Etnometodología y El Sentido Común

Embed Size (px)

Citation preview

  • 47

    LA TERCERA JUVENTUD DE HAROLDGARFINKEL: UNA NUEVA INVITACIN ALA ETNOMETODOLOGA*

    A. Javier Izquierdo(Facultad de Ciencias Polticas y Sociologa, UNED)

    RESUMEN

    Nacida, como suele afirmarse, de laimplosin de los paradigmas tericosdominantes en la academia sociolgicaocurrida durante la dcada de 1960, laetnometodologa, la ciencia prctica dela vida ordinaria, se presenta como unverdadero alterno asimtrico inconmen-surable del anlisis sociolgico formal,sea ste crtico o positivo. Sin embargola versin teoricista cannica de la in-vestigacin etnometodolgica que pre-valece en la academia sociolgica inter-nacional desde hace ya casi cuatro d-cadas ha quedado completamente en-fangada, estancada por tanto, en losabsurdos dilemas pseudo-filosficospuestos de moda por la teora sociolgi-ca contempornea (estructura/accin;micro/macro; objetivismo/subjetivismo;modernismo/posmodernismo; positivis-mo/criticismo; etc.). Tomando como hiloconductor los ltimos trabajos publica-dos de uno de los padres fundadores dela etnometodologa, el socilogo esta-dounidense Harold Garfinkel, este art-culo quisiera ofrecer, en la forma de unretrato ms preciso y actualizado de al-gunas de las provincias ms prominen-tes de su corpus bibliogrfico, una Nue-va invitacin a la Etnometodologa.

    ABSTRACT

    Born, as it is usually stated, from theimplosion of the theoretical paradigmsdominant in academic sociology occurredin the 1960s, ethnomethodology, thepractical science of ordinary life, presentsa real incommensurable asymmetricalternate to either positive or critical for-mal sociological analysis. Nevertheless,the canonical, theoretical version ofethnomethodological research, thatprevails in the international sociologicalacademy since more than forty years, isalmost completely swamped, and thusstagnated, in the preposterous pseudo-philosophical problems (structure vs.action; micro vs. macro; objectivism vs.subjectivism; modernism vs. post-modernism; positivism vs. critical theory;etc.) fashioned by contemporarysociological theory. Refering to the mostrecent works published by one of thefathers of the ethnomethodology, theUS-american sociologist HaroldGarfinkel, the present article is aproposal for a new invitation toethnometodology as it tries to presenta more precise and updated portrait ofsome of the most promised aspects ofits bibliography.

    * El autor desea expresar su agradecimiento a Carlos Moya y Javier Callejo por su incondicionalapoyo crtico a esta empresa sociolgica

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    48

    Cuanto menos se mire como con la boca abierta la cosa martillo,cuanto mejor se la agarre y se la use, tanto ms original se vuelve elatenrselas a ella, tanto ms desembozadamente se hace frente aella como lo que es, como un til. [...] El ms agudo dirigir la vista alaspecto, sea ste o aquel, de las cosas, si es no ms que un dirigirla vista al aspecto de stas, no es capaz de descubrir lo a la mano.El simple dirigir la vista tericamente a las cosas carece de la com-prensin del ser a la mano. Pero el andar manipulando y usando noes ciego, tiene su peculiar forma de ver, que dirige el manipular y le daesa especfica adaptacin a las cosas que posee.

    (Heidegger, 1971 [1927]: 82-83)

    1 IntroduccinTrazada a muy grandes rasgos, la lnea genealgica de la reflexin sociolgicaacadmica sobre la cuestin del profesionalismo como eje central del modo dediferenciacin compleja y organizacin descentralizada de las sociedades moder-nas, que incluira tambin en lugar destacado modelo corporatista de integracinsocial desarrollado por Durkheim (De la divisin del trabajo social, 1902), tienecomo hito mayor la formulacin de la teora weberiana del profesionalismo (Beruf)como eslabn perdido entre la sociedad capitalista y la teologa cristiana (La ticaprotestante y el espritu del capitalismo, 1912). Los escritos de Weber sobre laprofesionalidad como religin secular y almacn normativo de uso comn influirnluego notablemente, durante la primera mitad del siglo XX, en la formulacin de unateora del orden social de carcter explcitamente normativo (moral) en la sociologade la accin de Parsons (Hacia una teora general de la accin, 1951, con EdwardShils, y El sistema social, 1951). Tambin es de inspiracin weberiana lafenomenologa de la accin y de los mundos sociales de Alfred Schtz (El proble-ma de la realidad social, 1962, y Estudios sobre teora social, 1964). Del conflictoentre la teora cientfica de la accin social de Parsons y los trabajos de Schtzsobre la metodologa investigadora implcita en la accin social ordinaria, surgirn,a principios de la dcada de los 1960, una serie de investigaciones concretas sobrela ecceidad (haecceity) singular del profesionalismo sociolgico llevadas a cabo porHarold Garfkinkel y sus varias generaciones de alumnos.

    El problema con Garfinkel -adems de su horripilante forma de escribir- es que sunombre va instintivamente aparejado, en la memoria colectiva de la academia so-ciolgica internacional, a ese cmico, inquietante oximorn acadmico que es laetnometodologa. Pero aunque asociable y reiteradamente asociada, en las men-tes de muchos socilogos acadmicos que comenzaron su carrera profesional enla dcada de 1970, a una larga retahla de -ismos acadmicos (fenomenologasocial, sociologa de la vida cotidiana, interaccionismo, microsociologa,constructivismo, postmodernismo, etc.), la etnometodologa garfinkeliana, presen-tada inicialmente en sociedad, a principios de la dcada de 1960, como el estudiocientfico de las actividades ordinarias consideradas en tanto que actividades met-dicas, reclama, cuatro dcadas despus, una definicin inversa de aquella. Estoes, el programa de la etnometodologa se ofrece hoy como un cuerpo de estudios

  • 49

    Artculos A. Javier Izquierdo

    de la prctica cientfica considerada en tanto que actividad de descubrimiento delos procedimientos metdicos de la vida ordinaria.

    2 Estudios hbridos del trabajoLa cuestin de qu sera una explicacin y qu aspecto tendra viene a ser una puraaventura. Uno construye algo e intenta ver, Se parece a lo que quiero que separezca? Y construyes formas de decidir si se parece o no, y si sigues o paras.Eso puede parecer terriblemente subjetivo. Pero slo lo es histricamente, en elsentido de que si se llega a tener una profesin en marcha, entonces el tener laprofesin en marcha lo implica, es decir, tiende a definir qu es la objetividad paras misma. (Sacks, 2000: 93)

    Al objeto de recordar que, adems de una actividad profesional especializada, lainvestigacin social es tambin una actividad ordinaria, esto es, una caractersticaendgena o propia de los diferentes campos / objetos de estudio definidos por laciencia social, nada resulta tan til como la llamada etnometodologa, una lnea deinvestigacin radicalmente radical sobre los procedimientos rutinarios de comuni-cacin verbal (mtodos conversacionales) y escrita (mtodos documentales) quesubstancian el conocimiento de sentido comn de las estructuras sociales de lavida cotidiana. El programa de este cuerpo de investigaciones fue esbozado inicial-mente por el socilogo estadounidense Harold Garfinkel en una serie de trabajospublicados entre fines de la dcada de 1950 y principios de los 60, cuyas fuentesoriginales de inspiracin terica (leas tambin: legitimacin acadmica) -principal-mente, la fenomenolgica social de Alfred Schtz y el pragmatismo lingstico delsegundo Wittgenstein- se renovaron aos ms tarde con el aadido de una extraamixtura de cosas sociales durkheimianas entendidas, a la manera heideggerianas,como cosas a secas (vase ms abajo).

    Es bien sabido que la ejecucin de gestos ordinarios como mirarse a los ojos,dirigirse a alguien o dar la espalda a alguien, est tan absoluta y radicalmentechupada para cualquier persona en posesin de capacidades fsicas normales,que lo normal es que, en circunstancias normales, ninguna persona normal semoleste en preguntarse cmo es posible que sea capaz de llevarlas a cabo conxito. Esta es la razn por la que el programa de estudios etnometodolgicos sobreel discurso y la accin prctica tenga como una de sus recomendaciones investiga-doras ms originales lo que Garfinkel denomina usos heideggerianos de lasdiscapacidades. A saber: desde el punto de vista de la investigacinetnometodolgica, discapacidades fsicas de grados de severidad variable, comodistintos tipos de ceguera, sordera, o parlisis, tienen la virtud de funcionar comoun entorno transparente (perspicuous setting) para la observacin minuciosa de lavida social, esto es, como un instrumento con el que poder dar cuenta, con unaprecisin analtica lejos del alcance de sistema experto informtico alguno, de lainfinita densidad de detalles constitutivos de la vida ordinaria (Garfinkel, 2002b).

    Vaya aqu, como botn de muestra inicial del tenor literario de estas investigacio-nes, un extracto del estudio modlico de Albert Robillard, uno de los alumnos deGarfinkel, sobre las minucias de la vida cotidiana, resaltadas a la luz de una enfer-

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    50

    medad altamente incapacitante. Robillard, que ejerce como profesor universitario einvestigador en un departamento de sociologa de una universidad americana, pade-ce una enfermedad degenerativa (Esclerosis Lateral Amitrfica) que le ha paraliza-do prcticamente todos los msculos de su cuerpo, hasta el punto de que slopuede comunicarse mediante un sistema de signos ejecutado con leves movimien-tos de los msculos labiales. En el prrafo que reproduzco a continuacin describecmo se las arregla para realizar una operacin nfima, caracterstica de la vidadiaria en un campus universitario, como es intentar entablar una conversacin conuna persona conocida, un colega o un alumno:

    Cuando quiero hablar con alguien se precisa la implicacin de un mnimo detres personas. En primer lugar, la persona que empuja mi silla de ruedas. Ensegundo lugar, la persona o personas con las que quiero interaccionar. Yfinalmente, yo mismo, sentado en mi silla de ruedas, sin capacidad alguna demovimiento excepto un ligero balanceo de cabeza. Surgen siempre un mon-tn de obstculos cuando yo u otros queremos hablar. [...] Los tres implica-dos en la tarea -el que empuja mi silla, el sujeto a quien me dirijo y yo mismo-debemos ejecutar y reconocer, y por tanto preparar, una serie de signos mutua-mente interpretables que informan de que deseo establecer una conversa-cin. Algunas personas pueden leer mis ambiguos signos de salutacin ypeticin. Se trata por lo general de estudiantes y becarios, o bien de miem-bros de mi familia, que han sido entrenados para leer en los movimientosperifricos de mis labios un lenguaje de signos ad hoc y que pueden compren-der los cambios en mi postura y mirada. [Pero] lo que ocurre con ms fre-cuencia es que algn tercero que se halle casualmente frente a m, y sea portanto capaz de leer en mi cara y en mi mirada, le diga a la persona a la quequiero dirigirme y a la persona que empuja mi silla de ruedas que quierohablar. Por lo general, el que me empuja, al estar detrs de m, concentradoen las contingencias de la tarea de empujar una silla de ruedas con un centrode gravedad un tanto alto, es el ltimo en enterarse de que quiero hablar.

    (Robillard, 1999: 87-89)

    Si tratsemos de saber qu sea la etnometodologa desde el punto de vista hipotticode su naturaleza disciplinar, podra afirmarse que, en tanto que disciplina, laetnometodologa sigue esgrimiendo, en el marco de la autntica conversacin de be-sugos que mantiene desde hace ya ms de tres dcadas con la teora sociolgica ylos estudios culturales, el tan estudiadamente impertinente aunque ya no tan odiososilencio interminable que mantuviera en su momento el socilogo Harvey Sacks -alumnoy colaborador de Garfinkel que inici el anlisis etnometodolgico de los procedimien-tos conversacionales ordinarios- ante la pregunta del milln en el juego de la sociologaacadmica: Quien es el terico social que ms ha influido en su obra?

    Y sin embargo el dilogo in situ e in vivo entre los etnometodlogos y los profesio-nales de la ciencia social de cualquier genero no ha dejado de intensificarsedurante los ltimos dos decenios. Desde equipos de astrnomos que charlansobre los posibles artefactos y los posibles descubrimientos que pudieran haberen las observaciones de la otra noche (Garfinkel, Lynch y Livingston, 1981), acontroladores areos que desplazan nerviosamente su mirada de la pantalla de

  • 51

    Artculos A. Javier Izquierdo

    video a la ventana del ordenador para acabar mirando por la ventana de la paredizquierda (Suchman, 1993); amas de casa que resuelven las ms difcilesecuaciones simultneas no lineales mientras conducen el carrito de la compra atravs de los pasillos del supermercado y miran los estantes repletos de produc-tos y marcas diferentes, psiclogos escolares pertrechados tras la jerga tecnol-gica de los tests de inteligencia para hacer frente a las interrupciones de losdems miembros de un comit sobre discapacidades escolares (Mehan, 2001),oceangrafos, geoqumicos y marineros trabajando en colaboracin a travs depantallas informticas y altavoces de sonido para desplazar un complejo y carsimoinstrumental de sondeo submarino hacia reas de muestreo interesantes(Goodwin, 1995); o, en fin, encuestadores telefnicos distribuyendo en paraleloestrechas franjas de atencin y memoria entre los destellos de la pantalla, eltacto del teclado, el sonido de la voz del encuestado y el tacto requerido por lasituacin de encuesta telefnica (por ejemplo, para responder cortsmente a lacarcajada del entrevistado sin dar por ello pie a que la entrevista se convierta enuna conversacin informal) (Lavin y Maynard, 2002).

    Pero no fue hasta principios de la dcada de 1980 cuando, prcticamente agotadoslos ltimos ecos de aquel verano del amor californiano en el que la etnometodologalleg a encarnar para algunos la perfecta forma de ciencia social para hippyes(peculiar forma californiana de irracionalidad sesentera como la denomin elantroplogo ingls Ernest Gellner [1975]), Garfinkel comenz a exponer en pblicolos hallazgos preliminares del segundo momento de su programa etnometodolgicobajo la etiqueta de estudios etnometodolgicos del trabajo (Garfinkel, 1986):

    [El] objetivo [de los estudios etnometodolgicos sobre el trabajo] es describiren detalle las prcticas sociales naturalmente organizadas que, al igual quelas observaciones de las ciencias naturales, pueden reproducirse, contrastar-se y valorarse, y que constituyen la base de estudios y conjeturas de tiponaturalista. Su carcter revolucionario estriba en el hecho de que antes deque Garfinkel formulara el problema nadie se haba propuesto describir enprofundidad los rasgos constitutivos de las actividades laborales ordinarias.

    (Heritage, 1990: 340).

    [Los estudios etnometodolgicos del trabajo] exhiben una singular preocupa-cin por la produccin local y la observabilidad cotidiana del razonamiento.Esto significa que el razonamiento se hace visible mediante ordenaciones dedetalles explicables intersubjetivamente: en el orden de las expresiones ora-les de las diferentes partes de una conversacin, en el orden de composicinde los materiales manipulados en la mesa del laboratorio o en el orden transitivode los materiales escritos en una pgina de texto. Los estudiosetnometodolgicos intentan elucidar estas estructuras por referencia a su usocomo dominios mundanos de consciencia, como estados mnemnicos,temporales, de proyectos razonados y como cursos observables de movi-miento corporal dirigido [oriented].

    (Lynch, Livingston y Garfinkel, 1995: 164).

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    52

    Interpretada desde el punto de vista acadmico, esta postrer propuesta programticade los estudios etnometodolgicos avanzaba una crtica radical de la literatura deinvestigacin sociolgica al uso sobre la organizacin profesional del trabajo. Loque Garfinkel propona ahora era, en resumidas cuentas, lo siguiente: rescatar delolvido sociolgico los qus olvidados (missing whats) de la vida social, explorandola que-idad (quiddity) de cada prctica laboral singular, o ms exactamente sucualidad de ser justamente esto -su ecciedad o este-idad (haecceity). En escri-tos publicados durante los ltimos veinte aos del siglo pasado, en los que ha idoexponiendo de una manera que cabe definir como labernticamente progresiva laslneas maestras de su cada vez ms exigente programa investigador, Garfinkel haapuntado cual puede ser el ambicioso objetivo final que persigue su programa deestudios etnometodolgicos del trabajo: convertir cada uno de los diferentes pro-yectos de investigacin sociolgica iniciados por la segunda y la tercera genera-cin de sus alumnos de doctorado en un abanico de estudios hbridos del trabajo(hybrid studies of work):

    Garfinkel ha sugerido la posibilidad de hibridar la etnometodologa con otrasdisciplinas (matemticas, ciencias naturales, estudios legales, etc.), con el finde que el producto de la investigacin no tome la forma de un reportaje sobreprctica exticas, sino que consista en un esfuerzo para desarrollar disciplinashbridas en las que los estudios etnometodolgicos de, por ejemplo, el trabajode los abogados, pueda contribuir a la investigacin legal misma.

    (Lynch, 1993: 274).

    Uno de los elementos ms destacados en el marco programtico de los estudiosetnometodolgicos del trabajo es la propuesta de un procedimiento exclusivo devalidacin para certificar el carcter nico y especficamente adecuado de lascualificaciones investigadoras que precisa la correcta realizacin de estos estu-dios. El procedimiento en cuestin es tan sencillo en su formulacin como difcil essu cumplimiento: se trata de una nica prescripcin terico-metodolgica que exi-ge que estos procedimientos sean adecuados nica y exclusivamente para investi-gar este objeto del que se trata y solamente ste. Garfinkel denomina a este proce-dimiento de validacin requisito de adecuacin nica de los mtodos (uniqueadecuacy requirements of methods).

    [De acuerdo con Garfinkel] para ser capaz de recuperar una ciencia distinti-va de la accin prctica en la completitud de sus contenidos distintivos tc-nicos y materiales, los etnometodlogos deberan situar sus investigacionesen los detalles identificadores de cada ciencia objeto de estudio. Sus descrip-ciones y formulaciones analticas necesitaran por ello apoyarse sobre aque-llos detalles a la vez en tanto que temas y en tanto que recursos, y no existirabrecha, frontera o discontinuidad alguna entre un anlisis adecuado en estesentido y el lenguaje y la maestra prctica de los miembros de la cienciaobjeto de estudio. El etnometodlogo no entrara en la disciplina a estudiarpara poder luego volver con un mapa cognitivo u otra representacin de lacultura, puesto que ningn mapa estara nunca lo suficientemente completocomo para recobrar los detalles escnicos implicados en una lectura compe-tente cualquiera de los rasgos semiticos del mapa. Por tanto, lejos de entre-

  • 53

    Artculos A. Javier Izquierdo

    gar la inmensa constelacin de detalles de los que consta en la prctica unlugar de trabajo concreto, la nica informacin singularmente adecuada quepuede hacer llegar a la profesin sociolgica sera una especie de disculpa alrespecto Lo siento, tendras que haber estado all.

    (Lynch, 1993: 276).

    En contra de la prctica convencional de circunscribir los resultados de una inves-tigacin sociolgica a la escritura de informes acadmicos sobre prcticas exti-cas, en los campos de prcticas hbridos el uso de las tcnicas de observacin ydescripcin etnometodolgica de las prcticas sociales en alternancia asimtrica(vase ms abajo sobre sta expresin) con las tcnicas y rutinas de trabajovernculas de diferentes profesiones, tendra como fin llegar a hacer contribucionesrelevantes al acervo metodolgico-tecnolgico de diferentes dominios autnomosde prctica profesional.

    En una de las ms recientes reformulaciones de su programa de investigacin,Garfinkel ha definido la etnometodologa como una estrategia de re-especificacinde los problemas fundamentales de la teora filosfica y sociolgica del conoci-miento (orden, racionalidad, lgica, mtodo, significado, etc.) como fenmenossociales o prcticas de produccin de orden susceptibles de investigacin emp-rica (Garfinkel, 1991). La respecification garfinkeliana no es otra cosa que una in-versin pragmtica del par metodolgico clsico objeto investigado / recurso inves-tigador (topic / resource) con la que se pretende sealar, por un lado, el hecho deque los discursos metodolgicos sobre actividades de investigacin cientfica sonincapaces de mostrar el hecho absolutamente real de su propia eficacia. Y, enconsecuencia con esto, que la realidad y la eficacia de la investigacin cientficaslo pueden hacerse ver cuando los mtodos y las categoras de anlisis de larealidad social son considerados simultneamente como objetos empricos sus-ceptibles de ser descubiertos por el investigador nicamente desde el interior de suactividad y bajo la forma de procedimientos rutinarios, esto es, comunes y corrien-tes. Por definicin, este tipo de investigacin que, siguiendo a Garfinkel puededenominarse el alterno etnometodolgico del anlisis formal ha de prescindir de aprioris analticos y limitarse a describir detallada y razonadamente como se usanen contextos concretos mtodos de investigacin concretos (Lynch y Bogen, 1996).

    En este sentido, y siempre segn Garfinkel, la redaccin de los informes de inves-tigacin etnometodolgicos debe ser equivalente e intercambiable con la redaccinde un manual de instrucciones que posea plena utilidad como gua de trabajopara personas de verdad en entornos laborales de verdad:

    La enseanza etnometodolgica til para el estudio del trabajo y las ocupa-ciones... requiere un nfasis especial en las propiedades indexicales inevita-bles e inerradicables que debe poseer una descripcin adecuada del trabajo,etc. Requiere tambin atender a la adecuacin nica de la competencia delanalista/practicante como requisito para validar pragmticamente la descrip-cin de los mtodos de trabajo. Esto implica mantenerse indiferente respectoal analista trascendental y prescindir del observador universal. Las descrip-ciones etnogrficas as realizadas dan cuenta de las relevancias especfi-cas del lugar de trabajo, las cuales consisten en la coherencia en curso,

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    54

    ocupacionalmente especfica, instruiblemente observable e instruiblementereproducible de detalles fenomnicos ordenados de estructuras. El verdaderoblanco del remedio experto es el hecho de la teorizacin representacional, alque sustituye por el fenmeno mismo como origen y fuente del problema.

    (Garfinkel, 2002a: 133).

    Los conceptos de parejas del mundo de la vida (Lebenswelt pairs) y pares alternosasimtricos inconmensurables (incommensurate assymetric alternates) son em-pleados por Garfinkel y sus estudiantes para dar cuenta de la diferencia que existeentre (1) elemento documentable o analticamente recuperable de una prctica, quellamamos su contenido y que slo agota las dimensiones formalizables o calcula-bles de su descripcin, y (2) el elemento formalmente irrecuperable de una prcti-ca, que llamamos su curso, en cuya descripcin se contienen tanto las dimensio-nes formales como las dimensiones tcitas o informales de la misma. Los doselementos guardan entre s una relacin asimtrica por cuanto el contenido final deuna prctica se haya siempre completa y perfectamente documentado en el cursode accin, pero ninguna descripcin del resultado o producto final de una prcticanos permite conocer los detalles del trabajo que fue necesario para producirlo.

    El ejemplo por excelencia aqu es el de la brecha que separa el acto de escritura queda origen a un documento y las propiedades formales, lingsticas y semiticas deldocumento en cuestin. Stacy Burns, alumna y colaboradora de Garfinkel en el de-partamento de sociologa de la Universidad de California en Los ngeles, hizo unagrabacin de vdeo para mostrar en detalles la existencia de esta brecha (Lynch,1993: 289-290). Burns grab una cinta de vdeo en la que se ven las manos de unamecangrafa posadas sobre el teclado de una mquina de escribir electrnica mien-tras se oye simultneamente su voz ofreciendo un comentario de lo que est hacien-do a medida que compone el texto. El vdeo muestra cmo el documento mecano-grafiado va desplegndose sobre una hoja de papel situada en el carro de la mquinamientras los dedos de la mecangrafa golpean una secuencia de teclas, tachan,separan un prrafo o se detienen a medio camino entre dos letras mientras la meca-ngrafa piensa en voz alta qu hacer a continuacin. De este modo la cinta de vdeomuestra un par distintivo de documentos inteligibles: (1) una secuencia de vdeo queregistra el desarrollo del proceso de mecanografiado, con sus dudas y comentarios,en tiempo real; y (2) una pgina mecanografiada que puede ser leda, copiada, yanalizada de forma independiente, al margen de la secuencia en tiempo real de sumecanografiado. Los rasgos analticos del texto no documentan las especficas du-das, interrupciones y segundas opciones que la cinta de vdeo hace manifiestas.Ambos documentos estn por tanto en una relacin de alternacin asimtrica: undocumento (la secuencia de vdeo) permite recuperar el otro (la pgina de texto), perolo contrario no es posible: el campo de anlisis que nos ofrece el texto escrito noconserva ya rastro alguno del surplus de detalles del mecanografiado.

    El descubrimiento etnometodolgico de los pares alternos asimtricos inconmen-surables como estructura fundamental de la accin prctica le permite tambin darpraxeologicamente cuenta del modo especficamente asimtrico como coexistentemporal y profesionalmente la sociologa y la etnometodologa. El argumento, in-trincado aunque perfectamente inteligible, es ms o menos como sigue (Garfinkel y

  • 55

    Artculos A. Javier Izquierdo

    Wieder, 1992; Garfinkel, 1996): dada una descripcin formal cualquiera de una es-tructura social cualquiera (eg. el diagrama de flujo de un embotellamiento de trfi-co), como parte constituyente del corpus bibliogrfico de los estudios sociolgi-cos, es completamente posible producir un elemento mellizo dentro del corpusbibliogrfico de los estudios etnometodolgicos, esto es, un alterno etnometodolgicoque consista en lo siguiente: una descripcin procedimiental finamente detalladade una accin ordinaria (conducir dentro de un atasco) que pueda servir muyliteralmente a una persona concreta inmersa en un contexto concreto de trabajocotidiano (eg. el conductor de un coche que est metido en un atasco) de manualde instrucciones para llevar a cabo esa precisa actividad (conducir dentro de unatasco) en el interior de cuyo cumplimiento en tiempo vivido, real, todos y cada unode los detalles singulares de la estructura social formal inicialmente considerada (eldiagrama de flujo de un embotellamiento de trfico) son plenamente recuperablescomo subproductos representacionales del razonamiento y la accin prctica.Sin embargo lo inverso no es cierto: el descubrimiento etnometodolgico de losdetalles constituyentes de los procedimientos de accin ordinaria (details instructures) no pueden ser recuperados como parte de la investigacin sociolgicasobre los detalles de las estructuras sociales (details of structures).

    3 Orden social in vivo e in situAll dnde la contextura situacional implica una fuerte historia local -por ejemplo,mis clases para alumnos de licenciatura, no slo a lo largo de cada leccin indivi-dual, sino a lo largo de todo un curso, se desarrollan de modo tal que la queja (Pordnde nos andamos?) adquiere de modo peculiar y aun de forma esencial el esta-tuto de constituyente omnirrelevante de la leccin (Garfinkel, 2002a: 244).

    El programa de la etnometodologa, tal como lo ha expuesto Garfinkel en su obraEthnomethodologys Program. Working Out Durkheims Aphorism (2002), se erigesobre el praxioma (o existencioma) de que en la vida ordinaria no hay espacio paratiempos muertos (theres no time out). Esto es, no hay espacio terico en el mundopara remediar lo que de irremediablemente contingente tiene la praxis real. Pero porotro lado Garfinkel sostiene tambin que una de las tareas centrales del programaetnometodolgico se orienta a la reforma de la razn tcnica (Garfinkel, 2002a: 93).Interpretada al pie de la letra y sacada fuera de su contexto subsiguiente esta afirma-cin parece chocar de frente, por ejemplo, con la conclusin que el autor de unfascinante estudio etnometodolgico hbrido del trabajo de disear y escribir progra-mas de ordenador para simular operaciones de cmputo ordinarias (Agr, 1997) ex-trae como corolario de su trabajo de hibridacin de la informtica y la etnometodologa:el verdadero objeto de la etnometodologa son los mtodos, punto, y no la reforma delas prcticas profesionales. (Agr, 1998: 23, cursiva ma). Pero no hay en realidadcontradiccin alguna, pues el uso distintivo del sustantivo reforma en la formulacinanterior de Garfinkel se explica en la continuacin de la misma frase de este modo:hacindolo as [la reforma de la razn tcnica] con el objeto principal de especificarel trabajo de las ciencias sociales y de las ciencias naturales como ciencias natural-mente explicables de la accin prctica y la razn prctica (naturally accountablesciences of practical action and practical reason). (Garfinkel, 2002a: 93) Esta ltima

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    56

    distincin, fundamental en el programa etnometodolgico de Garfinkel, entre prcti-cas clsicamente explicables (classically accountable) y naturalmente explicables(naturally accountable), es objeto a su vez de una relevante explicacin aclarativa porparte de la editora de la obra pre-pstuma de Garfinkel, la profesora de teora socio-lgica Anne W. Rawls, segn la cual

    los miembros implicados en la produccin de rdenes sociales han de rendircuentas en todo momento por lo que hacen y por como lo hacen. Pero existendiferentes niveles de rendicin de cuentas o explicabilidad: la explicabilidadante la cohorte poblacional presente en la escena en la que uno hace algo; yla explicabilidad ante la cohorte poblacional a la que uno entrega una descrip-cin de lo que ha sido hecho. El anlisis formal se ocupa solamente de lasegunda, a la que Garfinkel llama explicabilidad clsica, mientras que laetnometodologa se ocupa tambin de la primera. Si bien la atencin de laetnometodologa al segundo tipo de explicabilidad es tambin distintivamentediferente, por cuanto no reconoce la legitimidad que los mtodos formalesconfieren a las descripciones. (Rawls, 2002: 173, n. 2).

    Los fenmenos, estrictamente definibles como de orden paraprctico, descubiertospor la etnometodologa carecen de privilegio ontolgico o epistemolgico alguno: noexisten sino como una subprovincia ms del reino de la vida, a cuyas banales, humi-llantes servidumbres (Alcnzame eso que yo no llego) se someten plenamente.

    3.1 Cosas sociales: el Durkheim de Heidegger

    Si consideramos el prefijo griego par-, que, segn el diccionario de uso del espa-ol de Mara Moliner, expresa a la vez las ideas de ajeno o exterior y prximo, susformas compuestas, como paradoja (de par y doxa, opinin) o paranoia (de par ynus, mente), refieren la extraeza y el absurdo que pueden llegar a adoptarformas familiares como las opiniones o los pensamientos. El trmino parapraxisse refiere, entonces, a una tarea realizada, como si dijramos, por su borde exte-rior: la labor es correcta, efectiva, bien hecha, etc. y a la vez realmente extraa,pues a quienes la llevan a cabo de ordinario les parece completamente ridculo yabsurdo (preposterous) que alguien se halla tomado la molestia de llevarla acabo con el nico fin de demostrar que existe en esa forma de llevarla a cabo.

    Un ejemplo especfico y especficamente banal de fenmeno paraprctico descu-bierto por los estudios etnometodolgicos del trabajo cientfico consiste en la exis-tencia pblicamente atestiguable, es ms, instruiblemente observable einstruiblemente reproducible de lo que en la jerga de esta comunidad de prcticainvestigadora se conocen como pares del mundo de la vida (Lebenswelt pairs). Setrata de parejas de prcticas alternas, indisociables a la vez que asimtricamenteinconmensurables entre s, como por ejemplo: (1) la prueba escrita de un teoremamatemtico y (2) el trabajo situado y en tiempo real de escribir la prueba con tizay pizarra (Livingston, 1986); o bien: (1) la secuencia de frases escritas que vanapareciendo sucesivamente en el panel de dilogo de una fotocopiadora y que des-criben cmo hacer para hacer fotocopias a doble cara y (2) el trabajo corporal invivo e in situ de leer entre lneas lo escrito en el cuadro de dilogo y convertirlo eninstrucciones a seguir para hacer las copias correctamente a doble cara (Suchman,

  • 57

    1987); o bien: (1) la grabacin en audio y video del trabajo de dar palmas acompasadasal ritmo estndar de un metrnomo y (2) el trabajo real in vivo e in situ de darse eltiempo necesario (making the time we need) para acompasar las palmas al tiempoen el que han de tener lugar, esto es, el tiempo que el metrnomo est marcando (ismarking) (Garfinkel, 2002a: 150-153).

    Las prcticas alternas que han sido descubiertas por los estudios etnometodolgicossobre el trabajo no son en modo alguno propuestas tericas ni descripciones deotras realidades posibles, sino realidades atestiguables en s mismas: cosas so-ciales nicamente experimentables como cosas ordinarias, por tanto, para hablarcomo Garfinkel, pblica y rutinariamente observables, escuchables, palpables, quese pueden oler, degustar, presentir, etc. como cosas absurdamente banales, ridcu-lamente evidentes, por tanto necesariamente pasadas por alto y aun exigiblementepasables por alto, absolutamente no interesantes y a la vez, para cualquiera encualquier momento especfico en cualquier situacin especfica, absolutamente in-dispensables y especficamente ineludibles.

    La etiqueta de Sociologa heideggeriana ofrece una definicin taquigrfica del pro-yecto de la etnometodologa que considero muy propia, cuando menos como pieexpositivo dentro de un contexto acadmico:

    Cmo se olvid el ser, de dnde vino este olvido, dnde y con qu mediospodr el hombre recuperar la memoria? Estas tres preguntas, que son unasola, van a obsesionar a Heidegger y a dirigir su enseanza y sus posicionesfilosfico-polticas desde fines de los aos veinte hasta su muerte.

    (Steiner, 1999: 101).

    Garfinkel ha reformulado -y creo que en parte respondido tentativamente a las trespreguntas fundamentales de Heidegger en la forma del siguiente descubrimientoetnometodolgico:

    Puede ser que en los detalles especificados de las dos tecnologas incon-mensurables de anlisis que los estudios etnometodolgicos han revelado,los etnometodlogos hayan cado en la cuenta de una cosa organizacional eny en tanto que la sociedad ordinaria, y con ella un vasto dominio de nuevosfenmenos organizacionales, a saber, el diseo, disponibilidad, gestin y pre-sencia en el lugar de trabajo de mtodos analticos cualificados y cuidadosos-los estudios clsicos- que consisten en los detalles organizacionales de lasociedad ordinaria, y proporcionan a sus miembros justificaciones razonadaspara descartar como falto de inters e irrelevante el trabajo vivido, concertado,inevitablemente encarnado, continuamente logrado en detalles de contenidoespecfico que realizan realizar [that make up making] las cosasorganizacionales ms ordinarias del mundo. Estos fenmenosorganizacionales, los ms ordinariamente logrados del mundo, son cuales-quiera posibles temas de lgica, significado, razn, mtodo y orden. Todosellos pueden ser hallados de nuevo y reespecificados como fenmenos delgica razn, significado, mtodo, etc. endgenamente facturados[endogenously made] y naturalmente explicables [naturally accountable].

    (Garfinkel, 2002a: 168).

    Artculos A. Javier Izquierdo

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    58

    Para introducir uno de los tpicos fundamentales que examina la obra del filsofoalemn Martin Heidegger, uno de sus ms perspicaces hermeneutas, el fillogo,ensayista y crtico literario, George Steiner, tras citar la observacin del propioHeidegger de que a la gran mayora de los seres humanos, la pregunta por el ser seles presenta en momentos de gran desesperacin, cuando las cosas parecenperder toda su consistencia y se nubla su sentido, examina el modo distintivo deejemplificar que emplea Heidegger para hacer palpable el problema de la presenciadel ser como un problema sensible, no analtico:

    En efecto, los sentidos son esenciales para entender esta presencia delser, para nuestra aprehensin de un es en ciertas cosas que no puede aislarninguna diseccin analtica o relacin verbal. Los ejemplos de Heidegger sona un tiempo banales y relevantes. Omos volar a un pjaro aunque estricta-mente hablando el vuelo no sea audible; nuestro tacto distingue de inmediatoentre el terciopelo y la seda, pero en qu reside y en qu consiste el ser?

    (Steiner, 1999: 104-105)

    Comprese este modo de ejemplificar con la introduccin que hace Garfinkel altema etnometodolgico de los haceres sonoros (sounded doings) en su exposi-cin de una serie de ejercicios de entrenamiento sociolgico (tutorial problems) quetienen como motivo el problema de los telfonos llamadores (summoning phones),esto es, los diversos procedimientos metdicos (como la grabacin audiogrfica yla diagramacin sobre papel) que empleamos para plasmar (to render) analtica-mente las texturas sonoras francamente distintivas que somos capaces de discer-nir en el pitido emitido por un aparato telefnico cuando sabemos que la llamada espara mi, es para ti, etc. (Garfinkel, 2002a: 153-162)

    Ms aun: en una variacin heideggeriana altamente pertinente aqu, Steiner introdu-ce en su exposicin del tema heideggeriano del olvido del ser el ejemplo que, pordesgracia, Heidegger casi nunca considera de la experiencia musical (La msicaproporciona a la mayora de los seres humanos los momentos vivenciales mscompletos y ms intensos que se puedan experimentar. [Steiner, 1999: 105ss.])La descripcin pormenorizada del infinito abismo de detalles experienciales en queconsiste la produccin local endgena, esto es, la experiencia in vivo de hacersonidos musicales coherentes, es presentada por Steiner en su ms absolutamen-te radical originalidad pragmatognica: Si un imaginario habitante de otro planetapreguntara: Qu es, entonces, la msica? Nosotros podramos cantar una melo-da o tocar con las cuerdas una pieza, y diramos sin titubeo: Esto es la msica.Y si despus preguntara: Qu significa, la respuesta la tendramos ah, en formacontundente, dentro de nosotros, pero sera en vano que tratramos de expresarla.Cuando a Schumann le hicieron esta pregunta, a propsito de una de sus obras, latoc de nuevo. (Steiner, 1999: 197). Pero ha sido el socilogo David Sudnow, a lasazn alumno de Garfinkel, quien, en su prolija descripcin de los caminos que vatomando y finalmente encontrando la mano del aprendiz de pianista durante elaprendizaje de la improvisacin de melodas y piezas de jazz (Sudnow, 2001), hallevado esta empresa distintivamente heideggeriana a su cima ms alta, haciendoevidente al lector de su texto la existencia bien real y distinta del fenmeno de latemporalidad vivida que Alfred Schtz, el gran pionero de la sociologa

  • 59

    Artculos A. Javier Izquierdo

    fenomenolgica, ya le haba ofrecido imaginar. De este modo, all donde Schtzpide al lector imaginar

    que el movimiento lento y el movimiento rpido de una sinfona llenan cadauno un disco de doce pulgadas. Vemos en nuestro reloj que la ejecucin decualquiera de estos discos lleva unos tres minutos y medio. Es posible queesta circunstancia interese al programador de una estacin de radio, pero nosignifica nada para el espectador. Para este, no es cierto que el tiempo vividomientras escuchaba el movimiento lento haya sido de igual longitud que elque dedic al rpido.

    (Schtz, 1974: 163)

    Sudnow cuenta lo que le ha sucedido ahora al intentar interpretar al piano unasimple secuencia de no ms de tres segundos de una improvisacin de jazz que yohaba estado escuchando durante aos:

    me pas varias horas ocupado tratando infructuosamente de pillar cada unode sus detalles para cantar los tonos uno por uno y pasar luego la secuenciacantada al teclado.

    (Sudnow, 2001: 19)

    En fin, si tomamos como plausibles la hiptesis de que el descubrimientoheideggeriano-etnometodolgico del enigma de la inconmensurabilidad radical en-tre las formas analtico-formales de la existencia y la produccin in vivo e in situ dela experiencia del mundo tiene un ancestro absolutamente distintivo en el pensa-miento griego presocrtico, entonces tanto a la obra filosfica de Heidegger como ala obra sociolgica de Garfinkel, pero sobre todo a sta segunda, les sera, creo,aplicable la instruccin al lector con la que el fillogo Agustn Garca Calvo cierralos prolegmenos de su traduccin castellana de los fragmentos recuperados dellibro perdido de Herclito.

    Pues de eso es de lo que se trata: de leer por las buenas los restos de eselibro como si no se hubiera escrito hace 2.500 aos, en la poca de Herclitode Efeso y sus circunstancias sociales, sino que estuviera escribindoseahora mismo para ti, lector, segn lo vas leyendo, y hablndote de las cues-tiones eternas, que son las ms actuales siempre y, cuanto ms comunes,ms de veras tuyas. Que bien pueden as confundirse actualidad con eterni-dad, pues, para la operacin de la razn comn, 2.500 aos no son nada, ycomo ella misma oirs que dice, el Tiempo es un nio.

    (Garca Calvo, 1985: 28)

    Pero si bien queda clara la notable influencia ejercida por la lectura de los ejerci-cios de anti-ontologa fenomenolgica y existencialista de filsofos comoHusserl, Heidegger o Merleau Ponty, no es menos cierto que las habituales dife-rencias que percibe el lector entre el trabajo del filsofo -vgr. las cosas queescribe- y el trabajo del socilogo -que consiste igualmente en escribir cosas-son, para el caso de los socilogos influenciados por este tipo de filosofa, msaparentes que nunca:

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    60

    En Recurrent Themes in the Study of Naturally Organised Ordinary Activities(NOOA) [Temas recurrentes en el estudio de actividades ordinarias organiza-das de modo natural] describo el uso de cosas organizacionales [organizationalthings]. Se trata de cosas heideggerianas. Aunque su uso se origina en lostrabajos de Durkheim sobre los fundamentos materiales de la accin, no enlos mtodos de la filosofa fenomenolgica. Bajo este supuesto los hechossociales son reemplazados por facticidades sociales. Sea una facticidad, porejemplo (Tarde [Late]). Se contemplaran las propiedades de facticidad (deTarde) como apariencias localmente producidas [eg. Llegas tarde]

    (Garfinkel, 2002a: 239).

    Al margen de que se haga una referencia, ms o menos hertica desde un punto devista filosfico, al pensamiento de Durkheim a la misma altura que al de Heidegger,la rareza, desde el punto de vista no tanto estilstico como de empiria literaria,del fragmento anterior tiene que ver ms bien con el hecho de hacer evidente allector acadmico la cualidad diferencial fundamental de este trabajo, a saber en-contrar el nombre propio de la cosa en cuestin y ponrselo:

    Nuestra atencin sobre la encarnacin irreductible de las actividades que exhi-ben el razonamiento mundano tiene un origen programtico en los escritos deMerleau-Ponty (1962, 1968) y Heidegger (1962, 1967). Estamos fuertemente endeuda con las discusiones daimnicas de Merleau-Ponty sobre el entrelazamiento(1968) y con las magistrales exposiciones de Heidegger sobre la cuestin de LaCosa (1967). Ha quedado para los estudios etnometodolgicos el empleo de laincipiente tematicidad de esas expresiones para descubrir e inventar el fenmenolocalmente producido de orden en y en tanto que la sociedad ordinaria y mediantela identificacin de las caractersticas de las actividades situadas empricamente.Esta tarea ha sido algo ms que un simple asunto de aplicar la teora a loshechos, en tanto que ha exigido abandonar la tradicin del filosofar, que dio aHeidegger y Merleau-Ponty un continuo punto de partida y de retorno, en unabsqueda de las variedades atestiguables de acciones prcticas que animan lostemas del orden como logros no-literarios.

    (Lynch, Livingston y Garfinkel, 1995: 193, n. 6)

    3.2 La dialctica del instante y la eternidad como objeto singular de lainvestigacin etnometodolgica: tiempo de la explicacin vs. tiempodel descubrimiento

    El enigma, que en mltiples sentidos puede calificarse de histrico, de la tempo-ralidad caracterstica de las cosas sociales ha sido abordado de muy diferentesformas por las distintas disciplinas que componen el mapa de las ciencias socia-les. La formalizacin matemtica de series temporales de datos estadsticos decarcter econmico y financiero ha sido una de las provincias investigadoras msproductivas en este sentido (Mandelbrot, 1997). Un tratamiento diferente, menosconocido aunque no menos fructfero, de este ms fundamental de los puzzle cien-tficos ha sido caracterstico de los estudios etnometodolgicos sobre la ecceidaddel trabajo profesional.

  • 61

    Artculos A. Javier Izquierdo

    Considerado desde el interior de una secuencia de actividad que se ha visto sbi-tamente abortada -eg. para los participantes de una conversacin que se ve inte-rrumpida de repente por el sonido del telfono- puede afirmarse, al modo filosfico,que el instante es una eternidad comprimida. Pero para hacer sociolgicamenteinteresante la hiptesis especulativa anterior sera errneo afirmar, simplemente,que los segundos son siglos comprimidos. He aqu una primera muestra de lo queconsidero sera una planteamiento sociolgico del tpico debate filosfico sobretemporalidad subjetiva o duracin vs. temporalidad objetiva o historia:

    En una hora de navegacin de rutina, un navegante moderno puede utilizartecnologas que datan desde unos pocos aos hasta muchos siglos... [Ade-ms,] como las tareas de la navegacin las realizan juntas personas queposeen distintos niveles de competencia, gran parte del aprendizaje de lahabilidad para navegar se produce durante la interaccin. Este aspecto deldesarrollo puede medirse en minutos.

    (Hutchins, 2001: 50)

    Otro buen ejemplo del modo etnometodolgico de abordar el problema de la tempora-lidad caracterstica del orden social es el estudio de Harold Garfinkel y David Sudnowsobre el trabajo que lleva a cabo un profesor universitario que ensea qumica a losalumnos en formato leccin magistral (Garfinkel, 2002c). Mientras asistan a unaclase de qumica en la Universidad de California en Irvine, los etnometodlogos des-cubrieron un fenmeno caracterstico y caractersticamente ordinario del trabajo dedar clase a nivel universitario en formato leccin magistral: cmo responde el profe-sor a la pregunta Por dnde nos andamos? cuando sta es formulada por unalumno de tal modo que interrumpe el transcurso normal de la exposicin profesoral:

    Necesitamos documentar diferentes casos reales de la tpica queja estudian-til =(Por dnde nos andamos?)= y examinarlos del modo ms minuciosoposible. =(Por dnde nos andamos?)= es una queja de que el profesor no ledice a la clase en qu punto de la leccin de hoy se hallan. Luego la queja encuestin es un elemento constituyente del conjunto =(La leccin de hoy)=que consiste, en tanto contextura, en una isla de orden en desarrollo... Apesar incluso de la formalizacin del trabajo [de ordenamiento temporal] queoperan los apuntes de los estudiantes, las varias relevancias que posee elelemento =(Por dnde nos andamos?)= son si cabe mucho ms intensasque, por ejemplo, las del estado presente de la partida para el caso de unjuego de ajedrez doble ciego.

    (Garfinkel, 2002c: 243-44)

    El fenmeno de orden social consiste aqu en lo siguiente: al hacer referencia alcontenido lectivo de este instante presente (Por donde nos andamos?) de laclase, se logra llamar, de golpe, la atencin sobre el conjunto global de la leccin,el tema, el curso, la carrera, etc. Esta tcnica natural de ruptura o problematizacindel orden rutinario de la leccin hace evidente a los presentes en el aula un hechotan innegable como carente de inters (y en este sentido valdra decir preconscientey no tanto inconsciente): el hecho de que la ausencia de referencias al momentopresente es un fenmeno caracterstico del transcurso normal de una clase.

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    62

    Por su parte, Lynch, Livingston y Garfinkel, en su repaso de los estudiosetnometodolgicos sobre la organizacin temporal del trabajo de laboratorio, glo-san algunos de los descubrimientos prcticos obtenidos por Friedrich Schrecker,un doctorando de la Universidad de Frankfurt que pas el ao acadmico 1979-80de visita en UCLA, en un estudio especficamente diseado para poner de manifies-to las minucias prcticas del trabajo en un laboratorio para estudiantes de qumica.El departamento de sociologa de UCLA lleg a un acuerdo con el de qumica paraque su doctorando trabajara como asistente de un estudiante parcialmente parali-zado sirvindole poco menos que de bracero para la realizacin de los ejercicios delaboratorio del curso de anlisis qumico cuantitativo en el que el segundo estabamatriculado. A cambio se permiti al socilogo grabar en cinta de vdeo la realiza-cin de dos de las prcticas de laboratorio en las que asisti al estudiante dequmica discapacitado.

    En su estudio sobre el material grabado, Schrecker destaca como fenmenos rele-vantes una serie, numerosa, de pequeos problemas con los que se iba topando amedida que avanzaba en su trabajo de materializar corporalmente las instruccionespaso-a-paso del manual de laboratorio tal como le eran comunicadas por el estu-diante imposibilitado. Muchos de ellos eran problemas de carcter secuencial, estoes, el tipo de problemas que traduce la pregunta: Qu hacer a continuacin? Dehecho, all donde el manual de laboratorio describa una secuencia lineal de pasosdiscretos, la obediencia in vivo e in situ de las instrucciones del manual exigaque varios de los pasos que tericamente se organizaban segn una secuenciatemporal lineal haban de ser realizados, en la prctica, de forma simultnea o,ms exactamente segn una secuencia retrospectivo-prospectiva. El hecho detener que hacer ms de una cosa a la vez obligaba a los aprendices de qumico ainventar ordenaciones que les permitieran interrumpir una secuencia coherente depasos y cambiar a acciones de otra secuencia. Los estudiantes deban descubrirpor s mismos dnde eran practicables esas interrupciones en una secuencia ydnde los perodos de latencia proporcionaban momentos para las actividadesalternativas. (Lynch, Livingston y Garfinkel, 1995: 168, cursivas mas). Otro de losinteresantes fenmenos de organizacin temporal del trabajo de laboratorio descu-bierto por Schrecker en su trabajo como lazarillo del estudiante de qumicadiscapacitado, tena que ver con la gama de respuestas in vivo a la cuestinprogramtica de cmo hacer para volver sobre nuestros pasos cuando hemos de-tectado que algo ha ido mal. Cada vez que era necesario resolver este problemalos dos compaeros de laboratorio, como sostienen Lynch, Livingston y Garfinkel,se comportaban como historiadores locales:

    Las potencialmente vastas cadenas de actividades previas de cualquier se-cuencia eran susceptibles de ser acusadas como posibles fuentes de error.Hacanse preguntas como estaban los aparatos de cristal lo bastante lim-pios como para prevenir reacciones indeseadas con los componentes qumi-cos subsecuentemente introducidos en ellos?, Aadir un chorrito de reactivoen lugar de una serie exactamente contada de gotas durante una secuenciaprevia de tritiado tuvo algn efecto? o haba alguna fuente oculta de error enmedio de las acciones aparentemente adecuadas?

    (Lynch, Livingston y Garfinkel, 1995: 173-74)

  • 63

    Artculos A. Javier Izquierdo

    Los informes de Schrecker ponen de manifiesto, entonces, que a diferencia de laconjetura documentada de Garfinkel y Sudnow sobre la temporalidad caractersti-ca del trabajo de impartir clase en el aula (vgr. el carcter ms o menos terroristacon el que son percibidos por el profesor los intentos llevados a cabo por los alum-nos para tematizar el momento presente de la leccin como objeto de la propialeccin a travs de la pregunta Por dnde nos andamos?), en el ambiente deltrabajo de laboratorio la temporalidad caracterstica del trabajo de descubrimientocientfico consiste en una forma harto peculiar de leer una lista de instrucciones: lainstruccin se obedece siempre sobre la base de los resultados obtenidos tras sucumplimiento. Justamente al contrario de lo que es especfico del trabajo docente,la tematizacin del momento presente salta a la vista a cada momento durante eltrabajo de descubrimiento, aunque, de nuevo, como la cosa ms ordinaria, banal einapelable del mundo.

    4 Conclusin: la etnometodologa y el nuevo espritu del ca-pitalismo

    Para aquellos socilogos, estadounidenses y europeos sin distincin, que vivenconfortablemente en la creencia de que de la explosin de un supuesto paradigmaestructural-funcionalista previamente dominante surgi un hermoso y florido ar-chipilago de ismos sociolgicos inconmensurables entre s pero frreamentevinculados como parte de esa unidad de destino institucional en lo universal queseria la sociologa, el nombre de Harold Garfinkel es, si conocido, lo cual es pocoprobable, sinnimo de mesianismo descalabrado: el primer, gran y casi nicodamnificado del fracaso sin paliativos de una pretendida nueva ciencia social de laque l se habra erigido en fundador y padrino absoluto y que fuera propuesta en suda como alternativa radical a la sociologa ortodoxa y oficial en aquella larga ypara muchos infausta primavera de la vida que fueran los aos de mediados de los60.

    Pero resulta que el mundo, a diferencia de la imagen dominante que de s se haforjado la propia profesin sociolgica, ha cambiado mucho desde entonces, y elproyecto etnometodolgico -como el propio Garfinkel- sigue, contra todo pronsticovivito y coleando. Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que el carcter de sualma mater se halla hecho menos arisco con los aos, ni tampoco que se hallahecho ms cantabile su ominosa versin de la prctica sociolgica. De hecho, enel segundo caso, ms bien ha sucedido lo contrario: a la vista de sus formulacionesms recientes -aparecidas de manera infrecuente y harto dispersa en cuanto a susmedios de publicacin durante las dcadas de los 80 y los 90 y presentadas de unmodo ms insistente ya que no menos astroso en el ya citado libro Ethnometho-dologys Program. Working Out Durkheims Aphorism- puede decirse que el pro-grama de la etnometodologa que Garfinkel define ahora como un intento de recu-perar la sociedad ordinaria inmortal de Durkheim como conjunto de hechos socia-les reales, ha ganado a la vez en radicalismo (visto desde el punto de vista de lateora social) y en banalidad, cuando se lo considera no como una disciplina deinvestigacin social emprica -que no es en ningn caso- sino como lo que real-mente es: una empresa estricta y ridculamente prctica, algo as como un curro

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    64

    en s y para s que, dependiendo del espritu cientfico y empresarial imperante encada momento y lugar, puede o no llegar a ser factible en el mundo real (vaseIzquierdo, en prensa).

    Aunque, por lo que dicen los propios socilogos que se ocupan de estas cosas,este inicio del siglo XXI, no es, ni con mucho, el peor momento para atreverse a vivirde este cuento. As, por ejemplo, la profesora Lucy Suchman, una de los principa-les responsables del reciente revival, en la sociologa y la antropologa estadouni-dense y europea, del aparentemente superado y olvidado cisma etnometodolgicode los aos 60, ha conjeturado que la inesperada atencin meditica que recibieronen EE.UU., a mediados de la dcada de 1990, una serie de oscuros proyectosacadmicos de descripcin etnogrfica fina del trabajo de diseo industrial, podrainterpretarse como otro de los sntomas estratgicos de la astuta trans-mutacinhistrica llevada a cabo por la cultura materialista, cuyo sndrome ms general (elCapitalismo Artista) ha sido diagnosticado recientemente por los socilogos fran-ceses Luc Boltanski y Eve Chiapello:

    Al aparecer como figura protagonista en varios de estos reportajes periodsti-cos [sobre los antroplogos que trabajan para las empresas de alta tecnolo-ga] me qued algo asustada al conocer detalles de las circunstancias espe-cficas, aparentemente peculiares a travs de las cuales yo y un pequeonmero de colegas acabamos inmersos, durante los pasados veinte aos, enuna variedad de proyectos empresariales. El hecho de que estos reportajesperiodsticos comenzaran a aparecer en la dcada de los 90, podra indicarque, por muy personales e idiosincrticos que puedan ser sus detalles, nues-tras historias peculiares son tambin parte de una serie de tendencias msgenerales, cambios en las retricas y en las prcticas de las corporacionesmultinacionales a finales del siglo veinte. (Suchman, 2001: 3)

    BibliografaAgr, P. (1997). Computation and Human Experience, Nueva York, Cambridge University

    Press.

    (1998). Hazards of Design: Ethnomethodology and the Ritual Order of Computing,ponencia presentada en la Conferencia Anual de la Asociacin Americana de Socio-loga, Sesin sobre Etnometodologa: estudios hbridos sobre el trabajo, San Fran-cisco, agosto.

    Ambrojo, J.C. (2003). Las empresas de tecnologa buscan en la antropologa las clavespara vender ms, Ciberp@is, 9 de enero, pgs. 1 y 7.

    Boltanski, L. y Chiapello, E. (2002). El nuevo espritu del capitalismo, Madrid: Akal.

    Burns, S. (1997). Practicing Law: A study of Pedagogic Interchange in a Law SchoolClassroom, en: M. Travers y J. Manzo (eds.), Law in Action. Ethnomethodological andConversation Analytic Approaches to Law, Aldershot, UK: Ashgate-Dartmouth, pgs.265-288.

    Cicourel, A.V. (1973). Cognitive Sociology. Language and Meaning in Social Interaction,Londres: Penguin.

    Garca Calvo, A. (1985). Razn comn, edicin crtica, ordenacin, traduccin y comen-

  • 65

    Artculos A. Javier Izquierdo

    tario de los restos del libro de Herclito, Madrid: Lucina.

    Garfinkel, H. (1991). Respecification: evidence for locally produced, naturally accountablephenomena of order*, logic, reason, meaning, method, etc. in and as the essentialhaecceity of immortal ordinary society, (I) an announcement of studies, en: G. Button(ed.), Ethnomethodology and the Human Sciences, Cambridge (UK): CambridgeUniversity Press, pgs. 10-19.

    (1996). Ethnomethodologys Program, en Social Psychology, 59, pgs. 5-21.

    (2002a). Ethnomethodologys Program. Working Out Durkheims Aphorism, Lanham(Maryland): Rowman and Littlefield.

    (2002b). Sight impairment as a perspicuous setting, en: Garfinkel 2002a, pgs. 212-216.

    (2002c). A Study of the Work of Teaching Undergraduate Chemistry in Lecture Format,en: Garfinkel, 2002a, pgs. 219-244.

    ed. (1986). Ethnomethodological Studies of Work, Londres: Routledge & KeeganPaul.

    Lynch, M. y Livingston, E. (1981). The Work of a Discovering Science Constructed withMaterials from the Optically Discovered Pulsar, en Philosophy of the Social Sciences,11, pgs. 131-58.

    Wieder, D.L. (1992). Two Incommensurable, Asymmetrically Alternate Technologies ofSocial Analysis, en: G. Watson y R.M. Seiler (eds.), Text in Context: Contributions toEthnomethodology, Newbury Park, CA: Sage, pgs. 175-206.

    Gellner, E. (1975). Ethnomethodology: the re-enchantment industry or the California wayof subjectivity, en Philosophy of the Social Sciences, 5, pgs. 431-450.

    Goodwin, C. (1995). Seeing in Depth, en Social Studies of Science, 25 (2), pgs. 237-274.

    Heidegger, M. (1971). El ser y el tiempo [1927], trad. castellana de J. Gaos, Mxico DF:Fondo de Cultura Econmica, (2ed. revisada).

    Heritage, J. (1990). Etnometodologa, en: A. Giddens y J. Turner (eds.), La teora socialhoy, Madrid: Alianza, pgs. 290-350.

    Hutchins, E. (2001). El aprendizaje de la navegacin, en: J. Lave y S. Chaiklin, Estudiarla prctica, Buenos Aires: Amorrortu, pgs. 49-77.

    Izquierdo, A.J. (en prensa). Despertadores humorsticos: sobre algunos usos instructi-vos de la descripcin sociolgica (Revista Espaola de Sociologa).

    Lavin, D. y Maynard, D.W. (2002). Standardization vs. Rapport: Respondent Laughterand Interviewer Reaction During Telephone Surveys, en: D.W. Maynard, H.Houtkoop-Steenstra, N. Schaeffer y J. van der Zouwen (eds.), Standardization andTacit Knowledge: Interaction and Practice in the Survey Interview, Nueva York: Wiley,pgs. 335-364.

    Lave, J. (1991). La cognicin en la prctica, Barcelona: Paids.

    Livingston, E. (1986). The Ethnomethodological Foundations of Mathematics, Londres:Routledge & Keegan Paul.

    Lynch, M. (1987). Art and Artifact in Laboratory Science. A Study of Shop Work and ShopTalk in a Research Laboratory, Londres: Routledge and Keegan Paul.

    (1993). Scientific Practice and Ordinary Action. Ethnomethodology and Social Studiesof Science, Nueva York: Cambridge University Press.

    (1999). Silence in Context: Ethnomethodology and Social Theory, en Human Studies,22, pgs. 211-233.

  • Anduli Revista Andaluza de Ciencias Sociales N 3 - 2003

    66

    Bogen, D. (1996). Methodological Appendix: Postanalytic Ethnomethodology, en:Lynch y Bogen, The Spectacle of History. Speech, Text and Memory in the Iran-contraHearings, Durham: Duke University Press, pgs. 262-287.

    Livingston, E. y Garfinkel, H. (1995). El orden temporal en el trabajo de laboratorio[1983], en: J.M. Iranzo, R. Blanco, T. Gonzlez de la F, C. Torres y A. Cotillo (coords),Sociologa de la ciencia y la tecnologa, Madrid: CSIC, pgs. 163-185.

    Mandelbrot, B. (1997). Fractals in Finance Stage III, en Mandelbrot, B., Fractals andScaling in Finance, Nueva York: Springer-Verlag, pgs. 39-49.

    Maynard, D.W. y Schaeffer, N.C. (2000). Toward a Sociology of Social Scientific Knowledge:Survey Research and Ethnomethodologys Asymmetric Alternates, en Social Studiesof Science, junio, pgs. 323-70.

    Mehan, H. (2001). Un estudio de caso en la poltica de la representacin, en: J. Lave yS. Chaiklin (eds.), Estudiar la prctica, Buenos Aires: Amorrortu, pgs. 262-290.

    Rawls, A.W. (2002). Editors note, en: Garfinkel, 2002.

    Robillard, A. (1999). Meaning of a Disability. The Living Experience of Disease, Philadelphia(Penn.): Temple University Press.

    Ruskoff, D. (2001). Coercin. Por qu hacemos casos a lo que nos dicen, Barcelona: LaLiebre de Marzo.

    Sacks, H. (2000). Sobre muestreo y subjetividad [1971], en: F. Daz (comp.), Sociolo-gas de la situacin, Madrid: La Piqueta, pgs. 85-94.

    Steiner, G. (1999). Heidegger, Madrid: Fondo de Cultura Econmica.

    Suchman, L. (1987). Plans and Situated Action. The Problem of Human-MachineInteraction, Cambridge (UK): Cambridge University Press.

    (1993). Dispositifs de reprsentation: des lzards aux avions, en: P. Ladrire, P.Pharo y L. Qur (dir.), La thorie de laction. Le sujet pratique en dbat, Pars: CNRSEditions, pgs. 318-340.