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La tradición Barbara en contraposición contra la teoría crítica de Samuel Beckuett y también menciona a la bobina que fue la hija de Sancho Arias.
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“Esperando a los Bárbaros”
Esperando a los bárbaros, es una novela corta de John Maxwell Coetzee, que trata diversos
temas relacionados con el imperialismo, la sexualidad, la justicia, la madurez y claro, la
relación con el estado salvaje de los llamados Bárbaros. La novela relata la historia de un
pueblo, a través de los ojos de su magistrado, que hace parte de un imperio. Los
funcionarios del imperio están en pos de ahuyentar a los bárbaros de las fronteras, y evitar
sus posibles “ataques”. El conflicto principal se desarrolla alrededor de las angustias y
paranoia del pueblo por verse atacado por una fuerza que “no pueda controlar”. Sin
embargo, en la narración se hace explícito el hecho de que los bárbaros nunca representaron
un verdadero peligro, hasta que la campaña militar ataca a este grupo humano.
El narrador, un magistrado de una fortaleza fronteriza, nos cuenta el recorrido que padece
hacia su propio destierro físico e interior. Toda la novela es precisamente eso, el
desplazamiento emocional de este personaje dentro de una la serie de eventos en los que se
ve, forzosamente, participante. En la novela, existen por lo menos dos experiencias
emocionales dentro del mundo ficcional que, difícilmente, el lector puede dejar de lado: el
odio que le va generando el general Joll al Magistrado y la culpa que le obliga a proteger a
la mujer indígena con la que mantendrá una extraña relación íntima. La primera se
va construyendo en ese miserable pero indetenible proceso que lleva al coronel Joll a la
fortaleza regentada por el Magistrado: aniquilar a los bárbaros (que no existen) para que
dejen de ser una amenaza para el imperio. Este viaje de conocimiento comienza desde la
simple indiferencia hasta el descubrimiento de la más temible maldad en un hombre. El
coronel Joll llega a la fortaleza con el obstinado prejuicio de que los nativos son bárbaros,
que son peligrosos, que son una amenaza para el imperio y que, por tanto, debe hacerse
cualquier cosa por anular tales probables intenciones. El segundo, queda plenamente
desarrollado en ese proceso de lenta aceptación de la muchacha indígena, pero más aún, en
la decisión que lo lleva a regresarla a su tribu y por la cual inicia el viaje definitivo hacia su
perdición.
Se debe considerar el hecho de que, en el proceso de construcción de la emoción literaria,
pueden existir pasajes de la obra que no necesariamente tienen que estar impregnados de
ella. Todo mundo ficcional es multimodal, esto es, requiere de diferentes estratos y recursos
para su instalación textual y posterior (durante la lectura) , procesamiento cognitivo. Por
tanto, en algunas ocasiones, las aseveraciones ficcionales buscar únicamente este propósito
sólo se presentan para ofrecer el establecimiento de un estado de cosas:
“Ha llegado un nuevo destacamento de reclutas para ocupar el lugar de los hombres que
han completado un periodo de tres años a la frontera y están preparados para volver a sus
casas”. (John Maxwell Coetzee, 1980, pág. 41)
[Pasajes como el anterior quedan plenamente diferenciados de otros como el siguiente:]
“Aunque me da pena, no puedo hacer nada. Pero ¡qué humillación para ella! Incluso al
vestirse para abandonar la vivienda, lo hace de forma vacilante y torpe. Ahora está tan
cautiva como antes. Le acaricio la mano y me hundo más en la melancolía”. (John
Maxwell
La Narratología de Gerard Genette en Esperando a los Bárbaros
El capítulo primero de la novela describe una situación inicial, en la que el Magistrado, que
es el focalizador de la obra, (interno), vive en una cotidianidad con limitados momentos de
tensión; la frontera aún se encuentra en paz. Desde esas primeras páginas, en las que aún es
un orgulloso servidor del imperio, se resalta su oposición a la violencia injustificada que se
ejerce en contra de aquellos que no “hacen parte” de este imperio. Por ello, se muestra a sí
mismo como un “carcelero” compasivo, que no hiere a sus presos, y que no es partidario de
torturarlos. Incluso, el lector llega a tener la impresión de que al final de la historia, él es el
único partícipe que no se ha convertido en un “bárbaro”.
El aspecto modal, enfáticamente identificado en la teoría de Genette, es uno de los más
importantes dentro de la obra, ya que permite, como sería imposible que lo permitiera otro
“punto de vista”, comprender la transformación del pueblo, y el desvanecimiento de las
diferencias en cuanto al nivel de civilización, existentes entre los dos grupos humanos que
habitaban en la frontera. El desarrollo de la novela depende significativamente de este
focalizador.
La visión del Magistrado, narrada en primera persona, es particularmente rica, ya que este
hombre representa la conexión, intermitente y cambiante, entre los habitantes del pueblo,
los bárbaros y los servidores del “imperio”. Esta conexión, se da precisamente por el cargo
político que desempeña en el pueblo fronterizo, que le permite llevar un estilo de vida
cómodo que extraña enormemente cuando es apresado. Esta situación se expresa
perfectamente en las primeras páginas, cuando el narrador-protagonista afirma:
“Sólo soy un magistrado local, un
funcionario responsable al servicio del Imperio, que desempeña su cargo en este
tranquilo lugar de la frontera y ya sólo espera
retirarse”. (John Maxwell Coetzee, 1980, pág. 7).
Además de ello, su cargo lo mantiene en permanente contacto con militares y otros
funcionarios que viven al servicio de este imperio. Pese a que en ningún momento del libro
es afín a las atrocidades cometidas por estos, y resalte la ridiculez de sus acciones, prefiere
llevar una vida con holgura a reñir con los funcionarios del Estado. Esta situación es
evidente cuando reflexiona: “¿quién soy yo para querer distanciarme de él?” (Coetzee, pág.
5), y a continuación concluye: “El Imperio no exige que sus
servidores se amen los unos a los otros sino únicamente que
cumplan con su obligación” (Coetzee).
Su relación con los civiles del pueblo se manifiesta especialmente en 3 situaciones
determinantes en el desarrollo de la narración. La primera de ellas es su relación con las
mujeres, especialmente pertenecientes a los estratos más humildes de la sociedad. La
segunda es el conocimiento que ha adquirido al vivir tantos años en el pequeño poblado,
que le permite huir de su encierro en dos ocasiones: “ ¿Aparte de mí cuántos saben
que la llave del sótano abre la puerta de mi celda así como
la alacena grande del dormitorio principal del cuartel..?.Uno no pasa enbalde treinta años
inmerso en la vida de un pueblo tan pequeño”. (John Maxwell Coetzee, 1980, pág. 75) . Y
por último, aquello que lo une con mayor fuerza a la condición de la gente del pueblo, es su
decisión de permanecer en este, una vez que las fuerzas militares lo han abandonado,
dejándolo a la espera de los bárbaros.
La relación que mantiene el magistrado con los Bárbaros, se ancla en su vínculo con la
mujer bárbara, a quien le brinda todo su cuidado, y, como si fuera poco, conduce a su lugar
de origen. Esta expedición, en la que el anciano y los hombres que lo acompañaban se
enfrentaron a las inclemencias del desierto, lo alejó definitivamente de aquella mujer con la
que mantenía una relación tan particular, y lo llevó directamente a la prisión. En las
condiciones miserables en las que vivió encerrado cerca de un año, el magistrado sufrió
como lo habían hecho los bárbaros capturados, y padeció la inclemencia de sus carceleros.
Pasó de ser el magistrado que le sugería al bárbaro capturado que “confesara todo al
coronel”, a ser el preso que, pese a no tener nada que confesar, confiesa cualquier cosa, lo
que los servidores del imperio deseen escuchar.
La focalización interna de la obra es importante ya que los hechos narrados se ven
afectados por la percepción que el Magistrado tiene del Coronel Joll, de las acciones que ha
realizado en el imperio, y del juicio que tiene respecto a los bárbaros, intercediendo por
ellos cuando tiene oportunidad, sin dejar de lado el temor natural que producen en las
personas del pueblo; Esto hace del Magistrado un narrador autodiegético, por que relaciona
el pasado diegético con el presente de la obra. En este orden de ideas, al referirse a la voz,
se encuentra que existe un nivel intradiegético, y por tanto, la novela se clasifica como un
relato homodiegético, en el que el narrador es el protagonista de la historia.
Ahora se tratará el aspecto temporal. Aunque la narración se hace en primera persona y en
presente, como si los acontecimientos se estuvieran desarrollando a medida que se relatan,
el tiempo de la historia es anterior al tiempo del discurso. Esto podemos deducirlo porque al
final del libro, el magistrado afirma que ha escrito todo aquello que ha precedido a la
situación en la que finaliza el libro, (precisamente esperando a los bárbaros); Además, a lo
largo del discurso, el narrador realiza numerosos comentarios que delatan esta relación
temporal. Esta característica formal implica que la novela carezca, a grandes rasgos, de
anacronías analépticas, que son utilizadas en limitadas ocasiones, y siempre encaminadas a
hacer parte de una reflexión, cuya profundidad trasciende cualquier anécdota.
Respecto al tiempo, Genette propone 3 elementos fundamentales desde los que debe
analizarse la obra literaria: Orden, Duración y Frecuencia. Enmarcándose en la Duración,
Esperando a los Bárbaros es una obra que posee bastantes pausas descriptivas, que
permiten al protagonista reflexionar y caracterizar los acontecimientos que relata. En la
novela existe una pausa particular que requiere una especial atención. Esta se enmarca en el
episodio en el que llevan un grupo de bárbaros al pueblo y comienzan a degradarlos.
“Observo la cara de la niña que está en primera fila agarrada al vestido de
su madre. Tiene los ojos muy abiertos, el pulgar en la boca: callada, aterrorizada
e intrigada, absorbe la imagen de estos hombres grandes, desnudos, a los que
están golpeando. En cada rostro que me rodea, incluso en aquellos que sonríen,
veo la misma
expresión: no es odio, ni sed de sangre, sino una curiosidad tan intensa que
consume sus cuerpos y sólo deja vivir a sus ojos, órganos de un nuevo y voraz
apetito”. (John Maxwell Coetzee, 1980, pág. 88)
Este punto de la obra es fundamental, ya que representa el momento en el que las personas
del pueblo, y los servidores del imperio, que se esforzaron por diferenciarse de los
bárbaros, se apropian de la condición de salvajismo y desconocimiento del otro que tanto
caracteriza a estos “salvajes”. La imagen de la niña está construida de manera que el lector
tiene la sensación de que ocurre la mayor de las transgresiones, “la más bárbara”, al alabar
esta acción repulsiva e inhumana. A partir de entonces, el lector nota que “los bárbaros”, no
son realmente aquella tribu nómada e incivilizada, sino cada uno de los hombres que
consintió esta tortura.
Las denominadas elipsis dentro de la teoría de Genette, juegan un papel significativo en el
ritmo de la obra. Se introducen recurrentemente para marcar el “compás” que sigue la
novela. Este inicia con la narración de una serie de eventos que posteriormente
desencadenarán una reflexión; a continuación encontramos la elipsis y el inicio de un nuevo
episodio, ocasionalmente precedido por un sueño.
Bajo el mismo orden, es posible analizar la categoría de la frecuencia. Esta novela, de
acuerdo a Genette, podría ser un relato singular, ya que las situaciones que ocurren una vez
se relatan una vez. Sin embargo, este modelo no puede acomodarse perfectamente al relato,
ya que episodios repetitivos, como los extraños encuentros íntimos con la mujer bárbara y
los sueños de la niña en la plaza, aunque sean narrados en varias ocasiones, es evidente que
ocurren un número superior de veces.
Igualmente, no es posible aplicar muchas de las teorías que se han gestado en torno a la
narrativa, a toda obra literaria. Si por ejemplo, aplicamos a grandes rasgos la teoría de Pavel
respecto a la Estructura Narrativa obtendríamos un resultado que no da cuenta de la riqueza
del texto, de su esencia.
Pavel propone 2 componentes para la estructura narrativa: Universo Turbulento y Universo
Restablecido. Esta estructura puede encontrarse 2 veces, a nivel general, en Esperando a
los Bárbaros. El universo turbulento se manifiesta por primera vez cuando los inofensivos
pescadores son capturados e interrogados. El Universo Reestablecido se compone de la
acogida de la mujer bárbara y su regreso al “lugar” de origen. A continuación, se encuentra
un nuevo Universo turbulento que se manifiesta en, al menos 3 situaciones concretas: La
captura y posterior apresamiento del Magistrado, la tortura ejercida sobre los bárbaros en la
plaza, y el episodio en el que se humilla al protagonista colgándolo de un árbol con ropa de
mujer, y causándole dolor. El universo reestablecido está mediado por la liberación del
narrador, y sus días en la miseria, y el desenlace es el regreso a su puesto y a su comodidad,
a su puesto político en el pueblo.
A lo largo de la narración, el magistrado elabora un retrato de los bárbaros, que, aunque
ocasionalmente posea pequeñas variaciones, apunta a la misma esencia animalesca y
nómada, que se mantiene como elemento distintivo de “lo bárbaro”. A partir de estas
descripciones, el lector encuentra una clara similitud entre este estado barbárico, ubicado
inicialmente fuera del pueblo, en los pescadores y bárbaros, y que lentamente penetra todas
las dinámicas de la población amurallada.
Hacia el final de la obra, estas tres características de los bárbaros, (salvajismo,
desconocimiento del otro y nomadismo), se incorporan a la vida en el pueblo. Los civiles se
regocijan con la tortura pública de otros seres humanos, los militares saquean las tiendas, y
los habitantes del pueblo abandonan lentamente sus hogares para refugiarse “de los
bárbaros”. Las pocas personas que permanecen en el pueblo se quedan a la espera de los
bárbaros, que, a causa de un operativo militar fallido que pretendía replegarlos, ahora tienen
razones de peso para iniciar una invasión.
A manera de conclusión encontramos estos tres puntos:
La importancia de la estructura narrativa, la narrativa y la trama, el narrador como
personaje, el tiempo de la narración,
Funciones importantes en la obra de la caracterización del narrador. Entre ellas se
destaca la de constituir un factor clave en la elección del contenido y la plasmación
de la expresión de innumerables narraciones.
El componente narratorial puede alcanzar una función narrativa —es decir,
relevante a la narración entera— de decisiva importancia: desde los aspectos
centrales hasta los detalles del contenido y la expresión, numerosos elementos de la
narración pueden ser determinados por la figura del narratario.