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3 Revista Casa de las Américas No. 275 abril-junio/2014 pp. 3-14 HECHOS/IDEAS E n un sugerente artículo titulado «Descolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes», el filósofo colombiano Santiago Castro Gómez se preguntaba qué sig- nifica descolonizar la universidad en la América Latina. Allí de- sarrolló su análisis partiendo de que nuestras universidades están regidas por un modelo epistémico moderno/colonial al que llama la hybris del punto cero. Esta tiene su origen en el inicio de la ex- pansión europea en Occidente y es, a la vez, constitutiva de ella. Se trata, pues, de esa posicionalidad desde la cual se juzgan los sabe- res, ese lugar en el que la academia se coloca, sin querer ser vista, para separar, cual ojo de Dios, lo que es episteme y lo que es doxa. Dada la colonialidad del ser, del poder y del saber, que vivimos como resultado de los procesos de colonización, dicho modelo se observa reproducido por las universidades del mundo, tanto por medio de su pensamiento disciplinario como de la organización de sus estructuras. Por él, la universidad fiscaliza saberes y trabaja con paradigmas que obedecen a y reproducen una mirada colonial sobre el mundo. Re- sulta evidente que las universidades que se aboquen a la tarea de releer la historia y la autocrítica se encontrarán en la disyuntiva de continuar reproduciendo esas viejas estructuras eurocéntricas o de revolucionar- las. Pero no todas están ante ese reto. Corren buenos tiempos para ANABELLE CONTRERAS CASTRO El pueblo ixil: después de prácticas epistemicidas y genocidas nace una universidad

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HECHOS/IDEAS

En un sugerente artículo titulado «Descolonizar la universidad.La hybris del punto cero y el diálogo de saberes», el filósofocolombiano Santiago Castro Gómez se preguntaba qué sig-

nifica descolonizar la universidad en la América Latina. Allí de-sarrolló su análisis partiendo de que nuestras universidades estánregidas por un modelo epistémico moderno/colonial al que llamala hybris del punto cero. Esta tiene su origen en el inicio de la ex-pansión europea en Occidente y es, a la vez, constitutiva de ella. Setrata, pues, de esa posicionalidad desde la cual se juzgan los sabe-res, ese lugar en el que la academia se coloca, sin querer ser vista,para separar, cual ojo de Dios, lo que es episteme y lo que es doxa.Dada la colonialidad del ser, del poder y del saber, que vivimos comoresultado de los procesos de colonización, dicho modelo se observareproducido por las universidades del mundo, tanto por medio de supensamiento disciplinario como de la organización de sus estructuras.Por él, la universidad fiscaliza saberes y trabaja con paradigmas queobedecen a y reproducen una mirada colonial sobre el mundo. Re-sulta evidente que las universidades que se aboquen a la tarea de releerla historia y la autocrítica se encontrarán en la disyuntiva de continuarreproduciendo esas viejas estructuras eurocéntricas o de revolucionar-las. Pero no todas están ante ese reto. Corren buenos tiempos para

ANABELLE CONTRERAS CASTRO

El pueblo ixil: despuésde prácticas epistemicidasy genocidas nace una universidad

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gó casi tres décadas y cuyos saldos fueron miles demuertes, torturas, desplazamientos y violaciones porcuenta del ejército nacional; un genocidio de Estadoque aún hoy, en medio de miles de testigos y prue-bas, sus perpetradores se atreven a negar. En el año2011 de nuestro inexacto calendario gregoriano, 12 Een el Calendario Maya, muchas personas de distin-tas partes del mundo ya se apuraban a informarse delo que podría pasar en 2012 según las «profecíasmayas». Apócrifas la gran mayoría, pululaban eninternet anunciando el fin del mundo, mientras losmayas estaban en sus montañas, valles, lugares sa-grados o centros ceremoniales con celebraciones,reflexiones, revisiones del pasado y rehaciendoesperanzas de futuro. Así transcurrió el año 13NO’J, que cerraría un período de cuatrocientosaños, el 13 Baktun, y daría inicio a otro de igual exten-sión: el 14 Baktun de la cuenta larga del calendariomaya. Y muy lejos de miedos apocalípticos, un gru-po de ixiles –entre autoridades ancestrales, lidere-sas y líderes, promotores de desarrollo– se encon-traba haciendo todos los esfuerzos posibles para elenorme proyecto de dar vida a una universidad. Pa-blo Ceto, exguerrillero como muchos, ingeniero deformación y hoy vicerrector de la Universidad Ixil,fue uno de sus integrantes. Tuvimos el privilegio, enla Universidad de Costa Rica y la Universidad Na-cional, de tener como invitado en diciembre de 2013a Pablo, quien nos contó del proyecto con gran sen-tido del humor y a partir de su vasta experiencia. Eneste texto ofrezco extractos de su charla junto a otrasvoces de pensadores descoloniales del Continente.

Se entregaron las armas pero no lossueños

Las comunidades ixiles han estado, históricamente,en una zona aislada por siglos. Debido al descuido

ver surgir, por fin, otros modelos de universidad en laAmérica Latina que no se vean como lugar privile-giado para la producción del conocimiento, sino comoun espacio donde sea posible reflexionar y trabajarhaciéndose cargo de todo el acervo de saberes queposeen las mismas comunidades que las crean; sa-beres al margen de la rigidez académica, de las cár-celes y la policía disciplinarias, y ponerlos en diálogocon otros. Y no son pocos los ejemplos. Solo porbrindar algunos, Bolivia tiene las universidades indí-genas quechua Casimiro Huanca y aymara TúpacKatari, Ecuador tiene la Universidad ComunitariaIntercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indí-genas Amawtai Wasi, México cuenta con alrededorde diez universidades indígenas, Colombia con la Uni-versidad Indígena e Intercultural Jacinto Ortiz, y Ni-caragua tiene la Universidad de las Regiones Autó-nomas de la Costa Caribe Nicaragüense Uraccan. Yestas no son las únicas. Este artículo se hace cargode un ejemplo particular de universidad cuyo naci-miento es de reciente data y, por ello, menos conoci-da pero no menos esperanzadora: la Universidad Ixilen Guatemala. Estas universidades son, seguramen-te, muy diferentes entre sí; sin embargo, tienen el de-nominador común de trabajar con otros paradigmas,de partir de los saberes ancestrales puestos en diálo-go con otros, por lo que podemos verlas, sin lugar adudas, como parte del proceso de descolonizaciónque vive la América Latina.

Al cierre del ciclo de cuatrocientosaños del 13 Baktun...

Las comunidades mayas ixiles de Chajul, Cotzal yNebaj, ubicadas en el norte del departamento qui-ché, son recordadas en Guatemala porque muchasde sus gentes participaron en el movimiento revolu-cionario durante el conflicto armado, que se prolon-

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del Estado y al desprecio racista de la sociedad«ladina», este aislamiento permitió la preservaciónde su cultura. Por esa terquedad que distingue atantas comunidades del Continente, empeñadas ensobrevivir pese a invasiones y despojos, estas, comootras del país, se encuentran en procesos de re-construcción de los pueblos indígenas en tiem-pos de «posconflicto», palabra que suena tan irrealhabiendo tantas situaciones, conflictivas en gradosumo, que provocan en Pablo este comentario: «nola entiendo pero me gusta usarla, para que digan¡ah, el señor sabe de posconflicto!». El pequeñogrupo que se reunió a soñar con una universidadpropia lo hizo después de analizar y debatir sobrelas condiciones actuales de sus pueblos, y llegar atristes pero realistas resultados. Como lo explicaPablo, teniendo en su historia ciento catorce masacrescometidas por el ejército durante el conflicto arma-do (1960-1996), estos son pueblos fracturados ycada familia extraña a uno o varios muertos, o a susjóvenes emigrantes. De ciento ochenta mil ixiles,quince mil viven «mojados» en los Estados Uni-dos. Dichos pueblos han sufrido la pérdida de lasoberanía alimentaria, de conocimientos y culturaancestrales entre los jóvenes, el choque de siste-mas legales y el debilitamiento del ancestral sistemajurídico maya, la falta de servicios de salud y edu-cación, y la carencia de apoyo a la producción lo-cal de alimentos, entre otros males. En una regióndonde la agricultura orgánica no ha sido una moda,sino parte de una tradición que responde al pen-samiento indígena, se padece desnutrición infantil.Paralelamente, y como si fuera poco, estas soncomunidades permanentemente obligadas a elabo-rar estrategias de defensa del territorio debido aperversos intereses de voraces empresas transna-cionales que andan tras los recursos de la naturale-za. A pesar de que la Constitución de la República

y la Declaración de las Naciones Unidas sobre losDerechos de los Pueblos Indígenas estipulan leyesde defensa y respeto a estos, sus intenciones no sellevan bien con los pactos que celebran los gobier-nos y dichas empresas. No obstante, en aquellascomunidades estaba el principal componente paralograr el sueño de la universidad, esto es, la grandí-sima fuerza de la utopía, que no se había disipadocuando, después del fin del conflicto y la entregade las armas, había quedado claro que ese tiempo dejusticia social no vendría como resultado de losAcuerdos de Paz, o por inercia. Cinco siglos deenorme fuerza para preservar la vida y la cultura noson poca cosa, estos pueblos no creen en un pre-sunto colapso maya, y sobre ese sustrato de subje-tividades resistentes se decidió edificar la Universi-dad Ixil.

Crear una universidad no capitalistay descolonial

El grupo interesado se informó de las reglas paracrear un centro que gozara del reconocimiento delsistema educativo. Y suponemos que no fue unasorpresa enterarse de que las reglas eran capitalis-tas: poseer un terreno, disponer de tres edificios ycuatro millones de quetzales, es decir, nada con loque contaran o pudieran contar comunidades queviven entre modos capitalistas y otras formas derelaciones, economía y subsistencia. A la vez, entrelas condiciones estaban el tener dos facultades y unstaff de profesores, requerimientos que provienen,a todas luces, de la arraigada idea de universidadoccidental, fijada en estructuras eurocéntricas. Se-ría faltar a la verdad decir que solo esas reglas con-taron. Está clarísimo que el Estado podría, con vo-luntad política, proporcionar los recursos para unauniversidad ixil pero ¿por qué habría de dárseles un

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Alma Máter a los indígenas que han sido vistoscomo seres sin alma desde la conquista? De modoque la posible oficialización fue desechada, no asíel impulso de hacer una universidad. Al fin y al cabo,la larga historia de estos pueblos tiene que pesarmás que la corta y dolorosa historia a partir de lacolonia. Como lo dice el manual de presentaciónde la Universidad Ixil:

[a]ntes de la invasión de 1524 nuestro PuebloMaya tenía sus grandes instituciones de estudio,enseñanza y aprendizaje, conocimientos de losmovimientos del sol, la luna y las estrellas, agri-cultura del maíz, medicina, arquitectura, mate-máticas, calendario maya, valores de cuidado dela madre tierra y otros que, quinientos años des-pués, existen y están en el corazón de los sabe-res y las prácticas de nuestras Comunidades yPueblos y han demostrado su gran valor (Uni-versidad Ixil, Año 1 IQ´, Katun 1, 14 Baktun).

Entonces nos cuenta Pablo Ceto que, teniendoel factor económico por impedimento y las rique-zas ancestrales por recurso, emergió una preguntafundamental, que tiene toda la carga descoloniza-dora posible: «si los hijos de los invasores fundaronsu universidad, la de Santiago de los Caballeros,1

para que su cultura se perpetuara ¿por qué noso-tros no fundamos la nuestra y recuperamos la cul-tura de nuestros ancestros?». Lo anterior fue másbien un guiño disfrazado de pregunta para iniciar laacción, que un enunciado en espera de respuesta;está claro que de cara a él solo quedaba el avance.«No teníamos recursos económicos», recuerda

Pablo, «pero sí teníamos alumnos y conocimientos,saberes, prácticas», muchachos sin opciones deeducación superior, pública o privada, que podríanser además actores sociales. Ante la certeza de queno sería posible fundar una universidad como lomanda el Estado y sus formas capitalistas de con-cebir la educación, se optó por los recursos reales.Por más lastimadas que estas comunidades estén,existen estructuras locales a las que decidieron echarmano quienes no se dejaron amedrentar por la irra-cionalidad de las reglas que rigen las universidadesde la razón. Solo por poner ejemplos, Pablo cuen-ta de la existencia de estructuras que funcionan, yaancestralmente, en forma de mayordomías y cofra-días, y que, aunque católicas por tradición colonial, serigen por valores de la cultura maya. Otra estructu-ra aún vigente y sólida es la de las comadronas,pendientes de los niños incluso cuando ya han cre-cido, y con autoridad para aconsejar o regañar alos padres. Asimismo, están los guías espirituales,que manejan el calendario maya y otros muchossaberes, los brujos, los chamanes, aquellos sabiosa quienes la ignorancia católica y colonial ha llama-do «hijos del demonio». Entonces, los Q´esal Te-nam, las autoridades ancestrales, conocidas común-mente como los Consejos de Principales, fueronconsultados por quienes tuvieron la iniciativa. Elproceso fue radical en su inicio, las autoridades an-cestrales escucharon los pormenores de la propues-ta... y dijeron que no.

Cuando los Q´esal Tenam dicen queno... ¡y cuando dicen que sí!

Ante la negativa de los ancianos Pablo cuenta quesolo quedó la paciencia.

Esta negativa venía del hecho de que muchos jó-venes que han salido de sus comunidades a estudiar

1 Este fue el primer nombre que tuvo en 1566 la ciudad quehoy se llama Antigua Guatemala, a la que entonces elrey Felipe II le dio el título de «La muy noble y muy lealciudad de Santiago de los Caballeros de Goathemala».

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en universidades ya no regresan, o lo hacen que-riendo imponer otros valores, intereses y actitudesque desvalorizan lo local, y dudaron ante los posi-bles ataques del gobierno, las dependencias delEstado, en un contexto en que las entidades guber-namentales se habían puesto al servicio de lasempresas transnacionales en la Región Ixil y en otraszonas indígenas. Las conversaciones continuaron yun buen día dijeron que sí, se convencieron de quela iniciativa era fundamental para la pervivencia delas comunidades e incluía un sólido interés en for-talecer autoridades ancestrales, formas de gobier-no locales, el sistema legal indígena, la diversifica-ción de cultivos y recuperación de las semillas, basede la soberanía alimentaria. A la vez, la juventud ixilno tiene mucha alternativa, vive marginada, atrapa-da entre la opción de emigrar, el consumo de dro-gas, el peligro de los cárteles; entre la pérdida desoberanía alimentaria y la triste tentación del pollofrito y la creciente oferta de comida chatarra. Yentonces, la universidad empezó a materializarse.Contrario a esa jerga universitaria, fatal préstamoproveniente de las empresas neoliberales, que ayu-da a las universidades a disfrazar su verdadera si-tuación con palabras como misión y visión, y quepor más nobles que estas suenen no dejan de sereso, universidades-empresas que se dedican a ha-cer de los alumnos sus clientes, la Universidad Ixilfunciona con la cosmovisión maya. «En unos luga-res se llama filosofía», dice Pablo, «nosotros le lla-mamos cosmovisión o saberes ancestrales, y aho-ra que entramos a un mundo en el que los saberesantiguos empiezan a ser reconocidos nosotros diji-mos: ¡órale, nosotros también tenemos! Pero nun-ca despreciamos los otros». Así, se trata de mirarel mundo con ojos propios, y que los saberes pro-ducidos en otros mundos no se impongan sino quesumen y amplíen con lo que sea útil. A los ancianos

les fue asignada la tarea de escoger a los jóvenesque consideraran capaces de aprovechar bien elestudio, y que habrían de ser técnicos en desarro-llo rural comunitario. Esta concepción de especia-lidad se basó en necesidades locales, es decir, na-ció al servicio de la propia realidad y lo espacial ytemporalmente relevante. Si la tarea era crear carre-ras útiles a las comunidades, que respondieran aprioridades locales, por supuesto, dice Pablo, no«¡podía ser filosofía griega!». Como bien apunta elsociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos,suele suceder que el problema para quien «vive enel Sur es que las teorías están fuera de lugar: no seadecuan realmente a nuestras realidades sociales»(Santos, 2006:15). La Universidad Ixil, por el con-trario, delineó tres ejes con una duración de tresaños: 1-Desarrollo del territorio, que se dedicatanto a la agronomía como al conocimiento de lalegislación nacional e internacional y a asuntos ur-gentes como el tema de la soberanía alimentaria,las prácticas y diversificación de cultivos, el trata-miento de semillas; 2- Gestión de recursos y pre-servación del medio ambiente, un eje diseñadopara aprender sobre ecología, manejo comunita-rio de los bienes naturales, prácticas forestalesmayas contrastadas con las extractivistas, y 3- Histo-ria y cultura ixil, un eje que trata sobre el ori-gen, la identidad, el sistema jurídico ixil, la espiri-tualidad y las matemáticas mayas, la visión dedesarrollo, el tiichajil –buen vivir, en idioma ixil.Estos conocimientos estarán al servicio del pre-sente y previendo el futuro; «estamos formandojóvenes que van a tener que luchar toda su vidacontra las empresas», acota el vicerrector, «por-que si quieren tener dignidad tienen que pelear, siquieren tener montañas tienen que pelear, y si quie-ren identidad y derechos también». Y eso es algoque saben muy bien los ixiles.

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Bibliotecas vivientes: «nuestrosancianos son nuestra internet»

Lejos de paradigmas coloniales, como principio departida los estudiantes de la Universidad Ixil tienenla sabiduría de los ancianos por consulta obligato-ria. El conocimiento de las autoridades ancestraleses parte del contenido de los programas, es la in-formación, la fuente de la que hay que beber con laprimera sed que genere cualquier tema de estudio.Asimismo, ellos conforman el tribunal ante el cualse expone el trabajo final de graduación y firman elacta, trabajo que los alumnos hacen acompañadosde un/a guía espiritual. Ante ellos también se ha pre-sentado con anterioridad el tema de investigación,se les ha entrevistado y con ellos se han organizadoreuniones. Porque se trata de salir de las aulas, re-correr toda la región, preguntar a quienes saben ygenerar soluciones, algo así como la consigna za-patista «andar preguntando en vez de andar predi-cando». El proceso de aprendizaje incluye combi-nar metodologías e idiomas, «al fin y al cabo», dicePablo, «mi abuelo cantaba misa en latín y, claro, enaquella época Dios solo oía en latín, pero ahora esplurilingüe». Esto, que solamente en apariencia pa-rece un chiste, es parte del esfuerzo por descoloni-zar y, si de eso se trata, hay que descolonizar hastala idea de los oídos de Dios. Hay entonces cuatroformas de aprendizaje: las clases presenciales paragenerar debate, en las que se trata de recuperar yejercer la palabra.

Se empieza preguntando, por ejemplo, qué esterritorio, y les decimos: hable, diga lo que sabe,lo que ha oído, no importa si es verdad, hable,¿qué ha leído en Google y Wikipedia? ¿qué dicela gente? ¿qué cree usted? pero hable, hable por-que a nosotros los indios nos negaron la palabra

quinientos años, así que luego les preguntamos¿cómo se dice en tu idioma? Y así vamos de Cas-tilla a Ixil, de vuelta a Castilla, y de vuelta a Ixil.

Siguiendo con el ejemplo anterior, el otro requi-sito es la investigación, que significa preguntar alos ancianos, caminar el territorio, verlo y medirlo,traer de tarea un croquis y relatar la experiencia;ahí no se trabaja con las posibilidades del método«copie y pegue», tan difundido entre los estudian-tes de nuestras universidades, el conocimiento paraellos no se encuentra solo en archivos que flotan enel ciberespacio, sino, en primera instancia, yacearraigado en lo local. Y al removerlo y ponerlo endiálogo con otras fuentes se produce más, no hayotra forma de obtener teoría de la experiencia, parallegar a una teoría útil a los problemas locales. Loanterior, a la vez, ha servido para romper la des-confianza entre jóvenes y ancianos, pues hay queconversar, ir a la casa de los viejos sin cuaderno nilápiz, ir donde vivan y hacer una cita, llegar cuandoellos digan y volver al aula con un informe. En unproceso de construcción grupal de conocimien-tos, la otra parte de la metodología de la Universi-dad Ixil consiste, a partir de las clases presenciales,en buscar como grupo las preguntas, probar dos otres veces, hablar con los ancianos, recopilar –cadaintegrante– las experiencias, prácticas y saberes delos ancianos y ancianas, hacer el informe y realizaruna presentación en la clase presencial siguiente. Yel otro camino es la participación en la comuni-dad, no importa si a los estudiantes les gusta o no laactividad que haya, si es fiesta o servicio religioso,si se trata de escribir cartas para gente que no sepay pida ayuda, o de servir comida, tienen que cola-borar e involucrarse; la interpretación personal delas actividades comunales queda para otro momen-to, lo primero es escuchar y aprender. Por su parte,

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el cuerpo docente se compone de profesoras y pro-fesores que demuestren experiencia en educacióncomunitaria y conocimiento de historia, cultura ypolítica aparte de su especialidad. No se despre-cian saberes ni tecnologías. La universidad es gra-tuita, los salarios se resuelven de variadas maneras,dineros de alguna ONG, por ejemplo, y no seránmayor cosa. Con respecto al asunto de participa-ción y género, la Universidad Ixil es flexible: toman-do en cuenta que muchos jóvenes se casan a eda-des tempranas, y que los hijos pueden ser a vecesun impedimento, se permite llevarlos, y si a un ma-rido le preocupara que su esposa se exponga a otroshombres es invitado a participar. El gran cometidoes vencer obstáculos, facilitar el aprendizaje, si bienhay cosas insalvables; es difícil caminar hora y me-dia con un niño a cuestas y también hay algunospadres que no autorizan el estudio de sus hijas. Enciertas comunidades las mujeres se han organiza-do, este es el caso de Chajul, donde quince muje-res se unieron y formaron un grupo. En las otras,los grupos son mixtos.

No nos reconocen pero nosotrossí nos reconocemos

La Universidad Ixil previó que sus primeros estu-diantes se graduaran puntuales con el calendariomaya en febrero de 2014. Desde marzo del año2013, los veinte estudiantes del tercer nivel habíaniniciado una investigación. Esta se decidió en co-mún acuerdo con los Q’esal Tenam, de modo queel tema fuera de importancia para sus comunida-des. El proceso investigativo finalizaría con un in-forme expuesto, entre octubre y diciembre, ante elConsejo Examinador conformado por un anciano,un guía espiritual o una persona de la Alcaldía Indí-gena para garantizar que el contenido contemplara

los saberes, las prácticas, el conocimiento maya ixil.Asimismo, por un profesional de alguna universi-dad occidental (de Austin, Turín, alguien de Flacso)para asegurar que se cumplan los requerimientosmetodológicos de toda investigación universitaria,y la representación de la Autoridad institucional dela Universidad Ixil para dar fe de que se cumple elreglamento de esta por parte del estudiante. LaUniversidad Ixil decidió entregar las primeras treceinvestigaciones, a inicios del año maya ixil el 2 Chee,el 21 de febrero de 2014, a los Q’esal Tenam delas respectivas comunidades para que estas haganuso de ellas. También ese día se entregarían los di-plomas a los primeros Técnicos en Desarrollo Ru-ral Comunitario de la Universidad Ixil. Desde suapertura, la sede ha estado localizada en comuni-dades donde haya varios jóvenes que participen yes rotativa, movible; a quienes vivan lejos les toca-rá caminar, pero luego la sede se mueve y llega, yentonces caminan aquellos que antes la tenían en suvecindario. Las clases no son todos los días, haymucha investigación y siempre se ajustan las cua-renta horas mensuales que contempla el programa.Y la ausencia de edificios no volvió a ser tema, lasreuniones tienen lugar en salones comunitarios, eniglesias evangélicas, ahí donde los dejen entrar, nohay espacios fijos, la voluntad es tanto mayor quelas posibilidades espaciales, por lo que siempre seabre alguna puerta. Ahora, a punto de haber traba-jos producidos por los graduados, hace falta un lu-gar donde colocar libros y aún no se sabe dóndeserán albergados, pero esto continúa como pregun-ta abierta. Otras cuestiones se presentan como ne-cesidad prioritaria ante la buena marcha de la uni-versidad, por ejemplo, la de abrir una licenciaturapara que los graduados continúen formándose. Atodas luces, esta es una academia con identidadpropia, nacida no desde la idea de un Estado que

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quiere consolidarse a través de ella, sino de unacomunidad de gentes que se conocen y se recono-cen por siglos, y, de cualquier manera, dice Pablo,«se trata de recuperar la propiedad de América, quela invasión nos quitó». Y en unos años habrá agricul-tores con mayores ingresos que el salario mínimo ymás y mejores alimentos. «Las categorías no im-portan, campesinos indígenas o indígenas campesi-nos, si estamos en la ceremonia maya somos todosindígenas, y si estamos en la lucha por la soberaníade la tierra somos campesinos», comenta. En estaconjunción de saberes se constata que el respeto ala diversidad de identidades es, más que una ca-racterística cultural, una necesidad política. «Des-pués de los Acuerdos de Paz», recuerda, «se em-pezó a decir que somos pluriculturales, y la sociedadabre los ojos a eso pero no los cierra al racismo»,aunque se hable de «unidad en la diversidad»; deesas frases, que siempre suenan bien aunque no ten-gan asidero en la cotidianidad, están llenos los dis-cursos de las elites gobernantes de todo el Conti-nente. Las leyes derivadas de los Acuerdos de Pazno han podido hacerse realidad porque, como biendice Pablo, un grupo de empresarios decide quiéngobierna, e imposibilita así que el Estado avancehacia el respeto por la pluriculturalidad, mantenien-do una «democracia de compraventa de votos conun Estado colonial y racista». Pero estas prácticasdesde abajo, de gentes que no se detienen a espe-rar nada de donde nada más que despojo ha veni-do, van llenando el mundo de otras realidades y,con ello, van creando otros mundos.

Ecologías puestas en práctica

Una de las propuestas de Boaventura de SousaSantos, que más seduce y nos hace soñar con unmundo mejor pero utópico a estudiantes y docen-

tes de nuestras universidades occidentalizadas, eslo que él llama Sociología de las Ausencias. Estaes, al mismo tiempo, una de sus formas de denun-cia de prácticas académicas que responden a unarazón indolente, perezosa, epistemicida, aquellaque «se considera única, exclusiva, y que no se ejer-cita lo suficiente como para poder mirar la riquezainagotable del mundo» (Santos, 2006: 20). Su al-ternativa, entonces, es realizar una sociología in-surgente que se ocupe de y tome en serio otrossaberes, aquello que existe pero es producido comoausente, reduciéndose así la realidad. Esta Socio-logía ha de ser el arma para atacar las principalesmonoculturas responsables de la producción deausencias: la «monocultura del saber y el rigor, ladel tiempo lineal, la de la naturalización de las di-ferencias, la de la escala dominante y la del pro-ductivismo capitalista» (23-25). Su cometido, tanenorme ante nuestros ojos occidentalizados, selogra, dice, llevando a cabo una ecología respec-tiva para cada monocultura, es decir, 1- una eco-logía de diálogo de saberes, en la que el sabercientífico dialogue con lo producido fuera de laacademia, 2- una ecología de las diversas tem-poralidades para su respeto, 3- una ecología delreconocimiento, que implica ver las diferencias unavez eliminadas las jerarquías impuestas, 4- una eco-logía de la transescala, es decir, una articulación deproyectos con escalas locales, nacionales y globa-les y, finalmente, 5- una ecología de la productivi-dad, que permite recuperar y valorar sistemas al-ternativos de producción. En el caso de laUniversidad Ixil vemos que, antes que utópica, estapropuesta es una realidad que se desprende deprácticas ancestrales antes que de elaboracionesacadémicas, hijas del desencanto y la necesidad deesperanza. La fusión que plantea del quehacer aca-démico y los problemas más urgentes de la comu-

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nidad, la práctica de no colocar en esferas separa-das lo inseparable de la realidad comunitaria, y lacapacidad de entablar diálogo entre saberes haceque no sea necesario en los pueblos ixiles plantear-se, como sí lo hacen De Sousa Santos y CastroGómez, una vía de implosión de la universidad euro-centrada para que de ahí surja la pluriversidad, puesya parecen iniciar desde una visión pluriversal.

La Universidad Ixil como proyectopolítico

El cierre de este artículo apunta al énfasis en aspec-tos del proyecto de esta universidad que la mues-tran como un proyecto político. Para ello voy a to-car, rápidamente, algunas urgencias que atiende laUniversidad Ixil:

No ceder ante la tiranía del dinero:

Dice el geógrafo brasileño Milton Santos en su libroPor otra globalización, del pensamiento único a laconciencia universal (2004) que uno de los factoresconstitutivos de la globalización, en su carácter per-verso actual, consiste en que el dinero, en estadopuro, ha sido transformado en el motor de la vidaeconómica y social (35). El dinero puede tiranizar lavida cotidiana, condicionar y definir las relaciones en-tre las personas y de ellas con su entorno y homogeni-zar las formas de vida; el dinero genera y agrava lasdesigualdades y las dependencias. Y uno de los ma-yores daños que el dinero causa lo hace en la subje-tividad. De forma clara y desde otra perspectiva, lafilosofía andino-amazónica, el boliviano Juan JoséBautista nos explica que

[l]os pueblos o países que el capitalismo y lamodernidad han empobrecido, cuando se han

enajenado de su propia humanidad, o sea, cuan-do se ven a sí mismos desde la inversión de larealidad, piensan lo mismo, esto es, que sin di-nero o sin capital, es decir, sin inversiones o prés-tamos son nada, y que cualquier tipo de políticade desarrollo es imposible sin el dinero capitalis-ta, sin grandes inversiones o préstamos, al finalse ven a sí mismos con los mismos ojos con losque el dominador de primer mundo los ve, po-bres y miserables, sin dinero y capital, pero sícon grandes cantidades de riqueza natural y mi-neral explotables solo si se tiene gran industria ocapital (Bautista: 75).

Por lo anterior, es fundamental que la UniversidadIxil se haya negado a condicionar su existencia alhecho de contar con una alta suma de dinero o, en sudefecto, a realizar préstamos que, a la vez, hubierandoblegado su currículo a los lineamientos de las uni-versidades tradicionales y eurocéntricas, como sísucede con muchísimas universidades que asumenpréstamos y políticas del Banco Mundial. Hacer unauniversidad fuera de las reglas capitalistas es un muysignificativo acto político que, a la vez, resulta ejem-plarizante, ya que muestra que proyectos de esa en-vergadura pueden llevarse a cabo cuando la riquezaconsiste en la voluntad, en la convicción y en la res-ponsabilidad con la comunidad y el planeta.

Descolonizar la enseñanza, preservar lossaberes ancestrales y a los jóvenes en lacomunidad:

Castro Gómez, al final del artículo antes menciona-do, dice que para lograr una universidad descolo-nizada esta debe descender de ese punto cero ydevelar desde dónde se produce el conocimiento,trabajando entonces con dos principios: 1- la

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transdisciplinariedad, es decir, «superar los paresbinarios del pensamiento occidental de la moderni-dad, [...] luchar contra la babelización y la departa-mentalización del conocimiento, firmes aliados de lalógica mercantil, a la cual se ha plegado la ciencia enel actual capitalismo cognitivo» (Castro Gómez: 90),y 2- la transculturalidad, que permitiría un diálogode saberes, y el científico sería uno entre otros tan-tos, eso que el sociólogo puertorriqueño RamónGrosfoguel llama «tomar en serio el conocimientocrítico producido por y desde el Sur global». Ambaspautas gozan de una enorme carga política, ya que laprimera remite al asunto de la universidad como ins-trumento al servicio de la globalización capitalista neo-liberal, y la segunda a la imperiosa necesidad de in-corporar el pensamiento crítico del Sur, invisibilizadopor el Norte global, al servicio de los programas aca-démicos. Esto implica salir del fundamentalismohegemónico cuyo sustrato es el racismo epistémi-co, y que, como explica Grosfoguel, parte de la pre-misa de que «[...] su propia epistemología es supe-rior inferiorizando a todas las demás epistemologíasy asumiendo que hay solo una tradición epistémicadesde la que se pueden alcanzar la Verdad y la Univer-salidad» (Grosfoguel: 20). Es decir, la consecuen-cia sería, como lo hace la Universidad Ixil, incor-porar los saberes ancestrales, esos que la ideologíaeurocentrista ha calificado de bárbaros, atrasados,premodernos y precientíficos, esos mundos que notienen cabida en la academia, «[c]onocimientos queestaban ligados con aquellas poblaciones de Asia,África y América Latina, que entre los siglos XVI yXIX fueron sometidas al dominio colonial europeo»(Castro Gómez: 90). Y otro de los puntos funda-mentales sería incorporar el pensamiento crítico pro-ducido en el Sur, que es crítico con los modelos dedesarrollo dictados por los organismos internacio-nales al servicio del sistema-mundo capitalista.

Promover la soberanía alimentaria:

Una de las luchas más urgentes, en estos momen-tos en los que empresas como Monsanto gananespacios con proyectos perversos para patentarsemillas y convertir los cultivos del mundo entransgénicos, y en los que las cadenas de comidachatarra avanzan y desplazan formas tradicionalesde alimentación causando, así, serios daños a lasalud de los consumidores, es por defender la pro-ducción, la calidad y el consumo de alimentos li-bres de pesticidas y componentes químicos perju-diciales. Como bien lo señala Bautista, esto

empieza con la recuperación de los alimentos conlos cuales es posible producir esta forma de vidaque tiende a la reproducción de la vida. El capita-lismo y la modernidad se dieron perfecta cuentade ello, por eso para destruir nuestro propio sis-tema de los alimentos, produjeron no solo su pro-pia forma de alimentación, sino que ahora se es-tán apropiando sistemáticamente del agua, la tierray las semillas con las cuales controlan sistemática-mente la producción de los alimentos modernos(de aquellos que producen solamente ganancias,pero no vida). Porque, cuando los consumimos,consumimos esa forma de producción, consu-mimos ese contenido, es decir, esa lógica y formade vida, o sea, la intencionalidad contenida en esaforma de producción [...] la cual se incorpora ennuestra subjetividad como su contenido. Por esoluego nuestro consumo incrementa y fomenta laproducción capitalista [Bautista: 94-95].

De modo que la Universidad Ixil, al brindar ele-mentos teórico-prácticos para recuperar y practi-car formas de cultivo ancestrales que no riñancon conocimientos actuales, prepara a la vez a

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su comunidad para hacerles frente a las tendenciasde homogenizar la producción alimentaria, de ven-der comida transnacional como mejor opción, decapturar las semillas y crear dependencia de los agri-cultores a químicos y semillas «mejoradas».

Defender el territorio y la naturaleza:

La naturaleza ha sido vista desde la modernidadcomo un recurso explotable en beneficio del serhumano, beneficio que a la vez se mira en términoscapitalistas. Pero ¿quién es ese ser humano? Tal ycomo lo señala la filósofa feminista argentina MaríaLugones, el racismo en la modernidad ha deshu-manizado desde sus inicios a quienes para la Euro-pa colonizadora fueron los otros, generando así unadistinción entre lo humano y lo no-humano: «los quellamó “indios” y “negros” fueron concebidos comobestias, seres naturales, y tratados como tal». Y«toda la naturaleza estaba y sigue estando concebi-da como instrumento del hombre humano (una tau-tología) para sí, para acumular riqueza infinitamen-te, extraída de todo lo natural» (Lugones: 130).Esta tendencia va en aumento; la América Latinaestá repleta de megaproyectos de explotación delos «recursos naturales» que amenazan o ya soca-varon territorios y comunidades enteras. Las impli-caciones físicas y simbólicas de este arrasador mo-delo de desarrollo son descritas por la sociólogaboliviana Silvia Rivera Cusicanqui, para el caso dela amazonía, de forma inmejorable y válida para elresto del Continente:

La noción de territorio tiene una dimensión de au-topoiesis del espacio, de creación de espacios queson reconocidos como espacios habitados, comoespacios vivos, como marcas de la relación entrehumanos y naturaleza que inicialmente fueron zo-

nas de refugio, fueron territorios donde se refu-giaron las comunidades perseguidas [...]. La no-ción de territorio es más una semio-praxis delterritorio, que una conceptualización digamos no-minalista o política, o basada en fronteras, es unespacio productivo pero a la vez es un espacio deautogobierno, es un espacio en el que se repro-duce la vida a través de un pacto tácito entre hu-manidad y todo el mundo inanimado, es una vi-sión cosmocéntrica y relacional, que se opone ala visión antropocéntrica racional e instrumentaldel territorio y que de algún modo está encarnadaen el Estado Nación como una postura producti-vista que pretende desarrollar la amazonía a tra-vés de la destrucción de sus bosques.

Por ello, la Universidad Ixil no solo prepara in-genieros que conozcan el territorio sino que, de igualmanera, forma a personas que han de ser actoresen presentes y futuros conflictos en torno al territo-rio y la explotación de la naturaleza.

Estos cuatro puntos, que en realidad son más, sonsolo algunas de las cualidades que podrían subra-yarse como forma para que lo académico y lo polí-tico no estén separados y es que, en realidad, enninguna universidad lo están, las diferencias radicanen el sistema y los intereses a los cuales quieran ser-vir. Las últimas palabras de este artículo no puedensino quedar ligadas a la esperanza de ver nacer másuniversidades como esta, de saber que las existen-tes crecen y continúan, y de desear que las tradicio-nales logren descolonizarse desde sus cimientos. Elsímbolo de la Universidad Ixil es un círculo divididoen cuatro cuadrantes de colores, de acuerdo al ca-lendario maya: el rojo al oriente, donde nace el sol,el negro al poniente, el blanco al norte, de dondevienen los grandes vientos, y el amarillo al sur, dondeel viento abre camino. Esperemos que el sol siga

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saliendo para esta universidad y que hacia el Sur si-gan abriéndose los caminos.

Bibliografía

Bautista, Juan José: Hacia la descolonización dela ciencia social latinoamericana, La Paz, Rin-cón Ediciones, 2012.

Castro Gómez, Santiago: «Descolonizar la univer-sidad. La hybris del punto cero y el diálogo desaberes», en S. Castro-Gómez, R. Grosfoguel:El giro decolonial. Reflexiones para una di-versidad epistémica más allá del capitalismoglobal, Bogotá, Siglo del Hombre Editores,2007.

Grosfoguel, Ramón: «La descolonización de la eco-nomía política y los estudios postcoloniales:transmodernidad, pensamiento descolonial ycolonialidad global», en revista Tábula Rasa,No. 4, Bogotá, ene.-jun. de 2006, pp. 17-46.

Lugones, María: «Subjetividad esclava, colonialidadde género, marginalidad y opresiones múltiples»,en Pensando los feminismos desde Bolivia, LaPaz, Conexión Fondo de Emancipación, 2012,pp.129-139.

Rivera Cusicanqui, Silvia: Etnicidad estratégica,nación y colonialismo en América Latina,Conferencia en la Universidad de Guadalajara,2013, consulta en <http://teresanalvarez.com.ar/etnicidad-estrategica-nacion-y-colonialismo/#axzz2pfDS30cu>.

Santos, Boaventura de Sousa: Renovar la teoríacrítica y reinventar la emancipación social.Encuentros en Buenos Aires, Buenos Aires,Clacso, 2006.

Santos, Milton: Por otra globalización. Del pen-samiento único a la conciencia universal,Bogotá, Convenio Andrés Bello, 2004.

Universidad Ixil: folleto, Fundación Maya, Guate-mala, año 1, IQ´, Katun 1, 14 Baktun. c

El velorio, 1972. Portafolio, xilografía/papel, 99,5 cm x 62 cm

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En cierta ocasión, Carlos Nelson Coutinho afirmó en una en-trevista que el historiador Caio Prado Júnior (CPJ) «no cono-cía bien el marxismo».1 Para él, «el surtido de categorías mar-

xistas» que el intelectual del Partido Comunista Brasileño utilizabano era muy rico, ya que, entre otros motivos, nunca había citado aGramsci, y había mencionado a Lenin «con poca frecuencia», porejemplo.2 Sería posible advertir fácilmente, todavía según Coutinho,que era escasa la familiaridad de CPJ tanto con la obra de Marxcomo con las de los marxistas posteriores, y sugería que el autor deO mundo do socialismo básicamente había «intuido» los trazosprincipales de la evolución brasileña.3 Guido Mantega llegó a afir-mar, en línea similar y sin conocimiento de causa, que «no existenevidencias o citaciones que indiquen que Caio Prado Júnior cono-ciera las obras de Lenin», lo que, evidentemente, no es verdad.4

LUIZ BERNARDO PERICÁS

Lectores (y lecturas) marxistasde Caio Prado Júnior

1 Entrevista a Carlos Nelson Coutinho de Néstor Kohan, en Kohan: DeIngenieros al Che, ensayos sobre el marxismo argentino y latinoameri-cano, La Habana, Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Mari-nello, 2008, p. 361.

2 Coutinho: «Uma via “não-clássica” para el capitalismo», en Maria AngelaD’Incao (ed.): História e ideal, ensaios sobre Caio Prado Júnior, SãoPaulo, Editora Unesp/Editora Brasiliense, 1989, p. 116.

3 Ob. cit. (en n. 1).

4 «Marxismo na economia brasileira», en João Quartim de Moraes (ed.):História do marxismo no Brasil, os influxos teóricos, vol. 2, Campinas,Editora da Unicamp, 2007, p. 110. Re

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El hecho es que el historiador paulista poseía lasobras completas de Lenin (las cuales había adquiri-do en 1932), había visitado la Rusia soviética dosveces, y leído gran cantidad de clásicos del canonmarxista todavía en la juventud. De cualquier for-ma, lo que los críticos tal vez no hayan comprendi-do es que un autor no es más o menos marxista porel número de citas de teóricos socialistas, sino por lacorrecta aplicación del método. Y fue Caio PradoJúnior, indudablemente, el primero en utilizar de for-ma sofisticada, con éxito y en un trabajo de granaliento, el materialismo histórico en nuestro país.

La literatura marxista demoró en llegar a Brasil.Después de la revolución rusa ciertamente aumen-tó el influjo de obras sobre temas relacionados, engran parte venidas de Europa, de la propia Rusia,de Argentina, de Chile o de México. El Manifiestocomunista solo sería traducido al portugués a co-mienzos de la década de 1920, para que se tengauna idea de cómo textos tan importantes tardaronen circular por aquí. Lo que se podía encontrar enBrasil hasta entonces era, básicamente, divulga-dores del marxismo, aunque algunos pocos hayanintentado, de forma pionera (y con méritos, se debeadmitir), aplicar el materialismo histórico ya en aque-lla época, como Mario Pedrosa, Lívio Xavier, Oc-távio Brandão y Leôncio Basbaum, incluso cono-ciendo las limitaciones de las obras de estos autores.5

Vale recordar aquí que aquellas primeras tentati-vas de análisis de la realidad brasileña a partir de unframework marxista, aunque frágiles en términosteóricos, son loables y deben ser respetadas, princi-palmente si consideramos el atraso del país en térmi-nos bibliográficos (si se compara con otros centros)y la novedad del método dialéctico entre nosotros.

Las diferentes interpretaciones pioneras tuvieronciertamente importancia para abrir el camino en losanálisis marxistas en Brasil. Pero también explicitabanlas graves deficiencias teóricas y la falta de conoci-miento más profundo del materialismo histórico. Aque-llos autores a veces no tenían una sólida formaciónpolítica o background académico, así como repro-ducían, acríticamente, las fórmulas y los remedios dela Internacional Comunista. Y los problemas de for-mación de estos intelectuales también se debían, enparte, a la falta de una bibliografía específica disponi-ble en el mercado del país. Como el propio PradoJúnior diría sobre el período inmediatamente poste-rior a su salida del Partido Democrático, a fines de1931, «busqué aquí en São Paulo algunos librosde Marx, como El capital, y no pude encontrarlos.Nadie en las librerías sabía qué era eso».6

Es importante recordar que fue justamente en esemismo período cuando Caio escribió su primer li-bro, Evolução política do Brasil, publicado en1933, obra breve, de síntesis, que, según FranciscoIglésias, «el tiempo no envejeció».7 Aunque la biblio-

5 Para más informaciones sobre el panorama general de losorígenes del marxismo en Brasil, antes de y en las prime-ras dos décadas después de la revolución rusa, ver Eva-risto de Moraes Filho: «A proto-história do marxismo noBrasil», en João Quartim de Moraes y Daniel Aarão Reis(eds.): História do marxismo no Brasil, o impacto dasrevoluções, vol. 1, Campinas, Editora da Unicamp, 2007,pp. 11-49; y Marcos del Roio: «O impacto da revoluçãorussa e da Internacional Comunista no Brasil», en ibíd,pp. 51-107. Para más informaciones, si bien resumidas, dealgunos pioneros del marxismo en Brasil, ver Angelo José

da Silva: «Tempo de fundadores», en João Quartim deMoraes y Marcos del Roio (eds.): História do marxismono Brasil, visões do Brasil, vol. 4, Campinas, Editora daUnicamp, 2007, pp. 135-159.

6 Citado por Paulo Teixeira Iumatti: Caio Prado Jr., umatrajetória intelectual, São Paulo, Editora Brasiliense, 2007,p. 143.

7 «Um historiador revolucionário», en Francisco Iglésias(ed.): Caio Prado Júnior, São Paulo, Ática, p. 7.

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grafía utilizada en él fuera prioritariamente relativa ala historiografía sobre Brasil (autores como JoaquimNabuco, John Armitage, Pereira da Silva y Felis-belo Freire, por ejemplo), no se puede dejar denotar los ecos de un nombre como Max Beer en elénfasis social de su obra (un fragmento del prefaciode Marcel Ollivier de Historia del socialismo y delas luchas sociales se recuerda en la introducción,aunque el nombre del prologuista no se cite). Essignificativo que el libro haya recibido el subtítulo«ensayo de interpretación materialista de la historiade Brasil».8 Con él, el joven intelectual produciría(a diferencia de los autores citados anteriormente),un verdadero marco en los estudios marxistas bra-sileños, al dar centralidad a las masas populares y ala importancia de su integración a la realidad delpaís, así como al propio decurso histórico. Caioinserta, pues, los estratos sociales menos privile-giados dentro del proceso de construcción nacio-nal, desde la Colonia hasta el fin del Imperio, comoagentes activos que se expresan a través de luchaspopulares –fueran reivindicatorias, o por la tomaefectiva del poder– y presenta al «pueblo» (del cualformaban parte desde esclavos hasta trabajadorespobres) como un elemento constantemente «exclui-do» del proceso. Al mismo tiempo, resalta su papelprotagónico en los momentos de revueltas, comola «Cabanada» (Cabanagem) en Pará, la Balaiadaen Maranhão, y la Revolución Praiera en Pernam-buco. El fracaso de esos intentos solo reforzaba lanecesidad de construir cimientos políticos y cultu-

rales sólidos, sin los cuales aquellos que venían deabajo no lograrían tomar y mantener el poder. Sub-yacente, se presentaba el mensaje de organicidadpolítica y preparación intelectual e ideológica. Y tam-bién de la capacidad de organización. A fin de cuen-tas, los esclavos, con un papel político insignificante,y las capas bajas y medias constituyéndose esencial-mente en un conglomerado de individuos, sin pro-yecto definido y ninguna cohesión, tendrían dificul-tad en imprimir su marca en el destino de la nación.La «unidad» en la actuación directa y la habilidad deconstruir alianzas, en ese sentido, serían fundamen-tales: elementos que han faltado en diferentes casosde nuestra historia.9 La actuación y la resistencia delos «rebeldes», en consecuencia, tenían limitacio-nes claras y eran insuficientes en el cuadro de cam-bios estructurales, y terminaban por fracasar. Po-drían ser considerados, para todos los efectos,movimientos inconexos y mal orientados.

Además de eso, sería en Evolução... donde Pra-do Júnior discutiría por primera vez en un libro elpapel del latifundio, tema que será recurrente a lolargo de los años. El «tema agrario» y la compren-sión del sistema latifundista ya estaban colocadoscomo elementos de estudio y de combate políticodesde aquel momento. Definidoras del carácter delconjunto colonial, a su vez, serían la gran propiedadagrícola volcada hacia el monocultivo de exporta-ción y la utilización de mano de obra esclava.

Quedaba igualmente clara, en el cuadro presenta-do por Prado Júnior, la distancia entre la necesidadefectiva de la mayor parte de la población de cam-bios estructurales y el encauzamiento político dadopor las elites locales. Las divergencias de intereses

8 La segunda edición, de 1947, traería un nuevo subtítulo,«ensayo de interpretación dialéctica de la historia brasi-leña»; la tercera, de 1953, tendría el nombre modificadopara Evolução política do Brasil e outros estudos; y en1983, el libro sería reditado por su hijo, Caio Graco, en laEditora Brasiliense, esta vez como Evolução políticado Brasil: Colônia e Império.

9 Por ejemplo, el caso de los balaios. Ver Caio Prado Jú-nior: Evolução política do Brasil, São Paulo, EditoraBrasiliense, 1947, p. 154.

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entre la Corona y la Colonia se agudizarían en elsiglo XVIII con los descubrimientos de oro, lo queresultaría en mayor exigencia de control por partede la metrópoli, que obstaculizaría la autonomía ocualquier margen de maniobra político-económicade los señores locales. Las contradicciones entrelos intereses endógenos y los de los portuguesestenderían a intensificarse de ahí en adelante y des-embocarían, en última instancia, en la emancipación.Si de un lado los propietarios territoriales propug-naban un alejamiento del yugo metropolitano, porotro defendían el mantenimiento del sistema escla-vista y su dominio económico interno. Además deeso, es posible advertir la herencia institucional co-lonial y la permanencia de la esclavitud como fuer-zas históricas y culturales unificadoras dentro delterritorio brasileño.

A su vez, la independencia sería presentada comouna «revolución» liderada y absorbida por las cla-ses superiores, por falta de movimientos popularesy participación directa de las masas que, ulteriormente,serían excluidas de ese proceso prolongado, que ibade 1808 hasta mediados de aquel siglo, cuando lasrebeliones internas habían sido completamente eli-minadas, con la victoria de las fuerzas del orden.10 Asu vez, el nuevo Estado construido en el país (Esta-do que, como queda claro, no había sido forjado apartir de los designios populares, sino por acuer-dos intraclasistas) reproduciría en buena medida lamonarquía portuguesa instalada anteriormente. ElImperio terminaría en «completa descomposición»y la abolición de la esclavitud en nada contribuiría«a reforzar las instituciones vacilantes». Una «sim-

ple caminata militar» sería suficiente para el cambiode régimen.11

Caio producirá una obra que puede ser compa-rada, de cierta forma, con los Siete ensayos de in-terpretación de la realidad peruana (1928), deJosé Carlos Mariátegui, por más que en aquella épo-ca, ciertamente, no hubiera leído los escritos delAmauta. A fin de cuentas, la intención de Mariáteguiera mostrar la importancia de integrar a los indígenas(que representaban la mayor parte de la población)al resto del país, como elemento esencial para cons-truir históricamente la nación andina. O sea, interve-nir en la fractura sociocultural que había permeado aPerú a lo largo de siglos, trayendo las capas popula-res, excluidas, hacia dentro del proyecto nacional,como protagonistas. De forma similar, Prado Júniortambién defenderá la inclusión de las masas pobresbrasileñas (mayoritariamente descendientes de es-clavos negros y trabajadores pobres) al proceso deconstrucción de la nación, enfatizando, como Ma-riátegui, la necesidad imprescindible de la elevaciónmaterial y cultural, así como del nivel de concientiza-ción política de las masas populares. Tampoco cuestarecordar que el formato usado por Caio fue el de un«ensayo», algo común en la época, por más que laforma desagradara a los comunistas más ortodoxos,lo que prueba que él, de cierta manera, iba más alláde lo que se esperaba de un intelectual vinculado alas filas del Komintern y ya mostraba que seguía ca-minos propios, incluso hasta en cuanto a la estructu-ra del texto. Finalmente, pocos años antes, al leer losSiete ensayos... de Mariátegui, el principal dirigentede la Internacional Comunista en la América Latina,el ítalo-argentino Vittorio Codovilla, y otros camara-das presentes en el encuentro de Buenos Aires, de-mostraron poco interés por el texto, ya que, para

10 Una evaluación de cierta manera similar sería realizadapor Nelson Werneck Sodré en aquella misma décadaen su segundo libro, Panorama do Segundo Imperio,Río de Janeiro, Graphia Editorial, 1998, p. 41, publicadooriginalmente en 1939. 11 Ibíd, p. 195.

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ellos, los «ensayos» no solo eran una forma «bur-guesa» de trabajar cualquier tema (los «verdaderos»comunistas debían escribir libros con una estructuraorgánica más definida y previsible), sino también con-sideraban que la interpretación histórica y la líneapolítica propuesta por el peruano desentonaban conlas formulaciones oficiales que ellos proponían. Algosimilar a lo que ocurriría con el propio Caio a lo largode los años. En aquella misma década de la obrainicial de Prado Júnior todavía se lanzarían Raízesdo Brasil, de Sergio Buarque de Holanda; Casagrande e senzala, de Gilberto Freyre, y Panoramado Segundo Império, el segundo libro de NelsonWerneck Sodré, otro análisis importante de la histo-ria de Brasil publicado en la época.

Eran pocos los militantes brasileños que teníanconocimientos profundos del marxismo. Las obrasque llegaban a Brasil no solo eran escasas en canti-dad, sino que también se trataba de traduccionesen francés, inglés o español.12 Muchas de ellas,como se puede imaginar, trabajos de divulgación.Pero algunos autores eran prácticamente lecturaobligatoria, por lo menos entre los dirigentes. Leninera uno de aquellos. Varios de sus trabajos, comoEl Estado y la revolución; ¿Qué hacer?; La en-fermedad infantil del «izquierdismo» en el co-munismo; La democracia burguesa y la dicta-dura proletaria; Los problemas del podersoviético, los bolcheviques y los campesinos yLa revolución proletaria y el renegado Kautsky,por ejemplo, eran conocidos y circulaban entre al-gunos núcleos del partido en el país, aunque fueran

editados en el exterior en diferentes idiomas.13 Caio,en consecuencia, no tendría dificultades en obtenery leer ese material.

Caio Prado Júnior, por su situación económicapersonal, tendría ciertamente más condiciones quela mayoría de los militantes para superar ese desfa-saje. Meses después de entrar en el PCB, adquiriráEl capital; las obras políticas, económicas y filosófi-cas de los padres del materialismo histórico; HerrVogt, y la correspondencia de Marx y Engels.14

Desde el momento en que ingresó en el partido hastasu viaje a la Rusia soviética, en 1933, también lee-ría libros de Stalin, Trotski, Bela Kun, Rosa Luxem-burgo, Georges Sorel, Losovski y Riazanov. Com-praría muchas de estas obras enviando dinerodirectamente al Bureau D’Editions del PartidoComunista Francés, que le enviaría periódicamentelibros y publicaciones comunistas.15 Pocos años mástarde recomendaría, en una encuesta de la RevistaAcadémica (fundada en Río de Janeiro en 1933 yencabezada por Murilo Miranda y Moacir Wer-neck de Castro), algunos autores y libros que re-presentarían «un sólido bagaje, por lo menos ini-cial, para quien pretende un conocimiento delsocialismo» y que «son fácilmente encontrados a laventa y figuran por lo general en las bibliotecas pú-blicas de Brasil», como Anton Merger y su L’Etat

12 Para más informaciones sobre la literatura marxista enBrasil, ver Edgard Carone: «O marxismo no Brasil: dasorigens a 1964», en Lincoln Secco y Marisa Deaecto(eds.): Edgard Carone: leituras marxistas e outros es-tudos, São Paulo, Xamã, 2004, pp. 17-74.

13 Ver, por ejemplo, Octavio Brandão: Combates e batalhas,vol. I, São Paulo, Editora Alfa-Omega, 1978, pp. 218-220, 231-232.

14 Para una buena descripción del ambiente cultural y lite-rario marxista en aquel período, y los libros que CPJleyó en la época, ver Lincoln Secco: Caio Prado Jú-nior, o sentido da revolução, São Paulo, Boitempo,2008, p. 35.

15 Paulo Henrique Martinez: A dinâmica de um pensa-mento crítico: Caio Prado Júnior (1928-1935), SãoPaulo, Edusp/Fapesp, 2008, p. 82.

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socialiste; Plejanov y Principios fundamentalesdel marxismo; Lapidus y Ostrovitianov, con Prin-cipios de economía política; Lenin y sus libros ElEstado y la revolución e Imperialismo, etapasuperior del capitalismo, y finalmente Bujarin, conel Tratado de materialismo histórico.16 No estáde más comentar que si Trotski (en algunos frag-mentos de la obra caiopradiana) será recordadorápidamente y de forma favorable como un críticode la burocracia, y Lenin como el gran líder de larevolución, Bujarin, aunque designado como «de-rechista», sería descrito como «uno de los mayoresteóricos del marxismo».17 Vale resaltar que el úni-co libro que traducirá será justamente Teoría delmaterialismo histórico, manual popular de so-ciología marxista (también conocido como Tra-tado de materialismo histórico), de ese autor.18

La voracidad del joven intelectual por la lecturapuede ser ejemplificada en un episodio emblemáti-co. El día 31 de agosto de 1934 gastaría cinco milcruzeiros para que un taxi llevara decenas de libros¡que acababa de comprar!19

La biblioteca personal de Caio Prado Júnior cre-cería a lo largo de los años. En el Instituto de Estu-dios Brasileños de la Universidad de São Paulo,donde su acervo está guardado, hay más de sietemil volúmenes catalogados, una parte de los cuales

son libros marxistas o de experiencias socialistas20

(por más que, probablemente, dicho acervo fuera enrealidad más amplio). Es básicamente la dimensiónde la biblioteca de Celso Furtado21 (a su vez, otrosintelectuales marxistas brasileños importantes, comoNelson Werneck Sodré y Edgard Carone, eran due-ños de bibliotecas mayores, de aproximadamentetreinta mil títulos cada una).22

De hecho, Prado Júnior conocía bien las expe-riencias socialistas, tanto a través de libros comopor los viajes, y la armazón teórica de los autoresmarxistas más importantes. En su biblioteca es po-sible encontrar más de ochenta libros solo sobre laURSS, así como decenas y decenas de obras quediscutían los casos de Cuba, Polonia, Checoslova-quia, Hungría, Yugoslavia y China.

Es verdad que su colección «marxista» era mu-cho más reducida que la «brasileña». Y que se notala ausencia de libros importantes. Pero él había leí-do los principales nombres del pensamiento deizquierda del siglo XX, como Eric Hobsbawm,Rosa Luxemburgo, Herbert Marcuse, Fidel Castro,Che Guevara, Jean-Paul Sartre, Paul Sweezy,Chou En-Lai, Mao Tse-Tung, Vittorio Codovi-lla, Rodolfo Ghioldi, Michael Löwy, Harry

16 Carta de Caio Prado Júnior a Revista Acadêmica, SãoPaulo, 20 de noviembre de 1934, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP224.

17 Caio Prado Júnior: URSS, um novo mundo, São Paulo,Companhia Editora Nacional, 1934, p. 121.

18 Nikolai Bujarin: Teoria do materialismo histórico, ma-nual popular de sociologia marxista, São Paulo, Ca-ramuru, 1933 y 1943, en 4 tomos.

19 Paulo Teixeira Iumatti: Caio Prado Jr., uma trajetóriaintelectual, ob. cit. (en n. 6), p. 81.

20 Declaración de Maria Cecília Naclério, Homenagem aoautor, enero de 2011. La biblioteca poseía más libros,algunos de los cuales quedarían con su última esposa.

21 De acuerdo con Rosa Freire D’Aguiar Furtado, la bi-blioteca personal de Celso Furtado tenía alrededor deocho mil volúmenes. Rosa Freire D’Aguiar Furtado,declaración a Luiz Bernardo Pericás, abril de 2013.

22 Josias Ricardo Hack: «Um general conta sua história:perfil biográfico de Nelson Werneck Sodré», en revistaSala de Prensa, año III, vol. 2, No. 33, julio de 2001,<http://www.saladeprensa.org/art241.htm>. Ver tambiéndeclaración de Lincoln Secco a Luiz Bernardo Pericás,2009.

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Magdoff, José Carlos Mariátegui, J. Posadas, MaxBeer, Charles Bettelheim, Rodolfo Mondolfo, Mi-lovan Djilas, Josip Broz Tito, Bela Kun, AntonioGramsci, Palmiro Togliatti, Georg Lukács, LouisAlthuser, Héctor Agosti, Rodolfo Puiggrós y ErnestMandel, entre muchos otros.

Los dirigentes e intelectuales del PCB (y marxis-tas brasileños, de forma general) también estaban pre-sentes en sus lecturas; nombres como Leôncio Bas-baum, Gregório Bezerra, Octavio Brandão, EdgardCarone, Elias Chaves Neto, Everardo Dias, RuiFacó, Jacob Gorender, Hector Ferreira Lima, Car-los Marighella, Osvaldo Peralva, Astrojildo Pereira yLuiz Carlos Prestes, solo por citar los más importan-tes. El autor marxista brasileño de quien poseía el ma-yor número de títulos en su acervo era Nelson Wer-neck Sodré, con catorce libros en total.

El historiador paulista seguía los acontecimien-tos del movimiento obrero y del mundo socialista através de decenas de revistas y periódicos, comopuede comprobarse en su hemeroteca.

Algunos teóricos marxistas aparecerán esporá-dicamente en cartas o libros, como Lukács, porquien tenía el mayor «aprecio»; Sartre, a quien con-sideraba «un grande y hasta genial literato»; Stalin,que fue citado favorablemente como una autoridadsobre la Rusia soviética,23 y Althuser, con el cualdiscordaba completamente, hasta llegar a criticar alautor francés de forma dura e incisiva en un exten-so ensayo.24

En el caso de Lukács, Prado Júnior debe de ha-ber tenido los primeros contactos con su obra en la

segunda mitad de los años cuarenta, o comienzosde la década siguiente. Vale recordar que dos ami-gos próximos de Caio se involucrarían con los tex-tos lukacsianos en aquel período, y que alguna in-fluencia, aunque indirecta, puede haber sido ejercidapor ellos. Nelson Werneck Sodré conoció los tra-bajos del filósofo húngaro probablemente en 1949,a partir de ediciones francesas e italianas.25 Si deinicio tal vez no lo hubiera absorbido totalmente,más tarde incorporaría muchas de las ideas en tex-tos suyos, como la tercera edición (de 1960) deHistória da literatura, por ejemplo.26 Y LeôncioBasbaum, que entabló amistad con CPJ en agostode 1943, a través de cartas,27 también leería a aquel

23 Caio Prado Júnior: URSS, Um novo mundo, ob. cit. (enn. 17), pp. 204-206.

24 Caio Prado Júnior: «O marxismo de Louis Althusser»,en Caio Prado Júnior: Estruturalismo de Levi-Strauss/Marxismo de Louis Althusser, São Paulo, Editora Bra-siliense, 1971, pp. 71-108.

25 De acuerdo con Paulo Ribeiro da Cunha: Um olhar àesquerda, Rio de Janeiro, Revan, 2002, p. 239. En entre-vista, Sodré diría: «Mi sala en la Escuela de EstadoMayor quedaba al lado de la Biblioteca, y la Bibliotecaera muy buena, particularmente en libros latinoameri-canos, en libros españoles sobre América española,pues había sido donada por el general Tasso Fragoso,que había sido agregado militar en Argentina, y dejó labiblioteca para la Escuela de Estado Mayor. Yo pasabagran parte del tiempo en la biblioteca y leía mucho. Yoleía muchos libros de Historia y libros marxistas... Yo leíamucho y leía en lenguas extranjeras. Yo conocí a Lukácsen italiano. Él tenía obras en francés e italiano. Yo leía aLukács en italiano y en francés. Yo pienso que fui delos primeros aquí, si no el primero, en estudiar a Lukács»,pp. 239-240.

26 Ibíd, p. 240.

27 En carta fechada el 12 de agosto de 1943, Basbaum diríaal «señor» Caio Prado Júnior: «No tengo el placer deconocerlo personalmente, del mismo modo que el se-ñor ciertamente nunca oyó hablar de mi nombre. Perocreo que eso no sea realmente un obstáculo para ofre-cerle un ejemplar de mi libro Los fundamentos del ma-terialismo, que acaba de ser editado en Argentina». Yconcluye: «Lo que me llevó a remitirle ese libro, queademás todavía no está en venta en las librerías, fue elhecho de haber apreciado profundamente su reciente

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autor, probablemente en la década siguiente, inclu-yendo una de sus obras en Sociología del materia-lismo. No es difícil hacer también la conexión con elantropólogo italiano Tullio Seppilli, que puede haberinfluenciado al historiador paulista. En una corres-pondencia fechada el 18 de diciembre de 1953, Se-ppilli comenta, escribiendo desde Roma: «Aquí enItalia está habiendo bastante discusiones sobre lasobras de teoría estética marxista de Lukács. ¿Fuetraducido algo de él en Brasil? En general, aquí comoen Hungría, nuestra posición es de un modo generalpositiva, si bien con bastantes críticas».28 Caio se-guía la revista Problemas de la Paz y del Socialis-mo, y ciertamente leyó el texto de Bela Fogarasi«Las concepciones filosóficas de Georg Lukács»,en la edición del número 4, en 1959. Además deeso, dos artículos publicados en la Revista Brasi-liense (editada por él a partir de 1955) mencio-narían al intelectual húngaro o utilizarían el «méto-do» lukacsiano, «Disertación sobre la sociologíadel conocimiento de K. Manheim», de José Chasin,y «Conciencia de clase y partido revolucionario», deMichael Löwy, ambos, por cierto, leídos por el au-tor de O mundo do socialismo. Eso para no hablarde su relación epistolar, a partir de los años sesenta,con Carlos Nelson Coutinho, un pionero de la obralukacsiana en Brasil. De cualquier forma, apenas doslibros de Lukács constan actualmente en la bibliote-ca de Prado Júnior, la edición francesa de 1948 de¿Existencialismo o marxismo?, y Estética, publi-cada en 1967 por la Grijalbo, de España.

Las concepciones y posiciones de Louis Althu-ser, por su lado, eran consideradas por Caio como«profundamente deformadoras del marxismo».29 Elautor de História econômica do Brasil se insertabaen el debate contra las ideas althuserianas. Los críti-cos más ácidos de lo que André Glucksmann llamó«estructuralismo ventrílocuo»30 tal vez hayan sido, enla época, el filósofo polaco Leszek Kolakowski yel historiador británico E. P. Thompson. Un textoespecialmente duro escrito por Kolakowski seríapublicado en 1971 en el Socialist Register. En elartículo, el entonces Senior Research Fellow de laAll Souls College, de Oxford, haría diversas acu-saciones a la teoría althuseriana, que para él estabaconstruida a partir de banalidades y sentido común,que se expresaban por neologismos «complicados»e innecesarios. Si el propio Marx había dejado al-gunos conceptos vagos y ambiguos, la tentativahecha por Althuser de descodificarlos habría fraca-sado: en última instancia, aquellos continuarían tanvagos y ambiguos como antes. Además de eso,mostraría algunas inexactitudes históricas escanda-losas del counterpart franco-argelino. Para Ko-lakowski, pues, el marxismo «estructuralista» nopodía ser considerado «científico» sino, quizá, unaideología «casi religiosa».

Igualmente refractario a las ideas de Althuser fueThompson con su La miseria de la teoría. En ellibro Thompson atacaría lo que designó como «teatrode Althuser», incluidos en este tanto las analogíasdel autor de Por Marx como su «juego de pala-bras». El historiador británico embiste contra el usode los conceptos althuserianos, las «formulacionesinterminables» y la «tortura teórica» emprendida por

trabajo Formação do Brasil contemporâneo». Ver car-ta de Leôncio Basbaum a Caio Prado Júnior, Rio deJaneiro, 12 de agosto de 1943, en acervo de CPJ en elIEB/USP, código de referencia CPJ-CP-BAS001.

28 Carta de Tullio Seppilli a Caio Prado Júnior, Roma, 18 dediciembre de 1953, en acervo de CPJ en el IEB/USP,código de referencia CPJ-CP-SEP001.

29 O estruturalismo de Levi-Strauss/ O marxismo de LouisAlthusser, ob. cit. (en n. 24), p. 9.

30 André Glucksmann: Althusser: un estructuralismo ven-trílocuo, Barcelona, Editorial Anagrama, 1971.

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los estudiosos de su línea, el «lenguaje» del estruc-turalismo e incluso hasta su interpretación del pen-samiento marxista. En una postura que parecía ha-cer eco de la de CPJ, Thompson diría que

los teóricos de hoy están en posición muy dife-rente. En primer lugar, están más segregados quenunca en relación con la práctica; trabajan den-tro de instituciones complejamente estructuradas,según horarios y programas; su información seobtiene menos de la observación (excepto porincursiones «al campo») y más en la forma de laG II o G III de Althuser; su conocimiento delmundo está compuesto, cada vez más, en sus ca-bezas o sus teorías, por medios que no son los dela observación. Están cercados, por todos la-dos, por «estructuras». Incluso hasta sus univer-sidades (y en especial las nuevas) no son mani-festaciones arquitectónicas, sino estructuras, conbases subterráneas visitadas solo por los prole-tarios cargadores y hombres que trabajan en lascalderas, con la economía y las ciencias socialesen los dos primeros pisos, y filosofía y literatura,que solo pueden ser alcanzadas por el elevador,en niveles muy superiores.31

En Brasil, diversos estudiosos se volcarían so-bre los escritos de Althuser (entre apoyadores, di-fusores y críticos); nombres como Carlos HenriqueEscobar, Alberto Coelho de Souza, José Artur Gian-notti, Ruy Fausto, Fernando Henrique Cardoso,Paulo Silveira y Carlos Nelson Coutinho. Hay quiendice, en ese sentido, que el texto de Caio PradoJúnior fue el que menos repercusión e influencia tuvoen el país en los debates acerca del autor de Leer

«El capital».32 Para Luiz Eduardo Motta, la posi-ción crítica de Caio Prado Júnior en relación conAlthuser convergería tanto con la Escuela Socio-lógica paulista (siguiendo Cardoso los pasos deGiannotti), como con la de varios intelectuales queestaban, o estuvieron, vinculados al PCB, comoNelson Werneck Sodré, y además los más expre-sivos en sus críticas, Carlos Nelson Coutinho, Ja-cob Gorender y Leandro Konder. Caio, sin em-bargo, uniría tanto la oposición de la USP almarxismo althuseriano (solamente defendido porLuis Pereira) como también la del PCB, que seoponía, en aquel contexto, a las posiciones «re-volucionarias» del período (como la defensa de lalucha armada, por ejemplo), mientras, por otro lado,Althuser sería una lectura de referencia para orga-nizaciones de izquierda más radicalizadas, como laAP-ML, debido a la aproximación del teóricofranco-argelino y de su grupo a las posicionesmaoístas. Motta también destaca que su principaldivulgador en Río de Janeiro, Carlos Henrique Es-cobar, era militante de la organización MAR(Movimiento de Acción Revolucionaria) e igualmen-te defensor de la gesta armada. De cualquier for-ma, un intelectual del porte de Nelson WerneckSodré leería el libro de Caio «con la atención conque leo siempre lo que usted escribe» y considera-ba «su análisis excelente».33

Aunque no mencionara explícitamente el nombredel mariscal Tito, queda claro que CPJ no habíaquedado satisfecho con los rumbos del socialis-mo en Yugoslavia, que siguió un modelo que no legustaba. Para él, había sido la condescendencia del

31 Ver E. P. Thompson: A miséria da teoria, ou um plane-tário de erros: uma crítica ao pensamento de Althus-ser, Río de Janeiro, Zahar Editores, 1981, p. 123.

32 Luiz Eduardo Motta, declaración a Luiz Bernardo Peri-cás, septiembre de 2013.

33 Carta de Nelson Werneck Sodré a Caio Prado Júnior,Rio de Janeiro, 3 de marzo de 1972, en acervo de CPJ enel IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-SOD005.

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gobierno yugoslavo hacia los campesinos lo que ha-bría constituido una de las principales causas delfracaso de la democracia popular en aquel país.34

El titoísmo, tal vez por su ruptura oficial con Moscúy su énfasis en el mercado y en la mayor libertadpara las empresas, incluyendo empresas privadasen los sectores de la agricultura, de la pequeña in-dustria y de servicios, ciertamente no estaba in-cluido dentro del ideario político del autor de For-mação do Brasil contemporâneo, ni era vistocomo un camino viable al socialismo.

Vale aquí resaltar el poco interés de Caio PradoJúnior por Antonio Gramsci. Aunque estuviera cer-cado por los más importantes pioneros y estudio-sos gramscianos de la América Latina, como Héc-tor Agosti, Gregorio Bermann y Carlos NelsonCoutinho, que intercambiara cartas con ellos, y queen algunos casos sostuviera estrechas relaciones deamistad, aparentemente no fue seducido por la obradel comunista italiano. Él puede haber leído varioslibros del dirigente del PCI, pero en su bibliotecasolo había tres volúmenes de este: Concepçãodialética da história (Río de Janeiro, CivilizaçãoBrasileira, 1966), Gramsci dans le texte (París,Éditions Sociales, 1975) y Il risorgimiento (Tori-no, G. Einaudi, 1952). Como queda claro, un nú-mero reducido de obras, además de que no cons-taran las ediciones preparadas por sus colegasargentinos y brasileños. No es difícil especular,empero, que Caio pueda haber absorbido trazosdel ideario gramsciano a través de fuentes secun-darias, más señaladamente de la obra de HéctorAgosti, que utilizó profusamente sus categorías ana-líticas para estudiar Argentina (por más que eso no

se haya reflejado en sus obras historiográficas ini-ciales, por cierto). La primera edición mundial enespañol de los Cuadernos de la cárcel (apenastres años después de su publicación en italiano) fuehecha por la editorial Lautaro, impulsada por Agosti.Y la presentación de la edición de 1950 del mismolibro la haría nada menos que el amigo Bermann.Caio publicó por la Brasiliense el libro de Agostisobre Ingenieros, pensador que, a propósito, hacíareferencia en su Tiempos nuevos al L’Ordine Nuo-vo. Es importante recordar, igualmente, que la pri-mera recepción productiva de Gramsci en Argenti-na, como comenta Néstor Kohan, comienza conEcheverría, de Agosti, lanzado en 1951, que

no pretendía ser una glosa redundante y porme-norizada de cada uno de los escritos de Grams-ci. Tampoco un manual introductorio de sus ca-tegorías. Por el contrario, su mayor originalidadresidía en que Agosti utilizaba los conceptos ana-líticos del italiano para intentar comprender enforma inmediata la cultura argentina de media-dos del siglo XIX encarnada en la obra literaria ypolítica de Esteban Echeverría, y en forma inme-diata, las razones últimas de la «impotencia polí-tica de la burguesía argentina» –según sus pro-pios términos– para emancipar a la nación y susclases populares y subalternas.35

A partir de 1959, como afirma Kohan, Agostiharía un duro ajuste de cuentas con su propia tradi-ción, en un período en que

eran los tiempos hegemónicos del desarrollo, deldepartamentalismo universitario, del neoposi-

34 Caio Prado Júnior: «Através das democracias popula-res: Checoslováquia e Polônia», en revista Fundamen-tos, año II, No. 11, enero de 1950, p. 11.

35 Néstor Kohan: De Ingenieros al Che, ensayos sobreel marxismo argentino y latinoamericano, ob. cit. (enn. 1), p. 191.

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tivismo filosófico y del antiensayismo socioló-gico. Definiendo entonces el liberalismo y elcosmopolitismo como «una engañosa sugestiónde modernidad», Agosti trataba de desmontarla pretendida identidad entre el liberalismo y lademocracia que los intelectuales vinculados ala «Revolución» Libertadora habían pretendi-do construir.36

El historiador brasileño ciertamente seguía la tra-yectoria y el pensamiento de Agosti a lo largo delos años, y es bastante posible que lo haya influen-ciado de alguna manera.

De cualquier forma, algunos textos sobre Gramscihabían sido publicados en la revista Problemas,dirigida por Carlos Marighella (y más tarde, porDiógenes Arruda), los cuales él ciertamente leyó.Los artículos de Palmiro Togliatti, «Antônio Gra-msci» (que salió en el número 2, en septiembre de1947) y «Antônio Gramsci, chefe da classe operá-ria italiana» (en el número 25, de marzo y abril de1950), aunque básicamente laudatorios y sin con-tenido analítico o teórico, ciertamente colocaban aldirigente sardo en el circuito de discusiones de loslectores comunistas de aquella publicación.

Es verdad que Prado Júnior no discutía, en susescritos, la posibilidad de una «gran patria latinoa-mericana socialista», apoyando sus estudios priori-tariamente en la realidad brasileña. Las solucionespolíticas y económicas, pues, deberían basarse enla correcta interpretación de la formación históricade Brasil, soluciones que deberían ser aplicadas yquedar circunscritas al territorio nacional, y no comoparte de un plano más abarcador, que incluyera lu-chas simultáneas y consonantes en diferentes na-ciones de nuestro continente.

Eso no significa, sin embargo, que no se interesa-ra por la América Latina. Por el contrario. No soloviajó a varios países de la región y se exiliaría rápida-mente en Chile, sino también leería una gran canti-dad de obras sobre temas latinoamericanos, y semantenía constantemente al tanto de lo que ocurríapolíticamente en estas naciones a través de encuen-tros y cartas con amigos o conocidos, como Nor-berto Frontini, Gregorio Bermann, Eduardo Astesa-no, Ángel Rama, Manuel Agustín Aguirre, VicenteLombardo Toledano, Sergio Bagú, Juan MartínezAlier, Carlos M. Rama, Manuel Serrano Pérez, Al-berto Calvo, Oscar Delgado, Benjamín SamaméPacheco, Jesualdo Sosa, Eduardo Arcila Farias, Al-berto Calvo, Eli de Gortari, Benito Marianetti, Héc-tor Agosti, Rodolfo Puiggrós y tantos otros.

Uno de sus primeros interlocutores de la regióndespués de entrar en el PCB fue el periodista ar-gentino Olegario Becerra, del periódico El Plata,con quien intercambiaría misivas ya en 1935. El in-terés por la América Latina quedaría evidente enesa oportunidad:

Me siento realmente satisfecho [...], principal-mente porque este inicio de relaciones culturalesmarca una nueva etapa de aproximación entrenuestros países, que no será realizada por losacuerdos y convenciones de gobiernos reaccio-narios, ni por las visitas fastuosas, pero huecas,de presidentes tipo Getúlio Vargas, sino por unacolaboración más estrecha de todos aquellos,intelectuales y trabajadores que en nuestro conti-nente luchan por la verdadera cultura y el real pro-greso. // Atendiendo a su pedido, le remito en estafecha algunos ejemplares de los dos libros queya publiqué Evolução política do Brasil yURSS, um novo mundo. Quiero pedirle unalista de libros argentinos, modernos y, dentro36 Ibíd., p. 195.

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de un espíritu de renovación, que se ocupen deproblemas económicos, políticos y sociales, par-ticularmente los referentes a su país. Al mismotiempo, sírvase ponerme en contacto con algúnlibrero de ahí, para que me sea posible estable-cer relaciones con él, haciendo posible la adqui-sición aquí en Brasil de libros publicados en Ar-gentina. Será este un enorme servicio que nosprestará, a mí y a todos los que en Brasil se inte-resan por los problemas sudamericanos. Hastahoy hemos vivido en un aislamiento comple-to, y es más fácil saber lo que ocurre en Euro-pa que en nuestros vecinos. Lo que de Argen-tina –como, por lo demás, de los restantes paísessudamericanos– llega hasta nosotros, es solamen-te lo que presenta menos interés. Cuando se tra-ta de literatura sobre asuntos palpitantes delmomento, el bloqueo es completo. Es este blo-queo lo que necesitamos romper. // Sería degran utilidad que usted se pusiera en contactotambién con Río de Janeiro. Escriba, para estefin, a Francisco Mangabeira, que es director delperiódico Marcha, hebdomadario revoluciona-rio que obedece a la orientación de la AlianzaNacional Liberadora de Brasil. La dirección escalle 1 de Marzo, 17 -6 piso, Sala 2 –Rio deJaneiro. Allí colaboran algunos de los más des-tacados escritores revolucionarios: Ruben Bra-ga, Carlos Lacerda, Newton Freitas, y muchosotros. // Espero en breve aprovechar su ofreci-miento para colaborar en El Plata, y trataré conmis compañeros hacer conocido en Argentinano el Brasil oficial, sino el verdadero Brasilrevolucionario.37

Se debe mencionar aquí la relación con intelec-tuales argentinos, algunos de los cuales eran miem-bros del PCA o peronistas de izquierda.38 En defi-nitiva, desde que estuvo en Argentina por primeravez, a los dieciocho o diecinueve años de edad,Caio siempre demostraría mucho interés por elpaís, por el cual sentía incluso hasta un «complejode inferioridad», al contrastarlo con el Brasil de suépoca. Admiraba el desarrollo, el cosmopolitismoy el alto nivel cultural de su población. Viajó pordiferentes partes de su territorio, dio cursos en aquelpaís y tuvo por allá amistades duraderas. Su víncu-lo con Luis Reisig y el Colegio Libre de EstudiosSuperiores,39 o con el Estudio Jurídico Rava,40 enSantiago del Estero (encabezado por los abogadosHoracio G. Rava y Raúl Horacio Rava), son ejem-plos de eso. Inclusive, en 1938 un correligionariode la ANL (Alianza Nacional Liberadora) le escri-biría para decir que Buenos Aires era la más im-portante y conveniente ciudad de la América Latinapara la organización de un «gran movimiento conti-nental», porque en ella vivían «grandes hombrespolíticos y revolucionarios de todas las repúblicasiberoamericanas», y por eso sería conveniente que

37 Carta de Caio Prado Júnior a Olegario Becerra, São Pau-lo, 31 de octubre de 1935, en acervo de CPJ en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CA226. (Cursivas delautor).

38 De acuerdo con Guillermo Almeyra, «los amigos de CaioPrado Júnior eran del PCA y figuran entre los menosstalinistas de ese partido, por más que stalinistas fue-ran todos ellos». Correspondencia con Luiz BernardoPericás, febrero de 2013.

39 Carta de Luis Reissig a Caio Prado Júnior, Buenos Ai-res, 23 de octubre de 1944, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-CLES001, y carta de Luis Reissig a Caio Prado Júnior,Buenos Aires, 7 de diciembre de 1944, en acervo de CPJen el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-CLES003.

40 Carta del Estudio Jurídico Rava a Caio Prado Júnior,Santiago del Estero, 9 de enero de 1959, en acervo deCaio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referenciaCPJ-CP-EJR001.

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allá se reunieran los exiliados brasileños, inclusiveel propio Caio, que debería ir hacia allá por la víadel Pacífico, para recomenzar la lucha contra elgobierno de Vargas.41

A lo largo del tiempo, CPJ seguiría constante-mente el desarrollo de los acontecimientos en el paísvecino, fuera a través de la prensa, o por informes deamigos. Inclusive en relación con las discusiones ydecisiones políticas de los comunistas en aquel país.El Congreso Argentino de la Paz, manifestacionespopulares, detenciones de camaradas, represiónpolicial, la tentativa de estructuración de un FrenteNacional Antimperialista, el desempleo, la inflación,el peronismo y hasta la Guerra de las Malvinas fue-ron discutidos por sus interlocutores. O sea, diver-sos asuntos concernientes a la realidad rioplatensele eran reportados en detalles. Con Frontini tuvouna relación estrecha, que se mantuvo hasta la ve-jez, como atestiguan decenas de cartas entre am-bos a lo largo de décadas. Lo mismo se puede de-cir de Hector Agosti y Benito Marianetti.

Frontini y Puiggrós, por ejemplo, serían sus es-labones de aproximación intelectual con el legadode Che Guevara, admirado por los dos amigos.Desde el asesinato de Guevara, parte de la corres-pondencia de los colegas argentinos para Caio traíainformaciones sobre el guerrillero. Frontini, espe-cialmente, se había indignado con el libro de Ricar-do Rojo, Mi amigo el Che, que había sido publi-cado poco tiempo después de la ejecución delrevolucionario en La Higuera, Bolivia (en Brasil ellibro sería vertido al portugués por Ivan Lesa y lan-

zado por Civilização Brasileira). Prado Júnior ha-bía conocido a Rojo en uno de sus viajes a BuenosAires, y sabía ahora que el colega de Frontini habíalanzado una obra repleta de informaciones polémi-cas. Norberto escribiría inmediatamente un folletocontra aquella «biografía» que, según él, sería «unarepugnante alcahuetería», principalmente su capí-tulo sobre el caso de Salta, que había «provocadoverdadera indignación entre todos nuestros ami-gos».42 Quería que CPJ publicara su texto, que sa-lió en Argentina por la revista América Latina.

No sería esta la última vez que se conectaría conel historiador para editar algo sobre el Che. Final-mente, fue Frontini quien sirvió de intermediario enla publicación de Meu filho Che (São Paulo, Edi-tora Brasiliense, 1986), escrito por Ernesto Gue-vara Lynch. A comienzos de los años ochenta, pon-dría a Caio Prado Júnior (que ya comenzaba apresentar señales del mal de Alzheimer) y su hijo,Caio Graco (director de Brasiliense), en contacto di-recto con el padre del Che, que vivía en La Haba-na.43 Brasiliense publicaría el libro, con traducción

41 Carta de «Alcêdo» a Caio Prado Júnior, Buenos Aires,27 de diciembre de 1938, en acervo de Caio Prado Jú-nior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-MAG007. Probablemente se trata de Alcêdo de MoraesCoutinho.

42 Carta de Norberto Frontini a Caio Prado Júnior, BuenosAires, 24 de junio de 1968, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-FRO022.

43 Carta de Norberto Frontini a Caio Prado Júnior, BuenosAires, 30 de abril de 1982, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-FRO067; carta de Norberto Frontini a Caio Prado Jú-nior, Buenos Aires, 16 de mayo de 1982, en acervo deCaio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referenciaCPJ-CP-FRO068; carta de Norberto Frontini a Caio Pra-do Júnior, Buenos Aires, 23 de octubre de 1982, enacervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código dereferencia CPJ-CP-FRO072; y carta de Norberto Fronti-ni a Caio Prado Júnior, Buenos Aires, 12 de agosto de1982, en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP,código de referencia CPJ-CP-FRO071.

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de Emir Sader, así como también, Che Guevarapor América del Sur, de Alberto Granado.44

Frontini fue, tal vez, el más íntimo amigo de Caioen Argentina. En diferentes ocasiones en que CPJestuvo preso, el colega allegó apoyos internaciona-les y, cuando Prado Júnior se exilió, en 1969, quienlo recibió en Buenos Aires y lo ayudó a escaparhacia Chile fue el abogado porteño.

Rodolfo Puiggrós, un personaje conocido y em-blemático de la izquierda argentina, e intelectual res-petado, conoció a Caio a través de Álvaro de Faria,que a su vez lo convenció de lanzar A revoluçãobrasileira en Argentina. Faria, que veía en Puiggrósuna figura culminante en las Américas de «habla»española, consideraba que él cuidaría de la divul-gación de las ideas de CPJ, las cuales considerabaválidas para toda la Iberoamérica. Y fue lo que dehecho ocurrió.45

Puiggrós mandaría un folleto con mensaje impre-so de Perón sobre el asesinato del Che (firmado enMadrid el día 24 de octubre de 1967, que habíasido publicado por el Comando Justicialista 17 deOctubre, edición Dele Dele), en el cual exaltaba alguerrillero, tratando de aproximarlo al peronismo.Y sería el responsable de traducir y hacer el prefa-cio de A revolução brasileira, libro que citó ensus propias obras. Él diría al amigo brasileño:

Al releer el libro en las pruebas, descubrí en élriquezas mayores que en la primera lectura y enla lectura al traducirlo. Usted se encuentra en laúnica posición creadora del pensamiento mar-

xista de nuestros días, la que parte de la crítica yde la superación de los errores, deformacionesy desvíos desde dentro del propio marxismo. Lalucha que estamos librando desde tal posición esla más difícil por ser la que abre el camino delfuturo. Seremos entendidos por los jóvenes, nocontaminados por los esquemas clásicos yno hipotecados a aparatos rígidos. Por otro lado,ya comienza la intriga a tender sus redes, comoes natural que sea, pues la autodefensa de loscomprometidos con el pasado se debe manifes-tar de alguna manera.46

Prado Júnior conocía hacía mucho tiempo la«gran obra de interpretación histórica» de Puiggrós,y se sentía honrado en tener su trabajo (que seríapublicado por el conocido editor de izquierda Ar-turo Peña Lillo)47 traducido y prefaciado por él.48

Solo para que se tenga una idea, Caio poseía porlo menos once libros del colega argentino. El bra-sileño enviaría a Puiggrós, a pedido, los 26 tomosde las Obras completas de Eça de Queiroz, asícomo también su Notas introdutórias à lógica dia-lética, volumen que su interlocutor comenzaría aleer de inmediato, «con la certeza de aumentar mi

44 Alberto Granado: Com Che Guevara pela América doSul, São Paulo, Editora Brasiliense, 1987.

45 Carta de Alvaro de Faria a Caio Prado Júnior, Santiago,4 de abril de 1967, en acervo de Caio Prado Júnior en elIEB/USP, código de referencia CPJ-CP-FARIA002.

46 Carta de Rodolfo Puiggrós a Caio Prado Júnior, 6 demarzo de 1968, en acervo de Caio Prado Júnior en elIEB/USP, código de referencia CPJ-CP-PUI003.

47 Guillermo Almeyra comenta que Arturo Peña Lillo «eraun tipógrafo de izquierda que se lanzó a editor y publi-có libros de la izquierda en general, desde los “nacio-nal-populares” (peronistas), como J. A. Ramos, hastalos de miembros o simpatizantes del PCA». GuillermoAlmeyra, correspondencia con Luiz Bernardo Pericás,febrero de 2013.

48 Carta de Caio Prado Júnior a Peña Lillo, São Paulo, 28 defebrero de 1967, en acervo de Caio Prado Júnior en elIEB/USP, código de referencia CPJ-CA152.

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conocimiento dialéctico».49 Lo que se puede decires que Caio Prado Júnior y A revolução brasilei-ra influenciarían, por cierto, a Puiggrós, que men-cionaría al amigo brasileño y adaptaría algunas desus ideas más generales en su libro Historia críticade los partidos políticos argentinos, donde lo citamás de una vez.

Lo mismo se puede decir del dirigente del Parti-do Comunista Argentino, Benito Marianetti, queconsideraba História econômica do Brasil un es-tudio profundo y realmente documentado con unanecesaria orientación política, una obra madura yelaborada en perspectiva de síntesis magistral. «No-sotros todavía no tenemos, en Argentina, una obrasemejante»,50 comentaría con quien llamaba mi dis-tinguido amigo y camarada.51 El libro sería elo-giado hasta por Rodolfo Ghioldi, otra importantepersonalidad del PCA en esa época.52

A su vez, el abogado y activo militante peronistaEduardo Astesano lo felicitaría por su «As teses darevolução brasileira».53 Y agregaba:

no puedo dejar de comentarle que debo dehaber[las] leído más de ocho veces. Algunas, encírculo de amigos. Usted da allí la clave actualde la existencia de una revolución burguesa agro-pecuaria como la que yo explico en mi país. Brasily Argentina nacen en el capitalismo como pro-ductores en masa de materias primas exporta-bles. El resto, lo que existe en Europa, la indus-tria fabril ligera y pesada, viene después comocomplemento. Por eso la contradicción obrero-patronal es básica en el campo brasileño. Yocomentaba a [Mario] Alves que Perón resolvióaquí esa contradicción con el Estado del Peón,que constituye la primera legislación social tra-bajadora del campo. Vale decir que partió deuna contradicción agropecuaria de tipo capita-lista y se dirigió al centro, la protección social deltrabajador del campo.

En correspondencia, adjuntaba una carta-copiaal «compañero» Mario Alves delineando su puntode vista (dando a entender que quería que PradoJúnior entregara la misiva al dirigente pecebista) yexpresaba el deseo de «estudiar» la História econô-mica do Brasil. También sugería que ambos esta-blecieran un «puente ideológico» para revisar la his-toria de los dos países, a partir de un intercambiode cartas que sería un «beneficio para el pensa-miento marxista revolucionario de América».54

Otro editor de izquierda, Raúl Larra, publicaríaen 1960, en Buenos Aires, la História econômica

49 Carta de Rodolfo Puiggrós a Caio Prado Júnior, BuenosAires, 14 de agosto de 1967, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-PUI001.

50 Carta de Benito Marianetti a Caio Prado Júnior, Mendo-za, 15 de diciembre de 1949, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-MARI003.

51 Ver, por ejemplo, carta de Benito Marianetti a Caio Pra-do Júnior, Mendoza, 23 de agosto de 1957, en acervode Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referen-cia CPJ-CP-MARI004.

52 Carta de Benito Marianetti a Caio Prado Júnior, Mendo-za, 19 de septiembre de 1949, en acervo de Caio PradoJúnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-MARI0042.

53 Para Astesano, el peronismo sería «el partido de van-guardia de la clase trabajadora argentina», dentro del

cual él mismo tenía «una clara y pública posición mar-xista desde 1947». Ver carta a Caio Prado Júnior, Bue-nos Aires, 1 de septiembre de 1960, en acervo de CaioPrado Júnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-AST003.

54 Ibíd.

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do Brasil, por la editorial Futuro, con traducciónencomendada a Haydée Jofre Barroso (responsa-ble de elaborar un trabajo sobre Monteiro Lobato yotro titulado Esquema histórico de la literaturabrasileña), con una tirada de tres mil ejemplares.55

La afinidad entre Larra y Caio era grande. El argen-tino, que lanzaba obras de muchos autores brasile-ños, al advertir una posible persecución a su empre-sa (algo parecido con lo que ocurrió al propio CaioPrado Júnior en distintas ocasiones) por motivospolíticos-ideológicos, pediría ayuda al amigo:

Lamentablemente, soplan aquí aires muy malospara el libro, sobre todo para los libros que edi-to. Hace quince días volvió a desatarse una per-secución al libro considerado comunista, neo oprocomunista. Desde abril pasado, cuando ce-rraron una editora y dos distribuidoras, las visi-tas policiales vienen repitiéndose. Mi oficina tam-bién fue visitada y en mi ausencia fueron revisadaslas existencias y retirados algunos ejemplares delibros como el suyo, el mío sobre Newberry, el deAmado, Gabriela; Historia del colonialismo,de Arnault; Religión y ciencia, de Cogniot, yotros más. No sé si como resultado de esta visi-ta se cerrará o no mi editora. Pero en estas con-diciones estamos trabajando. A la noche la poli-cía fue a buscarme a mi casa, dentro de una seriede allanamientos generales que hicieron bus-cando peligrosos comunistas. Parece que soy uno

de ellos. A causa de eso, estimado Caio, seríabuena la solidaridad de escritores y editores bra-sileños [y que se] hiciera alguna declaración ahídirigiéndose a Frondizi o al ministro del Interior,señalando mi carácter de escritor y editor inde-pendiente que hace más de quince años vieneeditando libros y que, en relación con la culturabrasileña, editó su libro, todos los de Amado yGraciliano Ramos. Cualquier gestión que reali-cen ahí le agradeceré.56

Incluso hasta Liborio Justo sería admirador dePrado Júnior. Cuando estuvo en Brasil en 1934,camino a los Estados Unidos, compró en una libre-ría de Santos Evolução política do Brasil, que leinteresó mucho, especialmente por tratarse «delprimer ensayo aparecido en ese país con tal método,y uno de los primeros en América Latina».57 Des-pués, Justo adquiriría la primera edición de la re-vista Geografía, con un artículo de CPJ sobre lapropiedad agraria en el estado de São Paulo. Reci-biría de regalo de un amigo, posteriormente, la For-mación de Brasil contemporáneo, en español, asícomo leería las versiones traducidas al castellanode Historia económica de Brasil y La revoluciónbrasileña. Basado en esas publicaciones (aunquediscordando de algunas apreciaciones), él lo consi-deraba «el más prestigioso exponente del pensa-miento económico-político sociológico de Brasil».58

Cuando escribió su Argentina y Brasil en la inte-

55 Carta de Raúl Larra a Caio Prado Júnior, Buenos Aires,30 de diciembre de 1959, En acervo de Caio Prado Jú-nior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-EFUT001, y contrato de la Editorial Futura para el libroHistoria económica del Brasil, 6 de enero de 1960, enacervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código dereferencia CPJ-CP-EFUT002.

56 Carta de Raúl Larra a Caio Prado Júnior, Buenos Aires, 9de noviembre de 1960, en acervo de Caio Prado Júnioren el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-EFUT003.

57 Carta de Liborio Justo a Caio Prado Júnior, Buenos Aires,13 de marzo de 1981, en acervo de Caio Prado Júnior enel IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-JUS001.

58 Ibíd.

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gración continental (¿integración imperialista ointegración socialista?), utilizaría los textos deCaio Prado Júnior (especialmente aquellos sobreel tema agrario) para fundamentar su estudio.59 Lomás interesante es que los dos se encontrarían yconversarían largamente en la casa del autor de Omundo do socialismo, en São Paulo, ya en la ve-jez, a comienzos de los años ochenta, por interme-dio del argentino Osvaldo Coggiola, profesor de laUniversidad de São Paulo, que sería responsablede esta reunión histórica. El diálogo, empero, seríadifícil. En tanto Justo insistiría en discutir el tema«feudal» en el período colonial, Caio insistiría enhablar apenas sobre filosofía, especialmente su Dia-lética do conhecimento. La conversación no ren-diría mucho más allá del debate inmediato entre losdos intelectuales, que nunca más se encontrarían.60

El mexicano Lombardo Toledano, por su parte,tendría algunas ideas coincidentes con las de PradoJúnior en determinados aspectos de su análisis deMéxico. Él acercaría el colega brasileño al ministropolaco Jan Prohojowski, en 1946, para que estepudiera obtener datos y contactos entre el movimientointelectual y popular en Brasil, durante la breve visitaoficial que haría al país en aquel año.61 Esa conexiónprobablemente facilitaría el viaje de CPJ a Poloniatres años más tarde. No es difícil recordar que Tole-dano (un estudioso de las particularidades de la his-toria y de la realidad étnica y cultural de su país) teníala pretensión de orientar la revolución mexicana al

socialismo mediante una vía pacífica (lo que hizo quemuchos lo consideraran un «marxista reformista»),rechazaba la necesidad de la lucha armada para al-canzar aquel peldaño, y enfatizaba la importancia tras-cendental de la educación, por lo que confería a latarea de concientizar las masas, preparándolas parala toma del poder, un elemento fundamental en elproceso político del proletariado. Los medios deproducción solo podrían ser socializados cuandohubieran madurado las condiciones subjetivas, y noantes de eso. En este ínterin, la clase trabajadoradebería hacer lo posible para luchar dentro de lospreceptos constitucionales.62 Y el Estado, a partir depresiones populares y reivindicatorias de sindicatosy movimientos sociales, promovería, a través del tiem-po, medidas jurídicas y modernizadoras para mejo-rar el cuadro general en la nación. En el caso mexi-cano, pues, el elemento indígena (que representaríabuena parte de la población rural) debería primeroproletarizarse, para entonces, por la propia evolu-ción de los acontecimientos, tener su carácter huma-no restituido, haciéndose no prisionero, sino prota-gonista y realizador de la historia, lo que, en últimainstancia, posibilitaría la instauración del socialismo.63

El peruano Benjamín Samamé Pacheco, a su vez,sería marcado por la lectura de un artículo sobre ladialéctica materialista de Prado Júnior divulgado enla Revista Brasiliense, texto que, por iniciativa pro-pia, decidió traducir y publicar en español comofolleto aparte. Consideraba que la literatura acercadel asunto en Perú era nula; o sea, de una manera,aunque marginal, CPJ habría contribuido al debatemarxista también en aquel país. El colega peruano,59 Ibíd.

60 Osvaldo Coggiola, correspondencia con Luiz BernardoPericás, 2013.

61 Carta de Vicente Lombardo Toledano a Caio Prado Jú-nior, Ciudad de México, 4 de marzo de 1946, en acervode Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referen-cia CPJ-CP-TOLEDA001.

62 Alberto Saladino García: Indigenismo y marxismo enAmérica Latina, México, Universidad Autónoma delEstado de México, 1994, p. 126.

63 Ibíd, p. 150.

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autor de «El nuevo espíritu de la filosofía», indaga-ría en temas sobre el materialismo dialéctico, lametafísica, la antimetafísica y la ontología. ParaSamamé Pacheco, el marxismo debería profundi-zar en estos temas.64

Aunque CPJ sea visto esencialmente como unautor «brasileño» (y volcado hacia los problemas delpaís), en el exterior muchos lo insertaban en el con-texto más amplio de la tradición marxista latinoame-ricana, y lo colocaban junto a otros teóricos y mili-tantes antimperialistas del Continente. Por eso elinterés de extranjeros como James O’Connor, edi-tor de la revista Studies on the Left, que pediría en1964 un texto del brasileño para figurar en una edi-ción especial de su periódico sobre el futuro de laizquierda en la región;65 o John Gerasi, autor de Lainvasión de América Latina, director del Departa-mento Latinoamericano de la revista Ramparts y, enpalabras del editor Ênio Silveira, «un típico repre-sentante de la New Left norteamericana..., un hom-bre dedicado veinticuatro horas al día a la causa delas víctimas del imperialismo»,66 de publicarlo en elLatin American Reader (que estaba organizandoél, junto con Irving L. Horowitz y Josué de Castro),que sería lanzado en 1967 por la Random House.67

El objetivo del libro sería «un ataque cerrado al im-perialismo».68 Y Caio figuraría entre los autores delContinente que representaban esa lucha.

Algunos años más tarde, Gerasi invitaría a CaioPrado Júnior, a través de la mediación de su amigoFernando Henrique Cardoso, a escribir un libro parala colección «The Paladin Marxist Histories»,de la Paladin Books. El proyecto, que debería du-rar tres años, había programado cuatro volúmenesiniciales, y seis más en los años siguientes. Depen-diendo del éxito, la serie podría ampliarse. Los li-bros discutirían la historia de todos los continentescon sesgo marxista. Para la América Latina, se-rían consultados grandes estudiosos.69 Prado Jú-nior, en este caso, sería encargado de preparar laMarxist History of Brazil. En caso de que él noaceptara, Gerasi sugería nombres como Boris Faus-to, Emilia Viotti da Costa y Octavio Ianni. Y pedíaque Cardoso indicara otros intelectuales que pu-dieran realizar la tarea.70

Otro caso fue el de Luis E. Aguilar, profesor delDepartamento de Historia de la Georgetown Uni-versity, que estaba terminando de preparar en aquel

64 Carta de Benjamín Samamé Pacheco a Caio Prado Jú-nior, Lima, 16 de febrero de 1956, en acervo de CaioPrado Júnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-PAC006.

65 Carta de James O’Connor a Caio Prado Júnior, NuevaYork, 7 de abril de 1964, en acervo de Caio Prado Júnioren el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-OCO001.

66 Carta de Ênio Silveira a Caio Prado Júnior, Rio de Janei-ro, 30 de mayo de 1967, en acervo de Caio Prado Júnioren el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-ECBR003.

67 Carta de John Gerassi a Caio Prado Júnior, Nueva York,21 de mayo de 1967, en acervo de Caio Prado Júnior enel IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-ECBR004.

68 Carta de Ênio Silveira a Caio Prado Júnior, Rio de Janei-ro, 30 de mayo de 1967, en acervo de Caio Prado Júnioren el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-ECBR003.

69 Serían ellos Régis Debray, Octavio Ianni, Alain Touraine,Gustavo Beyhaut, Ismael Viñas, José Luis Cacena,Alonso Aguilar, Carlos Quijano, Salvador Allende, I. L.Horowitz, Robin Blackburn, Celso Furtado, Franklin deOliveira, Edmundo Flores, Manuel Meza, Salvador de laPlaza, Clodomiro Almeyda, Kalmon Silvert, Pablo Gon-zález Casanova, Gregorio Selser, Luis Cardoza y Ara-gón, Enrique González Pedrero y Jesús Silva Herzog.

70 Carta de Fernando Henrique Cardoso a Caio Prado Jú-nior, São Paulo, 22 de octubre de 1971, en acervo deCaio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referenciaCPJ-CP-CARD001.

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mismo año el libro Marxism in Latin America (quesería editado por Alfred A. Knopf), en el cual seincluirían fragmentos significativos de diversos au-tores marxistas (o influidos por el marxismo).71 Agui-lar diría que tenía «especial interés» en que el nom-bre de Prado Júnior, «que tanto prestigio alcanzóen el campo de la economía y del marxismo», figu-rara en la obra de «forma destacada».72 Su ideaera incluir parte del capítulo final de História eco-nómica do Brasil, titulado «La crisis en marcha».También «agradecería con el alma» si pudiera sa-ber lo que CPJ andaba escribiendo en la época. Yquería establecer una «comunicación más estableentre ambos»73 (por todo eso, no es de extrañarque el periodista italiano Romano Trizzino invitara aCaio a enviar textos para componer un «cuaderno»de una colección publicada en su país, que incluíaobras de Mao Tse-Tung, Alleg, Rusell, Kuby, Lukácsy Fanon, ya que él, CPJ, podría representar a Bra-

sil en aquella tribuna editorial «tanto por el nivelcultural como por la orientación ideológica»).74

En verdad, muchos intelectuales norteamerica-nos admiraban a Caio y se relacionaban (inclusopersonalmente) con él; varios de ellos eran autoresde libros que discutían el comunismo en Brasil. Solohay que recordar, por ejemplo, al profesor de laUniversidad de California en Riverside, Ronald H.Chilcote (autor del conocido The Brazilian Com-munist Party, Conflict and Integration, 1922-1972), a Horace B. Davis, de la Hofstra University(que trabajaba con la teoría marxista del naciona-lismo a partir de 1917), y al brasileñista John W. F.Dulles, que escribió obras conocidas como Brazi-lian Communism 1933-1945: Repression DuringWorld Upheaval y Anarchists and Communistsin Brazil, 1900-1935, entre otros. Lo mismo sepuede decir de nombres como Richard Graham,Merle Curti, Roy Nash, James Watson y ErnestMadril. Cuando Peter Einsenberg, traductor delartículo de CPJ sobre el tema agrario publicado enStudies on the Left y, más tarde, autor de Moder-nização sem mudança, vino a Brasil (entonces to-davía un estudiante de posgrado de Columbia Uni-versity), quien pidió que Caio lo recibiera y ayudaradurante su estancia fue nada menos que el colega yeditor de la Monthly Review, Leo Huberman...75

71 El texto de Prado Júnior constaría en el libro junto a losde otros dirigentes e intelectuales marxistas latinoa-mericanos, como Luis Emilio Recabarren, José CarlosMariátegui, Aníbal Ponce, Blas Roca, Luiz Carlos Pres-tes, Che Guevara, Vittorio Codovilla, Luis de la PuenteUceda y Fidel Castro, entre otros. Ver Luis E. Aguilar(ed.): Marxism in Latin America, Nueva York, Alfred A.Knopf, 1968.

72 Carta de Luis E. Aguilar a Caio Prado Júnior, Wáshing-ton, 6 de abril de 1967, en acervo de Caio Prado Júnioren el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-AGUIL001.

73 Ibíd. En esa oportunidad, Caio Prado Júnior diría que«concuerdo plenamente con la utilización del texto dela História econômica, así como cualquier otro». Élenviaría otros tres de sus trabajos, así como un ejem-plar de A revolução brasileira, libro que CPJ creía quea Aguilar le interesaría. Ver carta de Caio Prado Júnior aLuis E. Aguilar, São Paulo, 6 de junio de 1967, en acervode Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referen-cia CPJ-CA147.

74 Carta de Romano Trizzino a Caio Prado Júnior, Roma, 2de julio de 1962, en acervo de Caio Prado Júnior en elIEB/USP4, código de referencia CPJ-CP-TRI001.

75 Ver carta de Ronald H. Chilcote a Caio Prado Júnior,Riverside, California, 21 de junio de 1969, en acervo deCaio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referenciaCPJ-CP-CHI001; carta de Ronald H. Chilcote a Caio Pra-do Júnior, Riverside, California, 13 de agosto de 1969,en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP, códigode referencia CPJ-CP-CHI002; carta de Horace B. Davis

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Lo que se puede advertir es que, desde la ju-ventud, Caio Prado Júnior mantuvo íntimo con-tacto con diversas corrientes del marxismo, estu-dió a los autores más significativos y sostuvo un

estrecho vínculo personal con un conjunto de in-telectuales de izquierda del continente americano.Pero siempre teniendo como prioridad el análisisconcreto de la realidad brasileña y dejando de ladodiscusiones bizantinas o modismos académicos,para poder intervenir en el contexto político y so-cial de su época, fuera como militante comunista yparlamentario, como editor e historiador. Fue unode los mayores intelectuales del país, pero su lu-cha constante contra el autoritarismo y las dicta-duras lo llevó varias veces a la cárcel y al exilio.Su legado, sin embargo, se ha preservado, y suinfluencia sigue creciendo cada día entre las nue-vas generaciones.

Traducido del portugués por Rodolfo Alpízar Castillo

a Caio Prado Júnior, Chicago, 10 de octubre de 1969, enacervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código dereferencia CPJ-CP-DAV001; carta de John W. F. Dullesa Caio Prado Júnior, São Paulo, 17 de noviembre de1965, en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP,código de referencia CPJ-CP-DUL001; carta de JohnW. F. Dulles a Caio Prado Júnior, Rio de Janeiro, 28 denoviembre de 1966, en acervo de Caio Prado Júnior enel IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-DUL002; car-ta de Caio Prado Júnior a Richard Graham, São Paulo, 7de febrero de 1968, en acervo de Caio Prado Júnior enel IEB/USP, código de referencia CPJ-CA193; carta deMerle Curti a Caio Prado Júnior, São Paulo, 25 de octu-bre de 1968, en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP, código de referencia CPJ-CP-CURT002; carta deRoy Nash a Caio Prado Júnior, São Paulo, 13 de mayode 1943, en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP,código de referencia CPJ-CP-NAS001; carta de ErnestMadril a Caio Prado Júnior, St. Louis, 4 de diciembre de1949, en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP,

código de referencia CPJ-CP-MAD006; y carta de LeoHuberman a Caio Prado Júnior, Nueva York, 5 de enerode 1966, en acervo de Caio Prado Júnior en el IEB/USP,código de referencia CPJ-CP-MRE001.

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Suit Evanston (detalle), 2012. Retratos en monotipo, tinta/papel, 52 cm x 43 cm