CUADERNOATICO_5

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  • 7/24/2019 CUADERNOATICO_5

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    Nmero 5 Otoo de 2014

    r e v i s t a d e p o e s a

    CUADERNO TICO

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    Nmero 5 | Otoo de 2014

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    Cuaderno tico,

    Colaboradores:Aurora Luque, Antonio Ortega, Carles Mercader, Antonia Huerta Snchez, JosLuis Gmez Tor, Vicente Fernndez Gonzlez, Antonio Cabrera, Hilario Barre-ro, Mara Lpez Villalba, Abel Murcia, Teresa Domingo Catal, Sandro Luna,Teresa Garb, Olivia Martnez Gimnez de Len, Antonio Moreno, Aitor Fran-cos, Mar Benegas, Carlos Iglesias, Ibon Zubiaur, Jos de Mara Romero Barea,Trinidad Gan, Javier Snchez Menndez

    Direccin y edicin: Juan Manuel Macas

    Diseo y maquetacin:Tipografa sentimental

    De los textos, sus autores. Cuaderno tico

    [email protected]

    Revista editada en Madrid

    ISSN: -

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    EDITORIAL: DECUADERNO TICOA NOCHES TICAS

    Cuaderno ticoentrega su quinto nmero, y con l, a punto de acabar el ao, cierra un pequeo ciclo. Durante este tiempo, y acompaados por la cli-da acogida de los lectores, hemos procurado sostener, con la debida reverencia,una tmida apostilla a la clebre frase de don Nicanor Parra, de tal forma quenuestro lema velado en el subttulo bien podra rezar as: que hasta la poesa pue-de ser poesa. Ahora nos retraeremos un poco ms, y esta revista, de momentoeditada en papel virtual, saldr ya slo dos veces por ao, en la primavera yel otoo. Pliega las velas, se demora y da paso a un nuevo proyecto en cier-nes, un proyecto vivaz llamado Noches ticas, ideado, fundado y dirigido porAnna Montes Espejodesde Tarragona y porJuan Manuel Macasdesde Madrid.

    Un proyecto de aventura y tanteo, de campo abierto y textos fronterizos, de quie-bros sin tregua a los venerables cnones, de dilogo (tal vez conspiracin) entrelas distintas artes. Por supuesto, amigos lectores, estis invitados a velar con no-sotros en estasNoches ticasde prxima apertura. Entre tanto, os dejamos conel tardo nmero de otoo de Cuaderno tico, esperando que os agrade.

    ***

    MS INFORMACIN SOBRE NOCHES TICASEN LAS REDES SOCIALES:

    https://www.facebook.com/mnochesaticas?fref=ts

    https://twitter.com/nocheaticas

    https://plus.google.com/+Nochesticasmagacin

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    CONTENIDO

    Editorial: deCuaderno ticoa Noches ticas . . . . . . . . . . .

    A L. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . C M . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A H S . . . . . . . . . . . . . . . . . J L G T . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    V F G. . . . . . . . . . . . . . . . A C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . H B . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . R F . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . M L V . . . . . . . . . . . . . . . . . . A M . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . T D C . . . . . . . . . . . . . . . . . . S L . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . T G . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . O M G L . . . . . . . . . . . . . .

    A M . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A F . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . M B . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . C I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I Z . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    LA BIBLIOTECA J M R B . . . . . . . . . . . . . . . . T G . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . J S M . . . . . . . . . . . . . . . . .

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    Aurora Luque

    AQUEL VIVIR DEL MARE (Seleccin y traduccin de Aurora Luque)

    NOTA INTRODUCTORIA

    Toda la literatura griega est penetrada por el mar. El mar griego eslos poetas lo han hecho veleidoso, prdigo en caminos, en historias y

    en versos, prodigioso en sus claridades y destellante en sus profundidades.La imaginacin helnica del mar es copiosa y tonificante. Nos surte deuna memoria entrecruzada de barcos, de hombres y de dioses; de delfi-nes mirficos, de golpes de remos, de vientos hmedos, de mstiles queno olvidan su destino amparador de rbol en el mar, de cadveres se-midevorados de marineros, de conchas ofrecidas como exvotos, de redesexhaustas, de olor de algas, de puertos saludados.

    [] Es un reino poblado de vida brillante y enrgica. El mar refulgecruzado por naves negras, cncavas y veloces. Solamente el mar griego,

    el mar homrico, tiene el color del vino, y se nos aparece como una acua-rela vinosa, rojizo como un mosto. Pero tambin es canoso, violeta elponto color violeta, azuloscuro o negro. Las naves pueden tener ro-jas mejillas y rojas proas o pueden avanzar con proa azuloscura. De lasaguas surgen Poseidn, de melena azulada, o Tetis, vestida de ail. Y conel poeta Timoteo, el mar tuvo cabelleras de esmeralda.

    La palabra de los poetas griegos est impregnada de humedad marina,preada de luz, de salada claridad, tintada de todos los azules.

    Zarpamos?

    A L

    (Del prlogo aAquel vivir del mar. El mar en la poesa griega.Antologa, de prxima aparicin en Acantilado)

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    Cuaderno tico,

    [El mar, en la pica, ya lo es todo: purificador de pesadillas, confidente deinsomnios, altar y oratorio, proveedor de smiles para el deseo, ruta temible (queHesodo cruza a pesar de todo porque no quiere dejar perder subololiterario),pretexto para un soberbio ejercicio de plasticidad y dinamismo en Apolonio acuenta de los remeros de la nave Argo...]

    ***

    AQUILES INSOMNE

    Homero,IliadaXXIV

    Rememorando aquello, derramabatierno llanto, unas veces tendido de costado,otras de espaldas y otras boca abajo; luego se levantabay, angustiado, vagaba por la arena.Siempre la diosa Eos lo encontraba al salirsobre los litorales y la mar.

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    Aurora Luque

    EL DESEO DE PENLOPEHomero,OdiseaXXIII

    Como cuando la tierra se aparece, anhelada,ante unos nadadores cuya nave bien hecha Poseidnla llev a zozobrar, hostigada por recio viento y olasslo unos pocos huyen a nado hasta la tierra

    del mar emblanquecido, gruesas costras de salse han criado en su piel, y ponen, anhelantes,los pies en tierra cuando ya han dejadoatrs su perdicin

    as de deseable le saba a Penlopesu esposo , y lo miraba y ya no desataba de su cuelloel luengo abrazo de sus brazos blancos.

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    Cuaderno tico,

    RAZONES PARA EL VIAJE O HESODO VA A UN CONCURSOHesiodo,Trabajos y das

    Si acaso desearas escapar de las deudas y del hambre tan speravolcando en el comercio tu espritu insensato,te mostrar las dimensiones del mar inagotableaunque no soy experto ni en barcos ni en el arte

    de la navegacin. Jams surqu en navo el ancho marexcepto cuando fui a Eubea desde ulide(lugar donde pasaron el inviernolos Aqueos reunidos en ingentes ejrcitos que llegaban de Greciarumbo a Troya, ciudad de mujeres hermosas).Entonces s cruc yo el mar para ir a Calcis,a los juegos que honraban al brioso Anfidamante.Sus magnnimos hijos celebraron las numerosas pruebasya anunciadas. Y all os aseguro que venc con un himnoy me llev de premio un trpode con asasque consagr yo mismo en honor de las Musasdel Helicn, y all, por vez primera,me hicieron alcanzar el canto ms sutil.Y esta es mi experiencia, cuanta tengocon bien clavados barcos.

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    Aurora Luque

    LIBACIONESQuinto de Esmirna,PosthomricasXIV

    En la proa vertan los caudillos por la borda, en el mar, oscuro vino,suplicando a los muy felices diosesque un regreso tranquilo les otorguen.

    Sus plegarias se fueron

    a fundir con los vientos, y, lejos de las naves, en vano se enredaronen el aire y las nubes.

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    Cuaderno tico,

    LA DANZA DE LOS REMOSApolonio de Rodas,ArgonuticasI

    Los remeros,lo mismo que unos jvenes que organizan un bailepara Febo en Ortigia o en Pito o a orillas del Ismenoy al ritmo de la frminge en torno del altar

    en un airoso grupo con sus giles piesgolpetean el suelo,de igual modo,

    al comps de la ctara de Orfeobatieron con sus remos el agua muy briosa de la mary las olas rugientes rompan empapndoles.A babor y a estribor, la salobre agua negrarezumaba de espuma, hirviendo pavorosabajo la fuerza de hombres tan enrgicos.Al avanzar la nave bajo el sollas armas destellaban como llamas.Muy largas blanqueaban las estelascomo senda que vemos cruzar un verde llano.

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    Aurora Luque

    CIRCE SE LAVA EL PELO EN EL MARApolonio de Rodas,ArgonuticasIV

    En el puerto famoso de Eea fondearony a la orilla lanzaron del barco las amarras. All mismo encontrarona Circe, que purificaba su cabeza con las aguas del mar.Tan alterada estaba por sus sueos nocturnos

    sus alcobas y todas las paredes de la casa parecaque rezumaban sangre; consuma una llama sus pcimas reunidascon que antao hechizaba a cualquier extranjero que llegaseque en cuanto que la aurora se extenda y ella se despertaba,a las aguas del mar iba a purificar una vez y otra vezsus crenchas y ropajes.

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    Antonio Ortega

    Es el temor sujetando el asombro, el vapor del aliento que, en la tenuebruma, desaparece a travs de largos tubos de hierro, la luz que cae delcielo en las voces nocturnas.

    Es el tiempo que se acumula como si fuera de agua, como un gran es-trpito de metales sobre el lomo metdico de una bestia distante en lascopas de un bosque, fragmentos desprendidos al azar, el zumbido de uncorazn recluido al borde del invierno.

    Lavada por el viento la tierra existe al margen de nosotros, cuando seesconde limpia en su espejo solar.

    ***

    Tras la calcinacin viene la larga agitacin del miedo, una vigilia que

    intercala meses. Tras las manos cortadas un guerrero sin armas nos azuzacomo la sangre que nunca se seca.

    Tras ros desviados, montaas y bosques sobre las mesas, ocanos all,bajo los dientes. Tras los cofres abiertos de un perdido enemigo, el alientoextraviado en los pulmones.

    Tras el lbum del mundo, las heridas buscando unos labios que nunca es-tn all. Tras de un sucio cordel, una ceniza ligera en la arena persiguiendo

    una estacin que no existe.

    Csar dijo queno se aade noche a lo que os hace sombra.

    Cruel e intil juego cuando la muerte abriga con placeres fantasmas.

    ***

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    Cuaderno tico,

    El humo es silencioso, el estruendo llega despus, es como un pjaro des-orientado entrando en una habitacin, volando entre las estrellas doradasde las cpulas azules del Kremlin.

    Por encima de la lnea del cielo un mar repleto de caballos, la blancurainsensata de las sombras.

    Como de fra cal en el aire ms dbil, la aparicin de un rostro bajo laluz del da, la placidez del agua antes de congelarse.

    Los perfiles de un muerto son como un suelo seco que no teme las huellas,como una mariposa envejecida.

    ***

    Son una plaga del azar las sombras cuando, en el alba, nos ensean unparaje imposible, la belleza de la cera imperfecta: luz para no perderse,para no estar en silencio atnitos como infelices locos.

    Es el tiempo sin voz de una estacin asombrada despus del abolido pasode los trenes, la hora crecida slo en la ceniza del invencible olvido, p-bilos de aceite entre las plantas dejando adivinar en sus corolas el rumorde criaturas oblicuas.

    Somos slo fantasmas expropiados, piedras desbordadas del lecho de lased, hmedas acuarelas: juegos de agua y de azar.

    ***

    Siempre goteando en alguna parte, el agua nos deslumbra, fra como uncorazn que slo escuchara los azules sonidos del comercio, el silencioy el canto de un cuchillo en las quejas de madres llorando an por susolvidados hijos.

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    Antonio Ortega

    No somos sino una copia resuelta, la belleza es solamente armadura, co-pos secos los rostros, somos casi el fermento de sbanas grasientas, im-genes duras y obtusos crneos desbordados en clculos, somos la pintura

    que se desprende de un cuadro santo en un rincn oscuro.

    Apartados del mundo, igual que una pepita seca dentro de un hueso fro,somos slo moscas en un trozo de sombra.

    ***

    Buscan la prisa lquida de una luz brillando en el blanco vello sobre lasuvas negras, slo as sus cuerpos salen del limo. Slo cuando revienta lauva hinchada al sol se quema el vino, y agrietado en la luz, nuestro cuerpose aquieta y se mecen sus sombras.

    ***

    El recuerdo del agua an perdura despus del largo tiempo de la muerte.Los das se alargan, como la luz menguante de un rescoldo que, ya froentre la lumbre de un incendio, ha empezado a extenderse.

    Es entonces cuando el aliento forma hielo sobre los cuerpos, la lengua seretiene hasta que el cabello se vuelve blanco y, en la cada cierta de losacantilados, nos descubre su cara. En la fuerza de un glaciar la dulzura

    de la llama que se alarga buscando el aire ms all de todo alcance.

    Es entonces cuando creemos ver la exactitud perdida, oculta entre lassalas de un hospicio, entre grandes bandadas de liblulas.

    ***

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    Cuaderno tico,

    Trozos de metal extraviados en una tormenta que dura siglos y nuncatoca el suelo, un barco entre las olas que se cruzan, un puerto construidocon espinas de arenque en la cara vaca de un planeta.

    Una mirada capaz de romper los arcos secos de todos los puentes desve-lndonos el tiempo que nos devora, para que as seamos gatos lamiendo,en su tazn de estao, la reluciente esencia de todo lo que es inasequible,de todo lo que esconden las abreviaturas simples del mundo.

    ***

    Una tumba cercada de laureles nos seala una falta, la incertidumbre deun pasado oscuro entre la ropa cierta que nos envuelve el cuerpo.

    El ser caprichoso de los ros, el mar huidizo en el que su alma inmensatoma el color del lecho de un desierto.

    Slo dejamos que el telar repose cuando suenan las vrtebras y, en elpunto de fuga de los muelles, el calcinado pecio de los barcos nos revela

    que, tras la bruma sorda, los extremos del mundo se despliegan comouna cabellera sobre el agua.

    Que tengamos los huesos tan pesados es simple sedimento del azar.

    (siste viator)

    ***

    Los pjaros no hablan, tienen los huesos huecos, acumulan el aire debajode unas alas que la presin levanta en prueba de su vuelo, y al aire de sucanto.

    Hacen su casa en las ltimas cosas y a la hora justa en que el sueo fijala tentacin del alma.

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    Antonio Ortega

    Un vaho la cada, la claridad un punto sobre el aire, nuestro cuerpo depronto por encima de todas las cabezas en las alas de los ventiladores.

    ***

    Cuando soamos con olores acres, en la boca entreabierta crece el rumordel llanto de cientos de perros extraviados, cuando omos el silbido de untren entre las copas oscuras de un bosque lleno de hayas cobrizas, surge laenfermedad como una tela escasa, sin pliegues que la oculten, y el sabor

    del terror hace de la lengua una piedra densa.

    Slo entonces, de noche, sentimos la reserva de los gatos pegados al si-lencio en los muros de sus casas oscuras.

    El dinero, la muerte yel pan de los mastinesfirmes en su poder, alzadosfrente al mundo como la lluvia helada sobre el polvo.

    (Philippe Sollers)

    (Fray Iigo de Mendoza,Coplas de Mingo Revulgo)

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    Carles Mercader

    DAS Y NOCHES DE SOPHIE EVANS

    Cre en la pornografaEs todo lo que me queda

    J B

    No es fro el invierno,este ao en Budapest.

    Sophie Evans ha volado desde Barcelonapara actuar en su nueva pelcula.Ha sido un rodaje duro.Con una doble penetracinque la ha dejado molida.En una librera cercana a la plaza de los hroesha comprado una novela de Pter Ndasy dos reediciones de Sndor Mrai.En la soledad del hotel

    piensa en como era esa niaque slo se llamaba Zsofia Szabo yse preguntapor todas las noches pasadasen esta ciudad hendida por un ro.Piensa tambin que el sexole gusta casi tanto como la lectura.Le divierte la coleccin depollas descomunales y novelas hngaras

    en que se ha convertido la coleccin de sus das.Dormida sobre el borde azul de las palabras,un libro abierto descansa sobresus pechos y su sueo.

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    Cuaderno tico,

    BLUE VELVET

    Es un mundo extrao este mundoUn caramelo envuelto en terciopelo azul.Eres tan dulce que me gusta hacerte dao.No mires por la ventana!O vendr el hombre amarillo y se te llevar.

    Las cortinas me dan miedo.Es un mundo extrao este mundo.Un caramelo envuelto en terciopelo azul.Eres tan dulce que me gusta hacerte dao.No abras el armario!Los vestidos parecen suicidas colgadosde un mismo rbol.

    Las cortinas me dan miedo.

    Duerme conmigo dentro de esta maletaCerraremos lo ojos y contaremos hasta tresLa muerte pasar de largo.

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    Carles Mercader

    EL HOMBRE DE LOS CARAMELOS

    Eres uno de ellos?

    S S

    Nunca me sonrea y era tan guapo.Vena con la tarde y era el rey de todas las plazas.Algunos das nos vena a buscar al colegio.Cromos y caramelos.La vida jugaba al esconditey nos abandonaba en el corazn de la pesadilla.Siempre la profundidad del bosque ynunca la casita de chocolate.Siempre y nunca y siempre las ganas de llorar

    Nunca fui elegido entre los dems nios.Nunca fui uno de ellos.

    Me hubiese gustado tanto cogerme de su mano.

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    Antonia Huerta Snchez

    [DEL LIBRO INDITOIMPLUVIO]

    Es como la tierra la casa del pobre:esquirla de un venidero cristal,ya claro, ya oscuro, en su huidiza cada;

    pobre cual la clida pobreza de un establo, -y no obstante estn los anocheceres: en ellos ella es todo,y de ella vienen todas las estrellas.

    R. M. R

    Toda la noche mi carne ha buscado su cauce.Sobre hombros y manos invisibles anhelando su senda,como el viento que erguidsimo en ponientese estrecha entre las playas,como naves de odiseascuya fragancia hiere hasta la muerte.Manos me crecen y se abren con esfuerzo,manos de aquellos que se levantan

    con bosques de sangre por cansancio,y protestas que ltigos mediticos anudan a la tierra.Qu especie monstruosa es sta, la del hombre!Sobre lo que nunca ama escancia el agua.

    Soy una voz con afn de savia,he filtrado ya las sombras, alimentandocon sus despojos el mar entero.Para salir a la dicha, para resolver

    el enigma de los espejosme he dado toda.Nada ha quedado para m.Se desgarra el vaco, generoso y hmedo.Se retira la lluvia con el tacto del hijo.Se hilan las brisas sobre el jazmn.Ya no hay nadie que estire su ramajesobre mi mundo.

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    Cuaderno tico,

    Ondas o cadenas son lo mismo.En todas partes alguien huye mientras amanece.Alguien deja su casa, sus cosas

    hasta asfixiarse, hasta extinguirse,hasta que un ribazo lejos, muy lejosle dicta una verdad.En medio de la vida no basta,no basta habitar el camino,no basta bordear las puertas mientras crecesin descanso, como la mala hierba,como brozas ebrias en las vastas sombraslo que fuimos.

    Un lamo triste y miserable es el centinela de esta noche.All dejarn caer sus brazos como piedras,sus nombres escondidos, los vnculos que antaoabrazaron poderosos los abandonarn.Como lgamo que sale al mar sin voz con la sospechade remotos dientes dispuestos a roerse detendrn elegidos por el ocaso.Se harn fuertes, decididos, se arrojarn sobre promesasinhospitalarias hasta sentir su cuerpo diezmado.

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    Jos Luis Gmez Tor

    HOTEL EUROPA

    El resto es este rumor inconsolable, este chocar de esferas que van a laderiva. Desde aqu escucho los valses del Imperio con un aire de jazzmientras insisten lejos los obuses con su secreta msica. Soy el ltimo.El que husmea los stanos, el animal dormido en las alcantarillas, el quefriega furioso el suelo del lavabo y reclama su bolo de avispas o silencio.Guardo entre noticias que fueron siempre viejas una corona de metal oxi-

    dado y los galones dorados del ujier. Es borroso tu rostro y, sin embargo,persigo cada noche tu cabellera lentsima en mis sueos. A veces, rarasveces, he logrado olvidarme de tu nombre y entonces eres un nmero,el destino velado en cifras que no duelen. Porque el miedo es tambinun manojo de llaves, he abierto tantas puertas sin encontrarte nunca. Al-guien me habl de ti. Posaba de pirata delante del espejo mientras losverdaderos nmadas cruzaban las fronteras. No quiero otro silencio sinoel tuyo. Ni siquiera la obscenidad me sirve ya, Cordelia. No te acuer-das de m? Soy el padre de nadie, el que hace las cuentas con el amor deotros. Desde aqu escucho el chocar violento de las copas, cmo partenlos trenes cargados de consignas. Yo guardo su secreto. Me empeo enser el ltimo. Todava no he aprendido a callarme. Lo har pronto.

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    Cuaderno tico,

    EL CUARTO DE VAN GOGH

    Mi hijo me pregunta qu hay detrs de cada una de las puertas del cuartode Van Gogh. Hasta ahora no me haba percatado de que la habitacintiene dos puertas. Su madre tampoco se haba dado cuenta de que una seabre hacia el viento amarillo y su regin solar. La otra, a la noche ensi-mismada, a ese aletazo sbito en el rostro. Cmo podra ignorar ahoraque ambas puertas conducen a un mismo pasillo interminable. Eso es

    tambin la infancia.

    Eso es tambin el vrtigo. Objetos cotidianos. Retratos familiares. Habi-tacin de paso.

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    Vicente Fernndez Gonzlez

    LAS APORAS DE YORGOS SEFERISY EL SILENCIO DE ANDREAS CALVOS

    In memoriam Pedro Mateo

    / /

    / , / .

    Bajo el sol de este modo / como gotas de fuego, /al ocano caen / de los siglos se esfuman / las horas para siempre.

    (Andreas Calvos, [X]VIII )

    La figura de Andreas Calvos constituye un captulo extraordinario dela historia cultural de la Grecia contempornea, y ello tanto por las vicisi-tudes de su obra en la configuracin del canon literario por el embarazocausado por la particularidad de su poesa, como por la extraeza y lainquietud causadas por el personaje del poeta, o mejor por la sombra enque ese hombre misterioso, del que no se conoce retrato alguno, parecetransformarse tras la publicacin en y de sus dos coleccionesdeOdas. Desde que Costs Palams rescata del olvido a Andreas Calvosen la famosa conferencia pronunciada en el Parnaso y publicada poste-riormente a finales de , la obra del poeta de Zante ha sido objetos

    Present una versin griega de este texto en el encuentro Neohelenistas Espaoles & Poe-sa de las Islas Jnicas, celebrado en en la Universidad Jnica (Corf). Al mismotiempo que la versin griega, prepar esta versin castellana; ninguna de ellas se public.Ahora, la prdida de Pedro Mateo, que tanto se interes entonces por aquella comunica-cin, me ha hecho rescatar el texto en su memoria; lo he revisado y lo he aligerado, sinintroducir prcticamente modificaciones.

    Me remito siempre que cito versos de lasOdasa la versin castellana del profesor Miguel

    Castillo Didier (Las odas griegas de Andreas Kalvos, Santiago, Publicaciones del Centrode Estudios Bizantinos y Neohelnicos Fotios Malleros de la Universidad de Chile, ).La versin del infatigable neohelenista chileno era, por cierto, hasta la versin francesade Ioannis-Andreas Vlachos, la nica traduccin completa a cualquier lengua del mundo,a excepcin claro de las versiones francesas de Stanislas Julien y Pauthier de Censay queacompaaron en y a las ediciones del primer ( ) y segundo ()volumen deOdasrespectivamente. Para el texto calviano sigo la edicin de Yanis Dalasen la coleccin (Atenas,, ).

    Ms bien desde que el texto de Palams es a su vez rescatado y empieza a ser tomadoen consideracin. Seguramente Nasos Vayens tiene toda la razn cuando afirma: Lacreencia generalizada [...] de que el descubrimiento de la poesa de Calvos tiene lugar en

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    Cuaderno tico,

    de innumerables estudios y aproximaciones. Los ms importantes poetasy crticos, griegos y extranjeros, de todas las generaciones, muy especial-mente la del treinta, se han ocupado de l. En los ltimos aos del siglo

    xx importantes contribuciones permitieron una aproximacin ms sis-temtica y documentada a los diferentes problemas de orden esttico eideolgico planteados, y nunca definitivamente resueltos, por la obra deAndreas Calvos.

    El fervor patritico revolucionario de lasOdaspatritico, o revo-lucionario, o patritico y revolucionario justifican la consideracin de

    con la famosa conferencia de Palams es errnea, puesto que esa conferencia ape-nas transcendi. Si seguimos su estela, constataremos que en realidad la crtica descubre

    a Calvos en la segunda dcada de nuestro siglo, cuando se han creado ya las condicio-nes que permiten el descubrimiento del descubrimiento de Palams. (Nasos Vayens, , en N. Vayens [ed.], . , Iraclio, , , . (Cuandono menciono otra procedencia, las traducciones de los textos citados son mas).

    Agras, Menardos, Indianos, Dimars, Pontani, Seferis, Elitis, Soras, Meracls, Vitti, Dalas,Muls, Lorendsatos, Politi, Steripulos, Vayens...

    Me refiero a obras como [Calvos y su poca] (), de Ma-rio Vitti, : [Armona multiforme: lamtrica y la potica de Calvos] (), de Evripidis Garandudis, [Enlutados paseantes solitarios de Corf] (), de Socratis

    Capsaskis, . [El cla-sicismo de Andreas Calvos. Los fundamentos antiguos y su superacin] (), de YanisDalas.

    En el siglo xxi sigue creciendo el inters literario y acadmico por Calvos, y asistimosa la publicacin de profundos y variados estudios sobre aspectos histricos, polticos,filosficos, lingsticos, poticos, biogrficos de su figura y su obra. Estudios que ali-mentan a su vez el debate en las revistas acadmicas y literarias. Ttulos como, entre otros, [La vida y la obra de Andreas Calvos] (), deLefkios Safiru, . , [Calvos una vez ms. Cronologa sinptica, ndiceanaltico de obras y bibliografa escogida sobre Andreas Calvos] (), de Yorgos An-

    driomenos, : . , [Las aguas maravillosas: Andreas Calvos. El romanticismo, el byronismo yel mundo de los carbonaros] , de Acin Yeorgand, : (1826-1852)[En pos del otro Calvos: Susquehaceres cientficos en Corf] (), tambin de Yorgos Andriomenos, - . , [Releer a Calvos. AndreasCalvos, Italia y la antigedad] (), de Pasjalis Mijail... Y tambin, novelas como

    [Las abejas de Calvos van yvienen por los prados de Lincolnshire] (), de Popi Jadsimanolaki, y .T [Andreas Calvos. El retrato perdido] (), de Vlasis Trejls (tercerabiografa novelada de Calvos en el ltimo medio siglo).

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    Vicente Fernndez Gonzlez

    Andreas Calvos como poeta nacional. La peculiar sustancia lingsticade su expresin, as como lo extrao de su forma potica (metro, ritmo,acentuacin versal) han constituido el objeto de sesudos estudios e in-

    terminables controversias. Se tiene a veces la impresin de que muchos deestos estudios responden a la necesidad de sus autores de comprenderse as mismos, de entender la ambivalente reaccin rechazo y atraccinque ellos provoca la poesa de Andreas Calvos.

    En esta materia, como en tantas otras que tienen que ver con la configu-racin del canon literario y cultural griego, la posicin de Yorgos Seferises singularmente relevante. Casi podramos hablar de un Calvos de Se-feris, igual que hablamos de un Cavafis o un Macriyanis de Seferis. Desuerte que la aproximacin de Seferis a Calvos se convierte a su vez en

    objeto de estudio al que se dedican cada vez ms pginas. Y hay quedecir que, si bien es cierto que los juicios de Seferis sobre Calvos son,lgicamente, juicios de referencia que vertebran durante dcadas el de-bate sobre el autor de lasOdas, no es menos notable y ello me interesams en esta ocasin la propiaactitudde Yorgos Seferis hacia Calvos,paradigmtica en cierto modo de la relacin de al menos una corrientede la crtica griega con el poeta de Zante.

    Esa actitud emerge de forma esclarecedora en el mismo ttulo del pri-mero de los ensayos seferianos referidos al asunto: Aporas leyendo aCalvos, escrito en Kor en . Posteriormente, Seferis le dedica-ra lejos siempre de Grecia otros dos escritos recogidos tambin mstarde, como el primero, en sus volmenes de ensayos: el Prlogo a unaedicin de las Odas (Pretoria, ), encargado por Timos Mala-

    Junto por diferentes razones con las de Elitis y Tsatsos. A , incluido (pp. -) en el primer tomo de sus ensayos,

    (-). En lo sucesivo, Aporas; cito por la versin castellana de SelmaAncira: Aporas leyendo a Klvos, en Girgos Sefris, El estilo griego II. El sentimientode eternidad, Mxico, D. F., Fondo de Cultura Econmica, , -.

    Seferis fue nombrado cnsul en Kor (Epiro del Norte, Albania) el diecisiete de septiem-

    bre de . Se incorpor a su destino en noviembre y permaneci en l hasta finales de.

    , incluido (pp. -) en el primer tomo de (-). En lo sucesivo, Prlogo. No recogido en la edicin de Selma Ancira nitampoco en la seleccin de Jos Antonio Moreno Jurado (Yorgos Seferis, Dilogo sobrela poesa y otros ensayos, Madrid, Jcar, ).

    Seferis sigui al gobierno en el camino del exilio ( de abril de ), primero a Creta,despus a Egipto y Surfrica, de nuevo a Egipto, y finalmente a Italia, para desde allregresar a Grecia tres aos y medio ms tarde ( de octubre de ). Permaneci enPretoria desde el verano de hasta la primavera de . Al partir, de vuelta a Egipto,Seferis anota en su diario (lunes, de abril): Hemos dejado Pretoria y nuestra casa. La

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    Cuaderno tico,

    mos para la edicin de lasOdasque preparaba en Alejandra, y Calvos,, pginas de diario en torno al envo a Grecia en marzo de eseao de los restos de Calvos y su mujer / -

    / (Dulce es la muerte / slo si nosdormimos / en nuestra patria) (, ), haba escrito el poeta y al descu-brimiento unos meses despus de una placa conmemorativa en la iglesiade Keddington.

    Ha quedado dicho que me interesa aqu, ms que sus juicios sobrela lengua y la potica de Calvos, laactitudde Seferis hacia el poeta deZante; susentimiento, si se prefiere. Un sentimiento que tiene que ver,ms que con la expresin, con la propia experiencia de la poesa. En el

    tercer prrafo de Aporas Seferis escribe

    :Montaigne, en una poca que ahora nos parece muy natural en la

    historia del arte, escribi: Un lector idneo siempre encontrar en losescritos de los otros, cosas que el escritor jams pens incluir unsuffisant lecteur. El nico camino correcto que le queda al lectoridneo es, si siente una obra, intentar comprender qu le sucede conese sentimiento, como intenta comprender qu le sucede con sus otrossentimientos. Y si no lo siente, las cosas se facilitan: cierra el libro.

    casa ms tranquila que jams haya tenido. Yorgos Seferis, Das -, sel. y trad.V. Fernndez Gonzlez, Madrid, Alianza, , . En lo sucesivo,Das.

    , incluido (pp. -) en el segundo tomo de (-). En losucesivo, Calvos; cito por la versin castellana de Selma Ancira: Klvos, , enGirgos Sefris,El estilo griego II. El sentimiento de eternidad, Mxico, D. F., Fondo deCultura Econmica, , -.

    Calvos sigue en el centro de las preocupaciones de Seferis en ,texto del discurso de aceptacin del doctoradohonoris causaconcedido la Universidadde Salnica, pronunciado el de abril de e incluido (pp. -) en el segundotomo de(-). En lo sucesivo, La lengua; cito por versin castellana deSelma Ancira: La lengua en nuestra poesa, en Girgos Sefris,El estilo griego II. El

    sentimiento de eternidad, Mxico, D. F., Fondo de Cultura Econmica, , -. Aporas, -. Una sensibilidad no muy diferente expresa Luis Garca Montero bajo la advocacin

    tambin de Montaigne en las primeras pginas deEl sexto da. Historia ntima de lapoesa espaola, su ltimo libro hasta el momento: El lector necesita devorar con suvida la objetividad de cualquier libro para que se produzca el efecto literario, haciendosuyo el miedo, el amor, el odio, el desprecio o la alegra. En el captulo de sus ensayosque trata De los libros, Montaigne confiesa: Cualquiera que sea la lengua que hablenmis libros, yo les hablo en la ma. Por eso la escritura est tambin sometida al hielo, ysi fija en el tiempo una posibilidad de comunicacin es a costa de su propia flexibilidad,de abrirse a los ojos de los ausentes para que construyan el mbito del intercambio con

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    Vicente Fernndez Gonzlez

    Seferis, que reconoce la legitimidad de una poesa patritica, queencuentra en la vaguedad que nace de la escisin del espritu de Cal-vos una seal de su modernidad, que admira la velocidad propia de la

    escritura automtica con que se suceden sus imgenes poticas, cho-ca desde con el yo lingstico de Andreas Calvos. Un extraamezcla, se le antoja, de formas propias de los textos de Coras y susseguidores, por un lado, y la lengua verncula de la poca, por otro.Calvos el poeta se desvanece cuando irrumpe Calvos el maestro y eru-dito. El doctor Jeckyll y mister Hyde. Ya en el ensayo de , Seferisafirma as como de Soloms no tenemos ms que fragmentos, tampocode Calvos tenemos un poema completo. Nada que pueda ofrecerse co-mo poema completo al oyente. Solo pedazos y nuestra devocin. En

    el Prlogo se ocupa de modo ms prolijo del asunto de la lengua deCalvos y vuelve a formular el mismo parecer, ilustrndolo esta vez condecapentaslabos nufragos rescatados del proceloso mar de la mtricacalviana:

    Cunto ms halageo habra sido su destino si nos hubiera deja-do, como Soloms, solo fragmentos. Quin sabe, encontraramos talvez escudriando viejos archivos, algn juicio o algn otro documen-to histrico que justificara las interrupciones. La psicologa lo explicatodo. Y completaramos los huecos de las Odas con nuestra incon-

    su ideologa, con una red distinta de sobreentendidos, donde los viejos saberes necesi-tan acomodarse a los nuevos matices. Nuestro placer de lectores ante libros antiguos essiempre la consecuencia de una falsificacin verdadera. Admiramos aquello que facilitala impertinencia de nuestras propias inquietudes (Luis Garca Montero, El sexto da.Historia ntima de la poesa espaola, Madrid, Debate, , -).

    Prlogo, . Aporas, . En lo expresa as: No se aviene a hablar la lengua de nadie. l es la tercera va

    de Coras. Una lengua con tentculos aferrados al purismo, pero con un contrapeso quetira de ella hacia el habla viva (Prlogo, ).

    Aporas, . En un apunte de su diario martes, de diciembre de confiesa sus reservashacia la acogida que su texto pueda tener: Me temo que no van a quedar satisfechos.Hablo demasiado de la lengua, y eso cansa. No es que haya hecho lingstica, tan slo hehablado del material de que disponemos para hacer poemas (Das, ).

    Prlogo, -. Dice Juan Luis Panero a propsito de la obra potica de su padre: La edicin de su obra

    completa demuestra, una vez ms, que todo poeta mejora en una antologa, y que casi noexisten poetas que soporten unas poesas completas [...] De cualquier poeta lo mejor quepuede hacerse es una buena seleccin. Juan Luis Panero, Sin rumbo cierto, Barcelona,Tusquets, , .

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    Cuaderno tico,

    solable amargura por un genio malogrado, junto con el placer quenos procuran los vestigios. Si tuviramos, por ejemplo, de Calvos soloalgunos pentadecaslabos como estos:

    [...cubre] con su tul oscursimo las rosas celestiales(I,)

    Cual en el bosque espeso al crepsculo sopla(VI,)

    La humareda entristece el ter azulado(VI,)

    De los santos las almas, como bruma de plata(VIII,)

    ,

    Una fuerza divina entrega a vuestras almas

    a las leves y se alza difana vuestra frente(IX,)

    Mira T cmo el sol sus velmenes dora,y mira cmo el pilago con reflejos de espadas([X]III,)

    ,

    Slo escucho la mar, que como inmenso ro([X]III,)

    Camina al Paraso; all crece un laurel([X]VIII,)

    A Calvos lo disfrutas ms confiesa Seferis en el apunte ya citado desu diario cuando cierras el libro, cuando olvidas que ha escrito odas (enlas que tanto insiste en sus manas). Est bien cuando caminas abstrado

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    Vicente Fernndez Gonzlez

    en tu cuarto y oyes de repente el murmullo de susautnticos versos. [...]Es de agradecer que no se haya conservado ninguna imagen de su aspectofsico. Hay que olvidar el cuerpo de su obra y su propio cuerpo. Lo que

    queda son los fragmentos de una voz incorprea.

    Ms all de lo que sus convicciones estticas y lingsticas se lo per-miten, Seferis no deja de experimentar una fuerte atraccin por esa vozincorprea que con tanta frecuencia se desvanece.

    En , en Louth la villa inglesa en la que el poeta de Zante vivi losltimos dieciocho aos de su vida releyendo lasOdas, Seferis intuyeel fondo latino de la mtrica de Calvos, el eco de Catulo. Ahora no buscapentadecaslabos ocultos. Se pregunta, sin embargo, qu es lo que hace

    griego a Calvos. La respuesta, en lasOdas([X]VI,- ):,

    ,

    ...

    Mejor, mejor seraque dispersos los griegosvagaran por el mundo,con la mano tendida,pidiendo pan,que...

    Calvos no deja, en definitiva, de ser un griego de la dispora. Griegode la dispora, lo veamos desde el punto de visto de su arte, o desde elpunto vista de su vida, es decir, del hombre engullido poco a poco por elexilio. La dispora, el destierro, experiencias colectivas de los griegos,

    seas de identidad que no dejan de conmover a Seferis, al desterrado,siempre, Seferis. No se trata en este caso de un destierro ms. Calvos esuno de los grandes espritus europeos que vivieron intensamente entre el

    [...] siendo poeta, es decir, una persona que ha manifestarse por la palabra, nos causamuchas veces la impresin de que se desaparece tras su expresin lingstica, como detrsde un teln (, ).

    Dieciocho aos sin una palabra de griego. Hasta sus sueos eran en otra lengua! (Cal-vos, ).

    Calvos , .

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    Cuaderno tico,

    sueo ilustrado y el desencanto romntico. Como Goya. Como Hlder-lin. Uno de los grandes creadores que soaron la revolucin y despertaronen el conflicto civil y el absolutismo. Que conocieron el exilio de la pa-

    tria. Y un exilio ms radical: el exilio de la poesa. Por la locura, comoHlderlin. Por el silencio, como Calvos, o como, ms tarde, Rimbaud.Calvos, haba escrito Seferis en , es un lmite, [] en donde la abs-traccin lingstica deja una voz prcticamente inarticulada y lneas enel cielo; en el fondo es silencioso. El silencio. Una voz que se callaa los aos. Ms all de sus escrpulos lingsticos, Seferis, un poetaque se debate toda su vida entre el arte y el mundo, que en , en laconferencia pronunciada con ocasin del doctoradohonoris causaque lehaba concedido la Universidad de Salnica, alude a su vida un tanto

    disipada

    , no puede dejar de sentir fascinacin por la radicalidad dela experiencia potica de Andreas Calvos. Una experiencia que planteapreguntas a las que solo el cielo podra responder; quizs porque expresa,a menudo, un sentido del vaco, de la ausencia.

    . De nuevo lejos de Grecia, desolada ahora por la dictadura, Se-feris acude a Hlderlin en su diario: Desde hace un mes me encuentroen el punto x del universo, un oasis dentro de un oasis dentro de un oasis[...]. Me siento fuera, al margen de todo. Vuelven a mi cabeza los versosde Hlderlin que en adopt como lema de Diario de a bordo, I;eran aos duros entonces, como ahora: Pienso, mientras tanto, / mejordormir que estar sin compaeros, / esperar de tal modo y qu hacer entretanto y qu decir, / yo no lo s, y para qu poetas en tiempos de mise-ria?. Me pregunto si no evoca sin nombrarlo el cristalino silencio delpoeta Andreas Calvos.

    Aporas, . La lengua, . Calvos , . Das, (Manuscrito oct. ). Pan y vino. Friedrich Hlderlin,Las grandes elegas, ed. bilinge, trad. de Jenaro Ta-

    lens, Madrid, , .

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    Antonio Cabrera

    DOS PJAROS

    L .- El azar a veces conforma estampasque adquieren un evidente aire de artificialidad. Lo que entonces ocurreante nosotros parece capricho de la recurrencia de nuestra imaginacin,que por fin tiene a bien materializarse por si pensbamos acaso que la

    imaginacin era un impulso impotente, limitado tan slo a su parcela devirtualidad. A veces sucede lo que parece que no podra suceder, no tantopor imposible o improbable, sino por rebuscado en demasa. No resul-ta difcil todo lo contrario ver una urraca posada en un poste de laluz o encima de una seal de trfico bien conspicua o en el punto msprominente del tejado. A las urracas les encantan las atalayas. Habiendocomo hay tantos lugares donde un pjaro puede posarse, las urracas pro-penden con obsesin hacia los ms altos y apuntados, siempre que esono las aleje de nosotros. Somos sus primeros proveedores. Por eso estasaves decidieron hace tiempo que su mundo o uno de sus mundos, yaque tienen coraje para ocupar otros iba a ser el nuestro, tan rico encultivos, rboles de adorno o fruto, carreteras, periferias urbanas, ver-tederos, parques y tantas posibilidades ms para ellas. Es habitual, portanto, ver en la punta de muchas cosas una urraca posada. Con todo,siempre sostuve para mis adentros sin decrmelo que el remate tanagudo y blando de los cipreses era una punta prohibida para un ave re-lativamente grande como ella. La punta del ciprs no es que sea alargaday por ello fcil de combar, es ms bien corta y fcil de combar y, porello, no pensaba yo que la urraca la tomara como soporte apetecible.Me equivocaba. Hoy he visto una urraca sobre la punta de un ciprs, ypermaneca quieta, en equilibrio, adoptando una postura de desafianteelegancia. Estampa de esas que el azar como si no actuara como azar,sino a propsito conforma a veces. Un ciprs soberbio, esplndido. Loencuentro en mi trayecto de todos los das, alzndose desde el centro deuna rotonda. Con ms de diez metros de altura, tiene una anchura quesin embargo respeta la natural estrechez cnica del rbol. Son propor-ciones que le otorgan una presencia dominante. La mirada se va hacia lde manera automtica. Hoy daba lugar adems a una impresin plstica

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    Cuaderno tico,

    muy intensa. La urraca en la cspide, con su combinacin de blanco ynegro tornasolado, con su larga cola forzando un ngulo hermoso, po-na altivez quiz tambin una pizca de violencia muda, y as haca ms

    compleja la belleza sobre la geomtrica y oscura elevacin del rbol.Hoy he sido testigo, en definitiva, de un caso de altiva serenidad, nadamenos, y no era resultado de la imaginacin ni del artificio.

    L .- Lo que puedo decir de lasoropndolas guarda relacin directa con lo que he podido observar de

    ellas a lo largo de los aos. Se me viene a la cabeza, en primer lugar, yes lgico, el amarillo de los machos, una de las rotundidades cromticasms llamativas de la naturaleza europea. El nombre de esta ave emanade ese color. Por culpa de la esdrjula castellana, tal vez su nombre searesponsable de la consideracin cursilona que de ella se tiene, a la que noha dejado de contribuir la poesa modernista.

    Pero las oropndolas, fuera de los poemas, son de todo menos blan-dengues. Pocos pjaros hay tan pendencieros, tan malhumorados y reta-dores, sobre todo durante el mes de julio, cuando ya han sacado adelantelos pollos y se entregan al grito, al gemido, al silbido jactancioso, noslo dentro del seno familiar sino, por supuesto, contra cualquier otraoropndola extraa, y habitualmente contigua, que roce o entre al vagoterritorio arbreo y areo que consideren propio. Los sotos fluviales y lasarboledas junto a cultivos se llenan entonces de su bulla verdiamarilla,hembras y machos en discusin acrobtica entre las ramas.

    Por lo general la oropndola es difcil de ver y fcil de or. Cuandoaparece, lo hace en vuelo velocsimo, siempre como de huida ms quede desplazamiento. Es tmida por ser arisca o viceversa, quin sabe. Hetenido la continua impresin de que, cuando est posada, se deja verslo desde lejos. A muchas aves les pasa: no toleran la cercana humana,la mirada nuestra que pueda ser consciente para ellas. Las oropndolasno quieren que las miremos, no lo soportan. Son un caso verdadero dedesdn de lo bello hacia nosotros.

    No obstante, una vez, por azar, tuve muy cerca, a escasos metros, aun macho adulto, puro amarillo en mximo contraste con las manchasnegras de las alas. Fueron apenas segundos, hasta que me descubri re-costado y quieto sobre el tronco de un alcornoque. Se haba posado desbito sobre una rama de adelfa en flor. Ante m, aquella combinacin

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    Antonio Cabrera

    inimaginable de colores: verde mate, fucsia intenso, amarillo fortsimo ynegro azabache. Fue un exceso, pero un exceso hermoso porque era real.La oropndola huy enseguida llevndose la mitad de los colores. Qued

    en balanceo la rama de adelfa, con sus verde y fucsia indiferentes, vvidos.

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    Wallace Stevens | Hilario Barrero

    TRECE MANERAS DE MIRAR UN MIRLO(Traduccin de Hilario Barrero)

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    I

    Among twenty snowy mountains,The only moving thingWas the eye of the blackbird.

    II

    I was of three minds,Like a treeIn which there are three blackbirds.

    III

    The blackbird whirled in the autumn winds.It was a small part of the pantomime.

    IV

    A man and a womanAre one.A man and a woman and a blackbirdAre one.

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    Wallace Stevens|Hilario Barrero

    I

    Entre veinte montaas nevadaslo nico en movimientoera el ojo del mirlo.

    II

    Yo tena tres opiniones,como un rbolen el que hay tres mirlos.

    III

    El mirlo giraba en los vientos otoales.Era una pequea parte de la pantomima.

    IV

    Un hombre y una mujerson uno.Un hombre y una mujer y un mirloson uno.

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    V

    I do not know which to prefer,The beauty of inflectionsOr the beauty of innuendoes,The blackbird whistlingOr just after.

    VI

    Icicles filled the long windowWith barbaric glass.The shadow of the blackbirdCrossed it, to and fro.The moodTraced in the shadowAn indecipherable cause.

    VII

    O thin men of Haddam,Why do you imagine golden birds?Do you not see how the blackbirdWalks around the feetOf the women about you?

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    Wallace Stevens|Hilario Barrero

    V

    No s qu preferir,la belleza de las inflexiones,o la belleza de las insinuaciones,el mirlo silbandoo justo despus.

    VI

    Los carmbanos cubran la larga ventanacon brbaro cristal.La sombra del mirlolo atraves de un lado a otro.El estado de nimodibuj en la sombrauna causa indescifrable.

    VII

    Oh, delgados hombres de Haddam,por qu imaginis pjaros dorados?no veis cmo el mirlocamina alrededor de los piesde las mujeres de vuestro entorno?

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    Cuaderno tico,

    VIII

    I know noble accentsAnd lucid, inescapable rhythms;But I know, too,That the blackbird is involvedIn what I know.

    IX

    When the blackbird flew out of sight,It marked the edgeOf one of many circles.

    X

    At the sight of blackbirdsFlying in a green light,Even the bawds of euphonyWould cry out sharply.

    XI

    He rode over ConnecticutIn a glass coach.Once, a fear pierced him,In that he mistookThe shadow of his equipageFor blackbirds.

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    Wallace Stevens|Hilario Barrero

    VIII

    S de acentos noblesy ritmos lcidos, inevitables;pero tambien sque el mirlo est involucradoen lo que s.

    IX

    Cuando el mirlo se perdi de vista,marc el bordede uno de muchos crculos

    X

    A la vista de mirlosvolando en una luz verde,hasta las alcahuetas de la eufonachillaran speramente.

    XI

    Cabalg sobre Connecticuten un coche de cristal.Una vez, un temor lo traspasde haber confundidola sombra de su equipajecon mirlos.

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    Cuaderno tico,

    XII

    The river is moving.The blackbird must be flying.

    XIII

    It was evening all afternoon.It was snowingAnd it was going to snow.The blackbird satIn the cedar-limbs.

    Wallace Stevens, ()

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    Wallace Stevens|Hilario Barrero

    XII

    El rio se mueve.El mirlo debe de estar volando.

    XIII

    Toda la tarde fue prima noche.Estaba nevandoe iba a nevar.El mirlo se posen las ramas del cedro.

    Versin de Hilario Barrero

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    Rafael Fombellida

    AVENA SALVAJE

    Junto al borde saliente de esta rocapulida como un platococino mi pobreza en el ro de agosto.Reposas a mi lado, conjeturo.A rfagas, el soplo del nordestetremola y rumorea en mis odos

    enredado con un habla difusa.Cuando tus labios quieren conversarsobre la cortadora, o el tumoren el ovario de tu hermana, labruida quemadura me suspendey nada escucho con exactitud,nada atiendo que no sea recndito.Cabecean los cirros en su pilagoy cimbrea la luz como una cabelleravigorosa. Formo un ngulo rectocon antebrazo y codo, y encuadro tu caderay el vello que, cobrizo, se remuevecomo avena salvaje.La brisa da su voz a este amargor del vspero.Desearas decirmeque la temperatura ha decrecidoy patina el frescor en tus faccionesy a tus muslos flagela un aura incmoda.Diras, si pudieras hacerme comprender,que la arena te aguija la piel, y la granula,ests presente, y el temblor te ovilla.Pero no te percibo. Soy el ltimoamante desceido del halago de agosto,el ltimo en gozar su piedra cliday baarse feliz en la elega.

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    Cuaderno tico,

    EL CIELO NO TIENE HORIZONTE

    Bajo la suela negra de mis botas de aguase retuerce el carrizo con un chillido amargode ave ahorcada. Mi lmpara va hacindose vereda.

    Miro el cielo nocturno. Las estrellas cintilantmidas, expirantes como el hlito

    de un anciano intubado. Ya no s regresar.

    La va de retorno se ahoga en esta cinaga,ese enjambre o racimo de pupilas nerviosasdeclin envuelto en velos de gas neutro.

    El carro de Orin, Perseo, los dos Canesvigilan mi cabaa de ventanas cerradas.Ella encender dentro briosas constelaciones,

    prender del cabello la cola de un cometa,balancear sus pechos filtrados por el vspero.Ser despus la gata ebria de sueo.

    Mas no s regresar adonde despert.Los astros que una vez fueron senderodejan en la majada la huella de un cadver,

    un entreclaro herido en la laguna.Lgubres son ahora estas viejas esferas.Su apaciguado magma extraviar mi paso

    si su luz es la luz. Chasca la broza,sigo un mezquino rastro de linterna,escucho el bisbiseo de animales ocultos.

    Por aqu debera existir un hogar.

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    Mara Lain | Mara Lpez Villalba

    TCNICA MIXTA(Seleccin y traduccin de Mara Lpez Villalba)

    NOTA DE LA TRADUCTORA

    Mara Lain (Patras, ) es escritora. Poesa, teatro, ensayo, traduc-cin. Los poemas seleccionados pertenecen a su ltimo libro publicado,tcnica mixta(Pataki, ).

    A Chema Cobo, Leandro Garca Ramrez, Rosa Lefevere, Costas Pa-leologos y Panayotis Xuplidis, gracias.

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    sol indolentemujeres marchitas

    luz reparadorapor el pequeo cuadrado de vidriolos rboles combados

    extraa la pasada juventudirreflexiva

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    un puente de piedrasu casa pequeay l sentadoen su pequeo escritorio;puerta de maderacolores rotos

    un poco ms all el canalgente que pasa por el puente de piedra

    un carro tirado por caballos viejosuna mujer con un nio a la espalda

    olmos a la derechamontes con matorralesdos rboles grandesgotas de rojo en la tierra

    sobre el puente y el canalsobre la casasobre la mujer y los caballosun cielo gris plata

    vaporosopesadoamarillomedioda

    boceto

    a lpiz y pluma

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    hayas jveneshojas puntiagudasen la tierra tallos largos;la rama seca no sabe qu hacerse le ha enredado el pie en el cuadro

    grabado a punta seca

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    Chirraen los bachesel carruaje de broncelas salpicaduras manchan el tiradory su delicada rejilla

    al fondosombreros inclinadossobre la tierra rojiza

    tinta china a plumilla

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    desperdicitodo un precioso damirndolaqu otra cosa poda hacer?

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    la sombra llegahasta el techolas vigas la hacen pedazos

    el reloj baa la camael miedo me ha cautivado

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    los objetos que aqu venno tienen valor algunomuestran tan solo cmo viva la gentecmo arrastraba a propsitolos pies un nio

    y en este instantesus dedosgerminan en la tierra

    leo sobre tela

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    cueva natural con paredes talladasvetas de piedracolor ceniza

    la planta circular de la bvedadelata tal vezla ubicacin central de un altar o un fuego

    fue adorado alguien aqu?

    haba alguien?o sencillamente el tiempo al pasar dej su belleza?

    grabado con buril

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    no tiene sentido para el duraznola muerteni para las ciruelasel cazador con su caballo

    la lmpara se apagay yo tu cintura abrazo

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    consonancia del azulduermetumbadaamarilla

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    el da deslumbranteel sol, su sombray dentro de m no tengo nada

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    qu rara es la vidaen los pantanos clidosy el tiempo que muestra una cosay hace otra

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    naturalmente es de noche

    este verso siempre me ha dado envidianoches y das ahora que me acuesto en la cama

    es de nochey el rbol cortadovolver a echar hojaspero yonunca ms de clera

    se me pondr la cara verdecarboncillo

    Naturally it is night[Naturalmente es de noche], primer verso del poema Air deW. S. Merwin, en versin de Giselle Rodrguez Cid. La traduccin del verso en griego, , es de Yorgos Juliaras.

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    Mara Lain|Mara Lpez Villalba

    A Eni

    pared de piedra seca abierta al mar:piensa en las cosas que no haremos nunca

    tinta china a clamo

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    perder de vista todoperderte a ti tambincomo si nada hubieras sido nuncani desnudez al solni llama loca

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    Abel Murcia

    este da ha amanecido nochedecidida a acompaarmecomo el dcil perro de las horasacompaa al reloj

    la calle se presenta como un campode batalla a la esperade ese otro enemigo que me sigue

    all donde me muevayo soy tantos otrosque resulta imposibleno ser yomi propia sombra

    ajeno a m mismome busco en el caleidoscopio grisde esta oscuridad

    la nieve me devuelve a la luz

    (mosc, noviembre de )

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    Cuaderno tico,

    es esta tarde el eco de otras tardesque entonces eran dasy estas cuatro paredesrecuerdan otros muros

    cuando miro el espejosi aguzo la miradatambin consigo ver algunos rasgos

    familiares en aquel que me miray as como si en esto de vivirhubiera un protocolovoy desgranando tiempo

    granos color oro de una mazorcaantigua y apagadarecogida hace aos

    (mosc, noviembre de )

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    Abel Murcia

    recuerdas? apenas si fue ayery ya todo tan lejostan lejano del hoy y de aquel antesque un da lo fue todo

    despus lleg el silenciola casa se nos fue quedando mudala luz llenara de sombras sus rincones

    hasta apagarse por finy ahora este seguir aquen este ningn sitio abandonadotan vaco de ti y de nosotros

    tan no lugar tan pramotan yermomanteniendo el rescoldo de las llamas

    (mosc, noviembre de )

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    Cuaderno tico,

    tras las ventanas de este dcimo pisode este alto laberinto personalarrastrado hasta aqupor todos los otoosque se encuentran en ste

    tras los helados cristales que el froempaa al abalanzarse sobre ellos

    tras los restos deformesde un desvencijado balcnsobre el que se posan los gorrionesque asaltarn astutos los comederosdel cercano zoolgico

    tras las ventanas de este dcimo pisono siempre es fcil encontrar un cielo

    (mosc, noviembre de )

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    Abel Murcia

    CANCIN DE CUNA (PARA DORMIR OLAS)

    Llegan a la orillay vuelven atrs.Grandes y pequeastodas desde el mar.Corren a la playa,la mar queda atrs.

    Vuelven a la orillavestidas de espuma.Las mecen las aguasdentro de su cuna.Todas recubiertasde su blanca espuma.

    Corren a la orillay besan la arena.Al cabo de un ratootra vez se alejan.Hacen en el bordedibujos de arena.

    Juegan en la orilla,dejan de ser olas.Cogen y se escondenen las caracolas.Y al llegar la nochese duermen las olas.

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    Teresa Domingo Catal

    En derredor me vive la distancia, y slo quiero ser desnuda. Aunqueno ests, ests conmigo, no me puedo separar del corazn, como si supalpitar se escondiese y entre el musgo encontrara tu belleza. Mi amor,cuando regreses sabrs cmo me llamo, conocers aquellos nmeros queel destino convierte en los presagios de un deseo que desborda las pala-bras encarnndose en el da, en esa aurora que empieza como un nio,que deviene maana y prosigue por la tarde con la luminosidad lbricade unos ojos que miran en la sangre, que traspasan el cuerpo y se trans-forman en los crteres de la luna, en las serpientes que me acarician en

    los pechos, y el amor, como una saga, transcurre en los lmites y, fuera delos mrgenes, inunda las estrellas. En la negrura que antecede al alba semira el interior de mis muslos como en un espejo. La noche envuelve mifeminidad y en mis simas s quin soy. Fulguro en el iris del sexo, invocoa Dionisos, y en mi conjuro estallan miradas de cristales que uno en eltelar con la paciencia de la mujer que anhela que la folle el hombre al queama.

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    Cuaderno tico,

    Oh amor, cmo aromas los cerezos, cmo me avituallas con sus floresy me ofreces tus pies para volar por el rincn ms recndito del cielo.

    El corazn sobrevuela el Hades, cruza por la Estigia y le da las mone-das a Caronte pero no olvida, como si la memoria fuera un manuscritoindescifrable que se inscribe en las races de la noche. Marina, como laperla que crece en su envoltura, como la casa que se inunda en el ocano,invoco la sal y el perfume de la sal que me das cuando me ciernes.

    Hay un territorio anmalo en el amor. Es como un lunar, un pigmentooscuro. Se traslada por la piel con la inercia de los astros y se inmiscuye en

    las heridas. Necesidad de ti, es lo que tengo. As las cicatrices se me abren,como tatuajes del deseo. Te necesito como si en ti habitara el agua, comosi mi sangre dependiera de tus ojos, como si mis ingles te escribiesen.

    Ests en m, vives en mi cuerpo, y mi ansia es fervor enfebrecido, en-fermedad y transparencia.

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    Teresa Domingo Catal

    En el sexo hay un poso de penumbra que se alcanza con el xtasis,un centro oscuro desde el que se origina la luz, donde la lluvia eclosionacomo una llama preparada para arder en el mismo umbral del fuego.

    Cae la mariposa deslumbrada por el foco, cae y se queman sus alasen la ascensin y en la cada, y como en un vendaval que a s mismo seencendiera, se desparrama en el suelo y muere. Hay muerte en el amor, yeso le permite renacer.

    Ms all del cielo vive la consciencia, y saber que las huellas de mi cuer-po con tu cuerpo se deslen y que el ansia permanece, crea brocales secos

    que la aridez inundar siglos ms tarde, cuando se pierda la memoria delamor y la amnesia engendre la locura.Como un talismn vive la piel, como si pudiera alumbrar el Fnix,

    como si pudiera parir el Hades, como si la caricia contuviera el hlito,como si el suspiro quedara prendido en el aire y se expandiese hasta llegara donde vive el vaco del que nace el deseo.

    He hablado con la lluvia, Poemas inditos.

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    Sandro Luna

    TABULA RASA

    I(Girasoles)

    Quin toma esta cicuta?

    Quin se inmola por dentro

    como hacen los jazmines?Quin se atreve a mirarseen la carne humillada?

    II(Toma tu sitio)

    No me escuchesy deja que me aparte.

    Qu sol por mi ventana?

    Qu rfaga de trigo?

    Este aire verdadero.

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    III(Noche)

    A Ana Luna

    Perla viva,callada.

    Hgase la intemperieen tu noche de luz.

    IV

    (Quin)

    Quin da la luz aqu?

    Habla,para que yo te conozca.

    Y deja que te siga.

    V(Paz)

    A la memoria de Miguel ngel Velasco

    Seco,como una aguja,mi corazn de pino.

    Qu sombra nos cobija en este ahora?

    Esta paz de lucirnagas,qu me canta?

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    Sandro Luna

    VI(Donde no mira nadie)

    Esta araando el cielo una pestaa,acaso no lo veis?

    Donde no mira nadie,tan al claro de todo,tan salvaje.

    En el mismo aposento de la luz.

    VII(Ser salvaje)

    Regalarse es volvera ese sitio de nadie.

    Cuntos pjaros juntos en la mesade una brizna de hierba.

    VIII(No preguntes)

    Como las gotas,todoocupa su lugar en este sitio.

    As que toma asiento para vertecuando caigas sin ms.

    Y no preguntes.

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    Teresa Garb

    LA ESTRELLA BLANCA

    El hombre est sentado en la plaza mayor de San Juan de Plan.Ha venido a aquel valle apartado para descansar durante una semana.

    No conoce a nadie; come solo en el comedor del hotel y hace excursionestambin solo. Casi est a punto de terminar su estancia. Minuciosamente,cada noche, apunta cul ha sido su actividad. De esa manera no olvidarsu vida. Cuando abra su libreta de notas, recuperar esa semana: los desa-

    yunos a primera hora; las marchas a travs de valles recnditos; el tiempoque pasa de noche en la terraza, contando las estrellas fugaces es SanLorenzo, que caen desde hace miles de aos para los que contemplenel cielo o vete a saber para qu.

    Est atardeciendo. El cielo adquiere una luminosidad amarilla y vio-leta, antes de cerrarse en la noche. Como el da ha sido muy clido, lagente se ha sentado a las puertas de su casa y hablan animadamente.Quiz se han fijado en el hombre sentado en la plaza y quieren llamarsu atencin. Pero l, en ese momento, est completamente absorto: havisto en una casa, a la izquierda de la escuela, a una anciana de pe-lo blanco. Est sentada en una silla y contempla la calle. Posiblemen-te se ha fijado en el hombre y no le importa que la mire, porque paraeso estn las personas: para mirar y ser miradas con absoluta desnu-dez.

    Pero ahora el hombre se ha inquietado. Esa anciana de pelo blanco quelo est mirando le recuerda a su madre, muerta hace ocho meses. Tienesu rostro anguloso, su mismo cabello de una blancura luminosa. Tal vez,piensa, emocionado, como mi madre, est orgullosa de esos cabellos tanblancos que no amarillean.

    Ella lo mira fijamente. Qu otra cosa puede hacer si se ha sentado ensu galera para ver qu pasa en la calle y ese hombre forastero, sentadoen la plaza, solo, es un buen objetivo?

    Quin ser?, se pregunta acaso en un murmullo, mientras las campa-nas de la iglesia han dado las nueve y la msica del atardecer esquilas,pasos, ruido de agua del riego y del ro suena como una placenterarespiracin.

    S, es ella, se dice el hombre. En la plaza no estn ms que l y, enfrente,

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    arriba, su madre. Su madre blanca, que lo mira fijamente. Durante untiempo, quiz varios minutos, permanecen as.

    Me habr reconocido?, piensa el hombre. No nota ninguna animacin

    especial en el rostro de la mujer y si ve bien, se habr dado cuenta de queestoy llorando.Mueve los brazos, saludndola, pero ella no responde. l comprueba

    los gestos de su madre en aquella mujer que en todo se le parece: se apartael cabello con gestos menudos; se frota las mejillas; une las manos enel regazo, a la altura de la cintura. Se mira las manos, sus manos anhermosas, piensa el hombre.

    Cmo me va a contestar?, piensa. Los muertos son as: estn al otrolado y no se inmutan por lo que nosotros podamos decir o hacer. Nuestro

    tiempo ha terminado. Ya no hay vuelta atrs. No podemos alcanzarlospara que nos perdonen. Nada puede perdonarse porque aquello, el error,sucedi para siempre. Slo los muertos se liberan de sus errores.

    Si yo pudiera decirle, susurra el hombre, incorporndose y gesticu-lando de nuevo para que la anciana se d cuenta. Pero la mujer ni siquieraha advertido sus esfuerzos. Se ha levantado tambin y se ha metido en lacasa. Al verla de pie el parecido es an ms asombroso, piensa el hombre.Es ella, sin duda.

    De inmediato recorre las calles de al lado de la plaza pero todas lascasas estn cerradas. Es difcil saber cul es la de la anciana, porque elpueblo ha crecido como un aglomerado de piedras y no hay orden, slocallejuelas empinadas que se pierden unas en otras.

    Es esta, dice, llamando a una puerta. Toda la casa retumba.Nunca ms la voy a ver, lo s, pero al menos que me escuche. Se

    reclina sobre la puerta. Nota el aroma a madera vieja, recalentada porel sol, el aroma a heno. Cierra los ojos y le parece estar reclinado en elregazo de su madre.

    Perdname, dice, en voz baja.Vuelve a llamar de nuevo, esta vez con ms fuerza. Nada. Hay tantas

    telaraas en el llamador, tanto abandono en la madera, que no es posibleque viva nadie entre esa suciedad. Ni siquiera una anciana.

    Conmocionado, se aparta de la puerta y sube la empinada callejuelahasta la carretera. Se vuelve varias veces, por si aparece de nuevo la siluetade su madre. Nada. Es tarde.

    Al final de la calle ve una estrella pequea de metal plateado, hundidaentre las piedras.

    Seguramente, piensa, habr una estrella esta noche, sin ella. Para siem-pre todas las noches sin ella.

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    Teresa Garb

    As ha sido: el hombre ha pasado un buen rato en la terraza del hotel.Mira como mirara su madre. No se va a dormir hasta que ve caer unaestrella fugaz en la oscura noche. Es igual a la pequea estrella aplastada

    en el asfalto.

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    Olivia Martnez Gimnez de Len

    AGOSTO ES UN ASUNTO EFMERO

    I

    Agosto es un asunto efmero.Todo lo que suceda en este meslo vamos a olvidar.El calor intentar convertirnos en piedras,

    intentar hacernos creer que vivimos para siempreen una barbacoa nocturna,el calor intentar convencernos de que todo ha pasadoy que somos una fiesta que no se acaba nunca,y mientras, nos convertir en piedra.Por suerte, agosto es un asunto efmero,material inflamableo material ya ardido antes de ser,unos farolillos de papel de coloresque atraviesan el jardn y la terraza.Agosto y la cancula no nos harn de piedra,aunque lo intenten.Ser un asunto efmero y menor lo que consigan,y nos olvidaremos los unos de los otros.

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    II

    Cuando sea mayor no tomar un refresco en el aperitivo.

    Me tomar un vino, blanco,o tomar un vermut.Escribir con el ritmo que impone el vino,ya sabis,el ritmo de los tejidos lquidos y de la palabra que se enreda,el ritmo del sexo como un dibujo fractal,una suerte de cola de pavo realque empieza en un cruce de piernas y,vino a vino,

    se amplia y no se acaba.Quiero decir que,cuando sea mayor y tome un vino en el aperitivo,un vino blanco o un vermut,ser como caminar sobre un barco a mediodacon el equilibrio alterado a pesar de la luz.Ser como ir perdiendo gravedadquitndole peso a la gravedad de la tierra,como si todo fuese agua salada o como si todo fuese la luna,a pesar de la luz del medioda.Vendr el aperitivo y me har arbrea en sus lquidosy llegar la tarde y se caer la luz, y todo ir dando igual,desde el aperitivo hasta la medianoche.

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    Vicent Andrs Estells | Antonio Moreno

    CUADERNO PARA NADIEDE VICENT ANDRSESTELLS(Versin de Antonio Moreno)

    NOTA INTRODUCTORIA

    Cuaderno para nadie (). Escrito en Valencia. Es, el suyo, un temaque me ha obsesionado a lo largo de los aos. No puedo ms que recor-

    darlo con melancola. Es la breve nota que, en Les pedres de lmfora,segundo volumen de su obra completa, Vicent Andrs Estells escribiacerca de los doce poemas de amor que componen este apesadumbradoy secreto librito. Sin ninguna necesidad, los traduje para m en agosto de, slo por orlos contrapunteados en las dos lenguas propias de estastierras.

    Quadern per a ninges un inmejorable ejemplo de que la concisin deun cuaderno con un reducido nmero de versos puede tener tanto o mscuerpo potico que una obra extensa.

    A MElche, de agosto de

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    Vicent Andrs Estells|Antonio Moreno

    A Francesc Vallverd

    I

    me dices que no podrs venir como me habas prometido sinque te lo hubiese pedido yo,

    y tratas de justificarte aduciendo las muchas ocupaciones aque te ves obligada,

    y yo bien que lo comprendo y que me hago cargo,

    como he comprendido muy bien que a todos nos toca en vidauna lenta, cruel, inteligente preparacinpara la inmensa soledad postrera,y me he sentido en casa hoy como en un nicho.

    II

    no me has escritoy te escribo estas lneas que dejar despus olvidadas en cual-

    quier cajn,sin que jams lleguen a tus manos,aquellas manos pequeas y tan fcilmente adorables.he pensado muchas veces en ti.he recordado tus cabellos negros y tus ojos igualmente negros,tu muy benigno seno,como tu paso ligero y la graciosa petulancia de tu culo.me habra gustado, a pesar de eso, recibir unas lneas tuyas.pero t no te acuerdas del hombre viejo que soyy de mi necesidad de recibir unas lneas tuyasy de leerlas clandestinamentey despus, ah despus, quemarlas como si fuesen sarmientos.te evocara en la pequea llamacomo fuiste, criatura.un pequeo homenaje que me daba tanto gozo.

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    Cuaderno tico,

    III

    esta es la ltima vez que te escribo.

    he mirado a la calle para ver si venas,para ver si vena alguna carta tuya.sonaba el viento entre las hojas.muy tristemente me he sentado a ver en familia la televisin.

    IV

    vosotros que un da

    acasoencontraris estos papeles y los leeris con una explicable avi-dez,

    no sabris nunca quin fueaquella criatura de quien hablocon quien hablo.os he dado mis versos.os he dado en cierta manera mi vida.nunca os dar este nombre.

    V

    desde hace quince das no te he escrito ni una lnea.tena una necesidad demasiado intensa de ti.demasiadas ganas de ti.ahora s, ahora te escribo,ahora que no te deseo,ahora que no te necesito,ahora que puedo hablar contigocomo en aquellos das en que hablaba contigo.t mascabas el chicle.te reas.me referas tus cosas, te escuchaba.yo senta el deseo de dejar mi mano en tu rodilla.difcilmente me contena.lo habra podido hacer: nada habra pasado.y ya tampoco quera eso.

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    Vicent Andrs Estells|Antonio Moreno

    me contena y sufra muchsimo.despus salamos a la calle.llamabas a una amiga, la saludabas con el brazo en el aire,

    todo aquello, todo aquello.

    VI

    mucho me habra gustadoser tu amante solcitoser tu amante solcitoexaminando desde la maana a la noche

    los movimientos de tu coraznel pequeo indicio de cualquier capricho tuyo.pienso que he nacido para quererte as.podra ser tu padresi nos atuviramos a unos datospero impensadamente me surgiun sentimiento de amor mortal.a veces te recuerdo desptica.trmulo mi corazn de perder tu afecto,quiz me he vuelto indigno.indigno y todo, te quiero.sales esbelta y te miro con los ojos complacidos.entre el padre que podra ser y el amante que nunca he de serdjame que te mire, djame participar,aunque sea mnimamente,de esta turbadora intimidad tuya,este hilo que me sostiene asido a la vida.eres ya lo nico que me queda.

    VII

    no morir de amor.me morir de cualquier cosa.pero en el ltimo momento,con los ojos bien abiertos,los ojos de los moribundos,apretar los labios para no pronunciar tu nombre.

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    lo quiero para m solopara toda la muerte.

    VIII

    habr sido en tu vidaun episodio insignificante.o habr dejado en ti la efmera seal del junco en el agua.en todo caso, me recordars algn daal coger un libro mo,al or que hablan de m.

    ah, s, yo le conoc.y si acaso te lo piden, rescatars del olvido algunos detalles,algunos fragmentos,

    y continuaris bebiendo y hablando de otras cosas.

    IX

    la has saludado siempre muy efusivamente.o bien discretamente le has tomado la cintura.la has mirado con afecto paternal hay otra gente.esencialmente es para ti una criatura.seis veces tan slo le has besado las mejillas.

    X

    pasan los cielospero es el mismo cielo que siempre pasa.en mis modestos versos siempre pasa el mismo verso,aquel que trata de evocarte.t nunca lo sabrs.

    XI

    es mejor que nos despidamospero es intil el adis.

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    Vicent Andrs Estells|Antonio Moreno

    no te he visto.no s si te he de ver.probablemente no te ver nunca.

    no me hace ninguna falta.te tengo como te quera, en tu momento preciso,mi momento preciso,como te querapara m solo.

    XII

    fue un amorlo reivindicasal cabo de los aos con la voz trmulaintentaras aadiralguna cosa

    desistesevocaras un paisaje,pero desistes, tambin.fue un amor.

    lo que quiereses dejarlo bien claro desde elprincipio.

    fue un amor.estimas mucho estos papeles.te quieres?

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    Aitor Francos

    MITO

    Insectos y bichos huan de ese hombre tan inmenso

    K H

    Descubro que soy solo alguienque observa su interior.La verdad es un cuerpo ocupado,

    slo est presente para constatar una existencia.Imgenes regulares, que se superponeny suceden, a intervalos.Paredes que parecen hechas de agua,y, sin embargo, siguen sosteniendonuestra transparencia.

    Marco una lnea en la pared: seal de una isla.El presente es, ante todo,

    un acierto logrado con perseverancia,y ha de coincidir, exactamente, con mi extincin.

    Decidira permanecerun poco ms si este cuerpo estuviese habitado.En l, cualquier lugar triste es el poema.

    Cada palabra que no escribo puede dejarme soloirremediablemente.

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    Cuaderno tico,

    MUSEO DE REPRODUCCIONES

    Cada palabra vuelve a serotra cuando no la dices.Tiene el blanco aspecto de estar triste,y de seguir diciendo, una y otra vez, la mismacosa, escrib recuerdo en un poematitulado Variacin sobre Wallace Stevens.

    Lo que subrayo ahora me desfiguraen la mirada que es igual en lo que vey en lo que no ve.Me reno invariablemente en lo que no soy.

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    Aitor Francos

    MUNDINOVI

    Cierta dedicatoria,con la impronta de Bilbao,ediciones Vascongadas,diciembre de mil novecientos treinta y nuevehace ms raro mi ejemplar,envidia de biblifilos.

    Anacrnico y erudito, atiendo,con lisonja de bachiller,ese tratado que redactara un parientevasco de H.G. Wells,y me aplico a traducir de ese inglsbenevolente, versosque prefiero, destacando(de entre psimas canciones de guerra)las lneas que aluden a motivos personales,impregnndolas de cierta tonalidad elegacade escritor de provincias.

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    Cuaderno tico,

    VUE DE L`ATELIER DE L`ARTISTE

    No: tienen color y forma / y existencia solo.

    F P

    Ha dispuesto los componentes bsicos.Escribe varias anotaciones en un cuadernode arandelas. Comprueba

    de nuevo la textura mientras un cuerporeafirma su oscuridadocupndola, uncuerpo que hace que nada lo separede la noche y que el color toque el findel poema.

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    Mar Benegas

    SER ISLA:

    Porque la mujer que escribe, antes de nacer de madre naci de isla. Cons-truy un ocano. Piedra a piedra, un idilio con la tormenta.

    No cuerpo-carne, ni oscura placidez amnitica. Emerger de la violenciade un choque tectnico, hace un milln de aos. As, esculpida de sole-dad, una soledad crstica. Y al decir soledad saberse sedimento y mineral.

    Pequeos animales, seres unicelulares, habitando el espacio impronuncia-ble.

    Podra haber muerto mil veces antes de acarrear mis propias piedras, o lostrillones de mundos que habitan mis orillas. Amarillos o blancos, comoel miedo. No es a la oscuridad a lo que temo, sino a la luz.

    Podra decir que escribir es una isla y un ocano me circunda. Que soyun pilago sucumbiendo a mis propias embestidas. Todo es una tristezatan grande, tan grande, como esta solemnidad, salada e irremediable.

    Todo es una boca-crter y unos dedos como lava que quieren sanar pe-ro queman, e, incandescentes, se derraman. Todo es una esperanza deagua, algn frescor que evapore el fuego del lenguaje, la pasta de mispensamientos. El deseo, gigante como un universo, de que llegue aquellatormenta milenaria y asfixie todo el dao. Ese ardor que me licua pordentro o las emociones que emulsionan y se expanden, son sern letrassobre el papel blanco.

    Deseo solidificar el magma, las metforas lquidas que me habitan, esteinfierno potico. Cubrirme de piedras negras y porosas, ser cobijo de pal-meras y poder alimentarme de cosas cotidianas, beber y saciarme con lasencillez del agua blanca del coco.

    Y una playa de oscuridad, en cuya memoria duerman los trilobites.

    Pero... cmo se regresa de esta isla? Sin remos, ni tablas, slo el amor, yel odio, y esta guerra, cmo?

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    Cuaderno tico,

    Acaso se puede regresar de la muerte o de la vida? Cmo ser otra oirme de esta tierra de palabras, de esta hambre, de este querer dejarme iren el poema, como quien se deja ir en la orilla del mar?

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    Carlos Iglesias

    EL SUEO DEL JINETE

    En el fondo de la copa,apura su ltimo cansancioel jinete.

    Cuando Lisboainventa

    sus inviernos,la memoriaes una enredaderacreciendosobre el plenilunio.

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    Cuaderno tico,

    HOY

    El amor es un grifoque gotea de vez en cuando.

    La soledad es una pelculacon demasiados extras.

    El dolor es un gato,nacido sin cola.

    T y yo somos una promesaque cumple sloel aire.

    Y tu silencio sonestas palabras ciegasque hoy te escribo.

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    Carlos Iglesias

    T

    T: seal de labios en un vaso,un silencio de zapatillas blancas.

    T: una hoja entre las pginas de un libro,un pauelo de papel arrugado.

    T: azul iluminando la caverna,un llanto en la oscuridad.

    T: un mensaje en el contestador,compases musicales apenas esbozados.

    T: borrador de un poema,del Poema.

    T.

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    Ibon Zubiaur

    DIARIO,

    Sbado, de enero, en Bad Tlz

    En laSddeutsche Zeitungde hoy, resea por un tal Till Briegleb deun libro de conversaciones con Anselm Kiefer. En tono ponderado, comocorresponde alFeuilletonde ese peridico, pero declaradamente escpti-ca. El final: Y as mejora Anselm Kiefer el mundo imperfecto de Dios

    con pincel, fuego y motosierra, y crea con ello su propio mito. Y lo ciertoes que tras la lectura hemos llegado a entender ste. Pero al final de undilogo tan exhaustivo uno desea ver, en realidad, no slo a un Prome-teo, sino tambin a un hombre. Y seguramente ste no llega a aparecerentre la polvareda de una charla apacible sin el shock de las preguntascrticas.

    Nada menos. Al margen de la inveterada impertinencia de los crticosal achacar a un libro no ser lo que ellos quisieran que fuera (y no lo quedesea ser), sobresalen dos afirmaciones (matizadas por locuciones adver-biales: en realidad y seguramente): que en una obra sobre un artistauno desea ver tambin al hombre, y que esto no es fcil que ocurra sinel shock (nada menos) de las preguntas crticas (que el libro logre hacerentender el mito de todo un Anselm Kiefer no debe parecerle al crtico unmrito a la misma altura). Lo primero responde obviamente a una pre-ferencia personal y desde el punto de vista de la filosofa del arte resultainfantil, pero lo segundo es decididamente inquietante. Presupone, paraempezar, que el hombre oculto detrs del artista no va a desvelarse vo-luntariamente: que su mito personal es una mscara, si no falsa, en todocaso radicalmente incompleta (esto sin duda es cierto), tendencialmentecomplaciente y con gran probabilidad poco sincera. Supone, adems, porello, que el hombre requiere un interrogatorio suspicaz y hasta agresivo(y no la polvareda de una charla apacible). No s si el crtico extien-de el esquema a todos los seres humanos; me temo que s. Pero aunquelo limite al elaborado mundo del arte, convierte la comprensin en unejercicio de sospecha, en una labor detectivesca. Malos tiempos para laescucha; tambin para el discurso pblico sobre uno mismo.

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    Cuaderno tico,

    Sbado, de mayo, en Bad Tlz

    Reportaje en la Sddeutsche sobre Helmut Berger. En un estilo ms

    bien neutral, la sucesin de ancdotas bastaba para transmitir el clima yretratar al personaje de forma reconocible. Esa particular dialctica de au-todominio en la prestancia y desmesura en el abandonarse a los caprichosy los vicios. Me interes no tanto su tragicidad final como su trabajosagestacin, la disciplina no del aristcrata sino delLebensknstlerarribis-ta, cuya arma principal, poderossima pero marcada desde el origen porla caducidad, es un formidable atractivo fsico ejercido como arte. Pensen Christian. Y quise concluir que mi apuesta inconsciente fue una dia-lctica inversa, dada la disparidad de los talentos (mi propia capacidad

    de fascinacin, intelectual y en cierto modo retrica, cotizaba poco enmi entorno): sent siempre un rechazo visceral por los excesos ms con-vencionales (la embriaguez, la acumulacin de sensaciones) y aspir porencima de todo al autocontrol; si luego me entregu a otras modalidadesde desmesura (en el amor, la erudicin, en esa abigarrada intensidadnoslo de mis emociones, sino de mi bsqueda moral), ahora comprendoque en ello hubo un momento de compensacin, de vlvula de escape trasel anverso de un ferviente empeo en la elegancia.

    Lunes, de julio, en Warnemnde

    Amaneci con tiempo desabrido y renunci a salir antes del desayuno.Luego, desde la ventana, resultaba decididamente inspirador. Ahora, trasel paseo por la playa, le adivino un guio cmplice a su engaosa hos-quedad, como si quisiera disuadir slo a los no iniciados: lo cierto es queno llueve, la temperatura ambiente es llevadera, y si no deja de soplar elviento y la niebla cubre los pisos superiores del Neptun (y luce banderaroja y no se baa nadie), en todo ello cabe leer una forma nortea derecogimiento, un subrayado del carcter especfico del Bltico. Quiz ala base de la familiaridad de los paseantes est la aspereza del entorno,como en la montaa: no creo mucho en msticas de la naturaleza, peroquienes coinciden en paisajes menos evidentes se ven abocados a una for-ma ms elemental de solidaridad y de respeto (Rcksicht ist ein schnesWort).

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    Ibon Zubiaur

    Sbado, de octubre, en Mnich

    En un correo a Javi de marzo de , justo despus del funeral de mi

    abuela, le contaba un sueo de abrazos con J. Era una dicha prstina ysin grumos. Quiz una de las mejores frases que he escrito, alambicaday candorosa al mismo tiempo.

    Caro me cuenta que hace poco habl de m con Berenberg y ste ledijo: dieser Mann muss schreiben. Yo me demoro en cada frase y larehago veinte veces, slo para que alguna que olvid me parezca logradaal reencontrarla.

    La autoconciencia es, desde luego, irreversible. Quiz en su exhibicindesnuda, sin ostentacin y sin vergenza, est la posibilidad de la inocen-

    cia.

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    LA BIBLIOTECA

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    Jos de Mara Romero Barea

    HORTENSIAS DE AZUL FUEGO

    Los poemasDesde el balcn del cuer-po (Vaso Roto, ) suponen una vuel-ta a los temas esenciales del hombre yla mujer contemporneos: el sufrimien-to, el sentido de lo trgico, la guerra, lameditacin sobre el tiempo, el destino de

    nuestro mundo. La intensidad de su au-tora, la italiana Antonella Anedda, surgede estos temas y est profundamente li-gada a la tensin tica de su escritura,donde se entrelazan el espritu potico yel cuestionamiento filosfico. Esta pro-fundidad, sin embargo, llega reconcilia-da con la ligereza, en una poesa que unela tragedia y la comedia, donde la aten-

    cin al detalle se conjuga con la introspeccin ms aguda y el dolor conla suspensin del sufrimiento.La belleza es ms intensa y radiante cuanto ms cerca de su raz oscura.

    Como Anedda misma explica en El sentido de los sonidos: El amor esun oficio solitario. / El amor correspondido pesa sobre nosotras, almas,hasta aplastarlas.