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Desde la territorialidad…

El proceso para el desarrollo de las comunidades rurales pasa por la puesta en valor de cada uno

de los humanos que componen la microsociedad (familia). El partir de que cada uno de los

miembros de la familia cumple con una responsabilidad que va sumando hacia la colectividad.

Todo realizado a partir de una profunda reflexión de lo que se quiere como desarrollo de cada uno

de los miembros.

Está claro que el pensamiento surge o nace de una voluntad intencionada hacia un fin o meta

común. Por lo tanto la metodología de trabajo es siempre la puesta en común. O como es

denominada en el sur occidente Colombiano: “minga de pensamiento”.

Dicho esto, el núcleo familiar se vuelve el motor económico productivo del “que hacer” de la

huerta, parcela o finca. No puede existir bien común, sin un propósito compartido por esa

estructura primaria. En este caso el modelo económico será la familia con tenencia de tierra en

propiedad. De ahí la necesidad urgente de titular las tierras a nombre de los núcleos familiares que

constituyen las zonas, o territorios.

En este caso los territorios se vuelven los escenarios de trabajo para el desarrollo del “pan coger”;

una producción agroecológica que posea todo el respeto hacia el suelo; considerado este como el

bien productivo más valioso, que junto a el agua y su entorno, de biodiversidad, potencia la

capacidad productiva de los núcleos agrícolas de cada territorio.

Pasar del autoabastecimiento hacia la generación de ingresos necesarios y suficientes para el logro

del bienestar de cada uno de los miembros de la unidad productiva es el reto del presente siglo.

Nuestros desafíos….

Sabemos que desde la territorialidad controlamos nuestras necesidades; en este caso es evidente

que tendremos grandes metas que cumplir, grandes obstáculos que superar y períodos de mucha

actividad de pensamiento-acción-pensamiento.

Una de las grandes enseñanzas es hacer pequeños planes de trabajo, de corto plazo, digamos un

año. En el cual se deja claro lo que se quiere obtener al final de los 12 meses de trabajo. Siempre

se ha dicho que el humano es el único animal que topa dos veces con la misma piedra; en nuestro

caso debemos de hacer funcionar la “malicia indígena”; ese torrente de creatividad cultural que

nos ha acompañado por siglos, para muestra, las etnias que aún resisten en pleno apogeo de

“neoliberalismo” y que ahora reclaman su derecho, que siempre ha sido negado

sistemáticamente.

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Debemos profundizar en los objetivos; tanto generales como específicos. Colocar metas que sean

numerables y contables. Para luego tener resultados medibles. Este proceso se repite

reiterativamente, has lograr lo deseado en el tiempo estipulado.

Dicho lo anterior el escenario deberá estar acompañado por los centros académicos, sean los

centros educativos técnicos, o sean centros universitarios. Está demostrado hasta la saciedad que

los centros de formación deben acompañar los procesos que devuelvan la información acumulada

y domesticar la ciencia y tecnología “en y para “resolver problemas “concretos” en la comunidad.

Por tanto se vuelve prioritario que los docentes-estudiantes, posean las herramientas necesarias

para tener la suficiente capacidad de acompañar los procesos que llevaran al desarrollo de los

diferentes territorios.

Uno de los componentes que debe permanecer con claridad es la “función del docente-

estudiante”, dentro de las comunidades, ya que se puede volver una retranca en los procesos o

bien un paso fundamental en la resolución de necesidades con requerimientos “tecnológicos”.

Las soluciones a los problemas de vivienda, servicios de agua, manejo desechos, uso eficiente de la

energía calórica, control de vectores, control de enfermedades, manejo de las producciones

agroecológicas, rentabilidad del área productiva, mejora de cultivos, mejora ganadera y un largo

etc. En este caso, la Universidad juega un papel importante, ya que el recurso debe tener ese

enfoque para el desarrollo de los territorios.

De lo urbano a lo rural….

Este propósito se hace por la fuerza y no por convencimiento, o por la tan trillada expresión

“tomar conciencia”; la conciencia es la actuación, no la teoría. En este caso, los obreros o

profesionales expulsados de las ciudades o de los grandes centros urbanos, son el nuevo desafío.

Como se incorpora un Licenciado en Leyes, una Licenciada en Psicopedagogía a la producción

primaria; es decir el alimento.

Como se transforma el proceso educativo universitario en un elemento de transformación dentro

del contexto rural. Esta nueva situación requiere de un poco de “minga de pensamiento”. Un

poco de creatividad, un poco de inspiración para el reacomodo de los nuevos profesionales que

vayan saliendo de los centros universitarios.

En todo caso, sabemos que los alimentos son necesarios, tanto para un Gerente de Banco, como

para un Vigilante nocturno de coches.

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Sabemos que el suelo debe ser curado, corregido y claro está ser mantenido sano, como cualquier

ser vivo. Este componente requiere investigación y desarrollo, por parte de la academia. O bien

por parte de un grupo multidisciplinario que ponga atención a la vida cotidiana de la naturaleza,

que se observe el comportamiento de los virus, hongos, bacterias e insectos. El aparecimiento de

“malezas” que nos está diciendo el suelo. Por tanto SUELO, es un tema prioritario para los urbanos

y los rurales. Que entiendan que si sanamos el suelo obtendremos los productos necesarios para

prevenir y corregir el deterioro de la salud.

Siendo esto una cascada de eventos; en este caso queda vinculado el centro urbano a lo rural,

generando una demanda de productos agroecológicos, dando la oportunidad de constituir un

consumo “sano, racional y sostenido” de los productos necesarios para la existencia.

Dentro de todo este conjunto de elementos: Territorialidad, nuevos desafíos y el vínculo rural

urbano es que podemos ir abriendo ese camino tan deseado; el bienestar y el desarrollo humano

que son tan necesarios desde hace siglos.

Debemos de tomar en cuenta estos aspectos; la territorialidad que vaya hacia el control del suelo

que permita un desarrollo equilibrado y sostenido en el tiempo. Este gran ejercicio de un manejo

de la territorialidad desde la productividad nos dará nuevos elementos para ejercer lo que

verdaderamente tiene por autonomía e independencia.

Cuando los acentos los pongamos en el suelo, el uso de este, las leyes caerán por su propio peso,

ya que haremos obsoleto la necesidad de la “democracia y el voto por un partido”. Desde el

camino de la territorialidad estamos definiendo nuestra verdadera opción y vocación.