Amor y Guerra

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or Y guerra

John y StasiELDREDGE

John

y StasiELD

RED

GE

Y

Busca el camino hacia algo hermoso

en tu matrimonio

Autores de los éxitos de librería Salvaje de corazón y CautivanteCon una vulnerabilidad sorprendente que atrapa a los lectores desde la primera página, John y Stasi hablan con franqueza acerca de su propio

matrimonio y los cambios radicales que tuvieron que conseguir debido a los desafíos que han enfrentado. Le hablan al lector acerca de lo que cada uno ha aprendido, brindando un equilibrio entre la perspectiva femenina y la masculina, lo cual ha estado ausente en libros anteriores sobre este tema.

John y Stasi comienzan Amor y guerra con una confesión obvia:El matrimonio es algo fabulosamente difícil. Sin embargo, detrás de las tensiones inevitables que un hombre y una mujer «encerrados en el

mismo submarino» van a tener, la verdadera batalla es en contra de la obra del enemigo, quien maquina y planea destruir el amor. Los Eldredge muestran cómo las parejas pueden ganar «peleando el uno por el otro, en lugar de hacerlo contra el otro». Como dicen: «Vivimos una gran historia

de amor que comenzó en medio de la guerra».

«Este es un libro de sabiduría y esperanza... una hermosa obra que llevará a tu matrimonio a un gozo más profundo».

Dan. B. Allender, autor de Corazón herido

John Eldredge es el director de Randsomen Heart en Colorado Springs, Colorado, una asociación dedicada a ayudar a las personas

a descubrir el corazón de Dios. John es el autor de numerosos libros, incluyendo Corazón salvaje, El despertar de los muertos y La travesía del

corazón salvaje, y coautor de Cautivante.

Stasi Eldredge es la coautora de Cautivante; dirige las reuniones de mujeres de Randsomen Heart. John y Stasi han estado casados por más de

veinticinco años y tienen tres hijos maravillosos.

AMIGOS DE LA NATURALEZAGOING GREENa

Producto 495784Relaciones / Amor y matrimoniowww.clubunilit.com

ISBN 0-7899-1981-8

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9 0 0 0 0

www.editorialunilit.com

Guerra

«John y Stasi dieron en el blanco. Este libro inicia con una imagen intacta de un matrimonio real, vivo y redimido, y concluye

con la esperanza y el anhelo para el nuestro».

BETH MOORE, autora del éxito de librería Sálgase de ese pozo

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También por John EldrEdgE

Camine con Dios: Encuentre una intimidad conversacional con Dios

La travesía del corazón salvaje: Un mapa para la jornada mas-culina

Cautivante: Revelemos el misterio del alma de una mujer (con Stasi Eldredge)

Majestuoso: La historia que Dios nos cuenta y el papel que le toca ejercer a usted

El despertar de los muertos: La gloria de un corazón que vive a plenitud

Salvaje de corazón: Descubramos el secreto del alma masculinaEl sagrado romance: Cómo estar más cerca del corazón de Dios

(con Brent Curtis)Admirable forajido: Experimente la alegre, problemática y extra-

vagante personalidad de Jesús

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AmorJohn y Stasi

ELDREDGE

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en tu matrimonio

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Publicado porUnilitMiami, FL 33172Derechos reservados

© 2012 Editorial Unilit (Spanish translation)Primera edición 2012

© 2009 por John Eldredge y Stasi EldredgeOriginalmente publicado en inglés con el título: Love and War por John Eldredge y Stasi Eldredge.Publicado por WaterBrook Multnomah, un sello de The Crown Publishing Group, una división de Random House, Inc., 12265 Oracle Boulevard, Suite 200, Colorado Springs, CO 80921 USAPublicado en español con permiso de Doubleday Religion, un sello de The Crown Publishing Group, una división de Random House, Inc., New York.(This translation published by arrangement with Doubleday Religion, an imprint of The Crown Publishing Group, a division of Random House, Inc.Published in association with Yates & Yates, www.yates2.com.)

Reservados todos los derechos. Ninguna porción ni parte de esta obra se puede reproducir, ni guardar en un sistema de almacenamiento de información, ni transmitir en ninguna forma por ningún medio (electrónico, mecánico, de fotocopias, grabación, etc.) sin el permiso previo de los editores, excepto en el caso de breves citas contenidas en artículos importantes o reseñas.

Traducción: Alejandro LasEdición: Nancy PinedaDiseño de la cubierta: Kelly L. HowardFotografía de la cubierta: Jim Richardson/Corbis

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se tomaron de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional.El texto bíblico indicado con «ntv» ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation 2008, 2009, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.Las citas bíblicas señaladas con lbla se tomaron de la Santa Biblia, La Biblia de Las Américas. © 1986 por The Lockman Foundation.Las citas bíblicas señaladas con dhh se tomaron de Dios Habla Hoy, la Biblia en Versión Popular por la Sociedad Bíblica Americana, Nueva York. Texto © Sociedades Bíblicas Unidas 1966, 1970, 1979.Las citas bíblicas señaladas con nblh se tomaron de la Santa Biblia, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy. © 2005 por The Lockman Foundation.El texto bíblico señalado con rvc ha sido tomado de la Versión Reina Valera Contemporánea™ © Sociedades Bíblicas Unidas, 2009, 2011. Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602). Otras revisiones: 1862, 1909, 1960 y 1995. Utilizada con permiso

Producto 495784ISBN 0-7899-1981-8ISBN 978-0-7899-1981-6

Impreso en ColombiaPrinted in Colombia

Categoría: Vida cristiana /Relaciones /Amor y matrimonioCategory: Christian Living /Relationships /Love & Marriage

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Para Sam, Blaine y Luke... ¡y sus futuras esposas!Porque les amamos más de lo que podemos expresar.

Y tenemos una fuerte corazonada de que un día cada uno de ustedes se casará. Así que esto es para ustedes y la mujer a la que comprometerán su vida.

Que tengan un amor eterno.


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C O N T E N I D O

Reconocimientos ix

Introducción: Se puede lograr 1

1 Recordemos lo que queríamos 7

2 Amor y guerra 21

3 Una tormenta perfecta 37

4 El mayor regalo que puedes dar 53

5 Más que simples compañeros de dormitorio 68

6 Cómo tener una pelea buena de verdad 83

7 Una aventura en común 101

8 Espalda contra espalda con las espadas desenvainadas 118

9 Las zorras pequeñas 133

10 Cuando las tormentas se calman 148

11 El capítulo sobre la relación sexual 165

12 Aprendamos a amar 182

Epílogo 199

Apéndice: Oraciones 200


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R E C O N O C I M I E N T O S

Son muchos los merecedores de nuestro agradecimiento, demasiados para mencionarlos aquí. Hemos aprendido muchísimo de amigos, familiares, pastores, autores y maestros. Hemos sido testigos de muchos matrimo-nios y hemos tomado cuidadosas notas. Varios de ustedes han desem-peñado un papel al ayudarnos a rescatar nuestro matrimonio. A todos ustedes, del pasado y del presente, que han vertido en nuestras vidas, les damos las gracias. No obstante, seríamos negligentes si no mencionamos a algunos por su nombre. Craig y Lori, su compromiso en hacer crecer su amor mutuo es fuente de inspiración. Gracias por invitarnos como recién casados a su grupo de matrimonios. Gracias por vivir y amar tan bien. Gracias a nuestro editor, Ken Petersen, y a nuestros nuevos amigos de Random House. Curtis y Sealy, gracias por su increíble trabajo, su fiel amistad y su constante apoyo.

Y al Rey de reyes, nuestro Señor Jesucristo, quien es nuestra vida, nuestro respirar, nuestro amor más verdadero, que puedas ser complacido y bendecido, y que puedas usar este pequeño libro para tu gloria.


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I N T R O D U C C I Ó N

Se puede lograr S

«Amados míos, nos hemos reunido hoy aquí en la presencia de Dios para ser testigos de la unión de este hombre y esta mujer en santo matrimonio. En la creación, Dios estableció el vínculo y el pacto del matrimonio, y nuestro Señor Jesucristo adornó este modo de vida con su presencia y su primer milagro en una boda en Caná de Galilea...».

Y así comienza la ceremonia.Es un ritual antiguo como el tiempo y joven como los corazones del

hombre y la mujer parados delante de nosotros. (Esas novias y esos novios parecen más jóvenes cada año). John es el que oficia la boda. La novia y el novio son amigos queridos. Están enamorados. Nosotros, sus familiares y amigos, estamos aquí para apoyarlos y celebrar con ellos, todos vestidos con la mejor ropa dominguera. La iglesia brilla con la luz de las velas; las flores están muy bonitas. El novio se ve aterrado pero feliz; la novia está nerviosa y radiante.

De pronto, me pregunto: ¿Me senté en el lado adecuado? ¿El lado de la novia era el izquierdo y el del novio el derecho? ¿O era al revés? Las damas de honor están deslumbrantes. Cielos. ¡No volverán a usar esos vestidos nunca más!

John continúa: «Dios planeó la unión del esposo y la esposa en cora-zón para su gozo mutuo...».

Se ve muy guapo de traje y corbata. Recuerdo cómo se veía el día de nuestra boda con aquel fabuloso esmoquin de faldón. Espero que me invite a bailar en la recepción.

«Por tanto, el matrimonio no es algo que se debe tomar de forma precipitada ni a la ligera, sino con reverencia, de manera consciente y de acuerdo a los propósitos para los que lo instituyó Dios».

La liturgia nos empieza a acomodar. La iglesia se aquieta, las toses disminuyen, la gente está prestando atención.


AMOR Y GUERRA

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«¿Quién entrega a esta mujer para casarse con este hombre?»Sin importar a cuántas bodas asista, hay algo inexplicablemente

conmovedor en todo esto: la ceremonia, la toma de los votos, la gran nube de testigos, se siente algo de este extraordinario acto, ¿cómo podría describirlo? Mítico.

«Daniel y Megan, están a punto de entregarse el uno al otro, lanzar al viento las precauciones, abandonar la independencia, el aislamiento y todo lo demás. Se prometerán amor eterno. Antes de que lo hagan, debe-mos llamar a todo esto por su nombre: una perfecta locura».

Eso captó la atención de la audiencia.«Como una aspiración, es hermoso. Como una realidad, es extraño.

Todos quieren amor; todos buscan amor. Parece que pocos encuentran lo que están buscando; menos aun parecen ser capaces de sostenerlo. ¿Por qué ustedes vendrían a la iglesia a entregarse de manera pública a algo tan riesgoso, tan lleno de peligros y tan escandaloso? “El corazón tiene razo-nes”, confesó Pascal, “que la razón no conoce”. En el profundo manantial de nuestro corazón hay un deseo de intimidad, belleza y aventura. Y sin importar lo que digan, lo buscamos todos los días de nuestra vida.

»Amigos, sé lo que están pensando. Al contemplar esto, hay algo en sus corazones que dice: “Bueno, tal vez. Quizá esta vez. A lo mejor esta pareja”. En cambio, qué pasaría si... si Daniel y Megan, en su frágil humanidad, ahora mismo nos estuvieran mostrando una imagen, una metáfora de algo que es mucho más real y sustancial. Me gustaría sugerir que esto no es una representación común de la pasión. Las cosas nunca son lo que parecen. Si quieren ver las cosas con claridad, deben hacerlo con los ojos del corazón. Ese es el secreto de todos los cuentos de hadas, porque es el secreto del evangelio, porque es el secreto de la vida.

»La Escritura declara que en cualquier momento podemos estar aten-diendo a un ángel con el simple hecho de hacer que un extraño se sienta bienvenido. La serpiente en el jardín era en realidad el príncipe de las tinie-blas. El carpintero de Nazaret... en Él también hay más de lo que se ve a simple vista. Las cosas no son lo que parecen, y por eso si quisiéramos enten-der nuestras vidas, y en especial nuestros matrimonios, tenemos que volver a escuchar el evangelio y los cuentos de hadas basados en el mismo. Existen hechos mayores que suceden a nuestro alrededor, hechos de enormes con-secuencias. Se enciende una lámpara y se apaga el amor. Se abre una caja y la maldad irrumpe en el mundo. Se come una manzana y la humanidad se


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INTRODUCCIÓN: SE PUEDE LOGRAR

precipita en las tinieblas. A nuestro alrededor ocurren momentos de inmen-sa consecuencia y tienen lugar a nuestro alrededor. Este en especial.

»Muy amados, tienen ante ustedes a un hombre y una mujer. Sin embargo, hay algo más aquí que salta a la vista. Dios nos dio esta obra para recrear, aquí y ahora, la historia de todas las épocas. Esta es la histo-ria de la especie humana, esa historia que nos hemos contado una y otra vez, en cada gran mito y leyenda, poema y canción. Es una historia de amor, surgida en medio de tiempos de desesperación, surgida en medio de la guerra. Es una historia de una búsqueda en común. Una histo-ria romántica. Daniel y Megan están representando ante ustedes en este momento la más profunda y mítica de las realidades de este mundo. Esta es la historia del romance de Dios con la humanidad».

Tengo curiosidad de saber lo que está pensando la audiencia. Cuan-do John dice que el amor y el matrimonio son cosas mucho más profun-das que un cuento de hadas, ¿qué responde nuestro corazón? Sé que las muchachas que escuchaban solo decían en su corazón: ¡Ah, espero que sea cierto! ¡Cuánto anhelo que esto sea cierto! Los jovencitos se preguntarían: Si esto es verdad, ¿qué me va a exigir? Las señoras mayores lo filtran a través de los años de la experiencia conyugal actual; están pensando: Ajá. (Esto es una mezcla de Sí, una vez anhelé esto y Quizá será cierto para ella; me pregunto si todavía podría hacerse realidad para mí). Y los hombres mayores sentados aquí ahora solo piensan: Me pregunto si en la recepción habrá barra libre.

«Ustedes no me creen», dice John. «Sin embargo, eso se debe a que no entendemos los cuentos de hadas y tampoco entendemos el evangelio que están intentando recordarnos. Son historias de peligros; son historias en las que la maldad es muy, pero muy real. Son historias que deman-dan mucho valor y sacrificio. Se lanzan a un chico y a una chica hacia una travesía desesperante. Si lo creyéramos, si en verdad viéramos lo que está sucediendo aquí y ahora, en este momento, nos quedaríamos de una pieza. Diríamos oraciones desesperadas, oraciones fervientes. Los saluda-ríamos y contendríamos la respiración por lo que sucede a continuación. Daniel y Megan, es hora de tomar sus votos. Después de esto, no hay vuelta atrás».

Me pregunto: ¿Qué sabían los antiguos que colocaron los votos en el centro de esta ceremonia? ¿Entendían que el peso aplastante de todo nuestro deseo sería romper un matrimonio, que necesitaríamos algo más sustancial que le diera seguridad a esta frágil unión? Me hace pensar en las Fuerzas


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Especiales, dedicando sus vidas unos a otros, embarcándose en una peli-grosa misión en tierras oscuras y con desenlace incierto. Votos.

«... de hoy en adelante, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para tenerse y protegerse, para amarse y cuidarse, hasta que la muerte nos separe, de acuerdo a la santa ordenanza de Dios, y rechazando a todos los demás, seré solo tuyo mientras vivamos».

La iglesia ahora está muy tranquila. Solo las parejas mayores tienen alguna idea de lo que acaban de prometer estos tortolitos, benditos sean. En realidad, creen que su matrimonio de alguna manera va a esquivar el lado oscuro de la promesa; de seguro que lo que tienen en mente ahora es todas sus esperanzas y sueños de «lo bueno, la riqueza, y la salud». Todos creímos eso. En cambio, Cortés acaba de quemar sus naves y qué bueno que así fue.

Ahora vienen los anillos y el encargo de John a la pareja. Me encanta esta parte. ¿Qué le dirías al hombre joven que está comenzando su matri-monio? ¿Qué le dirías a la joven mujer?

«Daniel, estás a punto de entregar tu vida. Estás avanzando, te estás ofreciendo voluntariamente para la más dura de las tareas que se le encomendará alguna vez a un hombre: ofrecer tu corazón y tu fuerza a Megan, una y otra y otra vez, por el resto de tus días. Tienes alguna noción acerca del peso que esto implica. Por eso es que tienes esa sonrisita nerviosa en tu rostro. No obstante, hubo una razón para que escogieran hombres jóvenes a fin de enviarlos a las playas de Normandía; no tenían idea de la mayoría de las cosas que iban a suceder. Hubiera sido más difícil reclutar hombres mayores. No les voy a mentir: nada será más difícil. Y nada será más enriquecedor. Mis palabras para ti en este día son estas: Se puede lograr. Y vale la pena. Descubrir que a causa de tu fuerza y tu sacrificio Megan puede llegar a convertirse en la mujer que está destinada a ser, que de alguna forma tu ferviente amor puede liberar su corazón y soltar su belleza, tiene mayor valor que cualquier otra cosa. Por la gracia de Dios puedes lograrlo. Tienes lo que se necesita.

»Megan, has soñado con este día por muchísimo tiempo. Y ahora tú, también, estás a punto de entregar tu vida por completo. Al principio, qui-zá parezca fácil y natural ofrecerle tu corazón femenino y tu vulnerable belleza a Daniel. Aun así, no te engañes. Nada requiere más valor para una mujer que entregarse en verdad a su hombre una y otra y otra vez. Mira a


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INTRODUCCIÓN: SE PUEDE LOGRAR

tu alrededor. ¿Ves la cantidad de mujeres mayores que se están arriesgando aún? Entonces, a ti también te digo: Se puede lograr. Y vale la pena. Descu-brir que a causa de tu belleza y tu sacrificio Daniel puede llegar a convertir-se en el hombre que está destinado a ser, que de alguna forma tu ferviente amor puede liberar su corazón y aumentar su fuerza, eso vale más que cual-quier cosa. Por la gracia de Dios puedes lograrlo. Tú eres esa bella mujer.

»Daniel, Megan, al elegir casarse han elegido una tarea que se lleva a cabo en la línea del frente de la épica batalla por el corazón humano. Enfrentarán conflictos, enfrentarán sufrimiento, oposición y enfrentarán una mentira. Lo más aterrador que puede llegar a ofrecer una mujer es creer que vale la pena que la busquen, que abra su corazón a esta búsqueda, a fin de continuar abriendo su corazón y ofreciendo la belleza que guarda en su interior, con el temor de que nada de esto sea suficiente. Lo más aterrador que un hombre puede elegir jamás es ofrecer su fuerza sin saber en qué resultará todo. Arriesgarse a jugar ser hombre antes de decidir qué se va a hacer. Ofrecer la fuerza de su corazón temiendo que eso no baste.

»Una mentira les va a llegar a los dos, empezando muy pronto, de maneras sutiles y no tan sutiles. No se puede lograr. Es demasiado difícil. Teníamos expectativas poco realistas. No vale la pena. Para ti, Megan, la mentira será: “Tú no eres más que pura decepción”. Y para ti, Daniel, será: “Tú no eres suficiente hombre para enfrentar esto”. Por lo tanto, hoy tengo dos palabras para ustedes. Palabras que quiero que guarden muy bien en su corazón mientras avanzan: Lo que son ustedes. Megan, tú eres radian-te, tú iluminas, tú brillas, eres un tesoro de mujer, una gema, tú lo eres. Daniel, tú eres un hombre, tú eres fuerte y eres valiente. Tienen lo que se necesita. Guárdenlo cerca de su corazón. Se puede lograr. Y vale la pena».

John hace una pausa para que todo esto pueda penetrar. Sé lo que está haciendo: nos está hablando a nosotros, los hombres y las mujeres que observamos, mucho más que a nuestros queridos Daniel y Megan que se encuentran tan entusiasmados, y débiles, llenos de adrenalina y hormo-nas, y de algún modo delirantes en este punto que solo recordarán esas palabras si ven el vídeo más tarde. Al igual que en la consejería prema-trimonial, mucha de la sabiduría de este momento no puede apreciarse hasta que se tienen algunos años de «vivir juntos». Entonces, tenemos oídos para oír. Por eso John hace una pausa, de modo que podamos cap-tarlo todo. Una brisa sopla a través del santuario. En respuesta, las velas


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parpadean con una llama más alta. Espero que eso sea lo mismo que está sucediendo en cada corazón. Que el fuego dentro de cada uno de nuestros corazones dé un salto a la esperanza de este mensaje.

Y, a continuación, ora. Necesitamos orar en este punto; hemos estado conteniendo prácticamente nuestra respiración. Necesitamos algún alivio para la tensión y bien en lo profundo de nuestra alma sabemos que nece-sitamos una ayuda que proviene de lo alto.

«Padre, creemos en ti. Creemos que tú eres Dios, el creador de la vida y del amor, y el único que hace posibles todas las cosas. Venimos ante ti, más desesperados de lo que podemos reconocer, pidiendo que tu presencia esté aquí, que tu favor sea sobre Daniel y Megan, que tu ben-dición esté en su matrimonio. Dales valor. Dales un corazón y una mente puros y la voluntad para acatar lo que acaban de prometer. Y danos a nosotros, sus testigos, ojos para ver y oídos para oír lo que nos estás mos-trando y diciendo a cada uno de nosotros a través de esta representación de la pasión. Que aumente la esperanza. Que prevalezca el amor. En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén».

Entonces, viene el beso (bueno, lo admito, puede que sea la parte que más me gusta, es muy romántica). Y la presentación de la nueva pareja. Aplau-sos. Música. En alguna parte en los cielos, imagino trompetas sonando y palomas blancas que se liberan. ¡Cuánto le debe gustar esto a Dios!

Nos unimos al himno final, mientras caminamos hacia la salida de la iglesia en una cálida noche de verano, a todos nos atrapa durante un instante una alegre sobriedad. El ritual eterno, el valor y el amor de la joven pareja, y la aun más profunda historia mítica están surtiendo su efecto en nosotros. Como se debe. Dentro de nosotros palpita el deseo. Nuestros anhelos nos llaman. Para esto nos crearon a todos nosotros.

Una cálida brisa se arremolina entre la multitud, y de manera instin-tiva volvemos hacia allí el rostro. El exótico perfume de las magnolias y los jazmines flota en el aire, mezclándose con la música que viene de la fiesta de recepción. Las palabras siguen presentes en medio nuestro. Hasta las parejas mayores sienten la atracción. John y yo estamos tomados de la mano. Noto que varias parejas también están tomadas de la mano. Se puede lograr. Y vale la pena. De todas las cosas que un hombre y una mujer necesitan escuchar sobre el matrimonio, quizá esta sea la más importante de todas.

Se puede lograr.Y vale la pena.


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U N O

Recordemos lo que queríamos

S

¡Mira, el invierno se ha ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias! Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado! [...] ¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa!

CANTAR DE LOS CANTARES 2:11-13

¿Dónde comienza la historia de un matrimonio? ¿Con el primer beso? (Fue embriagador). ¿Con las llamadas hasta altas horas de la noche? (Que duraban horas). ¿Con un picnic en la playa al atardecer? (Fue romántico). ¿Atrapados por un compañero de cuarto en la universidad mientras se besuqueaban? (Bueno, eso fue vergonzoso). ¿Cuál es el momento en que decides: Quiero estar con esta persona por el resto de mi vida?

Tal vez el mejor lugar para comenzar esta historia es dos años des-pués del «Sí, quiero», cuando ya estamos hablando de divorcio.

Esto sucedió un domingo. John y yo estábamos sentados en nuestra mesa plegable de segunda mano tomando el desayuno, en la pequeñísi-ma casa del tamaño de una caja de fósforos que alquilábamos. Era una hermosa mañana de primavera en el sur de California. Las hortensias estaban floreciendo en rosa y azul en nuestro portal. Recuerdo cómo el sol filtraba sus rayos por las ventanas; un haz de luz caía justo sobre la mesa entre nosotros. Sin embargo, se sentía como una pared de vidrio. Yo estaba en mi lado, John estaba del otro. Solo nos separaban algunos centímetros, pero para mí se sentían como kilómetros. Otra vez.


AMOR Y GUERRA

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El día estaba fresco, pero yo estaba agotada. Cansada de intentar. Cansada de sentirme una total decepción para mi esposo que hacía no muchos meses me había entregado su corazón para toda la vida. Frente a todos, podría agregar. ¿Será que él lo había hecho en serio? Pues no estaba dando resultado. Nuestro matrimonio no estaba ni cerca de lo que yo había imaginado que sería.

Entonces rompí el acostumbrado silencio. «Quizá debamos divorciar-nos». No habíamos estado casados ni tres años; nuestro matrimonio había estado lleno de promesas, esperanzas y posibilidades. Cielos, yo había cono-cido al hombre cinco años antes de que comenzáramos a salir siquiera, y salimos juntos tres años más antes de casarnos. Nos veíamos como estrellas brillantes y nacientes. John era parte del personal de una iglesia; yo estaba trabajando para un ministerio cristiano ayudando a adolescentes con pro-blemas. Todos pensaban que éramos la pareja ideal.

¿Cómo fue que terminamos aquí? ¿Qué fue lo que salió tan mal?En ese entonces, hubiera dicho que me sentía absolutamente sola,

y sentir soledad en tu propio matrimonio es el sentimiento más desola-dor del mundo. John estaba ocupado con su vida, y cada día lo estaba más. Era una buena vida; estaba involucrado en cosas buenas. El pro-blema era que yo no me sentía parte de su vida. Sentía que para él no era necesaria. Yo también estaba trabajando a tiempo completo para ayudarlo con la universidad. Regresaba a casa para encontrarme con un hombre que estaba demasiado cansado para escuchar sobre cómo me había ido, mi mundo y todos los dramas de mi trabajo. Y yo esta-ba demasiado cansada como para interesarme por lo suyo. Claro que mecanografiaba sus escritos, ¿pero qué pasaba con la visión en común? ¿El deseo de vivir juntos la vida? ¿Eso de que dos son mejores que uno y otras cosas?

Sabía que ya John no estaba enamorado de mí. Me preguntaba si alguna vez notaría que estaba allí. Casi tan pronto como pronuncia-mos nuestros votos, comencé a comer en exceso. Unos meses después del matrimonio ya había aumentado once kilos. Algo estaba sucediendo, algo se había roto. Necesitaba consuelo y alivio, y recurrí a la comida chatarra para buscarlo. La acumulación de peso le estaba enviando un mensaje a John que era fuerte y claro: Te estoy dejando. No vale la pena ser bella para ti.


RECORDEMOS LO QUE QUERíAMOS

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Mi peso siguió aumentando. Comenzaron las dietas. Perdía peso. Ganaba más. Perdía peso. Ganaba más. Muchos de ustedes conocen este horrendo ciclo. Por último, pesaba treinta y dos kilos más y con tres años de casada me sentía desesperada. Una buena amiga había tenido éxito en la pérdida de mucho peso a través de un ayuno médico, así que decidí intentarlo. Me ajusté a él con perseverancia y determinación, esperando que una vez que desapareciera el exceso de peso, nuestro matrimonio sanara y se convirtiera en todo lo que había anhelado. Al final del pro-grama pesaba nueve kilos menos que cuando nos casamos. ¡Jajay!

Aun así, no sirvió.Mi sugerencia de divorcio llegó unos meses después de finalizado

el ayuno.

Lo que entendemos ahora

Al pensar en el pasado, veo que era una joven mujer quebrantada, una pequeña niña, anhelando ser amada en realidad y con la certeza de que nunca lo sería. No merecía que me amaran. Cuando era joven solo quería a alguien que se deleitara en mí, pero nunca sucedió. Nadie me notaba y nadie me quería.

Llevé ese corazón herido a mi matrimonio. Hurra. John... tienes la oportunidad de ser el que se deleite en mí, amarme y llenar este corazón roto. En cambio, aunque John sí me amaba, no le creía. Siempre había una parte dentro de mí que solo esperaba lo inevitable. Todas mis amistades de la infancia eran cuentos de traición y abandono, incluyendo cada uno de los novios que tuve antes de John. Solo estaba esperando, creyendo que era una profunda decepción, y cuando vas por ahí pensando de esta manera, sientes miedo a cada instante.

Ahora puedo ver cómo esperaba que John me llenara. Cuando no lo hacía, me culpaba. Me volqué hacia la comida porque no sabía cómo controlar el hambre y la decepción de mi corazón.

Permíteme [John ahora] contarte lo que estaba sucediendo para mí esa mañana de domingo cuando Stasi trajo a colación el asunto del divor-cio. Divorcio. Me quedé pasmado. A decir verdad, esa palabra me tomó por sorpresa.


AMOR Y GUERRA

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¡Qué! ¿De dónde salió esto? ¿Acaba de decir «divorcio»? Algo en mí se llenó de pánico. Las alarmas comenzaron a activarse. No obstante, si me hubieran preguntado cuál era mi opinión sobre la propuesta: «Quizá debamos divorciarnos», creo que en ese momento hubiera dicho: ¿De qué está hablando? Soy un buen chico. Tenemos un matrimonio maravilloso. Esto tiene que ser por ella. Me está exigiendo demasiado. Quiere que yo sea todo lo que necesita.

Me avergüenza admitir que si me hubieran presionado en ese pre-ciso momento en la mesa de esa cocina, no creo que hubiera podido nombrar nada que de mi parte haya contribuido a la infelicidad de Stasi. Estaba aturdido (algo en lo que los hombres parecen tener una profesio-nalidad única). Y me pregunté: ¿Cómo llegamos hasta este punto? ¿Cuándo fue que sucedió?

Sin embargo, al volver la vista atrás ahora, me doy cuenta de lo que estaba sucediendo. (Como dice el refrán: Después de la batalla todos somos generales). Entré al matrimonio como un niño asustado en el cuer-po de un hombre joven. Una confusa mezcla de egocentrismo (Stasi, eres una chica con suerte, ¡vas a casarte conmigo!) y una vasta inseguridad (No sé si lograré lidiar con esto). Me habían afectado las heridas que recibí en mi juventud y en relaciones previas a tal punto que llegué a creer que el amor no perduraba en realidad. Así que, años antes, me hice una pro-mesa, olvidada pero todavía inflexible, que nunca necesitaría a alguien. Esa promesa se volvió una fuente de angustia permanente en nuestro matrimonio.

Existe cierta seguridad que un hombre llega a poseer cuando sabe que es hombre, y esto le capacita para entrar en su mundo con valor y bondad. Esa experiencia no pudo haber sido más ajena a mí. Tenía mie-do. Así que fingí. Representaba el papel del gran hombre. Me revestía de un aire de valentía, como el que se aprecia en un niño con su pijama de Superman. Compensé en exceso mis temores y acabé en el perfeccio-nismo. Me convertí en un buscador de logros muy demandante, con una generosa dosis de narcisismo. Ahora bien, el perfeccionismo es algo que uno le exigiría a su contador o su oncólogo, pero es horrible casarse con alguien así.

Para ser justo, un hombre necesita sentir el éxito, desea sentir: «Ten-go lo que hace falta». Quiere que otros estén de acuerdo, en especial su



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esposa. Me encontraba en un matrimonio del que no sabía nada, con una mujer vivaz, amorosa y quebrantada, y sabía que era demasiado para mí. No tenía idea acerca de cómo amar a una mujer. No sabía cómo lidiar con su dolor ni con el mío. Tenía veintitrés años. Estaba tan listo para el matrimonio como para tomar la presidencia. Entonces, hice lo que hace la mayoría de los hombres: Corrí. A trabajar.

En ese entonces, dirigía una pequeña compañía de teatro y, para ser franco, era fabuloso. Estaba hecho para eso. Podía escribir, actuar y dirigir. Entendía de escenografía y construcción. Yo brillaba; estaba en mi gloria. El teatro era mi pasión, mi don, mi llamado. Lo que estropeó la historia fue que se convirtió en mi amante. Comencé a pasar cada vez más tiempo en mi trabajo, dándole lo mejor de mí, y a la vez me estaba alejando de mi esposa. No era nada menos que una aventura, y lo peor es que no era tan fácil de detectar. Mis compañeros creían que yo era increíble. Yo les creía.

Era un desastre a punto de estallar.Este debería haber sido nuestro anuncio en la columna de matrimo-

nios en el periódico del domingo:

¿Alguna Vez Alguien Me Amará? se unió en matrimonio la semana pasada con Nunca necesitaré a alguien. El novio, el Sr. Inseguro Perfeccionista, se casó con su novia la Señorita Sé Que Soy Una Decepción en la Iglesia Congregacional. El encantador desastre total se celebró en la ciudad de Monrovia. Pronto le seguirán una recepción pública y un desastre privado.

Lo que complicó nuestra historia, y retrasó nuestra ruptura, fue el hecho de que ambos estábamos involucrados de verdad en la iglesia. Tuvi-mos consejería prematrimonial. Leímos algunos libros sobre el matrimo-nio (está bien, quizá solo uno). Alguien tuvo la amabilidad de ofrecernos uno de esos seminarios matrimoniales de fin de semana en nuestro primer año (¿será que veía algo?) al que fuimos, disfrutamos y nos sobresalimos en todos los ejercicios. Participamos en un grupo semanal para parejas, ¡por amor de Dios! Tuvimos todos los consejos prácticos y las técnicas.

No obstante, tal parece que cada uno de esos recursos obviaba los asuntos del corazón. Como reordenar las sillas de cubierta del Titanic.


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El romance se encuentra con la realidad

Tal vez debamos comenzar el libro desde aquí: El matrimonio es algo fabulosamente difícil.

Cualquiera que haya estado casado sabe esto. A pesar de los años de matrimonio, todavía nos toma desprevenidos a todos nosotros. Y cuando las parejas recién casadas descubren lo difícil que es, parecen sorprender-se en verdad. Conmocionadas y desilusionadas, por el hecho. ¿Será que estamos haciendo algo mal? ¿Me habré casado con la persona adecuada? Las sirenas que nos atraen al matrimonio: romance, amor, pasión, relación sexual, anhelo, compañía, parecen tan lejos de la realidad actual de la vida de casados que tememos que hayamos cometido un error colosal, tomado el ómnibus indebido o perdido el avión. Entonces, la dificultad se convierte también en un sentimiento de vergüenza. (¿Acaso no te da vergüenza admitir lo difícil que es tu propio matrimonio?) Quizá solo nos pase a nosotros.

Qué va. Le pasa a todo el mundo. Sería bueno que todos lo dijéramos.Cuanto antes quitemos la vergüenza y la confusión de nuestras espal-

das, más pronto encontraremos nuestro camino de salida. Por supuesto que el matrimonio es difícil. Por el amor del cielo, es juntar a un hombre y una mujer, dos criaturas que piensan, actúan y sienten de maneras tan diferentes que uno creería que vienen de sistemas solares diferentes, y pedirles que se lleven bien por el resto de sus vidas bajo el mismo techo. Es como tomar a Cenicienta y a Huckleberry Finn, meterlos en un sub-marino y cerrar la compuerta. ¿Qué piensas que sucedería?

Ahora, mientras estamos en esto, enfrenta os a cada momento todos nuestros temores, nuestras heridas emocionales, nuestro egocen-trismo, nuestras incertidumbres y nuestro compromiso de protección propia. ¡Claro! Cualquiera que esté buscando una prueba innegable de la existencia de Dios, no necesita buscar más; el solo hecho del matrimonio ya es un milagro en sí mismo. Una prueba fidedigna de que existen fuer-zas en el universo que operan a favor de la humanidad.

Todos esos cuentos de hadas sobre un chico y una chica que se ven involucrados en una aventura en tierras peligrosas, y cómo deben trabajar unidos si tienen alguna esperanza de sobrevivir, pero que ambos acarrean una trágica desventaja, un talón de Aquiles que aguijonea al otro a cada


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momento y que hace que apenas logren superarlo... esos cuentos de hadas tienen bastante razón.

Es más, si miras hacia atrás al primer matrimonio a esa historia de Génesis que casi parece un cuento de hadas, verás que Adán y Eva tuvie-ron sus dificultades. Y ni siquiera tenían padres que les malcriaran como niños ni amigos que les dieran consejos absurdos. Todo indicaría que la caída del hombre sucedió durante la luna de miel o poco después. (¿Y cuántas historias de luna de miel recrean ese mismo drama?) Llegaron a aguas turbulentas tan pronto como levaron anclas, pobrecitos. Da qué pensar que esa sea la historia del primer matrimonio.

No obstante, también nos anima un poco. Es normal que el matri-monio sea difícil. Incluso los mejores matrimonios.

Me hubiera gustado [John] que algún hombre mayor me hubiera llevado a un lado un par de semanas antes de nuestra boda y me hubiera dicho:

Ahora, escúchame hijo. Tú eres un joven muy bueno; Stasi es una chica maravillosa. Creo que ustedes dos están hechos el uno para el otro. Estoy muy entusiasmado por este matrimonio. Aun así, escúchame ahora, muchacho... ¿estás prestando atención? Ustedes también, los dos, son personas heridas en lo más profundo. Y todo ese quebrantamiento va a comenzar a salir a la superficie en cuanto digan: «Sí, quiero». No permitan que esto los desanime. Le pasa a todo el mundo. Eso no significa que hayan hecho algo equivocado. Lo que sí sería un error es pasar por alto lo que salga a la luz. Dios va a usar su matrimonio para llegar a ciertos problemas en sus vidas que Él quiere resolver. Tienes una manera de vivir la vida, y descubrirás que Stasi tiene la suya también. Así que tarde o temprano ambas formas entrarán en colisión. Quizá tengan uno o dos años de amor juvenil, y denle gracias a Dios por eso. Sin embargo, no desatiendan esto cuando el cuento de hadas se vuelva un serio problema. Consigan alguna ayuda.

Muy pocos recibimos, o escuchamos, este tipo de consejo, aun des-pués de años de matrimonio. Las cosas se vuelven difíciles; al principio nos sorprendemos, pero después desmayamos. Con el tiempo, si la situa-ción no mejora, caemos en una profunda resignación. Desfallecemos,


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desaparecemos, de manera emocional, mental y a veces física. Él mira la televisión todo el fin de semana; ella come o se va de compras.

El otro día, estuve tratando de pensar en una buena definición ope-rativa del matrimonio y esta fue mi conclusión: Dos personas custodiadas intentando resolver su desilusión, y negociando mejores términos en una zona desmilitarizada a la que llaman matrimonio. Gracias, Adán. Gracias, Eva.

Ahora bien, lo que es muy esperanzador acerca de su historia (la de Adán y Eva, es decir, la cual es nuestra historia, también, la de todos nosotros) es que Dios vino a buscarlos. En realidad, habían arruinado las cosas, ellos dos solos, y ahora estaban sosteniendo una hoja de higuera con una mano y con la otra se señalaban de modo acusador, y Dios se acercó y buscó a sus hijos. A fin de rescatarlos. «¿Dónde estás?» (Génesis 3:9). ¡Vaya! Tú podrías rastrear esos mismos pasos en cada matrimonio que ha venido después de este: Cierta forma de romance edénico, o al menos la promesa de un Edén en el amor joven, y luego una dura caída, seguida del ocultamiento, la culpa y el reproche.

Y la gracia de Dios ofreciendo una segunda oportunidad.

Esperanza

Avancemos desde la escena en la mesa de la cocina, ahora hace veintidós años, el ocho de octubre, nuestro vigésimo quinto aniversario de bodas. Nuestros amigos y familiares se reunieron para celebrar con nosotros. Sentíamos que era una celebración de verdad. Una tras otra, las personas ofrecían los brindis más hermosos, agradeciéndonos por nuestro matri-monio, contándonos historias de cómo nuestro amor había cambiado sus vidas. Nuestros hijos también hablaron, y esto fue lo que dijeron:

Papá, mamá, estamos aquí reunidos para celebrar su vigésimo quinto aniversario de bodas, no porque tengamos que hacerlo ni porque deberíamos hacerlo, sino porque vale la pena celebrar su matrimonio. Solo fue hasta que nos hicimos mayores que en verdad apreciamos el impacto que su matrimonio había causado en nuestras vidas. Ahora estamos aquí y queremos darles gracias a los dos por ser quienes son, y por amarse en un mundo en el que no lo hace la mayoría de los padres. Nos dieron la oportunidad de crecer en un hogar lleno de amor y con padres que aman.



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Eso es maravilloso. San Agustín dijo: «El amor es la belleza del alma». Ustedes son dos personas muy hermosas en amor, es y ha sido un gran privilegio haber crecido sabiendo que eso es una posibilidad. Así que no solo los felicitamos, sino que también se lo agradecemos.

Stasi y yo nos quedamos sin palabras. Y solo un poco avergonzados.No teníamos idea de que nuestro matrimonio se había notado siquie-

ra, mucho menos que había tenido un impacto tan poderoso en las vidas de las personas que amamos. Debido a que la travesía se realiza paso a paso, no nos habíamos dado cuenta cuán lejos habíamos llegado. Pensé: ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cuándo fue que sucedió?

Por supuesto que hay una historia para contar, una historia salvaje y redentora que tiene como centro el evangelio de Jesucristo. Porque no hay nada en absoluto como el evangelio del cristianismo para ofrecer la restauración. Dios sabe que el ser humano está mal parado. Él conoce que nuestra vida no está ni cerca de la que una vez habíamos soñado tener. Él sabe cómo es vivir de la manera que todos vivimos ahora, tan lejos del Edén. Y eso le rompe el corazón. Por eso decide venir Él mismo al planeta Tierra, a este valle de lágrimas, para hacer por nosotros lo que ninguno había podido alcanzar por sus propios medios. Viene como Emmanuel, Dios con nosotros, y observa lo que comienza a suceder. Los ciegos reciben la vista, los marginados vuelven a casa, las familias se reconcilian, los paralíticos caminan y los muertos resucitan. Estas no son solo historias de la Biblia; son también ilustraciones. Es Dios demostrando su poder y sus intenciones.

Él viene a sanar. Él viene a salvar.

«Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido».

(LUCAS 19:10)

Esta es la manera en que Jesús describe su misión; así es que la ve Él. Observa las palabras que utilizó: Él dice que vino a buscar y salvar «lo que se había perdido». Todo lo que estaba perdido (y vaya que se había perdido mucho). Incluyendo toda la hermosura y el poder del matrimo-nio. Al fin y al cabo, el matrimonio era su idea. Dios creó el matrimonio


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y puso ese deseo en nuestros corazones. Sin importar la forma en que ustedes crean que llegaron a conocerse, o que otras fuerzas creen que intervinieron, la esperanzadora verdad en todo esto es que el matrimonio es algo que a Dios le interesa mucho, incluso tu matrimonio. Cuando a través del profeta Malaquías el Señor Dios de Israel dice: «Yo aborrezco el divorcio», lo escuchamos con un temblor. Sin embargo, debe hacerse con cierta medida de esperanza; la pasión transmitida en esas cuatro palabras revela cuán profundamente ama el matrimonio, cuánto anhela su éxito.

Por lo tanto, tenemos todos los recursos del corazón de Dios hacia nosotros y todos los recursos de su reino para la restauración de los que estaba perdido en nuestros corazones, nuestras vidas y nuestros matri-monios. No tenemos idea cómo se las arreglan las parejas sin la ayuda de Dios. Eso no podemos escribirlo en libro alguno. Pedir que su matrimo-nio prospere sin Dios es como pedirle a un árbol que florezca sin sol ni agua. Algunos tipos de árboles pueden llegar a crecer, pero seguro no te va a gustar cómo se ven. La esperanza que ofrecemos es que el evangelio cristiano trae restauración y vida.

La mayoría de ustedes han escuchado de la famosa Cruz, la segu-ridad del perdón (y el Señor sabe que necesitaremos cubos de esto en nuestra vida). En la cruz Dios sufrió el peor de los abandonos para que nosotros jamás sintamos ese abandono. Él entiende lo que es la angustia, el dolor, el rechazo, la incomprensión y el abandono. No obstante, lo que sigue es por alguna razón menos conocida o quizá menos entendida: la Resurrección, el triunfo de la vida de Dios. Esto es tan importante para el cristianismo como la cruz, y quizá lo sea aun más. Porque esa es la vida que Él nos ofrece.

George MacDonald explica que «toda la historia es una agonía divina con el fin de darles vida divina a las criaturas. El fruto de esa agonía [...] será una vida radiante, de lo cual el gozo indescriptible es la flor».

Permitir que esa vida entre en el matrimonio es como el sol y el agua para el árbol reseco; es como abrir todas las puertas y las ventanas de una casa que hace mucho tiempo estaban cerradas. Derramándose la luz y el aire fresco. O también es como una lluvia copiosa sobre un desierto sedien-to. Todo florece... la flor del gozo indecible. La vida de Dios trae resurrec-ción, una devolución de amor real, compañerismo genuino, romance, gozo, largo sufrimiento y una misión en común. Esto es lo que quieren decir las



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Escrituras cuando nos dicen que «seremos salvados por su vida», la vida de Dios llega a nosotros por medio de Jesucristo (Romanos 5:10, rvc).

Stasi y yo nos volvimos mejores amigos. Comenzamos de esa manera, hace mucho tiempo, antes de habernos casado, pero en alguna parte del camino lo perdimos. Más de una vez. Dios nos ha ayudado a encontrarlo de nuevo. Ahora tenemos una vida en común. Hablamos el mismo lenguaje y vivimos por las mismas cosas. Hemos encontrado un camino hacia algo hermoso. Hemos descubierto que la promesa del evangelio es real.

Permite que vuelva el deseo

¿Cómo podrían ustedes dos encontrar su camino hacia algo hermoso?No empieces diciendo: ¿Cómo puede suceder eso? Cómo vendrá con el

tiempo; nosotros podemos ayudarte con ese cómo. Aun así, debes comen-zar por el deseo. Empieza por lo que está escrito en tu corazón. ¿Qué era lo que soñaste una vez cuando eras más joven? ¿Qué era lo que querías cuando te enamoraste por primera vez?

Como mujer, sé [Stasi] lo que quiero. Quiero que me distingan y me valoren por lo que soy, que mi esposo me conozca en realidad. Por eso es que me encantaba la película Titanic. El novio de Rose no la «entiende». Se da cuenta que es infeliz, pero «no tiene intenciones de saber por qué». Ni siquiera se lo pregunta. Por otro lado, Jack entiende el corazón de Rose, ve tanto su belleza externa como la interna y por eso la valora, la cuida y pelea por ella. Ve a Rose como es en verdad, y se deleita en ella de manera que le inspira valor para desechar un futuro que parecía seguro y cambiarlo por uno incierto por entero. Que John me conozca a fondo y que todavía me ame... ese es un profundo deseo de mi corazón.

También quiero vivir mi vida con mi esposo, compartir con él la aventura de la vida. No quiero estar sola en la vida. Quiero expresar lo que está sucediendo en el interior de mi corazón y los detalles externos de mi vida... las alegrías y las tristezas, tanto las pequeñas como las grandes. La vida puede ser dura, a veces cruel, y con frecuencia peligrosa. Com-partirla con mi esposo me ayuda a cobrar tanto el valor como el deseo de fortalecerme para la ocasión. En La pimpinela escarlata los corazones y las vidas de Sir Percy Blakeney y su esposa, Marguerite, se vuelven uno solo cuando ella logra entender la verdad de su identidad y se apropia del más


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alto llamado de su vida. Cuando se levanta para cumplir con su papel irremplazable en la historia, y ellos comparten esta aventura, se salva su vida y el bien triunfa sobre el mal. Quiero hacer eso por John. Quiero hacer eso con John.

Por último, quiero descansar en la fortaleza de John. Cuando el camino se vuelva difícil y permanezca lo difícil, quiero tener la certeza de que John no se irá a ninguna parte; que estará allí para apoyarme cuando lo necesite. Y lo he necesitado muchísimas veces. Al igual que las hermanas Dashwood en Sentido y sensibilidad aprenden sobre el incompa-rable regalo de poder apoyarse en la fortaleza del coronel Brandon, así también quiero descansar en la fuerza de mi esposo. Creo que esto es lo que quiere toda mujer.

Como hombre, leí [John] lo que Stasi acaba de escribir y dije: Ah. Increíble. Eso es bueno saberlo. Porque mis deseos son un poco diferentes. Pri-mero, quiero que crea en mí. Hay una escena en la película El hombre que no se dejó tumbar que casi me hace llorar. Es una historia acerca de un boxeador que nadie creía que podría volver a ganar. James Braddock está a punto de enfrentarse a su peor oponente, un Goliat que había matado hombres en el cuadrilátero. Esta es la pelea de su vida. Su esposa, Mae, atraviesa toda la ciudad de Nueva York, desciende al sótano del Madison Square Garden, encuentra a «Jimmy» en el vestuario para solo poder decirle: «Recuerda quién eres... Estoy siempre detrás de ti». Me encanta esa escena.

También quiero que Stasi me acompañe en alguna aventura así. Quizá recuerdes la película El hombre de Río Nevado. Hay una escena que todavía puedo recordar, aunque hace más de veinte años que la vi por primera vez. La hermosa joven Jessica se había perdido; estaba en peligro. Su caballo la había arrojado en la parte alta de las montañas. El fuerte y joven vaquero Jim la encuentra y la rescata. De pronto, allí están, solos los dos, a kilómetros de todo y en medio de la belleza salvaje de las montañas. Me fascina esa escena: soledad, belleza indómita y una aventura en común.

Por último, quiero belleza. Quiero el amor descrito en el Cantar de los cantares cuando la mujer le dice a su amado: «¡Apresúrate, amado mío! ¡Corre como venado, como cervato, sobre los montes de bálsamo cubiertos!» (8:14). Ella cree que él es maravilloso; le ofrece su belleza; le invita a ser su hombre. Creo que los hombres entienden a lo que me



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refiero. Hay una escena de la película Hook que me tomó por sorpresa. Peter Pan había vuelto, después de muchos años, a la tierra de Nun-ca Jamás. Ahora es un hombre. Campanita, protagonizada por Julia Roberts, está muy emocionada por tenerlo de regreso. Usa su magia para convertirse en una mujer de tamaño normal y se viste para la conquista. Peter le dice: «Vaya, Campanita, ¿a qué se debe la celebración?». «A ti», le contesta ella.

Creo que todos los hombres que leen esto tienen esos mismos deseos. Y a ti querido lector, ¿qué escenas han cautivado tu corazón en estos años? ¿Qué canciones, qué historias, qué momentos han despertado los deseos más profundos de tu corazón?

Verás, en algún momento del camino perdemos el entusiasmo en el matrimonio. A todos nos pasa. Hasta les sucede a los mejores. Como cantaba Dan Fogelberg:

Alegría en el inicio El miedo en el viaje, Alegría en el regreso a casa Una parte del corazón se pierde en el aprendizaje,En algún lugar a lo largo del camino.

(DAN FOGELBERG, «En el camino»)

Puede que encontremos una forma de lidiar con nuestra desilusión y quizá pongamos lo mejor de nosotros para pelear contra la resignación, pero igual se las arreglan para tener su lugar. Dejamos ir lo que quería-mos, lo que soñábamos, aquello para lo que nos crearon. Comenzamos a estancarnos.

Debido a que el matrimonio es algo difícil, y a veces muy doloroso, tu primera Gran Batalla será no desanimarte. Eso empieza por recuperar el deseo... el deseo del amor que está escrito en tu corazón. Permite que vuelva tu deseo. Deja que te recuerde todo lo que querías, todo para lo que te crearon.

Y entonces considera lo siguiente: ¿qué tal si Dios te devolviera el deseo de tu corazón? No es demasiado tarde. No es demasiado difícil. No están tan distanciados, ni están demasiado aferrados a sus formas de ser. Dios es el Dios de toda esperanza. Después de todo, Él es el Dios de


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la Resurrección. Nada es imposible para Él. Por lo tanto, dale un lugar al deseo de tu corazón.

¿Qué tal si ustedes dos pudieran encontrar su propio camino hacia algo hermoso?

Valdría la pena luchar por eso.


Amor

amor Y guerra

John y StasiELDREDGE

John

y StasiELD

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Y


en tu matrimonio

Autores de los éxitos de librería Salvaje de corazón y CautivanteCon una vulnerabilidad sorprendente que atrapa a los lectores desde la primera página, John y Stasi hablan con franqueza acerca de su propio

matrimonio y los cambios radicales que tuvieron que conseguir debido a los desafíos que han enfrentado. Le hablan al lector acerca de lo que cada uno ha aprendido, brindando un equilibrio entre la perspectiva femenina y la masculina, lo cual ha estado ausente en libros anteriores sobre este tema.

John y Stasi comienzan Amor y guerra con una confesión obvia:El matrimonio es algo fabulosamente difícil. Sin embargo, detrás de las tensiones inevitables que un hombre y una mujer «encerrados en el

mismo submarino» van a tener, la verdadera batalla es en contra de la obra del enemigo, quien maquina y planea destruir el amor. Los Eldredge muestran cómo las parejas pueden ganar «peleando el uno por el otro, en lugar de hacerlo contra el otro». Como dicen: «Vivimos una gran historia

de amor que comenzó en medio de la guerra».

«Este es un libro de sabiduría y esperanza... una hermosa obra que llevará a tu matrimonio a un gozo más profundo».

Dan. B. Allender, autor de Corazón herido

John Eldredge es el director de Randsomen Heart en Colorado Springs, Colorado, una asociación dedicada a ayudar a las personas

a descubrir el corazón de Dios. John es el autor de numerosos libros, incluyendo Corazón salvaje, El despertar de los muertos y La travesía del

corazón salvaje, y coautor de Cautivante.

Stasi Eldredge es la coautora de Cautivante; dirige las reuniones de mujeres de Randsomen Heart. John y Stasi han estado casados por más de

veinticinco años y tienen tres hijos maravillosos.

AMIGOS DE LA NATURALEZAGOING GREENa

Producto 495784Relaciones / Amor y matrimoniowww.clubunilit.com

ISBN 0-7899-1981-8

9 7 8 0 7 8 9 9 1 9 8 1 6

9 0 0 0 0

www.editorialunilit.com

Guerra

«John y Stasi dieron en el blanco. Este libro inicia con una imagen intacta de un matrimonio real, vivo y redimido, y concluye

con la esperanza y el anhelo para el nuestro».

BETH MOORE, autora del éxito de librería Sálgase de ese pozo

Amor y GuerraCOVER 05 spine .indd 1 3/27/12 10:09 AM

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