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LA CRECIENTE Don Ventura Perdigones era un gallego verdulero que vivía en Salta. Desde Vaqueros, donde tenía su hortaliza, llevaba todas las mañanas al pueblo una arganadas de verduras frescas para vender por la calles. Vaqueros es un lugar que dista dos leguas de la ciudad, y está situado en la margen izquierda del río de ése nombre. Y digo río porque se llama así en mi tierra, mal que pese al estricto sentido del vocablo, lo que en invierno apenas parecen arroyos apacibles, y en verano se tornan con las lluvias en formidables avalanchas de barro y piedras. Una mañana venía el Vaqueros por demás crecido, como dice la gente de mi provincia. La noche anterior había caído una tormenta en los cerros, y, con tumultoso estrépito, las turbias aguas arrastraban gruesos troncos y pesados pedrones. A lo largo de la orilla, numeroso paisanaje a caballo esperaba que pasase lo recio de la crecida para atravesarlo. Perdigones, encaramado en su asno, estaba allí con las árganas repletas de repollos y lechugas. Quería pasar cuanto antes, sin atender a los consejos de algunos que le señalaban el peligro; y porfiadamente taloneaba a su bestia, y se paraba los estribos a ver por dónde se lanzaría. Y Perdigones que sí y el Juramento que no, bruto y hombre pugnaban por hacer cada cual su gusto, con grande regocijo y mofa de los presentes. -No dentre Don Ventura. Mire que la creciente lo va a trapiar- decía uno. -De ande lo han de convencer, si éste gallego es más porfiao que una clueca- gritaba otro. -Asojítese bien, no sea que pierda los yolis- vociferaba un tercero. -Vaya, vaya, hombre!!!!- contestaba Perdigones. – Paréceme a mí que no hay motivo pa´ tanta albaraca. Por lo que es éste, a mí no me gana!!!! – decía del asno, y lo molía de firme.

Cachi Literaria

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Page 1: Cachi Literaria

LA CRECIENTE

Don Ventura Perdigones era un gallego verdulero que vivía en Salta.

Desde Vaqueros, donde tenía su hortaliza, llevaba todas las mañanas al pueblo una arganadas de verduras frescas para vender por la calles.

Vaqueros es un lugar que dista dos leguas de la ciudad, y está situado en la margen izquierda del río de ése nombre.

Y digo río porque se llama así en mi tierra, mal que pese al estricto sentido del vocablo, lo que en invierno apenas parecen arroyos apacibles, y en verano se tornan con las lluvias en formidables avalanchas de barro y piedras.

Una mañana venía el Vaqueros por demás crecido, como dice la gente de mi provincia. La noche anterior había caído una tormenta en los cerros, y, con tumultoso estrépito, las turbias aguas arrastraban gruesos troncos y pesados pedrones.

A lo largo de la orilla, numeroso paisanaje a caballo esperaba que pasase lo recio de la crecida para atravesarlo.

Perdigones, encaramado en su asno, estaba allí con las árganas repletas de repollos y lechugas. Quería pasar cuanto antes, sin atender a los consejos de algunos que le señalaban el peligro; y porfiadamente taloneaba a su bestia, y se paraba los estribos a ver por dónde se lanzaría.

Y Perdigones que sí y el Juramento que no, bruto y hombre pugnaban por hacer cada cual su gusto, con grande regocijo y mofa de los presentes.

-No dentre Don Ventura. Mire que la creciente lo va a trapiar- decía uno.

-De ande lo han de convencer, si éste gallego es más porfiao que una clueca- gritaba otro.

-Asojítese bien, no sea que pierda los yolis- vociferaba un tercero.

-Vaya, vaya, hombre!!!!- contestaba Perdigones. – Paréceme a mí que no hay motivo pa´ tanta albaraca. Por lo que es éste, a mí no me gana!!!! – decía del asno, y lo molía de firme.

Al fin triunfó Perdigones. Zampó el burro, se desquició de la montura los yolis y hacerse una balumba de hombre y bestia, y todo fue uno. La rápida correntada los arrastraba.

Los gauchos armaron el apunto sus lazos y se los arrojaron al infeliz de Don Ventura, que a manotazos y zambullidas y vueltas de carnero en medio del agua, ni pudo ni atinó con los auxilios.

Y mal acababa el lance si no logra prenderse con todas las fuerzas que le quedaban a las raíces de un sauce ribereño.

Y ya en tierra firme, pasado el susto, un paisano le dice al gallego:

-Velay, pues ño Ventura, aúra que se ha salvao, dé gracias a Dios porque esto ha sio un milagro!!!!.

Y el gallego malhumorado y tiritando, le contestó:

- Hombre, dí tú gracias al sauce: que las intenciones de Dios fueron ahogarme.

Page 2: Cachi Literaria

EL TIPO DE NARRADOR ES TESTIGO, EN TERCERA PERSONA.ANALISIS CRITICO DE LA OBRA

ANALIZANDO LA LECTURA "LA CRECIENTE" DE JUAN CARLOS DAVALOS, PUEDO DECIR QUE PARECE UN CASO EXTRAIDO DE LA VIDA REAL, YA QUE EL AUTOR COINCIDE EN NOMBRAR A LA PROVINCIA DE SALTA, Y AL DEPARTAMENTO DE VAQUEROS.ADEMAS PIENSO QUE DAVALOS QUIZO DESTACAR LA PROBLEMATICA QUE LOS LUGAREÑOS TENIAN AL NO PODER CRUZAR EL CAUCE DEL RIO, CUANDO ESTE CRECIA, PORQUE POR EJEMPLO EN UN FRAGMENTO DEL RELATO REMARCA:-"(...) NUMEROSOS PAISANAJES A CABALLO ESPERABAN QUE PASASE LO RECIO DE LA CRECIENTE PARA ATRAVESARLO."; ESTO PUEDE JUSTIFICAR LA DESESPERACION DEL PERSONAJE PRINCIPAL DE LA OBRA, DON VENTURA PERDIGONES, DE QUERER CRUZAR EL RIO PARA LLEGAR A LA CIUDAD CAPITALINA CUANTO ANTES PARA ASI PODER VENDER SUS VERDURAS.PUEDO AGREGAR QUE EL ESTILO DE JUAN CARLOS DAVALOS ES MUY PARTICULAR, YA QUE EL AUTOR ESCRIBIA Y SE INSPIRABA EN SU PROVINCI, LO CUAL ME SORPRENDE YA QUE ESTA APARECE O ES NOMBRADA EN LA MAYORIA DE SUS RELATOS. TAMBIEN QUIERO REMARCAR QUE EL AUTOR UTILIZA MUCHOS VOCABLOS ORIGINARIOS DE LA ZONA O REGION DEL NOROESTE ARGENTINO LO CUAL LE DA CIERTO GRADO DE ORIGINALIDAD A SUS OBRAS.

EL QUIRQUINCHO

El quirquinchio, conocido también con el nombre de peludo, fue un tejedor tan hábil como haragán.

Una vez, como llegaba el invierno y no tenia con que abrigarse, decidió tejerse un poncho.

Preparó la urdimbre, en su telar de palos, telar criollo y primitivo, y comenzó a tejer con su maestría de siempre.

La tela salía fina, paretada, flexible. Sería seguramente su obra maestra:él lo comprendñia y la miraba con orgullo.

A los dos días de trabajo firme y entusiasta, la pereza lo dominó y descuidó el tejido.No sólo iba quedando floja y desprolija la trama, sino que, para erminat pronto, agregó hilos gruesos y groserramtnet retorcidos.

Con el tejido burdo aligeró el trabajo y gano tiempo.Pronto estuvo la tela casi terminada…..

Cuando para castigar su haraganería y falta de prolijidad Dios lo convirtió en anima, el quirquincho llevaba puesto suy poncho ridñiculo, que se endureció en forma de caparazón.Las placas pequeñas y apretadas de los extremos opuestos con las grandes y desiguales del medio.

Cuando el sol con brillo da al campo el primer matiz, se aparece la perdiz muy oronda por el trillo.

Lleva su traje amarillo de recortada capita, y es tan gentil, tan damita, que, por hilar una charla, dan ganas de saludarla: “Buenos Días, señorita…”

Page 3: Cachi Literaria

Mas apenas que nos vio,  sin moverse , ahí mismo, por virtud del mimetismo entre el pasto se esfumó.

El zorzal. Juan Burghi

Con su pechera rosaday su levita marrón;con ese cuerpo robustoy ese aire de gran señor,nadie lo imaginaríatan delicado cantor.Muere el sol y, junto al río,da sus silbos el zorzal:la tarde que se marchabase volvió para escuchar;el agua que iba corriendose detuvo hecha un cristal;el aire quedó en suspenso;la brisa, sin respirar;abrió una boca tamañala luna sobre el sauzal,y con lágrimas de estrellasel cielo rompió a llorar…Anochece… junto al río,sigue cantando el zorza