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El gran premio Por: A. López

El Gran Premio

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Un libro escrito por Alfredo López en Centro ¡Supérate! Poma

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El gran

premio

Por: A. López

El gran

premio

El gran

premio

Había un niño llamado Carlos, siempre fue alegre, un buen hijo y siempre buscó mejorar. Pero sin importar que es lo que hiciera nunca hallaba como lograr ser mejor, se sentía atrapado en una caja de la que no podía salir, todo era igual siempre. Al estar en esa caja, tan pequeña, que parecía como si todo lo que el conocía y veía estuviera pintado en las paredes de esa caja, y que no podía ser cambiado, se sentía asfixiado junto a sus ideas, callandolas para que nadie las escuchara. Y sin importar cuanto tratara de romperla o cambiarla no lo lograba.

Pero todo mejoraba cuando su madre le hablaba. Su madre siempre tan entusiasta, alegre y positiva, le decía que tenia una gran capacidad, que podía ser el mejor, que cumpliera sus sueños, que aprovechara cada oportunidad que tuviera y no dejara que nadie se las quitara. Ella siempre lo apoyaba.

Había un niño llamado Carlos, siempre fue alegre, un buen hijo y siempre buscó mejorar. Pero sin importar que es lo que hiciera nunca hallaba como lograr ser mejor, se sentía atrapado en una caja de la que no podía salir, todo era igual siempre. Al estar en esa caja, tan pequeña, que parecía como si todo lo que el conocía y veía estuviera pintado en las paredes de esa caja, y que no podía ser cambiado, se sentía asfixiado junto a sus ideas, callandolas para que nadie las escuchara. Y sin importar cuanto tratara de romperla o cambiarla no lo lograba.

Pero todo mejoraba cuando su madre le hablaba. Su madre siempre tan entusiasta, alegre y positiva, le decía que tenia una gran capacidad, que podía ser el mejor, que cumpliera sus sueños, que aprovechara cada oportunidad que tuviera y no dejara que nadie se las quitara. Ella siempre lo apoyaba.

Algunos días su madre y el iban a la casa de sus tíos. A Carlos le encanta ir a la casa de sus tíos, al subirse al bus para empezar el viaje, el se pone ansioso de llegar, a veces el viaje parecía eterno, como si la calle no tuviera fin, o como si el bus fuera una tortuga vieja y grande.

Ellos hablaban, reían y disfrutaban con ellos, a Carlos siempre le gusta estar con sus tíos, ellos lo hacían sentir mas feliz, como si estuviera en las nubes y los problemas se quedaran enterrados en la tierra debajo de el. Ellos siempre le daban ideas para mejorarse a el mismo y lo guiaban por un buen camino.

Algunos días su madre y el iban a la casa de sus tíos. A Carlos le encanta ir a la casa de sus tíos, al subirse al bus para empezar el viaje, el se pone ansioso de llegar, a veces el viaje parecía eterno, como si la calle no tuviera fin, o como si el bus fuera una tortuga vieja y grande.

Ellos hablaban, reían y disfrutaban con ellos, a Carlos siempre le gusta estar con sus tíos, ellos lo hacían sentir mas feliz, como si estuviera en las nubes y los problemas se quedaran enterrados en la tierra debajo de el. Ellos siempre le daban ideas para mejorarse a el mismo y lo guiaban por un buen camino.

Uno de esos días que estaban en la casa de sus tíos, su tía Sara, le mostro una gran oportunidad. La oportunidad que Carlos estaba esperando para poder mejorarse a si mismo. Cuando su tía Sara le comenzó a hablar, Carlos sentía que su corazón estallaría y que su lengua se iba dentro de su garganta de la emoción que sentía. Se agarro fuerte de su asiento y su tía le comenzó a decir: "Carlos, debes esforzarte para conseguir que esta oportunidad te de frutos, se que tu puedes lograrlo, pero no esta escrito en piedra".

Al oír esto Carlos se alegro mucho, tanto que tenia una sonrisa de oreja a oreja, su corazón explotó y su mente voló a otro universo. Al regresar a casa, su madre y el pusieron manos a la obra. Ella estaba tan entusiasmada, que a veces hasta olvidaba el día y la hora, como si ella no estuviera ahí. Carlos también estaba muy entusiasmado y no aguantaba las ganas de que llegara el día, su entusiasmo era tal que no puede ser comparado con nada, pero sin importar nada el se esforzaba más día a día.

Uno de esos días que estaban en la casa de sus tíos, su tía Sara, le mostro una gran oportunidad. La oportunidad que Carlos estaba esperando para poder mejorarse a si mismo. Cuando su tía Sara le comenzó a hablar, Carlos sentía que su corazón estallaría y que su lengua se iba dentro de su garganta de la emoción que sentía. Se agarro fuerte de su asiento y su tía le comenzó a decir: "Carlos, debes esforzarte para conseguir que esta oportunidad te de frutos, se que tu puedes lograrlo, pero no esta escrito en piedra".

Al oír esto Carlos se alegro mucho, tanto que tenia una sonrisa de oreja a oreja, su corazón explotó y su mente voló a otro universo. Al regresar a casa, su madre y el pusieron manos a la obra. Ella estaba tan entusiasmada, que a veces hasta olvidaba el día y la hora, como si ella no estuviera ahí. Carlos también estaba muy entusiasmado y no aguantaba las ganas de que llegara el día, su entusiasmo era tal que no puede ser comparado con nada, pero sin importar nada el se esforzaba más día a día.

Finalmente, el día llego y todos los esfuerzos iban a ser puestos a prueba. Era de mañana y Carlos y su madre fueron a una casa a averiguar si lo habían conseguido, el ambiente era quieto y muy callado, como si fueran las únicas personas en el mundo, el nerviosismo era tal que se sentía en el aire. Se sentaron, y un hombre se acerco a ellos, les pregunto sus nombres y les dijo que en un momento regresaba. El tiempo pasaba y el nerviosismo y el silencio se hacia cada vez más grande.

Luego de un tiempo el hombre regreso, les entrego una carta y los miro a ambos, por un momento hubo un enorme silencio, pero el hombre lo rompió diciendo: "felicidades Carlos, lo conseguiste". Carlos y su madre se vieron con una cara de que no lo podían creer. No podían hablar de la emoción que tenían, sus voces estaban vacías, estaban dormidas, solo podían verse entre si, con la expresión de alegría en sus rostros. Le dieron las gracias al hombre y se fueron a celebrar como si no hubiera un mañana. Pero Carlos solo podía pensar en su logro, que al fin obtuvo su GRAN PREMIO.

Finalmente, el día llego y todos los esfuerzos iban a ser puestos a prueba. Era de mañana y Carlos y su madre fueron a una casa a averiguar si lo habían conseguido, el ambiente era quieto y muy callado, como si fueran las únicas personas en el mundo, el nerviosismo era tal que se sentía en el aire. Se sentaron, y un hombre se acerco a ellos, les pregunto sus nombres y les dijo que en un momento regresaba. El tiempo pasaba y el nerviosismo y el silencio se hacia cada vez más grande.

Luego de un tiempo el hombre regreso, les entrego una carta y los miro a ambos, por un momento hubo un enorme silencio, pero el hombre lo rompió diciendo: "felicidades Carlos, lo conseguiste". Carlos y su madre se vieron con una cara de que no lo podían creer. No podían hablar de la emoción que tenían, sus voces estaban vacías, estaban dormidas, solo podían verse entre si, con la expresión de alegría en sus rostros. Le dieron las gracias al hombre y se fueron a celebrar como si no hubiera un mañana. Pero Carlos solo podía pensar en su logro, que al fin obtuvo su GRAN PREMIO.

Mi nombre es Alfredo López, tengo 14 años, estudio en el Centro Escolar Católico Alberto Masferrer, vivo en Santa Tecla, La Libertad, El Salvador. Escribí este libro para demostrar que al esforzarte puedes lograr grandes cosas.

Mi nombre es Alfredo López, tengo 14 años, estudio en el Centro Escolar Católico Alberto Masferrer, vivo en Santa Tecla, La Libertad, El Salvador. Escribí este libro para demostrar que al esforzarte puedes lograr grandes cosas.