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COMBATE CER Boletín de la Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER) Mayo 2013 Año I, N°1 *Editorial: Reformas y lucha revolucionaria. *Declaración de Principios de la Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER). *Elementos para la crítica y política marxista en torno al sistema educativo burgués. *La situación política del movimiento estudiantil de ESUP y las tareas revolucionarias. Corriente Estudiantil Revolucionaria

Combate N°1

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Boletín de la Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER)

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COMBATE

CER

Boletín de la Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER) Mayo 2013 Año I, N°1

*Editorial: Reformas y lucha revolucionaria.

*Declaración de Principios de la Corriente Estudiantil

Revolucionaria (CER).*Elementos para la crítica y

política marxista en torno al sistema educativo burgués.

*La situación política del movimiento estudiantil de ESUP

y las tareas revolucionarias.Corriente Estudiantil Revolucionaria

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Lector, compañera y compañero: El número que tiene en sus manos es el primero del boletín Comba-te, órgano de la recién formada Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER). Esta organización estudiantil surge de la fusión del Colectivo de Acción Revolu-cionaria Estudiantil (CARE), de un sector del disuel-to Cordón de Estudiantes Revolucionarios, así como compañeros provenientes de otras orgánicas.

En la constitución de esta organización política es-tudiantil, nos asiste el convencimiento de que una organización revolucionaria debe delimitarse de las fuerzas reformistas y burguesas que actúan en el mo-vimiento estudiantil no sólo por luchar consecuente-mente tras los intereses reivindicativos inmediatos, sino que también por orientar y basar su práctica mi-litante en la teoría marxista, apuntando a la raíz de los problemas sociales y las perspectivas más amplias de transformación socialista; luchando, en definitiva, por constituir una tendencia estudiantil que forme parte íntegra de la lucha del proletariado revolucio-nario.

Y es que la persistencia de los problemas sociales que nos aquejan no radica en que estudiantes, po-bladores y la clase trabajadora no hayamos luchado por nuestros intereses económicos, políticos y cultu-rales: lo hemos hecho históricamente, una y otra vez, arrojándonos a las calles, tomando liceos, facultades, asumiendo el control del territorio, paralizando y ocupando los lugares de trabajo, levantando barrica-das, lienzos, banderas, entonando nuestras canciones y gritos.

Como resultado de ello, mayores sueldos, mejores condiciones laborales y barriales, diversos beneficios sociales, pueden ser conquistados en mayor o me-nor grado, aligerando con ello la miseria cotidiana y poniéndole ciertos límites a la explotación y opre-sión capitalista. La gratuidad, como bandera de lu-cha del movimiento estudiantil, es un ejemplo de esa aspiración. Sin embargo, esto no debe conducirnos a engaño: conquistas son hoy alcanzadas, sólo para mañana o pasado ser recortadas o anuladas por los mismos burgueses y las fluctuaciones del mercado…derramando sangre si es preciso, con la asistencia de sus perros de caza, de pedigrí policial o militar. Cabe entonces preguntarse seriamente si acaso habremos de estar eternamente en esta “guerra de guerrillas”,

o -como dijera la compañera Rosa Luxemburgo-en este verdadero “trabajo de Sísifo”.

Se hace evidente que en las luchas reivindicativas y cotidianas lo que hacemos es combatir los efectos, pero no las causas, aplicar paliativos, pero no curar la enfermedad. “El movimiento es todo y el objeti-vo final no es nada”, sería la mezquina fórmula que expresara nuestra política si nos atuviésemos simple-mente a estos objetivos. O, dicho de otro modo, si la mera reforma social –insuficiente y frágil- pasara a ser el fin último.

Lo cierto es que bajo distintas formas, ropajes y dis-cursos, ha sido ésta fórmula el estandarte político de las fuerzas reformistas que han conducido las luchas de la clase trabajadora y el pueblo a lo largo de la his-toria de Chile, cercenando nuestras aspiraciones de emancipación social para sólo vestir de seda la escla-vitud asalariada, llamando a depositar nuestras espe-ranzas en la “pócima milagrosa” del acto electoral, a confiar en el Estado burgués, y en tal o cual fracción burguesa de antifaz “progresista”.

REFORMAS Y LUCHA REVOLUCIONARIAEDITORIAL:

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Ciertamente, el problema no está en la falta de lu-cha ni de capacidad de entrega y sacrificio, sino que en la ausencia de un programa y dirección política revolucionaria.

Frente a este problema, como se dijera hace más de 150 años, los comunistas revolucionarios no tienen por qué ocultar sus ideas e intenciones, y aquí tampo-co lo vamos a hacer. Sostenemos que el problema de fondo no está en la “Constitución del 80”, ni la “edu-cación pinochetista”, ni la falta de “derechos sociales”, o el “Estado subsidiario”, y otras vendidas de pomada de corte reformista. Los revolucionarios sostenemos que la raíz está en el capitalismo, sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción por parte de la clase capitalista, esa minoría parasitaria cuyos privilegios descansan en la explotación y opre-sión de la mayoría trabajadora y popular. Nuestra alternativa es la expropiación política y económica de la burguesía, nuestro objetivo estratégico es la re-volución socialista.

Creemos que sin teoría ni estrategia revolucionaria no hay práctica revolucionaria. Pretendemos superar la miopía tacticista que se limita exclusivamente a la política “del presente”, así como la indigencia intelec-tual de desechar los problemas teóricos como si se tratara de un asunto “de académicos”.

Compartimos, con ese fin, en el presente número de Combate, los documentos fundacionales de la Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER): la “De-claración de Principios” y “Elementos para una críti-ca y política marxista en torno al sistema educativo burgués”. Incorporamos, además, un artículo sobre la “Situación política del movimiento estudiantil de ESUP y las tareas revolucionarias”, en que se analiza la situación política y social del movimiento estu-diantil de educación superior, y se pone en cuestión fundamentos que sostienen la política conciliatoria de las diversas y más importantes organizaciones de izquierda en el frente*. De modo humilde, y a contra-corriente de estas fuerzas políticas hoy mayoritarias, presentamos lo que consideramos una política estu-diantil revolucionaria, que sin caer en el sectarismo de despreciar la lucha reindicativa, al mismo tiempo la encara con absoluta independencia política de la burguesía y su Estado.

[*Si bien éste último contiene elementos políticos comu-nes también al movimiento de estudiantes secundarios, estamos plenamente conscientes de la necesidad de hacer un análisis más global que lo integre como tal. En el si-guiente número haremos una contribución en ese senti-do.]

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1.- La estrategia de la revolución socialista. Nuestro objetivo estratégico fundamental es la revolución socialista. Luchamos por la destrucción

del Estado burgués y la conquista del poder por la clase obrera, como vanguardia revolucionaria de los explotados y oprimidos del campo y la ciudad, sobre la base de los organismos de poder obrero y popular que constituyen la democracia proletaria. La resolución revolucionaria del problema del poder es la condición para la transformación económico-social: la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio, avanzando en su socialización, liquidando con ello los fundamentos económicos del régimen burgués y de toda sociedad de clases. Estos objetivos socialis-tas sólo pueden ser alcanzados cabalmente en el marco de una revolución mundial, lo cual constituye uno de los fundamentos del principio internacionalista en el movimiento obrero.

2.- La lucha por reformas y la revolución socialista.Bajo este horizonte estratégico, sostenemos que la clave de la relación entre la lucha por reivindi-

caciones mínimas -el mejoramiento de la situación de la clase trabajadora y los sectores populares, bajo los estrechos límites del capitalismo- y la transformación socialista, está en que las primeras son entendidas y enfrentadas como un medio para este fin último emancipador. La tarea es que siendo parte integral de estos enfrentamientos reivindicativos, y sobre todo de su conducción, luchemos por construir el factor subjetivo para la revolución: avanzando en conciencia socialista e independencia de clase, en organización y disposición combativa de la clase trabajadora y las fuerzas populares, para finalmente liquidar por asalto el poder del capital. Al mismo tiempo, comprendemos que si bien -en principio- las reivindicaciones mínimas son compatibles con el capitalismo y no sobrepasan su marco, no es menos cierta la posibilidad de que –en los hechos- toda lucha consecuente de los traba-jadores y el pueblo por grandes reivindicaciones puede desembocar en la lucha por el socialismo, y es nuestro deber propiciarlo.

De lo que se trata, entonces, no es de despreciar sectariamente las luchas por reivindicaciones ele-mentales, pues justamente si la clase trabajadora y las fuerzas populares cediesen en los conflictos diarios con el capital y su Estado, difícilmente podrían prepararse para dar una lucha aun mayor, re-volucionaria, que ataque la raíz de la explotación. Al mismo tiempo, debemos desterrar toda ilusión reformista respecto a la posibilidad de una atenuación sustantiva o franca resolución, en el marco del orden capitalista, de los problemas sociales que aquejan a la clase trabajadora y al pueblo.

3.- Agudizar la lucha de clases al interior del aparato educativo burgués.En el orden social capitalista, el sistema educativo –de propiedad privada y estatal- no puede sino

que estar finalmente al servicio del capital, educando en la ideología burguesa, y preparando diferen-ciadamente tanto la fuerza de trabajo de los hijos de la clase obrera para su posterior explotación, los diversos sectores de la moderna pequeñaburguesía, como educando al “estado mayor” de la burgue-sía. Conscientes de que una educación socialista sólo será posible tras acabar con las bases económi-cas, sociales y políticas del capitalismo, luchamos no obstante por agudizar la lucha de clases al inte-rior del aparato educativo, combatiendo por reivindicaciones elementales, así como por posiciones ideológicas ventajosas –aunque objetivamente limitadas- para la lucha revolucionaria por el poder.

1 DECLARACIÓN DE PRINCIPIOSCorriente Estudiantil Revolucionaria, (CER)

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4.- La construcción de una tendencia estudiantil revolucionaria.La agudización de la lucha de clases en el aparato educativo está subordinada a nuestro objetivo es-

tratégico en el frente estudiantil, como momento de nuestra estrategia global: la construcción de una tendencia estudiantil revolucionaria, que reconociendo el antagonismo irreconciliable entre la clase trabajadora y la burguesía se haga parte integral de la lucha de los trabajadores por la revolución so-cialista, asumiéndose sobre la base de su posición objetiva en el capitalismo como una fuerza auxiliar.

Para la construcción de esta tendencia se debe tener presente que el estudiantado, en cuanto tal, no forma parte ni constituye clase social alguna, pues no está involucrado directamente en las relaciones de producción. Se trata de un grupo social heterogéneo, cuyas determinaciones sociales fundamenta-les son la futura clase social a la que se integrarán, así como su origen de clase: su trayectoria de clase. En esa medida, el estudiantado no tiene ni podría tener intereses políticos unitarios, más allá de cier-tas demandas exclusivamente gremiales y en determinadas circunstancias. Más claramente: no son conciliables los intereses fundamentales del estudiante que se forma para posteriormente engrosar las filas del proletariado, con los del que pasará a personificar el capital en sus diversas funciones. Asimis-mo, sectores estudiantiles de trayectoria pequeñoburguesa asumen una posición política vacilante en relación a las clases fundamentales de la sociedad capitalista y sus intereses.

Por tanto, a partir de esta composición de clase del estudiantado, al construir una tendencia revolu-cionaria, emprendemos una tarea doble y unitaria. Trabajamos por a) la constitución y el desarrollo de la juventud estudiantil de clase y popular como fuerza social en el seno del movimiento estudiantil b) la conformación de una dirección política revolucionaria, esto es, el agrupamiento de los sectores de clase y populares en organizaciones políticas estudiantiles de combate para la conducción revolu-cionaria de la lucha reivindicativa, política e ideológica. En términos estratégicos, la tarea es que esta tendencia revolucionaria en el movimiento estudiantil hegemonice ideológica y políticamente parte de la franja pequeñoburguesa, neutralice a otra, y combata inclaudicable a los defensores de los inte-reses de la burguesía, en la lucha por revolución socialista.

5.- La organización política estudiantil de carácter revolucionario.La Corriente Estudiantil Revolucionaria (CER) se define como una organización política revolucio-

naria, enfrentando la lucha reivindicativa, política e ideológica sobre la base teórica del marxismo. Se organiza bajo el principio del centralismo democrático, asegurando la más amplia confrontación de-mocrática de los planteamientos de sus integrantes, y una unidad de acción infranqueable en el frente estudiantil y la lucha de clases general.

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En la reproducción de la sociedad burguesa la edu-cación cumple dos tareas fundamentales. Primero, proporciona a los estudiantes las habilidades, sabe-res y comportamientos correspondientes al lugar que ocuparán en las relaciones capitalistas de produc-ción, educando asimismo en la ideología burguesa y naturalizando el régimen explotador. En segundo lugar, las universidades asisten a la clase capitalista y su Estado en la aplicación técnica de las ciencias, y en la producción de conocimiento general, tanto direc-tamente para aumentar ganancia del capital, como para fortalecer su aparato de dominación. Por otra parte, hoy progresivamente las mismas instituciones educativas se constituyen como espacios de valori-zación del capital, explotando el trabajo ajeno de los profesores, produciendo la mercancía “educación”, y vendiéndola en el mercado al estudiante y su familia, con el consiguiente saqueo de sus bolsillos.

1.- Respecto a la primera tarea, a hijos de la clase trabajadora y sectores populares se les instruye y capacita para subsumir su fuerza de trabajo

de acuerdo a las exigencias del capital. Por su parte, a hijos de la burguesía se les educa para personificar y representar al capital de diversas maneras frente al trabajo. En la educación chilena, esta división clasis-ta se materializa a nivel secundario en la existencia de liceos municipales y particulares-subvencionados para los futuros trabajadores, mientras que colegios privados se reservan para los hijos de la burguesía, además de sectores privilegiados de la pequeña bur-guesía.

El caso de la educación superior no es distinto, con restricciones de acceso a las universidades más “pres-tigiosas” impuestas por la intervención directa de fil-tros de clase como el costo de las carreras y la Prue-ba de Selección Universitaria (PSU). Ello aparte de todas las limitaciones que recaen sobre la juventud popular propias de una sociedad de clases.

Cabe consignar que en las últimas décadas se ha dado una relativa masificación del acceso de la ju-ventud popular a la educación superior. La matrí-cula total de educación superior en relación a la po-blación “en edad correspondiente” en 1980 era de 7,34%, en 1995 de 20,17%, y en 2012 correspondía ya al 41,32%. Este aumento se ha dado sobre todo en

ELEMENTOS PARA UNA CRÍTICA Y POLÍTICA MARXISTA EN TORNO

AL SISTEMA EDUCATIVO BURGUÉSCFTs, IPs y universidades privadas –es decir, a partir del crecimiento del sector privado-, abarcando hoy a más del 70% de los estudiantes inscritos en la edu-cación superior. Esta tendencia a la masificación de la fuerza de trabajo calificada por la educación su-perior, mediante el crecimiento de la matrícula, está ligada irremediablemente a su misma proletariza-ción. Mientras más jóvenes egresen de la educación superior, más aumentará la oferta de mano de obra calificada y con ello la competencia. Así las empresas aprovechan de imponer peores condiciones de traba-jo a los asalariados en su conjunto.

Esta masificación resulta progresiva, pues es nece-sario luchar por que más jóvenes trabajadores tengan una relativa mejor preparación intelectual y cultural –aunque conscientes de los límites que impone el ca-pitalismo-, facilitando con ello también su capacidad de politización y combate. El capital requiere formar que sea mínimamente a los trabajadores, con su im-

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prescindible condimento ideológico, para estrujarles plusvalía, pero al mismo tiempo esto entrega ciertas herramientas provechosas. En ese sentido, hay que oponerse a quienes –desde la izquierda y/o derecha- proponen directa o indirectamente una vuelta a la elitización bajo el pretexto de ajustar la matrícula a las “necesidades del país”. Pero, al mismo tiempo, de-bemos combatir las ilusiones burguesas que prego-nan “movilidad social” o de que es posible acabar de este modo con las “diferencias sociales”. La división de la sociedad en clases no está basada en las “des-igualdades educativas” (ni en la “educación de Pino-chet”), sino en los fundamentos económicos de este orden social: la propiedad de los medios de produc-ción en manos de una minoría capitalista que vive del trabajo ajeno, y una mayoría trabajadora que, ca-rente de otros medios de subsistencia, se ve obligada vender su fuerza de trabajo al capital a cambio de un salario. Del mismo modo que la educación no crea la sociedad de clases, tampoco puede acabar con ella, por más que se la reforme en términos de acceso, fi-nanciamiento, democratización y contenidos. Aun suponiendo un acceso irrestricto y egreso masivos en la educación superior, con ello no habría más que un ejército de titulados haciendo de mano de obra asa-lariada, subempleados y desempleados, con uno que otro habiendo podido escalar socialmente y pasando a ocupar posiciones burguesas, aplastando conse-cuentemente a los trabajadores y dando la espalda a su clase de origen.

El trabajo alienado, precario, la división entre el trabajo manual y el intelectual, el desempleo, la in-digencia intelectual y cultural de las más amplias masas, son cuestiones irresolubles en los marcos

de la sociedad burguesa, de ahí que el problema en apariencia educativo podrá resolverse únicamente yendo a la raíz del problema social: la abolición del régimen burgués de producción mediante la vía re-volucionaria, y la construcción del socialismo.

2.- En cuanto al segundo objetivo consistente en la producción de conocimiento para el capital y su Estado, las cifras indican que el año 2003,

de un total de 8.638 investigadores calificados en el país, 6.689 de ellos se concentraban en las universi-dades, el resto repartiéndose desigualmente entre el Estado, las empresas e instituciones privadas sin fi-nes de lucro. Resulta interesante recordar entonces que políticos burgueses como Harald Beyer o Ricar-do Lagos, a la hora de preguntarse sobre qué casas de estudio debieran recibir aportes fiscales directos, sencillamente distinguen entre universidades docen-tes y universidades “complejas”, contando estas últi-mas con investigación que resulta útil al capital. El primero señala:

“Uno podría avanzar en una clasificación distinta de las instituciones de acuerdo con su complejidad. Tenemos universidades que realizan investigación, que son tres o cinco, otras que son emergentes en esta área y otras que se dedican exclusivamente a la docencia. […] Sólo las casas de estudio que se dedican a la investigación deberían recibir aportes estatales directos.”

Estas palabras debieran llamar a reflexión, puesto que irónicamente encierran bastante menos mistifi-caciones burguesas que las sostenidas por la izquier-da estatista y su fetichización de la educación estatal

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(y del Estado burgués finalmente). Lo que a este tec-nócrata le interesa realmente son las funciones que cumple tal o cual universidad como parte del engra-naje del sistema capitalista, no así mayormente su propiedad formal.

Resulta que consideradas en su conjunto, las insti-tuciones educativas están al servicio de la clase ca-pitalista indistintamente de su propiedad estatal o privada. La santería en torno a la educación estatal descansa sobre la nociva ilusión que concibe el Es-tado ya como un campo neutro, en disputa, ya como un órgano cuyo deber estaría en resguardar los inte-reses colectivos de la sociedad, al margen y por sobre la lucha de clases. Desde una posición consecuente revolucionaria se debe luchar ideológica y política-mente contra toda esperanza en el Estado, desen-mascarando su carácter burgués. Oficiar el seguidis-mo ante este sentido común no hace sino que abrir las puertas a la subordinación de los trabajadores y las fuerzas populares a sus explotadores y opresores.

Como pretendida variante al estatismo, se suele le-vantar la consigna de luchar por una educación “al servicio de los trabajadores” (o en sus expresiones variables de “control comunitario”, “proyecto educa-tivo popular”, etc.). Sin embargo, ésta no será posible mientras persista la propiedad privada de los medios de producción y el Estado burgués. Su construcción sólo será posible a partir del martillazo de la revolu-ción, esto es, a partir de la conquista del poder po-lítico por parte de la clase trabajadora sobre la base de sus organismos de poder. Por tanto, rechazamos tajantemente la idea de que es posible una educa-ción “de los trabajadores” sin la previa resolución del problema del poder, refrito en el ámbito estu-diantil de lo que sería –en los hechos- una ilusoria vía reformista al socialismo. Caer en tales ilusiones significa confundir la lucha por reformas con la re-volución socialista, así como la relación entre ambas, terminando por edulcorar las primera y degradar la segunda a los límites del capitalismo. Significa, en úl-timo término, la conciliación de clases.

3.- En la medida que las instituciones educativas se transforman en empresas, en parte producti-va del capital, la toma de decisiones en el ámbi-

to de la enseñanza tenderá a orientarse a maximizar la ganancia. Esto sucede de modo similar en las insti-tuciones estatales, puesto que con la reestructuración llevada a cabo por el régimen militar a comienzos de los 80’ se disminuyó radicalmente el financiamiento público y se eliminó la gratuidad para pasar al pago de aranceles por estudiante. Este ahogue financiero las obliga objetivamente a someterse a las leyes del mercado.

Frente a este avance del capital en la educación, la posición marxista no puede confundirse con el ale-gato romántico-moral del tipo “con la educación no se debe lucrar”, expresión cara a las fuerzas refor-mistas de distinto pelaje ¿Y es que acaso sí es per-misible que el techo, el pan, la salud, la cultura, en suma, el destino de la mayoría de la humanidad, esté para satisfacer la acumulación de capital? Lo cierto es que históricamente con el desarrollo del capitalis-mo el capital necesariamente ha pasado a determi-nar y subsumir cada vez más áreas de la vida social. La educación no constituye una excepción. Sin duda debemos combatir obstinadamente todo ataque de los ricos y poderosos que afecte las condiciones de estudio y vida de la juventud obrera y popular, pero al mismo tiempo debemos ser claros en situar esta problemática en la lógica inexorable del capital. La resistencia y lucha contra su dominio en el campo educativo debe situarse en la perspectiva global de lucha revolucionaria contra el capitalismo. Enfrentar este problema como si se tratara de un problema le-gal o constitucional, no es más que un estupefaciente ideológico pequeñoburgués, históricamente reaccio-nario y utópico. Así, a contracorriente de los acólitos de “izquierda” del Estado y sus demandas de nacio-nalizaciones burguesas a modo de panacea general, sostenemos la expropiación de la educación privada ligada indisolublemente al poder obrero y popular.

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LA SITUACIÓN POLÍTICA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE ESUP Y LAS TAREAS REVOLUCIONARIAS3

Haciendo un balance general del movimiento estu-diantil chileno de la Educación Superior de los úl-timos años hasta hoy, constatamos que la dirección política del movimiento estudiantil está conforma-da por organizaciones reformistas –y a su zaga la izquierda centrista-, sostenidas por una base social principalmente pequeñoburguesa, tras cuyas políti-cas amplios sectores estudiantes populares y de clase son en parte arrastrados, y sobre todo paralizados, tanto en sus intereses inmediatos de corte reivindi-cativo, como en los más profundos de emancipación social .

1. Primero, se trata de una dirección política reformista en la medida que su apuesta está en una sociedad capitalista en que el inexo-

rable enfrentamiento entre las clases sea sustituido por un edén social. Como ilustrara recientemente un dirigente autonomista: “Que el hijo de un Luksic, de una Bachelet, de un González y de un Tapia puedan educarse juntos”. Desde ya, debemos tener claro que este enternecedor deseo, traducido al duro lenguaje de la lucha de clases, no significa otra cosa que cu-brir de oro –o de cobre- las cadenas de la dictadu-ra del capital sobre los trabajadores y el pueblo. Esta política se basa en toda una antología de descalabros teóricos, siendo sólo uno de ellos su particular teoría del Estado, según la cual éste sería un supuesto órga-no “neutral”, con la capacidad de conciliar los intere-ses de las clases sociales y beneficiar a la sociedad “de conjunto”. De ahí que hagan una defensa cerrada de la educación estatal como si fuera o pudiera ser “de todos”, haciendo creer engañosamente que cumpliría una función distinta y superior a la privada.

Sin embargo, según la teoría del marxismo revolu-cionario, el Estado tiene un carácter de clase, se tra-ta de un órgano de poder político burgués, fundado sobre el poder económico de la misma burguesía, es decir, la propiedad privada de los medios de pro-ducción. Su “neutral” papel consiste en garantizar las condiciones generales para la reproducción y acumulación de capital. Lo cierto es que privada o estatal, la educación responde a los intereses de la burguesía por igual: instruyendo -por un lado- a hijos de trabajadores para su posterior explotación,

preparando –por otro- a los retoños de la burguesía para representar al capital y sus intereses, educando finalmente con sus mallas, reglamentos, castigos, lec-turas, pruebas, etc., en la ideología burguesa y natu-ralizando el orden social capitalista.

Como veremos, la izquierda centrista le sigue final-mente el amén al reformismo en estos y otros pro-blemas políticos fundamentales, cubriéndolos desde el “flanco izquierdo”, revistiendo su claudicación con fraseología “revolucionaria y combativa”.

2. En segundo lugar, son las franjas estudian-tiles principalmente pequeñoburguesas las que sirven de sostén social a ésta dirección

política reformista: concretamente, organizaciones como la Izquierda Autónoma, las JJCC, etc., se sus-tentan en sectores estudiantiles privilegiados de la Universidad de Chile; la NAU lo hace en la Universi-dad Católica; y así en general sus políticas son abra-zadas por amplias bases del CRUCH…instituciones educativas que dadas sus barreras clasistas de ingreso dejan fuera a la gran mayoría de los estudiantes de origen social popular. Son estos dirigentes y no otros quienes representan públicamente al movimiento estudiantil frente a los burgueses, modulando, así-mismo, las luchas estudiantiles con acento reformista frente a la clase trabajadora y el pueblo.

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Mientras tanto, el 70% de los estudiantes de ESUP están en la educación privada, y ciertamente la ma-yoría de los jóvenes más populares y precarizados. Sin embargo, son actualmente los menos organiza-dos a) socialmente, desprovistos de organizaciones naturales de lucha como asambleas, centros de es-tudiantes, federaciones, etc. b) políticamente, ante la ausencia de organizaciones revolucionarias que contribuyan a darle forma y expresión política a sus intereses de manera consecuente, tras una política y estrategia revolucionaria.

Es necesario entender que la dirección política del movimiento estudiantil se constituye de modo com-plejo a partir de la situación de la lucha de clases a nivel nacional, el desarrollo de las luchas reivindi-cativas estudiantiles, así como de las fricciones y enfrentamientos internos que se dan entre diversas franjas sociales y organizaciones políticas al interior. De esto se desprende que mientras el estudiante po-pular y de clase -que estudia mayoritariamente en la ESUP privada- no entre en escena, mientras a la par no se presente una alternativa política revolucionaria que de una obstinada lucha política e ideológica, el reformismo mantendrá su hegemonía.

3. El hecho de que los reformistas y sectores estudiantiles relativamente más “privilegia-dos” sean los que lleven la voz campante, se

materializa en una política que predica la colabora-ción de clases y llama a confiar en el Estado burgués, a la vez que divide al movimiento estudiantil entre quienes estudian en instituciones privadas y quienes lo hacen en estatales. Así, por ejemplo, una reivindi-cación tan básica y sentida como la gratuidad, que debiese ser una bandera de lucha transversal a todos y para todos los estudiantes, es limitada al 30% de los estudiantes de la ESUP. Esto es, sólo para quienes lo-graron ingresar a instituciones estatales, con un buen puntaje de PSU en mano. La única explicación para esta política está en el predominio de estudiantado pequeñoburgués y sus organizaciones políticas –bajo cuya sombra va la izquierda centrista-, el único ar-gumento para justificarla está en el fetiche al Estado burgués y sus aparato educativo, patrimonio trans-versal –esta vez sí- tanto al reformismo como a los “revolucionarios” de cartulina. Una cosa es el finan-ciamiento estatal para que la educación sea gratuita, que nosotros reivindicamos y tras lo cual luchamos, pero un asunto muy distinto es abogar por la propie-dad estatal de los planteles...y además condicionar la gratuidad a ello.

Esta línea, que calificamos de estatismo burgués, está atravesada por dos tendencias: el ala modera-da, por un lado, que apuesta por el fortalecimiento

del aparato educativo estatal, con la consiguiente ab-sorción progresiva de la matrícula de los estudian-tes que hoy están en instituciones privadas: NAU, JJCC, Izquierda Autónoma, etc. Por otro, el ala su-puestamente “radical”, cuya política consiste en la estatización burguesa de las instituciones educativas privadas, luchando por que pasen de ser propiedad privada a estatal: principalmente la ACR-PTR (que hace un “revolucionario” rescate…de la ENU de la Unidad Popular). La política al respecto de organiza-ciones como la UNE o el FEL ciertamente se enmar-ca dentro del estatismo en general, aunque todavía no cuentan con una postura clara. No sería extraño que esta última se decidiera “libertariamente” por la estatización, pero con el gradualismo que los carac-teriza (como demanda “a largo plazo”). Si bien se puede conceder que todas estas organizaciones que se dicen revolucionarias puedan, en días de fiesta y conmemoraciones, llegar a hacer un reconocimiento formal del carácter burgués del Estado, esto los tiene sin cuidado a la hora de elaborar política práctica, fundándola más bien en el pragmatismo y el opor-tunismo.

Pese a los coscachos que se dan de un lado a otro y a la interna, ambas tendencias debilitan y dividen al movimiento estudiantil, hermanas a la hora de ex-

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cluir de la reivindicación de la gratuidad a la mayo-ría de los estudiantes…sacrificios “de izquierda” en ofrenda al dios Estado burgués. Fundamentalmente, ambas con sus llamados estatistas burgueses de va-riado tipo, lo desarman ideológica y políticamente en una perspectiva revolucionaria.

4. Como mencionamos en un comienzo, la iz-quierda centrista cree diferenciarse radical-mente de la política reformista, aderezando

a su estatismo fraseología obrera y/o popular. Esto se materializa en consignas tales como: un “proyecto educativo popular” (FEL), “recuperar la educación al servicio de nuestro pueblo” (UNE), “control tries-tamental para una educación al servicio de los tra-bajadores” (ACR-PTR), etc. Si bien encierran cierto contenido progresivo, el trasfondo común a todas es que ignoran que una educación realmente socialista sólo puede realizarse sobre la base de la expropiación económica y política de la burguesía. Los capitalistas no van a permitir que se estructure bajo sus narices un sistema educativo que atente contra los funda-mentos de su existencia, por lo que pretender que es posible cambiar el carácter burgués de la educación sin resolver el problema de qué clase tiene el poder, termina por difundir peligrosas ilusiones respecto a la viabilidad de un camino reformista al socialismo, a la vez que pinta de socialistas a reformas que no son tales.

Que se entienda claramente: es fundamental avan-zar en organización, disposición de lucha, y concien-cia revolucionaria entre estudiantes, funcionarios, así como académicos precarizados. Es necesario que luchemos conjunta y solidariamente por reivindica-ciones. Aunque modestas, hay que conquistar trin-cheras ideológicas y de participación al interior del

aparato educativo que sirvan para la causa socialista. Creemos que la consigna abstracta de “democratiza-ción” de las instituciones educativas, sólo puede ad-quirir materialidad en éste sentido. Pero estas luchas elementales y sus avances a) no deben confundirse con un “socialismo educativo”, b) deben darse pare-jamente tanto en instituciones educativas del Estado burgués, como de propiedad privada.

5. Sobre la base de nuestros objetivos estratégi-cos y el presente balance general, el llamado es a construir una corriente estudiantil re-

volucionaria que se haga parte integral de las luchas de la clase trabajadora por la revolución socialista, con un accionar independiente de la burguesía, sus políticos y su Estado. En definitiva, con una política de clase contra clase. De lo que se trata es que el estu-diantado popular y de clase, mayoría estudiantil de la ESUP hoy profundamente desorganizada, se levante y constituya en una fuerza social en el movimiento estudiantil, dotándose de una dirección política so-cialista. Sostenemos que la lucha por nuestras reivin-dicaciones elementales hay que desplegarla en todo el terreno educativo, tanto de propiedad estatal como privada, levantando las banderas por la “democrati-zación”, así como la gratuidad para todos como de-manda general. En ése camino, es fundamental echar abajo el fetiche estatista, derribar la ilusión según la cual desde reformas educativas se podría atenuar o acabar con la división de la sociedad en clases, y así con todo un etcétera de mistificaciones burguesas di-fundidas por el reformismo y el centrismo.

Finalmente, ajenos a todo sectarismo, estamos dis-puestos a discutir, profundizar y luchar en conjunto tras estos planteamientos con todos aquellos compa-ñeros/as y organizaciones políticas afines.

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