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Un equipo internacional dirigido por el etiope Zeresenay Alemseged (Max Planck Institut, Leipzig) descubrió en 2006, en el valle del Awash, Etiopía, los restos magníficamente conservados de un niño de tres años, probablemente de sexo femenino. Se trata de un homínido de la especie Australopithecus afarensis, de 3.3 millones de años, o sea 100 mil años anterior a la famosa Lucy, descubier- ta en 1974. {Le Monde, 22 de septiembre de 2006).

La cueva de Gorham, en Gibraltar, pudo haber alojado neandertales hace sólo 24 mil años, lo que resucita la cuestión de una eventual hibridación con nues- tros antepasados. Según la teoría clásica, el hombre de Neandertal habría desa- parecido hace 30 o 35 mil años. El equipo internacional encontró en dicha cue- va material lítico propio de Homo neanderthalemis y de Homo sapiens, lo que revela que el sitio fue alternativamente ocupado por las dos especies durante miles de años. Además, nuevos estudios genéticos creen haber encontrado una contribución del 5% de Neandertal en el patrimonio genético europeo actual {PLoS Genetks, julio de 2006).

Para los fanáticos de las pinturas paleolíticas, dos hermosos libros: el de R. Dale Guthrie, The Nature of PaleolithicArt {V'inwcKxKs' of Chicago Press, 2006), y el de Gregory Curtis, The Cave Painters: Probing the Mysteries ofthe Worid's First Artists (Nueva York, Knopf, 2006).

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Un libro magnífico explora las huellas de una fabulosa cultura del desierto y revela lo que el Egipto faraónico debía al Sahara: Peintures etgravures d'avant lespharaons du Sahara au Nil, de Jean-Loic Le Quellec, Pauline y Philippe de Flers (París, Soleb/Fayard, 2006). Durante los cinco mil años que preceden a los faraones, animales y humanos sacaron provecho de los recursos, hoy desapare- cidos, del oriente del Sahara, entonces húmedo. Unos documentos gráficos ad- mirables son comentados con una ciencia que permite entender su importan- cia, ver el progreso en la domesticación de los animales y la evolución del medio ambiente. Cuando el cambio climático desertificó a esa zona a partir de 5400 a. C, esas poblaciones migraron hacia el valle de! Nilo y contribuyeron a las civilizaciones del Egipto más antiguo.

En la Ufada, "istor" es el testigo juramentado, de acuerdo con Leumann, en su Whxo Homerisrhe UVy/ríTÍBasilea, Reinhardt, 1950: págs. 277-278).

Los libros de sir Steven Runciman sobre las Cruzadas (1951, tres tomos) siguen siendo una referencia indispensable, pero Christopher Tyerman acaba de dar- nos una suma que aprovecha las investigaciones de los últimos cincuenta años: God's War: A New History ofdie Crtisades (Harvard University Press, 2006, 1024 p.). Lástima que el editor no haya preferido publicado en dos volúmenes.

"Se combatía en Lepanto, pero se ganaba el Atlántico", afirma Se\ ket Pamuk, historiador turco, uno de los mayores especialistas en el imperio otomano. "¿La caída de Constantinopla o la conquista de Estambul, como decimos nosotros.^ Depende de qué lado de las murallas estés. ¿Lepanto.'' En el siglo .Wl los turcos recordamos mucho más otra batalla naval, la de Preveza, victoria otomana del 28 de septiembre de 1583. Y mientras nosotros batallábamos allá, avanzaban por otro lado los que acabarían dominando. Y en el \'\ lll el escenario mediterrá-

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neo, por el que canto se había luchado, ya no era rele\ anee. Ganaba el Atlánti-

co." En entrevista publicada en El País (4 de noviembre de 2006, pág. 38), Pa-

muk concluye que no hay sueños imperiales en Turquía, "pero ser herederos

de un poder imperial imprime carácter: los turcos comparten con los españoles

un gran interés por la historia. Se le da mucha importancia a la historia para en-

tender el presente". Sevket es el hermano mayor de Orhan Pamuk, autor de

Estambul: ciudad y recuerdos (2006 para la traducción al español).

A quien le preguntaba qué hacer con ios heridos enemigos, en la tarde de la

batalla de Fontenoy, el rey de Francia Luis x\' contestó: "La sangre de nuestros

enemigos es siempre la sangre de ios hombres. La verdadera gloria es no ha-

cerla correr." Y a su hijo, el Delfín, ie dijo, señalando a los muertos: "Vea, hijo

mío. ios efectos de la guerra y aprenda de tal espectáculo a preservar a su pue-

blo de ella."

La marquesa de (^hatelet, Fmilie, fue una de las mujeres más destacadas de las

Luces en Francia. Todo le interesaba y en todo brilló, tanto en ios estudios bí-

blicos como en las matemáticas, ei teatro o la mi'isica. Su padre la había educa-

do como un varón al darse cuenta de (jue era más lista que todos ios varones

que él conocía. Por eso Fmilie escribió: "Si yo fuera el Rey, reformaría un abuso

c]ue condena a la mitad del género humano (...) Estoy persuadida de c|ue mu-

chas mujeres o ignoran sus talentos, por el vicio de su educación, o lo esconden,

por prejuicio y falta de coraje en su espíritu." Hay (jue leer su Discurso sobre la

felicidad (Catean, 1996).

John Adams, el segundo presidente de Estados Unidos, acostumbraba anotar

ios libros (|ue leía, y Zoltan Flaraszti, bibliómano, publicó muchos de sus mar-

gtiialia en su Jolví Adams andthe Frop/iets of Proí^ress (1952). Así nos enteramos

de que, ai margen de ia descripción hecha por J. J. Rousseau del bo/i sauvage,

Adams anotó "¡Ja, ja, ja!".

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"En esa época hubo entre el presidente Jefferson y yo (Aaron Burr, quien había

sido su vicepresidente entre 1800 y 1804) una ligera diferencia (...) Tenía sólo

veinte años de ventaja sobre mi época. Había que correr a los españoles, anexar

la mitad de México y hacer una guerra para arreglar la cuestión. Todo eso lo ha

emprendido nuestro ilustre presidente Jackson, veinte años después de que

yo hubiese ideado el plan" (1834). Burr, tristemente famoso por el duelo en el

cual mató a Hamilton, había fundado una colonia en Luisiana y preparaba una

expedición para conquistar México, cuando una guerra con Estados Unidos

parecía ine\ itable. Procesado bajo la acusación de alta traición fue declarado

no culpable.

El 7 de abril de 1825 Pushkin escribe a su amigo V'iasemski: "Hoy es el aniver-

sario de la muerte de Byron y mandé decir una misa para el descanso de su

alma. El sacerdote, sorprendido por mi asiduidad religiosa, me entregó una hos-

tia dedicada a la memoria de cierto sen idor de Dios, el boiardo Jorge. Te la

mando." El mismo día escribe a su hermano: "Mandé decir una misa para el

descanso del alma de Byron: hoy es el aniversario de su muerte. Eso me re-

cuerda un poco la misa c|ue Federico il mandó decir para el descanso del alma

de Voltaire."

En marzo de 1886 la oficina de (Correos de la calle (kijas en París se topó con

un problema: hacer llegar a su destinatario una carta que venía de Orleáns y

llevaba una dirección imprecisa: "A (]uien hace milagros, calle de Ulm, París

5." En esa calle de Ulm, en aquel entonces, no vivían muchos milagreros

nacionalmente famosos. La carta fue entregada sin la menor duda a su \er-

dadero destinatario: Louis Pasteur. Eso lo cuenta lírico Rauff en su libro.l/í//r

Rloch. Vil historien au xv sikle (París, 2005, pág. 220; aparecido en alemán en

1995).

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En el mismo libro uno se entera que en 1909, en Alemania, fue fundada una re- vista intitulada WorterurtfiSachen. Así se llama el famoso libro de Michel Fou- cault, Les mots et les chases.

Henri Pirenne, citado por Marc Bloch: "Si fuese anticuario, no tendría más ojos que para las cosas viejas. Pero soy historiador. Por eso amo la vida."

En 1921, nos informa Mauricio Tenorio, los descendientes de Genaro García vendieron alrededor de 20 mil volúmenes de su biblioteca a la Universidad de Texas. Antes Yale había adquirido 15 mil volúmenes de la misma colección.

En 1942, en la París ocupada por los alemanes, Cari Schmitt publicó D'ie Fontiungdesfranzdsischen Geistes c/urch den legislen, y allí podemos leer esta obser- vación: "El caso Dreyfus, en el cual todo giró alrededor de un proceso judicial, jamás hubiera podido presentarse en ningún otro pueblo. El hecho de que la fractura interna de toda una nación, análoga a una guerra civil, se expresara so- bre el punto de saber si un tribunal militar había condenado a muerte al capitán Dreyfus con o sin razón no tiene ningún precedente bajo esa forma." Schmitt explica este fenómeno -la política en forma de proceso- como una marca de- jada por la obra y la tradición de los legistas en la cultura francesa {Deutschlund- Frankreich. Vierteijahrshefte des Deutschen Instituís, París 1-2, pág. 1-30).

Juan Luis Cebrián encontró en la biblioteca de su abuelo un libro de don Teó- filo Ortega '\'C\\\x.v\\Aáo ¿.\dónde va el siglo? Rusia-jMéjico-F.spaíia, publicado en 1932. Incluye, entre otras cosas, un prólogo del conde de Romanones y un en- sayo de Andrés Nin, y está dedicado "a cuantos soportan las molestias de la autoridad con pretexto de haber cometido un delito de los llamados políticos".

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Nin concluía: "El siglo va hacia el socialismo; nada podrá evitar que la clase obrera, destruyendo al capitalismo, conquiste para la humanidad esa clase ele- vada de civilización." (J. L. Cebrián, "Historia de Guerras", en El País, 6 de

agosto de 2006, pág. 33.)

Victor Klemperer anota en su diario, en junio de 1934; "Para mí ios sionistas que quieren empalmarse directamente con el Estado judío del año 70, son igual de repugnantes que los nazis. Con su fisgoneo en las relaciones de sangre, con su 'viejo ciclo cultural', con su en parte fingida, en parte obtusa marcha atrás del mundo se asemejan a los nacionalsocialistas. El chiste del monumento elevado en Haifa a Hidercon la inscripción 'a nuestro Herführer' tiene en realidad una honda y nada chistosa justificación. Porque en Sion el ario es lo que aquí el ju- dío." {Quiero dar testimonio hasta el final. Diarios 1933-1946, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2003, tomo l, pág. 115.)

Como ya se anotó en el número anterior de Istor, el papa Benedicto XA'l abrió los archivos del Vaticano del periodo 1922-1939 y las primeras investigaciones confirman que Pío XI mantuvo contactos con el gobierno de la República durante la Guerra Civil española, manifestó simpatía hacia los vascos antifran- quistas y sostuvo muy tensas relaciones con el gobierno franquista de Burgos. La documentación contiene cartas del papa a varios cardenales de Estados Uni- dos a favor de los judíos. El historiador Hilari Raguer fue de los primeros en aprovechar esa apertura y, en su calidad de especialista en el tema, pudo con- firmar que "la Santa Sede no puso en cuestión inicialmente la legitimidad de la República; se esforzó por conciliar Iglesia y República, reconociendo al ré- gimen y ordenando a los obispos españoles que hicieran actos de acatamiento de autoridad. Sólo cuando se cansó de hacer gestos se produjo el giro hacia una política de más firmeza y dureza. Pero, insisto, la actitud del Vaticano no es la de los obispos españoles que se adhirieron con entusiasmo a la cruzada. ¥A papa no es belicista, quiere ser el padre de todos los españoles." {ElPaís, 30 de sep- tiembre de 2006, pág. 8). Como en el caso de los archi\ os soviéticos, vamos a

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descubrir que ya lo sabíamos todo. Kl archivo del cardenal Goma, que ya se

había publicado, lo decía.

El Vaticano fue la organización que salvó más judíos de los nazis, segiln el histo-

riador italiano Alessandro Duce en La Santa Sede y la cuestión judía, 1933-1945

(Roma, 2006). Se estima que la Santa Sede, los nuncios y la Iglesia católica evi-

taron la muerte de entre 740 mil y 850 mil personas. Por algo el rabino e histo-

riador norteamericano David Dalin propuso, en 2005, nombrar a Pío xii "justo

entre las naciones", fé

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