Clavos rojos.doc

Embed Size (px)

Citation preview

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    1/56

    Clavos rojoClavos rojo

    Robert E. Howard

    Durante un par de aos, Conan desempea con xito el oficio de pirata como capitn del barcoHolgazn. Pero los dems piratas zingarios, celosos de los triunfos del extranjero que seencuentra entre ellos, finalmente logran undir su barco delante de las costas de !em. Conanu"e entonces tierra adentro, " se entera de que se estn produciendo contiendas en las fronterasde #stigia. #l cimmerio se une a un grupo de Compaeros $ibres, una de tantas bandas demercenarios que lucan por cuenta propia bajo el mando de un tal %arallo. #n lugar de conseguirun rico bot&n, Conan se 'e obligado a montar guardia en el puesto fronterizo de !u(met, lim&trofecon los reinos negros. )ll& el 'ino es agrio " los beneficios escasos. )dems, Conan se cansapronto de las mujeres negras. !u aburrimiento termina con la aparici*n de +aleria de laHermandad oja, una mujer pirata que conoci* cuando con'i'&a con los bucaneros de las islas-aracanas. $a mucaca toma medidas drsticas ante los excesos de un oficial estigio " luegou"e, " entonces Conan la sigue asta las tierras negras.. $a cala'era en el risco$a mujer que iba a caballo tir* de las riendas " el cansado corcel se detu'o #l animal qued*patiabierto " con la cabeza colgando, como si le ubiera pesado demasiado el arns doradoguarnecido con cuero rojo. $a mujer sac* una bota del estribo de plata " se baj* del caballo.$uego at* las riendas a la rama de un arbusto " mir* a su alrededor, con las manos en lascaderas.$o que 'io no le result* agradable. /nos rboles alt&simos se encontraban sobre la laguna en la

    que el caballo acababa de beber. /nos sombr&os matorrales limitaban la 'isi*n entre las sombrasque pro"ectaban las densas ramas. $os esplndidos ombros de la mujer se estremecieron, "luego profiri* una maldici*n.#ra una mujer alta, de busto generoso, largas piernas " ombros firmes. 0odo su cuerpo reflejabauna fortaleza poco abitual entre las de su sexo, pero a pesar de ello su feminidad no se resent&aen absoluto. !e notaba que era una mujer de la cabeza a los pies, pese a su actitud " a suatuendo. #ste 1ltimo era el adecuado, teniendo en cuenta el lugar en el que se allaban. #n lugarde falda usaba unos pantalones de montar de seda, sujetos a la cintura por un amplio faj&n.$le'aba unas botas de cuero fino que le llegaban asta las rodillas, " completaba su ata'&o unacamisa de seda escotada " de mangas amplias. !obre una de sus bien formadas caderas lle'abauna espada de doble filo, " sobre la otra, una larga daga. !u cabello dorado " re'uelto, que le ca&asobre los ombros, iba recogido con una cinta de raso de color carmes&.!u silueta se recortaba contra el bosque sombr&o " primiti'o, " en su pose ab&a algo extrao "

    fuera de lugar. $a figura de la mujer abr&a resultado ms apropiada contra un fondo de nubes,mstiles e inquietas ga'iotas. !us grandes ojos eran del color del mar. 2 as& deb&a ser, pues se

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    2/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    trataba de +aleria de la Hermandad oja, cu"as azaas se celebraban en canciones " baladasen todos los lugares donde se reun&an los marinos.Despus de dejar atado el caballo, a'anz* acia el este, ecando de 'ez en cuando una miradaacia atrs, en direcci*n a la laguna, con el fin de fijar su camino en la mente. #l silencio delbosque la inquietaba. 3o se o&a cantar ning1n pjaro ni se escucaba crujido de ramas queindicasen la presencia de otros animales. Hab&a 'iajado durante leguas " leguas por tierras de una

    quietud sombr&a, interrumpida tan s*lo por los sonidos producidos por su caballo.$a mujer ab&a calmado su sed en la laguna, pero aora sent&a el imperioso acicate del ambre "comenz* a mirar en derredor en busca de algunos frutos, gracias a los cuales ab&a sobre'i'idodesde que se le agotaron las pro'isiones que lle'aba en las alforjas de la silla de montar.#n ese momento 'io en frente una enorme roca oscura, como de pedernal, que sobresal&a entrelos rboles. Pero no se di'isaba la cima, pues estaba oculta de la 'ista de la mujer por unasramas. Pens* que desde la parte ms alta del peasco podr&a di'isar los contornos de la boscosacomarca donde se encontraba./na pequea loma formaba una rampa natural que permit&a ascender por el escarpado risco.Cuando la mujer ubo subido unos quince metros, lleg* a una franja boscosa que rodeaba elpeasco. !e intern* en la densa 'egetaci*n, sin poder 'er lo que ab&a ms arriba o ms abajo.Pero poco despus di'is* el azul del cielo, " ms tarde sali* a la clida luz del sol " 'io la franja derboles que se extend&a a sus pies.

    !e ergu&a sobre un amplio rellano que se encontraba casi a la altura de los rboles.Desde all& se alzaba un saliente rocoso que constitu&a la cima del risco. Pero algo ms llam* suatenci*n en ese momento. /no de sus pies golpe* contra un objeto que se allaba entre laalfombra de ojas que tapizaba el saliente rocoso. )part* las ojas con la bota 'io el esqueleto deun ombre. !u ojo experimentado recorri* el blanco armaz*n, pero no 'io uesos rotos ni sealalguna de 'iolencia. )quel ombre debi* de morir de muerte natural, si bien no entend&a queubiera subido asta ese lugar para terminar all& sus d&as.$a mujer trep* asta lo alto de la cima " ec* un 'istazo acia el orizonte. #l teco boscoso, queparec&a una pradera 'isto desde all&, era tan impenetrable como cuando se lo obser'aba desdeabajo. 3i siquiera pudo di'isar la laguna en la que ab&a dejado su caballo. #c* una mirada alnorte, en direcci*n al punto desde el que ab&a llegado. 0an s*lo 'io la ondulante superficie del'erde ocano, que se extend&a cada 'ez ms lejos. #n la distancia se di'isaba una borrosa l&neaoscura4 la cordillera que ab&a cruzado unos d&as antes para internarse despus en el inmenso

    bosque.Hacia el este " el oeste, el paisaje era el mismo, si bien no se apreciaba la l&nea oscura de losmontes en esa direcci*n. $uego, cuando se 'ol'i* acia el sur, la mujer se estremeci* " contu'o elaliento. ) media legua de donde se encontraba, el bosque se acababa s1bitamente " daba lugar auna llanura sembrada de cactus. #n medio de dica planicie se alzaban las murallas " las torresde una ciudad. +aleria profiri* un juramento que expresaba su asombro. 3o se abr&a sorprendidode 'er una aldea, "a sea formada por las cozas de ramas de los negros como por las cabaas dela misteriosa raza cobriza que, seg1n se dec&a, abitaba en alg1n lugar de aquella zonainexplorada. Pero le sorprendi* enormemente el eco de encontrar all& una 'erdadera ciudadamurallada, a tantos d&as de camino de la a'anzadilla ms cercana de cualquier pa&s ci'ilizado.$e dol&an las manos de sujetarse al saliente rocoso de la c1spide, por lo que +aleria descendi*asta el reborde de piedra con el ceo fruncido. +en&a de mu" lejos, del campamento demercenarios situado junto a la ciudad fronteriza de !u(met, que se alzaba en medio de extensas

    praderas " donde montaban guardia fieros a'entureros de todas las razas que proteg&an lafrontera estigia contra las incursiones que llegaban como una marea roja procedentes de Darfar.+aleria ab&a escapado ciegamente acia una regi*n que desconoc&a por completo. 2 aora sedebat&a entre el deseo de cabalgar directamente asta aquella ciudad de la llanura " el instinto deconser'aci*n " cautela que le aconsejaban que la e'itara, dando un amplio rodeo para proseguirsu solitaria uida.!us pensamientos se 'ieron interrumpidos por un rumor que percibi* entre la densa 'egetaci*nque ab&a debajo de ella. $a mir*, gir* en redondo con un gesto felino " empu* la espada. $uegose qued* inm*'il, mirando con ojos desorbitados al ombre que se encontraba delante de ella.#ra casi un gigante, cu"os enormes m1sculos se percib&an bajo su piel bronceada por el sol. !uatuendo era similar al de +aleria, pero en lugar del faj&n que ella usaba, lle'aba un cintur*n decuero. De su cinto colgaban una anca espada de doble filo " un pual.56Conan el Cimmerio7 5exclam* la mujer5. 89u aces siguiendo mi rastro:

    Pgina 2 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    3/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    #l aludido sonri* toscamente " sus fieros ojos azules brillaron con un fulgor que cualquier mujerubiera entendido, mientras recorr&an el esplndido cuerpo de +aleria " se deten&an en la blancapiel del generoso escote, que permit&a admirar en parte sus opulentos senos.583o lo sabes: 5dijo l riendo5. 8)caso no e expresado admiraci*n acia tu cuerpo desde que te'i por primera 'ez:5/n semental no lo abr&a dico ms claramente 5repuso +aleria con desdn5. Pero lo cierto es

    que no esperaba encontrarte tan lejos de los barriles de cer'eza de !u(met. 8De 'erdad me asseguido desde el campamento de %arallo, o acaso te ecaron de all& a latigazos por algunafecor&a:#l cimmerio se ec* a re&r por su insolencia, " todos los m1sculos de su cuerpo se pusieron entensi*n.5!abes mu" bien 5repuso5 que %arallo no tiene agallas para ecarme del campamento. !&, escierto que te e seguido. 62 es una suerte para ti, moza7 Cuando apualaste a aquel oficial estigio,perdiste el fa'or " la protecci*n de %arallo " los estigios te proscribieron.5$o s 5respondi* ella con tono sombr&o5. Pero 8qu otra cosa pod&a acer: 2a 'iste c*mo mepro'oc* aquel oficial.5!& 5asinti* el cimmerio5, " si ubiera estado all&, lo abr&a acucillado "o mismo. Pero la mujer que'i'e en un campamento militar a de estar preparada para que le ocurran cosas semejantes.+aleria dio un puntapi en el suelo " grit* otra maldici*n.

    58Por qu los ombres no me tratan como a un ombre: 5pregunt* irritada.56#so est claro7 5dijo l, de'orndola con los ojos5. Pero as eco bien en uir, pues los estigioste abr&an despellejado 'i'a. #l ermano del oficial muerto te sigui*, " ms rpido de lo quepodr&as pensar. 3o estaba mu" lejos de ti cuando lo encontr. 0en&a un caballo mejor que el tu"o "te abr&a alcanzado en una legua aproximadamente. 2 esto" seguro de que te ubiera degollado.582 bien: 5pregunt* ella.52 bien, 8qu: 5pregunt* el cimmerio, que parec&a desconcertado.589u iciste con el estigio:56+a"a7 89u imaginas que iba a acer "o: $o mat, por supuesto, " dej su cad'er comoalimento para los buitres. #so me demor*, " casi perd& tu rastro cuando atra'esaste las montaas.De lo contrario te ubiera alcanzado ace muco tiempo.582 aora pretendes lle'arme de 'uelta al campamento de %arallo: 5pregunt* ella con 'ozsarcstica.

    53o seas necia 5repuso el brbaro con un gruido5. +amos, mucaca, no seas tan arisca. 2o noso" como el estigio que apualaste, " lo sabes mu" bien.5!&, eres tan s*lo un 'agabundo sin blanca 5contest* +aleria pro'ocati'a. #l cimmerio se ri*.582 qu eres t1: 3i siquiera tienes dinero para comprarte unos pantalones mejores. Pero tudesdn no me engaa. 01 sabes que e capitaneado barcos ms grandes " ma"or n1mero depiratas que t1 en toda tu 'ida. 2 en cuanto a lo de estar sin blanca, 8a qu a'enturero no le ocurreeso: -ien sabes que por esos mares e ganado suficiente oro como para llenar un gale*n.582 d*nde estn los ermosos barcos " los ombres audaces que capitaneaste, amigo: 5pregunt*ella con tono de burla.5Casi todos estn en el fondo del ocano 5repuso el cimmerio sin rodeos5. $os zingarios undieronmi 1ltima na'e delante de las costas semitas. Por eso me un& a los Compaeros $ibres de%arallo. Pero comprend& que me ab&a equi'ocado cuando nos encaminamos acia la frontera deDarfar. #l pa&s era pobre " el 'ino bastante malo. )dems, no me gustan las mujeres negras, "

    sas son las 1nicas que ab&a en nuestro campamento de !u(met4 negras, con anillos en la nariz" dientes limados, 6ba7 82 t1, por qu te uniste a %arallo: !u(met est a una distanciaconsiderable del mar.5;rto el ojo quer&a con'ertirme en su amante 5repuso ella oscamente5. /na noce, cuandoestbamos anclados en el puerto de %abela, frente a las costas de

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    4/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    tribus negras apacientan su ganado. 0engo buenos amigos entre esa gente. >remos asta la costa" buscaremos un barco. #sto" cansado de la sel'a.5#ntonces sigue solo tu camino 5dijo +aleria5. 2o tengo otros planes.563o seas necia7 5repuso l, mostrndose irritado por primera 'ez5. 3o puedes andar sola porestos bosques.5Claro que puedo.

    5Pero 8qu pretendes acer:5#so no es asunto tu"o 5contest* la mujer secamente.5Por supuesto que lo es 5afirm* Conan con tranquilidad5. 8Crees que te e seguido tan lejos para'ol'erme con las manos 'ac&as: +amos, s sensata, mucaca. 3o 'o" a acerte ning1n dao...#l cimmerio se adelant* acia ella, pero +aleria dio un salto atrs " desen'ain* la espada.56Detente, perro brbaro, o te ensarto como a un cerdo7 5exclam* la mujer.?l se detu'o de mala gana " pregunt*4589uieres que te quite ese juguete " te zurre las posaderas con l:56Palabras, s*lo palabras7 5dijo ella en tono burl*n, mientras el brillo del sol se reflejaba en sus ojosazules de mirada ind*mita.Conan sab&a que ella estaba en lo cierto. 3ing1n ombre abr&a podido desarmar a +aleria de laHermandad oja con las manos desnudas. #l cimmerio frunci* el ceo, presa de sentimientoscontradictorios. !e sent&a decepcionado, pero no dejaba de admirar el 'alor de la mujer. )rd&a en

    deseos de poseer aquel esplndido cuerpo " de estrujarla entre sus brazos de ierro, pero a pesarde todo no quer&a acerle dao. !ab&a mu" bien que si daba un paso ms en direcci*n a +aleria,sta le cla'ar&a la espada en el coraz*n. Hab&a 'isto a la jo'en dar muerte a demasiados ombresen grescas de taberna como para dudar de ello. Conan sab&a que era rpida " feroz como unatigresa. #s cierto que l pod&a desen'ainar su espada " desarmarla, pero no soportaba la idea deempuar un arma frente a una mujer.56@aldita seas, mucaca7 5exclam* el cimmerio desesperado5. 0e 'o" a quitar...;l'idando toda prudencia, Conan dio un paso, " en aquel momento ella se dispuso a atacar conuna estocada de efectos mortales. Pero algo interrumpi* la escena, que era a la 'ez jocosa "dramtica.589u es eso:$a exclamaci*n parti* de +aleria, pero ambos se estremecieron 'iolentamente. Conan se 'ol'i*como un felino, con la espada en la mano. )trs, en el bosque, se o&an los fuertes relincos de los

    caballos, presa de terror " de angustia. #ntre los relincos alcanzaron a escucar un casquido deuesos destrozados.56/nos leones estn matando a nuestros caballos7 5exclam* +aleria.563o son leones7 5dijo el cimmerio con los ojos brillantes5. 8Has o&do el rugido de alg1n le*n: #ncambio, escuca ese crujir de uesos. 3i siquiera un le*n podr&a producir semejante ruido al matara un caballo.Conan corri* rampa abajo " ella lo sigui*. )mbos ab&an ol'idado su disputa personal " se ab&anunido ante el peligro com1n con instintos de a'enturero. $os relincos ab&an cesado cuando seinternaron de nue'o en el bosque.5#ncontr tu caballo atado junto a la laguna 5murmur* Conan, deslizndose sin acer el menorruido5. 2o at el m&o a su lado " segu& tu rastro. 6;bser'a aora7Hab&an salido del c&rculo de rboles que rodeaba el peasco " miraron en direcci*n acia laslindes ms cercanas del bosque. $os gigantescos troncos ten&an un aspecto fantasmag*rico.

    5$os caballos deben de estar ms all de estos rboles 5musit* Conan con una 'oz que parec&a elsusurro de una tenue brisa5. 6#scuca7+aleria "a ab&a o&do, " un escalofr&o recorri* su cuerpo. )po"* inconscientemente la mano en elmusculoso brazo de su acompaante. Desde el otro lado de la espesura llegaba un terrible crujidode uesos, junto con un ruido de carnes desgarradas " una respiraci*n 'ida, intensa,espeluznante.5$os leones no acen semejante ruido 5sigui* diciendo el cimmerio en 'oz baja5. )lguien se estcomiendo nuestros caballos. 6Pero por Crom que no son leones7#l ruido se interrumpi* s1bitamente " Conan profiri* un juramento. !e ab&a le'antado una brisaque soplaba directamente desde ellos acia el lugar en el que se encontraba el enemigo in'isible.56)& 'iene7 5dijo Conan desen'ainando la espada.$os matorrales se agitaron 'iolentamente " +aleria se aferr* con ms fuerza al brazo de Conan. )pesar de que ignoraba la fauna de la sel'a, se daba cuenta de que ning1n animal conocido pod&a

    agitar los arbustos de la misma manera que aquel ser desconocido.

    Pgina 4 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    5/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    5Debe de tener el tamao de un elefante 5musit* el cimmerio acindose eco de los pensamientosde la jo'en5. Pero 6qu demonios...7!u 'oz se des'aneci* " ubo un silencio lleno de estupefacci*n.) tra's de los zarzales ab&a aparecido una cabeza de pesadilla. /nas fauces sonrientes dejabanal descubierto una enorme dentadura amarilla de la que correaba babosa espuma rojiza. Porencima de la boca ab&a un ocico arrugado de saurio. /n par de ojos similares a los de una

    serpiente, pero muco ms grandes, miraban fijamente a la inm*'il pareja que se allaba sobre laroca. Pero de los enormes belfos no s*lo flu&a baba, sino tambin una sangre oscura que ca&a engotas al suelo.$a cabeza, muc&simo ms grande que la de un cocodrilo, se prolongaba acia atrscon'irtindose en un largo cuello lleno de escamas coronado por una cresta de espinas. Detrs,aplastando los arbustos como si fueran ierbajos, se 'e&a un cuerpo monstruoso, con forma debarril " unas patas rid&culamente cortas. #l 'ientre blanquecino casi rozaba el suelo, mientras queel espinazo med&a el doble que Conan. /na cola larga " afilada, como la de un gigantescoescorpi*n, se arrastraba por la ojarasca.56!ube al risco, rpido7 5exclam* el cimmerio empujando a la mucaca5. 3o creo que puedatrepar, pero si seguimos aqu& podr&a le'antarse sobre las patas traseras " alcanzarnos...Con un casquido de ramas rotas, el monstruo se abalanz* sobre ellos a tra's de los arbustos.$a pareja u"* rpidamente acia arriba. @ientras +aleria se internaba en la densa 'egetaci*n,

    lanz* una mirada acia atrs " 'io al titn que se alzaba amenazador sobre sus robustas patastraseras, tal como Conan ab&a pronosticado. #l espectculo aterr* a la mujer, "a que el animal leparec&a cada 'ez ms grande " 'e&a que su cabeza sobresal&a por encima de los rboles msbajos. #stu'o a punto de caer acia atrs, pero la frrea mano de Conan la sujet* con firmeza porun brazo " la arrastr* acia adelante, asta la franja de rboles, " luego ms all, donde el solbrillaba de nue'o. #l monstruo se le'ant* una 'ez ms " apo"* las patas delanteras sobre el risco,con un impacto tal que izo 'ibrar la roca.Detrs de los fugiti'os apareci* la enorme cabeza que asomaba entre las ramas, " la pareja mir*durante unos instantes aterradores el rostro de pesadilla con los ojos llameantes " las faucesabiertas de par en par. $uego, los cicl*peos colmillos casquearon en el aire, " la cabeza se retir*" desapareci* de la fronda como si se ubiera undido en la laguna.+aleria " Conan miraron entre las ramas " 'ieron al monstruo sentado sobre sus patas traseras enla base del risco, mirndolos sin parpadear.

    +aleria se estremeci*.58Cunto tiempo crees que permanecer all&: 5le pregunt* en 'oz baja.Conan dio una patada a la cala'era del esqueleto que la jo'en ab&a allado momentos antes.5#ste pobre diablo debi* de subir aqu& para uir del monstruo o de algo parecido. !eguramentemuri* de ambre, pues no se 'e ning1n ueso roto. #se animal es, sin duda, un drag*n comoaquellos de los que ablan los negros en sus le"endas. !i es as&, no se marcar de aqu& astaque estemos muertos.+aleria lo mir* desconcertada. !u resentimiento ab&a desaparecido " en su lugar surgi* el pnico.Hab&a demostrado un 'alor a toda prueba en miles de ocasiones4 durante fieras batallas en el maro en tierra, en cubiertas resbaladizas a causa de la sangre, ante ciudades amuralladas " en lasarenosas pla"as donde los miembros de la Hermandad oja empapaban sus cucillos con lasangre de otros compinces, lucando por la jefatura del grupo. Pero las perspecti'as con las quese enfrentaba aora le elaban la sangre. ecibir un sablazo en el fragor de la batalla no era nada,

    pero sentarse indefensa " de brazos cruzados asta morir de ambre, asediada por unmonstruoso sobre'i'iente de otra poca... #l solo eco de pensar en ello le ac&a latir las sienesde orror.5Pero el monstruo tiene que comer " beber para sobre'i'ir 5razon* +aleria.53o necesita ir mu" lejos para acer ambas cosas 5repuso el cimmerio5. De todos modos, estrepleto de carne de caballo, aunque, a diferencia de otros reptiles, no parece que necesite dormirdespus de una comida abundante. De todos modos, no creo que pueda trepar por el risco.Conan ablaba sin inmutarse. ?l era un brbaro, " las experiencias de su 'ida pasada en lospramos sal'ajes ab&an calado mu" ondo en l. !e sent&a capaz de acer frente a una situaci*ncomo aqulla con una frialdad de la que jams ubiera eco gala una persona ci'ilizada.583o podr&amos trepar a los rboles " uir por las ramas, como los monos: 5pregunt* +aleriadesesperada. #l cimmerio mo'i* negati'amente la cabeza.52a e pensado en eso 5respondi*5. 2 e 'isto que las ramas que dan al risco son demasiado

    delgadas " se romper&an a causa de nuestro peso. )dems, tengo la impresi*n de que esemonstruo es capaz de arrancar un rbol de ra&z.

    Pgina 5 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    6/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    5#ntonces 8nos 'amos a quedar aqu& sentados asta que nos muramos de ambre: 5exclam*+aleria, furiosa5. 6Pues "o no pienso acerlo7 6-ajar e intentar cortarle la cabeza a ese malditomonstruo7Conan estaba sentado en el saliente rocoso, al pie de la cima. $e'ant* los ojos " contempl* conadmiraci*n a la mujer de ojos centelleantes " cuerpo tenso. Pero al darse cuenta de que estabaalgo trastornada, prefiri* no acer ning1n comentario. )l cabo de un rato de silencio dijo con un

    gruido45!intate " clmate.$a cogi* por las muecas " la oblig* a sentarse en sus rodillas. +aleria estaba demasiadosorprendida para resistirse. Conan agreg* enseguida45!i atacaras al drag*n, s*lo conseguir&as destrozar tu espada contra sus escamas. 0e engullir&a deun bocado o te aplastar&a como a un ue'o con su pesada cola. 0enemos que salir de aqu& dealg1n modo, pero sin dejar que nos de'ore como a un par de palomos.#lla no contest* " tampoco recaz* el brazo del cimmerio, que le rodeaba la cintura. #stabaasustada, lo que constitu&a una sensaci*n nue'a para +aleria de la Hermandad oja. #nconsecuencia, se qued* sentada sobre las rodillas de su acompaante con una docilidad queabr&a asombrado a %arallo, del cual la ab&a tildado de mujer endemoniada.Conan jug* con los sua'es cabellos rubios de la mujer, pendiente al parecer tan s*lo deconquistarla. 3i el esqueleto que se allaba a sus pies ni el monstruo que acecaba ms abajo

    parec&an turbar en lo ms m&nimo su inters por +aleria.$os inquietos ojos de la mujer descubrieron algunas mancas de color entre los rboles. !etrataba de unos frutosA eran unas esferas rojas de gran tamao que colgaban de las ramas de unrbol cu"as ojas ten&an una forma peculiar e intenso color 'erde. #n ese momento se dio cuentaque ten&a muca sed " ambre, sobre todo al comprender que no pod&a bajar del risco parasatisfacer esas necesidades.53o nos 'amos a morir de ambre 5dijo5. Podemos alcanzar esos frutos, al menos.Conan mir* en la direcci*n que sealaba +aleria " dijo con un gruido45!i comemos eso, no tendremos que preocuparnos del drag*n. #sos frutos son los que los negrosde bas acia all& cuando trataste de que me marcara solo a lacosta:5$a ab&a 'isto antes de que t1 llegaras. 2 no sab&a que existiera cuando sal& de !u(met.589uin pod&a pensar en allar una ciudad aqu&: 5dijo el brbaro5. 3o creo que los estigios a"anllegado tan lejos. 8$a abrn construido los negros: Pero no 'eo rebaos en la llanura, ni culti'os,

    ni gente en mo'imiento por los alrededores.59uiz no se 'ean debido a la distancia 5sugiri* ella. #l cimmerio se encogi* de ombros "descendi* del peasco.5-ien, lo cierto es que la gente de esa ciudad no 'a a a"udarnosA ni podr&a acerlo, si quisiera.Pero los abitantes de los pa&ses negros suelen ser ostiles a los extranjeros. Probablemente nosatacarn con sus lanzas...Conan se call* de repente " permaneci* en silencio durante unos instantes, reflexionando "mirando las esferas rojas que se di'isaban entre las ojas.56$anzas7 5susurr*5. 69u necio e sido por no aber pensado antes en ello7 6#so es lo que aceuna mujer ermosa con la mente de un ombre sensato758De qu ests ablando: 5pregunt* +aleria.#l cimmerio no se molest* en responder " descendi* asta el bosque, mirando a tra's de lasramas. #l monstruo segu&a sentado abajo, obser'ando el risco con la estremecedora paciencia

    que caracteriza a los reptiles. #s probable que uno de los de su especie ubiera mirado del mismomodo a alguno de los trogloditas antepasados del cimmerio en el amanecer de los tiempos. Conan

    Pgina 6 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    7/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    le grit* una maldici*n al animal " comenz* a cortar ramas lo ms largas posibles. #l mo'imientode las ojas inquiet* al drag*n, que agit* su poderosa cola, abatiendo algunos arbolillos como sifueran endebles juncos. #l cimmerio lo mir* con el rabillo del ojo, " cuando +aleria "a pensaba queel drag*n iba a precipitarse nue'amente sobre el risco, Conan se retir* " trep* asta el salienterocoso con las ramas que ab&a cortado. #ran tres ramas resistentes, mu" tinas " largas. 0ambinab&a cortado algunos tallos de enredaderas.

    52a lo 'es, las ramas son demasiado finas " los bejucos no llegan al grosor de un cordel 5dijoConan mientras sealaba el follaje que ab&a dejado5. 3o soportar&an nuestro peso. Pero "a sesabe que la uni*n ace la fuerza. #so es lo que los renegados aquilonios sol&an decirnos a loscimmerios cuando llegaron a nuestras montaas para organizar un ejrcito, con el que pretend&anin'adir su propio pa&s. Porque nosotros siempre emos combatido agrupados en clanes " tribus, "no en grandes grupos.589u demonios 'as a acer con esos palos: 5pregunt* +aleria.5#spera " 'ers.Conan junt* las tres 'aras, coloc* entre ellas su daga con la punta acia afuera " luego at* elconjunto con los tallos de las enredaderas. Cuando termin*, dispon&a de una lanza bastante fuerte" de dos metros de largo.582 qu pretendes acer con eso: 5pregunt* de nue'o la mujer5. )ntes me dijiste que un arma nopodr&a traspasar las escamas del drag*n.

    53o tiene escamas en todo el cuerpo 5repuso l5. 2 ten en cuenta que a" ms de una manera dedesollar a un bue".) continuaci*n, el brbaro se dirigi* al bosque " atra'es* con la oja de la lanza una de las@anzanas de Der(eta, procurando alejarse para e'itar las gotas de color p1rpura que ca&an delfruto. $uego retir* el arma " le ense* a +aleria la oja, que estaba empapada en un l&quido decolor carmes&.53o s si esto ser'ir 5dijo el cimmerio5. )qu& a" 'eneno suficiente para matar a un elefante, pero"a 'eremos.+aleria se encontraba cerca de Conan cuando ste se desliz* entre los rboles. $le'aba la lanzacuidadosamente alejada del cuerpoA asom* la cabeza entre las ojas " le abl* en 'oz alta almonstruo.589u ests esperando, ijo de padres desconocidos: 6) 'er, le'anta de nue'o esa rid&culacabezota, si no quieres que baje " te destroce a puntapis7

    $uego dijo algunas frases ms que icieron estremecer a +aleria, a pesar de que ab&a con'i'idodurante muco tiempo con los piratas. Como si el monstruo ubiera comprendido las elocuentespalabras del cimmerio, se le'ant* con una 'elocidad aterradora sobre sus patas traseras " alarg*el cuerpo " el cuello en un furioso esfuerzo por alcanzar al 'ociferante pigmeo que turbaba elsilencio de su territorio.Pero Conan ab&a calculado la distancia con absoluta precisi*n. $a enorme cabeza penetr* confuerza, pero en 'ano, entre las ojas. 2 cuando las fauces del monstruo se abr&an como las de unaenorme serpiente, el brbaro arroj* la lanza con todas sus fuerzas, " la larga oja del pual seundi* asta la empuadura en la carne, atra'esndola asta llegar al ueso.#nseguida las mand&bulas casquearon con'ulsi'amente, cortando en dos la impro'isada lanza, "estu'ieron a punto de acer caer a Conan de la roca. ?ste se abr&a precipitado al suelo de noaber sido por +aleria, que lo cogi* por el cinto de la espada con una fuerza desesperada. #lcimmerio recuper* el equilibrio " le dio las gracias con una sonrisa.

    )bajo se encontraba el enorme monstruo, que aullaba con terrible furia. !acud&a la cabeza de unlado a otro, se golpeaba con las garras " abr&a la boca de par en par. Por fin logr* arrancar el trozode lanza con una de sus enormes patas. $uego ec* la cabeza acia atrs, expulsando torrentesde sangre por la boca, " mir* acia el risco con una furia tan intensa que +aleria tembl* de miedo.$as escamas del lomo del drag*n, as& como las de los flancos, cambiaron de color " pasaron delpardo al rojo intenso. $os bramidos que del monstruo no se parec&an a ning1n sonido queubieran o&do +aleria " Conan en su 'ida.)l tiempo que lanzaba rugidos ensordecedores, el drag*n a'anz* en direcci*n al risco donde serefugiaban sus enemigos. $e'ant* una " otra 'ez la cabeza para morder, en 'ano, el aire. $uegose lanz* con todas sus fuerzas contra la roca, " sta 'ibr* desde la base asta la cima.0al exibici*n de furia primiti'a izo que a +aleria se le elara la sangre en las 'enas, pero Conanestaba demasiado cerca de lo primiti'o como para dejarse impresionar. #l monstruo que ab&aabajo era para Conan un simple ser 'i'o que se diferenciaba de l tan s*lo en la forma " en el

    tamao. )s& pues, permaneci* sentado " tranquilo, obser'ando las reacciones del enorme animal.5#l 'eneno empieza a acer efecto 5dijo al fin, con'encido.

    Pgina 7 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    8/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    53o lo creo 5repuso +aleria, que consideraba absurdo que algo, por mort&fero que fuera, pudieraafectar a aquella montaa de m1sculos.5!u 'oz denota temor 5insisti* el cimmerio5. Primero era s*lo dolor por la erida de la mand&bula,pero aora comienza a sentir la acci*n del 'eneno. 6@ira, se est tambaleando7 !e quedar ciegodentro de un momento... 8#, qu te dec&a:58#st u"endo: 5pregunt* +aleria.

    56#st intentando llegar a la laguna7 5dijo Conan, " se puso en pie lleno de expectaci*n5. !in dudael 'eneno le a dado una sed terrible. 6+amos7 #star ciego dentro de unos momentos, peropodr&a olfatear el camino asta el pie del risco otra 'ez. 2 si nuestro olor persiste, tal 'ez se quedeaqu& asta que muera. )dems, al o&r sus bramidos pueden llegar otros de su especie. 6+monosde aqu&758Hacia all& abajo: 5pregunt* +aleria indecisa.5Claro. +amos acia la ciudad amurallada. 9uizs all& nos corten la cabeza, pero es nuestra 1nicaposibilidad. )unque nos encontremos con mil dragones en el camino, aqu& s*lo nos espera lamuerte. 6)ndando7#l cimmerio corri* por la rampa con la agilidad de un mono " s*lo se detu'o para a"udar a sucompaera quien, a pesar de todo, se consideraba tan apta como un ombre para trepar por losaparejos de un barco o para escalar los acantilados de una costa.Cruzaron la franja boscosa del peasco " descendieron en silencio, si bien a +aleria le parec&a que

    su coraz*n ac&a ms ruido que un tambor. ;"eron unos sonoros gorgoteos pro'enientes de loms profundo del bosque, que indicaban que el drag*n estaba bebiendo en la laguna.5#n cuanto se a"a llenado el est*mago 'ol'er 5murmur* Conan5. #s posible que el 'eneno tardeoras en matarlo... si es que finalmente acaba con l.@s all del bosque, el sol comenzaba a undirse en el orizonte, " la espesura se con'ert&a enun lugar lleno de sombras oscuras " de formas borrosas. Conan cogi* a +aleria por la mueca "se desliz* silenciosamente entre los rboles con la rapidez de un felino.53o creo que sea capaz de seguir nuestra pista, pero si el 'iento soplara aora mismo en direcci*nal monstruo podr&a olernos.56Por @itra, entonces que no sople el 'iento7 5musit* +aleria.!u rostro era un *'alo plido en la penumbra. $a mujer aferr* la empuadura de su espada con lamano libre, pero esto, extraamente, la izo sentirse ms desamparada.)1n se allaban a cierta distancia del borde del bosque cuando escucaron casquidos " crujidos

    a sus espaldas. +aleria se mordi* los labios para no lanzar un grito.5#st sobre nuestra pista 5susurr* la mujer con e'idente temor.#l cimmerio mo'i* negati'amente la cabeza " dijo453o creo. @e parece que, al no oler nuestros cuerpos en la roca, est 'agando por los alrededorespara 'er si encuentra nue'amente nuestro rastro. 6+amos7 6!i no llegamos a la ciudad, estamosperdidos7 Desgajar cualquier rbol al que nos subamos. 6Con tal que no se le'ante 'iento...7#caron a correr asta que los rboles comenzaron a escasear. Detrs, el bosque era un marimpenetrable de sombras, donde a1n segu&an escucndose los amenazantes crujidos. #l drag*n,e'identemente, erraba ciego por el bosque, buscndolos.52a tenemos la llanura aqu& delante 5dijo +aleria jadeando5. /n poco ms "...56Por Crom7 5exclam* Conan.56Por @itra7 5musit* +aleria.)cababa de le'antarse una brisa bastante intensa desde el sur.

    !oplaba directamente sobre ellos " en direcci*n al bosque que se encontraba a sus espaldas. /nsegundo despus se o"* un tremendo rugido que izo estremecer los rboles. $os ruidos setransformaron en un crujido cuando el drag*n se dirigi* como un uracn en l&nea recta acia ellugar de donde llegaba el olor de los odiados enemigos que le ab&an infligido la dolorosa erida.56Corramos ms deprisa7 5grit* el cimmerio con los ojos centelleantes como los de un loboacorralado5. 6#s lo 1nico que podemos acer7$as botas de los marinos no estn ecas para correr, ni los piratas se entrenan demasiado eneste menester. Por ello, al cabo de unos cien metros, +aleria jadeaba intensamente " corr&a msdespacio, mientras que detrs de ellos el monstruo irrump&a entre los matorrales " sal&a a terrenoabierto.#l robusto brazo de Conan casi le'ant* a la mujer del suelo cuando le rode* la cintura. $os pies de+aleria apenas tocaron la ierba cuando fue lle'ada en una carrera muco ms 'eloz de lo queella sola ubiera podido alcanzar. !i lograban e'itar al monstruo durante alg1n tiempo ms, tal 'ez

    'ariase la direcci*n del 'iento... Pero ste se mantu'o constante, " una rpida mirada por encimadel ombro le permiti* a Conan 'er que el terrible animal se acercaba a ellos como una galera de

    Pgina 8 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    9/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    guerra impulsada por un uracn. #l cimmerio le dio un empuj*n a la mujer " la en'i*trastabillando a tres metros de distancia, donde ca"* a los pies del rbol ms cercano. #n esemomento el brbaro gir* en redondo " se enfrent* con el monstruo.Con'encido de que all& le esperaba la muerte, el cimmerio actu* seg1n sus instintos " arremeti*contra el temible rostro que se cern&a sobre l. !alt* con la fuerza de un gato sal'aje " undi* suespada en las escamas que recubr&an el enorme ocico. De inmediato un terrible impacto le en'i*

    rodando a unos diez metros de distancia. #l brbaro ca"* maltreco al suelo.Conan se puso en pie aturdido, realizando un enorme esfuerzo de 'oluntad. $o 1nico que ten&a enmente era que +aleria "ac&a indefensa cerca del espantoso reptil. Por ello 'ol'i* a le'antarse conla espada en la mano " corri* acia donde se encontraba la mujer.?sta toda'&a estaba en el mismo lugar adonde el brbaro la ab&a empujado, aunque empezaba aincorporarse. #l monstruo no le ab&a eco ning1n dao. #ste, por el contrario, " ante el asombrode la pareja, pas* 'elozmente al lado de ambos sin prestarles la menor atenci*n. #ra e'idente queaunque los ab&a seguido con la a"uda de su olfato, aora los ol'idaba debido al sufrimiento de suterrible agon&a. Durante su carrera, el saurio se precipit* contra el tronco de un enorme rbol queab&a en su camino. #l impacto desgaj* el rbol de ra&zA sin duda, el crneo del reptil se ab&aundido como consecuencia del tremendo golpe. #l rbol " el animal ca"eron juntos, " Conan "+aleria 'ieron, estremecidos, que las ramas " las ojas eran sacudidas por las con'ulsiones delmonstruo al que cubr&an, " luego se quedaban inm*'iles.

    #l cimmerio a"ud* a +aleria a ponerse en pie, " ambos a'anzaron acia la llanura sin rboles.Conan se detu'o un instante " mir* acia atrs, en direcci*n al oscuro bosque que quedaba a susespaldas. )ll& no se mo'&a ni una oja, ni piaba un solo pjaro. #n aquel bosque reinaba unsilencio similar al del primer d&a de la creaci*n.5+monos 5murmur* Conan, tomando a +aleria de la mano.$a ciudad parec&a allarse mu" lejos del otro lado de la llanuraA ms lejos de lo que parec&a desdelo alto del risco. #l coraz*n de +aleria lat&a aceleradamente, producindole una intensa sensaci*nde aogo. ) cada paso que daba esperaba o&r el crujido de los matorrales " tem&a que 'er&a salir aotro terrible drag*n. Pero "a nada turbaba el silencio del bosque.Cuando se alejaron, +aleria respir* ali'iada. +ol'i* a sentir confianza en s& misma. #l sol acababade ponerse " un manto oscuro cubr&a rpidamente la llanura. $as estrellas iban apareciendo pocoa poco en el cielo, " los cactus parec&an fantasmas.53o a" ganado ni campos sembrados 5murmur* Conan5. 8De qu 'i'ir esta gente:

    50al 'ez a"an recogido a los animales en los rediles durante la noce 5sugiri* la mujer5. 2 quizlos campos estn al otro lado de la ciudad.59uiz 5dijo Conan5, Pero "o no 'i nada desde lo alto del risco.$a luna se asom* por detrs de la ciudad, recortando las murallas " las torres con su brilloplateado. +aleria se estremeci*. #l negro contorno que ab&a alrededor del disco luminoso de laluna le daba a la ciudad un aire sombr&o " siniestro.0al 'ez Conan pensaba lo mismo, pues se detu'o, mir* a su alrededor " dijo45Detengmonos aqu&. De nada 'aldr&a acercarnos a las puertas de la ciudad por la noce, puesprobablemente no nos dejarn entrar. )dems, necesitamos descansar " no sabemos c*mo nos'an a recibir. /nas oras de sueo nos pondrn en condiciones de lucar, o de salir corriendo sifuera necesario.#l cimmerio condujo a la mujer asta un grupo de cactus que crec&an en c&rculo 5fen*menoabitual en los desiertos del sur5A se abri* paso con la espada entre las plantas " le izo una sea

    a +aleria para que entrara.5)qu& estaremos a sal'o de las serpientes 5le dijo. #lla mir* con recelo acia la negra l&nea delbosque, que "a estaba lejos.582 si los dragones salieran de entre los rboles: 5pregunt*.5-ien, aremos guardia por turnos 5repuso el cimmerio, aunque no contest* con claridad a lapregunta de su acompaante.Contempl* la ciudad, que a1n se allaba bastante lejos. 3o se 'e&a ninguna luz en las torres ni enlos edificios que sobresal&an por encima de las murallas. #ra una negra masa de misterio que serecortaba como un enigma en el cielo iluminado por la luna.5)custate " duerme 5dijo luego5. 2o montar la primera guardia.+aleria lo mir* indecisa, pero Conan se sent* con las piernas cruzadas delante de los cactus, decara a la llanura, con la espada sobre las rodillas " dndole la espalda a la mujer.!in acer ms comentarios, sta se ec* sobre la arena que cubr&a el suelo del desierto.

    5Despirtame cuando la luna est alta sobre nuestras cabezas 5le dijo +aleria.

    Pgina 9 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    10/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    #l cimmerio no contest* ni se 'ol'i* acia ella. @ientras la mujer se sumerg&a en un profundosueo, su 1ltima 'isi*n fue la de la musculosa figura de Conan, inm*'il como una estatua debronce recortada contra la tenue luminosidad de las estrellas.B. #l fulgor de las gemas de fuego

    +aleria se despert* con un estremecimiento, al 'er que el gris amanecer se extend&a sobre laplanicie.!e incorpor* " se frot* los ojos. Conan estaba cortando una planta de cactus, " pelabadiestramente la piel " las espinas.53o me despertaste 5dijo ella5. 6@e as dejado dormir toda la noce75#stabas mu" cansada 5repuso el cimmerio5. 2 deben de dolerte las posaderas, despus de unacabalgada tan prolongada. $os piratas no estis abituados a andar a caballo.582 t1:52o fui (oza(o antes que pirata 5respondi* Conan5. 2 esa gente 'i'e sobre la silla de montar. Hedormido a ratos, como una pantera que espera junto al sendero el paso de un 'enado. @is o&dosse manten&an alerta mientras mis ojos dorm&an.$o cierto es que el gigantesco brbaro parec&a tan descansado como si ubiese dormido toda lanoce sobre un leco de plumas. /na 'ez que ubo quitado todas las espinas, le entreg* a +aleria

    la jugosa oja de cactus.5Prueba esto 5dijo5. #s un buen alimento " una bebida para el ombre del desierto. 2o fui jefe delos zuagires, unos n*madas que 'i'en de saquear cara'anas.58Ha" algo que t1 no a"as sido: 5le pregunt* +aleria, en parte con burla " en parte conadmiraci*n.5!&. 3o e sido re" de un pa&s iborio 5declar* l sonriendo, mientras masticaba el jugoso cactus5.Pero no pierdo la esperanza de llegar a serlo alg1n d&a. 8Por qu no abr&a de ser re":+aleria mo'i* la cabeza, asombrada de su audacia, " se dispuso a saborear la refrescante planta.Hall* que su sabor era agradable " que saciaba su sed. /na 'ez terminado el frugal gape, Conanse limpi* las manos con arena, se puso en pie, se alis* la tupida melena ", ajustndose el cintur*nde la espada, dijo45-ien, en marca. !i la gente de esa ciudad nos 'a a cortar el cuello, ms 'ale que lo aga aora,antes de que empiece a acer calor.

    #l umor del cimmerio era un tanto sombr&o, pero +aleria pens* que pod&a resultar proftico. #llatambin se ajust* el cinto del sable despus de ponerse en pie. $os terrores nocturnos ab&anpasado, " los dragones rugientes del bosque eran como un sueo lejano. !u andar 'ol'i* a serconfiado cuando a'anz* al lado de Conan. =uesen cuales fueran los peligros que les esperaban,sus enemigos ser&an ombres. 2 +aleria de la Hermandad oja a1n no ab&a conocido a unombre al que temiera.Conan la mir* de reojo, mientras ella caminaba a su lado con su andar tan peculiar.5)ndas ms como un montas que como un marino 5dijo el cimmerio5. Debes de aber nacido en)quilonia, "a que los soles de Darfar no llegaron a broncear tu blanca piel. @ucas princesasen'idiar&an la blancura de tu tez.5!&, nac& en )quilonia 5repuso ella, que se ab&a acostumbrado a los cumplidos de su compaero ""a no se irritaba.!i se ubiera tratado de otro ombre en 'ez de Conan, +aleria se abr&a puesto furiosa por no

    aber sido despertada para acer guardia, pues siempre se ab&a negado a que le dieran 'entajaspor el solo eco de ser mujer. Pero aora sent&a una secreta satisfacci*n al ser tratada as& poraquel ombre. #l cimmerio, adems, no ab&a tratado de apro'ecarse de la situaci*n propicia enla que se allaban. Despus de todo 5se dijo +aleria5, su compaero no era un ombre corriente.#l sol comenz* a brillar sobre la ciudad, baando las torres con un siniestro color carmes&.5)noce era negra a la luz de la luna 5murmur* Conan con un gesto supersticioso5, " aora es rojacomo la sangre, a causa del sol del amanecer. 3o me gusta nada esa ciudad.Pero aun as&, se dirigieron acia ella, ", mientras a'anzaban, Conan le izo notar a +aleria que noab&a ning1n camino que condujera a la poblaci*n desde el norte.53ing1n ganado a salido a la llanura por esta parte de la ciudad 5dijo5. 2 no a" seales de que elarado tocase esta tierra en mucos aos, o en siglos, quiz. !in embargo, mira, en esta planicieexistieron culti'os ace muco tiempo.+aleria obser'* las antiguas zanjas de regad&o que l sealaba, " que se allaban en parte llenas

    de agua " rodeadas de cactus. #lla frunci* el ceo, mientras miraba con asombro el llano que se

    Pgina 10 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    11/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    extend&a en torno a la extraa ciudad, " que llegaba asta el lejano bosque, formando un enormec&rculo. $a 'isi*n no llegaba ms all de aquel c&rculo.$a mujer lanz* una mirada inquieta a la ciudad " ad'irti* que en sus murallas no se 'e&a brillo decascos ni puntas de lanzas, " que no se o&a el sonido de trompetas ni de 'oces de alerta. /nsilencio tan denso como el que reinaba en el bosque se cern&a sobre los gruesos muros " laspuntiagudas torres.

    #l sol "a estaba en lo alto cuando se detu'ieron ante la gran puerta de la muralla norte, bajo lasombra del macizo baluarte. #l *xido cubr&a los refuerzos de ierro del port*n, " las telaraasbrillaban tenuemente sobre las bisagras.56#sto no a sido abierto en mucos aos7 5exclam* +aleria.5#s una ciudad muerta 5dijo Conan con un gruido5. Por eso las zanjas " los culti'os estabanabandonados.5Pero 8quien abr 'i'ido aqu&: 8Por qu abandonaron este lugar:59uin sabe. 0al 'ez fuera un grupo de fugiti'os estigios. !in embargo, no tiene aspecto de serarquitectura estigia. 9uiz los abitantes de la ciudad fueron exterminados por sus enemigos, o lapeste acab* con ellos.5#n ese caso 5dijo +aleria5, es posible que a& dentro a"a cuantiosos tesoros. >ntentamos abrir lapuerta " exploremos el interior.Conan obser'* dubitati'amente las enormes puertas, pero a pesar de ello apo"* su robusto

    ombro contra una de las jambas. #mpuj* con todas sus fuerzas, " el port*n se abri* poco a pocoacia el interior con un intenso cirrido de goznes. #l cimmerio se irgui* " desen'ain* la espada.+aleria mir* sobre su ombro " lanz* una exclamaci*n.3o estaban 'iendo una calle o un patio, como era de esperar. $a puerta daba directamente a unenorme sal*n, cu"o extremo opuesto casi se perd&a a lo lejos. $as dimensiones del recinto erangigantescas, " el suelo estaba formado por unas extraas baldosas rojas que parec&an arder comosi fueran llamas. $as paredes eran de un material 'erde " brillante.56!i esto no es jade, "o so" semita7 5exclam* el cimmerio al tiempo que profer&a un juramento.56#s imposible que a"a tal cantidad7 5objet* +aleria.5He robado suficiente jade a las cara'anas de

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    12/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    #n algunas de la estancias no ab&a ninguna luz, " el 'ano de las puertas era negro como la bocadel infierno. Conan " +aleria e'itaron aquellos lugares " se internaron tan s*lo por las abitacionesiluminadas.#n las esquinas ab&a numerosas telaraas, pero en cambio no se ad'ert&a pol'o en el suelo ni enlas mesas " sillas de mrmol, jade o cornalina que llenaban algunas salas. )qu& " all se 'e&analfombras de seda de

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    13/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    brazos " piernas se 'e&an musculosos, sin el menor 'estigio de grasa que sua'izase loscontornos. Podr&a decirse que aquel indi'iduo estaba eco con una notable econom&a de mediosque resultaba repelente.Pero tanto en su apariencia f&sica como en su actitud ab&a algo que impresion* a la mujer. #lombre se detu'o s1bitamente ", medio agazapado, 'ol'i* la cabeza en 'arias direcciones. /nadaga que aferraba con la mano dereca tembl* 'isiblemente a causa de las emociones que la

    atenazaban. +aleria comprendi* que aquel desconocido ten&a miedo, un miedo ra"ano en el terror.Cuando 'ol'i* la cabeza, la mujer pudo apreciar el brillo de la mirada del ombre entre losmecones de pelo negro.Pero l no la 'io. )tra'es* la sala de puntillas " desapareci* por una de las puertas abiertas. Pocodespus, +aleria escuc* un lamento aogado " luego 'ol'i* a reinar el silencio en el edificio.$lena la inquietud " curiosidad, la mujer a'anz* por la galer&a asta llegar a una puerta situadaencima de aquella por la cual desapareciera el ombre. $a puerta daba a un corredor mspequeo que rodeaba una amplia estancia.#sta abitaci*n estaba en el tercer piso, " el teco no era tan alto como el de la sala que 'ieran alprincipio. #staba iluminada 1nicamente con gemas, por lo cual la parte baja de la balconadaestaba en sombras.Cuando ubo acostumbrado su 'ista a la penumbra, +aleria 'io que el ombre a1n se encontrabaen el recinto. Pero estaba tendido boca abajo en el centro de la abitaci*n. 0en&a las extremidades

    flccidas " extendidas, " su daga se allaba junto a l.)quella inmo'ilidad le caus* extraez a +aleria, asta que 'io una manca de color carmes& sobreel suelo, debajo del cuerpo.$a mujer mir* con atenci*n acia las sombras que llenaban el recinto, pero no puedo 'er nadams.De repente apareci* otro ombre, parecido al anterior, por una puerta que ab&a al otro extremo dela sala. $os ojos del recin llegado brillaron al 'er al otro en el suelo, " exclam* con 'oz agitada456Cicmec7#l otro no se mo'i*.#l segundo indi'iduo a'anz* rpidamente, se inclin* " cogi* por un ombro al ca&do para 'ol'erloacia arriba. De entre sus labios escap* un grito aogado cuando 'io que la cabeza le colgabainerte acia atrs, permitiendo 'er el cuello, que ab&a sido cortado de oreja a oreja.#l ombre dej* caer al cad'er sobre el suelo " se irgui* de nue'o, temblando como una oja al

    'iento. 0en&a el rostro ceniciento a causa de pa'or. 2a ab&a flexionado una pierna para escaparcuando se qued* repentinamente inm*'il, mirando al otro extremo de la abitaci*n con los ojosdesorbitados por el espanto.#ntre las sombras que ab&a debajo de la balconada comenz* a brillar una luz espectral, que noera reflejo de la que produc&an las gemas 'erdes. +aleria sinti* que se le erizaba el cabello alobser'ar la escena. #n el aire flotaba una cala'era. #ra un crneo umano, aunque terriblementedeforme, " de l emanaba una luz fosforescente. Por momentos adquir&a contornos definidos, "+aleria se dijo que, aunque la cala'era pareciera de ombre, ten&a de alguna manera un aspectoinumano.#l ombre segu&a inm*'il, paralizado por el terror " mirando fijamente la aparici*n. ?sta se alej* dela pared, " una sombra grotesca se mo'i* con ella. Poco a poco pudo 'er que la sombra ten&a uncuerpo semejante al de un ser umano. Pero ste brillaba con un fulgor blanquecino, que parec&apro'enir de los uesos que ab&a debajo. $a cala'era sonre&a con una expresi*n siniestra, en

    medio de un alo luminoso " maligno. #l ombre no era capaz de apartar los ojos de la espantosaaparici*n. Habr&ase dico que estaba ipnotizado.+aleria comprendi* que no era tan s*lo una fuerza mental la que paralizaba al desconocido.0ambin parec&a inter'enir el fulgor blanquecino, robndole parte de su energ&a 'ital eimpidindole actuar.#l orrendo espectro a'anz* flotando acia su '&ctima, " sta finalmente se mo'i*, pero s*lo paradejar caer la daga " postrarse de rodillas mientras se tapaba los ojos con las manos. )guard* sindecir palabra el golpe de la oja que aora brillaba en la mano del espectro, el cual se cern&asobre el ombre como la muerte triunfante.+aleria actu* seg1n el primer impulso de su 'eemente carcter. Con un salto felino salt* porencima de la balaustrada " se dej* caer al suelo, detrs del espectro. ?ste gir* en redondo al o&r elgolpe de las sua'es botas contra el suelo. Pero mientras se 'ol'&a, la afilada oja del sable de+aleria se abati* sobre l " traspas* su carne mortal.

    #l espectro lanz* una exclamaci*n de dolor " se desplom* con el peco " el espinazo atra'esadospor la espada. )l caer, rod* por el suelo su luminosa cala'era, dejando 'er una melena canosa "

    Pgina 13 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    14/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    un rostro contra&do por el sufrimiento de la agon&a. Detrs de aquella orrenda aparici*n ab&a tans*lo un ser umano, un ombre parecido al que estaba arrodillado en el suelo.=inalmente, este 1ltimo le'ant* los ojos al o&r el golpe " el grito, " mir* con expresi*n de infinitoasombro a la mujer de piel blanca que se cern&a sobre el cad'er con una espada correante en lamano #l ombre se puso en pie, tambalendose " musitando lamentos como si el espectculo leubiera afectado la raz*n. +aleria se sorprendi* al darse cuenta de que entend&a lo que

    murmuraba el ombre. !e lamentaba en lengua estigia, aunque en un dialecto que no alcanzaba acomprender del todo.589uin eres: 5le pregunto l5. 8De d*nde 'ienes: 89u aces en ucotl:$uego, sin dejar siquiera que ella le contestase, el desconocido agreg*45De todas formas, eres una persona amiga. 6Diosa o demonio, poco importa, "a que as matado ala Cala'era )rdiente7 62 era un ombre, despus de todo7 3osotros lo considerbamos undemonio que ellos ab&an conjurado desde las catacumbas... Pero 6escuca...7#l ombre dej* de des'ariar ", al quedar en silencio, se irgui* como si ubiera estado escucandocon dolorosa intensidad. +aleria no alcanzaba a o&r nada.56Debemos darnos prisa7 5murmur* l5. 6#llos estn al oeste del Eran !al*n " pueden llegar encualquier momento...7Cogi* a +aleria por la mueca con un gesto espasm*dico, que ella no pudo eludir.589uines son ellos: 5le pregunt* la mujer.

    #l ombre la mir* con asombro, como si no comprendiera que ella no lo supiera.58#llos: 5dijo el ombre, " agreg* tartamudeando55 !on la gente de otalanc. $a tribu del ombreal que mataste son los que 'i'en en la puerta del este.5#ntonces, 8esta ciudad est abitada: 5pregunt* +aleria sorprendida.56!&, por supuesto7 5repuso l impaciente5. 6Pero 'monos enseguidaA debemos regresar a0ecult&i758D*nde est eso: 5pregunt* +aleria.5#s el barrio de la Puerta ;ccidental.$a cogi* por la mueca " la condujo acia la puerta por la que l ab&a aparecido. Erandes gotasde sudor le perlaban la frente, " sus ojos brillaban a causa del terror.5#spera un momento 5dijo ella, soltndose bruscamente5. 3o me pongas las manos encima, o terompo la cabeza. +amos a 'er, 8quin eres t1 " adonde quieres lle'arme:#l ombre mir* con inquietud en todas direcciones " comenz* a ablar con tal rapidez que a 'eces

    se le trababa la lengua.5@e llamo 0ecotl " procedo de 0ecult&i. #se ombre que "ace con la garganta cortada 'ino de las!alas del !ilencio para tratar de tender una emboscada a alguno de los xotalancas. Pero nosseparamos, " cuando 'ine aqu& a buscarlo lo encontr muerto. $o mat* la Cala'era )rdiente, lo s," me abr&a matado tambin a m& si t1 no me ubieras sal'ado. Pero seguramente l no estabasolo. #s posible que a"an llegado otros indi'iduos desde otalanc. 6Hasta los dioses seestremecen ante la suerte de los ombres que ellos cogen 'i'os7)l pensarlo se estremeci*, " su piel se 'ol'i* ms cenicienta a1n. +aleria lo mir* desconcertada.Comprend&a que ten&a delante a una persona inteligente aunque trastornada.$a mujer se 'ol'i* acia la cala'era, que a1n resplandec&a en el suelo, " le acerc* una de susbotas, cuando el ombre salt* acia ella con un grito.563o la toques7 5exclam*5. 63o la mires siquiera7 60e enloquecer&a7 !*lo los brujos de otalancconocen su secreto. #ncontraron la cala'era en las catacumbas, donde "acen los uesos de los

    terribles re"es que gobernaron ucotl en el oscuro pasado. #l solo eco de mirar esa cala'eraiela la sangre " llena de agua el cerebro de la persona que no conoce su secreto. 0ocarlasignifica locura " destrucci*n.#lla lo mir* con el ceo fruncido. #l ombre no le inspiraba confianza, con aquel cuerpo enjuto "sus rizos serpentinos. #n sus ojos, detrs del brillo del espanto, asomaba una extraa luz que ellajams ab&a 'isto en la mirada de un ser umano en sus cabales. ) pesar de todo, parec&a sabermu" bien lo que estaba diciendo.56+en7 5suplic* mientras le tend&a la mano, retirndola enseguida al acordarse de las ad'ertenciasde +aleria5. #res extranjeraA no s c*mo abrs llegado asta aqu&, pero, seas diosa o demonio,'en en a"uda de 0ecult&i " tendrs una respuesta a todo lo que me as preguntado. !in dudallegaste desde el otro lado del bosque, de donde 'inieron nuestros antepasados. Pero eresnuestra amiga, porque de lo contrario, no abr&as matado a nuestro peor ad'ersario. 6+monosenseguida, antes de que nos encuentren los xotalancas " nos maten7

    +aleria mir* la cala'era que arrojaba una luz siniestra sobre el cad'er del enemigo. #ra como lascala'eras de las pesadillas, claramente umanas, pero con algunas deformidades inquietantes.

    Pgina 14 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    15/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    !eguramente el dueo de aquel crneo ab&a tenido un aspecto monstruoso en 'ida. 8+ida: !&, lacala'era parec&a tener 'ida propia. !us mand&bulas se abr&an " se cerraban con casquidos. #lfulgor se ac&a cada 'ez ms intenso " 'i'ido, al tiempo que aumentaba tambin la sensaci*n depesadilla. #ra un sueo... 0oda la 'ida era sueo...$a 'oz de 0ecotl sac* a +aleria del ondo abismo en el que estaba ca"endo.563o mires esa cala'era7 63o lo agas7 $a 'oz parec&a pro'enir de lejan&as insondables. +aleria se

    estremeci* " sacudi* la melena como un le*n. !u 'isi*n se aclaraba por momentos.5#n 'ida alberg* el cerebro de un re" de brujos 5le dec&a aora 0ecotl5. 6Pero a1n conser'a la'ida " el fuego mgico de los espacios siderales7)l tiempo que profer&a una maldici*n, +aleria salt* como una pantera " asest* un mandoble alblanco crneo, que cruji* " salt* en pedazos. #n alg1n lugar de la abitaci*n, o de un sitioimpreciso, una 'oz inumana aull* expresando infinita ira " dolor.0ecotl comenz* a gritar456$a as destrozado7 6$a as destruido7 63i la magia negra de otalanc podr reconstruirla7 6)ora'monos, pronto753o puedo acerlo 5protest* ella5. Ha" un amigo m&o cerca de aqu&...$a mirada de espanto del ombre izo que +aleria se callara repentinamente. $a mujer mir* a sualrededor " 'io a cuatro ombres que entraban por otras tantas puertas, con'ergiendo acia lapareja que se allaba en el centro de la abitaci*n.

    $os cuatro eran como los otros dos que +aleria ab&a 'isto. 0en&an las mismas extremidadesdelgadas, la misma melena negra " lacia, la misma mirada extra'iada en sus grandes ojos. >banarmados " 'estidos como 0ecotl, pero todos lle'aban una cala'era blanca pintada en el peco.3o ubo amenazas ni gritos de guerra. $os ombres de otalanc saltaron acia el cuello de susenemigos como tigres sedientos de sangre. 0ecotl les izo frente con la furia que da ladesesperaci*n. #squi'* la espada de uno de los atacantes " se aferr* a l para arrojarlo al suelo,donde ambos rodaron " lucaron en tenso silencio.$os otros tres se abalanzaron sobre +aleria, con los ojos rojos como los de los perros rabiosos.$a mujer mat* al primero antes de que pudiera atacarla. $a larga espada recta de +aleria le undi*el crneo cuando el atacante le'antaba "a su propia arma. $uego par* el golpe " esqui'* otro. !usojos brillaban " sus labios sonre&an implacables. +ol'&a a ser +aleria de la Hermandad oja, " elsilbido de su oja de acero era como un imno nupcial para sus o&dos.$a espada de +aleria rebas* una oja que ab&a pretendido parar el golpe " se undi* en un

    'ientre cubierto por un taparrabo de cuero. #l ombre jade* en su agon&a " ca"* de rodillas. Perosu alto compaero se abalanz* en silencio sobre +aleria " descarg* una llu'ia de golpes con talfuria que la mujer no fue capaz de contraatacar. #lla retrocedi* fr&amente, parando las estocadas "en espera de una ocasi*n para de'ol'er los golpes. #l ad'ersario no pod&a mantener por mucotiempo el ritmo de su ofensi'a. !e le cansar&a el brazo o le traicionar&an los pulmones. #ntonces,la oja de +aleria le atra'esar&a el coraz*n. /na mirada de reojo le permiti* 'er a 0ecotl inclinadosobre el peco de su enemigo, tratando de liberar las muecas para asestarte una cucillada.$a frente del ombre estaba cubierta de sudor " sus ojos denotaban el esfuerzo al que estabasometido. Por ms que atacara con denuedo, no pudo romper la guardia de su ad'ersaria. !urespiraci*n se izo agitada e irregular, " sus golpes comenzaron a debilitarse. +aleria dio un pasoatrs para atraerlo, " en aquel mismo momento sinti* que alguien le aferraba las piernas conbrazos frreos. !e ab&a ol'idado del ombre erido que estaba en el suelo.#staba arrodillado ", mientras su compaero lanzaba un grito triunfal, el erido mordi* a +aleria

    sal'ajemente en un muslo. #l xotalanca de ele'ada estatura salt*, golpeando con todas susfuerzas " su enorme furia. #lla par* el golpe con gran dificultad " le'ant* los ojos, obser'ando lascispas que ab&an saltado con el impacto de los dos sables.$a espada enemiga se alz* una 'ez msA esta 'ez, +aleria se cre"* perdida, pues estaba casiinmo'ilizada por el otro contrincante. #n aquel momento, una forma gigantesca se cerni* sobre elxotalanca, " su grito triunfal se interrumpi* en seco. #l ombre se tambale* " ca"* al suelo con elcrneo destrozado.56Conan7 5exclam* +aleria jadeando.Con un rpido mo'imiento, la mujer se 'ol'i* acia su enemigo, que a1n la sujetaba con fuerza.$o cogi* por la larga melena. $a espada de +aleria brill* en el aire, " el cuerpo decapitado delad'ersario se derrumb* encima del de su compaero.589u demonios a ocurrido aqu&: 5pregunt* el cimmerio, a'anzando con la espada en la mano.0ecotl se incorpor*A a su lado se allaba el 1ltimo xotalanca, que a1n se retorc&a en los 1ltimos

    estertores de agon&a. !u daga goteaba sangre, " Conan comprendi* que no era enemigo. #lombre ten&a una erida profunda en un muslo " mir* al cimmerio con recelo.

    Pgina 15 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    16/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    589u significa esto: 5'ol'i* a preguntar Conan, que a1n no se ab&a recuperado de la sorpresade encontrar a +aleria en una luca sal'aje con aquellos ombres, en una ciudad que l ab&acre&do desabitada.)l regresar de su infructuosa exploraci*n por el piso superior, ab&a 'isto que +aleria no se allabaen la abitaci*n en la que la ab&a dejado, " le ab&a bastado con seguir el ruido de la pelea.56Cinco perros muertos7 5exclam* 0ecot& con un sal'aje aire de triunfo5. 6Cinco cla'os rojos para

    la columna negra7 6Eracias, dioses de la sangre7#l ombre le'ant* sus manos temblorosas " luego, con una expresi*n demon&aca, escupi* sobrelos cad'eres " les golpe* el rostro con los pies, mientras danzaba de un modo estremecedor. !usnue'os aliados lo miraban con asombro, " Conan le pregunt* a +aleria en lengua aquilonia4589uin es este loco:$a mujer se encogi* de ombros " repuso45Dice llamarse 0ecot&. Por lo que a dico, deduzco que su gente abita en un extremo de estaincre&ble ciudad, mientras que estos 'i'&an al otro extremo. 0al 'ez sea con'eniente que 'a"amoscon l. Parece amistoso, " resulta fcil 'er que la otra tribu no lo es.0ecot& ab&a dejado de bailar " escucaba de nue'o con la cabeza 'uelta de lado, como losperros.56+monos "a7 5murmur*5. 6Hemos eco bastante matando a cinco malditos demonios7 @i genteos recibir mu" bien " os colmar de onores. +enid, 0ecult&i queda lejos, " en cualquier

    momento pueden llegar los xotalancas en n1mero excesi'o para nuestras espadas.5#st bien, gu&anos 5dijo el cimmerio con un gruido.0ecot& subi* por la escalera que lle'aba a la galer&a " les izo una seal para que lo siguieran.$uego cruzaron una puerta que se abr&a acia el oeste " a'anzaron por numerosas abitaciones,todas ellas iluminadas por clarabo"as o por gemas 'erdes.53o acabo de entender qu clase de edificio es ste 5le dijo +aleria en 'oz baja al cimmerio.5#n cambio, "o s& e 'isto a este tipo de ombres con anterioridad 5repuso Conan5. Habitan en lasorillas del lago %uad, cerca de la frontera con

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    17/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    50al 'ez sean tus amigos 5sugiri* +aleria.53o debemos arriesgarnos 5dijo 0ecotl con la respiraci*n agitada " a'anzando febrilmente.!e 'ol'i* a un lado " entr* por una abitaci*n en la que ab&a una escalera de mrmol que lle'abaacia abajo, en medio de la oscuridad.5#sto conduce a un pasillo oscuro que a" debajo 5dijo 0ecotl con un murmullo, mientras su frentese llenaba de sudor5. 0ambin puede estar a&, pero debemos correr el riesgo, "a que es ms

    probable que se encuentren en las otras abitaciones. 6+amos, deprisa7-ajaron por la escalera con la rapidez de los fantasmas, asta llegar a la boca de un corredoroscuro como la noce. !e agazaparon all& durante un momento, tratando de o&r alg1n ruido, "luego se internaron en el pasillo. @ientras a'anzaban, +aleria sinti* un escalofr&oA tem&a recibir unaestocada en cualquier momento. 3ot* la mano de Conan aferrndola por un brazo, lo que le dioms confianza. $a oscuridad era absoluta, " el pasillo parec&a interminable.De repente se quedaron inm*'iles al o&r un ruido a sus espaldas. !e ab&a abierto una puerta "sintieron que unos ombres entraban en el corredor. +aleria tropez* con lo que parec&a unacala'era, que rod* produciendo un ruido siniestro.56Corred7 5exclam* 0ecotl con 'oz agitada, " a'anz* por el pasillo como un fantasma.+aleria not* que Conan la tomaba otra 'ez por la cintura " la a"udaba a escapar. #l cimmerio no'e&a ms que ella en la oscuridad, pero una especie de sexto sentido ac&a que no se equi'ocara.@ientras tanto, o"eron detrs de ellos unos pasos rpidos que se acercaban cada 'ez ms. De

    repente 0ecotl dijo456)qu& est la escalera7 6!eguidme rpido, por todos los dioses7+aleria se sinti* le'antada en 'ilo entre 0ecotl " Conan al subir las escaleras, " ad'irti* que losenemigos les segu&an a mu" poca distancia. 2 los sonidos no eran todos de pies umanos.)lgo trepaba retorcindose por los peldaosA algo que reptaba " casqueaba, elando el aire a sualrededor. Conan dio una estocada con su sable " sinti* que la oja atra'esaba una sustancia quebien podr&a aber sido carne " ueso. )lgo le roz* el pie " se lo dej* eladoA el cimmerio sinti* unazote " un golpe estremecedor, " enseguida se o"* el grito de agon&a de un ombre./n momento despus, Conan terminaba de subir la escalera " pasaba por una puerta que se abr&aen la semipenumbra.+aleria " 0ecotl "a se encontraban all&, " este 1ltimo cerr* la puerta " corri* un cerrojo en cuantoubo pasado el cimmerio. #ra el primer cerrojo que Conan 'e&a desde que dejaran atrs la granpuerta de la muralla.

    >nmediatamente ecaron a correr a tra's de la sala a la que ab&an llegado, " al cruzar la puertadel lado opuesto, Conan mir* acia la anterior " 'io que el cerrojo era golpeado por quienes'en&an detrs.)unque 0ecotl no aflojara el ritmo de su carrera, "a parec&a ms sereno. 0en&a el aspecto delombre que se encuentra en terreno conocido, cerca de gente amiga.Pero Conan 'ol'i* a asustarlo terriblemente cuando le pregunt*4589u era eso que encontr en la escalera, 0ecotl:5$os ombres de otalanc 5repuso el aludido5. 2a te dije que terminar&amos por encontrarlos.5)quello no era un ombreA era algo que reptaba " resultaba fr&o como el ielo al tacto. Creo que leice un tajo con la espada. Ca"* acia atrs, sobre los ombres que nos segu&an, " con seguridadmat* a uno de ellos en los espasmos de la agon&a.0ecotl lo mir* con los ojos desorbitados por el miedo, " aceler* la marca.56#ra el 0repador7 6/n monstruo que ellos trajeron de las catacumbas para que los a"udara7 3o

    sabemos exactamente lo que es, pero encontramos a algunos de nuestros ombres muertos deforma orrible. 6#n nombre de !et, daos prisa7 !i encuentra nuestro rastro, nos seguir asta lasmismas puertas de 0ecultli.5$o dudo 5dijo el cimmerio5. Creo que mat a esa cosa que estaba en la escalera.56Deprisa, deprisa7 5exclamaba 0ecotl.Corrieron a tra's de una serie de abitaciones iluminadas por las gemas 'erdes " se detu'ieronante una gigantesca puerta de bronce.#ntonces 0ecotl dijo456#stamos en 0ecultli7

    F. $a gran disputa

    0ecotl golpe* en la puerta con el puo cerrado " luego se 'ol'i* para mirar acia atrs.

    Pgina 17 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    18/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    5@ucos de nuestros ombres an muerto delante de esta misma puerta, cuando "a se cre&an asal'o 5dijo.58Por qu no nos abren: 5pregunt* Conan.53os estn mirando a tra's del ;jo 5dijo 0ecotl5, !in duda les extraa 'uestra presencia. )continuaci*n el ombre le'ant* la 'oz " dijo456)bre, #xcelan7 6!o" "o, 0ecotl, " esto" con unos amigos que 'ienen de ms all del gran

    bosque75!er mejor que nos abran pronto 5dijo el cimmerio con tono sombr&o5. ;igo algo que se arrastrapor el suelo ms all de la sala.0ecotl palideci* " comenz* a golpear con fuerza la puerta, al tiempo que gritaba456)brid la puerta, condenados7 6#l 0repador 'iene acia nosotros7#ntonces, la enorme oja de bronce se abri* sin acer ruido, dejando 'er una pesada cadena quecruzaba la entrada, sobre la cual ab&a numerosas lanzas " rostros de expresi*n amenazadora.$uego dejaron caer la cadena, 0ecotl cogi* a sus nue'os amigos por el brazo " los arrastr* aciael interior. /na mirada por encima del ombro cuando la puerta se cerraba le permiti* a Conan 'er,al otro lado de la sala en semipenumbra, una cosa con forma de ofidio que a'anzabaretorcindose, con la repugnante cabeza mancada de sangre en el aire. #n aquel momento lagran puerta de bronce se cerr* tras el cimmerio./na 'ez dentro de la abitaci*n, se 'ol'ieron a correr los cerrojos " la cadena fue colocada en su

    lugar. $a puerta estaba construida como para resistir los embates de un asedio. Cuatro ombresse allaban de guardiaA eran delgados " de tez oscura, como 0ecoG. #mpuaban lanzas " de suscintos colgaban espadas. #n la pared pr*xima a la puerta ab&a una completa serie de espejosque, seg1n supuso Conan, deb&a de ser el ;jo que 0ecotl ab&a mencionado. #staban dispuestosde tal modo que a tra's de unas rendijas del muro pod&a 'erse perfectamente el exterior sin quedesde all& se 'iera a quienes estaban dentro. $os cuatro centinelas miraban llenos de asombro alos dos forasteros, pero no icieron ninguna pregunta ni interrogaron a 0ecotl. ?ste pareci*plenamente confiado una 'ez que ubo franqueado la entrada.5+enid 5les dijo a sus nue'os compaeros, pero Conan mir* acia la puerta.589u a" de los indi'iduos que nos segu&an: 5pregunt*5. 8no intentarn ecar abajo la puerta:0ecotl izo un gesto negati'o con la cabeza.5!aben mu" bien que no pueden acer nada contra la Puerta del guila. $o que arn serregresar a otalanc, junto con su repugnante amigo. 2 aora, os 'o" a lle'ar ante los gobernantes

    de 0ecultli./no de los centinelas abri* la puerta opuesta a la de bronce " pasaron a un corredor iluminadoasimismo por clarabo"as " por gemas 'erdes. Pero a diferencia de las abitaciones que ab&an'isto asta entonces, aquel pasillo daba la impresi*n de pertenecer a un recinto abitado. 0apicesde terciopelo cubr&an las 'erdes paredes de jade, " sobre el suelo de color carmes& se 'e&angruesas alfombras. 0ambin ab&a bancos " di'anes de marfil, cubiertos con cojines de seda.#l enorme pasillo terminaba en una puerta tallada, delante de la cual no ab&a ning1n centinela.!in ms ceremonias, 0ecotl abri* la puerta " condujo a sus amigos asta una gran abitaci*n, enla que abr&a unos treinta ombres " mujeres de piel oscura recostados sobre unos di'anes. 0odosse pusieron en pie, gritando exclamaciones de asombro.$os ombres, con excepci*n de uno, eran parecidos a 0ecotl. $as mujeres tambin ten&an la tezoscura " ojos extraos, " eran de una gran belleza ex*tica. +est&an unas faldas mu" cortas "corpios de seda dorada, " calzaban sandalias. !us negras cabelleras, cortadas en forma recta,

    les ca&an sobre los ombros desnudos " estaban sujetas con cintas de plata.#n una otomana de marfil, sobre un estrado de jade, se allaban un ombre " una mujer quedifer&an sutilmente de los dems. ?l era un gigante de torso enorme " espaldas de toro. )diferencia de los otros, ten&a una espesa barba negra que le llegaba casi asta la cintura. #lcorpulento personaje 'est&a una t1nica de color p1rpura que cambiaba de matiz con cadamo'imiento. #n la cinta que recog&a sus cabellos brillaban numerosas piedras preciosas.$a mujer que estaba a su lado se ab&a puesto de pie despus de proferir una exclamaci*n, aligual que los dems. Despus de mirar a Conan, se fij* con ardiente intensidad en +aleria. #ra alta" esbeltaA la ms ermosa de todas las mujeres que se allaban en el sal*n. #n lugar de la bre'efalda, lle'aba una anca banda de seda dorada por delante, " otra igual por detrs. )mbas lellegaban a la altura de las rodillas. 0anto esta tela como la cinta del pelo estaban adornadas conpiedras preciosas. !us ojos, a diferencia de los de otros de su raza, no ten&an la misma expresi*ndelirante. 3o dijo una sola palabra despus de su exclamaci*n. 0an s*lo permaneci* en actitud

    tensa, con las manos crispadas, obser'ando a +aleria.#l ombre que estaba en la otomana de marfil se ab&a puesto en pie.

    Pgina 18 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    19/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    5Pr&ncipe ;lmec 5dijo 0ecotl, despus de inclinarse con los brazos extendidos " las palmas de lasmanos 'ueltas acia arriba5. 0e traigo unos aliados que 'ienen de allende el bosque.#n la !ala de 0ezcoti, la Cala'era )rdiente dio muerte a Cicmec, mi compaero...56$a Cala'era )rdiente...7/n rumor temeroso estremeci* a la gente de 0ecultli.5)s& es. #ntonces llegu "o " encontr a Cicmec tendido en el suelo, con el cuello cortado. )ntes

    de que pudiera uir, la Cala'era )rdiente 'ino acia m&, " cuando la mir, mi sangre se con'irti* enagua " la mdula de los uesos se me el*. 3o pod&a pelear ni uir, " s*lo esperaba el golpemortal. #ntonces lleg* esta mujer de piel blanca " atac* a la Cala'era )rdiente con la espada.6#ntonces pude comprobar que se trataba tan s*lo de un maldito xotalanca con la piel cubierta depintura " la cala'era de un antiguo brujo sobre la cabeza7 6)ora la Cala'era est eca pedazos," el perro que la lle'aba "ace muerto en el lugar7#l narrador ab&a terminado con fiereza su frase " suscit* nue'as exclamaciones de asombro enlos presentes.5Pero a" ms 5dijo 0ecotl5. @ientras "o ablaba con esta mujer, cuatro xotalancas nos atacaron.2o mat a uno., aqu& 'eis esta erida en la pierna, lo que demuestra la luca desesperada quetu'o lugar. $a mujer mat* a otros dos. Pero estbamos en una situaci*n mu" comprometidacuando lleg* este ombre " le endi* el crneo al cuarto enemigo. 6!&, cinco cla'os rojos serncla'ados en la columna de la 'enganza7

    0ecotl seal* entonces una columna de bano que se alzaba junto al estrado. Cientos de puntosrojos cubr&an su pulida superficie #ran otros tantos cla'os rojos undidos en la negra madera.56Cinco cla'os rojos por cinco 'idas de xotalancas7 5grit* de nue'o el ombre con 'oz inumana.589uines son estos extranjeros: 5pregunt* ;lmec, " su 'oz parec&a el eco de un trueno en ladistancia.52o so" Conan el Cimmerio 5repuso el brbaro escuetamente5, " esta mujer es +aleria de laHermandad oja, una pirata de )quilonia. Hemos desertado de un ejrcito acampado en lasfronteras de Darfar, mu" al norte, e intentbamos llegar a la costa.$a mujer que se allaba en el estrado abl* en 'oz alta " apresurada.56ams llegaris a la costa7 5exclam*5. 63adie se marca de ucotl7 6Pasaris el resto de'uestras 'idas en esta ciudad7589u dice esta mujer: 5pregunt* Conan fieramente, a'anzando acia el estrado con la mano enel puo de la espada5. 89uiere decir que somos prisioneros:

    53o quiso decir eso 5dijo ;lmec5. ;s consideramos amigos nuestros " no os obligaremos aquedaros contra 'uestra 'oluntad. Pero me temo que existen otras razones que acen imposibleque os marcis de ucotl.!us ojos contemplaron a +aleria " enseguida apart* la mirada.5#sta mujer que me acompaa es 0scela 5agreg*5, princesa de 0ecultli. Pero, un momentoA quetraigan de comer " de beber a nuestros in'itados. !eguramente estarn ambrientos " cansadosdespus del largo 'iaje.;lmec seal* una mesa de marfil ", despus de intercambiar algunas miradas, Conan " +aleriatomaron asiento. #l cimmerio se mostraba receloso. !us fieros ojos azules recorr&an la abitaci*n" no alejaba la mano de la espada. Pero nunca recazaba una in'itaci*n a comer " a beber. @ir*por un segundo a 0scela, pero sta s*lo ten&a ojos para +aleria.0ecotl, que se ab&a puesto una 'enda de seda sobre la erida de la pierna, se sent* junto a susamigosA era e'idente que consideraba un pri'ilegio el eco de atenderlos en todo lo que

    desearan. Para infundirles confianza, prob* cada uno de los manjares " de las bebidas quetrajeron antes de colocarlos delante de los in'itados. @ientras com&an, ;lmec permaneci* ensilencio, recostado en su otomana de marfil, obser'ndolos por entre sus espesas cejas negras.0scela se allaba junto a l, con la cabeza apo"ada en las manos, " los codos sobre las rodillas.!us enigmticos ojos no se apartaban de la blanca silueta de +aleria. Detrs de la princesa estabasentada una ermosa mucaca de aire sombr&o, que daba aire a la mujer con un enorme abanicode plumas de a'estruz.$a comida consist&a en una buena cantidad de frutos ex*ticos " desconocidos para los 'iajeros, deexquisito sabor. $a bebida era un 'ino ligero de color carmes& con saborcillo picante.5+en&s de mu" lejos 5dijo ;lmec5. $o s porque e le&do los libros de 'uestros antepasados.)quilonia se encuentra ms all de las tierras de los estigios " de los semitas, ms all de )rgos" de %ingara. 2 en cuanto a Cimmeria, se alla a1n ms lejos que )quilonia.5)mbos somos a'entureros errantes 5dijo el cimmerio con aire despreocupado.

    5$o que me asombra es que a"is podido atra'esar el gran bosque 5continu* ;lmec5. #n tiempospasados, ni mil guerreros pod&an abrirse paso impunemente a tra's de tantos peligros.

    Pgina 19 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    20/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    5#ncontramos un monstruo del tamao de un elefante 5dijo Conan mientras le tend&a su 'aso a0ecotl, que lo llen* con e'idente satisfacci*n5. /na 'ez lo matamos, no tu'imos msincon'enientes.#l 'aso de 'ino ca"* de las manos de 0ecotl " fue a estrellarse contra el suelo. /na 'ez ms,palideci*. ;lmec izo el gesto de incorporarseA parec&a la representaci*n 'i'a del asombro. $osdems lanzaron una exclamaci*n de temor. )lgunos ca"eron de rodillas, pues, al parecer, sus

    piernas no eran capaces de sostenerles. 0an s*lo 0scela parec&a no aber o&da nada. Conanmir* a su alrededor desconcertado.589u ocurre: 89u os inquieta: 5pregunt*.58Has... as matado al dios drag*n:58Dios: $o que "o e matado era un drag*n. 3o pod&a acer otra cosa, "a que el animal quer&ade'orarnos.56Pero los dragones son inmortales7 5exclam* ;lmec5. 6!e pueden matar entre ellos, pero ning1nombre es capaz de aniquilarlos7 63uestros antepasados guerreros que se abrieron paso astaucotl no pudieron 'encerlos7 6!us espadas se quebraban como ramitas contra sus escamas75!i a 'uestros antepasados se les ubiera ocurrido empapar sus lanzas en el jugo 'enenoso de las@anzanas de Der(eta 5afirm* Conan con la boca llena5, para luego undirlas en la boca o en losojos de los dragones, abr&an comprobado que no son ms inmortales que un carnero. $os restosdel animal se encuentran en el l&mite del bosque. !i no me creis, no tenis ms que ir a 'erlo.

    ;lmec sacudi* la cabeza, no con incredulidad, sino con admiraci*n.5=ue precisamente por culpa de los dragones 5manifest* ;lmec5 que nuestros antepasados serefugiaron en ucotl. 3o osaron 'ol'er a pasar la llanura para internarse de nue'o en el bosque.@ucos de ellos fueron atrapados " de'orados por los monstruos antes de que pudieran llegar a laciudad.58#so quiere decir que 'uestros antepasados no constru"eron ucotl: 5pregunt* +aleria.52a era mu" antigua cuando ellos llegaron aqu&. 3i siquiera sus abitantes de entonces, una razadecadente, conoc&an su 'erdadera antigGedad.58Proced&a tu gente del lado %uad: 5pregunt* el cimmerio.5)s& es. Hace "a ms de medio siglo, una tribu de tlazitlanos se rebel* contra el re" de #stigia ",despus de ser derrotados en el combate, u"eron acia el sur. #rraron durante 'arias semanaspor las praderas, los desiertos " las montaas. 2 por 1ltimo llegaron asta el gran bosque. #ran milguerreros con sus mujeres e ijos. /na 'ez en el bosque 5prosigui* ;lmec5, los dragones los

    atacaron " de'oraron a mucos de ellos. $os dems u"eron, " por 1ltimo llegaron a la planicie, encu"o centro di'isaron la ciudad de ucotl. $os abitantes de la ciudad cerraron las puertas de lasmurallas exteriores 5sigui* diciendo5. $os nuestros acamparon delante de la poblaci*n sinatre'erse a abandonar la llanura, pues durante la noce escucaban el temible ruido de losmonstruos lucando en el bosque entre s&. )fortunadamente, los dragones no salieron a laplanicie. )l acercarse nuestros ombres a las puertas 5continu*5, los abitantes de ucotlarrojaron una llu'ia de flecas sobre nuestra gente. ?stos se allaban cercados en el llano, comosi el bosque ubiera sido una enorme muralla, "a que internarse en la espesura abr&a sido unainsensatez. )quella noce 5agreg*5lleg* al campamento, en secreto, un escla'o procedente de laciudad. ?ste era de la misma sangre que mis antepasados. @uco .antes ab&a atra'esado elbosque con algunos compaeros, todos los cuales ab&an sido de'orados por los dragones. )lllegar a la ciudad, fue reducido a la escla'itud. !e llamaba 0ol(emec.)lgunos de los presentes murmuraron algo al o&r aquel nombre, " escupieron con desdn.

    50ol(emec prometi* abrir las puertas a nuestros guerreros 5sigui* diciendo ;lmec5. 0an s*lo pidi*que le fueran entregados los prisioneros enemigos que se tomaran. )l amanecer abri* las puertas.$os guerreros irrumpieron en la ciudad, " las salas se cubrieron de sangre. )qu& s*lo 'i'&an unoscientos de personas, descendientes degenerados de la que fuera una gran raza. 0ol(emec dijoque ab&an llegado de ;riente muco tiempo atrs. Proced&an de la antigua

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    21/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    la gente de ucotl pudo abitar en la ciudad, labrando la frtil llanura asta que sus sabiosaprendieron a culti'ar plantas en el interior de la ciudad. !e trataba de plantas que no necesitabantierra, sino que obten&an el sustento del aire. )s& quedaron secas las acequias " ms tarde sedeterioraron por completo.J$uego llegaron nuestros antepasados, cuando los constructores de ucotl se allaban "a enplena decadencia. 3o sab&an pelear con la espada ni con artes mgicas. @is antepasados los

    mataron a todos menos a un centenar, que entregaron a 0ol(emec, seg1n lo pactado. ?ste ab&asido su escla'o. Durante mucos d&as " noces reson* en los muros de las salas el eco de agon&ade aquellos ombres sometidos al tormento.K)s& 5agreg*5, los tlazitlanos abitaron aqu& en paz durante un tiempo, gobernados por losermanos 0ecultli " otalanc, as& como por 0ol(emec. ?ste tom* por esposa a una mucaca dela tribu. Debido a que ab&a abierto las puertas de la ciudad " adems conoc&a mucas de lasartes de los xucotlas, comparti* el gobierno de la tribu con los ermanos que ab&an dirigido larebeli*n " la luca en tierras lejanas.JPor consiguiente 5conclu"*5, rein* la paz en la ciudad, " no ac&an ms que comer, beber, acerel amor " criar a los ijos. 3o ab&a necesidad de arar los campos del llano, pues 0ol(emec lesense* a culti'ar los frutos que se nutr&an del aire. )dems, la matanza de los nati'os de ucotlrompi* el ecizo que manten&a confinados a los dragones en el bosque " stos llegaban por lasnoces asta las puertas de la ciudad, " rug&an enfurecidos. $a llanura se ti* de sangre a causa

    de la eterna luca entre los monstruosA entonces ocurri* que...;lmec interrumpi* la frase " se mordi* los labios. $uego sigui* ablando, pero +aleria " Conannotaron que ab&a omitido algo que, sin duda, ab&a considerado inadecuado.5Despus de cinco aos de paz, entonces... 5;lmec mir* bre'emente a la mujer que estaba a sulado5, otalanc tom* a una mujer por esposa, a la que tambin deseaban 0ecultli " el 'iejo0ol(emec. #n su pasi*n, 0ecultli quiso raptar a la esposa de otalanc, pero ella lo sigui*'oluntariamente. 0ol(emec a"ud* a 0ecultli, pues estaba resentido contra otalanc. ?ste exigi*que le fuera de'uelta su esposa, " el consejo de la tribu resol'i* que la decisi*n deb&a ser dejadaen manos de la mujer. #lla decidi* quedarse con 0ecultli otalanc, furioso, trat* de lle'rsela porla fuerza, " los partidarios de ambos ermanos iniciaron una disputa en la Eran !ala.J=ue un d&a amargo 5dijo5, en el que se derram* muca sangre por ambos bandos. $a pelea secon'irti* en combate " ste en guerra declarada. !urgieron tres facciones4 la de 0ecultli, la deotalanc " la de 0ol(emec. Pero "a en los d&as de paz estos ombres se ab&an di'idido la ciudad

    entre ellos. 0ecultli, nuestro antepasado, abitaba en el sector oeste de la ciudadA otalanc en eleste, " 0ol(emec " los su"os cerca de la puerta del sur.K# odio, el resentimiento " los celos pro'ocaron nue'os derramamientos de sangre 5prosigui*5./na 'ez que la espada se ab&a desen'ainado, resultaba dif&cil de'ol'erla a su 'aina. 0ecultliluc* contra otalanc, " 0ol(emec a"ud* primero a uno " despus a otro, traicionando a cadafacci*n seg1n su con'eniencia. 0ecultli " su gente se retiraron al sector de la puerta occidental,donde a1n nos encontramos nosotros. $a ciudad est conformada como un *'alo. 3osotros, lostecultli, que tomamos el nombre de nuestro pr&ncipe, ocupamos la parte occidental de dico*'alo. $os tres bandos tapiaron las puertas que comunicaban su sector con el resto de la ciudad,con excepci*n de una, que as& pod&a ser defendida ms fcilmente. -ajaron a las cue'as "le'antaron paredes que atra'esaban las catacumbas, donde "acen los restos de los antiguosxucotlas, as& como de los tlazitlanos muertos en la batalla. +i'&an como en un castillo sitiado,efectuando repentinas " 'iolentas incursiones contra el enemigo.

    K$os xotalancas fortificaron de la misma manera la parte oriental de la ciudad, " 0ol(emec izootro tanto acia la puerta del sur. $a parte central de ucotl qued* 'ac&a " desabitada. )quellasenormes salas " corredores se con'irtieron en campos de batalla, en una zona en la que reinabapermanentemente el terror.J0ol(emec pele* contra ambos clanes 5sigui* diciendo ;lmec5. #ra un demonio en forma deombre, peor que otalanc. Conoc&a mucos secretos de la ciudad que jams re'el* a los otros.De las sombr&as catacumbas obtu'o mucos secretos que ab&an pertenecido a re"es " a magosol'idados de los decadentes xucotlas a los que nuestros antepasados dieron muerte. Pero denada le 'ali* toda su magia la noce en que nosotros, los tecultli, irrumpimos en su sector "matamos a su gente. 0ol(emec fue torturado durante 'arios d&as seguidos.K!& 5continu*5A los mantu'imos con 'ida asta que nos suplic* que lo matramos. =inalmente losacamos de la sala de tortura " lo arrojamos a una mazmorra, para que las ratas lo de'orasenmientras agonizaba. Pero logr* escapar del calabozo por un pasadizo secreto " lleg* a las

    catacumbas. !eguramente muri* all&, pues la 1nica salida de las catacumbas pasa por nuestrazona, " jams 'ol'i* a aparecer. ams encontramos sus restos, " mucos supersticiosos tecultli

    Pgina 21 de 56

  • 5/21/2018 Clavos rojos.doc

    22/56

    Clavos rojos Robert E. Howard

    juran que su espectro 'aga por las criptas, lamentndose entre las osamentas de los muertos.Hace doce aos dimos muerte a todos los partidarios de 0ol(emecA aora la luca se limita a lostecultli " a los xotalancas, " continuar asta que a"an desaparecido asta el 1ltimo ombre " la1ltima mujer de uno de los dos bandos.JHace cincuenta aos que 0ecultli le quit* la mujer a otalanc. @edio siglo a durado la disputa.2o nac& en plena luca, igual que todos los que se encuentran aqu&, con excepci*n de 0scela. 2

    todos esperamos morir en esa luca.J!omos una raza agonizante, tal como ocurr&a con los xucotlas que encontraron nuestrosantepasados 5sigui* diciendo5. Cuando empez* el conflicto ramos cientos de ombres en cadabando. )ora, los tecultli somos tan s*lo los que 'eis delante de 'osotros, as& como los ombresque protegen las puertas4 cuarenta en total. 3o sabemos cuntos xotalancas a", pero dudo quesean mucos ms que nosotros. Durante quince aos no nos a nacido ning1n ijo, " no tenemosnoticias de que ocurriera lo contrario con nuestros enemigos. 3os extinguimos, pero antes demorir mataremos a tantos ombres de otalanc como nos permitan los dioses.;lmec sigui* ablando con ojos brillantes de aquella luca sin fin que ten&a lugar en lassilenciosas abitaciones, bajo el misterioso fulgor de las gemas 'erdes. #n aquella pelea atrozab&a muerto toda una generaci*n. otalanc ab&a per