40
Facultad de Filosofía y Letras Grado en Historia Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense Héctor Amigo García Esther Solovera San Juan Curso 2013-2014

Facultad de Filosofía y Letras Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense 2 Las Guerras Medicas han supuesto una punto determinante en la historia de Grecia tanto

Embed Size (px)

Citation preview

Facultad de Filosofía y Letras

Grado en Historia

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

Héctor Amigo García

Esther Solovera San Juan

Curso 2013-2014

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

2

Las Guerras Medicas han supuesto una punto determinante en la historia de Grecia

tanto desde el punto de vista político como social-económico. Esto significa el primer choque

entre una civilización europea y otra oriental o asiática, en la que se desarrollaba una política

de expansión terrestre y marítima con el fin de ampliar los dominios sobre la cultura griega.

Ello permite que a su vez choquen dos modelos de hacer la política, por un lado una ya

experimentada autocracia y por otro una naciente democracia inspirada en el modelo

ateniense, en donde la primera pone a prueba la segunda.

The Greco-Persian Wars was a turning point in the History of Greece, both in a

political and social-economic point of view. This means the first collision between a

European and Asian civilization. It is where a land and maritime expansion is developed in

order to get more land from the Greek. This also makes a collision between two different

political modes: the ancient autocracy and a new democracy inspired in the Athens’s form.

The first one proves to the second.

Guerras Médicas, Atenas, democracia ateniense, Temístocles, Jerjes, Batalla de Maratón

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

3

SUMARIO

CAPITULO I. El fin de la antigua Grecia

1- El significado de las Guerras Medicas

2- Los problemas de las costas de Jonia

3- El embrión de la democracia en Atenas

4- Una nueva identidad. La expansión de la democracia

CAPITULO II. El choque de civilizaciones

1- Los primeros enfrentamientos. Jonia

2- La Primera Guerra Médica

3- Una década de aislacionismo. Entre la paz y el rearme persa

4- La Segunda Guerra Médica

5- Hacia un nuevo imperio democrático

CAPITULO III. Hacia una nueva Grecia: la supremacía ateniense

1- Esparta y otras polis tras el fin del conflicto

2- Consecuencias socio – económicas

3- Consecuencias políticas y exteriores

4- Consecuencias religiosas y artísticas

5- Valoración de la guerra: ¿Hubiera sido posible un imperio de la democracia sin los

persas?

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

4

PRÓLOGO

Grecia es una cultura que se enmarca en un contexto mediterráneo y europeo y que

bebe de las pre-culturas establecidas anteriormente: minoicos y micénicos. Tras varios siglos

de su historia, su trayectoria puede dividirse en varias etapas con una serie de características

que las diferencian unas de otras.

El periodo que nosotros vamos a estudiar se corresponde a unas de las más

actualmente conocidas y relevantes en lo que a política e historia se refiere. El cambio que se

produce de una Grecia antigua a otra moderna, que nosotros entendemos por clásica y que

está protagonizada por dos elementos fácilmente identificados: la democracia y el primer

choque con Oriente. Esto es lo que nos va a permitir conocer cómo se llega en los albores del

siglo V a.C a la evolución hacia un concepto más global de lo que se entiende por Grecia

como unidad, junto a una política de imperialismo sobre nuevos territorios.

Mediante el uso de una bibliografía seleccionada y la utilización de mapas e imágenes

de elementos arqueológicos numismáticos, esculturas y otros tantos que constatan son prueba

de veracidad de las fuentes documentales de aquel momento, se va a desarrollar el siguiente

trabajo.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

5

CAPITULO I

EL FIN DE LA GRECIA ANTIGUA

1- EL SIGNIFICADO DE LAS GUERRAS MÉDICAS

Las Guerras Medicas suponen un momento histórico en donde dos potencias

antagónicas que conviven en diferentes partes del globo deben utilizar los medios bélicos para

buscar un equilibrio entre ambas, algo que culminará a partir del 333 a.C cuando el

macedonio Alejandro Magno emprenda una política belicista contra el mundo oriental,

acabando con dicho equilibrio (Bianchi, 1981)1. Este hecho no es único en la Historia del

hombre, solo basta con buscar en otros tiempos, así tenemos a Roma contra los pueblos

bárbaros del Norte, o en el siglo XX a Estados Unidos contra la Unión Soviética. Las únicas

diferencias que podemos demostrar entre los diferentes hechos son el espacio en donde se

desarrollan, la dirección entre ambos (Este – Oeste, Norte – Sur) y la desigualdad de fuerzas

entre los contendientes.

Los acontecimientos bélicos desde el punto de vista de los griegos a finales del siglo V

a.C, son denominados con el término de “ta mediká”. La intervención de Darío en el 490 a.C

se entiende como un conflicto previo, preparador de la logística que Jerjes desarrolló

posteriormente. Este punto de vista contemporáneo a los hechos se contrapone a lo que

Bianchi (1981) acota entre el incendio de Sardes y de la Acrópolis de Atenas. Ambos marcan

una sed de venganza y sobre todo el último demuestra el odio y represalia por la humillación

que Persia sufrió en Sardes (capital de la satrapía de Lidia).

Dejando atrás las interpretaciones, las causas de que Darío atacase a Grecia no se

derivan de la venganza del incendio de Sardes, ya que es seguro que un año antes de la

revuelta de Jonia el rey persa preparaba una campaña militar contra la Hélade en un contexto

de expansión universal, utilizando como base de operaciones la satrapía de Sardes. De hecho,

los problemas suscitados en esta región son los que obligaron a retrasar dicha campaña

1 El sistema de citas y referencias usado en este trabajo es el que corresponde a American Psychological Association (APA)

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

6

(Domínguez, Pascual, 1999), algo posiblemente ventajoso para la propia Atenas para que

pudiera reorganizarse política y militarmente.

La dinastía aqueménida, establecida con el primer rey Ciro II hacia el 556 a.C, absorbe

el reino medo e inicia una serie de conquistas por todo el continente, llegando en poco tiempo

a las costas del Oeste de Anatolia donde las ciudades jonias, a pesar de intentar resistir, son

dominadas una a una. Esta empresa es seguida posteriormente por los sucesores de Ciro II, los

cuales se hacen con el control de Egipto, Neobabilonia y otros pueblos nómadas del Norte de

Irán (Ruipérez, 1963).

A partir de aquí entra en acción uno de los principales personajes y causante del

choque con Grecia: Darío I consigue atravesar el estrecho del Bósforo e incorporar a su ya

vasto imperio algunas ciudades griegas al Sur del Danubio (Tracia), Bizancio y Calcedonia,

conformando una nueva satrapía denominada Skudra. Su intención es crear un imperio

universal, que englobe una misma área de (Domínguez et al., 1999).

2- LOS PROBLEMAS DE LAS COSTAS DE JONIA

Estos hechos explican una de las varias razones del descontento de dichas ciudades

después que el reino lidio haya sido desmontado y se haya instalado una autocracia en su

territorio, y no es sino que, desde el punto de vista organizativo y administrativo del imperio

persa se produce una centralización hacia el continente asiático, más aun, hacia la capital

Susa, por lo que las regiones limítrofes, como en este caso las costas anatolias, quedan en una

posición excluyente de los intereses de la monarquía aqueménida, convirtiéndose en meros

territorios sometidos europeos – no asiáticos, pero que al formar parte del imperio se

convierten en zonas integradas – y que podrían calificarse de marginales para los reyes –

aunque a instancias administrativas conformaba una satrapía – no siendo otra cosa que tierras

vasallas (Bianchi, 1981)

Las últimas décadas del siglo VI a.C se configuran como un periodo en donde Grecia,

como Hélade está llegando a una fase de esplendor. Las polis han conseguido desarrollarse, y

el comercio con las colonias está en su momento más álgido. Así que las bases para el

enfrentamiento que protagonizará nuestro trabajo ya están puestas.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

7

Las relaciones de las ciudades griegas anatolias con el reino de Lidia eran bastante

buenas, sobre todo por el interés común que tenían para el comercio, debido a que dichas

urbes representaban las puertas para las vías de comunicación y de comercio con el resto del

Mediterráneo. Así mismo, la monarquía – a pesar de esa centralización – tenía bien cuidadas

a estas ciudades mediante donativos y unos impuestos lógicos, que perfectamente se entiende

por el interés de mantener la frontera occidental libre de posibles conflictos (Bianchi, 1981).

Esta idea, contrastada con las diferencias que habría con la llegada del imperio aquemenida ya

en el 545 a.C, es una de las explicaciones que conllevarían la revuelta jonia en el 499.

(Bianchi, 1981).

3- EL EMBRIÓN DE LA DEMOCRACÍA EN ATENAS

Las luchas intestinas en Atenas durante el siglo VII y principios del VI a.C, entre las

familias de nobles por la disputa del poder desembocaron en una desesperación del pueblo

que acabo derivando en la llegada de Solón (638-558 a.C) considerado como un estadista,

legislador y uno de los 7 sabios de Grecia (Wikipedia, 2014). Era una época en donde la mala

economía y los problemas sociales exigían una reforma político-social, con lo que Solón fue

designado arconte en el 594 a.C. Realmente desde este cargo no hizo otra cosa que adaptarse

a la realidad que había en ese momento. Las exigencias por parte del pueblo de una mejoría y

sobre todo de una involucración en la política de la ciudad, hicieron que se produjesen una

serie de reformas desde arriba (Funke, 2001). Aunque la historiografía lo considera el padre

de la democracia ateniense, habría que hacer un análisis más profundo y discernir entre esta

afirmación y una cimentación de las bases para la instauración de un futuro democrático. Las

reformas de Solón no se pueden considerar una llegada de la democracia, máxime si

pensamos que un régimen completamente nuevo para aquella época no puede nacer en un

espacio de tiempo tan reducido. Opinando igualmente que las corrientes historiográficas, sólo

dejó claras las bases para que sus sucesores – que ahora mismo explicaremos – desarrollasen

sus ideas. Esto es así si tenemos en cuenta que lo que se está pretendiendo aquí es destruir un

pasado basado en “guerras civiles” entre familias adineradas e instaurar un futuro en donde la

base participativa sea mayor. Esta base para Solón no era democracia, como la podemos

entender actualmente, sino basada en el patrimonio de cada persona, con lo que se hace una

división grupal ateniéndose a este principio

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

8

Una apertura reformista que llegó a su fin con la subida de Pisístrato (c. 607-527 a.C)

al poder, estableciéndose como tirano en el 546 a.C. No obstante, las evoluciones nunca

pueden echarse para atrás y hacer como no hubiesen existido – considero que la Historia es un

buen ejemplo para afirmar que con cada apertura que ha habido nunca se ha podido volver

exactamente a la situación primaria con la contra apertura, ya que la gente ha visto la luz – por

lo que Pisístrato, aun siendo tirano, respetó todos los cambios que Solón había establecido en

la sociedad. Esto no fue altruismo, sino que lo hizo con el fin de granjearse el apoyo del

pueblo y así no tener la amenaza constante de las otras familias aristócratas. Fue un tiempo en

donde la economía y la artesanía florecieron, mientras que acrecentaba el sentimiento de

unidad dirigido hacia un estado ateniense – lo que derivó posteriormente a todo el continente

– ayudados en todo momento por una paz interna. No obstante este periodo de convivencia y

bienestar concluyo con la muerte de Pisístrato en el 527 a.C, cuando subió al poder su hijo

Hipias, quien endureció la tiranía, granjeándose el odio de la población y derrocado

finalmente por éste y por la ayuda del rey espartano Cleomenes en el 510 a.C. (Funke, 2001)

Las divisiones y las diferentes facciones volvieron a aparecer suscitando el peligro en

la ciudad, lo que se solventó con la imposición de Iságoras como arconte en 508 a.C,

defendiendo los intereses de las familias. Como contrapunto a su arcontado se encuentra

Clístenes – quien manipulo al Oráculo de Delfos para que los espartanos acudiesen en ayuda

del pueblo en el 510 a.C – ofreciéndose como defensor de la realidad que se había producido

desde unas décadas atrás, cuando la evolución hacia la unidad y hacia la participación eran ya

imparables. Esto era inaceptable para Iságoras, por lo que solicitó la ayuda del rey espartano

Cleomenes I. A pesar de que en ese momento Clístenes estaba exiliado fuera de Atenas, la

masa popular no podía aceptar lo que estaba sucediendo, con lo que el sentimiento de unidad

alcanzó tal punto que consiguieron atrincherar a Iságoras y a los espartanos en la acrópolis de

la ciudad. Tras unos días de asedio finalmente se rindieron e Iságoras escondido entre los

espartanos logro huir. De este modo, el año 508 a.C representa una fecha clave para Atenas,

ya que se había conseguido derrocar todos los intentos de las familias nobles de reinstaurar su

poder. Además, las reformas de Solón habían surtido efecto, gracias a las cuales fue posible

esta victoria. (Funke, 2001). A partir de aquí fue Clístenes quien comenzaría a darles forma,

con lo que es más evidente hablar de éste como padre de la democracia ateniense –

lejanamente a cómo podemos entender hoy en día el término democracia – a pesar de

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

9

agradecer a Solón sus bases. Es completamente legal pensar que sin éste, Clístenes no hubiera

podido hacer nada

Podríamos considerar desde aquí, que la Historia de la ciudad se divide en tres partes:

una primaria en donde se suceden esas guerras familiares, una segunda – transitoria – en

donde comienza a florecer un nuevo régimen sociopolítico que es rival del anterior, y

finalmente un tercero que como hemos citado, comienza en el 508 a.C cuando parece claro

que este régimen no tiene posibilidad de retornar y se convierte, a su vez, en el orgullo de la

ciudad. Es éste el que me hace defender la postura que al principio he mencionado. La

democracia tiene aquí unas consecuencias – positivas o negativas, en función de los ojos que

las mire – que provocan una política exterior basada en el principio de querer extenderse fuera

de las fronteras del Ática. Esto produce la nueva visión de expandir dicha política a través del

mar, en un momento de florecimiento comercial.

A su vez, esta tendencia provoca un recelo en el resto de Grecia (Funke, 2001). Las

demás polis están viendo un posible debilitamiento de la ciudad, ya que para ellas está

cundiendo el desorden – es lógico pensar que en ese momento el resto de la Hélade creyese

que la democracia de Clístenes no tenía ninguna fuerza y que tarde o temprano caería

arrastrando a toda la ciudad – con lo que es un momento idóneo para atacar a la ciudad. Entre

estas polis se encuentra Esparta, la cual dos años después del asedio en la Acrópolis, envía un

contingente desde el Sur liderado por el rey Cleomenes I y que se encuentra aliado con el

ejército de las polis de Calcis y de los Beocios en el Norte.

En pocos días se comprende que se ha subestimado a los atenienses ya que la fuerza de

coalición es aplastada – apréciese que el ejército espartano se dio media vuelta antes de

entablar batalla al haber una amplia disidencia en sus filas – sin demasiados problemas. Ello

permite al mismo tiempo aprovechar la situación de prepotencia ateniense y se instalan

ciudadanos en la zona norte del Ática y de la isla de Salamina para extender los intereses de la

ciudad. Unos intereses que a su vez, se suman ya a los que Atenas tenía en el Helesponto y en

las islas de Lemnos e Imbros y que deben englobarse en el desarrollo de una nueva política

económica y militar de la metrópolis, tomando forma lo que se desarrollaría posteriormente

con un choque de intereses, ya no solo con el resto de Grecia, sino contra el propio imperio

aqueménida (Funke, 2001).

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

10

4- UNA NUEVA IDENTIDAD: LA EXPANSION DE LA DEMOCRACÍA

Todo esto marcará un antes y un después de la política griega. Al desarrollo de las

polis durante el siglo VI, ahora se añade un nuevo sentimiento: el de identidad cultural. Es

aquí donde entra el concepto de Hellenikon. Bianchi (1981) lo describe como “unidad de

sangre, de lengua, de ritos y costumbres, […] que permite a los griegos advertir lo que les

diferencia respecto de los no griegos” (p.18). Este término puede inducir a un error de lo que

hoy en dia consideraríamos nacionalismo, ya que esto no es otra cosa que una idea racial. Si

queremos aproximarnos a un concepto más político-espacial, más cercano a lo que se entiende

actualmente por sentimientos nacional, sería mejor el de Hellas, el cual representa el espacio

del continente griego y las islas del Mar Egeo (Bianchi, 1981). Esto es lo que desde el

comienzo de las ofensivas punitivas se creará en la conciencia de la sociedad griega. Hay que

tener presente que el Hellenikon representa una idea racial, antes mencionada, lo que supone

que en un ámbito belicista, se va a buscar la defensa de aquel grupo de griegos que conviven

en zonas alejadas de la Hellas – podríamos denominar esto como territorio nacional o mejor

aún como Panhelenismo – como en este caso podría ocurrir en Asia Menor. Esto es

perfectamente extrapolable a lo que sucede actualmente en nuestros países, cuando una

minoría de población extranjera vive en otro ajeno y esta tiene problemas, es cuando el país

originario va a buscar los medios necesarios – a poder ser diplomáticos en un primer

momento – para tratar de buscar el confort y seguridad de sus ciudadanos fuera de las

fronteras preestablecidas.

Este Panhelenismo llevado por Atenas responde casualmente a intereses comerciales y

económicos de dicha polis en las islas del Egeo. Así esta búsqueda de identidad, aparte de

sangre, tradiciones y costumbres, puede llevar también implícito lo comercial. Esto, además

coincide con un deterioro de lo que hasta entonces se había visto como una supremacía militar

y económica de Esparta, la cual se aleja de los primeros puestos (Bianchi, 1981). Este punto

de vista se aprecia cuando las ciudades asiáticas, tras producirse la revueltas, solicitan ayuda

en primer lugar a Esparta, y que al denegarla ésta van a pedir el favor a Atenas, la cual estaba

teniendo desde poco tiempo atrás – según Bianchi (1981) desde las reformas de Solón (c.

638 a. C.–558 a. C) – tales intereses comerciales, al hacer una apertura más cultural,

coincidiendo con el ostracismo de los Pisistrátidas.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

11

Como antítesis de esta idea panhelénica, ha de decirse que en estas primeras décadas

del siglo V a.C, hay una serie de estados griegos – diferentes incluso a la Liga del Peloponeso

– que no tienen este concepto de Hellas, y que de hecho buscan sus propios intereses. Esto es

bien sabido por la dinastía aqueménida quien sabrá aprovechar la situación y para ello utilizó

una política diplomática para intentar evitar una guerra contra las máximas ciudades

ofreciendo “tierra y agua” así como otras tantas concesiones y exenciones fiscales (Bianchi,

1981). Si esta diplomacia hubiese surtido efecto en todas las ciudades en las que se llevó,

probablemente se hubiera suspendido la segunda expedición punitiva. No obstante, como se

sabe, ésto no se desarrolló como Darío hubiese querido, aunque algunas ciudades, como

Egina con interés de instalar una talasocracia, sí aceptaron las peticiones persas. De este

modo, aunque el plan diplomático no fue una de las mejores ideas, al menos ayudó a reducir

el número de contingentes militares con los que luchar.

En definitiva, las tres ideas claras que se deben de tener en cuenta para entender el

marco en el que se desarrollaron las batallas son las siguientes:

- La primera de todas ellas, y la que permite entender el comienzo del conflicto, es que

las ciudades griegas que se encuentran en el continente asiático, es decir, en Anatolia

(actualmente costa egea de Turquía) son las intermediarias, más incluso, el eje central

de las relaciones políticas y económicas de los dos mundos: Europa y Asia. Griegos y

púnicos (Bianchi, 1981).

- La segunda de las ideas claras, tras haber explicado la cultura de luchar por la defensa

del Hellenikon y el Hellas, es la defensa contra la tiranía. Atenas es la polis que llevará

el estandarte principal de la democratización – aparte de idea de identidad “nacional”

– contra la tiranía persa. De este modo, es algo normal el hecho que muchos de estos

últimos fueran a refugiarse al imperio oriental una vez que fueron expulsados de

Atenas (Bianchi, 1981).

- La tercera se trata de entender que con la llegada de la guerra, hay aire democratizador

en Atenas, ya que el ejército que debe luchar contra Persia, sobre todo los hombres

que se encontraban en los trirremes, no son otra cosa que pertenecientes al pueblo

llano con trabajos diferentes: alfareros, campesinos, artesanos, etc. El hecho de haber

participado conjuntamente en una guerra, de la que todos se sienten protagonistas, les

hace ver su papel individual y su importancia en los hechos, lo cual se extrapola a la

realidad política, y les hace verse como miembros que pueden decidir e intervenir en

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

12

la política, esto es, en la democracia. Bianchi (1981) menciona que “Un modelo del

que deberían ser protagonistas los ciudadanos que, como combatientes, se habían

comprometido a fondo en la guerra, aquella guerra, que por primera vez, en la historia

griega era una guerra del pueblo y no solo de las élites” (p. 20-21). Así pues, el demos

comprendió hasta cuanto podía ser imprescindible en el gobierno con su fuerza.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

13

CAPITULO II

EL CHOQUE DE CIVILIZACIONES

1- LOS PRIMEROS ENFRENTAMIENTOS. JONIA

Los nuevos territorios que la dinastía persa anexiona a su imperio desde el 545 a.C

logran un cambio drástico en las relaciones que tenían las ciudades de la costa Este del Egeo

con sus superiores. Si antes hemos mencionado que los contactos con los lidios eran bastante

amistosos, con los persas habrá un cambio de orientación debido sobre todo a un control

férreo de dichas ciudades, no ya por la dinastía que se encuentra en Susa, sino por sus

corresponsales, sátrapas que ejercen una sumisión con elevados impuestos y a través del

establecimiento de tiranos pro-persas en cada una de las urbes, con el fin de establecer

poderes fuertes y estables (Ruipérez, 1963). Parece obvio pensar que las intenciones de Persia

era lanzarse a la conquista de todo el Egeo y el Peloponeso, tomando como base la satrapía de

Sardes. (Domínguez, Pascual, 1999).

Aristagoras, uno de estos tiranos perteneciente a la ciudad de Mileto, fue el personaje

que a mi juicio, detonó el conflicto armado entre ambas culturas. Tras la derrota sufrida en la

isla de Naxos en 500 a.C, Aristagoras busca comenzar una rebelión contra el sátrapa de

Sardes. Para ello, en primer lugar, encendió la mecha en las demás ciudades de la costa

asiática y más tarde buscó la ayuda de la que hasta ese momento se consideraba la principal

potencia militar, Esparta. No obstante, ésta no apoyó a Aristagoras, por lo que éste intento

posteriormente convencer a Atenas de su campaña. La ciudad accedió fácilmente a la

campaña de los jonios, debido a una amplia prepotencia por su nuevo régimen y las últimas

victorias contra Calcis y los beocios, lo cual debe ser unido a un resentimiento hacia los

persas al dar asilo a Hipias. (Funke, 2001).

De este modo comenzó un efecto dominó que concluyó con una clara victoria de los

sublevados cuando incendiaron Sardes en el 498 a.C. los persas, una vez reorganizados – ya

que no se esperaban estas revueltas – emprendieron la contraofensiva destruyendo poco a

poco las fuerzas rebeldes, las cuales fueron totalmente derrotadas en la Batalla de Lades en el

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

14

494 a.C, año en que se sitió Mileto definitivamente. Este desastre fue una conmoción para los

atenienses, que se lo tomaron como una desgracia propia, en vez de ajena (Funke, 2001)

Cuadro 1 (Wikipedia, 2014)

Venganza y expansionismo pueden ser los elementos perfectos que describirían la que

a partir de la caída de Mileto, sería la política exterior del rey Darío. Desde este momento

entran en escena nuevos e importantes personajes que desarrollaron los acontecimientos

armados posteriores. Mardonio, yerno de Darío y comandante del ejército, inició una

campaña militar tanto por tierra como por mar contra Grecia. Así pues, se apodera del

Quersoneso (actual península de Galípoli), en donde se encontraba como gobernador el

ateniense Milciades – llamado El Joven, para distinguirlo de su tío – y otras posesiones de

Tracia como la isla de Tasos, llegando incluso hasta Macedonia. No obstante este limpio y

rápido avance se vio frenado bruscamente por una tormenta que destruyó buena parte de su

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

15

flota. Ante el peligro y cercanía persa, muchas polis hicieron un acto de sumisión entregando

tierra y agua, algo a lo que se negaron automáticamente los componentes de la Liga de

Peloponeso y la democracia ateniense.

Por otra parte, en política interior, y tras la derrota de las revueltas jonias a comienzos

del siglo V a.C, se produjo un cambio de mirada hacia esa parte del imperio por parte de la

corte de Susa. Se pusieron en desarrollo una serie de demandas, que desde la integración de

estas provincias al imperio se estaban exigiendo. Tales son reformas administrativas y unos

impuestos más ligeros y coherentes. Esto supone dos cosas que en principio pueden parecer

una antítesis: la absorción de la cultura griega de Asia Menor por parte del imperio persa, y la

penetración de dicha cultura griega en las bases internas del imperio oriental. Esta simbiosis

entre tierras tan lejanas y con culturas tan diferentes se hace patente en el hecho que hacia la

Batalla de Maratón en el 490 a.C , las propias ciudades griegas de Anatolia están pidiendo

apoyo militar a Susa contra su propia “madre patria”. (Bianchi, 1981). Debemos darnos

cuenta que es un momento histórico dado que la Grecia Continental está luchando por su

libertad, dado que los persas están a no demasiados kilómetros de la capital de la democracia.

2- LA PRIMERA GUERRA MÉDICA

La verdadera embestida persa – a mi juicio es aquí cuando comienza la Primera

Guerra Medica – se inició en los primeros meses del 490 a.C, cuando una nueva flota

aquemenida – en donde iba Hipias – bajo el mando de Artafernes, comenzó un viaje hacia la

Grecia continental a través de una línea diagonal sobre el Egeo (véase cuadro 1). De este

modo los persas atravesaron las Islas Cícladas en donde hicieron algunos desembarcos para

someter a las ciudades que se habían declarado aliadas de Atenas, como Náxos – recordemos

que fue aquí donde Aristágoras y el ejército persa sufrieron una humillante derrota diez años

atrás – con el fin de cubrirse la retaguardia, así como la polis de Eretria en la isla de Eubea

(Funke, 2001).

De este modo, unos meses después del comienzo de la ofensiva, con las espaldas

cubiertas y con los aliados de Atenas sometidos, el ejército persa había desembarcado a unos

poco kilómetros de Atenas, en la región de Maratón. El enemigo está a las puertas de la

ciudad, por lo que se creó una conciencia de peligro. Los atenienses se prepararon para una

batalla terrestre, por lo que enviaron a un mensajero para pedir rápidamente ayuda a la ciudad

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

16

de Laconia, al tiempo que Milciades se convertía en el estratega para desafiar a las fuerzas

persas. Éstas, sabiendo de la inminente llegada de los espartanos y que el tiempo jugaba en su

contra, optaron por llevar la iniciativa del ataque. No obstante, la capacidad estratégica de

Milciades permitió hacer un contraataque envolvente a los enemigos, rodeándoles por los

flancos mientras la vanguardia ateniense retrocedía (véase cuadro 2). Esto provocó que los

persas fueran expulsados de nuevo a la costa, donde se embarcaron nuevamente e intentaron

un segundo ataque por el Este. Por segunda vez consecutiva, y una vez que Milciades regresó

a la ciudad a marchas forzadas, fueron derrotados sufriendo unas considerables pérdidas –

pero no tan importantes para Darío – y obligándoles a regresar a las costas anatolias.

Definitivamente, la Primera Guerra Medica había concluido con una victoria de Atenas.

(Funke, 2001)

En líneas generales, una victoria que si para los atenienses resulto un orgullo por

haberles granjeado la condición de libertadores de toda Grecia – hay que recordar que los

espartanos no pudieron llegar a tiempo a la batalla – y les serviría para adquirir una

preponderancia en detrimento de Esparta, para los persas no resultó ser tan dramática.

Debemos de comprender su derrota en el contexto de que Persia es un gigante territorio y que

los hechos que habían ocurrido en una pequeña bahía de una diminuta península no fueron tan

determinantes como a simple vista pudiera parecer para el imperio asiático. De hecho, sus

fronteras del imperio no fueron reducidas ni modificadas, manteniendo su influencia en las

Cícladas, Tracia y Macedonia. Además, si analizamos las cifras que Herodoto nos

Cuadro 2 (Wikipedia, 2014)

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

17

proporciona, la proporción de bajas entre las filas griegas y las persas son muy desiguales y a

pesar de que 6.400 bajas pueden parecer sorprendentes ante las 192 griegas, hay que añadir

que los persas pudieron retroceder hasta sus embarcaciones y salvar una buena parte de su

equipo. De este modo, se ve un fracaso de Atenas al no saber – o no querer – dar un golpe

definitivo al enemigo durante su huida.

No obstante, los atenienses no hacían gala de tales preocupaciones. Las ofrendas a

Delfos y el clamor hacia Milciades estaban en el ambiente de la ciudad. Tanto es así que

Atenas decidió a pasar al ataque directo a la Isla de Paros, a pocos kilómetros de ellos. Este

hecho no responde únicamente al orgullo que se sentía, sino a que la presencia de los persas

estaba aún demasiado cerca y acechante, por lo que se necesitaba obligar a retroceder las

fronteras de los aqueménidas. Así pues, la ofensiva comenzó en el 489 a.C al mando de

Milciades y con la formación de una flota bastante grande. Sin embargo, pronto se vio que la

iniciativa no era una característica de los atenienses – por el momento – y Milciades tuvo que

volver al cabo de unas semanas sin la victoria prometida, muriendo poco después por una

herida de guerra (Funke, 2001). La empresa de la ofensiva necesitaría de unos años más para

que pudiera tener efectos positivos. De momento, la técnica de la defensa es la que mantiene a

Grecia y sobre todo a Atenas en el mapa.

Tras la Batalla de Maratón, se debate sobre la importancia que tuvo ésta para Atenas.

Realmente, Milciades pudo haber continuado el conflicto con una contraofensiva con el fin de

obtener intereses económicos – esta política es la que se desarrolló posteriormente cuando se

compuso la Liga Delio-ática – en zonas ricas en minerales como el oro, como por ejemplo

Pangeo o Tasos. Sin embargo, el punto de vista ateniense se inclinaba más hacia un

aislacionismo, algo totalmente contrario a lo que buscaban Esparta y otras tantas polis. De

este modo, Maratón se convirtió en un conflicto armado sin más importancia que la derrota

persa, lo cual no originó demasiadas ventajas para Atenas. El hecho que no se produzca esta

contraofensiva hace pensar que, a su vez, no existe un temor a un retorno persa, por lo que

impera la confianza y la tranquilidad de que el problema ha desaparecido. Esto es

corroborado, en principio, por la posición persa, desde la que se observa que por parte de los

aqueménidas no hay una intención de volver al continente. Cuando este peligro comenzase a

hacerse realidad sería durante el arcontado de Temístocles, hacia el 483 a.C, momento a partir

del cual se empieza a construir la flota ateniense (Bianchi, 1981).

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

18

En última instancia, otro de los elementos que se deben de tener en cuenta en el

momento que los persas se encuentran preparados en Maratón, es el problema social interno

que Atenas está viviendo en ese momento. Posiblemente, los asiáticos estuvieron demorando

el ataque a la ciudad porque estaban esperando a que la victoria viniese por si sola – o al

menos más fácil – cuando dentro de la ciudad había una división entre pro-persas y pro-

democráticos (Domínguez et al., 1999). El hecho que Hipias estuviese junto al ejército persa

da a entender que el primero tenía intereses particulares en volver a obtener el poder en

Atenas, algo beneficioso para el propio Darío I, por un lado para tener el control de Atenas a

través de un títere y al mismo tiempo que evitaba una serie de bajas en sus filas. De este

modo, pudiera ser que los persas no quisieran plantear una batalla en campo abierto, ya que su

intención sería la de presionar moral y psicológicamente a los atenienses con un ejército a

pocas decenas de kilómetros. Sin embargo, el que Milciades se pusiera en frente de ellos les

obligó a cambiar su estrategia, por lo que quizás la bahía de Maratón no era el lugar indicado

para un desembarco efectivo desde un punto de vista bélico.

3- UNA DÉCADA DE AISLACIONISMO. ENTRE LA PLAZ Y EL REARME

PERSA

Por tanto desde el ataque a Paros es cuando comienza una nueva etapa de

aislacionismo de ambas partes. Por una parte, Atenas se enfrenta a conflictos internos en sus

alrededores, ya sea Paros o Egina, al no haber una amenaza inminente por parte de los persas.

Por otra parte, Darío – hasta el 486 a.C cuando muere – y su hijo Jerjes se encuentran en una

década en donde deben permanecer en su capital apaciguando las continuas insubordinaciones

en el interior de sus dominios.

Los nuevos enemigos que Atenas tiene durante esta década en sus proximidades,

hacen poner igualmente a prueba su régimen político. Además y aprovechando este periodo

intermedio de “paz” de la década de los ochenta, se está comenzando a ver la necesidad de

crear un nuevo instrumento bélico: dadas las continuas luchas contra otras polis que se

encuentran en zonas insulares, así como su interés en extender su esfera de influencia a otras

zonas del Egeo, las cuales inevitablemente necesitan unas líneas de comunicación marítimas,

hacen perentorio formar una flota – algunos autores lo califican como armada, pero considero

que este término es demasiado moderno para aquella época – con el fin de poder acceder a

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

19

estas zonas y para modernizar las tácticas bélicas en un periodo de tecnificación de los

ejércitos y del desarrollo de las batallas. En este asunto es donde entra la figura de

Temístocles, quien está defendiendo desde su arcontado en 493-492 a.C esta urgencia – logró

duplicar la flota a doscientos trirremes, colocándose como primera fuerza naval (Domínguez

et al., 1999) – unida a la importancia de instalar un puerto en el Pireo, lugar clave debido a sus

defensas naturales.

Los nuevos instrumentos bélicos estaban diseñando otras formas de hacer la guerra y

por supuesto el empeño de dar mayor importancia a la logística. Esto es una de las políticas

que Jerjes I siguió justo después de haber apagado las rebeliones internas, una vez que fijó su

mirada en Grecia. El nuevo rey había aprendido de los errores que se produjeron

anteriormente con su padre, por lo que desde el 484 a.C comenzó a trazar un plan de

conquista mucho más complejo y meditado, lo cual supuso una mayor disponibilidad de los

recursos y de la ingeniería. Uno de los elementos nuevos que se utilizaron en esta segunda

campaña es la construcción de dos puentes (véase cuadro 3) que unían ambos puntos de tierra

firme del Estrecho de los Dardanelos, fabricados mediante una fila de barcos en batería

Cuadro 3 (Wikipedia, 2014)

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

20

recorriendo la línea de unión, y usados para hacer más seguro el paso del ejército de tierra; y

la construcción de un canal – denominado Canal del Jerjes – para hacer más rápido y seguro

el paso de la flota persa por la Península de Athos (Funke, 2001)

Ante este magnífico despliegue de medios de los asiáticos, los griegos seguramente

que se dieran cuenta de lo que se les venía encima, por lo que las teorías de Temístocles

comenzaron a ser una realidad gracias a la explotación del Laureion donde había una

abundante zona de minas de Plata que permitieron sufragar los gastos de esta nueva industria

(Funke, 2001). Esta preocupación se aprecia también en el ámbito político, en el momento en

el que se pone en marcha una coalición innovadora hasta el momento en donde se pacta una

unión militar entre las muy diversas ciudades de Grecia. Su formación se alcanza en Corinto

(Fernández, 2005) con el objetivo de rechazar el empuje persa desde el Norte de la península

4- LA SEGUNDA GUERRA MÉDICA

Bianchi (1981) opina que la Primera Guerra Médica, ésto es, la que se produjo en el

490 a.C, no fue otra cosa sino un fracaso que alentó una mejor preparación y organización

para una segunda en el futuro.

Una vez que los persas habían dispuesto todo lo necesario, ya sea logístico como

propiamente militar – según Herodoto se concentró un ejército de cien mil soldados en Sardes

y cerca de seiscientos barcos en las costas anatolias – hacia el 481 a.C, las primeras acciones

comenzaron con el envío de emisarios a todas las polis griegas exigiendo “tierra y agua”.

Queda constatado, que a pesar de tener esa moral panhelénica, muchas ciudades insulares e

incluso del Peloponeso apostaron por la inminente victoria persa.

A pesar de todo, se constituyó una Liga Panhelénica – dentro de ella se encuentra la

Liga del Peloponeso – con aproximadamente treinta ciudades bajo el mando de Esparta y su

rey Pausinias (Wikipedia, 2014). Esto permite hacer una coalición de fuerzas griegas y

adoptar un frente armado muy diferente a como había sucedido diez años atrás. Aunque la

mayor parte de las fuerzas las aportaba Atenas, la heterogeneidad del cuerpo es mucho más

complejo que en la primera guerra.

Con todo, en los primeros meses de 480 a.C se comienza a ver un movimiento persa

hacia el continente tanto por vía terrestre como marítima. De este modo, Mardonio y Jerjes

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

21

movilizaron a su ejército de tierra a través de los Dardanelos y siguiendo las costas del Egeo,

atravesando Tracia y Macedonia, llegando incluso hasta la Tesalia, al tiempo que su flota

hacia un circuito paralelo al terrestre (véase cuadro 1). Por otro lado, la coalición griega, que

no sabía muy bien cómo afrontar tal brutal embestida, propuso varios lugares para frenar a

ambas fuerzas, entre los que finalmente se decantó por las Termopilas y el cabo de Artemisio

para las vías terrestre y marina, respectivamente. Tanto uno como otro ofrecían unas defensas

naturales con las que los griegos podían contar para frenar al enemigo. De este modo, un

contingente de aproximadamente siete mil griegos, bajo el mando del rey espartano Leónidas,

defendieron el paso terrestre de las Termopilas, justo mientras una escuadra de cerca de

doscientos setenta trirremes hacía lo propio en el estrecho paso. Así pues, queda dibujado en

el mapa un bloqueo de la coalición, en donde los persas parecen haber encontrado un muro

que les impide acceder al núcleo griego (Funke, 2001).

Con este bloqueo se intentaba, por un lado, dar tiempo al grueso del ejercito griego a

construir un muro en el estrecho de Corinto donde se encontraba la última línea de defensa,

mientras que por otro se buscaba frenar el avance persa – entretener a Jerjes – mientras la

flota griega optaba por una posición ofensiva en Artemisio. Así pues, la estrategia era hacer

una línea envolvente al ejército terrestre de Persia en las Termopilas, estando al frente la

defensa de Leónidas y en la retaguardia la flota de Temístocles (Domínguez et al., 1999).

Durante tres días de combates intensos tanto en una parte como en la otra, las defensas

terrestres griegas pudieron ser sobrepasadas, con lo que el rey Leónidas murió en el campo de

la batalla. Las Termópilas eran el principal baluarte de la defensa griega y una vez

conquistada por Jerjes la retaguardia de la flota corría peligro por lo que abandonaron sus

posiciones en Artemisio y se dirigieron a Atenas. Con esta grave derrota, el paso quedaba

libre para los persas, y por tanto el Ática era vulnerable a cualquier ataque. Los atenienses se

apresuraron a desalojar su ciudad mientras que la flota se posicionaba cerca de la isla de

Salamina en donde ofrecía buenas posibilidades defensivas.

Si antes la victoria parecía ser complicada ante el inmenso despliegue de los persas,

con la ciudad incendiada y la flota escondida en Salamina la situación parecía volverse

irremediable. No obstante, desde este punto de la Historia, Temístocles juega un papel muy

importante. Elevado como el principal comandante de la flota – debemos tener en cuenta que

los atenienses no fueron derrotados en Artemisio – logro reunir, e incluso aumentar la flota de

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

22

la coalición y retenerla en Salamina, esperando el momento adecuado para el ataque. Su

planteamiento llevaba implícito un chantaje, ya que si no se respetaba esta orden, la flota

ateniense abandonaría la coalición y se establecerían en el Sur de Italia, algo que provocaría la

automática derrota de la flota helénica en el Peloponeso (Domínguez et al., 1999)

La nueva línea de defensa se establecía en el Istmo de Corinto, con lo que Atenas

quedó completamente a merced de Jerjes. Los atenienses con su flota a pocos kilómetros de

su puerto no pudieron hacer nada. La venganza de los persas por el incendio de Sardes en el

494 a.C había sido consumada.

Sin embargo, la nueva posición que había sido elegida para guarecer los trirremes

aportaba ventajas a los aliados. Los persas, incautos, comenzaron una ofensiva en el mes de

Septiembre de 480 a.C para aniquilar a los atenienses, pero se vieron envueltos en una

trampa: Jerjes, creyendo a un esclavo ateniense -enviado por Temístocles – hizo dividir a su

fuerzas en dos secciones, lo que provocaba que ambas secciones eran bastante más pequeñas

que el grueso de la flota griega (Domínguez et al., 1999). Además, los barcos griegos tenían

mayor potencia de embestida en un espacio cerrado en aguas profundas y pasos estrechos, por

lo que la victoria fue para los primeros. A pesar de todo, los persas supieron retirarse a tiempo

a sus bases de Asia Menor, con lo que pudieron salvar buena parte del material. La victoria

fue griega, pero la derrota persa no fue tan fuerte como para alegrarse.

De este modo, el ejército de tierra aqueménida quedaba desprotegido, y en frente de

las líneas griegas cerrando el paso de Corinto. Para intentar desequilibrar la balanza,

Mardonio buscó una diplomacia con el fin de romper la Liga Panhelénica. Al no tener frutos

dicha estrategia, Atenas volvió a ser nuevamente arrasada en el 479 a.C (Funke, 2001)

Este año vio el desencadenamiento del fin de la guerra, ya que la coalición tomó la

iniciativa en la Batalla del Platea, en donde se produjo una victoria decisiva para la Hélade.

De esta manera, una vez que el muro del istmo de Corinto había sido terminado, las fuerzas

aliadas comenzaron una ofensiva en la región de Platea. Ante ello, Mardonio se retiró de la

sitiada Atenas y encabezó el ejército persa, que según parece, contaba con más efectivos y

caballería. Durante varios días, el hostigamiento de dicho cuerpo hizo fisuras entre los

griegos, pero la capacidad de movilización espartana y su buena disciplina pudieron frenar el

ataque. Así pues, tras la muerte de Mardonio, los persas huyeron. A ésta victoria ha de

sumarse otra tanto terrestre como marítima en la isla de Micala, la base persa en Asia Menor,

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

23

con el fin de alejar lo máximo posible a los persas de las tierras griegas. Se produce así lo que

Herodoto denomino la “segunda revuelta jonia”, cuando los jonios de Asia Menor se pasaron

al bando aliado y cortaron la retirada de los persas. (Domínguez et al., 1999)

En definitiva, es sin duda la Segunda derrota de los Persas la verdadera guerra

(medikós pólemos) que permaneció en el recuerdo de los griegos, ya no solo por ser la última,

sino por ser la que más contingentes militares movió – Herodoto estima una cifra de hasta 1´8

millones de soldados persas y una armada sin precedentes – a lo que hay que añadir la

logística desplegada, la que más peligro involucró para ellos mismos y por la severidad de los

daños causados a los persas tras Salamina y Platea (Bianchi, 1981).

Esta derrota persa, permite observar que el hombre, en este caso griego, puede

tropezar dos veces con la misma piedra, y ésto es porque de la misma forma que en Maratón,

los griegos no supieron aprovechar la victoria, ya no con el objetivo de conseguir intereses

económicos, sino por el hecho de que no perjudicaron realmente a los persas una vez

concluida Salamina. Cuando estos volvían a la retaguardia por los puentes artificiales del

Helesponto, Temístocles quería haber atentado contra los navíos que conformaban dichos

puentes, con el fin de cortar la retirada al enemigo y así tenerlos a su propia merced (Bianchi,

1981. No obstante, cuando llegaron, la retirada persa ya había sido realizada y los puentes

estaban inutilizados por una tempestad. (Domínguez et al., 1999).

5- HACIA LA FORMACIÓN DE UN NUEVO IMPERIO DEMOCRÁTICO

Con esta nueva situación, la liga se enfrenta a otros objetivos diferentes para los que

fue creada. Si en un principio solo se trataba de repeler a los persas de las polis, ahora se debía

liberar una a una las islas y ciudades de la costa jónica, es decir, pasar a una ofensiva. Como

cabría esperar, los atenienses veían en esta empresa una nueva oportunidad para Grecia, y en

última instancia para ellos mismos. Por su parte, los espartanos eran partidarios de un

aislacionismo. Para que ninguna de ellas se sintiese desprestigiada se tomó una decisión

intermedia en una reunión en Samos, que consistía en incluir a las islas en la liga, mientras

que las de las costas de Anatolia quedaban al margen. No obstante, a pesar de que era una vía

intermedia que hubiera tenido contentos a todos los integrantes, aquí comenzaron las

divisiones militares cuando los espartanos regresaron a su hogar con la flota del Peloponeso

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

24

mientras que los atenienses se quedaban para liberar a esta costa del yugo persa. Así pues,

caía la ciudad persa de Sestos, capital de la satrapía de Skudra, a finales de 479 a.C en un

momento en donde Esparta y Atenas comenzaban un distanciamiento entre ellas (Funke,

2001). Tanto es así que comenzaron las desavenencias entre unos y otros, en un momento en

el que Esparta parecía actuar de manera similar a como lo hubiera hecho cualquier tirano

persa años atrás en algunas de las polis del Egeo. Al ver esta actitud, los sentimientos anti

persas volvieron a florecer y se solicitó la ayuda de Atenas. Por consiguiente, dos años

después de la victoria de Platea y Micala, se asiste a un periodo de antagonismo en donde las

pequeñas ciudades del Egeo ven a Esparta como una “nueva Persia”, mientras que el

sentimiento griego y democrático orbita en torno a Atenas (Domínguez et al., 1999)

Es un periodo en el que varios personajes condenados al ostracismo vuelven a Atenas

con el fin de establecer unas estructuras más fuertes. De este modo, Aristides se convierte en

un elemento fundamental al tomar el control de la flota helénica. La primera mitad de la

década de los setenta está protagonizada por la progresiva ruptura de la Liga Panhelénica

creada al efecto de detener el avance persa. Tras Micala comienza a gestarse un nuevo orden

en el Egeo, en donde Persia pasa a un segundo plano y las políticas giran en torno a dos

bloques griegos: Atenas y Esparta. Ambas ciudades sustentan imperios antagónicos que

chocarán diplomáticamente y que dará lugar a un conflicto cruento unas décadas posteriores

que conocemos como las Guerras del Peloponeso.

Atenas, tras declararse la principal fuerza de Grecia – relegando a un segundo puesto a

Esparta, la cual había sido visto por el resto de polis como la principal potencia militar

durante el siglo anterior – empieza a desarrollar un sistema de alianzas bilaterales con las

ciudades costeras de Anatolia, declarándose defensora de las mismas y cuyo objetivo es

expandir sus intereses político-económicos. Esta gran coalición estaría protegida por lo que

consiguió demostrar ser un elemento eficaz en la nueva guerra: la flota. De este modo se

constituye así la Liga naval delo-ática dirigida por Arístides, con el objetivo de terminar con

la aún amenazante presencia aqueménida.

En definitiva, la Liga naval encargada de alejar la presencia persa, lleva implícito la

expansión del poder ateniense sobre el mapa del Egeo. A medida que este control fue

creciendo, la competencia con Esparta se hace cada vez más patente. Mientras ésta busca un

aislacionismo dentro de la península, Atenas está desarrollando una política exterior

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

25

encaminada a agrupar al resto de las ciudades bajo su órbita y la de democracia. El peligro en

un primer momento era el persa, pero llegando la década de los sesenta el enemigo era su

antigua aliada: Esparta y su Liga del Peloponeso.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

26

CAPITULO III

HACIA UNA NUEVA GRECIA. LA SUPREMACÍA ATENIENSE

Las Guerras Medicas tendrán una consecuencia bastante positiva desde mi punto de

vista, basada en su propio recuerdo. Se convirtieron en el referente histórico y educativo para

su propia cultura, que marcó un punto de inflexión entre una Grecia Antigua y una Grecia

Nueva (Bianchi, 1981). Esto tiene relación con el desarrollo del imperio ateniense, llámese

Liga de Delos, en donde impera la democracia nacida en la actual capital griega. Democracia

que por otra parte se instauró posteriormente incluso en ciudades que se habían mantenido al

margen del conflicto, tales como Regio y Taras cuyo nuevo régimen llegó hacia el 473 a.C.

1- ESPARTA Y OTRAS POLIS TRAS EL FIN DEL CONFLICTO

La participación de Esparta en las Guerras Medicas no fue tan determinante como lo

pudo ser en Atenas. El sistema político-social de los espartanos se basaba en un aislacionismo

en un circuito dentro del Peloponeso. No cabe duda que aceptar que este elección de

permanecer bajo una política lo más interna posible facilitó el engrandecimiento de Atenas

(Bianchi, 1981).

La unidad que se buscó durante las guerras fue desmembrada con el paso del tiempo.

La formación de la Liga de Delos implicaba una política basada en los extremos, en cada uno

de los cuales se encontraban Atenas y Esparta. La primera forjada con un imperio abierto a las

islas, la segunda una coalición liderada por Esparta con una política de aislacionismo. Este

extremismo obligó al resto de las polis a decantarse por uno u otro bando, ya que la idea de un

punto intermedio o al menos neutral era imposible. Ello es lo que provocó más tarde el

conflicto del Peloponeso (Bianchi, 1981).

La economía en este periodo bélico parece no haber sufrido una decaída fatídica. Las

relaciones comerciales en el Egeo seguían estando fuertemente en vigor y ello se aprecia

cuando Jerjes no atacó a los barcos mercantes que se dirigían hacia Grecia con el objetivo de

que ésta estuviese abastecida y que a su llegada pudiera encontrar víveres allí para su ejército.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

27

(HERODOTO VII, 147, 2-3). Dicha economía transformó posteriormente el sector social, que

abandonó los campos y emprendió una salida al mar – acrecentándose el sector comercial -

ahora sin peligros, con el fin de buscar un comercio de grano con el Mar Negro y con Chipre

que a su vez permite la exportación de metales procedentes de las minas de Laurion que son

explotadas por los atenienses desde hace años con el propósito de construir la flota para la

guerra. Esto ofrece – más bien diríamos obliga – el desarrollo del puerto de Pireo,

imprescindible para una ciudad con una gran producción artesanal que fue, junto a los

metales, una fuente de exportación y que permite el comienzo de un fuerte intercambio tanto

comercial como cultural en el Egeo y que a su vez intensifica la llegada de Metecos –

extranjeros que cuentan con domicilio en la ciudad – aprovechándose de las oportunidades

económicas y sociales que se brindaban en ese momento (Bianchi, 1981). Además, esto

implica un progresivo desarraigo de la tierra por parte de los atenienses, algo que lleva

implícito el hecho de que al comienzo de las Guerras del Peloponeso Atenas sea fuerte en el

mar, mientras que Esparta lo será en tierra, al estar construida sobre un régimen oligárquico

que no se preocupó de la misma forma que la primera por una conquista del marítima.

Por su parte, las ciudades de Asia Menor, víctimas y a la vez causantes del conflicto

desde el primer momento, no volvieron a tener una economía favorable, como así fue durante

el reino de Lidia. De esta manera, perdieron su papel de intermediarias entre ambas culturas,

relegándose desde entonces a un segundo plano a pesar de haberse incorporado a la liga

ateniense a raíz de la victoria de Cimón en el 469 a.C (Bianchi, 1981).

2- CONSECUENCIAS SOCIO - ECONÓMICAS

La victoria marcaba un heroísmo y un orgullo para los griegos. Se convirtió en un hito

para su cultura y para la educación de la población. Se había transformado en una nueva

victoria contra los bárbaros, justamente igual que en siglos atrás había ocurrido en Troya

cuando sus padres, los aqueos, conquistaron esta ciudad de la costa asiática.

La conclusión que se puede sacar de la combinación entre democracia y flota

ateniense es la siguiente: la primera permitió el desarrollo de la segunda. Las reformas

iniciadas por Clístenes fueron posibles gracias a la posterior formación de un arma defensiva.

Ambas son elementos nuevos por los que se apuesta fuertemente y que suceden en Atenas

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

28

casi simultáneamente. La flota propició que el pueblo participara en la guerra, la cual estuvo

protagonizada por el demos como elemento nuevo al conformar la fuerza humana de la flota,

lo que fomentó la participación y a su vez la sensación popular de pertenecer a una causa

común, la defensa de su ciudad y la búsqueda de la libertad. Desde este momento la masa

popular se siente con fuerzas para asumir decisiones y responsabilidades en el ámbito político.

Mirándolo desde este punto, podríamos obtener la conclusión de que los reyes aqueménidas le

hicieron “un favor” a la democracia ateniense al convertirse las guerras – entre las que hay

que colocar como decisiva la de Salamina – en una prueba de fuego desde donde salió

victoriosa y por tanto reforzada. Clístenes, sin poder vivir para verlo, triunfó con el proyecto

que había creado gracias a la estrategia militar de Temístocles.

En Atenas, debido a la apertura hacia el exterior que la democracia brindaba,

comienzan a aumentar progresivamente los Metecos. Estos extranjeros se incorporan a la

sociedad ateniense con el fin de participar en el sistema económico exterior – impulsado ante

todo por la cada vez mayor importancia del puerto del Pireo –que está llevando a cabo la

ciudad. De tal manera es así que su papel comenzó a ser imprescindible al cabo de unos años,

por lo que su prestigio aumentó considerablemente y ésto es algo que se aprecia

perfectamente en algunos textos como en el de Nicias en el 413 a.C – en pleno desarrollo de

la Guerra del Peloponeso – en donde se suplica su permanencia en la urbe dadas las

circunstancias de necesidad por la guerra (Bianchi, 1981). Con esto, la sociedad se convierte

en un elemento enfocado más hacia el exterior, que lleva inherente la llegada de los metecos y

la formación de artesanos y comerciantes en detrimento de los campesinos y ganaderos

(Lérida, 1999).

Los Metecos junto al nuevo sistema comercial que se gesta a partir de la década de los

setenta bajo la sombra de la nueva unión que lleva implícito la idea de Hellenikón (Fernández,

2005), permite una mejor difusión de las ideas filosóficas por el territorio que lo conforma.

Las ideas y los pensamientos comienzan a formar una globalización dentro del Hellenikon

que se pueden difundir rápidamente ya no solo por el Egeo o las costas jónicas o del

Peloponeso, sino también por buena parte del Mediterráneo. La urbe del Ática se convierte en

foco de atracción de las corrientes de pensamiento, protagonizadas por maestros de alta talla

como Aristoteles con su Liceo ya en el siguiente siglo.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

29

Por otro lado, puede conllevar un punto anexionado – que puede ser bueno o malo

según desde donde se mire y con qué ojos se observe – en el que la democracia conlleva un

incremento del ostracismo, con el cual se intenta impedir que personas que han ganado

demasiada fama, ya sea en las Guerras Médicas como Temístocles o Milciades, o bien porque

provengan de familias reconocidas y con una relevancia determinante, se conviertan en

demasiado populares, lo que podría producir un retorno de los tiranos en detrimento de la

joven democracia. De este modo, héroes que liberaron a la cultura occidental del tan cercano

yugo persa en los comienzos del siglo V a.C, unos años más tarde se convirtieron en

elementos peligrosos para la democracia. Así pues, Temistocles aclamado como libertador de

Atenas y protector de la democracia, terminó convirtiéndose en el enemigo de la misma ya

que podría ser un posible enemigo de la libertad por la que tanto luchó algo más de una

década antes (Bianchi, 1981)

Por su lado, pese a que en la década de los ochenta la Democracia llevaba ya un cierto

recorrido, aun había problemas para equiparar la organización política a la vieja estructura

militar de la ciudad. Esto produjo que años previos al retorno de los persas aún hubiese

reticencias para convertir un veterano ejército de tierra en un cuerpo de marineros que

controlasen los trirremes (Funke, 2001). Si hasta el momento mundo militar y mundo político

iban unidos de la mano, con la nueva flota se estaba consiguiendo una separación de ambos,

ya que lo militar estaba más anquilosado en el pasado. De este modo, Clístenes se encargó de

llevar la democracia al círculo socio-político, mientras que Temístocles lo hizo en el aspecto

militar, ésto es, consiguió volver a unir el mundo militar y político tras unos años de

separación.

3- CONSECUENCIAS POLITICAS Y EXTERIORES

A pesar de haber explicado en el epígrafe anterior que la Segunda Guerra Medica

supuso muchas cosas para los griegos, entre las que se destaca esa destrucción de los

contingentes persas, hay que decir que si nos situamos en el punto de vista persa, aunque ésto

que una humillación para los aqueménidas, realmente no fué una derrota tan fatalista como

los griegos pudieron pensar (Bianchi, 1981) – quedó explicado anteriormente que los griegos

pudieron asestar un golpe más definitivo al enemigo embistiendo los puentes persas, pero

finalmente no se llegó hasta ese punto –. Mientras que para éstos fue una gran victoria, puesto

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

30

que luchaban por su libertad, – y la consiguieron – para los persas supuso una campaña fallida

de su extensión hacia Occidente. No representó un cambio en su futuro y no fue una

verdadera alteración de sus planes. Al Imperio Persa le quedaba mucho tiempo para llegar a

un punto en el que se colapsase y, si bien los griegos del siglo V a.C detuvieron su avance

occidental, no será hasta dos siglos después, cuando sus sucesores integrados bajo una cultura

helénica, completen el ciclo histórico penetrando finalmente en el corazón del territorio persa.

El persistente peligro persa sobre toda Grecia supuso una nueva política exterior

basada en la búsqueda de alianzas multilaterales entre unas ciudades y otras. De este modo, se

deja a un lado el aislacionismo y los conflictos entre unas y otras para forma de este modo una

coalición. Se crea una mentalidad de pertenecer a una misma cultura, costumbres, religión,

lengua, que se yuxtapone a un enemigo común. Sin embargo, pese a estas nuevas

características, no se puede hablar de una nación o estado griego tal como lo podemos

entender hoy día. Se trata más bien de una coalición preparada para un determinado hecho y

mediante unas alianzas que atienden más a elementos militares y políticos que a económicos y

sociales. Esta fragilidad se puso de manifiesto una vez que las circunstancias volvieron a ser

estables. A pesar de que la guerra contra los persas prosiguió en las décadas posteriores, el

objetivo de los acuerdos habían quedado obsoletos, por lo que como hemos mencionado

Esparta se separó del bloque y se refundó la Liga del Peloponeso, mientras que las Liga

Panhelénica derivó en una Liga delo-ática que durante el periodo de la Pentecontecia sería

liderado por Atenas, recibiendo el nombre de imperio ateniense (véase cuadro 4). Dado a

estos desacuerdos políticos y militares que comenzaron a gestarse desde que los persas

comenzaron a perder sus posiciones, hubo una progresiva confrontación entre un bloque y el

otro. Ello finalmente desencadenaría en la Guerra del Peloponeso cincuenta años después.

(Domínguez et al., 1999)

En definitiva, lo que ha sucedido en estas convulsas primeras décadas del siglo V a.C

es una verdadera prueba de fuego para la joven democracia de Atenas fundada por Clístenes.

El pueblo, ahora con el poder de decisión, tuvo que hacer frente a las vicisitudes que le

planteó una potencia extranjera tirana y que pese a la desconfianza y creencia que no

aguantaría, fue una total sorpresa para propios extraños que un régimen político-social que

hasta ese momento nunca se había visto en la antigüedad pudiera aguantar tal embestida. De

este modo no solo no se subvierte, sino que además se convierte en el ejemplo principal de

otras polis griegas en el transcurso de los años (Bianchi, 1981) y no hay mejor prueba de ello

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

31

que la formación de la Liga de Delos, con un fuerte sentimiento Panhelénico, aunque muchos

historiadores lo tilden de un imperio con metrópolis en Atenas.

Con este reforzamiento Atenas se embarcó en una empresa de alianza con otras

ciudades en la Liga de Delos, la cual tomaría la iniciativa de la ofensiva contra el imperio

persa con la intención de liberar las polis de Asia Menor. El hecho de no haber firmado

ningún tratado de paz o armisticio una vez concluidas la Batalla de Platea indica la postura de

los griegos de tomar la iniciativa a partir de ese momento, por lo que tal acontecimiento fue

finalizado con la Paz de Calias hacia el 449 a.C (Bianchi, 1981)

Esta idea se refuerza con una visión más general y sobre todo de tipo belicista. La flota

ateniense se había convertido desde Salamina en una poderosa arma ofensiva. Dicha batalla

ha demostrado a toda Grecia que Atenas puede llegar a ser autónoma con respecto al poder

militar espartano. Si bien es cierto que las Termopilas se convirtieron en una pesadilla para el

rey, en donde sus tropas chocaban contra un muro, hay que constatar por otro lado que sin la

flota de Atenas las Termopilas habrían sido un intento en vano de cortar el paso a los persas.

Si Atenas no hubiese desarrollado tan espectacular despliegue de medios navales, los persas

podrían haber penetrado en las costas del Peloponeso con su flota y posteriormente colocarse

en la retaguardia del ejército espartano en Termopilas. Teniendo muy presente este punto de

vista, es justo reconocer que Atenas se convirtió en la libertadora de la Hellas (Bianchi, 1981).

Cuadro 4 (Wikipedia, 2014)

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

32

No obstante, desde un punto ya lejano desde los acontecimientos acaecidos contra los

persas, se aprecia que dicha Liga Delo-ática pasó desde un sistema democrático a otro de

tiranía, por cuanto Atenas era cada vez más fuerte y asumía con mayor rigor y fuerza el

liderazgo de la unión (Bianchi, 1981). En este sentido, se aprecia como el periodo que sigue al

conflicto entre los dos mundos, la ciudad de la democracia está utilizando su propio sistema y

la inercia de la victoria sobre los bárbaros – lo cual le granjeó, sobre todo en la Batalla de

Maratón, el calificativo de libertadora de toda Grecia – para asumir un papel protagonista en

el mar, que conlleva una tiranía sobre el resto de polis que están subyugada a los propios

intereses de Atenas.

Éstos están propiciados por la nueva fuerza bélica que la ciudad obtiene desde el fin de

la guerra, lo que unido a esa supremacía de orgullo – más diríamos de prepotencia – que tiene

tanto interna como externamente, le permitió no solo equiparse a la tan antigua y conocida

supremacía militar de Esparta durante los siglos anteriores, sino que además se permitió

superarla. Así pues, su imperio se granjeó un nuevo enemigo después de los persas: Esparta y

su liga en el Peloponeso. La primera tendría sus ventajas sobre el mar, mientras que Esparta,

como siempre, mantendría el liderazgo en tierra (Fernández, 2005).

En consecuencia, la idea de Hellenikon que comenzó a gestarse antes de los

enfrentamientos, parece que se resquebraja (Bianchi, 1981). Da la impresión de que Grecia

esta involucionando hacia un sistema en donde no hay un sentimiento de unión entre las polis.

Sin embargo, pese a que esa idea de unión cultural y de identidad social no es ya lo que fue

hacia las propias guerras, si es posible pensar que evoluciona hacia una agrupación más

pequeña que gira en torno ante la recién creada Liga delica y bajo la influencia y control de

Atenas.

4- CONSECUENCIAS RELIGIOSAS Y ARTÍSTICAS

Del mismo modo que Atenas atraía a filósofos y otros tantos eruditos, se convirtió

también en el foco religioso de la nueva Grecia. A partir de las guerras se habían introducido

nuevos dioses en la ciudad con la finalidad de involucrarlos en los enfrentamientos que se

producían, como por ejemplo en Maratón donde estuvo presente el dios Pan procedente del

Peloponeso, en Salamina donde asistió Dionisio, etc (Bianchi, 1981). Gracias a estas

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

33

involucraciones los ritos religiosos se convirtieron en algo muy cercano a la memoria de la

guerra.

La decadencia progresiva del Oráculo de Delfos ayudaría positivamente a Atenea para

llegar a un punto álgido. Esto se complementa en el nivel terrenal con la caída de Esparta, que

es la protegida de Delfos, en detrimento de Atenas. Esto permite la creación de un renovado

espectro religioso en donde la figura de Apolo pierde el protagonismo, siendo desde este

momento Atenas la nueva cabeza mediante la creación del Partenón en su Acropolis en el 447

a.C. Por consiguiente Atenea se convierte en una deidad ensalzada por su consideración como

la defensora de Atenas y todo lo que esta urbe representa.

Por su parte, el arte sufre una remodelación de lo que hasta el momento había sido. A

una numismática en donde se aprecian detalles de conmemoración de las victorias, como por

ejemplo en Maratón, se aprecia una escultura que muestra la figura del bárbaro derrotado.

Algo similar ocurre en la cerámica del ática y en la pintura en donde se dibujan

representaciones de las diferentes batallas ocurridas (Bianchi, 1981).

5- VALORACION DE LA GUERRA: ¿HUBIERA SIDO POSIBLE UN IMPERIO DE

LA DEMOCRACIA SIN LOS PERSAS?

Esta pregunta es la que más directamente puede rondar por nuestra mente una vez que

hemos estudiado los hechos acontecidos entre el periodo de Solón y la creación de la Liga de

Delos. Desde esta obra hemos defendido en todo momento, y así está planteado el título, que

las consecuencias de las Guerras Médicas son un efecto directo del culmen de Atenas y su

democracia. No obstante, sería interesante si desde aquí empezáramos a jugar con utopías y

nos hiciéramos la pregunta de si en verdad pudo haberse desarrollado un imperio democrático

sin que previamente hubiese habido una guerra con Asia.

La democracia a Atenas llegó con las reformas de Clístenes en el 508 a.C, mucho

antes de los primeros enfrentamientos en Jonia, con lo que es evidente que su nacimiento no

se debe a Persia. No obstante, desde aquí se podría poner en peligro el titulo si consideramos

que las guerras no supusieron realmente una prueba de fuego para Atenas. Una opción factible

es que sin haber una interferencia de Persia en el continente, Atenas hiciese gala de su nuevo

sistema y tratase de hacer ver al resto de polis que puede funcionar. Además sus victorias

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

34

contra Calcis y Esparta pudieron reportarle un preponderancia militar, con lo que no es

necesario ver su fuerza contra los persas.

Hasta aquí todo parece ventajas para la nueva política de su ciudad, aunque a pesar de

todo, sin la presencia de los aqueménidas no hubieran podido producirse otros elementos tan

vitales como Clístenes o la derrota de sus polis enemigas. De esta forma, debemos contar con

la presencia de la flota, la cual es un instrumento efectivo para la propagación de la

democracia por todo el sistema de islas que llenan el Egeo, así como hasta las costas de Jonia.

Sin este elemento es bastante difícil pensar que Atenas pudiera haber llegado hasta estas

zonas, solo teniendo como lugares más cercanos el Ática y más al Sur la Liga de Peloponeso.

La flota se convierte para la guerra contra los enemigos en una defensa vital, pero más tarde

en su vaso comunicador con el resto de la Hellas. Otro segundo elemento es la propia

presencia de Persia. Esta fue la que realmente permitió la formación de una identidad cultural

sobre gran parte de las ciudades. El hecho de tener un enemigo común generalmente hace que

haya uniones entre diversos lugares. Dicha unión hizo más fácil que Atenas tuviese acuerdos

militares y por tanto un contacto más estrecho con las otras ciudades que en su inmensa

mayoría eran más débiles y que por tanto necesitaban de su apoyo militar. Este apoyo debía

ser correspondido mediante el agradecimiento, el cual se convertía en la integración en una

liga que un poco más adelante quedaría bajo control ateniense. Esta nueva liga, formada

gracias a la presencia de los persas – es difícil pensar que se formase de la misma manera si

un enemigo como tal no estuviese cerca – fue la transmisora de la democracia al resto de

territorios.

En definitiva, queda claro que es muy difícil que una expansión como la que

conocemos fuese similar sin contar con la presencia de la flota, y por ende, sin la guerra

contra Persia.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

35

EPÍLOGO

Observando la combinación de una apuesta por la democracia en Atenas y una

inevitable guerra contra la intención expansionista de los persas, unido al análisis de la utopía

para someter a cuestión otras posibles vías, se llega a la conclusión de que en el siglo V se

desarrollan un cúmulo de factores tanto internos como externos que permiten salir a Grecia de

un periodo calificado como arcaico y transformarse en una poderosa civilización cohesionada

que busca una política encaminada a hallar unos intereses en el exterior mediante una práctica

militar y de alianzas. La nueva Grecia asume desde este momento un papel de hegemonía

sobre el Mar Egeo y buena parte del Mar Mediterráneo en un contexto de rivalidad con otras

potencias, que a pesar de haber sido derrotadas, no será hasta su total desarticulación en su

propio territorio cuando se asista a un fin del ciclo en la Historia de Grecia.

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

36

BIBLIOGRAFÍA

Bianchi, R. (1981). Historia y civilización de los griegos: Grecia en la época de Pericles.

Barcelona, España: Icaria.

Domínguez, A., y Pascual, J. (1999). Esparta y Atenas en el siglo V. Madrid, España: Síntesis.

Funke, P. (2001). Atenas clásica. Madrid, España: Acento.

Reboreda, S. (2005). La Grecia clásica: el siglo V. En F.J. Fernández (Ed). Historia

antigua de Grecia y Roma. (pp.119-147). Valencia, España:

Tirant lo Blanch.

Ruipérez, M. (1983). Historia de Grecia. Barcelona, España: Montaner y Simón.

Documentos electrónicos y webs

Lérida, R. (1999). Grecia y Persia en el Mundo Antiguo. Las Guerras Médicas. Clio: history

and history teaching, 25, (11).

Wikipedia. (2014). Solón. Recuperado de http://es.wikipedia.org/wiki/Solon

Wikipedia (2014). Liga panhelénica. Recuperado de

http://es.wikipedia.org/wiki/Liga_Panhel%C3%A9nica_(Segund

a_Guerra_M%C3%A9dica)

Wikipedia (2014). Batalla de Maratón. Recuperado de

http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Marat%C3%B3n

Imperioaquemenida.blogspot. (2014). Ingeniería aqueménida II. Los puentes. Recuperado de:

http://imperiopersaaquemenida.blogspot.com.es/2011/06/ingenie

ria-aquemenida-ii-los-puentes.html

Wikipedia. (2014). Liga de Delos. Recuperado de http://es.wikipedia.org/wiki/Liga_de_Delos

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

37

Fuentes literarias

- Obra teatral de Esquilo Los persas de 472 a.C

- Obra teatral de Frinico La toma de Mileto de 493 a.C

- Herodoto. Historias. Libros V-IX

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

38

MATERIAL COMPLEMENTARIO

Para poder completar el contenido de este trabajo, es necesario exponer una serie de

elementos arqueológicos que son testigos de todos los hechos que hemos relatado.

Entre los documentos arqueológicos se constata los siguientes:

- casco de Milciades, entregado al templo de zeus en Olimpia para agradecer la victoria

en Maratón.

Extraido de http://es.wikipedia.org/wiki/Milc%C3%ADades_el_Joven. Fecha de

consulta 14/07/2014

- Dedicatoria de una columna por parte de Calímaco el polemarca del ejército ateniense,

490 a. C. Extraida de http://es.wikipedia.org/wiki/Polemarca. Fecha de consulta

14/07/2014

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

39

- Columna de serpientes en conmemoración de la victoria de Platea en 479 a.C.

Extraído de http://es.wikipedia.org/wiki/Columna_de_las_Serpientes. Fecha de

consulta 14/07/2014

Las Guerras Médicas: la conquista de la supremacía ateniense

40

- Moneda ateniense conmemorando la Batalla de Maratón. Extraído de Picazo, M.

(1989). Griegos y persas en el Egeo. Torrejón de Ardoz. Madrid: Akal

- Partenón construido entre 447 y 432 a.C por Fidias.

Extraído de http://www.xtec.cat/~jarrimad/grecia/partenon.html. Fecha de consulta

14/07/2014