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CULTURA FINANCIERA Desgraciadamente la mayoría de las personas no llegan a tomar un curso formal de cultura financiera. No adquieren tales conocimientos ni de adultos y mucho menos de jóvenesEs un tremendo defecto de los sistemas educativos en general que la gente no reciba enseñanzas básicas de finanzas. No importa la actividad que algún día se desempeñe, todo mundo tiene necesidad, tarde o temprano, de manejar sus finanzas personales. Sin considerar el monto o la cantidad que sea, son sus finanzas. Estamos hablando de su patrimonio. Igual necesita saber del manejo de dinero un médico, un ingeniero o un taxista. Todos, algún día, tendrán que decidir cómo invertir sus ahorros, cómo manejar una tarjeta de crédito o tal vez la mejor forma de comprar un coche.En la escuela nos enseñan muchas cosas que posteriormente no usamos en la vida, pero algo que realmente todos necesitamos, las finanzas, tristemente no lo dan como una materia. La mayoría aprende el manejo de las finanzas personales en sus hogares y, siendo honestos, casi ningún padre o madre tiene ni las enseñanzas ni la experiencia suficiente para instruir finanzas personales. Tampoco la conducta financiera de la gente es, por lo general, un ejemplo a seguir. Si los individuos de veras tuvieran preparación para transmitir conocimientos de finanzas no veríamos tantos casos de seres que luchan por reducir el saldo de sus tarjetas de crédito; no habría tantas situaciones penosas de gente de la tercera edad que no pueden solventar sus gastos por falta de previsión; no nos enteraríamos de tragedias donde alguien recibió una cuantiosa herencia y al cabo de algunos años termina en la miseria.El buen entendimiento y conocimiento de las finanzas personales nos lleva a no trabajar por el dinero sino lograr que el dinero trabaje por uno. Nos puede conducir a la libertad de hacer lo que más nos agrada sin importar si es remunerativo o no pero lo que se va a buscar es que sea satisfactorio. En otras palabras, las quincenas son totalmente irrelevantes cuando llegamos a lograr que el dinero trabaje por nosotros.Otro de los problemas de la falta de cultura financiera es que normalmente no se soluciona fácilmente con contratar a un “experto”. Me ha tocado vivir de cerca en muchos casos tristes situaciones cuando el supuesto “experto” recomendó inversiones totalmente inadecuadas para el perfil del cliente y después de un tiempo se llegó a vivir una tragedia. Por un lado, si el “experto” es muy joven lo más seguro es que no ha vivido a través de alguna crisis bursátil, una devaluación, una época de elevada inflación o una profunda recesión. Siempre es en los momentos más difíciles cuando más se aprende. Por lo tanto, alguien muy joven no ha tenido tal fogueo. En cambio, si es mayor y ya pasó por tales etapas de crisis, la pregunta que surge es, ¿si de veras es un buen experto financiero por qué a su edad no se dedica de tiempo completo a jugar golf? Pero si logra conseguir un asesor financiero de calidad y aparte experimentado, cuídelo mucho. Siempre es conveniente tener algo de cultura financiera para juzgar si el supuesto “experto” habla algo con sentido. Igual que tener conocimientos de anatomía son adecuados cuando el médico nos anuncia que necesitamos una operación. Una de las cosas más básicas es inducir a los pequeños al ahorro. Para ello, diversas instituciones bancarias tienen programas para abrir cuentas infantiles con montos mínimos en promedio de 500 pesos. Los niños se acostumbran a tratar con un banco y a depositar en forma regular alguna cantidad. Adquieren el hábito de reservar algo para lograr un fin específico. Una idea indispensable para hacerles ver a los niños es la regla de gastar

Cultura Financiera

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Page 1: Cultura Financiera

CULTURA FINANCIERA

Desgraciadamente la mayoría de las personas no llegan a tomar un curso formal de

cultura financiera. No adquieren tales conocimientos ni de adultos y mucho menos de

jóvenesEs un tremendo defecto de los sistemas educativos en general que la gente no

reciba enseñanzas básicas de finanzas. No importa la actividad que algún día se

desempeñe, todo mundo tiene necesidad, tarde o temprano, de manejar sus finanzas

personales. Sin considerar el monto o la cantidad que sea, son sus finanzas. Estamos

hablando de su patrimonio. Igual necesita saber del manejo de dinero un médico, un

ingeniero o un taxista. Todos, algún día, tendrán que decidir cómo invertir sus ahorros,

cómo manejar una tarjeta de crédito o tal vez la mejor forma de comprar un coche.En la

escuela nos enseñan muchas cosas que posteriormente no usamos en la vida, pero algo

que realmente todos necesitamos, las finanzas, tristemente no lo dan como una materia.

La mayoría aprende el manejo de las finanzas personales en sus hogares y, siendo

honestos, casi ningún padre o madre tiene ni las enseñanzas ni la experiencia suficiente

para instruir finanzas personales. Tampoco la conducta financiera de la gente es, por lo

general, un ejemplo a seguir. Si los individuos de veras tuvieran preparación para

transmitir conocimientos de finanzas no veríamos tantos casos de seres que luchan por

reducir el saldo de sus tarjetas de crédito; no habría tantas situaciones penosas de gente

de la tercera edad que no pueden solventar sus gastos por falta de previsión; no nos

enteraríamos de tragedias donde alguien recibió una cuantiosa herencia y al cabo de

algunos años termina en la miseria.El buen entendimiento y conocimiento de las finanzas

personales nos lleva a no trabajar por el dinero sino lograr que el dinero trabaje por uno.

Nos puede conducir a la libertad de hacer lo que más nos agrada sin importar si es

remunerativo o no pero lo que se va a buscar es que sea satisfactorio. En otras palabras,

las quincenas son totalmente irrelevantes cuando llegamos a lograr que el dinero trabaje

por nosotros.Otro de los problemas de la falta de cultura financiera es que normalmente

no se soluciona fácilmente con contratar a un “experto”. Me ha tocado vivir de cerca en

muchos casos tristes situaciones cuando el supuesto “experto” recomendó inversiones

totalmente inadecuadas para el perfil del cliente y después de un tiempo se llegó a vivir

una tragedia. Por un lado, si el “experto” es muy joven lo más seguro es que no ha vivido

a través de alguna crisis bursátil, una devaluación, una época de elevada inflación o una

profunda recesión. Siempre es en los momentos más difíciles cuando más se aprende.

Por lo tanto, alguien muy joven no ha tenido tal fogueo. En cambio, si es mayor y ya pasó

por tales etapas de crisis, la pregunta que surge es, ¿si de veras es un buen experto

financiero por qué a su edad no se dedica de tiempo completo a jugar golf? Pero si logra

conseguir un asesor financiero de calidad y aparte experimentado, cuídelo

mucho. Siempre es conveniente tener algo de cultura financiera para juzgar si el supuesto

“experto” habla algo con sentido. Igual que tener conocimientos de anatomía son

adecuados cuando el médico nos anuncia que necesitamos una operación. Una de las

cosas más básicas es inducir a los pequeños al ahorro. Para ello, diversas instituciones

bancarias tienen programas para abrir cuentas infantiles con montos mínimos en

promedio de 500 pesos. Los niños se acostumbran a tratar con un banco y a depositar en

forma regular alguna cantidad. Adquieren el hábito de reservar algo para lograr un fin

específico. Una idea indispensable para hacerles ver a los niños es la regla de gastar

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menos de lo que ganan o reciben. Se deben acostumbrar a vivir con un monto inferior al

disponible. La gente desgraciadamente pone como pretexto para su falta de ahorro el

tener pocos ingresos. ¡Pero para poder ahorrar lo importante no es lo que se gane sino lo

que se gasta! Una cosa que cada quien tiene que lograr establecer muy claramente en su

mente es poder distinguir entre necesidades y deseos o antojos. Los gustos hay que

aprender a controlarlos y solamente se pueden satisfacer ocasionalmente y sólo cuando

hay recursos excedentes.Hay que acostumbrarse a que la suma que se destine al ahorro

debe ser algo tan constante como el pago de la luz o el teléfono. El ahorro debe ser una

regla cotidiana. No debemos esperar a ver si sobra algo al final del mes para ahorrar. El

ahorro debe ir por delante. Debe ser algo que apartemos en seguida, como si fuera el

dinero de la renta o la colegiatura.Todos necesitan adquirir conocimientos financieros

básicos, como distinguir entre un activo y un pasivo.El activo son los bienes que

poseemos. Puede ser el dinero en efectivo, cuentas bancarias, casas o coches. Sin

embargo, hay que saber distinguir entre activos “buenos” y activos “malos”. Un activo

“malo” es aquel que no nos ayuda a lograr que el dinero trabaje por nosotros sino que

nosotros seguimos trabajando por el dinero. Por ejemplo, cuando se compra una casa

para vacacionar. Es un activo “malo”. Se tiene invertido mucho dinero en un activo que no

está generando rendimiento. Es decir, el dinero que se invirtió en tal propiedad no está

trabajando para nosotros. Al contrario, nos cuesta por el mantenimiento y el impuesto

predial que causa. Nos quita dinero. Podemos calcular la ganancia que hubiéramos tenido

en el banco con el dinero invertido. Esa cantidad es el costo implícito que se paga por

tener la casa de campo aparte de los desembolsos cotidianos por mantenimiento.Otro

activo “malo” podría ser, por ejemplo, un reloj lujoso. Nos costó mucho. Un reloj Patek

Philippe, ¿hace que el tiempo nos rinda más? ¿Logra que lleguemos a tiempo a todas

nuestras citas? Definitivamente no. Pero sí provocó que distrajéramos dinero en un activo

que nos aleja de la meta de lograr que el dinero trabaje por nosotros.En cambio, activos

“buenos” son aquellos que generan más dinero. Podríamos mencionar los certificados

bancarios, las acciones, los bonos, los inmuebles por los que se cobra renta, los fondos o

sociedades de inversión, etcétera. Podemos discutir sobre la conveniencia de invertir en

uno u en otro, si los rendimientos en tal o cual instrumento son superiores. Pero al menos

son activos que generan dinero. El dinero trabaja por nosotros. Si uno es mejor a otro ya

es refinar la plática. Pero el concepto básico es lograr acumular activos “buenos” y

eliminar los “malos”.Igual podemos decir de los pasivos. Los pasivos son aquello que

debemos. Son los préstamos que recibimos. También acá podemos hablar de pasivos

“buenos” y “pasivos” malos. Nuevamente a lo que tenemos que llegar es que el dinero

trabaje por nosotros.Supongamos que se desea comprar una corbata nueva. Sin

embargo, no se tiene dinero pero se puede ir al banco a pedir un préstamo. Se llenan

unos formularios, se entregan comprobantes, se hace el estudio y finalmente se recibe el

préstamo para comprar la corbata. Si se tuviera que pasar por tal proceso lo más probable

es que no se compraría la corbata. Lo cual es bueno, porque si hay que contraer deudas

para comprar la corbata entonces significa que no hay suficientes ingresos para adquirirla.

Pero se facilita la vida y el proceso del trámite de crédito se resuelve usando una tarjeta

de crédito. Por lo tanto, es mucho más fácil caer en tentaciones y compras impulsivas. Lo

que sucede es que se acumulan pasivos “malos”. Lo más seguro es que las tentaciones

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vencen con frecuencia y el saldo en la tarjeta es tan elevado que siempre se paga menos

del total y por lo tanto se incurre en el pago de los intereses.Tenemos que entender que

una tarjeta de crédito hay que manejarla con el mismo extremo cuidado de una pistola

cargada. La pistola y la tarjeta de crédito sólo se usa en contadas ocasiones, en

emergencias, de preferencia se tienen guardadas bajo llave y no se sacan a la calle. En

ambos casos, un descuido nos puede meter en un lío espantoso. Por lo tanto, sólo son

aptas para que las tengan personas muy maduras, serenas y frías. Sin embargo, si

usamos la tarjeta no como un instrumento de crédito sino de pago podemos llegar a

convertir un pasivo “malo” en uno “bueno”. Si sólo usamos la tarjeta para adquirir aquello

que tenemos la absoluta certeza que podemos liquidar cuando llegue el estado de cuenta

entonces podemos generar un pasivo “bueno”. Las tarjetas de crédito nos ofrecen puntos,

millas y premios por usarlas. ¡Pues aprovechemos! Usemos el dinero del banco, que

otorgó la tarjeta, para la compra y mientras dejamos nuestro dinero en el banco ganando

intereses, es decir nuestro dinero trabaja por nosotros. Pero aparte, los puntos o millas

que ganamos con la tarjeta podemos utilizarlos para irnos de vacaciones o darnos algún

gusto. Por lo tanto, así la tarjeta es un pasivo “bueno”, nos ayuda a que nuestro dinero

trabaje por nosotros. Lo importante es no llegar a pagar intereses.Otro concepto vital es el

del interés compuesto. Lo anterior significa que ganamos intereses sobre intereses. Si

metimos 100 al banco y al cabo de un año nos dan 105 los 5 extra son los intereses. Pero

si reinvertimos íntegro los 105 al cabo de otro año habremos ganado dinero no sólo por

los 100 originales sino por los 5 que obtuvimos de interés. Ahora los intereses ganaron

intereses, lo cual se conoce como interés compuesto. Es decir, el dinero trabajó por

nosotros. Es gracias a la maravilla del interés compuesto que se forman las fortunas.

Hablar de mejores alternativas de inversión nos permite acelerar el proceso del interés

compuesto. Cuando desperdiciamos el dinero en activos “malos” como el reloj, no sólo

nos costó el monto invertido sino todo el interés compuesto que dejó de ganar tal

cantidad. A la postre, lo que se dejó de percibir es aún más de lo que se gastó

originalmente.Es indispensable entender la idea de la tasa real y nominal. La tasa real es

aquella que ya descontó la inflación, es el remanente una vez quitada la inflación. En

cambio la tasa nominal tiene escondida aún la inflación. Por eso, cuando vemos que el

banco nos da 7 por ciento por nuestros ahorros y la inflación fue de 4 por ciento en

términos reales sólo ganamos 3 por ciento. Pero en cambio, si nos detenemos a pensar

que por usar la tarjeta de crédito nos cobran 35 por ciento nominal y con una inflación de

4 por ciento en términos reales nos cobran 31 por ciento. ¡Le estamos regalando al banco

una barbaridad!Otro concepto básico e importante es el de rendimiento sobre inversión.

En otras palabras, cuánto ganamos con lo que invertimos. Si queremos invertir en un

coche para ponerlo a circular como taxi podemos comprar un Rolls Royce o un Chevy. Si

se opta por el Rolls Royce nunca vamos a recuperar lo que invertimos. Por increíble que

sea, en muchas inversiones no se tiene claro un concepto tan básico y al paso del tiempo

se percata la gente que el rendimiento sobre la inversión es ínfimo o negativo. De la

misma manera, si vemos un libro o curso sobre finanzas personales es altamente

aconsejable invertir en ellos. El rendimiento sobre dicha inversión será muy alto. Al tener

una más amplia cultura financiera vamos a poder hacer un mejor manejo de nuestro

dinero.