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Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 1 Ejes de articulación de conjuntos: Trabajo, vagancia, poder “El desfase entre los discursos de unos pocos y las prácticas de muchos, hizo decir a Vicente que no sabía que era ocioso porque trabajaba cuando podía, que no sabía que era ladrón hasta que se lo dijeron, y a explicar sus desventuras por estar destinado a padecer” (51).i En este ensayo seguimos uno de los ejes articuladores de poder que propone Aníbal Quijano, es decir, la noción de trabajo, y establecemos el vínculo entre estudios latinoamericanos y estudios subalternos de la India. Según Quijano “la experiencia del poder capitalista mundial, eurocentrado y colonial/moderno muestra que es el control del trabajo el factor primado en este patrón de poder….En consecuencia, el control del trabajo por el capital es la condición central del poder capitalista.” Sin embargo, advierte que “nada permite verificar la homogeneidad histórica de sus componentes, ni siquiera los fundamentales, sea del trabajo, del capital, o del capitalismo.” Alega que cada categoría alberga y articula “todas y cada una de las formas, etapas y niveles de la historia de cada una de ellas. Por ejemplo, el trabajo asalariado existe hoy…junto con la esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad.(350) ii A esta heterogeneidad histórica añadimos, a la tesis de Quijano, que parte del mismo sistema que él examina es la contraparte del trabajo que es la desocupación. Por eso mismo, entonces podemos afirmar, con él, que “[l]a articulación de heterogéneos, discontinuos y conflictivos elementos en una estructura común, en un determinado campo de relaciones…requiere relaciones de recíprocas, múltiples y heterogéneas determinaciones.” (351) En esta dinámica entra a fungir la noción de vagancia que Francisca Márquez y Patricio Toledo examinan en su texto, Vagabundos y andantes: Etnografías en Santiago, Valparaíso y Temuco. En este mismo texto, el artículo de Alejandra Araya, “Andar Andando, Historias de Vagabundos en Chile, Siglos XVI al XIX,” muestra cómo se constituye el sujeto vagabundo. Ella empieza por definir la relación entre sujeto, ley, y sociedad y coloca al vagabundo en una intersección predicada sobre las bases de la relación trabajo agrícola y modernización paulatina. Para ello, construye una genealogía del concepto, empezando por la etimología: vagabundo viene de la palabra ‘vacare’, que significa vacío, libre, ocioso. En el siglo XVI, se transmuta en ‘vagamundo’ por influencia del adjetivo ‘vago’ y del movimiento espacial de este grupo de gente. Mas, en cierto momento, vagar el mundo se torna conducta delictiva. En este momento se politiza el derecho y se articulan indisolublemente política y leya la Foucault.iii Vagamundo-vagabundo es un cuerpo biológico definido en términos de auto- sostenimiento, que atraviesa el cuerpo social e intersecta la necesidad de laborantes que exige el sistema capitalista mundial. Esto implica la relación patrón/asalariado y convoca la noción de clase que subyace la llamada ‘explotación del hombre por el hombre.’ Pero, a la vez, implica anexar el trabajo a un campo de racionalidad bajo el signo de la lógica de la productividad como incesante exigencia de verdad. Y aquí se coloca el quid de la cuestión puesto que de ese momento en adelante, la línea lícito/ilícito servirá de

Ejes de articulación de conjuntos: Trabajo, vagancia, … VAGANCIA, PODER.pdf · ocioso porque trabajaba cuando podía, que no sabía que era ... Por esta razón se les coloca en

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Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 1

Ejes de articulación de conjuntos:

Trabajo, vagancia, poder

“El desfase entre los discursos de unos pocos y las prácticas

de muchos, hizo decir a Vicente que no sabía que era

ocioso porque trabajaba cuando podía, que no sabía que era

ladrón hasta que se lo dijeron, y a explicar sus desventuras

por estar destinado a padecer” (51).i

En este ensayo seguimos uno de los ejes articuladores de poder que propone

Aníbal Quijano, es decir, la noción de trabajo, y establecemos el vínculo entre estudios

latinoamericanos y estudios subalternos de la India. Según Quijano “la experiencia del

poder capitalista mundial, eurocentrado y colonial/moderno muestra que es el control del

trabajo el factor primado en este patrón de poder….En consecuencia, el control del

trabajo por el capital es la condición central del poder capitalista.” Sin embargo, advierte

que “nada permite verificar la homogeneidad histórica de sus componentes, ni siquiera

los fundamentales, sea del trabajo, del capital, o del capitalismo.” Alega que cada

categoría alberga y articula “todas y cada una de las formas, etapas y niveles de la

historia de cada una de ellas. Por ejemplo, el trabajo asalariado existe hoy…junto con la

esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad.” (350) ii A

esta heterogeneidad histórica añadimos, a la tesis de Quijano, que parte del mismo

sistema que él examina es la contraparte del trabajo que es la desocupación. Por eso

mismo, entonces podemos afirmar, con él, que “[l]a articulación de heterogéneos,

discontinuos y conflictivos elementos en una estructura común, en un determinado campo

de relaciones…requiere relaciones de recíprocas, múltiples y heterogéneas

determinaciones.” (351) En esta dinámica entra a fungir la noción de vagancia que

Francisca Márquez y Patricio Toledo examinan en su texto, Vagabundos y andantes:

Etnografías en Santiago, Valparaíso y Temuco.

En este mismo texto, el artículo de Alejandra Araya, “Andar Andando, Historias

de Vagabundos en Chile, Siglos XVI al XIX,” muestra cómo se constituye el sujeto

vagabundo. Ella empieza por definir la relación entre sujeto, ley, y sociedad y coloca al

vagabundo en una intersección predicada sobre las bases de la relación trabajo agrícola y

modernización paulatina. Para ello, construye una genealogía del concepto, empezando

por la etimología: vagabundo viene de la palabra ‘vacare’, que significa vacío, libre,

ocioso. En el siglo XVI, se transmuta en ‘vagamundo’ por influencia del adjetivo ‘vago’

y del movimiento espacial de este grupo de gente. Mas, en cierto momento, vagar el

mundo se torna conducta delictiva. En este momento se politiza el derecho y se articulan

indisolublemente política y ley—a la Foucault.iii

Vagamundo-vagabundo es un cuerpo biológico definido en términos de auto-

sostenimiento, que atraviesa el cuerpo social e intersecta la necesidad de laborantes que

exige el sistema capitalista mundial. Esto implica la relación patrón/asalariado y convoca

la noción de clase que subyace la llamada ‘explotación del hombre por el hombre.’ Pero,

a la vez, implica anexar el trabajo a un campo de racionalidad bajo el signo de la lógica

de la productividad como incesante exigencia de verdad. Y aquí se coloca el quid de la

cuestión puesto que de ese momento en adelante, la línea lícito/ilícito servirá de

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 2

demarcación para este tipo de predicación del ser que oscila entre simple vago y

delincuente—ontologías de la criminalidad según el derecho.

Buscar trabajo es desplazarse a través de un espacio social; no encontrarlo, se

torna en conducta delictiva, cuerpo que franquea la línea de la criminalidad que establece

el eje trabajo/poder como derecho ajeno y como no-derecho propio. Las clases

dominantes siempre han identificado su voluntad con la ley y es a través del derecho que

se han constituido como conjunto unitario, colocado sobre todos los derechos

heterogéneos. Así, el ejercicio del poder se formula siempre en el derecho, como afirma

Foucault. El estudio de Araya pone en evidencia cómo la urbanización, la

modernidad/colonialidad, la política que impulsa la economía mundo influye en los

cambios del concepto.

En el siglo XVI, se establecía la diferencia entre pobres verdaderos y falsos

pobres: los verdaderos pobres eran nativos de la comunidad, personas conocidas,

físicamente impedidas, que no pueden usar su cuerpo para trabajar. Por esta razón se les

coloca en un margen de seguridad dentro de la dimensión jurídico-político y quedan

autorizados a mendigar, a recibir licencias especiales, tales como la caridad. En cambio,

los fuereños, desempleados temporales, forasteros vagamundos, eran considerados falsos

pobres o pobres fingidos. En tanto que biológicamente aptos para ofrecer su fuerza de

trabajo, se sitúan dentro del código con que se piensan, presentan, y prescriben los hechos

y procedimientos de poder por el discurso jurídico-político. Son, por ende, dignos de

castigo y encarcelamiento si no se ajustan a este sentido del derecho. De esta manera, se

establece una cesura legal que define quiénes necesitan y merecen la asistencia del

Estado y quiénes no. Por ser sano y apto para el trabajo, la sociedad presupone que “el

vagabundo es un hombre libre de lazos de dependencia, lo que implica en cierto modo no

tener trabajo al no estar al servicio de alguien” (39)—construcción crucial a la relación

capital/sujeto/ley y pretexto para deslizar el sentido de libertad al de libertinaje.

Sabemos que a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, muchas industrias

llegaron a ser especializadas y nuevos sistemas laborales ocuparon el espacio social. De

ahí surgió esas “nuevas concepciones sobre el trabajo lícito y el trabajo entendido como

producción” (43). A mediados de dicho siglo, Manuel de Salas presentó una visión de

los hechos desde la lógica de la verdad del no-poder y desde el eje articulador del poder y

derecho del trabajador, haciendo notar lo obvio; esto es, “que el problema no era la

ociosidad natural de la población que se compelía al trabajo, sino la falta de trabajo

permanente” (49). Consecuentemente, estos no son pobres debido a su naturaleza

‘ociosa’ o ‘libertina’ sino a la falta de oportunidades. Araya observa cómo “campos y

ciudades presenciaban el paso de muchos hombres y mujeres buscando ocupación, pero

el discurso imperante atribuía esta situación a su naturaleza, enfrentándolo con temor y

miedo a perder el control sobre una población numerosa y desconocida” (50). Pasear el

cuerpo por la geografía social era interpretado como una voluntad propia y contraria al

eje de poder trabajo/capital; expresión de un deseo que habría que domeñar; ejercicio de

libertad que se torna rebeldía. Deambular el espacio, vagar el mundo, ocupar lo público

era hacer circular esa energía salvaje, natural y viviente, biológica, que sin cesar asciende

desde lo bajo y pone reparos, desobedece y obstaculiza el orden que viene desde arriba.

Ranajit Guha piensa esto en el renglón de lo político como la temida espontaneidad del

pueblo. “La primera [la movilización de la elite] era, por regla general, más cautelosa y

controlada; la segunda [la movilización de los subalternos] más espontánea. La

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 3

movilización popular en el periodo colonial halló su más amplia realización en los

levantamientos campesinos” (29).iv

Vago, entonces, es el que busca trabajo en cualquier labor agrícola o ganadera.

En el siglo XVIII, las labores de campo eran predominantemente estacionales y esto

ocasionaba una población flotante que se mudaban constantemente en busca de trabajo.

La genealogía del término pone de manifiesto la contradictoriedad de la lógica económica

que exige la migración de los peones, y la moralidad laboral que obliga el asentamiento

de la gente. De esta manera, los peones sufren un padecimiento doble, primero por

carecer de trabajo y segundo por ser acusados de vagos cuando lo buscan. Esta es una

variante de la afamada horizontalidad en las políticas de las sociedades agrarias de las

que habla Guha, contra la verticalidad de las clases propietarias. Oigamos lo que dice:

En el dominio de la política de élite, la movilización se lograba verticalmente,

mientras que en el de la política del subalterno se la lograba horizontalmente. La

instrumentalización de la primera se caracterizaba por una dependencia

relativamente mayor respecto a las adaptaciones coloniales y …las instituciones

políticas semi-feudales …precolonial[es]; la de la segunda dependía más bien de

la organización tradicional del parentesco y la territorialidad o de las asociaciones

de clase, según el nivel de conciencia de la gente implicada (28).iv

El vagabundaje es seña de la escasez laboral. La gente tiene que andar el espacio

en busca de laboro. Ese es uno de sus derechos y parte de la condición humana. Pero la

movilidad espacial se convierte en señal de ocio, y el ocio es la “madre de todos los

vicios” (40). De ahí la sospecha: el vagabundo es un hombre libre de los lazos que

articulan trabajo/capital y política/derecho/ley. Visto con el lente del capital, el

vagabundo no es definido por su falta de oficio, por su búsqueda de trabajo, sino por la

movilidad, por su deambular, por escapar estar al servicio de alguien. No estar al

servicio de alguien es ser un mal pobre. Vagar no es un ejercicio de la libertad sino

prácticas de libertinaje.¡Conducta sospechosa! ¡Energía sin brida! ¡Ontología sin ley! El

texto que examinamos propone que esos mismos vagos son “los vagabundos de hoy,

pobres en la calle, sin hogar y ligados en sus representaciones a la suciedad como rasgo

predominante” (54).

La figura vagabunda: el caso ‘C’: Señor Basura y Capitán Inmundo.

En el capítulo preliminar de Vagabundos y andantes… Márquez explora las

representaciones del vagabundo como figura. Esta se van constituyendo a partir del

andar del vagabundo, seguido corporalmente por los antropólogos participantes en el

volumen que los acompañan en su caminar por la ciudad. De esta manera, los

antropólogos que escriben los textos, convivieron con los vagabundos haciendo un

trabajo de campo que involucraba su propio cuerpo. Constataron que la constitución del

sujeto vagabundo recorre una línea histórica de la relación industria, trabajo, salario y ley

que explica porqué y cómo se quedaron al aire. También documentaron los procesos de

la modernidad mediante los cuales un excedente poblacional de desocupados va

habitando las geografías físicas de lo social y quebrando la línea entre lo público y lo

privado, ocupando los espacios de la nación e invadiendo el sentido de lo propio de lo

elite nacional.

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 4

El libro se dedica a las vidas mismas de hombres y mujeres que se vuelven

vagabundos en Chile. Las etnografías están ambientadas en los espacios públicos de

Temuco, Valparaíso y Santiago. Por ejemplo, en la Plaza Echaurren, en el centro

histórico de Valparaíso, la etnógrafa Francisca Retamales describe sus interacciones con

Mister Gato, Loco Lilo, Daniel y Luis, hombres que sobreviven juntos a través de la

colaboración entre ellos mismos, las organizaciones sin fines lucrativos y la bondad de la

gente durante sus horas de machetear [buscarse la vida]. Mientras estos hombres deciden

habitar la plaza, otras etnografías ilustran las múltiples formas de habitación de los

vagabundos. En “Los rucos del Barrio Yungay,” Guillermo Molina presenta las vidas de

La Turca, El Negro, Pilar y El Peruano en un barrio de Santiago. Estos individuos relatan

cómo ocupan edificios abandonados donde sus vidas andantes se vuelven más

sedentarias??. Además de describir las condiciones en las cuales viven, vagabundos y

andantes relatan historias que contextualizan su circunstancia como vagabundos. Ambos

grupos de vagabundos operan como una unidad familiar.

Como obra etnográfica, cada sección traza las rutas diarias de la gente que ocupa

un espacio ambivalente, siendo a la vez enteramente visibles e invisibles. A través de las

etnografías presentes, los individuos del margen se expresan y se presentan a través del

habla y la escritura. Pongo por ejemplo el habla de Luis. La narrativa de Luis es una

historia con poco apoyo. Dejado por su madre en un internado, fue violado por el director

cuando tenía ocho años. Cuando tenía 18, salió para encontrar a su madre, pero ella lo

rechazó. Luis vive con otro hombre, Daniel, en un ruco [vivienda hecha de materiales

desechables]. Toman vino por el frío y macheatan por necesidad. Luis expresa deseo de

salir de esta vida, pero no hay nadie que les ayude a rehabilitarse. Los servicios sociales

no alcanzan a estas poblaciones, probablemente consideradas aptas para trabajar. Su

cuerpo no muestra ningún impedimento y ya vimos como desde siglos pasados se

estableció la diferencia entre un físico y biológicamente apto y un cuerpo mutilado. Es a

través del vagabundo, como metáfora o figura, que se puede entender el libro dentro del

contexto de los estudios subalternos.

La estrategia de las ciencias sociales de Vagabundos y andantes... es cuestionar de

frente las representaciones homogéneas, dominantes del vagabundaje y rebatirlas

mediante la presentación y seguimiento de una pluralidad de individuos vagabundos,

tales el caso de Mister Gato, Loco Lilo y Daniel , y de La Turca, El Negro, El Peruano y

Pilar, y de Luis. Cada una de estas historias desdice las narrativas peyorativas acerca de

los sin hogar. De esta manera, este trabajo etnográfico pone en cuestión epistemologías

dominantes y relaciones de poder que constituyen el imaginario chileno, también

aplicable a otros procesos de modernización mundialmente. Analizar los discursos de los

protagonistas, nos ayuda a entender la dinámica social chilena. El libro ofrece otra

versión de la realidad a través de las perspectivas marginales—un hecho que cuestiona

los sistemas referenciales dominantes. En este sentido, Vagabundos y andantes no sólo

revela las vidas de los marginados, sino que también re-articula la relación entre

estado/nación/‘pueblo.’

La metáfora del vagabundo sirve como manera de entender la subalternidad. Para

sopesar cómo el texto que examinamos constituye alternativas al discurso dominante,

acudimos a los postulados teóricos de los estudios subalternos Indios y Latinoamericanos.

En su ensayo “Writing in Reverse: On the Project of the Latin American Subaltern

Studies Group,” John Beverley describe las metas del grupo y justifica su existencia.

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 5

Inspirado por el grupo de estudios subalternos en la India, el grupo latinoamericano

delinea varios problemas existentes de la centralidad de los intelectuales, marcados por

Gayatri Spivak en su ensayo “Can the Subaltern Speak?” Entre ellos, los de la

representación, la posicionalidad y el lenguaje se vuelven fundamentales en los estudios

subalternos. Beverley explica que existe la necesidad de re-formular la relación entre el

‘pueblo’/estado/nación y, siguiendo el trabajo de Guha, rebatir la perspectiva colonial

dominante de la historiografía (Beverley 626-627). Se puede argüir que Vagabundos y

andantes… enfrenta los dos problemas. Primero, es preciso ver cómo las etnografías re-

conceptualizan la epistemología dominante y, segundo, seguir una aproximación

subalterna al tema ‘pueblo’/nación/ estado.

Las etnografías de los vagabundos provocan un reflexión sobre el sujeto y su

interpelación dentro de los sistemas referenciales. Por ejemplo, el caso de un individuo

vagabundo en Temuco, Chile, revela varias formas de resistencia. En el capítulo “Los

moradores de la calle en la capital de la Araucanía,” Marcelo Berho escribe sus

interacciones con un hombre extraordinario de más o menos cincuenta años. El estudio

lo realiza Berho en 1988. A través del capítulo, Berho usa la letra ‘C’ para referirse a este

hombre delgado y pequeño. Aunque no se sabe por qué Berho sólo usa ‘C’ para referirse

al individuo, cabe decir que sólo usar la letra ‘C’ es mantenerlo en el anonimato, subrayar

su invisibilidad, y se corresponde bien con la actitud y el comportamiento de ‘C’—un

hombre que evita tener relaciones personales con otros y que visita el centro de la ciudad

por la noche cuando hay poca gente (113, 117). Lo que destaca esta etnografía es la

relación entre el sujeto, el poder y el lenguaje. El etnógrafo nota la representación de ‘C’

en la ciudad de Temuco—un hombre en el margen extremo de la sociedad.

No pudiendo captar menos que el interés apasionado de un etnógrafo

dispuesto a ver al hombre detrás de la rareza. Porque para cualquiera que

lo viese, C era raro, muy raro, un freak según los adolescentes de ahora.

En ese tiempo C se había ganado, entre otros, apelativos como Señor

Basura y Capitán Inmundo. Para otras personas que por casualidad se

cruzaban con él—como el portero de un colegio, un zapatero y un

cuidador de autos—, aparecía como enfermito y loco. (Berho 113-114)

Para evitar caer en el mismo problema que los estudios subalternos tratan de combatir—

borrar la voz subalterna, sustraer la auto-representación (vertreten) del mismo—en

cuanto a la representación dominante de ‘C’, Berho se preguntó: “Pero, ¿Era [C]

realmente así?” (Berho 114). No basta con decir que ‘C’ es ‘enfermo’ o ‘loco,’ y el

trabajo del etnógrafo es intentar re-conceptualizar, o revelar, la relación entre ‘C’ y el

imaginario social. En este sentido, Berho (re)presenta a ‘C.’ En esto podemos citar el

problema que presenta Gayatri Spivak respecto a la representación. Ella establece la

diferencia entre representación (vertreten) y re-presentación (darstellen). Vertreten

refiere al acto de hablar a favor de alguien. Darstellen significa hablar en vez de alguien.

(Spivak 275-276). Es decir, aunque Berho, el etnógrafo, cita a ‘C,’ el texto es

principalmente mediado por él mismo como etnógrafo. Más, Berho intercede por ‘C’ y en

este caso, lo representa, en el sentido de vertreten, habla a su favor. Pensemos, además,

que Spivak utiliza el término re-presentación (darstellen) para destacar otro aspecto de la

subalternidad y la subjetividad. Esto es la construcción del sujeto como heterogéneo. El

lenguaje re-presenta al sujeto, lo singulariza, aunque el sujeto es un ser heterogéneo y

dinámico. Es decir, el individuo que habla tiene que entender su propia posición y

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 6

multiplicidad. El lenguaje engendra al sujeto, y por eso, el acto de hablar no puede

capturar la esencia del individuo, sólo puede re-presentar (Spivak 275-277). Parece que

Berho cuestiona ambos significados de representación: la representación y la re-

presentación. Al preguntarse “¿Era [C] realmente así?,” lo que Berho destaca es su

reflexión sobre (1) la representación de ‘C’ por otros individuos y sí mismo (vertreten) y

(2) la multiplicidad del sujeto y el papel del lenguaje en la subjetividad (darstellen). En el

caso de darstellen, Berho cuestiona el significado de enfermito o loco. La relación entre

estos significantes y significados es inestable. Para intentar enmarcar a ‘C’ dentro de los

términos enfermito, loco o freak, Berho cuestiona si su propia posicionalidad afecta su

entendimiento de ‘C’ y su relación con tales términos. Es decir, se pregunta si el lenguaje

puede capturar la complejidad del sujeto—de su propio ‘yo’ y ‘C.’

Por su parte, en “La Prosa de Contra-Insurgencia,” Ranajit Guha analiza el papel

del lenguaje con respecto a la historiografía y la representación del sujeto. Tomando una

serie de discursos relativos a los sublevamientos campesinos en la India durante la época

colonial, Guha clasifica los documentos en tres categorías: discursos primario, secundario

y terciario. Él hace un estudio semiótico para ver cómo los tres niveles de discursos

representan a los subalternos. Prestando particular atención a las categorías de

‘funciones’ e ‘índices’, Guha examina cómo la clase dominante constituye al sujeto

subalterno a través del lenguaje y dice que los índices:

juegan el papel de los adjetivos o epítetos, por oposición a los verbos que,

hablando en términos de una homología entre oración y narrativa, juegan

el papel de funciones. Al trabajar íntimamente con estas últimas,

convierten al comunicado en más que un mero registro de acontecimientos

y ayudan a imprimirle un significado, una interpretación, mediante la cual

los protagonistas emergen de él no como campesinos sino como

‘Insurgentes,’ no como musulmanes sino como ‘fanáticos’… (Guha 45)v

Este mismo proceso lógico lo podemos observar en lo que dijimos arriba cuando

analizamos como ‘vagamundo’ se transforma en ‘vagabundo’ y cómo la palabra índice,

‘libertad,’ se transforma pronto en libertinaje. Guha nos enseña a ver cómo dos códigos

referenciales interactúan para establecer un orden jerárquico que privilegia un grupo

sobre otro, es decir, a la élite modernizante y capitalista sobre los subalternos. Según

Guha, se puede distinguir entre un código dominante y un contra-mensaje. En la misma

línea, la etnografía de ‘C’ sirve para cuestionar el código dominante representado por las

opiniones de los adolescentes. Veamos cómo lo hace.

Al acercarse a ‘C’, el etnógrafo recapitula las conversaciones que disputan la

representación de ‘C’ como ‘enfermo’ o ‘loco.’ Es aquí donde una de las metas de los

estudios subalternos emerge: la solidaridad entre el intelectual y la gente pobre—en el

sistema representacional de Spivak esto corresponde a vertreten, esto es hablar a favor

de, como Berho lo hace con ‘C.’ En su ensayo “Is There a Need for Subaltern Studies?,”

refiriéndose al manifiesto fundador del grupo latinoamericano de los estudios

subalternos, Ileana Rodríguez escribe, “En ese trabajo, nuestro sentido político era

explícito y giraba en torno a dos ejes centrales, uno era el principio de solidaridad con los

pobres, y el otro, la afinidad de los miembros del grupo” (nuestra traducción, 44). La

etnografía de Berho muestra esta solidaridad puesto que Berho le da a ‘C’ la oportunidad

de presentarse a sí mismo. Cuando ‘C’ habla, el lector tiene acceso a las acciones,

creencias y filosofía propias. Estas reflejan una ambivalencia entre el orden y el

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 7

desorden, y en este sentido siguen la sugerencia de Foucault de separar política y ley. ‘C’

cuestiona el concepto establecido del vagabundo, dado que su vida sigue un orden que

rechaza los códigos dominantes y en este hay una rebeldía, una fuerza biológica, vital,

desencadenada. Pero para entenderlo, como lectores, necesitamos contextualizar la vida

de este hombre mediante lo que ‘C’ dice y lo que ofrece el trabajo etnográfico de Berho.

La historia es la siguiente: ‘C’ vive en las orillas de la ciudad, cerca de un río

donde puede recoger agua para tomar. Todo el día él recoge los desperdicios que

encuentra en su deambular por la ciudad y los llevaba a su vivienda. Esto es, ‘C’ recogía

basura pero no se refería a ella como basura sino que les llamaba materiales de la ciudad.

Del mismo modo, el agua del río era aguas de vida. Atravesando la ciudad, ‘C’ pasaba

los días buscando materiales de la ciudad y en este proceso, a menudo limpiaba la

ciudad. Sin embargo, ‘C’ no vendía estos materiales. A él no le importaba el dinero y por

eso, no mendigaba. La ciudad le daba todo. Consciente de sus alrededores, ‘C’ respetaba

la vida, enterrando animales muertos cerca de su vivienda. En un caso, Berho relata la

historia de cuando vio caminando a ‘C’ con un perro muerto sobre el hombro para

enterrarlo. ‘C’ sostenía una filosofía de vida que consistía en concebir su trabajo como

limpiar la ciudad. Esto lo explica en la siguiente cita:

La primera vez que llegaba a la ciudad estaba tan necesitado y encontraba

alimento bueno, sellado... Dije: Voy a limpiar todo esto, algo de pastizal y

saber lo que voy a recoger ahí... y ahí tenía una pequeña respuesta, todo eso

me quedó y hasta la hora, porque dije yo: Yo tengo algo en el suelo o en mis

manos, un privilegio del Señor... Pensaba: Yo soy como mis padres y todos,

aprendí muchas cosas y todo eso me va a informar, si pescar algo y me va a

corresponder, dije yo. Y de esa forma empecé a arreglar un poco el pastizal,

las calles, todo eso hasta la hora. (Berho 117)

Es importante subrayar cómo Berho mantiene la sintaxis de ‘C’ y así constatamos que lo

deja hablar por sí mismo, le guarda y protege la voz. Con ello apoya a 'C’ en su visión

diferente de las cosas. Durante una ocasión, le comentó al etnógrafo, “Digamos que yo

soy un poco prehistórico, como los prehistóricos, pero bien… pienso yo que lo más

importante es el don de las extremidades, el don del lenguaje, saber orar, hacer oraciones,

componer cantares, no decaer… y si todo eso me acontece yo digo estoy bien, entonces el

hombre para qué quiere riquezas” (Berho 118). Utilizando los materiales de la ciudad,

‘C’ hacía ejercicios cargando estos materiales cada mañana de una forma disciplinada y

auto-regulada.

Con los desperdicios de la ciudad, ‘C’ crea un orden, una epistemología y una

ontología que se desvía del imaginario social dominante. Este orden le ayuda a no decaer,

tal comenta en varios momentos durante los encuentros con Berho. ‘C’ le explica, “si no

hiciera un invento, yo creo que no podría seguir, decaería, yo creo que la atmósfera me

olvidaría” (120). En este sentido, varios niveles de resistencia se ponen en evidencia: una

es la resistencia contra la epistemología dominante; y otra, una resistencia mental y

corporal. ‘C’ no se ve como enfermito o loco sino que “resultaba muy interesante y

revelador que, entre otras designaciones, se definiera a sí mismo como artista, sastre e

inventor” (Berho 117). Esta etnografía ilustra bien la función de sistemas referenciales en

los estudios subalternos. La unión del intelectual y el subalterno, la relación entre la

ciudad y el vagabundo producen significados diferentes de lo nacional e interpelan de

profundis los procesos de modernización que producen riquezas extremas y vagancias

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 8

filosóficas.

Volviendo al capítulo preliminar, Márquez y Toledo explican que los recorridos

de los vagabundos son formas del habla.

Y cómo en este caminar, nacen retóricas de las andanzas; porque caminar viene a

ser como hablar, emitir un relato y hacer proposiciones de Caminos y

desplazamientos. Caminar, nos dice Michel de Certeau (1999), es también pensar,

discurrir. El andante hace algo más que ir de un sitio a otro, haciéndolo somete la

trama ciudadana a prácticas móviles, que por insignificantes que pudieran parecer,

convierte los lugares por los que transita en una geografía de resistencias

cotidianas hacia las formas espaciales de nuestra urbanidad. (Márquez 13)

La etnografía de Berho ilustra una resistencia geográfica. ‘C’ rechaza el

‘progreso’ para optar por un estilo ‘pre-histórico’ de vida. Es decir, ‘C’ rechaza la lógica

de la modernidad y el capitalismo que, a partir del siglo XV, ocupaba una posición

dominante y opta por una filosofía de reciclaje que bien empata con lo arcaico y

conservador. La filosofía de ‘C’ muestra un tipo de resistencia: un rechazo de la lógica

dominante de la modernidad/nacionalidad. Él rompe de manera voluntaria su

interpelación con los sistemas hegemónicos.

Pre-histórico, conservadores, reaccionarios y arcaicos

La modernidad/colonialidad es lo que permite respuestas teóricas similares a

problemas sociales semejantes en áreas mundiales diversas y lejos la una de la otra. Por

ejemplo, el eje poder/trabajo en las sociedades campesinas, agrarias, nos lleva a los

estudios subalternos de la India y nos pone en contacto con el sentido de lo arcaico,

atrasado, reaccionario, pre-histórico de este lado del Atlántico y del otro del océano

Índico; esto es, un sistema de posiciones contra la serie de atributos que la

modernidad/colonialidad occidental considera básicos a su modo de operar. La lista de

adjetivos del título refiere directamente a una relación con la modernidad/colonialidad

por un lado y, por el otro, con la formación de las elites nacionales en los países

coloniales. Lo que Chatterjee llama ‘el momento de llegada.’ Para terminar este trabajo,

hacemos una explicación de ambos y de su articulación.

Pre-histórico es el adjetivo que ‘C’ usa para referirse a sí mismo. Par él lo

importante, repetimos, “es el don de las extremidades, el don del lenguaje, saber orar,

hacer oraciones, componer cantares, no decaer… y si todo eso me acontece yo digo estoy

bien, entonces el hombre para qué quiere riquezas.” En este pensamiento que vuela hacia

lo simple y a un pasado que él considera ideal, se emparenta con lo arcaico de Gandhi y

con el romanticismo de los narodnik rusos y Tolstoi.

El ejemplo de lo arcaico más elaborado que tenemos es la postura de Gandhi. En

su estudio sobre el nacionalismo, Partha Chatterjee postula un ‘momento de maniobra’

que refiere a las políticas de Gandhi. El adjetivo ‘arcaico’ cae sobre él por rechazar in

toto los procesos de modernización. ‘Arcaico’ en Gandhi, alega Chatterjee, refiere a una

crítica fundamental de la sociedad civil en base a lo que él llama ‘la falla moral.’ Una tal

ilustración de la falla moral puede instanciarse en el deslice semántico del término de

vagamundo a vagabundo y del ocio hacia la criminalidad.

Para Gandhi, las cualidades supuestamente progresistas de la civilización

moderna eran una ilusión. El consideraba que la civilización moderna hace al hombre

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 9

prisionero de su afán de lujo y auto-indulgente; desata las fuerzas de la competencia y

trae los males de la pobreza, la enfermedad, el sufrimiento y la guerra a la sociedad. Al

leer los escritos de los vagabundos hoy, la postura de Gandhi resulta evidente. De hecho,

lo interesante de la intervención de Gandhi, según Chatterjee, es que se pronuncia contra

“el ilimitado deseo de una producción siempre creciente y de un consumo siempre

creciente, y el espíritu de competitividad agresiva que mantiene en movimiento el sistema

entero, que impulsa esos países a buscar posesiones coloniales que puedan ser explotadas

con propósitos económicos” (nuestra traducción 87). Claro está que, en el caso de los

vagabundos y andantes, lo que estamos viendo no es la productividad y consumo

ilimitado sino el sobrante de ese sistema, lo que no cabe, eso que la totalidad social no

abarca y de ahí que sean tachados de delincuentes y su búsqueda de trabajo

criminalizada. No ser dependiente de nadie, no necesitar estar al servicio de nadie es el

miedo del que invierte capital y necesita dominar la fuerza de trabajo, que nadie se le

escape, que todos estén ahí, como parte de la reserva laboral.

De la misma manera que Gandhi se pronuncia contra el lujo, el consumo, el

progreso, el parlamentarismo, también lo hace contra la mecanización, que cuenta entre

sus logros la creación del desempleo, como se ve en las instancias de la mecanización de

los puertos en Chile que produjo un masivo vagabundaje y un modo de empleo precario

que fomentó la vida en la calle, el vagar de la vagancia. De manera similar, Gandhi usa

el ejemplo de la mecanización de los telares en la India y dice que es buena si no hay

abundante mano de obra pero mala si la mano de obra es abundante. Pues el problema de

la mecanización es justamente el desempleo, cómo encontrar trabajo para los millones de

desocupados, cómo ocupar sus horas de ocio. La mecanización priva de trabajo a miles

de personas y por esto mismo, por haber desplazado a esos trabajadores, la mecanización

no produce las telas más baratas sino mucho más caras puesto que el costo social es

inmenso. La inversión de la lógica del poder cuyo eje es el trabajo, queda aquí

trastocada.

De manera parecida, Lenín llamaba a los narodniks rusos reaccionarios porque

consideraban el pasado como una situación ideal por su seguridad y contento. La idea de

que la modernidad separa al hombre de la naturaleza, de sí mismo, de sus compañeros

humanos era axiomático para ellos y constituía un eje de verdad. De ahí la idealización

de sociedades no competitivas, pacíficas, armónicas, representadas por el mundo arcaico.

Mas, esta postura no se puede entender sin referirla a la época pos-ilustración. La postura

de Gandhi no se entiende sino es comprendida dentro y contra de la temática del

pensamiento pos-ilustrado. Para entender bien a Gandhi, hay que conocer el significado

del sistema nacionalista de elite.

El pensamiento de Gandhi no es expresión directa de la ideología campesina sino

una intervención en la ideología nacionalista de la elite y, en particular, de los

movimientos nacionalistas. La ideología de Gandhi abre la puerta para entender cómo

una sociedad predominantemente campesina puede ser apropiada por el sentido de lo

nacional. Arcaico, conservador, reaccionario en ese contexto significa situarse fuera de

la temática pos-ilustrada y nacionalista. La causa del vagabundaje es algo específico al

capitalismo; la causa está en lo que los saca de sus pueblos y los lanza a la deriva. El

entero edificio del estado es la expresión institucionalizada de la violencia moral

injustificada, sostenía Tolstoi en el caso de los narodniks. Es de aquí que surge la crítica

de la civilización moderna y la idea del retorno a una vida simple de auto-suficiencia—lo

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 10

tradicional, a los ‘materiales de la ciudad’ y al ‘agua de vida’ de ‘C’. De ahí también se

entiende que la idea de que la resistencia pasiva no es pasiva sino una actividad intensa,

una forma legítima, moral y verdadera de acción política por las grandes mayorías de

gente. La ciencia de la no-violencia, la ciencia del amor, una ciencia no de armas sino de

la fuerza moral del alma de toda la gente o de la gente como todo. Esta es una fuerza

relativamente espontánea de resistencia contra la injusticia que yace tras el llamado a la

nación y lo nacional.

El axioma dominante del mundo actual es que está dominado por el elitismo

colonialista/modernista y por el elitismo burgués nacionalista. Ambos son productos del

colonialismo. En la transferencia del poder de las élites europeas a las élites nacionales

estas fueron asimiladas por los discursos neo-colonialistas y neo-nacionalistas. Elite es

definido por Chatterjee como un grupo dominante, extranjero o indígena—funcionarios

del estado colonial o no, industriales, comerciantes, financieros, plantócratas,

terratenientes, misioneros, magnates feudales, burguesía industrial y mercantiles nativa y

altos burócratas. Esta elite es heterogénea en su composición y de carácter desigual en

los desarrollos económicos y sociales a nivel regional. Podrían ser dominados o

dominantes según la circunstancia, lo cual crea ambigüedades y contradicciones,

alianzas. Pueblo y subalternos corresponde a la diferencia demográfica entre la población

total y todos los descritos como elite—aristocracia rural mas baja, hacendados

empobrecidos, campesinos ricos y medios que en algunos casos podrían haberse

considerados ambiguamente elites. Este pueblo o subalternos son los que van a constituir

los residuos de lo nacional y van a engrosar las filas del vagabundaje según sea el grado

de desarrollo, tecnificación o modernidad del país.

En la historiografía colonial se define el nacionalismo como una especie de

aprendizaje, mediante el cual los talentos locales aprenden a manejar las instituciones

coloniales y a navegar las redes de poder a fin de obtener participación en las riquezas y

el dominio. En otras versiones de la misma historiografía se presume que el

nacionalismo fue un proceso espiritual de los dirigentes que quieren guiar a los nativos

del lugar hacia la libertad. Esta es una magnificencia que ocluye las tensiones inherentes

a la situación de los grupos colaboracionistas y constituye la historia local en una especie

de ‘biografía espiritual’ de la elite colonial. Esta historiografía de la elite es útil para

conocer su historia pero de ningún modo narra la contribución del pueblo por sí mismo,

independientemente de la elite, en la formación del nacionalismo. Este historiografía

ignora la articulación elite/pueblo o la reconoce solo negativamente ‘como un problema

de ley y orden’. La negatividad consiste sobre todo en considerar la participación de las

masas como un proceso de desviación, detención, o disrupción o de apropiación

ideológica a la influencia de los dirigentes. Este es un axioma de Ranajit Guha,

sustentado por el trabajo sobre el nacionalismo de Partha Chatterjee que explica la labor

de los dirigentes intelectuales y políticos y su misión de adaptar las ideas de la

modernización europea a la India.

Este tipo de nacionalismo es estrecho y limita la historia a las instituciones—

leyes, políticas, estructuras—de los ‘estudiantes nacionales’ que siguen los lineamientos

de los mandatos coloniales. En ella, la política del pueblo queda relegada al ámbito de lo

tradicional, arcaico, conservador, pre-histórico en la medida en que sus hábitos de

pensamiento y costumbres pueden trazarse a la sociedad pre-colonial. Esta ciertamente

es una esfera autónoma, no elite, antigua, pero no arcaica, esfera que no fue destruida ni

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 11

desactivada sino que continuó funcionando vigorosamente y ajustándose a las

condiciones coloniales a diferencia de la política de elite tradicional que fue destruida por

el colonialismo. Concebido de esta manera, todo lo que queda fuera de la política elite es

política del pueblo, otro dominio histórico dominado por las clases subalternas, la masa

de población trabajadora y no-trabajadora, vagabunda, el estrato intermedio de la ciudad

y del campo.

Uno de los rasgos distintivos de esta política es la movilización horizontal—a

diferencia de la vertical de elite—que depende de las relaciones de parentesco y

territorialidad, nivel de conciencia de la gente implicada. De esta manera horizontal es

cómo se relacionan y organizan los vagabundos también. La elite es más institucional,

legalista y constitucionalista, cautelosa; la otra, mas espontánea. La resistencia a la

dominación de elite, la explotación, no está exenta de contradicciones economicistas.

Hay dos esferas políticas, elite y subalterna; estas dos esferas indialogables explican el

fracaso de las burguesías locales, como las de la India, de hablar en nombre de la nación.

El problema central de la historiografía de la India colonial, su fracaso histórico de la

nación para constituirse como tal, es la incapacidad tanto de la burguesía como de la clase

trabajadora de conducir una victoria decisiva sobre el dogmatismo hacia una nación

democrático-burguesa, sea del tipo decimonónico clásico o bajo el control de la burguesía

o de los trabajadores, es decir, una democracia de nuevo tipo. Hubo vastas áreas de la

vida y la conciencia del pueblo que nunca fueron integradas a su hegemonía por esta

dicotomía estructural. Se vinculaban sobre todo en movilizaciones anti-imperiales, no en

cuestiones legalista, constitucionalistas, parlamentarias. No estaban suficientemente

maduros como para hegemonizar. Les faltó liderazgo. No se alzaron por encima del

localismo. Lo mismo puede decirse de las burguesías locales postcoloniales.

À margem do concreto

Hemos venido argumentando que el vago desobedece la lógica productiva del

sistema mundial capitalista. Se dice que el vagabundo es libre de lazos sociales. Sin

embargo, bajo un sistema neoliberal, que continuamente pretende bajar los costos de

producción, ¿qué sucede cuando el individuo participa en la economía capitalista pero no

gana lo suficiente para manterse él y mantener a su familia? Debido a las políticas

salariales del neoliberalismo, el salario mínimo establecen una paradoja en términos de

quién es empleado y quien es un vagabundo; pues si bien el individuo es productivo

económicamente, conforme a lo que establece la ley, no recibe los recursos suficientes

para vivir. Es decir, en cierto sentido, el trabajador todavía puede ocupar el estatuto de

vagabundo. Decimos esto porque el salario que tiene es insuficiente para pagar una

vivienda. Un trabajador puede ser un sin hogar no debido no a su ociosidad sino a los

abusos de las políticas del sistema neoliberal. El documental brasileño À margem do

concreto (2005) filma este fenómeno. Evaldo Mocarzel documenta cómo grupos de

individuos, consituídos en colectividades, intentan ocupar edificios vacíos. La meta de

estos individuos agrupados es encontrar un hogar donde vivir. Las ocupaciones de

edificios ocurren en São Paulo, la ciudad más grande del Brasil. El movimiento está

coordinado por varias asociaciones, entre ellas, MSTC (Movimento Sem Teto do Centro)

y UNIÃO.

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 12

El documental se compone de una serie de entrevistas con líderes de estos

organismos sociales, grabaciones de las ocupaciones de edificios abandonados y

confrontaciones con la policía. Desafiando a la burguesía y desacatando las leyes, los

participantes de estos movimientos pretenden corregir las injusticias del neoliberalismo.

El documental abre con una toma de un conjunto de individuos mientras se preparan para

abordar 20 autobuses. Van a ocupar varias edificaciones en la ciudad. El plan es dar

viviendas a mil familias esa noche. Mientras suben a los autobuses, una mujer grita los

abusos que comete la elite. “Pago impostos. Pago imposto de água. Pago imposto de luz.

Pago imposto de telefone e não tenho casa para morar. Queremos casa para morar” (À

margem). Es decir, paga al gobierno los impuestos correspondientes a lo que percibe de

sueldo pero no recibe los beneficios de su contribución. Es aquí donde se palpa la

explotación de la elite a través de la llamada movilización vertical que examinamos

arriba. Las instituciones socio-políticas son cómplices de esta desigualdad. Sin embargo,

para combatir las injusticias, las asociaciones y los movimientos de vecinos operan de un

modo horizontal. Frente a los abusos, las organizaciones de subalternos emerge en forma

espontánea. Las ocupaciones engendran esta espontaneidad a fortiori. El edificio que ha

estado desocupado durante ocho años, alberga en una noche a cienes de personas que

ocupan el lugar, haciéndo de él, su hogar.

En el acto de ocupar los edificios, se destaca las relaciones establecidas entre

subalternos, elite y ley. Las entrevistas con los líderes de los movimientos enmarcan bien

las problemáticas entre lo político, lo económico y la ciudadanía. A lo largo del

documental, Mocarzel graba las voces y perspectivas de dos individuos—Verônica y

Gegê. Ambos están involucrados en la lucha por los derechos de la clase obrera y ocupan

un puesto de liderazgo en los movimientos. En una de las tomas, Verônica expone la

paradoja entre la política y la ciudadanía. Ella dice que el sexto artículo de la

constitución brasileña actual sostiene que los ciudadanos brasileños tienen el derecho a

una vivienda. Sin embargo, muchos brasileños no tienen casa. En cuanto a las

ocupaciones, “eles querem dizer que nós somos fora da lei e que a lei (es)tá aí para ser

cumprida e não se cumpre. Então a gente tem que sair fora da lei, virar um fora da lei

para poder fazer se cumprir a lei. Não é estranho também?” (À margem). Esta paradoja

señala dos ejes de análisis: una encuadrada dentro de la movilización vertical—la ley

sirve los intereses de la elite y opera según sus deseos; y dos, la elite puede hacer caso

omiso de la ley, si esta no corresponde a sus metas económicas o políticas. Es decir, ser

elite es una ontología que existe con y sin la ley al mismo tiempo. Esta aporía conduce a

la cuestión de la relación entre ciudadanía y política, esencial a la función de la

democracia.

En el contexto del Brasil, la movilización horizontal muestra que la democracia

neoliberal no funciona como procedimiento democrático para los sin hogar. La

indiferencia de la elite hacia la ley, definida por y en la constitución, ilustra una

democracia que no garantiza igualdad ante la ley; por eso, como aconseja Foucault, hay

que desarticular lo político del derecho. Recién liberado, el líder del movimiento para la

gente sin hogar, Gegê, cuestiona “… por que, que democracia é essa que deixa as pessoas

morando aqui debaixo dos viadutos, passando fome, sem ter onde morar e sem ter uma

escola?” À margem). La organización de las asociaciones y movimientos llenan ese

vacío creado por una democracia de mentira. La igualdad no emana ni de las instituciones

gubernamentales, ni de la burguesía sino de la resistencia de los sin hogar. Sin embargo,

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 13

parece que Gegê no ve las ocupaciones como la mejor solución. En una toma de un

edificio en mal estado lleno de gente, Gegê lo señala con el dedo y dice,

O homem que não tem um endereço, o homem que não tem, é... tem para onde

mandar a correspondência... esse, esse homem não é um cidadão, não é uma

cidadã. Não dá para a gente ocupar um prédio como esse e dizer que isso aí é

moradia. Dizer que isso aí é moradia, é mentira. Isso aí é um engodo. É um

arremedo, é uma enrolação, nós mesmos temos clareza disso, que o povo que está

morando aí está sendo enrolado. Porque morar eternamente desse jeito aí, isso aí

não é cidadania, isso aí não é dignidade. Nós queremos que essas famílias, nós

queremos que esse povo tenha cidadania. Nós queremos que essas famílias

tenham dignidade. (À margem)

La dignidad es difícil de entender en circunstancias en que la elite describe a esta gente

solo en términos negativos

La representación juega un papel clave en el entendimiento de la posición de los

subalternos. Verônica destaca cómo los medios de comunicación se tornan enemigos de

ellos y usan términos como “um grupo sem-teto invasores” para referirse a los

participantes en las ocupaciones. Ella contrasta el uso de este lenguaje cuando dice que

É engraçado, né?, quando os portugueses chegaram no Brasil, eles invadiram o

Brasil. Aí para na escola ensinar a gente não usar palavra como ‘a invasão,’ eles

inventaram que Pedro Álvares Cabral descobriu o Brasil. Os portugueses

invadiram o Brasil, roubaram o nosso país, deixaram nosso povo pobre, né?

Agora, a história que contam para a gente é totalmente diferente. (À margem).

Verônica nos hace recordar tres aspectos fundamentales de los estudios subalternos: (1) el

papel de la historiografía, (2) el del lenguaje y (3) el de la institución educativa en las

relaciones entre la elite y los subalternos. Como hemos notado, en la historiografía

colonial se define el nacionalismo como una especie de aprendizaje. Verônica anota el

legado colonial con su ejemplo de la colonización del Brasil y pregunta, ¿quiénes son los

invasores? ¿Son los subalternos o la elite? Este documental desestigmatiza a los sin

hogar, que intentan recuperar un lugar en el imaginario nacional. Es decir, resisten la

representación que la elite les impone. No quieren que los medios de comunicación sean

la fuente de su representación dominante; no quieren ocupar el lugar de la negatividad en

el imaginario nacional. Su propuesta es que la elite aprenda que ni su nación, ni su

nacionalismo se corresponde con los ideales nacionales de los subalternos.

Conclusiones

El vagabundo es pueblo; su ser pertenece a ese dominio, independiente del de las

elites. Vagabundo es una persona sin hogar, una persona que llama hogar a la calle y que

ha tomado distancia respecto a su grupo directo y cercano. El estereotipo del sin hogar es

el vago sin oficio ni beneficio. En el libro de Márquez y Toledo se explica que el trabajo

etnográfico tiene como propósito examinar las condiciones que producen el no tener casa.

Los seis estudios etnográficos producidos durante la década de 1990, proporcionan una

representación heterogénea de individuos particularizados. Así, Vagabundos y

andantes… personaliza la cuestión de los sin hogar, dándole a los vagabundos mismos la

oportunidad de expresarse a sí mismo, a decir su historia y a contar su diariedad. Como

notan los editores, el vagabundo ocupa un lugar paradojal en la sociedad: siendo

Ileana Rodríguez. Jared List Ejes de articulación 14

totalmente visible aparece en la esfera pública en completa invisibilidad. La gente no

quiere verlos y pretende que no están ahí. El propósito de la investigación es hacerlos

visibles enteramente.

Tomando como punto de partida una aproximación a la identidad social, esta

colección de historias no solo subraya cómo las interacciones grupales revelan las

representaciones dominantes de los sin hogar sino también ofrece una retrato de la

vagancia a través de las voces de sus participantes. Usando la teoría de la identidad

social proponemos que Vagabundos y andantes… interpela los estereotipos y estigmas

asociados con las poblaciones de sin hogar y permite una identificación intergrupal dado

que los relatos contradicen los estereotipos vigentes a través de la presentación de

perspectivas y situaciones plurales. Las etnografías facilitan una identificación creciente

y permiten un cruce entre diferentes grupos dentro de la nación. Al acceder los rasgos

comunes, el trabajo puede incidir en el lector positivamente, de tal manera que se

identifique de alguna manera con el grupo particular o con el individuo. En este sentido,

proponemos que el trabajo engendra comparaciones intergrupales inseguras y disminuye

la discriminación intergrupal.

Dicho de otra manera, el lector puede identificar atributos y emociones que

comparte con los sin hogar, reduciendo así la distancia social en el grupo interno y el

externo. Michael A. Hogg escribe que “en última instancia, sin embargo, es la

identificación social la que aumenta la probabilidad de la acción social y la protesta

colectiva” (nuestra traducción, 125). v Las etnografías facilitan una identificación

creciente entre diversos grupos y naciones y en el entendimiento de comunalidades.

Publicaciones de este tipo contradicen la dominancia al reconfigurar las relaciones

sociales, disminuir las distancias sociales, desestigmatizar grupos sociales y contribuir al

cambio social.

i Vagabundos y andantes: etnografías en Santiago, Valparaíso y Temuco. Francisca Márquez y Patricio

Toledo (eds). Santiago: Universidad de Humanismo Cristiano, 2010.

ii Aníbal Quijano. “La colonialidad del poder y clasificación social.” Journal of World-Systems Research,

VI, 2 Summer/Fall 2000, 342-386. Anibal Quijano reconoce cinco ejes de articulación de conjuntos de la

malla social, a saber: “(1) el trabajo y sus productos; (2) en dependencia del anterior, la ‘naturaleza’ y sus

recursos de producción; (3) el sexo, sus productos y la reproducción de la especie; (4) la subjetividad y sus

productos, materiales e intersubjetivos, incluido el conocimiento; (5) la autoridad y sus instrumentos, de

coerción en particular, para asegurar la reproducción de ese patrón de relaciones sociales y regular sus

cambios” (345).

iii Ver Michel Foucault. "El dispositivo de sexualidad". En: Historia de la sexualidad, 1- La Voluntad del

saber. Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2006. Pp. 93-160. iv Guha, Ranajit. “Sobre Algunos Aspectos de la Historiografía Colonial de la India.” Debates Post

Coloniales: Una Introducción a los Estudios de la Subalternidad. Eds. Silvia Rivera Cusicanqui y Rossana

Barragán. Trad. Raquel Gutiérrez, Alison Spedding, Ana Rebeca Prada y Silvia Rivera Cusicanqui. La Paz:

Editorial historias; La Paz: Ediciones Aruwiyiri y Rotterdam, Holanda: SEPHIS, 1997. 25-32.

v --. “La Prosa de Contra-Insurgencia.” Debates Post Coloniales: Una Introducción a los Estudios de la

Subalternidad. Eds. Silvia Rivera Cusicanqui y Rossana Barragán. Trad. Raquel Gutiérrez, Alison

Spedding, Ana Rebeca Prada y Silvia Rivera Cusicanqui. La Paz: Editorial historias; La Paz: Ediciones

Aruwiyiri y Rotterdam, Holanda: SEPHIS, 1997. 33-72.

v Hogg, Michael A. “Social Identity Theory.” Contemporary Social Psychological Theories. Ed. Peter J.

Burke. Stanford, CA: Stanford University Press, 2006. 111-136