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LA META CONSUMADA Muchos cristianos nunca se han dado cuenta de que Dios nos escogió, nos predestinó, nos redimió, nos perdonó y nos agració con el propósito de que en Cristo todo sea reunido bajo una cabeza. ¿Se había dado cuenta que usted fue escogido y predestinado para que Dios pueda hacer que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas? ¿Había considerado que Dios lo redimió y perdonó sus pecados con el fin de que todo sea reunido bajo una cabeza? Los cristianos tal vez sepan mucho acerca de la elección y la predestinación, pero probablemente no saben que la meta de esto es que en Cristo todo sea reunido bajo una cabeza. Quizá ni nosotros mismos veamos esto claramente. Estamos acostumbrados a decir que la meta de Dios no es ni la santidad ni la espiritualidad, sino la iglesia. Sin embargo, la meta consumada no es la iglesia, sino reunir todas las cosas en Cristo, la Cabeza. Sí, la iglesia es la meta de Dios, pero no la meta consumada, la meta en su última etapa. La iglesia es la meta en la etapa inicial. La meta consumada es que Cristo sea Cabeza sobre todas las cosas. Este concepto se halla únicamente en Efesios 1:10; no se halla en ningún otro versículo de la Biblia. Dios hizo a Cristo Cabeza sobre todas las cosas (v. 22). Por todas las diferentes dispensaciones de Dios en todas las edades, todas las cosas serán sometidas a Su autoridad como Cabeza en el cielo nuevo y la tierra nueva. Eso será la administración y economía eterna de Dios. LA IGLESIA PARTICIPA EN LA AUTORIDAD DE CRISTO Para hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, Dios primeramente reúne en Cristo a Sus escogidos. Por tanto, la vida de iglesia es una vida en la cual tomamos a Cristo por Cabeza. Efesios 1:22- 23 dice: “Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. El versículo 22 dice que Dios dio a Cristo por Cabeza sobre todas las cosas. Esto indica que El no es únicamente la Cabeza de la iglesia, sino también de todo lo demás. Dios dio a Cristo por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. La preposición “a” denota una trasmisión. Esto indica que la autoridad de Cristo la Cabeza es trasmitida a la iglesia, o sea, que en cierto sentido podemos participar de la autoridad que Cristo ejerce sobre todas las cosas. Aunque no somos la cabeza, podemos participar de Su autoridad. Dicho de otro modo, aunque no somos el rey, podemos participar del reinado. La iglesia tiene parte en la autoridad de Cristo porque la iglesia es el Cuerpo de Cristo. El Rey no sólo es la Cabeza, sino también la Cabeza y el Cuerpo. Cristo no es la Cabeza únicamente, sino también el Cuerpo (1 Co. 12:12). Puesto que la iglesia es el Cuerpo, y Cristo es tanto la Cabeza como el Cuerpo, podemos decir que en cierto sentido, nosotros, por ser Su Cuerpo, somos también Cristo. Aunque no somos la Cabeza, podemos participar de la autoridad de Cristo. Somos el Cuerpo de la Cabeza, y la Cabeza es cabeza sobre todas las cosas. Nosotros no sólo tenemos autoridad sobre los insectos, los gatos y los perros, sino también sobre presidentes, reyes, generales y líderes industriales; estamos por encima de todos ellos. ¿Está por encima de nosotros el Presidente de los Estados

Efesios Part 4

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Page 1: Efesios Part 4

LA META CONSUMADA

Muchos cristianos nunca se han dado cuenta de que Dios nos escogió, nos predestinó, nos redimió, nos perdonó y nos agració con el propósito de que en Cristo todo sea reunido bajo una cabeza. ¿Se había dado cuenta que usted fue escogido y predestinado para que Dios pueda hacer que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas? ¿Había considerado que Dios lo redimió y perdonó sus pecados con el fin de que todo sea reunido bajo una cabeza? Los cristianos tal vez sepan mucho acerca de la elección y la predestinación, pero probablemente no saben que la meta de esto es que en Cristo todo sea reunido bajo una cabeza. Quizá ni nosotros mismos veamos esto claramente. Estamos acostumbrados a decir que la meta de Dios no es ni la santidad ni la espiritualidad, sino la iglesia. Sin embargo, la meta consumada no es la iglesia, sino reunir todas las cosas en Cristo, la Cabeza. Sí, la iglesia es la meta de Dios, pero no la meta consumada, la meta en su última etapa. La iglesia es la meta en la etapa inicial. La meta consumada es que Cristo sea Cabeza sobre todas las cosas. Este concepto se halla únicamente en Efesios 1:10; no se halla en ningún otro versículo de la Biblia.

Dios hizo a Cristo Cabeza sobre todas las cosas (v. 22). Por todas las diferentes dispensaciones de Dios en todas las edades, todas las cosas serán sometidas a Su autoridad como Cabeza en el cielo nuevo y la tierra nueva. Eso será la administración y economía eterna de Dios.

LA IGLESIA PARTICIPA EN LA AUTORIDAD DE CRISTO

Para hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, Dios primeramente reúne en Cristo a Sus escogidos. Por tanto, la vida de iglesia es una vida en la cual tomamos a Cristo por Cabeza. Efesios 1:22-23 dice: “Y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. El versículo 22 dice que Dios dio a Cristo por Cabeza sobre todas las cosas. Esto indica que El no es únicamente la Cabeza de la iglesia, sino también de todo lo demás. Dios dio a Cristo por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. La preposición “a” denota una trasmisión. Esto indica que la autoridad de Cristo la Cabeza es trasmitida a la iglesia, o sea, que en cierto sentido podemos participar de la autoridad que Cristo ejerce sobre todas las cosas. Aunque no somos la cabeza, podemos participar de Su autoridad. Dicho de otro modo, aunque no somos el rey, podemos participar del reinado.

La iglesia tiene parte en la autoridad de Cristo porque la iglesia es el Cuerpo de Cristo. El Rey no sólo es la Cabeza, sino también la Cabeza y el Cuerpo. Cristo no es la Cabeza únicamente, sino también el Cuerpo (1 Co. 12:12). Puesto que la iglesia es el Cuerpo, y Cristo es tanto la Cabeza como el Cuerpo, podemos decir que en cierto sentido, nosotros, por ser Su Cuerpo, somos también Cristo. Aunque no somos la Cabeza, podemos participar de la autoridad de Cristo. Somos el Cuerpo de la Cabeza, y la Cabeza es cabeza sobre todas las cosas. Nosotros no sólo tenemos autoridad sobre los insectos, los gatos y los perros, sino también sobre presidentes, reyes, generales y líderes industriales; estamos por encima de todos ellos. ¿Está por encima de nosotros el Presidente de los Estados Unidos, o nosotros por encima de él? En realidad, nosotros estamos sobre él. Al decir esto, de ninguna manera estoy fomentando una insurrección; simplemente estoy declarando el hecho espiritual de que nosotros, los miembros del Cuerpo de Cristo, estamos por encima de todas las cosas. Lo único que está sobre la iglesia es el propio Cristo; nosotros estamos por encima de todo lo demás porque somos el Cuerpo de Aquel que está por encima de todas las cosas. ¿Tiene la confianza de decir que usted está por encima del presidente de los Estados Unidos y de la reina de Inglaterra? Probablemente no la tenga. Pero yo puedo decir con honestidad que si estuviera en la presencia del presidente de los Estados Unidos, tendría la sensación de que estoy por encima de él. Esto no lo digo para vanagloriarme; simplemente estoy consciente del hecho espiritual.

UNA MONTAÑA DE ESCOMBROS

La razón por la cual usted no se atreve a declarar su posición quizás se deba a que usted mismo no se ha sometido a la autoridad de Cristo. Tal vez sea salvo y esté en la iglesia, pero todavía no toma a Cristo por cabeza. Es posible que aún se halle en la montaña de escombros del universo, es decir, en el desplome universal provocado por la rebelión. Debido a las dos rebeliones, la de los ángeles y la de los hombres, todo el universo está en estado de desplome. A los ojos de Dios no existe orden en la tierra; lo que hay es una montaña de escombros provocada por un desplome universal. Supongamos que un edificio grande se derrumba repentinamente y se convierte en una montaña de escombros. En este montón unas cosas están sobre otras. Del mismo modo, en el desplome provocado por la rebelión, ciertas personas, tales como el presidente o los jefes de estado, están por encima de otras. En el desplome, el presidente de los Estados Unidos, por supuesto, ocupa una posición más alta que nosotros. Con todo, todos los líderes mundiales permanecen en este estado de derrumbamiento.

Puedo testificar que por la gracia del Señor yo ya no estoy entre los escombros; ya fui rescatado. Ser rescatado de los escombros equivale a ser sometido a la autoridad de Cristo la Cabeza. ¡Aleluya, estoy bajo Su autoridad! Por haberme sometido a la Cabeza, he sido sacado de la montaña de escombros provocada por el desplome universal. Por tanto, ahora ocupo una posición superior a los que todavía están ahí. ¿Se ha sometido usted a la autoridad de Cristo la Cabeza? ¿Ha sido rescatado de los escombros de la rebelión? Todos necesitamos ser liberados de la montaña de escombros y tomar a Cristo por Cabeza.

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Todo el universo es una montaña de escombros provocada por la rebelión. Dios creó el universo en perfecto orden, pero un arcángel, el cual era la cabeza durante la edad antes de la de Adán, se rebeló y vino a ser Satanás (véase Isaías 14). La rebelión de Satanás provocó el primer desplome en el universal. En Génesis 1, Dios intervino para restaurar la creación que había sido arruinada a raíz de dicha rebelión. En realidad, el capítulo uno de Génesis no es principalmente una crónica de la creación, sino de la restauración. En el universo restaurado, Dios creó al hombre y lo puso por cabeza de la creación. Pero este hombre, Adán, cayó. Esta fue la segunda rebelión, la cual provocó un segundo desplome. Como resultado de estas dos rebeliones, todo el universo se convirtió en una montaña de escombros. Como dije anteriormente, en este montón, aunque algunas personas están por encima de otras, todas están en un estado de desplome.

LA INTENCION ETERNA DE DIOS

La intención eterna de Dios es hacer que en Cristo, quien fue designada la Cabeza universal, sean reunidas todas las cosas. El primer paso que Dios da para llevar a cabo esto es hacer que Sus elegidos sean reunidos en Cristo bajo una cabeza . Uno por uno, Dios rescata a Su pueblo de entre la montaña de escombros provocada por el desplome universal. No obstante, la mayoría de los cristianos no se dan cuenta de que esto es lo que Dios está haciendo, y por ende, no oran por ello. Por el contrario, ellos tienen el concepto natural de que el hombre cayó y necesita ser rescatado del infierno. Pero según la Biblia, la salvación de Dios no consiste principalmente en salvarnos del infierno, sino en rescatarnos de la montaña de escombros. Dios nos sacó del desplome universal y nos puso bajo una sola Cabeza, Cristo. Debido a la rebelión de los ángeles y del hombre, ningún ser creado está sometido a la autoridad. Simplemente no hay orden en el universo. No obstante, Efesios 1:10 afirma que en Cristo todas las cosas serán reunidas bajo una cabeza. A la mayoría de los mandatarios no le importa Cristo, ni están sujetos a Su autoridad. Ante esta situación, ¿cómo puede ser Cristo la Cabeza sobre todas las cosas? Dios sigue operando para lograr este propósito. El labora para hacer que todas las cosas que se hallan en el desplome universal, sean sometidas de nuevo a la autoridad de la Cabeza, Cristo.

LA IGLESIA ES LA PRIMERA EN TOMAR A CRISTO POR CABEZA

Ya vimos que el primer paso consiste en que Dios saque a Sus escogidos, a Sus hijos, del desplome universal y que los ponga bajo la autoridad de Cristo. Bajo la autoridad de la Cabeza, estamos fuera de la montaña de escombros provocada por el desplome universal y estamos por encima de todo. Por tanto, la vida de iglesia tiene que ser una vida en la cual tomamos a Cristo por Cabeza. En la vida de iglesia son los elegidos de Dios, y no los líderes mundiales, los incrédulos ni los animales, que toman a Cristo por Cabeza . Dios reúne bajo una cabeza a Sus elegidos para que sean el Cuerpo de Cristo, cuya Cabeza es Cristo mismo. Un día, este Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo, llegará a ser la Cabeza universal de todas las cosas. Hoy, los que estamos en la iglesia somos los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Si en la vida de iglesia no estamos dispuestos a someternos a El, postergaremos el sometimiento de las demás cosas. De hecho, Dios no podrá hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, si nosotros, los escogidos, no estamos dispuestos a someternos a Su autoridad. Pero si estamos dispuestos a hacer esto, Dios dirá con gozo: “Estos son los pioneros, los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Ellos preparan el camino para que Yo pueda hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas”. Cuando la iglesia toma la iniciativa y se sujeta a la autoridad de Cristo, Dios puede hacer que todas las demás cosas sean reunidas bajo una cabeza.

LA RESTAURACION DE TODAS LAS COSAS

Hemos visto que a causa de las dos rebeliones, toda la creación se convirtió en una montaña de escombros. Todo carece del orden apropiado. Por ejemplo, en el reino animal no hay orden; los animales se pelean entre sí. En el reino vegetal no hay armonía. Y lo mismo es cierto de la vida humana: nación pelea contra nación, pueblo contra pueblo y raza contra raza. Con todo, la Biblia revela claramente que cuando venga el milenio, las naciones dejarán de pelear. En la actualidad se llevan a cabo muchas negociaciones en cuanto al control de armamento, pero en el milenio no habrá armas. Isaías 2:4, refiriéndose al milenio, dice: “Y forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”. En cuanto a la situación que prevalecerá en el reino animal durante el milenio, Isaías 11:6 declara: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos”. Esto indica que todos los animales estarán bajo autoridad y vivirán juntos en paz. Además, Isaías 55:12 dice: “Todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso”. Ellos cantarán alabanzas a Dios juntos y en armonía. Salmos 96:12-13 declara: “Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo delante de Jehová”. Esto es una descripción de la situación que existirá cuando en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas. Cuando esto ocurra, habrá paz y harmonía en el reino humano, el reino animal y el reino vegetal, pues todas las cosas habrán sido plenamente rescatadas de la montaña de escombros provocada por el desplome universal. A este rescate se le llama “la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:21). Esta restauración comienza cuando nosotros tomamos a Cristo por Cabeza en la vida de iglesia.

LA LLAMADA IGLESIA ES UNA MONTAÑA DE ESCOMBROS

Sin embargo, ni aun en la llamada iglesia hay orden. No sólo el universo y la sociedad humana están en un estado de desplome, sino que también la llamada iglesia se halla en la misma condición. Por la gracia de Dios, todos debemos decir:

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“Señor, queremos ser los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Señor, condúcenos a tomar a Cristo por Cabeza. No queremos permanecer en el desplome. Queremos someternos a Ti y así ser rescatados del desplome”. Después de que hayamos salido del desplome, estaremos por encima de todo. Hasta que esto suceda, no tendremos la confianza de afirmar que estamos por encima del presidente. Si no nos sometemos a Cristo, aunque seamos salvos, permaneceremos en la montaña de escombros. ¡Que el Señor abra nuestros ojos para que veamos la revelación contenida en el libro de Efesios!

Muchos cristianos hablan de la iglesia, pero en su conversación la palabra “iglesia” ha perdido su significado. Sin embargo, en el libro de Efesios, la iglesia reviste mucha importancia. Pero si no sabemos lo que es someternos a la autoridad de Cristo, la Cabeza, no podremos saber qué es la iglesia. La iglesia no es un montón de personas caídas que permanecen todavía en el desplome. La iglesia se compone de los elegidos de Dios que se han sometido a la autoridad de Cristo, la Cabeza. En contraste con la iglesia auténtica, el cristianismo actual es una montaña de escombros. No importa a dónde uno vaya en el cristianismo, lo único que se ve es pila tras pila de escombros. La razón por la que se ven tantas pilas de escombros en las denominaciones o en los grupos libres cristianos es que, al igual que en la sociedad, no hay orden. Pero en la vida de iglesia apropiada estamos siendo reunidos bajo una cabeza en Cristo.

DEPENDE DE QUE CREZCAMOS EN VIDA

Es importante que veamos que la experiencia de ser reunidos bajo una cabeza en Cristo, lo cual se tiene en la iglesia, depende de que crezcamos en la vida divina. Si intentamos tomar a Cristo por Cabeza sin haber crecido en vida, nos convertiremos en una organización. Establecer el orden en la iglesia sin crecer en vida simplemente equivale a formar una organización. La experiencia de estar bajo Cristo, la Cabeza, depende del crecimiento en vida. Cuanto más crezcamos en vida, más vida tendremos, más nos someteremos a la autoridad de la Cabeza y más librados estaremos de la montaña de escombros provocada por el desplome universal. Ni la mano humana ni la organización humana puede lograr esto. Ningún esfuerzo humano puede contribuir al establecimiento del orden en la vida de iglesia. Yo no puedo ayudarle a usted, ni usted me puede ayudar a mí. Lo único que puede lograrlo es el crecimiento en vida. ¡Cuánto necesitamos crecer y ayudar a otros a crecer! Debemos ministrarnos mutuamente la vida para ayudarnos unos a otros a crecer. El establecimiento del orden en la vida de iglesia depende exclusivamente del crecimiento en vida.

Quisiera dejar en ustedes la impresión profunda de que todo el universo está en un estado de desplome. Nosotros fuimos salvos no sólo de nuestra condición caída y pecaminosa, sino también de la montaña de escombros. Ahora, para ser rescatados de ese montón de manera práctica, necesitamos crecer en vida. Cuanto más crecemos, más salimos del desplome.

POR MEDIO DE LA LUZ

En la vida de iglesia, el orden se establece también por medio de la luz (Ap. 21:23-25). Esta luz, por supuesto, no es la luz del conocimiento, sino de la vida. Juan 1:4 dice: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Esta luz resplandece de la vida en la cual crecemos. Cuando crecemos en vida, experimentamos la luz de la vida, y bajo esta luz, todo se mantiene en orden. Pero si en lugar de vida y luz tenemos muerte y tinieblas, todavía estamos en el desplome universal. Dondequiera que haya muerte y tinieblas, allí habrá ruina. En la sociedad humana, incluyendo el cristianismo actual, no hay nada sino muerte y tinieblas, y por tanto, una montaña de escombros. Pero debido a que nosotros estamos llenos de vida y bajo la luz, no somos parte de eso. Puesto que estamos en la vida divina y hacemos todas las cosas en la luz, no nos hallamos en la montaña de escombros. Aunque el cristianismo actual es una montaña de escombros, hundida en la muerte y las tinieblas, los que estamos en la vida de iglesia estamos en la vida y bajo la luz. La vida y la luz hacen posible que tomemos a Cristo por Cabeza.

Ya vimos que la iglesia es la primera en tomar a Cristo por Cabeza. Al final, llegará el milenio, y después, el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. En el cielo nuevo y la tierra nueva, todas las cosas estarán reunidas bajo una cabeza en Cristo. En la Nueva Jerusalén no habrá ni muerte ni noche; antes bien, todo estará lleno de vida y bajo la luz. En la Nueva Jerusalén como centro, todas las cosas que existirán en el cielo nuevo y la tierra estarán reunidas bajo una cabeza en Cristo. Entonces se cumplirá plenamente Efesios 1:10. Allí nos daremos cuenta de que Cristo es la Cabeza sobre todas las cosas dada a la iglesia, Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Hoy, los que estamos en la vida de iglesia somos los primeros en tomar a Cristo por Cabeza. Para esto, necesitamos crecer en vida y tener la luz de la vida.

En este mensaje seguiremos estudiando la manera en que todas las cosas son reunidas en Cristo bajo una cabeza. Efesios 1:9 y 10 dice: “Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo, para la economía de la plenitud de los tiempos, de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, así las que están en los cielos como las que están en la tierra”. La palabra griega traducida “para” al principio del versículo 10 también puede traducirse “a fin de tener”. Así que, esa parte puede traducirse así: “Según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo a fin de tener la economía de la plenitud de los tiempos”.

La economía que Dios se propuso en Sí mismo consiste en hacer que en la plenitud de los tiempos todo tenga a Cristo por cabeza. La expresión “los tiempos” se refiere a las edades. Cuando aparezcan el cielo nuevo y la tierra nueva después de

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que se hayan cumplido todas las dispensaciones de Dios en todas las edades, eso será la plenitud de los tiempos. La palabra traducida “economía” también se encuentra en 3:2 [como “mayordomía”]: “Si es que habéis oído de la mayordomía de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros”. La expresión “la mayordomía de la gracia de Dios” alude a la administración de Su gracia.

EL PLAN ETERNO DE DIOS

Si queremos entender qué es la mayordomía de la gracia de Dios, debemos ver que en la eternidad pasada Dios se propuso un plan. Según este plan, El creó el universo, que incluye los cielos, la tierra y billones de cosas. Luego, Dios creó el linaje humano como centro del universo, para que fuese un envase que contuviera a Dios para que lo expresara. Estas palabras son breves pero abarcan toda la Biblia. El hombre no fue creado como instrumento, sino como un envase que contuviera a Dios para que Dios se expresara desde el interior del hombre. Este es el plan eterno de Dios, Su propósito eterno.

SATANAS INTRODUCE LA MUERTE EN LA CREACION DE DIOS

Dios, en Su sabiduría, permitió que un arcángel se rebelara contra El. Ninguna rebelión podría suscitarse sin que Dios la permitiera. Ni siquiera la rebelión de los ángeles podría efectuarse sin el permiso de Dios. Dios permitió que uno de Sus ángeles se levantara contra El. Esto ocurrió conforme a la sabiduría de Dios. La rebelión de Satanás sirve como un trasfondo oscuro de una pintura, el cual hace resaltar el objeto principal.

El libro de Génesis revela que Satanás vino y se inyectó en el hombre, quien era el centro del universo. Cuando se inyectó en el hombre, Satanás llegó a ser muerte y tinieblas para el hombre. Siempre que Satanás viene a nosotros o entra en nuestro hogar, él porta consigo muerte y tinieblas, y como resultado, todo se viene abajo. Una persona llena de vida puede mantenerse de pie; pero tan pronto se le inyecta el poder de la muerte, se desploma. En lugar de permanecer levantado, se desploma. Como dijimos en el mensaje anterior, todo el universo, incluyendo al hombre, es un montón de escombros, producto de que Satanás, como elemento mortal, se inyectara en la creación de Dios. Satanás introdujo la muerte en todo lo que Dios creó; toda la creación quedó infectada con el elemento mortífero de Satanás. Por esta razón, Romanos 8:20 y 21 declara que la creación fue sujetada a vanidad y está bajo la esclavitud de la corrupción.

Para inyectar una substancia en el cuerpo de una persona, no es necesario inyectarla en cada parte. Basta con aplicar la inyección en cierto lugar y la substancia se disemina por todo el cuerpo. Asimismo, Satanás se inyectó en el hombre, el centro del universo, y por medio de él el veneno de Satanás se esparció por doquier. Así que, no sólo el hombre está sujeto a la muerte, sino también todo lo que tiene vida. Cuando un ser viviente muere, se desploma. El elemento mortal se extendió a cada parte de la creación de Dios, y como resultado, la creación se desplomó y se convirtió en un montón de escombros.

El desplome del universo proporciona a Dios una excelente oportunidad de manifestar Su sabiduría. Sin esa situación de muerte y desplome, la sabiduría de Dios no podría manifestarse plenamente. Dios expresará Su multiforme sabiduría por medio de la iglesia. El desplome provocado al inyectar Satanás el factor mortífero en el hombre sirve como un trasfondo oscuro que hace que la sabiduría de Dios sea más gloriosa.

La manera en que Satanás opera consiste en adelantársele a Dios. Este es un principio que vemos en la Biblia. Cada vez que Dios quiere hacer algo, Satanás actúa primero. Por ejemplo, la Biblia revela que la intención de Dios es edificar una ciudad, la Nueva Jerusalén. Sin embargo, la primera ciudad que se edificó fue una falsificación producida por Satanás. Del mismo modo, la intención de Dios es impartirse en el hombre y forjarse en él; pero antes de que Dios lo lograra, Su enemigo, Satanás, falsificó esta obra al inyectarse en el hombre. Después de que Dios creó al hombre, lo puso frente al árbol de la vida, lo cual indicaba que Dios deseaba que el hombre lo recibiera a El. Dios nunca actúa apresuradamente; El siempre está dispuesto a esperar. Satanás, por el contrario, siempre actúa apresuradamente. Debemos aprender de esto que todo lo que hacemos de prisa probablemente no proviene de Dios, sino de Satanás. Antes de que Dios se impartiera en el hombre, Satanás se inyectó en él, el centro de la creación, lo cual causó que toda la creación se desplomara. Ahora, en vez de vida, hay muerte por doquier: en las oficinas, en las fábricas, en los negocios, en las escuelas, y aun en las llamadas iglesias. Debido a que la muerte se encuentra en todas partes, todo está desplomado. Frente a este trasfondo Dios se forja en el hombre.

EL HOMBRE ES UN CAMPO DE BATALLA

Dios vino al hombre para forjarse en él, pero no en el hombre que El creó originalmente, sino en el hombre en quien Satanás se había inyectado. Debido a que tanto Satanás como Dios están en el hombre, éste se ha convertido en un campo de batalla entre Dios y Satanás. Originalmente la lucha entre Dios y Satanás se libraba en el universo, pero ahora está dentro del hombre. ¿Sabía que usted es un campo de batalla en el que combaten Dios y Satanás? Como cristianos, se libra en nosotros una constante batalla. El factor de la muerte pelea contra el factor de la vida, pero el factor de la vida derrota, somete y absorbe el factor de la muerte.

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El uso de antibióticos es un ejemplo de esto. Cuando el antibiótico entra en el cuerpo, lucha contra los microbios. Jesucristo es el mejor antibiótico. Desde el día en que lo recibimos, se libra constantemente una batalla dentro de nosotros. Día tras día, Cristo, el antibiótico celestial, mata los microbios. Debido a que el veneno mortal se inyectó en nosotros, nos desplomamos. Pero cuando Cristo entró en nosotros, trajo consigo el factor de la vida, y poco a poco comenzamos a levantarnos, no por medio de enseñanzas, sino por ingerir el factor de la vida. Cuanto más vida recibimos, más nos levantamos. No obstante, es posible que después de recibir a Cristo, el enemigo inyecte de nuevo el factor de muerte en nosotros y nos haga caer de nuevo. En esas ocasiones, necesitamos recibir inyecciones adicionales del antibiótico celestial.

LEVANTARNOS Y ADHERIRNOS

Nos desplomamos a causa del factor de muerte, y nos levantamos por medio del factor de vida. Cuando el factor de muerte provoca un colapso, todas las partes de nuestro ser se desmembran. Podemos ver un ejemplo de esto en Ezequiel 37. Cuando los huesos se volvieron muertos y secos, se separaron unos de otros. Pero cuando el aliento de vida entró en ellos, se avivaron, se levantaron y se juntaron (Ez. 37:4-10). Este levantamiento y esta unión restablece el orden. Antes, los huesos estaban amontonados, cada uno de ellos estaba separado del cuerpo, pero cuando el aliento de vida entró en ellos, primero se levantaron, luego se unieron, después vinieron a formar un cuerpo e incluso un ejército. Este es el significado de tomar a Cristo por Cabeza.

No debemos tomar esto como una doctrina, sino verlo a la luz de nuestra experiencia. Muchos de nosotros podemos testificar que antes estábamos separados y formábamos parte del montón de escombros, producto del desplome del universo. Pero un día, el factor de vida entró en nosotros, y nosotros nos levantamos y nos unimos. Después de venir a la vida de iglesia, tuvimos la profunda sensación de que cada vez estábamos más erguidos y más unidos. Esto es obra de Cristo la Cabeza. Sin embargo, en varias ocasiones, el poder de la muerte ha entrado aun en la iglesia y ha inyectado en sus miembros el factor de muerte. Cuando esto sucede, ciertos miembros son envenenados y diseminan el veneno mortal a los demás. Una vez más estos queridos miembros se desploman y abandonan la esfera de la autoridad de Cristo. Pero, ¡alabado sea el Señor!, con el tiempo, el factor de vida regresa a ellos. Al infundírseles el aliento de vida y al entrar en ellos el factor de vida, ellos se levantan, se unen y vuelven a someterse a Cristo la Cabeza.