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fuentes
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Fuente 1: “Los indios trabajan en los túneles del cerro de Potosí donde la oscuridad es permanente,
sin saber mucho ni poco cuándo es de día y cuándo es de noche. Trabajan siempre con velas y se
reparten el trabajo, de manera que unos trabajan de día y descansan de noche, y otros al revés. El
metal es muy duro y solo lo pueden desprender de las paredes de roca de la mina golpeándolo con
fuerza con una barreta hasta quebrarlo. Después lo suben a cuestas por unas escaleras hechas de
cuero de vaca retorcido. Los indios se atan una manta al pecho y el metal va dentro de ella a las
espaldas. Suben de tres en tres. El delantero lleva una vela atada al dedo pulgar para que vean,
porque como está dicho, no hay ninguna luz natural. Suben un gran espacio que pasa muchas
veces de 300 metros: cosa horrible que de solo pensarlo da espanto”.
José de Acosta, Historia Natural y moral de las Indias, 1590. (Texto adaptado)
Fuente 2: “Los [Indios] que son destinados a las minas de Potosí son conducidos y colocados dentro
de un cercado que está al pie de la montaña, donde el corregidor los distribuye a los directores de
las minas y después de seis días de trabajo constante el director los conduce de nuevo, el sábado
siguiente al mismo punto, y allí el corregidor les hace pasar revista para que los dueños de las
minas les paguen los sueldos que se les haya señalado, y para que los Curacas suplan el número
que falta, pues no pasa semana que no mueran algunos, ya por diversos accidentes que ocurren
como el desmoronamiento de grandes cantidades de tierra, la caída de piedras, enfermedades, etc.
Son muy fastidiados, a veces, por vientos dentro de las minas, cuya frialdad, unidad a la de la tierra
en algunas partes, los penetra de tal modo que de no mascar la coca que los calienta y
emborracha, les sería insoportable. Otro gran mal que sufren es que en algunas partes los gases
sulfurosos y minerales son tan fuertes que los reseca de una manera extraña, de tal modo que les
impide la libre respiración. De estos indios se eligen generalmente los mejores trabajadores para
desprender el metal de entre las rocas.... Otros indios sirven para conducir lo que se cava en
pequeñas canastas hasta la boca de las mina, y otros para embolsarlo en sacos y cargarlo sobre
una especie de carnero.”
Acarete Du Biscay, 1658. Relación de un viaje al Río de la Plata y de allí por tierra al Perú con
observaciones sobre los habitantes, sean indios o españoles, las ciudades, el comercio, la fertilidad
y las riquezas de esta parte de América (Texto adaptado)
Fuente 3: “Después de que acabaron las guerras y murieron en ellas todos los hombres, los
mancebos y las mujeres y los niños que quedaron fueron repartidos entre los conquistadores. A
algunos les dieron treinta o cuarenta a otros cien o doscientos, según dispusiese el tirano mayor, al
que llamaban gobernador. A cada conquistador, por lo general eran hombres idiotas, crueles,
avaros y viciosos, lo convirtieron en cura de almas [evangelizador]. Y la cura que ellos realizaron
fue enviar a los hombres a las minas a sacar oro y las mujeres a cavar los surcos y cultivar la tierra,
trabajo para hombres fuertes y recios. A unos y a otras no les daban más que comer hierbas y
cosas sin sustancia. A las mujeres se les secaba la leche de los pechos y así murieron en breve las
criaturas. Debido a que los maridos estaban apartados y nunca veían a las mujeres, cesó entre
ellos la procreación. Ellos murieron en las minas y ellas en las granjas por exceso de trabajo y
hambre. Así se acabó la vida de muchas gente en esa isla”
Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, 1542 (texto adaptado)
Fuente 4: “Los indios no quedan por esclavos, ni aun por vasallos de los encomenderos y sólo
reconocen al rey señor, como los demás españoles, y de los tributos que a él como a tal, le deben
pagar su voluntad y mandato, y una como rogación o delegación, se dan aquellas partes de rentas
a los encomenderos, sin que tengan que entrar ni salir con los indios, ni les puedan pedir otras
cosas y antes con cargo de que procuren su amparo y defensa y paguen a los curas que los
adoctrinan”.
Juan de Solorzano y Pereira (Jurista y abogado de los reales consejos), Política Indiana. Madrid,
1647.
Fuente 5: “En las minas de Potosí trabajaban unos 5000 indígenas. Algunos de ellos eran mitayos
forzados y otros trabajadores libres que se enrolaban en ese trabajo por propia voluntad. Los indios
mitayos hacían las tareas más pesadas, los indios libres hacían tareas más especializadas: picaban
las vetas y seleccionaban el mineral. Por semana se les pagaba: a los indios de mita 2.5 pesos, y a
los indios libres 4 pesos. A los guardias armados: 15 pesos”.
Assadourian, C.S, y otros, Historia Argentina. De la conquista a la independencia. (Texto adaptado).
Fuente 7: “La feria de Potosí era famosa y a ella llegaban productos de todas partes del mundo:
sedas, géneros, tejidos de Granada, medias y espadas de Toledo, tejidos bordados de seda, de oro
y de plata de Francia, tapicerías, espejos y escritorios de Flandes, papel de Génova, rasos de
Florencia, medias de Nápoles… alfombras de Persia y Turquía… Era tan grande y tantas compras y
ventas se realizaban allí que, en tiempos en que las minas eran prósperas, se vendían hasta 40000
pesos de oro. Creo que en ninguna feria del mundo se vende tanto…”
Cieza de León. Primera parte de la Crónica del Perú. (Texto adaptado)
Fuente 8: “En todo este reino del Perú se sabe por lo que por él habemos andado que hubo grandes
tiangues, que son mercados donde los naturales contrataban sus cosas; entre los cuales, el más
grande y rico que hubo antiguamente fue el de la ciudad del Cuzco; porque aún en tiempo de los
españoles se conoció su grandeza, por el mucho oro que se compraba y vendía en él, y por otras
cosas que traían de todo lo que se podía haber y pensar. Más no se igualó este mercado o tiangues
ni otro ninguno del reino al soberbio de Potosí; porque fue tan grande la contratación, que
solamente entre indios, sin intervenir cristianos, se vendía cada día, en tiempo que las minas
andaban prósperas, veinte y cinco y treinta mil pesos de oro, y días de más de cuarenta mil; cosa
extraña, y que creo que ninguna feria del mundo se iguala al trato de este mercado. Yo lo note
algunas veces, y ví que en un llano que hacia la plaza deste asiento, por una parte iba una hilera de
cestos de coca, que fue la mayor riqueza destas partes; por otra mantas y camisetas ricas delgadas
y bastas; por otra, montones de maíz y de papas secas y de las otras sus comidas... En fin, se
vendían otras cosas muchas que no digo; y duraba esta feria o mercado desde la mañana hasta
que oscurecía la noche...”
Cieza de León. De cómo junto a este cerro de Potosí hubo el más rico mercado del mundo en
tiempo que estas minas estaban en su prosperidad, Crónica del Perú
Fuente 9: El encuentro de una fuente de recursos permanente como la plata de Potosí no sólo
determinó en el sur del continente el fin de la etapa de explotación y de los asentamientos
inestables, sino una particular estructuración del espacio. La localización fue determinada por el
lugar donde existían los recursos mineros. La producción debía llegar a los mercados exteriores por
más que estos fueran lejanos y no solo debían lograr una salida al mar, sino también el cruce del
Atlántico. El valor del metal precioso justificó el pago de altos costos de transporte por rutas
azarosas y largas. La necesidad de encontrar esas salidas condujo al establecimiento de un sistema
de rutas y a la consiguiente fundación de poblados y refugios, jalones en los largos caminos hacias
las costas.
Pero la actividad minera demandó también una determinada cantidad de insumos. Por de pronto,
el de mano de obra, lo que supone el abastecimiento de poblaciones en las zonas mineras. A su
vez, a esa población hubo que alimentarla, vestirla y ofrecerle vivienda. Como los lugares donde se
encuentran los metales preciosos no son siempre aquellos donde estos artículos se producen fue
necesario obtenerlos de otra región... Algunos de los artículos que se consumían en los nuevos
centros provenían directamente de España... el grueso de las necesidades de los centros mineros se
abastecía, sin embargo, desde las zonas más cercanas. La especialización de cada una de ellas dio
lugar a una división regional del trabajo que configuró una particular regionalización económica....
el norte argentino producía textiles, aguardiente y alimentos para el Alto Perú. A Chile, le cupo en
cambio producir un artículo importante en la dieta española: el trigo. Las regiones más alejadas del
sur rioplatense (Santa Fe, Entre Ríos, Uruguay, comenzaron a proveer mulas, animales de trabajo
que reemplazaron a la declinante mano de obra indígena. De todo ello nacieron asentamientos
cuya singularidad estaba determinada en cada caso por las características de la producción. La
relación más permanente entre el litoral argentino y el norte altoperuano empezará con el
comercio a lo largo de esa ruta”.
R. Cortés Conde, El progreso argentino, 1880-1914, Sudamericana, Buenos Aires, 1979