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Año 1 Edición N° 2

Dialogo Paranaense 2

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Boletín N°2 de Díalogo Paranaense - Diciembre 2012

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Año 1 Edición N° 2

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Cerramos el 2012 publicando este segundo número de nuestroboletin, donde podrá encontrarse artículos de opinión de gente dediversa extracción política. Con ello, la idea del diálogo se planteaexplícita en el nombre de este ámbito y también en el contenido dela presente.La importancia de esta dea ha sido objetada sobre la base de quela política implica tomar decisiones, y estas son tomadas porquienes en el marco de nuestro sistema (republicano y)representativo de gobierno están legitimados al efecto.Tal planteo reduce la pontificación del diálogo a quienes seencuentran afuera del poder, y recurren a este argumentodesconociendo (o haciendo como desconocen) la naturaleza delmismo.Pensamos en cambio que la legitimidad política de los actos degobierno es mayor cuando ha habido procesos que incluyenciertamente a los actores políticos institucionales: cotejar laspropias convicciones, los propios intereses, con los de los otroshace a la pluralidad.Recientemente se produjeron saqueos en distintas ciudades denuestro país. La reiteración del multimedios de hecho afín aloficialismo, ha apuntado solamente al carácter organizado de losmismos.Pensamos, en cambio, que en todos existe un trasfondo social,económico y cultural que no puede desatenderse.No existe el país idílico que pretende el oficialismo y resultaretrógrada la pretensión del gobierno de legitimarse recurriendo alpaís de 2001.Seguimos con la necesidad de concertar e instrumentar políticasdestinadas a que no exista clima social favorable para tales actosimpropios de una nación civilizada.

Editorial

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Cuando pensamos en elecciones legislativas de medio término, es frecuente que elentusiasmo para participar del proceso previo, e incluso en ir a votar, no resulte comparableal de aquél de elecciones a cargos ejecutivos. Esa percepción parece palpable, aún cuando,como en el año próximo, la Provincia deba elegir senadores nacionales.

Este ejercicio, enmarcado en la democracia indirecta que la Nación Argentina adopta en elart. 1 de la Constitución, y que por su modalidad de representación senatorial igualitaria conbase territorial resulta una derivación de la forma de estado federal, hace que las provinciasenvíen senadores al Senado Nacional cada vez que esa Cámara se renueva por tercios. Porello no lo hacen todas al mismo tiempo, sino de forma alternada.

Recordemos que el art. 54 de la Constitución dice que “El Senado se compondrá de tressenadores por cada provincia y tres por la ciudad de Buenos Aires, elegidos en forma directay conjunta, correspondiendo dos bancas al partido político que obtenga el mayor número devotos, y la restante al partido político que le siga en número de votos. Cada senador tendrá unvoto”.

Pero más allá de ésa representación territorial (se suele decir con acierto que los senadoresrepresentan a las provincias ), hay otros ingredientes que deben llamarnos a la reflexiónacerca del perfil de senador que queremos, máxime en los tiempos que corren.

En efecto, la tarea del Senado, en algunas materias, cobra una relevancia particular, que lodistingue de la Cámara de Diputados.Así, el art. 99 de la Carta Magna dice que “el presidentede la Nación tiene las siguientes atribuciones: … inc. 4. Nombra los magistrados de la CorteSuprema con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesiónpública, convocada al efecto. Nombra los demás jueces de los tribunales federales inferioresen base a una propuesta vinculante en terna del Consejo de la Magistratura, con acuerdo delSenado, en sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos …inc. 7. Nombra y remueve a los embajadores, ministros plenipotenciarios y encargados denegocios con acuerdo del Senado”.

Para enfocar esta reflexión en un aspecto de los tantos que requieren la intervención delSenado, me gustaría destacar que el cuerpo senatorial adquiere relevancia decisiva almomento de designar jueces, máxime en el caso de los miembros de la Corte Suprema, queno tienen una instancia previa de selección en el Consejo de la Magistratura. Recientemente,al momento de tratar el Senado la designación del candidato propuesto para ocupar el cargode procurador general de la Nación, la opinión pública volvió la mirada a las eventualesmayorías, ante las febriles especulaciones sobre la cantidad de senadores que apoyarían elpliego. Fue recién allí cuando la letra constitucional pareció adquirir otra dimensión, cuandomuchos se preocuparon por aquello de la mayoría agravada. La pregunta recurrente era¿quiénes votarían? ¿cómo votarían?

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EL AÑO ELECTORAL EN CIERNESCavilaciones en torno a la elección legislativa en Entre Ríos

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1 Yo me permitiría decir “deberían” representar a las Provincias.

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Así es que, fuera del debate de temas álgidos, resulta una ardua tarea la divulgación dela letra constitucional. ¿Cómo decirle al ciudadano, por ejemplo, que cuando votasenadores, también vota jueces? ¿no será éste un desafío para las nuevasgeneraciones de políticos? ¿no tendremos que hacer más hincapié en la letraconstitucional al momento de publicitar las ofertas electorales? El proceso electoral enciernes podría ser una buena oportunidad para traer a colación las incumbencias de loscargos que elegimos, más aún tratándose de la renovación de nuestra representaciónsenatorial. Sin dudas ello constituye un desafío, pero que claramente redundará en unrefuerzo del vínculo representativo, y una mayor calidad institucional.

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Martín J. Acevedo MiñoAbogado. Profesor de Derecho

Constitucional.Convencional Constituyente (MC)

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Salvo por honrosas excepciones, la realidad nos muestra, de manera dolorosa, que no existeindependencia editorial en Entre Ríos; el libre flujo de información y de comunicación estáseriamente obstaculizado por abusos sistemáticos del gobierno en cuanto a publicidad yrecursos financieros.

Ello, sin dudas, interfiere con la autonomía editorial y causa efectos intimidatorios muy seriossobre la libertad de los medios y el debate democrático en general.

Como consecuencia, la presión del gobierno sobre propietarios y directores de empresasinformativas dispara olas de autocensura que inhiben a salas de redacción completas y soncapaces de silenciar incluso a los periodistas más valientes.

Así, nuestra libertad de expresión se encuentra coartada por una suerte de “policía de laopinión” que tiene el objetivo último de que la prensa se convierta en una literal mensajera delgobierno.

Estas restricciones a la libre circulación de ideas y opiniones, representadas a través deacciones como la compra de determinada información o la imposición de la misma, laasignación arbitraria y discriminatoria de publicidad oficial y la utilización del poder delEstado y de los recursos de la hacienda pública para presionar, castigar, premiar o privilegiara periodistas y medios de comunicación de acuerdo a sus líneas informativas; cercenan yamenazan gravemente nuestro derecho a expresarnos y a recibir información veraz de larealidad que nos circunda.

Estos actos de censura indirecta y sutil se ocultan detrás de acciones aparentementelegítimas, llegando a su apogeo cuando los funcionarios usan el poder del erario público parainterferir directamente con el contenido de la información.

Como ejemplo, la pauta oficial se ha convertido en un claro indicador de objetividad ypluralidad, siendo que, cuanto menos “publicidad” oficial se observa en el medio periodístico,mayor objetividad en la información que difunde y mayor también es la pluralidad de voces yopiniones que se reproducen (de manera positiva) en el mismo.

Esa pauta, en muchos casos, llega a transformarse en el único o el máximo sostén dealgunos medios de comunicación; por lo que la mera posibilidad de una “censura financiera”de parte del gobierno que la aporta, genera un efecto inhibitorio absoluto sobre su libertadpara informar, al depender de aquella su propia supervivencia.

Como consecuencia, se reducen los límites de la crítica aceptable y se teme traspasarlos, ala vez que se genera un silencio forzado entre los ciudadanos, medios de comunicación yperiodistas que eleva considerablemente el “costo” de la expresión.

Se vuelve así a un “periodismo a la antigua”, dejando de lado la investigación y las crónicas,impidiendo las coberturas incisivamente críticas, o evitando reflejar los aspectos negativosdel gobierno, aún cuando se reflejen cotidianamente en nuestra realidad. Se hace unperiodismo de nota diaria y solo se reproducen (positivamente) las opiniones de políticosoficialistas.

SILENCIO FORZADO

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Esa literal opresión que se vive en los medios de comunicación fuerza el despido,desplazamiento o castigo de periodistas, provoca la asfixia financiera de voces críticas, generalíneas editoriales favorables o “pro gobierno”, niega acceso o prohíbe la cobertura de vocesopositoras o críticas, oculta las “malas noticias” o las edulcora, ejerciendo un control directo deltiempo de aire o del contenido del espacio impreso.

Aquí la situación empeora, ya que no sólo se presiona a los medios mediante la pauta oficial,sino que, además, los principales titulares de los diarios impresos y digitales son redactadosdirectamente desde las oficinas de prensa del Gobierno Provincial, con un control de hierrosobre los editores, o colocando en los lugares clave de decisión de los diarios a sus propiosempleados. Ello es fácilmente observable, con un simple cotejo de las ediciones del mismo díade los diarios de Paraná y el interior, o con una comparación de las noticias y fotos que sedestacan en los sitios web de toda la Provincia.

Así es como en Entre Ríos, parece, todos los empresarios son prósperos y los obreros felices,todo el mundo consume, vende, compra y vive feliz y seguro, batimos todos los records derecaudación, de producción y de generación de empleo, todos los días hay una obra más ynadie debería tener motivo para quejarse de nada… Pero a pesar de ello, aumentan losimpuestos, el gobierno se sigue endeudando para gastos corrientes, el campo está arruinado,el flagelo de la droga ha hecho estragos en nuestra población, el sueldo no alcanza, las obrasestán paralizadas, todos los días hay un homicidio más y las escuelas y rutas están destruidas.Entonces, cuando el relato deja de coincidir con la realidad, los ciudadanos nos sumergimos enun mundo falso, construido especialmente para nuestra supuesta satisfacción y felicidad, con elobjetivo último de lograr la autocensura general y evitar el pensamiento crítico.

Democracia y silencio no van de la mano: no solo debe garantizarse la pluralidad de mediosinformativos, sino que también debe evitarse que el gobierno sea dueño de nuestra opinión y denuestra información, evitando que se utilice el poder del Estado para castigar a la prensa o paracomprar las noticias del día.

Derribar ese cerco ¿sutil? es la punta del ovillo a desenredar para lograr una prensaindependiente y la garantía de nuestras libertades.

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Alejandro CanepaAbogado.

Secretario Legal y AdministrativoMunicipalidad de Paraná 2007/2011.

Frente Entrerriano Federal (FEF)

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La política visible se ha vuelto una insoportable catarata consignista. La consigna, más alláde sus ventajas para la propaganda, tiene al menos un gran defecto: no muestra las diversasaristas de una situación problemática, sino que tiene un efecto reduccionista queempequeñece la realidad e inhibe el pensamiento y la discusión.

Sobre la discusión, hay algo que no está demás decir: sólo es posible discutir con alguien queacepta la posibilidad de modificar su propia visión como consecuencia de la discusión; y ellovale cuando uno mismo es ese alguien: la intransigencia, actitud que reivindicamos en lo querefiere a ciertas bases éticas, resulta incompatible con el normal ejercicio de la democraciarepublicana.

Lamentablemente, el gobierno se ha caracterizado por una dosis enorme de consignismo.Pensemos en el slogan “Clarín miente”, que pretende esconder el hecho que (también) elgobierno hace lo propio.

Pero sería un error pensar que el consignismo se encuentra sólo en el campo oficialista.Enfrente, aunque no necesariamente desde las diversas fuerzas de la oposición política,tiende a haber una visión simplista, que puede emparentarse con la visión antipolítica. Enefecto, uno de los rasgos de este tipo de visión es no valorar la complejidad de los asuntos degobierno.

Debemos pues conjurar este mal apuntalando una visión crítica, que al mismo tiempo queimpugne la política oficial deje lugar para el análisis sereno de la realidad y la formulación deprogramas posibles y realizables.

El fastidio debido al abuso en torno a una supuesta “vuelta de la política” y de la “militancia” nodebiera llevar a la reivindicación de un individualismo que quizás nunca dejó de estar entrenosotros.Asimismo, la política debe, efectivamente, volver.

Es que se ha pretendido que la política ha vuelto como si la reivindicación del conflictoplanteado desde los atriles oficiales fuera su equivalente. O como si bastara la retórica quepontifica el espacio público.

Pensamos que la idea igualitarista esbozada en la parafernalia discursiva y audiovisual deloficialismo no logra plasmar en una política integralmente progresista que tienda a unasociedad con mayores niveles de igualdad.

La situación educativa ilustra en buena medida nuestro punto. El aumento presupuestariodeclamado desde el gobierno no se ha traducido en mejoras verificables en la calidad de laeducación que –en general- reciben los alumnos. Asimismo, vemos que la Escuela Públicaes cada vez más una institución que cristaliza las desigualdades sociales, antes que unbaluarte de la igualdad de oportunidades.

La referencia a la calidad del gasto, lejos de economicismos que no dan cuenta de lascomplejidades sociales y políticas, está unida al logro del acceso efectivo a derechos, todavez que no alcanza con que haya recursos destinados a un fin público si no existe unaadecuada utilización de los mismos.

QUE VUELVA LA POLÍTICA

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Este acento en la calidad nos lleva a sostener que la vuelta de la política debe tener un caráctersustancialista. Precisemos la idea: la contracara del actual gobierno debe buscarse en lainstrumentación de políticas públicas que procuren atacar las causas estructurales del atrasosocial y económico. Tales políticas, para ser sustantivas, deben pensarse en escalastemporales de mediano y largo plazo.Asimismo, su implementación requiere dosis importantesde racionalidad técnica. Durante los '90, la izquierda democrática (incluyendo a la Unión CívicaRadical) sostuvo la necesidad de subordinar el mercado a la política, interpretando tal consignaen el sentido de que el bienestar de la población no debía quedar en manos de agentes cuyalógica tiende a la maximización de ganancias.

Pero tal esquema no significa en modo alguno que las decisiones políticas puedan tomarseprescindiendo de las realidades. La voluntad, atributo humano determinante para la vida engeneral y la política en particular, no alcanza sino es en el marco del realismo. La voluntad delgobernante no alcanza por sí sola. Al respecto, Alberdi sostenía hace siglo y medio que undecreto o ley no transformaba el desierto en civilización.

Hoy día, el desafío de la política es constituir un sistema de partidos equilibrado, que permitaconformar gobiernos con autoridad, sujetos a control, que utilicen los recursos públicos enpolíticas consistentes, sustanciales, transparentes y realistas.

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Ramiro PereiraAbogado.

Ex secretario Convención Nacional de laUnión Cívica Radical;

miembro del Instituto Moisés Lebensohn.

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No es lo que están pensando. Este no es un texto separatista vasco, ni catalán, ni ellamento de un palestino desesperanzado. Tampoco es una broma, más bien todo locontrario. Es una pregunta en serio y sobre un tema muy serio: ¿Somos, losargentinos, una Nación?

Antes de responder, uno debería preguntarse ¿qué es una Nación?. Si lo hacen, esposible que se lleven una sorpresa. No es nada fácil definir el concepto de Nación. Yes lógico que así sea, porque se trata de un fenómeno social complejo. En rigor, haydos definiciones: una jurídica y otra socio-cultural, pero me interesa hacer foco enesta última. Generalmente, se define a la Nación como un conjunto de personas conciertas características en común: el idioma, la historia, la cultura; algunos teóricostambién incluyen al territorio y a la religión en esta definición. En este punto, viene alcaso la distinción: no son lo mismo Estado y Nación. El Estado es la organizaciónjurídica que rige en un territorio, sobre la población que lo habita. La Nación, encambio, es un conjunto de personas que comparten “algo”.

Si esta definición no termina de convencerlos, es porque hay buenas razones parapensar que no es del todo correcta. Basta con ver algunos ejemplos para entenderque no alcanza con compartir estas características para ser una Nación: a pesar dehaberlas compartido todas en algún momento, Argentinos y Uruguayos no somos lamisma Nación. Por otra parte, los Suizos son un buen ejemplo de Nación en la que notodos sus miembros comparten el mismo idioma. Pero, entonces, ¿Qué hace a unaNación?

Para poder ser considerado Nación, el grupo de personas que la conforman tienenque sentirse parte de una misma Nación. Parece una definición que no dice nada,pero dice mucho. En otras palabras, para ser Nación esas personas tienen que tener“Conciencia Nacional”. ¿Y qué es la Conciencia Nacional? Es la convicción de quetodos forman parte de un mismo conjunto, unidos por una historia y un destino común.Esto no quiere decir que sea una sociedad en la que todos piensan lo mismo, nitampoco que no existan conflictos de intereses; es una sociedad donde susintegrantes son conscientes de un pasado compartido y creen en la existencia de uninterés común a todos, superior a los intereses sectoriales o de clase, que los une enla construcción de un futuro mejor para todos.

Resulta obvio, pero creo que es bueno destacarlo: no siempre fuimos una Nación.A lolargo de nuestra historia podemos encontrar grandes procesos y políticas deintegración Nacional, que fueron ayudando a conformar nuestra ConcienciaNacional. Pero, si la Nación es una construcción social, así como pudo construirse,también puede destruirse.

¿Somos una Nación?

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Posiblemente estén pensando que no todos los procesos ni las políticas fueron en elsentido de la integración Nacional. ¡Y es cierto! Los casos más evidentes fueron lasreiteradas dictaduras militares, que mantuvieron a nuestra sociedad constantemente ensituación de conflicto y fragmentación. Al cenit de la conflictividad lo alcanzamos en los'70, con una verdadera fractura social, y llegando al extremo de un Estado que buscóexterminar una parte de la Nación. Nunca como entonces quedó tan claro que Estado yNación no son lo mismo. Nunca como entonces fue más oportuna la pregunta: “¿Somosuna Nación?”.

El gran desafío desde 1983 en adelante fue la reconstrucción de la Nación. No hablo delEstado de Derecho, ni de la Democracia, ni de la Economía del país. Hablo de laconcepción de que todos los argentinos estamos en el mismo barco. Y creo que todavíasigue siendo una deuda pendiente. No voy a negar que se lograron algunos pequeñosavances, pero las frustraciones económicas, las leyes de indulto en los '90 y lapolarización política de los últimos años no ayudaron en este proceso.

Afirmar que ya no somos una Nación puede ser una conclusión muy fuerte, inclusoexagerada. Tal vez no dejamos de ser una Nación, pero somos una Nación degradada.Somos hinchas del mismo equipo de fútbol, pero ¿Creemos que realmente existe uninterés común a todos?.

Alguien podría cuestionarme si es realmente importante que exista una ConcienciaNacional y cuál es el problema de ser una Nación degradada. Piensen en un equipo defútbol en el que a sus jugadores no les importa que gane su equipo, sino lucirse cada unode ellos. Es más, piensen en un equipo en el que sus jugadores ni siquiera creen quejugando juntos pueden ganar. Así está hoy la Argentina, producto de años defrustraciones colectivas y confrontación social y política. Cada uno pateando para supropio lado. Muchos argentinos dudan de la existencia de un interés común a todos yaún más de que seamos capaces de construir un proyecto colectivo en pos de un interéscomún. Seguramente conocen a algún argentino que piensa que el problema de estepaís son los argentinos; y no me refiero a una sana autocrítica, sino a una acusación: elproblema son los otros argentinos. Esta falta de unidad genera dos problemasesenciales: falta de compromiso con el resto de la sociedad y sesgo hacia el corto plazo.La falta de compromiso con el resto de la sociedad se puede ver en la escasaparticipación en actividades colectivas, como la política. El cortoplacismo se ve reflejadoen un cambio de prioridades de la sociedad: no ocupan los primeros lugares laeducación, la salud pública y el desarrollo económico a largo plazo, sino el incrementodel bienestar económico y el consumo de corto plazo, aún en detrimento de lasposibilidades de las generaciones futuras. Esto no es falta de generosidad, esdegradación de la Conciencia Nacional. Simplemente, no creemos que valga la penadedicar el tiempo a construir algo con los demás ni creemos que podamos construir unfuturo mejor para nuestros hijos y nietos.

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Francisco UrangaIngeniero Industrial

Miembro de la Fundación para el DesarrolloEntrerriano “Gob. Dr. Raúl L. Uranga”.

Movimiento de Integración y Desarrollo.

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Pero esto puede revertirse, aunque no va a ser fácil. El contexto internacional actual nossonríe y estamos frente a una oportunidad histórica de volver a subirnos al tren deldesarrollo, para comenzar a resolver el problema de la desigualdad en la Argentina quees un limitante muy fuerte para la unidad nacional y para borrar de la concienciacolectiva la idea de que no podemos construir un futuro mejor juntos. ¿Qué estamoshaciendo para aprovecharla?

“Odio a la puta oligarquía”, “Los piquetes de la abundancia”, “Les importa más lo quepasa en Miami que lo que pasa en San Juan”, “El 8N es un invento de una facción deultraderecha paga”, “Los buitres y los caranchos no están solamente afuera”.

No parece que desde el gobierno estén muy convencidos de que recomponer laarmonía en nuestra sociedad sea una prioridad. Es más, el conflicto les ha resultadomuy redituable a sus intereses de grupo, como partido gobernante. Incluso, demomentos, parece que confunden sus intereses de grupo con el interés nacional. Escomo para no ilusionarse demasiado sobre la posibilidad de comenzar a revertir estasituación.

Pero el contexto internacional no es nuestra única esperanza. Hay una nuevageneración de jóvenes, nacidos, crecidos y/o educados en democracia, que no vivieronlos procesos de degradación nacional que tuvieron lugar durante los '50 años de golpesmilitares y fragmentación social, o al menos no crecieron ni fueron educados duranteese periodo. Se abre una oportunidad inédita en nuestro país para reconstruir unaNación con argentinos que no creen que el problema somos los argentinos, sino quesomos la solución. Es un camino largo, pero ya se están dando los primeros pasos. Y sinecesitan alguna prueba, están estas páginas de Diálogo Paranaense, que muestranque no hace falta pensar lo mismo para sentarse a pensar juntos en futuro mejor paratodos.

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