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EL OTRO HASSAN FATHY SA BASSA BLANCA Leïla el-Wakil Extravaganza, o

Extravaganza, o EL OTRO HASSAN FATHY - AL TURATHal-turath.com/pdf/Fathy Book-18_ES.pdf · arquitecto egipcio Hassan Fathy (1900-1989), a quien los Jakober, ambos artistas, en-cargaron

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EL OTRO HASSAN FATHYSA BASSA BLANCA

Leïla el-Wakil

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Extravaganza, o

ediciones asimétricas

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Museo Sa Bassa BlancaFundación Yannick y Ben Jakober

Cami del Coll Baix. Es Mal Pas, Alcudia07400 Mallorca, España

Tel. 971 54 69 15 Fax. 971 89 71 63 Freephone: 900 77 70 01

E-mail: [email protected]

Protectorado: Conselleria De Transparencia, Cultura I Sports, Govern Balear

Patronato: Presidenta: Marie-Claire Yannick JakoberVice Presidente: Anthonie StalSecretario: Benedict P. B. JakoberVocales: Sofía C. Barroso Fernández Araoz, Sebastián Escarrer Jaume Enrique Juncosa Cirer, Cristina López Mancisidor de Macaya

Adj. dirección: Yves Faure BüsserAdministración: Gonzalo Pinedo MonederoConservación: Solange Artiles PicónEducación: Catalina Ginard Esteva, Amàlia Salas Lopez-CeperoVisitas y prensa: Maria Cerdà García, Dorothee Kammel, Denisa Amalia LazarAsuntos técnicos: Edgar da Cunha Rodríguez, Corneliu TanaseSeguridad: Juan José NobleMantenimiento: Sebastián Parcero González, Luz Dary Díaz Cruz, María Luz García Cabrera Asesor externo: José Tono Martínez

EL OTRO HASSAN FATHYSA BASSA BLANCA

Extravaganza, o

Leïla el-Wakil

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Museo Sa Bassa BlancaFundación Yannick y Ben Jakober

Cami del Coll Baix. Es Mal Pas, Alcudia07400 Mallorca, España

Tel. 971 54 69 15 Fax. 971 89 71 63 Freephone: 900 77 70 01

E-mail: [email protected]

Protectorado: Conselleria De Transparencia, Cultura I Sports, Govern Balear

Patronato: Presidenta: Marie-Claire Yannick JakoberVice Presidente: Anthonie StalSecretario: Benedict P. B. JakoberVocales: Sofía C. Barroso Fernández Araoz, Sebastián Escarrer Jaume Enrique Juncosa Cirer, Cristina López Mancisidor de Macaya

Adj. dirección: Yves Faure BüsserAdministración: Gonzalo Pinedo MonederoConservación: Solange Artiles PicónEducación: Catalina Ginard Esteva, Amàlia Salas Lopez-CeperoVisitas y prensa: Maria Cerdà García, Dorothee Kammel, Denisa Amalia LazarAsuntos técnicos: Edgar da Cunha Rodríguez, Corneliu TanaseSeguridad: Juan José NobleMantenimiento: Sebastián Parcero González, Luz Dary Díaz Cruz, María Luz García Cabrera Asesor externo: José Tono Martínez

EL OTRO HASSAN FATHYSA BASSA BLANCA

Extravaganza, o

Leïla el-Wakil

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Contenido

Prefacio Page 1

Preludio Page 3

Sa Bassa Blanca: en el limbo Page 7

Sa Bassa Blanca: emplazamiento Page 11

Sa Bassa Blanca: ejecución Page 47

Sa Bassa Blanca: lazos entre arte y artesanía Page 74

Sa Bassa Blanca: ¿El otro Hassan Fathy? Page 87

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Contenido

Prefacio Page 1

Preludio Page 3

Sa Bassa Blanca: en el limbo Page 7

Sa Bassa Blanca: emplazamiento Page 11

Sa Bassa Blanca: ejecución Page 47

Sa Bassa Blanca: lazos entre arte y artesanía Page 74

Sa Bassa Blanca: ¿El otro Hassan Fathy? Page 87

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vi 1

Prefacio

S.A.R. EL PRÍNCIPE SULTAN BIN SALMAN BIN ABDULAZIZ AL SAUD

En el verano de 2017, localicé a los dueños de Sa Bassa Blanca, Yannick y Ben Jakober, que de nuevo me dieron la bienvenida con gran cariño, y me invitaron a visitarles tras el transcurso de casi treinta años, y les encontré tan deseosos como yo de volver a reconectarnos después de tanto tiempo. La propiedad había sido cuidada a la perfección y estaba tan hermosa como la primera vez que la vi. Esta vez mi visita se produjo durante el día, y pude observar que la casa daba sobre el mar, y que había sido convertida en una fundación de arte y en un museo, donde había mucho que ver y descubrir.

Entonces me comentaron acerca de un libro que iba a ser publicado con la Dra. Leïla el-Wakil, y me invitaron a escribir un prefacio para la inminente publicación.

Me pareció excelente esta oportunidad que me permitía vincular Sa Bassa Blanca con la amplia experiencia que había tenido en la rehabilitación de mi al´Uthaibat, construido con adobe, in Dariyyah, un trabajo que había realizado en colaboración con el profesor Abdel-Wahed El-Wakil, el destacado discípulo de Hassan Fathy. Reconocí la conexión abstracta entre el tradicional método de construcción y el uso material de los ladrillos de barro que fueron promovidos por Hassan Fathy en Egipto, y que se puede contemplar en su arquitectura, y nuestra propia experiencia en al‘Uthaibat . Pude comprobar las enormes similitudes entre Sa Bassa Blanca y al‘Uthaibat hasta el punto que ofrecí que Al-Turath, mi fundación, coeditara el libro.

La recuperación por Hassan Fathy de los métodos tradicionales en edificios patrimo-niales, que permeó su obra y la de su discípulo Abdul-Wahed El-Wakil, es parte del espíritu tanto de Sa Bassa Blanca como de al‘Uthaibat, un parentesco que se manifiesta desde el Néyed a Egipto y hasta Mallorca.

Sultan bin Salman bin Adulaziz Al SaudFundador y Presidente del Consejo de Administración de la Fundación de Beneficencia Al-Turath

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vi 1

Prefacio

S.A.R. EL PRÍNCIPE SULTAN BIN SALMAN BIN ABDULAZIZ AL SAUD

En el verano de 2017, localicé a los dueños de Sa Bassa Blanca, Yannick y Ben Jakober, que de nuevo me dieron la bienvenida con gran cariño, y me invitaron a visitarles tras el transcurso de casi treinta años, y les encontré tan deseosos como yo de volver a reconectarnos después de tanto tiempo. La propiedad había sido cuidada a la perfección y estaba tan hermosa como la primera vez que la vi. Esta vez mi visita se produjo durante el día, y pude observar que la casa daba sobre el mar, y que había sido convertida en una fundación de arte y en un museo, donde había mucho que ver y descubrir.

Entonces me comentaron acerca de un libro que iba a ser publicado con la Dra. Leïla el-Wakil, y me invitaron a escribir un prefacio para la inminente publicación.

Me pareció excelente esta oportunidad que me permitía vincular Sa Bassa Blanca con la amplia experiencia que había tenido en la rehabilitación de mi al´Uthaibat, construido con adobe, in Dariyyah, un trabajo que había realizado en colaboración con el profesor Abdel-Wahed El-Wakil, el destacado discípulo de Hassan Fathy. Reconocí la conexión abstracta entre el tradicional método de construcción y el uso material de los ladrillos de barro que fueron promovidos por Hassan Fathy en Egipto, y que se puede contemplar en su arquitectura, y nuestra propia experiencia en al‘Uthaibat . Pude comprobar las enormes similitudes entre Sa Bassa Blanca y al‘Uthaibat hasta el punto que ofrecí que Al-Turath, mi fundación, coeditara el libro.

La recuperación por Hassan Fathy de los métodos tradicionales en edificios patrimo-niales, que permeó su obra y la de su discípulo Abdul-Wahed El-Wakil, es parte del espíritu tanto de Sa Bassa Blanca como de al‘Uthaibat, un parentesco que se manifiesta desde el Néyed a Egipto y hasta Mallorca.

Sultan bin Salman bin Adulaziz Al SaudFundador y Presidente del Consejo de Administración de la Fundación de Beneficencia Al-Turath

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Preludio

La finca Sa Bassa Blanca1, clasificada como patrimonio autonómico de las Islas Baleares en 20162, alberga en la actualidad la Fundación de arte Yannick y Ben Jakober3, ofi-cialmente denominada Museo Sa Bassa Blanca. La construcción del edificio se debe al arquitecto egipcio Hassan Fathy (1900-1989), a quien los Jakober, ambos artistas, en-cargaron la construcción en los años 1970. La pareja ha querido ahora asimismo dedi-car un libro a la construcción de su casa, enmarcándola en el contexto de la arquitectura residencial del maestro egipcio. Se dirigieron a mí el verano de 2016. Tuve entonces la suerte de visitar Sa Bassa Blanca de la mano de sus dueños, quienes me explicaron el origen y me permitieron consultar todos los documentos relevantes que tenían a su disposición. Después pude profundizar mi estudio gracias al material fotográfico y epistolar hallado en los archivos Hassan Fathy, que pude consultar en la Rare Books and Special Collections Library de la Universidad Americana de El Cairo4. La nueva luz que arrojó el estudio de dichos archivos, junto con la completa disposición de Bene-dict Jakober para facilitarme toda la información necesaria, me permitió reconstituir la historia de dicha construcción, el papel de mentor desempeñado por Hassan Fathy, la labor de capataces asumida por los ingenieros y contratistas españoles, y las iniciativas artísticas de la pareja Jakober. El arquitecto y los clientes compartían un mismo espíritu y una misma ilusión. A ambos les entusiasmaba la idea de trabajar con la naturaleza y el entorno para realizar una obra de arte total en la que lo artesanal se incrustaría en las paredes creando una arquitectura fusión en cuanto que reflejo fiel de sus moradores.

1 N. de T. El artículo “Sa” se corresponde con el artículo “la”, en el catalán de Mallorca o mallorquín. Por tanto, en todo el texto el nombre correcto de la finca es Sa Bassa Blanca, que se correspondería a La Bassa Blanca, cuyo significado alude al agua embalsada o charca que se creaba junto al camino de la montaña, sobre una zona de arcilla blanca, y que los pescadores y navegantes utilizaban como referencia para orientarse.2 La petición de proteger la propiedad se efectuó en 2011.3 La Fundación se creó en 1993 y la propiedad fue convertida en museo en 2005.4 Ola Seif me informó amablemente de un importante dosier de fotos, conservado en la Rare Books and Special Collection Library (RBSCL) de la Universidad Americana en El Cairo (AUC), que me hizo entender mejor la evolución de la construcción del edificio principal.

Área de hammam y taller cubierto con una de las cúpulas preferidas de Hassan Fathy

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Preludio

La finca Sa Bassa Blanca1, clasificada como patrimonio autonómico de las Islas Baleares en 20162, alberga en la actualidad la Fundación de arte Yannick y Ben Jakober3, ofi-cialmente denominada Museo Sa Bassa Blanca. La construcción del edificio se debe al arquitecto egipcio Hassan Fathy (1900-1989), a quien los Jakober, ambos artistas, en-cargaron la construcción en los años 1970. La pareja ha querido ahora asimismo dedi-car un libro a la construcción de su casa, enmarcándola en el contexto de la arquitectura residencial del maestro egipcio. Se dirigieron a mí el verano de 2016. Tuve entonces la suerte de visitar Sa Bassa Blanca de la mano de sus dueños, quienes me explicaron el origen y me permitieron consultar todos los documentos relevantes que tenían a su disposición. Después pude profundizar mi estudio gracias al material fotográfico y epistolar hallado en los archivos Hassan Fathy, que pude consultar en la Rare Books and Special Collections Library de la Universidad Americana de El Cairo4. La nueva luz que arrojó el estudio de dichos archivos, junto con la completa disposición de Bene-dict Jakober para facilitarme toda la información necesaria, me permitió reconstituir la historia de dicha construcción, el papel de mentor desempeñado por Hassan Fathy, la labor de capataces asumida por los ingenieros y contratistas españoles, y las iniciativas artísticas de la pareja Jakober. El arquitecto y los clientes compartían un mismo espíritu y una misma ilusión. A ambos les entusiasmaba la idea de trabajar con la naturaleza y el entorno para realizar una obra de arte total en la que lo artesanal se incrustaría en las paredes creando una arquitectura fusión en cuanto que reflejo fiel de sus moradores.

1 N. de T. El artículo “Sa” se corresponde con el artículo “la”, en el catalán de Mallorca o mallorquín. Por tanto, en todo el texto el nombre correcto de la finca es Sa Bassa Blanca, que se correspondería a La Bassa Blanca, cuyo significado alude al agua embalsada o charca que se creaba junto al camino de la montaña, sobre una zona de arcilla blanca, y que los pescadores y navegantes utilizaban como referencia para orientarse.2 La petición de proteger la propiedad se efectuó en 2011.3 La Fundación se creó en 1993 y la propiedad fue convertida en museo en 2005.4 Ola Seif me informó amablemente de un importante dosier de fotos, conservado en la Rare Books and Special Collection Library (RBSCL) de la Universidad Americana en El Cairo (AUC), que me hizo entender mejor la evolución de la construcción del edificio principal.

Área de hammam y taller cubierto con una de las cúpulas preferidas de Hassan Fathy

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54

De la estrecha y sorprendente colaboración entre el arquitecto y sus clientes nació un extraordinario edificio fruto de un armónico mestizaje, que incluye bóvedas nubias, piedras mallorquinas y ornamentaciones marroquíes y sevillanas. Fathy no logró ver la casa terminada nada más que en fotografías. No obstante, el rico y tornasolado edificio lo tenía todo para seducir al autor del Conte du Moucharabieh5, obra de teatro en la que Fathy escenifica a su alter ego, Khalid, un héroe enamorado de las antigüedades que sueña con construir una casa donde colocar los vestigios de antiguos palacios cairotas derruidos. ¿Acaso no decoró él mismo la gran casa «árabe moderna» de Maadi (1949-1951), construida a petición de Aziza Hassanein6, de forma que ésta viviera rodeada de celosías y antigüedades?

En las páginas siguientes esbozaré un retrato de esta finca parcialmente trans-formada, que hace las veces de museo y espacio de exposiciones. Lo que habría podido quedarse en un mero sueño se hizo realidad gracias a la valentía y a la sofisticada cultura de sus propietarios, que removieron cielo y tierra para hallar un arquitecto inspirado capaz de realizar la obra soñada. Sa Bassa Blanca, erguida sobre el flanco de una ladera que desciende hacia el mar Mediterráneo, nacida de una comunión de espíritu entre los propietarios y el arquitecto, parece encarnar las fantasías que Fathy plasmó en gouaches y acuarelas en los años 1940. La finca Sa Bassa Blanca se halla ahora en terreno prote-gido y, en lo sucesivo, no construible gracias a la Fundación Jakober: larga vida a este paraje natural consagrado a las artes y al deleite de los sentidos y el espíritu.

5 Leïla el-Wakil, «L’amour du patrimoine», in Leïla el-Wakil éd., Hassan Fathy dans son temps, Paris-Gollion, 2013, pp. 339-343. 6 Leïla el-Wakil, «La Qa’a et la maison arabe», in Leïla el-Wakil éd., Hassan Fathy dans son temps, Paris-Gollion, 2013, pp. 92-95.

Recinto familiar con la torre de la alcoba

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De la estrecha y sorprendente colaboración entre el arquitecto y sus clientes nació un extraordinario edificio fruto de un armónico mestizaje, que incluye bóvedas nubias, piedras mallorquinas y ornamentaciones marroquíes y sevillanas. Fathy no logró ver la casa terminada nada más que en fotografías. No obstante, el rico y tornasolado edificio lo tenía todo para seducir al autor del Conte du Moucharabieh5, obra de teatro en la que Fathy escenifica a su alter ego, Khalid, un héroe enamorado de las antigüedades que sueña con construir una casa donde colocar los vestigios de antiguos palacios cairotas derruidos. ¿Acaso no decoró él mismo la gran casa «árabe moderna» de Maadi (1949-1951), construida a petición de Aziza Hassanein6, de forma que ésta viviera rodeada de celosías y antigüedades?

En las páginas siguientes esbozaré un retrato de esta finca parcialmente trans-formada, que hace las veces de museo y espacio de exposiciones. Lo que habría podido quedarse en un mero sueño se hizo realidad gracias a la valentía y a la sofisticada cultura de sus propietarios, que removieron cielo y tierra para hallar un arquitecto inspirado capaz de realizar la obra soñada. Sa Bassa Blanca, erguida sobre el flanco de una ladera que desciende hacia el mar Mediterráneo, nacida de una comunión de espíritu entre los propietarios y el arquitecto, parece encarnar las fantasías que Fathy plasmó en gouaches y acuarelas en los años 1940. La finca Sa Bassa Blanca se halla ahora en terreno prote-gido y, en lo sucesivo, no construible gracias a la Fundación Jakober: larga vida a este paraje natural consagrado a las artes y al deleite de los sentidos y el espíritu.

5 Leïla el-Wakil, «L’amour du patrimoine», in Leïla el-Wakil éd., Hassan Fathy dans son temps, Paris-Gollion, 2013, pp. 339-343. 6 Leïla el-Wakil, «La Qa’a et la maison arabe», in Leïla el-Wakil éd., Hassan Fathy dans son temps, Paris-Gollion, 2013, pp. 92-95.

Recinto familiar con la torre de la alcoba

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Sa Bassa Blanca: en el limboMallorca, isla de artistas

Mallorca, celebrada por escritores y artistas plásticos, fue un destino turístico estrecha-mente vinculado con la imaginación romántica a lo largo del siglo xix. El pintor francés Jean-Joseph-Bonaventure Laurens (1801-1890), seguido de Frederic Chopin (1810-1849) y George Sand (1804-1876), fue de los primeros en visitar la isla. De la estancia de éste surgió el libro Souvenirs d’un voyage d’art à l’île de Majorque (1840), publicación que posteriormente llevaría a George Sand a escribir Un invierno en Mallorca (1841).

No obstante, es al archiduque Luis Salvador de Austria (1847-1915), quien atracó en la isla en 1867, a quien debemos los estudios más exhaustivos sobre Mallor-ca. El archiduque, prendado de Mallorca, adquirió un gran número de propiedades, y acompañado por pintores y eruditos, hizo realizar detallados dibujos de sus pintorescos encantos, tanto arquitectónicos como de la flora, a la vez que consignaba por escrito las costumbres y la cultura mallor-quinas. De todo ello surgió la extensa obra Die Balearen in Wort und Bild geschildert (1869-1891), publicada por Brockhaus en Leipzig, que no sólo tuvo mucho éxito en la Exposición Universal de 1878, sino que sigue constituyendo una importante obra de referencia. La contribución del archiduque al descubrimiento de Mallorca por los europeos es determinante. Entre las numerosas propiedades en su ha-ber se hallaban el predio de s’Estaca, en Valldemossa, finca en la que, tras un viaje a la isla de Lípari, realizó importantes reformas. Inspirándose en las casas del Mediterráneo oriental, transformó s’Estaca en una casona de fachadas encaladas, cubiertas planas y almenas moriscas, a la que se atribuye un estilo árabo-siciliano. El archiduque reformó la casa para llevar en ella una vida libre y sin trabas, lejos de la corte de Austria, en compañía de Catalina Homar, la «madona» encargada de s’Estaca. Esta mansión italianizante, hoy propiedad del actor Michael Douglas, en la que vivió Yannick Vu, y que no deja de evocar las villas a orillas del mar de Arnold Böcklin, que-daría grabada en el inconsciente de la pareja Jakober y constituiría una de las referencias prototípicas de Sa Bassa Blanca. La cúpula vista desde la torre principal

S’Estaca en los sesenta

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Sa Bassa Blanca: en el limboMallorca, isla de artistas

Mallorca, celebrada por escritores y artistas plásticos, fue un destino turístico estrecha-mente vinculado con la imaginación romántica a lo largo del siglo xix. El pintor francés Jean-Joseph-Bonaventure Laurens (1801-1890), seguido de Frederic Chopin (1810-1849) y George Sand (1804-1876), fue de los primeros en visitar la isla. De la estancia de éste surgió el libro Souvenirs d’un voyage d’art à l’île de Majorque (1840), publicación que posteriormente llevaría a George Sand a escribir Un invierno en Mallorca (1841).

No obstante, es al archiduque Luis Salvador de Austria (1847-1915), quien atracó en la isla en 1867, a quien debemos los estudios más exhaustivos sobre Mallor-ca. El archiduque, prendado de Mallorca, adquirió un gran número de propiedades, y acompañado por pintores y eruditos, hizo realizar detallados dibujos de sus pintorescos encantos, tanto arquitectónicos como de la flora, a la vez que consignaba por escrito las costumbres y la cultura mallor-quinas. De todo ello surgió la extensa obra Die Balearen in Wort und Bild geschildert (1869-1891), publicada por Brockhaus en Leipzig, que no sólo tuvo mucho éxito en la Exposición Universal de 1878, sino que sigue constituyendo una importante obra de referencia. La contribución del archiduque al descubrimiento de Mallorca por los europeos es determinante. Entre las numerosas propiedades en su ha-ber se hallaban el predio de s’Estaca, en Valldemossa, finca en la que, tras un viaje a la isla de Lípari, realizó importantes reformas. Inspirándose en las casas del Mediterráneo oriental, transformó s’Estaca en una casona de fachadas encaladas, cubiertas planas y almenas moriscas, a la que se atribuye un estilo árabo-siciliano. El archiduque reformó la casa para llevar en ella una vida libre y sin trabas, lejos de la corte de Austria, en compañía de Catalina Homar, la «madona» encargada de s’Estaca. Esta mansión italianizante, hoy propiedad del actor Michael Douglas, en la que vivió Yannick Vu, y que no deja de evocar las villas a orillas del mar de Arnold Böcklin, que-daría grabada en el inconsciente de la pareja Jakober y constituiría una de las referencias prototípicas de Sa Bassa Blanca. La cúpula vista desde la torre principal

S’Estaca en los sesenta

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8 9

La vida alternativa que llevan Benedict y Yannick guarda cierta relación con el fenóme-no libertario hippy. Aspirando a vivir del terruño, los artistas se hacen agricultores, e innovan y experimentan en el campo de la agronomía. Es a ellos a quienes debemos la introducción del aguacate y el kiwi en la isla. Nada se les resiste: en un terreno previa-mente árido llegan incluso a cultivar melocotones. En el marco del movimiento pos-se-sentayocho, muy representativos de una cierta juventud Love and Peace, se entregan a sus prácticas artísticas a la vez que hacen fructificar sus tierras.

En 1972 la pareja sale en busca de autenticidad y lo abandona todo para trasla-darse al Níger a fin de realizar una película sobre la iniciación de un joven pastor peul,

Yannick, Benedict y la isla de MallorcaYannick Vu, nacida en París de padre vietnamita artista y de madre bretona pianista, conoció al pintor italiano Domenico Gnoli (1933-1970) a los veinte años. En 1965 contrajo matrimonio con él y la pareja viviría un tiempo entre Mallorca y Roma. Junto con Gnoli, que era amigo de Benedict Jakober, Yannick vivió primero, antes de mudar-se a s’Estaca, en Lluch’Alcari, una alquería próxima a Deyá ubicada en la costa norte de la isla. Deyá contaba entonces con una nutrida comunidad de artistas, siendo el más célebre el poeta y escritor británico Robert Graves (1895-1985). Este hermoso pueblo, rodeado de montañas y encaramado en una colina cuya ladera norte cae en picado has-ta el mar, ha sido declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La pasión de Yannick por la jardinería, a la que la artista otorga el mismo valor que a la pintura, data de esa época en que vivía parte del año en las Islas Baleares. Desde su primera llegada a la isla, sucedida en un mes de mayo, la artista plantaría especies que florecen en julio y se marchitan en septiembre, mes en el que la pareja se marchaba a Roma. El amor de Yannick por las plantas no sólo no ha menguado, sino que alcanza su máxima expresión en el jardín de rosas, hortus conclusus, de Sa Bassa Blanca.

Yannick enviudó de forma prematura en 1970, para casarse en segundas nup-cias con Benedict Jakober. Dos años antes este último, tras una primera carrera en la banca Rothschild, habiendo cumplido treinta ocho años, había soltado amarras para instalarse en Escorca, una aldea de montaña ubicada en la Serra de Tramontana de Ma-llorca. Benedict adquiere la finca de Mortitx, que comprende unas 1000 hectáreas de montaña y algunos valles, y manda construir dos presas en lo alto con objeto de irrigar por gravedad los árboles frutales que ha dispuesto en los valles, a la vez que deja allí un hato de cuatrocientas ovejas para mantener el terreno en condiciones.

Los Jakober, una pareja de artistas bohemios, ocupan la antigua finca cuya cons-trucción original, llevada a cabo por los templarios, se remonta al siglo xiii. Esta cons-trucción mallorquina, con techos de una vertiente cubiertos de tejas de canal y de cobija, fue objeto de distintas reformas a lo largo de los siglos. Las paredes de piedra, extraída de la propia montaña, constituyeron la epidermis rugosa de los diferentes volúmenes aglutinados con el tiempo. La misma piedra local sirvió para pavimentar el extenso patio frente a la entrada de la casa. Una foto de 1972 muestra a la pareja en ese patio en com-pañía del perro Toss, el Border Collie guardián hasta de los caballos, y de su cachorro.

Ben Jakober, Yannick Vu y los Border Collies Toss y Nina, Mortitx primavera de 1973

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La vida alternativa que llevan Benedict y Yannick guarda cierta relación con el fenóme-no libertario hippy. Aspirando a vivir del terruño, los artistas se hacen agricultores, e innovan y experimentan en el campo de la agronomía. Es a ellos a quienes debemos la introducción del aguacate y el kiwi en la isla. Nada se les resiste: en un terreno previa-mente árido llegan incluso a cultivar melocotones. En el marco del movimiento pos-se-sentayocho, muy representativos de una cierta juventud Love and Peace, se entregan a sus prácticas artísticas a la vez que hacen fructificar sus tierras.

En 1972 la pareja sale en busca de autenticidad y lo abandona todo para trasla-darse al Níger a fin de realizar una película sobre la iniciación de un joven pastor peul,

Yannick, Benedict y la isla de MallorcaYannick Vu, nacida en París de padre vietnamita artista y de madre bretona pianista, conoció al pintor italiano Domenico Gnoli (1933-1970) a los veinte años. En 1965 contrajo matrimonio con él y la pareja viviría un tiempo entre Mallorca y Roma. Junto con Gnoli, que era amigo de Benedict Jakober, Yannick vivió primero, antes de mudar-se a s’Estaca, en Lluch’Alcari, una alquería próxima a Deyá ubicada en la costa norte de la isla. Deyá contaba entonces con una nutrida comunidad de artistas, siendo el más célebre el poeta y escritor británico Robert Graves (1895-1985). Este hermoso pueblo, rodeado de montañas y encaramado en una colina cuya ladera norte cae en picado has-ta el mar, ha sido declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La pasión de Yannick por la jardinería, a la que la artista otorga el mismo valor que a la pintura, data de esa época en que vivía parte del año en las Islas Baleares. Desde su primera llegada a la isla, sucedida en un mes de mayo, la artista plantaría especies que florecen en julio y se marchitan en septiembre, mes en el que la pareja se marchaba a Roma. El amor de Yannick por las plantas no sólo no ha menguado, sino que alcanza su máxima expresión en el jardín de rosas, hortus conclusus, de Sa Bassa Blanca.

Yannick enviudó de forma prematura en 1970, para casarse en segundas nup-cias con Benedict Jakober. Dos años antes este último, tras una primera carrera en la banca Rothschild, habiendo cumplido treinta ocho años, había soltado amarras para instalarse en Escorca, una aldea de montaña ubicada en la Serra de Tramontana de Ma-llorca. Benedict adquiere la finca de Mortitx, que comprende unas 1000 hectáreas de montaña y algunos valles, y manda construir dos presas en lo alto con objeto de irrigar por gravedad los árboles frutales que ha dispuesto en los valles, a la vez que deja allí un hato de cuatrocientas ovejas para mantener el terreno en condiciones.

Los Jakober, una pareja de artistas bohemios, ocupan la antigua finca cuya cons-trucción original, llevada a cabo por los templarios, se remonta al siglo xiii. Esta cons-trucción mallorquina, con techos de una vertiente cubiertos de tejas de canal y de cobija, fue objeto de distintas reformas a lo largo de los siglos. Las paredes de piedra, extraída de la propia montaña, constituyeron la epidermis rugosa de los diferentes volúmenes aglutinados con el tiempo. La misma piedra local sirvió para pavimentar el extenso patio frente a la entrada de la casa. Una foto de 1972 muestra a la pareja en ese patio en com-pañía del perro Toss, el Border Collie guardián hasta de los caballos, y de su cachorro.

Ben Jakober, Yannick Vu y los Border Collies Toss y Nina, Mortitx primavera de 1973