Cuentos Para Mil y Una Noches de Amor - Arlette Geneveo & Gabriela Margall & Andrea Milano & Amparo Balbuena

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    ..ditorial Vestales, 2011

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    e esta edicin: Editorial [email protected]

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    N: 978-987-1568-27-7..os los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, b

    ciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, compreeprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamos pblicos.

    http://www.vestales.com.ar/mailto:[email protected]
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    El amor no es ms que la novela del corel placer es su his

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    Pierre-Augustin Caron de Beaumar

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    Retorno a Tunbridge por Arlette G

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    iciada hace pocos aos, la carrera literaria de Arlette Geneve ha tenido un ascenso vertiginossido galardonada con varios premios y result finalista del ltimo Premio Planeta ju

    renombrados escritores. Su segunda novela, La ltima cita, es un xito de ve

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    calle estaba desierta. El sol luca esplndido esa maana de invierno sobre Pars. En el quiosvistas se venda el ltimo peridico, mientras que las terrazas comenzaban a moverse pividad. Los viejos rboles que haban sobrevivido a la guerra estaban siendo podados, de modmaban una barrera paralela a la calle acentuando la perspectiva. El aire soplaba con fastrando tras de s las ltimas hojas cadas y las amontonaba frente a los bancos desiertos

    mensos rboles se vean desnudos con sus troncos grises. A ella le encantaba perder su miradgo de la avenida Gabriel donde tena su pequea floristera, Edelflor. Inspir la brisa de la m

    olvi al interior de la tienda para iniciar su trabajo. Un nuevo da comenzaba.Se puso la prenda amarilla de tirantes sobre el vestido azul de algodn y se coloc tras el mosmadera; un segundo despus comenz a remover las hojas de las flores elegidas y las unimar el ramillete encargado, ya lo haba dibujado en su imaginacin. Separ las peonas prpuas y las pequeas florcitas blancas en tres grupos. At un alambre fino alrededor de los tallos onas para mantenerlas juntas. Coloc hojas de hiedra sobre la base del ramillete y recort los sta conseguir el largo requerido. A continuacin, fue introduciendo las calas y las florcitas blco a poco para darle el ancho sin estropear las peonas. Cuando tuvo todas las flores dispuesdondo, at una cinta amarilla de quince milmetros alrededor de los tallos para cubrir embre, lo asegur con tachuelas y termin de atarlo con un gran nudo debajo de la cabez

    millete, formando as un lazo sencillo pero elegante.Marisse suspir complacida. Le encantaba su trabajo. Elaboraba el mismo ramo con las mres desde haca seis meses, siempre el da catorce de cada mes. Esa circunstancia la llenaba d

    mensa curiosidad, al igual que el aspecto imponente del cliente que se lo encargaba. Suslanclicos la atraan poderosamente. Marisse dejaba volar la imaginacin cada vez que vea ar la puerta de su tienda al apuesto oficial ataviado con su traje militar. Lo nico que conoca

    que trabajaba en la embajada estadounidense, a una manzana de distancia de su floristerbargo, cada catorce de mes esperaba su visita con una ansiedad que le resultaba extraaabras que intercambiaban eran muy pocas; ella ansiaba conocer ms cosas sobre l y su

    xtraara su tierra?, le gustara vivir en Pars?, habra perdido mucho en la guerra? Marisse vuspirar.Francia estaba recuperndose muy lentamente del calvario sufrido por la invasin de Hitler. Evolvera a ser la misma de antes del inicio de la guerra, pero la capacidad del ser humauperarse le pareca realmente un milagro. Los engranajes de la vida continuaban. Ella se

    mensamente afortunada, segua adelante y tena un trabajo que le reportaba mucha felitraaba mucho a su padre, el verdadero propietario de la floristera. Lo haba perdido de formusta en uno de los bombardeos sobre Pars. Enseguida, se amonest severamente: otros hrdido mucho ms que ella. Volvi a evocar el rostro del oficial estadounidense. Sus rasgos du

    ernecan; su mirada azul se vea empaada por lneas de sufrimiento que contena. El rictus s

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    su boca cnicamente cincelada acentuaba su expresin seria. Se senta atrada hacia l. Posegnetismo varonil que la seduca. Su aire atormentado la incitaba a soar con pasar sus

    mblorosos por su abundante y espeso pelo negro, apenas interrumpido por unas plumas de plsienes que le conferan a su rostro un atractivo arrollador.

    Otra vez ests soando despierta.Marisse le sonri a Blanche, su ayudante, que acababa de entrar por la puerta trasera con una cas rojas tradas del vivero.Soar es lo nico que no nos ha arrebatado la guerra dijo Marisse, y Blanche le devolnrisa con afecto.Te ha quedado precioso, como siempre coment la ayudante a la joven propietaria que brada castaa hacia el ramo terminado y asinti con un gesto de su cabeza. La misma nompre? quiso saber Blanche.Marisse otra vez volvi a asentir, aunque algo pareca causarle gracia.No es una frase muy romntica para un regalo de San Valentn, verdad?Marisse tampoco lo crea. Le parecan unas palabras muy poco adecuadas para una mujeiba un ramo de peonas todos los meses.Tendra que regalarle rosas rojas, como es la costumbre entre los enamorados le dijoudante y chasque la lengua por su comentario desenfadado. Las rosas eran las flores ms elera celebrar el amor, pero a ella la enterneca que el oficial escogiese para su ramo una flotica como la peona prpura, que, en el lenguaje de las flores, significaba veracidad y quea que ver con el amor. Termin de escribir la nota con la caligrafa especial que utilizaba paetas de los ramos y, en un arrebato, aadi unas palabras de su propia cosecha. E

    solutamente convencida de que al oficial no le iba a importar. Llevaba escribiendo la mismasde el principio del encargo por orden expresa de l, as que juzg que podra tratar de mejonsaje para que redundara en beneficio del cliente: la mujer que recibira el ramo se pondra

    ntenta al leer algo ms especfico en ese da particular.Se retrasa ms de lo habitual.

    Marisse hizo una mueca mientras miraba hacia la calle. Blanche segua rellenado los divtos y cubos con el resto de las flores. Iban a tener una maana muy agitada.

    Todava no son las nueve.Marisse regres sus ojos hacia los ramos de rosas que Blanche haba depositado en uno dtos de mimbre. Deba armar cuatro ms. Los encargos de San Valentn suponan un inportante de dinero extra para su maltrecha economa.Me parece un gesto hermoso despertarse cada da catorce con un ramo de flores en la almdijo Marisse con la imaginacin desbocada. Qu dara yo porque el hombre de mi vidalase un ramo de peonas cada mes.

    Qu edad tendr? pregunt Blanche. La joven propietaria baj de la nube en la que bida al escuchar la pregunta. La ayudante dio sus propios clculos. Imagino que rondaarenta, o quizs ms, porque tiene las sienes blancas.La guerra suele hacer ese tipo de jugarretas a las personas. El sufrimiento se queda marcadmpre en la imagen de nuestra alma opin Marisse con los ojos castaos llenos de melananche no lo not.Voy a buscar nuestro caf. A esta hora de la maana no me siento persona sin un poco de caculando por las venas.Marisse se apur a contestar.

    Tampoco sin esos deliciosos cruasanes que prepara Jean, no es cierto?Blanche le hizo un gesto cmico con sus cejas suavemente arqueadas antes de limpiarse las ma

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    ir por la puerta rumbo a la cafetera al lado de la floristera. Lo cierto era que ambas necesitab.Buenos das.La profunda voz con marcado acento le hizo levantar los ojos del ramo que estaba adornanduesto oficial acababa de hacer su entrada por la puerta con ese brillo extrao en sus ojos arecan ms oscuros e intensos de lo habitual.Eran imaginaciones suyas.Capitn! dijo ella y le sonri con una sonrisa autntica. Ya tengo su ramo preparadorn a primera hora como acordamos oportunamente.El oficial camin directamente hacia el mostrador donde estaba ella, con paso decidido y crada extraviada. Marisse sac el bello ramo de debajo del mostrador y se lo tendi.Hoy le he colocado algunas florcillas blancas para resaltar el color prpura de las peonas.El oficial mir el ramo al mismo tiempo que asenta. Ella se lo tendi para que lo sostuviercerlo, los nudillos de Marisse rozaron los dedos de l, y la descarga que sinti fue inmediag un jadeo para ocultar la turbacin que haba sentido con el contacto, pero se sinti decepciono pareca percatarse de la conmocin que le produca su presencia.Est perfecto dijo sin mirarla, segua examinando el ramo con minuciosidad. Me gualle de las hojas de hiedra. Tiene un gusto excepcional. Marisse suspir de forma entrecoentras un calor descenda por sus entraas al escuchar el cumplido inesperado. La personrecomend su creatividad no se equivoc en absoluto.

    Marisse intent adivinar quin sera esa persona. Algn conocido de la embajada, seguramenteSi tan solo la mirase a ella de la misma forma que miraba el ramo de flores.El oficial se llev la mano al bolsillo y sac los francos para pagarle. Ella acept el dinero cpiro, y l gir hacia la salida sin decir una palabra ms. La tienda se qued de repente vaca, sel gotear del grifo en la trastienda.

    Marisse viva solo por ese instante todos los catorce de cada mes. Apenas intercambiaban un pses, y ella crea que le bastaban. Haban sido suficientes hasta esa maana. Quera ms que

    uetas palabras de cortesa! Sin embargo, l ya tena una mujer en su vida, la receptora del ramonas. Regres con pesar a las flores que haba estado arreglando antes de la llegada del oficiaba nada de l. No se atreva a preguntarle, pero quera hacerlo. Lo necesitaba. Se amonest ptasas.

    Disculpe.La puerta se haba abierto de nuevo. El oficial volvi a entrar a la tienda, en esa ocasin con elncido y los ojos con un interrogante en su profundidad.Disculpe, la tarjeta est equivocada.Ella enrojeci hasta la raz del cabello al ser consciente de que l haba ledo las palabras qu

    ba escrito impulsivamente.Me pareci lo ms apropiado para hoy. El capitn la mir con intensidad al escuchplicacin de ella. Despus de todo, es San Valentn trat de justificarse Marisse.El silencio entre los dos se haba vuelto muy pesado. El nerviosismo de ella aumentabsconcierto de l, ms. Marisse no se atreva a mirarlo. Lamentaba su gesto impulsivo porque prderlo como cliente.Escribir otra tarjeta de nuevo atin a decir, mientras l segua parado en el uservndola. Con las mismas palabras, pero, por favor, no se disguste por mi intromisin, lon las mejores intenciones. De veras.

    El ramo no es para una mujer.Ella dilat las pupilas por la explicacin. Acaso quera decir que? La esperanza arraig

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    cho con races profundas.Son para un hombre extraordinario que amaba las peonas de color prpura sigui l, y Mt que haba utilizado el verbo en pasado.El oficial haba empaado sus ojos con un velo de tristeza que la sobrecogi.Son para mi hermano fallecido confes por fin.Marisse se sinti terriblemente mal, pero con un inmenso alivio en su interior al conocer quireceptor del ramo.Muri hace seis meses continu el oficial. No pudo recuperarse de las heridas que le prguerra.Ella segua escuchndolo arrobada, pero tambin entristecida y con un pesar nacido del corazber de una prdida tan similar a la suya.Lo lamento de veras le dijo con ternura. l pareci regresar de la tristeza que lo haba porante esos instantes. Conozco el sentimiento de vaco que nos deja una persona a la que amue, de repente, se va de nuestro lado para siempre.

    El oficial le entreg el ramo. Marisse cort la cinta que sujetaba la tarjeta blanca y la tir alla basura. Escribi con caligrafa limpia la misma frase de todos los meses en una tarjeta n

    ara Sam, con cario.Crea que Sam era un diminutivo de Samantha dijo ella.l neg con su morena cabeza una sola vez.Mi hermano se llamaba Samuel, Samuel Bradford.Ella le sonri comprensivamente. Qu tonta haba sido! Pero, qu dulce la esperanza que merazn!Por favor, quiero disculparme de nuevo insisti ella.l entrecerr sus brillantes y enigmticos ojos azules.Las aceptar si me acompaa a tomar un caf esta tarde a las cinco.Por supuesto que iba a aceptar!..

    * * *..

    Pars, 14 de febrero de 1946, ocho de la ma

    r sus manos una vez ms antes de estampar su firma en el informe que esperaba en la br

    sa de caoba. Seguan temblndole como cada da catorce desde haca seis meses. La nocheo larga, hiriente. Una tremenda decepcin, como todas las noches solitarias de su vida.Adrien Bradford se pas la palma de la mano por su pelo espeso y negro. Finalmente, rubrma en el documento. Tena que regresar a Tunbridge Wells, pero no se vea con la suficpacidad para abandonar a Sam en suelo extrao. No consegua autorizacin para trasladarlo, e tampoco quera abandonar Pars. Adrien se levant de su silln y se dirigi con paso marcialventana. La vista sobre los Campos Elseos resultaba espectacular. Todo Pars era entraable alos daos sufridos por la guerra, pero l aoraba la primavera clida de su tierra natal, Eidos, tan lejos de l como de Sam.

    La puerta de su despacho en la embajada estadounidense se abri con un chasquido seco. Lucretaria, acababa de entrar con un rictus severo. l se dio vuelta parcialmente, sin dejar de mir

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    ventana.Ya los he firmado, estn sobre la mesa. Adelant sus palabras a la pregunta de ella. Luerc al escritorio y recogi los informes firmados.Tiene una reunin con el mayor Grant a las doce le inform. Adrien suspir y respondma afirmativa con la cabeza. El coche lo recoger a las nueve cuarenta y cinco para lleva

    menterio Pre Lachaise. Tendr que estar de vuelta antes de las dos, porque tiene una reunin alde de Pars y el embajador de Suecia.Adrien volvi a asentir con un breve ademn de su cabeza. Lucy abandon el despachemnemente como haba entrado. Era igual de fra por dentro como por fuera.La mente de Adrien vol hacia la pequea floristera cercana a la embajada. Evoc la sonrisa fla mujer que trabajaba all y se dio cuenta de cunto le gustaba esa sonrisa. La alegr

    nsmita con sus movimientos elegantes, ausentes de frivolidad; se vea tan joven.Adrien apenas recordaba cundo l haba sido tan joven y confiado. La guerra destrua siones, tantos recuerdos hermosos, que an no se explicaba cmo lograba mantener la cordudio del caos que era su vida.Capitn, necesito que rechaces el informe que nos han hecho llegar de Londres.Su puerta se haba abierto de nuevo y por ella asomaba la cabeza del mayor Fox, su superiorbajada. Adrien asinti de nuevo, pero sin pronunciar palabra. El Mayor entr al despacho sin puerta del todo. Ambos hombres se miraron de forma directa, con respeto.Han denegado tu solicitud. Adrien ya lo supona. Lo lamento, tendrs que quedarte enao ms.

    Acaso importaba lo que l quera o necesitaba? Tena los sentimientos abotargados, helados pcepciones. Un ao poda significar el fin o el principio de todo.Lo imaginaba.Ya sabes lo lento que suelen resolverse estas cuestiones burocrticas.Por primera vez, Adrien mostr en sus ojos fros una emocin: profunda ira.Esa cuestin burocrtica es mi hermano, Mayor. Sus restos mortales deberan reposar

    nten familiar junto a mis padres.El mayor Fox saba cunto ansiaba Adrien retornar con su hermano fallecido a su tierra, peos mandatarios no lo consideraban un asunto de importancia. Lo necesitaban en Pars.S que deseas regresar a Tunbridge Wells, pero se te precisa aqu en la embajada dayor, y Adrien asinti de nuevo con algo de cansancio en sus pupilas. Bscate a una chica grevolcn parisino har que el tiempo pase mucho ms rpido concluy el oficial de alto ran

    Adrien mir a su superior como si lo creyese incapaz de un comentario as de desafortunado.Quizs lo haga concedi irnicamente. El tono sarcstico de la respuesta pas desaperra Fox que le mostr un amago de sonrisa y desapareci por la puerta un segundo despus. Adr

    s el pelo en un gesto impaciente. Acaso todos crean que el vaco y el dolor dejado prmano poda superarse con un revolcn parisino? Necesitaba combatir de nuevo. Solrenalina que se acumulaba en su cuerpo duro a los sentimientos. Para l, supona un tremuerzo aguardar sin hacer nada una autorizacin para poder dejar la embajada. Quera qrazn volviese a latir de nuevo sin el fro que lo invada desde haca seis meses. A sus treinta yos se senta viejo, cansado y lleno de una ponzoa difcil de ignorar. Haba visto demasiado hel campo de batalla; haba sido testigo viviente del sufrimiento y del miedo con el que lucdados jvenes, que apenas haban comenzado a vivir y que moran en los campos helados donedaba nada de ellos salvo una placa metlica como recuerdo de su existencia. Tambin esa

    o la suerte de su hermano. Necesitaba que el ser humano lo dejara volver a creer en l. pacidad de recuperacin. Su pensamiento volvi hacia la chica parisina de la floristera Edelflo

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    Desde su ventana, en la tercera planta, tena una vista perfecta del escaparate de la pequea thaba visto bromear con el jovenzuelo que reparta los peridicos a primera hora de la ma

    nrerle al viejo panadero que siempre le obsequiaba algunos dulces a cambio de un ramo de rfectamente ornamentado para su panadera. Ella sonrea con una dulzura que lo conmova. Ajrror y a la masacre. Adrien pens que era una muchacha afortunada; su fuerza interior no habebrada por la guerra, y ese detalle lo atraa hacia ella como un imn. l, que se senta vnsado, necesitaba la vitalidad y alegra que ella derrochaba, pero segua con su silencio anrqucuro. Si tan solo pudiese cambiar ese aspecto de su vida!..

    * * *..

    Caf Meunier, 14 de febrero de 1946, cinco y cuarto de la

    arisse segua esperando en la pequea mesita redonda la llegada del oficial. Haba sido una leptar tomar un caf con l, pero se trataba de una oportunidad de oro: por fin podra conversar tas cosas. De fondo sonaba la cancin La vie en rose, y Marisse se preguntaba si todo l

    ndra poda ser tan maravilloso como ese momento de espera.Disculpe mi retraso.El oficial estaba plantado delante de ella con su mano derecha extendida. Ella la acept encase haba percatado de cundo haba entrado al local.

    Solo han sido unos minutos.Adrien separ una de las dos sillas que quedaban vacas junto a la pequea mesa y se zando una pierna sobre la otra; apenas quedaba espacio para dejar su gorra y el abrigo. Pi

    marero un caf exprs, se haba acostumbrado a su fuerte sabor desde que lo haba probadmera vez, cuando haba llegado a Europa.Un caballero jams debera permitir que una dama lo espere dijo l a modo de una culpa.Marisse se sonroj.Aqu dentro hace calor se excus la joven.l supo que ella estaba nerviosa, porque beba tragos cortos de su caf con leche, al mismo tie paseaba sus ojos brillantes por la cafetera abarrotada. Se fij en su vestido azul de algodnpelo castao de rizos sedosos. El impulso de enterrar sus manos en esos bucles fue dema

    deroso; se contuvo a duras penas.El camarero acababa de dejarle su exprs en la mesa. Adrien tom la taza y se la llev a los lgusto amargo le calent la garganta.Le gusta vivir en Pars, Capitn? pregunt con una fingida inocencia; l supo leer entre lntena un dejo de ansiedad que lo puso sobre aviso, como si ella temiese la respuesta.Es una ciudad preciosa.Lo dice como un cumplido, para que no me ofenda. Le agradezco la molestia, pero es innecelo aseguro.Ella era demasiado perspicaz.

    Me gustara estar en Pars por otros motivos.Marisse entendi.

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    Igual que a todos, Capitn contest ella.Adrien dej la taza y la observ atentamente. Estaba con una muchacha hermosa en uno djores cafs de Pars y no saba por qu esa circunstancia lo confunda.De dnde es usted, Capitn? pregunt la joven.Llmeme Adrien, por favor le pidi, y ella asinti. Soy estadounidense. La respueste Marisse sonriera.Nunca lo habra sospechado.Adrien la mir algo confundido por lo que deca. Ella decidi soltar un poco de alegra en esafebrero.Veamos, Capitn: tiene nombre estadounidense, lleva un traje de oficial de la madounidense y, adems, trabaja en la embajada estadounidense. Lo dicho, nunca lo haginado.A Adrien le gust su sentido del humor. Sus msculos se relajaron en presencia de ella. Resurescante, atrevida y no saba qu cualidad de ambas le atraa ms.Me refera a qu parte de Estados Unidos.De Washington.Marisse le sonri.Tiene acento del norte afirm la muchacha, y Adrien alz sus cejas con curiosidad.Tiene ventajas sobre m, Marisse, pues yo lo ignoro todo con respecto a usted.Ella dej su taza justo cuando el camarero apoyaba en la mesa un plato de cruasanes calientes.Soy una muchacha francesa que ha sobrevivido a la guerra, Capitn afirm. A l lo descona forma llana y simple de referirse al horror vivido en Europa. Y que hoy ha cometido unperdonable con uno de sus mejores clientes.A l lo descorazon esa respuesta. l no quera ser un mero cliente!No la he invitado por ese motivo.Ella le volvi a sonrer.Lo s dijo y lo desconcert ms. Mi metedura de pata ha sido la excusa perfecta par

    bos rompiramos el hielo de la indiferencia.Hielo de la indiferencia? Esa mujer lo iba a volver loco.Me gusta su forma de expresarse, Marisse.Ella tom un cruasn y se lo llev a la boca. Acto seguido, cerr los ojos mientras saboreabcer las finas lminas que se deshacan al contacto con su lengua. Adrien mir los bollos cosen el man prometido. Ella abri los ojos y se relami.

    Capitn haba bajado la voz, la guerra me ha enseado a no andar por las ramas con ae son verdaderamente importantes, porque ello puede hacernos perder un tiempo valioso y qpodremos recuperar solt sin hacer casi pausas entre las palabras. Adrien dilat sus pu

    gras al escucharla. Quera conocerlo, sabe? Llevo seis meses preguntndome todo sobre su l estuvo a punto de levantarse e irse porque se senta realmente incmodo con tanta franquezbargo, se encontr clavado a la silla sin poder dejar de mirarla. Haba vivido toda su vida prcito, se haba olvidado de todo lo dems. Era su ms ntimo reproche: no haber pasado ms tn su hermano.Adrien escudri con atencin a la muchacha: su forma sincera de decir las cosas lo haba tompletamente por sorpresa. Estaba acostumbrado a las preguntas directas de sus superiores, peas de una muchacha demasiado hermosa como para ignorarla.Directo al corazn seorita

    Caillre, Capitn, Marisse Caillre.Adrien sonri de forma autntica por primera vez en seis meses. Su rostro se transform al ha

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    Marisse le pareci mucho ms joven.No me conformo con medias tintas, Capitn. Nada de revolcones pasajeros.Se qued estupefacto. Ella haba repetido las mismas palabras del Mayor. Lo llevaba por un campletamente desconocido para l. Absolutamente desconcertante. Seductor.Me siento completamente anonadado.Ella haba imaginado que ese sera el efecto de sus palabras, pero lo quera a l y tena que amino para conseguirlo, especialmente despus de que haba descubierto que no haba una sadford. Estaba ms decidida que nunca.Lo s e imagino que las muchachas estadounidenses no sern tan directas como las francesaAs es reconoci l. Su forma franca resulta desconcertante, no estoy acostumbrado.Puede que sea porque estoy absolutamente convencida de lo que quiero.Tosi con aspavientos al escuchar las palabras de ella. Estaba ante el mayor reto de su vida. Aonoci que las muchachas estadounidenses, al menos las que l haba conocido, eran ba

    perficiales y que andaban demasiado por las ramas, como haba mencionado ella.Cuntos aos tiene? quiso saber l; Marisse ampli la sonrisa todava ms.Veintisis.l se mostr sorprendido.Crea que era ms joven.Esas palabras le dieron a ella toda la informacin que necesitaba sobre l y su retraimiento.Las ganas de vivir le dan a uno la suficiente energa como para no envejecer tan rpido.Adrien asinti con la cabeza porque, pese a su juventud, Marisse demostraba una madurez insfrutaba escuchando esa forma particular de ver la vida. Alguna vez l la haba vivido asdaba. Su vida siempre haba sido demasiado seria. Encerrada en normas intiles.Sabe? Todos los meses espero que llegue el momento de poder verla rodeada de hermosas e no le hacen justicia a su belleza.Le haba dicho el cumplido ms hermoso del mundo. Su corazn se derriti como si fuese azfuego. Senta que l estaba encontrando el camino hacia ella.

    Es tambin mi momento esperado: ver atravesar por la puerta de mi floristera a un apcial que me intriga agreg Marisse.Adrien alz una ceja completamente extraado. Le pareca increble estar sentado junto chacha y escuchar todas las palabras que haba ansiado durante esas semanas solitarias.

    La intrigo? No pudo evitar hacer la pregunta con un poco de sorna, pero ella no se molesLas lneas de expresin de su rostro muestran un sufrimiento extremo, pero tiene ese aballero, esa cualidad que tienta a las mujeres sin importar el siglo en el que vivan.Pareca que le estaba tomando el pelo, pero no: ella lo estaba mirando con la mirada seria, proY usted es la muchacha ms bonita que he conocido nunca. Con un espritu alegre y desenf

    e no ha sido quebrado por la guerra. Me emociona poder estar aqu sentado tranquilamente tomcaf y compartiendo opiniones.Las palabras se le clavaban directamente en el corazn. Lo amaba! Y estaba convencida de q

    mbin senta algo profundo por ella.Tiene deseos de regresar a su pas?La mirada azul de Adrien se llen de aoranza.Muchos.Imagino que all tiene alguien que lo espera.Adrien neg de forma imperceptible, tanto que Marisse dud de si haba visto el gesto o se lo

    aginado.Unos familiares lejanos que hace mucho que no veo aclar con palabras un tanto tristes.

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    Y sus padres?Mis padres murieron en un accidente de tren hace varios aos dijo con voz queda el CapitMarisse saba que haba un sentimiento encontrado en esas palabras, algo que se le escapaba, se sintiera enormemente culpable.Yo perd a mi padre en uno de los bombardeos sobre Pars. Mi madre no lleg a ver su cupada.Adrien la mir fijamente. Ambos se mantuvieron durante varios minutos en silencio. Solo se rmullo del resto de los clientes que seguan con sus conversaciones. Finalmente, Adrien vo

    blar tras mirar la hora de su reloj.La esperan?Ella saba que la pregunta se refera a algo ms que a su trabajo. Haba preguntado lo que ella ponderle.Salvo mi ayudante en la florera, no hay nadie ms en mi vida.Adrien no esperaba algo tan directo: un disparo a quemarropa.Quiero conocerla declar.Crea que nos estbamos conociendo respondi Marisse, y Adrien neg con la cabeza.Pero no de la forma que yo deseo le dijo con una insinuacin, con una promesa inesperadaY, cul sera esa forma? Sus palabras salieron de su boca, y ella comprendi que habay osada. Pero, acaso importaba?

    Seria y responsable.Ella ahog un gemido. Era la declaracin ms bonita que haba recibido nunca. Pase su mbarina por le rostro del oficial. La enterneca el nerviosismo que l senta: retorca sus manosazo como si quisiera hacerlas entrar en calor y no pudiese.

    Toda su vida ha sido marcada por la seriedad y la responsabilidad, no es cierto Adriepar otra vez y vio cmo los ojos azules del Capitn se oscurecieron durante un segundo: ella

    da la razn. Yo tambin quiero conocerte. Es ms, me atrevera a jurar que te conoziciente para saber que deseo pasar el resto de mi vida a tu lado. Lo haba comenzado a tut

    mpre a tu lado. Pero me da miedo agobiarte.Era ella la que iba a estar, pocos segundos despus, completamente agobiada por sus atencrien supo que era la primera vez que deseaba ir en serio con una mujer. Jams habra image poda encontrar el amor tan lejos de su hogar, pero as haba sido. Se senta inmensartunado.

    El piano comenz a sonar y ambos fueron conscientes de que haban quedado solos en elban estado tan inmersos el uno en el otro que el tiempo haba volado y ya eran cerca de las ocnoche. El msico calentaba los dedos antes de la tertulia musical nocturna, cuando las plaban entre las notas del piano.

    Me concede este baile, seorita Caillre?Marisse hizo una reverencia para agradecer la invitacin inesperada.Creo que aqu no se puede bailar dijo en voz muy baja.Adrien alz una ceja de forma despreocupada.Nos hemos quedado solos en el caf, e imagino que al maestro no le importar que bailemn de su msica mientras practica.Ella segua sin decidirse.Baila conmigo, pequea! insisti el Capitn.Adrien no esper respuesta y se levant, abri los brazos y mostr su mejor sonrisa. Maris

    do resistir la invitacin, camin hacia donde estaba l y dej que la abrazara para condrante el baile. Adrien le pas la mano por la cintura y subi la otra hacia su cuello. La atrajo

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    pecho con suavidad; ella se dej guiar, completamente subyugada. Los pasos eran fciles de sarisse cerr los ojos en un abandono completo. Entre los brazos de Adrien se senta sotegida. Poda pedir ms?Adrien ola el fresco perfume a lavanda de la muchacha. La sbita oleada de posesin hacia e paralizado. Estaba encerrada entre sus brazos. Era suya. En ese momento y para siempre. N

    ba conocido a una mujer tan seductora e inocente: estaba embelesado.Marisse sinti la mano de Adrien en su cintura, la tocaba de forma exquisita. Tentadora. Sintdos firmes que se deslizaban por su espalda, delineaban cada vrtebra, cada terminacin nermovimiento que la relajaba. La mano, en su cuello, se mova de forma impenitente por la bnuca, enredaba los dedos en su pelo y lo acariciaba como midiendo la textura y el grosor. Sin pso, Adrien le inclin la cabeza hacia atrs para deleitarse en la forma ovalada de su cara. Loella lo miraban completamente arrobados. Los de Adrien bajaron por el puente de su nariz

    gar a sus labios que se haban entreabierto impacientes. Como invitndolo a tomar posesin.Voy a besarte.No le dio opcin para una negativa. Adrien baj la cabeza y atrap sus labios en un beso ardofundo. Incitante. Marisse fue incapaz de negar o pensar en nada, salvo en las deliciosas sensace le transmita la lengua de l.Adrien atrap con su boca el labio superior de ella y lo engull como un hambriento. Marisse lengua de terciopelo pasearse por su interior a voluntad, buscando como si fuese un tesoro entntes. Recorriendo el cielo de su boca. Bajo su paladar ningn lugar qued sin atencin dgua provocadora.Soy un militar magnnimo. Te ofrezco un segundo para que trates de recuperar tu libertad.Ella segua con el rostro descansando sobre su pecho y balancendose al comps de la msica.No quiero recuperarla.Entonces, no podrs escaparte de mis brazos.Tenemos que hacer planes.Adrien neg con su cabeza.

    Hoy no, seorita Caillre. Maana por la maana podrs hacer todos los planes que deseesa noche, no le dijo y busc otra vez su boca...

    * * *..

    Tunbridge Wells, 14 de febrero de

    senta completamente satisfecho.El lecho estaba cubierto por cientos de ptalos de rosas. Haba varios ramos de rosas ocados de forma estratgica por toda la habitacin. El olor dulzn de las flores le llenaba las

    sales y le acariciaba el alma por la dicha que senta. Estaba irremediablemente enamorado jer desde que la haba visto por primera vez, haca dos aos y seis meses. Adrien pase su

    ules por el blanco mantel dispuesto frente a la chimenea que se encontraba encendida a esa htarde: las cinco y cuarto. Una hora mgica, llena de un significado pasional para l. El chispo

    las llamas le traa recuerdos de Pars. De todo lo que haba perdido y ganado en esa cravillosa. Haba puesto la champaa en hielo, y las copas de fino cristal estaban preparadas.

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    Adrien dio los dos pasos que lo separaban del jardn, corri la cortina azul de encaje y fij lola persona que cruzaba el cenador con la caja llena de flores. La presenta antes de que llegasa. Viva por y para ella. La amaba de una forma que no conoca lmites ni frenos.

    Dio un ltimo vistazo a la habitacin antes de abrir la puerta.Esa noche de San Valentn era la ms especial de todas las noches, y l pensaba hacer que su la olvidara nunca.

    Cario, te estoy esperando.

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    Edpor Claudia Ve

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    Periodista y escritora, Claudia Velasco se ha revelado como una de las voces ms originalesarrativa femenina hispanoamericana actual. Su triloga de la familia Lancaster El medalln ncaster(2007), Promesas de amor cumplidas(2008) y Mi alma en tus manos(2009) fue pion

    incluir los viajes en el tiempo en una novela de amor. La intensidad de sus relatos ha cautivmiles de lec

    ..

    ruzando el ro, dijo al fin sin mirarla, al otro lado del Puente de Eton tienes el prestigioso coon, fundado en 1440 por el Rey Enrique VI. No es necesario caminar mucho para llegar desdevez cinco o diez minutos a buen paso. Cuando yo era pequeo, mi criado Peter me acomp

    da domingo por la tarde de vuelta al colegio, por este mismo sendero, donde pasara el restomana estudiando junto a un montn de chiquillos revoltosos llegados desde todos los rincon

    glaterra. Despus, cada sbado por la maana, regresaba por aqu de vuelta a casa. Yo csioso por llegar a los brazos de mi madre, lady Anne, que me esperaba en la puerta de casamarme y malcriarme durante las pocas horas que pasaba a su lado. No estaba interno, coyora de los nios que pasaban todo el curso sin poder ver a sus padres; era un privilegiado pva cada fin de semana a casa. Mi aya sola decir que era un afortunado. Por aquel entonc

    ba tener unos ocho o diez aos; Eton, mi colegio, unos ciento sesenta. Nuestra querida reina egua gobernando las islas con mano firme, y William Shakespeare no haca ms que cosausos en el Teatro de la Rosa de Londres; gir sobre sus talones para mirarla a los ojos: suimista de cuatrocientos nueve aos, pequea. Mi nombre es Edward James Charles Fitz-Lyonmognito de lord Charles Fitz-Lyon, mdico personal de la Reina y bisnieto de lord Jameson, amantsimo servidor mdico de Su Majestad el rey Enrique VIII.La joven Rebeca despert con esas palabras martillndole en la cabeza: Un alquimisatrocientos nueve aos, pequea. Se sent en la cama y comprob que estaba completasnuda en medio de un mar de sbanas de seda, muy suaves, y un fro intenso le recorri la cortebral. Se desplom en la almohada despejndose la cara con una mano y suspir. Un alquicuatrocientos nueve aos era lo ltimo que haba odo de labios de Edward Fitz-Lyon ant

    smayarse. Su apuesto y misterioso amante haba desaparecido haca unos seis meses; y ellgua soando con aquella mgica maana en Windsor, a orillas del Tmesis, en la que l le ntado esa historia inquietante como nica explicacin de los ltimos acontecimientos que h

    esto patas arriba su tranquila vida...

    * * *..

    ward Fitz-Lyon haba aparecido una maana lluviosa en Londres en el diminuto despacdicado a la arqueologa medieval de Rebeca en el Museo Britnico y la haba sumergidestin de das, en una bsqueda para recuperar un valioso material, propiedad en teora

    milia Fitz-Lyon, que Rebeca y su equipo haban sacado de una pequea ermita ubicada cerbln, en la localidad costera de Dalkey, muy poco tiempo atrs. Fitz-Lyon, el tipo ms atra

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    gante y seductor que ella haba visto en toda su vida, no haba consentido ese trabajo en sus tiro el gobierno irlands, s. Con esa autorizacin de por medio, Rebeca Villadiego haba lleganda, haba realizado la exploracin arqueolgica con unos peritos del museo y, finalmente, leregado al Ministerio de Cultura de Irlanda el material recogido en la excavacin: unas peqzas medievales y una piedra lisa, circular y grabada con simbologa celta. Esa piedra en part

    pona un verdadero tesoro para Fitz-Lyon, que, a cambio de no denunciar la tarea de Rebeca erras sin los permisos pertinentes, rogaba o exiga, ms bien que se le devolviera inmediatampreciosa pieza, que Rebeca haba tenido en sus manos muy poco tiempo, era la nica de verdor de aquella excavacin. Sin embargo, estaba desaparecida. Nadie la haba archivado nisterio de Cultura, y nadie poda dar cuenta de ella. Esa desaparicin extraa haba empujbeca a ayudar a Edward Fitz-Lyon, ya que, en realidad, era muy extrao que semejante objrdiera de esa manera; y ella no estaba dispuesta a que se pusiera en entredicho su trabajostigio por un asunto tan turbio.

    * * *..

    cos das despus de haber conocido a Edward, se anim a ayudarlo; y juntos iniciarovestigacin apasionante detrs del tesoro familiar de los Fitz-Lyon. Un tesoro nico e irrepe

    e ella esperaba poder tener unas horas en su poder cuando lo encontraran. Lo anhelaba a pestismo del ingls. No contestaba sobre el tema ni sobre ningn otro que se le insinuara, de ecta o indirecta, referido a su vida personal, profesional o acadmica. Era el tipo ms reservada haba conocido, pero, a pesar de todo, confiaba en que si daban juntos con la famosa piedara que ella la estudiara, fotografiara y tuviera unas horas, antes de esconderla para siemprea fuerte de algn banco de Londres...

    * * *

    ..

    desperez en la cama y la abandon con lentitud. Estaba en Lombarda, concretamente en elComo. Unos amigos muy queridos la haban invitado muchas veces a visitar la maravillosa zodio de la montaa y ella haba aprovechado para ir en octubre gracias a unos das de vacac

    ndientes para intentar distraerse y olvidar en parte a Edward Fitz-Lyon, del que se amorado como una ingenua quinceaera, al poco tiempo de compartir vida e investigaciones ci de la cama y se mir en el enorme espejo del bao: estaba ms delgada que de costumbre

    nsada. Se toc la cara con los dedos y record la mano enorme y elegante de Edward acarici

    cuello, los brazos, la espalda. Se estremeci. A sus veintisis aos no tena demasiada expern los hombres ms bien su experiencia era bastante pobre, aunque tampoco era una ingenua nta. Sin embargo, haber estado con Edward Fitz-Lyon le haba despertado cada centmetro l, de su feminidad, de su deseo. Lo haba amado con locura y sin lmites durante los seis mese

    ba pasado a su lado y nunca en lo que le restara de vida podra olvidar la sensacin de sentir sgada a la suya, su aroma nico y varonil, el sabor de sus besos, el sonido de su risa o el brillo ds color turquesa, los ms preciosos y profundos que hubiera visto jams.

    Bec la voz de su amiga Cosima della Gherardesca la sac de su nuevo ataque de desolaoranza de golpe; se puso el albornoz y sali del bao para saludarla, nos vamos a Venecias y media, el cocktail empieza alrededor de las ocho. T ests bien?Perfectamente, gracias. Hoy hago yo la comida, se lo promet a tu madre.

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    S; creo que Luciana tiene todos los ingredientes para la paella; te espero abajo. Sigues pendon Misterioso?Es inevitable.l se lo pierde, Bec. Si se ha ido de tu lado, l se lo pierde. Cosima avanz hacia ellraz con fuerza. Rebeca se hundi en su hombro y volvi a llorar. Lo echaba tanto de mendie de su entorno nadie poda comprender esa aoranza por un hombre que haba andonarla como a un pauelo desechable en el hospital de Windsor. Ya ests mejor?S, gracias.La observ salir del cuarto enjugndose las lgrimas. Cosima era su mejor amiga desde hacasde que juntas haban llegado a Oxford para estudiar Arqueologa en la facultad ms famosndo. Una de Italia, otra de Espaa; las dos se haban hecho inseparables, y, sin embargo, ni silla le poda explicar con detalles toda la historia de Edward. Si la versin simple le haba para locura a todo el mundo, lo que en realidad haba sucedido poda resultar hasta peligroso inmpartirlo con alguien.Volvi sobre sus pasos, mir la hora y comprob que eran las diez de la maana. Tena tiemsayunar y hacer la paella. Luego se arreglara para acompaar a su amiga hasta Venecia. Noseos de ir, pero no poda negarse despus del modo en que la haban recibido.Media hora despus, desayunaba en la terraza con vista al maravilloso lago mientras hojeabacumentos que haba conseguido en Internet. Eran investigaciones, serias y contrastadas, uimia. Edward no le haba explicado nada ms que lo que haba dicho en su confesin en Wina no recordaba nada despus de aquello al parecer, se haba desmayado, y sus recuerdnudaban cuando haba abierto los ojos en un hospital, sola. A partir de entonces, no haba hgn rastro de Edward en su vida. Llevaba meses estudiando y profundizando en el tema uimia; necesitaba saber, aprender, y, aunque la historia de Fitz-Lyon pareca pura fantasaaba cada vez ms convencida de que era cierta. Haba estudios muy serios sobre el tema, traormes sobre la transmutacin de los metales, sobre diversos elixires, sobre aquella cmigenia que en sus orgenes buscaba la sanacin de enfermedades a travs de la armona en

    erpo y la mente.Aunque la alquimia goz de gran popularidad en la Europa medieval, le haba explicado su mOxford cuando acudi a l buscando ayuda, sus orgenes son difciles de determinar. Mores suelen retroceder hasta Egipto el libro sagrado de los primeros alquimistas podra habe

    dactado, supuestamente, por el propio dios Toth, y otros nos llevan directamente a los oritorios de los druidas europeos. La verdad es que jams se han podido recopilar documentos frespecto. Esencialmente, porque muchos de los estudios e investigaciones desarrollados puimia fueron transmitidos de forma oral por los interesados, o de forma escrita a travguajes simblicos hermticamente protegidos contra miradas mezquinas. Una forma de

    nsajes era a travs de piedras consideradas sagradas, por ejemplo, como aquella de la que blas. Muchos tratados se basan en la creencia de que los cuatro elementos bsicos fuegorra y agua y los tres esenciales sal, azufre y mercurio representan, en s mismos y relaciore s, el secreto de la salud y la vida eterna. Sin embargo, hoy en da, no son ms que un autsterio, querida Rebeca.Piedra sagrada como la que tena Edward y ambicionaba Mark Shaughnessy, la misma por labos se haban enzarzado en una lucha descarnada de la que ella haba sido testigo.Shaughnessy era escocs y tan atractivo y enigmtico como el propio Edward Fitz-Lyon. rado en su vida unos meses antes que Edward, financiando parte de su excavacin en Dalkey

    haba visto un par de veces durante las excavaciones, incluso l los haba invitado a su maravtillo en la Tierras Altas para celebrar los hallazgos, pero jams le haba dado mayor import

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    sta que vio la cara de Edward al or su nombre. l le explic que Mark Shaughnessy era, sin dresponsable de la desaparicin de la piedra. Edward estaba convencido de que juntos haban llEscocia para enfrentarlo y solicitarle la restitucin del tesoro. Shaughnessy los estaba espenquilamente cuando aterrizaron en su casa sin invitacin. En realidad supo Rebeca al or el su rida charla con Edward, l haba provocado la excavacin para presionar a Fitz-Ly

    nducirlo hasta l. Una maniobra que a ella se le antoj exagerada, por desconocer la larga hie los una. El escocs los retuvo en el castillo. A ella la aisl en una sala sin puertas ni vennalmente, consiguieron huir, despus de una pelea salvaje entre ambos. Edward la haba rescsu confinamiento, y juntos haban escapado como delincuentes de aquel castillo perdido, cercerdeen, con la piedra a buen recaudo entre sus pertenencias.Ese haba sido el inicio de todo, de sus dudas, de sus preguntas, de sus preocupaciones y de su La aventura en Escocia los uni de forma inevitable, y, al final, la pasin contenida estall. Paidamente de ser camaradas y amigos, a amantes secretos y furtivos. Amantes al fin. En Stca de Edimburgo, la bes por primera vez; y, solo unas semanas despus, en Londres, tras ms de salidas nocturnas, paseos, charlas interminables, le hizo el amor. Despus de esa noche, separaron ms. Al principio, pasaban los das encerrados en su apartamento del c

    mpartiendo lo poco que haba para comer, sin encender las luces, a oscuras, sin telfonernet, disfrutando solo de su piel y su pasin sin lmites. Ella se haba deshecho literalmenor en sus brazos y, finalmente, cuando decidieron salir a la luz y recuperar la vida, esta

    mpletamente enamorada de l.Edward la mimaba y la cuidaba como a una joya, aunque no comparta jams confidenciponda a preguntas personales; solo supo que, a pesar de ser un reconocido hombre de negocirdadera profesin era la de mdico. Pero eso a ella eso no le importaba; le bastaba con ver su cundo y hermoso durmiendo a su lado, con or su voz grave y modulada pegada a su odompartir su tiempo y su pasin. Aunque l callara la mayor parte de las horas y, adems, proscubri, temiera por su seguridad.La recoga todos los das del trabajo y de la academia de baile a la que acuda a diario

    ajarse. Estaba all a la hora de comer, de cenar. Pasaba los fines de semana atento solo aches en vela pendiente de su sueo, paseos matutinos para seguirla por la calle. Se preocupabque haca durante el da, quera saber acerca de la gente que conoca, de las llamadas que reciberan celos, era pura y autntica precaucin. Tena miedo de que Mark Shaughnessy se vengararavs de Rebeca y pona toda su atencin en protegerla. Aunque pronto descubri que la ma de protegerla de verdad era dejarla, abandonarla y huir lejos.Te amo le haba dicho una maana mirndola a los ojos. Ella se disolva cada vez que nsu preciosa mirada color turquesa una brizna de amor y le sonri con dulzura. Qu te gu

    cer si pudieras elegir cualquier cosa, cumplir cualquier sueo?

    Vivir contigo el resto de mi vida le haba contestado sin dudar.Y tener hijos y formar un hogar y vivir en paz haba concluido l abrazndola contra su T, yo y nadie ms.

    Pocos das despus de esa charla, se haban separado para siempre. Y no haba ni da, ni honuto en que ella no pensara en l...

    * * *..

    Ests preciosa le dijo Cosima. De negro, con un vestido ceido, se senta guapa y femenina

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    nsacin extraa. Se haba hecho un moo alto pensando que a l le gustaba de ese modo. Se esto un sensual vestido que dejaba la espalda al aire al que solo le haba agregado un echarmos insisti su amiga, es mejor no llegar tarde: son muy estrictos.Rebeca Villadiego sigui a sus amigos hasta el coche y viaj oyendo la agradable charla de AViolante, el hermano y la madre de Cosima, que eran encantadores con ella. Dejaron el autoazzale Roma y tomaron un vaporetto que los llev directo al brillante casino de la ciudayecto corto, pero hermoso, que siempre dejaba a Rebeca sin aliento. Se apoy en una drandillas del atestado vehculo fluvial y entonces lo not: un peso extrao en el pecho, un escasuave susurro a su espalda.

    Qu sucede, bellsima? Alvaro della Gherardesca se le puso al lado, mientras los pasaban apaciblemente delante de sus ojos. Te mareas?No, estoy bien. Gir con precaucin y escrut los rincones del vaporetto, pero no vio naqu hora crees que acabar el cocktail?

    A las diez, supongo. Despus tenemos mesa en el restaurante de Gigi para cenar. Ya quver a casa para estudiar esos temas oscuros tuyos?

    Temas oscuros?Alquimia, magia, Edad Media. Qu pereza! Bostez con teatralidad. Mi hermana dicscas a tu ltimo novio. Puedo ayudar? Conozco a gente que trabaja en investigacin privada.Gracias, pero no busco nada minti sin proponrselo y se sonroj. Mira, ya hemos llegaEntr al hermoso casino y se perdi entre la elegante y perfumada concurrencia. La gente haitaliano, francs, ingls, alemn. No le cost nada entablar alguna charla superficial, aunque l

    nsacin que haba sentido en el vaporetto no desapareca de su cuerpo. El cocktail era a beneficmuseo de arte medieval en el que trabajaba Cosima, y sus amigos estaban ms interesad

    acionarse bien y dejarse ver que en ella. Por lo tanto, le result sencillo escurrirse y buscar reos del bullicio. Lleg a una pequea terracita con vista al Gran Canal, y, antes siquiera de mirar el maravilloso paisaje, la mano enorme y slida de un hombre se le cerr entorno al brazDios mo! Retrocedi aterrada. Mark Shaughnessy en persona le sonrea vestido de smok

    n un puro en la mano.No grites, ni te muevas o acabars tus das muerta en este sucio canal. Se le acerc y la ar la cintura. Vas a salir conmigo con esa bonita sonrisa que tienes y no intentars nada; qro, seorita Villadiego?La empuj hacia la salida, Rebeca temblaba y miraba el suelo para evitar llamar la atencinnte. No saba qu quera ese hombre de ella, pero no era nada bueno. No despus de haber ensu casa y de haberle sustrado junto con Edward la piedra que los dos hombres se disputaban...

    * * *..

    Qu te cont tu mdico ingls antes de abandonarte?Nada.Nada? Shaughnessy se desplom a su lado en el taxi fluvial veneciano que corra puas del canal con una velocidad excesiva. Dnde est?No lo s.Bueno, te creo. De todos modos, ahora lo descubriremos. En cuanto sepa que ests en mi Le puso la mano en el muslo y la desliz por la falda levantndosela. Rebeca dio un respingg un empujn. Ah, remilgos? No quieres calentar mi cama fra y solitaria?

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    Djeme en paz!Mira, mujer la agarr del cuello y la estamp contra el respaldo duro del barco, ermento peligroso. Sabes ms de lo que debiste saber jams. Tu amante te vendi al ponerriente de un secreto ancestral y tan valioso que tu insensata cabecita nunca ser capaz de asi que no me provoques: no quiero matarte antes de que tu Edward aparezca. Me oyes? Rnti con lgrimas en los ojos. As me gusta.Media hora despus, la meta a trastabillones dentro de un palacete en el barrio de Lido, frenecia. Rebeca no saba qu pensar. En su cabeza, sin embargo, daba vueltas una nica idea, e Edward en realidad no menta, aunque aquella confesin le pudiera costar la vida.Cay de rodillas dentro de una habitacin alfombrada y se levant de un salto, buscando la forir de all cuanto antes. Revis las ventanas, las puertas, las rendijas; se puso a gritar pidxilio y dio patadas a las paredes sin conseguir ningn resultado. Shaughnessy era lisviamente, haba conseguido una buena guarida. Se sent en el suelo y comenz a respirar hra pensar; pensar y relajarse, con la intencin de salir de all antes de que su captor pudiera posolo dedo encima a Edward.Mujer! Escuch Rebeca y se levant lista para defenderse, pero Shaughnessy no hizovo caminar a su alrededor con una sonrisa pintada en la cara. Lord Fitz-Lyon me acanfirmar por telfono que no le interesa nada de lo que te pueda suceder aqu. Qu opinas? Mante te fuiste a buscar: un viejo alquimista de cuatrocientos aos y tan cobarde y egosta comegial. Se le acerc, mientras ella lo miraba con los ojos muy abiertos, y le acarici el pelo o

    ondulado. S, muchachita, toda esa historia que te cont es cierta. l es una especie de guasecreto, del Elixir de la Vida Eterna, que fue descubierto por nuestros maestros en los albores

    toria. Edward Fitz-Lyon fue el elegido para custodiarlo. l, y no yo. Una injusticia que debe ra que la balanza se incline a mi favor dijo con una voz gutural. Y t, preciosa, t sers l

    ayude en esta guerra que lleva demasiados siglos librndose. La agarr del brazo y la serior. Tu amante est ah afuera, acechando en algn rincn, lo s, listo para atacar. aremos esperando.

    Usted? susurr ella mirando de cerca el rostro fuerte y hermoso de Shaughnessy cntn firme cubierto de barba y el pelo oscuro que haca resaltar los ojos verdes. Es ustuimista?

    S, muchachita curiosa. Qu sabes de la alquimia? pregunt mirando la noche venecialo oscuro cuajado de estrellas.Muy poco.Como todos. Suspir. La alquimia ha sido considerada durante siglos como una disculta, una pseudociencia al margen de valores cientficos convencionales. Su fama de maldpa de los fanatismos religiosos que le han impedido a los seres humanos conocerla como fue

    bidura y saber algo de los valiosos xitos que ha conseguido a lo largo de su historia. Las relighan mantenido al margen. Ellos, y gente como tu Edward Fitz-Lyon, han consagrado su vntener ocultos y en la sombra nuestros conocimientos. Tienes miedo?No. Cuadr lo hombros y lo mir desafiante. Su cuello de bailarina, fino, delicioso, esn total dignidad. El escocs la mir de arriba abajo y comprendi, una vez ms, por qu Ez-Lyon haba perdido la cordura en sus brazos: la muchacha era dulce y sensual, y coneligencia que exceda a la de la mayora de la gente.Claro que no tienes miedo. Eres valiente, no, Rebeca? La abraz por la cintura buscanca, pero ella le plant un puntapi en las canillas que lo hizo retroceder indignado.

    Maldita!Levant la mano en direccin a ella, y, entonces, una voz fuerte y clara lo detuvo.

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    Shaughnessy! La voz de Edward los paraliz a los dos, pero el escocs fue ms rpidet con fuerza delante de l, pegada a su cuerpo. Te matar si la tocas lo amenaz.Fitz-Lyon Mark habl sin ninguna emocin, dnde tienes las piedras, ingls?Ese no es tu problema. Ven aqu, pequea.Edward estir la mano hacia ella, pero su captor la agarr por el cuello y la lanz contra eln una fuerza descomunal que la hizo caer de lado y sentir cmo su hombro derecho cruja cpacto.Maldito arrogante, Fitz-Lyon. No aprendes, verdad? Dame las piedras, y te entregochacha.

    No he venido por la mujer. Estoy aqu para acabar de una vez por todas con nuestra guerrams permitir que maltrates a una dama en mi presencia. Se te han olvidado los buenos mod Shaughnessy? Guard un segundo de silencio. Rebeca, vamos, levntate.He dicho que no. Shaughnessy se puso en medio de ambos impidiendo que se miraran a l

    Sabes lo que quiero, y yo s lo que t quieres. As que no sigamos con este circo.No, gracias. Continuaremos como antes de la aparicin de la seora en nuestras vidntendremos el equilibrio. Pactaremos una tregua por el bien de nuestro secreto y de la alqujala marchar, ella no supone ningn problema.Sin quitar los ojos de Edward Fitz-Lyon, Mark extendi el brazo en direccin a la joven y la le

    suelo de un tirn. Ella se quej. El escocs la hizo girar bruscamente y la puso delante de Edbeca pudo entonces mirar frente a frente sus ojos transparentes, y las lgrimas empezaron a rr las mejillas sin ningn control.Voy a matarla ahora mismo.Subi la mano por su cuello fino y empez a presionar con fuerza, mientras ella se revsesperada. Edward se movi a un lado y la aparicin de una sombra enorme a su espalda pre Shaughnessy se tensara an ms.El hombre era inmenso, con la piel oscura y estaba cubierto con una gran capa que le dapecto aterrador. No habl, pero con un movimiento seguro arrastr la capa hacia atrs y sa

    orme sable curvo que brill a pocos milmetros de la cara de Rebeca. Mark retrocedi y la asin ms fuerza.Matar a la dama y luego a ti, maldito seas, Mark Shaughnessy.Qu haces aqu, Mufat?Cuidando del tesoro, cumpliendo con mi deber sagrado.Levant el sable y se lo puso a la joven a la altura de los ojos. Luego lo elev por encima beza, y ella pudo seguir con pavor la trayectoria del arma cortando el aire. Ya estaba todo decins, morira ah, en el Lido de Venecia, con Edward mirando impertrrito su final, mientras ca nada por ayudarla. Cerr los ojos y se puso a rezar. De repente, un movimiento brusco l

    er con fuerza contra el suelo, grit por el dolor en el brazo, pero no se movi. Sin embargono firme la agarr y la arrastr literalmente hacia el pasillo. Edward la sostuvo con fentras la llevaba escaleras abajo. Sus piernas no tocaban el suelo; a su espalda, los grldiciones de los alquimistas no le permitan concentrase en la huida. Se senta como una eseca de trapo.

    Bien, bien, bien. La pos suavemente sobre la acera, revisndole el cuello y la cara en buridas. Mrame! dijo sujetndole la cara. No mires atrs, quieta, qudate derechmento. Un estiramiento brusco, pero preciso le coloc nuevamente el hombro en sunque las manos expertas del mdico haban sido rpidas, no pudieron evitarle un dolor tan in

    e la hizo caer de rodillas al suelo. Arriba, ya est. Mrame, cario. Pequea, qu tal ests?Qu que tal estoy? Lloraba desconsolada. Dnde has estado? Por Dios, Edward. Po

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    iste de m?Calla. Se acerc y la bes con suavidad en los labios. Ahora vas a subirte a ese taxi fluvas al aeropuerto, me oyes? Rebeca!Dnde estabas? Qu pas? Sabes acaso por lo que he pasado estos ltimos meses? M, Edward!

    Lo s, lo s. Lo que hice lo hice porque te amo, porque quiero protegerte. No lo olvides jora sube a esa lancha y vete. Ponte a salvo.Y t?Yo te buscar en Londres minti. Ahora, vete!Se miraron a los ojos, se abrazaron con fuerza, y Rebeca salt dentro de la lancha con prismbre que la conduca apret el acelerador provocando que se cayera contra el suelo. Adividuo ni siquiera la mir, gir con pericia y enfil directo hacia el aeropuerto Marco Polo doperaba un vuelo privado. Una hora despus, sobrevolaba Venecia con direccin a Inglaorida y agotada, llorando en silencio, ms confundida y asustada de lo que haba estado en to

    da.Seora? La voz de la azafata la hizo saltar en su sitio. Esto es para usted.Gracias.Agarr el maletn de cuero que le ofrecan y lo apret contra su pecho antes de abrirlo. Eletn de Edward, no tuvo dudas. Cerr los ojos y llor; llor mucho rato hasta que se sinti mlimpi las lgrimas y fue capaz de abrir el portafolios. Su nico contenido era un cuamoroso, con tapas de cuero forjado. Lo abri con precaucin, y entonces la letra elegante y sEdward Fitz-Lyon le provoc un tremendo escalofro. Lo sujet con cuidado y empez a leer...

    * * *..

    tas son mis memorias. Las memorias de un inmortal que ha sobrevivido cuatro siglos; lelama, con atencin y sosiego, pequea.Hace cientos de aos, en los albores del tiempo, en la verde y hmeda ire, un grupo de uidas consigui elaborar el ms preciado de los tesoros: el Elixir de la Vida Eterna. Desdmer instante, los cuatro sabios decidieron proteger y salvaguardar el secreto de las m

    discretas, de las conciencias livianas y de la ambicin sin lmites del ser humano. Aislarmula y la plasmaron en una serie de ocho piedras que se repartieron, equitativamente, para prornamente el tesoro. Un tesoro que acab, a inicios del siglo xvii, en manos de un nico alquijoven mdico de Londres, yo mismo, elegido por todos como el depositario de sus secretos

    atrocientos aos despus, sigo viviendo y custodiando aquel valiossimo tesoro. Cada cienbo cumplir con una sagrada obligacin: renovar el Elixir de la Vida Eterna, repartirlo entmortales que campan por el mundo y luchar con honor por mantener a salvo la frmula, tal y

    previsto por aquellos druidas originales.En este largusimo periplo ha habido buenos y malos momentos, soledad y compaa, desespeosiego, algunos amigos y, en ms nmero, enemigos. El mayor y ms peligroso es uno quido la mala suerte de conocer, lord Mark Shaughnessy de Edimburgo. Shaughnessy es un inmci cien aos antes que yo. Fue un valiente y combativo guerrero escocs, pero al conocer el ss traicion, rompi todas las reglas impuestas por los druidas y fue condenado al destierro. ba sido el primer elegido para cumplir la tarea de custodio del tesoro, pero, debido a sus exceu rebelda contra las reglas de los druidas, fue castigado y apartado. Luego, me concedieron

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    nor a m. Desde entonces, Shaughnessy ha luchado denodadamente contra nosotros.Siento en el alma que te hayas visto envuelta en medio de nuestra guerra, pero no lamentar haberte conocido, Rebeca Villadiego. Eres una de las personas ms importantes de mi vi

    guramente, la nica mujer a la que he amado. Por esa razn, he jurado protegerte, amapararte el resto de tu vida. Velar por ti, amor mo, y jams podr olvidar ni tus ojos oscurosravillosa sonrisa.

    Rebeca no pudo seguir leyendo. Con la vista nublada de lgrimas, suspir y se limpi cuelo de papel. A su lado, apareci la amable azafata con una taza de t y ella la acept conrisa. Sinti perfectamente el delicioso lquido caliente que bajaba por su garganta y eevamente la vista en los papeles, pero no vio nada. Pestae y se apart el pelo de la cara, petil. Una neblina espesa empez a embotarle los sentidos. Quiso levantarse, pero no pudo. Inver las piernas, que no le respondieron. Quiso hablar, y tampoco fue posible. Dos seg

    spus, cay completamente dormida sobre una de las amplias butacas del avin...

    * * *..

    Dios mo!Se despert jadeando. Era de da. Mir hacia la mesilla de noche y en ese mismo instante eloj se encendi dndole la fecha y la hora: Es jueves 23 de octubre, son las ocho de la maanafico del centro de Londres fluye con normalidad. Londres?Salt de la cama oyendo el resto de la informacin ofrecida por el locutor de radio, corri hantana de su apartamento y abri las cortinas: lloviznaba, estaba nublado. Se mir a s miarici su pijama favorito. Llevaba el pelo suelto. Cmo haba llegado a su casa? No lo recolanz al saloncito a buscar el cuaderno de Edward. Movi sillones, cojines, cajones, y no lo

    r ninguna parte. A las nueve, con la casa patas para arriba, su telfono mvil son sobresaltn

    su ayudante, Charlenne, que preguntaba por su tardanza.Dnde te has metido?Estaba en Venecia.Venecia? Charlenne solt una tremenda carcajada. Perfecto, llmalo como quieras,n aqu ahora mismo si no quieres que nos despidan a las dos.Cmo?La reunin con Petersen, recuerdas? Vamos, Bec, corre. No tenemos demasiado tiempo.Se duch y sali a la calle cada vez ms confundida. En el telfono mvil los nmeros de Eaparecan. Lleg al museo y se sinti como en trance: todo era muy confuso. Asisti a una re

    permaneci en absoluto silencio hasta que pudo llegar a su oficina para hablar con Charlennca, una estadounidense muy alegre que estaba de becaria en Londres, la mir rindose a carcae sus preguntas.No sabes dnde has estado?No he dicho eso buf un poco desesperada. No ha llamado Edward?Qu Edward? Tienes novio?No te acuerdas de Edward Fitz-Lyon?No poda ser. Charlenne lo llamaba Adonis por lo guapo y elegante que era. La mir a los mprendi que la joven no intentaba tomarle el pelo.Charlenne, dime, no te acuerdas del asunto de la piedra de Dalkey, de la excavacin, del z-Lyon?

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    Dalkey? Algn problema con el papeleo?No recuerdas mis vacaciones al Lago de Como?Cundo?No sabes nada de Fitz-Lyon, de las piedras, de mi viaje a Escocia, de su desaparicin?No, pero qu te pasa? Llevas un ao trabajando en los informes de Dalkey, qu sucede? n rechazado?Madre de Dios.Se sent en su butaca tapndose la cara. Aquel era un dilogo de sordos y estaba a punto de gm el telfono y llam a su familia en Espaa, a sus amigos. Nadie recordaba nada de Edwardon, de las famosas piedras, de su romance. Desde Italia, Cosima della Gherardesca le jur ques aos que no se vean. Al final de la maana, estuvo a punto de pedir el ingreso en una cquitrica. Ni siquiera en Internet pudo localizar informacin alguna sobre Edward Fitz-Ly

    ark Shaughnessy. No existan y, al parecer, sus recuerdos, sus sentimientos, sus penas y sus alempoco.Entr en una depresin profunda. Sigui asistiendo al trabajo, cumpliendo con sus obligacioardando un mutismo absoluto, porque, cada vez que intentaba aclarar algo sobre su ltimo ada del que no recordaba nada salvo su periplo al lado de Edward sus amigos la miraban co fruncido. No volvi a bailar en la academia, ni a rerse a carcajadas, ni a comer con oraba cada vez que se quedaba sola y solo aspiraba a estar en casa, a salvo y, de ser posible, dlas sbanas...

    * * *..

    s meses despus, en plenas fiestas navideas, se fue a Windsor y pas dos das caminando pededores. La antigua casa familiar de Edward, donde l pasaba la mayor parte de su vida, era

    lo xxi, un hotel. Nadie la conoca ni se acordaba de ella, pero no le import. Recorri cada rla bella ciudad que l tanto amaba, sintiendo su presencia, su espritu. Se sent a orillas dnde l le confes su secreto. Fue al hospital Hartford para comprobar si haba estado ingresadca tan solo ocho meses y tampoco apareca. Finalmente, regres caminando a la estacin dra volver a casa.Signora? Rebeca se dio vuelta hacia el anciano que se diriga a ella. Se hizo a un lado y so para que ocupara su asiento en el tren, pero el hombre no se movi, as que ella lo mir cs negros muy abiertos. Lo siento, mi ingls es psimo. No se acuerda de m?

    No, lo siento.

    En Venecia, en octubre, el cocktail en el casino. Rebeca sinti un golpe certero en el pechant como un resorte. Soy Marco Montofano, amigo de la familia della Gherardesca. Llenservacin del museoS, s, claro, seor Montofano. Claro que me acuerdo. Sonri feliz, le dio dos besos udo y le pidi que se sentara a su lado.Montofano y su esposa estaban de visita en Inglaterra y la haban visto por casualidad. Rebecado el trayecto hacia Londres hablando con ellos, tan entusiasta y alegre, que los ancianos a veraban sorprendidos. Llegaron juntos a la estacin Waterloo, se despidieron, y, entonces, ellarriendo hacia su casa.Un cabo suelto, amor mo susurr mientras caminaba a toda prisa por el Puenestminster, un maldito cabo suelto.

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    Se ri con lgrimas en los ojos. Ya no estaba sola: l segua vivo en algn lugar. Se arrebujrigo y llam a Charlenne para que se encontraran en su casa. Necesitaba ayuda para localiba que lo conseguira y solo esa posibilidad la converta en la mujer ms feliz del mundo.A su espalda, pocos metros por detrs, Edward Fitz-Lyon la observaba con una sonrisa en la caba hecho todo lo que le haban ordenado, todo lo necesario para mantenerla al margen y a ba borrado huellas y recuerdos, pero una vez ms el destino se haba impuesto. Lanz la coliarrillo al suelo, mir hacia el cielo y sus ojos claros se cerraron al sentir las gotas de lluvia soa. Suspir y sali corriendo detrs de ella.

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    De bombones ypor Gabriela M

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    Gabriela Margall es escritora, historiadora, investigadora y docente universitaria. Con tan solbros publicados, Si encuentro tu nombre en el fuego(2006), Con solo nombrarte(2007) y Lo q

    se nombra(2008), y varias ediciones agotadas, se ha instalado como una de las nuevas vocesnarrativa histrica. Audaz y ldica, en este cuento da un giro de timn y coquetea con un chi

    ambientado en la Buenos Aires a

    ..

    ba das de verano en los que Mara senta que todo se apoyaba sobre su espalda. Todo, quiz,masiado abarcativo. En realidad, era su vida la que haca que su espalda crujiera a cada momenz, su trabajo que la obligaba a estar parada durante ocho horas murindose de calor. O

    mo su padre siempre deca, era que caminaba encorvada.Fuese la razn que fuese, las tardes del verano porteo, de aires hmedos, difciles de respi

    ristecan. A las tres de la tarde se preparaba para ir a trabajar con toda la modorra que el vtalaba en su cuerpo. Ya haban pasado las vacaciones de enero, siempre insuficientes, y pararse para ese evento del verano que detestaba ms que a ninguno. Trabajar en el restauranurgogne del Alvear Palace Hotel no ayudaba para nada. A la gente de dinero que visitaba Bures y a los propios residentes les encantaba festejar esa fiesta endemoniada.Mir por la ventana, y el cuello se le retorci en una mueca. La avenida Rivadavia ya hervnte festejando San Valentn.Tendra que haberme pedido el da protest masajendose la nuca. Por qu no ped ee grit al pececito naranja que oficiaba de mascota y se mova de un lado para el otro de la p

    dro mova la cabeza, como dicindole no aprends ms.Son el telfono.Hola.Cmo ands?Con los pies.Ja, ja.Cmo ands?Bien, pa.Seguro?S.

    De mal humor?S.Vas a trabajar?MmDijiste que ibas a pedir el da.Prefiero guardrmelo para cuando lo necesite.Penss que va a aparecer?Seguro, es su fecha favorita.Te voy a buscar?

    No, pa, gracias. Voy a estar bien.

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    Mam te manda saludos.Mandale a ella, anda bien?S, dentro de un rato salimos a cenar.San Valentn es una fiesta importada que tratan de imponernos para aumentar el consumo. eno, que la pasen bien.Chau, nena, cuidate. No protestes mucho.No, pa. Chau.La frente y el ojo le latan de dolor. No quera por nada del mundo recibir la marea de hormeradas que haba en la calle. Corazones rojos, peluches made in China, ramos de rosas envuelofn, olor a chocolate barato que sala de las cajas en forma de corazn. Cada tem de San Vauna contractura ms en la nuca.

    No quera ir a trabajar. Piernas y brazos se negaban a vestirse, aunque fuese con la ligera rorano: una pollera de lino fucsia, una remera naranja de breteles, unas ojotas que gracias arcitas pasaban por sandalias.Volvi a mirar por la ventana, esta vez, hacia el horizonte. El horizonte de Buenos Aires haste la calmaba: el sol todava no haba empezado a bajar y poda sentir que lastimaba la piel a

    vidrio. Se llev la mano al hombro y se lo masaje suspirando. Le gustaba su departamentoera conservarlo, tena que trabajar, aun en San Valentn.Le dio la espalda al horizonte para mirar su pequeo hogar. El empapelado era de los aos seo podra haber decepcionado a cualquiera menos a ella, devota de todo lo que fuera cultura popapelado naranja y marrn era un sueo hecho realidad. Haba mucho naranja, en ella y en sue senta una especie de chica Almodvar. Tambin rosa, celeste, verde, el comedor pareca unasa de caramelos. Su madre, tan parecida a una madre Almodvar, habra preferido que fueores ms claros y serenos, como le sugiri la primera vez que la visit en el departamentofiri decirle que s y despus hacer exactamente lo que deseaba, mtodo que su progelizaba con frecuencia con su propia madre.S, quera conservar el departamento Almodvar con ventana a la avenida Rivadavia y ha

    rizonte del oeste, con los ruidos de los colectivos por la noche, como una especie de arrorr usmoderno, y no poda darse el lujo de faltar sin aviso y hacer que le descontaran el da. Se tecambiar como pudo y sali con la mochila violeta de la que nunca se separaba.El calor de febrero la golpe con violencia, dejndola sin aire por diez minutos. Probablemiera treinta y dos o treinta y tres grados, lo que implicaba que la cocina de La Bourgogne seierno. Trat de no volverse loca. Todava era la hora en que la mayora de la gente sala de trao en la que todos saldran a festejar la fiesta extranjera de bombones y rosas.

    Toda la marea de vendedores ambulantes ofreca tarjetitas con frases ridculas y flores de teltitas de algn material transparente. Todos gritaban a su alrededor las loas al amor, mientra

    taba de no respirar el olor a sobaco mugriento del tipo que tena al lado. Haba gente que elearse en verano, pero ese tipo haba elegido no baarse nunca en su vida y usar sus axilas mas de destruccin masiva dentro del subte.Baj en Congreso y esper el colectivo en Callao. Como todos los das, se lament por eado de la confitera El Molino y se enoj con el capitalismo y con el intendente de turnrmitir que confiteras tan hermosas como El Molino o Las Violetas entraran en quiebra y llegsaparecer. Por suerte, Las Violetas, que quedaba sobre Rivadavia solo a cinco cuadras de suba logrado sobrevivir a la crisis y sus famosos Mara Cala alimentaban los estmagos chismella y sus amigas una vez al mes. Pero El Molino no poda levantar cabeza, y los prob

    diciales y el asqueroso holln de los colectivos eran su actual estado. Su abuela le haba contads brillantes cmo su abuelo la haba llevado varias veces a merendar chocolate con churros

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    as eran historias que no poda situar en el edificio que se adivinaba detrs de los horribles cae ofrecan celulares y entradas para el recital de Madonna.La tristeza por ver en la ruina algo tan hermoso como la torre de El Molino fue reemplazada ia de tener que soportar a Buenos Aires engalanada de rojo y corazones hasta el hartndedores excitados ofrecan cualquier cosa en nombre del amor a novios, maridos, amancos-que-estaban-conociendo-chicas, que intentaban hacer cualquier cosa por complacer

    mas que adoraban San Valentn por alguna razn que Mara ignoraba. Por la ventanilla le entrae sucio de las avenidas, sin ofrecer ningn alivio al calor del colectivo.El celular vibr en el bolsillo de la mochila: San Valentn es el da del amor. A todos mis amdigo: los kiero mucho!!!!!!!.

    Ah, la optimista, romntica, inocente, enviadora de cadenas de mails y mensajes de texto Clen, al parecer, la quera mucho, pero nunca recordaba que las faltas de ortografa la sacabcio. No en vano su madre era profesora de literatura. Haba logrado generar en su hija un verd

    sprecio hacia la gente que haca gala de las faltas de ortografa y soaba que as escriba menovadores.

    Qu ms poda enfurecer a Mara que un mensaje que no solo haca referencia a San Valentne falsificaba an ms esa despreciable fiesta? Una jefa en plena menopausia excitada polentn.Ernestina era una excelente chef, una de las mejores de Argentina. La Bourgogne haba camto desde su llegada que Mara no poda reconocerla: se haba sofisticado, la clientela se

    versificado y haba salido una vez en una revista gourmet de Pars. Ernestina iba a la vangui ms adelante que El Bulli de Ferrn Adri, lo que era decir mucho.

    Pero Mara la detestaba con ganas.Claramente en la menopausia por la constante transpiracin que chorreaba de su cara enrosta niveles preocupantes, viva en un estado general de excitacin que desbordaba en la cocinra como persecucin paranoica hacia Mara o como estado de calentura general hacia M

    udante de veintids aos, que, segn sospechaba Mara, era su esclavo sexual.

    El nimo de Ernestina se haba magnificado en un doscientos por ciento desde haca tres mando haba iniciado las grabaciones de un programa semanal de cocina en un canal de cable,al Mateo era su asesor. Desde haca tres meses, la vida de Mara como pastelera de La Bourba pasado de ser el paraso de los pasteleros en Argentina a ser una especie de eterno San ValeLleg quince minutos tarde, entr a la cocina con una mano alzada hacia Adrin, que seguraestaba mirando fijo por la demora, pidindole que no dijera nada. Ernestina no pas por adanza y no entendi que la gente se estupidizaba en San Valentn y que el trnsito estabamplicado que de costumbre. No le dijo, por supuesto, que era uno de esos agotadores das en loex marido apareca para declararle amor eterno y tratar de hacer que ella volviera a caer e

    des de metedor de cuernos crnico siempre perdonado.Se puso a trabajar con el uniforme derritindola por dentro y los pies nadando dentro de los zutena nada que envidiarles a las pasajeras del hotel que disfrutaban del spa en el segundo pis

    opio uniforme se encargaba de darle un bao sauna de ocho horas.Adrin era el sous chef de La Bourgogne, el verdadero cerebro, a criterio de Mara, detrshada siempre vivaz y constipada de Ernestina. Mara pensaba que l podra haber sido rugbbiera querido, de hecho, un hermano menor suyo jugaba en los Pumas, dato que le haba llar los ojos a su padre, fantico de cualquier deporte. Ya no era un chico, era muy, peroactivo, y no ocultaba, como ella, que estaba divorciado.

    Trabajaban bien juntos y Mara consideraba una bendicin los das que Ernestina grabaograma y se llevaba a Mateo. Tristemente, esos das nunca coincidan con los malos das de

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    s malos das eran malos das de verdad: el biscuit pareca de mrmol, las veinte claras que colla batidora no alcanzaban nunca el punto nieve y el almbar para hacer merengue italia

    ucaraba sin que hubiera razn aparente. Los macaroons se le quemaban en el horno elctrics que ella digitase bien la temperatura y el tiempo de horneado. Y ni hablar de la crema de los malos das de Mara, la crema de leche se converta automticamente en manteca al pasa dedos.

    Por qu no la echaban? Simplemente porque nadie fileteaba frutas dejando las porciones rejas, de un milmetro de espesor, ni siquiera Eduardo a quien Mara consideraba una especdad de la gastronoma. Tampoco nadie saba exactamente el punto en que las touiles de almaban para hacer las canastas. A Ernestina le gustaban mucho las cosas en canastas de touluso ms que Mateo, sospechaba a veces Mara. Y, adems de todo, era difcil encontrar ndo, bueno, quiz en Europa se consiguiese, alguien que tuviera la temperatura exacta en el c

    ra medir la del chocolate cobertura al setenta por ciento de cacao de Venezuela, el ms carndo. Varios restaurantes de Buenos Aires se disputaban a Mara, incluso le haba llegado a

    opuesta del exterior que ella todava no se senta en condiciones de aceptar: es decir, era mimquera alejarse mucho de sus padres y sus amigos.

    En los das malos, y San Valentn era un da malo, Adrin la vigilaba de cerca, en particulartar que Ernestina, que tambin la vigilaba de cerca, la encontrara mandndose alguna gansadaPuta madre!Se haba equivocado y puesto las cerezas en brandy en lugar de en Cointreau, lo que era un descerezas estaban arruinadas y tena que empezar de nuevo. Adrin no se haba movido de su

    ro Ernestina vio todo y envi a Mateo a ayudarla con la Espuma de cerezas al Cointreau, andy. Lo que hizo de San Valentn algo inmejorable: pasara casi siete horas con un mocontids aos con el pelo pegado en la frente como si se lo hubiera lamido una vaca, que repeses viste? y tipo que cada cuatro palabras y cuya ambicin principal era cocinar delana cmara. La televisin est matando a la cocina, deca Eduardo, y tena razn. Los momo Mateo le daban el golpe de gracia.

    Despus de una hora de trabajo preparatorio, Ernestina los reuni a todos junto a la cocinangarlos. Mara se cruz de brazos mientras escuchaba, pasaba el peso del cuerpo de una piea, chocando a veces con Adrin que no se molestaba en alejarse.Vamos a pasarla bien, a disfrutar, a gozar de cocinar para los dems. No sienten el amore? Yo s lo siento. Que viva el amor!Evidentemente, Ernestina no era consciente de la cantidad de cuchillos muy bien afiladosededor. El preferido de Mara era el de porcelana para filetear frutas que cortaba ms que cualqacero, nunca se desafilaba y siempre estaba a mano. Tampoco era consciente de los inssinos de Mara en San Valentn.

    Volvieron al trabajo. Mateo no haca otra cosa que hablar con su vocecita de nene delicado mieilaba que ella no se acercara a la crema y la preparaba para el batido.Luciana es divina, viste? Nos mandamos mensajes todo el da, re-loco, nos gastamos todito en mensajes. Lo que pasa es que el novio, tipo como que le mete los cuernos, entonces Lusabe qu hacer y me pregunta a m.

    Que lo deje.Pero ella est re-enamorada de l, completamente flasheada, me entends lo que te digo?Adrin, de espaldas a ella en el otro puesto de la cocina, dej de mezclar lo que estaba mezclmo Mara no hizo ningn ruido que delatara que estaba destripando a Mateo, sigui adelante.

    nri y se concentr en las cerezas. Mateo insisti:Me entends lo que te digo?

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    Que le tire un tanque de desechos txicos por la cabeza y lo deje.No, vos no entends, es re-loco, porque ellos se conocieron en el colegio y un amor as vida tan fcil. Tipo como que es re difcil olvidar a alguien as, hay muchos sentimientos en jueQue le corte la cabeza con una cuchara, se coma los ojos, tire la lengua a los gatos y lo deje.No, claro, yo te explicoMateo, Nacho necesita ayuda con las papas. Dej que ayudo a Mara con la crema.S, Adrin, todo bien, pero tipo como que Ernestina me dijo que trabajara ac con Mara. Yero problemas, viste?

    And, Mateo, yo me encargo.Mara le sonri mostrndole los dientes cuando Mateo pas a su lado para irse con el pobre Ne era un santo y lo toleraba mejor que ella.Adrin trabaj en silencio. A Mara se le dibujaba una sonrisa cuando estaban juntos y tenstar atencin al templado del chocolate porque su temperatura corporal poda variar. Le gusta

    erpo de Adrin lo poco que poda adivinar, le gustaba su cara divertida con los comentarateo y los chistes que le haca Nacho siguindole la corriente. Y le gustaban muchsimo lasnrisas que se le dibujaban en la cara, cuando ella protestaba por alguna equivocacin o resoplabarengas de Ernestina.

    Era evidente que se gustaban, pero ninguno haba hecho nada para concretar algo. Mara no sab Adrin no haba hecho nada, aunque saba perfectamente por qu ella no.Ernestina la vigilaba de cerca, a pesar de tener a Adrin a su lado.Vas a poder hacer la marquise?S, claro, estoy en eso.Adrin pas por detrs de ella para alcanzar una cuchara de madera. En el camino le puso una la cintura, o un poco ms abajo, de manera completamente innecesaria.Ernestina mir hacia Mateo y Nacho, sin moverse de su lugar. Mara crey ver que le miraba eu esclavo sexual, pero no quiso estar segura y volvi a la marquise.Ay, Mateo, qu bien te estn quedando esas papas! Nacho, que la manteca no se queme, p

    eite de oliva.Ernestina, maana tenemos que hablar con el proveedor de frutos rojos dijo Adrin.Hubo algn problema?Ayer contest Mara, despus de que Adrin la mirara y le sealara que respondieraezas no estaban maduras y las frambuesas eran agua.Maana hablaremos, entonces. Hoy sals con tu novio, Marta?Es Mara no tengo novio respondi mirando la cuchara que tena en la mano. Cunto tidara exactamente en sacarle un ojo? Volveran a llamarla del exterior para ofrecerle un puesstelera con ese incidente en el currculum?

    Ah, siempre me confundo! Claro, es que son parecidos, no? Marta sin t. Bueno, una pena qedas disfrutar San Valentn. Es tan hermoso el amor! Empez a alejarse de ellos hacia Macho. Ay, Mateo, qu papas!Vieja psicpata murmur Marta sin t. Como vio que Adrin estaba muy concenzclando con movimientos envolventes la crema con el merengue italiano se sinti en libertad

    mar un bowl y sacarle la lengua a la chef de La Bourgogne.Lleg el momento de templar el chocolate y hacer las famosas lminas de chocolate coberturae nadie poda hacer excepto Mara y que eran la carta de presentacin de las publicidadetaurante. Comprob la temperatura colocndose una pequea porcin lquida debajo del

    erior. El contacto le caus la primera sensacin placentera del da. Lamerse el labio y disfrutocolate que sobraba fue la segunda. Saber que Adrin se haba quedado sin aliento fue la tercer

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    l se acerc con las lminas de acetato impresas con letras de oro oro de verdad y era ms bio que un sabor, y ella lo extendi con destreza, casi como un ritual.Cuando lleg el momento del servicio, la cocina era un gran caos ordenado donde ni siquiera Matreva a un viste?. San Valentn haba trado muchos clientes, y Ernestina tuvo que salir ces de la cocina para ser felicitada. En uno de esos momentos, Adrin volvi a pasar por detra, pero esa vez no le puso la mano en la espalda o ms abajo sino en un hombro y la sorprenlinar la cabeza y morderle el cuello sin esquivar el uniforme.Estaba acalorada, pero las mejillas no estaban rojas ni por el verano ni por la cocina ni tacin del trabajo, sino porque Adrin haba dado un paso que antes no haba dado. Le s

    vertida, llevndose la mano al cuello mordido.Ernestina volvi, el da de trabajo ya estaba terminando. Ordenaron todo y dieron paso al perlimpieza del hotel. Adrin la haba mirado varias veces, y ella haba entendido: tambin q

    contrarse con l a la salida. Se cambi y sali a la calle.Qu hacs ac?Esperarte.Mara se tension, y la nuca se le quebr en dos. Por primera vez desde que lo conoca, nacas le llam la atencin, ni hizo que sus sentidos percibieran con ms intensidad ostumbrada. En cambio, se distrajo con Adrin, que hablaba con Nacho, preparndose para irsbolso azul en el hombro.

    Mara se volvi hacia Lucas otra vez:Qu hacs ac?Esta poca del ao no te gusta, as que vine a buscarte. Vamos a tomar algo?No tengo sed.Bueno, vamos a tu casa.El personal de limpieza del hotel echaba agua al piso de la cocina, de modo que le lleg el osinfectante. Mara disfrut del aroma con los ojos cerrados. Adrin misteriosamente no se iba, siquiera tena ganas de hacer el esfuerzo de contestarle a Lucas.

    Pero su ex marido tena en las manos una caja de bombones baratos y una rosa envuelta en ofn con corazoncitos, y el olor del chocolate barato y la rosa cortada haca una sema

    ovocaron nuseas.Mara, te llevo a tu casa? pregunt Adrin a su lado.Abri los ojos.S, gracias. Ves? No puedo, me llevan.Quiero saber cmo ests, hace tiempo que no nos vemos.Quers decir que hace tiempo que no uss una poca sensible del ao para hacerme creer qers.

    Yo quiero que ests bien.Estoy bien, y, por suerte, eso no depende de vos.Por la calle se acerc un auto que fren frente a ellos. Por la ventanilla se asom Adrin para de subiera.Sos la nica mujer en la que pienso da y noche. Sos mi mujer, la que me completa, sin vnto perdido.Eso me lo dijiste hace siete meses, cuando me pediste que volviramos, te acords?ponda mientras suba al auto. Bueno, ahora, and y decselo a quien me sigue en la lista, vuelvas ms, Lucas.

    Siempre te voy a querer.Adrin no le permiti escuchar las protestas de Lucas. Hicieron cuatro cuadras en silencio

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    e Mara tuvo que reprimir sus deseos de llorar por haber perdido tanto tiempo con ese esttedor de cuernos.Gracias.Por nada.Es una plaga. Aparece en mi cumpleaos, a fin de ao, en San Valentn. Una vez hasta apa25 de Mayo. En una poca caa como una tonta. Ahora es casi imposible.

    Cmo lo lograste?Cinco aos de terapia.Adrin se ri, y Mara lo acompa. Tena ganas de rerse, aunque fuera una risa contagiada.r la ventana, la Buenos Aires nocturna que tanto le gustaba se desplegaba ante sus ojos. Las lucavenida se reflejaban en la ventanilla y, de a ratos, le iluminaban la cara.Y vos?Hasta ahora no hice terapia.Y cmo olvidaste a tu gran amor?Adrin fren en el semforo antes de contestar.Pas el tiempo; no la vi ms.Qu suerte!l alz los hombros.Al principio no fue tan agradable dejar de verla.Pero eso hizo ms fcil todo, no?A veces.Se hizo un silencio.La vieja estaba bien psicpata, no?Llamarla as fue una especie de infraccin. Adrin estaba ms cerca de la vieja en jerarqua qa.As que fuiste vos.Yo no fui, no s qu pas, pero yo no fui.

    Vos le pusiste el nombre?Vieja psicpata? Por qu yo? Puede