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Anomalía (locura) (Anomalie). Alienación. La patología clásica sostiene que primero es lo anormal en estado puro: lo anormal cristaliza alrededor de sí las conductas patológicas que constituyen la enfermedad mental y la alteración de la personalidad que se sigue de ella produce la alienación mental. Según el análisis de Maladie mentale et personnalité, habría que invertir los términos, es decir, partir de la alienación para definir en último lugar lo anormal (MMPE, 103, 105). Genealogía de lo anormal. El campo de la anomalía, tal como funciona en el siglo XIX, ha sido constituido a partir de tres elementos o, más bien, de tres figuras que poco a poco lo han dominado: el monstruo humano, el individuo a corregir y el masturbador. El lugar de aparición del monstruo es lo jurídico- biológico; él representa, en efecto, una violación de las leyes de los hombres y de la naturaleza. Se trata de una figura ambigua: transgrede la ley, pero no se puede responder a su violencia mediante la ley; surge a partir de las leyes de la naturaleza, pero se manifiesta como una contra naturaleza. La monstruosidad representa el despliegue de todas las irregularidades posibles a través del juego de la naturaleza. En este sentido, el monstruo se presenta como el principio de inteligibilidad de toda anomalía posible; es necesario buscar lo que hay de monstruoso aun en las pequeñas irregularidades. Lo anormal será un monstruo cotidiano, pálido, banalizado. El espacio del individuo a corregir es mucho más restringido que el del monstruo: no es la ley y la naturaleza, sino simplemente la familia y las instituciones vinculadas con ella (la escuela, la parroquia, el barrio, la calle). Pero es mucho más frecuente. También es una figura ambigua. En efecto, el individuo a corregir aparece como tal en la medida en que es incorregible, en la medida en que la familia y las instituciones, con sus reglas y métodos, han fracasado. El anormal no sólo será un monstruo empalidecido, sino también un incorregible que habrá que ubicar en un medio de corrección apropiado. El espacio del masturbador es todavía más restringido –el cuarto–; pero su frecuencia es mucho mayor, casi universal (se trata de un secreto que todos comparten, pero nadie comunica). En la patología del siglo XVIII, la masturbación representará un principio de

Anomalía Según Foucault

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Texto explicativo para tratar la temática de la anormalidad en la enseñanza media.

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Anomala (locura) (Anomalie). Alienacin. La patologa clsica sostiene que primero es lo anormal en estado puro: lo anormal cristaliza alrededor de s las conductas patolgicas que constituyen la enfermedad mental y la alteracin de la personalidad que se sigue de ella produce la alienacin mental. Segn el anlisis de Maladie mentale et personnalit, habra que invertir los trminos, es decir, partir de la alienacin para definir en ltimo lugar lo anormal (MMPE, 103, 105). Genealoga de lo anormal. El campo de la anomala, tal como funciona en el siglo XIX, ha sido constituido a partir de tres elementos o, ms bien, de tres figuras que poco a poco lo han dominado: el monstruo humano, el individuo a corregir y el masturbador. El lugar de aparicin del monstruo es lo jurdico-biolgico; l representa, en efecto, una violacin de las leyes de los hombres y de la naturaleza. Se trata de una figura ambigua: transgrede la ley, pero no se puede responder a su violencia mediante la ley; surge a partir de las leyes de la naturaleza, pero se manifiesta como una contra naturaleza. La monstruosidad representa el despliegue de todas las irregularidades posibles a travs del juego de la naturaleza. En este sentido, el monstruo se presenta como el principio de inteligibilidad de toda anomala posible; es necesario buscar lo que hay de monstruoso aun en las pequeas irregularidades. Lo anormal ser un monstruo cotidiano, plido, banalizado. El espacio del individuo a corregir es mucho ms restringido que el del monstruo: no es la ley y la naturaleza, sino simplemente la familia y las instituciones vinculadas con ella (la escuela, la parroquia, el barrio, la calle). Pero es mucho ms frecuente. Tambin es una figura ambigua. En efecto, el individuo a corregir aparece como tal en la medida en que es incorregible, en la medida en que la familia y las instituciones, con sus reglas y mtodos, han fracasado. El anormal no slo ser un monstruo empalidecido, sino tambin un incorregible que habr que ubicar en un medio de correccin apropiado. El espacio del masturbador es todava ms restringido el cuarto; pero su frecuencia es mucho mayor, casi universal (se trata de un secreto que todos comparten, pero nadie comunica). En la patologa del siglo XVIII, la masturbacin representar un principio de explicacin casi universal; toda enfermedad tendr una etiologa sexual. El individuo anormal del siglo XIX estar marcado y muy tardamente, en la prctica mdica, en la prctica judicial, en el saber as como en las instituciones que lo rodean por esta especie de monstruosidad cada vez ms disminuida y difana, por esta incorregibilidad rectificable y cada vez ms rodeada de aparatos de rectificacin. Y, en fin, estar marcado por este secreto comn y singular, que es la etiologa general y universal de las peores singularidades. En consecuencia, la genealoga del individuo normal nos remite a estas tres figuras: el monstruo, el incorregible, el onanista (AN, 56). Sexualidad y psiquiatra. A partir de la figura del monstruo, el campo de lo anormal, tal como se va configurando en la psiquiatra del siglo XIX, estar dominado por la nocin de instinto. Este mismo campo se encontrar atravesado por la sexualidad, por la naturaleza sexual del instinto. Por un lado, porque se aplicar a este campo las nociones provenientes de los fenmenos de la herencia y de la degeneracin. Por otro, porque prontamente se establecern en dicho campo los desrdenes de carcter sexual. Entre 1880 y 1890, la sexualidad aparecer como el principio etiolgico de toda anomala (AN, 155-156). Las clases del 19 y del 25 de febrero de 1975 del curso Les Anormaux estn dedicadas al modo en que el tema de la sexualidad ingresa en el campo de la psiquiatra a partir de la prctica cristiana de la confesin, es decir, de la aparicin del cuerpo del placer y del deseo en las prcticas penitenciales, hasta la medicalizacin de las convulsiones como modelo neurolgico de la enfermedad mental. Por este camino se abre la posibilidad de incorporar la problemtica de la masturbacin como objeto de la psiquiatra y, al mismo tiempo, se abre la posibilidad de la medicalizacin de la familia y aparece la familia celular. El nexo entre anomala e instinto aparecer tempranamente, en la infancia. La psiquiatra, tal como yo la he descrito, ha pasado de un anlisis de la enfermedad mental como delirio al anlisis de la anomala como desorden del instinto (AN, 208). El individuo anormal del que, desde fines del siglo XIX, tantas instituciones, discursos y saberes se hacen cargo deriva a la vez de la excepcin jurdico natural del monstruo, de la multitud de incorregibles de los institutos de correccin y del universal secreto de las sexualidades infantiles. A decir verdad, las tres figuras del monstruo, del incorregible y del onanista no van exactamente a confundirse. Cada una se inscribir en sistemas autnomos de referencia cientfica. El monstruo, en una teratologa y una embriologa que encontraron con Geoffroy Saint-Hilaire su primera gran coherencia cientfica; el incorregible, en una psicopatologa de las sensaciones, de la motricidad y de las aptitudes; el onanista, en una teora de la sexualidad que se elabora lentamente a partir de la Psychopathia sexualis de Kaan. Pero la especificidad de estas referencias no debe hacer olvidar tres fenmenos esenciales, que en parte la anulan o, al menos, la modifican: la construccin de una teora general de la degeneracin que, a partir del libro de Morel, va a servir, durante ms de medio siglo, de cuadro terico, al mismo tiempo que de justificacin social y moral, para todas las tcnicas de localizacin, de clasificacin y de intervencin sobre los anormales; la organizacin de una red institucional compleja que, en los confines de la medicina y de la justicia, sirve a la vez de estructura de recepcin para los anormales y de instrumento para la defensa de la sociedad; finalmente, el movimiento por el cual el elemento que aparece ms recientemente en la historia (el problema de la sexualidad infantil) va a recubrir los otros dos, para convertirse en el siglo XIX en el principio de explicacin ms fecundo de todas las anomalas (DE2, 827-828). Vanse: Degeneracin, Norma.