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  • 8/6/2019 El_Credo

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    CATEQUESIS SOBRE EL CREDO

    I: CATEQUESISII: FE Y REVELACIN

    III: DIOS

    IV: LA TRINIDAD

    V: LA CREACIN

    VI: LA PROVIDENCIA

    VII: LOS ANGELES

    VIII: REDENCIN Y PECADO

    CATEQUESIS SOBRE EL CREDO - I: LA CATEQUESIS

    INDICE

    Anunciar el Evangelio 05-12-84

    Con el acontecimiento de Pentecosts comenz el tiempo de la Iglesia

    Catequesis cristiana 12-12-84

    Catequesis posteriores al Bautismo 19-12-84

    La renovacin autntica de la catequesis 16-01-85

    Anunciar el Evangelio 5.XII.84

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    1. Nos encontramos en Jerusaln el da de Pentecosts, cuando los Apstoles, reunidos enel Cenculo, 'se llenaron del Espritu Santo' (Hech 2,4).

    Entonces, Pedro habla a la multitud reunida en torno al Cenculo. Evoca al Profeta Joel,que haba anunciado 'la efusin del Espritu de Dios sobre toda persona' (Cfr. Hech 2, 17), y

    luego plantea a los que se haban reunido para escucharlo, la cuestin de Jess de Nazaret.Recuerda cmo Dios haba confirmado la misin mesinica de Jess 'con milagros,prodigios y seales' (Hech 2, 22), y despus que Jess fue 'entregado, clavado en la Cruz ymatado' (Cfr. Ib. 24). Pedro se refiere al Salmo 15, en el cual se contiene el anuncio de laresurreccin. Pero, sobre todo, se remite al testimonio propio y al de los otros Apstoles:'todos nosotros somos testigos' (Hech 2, 32). 'Tenga, pues, por cierto toda la casa de Israelque Dios ha hecho Seor y Mesas a este Jess a quien vosotros habis crucificado' (Ib. 36).

    Con el acontecimiento de Pentecosts comenz el tiempo de la Iglesia.

    Este tiempo de la Iglesia marca tambin el comienzo de la evangelizacin apostlica. Eldiscurso de Simn Pedro es el primer acto de esta evangelizacin. Los Apstoles habanrecibido de Cristo el mandato de 'ir a todo el mundo, enseando a todas las naciones' (Cfr.Mt 28, 19; Mc 16, 15).(...) El anuncio del Evangelio, segn el mandato del Redentor queretornaba al Padre (Cfr. p.e. Jn 15, 28; 16, 10), est unido a la llamada al Bautismo, ennombre de la Santsima Trinidad. As, pues, el da de Pentecosts, a la pregunta de quieneslo escuchaban: 'Qu hemos de hacer, hermanos?' (Hech 2, 37), Pedro responde:'Arrepentos y bautizaos en el nombre de Jesucristo' (Ib. 38).

    'Ellos recibieron la gracia y se bautizaron, siendo incorporados a la Iglesia aquel da unastres mil almas' (Ib. 41). De este modo naci la Iglesia como sociedad de los bautizados, que'perseveraban en or la enseanza de los Apstoles y en la fraccin del pan y en la oracin'(Ib. 42). El nacimiento de la Iglesia coincide con el comienzo de la evangelizacin. Puededecirse que ste es simultneamente el comienzo de la catequesis. De ahora en adelante,cada uno de los discursos de Pedro es no slo anuncio de la Buena Nueva sobre Jesucristo,y por tanto un acto de evangelizacin, sino tambin cumplimiento de una funcininstructiva, que prepara a recibir el Bautismo; es la catequesis bautismal. A su vez, ese'perseverar en or la palabra de los Apstoles' por parte de la primera comunidad de losbautizados constituye la expresin de la catequesis sistemtica de la Iglesia en sus mismoscomienzos.

    3. Nos remitimos constantemente a estos comienzos. Si 'Jesucristo es el mismo ayer y hoy.'(Heb 13, 8), entonces a esa identidad corresponde, en todos los siglos y en todas lasgeneraciones, la evangelizacin y la catequesis de la Iglesia.

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    Catequesis cristiana. 12.XII.84

    Basta leer atentamente el rito del sacramento del bautismo, para convencerse de que

    profunda y fundamental conversin es signo este sacramento. El que recibe el bautismo noslo hace la profesin de fe, sino que del mismo modo 'renuncia a satans, y a todas susobras, y a todas sus seducciones', y por esto mismo se entrega al Dios vivo: el bautismo esla primera y fundamental consagracin de la persona humana, mediante la cual se entregaal Padre en Jesucristo, con la fuerza del Espritu Santo que acta en este sacramento ('elnacimiento del agua y del Espritu': Cfr. Jn. 3, 5). San Pablo ve en la inmersin en el aguadel bautismo, el signo de la inmersin en la muerte redentora de Cristo, para tener parte enla nueva vida sobrenatural, que se manifest en la resurreccin de Cristo (Rom 6, 3-5).

    Catequesis posteriores al Bautismo 19.XII.84

    1. La usanza de conferir el bautismo a los nios poco despus de su nacimiento, sedesarroll como expresin de fe viva de las comunidades y, en primer lugar, de las familiasy de los padres; stos, habiendo crecido tambin ellos en la fe, deseaban este don para sushijos lo antes posible despus del nacimiento. Como es sabido, esta costumbres se mantieneconstantemente en la Iglesia como signo del amor proveniente de Dios. Los padres solicitanel bautismo para sus hijos recin nacidos, comprometindose a educarlos cristianamente.Para dar una expresin todava ms completa a este compromiso, piden a otras personas,

    los llamados padrinos, que se comprometan a ayudarles -y en caso de necesidadsustituirles- a educar en la fe de la Iglesia al recin bautizado.

    La renovacin autntica de la catequesis 16.1.85

    1. La catequesis plantea problemas de pedagoga. Sabemos por los textos evanglicos queel mismo Jess quiso afrontarlos. En su predicacin a las muchedumbres se sirvi de lasparbolas para impartir su doctrina de un modo adecuado a la inteligencia de sus oyentes.En la enseanza a los discpulos procede gradualmente, teniendo en cuenta sus dificultadesen comprender; y as slo en el segundo periodo de su vida pblica anuncia expresamentesu camino doloroso y slo al final de Clara abiertamente su identidad de Mesas y tambinde 'Hijo de Dios'. Constatamos as mismo que en los dilogos ms reservados comunica surevelacin respondiendo a las preguntas de los interlocutores y usando un lenguajeasequible a su mentalidad. Algunas veces El mismo hace preguntas y suscita problemas.

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    Cristo nos ha hecho ver la necesidad de adaptar la catequesis de muchas maneras. Nos haindicado igualmente la ndole y lmites de dicha adaptacin; present a sus oyentes toda ladoctrina para cuya enseanza haba sido enviado y, ante las resistencias de quienes leescuchaban, expuso su mensaje con todas las exigencias de fe que comportaba.Recordemos el sermn sobre la Eucarista, con ocasin del milagro de la multiplicacin de

    los panes; no obstante las objeciones y defecciones, Jess sostuvo su doctrina y pidi a losdiscpulos su adhesin (Cfr. Jn 6, 60-69). Al transmitir a sus oyentes la integridad de sumensaje contaba con la accin iluminadora del Espritu Santo que iba a hacer comprenderms tarde lo que no podan entender inmediatamente (Cfr. Jn 14, 26; 16, 13). Por tanto,tampoco para nosotros la adaptacin de la catequesis debe significar reduccin o mutilacindel contenido de la doctrina revelada, sino ms bien esfuerzo por hacer que se acepte conadhesin de fe, a la luz y con la fuerza del Espritu Santo.

    CATEQUESIS SOBRE EL CREDO - II: FE Y REVELACIN

    INDICE

    Qu quiere decir "creer"? 13-03-85

    Conocimiento racional de Dios 20-03-85

    La revelacin divina 27-03-85

    Jesucristo culmina la revelacin 03-04-85

    Caractersticas de la fe 10-04-85El carcter de la fe 17-04-85

    Sagrada Tradicin y Sagrada Escritura 24-04-85

    Sagrada Escritura: inspiracin e interpretacin 01-05-85

    El Antiguo Testamento 08-05-85

    El Nuevo Testamento 22-05-85

    Fe cristiana y religiones no cristianas 05-06-85

    Dilogo de Salvacin 12-06-85

    La fe y la Palabra de Dios 19-06-85

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    Qu quiere decir "creer"? 13.III.85

    1. El primer y fundamental punto de referencia de la presente catequesis son las profesiones

    de la fe cristiana universalmente conocidas. Se llaman tambin 'smbolos de fe'. La palabragriega 'symbolon' significaba la mitad de un objeto partido (p.ej. un sello) que se presentabacomo el signo de reconocimiento. En nuestro caso, los 'smbolos' significan la coleccin delas principales verdades de fe, es decir, de aquello en lo que la Iglesia cree.

    2. Entre los varios 'smbolos de fe' antiguos, el ms autorizado es el 'smbolo apostlico', deorigen antiqusimo y comnmente recitado en las 'oraciones del cristiano'. En l secontienen las principales verdades de la fe transmitidas por los Apstoles de Jesucristo.Otro smbolo antiguo y famoso es el 'niceno-constantinopolitano': contiene las mismasverdades de la fe apostlica autorizadamente explicadas en los dos primeros ConciliosEcumnicos de la Iglesia universal: Nicea (325) I Constantinopla (381).

    Los smbolos de fe son el principal punto de referencia para la presente catequesis. Peroellos nos remiten al conjunto del 'depsito de la Palabra de Dios', constituido por la SagradaEscritura y la Tradicin apostlica, del que son una sntesis conocida. Por esto, a travs delas profesiones de fe nos proponemos remontarnos tambin nosotros a ese 'depsito'inmutable, guiados por la interpretacin que la Iglesia, asistida por el Espritu Santo, hadado de l en el curso de los siglos.

    3. Cada uno de los mencionados 'smbolos' comienza con la palabra 'creo'. Efectivamente,cada uno de ellos nos sirve no tanto como instruccin, sino como profesin. Los contenidosde esta confesin son las verdades de la fe cristiana: todas estn enraizadas en esta primerapalabra 'creo'. Y precisamente sobre esta expresin 'creo', deseamos centrarnos en estaprimera catequesis.

    La expresin est presente en el lenguaje cotidiano, an independientemente de todocontenido religioso, y especialmente del cristiano. 'Te creo', significa: me fo de ti, estoyconvencido de que dices la verdad. 'Creo en lo que t dices' significa: estoy convencido deque el contenido de tus palabras corresponde a la realidad objetiva.

    En este uso comn de la palabra 'creo' se ponen de relieve algunos elementos esenciales.'Creer' significa aceptar y reconocer como verdadero y correspondiente a la realidad elcontenido de lo que se dice, esto es, de las palabras de otra persona (o incluso de mspersonas), en virtud de su credibilidad (o de ellas). Esta credibilidad decide, en un casodado, sobre la autoridad especial de la persona: la autoridad de la verdad. As, pues, al decir'Creo', expresamos simultneamente una doble referencia: a la persona y a la verdad; a laverdad, en consideracin de la persona que tiene particulares ttulos de credibilidad.

    4. La palabra 'creo' aparece con frecuencia en las pginas del Evangelio y de toda laSagrada Escritura. Sera muy til confrontar y analizar todos los puntos del Antiguo yNuevo Testamento que nos permiten captar el sentido bblico del 'Creer'. Al lado del verbo'creer' encontramos tambin el sustantivo 'fe' como una de las expresiones centrales de toda

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    la Biblia. Encontramos incluso cierto tipo de 'definiciones', como p.ej.: 'La fe es la garantade lo que se espera, la prueba de las cosas que no se ven' ('fides est sperandarum substantiarerum et argumentum non apparentium') de la Carta a los Hebreos (11, 1).

    Estos datos bblicos han sido estudiados, explicados, desarrollados por los Padres y los

    telogos a lo largo de dos mil aos de cristianismo, como nos lo atestigua la enormeliteratura exegtica y dogmtica que tenemos a disposicin. Lo mismo que en los'smbolos', as tambin en toda la teologa el 'creer', la 'fe', es una categora fundamental. Estambin el punto de partida de la catequesis, como primer acto con el que se responde a laRevelacin de Dios.

    5. En el presente encuentro nos limitaremos a una sola fuente, pero que resume todas lasotras. Es la Constitucin conciliar Dei Verbum del Vaticano II. All leemos:

    'Quiso Dios, con su bondad y sabidura, revelarse a S mismo y manifestar el misterio de suvoluntad; mediante el cual los hombres, por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espritu

    Santo, pueden llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina.' (Dei Verbum, 2).'Cuando Dios revela, el hombre tiene que someterse con la fe. Por la fe el hombre seentrega entera y libremente a Dios, le ofrece el homenaje total de su entendimiento yvoluntad, asintiendo libremente a lo que Dios le revela' (Dei Verbum, 5).

    En estas palabras del documento conciliar se contiene la respuesta a la pregunta: Qusignifica 'creer'?. La explicacin es concisa, pero condensa una gran riqueza de contenido.Deberemos en lo sucesivo penetrar ms ampliamente en esta explicacin del Concilio (.).

    Ante todo hay una cosa obvia: existe un gentico y orgnico vnculo entre nuestro 'credo'

    cristiano y esa particular 'iniciativa' de Dios mismo, quese llama 'Revelacin'.Por esto, la catequesis sobre el 'credo' (la fe), hay que realizarla juntamente con la de laRevelacin divina. Lgica e histricamente la revelacin precede a la fe. La fe estcondicionada por la Revelacin. Es la respuesta del hombre a la divina Revelacin.

    Digamos desde ahora que esta respuesta es posible y justo darla, porque Dios es creble.Nadie lo es como El. Nadie como El posee la verdad. En ningn caso como en la fe en Diosse realiza el valor conceptual y semntico de la palabra tan usual en el lenguaje humano:'Creo', 'Te creo'.

    Conocimiento racional de Dios 20.III.85

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    1. Concentrmosnos todava un poco sobre el sujeto de la fe: sobre el hombre que dice'creo' respondiendo de este modo a Dios que 'en su bondad y sabidura' ha querido'revelarse al hombre',

    Antes de pronunciar su 'creo', el hombre posee ya algn concepto de Dios que obtiene con

    el esfuerzo de la propia inteligencia. Al tratar de la revelacin divina, la Constitucin DeiVerbum recuerda este hecho con las siguientes palabras: 'El Santo Snodo profesa que elhombre puede conocer ciertamente a Dios con la razn natural por medio de las cosascreadas' (Dei Verbum, 6).

    El Vaticano II se remite aqu a la doctrina expuesta con amplitud por el Concilio anterior, elVaticano I. Es la misma de toda la Tradicin doctrinal de la Iglesia que hunde sus races enla Sagrada Escritura, en el Antiguo y Nuevo Testamento.

    2. Un texto clsico sobre el tema de la posibilidad de conocer a Dios -en primer lugar suexistencia- a partir de las cosas creadas, lo encontramos en la Carta de San Pablo a los

    Romanos: . lo cognoscible de Dios es manifiesto a ellos, pues Dios se lo manifest; porquedesde la creacin del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, sonconocidos mediante las obras. De manera que son inexcusables' (Rom 1, 19-21). Aqu elApstol tiene presentes a los hombres que 'aprisionan la verdad con la injusticia' (Rom1,19). El pecado les impide dar la gloria debida a Dios, a quien todo hombre puede conocer.Puede conocer su existencia y tambin hasta un cierto grado su esencia, perfecciones yatributos. En cierto sentido Dios invisible 'se hace visible en sus obras'.

    En el Antiguo Testamento, el libro de la Sabidura proclama la misma doctrina del Apstolsobre la posibilidad de llegar al conocimiento de la existencia de Dios a partir de las cosascreadas. La encontramos en un pasaje algo ms extenso que conviene leer entero:

    'Vanos son por naturaleza todos los hombres, en quienes hay desconocimiento de Dios,/ yque a partir de los bienes visibles son incapaces de ver al que es,/ ni mediante laconsideracin de sus obras conocieron al artfice.

    Sino que al fuego, al viento, al aire ligero,/ o al crculo de los astros, o al agua impetuosa,/ oa las lumbreras del cielo tomaron por dioses rectores del universo.

    Pues si, seducidos por su hermosura, los tuvieron por dioses,/ debieron conocer cuntomejor es el Seor de ellos,/ pues es el autor de la belleza quien hizo todas estas cosas.

    Y si se admiraron del poder y de la fuerza,/ debieron deducir de aqu cunto ms poderosoes su plasmador.

    Pues en la grandeza y hermosura de las criaturas,/ por analoga se puede Contemplar a suHacedor original.

    Pero sobre stos no cae tan grande reproche,/ pues por ventura yerran/buscando realmente aDios y queriendo hallarle.

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    Y ocupados en la investigacin de sus obras,/ a la vista de ellas se persuaden de lahermosura de lo que ven, aunque no son excusables.

    Porque si pueden alcanzar tanta ciencia/ y son capaces de investigar el universo,/ cmo noconocen ms fcilmente al Seor de l?' (Sab 13, 1-9).

    El Pensamiento principal de este pasaje lo encontramos tambin en la Carta de San Pablo alos Romanos (1, 18-21): Se puede conocer a Dios por sus criaturas; para el entendimientohumano el mundo visible constituye la base de la afirmacin de la existencia del Creadorinvisible. El pasaje del libro de la Sabidura es ms amplio. En l polemiza el autorinspirado con el paganismo de su tiempo que atribua a las criaturas una gloria divina. A lavez nos ofrece elementos de reflexin y juicio que pueden ser vlidos en toda poca, tambinen la nuestra. Habla del enorme esfuerzo realizado para conocer el universo visible. Hablaasimismo de los hombres que 'buscan a Dios y quieren hallarle'. Se pregunta por qu elsaber humano que consigue 'investigar el universo' no llega a conocer a su Seor. El autordel libro de la Sabidura, al igual que San Pablo ms adelante, ve en ello una cierta culpa.

    Pero convendr volver de nuevo a este tema por separado.Por ahora preguntmosnos tambin nosotros esto: Cmo es posible que el inmensoprogreso en el conocimiento del universo (del macrocosmos y del microcosmos), de susleyes y avatares, de sus estructuras y energas, no lleve a todos a reconocer al primerPrincipio sin el que el mundo no tiene explicacin?. Hemos de examinar las dificultades enque tropiezan no pocos hombres de hoy. Hagamos notar con gozo que, sin embargo, sonmuchos tambin hoy los cientficos verdaderos que en su mismo saber cientfico encuentranun estmulo para la fe o, al menos, para inclinar la frente ante el misterio.

    3. Siguiendo la Tradicin que, como hemos dicho, tiene sus races en la Sagrada Escrituradel Antiguo y Nuevo Testamento, en el siglo XIX, durante el Concilio Vaticano I, la Iglesiarecord y confirm esta doctrina sobre la posibilidad de que est dotado el entendimientodel hombre para conocer a Dios a partir de las criaturas. En nuestro siglo, el ConcilioVaticano II ha recordado de nuevo esta doctrina en el contexto de la Constitucin sobre larevelacin divina (Dei Verbum ). Ello reviste suma importancia.

    La Revelacin divina constituye de hecho la base de la fe: del 'creo' del hombre. Al mismotiempo, los pasajes de la Sagrada Escritura en que est consignada esta Revelacin, nosensean que el hombre es capaz de conocer a Dios con su sola razn, es capaz de una cierta'ciencia' sobre Dios, si bien de modo indirecto y no inmediato. Por tanto, al lado del 'yocreo' se encuentra un cierto 'yo s '. Este 'yo s ' hace relacin a la existencia de Dios eincluso a su esencia hasta un cierto grado. Este conocimiento intelectual de Dios se trata demodo sistemtico en una ciencia llamada 'teologa natural', que tiene carcter filosfico ysurge en el terreno de la metafsica, o sea, de la filosofa del ser. Se concentra sobre elconocimiento de Dios en cuanto Causa primera y tambin en cuanto Fin ltimo deluniverso.

    4. Estos problemas y toda la amplia discusin filosfica vinculada a ellos, no puedentratarse a fondo en el marco de una breve instruccin sobre las verdades de la fe. Nisiquiera queremos ocuparnos con detenimiento de las 'vas' que conducen a la mente

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    humana en la bsqueda de Dios (las cinco 'vas' de Santo Toms de Aquino). Para nuestracatequesis de ahora es suficiente tener presente el hecho de que las fuentes del cristianismohablan de la posibilidad de conocer racionalmente a Dios. Por ello y segn la Iglesia todonuestro pensar acerca de Dios sobre la base de la fe tiene tambin carcter 'racional' e'intelectivo'. E incluso el atesmo queda en el crculo de una cierta referencia al concepto de

    Dios. Pues si de hecho se niega la existencia de Dios, debe saber ciertamente de Quienniega la existencia.

    Claro est que el conocimiento mediante la fe es diferente del conocimiento puramenteracional. Sin embargo, Dios no poda haberse revelado al hombre si ste no fuera capaz pornaturaleza de conocer algo verdadero a su respecto. Por consiguiente, junto y ms all deun 'yo s ', propio de la inteligencia del hombre, se sita un 'yo creo', propio del cristiano:en efecto, con la fe el creyente tiene acceso, si bien sea en la oscuridad, al misterio de lavida ntima de Dios.

    La Revelacin divina 27.III.85

    1. Nuestro punto de partida en la catequesis sobre Dios que se revela sigue el texto delConcilio Vaticano II: 'Quiso Dios, con su bondad y sabidura, revelarse a S mismo ymanifestar el misterio de su voluntad: por Cristo, la palabra hecha carne, y con el EsprituSanto, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina. En estarevelacin, Dios invisible, movido por amor, habla a los hombres como amigos, trata conellos para invitarlos y recibirlos en su compaa'. (Dei Verbum , 2).

    Pero ya hemos considerado la posibilidad de conocer a Dios con la capacidad de la solarazn humana. Segn la constante doctrina de la Iglesia, expresada especialmente en elConcilio Vaticano I, y tomada por el Concilio Vaticano II, la razn humana posee estacapacidad y posibilidad: 'Dios, principio y fin de todas las cosas -se dice- puede serconocido con certeza con la luz natural de la razn humana partiendo de las cosas creadas',aun cuando es necesaria la Revelacin divina para que 'todos los hombres, en la condicinpresente de la humanidad, puedan conocer fcilmente, con absoluta certeza y sin error lasrealidades divinas, que en s no son inaccesibles a la razn humana'.

    Este conocimiento de Dios por medio de la razn, ascendiendo a El 'a partir de las cosascreadas', corresponde a la naturaleza racional del hombre. Corresponde tambin al designiooriginal de Dios, el cual, al dotar al hombre de esta naturaleza, quiere poder ser conocidopor l. 'Dios creando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en lacreacin un testimonio perenne de S mismo' (Dei Verbum, 3). Este testimonio se da comodon y, a la vez, se deja como objeto de estudio por parte de la razn humana. Mediante laatenta y perseverante lectura del testimonio de las criaturas, la razn humana se dirige haciaDios y se acerca a El. Esta es, en cierto sentido, la va 'ascendente': por las gradas de lascriaturas el hombre se eleva a Dios, leyendo el testimonio del ser, de la verdad, del bien yde la belleza que las criaturas poseen en s mismas.

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    2. Esta va del conocimiento que, en algn sentido, tiene su comienzo en el hombre y en sumente, permite a la criatura subir al Creador. Podemos llamarla la va del 'saber'. Hay unasegunda va, la va de la 'fe'. que tiene su comienzo exclusivamente en Dios. Estas dos vasson diversas entre s, pero se encuentran en el hombre mismo y, en cierto sentido, secompletan y se ayudan recprocamente.

    De manera diversa que en el conocimiento mediante la razn a partir 'de las criaturas', lascuales slo indirectamente llevan a Dios, en el conocimiento mediante la fe nos inspiramosen la Revelacin, con la que Dios 'se da a conocer a S mismo' directamente. Dios se revela,es decir, permite que se le conozca a El mismo manifestando a la humanidad 'el misterio desu voluntad' (Ef 1, 9). La voluntad de Dios es que los hombres, por medio de Cristo, Verbohecho hombre, tengan acceso en el Espritu Santo al Padre y se hagan partcipes de lanaturaleza divina. Dios, pues, revela al hombre 'a S mismo', revelando a la vez su plansalvfico respecto al hombre. Este misteriosos proyecto salvfico de Dios no es accesible ala sola fuerza razonadora del hombre. Por tanto, la ms perspicaz lectura del testimonio deDios en las criaturas no puede desvelar a la mente humana estos horizontes sobrenaturales.

    No abre ante el hombre 'el camino de la salvacin sobrenatural' (como dice la ConstitucinDei Verbum, 3), camino que est ntimamente unido al 'don que Dios hace de S' al hombre.Con la revelacin de S mismo Dios 'invita y recibe al hombre a la comunin con El' (Cfr.Dei Verbum, 2).

    3. Slo teniendo todo esto ante los ojos, podemos captar que es realmente la fe: cul es elcontenido de la expresin 'creo'.

    Si es exacto decir que la fe consiste en aceptar como verdadero lo que Dios ha revelado, elConcilio Vaticano II ha puesto oportunamente de relieve que es tambin una respuesta detodo el hombre, subrayando la dimensin 'existencial' y 'personalista' de ella.Efectivamente, si Dios 'se revela a S mismo' y manifiesta al hombre el salvfico 'misteriode su voluntad', es justo ofrecer a Dios que se revela esta 'obediencia de la fe', por la cualtodo el hombre libremente se abandona a Dios, prestndole 'el homenaje total de suentendimiento y voluntad' (Vaticano I), 'asintiendo voluntariamente a lo que Dios revela'(Dei Verbum, 5).

    En el conocimiento mediante la fe el hombre acepta como verdad todo el contenidosobrenatural y salvfico de la Revelacin; sin embargo, este hecho lo introduce, al mismotiempo, en una relacin profundamente personal con Dios mismo que se revela. Si elcontenido propio de la Revelacin es la 'auto-comunicacin' salvfica de Dios, entonces larespuesta de fe es correcta en la medida que el hombre -aceptando como verdad esecontenido salvfico-, a la vez, 'se abandona totalmente a Dios'. Slo un completo 'abandonoa Dios' por parte del hombre constituye una respuesta adecuada.

    Jesucristo culmina la revelacin 3.IV.85

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    1. La fe -lo que encierra la expresin 'creo'- est en relacin esencial con la Revelacin. Larespuesta al hecho de que Dios se revela 'a S mismo' al hombre, y simultneamente desvelaante l el misterio de la eterna voluntad de salvar al hombre mediante la 'participacin de lanaturaleza divina', es el 'abandono en Dios' por parte del hombre, en el que se manifiesta la'obediencia de la fe'. La fe es la obediencia de la razn y de la voluntad a Dios que revela.

    Esta 'obediencia' consiste ante todo en aceptar 'como verdad' lo que Dios revela: el hombrepermanece en armona con la propia naturaleza racional en este acoger el contenido de larevelacin. Pero mediante la fe el hombre se abandona del todo a este Dios que se revela aS mismo, y entonces, a la vez que recibe el don 'de lo Alto', responde a Dios con el don dela propia humanidad. De este modo, con la obediencia de la razn y de la voluntad a Diosque revela, comienza un modo nuevo de existir de toda la persona humana en relacin aDios.

    La Revelacin -y, por consiguiente, la fe- 'supera' al hombre, porque abre ante l lasperspectivas sobrenaturales. Pero en estas perspectivas est puesto el ms profundocumplimiento de las aspiraciones y de los deseos enraizados en la naturaleza espiritual del

    hombre: la verdad, el bien, el amor, la alegra, la paz. San Agustn expres esta realidad conla famosa frase: 'Nuestro corazn est inquieto hasta que descanse en Ti' (Confesiones, I,1).Santo Toms dedica las primeras cuestiones de la segunda parte de la Suma Teolgica ademostrar, como desarrollando el pensamiento de San Agustn, que slo en la visin y en elamor de Dios se encuentra la plenitud de la realizacin de la perfeccin humana y, portanto, el fin del hombre. Por esto, la divina Revelacin se encuentra, en la fe, con lacapacidad transcendente de apertura del espritu humano a la Palabra de Dios.

    2. La Constitucin conciliar Dei Verbum hace notar que esta 'economa de la revelacin' sedesarrolla desde el principio de la historia de la humanidad. 'Se realiza por obras y palabrasintrnsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvacin manifiestany confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a la vez, las palabrasproclaman las obras y explican su misterio' (Dei Verbum, 2). Puede decirse que esaeconoma de la Revelacin contiene en s una particular 'pedagoga divina'. Dios 'secomunica' gradualmente al hombre, introducindole sucesivamente en su 'auto-revelacin'sobrenatural, hasta el culmen, que es Jesucristo.

    Al mismo tiempo, toda la economa de la Revelacin se realiza como historia de lasalvacin, cuyo proceso impregna la historia de la humanidad desde el principio. 'Dioscreando y conservando el universo por su Palabra, ofrece a los hombres en la creacin untestimonio perenne de S mismo; queriendo adems abrir el camino de la salvacinsobrenatural, se revelo desde el principio a nuestros primeros padres' (Dei Verbum, 3).

    As, pues, como desde el principio el 'testimonio de la creacin habla al hombre atrayendosu mente hacia el Creador invisible, as tambin desde el principio perdura en la historia laauto-revelacin de Dios, que exige una respuesta justa en el 'creo' del hombre. EstaRevelacin no se interrumpi por el pecado de los primeros hombres. Efectivamente, Dios'despus de su cada, los levant a la esperanza de la salvacin, con la promesa de laredencin: despus cuid continuamente del gnero humano, para dar la vida eterna a todoslos que buscan la salvacin con la perseverancia en las buenas obras. Al llegar el momento,llam a Abrahn para hacerlo padre de un gran pueblo. Despus de la edad de los

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    Patriarcas. Instruy a dicho pueblo por medio de Moiss y los Profetas, para que loreconociera a El como Dios nico y verdadero, como Padre providente y justo juez; paraque esperara al Salvador prometido. De este modo fue preparando a travs de los siglos elcamino del Evangelio' (Dei Verbum, 4).

    La fe como respuesta del hombre a la palabra de la divina Revelacin entr en la fasedefinitiva con al venida de Cristo, cuando 'al final' Dios 'nos habl por medio de su Hijo'(Heb 1, 1-2).

    3. 'Jesucristo, pues, Palabra hecha carne, hombre enviado a los hombres, habla las palabrasde Dios y realiza la obra de la salvacin que el Padre le encarg. Por eso, quien ve aJesucristo, ve al Padre; El, con su presencia y manifestacin, con sus palabras y obras,signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurreccin, con el envo delEspritu de la verdad, lleva a plenitud toda la Revelacin y la confirma con testimoniodivino; a saber, que Dios est con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de lamuerte y para hacernos resucitar a una vida eterna' (Dei Verbum, 4).

    Creer en sentido cristiano quiere decir acoger la definitiva auto-revelacin de Dios enJesucristo, respondiendo a ella con un 'abandono en Dios', del que Cristo mismo esfundamento, vivo ejemplo y mediador salvfico.

    Esta fe incluye, pues, la aceptacin de toda la 'economa cristiana' de la salvacin como unanueva y definitiva alianza, que 'no pasar jams'. Como dice el Concilio: . no hay queesperar otra revelacin pblica antes de la gloriosa manifestacin de Jesucristo nuestroSeor' (Dei Verbum , 4)

    As el Concilio, que en la Constitucin Dei Verbum nos presenta de manera concisa, perocompleta, toda la 'pedagoga' de la divina Revelacin, nos ensea, al mismo tiempo, que esla fe, que significa 'creer', y en particular 'creer cristianamente', como respondiendo a lainvitacin de Jess mismo; 'Creis en Dios, creed tambin en m' (Jn 14, 1).

    Caractersticas de la fe 10.IV.85

    1. Hemos dicho varias veces en estas consideraciones, que la fe es la respuesta particulardel hombre a la Palabra de dios que se revela a S mismo hasta la revelacin definitiva enJesucristo. Esta respuesta tiene, sin duda, un carcter cognoscitivo; efectivamente, da alhombre la posibilidad de acoger este conocimiento (auto-conocimiento) que Dios 'compartecon l'.

    La aceptacin de este conocimiento de Dios, que en la vida presente es siempre parcial,provisional e imperfecto, da, sin embargo, al hombre la posibilidad de participar desdeahora en la verdad definitiva y total, que un da le ser plenamente revelada en la visin

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    inmediata de Dios. 'Abandonndose totalmente a Dios', como respuesta a la auto-Revelacin, el hombre participa en esta verdad. De tal participacin toma origen una nuevavida sobrenatural, a la que Jess llama 'vida eterna' (Jn 17, 3) y que, con la Carta a losHebreos, puede definirse 'vida mediante la fe': 'mi justo vivir de la fe' (Heb 10, 38).

    2. Si queremos profundizar, pues, en la comprensin de lo que es la fe, de lo que quieredecir 'creer', lo primero que se nos presenta es la originalidad de la fe en relacin con elconocimiento racional de Dios, partiendo 'de las cosas creadas'.

    La originalidad de la fe est ante todo en su carcter sobrenatural. Si el hombre en la fe dala respuesta a la 'auto-Revelacin de Dios' y acepta el plan divino de la salvacin, queconsiste en la participacin en la naturaleza y en la vida ntima de Dios mismo, estarespuesta debe llevar al hombre por encima de todo lo que el ser humano mismo alcanzacon las facultades y las fuerzas de la propia naturaleza, tanto en cuanto a conocimientocomo en cuanto a voluntad: efectivamente, se trata del conocimiento de una verdad infinitay del cumplimiento transcendente de las aspiraciones al bien y a la felicidad, que estn

    enraizadas en la voluntad, en el corazn: se trata, precisamente, de la 'vida eterna'.'Por medio de la revelacin divina -leemos en la Constitucin Dei Verbum- Dios quisomanifestarse a S mismo y sus planes de salvar al hombre, para que el hombre se hagapartcipe de los bienes divinos, que superan totalmente la inteligencia humana' (n.6). LaConstitucin cita aqu las palabras del Concilio Vaticano I (Cons. Dei Filius , 12), queponen de relieve el carcter sobrenatural de la fe.

    Si, pues, la respuesta humana a la auto-revelacin de Dios, y en particular a su definitivaauto-revelacin en Jesucristo, se forma interiormente bajo la potencia luminosa de Diosmismo que acta en lo profundo de las facultades espirituales del hombre, y, de algnmodo, en todo el conjunto de sus energas y disposiciones. Esa fuerza divina se llamagracia, en particular, la gracia de la fe.

    3. Leemos tambin en la misma Constitucin del Vaticano II: "Para dar esta respuesta de lafe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interiordel Espritu Santo, que mueve el corazn, lo dirige a Dios, abre los ojos del espritu yconcede a todos gusto en aceptar y creer la verdad (palabras del Concilio Arausicano II).Para que el hombre pueda comprender cada vez ms profundamente la Revelacin, elEspritu Santo perfecciona constantemente la fe con sus dones' (Dei Verbum , 5).

    La Constitucin Dei Verbum se pronuncia de modo sucinto sobre el tema de la gracia de lafe; sin embargo, esta formulacin sinttica es completa y refleja la enseanza de Jessmismo, que ha dicho: 'Nadie puede venir a m si el Padre, que me ha enviado, no lo atrae'(Jn 6, 44). La gracia de la fe es precisamente esta 'atraccin' por parte de Dios, ejercida enrelacin con la esencia interior del hombre, e indirectamente de toda la subjetividadhumana, para que el hombre responda plenamente a la 'auto-revelacin' de Dios enJesucristo, abandonndose a El. Esa gracia previene el acto de fe, lo suscita, sostiene ygua; su fruto es que el hombre se hace capaz ante todo de 'creer a Dios' y cree de hecho. Deeste modo, en virtud de la gracia proveniente y cooperante se instaura una 'comunin'sobrenatural interpersonal que es la misma viva estructura que sostiene la fe, mediante la

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    cual el hombre, que cree en Dios, participa de su 'vida eterna': 'conoce al Padre y a suenviado Jesucristo' (Cfr. Jn 17, 3) y, por medio de la caridad entra en una relacin deamistad con ellos (Cfr. Jn 14, 23; 15, 15).

    4. Esta gracia es fuente de la iluminacin sobrenatural que 'abre los ojos del espritu'; y, por

    lo mismo, la gracia de la fe abarca particularmente la esfera cognoscitiva del hombre y secentra en ella. Logra de ella la aceptacin de todos los contenidos de la Revelacin en loscuales se desvelan los misterios de Dios y los elementos del plan salvfico respecto alhombre. Pero, al mismo tiempo, la facultad cognoscitiva del hombre bajo la accin de lagracia de la fe tiende a la comprensin cada vez ms profunda de los contenidos revelados,puesto que tiende hacia la verdad total prometida por Jess (Cfr. Jn 16, 13), hacia la 'vidaeterna'. Y en este esfuerzo de comprensin creciente encuentra apoyo en los dones delEspritu Santo, especialmente en los que perfeccionan el conocimiento sobrenatural de lafe: ciencia, entendimiento, sabidura.

    Segn este breve bosquejo, la originalidad de la fe se presenta como una vida sobrenatural,

    mediante la cual la 'auto-revelacin' de Dios arraiga en el terreno de la inteligencia humana,convirtindose en la fuente de la luz sobrenatural, por la que el hombre participa, en lamedida humana, pero a nivel de comunin divina, de ese conocimiento, con el que Dios seconoce eternamente a S mismo y conoce toda otra realidad en S mismo.

    El carcter de la fe 17.IV.85

    1. Si la originalidad de la fe consiste en el carcter de conocimiento esencialmentesobrenatural, que proviene de la gracia de Dios y de los dones del Espritu Santo,igualmente se debe afirmar que la fe posee una originalidad autnticamente humana. Enefecto, encontramos en ella todas las caractersticas de la conviccin racional y razonablesobre la verdad contenida en la divina Revelacin. Esta conviccin -o sea, certeza-corresponde perfectamente a la dignidad de la persona como ser racional y libre.

    Sobre este problema es muy iluminadora, entre los documentos del Concilio Vaticano II, laDeclaracin Dignitatis humanae . En ella, leemos, entre otras cosas: 'Es uno de los captulosprincipales de la doctrina catlica, contenido en la Palabra de Dios y predicadoconstantemente por los Padres, que el hombre, al creer, debe responder voluntariamente aDios, y que, por tanto, nadie debe ser forzado a abrazar la fe contra su voluntad. Porque elacto de fe es voluntario por su propia naturaleza, ya que el hombre, redimido por CristoSalvador y llamado en Jesucristo a la filiacin adoptiva, no puede adherirse a Dios, que serevela a S mismo, a menos que, atrado por el Padre, rinda a Dios el obsequio racional ylibre de la fe. Est, por consiguiente, en total acuerdo con la ndole de la fe el excluircualquier gnero de coaccin por parte de los hombres en materia religiosa' (Dignitatishumanae, 10).

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    'Dios llama ciertamente a los hombres a servirle en espritu y en verdad. Por estellamamiento quedan ellos obligados en conciencia, pero no coaccionados. Porque Diostiene en cuenta la dignidad de la persona humana, que El mismo ha creado, y que deberegirse por su propia determinacin y usar la libertad. Esto se hizo patente sobre todo enCristo Jess.' (n.11).

    2. Y aqu el documento conciliar explica de que modo Cristo trat de 'excitar y robustecerla fe de los oyentes', excluyendo toda coaccin. En efecto, El dio testimonio definitivo de laverdad de su Evangelio mediante la cruz y la resurreccin, 'pero no quiso imponerla por lafuerza a los que le contradecan Can'. 'Su reino. se establece dando testimonio de la verdady prestndole odo, y crece por el amor con que Cristo, levantado en la cruz, atrae loshombres a S mismo' (n.11). Cristo encomend luego a los Apstoles el mismo modo deconvencer sobre la verdad del Evangelio.

    Precisamente, gracias a esta libertad, la fe -lo que expresamos con la palabra 'creo'- poseesu autenticidad y originalidad humana, adems de divina. En efecto, ella expresa la

    conviccin y la certeza sobre la verdad de la revelacin, en virtud de un acto de librevoluntad. Esta voluntariedad estructural de la fe no significa en modo alguno que el creersea 'facultativo', y que por lo tanto, sea justificable una actitud de indiferentismofundamental; slo significa que el hombre est llamado a responder a la invitacin y aldonde Dios con la adhesin libre y total de s mismo.

    3. El mismo documento conciliar, dedicado al problema de la libertad religiosa, pone derelieve muy claramente que la fe es una cuestin de Conciencia.

    'Por razn de su dignidad, todos los hombres, por ser personas, es decir, dotados de razn yde voluntad libre y, por tanto, enaltecidos con una responsabilidad personal, sonimpulsados por su propia naturaleza a buscar la verdad, y adems tienen la obligacinmoral de buscarla, sobre todo, la que se refiere a la religin. Estn obligados, asimismo, aadherirse a la verdad conocida y a ordenar su vida segn las exigencias de la verdad' (n.2).Si ste es el argumento esencial a favor del derecho a la libertad religiosa, es tambin elmotivo fundamental por el cual esta misma libertad debe ser correctamente comprendida yobservada en la vida social.

    4. En cuanto a las decisiones personales, 'cada uno tiene la obligacin, y en consecuenciatambin el derecho, de buscar la verdad en materia religiosa, a fin de que, utilizando losmedios adecuados, llegue a formarse prudentemente juicios rectos y verdaderos deconciencia. Ahora bien, la verdad debe buscarse de modo apropiado a la dignidad de lapersona humana y a su naturaleza social, mediante la libre investigacin, con la ayuda delmagisterio o enseanza, de la comunicacin y del dilogo, por medio de los cuales loshombres se exponen mutuamente la verdad que han encontrado o juzgan haber encontradopara ayudarse unos a otros en la bsqueda de la verdad; y una vez conocida sta, hay queadherirse firmemente a ella con asentimiento personal'(n.3).

    En estas palabras hallamos una caracterstica muy acentuada de nuestro 'credo' como actoprofundamente humano, que responde a la dignidad del hombre en cuanto persona. Esta

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    correspondencia se manifiesta en la relacin con la verdad mediante la libertad interior y laresponsabilidad de conciencia del sujeto creyente.

    Esta doctrina, inspirada en la Declaracin conciliar sobre la libertad religiosa Dignitatishumanae, sirve tambin para hacer comprender lo importante que es una catequesis

    sistemtica, tanto porque hace posible el conocimiento de la verdad sobre el proyecto deDios, contenido en la divina Revelacin, como porque ayuda a adherirse cada vez ms a laverdad ya conocida y aceptada mediante la fe.

    Sagrada Tradicin y Sagrada Escritura 24.IV.85

    1. Donde podemos encontrar lo que Dios ha revelado para adherirnos a ello con nuestra fe

    convencida y libre?. Hay un 'sagrado depsito', del que la Iglesia toma comunicndonos suscontenidos.

    Como dice el Concilio Vaticano II: 'Esta Sagrada Tradicin con la Sagrada Escritura deambos Testamentos, son el espejo en el que la Iglesia peregrina contempla a Dios, de quientodo lo recibe, hasta el da en que llegue a verlo cara a cara, como El es' (Dei Verbum , 7).

    Con estas palabras la Constitucin conciliar sintetiza el problema de la transmisin de laRevelacin Divina, importante para la fe de todo cristiano. Nuestro 'credo', que debepreparar al hombre sobre la tierra a ver a Dios cara a cara en la eternidad, depende en cadaetapa de la historia, de la fiel inviolable transmisin de esta auto-revelacin de Dios, que en

    Jesucristo ha alcanzado su pice y su plenitud.2. Cristo mand 'a los Apstoles predicar a todo el mundo el Evangelio como fuente detoda verdad salvadoras y de toda norma de conducta, comunicndoles as los bienesdivinos' (n.7). Ellos ejecutaron la misin que les fue confiada ante todo mediante lapredicacin oral, y al mismo tiempo algunos de ellos 'pusieron por escrito el mensaje desalvacin inspirados por el Espritu Santo' (n. 7). Esto hicieron tambin algunos del crculode los Apstoles (Marcos, Lucas).

    As se form la transmisin de la Revelacin divina en la primera generacin de cristianos:'Para que este Evangelio se conservara siempre vivo e integro en la Iglesia, los Apstolesnombraron como sucesores a los obispos, dejndoles su funcin en el magisterio (S.Ireneo)' (n.7).

    3. Como se ve, segn el Concilio, en la transmisin de la divina Revelacin en la Iglesia sesostienen recprocamente y se completan la Tradicin y la Sagrada Escritura, con las cualeslas nuevas generaciones de los discpulos y de los testigos de Jesucristo alimentan su fe, porque 'lo que los Apstoles transmitieron . comprende todo lo necesario para una vida santa ypara una fe creciente del Pueblo de Dios' (n.8).

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    'Esta Tradicin apostlica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espritu Santo; esdecir, crece la comprensin de las palabras y de las instituciones transmitidas cuando losfieles las contemplan y estudian re pasndolas en su corazn, cuando comprendeninternamente los viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apstoles en elcarisma de la verdad. La Iglesia camina a travs de los siglos hacia la plenitud de la verdad,

    hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios' (n.8).Pero en esta tensin hacia la plenitud de la verdad divina la Iglesia bebe constantemente enel nico 'depsito' originario, constituido por la Tradicin apostlica y la Sagrada Escritura,las cuales 'manan de una misma fuente divina, se unen en un mismo caudal, corren hacia elmismo fin' (n.9).

    4. A este propsito conviene precisar y subrayar, tambin de acuerdo con el Concilio, que .La Iglesia no saca exclusivamente de la Sagrada Escritura la certeza de todo lo revelado'(n.9). Esta Escritura 'es la Palabra de Dios en cuanto escrita por inspiracin del EsprituSanto'. Pero 'la Palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espritu Santo a los

    Apstoles, la transmite ntegra a los sucesores, para que ellos, iluminados por el Espritu deverdad, la conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicacin' (n.9). 'Lamisma Tradicin da a conocer a la Iglesia el canon ntegro de los Libros Sagrados y haceque los comprenda cada vez mejor y los mantenga siempre activos' (n.8).

    'La Sagrada Tradicin y la Sagrada Escritura constituyen un solo depsito sagrado de laPalabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a dicho depsito, el pueblo cristiano entero,unido a sus Pastores, persevera siempre en la doctrina apostlica.' (n.10). Por ello ambas, laTradicin y la Sagrada Escritura, deben estar rodeadas de la misma veneracin y del mismorespeto religioso.

    5. Aqu nace el problema de la interpretacin autntica de la Palabra de Dios, escrita otransmitida por la Tradicin. Esta funcin ha sido encomendada 'nicamente al Magisteriovivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo' (n.10). Este Magisterio 'noest por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para ensear puramente lotransmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espritu Santo, lo escuchadevotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este depsito de la fe sacatodo lo que propone como revelado por Dios para ser credo'(n.10).

    6. He aqu, pues, una nueva caracterstica de la fe: creer de modo cristiano significatambin: aceptar la verdad revelada por Dios, tal como la ensea la Iglesia. Pero al mismotiempo el Concilio Vaticano II recuerda que ' la totalidad de los fieles. no puedenequivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentidosobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando desde los obispos hasta los ltimos fieleslaicos prestan su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres. Con este sentidode la fe, que el Espritu de verdad suscita y mantiene, el Pueblo de Dios se adhiereindefectiblemente a la fe confiada de una vez para siempre a los santos, penetra msprofundamente en ella con juicio certero y le da ms plena aplicacin en la vida guiado entodo por el sagrado Magisterio' (LumenGentium, 12).

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    7. La Tradicin, la Sagrada Escritura, el Magisterio de la Iglesia y el sentido sobrenaturalde la fe de todo el pueblo de Dios forman ese proceso vivificante en el que la divinaRevelacin se transmite a las nuevas generaciones. 'As Dios, que habl en otros tiempos,sigue conversando con la esposa de su Hijo amado; as el Espritu Santo, por quien la vozviva del Evangelio resuena en la iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a

    los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la palabra de Cristo'(Dei Verbum, 8).

    Creer de modo cristiano significa aceptar ser introducidos y conducidos por el Espritu a laplenitud de la verdad de modo consciente y voluntario.

    Sagrada Escritura: inspiracin e interpretacin 1.V.85

    1. Repetimos hoy una vez ms las hermosas palabras de la Constitucin conciliar DeiVerbum ; ' As Dios, que habl en otros tiempos.' (n.8).

    Digamos, de nuevo que significa 'creer'.

    Creer de modo cristiano significa precisamente: ser introducidos por el Espritu Santo en laverdad plena de la divina Revelacin. Quiere decir: ser una comunidad de fieles abiertos ala Palabra del Evangelio de Cristo. Una y otra cosa son posibles en cada generacin, porquela viva transmisin de la divina Revelacin, contenida en la Tradicin y la SagradaEscritura, perdura integra en la Iglesia, gracias al servicio especial del Magisterio, en

    armona con el sentido sobrenatural del Pueblo de Dios.2. Para completar esta concepcin del vnculo entre nuestro 'credo' catlico y su fuente, esimportante tambin la doctrina sobre la inspiracin de la Sagrada Escritura y de suinterpretacin autntica. Al presentar esta doctrina seguimos (como en las catequesisanteriores) ante todo la Constitucin Dei Verbum.

    Dice el Concilio: 'La Santa Madre Iglesia fiel a la fe de los Apstoles, reconoce que todoslos libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y cannicos,en cuanto que, que escritos por inspiracin del Espritu Santo, tienen a Dios como autor, ycomo tales han sido confiados a la Iglesia' (n.11).

    Dios -como Autor invisible y transcendente- 'se vali de hombres elegidos, que usaban detodas sus facultades y talentos; de este modo. como verdaderos autores, pusieron por escritotodo y slo lo que Dios quera' (n.11). Con este fin el Espritu Santo actuaba en ellos y pormedio de ellos (Cfr. n.11).

    3. Dado este origen, se debe reconocer 'que los libros de la Sagrada Escritura enseanslidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en dichos libros para

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    la salvacin nuestra' (n.11). Lo confirman las palabras de San Pablo en la Carta a Timoteo:'Toda la Escritura es divinamente inspirada y til para ensear, para argir, para corregir,para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y consumado en todaobra buena' (2 Tim. 3, 16-17).

    La Constitucin sobre la divina revelacin, siguiendo a San Juan Crisstomo, manifiestaadmiracin por la particular 'condescendencia', que es como un 'inclinarse' de la eternaSabidura. 'La Palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante allenguaje humano, como la Palabra del Eterno Padre, asumiendo nuestra dbil condicinhumana, se hizo semejante a los hombres' (n.13).

    4. De la verdad sobre la divina inspiracin de la Sagrada Escritura se deriva lgicamentealgunas normas que se refieren a su interpretacin. La Constitucin Dei Verbum las resumebrevemente:

    El primer principio es que 'porque Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en

    lenguaje humano, el intrprete de la Sagrada Escritura, para conocer lo que Dios quisocomunicarnos, debe estudiar con atencin lo que los autores queran decir y Dios quera dara conocer con dichas palabras' (n.12).

    Con esta finalidad -y ste es el segundo punto- es necesario tener en cuenta, entre otrascosas, 'los gneros literarios'. 'Pues la verdad se presenta y enuncia de modo diverso enobras de diversa ndole histrica, en libros profticos o poticos, o en otros gnerosliterarios' (n.12). El sentido de lo que el autor expresa depende precisamente de estosgneros literarios, que se deben tener, pues, en cuenta sobre el fondo de todas lascircunstancias de una poca precisa y de una determinada cultura.

    Y, por esto, tenemos el tercer principio para una recta interpretacin de la SagradaEscritura: 'Para comprender exactamente lo que el autor sagrado propone en sus escritos,hay que tener muy en cuenta los habituales y originarios modos de pensar, de expresarse,de narrar que se usaban en el tiempo del escritor, y tambin las expresiones que entoncessolan emplearse en la conversacin ordinaria' (n.12).

    5. Estas indicaciones bastantes detalladas, que se dan para la interpretacin de carcterhistrico-literario, exigen una relacin profunda con las premisas de la doctrina sobre ladivina inspiracin de la Sagrada Escritura. 'La escritura se ha de leer e interpretar con elmismo Espritu con que fue escrita' (n.12). Por esto, 'hay que tener muy en cuenta elcontenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradicin viva de toda la Iglesia, la analogade la fe' (n.12).

    Por 'analoga de la fe' entendemos la cohesin de cada una de las verdades de fe entre s ycon el plan total de la Revelacin y la plenitud de la divina economa encerrada en l.

    6. La misin de los exegetas, es decir, de los investigadores que estudian con mtodosidneos la Sagrada Escritura, es contribuir, segn dichos principios, 'para ir penetrando yexponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio puedamadurar el juicio de la Iglesia' (n.12). Puesto que la Iglesia tiene 'el mandato y el ministerio

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    divino de Conservar e interpretar la Palabra de Dios', todo lo que se refiere 'al modo deinterpretar la Escritura, queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia' (n.12).

    Esta norma es importante para precisar la relacin recproca entre exgesis (y la teologa) yel Magisterio de la Iglesia. Es una norma que est en relacin muy ntima con lo que hemos

    dicho anteriormente a propsito de la transmisin de la divina Revelacin. Hay que ponerde relieve una vez ms que el Magisterio utiliza el trabajo de los telogos-exegetas y, almismo tiempo, vigila oportunamente sobre los resultados de sus estudios. Efectivamente, elMagisterio est llamado a custodiar la verdad plena, contenida en la divina Revelacin.

    7. Creer de modo cristiano significa, pues, adherirse a esta verdad gozando de la garanta deverdad que por institucin de Cristo mismo se le ha dado a la Iglesia. Esto vale para todoslos creyentes: y, por tanto -en su justo nivel y en el grado adecuado-, tambin para lostelogos y exegetas. Para todos se revela en este campo la misericordiosa providencia deDios, que ha querido concedernos no slo el don de su auto-revelacin, sino tambin lagaranta de su fiel conservacin, interpretacin y explicacin, confindola a la Iglesia.

    El Antiguo Testamento 8.V.85

    1. La Sagrada Escritura, como es sabido, se compone de dos grandes colecciones de libros:el Antiguo y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento, redactado todo l antes de lavenida de Cristo, es una coleccin de 46 libros de carcter diverso. Los enumeraremos aqu,agrupndolos de manera que se distinga, al menos genricamente, la ndole de cada uno de

    ellos.2. El primer grupo que encontramos es el llamado 'Pentateuco', formado por: Gnesis,xodo, Levtico, Nmeros y Deuteronomio. Casi como prolongacin del Pentateuco seencuentra el Libro de Josu y, luego, el de los Jueces. El conciso Libro de Rut constituye,en cierto modo, la introduccin al grupo siguiente de carcter histrico, compuesto por losdos Libros de Samuel y por los dos Libros de los Reyes. Entre estos libros deben incluirselos dos de las Crnicas, el Libro de Esdras y el de Nehemas, que se refieren al perodo dela historia de Israel posterior a la cautividad de Babilonia.

    El Libro de Tobas, el de Judit y el de Ester, aunque se refieren a la historia de la nacinelegida, tienen carcter de narracin alegrica y moral, ms bien que de historia verdaderay propia. En cambio, los dos Libros de los Macabeos tienen carcter histrico (de crnica).

    3. Los llamados 'Libros didcticos' forman un propio grupo, en el cual se incluyen obras dediverso carcter. Pertenecen a l: el Libro de Job, los Salmos, y el Cantar de los Cantares, eigualmente algunas obras de carcter sapiencial-educativo: el Libro de los Proverbios, el deQohelet (es decir, el Eclesiasts), el Libro de la Sabidura y la Sabidura de Sircida (estoes, el Eclesistico).

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    4. Finalmente, el ltimo grupo de escritos del Antiguo Testamento est formado por los'Libros profticos'. Se distinguen los cuatro llamados Profetas 'mayores': Isaas, Jeremas,Ezequiel y Daniel. Al Libro de Jeremas se aaden las lamentaciones y el Libro de Baruc.Luego vienen los llamados Profetas 'menores': Oseas, Joel, Ams, Abdas, Jons, Miqueas,Nan, Habacuc, Sofonas, Ageo, Zacaras y Malaquas.

    5. A excepcin de los primeros captulos del Gnesis, que tratan del origen del mundo y dela humanidad, los libros del Antiguo Testamento, comenzando por la llamada de Abrahn,se refieren a una nacin que ha sido elegida por Dios. He aqu lo que leemos en laConstitucin Dei Verbum: 'Deseando Dios con su gran amor preparar la salvacin de todala humanidad, escogi a un pueblo particular a quien confiar sus promesas. Hizo primerouna alianza con Abrahn; despus, por medio de Moiss, la hizo con el pueblo de Israel, yas se fue revelando a su pueblo, con obras y palabras, como el nico Dios vivo yverdadero. De este modo Israel fue experimentando la manera de obrar de Dios con loshombres, la fue comprendiendo cada vez mejor al hablar Dios por medio de los Profetas, yfue difundiendo este conocimiento entre las naciones. La economa de la salvacin

    anunciada, contada y explicada por los escritores sagrados, se encuentra, hecha palabra deDios, en los libros del antiguo Testamento; por eso dichos libros, divinamente inspirados,conservan para siempre su valor.' (n.15).

    6. La Constitucin conciliar indica luego lo que ha sido la finalidad principal de laeconoma de la salvacin en el Antiguo Testamento: 'Preparar', anunciar profticamente ysignificar con diversas figuras la venida de Cristo redentor del universo y del reinomesinico (Cfr. n.15).

    Al mismo tiempo, los libros del Antiguo Testamento, segn la condicin del gnerohumano antes de Cristo, 'muestran a todos el conocimiento de Dios y del hombre y de quemodo Dios, justo y misericordioso, trata a los hombres. Estos libros, aunque contienenelementos imperfectos y pasajeros, nos ensean la pedagoga divina' (n.15). En ellos seexpresa 'un vivo sentido de Dios', 'una sabidura salvadora acerca del hombre' y, finalmente,'encierra tesoros de oracin y esconden el misterio de nuestra salvacin' (n.15). Y por esto,tambin los libros del Antiguo Testamento deben ser recibidos por los cristianos condevocin.

    7. La Constitucin conciliar explica as la relacin entre el Antiguo y Nuevo Testamento:'Dios es el autor que inspira los libros de ambos Testamentos, de modo que el Antiguoencubriera el Nuevo, y el Nuevo descubriera el Antiguo' (segn las palabras de SanAgustn: 'Novum in Vetere latet, Vetus in Novo patet.'). 'Pues, aunque Cristo estableci consu Sangre la Nueva Alianza, los libros ntegros del Antiguo Testamento, incorporados a lapredicacin evanglica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido en el NuevoTestamento y a su vez lo iluminan y lo explican' (n.16).

    Como veis, el Concilio nos ofrece una doctrina precisa y clara, suficiente para nuestracatequesis. Ella nos permite dar un nuevo paso en la determinacin del significado denuestra fe. 'Creer de modo cristiano' significa sacar, segn el espritu que hemos dicho, laluz de la Revelacin tambin de los Libros de la Antigua Alianza.

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    El Nuevo Testamento 22.V.85

    1. El Nuevo Testamento tiene dimensiones menores que el Antiguo. Bajo el aspecto de laredaccin histrica, los libros que lo componen estn escritos en un espacio de tiempo msbreve que los de la Antigua Alianza. Est compuesto por veintisiete libros, algunos muybreves.

    En primer lugar tenemos los cuatro Evangelios: segn Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Luegosigue el libro de los Hechos de los Apstoles, cuyo autor es tambin Lucas. El grupo mayorest constituido por las Cartas Apostlicas, de las cuales las ms numerosas son las Cartasde San Pablo: una a los Romanos, dos a los Corintios, una a los Glatas, una a los Efesios,una a los Filipenses, una a los Colosenses, dos a los Tesalonicenses, dos a Timoteo, una a

    Tito y una a Filemn. El llamado 'corpus paulinus' termina con la Carta a los Hebreos,escrita en el mbito de influencia de Pablo. Siguen: la Carta de Santiago, dos Cartas de SanPedro, tres Cartas de San Juan y la Carta de San Judas. El ltimo libro del NuevoTestamento es el Apocalipsis de San Juan.

    2. Con relacin a estos libros se expresa as la Constitucin Dei Verbum: 'Todos saben queentre los escritos del Nuevo Testamento sobresalen los Evangelios, por ser el testimonioprincipal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador. La Iglesiasiempre y en todas partes ha mantenido y mantiene que los cuatro Evangelios son de origenapostlico. Pues lo que los Apstoles predicaron por mandato de Jesucristo, despus ellosmismos con otros de su generacin lo escribieron por inspiracin del Espritu Santo y noslo entregaron como fundamento de nuestra fe: el Evangelio cudruple, segn Mateo,Marcos, Lucas y Juan' (n.18).

    3. La Constitucin conciliar pone de relieve de modo especial la historicidad de los cuatroEvangelios. Dice que la Iglesia 'afirma su historicidad sin dudar', manteniendo conconstancia que 'los cuatro .Evangelios. transmiten fielmente lo que Jess, el Hijo de Dios,viviendo entre los hombres, hizo y ense realmente para la eterna salvacin de losmismos, hasta el da de la Ascensin' (n.19).

    Si se trata del modo como nacieron los cuatro Evangelios, la Constitucin conciliar losvincula ante todo con la enseanza apostlica, que comenz con la venida del EsprituSanto el da de Pentecosts. Leemos as: 'Los Apstoles, despus de la Ascensin delSeor, comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor comprensin que lesdaban los acontecimientos gloriosos de Cristo e iluminados por la enseanza del EsprituSanto' (n.19). Estos 'acontecimientos gloriosos' estn constituidos principalmente por laresurreccin del Seor y la venida del Espritu Sano. Se comprende que, a la luz de laresurreccin, los Apstoles creyeron definitivamente en Cristo. La resurreccin proyect aluz fundamental sobre su muerte en la cruz, y tambin sobre todo lo que haba hecho yproclamado antes de su pasin. Luego, el da de Pentecosts sucedi que los Apstolesfueron 'iluminados por el Espritu de verdad'.

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    4. De la enseanza apostlica oral se pas a la redaccin de los Evangelios, respecto a locual se expresa as la Constitucin conciliar: . los autores sagrados compusieron los cuatroEvangelios escogiendo datos de la tradicin oral o escrita, reducindolos a sntesis,adaptndolos a la situacin de las diversas Iglesias, conservando el estilo de proclamacin:as nos transmitieron siempre datos autnticos y genuinos acerca de Jess. Sacndolos de su

    memoria o del testimonio de los 'que asistieron desde el principio y fueron testigos de lapalabra, lo escribieron para que conozcamos la verdad de lo que nos enseaban' (n.19).

    Este conciso prrafo del Concilio refleja y sintetiza brevemente toda la riqueza de lasinvestigaciones y estudios de los escrituristas no han cesado de dedicar a la cuestin delorigen de los cuatro Evangelios. Para nuestra catequesis es suficiente este resumen.

    5. En cuanto a los restantes libros de Nuevo Testamento, la Constitucin conciliar DeiVerbum se pronuncia del modo siguiente: . Estos libros, segn el sabio plan de Dios,confirman la realidad de Cristo, van explicando su doctrina autntica, proclaman la fuerzasalvadora de la obra de Cristo, cuentan los comienzos y la difusin de la Iglesia, predicen

    su consumacin gloriosa' (n.20). Se trata de una breve y sinttica presentacin de contenidode esos libros, independientemente de cuestiones cronolgicas, que ahora nos interesanmenos. slo recordaremos que los estudiosos fijan para su composicin la segunda mitaddel siglo I.

    Lo que ms cuenta para nosotros es la presencia del Seor Jess y de su Espritu en losautores del Nuevo Testamento, que son, por lo mismo, medios a travs de los cuales Diosnos introduce en la novedad revelada. 'El Seor asisti a sus Apstoles, como lo habaprometido, y les envi el Espritu Santo, que los fuera introduciendo en la plenitud de laverdad' (n.20). Los libros del Nuevo Testamento nos introducen precisamente en el caminoque lleva a la plenitud de la verdad de la divina Revelacin.

    6. Y tenemos aqu otra conclusin para una concepcin ms completa de la fe. Creer demodo cristiano significa aceptar la auto-revelacin de Dios en Jesucristo, que constituye elcontenido esencial del Nuevo Testamento.

    Nos dice el Concilio: 'Cuando lleg la plenitud de los tiempos, la palabra se hizo carne yhabit entre nosotros llena de gracia y de verdad. Cristo estableci en la tierra el reino deDios, se manifest a Si mismo y a su Padre con obras y palabras. Llev a cabo su obramuriendo, resucitando y enviando al Espritu Santo. Levantado de la tierra, atrae todoshacia S, pues es el nico que posee palabras de vida eterna' (n.17).

    'De esto dan testimonio divino y perenne los escritos del Nuevo Testamento' (n.17).

    Y por lo mismo constituyen un particular apoyo para nuestra fe.

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    Fe cristiana y religiones no cristianas 5.VI.85

    1. La fe cristiana se encuentra en el mundo con varias religiones que se inspiran en otrosmaestros y en otras tradiciones, al margen del filn de la revelacin. Ellas constituyen unhecho que hay que tener en cuenta. Como dice el Concilio, los hombres esperan de las

    diversas religiones 'la respuesta a los enigmas recnditos de la condicin humana, que hoycomo ayer conmueven ntimamente su corazn: Qu es el hombre? Cul es el sentido y finde nuestra vida?. Qu es el bien y que es el pecado?. Cul es el origen y el fin del dolor?.Cul es el camino para conseguir la verdadera felicidad?. Qu es la muerte, el juicio, ycul es la retribucin despus de la muerte?. Cual es, finalmente, aquel ltimo e inefablemisterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia el cual nosdirigimos' (Nostra aetate, 1).

    De este hecho parte el Concilio en la Declaracin Nostra Aetate sobre las relaciones de laIglesia con las religiones no cristianas. Es muy significativo que el Concilio se hayapronunciado sobre este tema. Si creer de modo cristiano quiere decir responder a la auto-

    revelacin de Dios, cuya plenitud est en Jesucristo, sin embargo, esta fe no evita,especialmente en el mundo contemporneo, una relacin consciente con las religiones nocristianas, en cuanto que en cada una de ellas se expresa de algn modo 'aquello que escomn a los hombres y conduce a la mutua solidaridad' (n.1). La Iglesia no desecha estarelacin, ms an, la desea y la busca. Sobre el fondo de una amplia comunin en losvalores positivos de espiritualidad y moralidad, se delinea ante todo la relacin de la 'fe' conla 'religin' en general, que es un sector especial de la existencia terrena del hombre. Elhombre busca en la religin la respuesta a los interrogantes arriba enumerados y establecede modo diverso su relacin con el 'misterio que envuelve nuestra existencia'. Ahora bien,las diversas religiones no cristianas son, ante todo, la expresin de esta bsqueda por partedel hombre, mientras que la fe cristiana que tiene su base en la Revelacin por parte deDios. Y en esto consiste -a pesar de algunas afinidades en otras religiones- su diferenciaesencial en relacin con ellas.

    2. La Declaracin Nostra Aetate, sin embargo, trata de subrayar las afinidades. Leemos: 'Yadesde la antigedad y hasta nuestras das se encuentran en los diversos pueblos una ciertapercepcin de aquella fuerza misteriosa que se haya presente en la marcha de las cosas y enlos acontecimientos de la vida humana, y a veces tambin el conocimiento de la sumaDivinidad e incluso del Padre. Sensibilidad y conocimiento que penetran toda la vidahumana, y un ntimo sentido religioso' (n.2). A este propsito podemos recordar que desdelos primeros siglos del cristianismo se ha querido ver la presencia inefable del Verbo en lasmentes humanas y en las realizaciones de cultura y civilizacin: 'Efectivamente, todos losescritores, mediante la innata semilla del Logos, injertada en ellos, pudieron entreveroscuramente la realidad' , ha puesto de relieve San Justino (II, 13, 3), el cual, con otrosPadres, no ha dudado en ver en la filosofa una especie de 'revelacin menor'.

    Pero en esto hay que entenderse. Ese 'sentido religioso', es decir, el conocimiento religiosode Dios por parte de los pueblos, se reduce al conocimiento de que es capaz el hombre conlas fuerzas de su naturaleza, como hemos visto en su lugar; al mismo tiempo, se distinguede las especulaciones puramente racionales de los filsofos y pensadores sobre el tema dela existencia de Dios. Ese conocimiento religioso implica a todo el hombre y llega a ser en

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    l un impulso de vida. Se distingue, sobre todo, de la fe cristiana, ya sea comoconocimiento fundado en la Revelacin, ya como respuesta consciente al don de Dios queest presente y acta en Jesucristo. Esta distincin necesaria no excluye, repito, unaafinidad y una concordancia de valores positivos, lo mismo que no impide reconocer, con elConcilio, que las diversas religiones no cristianas (entre las cuales en el Documento

    conciliarse recuerdan especialmente el hinduismo y el budismo, de los que se traza unbreve perfil) 'se esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del coraznhumano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados' (n.2).

    3. 'La Iglesia catlica -contina el Documento- considera con sincero respeto los modos deobrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, aunque discrepan en muchos puntos de loque ella profesa y ensea, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad queilumina a todos los hombres' (n.2).Mi predecesor Pablo VI, de venerada memoria, puso derelieve de modo sugestivo esta posicin de la Iglesia en la Exhortacin Apostlica'Evangelii nuntiandi'. He aqu sus palabras que sintonizan con textos de los antiguos Padres:'Ellas (las religiones no cristianas) llevan en s mismas el eco de milenios a la bsqueda de

    Dios, bsqueda incompleta pero hecha frecuentemente con sinceridad y rectitud decorazn. Poseen un impresionante patrimonio de textos profundamente religiosos. Hanenseado a generaciones de personas a orar. Todas estn llenas de innumerables semillasdel Verbo y constituyen una autntica preparacin evanglica' (n.53).

    Por esto, tambin la Iglesia exhorta a los cristianos y a los catlicos a fin de que 'medianteel dilogo y la colaboracin con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de la fe yvida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, ascomo los valores socio-culturales, que en ellos existen' (n.2).

    4. Se podra decir, pues, que creer de modo cristiano significa aceptar, profesar y anunciar aCristo que es 'el camino, la verdad y la vida' (Jn. 14, 6), tanto ms plenamente cuanto msse ponen de relieve los valores de las otras religiones, los signos, los reflejos y como lospresagios de El.

    5. Entre las religiones no cristianas merece una atencin particular la religin de losseguidores de Mahoma, a causa de su carcter monotesta y su vnculo con la fe deAbrahn, a quien San Pablo defini el 'padre. de nuestra fe (cristiana)' (Cfr. Rom 4, 16).

    Los musulmanes 'Adoran al nico Dios, viviente y subsistente, misericordioso ytodopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habl a los hombres, a cuyos ocultosdesignios procuran someterse con toda el alma, como se someti a Dios Abrahn, a quien lafe islmica mira con complacencia'. Pero an hay ms: los seguidores de Mahoma honrantambin a Jess: 'Aunque no reconocen a Jess como Dios, lo veneran como Profeta;honran a Mara, su Madre virginal, y a veces tambin la invocan devotamente. Esperan,adems, el da del juicio, cuando Dios remunerar a todos los hombres resucitados. Porello, aprecian la vida moral y honran a Dios, sobre todo, con la oracin, las limosnas y elayuno' (n.3).

    6. Una relacin especial -entre las religiones no cristianas- es la que mantiene la Iglesia conlos que profesan la fe en la Antigua Alianza, los herederos de los Patriarcas y Profetas de

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    Israel. Efectivamente, el Concilio recuerda 'el vnculo con que el pueblo del NuevoTestamento est unido con la estirpe de Abrahn' (n.4).

    Este vnculo, al que ya aludimos en la catequesis dedicada al Antiguo Testamento, y quenos acerca a los judos, se pone una vez ms de relieve en la Declaracin Nostra Aetate, al

    referirse a esos comunes inicios de la fe, que se encuentran en los Patriarcas, Moiss y losProfetas. La Iglesia 'reconoce que todos los cristianos, hijos de Abrahn segn la fe, estnincluidos en la vocacin del mismo Patriarca. La Iglesia no puede olvidar que ha recibido larevelacin del Antiguo Testamento, por medio de aquel pueblo con el que Dios, por suinefable misericordia, se dign establecer la Antigua Alianza' (n.4). De este mismo Puebloproviene 'Cristo segn la carne' (Rom 9, 5), Hijo de la Virgen Mara, as como tambin sonhijos de l sus Apstoles.

    Toda esta herencia espiritual, comn a los cristianos y a los judos, constituye como unfundamento orgnico para una relacin recproca, aun cuando gran parte de los hijos deIsrael 'no aceptaron el Evangelio'. Sin embargo, la Iglesia (juntamente con los Profetas y el

    Apstol Pablo) 'espera el da que slo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarn alSeor con una sola voz y le servirn como un slo hombre (Sof 3, 9)'(n.4).

    Dilogo de salvacin 12.VI.85

    1. Creer de modo cristiano significa 'aceptar la invitacin al coloquio con Dios',abandonndose al propio Creador. Esta fe consciente nos predispone tambin a ese 'dilogo

    de la salvacin' que la Iglesia quiere establecer con todos los hombres del mundo de hoy(Cfr. Pablo VI Enc. Ecclesiam suam), incluso con los no creyentes. 'Muchos son. los quehoy da se desentienden del todo de esta ntima y vital unin con Dios o la niegan de formaexplcita' (Gaudium et Spes, 19), constituida por la fe. Por esto, en la Constitucin pastoralGaudium et Spes el Concilio tom posicin tambin sobre el tema de la no creencia y delatesmo. Nos dice adems cun consciente y madura debera ser nuestra fe, de la que confrecuencia tenemos que dar testimonio a los incrdulos y los ateos. Precisamente en la pocaactual la fe debe ser educada 'para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlasvencer'(n.21). Esta es la condicin esencial del dilogo de la salvacin.

    2. La Constitucin conciliar hace una anlisis breve, pero exhaustivo, del atesmo. Observa,ante todo, que con este trmino 'se designan realidades muy diversas. Unos niegan a Diosexpresamente (atesmo); los hay que someten la cuestin teolgica a un anlisismetodolgico tal, que reputa como intil el propio planteamiento de la cuestin(positivismo, cientifismo). Muchos, rebasando indebidamente los lmites de las cienciaspositivas, pretenden explicarlo todo sobre la base puramente cientfica o, por el contrario,rechazan sin excepcin toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, quedejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa ms. La afirmacin del hombre que lanegacin de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene quever con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestin de la existencia de

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    Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna. El atesmo nace. a vecescomo violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicacinindebida del carcter absoluto a ciertos bienes humanos que son consideradosprcticamente como sucedneos de Dios. La civilizacin actual, no en s misma, pero s porsu sobrecarga de apego a la tierra (secularismo), puede dificultar en grado notable el acceso

    del hombre a Dios' (n.19).3. El texto conciliar, como se ve, indica la variedad y la multiplicidad de lo que se ocultabajo el trmino 'atesmo'.

    Sin duda, muy frecuentemente se trata de una actitud pragmtica que es la resultante de lanegligencia o de la falta de 'inquietud religiosa'. Sin embargo, en muchos casos, esta actitudtiene sus races en todo el modo de pensar el mundo, especialmente del pensar cientfico.Efectivamente, se acepta como nica fuente de certeza cognoscitiva slo la experienciasensible, entonces queda excluido el acceso a toda realidad suprasensible, transcendente.Tal actitud cognoscitiva se encuentra tambin en la base de esa concepcin particular que

    en nuestra poca ha tomado el nombre de 'teologa de la muerte de Dios'.As, pues, los motivos del atesmo y ms frecuentemente an del agnosticismo de hoy sontambin de naturaleza terico-cognoscitiva, no slo pragmtica.

    4. El segundo grupo de motivos que pone de relieve el Concilio est unido a esa exageradaexaltacin del hombre, que lleva a no pocos a olvidar una verdad tan obvia, como la de queel hombre es un ser contingente y limitado en la existencia. La realidad de la vida y de lahistoria se encarga de hacernos constatar de modo siempre nuevo que, si hay motivos parareconocer la gran dignidad y el primado del hombre en el mundo visible, sin embargo, nohay fundamento para ver en l al absoluto, rechazando a Dios.

    Leemos en la Gaudium et Spes que en el atesmo moderno 'el afn de la autonoma humanalleva a negar toda dependencia del hombre respecto de Dios. Los que profesan este atesmoafirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de s mismo, elnico artfice y creador de su propia historia. Lo cual no puede conciliarse, segn ellos, conel reconocimiento del Seor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmacin de Dios escompletamente superflua. El sentido de poder que el progreso tcnico actual da al hombrepuede favorecer esta doctrina' (n.2).

    Efectivamente, hoy el atesmo sistemtico pone la 'liberacin del hombre principalmente ensu liberacin econmica y social'. Combate la religin de modo programtico, afirmandoque sta obstaculiza la liberacin, 'porque, al orientar el espritu humano hacia una vidafutura ilusoria, apartar al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal'. Cuando losdefensores de este atesmo llegan al gobierno de un Estado -aade el texto conciliar- 'atacanviolentamente a la religin, difundiendo el atesmo, sobre todo, en el campo educativo, conel uso de todos los medios de presin que tiene a su alcance el poder pblico' (n.20).

    Este problema exige que se explique de modo claro y firme el principio de la libertadreligiosa, confirmado por el Concilio en una Declaracin a este propsito, la Dignitatishumanae.

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    5. Si queremos decir ahora cul es la actitud fundamental de la Iglesia frente al atesmo,est claro que ella lo rechaza 'con toda firmeza' (n.21),porque est en contraste con laesencia misma de la fe cristiana, la cual incluye la conviccin de que la existencia de Diospuede ser alcanzada por la razn. Sin embargo, la Iglesia, 'aunque rechaza en formaabsoluta el atesmo., reconoce sinceramente que todos los hombres, creyentes y no

    creyentes, deben colaborar en la edificacin de este mundo, en el que viven en comn. Estono puede hacerse sin un prudente y sincero dilogo' (n.21).

    Hay que aadir que la Iglesia es particularmente sensible a la actitud de esos hombres queno logran conciliar la existencia de Dios con la mltiple experiencia del mal y delsufrimiento.

    Al mismo tiempo, la Iglesia es consciente de que lo que ella anuncia -es decir, el Evangelioy la fe cristiana- 'est en armona con los deseos ms profundos del corazn humano,cuando reivindica la dignidad de la vocacin del hombre, devolviendo la esperanza aquienes desesperan ya de sus destinos ms altos' (n.21).

    'Ensea adems la Iglesia que la esperanza escatolgica no merma la importancia de lastareas temporales, sino que ms bien proporciona nuevos motivos de apoyo para suejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la vidaeterna, la dignidad humana sufre lesiones gravsimas., y los enigmas de la vida y de lamuerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al hombre a ladesesperacin' (n.21).

    Por otra parte, aun rechazando el atesmo, la Iglesia 'quiere conocer las causas de lanegacin de Dios que se esconden en la mente del hombre ateo. Consciente de la gravedadde los problemas planteados por el atesmo y movida por el amor que siente a todos loshombres, la Iglesia juzga que los motivos del atesmo deben ser objeto de serio y msprofundo examen' (n.21).En particular, se preocupa de progresar 'con continua renovacin ypurificacin propias bajo la gua del Espritu Santo'(Cfr. n.21), para remover de su vidatodo lo que justamente pueda chocar al que no cree.

    6. Con este planteamiento la Iglesia viene en nuestra ayuda una vez ms para responder alinterrogante: 'Qu es la fe?. Qu significa creer?, precisamente sobre el fondo de laincredulidad y del atesmo, el cual a veces adopta formas de lucha programada contra lareligin, y especialmente contra el cristianismo. Precisamente teniendo en cuenta estahostilidad, la fe debe crecer de manera especial consciente, penetrante y madura,caracterizada por un profundo sentido de responsabilidad y de amor hacia todos loshombres. La conciencia de las dificultades, de las objeciones y de las persecuciones debendespertar una disponibilidad an ms plena para dar testimonio 'de nuestra esperanza' (1Ped 3, 15).

    La fe y la Palabra de Dios 19.VI.95

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    1. Reanudamos el tema sobre la fe. Segn la doctrina contenida en la Constitucin DeiVerbum, la fe cristiana es la respuesta consciente y libre del hombre a la auto-revelacin deDios, que lleg a su plenitud en Jesucristo. Mediante lo que San Pablo llama 'la obedienciade la fe' (Cfr. Rom 16, 26; 1,5; 2 Cor 10, 5-6), todo el hombre se abandona a Dios,aceptando como verdad lo que se contiene en la palabra divina de la Revelacin. La fe es

    obra de la gracia que acta en la inteligencia y en la voluntad del hombre, y, a la vez, es unacto consciente y libre del sujeto humano.

    La fe, don de Dios al hombre, es tambin una virtud teologal y simultneamente unadisposicin estable del espritu, es decir, un hbito o actitud interior duradera. Por estoexige que el hombre creyente la cultive siempre, cooperando activa y conscientemente conla gracia que Dios le ofrece.

    2. Puesto que la fe encuentra su fuente en la Revelacin divina, un aspecto esencial de lacolaboracin con la gracia de la fe se da por el constante y, en cuanto sea posible,sistemtico contacto con la Sagrada Escritura, en la que se nos ha transmitido la verdad

    revelada por Dios en su forma ms genuina. Esto halla expresin mltiple en la vida de laIglesia, como leemos tambin en la Constitucin Dei Verbum.

    'Toda la predicacin de la Iglesia, como toda la religin cristiana, se ha de alimentar y regircon la Sagrada Escritura. En los libros sagrados hay puestos tanta eficacia y poder, queconstituyen sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma,fuente lmpida y perenne de vida espiritual. Por eso se aplica a la Escritura de modoespecial aquellas palabras: la palabra de Dios es viva y enrgica (Heb 4, 12), 'puede edificary dar la herencia a todos los consagrados' (Hech 20, 32; cfr. 1 Tes 2, 13)' (n.21).

    3. He aqu por qu la Constitucin Dei Verbum, refirindose a la enseanza de los Padresde la Iglesia, no duda en poner juntas las 'dos mesas', es decir, la mesa de la Palabra de Diosy la del Cuerpo del Seor, y hace notar que la Iglesia no cesa 'sobre todo en la sagradaliturgia de tomar el pan de la vida' de ambas mesas, 'y de repartirlo a sus fieles' (Cfr. n.21).Efectivamente la Iglesia siempre ha considerado y contina considerando la SagradaEscritura, juntamente con la Sagrada Tradicin, 'como suprema norma de su fe' (Ib.), ycomo tal la ofrece a los fieles para su vida cotidiana.

    CATEQUESIS SOBRE EL CREDO - III

    (DIOS)

    INDICE

    Creo en Dios

    Pruebas de la existencia de Dios

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    Los hombres de ciencia y Dios

    El Dios de nuestra fe

    Quin es Dios?

    Dios, 'el que es'

    Un Dios 'escondido'

    Dios eterno

    Dios, espritu infinitamente perfecto

    Dios, Padre Omnipotente

    El Dios de la AlianzaDios es amor

    Creo en Dios 3.VII.85

    1. Nuestras catequesis llegan hoy al gran misterio de nuestra fe, el primer artculo de

    nuestro Credo: Creo en Dios. Hablar de Dios significa afrontar un tema sublime y sinlmites, misterioso y atractivo. Pero aqu en el umbral, como quien se prepara a un largo yfascinante viaje de descubrimiento tal permanece siempre un genuino razonamiento sobreDios, sentimos la necesidad de tomar por anticipado la direccin justa de marcha,preparando nuestro espritu a la comprensin de verdades tan altas y decisivas.

    A este fin considero necesario responder enseguida a algunas preguntas, la primera de lascuales es: Por qu hablar hoy de Dios?.

    2. En la escuela de Job, que confes humildemente: 'He hablado a la ligera. Pondr mano ami boca' (40, 4), percibimos con fuerza que precisamente la fuente de nuestras supremas

    certezas de creyentes, el misterio de Dios, es antes todava la fuente fecunda de nuestrasms profundas preguntas: Quin es Dios?. Podemos conocerlo verdaderamente ennuestra condicin humana?. Quines somos nosotros, criaturas, ante Dios?.

    Con las preguntas nacen siempre muchas y a veces tormentosas dificultades: Si Dios existe,por qu tanto mal en el mundo?. Por qu el impo triunfa y el justo viene pisoteado?. Laomnipotencia de Dios no termina con aplastar nuestra libertad y responsabilidad?.

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    Son preguntas y dificultades que se entrelazan con las expectaciones y las aspiraciones delas que los hombres de la Biblia, en los Salmos en particular, se han hecho portavocesuniversales; 'Como anhela la cierva las corrientes de las aguas, as te anhela mi alma, "ohDios!. Mi alma est sedienta de Dios, del Dios vivo: Cundo ir y ver la faz de Dios?' (Sal41, 2-3): De Dios se espera la salvacin, la liberacin del mal, la felicidad y tambin, con

    esplndido impulso de confianza, el poder estar junto a El, 'habitar en su casa'(Cfr. Sal 83, 2ss). He aqu, pues, que nosotros hablamos de Dios porque es una necesidad del hombre queno se puede suprimir.

    3. La segunda pregunta es cmo hablar de Dios, cmo hablar de El rectamente. Inclusoentre los cristianos, muchos poseen una imagen deformada de Dios. Es obligadopreguntarse si se ha hecho un justo camino de investigacin, sacando la verdad de fuentesgenuinas y con una actitud adecuada. Aqu creo necesario citar ante todo, como primeraactitud, la honestidad de la inteligencia, es decir, el permanecer abiertos a aquellos signosde verdad que Dios mismo ha dejado de S en el mundo y en nuestra historia.

    Hay ciertamente el camino de la sana razn (y tendremos tiempo de considerar que puedeel hombre conocer de Dios con sus fuerzas). Pero aqu me urge decir que a la razn, msall de sus recursos naturales, Dios mismo le ofrece de S una esplndida documentacin: laque con lenguaje de la fe se llama 'Revelacin'. El creyente, y todo hombre de buenavoluntad que busquen el rostro de Dios, tiene a su disposicin ante todo el tesoro inmensode la Sagrada Escritura, verdadero diario de Dios en las relaciones con su pueblo, que tieneen el centro el insuperable revelador de Dios, Jesucristo: 'El que me ha visto a m ha visto alPadre' (Jn 14, 9). Jess, por su parte, ha confiado su testimonio a la Iglesia, que desdesiempre, con la ayuda del Espritu Santo, lo ha hecho objeto de apasionado estudio, deprogresiva profundizacin e incluso de valiente defensa frente a errores y deformaciones.La documentacin genuina de Dios pasa, pues, a travs de la Tradicin viviente, de la quela que todos los Concilios son testimonios fundamentales: desde el Niceno y elConstantinopolitano, al Tridentino, Vaticano I y VaticanoII.

    Tendremos cuidado en remitirnos a estas genuinas fuentes de verdad.

    La catequesis saca adems sus contenidos sobre Dios tambin de la doble experienciaeclesial: la fe rezada, la liturgia, cuyas formulaciones son un continuo e incansable hablarde Dios hablando con El; y la fe vivida por parte de los cristianos, de los santos enparticular, que han tenido la gracia de una profunda comunin con Dios. As, pues, noestamos destinados slo a hacer preguntas sobre Dios, para luego perdernos en una selva derespuestas hipotticas o bien demasiado abstractas. Dios mismo ha venido a nuestroencuentro con una riqueza orgnica de indicaciones seguras. La Iglesia sabe que posee, porla gracia de Dios mismo, en su patrimonio de doctrina y vida, la direccin justa para hablarcon respecto a la verdad de El. Y nunca como hoy siente el empeo de ofrecer con lealtad yamor a los hombres la respuesta esencial, que esperan.

    4. Es lo