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Contagio Emocional y Constreñimiento en Gestores Emotional Contagion and Embarrassment in Managers Sônia Maria Guedes Gondim Doutora en Psicología por la Universidade Federal do Rio de Janeiro Profesora Asociada de la Universidade Federal da Bahia Instituto de Psicologia/Núcleo de Pós-graduação em Administração/ Centro Interdisciplinar de Desenvolvimento e Gestão Social da Universidade Federal da Bahia Investigadora Nível 2 de CNPq (Consejo Nacional de Investigación Científica de Brasil) Dirección: Rua Rodrigo Argolo, 293 apto 502 – Rio Vermelho – Salvador – Bahia - Brasil CEP: 41940-220 Email: [email protected] Valdiney Veloso Gouveia Doutor por la Universidade Complutense de Madri – Espanha, Investigador Nível 1A de CNPq. Profesor Titular de la Universidade Federal da Paraíba, Departamento de Psicologia Email: [email protected] Franciane Andrade Morais Mestre en Psicología por la Universidade Federal da Bahia E-mail: [email protected] Gisele Debiasi Alberton Mestranda en Psicología de la Universidade Federal da Bahia E-mail: [email protected]

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Contagio Emocional y Constreñimiento en Gestores

Emotional Contagion and Embarrassment in Managers

Sônia Maria Guedes Gondim

Doutora en Psicología por la Universidade Federal do Rio de Janeiro

Profesora Asociada de la Universidade Federal da Bahia

Instituto de Psicologia/Núcleo de Pós-graduação em Administração/ Centro Interdisciplinar de Desenvolvimento e Gestão Social da Universidade Federal da Bahia

Investigadora Nível 2 de CNPq (Consejo Nacional de Investigación Científica de Brasil)

Dirección: Rua Rodrigo Argolo, 293 apto 502 – Rio Vermelho – Salvador – Bahia - Brasil

CEP: 41940-220

Email: [email protected]

Valdiney Veloso Gouveia

Doutor por la Universidade Complutense de Madri – Espanha,

Investigador Nível 1A de CNPq.

Profesor Titular de la Universidade Federal da Paraíba, Departamento de Psicologia

Email: [email protected]

Franciane Andrade Morais

Mestre en Psicología por la Universidade Federal da Bahia

E-mail: [email protected]

Gisele Debiasi Alberton

Mestranda en Psicología de la Universidade Federal da Bahia

E-mail: [email protected]

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Resumen

El presente estudio tuvo como objetivo analizar en qué medida el contagio emocional, el

ejercicio de la gestión (estatus ocupacional), el sexo y el nivel educacional predicen el

sentimiento de constreñimiento. Contagio emocional es una imitación inconsciente de

las expresiones emocionales del otro que produce una experiencia emocional

consonante con la original. El constreñimiento es um tipo de manifestación afectiva de

naturaleza social resultado de la percepción de que uno falló en presentar un

comportamiento adecuado en la interacción social. Participaron 431 trabajadores (164

hombres y 267 mujeres), 300 de Brasil y 131 de Angola, 71,5% con nivel educacional

superior o postgrado, 37,8% ejerciendo función gerencial y edad media de 30 años. Se

utilizó una encuesta eletrónica para medir el Sentimiento de Constreñimiento y el

Contagio Emocional. Los datos fueron analizados mediante análisis de regresión

múltiple por el método jerárquico. Se concluye que el contagio emocional predice el

sentimento de constreñimiento. La variable estatus ocupacional incrementa la

predicción del constreñimiento, pero a favor de los que no ocupan funciones de gestión.

El sexo y el nivel educacional no se presentaron como preditores del sentimiento de

constreñimiento. Finalmente, en este artículo se abordan algunas consecuencias de los

resultados obtenidos así como las limitaciones del estudio.

Palabras Clave: contagio emocional, constreñimiento, gestión

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Abstract

The present study aimed to examine the extent to which emotional contagion, management level (occupational status), gender, and educational level predict feelings of embarrassment. Emotional Contagion is an unconscious imitation of the emotional expressions of another person, which produces an emotional experience that corresponds with the source. Embarrassment is a type of affective manifestation, social in nature, that results from the perception that one has failed to demonstrate appropriate behavior in a particular social interaction. The study participants were 431 workers (164 men and 267 women), 300 from Brazil and 131 from Angola, 71.5% with a college education or graduate degree, 37.8% in a managerial position, and with a mean age of 30 years. An electronic survey was used to measure Embarrassment and Emotional Contagion. Data were analyzed using hierarchical-method multiple regression analysis. The conclusion is that emotional contagion predicts feelings of embarrassment. The occupational status variable has a small incremental value in predicting embarrassment, but more so for those who do not hold management positions. Gender and educational level did not prove to be predictors of feelings of embarrassment. The article concludes with the Implications of these findings and the limitations of the study.

Keywords: embarrassment, emotional contagion, management

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Introducción

En las últimas décadas se encuentran referencias más directas de la importancia de los

afectos y de las emociones en la relación de líderes y sus seguidores (e.g.: George,

2000; Lewis, 2000; Dasborough y Ashkanasy, 2002; Lord y Kanfer, 2002; Johnson,

2008; O’Boyle Jr. et al., 2011; Walter et al., 2011). El estudio cualitativo de Smollan

(2011), por ejemplo, concluye que los seguidores consiguen compartir mejor sus

emociones con líderes que son percibidos como inteligentes emocionalmente, tornando

previsible que se sientan más aptos para manejar satisfactoriamente las situaciones de

cambio organizacional. Un estudio reciente de Volmer (2012) destaca también la

importancia de que los gestores sean conscientes de que su estado de humor influye el

tono afectivo y el desempeño de su equipo.

El interés por el manejo de las emociones es creciente, con evidencias de que la

inteligencia emocional se presenta como un buen predictor de la salud y el bienestar

(e.g.:Zeidner et al, 2012). El interés por el control emocional en las interacciones

humanas, con aplicación en las relaciones entre gestores y miembros de su equipo, va

más allá de la inteligencia emocional, abarcando conceptos correlacionados como el de

regulación emocional (e.g.: Gross et al., 2010; Nelis et al., 2011), trabajo emocional

(e.g: Hochschild, 1983, Pugh et al., 2011), constreñimiento (e.g.: Gouveia et al., 2005;

Gouveia et al., 2006) y contagio (e.g.: Johnson, 2008; Vijayalakshmi y

Bhattacharyya, 2012). La regulación emocional, por ejemplo, puede proteger al

trabajador de los efectos negativos de la agresión en las relaciones con colegas de

trabajo y, en menor medida, de los clientes (Niven et al., 2012).

Este artículo tuvo como enfoque el análisis del constreñimiento y del contagio

emocional, dos formas de manejo de emociones de gran importancia en las

interacciones humanas y con potencial para comprender la influencia de líderes (o

gestores) sobre sus seguidores. El constreñimiento posterior al desánimo emocional,

ayuda en la construcción de las buenas relaciones sociales (Keltner y Anderson, 2000) y

el contagio tiene un papel relevante en la empatia y el compartir emociones entre dos o

más personas, fundamentales para el bienestar en el ambiente laboral (Barsade, 2002;

George, 1990).

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En un estudio reciente comparando Brasil y Angola, Gondim et al (2013) se

encontraron correlaciones positivas entre contagio emocional y constreñimiento en los

dos países. Sobre el contagio de emociones positivas, las mujeres se contagian más que

los hombres, es decir, hay un efecto de interacción entre el nivel educacional y el estatus

ocupacional (ser gestor o no). Por lo tanto, mujeres gestoras y de nivel educacional

superior se contagian menos que los hombres en las mismas condiciones. En el caso de

emociones negativas, sin embargo, el efecto es solamente del sexo, las mujeres se

contagian más que los hombres. En relación al constreñimiento, hubo diferencias entre

Angola y Brasil. En la muestra de Angola, la medida de constreñimiento se presentó

unidimensional y se comprobó un efecto de interacción entre sexo y estatus

ocupacional, siendo que mujeres gestoras se constriñen menos que sus colegas hombres,

al paso que en el caso de no gestores, las mujeres se constriñen más que los hombres.

En contrapartida, en la muestra brasileña, fueron encontrados tres factores para

constreñimiento. Los resultados revelaron que los gestores se constriñen menos cuando

lo que está en juego es la invasión de su privacidad o del otro. Los no gestores se

constriñen más cuando se trata de la percepción de un comportamiento inadecuado tanto

personal cuanto ajeno. Por último, existe el constreñimento por empatía, donde las

mujeres no gestoras presentan mayores indicadores.

El objetivo de este artículo es presentar resultados adicionales de la

investigación descrita en los dos párrafos anteriores, explorando con más detalle las

relaciones de implicación entre constreñimiento y contagio, observando las

correlaciones positivas encontradas entre los dos constructos en Brasil y Angola. Se

buscó poner a prueba, entonces, la fuerza de la asociación entre contagio y

constreñimiento y también de las variables: estatus ocupacional (ser gestor o no), sexo y

nivel educacional. El artículo está estructurado en seis secciones, incluyendo esta

introdución. A continuación serán descritos brevemente los constructos contagio

emocional y constreñimiento para despues, presentar el método, los resultados y su

discusión, incluyendo las consideraciones finales.

Contagio Emocional

El contagio emocional es una imitación inconsciente de las expresiones emocionales de

otros individuos que produce una experiencia emocional similar a la original (Hsee et

al., 1990; Hatfield et al., 1993). Esa experiencia emocional puede ocurrir de forma

automática mediante el contagio emocional primitivo (Hatfield et al., 1993), o de modo

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consciente via proceso de comparación emocional (Gump y Kulik, 1997), pero la

mayoría de las evidencias apunta para la primera modalidad.

Se puede analizar el contagio bajo dos perspectivas, la de las personas hábiles

para contagiar a las demás (lo que es esperado de un gestor/líder en relación a su equipo

de trabajo) y las que son susceptibles a contagiarse por los otros, aunque no haya

incompatibilidad entre ser capaz de influenciar a los demás en algunas situaciones y, en

otras, ser más influenciado por los demás (Hatfield et al., 1994). Un modelo

clasificatorio alternativo es el propuesto por Verbeke (1997) con cuatro perfiles

distintos: (1) los carismáticos, que pueden influir y ser influidos por las emociones de

los demás; (2) los empáticos, que son fácilmente influidos por los otros, pero poco aptos

pra ejercer influencia; (3) los expansivos, hábiles para influir a los demás, pero poco

sensibles a la influencia ajena; y (4) los “blindados” (bland), sin susceptibilidad tanto

para influir como para ser influidos por los demás. Los carismáticos y los empáticos

serían más susceptibles al contagio.

En la perspectiva evolucionista (Preston y de Waal, 2002a, 2002b), el contagio

emocional antecede a la empatía, y se distingue de ella y de la simpatía. En el contagio,

al observar a otra persona, la emoción del otro y de la propia persona se confunden (uno

contagia al otro de manera automática), en cuanto que en la simpatía y en la empatía, la

emoción del otro y de la propia persona se diferencian. En la simpatía, la emoción que

provoca, es la de atracción por el otro, y en la empatía, la emoción que despierta es de

sensibilización con lo que el otro está sentiendo.

El contagio emocional es de interés teórico-práctico, particularmente en

gestores, por el hecho de influenciar en las relaciones interpersonales, cuando, al

promover una sincronía con las emociones ajenas, se establece, como consecuencia, un

vínculo afectivo. Y las señales no verbales (expresiones faciales, lenguaje corporal y

tono de voz) cumplen un papel fundamental en la influencia de emociones, mucho más

que el comportamiento verbal (Hatfield et al. 1993; Gouveia et al, 2006). De ese modo,

estar atento a las emociones ajenas se revela vantajoso para las interacciones sociales,

importante en las relaciones entre líderes y su equipo, pues permite al observador

mejorar su comprensión de lo que está aconteciendo y reposicionar sus actitudes y

comportamientos para mejorar la interacción (Van Kleef et al., 2012).

Hay evidencias empíricas de las relaciones entre el estado de humor y el

contagio (Doherty, 1998). El estudio reciente de Bullar (2012) concluyó que estado de

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humor positivo está asociado a la susceptibilidad al contagio de emociones positivas, en

cuanto que el humor negativo está asociado al contagio de emociones negativas.

Factores genéticos, género, experiencias anteriores y características de

personalidad están relacionados con la susceptibilidad al contagio emocional (ser

contagiados, más que contagiar). Para Doherty et al. (1995), las personas especialmente

propensas al contagio son aquellas que: i) prestan mucha atención y son capaces de

descifrar las expresiones emocionales de los otros, ii) se perciben interdependientes y

vinculadas a las demás personas, iii) tienden a imitar expresiones faciales, vocales y

posturales ajenas y iv) son vulnerables a comentarios de los otros sobre ellas.

En las investigaciones sobre este tema, el género se ha mostrado relevante,

concluyendo que las mujeres tienen mayor tendencia al contagio emocional que los

hombres, en virtud de estar más preocupadas con las relaciones interpersonales y ser

más empáticas, estando, por lo tanto, más aptas para comprender los estados

emocionales de otras personas (Baron-Cohen, 2004). El proceso de socialización

emocional en el que las mujeres están sometidas puede explicar ese resultado. Una

investigación con niños en edad pre-escolar concluyó que la socialización emocional

está relacionada con el sexo. Las madres, muchas veces asumen el papel de portadoras

de la “función emocional” en la familia y las hijas parecen ser más susceptibles a asumir

el mismo patrón emocional (Denham et al., 2010) contribuyendo para que las mujeres

tengan una habilidad mayor para lidiar con las emociones que los hombres.

Sentimiento de Constreñimiento

El constreñimiento es un estado psicológico de naturaleza afectiva que ocurre en

situaciones en las que se reconoce haber violado una norma social (teoría de la

evaluación social) (Keltner, 1995). Es acompañado de un sentimiento de inaptitud

personal (Modigliani, 1968), al fallar en mostrar el comportamiento apropriado en la

interacción social, tornando vulnerable la imagen pública personal o de la otra persona

(constreñimiento empático) (Miller, 1987, 1996). Una de las características esenciales

del constreñimiento en contextos de interacción social es la incapacidad de la persona

para seguir adelante en el desempeño de un papel social (Goffman, 1956; Gross y Stone,

1968).

De acuerdo con Lewis (2008), el constreñimiento se divide en dos tipos,

dependiendo de la intensidad: el de exposición circunstancial positiva e inesperada (ser

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elogiado en público, por ejemplo) y el relacionado con una autoevaluación negativa

(e.g: no saber resolver un problema para ayudar un amigo), lo que nos lleva a creer que

el tipo de constreñimiento puede tener consecuencias tanto positivas como negativas

para quien lo experimenta. Por esto, físicamente puede manifestarse mediante

nerviosismo, rubor, disminución del contacto visual (Parrott, 1996), pudiendo también

estar acompañado de risa, cambios de postura repentinos y perturbaciones en el habla

(Edelmann y Hampson, 1981).

Algunos autores defienden el punto de vista de que el constreñimiento no es un

constructo unidimensional, lo que es congruente con los argumentos presentados hasta

ahora sobre las variaciones del constreñimiento, teniendo efectos positivos o negativos

para la persona y la interacción social. Miller (1992) propuso cuatro dimensiones,

Sharkey y Singelis (1995) indican ocho, Sabini et al (2000) mencionan tres. Gouveia et

al. (2006), a su vez, en un estudio realizado en Brasil, concluyó a favor de la

unidimensionalidad del construto, lo que nos sugiere, un indicio más de la imprecisión

conceptual que existe en el estudio de este tema.

Desde el punto de vista de los efectos negativos, el constreñimiento puede

motivar a las personas a evitar situaciones potencialmente desencadenadoras del mismo,

lo que fue encontrado en un estudio sobre constreñimiento físico ante el médico, que

está relacionado con la disminución de visitas a ese profesional (Consedine et al., 2007).

Desde el punto de vista de los efectos positivos, cinco estudios experimentales recientes

(Feinberg et al., 2012), que utilizaron medidas de autorrelato y de observación de

expresiones faciales de constreñimiento (fotos, vídeos y contexto de interacción social

controlada), concluyeron a favor de la asociación entre constreñimiento y pro-

sociabilidad, en el sentido de que la percepción de constreñimiento en la otra persona se

correlaciona con comportamientos de afiliación, cooperación y conciliación por parte

del observador, que la ve también como más confiable. Entonces, más que un

sentimiento negativo que la persona intenta evitar, el constreñimiento cumple una

función de mantener las interacciones humanas.

Relacionando Contagio Emocional y Constreñimiento

Las relaciones entre constreñimiento y contagio aún están poco exploradas en la

literatura sobre emociones. Aunque Modigliani (1968) haya afirmado hace ya varias

décadas que el constreñimiento es un sentimiento desencadenado en determinadas

situaciones y no un rasgo de personalidad. Se encuentran indicios de que el contagio

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(como una característica de personalidad) lleva al constreñimiento empático, por

imaginarse en la situación desconfortable vivida por otra persona (Miller, 1987), o por

compartir emociones entre actores sociales (Hatfield et al., 1993), o aún por la

identificación con el otro (Stocks y Lishner, 2011).

Contagio y constreñimiento sugieren, por lo tanto, ser conceptos

interrelacionados. Doherty (1997) indicó también que la susceptibilidad al contagio

emocional es un factor que puede tener impacto en la manifestación del

constreñimiento, dado que las personas más susceptibles al contagio prestan más

atención a la emoción de los otros, sintiéndose más afectadas por sus evaluaciones. En

Brasil, Gouveia et al. (2006) comprobaron el valor predictivo del contagio emocional y

del género sobre el constreñimiento. Fueron encontradas fuertes evidencias de que las

mujeres son más susceptibles al constreñimiento que los hombres. Pero, sus hallazgos

se distinguen de estudios anteriores. Sabini et al. (2000), por ejemplo, encontró

diferencias significativas de género apenas para la dimensión ‘gafe’ (faux pas), en que

las mujeres presentaron medias superiores. Siendo así, la susceptibilidad femenina al

contagio dependería de la situación. Corroborando ese resultado, Withers y Vernon

(2006) afirmaron que las mujeres se constriñen más que los hombres en situaciones de

evaluación social negativa (una equivocacion, por ejemplo) y en las cuales ellas son el

centro de atención, mientras que en situaciones que desafian el papel social del otro (por

ejemplo, pedir que alguien le devuelva el dinero que fue prestado), hombres y mujeres

se contriñen igualmente.

Apoyados en estudios anteriores y en investigaciones recientes realizadas en

Brasil (Gouveia et al., 2005; Gouveia et al., 2006), podemos concluir a favor de la

relación positiva entre los dos constructos, lo que nos llevó a analizar el valor predictivo

del contagio sobre el constreñimiento, evaluando también el papel de las variables sexo,

nivel educacional y estatus ocupacional (ser gestor o no). De esta forma fueron

formuladas dos hipótesis:

Al suponer que el contagio lleva al constreñimiento empático, por la facilidad

de colocarse en el lugar de otra persona que está en una situación desconfortable, por

compartir emociones entre actores sociales, contribuye a que se anticipe como la otra

persona se siente en dicha situación. Esta identificación afectiva nos llevó a formular la

la hipótesis 1: Dada las asociaciones entre contagio y constreñimiento (Gondim et al,

2013), el contagio emocional será un predictor de la percepción de constreñimiento.

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En virtud del proceso de socialización y de evidencias empíricas anteriores, las

mujeres serán más propensas al contagio y al constreñimiento. El ejercicio de la función

de gestión demanda mayor contagio emocional empático para fortalecer el vínculo con

los miembros del equipo de trabajo y el constreñimiento podría revelar mayor

sensibilidad y respeto por la otra persona. Se supone que personas con mayor nivel

educacional hayan incorporado más las normas sociales, constriñiéndose en situaciones

de no conformidad, en que las estan en juego su imagem personal y la de otras personas.

Siguiendo este razonamiento, formulamos la Hipótesis 2: el sexo, el estatus ocupacional

y el nivel educacional contribuirán significativamente en la explicación de las relaciones

entre contagio emocional y sentimiento de constreñimiento.

Método

Se trata de un estudio correlacional, que utilizó para la recolección de datos un

cuestionario eletrónico (EFS Survey, da Globalpark). El sentimiento de constreñimiento

fue la variable criterio. Las variables antecedentes fueron contagio emocional, sexo,

nivel educacional y estatus ocupacional (ser gestor o no).

Participantes

Participaron del estudio 431 personas, siendo 300 (69%) de Brasil y 131 (31%) de

Angola. 164 (38%) eran de sexo masculino y 267 (62%) femenino. La edad osciló entre

18 y 60 años (m=30,27; dp=9,35). Más de un tercio (38%) de los participantes ejercía

función gerencial (n=164). En relación al nivel educacional, 308 (71,5 %) tenían nivel

educacional superior completo o posgrado. La recogida de los datos ocurrió entre 2010

y 2011. La muestra fue probabilística.

Instrumentos

Fueron utilizados dos instrumentos validados en Brasil, el Cuestionario de Sentimiento

de Constreñimiento (Gouveia et al., 2005). y la Escala de Contagio Emocional (Gouveia

et al., 2007), siendo incluídas en el cuestionario eletrónico preguntas sobre el sexo,

estatus ocupacional y nivel educacional de los participantes.

Cuestionario de Sentimiento de Constreñimiento: Esta escala describe

originalmente 40 situaciones cotidianas distribuídas en ocho factores (Miller, 1992): i)

deficiencia pública normativa (α=0.77, ej: Imagine que usted derrama una bebida sobre

si mismo en una festa); ii) falla en regular la privacidad del otro (α=0.81, ej: Imagine

que usted entra en el baño en la casa de otra persona y descubre que está ocupado por

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una persona del otro sexo); iii) falla en regular la propia privacidad (α=0.80. ej: Imagine

que usted está usando el baño en la casa de alguien y otra persona del otro sexo abre la

puerta y entra); iv) situación de protagonista (α=0.72, ej: Imagine que en un restaurante

local un grupo de amigos le canta “Feliz cumpleaños”); v) pérdida de papeles (α=0.62,

ej: Imagine que usted cuenta un chiste a algunos conocidos y al final nadie sonrríe); vi)

sentirse culpable (α=0.68, ej: Imagine que salió a cenar con su compañero y su antiguo

novio se sienta en la mesa al lado); vii) desconcierto endogrupal (α=0.63, ej: Imagine

que usted está en una presentación humorística con un grupo de amigos cuando uno de

ellos interrumpe a los gritos al comediante, el cual usted considera muy gracioso); y

viii) desconcierto empático (α=0.75, ej: Imagine que usted está asistiendo una carrera

importante de atletismo cuando el favorito cae en los últimos metros). El participante

debe atribuir un nivel de constreñimiento potencial en una escala de siete puntos (1 =

Nada cohibidora 7 = Muy cohibidora). Para la aplicación de esta investigación se

utilizó la escala de 21 ítems que fue reducida por Gouveia et al. (2005), los cuales

obtuvieron las mayores cargas factoriales en el estudio de validación de la escala para el

contexto brasileño.

En un estudio reciente comparando brasileños y angolanos (Gondim et al, 2013)

fue encontrada en la muestra brasileña una solución trifactorial con 18 ítems. El Factor I

[Invasión de privacidad (ajena o popia)] con siete ítems (α = 0,84), el Factor II (Auto y

hetero percepción de comportamiento inapropiado), se agruparon ocho ítems (α =

0,73), y el Factor III [Constreñimiento por identificación (endogrupal o empática)]

agregó tres ítems (α = 0,60). En la muestra angolana, a pesar de los buenos indicadores

de los tests de adecuación de la matriz de correlaciones, la solución unifactorial con 18

items se mostró la más adecuada conceptualmente, explicando 28% de la variancia total,

con una confiabilidad de 0,84.

Para concluir el análisis de regresión múltiple presentado en este artículo, se

realizó un nuevo análisis factorial con la muestra total y la mejor solución encontrada

fue la unidimensional, con consistencia interna de 0,84, explicando un 28% de la

variancia, igual a la encontrada en la muestra angolana. Los 21 ítems de la escala

(Gouveia et al., 2005) obtuvieron saturaciones que oscilaron entre 0,32 y 0,63.

Escala de Contagio Emocional: Desarrollada por Doherty (1997) y validada en

Brasil por Gouveia et al. (2007), incluye 18 ítems que describen cinco sentimientos

(amor, felicidad, miedo, rabia y tristeza) y una sexta dimensión, que mide el nivel de

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atención dado a las emociones de las otras personas , utilizándose una escala de cuatro

puntos, variando de 1 (Siempre) a 4 (Nunca). Todos los ítems presentaron cargas

factoriales (ai.f >.30) y un índice de consistencia interna (α= 0.82) satisfatorio. La

validación brasileña apuntó a una estructura de cinco factores de primer orden

(emociones básicas) y dos de segunda, definidos como emociones positivas (α=0.64;

amor, α=0.56; y felicidad, α=0.52) y emociones negativas (α=0.73; miedo, α=0.52;

rabia, α=0.61; y tristeza, α=0.60), χ² (84)=238.69, p<.001, χ²/g.l.=2.84, GFI=.90,

AGFI=.86, RMSEA=.79 (IC90%=.067-.090). En este modelo fueron excluídos los

ítems de atención a las emociones de los otros, resultando en una escala de 15 ítems.

Cabe resaltar que Doherty (1997) también propuso una versión alternativa para su

escala, compuesta por dos factores: emociones positivas (α= 0.82) y emociones

negativas (α=0.80).

En un estudo reciente comparando brasileños y angolanos (Gondim et al, 2013),

se encontraron dos dimensions que componían la estructura factorial de la escala de

contagio en la muestra brasileña: contagio para emociones positivas (Factor 1), con seis

ítems (α = 0,66); y contagio para emociones negativas (Factor II), con ocho ítems (α =

0,66). El conjunto de 14 ítems presentó un valor correspondiente de 0,75 (un ítem

ambiguo fue excluído. Ej: Llanto en películas tristes). En Angola, se encontró una

solución unifactorial con 14 ítems (α = 0,70).

Para finalizar el análisis de regresión se procedió a un nuevo análisis factorial

con la muestra total, cuya mejor solución fue la unifactorial, (16 ítems), teniendo cargas

factoriales que variaron entre 0,31 y 0,55, con una consistencia interna de 0,74,

explicando el 20% de la variancia. De los 18 ítems de la escala original, dos fueron

excluídos por presentar una carga factorial baja.

Procedimientos

En el caso de Brasil, los participantes fueron invitados a participar de la investigación

por e-mail, que contenía um link para acceder a la versión eletrónica del cuestionario.

La investigación comenzaba solamente después de que el participante diese su libre

consentimiento a contestar a las preguntas del mismo. En virtud del acceso limitado a

recursos informáticos, la recogida de datos en Angola fue hecha por investigadores

locales de forma individual y colectiva; en este último caso, en salas con ordenadores.

A todos se les informó que se trataba de una encuesta sobre emociones, no habiendo

respuestas verdaderas o erróneas. Se aseguró la confidencialidad de sus respuestas, y

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que serían tratadas colectivamente. La recogida de datos ocurrió en 2010 en Brasil y

2011 en Angola. El tiempo para rellenar el cuestionario fue de aproximadamente 30

minutos no diferiendo entre ambos países.

Análisis de Datos

Los datos fueron analizados por medio del SPSS (versión 18). Estadísticas descriptivas

de caracterización de las muestras brasileña y angolana y frecuencias para las variables

demográficas, así como el análisis factorial de los ejes principales para analizar la

estructura de las medidas, admitiendo rotación oblícua dada la interdependencia de los

factores (Hair et al 2006) ya fueron presentados en otro artículo (Gondim et al, 2013) y

de modo resumido en la sección de descripción de los instrumentos de este artículo.

Teniendo en cuanta los objetivos del presente artículo y los análisis de los indicadores

de normalidad, la muestra fue tratada como única.

Para los análisis inferenciales y tests de las dos hipótesis se utilizó el método de

regresión jerárquica con el objetivo de verificar el poder de predicción del contagio y el

incremento explicativo de las demás variables (sexo, nivel educacional y estatus

ocupacional) sobre el sentimiento de constreñimiento (variable criterio).

Resultados

Los resultados del análisis de la regresión son presentados en la Tabla 1.

Tabla 1: Análisis de Regresión para el Sentimiento de Constreñimiento.

VariablesB SE B Β

Modelo 1Constante 3,06 0,34

Contagio Emocional

Modelo 2ConstanteContagio emocionalGestión SexoNivel educacional

0,56

3,230,50-0,240,090,02

0,11

0,340,110,080,080,08

0,23*

0,21*-,14**1,14 (n.s.)0,30 (n.s.)

Nota: R2=0,05 para el paso 1 y ΔR2 =0,07 para el paso 2 (N=431, *p <0,001, **p<0,05)

Los resultados del análisis de regresión jerárquica indican que el contagio

emocional predice el constreñimiento, si bien la explicación de la variancia es

Page 14: fes-sociologia.comfes-sociologia.com/files/congress/11/papers/291.docx · Web viewLa introducción de nuevos variables (modelo 2) generó un cambio en el R2 de 0,05 para 0,07 con

solamente del 5%. El sexo (femenino) y el nivel educacional (superior) no tienen

relevancia en la predicción del constreñimiento. El estatus ocupacional (ser gestor)

incrementa poco la explicación de la variancia del constreñimiento, y más para aquellos

que no ocupan funciones de gestión (1,4%).

Para obtener el R2 ajustado fue utilizada la fórmula de Stein, cuyo resultado fue

el mismo del R2 observado de 0,07. El modelo 1 generó un cambio en el R2 de cero

para 0,05 F(1,429) = 24,94, p <0,001. La introducción de nuevos variables (modelo 2)

generó un cambio en el R2 de 0,05 para 0,07 con F (3,426)= 4,00, p <0,05. El valor del test

de Durbin-Watson fue de 1,87, próximo de 2, confirmando la hipótesis de

independencia de los errores. Los valores Beta sugieren en el modelo 1 que si la

puntuación en contagio aumenta en una desviación típica, la puntuación en

constreñimiento aumenta en 0,23. En el modelo 2 la alteración es un poco menor (B =

0,21), porque la variable estatus ocupacional (no ser gestor) contribuye en la explicación

del cambio de puntuación en constreñimiento en 0,14.

También se analizó la ausencia de multicolinearidad entre los predictores, lo que

fue comprobado (índice de tolerancia encima de 0,20 y FIV abajo de 10). El análisis de

los residuos indicó que solamente un 4% de los casos tenían resíduos estandarizados

(1% menos de lo esperado – 5%). Para finalizar, el análisis de los gráficos de los

residuos indica que se cumplió con la linealidad de los datos.

Discusión y Conclusión

Los resultados indican que el contagio emocional contribuye para explicar el

sentimiento de constreñimiento, si bien con valor predictivo bajo (5%). Se puede

afirmar, entonces, que la Hipótesis 1 fue corroborada. Así, es posible inferir que las

personas que prestan mucha atención a las experiencias emocionales de otras personas,

y que son más facilmente influenciadas por las interacciones sociales se muestran más

suceptibles a vivenciar el sentimiento de constreñimiento (Miller, 1987; Singelis y

Sharkey, 1995; Doherty, 1997; Gouveia et al., 2006).

Los resultados permiten inferir también la exisencia de indicios de que el

contagio puede llevar al sentimiento de constreñimiento, por imaginarse en la situación

desconfortable de otra persona (Miller, 1987), por compartir las normas sociales que

aumentan el sentido crítico en las situaciones de no conformidad (Hatfield et al., 1993),

o incluso por el proceso afectivo de identificación con el otro (Stocks y Lishner, 2011).

Page 15: fes-sociologia.comfes-sociologia.com/files/congress/11/papers/291.docx · Web viewLa introducción de nuevos variables (modelo 2) generó un cambio en el R2 de 0,05 para 0,07 con

En lo que atañe a la hipótesis 2, que intentó comprobar si existía o no un

incremento en la explicación del constreñimiento de las variables estatus ocupacional

(ser gestor), sexo (femenino) y nivel educacional (superior), no hubo corroboración.

Dado que habían sido encontradas correlaciones positivas entre contagio y

constreñimiento (r=0,30, p<0,001), y por los estudios anteriores a favor de indicadores

más elevados de contagio para mujeres (proceso de socialización femenino) (Denham et

al., 2010) y de niveles educativos superiores (nivel superior mayor adherencia a las

normas sociales) (Gondim et al., 2013) se esperaba que esas variables pudiesen

contribuir en la explicación del constreñimiento.

El estudio de Gouveia et al. (2006) indicó fuertes evidencias de que las mujeres

son más susceptibles al constreñimiento que los hombres, aunque estudios anteriores

(Sabini et al, 2000; Withers y Vernon, 2006) hayan concluído que las mujeres se

constriñen más que los hombres apenas en situaciones de evaluación negativa o cuando

son el centro de la atención, lo que nos llevaría a concluir que la susceptibilidad

femenina al contagio depende de la situación generadora de constreñimiento. El proceso

de socialización, por lo tanto, tendría un papel significativo en la explicación.

La relación entre contagio y sentimiento de constreñimiento puede explicarse

también por el hecho de la persona no estar en la función de gestión. O sea, las

puntuaciones en constreñimiento pueden ser menores para quienes ocupan cargos de

gestión si los comparamos con los no gestores. Una explicación a esto puede ser la

expectativa de ejercicio del papel que envuelve generalmente asumir una condición

privilegiada de poder, adoptando una posición de distanciamiento en la interacción

social. Estudios experimentales sobre atribuciones de causalidad, cuyos participantes

observaban vídeos de interacciones simuladas de supervisores y empleados, concluyen

afirmando que existe una tendencia a atribuir más emociones positivas al supervisor que

al empleado; además de evaluar la conducta del supervisor como más apropiada que la

del empleado en la situación en juego (Gondim et al., 2008, Gondim et al., 2010). En

ese caso, es posible inferir que el ejercicio del papel de liderazgo, puede en parte

requerir una postura de distanciamiento para que no haya diferenciación social, lo que

no parece ocurrir cuando la persona evaluada es el colega de trabajo, del mismo nivel

jerárquico. Ciertamente esa interpretación precisa ser puesta a prueba en otras muestras

e investigaciones.

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El hecho de que la medida de constreñimiento se haya presentado como

unidimensional en la muestra general de este estudio puede haber impuesto límites en la

exploración de las relaciones de implicación entre contagio y constreñimiento. Medidas

de autorrelato para evaluar constreñimiento y contagio (Kohlsdorf y Costa Junior,

2009) también se presentan como limitadoras para evaluar constructos bastante

sensibles al contexto social y a variaciones culturales, lo que apunta la necesidad de

utilizar otras estratégias de recogida de datos, como las observaciones de campo, los

estudios experimentales, las medidas implícitas y, posiblemente, grupos focales,

ampliando las posibilidades interpretativas.

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