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Catálogo de publicaciones del Ministerio: www.mecd.gob.es
Catálogo general de publicaciones o�ciales: publicacioneso�ciales.boe.es
Edita:© SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA Subdirección General de Documentación y Publicaciones
© Del texto y las fotografías: sus autores
NIPO: 030-12-096-O
MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA
Y DEPORTE
Esta es una ocasión única para acercarse a
la obra de uno de los grandes modistas de
los tiempos dorados de la Alta Costura, el
valenciano Pedro Rodríguez.
Aunque se trata de manera indiscuti-
ble de uno de los baluartes de la moda espa-
ñola, el nombre de Pedro Rodríguez no tiene
actualmente la repercusión del de otros
maestros como Mariano Fortuny o Cristóbal
Balenciaga. Pionero en la adopción de las
normas de la Cámara Sindical de la Alta
Costura de París y cofundador y presidente
de la Cooperativa de la Alta Costura
Española, desarrolló una actividad incansa-
ble hasta el fin de sus días para legarnos una
obra tan prolífica como magistral.
Gracias a la adquisición por parte del
Estado español del archivo reunido por su
hijo Joaquín Rodríguez entre 1940 y 1976,
hoy podemos celebrar esta exposición
monográfica que se centra en la impresio-
nante colección de figurines que plasman las
ideas del modista. El archivo reúne decenas
de álbumes con todas sus colecciones y
más de quince mil figurines sueltos de diver-
sos tamaños, así como cientos de fotografí-
as y una recopilación exhaustiva de recortes
de prensa relativos a la actividad de la casa
durante los que fueron sus años de esplen-
dor. Sin lugar a dudas, se trata de un privile-
gio para cualquiera que quiera profundizar
en la historia de la moda.
Pero además es también un fondo
documental en el que la belleza es la princi-
pal protagonista, un recorrido por cuarenta
años de moda que nos acerca a la mirada
estética de Pedro Rodríguez.
Por todo ello, consideramos que esta
exposición es motivo de especial satisfac-
ción para nosotros. El Museo del Traje. CIPE
afronta una nueva etapa en la que, pese a
las dificultades que nos plantea la coyuntu-
ra actual, esperamos dar un paso adelante
en el que siempre ha sido nuestro objetivo:
ofrecer un marco en el que la moda sea apre-
ciada en toda su dimensión como uno de los
fenómenos más interesantes de la cultura
contemporánea.
Helena López de Hierro
Directora del Museo del Traje. CIPE
3
La exposición que el Museo del Traje. CIPE, de
Madrid, presenta sobre el modisto español Pedro
Rodríguez (Valencia 1895-Barcelona 1990) tiene
como objetivo fundamental dar a conocer el archi-
vo gráfico de esta casa de Alta Costura españo-
la que fue reunido entre 1940 y1976 por Joaquín
Rodríguez, hijo del modisto y director, junto a su
mujer Marta Holgado, de los salones de Madrid.
Este archivo consta de:
- 182 álbumes de figurines ordenados por
fechas y colecciones, desde 1940 a 1976,
- 1.100 figurines de gran formato, desde los
años 50 a los 70,
- aproximadamente 14.000 figurines en tama-
ño folio, desde 1939 hasta finales de los años
70,
- 32 álbumes de fotografías de los años 50,
- 1.653 fotografías sueltas, en blanco y negro
la mayoría, de los años 60 y 70,
- 800 diapositivas en color de los años 50, 60
y 70,
- 60 álbumes de recortes de prensa, tanto
nacional como extranjera, desde 1952 hasta
1976, donde se recogen entrevistas, pases de
modelos, viajes, reportajes, etc.
Podríamos definir este archivo como las memo-
rias no escritas de Pedro Rodríguez. Muestran la
historia de la casa y, por extensión, la de la Alta
Costura española de la época, ya que también se
dan noticias sobre otras casas y creadores de
Madrid y Barcelona.
Todo este fondo llega al Museo tras una ofer-
ta de venta de las herederas del matrimonio
Rodríguez Holgado al Estado español en 2008,
que éste acepta y asigna al Museo del Traje.
La importancia de este archivo gráfico permi-
te, por una parte, mostrar el trabajo y la evolución
de Pedro Rodríguez desde el año 1940, momen-
to en el que abre su salón en Madrid, hasta 1976,
cuando la firma inicia su ocaso; pero, además,
esta exposición reivindica el papel, quizás no
excesivamente valorado en los últimos años, del
auténtico iniciador de la Alta Costura española,
que desde 1919, año de la apertura de su primer
salón en Barcelona, siguió las directrices de la
Cámara Sindical de la Alta Costura de París y fue
uno de los principales responsables del auge
que la moda española tuvo en el exterior en los
años 50 y 60, cuando las mujeres más ricas y
famosas del mundo se vestían en nuestro país.
Curiosamente, tratándose de un modisto, no
se expone ninguna de sus prendas, que serían
el resultado final de su trabajo, sino todo el pro-
ceso creativo anterior; es decir, la colección de
figurines originales ordenados cronológicamen-
te por años y, dentro de éstos, por temporadas,
y las fotografías de prensa que publicitaban
estos modelos en las mejores revistas de moda
españolas y extranjeras, lo que pone de relieve
no sólo el trabajo de Pedro Rodríguez, sino tam-
bién cómo era la actividad en las casas de Alta
Costura españolas.
5
Introducción.
En 1895 nació Pedro Rodríguez Cervera, en el seno
de una familia humilde de Valencia y en un entorno
rural. Una infancia que no resultaría fácil, ya que
nunca llegaría a conocer a su padre, que murió dos
meses antes de su nacimiento. La vida en el campo
no era la más adecuada para una mujer viuda con
tres hijos. Es por ello por lo que la familia se trasladó
a Barcelona, una ciudad con más posibilidades para
encontrar un futuro mejor.
Su vínculo con la moda empezó un día que, de
camino al colegio, vio un anuncio en el periódico en
el que buscaban aprendiz para la sastrería Trullás.
Sin dudarlo, empezó a trabajar con solamente diez
años, con la idea de poder dar a su madre una vida
mejor que la que tenían. De esta manera, Pedro
Rodríguez empezó su etapa de formación de mano
de diferentes sastres de Barcelona, que le enseña-
ron una técnica depuradísima en el corte que carac-
terizaría su estilo durante toda su carrera. Su destino
viró cuando descubrió por la calle a una novia que
entraba del brazo de su padre a la iglesia. La ima-
gen siempre permanecería en su retina y le hizo con-
vencerse de que él estaba hecho para embellecer a
las mujeres.
Una vez dominada la vertiente más arquitectóni-
ca de manos de la sastrería, entró a trabajar en La
Rabasseda, dónde se adentraría en los secretos y
entresijos de la moda de mujer. A la edad de dieci-
séis años se asociaría con Maria Camacci, una
soprano de origen italiano, para abrir una casa de
modas, como paso previo a iniciar su andadura en
solitario, hecho que tuvo lugar en 1919, el mismo año
en el que contrajo matrimonio con Anna Marià y que
abrió, junto a ella, la casa de costura Pedro
Rodríguez.
Los comienzos de una empresa siempre son difí-
ciles y para ellos no fue una excepción, ya que serán
unos años en los que tendrán que trasnochar a
menudo para poder abastecer todos los pedidos de
las clientas. Una práctica que se dio también la
noche antes de su boda, durante la cual se queda-
ron los dos sin dormir para poder elaborar conjun-
tamente el vestido con el que Anna entraría en el
altar pocas horas después. Fruto de este matrimo-
nio nacieron sus cuatro hijos, Pedro, Joaquim, Anna
y Antoni, de los cuales, los tres varones estuvieron
vinculados al negocio familiar: Joaquim regentando
la casa de Madrid, Antoni ayudando en la de
Barcelona y Pedro dirigiendo Royera, una tienda de
tejidos que subministrará buena parte de los usa-
dos en la casa de costuras.
Ya desde el primer día que abrieron las puertas
disfrutaron de un gran éxito entre la alta sociedad
barcelonesa. Pero el salto definitivo les vino a raíz de
su participación en la Exposición Universal de
Barcelona de 1929, en la que sus propuestas para
la mujer, plenamente inscritas en el estilo Art Decó,
causaron un gran impacto entre los asistentes.
Pedro Rodríguez fue el primero en realizar desfi-
les en pasarelas con maniquíes en España y, con
ello y gracias a él, nació la Alta Costura española. A
raíz de ello, la casa sufrió tres cambios de ubicación
en poco tiempo, dado que el éxito fulgurante del
establecimiento haría que rápidamente los locales
7
Pedro Rodríguez.(1895-1990)
Traje de pantalón primavera-verano, 1943. Álbum de figurines.
(MT-FD042205)
se les quedaran insuficientes para tanta demanda.
Finalmente, la casa Pedro Rodríguez quedaría fija-
da hasta el fin de sus días en el Passeig de Gràcia;
una de las calles más emblemáticas y distinguidas
de Barcelona. La década de los 30 significaría, por
un lado, la consolidación de su fama como modis-
to, pero, por el otro, la maduración de todo lo apren-
dido previamente, que daría lugar a un estilo ya muy
personal.
Un período feliz y exitoso que se vio violentamen-
te interrumpido por el estallido de la Guerra Civil
española en 1936, que forzó al matrimonio
Rodríguez y a sus cuatro hijos a vivir separados y en
el exilio. Mientras su mujer y sus cuatro hijos se
encontraban en Roma, él se estableció en París para
intentar buscar un futuro más prometedor que el que
había dejado atrás.
Durante este tiempo, en el que entró en contacto
con los grandes de la moda del momento, recibió
tentadoras ofertas para establecer su casa de cos-
tura en París, Londres o Nueva York. Aunque otros
colegas aceptaron propuestas similares, Pedro
Rodríguez decidió volver a su país natal ya que, a
pesar de estar arrasado por el conflicto bélico, él se
resistió a abandonarlo a su suerte. Se cuenta la anéc-
dota de que, estando él en París, alguien le recomen-
dó no volver a Barcelona, pues la ciudad estaría tan
devastada que la Plaza de Catalunya estaría llena de
malas hierbas. Ante esta sugerencia, Pedro
Rodríguez dijo que si esto fuese así, alguien tendría
que ir a arrancarlas. Y de esta manera tomó la deci-
sión de regresar.
Una decisión que algunos no entendieron, como
es el caso de su amigo Cristóbal Balenciaga, ya que
la situación de posguerra y la posterior dictadura le
obligarían a remar siempre a contracorriente y a no
disfrutar de los laureles que podía haber obtenido en
París. Pero en él pesó más el patriotismo que la ambi-
ción personal y en 1939 agrupó a toda su familia y
juntos cruzaron la frontera para llegar a San
Sebastián, donde abrieron otra casa de costura. Con
la entrada de las tropas de Franco en Catalunya,
Pedro Rodríguez pudo regresar a Barcelona, recu-
peró su casa, que había sido usurpada por los repu-
blicanos, para realizar ropa interior masculina, y vol-
vió a empezar de nuevo en la capital catalana. Al
poco tiempo, abriría su tercera casa en Madrid; de
esta manera controlaba los tres puntos geográficos
más importantes para la moda española.
Los duros años 40, llenos de miseria y pobreza,
estuvieron gobernados por una moda austera y de
tendencias masculinizantes, caracterizada por unos
hombros muy prominentes,presentes también en las
creaciones de Rodríguez. Pero los años posteriores
al fin de la II Guerra Mundial dieron paso a una recu-
peración económica durante los 50, que propició la
etapa dorada de la Alta Costura con la presentación
del New Look de Dior. Así como estaba sucediendo
en París, él también lanzó sus colecciones estructu-
radas en torno a unos ejes temáticos, bautizados con
nombres como línea Luciérnaga, línea Golondrina en
reposo o línea Mikado.
También es en esta época cuando la moda de
Pedro Rodríguez, ya en su total madurez y máximo
esplendor creativo, empezó a traspasar fronteras y
a desfilar en las pasarelas de todo el mundo, abrien-
do a su vez el camino al resto de creadores. Como
presidente de la Cooperativa de la Alta Costura
Española, llevó a cabo una labor importantísima para
la moda española, fomentándola e internacionalizán-
dola sobre todo por Europa y América. Una expan-
sión de su moda que se complementó en la década
siguiente con importantes viajes a Asia. Los años 50
también fueron los años del glamour, en los que rea-
lizó numerosas incursiones en el cine, vistiendo a las
más famosas estrellas de Hollywood, como Ava
Gardner, Audrey Hepburn o Kim Novak.
La década de los años 60 estuvo gobernada por
el estallido de la moda joven proveniente de Londres
y por el despertar de una nueva etapa, que nació en
la década anterior pero que cristalizó en la presente:
el prêt-à-porter. Y con ello, la aparición de la contro-
vertida minifalda, que tanto gustó a los jóvenes pero
que fue de difícil digestión para los padres de la Alta
Costura, entre los cuales se encontraba Pedro
9
Traje de noche otoño-invierno, 1956-57. Línea “Mariposa”.
(MT-FD041824)
Rodríguez, por tener la convicción de que la verda-
dera elegancia nunca puede ser estridente sino dis-
creta. Pero, a pesar de todo, a la casa todavía le que-
daba mucho por decir y, manteniendo siempre
contentas a sus clientas de edad más madura, supie-
ron adaptarse a los nuevos tiempos con modelos
adaptados a los gustos más jóvenes. No obstante, a
pesar de todos los esfuerzos, con el nacimiento de
este nuevo mundo para la moda, la Alta Costura no
moriría pero sí quedaría agonizante. Una agonía que,
a pesar de que Rodríguez seguiría en activo hasta
1979, invadiría también poco a poco al creador, ya
que su mundo era el de la creación en mayúsculas
y no el de la ropa hecha con prisas.
El 2 de febrero de 1990 moría Pedro Rodríguez,
creador de moda hasta el último de sus días, a pesar
de estar envuelto en un entorno, el del prêt-à-porter,
que ya no reconocía como propio. De esta forma
moría un couturier interesantísimo, que sería recor-
dado por la maestría de sus inconfundibles vestidos
drapeados, por la perfección arquitectónica de los
trajes sastre y por el esplendor creativo de sus mode-
los de noche bordados. Pero también por ser una
pieza esencial para entender la historia de la moda
española.
Sílvia Rosés
Historiadora de Moda
11
Conjunto túnica-pantalón primavera-verano, 1968. Álbum de
figurines, (MTFD042345)
Traje de noche primavera-verano, 1968. Dibujo de S. Iberti,
(MT-FD041953)
El proceso creativoComo se ha explicado anteriormente, la casa de Alta
Costura de Pedro Rodríguez constaba de tres sedes:
Barcelona, que abre sus salones en 1919; San
Sebastián, que lo hace en 1937; y Madrid, el 13 de
octubre de 1939. Pero el archivo gráfico de esta firma
asignado al Museo del Traje. CIPE comienza a la vez
que el salón de Madrid, ubicado en la calle de Alcalá
nº 54. De hecho, en uno de los primeros documen-
tos que se conservan, hay una carta de uno de sus
dibujantes que felicita al modisto por la apertura del
nuevo local en la capital. Con todo, la casa central
fue siempre la de Barcelona, aunque Pedro
Rodríguez viajaba con muchísima frecuencia tanto a
Madrid como a San Sebastián para atender directa-
mente a sus clientas. Las tres casas funcionaban de
igual manera, aunque la clientela era diferente y
demandaban modelos e incluso estilos distintos en
cada una, ya fuera por condicionamientos climáticos
o por el ritmo de vida de cada ciudad.
Posteriormente se abrieron otros puntos de venta,
como una boutique en un piso del entonces recién
inaugurado hotel Castellana Hilton de Madrid, en
1953; una tienda en el trasatlántico Cabo San
Vicente, que hacía la ruta entre Barcelona y varios
puertos de América del Sur; y, en los años 60, varias
boutiques en la Costa del Sol.
La forma de trabajo de Pedro Rodríguez fue
siempre la misma a lo largo de los casi sesenta años
que estuvo en activo; por ello todo el material gráfi-
co que constituye el archivo formado por figurines,
fotografías y recortes de prensa nos muestra, de una
forma excepcional, el proceso creativo de la Alta
Costura, desde que la idea sale de la cabeza y las
manos del creador hasta que llega al cuerpo de la
clienta.
Al contrario que Christian Dior, que comenzó en la
Alta Costura como dibujante de patrones, o Yves
Saint Laurent, que empezó como ayudante de dise-
ño de Dior y cuyo proceso creativo comenzaba con
el dibujo, Pedro Rodríguez, que había iniciado su
carrera en la sastrería, confesaba no saber dibujar.
Para él, el origen estaba siempre en el tejido: “Una
cosa es pensar hacer tal o cual modelo y otra muy
distinta realizarlo, porque es la tela la que ‘habla’. Yo
puedo soñar un modelo, una creación; después, a
medida que con la tela voy trabajando, ese ‘sueño’
cambia en ocasiones para convertirlo en una reali-
dad infinitamente más bella”1.
Otra de sus fuentes de inspiración era el arte, por
lo que confesaba visitar con frecuencia museos,
especialmente de pintura, para buscar detalles para
sus colecciones mostrando una especial predilec-
ción por Zurbarán. Es importante señalar también
que Pedro Rodríguez viajó mucho, y por todo el
mundo, desde 1920, en los comienzos de su carre-
ra, hecho inusual en aquel tiempo y que le dio una
visión del mundo y de la moda mucho más abierta y
cosmopolita.
Pedro Rodríguez comenzaba siempre su trabajo
creativo desplegando varios metros de la pieza de
tela que fuese a utilizar. A su lado, una maniquí ves-
tida únicamente con una púdica faja de cuerpo ente-
ro, el pelo recogido y perfectamente maquillada,
13
Archivo gráfico.
Abrigo, ca. 1965 (MT-FD041700)
pues nunca pudo trabajar sobre maniquíes industria-
les. La maniquí esperaba a que el modisto sintiese
la “música” del tejido en sus manos y comenzase a
crear el modelo poniendo la tela sobre su cuerpo con
la única ayuda de alfileres y tijeras, en un proceso
artesanal, como un escultor, calificativo que le apli-
can todos los que trabajaron con él. Normalmente
realizaba la “toile”, es decir, la mitad del traje; pero
en los modelos asimétricos, drapeados o con algún
volumen original, creaba el traje entero.
El propio Pedro Rodríguez explica su método de
trabajo en una entrevista: “Yo lo hago todo. En primer
lugar, elijo o concibo el tejido. Cada tejido inspira una
forma, que es la que trato de darle sobre el maniquí.
Con la tela ‘esculturo’ el modelo sobre el maniquí, y
luego vienen los procesos de confección”2 .
Este proceso empezaba con el patronista, que reti-
raba el modelo creado sobre la maniquí con sumo
cuidado para no perder ni un sólo alfiler y así poder
reproducirlo en el patrón hasta el último detalle. A la
vez, comenzaba el trabajo del dibujante que repro-
ducía el modelo, y este dibujo, junto con el patrón y
una muestra de tela, pasaban al taller correspondien-
te para su confección. Además, los dibujantes solí-
an hacer diferentes versiones sobre los modelos cre-
ados por el modisto, que este luego revisaba uno por
uno y aquellos que escogía -una vez corregidos y/o
añadidos los detalles que considerase oportunos
para darles su estilo personal o para adaptarlos al
gusto o a la anatomía de la clienta a la que estaban
destinados- pasaban a los talleres para su realiza-
ción material con la muestra del tejido en la que habrí-
an de confeccionarse.
Cuando los dibujantes empezaban a trabajar en
la firma, aprendían el estilo de Pedro Rodríguez de
forma que, aunque trabajasen a un tiempo un dibu-
jante en Barcelona y otro en Madrid, los figurines
podían viajar de una ciudad a otra y mezclarse sin
problemas, ya que el estilo era el mismo. Pero, como
Pedro Rodríguez vivía en Barcelona, era en este
salón donde creaba el grueso de la colección, aun-
que no se perdía nunca la conexión con los dibujan-
tes de Madrid y, así, el modisto revisaba los dibujos
que se hacían en la capital en sus frecuentes viajes
o mandaba que le fuesen enviados a Barcelona,
pues todo lo que iba a los talleres pasaba por sus
manos.
Este proceso de creación se refleja muy bien en
los figurines, tanto en los encuadernados por fechas
como en los que se conservan en hojas de folio suel-
tas. En un porcentaje muy alto, cada uno de ellos
lleva una valiosa información sobre el trabajo diario.
Hay notas sobre los detalles que se van a aplicar o
las modificaciones que habría que hacer en función
de la clienta a la que iba destinado el modelo.
También hay indicaciones de si este se iba a hacer
en los talleres de Barcelona, Madrid o San Sebastián,
de qué personal de la casa iba a elaborar el mode-
lo, del número que tenía este dentro de la colección
y de muestras de tela grapadas para indicar el teji-
do o los tejidos en los que se debía de confeccionar
cada prenda. En los talleres llegaron a trabajar ocho-
cientas personas a un tiempo.
No conocemos todos los nombres de los dibujan-
tes que trabajaron para Pedro Rodríguez, sólo aque-
llos que firmaron sus trabajos: Marcelo Scarxell
desde 1956 a 1970, Margarita Badía desde 1967 a
1970 y Jesús Murúa desde 1968 a 1974, en
Barcelona, y Ramón Gullón desde 1951 a 1953 y
José Ignacio Sánchez Iberti desde 1962 a 1971, en
Madrid. En San Sebastián no había dibujante y casi
todos los modelos que se hacían allí se enviaban
desde Barcelona.
Volviendo al proceso de confección, en el caso de
Pedro Rodríguez, y en el de las demás casas de Alta
Costura de la época, el taller se dividía en dos sec-
ciones: “sastrería“, donde se hacían los trajes sastre,
los abrigos y los vestidos, y “fantasía”, para los ves-
tidos de cóctel, los modelos de gala y los trajes de
novia.
Pedro Rodríguez, como buen sastre, conocía per-
fectamente la técnica para la confección de los tra-
jes de chaqueta y los abrigos, y creaba prendas
femeninas, elegantes, intemporales y perfectamen-
te elaboradas, que supieron adaptarse a los cambios
sociales; por ello, desde los años 60 muchos de
15
Traje sastre, ca.1954 (MT-FD041920)
estos trajes van a ser de pantalón, una prenda que a
Pedro Rodríguez le gustaba mucho. Así, en una
entrevista en enero de 1960, pronostica que la nueva
vida de la mujer, más activa e incorporada al merca-
do laboral, favorece el uso de esta prenda que resul-
ta más práctica que la falda, por lo que afirma que
ésta está condenada a desaparecer incluso en los
trajes de noche3.
En el caso de los trajes de novia, el archivo gráfi-
co cuenta con un importante número de figurines
desde los años 40 a los 70 que reflejan fielmente el
cambio social de España, desde los modelos más
clásicos de las primeras décadas a las líneas más
juveniles de los años 70. Se llegaron a hacer, para
cada temporada, unos álbumes de trajes de novia
con figurines de gran formato, porque estos eran
prendas estrella de la casa. Incluso se puede decir
que algunas de las casi dos mil clientas que tuvo
Pedro Rodríguez a lo largo de su carrera sólo com-
praron en la firma una única prenda, su traje de novia.
Para Pedro Rodríguez, estas clientas de un solo
modelo eran importantes, ya que solía decir: “Nunca
desprecies a una clienta de un solo traje, pues son
las columnas que mantienen la casa”4.
Una vez que el modelo estaba confeccionado,
venía el momento de su proyección pública. Esta se
hacía, en el caso de Pedro Rodríguez, con los desfi-
les semestrales que la Cooperativa de la Alta Costura
organizaba en el hotel Ritz de Barcelona, en los
pases en sus propios salones, en desfiles por
España para todo tipo de actos (inauguraciones de
hoteles, actos benéficos, festivales de cine, etc.) y, a
partir de los años 50, también en el extranjero.
Las maniquíes desfilaban con estos modelos y lle-
vaban en la mano una tarjeta con el número que este
tenía dentro de la colección. Las clientas que veían
el desfile apuntaban en unos pequeños cuadernillos
los modelos en los que estaban interesadas y, des-
17
Traje de novia, ca. 1945
(MT-FD041235)
Traje de novia, ca. 1968
(MT-FD041354)
pués, las maniquíes, de una forma más privada, vol-
vían a pasar a esas clientas los modelos elegidos
para que pudiesen decidirse mejor. En este momen-
to empezaba el trabajo de las vendedoras, y también
existía un servicio de traducción para compradores
en inglés, francés, alemán e incluso persa5.
En esta época, en las casa de Alta Costura, las
maniquíes eran trabajadoras que estaban en planti-
lla. Cuando Pedro Rodríguez abre su primer salón en
1919 tenía sólo una, pero en los momentos de mayor
esplendor llegaron a ser doce. Además de estar con
el modisto durante el proceso creativo y de desfilar
en los diferentes pases de modelos, estaban siem-
pre en los salones esperando a las clientas. Cuando
estas llegaban y decían el tipo de prenda que bus-
caban, las maniquíes desfilaban ante ellas llevando
diferentes modelos para que eligiesen los de su agra-
do, que luego les eran confeccionados a medida.
Como hemos indicado anteriormente, una parte
importante de este archivo gráfico son fotografías.
Entre ellas hay muchas que muestran los desfiles en
los que participó Pedro Rodríguez desde 1952 hasta
el cierre de la casa a finales de los 70; pero la mayor
parte son las que se hacían en estudios fotográficos
y también en exteriores, destinadas a publicidad en
las revistas y periódicos españoles y extranjeros.
Estas fotografías constituyen el último paso en el pro-
ceso creativo y están realizadas por los mejores estu-
dios fotográficos de Madrid y Barcelona, entre ellos
Gyenes y V. Ibáñez en Madrid o Batlles y Compte y
Man en Barcelona. Señalamos, como hecho curioso,
que algunas de ellas, sobre todo en los años 50, se
han conservado con anotaciones sobre los medios
de comunicación y las fechas en las que dichas foto-
grafías habían sido publicadas.
Años 40No sabemos qué dibujantes trabajaron con Pedro
Rodríguez en esta década en la que la Alta Costura
española puso las bases para su esplendor poste-
rior. Se conservan una gran cantidad de figurines de
tamaño folio, la mayoría encuadernados y ordena-
dos por años y temporadas. La mayor parte están
dibujados a lápiz aunque también hay muchos en
color. El archivo conserva además un álbum de foto-
grafías de este periodo.
En este momento, la situación de España, aisla-
da política y económicamente, dificultó el trabajo de
los creadores españoles, que tenían pocos medios
materiales para desarrollar su labor, y además, el
estallido de la Segunda Guerra Mundial que cerró
muchas de las casas de Alta Costura de Paris, los
dejó sin referencias exteriores. En este contexto se
crea la Cooperativa de la Alta Costura en Barcelona
en 1940, de la que Pedro Rodríguez va a ser presi-
dente hasta su muerte y que al principio contaba con
unos veinte miembros, para verse reducida después
a sólo cinco, los llamados “Cinco grandes de la Alta
Costura”6, que desde el primer momento presenta-
ron sus colecciones dos veces al año en los salones
del hotel Ritz de Barcelona con el nombre de Salón
de la Moda.
Para Pedro Rodríguez esta década supuso la con-
solidación de su firma entre una clientela muy exclu-
siva que necesitaba un amplísimo guardarropa,
puesto que cada hora y actividad del día requería un
modelo diferente, por lo que en sus armarios se suce-
dían los trajes sastre, vestidos y abrigos para el día,
vestidos de cóctel para la tarde-noche y trajes de
noche, además de trajes pantalón, que en estos años
se utilizaban para actividades lúdicas y en el ámbito
más doméstico. De todos ellos podemos encontrar
ejemplos en las vitrinas situadas en la primera parte
de la exposición.
Además, el concepto de elegancia estaba unido
al concepto de vestir de una forma adecuada para
cada momento, puesto que estas mujeres debían
proyectar con su imagen la situación económica y
social de su familia. Por ello la Alta Costura españo-
la en aquella época presentaba cuatro colecciones
19
Izda.: Fotografía de traje de noche primavera-verano, 1962
(MT-FD040767)
Arriba: Traje de noche otoño-invierno, 1947-48
Álbum de figurines (MT-FD042217)
Abajo: Conjunto campo y playa primavera-verano, 1955
Línea ”Mikado”. (MT-FD041576)
al año: primavera-verano en marzo, campo y playa o
pleno verano en mayo, otoño-invierno en septiembre
y trajes de fiesta en diciembre, de cara a los compro-
misos navideños. También se presentaron algunas
colecciones para la montaña y la nieve, con lo que
quedaban cubiertas todas las necesidades no sólo
de su exclusiva clientela española, sino también de
muchas mujeres adineradas de América del Sur.
Años 50Los años 50 son la década dorada de Pedro
Rodríguez. Es entonces cuando su trabajo comienza
a ser conocido fuera de nuestras fronteras, especial-
mente en Estados Unidos, puesto que en agosto de
1952 se celebra en Madrid el I Festival de la Moda
Española que organiza la empresa norteamericana
Goestsch & Cia, que representaba a veinticinco gran-
des almacenes de Estados Unidos, junto con los
cinco miembros de la Cooperativa de la Alta Costura
y la colaboración del gobierno español. Finalmente
se reúnen unos cien compradores norteamericanos,
representantes de empresas textiles y grandes alma-
cenes como Macy´s de Nueva York o Marschall Field
de Chicago, además de periodistas de revistas de
moda como Vogue, Harper´s Bazaar, Glamour,
Cosmopolitan, Life, etc.
Estos periodistas resaltaron en sus crónicas cómo
los modelos presentados tenían la misma calidad que
los mejores de Londres o París: eran elegantes, pero
más sencillos y con unas líneas más depuradas que
los franceses, lo que seguramente sería más del
gusto de la mujer norteamericana. Además, su pre-
cio era casi tres veces menor que los modelos parisi-
nos y los impuestos de exportación de la moda espa-
ñola eran también inferiores a los de otros países de
Europa, ya que el Gobierno español fue pronto cons-
ciente de la importancia que para su imagen exterior
podía tener la Alta Costura y, desde el Ministerio de
Asuntos Exteriores, se dieron muchas facilidades a
los creadores para su proyección exterior.7
La idea era organizar, alternando Madrid y
Barcelona, dos desfiles al año que antecediesen a
los de París y Londres, de manera que estos com-
pradores americanos tuviesen la oportunidad de ver
y comprar moda española y, a la vez, la prensa
extranjera pudiese proyectar estas colecciones en
todo el mundo en igualdad de condiciones que las
europeas.
Este importante acontecimiento para la moda
española está profusamente documentado en los
recortes de prensa, tanto nacional como extranjera,
que forman parte del archivo; además hay muchas
fotografías de los desfiles que se celebraron tanto en
la gala inaugural como en los salones de la casa
Pedro Rodríguez en Madrid.
Este calendario no se pudo cumplir durante mucho
tiempo, ya que no existía una infraestructura indus-
trial para llevarlo a cabo; pero tanto Pedro Rodríguez
como Pertegaz, que en aquel momento tenían casas
con una media de setecientos empleados, sí mantu-
vieron durante mucho tiempo esas presentaciones a
los compradores y prensa extranjeras aunque de una
forma más individual, con lo que lograban una clien-
tela internacional muy importante y una amplísima
repercusión en la prensa extranjera, sobre todo ame-
ricana. Hay varios ejemplos de estos reportajes para
las mejores revistas del mundo en los que damas de
la más alta sociedad española actúan como mani-
quíes luciendo los modelos de Pedro Rodríguez. 8
Volviendo al ámbito nacional, los recortes de pren-
sa de los años 50 recogen profusamente los desfiles
que la Cooperativa de la Alta Costura celebra en
Barcelona y las reacciones a las líneas que Pedro
Rodríguez crea para cada temporada; así, en la
colección primavera-verano de 1953 se lanzan las
líneas “Campánula” y ”Golondrina en reposo”; en la
colección primavera-verano 1954, la línea “Herra-
dura“; en el otoño-invierno 1954-55, las líneas
“Luciérnaga” y “Amaterasu”; en la primavera-verano
1955, la línea “Mikado”; o en el otoño-invierno 1956-
57, la línea “Mariposa”. De todas ellas hay muchos
figurines a lo largo de la exposición.
También hay ejemplos de estilos que vienen de
Francia como la línea “Saco” que lanza Balenciaga,
21
Traje de noche, 1953. Línea “Campánula”. Dibujo de R. Gullón
(MT-FD041175)
Conjunto primavera-verano, 1955. Línea “Mikado” (MTFD041575)
aunque Pedro Rodríguez confiesa que no le gusta,
o la “Trapecio” creada por Yves Saint Laurent en
1958, de la que hay modelos en la colección prima-
vera-verano 1958.
Otro hito a señalar en esta década es que Pedro
Rodríguez fue el primer diseñador de los dos prime-
ros uniformes de Iberia: en el de 1954 suaviza la línea
militar imperante hasta entonces y en el de 1962 pre-
senta un diseño más funcional y femenino. Desgra-
ciadamente en el archivo no aparecen estos figuri-
nes.
Los tres primeros grupos temáticos de figurines
colgados en pared están fechados en 1953, un año
de intensa actividad para el modisto. El primero de
estos grupos está formado por modelos representa-
tivos de los años 50, sobre todo trajes cóctel y de
noche, con la silueta típica del momento, cintura ajus-
tada y faldas con mucho vuelo; pero también hay dos
modelos que siguen la línea “Campánula“ y un
modelo de campo y playa.
En el segundo grupo se exponen algunos de los
casi doscientos diseños que Pedro Rodríguez hizo
para el “Baile del Siglo”, una espectacular fiesta de
que el Marqués de Cuevas celebró en Biarritz en sep-
tiembre de 1953 y al que los invitados debían de acu-
dir con disfraces inspirados en el siglo XVIII. A este
evento asistieron los personajes más representativos
de la alta sociedad internacional de la época y el
excesivo derroche que supuso su celebración moti-
vó duras críticas de varias instituciones, incluso del
Vaticano.
En el tercer grupo se muestran algunos de los
modelos que Pedro Rodríguez creó en exclusiva
para los almacenes Franklin Simon de Nueva York.
Estos grandes almacenes neoyorkinos de la 5º
Avenida solicitaron al modisto trajes de noche inspi-
rados en retratos del Museo del Prado para su
Spanish Renaissance Collection. De ellos quizás el
más famoso fue el modelo llamado “Santa Casilda”,
inspirado en Zurbarán, pues fue adquirido por la
actriz norteamericana Merle Oberon. En los recortes
de prensa se conserva la hoja del periódico New York
Times del 25 de octubre de 1953, donde aparece un
anuncio a toda página de estos modelos con sus
figurines. Todos estos figurines fueron dibujados por
Ramón Gullón9 con una técnica casi pictórica, ya que
aunque están pintados con témpera parecen óleos.
A lo largo de esta década Pedro Rodríguez, unas
veces en solitario y otras junto a otros creadores
españoles, presenta sus modelos fuera de España,
y así se refleja en los recortes de prensa que conser-
vamos en el archivo. Destacamos un programa dedi-
cado a la moda española en la cadena de televisión
BBC de Gran Bretaña en diciembre de 1955 y dos
desfiles, el primero en el palacio Grassi de Venecia
en el otoño de 1957 y el segundo en El Cairo en la
primavera de 1958. El colofón a estas muestras en el
exterior fueron los desfiles que diez casas de Alta
Costura española, cinco de Barcelona y cinco de
Madrid, celebraron en el marco de la Exposición
Universal de Bruselas en octubre de 1958, inspira-
dos todos ellos en las pinturas de Goya y en los que
también participó Balenciaga, a petición propia,
representando a España10.
Años 60La década de los 60 es la de su definitiva proyección
internacional. Los viajes a Estados Unidos se multi-
plican con varios puntos de venta en este país; pero
lo que realmente va a dar más empuje a la moda
española en general y a Pedro Rodríguez en particu-
lar son los dos desfiles que se hacen, uno en junio
de 1964 y otro en el mismo mes de 1965, en el marco
de las actividades de la Feria Mundial de Nueva York.
Esta muestra estuvo abierta durante dos tempora-
das de seis meses cada una y, al no ser reconocida
por la Oficina Internacional de Exposiciones, sufrió
el boicot de algunos países, entre ellos Francia. Por
esta razón la prensa de la época comenta la ventaja
que supuso para la moda española la no asistencia
del país galo11.
En 1965 hay dos acontecimientos que sirven de
homenaje a su ya larga carrera. Por una parte, en
23
Disfraz para el "Baile del siglo", Biarritz 1953.
Dibujo de R. Gullón. (MTFD041129)
Traje de Noche "Santa Casilda" para los Almacenes
Franklin Simon de Nueva York, 1953. (MTFD041138)
mayo es el protagonista del programa de Televisión
Española “Esta es su vida”, en el transcurso del cual
el modisto hace una demostración con una maniquí,
un trozo de tela y unos alfileres de su proceso crea-
tivo. Dos meses después, en julio y en los jardines de
Cecilio Rodríguez en el parque del Retiro de Madrid,
recibe, junto a Asunción Bastida, la Placa de Plata
al Mérito Turístico, una de las grandes distinciones
que el gobierno concedía en aquella época.
La década culmina con la celebración del 50 ani-
versario de la firma el 28 de septiembre de 1969, que
coincide con las bodas de oro matrimoniales, acon-
tecimiento profusamente reflejado por los recortes
de prensa.
También en este momento Pedro Rodríguez viaja
mucho a América del Sur, sobre todo a Uruguay,
donde participa en varios festivales de moda. Pero
son sin duda las dos giras que hace por el Lejano
Oriente las que aumentan su prestigio. En 1962 hace
un primer viaje a Filipinas y en 1965, una gira que
recorre Manila, Hong-Kong, Taiwan y Tokio con una
colección creada especialmente para este viaje, con
lo que su ya abultada cartera de clientas internacio-
nales se extiende a Asia. En noviembre de 1970 la
firma realiza otro viaje a Manila y Hong-Kong, al que
ya no acude el modisto sino que son su hijo Joaquín
y su nuera Marta, que presentan las nuevas colec-
ciones en estas ciudades.
Los dibujantes de esta década fueron Marcelo
Scarxell, Margarita Badía y Jesús Murúa, en
Barcelona y José Ignacio Sánchez Iberti en Madrid.
De ellos son la mayor parte de los figurines que se
muestran y que en un número importante están fir-
mados. Destacan aquellos de gran formato que ser-
vían para decorar los salones y que forman el grupo
más importante de las piezas que podemos ver en
esta exposición.12
Años 70Estos años continúan siendo de una gran creatividad
para Pedro Rodríguez, pero los problemas se acu-
mulan para la Alta Costura española, básicamente
por las sucesivas subidas de impuestos que gravan
esta industria, a pesar de los esfuerzos de las gran-
des firmas para que sean consideradas oficialmen-
te como industrias de interés nacional, como ocurría
en Francia o en Italia.
La situación se había agravado en 1966 cuando
el Ministerio de Hacienda decide que las casas de
Alta Costura, entendiendo como tales las que tenían
maniquíes fijas, debían de pagar una tasa de
Impuesto de Lujo de unos 22 millones de pesetas a
repartir entre todas y pagando según sus ingresos.
En el caso de la firma de Pedro Rodríguez, la canti-
dad a pagar sería entre seis y ocho millones de pese-
tas que, según el modisto afirma en prensa, es una
cantidad excesiva que su firma no puede afrontar. 13
Esto lleva a que algunas casas tengan que des-
pedir a sus maniquíes para no ser consideradas Alta
Costura. Pedro Rodríguez no despide a las suyas,
las coloca como vendedoras y la colección de pri-
mavera-verano de 1966 se presenta sobre perchas.
Unos meses después se llega a un acuerdo con
el Gobierno y las casas de Alta Costura consiguen
que se las considere como industria artesanal y, por
tanto, que los impuestos sean menores, por lo que
vuelven las maniquíes a las pasarelas.
La situación se va manteniendo e incluso la pren-
sa, en 1972, resalta que, a pesar de los problemas
económicos, Pedro Rodríguez sigue presentando
una colección de pleno verano, algo que ya no hacía
nadie. Con todo, el modisto es consciente de que la
crisis de la Alta Costura no está causada sólo por los
problemas económicos. También el ritmo de vida
moderno, con la masiva incorporación de la mujer al
mundo del trabajo, hacen que esta se decante por
el prêt-à porter, ya que ni tiene tiempo de elegir los
modelos previamente ni de someterse a las dos o
tres pruebas que exigía un modelo de Alta Costura.
Además, en el año 1972, el mundo estaba inmerso
en una profunda crisis económica, por lo que inclu-
so las clases más adineradas trataban de vestir de
una forma sencilla, pues mostrar riqueza producía
un cierto rechazo.14
En 1970 se inaugura una sección de prêt-à-por-
ter, en colaboración con la empresa Frank y Oliver,
27
Blusa y pantalón, ca. 1965. Dibujo: M. Scarxell (MT-FD041780).
dirigida a un público más joven, y las líneas de estos
años siguen las tendencias de la moda juvenil, pero
sin caer en lo que él llama “excentricidades”. Ya en
agosto de 1966, Pedro Rodríguez había lanzado un
manifiesto contra las modas británicas que él tacha-
ba de “infantilistas” y que, decía, suponían una ofen-
siva del mal gusto.15
Él cree que se puede hacer una moda joven
adaptada al mundo moderno pero sin caer en estri-
dencias. Así, hace minifaldas, pero no exageradas,
pues no le parece elegante enseñar la rodilla, y
aplaude la vuelta de la falda larga. Así, en la colec-
ción primavera-verano de 1970 muchos de los mode-
los combinan ambas longitudes.
Esta adaptación a los nuevos tiempos la vemos
también en los tres modelos que llevó al desfile de la
III Semana de la Moda Adlib en Ibiza, en 1973, en la
que participaron las casas de Alta Costura de Madrid
y Barcelona más importantes en aquel momento.
Estos modelos con sus fotografías de prensa se con-
servan también en el archivo gráfico. Además, en
este año, Nicaragua le dedica un sello en su serie
filatélica “Famosos couturiers del mundo”. España lo
hará en el 2008.
Pero el final de la Alta Costura española es impa-
rable. En 1974 otra subida del Impuesto de Lujo hace
que muchas casas tengan que cerrar. Además, posi-
blemente durante la Transición Política se consideró
a muchas de estas firmas afines al sistema político
anterior y se las condenó, en cierto modo, a un ostra-
cismo del que algunas no pudieron salir. Entre 1978
y 1979 se cierran las tres casas de la firma Pedro
Rodríguez. Desde entonces y hasta su muerte, el 2
de febrero de 1990, va a seguir diseñando en exclu-
siva para alguna clienta que él considerase muy
especial y dando clases en la Escuela Feli de Diseño
y Moda, en Barcelona.
Paloma Calzadilla
Comisaria de la exposición
29
Traje de noche, ca. 1970
(MT-FD042061)
Vestidos, primavera-verano 1969. Álbum de figurines
(MT-FD042351)
Notas
(1) Diario La Unidad de San Sebastián, 21 de agosto de 1965.
MTFD042543
(2) Diario Arriba, 19 de enero de 1955, MTFD042518
(3) Diario Albacete, 6 de octubre de 1960. MTFD042539
(4) Sánchez Bardón, Luis: Iberia y sus diseñadores, pág. 64.
(5) Diario El Universal, 24 de noviembre de 1953, MTFD042506
(6) Los llamados “Cinco grandes de la Alta Costura” eran Pedro
Rodríguez, Asunción Bastida, El Dique Flotante, Santa Eulalia y
Manuel Pertegaz, junto a dos peleteros, Tapbioles i Pirretas y
Peletería Rocafort.
(7) Women´s Wear Daily, 29 de mayo de 1952, MTFD042503
(8) Revista Holiday de Filadelfia, junio 1961. MTFD042541
(9) Ramón Gullón comienza su carrera como dibujante para
varias revistas de moda francesas a finales de los 50 y en 1951
empieza a trabajar con Pedro Rodríguez con el que estará hasta
1953. Se traslada después a Estados Unidos, donde iniciará su
carrera como diseñador con gran éxito entre la alta sociedad de
la Nueva York. En 1959 se instala en Madrid y abre su firma de
Alta Costura.
(10) Diario Informaciones, 2 de octubre de 1958. MTFD042534
(11) Agencia de prensa norteamericana World News, marzo-abril
de 1964. MTFD042542
(12) Marcelo Scarxell trabajó después en París con Guy Laroche
y realizó diseños para el Casino de París; Margarita Badía, ade-
más de trabajar en diversas firmas de prêt-à-porter de Barcelona,
dirigió su propia escuela de diseño y ha tenido como alumnos a
figuras de la moda como Joaquín Verdú o Roger.O; Jesús Murúa
comenzó su carrera como pintor de paisajes vascos. Tras su
paso por la firma Pedro Rodríguez trabajó para las firmas
Burberry y Arte en Moda de Barcelona; José Ignacio Sánchez
Iberti continuó su carrera trabajando para El Corte Inglés y
Cortefiel.
(13) Diario El Correo Catalán, 5 de febrero de 1966. MTFD042548
(14) Revista Telva. 1972. MTFD042556
(15) Diarios ABC, Arriba y El Progreso, de Lugo, del 27 de agos-
to de 1966: MTFD042557
31
33
Bibliografía:
- SOLÉ Magda: Pedro Rodríguez. Labor, Barcelona, 1991.
- SÁNCHEZ BARDÓN, Luis: Iberia y sus diseñadores. Iberia, Madrid, 2005.
- ¿Qué me pongo?: El guardarropa de María Brillas por Pedro Rodríguez. Disseny Hub Barcelona, Barcelona,
2011.
Museo del Traje. CIPE
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Museo del Traje. CIPE
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