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 Aprendiz de Samurai Hoy era un día feliz para Kan, hoy cumplía 12 años y su padre había  prometido concederle el m ayor de los tesoros. Una esp ada de Samurai.  aturalmente no sería una espada de doble diama nte como la de su padre, sería una sencilla espada !atana. "o dem#s habría de $an#rselo por si mismo. %ra un inmenso honor el &ue le hacía su padre. A partir de ahora de'aba de ser un niño para con(ertiste en todo un aprendiz de S amurai. Un brillante futuro se presentaba por delante si estaba dispuesto a aprender y a traba'ar. ) !an lo estaba desde lo m#s profundo de su coraz*n. Su padre Kazo estaba frente a +l, solemne e imponente como era natural en su  persona. %l anciano Samurai ap arentaba mucha menos edad d e la &ue realmente tenía, solo su lar$a cabellera blanca y unos o'os llenos de sabiduría rebelaban su (erdadera edad. Su armadura de eneral Samuai refle'aba los dorados rayos del sol como si fuera de oro mientras &ue los dobles diamantes en$astados en la empuñadura de su propia espada !atana for maba un doble arco iris enlazado en su base. Kazo había luchado mil batallas y formado a cientos de Samurais, y por fin hoy iba a instruir a su propio hi'o. Un acontecimiento &ue lle(aba esperando desde hace doce años. %n sus manos sostenía la futura !atana de su hi'o, un arma poderosa &ue debía usarse con sabiduría. Kan debía entender &ue lo m#s importante de un Samuai no era su arma, sino su sabiduría y su honor. "a cara de Kan r esplandeciente de honor y $ozo al recibir su espada, llen* el coraz*n de su padre de un or$ullo como nunca antes había sentido. A hora ya era oficial, el 'o(en aprendiz había superado todas las sutiles trampas &ue se le habían tendido y por sus propios m+ritos se había con(ertido en uno m#s del clan. %sa misma noche, despu+s de las celebraciones y las risas, padre e hi'o se sentaron 'untos alrededor de la ho$uera. "a noche era c#lida y en el cielo lucían las estrellas como luci+rna$as en un estan&ue, la "una llena brillaba con fuerza, como si &uisiera arropar al 'o(en Samurai con sus rayos de luz.

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Cuentos de los hermanos Grimm

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Aprendiz de SamuraiHoy era un da feliz para Kan, hoy cumpla 12 aos y su padre haba prometido concederle el mayor de los tesoros. Una espada de Samurai. Naturalmente no sera una espada de doble diamante como la de su padre, sera una sencilla espada katana. Lo dems habra de ganrselo por si mismo. Era un inmenso honor el que le haca su padre. A partir de ahora dejaba de ser un nio para convertiste en todo un aprendiz de Samurai. Un brillante futuro se presentaba por delante si estaba dispuesto a aprender y a trabajar. Y kan lo estaba desde lo ms profundo de su corazn.Su padre Kazo estaba frente a l, solemne e imponente como era natural en su persona. El anciano Samurai aparentaba mucha menos edad de la que realmente tena, solo su larga cabellera blanca y unos ojos llenos de sabidura rebelaban su verdadera edad. Su armadura de General Samuai reflejaba los dorados rayos del sol como si fuera de oro mientras que los dobles diamantes engastados en la empuadura de su propia espada katana formaba un doble arco iris enlazado en su base. Kazo haba luchado mil batallas y formado a cientos de Samurais, y por fin hoy iba a instruir a su propio hijo. Un acontecimiento que llevaba esperando desde hace doce aos. En sus manos sostena la futura katana de su hijo, un arma poderosa que deba usarse con sabidura. Kan deba entender que lo ms importante de un Samuai no era su arma, sino su sabidura y su honor.La cara de Kan resplandeciente de honor y gozo al recibir su espada, llen el corazn de su padre de un orgullo como nunca antes haba sentido. Ahora ya era oficial, el joven aprendiz haba superado todas las sutiles trampas que se le haban tendido y por sus propios mritos se haba convertido en uno ms del clan.Esa misma noche, despus de las celebraciones y las risas, padre e hijo se sentaron juntos alrededor de la hoguera. La noche era clida y en el cielo lucan las estrellas como lucirnagas en un estanque, la Luna llena brillaba con fuerza, como si quisiera arropar al joven Samurai con sus rayos de luz.- Hijo mo - La voz de Kazo era grabe, relajante y penetrante como las caricias de una madre - Hoy has dado un paso muy importante en tu vida. Has dejado de ser una persona normal, has dejado el bosque para introducirte en el camino de la vida por el sendero del Samurai. Has superado la trampa invisible que tienden los fantasmas del miedo y del fracaso. Nunca luches contra los fantasmas del miedo, ellos harn que todos los problemas parezcan agolparse para vencerte y doblegarte, cuando estos fantasmas te ataquen, no te defiendas, sigue adelante enfentandote a los problemas uno a uno. Ese es el nico secreto del xito hijo mo.- Si padre, estas semanas las dudas recorran mi mente - Kan miraba a la Luna en busca de fuerzas para expresar lo que haba sentido - no saba si sera capaz de llegar al final, tena miedo de entrar en la senda del Samurai por miedo al fracaso, por miedo a decepcionarte, por miedo a que se rieran de mi los dems mientras no domine todas las tcnicas como lo hace un Samurai de verdad. Era un dolor intenso - dijo mientras su mano se posaba en su estomago - como si me clavaran afiladas agujas en el estomago. Pero me di cuenta que si no empezaba, habra fracasado aun antes de intentarlo. - Sus ojos se clavaron en los de su padre - No se si llegar algn da a ser un Samurai tan bueno y poderoso como t padre, pero ten por seguro que lo intentar hasta con el ultimo vestigio de mi alma, nunca me rendir al camino. Siempre seguir adelante.Kazo no podra estar ms orgulloso. Su hijo posea una fuerza que le conducira all donde el quisiera. Por que nadie mejor que el viejo Samurai saba que l mayor secreto para conseguir en la vida lo que se desea es el no rendirse jamas. A su tierna edad ya conoca ese secreto sin duda llegara muy lejos, mucho ms lejos que su padre el General de Generales.- Hijo, ahora eres parte de los Samurais y por lo tanto has de regirte como tal - El viejo Samurai cogi un grueso leo y se lo paso a su hijo. - Parte este leo hijo mo, se que puedes hacerlo.- Pero padre, este leo es muy grueso, - dijo el joven abatido - y yo solo tengo doce aos, aun no soy un hombre maduro. No tengo la fuerza suficiente.- Claro que tienes la fuerza hijo, pero tu fuerza no esta en tus msculos - sentenci a la vez que rodeaba con su grande y clida mano el estrecho brazo de su hijo - Si no en tu cabeza, es en tu inteligencia y en tu fuerza de voluntad donde posees la energa suficiente para realizar todo aquello que desees. Si piensas que no eres capaz de hacerlo... seguramente nunca sers capaz. Sin embargo, si ests convencido de que es posible, y desde el fondo de tu corazn brilla la verde llama de la esperanza y la fe en ti mismo. Podrs hacer lo que desees, solo habrs de buscar el medio.- Pero padre... - Kan quera creer a su padre, era un Samurai y los Samurais nunca mienten. Entonces deba existir una forma... pero cual - Ya se! Ahora yo tambin soy un Samurai, puedo hacer lo imposible!Y desenfundando por primera vez su espada katana lanz con todas sus fuerzas un terrible golpe contra el tronco... consiguiendo que la katana se incrustara fuertemente dentro del tronco. Kan intent sacarla de un tirn, pero sus esfuerzos eran intiles. Estaba demasiado fuertemente enganchada. Se estaba poniendo muy nervioso, y si no fuera por que la clida mano de su padre le calm, como tantas veces haba hecho de pequeo, se habra echado a llorar.- Tu intento ha sido digno de elogio Kan, pero has de aprender antes de hacer. - El viejo samurai tomo entre sus manos la espada de su hijo y con un giro rpido de mueca extrajo la espada del tronco. - Has de fijarte pequeos objetivos, fciles de cumplir con tus capacidades, para conseguir lo que deseas. - Dicho esto devolvi la espada a su hijo. - Primero intenta crear una zanja en el tronco, no de un golpe directo, si no de dos curvos que te ayuden a debilitar la rama.Kan lanz un tajo curvo y cortante que hizo saltar unas astillas del tronco, a continuacin lanz otro en direccin opuesta que hizo que casi la mitad del tronco se dispersara por el suelo. Animado repiti la operacin y unos instantes despus el grueso tronco reposaba en el suelo, partido en dos pedazos y un montn de astillas.- Tienes razn padre! El tronco entero era demasiado para m, pero poco a poco he logrado debilitarlo y al final yo he vencido. Si hubiera pensado que no poda, nunca lo hubiera intentado. Pero decid que era capaz, que deba de existir una manera de cortarlo y la encontr!- Siempre existe una manera - La voz del viejo Samurai penetro en los odos de su hijo grabando estas palabras a fuego - siempre existe una manera de lograr lo que deseamos.- Y para ello debemos hacer lo que sea padre - Pregunto inocentemente Kan.Kazo se alarmo, no quera que su hijo le interpretara mal, siempre haba que regirse por el honor y la generosidad, pero una ve que vio la inocente mirada de su hijo, la calma se apoder otra vez de su corazn.- Hijo, Puedes conseguir todo lo que desees en la vida solo con que ayudes a otras personas a conseguir lo que ellas desean.- No entiendo padre.- Tu sabes que el granjero siempre recoge ms de lo que siembra No es as? - Kazo saba que su hijo haba ayudado a sembrar a sus vecinos y se haba quedado maravillado al ver como crecan las planas da a da y como de un puado se semillas surgan, con el tiempo, cientos de sabrosos frutos - Pues igual que el granjero siempre recoge ms que lo que siembra, tu debes saber que no estas solo y has de ayudar todo lo que puedas a tu equipo, si lo haces as despus recogers la cosecha ms fructfera que nunca ayas soado.Kan qued pensativo, todava era muy joven para entender todas las palabras de su padre, pero el saba que su padre siempre haba sido generoso y gracias a ello haba llegado a ser un general de generales, por eso decidi firmemente que l hara lo mismo.- Padre, tengo una duda que me atormenta - Se sincer Kan - antes no te la quise decir por que hoy es un da de dicha. Pero no concuerda con lo que me acabas de decir.- Si hijo?- Ayer cont a mis amigos del pueblo que me iba a convertir en Samurai, que aprendera los secretos de nuestro arte y que me convertira en el tipo de guerrero ms poderoso que existe - los ojos de Kan se clavaron en el crujiente fuego - y los otros nios se rieron de m, me dijeron que era un blandengue, que todo eran mentiras y que tuviera cuidado por que lo ms seguro es que me dieran una paliza los verdaderos Samurais por mentiroso y que luego me echaran a la hoguera. he de ser generoso tambin con esos nios padre?- Hijo... - Una sonrisa de comprensin surcaba los labios del viejo Samurai, a l le haba pasado lo mismo en su juventud y saba que las mismas personas que hoy criticaba y ridiculizaban a su hijo, maana seran sus ms fervientes admiradores por su valenta y coraje - Hay una forma muy fcil de evitar las criticas...-Cual es padre? - Pregunto entusiasmado Kan- ... simplemente no seas nada y no hagas nada, consigue un trabajo de barrendero y mata tu ambicin. Es un remedio que nunca falla.- Pero Padre! Eso no es lo que yo quiero, yo quiero ser fuerte y poderoso como t, tengo aspiraciones y sueos que quiero cumplir en la vida. Y solo tengo esta vida para hacer esos sueos realidad Como me pides que haga eso?- Entonces Kan, ten mucho cuidados con los ladrones de sueos - dijo Kazo misterioso - Los ladrones de sueos? - El nio Samurai miro temeroso a su alrededor- Que son? demonios de la noche? Duendes malignos? Seres tenebrosos?- No hijo, son tus amigos y personas cercanas a ti - Los ojos de su hijo lo miraban con una expresin triste, como si le acabara de caer el mundo encima - No te preocupes, solo son amigos tuyos, mal informados que quieren protegerte, quieren todo el bien para ti y que no sufras, por eso intentarn detenerte en todos los proyectos que hagas, para evitar que fracases y te hagas dao.- Pero entonces son como los fantasmas del miedo y del fracaso, quieren mi bien y sin embargo me infringen el mayor dao que puede existir. Rbame mis sueos, mis ambiciones y por tanto las ms poderosas armas que tengo de alcanzar lo que yo quiero. Si nunca lo intento... nunca lo conseguir. Es cierto que si lo intento puedo fracasar, sin embargo tambin puedo tener xito y conseguir lo que yo quiero!- Eso es hijo y adems, sin quererlo, acabas de descubrir tus tres armas ms poderosas.- Cuales! dmelo - su ilusin ante la perspectiva de tener ms armas era enorme.- La primera el Entusiasmo, si crees en lo que haces y de verdad te gusta podrs conseguirlo todo y debes creerlo con todos los vestigios de tu ser.Kan asinti con la cabeza temeroso de interrumpir a su padre.- La segunda El Empuje! Has de aprender y trabajar, aprender y trabajar y despus... ensear, aprender y trabajar. Solo con el trabajo conseguirs tus objetivos. Si pretendes aprovecharte de la gente solo encontraras el fracaso, sin embargo, si trabajas con honor, en equipo y siempre intentas superarte... no habr nada que pueda pararte.Kan poso la mano en su corazn y se prometi a si mismo, en absoluto silencio que siempre trabajara con honor y que nadie le parara.- Y tercer la Constancia - los ojos de Kan preguntaban a su padre que era la constancia, acaso no era lo mismo que el empuje - La Constancia hijo mo, es la capacidad de aguantar en los tiempos duros y seguir trabajando para que vengan los tiempos buenos, la constancia es el Arte de Continuar Siempre! T ahora acabas de empezar y maana empezars a practicar con los Samurais. Al principio, despus de cada entrenamiento, te dolern los msculos y estars cansado, tendrs ganas de abandonarlo todo por que pensars que esto es demasiado duro para ti. Pero si eres Contante y continuas aprendiendo y practicando, poco a poco tu cuerpo se ir adaptartando y desarrollando, as como tu mente. Y veras como cada vez las cosas te resultarn ms fciles y obtendrs ms resultados y ms fcilmente. Los comienzos son siempre duros hijo, y solo si eres Contante tendrs el xito asegurado.Kazo vio como su joven hijo asenta medio dormido. Ya era tarde y hoy haba aprendido ms que en toda su vida. EL viejo Samurai cogi a su joven hijo y ahora aprendiz de su arte en sus brazos, levantando, a pesar de su avanzada edad, como si de una pluma se tratara.Su hijo le susurro algo al odo como "gracias papa!" antes de quedarse dormido. El general de generales se pregunt si realmente su hijo seguira al pie de la letra todos los consejos que hoy haba aprendido. Saba que si as lo haca llegara aun ms alto de lo que l, general de generales, haba logrado.FinEl Osito Panda que quera ser un oso polar y otro msEn unas montaas perdidas de China, en un hermoso bosque habitaba un osito Panda joven que quera ser un Oso polar. Tena el cario de su familia, manjares deliciosos y miel y unos hermosos prados para jugar.Pero el Osito no estaba contento consigo mismo. Un da se vio reflejado en el lago y y descubri en su pelos unas horrendas manchas negras que le afeaban. El quera ser blanquito sin una mancha, blanco como un oso polarAs que ni corto ni perezoso intento teirse las manchas con las acuarelas de su hermana pero no dio resultado alguno. Segua igual demanchado.Despus prob con los polvos de su mami y tampoco. Las manchas estaban all impolutas y no haba manera de quitarlas.Muy triste se fue caminar por el bosque en dnde viva con su familia por un nuevo sendero.Caminaba y caminaba pensativo en la mala suerte que tena. Por qu haba salido tan feo? Con lo guapo que estara blanco como la nieve.En esto como por arte de magia apareci otro oso idntico a l. Era otro oso panda. Se alegr mucho de verle, porque al menos tendra un amiguito, un confidente con quien compartir sus inquietudes.Le cont lo apenado que estaba y cmo se haba visto reflejado en el lago y haba intentado quitarse esas horrendas manchas.Su amigo le dijo:-Pero que tonteras ests diciendo. Si eres guapsimo. Esas manchas te quedan muy bien. No ves lo contento que estoy yo con mi aspecto-Pero a mi no me gustan argument. Me encantara ser un oso polar, blanco como la nieve.En esa discusin andaban los dos cuando de pronto empezaron a caer gotas de lluvia. Clinc, clinc, clinc, hasta que cay un buen chaparrn. Cuando par de llover el oso panda asombrado descubri que su amigo en realidad no era un panda, sino un oso blanco que se haba pintado las manchas.La lluvia haba borrado todas las manchas que se haba pintado, porque el a su vez estaba descontento con su aspecto y en realidad lo que quera ser era un oso panda

El verdadero valor delanillo

Hace mucho tiempo, un joven discpulo acudi a su maestro en busca de ayuda.Su gran preocupacin era que senta que no vala para nada y que no haca nadabien.Queraque los dems le valorasen ms.El maestro sin mirarlo, le replico: Me encantara poder ayudarte pero en estos momentos estoy ocupado con mis propios quehaceres.Quizs si me ayudades a solucionarlos podra acabarlos antes y ayudarte.El dscipulo acept a regaadientes ya que de nuevo sinti que sus preocupaciones eran poco valoradas.El maestro le entreg un anillo que llevaba en el dedo y le dijo: Coge un caballo y cabalaga hasta el mercado ms cercano. Necesito que vendas este anillo para pagar una deuda.Y lo ms importante es que trates de conseguir la mayor suma posible pero no aceptes menos de una moneda de oro por l.Y as el discpulo cabalg hasta el mercado ms cercano para vender el anillo.Empez a ofrecer el anillo a diferentes mercaderes que mostraban inters en l hasta que les deca el precio: una moneda de oro.La mayor parte de los mercaderes se rean al escuchar la suma, salvo uno de ellos que amablemente le indic que una moneda de oro era muy valiosa para darla a cambio del anillo.Frustrado y cansado, el discpulo cablag de nuevo a casa del maestro sabiendo que no haba podido cumplir con el encargo que le haba hecho.Maestro, no he podido vender tu anillo por una moneda de oro, le dijo cabizbajo. Como mucho ofrecian un par de monedas de plata, pero no he podido convencer a nadie sobre el verdadero valor del anillo.Tienes razn en algo, le contest el maestro. Necesitamos conocer el verdadero valor del anillo. Coge de nuevo el caballo y ve a visitar al joyero del pueblo. Pregntale por el verdadero valor del anillo. Y sobre todo no se lo vendas.Y as cabalg de nuevo hasta el joyero del pueblo quien, tras examinar detenidamente el anillo, dictamin que ste vala 58 monedas de oro!.58 monedas de oro?? replic el joven asombrado.Y con esa buena noticia cabalg de nuevo a devolverle el anillo a su maestro.El maestro, le pidi que se sentase y que escuchase lo que tena que decirle:Tu eres como este anillo: una joya nica y valiosa. Y como tal slo puede evaluarte un experto. Qu haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu valor?Cuento de los tres deseosHaba una vez un hombre, que no era muy rico, que se cas con una bella mujer. Una noche de invierno, sentados junto al fuego, comentaban la felicidad de sus vecinos que eran ms ricos que ellos.

-Oh! -deca la mujer- si pudiera disponer de todo lo que yo quisiera, sera muy pronto mucho ms feliz que todas estas personas.

-Y yo -dijo el marido-. Me gustara vivir en el tiempo de las hadas y que hubiera una lo suficientemente buena como para concederme todo lo que yo quisiera.

En ese preciso instante, vieron en su cocina a una dama muy hermosa, que les dijo:

-Soy un hada; prometo concederleslas tres primeras cosas que deseen; pero tengancuidado: despus de haber deseado tres cosas, noles conceder nada ms.

Cuando el hada desapareci, aquel hombre y aquella mujer se hallaron muy confusos:

-Para m, que soy el ama de casa -dijo la mujer- s muy bien cul sera mi deseo: no lo deseo an formalmente, pero creo que no hay nada mejor que ser bella, rica y fina.

-Pero, -contest el marido- an teniendo todas esas cosas, uno puede estar enfermo, triste o incluso puede morir joven: sera ms prudente desear salud, alegra y una larga vida.

-De qu servira una larga vida, si se es pobre? -dijo la mujer-. Eso slo servira para ser desgraciado durante ms tiempo. En realidad, el hada habra debido prometer concedernos una docena de deseos, pues hay por lo menos una docena de cosas que yo necesitara.

-Eso es cierto -dijo el marido- pero dmonos tiempo, pensemos de aqu a maana por la maana, las tres cosas que nos son ms necesarias, y luego las pediremos.

-Puedo pensar en ello toda la noche -dijo la mujer- mientras tanto, calentmonos pues hace fro.

Mientras hablaba, la mujer cogi unas tenazas y atiz el fuego; y cuando vio que haba bastantes carbones encendidos, dijo sin reflexionar:

-He aqu un buen fuego, me gustara tener un alna de morcilla para cenar, podramos asarla fcilmente.

Tan pronto como termin de pronunciar esas palabras, cay por la chimenea un alna de morcilla.

-Maldita sea la tragona con su morcilla! -dijo el marido-; no es un hermoso deseo, y slo nos quedan dos que formular; por lo que a m respecta, me gustara que llevaras la morcilla en la punta de la nariz.

Y, al instante, el hombre se percat de que era ms tonto an que su mujer, pues, por ese segundo deseo, la morcilla salt a la punta de la nariz de aquella pobre mujer que no poda arrancrsela.

-Qu desgraciada soy! -exclam- eres un malvado por haber deseado que la morcilla se situara en la punta de mi nariz!

-Te juro, esposa querida, que no he pensado en que pudiera ocurrir -dijo el marido-. Qu podemos hacer? Voy a desear grandes riquezas y te har un estuche de oro para tapar la morcilla.

-Cudate mucho de hacerlo! -prosigui la mujer- pues me suicidara si tuviera que vivir con esta morcilla en mi nariz, te lo aseguro. Slo nos queda un deseo, cdemelo o me arrojar por la ventana.

Mientras pronunciaba estas frases corri a abrir la ventana y su marido, que la amaba, grit:

-Detente mi querida esposa, te doy permiso para que pidas lo que quieras.

-Muy bien, -dijo la mujer- deseo que esta morcilla caiga al suelo.

Y al instante, la morcilla cay. La mujer, que era inteligente, dijo a su marido:

-El hada se ha burlado de nosotros, y ha tenido razn. Tal vez hubiramos sido ms desgraciados siendo ms ricos de lo que somos en este momento. Creme,amigo mo, no deseemos nada y tomemos las cosas como Dios tenga a bien mandrnoslas; mientras tanto, commonos la morcilla, puesto que es lo nico que nos queda de los tres deseos.

El marido pens que su mujer tena razn, y cenaron alegremente, sin volver a preocuparse por las cosas que habran podido desear.FINEl hada de los tres deseos

rase que se era una vez unmatrimonio ancianoque haba pasado toda su existencia trabajando y cuidando de un pequeo campo. Una noche de invierno estaban el marido y la mujer sentados frente a lalumbrey en lugar de alegrarse de la tranquilidad con la que iban pasando sus vidas, sufran enormemente por lainsana envidiaque lasriquezas de sus vecinosles provocaban:

-Si yo en lugar de mi campitodeca elviejo-,que es de mal terruo y no sirve sino para que los burros se revuelquen, tuviese elrancho del to Polainas!

-Y si yoaada sumujer-,en lugar de sta, que est en pie porque no le han dado un empujn, tuviese lacasa de nuestra vecina,que est en primera vida!

-Si yocontina elmarido-,en lugar de la burra, que no puede ya ni con unas alforjas llenas de humo, tuviese elmulo del to Polainas!

-Si yoprosegua la vieja-pudiese matar untocino de cien kiloscomo la vecina! Esa gente, para disponer de las cosas, slo tiene que desearlas.

Quin tuviera la fortuna de ver cumplidos sus deseos!

An no haban terminado de decir estas palabras cuando de la lumbre de la chimenea vieron salir a unamujertandiminutacomohermosa, vestida igual que unareina, con una tnica que pareca de cielo y un velo tenue como una nube; en la cabeza brillaba unacoronay en la mano uncetro de ororematado en un oscuro carbunclo. -Soy el hada Afortunadales dijo-;pasaba por aqu y he odo vuestrasquejas.Ya que tanto ansiis que se cumplan vuestrosdeseos, vengo a concederostres:uno a tisealcon su cetroa la mujer-,otro a tise dirigial maridoyel otroha de ser comn yen lhabis de poneros de acuerdo los dos.ste ltimo os lo otorgar yo misma maana a esta hora.

Dicho que hubo esto, desapareci en unabocanada de humoentre las llamas.Ya os podis imaginar laalegradel buen matrimonio y la cantidad de deseos que acudieron a sus mentes. Fueron tantos que, no acertando a cul atender,decidieron dejar la eleccin para el da siguiente, despus de haberla consultado con la almohada, y se pusieron a hablar de otras cosa, de cosas cotidianas.

Enseguida fue a parar, como tantas veces, laconversacin sobre sus afortunados vecinos:-Hoy estuve all: estaban haciendomorcillasdijo elmarido-,pero qu morcillas! Daba gloria verlas.-Quin tuviera una de sas aqucontest lamujer-para asarla en estas brasas y cenrnosla!

Y dicho y hecho:sobre las brasas apreci la morcilla ms hermosa y sabrosaque hubo, hay y habr en el mundo.

La mujer se qued mirndola con la boca muy abierta y cara de asombro.

Tras un instante de silencio, el marido se levant desesperado y, dando vueltas por la habitacin, se arrancaba el cabello y gritaba:

-Por tu culpa, porque eres ms golosa y comilona que la misma tierra,se ha desperdiciado uno de los deseos!Vea usted qu mujer sta!Ms tonta que un hablar!Maldita seas t y tu morcilla!

No quisiera sino que se te pegase a las narices.

No bien termin de hablar cuando ya estaba lamorcilla colgando entre los ojos de la mujer. Ahora le toc el asombrarse al viejo y el desesperarse a la vieja:

-Te luciste, mal habladogritabahaciendo intilesesfuerzospor arrancarse el molesto colgante-;si yo mal emple mi deseo,al menos no fue en perjuicio de nadie ms que mo.Pero t en el pecado llevas la penitencia, puesnadadeseoni desear sino que se me quite la morcilla de las narices.

-Mujer, piensa,Y el rancho?

-Nada.

-Mujer, piensa,y la casa?

-Nada.

-Deseemosuna mina, y te har una funda de oro para tu morcilla.

-Ni lo pienses.

-Entonces qu?

Nos vamos a quedar como estbamos?Por ms que sigui rogando y prometiendo riquezas y palacios, nada consigui de sumujer, que cada vez estaba, msdesesperadacon suenorme narizy lograba a duras penas apartar al perro y al gato que la seguan buscando cmo abalanzarse sobre el suculento bocado.

Cuando a la hora convenida seapareci el hadaal da siguiente y le dijeron cul era el ltimo deseo, les dijo:

-Ya veis cun necios sonlos hombresqueolvidan su felicidad envidiando la de los dems!

Nunca viviris en paz si vais detrs de lo imposible en lugar dedisfrutar con lo que vuestro esfuerzo os ha proporcionado.

Y cuento acabado, por la chimenea se ha escapado.El pozo mgicoHaba una vez una viuda que tena dos hijas. Las dos nias eran muy distintas, y as como Hilda era trabajadora y hermosa, Alda era fea y perezosa. Aunque parezca mentira, la madre quera ms a la hija perezosa, y quiz fuera porque, segn deca, Hilda no era verdaderamente su hija.

Hilda sala todas las maanas, desde muy temprano, a ocuparse del cultivo de la huerta, del cuidado de los animales, y de todas las faenas del campo, y adems, cumpla tambin con los quehaceres de la casa, barriendo, cocinando y tejiendo su huso.Un da que estaba sentada junto al pozo, hila que te hila, trabaj tanto que empez a salirle sangre de los dedos y se le manch el huso. Afligida, quiso limpiarlo, y al inclinarse sobre el brocal para meterlo en el agua, el huso resbal de sus manos, perdindose en la profundidad del pozo.

Cmo llor Hilda! No haba manera de recuperar el huso perdido, y adems, iba a ser necesario decrselo a su madrastra.

La mujer se enoj mucho, reprochndole su torpeza:

- Si has sido tan tonta como para dejar caer el huso al pozo, t misma tendrs que hallar el medio de sacarlo de ah.

La afligida nia volvi junto al pozo pero al inclinarse demasiado, cay al agua. Al llegar al fondo del pozo se desmay. Cuando abri los ojos se hall en un lugar maravilloso: un prado verde cubierto por flores de los ms hermosos colores.Llena de asombro y alegra se puso a caminar y lleg frente a una casita por cuya chimenea sala abundante humo. Era la casa del panadero y el horno estaba lleno de panes, los que al ver a la nia comenzaron a gritar:

- Ya estamos bien cocidos! Scanos de aqu o nos quemaremos!

Y la bondadosa Hilda, compadecida de los panes que se quemaban, los sac del horno.

Sigui la nia su camino, sin cansarse de mirar todas las cosas hermosas que haban en el lugar, y lleg hasta un sitio donde creca un frondoso manzano. Sus ramas estaban tan cargadas de frutos, que debido al peso se inclinaban hasta tocar el suelo. Al ver llegar a la nia, el manzano se puso a gritar:- Mis ramas estn demasiado cargadas y mis frutos ya estn maduros! Sacdeme para que caigan!

Hilda se aproxim al rbol y sacudi con fuerza las ramas. Las manzanas maduras cayeron a su alrededor y el manzano, aliviado de aquel peso, volvi a erguir sus ramas hacia el cielo.

Continu la nia su paseo y as lleg hasta la casita de una anciana. La vieja seora estaba sentada a la puerta y cuando la nia estuvo cerca, advirti que los dientes de la viejecilla eran tan largos que le asomaban por entre los labios. Asustada quiso alejarse del lugar, pero la anciana la llam con voz suave y tierna.- No te vayas, pequea - le dijo -. No tengas miedo de m. Me gustara mucho que te quedaras a vivir conmigo. Me ayudars a tener la casa limpia y en orden, y en premio a tu trabajo, ya encontrar yo la forma de darte una recompensa. Lo que ms necesito es que sepas hacerme bien la cama, mullendo los colchones, para que las plumas vuelen como la nieve sobre la tierra. Qudate con la "vieja Madre Escarcha".

La anciana hablaba con tanta bondad que Hilda ya no tuvo miedo y se qued a vivir con ella. Era feliz en aquella casa, realizando los trabajos domsticos que antes hiciera en la suya. Pero ya no tena que or continuas quejas y rezongos, sino palabras de alabanza para su tarea. Y sobre todo, aprendi a mullir muy bien los colchones, de tal manera que las plumitas blancas volaban sobre la tierra como finos copos de nieva. Pero pas el tiempo y la pequea comenz a extraar a su familia.- Estoy muy contenta contigo - le dijo un da a la anciana -, pero quisiera volver a ver a mi madre.

- Como t quieras - respondi la anciana -. Has sido muy buena y har lo que desees. Yo misma te llevara. Pero antes, ven...

Condujo a la nia junto a una gran puerta, y al hacerla girar sobre sus goznes, cay sobre Hilda una lluvia de monedas de oro que se pegaron a su ropa.

- Todo esto te lo doy porque has sido buena y trabajadora - le dijo la viejecilla.Despus, la vieja Madre Escarcha cerr la puerta y la nia, con el asombro que es de imaginarse, vio que estaba muy cerca de la casa de su madrastra.

Cuando abri el pequeo portn de troncos, las aves del corral se alborotaron y el gallo se puso a cantar, desde lo alto del tejado:

Kikirik! Kikirik!La pequea de oroha llegado aqu.

Al opirlo, salieron de la casa la madre y la hermana, y al ver a la nia la abrazaron, muy contentas de su regreso pues haca mucha falta en la casa.En seguida advirtieron que estaba cubierta de monedas de oro, y la persiguieron con preguntas.

Hilda hizo el relato de su aventura y al enterarse, no tard la madre en pensar que tambin su hija podra lograr lo mismo. Con ese fin, hizo que Alda se sentase todos los das junto al pozo, hila que te hila, en el viejo huso, hasta que los dedos le sangraron de tanto trabajar.

Luego arroj el huso al pozo y oblig a su hija a que fuera a buscarlo.

Igual que Hilda, despert la pequea perezosa en el verde prado y comenz a andar por el camino que siguiera su hermanita.Al llegar a la casa del panadero, los panes que se cocan en el horno se pusieron a gritar:

- Ya estamos bien cocidos! Scanos de aqu o nos quemaremos!

Pero Alda, que vio que eran muchos panes y que la pala era muy pesada, no tuvo ganas de detenerse, y sin hacer caso del lamento de los panes, sigui su camino.

As lleg hasta el lugar donde creca el manzano agobiado por el peso de sus frutos, el que al ver a la nia se puso a gritar:- Mis rarmas estn demasiado cargadas y mis frutos ya estn maduros! Sacdeme para que caigan!

Alda lo mir y al ver que las ramas eran tantas y las manzanas tan abundantes, pens que le iba a dar mucho trabajo conseguir que cayeran todas.Y sigui su camino. Anduvo un buen rato, hasta que alcanz a ver la casita de la vieja Madre Escarcha, que tambin estaba sentada junto a la puerta.

Alda no se asust de los dientes de la anciana, porque ya se lo haba advertido su hermana y cuando la anciana le pidi que se quedara con ella y la ayudara a hacer los trabajos de la casa, acept encantada, pensando que tendra igual recompensa.

Pero era demasiado perezosa y estaba tan acostumbrada a no hacer nada, que cada da el trabajo se le haca ms pesado. Empez a levantarse cada vez ms tarde, dejaba las cosas por hacer y como lo que ms le fastidiaba era mullir los colchones, dej por completo de hacer las camas. De esta manera, ya no volvieron a volar las blancas plumas como copos de nieve...

Un da, la vieja Madre Escarcha no puso consentir ms aquel estado de cosas y le dijo:

- Ya no necesito ms de tus servicios. Cuando quieras, puedes irte.

Alda se puso muy contenta. Por fin llegaba el momento de la recompensa!La anciana la llev hasta la gran puerta, la hizo girar, pero en lugar de caer una lluvia de monedas de oro, cay sobre la nia un chorro de alquitrn. La puerta volvi a cerrarse y Alda se encontr muy cerca de su casa... Cuando abri el portoncito, el gallinero se alborot y el gallo salt al tejado, gritando:

Kikirik! Kikirik!La pequea negraha llegado aqu

Pero Alda haba aprendido la leccin y ante los lamentos de su madre, ella misma le hizo comprender que toda la culpa era suya. En adelante fue una nia buena y trabajadora.