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    KAROL BERMDEZ

    PARA ENTENDER A LYOTARD EN EL AMBITO DE LA POSMODERNIDAD

    Presentacin

    La intencin de este escrito se origina en la dificultad con que tropieza el lectordesprevenido, quien atrado por la seduccin didctica e inocente del ttulo de un libro, eneste caso Lo posmodernidad explicada a los nios de J. F. Lyotard, pronto descubre queni el rtulo, ni el listado prudente de la contra-cartula, ni la advertencia confidente de loseditores en su prefacio, facilitan lo que se va a constituir en un transitar difcil y unentender penoso.

    Desde el primer prrafo nos encontramos con un escrito denso y complejo, por laabundancia de referencias a un mbito extico y de cuya constitucin y caractersticas

    este trabajo pretende ofrecer alguna orientacin.

    Para cumplir con este propsito de ilustracin hetero y autodidacta e identificar elcontexto donde Lyotard es figura destacada, consideramos pertinente seguir el hilo y lamadurez expositiva de la obra de Wolfgang Welsch, Unsere postmoderne Moderne,Nuestros Modernos Posrnodernos, que en idioma alemn ya se halla en su cuarta ediciny cuya traduccin al espaol aportara un inmenso beneficio a todos aquellos interesadospor un tema que no slo est de moda (si es que en filosofa se debe y se puede hablarde moda), sino que parece de la ms alta pertinencia filosfica para participar en eldebate filosfico actual1

    Introduccin

    La verdadera posmodernidad no es un fenmeno limitado, ni se refiere slo a lascondiciones norteamericanas o al pensamiento francs. Decimos verdadera porqueparece persistir una terca confusin en lo que a este concepto se refiere. Se ha credo,por ejemplo, que en un cruce perverso y polimorfo de lbido con economa, ciberntica ycinismo, esoterismo olvidado y simulacin, agregndole algo de New Age y Apocalipsis,se obtendr el coctel perfecto que podr ser disfrutado como posmodernidad. Se hacredo tambin que es el engendro de diferentes mezclas cientfico-universales, donde

    entraran Lacan, Derrid y cualquier otro escenario en que se acomode una cultura delchic y de la moda. Para la prueba un botn: un autor llamado Klaus Laerrnann hadescrito en un artculo estas manifestaciones de una manera brillante como su propiottulo: Lacan-can y Derridad. Sobre la francolatra en las ciencias de la cultura2

    5La posmodernidad no es tampoco, nos dice Welsch, una invencin de tericos del arte,

    artistas y filsofos, sino ms bien que nuestra realidad y nuestro Lebenswelt devinieronposmodernos. En esta era de las telecomunicaciones y del denso trfico areo, lo

    Profesor. Departamento de Bellas Artes. Universidad Pedaggica Nacional.

    1Cf. Wolfgang Welsch. Unsere postmoderne Moderne. Akademie Verlag. Vierte Auflage. Berlin 1993.2Laermann. K. Lacancan und Derridad. ber die Frankolatre in den Kulturwissenschaften. Kursbuch 84.

    1986, 34-43.

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    heterogneo se ha hecho tan cercano y cotidiano, que todo se empotra de tal manera quela simultaneidad de lo no-simultneo se nos convirti en segunda naturaleza. Laposmodernidad no se invent esta situacin sino que la refleja. No elude la mirada queesta situacin cautiva, sino trata de hacer frente a las exigencias del tiempo y supluralismo quiere responder a estas exigencias tanto en el fondo como en suproblemtica.

    Veamos a grandes rasgos cules son sus caracte rsticas principales:

    a) Va a la sustancia de esta situacin, porque encara sus races. Por ello se habla depluralismo radical.

    b) Es esa fase histrica en que la pluralidad se reconoce como constitutivofundamental de las sociedades y por ello el modelo plural de sentido y accin se haceurgente, incluso dominante y obligante.

    c) Representa una intrnseca visin positiva, que traduce en lo social una inseparable

    vocacin por la democracia real.

    d) Se manifiesta en formas concretas de la razn que se remiten unas a otrasautnomamente, como plenas de sentido: hay formas diversas del saber, hay proyectosde vida, hay modelos de accin.

    e) Y ya que desde Platn la filosofa occidental tiene una vocacin fototrpica, laposmodernidad se experimenta a s misma con luz propia: la luz del contenido de losdiferentes saberes. Ya no cuenta el viejo modelo de un sol para todo y sobre todo. Estesol nico es personaje impertinente. Conclusin:Verdad, Justicia y Humanidad se conjugan en plural. Esto tiene, como consecuencia

    prohibitiva y reverso de este pluralismo de principios, su opcin poltica antitotalitaria.

    f) La posmodernidad no es relativismo banal. Su mpetu filosfico es moral; su opcinva a la pluralidad de formas de vida y formas de comportamiento, de tipos depensamiento y concepciones sociales, de sistemas de orientacin y defensa de minoras.No afirma acrticamente ningn statu quo.

    g) La congruencia de los fenmenos posmodernos en arquitectura, literatura y artes,as como en el fenmeno social de lo econmico y lo poltico, y por encima de estos enlas teoras cientficas, es ms que evidente. Gracias a esta congruencia es loposmoderno un concepto y no slo un slogan, y puede desenvolverse comoconceptualizacin de manera que no sea tomado slo como un pensamiento de moda.

    h) La posmodernidad no es, corno equivocadamente se toma, una trans o anti-modernidad. Lleva en s lo moderno pero se despide del modernismo. Deja atrs laideologa de la potenciacin, de la innovacin, de la revisin (berholung) y la superacin(berwindung). Deja igualmente atrs la dinmica de los ismos y su aceleracin.

    i) La condicin histrica de lo posmoderno no es compatible con las categoras de laberholung y la berwindung, como lo veremos ms adelante, en relacin con la historiaantigua, ni tampoco con la reciente, a la que llamamos moderna.

    j) La posmodernidad, insiste Welsch, est en esencia fundada ticamente, exigiendoun nuevo trato con la pluralidad, y precisa de una pluralidad que por causa de su

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    radicalidad se hace ms difcil. Pide por ello una tica novedosa, una tica cortada a lamedida de esa pluralidad radical y conflictiva; claro est, para todos aquellos que hemossido educados en la comodidad de las propuestas unificadoras.

    k) Aparece entonces el problema de la razn; la pluralidad entra en escena -entreotras- como formas plurales de racionalidad. Sus relaciones no son reducibles a una

    forma nica de racionalidad ni puede ser regulada por una pretendida hiper-racionalidad.Una heterogeneidad de la racionalidad tampoco puede tener la ltima palabra; el dogmade una heterogeneidad absoluta no soporta la prueba de un examen minucioso.

    Qu quieren entonces los posmodernos? Quieren desarrollar una concepcin de larazn que no ignora la medida de las diferencias reales ni tampoco concede importanciaexcesiva a las exigencias comunicativas, sino que muestra los lmites de las diversasformas de racionalidad y defiende las transiciones y confrontaciones entre ellas,posibilitndolas y completndolas. Renueva as la funcin clsica implcita de la raznfrente a las formaciones del entendimiento. Este concepto especficamente posmodernode razn, Welsch lo identifica en sucesivos y magistrales desarrollos como razn trans-

    versal.

    Armados de este marco informativo y referencial, vamos a intentar exponer lo que hasido la experiencia de nuestra lectura, no sin antes tomar la precaucin de detenernostodava sobre la genealoga del trmino posmodernidad.

    Genealoga, espectro y sentido del concepto

    En 1870, John Watkins Chapman, un pintor ingls de saln, pretende precursar unapintura posmoderna; posmoderno quiere decir aqu una pintura que se pretende ms de

    avanzada que el impresionismo francs3. Sin embargo este trmino, segn este tipo deinvestigacin arqueolgica, parece que qued sin efectos posteriores. En un segundo mo-mento, asoma la cabeza la expresin posmoderno en 1917, cuando Rudolf Pannwitzhabla dehombres posmodernos en su libro La crisis de la cultura europea4 . Que diceen este libro? el hombre posmoderno deportivamente acerado por el nacionalismo,militarista consciente, educado y religioso, es un molusco incrustado, un compromisoentre decadente y brbaro, sobreviviente del tero de la gran decadencia de la radicalrevolucin del nihilismo europeo. Segn Welsch, toda esta parrafada es una parfrasisde Nietzsche, y confirmamos aqu que Nietzsche, como lo plantea Habermas en el Discur-so filosfico de la Modernidad5, constituye el eje sobre el cual se articulan lo moderno y loposmoderno.

    No sobra aqu resear igualmente algunos cortes histricos que identifican laposmodernidad en Hispanoamrica y Espaa, en el escenario de su produccin potica:

    a) Una etapa breve identificada como modernismo, que vade 1896 a 1905.

    3Cf. Dick Higgins, A Dialectjc of Centuries. Notes Towards a Theory the New Arts. New York, 1978, 7.4Cf. Rudolf Pannwjtz,Die Krisis der europischen kultur. Werke. Bd. 2, Nrnberg, 1917, 64.

    5Cf. Jrgen Habermas,El discurso filosfico de la Modernidad. Taurus, Buenos Aires, 1989, 4. Entrada en la Posmo -

    dernidad; Nietzsche como plataforma giratoria. pp. 109-135.

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    b) Un intermezzo corto y reactivo entre dos modernismos, que se rotula comoposmodernisrno, que va de 1905 a 19146.

    c) Ultramodernismo, de 1914a l9327.

    Fecha clave: 1969

    La fecha decisiva para el propsito que nos ocupa, se sita en 1969. Diez aos luego delcomienzo del debate literario se estabiliza el trmino: hay posmodernidad all donde lapluralidad fundamental de lenguajes, modelos, formas de experiencia, se practican, perono slo en obras diferentes sino en una y la misma obra, es decir, de manera interferente.El trmino gana, pues, en este debate los contornos de un concepto verdadero y pasa deser un vocablo negativo, el del adormecimiento y ensoamiento de los fenmenos antescitados, (Pannwitz et al.), a ser un vocablo positivo que seala redes de comunicacin yque tiene decidida pluralidad como contenido.

    Inscritos en este panorama, que a pesar de su amplitud no pretende ser exhaustivo por

    el carcter limitado de este escrito, intentaremos una relectura del texto citado para unamejor inteleccin del discurso de Lyotard, dejando en suspenso y para un momentoulterior, qu tan nios o tan adultos somos para merecer matrcula en el mbito denso ypolmico de la posmodernidad.

    Las voces de la crtica a la posmodernidad

    Welsch califica de sndrome recriminatorio habitual el conjunto de reproches de diversocalibre que se han granjeado los portabanderas de la posmodernidad, y muy en especial,quien parece ser su figura central, Jean Franois Lyotard. En el texto que lemos, ya nos

    advertan sus editores, que tuvieron que vencer la resistencia del autor, argumentandoque queran contribuir a lavarlo de ciertas acusaciones, entre otras, la de irracionalismo,neoconservatismo, liberalismo cndido, nihilismo y cinismo; lo que no alcanzan a advertirlos editores es que la diatriba abarca un espectro an mayor. Se dice por ejemplo que laposmodernidad se propaga cual una peste:

    a) All donde la creacin vital no se gua por criterios seguros sino que siguetendencias estticas y el chic de la moda.

    b) All donde el hedonismo del sujeto es la pauta del actuar.

    c) All donde la vida del mundo industrializado se repliega hacia refugios estticos y enuna percepcin disgregada, fragmentada, disuelve el continuum de la vida cotidiana.

    d) La percepcin se convertira as, segn estos mismos detractores, en el canon de larealidad y por ello caen las visiones posmodernas del mundo en las trampas delesteticismo.

    e) Desde el punto de vista social e histrico, se propagara la peste delposmodernismo all donde la colcha de retazos de la memoria aparece y los grupsculos

    6Vase tambin R. Gutirrez GirardotModernismo, supuestos histricos y culturales. FCE, 1987. Bogot. Sobre todo lacronologa al final de esta obra. Pgs. 123-132.7Cf. Federico de Ons,Antologa de la Poesa Espaola e Hispanoamericana. Madrid, 1934. XVIII.

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    que tanto se multiplican se convierten en sectas, de tal manera que en general reina unaexcentricidad desbocada. Concluyen entonces que diversificacin y fragmentacinimpregnan el diseo social de la posmodernidad y que como tal, ni siquiera mereceraeste nombre, pues se tratara propiamente de un anarquismo promovido y estticamentealtisonante.

    Ahora entendemos por qu en la advertencia de los editores, Lyotard denuncia unproblema banal y recurrente en la lectura de los textos filosficos, que nos brinda laprimera pista para descifrar el cdigo que nos har posible entender el irnico enigmaoculto en el ttulo: Quines son los nios a quienes Lyotard explica la Posmodernidad?Dice Lyotard que en vez de leer, lo que debe llamarse leer, y refutarlo ad rem, susadversarios operan preferencial mente ad hominem y por categoras manidas y que noconviene a la deferencia que se le debe al pensar, el prestarse a polmicas de esta laya8.

    ,Por qu se le acusa de irracionalismo?

    a) En cuanto al aspecto tico, porque niega las posibilidades de fundamentacin

    ltima, disuelve la fundamentacin de los deberes y se burla de los usos tradicionales detodo lo fundamentado.

    b) En cuanto a lo poltico, porque se tildan de totalitarias las experiencias de la razn yla racionalidad, ya sea dialctica o neorromntica, se considera represiva.

    c) Porque se quiebra el logocentrismo y la frontera entre filosofa y poesa se borra.Tratan a la verdad, insisten estos alegres detractores, como aquella mujer vieja (opininque tiene su origen en Melanchton y Nietzsche segn nos lo recuerda el muy informadoWelsch) que huele a Grecia y debe ser desterrada definitivamente.

    La posmodernidad explicada por Lyotard a sus crticos

    Pasemos ahora a la otra orilla y tratemos de ubicarnos en los lineamientosfundamentales del planteamiento del acusado9. Lyotard nos dice que en su ms extremasimplificacin, posmodernidad signi fica no otorgarle ms credibilidad a los meta-relatos.

    Fundamentalmente estos meta-relatos son tres, a saber:

    a) El de las Luces, sobre la emancipacin de la humanidad.

    b) El Idealista, sobre la teleologa del Espritu.

    c) El Historicista, sobre la hermenutica del sentido.

    Estos relatos ya no contienen su carga intrnseca de obligatoriedad ni tienen fuerzalegitimatoria; a diferencia de los mitos, no buscan su legitimidad en un acto originalfundador, sino en un futuro que debe advenir, es decir, que es una idea por realizar, yesta idea, ya sea de libertad, de luces, de socialismo, etc., tiene un valor que se legitimaen su pretensin universalizante y pretende orientar todas las real ida-des humanas, locual impregna entonces a la modernidad de su modo caracterstico: el Proyecto, ese

    8Jean Franois Lyotard.Le postmoderne expliqu aux enfants. Le livre de poche. Editions Galile. Paris 1968. p. 5.9Para lo que sigile. CI. J. F. Lyotard, La condition posmoderne. Rapport sur le savoir. Paris. 1979. Existe

    traduccin al espaol.

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    proyecto que segn Habermas, debe ser renovado, restituido y retomado, porque quedinacabado.

    El argumento de Lyotard es que ese proyecto no ha sido abandonado ni olvidado, sinodestruido y ms exactamente, liquidado. El smbolo y paradigma de esta liquidacin esAuschwitz, que significa adems la no-realizacin o in-acabamiento trgico de la

    modernidad.

    En el vaco que parece haber dejado Auschwitz, en las cabezas pensantes de laposmodernidad, no se ve ningn meta-relato la vista, que sea realmente o parezcauniversal. Esto constituye precisamente lo que Lyotard llama la condition posmoderne, locual puede Ser reconocido an por los ms ardientes partidarios del atractivo paradigmade los marcosabarcalo-todo. Es posible que entre estos partidarios se encuentren todoslos alegres secuaces devotos de la tica discursiva y sus ensoaciones trascendentales,siguiendo la expresin de Hans Albert10

    No tenemos adems insight, ni suficiente ni confiable, sobre la posibilidad de tales

    meta-relatos mega-integradores. La historia reciente ha agrietado la credibilidad del meta-relato ya que hemos entrevisto la trampa de la Totalidad, pero en compensacin, dicen losposmodernos, hemos aprendido a conocer, reconocer y observar su pluralidad genricatal como se revela en los proyectos totalizantes, que entre ms se esfuerzan en cumplirsu acometido, ms claras aparecen sus particularidades. La Verdad, la Legitimacin, laHumanidad se hallan para nosotros aquende de la concentracin convulsiva de losmetarelatos. Segn Antonio Villani, la prdida del centro se convierte en el nuevo mito dela conciencia contempornea11

    Rememorando a Hegel

    Lyotard se pregunta a qu especie de unidad se refiere Habermas, cuando la meta quevisualiza el proyecto moderno es la constitucin de una unidad sociocultural en el seno dela cual todos los elementos de la vida cotidiana y del pensamiento encontraran su unidadcomo en un todo orgnico12. Esta explcita alusin a Hegel nos obliga a recordar que paraste, slo el Todo poda ser lo verdadero, y realizaba su credo a travs de unaconcepcin de unidad que no exclua lo diferente sino que lo inclua en la medida en quela unidad como tal la pensaba como unidad y diferencia.

    Es conveniente recordar que el pensamiento unificante de Hegel era uno de los ejes deesta modernidad que rechazan los posmodernos, por lo cual nos parece pertinente haceraqu la breve sntesis de las tres fases del trabajo del espritu hegeliano:

    a) El trabajo de ese espritu que sale de s nr es fcil: necesita un esfuerzo desmedidoya que la diferencia es de antemano una carrera de obstculos que sirve al espritu comoproeza y prueba. (La metfora es de Welsch y su belleza y pertinencia nos obligan a sutranscripcin casi literal).

    b) Es un acto de fuerza y una empresa de superacin.

    10Albert Hans, Traktat ber Kritische Vernunft. (Tratado sobre la razn crtica). Tbingen 1980. (No tenemos noticiasobre traduccin espaola de esta obra).11

    Antonio Villani. Le chiavi del postmoderno: un dialogo a distanza. iI Mulino. 1986.12La posmodernidad (explicada a los nios). P. 1 3.

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    c) El regreso del despliegue del espritu, el reencontrarse y el autoapropiarse desde eldesgarramiento, constituye su meta y su mandato. Veremos ms adelante, en el eplogode este trabajo, que el concepto de deconcertation face au texte es de fuerteraigambre hegeliana.13

    La resistencia que en este proceso ejercen las diferencias es, segn la interpretacin

    de Welsch, el mdium del auto despliegue del espritu. Las diferencias surgen del hechoque el Uno y lo mismo se configura a s mismo diferente; diferencia es productodiferenciado y medio escalar de lo Uno. La Unidad vale sin cuestionamiento. La diferenciaes slo su elxir y su garante provocador. Para Hegel todo esto significa que la aparienciade diferenciacin mxima cobija una realidad de diferenciacin mnima.

    Nos ha parecido necesario este breve interludio hegeliano para contrastar el clima deesta filosofa, que se funda en unidad totalizadora con el planteamiento de Lyotard,cuando califica la filosofa posthegeliana como una filosofa de despedida de la totalidad,una filosofa del desmonte de las agarraderas de la unidad; una filosofa que consume elproceso que Lyotard descubre como despedida de la modernidad y trnsito a la

    posmodernidad.

    La supuesta historia universal nica se quebr en la pluralidad de diferentes mundoshistricos, lo que se repite en el siglo XX, en la concepcin heideggeriana de laSeingeschichte, Historia del ser, o en la presentacin foucaultiana del saber histrico.Tanto la Schickung, Destinacin14, como la epistmica Arqueologa son irreconciliablescomo continuidad y transicin. Ya vemos en -este orden de ideas que ruptura y no-transicin son las categoras fundamentales de lo histrico.

    Para Welsch, Herder se rebela antes que Hegel contra la presin de lo unificante ydefiende la peculiaridad diacrnica de los mundos histricos. Kant defendi inclusive la

    discontinuidad sincrnica de los diferentes tipos de racionalidad; es por ello que habla deluso cognitivo, moral y esttico de la razn. Este planteamiento kantiano nos haceentender el carcter heterogneo de la razn; la coherencia o articulacin de sus formassera precaria y, segn los posmodernos, falla siempre all donde se busca deletrearla demanera compacta. Este finitismo fundamental de la razn, tanto en Herder como en Kant,que niega las totalizaciones, constituye uno de los pilares argumentativos de laposmodernidad. La posmodernidad tiene a su haber, adems, un rbol genealgico degran alcurnia en donde fundamentar su desconfianza histrica hacia la totalidad: aparecenen su ramaje filsofos de calibre como Kierkegaard y su inclinacin hacia la paradoja, elperspectivismo de Nietzsche y el explcito ataque de Adorno, quien dice que el todo es lono-verdadero. Es un hecho pues, que la despedida de la totalidad es obra de variasgeneraciones.

    Melancola de la totalidad e intereses de la pluralidad

    Mientras se experimente la disolucin de la tota lidad como prdida, estamos en lamodernidad, y una larga tradicin filosfica que parece afincarse desde Pascal, nosconfirma los sntomas precursores de esta despedida que, como veremos, se resiente

    13Jean Franois Lyotard.Le postmoderne expliqu.. . p. 143.

    14Preferiramos traducir Schickungpor Destino Manifiesto. Pero el sentido restringido que tiene el trmino, referido a la

    anexin en el siglo XIX, de territorios en el suroeste y noroeste y de las islas en el Pacfico y en el Caribe por parte de

    los Estados Unidos. nos inhibe de manera igualmente manifiesta.

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    tambin como duelo. Slo cuando se conforma una positiva percepcin de esa despedida,entramos en la pos-modernidad.

    Para Lyotard, el romanticismo es el caso ejemplar en el que se aprecian estasdiferenciaciones, en centenares de experiencias del fin de la totalidad y de la prdida delsentido, todas en el modo del duelo y con la esperanza tpicamente romntica de volver a

    voltear la pgina, es decir, de elaborar el duelo, pero con el alma y la inteligencia puestasen la totalidad o el absoluto. Segn Lyotard, es a esta poca neo-romntica a la quepertenecieron el dandismo, el nihilismo y el pesimismo finisecular de Viena.

    Desde este horizonte se emiten los juicios; por ello, lo que en la mira moderna se vecomo prdida de la totalidad con el consiguiente lamento del duelo, es para laposmodernidad al contrario, ganancia de una multiplicidad que es adems digna de seracogida. Hay dos autores que, segn Lyotard, ejemplifican la concepcin de lo diferente:Musil y Adorno.

    Musil, de quien se cita siempre su obra paradigmtica15, plantea la oposicin de

    violencia y amor, univocidad y alegora, como dualidades ineludibles con las cuales slose puede establecer un trato correcto. A este trato le servira un secretariado terrestrepara la exactitud y el alma. La irona de la frmula denuncia que la autntica esperanzayerra siempre la meta. La frmula apunta a la unidad, pero cmo aparece sta? Comoincesto, fusin, mstica o cualquier otro estado, pero siempre dentro del desgarramientopleno. As culmina lo que conduce a la posmodernidad, aunque una y otra vez de maneraen extremo penosa, una y otra vez postergada y siempre desesperanzada. Es, sin duda,el escenario de lo que en alemn se llama Die Romantik.

    De manera parecida ha constatado Adorno una polaridad, la misma de Musil, slo queen Adorno va a llamarla construccin y mimesis, historia y naturaleza, y con ms nfasis

    que Musil, puntualiza su imposible correlacin. El estado de reconciliacin no anexaba loextrao con filosfico imperialismo, sino que su suerte consistira en que mantiene lo le-jano y lo diferente en la garanta de lo cercano, allende de lo heterogneo como de lopropio. Para Adorno el romntico se identifica por dolor de mundo, sufrimiento yenajenacin16, (De manera parecida evala Lyotard la posicin de Adorno: anticipa enmucho a la posmodernidad pero en el fondo permanece prisionero en el diagnstico delderrumbamiento de la modernidad).

    La posmodernidad, como contrastacin con estos autores, no opera ni en el terreno, nien el horizonte, ni con los medios de la reconciliacin. Conoce la Unidad slo comovirtual, en cuanto abierta, y prefiere tener a la vista las constelaciones elementales de lapluralidad. Siguiendo el hilo de estas ideas, Welsch va a considerar el prefacio de lasInvestigaciones filosficas de Wittgenstein como el prlogo de la posmodernidad.

    Legitimacin histrica y filosfica

    Para los posmodernos, la legitimacin no puede desligarse de la experiencia histrica yLyotard encuentra en esta experiencia que el poder del dispositivo narrativo garantiza lalegitimidad: ...cubre (el dispositivo) multiplicidad de familias de frases y de gneros dediscursos posibles, envuelve todos los nombres... diacrnica y paracrnicamente asegura

    15Roben Musil, Der Mann ohne Eigenschaften, Hamburgo 1952. 464. (El hombre.sin atributos).

    16Theodor W. Adorno.Negative Dialektik, Frankfurt a. M. 1975. 192.

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    el dominio del tiempo y por ende el de la vida y la muerte17. Hay pues una gramtica enesta experiencia histrica cuyo cdigo debe ser descifrado para poder ser esclarecidainternamente con los supuestos insitos en su racionalidad propia. Creemos que con lostres ejemplos siguientes, Welsch ilustra de manera sutil los sntomas del sndromeposmoderno:

    Ejemplo 1. La ciudad de Munich vivi al final de los aos sesenta, a causa de lospreparativos para los juegos olmpicos, un gigantesco impulso modernizador; por toda laciudad se colocaron avisos tres veces ms grandes que el tamao estndar, en los quese lea: MUNCHEN WIRD MODERN (Munich se moderniza). Un buen da, un peatnabstrado en los pensamientos que agobian a todo citadino posmoderno, vuelve a leer elaviso, pero no sabe por qu lo entiende diferente: MUNCHEN WIRD MODERN; eldesplazamiento de la acentuacin prosdica hace que el adjetivo MODERN (moderno), seconvierta en MODERN, lo que en espaol puede traducirse por podrirse o enmohecerse,asumiendo entonces el distrado y cogitabundo peatn, que Munich se pudre. Un anunciode modernizacin y progreso se ha convertido en la profeca de la putrefaccin y ladebacle de todo un mundo. Tal metamorfosis de lo utpico en una perspectiva

    catastrfica, pertenece segn Welsh, a las experiencias iniciales de la posmodernidad.

    Ejemplo 2. Estas experiencias no caen evidentemente del cielo, sino que emergen delinfierno de la historia; es lo que sospecha Walter Benjamin en su Tesis para un conceptode la historia donde l habla del ngel de la historia, una figura que representa elprogreso. Pero tal como el Jano de los romanos, tiene una mirada para el futuro y otrapara el pasado, pero en ste siempre ve l una nica catstrofe, que amontona bajo suspies de manera reiterada, ruinas sobre ruinas. As es como se ve el progreso: el espantode poder ser barridos por un huracn regresivo.

    Ejemplo 3. La imagen decepcionante que tiene Musil de todo Orden lo patentiza de la

    siguiente manera: Imagnate el Orden. O represntate si quieres un gran pensamientoprimero, luego uno ms grande y despus todava uno ms grande an, y siempre otroms grande; y sobre esta muestra imagnate siempre un orden ms grande y mejor en tucabeza. Primero ser algo tan simptico como el cuarto ordenado de una vieja solterona ytan aseado como aqul de un caballo mimado; luego majestuoso como una brigada quemarcha en formacin; despus magnfico como cuando uno, saliendo del casino a lamedia noche, le grita a las estrellas Mundo entero, atencin, firmes, con compsmarchen!. O digamos tambin que el orden es al comienzo como un recluta torpe a quiense le ensea a marchar como debe ser; despus como cuando t en tus sueos te esca-pas de una torre y vas directamente a la oficina del ministro de defensa; pero ahora,imagnate un orden totalmente civilizado, ntegro, universal, un orden total de lahumanidad: as es como yo me imagino el fro de la muerte, su rictus mortis, un paisajelunar, una epidemia de geometras18. Conclusin: el sueo de la ilusin deviene en sutotalizacin la pesadilla de la desilusin.

    La posmodernidad est penetrada por el convencimiento de que la totalidad slo surgepor la absolutizacin de lo particular, y que por ello indefectiblemente est ligada a laopresin de otras particularidades. Es sta la inteligencia (su Einsicht, el insightanglosajn) que ha extrado de la historia y de su experiencia. De aqu que su vocacinradical sea democrtica. La democracia es una forma de organizacin no slo para elconsenso, sino mejor para el disenso de exigencias y derechos. Su base consensual -que

    17J.F. Lyotard.Le postmoderne expliqu..., p. 52.

    18R. Musil, op. cit.

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    naturalmente tiene y necesita, codificada en los derechos fundamentales-, se relacionaprecisamente con ese derecho fundamental de la diferencia y la pluralidad y se afana enasegurar que a ese derecho fundamental no se le atraviese en el camino algn mandatode contenido unificante de secuelas ilegales19

    La posmodernidad toma en serio ese principio constitutivo de la democracia moderna.

    Ms an, es slo ella la que en primer lugar aprovecha plenamente ese principiointrnseco de la democracia y es slo ella la que en primer lugar pone en relieve el autn-tico nervio de cualquier sentimiento democrtico.

    Eplogo: quines son los nios de Lyotard?

    Nunca entendimos, hasta haber concluido la lectura del libro de J. F. Lyotard, Lepostmoderne expliqu aux enfants20, en su captulo 10 tituladoAdresse au sujet du coursphilosophique (Envo a propsito del curso filosfico), quines podran ser nios taninteligentes, situados en algn lugar del primer mundo civilizado, tecnoindustrial, culto yarchisofisticado, capaces de leer una obra que ha significado un esfuerzo sostenido y

    exige una cultura filosfica ms all de los cnones que regulan un curso de filosofa en lanormalidad tercermundista. Pero una lectura atenta nos revela a ese nio como el smbolodel status nascendi de ese hombre tratando de orientarse en el torbellino de solicitacionesdivergentes, inevitables en toda poca de crisis o transicin. Lo que ms nos importa esque, segn Lyotard, ese nio es parte constitutiva y siempre actuante en el sujetopenetrado por el virus de la bulimia filosfica.

    Para Lyotard, curso filosfico apunta a hilo en el tiempo, lo cual hace inteligiblecomprender el aprender y ensear filosofa, el educar e instruir en general, en cuantofilosofa como acto y no como potencia. (Aqu denuncia Lyotard su fidelidad confesa aAristteles). Y slo desde este concepto dinmico de una filosofa en acto, vamos a

    entender la apuesta mayor que, segn Lyotard, se juega en la reflexin filosfica desdeProtgoras -con su hombre, medida de todas las cosas- y Platn con su porfa en la crea-cin de un Estado regido por filsofos o tiranos reeducados.

    Slo en esta dinmica, las palabras Formacin y Bildung se nos revelan en susigniticancia comprometedora21. Qu es pues lo significante y comprometedor?Formacin, Formung o Bildung tienen como supuesto que lesprit des hommes ne leur estpas donn comme il faut, et doit tre r-form22. El subrayado nuestro apunta a esanecesidad de comprometernos en la bsqueda y conquista de ese Espritu que no se nosha dado comme l fut, como debiera ser, y que adems debe ser re-formado, lo cual llevaa concluir a Lyotard: el monstruo de los filsofos es la infancia, pero es tambin su cmpli-ce. La infancia les dice que el Esprit (inteligencia intelectiva) no les ha sido dado, pero ques es posible alcanzarlo.

    Pero hay un agravante mayor en esta monstruosidad infantil para el filsofo: porsobreabundancia de Padres, no tiene ninguno. Es un hurfano de una especie rara. Esaorfandad lo remite a un consuelo prrico pero a un reto mayor: filosofar es ante todo una

    19Cf. Estanislao Zuleta. Sobre la Idealizacin en la Vida Personal y colectiva. Procultura, 1985. Bogot.

    20Es pertinente observar que en la edicin francesa. aux enfants, a los nios no se halla entre parntesis, como es el

    caso de la mediocre traduccin espaola de la Editorial Gedisa, traduccin que por mltiples aspectos, es un atentado

    desleal a la inteligencia del asunto. Existir tutela para tales casos?21Es diciente al respecto la aposicin en el ttulo de la clebre obra de Werner Jaeger: Paideia, DieFormung des Griechischen Menschen (el subrayado es nuestro). Trad. esp. FCE Mxico, 1983.22

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    autodidctica. Los psicoanalistas tienen slo un Padre, y un anlisis fundante nico: elauto-anlisis de Freud y sus textos. A l y a ellos se remiten siempre y no hay posibilidadde autodidaxis, Es una familia unida alrededor de un padre nico y venerado.

    Como los filsofos no tenemos Padre, tenemos que empezar siempre de nuevo, volvera gatear para aprender a caminar. En el curso filosfico no se puede ser matre, maestro,

    puesto que no se puede matrisser, amaestrar, el curso de ese ro. No se puede exponerun problema, echarse al agua, sin exponerse, es decir, nadar. Indagar un tema, el de laformacin por ejemplo, sin resultar siendo cuestionado, interrogado por el tema mismo, dela misma manera que no se podra ensear el nado, haciendo nfasis en el vado odistrayendo al nio con discursos retricos en la orilla del ro (ste es el facilismo al quecomo tentacin recurrente estn expuestos los profesores de filosofa).

    Re-comnzencer, quiere decir volver a gatear, para volver a caminar y aprender anadar. Ese monstruo nio no es el padre del hombre, ni su maestro como dira Freud, sinoque, segn Lyotard, se halla justo en medio del hombre, en tanto que su de-curso y encuanto su derivar posible y amenazante. Nio o autodidacta no quiere decir aqu que no

    se aprenda nada de los otros, sino que slo se aprende en la medida en que los otros meenseen a desaprender. Heidegger lo expresa de manera ms potica: Lehren, ensear,ist leeren Iassen!, es permitir despojarse... vacindose23

    Pero cmo se des-aprende si quiero aprender? El texto filosfico me des-aprende,esto es, me desconcierta en un ejercicio de persistente paciencia. (Paciencia me remite apaciente, adolorido y agobiado por una afliccin: ste es el dolor del desgarramiento delEspritu que para Hegel, sale-de-s, es la proeza y la prueba en la carrera de obstculoscomentada ms arriba). Esa larga carrera de obstculos, el largo camino del filosofar enPlatn, el largo curso de la lectura filosfica en Lyotard, es todo ello uno y lo mismo, y nosdice adems que no se acaba nunca de leer, que slo podemos comenzar siempre de

    nuevo, qu on n a pas lu ce qu on a lu, que no se ha ledo lo que se ha ledo. Es porconsiguiente un ejercicio de escucha 24 . El nio-filsofo hurfano busca su familiaauscultando en la escucha las voces de sus padres griegos y la de esa mujer vieja peroseductora que sus abuelos desde siempre llamaron Verdad.

    Lyotard es pesimista frente a la democratizacin, lase masificacin, de la enseanzafilosfica. ...Jeterduns le cours philosophique des esprits que n y enlrent pas, (Vide, p.149, Op. cit.). Le parece inaceptable una didctica de la seduccin, profes convertidosen Alcibiades de baja alcurnia: el trabajo de anmnesis y la elaboracin paciente en elacto delphilosophieren kantiano no puede confundirse con el reclutamiento de clientes enlas zonas de tolerancia, que es lo que en francs significa el racolage (Vide, p. 149). Enun mundo donde se habla el idioma del intercambio econmico, generalizado a todos losaspectos de la vida, abarcando hasta los afectos y los placeres, el idiolecto del cursofilosfico no parece tener derecho de ciudadana. No hay juez para dirimir el diferendo;entre estudiantes y profesores, inmersos en este escenario del time is money, los unos seconvierten en vctimas de los otros. No hay cabida entre ellos, ni rara la dialctica, ni parala dialgica. Slo hay un espacio posible para la agonstica.

    23M. Heidegger. Qu significa pensar? Ed. Nova, Buenos Aires. 1978.

    24coute, sustantivacin de couter, es el escuchar francs.

    Llega a los odos galos como escolter en la lengua del medioevo, en sus siglos X a XlI. Era lo que quedaba del bajolatn ascultare. auscultare. Es para nuestro espaol, la escucha sigilosa que ausculta en busca de signos no escritos enlo escrito y no dichos en lo dicho. Para Heidegger, es Hren, escuchar, que remite a Ge-hren,pertenecer.

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    Pero Lyotard nos consuela: ... hay quizs ms infancia disponible para el pensar a los35 aos que a los 18. Y ms an, fuera de los cursos de estudios que adentro. El nuevolema del pensamiento didctico reza entonces: Buscar la infancia all donde se encuentre,inclusive fuera de la infancia. Esa infancia a la bsqueda de la cual nos afanamos dentrode nosotros, fuera de nosotros, dentro y fuera de los cursos filosficos, es la mismaenfance retrouve, en el tiempo perdido de Marcel Proust, la infancia que hace posible

    leer y re-leer para des-aprender y des-concertarse agonsticamente con LaPosmodernidad explicada a los nios (sin parntesis, esta vez!) de Jean FranoisLyotard.

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