287

Desarrollo sustentable del Bosque húmedo tropicalfondoeditorial.uneg.edu.ve/catalogo/digitales/Bosque_Humedo.pdf · Una vez terminado el proyecto colombiano, cuyo resultado más

Embed Size (px)

Citation preview

Desarrollo sustentable del Bosque húmedo tropical

Características, ecología y uso (con énfasis en Venezuela)

Editores :Lionel Hernández Alfonzo Nay Valero

Autores:Lionel HernándezHernán CastellanosStanford ZentMiguel Plonczak

Desarrollo sustentable del Bosque húmedo tropical

Características, ecología y uso (con énfasis en Venezuela)

Universidad Nacional Experimental de Guayana

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE GUAYANAVICERRECTORADO ACADÉMICOCOORDINACIÓN GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO

Desarrollo sustentable del Bosque húmedo tropical. Características, ecología y uso. Con énfasis en Venezuela. ©

Lionel Hernández y Nay Valero

Publicaciones Fondo Editorial UNEG

Editor ©

Fondo Editorial UNEGhttp://fondoeditorial.uneg.edu.ve/

Cuidado de la EdiciónAna María Contreras

DiagramaciónJesús E. Domínguez S.

Diseño de PortadaJesús E. Domínguez S.Emerson A. Guerrero I.

2da Edición

Tiraje200 Ejemplares

Enero 2014Ciudad Guayana. Estado Bolívar - Venezuela

Hecho el Depósito de LeyDepósito Legal: LFX9332014300482ISBN: 978-980-6864-52-8

Universidad Nacional Experimental de GuayanaSede Administrativa: Edificio General de Seguros, Av. Las Américas Puerto Ordaz, Estado Bolívar - VenezuelaTeléfonos: 058(0286) - 713.72.16 / 713.72.17 / 923.32.04www.uneg.edu.ve

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la ley que esta-blece penas de prisión y/o multa además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios para quienes reproduzcan, plagien, distribuyan o cumuniquen públicamente en todo una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicado a través de cualquier medio sin la respectiva autorización.

Agradecimientos

Este libro fue sometido a un proceso de arbitraje para cada uno de los capítulos, en el mismo partici-paron las siguientes personas:

Margarita Arias Universidad de Antioquia-Colombia

Godolfredo Arteaga Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales-Venezuela

Luz Delgado Universidad Nacional Experimental de Guayana

Horst FoelsterUniversidad de Goettingen-Alemania

Sara JiménezMinisterio del Ambiente y de los Recursos Naturales-Venezuela

Alexánder MansuttiUniversidad Nacional Experimental de Guayana

Luzmila SánchezFundación La Salle-Guayana

Elio Sanoja Universidad Nacional Experimental de Guayana

En la fase de adaptación pedagógica participó un grupo de estudiantes del proyecto de carrera de In-geniería Forestal de la UNEG-UPATA.

David Sánchez MéridaFranco Yubisay Carreño Del ValleOlmania Báez UrbanoRingo Marcano M.

A todos ellos, nuestro reconocimiento por sus valiosos aportes.

Los Editores

ContenidoPrefacioClarita Müeller Plantenberg

IntroducciónLioneL Hernández

ALexánder MAnsutti

Capítulo 1Características biofísicas de los bosques húmedos tropicalesLioneL Hernández

Capítulo 2Ciclos de nutrientes en bosques húmedos tropicalesLioneL Hernández

Capítulo 3Dinámica del bosque húmedo tropicalLioneL Hernández

Capítulo 4Interacción planta - animal: Frugivoría y diseminación de semillasHernán CAsteLLAnos

Capítulo 5Productos forestales no-madereros: Hacia una estrategia para el desarrollo de la amazonía venezolanastAnford zent

Capítulo 6Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejoMigueL PLonCzAk

Capítulo 7Sustentabilidad y manejo integral del bosque húmedo tropical: una revisiónLioneL Hernández

Índice de tablas, cuadros y figuras

9

11

17

52

74

113

130

179

206

283

A Ansgar y el futuro

9

La relación Norte-Sur tiene que cambiar si es que queremos lograr «vida y desarrollo sostenible». Uno de los puntos más álgidos es que la selva tro-pical húmeda fue manejada durante siglos por sus habitantes tradiciona-les, lográndose que, al momento de la llegada de los europeos, el balance ambiental fuera positivo. Sin embargo, hoy la selva está siendo agredida para extraer a gran escala sus recursos y satisfacer el estilo de consumo suntuoso de los países del Norte. Ello está poniendo en peligro los modos de vida de los habitantes tradicionales, y entre ellos a los pueblos indíge-nas, haciendo cada vez más difícil no sólo su modo peculiar de manejar el bosque y la garantía de sus territorios, sino también su cultura integral.

En Alemania estudiábamos esta problemática desde 1984 y nos alegra-mos en 1986 al escuchar que los pueblos indígenas se estaban organi-zando en sus regiones, países y en el ámbito de la Cuenca Amazónica (COICA). Ese fue el año cuando Evaristo Nugkuag, líder de la organización indígena de la selva peruana (AIDESEP), recibió el Premio Nobel Alterna-tivo en nombre de su organización. Ese año habíamos publicado el mapa de áreas indígenas y grandes proyectos en el Brasil. Cuando él –en 1992, como dirigente de la COICA– nos pidió seguir con trabajos similares, co-ordinamos con la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) la elaboración de otro juego de mapas, indicando justamente estos grandes proyectos de energía y minas en territorios indígenas colombianos y cómo afectaban a esas sociedades.

Una vez terminado el proyecto colombiano, cuyo resultado más visible fue el libro Tierra Profanada, queríamos –junto con organizaciones indí-genas de la Cuenca Amazónica y con colegas de diferentes disciplinas–

Prefacio

10

montar un currículo que orientase tanto la posibilidad de arraigar de nuevo los modos de producción indígenas que estaban en peligro por este pro-ceso como a la vez crear conocimiento sobre las posibilidades de prevenir la destrucción, utilizando para ello los instrumentos sociales, políticos y legales que nos ofrecían tanto los países amazónicos como los países europeos, que con frecuencia son la sede de empresas transnacionales cuyas actividades pueden causar destrucción de pueblos y bosques utili-zando esquemas de doble estándar y confiando en la ausencia de monito-reo. Nuestros cursos iban a ser dirigidos a las organizaciones indígenas y a nuestras universidades como a la vez a funcionarios públicos en el Sur y en el Norte. Dados nuestros puntos de partida, desde el principio sabía-mos que la sustentabilidad tenía que ser estudiada internacionalmente, interculturalmente e interdisciplinariamente. El camino se hace al andar, lo hemos iniciado.

Agradecemos al Servicio Alemán de Cooperación Académica (DAAD) y a las universidades que apoyaron nuestra red de Universidades, desde 1999 hasta 2002. En estos cuatro años se extendió la cooperación promovida por la red desde Venezuela, Colombia y Alemania hacia Brasil y Bolivia.

La cooperación con las organizaciones indígenas, juntando saberes dife-rentes, nos parece de suma importancia. Nuestros fines no estarán cum-plidos hasta que hayan sido traducidos los cursos en nuestros idiomas y cuando haya colegas indígenas contribuyendo en la red, elaborando y dando cursos. La realización de los cursos en aquellos lugares que nece-sitan las materias del currículo «Vida y desarrollo sostenible» es la meta primordial.

Hasta ahora hemos llevado nuestros cursos a Venezuela en 1999, a Ale-mania en 2000 y 2002, a Colombia en 2001 y a Bolivia en 2002. Estos cursos son el inicio de un entendimiento intercultural, interdisciplinario e internacional a través de escritos, sonidos e imágenes. Cada vez que se da un curso, se juntan experiencias, contactos e instrumentos. Así vamos sumando voluntades para que nuestro currículo pueda contribuir –esto es-peramos– a la creación de un futuro mejor para todos.

Clarita Müeller PlantenbergRed Vida y Desarrollo Sostenible

Universidad Nacional Experimental de Guayana (Venezuela)Universidad de Antioquia (Colombia)

Universidad de Kassel (Alemania)[email protected]

11

Vida y Desarrollo Sostenible, el programa que inspira la redacción de este libro, ha sido una experiencia concebida y promovida por el impulso de una mujer: la prologuista de este libro, la Dra. Clarita Müeller Plantenberg. En 1995, durante un encuentro realizado en Hoffgeismar, un pequeño y bucólico pueblo alemán y estando reunidos dirigentes indígenas surameri-canos, abogados y profesores universitarios europeos y latinoamericanos, a la Prof. Müeller Plantenberg se le ocurrió que era posible conformar un grupo de diferentes universidades que, aliado a las organizaciones indí-genas, pudiera reflexionar en conjunto y desde el diálogo intercultural los problemas que deben confrontar los países con el bosque tropical para promover estrategias de desarrollo sostenible que tuvieran como punto de partida el respeto a la diversidad cultural y la participación de las poblacio-nes locales en su concepción y desarrollo. Luego de muchos esfuerzos y experiencias desalentadoras, el financiamiento del proyecto entre 1999 y el 2002 provino del DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico). Hoy el programa financiado terminó pero la red continúa trabajando. El libro que hoy sometemos al rigor de la lectura es expresión de ello.

Vida y Desarrollo Sostenible es una red conformada inicialmente por universidades de tres países: Kassel (Alemania), Antioquia (Colombia) y Guayana (Venezuela) y con la participación de profesionales de las inge-nierías, la ecología y las ciencias sociales que promueven el respeto a la biodiversidad y a todas las formas sociales que mantienen relaciones enri-quecedoras con los ecosistemas del bosque húmedo tropical.

La red es concebida como un espacio académico de encuentro, diálogo reflexivo y acción sinérgica para individuos provenientes de diferentes paí-

Introducción

12

ses, instituciones, culturas y disciplinas cuya preocupación fundamental es generar información y formación de calidad sobre los diferentes temas asociados a la vida y el desarrollo sostenible en los bosques húmedos de América del Sur, con especial énfasis en la Gran Amazonia.

Vida y Desarrollo Sostenible es además de un esfuerzo internacional, un esfuerzo intercultural e interdisciplinario. Internacional, porque enten-demos que los problemas a los que alude la sostenibilidad conciernen a todos los países del globo: a los países desarrollados porque muchas de las dificultades que se enfrentan han sido ocasionadas o son fuertemente influenciadas por el comportamiento de sus ciudadanos y, por tanto, su so-lución requiere del concurso activo de ellos. Intercultural, porque el progra-ma parte del principio de que la diversidad cultural es un patrimonio de la humanidad que no puede ni debe ser sacrificada ante el altar del desarro-llo, y que dicho reconocimiento debe ir parejo con el de la aceptación de los diferentes como interlocutores, lo cual no es una concesión sino un acto de justicia a formas sociales que han demostrado ser más responsables desde el punto de vista económico y ecológico de lo que lo ha sido nuestro prepotente modelo societario basado en el despilfarro. Llegar a lo intercul-tural es una tarea en la que aún hoy nos esforzamos. En todas nuestras actividades y productos hemos hecho un esfuerzo porque haya represen-tantes de culturas diferenciadas que puedan enriquecer el debate, sin que para ello deban mimetizarse. Así mismo, hemos hecho también esfuerzos por comprenderlos desde nuestra propia visión tratando de sacar las lec-ciones correspondientes. Se trata de verdaderos ejercicios interculturales, en los que nos confrontamos con el otro diferente, aprendemos de él y en-riquecemos nuestras propias posiciones. Interdisciplinario, porque en este grupo de reflexión hemos incorporado a todos aquellos estudiosos de los diferentes temas y aspectos que conciernen a la construcción de la soste-nibilidad para tratar de elaborar entre todos perspectivas adecuadas que nos permitan avanzar en el respeto al otro y a la vida misma en todas sus manifestaciones. Nuestro objetivo es transformar la interdisciplinariedad en transdisciplinariedad, es decir del diálogo entre varios expertos en dife-rentes áreas al diálogo interno en el que quien piensa es capaz de cons-truir lecturas que sean el resultado de las influencias de varias disciplinas.

Finalmente, es interinstitucional porque Vida y Desarrollo Sostenible tra-baja con instituciones de diversos países y clases y no con individuos so-los. Valoramos mucho el esfuerzo que hay detrás de cada organización y partimos del axioma de que quienes trabajan en instituciones tienen mayor y mejor capacidad para trabajar en equipo y promover los cambios que nuestras sociedades requieren.

13

Sin embargo y a pesar de lo complejo que resulta guiarse por estos atri-butos, lo que mejor caracteriza a Vida y Desarrollo Sostenible es el hecho de que en ella confluyen espíritus libres comprometidos a dedicar parte de sus energías a acompañar el pensamiento de otros. Por ello, este pro-grama no ha implicado la firma de convenios ni la formalización de lazos legales. Vamos adonde vamos y trabajamos en lo que trabajamos porque queremos hacerlo y así nos mantendremos mientras sigamos convencidos de que lo que hacemos es útil e importante.

Uno de los objetivos de la red ha sido apoyar el funcionamiento de post-grados nuevos en Ciencias Ambientales promoviendo su rápida madura-ción conceptual, el llenado de vacíos temáticos e informativos y la for-mación de profesores. En particular, siempre fue nuestra intención hacer disponible a todo ciudadano o institución diseños curriculares y materiales didácticos sobre temas asociados al desarrollo sostenible. De hecho, des-de octubre de 1999 tomamos la decisión de publicar y hacer accesible a todo aquel que esté interesado el diseño curricular de cuatro materias:

a) Desarrollo Forestal Sostenible (UNEG)b) Internacionalización de Impactos y su Prevención (UNIK) c) Planificación Participativa (UNIK)d) Ecosistemas y Sociedad (UdeA)

Todos ellos han sido redactados. Todos se están editando. Este libro (a) y los otros tres (b, c, d) son la concreción de esta intención.

En cuanto al tema particular del libro, llama la atención la escasa disponi-bilidad de instrumentos didácticos en lengua castellana sobre los bosques húmedos tropicales. Tal carencia contrasta con la enorme importancia ambiental, científica, social, cultural y económica de este bioma en Ibero-américa y de su papel primordial en el desarrollo sustentable. Contar con compendios donde se traten de manera accesible y comprensible los tópi-cos más importantes que tienen que ver con la sostenibilidad del bosque húmedo tropical es evidente, cuando se aprecia que la mayor superficie de estos ecosistemas ubicados en nuestro planeta se encuentra precisamen-te en el Neotrópico, donde sus habitantes son quienes deben disponer de la información científica y tecnológica necesaria para hacer el mejor uso racional y sustentable de su patrimonio forestal.

El compendio que presentamos tiene por objetivo principal servir de ins-trumento didáctico introductorio en el área de la ecología y el manejo de los bosques húmedos tropicales, poniendo énfasis especial en sus carac-terísticas biofísicas, procesos ecológicos y el uso de sus recursos por parte

14

del hombre. Ciertamente, cumplir tal cometido no es una tarea fácil, dada la complejidad y amplitud del tema, así como la enorme cantidad de infor-mación acumulada generada en innumerables estudios.

Este libro está dirigido principalmente a estudiantes universitarios y profe-sionales relacionados con el estudio y uso de los bosques, en especial del Neotrópico. Sin embargo, esperamos que sirva de fuente de información para un público más amplio, como por ejemplo líderes comunitarios his-panoamericanos. Se reconoce que para lograr tal objetivo será necesario, por un lado, promover la formación de líderes locales en materias de las ciencias ambientales y, de manera complementaria, desarrollar a partir del presente libro materiales didácticos más sencillos y resumidos. Por cierto, tal formación la hemos iniciado en la Guayana venezolana con el curso de parabiólogos desarrollado para las comunidades Ye´kuana y Sanema en la cuenca del Caura y para el pueblo Pemón en la cuenca del Caroní.

El texto se compone de siete capítulos, los cuales se corresponden con los módulos del curso «El bosque húmedo tropical: características, ecolo-gía y uso» dictado del 4 al 16 de octubre de 1999 en la sede de la UNEG en Puerto Ordaz, Venezuela. El Capítulo 1 presenta un sumario sobre las características biofísicas y diversas definiciones y clasificaciones del bos-que húmedo tropical. El Capítulo 2 aborda los ciclos de nutrientes, agua y materia orgánica que garantizan el funcionamiento y mantenimento de estos ecosistemas. En el Capítulo 3 se discuten los procesos de cambios sinecológicos del bosque húmedo tropical que permiten su regeneración y desarrollo, así como la sucesión secundaria tras perturbaciones. El tema del Capítulo 4 se refiere a las interacciones planta-animal, haciendo én-fasis en la frugivoría y dispersión de semillas. El Capítulo 5 constituye un análisis de los productos forestales no madereros como base de una posi-ble estrategia de desarrollo para los bosques amazónicos, fundamentada en la oportunidad de su equilibrio potencial entre el crecimiento económi-co, la conservación ambiental y el beneficio social, sin sacrificar para ello la complejidad ecológica. En el Capítulo 6 se presenta un método para levantar información de campo y diagnosticar bosques naturales como un paso requerido en el proceso de su planificación silvicultural. Finalmente, como resultado de una revisión documental sobre la importancia, los usos actuales, los actores sociales, la sustentabilidad y el manejo del bosque húmedo tropical, se desarrolla en el Capítulo 7 un análisis sobre el manejo integral sustentable del bosque húmedo tropical.

La coincidencia de los diferentes autores del presente volumen puede considerarse un hecho afortunado, al considerar que ellos son investiga-dores residentes en un país tropical con una cobertura extensa de bosques

15

poco perturbados. Stanford Zent es un antropólogo con una gran experticia en botánica y ecología forestal, su línea de investigación, reflejada en sus publicaciones científicas, trata sobre el uso dado por los indígenas piaroa y hoti a la diversidad biológica de ciertos bosques de la Guayana vene-zolana. Hernán Castellanos es un biólogo que posee también una amplia experiencia en bosques de la Guayana venezolana y que se ha especiali-zado en el estudio de la relación planta-animal, específicamente sobre el rol de los animales en la dispersión de semillas arbóreas. Miguel Plonczak es un ingeniero forestal con amplia experiencia en la docencia e investi-gación sobre el uso maderero y la silvicultura de los bosques de los llanos occidentales de Venezuela. Por último, Lionel Hernández, el compilador, es un experimentado ingeniero forestal cuya línea de investigación tiene dos vertientes, la primera referida a estructura, biomasa, composición y dinámica de bosques de la Guayana venezolana y la segunda sobre el aprovechamiento maderero en bosques de la misma región.

El presente texto es solamente una primera versión y el mismo es sus-ceptible de ser revisado y corregido en ediciones futuras. Es obvio que en este libro no fue posible presentar de manera exhaustiva todos los temas del bosque húmedo tropical. En especial resalta la ausencia o escasa dis-cusión de algunos tópicos relevantes como el manejo de áreas naturales protegidas, el manejo participativo, la historia del uso de los bosques, la comercialización, la industria y la tecnología forestal; mientras otros temas importantes como la diversidad biológica, la restauración y recuperación de áreas degradadas y los sistemas de gestión y ordenación forestal so-lamente fueron tratados de manera colateral. Por su importancia, com-plejidad y amplitud, se considera que dentro de la red Vida y Desarrollo Sostenible dichos temas podrían ser objeto de estudios más completos en futuros materiales didácticos; además se tratará periódicamente de actua-lizar, profundizar y ampliar los temas aquí abordados.

A pesar de las limitaciones anteriores, se considera que el contenido del presente volumen es suficiente para introducir al lector en el ámbito temá-tico de los bosques húmedos tropicales, ya que se abordan los tópicos fundamentales para analizar este bioma forestal en función de su manejo sustentable. Asimismo, cabe destacar que se trató de reflejar las principa-les visiones y opiniones (divergentes o no) que existen sobre la ecología y manejo de estos bosques. Existe un consenso teórico (como se discute en el Capítulo 7) que para lograr instrumentar un manejo forestal sustentable se requiere un enfoque integral y participativo, que considere e incorpore, en la medida de lo posible, las diferentes visiones e intereses. Al respec-to, es importante recordar que no existen manuales para implementar el

16

manejo sustentable de un bosque; las experiencias exitosas en un bosque dado no pueden ser simplemente transferidas a otros bosques. En este trabajo se parte de la premisa de que el manejo forestal sustentable es posible y que es un proceso a largo plazo de carácter complejo, flexible, cauteloso, interactivo y abierto, donde se va avanzando progresivamente. Sus decisiones se fundamentan en análisis basados en la mejor informa-ción posible y en el seguimiento continuo en el tiempo y en el espacio de los diferentes aspectos y componentes del manejo en implementación, de tal manera que sea posible corregir los errores y rectificar el rumbo y la estrategia del manejo cuando sea necesario.

Lionel Herná[email protected]

Alexánder [email protected]

17

Caracterización y diferenciación de la vegetación Las disciplinas científicas y técnicas relacionadas con la naturaleza re-

quieren caracterizar los ecosistemas naturales, la caracterización resul-tante puede ser comparada y relacionada con las características de eco-sistemas de diferentes regiones. Durante el proceso de planificación y ordenamiento territorial del uso de la tierra y de los recursos naturales en una región determinada se evalúan sistemas o técnicas de uso que han sido exitosos en otras regiones; desde el punto de vista técnico estos sistemas podrían aplicarse con éxito si los factores ambientales (bióticos, abióticos y procesos ecológicos) de ambas regiones presentasen cierta similitud. Tal proceso de caracterización y comparación analítica permite detectar potencialidades y limitaciones. En este sentido muchos fracasos se pudiesen evitar, si se detectase a tiempo el uso de técnicas inadecua-das para una localidad particular. Ello a pesar de que estas técnicas hayan sido aplicadas exitosamente bajo determinadas circunstancias en otros lu-gares, pero estarían destinadas al fracaso cuando dichas condiciones no puedan repetirse.

La clasificación, entendida como el arreglo ordenado de lo observado y estudiado, es una actividad fundamental de cualquier disciplina científica.

Características Biofísicas de los Bosques Húmedos TropicalesLionel Hernández

Capítulo 1

18

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

En el caso de clasificaciones de comunidades vegetales en el mundo, no se ha podido lograr aún el desarrollo de una clasificación universal reco-nocida en todas partes. Actualmente se utilizan decenas de clasificaciones globales y centenares de clasificaciones locales, la mayoría de ellas se basan sobre principios completamente diferentes. Justamente, uno de los principales obstáculos para desarrollar una clasificación común es la au-sencia de un criterio universal adoptado en todas partes. Tal problema ha sido reconocido por los expertos en la materia desde hace mucho tiempo, por lo cual frecuentemente se ha propuesto una revisión, discusión y clasi-ficación de los términos a utilizar para describir la vegetación.

De cualquier manera, es posible afirmar que la vegetación natural se defi-ne por una combinación de parámetros internos (bióticos) y externos (abió-ticos). Es importante señalar la estrecha interrelación de ambos grupos de parámetros. Los parámetros bióticos y abióticos usualmente aplicados para definir las formaciones y tipos de vegetación son:

Parámetros abióticos » El clima que incluye la temperatura, precipitación, evapotranspira-

ción y estacionalidad. » El substrato que incluye la geología, geomorfología y los suelos. » La hidrología que determina la intensidad y cambios temporales del

contenido de agua en el suelo. » La posición orográfica (particularmente importante en zonas de

montañas).

Parámetros bióticos » La fisionomía, determinada por la forma de vida dominante en la

vegetación: árbol (palma), arbusto (pequeño, mediano), hierbas, ta-lófitos (algas, hongos, líquenes).

» La estructura, determinada por el arreglo y la manera que la vege-tación ocupa el espacio (estratos, altura, densidad).

» La masa vegetal (biomasa, productividad). » La fenología, determinada por los ciclos estacionales de floración y

cambio de hojas (períodos de fases vegetativas y de reproducción). » La composición florística (riqueza, grado de diversidad de especies

y endemismo).

19

Lionel Hernández

Análisis y clasificación de bosques tropicalesCon pocas excepciones el bosque húmedo tropical se encuentra en áreas

tórridas y perhúmedas entre los 23 °C de latitudes norte y sur (Whitmore, 1990). Las diferentes definiciones del trópico varían según las disciplinas o puntos de vista (ver cuadro 1.1).

Cuadro 1.1: Definición de trópico (modificado a partir de Lamprecht, 1990)

Desde el punto de vista astronómico, los trópicos abarcan la zona contenida entre los paralelos del Trópico de Cáncer y el Trópico de Capricornio, respectivamente a 23° 27’ latitud norte y 23° 27’ latitud sur.

Desde el punto de vista ecológico y biogeográfico la definición de trópico se formula según las condiciones climáticas y la vegetación característica, para ello se toma como criterio el factor térmico, por ejemplo se ha delimitado toda aquella zona contenida entre las isotermas anuales de 20 ° C de los hemisferios norte y sur, las cuales corresponden aproximadamente a los paralelos 30° N y 26° S. Según esta definición un 47 % del planeta estaría en los trópicos.

Según Koeppen (1932), las isotermas de 18° C del mes más frío serían los límites de la zona tropical (30 % del planeta).

Más recientemente los Trópicos han sido definidos por su periodicidad climática (Lamprecht 1990), distinguiéndose entre periodicidad térmica (clima isotermal), fotoperiodicidad (periodicidad de la irradiación) y periodicidad hídrica. En cuanto a la periodicidad térmica diaria y anual, las oscilaciones de la temperatura diaria promedio es superior a la anual, sobre la periodicidad de la irradiación resalta la ocurrencia de una duración similar de días y noches aproximadamente constante. Por último acerca de la periodicidad hídrica no existen características tropicales particulares.

Un bosque1 húmedo tropical de tierra baja se desarrolla usualmente en lugares con una temperatura promedio anual superior a 25 °C y una preci-pitación promedio anual mayor de 1.800 mm, esta lluvia está generalmente bien distribuida a lo largo del año, aunque son muchas las áreas donde ocurren períodos de sequía bien definidos. Estos bosques se conocen por su elevado número de especies en áreas reducidas, su Dosel multiestratifi-cado y el Mosaico de Parches boscosos en diferentes fases de crecimiento (Whitmore, 1990; Oldeman, 1983, 1990). El sustrato sobre el cual crecen los bosques húmedos tropicales son frecuentemente pobres en nutrientes como consecuencia de la meteorización intensiva y el lavado rápido duran-te largos períodos (Weischet, 1980; Foelster, 1999).

1 Los bosques tropicales se definen en este trabajo como una comunidad vegetal siempre verde dominada por árboles, que forman un dosel más o menos continuo, generalmente de más de 5 metros de altura, crecen bajo un clima isotermal tropical. En el caso de los bosques húmedos, deben tener régimen húmedo o perhúmedo, se caracterizan por la abundancia y hasta el exceso de agua pluvial o en el suelo durante la mayor parte del año, sin período de sequía fisiológica para la vegetación, por tal razón menos del 25% de los árboles pierde el follaje durante el período de menor precipitación (modificado a partir de Huber & Alarcón, 1988).

20

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

“Los bosques tropicales en las zonas húmedas ecuatoriales, se obser-van a gran escala en las imágenes satelitarias como un cinturón de color verde celeste oscuro. Sin embargo esta región aparentemente homogé-nea tiene grandes diferencias regionales, debido a que está cubierta por formaciones boscosas bastante variadas. Independiente de la composi-ción florística, un ecosistema boscoso está caracterizado por una com-binación peculiar de la estructura y fisionomía de la vegetación. En las tres zonas del planeta con bosque húmedo tropical existen especies bien diferenciadas, sin embargo las especies de cada una de estas zonas reaccionan de manera similar ante los efectos de sus respectivos medios biofísicos; en este sentido se puede hablar por tanto de una evolución convergente” (Whitmore, 1990:24).

De manera general se pueden identificar dos tendencias o concepciones contrastantes según el cambio de las comunidades vegetales a lo largo de los gradientes ambientales: La primera se corresponde con el concepto individualista de Gleason que postula cambios comunitarios graduales a lo largo del gradiente que resultan en una amplia comunidad abierta con lími-tes poco diferenciables. Mientras que la segunda corresponde al concepto de comunidades cerradas de Clements, en donde las comunidades con diferentes composición de especies están separadas por límites ecotona-les abruptos (relacionados con las condiciones de sitio) (Whittaker, 1975).

En este orden de ideas, conocer los diferentes enfoques analíticos existen-tes sobre el bosque tropical puede ser de gran utilidad para el análisis eco-lógico y el manejo forestal. En el Neotrópico existen diversos puntos de vista para la caracterización de los bosques tropicales, por ejemplo: el enfoque según las características fisionómicas de la vegetación (Richards, 1952), según la fisionomía de las comunidades climax (Beard, 1946), según las zonas bioclimáticas (Holdridge, 1947), según la silvigenésis (Oldeman, 1983), según las formas de vida (Vareschi, 1980), según las provincias florísticas o phytocoria (Prance, 1983), según análisis numéricos (ordena-ción y clasificación; Greig-Smith, Austin & Whitmore, 1967) y aquellos que combinan algunos de los aspectos anteriores, como el usado ampliamente en Venezuela basado en aspectos climáticos, biogeográficos y ecológicos (Huber & Alarcón, 1988). Cada uno de estos enfoques posee argumentos a su favor y en su contra; pero como hemos visto anteriormente en la prác-tica se adolece de un sistema de clasificación común.

Considerando el grado heterogéneo de exploración de los trópicos, no es posible presentar en este capítulo una clasificación y descripción detallada de todos los tipos de vegetación boscosa presentes. No obstante, es po-

21

Lionel Hernández

sible un recuento de las características más conspicuas de los diferentes tipos de bosques.

En las tablas 1.1 y 1.2 se describen las principales formaciones boscosas y los climas bajo los cuales ellas se desarrollan y se mencionan algunas de sus características generales.

Tabla 1.1:Formaciones de bosques húmedos tropicales (tomado de Whitmore, 1990)Clima Agua del suelo Suelo Altitud (m snm) Formación boscosa

Periodos de sequia anuales

Insuficiencia claramente discernible

- -Bosques deciduos

(varios tipos)

Escasa insuficiencia - -Bosques húmedos: subsiempreverde

Siempre húmedo

Secano-interfluvio

Zonal (principalmente oxisoles y utilsoles)

Tierra bajaBosque siempreverde de

tierra baja

Tierra Firme

Montaña

(750) 1200-1500

Bosque húmedo premontano

(600) 1500-3000

(3350)Bosque húmedo montano

3000(3350) hasta

el límite arbóreo

Bosque subalpinos

Arena podsolizada Mayormente tierra bajaBosque de caatinga (heidewald-keranga)

Piedra calcárea Mayormente tierra bajaBosque sobre caliza

(p.ej. Yucatán)

Piedras ultrabásicas Mayormente tierra bajaBosque sobre piedra

ultrabásica

Nivel freático alto (al menos periódico) agua

dulce

Turba oligotrófica -Bosques de turba,

(Torfmoorwald)

Suelos ricos en nutrientes

± Constantemente húmedos

Bosque de pantano permanente

Periódicamente húmedosBosque de pantano

periódico

Nivel freático alto (agua salada costera)

---------- ----------Vegetación costera,

manglares, agua salobre

22

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Tabla 1.2: Formaciones boscosas climax en los trópicos (tomado de Lamprecht 1990)Denominación Fisionomía Clima

1.-Bosques húmedos siempreverdes:

a) Tierras bajas

b) Montano

c) Alta montaña (bosque nublado)

Siempreverde, 3 a varios estratos,

ricos en especies arbóreas.

a) Varios estratos, caulifloria, raíces tabulares.

b) Por lo general predominan 3 estratos pocas raíces tabulares

c) 3 estratos, muy rico en epífitas y

helechos arbóreos.

No más de 1 mes: A <20, Pj >5 (T+14) cm

a) Cálido (Tj aprox. 22-28°C; Pj >1800 mm)

b) Templado (Tj aprox. 14-22°C;

Pj >1400 mm)

c) Templado-frío y húmedo

(Tj aprox. 10-14°C, Pj > 1200mm)

2.- Bosque húmedo deciduo

a) Tierra baja

b) Montano

Relativamente muchas especies

deciduas, de 2 a 3 estratos, ricos

en especies arbóreas.

a) Epoca de lluvia: apariencia aproximada como la de bosque húmedo siempre verde.

b) Epoca seca: por lo menos el estrato superior parcialmente deciduo, pocas raíces tabulares.

Max. 4 meses: A < 20, Min. 6 meses: A > 40, Pj entre 5 (T+14) cm y 2 ½ (T+14) cm

a) Cálido (Tj aprox. 22-28°C)

b) Templado (Tj aprox. 14-22°C)

Bosque seco deciduo

Lapsos periódicos largos sin hojas; 1 a 2 estratos, relativamente pobre en especies, muchas de ellas armadas de espinas y púas, estructura xeromorfa.

La duración e intensidad de la época seca es más determinante que el calor. 6-8 meses: A < 20, aprox. 3 meses: A > 40, Pj < 2 (T + 14) cm

Clima:

A = índice de aridez según Martonne Tj = temperatura media anual (°C) Pj = Precipitación promedio anual

Notas:

El bosque tropical es dominado por las especies arbóreas latifoliadas; no obstante, de acuerdo a las condiciones edáficas a veces existen árboles y bosques de especies coníferas en todas estas formaciones, (principalmente en Asia Suroriental y en centroaméricas).

Algunos de los géneros más frecuentes, según el tipo de bosque son:

a) Agathis, Dacridum, P. Caribaea, P. Merkusii

b) Abies, Agathis, Araucaria, Cupressus, Dacrydium, Pinus, Podocarpus

c) Callitris, Pinus

d) Hasta el límite del bosque Abies, Cephalotaxus, Cunninghamia, Juniperus, Pinus, Podocarpus

Conjuntamente con los tipos de bosque de orígen climático, existen también los de orígen edáfico, p.ej. bosques de galería, bosques de turbera, bosques de pantano de agua dulce, manglares etc.

Como se puede apreciar en las tablas anteriores, generalmente se habla de bosques de tierra baja, bosques de tierras intermedias (premontanos) y bosques de tierras altas (montanos). Los bosques de tierra baja (BTB) muestran un patrón espacial típico de mosaico determinado por el relieve y la silvigénesis (ver cap. 3), mientras que los bosques montanos (BM) tienen un patrón más regular con una distribución vertical determinada por cinturones altitudinales y también por la silvigénesis. Sin embargo, los lí-

23

Lionel Hernández

mites entre tales cinturones varían en las diferentes regiones geográficas donde ocurren, asimismo dentro de cada región tal variación es gradual.

En el Cuadro 1.2 se presenta un ejemplo de los criterios de clasificación usados por Huber y Alarcón (1998) en Venezuela para distinguir diferentes tipos de bosques.

Cuadro 1.2: Criterios de clasificación de tipos de bosques en la Guayana Venezolana, modificado a partir de Huber & Alarcón (1988) y Huber (1995)

1) Tamaño del principal estrato arbóreo (dosel)a) alto (>25 m)

b) medio (15-25 m)

c) bajo (5-15 m

2) Fenologíaa) siempreverde (>75% de los árboles son siempreverde)

b) semideciduo (25-75% de los árboles son siempreverde)

c) caducifolio (2-25% de los árboles son siempreverde)

3) Condiciones de humedad edáficaa) no inundados (tierra firme)

b) inundables

i) permanentemente

i) periódicamente

c) ribereños

4) Localización costera y estuarina5) Posición orográfica

a) Tierras bajas

b) Tierras intermedias

c) Tierras altas

(1) Montaña:

1. Piedemontea. Premontano

b. Basimontano (50-406 m s.n.m.)

2. Laderaa. Montano bajo (400-800 m s.n.m.)

b. Montano (800-1500 m s.n.m.)

c. Montano superior (1500-2000 m s.n.m.)

3. Cima a. Altotepui (2000-3000 m s.n.m.)

6) Composición florística

24

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Características abióticas del ecosistema

Clima tropicalPor su ubicación ecuatorial el bosque tropical recibe una mayor radiación

solar que la recibida por los bosques extratropicales. Asimismo en el Tró-pico no ocurre una estación de invierno derivada de una menor duración de horas luz diarias en una época del año. A pesar de todo ello, el clima tropical no es uniforme, las diferencias de los climas en las diversas zonas tropicales dependen principalmente de la posición de las masas continen-tales, la circulación atmosférica y las corrientes marinas; todos estos as-pectos determinan una gran variedad de regímenes de lluvias, humedad relativa, temperatura, vientos y vulnerabilidad ante tormentas.

El clima ecuatorial está caracterizado por un régimen isotermal, en donde la oscilación promedio anual de la temperatura es pequeña y su variación es inferior a la amplitud térmica diaria. En general, la temperatura media anual en el Trópico varía según los niveles altitudinales y excepcionalmente por condiciones regionales particulares (como p.ej. la zona costera peruana afectada por la corriente marina fría de Humboldt). Dicho rango altitudinal es muy amplio; la variación altitudinal origina una gran diferenciación térmica espacial, que se representa a través de los denominados pisos térmicos o altitudinales (Tabla 1.3).

Tabla 1.3: Zonas altitudinales y térmicas de los trópicos (Lamprecht 1990)

Denominación Temperatura media anual (media mensual) Piso altitudinal m.s.n.m Ejemplos de cultivos

típicos

Tierra caliente 28-22 0-800 (1000) Cacao

Tierra templada 22-14 800-2100 Café

Tierra fría 14-10 (7) 2100-3200 (3600) Papa, trigo

Tierra helada <7 >3200 (3600) Trigo

En la región ecuatorial ocurren durante el año los denominados vientos alisios con direcciones predominantes NE en el hemisferio norte y SE en el hemisferio sur. A los mismos se suman los vientos locales entre valles y montañas en las zonas montañosas, y entre mar y tierra en las zonas costeras. La zona de convergencia intertropical (ITC) o zona de bajas pre-siones ecuatoriales (fluctuante donde convergen los vientos alisios del NE y SE) tiene una estrecha relación con la distribución regional de los vientos y por lo tanto con la distribución local de las precipitaciones. Muestra de ello es la coincidencia, p.ej. en Venezuela, del máximo avance hacia el norte de la ITC con el registro de los máximos valores de precipitación. La

25

Lionel Hernández

orografía constituye localmente otro factor determinante, el relieve condi-ciona el desplazamiento regional de los vientos y con ello la distribución de las lluvias. La intercepción de las masas de aire por las elevaciones del relieve induce el ascenso de las mismas, las cuales precipitan fácilmente en forma de lluvias orográficas. Luego de descargar gran parte de su hu-medad, estos vientos poseen un comportamiento relativamente más seco.

Otro factor climático de importancia para la vegetación boscosa es la distribución de la precipitación anual, que como hemos visto está determi-nada por los vientos alisios y el desplazamiento latitudinal de la zona de las bajas ecuatoriales (ITC), lo cual a su vez determina la duración de los períodos de sequía relativa o menor precipitación. Cuando existe una noto-ria reducción de la precipitación tiende a presentarse un período de sequía relativa que puede alcanzar niveles de aridez climática (aridez entendida como sequía fisiológica, es decir cuando climáticamente hay interrupción del desarrollo vegetal). Este último aspecto es de gran importancia por su influencia sobre el desarrollo de la vegetación, lo cual se aprecia en la Tabla 1.4, donde se presentan las formaciones vegetales tropicales y la variación del número de meses fisiológicamente secos o meses áridos.

Tabla 1.4: Zonas de vegetación tropical según el número de meses húmedos (Lauer 1952 cit. por Lamprecht, 1990)

Meses húmedos Zonas de vegetación Meses áridos Régimen de lluvia

12-9,5 Bosque húmedo siempreverde 0-2,5 Lluviozo

9,5-7 Bosque húmedo caducifolio #sabana húmeda 2,5-5 Mozónico

7-4,5 Bosque seco caducifolio #sabana seca 5-7,5 Húmedo-seco

4,5-2 Bosque espinoso #sabana espinosa 7,5-10 Semi árido

2-1 matorral xérico (Espinar, cardonal, suculentas) #desierto 10-11 Árido

1-0 Desierto 11-12 -

En general, la precipitación es el factor climático más significativo para la vegetación boscosa en las tierras bajas de los trópicos.

Asimismo deben tenerse en cuenta las variaciones de los registros climá-ticos de una misma estación a través de los diferentes años, llegando a los valores extremos alcanzados durante las oscilaciones de ENSO (asocia-dos a los fenómenos meteorológicos de La Niña y El Niño). Por ejemplo, tanto la oscilación interanual de la precipitación como el número de meses áridos muestran una amplia variación, lo cual tiene una gran importancia

26

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

como un elemento de estrés eventual para el bosque, por ejemplo, cuando ocurren grandes sequías e incendios.

Por último, la precipitación es la principal fuente de humedad relativa, la cual depende del ritmo de la precipitación y de la evapotranspiración a lo largo del año, siendo en general alta para los trópicos húmedos. En las formaciones boscosas del trópico húmedo existe una gran variación de la humedad relativa: en el dosel puede descender hasta un 70%, mientras que en el interior del bosque puede oscilar entre un 90% durante el día y un 95% durante la noche (Mabberley, 1992). Se estima que entre un 25 y 47% de la precipitación se pierde a través de la evapo-transpiración del dosel, estas magnitudes rememoran la tesis donde se postula que en los bosques húmedos amazónicos hasta casi la mitad de la precipitación puede provenir de la evapotranspiración de la vegetación misma (Salati et al., 1978).

Holdridge(1947) (Tabla 1.5), existen otras clasificaciones bioclimáticas para el trópico (Lamprecht, 1990) (Tabla 1.6).

Tabla 1.5: Bioclimas según Holdridge (1967, cit. por Ewel, Tosi & Madriz, 1976).

Bioclima (zona de vida)

Precipitación (mm/año)

Temperatura (°C)

Altitud (m s.n.m.)

Pluvial Tropical >8.000 >24 0-500

Muy Húmedo Tropical 4.000-8.000 >24 0-500

Húmedo tropical 2.000-4.000 >24 0-500

Húmedo premontano 1.000-2.000 17-24 500-1.000

Muy húmedo premontano 2.000-4.000 17-24 500-1.000

Pluvial premontano >4.000 17-24 500-1.000

Húmedo montano bajo 1.000-2.000 12-17 1.500-2.000

Muy húmedo montano bajo 2.000-4.000 12-17 1.500-2.000

Pluvial montano bajo >4.000 12-17 1.500-2.000

Húmedo montano 500-1.000 6-12 2.000-

Muy húmedo montano 1.000-2.000 6-12 2.000-

Pluvial montano >2.000 6-12 2.000-

Húmedo subalpino 250-500 3-6 -

Muy húmedo subalpino 500-1.000 3-6 -

Pluvial subalpino 1.000-2.000 3-6 -

27

Lionel Hernández

Tabla 1.6: División esquemática de los bosques tropicales según temperatura y regímenes de lluvias (Lamprecht, 1990)

Régimen de lluvia Temperatura media anual en °C Altitud en m s.n.m.

aprox. 28-22°C tierra caliente aprox.

0-800 (1.000) msnm

aprox. 22-14°C tierra templada

800-2100 (2400) msnm

aprox. 14-10°C Tierra fría 2100-3200 msnm

» Precipitación con distribución anual ± uniforme

» P = 5 (T+14) cm

Bosque húmedo siempreverde de tierra

baja

Bosque húmedo siempre verde montano

Bosque húmedo siempreverde de

montaña o bosque nublado

» Epoca(s) de lluvia y seca(s) alternan durante el año; época(s) seca(s) < 5 meses

» P < 5 (T+14) cm y > 2 (T+14) cm

Bosque húmedo de tierras bajas

Bosque húmedo deciduo montano

Bosque húmedo deciduo montano

» Epoca(s) de lluvia y seca(s) alternan durante el año época(s) seca(s) > 5 meses

» P < 2 (T+14) cm

Bosque seco deciduo de tierras bajas

Bosque seco deciduo montano

Bosque seco deciduo de montaña

T= Temperatura media anual (°C) P= Precipitación (cm) promedio anual

Una clasificación bioclimática adoptada para la Guayana venezolana (Hu-ber, 1995) distingue 6 bioclimas determinados por la combinación de cuatro pisos térmicos o altitudinales (macrotérmico, submesotérmico, mesotérmi-co y submicro térmico) y la persistencia del follaje según la precipitación y número de meses secos (Tabla 1.7).

Tabla 1.7: Subdivisión climática para la Guayana Venezolana (Huber, 1995)

Altitud (m s.n.m.) Temperatura promedio anual (°C)

Precipitación promedio anual (mm)

Nro. de meses secos (< 50 mm/año)

0-500 macrotérmico (>24°) ombrófilo (>2.000) <2

0-500 macrotérmico (>24°) tropófilo (1000-2000) 2-5

500-1.400 submesotérmico (18-24°) ombrófilo (>2.000) <2

500-1.400 submesotérmico (18-24°) tropófilo (1000-2000) 2-4

1.400-2.400 mesotérmico (12-18°) ombrófilo (>2.000) <1

2.400-+3000 submicrotérmico (8-12°) ombrófilo (>2.000) <1

28

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

SuelosEl suelo es una interfase donde ocurre la interacción del clima, el relieve

y los organismos vivos actuando a través del tiempo sobre el material geo-lógico parental.

Estudios locales sobre la estructura forestal han demostrado que el suelo puede ser un factor muy heterogéneo en climas tropicales, y frecuente-mente es la causa de diferenciación de tipos de bosques (Richards, 1952; Steege ter, 1993; Franco & Dezzeo, 1994).

Principales órdenes de suelo en el trópicoPara fines de ordenamiento territorial y manejo de recursos naturales se

han desarrollado en el mundo diversas clasificaciones de suelo. De estas clasificaciones, la más usada en Venezuela es la basada en Soil Taxo-nomy, la cual está dividida en: fases, series, familias, subgrupos, grandes grupos, subórdenes y órdenes (Soil Survey Staff cit. por Casanova, 1996). Los suelos tropicales son más diversos que lo que comúnmente se ha creído (Tabla 1.8).

Tabla 1.8: Distribución de distintos grupos de suelo en regiones tropicales (según Revelle et al. 1967 en Weischet, 1980)

Grupo de sueloÁfrica Asia América Latina Australia / Nueva

Zelanda Total

Mill.ha % Mill.ha % Mill.ha % Mill.ha % Mill.ha %

Suelos leve y fuertemente ferralíticos, con alto grado de meteorización y lixiviación (oxisoles,terrasoles)

986 46 494 49 1017 65 40 15 2537 51

Suelos ferralíticos, medianamente meteorizados lixiviados (ultisoles, cambiasoles, acrisoles)

16 1 85 9 80 5 28 10 209 4

Tierras negras tropicales, oscuras y ricas en bases, (vertisoles, cambisoles, acrisoles).

108 5 54 5 105 7 25 9 292 6

Suelos ricos en bases de regiones tropicales marginales semiáridas (cambisoles, rhodosoles, aridisoles).

457 22 81 8 83 5 77 28 698 14

Suelos arenosos poco profundos (fluvisoles, regosoles, aridisoles)

472 22 115 12 154 10 105 38 846 17

Suelos aluviales (fluvisoles, inceptisoles)

80 4 170 17 119 8 - - 369 8

Total 2119 100 999 100 1558 100 275 100 4951 100

29

Lionel Hernández

Los suelos del Trópico incluyen al menos 10 millones de fases, 5 millones de series, 1 millón de familias, 1.250 subgrupos, 200 grandes grupos, 45 subórdenes y 11 órdenes (Eswaran et al. cit. por Lal 1997). Los principa-les órdenes de suelo en el Trópico son los oxisoles, alfisoles, aridisoles, ultisoles y entisoles (Tabla 1.9), los cuales serán descritos brevemente a continuación.

Tabla 1.9: Principales órdenes de suelo en el Trópico(Buringh, 1979; Van Wambeke, 1992; tomado de Lal, 1997)

Órdenes de sueloSuperficie mundial Superficie tropical

(106 ha) (%) (106 ha) (%)

Alfisoles 1730 13.1 800 16.3

Aridisoles 2480 18.8 900 18.4

Entisoles 1090 8.2 490 10.0

Histosoles 120 0.9 50 1.0

Inceptisoles 1170 8.9 243 5.0

Mollisoles 1130 8.6 50 1.0

Oxisoles 1120 8.5 1100 22.5

Spodosoles 560 4.3 6 0.1

Ultisoles 730 5.6 520 10.6

Vertisoles 230 1.8 200 4.1

Tierras altas 2810 21.3 541 11.0

Total 13170 100 4900 100

Oxisoles: Son suelos fuertemente meteorizados, bien drenados y ácidos con una baja saturación de bases y tienen más de 40% de arcillas en los primeros 18 cm y un horizonte óxico, el cual es un horizonte subsuperficial (endopedón) caracterizado por una Capacidad de Intercambio Catiónica Efectiva (CICe)2 inferior a 12 cmol (+) por kg de arcilla, un contenido de arcilla inferior a 1,2 veces el contenido del horizonte superficial (epipedón) y menos del 10% del total son minerales meteorizables (saturación de ba-ses); este horizonte está constituido por una mezcla de óxidos hidratados de hierro, aluminios y arcillas de caolinita (arcillas tipo 1:1). Tienen una baja fertilidad, contienen agregados fuertemente cementados, ostentando por tanto una gran estabilidad de agregados. La fracción de arcillas está confor-mada predominantemente por Caolinita, la cual tiene una baja superficie es-pecífica (área por unidad de peso) y baja capacidad de carga. Los oxisoles se desarrollan usualmente bajo cobertura de bosque húmedo tropical (Lal, 1997; Casanova, 1996).

2 CICE: Capacidad Efectiva de Intercambio Catiónico.

30

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Ultisoles: Son suelos fuertemente meteorizados pero en menor medida que los oxisoles, bien drenados, altamente lixiviados y ácidos, contienen un horizonte subsuperficial argílico o cándico, el cual es un horizonte de acumulación (iluviación) de arcillas silicatadas; es decir poseen un alto contenido de arcilla y es similar a un horizonte óxico. La mineralogía indica fuerte meteorización. El alto contenido de arcillas en el horizonte argílico puede ser debido a: sedimentación, iluviación y discontinuidades litológi-cas. Algunos minerales meteorizables pueden ocurrir en las fracciones de arena y de sedimento. El horizonte argílico debe tener también un bajo pH y una baja fertilidad (Lal, 1997; Casanova, 1996).

Inceptisoles: Son suelos relativamente jóvenes y por tanto poco me-teorizados, ellos se han desarrollado en superficies geomórficas recientes tales como depósitos aluviales. Debido a su gran proporción de minerales meteorizables poseen una elevada fertilidad inherente (Lal, 1997).

Entisoles: Son menos desarrollados y frecuentemente adolecen de ho-rizontes diferenciados, p.ej. depósitos aluviales y coluviales. Algunos de estos suelos ubicados sobre planicies aluviales son altamente productivos y aptos para la agricultura (Lal, 1997).

Spodosoles: Están caracterizados por un horizonte subsuperficial de ilu-viación (acumulación) con un alto contenido de materia orgánica. La super-ficie u horizonte de eluviación (lavado) está usualmente lixiviado y posee un color claro.

Alfisoles: Estos suelos están menos meteorizados que los oxisoles y ul-tisoles. Son, sin embargo, similares a los ultisoles, ya que también poseen un horizonte argílico, pero a diferencia de los ultisoles, éstos poseen una saturación de bases superior a 35%, además poseen un horizonte ocrico superficial (epipedón) delgado con colores claros y pobre en materia orgá-nica. La mayoría de los alfisoles se presentan en las zonas subhúmedas y semi áridas y menos frecuentemente en las zonas húmedas. Estos suelos tienen propiedades químicas y nutritivas favorables, contienen minerales meteorizables incluso en la fracción arcillosa, no obstante las caracterís-ticas físicas son menos favorables que las de los oxisoles y ultisoles (Lal, 1997; Casanova, 1996).

Histosoles: Tienen un contenido de materia orgánica relativamente ele-vado; por consiguiente, ellos pueden alcanzar, con un adecuado manejo de las condiciones hídricas, una alta productividad. Poseen unas propiedades físicas favorables y una elevada fertilidad inherente, poseen un horizonte superficial (epipedón) hístico con muy alto contenido de materia orgánica y saturado con agua durante una parte del año (Lal, 1997; Casanova, 1996).

31

Lionel Hernández

En Venezuela, los suelos predominantes en los bosques húmedos de tierra baja corresponden mayormente a los órdenes ultisoles, oxisoles, y entisoles, en menor medida a los histosoles e inceptisoles. Entre los fac-tores edáficos limitantes para la agricultura predominan los referidos a la fertilidad y en algunas zonas al relieve y drenaje pobre (PDVSA, 1992).

La distribución de suelos en los Trópicos según su régimen de humedad se puede apreciar en la Tabla 1.10, en la misma se observa que los sue-los predominantes en los trópicos húmedos son los oxisoles, alfisoles y ultisoles al alcanzar cerca del 78% de la superficie total, estos suelos se conocen también bajo el término de suelos ferralíticos (ver también Tabla 1.9, donde alcanzan un 50%), o suelos zonales de los trópicos húmedos. Los suelos tropicales son altamente variables, incluso a cortas distancias, lo cual se atribuye a distintos factores tales como clima, material parental, vegetación, especies forestales, actividad de termitas e historia (Lal, 1997; Casanova, 1996).

Tabla 1.10: Distribución de suelos en los Trópicos según su régimen de humedad(Sánchez, 1976 cit. por Lal, 1997)

Ordenes de sueloTrópico húmedo (106 ha)

Trópicos sub húmedos y semi áridos

(106 ha)

Trópicos secos y

áridos (106 ha)

Total (106 ha)

Proporción de los

trópicos (%)

Oxisoles, ultisoles, alfisoles 920 1540 51 2515 51

Grupo de Psamments y líticos 80 272 482 834 17

Aridisoles 0 103 582 685 14

Aluviales (Aquepts, Fluvents) 146 192 28 366 8

Vertisoles, Mollisoles 4 174 93 291 6

Andepts, Tropepts 5 122 70 207 4

Área total 1175 2403 1316 4900 100

Proporción de los trópicos 24 49 27 100 -

Procesos del sueloLas elevadas temperaturas y las abundantes lluvias en las regiones hú-

medas de las tierras bajas tropicales desencadenan un proceso intenso de meteorización de silicatos y de lixiviación profunda de los suelos. Como re-sultante se observa la predominancia de minerales arcillosos típicos (p.ej.: caolinita) con una capacidad mínima de retención de nutrientes, asociada a una baja fertilidad, común en estos suelos ferralíticos típicos (zonales) de los trópicos. Tal nivel de fertilidad se encuentra entre los niveles más

32

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

bajos existentes a nivel global (Weischet, 1980). En estos suelos boscosos la función de retención es asumida principalmente por sustancias húmicas.

La mayor intensidad de lavado e intemperización se observa generalmen-te en suelos zonales (con mayor intensidad en zonas de mayor antigüedad geológica, p.ej.: el Escudo Guayanés). En suelos azonales, asociados a condiciones particulares que ocurren con menor frecuencia, como podrían ser suelos volcánicos o las superficies con menor antigüedad geológica (como por p.ej. depósitos aluviales y valles intramontanos) se presentan suelos de poco lavado y mayor fertilidad. El rango de fertilidad edáfica de los bosques húmedos tropicales es muy amplio y difiere por su grado de meteorización y lixiviación; los indicadores más sensibles son las re-servas de los cationes básicos K, Mg y Ca en la zona radicular edáfica. Dicha reserva decrece a partir de suelos azonales fértiles (atípicos, p.ej. suelos aluvionales del piedemonte andino), pasando por suelos zonales típicos (p.ej.: oxisoles y ultisoles del Escudo Guayanés) hasta llegar a sue-los azonales pobres (p.ej.: espodosoles de la Caatinga Baja Amazónica). El amplio rango de tales condiciones químicas pedológicas sólo afecta a la estructura de la biomasa aérea de los bosques primarios cuando ocurre sobre suelos azonales pobres (Foelster, 1992).

Entre las condiciones de sitio ecológicamente significativas para la vege-tación se puede mencionar: la baja capacidad de absorción de nutrientes, la reducida reserva de nutrientes minerales y en algunos casos la poca aireación (condiciones anaeróbica) y la toxicidad química. Estos factores son de carácter latente, crónico, agudo y en fin factores que pueden llegar a ser limitadores de la productividad primaria y el crecimiento vegetal (Ta-bla 1.11).

Tabla 1.11: Algunos factores del sistema suelo-planta-clima que afectan el crecimiento de las plantas (modificado a partir de Casanova, 1996)

SUELO PLANTA CLIMA

Pendiente Genéticos LluviaErosión Polinización, dispersión, germinación Exceso y déficit de humedadProfundidad horizonte A Competencia Evapotranspiración% materia orgánica Plagas y enfermedades EscorrentíaDrenaje interno Estera orgánica Humedad inicial% de arcilla en capa radicular Simbiosis Agua aprovechable del sueloContenido de nutrimentos Daños Energía radianteCIC Estrategias ecofisiológicas TemperaturaPosición fisiográfica Sequías e inundaciones VientoDensidad aparente Banco de propágulos y plántulas en

latenciaComposición de la atmósfera

EstructuraMaterial parentalpHToxicidadSalinidad

33

Lionel Hernández

Dichos factores se presentan en los suelos comunes (zonales) en los trópicos, tales como los ultisoles y los oxisoles. Ello, a pesar de que los bosques climácicos perhúmedos y húmedos de las tierras bajas tropicales sobre oxisoles y ultisoles son a nivel global los bosques más esplendoro-sos (Bruenig, 1987).

Uso y degradación de los suelos“En los trópicos la superficie per cápita de tierra arable está disminu-

yendo debido tanto al rápido incremento de la población humana como al hecho de que los recursos de suelo son limitados y proclives a la degradación. En 1980, el número de países con una superficie de tierra arable per cápita inferior a 0,1 ha se ubicaba en 8 países, para 1990 se esperaba que el número de países con dicha superficie per cápita fuese de 45 países (FAO, 1993, cit. por Lal, 1997:116).

Por otro lado la expansión de la agricultura se realiza a expensas de bosques naturales u otras áreas boscosas” (Bryant et al, 1997; Engelman & LeRoy, 1995; cit. p. Lal, 1997).

Estructura y fisionomía de bosques tropicales

Estructura y FisionomíaLa fisionomía vegetal se define principalmente por la forma de vida pre-

dominante, la cual en el caso de la formación boscosa corresponde a la forma de vida arbórea, además de los árboles en el bosque se presentan diversas formas de vida como son las plantas trepadoras herbáceas y leñosas (lianas), árboles hemiepífitos, palmas, arbustos, hierbas y sufrúti-ces, plantas epífitas y plantas epífilas y parásitas (Mabberley, 1992).

La estructura, entendida como el arreglo espacial de la vegetación, pue-de ser analizada en dos dimensiones, la vertical y la horizontal. En la es-tructura vertical se pueden observar árboles emergentes, árboles del do-sel, árboles del sotobosque y la vegetación sobre la superficie del suelo; en donde cada estrato posee un microclima específico asociado a una gran variedad de hábitat, propicio para el desarrollo de una elevada diversidad biológica. Bajo el término “estratificación natural” se entiende a una con-centración de árboles maduros y jóvenes, referida a una concentración de la masa de sus copas, entre dos niveles de altura determinados (Marmi-llod, 1982; Grubb, 1963; cit. por Bourgeron, 1983).

34

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

La manera más común de representar la estructura horizontal de los bosques es la distribución diamétrica (“estructura total”, según UNESCO/CIFCA, 1980), la cual ha demostrado ser un valioso instrumento para el análisis estructural de bosques tropicales. Ella además de inferir el grado de cobertura arbórea del suelo, permite sondear los efectos de los factores ambientales sobre la estructura del bosque. En bosques naturales usual-mente el número de individuos arbóreos se reduce con el incremento del diámetro (distribución logarítmica, ver Fig. 1.1); debe tenerse en cuenta, sin embargo, que el número de árboles por unidad de área es muy varia-ble.

Figura 1.1: Distribución del número de individuos por clases diamétricas

Bosque Submesotérmico bajo

Bosque Submesotérmico medio

Bosque Submesotérmico medio-alto

Bosque Submesotérmico alto

Bosque Submesotérmico de Galeria

Bosque Mesotérmico bajo

Bosque Mesotérmico medio

0,0

10,0

20,0

30,0

40,0

50,0

60,0

70,0

80,0

90,0

100,0

15 25 35 45 55 65 75 85 95 105 115 125

Clases Diamétricas

Porc

enta

je d

elN

°de

indi

vidu

os

En el trópico, los bosques siempreverdes naturales varían en térmi-nos de:

» Altura del dosel, fisionomía de los árboles, de las copas y del dosel (estructura vertical).

» La distribución de individuos y especies

Los cambios estructurales entre y dentro de los rodales boscosos están determinados por las diferencias en factores:

» Florísticos (tipo, número y proporción de especies) » Geométricos (arquitectura y fisionomía) » Geoquímicos

35

Lionel Hernández

Tales diferencias están asociadas a: » La dinámica de regeneración » El crecimiento » La sucesión » El tipo y frecuencia de las perturbaciones » Las características climáticas y otras condiciones de sitio (Bruenig,

1983)

Algunas de las características principales de los bosques húmedos tropi-cales se presentan en la Tabla 1.12.

Tabla 1.12: Características estructurales y fisionómicas para diferenciar bosques húmedos tropicales de tierras baja, intermedia y de montaña (Whitmore, 1990)

CaracterísticasFormación

Bosque siempreverde de tierra baja Bosque premontano Bosque montano

Altura dosel (m) 25-45 15-33 1,5-18

Emergentes (m) Característico, hasta 60 m (80)

frecuentemente faltan, hasta 37 m

frecuentemente faltan, hasta 26 m

Hojas compuestas Frecuente Raro muy raro

Clase de tamaño foliar predominante de las leñosas

Mesófila Mesófila Micrófila

Aletones Frecuentemente abundantes y grandes

menos frecuentes, pequeños frecuentemente ausentes

Caulifloria Frecuente Raro Ausente

Trepadoras leñosas colgantes muy abundantes frecuentemente ningunas Ninguna

Trepadoras de fuste usualmente muy abundantes

frecuente hasta muy frecuente muy pocas

Epífitas tubulares frecuente muy frecuente Frecuente

Epífitas no tubulares Ocasional ocasional hasta muy abundante

usualmente muy abundante

Los patrones de estructura y composición del bosque, generados por la silvigénesis, se expresan espacialmente a través del mosaico de parches o fases de: claros, reconstrucción, madurez y decaimiento (ver cap. 3). La apertura del dosel arbóreo, es decir la formación de claros (ocasionada por la caída de árboles y ramas), inicia un proceso habitual de rejuvene-cimiento del bosque, del cual dependen en gran parte las estrategias de regeneración y desarrollo de los diferentes grupos de especies árboreas (climax y pioneras: Swaine & Whitmore, 1988).

36

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

AdaptaciónComo se ha mencionado, la diversidad biológica (entre las más altas del

planeta), la fisionomía y la estructura de esta formación constituyen una adaptación funcional ocasionada por:

i. Las características climáticas húmedas y tórridasii. Las condiciones de sitio imperantes iii. Los cambios dinámicos e históricos de la vegetación

Las condiciones usualmente reinantes de clima cálido y húmedo esti-mulan el crecimiento vegetal y el elevado lavado de nutrientes, lo cual a su vez ha propiciado el desarrollo continuo de importantes estrategias de adaptación del ecosistema como (Kreeb, 1983):

» Especies siempreverdes con un largo tiempo de funcionamiento de sus hojas (mayormente de tamaño mediano) adaptadas a suelos ácidos y oligotróficos

» Conservación de nutrientes optimizada a través de una elevada fi-tomasa correlacionada con reducida masa de herbívoros y reasimi-lación de nutrientes previa a la caída foliar

» La función de filtraje y reciclaje intenso de la necromasa protegen ante el lavado y se realiza mediante el intercambio entre mantilllo orgánico, micorrizas y sistema radicular

» Rápida mineralización que disminuye el peligro de lixiviación y ero-sión, organismos epifíticos (algunos fijadores de nitrógeno) que fun-cionan de manera similar a la estrategia anterior y representan un nivel trófico de reciclaje adicional

» La compleja estructuración del bosque y la alta diversidad biológica fungen como un filtro protector ante las abundantes lluvias y consti-tuyen igualmente un mecanismo estabilizador

Principales tipos de bosques del Trópico HúmedoLa altura de dosel, la complejidad y la diversidad varía (en varios casos

tendiendo a disminuir) al pasar a bosques ubicados a mayores altitudes y sitios con suelos más pobres. Existe también una variación similar hacia las zonas subhúmedas. A lo largo de tales gradientes, la productividad pri-maria y las tasas de descomposición y respiración generalmente también disminuyen.

37

Lionel Hernández

En la Tabla 1.13 se observa la variación de crecimiento de algunos bos-ques venezolanos y en la Tabla 1.15 se puede apreciar la riqueza florística de algunos bosques neotropicales.

Tabla 1.13: Estructura y crecimiento de diferentes bosques

Fuente Lugar (bioclima) Area basal (m2/ha)

Volumen de fuste

(m3/ha)

Crecimiento diamétrico

(cm/a)

Crec.Vol.umen fuste (m3/ha/a) % crec. Vol.

Global Venezuela

1 Venezuela (BST) 25 150 0.35 4 2

1 Venezuela (BHP) 35 400 0,25 7 1,7

1 Venezuela (BHT) 30 (15-60) 300 (150-950) 0,45 (0,1-0,8) 8 (3,5-20) 2,5 (1-6)

Norte del Orinoco, Venezuela

1 Sur Lago Vertiente (BHT) 14-57 112-935 0,3-1 6-14 1-6

1 Sur Lago Llanura (BHT) 18-30 141-291 0,27-0,44 4-10 3-3,4

2 Caparo (BST) 24,2 - 0,86 (0,18-2,5) - -

Sur del Orinoco, Venezuela

1 Imataca (BHT) 23-34 213-538 0,17-0,27 5-8 1-3

1 Rio Negro (BHT) 24-40 374-577 0,11-0,22 3,5-5,8 1-3

3b Gran Sabana (BHP) 9-46 - 0,36 (0,18-1,2) - -

Amazonas Brasilero

3a Igapó, (BHT) - - 0,34(0,16-0,62)

1=Veillon (1985), estimación para bioclimas húmedo tropical, seco tropical y húmedo premontano, Venezuela, crec. promedio del conjunto de árboles

2=Fuchs (1992) Bioclima seco tropical, Rva. For. Caparo, intervalo estimado a partir de individuos de especies importantes

3= Worbes (1994), a) igapó brasil, b)Gran Sabana, Bioclima húmedo premontano,

BHP=Bioclima ombrófilo premontano (500-1500 msnm), BST=Bioclima tropófilo (0-500 msnm), BHT=Bioclima ombrófilo macrotérmico (0-500 msnm)

A continuación se discutirá brevemente las características de los bosques húmedos o bosques ombrófilos tropicales a nivel global, diferenciándolos en bosques de tierra baja, de tierra intermedia y de montaña. Asimismo, se incluirán aquellos bosques azonales asociados a ciertas condiciones ambientales especiales como es el caso de los bosques esclerófilos ralos y los humedales boscosos (bosques ribereños, de galería y de pantano). No se abordarán los manglares, ni bosques tropicales de coníferas, ni las transiciones de la formación boscosa aquí analizada hacia los bosques tropófilos (bosques secos).

38

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Bosques de tierra bajaExisten varias denominaciones asociadas con el término de bosques

tropicales de tierra baja tales como “bosques macrotérmicos”, “bosques de baja altitud” (Yangambi, 1956 cit. por Lamprecht, 1990), cuando ellos se presentan bajo climas húmedos son denominados como “bosques om-brófilos de tierra baja” (Huber & Alarcón, 1988, Huber, 1986b), “bosques muy húmedos y húmedos tropicales” (Ewel et al, 1976) y “bosque pluvial” (Beard, 1946).

Los bosques ombrófilos de tierras bajas constituyen una formación bos-cosa siempreverde que cubre extensas superficies de las tierras bajas del Trópico Húmedo, usualmente entre 0-500 (600/800) m s.n.m. La Tabla 1.14 ilustra la enorme variabilidad de estimadores estructurales como altu-ra, área basal y abundancia en los distintos tipos de bosques húmedos de tierra baja neotropicales.

Bosques de tierras intermediasEn el Neotrópico, los bosques de tierras intermedias, conocidos también

como bosques premontanos o submesotérmicos, “lower elevation mon-tane forest” entre 800-1500 m s.n.m (Gentry, 1995) y “paratropical forest” (Wolfe, 1979, 1971 cit. por Webster, 1995), constituyen la interfase entre los bosques de tierras bajas y altas, definida como: “zona premontana” entre 600-1500 m s.n.m (Holdridge, 1947); el conocimiento existente so-bre esta zona aún hoy en día es relativamente escaso, requiriéndose aún realizar estudios más detallados (Churchill et al, 1995).

En la Tabla 1.16 se comparan los datos estructurales de bosques sub-mesotérmicos y mesotérmicos en Venezuela y el Neotrópico.

39

Lionel Hernández

Tabla 1.14: Estructura y diversidad de algunos bosques ombrófilos de tierra baja neotropicales

Fuente Lugar (Tipo bosque) Abundancia (pies/ha)

Area basal (m2/ha)

Volumen fuste (m3/ha)

Nro. especies arbóreas (DAP >10)

Area Levantam.(m2)

Venezuela

2País global (B. primario)

120-692 30(14-57) 300(132-935) - -

Norte del Orinoco, Venzuela2 Sur Lago Vertiente 248-416 14-57 112-935 - -2 Sur Lago Llanura 265-549 18-30 141-291 - -

9b Sur Lago 362-546 17-19 - 31-32 5.0009a Sur Lago 306 23,1 - 43 5.000

Sur del Orinoco, Venzuela17 Imataca 230-480 23-38 250-470 80-100 10.0008 Imataca 486-560 21-25 90 (Ø >30 65-89 -

18 Claritas -Imataca 237-279 (Ø >15) 33-35 (Ø >15) - 66-84 (Ø >15) 10.00019 Imataca 287(400-600) 23,1 - - -2 Imataca 464-692 23-34 213-350 - -2 Rio Negro 400-944 24-40 374-577 - -

12 Río Negro 2.480 (Ø>2.5) - - 118 (Ø >2,5) 1.0004 Río Negro 670-786 27,8 391 83 10.0004 Río Negro 670-786 27,8 391 63-69 5.000

10 Nichare-Caura 466-653 24,5-37,2 - 77-109 10.000

1Bajo Caura (B. medio)

490-800 20,1-39,8 - 110 8.000

1Bajo Caura (B. Bajo)

210-400 9,5-21,3 - - -

7 Bajo Caura 521 24,8 - 54 10.0007 Caura medio 411-499 22-23 - 49-56 -7 Erebato, Caura 499 26 - 67 -

15 Caura medio 576-812 21-47 - 73 7.50014 Bajo Caura - - - 47 5.0003 Cerro Duida 575 23,8 - - -5 Sipapo (B. galería) 557 25.6 84 (sin palmas) 27 -5 Sipapo (B. Medio) 549 22.4 - 44 -6 Paragua - - 130,6 (Ø>10) - -

11 Paragua 613 41,7 - 300 (Ø>5) 9.00013 Suapure 549 25 (20-29) - 62 10.000

16San Carlos (Caatinga alta)

700-1.600 (Ø>10) 20.9-46.3 (Ø >3) - - -

16San Carlos (Caatinga baja)

300-800 (Ø>10) 19.9-26.7 (Ø >3) - -

Ø=DAP= Diámetro a la altura del pecho (1,30 m del suelo), Bg=bosque galería 1= Briceño et al, 1997, bajo Caura,ultisoles 2=Veillon (1985, et al, 1976,), estimación para bioclimas húmedo tropical (0-500 m s.n.m.), Venezuela 3-Dezzeo & Huber (1995), Cerro Duida, transición entre bosques macrotérmicos basimontanos, Venezuela 4=Uhl & Murphy (1981): San Carlos de Río Negro, Venezuela 5= Catalán (1980): Rva. For. Sipapo, Venezuela 6=CVG, IPETO (1976): Inventario forestal Rva. For. la Paragua; Venezuela 7=Marín y Chaviel (1996): El Caura, Bosque tierra firme; Venezuela 8=J. Ochoa (1997), Rva. For. Imataca; Venezuela 9a=MARNR (1983): Cuenca media del río Escalante; edos. Mérida-Táchira Venezuela 9b=MARNR (1983): Cuenca media del río Escalante; edos. Zulia-Mérida-Táchira Venezuela 10= Castellanos (1997): Tawadu, Nichare-Caura 11=Briceño, 1995 La Paragua; Venezuela (Marik, Karun) 12=Cuello & Aymard, 1993= Casiquiare, Río Negro; Venezuela 13=Finol 1975 = Suapure, suelos ultisoles, Venezuela 14=Aymard et al, 1997, Bajo Caura; Venezuela 15= Dezzeo & Briceño 1997, Caura medio, Chanaro 16- Moyersoen (1993): San Carlos de Río Negro Venezuela 17= CVG-Tecmin (1987) Imataca 18=Rodríguez Meza 1991= Las Claritas, Rva. For. Imataca 19= ONU-FAO (1970) Rva. For. Imataca, Rollet 1969

40

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Tabla 1.15: Riqueza florística en algunos bosques neotropicales

Fuente Altitud Bioclima$Número de especies

(DAP>10)

No. especie (DAP>2,5)

Lugar

(parcela)Area lev. (m2)

1

1.178 BHP 43/28 - (Sa1) 2.500/1.0001.182 BHP 36/25 - (Sma1) 2.500/1.0001.184 BHP 25/19 - (Sb3) 2.500/1.000

1.178-84 BHP 65 - Sabanita 9.900

2 100 BHT 50-100 -Amazonas

Perú2.500

3 <400 BHT 38-42 - Guayana Ven. 2.500

4 <400 igapo, BmHT 70 -Amazonas

Brasil2.200

5 1.150-1.670 trans. B. nublado 60 - Rancho Grande Ven. 2.5006 2.200-2.500 BmHM 26 (15-37) - Andes, Ven. 2.500

7 1.220 BHP 1122

(DAP>1)Gran Sabana, Ven. 1.000

8 1200-1250 BHP 128 Gran Sabana 10.000

9 680 BHP -7-26/37-38 (DAP>5)

Alto Urimán, Ven. 400/1.600

1 1.178 Ba-BHP 21/20 - Ven. (Sa1) 500/4001 1.182 Ba-BHP 18/15 - Ven. (Sma1) 500/4001 1.184 Bb-BHP 17/10 - Ven. (Sb3) 500/4001 835 Bg-BHP 17/12/35 - Ven. (X8) 500/400/1. 0001 1.450 BmHMb 18/15 - Ven. (A3) 500/4001 1.825 BmHMb 9 - Ven. (X1) 3001 1.380 B2-BHP 15/13 - Ven. (Bmix) 500/400

10 1.990 BmHMb 37 94 Zingara Colombia 60010 1.540 BmHMb 33 93 Cabaleta Bolivia 50010 1.860 BmHMb 29 54 Himalaya Colombia 40010 3.010 BHM 8 21 Pasocha Ecuador 400

10 100 Bg-BST 22 55Guanacaste

Costa Rica400

7 1.220 BHP 9,1119,23

(DAP>1)Gran Sabana, Ven. 800

7 1.220 BHP 8,1321,23

(DAP>1)Gran Sabana, Ven. 400

7 1.220 BHP 717

(DAP>1)Gran Sabana, Ven. 300

1=Hernández, 1999, 2=Marmillod, 1982, 3=Finol, 1975, 4= Prance & Keel, 1979, 5=Huber, 1986a, 6=Hoheisel, 1976, 7=S. Matezki com. Pers., 8=L. Pacheco com. Pers., 9=Dezzeo et al, 1997, 10=Gentry, 1995.*= fragmentos de bosque de galeríaBa=bosque altoBb=bosque bajoB2=bosque secundarioBg=bosque galería $=bioclimas según Galán (1984) equivalente a zonas de vida de Holdridge (1947):BHP=bioclima húmedo premontanoBmHP=bioclima muy húmedo premontanoBhMb=bioclima húmedo montano bajoBmHMb=bioclima muy húmedo montano bajoBHM=bioclima húmedo montano BST=bioclima seco tropical

41

Lionel Hernández

Bosques montanosExisten varias denominaciones asociadas con el término bosques monta-

nos, tales como “bosques mesotérmicos altimontanos siempreverdes, de porte bajo”-”low evergreen upper montane mesothermic forests” (Huber, 1995b), “bosques ombrófilos montanos siempre verdes” (Huber & Alarcón, 1988; Huber, 1986b), “selva nublada” (Huber, 1986a, “cloud forest”: Beard, 1946; Pittier, 1938), “upper montane rain forest” (Prance, 1983), “bosques muy húmedos montano bajos” (Ewel et al, 1976).

Algunos autores (Prance, 1983; ver Webster, 1995) distinguen 2 subgru-pos de bosques montanos: “lower montane forest” y “upper montane fo-rest”, los cuales se corresponden aproximadamente con los bosques mesotérmicos y submicrotérmicos.

Precisamente es en la zona mesotérmica donde crecen principalmente los bosques nublados, por ser en gran parte la franja altitudinal cubierta frecuentemente por formaciones de nubes. Esta cobertura de nubes repre-senta, en relación al aporte de las lluvias, un ingreso adicional de humedad para el ecosistema a través de la así denominada precipitación horizontal (condensación o filtrado de aguas de lluvia). Este ingreso extra influye so-bre el régimen de humedad, el balance de radiación solar y las condiciones edáficas y así como también sobre otros aspectos del entorno ambiental. Tal proceso ha sido el motivo principal por el cual diversos autores (Ewel et al, 1976; Holdridge, 1947) califican a esta unidad como una asociación atmosférica.

Además del ambiente perhúmedo, otras características fisionómicas típi-cas de las selvas nubladas son la abundancia de briófitas, epífitas vascu-lares y helechos arborescentes (Cyathaceae) y una composición florística distinta a la de los bosques de tierra baja (Stadtmueller, 1987; Schimper, 1903 cit. por Webster, 1995).

No existe ninguna delimitación universal para los umbrales altitudinales de las zonas de bosques nublados tropicales. Algunos autores ubican sus límites entre 1.200 y 2.500 m s.n.m. (Stadtmueller, 1987). No obstante, ellos se pueden desplazar en algunos lugares hasta un límite inferior a 1.000 m.s.n.m. o hasta un límite superior de aprox. 3.000 m.s.n.m. (Stad-müller, 1987, Webster, 1995). Esta dificultad en definir dichos límites alti-tudinales depende de factores tales como la estructura de la troposfera, la interrelación entre latitud y altitud, temperatura promedio anual, diferencia-ción de patrones de precipitación, la humedad relativa, el comportamiento de los vientos alisios, el ascenso de las masas de aire, graduación con los tipos de vegetación colindantes y la influencia del tamaño de la montaña

42

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

sobre la variación de la tasa de temperatura (Massenerhebungseffekt: ver Webster, 1995).Veillon (1985) estimó un rango de área basal entre 30 y 40 m2/ha para bosques mesotérmicos de Venezuela (1.500-1.900 m.s.n.m.), mientras que Lamprecht (1990) lo fija a nivel global entre 40 y 60 m2/ha (ver Tabla 1.16).

Tabla 1.16: Estructura (> 10 cm DAP) de algunos bosques submesotérmicos y mesotérmicos

Fuente Tipo bosque Altitud (m s.n.m.)

Altura del dosel (m)

Abundancia (pies/ha)

Area basal (m2ha)

Volumen de fuste (m3/ha)

Bosques submesotérmicos:E B. alto 800-1.500 19,5 880 46,1 524

B.medio-alto - 17,1 778 29,3 252B. medio - 14,7 1.205 33,0 252B. bajo - 12,6 666 9,5 49,4

1a B. medio - 17,0 - 22-31 213-402B. bajo - 14,0 - 10-11 70-90

1b B.medio-alto 900-1.200 15-25 225-289 11-16 89-1861c B.medio-alto 900-1.200 15-25 598-602 24-33 107-1302a premontano 500-1.500 30-50 332-444 35 (30-50 ) 400 (300-600)3 a)B. medio 500-1.400 15-20 1.200 15,7 -

b)B.med.-alto - 15-25 875-1.025 22,0-45,5 -4 B.Dimorphand 1.100-1.250 - 1.246 51 -5 B.medio 600-950 15-25 1.000-1.470 35-66 -

6a B. andinos 960-1.200 - 700-1.160 - -Bosques submesotérmicos ribereños:

E B. galería 830-920 17,3 818 39,5 (29-61) 3481a B. galería - - 384 17,8 1646b B. seco galer. 100 - 300 - -7 B.Dimorphand 1.220 9-14 575-833 10-21 -

Bosques mesotérmicos:E B. medio 1.450-1.530 15,3 807 33,2 281,8

B. bajo 1.500-1.825 12,6 1.267 19,2 111,78 a-B. nublado 1.150-1.670 - 488-980 - -

b-B. nublado 2.060 - 600-1.460 - -9 B. montano - - - 40-60 -

2b- montano bajo 1.500-2.500 30(20-40) 456-652 (1.000) 35 (30-43) 300 (200-500)10- B. nublado 2.200-2.500 11-30 690-1.313 15-55 99-8196a B. montanos 1.560-1.990 - 800-2.575 - -11 B. montanos 2.000 7.7 (máx. 41) 512 (DAP> 10) 45.1(DAP>5) -12 B.submicrotermico 2.080 4-7 max:10 1.066 (800-1.200) 20,4 (15-25) -

E= Gran Sabana, Venezuela, Hernández, 1999 1-CVG-TECMIN (1987): 1a=altiplanicie Gran Sabana, Venezuela 1b=El Abismo, Venezuela y 1c=CVG-TECMIN (1993): Betania-Polaco, Venezuela2-Veillon (1985): estimación para bioclimas en Venezuela: a)- premontano (1.000-1.150 m s.n.m.) y b)- montano bajo (1.500-1900 m s.n.m.),3-Dezzeo & Huber (1995): Cerro Duida, transición entre bosques mesotérmicos y submesotérmicos, Venezuela 3a= bosque dominado por Perissocarpa sp., 3b = bosque mixto,4-Lisandro Pacheco (com. pers. 1995): Fragmentos de bosques submesotérmicos de Dimorphandra machrostachya en Parupa, Gran Sabana, Venezuela5-Dezzeo et al (1997): bosque submesotérmico húmedo, Alto Urimán, Venezuela 6-Gentry (1995): 6a = bosques montanos andinos, Colombia-Ecuador. 6b = bosque seco de galería, Costa Rica7-Steffen Matezki (com. Pers, 1995): Fragmentos de bosques submesotérmicos de galería con Dimorphandra machrostachya, Parupa. Gran Sabana, Venezuela 8-Huber (1986a): a= Rancho Grande, Cordillera de la Costa, b=Avila, Cordillera de la Costa, Venezuela 9-Lamprecht 1972 (cit. por Lamprecht, 1990): sinopsis bosques tropicales montanos10-Hoheisel (1976): Andes venezolanos.11-Valencia (1995) Bosques montanos andinos, Ecuador12-Huber, Rosales & Berry (1997): Río Iguana Alto Caura, Sierra Maigualida, DAP >1 cm, Venezuela

43

Lionel Hernández

Bosques de campiña (ralos esclerófilos y oligotróficos)Lamprecht (1990) utiliza el término global de “bosques de Landa o Cam-

piña” para denominar este grupo de bosques, entre los cuales se incluyen los “Wallaba Forests” en Guyana (Richards, 1952), la “Caatinga Amazóni-ca” (Hueck, 1966; Klinge & Medina, 1979) o “Caatinga de Río Negro” en la cuenca del río Negro (Huber, 1995b), “Heath Forests” (Richards, 1976) o “Kerangas” en el Sudoeste Asiático (Jordan, 1989), bosques bajos ralos de la Gran Sabana (Hernández, 1999) y el “Varillal” en Perú (Prance, 1983; Encarnación, 1985). Estos bosques de campiña se desarrollan bajo con-diciones ambientales especiales, mayormente sobre suelos de podsoles húmicos, formados en el clima húmedo y cálido de tierras bajas sobre sili-catos muy ácidos, sobre areniscas, sobre arenas pobres, sobre sedimen-tos marinos o sobre otros substratos parecidos (Lamprecht, 1990) o sobre sustratos rocosos o arenosos con abundante humus en la Guayana Alta. Aquí, el régimen hídrico no es el factor ambiental decisivo, sino más bien la extrema pobreza de los suelos, siendo ésta la principal diferencia de este grupo de bosques con respecto a los otros tipos de bosque. El agua procedente de los bosques de campiña es similar en color y oligotrofía a la de los ríos de agua negra (Whitmore, 1975 cit. por Lamprecht, 1990).

Este grupo de bosques presenta una fisionomía peculiar, generalmente se caracterizan por su porte reducido, dosel ralo, oligotrofía, una estera orgánica gruesa y un drenaje rápido del suelo, pueden alcanzar una altu-ra media o baja. Algunos árboles y arbustos son esclerófilos y presentan troncos encorvados (fisionomía xeromorfa o esclerófila). Estas caracterís-ticas son mecanismos de adaptación a condiciones de sitio oligotróficos y en general coinciden en los distintos tipos de bosques de campiña que se presentan en las diferentes regiones tropicales mencionadas (convergen-cia ecológica).

Estos bosques no se ubican solamente en las tierras cálidas bajas sino también se ubican en el nivel altitudinal intermedio, como es el caso de al-gunos bosques bajos de la Gran Sabana (Hernández, 1999) y los bosques de Kerangas (Brünig, 1983; Brünig & Klinge, 1976). En la mayoría de los casos, los bosques de Campiña presentan una clara diferenciación florísti-ca con respecto a los otros tipos de bosques circundantes, una excepción lo constituyen los bosques bajos de la Gran Sabana (Hernández, 1999). En los bosques de Caatinga Amazónica de porte alto y bajo (Bana), la mayoría de los árboles tiene diámetros pequeños (Moyersoen, 1993, ver Tabla 1.14).

44

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Humedales boscososEn el trópico existen diversas clasificaciones para los humedales bosco-

sos (Lugo, 1990; Lamprecht, 1990). Lugo (1990) propone diferenciarlos según sus condiciones hidrológicas en los siguientes tipos:

i. Humedales ribereños (riverine forests) afectados por inundaciones fluviales

ii. Humedales de borde marino (fringe forests) que crecen a las orillas de las zonas costeras, lacustres con un flujo de agua bidireccional

iii. Los humedales de cuencas (basin wetlands) que se presentan en depresiones donde el agua se acumula y puede fluctuar en su pro-fundidad dependiendo del balance entre la escorrentía del agua de lluvia y la evapotranspiración

Para la región con clima húmedo del Caribe y las Guayanas, Bacon (1990) diferencia dos tipos de humedales boscosos: los bosques de panta-no (swamp forests) con inundación permanente y los bosques anegadizos (marsh forests) con inundación periódica.

In sensu lato, se entiende como bosques ribereños aquellas comunida-des boscosas que ocupan hábitats ribereños, es decir hábitats adyacentes a los ejes de concentración de drenaje, permanentes o intermitentes, don-de la humedad del suelo es superior a la esperada bajo las condiciones climáticas zonales existentes (Lowe, 1964 cit. por Rosales et al, 1993). Dentro del gran grupo de bosques ribereños podemos diferenciar a los bosques ribereños propiamente dichos y los bosques de galería; los prime-ros se encuentran rodeados por bosques de interfluvio y los segundos se caracterizan por insertarse en paisajes de sabanas (Huber, 1995b, 1986b).

La posición fisiográfica ribereña de los bosques de galería y de los bos-ques ribereños propiamente dichos determina un elevado nivel de satura-ción edafo-hídrica que influye sobre su estructura y composición florística. Los bosques de galería forma una asociación edafo-hídrica (tal como la denomina Ewel et al, 1976), ya que las raíces de los árboles se ubican en las zonas de saturación de humedad o cerca de ellas.

Bosques de pantano Se caracterizan por presentar suelos con una permanente saturación de

agua y un drenaje muy lento, en algunos bosques tropicales hay predomi-nancia de palmas como es el caso de bosques de pantano sudamericanos dominados por la palma moriche (Mauritia flexuosa), denominados común-

45

Lionel Hernández

mente como “Morichales”. M. flexuosa es una especie de palma que llega a formar colonias densas.

Ejemplo de taxones frecuentes en humedales boscosos del Neotrópico son Mauritia flexuosa, Symphonia globulifera, Calophyllum lucidum, Cordia nodosa, Simarouba amara, Rheedia acuminata, Virola surinamensis, Hy-menaea spp, Iriartella setigera, Jessenia batua y Euterpe spp (Worbes et al, 1992; Bacon, 1990; Myers, 1990; González, 1986; Hernández, 1999). Sin embargo, algunos de estos taxones no tienen en el Neotrópico una distribución restringida a los humedales boscosos.

Bibliografía

Aymard G., S. Elcoro, E. Marín & A. Chaviel (1997): Caracterización Estructural y florística en bosques de tierra firme de un sector del Bajo Rio Caura, Edo. Bolívar Venezuela. En: Ecología de la Cuenca del Río Caura, Venezuela II. Estudios Espéciales. O. Huber & J. Rosales (eds.) Scientia Guaianae, N° 7: 143-170. Caracas.

Bacon, P. R. (1990): Ecology and management of swamp forests in the Guianas and Caribbean Region. Chapter 9 in: Forested Wetlands, A. Lugo, M. Brinson & S. Brown (eds.). Ecosystems of the World 15, 213-250 pp. Elsevier Scientific Publication Co. Amsterdam.

Beard, J.S., (1946): Los climax de vegetación en la América Tropical, Rev.Fac. Nac. de Agron. de Medellín, VI(23)-LH6

Bourgeron, P., (1983): Spatial aspects of vegetation structure. In:Tropical rain forest ecosystems. Ecosystems of the world 14A, F.B. Golley (ed.), Elsevier Scientific Pub. Co., 29-47

Briceño E., L. Balbás y J. Blanco (1997): Bosques ribereños del bajo Río Caura: vegetación, suelos y fauna. En: Ecología de la Cuenca del Río Caura, Venezuela II. Estudios Especiales. O. Huber & J. Rosales (eds.) Scientia Guaianae, N° 7::259-290. Caracas.

Briceño, E. (1995): Algunas características del bosque ribereño del Río Paragua. Cartel. Libro de resumenes en el XII Congreso Venezolano de Botánica, Colección Hombre-Ambiente. Ciudad Bolívar

Bruenig, E.F. & H. Klinge (1976): Comparisons of the phytomass structure of equatorial rain forest in Central Amazonas, Brazil and in Sarawak, Borneo. Gardens Bulletin, XXIX, 81-101.

46

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Brünig, E.F. (1983): Vegetation structure and growth. In: Tropical rain forest Ecosystems, Ecosystems of the world, 14A, Golley Frank B. (ed.), Elsevier Scientific Pub. Co., 49-75

Bryant D., D. Nielsen & L. Tangley (1997): Las últimas fronteras forestales: ecosistemas y economías en el límite. Instituto de Recursos Mundiales. 42 pp.

Casanova, E. (1996): Introducción a la ciencia del suelo. Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela. Caracas, 2nda. Reimpresión. 1era. Impresión 1991. 379 pp.

Castellanos, H. (1997): Ecología del comportamiento alimentario del Marimona (Ateles belzebuth) en el río Tawadu, reserva Forestal el Caura. En: Ecología de la Cuenca del Río Caura, Venezuela II. Estudios Especiales. O. Huber & J. Rosales (eds.) Scientia Guaianae, N° 7::259-290. Caracas.

Catalán, A. (1980) Inventario de los Recursos Forestales de la Reserva Forestal SIPAPO, Territorio Federal Amazonas MARNR serie Informes Científicos zona 10/IC. 175 pp.

CVG-TECMIN, C.A., (1993): Caracterización del medio físico y biológico del área de pequeña minería del sector El Polaco. CVG- Técnica minera C.A.. Ciudad Bolívar. 2 vol. (191+530 pp.), 15 mapas (E: 1:25.000). Informe inédito.

CVG- TECMIN, C.A., (1987): Proyecto Inventario de los Recursos Naturales de la Región Guayana, Informe de Avance: Clima, Geología, Geomorfología, Suelos, Vegetación, C.V.G. Técnica Minera C.A., Hoja NB-20-12 & NB20-16. Mapas Escala: 1:250.000. Informe inédito.

CVG-IPETO (1976): Estudio forestal exploratorio de la Reserva Forestal de la Paragua, CVG. Caracas.

Cuello, N. & G. Aymard (1993): Datos sobre diversidad, vegetación, composición florística y estructura en bosques ribereños del medio Río Casiquiare, Departamento Río Negro, Estado Amazonas, Venezuela usando el método transecta de 0,1 ha. XI Congreso Venezolano de Botánica, Pittieria. Mérida.

Churchill, S. P., H. Balslev, E. Forero & J. L. Luteyn (1995): Biodiversity and Conservation of Neotropical Montane Forests. The New York Botanical Garden. New York.

Dezzeo, N., L. Hernández & H. Fölster (1997): Canopy dieback in humid submontane forests of Alto Urimán, Venezuelan Guayana. Plant Ecology (Vegetatio)132:197-209.

Dezzeo, N. & O. Huber (1995): Tipos de bosque sobre el Cerro Duida, Guayana Venezolana. In: Biodiversity and Conservation of Neotropical Montane Forests, edited by Steven P. Churchill et al.: 149-158. The New York Botanical Garden. New York.

Encarnación, F. (1985): Introducción a la flora y la vegetación de la Amazonia peruana: estado actual de los estudios, medio natural y ensayo de una clave de determinación de las formaciones vegetales en la Llanura Amazónica. Candollea 40(1): 237-252.

Ewel, J., A. Madriz & J. Tosi (1976): Zonas de vida de Venezuela: Memoria explicativa sobre el mapa ecológico. MAC-Fonaiap. Caracas (2nda ed., 1ra. ed. 1968). 270 pp., 1 mapa 1:2.000.000.

Finol, H., (1975): La silvicultura en la Orinoquía Venezolana, Rev. For. Ven., 25.

Foelster H. (1999): Las características y propiedades de los suelos tropicales en las pluviselvas latinoamericanas y estrategias para su manejo (in english). Conferencia.

47

Lionel Hernández

Proccedings/memoria ?. 14vo. Congreso Latinoamericano de Ciencias del Suelo. Temuco, Chile: 8-11.

Fölster, H. (1992) Holocene Autochthonous Forest Degradation in Southeast Venezuela. In: Goldammer, J.G. (Ed.). Tropical Forests in Transition. Birkaeuser, Basel: 25-44.

Franco W. & N. Dezzeo (1994): Soils and soil water regime in the terra firme-caatinga forest complex near San Carlos de Río Negro; state of Amazonas, Venezuela. Interciencia 19 (6):305-316.

Fuchs, H. (1992): Untersuchungen zum Einsatz von Jahrringanalysen in der Waldreserve Caparo, Venezuela. Magister- Arbeit. Georg-August- Universitaet Goettingen. 112 pp.

Gentry, A. (1995): Patterns of diversity and floristic composition in Neotropical Montane Forests; pp.: 103-126. In: Biodiversity and Conservation of Neotropical Montane Forests, edited by Steven P. Churchill et al.. The New York Botanical Garden. New York.

Galán, C. (1984): Mapa de las Zonas Bioclimáticas de la Cuenca del Río Caroní, Memoria explicativa, doc. mimeografiado inédito, CVG-EDELCA, 1 mapa 1:500.000, , 74 pp.

González, V. (1986): Bases para el diseño de medidas de mitigación y control de las cuencas hidrográficas de los ríos Caris y Pao (Edo. Anzoategui), Ecosistema Morichal. Tomo IV. Meneven s.a.-UCV, Caracas (inédito).

Greig-Smith P., M.P. Austin & T.C. Whitmore (1967): The application of quantitative methods to vegetation survey: I Association-analysis and principal component ordination of rain forests. J. Ecol. 55: 483-503.

Hernández, L. Editor (1999): Ecología de la altiplanicie de la Gran Sabana (Guayana Venezolana): II. Estructura, diversidad , crecimiento y adaptación en bosques de las Subcuencas de los ríos Yuruaní y Alto Kukenán. Scientia Guaianae Nro. 9. Caracas. xxiii + 160 pp.

Hoheisel, H. (1976): Strukturanalyse und Waldtypengliederung im primären Wolkenwald San Eusebio in der Nordkordillere der venezolanischen Anden, Diss. Universitaet GÖttingen.

Holdridge, L.R. (1947). Determinations of world plants formations from simple climate data. Science 105 (2727): 367-368

Huber, O. 1995. Geografical and physical features, chapter 1, Vegetation, chapter 3 En: Flora of the Venezuelan Guayana. Vol. I: Introduction (ed. vol. P. Berry, B. Holst y K. Yatskievych) y (ed. serie J. Steyermark, P. Berry y B. Holst), pp: 1-51, 97-160. Timber Press, Portland, OR. Missouri Botanical Garden, St. Louis. USA.

Huber, O. (1995b): Vegetation, chapter 3 in: Flora of the Venezuelan Guayana. Vol. I: Introduction. By P. Berry, B. Holst and K. Yatskievych (vol. eds.). J. Steyermark, P. Berry and B. Holst editores generales de la serie: 97-160.

Huber, O. (1986a): Las selvas nubladas de Rancho Grande: observaciones sobre su fisionomía, estructura y fenología. Capítulo V en: La Selva Nublada de Rancho Grande, Parque Nacional Henry Pittier: El ambiente físico, ecología vegetal y anatomía vegetal. Otto Huber (ed.). Fondo Editorial Acta Científica Venezolana, Seguros Anauco. Caracas. Editorial Arte, pp. 131-170.

Huber, O. (1986b): La vegetación de la cuenca del río Caroní. Interciencia 11: 301-310.

48

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Huber, O. & C. Alarcón (1988): Mapa de la vegetación de Venezuela. Escala 1:2.000.000. MARNR, The Nature Conservancy, Fundación Bioma.

Huber, O., J. Rosales & P. Berry (1997): Estudios botánicos en las montañas altas de la cuenca del Rio Caura (Edo. Bolívar, Venezuela). En: Ecología de la Cuenca del Río Caura, Venezuela II. Estudios Especiales. O. Huber & J. Rosales (eds.) Scientia Guaianae, N° 7: 441-468. Caracas.

Hueck, K. (1966): Die Waelder SÜdamerikas: Oekologie, Zusammensetzung und wirtschaftliche Bedeutung. Gustav Fischer Verlag. Stuttgart 422 pp. Hueck,K. (1978): Los Bosques de Sudamerica: ecología, composición e importancia, GTZ

Jordan, C.F. (1989): An Amazonian Rain Forest: The Structure and Function of a Nutrient Stressed Ecosystem and the Impact of Slash-and-burn Agriculture. UNESCO-MAB, Man and the Biosphere Series: V. 2. 176 pp.

Klinge, H. & E. Medina (1979): Rio Negro Caatingas and Campinas, Amazonas State of Venezuela and Brazil. Chapter 22 in: Heathlands and related shrublands. Ed. by R.L. Specht. Ecosystems of the World 9a. Elsevier Scientific Pub. Co.. Amsterdam. 483-488.

Koeppen (1932): Die klimate der Erde. Berlin

Kreeb, K. (1983): Vegetationskunde: Methoden und Vegetationsformen unter Beruecksichtigung oekosystemischer Aspekte.. UTB Grosse Reihe. VerlagEugen Ulmer. Stuttgart. 331 pp.

Lal, R. (1997): Soils of the tropics and their management for plantation forestry. Chapter 4 in: Nambiar, E.K. Sandanan & Brown Alan (eds.) Management of soil, nutrients and water in tropical plantation forests. ACIAR. Monograph No. 43: 97-124.

Lamprecht, H. 1990. Silvicultura en los Trópicos: los ecosistemas forestales en los bosques tropicales y sus especies arbóreas; posibilidades y métodos para su aprovechamiento sostenible. Gesellschaft fuer Technische Zusammenarbeit (GTZ) GmbH. Rosdrof. Trad. Antonio Carrillo. 1ra. Edic. 1986. 335 pp.

Lugo, A A. (1990): Introduction. Chapter 1 in: Forested Wetlands, A. Lugo, M. Brinson & S. Brown (eds.). Ecosystems of the World 15, pp.: 1-14. Amsterdam.

Mabberley, D. J. (1992): Tropical Rain Forest Ecology. Tertiary Level Biology Series. Second edition. Blackie and Son Ltd. Glasgow & London. 300 pp. LH287

Marin, E. & A. Chaviel (1996): Bosques de tierra firme. En: Ecología de la Cuenca del Río Caura, Venezuela I. Caracterización general. J Rosale & O. Huber (eds.) Scientia Guaianae, N° 6: 60-65. Caracas.

MARNR (1983): Levantamiento de información básica, Fase II. Cuencas media y alta del Río Escalante, estados Mérida y Táchira, Zona Sur del Lago. Serie Informes Técnicos Zona 5/ IC/ 53. MARNR. Maracaibo.

Marmillod, D. (1982): Methodik und Ergebnisse von Untersuchungen ueber Zusammensetzung und Aufbau eines Terrassenwaldes im peruanischen Amazonien, Dissertation. Universitaet Georg-August-Göettingen.

Moyersoen, B. (1993). Ectomicorrizas y micorrizas vesículo-arbusculares en Caatinga Amazónica del sur de Venezuela. Scientia Guaianae, N° 3. 82 pp. Caracas.

49

Lionel Hernández

Myers, R. L. (1990): Palm swamps. Chapter 11 in: Forested Wetlands, A. Lugo, M. Brinson & S. Brown (eds.). Ecosystems of the World 15, 267-286. Elsevier Scientific Publication Co. Amsterdam.

Ochoa, J. (1997): El aprovechamiento forestal en la Guayana Venezolana: Evaluación ecológica e implicaciones para la conservación de los mamíferos de la región. Tesis doctoral. Universidad de Los Andes. Mérida. 141 pp.

Oldeman, R. (1990). Elements of Silvology. Springer Verlag. 624p,

Oldeman,R (1983). Tropical rain forest, architecture, silvigenesis and diversity. En: Sutton S.L., Whitmore T.C. and Chadwick, A.C. (eds.). Tropical Rain Forest: ecology and management. Blackwell Oxford.

ONU-FAO (1970): Estudio de preinversión para el desarrollo forestal de la Guayana Venezolana, Informe final Tomo V, el plan de ordenaciòn forestal. FAO Roma, 82 pp.

PDVSA (1992): Imagen de Venezuela: una visión espacial. Editorial Arte, Caracas. 271 pp.

Pittier, H. (1938): Clasificación de los Bosques, Min. de Agric. y Cría, Dir. de Rec. Nat. Ren. Caracas.

Prance, G. (1983): American Tropical Forests. In: Tropical Rain Forest Ecosystems. Lieth, H & M.J.A.Werger (ed.), vol. 2, 99-132.

Prance, G. & Keel, Sh. H. (1979): Studies of the vegetation of a white-sand black-water igapo (Rio Negro, Brazil), Acta Amazónica 9 (4): 645-655.

Richards, P. (1976): The Tropical Rain Forest: An ecological study. Cambridge University Press, 2nda. edic., (1ra. edic. 1952). Cambridge. 450 pp.

Rodríguez, A. & Meza G. (1991): Composición florística, estructura y regeneración de un bosque lluvioso tropical. Tesis de grado, Dpto. de Ecología. Escuela de Biología. UCV. Caracas, 85 pp, inédito.

Rosales, J., E. Briceño, B. Ramos y G. Picón (1993): Los bosques ribereños en el área de influencia del embalse Guri. Pantepui año 3 No. 5: 3-23.

Salati, E.; J. Marques y L. Molion (1978): Origem e distribuçao das chuvas na Amazõnia. Interciencia 3, No. 4. Caracas.

Stadtmueller, T. (1987): Los bosques nublados en el Trópico Húmedo: una revisión bibliográfica. Universidad de las Naciones Unidas. Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza. 85 pp.

Steege ter, H. (1993): Patterns in tropical rain forest in Guayana. Tropenbos series 3. The Tropenbos Foundation. Wageningen. 159 pp.

Swaine, M.D. & Whitmore, T.C. (1988): On the definition of ecological species groups in tropical rain forests. Vegetatio 75 (1-2), 81-86.

UNESCO/CIFCA (1980): Ecosistemas de los bosques tropicales: Informe sobre el estado de los conocimientos preparado por UNESCO/PNUMA/FAO/CIFCA, 771 pp.

Uhl, C. & P. Murphy (1981): Composition, structure and regeneration of a tierra firme forest in the Amazon basin of Venezuela. Tropical Ecology vol. 22, no. 2 : 219-237.

50

Características biofísicas de los Bosques Húmedos Tropicales

Valencia, R. (1995): Composition and structure of an andean forest fragment in Eastern Ecuador. En: Churchill S. P. et al.: (1995): Biodiversity and Conservation of Neotropical Montane Forests: 239-250. The New York Botanical Garden. New York..

Vareschi, V., (1980): Vegetationsoekologie der Tropen., Verlag Eugen Ulmer, 293 p.

Veillon, J. P. (1985): El crecimiento de algunos bosques naturales de Venezuela en relación con los parámetros del medio ambiente. Rev. For. Venez. XIX-29, 123 pp.

Veillon, J.P., Konrad, V.W. & García, N., (1976): Estudio de la masa forestal y su dinamismo en parcelas de diferentes tipos ecológicos de bosques naturales de tierras bajas de Venezuela, Rev. For. Venez., 26, 73-105.

Webster, G. (1995): The panorama of Neotropical Cloud Forests. In: Biodiversity and Conservation of Neotropical Montane Forests, edited by Steven P. Churchill et al.: 53-77. The New York Botanical Garden. New York.

Weischet, W. (1980): Die oekologische Benachteiligung der Tropen. 2. Durchgeshene Aufl. .Stuttgart.

Whitmore, T. C. (1990): Tropical Rain Forest. Clarendon Press. Oxford, german ed. (1994) Spektrum Ak. Verlag. Whitmore, T.C. (1991). Tropische Regenwaelder: Eine Einfuehrung. Spektrum Akademischer Verlag. Berlin-Heidelberg-New York. 267 pp.

Whittaker, R.H. (1975): Communities and ecosystems. Macmillam Publ. Co., 2nd ed. 385 pp.

Worbes, M. (1994): Grundlagen and Anwendungen der Jahresringforschung in den Tropen. Habilitationsschrift eingereicht am Fachbereich Biologie der Universität Hamburg. 211 pp.

Worbes, M., A. Klinge, J.D. Revilla & C. Martins (1992): On the dynamics, floristic, subdivisión and geographical distribution of várzea Forest in Central Amazonia. J. Veg. Science 3: 553-564.

Recursos bibliográficos sugeridos para lectura complementariaAnderson, J. M. & J.S.I. Ingram (1989). Tropical Soil Biology and Fertility: a

handbook of methods. CAB International. The Cambrian Newss, Aberystwyth.

Deutscher Bundestag (1990): Protecting the tropical forests: a high priority international task. ed. by: Deutscher Bundestag, referats Öffentlichkeitsarbeit 1990 ISBN 3-924521-62-x. Deutsch. Ausg. u.d.T.= Schutz der tropischen Wälder

Fassbender, H.W. & Bornermisza, E. (1987). Química de Suelos con Enfásis en Suelos de América Latina. 2da. edición IICA, Costa Rica.

Jordan, C.F. (1989). An Amazonian Rain Forest: The structure and function of a nutrient stressed ecosystem and the impact of slash-and-burn Agriculture. UNESCO-MAB, Man in the Biosphere series: V.2. 176p.

Nambiar, E.K. Sandanan & Brown Alan (1997): Management of soil, nutrients and water in tropical plantation forests. Australian Centre for Internationa Agriculture Research (ACIAR). Monograph No. 43, xii + + 571 pp.

51

Lionel Hernández

Niewolt, S. (1977). Tropical Climatology: Introduction to the climates of the low latitudes. John Wiley and Sons.

PREGUNTAS

1. Enunciar dos definiciones diferentes de trópico2. Definir bosques húmedos tropicales3. Nombrar criterios usuales para la clasificación de vegetación4. Analizar los parámetros importantes del clima en relación con

la vegetación5. Nombrar características propias del clima tropical6. Describir algunas características estructurales y fisionómicas

del bosque húmedo tropical7. Nombrar dos características usuales en los suelos tropicales8. Describir características microambientales que varían con el

cambio de la estructura vertical en un bosque húmedo tropical9. Mencionar dos estrategias de adaptación ecológica en el bos-

que húmedo tropical10. ¿Cuál característica define la fisionomía de un bosque?

52

Suelos y su relación con el estado nutritivo del ecosistema

Las características húmedas y tórridas prevalecientes de los bosques tro-picales húmedos se asocian frecuentemente con suelos zonales, que se caracterizan generalmente por la predominancia de minerales arcillosos típicos (p.ej.: caolinita) con una capacidad mínima de retención de nutrien-tes, una baja saturación de bases, bajo pH y por lo tanto alta movilidad de aluminio, lo que en definitiva genera una baja fertilidad, común en estos suelos ferralíticos típicos, la cual se encuentra entre las más bajas existen-tes a nivel global (Weischet, 1980). En estos ecosistemas la función de re-tención es asumida principalmente por sustancias húmicas. Sin embargo, la disponibilidad de nutrientes en suelos de bosques pluviales tropicales no es uniformemente baja (Medina & Cuevas, 1990), ya que el rango de fertili-dad edáfica de los bosques húmedos tropicales es muy amplio y difiere por su grado de meteorización y lixiviación; los indicadores más sensibles son las reservas de los cationes básicos K, Mg y Ca en la zona radicular edá-fica. Dicha reserva decrece a partir de suelos azonales fértiles (atípicos, p. ej. suelos aluviones del piedemonte andino), pasando por suelos zonales típicos (p.ej.: oxisoles y ultisoles de la cuenca del Amazonas) hasta llegar

Ciclos de nutrientes en Bosques Húmedos TropicalesLionel Hernández

Capítulo 2

53

a suelos azonales pobres (p. ej.: varios oxisoles del Escudo de Guayana y espodosoles de la Caatinga Baja Amazónica). El amplio rango de tales condiciones químicas pedológicas sólo afecta a la estructura de la bioma-sa aérea de los bosques primarios cuando ocurre sobre suelos azonales pobres (Foelster, 1992, ver Figura 2.1).

Figura 2.1: Variabilidad de sitios del trópico húmedo, según nivel nutritivo (tomado de Foelster 1992, 1994 & 1999)

Azonal ricoAD

Sitios ZonalesSubhúmedo

BCHúmedo

Azonal pobre

Metros30-+

20

10

Profundidadde raíces

Biomasa aéreaT/haMantillo orgánico

KCaMgAl (% Cationes)Ca, Mg/AlCIC mmolIA/100gArcilla

46071001960 100(3%) 90

60

650 2580 290 450(25%) 4

10

119 31 43700(90%) 0.11

5

67 7 16360(93%) 0.06

2

Suelo0-50 cm (Kg/ha)

Zona de inestabilidad

Independiente del nivel nutritivo

5-20

200-800 200-100

50 50-120

No se ha constatado una relación directa entre fertilidad del suelo y bio-masa forestal (Vitousek & Sanford, 1986), en cuanto a una posible relación entre productividad forestal y fertilidad del suelo es un tópico que aún se encuentra en discusión (Proctor, 1992; Silver, 1994 citados por Brouwer, 1996; Cuevas, 2001). Los suelos forestales con su elevada biomasa y la reserva de elementos contenidos en ella representan un sistema más com-plejo y de más difícil manipulación. Por tanto ellos requieren un mejor en-tendimiento de los balances y procesos involucrados, tarea que demanda el uso de un enfoque de análisis propio (Foelster, 1999).

54

Los ciclos de agua, nutrientes y materia orgánica Los ecosistemas se describen en términos de organización, materia y

energía, en donde “el funcionamiento de un ecosistema se define clásica-mente mediante los procesos de producción, acumulación y descomposi-ción de materia orgánica. Estos procesos se caracterizan por la magnitud del flujo de energía y la cantidad de materia circulante en el sistema” (ver cuadro 2.1).

Cuadro 2.1: Procesos en ciclos biogeoquímicos de ecosistemas terrestres (tomado de Baruch et al., 1995, citado por Medina, 1996)

Fijación de energía y carbono Fotosíntesis: desarrollo de superficie asimilatoria

Ciclo del agua Incorporación agua y transpiración vegetal: desarrollo de superficie asimilatoria, y absorción de agua y nutrientes

Ciclo de nutrientes (y materia orgánica)

Incorporación de nutrientes por productores primarios: a) raíces;

b) simbiosis y mutualismo (rizósfera, micorriza-H, Rhizobium/A-simbiosis, Frankia-simbiosis)

Transferencia y redistribución de nutrientes:a) consumo de material vivo (herbivoría)

b) consumidores secundarios (carnívoros)

c) consumo de materia orgánica (m.o.) muerta (detrivoría)

Liberación de nutrientes: a) procesos de descomposición (microorganismos del suelo);

b) mineralización

Interacciones

Formación del suelo: condicionamiento de m.o. y humificación. La producción de m.o. requiere incorporar agua y nutrientes, mientras que el ciclo del agua introduce y lixivia nutrientes del sistema

“Tales magnitudes derivan de interacciones bióticas que se inician con la producción de materia orgánica e incorporación de nutrientes por or-ganismos fotosintéticos y culminan con la descomposición de residuos orgánicos hasta sus componentes básicos: CO2, H2O y nutrientes mine-rales” (Medina, 1996:193).

Los ciclos de agua, materia orgánica y elementos químicos que tienen lugar en el bioma de bosques húmedos tropicales, así como en otros bio-mas, constituyen solamente una etapa de los ciclos biogeoquímicos glo-bales que se desarrollan en la atmósfera, geósfera, hidrósfera y biósfera.

55

Ecosistema boscoso, compartimentos y flujos de nutrientes y materia orgánica

El ecosistema es la base unitaria de estructura y funcionamiento de la na-turaleza. Una vez definido y delimitado un ecosistema boscoso se procede a identificar y caracterizar el conjunto de elementos que lo constituyen, a saber: componentes bióticos y abióticos, sus límites, entradas y salidas. Asimismo, se busca identificar las interrelaciones e interacciones entre los diferentes componentes. Los ecosistemas se pueden representar a través de modelos, los cuales son representaciones simplificadas de la realidad, pero útiles para fines determinados (cuadro 2.2). En este sentido, los modelos biogeoquímicos en ecosistemas se usan para describir espe-cialmente los ciclos de la materia orgánica y de los elementos nutritivos en ecosistemas forestales naturales (Fassbender, 1987).

Cuadro 2.2: Componentes y elementos determinantes en un ecosistema (modificado a partir de Fassbender, 1987 y Casanova, 1996)

Componentes Elementos

Componentes atmosféricos

Radiación solar, luz

Temperatura

Precipitación, humedad

Viento, Composición de la atmósfera

Componentes fisiográficos

Altitud

Posición fisiográfica y topografía, pendiente, erosión

Exposición

Componentes bióticos Productores

Consumidores

Reguladores

Componentes geológicos-edafológicos

Material parental, Profundidad horizonte A

% materia orgánica, Drenaje interno, Escorrentía, % de arcilla en capa radicular, CIC, Densidad aparente, Estructura, pH, Toxicidad, Salinidad, Estera orgánica

El estudio de ciclos de materia orgánica y elementos químicos requiere en primer lugar un inventario de los recursos en los compartimentos, es decir de las existencias o reservas; en segundo lugar debe describirse y medirse los procesos de flujo entre compartimentos. El ciclo de la materia orgánica es el resultado de los procesos biológicos que tienen lugar en el sistema de producción y de descomposición, conllevando la acumula-

56

ción y transferencia de los elementos químicos. El agua, en su calidad de solvente universal, desempeña un rol muy importante dentro de todos los procesos y por ello ha sido considerado de forma separada.

Los compartimientos del ecosistema forestal normalmente diferenciados para fines de estudio de ciclos de la materia orgánica y nutrientes se pre-sentan en el cuadro 2.3.

Cuadro 2.3: Reservas y flujos de materia orgánica y nutrientes en un ecosistema boscoso húmedo tropical (modificado a partir de Fassbender, 1987; Foelster & Fassbender, 1984)

Reservas Flujos

Fitomasa

Troncos

Ingresos

Fotosíntesis (crecimiento)

Ramas

Ingresos del entorno (animales, propágulos, materia orgánica transportada)

Hojas Fijación N

Epífitas y lianas Precipitación

Sotobosque Meteorización de roca madre

RaícesDeposición (polvo y aerosoles)Zoomasa animales y

microorganismos

Necromasa

(mantillo)

Detritus fino (reciente y descompuesto)

Transferencias

Producción de residuos vegetales, lavaje foliar, flujo caulinar,

Detritus grueso Descomposición-Humificación, absorción

Suelo mineral

Humus del suelo

Egresos

Respiración

Biota del suelo,

Coloides y solución del suelo,

Capa freática

Erosión, lixiviación, denitrificación, intercambio catiónico y aniónico, escurrimiento

El ciclo del aguaEl ciclo del agua en la naturaleza es complejo y posee una importancia

ecológica primordial para la vegetación, el suelo y los ecosistemas, por su carácter de solvente universal inorgánico (elementos nutritivos y formación

57

del suelo) y orgánico (procesos bioquímicos de las plantas y animales) (Fassbender, 1987).

El régimen pluvial determina la cantidad y la forma como se distribuye en el tiempo el agua que ingresa al ecosistema boscoso. Durante un evento de lluvia, el agua que precipita es interceptada mayormente por el follaje de las copas de los árboles, o puede caer directamente al suelo superficial; el agua interceptada puede evaporarse (entre 2 y 20% del total), gotear ha-cia el suelo o escurrirse por los troncos. El uso de agua por parte del dosel de bosque húmedo tropical es elevado, una alta proporción de la humedad del suelo es bombeada por los árboles de vuelta a la atmósfera. Después de traspasar la capa de mantillo, el agua en la superficie del suelo drena hacia la red de drenaje a través de la escorrentía y como consecuencia del movimiento del agua hacia las profundidades del suelo se topa con las capas impermeables del subsuelo o la roca parental y es desviada hacia un movimiento lateral formando la capa freática (Bruijnzeel, 1990).

Según el tipo de suelo, varía la proporción de agua infiltrada a la capa freática, y agua almacenada disponible para la vegetación. De esta ma-nera las plantas absorben las cantidades que requieren de agua para sus ciclos energéticos y de nutrición; una parte se almacena en los tejidos y el resto pasa a la atmósfera en forma de vapor, como agua de transpiración (Cuadro 2.4, Fassbender, 1987). Durante la sequía o los lapsos entre los eventos de lluvia, el agua almacenada en el suelo drena lenta y permanen-temente, mediante este proceso se garantiza el suministro base de la red de drenaje (Bruijnzeel y Critchley, 1994).

Cuadro 2.4: Reservas y flujos del agua en un ecosistema forestal (modificado a partir de Fassbender 1987)

Reservas Flujos

Fitomasa Agua retenida en tejido Ingresos

Precipitación

Condensación

flujo lateral

Necromasa

(mantillo) agua retenida en humus Transferencias Intercepción,

escurrimiento, goteo

Suelo mineral

Agua retenida en coloides

Egresos

Evaporación, transpiración

Solución del suelo,

Capa freática

Infiltración,

Escorrentía superficial

flujo lateral

58

Ciclo de la materia orgánicaComo producto de la fotosíntesis y según el estadio sucesional se desa-

rrolla en cada sitio una comunidad vegetal que ha acumulado una deter-minada reserva orgánica. Tal como se puede apreciar en el cuadro 2.3, la materia orgánica se distribuye en compartimientos aéreos (troncos, hojas, ramas y sotobosque), superficiales (necromasa) y subterráneos (raíces, humus). En aquellos ecosistemas maduros la producción tiende a ser equi-valente al consumo. Las reservas permanecen así prácticamente invaria-bles, siendo las entradas similares a las salidas, a no ser que se produzcan fuertes perturbaciones que alteren tal balance (Fassbender, 1987).

En la estera orgánica superficial1 se aprecia un almacenamiento tem-poral de la materia orgánica, los detritos vegetales son descompuestos o humificados, se incorporan a los horizontes húmicos del suelo mineral. La producción y descomposición de los residuos vegetales y animales sir-ve de enlace entre los componentes bióticos y abióticos del ecosistema (Fassbender, 1987).

El ciclo de la materia orgánica está asociado a las reservas y flujos de la biomasa. La enorme diversidad y variación de los bosques tropicales y la gran variedad de enfoques y métodos existentes para estimar la cantidad materia orgánica presente en un bosque hacen difícil una comparación de los diferentes estudios en distintas regiones boscosas tropicales. En tales estudios usualmente se miden en los ecosistemas forestales las existen-cias de biomasa aérea, biomasa subterránea, necromasa y carbono del suelo.

Reservas de materia orgánicaBiomasa aérea: La biomasa aérea2 de los bosques húmedos del tró-

pico presenta una enorme variabilidad en las diferentes regiones y tipos de bosques; el rango de la biomasa aérea total oscila usualmente en el Trópico Húmedo entre 200 a 500 t/ha (Cannel, 1982), pero si incluimos los extremos se amplía notablemente el rango para los bosques zonales (300-800 t/ha) y para los azonales (50-1500 t/ha) (Bruenig, 1996). Medina & Cuevas (1996 citado por Cuevas, 2001) proponen que las diferencias en el rango de biomasa estimado para los bosques amazónicos de tierra firme (175-397 t/ha) por Brown & Lugo (1992) podrían ser resultado de la variabilidad de los paisajes y de las diferentes fases de sucesión luego de

1 Mantillo o estera forestal: materia orgánica no descompuesta en la superficie del suelo, algunas veces compues-ta parcialmente por material vegetal caído y por humus bien descompuesto.

2 Es la cantidad total de material vivo sobre el suelo presente en una unidad determinada (región, cuenca, eco-sistema).

59

explotaciones en el pasado. Cuando se considera el amplio espectro de suelos y variaciones climáticas considerada por Brown & Lugo (1992) es probable que las diferencias en biomasa se expliquen por diferencias en disponibilidad de agua y nutrientes. En este análisis no debe ser obviado el rol que juega el estadio sucesional (Cuevas, 2001) ni tampoco el papel de la productividad (ver cap. 3), la composición de especies y la magnitud y frecuencia del estrés a los cuales están sometidos los árboles del estrato superior (Foelster com. pers.). En bosques tropicales, por ejemplo, a pesar que la densidad de tales árboles muy grandes (> 70 cm. DAP) es baja (usualmente cerca del 3% del total de fustes > 10 cm DAP), ellos pueden llegar a abarcar entre 14-50% del total de la biomasa aérea (Brown & Lugo, 1992; Brown et al, 1995; Clark & Clark, 1996, 2000).

Raíces (biomasa subterránea): La proporción raíces/parte aérea o cociente raiz/vástago se ha estimado en 0,12 (0,04-0,33) a nivel tropi-cal (Brown, 1997) y 0,22 en bosques del Amazonas brasileño (Russell, 1983). Cerca de San Carlos en la cuenca del río Negro se encontraron proporciones entre 0.226 y 0.630 (Russell, 1983). La biomasa de raíces es muy difícil de medir, siendo generalmente subestimada (Russell, 1983; Poels, 1987). Bosques con niveles de biomasa aérea similares pueden diferir hasta en 100 t/ha cuando se incluye la biomasa subterránea (Cue-vas, 2001). En algunos bosques amazónicos la proporción de biomasa de raíces con respecto a la biomasa total varía entre 9 y 28% (Cuevas, 2001). Se conoce bien que la regulación del cociente raiz/vástago se acopla a las condiciones de crecimiento, ya que el mismo funciona como un balance entre esos componentes aéreo y subterráneo (Russell, 1977 citado por Cuevas, 2001).

La enorme variabilidad de la masa radicular en algunos casos se debe parcialmente a desfavorables condiciones biológicas, bajo las cuales la masa de las raíces finas muertas se descomponen muy lentamente. Priess et al. (1999) determinaron en bosques de la Guayana venezolana que de un total promedio de masa radicular de 20 t/ha un 80% corresponde a raíces muertas.

Necromasa: Brown (1997) estima con respecto al total de biomasa aé-rea en menos de 5 % la proporción de necromasa fina y entre 5 y 40% la proporción de necromasa gruesa. La necromasa fina (mantillo) se ha esti-mado en el orden de 6-10 (hasta 60 en algunos casos) t/ha (Fassbender, 1987; ter Steege, 1998).

Materia orgánica del suelo: El humus es la materia orgánica oxidada (descompuesta) y es un material oscuro, heterogéneo y coloidal responsa-

60

ble de gran parte de la capacidad de intercambio catiónico (CIC). Una gran cantidad de carbono está almacenado en el humus.

En un rango normal de profundidad entre 0 y 100 cm, las reservas totales de carbono en el suelo se estiman en un rango de 75-125 t/ha (Fölster com. pers.). Por ejemplo, Jordan (1989) reporta 46-48 t/ha de carbono en suelos de bosques en San Carlos de Río Negro. Se ha observado la tendencia hacia la disminución de tales reservas a medida que aumenta la altitud y cuando las condiciones biológicas de descomposición se hacen más desfavorables (Fölster & Khanna, 1997). A mayores profundidades del suelo sigue existiendo gran incertidumbre sobre las magnitudes de las reservas de carbono (Nepstad et al., 1994).

Flujos de materia orgánicaLas variaciones temporales de la masa forestal depende de la productivi-

dad del ecosistema3, la cual está asociada a las condiciones ambientales y procesos dinámicos como la renovación del bosque, la caída de hojarasca y la descomposición. Los flujos de biomasa en bosque de tierra firme ama-zónicos pueden variar fuertemente de un sitio a otro, el rango en los bos-ques amazónicos varía entre 4,8 y 7,6 t/ha anuales (Cuevas, 2001). Para los bosques tropicales el espectro de valores estimados de productividad primaria neta varía desde un rango inferior de 1,7-11,8 t/ha anuales hasta un rango superior de 3,1-21,7 t/ha anuales (Clark et al., 2001).

Renovación o recambio del bosque: Las tasas de recambio común-mente observadas en la mayoría de los bosques húmedos neotropicales, promedia entre 1 y 2% del área boscosa total (Hartshorn, 1990), dicha proporción se refiere al área constituida por claros recientes, mientras que menos del 20% del área boscosa está conformada por fases de recons-trucción. No obstante, Uhl & Vieira (1989) estiman que en un momento dado los bosques amazónicos no perturbados pueden contener entre 5-20% de su área total en forma de claros. Las tasas de recambio son aproximadamente equivalentes a las tasas de mortalidad de los grandes árboles (esto es entre 0.5% y 3.6%, Phillips & Gentry, 1994).

Caída de residuos vegetales: La caída de residuos vegetales (detritos u hojarasca) en bosques Neotropicales se ubica entre 6 y 20 t/ha anua-les (Fassbender, 1987). Las medidas de caída de hojarasca y sus flujos asociados es la manera práctica de evaluar la capacidad de producción y disponibilidad de nutrientes en bosques tropicales (Cuevas, 2001).

3 Este aspecto será abordado con detalle más adelante.

61

Descomposición: En bosques de Guyana el tiempo de residencia de los residuos vegetales finos (especialmente las hojas) es inferior a un año, ello se debe a que las reservas del mantillo (necromasa) son menores a la producción de residuos vegetales (Brouwer, 1996). No se ha podido detectar, en los diversos tipos de bosques de Guyana influencia alguna del tipo de suelo sobre la tasa de descomposición de las hojas, por lo que se presume que la calidad de las hojas es el principal factor determinante de la tasa de descomposición (Brouwer, 1996). Sin embargo, en sitios donde el mantillo orgánico se acumula, la descomposición tiende a durar más de un año; esto es válido para bosques de montaña (influencia de la menor temperatura) pero también para sitios donde las condiciones biológicas de descomposición se hacen más desfavorables (Fölster com. pers.). Sobre otros factores, se puede mencionar el estudio de Delaney et al. (1998) en bosques de Venezuela, donde se concluye que usar el clima como indica-dor de la descomposición no parece ser satisfactorio.

Ciclo de elementos nutritivosLos patrones del ciclo de nutrientes varían entre los distintos tipos de bos-

que; el ciclo de nutrientes es un proceso complejo y aún no completamente comprendido (Brouwer, 1996). Proctor (1987) y Brouwer (1996) ofrecen una descripción adecuada sobre la dinámica de las reservas de nutrientes y flujos que unen esas reservas. “Los nutrientes ingresan al ecosistema boscoso con la lluvia, la deposición de polvo y aerosoles, la fijación (N) de microorganismos aéreos y subterráneos y la meteorización de las rocas (excluyendo a N). La principal reserva de nutrientes sobre el suelo en el ecosistema está conformada por la fitomasa aérea, de donde los nutrien-tes son transferidos hacia el piso del suelo través de la caída de detritos vegetales gruesos y finos, lavado foliar y flujo caulinar del agua de lluvia, la cual usualmente se enriquece por nutrientes de hojas y corteza. Una pro-porción de los nutrientes sobre el suelo se encuentra en la materia orgáni-ca muerta depositada en el mantillo orgánico y en árboles muertos en pie. Los nutrientes de la necromasa son liberados paulatinamente mediante la descomposición, los microorganismos y los animales del suelo, este pro-ceso es complejo y puede incluso inmovilizar nutrientes, como por ejemplo a través de la conversión de hojarasca hacia una forma de materia orgá-nica estable en el suelo (p. ej.: bosques de Keranga y pantano). Por otra parte las raíces constituyen una reserva considerable de nutrientes bajo el suelo, las cuales absorben nutrientes de la solución del suelo o quizá di-rectamente del mantillo forestal (Herrera et al., 1978:225) y los transfieren

62

al dosel arbóreo. La absorción de los nutrientes se realiza frecuentemente en asociación con hongos de micorrizas. Las raíces liberan nutrientes al suelo a través de secreciones y cuando algunas de sus partes mueren y se descomponen. Pérdidas constantes de nutrientes tienen lugar a través de la erosión, lixiviación, escorrentía, incendios y en el caso de N a través de denitrificación abiótica o microbiótica y volatilización”.

Los componentes abióticos geológicos y edafológicos juegan un papel importante en el modelo, ya que representan la fuente primaria de acu-mulación de elementos químicos en forma orgánica y mineral. A través de los procesos de meteorización y mineralización por un lado, y de in-tercambio aniónico y catiónico por el otro, aparecen cantidades pequeñas de elementos nutritivos en la solución del suelo. Así los elementos en sus formas iónicas se encuentran disponibles y son absorbidos por las plantas. Sin embargo, en esta forma son también objeto de lixiviación y pérdida del sistema (Fassbender, 1987).

Las formas de acumulación y las cantidades de las reservas en la bioma-sa (planta, animales, microorganismos) difieren notablemente entre ele-mentos químicos ya que cada uno juega un papel fisiológico determinado. Con la producción de residuos vegetales se trasladan cantidades notables de elementos químicos a la capa de mantillo, donde se acumulan temporal-mente. En condiciones climáticas tropicales de temperaturas relativamente altas, la velocidad de mineralización de la hojarasca es rápida. Así se libe-ran nuevamente los elementos químicos pasando en su forma iónica a la solución del suelo, donde nuevamente están disponibles para las plantas. La fijación de nitrógeno -simbiótica o asimbiótica- es una fuente de ingreso muy específica de este elemento para el ecosistema (Fassbender, 1987).

El agua juega un papel decisivo en la transferencia de elementos quí-micos en los ecosistemas. Con el agua de lluvia ingresan al ecosistema no solo elementos nutritivos (especialmente N y S) sino también conta-minantes (elementos pesados). En el lavado foliar y el escurrimiento de tallos generalmente se observa un aumento de las concentraciones de elementos químicos. Así se filtran los elementos en el suelo mineral donde aparecen en la solución acuosa, presentándose nuevamente disponibles para las plantas. Las tasas de lixiviación dependen del balance hídrico y de las concentraciones de los elementos químicos en la solución del suelo.

El contenido total de nitrógeno (N) en el suelo está fuertemente relacionado con la materia orgánica (Humus) en el suelo, por lo tanto tiene una dinámica muy parecida a la del carbono. Existen formas orgánicas e inorgánicas de Nitrógeno. La fijación de Nitrógeno del aire se realiza por simbiosis (micorri-

63

zas) o de manera asimbiótica (bacterias). La fracción de Nitrógeno orgánico representa entre 95 y 98% de Nitrógeno total (Foelster & Fassbender, 1984). Diversos estudios indican que el N es el principal elemento circulante en el detrito vegetal, y lo hace en magnitudes mayores que en cualquier otro ecosistema terrestre (Rodin & Bazilevich, 1967 citado por Medina & Cuevas, 1990).

Existen formas orgánicas e inorgánicas del fósforo (P), su cantidad y dis-tribución en el suelo depende de las condiciones del sitio, en especial para las formas inorgánicas. Existen formas de fosfato (inorgánicas) que están asociadas con los elementos Ca, Fe y Al. En este sentido la distribución del P orgánico e inorgánico sigue de cierta manera un gradiente que depen-de directamente del contenido de humus (especialmente para las formas orgánicas) e indirectamente del gradiente hídrico de las zonas climáticas. La proporción de P orgánico en la suma total, varía normalmente entre 40-60% (Foelster & Fassbender, 1984). La acumulación de P en la bioma-sa de ecosistemas naturales es muy variable, solo existe información de pocos estudios. Generalmente la mayor reserva de P de los ecosistemas se localiza en los suelos. Sin embargo en determinados ecosistemas las reservas vegetales son mayores que las del suelo generando una vulnera-bilidad grande de estos ecosistemas (Fassbender, 1987). En la mayoría de los bosques pluviales el P es un elemento fuertemente limitante (Vitousek, 1984; Vitousek & Sanford, 1986).

El contenido y equilibrio de los elementos catiónicos (K, Ca, Mg, Al) en el suelo, muestran una pronunciada dependencia del material parental y del proceso pedogenético (formación del suelo) especialmente de la capaci-dad de intercambio catiónico y de la acidez. En este sentido, es importante señalar la importancia de la capacidad de retención de las coloides del suelo: humus y arcillas.

En el caso de las arcillas, sus diferentes tipos presentan grandes di-ferencias en sus valores de Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC) (Foelster & Fassbender, 1984). En los ecosistemas forestales natura-les la acumulación de estos elementos en la biomasa representa una reserva que garantiza su estabilidad (Fassbender, 1987). K, Ca y Mg son elementos nutritivos vegetales, en cambio altas concentraciones de Al son consideradas tóxicas para las plantas (Dezzeo, 1994).

Los ecosistemas de bosque pluvial tropical han sido caracterizados como ecosistemas en donde la mayor parte de los nutrientes vegetales se al-macenan en la biomasa y solamente pequeñas cantidades se almacenan en el suelo (Nykvist, 1997; Richards, 1952 citado por Medina & Cuevas,

64

1990). Las concentraciones de nutrientes vegetales en la biomasa de los bosques húmedos tropicales varían fuertemente dependiendo de la com-posición de especies, edad de los árboles y condiciones de sitio (Nykvist, 1997).

La anterior hipótesis sobre el mayor contenido de nutrientes en la bio-masa y menor contenido en el suelo (Richards, 1952) ha sido cuestionada por Proctor (1983, 1987) y Whitmore (1984). Proctor (1987) apunta que los nutrientes disponibles o intercambiables podrían ser indicadores que subestiman la cantidad realmente disponible para las plantas a largo plazo; mientras que las concentraciones del conjunto total de nutrientes podrían sobreestimar su disponibilidad. Según Nykvist (1997), tal hipótesis está basada en pocos estudios del contenido total de nutrientes en la biomasa y nutrientes disponibles para las plantas en el suelo.

Factores que regulan los ciclos de nutrientes » Clima y fertilidad del suelo. » Productividad primaria4 (Los ciclos de nutrientes están estrecha-

mente relacionados con la productividad primaria y por ende con el incremento de biomasa).

» Descomposición (factor clave en el ciclo de elementos esenciales para el mantenimiento de la productividad y esencial en la forma-ción de la materia orgánica del suelo).

» Respiración edáfica (altas tasas de respiración en los suelos del trópico resultan en una alta producción de ácido carbónico con la consecuente pérdida por lixiviación de nutrientes esenciales y acidi-ficación de los suelos).

La productividad de los ecosistemas es un indicador de los efectos acumu-lados de muchos procesos e interacciones que tienen lugar simultáneamente en el sistema. Aún se mantiene una discusión acerca de la existencia de una relación entre fertilidad edáfica y productividad (Proctor, 1992; Silver, 1994 citados por Brouwer, 1996; Cuevas, 2001).

En los bosques húmedos tropicales se ha constatado una relación loga-rítmica significativa entre la caída de hojarasca y el incremento de biomasa aérea. Otra relación que también resultó significativa fue la existente entre el incremento de la biomasa aérea y las reservas de biomasa aérea (Clark et al., 2001).

4 La productividad neta ha sido definida como la suma del incremento de la biomasa en un intervalo de tiempo dado (Clark et al en prensa). La productividad primaria neta es también definida como la diferencia entre la fosto-síntesis total (producción primaria bruta) y la respiración vegetal total del ecosistema.

65

Los resultados de estudios ecológicos en bosques húmedos tropicales indican altas tasas de producción de materia orgánica (Murphy, 1975 cit. por Medina & Cuevas, 1990) y altas tasas de descomposición de residuos orgánicos (Olson, 1963; Rodin & Basilevich, 1967 cit. por Medina & Cue-vas, 1990), lo cual resalta el papel de los nutrientes en el mantenimiento de la capacidad productiva boscosa. Según Medina y Cuevas (1990) ambas características implican:

» Considerable movilización de nutrientes a través del sistema. » La operación de eficientes mecanismos de conservación de nutrien-

tes para contrarrestar los efectos de la fuerte lixiviación causada por las abundantes lluvias.

Principales mecanismos de conservación de nutrientes en los bosques húmedos tropicales

Importantes estrategias de adaptación que funcionan como mecanismos de conservación de nutrientes del ecosistema ante las condiciones usual-mente reinantes (clima cálido y húmedo estimulador del crecimiento vege-tal y alto lavado de nutrientes) son:

» Desarrollo de extensa estera de raíces sobre el suelo mineral (con este mecanismo se incrementa la absorción de nutrientes prove-nientes de entradas atmosféricas y descomposición de materia orgánica y se disminuye las pérdidas por lixiviado) (Herrera et al., 1978).

» La función de filtraje y reciclaje intenso de la necromasa protegen ante el lavado y se realiza mediante el intercambio entre mantilllo orgánico-micorrizas-sistema radicular (Kreeb, 1983). Aquí el desa-rrollo de una simbiosis entre la esfera radical y los hongos micorrizó-genos vesículo-arbusculares facilita la absorción de nutrientes, así como una comunidad de microorganismos asociados a la rizósfera (por inmovilización de nutrientes)5.

» Rápida mineralización que disminuye el peligro de lixiviación y ero-sión, organismos epifíticos (algunos fijadores de nitrógeno) funcio-nan de manera similar a la anterior y representan un nivel trófico de reciclaje adicional (Kreeb, 1983).

5 La hipótesis de la presencia casi universal de simbiosis micorrícicas (Went & Stark 1968), se basa en la frecuen-cia de asociaciones micorrícicas en bosques tropicales del Brasil, este hecho ha dado sustento a la hipótesis de que la protección contra la lixiviación de nutrientes podría incrementarse, si ocurriera una transferencia “directa” de nutrientes entre la hojarasca en descomposición y las raíces, en un proceso que ocurriría a través de hifas de micorrizas (Medina E. & E. Cuevas 1990).

66

» Translocación de nutrientes (traspaso a otras partes de la planta de N, P, K antes de que caigan las hojas) y eficiencia en el uso de nu-trientes (definida como el incremento en la productividad por unidad de nutriente tomada).

» Conservación de nutrientes optimizada a través de una elevada fito-masa correlacionada con reducida masa de hervíboros y reasimila-ción de nutrientes previa a la caída foliar (Kreeb, 1983)

» La compleja estructuración del bosque y la alta diversidad biológica fungen como un filtro protector ante las abundantes lluvias y consti-tuye a la vez un mecanismo estabilizador (Kreeb, 1983).

“Otras propiedades de bosques que crecen sobre suelos pobres, tales como la esclerofilia, bajas tasas de descomposición, bajas demandas nutricionales y alta eficiencia de uso de nutrientes para la producción de materia orgánica, operan simultáneamente con la transferencia directa de nutrientes (Herrera et al, 1978). Se supone que el conjunto de estas propiedades funcionales son responsables de la pequeña cantidad de nutrientes lixiviados por ecosistemas forestales amazónicos” (Brinck-mann, 1983, citado por Medina & Cuevas, 1990: 14).

Dinámica y modalidades en los ciclos de nutrientes Los mecanismos de conservación de nutrientes se suponen garantizan la

operación de ciclos de nutrientes muy cerrados en bosques tropicales (Me-dina & Cuevas, 1990). Sin embargo, los ecosistemas forestales naturales son sistemas abiertos. La ganancia de nutrientes es a través de la meteo-rización de silicatos y de la deposición atmosférica. Dado un ciclo cerrado de nutrientes debería esperarse una acumulación, es decir una eutrofiza-ción. No obstante el sistema tiene también una dinámica de regeneración a través de la apertura del dosel o formación de claros generados por la mor-talidad arbórea y la reconstitución de un dosel cerrado a través de una fase de reconstrucción. En la fase de claro los procesos de descomposición y mineralización prevalecen sobre la producción y captación de nutrientes, mientras que en la fase de reconstrucción la situación es totalmente inver-sa. Durante la fase de claro esto puede conducir a pérdida de nutrientes por volatilización y lixiviación, mientras que en la reconstrucción ocurriría acumulación, la ocurrencia alternante de ambas fases representaría un ba-lance, es decir un estado estacionario. No se puede asegurar si realmente tal estado existe, lo que parece ocurrir es un estado cuasi-estacionario (en lapsos de tiempo cortos o medianos) dependiendo de las fluctuaciones meteorológicas y de frecuencia de claros (Foelster, 1999).

67

Finalmente, los ciclos de nutrientes podrían ser más abiertos en siste-mas eutróficos que en sistemas oligotróficos (Baillie, 1989). Los ciclos de nutrientes en los ecosistemas forestales al parecer tienden a ser de tipo abiertos y de tipo cerrados, de acuerdo a la fertilidad del sustrato; los ciclos abiertos tienden a presentarse en bosque sobre suelos fértiles, mientras que los ciclos cerrados en bosques sobre suelos oligotróficos. Por tanto, no hay duda de que la fertilidad del suelo afecta los ingresos y egresos del balance de nutrientes y además de que la fertilidad del suelo es importante para la velocidad de recuperación del bosque después de una perturba-ción (Bruijnzeel, 1990), esto se relaciona con el hecho de que ecosistemas forestales eutróficos enriquecidos por el suministro de silicatos resultantes de la meteorización pueden darse el lujo de perder más nutrientes que los ecosistemas oligotróficos (Bruijnzeel, 1990).

Funcionamiento del bosque y perturbaciones del ciclos de nutrientes

Como hemos visto los ciclos de nutrientes, materia orgánica y agua son fundamentales para la nutrición de la biota y para el funcionamiento del ecosistema. En el caso de los ecosistemas boscosos húmedos tropicales con un frágil y cuasi-cerrado ciclo de nutrientes (Herrera y otros, 1978) la producción está determinada principalmente por el ciclo interno de nutrien-tes. Esta estrategia está asociada con una elevada fragilidad del ecosiste-ma y su estabilidad depende de la frecuencia e intensidad de las perturba-ciones. En la medida que las situaciones de estrés en un ecosistema sean más frecuentes se desarrollará un efecto cadena, donde los efectos de las perturbaciones en ese ecosistema serán cada vez mayores, los daños se producirán cada vez más fácilmente y la regeneración será cada vez más lenta. En este sentido cuando ocurren tales perturbaciones frecuentes e in-tensas y la pérdida de nutrientes excede los ingresos atmosféricos, podría ocurrir que en el peor de los casos a través de la remoción de la vegetación se interrumpiera el ciclo de nutrientes y el proceso de recuperación sería muy lento y complejo, siendo en algunos casos irreversible, debido a que la capacidad de recuperación o resiliencia fue sobrepasada.

Luego de perturbaciones mayores o menores la mayor parte de los bos-ques tienen la capacidad de recuperar su cobertura, por tanto debe asu-mirse que la resiliencia (Holling, 1973) es decir su capacidad de recupera-ción, debe ser considerada como parte de un sistema forestal estable. La resiliencia puede perderse cuando una interferencia actúa de una manera radical en donde se erradican el sistema radicular y el banco de semillas y los medios de reproducción vegetativa (desestabilización biológica). La

68

resiliencia puede probablemente perderse cuando la volatilización y la lixi-viación aceleradas durante la perturbación reduce la reserva de nutrientes disponible de tal manera que la reserva restante no sería suficiente para reconstituir la biomasa forestal (desestabilización ecológica) (Foelster, 1999; Foelster, 1994).

Bibliografía

Baillie, I.C. (1989): Soil characteristics and classification in relation to the mineral nutrition of tropical wooded ecosystems. In: Mineral Nutrients in tropical forest and savanna Ecosystems, J. Proctor (Editor). Blackwell Scientific Publications

Brinkmann W.L.F. (1983): Nutrient balance of a central Amazonian rain forest: comparison of natural and man-managed ecosystems. En: Hydrology of humid tropical regions with particular reference to the hydrological effect of agriculture and forest practice. IAHS Publication nro. 140.: 153-163.

Brown, S. (1997): Estimating biomass and biomass change of tropical forests: a primer. FAO Forestry Paper 134. A Forest Resources Assesment publication. Rome 55 pp.

Brown S. & A. Lugo. (1992): Aboveground biomass estimates for tropical moist forests of the Brazilian Amazon.. Interciencia vol. 17 no. 1: 8-18.

Brown, I.F., L.A. Martinelli, W.W. Thomas, M.Z. Moreira, C.A. Cid Ferreira, and R.A. Victoria. 1995. Uncertainty in the biomass of Amazonian forests: an example from Rondonia, Brazil. Forest Ecology and Management 75:175-189.

Brouwer, L.C. (1996). Nutrient cycling in pristine and logged tropical rain forest. A study in Guyana. Tropenbos Guyana Series 1. Tropenbos-Guyana Series 1. 224 pp. Georgetown.

Bruenig, E.F. (1996): Conservation and Management of Tropical Rainforests, An integrated approach to sustainability. CAB International. 360 pp. Wallingford UK

Bruijnzeel, L.A. (1990) : Hydrology of moist rtropical forests and effects of conversion: state of knowledge review. UNESCO-IHP, Humid Tropics Programme. Paris , 224pp

Bruijnzeel L.A. and W.R.S. Critchley (1994): Environmental Impacts of logging moist tropical forests. International Hydrological Programme (IHP) Man and the Biosphere Programme UNESCO. IHP Humid Tropics Programme Series no. 7. 49 pp.

Casanova, E. (1996): Introducción a la ciencia del suelo. Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela. Caracas, 2nda. Reimpresión. 1era. Impresión 1991. 379 pp.

69

Cannel M. (1982): World Forest Biomass and Primary Production Data. Compiled by: M.G.R., Canell. Academic Press. London.

Clark, D.B. and D.A. Clark. (2000): Landscape-scale variation in forest structure and biomass in a tropical rain forest. Forest Ecology and Management. 137: 185-198.

Clark, D.A. , S. Brown, D. Kckilighter, J. Chambers, J. Thomlinson, J. Ni & E. Holland (2001): NPP tropical forests: An evaluation and synthesis of existing field data. Ecological Applications. 11: 371-384.

Clark, D.B., and D.A. Clark. (1996): Abundance, growth and mortality of very large trees in neotropical lowland rain forest. Forest Ecology and Management 80: 235-244.

Cuevas E. (2001): Soil versus biological controls on nutrient cycling in terra firme forests. En McClain M.; R, Victoria & J. Ritchey (eds.). The Biogeochemistry of the Amazon basin. Oxford University Press. New York:51-67.

Delaney, M., S. Brown, A. Lugo, A. Torres-Lezama, and N. Bello Quintero (1998): The Quantity and turnover of dead wood in permanent forest plots in six life zones of Venezuela. Biotropica 30(1): 2-11.

Dezzeo N. (ed.) (1994): “Ecología de la Altiplanicie de la Gran Sabana (Guayana Venezolana) I”. Scientia Guaianae, N° 4. Caracas.

Fassbender, H.W. (1987): Modelos edafológicos de sistemas agroforestales. Centro Agronómico de Investigación y Enseñanza (CATIE) y Sociedad Alemana de ooperación Técnica (GTZ). Turrialba Costa Rica. 475 pp.

Fölster, H. (1992) Holocene Autochthonous Forest Degradation in Southeast Venezuela. In: Goldammer, J.G. (Ed.). Tropical Forests in Transition. Birkaeuser, Basel: 25-44.

Foelster H. (1994): Stability of forest ecosystems in the Humid Tropics. Interciencia vol. 19 nro. 6: 291-296.

Foelster H. (1999) : Las características y propiedades de los suelos tropicales en las pluviselvas latinoamericanas y estrategias para su manejo (in english). Conferencia. Memoria 14vo. Congreso Latinoamericano de Ciencias del Suelo. pp. 8-12 noviembre 1999, Temuco, Chile.

Fölster, H. & H. Fassbender (1984): Oekopedologische Grundlagen der Bodennutzung in den Tropen und Subtropen. Vorlesungsmanuskript. Universitaet Goettingen. Goettingen. 199 pp.

Fölster, H. and Khanna, P.K. (1997): Dynamics of nutrient supply in plantation soils. In Nambiar, E.K.S. and Brown, A.G. (eds.). Management of Soil, Nutrients and Water in Tropical Plantation Forests. ACIAR Monograph 43, 339-378.

Hartshorn, G.S. (1990). An overview of Neotropical forest dynamics. In: Gentry (ed.). Four Neotropical rainforests. Yale University Press. 585-599.

Herrera R., C.F. Jordan, H. Klinge & E. Medina (1978): Amazon ecosystems: their structure and functioning with particular emphasis on nutrients. Interciencia 3 (4): 223-232.

Holling C.S. (1973): Resilience and stability of ecological ecosystems. Ann. Rev. Ecol. Syst. 4:1-23.

70

Jordan, C.F. (1989). An Amazonian Rain Forest: The structure and function of a nutrient stressed ecosystem and the impact of slash-and-burn Agriculture. UNESCO-MAB, Man in the Biosphere series: V.2. 176p.

Kreeb, K. (1983): Vegetationskunde: Methoden und Vegetationsformen unter Beruecksichtigung oekosystemischer Aspekte.. UTB Grosse Reihe. Verlag Eugen Ulmer. Stuttgart. 331 pp..

Medina, E. (1996): Diversidad morfológica y funcional del grupo de productores primarios en sabanas Interciencia, volumen 21 número 4:193-210

Medina E. & E. Cuevas (1990): Patrones de acumulación y liberación de nutrientes en bosques amazónicos de la cuenca del Alto Río Orinoco. Memorias del Simposio sobre Ecología de la región Amazónica . FUDECI, agosto 1990. pp: 13-19.

Murphy P.G. (1975): Net primary productivity in tropical terrestrial ecosystems. En: Lieth H. & Whitaker, R.G. (eds.). Primary productivity of the biosphere. Ecological Studies, vol. 14: 217-231. Springer Verlag, New York.

Nepstad, D.C., de Carvalho, C.R., Davidson, E.A., Jipp, P.H., Lefebre, P.A., Negreiros, G.H., da Silva, E.D., Stone, T.A., Trumbore, S.E. & Vieira, S. (1994). The role of deep roots in the hydrological and carbon cycles of Amazonian forests and pastures. Nature 372: 666-668.

Nykvist N. (1997): Total distribution of plant nutrients in a tropical rainforest ecosystem, Sabah, Malaysia. Ambio Vol. 26 nro. 3: 152-157.

Olson J. (1963): Energy storage and balance of producers and descomposers in ecological systems. Ecology 44:322-351.

Phillips, O.L. & Gentry, A.H. (1994). Increasing turnover through time in tropical forests. Science 263: 954-958.

Poels, R.L.H. (1987). Soils, water and nutrients in a forest ecosystem in Suriname. PhD Thesis, Wageningen Agricultural University.

Priess, J., Then, Ch., Fölster, H., (1999): Litter and fine-root production in three types of tropical premontane rain forest in SE Venezuela. Plant Ecology 143, 171-187

Proctor J. 1983: mineral nutrientes in tropical forests. Prog. Phys. Geogr. 7: 422-431.

Proctor J. (1987) : Nutrient cycling in primary and old secondary rainforests. Applied Geography 7 :135-152

Richards, P. (1952): The Tropical Rain Forest: An ecological study. Cambridge University Press, (2nda. edic. 1976). Cambridge. 450 pp.

Rodin L.E. & N.I. Bazilevich (1967): Production and mineral cycling in terrestrial vegetation. Oliver and Boyd Ltd. Edinburgh, London. 288 pp.

Russell, C.H. (1983). Nutrient cycling and productivity of native and plantation forest at Jari Florestal, Para, Brazil. PhD Thesis, University of Georgia, USA.

ter Steege, H. (1998): Biomass estimates for forest in Guyana and their use in carbon offsets. Iwokrama International Centre for Rain Forest Conservation and Development/UNDP, Georgetown, Guyana. 50pp.

71

Uhl C. & I.C. Vieira (1989): Ecological impacts of selective logging in the Brazilian Amazon: a case study from the Paragominas region of the state Pará. Biotropica 21: 98-106.

Vitousek P.M. & Sanford R.L. (1986): Nutrient ciclyng in moist tropical forests. Annual Reviews Ecological Systems 17 :137-167.

Vitousek P.M. (1984): Literfall, Nutrient ciclyng and nutrient limitation in tropical forests. Ecology 65: 295-298.

Weischet, W. (1980): Die oekologische Benachteiligung der Tropen. 2. Durchgeshene Aufl.. Stuttgart.

Went F. & N. Stark (1968): Mycorrhiza. Bioscience 18: 1035-1039.

Whitmore T.C. (1984): Tropical rain forests in far East (2nd ed.). Clarendon Press, Oxfrod, UK.)

Glosario

Metorización física-química y biológica: Cuando se produce la meteorización generalmente ocurren 2 procesos:

mecánico y químico. El primero es la transformación física de los minerales o desintegración, y el segundo químico conduce a cambio en la composi-ción y estructura y se denomina descomposición

La descomposición biológica o mineralización de los residuos orgánicos es netamente un proceso oxidativo.

El humus es la materia orgánica oxidada (descompuesta) y es un material oscuro, heterogéneo y coloidal responsable de gran parte del CIC.

Disposición horizontal de la materia orgánica (humus), de la superficie hacia las capas profundas vamos de m.o. joven a m.o. vieja:

Capas de la materia orgánica: » L= Hojarasca (e=Litter, d=streu) poco o no descompuesta » F= fermentación (vermoderungsschicht) mezcla L-H » H= humus

Formas de humus:

» Mull = no se observa hojarasca (temporalmente sólo L), muy buena mezcla y descomposición rápida (generalmente asociado con sue-los eutróficos)

72

» Moder (mor) = condiciones desfavorables de mezclado y descom-posición, con las 3 capas L-F-H, F en mayor %

» Humus crudo= generalmente abundante m.o. acumulada, principal-mente las capas L y F, mientras que H poco presente (generalmen-te asociado con suelos oligotróficos)

Turba (Moor): sustancias de m. o. desarrolladas en condiciones anae-róbicas

Mantillo forestal: materia orgánica no descompuesta en la superficie del suelo, algunas veces compuesto parcialmente por material vegetal caído y por humus bien descompuesto.

Las capas superiores u horizontes, desde la superficie hasta el material geológico parental subyacente, están constituidas por el mantillo forestal, algunas veces compuesto parcialmente por material vegetal caído y por humus bien descompuesto. Cuando este último no pasa imperceptible-mente hacia los horizontes inferiores, entonces se denomina “mor”, un tipo de humus desarrollado en condiciones aeróbicas. Mientras que en condi-ciones anaeróbicas se puede formar una turba. Un suelo “mull” es donde la capa superficial se mezcla con partículas minerales y se ubica debajo de una delgada capa de mantillo. Horizontes con humus y minerales bien integrados se conocen como horizonte A, debajo se encuentra el horizonte meteorizado B, éstos a su vez pueden ser subdivididos o pueden ser se-parados del horizonte A por capas de deposición de compuestos de hierro o aluminio. El horizonte C es el material parental.

Génesis del suelo:

S=f(Cl, b, mp, r, t)S=sueloCl= climab= material bióticomp= material parentalr= relieve o topografíat= tiempo+ hombre

El largo e imperturbado desarrollo (es decir elevada edad pedo genética, altas temperaturas y abundantes lluvias durante el transcurso del año) han determinado en las zonas húmedas de las tierras bajas tropicales un pro-ceso intensivo de meteorización y una profunda lixiviación. Viejos suelos tropicales húmedos poseen por tanto, independiente de la composición de la roca madre, pocos silicatos, es decir pocos nutrientes minerales, más

73

bien predominan óxidos de aluminio y hierro. Minerales arcillosos típi-cos de estos suelos ferralíticos es la caolinita, la cual en contraste a a los minerales arcillosos de 3 capas (ilita, montmorillonita, etc.) poseen una disminuida capacidad de intercambio catiónico. Según Weischet (1980) los suelos ferralíticos no son solo pobres en nutrientes y lavados sino también por el tipo de material arcilloso su capacidad de intercambio catiónico se encuentra por debajo del conjunto de los suelos del planeta. Tal función es asumida en los bosques húmedos tropicales por las sustancias húmicas, cuya capacidad de intercambio puede ser incluso mucho mayor a la de la montmorillonita.

PREGUNTAS

1. Elabore un gráfico que integre los diferentes ciclos biogeoquí-micos presentes en un bosque húmedo tropical.

2. Consulte los avances del conocimiento sobre la relación entre fertilidad del suelo y biomasa forestal.

3. Analice un modelo de un ecosistema de bosque húmedo tropi-cal e identifique sus componentes.

4. Analice el cuadro 2.4 en función del ciclo del agua.5. Evalúe el comportamiento del ciclo de materia orgánica en tér-

minos de componentes del ecosistema forestal.6. ¿Cómo se define el funcionamiento de un ecosistema?7. ¿Cuáles son los procesos en los ciclos biogeoquímicos de

ecosistemas terrestres?8. ¿Cuáles son las reservas y flujos de materia orgánica y nu-

trientes en un ecosistema de bosque húmedo tropical?9. Describa el ciclo del agua en un bosque húmedo tropical.10. Mencione las reservas y flujos de materia orgánica.11. Mencione los factores que regulan los ciclos de nutrientes.12. ¿Cuáles nutrientes determinan el carácter oligotrófico de los

suelos forestales en los trópicos de zonas bajas?13. ¿Cuál modalidad de ciclo de nutrientes corresponde a bos-

ques que crecen sobre suelos pobres en nutrientes?14. Describa los mecanismos específicos de conservación de nu-

trientes en bosques que crecen en suelos con disponibilidad de nutrientes baja.

74

El ambiente físico del bosque en transformación: el cambio a gran escala

Los ecosistemas no son estáticos, sino cambiantes, su dinámica está referida a cambios en el tiempo y el espacio; sin embargo, tales cambios ocurren de diferentes maneras según sea la naturaleza de los procesos naturales, tales como:

» geológicos-climáticos (abióticos) » bióticos (referidos al lapso de vida de un ser vivo).

El desplazamiento de los continentes, acentuado por la ampliación del fondo oceánico, es un hecho indudable en la historia de la Tierra. La ac-tual distribución de las especies en los trópicos ha sido influenciada por ese proceso desde hace 140 millones de años (desde el Cretáceo). Los procesos bióticos a largo plazo como la evolución, están estrechamente relacionados con los cambios abióticos. Tales procesos de cambios en el ecosistema forestal se manifiestan a través de la extinción local de pobla-ciones, inmigración de nuevas poblaciones en la comunidad, emigración y colonización de nuevas áreas, fluctuación en la abundancia relativa de

Dinámica del Bosque Húmedo TropicalLionel Hernández

Capítulo 3

75

Lionel Hernández

poblaciones en la comunidad, etc. (Crawley, 1986 citado por Gomide et al., 1998).

Fluctuaciones climáticas históricas de los bosques neotropicales

El clima ha variado a lo largo de la historia del planeta. Se ha comprobado la ocurrencia de cambios climáticos durante el Pleistoceno y oscilaciones climáticas durante el Holoceno (Rull, 1991; Flenley, 1992; Hammen van der, 1982). En los trópicos, estudios recientes en diferentes disciplinas (pa-linología, sedimentología, geomorfología climatología, ciencias atmosféricas y biogeografía) (Goldammer, 1992) han revelado amplios y dramáticos cam-bios en el clima, lo cual probablemente ocasionó vastas fluctuaciones de la cobertura vegetal en las tierras bajas tropicales durante el último millón de años. El hallazgo anterior, producido durante la década de los setenta y los ochenta, puso en tela de juicio la idea prevaleciente hasta ese momento de que los bosques húmedos tropicales constituían ecosistemas estables, en donde supuestamente ocurrían condiciones ambientales constantes a lo largo de amplias zonas continentales durante el período cuaternario (Haffer, 1987 en Whitmore & Prance, 1987). El bosque húmedo tropical ha sobrevivido efectivamente a los cambios climáticos y tectónicos a través de evasión (desplazamiento) y adaptación (Bruenig, 1996).

En Sudamérica no hay unanimidad acerca de la historia de los bosques amazónicos. Quizá porque ella se entiende poco, principalmente a causa de los escasos datos paleoecológicos disponibles para las extensas áreas de estos bosques, situación que permite mucha especulación acerca de su historia natural. Un ejemplo es la discusión acerca de la existencia o no de refugios de bosques amazónicos durante los períodos glaciales, tema que ha sido objeto de un intenso debate durante las últimas décadas. La “teoría de los refugios” (Haffer, 1969, 1982; Whitmore & Prance, 1987; Ste-yermark, 1979, 1982) postula el retroceso y supervivencia de los bosques en refugios restringidos durante las fases áridas y frías del cuaternario, en tales glaciaciones (18.000-14.000 AP) los bosques habrían sido reempla-zados en su mayor parte por sabanas, mientras que durante los períodos húmedos y cálidos los bosques se habrían expandido. Esta teoría ha sido usada para explicar la alta biodiversidad forestal tropical, idea fuertemente cuestionada por la falta de evidencias directas (ver cuadro 3.1). Al res-pecto, recientes estudios palinológicos indican cambios durante el pasado en la distribución de los bosques y las sabanas en términos de tiempo y espacio y asimismo se muestra que los ecosistemas de bosque húmedo

76

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

y sabana no fueron estables durante los períodos glaciales y holocénicos (Behling, 1999; Rull, 1991).

Otra teoría propuesta para explicar la distribución disyunta de la vegeta-ción tropical y su diversidad, corresponde a la propuesta de Colinvaux y colaboradores (e.g. Colinvaux, 1993; Bush, 1994; Behling, 1999), la cual postula que los bosques pluviales sudamericanos nunca estuvieron mar-cadamente reducidos a parches aislados de refugios de bosque durante el último período glacial (ver cuadro 3.1).

Cuadro 3.1: La hipótesis de la perturbación intermedia y el mantenimiento de la alta biodiversidad en bosques neotropicales

Según la teoría propuesta por Colinvaux y colaboradores (Colinvaux 1993, Bush 1994, Behling 1999) la actual diversidad de los bosques sudamericanos sería resultado de un proceso causado por dos factores: las diferencias espaciales de los biomas forestales (heterogeneidad) y las oscilaciones ambientales, ambos actúan a nivel de una “perturbación intermedia”1 (Connell 1978) lo que resulta en un proceso de “desequilibrio mantenido” (Colinvaux 1987). Esta hipótesis propone que las alteraciones ambientales (que no signifiquen una pérdida significativa para el ecosistema) del bosque, creadoras de los claros, son las responsables de la elevada diversidad. Según Colinvaux (1987) éste ha sido el mecanismo que ha ocurrido predominantemente en la Amazonia, en donde los factores de alteración podrían ser caída de árboles, erosión lateral de ríos con curso cambiante, inundaciones, fluctuación en intensidad y duración de sequías y ocurrencia de incendios durante los últimos 6.000 años. Importante es considerar que la variación del ambiente no fué brusca sino continua, entonces la elevada diversidad se produce por el hecho de que el bosque no ha podido alcanzar nunca el equilibrio (Rull 1991), creándose así una gran diversidad de nichos. Por el contrario, una perturbación a gran escala puede destruir una extensa superficie de bosque, propiciando la creación de grandes claros. Si el tiempo de retorno de tales grandes perturbaciones o cataclismos (huracanes, sequías, incendios, actividad volcánica) es demasiado corto, podría ocurrir que la sucesión de dichos bosques no pueda alcanzar nunca el estado maduro o estable (Whitmore 1990).

Sin embargo, algunas críticas (Fölster comunicación pers.) indican que la propuesta de Colinvaux subestima muy probablemente el grado de apertura del bosque, sobre todo si se consideran las evidencias geomorfológicas. En este sentido, para tales períodos con climas secos y fuerte actividad morfodinámica durante el Cuaternario se han reportado pérdidas extensas de suelo2 en regiones con cobertura de bosque húmedo (Fölster 1964, 1969; Rohdenburg 1969, 1970; Dezzeo & Fölster 1994). En consecuencia, y considerando que

1 Aquí se asume que en todo sistema los competidores superiores excluirían las especies con menor capacidad competitiva en un proceso que conduciría hasta un punto donde solamente lograrían permanecer en el ecosistema una o algunas pocas especies. En base a la anterior premisa Connell (1978) propuso que la mayor diversidad es mantenida en sistemas con niveles intermedios de perturbación. La hipótesis de perturbación intermedia (HPI) pre-dice no solamente que la riqueza de especies en cualquier claro sería mayor que la de una superficie equivalente de bosque en fase madura, sino además predice que el conjunto de claros tendrá una riqueza mayor que la matriz de bosque maduro, debido a que los claros proveen condiciones y recursos más diversos (Chazdon et al. 1999). Huston (1979,1994, citado por Steege ter 2003) amplió la HPI al proponer la hipótesis de equilibrio dinámico (HED), en donde predice que la la diversidad más elevada se debería encontrar donde se generase un “balance óptimo” entre perturbación y crecimiento poblacional.

2 Evidencias palinológicas (Rull 1991) y la dimensión tanto de los procesos erosivos como de la transferencia y mezcla de material edáfico en las laderas (Fölster comunicación pers.) indican la ocurrencia de intensos procesos erosivos en grandes superficies.

77

Lionel Hernández

ambas teorías actúan a diferentes escalas podría no haber contradicción fundamental entre los procesos sugeridos por la teoría de los refugios y la hipótesis de perturbación intermedia. La primera teoría propone una visión de un cambio sencillo de bosque a sabana que aparenta ser una simplificación burda, mientras que asumir la existencia permanente de una cobertura boscosa, tampoco es un argumento convincente.

En su estudio sobre la variación de riqueza de especies de árboles latizales durante la fase temprana de regeneración en Barro Colorado Panamá, Hubbell et al. (1999) cuestionan también la hipótesis de la perturbación intermedia, estos autores plantean la insuficiencia de esta hipótesis para explicar la variación de la diversidad y concluyen que la hipótesis de la limitación del reclutamiento «recruitment» explica mejor tal variación. Esta última hipótesis propone que los efectos de la limitación de la dispersión y el reclutamiento sobre la diversidad de especies arbóreas sobrepasan los efectos de la perturbación del bosque3. La propuesta anterior ha sido fuertemente cuestionada por varios investigadores (Molino & Sabatier 2001, Chazdon et al. 1999), quienes básandose en diferentes estudios sostienen que la hipótesis de perturbación intermedia se mantiene como un argumento válido para explicar la alta diversidad especies arbóreas en bosques húmedos tropicales.

Procesos importantes en la dinámica del bosque húmedo tropical: el cambio a pequeña y mediana escala

La fisionomía, la estructura, la fisiología y el funcionamiento de los eco-sistemas forestales mantienen una estrecha asociación con la dinámica, la cual comprende diversos procesos de organización como la sucesión, el crecimiento, la regeneración, la mortalidad, el reclutamiento y las in-terrelaciones biológicas (competencia, parasitismo, simbiosis, predación y saprofitismo) entre poblaciones de diferentes especies. Tales procesos son los principales agentes del cambio del ecosistema forestal en el tiempo y en el espacio.

Hay que tener en cuenta que, como todo sistema biológico con un alto grado de organización, los bosques tropicales pueden exhibir grandes fluc-tuaciones de las variables claves de su situación, tales como biomasa, composición de especies y abundancia y reservas y flujos de elementos químicos (Bredemeier & Foelster, 1996). En este sentido, cabe la inte-rrogante sobre ¿cuáles son los procesos importantes en la dinámica del bosque húmedo tropical? La dinámica en un ecosistema forestal comprende la dinámica estructural y la dinámica de procesos. Los aspectos más impor-tantes de la dinámica estructural son: composición de especies, crecimiento, competencia y formación de patrones. Los aspectos más importantes de la dinámica de procesos abarcan ciclos de bioelementos y de almacenamiento

3 En otras palabras los claros no serían necesariamente regenerados por las especies mejor adaptadas, sino más bien por aquellas especies, cuyos propágulos sean lo suficientemente abundantes en el momento y sitio adecua-dos (Molino & Sabatier 2001).

78

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

y transferencia de energía (Bredemeier & Fölster, 1996). Al respecto, se po-dría decir que entre los temas más importantes a considerar referentes a la dinámica estructural y la dinámica de procesos de un ecosistema forestal se encuentran:

1. La dinámica del proceso de silvigénesis: a través del desarrollo de fase de claros, fase de reconstrucción, fase de equilibrio o madurez y fase de decaimiento, asociados a grupos ecológi-cos de especies arbóreas (pioneras, nómadas y tolerantes) y su estrategia de regeneración y adaptación (p.ej. ecofisiología, competencia, banco de propágulos, viabilidad, germinación, propagación).

2. Procesos de productividad y crecimiento: producción de mate-ria orgánica a lo largo del tiempo, mortalidad y reclutamiento.

3. La sucesión secundaria: iniciada por una perturbación que so-brepasa el umbral espacial de un claro común y desemboca en un cambio drástico de la estructura, composición y microcli-ma del bosque perturbado.

4. Estabilidad y resiliencia: capacidad de recuperación, estabili-dad biótica y abiótica, regeneración y degradación.

5. Ciclos biogeoquímicos del ecosistema: procesos pedológicos. Relación clima, suelo y vegetación boscosa. Reservas y flujos de materia orgánica, agua y nutrientes.

6. Interacciones. Biología de reproducción de especies vegeta-les, herviboría, frugivoría y dispersión de semillas. Poliniza-ción. Mutualismo.

Los cuatro primeros temas serán tratados en este capítulo. El tema 5 re-lacionado con el flujo de biomasa y la dinámica de los ciclos de nutrientes se discute en el capítulo 2, mientras que el tema 6 sobre las interacciones se abordará parcialmente en el capítulo 4 (coexistencia: relación planta-animal). En este capítulo, primero se discutirá el proceso de desarrollo del mosaico forestal (silvigénesis), la formación de claros, los grupos de es-pecies, la productividad y el crecimiento; en segundo lugar se abordará la sucesión secundaria y finalmente la relación entre estabilidad y dinámica.

79

Lionel Hernández

Silvigénesis y dinámica de claros

El mosaico forestal Si se analiza un bosque húmedo tropical en un momento determinado

se puede apreciar que, como resultado del ciclo de vida natural de los árboles y la ocurrencia de diversas perturbaciones, se presenta una es-tructura y una fisionomía que no son estáticas sino variables en escalas temporales y espaciales, las cuales abarcan desde el nivel medio hasta el nivel local (Bruenig, 1996). El bosque húmedo tropical constituye pues un mosaico complejo y cambiante de parches en diferentes estadios de desarrollo, signado por un ciclo constante de muerte y renovación catali-zado por el proceso de caída de árboles (Hallé et al., 1978). Este mosaico extremadamente complejo presenta fases de regeneración, acumulación y decaimiento de biomasa, asociados a cambios estructurales y de la com-posición de especies. Como consecuencia de este proceso de transfor-mación se generan una gran variedad de biotopos con diversos bordes y transiciones microclimáticas. La caída de árboles es el inicio de este proceso denominado el crecimiento del bosque o ciclo silvigenético (Whit-more, 1975, 1978; Oldeman, 1974, 1978; Hartshorn, 1978, 1980; Brünig, 1983). En el proceso de silvigénesis se pueden distinguir varias fases de desarrollo (ver cuadro 3.2): claro (gap), fase de construcción y fase madu-ra (Whitmore, 1975), equivalentes a las fases, propuestas por Oldeman (1978, 1989), de innovación, crecimiento y fase estable respectivamente, quién además agrega una última fase de decaimiento. La formación de claros es reconocida como la fuerza motriz para el establecimiento y cre-cimiento de las plántulas del bosque (Denslow, 1980; Hartshorn, 1980; Rollet, 1983; Brokaw, 1985a-b).

Cuadro 3.2: Fases de la silvigénesis

Bosque un mosaico de estadios serales: claro, fase de reconstrucción (reciente y antigua), bosque maduro y bosque senil

» Fase de claro (gap, claro reciente aproximadamente menor de un año)

» Fase de reconstrucción o regeneración (acumulación de biomasa )

• Etapa joven o inicial (o claro viejo, aproximadamente 1-10 años)

• Etapa avanzada (difícil de distinguir de la fase madura)

» Fase estable o climax

• Fase madura (balance equilibrado entre descomposición e incremento de biomasa)

» Fase de decaimiento

• Fase senil, sobremaduro (más descomposición que incremento de biomasa)

80

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Importancia de los claros para la regeneración naturalLa ocurrencia de pequeñas perturbaciones internas (p.ej.: caídas de ár-

boles envejecidos, que crean pequeños claros), es un proceso natural im-portante para el rejuvenecimiento del ecosistema boscoso. La apertura del dosel arbóreo o formación de claros puede ser iniciada por diversos even-tos naturales tales como la ruptura de troncos, ramas o copas, la caída de marañas de lianas, el colapso de árboles derribados por el viento, la caída de árboles muertos, el “efecto dominó” durante la caída de un árbol grande que arrastra a otros, los vientos localizados (“vendavales”), huracanes tropicales, movimientos de terreno, talas, sequías, incendios, aludes de lava volcánica y ra-yos (Hartshorn, 1990). Estas perturbaciones son inevitables y ocurren con diferentes niveles de intensidad y frecuencia (Whitmore, 1990; Goldam-mer, 1992; Waide & Lugo, 1992).

Como se mencionó anteriormente, los claros constituyen la etapa inicial del proceso de silvigénesis, evidenciando su rol de agente catalizador de dicho proceso. Obviamente, la formación de claros cambia las condiciones microclimáticas del sotobosque, y con ello estimula la propagación y desa-rrollo de especies exigentes de mayores niveles de iluminación. Se puede inferir el rol del claro en la dinámica forestal por la proporción de especies que dependen de la ocurrencia de claros para una regeneración natural exitosa. Hartshorn (1978) sugiere que cerca del 50% de las especies fo-restales en La Selva Costa Rica, dependen de la apertura del dosel para la germinación de sus semillas o para el desarrollo de sus individuos más allá de las fases de brinzal y latizal.

Definición y características de los clarosEl tamaño del claro se ha medido usualmente como el área entre los bor-

des de las copas de los árboles de la periferia proyectados verticalmente hacia el suelo. Han sido propuestas varias definiciones diferentes de cla-ro (Runkle, 1981, 1982; Brokaw, 1982, 1996; Riéra, 1982; Popma et al., 1988; Meer van der & Bongers, 1996a), pero la de más amplio uso es la definición de Brokaw, quien define el claro como un ‘hueco‘ en el bosque que se extiende desde el dosel circundante hacia abajo a través de todos los niveles hasta llegar a una altura promedio de 2 m sobre el suelo. Al observar el perfil se aprecia que los lados de la apertura del dosel forestal son irregulares, no obstante y a fin de poder disponer de una definición apta para trabajar, se ha asumido como una convención que los lados de tal espacio se definan como verticales. Esta definición ha sido refutada por varios autores (ver Oldeman, 1983, 1989; Popma et al, 1988; Brown, 1993; Whitmore et al, 1993; Whitmore, 1996). Entre varios de los aspectos que

81

Lionel Hernández

se le cuestionan a esta definición el más importante es que los efectos mi-croclimáticos de un claro en el dosel y de ahí los efectos en el crecimiento de las plantas no están restringidos al área estrictamente circunscrita al hueco o apertura del dosel (ver Popma et al, 1988; Koop, 1989; Oldeman, 1989, 1990; Canham et al, 1990; Brown, 1993; Whitmore et al, 1993). Los cambios generados no sólo dependen del tamaño de la apertura del dosel, sino también de la forma del claro, orientación y altura del bosque circun-dante y en la medida que estos factores determinen la duración diaria de la insolación directa (Mitchell & Whitmore, 1993).

Una medida del tamaño del claro necesita por tanto más bien reflejar la magnitud de los cambios en radiación y no la percepción estrictamente geométrica de los límites del claro (cuadro 3.3). A pesar del hecho de que la iluminación vertical directa en los claros es importante para aquellas plantas expuestas a dicha iluminación, la luz lateral tiene también una gran impor-tancia para el crecimiento de las plántulas como ha sido demostrado por Oberbauer et al. (1988), Koop (1989) y Clark & Clark (1992b).

Cuadro 3.3 : Características de los claros

» Tamaño de claros naturales: <100 m2 en bosque natural (BN) (Hartshorn 1980), < 500 m2 (Denslow 1987)

» La tasa de caída de árboles en La Selva (Costa Rica) fue de 1 árbol/ha/año, la caída no ocurre en intervalos regulares (Hartshorn 1978)

» La frecuencia anual de formación de claros alcanzó un promedio de 0,2 % de un área de bosque natural en Barro colorado en Panamá (Putz & Milton 1996) se estima que en otros sitios puede sobrepasar el 1% (Hernández 1997)

» La esperanza de vida promedio de árboles en bosque húmedo tropical oscila aproximadamente entre 40 y 100 años, en La selva en Costa Rica fue de unos 45 años y para Barro Colorado en Panamá de 96 años en bosque maduro y 57 años en bosque joven (Putz & Milton 1996)

» La tasa de recambio en selvas de tierra baja en La Selva Costa Rica osciló entre 80 y 138 años (Hartshorn 1978), en Barro Colorado Panamá fue de 114 años en bosque maduro y 159 años en bosque joven (Brokaw 1996) y en bosques de tierra firme en San Carlos de Río Negro se estimó en 100 años (Uhl & Murphy 1980)

La transición entre claro y dosel cerrado no es abrupta (Lieberman et al., 1989). Existe un continuum de cambios que van desde dosel cerrado hasta el gran claro en términos de ambientes con diferentes niveles de ilumina-ción (Canham, 1988b; Canham et al., 1990; Ek, 1997; Popma et al., 1988; Brown, 1993; Rich et al., 1993; Walter & Torquebiau, 1997; Poorter, 1998). La zona central o corazón del claro recibe la radiación total más alta y por tanto exhibe el mayor contraste con el bosque circundante. La radiación solar puede penetrar en forma oblicua por debajo del dosel forestal cerrado alrededor del claro. De aquí que se presente una secuencia de ambientes

82

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

en la “penumbra”4 alrededor del corazón del claro que progresivamente reciben menores grados de iluminación (Hout van der, 1999).

El gradiente que se inicia en el corazón del claro también involucra va-riación de parámetros microclimáticos dependientes principalmente de la radiación incidente, tales como la radiación fotosintéticamente activa (PAR), temperatura máxima del aire, humedad relativa así como también la calidad de luz (Brown, 1993). Incrementando el tamaño del claro se in-crementa el valor extremo de los parámetros microclimáticos y el tamaño de la influencia perimetral (‘penumbra’) del claro. Los grandes claros tie-nen una amplia área alrededor de sus bordes con microclimas similares a aquellos encontrados en la zona central de los claros pequeños (Canham et al., 1990). Es por ello que varios investigadores (Hubbel & Foster, 1983; Lieberman et al., 1989; Whitmore et al., 1993; Koop, 1989; Clark & Cark, 1992a; Zagt, 1997) sugieren que el interés debería enfocarse más en la disponibilidad de luz o grado de cobertura del dosel antes que concentrar-se solamente en aspectos tales como las características y tamaño de los claros.

Renovación o recambio del bosqueUn indicador de la magnitud del rol de los claros para cada bosque par-

ticular es la tasa de recambio o renovación (turn over rate), la cual se define como el tiempo promedio entre la ocurrencia de claros sucesivos que ocurren en un mismo lugar del bosque (Hartshorn, 1978), y se estima usualmente a partir de la diferencia promedio entre la mortalidad arbórea y la regeneración y crecimiento de nuevos árboles (calculadas a partir de mediciones en parcelas permanentes o modelos de simulación), asimis-mo la tasa de recambio se correlaciona con la productividad primaria neta (Phillips & Gentry, 1994). La renovación o recambio anual del bosque es aproximadamente equivalente a las tasas de mortalidad de los grandes árboles, esto es entre 0.5% y 3.6% (Phillips & Gentry, 1994). Aunque la densidad de claros en el bosque natural tiene relación con la mortalidad y la caída de árboles, se ha encontrado cierta discrepancia entre la tasa de formación de claros y las tasas de mortalidad, lo cual se atribuye par-cialmente a que la caída múltiple de árboles y la muerte de árboles no siempre resultan en formación de claros (Putz & Milton, 1996). En bosques tropicales maduros, la tasa de mortalidad anual de un rodal para árboles > 10 cm de diámetro se encuentra usualmente entre 1 y 3% del total de fus-tes, siendo la misma independiente del tamaño del árbol (Hartshorn, 1990; Whitmore, 1990; Whitmore, 1975; Lieberman et al., 1985; Swaine et al.,

4 Área de influencia alrededor del claro que se encuentra bajo cubierta

83

Lionel Hernández

1987; Putz & Milton, 1996). El fenómeno de la alta mortalidad presenta una gran variabilidad, especialmente en áreas afectadas por perturbaciones catastróficas (huracanes, deslizamientos, derrumbes) (Clark et al., 2001).

Se ha indicado que la tasa de recambio de los árboles en bosques tropi-cales no perturbados es amplia (80-250 años; Hartshorn, 1990). Hartshorn (1978) estimó una tasa de recambio de 118 años en La Selva, Costa Rica (ver cuadro 3.3).

Los bosques naturales se consideran usualmente ecosistemas en una situación cercana a un estado de equilibrio. En caso de ser así, debería haber una cierta proporción de la superficie de claros recientes en regene-ración y de antiguos claros en reconstrucción con respecto a la superficie total de una determinada comunidad de bosque. Esta proporción depende-rá de un lapso promedio de vida “normal” de los árboles, lapso equivalente a su tasa de recambio, y estrechamente relacionado con la composición del mosaico forestal en un momento dado. En resumen, las proporciones de la extensión superficial por unidad de área de las diferentes fases de desarrollo silvigenético reflejan la dinámica de recambio del bosque. La concentración de claros recientes en un momento dado comúnmente ob-servada en la mayoría de los bosques húmedos neotropicales, promedia entre 1 y 2% del área boscosa total (Hartshorn, 1990), mientras que menos del 20% del área boscosa está conformada por fases de reconstrucción. Sin embargo no existe unanimidad en las magnitudes de estas proporcio-nes; lo que posiblemente dependa de la definición de las diferentes fases de claro y de los diferentes tipos de bosque. Uhl & Vieira (1989) estiman que en un momento dado los bosques amazónicos no perturbados pueden contener entre 5-20% de su área total en forma de claros. En bosques de Sarawak (Bruenig, 1973b) y San Carlos (Bruenig et al., 1979; Heuveldop & Neumann, 1980) se estimó que los claros recientes (< de 1 año) ocuparon 0.2-0.5% de la superficie boscosa, mientras que los claros viejos de 1-10 años (< 5 cm diámetro y < 7 m altura) abarcaron 1-5% del área. Las fases de reconstrucción posterior y de madurez cubrieron 60-75%, estas dos últimas fueron difíciles de distinguir, los parches sobremaduros pueden alcanzar 20-30% del area, dependiendo de la historia de perturbaciones (Bruenig, 1996).

La tasa de recambio no es constante. Al evaluar las mediciones a largo plazo de un conjunto de diferentes bosques tropicales, Phillips & Gentry (1994) encontraron un incremento de la tasa de recambio a partir de 1950 en comparación de la tasa entre 1934-1950, incluso se aprecia una apa-rente aceleración de las tasas a partir de 1980; lo cual se relaciona posi-blemente con la hipótesis de que la productividad global de los bosques se

84

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

está incrementando (posiblemente entre otras causas debido a los cam-bios climáticos globales).

Grupos ecológicos de especies La composición, distribución y desarrollo sucesional del conjunto de es-

pecies arbóreas está determinada por la dinámica interna del mosaico de claros, las perturbaciones externas y un conjunto de factores interactuan-tes de sitio de carácter biótico y abiótico. Bruenig (1996) plantea que los patrones actuales de distribución de especies y su presencia o ausencia en la regeneración representan indicadores con una capacidad reducida de predicción de la dirección de la dinámica en la comunidad. Floración, fruc-tificación, viabilidad de semillas y dispersión son afectados principalmente por factores climáticos y de fauna. La coincidencia de condiciones meteo-rológicas favorables o desfavorables, polinización y afectación por enfer-medades y pestes durante el período de floración y fructificación influyen en la cantidad y calidad de las semillas. Las condiciones meteorológicas, las características del suelo, la transmisión de luz a través del dosel y los niveles de predación determinan las subsiguientes posibilidades de ger-minación, establecimiento y crecimiento de las plántulas. Las condiciones de microhábitat y sus cambios aleatorios determinan las posibilidades de supervivencia y crecimiento de los brinzales. La tasa de mortalidad desde las semillas hasta el árbol sobremaduro se expresa teóricamente mediante una curva exponencial negativa de declinación poblacional (Sheil et al., 1995). En realidad, la mortalidad ocurre de manera irregular determinada por eventos impredecibles y accidentales, afectando las diversas especies de manera diferencial (Bruenig, 1996).

Las especies arbóreas tropicales han sido clasificadas de varias maneras tales como grupos funcionales, estratégicos o gremiales. La idea subya-cente de proponer dichos grupos es que las especies están segregadas por nichos (e.g. por especialización hacia un tamaño particular de claro o por una determinada zona del claro; Hartshorn, 1987, 1980; Denslow, 1980). Swaine & Whitmore (1988), tomando como base los requerimientos para la germinación de semillas, diferenciaron dos grandes grupos ecoló-gicos de especies arbóreas: el grupo de especies pioneras (no tolerante de sombra) que requiere luz total para la germinación y el grupo de especies no pioneras (tolerantes de sombra) que pueden germinar bajo un dosel forestal cerrado.

85

Lionel Hernández

Tal dicotomía fue rechazada por Martínez-Ramos et al (1989), Raich & Gong (1990) y Schupp et al. (1989) alegando que ella ignora la influencia de las diferencias en la dispersión y supervivencia de las especies. A pesar de que las pioneras germinan mejor en grandes claros, ellas pueden incluso germinar bajo un dosel cerrado (e.g. Florence, 1981; Popma et al., 1988), aunque los niveles de germinación sean bajos y que las plántulas luego de germinar mueran rápidamente (Kennedy & Swaine, 1992; Vázquez-Yanes & Orozco-Segovia, 1984). Posteriormente, Whitmore (1989) reformuló el paradigma, definiendo las pioneras según su requerimiento de luz total tanto para la germinación como para su establecimiento. Los dos grupos de especies propuestos por Swaine & Whitmore pueden ser reconocidos en la mayoría de las clasificaciones, sin embargo es posible encontrar un amplio rango de grados de tolerancias de sombra en las plántulas dentro del gremio de especies climax (Whitmore, 1989, 1996). Por tal motivo, aún continúa la búsqueda de una clasificación más integral que supere la dico-tomía anterior (e.g. Brokaw, 1985; Hubbel & Foster, 1986b; Denslow, 1987; Popma & Bongers, 1988; Alexandre, 1989; Welden et al., 1991; Clark & Clark, 1992; Lieberman et al., 1995; Denslow, 1996). Lamprecht (1990), ampliando la clasificación de van Steenis (1958, sedentarias y nómadas) propone, por ejemplo, dividir las especies de los bosques húmedos según su desarrollo en pioneras, oportunistas/nómadas y esciófitas (de gran por-te y de tamaño reducido). Por otra parte, Finegan (1996) postula que las especies pioneras aprovechan los claros del dosel recién creados y subdi-vide por ende las especies pioneras en pioneras de vida corta y pioneras de vida larga, las primeras llegan y se establecen en la fase temprana de la sucesión, mientras que las segundas llegan más tarde y viven por períodos más prolongados. Todas las clasificaciones anteriores reflejan sin embar-go cierto grado de subjetividad (ter Steege, Welch & Zagt, 2001).

Existen algunas pocas especies que toleran la sombra, pero que requie-ren un incremento de luz para su reproducción sexual y desarrollo. Esta situación prevalece más entre especies del sotobosque que pueden existir en un estado suprimido por varios años, pero apenas se remueve la som-bra del dosel, inician un vigoroso crecimiento vegetativo y de actividad sexual. El alto número de especies de claro parece relacionarse con el ca-rácter estocástico de la dinámica de los claros. Hartshorn (1978) menciona que de las 320 especies arbóreas en el bosque maduro en La Selva Costa Rica, cerca de la mitad de ellas requiere de un claro para una regeneración exitosa. Factores importantes en el éxito de colonización de un claro son: el momento de ocurrencia del claro, la proximidad y dispersión de semillas,

86

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

las condiciones de sustrato y las relaciones de denso dependencia y de planta-hervíboro (Riswan et al., 1985).

La idea sobre la existencia de un continuum de estrategias de adapta-ción en las especies arbóreas tropicales conduce a la hipótesis de que las diferentes especies están preferiblemente adaptadas a claros con deter-minados rangos de tamaños (Denslow, 1980; Pickett, 1983; Augspurger, 1984). Los reportes varían sin embargo ampliamente sobre los umbrales de tamaño de claros requeridos por las pioneras.

Tal adaptación a la dimensión espacial de los claros es puesta en entre-dicho por Kennedy & Swaine (1992) y Brown & Whitmore (1992), quienes señalan que el incremento en el crecimiento en altura y la declinación en la tasa de mortalidad de las plántulas y brinzales ya presentes antes de la formación del claro juegan un papel más importante durante la fase de re-construcción que la germinación y desarrollo de plántulas provenientes del banco de semillas. Sobre este asunto, tampoco se puede desdeñar el rol de los retoños de árboles dañados (Putz & Brokaw, 1989; Rijks et al., 1988; Meer van der & Bongers, 1996b). Para Brown & Whitmore (1992) y Zagt (1997), la altura de las plántulas al momento de la fomación del claro tiene un efecto mayor sobre el crecimiento y la supervivencia de las plántulas que su localización en el claro o el tamaño del claro.

Existe una considerable heterogeneidad interna dentro de un claro originado por la caída de un árbol. En un sitio perturbado por la caída de un árbol, gene-ralmente sus raíces son arrancadas, se perturba el mantillo forestal y se expo-ne al descubierto el suelo mineral. Diferencias en los niveles de destrucción de la vegetación preexistente y en las cantidades de detritos conducen también a diferentes microambientes específicos. Al respecto, se ha indicado que estos microambientes específicos favorecen el establecimiento de especies adap-tadas a ellos (Oldeman, 1978; Orians, 1982; Baur, 1964; Florence, 1981; Barton, 1984; Putz, 1983 y Riéra, 1985). Un claro puede entonces generar tanto micrositios para la regeneración de plántulas de especies esciófitas como micrositios para la regeneración de plántulas de especies pioneras, indicando la heterogeneidad reinante en el interior del claro, la cual brinda la posibilidad para la regeneración de un amplio rango de especies en di-ferentes tamaños de claros (Poorter, 1998).

87

Lionel Hernández

Productividad y crecimiento a nivel de ecosistemas y especies

Como se mencionó, la productividad y crecimiento de los bosques está determinada por la dinámica de la materia orgánica reflejada en el ciclo de carbono. Sobre este ciclo a nivel global, el más reciente informe del IPCC (Watson et al., 2000) comenta: “La dinámica de los ecosistemas terrestres depende de interacciones entre un conjunto de ciclos biogeoquímicos, par-ticularmente del ciclo del carbono, ciclo de nutrientes y ciclo hidrológico, bajo una situación en donde todos ellos pueden ser modificados por la acción humana. Los sistemas ecológicos terrestres, dentro los cuales el carbono está retenido en la biomasa viva, la materia orgánica en descom-posición y en el suelo, juegan un papel importante en el ciclo global del carbono. El carbono es intercambiado naturalmente entre estos sistemas y la atmósfera a través de la fotosíntesis, respiración, descomposición y combustión. Las actividades humanas alteran las existencias de carbono en los componentes de los ecosistemas e intercambian entre ellos y la at-mósfera a través de los usos de la tierra, cambios en los usos de la tierra y la actividad forestal, entre otros. Cantidades considerables de carbono han sido liberadas a causa de la desaparición de bosques en latitudes altas y medias a lo largo de las últimas centurias, mientras que en los trópicos un proceso similar ha ocurrido en las últimas décadas del siglo 20”.

A nivel del ecosistema La productividad o producción primaria neta del ecosistema (NPP) es

definida como la diferencia entre la fotosíntesis total (producción primaria bruta-GPP) y la respiración vegetal total del ecosistema; también ha sido definida como la suma del incremento de biomasa en un intervalo de tiem-po dado, generalmente anual5 (Clark et al., 2001a, b). Por su asociación con el incremento, la variación del NPP anual es pues un indicador de la dinámica del rodal.

En la década de los 60 y 70 se reportaron altos niveles de productividad en comunidades herbáceas tropicales. Lo anterior sumado a extrapola-ciones de modelos climáticos y mediciones de tasas de fotosíntesis en bosques tropicales alimentaron la creencia de políticos, madereros y fores-tales de que la producción de madera podría ser usada como un recurso sostenido de rápida renovación (idea sustentada por la menor duración de

5 Esta definición alterna se aplica debido a que en el terreno no es posible medir el NPP de un bosque en términos de la diferencia entre fotosíntesis y respiración vegetal, la medición de la respiración vegetal de un ecosistema forestal encierra muchas dificultades e incertidumbres (Clark et al. en prensa a). Asimismo, la biomasa de bosques maduros cambia poco, dado que el crecimiento y la regeneración tienden a ser compensados por la mortalidad.

88

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

los turnos de rotación comercial en las plantaciones forestales del Trópi-co en comparación al turno en las plantaciones templadas; Bredemeier & Foelster, 1996). Estimaciones de NPP referidas a la producción de madera arrojan valores de hasta 18 ton/ha anuales (Bruenig, 1996), lo cual sería tres veces mayor a la producción en bosques templados (Ellenberg et al., 1986 citado por Worbes & Junk, 1999).

En general, los ecosistemas tienden a incrementar la estatura, comple-jidad de la estructura y la intensidad de los procesos (producción, evapo-transpiración, etc.) hacia los límites de la actual capacidad de carga del sitio (Bruenig, 1987). La alta temperatura, la radiación intensa y la precipitación abundante en el trópico húmedo ofrecen condiciones favorables para una elevada productividad pero también para la descomposición físico-química y biológica. Aunque el clima húmedo tropical, en general es favorable para el crecimiento vegetal, su variabilidad y valores extremos pueden crear un estrés excesivo en las plantas. Eventos episódicos, que representan extremos ambientales, tales como sequías, inundaciones, huracanes, de-posición de lava o polvo desértico interactúan con la dinámica inherente del sistema y causan cambios inesperados en el sistema (Bruenig, 1987).

Los bosques húmedos tropicales exhiben una fuerte variación espacial de la estructura forestal y de las condiciones edáficas a nivel de la escala local, lo cual tiende a mostrar correspondencia con la variación de la pro-ductividad al interior de la heterogénea masa forestal. La NPP tiene lugar usualmente en tales bosques internamente heterogéneos, y ella tiende a variar espacialmente a lo largo de los principales gradientes de variación interna del bosque. De manera similar, los componentes del NPP en un bosque dado pueden mostrar cambios temporales substanciales debido a la variación climática interanual, tal como ha sido observado en las ta-sas de crecimiento de árboles del bosque húmedo tropical (Worbes, 1994; Clark & Clark, 1994). Lamentablemente son pocos los datos de crecimien-to del bosque relacionados con condiciones de sitio y crecimiento arbóreo (Bruenig, 1996), por el contrario es común en la práctica forestal habitual el uso de tablas de volumen basadas en asunciones no realistas de unifor-midad, estabilidad y equilibrio del bosque. Sin embargo, gracias a estudios y mediciones en parcelas permanentes durante largos lapsos de tiem-po (Philips & Gentry, 1994), los avances en la dendrocronología tropical (Worbes, 1994) y el desarrollo de diversos tipos de modelos de simulación (Vanclay, 1989; Bossel, 1989) se han alcanzado recientemente mejoras apreciables en la estimación del crecimiento de árboles y rodales, lamen-tablemente estas valiosas herramientas son poco utilizadas en el manejo forestal empírico (Bruenig, 1996).

89

Lionel Hernández

Entre los diversos factores asociados a la NPP6, los principales son el in-cremento de la biomasa aérea y la caída de hojarasca (Clark et al., 2001a). En bosques con dosel cerrado, la estimación de la producción de biomasa aérea puede, con un alto grado de confianza, basarse en el incremento de biomasa de los árboles a partir de un tamaño mínimo cuidadosamente seleccionado. En bosques de gran estatura, los árboles mayores de 10 cm constituyen muy probablemente más del 90% de la biomasa vegetal, lo cual podría ser suficiente para estimar el incremento de la biomasa aérea (Clark et al., 2001a). El hábitat en el bosque está modelado por los árboles emergentes y los árboles del dosel, ya que ellos fungen como elementos claves en la viabilidad y funcionamiento del ecosistema, determinando el microclima, calidades y cantidades de las reservas y flujos de energía y materia y la arquitectura y estructura geométrica de los estratos del rodal en crecimiento (Bruenig, 1996). Clark et al. (2001b) encontraron una rela-ción predictiva entre la caída anual de hojarasca y el incremento de bioma-sa aérea, algo que era de esperar ya que parte de la fitomasa es transfor-mada constantemente en necromasa. Una segunda relación que resultó significativa fue la existente entre incremento de la biomasa aérea y las reservas de biomasa aérea. Los valores obtenidos sugieren que en bos-ques maduros tropicales el incremento de la biomasa aérea corresponde aproximadamente a 1-2% del total de la biomasa aérea (Clark et al., 2001).

El rango de valores de incremento de la biomasa aérea obtenido a par-tir de datos de 17 estudios fluctuaron entre 0.3 y 3.8 t C /ha anuales. El rango de valores de incremento de la caída de hojarasca anual obtenido a partir de datos de 15 estudios oscilaron entre 0.9 y 6.0 t C /ha anuales. La estimación de la producción primaria neta subterránea (BNPP) resultó en un rango entre 0,2 y 1,2% del total de la producción primaria neta aérea (ANPP). Finalmente se estimó que la NPP varía probablemente entre un rango del límite inferior que oscila entre 1.7-11.8 t C/ha/a y un rango del límite superior que varía entre 3.1-21.7 t C/ha/a (Clark et al., 2001).

El grado de desarrollo silvigenético y la vigorosidad de la regeneración afectan la NPP. En fases de desarrollo seniles, o en rodales donde la re-generación es deficiente o donde ocurre un crecimiento retardado de los claros por eventos catastróficos u otras causas, se desarrolla una tenden-cia a la reducción de la NPP en magnitudes que promedian entre 15-25%. Por otra parte, rodales con dosel muy alto, índices de área foliar elevados y altos valores de área basal y biomasa no pueden ser tomados siempre como indicadores de la NPP, existen suficientes ejemplos de sitios extre-

6 Aquí, operativamente NPP comprende el conjunto de la materia representada por: 1) la cantidad de materia orgánica nueva retenida por las plantas vivas al final del intervalo de medición, y 2) la cantidad de materia orgánica que fue producida y pérdida por las plantas durante el mismo intervalo (Clark et al 2001b) .

90

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

madamente oligotróficos que pueden alcanzar altos niveles de biomasa si disponen de un suministro de humedad adecuado (Bruenig, 1996).

A nivel de especies El rápido crecimiento de especies pioneras y el lento crecimiento de es-

pecies de bosque maduro son los extremos de los paradójicos patrones de crecimiento en especies tropicales. Durante el lapso de vida de árboles de varias especies en un rodal es posible la ocurrencia de cambios en su rango de altura; un ejemplo de ello es que un mayor crecimiento en altura de plántulas de especies demandantes de luz, catalizado por un evento de apertura del dosel, permita que ellas puedan sobrepasar plántulas o brinzales preexistentes de especies de sombra que poseían para aquel momento una mayor altura (Zagt & Werger, 1998). Por tanto, una plántula de especies esciófitas puede entonces tener que pasar a través de varios ciclos de desarrollo y estancamiento antes de alcanzar el dosel (Canham, 1989; Brown, 1996; Zagt, 1997). Otros retrasos de hasta varios años del crecimiento y la regeneración de los árboles podría ocurrir en aquellos rodales con una gran abundancia de lianas y por ende con una fuerte competencia entre lianas y árboles (Putz, 1980). En esta situación, sólo los árboles de crecimiento rápido tienen en promedio un chance mayor de evadir las lianas, que los árboles de crecimiento lento (Putz, op. cit.).

Edades topes de los árboles del dosel Existe una tendencia en la literatura a sobreestimar considerablemente la

edad máxima de árboles tropicales (Worbes & Junk, 1999). Estudios recien-tes han enfatizado en la búsqueda de los árboles tropicales más viejos, ello ha sido estimulado por la discusión sobre manejo forestal sustentable, pa-lecoclima y flujos de carbono (Worbes & Junk, 1999). Las edades máximas hipotéticas estimadas para árboles del dosel medio en bosques de Ecuador fue de 529 años (Korning & Balslev, 1994), mientras Condit et al. (1995) estimaron en Panamá edades de hasta 2.000 años y Chambers et al (1998 citado por Worbes & Junk, 1999) 1.400 años en Amazonas. Sin embargo y de manera contrastante, investigaciones en Costa Rica (Lieberman et al., 1985) así como en Amazonia (Klinge et al., 1975) indican que los mayores diámetros y las mayores tasas de crecimiento ocurren en los árboles del dosel superior y que por lo tanto éstos árboles deben ser algunos cientos de años más jóvenes que la estimación artificial sugerida, ya que parece imposible que especies pioneras longevas crezcan más lentamente que especies de otros grupos y persistan de 2 a 3 veces más tiempo que otras especies. Es evidente que la presencia de individuos viejos de grandes es-

91

Lionel Hernández

pecies pioneras longevas incrementa el chance de supervivencia de la po-blación. El establecimiento de plántulas depende generalmente de even-tos generadores de perturbaciones a gran escala, los cuales ocurren con tiempos de retorno de cientos de años. Esta estrategia requiere de rápido crecimiento en la juventud a fin de superar la competencia de otras espe-cies pioneras, hasta que se haya logrado establecer en el dosel. Muchos adultos deben sobrevivir por un largo tiempo para poder producir bastante cantidad de semillas para su reproducción en claros, los cuales se forman de manera impredecible a lo largo del tiempo. En resumen, la combina-ción de longevidad y rápido crecimiento conduce a enormes diámetros del tronco de casi 2 m, pero no necesariamente a edades excepcionalmente antiguas (Worbes & Junk, 1999). Aparte de las consideraciones anteriores, es importante tener en cuenta el papel que juegan las perturbaciones y las condiciones de sitio en la posibilidad de que un árbol del bosque realmente pueda alcanzar o acercarse a su edad máxima potencial. Ambos factores son estimados indirectamente y de manera empírica a través de la tasa de recambio. En este sentido, las estrategias a nivel de población de super-vivencia y adaptación a las condiciones de sitio de las diferentes especies juegan un papel determinante. Por ejemplo, existen especies que alcanzan el estrato superior, con diferentes estrategias; algunas especies crecen de manera abundante y rápida cuando existe una oportunidad, aunque ello sea a costa de una elevada mortalidad en la población (estrategia “r”). Otras especies con una estrategia al largo plazo crecen más lentamente y con menor abundancia pero con menor mortalidad (estrategia “k”).

Sucesión secundariaLa primera interrogante que surge con respecto al tema de la sucesión

secundaria del bioma del bosque húmedo tropical es: ¿Cuáles son las di-ferencias entre un bosque maduro y un bosque secundario? Para poder responder esta pregunta se definirán de manera separada los conceptos de bosques maduros y secundarios.

Definición y características de bosque húmedo tropical maduro

El bosque maduro es un ecosistema natural con un estado biológico cerca-no a la madurez. Las comunidades boscosas consideradas como maduras en términos estructurales y funcionales son conocidas en la literatura bajo diversas denominaciones como “primario” o “virgen”, “bosque secundario viejo” (“old growth”) y bosque “climax”. Aquí se incluyen aquellos sitios cono-cidos y clasificados como bosques que han alcanzado un estadio conside-

92

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

rado maduro, es decir que se ubican al final de un proceso de crecimiento continuo de formación estructural, tal ubicación final es indicada por caracte-rísticas como área basal elevada, amplio rango de diámetro arbóreo, gran-des lianas y un ciclo reducido de perturbación de claros (Clark et al., 2001a, ver cuadro 3.4).

Cuadro 3.4: Características usuales del bosque maduro(Lamprecht, 1990; Clark et al. 2001a-b)

» Area basal generalmente elevada

» Amplio rango de diámetro arbóreo

» Varios estratos verticales (diversidad de nichos)

» Grandes árboles, y muchas epífitas

» Numerosas plantas trepadoras herbáceas y leñosas (lianas), presencia de grandes lianas

» Incluso en ambientes homogéneos la mezcla y estructura de los rodales varían en pequeñas distancias

» Elevado número de especies arbóreas (>60- 80 especies /ha, DAP >10 cm)

» La abundancia de la mayoría de las especies son generalmente bajas

» Crecimiento diamétrico promedio generalmente más lento que en bosques secundarios, a excepción de los claros

» Balance equilibrado entre la descomposición y el incremento de biomasa

Estas características no son exclusivas ni absolutas, es decir que ocurren casos de rodales que no cumplen integralmente con el conjunto de estas características. Por ejemplo los bosques de caatinga amazónica.

Definición y distinción de bosque húmedo tropical secundario

En la literatura las definiciones de bosques secundario varían mucho, tal como se puede apreciar en las definiciones presentadas a continuación.

» Es el bosque húmedo tropical que está en una fase sucesional de reconstrucción después de su remoción completa por perturbaciones humanas y/o naturales, en donde debido a la intensidad, tamaño y duración de la perturbación, la influencia de la vegetación circundan-te sobre la regeneración es minimizada. Los bosques secundarios incluyen tres etapas serales: rastrojo forestal (matorral), bosque se-cundario joven (> 20-30 años) y bosque secundario viejo (> 60 años) (Sips et al., 1997).

» El bosque secundario se define como una vegetación leñosa de carácter sucesional que se desarrolla sobre tierras, cuya vegetación original fue destruida por actividades humanas. Su grado de recu-

93

Lionel Hernández

peración dependerá mayormente de la duración e intensidad del uso anterior por cultivos agrícolas o pastos, así como de la proximi-dad de fuentes de semillas para recolonizar el área alterada (Smith et al., 1997).

» En los bosques secundarios la composición y la estructura no de-penden solamente del medio ambiente sino también de la edad, es-tos dos atributos varían con el avance de la sucesión. Los bosques secundarios jóvenes poseen una estructura más simple y son más pobres en especies que los bosques maduros y secundarios viejos, predominan árboles con madera liviana, el crecimiento es rápido y el número de árboles por unidad de área es elevado (Lamprecht, 1990).

Las diferentes definiciones de bosque secundario tienen como rasgo co-mún la perturbación del ecosistema causado por fenómenos bióticos y abió-ticos, incluyendo al ser humano (ver cuadro 3.5). Algunos autores incluyen perturbaciones naturales y humanas en el concepto de vegetación secun-daria y otros sólo las perturbaciones humanas. Analizando las respuestas de algunos ecosistemas de la Amazonia a varios tipos de perturbaciones, Uhl et al. (1990) muestran cómo las perturbaciones antrópicas difieren de las naturales (exceptuando las catástrofes) en términos de magnitud, du-ración y frecuencia. Ellos consideran que el estudio de las perturbaciones ofrece guías útiles para el manejo de bosques naturales y el uso racional de las tierras deforestadas.

Cuadro 3.5: Características usadas para diferenciar bosques secundarios de bosques maduros, según Budowski (1970)

1. Caducifolia de árboles emergentes del dosel o dominantes.

2. Diversidad de especies epífitas y formas de vida.

3. Presencia de lianas grandes.

4. N° y distinción de estratos.

5. Tasa de incremento diamétrico.

6. Patrones de regeneración natural.

7. Mecanismos de dispersión de diásporas.

8. Dureza de la madera.

9. Tamaño de las diásporas (semillas).

10. Ausencia de Regeneración natural de especies dominantes.

94

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Perturbación y sucesión secundaria Como hemos visto anteriormente la dinámica regeneracional intrínseca

de todo bosque natural se caracteriza por presentar eventos de perturba-ción7 (cuadro 3.6) seguidas por fases sucesionales de regeneración. Estas perturbaciones son inevitables y ocurren con diferentes niveles de inten-sidad y frecuencia (Whitmore, 1990; Goldammer, 1992; Waide & Lugo, 1992). La sucesión se refiere a los cambios observados en una comuni-dad ecológica luego de una perturbación que genera una apertura en un espacio relativamente amplio (Connell & Slatyer, 1977). Perturbaciones externas más intensas conducen a nuevos cambios, los cuales a su vez originan una fase sucesional que finalmente puede o no reconstruir un sis-tema como el original. Tales sucesiones suelen ser denominadas secun-darias (vegetación originada tras profundas alteraciones del sistema origi-nal, UNESCO/PNUMA/FAO, 1980). Los estudios describen la sucesión en términos de secuencia de especies, biomasa, productividad, diversidad, amplitud de nicho (“niche breadth”) y otros (nutrientes, grupos funcionales, uso, etc.).

Cuadro 3.6 : Perturbaciones usuales del dosel en el bosque húmedo tropical (Hartshorn, 1990; Whitmore, 1990; Goldammer, 1992; Waide & Lugo, 1992)

Escalas pequeña y media: » Ruptura de troncos, ramas o copas de gran tamaño.

» La caída de maraña de lianas.

» Muerte y caída de árboles, el “efecto dominó” (cortina de viento) durante la caída de un árbol grande que arrastra a otros.

Escalas grande y media: » Los vientos localizados (“vendavales”), huracanes tropicales.

» Aludes de lava volcánica.

» Derrumbes, movimientos de terreno.

» Sequías e incendios.

» Rayos.

» Inundaciones.

» Vientos fuertes, huracanes.

Escalas variables: » Perturbaciones humanas (tala, agricultura, conversión).

7 La teoría de las perturbaciones en vegetación (Laska 2001) presenta 3 percepciones: en la primera, la perturba-ción se entiende como el mecanismo limitante que causa la destrucción parcial o total de biomasa vegetal (Grime 1979). En la segunda, cualquier evento discreto (o circunstancia) en el tiempo conduce a diferentes etapas de transformación de la vegetación (ecosistema, comunidad, población) y genera cambios en recursos, disponibilidad de sustrato o ambiente físico, tal régimen de perturbaciones se caracteriza por patrones temporales y espaciales en forma de parches (White & Pickett 1985). La tercera, considera complementarios los 2 enfoques anteriores y en base a ellos propone el desarrollo de una teoría unificada (Laska 2001).

95

Lionel Hernández

Los niveles de perturbación8 varían entonces tanto en su intensidad como en sus efectos sobre la vegetación afectada. La intensidad de perturbación va desde su eliminación total mediante la tala rasa hasta la perturbación leve (comparativamente) ocasionada, por ejemplo, por el aprovechamiento selectivo de la madera del bosque. Luego de este tipo de aprovechamiento maderero se desarrolla una peculiar comunidad de bosque, conocida bajo el término de bosque residual (también se habla de bosques naturales descremados, bosque natural empobrecido), los cuales son esencialmente similares a los primarios -bosques altos, maduros o densos- ya que aún conservan en su mayor parte la estructura y la composición florística de un bosque primario no intervenido, ya que la extracción de madera como producto principal no los ha modificado drásticamente. Esta distinción es obvia en las condiciones prevalecientes en el Neotrópico, donde la extrac-ción de madera es aún altamente selectiva, a diferencia de lo que ocurre en muchos bosques del sudeste Asiático, donde la intensidad del apro-vechamiento es varias veces mayor y por ende también la perturbación resultante (GTZ et al., 1997).

Tiempo requerido por la vegetación boscosa secundaria para llegar a la madurez

Poore (1968) ha estimado que el tiempo requerido para la recobertura de un claro puede ser entre 20 y 30 años. Según estimaciones de (Uhl, 1982; Saldarriaga et al., 1988), en sitios muy pobres en nutrientes ubica-dos en la región de San Carlos de Río Negro, se requiere un período de tiempo entre 50-100 años para acumular la biomasa aérea necesaria y recuperar las reservas de nutrientes antes de establecer un nuevo conuco. En las rutas viales de bosques abandonados luego del aprovechamiento maderero selectivo en Costa Rica se estimó que la recuperación del área basal toma por lo menos 80 años para alcanzar el status encontrado en los bosques naturales anteriores; recuperar la anterior riqueza en especies toma mucho más tiempo (Guariguata y Dupuy, 1997). En contraste, Brown y Lugo (1990) estiman que la vegetación boscosa secundaria en los Tró-picos requiere un promedio de unos 80 años para alcanzar un número de especies equivalentes al número del bosque primario; lo cual coincide con el lapso de tiempo máximo requerido para la desaparición de la mayoría de las especies secundarias estimado en 75 años (Riswan et al., 1985). Sin embargo, dependiendo del tipo y grado de perturbación, el tipo de bosque y las condiciones ambientales cada comunidad boscosa puede alcanzar 8 La “fluctuación”, propuesta como un término alternativo a la perturbación, se entiende como un proceso de cambios continuos en la comunidad, que tiene una apariencia de mosaico, pero que no afecta a la comunidad en su conjunto. Ello ocurre mientras se preserve la estructura y funciones típicas de una comunidad dada, así como el carácter de sus relaciones con otros componentes y hábitats (Falinski 1998 citado por Laska 2001).

96

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

más temprano o más tarde el nivel de diversidad de la vegetación origi-nal. Por ejemplo en San Carlos de Río Negro se estimó para una comuni-dad secundaria de 80 años (Saldarriaga et al., 1988) una riqueza florística (promedio 24 esp./900 m2) similar a la del bosque primario (24 esp./900 m2). Inclusive en algunos casos, la riqueza de especies de la vegetación secundaria podría sobrepasar la de la vegetación primaria, como de hecho ha ocurrido en bosques residuales en Ticoporo (Plonczak, 1989). En este último caso podría ocurrir también un cambio en la composición, donde luego de la explotación maderera la mayor densidad de claros favorece la predominancia de especies heliófitas secundarias.

Dinámica y estabilidad En la ecología forestal, generalmente se asume que los bosques natura-

les no perturbados se mantienen a sí mismos a través de un balance de los procesos de crecimiento, mortalidad y regeneración; en donde los árboles muertos son repuestos de manera continua por nuevos árboles reclutados (Swaine et al., 1987 citado por Gomide et al., 1998). La mortalidad presen-ta una correlación negativa con la tasa de crecimiento y la iluminación de la copa, la tasa de crecimiento es altamente variable entre árboles individua-les, pero muestra fuerte correlación entre sucesivas mediciones durante períodos regulares (Gomide et al., 1998).

Se ha constatado tanto en los trópicos como en zonas templadas un gran dinamismo en los ecosistemas forestales. En ecosistemas tan complejos como los bosques tropicales no es fácil determinar los agentes causantes de tales procesos dinámicos. A lo cual se agrega el amplio rango de con-diciones ambientales y localidades geográficas de estos bosques. Muchas veces, la única opción disponible para poder analizarlos es el uso de in-dicios y posibilidades. Por tanto, para poder entender mejor es necesario hacer uso de enfoques analíticos desprejuiciados y de carácter holístico y dinámico (Bredemeier & Foelster, 1996).

Regeneración natural El desarrollo de una regeneración natural vigorosa constituye una con-

dición imprescindible para la estabilidad de los bosques naturales. Dicho desarrollo es válido tanto para áreas o fases del bosque con dosel ce-rrado como para fases de claros. En estas últimas, como se ha expues-to anteriormente, la dinámica de regeneración natural del bosque poco perturbado por agentes externos se desarrolla en claros del bosque con reducida extensión superficial. De la misma manera, la premisa anterior es

97

Lionel Hernández

válida para aquellas áreas boscosas, con extensas superficies afectadas por agentes perturbadores externos tales como incendios, sequías, hura-canes, vulcanismo, etc. o por fenómenos de mortalidad internos, tal como los que se describen en este capítulo. El significado e importancia de la regeneración natural no reside únicamente en la conservación del conjunto de especies presentes en el ecosistema sino también en la reposición rápi-da, en la medida de lo posible, de un ciclo cerrado de nutrientes (Foelster & Rettenmaier, 1999).

Resiliencia, elasticidad y estabilidadLa “estabilidad” en cualquier escala de tiempo debe ser entendida como

persistencia es decir la capacidad de regeneración recurrente del bosque en un sitio determinado (Bredemeier & Foelster, 1996). La estabilidad9 no implica la carencia de perturbaciones (pérdida de materia orgánica y nu-trientes), más bien las perturbaciones endógenas y en algunos casos las exógenas forman parte de la dinámica de regeneración natural de un bos-que (por ejemplo en la fase de claros ocurre un desacoplamiento temporal de los procesos de mineralización y absorción de nutrientes, producto de la muerte de árboles individuales). Dado que para la recuperación de un bosque perturbado se requiere mucho tiempo, no es fácil identificar si éste es estable o inestable, por lo que la ocurrencia en sí de un evento de per-turbación no es una indicación del grado de estabilidad de un ecosistema.

El hecho de que un bosque, después de una perturbación, pueda o no re-tornar a una condición relativamente similar a la original, no sólo depende de su potencial de regeneración, sino también de la “elasticidad” o capa-cidad que tienen los suelos para amortiguar la acidez, almacenar agua y nutrientes y retrasar la lixiviación de nutrientes. Los ecosistemas con alta elasticidad pueden soportar mayores variaciones climáticas, que los de baja elasticidad, sin tener que cambiar la composición florística.

Usualmente se espera que un bosque, después de ser perturbado, re-grese tarde o temprano a una condición similar a la situación inicial antes de la perturbación. En este caso se habla de resiliencia10 (Holling, 1973 citado por Foelster, 1999), entendida ésta como una característica o apti-9 Ulrich (1987) utiliza el término estabilidad en función de la capacidad que tiene un ecosistema forestal para recobrarse después de una perturbación, hasta alcanzar una situación relativamente similar a la original (por lo menos en términos de estructura y biomasa). El término estabilidad ecológica en sentido amplio ha sido usado para incluir tanto la capacidad que tiene un bosque para mantenerse a sí mismo como la capacidad para restaurarse a sí mismo después de una perturbación Foelster (1994).

10 “Resiliencia”: capacidad del sistema de recobrar la cobertura forestal después de una perturbación. La recupe-ración de un ecosistema tras una perturbación es más rápida en términos de estructura, biomasa y nutrientes que en términos de biodiversidad. En un ecosistema en estado estacionario la condición de equilibrio no sólo significa una reserva relativamente constante (con oscilaciones) de las formas asociadas de los distintos elementos quími-cos, ello implica también una composición constante de especies (Foelster 1994).

98

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

tud intrínseca de un ecosistema estable. Sin embargo, la viabilidad de tal capacidad de recuperación o resiliencia no está siempre garantizada. Ella podría perderse en el caso de una perturbación radical. Por ejemplo, cuan-do una superficie boscosa es talada, arada y cultivada por varios años de manera consecutiva, entonces el banco de semillas, los medios de propa-gación vegetativa y el sistema radicular del bosque original son destruidos. Si la superficie de afectación es lo suficientemente grande, lo más proba-ble es que el bosque no se pueda regenerar. En su lugar el bosque puede ser remplazado por una comunidad herbácea o arbustiva degradada11. El proceso anterior es catalogado por Fölster (1994) como de “inestabilidad o desestabilización biológica”12, diferenciándolo de la “inestabilidad o des-estabilización ecológica”. Este último término caracteriza una condición de vitalidad reducida de la regeneración, la cual podría ser afectada por una o varias perturbaciones, generando así una reducción de la reserva de nutrientes hasta un nivel tal que la reserva restante disponible no bastaría para restablecer la biomasa forestal. Este proceso podría conducir tarde o temprano a una mortalidad autóctona13 (Foelster, 1999).

Para poder comprender tal inestabilidad, se debe entender que la resilien-cia es una capacidad del ecosistema que deber ser mantenida. Tal auto-mantenimiento requiere una minimización de las pérdidas de energía, por lo que la fotosíntesis y absorción de iones debería ser igual a la respiración y la mineralización. Sin embargo, este estado estacionario representa una situación teórica ideal, que no se cumple, y en el mejor de los casos uno podría decir que el sistema oscila alrededor de este “estado estacionario o condición de equilibrio relativo” (“open system near stationary state”, Ulrich, 1987; Foelster, 1994). Tales oscilaciones resultan de las fluctuaciones es-tacionales o anuales de factores externos (p. ej. clima) o del limitado tiem-po de vida de los árboles del bosque. Durante un claro reciente el sistema pierde nutrientes (la mineralización excede la absorción, caso de la nitrifi-cación), los cuales pueden ser nuevamente recuperados durante la fase de reconstrucción a través de la meteorización de los silicatos o por deposición atmosférica. Pero la probabilidad de que las pérdidas sean compensadas du-rante la fase de reconstrucción se reducen si la meteorización se incrementa progresivamente y se eleva la frecuencia de perturbaciones (Fölster, 1994).

11 “Degradación”: Proceso de distorsión en la estructura de una comunidad dada y que es expresada en forma de cambios en la composición florística y en la estructura vertical y horizontal de la comunidad, a causa de ciertos factores de degeneración (Falinski 1966,1991 citado por Laska 2001).

12 “Estabilidad biológica”: potencial bológico de regeneración en términos de diversidad de especies, banco de se-millas, reproducción vegetativa, re-inmigración de especies o colonización luego de perturbaciones (Fölster 1994)

13 “Autóctona”: situación no inducida por factores externos (Foelster 1999)

99

Lionel Hernández

DesestabilizaciónUna situación, donde las pérdidas de nutrientes son mayores a los ingre-

sos de un ecosistema no puede ser explicada solamente con el argumento de la pobreza general de nutrientes. Una explicación más integral debe incorporar el aspecto de la reducida vitalidad de la regeneración, que ha sido inducida precisamente por tal pobreza nutritiva. Dicha vitalidad de-termina un proceso lento de producción de biomasa y una acumulación lenta de las reservas de nutrientes almacenadas en la biomasa. Por ende, el lavado y la pérdida de nutrientes, que no son retenidos en la biomasa en construcción, se incrementa notoriamente, disminuyendo así la reserva de nutrientes. De esta manera, la prolongación de este proceso conduce tarde o temprano a una desestabilización del ecosistema boscoso.

Esto es especialmente importante en aquellos suelos donde la acidifica-ción (agotamiento de cationes básicos) ha alcanzado ya un estado avan-zado (Fölster, 1994), la combinación de escasez de Ca y toxicidad del Al causa adicionalmente una elevada mortalidad de raíces (Priess et al., 1999). Para reponer las raíces muertas se transfieren abundantes cantida-des de sustancia asimilada al sistema de raíces, las cuales son sustraídas al crecimiento de la biomasa aérea. Finalmente la mortandad de raíces y la oligotrofía del suelo propician el desarrollo de un sistema radicular super-ficial, con el cual el ecosistema forestal puede ser mucho más fácilmente dañado durante fases de sequía periódicas o eventuales; en otras pala-bras la frecuencia de perturbación se eleva. Se trata pués de un círculo vi-cioso, en donde la combinación de factores desfavorables desencadenan la desestabilización del sistema (Fölster et al., 2001; Dezzeo, 1994).

Ejemplos que atestiguan tal proceso de desviaciones o desestabilizacio-nes han sido reportados en varias zonas de bosque no solamente en el trópico, sino también a nivel mundial (Ciesla & Donaubauer, 1994). Diver-sos estudios (Mueller-Dombois, 1986, 1988, 1992; Ciesla & Donaubauer, 1994; Torres Lezama et al., 1998) aluden a varios casos de declinación14 y mortalidad en árboles y bosques, bajo términos como: mortandad, muerte recesiva (“die back”, “Waldsterben”), daños de árboles, muerte súbita y mortalidad de especies.

Procesos de destabilización, como los expuestos anteriormente, han sido descritos para la Guayana Venezolana. Se trata de bosques, aparente-mente poco estables, que crecen en el Escudo Guayanés venezolano, so-

14 La declinación se define como una condición caracterizada por episodios de pérdida prematura y progresiva de la vitalidad de árboles o rodales sin la evidencia obvia de daños físicos o ataques de enfermedad primaria o pestes. Los factores responsables de muchos eventos de declinación permanecen desconocidos, a pesar de años de estudio (Ciesla & Donaubauer 1994)

100

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

bre sustratos ácidos pobres en nutrientes, bajo un clima húmedo en zonas con baja densidad poblacional humana. Dichos fenómenos de desestabili-zación se manifiestan de diversas maneras; como p. ej.: el proceso de sa-banización gradual desde hace unos 1.000 años de los bosques submon-tanos en la Gran Sabana (Dezzeo, 1994; Hernández, 1999; Fölster, 1986, 1992), la muerte recesiva («die back ») en forma de grupos o manchas en bosques del Alto Paragua, Alto Urimán y Caura medio (Dezzeo et al., 1995); la muerte de árboles esparcidos en bosques de las sierras de Cuao, Parima y Maigualida; y por último las selvas de bejuco con un régimen de elevada frecuencia de claros en diferentes bosques regionales de tierra baja (Balée & Campbell, 1990; Hernández, 1997; Fölster, 1986).

En esta misma línea, se podría incluso incorporar a dicha constelación los fenómenos de degradación de bosques en las sabanas de los Llanos del Orinoco y los campos Cerrados en Brasil, aun cuando en estos casos el proceso de sabanización es mucho más antiguo.

Bibliografía

Alexandre I. (1989): Mycorryzhas in tropical forests. En: Mineral nutrients in tropical forests and savanna ecosystems (J. Proctor ed.) pp 169-188. Blackwell Scientific Pub. Oxford.

Alexandre, D.Y. (1989): Dynamique de la régénération naturelle en foét dense de Cóte d´Ivoire. Etudes et théses. Office de la Recherche Scientifique et Technique Outre-Mer, París, France.

Augspurger CK (1984): Light requeriments of neotropical tree seedlings: A comparative study of growth and survival. J. Ecol. 72: 777-795.

Balée W. & D. G. Campbell (1990): Evidence for the Succesional Status of Liana Forest, Xingu River Basin, Amazonian Brazil. Biotropica 22(1): 36-47

Barton, A.M. (1984): Neotropical pioneer and shade tolerant tree species: do they partition treefall gaps? Tropical Ecology 25:196-202.

Baur G. N (1964): The ecological basis of rainforest management. FAO .Rome

Behling (1999): Paleoecological studies in Amazonia, pag. 4. Tagungsband, 12 Jahrestagung der Deutschen Gesellschaft fuer Tropenoekologie 17-19.2.1999. Ulm.

Bossel H. (1989): Modelling forest dynamics: moving from description to explanation. In: Workshop on modelling forest dynamics in Europe, Wageningen, 17-19 October 1988,

101

Lionel Hernández

p13. Department of forestry , Agricultural University, Science Information Division. Wageningen.

Bredemeier M. & H. Foelster (1996): Dynamics, Stability and Scales in Forest Ecosystems. Senckenbergiana maritima 7 (3/6) : 245-249. Frankfurt

Brokaw. N.V.L. (1982): The definition of treefall gap and its effect on measures of forest dynamics .Biotropica 14:158-160.

Brokaw N.V.L. (1996): Treefalls: frequency, timing and consequences. Pages 101-10 In E.G. Leigh Jr. . Rand and D. Windsor (eds.) The ecology of a tropical forest: seasonal rhythms and long term changes. Smithsonian Institution Press. Washington D.C. USA.

Brokaw. N.V.I. (1985a): Gap phase regeneration in a tropical forest. Ecology 66. 682-687.

Brokaw, N.V.L. (1985b): Treefalls, regrowth and community structure in tropical forests. pp 53-69 En: S.T.A. Pickett and P.S. White (eds.). The Ecology of Natural Disturbance and Patch Dynamics. Academic Press, New York.

Brown, N.D. (1993): The implications of climate and gap microclimate for seedling growth conditions in a Bornean lowland rain forest. Journal of Tropical Ecology 9: 153-168.

Brown, N.D. (1996): A gradient of seedling growth the centre of a tropical rain forest canopy gap. Forest Ecology and Management 82: 239-244.

Brown, S. and Lugo, A.E. (1990). Tropical secondary forests. Journal of Tropical Ecology 6, 1-32

Brown, N.D. & T.C.Whitmore (1992): Do dipterocarp seedling really partition tropical rain forest gaps? In: Marshal,A.G. and Swaine, M.D. (eds): Tropical Rain Forest.: Disturbance and Recovery. Royal Society, London. p. 369 - 378.

Bruenig, E.F. (1983): Vegetation structure and growth. In: Tropical Rain Forest Ecosystems. Ecosystems of the World 14A, F.B. Golley (ed.), Elsevier Scientific Publication Co., 49-75. Amsterdam.

Bruenig, E.F. (1996): Conservation and Management of Tropical Rainforests, An integrated approach to sustainability. CAB International. 360 pp. Wallingford UK.

Bruenig E.F.(1973b): Some further evidence on the amount of damage attributed to lightning and wind throw in Shorea albida forest in Sarawak . Commonwealth Forestry Review 52:260-265.

Bruenig E.F.(1987): The forest ecosystem tropical and boreal. Ambio 16: 68:79

Bruenig E.F, Alder D.and Smith J. (1979): The international MAB Amazon Rainforest Ecosystem project at San Carlos de Rio Negro: vegetation, classification and structure. In: Adioermato and Bruenig E. (eds.) Transactions of the second international MAB-IUFRO.Workshop on tropical rainforest ecosystems research, Jakarta, 21-25 october 1978. Chair of World forestry, Hamburg-Reinbek:67-100.

Bush, M.B. (1994): Amazonian speciation: a necessarily complex model. J. Biogeog. 21, 5-17

Budowski, G. (1970): The distinction between old secondary species and climax species in the tropical Central American lowland forests. Tropical Ecology vol. 11, 44-48.

Budowski G. (1961): Distribution of tropical american rain forest species in the light of Successional proccesses, Turrialba, 15(1)

102

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Canham, C.D. (1988): Growth and canopy architecture of shade-tolerant trees: response to canopy gaps. Ecology 69: 786-795.

Canham, C.D. (1988b): An index for understorey light levels in and around canopy gaps. Ecology 69 (5): 1634-1638.

Canham, C.D. (1989): Different responses to gaps among shade tolerant tre species. Ecology 70: 548-550.

Canham, C.D., J.S. Denslow, W.J. Platt, J.R. Runkle, T.A. Spies & P.S. White. (1990): Light regimes beneath closed canopies and tree-fall gaps in temperate and tropical forests. Canadian Journal of Forest Research 20: 620-631.

Chazdon R, R. Colwell, J. Denslow, R. Kobe, S. Hubbell (1999): Tropical tree richness and resource-based niches Science vol. 285 (5433): 1459.

Ciesla W.M. & E. Donaubauer (1994): Decline and dieback of tress and forests. FAO Forestry paper 120. Rome. 90 pp.

Clark, D.A. & D.B. Clark. (1992): Life history diversity of tropical and emergent trees in a neotropical rain forest. Ecology Monographs 62: 315-344.

Clark D.A. & Clark D.B.(1994): climate-induced annual variation in canopy tree growth in a Costa Rican tropical rain forest. Journal of Ecology 82: 865-872.

Clark, D.A. , S. Brown, D. Kckilighter, J. Chambers, J. Thomlinson & J. Ni & E. Holland (2001a): Measuring Net Primary Production in forests: Concepts and field methods. Ecological Applications 11:356-370

Clark, D.A. , S. Brown, D. Kckilighter, J. Chambers, J. Thomlinson, J. Ni & E. Holland (2001b): NPP tropical forests: An evaluation and synthesis of existing field data. Ecological Applications. 11:371-384

Colinvaux P.A. (1987): Amazon diversity in the light of paloecological record.Quaternary Science Reviews 6:93-114

Colinvaux, P. (1993): Pleistocene biogeography and diversity in tropical forests of South America. In: Goldblatt, P. (ed.) Biological relationship between Africa and South America. Yale University Press.New Haven & London.

Condit R., S. Hubbell & R. Foster (1995): Mortality rates of 205 neotropical tree and shrub species and the impact of a severe drought. Ecological Monograph 65 (4):419-439.

Condit, R, Hubbel S.& Foster R. (1995): demography and harvest potential of latin american timber species: data form large permanent plot in Panama. Journal of Tropical Forest Science 7: 599-622

Condit R., N. Pitman, E. Leigh, J. Chave, J. Terborgh, R. Foster, P. Núñez, S. Aguilar, R. Valencia, G. Villa, H. Muller-Landbau, E. Losos & S. Hubbell (2002): Beta-diversity in tropical forests trees. Science 295 (5555): 666, Aug. 2002

Connell, J.H. (1978): Diversity in tropical rain forests and coral reefs. Science 199: 1302-1310

Connell J.& R. O. Slatyer (1977): Mechanism of succession in natural communities and their role in community stability and organization. The American Naturalist.vol. 111No. 982:1119-1144.

103

Lionel Hernández

Denslow, J.S. (1980): Gap Partitioning among tropical rainforest trees. Biotropica 12 (Suppl.): 47-55

Denslow, J.S.(1996): Functional group diveersity and responses to disturbance, In: Orians, G.H. R. Dirzo & J.H. Cushman (eds.). Biodiversity and ecosystem processes in tropical forests. Ecological Studies 122: 127-151.

Denslow J.S. (1987): Tropical rain forest gaps and tree species diversity. Annual Review of Ecology and Systematics 18:431-451.

Denslow, J.S. & G.S. Hartshorn. (1994): Treefall gap environments. In: McDade, L.A., K.S. Bawa, H.A. Hespenheide & G.S. Hartshorn (eds). La Selva: ecology and natural history of a neotropical rain forest: 120-127. University of Chicago Press, Chicago, USA.

Dezzeo, N. (ed.) (1994): Ecología de la Altiplanicie de la Gran Sabana (Guayana Venezolana) I. Investigaciones sobre la dinámica bosque-sabana en el sector SE: subcuencas Yuruaní, Arabopó y Alto Kukenán. Scientia Guaianae Nro. 4, Caracas. xv+ 205 pp.

Dezzeo N. & H. Fölster (1994): los Suelos, pp 45-80 en Ecología de la Altiplanicie de la Gran Sabana (Guayana Venezolana) I., N. Dezzeo (ed.): . Scientia Guaianae Nro. 4, Caracas. xv+ 205 pp.

Dezzeo, N., L. Hernández & H. Fölster (1997): Canopy dieback in humid submontane forests of Alto Urimán, Venezuelan Guayana. Plant Ecology 132:197-209.

Ek, R.C. (1997): Botanical diversity in the tropical rain forest of Guyana. Tropenbos-Guyana. Series 4. 237 pp.

Finegan B. (1996): Pattern and process in neotropical secondary forests: the first 100 years of succession . Trends Ecol. Evol. 11: 119-124

Flenley J. R. (1992): Palynological evidence relating to disturbance and other ecological Phenomena of rain forests, Goldammer, J.G. (1992). Tropical forests in transition: Ecology of natural and anthropogenic disturbance processes. Birkhaeuser Verlag, Basel. 270 pp.

Florence, J. (1981): Chablis et sylvigénése dans un forét dense humide sempervirente du Gabon. Thése de Spécialité, Université de Strasbourg, France.

Fölster, H. (1994): Stability of forest ecosystems in the humid tropics. Interciencia vol. 19 nro. 6: 291-296.

Foelster H. (1999) : Las características y propiedades de los suelos tropicales en las pluviselvas latinoamericanas y estrategias para su manejo (in english). Conferencia. Memoria 14vo. Congreso Latinoamericano de Ciencias del Suelo. pp. 8-12 noviembre 1999, Temuco, Chile.

Fölster, H. (1986) Forest-Savanna dynamics and desertification processes in the Gran Sabana. Interciencia 6: 311-316.

Fölster, H. (1992). Holocene Autochthonous Forest Degradation in Southeast Venezuela. In: Goldammer, J.G. (Ed.). Tropical Forests in Transition. Birkhaeuser, Basel: 25-44

Fölster H. (1964): Morphogenese der südsudanischen Pediplane. Z. Geomorphol., N.F. 8(4): 393-423.

Fölster H. (1969): Slope development in SW-Nigeria during Late Pleistocene and Holocene. Giessener Geogr. Schriften 20:3-56.

104

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Fölster, H., Dezzeo, N., Priess, J.A. (2001): Soil-vegetation relationship in base-deficient premontane moist forest-savanna mosaics of the Venezuelan Guayana. Geoderma 104, 95-113.

Foelster & Rettenmaier (1999): La regeneración. En: Ecología de la altiplanicie de la Gran Sabana (Guayana Venezolana): II. Estructura, diversidad , crecimiento y adaptación en bosques de las Subcuencas de los ríos Yuruaní y Alto Kukenán (L. Hernández, Ed.). Scientia Guaianae Nro. 9. Caracas.

Gentry, A. (ed.) (1990): «Four Neotropical Forests». Yale University.

Gomide G.L.A., J.N.M. Silva, C.R. Sanquetta & J.E.Arce (1998): Crecimiento y dinámica de un bosque tropical primario en la región Amazónica, Brasil. Trabajo presentado en el 1er Congreso latinoamericano de IUFRO, Valdivia Chile 1998. 12 pp.

Goldammer, J.G. (1992). Tropical forests in transition: Ecology of natural and anthropogenic disturbance processes.,Birkhaeuser Verlag, Basel. 270 pp.

Grime J. P. (1979): Plant strategies and vegetation processes. John Wiley & Sons, Chichester.

Guariguata M.R. y J.M. Dupuy (1997): Regeneración forestal en caminos abandonados de aprovechamiento forestal en las tierras bajas de Costa Rica. Biotropica 29:15-28

GTZ et al. (1997): Memorias del Taller Internacional sobre el Estado Actual y Potencial de Manejo y Desarrollo del bosque Secundario Tropical en América Latina. Pucallpa Perú 2-6 de junio de 1997. GTZ, DGIS, IKC NATURBEHEER, TCA, FAO. 225-230.

Haffer, J. (1969): Speciation in Amazonian forest birds, Science 165, 131-137

Haffer, J.(1982): General aspects of the refuge theory. In: Prance, G.T. (ed). Biological diversification in the tropics. Columbia University Press. New York.

Haffer, J. (1987): Quarternary history of tropical America. In: Whitmore, T.C. & G.T. Prance (eds). Biogeography and quaternary history in tropical America. Clarendon Press, London.

Halle, F, Oldeman, R.A.A.& Tomlinson, P.B., (1978): Tropical Trees and Forests, an architectural Analysis. Springer Verlag. Berlin, New York.

Hammen, T. van der (1982). Paleocology of tropical South America. En: G.T.Prance(ed.), Biological Diversification in the Tropics, Columbia University Press, 60-66.

Hartshorn, G.S. (1978): Tree falls and tropical forest dynamics. In: Tomlinson, P.B. & M.M. Zimmermann (eds). Tropical trees as living systems. Cambridge University Press. Cambridge: 617-638.

Hartshorn, G.S. (1980): Neotropical forest dynamics. Biotropica 12 (Suppl.): 23-30

Hartshorn, G.S. (1990). An overview of Neotropical Forest Dynamics. En Gentry, A. (ed.) Four Neotropical Forests . Yale University. 585-599.

Hernández, L. (1987). Degradación de los Bosques de la Gran Sabana. Pantepui 3: 11-25

Hernández, L. Editor (1999): Ecología de la altiplanicie de la Gran Sabana (Guayana Venezolana): II. Estructura, diversidad , crecimiento y adaptación en bosques de las Subcuencas de los ríos Yuruaní y Alto Kukenán. Scientia Guaianae Nro. 9. Caracas. xxiii + 160 pp.

Hernández, L. (1997): La selva de bejucos, ejemplo de un bosque natural inestable de la Guayana Venezolana: avance de investigación. Revista Científica UNET. Vol IX No. 2:

105

Lionel Hernández

16-20. Número especial en ocasión del XIII Congreso Venezolano de Botánica, celebrado en San Cristobal, Venezuela, del 15 al 19 de Octubre de 1997.

Heuveldop J. & Neumann M. (1980: Structure and function of a rainforest in the international MAB Amazon Rainforest Ecosystem project: a preliminary data on growth rates and natural regeneration from a pilto study. Turrialba 33: 25-38

Hout, P. van der (1999): Reduced impact logging in the tropical rain forest of Guyana: ecological, economic and silvicultural consequences. Wageningen. Tropenbos Foundation-Guyana. Tropenbos Series 6. 335 pp.

Hubbel, S.P. & R.B. Foster. (1983. Diversity of canopy trees in neotropical forest and implications for conservation. In: Sutton, S.L., T.C. Whitmore & A.C. Chadwick (eds). Tropical rain forest: Ecology management. Blackwell Scientific Publications, Oxford.

Hubbell, S.P. & R.B. Foster. (1986): Biology, change and history and the structure of tropical rain forest communities. In: Diamond. J. & T.J. Case (eds). Community Ecology. Pp. 314-329. Harper & Row, New York.

Hubbel S., R. Foster, S. O´Brien, K. Harms, R. Condit, B. Wechsler, S. Wright & S. Loo de Lao (1999): Light-gap disturbances, recruitment limitation, and tree diversity in a Neotropical Forest. Science vol. 283: 554-557.

Kennedy, D.N. & M.D. Swaine (1992): Germination nd growth of colonizing species in artificial gaps of different sizes dipterocarp rain forest. In: Marshall, A.G. & M.D. Swaine (eds). Tropical rain forest: disturbance and recovery (Philosophical transactions of the Royal Society of London, Series B 335): 357-366. The Royal Society, London, UK.

Klinge, H., Rodrigues, W.A., Bruenig, E. & Fittkau, E.J. (1975): Biomass and structure in a central Amazonian rain forest. In: Golley, G.B. & Medina, E. (eds.) Tropical ecological systems. Springer, New York.

Koop, H. (1989. Forest dynamics; SILVI-STAR: a comprehensive monitoring system. PhD thesis, Wageningen Agricultura University, Wageningen, the Netherlands. Springer-Verlag, Heidelberg, Germany.

Korning, J & H. Balslev. (1994): Growth and mortality of trees in Amazonian tropical rain forest in Ecuador. J. Veg. Sci. 4:77-86.

Lamprecht, H. (1990): Silvicultura en los Trópicos: los ecosistemas forestales en los bosques tropicales y sus especies arbóreas; posibilidades y métodos para su aprovechamiento sostenible. Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ) GmbH. Rosdorf. Trad. Antonio Carrillo. 1ra. Edic. 1986. 335 pp.

Lanly, J.P. (1995): Sustainable forest manamegent: lessons of history and recent developments. Unasylva 46 (182):38-45.

Laska G. (2001): The disturbance and vegetation dynamics: a review and an alternative framework. Plant Ecology 157: 77-99.

Lieberman D., M. Lieberman, R. Peralta and G.S. Hartshorn (1985): Mortality patterns and stand turnover rates in a wet tropical forest in Costa Rica. J. Ecol. 73: 915-924.

Lieberman, M., Lieberman & R. Peralta.(1989): Forest are not just swiss cheese: canopy stereo geometry of non-gaps in tropical forests. Ecology 70(3): 915-924.

106

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Lieberman, M., D. Lieberman, R. Peralta & G.S. HARTSHORN.(1995): Canopy closure and the distribution of tropical forest tree species at La Selva, Costa Rica. Journal of Tropical Ecology 11:161-177.

Martínez-Ramos, M., E. Álvarez -Buylla & J. Sarukhen.(1989. Tree demography and gap dynamics in a tropical rain forest. Ecology 70 (3) - Special Feature: 555-558.

Meer, P.J. van der & F. Bongers.(1996ª): Patterns of treefalls and branchfalls in a tropical rain forest in French Guiana. J. Ecol. 84(1): 19-30.

Meer, P.J. van der & F. Bongers.(1996b): Formation and closure of canopy gaps in the rain forest at Nouragues, French Guiana. Vegetatio 126(2): 167-180.

Mitchell, P.L. & T.C. Whitmore.(1993): Use of hemispherical photographs in forest ecology: calculation of absolute amount of radiation beneath the canopy. Occasional Paper 44, Oxford Forestry Institute, Oxford, UK.

Mueller-Dombois, D.(1986): Perspectives for an Etiology of stand-level dieback. Ann. Rev. Eco. Syst. 17: 221-43.

Mueller-Dombois, D.(1988):. Canopy dieback and ecosystem processes in the Pacific area. In: Proceedings of the XIV International Botanical Congress (W.Greuter & B. Zimmer eds.): 444-465. Koeltz Scientific Books, Königstein.

Mueller-Dombois, D.(1992): A global perspective on forest decline. Environ., Toxicol. Chem. 11 (8): 1069-1076.

Molino J-F. & D. Sabatier (2001): Tree diversity in tropical rain forests: A validation of the intermediate disturbance hypothesis. Science vol. 294: 1702-1704. Reports

Oberbauer, S.F., D.B. Clark, D.A. Clark & M. Quesada.(1988): Crown light environments of saplings of two species of rain forest emergent trees. Oecologia 73: 207-212.

Oldeman, R.A.A.(1974ª): Lárchitecture de la forét guyanaise. Mémoires ORSTOM 73. Office de la Recherche Scientifique Outre-Mer, París, France.

Oldeman, R.A.A.(1974b): écotopes des arbres et gradients écologiques verticaux en forét guyanaise. Revue dÉcologie (La Terre et la Vie) 28(4): 487-520.

Oldeman, R.A.A.(1978): Architecture and energy exchange of dicotyledonous trees in the forest. In: Tomlinson, P.B. & M.H. Zimmermann (eds) Tropical trees as living systems: 535-560. Cambridge University Press, Cambridge, UK.

Oldeman,R (1983): Tropical rain forest, architecture, silvigenesis and diversity. En: Sutton S.L., Whitmore T.C. and Chadwick, A.C. (eds.). Tropical Rain Forest: ecology and management.: , 139-150. Blackwell Oxford.

Oldeman, R.A.A. (1989): Dynamics in tropical rainforests. In: Holm-Nielsen, L.B., Nielsen, I.C. and Balslev, H. (eds). Tropical Forests: Botanical Dinamics, Speciation and Diversity. Academic Press, London, pp. 3-22.

Oldeman, R. (1990): Elements of Silvology. Springer Verlag. 624p,

Orians, G.(1982): The influence of tree-falls in tropical forest on tree species richness. Tropical Ecology 23:255-279.

Phillips. O.L. & A.H. Gentry.(1994): Increasing turnover through time in tropical forest. Science (263): 954-958.

107

Lionel Hernández

Pickett, S.T.A.(1983): Differential adaptation of tropical tree species to canopy gaps and its role in community dynamics. Tropical Ecology 24(1): 68-84.

Plonczak, M. (1989): Struktur und Entwicklungsdynamik eines Naturwaldes unter Konzessionsbewirtschaftung in den westlichen Llanos Venezuelas.Gött. Beitr. Land- Forstw. Tropen Subtropen 43: 140 pp.

Popma J & Bongers F (1988) The effects of canopy gaps on growth and morphology of seedlings of rain forest species. Oecologia 75: 625-632.

Popma, J., F. Bongers, M. Martinez-Ramos & E. Veneklaas.(1988): Pioneer distribution in treefall gaps in Neotropical rain forest; a gap definition and its consequences. J. Trop. Ecol. 4(1): 77-88.

Poore M.E.D. (1968): Studies in Malaysian rain forest. Journal of Ecology 56:143-189.

Poorter, L.(1998): Seeedling growth of Bolivian rain forest tree species in relation to light and water availability. PhD thesis, Utrecht University, Utrecht, the Netherlands.

Priess. J., Fölster, H., Then, C. (1999): Litter and fine-root production in three types of tropical premontane rain forest in SE Venezuela. Plant Ecology 143, 171-187.

Putz, F. (1980): Lianas vs. Trees. Biotropica 12 (3). 224-225.

Putz, F. E.(1983): Liana biomass and leaf area of a ‘‘tierra firme’’ forest in the Rio Negro Basin, Venezuela. Biotropica 15:185-189.

Putz F. & Brokaw N.V.L.(1989): Sprouting of broken trees on Barro Colorado Island, Panama. Ecology 70 (2): 508-512.

Putz, F & Milton (1996): Tree mortality rates on Barro Colorado Island. In: The Ecology of a Tropical Forest: seasonal rhythms and long-term changes. Edited by E. Leigh, A. Rand & D. Windsor. Smithsonian Tropical Research Institute. pp: 95-100.

Raich JW & Gong WK (1990): Effects of canopy openings on tree seed germination in a Malaysian. Dipiterocarp forest. J. Trop. Ecol. 6: 203-217.

Rich, P.M., D.B. Clark, D.A. Clark & S.F. Oberbauer.(1993): Long-term study of solar radiation regimes in a tropical wet forest using quantum sensors and hemispherical photography. Agricultural and Forest Metereology 65: 107-127.

Riéra, B.(1982): Observations sur les chablis, piste St. Elie, Guyane. Bulletin de laison du groupe de travail sur I´écosystéme forestier Guyanais. Office de la Recherche Scientifique et Technique Outre-Mer, Cayenne, Guyane francaise.

Riéra, B.(1985): Importance de buttes de déracinement dans la régénération forestiére en Guyane francaise. Revue d´Écologie (La Terre et La Vie) 40: 321-329.

Rijks, M.H., E-J. Malta & R.J. Zagt.(1998):. Regeneration through sprout formation in Chlorocardium rodiei (Lauraceae) in Guyana. Journal of Tropical Ecology 14: 463-475.

Riswan, S., Kenworthy, J.B. and Katarniwata, K. (1985): The estimation of temporal processes in tropical rainforest: A study of primary mixed dipterocarp forest in Indonesia. Journal of Tropical Ecology 1: 171-182.

Rohdenburg H. (1969): Hangsedimentation und Klimawechsel als wichtigste Faktoren der Flächen- und Stufenbildung in den wechselfeuchten Tropen an Beispielen aus westafrika,

108

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

besonders aus dem Schichtstufenland Südost-Nigerias. Giessener Geogr. Schriften 20:57-152.

Rohdenburg H. (1970): Morphodynamische Aktivitäts- und Stabilitätszeiten statt Pluvial und Interpluvialzeiten. Eiszeitalter & Gegenwart 21:81-89.

Rollet, B.(1983): La régénération naturelle dans les troucées; un processus général de la dynamique des foréts tropicales humides. Revue Bois et Foréts des Tropiques 201: 3-35, 202: 19-34.

Rull, V. (1991): Contribución a la paleoecología de Pantepui y la Gran Sabana, Guayana Venezolana: clima, biogeografía y ecología, Scientia Guaianae No. 2, 133 pp.

Runkle, J.R.(1981): Gap regeneration in some old_growth forest of the eastern United States. Ecology 62(4): 1041-1051.

Runkle, J.R.(1982): Patterns and disturbance in some old-growth mesic forests of eastern North America Ecology 63(5): 1533.1546.

Ruokolainen K., H. Tuomisto, J. Chave, H. Muller-Landbau, R. Condit, N. Pitman, J. Terborgh, S. Hubbell, E. Leigh, J. Duivenvoorden, J. Sevenning & S. Wright: (2002): Beta-diversity in tropical forests. Science 297(5586): 1439, Aug. 2002

Saldarriaga, J., Darrel, C., Thorp, M. y Uhl, C., (1988): Long-term chronosequence of forest succession in the upper río Negro of Colombia and Venezuela, Journal of Ecology 76, 938-958. Schupp et al. (1989)

Sheil, D., Burslem, D.F.R.D. and Alder, D. (1995) The interpretation and mis-interpretation of mortality rate measures. Journal of Ecology 83: 331-333.

Sips et al. (1997): Memorias del taller internacional sobre el estado actual y potencial de manejo y desarrollo del bosque secundario de América tropical. TCA, CCAB-AP, GTZ, DGIS, IKC. Pucallpa.

Smith J., C. Sabogal, Wil de Jong y D. Kaimowitz (1997): Bosques secundarios como recurso para el desarrollo rural y la conservación ambiental en los trópicos de América Latina. Center for International Forestry Research (CIFOR). Ocassional paper no. 13. 31 pp. Bogor

Steege H. ter, I. Welch & R. Zagt (2001): Long-term effect of timber harvesting in the Bartica Triangle, Central Guyana. Forest Ecology and Management 18 pp.

Steege, Hans ter (2003): Long-term changes in tropical tree diversity studies from the Guian Shield, Africa, Borneo and Melanesia. Tropenbos series 22.

Steyermark, J.A., (1979): Plant refuge and dispersal centres in Venezuela: their relict and endemic element. In:”Tropical Botany” Larsen,K. & Holm-Nielsen,L.B. (ed.), Academic Press, 185-221. London.

Steyermark, J.A., (1982): Relationships of some Venezuelan forest refuges with lowland, tropical floras.In: G.T.Prance(ed.), Biological Diversification in the Tropics, Columbia University Press, 182-220

Swaine, M.D. & Whitmore, T.C. (1988): On the definition of ecological species groups in tropical rain forests. Vegetatio 75 (1-2), 81-86.

Swaine, M.D., D. Lieberman and F.E. Putz (1987): The dynamics of tree populations in a tropical forest: a Review. Journal of Tropical Ecology 3:359-366.

109

Lionel Hernández

Torres Lezama A., Ramírez H., Díaz M., Montaruli A. y Quintero F. (1998): Mortalidad en plantaciones de Pinus caribaea var. hondurensis en el Oriente de Venezuela y su relación con el vuelo. Trabajo presentado al Primer Congreso Latinoamericano IUFRO, Valdivia en 1998.

Uhl, C. & I.C.G. Vieira.(1989): Ecological impacts of selective logging in the Brazilian Amazon; a case study from the Paragominas region of the state of Pará. Biotropica 21:98-106.

Uhl C. (1982): Recovery following disturbances of differents intensities in an Amazonian Basin Rain forest. Interciencia 7(1).

Uhl C., Nepstad D., Buschbacher R., Clark K., Kauffman B. & Subler S. (1990): “Studies of ecosystem response to natural and antropogenic Disturbances provide Guidelines for designing SustainableLand-use Systems in amazonia”. In: “Alternatives to deforestation: Steps toward sustainable Use of the Amazon Forest”, Anthony B. Anderson (ed.). Columbia University Press. Papers presented at an international conference held in Belem January 27-30 1988, 275 p. p: 24-44.

Uhl C. & P. Murphy (1980): Composition, structure and regeneration of a tierra firme forest in the Amazonian basin of Venezuela. Tropical Ecology.

Ulrich, B. (1987): A stability, elasticity and resilience of terrestrial ecosysytems with respect to matter balance. Ecological Studies vol. 61: 11-49. Springer Verlag. Berlin- New York. Ulrich, B. (1987): Stabilität, Elastizität und Resilienz von Waldökosystemen unter dem Einfluß saurer Deposition. Forstarchiv 58: 232-239.

UNESCO/CIFCA (1980): Ecosistemas de bosques tropicales: Informe sobre el estado de los conocimientos, preparado por UNESCO/PNUMA/FAO. UNESCO/CIFCA, Madrid, 771 pp.

Van Steenis, C.G.G.J.(1958): Rejuvenation as a factor for judging the status of vegetation types. The biological nomad theory. Proceedings of the Symposium on Humid Tropics Vegetation, Kandy UNESCO, París.

Vanclay, J.K. (1989): A growth model for North Queensland rainforets. Forest Ecology and Managament 27, 245-271.

Vázquez-Yanes C. & A. Orozco-Segovia.(1984): Patterns of seed longevity and germination in the tropical rainforest. Annual reviev of Ecology and Systematics 24:69-87.

Waide, R.B. & Lugo, A.E. (1992): A research perspective on disturbance and recovery of a tropical montane forest. In: Tropical forest in transition (J.G. Goldammer, ed.), pp 173-190, Basel-Boston-Berlin: Birkhäuser Verlag

Walter, J.-M.N. & E.F. Torquebiau. (1997): The geometry of the canopy of a dipterocarp rain forest in Sumatra. Agricultural and Forest Meteorology 85: 99-115.

Welden, C.W., S.W. Hewertt, S.P. Hubbell & R.B. Foster.(1991): Sapling survival, growth and seedling establishment: relationship to canopy height in a neotropical forest. Ecology 72: 35-50.

White P.S. & Pickett S.T.A. (1985): Natural disturbances and patch dynamics: an introduction. Pp 3-13. In: Pickett, S.T.A. & White P.S. (eds.), The Ecology of natural disturbance and patch dynamics. Academic p Press. New York.

Whitmore, T.C. & G.T. Prance (eds). (1987): Biogeography and quaternary history in tropical America. Clarendon Press, London

110

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Whitmore T.C. (1990): An introduction to Tropical Rain Forests, Oxford University. 267 pp.

Whitmore, T.C. (1975): Tropical Rain Forest of the Far East, Clarendon Press. 1st edition. 282 pp. Oxford.

Whitmore, T.C.(1978): Gaps in the forest canopy. In: Tomlinson, P.B. & M.H. Zimmermann (eds). Tropical trees as living systems: 639-656. Cambridge University Press, Cambridge, UK.

Whitmore, T.C.(1996): A Review of some aspects of tropical rain forest seedling ecology with suggestions for further inquiry. Pages 3-39 in M.D. Swaine (editor). The Ecology of tropical forest tree seedlings. UNESCO, París and Parthenon, Carnforth, UK.

Whitmore, T.C., N.D. Brown, M.D. Swaine, D. Kennedy, C.I. Goodwin-Baily &, K. Gong.(1993): Use of hemispherical photographs in forest ecology: measurement of gap size and radiation totals in a Bornean tropical rain forest. Journal of Tropical Ecology 9:131-151

Whitmore, T.C.(1989): Canopy gaps and the two major groups of forest trees. Ecology 70(3): 536-538.

Worbes, M. (1994): Grundlagen and Anwendungen der Jahresringforschung in den Tropen. Habilitationsschrift eingereicht am Fachbereich Biologie der Universität Hamburg. 211 pp.

Worbes M. & W. J. Junk (1999): How old are tropical trees ?. The persistence of a myth. IAWA Journal. Vol. 20 (3): 255-260.Worbes & Junk 1999).

Zagt, R.J.(1997): Tree demography in the Tropical Rain forest of Guyana. Ph.D.-thesis, University of Utrecht. Tropenbos-Guyana Series 3. Elinkwijk. Utrecht.

Zagt, R.J. & M.J.A. Werger. (1998): Community structure and the demography of seedling and adults in tropical rain forests, with examples from the Neotropics. In: Newbury, D.M., H.H.T. Prins & N.D.

Glosario

Elasticidad: capacidad del suelo de amortiguar la acidez, de almacenar agua y nutrientes y de demorar las pérdidas por lavado. Los ecosistemas con alta elasticidad pueden soportar mayores variaciones climáticas, que los de baja elasticidad, sin tener que cambiar la composición florística. La elasticidad no está determinada únicamente por características de suelo, ejemplo de una de esas otras características es el microclima en un claro, la cual juega un papel importante Ulrich (1987). Facilidad de adaptación a condiciones variables (Ferrer-Veliz, 1978).

Resiliencia: capacidad de recobrar la cobertura de una comunidad fores-tal después de una perturbación (Ulrich, 1987) . El concepto de resiliencia está incluido en el concepto de estabilidad de ecosistemas. La recupera-ción es más rápida en términos de estructura, biomasa y nutrientes que en términos de biodiversidad (Foelster, 1994). a) margen de elasticidad a

111

Lionel Hernández

perturbaciones de un ecosistema ante presiones, b) amplitud de tolerancia de un ecosistema para asimilar perturbaciones sin deteriorarse definitiva-mente, c) capacidad de un ecosistema para recuperar su calidad original después de sufrir disturbios de relativa intensidad, d) límite hasta el cual un ecosistema puede soportar perturbaciones sin desequilibrarse definiti-vamente (Ferrer-Veliz, 1978).

Estabilidad biológica: (regeneración) potencial biológico de regenera-ción en términos de diversidad de especies, banco de semillas, reproduc-ción.

Estabilidad ecológica: (condiciones de sitio: climáticas y edafológicas) capacidad de recuperación luego de una perturbación en términos de bio-masa, nutrientes y estructura (Foelster, 1994), Ulrich (1987) extiende este concepto a: la capacidad del ecosistema de automantenerse.

Equilibrio biológico: estabilidad que da la fisionomía propia a las comu-nidades a consecuencia de la interacción de diferentes factores bióticos y abióticos que intervienen en la regulación de los ecosistemas. Cuando existen perturbaciones aparecen procesos que tienden a corregirlas y re-traer la situación a su estado originario o perdido, si ello no se puede un nuevo estado (evolución del ecosistema) (Ferrer-Veliz, 1978).

Estado estable: es el climax ecológico del ecosistema en que la pro-ducción de materia orgánica por unidad de tiempo es > al consumo total, o cuando la producción bruta es > al consumo total (Ferrer-Veliz, 1978).

Estadio o fase climax (o estable o maduro) (near stationary state): significa que la reserva de las formas asociadas de los distintos elementos químicos en el ecosistema es constante, ello implica una composición de especies constante. Las oscilaciones del edo. estable indican los factores de estrés. Existen dudas sobre la existencia real de este estadio o condi-ción estacionaria o de equilibrio relativo (Foelster, 1994).

Estrés (tensión, trauma): serie específica de reacciones que sufre un organismo como respuesta a muchos estímulos diferentes (Ferrer-Veliz, 1978) factores traumáticos o estresantes.

Degradación: evolución de un paisaje determinado por la modificación manifiesta de características adquiridas en el pasado (Ferrer-Veliz, 1978).

Retrogradación: sucesión degradante o dinámica retrogradante de la vegetación.

Producción primaria: fotosíntesis, captación de iones y formación de sustancias orgánicas.

112

Dinámica del Bosque Húmedo Tropical

Producción secundaria: mineralización de sustancias orgánicas y res-piración.

Niveles de estabilidad: baja (reducida concentración de cationes), ele-vada (amplia reserva de cationes).

Estructura: distribución, orden y proporción de las partes de un todo (Ferrer-Veliz, 1978).

PREGUNTAS

1. ¿Existen realmente bosques tropicales maduros, en equilibrio, que no han sido perturbados durante siglos?

2. ¿Cuáles son los procesos importantes en la dinámica del bos-que húmedo tropical?

3. Definir qué es un claro en el bosque húmedo tropical maduro.4. ¿Cuáles son los rangos de tiempo requeridos por un bosque

para llegar a la madurez?5. ¿Qué importancia tienen los claros para la regeneración na-

tural?6. Definir sucesión secundaria y su relación con las perturbacio-

nes.7. Diferenciar entre la silvigénesis y la sucesión secundaria.8. ¿Cómo se reconoce un bosque húmedo tropical secundario? 9. ¿Cuál es la relación entre la formación de claros grandes, el

umbral del tamaño y la vegetación secundaria?10. ¿Qué determina la recuperación de un bosque después de

una gran perturbación?11. ¿Puede alcanzar la composición de especies de una comuni-

dad perturbada un estado de equilibrio estable?12. Indique ejemplos de estrés ambiental, a los cuales puede estar

sometido un ecosistema boscoso. 13. Defina elasticidad de sistemas boscosos y su relación con las

perturbaciones. 14. Defina capacidad de recuperación o resiliencia.15. ¿Qué ocasiona la variación en la elasticidad y la resiliencia de

los diferentes ecosistemas forestales?

113

La interacción planta-animal es el nexo mutualista entre la planta y el animal, del cual hacen uso y se benefician ambas partes. El beneficio deri-vado de ese nexo viene dado (p.ej. un fruto de una planta), por el uso que el animal le da a un recurso alimentario y la subsecuente supervivencia de la planta en función a ese uso. La supervivencia de la planta, en este con-texto, viene dada por el destino final de la semilla siendo exitosamente dis-persada y establecida (Hammond y col., 1996; Jordano, 2000), si se ubica en un sitio donde encuentra las condiciones adecuadas de luz, humedad y nutrientes para su crecimiento y desarrollo.

En este capítulo se abordará solamente el mutualismo entre frugívoros y plantas o simplemente frugivoría, en donde las semillas de frutos son dise-minadas por los primeros. Dicha interacción (en el Cuadro 4.1 se presenta un resumen de los diversos tipos de interacción planta-animal) puede di-ferenciarse en frugívoros especialistas, generalistas y oportunistas. Valga decir, frugívoros que se alimentan exclusiva, eventual y esporádicamente de frutos, respectivamente. Los frugívoros especialistas tienen una alta dependencia del recurso fruto, no queriendo decir con ello que la depen-dencia sea total. Los generalistas, por otro lado, procuran consumir este tipo de alimento al escasear el de su preferencia; los oportunistas, lo mejor de lo disponible en un tiempo y espacio dado.

Interacción Planta - Animal:Frugivoría y diseminación de semillasHernán Castellanos

Capítulo 4

114

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

Cuadro 4.1: Resumen de algunos de los más comunes tipos de interacción planta-animal.

La interacción entre plantas y animales está entre lo más común en el mundo ecológico. Se ha estimado que por lo menos 50% de todas las especies conocidas son plantas e insectos que las comen. Sin embargo, aunque obvia e importante, la alimentación no es el único medio de interacción entre los animales y plantas. Debajo se presenta un resumen de algunos de los más comunes tipos de interacción planta-animal según Brown, 2001: http://www.users.csbsju.edu/~dgbrown/BIOL338/variety.html

I.- HerbivoríaAnimales como parásitos en plantas:

Pastar

Ramonear

Consumidores de fluidos en planta de tejidos vasculares

Consumidores de raíces (incluso barrenadores)

Barrenadores de ramas o cualquier parte leñosa de la planta.

Animales como depredadores sobre plantas:

Algívoros (Algas, a menudo, pero no siempre)

Depredadores de semillas (Granívoros)

Herbívoros que matan a la planta completa.

II.- Mutualismo directo de planta - animal Polinivoría

Inactiva (o incidental)

Activa

Nectarivoría

Frugivoría

III.- Diseminación de semilla:Modo de diseminación:

Anemocoría

Hidrocoría

Autocoría

Epizoocoría

Zoocoría

Depredación incompleta de la semilla

IV.- Siembra esparcida (sinzoocoría: “scatter-hoarding”)V.- Siembra de la despensa (“larder-hoarding”)VI.- Interacciones comensales: cuando animales usan plantas como sitios de anidamiento o resguardoVII.- Interacciones indirectas en un contexto de la comunidad

115

Hernán Castellanos

Aparte de los frugívoros, pero incluido dentro del mutualismo, hay un gru-po de animales que consumen semillas de frutos carnosos y secos. Este grupo es clasificado como depredador de semillas (granívoros), cuya de-predación en muchos casos es incompleta (Hulme, 2002). Es incompleta por cuanto la diseminación de semillas, siendo exitosa, es propiciada por el comportamiento alimentario del animal que la ejerce. Al haber alta abun-dancia del recurso y alta competitividad inter e intraespecífica por él, mu-chas especies de vertebrados almacenan, como estrategia “preventiva”, semillas para un ulterior consumo. Al momento de recuperar una porción del almacenamiento, muchas de las semillas quedan a expensas de la ger-minación por no completarse la depredación. De esta manera se produce un efecto positivo como efecto de la depredación.

El mutualismo discutido en este contexto guarda estrecha relación con la regeneración natural de las semillas consumidas, la cual es altamente dependiente de la diseminación de semillas por animales. Es por ello que los diseminadores de semillas (zoocoria) establecen un vínculo dinámico entre la planta en fruto y el banco de semillas en comunidades naturales, siendo la frugivoría un proceso central en la demografía de plantas (Jor-dano, 2000).

Para entender las razones del mutualismo, es importante primero hacer una reseña sobre los elementos principales que lo conforman, los cuales apuntan hacia las características físicas y biológicas del fruto y la semilla que lo contiene (rasgos físicos, ecológicos, de calidad y modos o meca-nismos de diseminación de semillas) y el agente diseminador. Segundo, la frugivoría es el proceso biológico de consecución del episodio reproductivo de la planta, cuya etapa final es la regeneración natural de las comunida-des de plantas.

Las plantas fanerógamas producen la semilla producto de la fecunda-ción del óvulo y una envoltura más o menos compleja, a la formación de la cual han contribuido en algunos casos, además de los carpelos, con otros órganos florales como el cáliz y el receptáculo para formar el fruto. El fruto exhibe una amplia variedad en formas y tamaños, aunque puede principalmente diferenciarse en dos tipos según el contenido del pericarpio (ver Cuadro 4.2). Estos pueden ser carnosos y secos conteniendo una o más semillas con pericarpio dehiscente o no y de exocarpio resistente o blando. El objetivo de este capítulo es presentar aquellas características presentes en la interacción planta-animal con énfasis en la frugivoría y los mecanismos de diseminación de semilla.

116

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

El frutoEl fruto proviene de plantas angiospermas, grupo de plantas faneróga-

mas, el cual se deriva generalmente del ovario de la flor. Tiene tres funcio-nes principales: la nutrición del embrión, que generalmente es el albergue del endospermo de la semilla; la protección del embrión en vías de desa-rrollo y la dispersión - logrado por varias estructuras y mecanismos.

En cuanto a su estructura, los hay de una gran variedad de formas. En el cuadro 2 se sintetiza la mayoría de los tipos de frutos registrados en el trópico según su forma (ver dibujos esquemáticos como referencia) Si se detalla biológicamente sobre cada uno de ellos, la información a suminis-trar abarcaría todo este documento y está fuera del alcance del mismo. En vez de eso, se agruparon algunas familias según sus distintos tipos de frutos (para las diferentes definiciones ver Glosario).

Cuadro 4.2: Tipos de Frutos

FRUTOS CARNOSOSCarnoso indehiscente (endocarpio carnoso), la mayoría de los frutos carnosos permanecen cerrados durante su madurez:

Baya: (Apocynaceae, Arecaceae, Clusiaceae, Bignoniaceae, Euphorbiaceae, Lauraceae, Melastomataceae, Myrtaceae, Rubiaceae, Sapotaceae, Solanaceae).Drupa: (Anacardiaceae, Arecaceae, Burseraceae, Celastraceae, Euphorbiaceae, Piperaceae, Verbenaceae).

Carnosos dehiscente (pericarpio carnoso que al llegar a la madurez se abre para exponer las semillas ariladas que encierra):

Baya: Siparuna, Momordica, Clusia, Musa

FRUTO SECO (endocarpio seco):

Seco dehiscente (pericarpio seco que al llegar a la madurez se abre para liberar las semillas que encierra):

Monospermo Polispermo

Seco indehiscente

FRUTOS AGREGADOSA partir de una flor (carpelos separados) o de una inflorescencia se forma un fruto de aspecto compuesto: Annonaceae, Araceae, Cecropiaceae, Piperaceae, Moraceae.

OTROS ELEMENTOS EMPLEADOS EN LA CLASIFICACIÓN DE LOS FRUTOS:Número de semillasPosición del ovarioNúmero de carpelosModalidades de la dehiscenciaApéndices al ovario maduro

117

Hernán Castellanos

Mecanismos de diseminaciónLa diseminación dirigida de semillas ocurre cuando un agente particu-

lar transporta semillas frecuentemente a un sitio particularmente más favo-rable que el esperado al azar. En el reino animal hay una gran variedad de mecanismos de diseminación de semillas. En el Cuadro 4.3 se sintetizan los registrados en el trópico.

Cuadro 4.3: Mecanismos de Diseminación (propuesto)

Larga distancia: Hidrocoria (grandes ríos)

Zoocoria

» Mamíferos: murciélagos (Artibeus, Phyllostomus) » Aves: tucanes (Ramphastidae), pájaro paraguas (Cotingidae) y Guacharos

Anemocoria: semillas con plumas o pelos

Corta distancia: Anemocoria: semillas aladas

Autocoria: frutos secos explosivos

Barocoria: frutos o semillas grandes caídas por gravedad del árbol

Hidrocoria: frutos o semillas diseminadas por el agua

Zoocoria: semillas diseminadas por animales

» Mamíferos: Primates: (Ateles, Alouatta, Cebus, Callicebus), Artiodactyla: Cervidae (Mazama), Rodentia.

» Aves: Cracidae, Cotingidae, Columbidae, etc.

Mirmecoria: Hormigas

A diferencia de las zonas templadas, el trópico húmedo se caracteriza por tener una alta diversidad de plantas que se propagan principalmente por intermedio de vertebrados y hormigas. Proporcionalmente, son pocos casos en donde interviene el viento como agente diseminador (anemoco-ria). Pocas especies exhiben estos mecanismos; particularmente especies arbóreas emergentes, ejemplo: Bombacaceae: Ceiba pentandra - epífitas (orquídeas, Bromeliaceae), Bignoniaceae. Especies agrupadas en estas familias presentan estructuras alrededor de la semillas, tales como pelos algodonosos y alas, que les permiten ser transportadas por la acción del viento (Leishman et al, 2000). Esas estructuras juntas con la semilla son denominadas también como diáspora; es decir, es toda parte de la planta que puede propagarse y mantener su viabilidad sexual o vegetativa.

118

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

Otro agente biótico de singular importancia es el agua (hidrocoria). Hay especies que presentan estructuras adaptadas a la flotabilidad como en algunas palmas (Cocos nucifera, Mauritinia flexuosa) y mangles. Otro me-canismo inusual es la autocoria, la cual consiste en expulsar bruscamente la semilla desde el fruto, cuando el pericarpio, por su estado de madurez, se abre (dehiscencia) de manera brusca y explosiva. De esta manera, las semillas se alejan a corta distancia de la fuente; ejemplo de ello es Hura crepitans (Euphorbiaceae).

La zoocoria es quizá el mecanismo más difundido en el trópico (Roos-malen, 1985; Willson y Traveset, 2000). Puede estar involucrada en el transporte incidental, cuando las semillas, con segregaciones pegajosas, se adhieren a las patas de las aves o a través de barro. Hay semillas con estructuras externas funcionales a la adherencia tales como ganchos y/o espinas (Centrolobium paraense). Semillas que son transportadas en el tracto de animales, que luego, lejos de la fuente son regurgitadas, princi-palmente por aves, defecadas por mamíferos y menos frecuentemente por reptiles y peces. Pueden también ser arrastradas por hormigas, las cuales son atraídas por una substancia oleaginosa denominada elaiosoma que segrega la planta y recubre a la semilla.

Los vertebrados y su rol en la diseminación de semillasLos vertebrados constituyen el grupo de animales que más participan en

la diseminación de semillas de una alta diversidad de especies de plantas. Entre ellos, están Las Aves, las cuales pueden alimentarse extensivamen-te de frutos de tamaños pequeños y medianos y de pericarpio de consis-tencia blanda. Remueven con la ayuda del pico la pulpa de frutos grandes y desechan in situ la semilla cuando estos son de grandes dimensiones. Tienen la capacidad de ingerir frutos muy pequeños y descargar las semi-llas posteriormente en un lugar lejos de la fuente.

La familia Melastomataceae se caracteriza porque frutos de muchas de sus especies son consumidos por aves (Passeriformes principalmente) y sus semillas son diseminadas lejos de las plantas progenitoras pero a cor-ta distancia.

Las familias de aves frugívoras están mejores representadas por Craci-dae, Cotingidae, Ramphastidae y Steatornithidae. De ellas, el guácharo (Steatornithidae), el pájaro paraguas (Cotingidae) y tucanes (Ramphasti-dae) diseminan semillas, de diversos tamaños y consistencia, a larga dis-tancia (Eriksson y Bremer, 1992). Otro ejemplo es el de los campaneros

119

Hernán Castellanos

(Cotingidae: Procnias sp) son aves que se posan en lo alto de ramas secas al borde de claros y regurgitan o defecan semillas de Ocotea (Lau-raceae) (Wenny y Levey, 1998) en esos claros, es donde éstas germinan más rápidamente y sufren menos de ataques por hongos que si los depo-sitaran aleatoriamente en otros sitios.

Los murciélagos (e.g. Artibeus sp., Phillostomus sp. principalmente) son dispersores muy importantes de frutos carnosos aromáticos, particu-larmente en el trópico (Gardner, 1977); pueden transportar frutos más pe-sados que las aves de similar tamaño, pero uno a la vez, llegando así a diseminar 60.000 frutos diarios. El músculo macetero y los del cuello son robustos, los cuales les permiten asir con fuerza el fruto durante el trans-porte desde la fuente hasta el sitio de consumo en donde descarga la(s) semilla(s) creando montículos de ellas de varias especies. A pesar de con-sumir un fruto a la vez, contribuye significativamente con la diseminación a larga distancia. Estos animales pernoctan por lo general en colonias dentro de cuevas o en grupos reducidos de individuos posados debajo de hojas grandes y resistentes. Durante su actividad de alimentación, viajan largas distancia y se dispersan en muchas direcciones en búsqueda del alimento. Eventualmente, dejan caer frutos enteros durante el vuelo; esto es cuando transportan el fruto de un sitio a otro, debido quizá al peso o el tamaño del mismo y a su incapacidad para transportarlo.

Los primates son otros de los dispersores más importantes en regiones tropicales (Peres y Roosmalen, 2002). Su gran tamaño y movilidad les permiten desplazarse con una carga más voluminosa de semillas dentro de su tracto. Por ejemplo, Ateles sp. tiene la capacidad de ingerir grandes cantidades de pulpa con semillas a una tasa del orden de 30 semillas por minuto dependiendo de la especie y a procesar la pulpa en un intervalo no mayor a las cuatro horas. Otra virtud es el comportamiento de formar grupos cohesivos de individuos por el orden de 30 a 40, mediante el cual contribuye con la diseminación de aproximadamente 54.000 semillas por día con al menos dos egestas. En función al tiempo de ingesta y a una mo-vilidad de dos a tres km. entre ingesta y egesta, este tipo de diseminación es considerado de corta distancia (Castellanos 1995, 1997). Por otro lado, esa capacidad de diseminación no es puntual en el espacio sino esparcida gracias a la estrategia de disgregación del grupo durante su actividad de alimentación. Otra capacidad con que cuenta este agente es la variabilidad en tamaños de semillas ingeridas que van desde menos de un mm (Cecro-piaceae: Cecropia sciadophylla hasta cinco cm (Bombacaceae: Catostema commune).

120

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

Los roedores son comúnmente granívoros e insectívoros y los hay de diversos tamaños: de 5 gramos (Neacomys sp, Oligoryzomys sp,) hasta 8-10 Kg. (Agouti paca). Principalmente diseminan semillas de frutos no-carnosos como consecuencia de las actividades de depredación de semi-lla. Su destino final depende de la efectividad en la diseminación y de la eficacia de estos organismos como diseminadores (Hulme, 2002).

Se han descrito dos tipos de diseminación por roedores: reserva de se-millas por siembra esparcida (sinzoocoría: “scatter-hoarding”) y reserva de semillas por almacenaje en la despensa (sinzoocoría “larder-hoarding”). El primer mecanismo consiste en sembrar semillas y mantener una reser-va en escondrijos que están espacialmente dispersos en su territorio. Las semillas sembradas son para el consumo posterior con la salvedad que recuerdan las últimas semillas que fueron enterradas (e.g. Dasyproctida-de y probablemente Agouti). El segundo mecanismo es empleado para la acumulación y el almacenaje de semillas dentro de las guaridas con el fin de mantener un suministro oportuno y permanente de alimento, lo que reduce el riesgo a la depredación. Muchas de ellas no son consumidas lo que aumenta la posibilidad de la germinación. Cabe destacar que aparen-temente el tamaño del roedor podría ser proporcional al tamaño de las se-millas que consume (Observación personal). Este es un punto que merece ser estudiado en futuras investigaciones, así como también documentar si el roedor arborícola cumple el papel de agente diseminador.

Los ungulados son a menudo frugívoros oportunistas que consumen una variedad de bayas, cápsulas, vainas y nueces (Tayassuidae y Tapi-ridae). A diferencia de estos oportunistas, Mazama sp. (Cervidae) es un frugívoro especialista no arborícola.

Las tortugas (Podocnemys sp) de hábitos acuáticos transportan semi-llas a lo largo de los ríos en donde transitan; y los morrocoyes (Geochelone sp) son excelentes diseminadores de semillas, de hábitos terrestres y la diseminación la hacen a corta distancia debido a su reducida movilidad.

Los peces diseminan semillas, sobre todo, en llanuras sujetas a inun-daciones periódicas y lagunas de rebalse en el trópico. Esta taxa ha sido la menos estudiada con relación a su papel como diseminador. Goulding (1980 citado por Stiles, 2000) encontró en la caatinga amazónica que diez especies agrupadas en cuatro familias (Characidae, Pimelodidae, Dora-didae y Auchenipteridae) se comportaron como depredadores y también como agentes diseminadores de una variedad de plantas.

Las hormigas están a menudo involucradas en el almacenaje de semi-llas cubiertas con elaiosomas para el mantenimiento de sus colonias. Esto

121

Hernán Castellanos

da lugar a la mirmecoria o diseminación de semillas por hormigas. Pueden transportar sólo semillas en un intervalo de distancia de metros, pero no son eficaces en la diseminación a larga distancia. El beneficio principal puede ser entendido por cuanto transportan semillas al nido, las entierran superficialmente o las depositan cerca de las entradas. Estas áreas nor-malmente son aireadas y enriquecidas con materia orgánica o desechos orgánicos del entorno (David Stradling, comunicación personal).

Beneficios del mutualismo para el agente diseminador de semillas

El mutualismo cuando opera la diseminación de semilla ofrece premios al agente diseminador.

Los premios ofrecidos por las plantas: son la pulpa, el arilo, elaioso-mas, las semillas, la imitación de frutos.

La pulpa es una parte del fruto derivada del ovario o receptáculo de la flor. Este material es a menudo rico en azúcares, a veces de almidones y raramente de aceites y proteínas. La pulpa sufre a menudo un proceso de maduración después de la maduración de la semilla. Antes de madurarse torna discretamente de color (e.g., de verde a pardo oscuro) y es defen-dido por químicos como alcaloides, flavonoides, taninos, etc., Durante la maduración, los cloroplastos pasan a ser cromoplastos (colorido), la pulpa se ablanda, las toxinas son removidas o degradadas, la astringencia se reduce o los compuestos de defensa son compartimentalizados en el peri-carpio que luego es desechado por los diseminadores (Willson y Traveset, 2000). La pulpa puede ser “defendida” por agentes químicos resistentes a la putrefacción para detener o prevenir la propagación de los microbios en la misma (Janzen, 1977).

Los arilos, por otra parte, son derivados de la testa de la semilla y pue-den ser ricos en azúcares (Mimosaceae), almidones, y a veces en lípidos (Clusiaceae, Myristicaceae). Quizás, el arilo mejor conocido es el de la guama (Mimosaceae: Inga sp.).

Los eliaosomas, a diferencia de los arilos, son cuerpos grasos que re-cubren las semillas. Éstos son el premio principal que ofrecen muchas semillas diseminadas por hormigas y algunas aves.

La semilla es a menudo el premio para muchos diseminadores, particu-larmente las hormigas, roedores, y algunas aves y exclusivamente para depredadores. A pesar de esto último, muchas especies producen semillas

122

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

que son defendidas por su cubierta, con frecuencia de consistencia dura, que les imprimen un carácter pedregoso que puede detener la acción de los depredadores especializados. Las toxinas químicas en la cubierta de la semilla ayudan también a la defensa contra el roer de los depredadores de semillas pero no contra los que escarifican y descargan. Los eliaosomas, por su parte, contribuyen a endurecer físicamente a la semilla haciéndo-la más atractivas a las hormigas (Leishman et al, 2000). En su interior está el endospermo, el cual es la parte nutritiva de la semilla que alimenta al embrión. Puede defenderse con alcaloides, glucósidos cianogénicos, saponinas.

La imitación del fruto es el premio más engañoso dentro de un me-canismo de diseminación de semilla. Las semillas son brillantemente co-loreadas o con arreglos llamativos que simulan falsos arilos. La imitación permite el consumo por animales, el paso por el tracto y la disposición final de las semillas sin ningún beneficio directo al diseminador.

Los premios que los animales ofrecen a las plantas son:

» La posible colonización de nuevas áreas vacantes o desprovistas de individuos.

» El movimiento de las semillas a esas áreas permite el almacena-miento de semillas en forma de bancos semilla, principalmente de plantas pioneras u oportunistas, que esperan en forma latente por las condiciones de luz y fertilidad de los suelos apropiadas para su germinación y desarrollo vía perturbación. Por el contrario, si la se-milla permaneciera debajo o cerca de la fuente, la probabilidad de supervivencia sería baja. La hipótesis de Janzen-Connell (Schupp, 1992) plantea que el agente diseminador ofrece una salida prove-chosa o escape a la mortalidad de la semilla que si permaneciera debajo o cerca de la planta parental o fuente.

» Reduce la competencia entre padres y semillas y evita la depreda-ción debajo de la fuente y las infecciones patógenas por hongos que pudieren infectar a la planta parental. Esto se explica porque los depredadores de semillas (roedores), en actividad de alimenta-ción, buscan ese recurso agregado debajo de las plantas en fruto diseminando una porción lejos de la fuente. La solución aquí es intentar alejar las semillas del árbol padre de otros depredadores potenciales.

» Otros depredadores como los insectos (Coleópteros) pueden bus-car el alimento donde la densidad de la semilla es más alta.

123

Hernán Castellanos

» Un modo de dispersión de semillas que ha operado exitosamente es la diseminación a larga distancia de la fuente.

Aspectos ecológicos de la dispersión de la semilla La disponibilidad espacio-temporal: La disponibilidad en el tiempo se

refiere a la fenología, o ritmo estacional, de la planta en fase de fructifica-ción como resultado de los procesos reproductivos asociados o no con la periodicidad climática. Las plantas fructifican, según la especie, anual y bienalmente (entendiéndose por bienal cada dos años). La fructificación intraespecífica es tan variable como la interespecífica con respecto al pe-ríodo cuando se inicia la fase. Dicha variabilidad se refiere a la sincronía y asincronía diferencial en la fase de fructificación entre individuos de una misma especie. Es decir, hay especies en las que algunos individuos pue-den ocasionalmente fructificar todo el año, empero hay una fecha en la cual el resto que no fructifica continuamente lo hace sincrónicamente; ejemplo de ello es Sapotaceae: Micropholis melinoneana (Castellanos, 1995).

La distribución espacial se fundamenta en la disponibilidad en el espacio local que ocupa la planta durante el período de fructificación. Esta distri-bución puede ser agrupada y azarosa. Muchas especies se emplazan en sitios específicos donde encuentran los requerimientos esenciales durante la fase de germinación de su semilla y su desarrollo como individuo. En consecuencia, especies de plantas se distribuyen a lo largo de gradientes de factores de suelo; su abundancia alcanza un óptimo donde las concen-traciones de uno o más factores sean lo suficientemente permisibles para su desarrollo y supervivencia (ter Braak, 1987). Es decir, hay una amplitud lo suficientemente permisible en donde la planta tolera bajas o altas con-centraciones de esos factores.

Con respecto a la distribución espacial de la semilla, se emplea el término sombra de semillas (Janzen, 1971), el cual es comúnmente usado en refe-rencia a la distribución post-diseminación alrededor de la fuente y depende del tamaño de la semilla y las características del agente de diseminación. Dos factores pueden describir este tipo de distribución: la densidad de se-millas en función de la distancia y la dirección con respecto a la fuente (Willson y Traveset, 2000).

La rentabilidad de frutos es diferente de un frugívoro que disemina al de un depredador de semilla y depende de muchos factores: La ganancia obtenida por el premio nutritivo, en donde la cantidad y calidad son impor-tantes (ver Cuadro 4.4).

124

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

Cuadro 4.4: Calidad de Frutos

En cuanto a los factores ecológicos, los atributos fundamentales que poseen los frutos (Molinari, 1993) son:

Disponibilidad de los frutos en tiempo y espacio

Calidad o valor nutritivo:

Compuestos orgánicos

Proteínas

Carbohidratos

Fructuosa

Glucosa

Sucrosa

Lípidos

Nutrientes esenciales (Darrell, 1991; Foster y Sumar, 1997)

Vitaminas A, B6, C, E, ácido pantoténico, biotina, folato, niacina, ribolflavina, tiamina, ácido málico, ácido cítrico, ácido oxálico

Macros: Sodio, Calcio, Fósforo, Magnesio, Potasio

Micros: Bromo, Boro, Cinc, Cloro, Cobre, Hierro, Manganeso, Molibdeno, Selenio, Vanadio, Yodo

Los costos por alimentación, transporte, sobre todo el papel que cum-plen los mamíferos voladores y las aves, y la digestión; la energía y las demandas de nutrientes del frugívoro. Este aspecto es más importante para la valoración del recurso por el animal que para la diseminación mis-ma. No obstante, desempeña un papel fundamental en la escogencia de los frutos; mecanismo que ha sido propiciado por las plantas durante la evolución a fin de obtener el beneficio de su propagación. Por ejemplo, la composición química de la pulpa no es constante. Los volúmenes de agua pueden variar de 10% a 90%. La concentración de los hidratos de carbono varía de 5% a 90%; la de los lípidos normalmente es menor al 5%, pero puede ser hasta un 70%; la proteína también está normalmente en baja concentración y van de 2 a 6% en la mayoría de las especies y hasta un 15% en otros. La energía oscila de 1 a 5 Kcalorías de gramo de materia seca en frutos ricos en hidratos de carbono a mayores de 6 en frutos ricos en lípidos (Arecaceae, Lauraceae, Myristicacea Ochnaceae: Ouratea spp, principalmente) (Castellanos y Chanin, 1996).

La rentabilidad en la adquisición del recurso se ha abordado mediante la teoría del consumidor óptimo (Stephen y Krebs, 1986), la cual plantea cómo y dónde los animales buscan y encuentran el alimento a objeto de incrementar su tasa neta de ingestión de energía. Esta teoría cuenta con

125

Hernán Castellanos

muchas evidencias experimentales sobre el sistema depredador-presa. Poco se ha abordado en estudios sobre la frugivoría tanto experimental como observacional. Al comparar carnívoros y frugívoros, la teoría predice que un animal se comporta como especialista cuando el alimento de alta calidad energética (frutos ricos en lípidos, Castellanos y Chanin, 1996) es abundante. Al escasear este tipo de fruto, recurre a consumir otro tipo de alimento de alto valor energético (e.g. insectos) (Robinson, 1986) pasando a ser generalista.

Al igual que los mamíferos, las aves diseminadoras de semillas de porte mediano y grande consumen frutos grandes y pequeños, mientras que las de porte pequeño acusan una mayor preferencia por frutos conteniendo semillas pequeñas. Por consiguiente, las plantas que producen frutos pe-queños tienen una mayor diversidad de agentes de dispersión. Este mode-lo ha llevado al paradigma de los sistemas especializados vs. generaliza-dos de diseminación de semilla por aves, del cual hay muy poca evidencia observacional, pero no en el caso de mamíferos.

Futuras investigaciones pudieran estar dirigidas a dilucidar las causas ecológicas de patrones espaciales y estacionales de la diseminación de semillas y las consecuencias de la variación en ella. Como complemen-to a ellas, es altamente recomendable adelantar estudios sobre regene-ración natural, germinación de semillas en condiciones de laboratorios y requerimientos de nutrición del suelo para el establecimiento de plántulas en áreas naturales. Es oportuno invitar aquellos interesados, en contri-buir substancialmente con el conocimiento en esta área, a formar parte de estudios básicos y aplicados que permitan asegurar la sobrevivencia de los organismos vivos y el funcionamiento de los ecosistemas en áreas naturales.

Bibliografía

Castellanos, H.G. (1995.) Feeding behaviour of Ateles belzebuth E. Geoffroy 1806 (Cebidae: Atelinae) in Tawadu forest southern Venezuela. Ph.D. unpublished dissertation. Faculty of Sciences, The University of Exeter, Devon, UK.

126

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

Castellanos, H.G. & P. Chanin. (1996.) Seasonal difference in food choice and patch preference of long-haired spider monnkey (Ateles belzebuth) In: M. A. Norconk, A.L.Rosenberg & P.A. Garber (editors.) Adaptive Radiation of Neotropical Primates Pp: 451-466. Plenum Press, New York.

Castellanos, H.G. (1997.) Ecología alimentaria del marimona (Ateles belzebuth E. Geoffroy 1806) en el Río Tawadu, Reserva Forestal “El Caura”. En O. Huber y J. Rosales (editores) Ecología de la Cuenca del Río Caura, Venezuela II. Estudios especiales. Scientia Guianae 7: 309-341 .

Darrell, R. C., van 1991. Trace Elements in Human Nutrition. En: Mortvedt, J.J., F.R. Cox, L.M. Shuman y R.M. Welch (editores.) Micronutrients in Agriculture (2nd edition.) Pp: 229-295. Soil Science Society of America Book Series, N° 4.

Eriksson, O. Y B. Bremer (1992.) Pollination systems, dispersal modes, life form, and diversification rates in angiosperm families. Evolution, 46(1):258-266.

Foster, L.H. y S. Sumar 1997. Selenium in health and disease: a review. Critical Reviews in Food Science and Nutrition. 37(3): 211-228.

Gardner, A. L. 1977. Feeding habits. En: R. J. Baker, J. K. Jones & D. C. Carter (eds.), Biology of bats of the New World family Phyllostomatidae. Pp: 293-350 Part II. Spec. Publ. Mus. Texas Tech. Univ., Lubbock.

Hammond, D.S., Gourlet-Fleury, S., Hout, P. van der, Steege, H. ter & Brown, V.K. 1996. A compilation of known Guianan timber trees and the significance of their dispersal mode, seed size and taonomic affinity to tropical rain forest management. Forest Ecology and Management 83: 99-116.

Hulme, P.E. 2002. Seed-eaters: Seed dispersal, destruction and demography. En: D.J. Levey, W.R. Silva y M Galetti (editores.) Seed dispersas and Frugivory: Ecology, Evolution and Conservation Pp: 257-273. CAB International Oxon, UK.

Janzen, D.H. 1971. Seed predation by animals. Animal Review of Ecology and Systematics 2: 465-492.

Janzen, D.H. 1977. Why Fruits Rot, Seeds Mold and Meat Spoils. American Naturalist 111: 691-713.

Jordano, J. Fruits and Frugivory. 2000. En Fenner, M. (editor) Seeds: The Ecology of Regeneration in Plant Communities. 2nd edition. Pp: 125-165. CAB International. Oxon, UK.

Leishman M.R., I.J Wright, A.T. Moles & M. Westoby. 2000. The evolutionary ecology of seed size. En Fenner, M. (editor) Seeds: The Ecology of Regeneration in Plant Communities. 2nd edition. Pp: 31-57. CAB International. Oxon, UK.

Molinari, J. 1993. El mutualismo entre frugívoros y plantas en las selvas tropicales: aspectos paleobiológicos, autoecologías, papel comunitario. Acta Biol. Venez. 14(4), 1-44.

Peres C.A. y M. van Roosmalen, 2002. Primate frugivory in two species-rich neotropical forest: Implications for the demography of large.seeded plants in overhunted areas..En: D.J. Levey, W.R. Silva y M Galetti (editores.) Seed dispersal and Frugivory: Ecology, Evolution and Conservation Pp: 407-421. CAB International Oxon, UK.

127

Hernán Castellanos

Robinson, J. G.1986. Seasonal variation in use of time and space by the wedge-capped capuchin monkey, Cebus olivaceaus: Implications for foraging theory.Smithonian Contribution to Zoology, 431: 1-60.

Roosmalen M. G.M., van 1985, Fruits of the Guianan Flora, Utrecht and Wageningen University Press, Holland

Stiles, E.W. 2000. Animals as seed dispersers. En Fenner, M. (editor) Seeds: Tehe Ecology of Regeneration in Plant Communities. 2nd edition. Pp: 111-124. CAB International. Oxon, UK.

ter Braak, C. J. F. (1987) The analysis of vegetation-environment relationships by canonical correspondence analysis. Vegetatio 69, 69-77.

Schupp, E.W. 1992. The Janzen-Connell model for tropical tree diversity: population implications and the importance of spatial scale. The American Naturalist 140:526-530.

Stephens, D. W. and Krebs, J. R. (1986.) Foraging Theory. Princeton, N. J.: Princeton University Press.

Wenny D.G. & D. J. Levey. 1998. Directed dispersal by Bellbirds. Proceedings of the National Academy of Sciences 95:6204-6207

Willson, M.F. & A. Traveset. 2000. The ecology of seed dispersal. En Fenner, M. (editor) Seeds: Tehe Ecology of Regeneration in Plant Communities. 2nd edition. Pp: 85-110. CAB International. Oxon, UK.

Glosario

Anemocoria: Diseminación de semillas por el viento. Frutos y semillas tienen adaptaciones especiales para ser dispersadas por la acción del viento, tales como alas, mechón de hebras.

Apocarpio: Frutos con dos o más mericarpios libres.

Arilo: Capa carnosa rodeando la semilla.

Ariloide: Un arilo falso o una cubierta de la semilla que no proviene de la placenta.

Aquenio: Fruto seco monospermo e indehiscente, cuyo tegumento es distinto del tegumento de la semilla.

Autocoria: Diseminación de semilla de forma mecánica; expulsión de semillas o frutos.

Baya: Frutos con semillas inmersas en la pulpa

Cápsula: Frutos secos compuestos de más de un carpelo, cada uno con más de una semilla.

128

Interacción Planta - Animal: Frugivoría y diseminación de semillas

Caulicarpio: Frutos o infructescencia orientados directamente de la rama principal.

Cúpula: Pedicelo en forma de copa: Lauraceae.

Deciduo: Caída de hojas en períodos secos del año.

Dehiscente: Cuando el pericarpio de los frutos maduros se abren expo-niendo las semillas.

Drupa: Frutos cuyas semillas están protegidas por una cubierta dura (pi-rene, putamen) formada por la capa interna del mesocarpio.

Endocarpio: Capa interna del pericarpio.

Ectozoocoria: Diseminación de semillas por animales. Ver epizoocarpio.

Endozoocoria: Diseminación de semillas (no digeribles) por animales, a las cuales se les da un tratamiento especial dentro del tracto digestivo (frugívoros especialistas).

Epicarpio: Capa externa del pericarpio.

Epizoocarpio: Diseminación de semillas por animales por medio de se-millas con estructuras en forma de púas o ganchos o frutos con secrecio-nes pegajosas que se adhieren a las plumas, piel o pelos.

Exocarpio: Capa externa del pericarpio = epicarpio.

Higo: Frutos agrupados en la familia de las moráceas.

Hidrocoria: Diseminación de semillas por el agua: semillas o frutos que muestran adaptaciones especiales a la flotación.

Indehiscente: El fruto no se abre cuando está maduro.

Inflorescencia: El arreglo de las flores en la planta.

Infructecencia: El arreglo de los frutos en la planta.

Legumbre: Fruto que consiste de dos carpelos dehiscentes a lo largo de 2 suturas.

Mericarpio: Una porción de un fruto que se desprende como un fruto completo.

Mesocarpio: Capa media del pericarpio.

Mirmecoría: Diseminación de semilla por hormigas.

Nuez: Fruto de una semilla, de exocarpio duro e indehiscente.

Pericarpio: Pared de un ovario fructificado.

129

Hernán Castellanos

Vaina: Envoltura de un fruto dehiscente de muchas semillas - legumbre.

Pomo: Fruto polispermo de mesocarpio carnoso y endocarpio cartilagi-noso que forma una cápsula o corazón de varias cámaras donde se alojan las semillas, como la pera y la manzana.

Pseudofruto: Parte de la flor o inflorescencia que forma como parte del fruto principal, el cual puede ser comestible, ejemplo: Anacardium gigan-teum.

Putamen: Voz inglesa: Cubierta dura que encierra una semilla; ejemplo: Durazno.

Pyrene: Voz inglesa: Putamen

Pixidio: Cápsula leñosa que se abre transversalmente mediante un opér-culo: Lecythidaceae.

Sámara: Nuez alada.

Sombra de semillas: Distribución espacial de las semillas debajo y ale-jado de la planta parental.

Sinzoocoría: Diseminación de semillas por animales, en donde los frutos o semillas son enterrados, almacenados o trasladados y dejados caer con semillas viables lejos del árbol progenitor.

Testa: La cubierta externa de la semilla.

Zoocoria: Diseminación de semilla por animales.

PREGUNTAS

1. Nombre las diferencias entre Anemocoria, Hidrocoria, Antoco-ria y Zoocoria.

2. Describa las diferencias entre la frugivoría y la diseminación de semillas.

3. Describa los agentes que participan en la diseminación de se-milla.

130

Durante los últimos 10 a 15 años, un creciente número de académicos, ambientalistas, activistas y observadores interesados, han sugerido que los productos forestales-no madereros (nontimber forest products) ofre-cen una solución atractiva al “dilema” del desarrollo versus la conserva-ción del bosque amazónico (Browder, 1989; Fearnside, 1989; Anderson, 1990; Nepsted & Schwartzman, 1992; Plotkin y Famolare, 1992; Redford y Padoch, 1992). Este planteamiento ha surgido como respuesta al proce-so moderno de desarrollo, siendo los resultados más destacados de este proceso la deforestación y la degradación ecológica a escala masiva y el deterioro de las condiciones socio-económicas de las poblaciones huma-nas, tanto los indígenas como los colonos, de la región. Para revertir esta tendencia depredadora y destructiva, la cual no es sostenible a largo plazo, es necesario implementar nuevas estrategias económicas que sean ecoló-gicamente compatibles con el bosque tropical y socialmente beneficiosas para la población menos afortunada. El ambiente amazónico posee una gran riqueza de especies biológicas, muchas de las cuales no han sido descubiertas ni descritas en términos científicos todavía (Gentry, 1992). En base a esa biodiversidad se podría crear una industria biotecnológica vigorosa, consistiendo en la producción y comercio de una gama variada y amplia de productos económicos, tales como: alimentos, bebidas, forrajes, aceites, fibras, combustibles, flores, anti-oxidantes, encimas, colorantes,

Productos Forestales No-Madereros:Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolanaStanford Zent

Capítulo 5

131

Stanford Zent

medicinas, especies, dulcificantes, vitaminas, químicos, etc. (Duke, 1992). En este sentido, se cree que la expansión en la explotación de los pro-ductos naturales renovables adelantada conjuntamente con la mejora de las técnicas de manejo de los mismos permitirán un verdadero desarrollo sustentable, lo cual contibuiría a la conservación ambiental de los paisajes naturales y la participación económica del sector social más necesitado. Sin embargo, se reconoce también que en términos relativos son pocos los productos biológicos nativos comerciados actualmente a niveles nacional e internacional. En este sentido se requiere más investigación sobre los hábitos, propiedades y usos particulares de cada especie diferente para poder realizar este esquema potencial de desarrollo.

Aunque la frase “productos forestales no-madereros” (PFNM) hace re-ferencia explícita solamente a la negativa de la explotación comercial de la madera del bosque, en realidad este concepto tiene un sentido más amplio: se refiere a los sistemas de extracción y/o producción de recursos biológicos de pequeña escala que no causan alteraciones drásticas en la composición, estructura y función básica del ecosistema de bosque. Por un lado, las actividades que corresponden a tal noción de PFNM incluyen, entre otros: la recolección de plantas o partes de plantas silvestres, la ca-cería, la pesca, la agricultura itinerante integral (conuco), la agroforestería, la prospección bio-química y genética y el manejo de los procesos eco-lógicos durante el proceso de aprovechamiento de los recursos. Aunque todas estas actividades producen cambios en el entorno natural, dichos cambios son generalmente de bajo impacto y no producen la desaparición física de la cobertura forestal del paisaje. Por otro lado, entre los sistemas de producción o comercialización considerados antagónicos a la noción de PFNM están los siguientes: la extracción de madera de bosques naturales, las plantaciones forestales comerciales, la ganadería, la agricultura pione-ra, la agricultura comercial intensiva (de gran escala), la minería, las repre-sas hidroeléctricas y la venta y especulación inmobiliaria. Excluyendo la explotación maderera todos estos usos de la tierra implican la conversión o reemplazo del paisaje de bosques naturales por otro muy distinto y en este sentido determinan la disminución de la cobertura de bosque natural. Basándonos en este orden de ideas, si entendemos la madera como una metáfora del bosque, por la misma lógica comprendemos el concepto de PFNM en su sentido más esencial como “alternativas a la deforestación” (cf. Anderson, 1990).

Para el observador informado, quien sabe algo de la historia social y eco-nómica de la región amazónica, la tesis de centrar el modelo de desarrollo en la producción y comercio de los PFNM no suena como una idea muy

132

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

original o diferente de lo que ya ha ocurrido durante las épocas históricas y prehistóricas anteriores.

En primer lugar, las poblaciones indígenas amazónicas han desarrollado y practicado variados y sofisticados sistemas de manejo de recursos sil-vestres durante miles de años de ocupación y supervivencia en la región (Zucchi y Denevan, 1979; Denevan, 1980; Posey, 1983, 1984; Posey et al., 1984; Posey y Baleé, 1989; González Jiménez, 1993; Zucchi, 1993; Heinen et al, 1995). En términos generales, los sistemas de producción indígenas se caracterizan por la explotación mixta o diversa de una gama muy extensa de diferentes especies biológicas a través de las técnicas de caza, pesca, recolección y agricultura de tala y quema (Clay, 1988). Aun-que la orientación económica preponderante de estos sistemas ha sido hacia la subsistencia o reproducción material de esas poblaciones, no obs-tante, según los datos etnohistóricos y etnográficos, también han difundido y cambiado los bienes producidos a través de redes de intercambio au-tóctonos que abarcan diferentes territorios étnicos y regiones ecológicas. Diferentes autores han señalado la existencia de circuitos aborígenes de intercambio intra e inter-étnicos en la Orinoquía durante las épocas pre-colombinas, coloniales y contemporáneas (Morey y Morey, 1975; Zucchi y Gassón, s.f.; Mansutti, 1986; Arvelo et al., 1989). El surtido de ítems co-merciales mencionado en la literatura pertinente es muy diverso y abarca alimentos, materias primas vegetales y animales y artefactos de manu-factura, así como: pescado, miel, curare (Strychnos spp., Loganiaceae), peramán (Symphonia globulifera, Clusiaceae), chica (Arrabidea chica, Bignoniaceae) y otros colorantes, collares de concha (quiripa), cerámica, cestas, esteras, chinchorros, rallos planos y curvos, hilo, tabaco, totumas, veradas para flechas, plumas, pieles, piedras preciosas, fibras y yopo (Ri-vero, 1956; Gumilla, 1963; Gilij, 1987 I, II, III; Bueno, 1933; Del Rey Fa-jardo, 1966, 1974). Dada la evidente y considerable sofisticación de los sistemas aborígenes de producción y comercio, los cuales obviamente no causaron la degradación a gran escala del medio ambiente amazónico, al-gunos autores sugieren que los mismos ofrecen modelos y lecciones para el desarrollo moderno y por tal motivo se deben incrementar las investiga-ciones científicas en este campo (Goslant y Zent, 1982; Arvelo-Jiménez, 1983; Posey et al., 1984; Clay, 1988; Moran, 1993).

En segundo lugar, pese a que desde el comienzo del período post-colom-bino ha persistido la imagen popular de que la región amazónica constituye “El Dorado” –una tierra con fabulosas riquezas ocultas por la selva impene-trable– no obstante, las economías coloniales y neo-coloniales de la región han estado dominadas precisamente por los PFNM hasta recientemente.

133

Stanford Zent

La exploración del medio y alto Orinoco durante la colonia fue estimulada en parte por la búsqueda de fuentes locales o regionales de algunos pro-ductos naturales muy codiciados. Por ejemplo, parte de la misión encar-gada a los exploradores españoles de la expedición Solano a los límites territoriales del alto Orinoco en el siglo XVIII fue precisamente descubrir las localidades donde se encontraban la canela (Cinammonum spp., Lau-raceae), el cacao (Theobroma cacao, Sterculiaceae), la vainilla (Vanilla planifolia, Orchideaceae), el achiote o onoto (Bixa orellana, Bixaceae) y el aceite de palo (Copaifera pubiflora, Caesalpinaceae) (cf. Gilij, 1987 I: 168-169; Aguirre Elorriaga, 1941: 21; Ramos Perez, 1946: 221-223). Durante el período colonial, los principales bienes exportados a mercados nacio-nales e internacionales desde la región fueron los siguientes: manteca de tortuga (Podocnemis expansa), onoto, aceite de calaba (Calophyllum cala-ba, Clusiaceae), bálsamo de copaiba (aceite de palo) y pájaros tropicales (Gilij, 1987 V. II: 266; Aguirre Elorriaga, 1941: 21). Más recientemente, en las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, la acti-vidad comercial dominante fue la extracción de látex y fibras de árboles silvestres, tales como el caucho (Hevea guianensis, Euphorbiaceae), el pendare o chicle (Couma spp., Apocynaceae), el balatá (Manilkara biden-tata, Sapotaceae), el chiquichique (Leopoldinia piassaba, Arecaceae), la sarrapia (Dipteryx odorata, Papilionaceae) y la yagua (Attalea butyracea, Arecaceae). Al tomar en cuenta esta historia, la propuesta de los PFNM pone de relieve que El Dorado es simplemente una falsa ilusión, que la ri-queza principal de la zona reside en la copiosa diversidad biológica y por lo tanto que el bosque no constituye un obstáculo que debería ser eliminado en pro del llamado progreso.

Resumen del debate sobre el desarrollo y conservación del Bosque Tropical Amazónico

El manejo de la colonización y desarrollo económico de las tierras ba-jas amazónicas ha sido un tema de mucho debate durante los últimos 50 años. Las perspectivas y políticas utilizadas para justificar y moldear este proceso han cambiado notablemente como consecuencia de las experien-cias y resultados del mismo. La percepción de una estrategia de desarrollo basada en los PFNM es relativamente reciente, siendo una opción que ha ganado terreno conceptual y fenoménico durante los últimos 10-15 años. En esta sección esbozamos en términos muy generales la evolución de ideas sobre el proceso de desarrollo, con la intención de contextualizar la justificación de la estrategia de PFNM. Esta discusión se refiere prin-cipalmente a la situación global experimentada en Brasil, Bolivia, Perú,

134

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Ecuador y Colombia. La experiencia con el desarrollo ha sido muy distinta en Venezuela y por lo tanto este tópico se trata en la última sección de este capítulo.

Durante la primera mitad de este período, los gobiernos de los países amazónicos justificaron sus políticas de desarrollo a través de argumentos sociales, económicos y geopolíticos.

En primer lugar, se advertía que los países confrontan severos proble-mas socio-económicos que se detallan a continuación:

1. La distribución de tierra y capital es muy polarizada, de tal ma-nera que un pequeño porcentaje de la población posee un porcentaje muy alto de la riqueza.

2. La mayor parte de la población vive en condiciones de pobreza (ingresos deficientes, desnutrición, problemas sanitarios, falta de viviendas).

3. Las tasas de crecimiento demográfico son muy altas.4. Un gran número de personas carece de empleo y/o tierras su-

ficientes para su manutención.5. La migración rural-urbano ha aumentado rápida y drásticamen-

te en los últimos años y las ciudades carecen de los servicios vitales correspondientes (agua, luz, aseo, transporte, policía).

En segundo lugar, los problemas sociales se derivan en parte por proble-mas macro-económicos estructurales, tales como:

1. El subdesarrollo del sector industrial.2. La carencia de capital disponible para estimular la inversión

nacional.3. La poca capacidad de generar nuevos empleos.4. Las deudas externas, saldos negativos en relación a los pagos

de las importaciones y la necesidad de generar nuevas fuen-tes de exportaciones.

5. El estancamiento de la producción agrícola nacional.

En tercer lugar, las fronteras amazónicas han estado cultural y econó-micamente aisladas de las otras regiones nacionales y por lo tanto cons-tituyen zonas vulnerables desde el punto de vista geopolítico. La región padece históricamente de los conflictos territoriales entre diferentes países

135

Stanford Zent

vecinos, del libre movimiento de personas a través de las fronteras na-cionales, de los sentimientos separatistas por algunos grupos y de la pe-netración por agentes y/o ideologías foráneas. Se consideraba entonces necesaria la integración cultural, económica y política de esas regiones para proteger la integridad territorial del país, así como expresa el lema “integrar para no entregar”. Además, se estimaba que la integración resulta crucial para fortalecer el desarrollo económico a nivel nacional basado en la noción de la transferencia complementaria de bienes y capitales entre la periferia amazónica y el centro urbano-industrial. Según este modelo, por un lado hay un flujo de recursos naturales, productos agrícolas y materias primas desde la periferia hacia el centro y por otro lado hay un flujo de capital, infraestructura y servicios desde el centro hacia la periferia. Así la integración supuestamente conduce a la inversión, crecimiento económico y creación de empleos en ambas regiones (Moran, 1981; Goslant y Zent, 1982; Moran, 1983b; Schmink y Wood, 1984).

La colonización agrícola de los territorios amazónicos fue concebida como la solución de estos problemas, tal como se expresa con el lema “tierra sin gente para gente sin tierra” que se originó con la campaña de relaciones públicas para promover el proyecto de construcción de la ca-rretera trans-amazónica en Brasil. Bajo esta perspectiva, se retrata a la Amazonía como una región deshabitada o subpoblada y dotada con una gran riqueza de recursos agrícolas, biológicos y minerales que no han sido explotados o están subutilizados.

En resumen, los proponentes del desarrollo en los países amazónicos afirman que el desarrollo es una acción imperativa ya que sus poblaciones no pueden darse el lujo de no utilizar todos los espacios y recursos dispo-nibles con que se podrían generar nuevos empleos, alimentos, materias primas, bienes exportados y capitales. Además, consideran que la coloni-zación agrícola de la frontera aliviaría las presiones demográficas en las regiones campesinas tradicionales sin correr los riesgos o costos políticos que implica la reforma agraria (Goslant y Zent, 1982). Los fines económi-cos están directamente relacionados con los fines sociales en la ideología oficial del desarrollo, tal como se expresa en el Tratado de Cooperación Amazónica, firmado por Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Vene-zuela, Guyana y Surinam en 1978 (Bolivia et al., 1978).

A partir de ese razonamiento, los gobiernos han fomentado o apoyado la colonización de sus territorios amazónicos a través de la construcción de carreteras de penetración, la provisión de servicios sociales (viviendas, electrificación, agua potable, escuelas, medicaturas), apoyo económico (subsidios directos a los colonos, subsidios directos a los precios, créditos,

136

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

asistencia técnica, organización de cooperativas, exención de impuestos) y mecanismos legales (demarcación y titulación de tierra). En muchos ca-sos estos proyectos han sido apoyado con fondos otorgados por las agen-cias internacionales de desarrollo, tales como el Banco Mundial (IBRD), el Banco Interamericano de Desarrollo (IADB), el Banco de Importaciones-Exportaciones, la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Uni-dos (US AID) y la Fundación Rockefeller.

Se reconocen tres tipos de colonización:

1. Dirigida – alto grado de intervención y control por el Estado.2. Semi-dirigida – menor grado de intervención por el Estado. 3. Espontánea – mínimo grado de intervención por el Estado.

La gran mayoría de los colonos corresponden al último tipo y provienen de las poblaciones campesinas asentadas en otras regiones agrícolas, en Brasil, del noroeste y centro-sur y en los países andinos de la sierra o alti-plano (Goslant y Zent, 1982; Moran, 1983b; Schmink y Wood, 1984).

Varios analistas comparten la opinión de que las experiencias de colo-nización no han sido muy exitosas en virtud de que no se cumplieron los objetivos de colonización para la región. El número de personas que han migrado a la zona no ha alcanzado las expectativas originales y representa una fracción pequeña del crecimiento natural de las poblaciones naciona-les (Moran, 1983a: 12; Stearman, 1983: 53). Además, las zonas de colo-nización activa se caracterizan por mucha inestabilidad en la población de colonos (los niveles de abandono superan el 50%), la marginalización de los agricultores de pequeña escala y la reproducción de las mismas estruc-turas socioeconómicas desiguales que predominan en las otras regiones rurales.

Entre las razones más comúnmente mencionadas para este fracaso están las siguientes:

1. Falta de buena planificación.2. Problemas o incumplimientos en el suministro de servicios o

subsidios prometidos.3. Falta de mantenimiento de las carreteras.4. Mercados inestables.5. Desorganización en la titulación de tierra (e.g. competencia

por el mismo terreno, algunos títulos corresponden a tierras solapadas, etc.).

137

Stanford Zent

En algunas áreas de colonización dirigida o semi-dirigida, tal como el Pro-yecto Polonoreste en los Estados de Mato Grosso y Rondonia en Brasil, también han llegado demasiados colonos espontáneos de manera muy descontrolada y mal distribuida. En estas áreas, es común encontrar altas tasas de deforestación depredadoras a manos de los pequeños agriculto-res cuya única opción es talar un lote de bosque virgen y, debido a la ca-rencia de seguridad territorial, vender o cederlo a los terratenientes gran-des y luego migrar a otra parcela de bosque y repetir el ciclo. Otro factor negativo ha sido la especulación en los valores de la tierra, lo cual ha sido condicionado en parte por las muy inflacionarias economías nacionales. Los conflictos de tierra y otras formas de violencia rural están asociados con la especulación de tierras. En consecuencia, las zonas de colonización exhiben una alta incidencia de cambio de personal y migración interna, incluyendo la migración rural-urbano y el rápido crecimiento de centros urbanos amazónicos. En vista del poco éxito de esta experiencia, Brasil ha cambiado el énfasis de su política de colonización agrícola: donde antes se apoyó fuertemente la migración de agricultores pequeños y campesinos mayormente del noroeste, ahora se favorece a los agroempresarios más capitalizados del centro-sur y en general las operaciones de mediana y gran escala orientadas a la producción para la exportación. En los países andinos ya no apoyan la migración dirigida sino la espontánea y la pobla-ción de colonos resulta muy estratificada (Goslant y Zent, 1982; Moran, 1983b; Schmink y Wood, 1984; Monbiot, 1995).

Los sistemas de producción predominantes en la Amazonía contemporánea

Los sistemas de producción que han dominado durante la fase moderna de ocupación y desarrollo de la cuenca amazónica constituyen la ganade-ría, la agricultura pionera, la agricultura comercial, la extracción de madera y la minería (Fearnside, 1990). La ganadería es sin duda la principal tra-yectoria desarrollista en todos los países mencionados en esta sección. Entre las razones de esta preeminencia se encuentran:

1. Las políticas fiscales de los gobiernos que favorecen este tipo de uso de tierra (a través de créditos subsidiados, exenciones de impuestos, preferencia en la dotación de títulos).

2. Su efectividad como estrategia para lograr el control de exten-sos terrenos (en donde podrían existir otros recursos poten-cialmente valiosos, tales como madera o minerales).

138

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

3. El valor estable o incluso creciente de la tierra en las econo-mías altamente inflacionarias.

4. El bajo riesgo de esta forma de producción.5. La flexibilidad biológica de este animal, que permite al dueño

decidir el momento de venta. Sin embargo, la ganadería ha sido también muy criticada por las negativas consecuencias ecológicas y sociales.

En primer lugar, se la considera la máxima causa de deforestación en la cuenca amazónica ya que requiere la conversión de la cobertura boscosa a pastos de gramíneas, lo que a su vez está asociado con otros problemas ambientales tales como:

1. La masiva pérdida de biodiversidad.2. La eliminación de servicios ecosistémicos (por ej. conserva-

ción y reciclaje de nutrientes).3. Los cambios climáticos (altas temperaturas, reducida pluvio-

sidad).4. La degradación de los suelos (pérdida de nutrientes, compac-

tación).5. La mayor susceptibilidad a los incendios debido al estableci-

miento de vegetación combustible.

En segundo lugar, la cría de ganado en tierras amazónicas ha demos-trado ser poco productiva ya que la densidad de ganado producido por unidad de tierra es muy baja (un animal/ha) y el rendimiento desciende progresivamente hasta que la tierra se agota totalmente y hay que abando-narla (usualmente < 10 años). A los pastos abandonados les sucede una vegetación baja, rala y resistente a fuegos, de la cual no se regenera la ve-getación de bosque (cf. Uhl et al., 1988). Se ha estimado que > 50% de las praderas existentes en la Amazonía corresponden a áreas abandonadas y dominadas por vegetación pajonal inútil (Hecht, 1995: 174).

En tercer lugar, esta forma de producción genera pocos empleos nue-vos y está asociada con la inestabilidad del asentamiento humano, migra-ción externa (rural-urbano) y conflictos violentos por la tierra (Hecht, 1983, 1984, 1995; Fearnside, 1990; Moran, 1993).

La agricultura pionera se refiere a la agricultura de tala y quema, en la cual una parcela de bosque primario se tala, quema y cultivado por unos

139

Stanford Zent

pocos años, para convertirse en bosque secundario o pastizal, cuando el agricultor se muda a otra parcela y repite el proceso. Esta forma de agri-cultura, aunque muy variable en sus modos de organización, está basada usualmente en cultivos anuales como arroz, maíz, frijoles y yuca y practi-cada mayormente por los colonos espontáneos quienes son inmigrantes recientes y no poseen buen conocimiento de los suelos y los otros aspec-tos del ambiente local. Al mismo tiempo, son pequeños agricultores, con pocos recursos, no cuentan con subsidios o apoyo oficial y no poseen títulos de tierra. Aunque se ha señalado que este tipo de uso de la tierra es responsable de una considerable porción de deforestación amazónica, se ha observado también que es sintomático de las grandes desigualdades socioeconómicas que existen en las zonas de colonización y está íntima-mente vinculado con la expansión de la frontera de ganadería (Schmink y Wood, 1984; Moran, 1993; Hecht, 1995; Monbiot, 1995).

Los monocultivos intensivos perennes no han tenido mucho éxito y ocu-pan sólo una pequeña fracción de la región, pese a los varios programas oficiales de investigación, financiamiento y extensión agrícola (Fearnside, 1990). Los principales cultivos producidos para la exportación comercial incluyen algodón, azúcar, soya, palma africana, pimienta negra, café, té, cacao y coca (cf. Schmink y Wood, 1984). El modelo de agricultura tem-plada (a gran escala, mecanizada, de capital-intensivo, semillas genética-mente alteradas, altos insumos petroquímicos) no ha prosperado debido a los altos costos de los fertilizantes, pesticidas y herbicidas, las dificultades con el transporte y la inestabilidad de los mercados para muchos de estos productos. Aunque investigaciones agrícolas conducidas en Yurimaguas, Perú, han demostrado la factibilidad técnica del cultivo continuo en los tí-picos suelos infértiles y ácidos de la región a través del uso liberal de insu-mos petroquímicos (Nicholaides et al., 1984), se considera que constituye un sistema poco apto para los pequeños agricultores debido a los requisi-tos técnicos y económicos (Moran, 1983a).

La extracción de madera es una actividad que ha crecido notablemente durante los años ochenta y noventa, especialmente en las áreas relativa-mente accesibles a las carreteras, puertos y mercados (Fearnside, 1990). El número de aserradores en la Amazonía brasileña se ha incrementado de 89 en 1952 a 4.000 en 1990 y 50% de la madera rolliza consumida en ese país se origina en los bosques amazónicos (Browder, 1992). Las maderas duras amazónicas con valor comercial son relativamente pocas y dispersas, tales como caoba (Swietenia spp., Meliaceae), maçarandu-ba (Manilkara huberi, Sapotaceae) y palo de arco (Tabebuia serratifolia, Bignoniaceae) y por tanto su extracción ha ocurrido como actividad con-

140

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

comitante de la expansión de la frontera de colonización agrícola. En Pa-ragominas, Pará (Brasil) existen operaciones intensivas de extracción de madera. Según los estudios pertinentes, estas operaciones son bastante ineficientes y destructivas: aunque cosechan 1-2% de los árboles >10 cm y 16% del área basal, producen la eliminación de 33% del área basal y 50% de la cobertura forestal (Nepstad et al., 1992). Otro patrón en vías de crecimiento es la explotación de madera para hacer carbón en asocia-ción con la producción industrial de hierro, aleaciones ferrosas y cemento (Fearnside, 1990). Casi toda la madera explotada hasta ahora proviene de bosques naturales. Una excepción es el Proyecto Jarí, que consiste en una mega-plantación de árboles de Gmelina arborea, Eucalyptus spp. y Pinus caribaea, aunque los críticos han cuestionado la rentabilidad de esta operación (Fearnside, 1988).

La minería es otra actividad promovida por los gobiernos amazónicos y alimentada por capitales locales y extranjeros que ha tenido considerables impactos sociales y ambientales. En Perú y Ecuador, la exploración y ex-plotación de petróleo ha estimulado la construcción de carreteras, la co-lonización espontánea, la deforestación y en algunos casos la contamina-ción ambiental (Uquillas, 1984; Bodley, 1994; Colchester, 1995; Shepard, 1997). En el norte de Brasil, las tierras de los Yanomami y otros grupos indígenas han sido invadidas por miles de “garimpeiros” (placer miners) en busca de oro y diamantes. Algunos resultados nefastos de esta invasión son las epidemias de enfermedades contagiosas entre los indígenas, la contaminación de las aguas y la fauna acuática con mercurio y otros de-sechos y la deforestación debido a la construcción de pistas de aterrizaje, campamentos y minas (MacMillan, 1995; Sponsel, 1994). La extracción y procesamiento a gran escala de minerales como bauxita y hierro está asociada con la construcción de grandes obras hidro-eléctricas, tal como la represa Tucurui (Brasil), porque esta actividad requiere muchos insumos de energía a bajos costos (Moran, 1983a).

En vista de los problemas asociados con los procesos contemporáneos de desarrollo amazónico mencionados, diferentes científicos, políticos y activistas insisten en que se deberían implantar o intentar nuevos modelos de desarrollo. En este sentido, una de las macro-estrategias más recomen-dadas ha sido precisamente la explotación de los PFNM con miras hacia su comercialización. Este planteamiento coincide con el cambio paradigmáti-co de la filosofía del desarrollo rural que ha cobrado más fuerza durante los últimos 20 años: antes se lo concibió como un proceso de modernización basado fundamentalmente en la transferencia de nuevas tecnologías (des-de arriba hasta abajo), en tanto que ahora se maneja la noción de trans-

141

Stanford Zent

formación fragmentada, gradual y participativa (desde abajo hasta arriba). El primero pone énfasis en el crecimiento económico como indicador clave de desarrollo y el segundo resalta la noción de sustentabilidad, tratando de establecer un equilibrio entre el crecimiento económico, la conservación ambiental y el beneficio social equitativo. Los PFNM ofrecen una alternati-va factible del desarrollo sostenible en la medida en que toman en cuenta todos estos criterios, tal como se detalle en la siguiente sección.

Justificación de la estrategia de PFNMLos proponentes de la estrategia de desarrollo de PFNM han justificado

su posición en términos ecológicos, económicos y sociales. Las ventajas ecológicas de los PFNM proveen el argumento quizás más conocido y fre-cuentemente mencionado. Todos los sistemas de explotación de recursos tienen impactos potencialmente degradantes para el ambiente natural en el sentido que reducen la abundancia de poblaciones naturales de plantas y animales, abren espacios en la cobertura vegetal y disminuyen la biomasa aérea viva, pero la severidad de esos impactos son muy variables según el tipo de uso y manejo de la tierra. Según Nepstad et al. (1992), la extracción de PFNM en algunos casos conduce a la reducción de las poblaciones de diferentes especies biológicas en determinados ecosistemas mientras que las alteraciones a la cobertura boscosa no superan las que ocurren duran-te la formación de claros naturales. Por contraste, la extracción intensiva de madera o la ganadería, las cuales requieren la conversión permanente del bosque, producen alteraciones severas de la estructura y función del ecosistema ya que cambia su capacidad de regular el almacenamiento y flujo de agua, energía y nutrientes. Además, ellas alteran las interacciones entre el ecosistema y la atmósfera y otros ecosistemas adyacentes. Más precisamente, Nepstad et al. (1992) apuntan que > 90% de la cobertura forestal queda intacta en las áreas dedicadas a la extracción extensiva de PFNM mientras que la cobertura forestal ha sido reducida en 50% en las áreas donde se realizan la extracción intensiva de madera y la ganadería. En resumen, la extracción de PFNM representa la forma comercial de uso de la tierra que menos degrada los bosques naturales amazónicos.

La productividad económica real o potencial de los PFNM se compara favorablemente con la de otros sistemas de producción según diversos es-tudios. Peters et al. (1989) calcularon los beneficios económicos de explo-tar una hectárea de bosque amazónico bajo tres sistemas de producción:

1. La extracción y venta local de PFNM (frutos y látex).2. La plantación y cosecha de madera (Gmelina).

142

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

3. La conversión de bosques a pastos y cría de ganado bovino.

La metodología consistía en realizar el inventario botánico de una parcela de bosque maduro cerca de Iquitos, Perú, medir la producción anual por individuo/especie, calcular el precio por unidad de producto en el mercado local de Iquitos, restar los costos de producción (trabajo asalariado y trans-porte) y calcular el valor neto actual (NPV). Los resultados demuestran la siguiente distribución de NPV:

1. PFNM, US$6.330/ha.2. Madera, US$3.184/ha.3. Ganadería, US$2.960/ha.

La ineludible conclusión de este estudio es que la alternativa de los PFNM es la más rentable en la actualidad. Hecht (1992) realizó un estudio similar de análisis económico, comparando los costos y beneficios de la pequeña extracción de PFNM con la ganadería y la agricultura migratoria (tipo fron-tera de colonización) en el Estado de Acre, Brasil, pero tomando en cuenta algunas variables que no se consideraron en el estudio anterior: los ingre-sos económicos por casa, la productividad del uso a través del tiempo (i.e. sostenibilidad) y los costos de destrucción del bosque (i.e. costos de recu-peración de la tierra y de oportunidad). Su metodología abarcaba datos de imágenes LANDSAT sobre el uso de tierra y deforestación, datos sobre los niveles de producción y los ingresos económicos bajo los diferentes sis-temas y cálculos de los costos de recuperación necesarios para sostener el sistema de producción (por ej. fertilización y barbecho). El análisis com-parativo incorpora los cálculos de producción bajo las condiciones tanto óptimas como promedias y en base de diferentes períodos de tiempo: un año, 10 años y 15 años. Los resultados indican que la agricultura migrato-ria y la ganadería producen mayores beneficios bajo condiciones óptimas y si no se incluyen los costos de recuperación de la tierra. Sin embargo, bajo condiciones normales (no óptimas) la extracción de PFNM resulta la segunda opción más rentable (después de la agricultura migratoria) y si se agrega el costo de recuperación ecológica al cálculo, la extracción produce el mayor beneficio económico de los tres usos de tierra. La autora de este estudio concluye que aunque la extracción no es una actividad de gran lucro para los habitantes de Acre, sin embargo representa la mejor de las alternativas a largo plazo. En otro estudio, Peters (1992) propone que la productividad económica de los bosques naturales oligárquicos, domi-nados por sólo una o dos especies, es muy superior a la de los bosques

143

Stanford Zent

tropicales más diversos e incluso se aproxima al nivel de ganancia obte-nido en las plantaciones comerciales. Así, calculó los valores comerciales de los bosques dominados por seis especies económicas (manaca Euter-pe oleracea, Arecaceae; sacha mangua Grias peruviana, Lecythidaceae; seje grande Jessenia bataua, Arecacaeae; moriche Mauritia flexuosa, Arecaceae; camu-camu Myrciaria dubia, Myrtaceae y babassu Orbignya phalerata, Arecaceae), basándose en inventarios botánicos de bosques oligárquicos y estudios de mercado llevados a cabo en Brasil y Perú. Los resultados indican valores muy variables, desde US$23/ha/año (babassu) hasta US$6.660/ha/año (camu-camu). Finalmente, Mendelsohn y Balick (1995) estimaron el valor económico hipotético de los farmacéuticos no descubiertos en los bosques tropicales del mundo. Según sus cálculos, el valor social de los nuevos fármacos alcanza US$48/ha. Lo interesante de este resultado es que representa un beneficio económico a raíz de la información bioquímica, todavía no utilizada, inherente de la biodiversidad del bosque natural antes de someterlo a otros usos.

La justificación de la estrategia de los PFNM también se encuentra en el plano social, porque se considera que por esta vía se abren más y mejo-res oportunidades para la población rural y pobre. Es decir, precisamente para aquel sector de la sociedad cuya precaria situación socioeconómica supuestamente constituye el imperativo que impulsa el actual proceso del desarrollo, según algunos de los voceros oficiales. Se ha señalado que una porción considerable de la población rural amazónica ya depende de la extracción y venta de los PFNM para sobrevivir, que este “subsidio de la naturaleza” provee ingresos suplementarios críticos para muchas familias y personas, especialmente las mujeres, quienes carecen de otras oportu-nidades económicas (Hecht et al., 1988). Se piensa que la expansión de esta actividad maximizaría la creación de nuevos empleos e ingresos para la población rural y campesina porque el modo de organización, basado en el uso extensivo de la tierra y el uso intensivo de la mano de obra humana, parece favorecer la participación amplia de muchas personas. A pesar de estos beneficios sociales, algunos autores han cuestionado la sustentabi-lidad social a largo plazo de la extracción de PFNM. Homma (1992) opina que este sistema es ineficiente e inestable en términos macro-económicos y por lo tanto factible sólo en áreas de difícil acceso y de muy baja densidad demográfica. Browder (1992) señala que la mayoría de la población de pe-queños extractores no cuenta con autonomía económica, ya que trabajan al servicio de patrones e intermediarios con quienes mantienen una deuda permanente, evidentemente tal situación no estimula el manejo racional de los recursos. Estas críticas nos enseñan que la amplia distribución de la tierra o acceso al(os) recurso(s) y la seguridad territorial probablemente

144

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

constituyen los factores más críticos para garantizar la viabilidad tanto so-cial como ecológica de estos sistemas de uso de la tierra.

La discusión que hemos adelantado hasta ahora ha tratado a la estrategia de desarrollo de PFNM en términos genéricos. Sin embargo, es importante reconocer que esa actividad en la práctica se caracteriza por mucha diver-sidad en referencia a las especies biológicas, tipo de producto, técnicas de cosecha y manejos de recursos, procesamiento y mercadeo del producto, organización social del trabajo, sistema de uso de la tierra, productividad y ganancia, entre otros aspectos.

A continuación discutimos diferentes sistemas de producción y manejo de los PFNM:

1. La extracción de recursos silvestres.2. La agroforesteria. 3. La prospección biotecnológica.

La extracción de recursos silvestresEl concepto de extracción se refiere a la cosecha renovable de productos

económicos de especies silvestres en ecosistemas naturales, contrastan-do con la producción de especies cultivadas en agroecosistemas. Según las investigaciones etnobotánicas y etnoecológicas, las poblaciones indí-genas y campesinas del bosque neotropical tradicionalmente han explo-tado una inmensa variedad de recursos silvestres, tanto para el comercio como para su subsistencia (cf. Duke y Vasquez, 1994). Hoy en día esta tradición recolectora aún persiste entre un gran número de personas quie-nes cosechan productos silvestres de uso como alimento, aroma, condi-mento, forraje, abono, aceite, fibra, combustible, cosmetología, medicina humana, medicina veterinaria, magia, estimulante, irritante, veneno, orna-mento, preservativo, sexología, tinta, utensilio y otros (Duke, 1992; Brack, 1992, 1993). Se ha estimado que en la Amazonía brasileña hay entre .5 y 1.5 millones de personas que dependen de la extracción y generan alre-dedor de 100 millones de dólares (US) por año. Los productos de mayor importancia comercial en ese país incluyen: borracha (Hevea brasiliensis (Willd. ex A. Juss) M. Arg.), caucho (Castilla ulei Warb.), balatá (Mani-lkata bidentata (DC.) Chev. y otras especies), maçaranduba (Manilkara elata M. Arg.), sorva (Couma utilis M.Arg.), buriti (Mauritia flexuosa L.F.), piaçava (Leopoldina piassaba Wall.), babasu (Orbignya phalerata Mart.), copaiba (Copaifera langsdorfffii Desf.), cumaru (Dipteryx odorata (Aubl.) Wiild.), urucuri (Scheelea huebneri Burret), açai (Euterpe oleracea Mart.) y castanha (Bertholletia excelsa HB) (Browder, 1992; Anderson e Ioris,

145

Stanford Zent

1992). En Perú se han registrado 3.140 especies de plantas nativas que se utilizan por diversas razones, entre las cuales se destacan algunas con probados efectos fármaco-terapéuticos y por ende se comercian en mer-cados nacionales e internacionales: sangre de drago (Croton spp.), aceite de copaiba (Copaifera reticulata Ducke), curare (Chondodendron tomento-sum Ruiz & Pav.), cola de caballo (Equisetum spp.), pincopinco (Ephedra andina Poepp. & Endl.) y cinchona (Cinchona ledgeriana Moens ex Tre-men) (Brack, 1992, 1993; Meza, 1999). Las palmas constituyen un grupo botánico de múltiples usos económicos y de mucho potencial comercial. En Colombia, se colectan y venden varios productos derivados de palmas: mararay (Aiphanes caryotaefolia H. Wendl.), antá (Ammandra decasper-ma O.F. Cook), cumare-tucumá (Astrocaryum vulgare Mart.), güérregue (Astrocaryum standleyanum L.H. Bailey), lata (Bactris guineensis (L.) H.E. Moore), palmas de ramo (Ceroxylon spp.), caña de San Pablo (Chamae-dorea pinnatifrons Oerst.), palma escoba (Crysophila kalbreyeri ), chicón (Dictyocaryum lamarckianum H. Wendl.), naidí (Euterpe oleracea Mart.), palmicho (Euterpe precatoria Mart., Geonoma lindeniana H.Wendl.), chi-quichuiqui (Leopoldina piassaba Wall.), aguaje (Mauritia flexuosa L.F.), jicra (Manicaria saccifera Gaertn.), tagua (Phytelephas macrocarpa Rui& Pav.), palma amarga (Sabal mauritiiforme Grisib. & H.Wendl.) y palma de vino (Scheelea butyracea Karst. ex H. Wendl.) (Bernal, 1992). En Ecuador, la mayoría de las palmas comerciales son especies silvestres: Aphandra natalia (Balslev) Barfod, Astrocaryum spp., Euterpe chaunostachys Burret, Prestoea trichoclada (Burret) H. Balslev & A. Henderson, Iriartea deltoidea Ruiz & Pav., Jessenia bataua Burret, Parajubea cocoides y Phytelephas aequatorialis Spruce (Pedersen y Balslev, 1992).

A pesar de la gran variedad de valiosos productos y el importante papel que juegan en las economías amazónicas, la potencialidad y vitalidad de la economía extractivista había permanecido hasta hace poco casi “invisible” en los planes de desarrollo (Hecht et al., 1988), en parte porque la extrac-ción constituye una actividad secundaria o complementaria para muchas personas. La mayor visibilidad de esta actividad en los últimos años se debe al movimiento social asociado con la creación de las reservas de extracción como solución a los defectos sociales y ecológicos de la tra-yectoria dominante del desarrollo. Las reservas de extracción se refieren a áreas de bosques protegidas donde las poblaciones residentes tradicio-nales manejan colectivamente la extracción y uso sostenido de productos forestales tales como el caucho, la castanha (o nuez de Brasil) y el palmito. Esta figura de uso de la tierra fue inventada a mediados de los años ochen-ta por una alianza de grupos locales de seringueros (explotadores de látex de caucho) y científicos en la parte occidental de la Amazonía brasileña

146

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

(particularmente el Estado de Acre), quienes propusieron este mecanismo como acción de resistencia en contra de las invasiones y confiscaciones territoriales por parte de los ganaderos y empresas dedicadas a la espe-culación inmobiliaria. Los motivos de esta proposición fueron: 1) garantizar la seguridad territorial para las poblaciones de extractores, 2) establecer una base económica sólida que sirviera para mejorar su nivel de vida y 3) proteger los ecosistemas de bosque de la deforestación. Las primeras reservas de extracción se declararon en tierras públicas en el Estado de Acre a través del otorgamiento de derechos de usufructo a los residentes tradicionales quienes se ocupan de la agricultura de subsistencia y la ex-tracción de la savia de caucho y los frutos de castanha para la venta. En el año 1990, el gobierno brasileño oficializó este nuevo viraje al designar 14 reservas de extracción que cubren más de 3 millones de ha en los Estados de Acre, Rondonia, Amapá y Amazonas. Partiendo de este movi-miento social local, el concepto de reservas de extracción ha ganado más fuerza y ha sido adoptado y/o apoyado por algunas organizaciones am-bientalistas, la comunidad internacional financiera y otros gobiernos como una alternativa verde al desarrollo amazónico (Fearnside, 1989; Allegretti, 1990; Schwartzman, 1992; Anderson, 1992). En otros países amazónicos se han creado áreas protegidas de ocupación humana y uso sostenible de recursos silvestres, similares en forma y función a las reservas de ex-tracción. Por ejemplo el Proyecto Palcazu del Manejo de los Recursos de la Selva Central de Producción Forestal en Perú, la Reserva Cuyabeno de Producción de Fauna Silvestre en Ecuador y el Programa Chimane de Conservación en la región Beni de Bolivia (cf. Hartshorn, 1990; Redford y Padoch, 1992).

A pesar de las obvias ventajas sociales y económicas asociadas con el extractivismo, la expansión o aplicación generalizada de este modelo de desarrollo sigue siendo un tema contencioso. Existen diversas críticas a esa posición.

En primer lugar, las economías extractivistas son notoriamente inesta-bles y frágiles. El aumento en la demanda para ciertos productos que es-timula la expansión de producción puede conducir a dos consecuencias:

1. A la sobre-explotación de las fuentes naturales del producto y por ende la degradación de los recursos base.

2. A la substitución del producto silvestre a través de la domes-ticación y/o la invención sintética del producto. En cualquier caso, el resultado es la pérdida de las condiciones económi-cas necesarias para la continuidad de la producción (Homma, 1992).

147

Stanford Zent

Segundo, los precios de algunos productos naturales fluctúan bastante en los mercados internacionales, de tal manera que el nivel de ingreso y la productividad del trabajo para el productor local son muy variables y están fuera de su control. Por ejemplo, Anderson (1992) ha señalado que los precios internacionales de 11 de los 15 PFNM más importantes producidos en Brasil han caído en los últimos años. Además, la extracción de caucho silvestre es económicamente viable sólo porque el gobierno brasileño sub-sidia el precio de venta y por lo tanto los planes oficiales ahora ponen más énfasis en establecer plantaciones de este producto en otras regiones del país y no en expandir la producción silvestre.

Tercero, se ha comentado que la mayoría de la población de extractores vive en condiciones de pobreza y en este sentido es especialmente suscep-tible a prácticas orientadas a maximizar su beneficio a corto plazo pero que degradan las fuentes naturales del recurso a largo plazo. Este problema se-ñala la suma importancia de que la distribución y protección de superficies sean adecuadas para satisfacer las necesidades de las familias dedicadas a la actividad extractivista. Fearnside (1989) reporta que las áreas explotadas en la Amazonía brasileña son de 300-500 ha/familia. Con base en esas ci-fras, se ha criticado que este modo de producción sólo puede sostener a una población dispersa (1-1.7 personas/km²) y por lo tanto no es capaz de absorber las grandes poblaciones de campesinos sin tierra o de habitantes urbanos sin empleos (Browder, 1992).

Cuarto, el trabajo de extracción requiere que la persona posea conoci-mientos y actitudes especiales que no son fácilmente transferibles a quie-nes no tienen experiencia en esta línea de trabajo.

Quinto, la productividad económica del extractivismo es baja en términos de tanto el uso de la tierra como la fuerza humana debido a la composición biológica heterogénea del bosque tropical y la gran dispersión de los sitios de extracción. Por lo tanto, se considera que sea factible solamente en bosques caracterizados por alto volumen (por ej. bosques oligárquicos) o por alto valor/volumen, o en zonas aisladas donde la densidad demográ-fica es baja (Nepstad y Swartzman, 1992; Peters, 1992; Anderson, 1992).

En resumen, la ampliación de la extracción de productos naturales silves-tres probablemente depende del cumplimiento de los siguientes criterios:

1. Competitividad económica (suficiente demanda y precios que cubran todos los costos de producción) y usos alternativos de la tierra.

2. Infraestructura adecuada (mercados, almacenes, transporte).

148

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

3. Servicios sociales, bienes y alimentos para las poblaciones de extractores.

4. Seguridad territorial.5. Organización cooperativa de los grupos locales de extractores

(Nepstad y Swartzman, 1992).

A pesar de los problemas mencionados, los sistemas actuales de pro-ducción y comercio de productos naturales silvestres son todavía poco conocidos a niveles tanto empírico como teórico y por lo tanto deberían ser estudiados a fondo para así determinar mejor su potencialidad y capaci-dad de expansión geográfica y económica. También es menester recalcar que casi toda la población de extractores practica esta actividad en com-binación con otras actividades económicas (agricultura de tala y quema, cacería, pesca, trabajo asalariado, artesanía, etc.) y asimismo sugerimos que el camino hacia el desarrollo sustentable se construya con base en la integración complementaria de varios sistemas de producción, entre los cuales la extracción de productos silvestres constituye un elemento impor-tante, entre otros.

La agroforesteríaLos sistemas de manejo del bosque que imitan las perturbaciones na-

turales en tamaño, duración y frecuencia son los más idóneos desde una perspectiva ecológica (Uhl, 1983; Jordan, 1984; Anderson, 1990). Tales sistemas conservarían la integridad funcional de los ecosistemas foresta-les y al mismo tiempo surtirían modestos retornos económicos. La agricul-tura itinerante de pequeña escala corresponde al arquetipo de este tipo de sistema en la medida que se asemeja a la formación de claros naturales y a la sucesión de comunidades bióticas que sigue este evento. La agricul-tura itinerante, también llamada agricultura de tala y quema o conuco (en Venezuela), es la forma tradicional de agricultura predominante en las tie-rras bajas suraméricanas. Dicha forma se define como un sistema agrícola caracterizado por un ciclo rotativo en el uso de las tierras de producción, oscilando entre períodos de cultivo activo y períodos de descanso (barbe-cho), siendo los segundos más largos que los primeros (Conklin, 1961).

Las formas y técnicas de manejo específicas de este sistema agrícola pueden ser muy variables (cf. Ruthenberg, 1980). Los grupos indígenas y campesinos tradicionales de la región (por ej. los caboclos en Brasil o los ribereños en Perú), normalmente practican sistemas “integrales” de agri-cultura o de subsistencia en donde tal actividad constituye el enfoque de su

149

Stanford Zent

vida económica y además es muy integrado (a veces ritualmente) con va-rios otros aspectos del sistema sociocultural. En algunos sistemas integra-les establecidos, la creación periódica de nuevos conucos no contempla la tala de bosques primarios altos (sino los bosques secundarios) y en tal sentido implica la rotación renovable de la tierra (cf. Conklin, 1957; Ruddle, 1974). Haciendo una descripción muy genérica de este sistema, notamos que el ciclo agrícola empieza con la selección de una pequeña parcela de bosque alto secundario (usualmente no mayor de 1-2 ha). Algunos grupos utilizan indicadores bióticos o edáficos para escoger el sitio, como es el caso del grupo Piaroa de Venezuela quienes utilizan la floración del árbol pionero Sclerolobium guianense (Mimosaceae) para identificar suelos ap-tos para establecer conucos (Zent, 1995). Después se tala la vegetación grande, normalmente durante la estación seca y se la deja secar por algu-nos meses. Antes de la llegada de las primeras lluvias del invierno, se que-ma la vegetación seca (a menos que se trate de un ambiente muy húmedo, en cuyo caso la vegetación cortada funciona como estiércol y paja), acción que sirve para liberar los nutrientes de la biomasa y transferirlos al suelo donde están disponibles para la captación y sustento de los cultivos. Al iniciar las lluvias, la parcela está policultivada, es decir sembrada con una mezcla variada de cultivos anuales y perennes, herbáceos y arbustivos, trepadoras y árboles, de manera que la estructura y la diversidad biótica del conuco asemejan las del bosque. El período de cultivo y cosecha activa normalmente dura 2-4 años y después se abandona la parcela pese a que podrían seguirse cosechando algunas plantas cultivadas de larga vida por varios años mas. El barbecho o período de descanso de la parcela en los sistemas tradicionales suraméricanos normalmente es largo, de 20-25 (o más) años, hasta que se reestablece el bosque alto, tiempo en el cual se puede repetir el ciclo de nuevo.

En resumen, este sistema se caracteriza por:

1. La creación de perturbaciones a pequeña escala y por poca duración, semejante a las alteraciones naturales.

2. El aprovechamiento de los procesos regenerativos naturales como elemento central del sistema de producción.

3. La manipulación y utilización de la vegetación sucesional.

Por contraste, los grupos de colonos manejan sistemas agrícolas “parcia-les”, los cuales constituyen actividades económicas secundarias y/o cuyo motivo central es el interés económico individual. Los operadores del se-gundo tipo son normalmente menos conocedores del medio ambiente local

150

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

y sus prácticas suelen ser más destructivas para el ambiente en el sentido de que consisten en talar bosques altos primarios, alta movilidad y/o la prolongación del período de cultivo y/o la reducción del período de barbe-cho (cf. Conklin, 1957; Ruddle, 1974). La secuencia más común de uso de tierra bajo ese sistema es conuco-monocultivo-pasto-pasto abandonado y degradado (Hiraoka, 1992).

Quizás el aspecto más comentado acerca de los sistemas agrícolas tra-dicionales amazónicos desde una perspectiva desarrollista es que incor-poran o constituyen elementos agroforestales. La agroforestería se define como un sistema de producción sustentable que combina, en forma si-multánea o secuencial dentro del mismo terreno, la producción de cultivos anuales y/o la cría de animales con especies arbóreas y/o silvestres (De-nevan y Padoch, 1987). Aunque la agricultura itinerante opera en función de una fase larga de barbecho, durante la cual se recupera la biomasa fo-restal, en muchos casos el abandono no es abrupto sino gradual ya que se siguen cosechando recursos paulatinamente de las parcelas por períodos extendidos. Además, los sistemas agroforestales dependen del “manejo del barbecho”, lo cual implica varias técnicas de manipular la vegetación secundaria en la parcela agrícola, tales como:

1. La asociación de cultivos de plantas arbustivas y arbóreas de larga maduración con los cultivos anuales o de corta duración.

2. El cultivo de especies morfológicas y ecológicamente análo-gas a las especies naturales sucesionales.

3. La distribución temporal de las plantaciones en el espacio.4. La limpieza selectiva de la maleza.5. La plantación, transplante y/o protección de plantas silvestres

utilitarias.6. El mejoramiento de las condiciones edáficas por medio de la

aplicación de fuego y/o aditivos de tierra importada o abono or-gánico (Denevan y Padoch, 1987; Irvine, 1989; Hecht y Posey, 1989; Zent, 1995).

A través de la manipulación de la vegetación secundaria, la producción de recursos se extiende en el tiempo. Tal manipulación afecta no solamen-te comunidades e individuos de plantas sino varias especies de animales de cacería que suelen buscar su comida o resguardo en los hábitats se-cundarios. Así que los conucos viejos y bosques secundarios constituyen lugares aptos para encontrar diferentes especies de animales y por lo tanto

151

Stanford Zent

son frecuentados por los cazadores (Posey, 1983; Baleé, 1985; Redford et al., 1992; Zent, 1995, 1997). Se consideran que los sistemas agroforesta-les tradicionales ofrecen modelos y lecciones para el diseño de sistemas de manejo sustentable del bosque porque logran unir la producción agrí-cola con el manejo y conservación de la biota forestal.

Además de las ventajas ecológicas, diferentes estudios han demostrado que la agroforesteria tiene la capacidad de producir considerables bene-ficios económicos también. Para la gran mayoría de los sistemas agrofo-restales en la región pan-amazónica, especialmente los practicados por las diversas poblaciones indígenas que habitan las zonas interfluviales y remotas, la orientación fundamental es hacia la subsistencia. Sin embargo, en las áreas cercanas a los principales centros urbanos, especialmente Iquitos, Manaus, Santarem y Belém y en las orillas de los grandes ríos, se encuentran varios sistemas agroforestales de orientación más comer-cial (Hiraoka, 1992). Quizás el sistema agroforestal mejor documentado pertenece a los amerindios Bora de Perú (Denevan y Padoch, 1987). Los barbechos manejados en el sistema Bora producen una gran variedad de especies explotados para construcción, leña, comida, medicina, artesanía y otros usos por períodos de 10 años o más. Se encontró que el compo-nente de especies útiles es más alto en los barbechos manejados que en los barbechos no manejados. También se registró que varios productos cosechados en los barbechos se comercializan en la región de Iquitos. Padoch (1987) identifica 13 especies, de uso alimenticio, medicinal, látex y fibra, que los Bora venden y calcula que estas transacciones proveen ingresos monetarios considerables para algunas unidades domésticas. Tomando en cuenta este caso, sugerimos que la capacidad productiva de muchos sistemas agroforestales es ahora subutilizada y el problema de captar este potencial depende más en las condiciones del mercado (de-manda, precios, transporte).

Anderson (1992) observa que los sistemas agroforestales amazónicos reflejan mucha diversidad y particularidad local y sugiere la utilidad de cla-sificar los sistemas según el contraste de extensivo/intensivo. Los siste-mas extensivos se caracterizan por el uso de superficies más grandes y menos inversión de trabajo humano mientras que los sistemas intensivos implican el uso de superficies relativamente pequeñas y mayor inversión del trabajo humano.

El primer tipo se ejemplifica por los ribereños de la isla de Combu, cerca de la ciudad de Belém, en el estuario del Río Amazonas, quienes combi-nan huertas familiares y el manejo de productos forestales, principalmente la palma açai, cacao y caucho, bajo la cobertura forestal nativa. Se estima

152

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

que los ingresos monetarios bajo este sistema alcanzan $2.547,63/unidad productora/año y $70,77/ha/año.

En Tomé-Açu, a unas seis horas por carretera terrestre de Belém, se encuentra un ejemplo de un sistema agroforestal intensivo practicado por inmigrantes japoneses. En este sistema se ha reemplazado la flora nativa en casi su totalidad por policultivos elaborados de árboles y otros culti-vos anuales y perennes del sotobosque. Aunque este sistema requiere altos insumos de capital y trabajo humano, los retornos económicos tam-bién son altos: $9.499,50/unidad productora/año y $339,27/ha/año. Los ingresos monetarios registrados en estos dos lugares se comparan favo-rablemente con los ingresos de otros habitantes de la región amazónica, incluyendo extractores de productos silvestres en Acre y colonos de la región transamazónica (Anderson, 1992; Moran, 1981). Se considera a los sistemas extensivos más aptos para zonas de mayor disponibilidad de tierra (i.e. áreas de baja densidad poblacional) mientras que los sistemas intensivos se adecuan mejor a las regiones de mayor disponibilidad de fuerza humana (i.e. donde la población está más concentrada).

Pese a los atractivos ecológicos y económicos antes mencionados, que-da por determinar hasta que punto la agroforestería ofrece una alternativa tecnológica viable para el desarrollo amazónico a gran escala. Recordando que muchos sistemas agroforestales son extensivos en su uso de la tierra y que la población regional sigue creciendo, Anderson (1992) y otros plan-tean la necesidad de intensificar y mejorar los sistemas actuales tomando en cuenta los múltiples factores ambientales, económicos y sociales del contexto local. En particular, se hacen las siguientes recomendaciones:

1. Adecuar la selección de las asociaciones de cultivos a las con-diciones ecológicas, económicas y sociales locales.

2. Regular los presupuestos y flujos de nutrientes en el suelo bajo el conuco-barbecho.

3. Asegurar el acceso al mercado.4. Ajustar la escala de producción a las necesidades y capacida-

des del productor.

La realización de este innovador programa requeriría la colaboración e integración de los principios y técnicas de manejo empleados en los siste-mas agroforestales tradicionales con los conocimientos y tecnologías pro-venientes de la ciencia.

153

Stanford Zent

La prospección bio-tecnológicaEn los últimos 20 años, se observa una creciente tendencia a percibir

y valorizar a los bosques húmedos tropicales de alta biodiversidad de la cuenca amazónica como un “emporio de germoplasma para nuevas plan-tas económicas aún sin explotar” (traducción nuestra) (Schultes, 1979: 259). Según esta lógica, el bosque natural inalterado posee más valor des-de perspectivas económicas, científicas, humanitarias, etc. que otras for-mas de uso de la tierra en virtud de la gran riqueza de diferentes especies biológicas que proveen innumerables indicadores materiales e intelectua-les para el descubrimiento y desarrollo de nuevos productos biotecnoló-gicos. Por lo tanto, se propone que la actual protección de los bosques naturales forma parte de una estrategia de desarrollo bio-genético que producirá más beneficios sociales y económicos a largo plazo. Esta idea ha estimulado una ola de investigaciones en prospección bio-genética o bio-química, es decir la búsqueda de nuevos genes o moléculas en or-ganismos naturales con aplicaciones o fines comerciales. En particular, numerosos equipos de investigación interdisciplinarios (especialistas en Botánica, Química, Farmacología, Medicina y/o Antropología) de origen tanto académico como corporativo se han dedicado al descubrimiento de plantas con aplicaciones farmacológicas (Balick et al., 1996). Otra área de investigación con claras implicaciones económicas es la colección, trasla-do y almacenamiento de material genético de las variedades locales (lan-draces) de diferentes plantas cultivadas. Además del recurso biogenético en sí mismo, también se ha reconocido el valor científico y económico de la información cultural y práctica sobre la biodiversidad poseída por los habi-tantes humanos locales (Posey, 1992). Basándose en esta lógica, algunas investigaciones en bioprospección se caracterizan como “etno-dirigidas”, es decir, se aprovechan de los conocimientos etnobiológicos tradicionales de las poblaciones indígenas y locales para orientar y delimitar los bioen-sayos y otras formas de prospección.

Se ha demostrado que esta técnica de investigación es más eficiente y económica que las prospecciones basadas en muestras al azar o en grupos filogenéticos (Balick y Cox, 1996). La práctica de aprovechar los conocimientos etnobiológicos locales ha generado mucho debate y discu-sión acerca de los derechos de propiedad intelectual y la justa compen-sación que corresponde a los proveedores de información (Cunningham, 1993; Posey y Dutfield, 1996). Algunos autores opinan que la etno-biopros-pección es equivalente a la biopiratería (Kloppenburg, 1991; Shiva, 1995) mientras que otros consideran que pueden producir beneficios mutuos para todos los participantes (King et al., 1996; Moran, 1999). Algunos equipos

154

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

de investigación y compañías, por ejemplo Shaman Pharmaceuticals Inc., hacen contratos con los colaboradores locales que estipulan pagos com-pensatorios, tales como regalías monetarias por cualquier producto comer-cial descubierto por este proceso (Balick, 1990; Daly, 1992; King, 1992). Sin embargo, estos beneficios son más teóricos que reales, porque la pro-babilidad de descubrir un fármaco nuevo es muy pequeña (1/50.000 hasta 1.000.000 bioensayos) y el proceso de desarrollar un producto comercial nuevo es largo (entre 9 y 12 años) y muy costoso (US$125.000.000 por droga comercial en la década de los 80). Tomando en cuenta tales cifras, no es una exageración decir que la bioprospección se asimila a un juego de lotería con perspectivas de ganar muy remotas y por lo tanto no ofre-ce una estrategia viable de promover ni el desarrollo de las comunidades tradicionales y rurales ni la conservación de áreas de alta biodiversidad.

El establecimiento de reservas y programas etno-biomédicos representa otra alternativa del desarrollo biotecnológico con una orientación más par-ticipativa y localista en el sentido que la intención es beneficiar más directa e inmediatamente a las poblaciones locales, además de propiciar la con-servación de hábitats naturales y la investigación científica. Las reservas etno-biomédicas son áreas protegidas y designadas para la explotación, investigación y enseñanza/aprendizaje de plantas medicinales. Las inves-tigaciones abarcan tanto la investigación científica de la biología y ecología de plantas medicinales, con el fin de promover las prácticas de extracción sostenibles, como la documentación de los conceptos y usos terapéuticos locales de las plantas. La segunda actividad se orienta al rescate, rena-cimiento y transmisión de conocimientos etnomédicos entre la población local en los casos en que se hayan perdido, con el propósito último de fortalecer su capacidad de cubrir independientemente sus necesidades terapéuticas.

El concepto de reserva etno-biomédica es relativamente reciente, existen pocos ejemplos concretos (los más conocidos se crearon en Belize y Mada-gascar) y todavía no se sabe de los resultados a largo plazo (Wood Sheldon et al. 1997). Otro proyecto en salud comunitaria e integral parecido, llama-do “Aplicación de Medicina Tradicional (AMETRA 2000)” ha sido imple-mentado en Madre de Dios, Perú. Además de los fines de conservación y capacitación etno-biomédica, los objetivos de este programa incluyen el cultivo de aproximadamente 100 plantas medicinales con miras a reducir los niveles de presión de cosecha entre las poblaciones naturales y posi-blemente crear las bases de producción adecuadas para la creación de micro-empresas dedicadas a la fabricación y comercio de remedios natu-rales (Alexiades y Lacaze, 1996).

155

Stanford Zent

Sinopsis de la política de desarrollo en la Guayana venezolana, 1970-2000

La experiencia con el desarrollo de la frontera amazónica en Venezuela ha sido muy distinta de la historia relatada anteriormente con referencia a los otros países amazónicos. Precisamos que cuando se habla de la fron-tera amazónica en este contexto nacional se refiere a toda la región de la Guayana venezolana, la cual abarca los Estados de Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro o en otras palabras toda la porción del país al sur del Río Orinoco. La primera diferencia notable es que la mayor parte de los eco-sistemas forestales quedan intactos. Diferentes formaciones boscosas cu-bren aproximadamente 83% de la superficie geográfica en la Guayana ve-nezolana (Huber, 1995b: 105) las cuales constituyen 79% de los bosques que existen en todo el país. El resto de la superficie consiste de diversas comunidades naturales de arbustales, herbazales (sabanas) y formación pionera (ecosistemas saxícolas). Sin embargo, se consideran que algunos ecosistemas de sabana (Gran Sabana, Sierra Parima) son por lo menos parcialmente de origen antropogénico, creados a través de largos períodos de ocupación e intervención humana por grupos indígenas (Fölster, 1992; Huber et al, 1984). Es difícil estimar las tasas acumulativas o recientes de deforestación en la región debido a que nadie se ha ocupado en registrar los cambios diacrónicos en la cobertura forestal en el país. También los actuales controles e inspecciones de los manejos e impactos forestales por parte de las instancias nacionales competentes son deficientes, con el resultado de que realmente no se conocen todas las zonas y extensio-nes que se han deforestado. Pese a este vacío de información, todas las fuentes conocidas consideran que los bosques están casi intactos aunque esta situación está empezando a cambiar con el crecimiento poblacional y la expansión (incipiente) de las actividades mineras y madereras (Huber, 1995c; Miranda et al., 1998).

En todo caso, la información disponible indica que los impactos se con-centran principalmente en unas pocas zonas periféricas de la región. Las zonas y tipos de mayor impacto ambiental se detallan a continuación:

1. La reserva forestal de Imataca y el lote boscoso de San Pedro en la parte nor-oriental del Estado Bolívar, donde se encuentran operaciones de extracción comercial de madera y de oro.

2. El eje Ciudad Guayana (Puerto Ordaz)-Ciudad Bolívar en el ex-tremo norte del Estado Bolívar, el cual corresponde al polo de crecimiento urbano-industrial más grande de la región.

156

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

3. El Lago Guri, cuya extensión se amplió considerablemente al construir la Represa Raúl Leoni, en el bajo Río Caroní en el norte del Estado Bolívar.

4. Los corredores El Callao-Las Cristinas y El Callao-Bochinche en el noreste del Estado Bolívar, donde prevalece la minería de oro de pequeña escala.

5. Los Pijiguaos, en el noroccidente del Estado Bolívar, sitio de minas de bauxita de gran escala y a cielo abierto.

6. La zona metropolitana de Puerto Ayacucho (PA) y los ejes de carretera norte (PA-El Burro) y sur (PA-Samariapo) en el sector noroccidental extremo del Estado Amazonas, el polo principal de urbanización y colonización agrícola en ese Estado.

7. La zona aledaña a Tucupita en la parte occidental del Estado Delta Amacuro, el polo principal de urbanización y expansión agrícola en ese Estado. Pese a esos impactos, es menester en-fatizar que la escala de deforestación y alteración ambiental en la Guayana venezolana no se acerca a la escala de los impac-tos registrada en los otros países amazónicos (Huber, 1995c; Miranda et al., 1998).

Al analizar las razones por las cuales se han salvado los ambientes natu-rales en la Guayana venezolana de los impactos devastadores sufridos en los otros países, empezamos con la observación de que una gran porción de la superficie de la región corresponde a Áreas Bajo Régimen Especial (ABRAE). El concepto de ABRAE se refiere a áreas protegidas de diversas clasificaciones y usos legales que son administradas directamente por di-ferentes agencias gubernamentales en las que cualquier actividad humana que se pretenda llevar a cabo se regula por leyes especiales.

En 1992, los ABRAE cubrían 72% de la superficie de la Guayana vene-zolana, distribuidos en las siguientes clases: a) 31% son áreas designadas exclusivamente para la conservación (Parques Nacionales, Monumentos Naturales, Reservas de Biosfera), donde la explotación humana está com-pletamente prohibida con la excepción de los usos tradicionales de los residentes indígenas; b) 25% están designadas para la extracción racional de madera (Reservas Forestales, Áreas Boscosas bajo protección, Lotes Boscosos), siendo estrictamente condicionadas en la aprobación de pla-nes de manejo sostenible; y c) 16% corresponde a Zonas Protectoras, donde se permiten sólo usos racionales que no impliquen la alteración de las comunidades naturales (Huber, 1995c: 205). El apogeo de esta política

157

Stanford Zent

de protección ambiental se aplica al Estado Amazonas donde la cobertura forestal cubre 93% de la superficie y por tanto se instauraron un comple-jo mosaico de múltiples y a veces solapadas ABRAE, incluyendo: cuatro Parques Nacionales (Yapacana, Duida-Marahuaka, Serranía de la Neblina y Parima-Tapirapecó), 19 Monumentos Naturales (todas las zonas monta-ñosas sobre los 800 m.snm.), una Reserva de Biosfera (Alto Orinoco-Casi-quiare), una Zona Protectora (la cuenca del Río Cataniapo) y una Reserva Forestal (Sipapo). Las actividades explotativas están muy restringidas en todas estas áreas; en esencia las únicas actividades legales se limitan a las prácticas de explotación de recursos tradicionales de las poblaciones locales. Adicionalmente, la extracción de madera y la minería están prohi-bidas en todo el Estado, aunque la implementación efectiva de esta ley en el caso de la minería es en realidad débil (MARNR, 1992; Franco, 1997).

En segundo lugar, la colonización demográfica y agrícola constituyen procesos de limitado o bajo impacto. Aunque la población está creciendo rápidamente (de 259.279 en 1961 a 1.120.000 en 1990), la inmigración de personas se limita básicamente a los centros urbanos y sus áreas ad-yacentes en los extremos nor-occidental, norte y nor-oriental de la región (Huber, 1995c). El reducido nivel de inmigración se debe a las característi-cas socioeconómicas particulares de Venezuela. Debido a su condición de país con inmensos recursos petroleros, no existen las mismas presiones demográficas, sociales y económicas que estimulan las numerosas olas de colonización ocurrentes en los restantes países amazónicos. La expan-sión de la economía petrolera desde los años cuarenta estimuló migra-ciones masivas de personas de las zonas rurales a las urbanas pero casi todos estos movimientos se limitaron al norte del país y no tocaron al sur. Tampoco hubo mucho interés por parte de la empresa privada aparente-mente debido a la abundante oferta de mejores oportunidades económicas en el norte del país. Por tanto, la política oficial de desarrollo en la región ha enfatizado más bien los objetivos geopolíticos muy por encima de los económicos o sociales. Es decir que los lineamientos de los programas de colonización, integración y desarrollo emprendidos se determinaron por la prioridad de fortalecer la seguridad y control por parte del Estado en las zonas fronterizas y así desalentar las aspiraciones territoriales hostiles de los países vecinos (Guyana, Brasil y Colombia). Es mediante este orden de prioridades que explicamos el eventual impacto truncado de la frontera económica nacional en la región.

Durante la bonanza económica de los años sesenta y setenta, el én-fasis en el crecimiento económico para la región Guayana se dirigía al desarrollo de la minería, la energía hidro-eléctrica y la madera en tierras

158

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

públicas, principalmente en el norte y noreste del Estado Bolívar. Se creó la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) al principio de los años sesenta para administrar los recursos naturales y organizar el proceso de desarrollo a través de la creación de varias empresas públicas subsidia-rias. Las compañías afiliadas y sus actividades comerciales-industriales más importantes incluyen: a) EDELCA (Electrificación del Caroní), entidad responsable de la creación y administración de energía hidroeléctrica, en el bajo Río Caroní (al centro-norte del Estado); b) BAUXIVEN (Bauxitas de Venezuela), dedicada a la explotación de bauxita en los Pijiguaos, bajo Río Suapure (al oeste del Estado); c) FERROMINERA, compañía creada para realizar la extracción y procesamiento de hierro, principalmente en las áreas de El Pao y Ciudad Piar (al noreste del Estado); y d) TECMIN (Téc-nica Minera), encargada de la investigación, planificación y administración de la minería de oro, diamantes y otros minerales, actividad concentrada en las cuencas de los ríos Cuyuní, bajo Caroní y medio Guaniamo (al norte y noreste del Estado). Asociado con la producción minera, se construyó un enorme complejo industrial en Matanzas, cerca de Ciudad Guayana, que representa el foco principal de producción y empleo industrial en la región. Por otra parte, la región sur de Bolívar ha quedado muy aislada y en gran medida protegido de estos proyectos de desarrollo ya que existen varias ABRAE restrictivas: los Parques Nacionales Canaima y Jaua-Sarisariña-ma, varios Monumentos Naturales que corresponden a los numerosos te-puyes y cadenas montañosas de la región y las Reservas Forestales de grandes extensiones en los ríos Caura y Paragua.

Las actividades comerciales principales realizadas en el sur incluyen el turismo, especialmente en la Gran Sabana y la minería de diamantes de pequeña escala, en los altos Ríos Caroní, Paragua y Guaniamo. Los gru-pos indígenas del Estado Bolívar, entre los cuales se cuentan los Pemón, Kari’ña, Panare (Eñepa), Hotï, Piaroa (Uwothuha), Yekuana, Yanomami (Sanuma y Shirian) y Guahibo (Hiwi), han sido muy marginales al proceso de desarrollo mencionado arriba. La mayoría de ellos viven en los muni-cipios Gran Sabana (38%) y Cedeño (20%) en áreas rurales de difícil ac-ceso terrestre o que corresponden a ABRAEs. Al mismo tiempo, se puede detectar un proceso ya bastante avanzado de migración y concentración creciente de la población indígena en ciertas zonas de contacto interétnico: a lo largo de las carreteras El Dorado-Santa Elena de Uairén, Caicara-Ciu-dad Bolívar y Caicara-Puerto Ayacucho y en las sedes de misiones (por ej. Kavanayen, Kamarata, Wonken, Santa María de Erebato, Majawaña, San José de Kayamá). Otra tendencia notable en su patrón de asentamiento es la nucleación y la sedentarización de las comunidades y la densificación de comunidades satélites más pequeñas alrededor de las comunidades más

159

Stanford Zent

grandes; estos cambios han sido fomentados en parte por la política del Estado de ofrecer servicios (escuelas, medicaturas, viviendas, etc.) y otros beneficios (por ej., títulos de propiedad) solamente en las áreas donde reúne una población de cierto tamaño y estabilidad. La principal ocupación económica de los indígenas es la producción de alimentos y otros mate-riales para la subsistencia aunque también algunos se dedican estacional o parcialmente a la minería artesanal, el turismo o el trabajo asalariado (Arvelo-Jiménez et al., 1990; OCEI, 1993; Huber, 1995a, 1995c).

En el Estado Amazonas hubo un corto período, entre 1969 y 1974, cuan-do el gobierno intentaba implantar un ambicioso programa de desarrollo económico bajo el auspicio de la Comisión para el Desarrollo del Sur (CO-DESUR). Sin embargo, los aspectos socioeconómicos de este programa se orientaban más bien hacia la integración económica y la modernización tecnológica de la población indígena ya asentada allí y no en la coloni-zación o inmigración de grupos ajenos. En todo caso, los planes de esta iniciativa nunca se materializaron y la tendencia desarrollista convencional cambió con el próximo gobierno y desde aquel momento la política oficial de manejo del entonces Territorio (ahora Estado) Amazonas ha reflejado un énfasis claramente conservacionista, guiado por la visión de que los inmensos bosques de la región sur constituyen un patrimonio natural que debe ser preservado y guardado para el bien y desarrollo de las futuras generaciones de la nación. Pese a la brevedad de CODESUR, se lograron efectuar no obstante, algunas transformaciones sociales fundamentales y permanentes entre la población indígena residente. Según Perera (1995: 10-11), los legados más significativos y duraderos fueron: a) la reproduc-ción a pequeña escala del aparato burocrático ministerial en la capital, b) numerosas obras de infraestructura socio-asistencial (medicaturas, escue-las, pistas de aterrizaje), c) la implantación de una cultura de clientismo político y caridad oficial y d) el comienzo de la desestructuración cultural irreversible de los pueblos indígenas. Uno de los objetivos claves del CO-DESUR fue la “integración selectiva” de los pueblos indígenas desde pun-tos de vista social, económico y político. En el Estado viven por lo menos quince etnias con idiomas, culturas, historias y fenotipos distintos. En par-ticular se intentaba implantar una “conciencia de ciudadanía” entre grupos que no hablaban el idioma nacional, no tenían cédulas de identidad, casi no producían ni consumían bienes del mercado y no compartían la cultura criolla (Oldham, 1995; cf. CODESUR, 1970). La estrategia de integración consistía en la “dotación generosa” por parte del gobierno nacional de dife-rentes formas de asistencia social (atención médica, escuelas, viviendas, luz, agua potable) y económica (cargos públicos a nivel local, créditos para proyectos de desarrollo, subsidios de precios, suplementos alimenticios).

160

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Pero la distribución y disponibilidad de los programas de asistencia socio-económica se limitaba a comunidades de cierto tamaño y permanencia y en los puntos de fácil acceso para los funcionarios públicos. El efecto so-ciodemográfico de esta dotación restringida fue entonces, la movilización y concentración de una gran porción de la población indígena desde las zonas remotas, donde antes vivían en asentamientos dispersos y semi-nomádicos, hasta las zonas fluviales y más accesibles, donde ahora re-siden en comunidades más grandes y permanentes. Como consecuencia de esta transición geo-demográfica, se han desatado otra serie de cam-bios que han llevado a las poblaciones indígenas inexorablemente hacia la integración socioeconómica y la aculturación a la sociedad nacional: el agotamiento de los recursos en las áreas aledañas al asentamiento, la intensificación del sector agrícola en la economía local, la producción de excedentes para la venta, el consumo de bienes industrializados compra-dos, el contacto más frecuente con personas e instituciones de la sociedad nacional y la transmisión y adopción de nuevas ideologías, valores y cos-tumbres provenientes de las sociedades nacional y global (OCEI, 1993; Zent, 1993; Mansutti, 1995; Perera, 1995; Oldham, 1995; Freire, 1999).

En el Delta Amacuro tampoco hay inmigraciones significativas, pero sí ha aumentado la población a través del crecimiento natural. 95% de la po-blación criolla está concentrada en el Delta central y occidental y principal-mente en la ciudad capital de Tucupita y áreas aledañas, mientras que en el bajo Delta suroriental dominan los indígenas de la etnia Warao. Existen pequeñas y medianas empresas dedicadas a la extracción y procesamien-to del palmito (Euterpe oleracea), la extracción de madera, la pesca y la ganadería. Típicamente las empresas están en manos criollas mientras que los indígenas sirven como los obreros asalariados, frecuentemente a través de prácticas de endeudamiento. A mediados de los años noventa, se iniciaron exploraciones petroleras en algunos sectores llevados a cabo por compañías transnacionales, para las que se emplearon trabajadores locales (mayormente Warao), pero debido a la falta de descubrimientos lu-crativos se suspendieron estas actividades después de unos pocos años. La participación principal de los Warao en la economía regional ha sido como peones o fuerza humana barata subordinada a los patrones criollos en las industrias extractivistas y agrícolas. Según Heinen (1988), estos contactos han socavado el sistema socio-económico tradicional Warao, sustituyendo contratos sociales a largo plazo por contratos comerciales a corto plazo y causando la desintegración cultural a varios niveles. Por otra parte, el patrón de asentamiento tradicional se ha alterado, en parte debido a la adopción paulatina de la agricultura durante el siglo XX. Wilbert (s.f.) reporta que muchas comunidades Warao se han reubicado desde

161

Stanford Zent

las zonas litorales y morichales del bajo delta hasta las orillas de los ríos abiertos donde existen suelos adecuados para el cultivo del ocumo chi-no (Colocasia esculenta), su cultivo principal. Finalmente, se ha reportado que la política del gobierno hacia la población indígena, efectuada directa-mente o a través de los misioneros, es profundizar su integración cultural, social y económica con la sociedad criolla, o en otras palabras “contribuir a la ‘criollización’ (Heinen, 1988: 673)” a través de programas “benéficos” de educación, nutrición, salud y créditos agrícolas (Heinen, 1988; Wilbert, s.f.; García Castro, s.f.).

En resumen, en ninguno de los Estados de la Guayana venezolana en-contramos una política activa de colonización rural dirigida o semi-dirigida y casi toda la colonización espontánea corresponde a inmigrantes a los centros urbanos de la región. También pudimos observar que la política de desarrollo y manejo socio-ambiental predominante descansa por un lado en la conservación ambiental de los paisajes naturales y por otro lado en la transformación cultural de los pueblos indígenas. Esta combinación pe-culiar de políticas nos conduce a calificar al proceso de colonización en la Guayana venezolana durante los últimos 30 años como la expansión y penetración de una frontera ni demográfica ni agrícola (como se observan en los otros países amazónicos) sino más bien cultural. Es decir, este mo-delo de colonización no involucra la inmigración de poblaciones ajenas, no contempla la transferencia de tecnología extranjera y no provoca el reem-plazo masivo de comunidades biológicas, pero sí la implantación de una cultura con raíces occidentales entre las poblaciones indígenas. El objetivo máximo de esta agenda binaria al parecer ha sido el control político. En respuesta a los planes ambiciosos de colonización y desarrollo de las zo-nas fronterizas en los países vecinos, el gobierno venezolano ha intentado fortalecer la seguridad geopolítica de sus fronteras. Los mecanismos em-pleados para tal fin son: a) los ABRAE, cuyo efecto más notable, además de la protección ambiental, es extender el control administrativo directo por parte del Estado sobre los territorios fronterizos, b) los programas socio-asistenciales, cuyo propósito, además del supuesto mejoramiento de las condiciones de vida, es sin duda crear dependencias por parte de las po-blaciones locales en el aparato estatal y c) la homogenización cultural a través de la actividad pedagógica, misionera y asistencial, la cual contribu-ye a cultivar la lealtad política entre los pueblos indígenas.

¿Cuál es el resultado de esta política de colonización cultural para las poblaciones indígenas en términos socioeconómicos? Diferen-tes autores critican las deplorables condiciones materiales de los pueblos indígenas en diferentes partes de la Guayana venezolana. Por ejemplo,

162

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Arvelo-Jiménez (1980; 1982) opina que las principales consecuencias del llamado desarrollo para la población indígena han sido la pérdida de auto-suficiencia económica y su incorporación al estrato social más bajo de la sociedad nacional. Freire (1999) acertadamente caracteriza la situación actual del indígena como el “subdesarrollo sostenible”, inducido, según ese autor, por la inefectividad de una burocracia pública demasiado inflada y enredada, la frecuente disyunción entre el discurso oficial y la práctica real y la falta de suficiente apoyo económico para los programas de aten-ción social y protección ambiental. Escandell (1995: 44) hace referencia al “deterioro acelerado de la calidad de vida” para los amazonenses au-tóctonos quienes han migrado hacia las zonas urbanas atraídos por las promesas ilusorias de un modelo de desarrollo no bien adaptado a las con-diciones sociales, económicas y ambientales de la región. Franco (1997: 188) alega que el resultado más resaltante de los programas de desarrollo social dirigidos a la población indígena del sur ha sido “el incremento de su condición de pobreza y marginalidad en el contexto de nuestra sociedad occidental”. Según nuestro propio análisis, la integración socioeconómica de la población indígena durante los últimos 30 años se traduce en la de-pendencia progresiva en programas sociales-asistenciales que son cada vez menos capaces de satisfacer la demanda que ha sido creada, en mer-cados económicos occidentales donde el valor de su producto/trabajo y su poder adquisitivo es cada vez menor y en hábitats reducidos que están cada vez más agotados y son inadecuados en la provisión de sus necesi-dades básicas. La causa de esta situación se atribuye a varios factores, de los cuales destacamos:

» La distribución desigual y concentrada de los servicios y beneficios socio-económicos en pocas regiones, la cual fomentó la sobrepo-blación de ciertos espacios y la subpoblación de otros espacios.

» La prolongada recesión económica del país durante los años ochen-ta y noventa, la cual ha resultado en la drástica reducción de fondos públicos con que se financian los diferentes programas de asisten-cia social y desarrollo económico.

» La inestabilidad política, la cual ha conducido a la inconstancia de programas a favor del público.

» El fracaso de las agro-empresas indígenas debido, por una parte, a la exclusión de las comunidades participativas en las fases de diseño, organización y manejo y por otra parte, a la adopción de sis-temas de producción mal adaptados al ambiente social, ecológico y económico.

163

Stanford Zent

» La insuficiencia de terrenos dotados a las comunidades, la cual ha causado la fragmentación de territorios étnicos y la sobreexplota-ción de recursos en las localidades habitadas.

El presente análisis destaca en conclusión que la política de desarrollo/conservación de la frontera amazónica llevada a cabo en Venezuela du-rante los últimos 30 años ha logrado conservar una gran porción de los ecosistemas naturales pero al costo de la desintegración cultural y el sub-desarrollo socio-económico de la población humana indígena. Tal política interpone una relación antagónica entre los intereses ambientalista versus indigenista, que consideramos contradictoria y eventualmente contrapro-ductiva. En otro lugar, hemos defendido la tesis de que un modelo de de-sarrollo que busca integrar y armonizar el desarrollo socioeconómico con la preservación de conocimientos y prácticas etnoecológicas tradicionales y con la conservación de la biodiversidad y de los ecosistemas naturales ofrecerá la mejor alternativa a largo plazo (Zent, 1999). En la próxima sec-ción, avanzamos nuestra propuesta al sugerir que los PFNM ofrecen los medios más prometedores por los cuales se podrá poner en práctica tal modelo integral.

El nuevo viraje y los PFNM en el siglo XXIEs importante llevar a cabo una evaluación crítica de las políticas, pers-

pectivas y tendencias de desarrollo en la Guayana venezolana en la actua-lidad, a inicios del siglo XXI ya que el país está siendo conmocionado por grandes cambios en los ámbitos sociales y políticos impulsados por la lla-mada revolución bolivariana. En particular, queremos señalar dos macro-procesos en el panorama actual que presagian un rumbo distinto para la región: 1) la apertura de nuevos espacios políticos para las poblaciones in-dígenas y 2) la apertura de nuevos espacios económicos para los actores y capitales extranjeros. La apertura política significa una mayor participación e influencia por parte de la población indígena en la vida política y gober-nación de los Estados y Municipios que corresponden a sus territorios de ocupación tradicional. Ello tiene enormes implicaciones económicas para los indígenas debido a que el Estado constituye el primer poder económi-co en la región, siendo la fuente principal de empleos, servicios humanos, subsidios, créditos y otros recursos. En este sentido, la creciente movili-zación política del sector indígena (expresada en forma de movimientos, organizaciones, campañas y acciones legales) se podría interpretar como una estrategia de desarrollo cuyo motivo de base es mejorar su acceso y control sobre los inmensos recursos de la hacienda estatal. Por una parte,

164

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

la política ofrece el medio por el que se puede lograr el apoyo financiero y la autonomía en la toma de decisiones que se piensan cruciales para lograr un auténtico etnodesarrollo sustentable. Por otra parte, la política no debe ser entendida como un fin en sí mismo, no representa una vía esta-ble de desarrollo ya que los beneficiarios pueden cambiar con la próxima elección y en todo caso depende de los eventos y actores a niveles más altos del sistema político nacional.

Otro aspecto de la apertura política es el reconocimiento legal de los derechos territoriales y culturales de las poblaciones indígenas en la nue-va Constitución del país. Aunque varios analistas concuerdan en que la seguridad territorial es paso necesario para fomentar el desarrollo auto-gestionario junto con la conservación bio-ecológica, al mismo tiempo reco-nocen que la simple demarcación territorial no da garantías de desarrollo sustentable si no se acompaña por nuevas oportunidades de crecimiento social y económico (Perera, 1995; Franco, 1997; Miranda et al., 1998). De modo similar, es difícil imaginar cómo los territorios étnicos pueden frenar o revertir la tendencia dominante de migración interna, rural-urbano, si no logra al mismo tiempo la descentralización de los servicios vitales y los contactos comerciales. Tampoco queda claro cómo se piensa reconciliar la tenencia de la tierra por los pueblos y comunidades indígenas con la admi-nistración centralista de los ABRAE, los cuales cubren una amplia porción de la región y en muchos casos coinciden precisamente con los hábitats tradicionales de varias etnias.

El segundo macro-proceso mencionado arriba se refiere al proyecto del gobierno nacional de la quinta república de promover la comunicación, colonización, urbanización, industrialización y explotación de recursos naturales en las zonas fronterizas en el sur del país a través de planes regionales de desarrollo tal como el eje de desarrollo Orinoco-Apure. Este proyecto representa la continuación e incluso la intensificación de la políti-ca del gobierno anterior de la cuarta república, denominado el “Programa para el Desarrollo Sustentable del Sur” (PRODESSUR), en el sentido que abarca un componente de colonización agrícola además de seguir apo-yando las actividades de extracción minera y maderera, de generación de energía hidroeléctrica y de turismo.

Al momento de escribir este trabajo, dichos planes de desarrollo lucen más en el papel que en la realidad pero en todo caso representa una des-viación significativa desde la política conservacionista que ha predominado desde la desaparición de CODESUR. El nuevo viraje obedece al deterioro de la situación económica nacional, el crecimiento de la población viviendo en condiciones de pobreza crítica y el estancamiento del sector agrícola.

165

Stanford Zent

Así que las presiones para explotar los recursos naturales del sur aumen-tan bajo el peso de la profundización de la crisis económica nacional y la política de mantener la región “en reserva” para las futuras generaciones aparece cada vez menos aceptable. Desafortunadamente las alternativas de desarrollo que han recibido mayor apoyo hasta ahora –es decir, la mi-nería y la extracción de madera– no son muy compatibles con la preserva-ción del bosque ni producen muchos beneficios económicos para el país (cf. Miranda et al., 1998). Es interesante señalar que las mismas condi-ciones con las cuales se justificó anteriormente el llamado desarrollo del bosque fronterizo en los otros países amazónicos se reproducen ahora en Venezuela y la respuesta oficial también parece similar, sin haber asimila-do aparentemente las duras lecciones que sobresalen de las experiencias en los países vecinos.

Las dos aperturas discutidas arriba, la primera dirigida a mejorar la situa-ción de la población indígena en el plano político y la segunda orientada a alentar la colonización económica de la frontera fundamentalmente por empresas y actores nacionales e internacionales, producirán al parecer efectos contrarios si no conflictivos. Por el contrario, una política de de-sarrollo donde el énfasis se centre más en la expansión de alternativas económicas para la población indígena y local ya asentada allí nos parece mas coherente. En particular, sugerimos la importancia de dar mayor con-sideración a la comercialización de los PFNM como una alternativa prome-tedora de desarrollo regional (entre otras) para la Guayana venezolana. Hasta ahora, los PFNM representan un sector muy subdesarrollado en las economías regional y nacional. Los bosques de la Guayana venezolana conservan la mayor parte de la diversidad de plantas vasculares, aves, mamíferos e insectos en el país (Aguilera et al., 2003). Al mismo tiempo, la región sur contiene la mayor diversidad cultural en el país; de los 28 grupos registrados en el censo indígena de 1992, 23 se encuentran en la Guayana y la mayoría de ellos han ocupado la región desde tiempos prehistóricos (OCEI, 1992). Ya existe un cuerpo de literatura bastante amplio que do-cumenta el gran conocimiento de la biodiversidad y el hábil manejo de los procesos ambientales por los diferentes grupos indígenas que habitan los bosques tropicales guayaneses (Fuentes, 1980; Wilbert, 1996; Finkers, 1986; Zent, 1992; Hernández et al., 1994; Heinen et al., 1995; Zent, 1999). También los sistemas agrícolas autóctonos presentan una gran diversidad de especies y variedades cultivadas así como de técnicas de cultivo (Smo-le, 1989; Hoffman, 1993; Royero et al., 1999; Heckler, 2001). La combina-ción de alta diversidad biológica y cultural favorece el desarrollo de una industria basada en la producción y comercio de PFNM pero hasta ahora este potencial ha sido subutilizado. Tal desatención se refleja claramente

166

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

en una revisión comprehensiva de las fuentes publicadas y no publicadas en donde se reporta información sobre los tipos y usos de PFNM en dife-rentes contextos étnicos y geográficos en la Guayana venezolana. Se re-portan más de 500 especies biológicas utilizadas por la población indígena pero casi todos los usos son para la subsistencia (GFW, 2002), en tanto que son muy pocas las aplicaciones comerciales (véase Mansutti, 1986 para una excepción). Al profundizar nuestra investigación sobre este tema, hemos compilado una lista de especies y grupos de organismos biológicos que se comercializan en la actualidad en la Guayana venezolana, que se presentan en la Tabla 5.1.

La compilación de esta lista se basa en una revisión no muy comprehensi-va de la literatura disponible, la consulta con diferentes expertos y nuestras propias experiencias en la región (esta última limitada al Estado Amazo-nas). Es de hacer notar que la gran mayoría de los productos inventariados aquí (35) tiene un impacto regional, un número menor (18) se venden a nivel nacional y apenas tres (3) se distribuyen a nivel internacional. Estas cifras revelan la siguiente observación: aunque la región cuenta con un gran número de especies conocidas y explotadas por las poblaciones loca-les, relativamente pocas tienen valor comercial en la actualidad y de las úl-timas muy pocas producen beneficios económicos más allá de los mercados regionales. Otro dato que debemos mencionar concierne la balanza global de exportaciones versus importaciones de los PFNM en Venezuela. Según las cifras compiladas por el Servicio Forestal del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR, 1999), durante el año 1998 existe un déficit de US $4.024.351 para el país, con importaciones de $ 9.393.636 y exportaciones de $5.369.285. De las últimas, 87% consisten en ventas de un solo producto, el cacao. En conclusión, los PFNM consti-tuyen un recurso comercial muy poco desarrollado en Venezuela a pesar de las buenas condiciones biológicas y culturales que existen al respecto.

Conclusión y sugerencia para un ejercicio estudiantilAl formular una estrategia de desarrollo para la Guayana venezolana

basada en la producción y comercialización de los PFNM, es necesario inventariar la gama de productos naturales que se encuentran en la re-gión, identificar su potencial comercial y estudiar las formas y mecanismos de su inserción en los mercados apropiados. Empezamos desde el punto cero porque casi no existen estudios o datos sobre este tema. La excep-ción principal es la investigación de Melnyk (1993) sobre el impacto de los PFNM en dos comunidades de la etnia piaroa en el Estado Amazonas. Este estudio demuestra el considerable valor tanto nutritivo como comer-

167

Stanford Zent

Tabla 5.1. Inventario de Productos Naturales Comerciales en la Guayana venezolana

Producto(s) Nombre Local Nombre Científico Manejo1 Estado2Nivel de Impacto Comercial3

fibra, muebles mamure Heteropsis spruceana Schott silv Am, Bo reg, nac

medicina palo de arco Tabebuia barbata (E.Mey.)Sandw. silv Am reg

medicina palo de arco Pterocarpus rohrii Vahl. silv Am reg

comestible, aceite seje grande Oenocarpus bataua Mart. silv, semi-cult reg, nac

comestible seje pequeño Oenocarpus bacaba Mart. silv, semi-cult Am, Bo reg, nac

aromática sarrapia Dipteryx punctata (Blake) Amshoff silv Bo int., nac.

comestible palmito Euterpe oleracea Mart. silv DA nac, int.

comestible manaca Euterpe precatoria Mart. silv Am reg

comestible miel Apis spp. silv, dom Am reg, nac

fibra, cestas, paja de casas cucurito Attalea maripa Mart. silv, semi-cult Am, Bo reg, nac

comestible cacao Theobroma cacao L. silv, dom Am, Bo, DA nac, int.

comestible pescado asado o salado Varios silv Am, Bo, DA reg, nac

mascotas pajaros Varios silv Am, Bo, DA reg, nac

comestible mañoco, casabe Manihot esculenta Cranz dom Am, Bo reg

comestible platano, cambur Musa paradisiaca L. dom Am, Bo reg

comestible ñame Dioscorea spp. dom Am, DA reg

comestible ocumo chino Colocasia esculenta (L.) Schott dom DA reg

comestible maíz Zea maiz Vell. dom Am, DA reg

comestible piña Ananas comosus (L.) Merr. dom Am, Bo reg

comestible tupiro Solanum sessiliflorum M.F. Dunal dom Am, Bo reg

comestible merey Anacardium occidentale L. dom Bo reg, nac

comestible guamo Inga edulis Mart. dom Am reg

fibra, techumbres temiche Manicaria sacchifera Gaertn. silv Am nac

comestible, piel caiman Caiman crocodilus silv DA reg, nac

fibra, cestas tirita Ischnosiphon longiflorum Schum silv Am, Bo reg, nac

fibra, cestas tirita Ischnosiphon arouma (Aubl.)Koern. silv Am, Bo reg, nac

comestible nuez de Brasil Bertholletia excelsa HB silv Am reg, nac

comestible, fibra, cestas moriche Mauritia flexuosa L.f. silv Am, Bo, DA reg

comestible pijiguao Bactris gasipaes H.B.&K. dom Am, Bo reg

fibra, cepillos, escobas, cordeles chiquichiqui Leopoldinia piassaba Wallace silv Am reg, nac

comestible copuasu Theobroma grandiflorum Schum. semi-cult Am reg

comestible lechosa Carica papaya L. dom Am, Bo? reg

collar-ornamental lagrimas de San Pedro Coix lacryma-jobi L. dom Am reg

comestible-condimento ají picante Capsicum frutescens L. dom Am reg

comestible-condimento bachaco Atta spp. silv Am, ¿ reg

comestible, fibra yagua Attalea butyracea (Mutis ex L.f.) J.G.W. Boer silv Am reg

recipiente totuma, tapara Crescentia cujete L. dom Am, Bo reg

recipiente totuma Lagenaria siceraria (Molina) Standl. dom Am, ¿ reg

comestible, copra coco Cocos nucifera L. dom, semi-cult DA reg, nac

látex caucho Hevea guianensis Aubl. dom Am nac

1 silv - silvestre, semi-cult – semi-cultivada, dom - domesticada

2 Am – Amazonas, Bo – Bolívar, DA – Delta Amacuro

3 reg – regional, nac – nacional, int – internacional

168

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

cial de algunos PFNM (Euterpe precatoria, Oenoncarpus bataua y Mauritia flexuosa) para la gente de estas comunidades. Además de este ejemplo y una u otra mención breve y aislada, no tenemos información sobre la importancia comercial de los PFNM.

Actualmente no existe ningún registro oficial o sistemático de la actividad económica de los PFNM en los mercados nacionales, regionales o locales. De acuerdo con esta situación, el primer paso hacia la creación de una es-trategia de desarrollo nacional basado en la comercialización de los PFNM consistiría en llenar esta laguna de información. Más concretamente, su-gerimos la necesidad de compilar una base de datos en donde se listen los diferentes PFNM en el país y se detalle la información básica sobre el manejo, utilización y comercio de cada uno. El estudiante interesado puede ayudar con este trabajo al hacer un ejercicio sencillo de registrar los PFNM en el pueblo o ciudad donde vive.

EJERCICIO

El ejercicio consiste en hacer una lista de diez (10) productos naturales provenientes de los bosques de la Guayana venezo-lana. Para cada producto, se sugiere escribir la siguiente infor-mación:

» Nombre local de la(s) especie(s) biológica(s) de la(s) cual(es) se deriva(n) el producto

» Nombre científico de la(s) especie(s) » Tipo(s) de uso » Lugar de origen » Tipo de manejo (¿silvestre, semi-domesticado, domesticado?) » Uso comercial (¿si/no?) » Lugar de venta (si hay) » Precio/unidad » Vendido/distribuido por el productor o intermediario » Fecha de la observación

Nota: enviar los resultados al autor de este trabajo y nos en-cargaremos de compilar la información recibida y enviarla a las autoridades pertinentes.

169

Stanford Zent

Agradecimientos El autor desea expresar su agradecimiento a las siguientes personas por

su gentileza al proporcionar información no publicada: Lya Cárdenas, Al-varo García, Domingo Medina, Abel Perozo y Werner Wilbert. También quiere reconocer la colaboración editorial de Egleé López-Zent.

Bibliografía

Aguilera M., A. Azócar & E. González Jiménez (editores) (2003): “Biodiversidad en Venezuela”. Fundación Polar, Ministerio de Ciencia y Tecnología. Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. 2 tomos.1.080 pp. Caracas.

Aguirre Elorriaga, M. (1941): Misión del Orinoco. En La Compañía de Jesús en Venezuela. Caracas. pp. 1-91.

Alexiades, Miguel N. y Didier Lacaze D. (1996): FENEMAD’s Program in Traditional Medicine: An Integrated Approach to Health Care in the Perúvian Amazon. En M.J. Balick, E. Elisabetsky y S. Laird (eds.) Medicinal Resources of the Tropical Forest: Biodiversity and its Importance to Human Health. New York: Columbia University Press. pp. 341-365.

Allegretti, Mary Helena (1990): Reservas de Extracción: Una alternativa para compatibilizar el desarrollo y la conservación del ambiente en la Amazonía. En A. Anderson (ed.) Alternativas a la Deforestación. Quito: Ediciones Abya-Yala/Fundación Natura/Museo Emilio Goeldi. pp. 395-416.

Anderson, Anthony (ed.) (1990): Alternativas a la Deforestación. Quito: Ediciones Abya Yala/ Fundación Natura/Museo Emilio Goeldi.

Anderson, Anthony (1992): Land-Use Strategies for Successful Extractrive Economies in Amazonia. En D.C. Nepsted y S. Schwartzman (eds.) Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden. pp. 67-77.

Anderson, Anthony B. y Edviges Marta Ioris (1992): The Logic of Extraction: Resource Management and Income Generation by Extractive Producers in the Amazon. En K. Redford y C. Padoch (eds.) Conservation of Neotropical Forests. New York: Columbia University Press. pp. 175-199,

Arvelo-Jiménez, Nelly (1980): Development Programmes among Indigenous Populations of Venezuela: Background, Consequences and a Critique. En F. Barbira-Scazzochio (ed.) Land, People and Planning in Contemporary Amazonia. Cambridge: Centre of Latin American Studies. pp. 210-221.

Arvelo-Jiménez, Nelly (1982): The Political Struggle of the Guayana Region’s Indigenous Peoples. Journal of International Affairs 36(1):43-54.

Arvelo Jiménez, Nelly (1983): Recursos Humanos o el Juego de Fuerzas en la Región Amazónica. En El Universo Amazónico y la Integración Latinoaméricana. Caracas: Universidad Simon Bolívar. Instituto de Altos Estudios de America Latina. pp. 103-115.

170

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Arvelo-Jiménez, Nelly, Horacio Biord-Castillo, Ana Magdalena Hurtado, Abel Perozo-Díaz y Silvia Vidal-Ontivero (1990): Indios e indígenismo ante la expansión de fronteras hacia el eje fluvial Orinoco-Apure. Caracas: Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.

Arvelo-Jiménez, Nelly, Filadelfo Morales Méndez y Horacio Biord Castillo. (1989): Repensando la Historia del Orinoco. Revista de Antropología V(1-2):155-173.

Baleé, William (1985): Ka’apor ritual hunting. Human Ecology 13:485-510.

Balick, Michael J. (1990): Ethnobotany and the identification of therapeutic agents from the rainforest. American Botanical Council Classic Botanical Reprint N°229:2-11.

Balick, Michael J., Elaine Elisabetsky y Sarah Laird (eds.) (1996): Medicinal Resources of the Tropical Forest: Biodiversity and its Importance to Human Health. New York: Columbia University Press.

Balick, Michael J. y Paul A. Cox (1996): Plants, People, and Culture: the Science of Ethnobotany. New York: Scientific American Library.

Bernal, Rodrigo G. (1992): Colombian Palm Products. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 158-172.

Bodley, John H. (1994): Human Rights, Development, and the Environment in the Perúvian Amazon: The Ashaninka Case. En B. Rose Johnston (ed.) Who Pays the Price? The Sociocultural Context of Environmental Crisis. Washington, D.C.: Island Press. pp. 31-36

Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela (1978): Treaty for Amazonian Cooperation. En International Legal Materials 17:1045-1053.

Brack Egg, Antonio (1993): Plantas nativas utilizadas en Perú en relación con la salud humana. En E. Estrella y A. Crespo (eds.) Salud y Población Indígena de la Amazonía. Quito: Tratado de Cooperación Amazónica, Comisión de Comunidades Europeas, Museo Nacional de Medicina del Ecuador. pp. 61-175.

Brack Egg, Antonio (1992): Nontimber Forest Products of the Perúvian Amazon. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 90-98.

Browder, John O. (ed.) (1989): Fragile Lands in Latin America: Strategies for Sustainable Development. Boulder, Col.: Westview Press.

Browder, John O. (1992): Social and Economic Constraints on the Development of Market-Oriented Extractive Reserves in Amazon Rain Forests. En D.C. Nepsted y S. Schwartzman (eds.) 1992 Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden. pp. 33-41.

Bueno, Ramón. (1933): [1800] Apuntes sobre la provincia misionera del Orinoco e indígenas de su territorio, con algunas otras particularidades. Caracas: Tipografía Americana.

Clay, Jason (1988): Indigenous Peoples and Tropical Forests: Models of Land Use and Management from Latin America. Cultural Survival Report 27. Cambridge, Mass.:Cultural Survival, Inc.

171

Stanford Zent

CODESUR (Comisión para el Desarrollo del Sur de Venezuela) (1970): Objetivos y Planes de Acción de la Conquista del Sur. Caracas: Comisión para el Desarrollo del Sur de Venezuela, Ministerio de Obras Públicas.

Colchester, Marcus (1995): Colonizing the Rainforests: the Agents and Causes of Deforestation. En M. Colchester y L. Lohmann (eds.) The Struggle for Land and the Fate of the Forests. Penang, Malaysia: The World Rainforest Movement, The Ecologist, Zed Books. pp. 1-15.

Conklin, Harold C. (1957): Hanunóo Agriculture: a Report on an Integral System of Shifting Cultivation in the Philippines. Rome: FAO Forestry Development Paper No. 12.

Conklin, Harold C. (1961): The Study of Shifting Cultivation. Current Anthropology 2(1):27-61.

Cunningham, Anthony B. (1993): Ethics, Ethnobiological Research, and Biodiversity. Switzerland: WWWF International Publication.

Daly, Douglas (1992): The National Cancer Institute’s Plant Collections Program: Update and Implications for Tropical Forests. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 224-230.

Del Rey Fajardo, José (ed.) (1966): Documentos Jesuíticos. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Caracas: Academia Nacional de Historia.

Del Rey Fajardo, José (ed.) (1974): Documentos relativos a la Historia de la Compañia de Jesús en Venezuela. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Academia Nacional de la Historia. Caracas: Italgráfica.

Denevan, William (1980): Tipología de las configuraciones agrícolas prehispánicas. América Indígena XL(4): 619-652.

Denevan, William M. y Christine Padoch (eds.) (1987): Swidden-Fallow Agroforestry in the Perúvian Amazon. Advances in Economic Botany Vol. 5. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden.

Duke, James A. (1992): Tropical Botanical Extractives. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 53-62.

Duke, James A. y R. Vasquez (1994): Amazonian ethnobotanical dictionary. Boca Raton, Fla.: CRC Press.

Escandell García, Héctor (1995): Amazonas Estrategías de Desarrollo y Participación. En M.A. Perera (ed.) Amazonas Modernidad en Tradición: Contribuciones al desarrollo sustentable en el Estado Amazonas, Venezuela. Caracas: CAIAH-SADA Amazonas, GTZ. pp. 43-61.

Fearnside, Philip M. (1988): Jari at age 19: Lessons for Brazil’s silvicultural plans at Carajás. Interciencia 13(1):12-24.

Fearnside, Philip M. (1989): Extractive reserves in Brazilian Amazonia. BioScience39(6):387-393.

172

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Fearnside, Philip M. (1990): Usos Predominantes de la Tierra en la Amazonia Brasileña. En A. Anderson (ed.) Alternativas a la Deforestación. Quito: Ediciones Abya Yala/ Fundación Natura/Museo Emilio Goeldi. pp. 363-393.

Finkers, Juan (1986): Los Yanomami y su Sistema Alimenticio. Puerto Ayacucho: Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

Fölster, Horst (1992): Holocene Autochtonous Forest Degradation in Southeast Venezuela. En J. Goldammer (ed.) Tropical Forests in Transition. Switzerland: Birkhäuser Verlag Basel. pp. 25-44.

Franco, Wilfredo (1997): Bases Estratégicas para el Desarrollo Sustentable del Estado Amazonas de Venezuela. Interciencia 22(4):184-193.

Freire, Germán N. (1999): Understanding Development in the Venezuelan Amazon: The interface between the Government and the Wothuha in the application of development programmes. Masters Thesis. Institute of Social and Cultural Anthropology, University of Oxford, Oxford, England, UK.

Fuentes, Emilio (1980): Los yanomami y las plantas silvestres. Antropológica 54:3-138.

Garcia Castro, Alvaro (2000): Del morichal a las calles: Proceso de aculturación y urbanización de una comunidad indígena Warao en el Delta del Orinoco, Venezuela. Proyecto de tesis (Ph.Sc.). Depto. de Antropología, Centro de Estudios Avanzados, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.

Gentry, Alwyn (1992): New Nontimber Forest Products from Western South America. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 125-136.

Gilij, Felipe Salvador (1987): [1783] Ensayo de Historia Americana o sea Historia Natural, Civil y Sacra de los Reinos y de las provincias españolas de tierra firme en la América meridional. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Vols., I, II, III.

Global Forest Watch (2002): The State of Venezuela’s Forest: A case study of the Guayana Region. A Global Forest Watch report prepared by M. Bevilacqua, L. Cárdenas, A. Flores, L. Hernández, E. Lares, A. Mansutti, M. Miranda, J. Ochoa, M. Rodríguez & E. Selig. Global Forest Watch. World Resources Institute. Fundación Polar. Washington Dc., 132 pp.

González Jiménez, Eduardo (1993): Tecnologías Agroalimentarias Precolombinas. En L. Aristeguieta (ed.) 500 Años de la América Tropical. Caracas: Biblioteca de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Volumen XXVIII. pp. 93-100.

Goslant, Kim y Stanford Zent (1982): Some Issues Concerning the Agricultural Development of the Amazon Basin. Manuscrito No Publicado. New York: Columbia University.

Gumilla, José (1963): [1741] El Orinoco Ilustrado y Defendido. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, vol. N° 68.

Hartshorn, Gary S. (1990): Manejo del Bosque Natural por la Cooperativa Forestal Yanesha en la Amazonía Perúana. En A. Anderson (ed.) Alternativas a la Deforestación. Quito: Ediciones Abya-Yala/Fundación Natura/Museo Emilio Goeldi. pp.201-216.

173

Stanford Zent

Hecht, Susanna B. (1983): Cattle Ranching in the Eastern Amazon: Environmental and Social Implications. En E. Moran (ed.) The Dilemma of Amazonian Development. Boulder, Col.: Westview Press.

Hecht, Susanna (1984): Cattle Ranching in Amazonia: Political and Ecological Considerations. En M. Schmink y C.H. Wood (eds.) Frontier Expansion in Amazonia. Gainesville, Fla.: University of Florida Press. pp. 366-398.

Hecht, Susanna B. (1992): Valuing Land Uses in Amazonia: Colonist Agriculture, Cattle, and Petty Extraction in Comparative Perspective. En K.H. Redford y C. Padoch Conservation of Neotropical Forests: Working from Traditional Resource Use. New York: Columbia University Press. pp. 379-399.

Hecht, Susanna (1995): Brazil: Landlessness, Land Speculation and Pasture-Led Deforestation. En M. Colchester y L. Lohmann (eds.) The Struggle for Land and the Fate of the Forests. Penang, Malaysia: The World Rainforest Movement, The Ecologist, Zed Books. pp. 164-178.

Hecht, S.B., A.B. Anderson y P. May (1988): The Subsidy from Nature: Shifting Cultivation, Successional Palm Forests, and Rural Development. Human Organization 47(1):25-35.

Hecht, Susanna B. y Darrell A. Posey (1989): Preliminary Results on Soil Management Techniques of the Kayapó Indians. En D.A. Posey y W. Balée (eds.) (1989): Resource Management in Amazonia: Indigenous and Folk Strategies. Advances in Economic Botany. Vol. 7. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden. pp. 174-188.

Heckler, Serena (2001): The Ethnobotany of the Piaroa: Analysis of an Amazonian People in Transition. Ph.D. Dissertation. Cornell University. Ithaca, N.Y, U.S.A.

Heinen, H.D. (1988): Los Warao. En W. Coppens (ed) Los Aborígenes de Venezuela. Vol. II. Caracas: Fundación La Salle/Monte Avila Editores. pp. 585-689.

Heinen, H.D., J. San José y H. Caballero (eds.) (1995): Naturaleza y Ecología Humana en los Neo-Trópicos. Scientia Guaianae 5. Caracas: REFOLIT C.A.

Hernandez, Lionel, P. Williams, R. Azuaje y. Rivas y G. Picon (1994): Nombres indígenas y usos de algunas plantas de la Gran Sabana (Venezuela). Una introducción a la etnobotánica regional. Acta Botánica Venezolana 17(1,2,3 y 4):69-127.

Hiraoka, Mário (1992): Caboclo and ribereño Resource Management in Amazonia: A Review. En K. Redford y C. Padoch (eds.) Conservation of Neotropical Forests. New York: Columbia University Press. pp. 134-157.

Hoffman, Shirley D. (1993): Subsistence in Transition: indigenous agriculture in Amazonas, Venezuela. PhD Dissertation, University of California at Berkeley, Berkeley, California, U.S.A.

Homma, A.K.O. (1992): The Dynamics of Extraction in Amazonia: A Historical Perspective. En D.C. Nepsted y S. Schwartzman (eds.) 1992 Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden. pp.23-31.

Huber, Otto (1995a): Geographical and Physical Features. En J.A. Steyermark, P.E. Berry y B.K. Holst (eds.) Flora of the Venezuelan Guayana. Vol. 1. Introduction. Portland, Ore.: Timber Press. pp. 1-61.

174

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Huber, Otto (1995b): Vegetation. En J.A. Steyermark, P.E. Berry y B.K. Holst (eds.) Flora of the Venezuelan Guayana. Vol. 1. Introduction. Portland, Ore.: Timber Press. pp. 97-160.

Huber, Otto (1995c): Conservation of the Venezuelan Guayana. En J.A. Steyermark, P.E. Berry y B.K. Holst (eds.) Flora of the Venezuelan Guayana. Vol. 1. Introduction. Portland, Ore.: Timber Press. pp. 193-218.

Huber, Otto, Julian A. Steyermark, Ghillean T. Prance y Catherine Alés (1984): The Vegetation of the Sierra Parima, Venezuela-Brazil: Some Results of Recent Exploration. Brittonia 36(2):104-139.

Irvine, Dominique (1989) Succession Management and Resource Distribution in an Amazonian Rain Forest. In D.A. Posey y W. Balée (eds.) Resource Management in Amazonia: Indigenous and Folk Strategies. Advances in Economic Botany Vol. 7. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden. pp. 223-237.

Jordan, Carl F. (1984): Amazon Rain Forest. American Scientist 70(4):394-401.

King, Steven R. (1992): Pharmaceutical Discovery, Ethnobotany, Tropical Forests, and Reciprocity: Integrating Indigenous Knowledge, Conservation, and Sustainable Development. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 231-238.

King, Steven R., Thomas J. Carlson y Katy Moran (1996): Biological Diversity, Indigenous Knowledge, Drug Discovery, and Intellectual Property Rights. En S.B. Brush (ed.) Valuing Local Knowledge: Indigenous People and Intellectual Property Rights. Washington, D.C.: Island Press. pp. 167-185.

Kloppenburg Jr., J. (1991): No Hunting! Biodiversity, indigenous rights, and scientific poaching. Cultural Survival Quarterly 15(3):14-18.

MacMillan, G.J. (1995): At the End of the Rainbow?: Gold, Land, and People in the Brazilian Amazon. New York: Columbia University Press.

Mansutti Rodríguez, Alexander (1986): Hierro, barro cocido, curare y cerbatanas: el comercio intra e interétnico entre los Uwotjuja. Antropológica. 65:3-75.

Mansutti Rodríguez, Alexander. (1995): Demografía, ocupación del espacio y desarrollo sustentable entre los piaroas del del Estado Amazonas. En M.A. Perera (ed.) Amazonas Modernidad en Tradición: Contribuciones al desarrollo sustentable en el Estado Amazonas, Venezuela. Caracas: CAIAH-SADA Amazonas, GTZ. pp. 63-85.

Melnyk, Mary (1993): The contribution of forest foods to the livelihood of the Huottuja 9piaroa) people of southern Venezuela. PhD Dissertation. University of London. London, England, UK.

Mendelsohn, Robert y Michael J. Balick (1995): The Value of Undiscovered Pharmaceuticals in Tropical Forests. Economic Botany 49(2):223-228.

Meza, Elsa N. (ed.) (1999): Desarrollando Nuestra Diversidad Biocultural: “Sangre de Grado” y el Reto de su Producción Sustentable en el Perú. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos Fondo Editorial.

Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR). (1992): Un Compromiso Nacional para el Desarrollo Sustentable. Informe Nacional de Venezuela. Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD).

175

Stanford Zent

Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR) (1999): Boletin Estadístico Forestal No. 2 Año 1998. Caracas: MARNR Dirección General Sectorial del Recurso Forestal.

Miranda, Marta, Alberto Blanco-Uribe Q., Lionel Hernández, José Ochoa G. y Edgard Yerena (1998): All that Glitters is not Gold: Balncing Conservation and Development in Venezuela’s Frontier Forests. Washington, D.C.: World Resources Institute.

Monbiot, George (1995): Brazil: Land Ownership and the Flight to Amazonia. En M. Colchester y L. Lohmann (eds.) The Struggle for Land and the Fate of the Forests. Penang, Malaysia: The World Rainforest Movement, The Ecologist, Zed Books. pp. 139-163.

Moran, Emilio (1981): Developing the Amazon. Bloomington, Ind.: Indiana University Press.

Moran, Emilio (1983a) Growth Without Development: Past and Present Development Efforts in Amazonia. En E. Moran (ed.) The Dilemma of Amazonian Development. Boulder, Col.: Westview Press. pp. 3-23.

Moran, Emilio (ed.) (1983b): The Dilemma of Amazonian Development. Boulder, Col.: Westview Press.

Moran, Emilio (1993): Through Amazonian Eyes: The Human Ecology of Amazonian Populations. Iowa City: University of Iowa Press.

Moran, Katy (1999): Toward Compensation: Returning Benefits from Ethnobotanical Drug Discovery to Native Peoples. En V.D. Nazarea (ed.) Ethnoecology: Situated Knowledge/Located Lives.Tucson, Az.: The University of Arizona Press. pp. 249-262.

Morey, Robert V. y Nancy C. Morey. (1975): Relaciones comerciales en el pasado en los llanos de Colombia y Venezuela. Montalbán 4:533-564.

Nepstad, Daniel C. y Stephen Schwartzman (eds.) (1992): Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden.

Nepstad, Daniel C., Foster Brown, Leda Luz, Andréa Alechandra y Virgilio Viana (1992): Biotic Impoverishment of Amazonian Forests by Rubber Tappers, Loggers, and Cattle Ranchers. En D.C. Nepsted y S. Schwartzman (eds.) 1992 Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden. pp. 1-14.

Nicholaides III, J.J., D.E. Bandy, P.A. Sanchez, J.H. Villachica, A.J. Coutou y C.S. Valverde (1984): Continuous Cropping Potential in the Upper Amazon Basin. En M. Schmink y C.H. Wood (eds.) Frontier Expansion in Amazonia. Gainesville, Fla.: University of Florida Press. pp. 337-365.

OCEI (1993): Oficina Central de Estadística e Informática (OCEI) 1993 Censo Indígena de Venezuela. Caracas: OCEI.

Oldham, Paul (1995): Organizaciones indígenas y desarrollo sustentable en el Amazonas venezolano: Una experiencia con los Piaroa. En M.A. Perera (ed.) Amazonas Modernidad en Tradición: Contribuciones al desarrollo sustentable en el Estado Amazonas, Venezuela. Caracas: CAIAH-SADA Amazonas, GTZ. pp. 87-117.

Pedersen, Henrik B. y Henrik Balslev (1992): The Economic Botany of Ecuadorean Palms. En M. Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. pp. 173-191.

176

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Perera, Miguel A. (1995): El Desarrollo Sustentable: ¿Base de Nuevos Males o Posibilidad Real de Crecimiento Etnoeconómico? En M.A. Perera (ed.) Amazonas Modernidad en Tradición: Contribuciones al desarrollo sustentable en el Estado Amazonas, Venezuela. Caracas: CAIAH-SADA Amazonas, GTZ. pp. 9-42.

Peters, Charles M. (1992): The Ecology and Economics of Oligarchic Forests. En D.C. Nepsted y S. Schwartzman (eds.) 1992 Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden. pp. 15-22.

Peters, Charles M., Alwyn H. Gentry y Robert O. Mendelsohn (1989): Valuation of an Amazonian rainforest. Nature 339:655-656.

Plotkin, M. y L. Famolare (eds.) (1992): Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press.

Posey, Darrell A. (1983): Folk Apiculture of the Kayapó Indians of Brazil. Biotrópica 15(2):154-158.

Posey, Darrell A. (1984): A preliminary report on diversified management of tropical forest by Kayapó Indians of the Brazilian Amazon. En G.T. Prance y J.A. Kallunki (eds.) Ethnobotany in the Neotropics. Advances in Economic Botany Vol. 1. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden. pp. 112-126.

Posey, D.A. (1992): Traditional Knowledge, Conservation, and “The Rain Forest Harvest”. En M.Plotkin y L. Famolare (eds.) Sustainable Harvest and Marketing of Rain Forest Products. Washington, D.C.: Island Press. Pp. 46-50.

Posey, Darrell A. y William Balée (eds.) (1989): Resource Management in Amazonia: Indigenous and Folk Strategies. Advances in Economic Botany. Vol. 7. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden.

Posey, D.A. y G. Dutfield (1996): Beyond Intellectual Property: toward traditional resource rights for indigenous peoples and local communities. Ottowa: International Development Research Centre.

Posey, D., J. Frechione, J. Eddins, L.F. da Silva, D. Myers, D. Case y P. MacBeath. (1984): Ethnoecology as applied anthropology in Amazonian development. Human Organization 43:95-107.

Ramos Pérez, Demetrio. (1946): El Tratado de Límites de 1750 y la expedición de Iturriaga al Orinoco. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Redford, Kent H., Bert Klein y Carolina Murcia (1992): Incorporation of Game Animals into Small-Scale Agroforestry Systems in the Neotropics. En K. Redford y C. Padoch (eds.) Conservation of Neotropical Forests. New York: Columbia University Press. pp. 333-358.

Redford, K. y C. Padoch (eds.) (1992): Conservation of Neotropical Forests. New York: Columbia University Press.

Rivero, Juan (1956): [1733] Historia de las misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Orinoco y Meta. Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones.

Royero, R., I. Narbaiza y E. Gil (1999): El papel de la mujer piaroa (wo’tiheh) en la conservación de diversidad genética de los cultivos. Memorias del Instituto de Biología Experimental 2:81-84.

177

Stanford Zent

Ruddle, Kenneth (1974): The Yukpa Cultivation System: A Study of Shifting Cultivation in Colombia and Venezuela. Ibero-Americana 52. Berkeley: University of California Press.

Ruthenberg, H. (1980): Farming Systems in the Tropics. 3rd Edition. Oxford: Clarendon Press.

Schmink, Marianne y Charles H. Wood (eds.) (1984): Frontier Expansion in Amazonia. Gainesville, Fla.: University of Florida Press.

Schultes, Richard Evans (1979): The Amazonia as a Source of New Economic Plants. Economic Botany 33(3):259-266.

Schwartzman, Stephen (1992): Land Distribution and the Social Costs of Frontier Development in Brazil: Social and Historical Context of Extractive Reserves. En D.C. Nepsted y S. Schwartzman (eds.) 1992 Non-Timber Products from Tropical Forests. Advances in Economic Botany Vol. 9. Bronx, N.Y.: New York Botanical Garden. pp. 51-66.

Shepard, Glenn Jr. (1997): Uncontacted Native Groups and Petroleum Exploration in Perú. Ponencia presentada en el 14mo Congreso Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas, 26 julio al 1 de agosto de 1998, Williamsburg, Va., U.S.A.

Shiva, Vandana (1995): Patents, intellectual property and the politics of knowledge. En P. McGrath (ed.) Sustainable development: voices from rural Asia. Vol. 1. Studio Driya Media. Bandung, Indonesia: Canadian University Service Overseas.

Smole, William (1989): Yanomama Horticulture in the Parima Highlands of Venezuela and Brazil. En D.A. Posey y W. Balée (eds.) Resource Management in Amazonia: Indigenous and Folk Strategies. Advances in Economic Botany. Vol. 7. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden. pp. 115-128.

Sponsel, Leslie (1994): The Yanomami Holocaust Continues. En B. Rose Johnston (ed.) Who Pays the Price? The Sociocultural Context of Environmental Crisis. Washington, D.C.: Island Press. pp. 37-46.

Stearman, Allyn MacLean (1983): Forest to Pasture: Frontier Settlement in the Bolivian Lowlands. En E. Moran (ed.) The Dilemma of Amazonian Development. Boulder, Col.: Westview Press. pp. 51-63.

Uhl, Christopher (1983): You Can Keep a Good Forest Down. Natural History 4/83: 71-79.

Uhl, Christopher, R. Buschbacher y A. Serrão (1988): Abandoned pastures in eastern Amazonia. Part I: Patterns of plant succession. Journal of Ecology 76:663-681.

Uquillas, Jorge (1984): Colonization and Spontaneous Settlement in the Ecuadorean Amazon. En M. Schmink y C.H. Wood (eds.) Frontier Expansion in Amazonia. Gainesville, Fla.: University of Florida Press. pp. 261-284.

Wilbert, Werner (1996): Fitoterapia Warao. Monografía No. 41. Caracas: Fundación La Salle de Ciencias Naturales ICAS.

Wilbert, Werner s.f. Aprehension over Global Warning: the Orinoco Delta in Venezuela. En John Day (ed.), Global Warning and the Potential Impact of Accelerated Sea Level Rise on Coastal Ecosystem of the Caribbean.

Wood Sheldon, Jennie, Michael J. Balick y Sarah A. Laird (eds.) (1997): Medicinal Plants: Can Utilization and Conservation Coexist? Advances in Economic Botany Vol. 12. Bronx, N.Y.: The New York Botanical Garden.

178

Hacia una estrategia para el desarrollo de la Amazonía venezolana

Zent, Egleé López. (1999): Etnobotánica Hoti: Explorando las interacciones entre las plantas y el ser humano en el Amazonas Venezolano. Tesis de PhD. University of Georgia, Athens, Ga., U.S.A.

Zent, Stanford (1992): Historical and Ethnographic Ecology of the Upper Cuao River WoÍth“ÍhaÍ: Clues for an Interpretation of Native Guianese Social Organization. PhD Dissertation. Columbia University, New York, N.Y., U.S.A.

Zent, Stanford (1993): Donde no hay Médico: Las Consecuencias Culturales y Demográficas de la Distribución Desigual de los Servicios Médicos Modernos entre los Piaroa. Antropológica 79:41-84.

Zent, Stanford (1995): “Clasificación, Explotación y Composición de Bosques Secundarios en el Alto Río Cuao, Estado Amazonas, Venezuela.” Scientia Guaianae No. 5. pp. 79-113.

Zent, Stanford (1997): Reinventando los Sistemas de Atención Médica para las Comunidades Indígenas: El Papel de las Medicinas Tradicionales. En J. Chiappino y C. Alés (eds.) Del Microscopio a la Maraca. Caracas: Exlibris. pp. 339-349.

Zent, Stanford (1999): The Quandary of Conserving Ethnobotanical Knowledge: A Piaroa Example. En T. Gragson and B. Blount (eds.) Ethnoecology: Knowledge, Resources, Rights. University of Georgia Press. pp. 90-124.

Zucchi, Alberta (1993): Sistemas Agrícolas Prehispánicas. En L. Aristeguieta (ed.) 500 Años de la América Tropical. Caracas: Biblioteca de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Volumen XXVIII. pp. 27-34.

Zucchi, Alberta y William Denevan (1979): Campos elevados e historia cultural prehispánica en los llanos occidentales de Venezuela. Caracas: Universidad Católica Andres Bello.

Zucchi, Alberta y Rafael Gasson. s.f. Analisis de la Organización del Sistema de Intercambio de los Llanos Occidentales del Orinoco (Siglos XVI-XVIII). Manuscrito no publicado. Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.

179

Los bosques altos tropicales constituyen los ecosistemas terrestres más ricos de la Tierra. Debido a que la energía solar es recibida uniformemente durante todo el año, se aceleran los procesos de evolución y pedogénesis, lo cual, a pesar de que los suelos no siempre son ricos en nutrientes, favo-rece el desarrollo de una vegetación abundante y variada.

La utilización y valor actual de pocas especies y su dispersión, provo-can un aprovechamiento maderero tipo “minero” y el empobrecimiento del bosque alto tropical. Posteriormente, los bosques “descremados” son eli-minados para usar el terreno en forma “más productiva” (agricultura y/o ganadería), situación que se agudiza en la medida en que los bosques son más accesibles.

Se estima que las pérdidas anuales de la superficie de bosques tropica-les, principalmente debido a su conversión en otras formas de uso de la tierra, oscilan entre 15 y 20 millones de hectáreas (ver capítulo 1). Sin em-bargo, a causa de limitaciones naturales, las nuevas formas de uso a me-nudo no son sostenibles y conducen a la devastación de extensas áreas.

Debido a su compleja estructura y biología (ver capítulos 1, 2, 3 y 4 de este libro), existen muy pocos métodos silviculturales basados en la re-generación natural que hayan sido implementados con éxito y que sean

Capítulo 6

Método integrado para la planificación silvicultural delbosque natural con fines de manejoMiguel Plonczak

180

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

reproducibles. Esto ha llevado a numerosos especialistas a afirmar que no es posible su manejo bajo el principio del rendimiento sostenido, debi-do a las numerosas limitaciones de orden económico, social, silvicultural (técnico) y ecológico (Leslie, 1977). Sin embargo, estos análisis general-mente han sido hechos con base en criterios financieros muy estrechos y asumiendo que los problemas ecológicos son insalvables. Analizando los hechos con mayor amplitud de criterios se ha podido llegar a la conclusión que sí es posible el manejo sostenible de los bosques tropicales (Leslie, 1987; para más detalle ver discusión en el Capítulo 7).

Experiencias en diferentes partes del mundo tropical han mostrado las dificultades para alcanzar un manejo sostenible de los bosques altos tropi-cales. Uno de los enfoques para el logro de esta meta ha sido convertirlos en bosques productivos haciendo cambios en su estructura pero mante-niendo parcialmente su composición florística. Empero, sólo mediante el mantenimiento del valor económico directo de estos bosques será posible conservar áreas extensas a largo plazo y así evitar su conversión a otras formas de uso de la tierra no sostenibles.

No hay solución fácil para resolver la problemática de manejo del bosque tropical alto1, especialmente al considerar la crítica situación que atravie-san la mayoría de los países tropicales y las “desventajas” ecológicas que éste presenta para su manejo.

Analizando el problema desde el punto de vista técnico, la escasa infor-mación disponible y/o la pertinencia de la misma, a menudo se han consti-tuido en el principal escollo a vencer. Así, se parte de la hipótesis que sólo con base en información confiable y estadísticamente válida que alimente el proceso de toma de decisiones en la planificación silvicultural del bos-que tropical alto (incluyendo en un ciclo las fases de aprovechamiento, regeneración y conducción), se puede garantizar el mantenimiento a largo plazo de la productividad natural del ecosistema (sin menoscabo de sus otras funciones, especialmente las protectoras) y contribuir a la sostenibili-dad del manejo (Plonczak, 1989).

En el marco del presente trabajo se describe la instrumentación de un método de levantamiento de datos eficiente sobre las condiciones del bos-que en una superficie piloto de 75 ha en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo (denominado “Método Integrado de Diagnósti-co Silvicultural”), diseñado con base en las experiencias adelantadas en Surinam que condujeron a la formulación del sistema silvicultural CELOS (Boxman et al., 1985; Graaf, 1986; Jonkers y Schmidt, 1984), que garan-

1 Se refiere a aquel bosque cuya regeneración arbórea es principalmente a través de semillas

181

Miguel Plonczak

tice la obtención de información confiable y estadísticamente válida con miras a su manejo silvicultural y que permita, además, dar respuesta a las siguientes interrogantes:

1. ¿Qué características definen la estructura y composición flo-rística del bosque en su actual fase de manejo?

2. ¿Qué información se requiere para aplicar un tratamiento silvi-cultural de cosecha, regeneración y/o conducción?

3. ¿Cuáles son las necesidades de personal técnico y obrero así como los rendimientos para ejecutar las diversas fases del mé-todo integrado para la planificación silvicultural?

Asimismo, mediante el monitoreo en parcelas permanentes de muestreo, se deben dilucidar las incógnitas referidas a la dinámica de regeneración y crecimiento de los rodales manejados, con la finalidad de aportar ele-mentos que apoyen la toma de decisiones en el proceso de planificación silvicultural.

Problemática del manejo del bosque tropical altoEn la mayoría de los países tropicales el manejo inadecuado de los bos-

ques altos ha provocado tasas alarmantes de su destrucción (de hasta 19.000 ha diarias según Schmidt, 1987). De otro lado, es incuestionable la necesidad de manejarlos adecuadamente con miras a satisfacer las nece-sidades crecientes de la población (ver cap. 7), pero uno de los principales escollos para lograrlo es la falta de información técnica, ecológica y econó-mica sobre el bosque tropical alto (bta: bosque tropical alto). El problema radica entonces en ¿cómo obtener el máximo de información posible de la realidad del bta?

La regeneración y productividad del bta han sido los aspectos más im-portantes tratados en el campo de la investigación forestal, pero debido a la complejidad del ecosistema, a la presión de cambios del uso de la tierra y a la falta de seguimiento, no ha sido posible implementar mecanismos probados que guíen su aprovechamiento y conservación.

Según Catinot (1971), un manejo forestal eficiente depende de la ob-tención oportuna de información, lo cual puede lograrse mediante inves-tigación. Con frecuencia, la investigación se realiza aisladamente de los programas de manejo a escala comercial; además, la falta de un proceso racional de toma de decisiones basado en el análisis cuantitativo de alter-nativas ha conducido a errores en el manejo forestal. En consecuencia, se

182

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

sugiere integrar la investigación al manejo comercial en una sola operación de manejo experimental, para asegurar que la investigación se oriente a resolver los problemas más urgentes. La ejecución de un manejo experi-mental a escala piloto, permite incorporar al manejo comercial los resulta-dos de la investigación mediante revisiones periódicas.

El manejo silvicultural, que incluye actividades o tratamientos de regene-ración, conducción y cosecha del bosque, constituye uno de los aspectos clave para asegurar el suministro continuo de productos forestales. Con la finalidad de garantizar el rendimiento sostenido se han aplicado diferen-tes tratamientos silviculturales; sin embargo, debido a la dificultad de su seguimiento, aún resulta difícil predecir qué método(s) genera(n) la mayor relación beneficio/costo.

La utilización de tratamientos silvícolas sin un análisis económico y eco-lógico que lo sustente, puede afectar su aplicabilidad a largo plazo. Una decisión errada puede provocar pérdidas a la empresa, al Estado o a la co-munidad y la eliminación de la cobertura boscosa como fuente de materia prima y servicios. Por ello, previo a la selección de un determinado trata-miento silvícola, se considera indispensable hacer un análisis silvicultural (dinámica del bosque) y económico (mercado, costos, personal, inversión), ya que se carece de suficiente información para indicar un curso de acción determinado. La información sobre la dinámica del bosque (ver capítulo 3) debe obtenerse mediante un inventario continuo que permita tomar de-cisiones silvícolas según el sitio, con el fin de orientar el manejo forestal sobre bases técnicas y científicas fiables.

La planificación silvicultural consiste en un proceso de toma de decisio-nes, sobre todo en lo referente a la selección, instrumentación y evalua-ción de una opción silvicultural. Debe realizarse con base en información cuantitativa y cualitativa confiable y apoyarse en otras herramientas, tales como el inventario y esquema de clasificación de opciones silvícolas y ten-dencias de la silvicultura tropical, entre otras, de acuerdo con los plantea-mientos de Dawkins (1958), Catinot (1971), Lamprecht (1986) y Vincent (1981, 1985, 1993a, 1993b).

En el proceso de toma de decisiones aplicado a la planificación silvicultu-ral destacan, según Dawkins (1958), tres etapas clave, a saber:

1. Formulación de políticas y objetivos, etapa en la que de-ben considerarse aspectos económicos, sociales, geográficos, etc., provenientes de información preexistente, determinarse parámetros que midan el éxito o fracaso y definirse metas con-

183

Miguel Plonczak

cretas hacia las cuales encaminar las acciones a seguir (ver capítulo 7)

2. Examen, en la que se realiza una indagación física, biológica (estática y/o dinámica) y de producción (rendimientos, costos, métodos de trabajo, etc.)

3. Determinación, en la que se definen los métodos de control y evaluación de la(s) alternativa(s) instrumentada(s)

Las etapas antes citadas no necesariamente siguen un orden estricto, sino que más bien forman parte de un proceso iterativo de aproximaciones sucesivas hasta lograr la decisión que se considere más acertada; en este proceso se pueden obtener resultados parciales (en las etapas 2 y 3 p.ej.) que lo retroalimentan y afinan (pudiéndose llegar al extremo de tener que reformular los planteamientos de la etapa 1).

Clasificación de opciones silviculturalesSegún Vincent (1993), uno de los problemas que dificulta la planificación

silvicultural, aparte de la problemática antes descrita, es la gran diversidad de opciones silvícolas que se han desarrollado en los trópicos para el manejo del bta y que están disponibles para el planificador en el momento que debe decidirse por una de ellas. Al máximo nivel de detalle, las opciones silvicul-turales son sistemas, métodos o tratamientos silvícolas específicos que han sido ensayados, instrumentados o propuestos para el manejo del bta en las diferentes partes del mundo tropical donde se han realizado esfuerzos en este sentido; en un contexto más amplio, las opciones silviculturales pueden agru-par un conjunto de alternativas que tienen fundamentos y/o requerimientos similares.

Neil (1981) y Schmidt (1987) ofrecen una descripción de las experiencias silviculturales del mundo tropical que constituyen la herramienta “Inventa-rio de opciones silvícolas”. Entre éstas destacan las realizadas en Malasia (sistema uniforme malayo), Filipinas (sistema filipino de aprovechamiento selectivo, sistema filipino de mejoramiento de las masas), Nigeria y Trinidad (sistemas de regeneración bajo cubierta), Australia (sistema de selección Queensland) y Surinam (sistema CELOS). En Venezuela cabe mencionar los esfuerzos hechos por investigadores de la Facultad de Ciencias Fores-tales y Ambientales, sobre todo en el marco del programa de investigación con fines de manejo forestal en la Unidad I de la Reserva Forestal Caparo, por ULA-CORPOANDES entre 1971 y 1976, el Comodato ULA-MARNR a partir de 1985, el Instituto de Silvicultura desde su creación en 1963 y pos-

184

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

terior transformación en el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo Forestal (a partir de 1995), y por autores como Finol (1969, 1975, 1980, 1987), Vincent y Bustamante (1973) y Vincent y Rodríguez (1974), entre muchos otros.

La gran variedad de opciones silviculturales disponibles ha motivado es-fuerzos dirigidos hacia su clasificación, con mayor o menor grado de deta-lle, como lo denotan los esquemas jerárquicos propuestos por Lamprecht (1967, 1986), Finol (1976, 1980) y Vincent (1993). El esquema propues-to por Lamprecht (1986) se caracteriza por su simplicidad y subjetividad, mientras que el de Vincent (1993), que se basa en el planteamiento de disyuntivas como puntos de decisión entre dos vías alternas (dicotómico) que definen un “sendero” hasta llegar a una determinada opción silvícola, es complejo y de un elevadísimo nivel de detalle.

Analizando estos dos esquemas con miras a aportar una herramienta adecuada al nivel de necesidades actuales en la toma de decisiones sil-viculturales en Venezuela, en la Figura 6.1 se presenta una clasificación jerárquica basada en criterios conceptuales.

Figura 6.1. Esquema de Clasificación de Opciones Silvícolas en el Manejo del Bosque Tropical Alto (BTA)

RNC: regeneración nartural vs. cultivadaMPM: manejo policíclico vs. monocíclicoMPA: manejo pasivo vs. activoTTF: tratamiento a toda la masa vs. concentrado en fustales

RIN: regeneración inducida vs. no inducidaTGA: transformación gradual vs. abrupta del bosque originalTPT: tratamiento parcial vs. total en términos de superficie

185

Miguel Plonczak

Se parte del postulado que existe (o debe existir) un ordenamiento territo-rial que define la vocación de uso de las tierras (para producción y protec-ción). Por encima de este nivel, se asume que la política forestal del país está definida (o al menos delineada) y que se dispone de herramientas técnicas, jurídicas y legales para sustentarla.

En el esquema propuesto, el mayor nivel de decisión corresponde a la disyuntiva regeneración natural vs. cultural o plantada (RNC), referida tan-to al proceso como al objeto de regeneración; en cuanto al proceso, la de-cisión política entre un “sendero” o el otro dependerá de consideraciones de orden económico, ecológico y social y, en cuanto al objeto, la decisión técnica dependerá de la información que se tenga sobre la regeneración existente del área boscosa a manejar, la cual debe ser obtenida mediante la realización de un diagnóstico silvicultural idóneo.

El siguiente nivel de decisión, tanto por el “sendero” de regeneración na-tural como cultural, corresponde a la disyuntiva (MPM) manejo policíclico (bosque disetáneo) vs. monocíclico (bosque coetáneo), en la cual también influyen consideraciones de orden económico, ecológico y social sobre la decisión política. La decisión técnica dependerá del conocimiento que se tenga sobre la dinámica del bosque intervenido, el cual debe ser obtenido o completado mediante monitoreo o seguimiento continuo en parcelas per-manentes (p.ej. mediante inventario continuo).

Siguiendo el “sendero” de regeneración natural, sigue la disyuntiva manejo pasivo vs. activo (MPA), considerando que el segundo es aquél en el que los tratamientos de regeneración y conducción del bosque son antrópicamente dirigidos, mientras que el primero se refiere a la planificación de una explota-ción adecuadamente regulada acompañada de monitoreo. Por la vía de ma-nejo pasivo se llega al conjunto de opciones de manejo naturalista, en el cual las fuerzas naturales determinan la dinámica evolutiva de los rodales (p.ej. bosques con una distribución diamétrica regular de las especies valiosas, manejados mediante la fijación de diámetros mínimos de cortabilidad defini-dos con base en criterios silviculturales); debe acotarse que todas las demás opciones presentadas en el esquema se consideran como de manejo activo.

Por la vía manejo activo, la siguiente disyuntiva es tratamiento aplicado a toda la masa vs. concentrado en fustales (TTF); así se diferencian los sistemas de selección (todos los tamaños) de los de mejoramiento de la masa remanente (énfasis en los fustales).

Por el “sendero” de regeneración natural y manejo monocíclico se llega a la disyuntiva regeneración inducida vs. no inducida (RIN), mediante la cual se diferencian el conjunto de sistemas de regeneración bajo cubierta (tro-

186

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

pical shelterwood systems, como el de Nigeria) y los sistemas uniformes (uniform systems, como el sistema uniforme malayo).

Por el “sendero” de regeneración cultural la disyuntiva manejo policícli-co vs. monocíclico (MPM), distingue el conjunto de posibles tratamiento bicíclicos de enriquecimiento del bosque (usualmente monocíclicos); así puede apreciarse que, en líneas generales, la regeneración cultural tiende a la homogeneización de la edad del bosque.

Siguiendo el “sendero” de manejo monocíclico, se plantea la disyuntiva transformación gradual vs. abrupta del bosque original (TGA), llegando por la vía abrupta al conjunto de opciones de establecimiento de plantaciones a campo abierto.

Si se sigue el “sendero” de transformación gradual se llega a la disyun-tiva tratamiento parcial vs. total en términos de superficie (TPT); así, se discriminan el conjunto de opciones de establecimiento de plantaciones de enriquecimiento y aquéllas bajo cubierta. Es de notar que al conjunto de opciones de enriquecimiento se puede llegar por dos vías (cosa inad-misible en un esquema dicotómico rígido), lo cual denota la diversidad de alternativas que agrupa esta opción.

Diagnóstico silviculturalEl diagnóstico silvicultural, que constituye una de las principales herra-

mientas de la etapa de examen, se basa en la obtención de información de campo, principalmente mediante la realización de muestreos. En la ins-trumentación del sistema uniforme malayo, por ejemplo, se realizan mues-treos antes y después de la explotación con el fin de evaluar la abundancia de regeneración de especies valiosas para la siguiente cosecha; según Wyatt-Smith (1960), se establecen parcelas de diferente tamaño, acorde con las dimensiones de la regeneración, a saber: cuadrículas de 4 m2 para los individuos con una altura mayor que 30 cm y un diámetro menor que 5 cm; cuadrículas de 25 m2 para los individuos entre 5 cm y 10 cm de diáme-tro; y cuadrículas de 100 m2 para los individuos con un diámetro mayor que 10 cm, discriminados en categorías diamétricas con un rango de 10 cm.

En Venezuela se ha desarrollado un método de muestreo de regenera-ción basado en el empleo de transectas subdivididas en cuadrículas, el cual permite determinar la abundancia efectiva (Linares, 1989; Quesada, 1989; Gutiérrez, 1993; Jiménez, 1993; Toro, 1993; Uzcátegui, 1993). El muestreo de regeneración es un inventario que se realiza para conocer las existencias y condiciones de la regeneración, entendiéndose como rege-

187

Miguel Plonczak

neración todos aquellos individuos con un diámetro menor que el diámetro mínimo de cortabilidad establecido por la ley (Díaz, 1991).

La información aportada por el muestreo de regeneración es estática y se expresa en términos de abundancia efectiva, lo cual se refiere a los individuos de regeneración determinados en función de la abundancia ge-neral y la frecuencia relativa, con base en la asunción de un área mínima necesaria para el normal desarrollo de un árbol (usualmente una cuadrícu-la de 100 m2). La abundancia efectiva contempla aspectos sobre la distri-bución espacial, ya que considera la ocupación por cuadrículas, e incluye criterios de selección de los individuos en cuanto a grupos de especies (especificación florística), dimensiones (especificación diamétrica) y cali-dad (especificación de calidad), todo lo cual permite definir la deseabilidad de la regeneración y proporciona información sobre el número de árboles efectivos por hectárea con que se cuenta para el manejo silvicultural y su adecuabilidad o no en función de los objetivos y metas propuestos. Finalmente, conviene integrar la información obtenida mediante el empleo de diversas herramientas; esto puede lograrse a través del diseño de un sistema de información para el apoyo decisional (SIAD).

El SIAD se alimenta con información válida, cuantitativa y cualitativamente, en función de decidir sobre la deseabilidad (objetivos) y adecuabilidad (pro-yección) del vuelo remanente. Si el vuelo remanente no es deseable y/o ade-cuado, se aplica tratamientos de regeneración o conducción; si el vuelo rema-nente es deseable y adecuado, se deja crecer el tiempo necesario para que alcance la madurez; alcanzada ésta, se procede a realizar la cosecha, vista como un tratamiento silvicultural más. El proceso antes descrito constituye el fundamento de la planificación silvicultural (Fig. 6.2).

Figura 6.2. Esquema del proceso de planificación silvicultural

SIAD: Sistema de Información para el Apoyo Decisional

VDA: Vuelo Deseable (según metas) y Adecuado (según proyecciones)

VM: Vuelo Maduro (se cumplen los objetivos de producción)

188

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Método integrado de diagnóstico silviculturalEl método de diagnóstico silvicultural integrado descrito en el presente

trabajo se aplicó en un sector de los bosques llaneros en el occidente de Venezuela, Edo. Barinas, ubicado en la Unidad Experimental de la Re-serva Forestal Caparo; ésta es administrada con fines de investigación, docencia y extensión por la Facultad de Ciencias Forestales y Ambien-tales de la ULA mediante un Comodato otorgado por el MARNR en 1982 (Fig. 6.3). El área de estudio, correspondiente a la transición de las zonas de vida bosque seco a húmedo tropical, es dominada por el paisaje de llanura aluvial; las características de los suelos dependen de la posición geomorfológica que ocupan, determinando así el tipo de vegetación que se desarrolla (desde bosques siempreverdes hasta sabanas inundables).

Figura 6.3: Ubicación relativa de la Reserva Forestal Caparo, Edo. Barinas, Venezuela

189

Miguel Plonczak

Para realizar el diagnóstico silvicultural integrado de bosques en Caparo, se propone un método (similar al usado por Graaf (1986) en Surinam) que incluye las siguientes fases:

1. Selección del sitio de estudio;2. Delimitación del rodal en bloques de 200 m x 250 m (5,0 ha);3. Censo, enumeración y mapeo de la masa comercial (con dap

35 cm) y muestreo de la masa arbórea (con dap 10 cm); y4. Establecimiento y medición de parcelas permanentes.

A continuación se describen brevemente las fases del método propuesto.

Selección del sitio de estudioCon base en la zonificación y tipificación existentes de la Unidad Experi-

mental de la Reserva Forestal Caparo, dividida para su manejo en rodales de 100 ha (Fig. 6.4), inicialmente en oficina se seleccionó al azar el rodal 18, ubicado en el “Área de Estudios de Impacto Ecológico” como sitio de estudio.

Figura 6.4: Zonificación de la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo.

190

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Empero, debido a limitaciones de acceso e inundación prolongada, el método se aplicó finalmente en campo sobre una superficie constituida por 50 ha del rodal 17 y 25 ha del rodal 24, abarcando75 ha en total (Fig. 6.5).

Figura 6.5: Croquis de Tipificación de la Vegetación en los Rodales 24 y 17 de la Unidad Experimental, Reserva Forestal Caparo, Barinas, Venezuela.

191

Miguel Plonczak

Delimitación del rodal en bloques de 200m x 250m (5,0 ha)La delimitación de los bloques se realizó mediante la apertura manual

de picas cada 250 m, paralelas al eje central, y cada 200 m, perpendicu-lares a dicho eje; los vértices de los bloques se identifican con botalones; se colocan balizas cada 50 m por el eje largo y cada 40 m por el corto, siendo el rendimiento aproximado en esta operación de 0,5 jornada/km. Deben abrirse picas de acceso cada 40 m, correspondientes a las balizas ubicadas por el eje corto, con un rendimiento aproximado de 0,25 jornada/km (Fig. 6.6).

Figura 6.6: Delimitación del Área de Estudio (1000 m x 750 m) en columnas (I a V: 200 m x 750 m), filas (A, B y D: 250 m x 1000 m), bloques (200 m x 50 m) y franjas (1 a 25: 40 m x 1000 m).

Ubicación de las Parcelas temporales de Muestreo (PM1 a PM7: 40 m x 250 m) y Permanentes de monitoreo (PP1 a PP7: 10 m x 250 m) de la masa arbórea (dap > 10 cm).

1. Estero2. Selva Decidua de Bajío

3. Selva Subsiempreverde de Bajío4. Selva Subdecidua de Bajío

192

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Censo, enumeración y mapeo de la masa comercial (dap 35 cm) y muestreo de la masa arbórea (dap > 10 cm)

La primera actividad para realizar el censo, enumeración y mapeo de la masa comercial (con dap > 35 cm) consiste en subdividir el bloque de 5,0 ha en franjas de 40 m x 250 m (1,0 ha); con un equipo integrado por seis personas (un jefe anotador, dos baquianos, dos pintores y un obrero) se procede de la siguiente manera: el jefe anotador se ubica en el centro de la franja y es flanqueado por dos grupos conformados por un baquiano y un pintor, que se mueven manteniendo una distancia de unos 10 m entre sí; el obrero se ubica en la pica lindero y con una vara de 2,5 m controla la distancia recorrida, desplazándose en trechos de 10 m cada vez e identifi-cando el punto con una estaca numerada, la cual sirve de referencia en el recorrido de retorno al realizar el levantamiento de la franja siguiente. En el recorrido del tramo los baquianos identifican el árbol, miden el dap (cm) y estiman las alturas total y comercial (m); los árboles medidos reciben un número, pintado (en blanco) sobre el mismo con su respectivo código, se-gún una lista previamente elaborada (Anexo 6.1) con base en los criterios esbozados por Plonczak (1993). La información es registrada por el ano-tador en una planilla (Anexo 6.2) y en un croquis de campo (Anexo 6.3), en el que se registran los árboles numerados así como detalles notorios de topografía, drenaje, vías, etc. El rendimiento de esta operación puede estar por el orden de un bloque (5,0 ha) diario.

Con el fin de hacer estimaciones confiables para todo el bosque, tanto del área basal como del número de individuos y la distribución diamétrica de las masas arbórea y comercial, se realiza un muestreo estratificado al azar y con restricciones de toda la masa arbórea con dap 10 cm. Para ello se selecciona al azar una franja de 40 m x 250 m (1,0 ha) de cinco posibles en cada bloque; previamente los bloques se seleccionan al azar de acuerdo con la tipificación (si se dispone de ella) y proporcionalmente a la superficie aproximada cubierta por cada tipo de vegetación (ver Fig. 6.5). La intensi-dad de muestreo sugerida está por el orden de un 10%.

A su vez, las unidades de muestreo se subdividen en cuatro subunidades de 10 m x 250 m (0,25 ha), con la finalidad de determinar la abundancia efectiva y realizar los análisis estadísticos. La información se registra en pla-nillas, según el modelo del anexo 2. El rendimiento de esta operación, junto con el censo realizado simultáneamente en la franja correspondiente, está alrededor de una parcela (1,0 ha) diaria.

193

Miguel Plonczak

Establecimiento y medición de parcelas permanentesEl establecimiento de parcelas permanentes se realiza con una intensidad

de un 2,5% del área estudiada; se ubican en la franja de 40 m x 250 m selec-cionada al azar para el muestreo, eligiendo al azar su ubicación a la derecha o izquierda del eje central. La unidad última de muestreo es de 10m x 250m (2500 m2) y está subdividida en 25 cuadrículas de 10m x 10m para calcular la abundancia efectiva (ver Bonilla, 1998).

La información se recaba en una planilla (Anexo 6.4), en la cual se re-gistran todos los individuos con un dap 10 cm, a los que se les pinta (en azul) el número, el código y un anillo a 1,30 m del suelo. La información a recabar es la siguiente:

» Número de la cuadrícula (de la 1 a la 25). » Número consecutivo de los árboles registrados. » Nombre vulgar de la especie y su respectivo código. » Circunferencia a la altura del pecho (en mm). » Alturas total y comercial (en m). » Observaciones para cada árbol y de carácter general. » Calidad y estado fitosanitario definidos en las siguientes clases:

1. Árbol sano, vigoroso y/o de buen porte.2. Árbol levemente afectado (biológica, mecánica y/o fisioló-

gicamente), pero aprovechable en alto grado.3. Árbol afectado (ídem), pero aprovechable en mediano o

bajo grado.4. Árbol afectado (ídem), pero inservible.5. Árbol moribundo o muerto.

El rendimiento de esta operación está por el orden de una parcela diaria (0,25 ha) con un equipo de tres personas (un anotador, un baquiano y un pintor).

El procesamiento y análisis estadístico de los datos recabados se hace en forma automatizada; para ello se dispone de programas preliminares. Sin embargo, se debe prever el desarrollo de un sistema de información como herramienta de apoyo en el proceso de toma de decisiones en la planifica-ción silvicultural del manejo de los bosques.

194

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Algunos resultados y discusiónLa información sobre la masa arbórea (con dap = 10 cm) se determinó

mediante inventario. En total se levantó información estática en siete par-celas temporales de muestreo de 1,0 ha cada una (un 10 % de intensidad de muestreo) ubicadas proporcionalmente a la superficie de cada estrato, a saber: tres en la selva subdecidua de bajío, tres en la selva decidua de bajío y una en la selva subsiempreverde de bajío. Asimismo, se realizó la primera medición en siete parcelas de monitoreo de 0,25 ha cada una (un 2,5 % de intensidad de muestreo), ubicadas en la misma forma que las de muestreo. La información recabada en el censo, referida a la masa consi-derada comercial (con dap = 35 cm y según la lista previamente elabora-da) abarca una superficie de 58 ha, contándose además con información detallada sobre su ubicación espacial contenida en el croquis (Anexo 6.3).

La información disponible permite realizar una caracterización del estado actual del bosque. Los datos de las parcelas de muestreo aportan informa-ción sobre la condición de la masa arbórea de todo el bosque, en términos de su composición florística y estructuras horizontal y vertical. El censo aporta información sobre la masa comercial y con el croquis se conoce su ubicación.

El bosque estudiado se encuentra en condiciones naturales bajo la in-fluencia antrópica característica de la región llanera, como son quemas periódicas y extracción ilegal de madera, entre otros; es de destacar, que los mismos no han sido sometidos a un proceso técnico de intervención o manejo silvicultural.

Desde el punto de vista estadístico, los resultados obtenidos por Bonilla (1998) de un análisis de varianza utilizando la misma fuente de datos de campo muestran que, considerando todas las especies, existe una posi-ble interacción entre la densidad de los estratos y los grupos de especies definidos, pero que no hay diferencias en cuanto al área basal de cada estrato ecológico, tal vez porque toda la muestra se encuentra en la misma posición geomorfológica de bajío. Restringiendo el análisis (sin incluir las palmas), resulta que no hay interacción entre la densidad de los estratos y los grupos de especies, mientras que sí existe una posible interacción en-tre las áreas basales por estrato, debida probablemente a la concentración de árboles de gran tamaño en estratos específicos. En general, el análisis estadístico realizado indica que no hay diferencias significativas entre los estratos ecológicos definidos, lo que permite considerar el sitio de estudio como un sólo tipo de bosque.

195

Miguel Plonczak

En las parcelas temporales de muestreo (7,0 ha) se levantó un total de 2.269 árboles y palmas (324,1 ind./ha) con dap mayor que 10 cm, los cua-les alcanzan un área basal de 149,8 m2 (21,4 m2/ha). De éstos, 1.981 indivi-duos poseen un dap menor que 40 cm con un área basal de 81,2 m2 (54% del total), mientras que apenas 288 individuos con dap mayor que 40 cm abarcan 68,6 m2 (46% restante). 1.853 individuos (81,7 % del total) son de especies arbóreas y ocupan un área basal de 114,1 m2 (76,2 % del total), mientras que el resto son palmas (416 ind. con un área basal de 35,7 m2).

Respecto a la composición florística, en el estrato arbóreo se encontró un total de 72 especies (dos individuos no pudieron ser identificados), per-tenecientes a 54 géneros y 33 familias (Anexo 1). Las especies de mayor dominancia son las palmas en general, que abarcan 5,2 m2/ha; entre las especies maderables destacan el jobo (Spondias mombin) con 2,4 m2/ha, el saquisaqui (Bombacopsis quinata) con 2,3 m2/ha, el chupón (Pouteria anibaefolia) con 1,1 m2/ha y el lechero (Sapium aubletianum) con 1,0 m2/ha; las palmas (24,0 %) junto con estas cuatro especies (32,2 %), concen-tran más que la mitad (56,2 %) del área basal del estrato arbóreo.

La Tabla 6.1 muestra la distribución del número de individuos y del área basal por categorías diamétricas. La distribución diamétrica del bosque es regular, típica de estos bosques; la misma se caracteriza por una disminu-ción paulatina del número de individuos a medida que aumenta el diáme-tro, lo que en términos generales garantiza la permanencia del bosque en el largo plazo. Se nota una concentración significativa de área basal en las categorías diamétricas superiores, lo cual debe ser seriamente considera-do en la planificación de una cosecha sostenida de madera.

Tabla 6.1: Distribución diamétrica y del área basal de los individuos maderables (DAP > 10 cm) encontrados en el área muestreada (7,0 ha) de la Unidad Experimental de la Reserva Forestal

Caparo (Bonilla, 1998).Clase Diamétrica (cm) Número de Individuos Área Basal Total (m2)

10-20 1045 16,8

20-30 355 17,5

30-40 235 21,7

40-50 127 20,3

50-60 51 11,9

60-70 15 4,9

70 + 25 21,0

TOTAL 1853 114,1

196

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Con el objeto de definir la “deseabilidad” de las especies en función de los objetivos de producción predefinidos, resulta conveniente agrupar las especies (Tabla 6.2) según su peso específico (dureza) y valor relativo (especificación florística), de acuerdo con lo sugerido por Plonczak (1993). Asimismo, deben tomarse en cuenta tanto sus dimensiones (especifica-ción diamétrica) como su calidad (especificación de calidad).

Tabla 6.2: Clasificación de especies en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo según su dureza y valor actual (Bonilla, 1998).

Dureza Valor Actual Código Nombre común

Blandas

Muy alto

Alto

Mediano

1

2

3

Caoba

Saquisaqui, Guayabón.

Camoruco, Cedrillo, Ceiba, Guácimo blanco, Guácimo cimarrón, Guamo, Higuerón, Jobo, Lechero, Masaguaro Tasajo.

Semi-duras

Muy alto

Alto

Mediano

4

5

6

Carabalí, Charo, Pardillo negro.

Trompillo.

Anime, Laurel, Sangredrago, Guarataro.

Duras

Muy alto

Alto

Mediano

7

8

9

Roble maría

Chupón, Perhuétamo.

Charo negro, Coco ‘e mono, Cuero de sapo.

Indeterminadas

Muy alto

Alto

Mediano

10

11

12

Orura, Palo de agua.

Caujaro pardillo, Zorrocloco, Chupón blanco.

Cacaíto, Quiebrahacha, Canelito, Cazabe, Limoncillo, Matapalo, Picapico, Rabo de iguana, Rejito, Uvero, Yátago.

Algunos resultados sobre número de individuos y áreas basales por Gru-pos de Especies (según su dureza y valor actual) se sintetizan en la Tabla 6.3. La información contenida en dicho cuadro, es de gran importancia para los fines de la planificación silvicultural, sobre todo en lo referente a la intensidad del aprovechamiento, vista como la primera actividad silvícola a realizar.

Tabla 6.3: Número de individuos y área basal por Grupos de Especies (GES) según su dureza y valor comercial actual en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo (Bonilla, 1998).

GES(dureza)

No. Ind.

Árb/ha%

A. Basal m2/ha

% GES (valor)

No. Ind.

Árb/ha%

No. Ind.

Árb/ha%

Blandas 114 35 9,4 44 Muy alto 17 12 0,9 7Semiduras 31 10 1,4 7 Alto 40 27 4,9 39

Duras 30 9 2,1 10 Mediano 90 61 6,9 54Desconocida 90 28 3,3 15

Palmas 59 18 5,2 24Total 324 100 21,4 100 147 100 100

Fuente: Bonilla (1998)

197

Miguel Plonczak

Desde el punto de vista silvicultural, con base en esta información se puede planificar una adecuada cosecha del bosque, acorde con los ob-jetivos y metas fijados, que permita dejar en pie, mediante la aplicación de un aprovechamiento cuidadoso, una masa remanente promisoria para la próxima cosecha. En una primera fase, se recurre a la simulación para inferir sobre las metas de producción a ser obtenidas en la siguiente cose-cha, utilizando proyecciones de la abundancia efectiva de la regeneración “deseable” existente.

Con base en la información recabada y procesada por Bonilla (1998), a continuación se presenta, en la Tabla 6.4, una alternativa (de varias posi-bles) de intervención cuidadosa, en la que se le asigna gran importancia a la producción a largo plazo.

Tabla 6.4: Distribución diamétrica y de área basal de la masa forestal actual, a extraer y proyectada de las especies de madera blanda, semidura y dura de muy alto, alto y mediano valor comercial actual, así como de las especies de dureza desconocida de alto valor comercial actual

en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo.

Clase Diam.

A.B./ sección m2/ha

No.Ind Árb/ha inicial

A.B. inicial m2/ha

Masa a extraer Daños 1 Masa residual Crec.2

Diam. cm/año

Proy. Año 9

Árb/ha m2/ha Árb/ha m2/ha Árb/ha m2/haDiám

(cm)

A.B.

m2/ha

10-20 0,02 54 1,0 0 0 4 0,07 50 0,93 0,65 20,85 1,71

20-30 0,05 36 1,7 0 0 3 0,15 33 1,55 0,96 33,64 2,93

30-40 0,10 29 2,7 0 0 2 0,19 27 2,51 0,74 41,66 3,68

40-50 0,16 15 2,4 0 0 1 0,16 14 2,24 0,58 50,22 2,77

50-60 0,24 7 1,6 3 0,7 0 0 4 0,90 0,65 60,85 1,16

60-70 0,33 2 0,6 1 0,3 0 0 1 0,30 0,69 72,21 0,40

70 y + 0,44 3 2,8 2 1,8 0 0 1 1,0 0,49 79,41 0,50

Total 148 12,8 6 2,8 10 0,59 130 9,07 13,15

1.- Tomado de: Plonczak (1989). 2.- Tomado de: D’Jesús (1997).

Fuente: Bonilla (1998)

En trabajos posteriores de determinación de los daños causados por la explotación, así como de seguimiento del desarrollo del bosque en las par-celas permanentes (monitoreo), se busca esclarecer aspectos referidos a la dinámica de recuperación del bosque; todo ello con miras a sustituir la información, inicialmente inferida, por aquélla sucesivamente recabada en el transcurso del tiempo y afinar las proyecciones obtenidas con ayuda de la simulación.

198

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Anexo 6.1:

Lista y código de especies arbóreas de la Unidad Experimental (Comoda-to ULA-MARN) de la Reserva Forestal Caparo muestreadas y agrupadas según los criterios de dureza (I= Blandas: peso específico (p.e.) < 0,6; II= Semiduras: 0,6 < p.e. < 0,8; III= Duras: p.e. > 0,8; IV= Desconocidas) y valor actual de la madera (A= Muy alto; B= Alto; C= Mediano; D= Bajo); especies censadas (*).

Grupo Nombre Vulgar Código Nombre Científico

I

A * Caoba CA Swietenia macrophylla

B* Guayabón GY Terminalia guianensis

* Saquisaqui SQ Bombacopsis quinata

C

Camoruco CC Sterculia apetala

* Cedrillo CI Trichilia elegans

* Ceiba CY Ceiba pentandra

Guácimo cimarrón GC Luehea cymulosa

Guácimo blanco GB Guazuma tomentosa

Guamo GU Inga spp.

Higuerón HG Ficus maxima

Jabillo JA Hura crepitans

* Jobo JO Spondias mombin

* Lechero LL Sapium aubletianum

* Masaguaro MS Pithecellobium guachapele

Tasajo TJ Fissicalyx fendleri

D

Balso BA Ochroma pyramidale

Bototo BT Cochlospermum vitifolium

Candilero CN Cordia tetranda

Yagrumo YA Cecropia peltata

II

A

* Carabalí CB Albizzia caribaea

* Charo amarillo CH Brosimum alicastrum

* Pardillo negro PN Cordia thaisiana

* Trompillo TO Guarea trichilioides

B

* Anime= Triaco TR Protium crenatum

* Laurel LA Ocotea caudate

* Sangredrago SD Pterocarpus acapulcencis

C Guarataro blanco GO Vitex stahelii

D

Menudito MI Zanthoxylum sp.

Mora MO Chlorophora tinctoria

Palo maría PM Triplaris caracasana

Tachuelo TQ Zanthoxylum caribaeum

199

Miguel Plonczak

Grupo Nombre Vulgar Código Nombre Científico

III

A * Roble RB Platymiscium pinnatum

B

* Chupón CW Pouteria anibaefolia

* Jebe JE Lonchocarpus sericeus

* Perhuétamo PE Moriri barinensis

C

* Coco de mono MN Couroupita guianensis

Cuero de sapo MU Lonchocarpus sp.

* Charo negro CP Brosimum sp.

D Mamoncillo ML Licania turiuba

IV

B Orura OA Swartzia sp.

* Palo de agua PA Symneria paniculata

C

Chupón blanco CL Pouteria sp.

Marajagua MU Lonchocarpus sp.

Pardillo caujaro PC Cordia coloccoca

Zorrocloco MU Lonchocarpus sp.

D

Cacho de venado VE Erythroxylum sp.

Caimito CT Chrysophyllum sp.

Canelito CN ¿?

Casabito CB Torrubia orfersiana

Clavito IO Adelia riccinela

Cojón de verraco CV Tabernaemontana sp.

Fruta de paloma FP Tapirira guianensis

Guamo caramacate GE Inga sp.

Guaramaco GR Trichilia sp.

Guayabito GT ¿?

Limoncillo LI Zizyphus saeri

Mapurite MT Fagara caribaea

Matapalo MP Ficus sp.

Onotillo ON Bixa orellana

Ortigo OR Urera sp.

Peludito PU Banara sp.

Peonío PO Ormosia sp.

Picapico PP Dalechampia tiliifolia

Quiebracho QH Coccoloba sp.

Rabo de iguana RI ¿?

Rabo de pava RP Cupania americana

Rejito RJ Trichilia unifoliada

Santarroso SR Citharexylum sp.

Uvero UV Coccoloba sp.

Yátago YT Trichanthera gigantean

Palmas

Chaguaramo GM Roystonea venezuelana

Palma de agua PL Attalea maracaibensis

Palma sarare PS Syagrus sancona

200

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Anexo 6.2:

201

Miguel Plonczak

Anexo 6.3:

202

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

Anexo 6.3:

203

Miguel Plonczak

Anexo 6.5:

Lista de especies (*) agrupadas según su deseabilidad de acuerdo con el valor de su madera (A= Alto; B= Mediano; C= Bajo valor comercial) y/o dureza (I= Blandas; II= Semiduras; III= Duras; y IV= Desconocidas) y vi-ceversa.

AI Caoba AII Pardillo negro; trompillo AIII Roble

BI Guayabón; saquisaqui BII Carabalí; charo amarillo; laurel; anime= triaco; sangredrago BIII Chupón; Jebe; perhuétamo; cedrillo BIV Palo de agua

CI Ceiba; jobo; lechero; masaguaro CII CIII Charo negro; coco de mono

IA Caoba IB Guayabón; saquisaqui IC Cedrillo; ceiba; jobo; lechero; masaguaro

IIA Pardillo negro; trompillo IIB Anime= triaco; carabalí; charo amarillo; laurel; sangredrago IIC

IIIA Roble IIIB Chupón; jebe; perhuétamo IIIC Coco de mono; charo negro

IVB Palo de agua

(*) especies censadas (22) utilizadas para el cálculo de la abundancia efecti-va y la definición de alternativas de regeneración deseable adecuada.

204

Método integrado para la planificación silvicultural del bosque natural con fines de manejo

BibliografíaBonilla, J. 1998. Censo e intensidad óptima de muestreo con fines de planificación

silvicultural en bosques de la Reserva Forestal Caparo, Venezuela. Tesis. M. Sc. ULA, Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales. Mérida, Venezuela. 75 p + anexos

Boxman O.; Graaf de, N.R.; Hendrison, J.; Jonkers, W.; Poels, R.; Schmidt, P.; Tjon Lim Sang, R. 1985. Towards sustained timber production from tropical rain forests in Suriname. Netherlands Journal of Agricultural Science 33: 125-132.

Catinot, R. 1971. Esquema de ordenación experimental en el bosque denso tropical de Africa. Boletín 14. Ministerio de Agricultura y Cría. Caracas.

D’Jesús, A. 1997. Crecimiento diamétrico en parcelas de muestreo continuo. ULA, Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales. Mérida, Venezuela (en preparación).

Dawkins, HC. 1958. The management of natural tropical high forest with special reference to Uganda. Imperial Forestry Institute. Paper No. 34. Univ. of Oxford. 155 p

Díaz, A. 1991. Selección de áreas para establecer el sistema silvicultural CELOS. Informe Convenio ULA-CVG. ULA, Facultad de Ciencias Forestales. Mérida. 77 p.

Finol, H. 1969. Posibilidades de manejo silvicultural para las reservas forestales de la región occidental (Venezuela). Revista Forestal Venezolana No. 17: 81-107.

Finol, H. 1975. La silvicultura en la Orinoquia venezolana. Revista Forestal Venezolana No. 25: 37-114.

Finol, H. 1976. Métodos de regeneración natural en unos tipos de bosques venezolanos. Revista Forestal Venezolana No. 26: 17-44.

Finol, H. 1980. Estructura y composición de los principales tipos de selvas venezolanas. Facultad de Ciencias Forestales. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. 34 p.

Finol, H. 1987. Silvicultura tropical naturalista –descripción del sistema “mejoramiento de masas boscosas naturales intervenidas”. Dpto. Manejo de Bosques. Facultad de Ciencias Forestales. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. Manuscrito.

Graaf, N.R. de 1986. A silvicultural system for natural regeneration of tropical rain forest in Suriname. Agricul tural University Wageningen. The Netherlands. 250 p.

Gutiérrez, A. 1993. Muestreo de regeneración avanzada en el bosque remanente con plantaciones de enriquecimiento en líneas en la unidad II de la reserva forestal de Ticoporo, Estado Barinas. Tesis M.Sc. Univ. de Los Andes. 70 p.

Jiménez, S. 1993. Estimación de la regeneración avanzada en áreas con y sin tratamiento de mejoramiento de la masa forestal remanente en la unidad I del lote boscoso San Pedro Estado Bolívar. Tesis M.Sc. Univ. de Los Andes. 101 p.

Jonkers, W.; Schmidt, P. 1984. Ecology and timber production in tropical rain forest in Surinam. Interciencia 9 (5): 290-297.

Lamprecht, H. 1967. Consideraciones sobre la planificación silvicultural en los trópicos. Revista Forestal Argentina 11 (1): 10-15.

Lamprecht, H. 1986. Waldbau in den Tropen. Parey Verlag. 318p.

205

Miguel Plonczak

Leslie, AJ. 1977. Where contradictory theorie and practice co-exist. Unasylva 29 (115): 2-17.

Leslie, AJ. 1987. A second look at the economics of natural management systems in tropical mixed forest. Unasylva 39 (155): 46-58.

Linares, A. 1989. Establecimiento de la metodología de muestreo de regeneración en la Unidad CVG de la Reserva Forestal de Imataca, Venezuela. Tesis M. Sc. Univ. de Los Andes. 131 p.

Neil, P.E. 1981. Problems and opportunities in tropical rain forest management. CFI Occasional Papers. No. 16. Oxford. 177 p.

Plonczak, M. 1989. Struktur und Entwicklungdynamik eines Natur- waldes unter Konzessionsbewirtschaftung in den westlichen Llanos Venezuelas. Goettinger Beitraege zur Land und Fors twirtschaft in den Tropen und Subtropen. Heft 43. 134 p.

Plonczak, M. 1993. Proposición de un esquema de agrupación de especies maderables a los fines de la planificación silvicultural. Rev. For. Venez. XXVII (37): 117-124.

Quesada, R. 1989. Cuantificación de la regeneración avanzada de la masa remanente y sus perspectivas de manejo en la Unidad V de la Reserva Forestal de Imataca, Edo. Bolívar, Venezuela. Tesis M. Sc. ULA. 125 p.

Schmidt, R. 1987. Ordenación de los bosques higrofíticos tropicales. Unasylva 156 (39/2): 3-17.

Toro, J. 1993. Estudio comparativo de la abundancia efectiva de la regeneración natural avanzada en rodales explotados y no explotados en la unidad III de la reserva forestal Ticoporo, Edo. Barinas, Venezuela. Tesis M.Sc. Univ. de Los Andes. Mérida. 116 p.

Uzcátegui, A. 1993. Modelo de simulación de producción del bosque explotado en Caparo, Venezuela. Tesis M.Sc. Univ. de Los Andes. Mérida. 92 p.

Vincent, L. 1981. Definiciones conceptuales de regeneración deseable y regeneración deseable adecuada en el proceso de planificación silvicultural. Universidad de Los Andes. Centro de Estudios Forestales de Postgrado. 5 p. (mi meog.)

Vincent, L. 1985. Dialéctica silvicultural la contradicción ecológica económica en la toma de decisión sobre el sistema silvicultural. Universidad de Los Andes. Centro de Estudios Forestales de Postgrado. Mérida. 4 p. (mimeog.)

Vincent, L. 1993a. La clasificación de sistemas/métodos silviculturales como herramienta en la planificación silvicultural. Universidad de Los Andes. Centro de Estudios Forestales de Postgrado. Mérida. 27 p. (mimeog.)

Vincent, L. 1993b. Métodos cuantitativos de planificación silvicultural. Tomo I. Universidad de Los Andes. Consejo de Estudios de Postgrado. Mérida. 237 p.

Vincent, L.; Bustamante, C. 1973. El método Limba ensayado en el Proyecto Caparo. Revista Forestal Venezolana No. 23: 101-104.

Vincent, L.; Rodríguez, D. 1974. Programa de investigación con fines de manejo. Unidad I de la Reserva Forestal de Caparo. Revista Forestal Venezolana No. 24: 29-41.

Wyatt-Smith, J. 1960. Diagnostic linear sampling of regeneration. Malayan Forester 23(3):191-208.

206

Situación actual de los bosques tropicalesExisten diversas estimaciones de la superficie mundial forestal. Según

Watson et al. (2000) dicha superficie asciende a 4.100 millones de hectá-reas, de las cuales 1.760 millones corresponden a bosques tropicales. La FAO (2000) por su parte, en su evaluación global de recursos forestales mundiales para la década 1990-2000, reporta que existen unas 3.860 mi-llones de hectáreas de bosque (0.6 hectáreas per cápita), y que cerca de la mitad (1.830 millones de hectáreas) se localizan en la región tropical, predominantemente en países en vías de desarrollo. La superficie de bos-ques húmedos tropicales fue estimada en 1.090 millones de hectáreas. La mayor concentracción de bosque húmedo tropical se encuentra en la cuenca amazónica y sus alrededores. Esta inmensa zona representa las dos terceras partes del bosque húmedo tropical, siguiéndole en importan-cia los bosques tropicales del SE de Asia y de África (FAO 1994a). Los bosques plantados o plantaciones forestales abarcan un 5% de la superfi-cie forestal mundial (187 millones de hectáreas), la mayoría localizados en regiones tropicales y subtropicales.

Los bosques vienen siendo usados desde hace millones de años. A lo largo de la historia humana se ha podido observar que en aquellos lugares,

Capítulo 7

Sustentabilidad y Manejo Integral delBosque Húmedo Tropical: una revisión

Lionel Hernández

207

Lionel Hernández

donde el desarrollo económico ha sido más intenso e industrializado, los bosques tienden a desaparecer bajo las presiones inexorables del creci-miento de la población y del uso intensivo de los recursos naturales (FAO, 1994a, com. pers. A. Mansutti). Sin embargo, tal proceso de deforestación no presenta una distribución geográfica homogénea; más bien se concen-tra en los países tropicales y subtropicales, en su mayoría países en vías de desarrollo (FAO, 2000); por el contrario, en los países industrializados la superficie boscosa se ha incrementado desde 1980 (WRI, 2001). Los niveles de intensidad y magnitud de la perturbación humana actual son los mayores que se conocen en la historia de la humanidad. Desde los períodos históricos preagrícolas hace unos 8.000 años hasta hoy día se calcula que se ha perdido un 50 por ciento de la cobertura forestal original del planeta, y que la mayor parte se ha perdido durante las últimas tres décadas (Bryant et al., 1997). En la década de los ochenta se perdieron más bosques que en cualquier otra década que se recuerde (FAO, 1994a). En la actualidad sólo una quinta parte de la cubierta forestal original de la Tierra está comprendida por grandes extensiones boscosas con un grado relativamente bajo de perturbación,es decir lo que WRI llama “fronteras forestales”. Un cuarenta por ciento de los bosques actuales pueden ser considerados fronteras forestales, de éstos un 39% se halla amenazado por la tala indiscriminada, el desmonte para la agricultura y otras activida-des humanas (Bryant et al., 1997). La FAO estimó que a nivel global la “de-forestación neta” anual fue de 11.3 millones de hectáreas para la década 1980-1990 (FAO, 1997) mientras que para la década de los noventa fue de 9 millones de hectáreas (FAO, 2000).

Como se puede apreciar, aunque la deforestación se mantiene alta, los datos indican que la conversión a gran escala de los bosques del mundo hacia otros usos para el período 1990-2000 fue inferior a la ocurrida du-rante la década 1980-1990. Uno de los factores que afectó tal tendencia forestal fue el incremento de la superificie de las plantaciones forestales (FAO, 2000). Es importante señalar que esta tendendencia no favoreció a los bosques tropicales y subtropicales, donde los mayores niveles de deforestación se mantuvieron durante ambas décadas. No existe unanimi-dad en las diferentes estimaciones sobre la velocidad de la deforestación mundial. Sin embargo, la mayoría coincide en afirmar que la pérdida de bosques naturales en los Trópicos sigue siendo la más rápida y que no se dispone de información básica confiable ni de métodos universales que midan tal proceso de manera exacta y actualizable (ver cuadro 7.1).

208

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Cuadro 7.1: La controversia sobre la magnitud de la deforestación

La tasa de deforestación para los trópicos durante la década 1981-1990 se estimó en 15,4 millones de hectáreas anuales (FAO 1994A). En su reciente evaluación, la FAO (2000) afirma que durante la década de los 90 se continuaron perdiendo anualmente unas 13.5 millones (una superficie como la de Grecia) en los trópicos. En contraste, las plantaciones forestales tropicales han venido creciendo a un ritmo de 0.8 millones de hectáreas anuales. Según esta nueva evaluación (FAO 2000) la deforestación tropical ha venido mermando en los años recientes. Sin embargo, tal estimación no ha podido ser comprobada, ya que la tasa de deforestación de la década de los 90 no presentó una diferencia significativa con respecto a la de la década de los 80. Por otra parte, estos nuevos hallazgos no pueden ser comparados con los reportes de la FAO para las décadas anteriores, ya que sus definiciones, base de datos y metodologías son diferentes (FAO 2000).

De hecho, no existe unanimidad en cuanto a la velocidad de la deforestación mundial. El World Resources Institute (WRI 2001) señala la deficiente calidad de la información básica usada en la última evaluación de la FAO así como las diferencias regionales y subregionales de los bosques mundiales, por lo cual refuta la afirmación de que la tasa de deforestación global esté disminuyendo, y sugiere que en los trópicos aparentemente podría más bien estar incrementándose. Asimismo, indica que la interpretación de la real tasa de deforestación se hace más difícil y confusa por el concepto de “tasa neta de cambio” aplicado por la FAO, el cual mide de manera conjunta los cambios en extensión superficial de bosques naturales y de plantaciones forestales (Matthews 2001). Si en la contabilidad de la pérdida de bosque natural se excluyese la compensación representada por las nuevas plantaciones forestales, la tasa de pérdida de bosques naturales tropicales alcanzaría así un ritmo de aproximadamente 16 millones de hectáreas anuales, la extensión de la deforestación tropical parece ser mayor en todas las regiones tropicales, a excepción de la América tropical (WRI 2001).

FAO admite que la información de inventarios forestales continua siendo pobre, más de la mitad de los inventarios nacionales de los países en vías de desarrollo usados por la FAO datan de hace más de 10 años o están incompletos. Asimismo, varios de esos inventarios nacionales presentan grandes inconsistencias metodológicas (WRI 2001, FAO 2000). La base de datos y las evaluaciones de la FAO, a pesar de dichas deficiencias y las limitaciones de recursos, siguen siendo la fuente de información forestal más amplia e integral disponible a nivel global. No obstante, es evidente que hoy en día, a pesar los esfuerzos de colección, la calidad de los datos oficiales aún no ofrecen un cuadro preciso de la superficie de los bosques mundiales y de su ritmo de desaparición, por lo tanto es imposible llegar a conclusiones confiables al respecto (Matthews 2001).

Indiferente de la posición que se adopte en la anterior discusión sobre los niveles de deforestación, la mayoría de las opiniones señalan la gravedad de la situación y la vigencia de la amenaza. Incluso, la FAO, a pesar de su visión optimista, muestra con sus datos que la pérdida de bosques naturales en los Trópicos sigue siendo la más rápida. Por lo tanto, en una época donde los bosques están desapareciendo tan rápidamente es evidente la necesidad de un monitoreo más preciso y confiable sobre la superficie y la tasa de cambio de los bosques.

El acelerado ritmo de la desaparición del bosque húmedo tropical ha ve-nido multiplicando el efecto conjunto de sus consecuencias (erosión del suelo, afectación del mesoclima y del ciclo hidrológico local, fragmenta-

209

Lionel Hernández

ción, cambios en diversidad biológica, pérdidas de nutrientes en biomasa y suelo, emisión de gases con efecto invernadero, entre otros).

“La pérdida y la degradación de los bosques podría tener consecuencias trascendentales para la humanidad” (FAO, 1994a:cubierta posterior del li-bro). Un ejemplo de ello es que los bosques del mundo alcanzan a alma-cenar cerca de la mitad (46%) del contenido total de carbono atmosférico en la biomasa terrestre, y los bosques tropicales abarcan cerca de un 18% del total del carbono terrestre global. La eliminación de tales reservorios afectaría el balance del ciclo de carbono en la atmosféra y con ello se in-crementaría la probabilidad del calentamiento global (Watson et al., 2000).

La mayor amenaza existente hoy sobre la extensión y condición de los bosques es su pérdida, a través de procesos de fragmentación, empobre-cimiento y conversión hacia usos no forestales de la tierra, entre los cuales los de mayor incidencia y extensión en el trópico son la agricultura, la ex-pansión de pastizales, la construcción de caminos y el aprovechamiento maderero. La expansión agrícola en todas sus formas representa alrededor del 90% de la pérdida total de bosques (FAO, 1994a). El aprovechamiento maderero industrial y la construcción de infraestructura aparentan ser los principales mecanismos que facilitan a los colonos el acceso a áreas bos-cosas intactas y remotas (WRI, 2001; Whitmore, 1990), incrementándose la caza furtiva, la posibilidad de ocurrencia de incendios y la exposición de las especies de flora y fauna a pestes y especies invasoras (WRI, 2001).

Tal incremento de la velocidad de destrucción forestal en los últimos tiempos es motivada por la presión siempre creciente sobre los recursos limitados del mundo (FAO, 1994a). Las causas de tal intervención humana y consecuente degradación y desaparición de bosques no son triviales, ellas son muy diversas y variables, constituyen un complejo mosaico de causas y efectos (ver Tab. 7.2) principalmente de índole social, económico y político.

Varios países en vías de desarrollo obtienen gran parte de sus divisas a través de la exportación maderera, millones de personas en los países tro-picales dependen de los bosques para satisfacer sus necesidades primor-diales (WRI, 2001). En el X Congreso Forestal Mundial celebrado en París, 1991, se concluyó que tanto los problemas de pobreza, endeudamiento y subdesarrollo como la urgencia de satisfacer las necesidades básicas de una población en crecimiento son los principales factores causales de la deforestación en países del Tercer Mundo, teniendo tales problemas un mayor peso que la explotación de madera. El aprovechamiento maderero

210

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

en los bosques tropicales compite por espacios comunes con otros usos de la tierra, principalmente con la agricultura, la ganadería y la minería.

A nivel mundial, el problema del manejo de bosques tropicales ha teni-do una trayectoria muy irregular. Se han desarrollado numerosas técni-cas silviculturales y de ordenación que no han logrado un claro éxito en la práctica. En la mayoría de los casos esta deficiencia ha sido causada principalmente por aspectos que no están claramente asociados a la es-fera puramente tecnoecológica, la cual tampoco ha sido aún totalmente resuelta. Entre estos aspectos prevalecen el desconocimiento ecológico, la fallida política aplicada, la planificación sin base real, la gestión fores-tal deficiente y la supervisión estatal limitada. Muchos de los gobiernos de países forestales tropicales carecen de la capacidad necesaria para la supervisión del uso forestal. Sin embargo una de las limitaciones más importantes es que la mayoría de las innovaciones en el uso de bosques no han logrado la incorporación y participación de la población local en las decisiones y beneficios del manejo. Otra limitación ha sido la falta de investigación a largo plazo y su desvinculación con el sector productivo y la sociedad civil. A ello se puede agregar, que usualmente la información resultante de los distintos estudios no se incorporan en los sistemas actua-les de manejo. Las restricciones señaladas atentan contra la posibilidad de generalizar formas de aprovechamiento de bosques naturales, basadas en un esquema de uso sostenido orientado a la generación de bienes y servicios en forma permanente, y que tendrán un menor impacto ambiental negativo que otros usos (agricultura sedentaria, ganadería, minería, otros), exceptuando los usos protectores (recreación, conservación y producción de aguas).

En los últimos años ha venido cobrando más auge la necesidad de pa-sar del tradicional concepto forestal de ordenación de los bosques para la producción de madera (la cual se centra en la producción de madera industrial y no se refiere a otras funciones ecológicas y sociales del bosque) hacia la ordenación forestal sostenible con uso múltiple (FAO, 1994a). En este sentido es evidente que la aplicación de la ordenación forestal con un sentido más amplio representaría un avance considerable con respecto a la situación actual de la mayoría de las áreas forestales del mundo (FAO, 1994a).

Ante este panorama, el ordenamiento del uso de las tierras forestales en el Trópico asume un carácter de suma importacia. Para tratar de entender la sostenibilidad y su relación con el uso de recursos naturales y el manejo de ecosistemas tan complejos como los bosques húmedos tropicales (ver capítulos 1-4) cabe preguntarse ¿de qué manera racional y sensata pue-

211

Lionel Hernández

den ser utilizados los bosques tropicales?, ¿cuál es el uso óptimo de las tierras forestales y sus recursos? La respuesta inicial de estas preguntas abre el abanico para plantearse preguntas más específicas: ¿bajo cúales circunstancias es mejor convertir una tierra forestal a un uso no forestal?, y en el caso de permanecer bajo cobertura boscosa, ¿cuál es el tipo de uso forestal más adecuado?, ¿por cuánto tiempo debe ser sostenido este uso forestal?, y ¿para beneficio de quién o quiénes debe realizarse este uso sostenido del bosque? (Maser, 1992 cit. por Van Der Hout, 1999; Pearce et al, 2000). Estas interrogantes aluden al tema central que se tratará en el presente capítulo, donde se abordará la ordenacion forestal sostenible o uso sutentable de la tierra bajo cobertura forestal. La visión aquí presen-tada no es exhaustiva, el presente análisis pretende más bien invitar a la reflexión y propiciar la discusión del tema.

Importancia de los bosques tropicalesUna evaluación objetiva de la importancia de los bosques para un país

requeriría de un análisis de los beneficios y la disponibilidad de los di-versos bienes y servicios forestales; además, sería necesario conocer de qué manera son usados por los habitantes del país. Tales datos no están disponibles a nivel global y en muchos países tampoco a nivel nacional (FAO, 2000).

Los bosques tropicales generan un amplio rango de beneficios a nivel local, nacional y mundial, los cuales están representados por productos forestales y servicios ambientales (ver Tab. 7.1).

Además de proveer comida, madera, combustible, agua potable, agua para riego, alimento para animales, productos forestales no madereros1 y recursos genéticos, los ecosistemas forestales remueven contaminantes de la atmósfera, emiten oxígeno, garantizan ciclos de nutrientes, sumi-nistran hábitat a los seres humanos y a la vida silvestre, mantienen las funciones de cuencas y de la biodiversidad, captan carbono atmosférico, proveen empleo, moderan los eventos meteorológicos extremos y sus im-pactos, generan suelo, sirven como espacios de recreación y constituyen bellezas escénicas y valores estéticos (WRI, 2001).

1 Los productos forestales no madereros (PFNM) constituyen todos aquellos bienes, diferentes de la madera, de-rivados de especies vegetales y animales del bosque. Ellos satisfacen diferentes fines: alimentarios, medicinales, fuentes de energía (leña, resina), farmaceúticos, de perfumería, rituales, materiales de construcción, ornato y del hogar. Los PFNM pueden ser tener un uso de subsistencia o comercial. Generalmente la mayoría de los PFNM obtenidos del bosque tropical tienen escaso valor monetario y solamente tienen importancia para los pobladores locales. Sin embargo existen algunos casos donde acceden a mercados regionales e incluso internacionales (para más detalle ver capítulo 5).

212

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

La cubierta forestal contribuye a mantener el suministro de aguas limpias al filtrar el agua fresca y reducir la erosión del suelo y la sedimentación. Los bosques del mundo contienen cerca de dos tercios del conjunto de especies terrestres conocidas y presentan la biodiversidad más alta y con el mayor nivel de endemismo de todos los ecosistemas, así como el mayor número de especies amenazadas. Los bosques contienen una serie de plantas y animales de importancia socio económica actual o potencial. La diversidad genética constituye la base para el desarrollo sostenible de los recursos forestales y además puede amortiguar los efectos del cambio cli-mático sobre los bosques (FAO, 1994b). La vegetación y suelos forestales almacenan casi un 40% del carbono almacenado en los ecosistemas te-rrestres. La leña constituye cerca del 15% de la fuente de energía primaria en países en vías de desarrollo y en algunos países puede llegar alcanzar hasta un 80% de la energía total, su uso se concentra en las clases so-ciales más pobres (WRI, 2001). Se ha estimado que los ecosistemas del planeta proveen en servicios anuales al menos un monto con valor de 33 trillones de USD, de los cuales 38% proviene de ecosistemas terrestres, principalmente bosques y humedales (Costanza et al., 1997 citado por WFCFSD, 1999).

La generación de varios de esos beneficios dependen del grado de pris-tinidad del bosque, mientras que la producción de otros bienes exigen una mayor intervención. Los productos y servicios forestales no madereros pueden llegar a tener en algunos casos un valor igual o mayor al valor de la producción maderera. Sin embargo, con la excepción de algunos casos de extracción semi-industrial de materias primas (como p. ej.: rattán, cau-cho, sarrapia), es la extracción maderera la forma predominante en el uso de la tierra bajo cobertura de bosque. El manejo forestal debería generar un balance a largo plazo entre la producción maderera (o de cualquier otra materia prima, ej. minería) y los otros productos y beneficios forestales no madereros (Gray, 1999). En este sentido, es necesario recordar que los valores de servicios generados en los bosques tropicales pueden ser tan-gibles o intangibles. Parte de los servicios intangibles han ido progresiva-mente adquiriendo mayor valor económico, a medida que el conocimiento científico sobre los bosques tropicales y la conciencia pública sobre sus valores ecológicos y socioeconómicos a largo plazo se han incrementa-do. Por lo tanto, muchos de ellos han dejado de ser valores intangibles y potenciales, e incluso algunos han adquirido valores monetarios, p. ej. el valor de los bosques como sumidero de carbono, y como fuentes de insu-mos para la biotecnología y la comercialización de la diversidad biológica. Sin embargo, aún no se tiene la capacidad de asignar valores monetarios a todas las funciones forestales, especialmente difícil es la evaluación de

213

Lionel Hernández

los servicios (FAO, 1994a; Pearce et al., 2000). Es evidente que los ser-vicios ecosistémicos proveen una importante proporción del conjunto total de insumos que conforman el bienestar humano en este planeta. Por ello debería otorgársele al capital natural que produce tales servicios un peso adecuado en el proceso de toma de decisiones; de otra manera el bienes-tar humano presente y futuro puede ser afectado drásticamente (Costanza et al., 1997).

Tabla 7.1: Beneficios actuales de servicios y bienes del bosque

Bienes y servicios del bosque Beneficios

Locales Nacionales Globales

MaderaPapelLeña

XXX

XX

Productos forestales no madereros: Caza Alimentos Productos medicinales Espacio y sustento población local (construcción, etc) Materia prima industrial.

X X X X X

X

X

Protección ambiental: Acción reguladora del microclima Compensación y mitigación de cambios globales (carbono)Reservorio de nutrientesReservorio de diversidad biológica Hábitats de vida silvestre Control del viento y el ruido

XXXXXX

XXX

X

X

Protección de cuencas hidrológicas: Control de erosión Mantenimiento del ciclo hidrológico Conservación de la calidad del agua y suelo

XXX

XX X

Recreación y ecoturismo X X

Servicios religiosos y culturales X X X

Escenarios naturales (valor estético) X X XModificado a partir de Segura O. et al. (1996).

Los usos actuales de las tierras forestales en el TrópicoPara obtener los beneficios forestales anteriormente mencionados se

practican diferentes tipos de usos en las tierras forestales. Al respecto, es posible distinguir dos modalidades de usos de la tierras forestales, la primera corresponde a aquellos usos de la tierra bajo los cuales el bosque es eliminado y la segunda se refiere a aquellos usos que mantienen una cobertura arbórea. Entre los principales usos frecuentes en tierras fores-tales tropicales que eliminan la cobertura boscosa se pueden señalar: la agricultura permanente, la ganadería, la minería y la infraestructura.

214

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Entre los usos de tierras forestales bajo cobertura forestal se encuentran:

Uso del bosque natural:

1. Conservación de bosques naturales (protección estricta, p.ej.: parques nacionales)

2. Aprovechamiento maderero industrial » Aprovechamiento maderero convencional » Manejo maderero sostenible

3. Manejo forestal múltiple sostenible

Uso del bosque transformado:

1. Plantaciones2. Agroforestería

En la tabla 7.2 se presenta una relación de los diferentes usos de tierras boscosas en el trópico relacionados con sus productos, niveles de inver-sión económica y relación costo-beneficio.

Tabla 7.2: Alternativas de uso de tierras boscosas tropicales (modificado a partir de Pretzsch 1998)Modalidad de tierra forestal Producto o Sistema de uso Inversión y relación beneficio costo

Usos con cobertura forestal (sin conversión):

Manejo del bosque natural:

Aprovechamiento de bosques naturales

Aprovechamiento maderero convencional (AMC) Aprovechamiento maderero de bajo impacto ambiental (MMS) Manejo forestal múltiple sostenible (MFSM)

Sistema de baja inversión (Low input system) Relación beneficio-costo variable (desconocido en MFSM)

Extractivismo de bosques naturales

Productos no madereros-PFNM Agricultura migratoria estable

Sistema de baja inversión Relación beneficio-costo variable

Manejo del bosque transformado:

Bosques transformados y frecuentemente degradados

Agricultura migratoria inestable Sistema de baja inversión Relación beneficio-costo baja

Bosques transformados Agroforestería Sistema de baja inversión Relación beneficio-costo variable

Bosques transformados Plantaciones forestales Sistema de alta inversión (high input system) Relación beneficio-costo variable

Usos sin cobertura forestal (conversión)

Areas boscosas convertidas y deforestadas

Agricultura permanente Sistema de alta inversión Relación beneficio-costo variable

Areas boscosas convertidas y deforestadas

Pastizales Sistema de alta inversión Relación beneficio-costo variable

Areas boscosas deforestadas y degradadas

Sabanas abandonadas, eriales (necesidad de reforestación)

Sistema de alta inversión Relación beneficio-costo baja

215

Lionel Hernández

Existe un elevado grado de competencia y complementariedad entre los diferentes usos de la tierra en zonas forestales. Por ejemplo, un aprove-chamiento maderero convencional (AMC) podría potencialmente llegar a mantener la cobertura boscosa, sin embargo en la práctica ocurre más bien una conversión debido a que las carreteras construidas para cosechar la madera del bosque facilitan la invasión posterior de colonos que imple-mentan usos que terminan eliminando el bosque. En principio, el aprove-chamiento maderero convencional (AMC) podría llegar a convertirse en un sistema de manejo maderero sostenible (MMS) si solamente se aprove-chasen grandes individuos, se minimizasen daños colaterales, se lograse una regeneración de especies comerciales lo suficientemente rápida y se evitase la invasión de colonos. En la realidad parece poco probable que tanto un manejo maderero sostenible (MMS) como un manejo forestal múl-tiple y sustentable (MFSM) logren sustituir al aprovechamiento maderero convencional, debido a que durante la fase de aprovechamiento del AMC se generan daños al suelo, la biomasa y los mecanismos de regeneración natural (Pearce et al., 2000).

Manejo del bosque natural La terminología sobre el uso del bosque natural frecuentemente citada

en la literatura es confusa, por su uso no homógeneo ni consistente. A fin de evitar tal confusión y por razones prácticas, en este trabajo fueron di-ferenciadas las siguientes categorías de uso de la tierras forestales en los trópicos (modificada a partir de Pearce et al., 2000):

1. Aprovechamiento maderero convencional (conventional log-ging, tipo minero, AMC)

2. Manejo maderero sostenible (sustainable timber management, MMS)

3. Manejo forestal2 sustentable de uso múltiple (sustainable fo-rest management, MFSM)

4. Preservación o protección estricta de bosques naturales.5. Otros: recolección de PFNM, agricultura migratoria inestable.

Los tres primeros conceptos, aunque ampliamente mencionados en la literatura forestal, son objeto de diferentes interpretaciones, las cuales de-penden de los puntos de vistas asumidos y las disciplinas involucradas. Resumidamente, el aprovechamiento maderero convencional (AMC) se

2 En este trabajo los términos ordenación forestal (FAO 1994) y manejo forestal (Pearce et al. 1994) son utilizados como sinónimos

216

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

enfoca más hacia el corto plazo, presta poca atención al manejo orientado hacia la regeneración del bosque y la supervisión gubernamental frecuen-temente es deficiente. El término manejo maderero sostenible (MMS) se refiere a un sistema que aspira cosechas sostenibles de madera. El mane-jo forestal sustentable de uso múltiple (MFSM) abarca aquellos sistemas de manejo que persiguen cosechas sotenidas de diversos productos del bosque (Pearce et al., 2000). La categoría referida a la conservación o protección estricta de bosques naturales (p.ej.: parques nacionales) alu-de al término protección, el cual es algo ambiguo. Para los ambientalis-tas entusiastas significa generalmente el mantenimiento de la estructura y composición del bosque sin la ocurrencia de cambio alguno originado por intervención humana. Para otros tal término se confunde con “con-servación”, es decir el manejo apropiado del bosque para la producción o cosecha sustentable de ciertos bienes, servicios o alguna combinación de bienes y servicios.

La ambiguedad del uso de dichos términos puede ser puesta en eviden-cia cuando cualquier profesional forestal argumente que en el área forestal se ha estado trabajando con el mismo propósito (Pearce et al., 2000). La categoría “otros” usos se refiere a aquellos sistemas de manejo donde se mantiene una cobertura boscosa, pero no prevalece una orientación hacia el logro de cosechas sostenidas de productos forestales, como por ejem-plo es el caso de la agricultura migratoria inestable, la cual generalmente afecta a bosques naturales maduros transformándolos en bosques secun-darios empobrecidos y degradados; durante los últimos tiempos, por su acelerado crecimiento superficial, estos bosques secundarios han venido cobrando una importancia cada vez mayor.

El aprovechamiento maderero El aprovechamiento maderero (logging) se refiere al proceso de cosecha

de madera de un bosque. Tradicionalmente en el manejo forestal, el poten-cial de uso forestal de una región se determina operativamente evaluando el balance entre las posibles ganancias (número de árboles, volumen y precio de las especies comerciales) y los costos de explotación, en donde también debería tomarse en cuenta la regla básica forestal de garantizar el rendimiento sostenido del bosque. Las limitaciones para el logro de dicha combinación de factores pueden ser de índole económica, social, política y ecológica. Específicamente, entre los principales factores que afectan la actividad de la industria maderera se encuentran la composición de espe-cies de los rodales locales (especialmente la presencia de especies de alto valor comercial), las alternativas de transporte, las opciones de mercadeo,

217

Lionel Hernández

los sistemas socioeconómicos y la disponibilidad de capital de inversión (Uhl et al., 1997).

Aprovechamiento maderero convencional (AMC)La visión popular asocia al aprovechamiento maderero convencional

(AMC), con el aprovechamiento de tipo minero, es decir de tipo destructivo con tala rasa, en donde el uso del bosque para el suministro de madera está orientado exclusivamente hacia los beneficios a corto plazo y tiene lugar sin un control gubernamental significativo. Sin embargo ello depende del punto de vista; por ejemplo para un forestal, el AMC puede significar la realización de prácticas de manejo forestal estandares en la forestería, es decir todo lo contrario a las prácticas no convencionales de tratamiento indeseables asociadas a la visión popular; un forestal puede relacionar el término manejo con la gestión de recursos, inventario, cálculo de cosecha y prácticas silviculturales (Pearce et al., 2000). Pueden existir planes de manejo o no para esta modalidad de explotación de madera; se puede mantener el potencial para transformarse en un sistema orientado hacia un tipo de aprovechamiento maderero a largo plazo, pero lo más frecuente y probable luego de la primera explotación maderera es el desarrollo de procesos de degradación forestal, deforestación y conversión hacia otros usos de la tierra (Pearce et al., 2000).

En términos de volumen de madera, el rendimiento podría llegar a ser sostenible o no, pero dada su connotación, esto no constituye uno de los fines primordiales del AMC (Pearce et al., 2000). En algunos casos la pro-ducción sostenida es usada en referencia al suministro continuo de madera (rendimiento sotenido), implicando que cuando una fuente (especies o ro-dal) se agota, otra fuente será encontrada. Tal concepción de la sustenta-bilidad basado solamente en términos de cosecha continua es una trampa “peligrosa” (Johnson y Cabarle, 1993; Poore et al., 1989), por los posibles efectos colaterales inesperados. Sin embargo en la práctica, generalmente no siempre se toman las previsiones necesarias para garantizar el sumi-nistro continuo en sitios tropicales que ya hayan sido cosechados y esto puede conducir a la total destrucción de los recursos a largo plazo (van der Hout, 1999). Este tipo de extracción de madera, es realizada usualmente con poco cuidado, ocasionándose un impacto significativo sobre el bosque y conduciendo a severas pérdidas del dosel, incremento en la probabilidad del fuego e invasión de hierbas y plantas trepadoras.

Se ha comprobado que un manejo inadecuado del bosque ocasiona, se-gún cada situación, pérdidas elevadas en la cosecha de madera, daños severos en los suelos y aguas, cambios en la composición florística y fuer-

218

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

te afectación en la capacidad protectora y regenerativa del bosque (Ochoa, 1997; Uhl & Vieira, 1989; Kammesheidt, 1998; Plonzack, 1989; Mason, 1996; Gullison & Hardner, 1993; Johns et al., 1996).

Manejo u aprovechamiento maderero sostenible (MMS)El MMS se inicia cuando un plan de manejo forestal se instrumenta de

manera cabal y se enfoca a largo plazo. Es necesario destacar que las cosechas sostenibles no significan necesariamente que una o más espe-cies sean usadas sosteniblemente a lo largo del tiempo. La composición de especies a cosechar puede cambiar, debido a que la estructura y la composición forestal cambian a través del tiempo, bien sea a través de la sucesión vegetal de manera natural (ver cap. 3) o por el aprovechamiento (Pearce et al., 2000; Plonzcak, 1989; Kammesheidt, 1998).

En el MMS, la madera es extraída con la meta de un suministro futuro continuo, lo cual se materializa cosechando sólo el volumen de madera que crece en el bosque durante un ciclo de cortas y asegurando el creci-miento de la regeneración posterior al aprovechamiento mediante la inver-sión en regeneración. Este también tiende a estar asociado con la minimi-zación del daño al rodal residual (ver cuadro 7.2), con posibles inversiones en búsqueda de usos para las especies actualmente no comerciales y con una mejora en el crecimiento de las especies actualmente comerciales en los rodales manejados (Pearce et al, 2000).

Existen dudas sobre los lapsos de tiempo ideales requeridos para los tur-nos de corta. Algo que quizás es aún más importante, es que en muchas áreas explotadas no se han cumplido las expectativas de cambio hacia una composición florística del bosque (cualitativa y cuantitativamente) más rica en especies comerciales, al parecer por la insuficiente regeneración natural.

Si se quiere que los recursos forestales estén a disposición de las gene-raciones futuras, las técnicas de aprovechamiento de madera deben in-corporar medidas que reduzcan el impacto ambiental de la extracción (ver cuadro 7.2). La continuidad de la producción de madera proveniente de los bosques húmedos tropicales depende en definitiva de que pueda adap-tarse a las normas de una ordenación forestal sostenible. La formulación de estrategias de comercialización de productos de alto valor es un paso principal para lograr el MMS (Leslie, 1994). En este sentido, el logro de la MMS depende de problemas generados por la necesidad de coordinar diferentes aspectos contradictorios entre sí (ver cuadro 7.3).

219

Lionel Hernández

Cuadro 7.2: Lineamientos para reducir el impacto del aprovechamiento industrial de madera (modificado a partir de Miranda et al. 1998)

Entre los lineamientos que se recomiendan para aprovechar la madera de un bosque con bajo impacto ambiental figuran los siguientes:

Planificación cuidadosa del diseño vial: las vías de penetración deben ser construidas de manera tal que se reduzca el potencial de erosión del suelo, se prevenga pérdidas de vida silvestre y se evite causar molestias a los asentamientos vecinos. Los caminos no deben ser más anchos de lo que requiere el acarreo y el transporte de las rolas desde el sitio de tumba hasta las carreteras fuera de la unidad de manejo o hasta el aserradero. La red vial y su extensión total dentro de la unidad de manejo debe evitar o reducir la fragmentación del hábitat.

Prácticas de corta y tumba controlada y dirigida para minimizar el daño a los árboles circundantes: las prácticas de corta y tumba deben minimizar el daño a los árboles y el resto de la vegetación circundante. Los árboles deben ser cortados para que caigan en una dirección tal que minimice el daño que pueda ocasionarse al dosel circundante.

Mínimo impacto durante el acarreo de las rolas: el acarreo de las rolas debe realizarse con aquella maquinaria que cause el menor impacto ambiental posible. Los senderos usados para el acarreo de las rolas deben planificarse de tal manera que estén muy cerca uno del otro y que su efecto en los bosques circundantes sea mínimo. El sistema de senderos o vías de acarreo así diseñados puede ayudar a reducir el impacto de los equipos de acarreo en la medida que se logre que ellos permanezcan en los senderos diseñados. Tales senderos deberían formar parte del plan de aprovechamiento y deben aparecer claramente indicados en los mapas de concesión.

Se debe evaluar y minimizar el impacto ambiental: en las áreas sujetas a la corta se deben evaluar y supervisar los efectos ambientales del aprovechamiento maderero y otras operaciones (silvicultura) en los cambios de la estructura, la composición de la flora y fauna y la regeneración del bosque. Los resultados deben divulgarse e incorporarse a los planes de manejo. Se le debe prestar la debida atención a la protección de especies raras, amenazadas o en peligro y definir zonas de conservación en una escala apropiada a la singularidad del área en cuestión. Se deben preservar las funciones ecológicas como los ciclos naturales, la regeneración del bosque y los servicios ecosistémicos.

Fuentes: D.P. Dystra & R. Heinrich, FAO Model code of harvesting practice (FAO Rome 1996); Forest Stewardship Council Principles and criteria for forest managment, documento 12 Oaxaca México, marzo de 1996).

Cuadro 7.3: Elementos a combinar para lograr un MMS (tomado de Leslie 1994):

» Cuantificar el incremento del volumen a cosechar

» Identificar la parte del bosque a cosechar que sea equivalente al incremento

» Reemplazar esa parte del bosque simultáneamente con la explotación;

» Hacer la operación de tal manera que no se derive en ningún daño grave y permanente para otros bienes y servicios o para la capacidad del bosque de seguir proporcionándolos

Los sistemas tradicionales de ordenación han conjugado los 3 primeros elementos en una forma que al propio tiempo cubría los requisitos de la sostenibilidad. Los dos primeros elementos comprenden la reglamentación del rendimiento de un sistema de ordenación sostenible. El tercer elemento comprende la regeneración o aspectos silvícolas y el cuarto la explotación. En la práctica no es fácil concebir, medir, aplicar o vigilar cualquiera de esos elementos y las dificultades aumentan cuando todos ellos tienen que ocurrir en forma simultánea.

El rendimiento sostenido es el resultado de una combinación de los 4 elementos siguientes:

» El incremento de madera en la unidad como conjunto

» -La distribución de las clases por edad o tamaño de los árboles productores del tipo de madera deseado

» -Los métodos para sustituir los árboles eliminados y

» La salvagurada del suministro de otros productos y servicios y el respeto de las otras partes interesadas (aparte de las productoras de madera), especialmente durante las operaciones de explotación y tratamiento silvícolas.

220

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

El hecho de aprovechar la madera del bosque y declarar que el aprove-chamiento se hace bajo un esquema de uso sostenido, no implica auto-máticamente que se garantizará su protección y rendimiento continuo en la generación de los otros bienes y servicios. No basta una declaración de principios, si realmente no se logra asegurar un rendimiento sostenido en la producción del bosque, el manejo forestal perderá terreno frente a los otros usos de la tierra no forestales.

Manejo forestal sustentable de uso múltiple (MFSM)El manejo forestal sustentable de uso múltiple (MFSM) posee una visión

del bosque como fuente de cosecha de diversos bienes y de suministro de diferentes servicios ecológicos. En MFSM, se habla de uso múltiple del bosque y se deberá por tanto producir un conjunto de bienes y servicios, que pueden incluir o no la madera. MFSM puede contemplar una buena práctica en la cosecha de madera aun cuando tal uso no sea un requisito indispensable, ya que el concepto de MFSM plantea la idea de uso múltiple y orientación a largo plazo (Pearce et al., 2000).

La discusión sobre uso forestal apropiado aborda dos enfoques diferen-tes de la sustentabilidad: el primero es el enfoque hacia la cosecha soste-nible de madera a largo plazo del MMS y el segundo el enfoque del MFSM hacia la generación de bienes y servicios del bosque a largo plazo. En general, se piensa que MMS es compatible con MFSM, sin embargo se ar-guye que MMS generará un flujo menos sostenible de PFNM en el MFSM. De ahí la importancia en distinguir MMS de MFSM (Pearce et al., 2000).

PFNM y servicios ecológicos pueden también ser aprovechados en MFSM, p.ej. a través de comercio de carbono, bioprospección e intercam-bio de deuda por naturaleza (protección de cuencas). Aspectos sociales del bosque también pueden ser contabilizados (culturas indígenas). Como se puede apreciar, los PFNM y los servicios ecológicos asumen un rol de mayor importancia en MFSM.

El MFSM puede considerarse el modelo ideal de la sustentabilidad fores-tal, por tal motivo en la próxima sección sobre sustentabilidad forestal el MSFM será abordado con mayor detalle.

Uso múltiple tradicional: agricultura migratoria estable y extractivismo (recolección de productos forestales no madereros)

En realidad, el concepto moderno del manejo forestal sustentable de uso múltiple se ha nutrido en gran parte de la experiencia sobre el uso sus-

221

Lionel Hernández

tentable del bosque desarrollada y practicada durante siglos por diversas etnias que pueblan los bosques tropicales. Se trata de un uso tradicional, adaptado ambientalmente y “equilibrado” socialmente. Un ejemplo de ello es el sistema de agricultura migratoria3 tradicional y estable. En este sis-tema, el desmonte para la agricultura, no implica la desaparición total de los bosques. En el mismo, se tala y quema una superficie de bosques, de-jando normalmente algunos árboles en pie; luego se cultiva (generalmente policultivos) durante algunos años y a continuación se deja en barbecho o descanso para dar paso a la sucesión secundaria, mientras la familia se traslada a otro lugar. El tiempo de recuperación brindado por esta fase, permite que la cubierta forestal vuelva a desarrollarse en el área antes cultivada. Generalmente se manejan varias áreas de cultivo (contiguas o cercanas) al mismo tiempo, que van desde la plena producción (el más reciente) hasta la mínima producción en las áreas de cultivo más antiguas. Es decir, se trata de un sistema que funda su eficiencia en el manteni-miento permanente de varias zonas de cultivo en diferentes estadios de desarrollo, de manera que cuando se está abandonando uno, ya se tiene otro maduro que puede ser cosechado, y otro recién sembrado o recién talado. Asimismo, se establece un uso múltiple, ya que se colectan otros productos a través del extractivismo (madera, leña y PFNM) de las áreas de barbecho o de bosques vecinos donde, además, se practica la caza. Es decir, este sistema es la más importante despensa de comida vegetal, farmacia y materias primas para los pobladores del bosque. La agricultura migratoria suele ser un sistema estable y efectivo de ordenación de las tierras que preserva en gran parte la cubierta arbolada y también la fertili-dad del suelo, siempre que el período de barbecho sea lo suficientemente prolongado (FAO, 1994a).

La alternativa del aprovechamiento de los PFNM (para más detalle sobre este tema ver cap. 5) por comunidades locales puede generar un beneficio directo y tangible para su subsistencia y economía interna, a diferencia de otros usos como por ejemplo el aprovechamiento maderero, donde usual-mente se beneficia poco a las poblaciones locales. Tal beneficio resultante de los PFNM podría llegar a ser mayor al generado por el aprovechamiento de la madera con fines comerciales y la ganadería (Peters et al., 1989). Sin embargo, si no se toman las previsiones del caso, la sobreexplotación de algunos de estos productos podría conducir a su agotamiento e incluso a su desaparición local o regional, ello dependiendo de la intensidad del uso y de sus niveles de reservas y regeneración. En las regiones tropicales,

3 El sistema de agricultura migratoria estable constituye un sistema agroforestal donde se hace una rotación temporal de los cultivos con la fase de reconstrucción del bosque, emulando el proceso de formación de claros naturales del bosque y la sucesión vegetal posterior a la perturbación

222

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

la experiencia acumulada en la producción comercial de PFNM tanto en plantaciones forestales como en bosques naturales es escasa en Latino-américa y más amplia en Asia (Dijkman, 2001; De Jong & Belcher, 2001; Russo, 2001; Wong, 2001).

Otros usos: agricultura migratoria inestable“Cuando la densidad de la población comienza a aumentar los sistemas

de barbecho tradicionales ya no son eficaces” (FAO, 1994a:31). Es impor-tante diferenciar entre el sistema de agricultura estable-tradicional practi-cada usualmente por las poblaciones aborígenes del bosque (anteriomen-te descrito) y la agricultura migratoria inestable, conocida también como agricultura pionera, la cual, por ejemplo, es practicada comúnmente por campesinos colonos con escasos conocimientos del medio circundante provenientes de otras regiones, quienes implementan tiempos de barbe-cho más cortos y eventualmente mayores superficies de cultivo, lo cual acelera la degradación de los suelos y su productividad.

El patrón de poblamiento concentrado y la expansión de los asentamien-tos indígenas y campesinos así como las actividades agropecuarias aso-ciadas han sido factores determinantes en el agotamiento de muchos de los productos forestales. Entre éstos destacan la fauna cinegética y acuá-tica por su sensibilidad y vulnerabilidad a la contaminación del ambiente y la presión ejercida sobre sus poblaciones a corto plazo, particularmente la cinegética. Por el contrario, los otros productos están sujetos a otro tipo de presión, menos degradante pero sensibles a cambios drásticos en la biodiversidad, ejercidos por actividades forestales. Cabe destacar que la agricultura extensiva y permanente y la ganadería extensiva, son las prin-cipales actividades que promueven la destrucción o el deterioro del bosque tropical, que sirve de hábitat a las plantas y animales, a partir de los cuales se obtienen los PFNM, siendo, por tanto, su efecto severo e irreversible en la mayoría de los casos.

Manejo del bosque transformado

Plantaciones forestalesLas plantaciones forestales son cultivos de árboles similares a los culti-

vos agrícolas pero por tratarse de cultivos arbóreos las fases de desarrollo son más largas y por tanto con largos ciclos productivos (turnos) que en los trópicos van desde 15 a 20 años hasta 60 a 80 años (FAO, 1994a). Algunos entienden a las plantaciones forestales y sus sistemas equivalen-

223

Lionel Hernández

tes (arboricultura forestal, forest plantation, “Holzplantage”) como cualquier sistema intensivo para producir madera (y otros productos forestales) de manera permanente en plantaciones puras establecidas artificialmente para tal fin con una especie de máximo rendimiento (Lamprecht, 1978). A tales plantaciones puras les falta el carácter de la continuidad, por lo tanto aún no se pueden considerar bosques auténticos que se pueden autorege-nerar (Lamprecht, 1978). Entre los aspectos que diferencian el manejo de plantaciones del manejo de bosques naturales, se han identificado (Nam-biar, 1996 citado por Tiarks et al., 1998):

i. Tasas de producción por unidad de área más elevadas y por ende mayor demanda del sitio,

ii. Mayor intensidad y frecuencia de perturbaciones debido a rotaciones más cortas,

iii. Oportunidad para el cambio del stock genético, iv. Factibilidad de aplicar manejo intensivo para mejorar limitaciones de

sitio (p.ej. fertilidad del suelo), v. Escenario continuo de manejo del rodal y vi. Tasas de retorno económico proveniente de inversiones de un mane-

jo orientado por el mercado.

Las plantaciones constituyen una forma bien establecida de ordenación forestal intensivo (FAO, 1994a). Para el 2000, la FAO (2000) estimó que las plantaciones forestales alcanzaron una superficie global de 187 mi-llones de hectáreas, la mayor parte en Asia. En todo el mundo se estima una tasa de establecimiento de plantaciones de 4,5 millones de hectáreas anuales. Los géneros dominantes de las plantaciones a lo largo del mun-do siguen siendo Pinus (20%) y Eucalyptus (10%) (FAO, 2000). No se pudo conseguir información de la proporción superficial de monocultivos en las plantaciones forestales, pero se supone que sea elevado. En Lati-noamérica existe una amplia trayectoria de experiencias con plantaciones forestales (Flinta, 1960; Whitmore, 1987), la mayoría está constituida por monocultivos de especies exóticas (Palmberg-Lerche & Ball, 1998; Pal-mer, 1991).

Las plantaciones generalmente persiguen un objetivo principal, como producción de madera, producción de pulpa para papel, refugio o protec-ción. La mayoría de las plantaciones tienen como finalidad principal la pro-ducción de madera u otros productos con rápidez y economía. Sin embar-go existen plantaciones que en combinación con la producción maderera

224

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

generan varios PFNM (p.ej. resina para pinturas en plantaciones de Pinus caribaea, caradamono en plantaciones de eucalyptus en India, y hongos en plantaciones de Pinus radiata en Chile. FAO, 1994a) y servicios. No obstante, no se puede esperar que las plantaciones brinden el conjunto de bienes y servicios que ofrece un bosque natural (FAO, 1994a). Se es-tima que las plantaciones proporcionan entre el 7 y 10% de la producción mundial de madera comercial (FAO, 1994a), por lo cual se asume que el establecimiento de plantaciones disminuye la presión de uso sobre los bosques naturales. Sin plantaciones (Poore et al., 1998), el suministro de madera sólo podría obtenerse de los bosques naturales.

“Las estrategias de plantaciones forestales y mejoramiento genético deben formar parte integral de todo proceso de ordenación forestal bien concebido, es decir que a fin de obtener resultados, las actividades co-rrespondientes deben estar apoyadas por políticas adecuadas que ten-gan en cuenta las necesidades de una serie de usuarios y que estén res-paldadas por un marco institucional bien establecido, además de estar basadas en prácticas científicas y técnicas reconocidas, que consideren los beneficios de corto y mediano plazo, así como la estabilidad del pro-grama a largo plazo (Palmberg-Lerche & Ball, 1998:1)”.

“Sin duda, un programa masivo de plantaciones intensivas utilizando áreas marginales sin bosque, podría suplir una gran parte de la madera que necesitamos y otros beneficios también, incluyendo disminuir la pre-sión sobre el bosque nativo. Una combinación de plantaciones intensi-vas, bosque nativo bajo manejo extensivo y áreas especiales protegidas para la biodiversidad es el modelo más probable que resulte con éxito el próximo siglo” (Whitmore, 1998:17).

Agroforestería Von Maydell et al. (1982) definen la agrosilvicultura como un nuevo tér-

mino para referise a la vieja práctica de cultivar plantas leñosas junto con cultivos agrícolas y/o ganado en las mismas tierras. Se trata del cultivo deliberado de plantas perennes leñosas en la misma explotación que los cultivos agrícolas y/o animales, con alguna forma de mezcla espacial o sucesión temporal , y supone una importante interacción ecológica o eco-nómica positiva o negativa entre los componentes leñosos y no leñosos del sistema.

La gran variedad de sistemas agroforestales distribuidos ampliamente en los trópicos han sido categorizados (Fassbender, 1987; WCFSD, 1999) en:

225

Lionel Hernández

» Sistemas agrosilvícolas (cultivos y árboles) » Sistemas silvopastoriles (árboles y pastizales) » Sistemas agrosilvopastoriles (cultivos, árboles y pastizales)

La agrosilvicultura ofrece también una oportunidad para cultivar especies plurifuncionales en condiciones de plantación cuya productividad puede mejorarse o ya se ha mejorado mediante selección y/o manipulación ge-nética. De esa forma pueden usarse especies silvestres, semidomestica-das o domesticadas para cubrir la cuota de leña del sistema agroforestal (Wickens, 1994).

Para estas prácticas se escogen a veces árboles y arbustos plurifuncio-nales, pues proporcionan PFNM además de aportar beneficios agroeconó-micos como la reducción de la erosión, la sombra y el mejoramiento de la fertilidad del suelo (Wickens, 1994).

La conversión de bosques a la agricultura es una de las principales razo-nes de la degradación y pérdida de los bosques, por lo cual es importante enfatizar en la necesidad de mejorar la productividad agrícola. Se conoce bien la capacidad de los árboles de mejorar el suelo donde ellos crecen y por ende el potencial de incrementar la cosecha de sus cultivos asociados. Los suelos desarrollados bajo cobertura arbórea son generalmente suelos bien estructurados, con buena capacidad de retención de agua y alto con-tenido de materia orgánica. Por tal motivo, los sistemas agroforestales en los trópicos constituyen una alternativa para conservar el suelo, mantener la fertilidad y la productividad agrícola así como para recuperar áreas de-gradadas (WCFSD, 1999).

El uso óptimo de las tierras forestales y los intereses conflictivos

Los actores y sus intereses en el uso de las tierras forestales Los bosques son objeto de una red compleja de intereses, en su mayor

parte, conflictivos (FAO, 1994a). Las diferentes maneras de uso del bos-que son el reflejo de la relación del hombre con la naturaleza. Por lo tanto, para poder aclarar tal situación es necesario en primer lugar identificar a los actores o usuarios, sus intereses (ver Tab. 7.3), conflictos y su relación con las diferentes alternativas de uso (ver Tab. 7.2).

226

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Tabla 7.3: Intereses de actores sobre uso de tierras forestales (modificado a partir de Pearce et al. 2000)

ActoresMotivaciones de la preferencia de diferentes actores por un uso de la tierra

Conversión a agricultura

Conversión a otro uso AMC MFSM Protección

Actores primarios y secundarios:

Poblador Madera y PFNM

Propietario (diferente al gobierno)

Lucro Lucro lucro si AMC>MFSM

Lucro, si MFSM>AMC, o beneficios sin mercado de MFSM (p.ej. ecoturismo)

Motivos administrativos, subsidios pago servicios amb.

Colono (pobres y ricos) Lucro Lucro Lucro

Puede hacer el aprovechamiento maderero más sustentable

Será posible?

Maderero - - Lucro, si AMC>MFSM

Lucro, si MFSM>AMC -

El estado y actores periféricos:

Gobierno

Empleo Migración Seguridad fronteriza

Empleo Seguridad fronteriza Carreteras

Impuestos Madera y PFNM, si AMC => protección

Impuestos Madera y PFNM, si MFSM => protección

Beneficios ecológicos

Conservacionista - - Madera y PFNM, si RIL

Madera y PFNM, si MFSM => protección

Beneficios ecológicos

El Mundo - -Madera y PFNM, si AMC => protección

Madera y PFNM, especialmente beneficios de carbono

Beneficios ecológicos, especialmente biodiversidad y beneficios de carbono

PFNM=productos forestales no madereros RIL= aprovechamiento maderero con impacto ambiental reducidoAMC=aprovechamiento maderero convencionalMFSM= Manejo forestal sustentable de uso múltiple

Los actores pueden ser diferenciados en actores primarios, secundarios, estado y actores periféricos, como se especifica en el cuadro 7.4.

Cuadro 7.4: Actores (Mansutti et al., 2000)

Primarios: » Pobladores/actores económicos locales sean

propietarios o no: Pequeños productores agropecuarios

Secundarios » Forestales

» Mineros (pequeños, mediano, Gran Minería)

Estado:

» Gobiernos nacional y locales, municipalidades, legislativo y similares

Periféricos: » ONG: Organizaciones No Gubernamentales

» Iglesias

» Comerciantes

» Universidades

» Multinacionales

227

Lionel Hernández

Actores Primarios y secundarios: El grupo de actores primarios y secundarios del bosque incluye a toda cla-

se de individuos (mineros, campesinos) u organizaciones (instituciones del Estado, empresas, etc) que realiza una actividad o un conjunto de activida-des de manera permanente, cíclica o perentoria en el bosque y que genera impactos sobre su ecosistema y una mezcla de intereses con respecto al bosque. En los bosques tropicales sudamericanos destacan comunidades campesinas y de extractivistas (serengueiros, por ej.) con tradición en el bosque, grupos indígenas, mineros artesanales, grandes y pequeñas em-presas de los más diversos sectores económicos, campesinos pioneros y ganaderos. Con la excepción de las empresas con inversiones altamen-te especializadas, se trata de actores que combinan varios usos, even-tualmente competitivos entre sí, que generan modalidades complejas de aprovechamiento económico. Igualmente, es usual que generen conflictos tanto los usos contradictorios del bosque, como por ejemplo el que se da entre ganaderos y extractivistas, como los derechos adquiridos que limitan el derecho de otros actores, como por ejemplo, las concesiones mineras en tierras de actores primarios. Derechos encontrados y usos múltiples y contradictorios por actores diversos sobre la misma superficie de bosque es una fórmula conducente a conflictos sociales y ambientales (Mansutti com.pers.).

El bosque provee un conjunto de funciones ecológicas y económicas (madera, leña, PFNM) a los habitantes del bosque. Los actores primarios del bosque son pobladores asentados tradicional y ancestralmente en la región, pueden o no ser propietarios de la tierra, con frecuencia son los miembros más pobres y vulnerables de la sociedad. Ellos, dado que usan el bosque de diferentes maneras para obtener mucho de lo que requieren para consumir directamente o comerciar, tienen con el bosque una estre-cha relación de dependencia; por ejemplo, para estos actores es usual que la leña sea el principal combustible para cocinar, tal como ocurre para casi la mitad de la población mundial, asimismo la madera es fundamental para la construcción de viviendas y para otra gran variedad de usos (FAO, 1994a).

Los colonizadores agrícolas son generalmente pobres y sin propiedad de tierra, usualmente provienen de regiones distintas a aquellas donde estable-cen sus campos de cultivo y/o cría. Ellos deforestan el bosque para disponer de tierras a fin de producir alimentos para auto consumo o producir bienes para el comercio, tales como madera, cultivos y ganado (FAO, 1994a). En la mayoría de los países en vías de desarrollo las tierras forestales constitu-

228

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

yen las únicas fuentes de tierras nuevas para la agricultura4 (FAO, 1994a), siendo para la mayoría de los colonizadores un medio de supervivencia.

Para los pobladores de tierras forestales la tala y desmonte es entonces una actividad usual con una motivación y una perfecta explicación. En di-versas situaciones, ellos pueden llegar a percibir que al desaparecer los árboles también hay efectos perjudiciales, tales como verse privados de sus medios de sustento. Haciéndose cada vez más difícil obtener leña y otros productos forestales, la tierra se erosiona y los lagos y embalses se colman de sedimentos. Al extinguirse las especies vegetales y animales la diversidad biológica se reduce (FAO, 1994a).

Según la opinión de la mayoría de los madereros, bien sean individua-les o pequeñas empresas, los bosques serán útiles en la medida en que su madera sea aprovechada. La exportación de madera constituye tam-bién una fuente de divisas para muchos países (FAO, 1994a). En principio tal aprovechamiento se realizará si es rentable, sin embargo también es perfectamente posible que los madereros aprovecharán un área forestal que no es rentable mientras sus pérdidas sean cubiertas por subisidios (Pearce et al., 2000). Considerando que parte del comercio global de pro-ductos forestales ingresan al mercado internacional5 y que la inversión en la explotación del bosque la realizan predominantemente corporaciones multinacionales (WCFSD, 1999), se podrían distinguir empresas foresta-les nacionales y empresas multinacionales. En contraste con la opinión sustentada por diversos grupos ambientalistas de que el aprovechamiento madereros es responsable de la destrucción del bosque tropical, los ma-dereros consideran que tal aprovechamiento constituye una forma legtima de ganarse la vida.

En Sudamérica, los mineros de oro y diamante en las zonas de bos-ques húmedo tropical constituyen una variante de otro tipo de actores, que cuando se presentan a nivel individual con fines de subsistencia (pe-queños mineros), tienen características de ocupación similares a las de los colonizadores agrícolas y cuando funcionan como empresas tienen ciertas similitudes con las empresas madereras convencionales (Miranda et al., 1998; Global Forest Watch, 2002).

En cualquiera de sus modalidades, el minero como el ganadero o agri-cultor exigen la destrucción del bosque para poder obtener el recurso que

4 Hay tierras disponibles, pero sus propietarios no las cultivan e impiden que otros las usen

5 20-25% del total de productos forestales participan en el mercado internacional y 90% de su comercio mundial lo conducen países industrializados, de ahí la importancia de incrementar el campo de acción de los países en desarrollo para mejorar su participación en el comercio en productos y servicios forestales (WCFSD 1999)

229

Lionel Hernández

desean. Se trata de actividades incompatibles con la permanencia del bos-que.

El estado y otros actores periféricos:Desde la visión del conservacionista el bosque existe para proveer fun-

ciones ecológicas, recreación y para el bienestar de los pobladores del bosque, siempre que éste no sea percibido como una amenaza para la pristinidad ecosistémica. Su interés generalmente se centra más en los efectos sociales y ambientales del aprovechamiento maderero que en la aplicación práctica de la silvicultura productiva, aunque esta tendencia tiende a cambiar (FAO, 1994a).

Desde el punto de vista gubernamental los bosques pueden desempeñar cualquiera de las funciones anteriores dependiendo de la atención que le preste el gobierno al bienestar de cada grupo de actores. En teoría los go-biernos deberían asumir el punto de vista de la utilidad social, sin embargo es bien conocido que ello no siempre ocurre. La mayoría de los países tropicales cuentan con disposiciones legales y con una administración en-cargada de la ordenación forestal. Sin embargo, la legislación con frecuen-cia es anticuada y no se hace cumplir, además las instituciones no están bien adaptadas a las tareas que le han sido asignadas (FAO, 1994a). Los gobiernos tienen la responsabilidad de percibir, articular, defender y garan-tizar el interés público de la ordenación forestal sustentable, la cual exige que los aspectos políticos y técnicos sean atendidos con igual intensidad. Algunos estados están creando mecanismos de gobernabilidad para facili-tar el rol cambiante de la sociedad civil a través de su participación pública con reconocimiento legal (WCFSD, 1999). Sin embargo, frecuentemente no existe una actitud uniforme de los gobiernos de los diferentes países con respecto al bosque, además los diferentes entes ejecutivos de los go-biernos a nivel nacional, regional o local representan o reflejan diferentes intereses. Por lo cual es común más bien que existan conflictos entre estos entes. En este sentido, el estado puede preferir (Pearce et al., 2000):

» El aprovechamiento maderero a la preservación, por los beneficios que generan el empleo e impuestos derivados.

» La conversión hacia otros usos no forestales, porque ellos ofrecen más beneficios económicos que el aprovechamiento maderero. Otra variante es la conversión y colonización, por la necesidad de establecer fronteras políticas y brindar territorios a campesinos mi-grantes sin tierra.

230

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

» La conservación, porque protege a los indígenas, por el potencial ingreso proveniente de usos sostenibles del bosque, por los incen-tivos financieros destinados a conservación o por tener a la protec-ción forestal como un objetivo social general.

Un aspecto básico en relación al estado es la sustentabilidad legal, espe-cíficamente los conflictos generados por las inconsistencias y ambigüeda-des que existen en el marco legal. Es evidente que mientras menos clara y más incoherente sea la normativa, mayores y más profundos serán los conflictos que pudieran generarse en el sistema judicial (Mansutti et al., 2000).

Desde la perspectiva del mundo como entidad global podría haber pre-ferencia hacia el aprovechamiento maderero debido a las valiosas made-ras presentes, también podría haber interés en conservar los bosques por sus funciones locales o globales. El interés mundial es reflejado por entes como agencias bilaterales o multilaterales de ayuda, varias organizaciones ONU, GEF y ONG internacionales (Pearce et al., 2000). Al igual que en el caso de los gobiernos, las agencias globales o multilaterales deberían teóricamente defender el interés mayoritario, lo cual no siempre ocurre, ya que muchas veces favorecen los intereses de determinado grupo de países.

Conflictos de uso de las tierras forestales y la necesidad del uso óptimo de la tierra:

La conflictividad trata, en general, de los niveles de intensidad que pue-den alcanzar los desencuentros entre los diferentes actores y entre éstos y los sistemas ecológicos, y de cómo los desencuentros pueden desembo-car en enfrentamientos que afectan la calidad de vida, la equidad y la justi-cia social en interacción con el ambiente de uno o varios actores (Mansutti et al., 2000).

Los puntos de vista contrastados de los diferentes actores y sus diferen-tes alternativas de uso generan irremediablemente conflictos. Precisamen-te, esta intrincada y compleja red de intereses conflictivos sobre el bosque constituye el principal problema forestal en la actualidad (FAO, 1994a). La variedad de intereses refleja la demanda competitiva sobre el uso de las tierras forestales; por ejemplo, donde los forestales ven un sitio ideal para la producción sostenible de madera los agricultores nómadas ven suelos fértiles (FAO, 1994a). Diferentes usos de tierras forestales son frecuente-

231

Lionel Hernández

mente incompatibles. Las únicas opciones para “resolver” estos conflictos de intereses según Pearce et al. (2000) son:

» Imponer un determinado uso a todos los actores sin considerar las diferencias de intereses. Esta “alternativa” es potencialmente ines-table.

» Buscar un acuerdo entre los actores (con consenso o no) para adoptar un uso de la tierra forestal, en donde aquellos que pierden deberían ser compensados.

“La segunda opción sugiere la condición de uso óptimo desde el punto de vista social, ya que sería el uso juzgado socialmente como el más beneficioso para todos. Sin embargo en la práctica, una compensación de las pérdidas no siempre es factible. Al menos el uso óptimo que debe asignarse a una tierra forestal debería ser en lo posible aquel uso que maximiza el valor social agregado de la tierra forestal”, a lo que nosotros agregaríamos con el menor impacto ambiental negativo (Pearce et al., 2000:8).

Es necesario reconocer que la mayor parte de los intereses de los di-ferentes actores son legítimos. Identificar la legitimidad e importancia de los intereses y aceptarlos como premisas para la negociación es el primer paso hacia el uso óptimo y la sustentabilidad. “Para llegar a una decisión sobre lo que se debe y se puede hacer en cada caso, será imprescindible el diálogo y casi siempre un cierto nivel de compromiso y conciliación” (FAO, 1994a:46).

Para facilitar tal diálogo es necesario disponer de criterios y mecanismos de valoración de los beneficios y costos de las diferentes alternativas de uso (ver cuadro 7.5).

Asimismo, el análisis de los conflictos sobre los bosques y su uso sus-tentable potencial no debe restringirse únicamente a la confrontación entre preservación y destrucción. Las diferentes visiones e intereses sobre el bosque determinan que el desafio del uso óptimo sustentable no sea evitar totalmente tales actividades sino más bien ordenarlas en la medida de lo posible, es decir que las actividades lleguen a armonizar el uso y la conser-vación mediante sistemas sostenibles de aprovechamiento y manejo del bosque, donde se reconozcan los derechos legítimos de los pobladores locales (FAO, 1994a).

Por otra parte si considera que la principal preocupación acerca de los bosques húmedos tropicales es su rápida tasa de desaparición, y que la

232

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Cuadro 7.5: La necesidad de adoptar un sistema o criterio económico para la valoración forestal

“Un enfoque conveniente para describir los intereses de los actores es clasificarlos en beneficios y pérdidas, ambos pueden ser de carácter privado o social. Privado se refiere al interés particular de cada actor, mientras que social toma en cuenta la perspectiva social más amplia y la jurisdicción puede ser local, nacional, regional y global. Las dos perspectivas son relevantes para determinar el uso óptimo de la tierra forestal” (Pearce et al. 2000).

La cuestión que se ha de plantear en relación con la ordenación de una zona de bosque consiste en si los beneficios resultantes serán mayores que los costos”. “En términos puramente financieros...” eso es posible. “Sin embargo, la realidad es que la mayoría de los casos no puede reducirse a términos tan simples” (FAO 1994A). Supóngase que para la estimación del máximo valor social agregado, las pérdidas y las ganancias sean medidas en términos monetarios, entonces este requerimiento es equivalente a un análisis costo-beneficio tradicional, en donde la compensación es más bien potencial que actual. Sin embargo, lamentablemente hoy día no se dispone de la capacidad de asignar valores económicos a todas las funciones forestales (Pearce et al. 2000). Es difícil determinar los valores monetarios que deberían aplicarse a muchos costos y beneficios implicados, los instrumentos disponibles son inadecuados, especialmente difícil es la evaluación de los servicios”(FAO 1994A).

Los beneficios y pérdidas de una ordenación forestal normal suelen distribuirse extensamente; los beneficios suelen ir a una persona, grupo o generación y los costos son pagados por otros. Además los efectos suelen estar separados también en el tiempo, siendo característico que las ganancias se obtengan de forma inmediata, mientras los costos deberán ser pagados en el futuro. En la medida que los costos y beneficios estén más separados en el espacio o en el tiempo, más difícil será reconciliarlos ” (FAO 1994A). “En resumen, la economía de la ordenación forestal debe plantearse con una perspectiva mucho más amplia que la del flujo de fondos a corto plazo, independientemente de donde se aplique y de quién sea el propietario o el gerente. La evaluación económica de la ordenación debe integrar todas las funciones del bosque, y ello haría económicamente sostenible la ordenación forestal. La principal cuestión entonces es cómo asegurarse de que se logre una distribución equitativa de los costos entre los beneficiarios”. “En las zonas forestales tropicales, donde el estado suele ser el propietario. Los costos y beneficios financieros proceden únicamente de los costos y precios de aprovechamiento del limitado número de maderas tropicales que se venden. Estos dependen a su vez de la demanda del mercado y no reflejan casi nunca el costo de sustitución” (FAO 1994A). En su relación con los bosques resalta el hecho de que los mercados rara vez capturan los aspectos del bienestar público de los bosques, cabe recordar que los mercados no existen independientemente de los valores humanos. Por otra parte los entes gubernamentales tampoco valoran adecuadamente los beneficios forestales; los impuestos de las concesiones se establecen rutinariamente a unos bajos niveles, que no son realistas (WCFSD 1999).

Por todas estas razones, “el ordenador forestal se encuentra por tanto ante una seria desventaja cuando trata de competir por unos escasos recursos de fondos y de personal”. “Si se quiere ordenar de forma sostenible cualquier tipo de bosque, hay que convencer a la población y a los países interesados de que el terreno seguirá teniendo más valor bajo bosque que con cualquier otro tipo de uso de la tierra. Será necesario encontrar los medios para determinar exactamente en términos monetarios el valor del bosque y desarrollar técnicas para comparar dicho valor con formas alternativas de uso de la tierra” (FAO 1994A).

Sobre este tema la Comisión Mundial de Forestería y Desarrollo Sustentable (WCFSD) se planteó ¿Cómo puede el mundo lidiar con el hecho de que los bosques suministren servicios ambientales comunes e indivisibles para todos los países del planeta, indiferente de su ubicación geográfica, patrones de propiedad, o jurisdicción política?. ¿Cómo se puede realizar el financiamiento global y diferenciado de la conservación forestal de manera objetiva, racional, justa, repetible y equitativa? (WCFSD 1999). La comisión concluyó que el debate sobre los bosques ignora algunos hechos básicos:

» El costo de la deforestación para países individuales y para el mundo en conjunto se está convirtiendo en un costo mucho mayor que el costo de retener los bosques para el desarrollo sostenible y para la estabilización del hábitat humano

» Los costos de conservación a corto plazo son en realidad inversiones para la estabilidad ambiental a largo plazo necesaria para la humanidad-la gran cantidad de personas pobres en el mundo se relaciona con los proyecciones futuras de dicha estabilidad -ambiental

» El dialogo debe ser sobre las responsabilidades comunes para garantizar dicha estabilidad » La urgencia de la crisis forestal exige atención inmediata y concertada » La equidad requiere un conjunto de recursos entre todas las naciones a fin de hacer posible la ansiada meta de conservación y uso sustentable de los bosques

Como resultado de sus deliberaciones la Comisión (WCFSD) ha propuesto una iniciativa de valorar el capital forestal a través del Índice del Capital Forestal (forest capital index -FCI), dicho índice mediría, de manera similar al producto interno bruto anual, el valor de los bosques de un país y por extensión del mundo. El FCI ofrecería un indicador numérico del estado de los recursos forestales de un país (WCFSD 1999).

233

Lionel Hernández

misma es ocasionada en su mayor parte por el desmonte para la agricultu-ra, ello significa que gran parte del proceso de deforestación se encuentra fuera del alcance de la ordenación forestal. Ello plantea que el manejo de los bosques debe necesariamente adoptar una visión más amplia de tipo holístico, abordando asuntos más amplios como el desarrollo rural y la planificación del uso de la tierra (políticas y ordenamiento territorial) (FAO, 1994a). De esta manera la ordenación forestal se convierte en una activi-dad de mayor fundamento y de carácter multifacético. El potencial forestal en este contexto más amplio forma parte de un proceso dinámico, donde, sin embargo debe prevalecer la premisa de un equilibrio entre bosques y otras formas de uso de la tierra (FAO, 1994a). En este sentido, cobra más fuerza el tema del uso óptimo de las tierras forestales y la dificultad de la valoración de sus costos y beneficios (ver cuadro 7.5). El concepto de “uso óptimo” depende del punto de vista del usuario o actor económico, que toma la decisión de convertir una tierra forestal a otro uso o de asignarle un régimen forestal determinado. Sobre el uso óptimo que se hace del bosque predomina generalmente un enfoque hacia el retorno financiero (Tab. 7.2 y 7.3) y hacia la descripción física comparativa de los perfiles de impacto ecológico sobre las diversas variantes de uso forestal (Pearce et al., 2000). Como hemos visto anteriormente, por una parte los costos y beneficios fi-nancieros son relevantes para el concesionario, y por otra parte los costos y beneficios ambientales y sociales (considerados como precios sombras) son de importancia para los bosques propiedad de la nación (Pearce et al., 2000, ver cuadro 7.5 y tablas 7.2 y 7.3). Estos criterios prevalecen en el proceso de toma de decisiones sobre la asignación de uso de las tierras forestales en el Trópico Húmedo, el cual deriva hacia tres alternativas prin-cipales (Hadley y Lanly, 1983 citado por Lanly, 1995):

1. Mantener el bosque con poca o sin ninguna perturbación: “áreas protegidas ante el uso humano”.

2. Manejo del bosque natural para la producción continua de ma-dera y otros bienes y servicios: “áreas forestales productivas”.

3. Eliminar el bosque y usar la tierra para agricultura, ganadería, plantaciones forestales, minería, poblados, etc.

Considerando el elevado crecimiento de la población y las presiones eco-nómicas internacionales, pocos países tropicales pueden optar por la pri-mera alternativa, es decir no pueden darse el lujo de mantener grandes ex-tensiones de sus bosques como áreas protegidas inviolables. Recúerdese que la mayoría de los gobiernos de estos países tienen la poco envidiable responsabilidad de satisfacer las necesidades crecientes de una población

234

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

en aumento, en un ambiente de recursos cada vez más limitados. Asimis-mo, muchos de los suelos forestales del trópico húmedo poseen baja fer-tilidad; cuando ellos son sometidos a uso agrícola y pierden su cobertura arbórea, se alteran los mecanismos de conservación de nutrientes típicos del bosque natural, convirtiéndose estas tierras en áreas improductivas (Whitmore, 1990). Por ello, la conversión del bosque a uso agrícola no es sustentable en muchas regiones tropicales, ya que no se puede sostener la actividad agrícola de manera indefinida (Pearce et al., 2000). Por todas estas razones, la segunda opción mencionada ha ido ganando cada vez más adeptos (Pretzsch, 1998; Lamprecht, 1986).

El debate actual sobre el uso de los bosques sólo alude parcialmente el tema de la sustentabilidad forestal, ya que se centra principalmente en la búsqueda de alguna forma de uso sustentable de la tierra forestal; uso que no tiene que realizarse necesariamente bajo cobertura boscosa. En este concepto de uso óptimo de la tierra prevalecen por ende las necesidades humanas, en especial los aspectos sociales y económicos de la sustenta-bilidad (máximo valor social agregado). Es decir, el uso óptimo no siempre equivale necesariamente al uso sustentable “ideal” del ecosistema forestal.

El paradigma de la sustentabilidad

Evolución del paradigma de la sustentabilidadComo hemos visto, el aprovechamiento humano de los recursos de la

naturaleza no ha sido hasta ahora un proceso totalmente racional. Las razones de tal situación son múltiples, pero una de ellas, de carácter de-terminante, ha consistido en las repetidas fallas humanas al evaluar la reacción de los ecosistemas ante las perturbaciones y por consiguiente en la subestimación de los riesgos generados. Esta falencia contrasta para-dójicamente con un conocimiento en incremento y una manipulación más intensa de la naturaleza. Tal problemática ambiental, entendida como un complejo de problemas con muchas facetas, evidencia la necesidad de reflexionar sobre la actitud humana ante la naturaleza y de cambiar los modelos convencionales de aprovechamiento de recursos naturales; dicho mensaje ha venido cobrando mayor importancia en los últimos tiempos. De esta manera se ha venido generando un cambio en la visión ecológica y tecnológica, acompañado por un proceso paulatino de transformación en la investigación y el manejo ambiental desde una visión sectorial y frag-

235

Lionel Hernández

mentada hacia una más integrada y holística. En el marco de este proceso es donde se ha gestado el paradigma actual del desarrollo sustentable6 (ver cuadro 7.6). La incorporación del aspecto ambiental en la formulación, evaluación e instrumentación de proyectos de desarrollo socioeconómico es tan sólo una muestra de este cambio progresivo de conciencia.

Definición y equilibrio de los componentesDiversos conceptos e ideas, como el reconocimiento de los principios

unificadores y la interdependencia en la naturaleza (escuela naturista de Humboldt, 1816-1831), el desarrollo de la ecología como ciencia, el con-cepto de ecosistema y de la biocibernética, condujeron a la percepción de la sustentabilidad no restringida a procesos, funciones o componentes de manera individual y aislada, sino más bien la necesidad de considerar el ecosistema como un todo o conjunto, atendiendo sus interdependencias e interacciones con otros ecosistemas (Bossel & Bruenig, 1992).

La sustentabilidad es un proceso que trata de armonizar diferentes com-ponentes socioculturales, económicos y ambientales de un sistema diná-mico. Se parte de la idea que la sustentabilidad posee tres grandes com-ponentes, en donde cada componente interactúa con los otros y funciona como un subsistema, también dinámico, y que con frecuencia son conflic-tivos entre sí: la sustentabilidad ecológica, entendida como aquella que hace posible el desarrollo y el mantenimiento en el tiempo de la estructura, diversidad y funcionamiento de los ecosistemas de una bioregión; la sus-tentabilidad económica, entendida ésta como la capacidad para obtener y distribuir beneficios económicos en el tiempo por la utilización de los bienes y servicios que ofrece un entorno determinado; y la sustentabilidad socio-cultural, definida como el grado de aceptación y participación de una unidad socio-cultural dada, de un sistema de uso (Mansutti et al., 2000). Dado que los subsistemas son todos cambiantes, también son cambiantes los escenarios de sustentabilidad que ellos generan.

En todos los escenarios de sustentabilidad se juega con prioridades cuya jerarquización depende de la manera como los actores se perciben a sí mismos y a sus intereses: así, quien enfatiza lo económico, tenderá a ge-nerar escenarios menos favorables para lo ecológico y, eventualmente, para lo sociológico. Quien privilegie la equidad y la baja conflictividad so-ciológica, tenderá a afectar lo económico. Igualmente, quien privilegie lo ecológico puede terminar afectando lo económico y lo social. Por lo tanto,

6 En este trabajo los calificativos “sustentable” y “sostenible” son usados como términos equivalentes, diferencián-dose del término forestal “sostenido”, el cual hace alusión, en el caso de la producción maderera, a un rendimiento continuo y regular. El término sustentable es mayormente usado por ecólogos, mientras que sostenible predomina en la jerga de los economistas.

236

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

el logro del ideal de la sustentabilidad exige el balance de los tres compo-nentes, que deben ser considerados con igual atención y ponderación, y aceptando que se trata de un proceso complejo que involucra diferentes actores y escenarios, y que la resolución o minimización de conflictos exi-ge la negociación como instrumento indispensable (Mansutti et al., 2000), así como un arbitraje responsable que la haga viable. La sustentabilidad es un concepto universal y fundamental, pero su instrumentación es específi-ca de cada caso y sitio con respecto a su potencial y limitaciones (Bossel & Bruenig, 1992).

Manejo (ordenación) forestal sustentable

Evolución, necesidad y significadoEl uso de los recursos del bosque no escapa del contexto del análisis

anterior. El bioma de bosques tienen una importancia crucial para nues-tro planeta. Los bosques son un componente fundamental del desarrollo sostenible, un compromiso asumido por la mayoría de las naciones del planeta. La ordenación forestal sustentable es importante para el conjunto de la sociedad, pero especialmente para los más pobres; se cree que no será posible alcanzar el desarrollo sustentable sin la ordenación sustenta-ble de los bosques (Poore et al., 1998). La ordenación racional y sostenible del patrimonio mundial de los bosques es uno de los desafíos más graves que afronta la humanidad. Por ello es fundamental abordarlo de manera realista. Únicamente con esfuerzos de cooperación conjunta y un compro-miso firme será posible alcanzar la evasiva meta del desarrollo forestal sustentable (Poore et al., 1998). “Las causas que motivan la pérdida de los bosques son en su mayoría externas al sector forestal y no cesarán en un futuro a mediano plazo” (FAO, 1994a:3).

“La ordenación forestal sostenible tiene que desarrollar un papel fun-damental en el bienestar y desarrollo humano en las próximas décadas. Pero representa sólo una solución parcial a la destrucción de los bos-ques. Lo que se necesita, en definitiva, es una transformación de las con-diciones económicas y demográficas del mundo en desarrollo semejante a la que ha hecho posible la estabilización de la superficie forestal en los países industriales” (FAO, 1994a:9).

Hasta hace poco los forestales se ocupaban de ordenar los bosques para el rendimiento sostenido, pero sólo de madera o productos madereros. Sin embargo, el paradigma actual de la sustentabilidad y la necesidad de abar-

237

Lionel Hernández

car asuntos de mayor alcance (ver conflictividad y uso óptimo) han promo-vido durante los últimos años que el concepto de la ordenación forestal haya evolucionado hacia un concepto más integral: la ordenación forestal sostenible o manejo forestal múltiple y sustentable (MFSM). El contexto se ha venido ampliando, pasando desde el tradicional concepto original de los principios silviculturales, que perseguía la producción sostenida de madera, hacia un concepto más amplio que incluye aspectos ecológicos, econonómicos, sociales y éticos (van der Hout, 1999; FAO, 1994a). En la actualidad la ordenación forestal ha adoptado una visión holística y tiende hacia un uso múltiple del bosque, bajo el cual no se debe disminuir su ca-pacidad total de provisión de bienes y servicios (FAO, 1994a).

El logro del uso sustentable de ecosistemas forestales constituye una meta evasiva y de difícil logro, más aún cuando se realiza en ecosistemas complejos (ver cap. 1-4) , con actores encontrados, con presiones demo-gráficas crecientes, con un aumento sostenido de la pobreza y con una disminución de las oportunidades de sobrevivencia, todo ello en el marco de una situación cambiante como la del mundo actual. Por lo tanto, el reto del grupo de personas inmersas en la problemática del uso y conserva-ción del bosque tropical consiste en lograr su aprovechamiento sosteni-do y su conservación en forma simultánea y no excluyente en aquellas zonas de bosque húmedo tropical (el ecosistema terrestre más complejo del planeta). Este objetivo debe acometerse en una situación signada por el incremento de la población, mayoritariamente pobre, con necesidades crecientes y en países donde los gobiernos deben mostrar resultados de su gestión a corto plazo, lo que evidentemente entra en contradicción con la visión y la práctica de usos sustentables a largo plazo.

El manejo forestal sustentable es una premisa que es asumida en teoría por todo gerente forestal. El manejo forestal sustentable es un término am-pliamente citado, aunque su definición y aplicación no son claras ni preci-sas (ver cuadro 7.6). Normalmente los biólogos y científicos ambientalistas restringen su atención a los aspectos técnicos del uso de los recursos. Sin embargo, la problemática ambiental constituye un complejo de problemas con muchas facetas, en donde la información técnica representa sólo una parte del conjunto de información que se requiere para desarrollar e ins-trumentar prácticas de uso forestal sensatas (Uhl et al., 1997). El manejo forestal es una cadena con vínculos ecológicos, económicos y sociales. Si alguno de los componentes de la cadena se debilita, el sistema en su tota-lidad puede colapsar (Buschbacher, 1990) y no logrará la sustentabilidad.

238

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Cuadro 7.6: Terminología usual referida a manejo, ordenación y sustentabilidad forestal:Desarrollo: es generalmente el cambio de un sistema con respecto a cantidad, procesos dinámicos, organización y calidad. En términos humanos ello sería el proceso hacia un mejor bienestar humano tanto en sus aspectos materiales como no materiales (Bossel & Bruenig 1992)

El desarrollo sustentable: se entiende como “el desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas” (Brundlandt report, World Commision on Environment and Development 1987).

Sostenibilidad: una medida de la probabilidad de que un uso de la tierra particular permanecerá física, económica y socialmente adaptado para una localidad dada por un período dado (según Smyth & Dumansky 1995 citado por Motta 2002). Zinck & Farshad (1995, citado por Motta 2002) agregan que el significado de sostenibilidad dependerá del nivel espacial y temporal de referencia.

Algunas características del desarrollo sostenible según Berroterán & Zinck (1998) y UNESCO 1996 (citados por Motta 2002) ;

» Mantenimiento a largo plazo de sistemas naturales » El impulso de usos ambientalmente compatibles » Producción óptima con baja cantidad de insumos » Ingresos económicos adecuados por unidad de producción » La satisfacción de las necesidades humanas locales tanto de alimentos como en ingresos » La reducción de la contaminación ambiental » La conservación de la apariencia estética del paisaje

El desarrollo sostenible se define como <...el manejo y conservación de la base de recursos naturales y la orientación del cambio tecnológico e institucional de tal manera que se asegure la continua satisfacción de las necesidades humanas para las generaciones presentes y futuras. Este desarrollo sostenible (en los sectores agrícola, forestal y pesquero) conserva la tierra, el agua y los recursos genéticos vegetales y animales , no degrada el medio ambiente y es técnicamente apropiado, económicamente viable y socialmente aceptable> (FAO 1991 citado por FAO 1994b).

Ordenación forestal: La ordenación forestal puede definirse como el decidir lo que se desea hacer con un bosque, teniendo en cuenta lo que se puede hacer con él, y deduciendo lo que se debe hacer con él (FAO 1991c, citado por FAO 1994A).

Según la FAO (1994a), la ordenación forestal incluye todos los aspectos administrativos, económicos, legales, sociales, técnicos y científicos relacionados cono los bosques naturales y artificiales. Ello implica diversos niveles de intervención humana intencionada, que van desde la acción dirigida a salvaguardar y mantener el ecosistema forestal y sus funciones hasta favorecer determinadas especies o grupos de especies valiosas, social o económicamente, para una mayor producción de bienes y servicios ambientales. La ordenación forestal sostenible garantizará que los valores procedentes del bosque atiendan las necesidades actuales y al mismo tiempo asegurará su disponibilidad y contribución permanente para las necesidades de desarrollo a largo plazo” (FAO 1994).

“La conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (CNUMAD, 1992, citado por FAO 1994A) describió de manera completa la ordenación forestal sostenible, declara que esta ordenación comprende: <las políticas, métodos y mecanismos adoptados para desarrollar las múltiples funciones ecológicas, económicas, sociales y culturales de los árboles, bosques y terrenos forestales ...., las medidas y métodos necesarios a nivel nacional para mejorar y armonizar la formulación de políticas, la programación y planificación; las medidas e instrumentos legislativos; los modelos de desarrollo; la participación del público en general, especialmente las mujeres y las poblaciones indígenas; la participación de la juventud; las funciones del sector privado, de las organizaciones locales, de las organizaciones no gubernamentales y de las cooperativas; el desarrollo de las capacidades técnicas y multidisciplinarias y de la calidad de los recursos humanos; la extensión forestal y la educación pública; la capacidad y el apoyo de la investigación, las estructuras y mecanismos administrativos, incluyendo la coordinación intersectorial, la descentralización y los sistemas de responsabilidad e incentivos; y la divulgación de la información y las relaciones públicas. Esto es especialmente importante para garantizar un enfoque racional y holístico del desarrollo sostenible y ambientalmente válido de los bosques >

El Consejo Internacional de Maderas Tropicales (CIMT), en su reunión de La Haya (1991) plantea que “la ordenación forestal sostenible es el proceso de manejar tierras forestales permanentes para lograr uno o mas objetivos de ordenación claramente definidos con respecto a la producción de un flujo continuo de productos y servicios forestales deseados, sin reducir indebidamente sus valores inherentes ni su productividad futura y sin causar indebidamente ningún efecto indeseable en el entorno físico y social”.

239

Lionel Hernández

Manejo forestal: Bajo el término “manejo”comúnmente se entiende aquella serie de actividades técnicas y administrativas que persiguen fines de beneficio económico, en este sentido el manejo forestal busca captar beneficios económicos directos e indirectos (Ciancio & Nocentini 1997 citado por van der Hout; P. 1999).

Algunas definiciones de Manejo Forestal Sustentable de Uso Múltiple son:

Manejo de los bosques maduros y secundarios para la producción sostenida de madera y otros productos o de ambos, bajo tal manejo la cobertura boscosa se mantienen de forma indefinida (Dickinson et al., 1996 citado por Pearce 2000).

Reid and Rice (1997 citado por Pearce et al. 2000) sugieren que el objetivo primario del (MFSM) es “obtener un flujo constante y creciente de madera a partir de bosques, cuya estructura y composición en especies es mantenida en un cierto grado, pero no totalmente”

Las dos últimas definiciones no hacen mención a las funciones y procesos del ecosistema. Mientras que la próxima definición va más allá del contexto de los bienes y servicios (Perace et al. 2000).

IFF (1999 citado por Pearce et al. 2000) establece que “los bienes y servicios forestales no comerciales y sobre todo los valores culturales, espirituales y éticos de los bosques son aspectos fundamentales del MFSM. La importancia de estas contribuciones no deben ser ignoradas, aún incluso cuando ellas no puedan ser convertidas en términos monetarios’.

Una de las definiciones más completas es la de Bruenig (1996): El manejo debería propender hacia una estructura forestal que mantenga el ecosistema húmedo forestal tan robusto, elástico, versátil, adaptable, resistente, resiliente y tolerante como sea posible, la apertura del dosel debe ser mantenida dentro de los límites de una formación de claro natural; los daños al rodal y suelo deben ser minimizados. La instrumentación tanto de ciclos de tumba lo suficientente largos como la marcación y selección de los árboles a cosechados debe realizarse de tal manera que el sistema forestal selectivo (policiclíco) permita que la estructura del dosel y la autoregulación de la composición (florística y estructural) de la masa del rodal pueda mantenerse sin , o con muy poca, manipulación silvicultural; la producción de madera debería tender hacia una alta calidad y versatilidad… El principio básico es imitar a la naturaleza tanto como sea posible permitiendo a la vez obtener un uso rentable de la dinámica y adaptabilidad del ecosistema natural reduciendo costos y riesgos.

El manejo y uso forestal sostenible de los bosques (o buen manejo forestal) es un proceso que da valor al uso forestal como actividad permanente, y: 1)Supone la intervención del bosque para extraer cosechas en madera y/u otros productos y servicios; 2) La cosecha de bienes y servicios está dentro de los límites de productividad del sistema, y capacidad de carga y su nivel garantiza la operación permanente de los ecosistemas; 3) La operación es rentable de acuerdo con los criterios del actor que hace la gestión del manejo; 4) Todos los actores afectados en el proceso participan en el diseño, ejecución, evaluación y distribución de los costos y beneficios, de las políticas y acciones concretas; y 5) Es parte del desarrollo sostenible y por lo tanto no está aislado del desarrollo nacional y de los sectores relacionados. Es un estado que debe alcanzarse por etapas sucesivas y niveles de exigencias crecientes, acordes con la realidad nacional, regional y de actores específicos de la Unidad respectiva (de Camino 2000).

La silvicultura es la ciencia, actividad y arte de administrar y conservar los bosques y las tierras para obtener un beneficio económico, social, y ecológico constante. Comprende la ordenación equilibrada de los recursos forestales para obtener rendimientos óptimos de productos madereros, vida silvestre abundante, suministros copiosos de agua pura, ambientes paisajísticos y recreativos interesantes en contornos silvestres, rurales y urbanos, así como toda variedad de otros servicios y productos. La silvicultura aprovecha los conocimientos y experiencias que derivan de muchas disciplinas y otras profesiones> (Consejo Científico de Canadá 1974).

“Sustentabilidad forestal es el proceso del aprovechamiento en forma permanente de sistemas de bosques, manteniendo su capacidad de producir bienes y servicios, sin una reducción indebida de sus valores inherentes y productividad futura y sin efectos indebidos e indeseables en el ambiente físico y social con uno o varios objetivos de aprovechamiento claramente definidos y con el objeto de alcanzar una oferta continua del producto deseado y de producción del bosque, ello sin que ocurra una desproporcionada disminución del valor de los rodales y de la productividad futura así como la presencia de consecuencias ambientales indeseables” (ITTO 1991).

Para Coic et al. (1990): “Manejo, en el sentido forestal de la palabra, no es un tratamiento silvícola, es un proceso de gestión que consiste en determinar la o las vocaciones del bosque (producción de madera u otros productos, reserva de especies raras...) y en prever un programa de acción, al cual hay que conformarse durante una duración generalmente larga -10 a 20 años- para acercarse a los objetivos planteados. Los objetivos y el plan de gestión se deciden en función del conocimiento del estado del bosque y de los medios que el propietario (generalmente el Estado en los países tropicales) está dispuesto a invertir”.

240

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

La ordenación forestal sostenible (MFSM) es un proceso complejo que requiere la participación de diversos actores sociales, cuyos intereses y espacios generalmente se enfrentan y superponen (ver conflictos e intere-ses). Ello explica por qué la ordenación forestal sustentable requiere una visión holística del espacio biofísico y el ámbito socioeconómico y humano, realizar análisis e interpretaciones de tales ámbitos y sus interrelaciones. El MFSM trata con sistemas naturales y humanos que son complejos y dinámicos y por ende se requieren enfoques y seguimiento orientados al largo plazo para poder hacer las revisiones y ajustes continuos necesarios. Esto hace imprescindible el trabajo en equipo de diversas disciplinas cien-tíficas y técnicas en las áreas de ecología, sociología, economía y jurídico-políticas. Asimismo se plantean nuevos modelos de gestión y enfoques de investigación, donde a través de una red forestal nacional conectada con redes internacionales (CIFOR; CATIE; IUFRO; FAO) facilite la cooperación y el intercambio de opiniones y resultados durante el proceso de búsqueda de modelos alternativos de uso de la tierras y aprovechamiento de los re-cursos naturales del bosque, esto evidencia también la necesidad de una gestión forestal abierta, flexible, evolutiva y adaptable.

La ordenación forestal para la sostenibilidad se preocupará, en primer término, de garantizar el sustento de la generación actual, manteniendo el potencial del patrimonio forestal para las generaciones futuras. En se-gundo término, el potencial forestal debe contemplarse en el contexto más amplio del desarrollo rural, en el cual la asignación de tierras para diferen-tes usos (ordenamiento territorial) forma parte de un proceso dinámico, manteniéndose sin embargo, un equilibrio entre bosques y otras formas de uso de la tierra. En tercer término hay que definir con claridad las res-ponsabilidades de la ordenación forestal, y se deben conciliar los intereses en competencia mediante el diálogo y la asociación (FAO, 1994a). Por último, la ordenación forestal tendrá que competir por recursos financie-ros escasos, y habrá que demostrar que tanto las funciones productivas como las ambientales son convenientes para los que las utilicen y los que las paguen (FAO, 1993e, citado por FAO, 1994a). “La ordenación forestal sostenible es una tarea multidisciplinaria e interinstitucional, que requiere la colaboración de los organismos gubernamentales, las organizaciones no gubernamentales y, sobre todo, de la población, especialmente de la población rural. Concierne a los niveles local, nacional, regional y mundial” (FAO, 1994a).

La amplitud y diversidad en el uso del término de manejo forestal sus-tentable ha generado un uso poco preciso de este concepto (ver cuadro 7.6). En la próxima sección, se procederá a describir los objetivos, funda-

241

Lionel Hernández

mentos, limitaciones y estrategias de gestión de los sistemas de manejo forestal múltiples y sustentables.

Objetivos de la ordenación forestal sustentableLa misión general del manejo sustentable de ecosistemas boscosos se

podría expresar como el suministro constante y óptimo de sus bienes y servicios bajo la premisa de mantener el nivel lo más elevado posible de su funcionamiento ecológico, productividad y biodiversidad, asimismo deberá existir una aceptación sociopolítica y al menos deben cubrirse los costos de explotación (Prabhu et al., 1993). A fin de garantizar tal amplio rango de valores ecológicos, sociales y económicos, la estrategia a seguir para lograr el Manejo Forestal Múltiple y Sustentable (MFSM) debe reflejar los siguientes objetivos generales de la sustentabilidad forestal (modificado a partir de Poore & Sayer, 1991; Brunig, 1996 y WCFSD, 1999):

A. El mantenimiento de los procesos ecológicosEl uso de los bosques debe garantizar la conservación de los suelos y las

aguas (WCFSD, 1999), es necesario evitar el deterioro de las funciones hidrológicas de las cuencas y la remoción de nutrientes inorgánicos (Poore & Sayer, 1991). El manejo debería propender hacia una estructura forestal que mantenga el ecosistema húmedo forestal tan robusto, elástico, versá-til, adaptable, resistente, resiliente y tolerante como sea posible (Brunig, 1996; WCFSD, 1999). Externamente es importante un mejor manejo de los efluentes que tienen serios efectos degradantes sobre el suelo y la flo-ra; igualmente importante es la reducción de la polución industrial, dañina tanto para el suelo como para la atmósfera, y que afecta los bosques y la biodiversidad (WCFSD, 1999).

B. El mantenimiento de la diversidad biológicaLos sitios importantes por sus especies raras o únicas no han de ser per-

turbados. Pequeñas áreas de bosque no perturbado permiten la preserva-ción de poblaciones de vida silvestre, asimismo debe evitarse la fragmen-tación innecesaria (Poore & Sayer, 1991). Por tal motivo en la zonificación se debe considerar la alternancia de áreas de uso productivo con áreas de preservación.

C. La satisfacción de necesidades de la población localLas posibilidades de lograr la sustentabilidad se incrementan enorme-

mente, si se acepta en primer lugar que la población local (en especial

242

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

las comunidades marginales dependientes de los bosques) son actores con derechos adquiridos que deben compartir los beneficios del uso del bosque, y en segundo lugar que se se tomen medidas para que éstas satisfagan sus necesidades elementales (tenencia de la tierra, garantía de acceso a productos forestales, apoyo a la seguridad alimentaria y fuen-tes de empleo) (Poore & Sayer, 1991; WCFSD, 1999) y de aquellas otras necesidades o derechos (simbólicos o no) relevantes para la calidad de vida de los pobladores. En este sentido, es imprescindible lograr una dis-tribución más equitativa de los beneficios provenientes del uso del bosque (WCFSD, 1999). Garantizar los derechos de tenencia de millones de po-bladores rurales vecinos a áreas forestales como un medio para promover la conservación (WCFSD, 1999).

D. El mantenimiento de la cosecha de todos los productosNo se logrará la sustentablidad total si se considera solamente la susten-

tabilidad de un solo producto. Es muy importante y deseable que la cose-cha de todos los bienes y servcicios sean considerados (Poore & Sayer, 1991). Asimismo se debe tender a satisfacer de manera permanente las necesidades de productos forestales madereros y no madereros (WCFSD, 1999). La integración de usos sustentables de producción industrial de ma-dera y de productos no madereros es de igual manera necesaria, así como el desarrollo de los correspondientes sistemas silviculturales de manejo. El principio básico es imitar a la naturaleza tanto como sea posible, logrando a la vez practicar un uso rentable de la dinámica y adaptabilidad del ecosis-tema natural, reduciendo así costos y riesgos (Brunig, 1996). Manejo más organizado del cultivo, cosecha y uso de productos forestales menores a fin de establecer pilares potenciales de una forestería sustentable que pueda mantener el sustento de recursos que de otra manera se reducirían paulatinamente (WCFSD, 1999).

E. La sostenibilidad de la producción madereraAdemás de lograr los objetivos anteriores es deseable incorporar la

producción maderera en concordancia con la capacidad productiva en incremento de los bosques y los requerimientos de seguridad ecológica (WCFSD, 1999). Cuando se cosecha por primera vez un bosque maduro, normalmente el mismo contiene un elevado volumen de madera, de la cual una proporción variable será comercial dependiendo de la composición del bosque y la demanda de mercado (Poore & Sayer, 1991).

A partir de la variedad de objetivos generales de la sustentabilidad fores-tal, así como de la definición sobre ordenación forestal sostenible formu-

243

Lionel Hernández

lada por CNUMAD (cuadro 7.6) es posible apreciar tanto la complejidad como los diferentes niveles de organización (global, nacional, y local, Tab. 7.1) de los sistemas del manejo forestal sustentable. “Los bosques pueden ordenarse de muchas formas (Tab. 7.2) y para muchos fines (Tab. 7.2 y 7.4). Por lo tanto, la ordenación comprende una variedad de objetivos rela-cionados con el conjunto de bienes y servicios (ver Tab. 7.1) que pueden proporcionar los bosques. Según sea el caso, los objetivos de la ordena-ción variarán sustancialmente. En la mayoría de los casos, los bosques se ordenan para cumplir más de un objetivo. Incluso en el caso donde se formula un solo objetivo, la ordenación forestal puede cumplir otras funcio-nes, las cuales pueden o estar o no expresadas explícitamente como fines (Ver Tab. 7.4).

Por ejemplo, si la producción sostenida de madera es el único objetivo explícito, los bosques continuarán de cualquier manera proporcionando otros servicios como la conservación de suelos y aguas. La combinación de objetivos a seleccionar para cada caso particular deberá ser analizada y seleccionada de acuerdo a su viabilidad, compatibilidad y complementa-riedad. En la Tabla 7.4 se presenta un ejemplo de cómo algunos autores combinan, compatibilizan y valoran diferentes objetivos de uso forestal: evidentemente dicho ejercicio es subjetivo y sesgado. Tal limitación podría ser minimizada si durante el proceso de formulación, jerarquización y com-binación de objetivos complementarios se lograse la participación de todos los grupos de interés.

Tabla 7.4. Compatibilidad y combinación de diferentes objetivos forestales(ITTO 1990 mod. por Prabhu et al., 1993)

Principal objetivo de uso forestal

Objetivo secundario del

uso for.Biodiversidad

Protección de suelos y

aguas Recreación* Subsistencia

humana#Producción de

madera$Caza y

recolección+

Biodiversidad - 10 8 0 5 7

Prot. Erosión 10 - 9 1 4 1

Recreación 2 3 - 0 2 10

Subsistencia 0 0 3 - 1 10

Prod. Madera 0 4 2 1 - 8

Caza y recol. 0 9 7 8 2 -

* = diferente de turismo masivo# = agricultura migratoria estable$ = corta selectiva en bosques naturales con minimización de efectos negativos+ = cosecha controlada de productos naturales con reservas abundantes

Escala apreciativa: 0=incompatible - 10= Perfectamente compatible

244

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Los objetivos a cumplir deberán ser clasificados en orden de prioridad se-gún su importancia. “La prioridad dada a los objetivos de ordenación para el uso múltiple facilita la elección entre las demandas conflictivas que se plantean en los bosques en ordenación. En concreto, un objetivo importan-te debe recibir prioridad sobre los demás. No obstante, en su esfuerzo por lograr este objetivo los ordenadores forestales deben contemplarlo de tal modo que todos los demás objetivos se cumplan al menos parcialmente” (FAO, 1991c citado por FAO, 1994a).

“Es importante tener claro lo que se espera lograr exactamente de la ordenación forestal”. “No hay una prescripción universal de ordenación. Lo que es fundamental en todos los casos es la claridad de objetivos, la asignación de responsabilidades y conocer cuáles son las condiciones para el logro de los objetivos (factibilidad). Sólo cuando estos puntos están adecuadamente definidos y establecidos y estén asignadas las prioridades, es posible formular una estrategia y tomar decisiones sobre los métodos de ordenación a adoptar que permitan convertir en realidad los objetivos” (FAO, 1994a:56).

Finalmente, los objetivos de la ordenación están representados por lo que se desea hacer, por lo que se pueda hacer (contexto bio-físico y so-cioeconómico) y por lo que se debe hacer (prescripciones para la conser-vación y uso del bosque, para la obtención y redistribución de los benefi-cios socioeconómicos y para la disminución de los conflictos, garantizando para ello la justicia y la equidad).

En el caso de una unidad de manejo particular, un instrumento de orienta-ción básica para seleccionar y formular los objetivos de manejo puede ser el planteamiento de las siguientes interrogantes:

» ¿Cuál es el área y qué tipo de bosque debe ser manejado? » ¿Cuáles son los bienes y servicios que se desean generar? » ¿Cuál es el tipo de uso forestal más adecuado para este tipo de

bosque y según los fines perseguidos? » ¿Cuál es el nivel al cual el bosque debe ser manejado (cuenca, re-

serva, rodal, población de cierta especie, tasa de cosecha de cierto recurso, cierto nivel de ingresos)?

» ¿Cuánto tiempo debe ser manejado (1 turno, 1 ciclo de cortas, lapso de un contrato de concesión)?

» ¿Quién o quiénes son los beneficiarios del manejo? » ¿A quién o a quiénes afecto con el manejo?

245

Lionel Hernández

» ¿Cuál es la tenencia de la tierra? » ¿Cuáles son las normativas legales que rigen el uso forestal?

Trayectoria, limitaciones y viabilidad Como se ha mencionado anteriormente, los objetivos de la ordenación

forestal están circunscritos al contexto bio-físico y socioeconómico y a las prescripciones para la conservación y uso del bosque. Ello plantea la im-portancia de identificar y aceptar las limitaciones de lo que es posible lograr en cualquier área determinada, recordando que el manejo forestal es un proceso a largo plazo, durante el cual se aprende y se retroalimenta para mejorar su rendimiento económico, social y ambiental (De Camino, 2000).

Los bosques húmedos tropicales constituyen generalmente ecosiste-mas complejos, oligotróficos, con una elevada biodiversidad y una gran fragilidad. Justamente, tal elevada complejidad y el deseo predominante de obtener a corto plazo elevados beneficios económicos de los recursos forestales, determina la problemática particular del aprovechamiento en estos bosques (Prabhu et al, 1993). La historia reciente en la mayoría de las zonas tropicales y los prolongados períodos de rotación del manejo forestal maderero, ocasionan inevitablemente una enorme incertidumbre sobre cuáles serán las mejores técnicas a aplicar y sobre los rendimientos y resultados a obtener (FAO, 1994a).

“La ordenación para la producción sostenible es considerablemente más difícil en bosques húmedos tropicales que en bosques templados y borea-les” (FAO, 1994a:58). A pesar de la gran complejidad y variedad de tipos de bosques y culturas presentes en el Trópico Húmedo, la mayoría de los países comparten factores comunes que limitan el éxito del manejo fores-tal sustentable. Entre las limitaciones más importantes resalta el prevale-ciente desconocimiento ecológico sobre la complejidad y funcionamiento del bosque húmedo tropical, lo cual genera un alto nivel de incertidumbre y una reducida capacidad predictiva (Brunig, 1996). Además se presen-tan diversos factores que obstaculizan el manejo forestal sustentable. Por ejemplo, planes adecuados de ordenación forestal sustentable pueden ser desbordados por el mayor peso político y social de aspectos como la generación de empleos y el ingreso de divisas (Leslie, 1994), situación acentuada por la constante ola de deforestación, la extracción ilegal, una definición deficiente de la estructura de la tenencia de las tierras, la falta de capacidad humana, técnica y de recursos económicos para la aplicación de la ley y la disparidad de señales del mercado (Cassels & Hall, 2000).

246

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Por otra parte, la mayoría de las prácticas actuales de uso de tierras fores-tales no han logrado la incorporación y participación de la población local en las decisiones y beneficios del manejo.

La mayoría de las zonas boscosas del trópico húmedo se caracterizan por la ausencia o la deficiencia de investigación aplicada, consistente y sistemática a largo plazo, así como por su desvinculación con el sector productivo y la sociedad civil. Por lo cual, usualmente la información resul-tante de los estudios no se incorporan a los sistemas de manejo. A nivel internacional, los datos oficiales sobre los bosques aún continúan siendo en su mayoría imprecisos (ver cuadro 7.1). Por tal motivo, la mayoría de las regiones tropicales aún no disponen de una base veraz y confiable de información y experiencia, que permita tomar decisiones, planificar y gestionar el manejo forestal, de acuerdo a las potencialidades y limitacio-nes del bosque y del entorno socioeconómico (Prabhu et al., 1993; Leslie, 1994; Poore et al., 1998). Esta situación determina que la mayoría de los servicios forestales gubernamentales en países tropicales formulen políti-cas forestales fallidas, planifiquen sin base real y realicen una gestión fo-restal deficiente, en donde generalmente la supervisión técnica del manejo en el terreno es deficiente o no se realiza.

El Sudeste asiático y algunas regiones de Africa ostentan la mayor ex-periencia acumulada en el trópico húmedo sobre ordenación de bosques naturales para producción de madera comercial (Dawkins & Philip, 1998). Por otra parte, la historia de la ordenación forestal para el aprovechamien-to técnico de PFNM es relativamente reciente (FAO, 1994b). Las interven-ciones prácticas de ordenación han sido limitadas en la mayoría de los paí-ses y sólo una pequeña proporción de bosques tropicales húmedos está sujeta a una ordenación efectiva, indiferente de cual sea la interpretación que se le dé a este término (cuadro 7.6). Incluso, cuando se logra aplicar una ordenación forestal, ésta frecuentemente se limita a la obtención de rentas de las operaciones madereras o a la protección de parques nacio-nales por parte de entes gubernamentales (FAO, 1994a). Hoy día aún se mantiene la inquietud con respecto a la situación de fracaso (Bowles et al, 1998), y en contados casos de éxito reducido, que se ha obtenido al tratar de ordenar los bosques húmedos tropicales de forma sostenible. La ITTO preparó en la década de los ochenta una encuesta sobre manejo forestal, encontrando que sólo 800.000 hectáreas de 828 millones de hectáreas de bosques tropicales en producción podrían ser consideradas como sujetas a un manejo forestal sustentable, es decir, menos del 1% del total (Poore et al., 1989 cit. por Poore y Sayer, 1991). En América Latina y el Caribe esta superficie alcanzaría solamente 75.000 hectáreas, concentradas en

247

Lionel Hernández

Trinidad-Tobago (ITTO, 1988 cit. por Chesney, 1993). Estudios posterio-res (ITTO, 1991, citado por Leslie, 1994, De Camino, 2000) indican que la proporción de bosques en producción sometidos a un manejo forestal sustentable podría ser algo mayor. Sin embargo es poco probable que con tales correcciones se llegue a superar una proporción mayor de un 5%. De cualquier manera tales cifras son discutibles, ya que no se ha logrado un acuerdo que permita garantizar una mayor precisión en las estimaciones sobre aspectos como la extensión superficial y la categorización de los bosques tropicales, así como la definición y alcances de la ordenación forestal sostenible (Leslie, 1994).

“La explotación maderera en los bosques tropicales húmedos, lejos de ser una fuente uniforme y abundante de ganancias económicas, es una empresa difícil. La ordenación para el rendimiento sostenido tropieza con diversos problemas como: el gran número de especies, muchas de las cuales no son comerciales; el crecimiento rápido y exhuberante de plantas y trepadoras en los espacios abiertos por la corta; la fragilidad general de los suelos y su vulnerabilidad si se exponen por completo; las dificultades de acceso; las dificultades para inducir la regeneración natural, y las condiciones de trabajo extraordinariamente duras. Por ello las operaciones de aprovechamiento son costosas y hay renuencia a cualquier aumento de los costos de explotación” (FAO, 1994a:59).

En la mayoría de los bosques húmedos tropicales naturales es poco pro-bable esperar que se pueda obtener del bosque secundario residual ya explotado el mismo nivel de cosechas que se obtuvo al explotar la primera vez el bosque maduro (Prabhu et al., 1993). La excepción sería en aque-llos casos donde los ciclos de corta se aproximasen a los turnos; entonces dependiendo de la autoecología de las respectivas especies aprovecha-das, los ciclos se podrían extender por un siglo o hasta por varios siglos (Poore, 1989).

Usualmente la cosecha forestal está determinada por la demanda y no por los límites ecológicos del recurso; se trata entonces de un proceso de explotación de recursos naturales orientado a la prosperidad a corto plazo que durará únicamente hasta que los precios caigan a causa de la abun-dante oferta o hasta que el recurso se agote.

Las experiencias de diferentes sistemas silviculturales en bosques natu-rales del trópico húmedo evidencian los factores determinantes del manejo maderero sustentable (MMS), los cuales según Leslie (1994) serían:

1. La interacción entre la regulación del rendimiento y las componen-tes de regeneración de la ordenación.

248

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

2. La aceptación de la típica estructura de tamaño desigual de la mayoría de los bosques húmedos tropicales como una base más segura y más lógica para la ordenación.

3. El tercero y más apremiante es el que alude a los aspectos eco-nómicos de la extracción de madera. Son las condiciones econó-micas reinantes, las que determinan realmente las posibilidades del manejo maderero sustentable para la mayoría de los bosques húmedos tropicales, indiferente si existen o no propuestas de or-denación que sean coherentes con factores ecológicos y sociales.

El rendimiento sostenido de la madera no es idéntico a la sostenibilidad general. La medida actual de la sustentabilidad se relaciona más con el mantenimento de todos los valores del bosque y no solamente con su ca-pacidad productora de madera. El potencial destructivo de la extracción maderera es tal que gran parte del contenido técnico de la silvicultura se dedica a tratar de dilucidar cómo se puede simultáneamente conservar y aprovechar los bosques como fuente renovable y permanente de made-ra. Conjugar la conservación con una utilización virtualmente destructiva como la extracción de madera es díficil, pero no imposible (Leslie, 1994).

El intento de adaptar el concepto de sustentabilidad a la peculariedad de los bosques tropicales, ha promovido la opinión de que el principio de sustentabilidad tiene una acción inhibidora del desarrollo económico (Zi-nuvska, 1966, cit. por Prabhu et al., 1993), por tanto se plantea que la actividad forestal en los paises en desarrollo debería ser liberada de tal principio (Prabhu et al., 1993)7. En este sentido existe una controversia sobre la rentabilidad y viabilidad del MMS. A pesar de todas las limita-ciones anteriores, muchos especialistas sustentan la opinión de que la ordenación forestal de los bosques tropicales es técnicamente posible y económicamente viable (De Camino, 2000; Schmidt, 1987; Lamprecht, 1986; Bruenig, 1991; Weidelt, 1984; FAO, 1994a; Poore et al., 1998). Sin embargo, otros expertos opinan lo contrario (Oberndorfer, 1988; Leslie, 1977), algunos incluso sostienen por ejemplo que el único método seguro para lograr un manejo maderero sustentable es a través de plantaciones forestales (Leslie, 1994). Otros (Bowles et al., 1998) opinan que existen muchos obstáculos para la inversión en el MMS y MFSM. En la mayoría de los países tropicales no existen incentivos económicos ni se dispone de la capacidad financiera e institucional ni de la voluntad política para

7 En este caso se hace evidente lo que ya dijimos anteriormente: la manera como se expresa la noción de sus-tentabilidad está asociada a la manera como quien la enuncia define cuál es el prioritario entre los subsistemas que la configuran

249

Lionel Hernández

apoyar y estimular prácticas sustentables de uso forestal; las decisiones de manejo se toman principalmente en base a aspectos económicos. Bajo tal situación, la interrogante crucial sobre la cosecha sostenida y perma-nente de madera se convierte en el tema central para la preservación de los bosques y por ello los conservacionistas han propuesto varias estrate-gias para superar los obstáculos económicos del MMS. Sin embargo, se alega que este enfoque frecuentemente falla en diferenciar entre la renta-bilidad del aprovechamiento maderero y la rentabilidad en la inversión que se requiere para regenerar el bosque explotado (Rice et al., 1997). Otro gran obstáculo son las incertidumbres sobre la valoración completa de los servicios ambientales (ver cuadro 7.5), el conocimiento insuficiente sobre manejo sustentable de ecosistemas y las irreversibilidades asociadas con la pérdida de bosques tropicales húmedos (Bowles et al., 1998). A pesar de todas estas opiniones negativas, algunos autores (FAO, 1994a) creen que si “la ordenación forestal para el rendimiento sostenible de madera (MMS) se pudiese implementar efectivamente, podría ofrecer una alter-nativa económicamente productiva frente el desmonte para la agricultura. La conservación de los recursos forestales mediante la ordenación para el rendimiento sostenido no es lo mismo que la preservación mediante una política de no interferencia” (FAO, 1994a).

A fin de superar tales limitaciones, es necesario identificar la situación que en cada caso ha impedido la instrumentación exitosa de un manejo forestal sustentable. En los últimos tiempos se ha ido evidenciando que los fracasos del manejo forestal dependen en mayor medida de políticas públicas, presiones económicas y condiciones sociales que de técnicas silviculturales (Johnson y Cabarle, 1993). Justamente es el paradigma in-tegrador de la sustentabilidad, especialmente sus conceptos asociados de biodiversidad, sociodiversidad y su potencial para el uso múltiple del bos-que, lo que puede servir como estrategia para facilitar la interrelación de la ordenación forestal con esos otros aspectos descuidados hasta ahora. Actualmente se estima que si la ordenación forestal sostenible se ocupa solamente de la producción maderera, entonces se podría descuidar la generación de otros bienes y servicios de más amplio alcance se puede socavar la viabilidad de un desarrollo forestal sostenible. A veces la pro-ducción de madera puede perjudicar las funciones más amplias del bos-que, especialmente cuando compite con las necesidades de las personas cuyo sostenimiento depende del monte (FAO, 1994b).

La transición desde un manejo maderero sustentable (MMS) hacia un sa-tisfactorio manejo forestal sustentable de uso múltiple (MFSM) de más am-plio alcance constituye el principal desafío de la silvicultura tropical (Leslie,

250

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

1994), aunque para algunos eso es imposible (Jacobs, 1988 citado por Leslie, 1994; Bowles et al., 1998). Como hemos visto la instrumentación exitosa del manejo maderero sustentable ha sido y sigue siendo suma-mente difícil de lograr. Por ello sería razonable pensar que la conjugación del manejo maderero sustentable y el manejo forestal sustentable de uso múltiple tenga menos probabilidades de éxito. Los obstáculos actuales son más artifciales, pues derivan del mal funcionamiento de la economía mun-dial. A menos que la silvicultura tropical pudiese escaparse del completo dominio de la economía, el manejo sustentable exclusivamente maderero es un objetivo poco realista, al menos lo que se refiere al conjunto integral de los aspectos de la sostenibilidad (Leslie, 1994). Una conclusión es que si se ha de incluir la producción industrial de madera, la ordenación soste-nible para un rendimiento continuo de madera ha de ir combinada con un aprovechamiento de bajo impacto (Leslie, 1994).

Generalmente se juzga la elevada diversidad biológica de los bosques tropicales como una restricción para su uso. No obstante, ella puede cons-tituir una gran oportunidad en el logro de un uso múltiple sustentable del bosque. En este sentido, muchos de los ejemplos exitosos en la comer-cialización de recursos no-maderables de los bosques tropicales no son lamentablemente económicamente viables sin ayuda del estado u organi-zaciones de conservación. Casi no existen estudios acerca de las conse-cuencias de la cosecha de PFNM sobre las poblaciones de las especies cosechadas, ni para el resto del bosque. Sin embargo, hay ejemplos es-peranzadores sobre el aprovechamiento comercial de recursos renovables como posible fuente de ingreso constante para ciertas poblaciones locales (ver capítulo 5).

Existen otros aspectos que dificultan adicionalmente la integración del aprovechamiento sustentable de la madera y de PFNM de manera simul-tánea. Los requisitos de la ordenación forestal para las especies forestales que suministran productos no madereros y su escaso conocimiento pue-den complicar tal integración. Por desgracia, existen muy pocas experien-cias prácticas de ordenación forestal del aprovechamiento de PFNM, por lo cual no existe todavía suficiente información técnica sobre cómo admi-nistrar los bosques para obtener una diversidad de productos (Wickens, 1994), recuérdese que la mayor parte del aprovechamiento de los PFNM solamente se realiza con fines de subsistencia a nivel local. Mucho menor aún es la experiencia de uso sustentable simultáneo de madera y PFNM a nivel comercial. Además su integración con la producción maderera pro-bablemente disminuirá el nivel de la extracción de madera, pero puede

251

Lionel Hernández

hacerla más aceptable ecológica y socialmente, al propio tiempo que los ingresos pueden cubrir los mayores costos (FAO, 1994b). Sin embargo, es importante indicar la necesidad de buscar combinaciones alternativas de uso forestal que incrementen la generación de beneficios económicos, ecológicos y sociales con el menor costo ecológico y social posible. Existe un enorme potencial para mejorar el uso de los PFNM, especialmente en los países en desarrollo (Wickens, 1994). La integración de los PFNM con la producción de madera puede aportar beneficios locales y convertir la extracción maderera en una operación ecológicamente sostenibile, econó-micamente viable y culturalmente pertinente y enriquecedora.

La práctica del manejo forestal puede enseñar tanto o más que la dis-cusión política y la investigación, además la práctica sirve para orientar a ambas (De Camino, 2000). En última instancia la calidad de la ordenación forestal depende más de lo que sucede realmente en el terreno que de lo que se planifique en las oficinas (Leslie, 1994), sin embargo es necesario considerar el enorme peso del sistema actual del mercado global. La con-servación y manejo sostenible de recursos de bosques húmedos tropicales generalmente tienen dificultades para convertirse en ingresos monetarios a corto plazo que puedan competir con las ganancias que se pueden ob-tener con la destrucción y conversión de la tierra que los sustenta a otros usos. Por eso es muy importante que cuando se desarrollen procesos de planificación, toma de decisiones y consulta pública, se destaque que los bosques húmedos tropicales ofrecen muchos beneficios generados por bienes y servicios sin valor monetario a corto plazo (ver tabla 7.1), be-neficios que podrían sobrepasar a largo plazo el valor directo inmediato obtenido de los recursos de mayor aprovechamiento actual.

A pesar del conjunto de obstáculos para alcanzar la sustentabilidad del manejo forestal, existen alternativas esperanzadoras. Actualmente hay eventos y circunstancias (ver sección de este capítulo sobre iniciativas y acuerdos internacionales) que en conjunto generan oportunidades para diversificar y asignarle valor económico adicional y apoyo sociopolítico al desarrollo forestal sustentable.

Fundamentos del manejo forestal sustentableLas premisas teóricas para el tradicional manejo forestal basado en el

rendimiento sostenido (AMC) habían sido cosechar sólo el volumen de madera que crece en el bosque y asegurar que el crecimiento de la re-generación natural o artificial (plantaciones) posterior al aprovechamiento

252

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

permitiera la reposición parcial o integral de la biomasa y eventualmente de la composición arbórea comercial.

Sin embargo, en los últimos tiempos tales premisas han cambiado drásti-camente. Este cambio ha sido inducido por diversos procesos tales como el creciente interés conservacionista de la opinión pública, motivando el desa-rrollo e instrumentación de una serie de principios, criterios e indicadores (PCI) por parte de diversas organizaciones internacionales y nacionales (FSC, 2000; Hahn-Schilling et al., s/f; ITTO, 1991b; TCA, 1995). Los PCI tienen como objetivo identificar los aspectos que deberían abordarse para orientar, evaluar, supervisar y garantizar la sustentabilidad en el manejo forestal (Nsenkyiere & Simula, 2000). Ciertamente, es muy difícil evaluar con certeza si en cierto momento se está manejando un área de bosque determinada de manera sostenible. Tal verificación seguramente sólo se podrá realizar efectivamente de manera empírica, sin embargo para poder lograr realmente tal verificación en la práctica sería necesario esperar un par de siglos a fin de poder constatar en el terreno que se haya logrado mantener el potencial productivo, la biodiversidad y otros valores ambien-tales. No obstante hoy día, las prácticas idóneas tendientes hacia un mane-jo forestal sustentable pueden ser verificadas por mecanismos aceptados tales como los PCI y la certificación forestal (Poore et al., 1998; WCFSD, 1999). Tales criterios e indicadores, aún en desarrollo, han sido útiles para estimular esfuerzos e iniciativas hacia la búsqueda de la sustentabilidad forestal (WCFSD, 1999; Cassel & Hall, 2000). La enorme variación de las condiciones de los bosques determina que la aplicación de los PCI no sea universal, por lo que su proceso de medición y monitoreo requiere de participación, experticia técnica y experiencia locales (WCFSD, 1999). El contexto de instrumentación de los PCI conciernen a los niveles interna-cionales, nacionales y locales (unidad operativa de manejo y rodal). Entre las iniciativas internacionales que han venido desarrollando principios, cri-terios e indicadores para evaluar y verificar la sustentabilidad de bosques tropicales naturales y plantados se encuentran las adelantadas por Forest Stewardship Council (FSC), la Organización Internacional de Maderas Tro-picales (OIMT), la ISO14001 y la propuesta de Tarapoto para sobre crite-rios e indicadores de la sostenibilidad de los bosques amazónicos.

A continuación se discutirán en primer lugar algunas bases teóricas del ma-nejo forestal sustentable. En segundo lugar, serán presentados los compo-nentes o elementos básicos del manejo forestal sustentable, los cuales se inspiran y representan la esencia del conjunto de principios, criterios8 e indicadores (PCI) mencionados anteriomente. 8 Los principios se entienden aquí como elementos explícitos de los objetivos de la sustentabilidad forestal es decir leyes básicas para razonamientos y acciones, tienen el carácter de un objetivo o de una actitud respecto al

253

Lionel Hernández

Bases teóricas de la sustentabilidad forestal La visión holística de la sustentabilidad determina que el ecosistema

deba ser manejado para retener la viabilidad y funcionabilidad del eco-sistema en conjunto, de los diversos componentes individuales del sistema y la eficiencia de las interacciones dentro del sistema y entre los sistemas (Bossel & Bruenig, 1992). Tal visión prescribe ciertos principios básicos en el manejo de ecosistemas (ver cuadro 7.7)9.

Cuadro 7.7: Algunos principios operacionales de la sustentabilidad

» Precaución (especialmente cuando existen alto grado de incertidumbre) para dejar opciones futuras abiertas.

» Irreversibilidad (límites, capacidad de carga y recuperación) en el uso ambiental, para así poder satisfacer las necesidades de las futuras generaciones.

» Impuesto al daño, en el sentido de que las generaciones futuras sean compensadas por los daños producidos hoy. En este sentido el nivel de recursos para el futuro no debe ser menor que el nivel actual. El capital es por tanto no solo el capital producido por los humanos sino también se incluye el capital natural.

» Globalidad, las reglas deben ser válidas a todo nivel, es decir tanto para cada individuo como para toda la comunidad.

La sustentabilidad forestal no solamente se nutre de los conceptos prove-nientes del paradigma de la sustentabilidad, sino también tiene una estre-cha relación con las estrategias para el uso y conservación de la diversidad biológica (ver cuadro 7.8) y con el uso óptimo de las tierras forestales. El ecosistema, además de representar el nivel de organización básico de la ecología, es también considerado la unidad básica de estudio de la estruc-tura y funcionamiento de la diversidad biológica. Todos estos conceptos y estrategias hacen uso del razonamiento “ecológico” basado en los concep-tos de ecosistema y biocibernética (teoría de sistemas).

ecosistema forestal o sistema social. Los criterios se refieren al estado o aspecto del proceso dinámico del eco-sistema forestal o del sistema social interactivo, que se establece como de manejo forestal sostenible, permiten un dictamen del grado de cumplimiento (modificado a partir de Lammerts van Bueren & Blom 1997 citado por Poschen 2000).

9 En esta sección para efectos de análisis se abordará principalmente el componente ambiental de la sustenta-bilidad forestal en los ecosistemas naturales, por lo que se admite las limitaciones en cuanto a la ausencia de los sistemas sociales, cuya incorporación devendría en un análisis aún más complejo e impredecible.

254

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Cuadro 7.8: Estrategias para la conservación y uso sustentable de la diversidad biológica

A nivel internacional han sido propuestas diversas estrategias propuestas para la conservación y uso sustentable de los recursos naturales con un enfoque integral, sistémico, multidisciplinario e interdisciplinario. En el caso particular del uso y conservación de la diversidad biológica resaltan las siguientes estrategias:

i) El enfoque ecosistémico a nivel global (UNEP/CDB 2000)

ii) El manejo bioregional propuesto en el seno del programa MAB-Unesco enfocado a nivel de bio región (Miller 1996)

iii) El manejo de ecosistemas desarrollado en Norteamérica con un marco de acción local referido principalmente al ecosistema (Wetterberg & Risbrudt 1997).

Estas tres estrategias comparten varios principios y criterios, difiriendo principalmente en su nivel de análisis y acción. Todas ellas hacen uso del razonamiento ecológico. Tres estrategias a diferentes niveles para un mismo paradigma: La conservación y el uso sustentable de la Diversidad Biológica. El desarrollo sustentable y el enfoque ecosistémico son paradigmas estrechamente relacionados. El enfoque ecosistémico como mecanismo no puede tener éxito sin el desarrollo sustentable y de la misma manera ocurre en dirección contraria.

Nota: En este trabajo se diferencian los términos concepto de ecosistemas y enfoque ecosistémico. El primero se refiere al nivel de organización básico de la ecología y el segundo se refiere al marco de principios rectores básicos para el análisis e instrumentación de los objetivos del Convenio de Diversidad Biológica: la conservación de la Diversidad Biológica, el uso sustentable de sus componentes y la distribución equitativa de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos (UNEP/CDB 2000).

Por lo tanto, el razonamiento ecológico constituye una herramienta bási-ca de análisis para el manejo forestal sustentable. Este razonamiento in-cluye los siguientes elementos o propiedades de los ecosistemas (UNEP/CDB, 2000):

1. Los ecosistemas son complejos no lineales2. Su funcionamiento es dinámico 3. Interconectividad: el ecosistema es un conjunto interrelaciona-

do en tres dimensiones4. Comprende la dimensión humana5. Adaptabilidad y capacidad de recuperación hasta cierto límite

(como opuesto a estabilidad)6. Los ecosistemas poseen un componente de tiempo (respues-

tas rezagadas)7. La integración de subsistemas: (principio de niveles de inte-

gración o principio de control jerárquico: en donde todo siste-

255

Lionel Hernández

ma está compuesto por subsistemas y es parte a su vez de supersistemas

Como consecuencia, el comportamiento del ecosistema (Bossel & Brue-nig, 1992) es en gran parte indeterminado e impredecible, debido a que:

» Las interacciones son mayormente de tipo no lineal » Las interacciones son variadas, multidimensionales y multidireccio-

nales » El impacto de las fuerzas ambientales externas en el ecosistema son

variables y en adicción son también impredecibles con respecto a su ocurrencia, intensidad y dirección.

La complejidad, variabilidad y no linealidad de la variedad de interaccio-nes dentro de un ecosistema crea enormes dificultades para identificar los factores y procesos claves. Ello hace muy difícil o casi imposible predecir el desarrollo y estado futuro de los ecosistemas a través de largos perío-dos (Bossel & Bruenig, 1992).

Considerando que los ecosistemas son dinámicos y que ellos deparan sorpresas e incertidumbres, es imprescindible un manejo que sea adap-table y flexible para permitir el ensayo de diferentes opciones de manejo y hacer énfasis en el sistema de aprender haciendo (UNEP/CDB, 2000).

Los procesos individuales en el bosque y en el paisaje boscoso están regulados biocibernéticamente; solamente cuando se considera una visión a largo plazo, que comprende colapsos catastróficos hacia un caos como un componente normal de la regulación del ecosistema, entonces el eco-sistema dinámico y complejo no está regulado en su totalidad (Bossel & Bruenig, 1992).

El bosque húmedo tropical, como cualquier otro sistema complejo y diná-mico natural o social, funciona de acuerdo a las reglas de la autoregula-ción cibernética. Ello ocasiona que el ecosistema palpite entre el caos y el orden en respuestas sensibles pero impredecibles a la dinámica interna y externa de eventos episódicos (eventuales) y procesos fluctuantes interac-tivos (Bossel & Bruenig, 1992).

La estructura, funcionamiento y dinámica de los bosques así como su reacción ante las perturbaciones y tensiones naturales y humanas (Brunig, 1996) deben servir de base y orientación para las acciones de manejo. Por ello es necesario que tales acciones tiendan a imitar la dinámica natural

256

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

del ecosistema boscoso. A tal fin deben asumirse ciertas reglas para la adaptación y aplicación de principios biocibernéticos en la planificación y manejo de los bosques, como por ejemplo (Uhl et al., 1997):

» El funcionamiento del sistema debe ser independiente del creci-miento cuantitativo

» Diseño hacia la funcionalidad amplia mediante la producción y di-versidad de productos

» Uso de la dinámica inherente a los ecosistemas forestales: la di-námica de regeneración y sucesional puede ser usada en manejo forestal

» Uso múltiple » Principio de reciclaje » Simbiosis entre componentes

Elementos para definir el manejo forestal sustentableComo se ha mencionado el uso forestal está condicionado mayormente

por el ordenamiento territorial, las políticas públicas y las necesidades eco-nómicas. En este contexto y a fin de promover el desarrollo forestal sus-tentable cabe preguntar: ¿cuándo un bosque debe ser convertido a otro uso de la tierra sin cobertura forestal? El uso de la tierra debe ser planifi-cado, instrumentado y monitoreado de una manera integrada y multisec-torial para garantizar un desarrollo balanceado y la asignación óptima de recursos. Ello significa que la planificación del desarrollo forestal, agrícola, industrial y urbano debe ser sincronizado y coordinado. Para establecer el uso óptimo de las tierras forestales en el marco del ordenamiento territorial del trópico húmedo se ha propuesto la aplicación de un conjunto de princi-pios claves (presentados en el cuadro 7.9).

Los aspectos considerados decisivos para la sustentabilidad ambiental y económica del bosque húmedo tropical, son la capacidad de regeneración natural, la biodiversidad, la autorregulación biológica, la conservación de las funciones productivas y protectoras así como la rentabilidad depen-diente de sus limitaciones y posibilidades de adaptación (Prabhu et al., 1993).

Los principios, criterios e indicadores (PCI) mencionados anteriormente, son agrupados usualmente (Higman et al., 1999) en cuatro áreas temá-ticas, a saber: i) contexto legal y jurídico, ii) producción óptima sosteni-da de productos forestales, iii) protección ambiental y iv) bienestar de la

257

Lionel Hernández

población. Ellos sirven como herramienta para fundamentar y orientar el proceso de manejo forestal sustentable en sus fases de planificación, ins-trumentación, seguimiento y evaluación. La sustentabilidad es un concepto universal y fundamental, pero su instrumentación es específica en cada caso y sitio, por lo tanto para el uso de estos principios y criterios es im-prescindible prestarle especial atención al contexto y a la escala; la escala puede variar desde el nivel global, pasando por el nivel nacional hasta el nivel de la unidad de manejo y el rodal.

Cuadro 7.9: Principios claves para establecer el uso óptimo de tierras forestales en el trópico húmedo, (modificado a partir de Bossel & Bruenig, 1992 y Poore and Sayer, 1991)

» El desarrollo debe ser concebido de una manera holística, integrada, exhaustiva, comprehensiva y multisectorial.

» La coordinación multisectorial debe ser enfatizada, para lo cual todos los sectores gubernamentales y privados deben contribuir con su participación, consulta o consejo.

» La planificación aislada de sectores o proyectos deben ser solamente una excepción, la cual debe ofrecer muy buenos argumentos para justificar tal excepción.

» La planificación, instrumentación y monitoreo deben ser sustentados con un conjunto de datos adecuados, exhaustivos, actualizados y suficientes; esta base de datos debe ser adecuadamente estructurada e incorporada en un sistema de información bien diseñado y fácilmente accesible.

» Las limitaciones ecológicas deben ser consideradas antes y durante el desarrollo de las tierras.

» La asignación de tierras forestales a otros usos debe ser determinada solamente después de una evaluación multidisciplinaria de los aspectos ecológicos, económicos y sociales y a través del diálogo con las comunidades locales.

» Las tierras forestales deben ser convertidas a otro uso diferente al bosque natural, solamente si se demuestra que dicha conversión va a generar beneficios sostenidos de una forma que resulte más conveniente que la alternativa resultante de los beneficios que podría generar el bosque natural.

» Todas aquellas áreas de bosque que se encuentran ya degradadas deberán recibir en la asignación de usos una mayor prioridad que la conversión adicional de más áreas de bosques naturales.

» Se deberán hacer esfuerzos especiales para manejar cuidadosamente aquellas áreas de bosque que son esenciales para el suministro de beneficios tales como la protección de cuencas y de la biodiversidad.

» La gente que vive en el interior y en los alrededores de los bosques deberán tener una participación asegurada en lo concerniente a su manejo.

» Los procesos den ser sustentados con análisis de tendencia eficientes y técnicas de monitoreo (análisis de sistemas, simulación de modelos, sensores remotos y control de campo).

» Debe evitarse el uso de recursos en aquellos ecosistemas y paisajes forestales inestables o de gran fragilidad.

» Los niveles de complejidad de estructuras y organización de sistemas, riqueza de especies y biodiversidad deberían concordar con las limitaciones de sitio. Asimismo los objetivos económicos, ecológicos y ambientales deberían ser ajustados a las limitaciones y complejidades anteriores.

258

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Los elementos descritos a continuación, que definen la sustentabilidad de manejo forestal, recogen la esencia de los PCI. De hecho los mismos fue-ron desarrollados a partir de los PCI de diversas propuestas (FSC, 2000; UNEP/CDB, 2000; Higman et al., 1999; Wetterberg & Risbrudt, 1997; Mi-ller, 1996; TCA, 1995; ITTO, 1991b; Hahn-Schilling et al., s/f) y se presen-tan agrupados en componentes socio-político, ambiental, económico y de manejo.

Elementos desde el punto de vista ambiental » Disponer de algún tipo de modelo ecológico-conceptual, orientado

hacia un equilibrio entre el uso y la conservación de la diversidad biológica (p. ej.: estructura de núcleos, corredores y matrices en regiones con una extensión superficial bióticamente viable).

» Enfoque integral a nivel de biomas, ecorregiones, biorregiones, pai-sajes y ecosistemas. Es importante que la planificación tome en cuenta el paisaje o categorías similares como una unidad integral de planificación y desarrollo.

» Entendimiento de la complejidad y la interconectividad y reconoci-miento del carácter dinámico de los ecosistemas.

» Manejar el ecosistema dentro de sus límites, manteniendo su es-tructura y funcionamiento, es decir un equilibrio entre la capacidad de producción y la capacidad de funcionamiento del ecosistema. El bosque debe mantener su capacidad de funcionamiento para poder suministrar sus bienes y servicios típicos (principio del uso múltiple), por ende el aprovechamiento de los recursos del bosque debe efec-tuarse de forma cuidadosa y no destructiva, de tal manera que el ecosistema pueda amortiguar el impacto de la cosecha, reponerse de los daños a largo plazo y garantizar la conservación del agua y del suelo (principio del daño mínimo, ver cuadro 7.2).

» Capacidad de regeneración: la cantidad de productos cosechados no debe exceder el crecimiento y regeneración futura de la vege-tación boscosa aprovechada (principio del rendimiento sostenido).

» Niveles de biodiversidad: la biodiversidad debe mantenerse a un nivel cercano a la del bosque natural (principio de la precaución y opciones futuras).

» Como normas de manejo: se debe restaurar las áreas degradadas y considerar los efectos (actuales y potenciales) del manejo en eco-sistemas adyacentes y otros.

259

Lionel Hernández

» Para cada alternativa de uso, los manejadores del ecosistema de-ben evaluar y considerar los efectos actuales y potenciales tanto en el ecosistema sometido a manejo como en los ecosistemas adya-centes u otros ecosistemas vinculados.

» La protección integral del ecosistema y recursos forestales ante el fuego, enfermedades y plagas, debe considerarse como un elemen-to del manejo, ya que estos agentes nocivos pueden repercutir en el flujo de bienes y servicios procedente de los bosques.

Elementos desde el punto de vista económico » El reconocimiento de las potenciales ganancias del manejo se rela-

ciona con la necesidad de entender los ecosistemas en un contexto económico, en donde el manejo de ecosistemas debe:1. Reducir aquellas distorsiones de mercado que afecten ad-

versamente la diversidad biológica.2. Apoyar los incentivos que estimulen el uso sustentable.3. Internalizar costos10 y beneficios en un ecosistema dado

para lograr una amplia factibilidad. » La sostenibilidad económica debe ser garantizada como premisa. » Suministro a largo plazo de beneficios económicos múltiples. » Los costos deben ser cubiertos por los beneficios de los usos fores-

tales (balance beneficios-costos), en este sentido debe haber una distribución equitativa de los costos entre todos los beneficiarios (rentabilidad social-estatal) (ver cuadro 7.5).

» Al nivel de los supervisores forestales gubernamentales y de la uni-dad de producción los ingresos deben al menos igualar los egresos (rentabilidad de la empresa).

» Compromiso con la responsabilidad y con la adaptabilidad a los cambios de mercado y necesidades humanas.

Elementos desde el punto de vista socio-político » Acatamiento del marco jurídico y legal vigente a nivel internacional

y nacional. » Reconocimiento de los derechos de usos tradicionales. » Reconocimiento del ser humano como componente del ecosistema.

10 Se deben incluir costos de reposición o mejoramiento a mediano y largo plazo de ecosistemas afectados.

260

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

» Reconocimiento del conjunto total de funciones y usos forestales, lo cual implica garantizar una inversión financiera adecuada para mantener la productividad ecológica a largo plazo.

» La aceptación por parte de la sociedad y la población local de que el aprovechamiento forestal debe ser sostenible. Para lo cual es nece-saria la incorporación de la población local (sensibilizándola ante la problemática y la necesidad de la producción sostenida mediante la información adecuada y el diálogo) y la participación pública (a tra-vés de la difusión de información y consulta) en la toma de las deci-siones (buscando un acuerdo en base a un espíritu de compromiso y conciliación) y en los beneficios del manejo (manejo participativo).

» Suministro a largo plazo de beneficios sociales. » Disponibilidad de instituciones e infraestructura de manejo y apoyo

institucional de todos los organismos relacionados (fortalecimiento y coordinación interinstitucional).

» Desarrollar aptitudes en forma cooperativa. Integrar las diferentes instituciones, prestando atención a la escala definida y el contexto en el que se desarrolla el manejo.

» Los objetivos de manejo es un asunto de elección de la sociedad. Por ello debe garantizarse la participación integral de todos los gru-pos de interés a fin de crear escenarios de negociación en los que los factores económicos, socio-culturales y ambientales sean co-nocidos y manejados a fin de lograr el mejor consenso posible so-bre indicadores complejos como los de uso óptimo y máximo valor social agregado. Igualmente, el manejo debe ser descentralizado hasta el nivel apropiado más pequeño de la escala social.

Elementos desde el punto de vista del manejo » Desarrollo de un modelo conceptual que sirva de base al sistema

sustentable de uso múltiple tanto en planificación como en su ins-trumentación. Para ello es imprescindible el análisis y optimización en el uso de todas las formas de bosque existentes.

» Tender hacia el uso múltiple del bosque (no limitarse a la explo-tación exclusiva de madera), buscando la combinación óptima de generación de bienes y servicios que se considere idónea para cada situación y lugar de manejo. El manejo sostenido de bosques naturales, en condiciones competitivas con otros usos de la tierra, depende del aporte de estos productos.

261

Lionel Hernández

» Garantizar la sostenibilidad a largo plazo como valor fundamental. » Promover el desarrollo de técnicas de manejo que imiten en lo po-

sible los procesos naturales, así como también la implementación y optimización máxima posible de la mayor parte del conjunto total existente de usos de los recursos en el bosque.

» Adaptación de las distintas técnicas a cada condición regional y lo-cal.

» El manejo requiere una planificación con metas operativas claras y una base de investigación.

» Liderazgo, manejo flexible y adaptable (reconociendo que el cambio es inevitable).

» El manejo debe basarse en información sólida, actualizada, con-fiable e integral a todos los niveles, haciendo uso del conocimien-to multidisciplinario disponible (científico, tradicional e innovador), manteniendo la investigación necesaria para el seguimiento del ma-nejo y promoviendo la generación de información básica faltante o necesaria. La información obtenida debe ser almacenada y mane-jada en sistemas de información que sirvan de plataforma apta para someterse y aprobar procesos de certificación forestal independien-te a nivel de la unidad de manejo. La investigación de apoyo al ma-nejo debe realizarse en el marco de un compromiso a largo plazo.

» Propiciar la participación en procesos de certificación forestal obje-tivos e independientes según los criterios e indicadores manejados internacionalmente.

» Asociaciones tanto de entes privados como estatales (manejo coo-perativo).

» Cooperación internacional. » En el marco del ordenamiento territorial y los planes de uso de la

tierra, el manejo debe definir la función del sector forestal y su con-tribución a los distintos aspectos del desarrollo (ver cuadro 7.9). Los efectos positivos y negativos del manejo en el ambiente y la socie-dad deben estar bien cuantificados para permitir opciones raciona-les entre intereses contrastantes al propio tiempo que servirán para justificar la asignación de fondos (generalmente escasos) al sector forestal. De especial consideración son las otras formas de uso de la tierra con las que el sector forestal tiene interacción. Debe tener-se en mente la premisa de que la ordenación forestal sustentable será imposible a largo plazo si la actividad agrícola de su entorno no es sostenible.

262

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Debe involucrar a todos los actores con intereses legítimos, promover la equidad y la distribución justa de los beneficios e impedir que derechos pri-mordiales se vean limitados por derechos de menor jerarquía y que, entre derechos equivalentes,el ejercicio de unos socave los de los otros sin su consentimiento.

Finalmente, en un marco más amplio referido a la situación circundante hay que tomar en cuenta otros requisitos externos para lograr una orde-nación forestal sostenible. Entre ellos, aspectos tales como la aplicación de políticas públicas viables, leyes que puedan hacerse cumplir e insti-tuciones capaces de llevar a cabo sus cometidos. Es necesario revisar, actualizar continuamente la políticas, instituciones y normativas forestales con la finalidad de mantener un marco eficaz de incentivos para realizar una ordenación forestal sostenible. Aunque dicho marco debe ser flexible, al mismo tiempo debe garantizar la seguridad necesaria para asumir com-promisos a largo plazo en materia de ordenación forestal (FAO, 1994b).

La potenciación de los conocimientos técnicos, el refuerzo de la base social para una ordenación forestal sostenible y la difusión de información son aspectos esenciales. Pero el factor más importante en toda campaña para una ordenación forestal sostenible será el cambio de actitud frente a técnicas más complejas y participativas (FAO, 1994b) y una posición ética que destierre las prácticas de corrupción. La extensión e investiga-ción forestal tendrán que buscar los medios necesarios para fomentar una corriente bidireccional de información hacia y desde los usuarios (FAO, 1994b).

Planificación y gestión de sistemas de manejo forestal sustentable

“En su más amplio sentido, la ordenación forestal trata sobre los aspec-tos generales, administrativos, económicos, legales, sociales, técnicos y científicos incluidos en la gestión de la conservación y utilización de los bosques. Ello incluye diversos niveles de intervenciones humanas deli-beradas, que van desde las acciones dirigidas a salvaguardar y mante-ner el ecosistema forestal y sus funciones hasta favorecer determinadas especies valiosas social o económicamente, para la mejor producción de bienes y servicios ambientales” (FAO, 1994a:9).

El manejo forestal sustentable de uso múltiple debería ofrecer una pers-pectiva para transformar en realidad el potencial económico de los bos-

263

Lionel Hernández

ques manteniendo al propio tiempo su estructura básica y su capacidad para generar bienes y servicios.

Zonificación Una vez jerarquizados y definidos claramente los objetivos y el área ob-

jeto de manejo, es preciso decidir sobre las estrategias y técnicas a usar, siempre teniendo en cuenta que el manejo forestal debe adaptarse a las condiciones físicas y al contexto socioeconómico e institucional en que se va a desarrollar. El procedimiento empleado en cada caso dependerá de los objetivos, del tipo de bosque, de las capacidades y recursos disponi-bles y de las condiciones y limitaciones locales. Como se ha mencionado anteriormente, existe una variada gama de alternativa de objetivos en la ordenación forestal sostenible (ver tab. 7.4) que generalmente persiguen la generación de una combinación de bienes y servicios. Frecuentemente la praxis indica en la mayor parte de los casos que es imposible cumplir todas esas funciones en una área boscosa particular, lo cual deriva en la necesidad de una zonificación que distribuya los diferentes objetivos en el espacio; logrando así la combinación deseada de objetivos que puede ir desde la preservación hasta un uso intensivo (Poore et al., 1998).

Para acometer tal fin, en primer lugar se deben designar zonas boscosas en un contexto de usos de tierras más amplio a nivel nacional o bioregio-nal para asegurar todos los fines (ver cuadro 7.9), en donde cada área de bosque debe manejarse cuidadosamente para el propósito fijado de acuerdo con su capacidad y aptitud (Poore et al., 1998). La combinación de bienes y servicios puede ser cambiada para ajustarse a las variaciones de las necesidades y aspiraciones; siempre buscando mantener a la vez la integridad del bosque, su biodiversidad general y capacidad productiva. Iniciativas como las reservas de biosfera (Motta, 2002) y estrategias para la conservación y usos sustentable de la diversidad biológica (ver cuado 7.8) han incorporado tal estrategia de zonificación, en donde las áreas prote-gidas constituyen el corazón de todo sistema orientado a la conservación de la biodiversidad. A fin de garantizar simultáneamente su conservación eficaz y el uso sustentable de los bosques vecinos, las áreas protegidas deben ser rodeadas y/o conectadas con otras zonas boscosas estable-ciendo puentes o corredores entre las mismas y constituir así una área de amortiguación entre los distintos usos competitivos de la tierra. Tal estrate-gia de redes de áreas boscosas permitiría que los ecosistemas forestales sigan ajustándose a los cambios del clima y necesidades humanas (Poore et al., 1998).

264

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Unidades de manejoSería adecuado una ordenación forestal sustentable, que dependiendo

del nivel que concierne a cada caso, hiciese uso para el manejo de uni-dades naturales (biomas, bioregiones, paisajes, ecosistemas o hábitats) y no sólo administrativas y legales como p.ej.: los compartimientos de las concesiones. Estas unidades, además de ser prácticas, permiten la aplica-ción de sistemas de manejo integrales con un enfoque ecosistémico más amplio. Las unidades deberían ser analizadas en primer lugar como unida-des con características ambientales homógéneas y con recursos naturales que generan bienes y servicios con o sin valor de mercado, tomando como base estas unidades se procedería a realizar los análisis de cada uso con-frontando las visiones de los distintos actores, generando de esta manera un proceso de análisis reflexivo, integral y transectorial que tendría como meta buscar en la medida de lo posible un consenso en la asignación y delimitación de uso en un espacio dado. Recuérdese que, por ejemplo, la dimensión nacional constituye generalmente una unidad a una escala muy difícil para trabajarla como una unidad única de manejo, sólo en una unidad de manejo bien delimitada y estable resulta razonable estimar las cuotas admisibles de producción de bienes (y servicios) forestales a obte-nerse anual o periódicamente en un manejo forestal sustentable.

Plan de manejoQueda sobreentendido que la planificación, instrumentación y seguimien-

to del manejo debe basarse y orientarse a partir de principios y criterios como las planteadas en la sección anterior. El primer paso para tal manejo en una zona de bosques es diseñar un plan de manejo que establezca las actividades requeridas para lograr los objetivos previstos. Un plan deta-llado requiere una cantidad considerable de información, entre ésta cabe destacar: información básica para realizar la caracterización y análisis del área de manejo como p.ej.: mapas topográficos, inventario de las reservas de madera y PFNM, levantamiento de suelos, inventario de la diversidad biológica e inventario de uso de recursos forestales por parte de la pobla-ción local, asimismo deben recopilarse (y en caso necesario generarse) todos los estudios climáticos, hidrológicos, geológicos, ecológicos (en es-pecial información sobre crecimiento y regeneración arbórea), económicos y sociales del área de manejo y su zona de influencia. Asimismo debe efectuarse un estudio del impacto ambiental y social del manejo previsto en el área. En segundo lugar, luego de haber efectuado el análisis, se debe formular una propuesta de acción o plan general que debe contem-plar como elementos principales: el uso y la conservación de los recursos,

265

Lionel Hernández

y aquellos factores de índole, social, político y económico que influyan en los objetivos y actividades de dichos planes. Los planes deberían proponer actividades de investigación, capacitación, monitoreo, técnicas de aprove-chamiento de madera y PFNM e infraestructura, técnicas de regeneración (silvicultura), comercialización, conservación (biodiversidad, funcionamien-to ecológico y servicios ambientales), protección (contra fuego, plagas y enfermedades) y de cooperación con las comunidades locales. Como todo instrumento de planificación,estos planes deben establecer claramente la forma y lapsos de tiempo en que deben realizarse las operaciones y activi-dades previstas, así como los productos esperados.

Por su importancia, el uso forestal en el plan debe tender hacia la in-tegración de usos sustentables de producción industrial de madera y de productos no madereros, así como también hacia el desarrollo de los co-rrespondientes sistemas silviculturales. Ambos aspectos requieren infor-mación confiable sobre la estructura, función y dinámica de los ecosiste-mas forestales y su reacción ante las perturbaciones y tensiones naturales y humanas.

Modalidades e intensidades de manejo El uso del bosque en la ordenación forestal en una gran parte se basa en

técnicas silviculturales, las cuales en su mayoría se han dedicado a garan-tizar la regeneración luego del aprovechamiento maderero. Existen varios estudios que describen y analizan tales técnicas (Bruenig, 1996; Dawkins & Phillip, 1998; Lamprecht, 1990; Schmidt, 1987 y Vincent, 2000); sobre este tema en el capítulo 6 del presente libro se presenta un método de planificación silvicultural del bosque natural.

El manejo de bosques puede ser realizado a diferentes niveles de inten-sidad. Las prácticas de manejo de baja intensidad, tales como la corta se-lectiva de madera, se asemejan a la dinámica de claro de pequeña escala, sistemas similares a éstos han sido aplicados durante largo tiempo en los bosques húmedos tropicales por pobladores tradicionales. En este caso, la apertura del dosel durante el aprovechamiento debería ser mantenida dentro de los límites de una formación de claro natural; los daños al rodal y suelo deberán ser minimizados (cuadro 7.2). El proceso de selección de árboles aprovechables e instrumentación de ciclos de tumba lo sufi-cientente largos debería realizarse de manera tal, que el sistema de apro-vechamiento maderero selectivo permita que la estructura del dosel y la autoregulación de la composición (florística y estructural) del rodal pueda mantenerse sin o con muy poca, manipulación silvicultural. La producción de madera debería tender hacia una alta calidad y versatilidad (Brunig,

266

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

1996). Investigaciones sobre la ecología vegetal de comunidades afec-tadas por perturbaciones naturales (caída de árboles, incendios) indican que las técnicas de manejo forestal que imitan tales perturbaciones natu-rales en tamaño, duración y frecuencia podrían contribuir a la protección de la funcionalidad integral de los ecosistemas forestales húmedos neotro-picales, proveyendo además beneficios económicos modestos. De igual manera estudios sobre la sucesión secundaria posterior a la agricultura de tala y quema ilustran la posibilidad de los sistemas agroforestales de retener nutrientes y de proteger suelos frágiles, asegurando asimismo el suministro continuo de cosechas. Finalmente el estudio de potreros aban-donados que no se han regenerado (perturbación antrópica de gran esca-la), brindan la oportunidad de dilucidar las interrogantes sobre cuales son las barreras que impiden el establecimiento de los árboles en tales tierras abandonadas y de esta manera poder desarrollar tecnologías para poder restaurar la vegetación boscosa en estos terrenos (Uhl et al., 1990). Todos estos ejemplos nos brindan una idea de cómo la regeneración natural pue-de contribuir a la formulación de una base ecológica para el manejo natural y sostenido del bosque.

Por el contrario, en bosques manejados intensamente como las planta-ciones forestales predomina un carácter comercial de tipo más bien agrí-cola. En ellos se aplica un ciclo, con etapas de plantación, entresaca y cosecha, cuyo patrón de ordenamiento espacial consiste en unidades da-das por una división artificial de la tierra forestal; en donde los forestales seleccionan las especies de cada unidad. En esta seleccción prevalecen las metas económicas; en el mejor de los casos este proceso adopta un fundamento científico, en donde la selección se hace parcialmente toman-do como base la calidad de sitio, clima local y la vegetación natural poten-cial. Las perturbaciones en bosques intensamente manejados como las plantaciones interfieren con las metas económicas humanas. Por ello, el manejo en estos sitios busca excluir todo tipo de perturbaciones naturales; en caso de lograrse tal exclusión, los forestales controlarían el ciclo entero del sistema: inicio, crecimiento, madurez, cosecha y reinicio (Bredemeier & Foelster, 1996).

La estrategia de manejo, indiferente de la modalidad, debe estar basada en las peculariedades del paisaje y sus ecosistemas, tal manejo de ecosis-temas involucra la clasificación ecológica de sitio que identifique variacio-nes en clima, suelo, vegetación y funciones de ecosistemas a lo ancho del paisaje. Los objetivos y prácticas de manejo específicos del sitio se desa-rrollarán para las diferentes partes del paisaje ecológicamente diferentes. Tales objetivos y prácticas deberán ser consistentes con la ecología de

267

Lionel Hernández

las unidades individuales del paisaje y los objetivos de manejo forestal a aplicar. Es necesario el entendimiento de las limitaciones ecológicas del crecimiento y regeneración forestal y por ende una mejor comprensión de la manera de adaptar las modalidades de manejo a cada tipo de bosque, recuérdese que los diversos tipos de bosques se comportan de diferentes maneras y por ello responderán en distintas formas a los usos, perturba-ciones o amenazas que sean sometidos. Por estas razones no existen prescripciones de prácticas de manejo forestal apropiadas para todos los contextos. El manejo forestal basado en el ecosistema tendrá como base una caracterización y clasificación de sitios que junto con el ensayo sumi-nistrarán la información básica, que según la secuencia que corresponda a cada tipo de bosque, podrá alimentar los requerimientos de manejo, las técnicas de cosecha, etc. Esto evidentemente demanda mucho más de los forestales tradicionales. El conocimiento silvicultural tradicional requiere ser fusionado con las nuevas tecnologías de recolección, procesamiento y análisis de información. Adicionalmente, la habilidad para difundir estas ideas a una audiencia no profesional se está convirtiendo paulatinamente en una necesidad adicional (WCFSD, 1999).

Según Poore et al. (1989, citado por van der Hout, 1999), existen varios niveles de intensidad, según los cuales el aprovechamiento maderero de un bosque puede ser catalogado como “un sistema de producción ma-derera sostenida”, a saber: i) “espera y verás”, ii)”explota y abandona”, iii)”intervención mínima”, iv)”tratamiento de rodal” y v)”plantaciones de en-riquecimiento”. Dicha intensidad varía desde una intervención nula hasta un manejo altamente intensivo. Las dos primeras categorías (i & ii) se ex-plican por sí mismas. La intervención mínima (iii) implica que los árboles seleccionados serán aprovechados hasta una cantidad límite definida por la cuota de cosecha autorizada, dejando como residuo una reserva para la próxima cosecha, y se asume que ésta estará disponible cuando haya transcurrido un determinado número de años, se prevé también que se abrirá el dosel para la regeneración, aunque ciertamente no únicamente para las especies comerciales deseables. El tratamiento del rodal (iv) im-plica una mayor intervención, aunque el aprovechamiento es realizado con la misma estrategia anterior de intervención mínima. El aprovechamiento tiene un efecto doble, por un lado empobrece el rodal y por otro se supone que el aclareo causado por la corta fomenta el crecimiento y la sobreviven-cia de los árboles residuales o que su regeneración se mejora a través de ciertos tratamientos silviculturales. El nivel de intensidad es determinado obviamente por el tipo de bosque. Solamente aquellos sitios con la capa-cidad de generar nuevos rodales con elevados niveles de volumen, valor y calidad podrán ser manejados intensivamente con altos costos; mientras

268

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

que los demás sitios restantes, los cuales constituyen la mayoría de los ca-sos, deben ser sometidos a un manejo extensivo y económico de interven-ción mínima (Kleine & Heuveldop, 1993 citado por Van Der Hout, 1999). Poore et al. (1989, citado por van der Hout, 1999) indican que estos niveles de intensidad pueden ser considerados como opciones de manejo, sólo si se cumplen dos condiciones: en primer lugar tal decisión de manejar un bosque con una determinada intensidad se hace de manera conciente, y en segundo lugar si tal decisión se instrumenta concientemente y si se hace un seguimiento constante de los resultados.

Seguimiento y verificación Es evidente la importancia del seguimiento y la verificación de la ins-

trumentación y desarrollo del manejo forestal sustentable en el terreno. Precisamente es aquí donde destaca el rol primordial que juegan los me-canismos de formulación de principios, criterios e indicadores (PCI, ver sección 6d) y la certificación forestal (ver cuadro 7.10). Los PCI sirven para orientar la planificación, ejecución y seguimiento del manejo forestal sustentable. En una segunda instancia la certificación forestal verifica, en concordancia con los PCI y mediante auditorías externas e independien-tes, el desempeño y el grado de cumplimiento de políticas, planes y entes forestales para su comunicación al mercado, sociedad u otras partes inte-resadas (Nsenkyiere & Simula 2000). La utilidad potencial de los mecanis-mos de PCI y certificación forestal en el comercio de madera se evidencia al constatar, desde su puesta en práctica, un apreciable mejoramiento de estrategias y prácticas de manejo forestal en algunos países (WCFSD, 1999; OIMT, 2000).

Se requiere una estructura de acción más realista, que facilite la ins-trumentación real en el terreno del manejo forestal sustentable. En este sentido se ha propuesto la incoporación sistemática de mecanismos como directrices, códigos de práctica, procesos de certificación nacionales, manuales prácticos operativos y guías prácticas simplificadas de bolsillo (Cassel & Hall, 2000).

El componente internacional de los bosquesDado que los bosques garantizan el funcionamiento apropiado de siste-

mas ambientales globales, la crisis de los bosques demanda una atención global y por ende las soluciones involucrarán todas las naciones del plane-ta (WCFSD, 1999). En el cuadro 7.11 se presentan las principales inicia-tivas y acuerdos sobre bosques desarrollados durante los últimos años a nivel internacional e intergubernamental.

269

Lionel Hernández

Cuadro 7.10: Certificación de productos forestales (tomado de WCFSD, 1999)

Desde 1990 se ha venido desarrollando la certificación forestal. Actualmente la FSC y la International Organization for Standardization (ISO) conducen el desarrollo de un marco amplio de principios y standards de manejo, a partir de los cuales el manejo puede ser evaluado. También existen esfuerzos en marcha a nivel nacional en varios países y de grupos de consumidores en Europa y Norteamérica. La demanda de certificación es aún muy desigual, ello se relaciona con el hecho de la existencia de un reducido grupo de países en desarrollo participantes en el mercado global de productos forestales, lo cual despierta poco interés en muchos países en “certificar” sus productos forestales y métodos sustentables asociados.

Dado que la situación de la certificación es compleja y fragmentada se requiere un enfoque más sistemático, en donde los siguientes elementos merecen atención:

» La certificación de productos forestales es deseable también a nivel del comercio doméstico (nacional y local).

» Entre todos los países participantes en el comercio forestal se requiere armonizar los Criterios e Indicadores (C& I) de manejo sustentable así como la certificación y etiquetaje para guiar a los consumidores, posiblemente a través de un Forest Management Council (ver Forestrus international).

» Medidas de apoyo y asistencia a aquellos países que estén menos equipados y preparados para la certificación.

» Se debe penalizar aquellas prácticas que no cumplan con el conjunto de standards, las mismas deberían ser establecidas a través de acuerdos entre los gobiernos.

» Es deseable la participación de las comunidades locales en los procedimientos de verificación a fin de poder evaluar los aspectos de equidad y distribución de beneficios del uso forestal.

Cuadro 7.11: Iniciativas y acuerdos globales y regionales relacionados con bosques (según Sizer, 1994 & WCFSD, 1999)

» Convenio de protección de la naturaleza y preservación de la Vida Silvestre en el hemisferio occidental 1940.

» El Programa de Acción Forestal Tropical (TFAP). » El Programa Piloto G-7 para la Conservación del Bosque Pluvial Brasileño. » Intercambio de deuda por conservación. » Convenio de humedales de importancia internacional, 1971. » Convenio de protección del patrimonio cultural y natural 1972. » La Convención Internacional de Comercio de Especies de Fauna y Flora en Peligro (CITES) 1973. » Tratado de Cooperación Amazónico 1978. » Convenio de las Naciones Unidas sobre la ley del mar 1982. » Convenio sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (ILO # 169) 1989. » El Acuerdo Internacional de las Maderas Tropicales (ITTA), 1994. » Acuerdo general de tarifas y comercio 1994. » La Convención para el Combate de la Desertificación en Países con Sequías Serias y/o Desertificación, 1994.

Conjunto de convenciones legalmente vinculantes y de documentos no legalmente vinculantes y de procesos de seguimiento resultantes de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Ambiente y el Desarrollo (UNCED), celebrada en Río en 1992 (Cumbre de la Tierra):

» Principios Forestales (denominación oficial: Non-legally Binding authorizative Statement of Principles for a Global Consensus on the Management, Conservation and Sustainable Development of all types of Forests) 1992.

» Agenda 21: plan de acción con 115 áreas programáticas, muchas de ínteres forestal (CSD), especialmente el combate de la deforestación (cap. 11), 1992.

» La Convención Marco de Diversidad Biológica. » La Convención Marco de Cambio Climático (en especial el Protocolo de Kioto). » La Acuerdo Internacional sobre Bosques, 2000.

270

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

En resumen, actualmente se pueden identificar cinco direcciones en las políticas forestales internacionales:

1. Trabajo orientado hacia el consenso sobre criterios e indica-dores forestales al nivel nacional y local (Proceso de Montreal, Proceso de Helsinski, FSC, Tarapoto) para la evaluación de la sustentabilidad forestal.

2. Política y discusión política estimulado en gran medida por los documentos de revisión de aspectos forestales adelantados en la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sus-tentable (CSD) y los procesos de la UNCED (el Grupo de tra-bajo Intergubernamental de los Bosques Globales, la iniciativa Indo-Británica, la Comisión Mundial de Bosques y Desarrollo Sustentable), que finalmente generaron el Acuerdo Internacio-nal sobre Bosques.

3. Movimientos en búsqueda de acuerdos mayores en el comer-cio de productos forestales, especialmente madera (ITTA & CITES).

4. Continuación de programas promotores de cooperación in-ternacional y de construcción de las capacidades nacionales (TFAP, Capacity 21 y CCNFP y Programa Piloto G-7 en Bra-sil).

5. Iniciativas de participación y manejo forestal comunitario rela-cionado con los procesos de desarrollo de políticas forestales (p.ej: World Rainforest Movement, World Alliance of Indige-nous-Tribal Peoples of the Tropical forests).

Muchas de esas iniciativas ya están operando desde hace años. La FAO, el Banco Mundial (BM), el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el WRI patrocinaron desde 1985 el Plan de Acción Forestal Tro-pical (PAFT), el cual prestó apoyo a diferentes países para el desarrollo de sus Planes Nacionales de Acción Forestal (FAO, 1994a). La Organización Internacional de la Maderas Tropicales (OIMT), conformada por las prin-cipales naciones exportadoras e importadoras de madera tropical, brinda apoyo de cooperación internacional a diferentes países en materia de in-dustria y comercio de productos de madera. Este organismo ha promovido el proceso de avance hacia modelos efectivamente sostenibles de manejo en el proceso de globalización del mercado internacional de la madera tropical. Se considera que la OIMT probablemente ha hecho más en sus 15 años de funcionamiento que ninguna otra organización para promover

271

Lionel Hernández

el concepto de la ordenación sostenible de los bosques tropicales (OIMT, 1999). En 1990 esta organización se había planteado como meta que para el año 2000 el comercio de maderas tropicales debería hacerse sólo con productos sometidos a sistemas forestales sujetos a certificación forestal (Actualidad Forestal Tropical, 2000). Algo parecido ocurrió en 1989, con el World Wildlife Fund (WWF), organización que se puso como meta que para 1995 por lo 40 millones de ha. de bosque tropical debería estar bajo manejo sostenible (Elliot, 1991). Las anteriores ambiciosas metas no se pudieron cumplir, muy probablemente por falta de pragmatismo, mecanis-mos financieros y voluntad política.

A pesar de la intensa gestión internacional la pérdida y degradación de bosques continúa. No obstante, en medio de tal lamentable situación han surgido algunas señales alentadoras (Poore et al., 1998). Se ha logrado un avance limitado en el proceso de incrementar y mejorar las prácticas de manejo sustentable, específicamente se afirma que se ha logrado un avance significativo en la reforma de leyes y políticas en casi todos los países productores de madera de África, Asia y América (OIMT, 1999); esto se relaciona con los procesos de formulación de principios y criterios y la certificación en el comercio de madera. Se pueden mencionar también los intentos de incorporar la evaluación obligatoria del impacto ambiental en la actividad forestal, el desarrollo de modalidades de aprovechamiento maderero con reducido impacto ambiental (ver cuadro 7.2, Putz & Viana, 1996), la incorporación de los PFNM (Brunig, 1996) y el manejo del bos-que secundario degradado (Smith et al., 1997). Otros aspectos donde se muestran avances son la valoración económica y de pago (aunque aún falta mucho reconocimiento) de servicios ambientales (especialmente la captura de carbono) y el incremento de experiencias de manejo forestal a pequeña escala (manejo forestal comunitario) a través de modelos partici-pativos (WCFSD, 1999; OIMT, 2000).

Otra iniciativa que merece atención es la del Forest Stewardship Coun-cil (FSC) o Consejo Mundial forestal, ONG creada en 1990 por un grupo de usuarios de la madera, comerciantes y organizaciones ambientales y de derechos humanos que se plantea certificar (ver cuadro 7.10) el buen manejo forestal de 100 millones de hectáreas de bosques tropicales y 100 millones de hectáreas de bosques templados, que sirvan de fuentes acep-tables de productos forestales (www.fscoax.org, 2001).

Ejemplo de iniciativas multilaterales con metas quizás más realistas, es el acuerdo entre el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) y el Banco Mundial (BM), esta alianza WWF-BM planea para el 2005 establecer bajo régimenes de manejo sostenible 100 millones de hectáreas de bosque

272

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

templado y 100 millones de hectáreas de bosque tropical; asimismo desea lograr la protección de 50 millones de hectáreas adicionales de bosque (WWF-WB, 1997). El Banco Mundial ha promovido la “acción forestal orien-tada hacia la conservación”, entendida como la aplicación de las mejores prácticas verificables para el manejo de los recursos naturales forestales, incluyendo zonas boscosas y árboles, de una manera tal que sean ecológi-camente racionales, económicamente viables, socialmente responsables y ecológicamente aceptables y que no se reduzca el potencial de estos recursos para producir múltiples beneficios en el futuro (Poore et al., 1998).

En el área de investigación, la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación (IUFRO) creada en 1982 reúne en una red mundial a diversos institutos de investigación forestal interesados. El Centro para la Investigación forestal Internacional (CIFOR) establecido en 1993, de ám-bito mundial, tiene como meta principal la conservación y la mejora de productvidad de ecosistemas forestales, con programas de bosques na-turales, terrenos arbolados, plantaciones y bosques de granja y degrada-dos. CIFOR busca fortalecer las instituciones nacionales de investigación forestal (FAO, 1994a).

Desde el fracasado intento inicial de concretar un Acuerdo Internacional Sobre Bosques en la Conferencia de las Naciones Unidas para el Am-biente y el Desarrollo (UNCED), celebrada en Río en 199211, se ha venido desarrollando un proceso de consulta en el seno de la Organización de Naciones Unidas en relación con esta materia. Así se originó el Panel In-tergubernamental sobre Bosques. También en la reunión mundial de Río se formularon los convenios sobre diversidad biológica y de cambio climá-tico. La biodiversidad en la mayor parte del trópico se encuentra principal-mente relacionada con sus bosques naturales, en este convenio se prevén acciones necesarias para definir una política y una práctica nacional para la conservación y el aprovechamiento de la biodiversidad. El Convenio In-ternacional Sobre Cambios Climáticos también ofrece magníficas oportuni-dades para la sustentabilidad forestal. De especial interés es lo relativo al comercio de carbono contemplado en el Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto y el papel que juega el sector forestal, hasta ahora

11 En la conferencia de las naciones unidas para el ambiente y el desarrollo en río de Janeiro (UNCED 1992) la comunidad internacional no logró un acuerdo vinculante sobre bosques, solamente se aceptó en el capítulo 11 de la agenda 21 “el combate de la deforestación” y la formulación de los principios forestales. Estos documentos a pesar de no ser vinculantes representan un cambio de paradigma que clama por el cambio de la visión parcializa-da hacia sectores específicos por una perspectiva integral que supere la práctica hegemónica o monopolista del dominio estatal de los bosques orientándose hacia una estructura más participativa y pluralista. Aquí destaca el término “gobernabilidad forestal”, donde aparte de reconocerse a los usuarios locales, el sector privado y los entes oficiales se le concede también a la sociedad civil un derecho participación, mediante un proceso de negociación de las relaciones, derechos y deberes de los diferentes actores (Greiner-Mann et al., 2002).

273

Lionel Hernández

solamente existe consenso para incorporar las actividades de reforesta-ción y aforestación, pero no así la conservación de bosques naturales.

Siguiendo las conclusiones de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (UNCED, 1992), se estableció un diálogo global sobre la política interna-cional de bosques en el seno del Panel Intergubernamental de Bosques (IPF, 1995-1997) y el Foro Intergubernamental de Bosques (IFF, 1997-2000). Como resultado se generó una serie de propuestas para la acción que finalmente condujeron al establecimiento del Acuerdo Internacional sobre Bosques (IAF) en octubre del 2000. La misión del IAF consiste en “promover el manejo, conservación y desarrollo sustentable de todos los ti-pos de bosque y fortalecer el apoyo político a largo plazo para lograr dicha meta”. Los dos pilares del IAF son: el Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques (UNFF) y la Alianza Participativa de Bosques (CPF). El UNFF constituye el diálogo institucionalizado e internacional sobre la política in-ternacional de bosques y la CPF es la alianza interinstitucional para promo-ver una mejor cooperación y coordinación del sector forestal y para apoyar el trabajo de la UNFF y sus países miembros. La CPF está constituída por 13 organizaciones internacionales (FAO, UNCCD, CIFOR, UNDESA, UNFCCC, GEF, ITTO, UNDP, UNEP, World Bank, IUCN, ICRAF) que tie-nen la capacidad, los programas y los recursos suficientes para facilitar el proceso de la UNFF y en especial la instrumentación de las propuestas de acción del IPF/IFF en el marco de los programas forestales nacionales. Tales propuestas representan un avance importante y un consenso a nivel internacional sobre un amplio espectro de temas forestales. Basándose en los principios forestales de la UNCED y el capítulo 11 de la agenda 21, las propuestas deben promover la acción intersectorial y multidisciplinaria orientada hacia el manejo forestal sustentable.

Otro de los productos importantes del diálogo sobre política internacional de bosques es la aceptación del concepto de «programas nacionales fo-restales», el cual brinda un marco integral de políticas forestales a nivel de cada país para el logro del manejo forestal sustentable.

La Comisión Mundial de Forestería y Desarrollo Sustentable (WCFSD, 1999) ha propuesto el Forestrus International (ver cuadro 7.12), donde se rescata el concepto de la fuerza ciudadana en defensa del interés público sobre los bosques, mediante un conjunto de propuestas a aplicar a nivel global, nacional y local, busca inducir a los ciudadanos del mundo a cola-borar en el establecimiento de un marco normativo para un manejo forestal en beneficio de las actuales y futuras generaciones humanas y de la bio-diversidad. Considerando que los bosques aún siguen siendo degradados y destruidos, esta comisión enfatiza la urgencia de llegar a conclusiones y

274

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

tomar acciones para responder a la crisis. Al respecto presentó las siguien-tes principales recomendaciones:

» La naturaleza global de la crisis de los bosques requiere un lideraz-go y acción a decisiva a nivel internacional.

» Los gobiernos deben garantizar que el interés público prevalecerá sobre los intereses privados.

» Los precios y las políticas deben realmente reflejar todos los be-neficios suministrados por los bosques, por lo cual se requiere el cambio de prácticas de producción de desechos y patrones de con-sumo.

» La protección de los bosques primarios aún existentes exige que la futura demanda de productos madereros deba ser satisfecha a través de plantaciones y bosques secundarios.

Cuadro 7.12: Forestrust International (tomado de WCFSD, 1999)

Su propósito global es catalizar, promover, facilitar y apoyar a las comunidades para que se organicen por sí mismas y emprendan actividades locales relevantes. Forestrust International prevé 4 objetivos, los cuales se corresponden con actividades dedicadas a:

» Monitorear la situación de los bosques (Global Forest Watch, www.globalforestwatch.org)

» Vigilar, investigar y dar a conocer públicamente incidentes de abuso, discriminación, inequidad y corrupción asociado a operaciones forestales (Forest Ombusdman-defensor del bosque)

» Propiciar enfoques coordinados y aportes armonizados sobre criterios de manejo e indicadores de rendimiento y gestión (Forest Management Council- consejo de manejo forestal)

» Reconocer y recompensar prácticas ejemplares de manejo forestal sustentable por parte de comunidades, organizaciones y países (Forest Award, galardón forestal)

Los objetivos del Forestrust International deben ser:

» Servir como un foro internacional de consulta sobre aspectos forestales entre gobiernos y la sociedad civil

» Promover el establecimiento de contrapartes nacionales » Trabajar con aquellos que conduzcan Forestwatch, Forest Ombusdman, Forest Management Council y Forest Award

» Apoyar en la consecución del financiamiento y apoyo técnico de las actividades descritas

Por último cabe destacar una iniciativa regional, el Tratado de Coope-ración Amazónica (TCA), organización que ha venido desarrollando una serie de actividades relacionadas con los bosques de la región del Ama-zonas. Uno de los acuerdos firmados por los países miembros del Tratado

275

Lionel Hernández

de Cooperación Amazónica es el Acuerdo de Tarapoto. La Declaración de Tarapoto, de febrero de 1995, establece el compromiso de impulsar en cada país un proceso de consultas nacionales para definir los estándares que deben regir el manejo de bosques para la producción industrial, los cuales han de ser compatibles con los criterios de manejo forestal asu-midos por los países miembros del TCA y de la OIMT. Hoy día luego de haberse realizado tales consultas en diversos países de la región se sigue áun aguardando por la instrumentación en el terreno de las recomendacio-nes hechas.

EpílogoLas tierras forestales del Trópico Húmedo, además de sus valiosos bos-

ques naturales, poseen aún muchos recursos para el desarrollo de bos-ques secundarios y plantaciones forestales, alternativa que no ha sido aprovechada hasta ahora de manera apropiada e integral. Los mercados muestran buenas perspectivas en las próximas décadas para la madera de los bosques naturales y las plantaciones (De Camino, 2000). Se apre-cia una tendencia de la opinión pública al incremento de su sentido de responsabilidad ética frente a la naturaleza y la gestion de sus recursos naturales. Sin embargo aún falta mucho reconocimiento; al menos se ha tomado conciencia sobre la importancia de los servicios ambientales de los bosques de la región, especialmente su biodiversidad, producción y regu-lación del agua, regulación del clima regional y contribución al clima global en su potencial de acumulación y secuestro de carbono. Varios de éstos comienzan a ser valorados en el mercado, tan es así que posiblemente en los próximos años quizá constituyan la base económica del desarrollo forestal y del manejo de los recursos naturales del bosque.

La premisa de este capítulo ha sido que el manejo forestal múltiple sus-tentable puede ser un componente importante de las estrategias de con-servación y desarrollo de la región húmedo tropical. No será posible garan-tizar el objetivo del uso sostenido de los ecosistemas forestales, si no se tiene claro que dicho manejo debe ser integral, lo que implica que todos los interesados deben unirse para alcanzar un objetivo común: la producción y la conservación del bosque. Los usuarios y los conservacionistas deben hacer esfuerzos para comprenderse mejor. Entendiendo que es necesario apoyar aquellas acciones que pretenden reducir la destrucción forestal, mediante el uso sustentable o la conservación de zonas boscosas que aún no han sido afectadas. Como hemos visto, en este sentido existen actual-mente suficientes iniciativas de este tipo que conforman una agenda con acciones de carácter inmediato y urgente.

276

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Bibliografía

Bossel H. & E. Bruenig (1992): Natural resource systems analysis: Ecological and socio-economic systems and sensitivity analysis for the conservation and management of forest ecosystems and natural resources in South-East Asia. With contributions by S. Buhmann and A. von Helser. Deutsche Stiftung für Internationale Entwicklung (DSE), Zentralstelle für Ernährung und Landwirtschaft (ZEL) & ASEAN Institute of Forest Management. Report of training course 24 july-19 august 1989 Kuala Lumpur Malaysia. 145 pp.

Bruenig, E.F. 1996. Conservation and Management of Tropical Rainforests, An integrated approach to sustainability. CAB International. 360 pp. Wallingford UK.

Bruenig, (1991): Nachhaltigkeit im natuerlichen Tropenwald -speziell in Feucht- oder Regenwald.

Holz-Zentralblatt 117,349-351. Stuttgart.

Bryant, D., et al. (1997): The last forest frontier forests: ecosystems and economies on the edge. World Resources Institute: Washington, DC.

Buschbacher, R.S. (1990): Natural forest management in the humid tropics: ecological, social and economic considerations. Ambio 19: 253-258.

Bowles, I., Rice, R., Mittermeier, R and da Fonseca, A., (1998). Logging and tropical forest conservation, Science, 280, June 19, 1899-1900.

Bredemeier M. & H. Foelster (1996): Dynamics, Stability and Scales in Forest Ecosystems. Senckenbergiana maritima 7 (3/6) : 245-249. Frankfurt

Camino de, V. R. (2000): El manejo de los bosques naturales en América Latina. Análisis de problemas y perspectivas desde la realidad. Actas del Primer Congreso Latinoamericano Iufro en Chile (El Manejo Sustentable de los Recursos Forestales: desafío del siglo XXI), del 22 al 28 de noviembre de 1998, Valdivia, Chile.

Cassells, D. & C. Hall (2000): Una estructura para la sustentabilidad. Actualidad Forestal Tropical vol.8, # 3: 2-4.

Costanza, R., R. d´Arge, R. De Groot, S. Farber, M. Grasso, B. Hannon, K. Limburg, S. Nacem, V. O´Neill, J. Paruello, R. Raskin, P. Sutton, & M. van den Belt (1997): The value of world´s ecosystem services and natural capital. Nature 387 (6630):215-230,

Coic, A., Vieira G. y Minette, L. (1990): Degats causes par I’ exploitation forestiere sur le dispositif de la ZF2, Manaus, Bresil. Taller sobre Manejo y Conservación del ecosistema forestal tropical húmedo. MAB/ Unesco-MAB/Francia-IUFRO-FAO.12-16 marzo 1990, Kourou, Guyana francesa.

Chesney, Luis (1993): Lecciones sobre el desarrollo sustentable. Ediciones Fundambiente (Fundación de Educación Ambiental) Caracas 81 pp.

Dawkins, H.C. & M.S. Phillip (1998) : Tropical Moist Forest Silviculture and Management : A history of Success and Failure. CAB International. 416 pp.

Dystra, D.P. & R. Heinrich (1996): FAO Model code of harvesting practice. FAO Rome

Dijkman W. (2001): NTFPs: an instrument in sustainable development. ETFRN (News European Tropical Forest Research Network) No. 32: 5-7.

277

Lionel Hernández

Elliot, C; 1991. Sustainable tropical forest management by 1995. A WWF discussion paper.

FAO (1994a): El desafío de la ordenación forestal sostenible: perspectivas de la silvicultura mundial. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Roma , 122 pp.

FAO (1994b): Sistemas de la ordenación forestal sostenible. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Estudio FAO Montes 122. Roma , 292 pp.

FAO (1997): State of the World´s Forests 1997. FAO, Rome.

FAO (2000) The Global Forest Resources Assessment 2000: summary report. Commitee on Forestry. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). 38 pp. ftp://ftp.fao.org/unfao/bodies/cofo/cofo15/X9835e.pdf, Home page of the FAO Forest Resource Assessment (FRA) is: http://www.fao.org/forestry/fo/fra/index.jsp A summary of FRA 2000 at: http://www.fao.org/docrep/meeting/003/X8784e.htm).

Fassbender, H.W. (1987): Modelos edafológicos de sistemas agroforestales. Centro Agronómico de Investigación y Enseñanza (CATIE) y Sociedad Alemana de ooperación Técnica (GTZ). Turrialba Costa Rica. 475 pp.

Flinta, C. (1960): Prácticas de Plantación Forestal en América Latina FAO. Colección FAO Montes nro 3. Roma.499 pp.

FSC (2000):Principios y criterios del Forest Stewardship Council para el Manejo Forestal. Doc. # 12, revisado feb. 2000. Oaxaca México.

Global Forest Watch (2002): “The State of Venezuela’s Forests: A Case Study of the Guayana Region” a Global Forest Watch report prepared by M. P. Bevilacqua, L. Cárdenas, A. Flores, L. Hernández, E. Lares, A. Mansutti, M. Miranda, J. Ochoa, M. Rodríguez & E. Selig. Global Forest Watch. World Resources Institute. Fundación Polar. Washington DC.132 pp.

Gray, J. A. (1999): Forest Concession Policies and Sustainable Forest Management of Tropical Forests. Paper commissioned by the UNDP Programme on Forests (PROFOR), Sustainable Energy and Environmment Division, Bureau for Development Policy. 20pp + annex 26 pp, (down loaded an Internet Seminar of Sustainable Forest Management 14-27 June, 1999, organized by the Environmment and Natural Resources Division of the World Bank Institute).

Greiner-Mann V., W. Scharm, L. Schindler, B. Seibert, M. Lampe, E. Thies (2002): People and Forests: opportunities for improving livelihoods, alleviating poverty, and saveguarding the environment through sustainable forest management. Facharbeitskreis Waldwirtschaft c/o Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit, 40 pp. Eschborn. Germany.

Gullison, R., and Hardner, J. (1993). The effects of road design and harvest intensity on forest damage caused by selective logging: empirical results and a simulation model from the Bosque Chimanes, Bolivia, Forest Ecology and Management, 59, 1-14.

Hahn-Schilling B., J. Palmer and M. Marshall (s/f): Criteria for on Evaluation of sustainable Management of Tropical Forest services Ltd., University Gottingen, and GTZ. 127 pp. (Initiative tropenwald).

Higman S., S. Bass N. Judd, J. Mayers & Nussbaum R. (1999): The sustainable forestry handbook. Earthscan. London. 304 pp. reprinted 2000.

278

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Hout van der, P. (1999): Reduced impact logging in the tropical rain forest of Guyana: ecological, economic and silvicultural consequences. Wageningen. Tropenbos Foundation-Guyana. Tropenbos Series 6. 335 pp.

Humboldt A. von (1816-1831): Voyage aux Régions Equinotiales de Noveau Continent, fait en 1799-1804. 13 vols. Librairie Grcque-Latine-Allemande, N. Manze, Libarairie and J. Smith & Gide fils. Paris.

ITTO (1991): Incentives in producer and consumer countries to promote sustainaible development of tropical forests. Preproject Report International Tropical Timber Organization. Report preparated by the Oxford Forestry Institute, in association with the Timbre Research and Development Association. Oxford England.

ITTO (1991b): ITTO guidelines for the sustainable management of natural tropical forests. ITTO Technical Ser., 5:1-18.

Johnson N, & B. Cabarle (1993): Surviving the cut: natural forest management in the humid tropics. World Resources Institute. Washington DC. 70 pp.

Johns, J., Barreto, P., and Uhl, C. (1996). Logging damage during planned and unplanned logging operations in eastern Amazonia, Forest Ecology and Management, 89, 59-77.

Jong de, W. & B. Belcher (2001): NTFP Issues: the view from an international centre. ETFRN (News European Tropical Forest Research Network) No. 32: 1-3.

Kammesheidt L. (1998): Stand structure and spatial pattern of commercial species in logged and unlogged Venezuelan forest. Forest Ecology and Management 109: 163-174.

Lamprecht H. (1978): Estudio sobre la arboricultura forestal en los trópicos. Revista forestal venezolana N0. 6-7- año V:1-15.

Lamprecht, H. 1990. Silvicultura en los Trópicos: los ecosistemas forestales en los bosques tropicales y sus especies arbóreas; posibilidades y métodos para su aprovechameinto sostenible. Gesellschaft fuer Technische Zusammenarbeit (GTZ) GmbH. Rosdrof. Trad. Antonio Carrillo. 1ra. Edic. 1986. 335 pp.

Lamprecht Hans, (1986): Waldbau in den Tropen: Die tropische Wadökosysteme und ihre Baumarten-Möglichkeiten und Methoden zu ihrer nachhaltigen Nutzung, Paul Parey, 318p.

Lanly, J.P. 1995. Sustainable forest manamegent: lessons of history and recent developments. Unasylva 46 (182(:38-45.

Leslie, A. (1977): Where contradictory theory and practice coexist. Unasylva (29) 115: 2-17p.

Leslie, A.J. (1994): Ordenación sostenible de los bosques húmedos tropicales para la produción de madera. En: Sistemas de la ordenación forestal sostenible. FAO (1994b) Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Estudio FAO Montes 122. Roma: 19-36.

Mansuttiti A., A. Flores, A. Perozo, V. Rigoris, Y. Figueroa, V. Sevilla, A. Navarro, L. Hernández, H. Castellanos y A. De Martino (2000): Diagnóstico de los conflictos socio ambientales en Imataca: Líneas estratégicas de un programa para el resgüardo y la consolidación de los asentamientos humanos ubicados en la Reserva Forestal Imataca. Ciudad Bolívar. UNEG. 70 pp.

Mason, D. J. 1996. Responses of Venezuelan understory birds to selective logging, enrichment strips, and vine cutting. Biotropica, 28:296-309.

279

Lionel Hernández

Matthews E. (2001): Understanding the Forest Resources Assesment 2000. World Resources Institute. http://www.wri.org/forests/fra200.html

Maydell von H.J., G. Budowski, H.N. Le Houérou, B. Lundgen & H. Steppler (1982): What is agroforestry?. Agrofor. Syst., 1 :13-27

Miller, K. (1996). En busca de un nuevo equilibrio: Lineamientos para incrementar las oportunidades de conservar la biodiversidad a través del manejo bioregional. World Resources Institute. Washington D.C.. 81 pp.

Miranda M., L. Hernández, J. Ochoa, E. Yerena & A. Blanco-Uribe (1998) “All That Glitters is Not Gold: Balancing Conservation and Development in Venezuelas Frontier Forests”. World Resource Institute. Washington DC. 53 pp. Trad. al español.

Motta S., Francia J. (2002): Propuesta para el establecimiento de reserva de biosfera mediante la aplicación de ecología de paisaje. Caso de estudio: Península de Paria, Edo. Sucre. Tesis de doctorado. UCV, Postgrado en Biología mención Ecología. Caracas. (anexos Mapas 1:100.000).

Nsenkyiere E. & M. Simula (2000): Desarrollo de los sistemas de auditoría para la OFS. Actualidad Forestal Tropical vol.8, # 3: 5-7.

Ochoa, J. (1997): El aprovechamiento forestal en la Guayana Venezolana: Evaluación ecológica e implicaciones para la conservación de los mamíferos de la región. Tesis doctoral. Universidad de Los Andes. Mérida. 141 pp.

Oberndoerfer, D. (1988): “Schutz der tropischen Regenwaelder durch Entschuldung”. Freiburg, 60p.

OIMT (2000): La OIMT recibe los resultados de su evaluación. Actualidad Forestal Tropical . Vol. 10, No. 2: 5-6.

Palmberg-Lerche Ch. & J. Ball (1998): El estado actual de las plantaciones forestales en América Latina y el Caribe y examen de las actividades radas con el mejoramiento genético. Trabajo presentado en el 1er Congreso Latinoamericano IUFRO-FAO: El Manejo sustentable de los recursos naturales: Desafío del siglo XXI. Valdivia Chile 22-28 de noviembre 1998. 10 pp.

Palmer, J.R. (1991): Jari: Lessons for land management in the tropics. En: Rain forest regeneration and management (A. Gómez-Pompa, T.C. Whitmore yM. Hadley , eds.). MAB Man and the Biosphere Series 6:419-129. UNESCO, Paris; the Parthenon Publishing Group, Carnforth UK.

Pearce D, F. Putz & J. K. Vanclay (2.000): A sustainable forest future. CSERGE Working Paper GEC 99-15. Report for the Natural Resources International UK and UK department for International Development. 64 pp.

Peters, Charles M., Alwyn H. Gentry y Robert O. Mendelsohn (1989) Valuation of an Amazonian rainforest. Nature 339:655-656.

Plonczak, M. (1989): Struktur und Entwicklungsdynamik eines Naturwaldes unter Konzessionsbewirtschaftung in den westlichen Llanos Venezuelas.Gött. Beitr. Land- Forstw. Tropen Subtropen 43: 140 pp.

Poore, D., P. Burguess,J. Palmer, S. Rietbergen & T. Synnott. (1989): No timber without trees, sustainability in the tropical forest. Earthscan publications Ltd., London , UK.

280

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

Poore D. y Sayer (1991): The management of tropical moist forest lands:ecological considerations. Segunda edición. IUCN Forest Conservation Programme. Gland.

Poore D., J. Blaser, E. Bruenig, P. Burgess, B. Cabarle, D. Cassels, J. Douglas, D. Gilmour, P. Hardcastle, G Hartshorn, D. Kaimowitz, N. Kishor, A. Leslie, J. Palmer, F. Putz, M.N. Saleh, N. Sizer, T. Synott, F. Wardsworth & T. Whitmore (1998): No habrá bosques sin manejo. Actualidad Forestal Tropical Vol. 6 No. 4: 10-12.

Poschen, P. (2000): Criterios e indicadores sociales para el manejo forestal sostenible: una guía para los textos de la OIT. ILO, GTZ. Documento de trabajo 3. Julio 2000.

Prahbu B. R., H.J. Weidelt & S. Leinert (1993) : Erfahrungen und Moeglichkeiten einer nachhaltigen Bewirtschaftung von artenreichen tropischen Regenwaeldern : eine Untersuchung anhand von vier Fallbeispielen. Hrsg. : Bundesministerium fuer wirschaftliche Zusammenarbeit und Entwicklng ; Band 109. 292 pp. Menchen-Koeln- London. Weltforum-Verl..

Pretzsch, J. (1998) : Chances and limits of tropical forest management from the socioeconomic view : Status quo and perspectives. P. 88-97, in Plant Research and Development, vol 47/48

Putz F.E. and V. Viana (1996): Biological Challenges for Certification of Tropical Timber.Biotropica 28(3): 323-330.

Rice, R., Gullison, R., and Reid, J. (1997). Can sustainable management save tropical forests?,Scientific American, 276, 34-39.

Russo L. (2001):Some recents activities of the NWFP Programme of the FAO Forestry department. ETFRN (News European Tropical Forest Research Network) No. 32: 3-5.

Schmidt (1987): Tropical rain forest management: a status report, Unasylva 156. Vol. 39.

Segura O. et al. (1996) : Políticas forestales en Centro América: restricciones para el desarrollo del sector. CCA-AP. San José Costa Rica

Sizer, Nigel (1994): Opportunities to save and sustainably use The world´s forest trough international cooperation. Issues and Ideas. 28 pp. World Resources Institute. Washington.

Smith J., C. Sabogal, Wil de Jong y D. Kaimowitz (1997): Bosques secundarios como recurso para el desarrollo rural y la conservación ambiental en los trópicos de América Latina. Center for International Forestry Research (CIFOR). Ocassional paper no. 13. 31 pp. Bogor

Uhl C., P. Barreto, A. verissimo, E. Vidal, P. Amaral, A.C. Barros, C. Souza Jr., J. Johns & J. Gerwing (1997): Natural resource management in the Brazilian Amazon: an integrated research approach. BioScience, Vol 47, N° 3: 160-168.

Uhl C., Nepstad D., Buschbacher R., Clark K., Kauffman B. & Subler S. (1990): «Studies of ecosystem response to natural and antrpogenic Disturbances provide Guidelines for designing SustainableLand-use Systems in amazonia». In: «Alternatives to deforestation: Steps toward sustainable Use of the Amazon Forest», Anthony B. Anderson (ed.). Columbia University Press. Papers presented at an international conference held in Belem January 27-30 1988, 275 p. p: 24-44.

Uhl, C. & I.C.G. Vieira. 1989. Ecological impacts of selective logging in the Brazilian Amazon; a case study from the Paragominas region of the state of Pará. Biotropica 21:98-106.

281

Lionel Hernández

UNEP/CDB (2000): El paradigma del Enfoque Ecosistémico (tomado de Conference of the Parties to the Convention on Biological Diversity, information document No. 9 -UNEP/CDB/COP/4/inf. 9)

TCA (1995): Propuesta de Tarapoto sobre criterios e indicadores de sostenibilidad del bosque amazónico. Memorias del taller Regional realizado en Tarapoto, Perú del 23 al 25 de Febrero de 1995. Tratado de Cooperación Amazónica, Secretaria pro Tempore, con la colaboración de WRI, FAO, DGIS, Unión Europea, PNUD, IDE-Banco Mundial y UNAMAZ. 189 pp.

Tiarks A., E.K.S. Nambiar & C. Cossalter (1998): Site Management and productivity in tropical forest plantations. CIFOR Center for International Forestry Research, occasional paper no. 16. 11 pp. Bogor Indonesia.

Vincent L.W. (2000): Métodos cuantitativos de planificación silvicultural: segunda parte. Universidad de Los Andes. Mérida. 200 pp.

Watson R. et al. (2000a): Land use, land use change, and forestry: Summary for Policymakers. A special report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. 20 pp.

Watson R.T., Noble IR, Bolin B., Ravindranath NH., Verardo DJ., Dokken DJ. (2000b): Land use, land use change, and forestry. A special report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge. Cambridge University Press, 375 pp.

Weidelt, H.J. (1984): Die waldbauliche Moeglichkeiten im tropischen Feuchtwald, Holz-

Zentralblatt, Stutgart, Nr. 108: 1567-1569.

Wetterberg & Risbrudt (1997): Ecosystem management in U.S. National forest: evolution of a paradigm. Voluntary paper. XI World Forestry Congress- Antalya Turkey. October 13-22, 1997. 9 pp.

Wickens G. E. (1994): Ordenación forestal para la obtención de productos forestales no mdereros. En: Sistemas de la ordenación forestal sostenible. FAO (1994b) Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Estudio FAO Montes 122. Roma: 19-36.: 59-70.

Whitmore T.C. (1990): An introduction to Tropical Rain Forests, Oxford University. 267 pp.

Whitmore, J. L. (1998): La importancia social y ambiental de las plantaciones forestales.Trabajo presentado en el 1er Congreso Latinoamericano IUFRO-FAO: El Manejo sustentable de los recursos naturales: Desafío del siglo XXI. Valdivia Chile 22-28 noviembre 1998. 19 pp.

Whitmore J.L. (1987): Plantation forestry in the tropics of Latin America: a research agenda. Unasylva 156, vol. 39:36-41.

WRI (2001): WRI Study Reports Deforestación May be Higher Than FAO Estimates WASHINGTON, DC, March 12, 2001 http://www.wri.org/press/fao_fra5.html. Emily Matthews, author of the new WRI study, Understanding the Forest Resources Assessment 2000.

WRI (2001): World Resources, 2000-2001. World Resources Institute, Washington, DC

WWF- WB (1997): World Bank- WWF alliance for forest conservation and sustainable use. Minutes of the founding workshop. Washington D.C.

282

Sustentabilidad y Manejo Integral del Bosque Húmedo Tropical

WCFSD (1999): Our Forests: report of the World Commission on Forests and Sustainable Development (WCFSD). Cambridge University Press. Cambridge. UK. 205 pp.

Wong J. (2001): Developing needs based inventory methods for NTFPs: report of the ETFRN workshop held 4-5 may 200 at FAO in Rome. ETFRN (News European Tropical Forest Research Network) No. 32: 57-59.

PREGUNTAS

1. ¿Cuál es su percepción acerca de la situación actual de los bosques tropicales?

2. ¿Por qué son importantes los bosques tropicales?3. ¿Cuáles son los usos actuales de los bosques tropicales?4. Describa los actores, intereses y conflictos en el uso de las

tierras forestales.5. ¿Qué entiende usted por sustentabilidad?6. ¿Defina con sus palabras “manejo forestal sustentable”?7. ¿Por qué es necesario el manejo forestal sustentable?8. Explique algunas bases teóricas del manejo forestal susten-

table.9. Mencione y explique algunas limitaciones del manejo forestal

sustentable10. ¿Qué entiende usted por “principios y criterios del manejo fo-

restal sustentable”?11. ¿Qué es la certificación forestal?12. Discuta la dimensión internacional de los bosques.

283

Índice de tablas, cuadros y figurasCapítulo 1Cuadro 1.1 Definición de trópico (modificado a partir de Lamprecht, 1990) 19Tabla 1.1 Formaciones de bosques húmedos tropicales (tomado de Whitmore, 1990) 21Tabla 1.2 Formaciones boscosas climax en los trópicos (tomado de Lamprecht 1990) 22Cuadro 1.2 Criterios de clasificación de tipos de bosques en la Guayana Venezolana,

modificado a partir de Huber & Alarcón (1988) y Huber (1995) 23Tabla 1.3 Zonas altitudinales y térmicas de los trópicos (Lamprecht 1990) 24Tabla 1.4 Zonas de vegetación tropical según el número de meses húmedos

(Lauer 1952 cit. por Lamprecht, 1990) 25Tabla 1.5 Bioclimas según Holdridge (1967, cit. por Ewel, Tosi & Madriz, 1976). 26Tabla 1.6 División esquemática de los bosques tropicales según temperatura y

regímenes de lluvias (Lamprecht, 1990) 27Tabla 1.7 Subdivisión climática para la Guayana Venezolana (Huber, 1995) 27Tabla 1.8 Distribución de distintos grupos de suelo en regiones tropicales

(según Revelle et al. 1967 en Weischet, 1980) 28Tabla 1.9 Principales órdenes de suelo en el Trópico

(Buringh, 1979; Van Wambeke, 1992; tomado de Lal, 1997) 29Tabla 1.10 Distribución de suelos en los Trópicos según su régimen de humedad

(Sánchez, 1976 cit. por Lal, 1997) 31Tabla 1.11 Algunos factores del sistema suelo-planta-clima que afectan el crecimiento

de las plantas (modificado a partir de Casanova, 1996) 32Figura 1.1 Distribución del número de individuos por clases diamétricas 34Tabla 1.12 Características estructurales y fisionómicas para diferenciar bosques

húmedos tropicales de tierras baja, intermedia y de montaña (Whitmore, 1990) 35Tabla 1.13 Estructura y crecimiento de diferentes bosques 37Tabla 1.14 Estructura y diversidad de algunos bosques ombrófilos de tierra baja neotropicales 39Tabla 1.15 Riqueza florística en algunos bosques neotropicales 40Tabla 1.16 Estructura (> 10 cm DAP) de algunos bosques submesotérmicos y mesotérmicos 42

Capítulo 2Figura 2.1 Variabilidad de sitios del trópico húmedo, según nivel nutritivo

(tomado de Foelster 1992, 1994 & 1999) 53Cuadro 2.1 Procesos en ciclos biogeoquímicos de ecosistemas terrestres

(tomado de Baruch et al., 1995, citado por Medina, 1996) 54Cuadro 2.2 Componentes y elementos determinantes en un ecosistema

(modificado a partir de Fassbender, 1987 y Casanova, 1996) 55Cuadro 2.3 Reservas y flujos de materia orgánica y nutrientes en un ecosistema

boscoso húmedo tropical (modificado a partir de Fassbender, 1987; Foelster & Fassbender, 1984) 56

Cuadro 2.4 Reservas y flujos del agua en un ecosistema forestal (modificado a partir de Fassbender 1987) 57

284

Capítulo 3Cuadro 3.1 La hipótesis de la perturbación intermedia y el mantenimiento de la alta

biodiversidad en bosques neotropicales 76Cuadro 3.2 Fases de la silvigénesis 79Cuadro 3.3 Características de los claros 81Cuadro 3.4 Características usuales del bosque maduro

(Lamprecht, 1990; Clark et al. 2001a-b) 92Cuadro 3.5 Características usadas para diferenciar bosques secundarios de bosques

maduros, según Budowski (1970) 93Cuadro 3.6 Perturbaciones usuales del dosel en el bosque húmedo tropical

(Hartshorn, 1990; Whitmore, 1990; Goldammer, 1992; Waide & Lugo, 1992) 94

Capítulo 4Cuadro 4.1 Resumen de algunos de los más comunes tipos de interacción planta-animal. 114Cuadro 4.2 Tipos de Frutos 116Cuadro 4.3 Mecanismos de Diseminación (propuesto) 117Cuadro 4.4 Calidad de Frutos 124

Capítulo 5Tabla 5.1 Inventario de Productos Naturales Comerciales en la Guayana venezolana 167

Capítulo 6Figura 6.1 Esquema de Clasificación de Opciones Silvícolas en el Manejo del

Bosque Tropical Alto (BTA) 184Figura 6.2 Esquema del proceso de planificación silvicultural 187Figura 6.3 Ubicación relativa de la Reserva Forestal Caparo, Edo. Barinas, Venezuela 188Figura 6.4 Zonificación de la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo. 189Figura 6.5 Croquis de Tipificación de la Vegetación en los Rodales 24 y 17 de la

Unidad Experimental, Reserva Forestal Caparo, Barinas, Venezuela. 190Figura 6.6 Delimitación del Área de Estudio en columnas, filas, bloques y franjas.

Ubicación de las Parcelas temporales de Muestreo y Permanentes de monitoreo de la masa arbórea. 191

Tabla 6.1 Distribución diamétrica y del área basal de los individuos maderables encontrados en el área muestreada de la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo (Bonilla, 1998). 195

Tabla 6.2 Clasificación de especies en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo según su dureza y valor actual (Bonilla, 1998). 196

Tabla 6.3 Número de individuos y área basal por Grupos de Especies (GES) según su dureza y valor comercial actual en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo (Bonilla, 1998). 196

Tabla 6.4 Distribución diamétrica y de área basal de la masa forestal actual, a extraer y proyectada de las especies de madera blanda, semidura y dura de muy

285

alto, alto y mediano valor comercial actual, así como de las especies de dureza desconocida de alto valor comercial actual en la Unidad Experimental de la Reserva Forestal Caparo. 197

Anexo 6.1 Lista y código de especies arbóreas 198Anexo 6.2 Planilla Censo-Muestreo 200Anexo 6.3 Croquis 201Anexo 6.3: Planilla Parcelas Permanentes 202Anexo 6.5 Liste de especies agrupadas según su deseabilidad 203

Capítulo 7Cuadro 7.1 La controversia sobre la magnitud de la deforestación 208Tabla 7.1 Beneficios actuales de servicios y bienes del bosque 213Tabla 7.2 Alternativas de uso de tierras boscosas tropicales

(modificado a partir de Pretzsch 1998) 214Cuadro 7.2 Lineamientos para reducir el impacto del aprovechamiento industrial de madera

(modificado a partir de Miranda et al. 1998) 219Cuadro 7.3 Elementos a combinar para lograr un MMS (tomado de Leslie 1994) 219Tabla 7.3 Intereses de actores sobre uso de tierras forestales

(modificado a partir de Pearce et al. 2000) 226Cuadro 7.4 Actores (Mansutti et al., 2000) 226Cuadro 7.5 La necesidad de adoptar un sistema o criterio económico para

la valoración forestal 232Cuadro 7.6 Terminología usual referida a manejo, ordenación y sustentabilidad forestal 238Tabla 7.4 Compatibilidad y combinación de diferentes objetivos forestales

(ITTO 1990 mod. por Prabhu et al., 1993) 243Cuadro 7.7 Algunos principios operacionales de la sustentabilidad 253Cuadro 7.8 Estrategias para la conservación y uso sustentable de la diversidad biológica 254Cuadro 7.9 Principios claves para establecer el uso óptimo de tierras forestales en el

trópico húmedo, (modificado a partir de Bossel & Bruenig, 1992 y Poore and Sayer, 1991) 257

Cuadro 7.10 Certificación de productos forestales (tomado de WCFSD, 1999) 269Cuadro 7.11 Iniciativas y acuerdos globales y regionales relacionados con bosques

(según Sizer, 1994 & WCFSD, 1999) 269Cuadro 7.12 Forestrust International (tomado de WCFSD, 1999) 274

286

Desarrollo sustentable del bosque húmedo tropical; Características, ecología y uso (con énfasis en Venezuela), de los autores Lionel Hernández, Hernán Castellanos, Stanford Zent y Miguel Plonczak fue reproducido digitalmente en el mes de Julio de 2012 en los talleres del Fondo Editorial UNEG. Puerto Ordaz, Venezuela.