Clamagepa…

Un amor sin

límites

Anderson Camilo Castillo Clavijo

En un lugar remoto de la antigua España, vivía una bella adolescente llamada Claudia María. Ella tenía unos ojos deslumbrantes y una belleza abrumadora. Ella era una esclava más del Rey Tulio V, quien era ambicioso y lujurioso. Él aparte de tenerla como sirvienta del castillo, también la usaba para sus días de placer y para el entretenimiento de sus visitantes más importantes. Un día el Rey Tulio V llamó a Claudia María, ya que el vino se había agotado y Luego la envió al viñedo que quedaba no muy lejos del castillo. Ella siempre disfrutaba salir de este lugar, aunque era muy criticada por los pobladores porque sabían que era una más de las amantes del Rey y creían que ella obtenía joyas y dinero a cambio de sus servicios; pero a ella no le importaba las cosas que decía la gente.

De repente, Claudia María llegando al viñedo se tropezó con Gerardo Patricio, el herrero real, a él se le enrojecieron sus mejillas porque se tropezó con la chica de la cual él estaba enamorado pero por miedo no se lo había dicho. Se disculpó por el abrupto encuentro y siguió su camino. Claudia María estando en el viñedo volvió a encontrarse con Gerardo Patricio y él observó un barril de vino junto a ella le preguntó: -¿Para donde os dirigíos con ese barril?- y ella le contesto -Me dirijo hacia el castillo con este barril de vino para el rey.- El sin pensarlo, levantó el barril y le ayudó a llevarlo al castillo. Por el camino, iban recordando viejos tiempos de cuando ellos eran niños. Llegando al castillo la encargada de la cocina le dijo a Claudia María:

-¡Apuraos! Ve a donde el rey que está impaciente, porque no habíais llegado-, ella se despidió de Gerardo Patricio y salió corriendo hacia donde el rey. Llegando a su destino, él la grito y le dijo: -¿por qué que os demoraste tanto en traer el vino?, Ahora venid conmigo a mi habitación.- Ella con la mirada apagada lo siguió para darle placer porque si no la desterraba del reino. Estando con él pensaba en lo bonito que había sido hablar con Gerardo Patricio. A la mañana siguiente Claudia María se acercó a Gerardo Patricio para poder seguir con la conversación que habían dejado inconclusa, pero Gerardo Patricio viendo su sufrimiento por lo que le pasaba, le dijo:

-¿por que os dejáis maltratar y utilizar del rey?-, y ella le respondió: -Por que él me ha dicho que me había de desterrar del reino si no hacía lo que él dijera.- Gerardo enojado salió del castillo sin rumbo fijo. Claudia María quedó preocupada sin saber lo qué podía hacer él teniendo en cuenta la rabia que le había producido su dramática historia. Pasaron los días y Claudia María seguía con su mirada apagada ya que no volvió a saber nada de Gerardo Patricio; El rey seguía utilizándola. Ella Pensaba en suicidarse porque su vida no era verdaderamente valorada. Esa misma tarde divisó que se acercaba hacia el castillo un jinete cuyo sombrero no dejaba ver bien su rostro. De pronto entró al castillo y gritó:

-¡Salid Rey!... vengo a pelear por el honor de todos tus esclavos y por la libertad de Claudia María.- El rey sin pensarlo salió. Cuando el jinete se quitó el sombrero todos se dieron cuenta que era Gerardo Patricio y el Rey sorprendido no le dio mucha importancia de quién era y se enfrentó a Gerardo Patricio para defender su reino. Estando los dos en la lucha, Claudia María gritó: -¡Gerardo no pelieis que podríais salir lastimado!.- El no le hizo caso a Claudia María y siguió luchando. De pronto se distrajo y el Rey mandó la espada y le alcanzó a lastimar uno de los

brazos. Gerardo Patricio aún estando lastimado siguió luchando. El rey le decía: -¡rendíos y os dejo vivir!- Pero él dijo -¡No, mi rencor hacia vuestra merced se desvanecerá cuando estéis muerto!-. Con ira el Rey cogió la espada y peleó con más fuerza y Gerardo cayó al suelo, pero el Rey lo dejó levantarse, y fue ahí donde Gerardo Patricio aprovechó mandó su espada hacia el pecho del Rey y este cayó sangrando y diciendo –Gerardo, habéis sido el único rival con el que verdaderamente he luchado-. Diciendo eso cerró los ojos y murió.

Todos los esclavos celebraron porque el rey había muerto. Gerardo Patricio victorioso se acercó a Claudia María y le dijo: -por el amor que tengo hacia vos fue que luché con él, porque no aguantaba más que te utilizara- y Claudia María no lo dejó hablar más y lo besó. Gerardo después de ese beso, que tanto había estado esperando, tomó la corona del rey y se dirigió hacia el cura del reino y le entregó la corona y éste dijo:

-hijo mío ya que habéis vencido al rey tenéis que ser el que lleve ahora esta corona-.

A la mañana siguiente fue la gran coronación de Gerardo Patricio. Claudia María dejó de ser la sirvienta del castillo y fue la nueva reina del

corazón de Gerardo Patricio y de la provincia. Todos aquellos que siempre criticaban a Claudia María se acercaron a ella para pedirle disculpas, cerrando así un ciclo de injusticias y maltratos.

FIN.