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ARTICULOS Y ENSAYOS LA DESAMORTIZACION DE 1856 EN TEPIC1 Jean Meyer El Colegio de Michoacán Universidad de Perpignan El estudio del movimiento agrario encabezado por un líder político y militar, Manuel Lozada (+ 1873), en el entonces Séptimo Cantón del Estado de Jalisco (hoy Estado de Nayarit), lleva al investigador indefectiblemente al estudio de las estruc- turas de la propiedad territorial. Estas cumplieron un papel importante en un conflicto que tuvo también dimensiones étnicas y políticas, para no mencionar las demás2. Un estudio de la propiedad no puede ser estático, mucho menos cuando se trata de una época de cambios acelerados, como la de los años de la Reforma. Desde luego, no hay investigación desinteresada. Al hurgar en los archivos de Tepic, Guadalajara y México para reconstruir el proceso de redistribución ds la propiedad terri- torial no sólo quise verificar o matizar el bien fundado diagnós- tico de Jan Bazant (1971), sino que, acercándome a la realidad de una pequeña región traté de contestar a la pregunta siguien- te: ¿Qué tan afectados resultaron los pueblos indígenas por este proceso? En la medida en que se le pueda dar contestación a la pregunta, se averiguará, en el caso de Tepic por lo menos, la validez de la afirmación según la cual las leyes de Reforma provocaron o aceleraron el despojo de los pueblos. De manera más precisa, se aclarará la relación entre la ley de desamorti- zación y el levantamiento de Manuel Lozada. No se trata de estudiar la ley de junio de 1856 desde un punto de vista jurídico; tampoco de ponderar sus implicacio- nes en el plan de la teoría política, ni su significado en el conflicto que opuso al Estado y a la Iglesia, ni siquiera las fina- lidades perseguidas por legisladores federales y gobernantes de

ARTICULOS Y ENSAYOS LA DESAMORTIZACION DE 1856 EN … · miento de Guadalajara; en Tepic, en el Archivo Histórico del Ayuntamiento, en el Archivo Parroquial, en el Archivo de Notarías4,

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ARTICULOS Y ENSAYOS

LA DESAMORTIZACION DE 1856 EN TEPIC1

Jean Meyer El Colegio de Michoacán Universidad de Perpignan

El estudio del movimiento agrario encabezado por un líder político y militar, Manuel Lozada (+ 1873), en el entonces Séptimo Cantón del Estado de Jalisco (hoy Estado de Nayarit), lleva al investigador indefectiblemente al estudio de las estruc­turas de la propiedad territorial. Estas cumplieron un papel importante en un conflicto que tuvo también dimensiones étnicas y políticas, para no mencionar las demás2. Un estudio de la propiedad no puede ser estático, mucho menos cuando se trata de una época de cambios acelerados, como la de los años de la Reforma.

Desde luego, no hay investigación desinteresada. Al hurgar en los archivos de Tepic, Guadalajara y México para reconstruir el proceso de redistribución ds la propiedad terri­torial no sólo quise verificar o matizar el bien fundado diagnós­tico de Jan Bazant (1971), sino que, acercándome a la realidad de una pequeña región traté de contestar a la pregunta siguien­te: ¿Qué tan afectados resultaron los pueblos indígenas por este proceso? En la medida en que se le pueda dar contestación a la pregunta, se averiguará, en el caso de Tepic por lo menos, la validez de la afirmación según la cual las leyes de Reforma provocaron o aceleraron el despojo de los pueblos. De manera más precisa, se aclarará la relación entre la ley de desamorti­zación y el levantamiento de Manuel Lozada.

No se trata de estudiar la ley de junio de 1856 desde un punto de vista jurídico; tampoco de ponderar sus implicacio­nes en el plan de la teoría política, ni su significado en el conflicto que opuso al Estado y a la Iglesia, ni siquiera las fina­lidades perseguidas por legisladores federales y gobernantes de

Jalisco. Se pretende hacer un estudio concreto de caso, como lo hizo para el valle de Oaxaca Charles R. Berry (1970).

Las fuentes utilizadas limitan el valor de la argumentación. En efecto, la investigación no ha sido exhaustiva, y las cifras presentadas no alcanzan toda la realidad. Esa limitación se debe por un lado al estado de la documentación, y, por el otro, a la imposibilidad de consagrar más tiempo (ya se le dedicó bastante) a la búsqueda de más documentación. Trabajé en el Archivo General de la Nación, en varios ramos3; en el Archivo Histórico del Estado de Jalisco, en el Archivo del Congreso del Estado de Jalisco, en los Archivos de la Mitra y del Ayunta­miento de Guadalajara; en Tepic, en el Archivo Histórico del Ayuntamiento, en el Archivo Parroquial, en el Archivo de Notarías4, en el Registro Público de la Propiedad. Hace falta revisar los archivos parroquiales de Ahuacatlán, Compostela, Ixtlán, Jalisco, Santiago Ixcuintla (algo se vio en la Mitra de Guadalajara) y los archivos municipales de los mismos lugares, si es que existen.

Los archivos de Guadalajara y Tepic proporcionaron la información más importante, en cuanto a datos estadísticos. En el Archivo Histórico de Jalisco, son tres los documentos básicos, por orden de importancia:

- AHJ - H 857. Parte de los escribanos por fincas desamor­tizadas 1856-1857. Tepic, 15 de diciembre de 1857, escribano Vicente González.

- AHJ - H 850-56. Desamortización. Tepic, Escribano Vi­cente González.

- AHJ - H 861 Cuentas de los Cantones. Desamortización, redención de capital, cancelación y otorgamiento de escrituras, capellanías.

El documento fundamental en esta serie es el AHJ - H857 que relata 199 actas para el Séptimo Cantón.

Se presenta en forma de cuadro de la manera siguiente:

Meses Años Fecha Nombres de los A favor Valores Determinación delque otorgan instrumento

Enero 57 8 Síndico de D. Trinidad 400 potrero enSantiago Cruz Santiago

No especifica a quien se refiere el “instrumento” (corpo­ración eclesiástica, ayuntamiento, cofradía, comunidad, hos­pital, escuela), ni su nombre cuando se trata de un rancho o de un potrero, ni su situación geográfica precisa.

En Tepic, los protocolos de los notarios y el Registro Público de la Propiedad resultaron sumamente importantes. En los libros notariales se encuentran las escrituras que per­mitieron la elaboración del documento AHJ - H 857 por D. Vicente González. Sus colegas Ignacio Cruz, Eusebio Fernán­dez, Francisco Pesquera y Francisco Fernández mandaron seguramente a Guadalajara sus “Noticias” respectivas, para cumplir con la circular del 21 de noviembre de 1857, pero no las encontré. Por cierto, la notaría de Vicente González era la más importante y registró más del 66% de las fincas rústicas y urba­nas desamortizadas. Los protocolos dan siempre el nombre de las fincas rústicas, la situación de las casas de los solares y per­miten, muchas veces, conocer la historia de las fincas importantes.

El Registro Público de la Propiedad da los linderos de las fincas rústicas y sus antecedentes. Sería la fuente perfecta si mencionamos todos los terrenos desamortizados, pero no es el caso, pues su finalidad era otra.

Protocolos y Registro precisan el origen de las fincas (cor­poración eclesiástica o civil) y esa aportación resulta decisiva. Los protocolos de 1856-1857 tienen al margen anotaciones de1858 y 1861 que permiten conocer la historia ulterior de las fincas: restitución al clero, luego cancelación, redención de capital, denuncia, confirmación o nueva adjudicación.

Todas estas fuentes destacan lo ocurrido en el municipio de Tepic. Fuera de Ixtlán, no puedo decir lo que ha pasado exacta­mente en los otros municipios5. Es una de las limitaciones del estudio, aunque para la problemática lozadeña sea esto secun­dario, ya que los pueblos de Lozada (San Luis, San Andrés Pochotitan, San Juan Bautista Atonalisco) pertenecían al mu­nicipio de Tepic.

La ley y su aplicaciónLa ley de desamortización de corporaciones civiles y reli­

giosas, o Ley Lerdo, del 25 de junio de 1856, incapacitó a las corporaciones civiles y eclesiásticas para adquirir o administrar propiedades raíces, y “considerando que uno de los mayores obstáculos para la prosperidad y engrandecimiento de la nación es la falta de movimiento o libre circulación de una gran parte de la propiedad raíz”, el presidente Comonfort decretó la enajenación de todas las fincas urbanas y rústicas de las cor­poraciones; debían adjudicarse a los arrendatarios, o, si los arrendatarios no las adquirían, o si no estaban rentadas, debían adjudicarse al mejor postor (Labastida: 3-13).

Las corporaciones afectadas por la ley fueron principal­mente los ayuntamientos, la Iglesia y las que se consideraron dependientes de estas corporaciones, tuvieran o no existencia legal. Aquí advertimos la complejidad del asunto, pues se inclu­yeron hospitales y escuelas dependientes tanto de la Iglesia como de los ayuntamientos o de las comunidades indígenas que habían sido disueltas una y otra vez a partir de 1821 pero que, aun careciendo de existencia legal, no dejaban de existir,/Los bienes de estas “inexistentes” comunidades los administraban en Jalisco los ayuntamientos; por lo cual habían caído en la tentación general de considerarlos como suyos, lo que resulta jurídicamente incorrecto5. Otra institución no nos interesa aquí por no aparecer en la desamortización en Tepic: las capella­nías. Además, si bien se trataba de un negocio pingüe, no afectó a los pueblos. Las cofradías pertenecían a la misma diversidad ya que, pese a su ropaje eclesiástioo o religioso, podían ser eclesiásticas de hecho, civiles de hecho, o mixtas. Civiles de hecho cuando eran fundadas por particulares, gremios o comu­nidades para mantener un hospital o una escuela. En este caso las administraba un mayordomo que no tenía el reconoci­miento oficial de la Iglesia, aunque la cofradía afectara ciertos aspectos del culto religioso. Las cofradías se convirtieron en eclesiásticas cuando el ciero triunfó en su empuje permanente por controlar su dirección y el uso de sus fondos. Este fue el caso de las cofradías de la parroquia de Tepic, y apenas vale la pena señalar que fueron rápidamente sometidas a una legisla­

ción específica que afectó a otras cofradías que no eran estric­tamente eclesiásticas7.

En Tepic, no solamente las cofradías eran indiscutible­mente eclesiásticas (casi no tenían cofrades y el mayordomo único presentaba las cuentas al cura de la parroquia), sino que eran casi los únicos bienes de la Iglesia: el convento franciscano de la Santa Cruz no tenía fincas y vivía modestamente de lega­dos y limosnas (López González 1981:11)8. Por eso las cofradías fueron desamortizadas en seguida, en 1856.

Sin embargo, los gobernantes encontraron algunos obstá­culos. Así, el gobierno de Jalisco pidió en septiembre una sus­pensión por 6 meses de los efectos de la ley de junio para la enajenación de las fincas rústicas de los municipios9. Las auto­ridades municipales se toparon con problemas muy concretos. José Parra González, alcalde de Ixtlán, escribe el 19 de agosto de 1856 que, primero, los síndicos trabajan y no pueden pasar “a autorizar las ventas que se hagan en la cabecera del partido”, segundo, los pobres que tienen un “pedazo de solar por el que pagan dos reales anuales ¿tendrán también que hacer el viaje y pagar la escritura?”. Concluye que no vale la pena10.

La actitud de las autoridades eclesiásticas, si bien fue un problema, no llegó a ser un obstáculo mayor, tanto más que tardó en definirse negativamente; parece que hasta fines de septiembre no hubo oposición de la Mitra de Guadalajara. Así, unas escrituras del 17 de octubre de 1856 certifican que la se­ñora Dolores Ornelas de Padrón está debidamente autorizada por el obispo Pedro Espinoza, el 23 de septiembre de 1856, a comprar el medio potrero Tecuitasco (78 hectáreas) que arren­daba a las Cofradías Unidas de la parroquia de Tepic. Félix y Gregorio Patrón tienen la misma autorización para comprar la otra mitad11. Pascual García, Rafael García, Miguel García Vargas, Tomás Dix, Antonia Hernández de Hernández, Carlos Rivas... gozan de las mismas facilidades12. Según el acta, “el Sr. Cura adjudicó 4 ranchos en favor de J. Antonio Aguirre con autorización del Sr. obispo en fecha del 22 de septiembre”13. Conviene señalar que el obispo Espinoza conocía personal­mente a todas las familias de Tepic.

El cambio ocurre en Tepic entre el 17 y el 25 de octubre de 1856. El día 25 la Señora Gabriela Lascano de Castaños de-

niincia 11 ranchos de las cofradías, arrendadas en 197 pesos 75 centavos (o sea un capital de 3 295 pesos). Pero el cura Ignacio Castro afirma no tener la autorización del obispo y repite la protesta del prelado del 21 de julio.. Notemos que dicha pro­testa se elevó un mes antes de las autorizaciones dadas por el obispo. El protocolo nos precisa que para esta fecha el cura había retirado los libros de las cofradías al administrador José Acebo14.

¿Qué significa eso? ¿una hostilidad de la Iglesia contra la familia Castaños, por ser los “juniors” liberales militantes, amigos del gobernador don Santos Degollado? o bien ¿un cambio de línea que no tiene nada que ver con la situación local en Tepic? Obviamente el obispo de Guadalajara tardó en tomar una posición definitiva y negativa. Precedentes como la consolidación de vales reales en 1805-1809 (Hamnet, 1969; Lavrín, 1973), y la desamortización de 1833 habían preparado a los clérigos para definirse frente a este tipo de leyes. El obispo de Michoacán, Clemente Munguía, tomando en cuenta esos antecedentes y los sucesos europeos, había elaborado, años antes de la Reforma, un proyecto para la desamortización voluntaria de los bienes del clero y había soñado con invertir ese capital en la construcción de ferrocarriles y de vías navegables.

El obispo Espinoza había manifestado al Supremo Magis­trado de la Nación antes de que se publicara la ley: “jamás consentiré ni reconoceré las ventas que se hicieran por cual­quiera autoridad que no sea la eclesiástica Por eso en Guada­lajara, la Iglesia dio permiso de vender a los arrendatarios e inquilinos “que sufrirían gravísimos perjuicios en sus intereses al verse lanzados de las fincas que ocupan (...) Esto ha de ser sin considerar para nada las novísimas disposiciones civiles contra las cuales he protestado y que ni reconozco, ni reconoceré”. “Se venderá únicamente a los arrendatarios”, ya que para vender a los demás “necesitaría sujetarme al reglamento del 30 de julio que exige se pida autorización al gobierno civil, y esa autoriza­ción jamás la he de pedir ni consentir que otro la pida, eso importaría un reconocimiento de leyes contra las que he pro­testado y he de protestar en todo tiempo”15.

Así se entiende porqué, caso único en el país, las operacio­nes de desamortización, en 1856, en la diócesis de Guadalajara, fueron ventas convencionales o voluntarias de las corporacio­nes eclesiásticas (Bazant 1977:142).

Los colegas del obispo Espinoza no entendieron tal con­ducta y le llamaron la atención sobre el hecho de que parecía haber atendido a la ley de desamortización. A la carta del 17 de septiembre de Pedro Barajas, obispo de San Luis Potosí, y a la contestación del Delegado Apostólico a quien parecía “peli­grosa la venta de fincas piadosas en la presente ocasión”, el obispo Espinoza contestó tomando “medidas una después de otra con el objeto de disminuir las enajenaciones”. Luego sus­pendió toda venta y exclamó: “Líbreme Dios N.S. de ser el Judas del Apostolado. No quiero ser el escándalo de los demás ni que el C.S. Presidente ande diciendo a nadie que yo observo una ley anticatólica (...) Hoy a las 7 de la mañana escribí la circular “suspendiendo las ventas”16.

La decisión se tomó el 23 de septiembre. Por eso la Señora Gabriela Lascano de Castaños recibió una contestación nega­tiva el 25 de octubre.

Quizá la oposición de los prelados se deba más a los acon­tecimientos de Puebla, a la confiscación de bienes eclesiásticos para castigar la supuesta simpatía del clero poblano con los re­beldes conservadores y a la supresión del convento de San Francisco en la ciudad de México el 16 de septiembre de 1856. Eso ya no era desamortización sino nacionalización y los obispos temieron un doble juego de parte del gobierno.

El hecho es que el cura de Tepic dejó de aparecer en las actas y que lo sustituyó el jefe político Camilo Gómez, quien actuó a nombre de las cofradías según lo preveía la ley.

La desamortización en cifras

Él documento oficial elaborado por el notario Vicente González sintetiza 199 casos de desamortización en el cantón de Tepic, de los cuales 146 en el municipio. Sumándole la infor­mación transmitida el 22 de septiembre de 1856 por el juzgado de la. instancia de Ahuacatlán al mismo Vicente González17, se llega a 242 actas y a un total de 117 264 pesos.

Tepic Jalisco Compostela SantiagoIxcuintla

IxtlánAhuacatlán

Total

No. de Actas 146 42 2 22 30 2421

Valor 93 654 6 3002 9 310 4 0002 4 0002 117 264 pesos

Solares y casas1 114=10 561$ 35=1 562$ 0 19=900$ 32=1 130$

Terrenos1 44=83 093$ 7=4 738$ 3 9=3 100$ 7=2 870$

De cofradías 40 terrenos y 5 casas

7 terrenos y 1 casa 3 ? V

De ayuntamiento 4 terrenos 109 solares

y casas

34 solares y casitas 0 ?

32 solares y casitas

1 No coinciden el total de actas (242) y el total de fincas urbanas y rústicas ya que una acta puede reunir una sola escritura: 11 ranchos, ó 3 potreros y 3 solares.

2 Aproximadamente ya que falta el valor para algunas fincas. El caso más notable es el de la hacienda la Cofradía para el partido de Ahuacatlán. Recuérdese que para este partido los datos van hasta el 22 de septiembre nada más.

3 No parecen haber existido cofradías en Santiago Ixcuintla y podemos suponer que todas las fincas dependían del ayuntamiento. En Ahuacatlán Ixtlán había cofradías. Tanto para Santiago como para Ahuacatlán no se puede aclarar si los terrenos pertenecían o no a comunidades indígenas. Hay muchos índices que permiten pensar que los dos ayuntamientos manejaban terrenos que pertenecían a las “extinguidas repúblicas de Indios”.

Aunque, según nuestros datos, el 80% del valor de las desa­mortizaciones se dan en Tepic, no podemos afirmar el predominio absoluto de esta ciudad, por ser sumamente in­completos los testimonios de Compostela y por faltar los de San Blas.

Llama la atención el gran número de fincas urbanas y su poco valor: 200 suman 14 153 pesos, osea 13.2% del valor total, mientras que 70 terrenos (concentrados en 42 actas) suman 103111 pesos, o sea el 86.8% del total.

Lo incompleto de los datos de otros municipios limita la elaboración estadística de la desamortización en Tepic. Los 104 solares y casas suman 10 561 pesos y los 44 terrenos 83 093 pe­sos, o sea 88.70% del valor total.

Solares y casas valen de 2 a 2 000, pero 5 representan 5 000 pesos, o sea la mitad del valor de las fincas urbanas. Los 99 restantes suman 5 561 pesos, o sea un valor medio de 56.17 pesos (fuera de Tepic son muchas las fincas urbanas que valen 2, 3 y 4 pesos).

Los terrenos valen de 100 a 9000 pesos.

Valor por unidad número Valor total %

+ 1 000 pesos 21 terrenos 71,842 86.40

-1 000 pesos 23 terrenos 12,251 13.60

Total 44 « 83,093 100

Las compras superiores a 1 000 pesos se desglosan así:

1001 a 2 000 pesos 112001 a 5 000 pesos 85001 a 9 000 pesos 2

Parece ser una cuestión de terminología: un rancho es algo sumamente elástico: vale de 250 a 6 000 pesos.

En cuanto a la cronología de las actas, casi todo se hizo entre septiembre y octubre, y, en el municipio de Tepic, entre el 15 de septiembre y el lo. de noviembre, o sea 45 días. Limitán­

donos a las 199 actas notificadas por Vicente González en el do­cumento de diciembre de 1857, encontramos:

Septiembre 68 actasOctubre 100Noviembre 27 Diciembre 0 Enero de 1857 4

Total 199

Entre el 11 de septiembre y el 15 de octubre de 1856 casi todas las fincas pertenecientes a las cofradías se desamortizaron. En1859 y en 1861 quedaba muy poco por denunciar18.

Sumando la información de las diversas fuentes se puede presentar el cuadro de los compradores de fincas de un valor casi siempre superior a 500 pesos. Los otros no se tomaron la molestia de recurrir al notario.

Nominalmente se trata de 51 personas, pero los 3 Casta­ños, los 5 Garcías y los 6 Rivas forman familias muy unidas que se pueden considerar como personas colectivas, de tal manera que son 40 los desamortizadores. La desamortización alcanza, según esta elaboración, 152 980 pesos (excluyendo los “bienes” de menos de 500 pesos que no pueden representar más del 10% del total). Esa cifra le daría al Séptimo Cantón un lugar bas­tante importante en la desamortización. Según el propio ministro, de julio de 1856 a enero de 1857, se desamortizó un valor total de 23 millones de pesos, de los cuales 13 en el dis­trito de México; 2.6 en Puebla; 1.7 en Veracruz; 1.3 en Gua- najuato; 936 000 en Michoacán y 820 000 en Jalisco. Según estos datos, resulta que en el Séptimo Cantón se desamortizó cerca del 19% del valor total de Jalisco, lo que representa una pro­porción bastante alta. No me atrevo a defender tal porcentaje porque parece evidente que la Memoria de Lerdo de 1957 está plagada de errores y peca de omisiones. En las páginas 314-324, dedicadas a Jalisco, aparece apenas la décima parte de lo desa­mortizado en el Séptimo Cantón: 16 000 pesos nada más. Lo de Ixtlán viene completo, pero en Tepic se reportan solamente dos

operaciones. En estas condiciones hay que desconfiar y decir a los historiadores que deben dejar de concederle gran validez a la citada Memoria. Las cifras de Jalisco se limitan práctica­mente a las de Guadalajara y para los cantones sería necesario una investigación.

CUADRO 2

LA DESAMORTIZACION EN EL SEPTIMO CANTON (fincas de más de 500 pesos)

Nombre valor

José Acebo

J. A. Aguirre

Miguel Audelo

Barron y Forbes

Dolores Bisarron

Josefa Bonilla

Castaños (3 personas)

Teodoro Ceceña

J. L. Corona

Ramón Corona

Pioquinto Cruz

Juan del Cueto

Feliciano Custodio

Nep. Espinosa

Antonio Flores

Paulino Flores

Cas. Flores de Pauquinot

675

10300

8(>6.

5000

500

1 166

8 250

2 583

8 150

6 750

1 200

8 804*

666

4 800

433

1 330

4 650

1 rancho

7 ranchos

1 rancho

2 solares, I casaI terreno, 4 potreros

13 ranchos, 8 terrenos1 casa

2 potreros

6 solares y ejidos2 potreros2 haciendas solares

rancho El Armadillo

terreno

terreno

rancho

Cofradías Tepic (C.T.)

C.T.

C.T.

C.T.

C.T.

C.T.

C.T.

Ayunt. Tepic C. Tepic C. Compostela Ayunt. Jalisco

C.T. (1861)

En Jalisco

C.T.

C.T.

C.T.

rancho

ranchos y 6 solares C.T. y

Ayunt. Tepic

(*) 9,466 pesos “por unos terrenos”, p. 316, Memoria Lerdo.

Nombre valor "instrumento " origen

Garcías (6 personas) 20 394 3 potreros, 3 ranchos, C.T.terrenos, casa C.T.casa solares Ay. T.terrenos Jaliscoejidos Ay. T.

Fr. Hernández I 000 potrero Santiago Ix.

3 ranchos C.T.

Ma. A ta Hdz. de Hdz. 10 670 solares Ay. Tepicsolares Ay. Jalisco

Jasero, Hnos. 500 terreno C.T.

López, Juan 3 600 2 haciendas a mitadcon J.L. Corona C. Composteli

Cay. Madrigal 1 583 6 ranchos C.T.600 6 solares Ay. t.

Ing: Madrigal 416

Mastiarena, Joaq. 1 666 terreno

Basilio Méndez 433 rancho C.T.

H. Miramontes 5 982 rancho, potreros C.T.solar Ay. T.

M. Partida 1 166 potrero En el partidoAhuacatlàn.

Patrón (3 personas) 4 400 rancho C.T.

N. Pisón 584 potrero C.T.

N. Ramírez 1216 4 terrenos, en el partido <3 solares Ahuacatlàn.

J. Reza 1 108 potrero C.T.

Rivas (5 personas) 10 185 5 ranchos, una finca C .T .ysolares C. Compostel

Ay. T.S. Santoyo 366

J. Santoyo 500

C. Solis 850 solar Ay. T.

D. Trasloceros 4 200 terrenoA. Urbina 838 potrero en Jalisco

I. Vejar 850 terreno C.T.

E. Weber 8 666 5 ranchos C.T.

NOTA

(compras de 1861, después de la cancelación de las adjudicaciones de 1856 a favor de los Rivas) (sin contar las operaciones de 1861) T o t a l : 152,980 pesos

La segunda lista, nominal también, presenta las operacio­nes superiores a 2,500 pesos (Ver Cuadro 3).

CUADRO 3

Valor en pesos N o m b r e % T o t a l

1. 20,394 los Garcías (CV) + 13,33

2. 10,670 Ma. Aa. Hdz. de Hdz. 6,97

3. 10,300 J.A. Aguirre (español) 6,80

4. 10,185 los Rivas (6) (CV) 6,65

5. 8,804 Juan del Cueto (español) 5,75

6. 8,250 los Castaños (3) (CN) 5,45

7. 8,150 J.L. Corona (criollo) 5,39

8. 5,982 Hilario Miramontes 3,90

9. 5,000 Barrón y Forbes (anglo-americano)

3,30

10. 4,800 Nep. Espinosa (CV) 3,13

11. 4,650 Ca Flores de Pauquinot 3,10

12. 4,400 Patrón (3) (CV) 2,90

13. 3,600 Juan López (CV) 2,35

14. 2,583 Teodoro Ceceña 1,65

Total 104,168

(+) CV- criollo viejo. CN- criollo nuevo, según la nomenclatura de Andrés Molina Enríquez.

Unas 14 personas (el 32%) adquieren fincas por un valor de 104 168 pesos (el 68%); pero la concentración es mayor todavía, ya que los 7 primeros, los de más de 8 000 pesos suman 76 653 pesos (el 50%) (19).

Los 4 primeros (+10 000$) = 51 549 $ = 33,70% (1)Los 3 siguientes 2 = 25 204 $ = 16,30% (2)Los 6 siguientes 3 = 28 432 $ = 18.00% (3)Los 27 siguientes 4 = 32.00% (4)

Eso confirma que en el Séptimo Cantón, como en toda la República, la desamortización no logró fomentar la pequeña propiedad rústica. Los terratenientes confirman su posición y los comerciantes siguen invirtiendo en tierras.

¿Quiénes son estos peces gordos? Terratenientes o comer­ciantes, comerciantes y terratenientes, son frecuentemente fun­cionarios y políticos, con excepción de los extranjeros Aguirre, Barron y Forbes. Forman la élite local, recientemente dividida por la rivalidad que enfrentó al difunto José María Castaños, comerciante e industrial español y a Eustaquio Barron. La gran mayoría pertenece a la categoría de los “criollos viejos”, muy viejos como las gloriosas familias Espinoza, García y Patrón, familias novogaláicas que sueñan en la época virreinal en el occidente. Los Espinosa son “españoles, nobles y cristianos viejos” según la información de limpieza de sangre del 5 de enero de 1803; emparentados con los condes de Miravalle, con los Dávalos, con los Espinosa de los Monteros. El linaje se liga al del conquistador Juan Hernández de Hijar, a los Acevedos, a los Pugas, todos vecinos principales de Tepic (Dávila Garibi, 1966:799;809). El Obispo de Guadalajara en la épóca que nos interesa, Pedro Espinoza, pertenece a esta vieja familia; los García Espinoza pertenecen al mismo grupo, el coronel Eduar­do García, fusilado en la asonada de Tepic (1824), era sobrino de Iturbide.

Sin gozar de tan glorioso pasado, la familia Rivas tiene una buena posición socio-económica y un papel político en Tepic desde la segunda mitad del siglo XVIII. Dan varios subdelega­dos y jefes políticos. Los encontraremos al lado de Manuel Lozada de 1858 en adelante; conservadores, luego imperia­listas, serán capaces de conservar su posición sin problemas.

Juan del Cueto es alcalde a la caída de Santa Anna.Los hijos Castaños abrazan la causa liberal con entusiasmo

y las victorias de Lozada los exiliarán. José Loreto Corona, tío del gran adversario de Lozada, Ramón Corona, futuro gene­ral, futuro gobernador de Jalisco, es oriundo de Zacoalco. Comerciante y terrateniente, es un liberal moderado, capaz en un momento dado de ser reconocido como jefe político por los dos bandos.

Toda esta gente está emparentada. Don José María Casta­ños es Castaños Aguirre. Los Rivas se casan con los Fletes, los Retes, los Vargas, los Jiménez, los García, los Mercado, los Peña y las mujeres atraviesan las fronteras políticas. Lina Rivas es esposa de Bonifacio Peña, jefe político liberal en 1856 que perdiera la vida luchando contra Lozada y sus cuñados Rivas. Esos clanes son muy extensos: cuando Espiridión Rivas muere en 1869 deja a su viuda Isabel García de Rivas con 11 hijos20.

Es notable el hecho de que todos, o casi todos estos desa- mortizadores de las fincas rústicas de las cofradías, fueran arrendatarios de dichos terrenos en 1850 y, generalmente, desde hacía muchos años: Ildefonso Rivas aparece como arrendatario en 1820.

Este hecho desdice, en Tepic por lo menos, dos afirmacio­nes de la historiografía clásica de la Reforma: l)que los arren­datarios eran “en su mayoría mestizos e indígenas de escasos recursos”, y 2) que fueron los “criollos nuevos” los beneficia­rios exclusivos de la desamortización (Molina Enríquez, 1953:36)

Una última observación sobre estos personajes: la casa Barron y Forbes está prácticamente ausente en las operaciones de desamortización en Tepic. Gasta 5 000 pesos, la mitad en lincas urbanas. Cantidad sorprendentemente baja, si se piensa en el poder económico21 de la compañía, pero su ausencia en Tepic se explica fácilmente. Por un lado, en este momento preciso tiene un pleito con el gobierno de Jalisco y el poder político en Tepic está en manos de sus adversarios; por el otro, don Eustaquio tiene negocios mucho más importantes en México donde está en contacto con gente como el Lic. Lafragua o Manuel Payno. Tiene una gran responsabilidad en la ruptura de relaciones diplomáticas por parte de Inglaterra y en el consiguiente bloqueo naval. Socio en sus negocios con los Escandón, va a ser de los grandes desamortizadores en la ciudad de México. Allá se trabaja a otra escala: 500 000 en lugar de 5 000 pesos (Bazant 157-160).

¿Cuáles son los “bienes” desamortizados?

Por incompleta que sea la información, se puede estimar que las fincas eclesiásticas representan cerca del 90% del valor de las operaciones (en el Cuadro 1, para Tepic, 83 000 pesos de un total de 93 654). Las fincas de los ayuntamientos, o adminis­tradas por los mismos alcanzan el 10%. No hay evidencia docu­mental de que alguna comunidad indígena haya sido afectada por la desamortización en el Séptimo Cantón.

Después de apuntar todos los topónimos mencionados en los archivos, se hizo el intento de situarlos sobre los mapas elaborados después de 1880 y antes de 191022. Esa tarea se fa­cilitó gracias a la existencia de un documento muy valioso, la visita que hizo el obispo de Guadalajara, Pedro Espinoza, a su patria chica en 185423. En este libro de visita se encuentra la historia de las cofradías de Tepic, la descripción de sus posesio­nes y de los linderos, los contratos de arrendamiento (con la familia Rivas por ejemplo) y de venta (con José María Casta­ños, para su fábrica textil en Bellavista), los conflictos con los pueblos indígenas, y con las haciendas, también.

La cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, fundada en 1744, no era muy rica. El documento sitúa sus ranchos en la jurisdicción de San Blas pero no precisa su superficie. Contaba

en 1854 con 370 reses, 23 yeguas, 17 caballos, 8 bueyes de arado. En Tepic tenía dos casas. En 1833 el mayordomo Agus­tín García aprovechó el decreto de desamortización para de­nunciarla como mano muerta. En 1834 el decreto fue derogado y tuvo que devolver todo, lo que hizo (pero se quedó con 76 cabezas de ganado).

Las cofradías unidas del Smo. Sacramento, de la Purísima Concepción y de las Animas Benditas, fundadas entre 1611 y 1667, eran mucho más ricas, por su antigüedad misma, y por ser de la parroquia de Tepic. Sus 12 fincas rústicas rebasaban los 8 sitios de ganado mayor, o sea las 14 200 hectáreas. Como se puede ver en el mapa, se encontraban en el valle de Tepic, cerca de la ciudad situada al centro de las mejores tierras del Valle de Matlatipac, ricas dos veces, por la excelencia de sus suelos y por la abundancia de aguas, ríos y manantiales que aún hoy permiten el riego permanente.

En efecto, en la parte media del entonces Séptimo Cantón se encuentran varios valles intermontañosos de gran fertilidad. Entre los más importantes está el de Tepic, circundado por sierra y cerros. Sus 400 km 2 se benefician del río Tepic, o Molo­loa, o del Pueblo que nace cerca; y de muchos arroyos y manan­tiales: los ranchos de las cofradías y los arroyos llevan los mis­mos nombres, la Labor, Camichin, Armadillo, el Salto, Santa Rosa.

Contiguo al valle de Tepic, el valle de Compostela, o de Miravalles alcanza 160 km 2; los valles estrechos y encajonados de Ixtlán Ahuacatlán y Jala cubren 150 km2. En esos tres valles se concentraba en 1856 más del 80% de la población y de la riqueza; resulta comprensible que la desamortización se localizara en dichos valles. Los bienes de la Iglesia se concen­traban en la parte “útil” del cantón, donde las mejores tierras y las aguas arraigaron a los hombres. En el valle de Tepic las cofradías (14 200 hectáreas) ocupaban la tercera parte de la superficie a lo largo de los ríos, arroyos y caminos. Tal riqueza tenía que tentar a los hacendados y a los comerciantes, ya que - según se sabía- “sus terrenos son de los más feraces y hermosos del departamento. Cualquier porción de ellos es bastante para proporcionar al hombre trabajador e industrioso una cómoda subsistencia, y para deleitar su vida con la variedad de sus

aspectos, en que aparecen graciosa y sencillamente combinados los montes y valles, los bosques y las dehesas, los lagos, los ríos caudalosos y los riachuelos” (López Cotilla, 1843:132-133).

JJUff terrenos adjudicados (localizAdon ap ro x im a d a ]

cu rvA d* nivel

Por eso el viajero inglés, Basil Hall, pudo escribir en 1822:“Tepic, una bella ciudad, en medio de una llanura cultiva­

da se encuentra junto al centro de un valle formado por una cadena irregular de cerros volcánicos. Hileras de árboles, jar­dines y paseos aterrazados, entre las casas, todos bien cuida­dos y verdes por las aguas de un río que abraza a la ciudad por tres costados dan a ésta un aspecto muy animado” (Hall, 1922:11,189-190).

Las cofradías tenían varios pleitos de linderos con los pue­blos de San Juan B. Atonalisco, San Andrés Pochotitan y San Luis, algunos desde 1650, otros desde 175024, porque algunas posesiones se habían formado de supuestos “baldíos”. Las me­didas que se tomaron en varias ocasiones en el siglo XVII y en el siglo XVIII no solucionaron los conflictos. En otros casos los indios habían vendido a las cofradías (por lo menos eso afir­maban éstas) pero sus descendientes no se acordaban. Después de 1857, Manuel Lozada, jefe de los pueblos mencionados, daría nueva vida al asunto y los herederos de las difuntas cofradías tardarían más de 15 años en recuperar lo que conside­raban como suyo.

Las cofradías tenían también problemas de menor enver­gadura con arrendatarios y vecinos, principalmente con Fran­cisca García de Vargas, arrendataria del Guayabo y con Carlos Rivas, dueño de la hacienda de San Cayetano (un asunto de servidumbre de agua). Rivas arrendaba muchos terrenos de cofradía y no era difícil que surgieran desavenencias, pues según un testimonio de la época: “Todos los terrenos están divididos en muchas porciones y arrendadas estas a diferentes personas... lo módico de la cantidad que por algunos de ellos se pagan anualmente, comparados sus productos” se debe a la “antigüedad de muchos de estos arrendamientos”25.

Desde 1849 las cofradías tenían 2 buenas casas en Tepic cedidas por los propietarios que debían 6 425 pesos (3 000 de capital más réditos vencidos).

El obispo anota que estas cofradías, prácticamente, habían dejado de tener cofrades.

ConclusionesAunque la política nacional se agitó después de la desa­

mortización de 1856 con la ley del gobierno de Zuloaga y Miramón, que declaró sin efectos las adjudicaciones (1858) y el nuevo embate liberal (la nacionalización de 1859), lo que ocurrió en Tepic fue poca cosa; pues aunque el Séptimo Cantón escapó al control de los liberales, el breve interludio conserva­dor sólo favoreció la división en el seno de la élite local. Algu­nos liberales aprovecharon la victoria (efímera) para denun­ciar bienes adjudicados en 1856 y devueltos en 1858 a la Igle­sia: así José Loreto Corona quitó a Miguel García Vargas dos potreros que valían 4 000 pesos, y a Tomás Dix uno que valía 550 pesos. El general Ramón Corona heredó el rancho del Ar­madillo (6 750 pesos), previamente adjudicado a los García. Eduardo Weber, comerciante alemán, aliado a la familia López Portillo, denunció tres ranchos (5 666 pesos), adjudicado a los Rivas en 1856. Los Castaños también se beneficiaron de la victoria liberal.

Ahora bien, todos los adjudicatorios de 1856 eran arren­datarios. No hubo más que dos arrendatarios que no ejercie­ron su derecho de preferencia: Pedro Pérez, en el rancho de Borbollón (666 pesos) y el arrendatario del Sabino (1 330 pesos). En 1858 los ex-arrendatarios, nuevos propietarios, devolvieron al clero las fincas que habían pertenecido a las cofradías. No hay más excepción que la de los Castaños, ausen­tes de Tepic en esta época. Hasta José Loreto Corona se sometió a las circunstancias adversas. Por eso, en 1861, se pro ­ducen casos curiosos cuando generales chinacos, como A nto ­nio Rojas, pretenden despojar a liberales que tuvieron que pasar por la prueba de 1858. J .J. López y José Loreto Corona remataron las haciendas Embocadero y Chila de las cofradías de Compostela, en 1856. Las devolvieron en 1858. En 1861 An­tonio Rojas alegó que habían perdido todos sus derechos e hizo la denuncia; ofreció pagar 2/5 al contado si se le hacía una re­baja del 30%, pero no prosperó su tentativa porque Loreto Corona era el tío de Ramón Corona y llegó en ese momento a ser jefe político. Es más, no solamente conservó las haciendas, sino que se apoderó de algunas fincas de los García. Con excep­ción de sus operaciones y de las de Eugenio Weber (ver Cuadro

2), en perjuicio de los García y de los Rivas, no hubo modifi­cación de las operaciones de 1856. Se consideró, en la práctica, que los que habían devuelto en 1858, habían sufrido violencia, por lo cual tenían derecho a redimir según la ley de nacionali­zación del 12 de julio de 185926.

Además, en 1862 Manuel Lozada volvió a levantarse en armas y rápidamente desalojaba a los liberales del Séptimo Cantón, para beneficio de los Rivas, García etc... hasta 1873. Se puede pensar que los Corona, Castaños, Weber no gozaron mucho de estos adelantos últimos. La victoria no fue puro gozo para sus rivales, con excepción de los Rivas que tenían toda la confianza de Lozada: pronto los desamortizadores se dieron cuenta de que habían heredado los pleitGs que las cofradías tenían con los pueblos indígenas. Así, los beneficiarios de la desamortización tuvieron que enfrentar, por una parte, a la oposición contra las adjudicaciones de bienes eclesiásticos y, por otra, viejos pleitos con los mismos pueblos indígenas, cuando las autoridades dependían de Manuel Lozada, espe­ranza de “los pueblos” y encarnación de su fuerza militar.

Al final resurge la pregunta inicial: ¿existe una relación directa entre la desamortización y el levantamiento de Manuel Lozada?27. Directa, parece que no. Los pueblos que de veras se pueden decir lozadeños, San Andrés, San Juan Bautista Ato- nalisco, no habían sido afectados por la ley del 25 de junio de 1856. Sus agravios eran más antiguos, remontaban a la época de la colonia.

Con la independencia y los cambios jurídicos, con la desa­parición de las repúblicas de indios y de su autogobierno, con la imposibilidad nueva de seguir litigando con esperanza funda­da de tener éxito28, con la tutela de los ayuntamientos, con el reparto nunca terminado de los bienes de comunidad, los agravios se multiplicaron entre 1810 y 1850. Si las leyes de Re­forma, en Tepic por lo menos, no afectaron a los pueblos indígenas, la guerra entre liberales y conservadores, la desapa­rición de los poderes, la creación de un profundo vacío político proporcionó a “los pueblos”29 una oportunidad para recuperar lo perdido. Tanto más que de repente encontraron nuevos aliados tras una larga tem porada de soledad absoluta.

La desamortización no es causa inmediata del levanta­miento de Lozada, pero coloca a este último en una situación estratégica. La desamortización lleva al enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia, lo que proporciona a los conservadores una oportunidad inesperada de regresar al poder, aunque fuese al costo de la guerra civil. En este marco nacional que lo rebasa totalmente, Manuel Lozada encuentra también su oportuni­dad; los conservadores en Tepic van a hacer de él su brazo mili­tar, mientras que él utilizará ese poder para ajustar las cuentas que “los pueblos” tienen pendientes.

Simbólicamente Lozada deja de ser un bandolero el 21 de septiembre de 1857, cuando se levanta al grito de “Religión y Fueros”. Pero, fijémonos bien: grita “Religión y Fueros”, como se lo han dicho sus patrocinadores, pero ¿dónde da el primer golpe? Ataca y saquea las haciendas de Puga y Mojarras con las cuales su propia comunidad tenía pleito ancestral.

El “hombre cruel y sanguinario que no pertenecía a co­munión política alguna”30 “ha insurreccionado a los pueblos ofreciéndoles tierras, pues en Mojarras dijo al Administrador que continuaran los trabajos y que tan luego como viniera de una expedición se notaría a los linderos a que debían sujetarse. Valido de este medio que halaga tanto las inclinaciones de los indígenas, dentro de pocos días contará con una fuerza de 2 ó 3 000 hombres y algún día bien podría llegar a tomar la ciudad de Tepic”31. El comandante de la plaza de Tepic profetizó bien, pero esa es otra historia.

NOTAS

1 Agradezco a Andrés Lira y a Heriberto Moreno su lectura cuidadosa y crítica.

2 Ver Meyer (1969;1973 a y b; 1974; 1976; 1978; 1979 a y b; 1981 a y b).3 AGN, ramos Gobernación, Segundo Imperio, Hacienda, Ayuntamiento,

Junta para el mejoramiento de las clases menesterosas, Guerra.4 No había archivo de notarías en Tepic. Por fortuna me tocó rescatar algu­

nos libros de protocolos en 1978-1979 y, después de levantar un inventario, se entregaron al Archivo del Poder Judicial, en el Palacio de Gobierno de Tepic.

5 Tengo datos dispersos, encontrados casualmente en otras fuentes: cartas personales, solicitudes, quejas, correspondencia de políticos, Reforma Agraria... Para Ahuacatlán e Ixtlán tengo bastantes datos. Para Compos- tela y Jalisco, no debería ser difícil la investigación para Don Salvador Gutiérrez Contreras y para el Lic. Pedro López.

6 Estoy trabajando el tema.

7 Leyes sobre cofradías 20 de diciembre 1856; 5 septiembre 1859; gobierno de Jalisco circular 29, 17 de mayo de 1861; decreto del 25 de septiembre de 1861 y reglamento del 12 de noviembre de 1861.

8 BEJ- Manuscritos 45-2 sin pág. Testamento Agustín Acevedo 1799.9 AHJ-H850-56 circular del 29 de septiembre de 1856.10 El gobierno federal le da la razón, publicando la circular del 9 de octubre de

1856, sobre los bienes de menos de 200 pesos.11 AIPT, Vicente González 1856-3 f 724; AAG libro de registrados y de go­

bierno de Pedro Espinosa, No. 1, ff 82-88.12 AIPT, Vicente González 1856-3 ff 938-41; 944-51; 999-1003; 1027-1033;

1038; 1048-1054.13 AIPT, Ignacio Cruz y Francisco Pintado 1856-59, n 6, ff 167-180 ( 9 000

pesos); n 7 ff 190-98, Casimira Flores de P. (4 000 pesos).14 AIPT, Vicente González 1856-3, ff 876-887.15 AAG Libro de Borradores. Pedro Espinosa. Y BEJ Manuscritos 67-3 Pedro

Espinosa al cura de Zacatecas, 8 de septiembre de 1856.16 BEJ Manuscritos 67-3 Carta de P. Espinosa a P. Barajas, 23 de septiembre

de 1856. Texto de la Circular en AAG Libro de Borradores, Pedro Espino­sa. Hoja sin fecha, borrador de la circular a ios Curas. En los tomos 67 y 166 de los Manuscritos de la BEJ está la correspondencia del obispo Espi­nosa con el Presidente Comonfort, con las autoridades de Jalisco, con los otros obispos. Hay copias de documentos españoles e italianos de la misma época que manifiestan la atención con la cual el obispo seguía el conflicto entre la Iglesia y el Estado en el mundo.

17 AHJ-H850-56 Desamortización Tepic. Noticia al periódico. Falta la información para la temporada del 22 de septiembre en adelante. No he encontrado en los protocolos de Tepic mención de las ventas del partido de Ahuacatlán. No he tenido tiempo de buscar si había notario en Ahuacatlán o si la gente del lugar iba a Guadalajara.

18 AHJ-H 861.19 Todos los porcentajes son aproximados.20 Banco de datos biográficos elaborados a partir de todos mis ficheros.21 Meyer (1981 a)22 La colección se encuentra en la espléndida mapoteca del Observatorio

Nacional. Investigación hecha en 1973 gracias a Alicia Hernández, Enrique Florescano y José Antonio Rojas.

23 AAG 1853 libro 3o Visitas - Aranda.AIPG Tierras 1-4 ff 186-330 “Testimonio integro de los títulos (...) de las cofradías del pueblo de Tepic ” 1765.

24 Los hemos encontrado en A1GP, Libros ele Gobierno 2, 9, 10, 37, 44 y en Tierras y Aguas; en el Archivo Judicial de la Audiencia de Nueva Galicia, catalogado por Eric Van Youngy, para San Juan B. Atonalisco, una parte en el archiv o de Don José Ramírez Flores, otra parte en A1GP Tierras 82 exp. 30 (1755).

25 A AG 1853 libro 3o Visitas - Aranda.26 AHJ - H 861 Bienes de! Estado, febrero 1861, Tepic, Luis Rendón, Anto­

nio Rojas. 5 de febrero 1861.1 1 de abril 1861 Administración Rentas Tepic. Redenciones. 14 de abril 1861 Trinidad Ramírez, comandante de escuadrón. Ramírez denuncia la hacienda de Cofradía, adjudicada al arrendatario. Encarnación Jiménez, devuelta en 1858 al clero. En margen al ocurso contra la negativa del re­ceptor de rentas, el Gobernador Ogazón escribe: “se le concede”.

27 Molina Enriquez. ( 1953: 36,37) escribe: “De pronto la circunstancia de que la forma natural de la desamortización era la conversión de los derechos de l os arrendatarios v denunciantes en derechos de propietarios, no les permi­tió (a los mestizos) ver que la propiedad comunal de los pueblos indígenas era también desamortizable; pero tan luego que se dieron cuenta de ello, trataron de desamortizarla, con tanto más empeño que era mucho más fácil de ser desamortizada que la de la Iglesia, porque de seguro la defenderían menos los indígenas en su estado habitual de ignorancia y de miseria. Algu­nos pueblos comenzaron a ser despojados ya, y los demás amenazados de igual despojo, se levantaron en armas promoviendo los disturbios de Mi- choacán. Querétaro. Veracruz y Puebla, que dieron motivo a una circular lírica del Gobierno, que nada remedió. Pero como de todos modos esos dis­turbios detuvieron a los mestizos en su espíritu desamortizador.. .”

28 AIPG. libros de Gobierno y Tierras y Aguas. Eric Van Young lo afirma de manera categórica (1978:680); William Taylor dice lo mismo en su clásico Land lord and peasant in colonial México.

29 “Los pueblos”, ¿qué cubre ese colectivo?. Hasta la fecha no lo puedo decir a ciencia cierta. Desde luego, no son todos los pueblos, o sea, las extingui­das repúblicas de indios, las llamadas comunidades indígenas. Nunca tuvie­ron tal unión. Tampoco se trata de todos los habitantes de estos pueblos. Cuando Lozada habla en nombre de “los Pueblos Unidos”, habla de unos pocos pueblos casi unánimes, más otros pueblos controlados por un grupo, mayoritario o no, más otros pueblos subyugados por la fuerza política o militar. Tal coalición es precaria y no puede sobrevivir a la derrota. La dificultad para elucidar el concepto de “los pueblos” es uno de los puntos más inquietantes para el historiador.

30 Zamacois XV-646.31 Archivo Histórico de la Defensa Nacional. 5439, carta del comandante de

la plaza de Tepic, 24 de septiembre de 1857.

AAG: Archivo del Arzobispado de Guadalajara.AGN: Archivo General de la Nación, México.AHJ: Archivo Histórico del Estado de Jalisco.AIPG: Archivo de Instrumentos Públicos de Guadalajara.AIPT: Archivo de Instrumentos Públicos, Tepic.BEJ: Biblioteca Pública del Estado de Jalisco.RPP: Registro Público de la Propiedad (Tepic).

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