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Introducción ~ 1 ~
Aporte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaísoal Bicentenario de la Primera Junta Nacional de Gobierno
1810 ~ 2010
~ 2 ~ La isla de Robinson Crusoe
EdicionEs UnivErsitarias dE valparaísopontificia UnivErsidad católica dE valparaíso
Introducción ~ 3 ~
La isla deROBINSON CRUSOE
Patricio M. Arana
~ 4 ~ La isla de Robinson Crusoe
© La isla de Robinson Crusoe, 2010Patricio M. Arana Espina
Inscripción Nº 191.464ISBN 978-956-17-0459-6
Derechos ReservadosTirada: 2.000 ejemplares
Ediciones Universitarias de ValparaísoPontificia Universidad Católica de Valparaíso
12 de Febrero 187, ValparaísoFono: (32) 227 3087 - Fax: (32) 227 3429
e-mail: [email protected]
Diseño gráfico: Guido Olivares S. y Paula Arana B.Ilustraciones a color: Alejandra Larraín R.
Corrección de estilo: Álvaro Soffia S.Corrección de pruebas: Osvaldo Oliva P.
Impresión Salesianos S.A.
HECHO EN CHILE
Introducción ~ 5 ~
Contenido
EL ARCHIPIéLAGO DE JUAN FERNÁNDEz
Pág. 13
LA ISLAROBINSON CRUSOE
Pág. 51
BREVE HISTORIADE LA ISLA
Pág. 73
INTRODUCCIóNPág. 9
HECHOS y LEyENDAS qUE LE DAN FAMAA LA ISLA. Pág. 119
FLORA y FAUNAINSULARPág. 177
LA PESCA EN EL ARCHIPIéLAGO
Pág. 223
DESPERTAR DEL TURISMO ISLEñO
Pág. 281
MÁS ALLÁ DE LO PREVISTO
Pág. 321
CRONOLOGíA HISTóRICA
Pág. 335
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Pág. 361
ANEXOS E íNDICESPág. 373
LAS ISLAS EN ELMUNDO FILATéLICO
Pág. 313
~ 6 ~ La isla de Robinson Crusoe
Introducción ~ 7 ~
Desde que Cristóbal Colón revelara al mundo la existencia del nuevo continente, numerosos barcos desplegaron sus velas y emprendieron viaje hacia estas tierras. Haciendo uso de los adelantos de la
navegación, las potencias europeas organizaron expediciones navales y científicas, que evidenciaron el espíritu ilustrado de la época, el afán de constituir un repositorio de conocimientos científicos, y la necesidad de desa-rrollar estrategias geopolíticas y relaciones comerciales con el “Nuevo Mundo”.
Estas “empresas” terminaron en Europa con levantamientos cartográficos de las rutas terrestres y marítimas, ilustraciones, grabados, crónicas, descripciones de la flora y la fauna, además de estudios geológicos, antro-pológicos, culturales y demográficos de los territorios visitados. Estos relatos servirían luego para concretar relaciones comerciales y apoyos políticos y militares a las nacientes Repúblicas. Sin duda, las expediciones más renombradas y con mayor impacto en la comunidad científica mundial fueron las de Charles Darwin y Alexander Humboldt. Así también, connotados naturalistas avecindados en estas tierras, como el abate Juan Ignacio Molina, Claudio Gay y muchos otros que les siguieron, contribuyeron a develar el territorio nacional y sus recursos.
El libro del profesor Patricio Arana, “La isla de Robinson Crusoe”, es el trabajo de una vida dedicada al estudio del archipiélago de Juan Fernández. Es el escrito de un pionero, de un viajero, de un naturalista, es decir, es el relato de las vivencias y de los recuerdos de un explorador.
Su obra se enmarca en esta centenaria tradición del siglo XIX, porque está escrita a partir de sus numerosas visitas, registros, apuntes, notas de campo, relatos cotidianos, referencias bibliográficas eruditas y reflexiones sobre el quehacer pasado y actual de la isla. El profesor Arana, como Darwin, Humboldt, el abate Molina y Gay, establece múltiples relaciones entre variados ámbitos del conocimiento científico. Es el intento de unir las ciencias humanas con las ciencias de la tierra, matizado todo con relaciones y experiencias vivenciales con personas que viven o vivieron en ese pequeño aunque fascinante territorio insular.
En cada uno de los capítulos de la obra es posible observar la mirada de un especialista, con impactantes fotografías e ilustración clarificadoras que evidencian el espíritu indagatorio. Está la huella del autor en cada comentario. La descripción geológica está complementada con el análisis demográfico, antropológico e histó-rico, lo que permite ilustrar un sinnúmero de valiosas materias. Se muestran, de esta manera, hechos y datos de su fecunda historia, paisajes submarinos, las curiosas unidades geomorfológicas de la isla, su flora y fauna terrestre y marina, la circulación oceánica, el clima y las características del tiempo atmosférico, los sucesivos poblamientos y despoblamientos, la sociabilidad actual, la ocupación contemporánea, las relaciones históricas con las instituciones chilenas, sus instalaciones pasadas y actuales, antiguas expediciones, los viajeros y visitan-tes durante la Colonia y en los años posteriores, las bellezas escénicas, su economía y la explotación actual de los recursos marinos y su potencialidad turística.
Pero este libro está escrito a partir de las preocupaciones del siglo XX. No podía ser de otra manera porque el profesor Patricio Arana es un hombre de su tiempo, que ha desarrollado una fructífera carrera académica en la Escuela de Ciencias del Mar de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Sus contribuciones científi-
Presentación
~ 8 ~ La isla de Robinson Crusoe
cas, en revistas y libros especializados, son el mejor testimonio de un académico con formación e inquietudes superiores.
En las descripciones y en los análisis sobre el archipiélago de Juan Fernández es posible observar, también, la profunda preocupación del autor por los ciclos naturales de la vida en la flora y la fauna existente en el Parque Nacional Juan Fernández y en el entorno oceánico. Esta obra proporciona, además, un conocimiento acabado de la economía de la isla y de cómo se realiza la explotación de la langosta, que el autor ha estudiado en detalle por más de 40 años. Con recatada modestia describe el descubrimiento del cangrejo dorado, que habita en las aguas profundas en torno a estas islas, fruto de uno de los tantos proyectos que ha dirigido y que se ha transformado en un apetecido recurso, que en la actualidad es extraído en forma complementaria a la langosta, dando con ello una nueva opción económica a los pescadores.
El autor persigue, en todo momento, proporcionar conocimientos de las relaciones que los hombres tienen con la naturaleza, en especial cuando se trata de la explotación de los recursos naturales. Es lo propio de un naturalista que sabe de conservación y preservación de las especies y que tiene clara conciencia de los plantea-mientos aportados por la ecología en las últimas décadas.
En consecuencia, su obra es una relevante contribución al conocimiento científico chileno y es una memoria histórico-cultural de una isla que, en febrero de 2010, se vio afectada por un maremoto que cegó vidas, des-truyó viviendas e infraestructura y alguno de sus vestigios histórico más apreciados. La Pontificia Universidad Católica de Valparaíso ha mantenido permanentes lazos con esta isla, que se han traducido en la realización de tesis, proyectos de titulación, investigaciones en diversos campos del saber y en la publicación de numerosos libros y artículos cuya culminación e integración se ven reflejados en “La isla de Robinson Crusoe”. A la vez es una reafirmación del compromiso que esta Universidad ha mantenido con el archipiélago de Juan Fernández y a lo largo de toda su existencia con la Región de Valparaíso que la ha visto nacer y progresar. Finalmente, la publicación de este libro representa un aporte tangible de la Universidad con el Bicentenario de nuestro país, que conmemora la constitución de la Primera Junta Nacional de Gobierno, que luego dio paso a la Indepen-dencia de Chile.
Alfonso Muga NaredoRector
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Introducción ~ 9 ~
Introducción
~ 10 ~ La isla de Robinson Crusoe
Sector muelle de piedra, en bahía Cumberlandy al fondo se observa el cerro El yunque.
Introducción ~ 11 ~
Introducción
Miradas desde el espacio, las islas son solo puntos que destacan en el océano Pacífico sur oriental y que representan pequeñas porciones de tierra que se empinan como agujas desde el oscuro y frío fondo
marino que se encuentra a más de 4.000 m bajo la superficie. Enmarcadas sobre ese tapete azul, a trescientas sesenta y cinco millas de la costa continental americana se yerguen esbeltas sobre su sólida base de roca las islas Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk y Santa Clara.
quien llega a estas islas advierte de inmediato que viven y mueren con su mar. Como toda isla, el océano las envuelve con su palpitar y les da su clima, gran parte de sus riquezas y, de vez en cuando, penas y dolores. Pero estas islas tienen algo más y ese “algo” es importante: se trata de territorios aislados por las aguas oceánicas, pero con pasado, presente y futuro.
En los 430 años transcurridos desde que el por entonces anónimo maestre español don Juan Fernández descubriera el archipiélago, que hoy lleva meritoriamente su nombre, han aportado innumerables páginas a su historia y al país. Es un micromundo en donde se han sucedido tragedias, naufragios, hechos heroicos e innumerables aventuras de paz y de guerra, que han perdurado en el tiempo e incluso trascendido más allá de nuestras fronteras.
Durante los siglos XVII y XVIII estas islas permanecieron envueltas en un manto de su silenciosa soledad natural. Sus costas solo conocieron esporádicamente de los alegres y posiblemente tumultuosos festines de pi-ratas y corsarios, sedientos del oro español y de los sucesivos lamentos de diversos náufragos que amargamente enfrentaron su destino, muchas veces en forma solitaria y por prolongados períodos. Entre estos últimos, destaca la odisea del marinero escocés Alejandro Selkirk, quien permaneció aquí abandonado a su suerte por largos cuatro años y cuatro meses, sin compañía y ante un incierto futuro. El destino hizo que lograra ser rescatado por compatriotas y que su historia fuera conocida por Daniel Defoe, quien al publicar en 1719 su obra La vida y extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe, inmortalizó al personaje para deleite del público mundial. La habilidad con que fue escrito hizo que esta obra se convirtiera en uno de los libros más leídos de la literatura universal, traducido a casi todos los idiomas, y que sigue hasta hoy alimentando el alma sedienta de aventuras de grandes y pequeños.
Los primeros intentos por poblar estas islas fracasaron inoficiosamente; la distancia al continente y la nostal-gia de tierra firme podían más que el encanto propio de estos territorios, mientras que piratas y corsarios la utilizaban satisfactoriamente como base para sus fechorías contra las nacientes colonias americanas. Estas difi-cultades motivaron a las autoridades españolas de la época a fortificarla y luego a convertirla en presidio. Allí, vivieron numerosos condenados a merced de su triste suerte; se sucedieron criminales incorregibles, ladrones y, cuando los vientos de independencia soplaron sobre el territorio sudamericano, arribaron patriotas criollos y presos políticos. Fueron años tristes para estas islas.
El caos reinó por largos años en esta casi siempre olvidada posesión insular. La soledad, la lejanía y los moti-nes se confabularon contra los desanimados intentos de colonización. Así, la guerra contra la confederación peruano-boliviana sorprendió a la isla, el drama pasional de los Maurelio la conmocionó y, a comienzos del siglo pasado, la autodestrucción del huidizo acorazado alemán Dresden, decidida por su comandante al ser acorralado por buques ingleses, convirtió a sus habitantes en testigos cercanos de horror de la Primera Guerra
~ 12 ~ La isla de Robinson Crusoe
Mundial. No obstante, al hundirse el casco de esa nave en las tranquilas aguas de bahía Cumberland finaliza-ron los años de aventuras y sucesos heroicos.
El archipiélago está poblado por una heterogénea mezcla de inmigrantes extranjeros que decidieron radicarse en este lugar tras visitarlo y enamorarse de su tranquilidad y bello entorno, así como chilenos de diversas regiones del país, que buscaron una opción de vida en la explotación de sus recursos. La utilización de bos-ques, el cultivo de ciertos productos agrícolas y la cría de ganado fueron las principales opciones de trabajo hacia finales de los siglos XIX y comienzos del siglo XX. Posteriormente, fueron los recursos del mar los que sustentaron la economía insular, razón por la cual en la actualidad casi todas las familias son de pescadores, la mayoría por generaciones. Sus vidas están centradas en la captura de la langosta y algunas especies de peces y, más recientemente, en la extracción del cangrejo dorado. Del éxito de la pesca depende en gran medida su situación y destino. El incipiente turismo, principalmente de quienes están interesados en la naturaleza y la flora autóctona de este lugar, así como el buceo y la pesca submarina representan otro de sus atractivos y potencial polo de desarrollo económico.
Si bien las islas son sencillas, ofrecen al visitante una acuarela de mil colores y secretos rincones de incompa-rable belleza en todas las tonalidades del marrón, verde y del azul. quienes se aficionan a la geología y a la botánica podrán darse un verdadero festín. Su riqueza vegetal destaca mundialmente por su endemismo, la presencia del lobo fino de dos pelos, que fue considerado extinto por muchos años y el picaflor rojo, en inmi-nente peligro de extinción, le otorgan una mayor plusvalía e interés a este territorio. Además, los amantes de la fotografía tienen la oportunidad de preservar su belleza para deleite de los demás.
Leyendas sobre la existencia de posibles tesoros, constituidos por grandes cantidades de oro y joyas precio-sas escondidas en algún lugar de estas islas, despierta apetitos y sueños ilimitados. Si bien la búsqueda hasta ahora no ha dado resultados positivos, la posibilidad de encontrar grandes riquezas puso en primer plano al archipiélago, haciendo que desde distintas partes del mundo se dirigieran los ojos hacia esta pequeña posesión insular.
Pero aquí la vida sigue sin detenerse. En las fragantes y tibias noches de verano se cantan canciones tristes. Después de medianoche la calma cae sobre las islas. Cerca, los botes se mecen silenciosos sobre las olas que van a morir incansablemente sobre su costa. Arriba, muy en lo alto, un cielo negro poblado de estrellas titilantes es surcado por innumerables satélites, lo único que denota que se vive en tiempos modernos. Cuando amanece, nuevamente comienza la actividad. El muelle vibra de vitalidad y los pescadores se hacen a la mar, quedando en tierra las familias y las esperanzas de un mañana mejor.
Este libro pretende introducir al lector interesado en la cautivante belleza y apasionante tradición de estas islas, que acogieron al verdadero náufrago literario que luego inspirara el célebre personaje Robinson Crusoe. Con las palabras más sencillas posibles, pero manteniendo la rigurosidad necesaria, se busca entregar un resumen de la historia insular, a la vez que destacar la importancia científica de su flora y fauna, tanto marina como terrestre, la mayor parte de la cual es de distribución exclusiva de este lugar. Estas características, tanto botá-nicas como zoológicas, así como la belleza escénica de su especial geografía motivaron en forma acertada que el Gobierno chileno lo declarara Parque Nacional en 1935 y a que, posteriormente, fuera reconocida por la UNESCO como Reserva de la Biósfera en 1977.
En conjunto, todos estos elementos hacen que frente a sus costas Chile posea un verdadero tesoro, aunque escondido tras la línea del horizonte. Este territorio debiera ser conocido y reconocido como tal por todos los chilenos, procurando preservar su valor para goce de las futuras generaciones.
Patricio M. Arana
