos no implican que se asimilen ambas mira­das. Un aspecto que habla de lo distintivo de las GVC frente a las geografias culturales es que estas ultimas se interesan par las practicas -como las GVC- pero parecerfa que en las investigaciones empfricas, las practicas que atraen la atenci6n de las nuevas geografias cul­turales no son las mismas que las analizadas par las GVC. Para estas Ultimas se trata de las practicas cotidianas, son practicas banales como desplazarse de un punta a otro de la ciu­dad, realizar ciertas actividades laborales, domesticas, vecinales . . . Esto es lo que Gregory expresa de esta forma: las GVC se hacen <<exasperantes preguntas sabre lo mundano y lo trivial» (Gregory, 1 98 1 ) . En cambia, las geografias culturales parecen interesarse par otro tipo de practicas (aun cuando en ciertos contextos tambien esten dentro de la cotidianidad). Resulta ilustrativa la resefia de Philippe Boulanger (200 1 : 1 38 - 1 39) sabre la Revue de Geographie des Pyrenees et du Sud-Ouest de Toulouse, en el numero dedicado a las Geographies Culturelles : muestra que las geografias culturales estudian practicas como las asociadas a la pasi6n taurina, o las practicas culturales ligadas a festivales musicales en medias rurales, o practicas de conservaci6n del patrimonio, o practicas deportivas, de peregrinaci6n, entre otras. Esto nos regresa al interrogante previa respecto a las similitudes y diferencias entre las <<practicas cotidianas» y <<practicas culturales >> .

Las GVC tam bien tienen un acercamiento a la geografia que estudia la tecnologfa de la comunicaci6n e informacional. Par ejemplo, Mei-Po Kwan (2000a, 2000b, 200 1 y 2002), del Departamento de Geografia de la Universidad del Estado de Ohio, estudia el impacto

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de las tecnologfas de comunicacion e informacionales en Ia vida cotidiana de las personas, en las redes sociales y las relaciones de genero dentro de los hogares. AI mismo tiempo, metodologicamente ha explorado instrumentos sofisticados para representar los patrones de las actividades cotidianas analizadas, utilizando sistemas de informacion geografica que incorporan Ia tercera dimension. AI igual que se observo con las geografias culturales, esto es un ambito de acercamiento, pero pueden confundirse.

En diversas ocasiones, Ia geografia humana y las demas ciencias sociales han usado Ia metafora del «rompecabezas» para reconstruir el pensamiento. En el caso de las GVC, se puede retomar esa metafora con tres observaciones: si las GVC son un rompecabezas, no tenemos todas sus piezas, esta inherentemente incompleto. Se trata de un rompecabezas que puede seguir creciendo por sus margenes, aun cuando siempre mantenga su cankter incompleto. Por ultimo, una misma pieza puede ubicarse muy bien en varios «lugares» .

En cuanto a l nivel de Ia relacion entre las GVC y Ia geografia humana, aun cuando no es un campo consolidado, ha jugado un papel relevante: desde aquf se ha dado una reflexion profunda sobre los conceptos basicos de Ia geografia, como el de espacio y Iugar. Esto se debe a que las GVC toman el punto de vista del sujeto habitante, y al hacerlo operativo ello trae consigo repensar el espacio y el lugar; porque Ia disciplina los ha pensado desde fuera del sujeto, aun reconociendo que el espacio es producido por el ser humano, ha sido el producto del ser humano que se independizo y adquirio vida propia. En cambio, las GVC vuelven a ver el espacio desde el habitante. En este sentido, y con independencia de su nivel de consolidacion, las GVC han tenido un impacto sobre Ia geografia humana en general decisivo para Ia disciplina misma. Las palabras de Antoine Bailly muestran esta particulari­dad: «Tras veinte afios de geografia de las representaciones, (como se puede seguir diciendo que Ia geografia se defina como ciencia del espacio , del conocimiento directo de Ia realidad material? » (Bailly, 1 989: 1 1 ) .

La reconstruccion de este campo muestra un fenomeno significativo: las GVC siguen un camino casi paralelo al de Ia geografia humana en sentido amplio. Esto implica que las princi­pales lineas que van marcando a Ia geografia humana a traves de las Ultimas tres decadas, tambien estan presentes en las GVC. En cierta forma nos atreveriamos a sefialar que las GVC parecen un espejo -con deformaciones- de Ia geografia humana. La primera interpretacion ante este aparente paralelismo es que, siendo asi, podria carecer de sentido Ia definicion de un campo de Ia geografia humana que se llame GVC. Sin embargo, consideramos que un analisis mas fino y detallado de lo que son las GVC tambien puede reivindicar su identidad como campo, aunque indudablemente con notoria transversalidad respecto a todos los otros campos de Ia geografia, consolidados y no tanto. Este capitulo no puede resolver un interrogante de esta magnitud, pero parece estimulante para el pensamiento dejarlo planteado.

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